1 selecciones de los padres de la iglesia antologia

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LOS PADRES DE LA IGLESIA www.paginasobrefilosofia.com/html/Cristianismo%20y%20Filosofia/pa dres.html "El problema de las relaciones entre cristianismo y filosofía comienzan a plantearse realmente a partir de mediados del siglo II de nuestra era, es decir, después de haberse producido, como hemos visto anteriormente, una profunda helenización del judeo-cristianismo primitivo. Éste es un dato que debe tenerse continuamente presente, pues implica que el cristianismo, que los primeros apologistas van a contrastar con la filosofía, llevaba incorporados importantes elementos de su presunta antagonista. Nada tiene, pues, de extraño que lo que a los Padres se les antoja problemático no sean las contradicciones entre fe y razón tal como se presentan a una mente moderna, sino precisamente las "sorprendentes" semejanzas entre cristianismo y filosofía griega. Problema artificial donde los haya, generado por la conversión de un préstamo ideológico históricamente anterior en misteriosa coincidencia. Para los primeros apologistas no se trataba de dos realidades do distinto género, sino de las relaciones entre filosofía pagana y filosofía cristiana: Taciano habla de "nuestra filosofía bárbara", Clemente do Alejandría, de "filosofía según Cristo" y ya San Agustín directamente de "filosofía cristiana"; todos los apologistas se presentan como filósofos, entendiendo la filosofía -con arreglo a la etimología de la palabra como amor a la sabiduría: en la medida en que la filosofía cristiana era para ellos la satisfacción de ese anhelo en cuanto sabiduría plena revelada, todos coinciden en la superioridad del cristianismo y sólo divergen en su juicio acerca de lo que de aprovechable y verdadero haya en la sabiduría pagana".(Savater y Otros. Historia de la Filosofía. Noguer Didáctica) Lo que sucede es que, antes de llegar a San Agustín, y, hablar ya de filosofía cristiana, hubo que recorrer un largo camino. Pues bien, en ese largo camino nos encontramos siempre con dos posturas antagónicas (favorable y contraria, de aceptación y de rechazo de la filosofía). Su precedente más claro lo encontramos en la doble y contradictoria actitud de San Pablo: por un lado, en su discurso en el Areópago de Atenas (Hechos, XVII, 16-34) afirma que el Dios cristiano aparecía ya intuido, aunque de un modo confuso, en los paganos; por otro lado, en la primera Epístola a los Corintios ( I Cor, 1,17-II,16 ) afirma que el cristianismo no era sino "locura para los gentiles". Pues bien, esta ambigüedad y contradicción paulina ante la filosofía la vemos repetirse de nuevo, dentro de los representantes del cristianismo en las ocasiones siguientes: a) Con los apologistas griegos y latinos. b) Con los padres de la iglesia ante el fenómeno de la Gnosis. c) Con los padres de la iglesia ante el arrianismo. APOLOGISTAS GRIEGOS FAVORABLES A LAS RELACIONES ENTRE CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA FLAVIO JUSTINO (100) representa al iniciador y prototipo de una postura favorable frente a la filosofía pagana. Señala que el cristianismo ha de asumir la historia desde sus inicios, y afirma que todo lo que de verdad se haya dicho anteriormente "nos pertenece". De ahí que concluya que muchos de los aspectos de la filosofía de los Estoicos, Platón, etc no son algo extraño al pensamiento cristiano. Llega a afirmar, incluso, que Sócrates conoció, aunque no de un modo pleno, a Cristo a través de su razón y de esa forma, aunque de un modo misterioso, participaría de verbo (Cristo). Desde el punto de vista teológico afirma que Dios es un ser único, innombrable. De él procede el verbo (un dios diferente en cuanto al nombre pero no en cuanto al concepto) que ha sido engendrado por Dios antes de la creación. Es un Dios de 2º orden, aunque el más importante después de Dios. El espíritu santo ocupa el tercer lugar y está sin definir en Justino, con lo que las bases de lo que será posteriormente el problema de la trinidad ya están aquí presentes. En cuanto al alma no defiende su necesaria inmortalidad ya que no es principio de vida. El alma , considerada en sí misma, no es inmortal. Si lo es (y Justino lo duda) se lo debería a Dios. (Gráfico) Por su parte ATENÁGORAS (170) no muestra simpatía ni hostilidad ante la filosofía griega. Se limita a señalar que en determinados puntos existe perfecto acuerdo entre filosofía y cristianismo. La fuente de todo saber, sin embargo, está en la revelación aunque la razón puede servir de ayudar para fundamentar la fe. En el terreno teológico ya no habla de "otro" dios aunque sigue concibiendo al verbo como distinto del dios padre. El verbo habría sido producido como base para la creación del mundo. Su doctrina del espíritu santo sigue siendo muy oscura. En relación con el alma sigue la tesis aristotélica de que el alma y el cuerpo forman una unidad. De este modo creía explicar mejor el problema de la resurrección de los muertos. APOLOGISTAS LATINOS FAVORABLES A LAS RELACIONES ENTRE CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA LACTANCIO (250-325) se inspira en el corpus herméticum y se sorprende y maravilla de encontrar allí casi toda la verdad cristiana. Piensa que con el cristianismo se ha logrado la fusión entre religión y sabiduría; problema, según él, sin resolver en el mundo pagano. Sus elementos filosóficos, sin embargo, son meras repeticiones de la filosofía griega unida a un tipo de religión impregnada de elementos judíos y helenísticos. Afirma que Dios se hace a sí mismo aunque lo concibe como figura y cuerpo. El alma es inmortal aunque la concibe como algo material al modo de Tertuliano. Por lo que se refiere al problema del mal manifiesta rasgos maniqueos al señalar la necesidad de la existencia del demonio. APOLOGISTAS GRIEGOS CONTRARIOS A LAS RELACIONES ENTRE CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA Otros apologistas griegos y latinos mantienen, sin embargo, una postura en contra de la filosofía pagana. Esta es, por ejemplo, actitud del apologista griega TACIANO (170) y de los apologistas latinos TERTULIANO Y ARNOBIO EL APOLOGISTA GRIEGO TACIANO (170) señala que los griegos han "robado" de la biblia gran número de sus ideas filosóficas. Su teología, sin embargo, sigue a la de Justino: Dios es único y existe sólo antes de todo. Contiene en sí mismo la virtud de todas las cosas sensibles. Por un acto libre salió de él el Verbo que permaneció como ser real no perdiéndose en el vacío. Su producción es semejante a una antorcha encendida con otra antorcha o a las de las palabras que un maestro dice a sus discípulos. Sigue, por tanto, pendiente de resolver el problema de la Trinidad. El verbo produce la materia aunque no la encuentra hecha ni la crea de la nada. Señala que ésta se proyecta a partir de él. El alma es material en cuanto principio de vida e inmaterial en cuanto espíritu ( pneuma ) Sin embargo es mortal y únicamente si Dios lo quiere podría ser inmortal. Acaba en la herejía. APOLOGISTAS LATINOS CONTRARIOS A LAS RELACIONES ENTRE CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA El apologista latino TERTULIANO (160-240) manifiesta una radical oposición a la filosofía y exige una total autonomía de la fe lo que lleva a defender la tesis del "credo quía absurdum". En el terreno teológico ,Tertuliano, concibe a Dios como poseyendo cuerpo aunque más tenue y sutil que los demás cuerpos. En el momento de la creación engendró al verbo el cual es a Dios lo que son al sol sus rayos. El espíritu santo se añade a Dios y al verbo sin romper, por ello, la unidad. Es la misma relación que se establece entre el fruto, la rama y el árbol. El verbo y el espíritu santo no son eternos. Por lo que se refiere al alma defiende una concepción materialista: el alma es un cuerpo sutil parecido al aire,

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Padres apostólicos

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LOS PADRES DE LA IGLESIA

www.paginasobrefilosofia.com/html/Cristianismo%20y%20Filosofia/padres.html

"El problema de las relaciones entre cristianismo y filosofía comienzan a plantearse realmente a partir de mediados del siglo II de nuestra era, es decir, después de haberse producido, como hemos visto anteriormente, una profunda helenización del judeo-cristianismo primitivo. Éste es un dato que debe tenerse continuamente presente, pues implica que el cristianismo, que los primeros apologistas van a contrastar con la filosofía, llevaba incorporados importantes elementos de su presunta antagonista. Nada tiene, pues, de extraño que lo que a los Padres se les antoja problemático no sean las contradicciones entre fe y razón tal como se presentan a una mente moderna, sino precisamente las "sorprendentes" semejanzas entre cristianismo y filosofía griega. Problema artificial donde los haya, generado por la conversión de un préstamo ideológico históricamente anterior en misteriosa coincidencia. Para los primeros apologistas no se trataba de dos realidades do distinto género, sino de las relaciones entre filosofía pagana y filosofía cristiana: Taciano habla de "nuestra filosofía bárbara", Clemente do Alejandría, de "filosofía según Cristo" y ya San Agustín directamente de "filosofía cristiana"; todos los apologistas se presentan como filósofos, entendiendo la filosofía -con arreglo a la etimología de la palabra como amor a la sabiduría: en la medida en que la filosofía cristiana era para ellos la satisfacción de ese anhelo en cuanto sabiduría plena revelada, todos coinciden en la superioridad del cristianismo y sólo divergen en su juicio acerca de lo que de aprovechable y verdadero haya en la sabiduría pagana".(Savater y Otros. Historia de la Filosofía. Noguer Didáctica) Lo que sucede es que, antes de llegar a San Agustín, y, hablar ya de filosofía cristiana, hubo que recorrer un largo camino. Pues bien, en ese largo camino nos encontramos siempre con dos posturas antagónicas (favorable y contraria, de aceptación y de rechazo de la filosofía). Su precedente más claro lo encontramos en la doble y contradictoria actitud de San Pablo: por un lado, en su discurso en el Areópago de Atenas (Hechos, XVII, 16-34) afirma que el Dios cristiano aparecía ya intuido, aunque de un modo confuso, en los paganos; por otro lado, en la primera Epístola a los Corintios ( I Cor, 1,17-II,16 ) afirma que el cristianismo no era sino "locura para los gentiles". Pues bien, esta ambigüedad y contradicción paulina ante la filosofía la vemos repetirse de nuevo, dentro de los representantes del cristianismo en las ocasiones siguientes: a) Con los apologistas griegos y latinos. b) Con los padres de la iglesia ante el fenómeno de la Gnosis. c) Con los padres de la iglesia ante el arrianismo.

APOLOGISTAS GRIEGOS FAVORABLES A LAS RELACIONES ENTRE CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA FLAVIO JUSTINO (100) representa al iniciador y prototipo de una postura favorable frente a la filosofía pagana. Señala que el cristianismo ha de asumir la historia desde sus inicios, y afirma que todo lo que de verdad se haya dicho anteriormente "nos pertenece". De ahí que concluya que muchos de los aspectos de la filosofía de los Estoicos, Platón, etc no son algo extraño al pensamiento cristiano. Llega a afirmar, incluso, que Sócrates conoció, aunque no de un modo pleno, a Cristo a través de su razón y de esa forma, aunque de un modo misterioso, participaría de verbo (Cristo). Desde el punto de vista teológico afirma que Dios es un ser único, innombrable. De él procede el verbo (un dios diferente en cuanto al nombre pero no en cuanto al concepto) que ha sido engendrado por Dios antes de la creación. Es un Dios de 2º orden, aunque el más importante después

de Dios. El espíritu santo ocupa el tercer lugar y está sin definir en Justino, con lo que las bases de lo que será posteriormente el problema de la trinidad ya están aquí presentes. En cuanto al alma no defiende su necesaria inmortalidad ya que no es principio de vida. El alma , considerada en sí misma, no es inmortal. Si lo es (y Justino lo duda) se lo debería a Dios. (Gráfico) Por su parte ATENÁGORAS (170) no muestra simpatía ni hostilidad ante la filosofía griega. Se limita a señalar que en determinados puntos existe perfecto acuerdo entre filosofía y cristianismo. La fuente de todo saber, sin embargo, está en la revelación aunque la razón puede servir de ayudar para fundamentar la fe. En el terreno teológico ya no habla de "otro" dios aunque sigue concibiendo al verbo como distinto del dios padre. El verbo habría sido producido como base para la creación del mundo. Su doctrina del espíritu santo sigue siendo muy oscura. En relación con el alma sigue la tesis aristotélica de que el alma y el cuerpo forman una unidad. De este modo creía explicar mejor el problema de la resurrección de los muertos. APOLOGISTAS LATINOS FAVORABLES A LAS RELACIONES ENTRE CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA LACTANCIO (250-325) se inspira en el corpus herméticum y se sorprende y maravilla de encontrar allí casi toda la verdad cristiana. Piensa que con el cristianismo se ha logrado la fusión entre religión y sabiduría; problema, según él, sin resolver en el mundo pagano. Sus elementos filosóficos, sin embargo, son meras repeticiones de la filosofía griega unida a un tipo de religión impregnada de elementos judíos y helenísticos. Afirma que Dios se hace a sí mismo aunque lo concibe como figura y cuerpo. El alma es inmortal aunque la concibe como algo material al modo de Tertuliano. Por lo que se refiere al problema del mal manifiesta rasgos maniqueos al señalar la necesidad de la existencia del demonio. APOLOGISTAS GRIEGOS CONTRARIOS A LAS RELACIONES ENTRE CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA Otros apologistas griegos y latinos mantienen, sin embargo, una postura en contra de la filosofía pagana. Esta es, por ejemplo, actitud del apologista griega TACIANO (170) y de los apologistas latinos TERTULIANO Y ARNOBIO EL APOLOGISTA GRIEGO TACIANO (170) señala que los griegos han "robado" de la biblia gran número de sus ideas filosóficas. Su teología, sin embargo, sigue a la de Justino: Dios es único y existe sólo antes de todo. Contiene en sí mismo la virtud de todas las cosas sensibles. Por un acto libre salió de él el Verbo que permaneció como ser real no perdiéndose en el vacío. Su producción es semejante a una antorcha encendida con otra antorcha o a las de las palabras que un maestro dice a sus discípulos. Sigue, por tanto, pendiente de resolver el problema de la Trinidad. El verbo produce la materia aunque no la encuentra hecha ni la crea de la nada. Señala que ésta se proyecta a partir de él. El alma es material en cuanto principio de vida e inmaterial en cuanto espíritu ( pneuma ) Sin embargo es mortal y únicamente si Dios lo quiere podría ser inmortal. Acaba en la herejía. APOLOGISTAS LATINOS CONTRARIOS A LAS RELACIONES ENTRE CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA El apologista latino TERTULIANO (160-240) manifiesta una radical oposición a la filosofía y exige una total autonomía de la fe lo que lleva a defender la tesis del "credo quía absurdum". En el terreno teológico ,Tertuliano, concibe a Dios como poseyendo cuerpo aunque más tenue y sutil que los demás cuerpos. En el momento de la creación engendró al verbo el cual es a Dios lo que son al sol sus rayos. El espíritu santo se añade a Dios y al verbo sin romper, por ello, la unidad. Es la misma relación que se establece entre el fruto, la rama y el árbol. El verbo y el espíritu santo no son eternos. Por lo que se refiere al alma defiende una concepción materialista: el alma es un cuerpo sutil parecido al aire,

el cual se reparte por todo el cuerpo. Es también como una rama desgajada de Dios, de ahí la presencia del bien y del mal en el hombre. Otro apologista latino ARNOBIO (260-327) se nos presenta como un precedente de lo que será el escepticismo de tipo cristiano: si nada podemos saber con seguridad, ya que la filosofía es incapaz de ofrecer un saber seguro y riguroso, ¿por qué extrañarnos que el cristianismo exija actos de fe? Ya que no es posible saber, tengamos fe. En relación con el alma pensaba que racionalmente no podía demostrarse su existencia por que únicamente nos quedaría creer en ella a través de la fe. EL FENÓMENO GNÓSTICO (Introducción)

Las mismas posturas de aceptación o rechazo de la filosofía griega, por parte de los padres de la Iglesia, aparecen de nuevo cuando se produce el FENÓMENO GNÓSTICO (siglos II-III) Sobre este fenómeno se trataría de señalar lo siguiente: El fenómeno gnóstico del siglos II-III debemos situarlo en la perspectiva de lo que hemos venido diciendo: desde San Pablo, pasando por el evangelio de San Juan, se ha producido una progresiva helenización del cristianismo introduciendo en su sistema conceptos tomados tanto del estoicismo como las religiones mistérico-helenísticas. Ello hace que, a partir de ese momento, la ruptura con el mensaje, tanto del Jesús histórico como de la comunidad primitiva de Jerusalén, se hiciera inminente. Pues bien, a partir del siglo II este proceso de ruptura se ahondará aún más si cabe con la aparición de los padres de la iglesia. Aunque la postura frente a la filosofía sea diferente en ellos, lo que es evidente es que los mensajes de la comunidad primitiva de Jerusalén desaparecen por completo. El cristianismo ya no intenta confrontar con el mensaje de la comunidad primitiva. Ahora es la filosofía griega a la que hay que atacar o bien utilizar. La gnosis cristiana deberíamos situarla en este contexto. Y es que el pensamiento gnóstico gira alrededor del intento de presentar una verdadera doctrina cristiana (gnosis) en donde ya no exista ni el más mínimo elemento de la tradición judía. En Marción y Basíledes se percibe claramente esta intención. Y es que la gnósis respondía mejor que la tradición judía a los intereses de las diferentes comunidades cristianas desparramadas por el mundo. De todos modos no fue este un camino de rosas. Y es que no se puede olvidar que para todos los cristianos el fundador había sido un judío y allí estaba, por tanto, la base primitiva de la que partir. Por otro lado, la gnósis prescindía también de muchos elementos básicos presentes tanto en los evangelios como en San Pablo. Así por ejemplo, en la gnosis están presentes una multitud de dioses –( aiones) (reflejo politeísta) y muchos conceptos que tenían una clara dependencia de las religiones orientales. Por otra parte, el problema del mal, en tanto en cuanto se defendiera un proceso de emanación, tenía su fundamento último en Dios aunque se dijera que la causa de tal mal era debido a un arconte (Yavhé) que se había rebelaba contra Dios. Por último la redención consistía esencialmente en la transmisión de un saber salvífico lo que hacía quedar en penumbra la pasión y la muerte de Cristo como salvador, así como el fenómeno de la fe.

H. Jonas ha dividido la gnosis en: A) pagano-helenística (Filón, religiones mistéricas, pitagorismo, hermetismo, neoplatonismo) B) cristiano-helenística, que correspondería el Nuevo Testamento (a excepción de los Sinópticos), la Escuela de Alejandría (Clemente y Orígenes), el monaquismo primitivo y las "herejías" propiamente dichas (Marción, Basílides, Valentín).

