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Inversión Extranjera Directa y Convergencia Regional
Raquel Díaz Vázquez
Universidad de Vigo
E-mail: [email protected]
1. INTRODUCCIÓN
Sin duda, dos son los rasgos que definen el mapa actual económico y político. Por una
parte, el denominado y tantas veces aludido proceso de globalización o mundialización
que, en palabras de Benko (1996, página 41) se refleja en la “aceleración planetaria de
flujos de intercambios, tecnologías, culturas, informaciones y mensajes”, de forma tal que
las fronteras entre países tienden a “desaparecer”. De hecho, en los últimos años hemos
sido, no sólo espectadores, sino también protagonistas de un gran número de acuerdos
internacionales (en materia comercial fundamentalmente, aunque no exclusivamente) entre
numerosos países en todo el mundo. Pensamos y actuamos, desde un punto de vista
económico y político, como miembros de una entidad supranacional que es quien “marca”
las directrices, a la vez que perdemos parte de la “autonomía nacional”.
Por otra parte, paralelo a estos hechos, está emergiendo, dentro de las propias fronteras de
cada nación (cada vez más “debilitadas”), un acusado interés y preocupación por las
identidades de las diferentes entidades sub-nacionales, ya sean locales o regionales, a la
vez que un intento de reforzar el papel que estas regiones puedan tener en la toma de
decisiones que a ellas mismas les puedan afectar. Así, en el plano académico, se
desarrollan estudios sobre las causas que están detrás del crecimiento en las diferentes
regiones, los motivos que generan que unas crezcan más que otras, las causas de las
diferencias entre las regiones “ricas” y “pobres”, las posibilidades de eliminar dichas
diferencias o el papel del estado, entre otros.
Y es en este “doble” contexto (globalización y regionalismo) en el que empieza a surgir un
creciente interés por el estudio de las consecuencias que este proceso de globalización
también podrían generar dentro de un ámbito estrictamente regional, es decir, como
amplificador o reductor de las diferencias interregionales.
Sin embargo, cuando se analizan las posibles consecuencias de estos nuevos espacios
económicos y políticos supranacionales, los estudios se suelen remitir al análisis de los
efectos comerciales exclusivamente, o bien adoptan una óptica nacional1.
Pero esta liberalización que hemos constatado inicialmente en el comercio internacional,
también estuvo acompañada por acuerdos bilaterales o multilaterales en materia de
inversiones extranjeras. Es el caso del Free Trade Agreement of the Americas –que
incorpora un nuevo marco para la inversión extranjera-, el ASEAN Investment Area, en
Asia, o la Organization of African States. El resultado de estos y otros acuerdos similares
fue un incremento en las entradas internacionales de Inversión Extranjera Directa (IED2) a
tasas nunca vistas antes y considerablemente superiores a las del comercio internacional.
En particular, desde mediados de los años 80, y con la excepción del período 1991-1992,
las entradas mundiales de IED alcanzaban un récord histórico cada año. La tasas de
crecimiento anual de IED eran considerablemente superiores a las registradas por otras
variables macroeconómicas relevantes como el Producto Interior Bruto (PIB) o la
Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF). Y únicamente han podido ser frenadas ante la
situación económica general vivida durante el año 2001.
Lógicamente, este intenso crecimiento en las entradas mundiales de IED está motivando
que sus determinantes y efectos comiencen a ser objeto de análisis tanto por parte de la
comunidad científica internacional como por parte de las autoridades de política
económica. Aunque el debate sobre los costes y beneficios para los países receptores de
IED aún no ha concluido, la idea de que la IED puede ser una “engine of growth” ha sido
aceptada por todo el mundo económico y político. La IED no es vista tan sólo como un
recurso externo