SEMEJANZAS ENTRE LAS DISTINTAS GNOSIS HERÉTICAS Más allá de las diferencias entre sus respectivas cosmologías, llenas de barroquismos y archipobladas de divinidades intermedias, ángeles y demonios, los distintos sistemas gnósticos "heréticos" comparten los siguientes rasgos: a) La noción de un Dios trascendente, "extra-cósmico", perfectísimo, infinito, inaccesible, incognoscible, inactivo, esencialmente bueno (y que por ello no puede ser causa del mal), Este "Dios-No ser" (Basilides), ni es creador del mundo sensible y la materia ni mantiene con ellos la menor relación. Es desconocido en un doble sentido: de suyo (está "más allá de todo conocimiento", es indecible) y de hecho (ha permanecido ignorado de los hombres hasta la Revelación cristiana). b) Una serie de emanaciones divinas descendentes jerarquizadas en órdenes escalonados ( aiones que constituyen el pleroma ) hasta llegar al demiurgo, arconte malo rebelde a Dios, creador del mundo sensible y la materia que se presenta al mundo inferior como único Dios, Este Dios malo engañador es el Yahvé del Antiguo Testamento. c) La materia y el mundo sensible, en cuanto nacidos del pecado del demiurgo, son malos y fuente del mal. d) El hombre, compuesto de cuerpo y alma pneumática o espiritual, está preso de la materia pero unido al Espíritu y ello le permite ascender a él. Pero solamente por mediación de la Redención, realizada por uno de los aiones intermediarios que se muestra como Logos y aparece como Jesús, el Salvador. Los hombres se dividen en materiales, psiquicos (o animales) y pneumáticos (espirituales), Sólo a éstos corresponde la gnosis, superior a la fe. El gnosticismo suele llevar aparejado (pero no necesariamente) el docetismo (tesis de que Jesús sólo tuvo un cuerpo aparente y no sufrió por tanto "realmente" la Pasión) y la tendencia al diteísmo de alguno de los sistemas ( Marción ) es un precedente del maniqueísmo, gnosis persa elaborada por Mani (216-276) en un intento por fundir las enseñanzas de Buda, Zaratustra y Jesucristo. Los tres problemas que los gnósticos intentan solucionar son el problema del mal (que no pueden atribuir a un Dios bueno), el de la creación del mundo sensible (malo, en tanto que corruptible y cambiante; ambos problemas no son para los gnósticos sino uno sólo) y el de la Redención, considerada como el centro de la historia del mundo y como algo que afecta no sólo al hombre sino a la creación completa. LA GNOSIS CRISTIANA Pues bien, la GNOSIS CRISTIANA que se impondrá como ortodoxa disocia el problema del mal del problema de la creación (al considerar la creación como buena y como expresión do la Bondad divina, identifica al demiurgo con el Logos consustancial al Padre y desplaza el problema del mal al interior del hombre, encontrando su origen en el mal uso por éste del libre albedrío concebido por Dios), humaniza el problema de la caída y el pecado (culpabilizando al hombre) y por tanto también el de la Redención, cuyo "cosmismo" es atenuado y desplazado a escatología apocalíptica. Mientras que para la gnosis "herética" la Redención de Jesús consistió principalmente en la transmisión de una saber salvador (gnosis), oculto hasta entonces, para la gnosis "ortodoxa" lo principal está en la redención del pecado humano mediante su pasión y muerte (de ahí su anti-docetismo). Mientras aquella llama a la conversión de la inteligencia, ésta lo hace a la Conversión de la voluntad. Mientras aquélla hace hincapié en el conocimiento, ésta lo hace en la fe. Es en este contexto es en donde habría que situar la tendencia de ciertos padres de la iglesia por fundamentar una Gnosis distinta. Todo ello dará lugar a la aparición de una Gnosis cristiana que acabará triunfando dentro del cristianismo. De todos modos las coincidencias con lo que, a partir de ahora, serán denominadas gnosis heréticas son evidentes ya que todas tienen la misma raíz. Como semejanzas con la gnosis, la gnósis cristiana presenta la defensa de un Dios transcendente, infinito e incognoscible. Como diferencias serían de

resaltar las siguientes: se limita el número de dioses; el problema del mal ya no tiene causa divina sino humana; la redención se lleva a cabo a través de la pasión y la muerte de cristo. PADRES DE LA IGLESIA CONTRARIOS A LA FILOSOFÍA GNÓSTICA De todas formas las posiciones de los padres de la Iglesia ante todos estos fenómenos no es siempre la misma lo que demuestra el grado de formación en el que se hallaban tales ideas. Por ejemplo SAN IRINEO (126) insiste en los límites de la razón y señala si imposibilidad para resolver cuestiones que sólo pertenecen al ámbito de la fe. No se hace uno cristiano para ser sabio (gnosis) sino para salvarse (gnosis cristiana). En el terreno teológico señalará lo absurdo de multiplicar el número de dioses. Sólo existe un único Dios que crea a partir de verbo. El mundo es bueno por naturaleza ya que es obra de la bondad divina y no producto de la acción de un Arkón o demiurgo malo. El mal es el fruto del libre albedrío. Concibe el alma como poseyendo forma y figura, para demostrar mejor la resurrección de los muertos. Su teoría de la resurrección es claramente el producto de una imaginación helenizada. Por su parte, HIPOLITO sigue esta misma línea de rechazo de la doctrina gnóstica y desprecio hacia la filosofía culpando a la misma de las herejías. PADRES DE LA IGLESIA FAVORABLES A LA FILOSOFÍA: Gnósis Cristiana Otro grupo de padres de la iglesia (procedentes de la Escuela de Alejandría) mantendrán una posición diferente. Aunque están en contra del gnosticismo herético su preocupación va dirigida a crear una gnosis diferente y su posición ante la filosofía es claramente positiva. CLEMENTE DE ALEJANDRÍA (150-215) parte de la famoso teoría del robo por parte de los filósofos griegos sobre el antiguo testamento. A partir de ahí se analiza positivamente el hecho de la filosofía. En losStromata señala que están equivocados aquellos que se basan simplemente en la fe y desprecian la filosofía ya que ésta es una cosa buena querida por Dios. El cristianismo brotaría de la confluencia entre tradición judía y filosofía griega. Parte, sin embargo, del principio de que la fe está situada por encima de la filosofía. Esta es solamente un instrumento para profundizar en la fe. A partir de la unión de estos dos principios se podría lograr una gnosis verdadera que consiste en la fundamentación de la fe revelada que permitiría conocer mejor a Dios a través de la vía negativa. Por su parte,ORIGENES (185-253 - voluntario eunuco por el Reino de Dios (Mat. 19,12), sigue la misma línea iniciada por su antecesor. Se diferencia, sin embargo de él, al señalar que entre la fe y la gnosis existe aún un grado más elevado de conocimiento de Dios. Este sería el éxtasis de carácter místico. Y es que la incapacidad de ver y entender a Dios exige una fusión amorosa y mística que culmina en la experiencia del amor extático. En el terreno teológico defiende el hecho de la trinidad aunque sigue manteniendo cierta subordinación con el verbo y espíritu santo hacia el Padre. Dios crea el mundo de la nada aunque defiende su eternidad. Defiende la existencia de mundos innumerables. Su visión del alma es claramente platónica ya que Orígenes había sido discípulo de Ammnio Saccas (maestro de Plotino) y defiende la transmigración de las almas así como la reminiscencia platónica. El mal se debería al mal uso del libre albedrío. En definitiva y a pesar de intentar llevar a cabo una gnósis de tipo cristiano si se comparan al final los dos tipos de gnosis nos encontramos únicamente con las diferencias siguientes: a) reducción del número de dioses. b) nuevo tratamiento del problema del mal. c)

rechazo del aciago demiurgo. SOBRE EL ARRIANISMO Cuando en los siglos IV-V el ARRIANISMO proceda a racionalizar el cristianismo volvemos a percibir la misma actitud de aceptación o rechazo por parte de los padres de la Iglesia. El arrianismo es un intento de enfrentarse racionalmente con el dogma de la trinidad. EUNOMIO (395) parte del principio básico en el cristianismo de que Dios es un ser único y al que no podía aplicarse ningún tipo de apelativo. Lo único que podía decirse de él es que "es". Por consiguiente no es engendrado, ni devenido y goza del privilegio de la innascibilidad. De este hecho habría que inferir lógicamente que el Verbo, su hijo, por haber sido engendrado era enteramente distinto al Padre y, por lo tanto, no consustancial con el mismo. El verbo sería un hijo adoptivo, asociado a la divinidad del padre pero no el mismo Padre-Dios. En resumen su análisis lógico era el siguiente: si el hijo ha nacido ello quiere decir que en un momento determinado no-era. Todo lo contrario sucedía con el Padre. Por consiguiente defender la consustancialidad entre el Padre y el Hijo es una contradicción. PADRES DE LA IGLESIA FAVORABLES A LA FILOSOFÍA EN LA ÉPOCA ARRIANA Por su parte, GREGORIO DE NISA (355-395) posee una formación filosófica de tipo griego ya que conocía el pensamiento de Aristóteles. Por ello su visión sobre el dogma de la trinidad tiene una base filosófica. Parte de las criaturas y del mundo como base para poder decir algo acerca de Dios. Analizando el orden dentro del mundo descubre que tiene que haber un ser creador divino. Por otra parte, analizando el hombre nos encontramos que se define esencialmente por poseer la palabra (verbo) y el pensamiento( nous ). Pues bien, a partir de estos hechos, Gregorio de Nisa, concluye que Dios debe ser sinónimo de pensamiento puro que, en primer lugar, engendró al verbo de carácter divino. Por lo tanto, el dogma de la trinidad tiene una base filosófica: si comprendemos que Pedro, Pablo y Bernabé son personas distintas pero, al mismo tiempo, participan de una misma esencia; también podría entenderse que tres personas distintas tienen la misma esencia divina. Del mismo modo que el hombre posee inteligencia y produce a través de su lenguaje (verbo) sus pensamientos; Dios (pensamiento puro) produce el verbo (hijo). Del mismo modo que la respiración (aire) procede de la unidad del cuerpo-alma; el espíritu santo procede a la vez del padre y del hijo. Por su parte, el mal es producto del libre albedrío y es una privación. En Gregorio de Nisa existe una concepción del hombre como microcosmos-microthemos. El universo está dividido en dos zonas: celeste (invisible) y terrestre (visible). Dentro del universo, el hombre participa de ambos y es un vínculo de unión entre ellos. Ocupa el lugar más alto en el jerarquizado mundo y ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Esta correspondencia mundo-hombre-dios permite al hombre poder llegar , por un lado, a poder demostrar racionalmente su existencia a partir de la contemplación del orden en el universo; y, por otro, adquirir un cierto conocimiento de Dios a través de su propio auto-conocimiento que no es otra cosa que la revelación de Dios en su interior. Por este camino llega Gregorio de Nisa a demostrar la trinidad (de modo similar a San Agustín) así como la relación entre Padre, hijo y espíritu santo. Tal relación es análoga a la existente entre el pensamiento humano, el lenguaje (verbo) y el soplo emitido por nuestro cuerpo (aire que sale del cuerpo al hablar) como producto de la existencia de los dos anteriores (pensamiento-lenguaje). Gregorio de Nisa está influido por el platonismo, el neoplatonismo y el aristotelismo, así como por los escritos de Filón. Es también el fundador de la teología mística sistemática: el retorno del alma a Dios

se inicia con una remisión de las cosas sensibles a la oculta presencia divina hacia la que el alma tiende; atraída hacia él por el amor pero desesperada por su incapacidad para ver y conocer realmente a Dios, el alma entra en la nada del no-saber, e inicia una vía negativa que culmina con el amor extático. La trayectoria del pensamiento cristiano que se inicia con la gnosis alejandrina y que continúa con Gregorio de Nisa halla su culminación, teniendo en cuenta también al neoplatonismo, en el Corpus aeropagitum o Pseudo-dionisio (siglo V). PADRES DE LA IGLESIA CONTRARIOS A LA FILOSOFÍA EN LA ÉPOCA ARRIANA A la hora de enfrentarse con la herejía arriana, GREGORIO DE NACIANCENO, (329-389) publica una obra titulada "Discursos teológicos" en donde expone su visión de la trinidad. Defiende la vuelta a la simplicidad de la fe en una época en donde la filosofía lo invade todo. Hay que entregarse a la meditación de las sagradas escrituras pero no para juzgarlas críticamente sino para someterse a ellas. ¿Y qué nos dicen las sagradas escrituras sobre el tema de la trinidad? Dios es innombrable, incomprensible e inefable. Por ello nada podemos saber acerca de él. Para hablar de Dios solamente nos queda la vía negativa, Intentar ir más allá es querer abarcar lo indescifrable y lo misterioso. Intentar responder lógicamente al misterio de la trinidad es una tarea condenada al fracaso. Sólo queda el camino de la fe.

SAN AGUSTIN CAPITULO I DIVERGENCIAS RELIGIOSAS ENTRE LOS FILÓSOFOS Y EL PUEBLO 1. Siendo norma de toda vida buena y dichosa la verdadera religión, con que se honra a un Dios único y con muy sincera piedad se le reconoce como principio de todos los seres, que en El tienen su origen y de El reciben la virtud de su desarrollo y perfección, se ve muy claramente el error de los pueblos que quisieron venerar a muchos dioses, en vez del único y verdadero, Señor de todos, porque sus sabios, llamados filósofos, tenían doctrinas divergentes y templos comunes. Pues tanto a los pueblos como a los sacerdotes no se ocultó su discorde manera de pensar sobre la naturaleza de los dioses, porque no se recataban de manifestar públicamente sus opiniones, esforzándose en persuadirlas a los demás si podían; sin embargo de esto, juntamente con sus secuaces, divididos entre sí por diversas y contrarias opiniones, sin prohibición de nadie, acudían a los templos. No se pretende ahora declarar quién de ellos se acercó más a la verdad; mas aparece bastante claro, a mi entender, que ellos abrazaban públicamente unas creencias religiosas, conforme al sentir popular, y privadamente mantenían otras contrarias a sabiendas del mismo pueblo \ CAPÍTULO II OPINIÓN DE SÓCRATES SOBRE LOS DIOSES 2. Con todo, Sócrates se mostró, al parecer, más audaz que los demás, jurando por un perro cualquiera, por una piedra o por el primer objeto que se le ofreciese a los ojos o a las nianos en el momento de Jurar. Según opino yo, entendía él que cualquiera cbra de la naturaleza, como producida por disposición de la divina Fiovidencia, aven'.*ja con mucho i. todos los productos artificiales de lot hombres, siendo más digna de honores divinos que las estatuas veneradas en los templos. Ciertamente no enseñaba él que las piedras o el perro son dignos de la veneración de ¡os sabios; pero quería hacer comprender a los ilustrados la inmensa hondura de la superstición en que se hallaban sumidos los hombres; y a los que estaban por salir de ella habría que ponerles ante los ojos semejante grado de abominación,

para que, si se horrorizaban de caer en él, viesen cuánto más bochornoso era yacer en el abismo, más Hondo aún, del extravío de la multitud. Al mismo tiempo, a quienes pensaban que el mundo visible se identifica con el Dios supremo, les ponía ante los ojos su insensatez, enseñaudo, como consecuencia muy razonable, que una piedra cualquiera, como porción de la soberana deidad, bien merecía los divinos honores. Y si eso les repugnaba, entonces debían cambiar de ideas y buscar al Dios único, de quien nos constase que trasciende a nuestra mente y es el autor de las almas y de todo este mundo. Escribió después Platón, quien es más ameno para ser leído que persuasivo para convencer. Pues no habían nacido ellos para cambiar la opinión de los pueblos y convertirlos al culto del verdadero Dios, dejando la veneración supersticiosa de los ídolos y la vanidad de este mundo. Y así, el mismo Sócrates adoraba a los ídolos con el pueblo, y, después de su condena y muerte, nndie se atrevió a jurar por un perro ni llamar Júpiter a una piedra cualquiera, si bien se dejó memoria de esto en los libros. No me toca a mí examinar por qué obraron de ese modo, si por temor a la severidad de las penas o por el conocimiento de alguna otra razón particular de aquellos tiempos \ C A P Í T U L O III CÓMO LA RELIGIÓN CRISTIANA PERSUADIÓ A LOS HOMBRES VERDADES DE IMPOSIBLE DIVULGACIÓN, SEGÚN PLATÓN 3. Pero, sin ánimo de ofender a todos esos que cerrilmente se enfrascan en la lectura de sus libros, diré yo con plena seguridad que, ya en esta era cristiana, no ha lugar a duda sobre la religión que se debe abrazar y sobre el verdadero camino que guía a la verdad y bienaventuranza. Porque si Platón viviese ahora y no esquivase mis preguntas, o más bien, si algún discípulo suyo, después de recibir de sus labios la enseñanza de la siguiente doctrina, conviene a saber: que la verdad no se capta con los ojos del cuerpo/áino con la mente purificada, y que toda alma con su posesión se hace dichosa y perfecta; que a su conocimiento nada se opone tanto como la corrupción de las costumbres y las falsas imágenes corpóreas, que mediante los sentidos externos se imprimen en nosotros, originadas del mundo sensible, y engendran diversas opiniones y errores; que, por lo mismo, ante todo se debe sanar el alma, para contemplar el ejemplar inmutable de las cosas y la belleza incorruptible, absolutamente igual a sí misma, mextensa en el espacio e invariable en el tiempo, sino siempre la misma e idéntica en todos sus aspectos (esa belleza, cuya existencia los hombres niegan, sin embargo de ser la verdadera y la más excelsa); que las demás cosas están sometidas al nacimiento y muerte, al perpetuo cambio y caducidad, y, con todo, en cuanto son, nos consta que han sido formadas por la verdad del Dios eterno, y, entre todas, sólo le ha sido dado al alma racional e intelectual el privilegio de contemplar su eternidad y de participar y embellecerse con ella y merecer la vida eterna; pero, sin embarsp ella, dejándose llagar por el amor y el dolor de las cosas pasajeras y deleznables y aficionada a las costumbres de la presente vida y a los sentidos del cuerpo, se desvanece en sus quiméricas fantasías, ridiculiza a los que afirman la existencia del mundo invisible, que trasciende la imaginación y es objeto de la inteligencia pura; supongamos, digo, que Platón persuade a su discípudo de tales enseñanzas y éste le pregunta: ¿ Creeríais digno de los honores supremos al hombre excelente y divino que divulgase en los pueblos estas verdades, aunque no pudiesen comprenderlas, o

si, habiendo quienes las pudiesen comprender, se conservasen inmunes de los errores del vulgo, sin dejarse arrastrar por la fuerza de la opinión pública? Yo creo que Platón hubiera respondido que no hay hombre capaz de dar cieña a semejante obrs, a no ser que la omnipotencia y sabiduría de Dios escogiera a uno inmediatamente desde ^el albs de su existencia, sin pasarle por magisterio humano, y, después de formarle con una luz interior desde la cuna, le adornasfc con tanta gracia, y le robusteciese con tal firmeza, y le encumbrase a tanta majestad, que, despieciando -.'u-mto los hombres malvados apetecen, y padeciendo todo cuanto para ellos es objeto de horror, y haciendo todo lo que ellos admiran, pudiera arrastrar a todo el mundo a una fe tan saludable con una atracción y fuerza irresistible. Y sobre los honores divinos que se le deben, juzgaría supertlua la pregunta, por ser fácil de comprender cuánto honor morece la sabiduría de Dios, con cuyo gobierno y dirección aquel hombre se hubiera hecho acreedor a una honra propia y sobrehumana por su obra salvífica en pro de los mortales. 4. Si, pues, todo esto es ya un hecho verdadero; ai se celebra con documentos y monumentos; si, partiendo de una región en que se adoraba al único Dios, y donde convenía se hallase la cuna de su nacimiento, varones escogidos, enviados por todo el orbe, con sus ejemplos y palabras, avivaron incendios de amor divino; si, después de confirmarla con muy saludable disciplina, dejaron a los venideros la tierra iluminada con la fe; si, para no hablar de lo pasado, cuyo crédito puede esquivar cada uno, hoy mismo se anuncian a todas las razas y pueblos esta3 verdades: Al principio era el Verbo, y él Verbo estaba con Inos, y Dios era el Verbo. El estaba al principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por El, y sin El nada se hizo, s¡ a fin de curarse el alma, para percibir esa Palabra, imarla y gozarla, y para que se vigorice la pupila de la mente con ^ue se encare a tan poderosa luz, se dice a los avaros: No alleguéis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los consumen y donde los ladrones los perforan y roban. Atesorad tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los consumen y donde los ladrones no perforan ni roban, porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón; se lice a los lujuriosos: Quien sembrare en su carne, de la carne cosechará la corrupción; pero quien siembra en el espíritu, del Espíritu cosechará la vida eterna; se dice a los soberbios: Quien se ensalza, será abatido, y quien se abmti, será ensalzado; se dice a los iracundos: Recibiste una bofetada, prepara, pues, la otra mejilla; se dice a los que fomentan discordias: Amad a vuestros enemigos; y a los supersticiosos: El reino de Dios está entre vosotros; y a los curiosos: -No queráis buscar las cosas que se ven, sino las invisibles; pues las que se ven, son temporales; las invisibles, eternas; finalmente, se dice a todos: No améis el mundo ni 'o que está en él, pues todo lo que hay en el mundo es con^wpiscencía de la carne, y concupiscencia de los ojos, y ambición del siglo. x 5. Si, pues, estas enseñanzas por todo el mundo se leen a los pueblos y se oyen con sumo gusto y veneración; si después de tanta sangre esparcida, de tantas hogueras, de tantas cruces de martirio, las Iglesias se han multiplicado con más fertilidad y abundancia hasta en los pueblos bárbaros; si nadie se maravilla ya de tantos miles de jóvenes y vírgenes que, renunciando al matrimonio, abrazan la vida casta* cosa que, habiendo hecho Platón, temió tanto a la perversa opinión de su siglo, que se dice sacrificó a la naturaleza para expiarla como grave falta; si todas estas cosas ahora se acogen de tal modo que, si antes era algo inaudito

el disputar sobre ellas, ahora lo es el ir contra ellas, ..i en todas las regiones del mundo habitable se enseñan los misterios cristianos a los que han hecho esta promesa y este empeño; si se exponen todos los días en las iglesias y son comentados por los sacerdotes; si golpean sus pechos los que se esfuerzan por seguirlos; si son tan sin número quienes emprenden esta forma de vida, que, dejando las riquezas y los honores del siglo, se van llenando las islas antes desiertas y la soledad de muchos lugares por la afluencia de hombres de todas clases, deseosos de consagrar su vida al soberano Señor; si, finalmente, por las ciudades y aldeas, por los castillos y barrios y hasta por los campos y granjas privadas, tan manifiestamente se persuade y se anhela el retiro del mundo y la conversión al Dios único y verdadero, que diariamente el género humano, esparcido por doquiera, casi responde a una voz que tiene levantado el corazón, ¿por qué seguimos bostezando en la crápula de lo pasado y escudriñamos los oráculos divinos en las entrañas de los animales muertos, y, cuando se trata de este grave negocio, por qué preferimos hinchar la boca con ei sonoro nombre de Platón a henchir el corazón con la verdad

SERMÓN DE LOS ARRIANOS

Traductor: P. José María Ozaeta, OSA

1. Nuestro Señor Jesucristo es Dios unigénito y primogénito de toda la creación.

2. Fue constituido antes de todos los siglos por voluntad de Dios y Padre suyo.

3. Por su propia virtud, aunque por voluntad y precepto del Padre, hizo de la nada lo celeste y terrestre, lo visible y lo invisible, lo corpóreo y lo espiritual.

4. Ya antes de hacer todo esto, fue constituido Dios y Señor, rey y creador, que por naturaleza tiene presciencia de todo lo futuro y para crear atiende en todo el mandato del Padre. Por voluntad y precepto del Padre descendió del cielo y vino a este mundo, como Él mismo lo afirma: No he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado 1.

5. Y porque, entre todos los grados de los seres espirituales y racionales, parecía el hombre algo inferior a los ángeles a causa de la condición y fragilidad del cuerpo 2, para que no se creyera vil y por eso desesperase de su salvación, el Señor Jesús, honrando su hechura, se dignó asumir la carne humana. Así manifestó que el hombre no es un ser despreciable, sino precioso, como está escrito:Grande y precioso es el hombre 3. Y por eso sólo al hombre se ha dignado hacer heredero de su Padre y coheredero suyo, de modo que el que menos recibió en la naturaleza tuviere más en el honor.

6. Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer 4. El que por voluntad del Padre asumió la carne, también por voluntad y precepto paterno vivió en un cuerpo, como Él mismo lo dice: Descendí del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió 5. Él mismo, por voluntad del padre, fue bautizado a los treinta años; se manifestó por la palabra y el testimonio del Padre 6; por voluntad y mandato del Padre predicó el evangelio del reino de los cielos, como Él mismo lo atestigua: Es preciso que predique el evangelio en otras ciudades; para esto he sido enviado 7. Y en otro lugar: Él me ordenó lo que he de decir o lo que he de hablar 8. Y así, por voluntad y

precepto del Padre, se encaminó con prontitud a la pasión y muerte, como Él lo testifica:Padre, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú 9. También lo afirma el Apóstol: Hecho obediente al Padre hasta la muerte, y una muerte de cruz 10.

7. Por voluntad y precepto del Padre, estando crucificado, entregó la carne humana, que había tomado de Santa María Virgen, en manos de los hombres y encomendó su divinidad en manos del Padre: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu 11. Pues María dio a luz el cuerpo que había de morir y Dios inmortal engendró al Hijo inmortal. Luego la muerte de Cristo no implica merma de su divinidad, sino la entrega de su cuerpo. Así como su generación de una virgen no fue la corrupción de su deidad, sino la asunción de un cuerpo, así también en su muerte la divinidad no sufrió pasión ni abandono; sólo se dio la separación de su carne. Como el que desgarra el vestido injuria al que está vestido, del mismo modo los que crucificaron su carne afrentaron a su divinidad.

8. El que por voluntad y precepto del Padre cumplió perfectamente la misión que le había sido encomendada, por voluntad y precepto del Padre resucitó su cuerpo de entre los muertos. Y con el mismo cuerpo, como el pastor con la oveja, el sacerdote con la oblación, el rey con la púrpura, Dios con el templo, fue llevado a la gloria por el Padre.

9. El que por voluntad del Padre descendió del cielo y ascendió a él, por voluntad y precepto del Padre está sentado a su derecha, oyendo al Padre decirle: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos de estrado de tus pies 12. El que por voluntad y precepto del Padre está sentado a mi derecha, por voluntad y precepto del Padre vendrá al final de los tiempos, como lo proclama el Apóstol: Y el mismo Señor, con voz de mando, a la voz del arcángel y al son de la trompeta de Dios, bajará del cielo 13. El que por voluntad y precepto del Padre vendrá, por voluntad y precepto del Padre juzgará con justicia a todos y dará a cada uno según su fe y sus obras. Él mismo lo ha dicho: El Padre no juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha entregado al Hijo. Y en otro lugar: Según oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado 14. De donde se sigue que también al juzgar antepone el poder del Padre y pospone su divina dignidad y potestad segunda, pues dice: Venid, benditos de mi Padre 15. Luego el Hijo es el juez justo. El honor y la autoridad pertenecen al que juzga; pero las leyes imperiales, al Padre. Como la súplica de oficio y el consuelo son propios del Espíritu Santo, la dignidad de justo juez es propia del Unigénito de Dios.

10. Por consiguiente, el Hijo fue engendrado por el Padre; el Espíritu Santo fue hecho por el Hijo.

CONTINÚA…

31. El Espíritu Santo es distinto del Hijo según la naturaleza y condición, grado y voluntad, dignidad y potestad, virtud y operación. Como también el Hijo, Dios unigénito, es distinto del Dios ingénito según la naturaleza y condición, grado y voluntad, divina dignidad y potestad.

32. Es imposible que uno y el mismo sean el Padre y el Hijo, el que engendra y el que nace, el que es testificado y el que da el testimonio, el mayor y el que confiesa al mayor, el que está sentado a la derecha y permanece en esa sede y el que dio el honor de la misma, el que es enviado y el que envía. Tampoco puede ser uno y el mismo el discípulo y el maestro, según Él mismo enseñó: Como el Padre me ha enseñado, así hablo 18; ni el semejante e imitador con el que da gracias y el que bendice, ni el que recibe órdenes y el que las da, ni el ministro y el que

manda, ni el que suplica y el soberano, ni el súbdito y el superior, ni el primogénito y el sempiterno, ni el unigénito y el ingénito, ni el sacerdote y Dios.

33. Pero Dios, que no tiene principio, sí tenía presciencia de que sería el futuro Padre de su hijo, el unigénito de Dios. Sin embargo, nunca tuvo presciencia de que Él sería, pues es el ingénito, y nunca comenzó ni a saber de antemano ni a conocer. Pues ¿qué es la presciencia sino la ciencia de lo futuro? El Padre, engendrando al Hijo, es llamado Padre por el mismo Hijo. Y porque el Hijo lo ha revelado, los cristianos le conocen como Dios y Padre del unigénito de Dios, mayor que el grande y mejor que el bueno.

34. Los homousianos afirman que nuestro Salvador, por humildad, dijo todo esto de la presciencia del Padre y de su sujeción. Sin embargo, nosotros los cristianos creemos que todo esto lo dijo porque el Padre lo mandó y el Hijo obedeció. Decimos y probamos que los herejes son refutados y censurados con sus propias afirmaciones. Si, pues, se humilló, la misma humildad manifiesta su obediencia; a su vez, la obediencia da a conocer la existencia de otro supraeminente, de un subsistente y otro sumiso. Así lo afirma el Apóstol: Se humilló, hecho obediente al Padre hasta la muerte 19. Y su misma humildad es verdad, no falsedad. Pues ¿acaso se ha visto que un sabio se sienta obligado a humillarse, a no ser que exista otro mayor y mejor que él, al cual se apresura a agradar con su humildad? Yo hago siempre lo que le agrada 20. Pues de una vez, antes de todos los siglos, nació por voluntad de Dios, y todo lo hace según la voluntad de Dios. Si, pues, se humilló y mintió (Dios nos libre de tal pensamiento), y si la verdad miente (lo cual es imposible), ¿dónde buscaremos la verdad? Pero la verdad ni miente ni cambia, pues para esto vino al mundo, para enseñar la verdad. No es doctor de la ignorancia, sino maestro de la verdad, como Él mismo afirmó: No os dejéis llamar maestros en la tierra, pues uno es vuestro maestro, Cristo 21. Pero si dijeren que por su encarnación se humilló en la tierra y por los hombres decía esto, les manifestaremos que encontramos en la Escritura testimonios más importantes y más firmes sobre la sujeción del Hijo, de los cuales habla el Evangelio. Pues si se humillaba sobre la tierra a causa de los hombres, y no en cuanto Hijo obediente y sumiso que rinde obsequio a su Padre con incomparable amor y acción de gracias, porque cuanto sublime es en la potestad tanto es humilde en la obediencia, antes de asumir la carne, ¿por qué escuchó el mandato?; y ahora que está sentado a la derecha de Dios, ¿por qué intercede por nosotros 22?; y existiendo en un cuerpo sobre la tierra, ¿por qué prometió que en el cielo rogaría al Padre: Y yo rogaré a mi Padre, y Él os dará otro abogado? 23 Y si aún no quisieren admitir todo esto a causa de la dureza y ceguera de su corazón, sino que se atrevieren a decir que todo esto fue hecho por humildad, después de la consumación del mundo, si no se supiere sujeto y obediente por naturaleza y voluntad, ¿para qué había de humillarse, cuando a causa de los hombres la humildad no es necesaria? Y después de la consumación del siglo, cuando todo le esté sujeto 24, pues ahora por naturaleza todo le está sometido, como la criatura al Creador; pero por voluntad, debido al libre albedrío, vemos que no todo le está sujeto; sin embargo, en el día del juicio, cuando al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre 25, todo le estará sometido para siempre por voluntad y naturaleza, y Él, después de la entrega de todo, permaneciendo en aquella obediencia y caridad, en las que siempre se mantuvo, se someterá como Hijo a Aquel que le sometió todo. Ningún cristiano que oiga esto ignora que la fe viene de la predicación, y ésta, de la palabra de Cristo 26. Para que Dios sea todo en todos, teniendo siempre la monarquía y la potestad de todo, al cual la gloria y el honor, la alabanza y la acción de gracias por su Hijo unigénito, Señor y

Salvador nuestro, en el Espíritu Santo, ahora y por todos los siglos de los siglos. Amén.

RÉPLICA AL SERMÓN DE LOS ARRIANOS

Traductor: P. José Mª Ozaeta León, OSA

NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES DIOS

I.1. Con esta disertación respondo a la anterior exposición de aquellos que, confesando en verdad a nuestro Señor Jesucristo como Dios, sin embargo no quieren confesarle verdadero Dios y único Dios juntamente con el Padre. Pretenden que admitamos dos dioses de diversa y distinta naturaleza, uno verdadero y otro no, contra lo que está escrito: Escucha, Israel: el Señor, tu Dios, es un único Dios 1. Si quieren entender este texto como dicho del Padre, se sigue que Cristo no es Señor Dios nuestro; y si lo entienden del Hijo, el Padre no sería Dios y Señor nuestro; pero si lo aplican a los dos, sin duda alguna el Padre y el Hijo son un solo Señor Dios nuestro. Y lo que está escrito en el Evangelio: Para que te conozcan a ti, único verdadero Dios, y al que enviaste, Jesucristo 2, se ha de entender como si se dijera: "Para que a ti y al que enviaste, Jesucristo, os conozcan como único verdadero Dios"; pues el apóstol Juan también afirmó de Cristo: Él es el verdadero Dios y la vidaeterna 3.

2. Asimismo, cuando sostienen que Cristo "fue constituido antes de todos los siglos por voluntad de Dios y Padre suyo", se ven obligados a confesar que el Hijo es coeterno al Padre. Pues si alguna vez el Padre estuvo sin el Hijo, antes de existir el Hijo se dio algún tiempo en el que el Padre estaba solo sin el Hijo. ¿Y cómo sería el Hijo antes de todos los siglos, cuando antes que él existía un tiempo en el que el Padre estaba sin el Hijo? Finalmente, si el Hijo existía antes de todos los tiempos (pues no de otro modo se ha de entender: En el principio existía el Verbo, y Todo fue hecho por él 4; y puesto que el tiempo no puede darse sin ciertos movimientos de la criatura, también confesamos que por el Hijo fueron hechos los tiempos, ya que por él fueron hechas todas las cosas), sin lugar a dudas el Hijo es coeterno al Padre. Pero añaden: "fue constituido por voluntad del Padre", para no decir que es Dios de Dios, igual, engendrado y coeterno. Aunque en ninguna parte lean que "el Hijo fue constituido antes de todos los siglos por voluntad del Padre", sin embargo lo afirman, para que parezca que la voluntad del Padre, por la que, según sostienen, fue constituido, es anterior a él. Su modo de argumentar suele ser éste. Preguntan si el Padre engendró a su Hijo queriéndolo o no queriéndolo; para que si se responde: "queriéndolo" puedan argüir: "luego la voluntad del Padre es anterior". Pues ¿quién podrá decir que el Padre engendró en contra de su voluntad? Pero para que sepan que dicen vaciedades, también nosotros vamos a interrogarles: ¿Dios Padre es Dios, queriéndolo o no queriéndolo? No osarán decir que no quiere ser Dios. Luego si responden que es Dios queriéndolo, de este modo habrá que excluir su vanidad, ya que se puede afirmar que la voluntad del Padre es anterior a Él mismo. ¿Podrá decirse algo más demencial?

COETERNO CON EL PADRE

II. 3. Luego dicen que el Hijo "por su propia virtud, aunque por voluntad y precepto del Padre, hizo de la nada lo celeste y lo terrestre, lo visible y lo invisible, lo corpóreo y lo espiritual". Por tanto, hay que preguntarles si también el Hijo ha sido hecho por el Padre sin algo existente, es decir, de la nada. Si no se atreven a sostener esto, luego es Dios de Dios y no hecho por Dios de la nada, lo cual indica la existencia de una y misma naturaleza en el Padre y en el Hijo. Pues ni el hombre, el animal, el ave, el pez pueden engendrar hijos de su misma

naturaleza, y Dios no pudo. Pero si se atreven a arrojarse al profundo precipicio de su impiedad, diciendo que el Hijo unigénito fue hecho de la nada por el Padre, busquen por medio de quién el Hijo ha sido hecho de la nada por el Padre. No pudo ser hecho por medio de sí mismo, como si ya existiera antes de ser hecho, de modo que él fuese por quien él mismo sería hecho. ¿Y qué necesidad había de que fuera hecho el que ya existía? ¿O cómo fue hecho para que existiese el que ya existía antes de ser hecho? Por último, si el Padre lo hizo por medio de otro, ¿quién es este otro, puesto que todo fue hecho por él? Si, pues, el Padre le hizo sin ningún mediador, ¿cómo el Padre ha hecho algo sin ninguno, cuando por el Hijo, es decir, por su Verbo, todo fue hecho?

DIOS DE DIOS, ENGENDRADO, NO CREADO

III. 4. Dicen: "Ya antes de hacer todo fue constituido Dios y Señor, rey y creador, que por naturaleza tiene presciencia de todo lo futuro y para crear atiende en todo el mandato del Padre. Por voluntad del Padre descendió del cielo y vino a este mundo, como él mismo lo afirma: No he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado" 5. Quisiera que me digan éstos si admiten dos creadores. Si no se atreven, porque sólo hay uno, pues de él, por él y en él son todas las cosas 6. Ciertamente un solo Dios es la Trinidad, y como es un solo Dios, también es un solo creador. ¿Qué es lo que dicen cuando afirman que el Hijo creó todo por mandato del Padre? ¿Acaso el Padre no creó, sino que ordenó al Hijo que creara? Piensen éstos, que sienten carnalmente, con qué otros verbos (=palabras) el Padre mandó a su único Verbo. Construyen en la ficción de su corazón como dos sujetos, aunque al lado el uno del otro; sin embargo, cada uno de ellos ocupando su lugar: uno mandando y otro obedeciendo. No entienden que el mandato mismo del Padre, para que todo fuera hecho, es el Verbo del Padre, por quien todo fue hecho.

No se puede negar que el Padre envió al Hijo. Pero consideren, si pueden, cómo le envió, pues vino Él con el Hijo. ¿Por ventura ha mentido el que dijo: No estoy yo solo, ya que mi Padre está conmigo? 7 Entiendan, sin embargo, el ser enviado como les plazca, ¿acaso han de tener distinta naturaleza por el hecho de que el Padre envía y el Hijo es enviado? A no ser que el padre humano pueda enviar al hijo humano, ambos de la misma y única naturaleza, y Dios no pueda enviar a su Hijo. Pues el hombre que es enviado se separa del hombre que le envía, lo cual es imposible en Dios. Así, el fuego envía su esplendor, y éste, que es enviado, no puede separarse del fuego que lo envía. Aunque también este ejemplo, puesto que se trata de una criatura visible, no es aplicable del todo a este tema. Pues cuando el fuego envía su esplendor, éste llega más lejos que aquél. Luego el esplendor que es enviado por el fuego como luz, si pudiera hablar, ciertamente no podría decir con verdad en la pared a la que ha llegado sin el fuego: "El fuego que me ha enviado está conmigo". Pues como esta misión del Hijo, que viene del Padre, sea del todo inefable, y no pueda ser comprendida por inteligencia alguna, éstos son incapaces de demostrar de aquí que el Hijo sea de distinta e inferior esencia; puesto que no se demuestra que el hombre enviado por otro hombre por eso tengan diversa naturaleza el que envía y el que es enviado.

UN SOLO DIOS, UN SOLO CREADOR

IV. También esto puede ser entendido en cuanto que se diga que el Hijo es enviado por el Padre, porque el Hijo se apareció en carne a los hombres y el Padre no. Pero ¿quién puede ser enviado adonde está? Pues ¿en dónde no está la Sabiduría de Dios, que es Cristo, de la cual se lee: Abarca vigorosamente del extremo al fin y dispone con suavidad todo? 8 Como también el Hijo está en todas partes, ¿cómo había de ser enviado adonde antes estaba sino apareciendo como antes no había

aparecido? Asimismo leemos que el Espíritu Santo ha sido enviado, el cual, ciertamente, no asumió la naturaleza humana en la unidad de su persona. Ni sólo es enviado por el Hijo, como está escrito: Cuando yo me vaya, os lo enviaré 9; también es enviado por el Padre, como se lee: El Padre os lo enviará en mi nombre 10. De donde se sigue que ni el Padre sin el Hijo ni el Hijo sin el Padre envían al Espíritu Santo, sino que ambos juntamente lo enviaron. Pues las obras de la Trinidad son inseparables. Únicamente del Padre leemos que no fue enviado, pues sólo Él no tiene autor de quien sea engendrado o de quien proceda. Y así, no por la diversidad de la naturaleza, sino por la misma autoridad, de sólo el Padre no se dice que sea enviado. Pues el esplendor o el calor no envían al fuego, sino que el fuego envía al esplendor o al calor. Aunque estas cosas sean muy desemejantes y en las criaturas espirituales y corporales no se encuentra algo que con justicia pueda ser comparado a la Trinidad, que es Dios.

LOS ARRIANOS Y LA HEREJÍA APOLINARISTA

V. 5. También dicen: "Y porque entre todos los grados de los seres espirituales y racionales parecía el hombre algo inferior a los ángeles a causa de la condición y fragilidad del cuerpo 11, para que no se creyera vil y por eso desesperase de su salvación, el Señor Jesús, honrando su hechura, se dignó asumir la carne humana. Así, manifestó que el hombre no es un ser despreciable, sino precioso, como está escrito: Grande y precioso es el hombre 12. Y por eso sólo al hombre se ha dignado hacer heredero de su Padre y coheredero suyo, de modo que el que menos recibió en la naturaleza tuviera más en el honor". Afirmando esto, quieren entender que Cristo asumió la carne humana, pero sin alma humana. Esta es la típica herejía de los apolinaristas. Mas también éstos, a saber, los arrianos, vemos que sostienen en sus escritos no sólo que se dan diversas naturalezas en la Trinidad, sino que Cristo carece de alma humana. Pero esto aparecerá con mayor claridad en lo que sigue de esta refutación. Ahora, a las palabras que hemos transcrito, respondemos, recordándoles el texto de la epístola a los Hebreos, referente a Cristo: Lo rebajaste un poco respecto a los ángeles 13; también vean que no se aplica a la diversidad y desigualdad de la naturaleza del Padre y del Hijo lo que se dijo: El Padre es mayor que yo, sino más bien a que fue hecho algo inferior a los ángeles por la debilidad en la forma de siervo, en la que pudo padecer y morir.

CRISTO ES DIOS Y HOMBRE

VI. 6. Asimismo afirman: "Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer 14. El que por voluntad del Padre asumió la carne, también por voluntad y precepto paterno vivió en un cuerpo, como él mismo lo dice: Descendí del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la del que me envió 15. El mismo, por voluntad del Padre, fue bautizado a los treinta años; se manifestó por la palabra y el testimonio del Padre 16; por voluntad y mandato del Padre predicó el evangelio del reino de los cielos, como él mismo lo atestigua: Es preciso que predique el evangelio en otras ciudades; para esto he sido enviado 17. Y en otro lugar: Él me ordenó lo que he de decir o lo que he de hablar 18. Y así, por voluntad y precepto del Padre, se encaminó con prontitud a la pasión y muerte, como él lo testifica: Padre, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú 19. También lo afirma el Apóstol: Hecho obediente al Padre hasta la muerte, y una muerte de cruz" 20. Con estos testimonios de la Sagrada Escritura, ¿qué otra cosa pretenden sino persuadir que precisamente el Padre y el Hijo tienen distintas naturalezas, puesto que el Hijo se muestra obediente al Padre? Sin embargo, esto no lo dicen de los hombres: porque el hombre-hijo sea obediente al hombre-padre, no por eso ambos tienen diversa naturaleza.

CONTINÚA…

EL PADRE, Y EL HIJO, Y EL ESPÍRITU SANTO, DE LA MISMA SUSTANCIA

XXXVI. 34. Lejos de nosotros el decir que, por humildad y no en verdad, el Hijo habló en alguna ocasión empleando tales términos para manifestar que estaba sometido al Padre, el cual era mayor que él. Ciertamente admitimos la forma de siervo en el Hijo, no fingida o simulada, sino verdadera. Así, por su condición humana y porque él procede del Padre y el Padre no es Dios que proceda del Hijo, dijo todo aquello, de lo que éstos se aprovechan para creer y pregonar que las naturalezas del Padre y del Hijo son distintas. Y sumergidos en tan profundo abismo de impiedad, nos llaman homousianos, aplicándonos un nombre nuevo como si fuera una afrenta. De tal modo se presenta la antigua verdad católica, que todos los herejes le imponen diversos nombres, mientras que ellos tienen los suyos propios, en conformidad con los cuales son llamados por todos. Así, los arrianos y eunomianos, no otros herejes, nos llaman homousianos, porque defendemos contra su error, mediante el uso de un término griego, que el Padre, y el Hijo,

y el Espíritu Santo son , a saber: de la misma y única sustancia, o por decirlo de un modo más expreso, de la misma y única

esencia, que en griego se llama ; esto se dice más claramente: de la misma y única naturaleza. Y, sin embargo, si alguno de éstos, que nos llaman homousianos, dijera que su hijo no es como él, sino de distinta naturaleza, seguro que el hijo preferiría ser desheredado a que se creyera esto de él. En verdad, éstos se ciegan con tanta impiedad que, confesando al Hijo unigénito de Dios, no quieren confesar que sea de la misma naturaleza que el Padre, sino de diversa, y desigual, y diferente de muchas maneras y en muchas cosas, como si no hubiera nacido de Dios, sino que hubiera sido hecho de la nada por Él. En consecuencia, ¿será una criatura, hijo por gracia y no por naturaleza? He aquí que los que nos quieran manchar con un nombre nuevo, llamándonos homousianos, no se consideran insensatos cuando sostienen esto.

EL HIJO ETERNO, ENGENDRADO ANTES DE TODOS LOS SIGLOS

XXXVII. Pero cuando confiesan que el Hijo ha nacido antes de todos los siglos, puesto que no quieren contradecirse, afirman que el Hijo ha nacido antes de todos los siglos, pero anteponiendo algún tiempo a su nacimiento; como si los siglos o algunas fracciones de los mismos no fueran tiempo.

Mas lo que dijo el Apóstol, que el Hijo también estaría sometido al Padre en el siglo futuro, cuando afirmó: Entonces también él estará sujeto a aquel que le sometió todo 144, ¿es cosa digna de admiración, puesto que aquella forma humana permanecería en el Hijo, y por ella el Padre es siempre mayor que él? Aunque no faltaron los que piensan que la sujeción del Hijo en el siglo futuro se ha de entender en cuanto que su forma humana se cambia en la forma de la divina sustancia, como si el estar sometido a algo consistiera en convenirse y transformarse en ello. Pero nosotros manifestamos lo que pensamos sobre esto: el Apóstol más bien quiso decir que también entonces el Hijo estaría sometido al Padre, para que nadie creyera que en él el espíritu y el cuerpo humano perecerían por alguna conversión. Para que Dios sea todo, no sólo en aquella forma de hombre, sino en todos 145; es decir, hasta la naturaleza divina para tener vida y saciar con bienes nuestro deseo. Pues cuando empezamos a no querer absolutamente nada fuera de Dios, entonces Él será todo en todos; ya que Él será todo para nosotros cuando nada echamos en falta teniéndole a Él.

EL HIJO ENVIADO, OBEDIENTE AL PADRE

XXXVIII. No sé de dónde sacan esto que "el Hijo obedeció el mandato del Padre antes de asumir la carne". ¿Acaso se le mandó tomar la carne para que parezca que hizo mandado lo que hizo enviado? Luego repasen lo que ya hemos discutido con anterioridad, y busquen y encuentren, si pueden, que el Padre mandó a su único Verbo con otro verbo, y también si era digno que el Verbo eterno estuviera sometido al verbo temporal del que manda. Y de aquí entiendan que el mandato del Padre no se le dio, como si no perteneciera a su potestad, pues se rebajó a sí mismo, tomando la forma de siervo. Ciertamente, ya había tomado la carne cuando se rebajó a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte 146.

RESPUESTA COMPLETA

XXXIX. Creo que he respondido a todo lo que contiene el Sermón de los arrianos, que nos fue enviado por algunos hermanos para que lo refutáramos. Y para que pueda ser examinado por aquellos que lean esto y desean averiguar si he respondido a todo, creímos que debíamos transcribir el sermón antes de nuestra refutación, para que primero se le lea y después se lea nuestra respuesta. Pues no hemos intercalado las palabras del texto completo, a fin de no hacer más extensa nuestra obra, que, por último, terminamos de este modo.

OBRA DE ORIGENES

HOMILIA IV

Las diez plagas que azotaron a Egipto.

1. La historia que se nos ha leído es famosísima y por su importancia es conocida en todo el mundo; en ella se recuerda que Egipto, con su Rey el Faraón, fue castigado con grandes plagas de signos y prodigios, para que devolviese la libertad al pueblo hebreo que, nacido de padres libres, había sido reducido violentamente 1 a la esclavitud. Pero los acontecimientos están narrados de tal manera que si examinas diligentemente cada uno, encontrarás muchos más a los que aplicar la inteligencia que otros sobre los que poder pasar rápidamente.

Y puesto que es largo proponer ordenadamente cada palabra de la Escritura, haremos un resumen del contenido de toda la historia.

Como primer signo, arrojó Aarón su vara, que se convirtió en una serpiente 2 y, convocados los magos y los hechiceros de los egipcios, convirtieron del mismo modo sus varas en serpientes. Pero la serpiente que provenía de la vara de Aarón, se comió a las serpientes de los egipcios. Esto, aunque habría debido provocar estupor en el Faraón y disponerlo a creer, obtuvo el efecto contrario. Dice efectivamente la Escritura que se endureció el corazón del Faraón y no los escuchó 3. Aquí, ciertamente, dice que se endureció el corazón del Faraón; pero también en la primera plaga, cuando el agua se convierte en sangre, está escrito lo mismo 4 y en la segunda cuando pululan las ranas; asimismo en la tercera cuando sobrevienen los mosquitos 5; también en la cuarta cuando salen los tábanos 6 y

en la quinta, cuando la mano del Señor cayó sobre los ganados 7 de los egipcios, se usan términos iguales o semejantes.

Sin embargo, en la sexta, cuando Moisés tomó las pavesas del horno y las arrojó hacia el cielo, y se formaron úlceras y pústulas sobre los hombres y sobre las bestias de modo que los magos ya no podían resistir ante Moisés 8, no se dice que se endureció el corazón del Faraón, sino que se añade algo más terrible; está escrito, en efecto: el Señor endureció el corazón del Faraón, y no los escuchó como el Señor había establecido 9.

De nuevo, en la séptima, cuando el granizo y el rayo devastan todo Egipto, fue endurecido el corazón del Faraón 10 pero no por el Señor. En la octava, cuando se hace venir a las langostas, se dice que el Señor endureció el corazón del Faraón 11. Así también en la novena, cuando se palpaban las tinieblas en toda la tierra de Egipto 12, se escribe que el Señor endureció el corazón del Faraón 13.

Finalmente cuando, muertos los primogénitos de los egipcios, el pueblo hebreo partió, después de muchas cosas se dice: Y endureció el Señor el corazón del Faraón rey de Egipto y sus siervos y persiguió a los hijos de Israel 14. Pero cuando Moisés fue enviado de la tierra de Madián a Egipto y se le mandó hacer todos los prodigios, que puso el Señor en su mano 15 se añade: Harás estas cosas en presencia del Faraón. Yo endureceré su corazón y no dejará marchar al pueblo 16e. Ésta es la primera vez que dice el Señor: Yo endurezco el corazón del Faraón 17. Pero, en segundo lugar, cuando fueron contados los príncipes de Israel, poco después se añade de parte del Señor: Yo endurezco el corazón del Faraón y multiplico mis señales 18.

2. Si creemos que estas Escrituras son divinas y escritas por el Espíritu Santo, no creo que pensemos algo tan indigno del Espíritu divino como para afirmar que, en una obra tan importante, se debe al azar esta variación, y que tan pronto se dice que Dios ha endurecido el corazón del Faraón, como se dice que ha sido endurecido, no por Dios, sino por propia voluntad.

Ciertamente, me confieso el menos idóneo y el menos capaz para sondear los secretos de la divina Sabiduría en semejantes variaciones. Sin embargo, veo que el apóstol Pablo, porque habitaba en él el Espíritu Santo, se atrevía a decir con confianza: Pero a nosotros nos lo ha revelado Dios por medio de su Espíritu. En efecto, el Espíritu escruta todo, incluso lo más profundo de Dios 19. Lo veo, digo, como si comprendiese en qué difieren: el corazón del Faraón se endureció y el Señor endureció el corazón del Faraón, y por eso dice en otro lugar: ¿Acaso despreciáis los tesoros de su bondad, paciencia y longanimidad, ignorando que la paciencia de Dios te conduce a la penitencia? Por la dureza de tu corazón y tu corazón impenitente, atesoras para ti mismo la ira en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios 20; con lo que sin duda culpa al que por propia voluntad se endurece. En otro pasaje, sin embargo, parece proponer una pregunta al respecto: Tiene misericordia de quien quiere, y endurece a quien quiere. Me dirás entonces: ¿por qué se queja? ¿Quién resistirá a su voluntad? 21. Se añade también: ¡Oh, hombre!, ¿quién eres tú para replicar a Dios? 22.

Por ello pienso que sobre el tema del hombre cuyo corazón ha sido endurecido por Dios el apóstol responde, no tanto resolviendo la cuestión, como apelando a su autoridad apostólica, no juzgando conveniente—a causa de la incapacidad

de sus oyentes—entregar los secretos de la solución al papel y a la tinta 23., Asi como en otro lugar él mismo dice refiriéndose a algunas palabras que ha oído, que no está permitido hablar de ellas a los hombres 24. De ahí que, para lo que sigue, al que se sumerge curioso en las cuestiones más secretas no tanto por interés en el estudio cuanto por deseo de saber, le aterrorizará la severidad de este admirable doctor: ¡Oh hombre! ¿tú quién eres para replicar a Dios? ¿Acaso dice la arcilla al que la ha plasmado: por qué me has hecho así? 25, etc. A nosotros, pues, bástenos sólo haber notado y observado esto, y haber mostrado a los oyentes cuánto hay inmerso en la Ley divina en profundos misterios, por los que debemos decir en la oración: Desde lo hondo a ti grito, Señor 26.

3. Pero no parece menos digna de consideración esa observación según la cual se dice que algunos castigos fueron infligidos por Aarón, otros por Moisés y otros por el mismo Señor.

Pues en la primera plaga, cuando convirtió las aguas en sangre 27, se dice que Aarón elevó su vara y golpeó el agua. También en la segunda, cuando golpeó las aguas y sacó las ranas 28, y en la tercera, cuando extendió con su mano la vara y golpeó el polvo de la tierra, y salieron de él los mosquitos 29. En estos tres castigos la intervención fue de Aarón.

Sin embargo, en el cuarto de castigo se dice que el Señor hizo llegar los tábanos y que llenasen las casas del Faraón 30. En el quinto, cuando murieron los ganados de los egipcios, se dice que también el Señor hizo esta palabra 31. En el sexto, Moisés esparció pavesas del horno, y se formaron úlceras y pústulas ardientes en hombres y ganados 32. En el séptimo, Moisés elevó su mano al cielo y vinieron truenos y granizo y el rayo recorrió la tierra 33. En el octavo, también, el mismo Moisés extendió su mano al cielo, y el Señor hizo venir durante todo el día y toda la noche un viento 34 que trajo las langostas. En el noveno, también el mismo Moisés extendió su mano al cielo, y vinieron las tinieblas y la oscuridad sobre toda la tierra de Egipto 35.

Pero en el décimo, el fin y cumplimiento de toda la obra es realizado por el Señor. En efecto, así está escrito: Alrededor de la media noche, el Señor hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito del Faraón, que se sentaba en el trono, hasta el primogénito de la esclava, que se encontraba en la cárcel, y a todo primogénito del ganado 36.

4. En estos hechos hemos observado aún otra diferencia: que en la primera plaga, cuando el agua se convierte en sangre, todavía no es dicho a Moisés que entre en casa del Faraón, sino que le dice: Ve a su encuentro en la orilla del río, cuando baje el agua 37. En la segunda plaga, después de que la primera fue firme y fielmente infligida por ellos, se le dice: Entra en casa del Faraón y habiendo entrado dice: Esto dice el Señor 38,...

Ya en la tercera, cuando irrumpen los mosquitos, los magos, que antes se habían opuesto, ceden confesando que el dedo de Dios está aquí 39. Asimismo, en la cuarta, se manda a Moisés velar y que se levante contra el Faraón cuando baje al río, mientras las casas de los egipcios se llenan de tábanos 40. Igualmente en la quinta, cuando son destruidos los ganados de los egipcios, se ordena a Moisés entrar en casa del Faraón 41. En la sexta, se menosprecia al Faraón y no se dice que entraran Moisés o Aarón a casa del Faraón, puesto que se produjeron úlceras y pústulas ardientes también sobre los magos de Egipto y no podían resistir

a Moisés 42. En la séptima, se le ordena velar muy de mañana y presentarse contra el Faraón 43 mientras se producen truenos, granizo y rayos. En la octava se le manda entrar 44 al tiempo que, fuera, llegan las langostas. En la novena, de nuevo se menosprecia al Faraón y se manda a Moisés extender sus manos al cielo para que haya tinieblas, densas tinieblas, en toda la tierra de Egipto 45, y ciertamente él no entra, pero es llamado por el Faraón. Igualmente en la décima, cuando son exterminados los primogénitos y se le obliga a salir de Egipto con prisa 46.

Hay todavía muchas otras observaciones, en cada una de las cuales se muestran signos de la divina Sabiduría.

Encontrarás, en primer lugar, que no se doblega el Faraón ni cede a los castigos divinos cuando las aguas son convertidas en sangre 47. En un segundo momento, parece suavizarse un poco: Llamó a Moisés y Aarón y les dijo: rogad por mí al Señor, para que aleje las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré partir al pueblo 48. En un tercer momento, los magos ceden y dicen al Faraón: El dedo de Dios está aquí 49. A la cuarta, castigado por los tábanos, dice: Id, sacrificad a vuestro Dios, pero no vayáis muy lejos. Rogad por mí al Señor 50.

En la quinta, cuando es herido por la muerte del ganado, no sólo no cede, sino que se endurece más 51. Del mismo modo se comporta en el sexto castigo, respecto a la plaga de las úlceras 52. Pero en la séptima, cuando es devastado por el granizo y los rayos: mandó llamar, dice, el Faraón a Moisés y Aarón y les dijo: He pecado también ahora; el Señor es justo, pero yo y mi pueblo somos impíos. Rogad por mí al Señor 53. En la octava, cuando es azotado por la langosta, dice: Se apresuró el Faraón y llamó a Moisés diciendo: He pecado ante el Señor vuestro Dios y contra vosotros. Haceos cargo de mi pecado también ahora y rogad por mí al Señor vuestro Dios 54. En la novena, cuando se extendieron las tinieblas, llamó el Faraón a Moisés y Aarón, diciendo: Id, servid al Señor vuestro Dios 55. Pero ya en la décima, cuando son muertos los primogénitos de los hombres y los ganados, dice: Llamó el Faraón a Moisés y Aarón de noche y les dijo: levantaos y salid de mi pueblo, vosotros y los hijos de Israel; id, servid al Señor vuestro Dios como decís; tomando vuestras ovejas y bueyes, partid como habéis dicho. Pero bendecidme. Y lo egipcios obligaban al pueblo a salir lo más rápidamente posible de la tierra de Egipto. En efecto, decían: todos nosotros moriremos 56.

5. ¿Quién es el hombre a quien Dios llenará de aquel Espiritu con que llenó a Moisés y Aarón, cuando hicieron estos signos y prodigios, para que, iluminado por el mismo Espiritu pueda interpretar las obras realizadas por ellos? En efecto, no creo que puedan ser explicadas las divergencias y diferencias de estos inmensos acontecimientos, si no las explica el mismo Espiritu por quien fueron realizados, porque dice el apóstol Pablo: El espíritu de los profetas está sometido a los profetas 57. Por tanto, no se dice que los dichos de los profetas estén sometidos—para explicarlos—a cualquiera, sino a los profetas. Pero puesto que el mismo santo Apóstol (cuando dice: Aspirad a los bienes mejores, pero sobre todo a la profecía) 58, nos manda hacernos imitadores de esta gracia, es decir, del don profético, como si—al menos en parte—estuviese a nuestro alcance, intentemos también nosotros obtener la aspiración a estos bienes y, en tanto esté en nosotros, realizarla, pero esperando del Señor la plenitud del don. Por esto dice el Señor por medio del profeta: Abre tu boca y la llenaré 59: y por esto dice otra Escritura: golpea el ojo,

y correrán las lágrimas; golpea el corazón, y surgirá la inteligencia 60.

Por tanto no nos entreguemos al silencio por desesperación, ya que eso ciertamente no edifica la Iglesia de Dios; volvamos brevemente a lo que podamos y tanto cuanto podamos.

6. Por lo que puedo entender, creo que el Moisés que viene a Egipto trayendo su vara con la que castiga y azota a Egipto con las diez plagas, este Moisés es la Ley de Dios, que ha sido dada para corregir y enmendar este mundo con las diez plagas, es decir, con los diez mandamientos que se contienen en el Decálogo.

La vara, por medio de la cual se hicieron todas estas cosas, por la que Egipto es sometido y el Faraón vencido, es la cruz de Cristo, por la que este mundo es vencido, y es derrotado con sus principados y potestades 61 el prfncipe de este mundo 62. Por lo que se refiere a esta vara que, arrojada a tierra, se convierte en dragón o serpiente y devora las serpientes de los magos egipcios, que habrán hecho lo mismo 63, la palabra evangélica -cuando dice: Sed astutos como serpientes 64, y en otro lugar: La serpiente era el más astuto de todos los animales y bestias que había en el paraíso- 65 indica que la serpiente significa aquí la sabiduría o la prudencia.

CZ/VARA-MOISES: Así pues, la cruz de Cristo, cuya predicación parecía necedad 66, y que está contenida en Moisés, esto es, en la ley, como dice el Señor: De mí escribió él 67, esta cruz, digo, de la que escribió Moisés, después de haber sido arrojada a la tierra, es decir, después de que vino para ser creída y confesada por los hombres, fue convertida en sabiduria, y en una sabiduría tan grande que devoró toda la de los egipcios, esto es, la de este mundo. Considera, en efecto, cómo ha hecho Dios necia la sabiduría de este mundo, después de haber manifestado a Cristo, que fue crucificado, y es poder de Dios y sabiduría de Dios 68 y cómo desde entonces este mundo ha sido conquistado por aquel que dijo: Prenderé a los sabios en su astucia 69.

En cuanto a las aguas del río que se convirtieron en sangre, es fácil de adaptar. En primer lugar, porque este río al que habían entregado con una muerte cruel a los hijos de los hebreos, debía devolver una copa de sangre a los autores del crimen y porque debían gustar, al beber la sangre del abismo contaminado, que ellos habían manchado con un crimen parricida.

Entonces, después, para que no falte nada de las reglas de la alegoría, las aguas se convierten en sangre 70, y se da a beber a Egipto su propia sangre. Las aguas de Egipto son las doctrinas erróneas y engañosas de los filósofos; a éstas, puesto que engañaron a los pequeños de espíritu y a los niños en inteligencia cuando la cruz de Cristo muestra la luz de la verdad a este mundo, se les exige el castigo de su crimen y la expiación de la sangre. En efecto, así dice el mismo Señor: Toda la sangre que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, le será reclamada a esta generación 71.

Pienso que en la segunda plaga, en la que salieron las ranas 72, están indicados en figura los cantos de los poetas que, con un ritmo vacío y ampuloso, como los sonidos y cantos de las ranas, trajeron a este mundo fábulas engañosas. Para nada es útil este

animal, sino para hacer oir su voz con gritos inmoderados e inoportunos.

Después de esto llegaron los mosquitos 73. Este animal revolotea por los aires suspendido por sus alas. Pero es tan sutil y tan menudo que escapa al alcance de los ojos que no tienen una vista muy aguda; sin embargo, puesto sobre el cuerpo, lo pica con su acerado aguijón, de modo que si no se le puede ver volar, si se le siente cuando pica. Creo que este animal puede ser justamente comparado con el arte de la dialéctica, que taladra las almas con los aguijones menudos y sutiles de las palabras, y las rodea con tanta astucia que el que es engañado, no ve ni entiende por dónde le han engañado.

En cuarto lugar, compararé a los tábanos 74 con la secta de los cínicos, los cuales, entre otras inicuas falsedades, predican el placer y las pasiones como el sumo bien. Así pues, puesto que el mundo ha sido engañado con cada una de estas maneras, la Palabra y la Ley de Dios lo denuncian con correcciones de tal naturaleza, que por la naturaleza de las penas reconozca la naturaleza del propio error.

En quinto lugar, que Egipto sea azotado con la muerte de animales y ganados 75, denuncia la insensatez y la necedad de los mortales que, como animales irracionales, impusieron el culto y el nombre de Dios a figuras, no sólo de hombres, sino también de animales, impresas en madera y piedras 76, venerando a Júpiter Ammon en el carnero, a Anubis en el perro, dando culto a Apis en el toro, y a los otros que Egipto admira como portentos de los dioses, para que encuentren suplicios dignos de lástima en aquellas cosas a las que, según creían, se debía prestar un culto divino.

Después de esto, vinieron las úlceras y las pústulas ardientes en la sexta plaga 77. Me parece a mi que en las úlceras se denuncia la maldad engañosa e infecta; en las pústulas la soberbia hinchada y orgullosa; en los ardores la locura de la ira y del furor. Hasta aquí los castigos al mundo son establecidos por las figuras de sus errores.

7. Después de estos castigos, vinieron de lo alto voces, de trueno, sin duda, granizo y rayos discurriendo entre el granizo 78. Mira la medida de la divina corrección: no castiga con el silencio, sino que da voces y hace venir una doctrina del cielo, por la cual pueda reconocer su culpa el que ha sido castigado. Da también granizo, para que sean devastados los todavía tiernos brotes de los vicios. Manda también rayos, sabiendo que hay espinas y abrojos 79 que deben ser devorados por aquel fuego del cual dice el Señor: He venido a traer fuego a la tierra 80; en efecto, por él son consumidos los aguijones del placer y de las pasiones.

En octavo lugar, se hace mención de la langosta 81. Pienso que en este tipo de plaga se rechaza la inconstancia del género humano, siempre en disidencia consigo mismo. En efecto, aunque la langosta no tiene rey, como dice la Escritura, forma un ejército ordenado en una Iínea de batalla 82; pero los hombres, aunque han sido creados racionales por Dios, ni han podido gobernarse a si mismos ordenadamente ni soportar con paciencia el gobierno de Dios su Rey.

La novena plaga son las tinieblas 83, bien para acusarlos de la ceguedad de su espíritu, bien para que entiendan que las

razones de la dispensación y de la providencia divina son muy oscuras. En efecto, Dios hizo de las tinieblas su refugio 84, las cuales, a los que tenían el deseo audaz y temerario de sondearlas y que pasaban de una afirmación a otra, los precipitaron en las tinieblas palpables 85 y espesas de sus errores. Por último, viene la muerte de los primogénitos 86, en la que hay probablemente algo que supera nuestra inteligencia, algo cometido por los egipcios contra la Iglesia de los primogénitos inscrita en los cielos 87.

Por eso el ángel exterminador es enviado con tal oficio: debe perdonar sólo a aquellos que tengan las dos jambas de sus puertas selladas con la sangre del cordero 88. Entretanto son exterminados los primogénitos de los egipcios: bien los que llamamos principados y potestades y rectores de este mundo de tinieblas 89, a los que Cristo con su llegada ha expuesto al desprecio, esto es, los ha hecho cautivos y los ha derrotado en el leño de la cruz 90; o bien los autores e inventores de las falsas religiones que ha habido en este mundo, a las cuales junto con sus autores ha extinguido y destruido la verdad de Cristo.

Esto por lo que se refiere al sentido místico.

8. Y ahora, si hemos de tratar también del sentido moral, diremos que cualquier alma en este mundo, si vive en los errores y en la ignorancia de la verdad, está puesta en Egipto. Cuando comienza a aproximársele la Ley de Dios, para ella las aguas se convierten en sangre, esto es, la vida muelle y lujuriosa de la juventud se convierte en la sangre del Antiguo o del Nuevo Testamento. A continuación, arranca de ella la estéril y vacía locuacidad, y la queja contra la providencia de Dios, similar al lamento de las ranas. Purifica también sus malos pensamientos, y rechaza los aguijones de la carne, similares a las picaduras de los mosquitos. Rechaza también los mordiscos de las pasiones similares a los aguijones de los tábanos, y destruye en sí misma la necedad y la inteligencia similares a las de los animales, por las cuales el hombre cuando está en la opulencia no comprende, pero es comparado a los necios animales y se hace semejante a ellos 91. Desvela también las úlceras de sus pecados y extingue en ella el tumor de su arrogancia y el ardor de su cólera. Después de esto usa también las voces de los hijos del trueno 92, esto es, las doctrinas evangélicas y apostólicas. Pero aún más, aplica el castigo del granizo para reprimir la lujuria y los placeres. Al mismo tiempo, usa el fuego de la penitencia, para decir ella misma: ¿Acaso no ardía nuestro corazón dentro de nosotros? 93. Y no se deja arrastrar por los ejemplos de las langostas, las cuales muerden y devoran todos sus movimientos inquietos y agitados, para aprender ella misma del Apóstol que enseña: Que todas sus cosas se hagan con orden 94.

Cuando haya sido suficientemente castigada por sus costumbres y cuando haya sido obligada a corregirse para una vida mejor, cuando haya experimentado al autor de los castigos y ya comience a confesar que el dedo de Dios está aquí 95 y haya recibido un poco de conocimiento, entonces, sobre todo, verá las tinieblas de sus obras, reconocerá la oscuridad de sus errores. Cuando haya llegado a este punto, entonces merecerá que sean destruidos en ella los primogénitos de Egipto.

Creo que en esto puede comprenderse algo: en toda alma, cuando llega a una cierta edad, una como cierta ley natural comienza a ejercer sus derechos; produce, sin duda, según el deseo de la carne sus primeros movimientos los cuales son excitados por una fuerza que estimula la concupiscencia o la ira.

Por esto el profeta dice sólo de Cristo—y como algo singular y no compartido por los otros hombres—: Cuajada y miel comerá; antes de decir o hacer el mal, elegirá el bien, puesto que, antes de que el niño conozca el bien o el mal 96 resistirá al mal para elegir lo que es bueno.

Otro profeta, como hablando de sí mismo dice: No te acuerdes de los delitos de mi juventud, ni de mi ignorancia 97.

Puesto que estos primeros movimientos según la carne precipitan al pecado, con razón, en este sentido moral, pueden significar los primogénitos de los egipcios, los cuales son destruidos en la medida en que la conversión dirige el curso de la enmienda del resto de la vida. Así en el alma que la Ley divina, una vez la ha sacado de sus errores, castiga y corrige, hay que entender que son destruidos los primogénitos de los egipcios, a no ser que después de todo permanezca en la infidelidad y no quiera unirse al pueblo israelita para salir del abismo y escapar sano y salvo, sino que permanezca en la iniquidad y descienda como plomo en las aguas caudalosas 98. En efecto, la iniquidad, según la visión del profeta Zacarías, se sienta sobre una masa de plomo 99 y por eso se dice del que permanece en la iniquidad que está sumergido en el abismo como plomo.

Ciertamente, como habíamos observado antes, algunos prodigios son realizados por Aarón, otros por Moisés y otros por el mismo Señor. Esto lo podemos entender de modo que reconozcamos que en algunos casos debemos ser purificados por los sacrificios de los sacerdotes y por las oraciones de los pontífices, lo que designa la persona de Aarón; en otros casos debemos ser corregidos por el conocimiento de la Ley divina, lo que simboliza el oficio de Moisés; pero en otros casos, sin duda que más dificiles, necesitamos del poder del mismo Señor.

9. Ahora bien, no pensemos que es una observación inútil decir que, en primer lugar, Moisés no entra en casa del Faraón, sino que le sale al encuentro mientras desciende a las aguas, pero que después entra a su casa y que después de esto no sólo entra sino que llega con invitación. Pienso que aquí puede ser comprendido lo siguiente: bien haya en nosotros un combate contra el Faraón a propósito de la Palabra de Dios y de la afirmación de la religión, o bien intentemos librar de su poder a las almas sometidas por él y debamos luchar en la discusión, no debemos entrar inmediatamente a los puntos más extremos de las cuestiones, sino que debemos salir al encuentro del adversario, y encontrarlo junto a sus aguas; sus aguas son los autores de los filósofos paganos.

Asi pues, allí debemos ir, en primer lugar, al encuentro de los que quieren discutir para refutarlos y mostrarles que están en el error. Después de esto ya debemos entrar al corazón mismo de la batalla. Dice en efecto el Señor: Si antes no se le ha atado bien, no se puede entrar en su casa y robarle sus bienes 100.

Por tanto, primero debemos atar al fuerte y constreñirlo con los lazos de las cuestiones, y así introducirnos para robarle sus bienes y liberar las almas de las que se había apoderado con engaño fraudulento. Si hacemos esto más veces y resistimos contra él -resistiremos, como dice el Apóstol: Estad en pie, ceñidos vuestros lomos en la verdad 101 y de nuevo: Manteneos firmes en el Señor, y comportaos virilmente- 102, cuando nos mantengamos así, en pie, contra él, aquel artista antiguo y astuto se fingirá vencido y cederá, a ver si por casualidad, de este modo

nos encuentra más negligentes en el combate. Fingirá incluso la penitencia y nos rogará que nos apartemos de él, aunque no lejos 103. Quiere que seamos vecinos, al menos en parte, quiere que nos marchemos no lejos de sus fronteras. Pero nosotros, a no ser que nos marchemos lejos de él y que crucemos el mar y digamos: Como dista el oriente del ocaso, ha alejado de nosotros nuestras iniquidades 104, no podemos ser salvos. Por ello supliquemos a la misericordia del Señor, que nos saque de la tierra de Egipto, del poder de las tinieblas y que sumerja al Faraón con su ejército como plomo en las aguas caudalosas 105.

Nosotros, liberados, con gozo y alegría cantemos un himno al Señor, pues se ha cubierto de gloria 106, porque a Él se deben honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén 107. ........................

OBRA DE JUSTINO

La verdadera sabiduría (Diálogo con Trifón, 1-8) Una mañana que paseaba bajo los porches del gimnasio, se cruzó conmigo cierto sujeto: —¡Salud, filósofo!, me dijo. Y a la vez que saludaba, se dio la vuelta y se puso a pasear a mi lado, y con él también sus amigos. Yo le devolví el saludo: —¿Qué ocurre?, le contesté. —Me enseñó en Argos Corinto el socrático—respondió—que no se debe descuidar a los que visten hábito como el tuyo, sino, ante todo, mostrarles estima y buscar conversación con el fin de sacar algún provecho, pues, aun en el caso de que saliese beneficiado sólo uno de los dos, ya sería un bien para ambos. Por eso, siempre que veo a alguien con este hábito, me acerco a él con gusto. También los que me acompañan esperan oír de ti algo de provecho... —¿Y quién eres tú, oh el mejor de los mortales?, le repliqué, bromeando un poco. Entonces me indicó, sencillamente, su nombre y su raza: —Mi nombre es Trifón, y soy hebreo de la circuncisión que, huyendo de la guerra recientemente finalizada, vivo en Grecia, la mayor parte del tiempo en Corinto. —¿Y cómo—le respondí—puedes sacar más provecho de la filosofía que de tu propio legislador y de los profetas? —¿No tratan de Dios—me replicó—los filósofos en todos sus discursos y no versan sus disputas sobre su unicidad y providencia? ¿Y no es objeto de la filosofía investigar acerca de Dios? —Ciertamente—le dije—, y ésa es también mi opinión; pero la mayoría de los filósofos ni se plantean siquiera el problema de si hay un solo Dios o muchos, ni si tiene o no providencia de cada uno de nosotros, pues opinan que semejante conocimiento no contribuye para nada a nuestra felicidad (...). Entonces él, sonriendo, dijo cortésmente: —Y tú ¿qué opinas de esto, qué piensas de Dios y cuál es tu filosofía? —Te diré lo que me parece claro, respondí. La filosofía, efectivamente, es en realidad el mayor de los bienes y el más precioso ante Dios, a quien nos conduce y recomienda 1. Y santos, en verdad, son aquellos que a la filosofía consagran su inteligencia. Sin embargo, qué es en realidad y por qué fue enviada a los hombres, es algo que escapa a la mayoría de la gente; pues siendo una ciencia única, no habría platónicos, ni estoicos, ni peripatéticos, ni teóricos, ni pitagóricos (...).

(Al llegar a este punto, Justino explica a sus interlocutores cómo fue pasando por diversas escuelas filosóficas en busca de la sabiduría, pero ninguna le satisfizo). Con esta disposición de ánimo, determiné un día refugiarme en la soledad y evitar todo contacto con los hombres. Me dirigí a cierto paraje, no lejos del mar. Cerca ya del lugar, me seguía a poca distancia un anciano de aspecto venerable. Me di la vuelta y clavé los ojos en él. —¿Es que me conoces?, preguntó. Contesté que no. —Entonces, ¿por qué me miras de esa manera? —Estoy maravillado—dije—de que hayas venido a parar a este mismo lugar, donde no esperaba encontrar a hombre alguno. —Ando preocupado—repuso él—por unos parientes míos que están de viaje. He venido a mirar si aparecen por alguna parte. Y a ti—concluyó—¿qué te trae por acá? —Me gusta—le dije—pasar así el rato: puedo conversar conmigo mismo sin estorbo. Para quien ama la meditación no hay parajes tan propios como éstos. —Luego, ¿eres amigo de la idea y no de la acción y de la verdad? ¿Cómo no tratas de ser más bien un hombre práctico y no sofista? —¿Y qué mayor bien hay—le repliqué—que demostrar cómo la idea lo dirige todo y, concebida en nosotros y dejándonos conducir por ella, contemplar el extravío de los demás y que en nada de sus ocupaciones hay algo sano y grato a Dios? Sin la filosofía y la recta razón no es posible que haya prudencia (...). (El relato continúa con las más variadas preguntas del anciano acerca de la inmortalidad del alma, sus capacidades, la relación de las criaturas con Dios... Justino intenta responder, pero llega un momento en el que comprende que los filósofos no son capaces con la sola razón de dar cuenta de todos los interrogantes que se plantean los hombres.) —Entonces—volví a replicar—, ¿a quién vamos a tomar por maestro o de donde podemos sacar provecho, si ni en éstos, como en Platón o en Pitágoras, se halla la verdad? —Existieron hace mucho tiempo—me contestó el viejo—unos hombres más antiguos que todos éstos tenidos por filósofos; hombres bienaventurados, justos y amigos de Dios, que hablaron por inspiración divina; y divinamente inspirados predijeron el porvenir, lo que justamente se está cumpliendo ahora: son los llamados profetas. Éstos son los que vieron y anunciaron la verdad a los hombres, sin temer ni adular a nadie, sin dejarse vencer de la vanagloria; sino, que llenos del Espíritu Santo, sólo dijeron lo que vieron y oyeron. Sus escritos se conservan todavía y quien los lea y les preste fe, puede sacar el más grande provecho en las cuestiones de los principios y fin de las cosas y, en general, sobre aquello que un filósofo debe saber. No compusieron jamás sus discursos con demostración, ya que fueron testigos fidedignos de la verdad por encima de toda demostración. Por lo demás, los sucesos pasados y actuales nos obligan a adherirnos a sus palabras. También por los milagros que hacían es justo creerles, pues por ellos glorificaban a Dios Hacedor y Padre del Universo, y anunciaban a Cristo Hijo suyo, que de Él procede. En cambio, los falsos profetas, llenos del espíritu embustero e impuro, no hicieron ni hacen caso, sino que se atreven a realizar ciertos prodigios para espantar a los hombres y glorificar a los espíritus del error y a los demonios. Ante todo, por tu parte, ruega para que se te abran las puertas de la luz, pues estas cosas no son fáciles de ver y comprender por todos, sino a quien Dios y su Cristo concede comprenderlas. Esto dijo y muchas otras cosas que no tengo por qué referir ahora. Se marchó y después de exhortarme a seguir sus consejos, no le volví a ver jamás. Sin embargo, inmediatamente

sentí que se encendía un fuego en mi alma y se apoderaba de mí el amor a los profetas y a aquellos hombres que son amigos de Cristo y, reflexionando sobre los razonamientos del anciano, hallé que ésta sola es la filosofía segura y provechosa. De este modo, y por estos motivos, yo soy filósofo, y quisiera que todos los hombres, poniendo el mismo fervor que yo, siguieran las doctrinas del Salvador. Pues hay en ellas un no sé qué de temible y son capaces de conmover a los que se apartan del recto camino, a la vez que, para quienes las meditan, se convierten en dulcísimo descanso. Ahora bien, si tú también te preocupas algo de ti mismo y aspiras a tu salvación y tienes confianza en Dios, como a hombre que no es ajeno a estas cosas, te es posible alcanzar la felicidad, reconociendo a Cristo e iniciándote en sus misterios. * * * * * Las obras del cristiano (Apología 1, 3, 10, 12, 14-17) Tenemos la obligación de dar ejemplo con nuestra vida y nuestra doctrina, no sea que hayamos de pagar nosotros el castigo de quienes parecen ignorar nuestra religión, y así pecaron por su ceguera. Pero también vosotros debéis oírnos y juzgar con rectitud porque, en adelante, estando instruidos, no tendréis excusa alguna ante Dios si no obráis justamente (...). Consideramos de interés para todos los hombres que no se les impida aprender esta doctrina, sino que se les exhorte a ella, porque lo que no lograron las leyes humanas, ya lo hubiera realizado el Verbo divino si los malvados demonios no hubieran esparcido muchas e impías calumnias, tomando por aliada a la pasión que habita en cada uno, mala para todo, y multiforme por naturaleza: con esos crímenes nada tenemos que ver nosotros (...). Vuestra mejor ayuda para el mantenimiento de la paz somos nosotros, pues profesamos doctrinas como la de que no es posible que un malhechor, un avaro o un conspirador, pasen inadvertidos a Dios—como tampoco pasa un hombre virtuoso—. Por el contrario, cada uno camina, según el mérito de sus acciones, hacia el castigo o hacia la salvación eterna. Si todos los hombres fuesen conscientes de esto, nadie escogería la maldad por un momento, sabiendo que así emprendía la marcha hacia su condena eterna en el fuego, sino que por todos los medios se contendría y se adornaría con las virtudes, para alcanzar los bienes de Dios y verse libre de la pena. Quienes, por miedo a las leyes y castigos decretados por vosotros, tratan de ocultarse al cometer sus crímenes, los cometen conscientes de que sois hombres, y que de vosotros es posible esconderse. Si supieran y estuvieran persuadidos de que nadie puede ocultar a Dios, no ya una acción, sino tampoco un pensamiento, al menos por el castigo que les amenaza, se moderarían (...). CV/FE: Los que antes nos complacíamos en la disolución, ahora sólo amamos la castidad; los que nos entregábamos a las artes mágicas, ahora nos hemos consagrado al Dios bueno e ingénito; los que amábamos por encima de todo el dinero y el beneficio de nuestros bienes, ahora, aun lo que tenemos lo ponemos en común, y de ello damos parte a todo el que está necesitado; los que nos odiábamos y matábamos, y no compartíamos el hogar con nadie de otra raza que la nuestra, por la diferencia de costumbres, ahora, después de la aparición de Cristo, vivimos juntos y rogamos por nuestros enemigos, y tratamos de persuadir a los que nos aborrecen injustamente para que, viviendo conforme a los preclaros consejos de Cristo, tengan la esperanza de alcanzar, junto con nosotros, los bienes de Dios, soberano de todas las cosas (...). Sobre la castidad, (Cristo] dijo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio en su corazón. Si tu ojo derecho te escandoliza, arráncatelo y tíralo; porque más te vale que se pierda uno de tus miembros que no que todo tu cuerpo

sea arrojado al infierno (Mt 5, 2829). Y el que se casa con una divorciada de otro marido, comete adulterio (Mt 5, 32) (...). Así, para nuestro Maestro, no sólo son pecadores los que contraen doble matrimonio conforme a la ley humana, sino también los que miran a una mujer para desearla. No sólo rechaza al que comete adulterio de hecho, sino también al que lo querría, pues ante Dios son patentes tanto las obras como los deseos. Entre nosotros hay muchos y muchas que, hechos discípulos de Cristo desde la niñez, permanecen incorruptos hasta los sesenta y los setenta años, y yo me glorío de que os los puedo mostrar de entre toda raza humana. Y esto, sin contar a la ingente muchedumbre de los que se han convertido después de una vida disoluta y han aprendido esta doctrina, pues Cristo no llamó a penitencia a los justos y a los castos, sino a los impíos, a los intemperantes y a los inicuos. Así lo dijo: no he venido a llamar a penitencia a los justos, sino a los pecadores (Lc 5, 32) (...). Sus palabras sobre el ejercicio de la paciencia, y sobre el estar prontos a servir y ajenos a la ira, son éstas: a quien te golpee en una mejilla, preséntale la otra, y a quien quiera quitarte la túnica o el manto, no se lo impidas (Lc 6, 29). Mas quienquiera que se irrite, es reo del fuego (Mt 5 22) A quien te contrate para una milla, acompáñale dos (Mt 5, 41). Brillen, pues, vuestras obras delante de los hombres, para que viéndolas admiren a vuestro Padre que está en los cielos (Mt 5, 16). No debemos, pues, ofrecer resistencia. Él no quiere que seamos imitadores de los malvados, sino que nos exhortó a apartar a todos de la vergüenza y del deseo del mal por medio de la paciencia y la mansedumbre. Y esto lo podemos demostrar por muchos que han vivido entre vosotros, que dejaron sus hábitos de violencia y tiranía, y se convencieron, ora contemplando la constancia de vida de sus vecinos, ora considerando la extraña paciencia de sus compañeros de viaje al ser defraudados, ora poniendo a prueba a sus compañeros de negocio (...). En cuanto a los tributos y contribuciones, nosotros antes que nadie procuramos pagarlos a quienes vosotros habéis designado para ello en todas partes: así se nos enseñó. Cuando se le acercaron algunos para preguntarle si había que pagar el tributo al César, Él respondió: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Le respondieron: Del César. Entonces les dijo: Dad, pues, al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mt 22, 20-21). Por eso, sólo adoramos a Dios, pero en todo lo demás os servimos a vosotros con gusto, reconociendo que sois emperadores y gobernantes de los hombres y rogando que, junto con el poder imperial, se advierta que también sois hombres de prudente juicio. * * * * * Como los Apóstoles nos enseñaron (Apología 1, 65-67) Después de ser lavado de ese modo, y adherirse a nosotros quien ha creído 2, le llevamos a los que se llaman hermanos, para rezar juntos por nosotros mismos, por el que acaba de ser iluminado, y por los demás esparcidos en todo el mundo. Suplicamos que, puesto que hemos conocido la verdad, seamos en nuestras obras hombres de buena conducta, cumplidores de los mandamientos, y así alcancemos la salvación eterna. Terminadas las oraciones, nos damos el ósculo de la paz. Luego, se ofrece pan y un vaso de agua y vino a quien hace cabeza, que los toma, y da alabanza y gloria al Padre del universo, en nombre de su Hijo y por el Espíritu Santo. Después pronuncia una larga acción de gracias por habernos concedido los dones que de Él nos vienen. Y cuando ha terminado las oraciones y la acción de gracias, todo el pueblo presente aclama diciendo: Amén, que en hebreo quiere decir así sea. Cuando el primero ha dado gracias y todo el pueblo ha aclamado, los que llamamos diáconos dan a cada asistente parte del pan y del vino con agua sobre los que

se pronunció la acción de gracias, y también lo llevan a los ausentes. A este alimento lo llamamos Eucaristía. A nadie le es lícito participar si no cree que nuestras enseñanzas son verdaderas, ha sido lavado en el baño de la remisión de los pecados y la regeneración, y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó. Porque no los tomamos como pan o bebida comunes, sino que, así como Jesucristo, Nuestro Salvador, se encarnó por virtud del Verbo de Dios para nuestra salvación, del mismo modo nos han enseñado que esta comida—de la cual se alimentan nuestra carne y nuestra sangre—es la Carne y la Sangre del mismo Jesús encarnado, pues en esos alimentos se ha realizado el prodigio mediante la oración que contiene las palabras del mismo Cristo. Los Apóstoles—en sus comentarios, que se llaman Evangelios—nos transmitieron que así se lo ordenó Jesús cuando, tomó el pan y, dando gracias, dijo: Haced esto en conmemoración mía; esto es mi Cuerpo. Y de la misma manera, tomando el cáliz dio gracias y dijo: ésta es mi Sangre. Y sólo a ellos lo entregó (...). Nosotros, en cambio, después de esta iniciación, recordamos estas cosas constantemente entre nosotros. Los que tenemos, socorremos a todos los necesitados y nos asistimos siempre los unos a los otros. Por todo lo que comemos, bendecimos siempre al Hacedor del universo a través de su Hijo Jesucristo y por el Espíritu Santo. El día que se llama del sol [el domingo], se celebra una reunión de todos los que viven en las ciudades o en los campos, y se leen los recuerdos de los Apóstoles o los escritos de los profetas, mientras hay tiempo. Cuando el lector termina, el que hace cabeza nos exhorta con su palabra y nos invita a imitar aquellos ejemplos. Después nos levantamos todos a una, y elevamos nuestras oraciones. Al terminarlas, se ofrece el pan y el vino con agua como ya dijimos, y el que preside, según sus fuerzas, también eleva sus preces y acciones de gracias, y todo el pueblo exclama: Amén. Entonces viene la distribución y participación de los alimentos consagrados por la acción de gracias y su envío a los ausentes por medio de los diáconos. Los que tienen y quieren, dan libremente lo que les parece bien; lo que se recoge se entrega al que hace cabeza para que socorra con ello a huérfanos y viudas, a los que están necesitados por enfermedad u otra causa, a los encarcelados, a los forasteros que están de paso: en resumen, se le constituye en proveedor para quien se halle en la necesidad. Celebramos esta reunión general el día del sol, por ser el primero, en que Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo; y también porque es el día en que Jesucristo, Nuestro Salvador, resucitó de entre los muertos; pues hay que saber que le entregaron en el día anterior al de Saturno [sábado], y en el siguiente—que es el día del sol—, apareciéndose a sus Apóstoles y discípulos, nos enseñó esta misma doctrina que exponemos a vuestro examen. ........................ 1. San Justino se refiere a la filosofía en cuanto participación de la misma Sabiduna divina. 2. En los párrafos precedentes ha expuesto la doctrina sobre el Bautismo. * * * * * I. El cristianismo y la filosofía. CR/ANONIMOS: Para que no haya nadie que sin razón rechace nuestra enseñanza objetando que Cristo nació hace sólo ciento cincuenta años en tiempos de Quirino... y de Poncio Pilato, urgiendo con ello que ninguna responsabilidad tuvieron los hombres de épocas anteriores, nos daremos prisa a resolver esta dificultad. Nosotros hemos aprendido que Cristo es el primogénito de Dios, el cual, como ya hemos indicado, es el Logos, del cual todo el género humano ha participado. Y así,

todos los que han vivido conforme al Logos son cristianos, aun cuando fueran tenidos como ateos, como sucedió con Sócrates, Heráclito y otros semejantes entre los griegos, y entre los bárbaros con Abraham, Azarias, Misael, Elías y otros muchos... De esta suerte, los que en épocas anteriores vivieron sin razón, fueron malvados y enemigos de Cristo, y asesinaron a los que vivían según la razón. Por el contrario, los que han vivido y siguen vi- viendo según la razón son cristianos, viviendo sin miedo y en paz... 1. Declaro que todas mis oraciones y mis denodados esfuerzos tienen por objeto el mostrarme como cristiano: no que las doctrinas de Platón sean simplemente extrañas a Cristo, pero sí que no coinciden en todo con él, lo mismo que las de los otros filósofos, como los estoicos, o las de los poetas o historiadores. Porque cada uno de éstos habló correctamente en cuanto que veía que tenía por connaturalidad una parte del Logos seminal de Dios. Pero es evidente que quienes expresaron opiniones contradictorias y en puntos importantes, no poseyeron una ciencia infalible ni un conocimiento inatacable. Ahora bien, todo lo que ellos han dicho correctamente nos pertenece a nosotros, los cristianos, ya que nosotros adoramos y amamos, después de Dios, al Logos de Dios inengendrado e inexpresable, pues por nosotros se hizo hombre para participar en todos nuestros sufrimientos y así curarlos. Y todos los escritores, por la semilla del Logos inmersa en su naturaleza, pudieron ver la realidad de las cosas, aunque de manera oscura. Porque una cosa es la semilla o la imitación de una cosa que se da según los limites de lo posible, y otra la realidad misma por referencia a la cual se da aquella participación o imitación... 2 II. Dios. Al Padre de todas las cosas no se le puede imponer nombre alguno, pues es inengendrado. Porque todo ser al que se impone un nombre, presupone otro más antiguo que él que se lo imponga. Los nombres de Padre, Dios. Creador. Señor, Dueño, no son propiamente nombres, sino apelaciones tomadas de sus beneficios y de sus obras. En cuanto a su Hijo—el único a quien con propiedad se llama Hijo, el Logos que está con él, siendo engendrado antes de las criaturas, cuando al principio creó y ordenó por medio de él todas las cosas—se le llama Cristo a causa de su unción y de que fueron ordenadas por medio de él todas las cosas. Este nombre encierra también un sentido incognoscible, de manera semejante a como la apelación de «Dios» no es un nombre, sino que representa una concepción, innata en la naturaleza humana, de lo que es una realidad inexplicable. En cambio «Jesús» es un nombre humano, que tiene el sentido de «salvador». Porque el Logos se hizo hombre según el designio de Dios Padre y nació para bien de los creyentes y para destrucción de los demonios... 3. El Padre inefable y Señor de todas las cosas, ni viaja a parte alguna. ni se pasea, ni duerme, ni se levanta, sino que permanece siempre en su sitio, sea el que fuere, con mirada penetrante y con oído agudo, pero no con ojos ni orejas, sino con su poder inexpresable. Todo lo ve, todo lo conoce; ninguno de nosotros se le escapa, sin que para ello haya de moverse el que no cabe en lugar alguno ni en el mundo entero, el que existía antes de que el mundo fuera hecho. Siendo esto así, ¿cómo puede él hablar con alguien, o ser visto de alguien, o aparecerse en una mínima parte de la tierra, cuando en realidad el pueblo no pudo soportar la gloria de su enviado en el Sinaí, ni pudo el mismo Moisés entrar en la tienda que él había hecho, pues estaba llena de la gloria de Dios, ni el sacerdote pudo aguantar de pie delante del templo cuando Salomón llevó el arca a la morada que él mismo había construido en Jerusalén? Por tanto, ni Abraham, ni Isaac, ni Jacob, ni hombre alguno vio al que es Padre y Señor inefable absolutamente de todas las

cosas y del mismo Cristo, sino que vieron a éste, que es Dios por voluntad del Padre, su Hijo, ángel que le sirve según sus designios. El Padre quiso que éste se hiciera hombre por medio de una virgen, como antes se había hecho fuego para hablar con Moisés desde la zarza... Ahora bien, que Cristo es Señor y Dios, Hijo de Dios, que en otros tiempos se apareció por su poder como hombre y como ángel y en la gloria del fuego en la zarza y que se manifestó en el juicio contra Sodoma, lo he mostrado ya largamente... 4. Al principio, antes de todas las criaturas, engendró Dios una cierta potencia racional de sí mismo, a la cual llama el Espíritu Santo «gloria del Señor», y a veces también Hijo, a veces Sabiduría, a veces ángel, a veces Dios, a veces Señor o Palabra y a veces se llama a sí mismo Caudillo, cuando se aparece en forma humana a Josué, hijo de Navé. Todas estas apelaciones le vienen de estar al servicio de la voluntad del Padre y del hecho de estar engendrado por el querer del Padre. Algo semejante vemos que sucede en nosotros: al emitir una palabra, engendramos la palabra, pero no por modo de división de algo de nosotros que, al pronunciar la palabra, disminuyera la razón que hay en nosotros. Así también vemos que un fuego se enciende de otro sin que disminuya aquel del que se tomó la llama, sino permaneciendo el mismo... Y tomaré el testimonio de la palabra de la sabiduría, siendo ella este Dios engendrado del Padre del universo, que subsiste como razón, sabiduría, poder y gloria del que la engendró, y que dice por boca de Salomón: ...EI Señor me fundó desde el principio de sus ca minos para sus obras. Antes del tiempo me cimentó, en el principio, antes de hacer la tierra, antes de crear los abismos, antes de brotar las fuentes de las aguas... 5. III. Pecado y salvación. Oid cómo el Espiritu Santo dice acerca de este pueblo que son todos hijos del Altísimo y que en medio de su junta estará Cristo, haciendo justicia a todo género de hombres (cf. Sal 81)... En efecto, el Espiritu Santo reprende a los hombres porque habiendo sido creados impasibles e inmortales a semejanza de Dios con tal de que guardaran sus mandamientos, y habiéndoles Dios concedido el honor de llamarse hijos suyos, ellos, por querer asemejarse a Adán y a Eva, se procuran a sí mismos la muerte... Queda así demostrado que a los hombres se les concede el poder ser dioses, y que a todos se da el poder ser hijos del Altísimo, y culpa suya es si son juzgados y condenados como Adán y Eva... 6. A nosotros nos ha revelado él cuanto por su gracia hemos entendido de las Escrituras, reconociendo que él es el primogénito de Dios anterior a todas las criaturas, y al mismo tiempo hijo de los patriarcas, pues se digna nacer hombre sin hermosura, sin honor y pasible, hecho carne de una virgen del linaje de los patriarcas. Por esto en sus propios discursos, hablando de su futura pasión dijo: «Es necesario que el Hijo del hombre sufra muchas cosas, y que sea reprobado por los escribas y los fariseos, y sea crucificado, y resucite al tercer día» (Mc 8, 31; Lc 9, 22). Ahora bien, él se llamaba a sí mismo Hijo del hombre o bien a causa de su nacimiento por medio de una virgen que era del linaje de David, de Jacob, de Isaac y de Abraham, o bien porque el mismo Adán era padre de todos esos que acabo de nombrar, de quienes Maria trae su linaje... Por haberle reconocido como Hijo de Dios por revelación del Padre, Cristo cambió el nombre a uno de sus discipulos, que antes se llamaba Simón y luego se llamó Pedro. Como Hijo de Dios le tenemos descrito en los «Recuerdos de los apóstoles», y como tal le tenemos nosotros, entendiendo que procedió del poder y de la voluntad del Padre antes de todas las criaturas. En los discursos de los profetas es llamado Sabiduría, Día, Oriente, Espada, Piedra, Vara, Jacob, Israel, unas veces de un modo y

otras de otro; y sabemos que se hizo hombre por medio de una virgen, a fin de que por el mismo camino por el que tuvo comienzo la desobediencia de la serpiente, por el mismo fuera también destruida. Porque Eva, cuando era todavía virgen e incorrupta, habiendo concebido la palabra que recibió de la serpiente, dio a luz la desobediencia y la muerte: en cambio, la virgen María concibió fe y alegría cuando el ángel Gabriel le dio la buena noticia de que el Espiritu del Señor vendría sobre ella y el poder del Altísimo la cubriría con su sombra, por lo cual lo santo nacido de ella seria hijo de Dios; a lo que ella contestó: «Hágase en mi según tu palabra» (Lc 1, 38). Y de la Virgen nació aquel al que hemos mostrado que se refieren tantas Escrituras, por quien Dios destruye la serpiente y los ángeles y hombres que a ella se asemejan, y libra de la muerte a los que se arrepienten de sus malas obras y creen en él... IV. Vida cristiana. El bautismo. A cuantos se convencen y aceptan por la fe que es verdad lo que nosotros enseñamos y decimos, y prometen ser capaces de vivir según ello, se les instruye a que oren y pidan con ayunos el perdón de Dios para sus pecados anteriores, y nosotros oramos y ayunamos juntamente con ellos. Luego los llevamos a un lugar donde haya agua, y por el mismo modo de regeneración con que nosotros fuimos regenerados, lo son también ellos: en efecto, se someten al baño por el agua, en el nombre del Padre de todas las cosas y Señor Dios, y en el de nuestro salvador Jesucristo y en el del Espíritu Santo. Porque Cristo dijo: «Si no volvierais a nacer, no entraréis en el reino de los cielos» (Jn 3, 3), y es evidente para todos que no es posible volver a entrar en el seno de nuestras madres una vez nacidos. Y también está dicho en el profeta Isaías el modo como podían librarse de los pecados aquellos que habiendo pecado se arrepintieran: «Lavaos, volveos limpios, quitad las maldades de vuestras almas, aprended a hacer el bien...» (Is 1, 16ss). La razón que para esto aprendimos de los apóstoles es la siguiente: En nuestro primer nacimiento no teníamos conciencia, y fuimos engendrados por necesidad por la unión de nuestros padres, de un germen húmedo, criándonos en costumbres malas y en conducta malvada. Ahora bien, para que no sigamos siendo hijos de la necesidad y de la ignorancia, sino de la libertad y del conocimiento, alcanzando el perdón de los pecados que anteriormente hubiéramos cometido, se invoca sobre el que ha determinado regenerarse y se arrepiente de sus pecados, estando él en el agua, el nombre del Padre de todas las cosas y Señor Dios, el único nombre que invoca el que conduce a este lavatorio al que ha de ser lavado... Este baño se llama iluminación, para dar a entender que son iluminados los que aprenden estas cosas. Y el que es así iluminado, se lava también en el nombre de Jesucristo, el que fue crucificado bajo Poncio Pilato, y en el nombre del Espiritu Santo, que nos anunció previamente por los profetas todo lo que se refiere a Jesús 8. La eucaristía. Después del baño (del bautismo), llevamos al que ha venido a creer y adherirse a nosotros a los que se llaman hermanos, en el lugar donde se tiene la reunión. con el fin de hacer preces en común por nosotros mismos, por el que acaba de ser iluminado y por todos los demás esparcidos por todo el mundo, con todo fervor, suplicando se nos conceda, ya que hemos conocido la verdad, mostrarnos hombres de recta conducta en nuestras obras y guardadores de lo que tenemos mandado, para conseguir así la salvación eterna. Al fin de las oraciones nos damos el beso de paz. Luego se presenta pan y un vaso de agua y vino al que preside de los hermanos, y él, tomándolos, tributa alabanzas y gloria al Padre de todas las cosas por el nombre del Hijo y del Espíritu Santo, haciendo una larga acción de gracias

por habernos concedido estos dones que de él nos vienen. Cuando el presidente ha terminado las oraciones y la acción de gracias, todo el pueblo presente asiente diciendo Amen, que en hebreo significa «Asi sea». Y cuando el presidente ha dado gracias y todo el pueblo ha hecho la aclamación, los que llamamos ministros o diáconos dan a cada uno de los asistentes algo del pan y del vino y agua sobre el que se ha dicho la acción de gracias, y lo llevan asimismo a los ausentes. Esta comida se llama entre nosotros eucaristía, y a nadie le es licito participar de ella si no cree ser verdaderas nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño del perdón de los pecados y de la regeneración, viviendo de acuerdo con lo que Cristo nos enseñó. Porque esto no lo tomamos como pan común ni como bebida ordi naria, sino que así como nuestro salvador Jesucristo, encarnado por virtud del Verbo de Dios, tuvo carne y sangre por nuestra salvación, así se nos ha enseñado que en virtud de la oración del Verbo que de Dios procede, el alimento sobre el que fue dicha la acción de gracias—del que se nutren nuestra sangre y nuestra carne al asimilarlo—es el cuerpo y la sangre de aquel Jesús encarnado. Y en efecto, los apóstoles en los Recuerdos que escribieron, que se llaman Evangelios, nos transmitieron que así les fue mandado, cuando Jesús tomó el pan, dio gracias y dijo: «Haced esto en memoria mia»... Y nosotros, después, hacemos memoria de esto constantemente entre nosotros, y los que tenemos algo socorremos a los que tienen necesidad, y nos ayudamos unos a otros en todo momento. En todo lo que ofrecemos bendecimos siempre al Creador de todas las cosas por medio de su Hijo Jesucristo y por el Espíritu Santo. El día llamado del sol (el domingo) se tiene una reunión de todos los que viven en las ciudades o en los campos, y en ella se leen, según el tiempo lo permite, los Recuerdos de los apóstoles o las Escrituras de los profetas. Luego, cuando el lector ha terminado, el presidente toma la palabra para exhortar e invitar a que imitemos aquellos bellos ejemplos. Seguidamente nos levantamos todos a la vez, y elevamos nuestras preoes; y terminadas éstas, como ya dije, se ofrece pan y vino y agua, y el presidente dirige a Dios sus oraciones y su acción de gracias de la mejor manera que puede, haciendo todo el pueblo la aclamación del Amén. Luego se hace la distribución y participación de los dones consagrados a cada uno, y se envian asimismo por medio de los diáconos a los ausentes. Los que tienen y quieren, cada uno según su libre determinación, dan lo que les parece, y lo que así se recoge se entrega al presidente, el cual socorre con ello a los huérfanos y viudas, a los que padecen necesidad por enfermedad o por otra causa, a los que están en las cárceles, a los forasteros y transeúntes, siendo así él simplemente provisor de todos los necesitados. Y celebramos esta reunión común de todos en el día del sol, por ser el día primero en el que Dios, transformando las tinieblas y la materia, hizo el mundo, y también el día en el que nuestro salvador Jesucristo resucitó de entre los muertos... 9. V. Escatología. ¿Realmente confesáis vosotros que ha de reconstruirse la ciudad de Jerusalén, y esperáis que allí ha de reunirse vuestro pueblo, y alegrarse con Cristo, con los patriarcas y profetas y los santos de nuestro linaje, y hasta los prosélitos anteriores a la venida de vuestro Cristo...? Si habéis tropezado con algunos que se llaman cristianos y no confiesan esto, sino que se abreven a blasfemar del Dios de Abraham y de Isaac y de Jacob, y dicen que no hay resurrección de los muertos, sino que en el momento de morir sus almas son recibidas en el cielo, no los tengáis por cristianos... Yo por mi parte, y cuantos son en todo ortodoxos, sabemos que habrá resurrección de los muertos y un periodo de mil años en la

Jerusalén reconstruida y hermoseada y dilatada, como lo prometen Ezequiel, Isaías y otros profetas... 10.

OBRA DE TERTULIANO

El cristianismo y la filosofía. Todo esto son doctrinas humanas y demoníacas, nacidas de la especulación de la sabiduría mundana, para agradar a los oídos. Pero el Señor las llamó necedad, y eligió lo necio según el mundo para confundir a la misma filosofía. Porque la filosofía es el objeto de la sabiduría mundana, intérprete temeraria del ser y de los designios de Dios. Todas las herejías en último término tienen su origen en la filosofía. De ella proceden los eones y no sé qué formas infinitas y la tríada humana de Valentín; es que había sido platónico. De ella viene el Dios de Marción, cuya superioridad está en que está inactivo; es que procedía del estoicismo. Hay quien dice que el alma es mortal. y ésta es doctrina de Epicuro. En cuanto a los que niegan la resurrección de la carne, se apoyan en la enseñanza de todos los filósofos sin excepción. Los que equiparan a Dios con la materia siguen las enseñanzas de Zenón. Los que pretenden un Dios ígneo aducen a Heráclito. Las mismas cuestiones tratan los filósofos y los herejes, y sus disquisiciones andan entremezcladas: ¿de dónde viene el mal?; ¿cuál es su causa?; ¿de dónde y cómo ha surgido el hombre? Y también lo que hace poco propuso Valentín: ¿de dónde viene Dios? Está claro de la Entimesis y del Ectroma. Es el miserable Aristóteles el que les ha instruido en la dialéctica, que es el arte de construir y destruir, de convicciones mudables, de conjeturas firmes, de argumentos duros, artífice de disputas, enojosa hasta a sí misma, siempre dispuesta a reexaminarlo todo, porque jamás admite que algo esté suficientemente examinado. De ella nacen las fábulas y las genealogías interminables. las disputas estériles, las palabras que se insinúan como un escorpión... Quédese para Atenas esta sabiduría humana manipuladora y adulteradora de la verdad, por donde anda la múltiple diversidad de sectas contradictorias entre sí con sus diversas herejías. Pero, ¿qué tiene que ver Atenas con Jerusalén? ¿Qué relación hay entre la Academia y la Iglesia? ¿Qué tienen que ver los herejes y los cristianos? Nuestra escuela es la del pórtico de Salomón, que enseñó que había que buscar al Señor con simplicidad de corazón. Allá ellos los que han salido con un cristianismo estoico, platónico o dialéctico. No tenemos necesidad de curiosear, una vez que vino Jesucristo, ni hemos de investigar después del Evangelio. Creemos, y no deseamos nada más allá de la fe: porque lo primero que creemos es que no hay nada que debamos creer más allá del objeto de la fe... 3

CARTA SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA A POLICARPO

Ignacio, llamado también Teóforo, a Policarpo, que es obispo de la iglesia de Esmirna, o más bien que tiene por su obispo a Dios el Padre y a Jesucristo, saludos en abundancia.

I. Dando la bienvenida a tu mente piadosa que está afianzada como si fuera en una roca inconmovible, doy gloria sobremanera de que me haya sido concedido ver tu faz intachable, por la cual tengo gran gozo en Dios. Te exhorto por la gracia de la cual estás revestido que sigas adelante en tu curso y en exhortar a todos los hombres para que puedan ser salvos. Reivindica tu cargo con toda diligencia de carne y de espíritu. Procura que haya unión, pues no hay nada mejor que ella. Soporta a todos, como el Señor te soporta. Toléralo todo con amor, tal como haces. Entrégate a oraciones incesantes. Pide mayorsabiduría de la que ya tienes. Sé vigilante, y evita que tu espíritu se adormile. Habla a cada hombre según la manera de Dios. Sobrelleva las dolencias de todos, como un atleta perfecto. Allí donde hay más labor, hay mucha ganancia.

II. Si amas a los entendidos, esto no es nada que haya que agradecérsete. Más bien somete a los más impertinentes por medio de la mansedumbre. No todas las heridas son sanadas por el mismo ungüento. Suaviza los dolores agudos con fomentos. Sé prudente como la serpiente en todas las cosas e inocentesiempre como la paloma. Por esto estás hecho de carne y espíritu, para que puedas desempeñar bien las cosas que aparecen ante tus ojos; y en cuanto a las cosas invisibles, ruega que te sean reveladas, para que no carezcas de nada, sino que puedas abundar en todo don espiritual. Los tiempos te lo requieren, como los pilotos requieren vientos, o un marino zarandeado por la tormenta (busca) un asilo, para poder llegar a Dios. Sé sobrio, como atleta de Dios. El premio es la incorrupción y la vida eterna, con respecto a la cual ya estás persuadido. En todas las cosas te soy afecto, yo y mis cadenas, que tú estimaste.

III. No te desmayes por los que parecen ser dignos de crédito y, pese a todo, enseñan doctrina extraña. Mantente firme como un yunque cuando lo golpean. A un gran atleta le corresponde recibir golpes y triunfar. Pero por amor de Dios hemos de soportar todas las cosas, para que El nos soporte a nosotros. Sé, pues, más diligente de lo que eres. Marca las estaciones. Espera en Aquel que está por encima de toda estación, el Eterno, el Invisible, que se hizo visible por amora nosotros, el Impalpable, el Impasible, que sufrió por amor a nosotros, que sufrió en todas formas por amor a nosotros.

IV. Que no se descuide a las viudas. Después del Señor sé tú su protector. Que no se haga nada sin tu consentimiento; ni hagas nada tú sin el consentimiento de Dios, como no lo haces. Mantente firme. Que se celebren reuniones con más frecuencia. Dirígete a todos por su nombre. No desprecies a los esclavos, sean hombres o mujeres. Pero no permitas que éstos se engrían, sino que sirvan más fielmente para la gloria de Dios, para que puedan obtener una libertad mejor de Dios. Que no deseen ser puestos en libertad a expensas del pueblo, para que no. sean hallados esclavos de su (propia) codicia.

V. Evita las malas artes, o más bien evita incluso la conversación o plática sobre ellas. Di a mis hermanas que amen al Señor y estén contentas con sus maridos en la carne y en el espíritu. De la misma manera encargo a mis hermanos en el nombre de Jesucristo que amen a sus esposas, como el Señor amó a la Iglesia. Si alguno puede

permanecer en castidad para honrar la carne del Señor, que lo haga sin jactarse. Si se jacta, está perdido; y si llega a ser conocido más que el obispo, está contaminado. Es apropiado que todos los hombres y mujeres, también, cuando se casan, se unan con el consentimiento del obispo, para que el matrimonio sea según el Señor y no según concupiscencia. Que todas las cosas se hagan en honor de Dios.

VI. Prestad atención al obispo, para que Dios también os ténga en cuenta. Yo soy afecto a los que están sometidos al obispo, a los presbíteros y a los diáconos. Que me sea concedido el tener mi porción con ellos en la presencia de Dios. Laborad juntos los unos con los otros, luchad juntos, corred juntos, sufrid juntos, reposad juntos, levantaos juntos, como mayordomos y asesores y ministros de Dios. Agradad al Capitán en cuyo ejército servís, del cual también habéis de recibir la paga. Que ninguno sea hallado desertor. Que vuestro bautismo permanezca en vosotros como vuestro escudo; vuestra fe como vuestro yelmo; vuestro amor como vuestra lanza; vuestra paciencia como la armadura del cuerpo. Que vuestras obras sean vuestras garantías, para que podáis recibir los haberes que se os deben. Por tanto, sed pacientes unos con otros en mansedumbre, como Dios con vosotros. Que siempre pueda tener gozo de vosotros.

VII. Siendo así que la iglesia que está en Antioquía de Siria tiene paz, según se me ha informado, por medio de vuestras oraciones, ello ha sido una gran consolación para mí, puesto que Dios ha eliminado mi preocupación; si es posible, que a través del sufrimiento pueda llegar a Dios, para que sea tenido como discípulo, mediante vuestra intercesión. Te conviene, muy bienaventurado Policarpo, convocar un concilio piadoso y elegir a alguno entre vosotros, a quien tú quieras y que sea celoso también, y que sea digno de llevar el nombre de correo de Dios —para que se le nombre, digo, y que vaya a Siria y glorifique vuestro celoso amor para la gloria de Dios—. Un cristiano no tiene autoridad sobre sí mismo, sino que da su tiempo a Dios. Esta es la obra de Dios, y la vuestra también, cuando la terminéis; porque confío en la gracia divina que estáis dispuestos a hacer un acto benéfico que es apropiado para Dios. Conociendo el fervor de tu sinceridad, te he exhortado en una carta breve.

VIII. Como no he podido escribir a todas las iglesias debido a que parto súbitamente de Troas para Neápolis, según manda la voluntad divina, escribirás tú a las iglesias nombradas delante, como uno que conoce el propósito de Dios, con miras a que ellos hagan también lo mismo: que los que puedan, envíen mensajeros, y el resto canas por las personas enviadas por ti, para que puedan ser glorificados por un acto que siempre sera recordado; porque esto es digno de ti.

Saludo a todos por nombre, en especial a la esposa de Epitropo, con toda su casa y sus hijos. Saludo a Attalus, amado mío. Saludo también al que será designado para ir a Siria. La gracia será con él siempre, y con Policarpo que le envía. Mis mejores deseos siempre en nuestro Dios Jesucristo, en quien permanecéis en la unidad y supervisión de Dios. Saludo a Alce, un nombre muy querido para mí. Pasadlo bien en el Señor.

EPÍSTOLA DE BERNABE

Saludo I 1. Salud en la paz, hijos e hijas, en el nombre del Señor que nos ha amado.

Motivo y objeto de la carta 2. Como sean tan grandes y ricas las justificaciones de Dios para con vosotros, yo me regocijo, sobre toda otra cosa y por todo extremo, en vuestros bienaventurados y gloriosos espíritus, pues de Él habéis recibido la semilla plantada en vuestras almas, el don de la gracia espiritual. 3. Por lo cual, aun me congratulo más a mi mismo con la esperanza de salvarme, pues verdaderamente contemplo entre vosotros cómo el Señor, que es rico en caridad, ha derramado su Espíritu sobre vosotros. Hasta tal punto me conmovió, estando entre vosotros, vuestra vista tan anhelada. 4. Como quiera, pues, que estoy convencido y siento íntimamente que, habiéndoos muchas veces dirigido mi palabra, sé que anduvo conmigo el Señor en el camino de la justicia, y me veo también yo de todo punto forzado a amaros más que a mi propia vida, pues gran. de es la fe y la caridad que habita en vosotrospor la esperanza de su vida; 5. considerando, digo, que de tomarme yo algún cuidado sobre vosotros para comunicaros alguna parte de lo mismo que yo he recibido, no ha de faltarme la recompensa por el servicio prestado a espiritus como los vuestros, me he apresurado a escribiros brevemente, a fin de que, juntamente con vuestra fe, tengáis perfecto conocimiento.

Síntesis de la vida cristiana 6. Ahora bien, tres son los decretos del Señor: la esperanza de la vida, que es principio y fin de nuestra fe, y la justicia, que es principio y fin del juicio; el amor de la alegría y regocijo, que son el testimonio de las obras de la justicia. 7. En efecto, el Dueño, por medio de sus profetas, nos dió a conocer lo pasado y lo presente y nos anticipó las primicias del goce de lo por venir. Y pues vemos que una tras otra se cumplen las cosas como Él las dijo, deber nuestro es adelantar, con más generoso y levantado espíritu, en su temor. 8. Por lo que a mí toca, no como un maestro, sino como Uno de entre vosotros, quiero poner a vuestra consideración unos pocos puntos, por los que os alegraréis en la presente situación.

Tiempos difíciles. Contra los sacrificios judíos II 1. Como quiera, pues, que los días son malos y el poder está en manos del Activo mismo, deber nuestro es, atendiendo a nosotros mismos, inquirir las justificaciones del Señor. 2. Ahora bien, auxiliares de nuestra fe son el temor y la paciencia, y aliados nuestros la largueza de alma y la continencia. 3. Como estas virtudes estén firmes en todo lo atañedero al Señor santamente, regocíjanse con ellas la sabiduría, la inteligencia, la ciencia y el conocimiento. 4. En efecto, el Señor, por medio de todos sus profetas, nos ha manifestado que no tiene necesidad ni de sacrificios ni de holocaustos ni de ofrendas, diciendo en una ocasión: 5. ¿Qué se me da a mi de la muchedumbre de vuestros sacrificios?—dice el Señor—. Harto estoy de vuestros holocaustos y no quiero el sebo de vuestros corderos ni la sangre de los toros y machos cabríos, ni aun cuando vengáis a ser vistos de mí. Porque ¿quién requirió todo eso

de vuestras manos? No quiero que volváis a pisar mi atrio. Si me trajereis la flor de la harina, es cosa vana; vuestro incienso es para mí abominación; vuestros novilunios y vuestros sábados no los soporto.

La ofrenda cristiana no hecha por mano de hombre 6. Ahora bien, todo eso lo invalidó el Señor, a fin de que la nueva ley de nuestro Señor Jesucristo, que no está sometida al yugo de la necesidad, tenga una ofrenda no hecha por mano de hombre. 7. Y así dice de nuevo a ellos: ¿Acaso fui yo quien mandé a vuestros padres, cuando salían de la tierra de Egipto, que me ofrecieran holocaustos y sacrificios? 8. ¿0 no fué más bien esto lo que les mandé, a saber: que ninguno de vosotros guarde en su corazón rencor contra su hermano y que no amarais el falso juramento? 9. Debemos, por tanto, comprender, no cayendo en la insensatez, la sentencia de la bondad de nuestro Padre, porque con nosotros habla, no queriendo que nosotros, andando extraviados al modo de aquéllos, busquemos todavía cómo acercarnos a Él. 10. Ahora bien, a nos otros nos dice de esta manera: Sacrificio para Dios es un corazón contrito; olor de suavidad al Señor, un corazón que glorifica al que le ha plasmado. Debemos, por ende, hermanos, andar con toda diligencia en lo que atañe a nuestra salvación, no sea que el maligno, logrando infiltrársenos por el error, nos arroje, como la piedra de una honda, lejos de nuestra vida.

El ayuno acepto a Dios III 1. Díceles, pues, otra vez acerca de estas cosas: ¿Para qué me ayunáis, de modo que hoy sólo se oyen los gritos de vuestra voz? No es éste el ayuno que yo me escogí—dice el Señor—no al hombre que humillo su alma. 2. Ni aun cuando dobléis como un aro vuestro cuello y vistáis de saco y os acostéis sobre ceniza, ni aun así lo llaméis ayuno aceptable. 3. A nosotros, empero, nos dice: He aquí el ayuno que me elegí—dice el Señor—: No al hombre que humilla su alma, sino: Desata toda atadura de iniquidad, rompe las cuerdas de los contratos violentos, despacha a los oprimidos en libertad y rasga toda escritura inicua. Rompe tu pan con los hambrientos y, si vieres a un desnudo, vístelo; recoge en tu casa a los sin techo; si vieres a un humilde, no le desprecies, ni te apartes de los de tu propia sangre. 4. Entonces tu luz romperá matinal, y tus vestidos resplandecerán rápidamente, y la justicia caminará delante de ti, y la gloria de Dios te cubrirá. 5. Entonces gritarás y Dios te escuchará; cuando aun estés hablando, dirá: Heme aquí presente, a condición que quites de ti la atadura y la mano levantada y la palabra de murmuración y des de corazón tu pan al hambriento y hayas lástima del alma humillada. 6. En conclusión, hermanos, mirando anticipadamente el Señor longánirne que el pueblo que preparó en su Amado había de creer con sencillez, anticipadamente nos lo manifestó todo, a fin de que no vayamos como prosélitos a estrellarnos en la ley de aquéllos.

EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS

Clemente de Roma

La Iglesia de Dios que reside en Roma a la Iglesia de Dios que reside en Corinto, a los que son llamados y santificados por la voluntad de Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Gracia a vosotros y paz del Dios Todopoderoso os sea multiplicada por medio de Jesucristo.

I. Por causa de las calamidades y reveses, súbitos y repetidos, que nos han acaecido, hermanos, consideramos que hemos sido algo tardos en dedicar atención a las cuestiones en disputa que han surgido entre vosotros, amados, y a la detestable sedición, no santa, y tan ajena y extraña a los elegidos de Dios, que algunas personas voluntariosas y obstinadas han encendido hasta un punto de locura, de modo que vuestro nombre, un tiempo reverenciado, aclamado y encarecido a la vista de todos los hombres, ha sido en gran manera vilipendiado. Porque, ¿quién ha residido entre vosotros que no aprobara vuestra fe virtuosa y firme? ¿Quién no admiró vuestra piedad en Cristo, sobria y paciente? ¿Quién no proclamó vuestra disposición magnífica a la hospitalidad? ¿Quién no os felicitó por vuestro conocimiento perfecto y sano? Porque hacíais todas las cosas sin hacer acepción de personas, y andabais conforme a las ordenanzas de Dios, sometiéndoos a vuestros gobernantes y rindiendo a los más ancianos entre vosotros el honor debido. A los jóvenes recomendabais modestia y pensamientos decorosos; a las mujeres les encargabais la ejecución de todos sus deberes en una conciencia intachable, apropiada y pura, dando a sus propios maridos la consideración debida; y les enseñabais a guardar la regla de la obediencia, y a regir los asuntos de sus casas con propiedad y toda discreción.

II. Y erais todos humildes en el ánimo y libres de arrogancia, mostrando sumisión en vez de reclamarla, mds contentos de dar que de recibir, y contentos con las provisiones que Dios os proveía. Y prestando atención a sus palabras, las depositabais diligentemente en vuestros corazones, y teníais los sufrimientos de Cristo delante de los ojos. Así se os había concedido una paz profunda y rica, y un deseo insaciable de hacer el bien. Además, había caído sobre todos vosotros un copioso derramamiento del Espíritu Santo; y, estando llenos de santo consejo, en celo excelente y piadosa confianza, extendíais las manos al Dios Todopoderoso, suplicándole que os fuera propicio, en caso de que, sin querer, cometierais algún pecado. Y procurabais día y noche, en toda la comunidad, que el número de sus elegidos pudiera ser salvo, con propósito decidido y sin temor alguno. Erais sinceros y sencillos, y libres de malicia entre vosotros. Toda sedición y todo cisma era abominable para vosotros. Os sentíais apenados por las transgresiones de vuestros prójimos; con todo, juzgabais que sus deficiencias eran también vuestras. No os cansabais de obrar bien, sino que estabais dispuestos para toda buena obra. Estando adornados con una vida honrosa y virtuosa en extremo, ejecutabais todos vuestros deberes en el temor de Dios. Los mandamientos y las ordenanzas del Señor estaban escritas en las tablas de vuestro corazón.

III. Os había sido concedida toda gloria y prosperidad, y así se cumplió lo que está escrito: Mi amado comió y bebió y prosperó y se llenó de gordura y empezó a dar coces. Por ahí entraron los celos y la envidia, la discordia y las divisiones, la persecución y el tumulto, la guerra y la cautividad. Y así los hombres empezaron a agitarse: los humildes contra los honorables, los mal reputados contra los de gran reputación, los necios contra los sabios, los jóvenes contra los ancianos. Por esta causa la justicia y la paz se han quedado a un lado, en tanto que cada uno ha olvidado el temor del Señor y quedado ciego en la fe en Él, no andando en las ordenanzas de sus mandamientos ni viviendo en conformidad con Cristo, sino cada uno andando en pos de las concupiscencias de sumalvado corazón, pues han concebido unos celos injustos e impíos, por medio de los cuales también la muerte entró en el mundo.

IV. Porque como está escrito: Y aconteció después de unos días, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda al Señor. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró el Señor con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no prestó atención a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si has ofrecido rectamente y no has dividido rectamente, ¿no has pecado? ¡Calla! Con todo esto, él se volverá a ti y tú te enseñorearás de él. Y dijo Caín a su hermano Abel. Salgamos a la llanura. Y aconteció que estando ellos en la llanura, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató. Veis, pues, hermanos, que los celos y la envidia dieron lugar a la muerte del hermano. Por causa de los celos, nuestro padre Jacob tuvo que huir de delante de Esaú su hermano. Los celos fueron causa de que José fuera perseguido a muerte, y cayera incluso en la esclavitud. Los celos forzaron a Moisés a huir de delante de Faraón, rey de Egipto, cuando le dijo uno de sus paisanos: ¿Quién te ha puesto por juez entre nosotros? ¿Quieres matarme, como ayer mataste al egipcio? Por causa de los celos Aarón y Miriam tuvieron que alojarse fuera del campamento. Los celos dieron como resultado que Datán y Abiram descendieran vivos al Hades, porque hicieron sedición contra Moisés el siervo de Dios. Por causa de los celos David fue envidiado no sólo por los filisteos, sino perseguido también por Saúl [rey de Israel].

V. Pero, dejando los ejemplos de los días de antaño, vengamos a los campeones que han vivido más cerca de nuestro tiempo. Pongámonos delante los nobles ejemplos que pertenecen a nuestra generación. Por causa de celos y envidia fueron perseguidos y acosados hasta la muerte las mayores y más íntegras columnas de la Iglesia. Miremos a los buenos apóstoles. Estaba Pedro, que, por causa de unos celos injustos, tuvo que sufrir, no uno o dos, sino muchos trabajos y fatigas, y habiendo dado su testimonio, se fue a su lugar de gloria designado. Por razón de celos y contiendas Pablo, con su ejemplo, señaló el premio de la resistencia paciente. Después de haber estado siete veces en grillos, de haber sido desterrado, apedreado, predicado en el Oriente y el Occidente, ganó el noble renombre que fue el premio de su fe, habiendo enseñado justicia a todo el mundo y alcanzado los extremos más distantes del Occidente; y cuando hubo dado su testimonio delante de los gobernantes, partió del mundo y fue al lugar santo, habiendo dado un ejemplo notorio de resistencia paciente.

VI. A estos hombres de vidas santas se unió una vasta multitud de los elegidos, que en muchas indignidades y torturas, víctimas de la envidia, dieron un valeroso ejemplo entre nosotros. Por razón de los celos hubo mujeres que fueron perseguidas, después de haber sufrido insultos crueles e inicuos, +como Danaidas y Dirces+, alcanzando seguras la meta en la carrera de la fe, y recibiendo una recompensa noble, por más que eran débiles en el cuerpo. Los celos han separado a algunas esposas de sus maridos y alterado el dicho de nuestro padre Adán: Ésta es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne. Los celos y las contiendas han derribado grandes ciudades y han desarraigado grandes naciones.

VII. Estas cosas, amados, os escribimos no sólo con carácter de admonición, sino también para haceros memoria de nosotros mismos. Porque nosotros estamos en las mismas listas y nos está esperando la misma oposición. Por lo tanto, pongamos a un lado los pensamientos vanos y ociosos; y conformemos nuestras vidas a la regla gloriosa y venerable que nos ha sido transmitida; y veamos lo que es bueno y agradable y aceptable a la vista de Aquel que nos ha hecho. Pongamos nuestros ojos en la sangre de Cristo y démonos çuenta de lo precioso que es para su Padre, porque habiendo sido derramado por nuestra salvación, ganó para todo el mundo la gracia del arrepentimiento. Observemos todas las generaciones en orden, y veamos que de generación en generación el Señor ha dado oportunidad para el arrepentimiento a aquellos que han deseado volverse a Él. Noé predicó el arrepentimiento, y los que le obedecieron se salvaron. Jonás predicó la destrucción para los hombres de Nínive; pero ellos, al arrepentirse de sus pecados, obtuvieron el perdón de Dios mediante sus súplicas y recibieron salvación, por más que eran extraños respecto a Dios.

CLEMENTE DE ALEJANDRIA

Stromata

El cristianismo y la filosofía.

El miedo de los cristianos a la filosofía y la cultura.

Parece que la mayoría de los que se llaman cristianos se comportan como los compañeros de Ulises: se acercan a la cultura (logos) como gente burda que ha de pasar no sólo junto a las sirenas, sino junto a su ritmo y su melodía. Han tenido que taponarse los oídos con ignorancia, porque saben que si llegasen a escuchar una vez las lecciones de los griegos, no serían ya capaces de volver a su casa. Pero el que sabe recoger de entre lo que oye toda flor buena para su provecho, por más que sea de los griegos -pues «del Señor es la tierra y todo lo que la llena» (Sal 23, 1; Cor 10, 26)-, no tiene por qué huir de la cultura a la manera de los animales irracionales. Al contrario, el que está bien instruido ha de aspirar a proveerse de todos los auxilios que pueda, con tal de que no se entretenga en ellos más que en lo que le sea útil: si toma esto y lo atesora, podrá volver a su casa, a la verdadera filosofía, habiendo conseguido para su alma una convicción firme, con una seguridad a la que todo habrá contribuido... 1

El vulgo, como los niños que temen al coco. teme a la filosoíia griega por miedo de ser extraviado por ella. Sin embargo, si la fe que tienen—ya que no me atrevo a llamarla conocimiento— es tal que puede perderse con argumentos, que se pierda, pues con esto sólo yaconfiesan que no tienen la verdad. Porque la verdad es invencible: las falsas opiniones son las que se pierden... 2

La filosofía, preparación para el Evangelio.

Antes de la venida del Señor, la filosofía era necesaria a los griegos para la justicia; ahora, en cambio, es útil para conducir las almas al culto de Dios, pues constituye como una propedéutica para aquellos que alcanzan la fe a través de la demostración. Porque «tu pie no tropezará» (Prov 3, 28), como dice la Escritura, si atribuyes a la Providencia todas las cosas buenas, ya sean de los griegos o nuestras. Porque Dios es la causa de todas las cosas buenas: de unas es de una manera directa, como del Antiguo y del Nuevo Testamento; de otras indirectamente, como de la filosofía. Y aun es posible que la filosofía fuera dada directamente (por Dios) a los griegos antes de que el Señor los llamase: porque era un pedagogo para conducir a los griegos a Cristo, como la ley lo fue para los hebreos (cf. Gál 3, 24). La filosofía es una preparación que pone en camino al hombre que ha de recibir la perfección por medio de Cristo... 3

No hay nada de extraño en el hecho de que la filosoíia sea un don de la divina Providencia, como propedéutica para la perfección que se alcanza por Cristo, con tal que no se avergüence de la sabiduría bárbara, de la que la filosofía ha de aprender a avanzar hacia la verdad... 4.

De la misma manera que recientemente, a su debido tiempo, nos vino la predicación (del Evangelio), así a su debido tiempo fue dada la ley y los profetas a los bárbaros, y la filosofía a los griegos, para ir entrenando los oídos de los hombres en orden a aquella predicación... 5.

La filosofía es también un don de Dios.

Si decimos, como se admite universalmente, que todas las cosas necesarias y útiles para la vida nos vienen de Dios, no andaremos equivocados. En cuanto á la filosofía, ha sido dada a los griegos como su propio testamento, constituyendo un fundamento para la filosofía cristiana, aunque los que la practican de entre los griegos se hagan voluntariamente sordos a la verdad, ya porque menosprecian su expresión bárbara, ya también porque son conscientes del peligro de muerte con que las leyes civiles amenazan a los fieles. Porque, igual que en la filosofía bárbara, también en la griega «ha sido sembrada la cizaña» (cf. Mt 13, 25) por aquel cuyo oficio es sembrar cizaña. Por esto nacieron entre nosotros las herejías juntamente con el auténtico trigo, y entre ellos, los que predican el ateísmo y el hedonismo de Epicuro, y todo cuanto se ha mezclado en la filosofía griega contrario a la recta razón, son fruto bastardo de la parcela que Dios había dado a los griegos... 6

Cuando hablo de filosofía, no me refiero a la estoica, o a la platónica, o a la de Epicuro o a la de Aristóteles, sino que me refiero a todo lo que cada una de estas

escuelas ha dicho rectamente enseñando la justicia con actitud científica y religiosa. Este conjunto ecléctico es lo que yo llamo filosofía...

Algunos que se creen bien dotados piensan que es inútil dedicarse ya sea a la filosofía o a la dialéctica, y aun adquirir el conocimiento de la naturaleza, sino que se adhieren a la sola fe desnuda, como si creyeran que se puede empezar en seguida a recoger las uvas sin haber tenido ningún cuidado de la viña. Pero la viña representa al Señor (Jn 15, 1): no se pueden recoger sus frutos sin haber practicado la agricultura según la razón (logos); hay que podar, cavar, etc. 8.

En qué sentido la filosofía contribuye a la fe.

La claridad contribuye a la transmisión de la verdad, y la dialéctica a no dejarse arrollar por las herejías que se presenten. Pero la enseñanza del Salvador es perfecta en Sí misma y no necesita de nada, pues es fuerza y sabiduría de Dios (cf. 1 Cor 1, 24). Cuando se le añade la filosofía griega, no es para hacer más fuerte su verdad, sino para quitar las fuerzas a las asechanzas de la sofística y poder aplastar toda emboscada insidiosa contra la verdad. Con propiedad se la llama «empalizada» y «muro» de la viña. La verdad que está en la fe es necesaria como el pan para la vida, mientras que aquella instrucción propedéutica es como el condimento y el postre... 9.

La fe es algo superior al conocimiento, y es su criterio 10.

Hay muchas cosas que, sin tender directamente al fin perseguido, concurren en dar autoridad al que se afana por él. En particular, la erudición sirve para recomendar a la confianza de los oyentes el que expone las verdades particularmente importantes: ella provoca la admiración en el espíritu de los discípulos, y así conduce a la verdad... 11.

Aunque la filosofía griega no llega a alcanzar la verdad en su totalidad, y, además, no tiene en sí fuerza para cumplir el mandamiento del Señor, sin embargo, prepara al menos el camino para aquella enseñanza que es verdaderamente real en el mejor sentido de la palabra, pues hace al hombre capaz de dominarse, moldea su carácter y lo predispone para la aceptación de la verdad 12.

Por así decirlo, la filosofía griega facilita al alma la purificación preliminar y el entrenamiento necesario para poder recibir la fe: y sobre esta base la verdad edifica la estructura del conocimiento 13.

LACTANCIO

Un dato a destacar en la extensa producción literaria de Lactancio es que, a pesar de ser uno de los apologistas cristianos más rigoristas y severos para con los paganos, sus fuentes literarias e intelectuales beben directamente de las obrasescritas por filósofos y literatos de la talla de Aristóteles, Lucrecio, Cicerón, Varón, y un largo etc.

Su aportación más importante fueron las Divinae institutiones (Divinas instituciones), compuestas de siete libros que conforman al mismo tiempo una encendida apología del cristianismo contra sus enemigos y un manual de toda la doctrina cristiana. Lactancio intenta demostrar la

falsedad sobre la que se sustenta el politeísmo pagano tras una exposición detallada del corpus de la doctrina cristiana, exponiéndola de un modo orgánico y completo, obra que, como ya hemos indicado, fue el primer intento realizado en occidente por reducir a un sistema coherente la doctrina cristiana. Un compendio de esta obra lo constituye el Epitomedivinarum institutionum (Resumen de las divinas instituciones).

En el tratado De opificio Dei (Sobre la obra de Dios), compuesto en base a criterios romanistas, es decir, con sentido más utilitarista y práctico que cristiano, Lactancio se propuso demostrar contra las tesis defendidas por los epicúreos que el organismo humano es una creación de Dios que está sujeto del todo a la providencia divina. En esta obra, Lactancio también hace notar que la moral cristiana no se contradice con la de algunos paganos espiritualistas.

En De ira Dei (Sobre la ira de Dios), contra la indiferencia atribuida a la divinidad por los epicúreos y estoicos, Lactancio pretende demostrar la necesidad de la ira divina.

Con De mortibus persecutorum (Sobre las muertes de los perseguidores), escrito justo después de la proclamación del Edicto de Milán del año 313, Lactancio compuso el que se puede considerar como el primer ensayo violentamente polémico de una filosofía cristiana de la filosofía, en el que, con amargo espíritu de venganza, se complace en la ruina en que han caído los perseguidores de los cristianos. Lactancio intenta probar que todos los opresores de los cristianos perecieron con espantosas muertes. Como fuente histórica, esta obra es, a pesar de sus más que evidentes exageraciones, un documento importante.

El pensamiento filosófico de Lactancio

El que haya una providencia que rige el mundo es cosa evidente, según Lactancio, para cualquier que levante sus ojos al cielo. La cuestión fundamental en la que Lactancio carga todas sus armas estriba en dilucidar si tal providencia emana de un solo Dios o de varios. Para Lactancio el admitir la existencia de varias divinidades significa sostener que Dios no tiene suficiente poder para regir por sí solo el mundo, con lo cual se niega a Dios una potencia infinita y se elimina el mismo concepto de Dios. En el caso de que existieran divinidades diversas, éstas podrían establecer en el mundo leyes contrarias y luchar entre sí, posibilidad que queda del todo excluida por la unidad intrínseca y orden del propio mundo. Para apuntalar del todo semejante idea, Lactancio compara el mundo con el cuerpo humano, en el que los diversos miembros y aspectos de la vida espiritual son dirigidos por un alma única, por lo tanto, el mundo también debe ser regido por una única mente divina: Dios.

Según Lactancio, la doctrina cristiana del Logos no divide ni multiplica el único Dios. El Padre y el Hijo no se encuentran separados el uno del otro, ya que ni el Padre puede llamarse tal sin el Hijo, ni el Hijo puede ser engendrado sin el Padre. Ambos conforman una razón única, un espíritu único, una sustancia única. El Hijo fue engendrado antes de la creación del mundo para ser el consejero de Dios en la concepción y realización del plan de la creación.

El mundo, según Lactancio, no fue creado por Dios mismo, puesto que Él no tiene necesidad de hacerlo, sino por el hombre. En cambio, Dios sí creó al hombre por sí mismo, para que le reconociese y prestase el debido culto, comprendiendo y midiendo la potencia de la perfección de la obra que Él le ha puesto delante. En el proceso de la creación tampoco tuvo Dios necesidad de una materia preexistente, ya que Dios crea la materia misma.

El hombre está compuesto de alma y cuerpo, espíritu y materia. El alma no tiene ningún peso terreno; es tan tenue y sutil que escapa a la mente del hombre. Para Lactancio, alma y mente no son idénticas: el alma es el principio de la vida, inextinguible, mientras que la mente es el principio del pensamiento, aumenta y disminuye conforme avanza la edad del hombre. El alma y el cuerpo están atados entre sí, aunque son conceptos totalmente opuestos. Lo que es bueno para el alma, como por ejemplo la renuncia a la riqueza, a los placeres, el desprecio del dolor y de la muerte, es un mal para el cuerpo. Por contra, lo que es bueno para el cuerpo constituye un mal para el alma, pues ésta se relaja y extingue con los placeres y el deseo de riqueza. Lactancio ve al hombre como formado por principios diversos y antagónicos, al igual que ocurre con el mundo, con su luz y tinieblas, con la vida y la muerte. Estos principios no dejan nunca de combatir en una lucha terrible y agónica por dirimir quién dominará al hombre. Si en esta confrontación el alma vence, será inmortal y admitida en la luz eterna; pero si es el cuerpo el que resulta ganador, el alma estará sujeta a las tinieblas y a la muerte. Pero la inmortalidad no es solamente el fin y premio de la virtud: es condición de la virtud misma. En este sentido, Lactancio observa que sería necio renunciar a aquellos placeres a los cuales el hombre se inclina por naturaleza, y adentrarse por un camino hostil y mortificante para la naturaleza humana, si la inmortalidad no existiera para darnos un sentido a nuestra práctica de la virtud, que va contra la naturaleza. Es en esta última ideadonde Lactancio rescata o retoma plenamente como presupuesto de la vida moral el pesimismo de Arnobio sobre la condición humana, piedra angular del pensamiento de muchos padres de la Iglesia posteriores a Lactancio, como el propio San Agustín. Para Lactancio, la naturaleza humana es radical y totalmente contraria a la vida moral y religiosa. Nada hay en ella que la rescate y atraiga al espíritu. Pero este pesimismo es utilizado por Lactancio como fundamento de la vida moral y religiosa. Si la naturaleza no fuese fundamentalmente perversa, la virtud misma sería imposible de concebir.

Todo se centra para el hombre en el reconocimiento y culto de Dios. Esta es su esperanza y salvación, y éste es también el grado supremo de sabiduría que puede alcanzar un hombre. Para Lactancio, ese grado más alto de sabiduría no pasa por la filosofía. La filosofía busca la sabiduría, pero no es la sabiduría misma con mayúsculas, sino una parte de ella. La filosofía no logra alcanzar el conocimiento verdadero de las cosas, como enseñan con razón Sócrates y los académicos. Las disparidad de las escuelas filosóficas hace imposible orientarse entre sus opiniones si no se posee de antemano la verdad. Por consiguiente, sólo la revelación divina puede proporcionar la verdad. La dialéctica filosófica, como tal, como instrumento, se torna un mecanismo inútil. Carlos Herraiz García

TACIANO

Nació en Siria. Incansable viajero y lector, estaba versado en la culturagrecorromana de la época. Aunque llegó a Roma como retórico itinerante, se interesó por el cristianismo del momento y comenzó a relacionarse con Justino Mártir, del que tal vez fuera alumno. En el iluminador relato de su conversión, Taciano dice: “Empecé a preguntarme de qué modo me sería posible encontrar la verdad”. Refiriéndose a su toma de contacto con la Biblia, agrega: “Vinieron casualmente a mis manos unas escrituras bárbaras, más antiguas que las doctrinas de los griegos y, si a los errores de éstos se mira, realmente divinas. Y hube de creerlas por la sencillez de su dicción, por la naturalidad de los que hablan, [...] por la previsión de lo futuro, por la excelencia de los preceptos y por [su enseñanza sobre] la unicidad de mando en el universo”. Taciano no vaciló en invitar a sus contemporáneos a examinar el cristianismo que conocía y a contrastar su simplicidad y claridad con la confusión del paganismo. ¿Qué lecciones extraemos de sus obras?

¿Qué revelan sus escritos? En sus escritos, Taciano se nos presenta como apologista, es decir, como ardoroso defensor de su fe. Frente a la filosofía pagana, adopta una actitud intransigente de total repudio. Así, en su Discurso contra los griegos subraya la inutilidad del paganismo y la lógica del cristianismo de su época. Con gran aspereza estilística, expresa su más absoluto desdén por la cultura griega. Por ejemplo, comenta de Heráclito que “puso en evidencia su ignorancia [...] la manera como murió; porque, atacado de hidropesía”, y habiendo cultivado tanto “la medicina como la filosofía, se envolvió en fiemo [estiércol] de buey y, endurecido éste, le produjo convulsiones en todo su cuerpo y murió de espasmo”. Taciano tenía en gran estima la creencia en un único Dios, Creador de todas las cosas (Hebreos 3:4). En su Discurso contra los griegos, indica que el Altísimo es un “espíritu” y destaca que “él solo [es] sin principio y, a [la] par, principio de todo el universo” (Juan 4:24; 1 Timoteo 1:17). En demostración del aborrecimiento que siente ante el empleo de imágenes en el culto, Taciano escribe: “¿Cómo voy a declarar por dioses a la leña y a las piedras?” (1 Corintios 10:14). Creía que la Palabra, o Logos, era el primogénito del Padre celestial, su primera obra, al que luego utilizó para crear el universo físico (Juan 1:1-3; Colosenses 1:13-17). Con respecto a la resurrección que se producirá en el momento designado, dice: “Creemos que habrá resurrección de los cuerpos después de la consumación del universo”. Y explica así la razón por la que fallecemos: “No fuimos creados para morir, sino que morimos por nuestro pecado. Nos perdió nuestro libre albedrío; y hemos quedado esclavizados, los que éramos libres; por el pecado hemos sido vendidos”. Por otro lado, la explicación que ofrece referente al alma resulta confusa: “Nuestra alma no es por sí misma inmortal, sino mortal. Pero es también capaz de la inmortalidad. Si no conoce la verdad, muere y se disuelve con el cuerpo, pero resucita luego y juntamente con el cuerpo, en la consumación del mundo, para recibir como castigo una muerte inmortal”. No está muy claro qué quiso indicar con tales palabras. ¿Sería que, al tiempoque se aferraba a algunas doctrinas bíblicas, trataba también de ganarse las simpatías de sus contemporáneos, y por ello contaminó las verdades de las Escrituras con ideas filosóficas paganas? Otra notable producción de Taciano es una concordia de los cuatro Evangelios conocida como el Diatessaron. Taciano fue el primero que entregó a las congregaciones de Siria los Evangelios en su propia lengua. Este libro, que fusionaba los cuatro Evangelios en un solo relato, pasó a utilizarse en la Iglesia de Siria y gozó de gran reconocimiento. ¿Cristiano o hereje? Cuando se examinan con cuidado sus escritos, resulta patente que Taciano conocía bien las Escrituras y las respetaba profundamente. En un pasaje describe así la influencia que habían ejercido en su persona: “Soy yo quien no busco la riqueza; el mando militar lo rechazo; la fornicación la aborrezco; no me dedico a la navegación llevado por codicia insaciable; [...] huyo de la vanagloria [...]. Veo que uno solo es el sol para todos, una sola también la muerte, ora a través del placer, ora [en medio] de la indigencia”. Además, Taciano exhorta así al lector: “Muere al mundo, desechando su locura. Vive para Dios, rechazando por medio de su conocimiento tu viejo [modo de ser]” (Mateo 5:45;1 Corintios 6:18; 1 Timoteo 6:10). Por otro lado, en su obra Sobre la perfección según los preceptos del Salvador, asigna origen diabólico al matrimonio y lo condena con vehemencia por considerar que quien secasa vincula su carne al mundo corruptible. Parece que en el año 166, tras la muerte de Justino Mártir, fundó la secta rigorista de los encratitas (o al menos se afilió a ella), cuyos partidarios practicaban un estricto control del cuerpo y llevaban una vida ascética que exigía abstenerse del vino, del matrimonio y de tener posesiones.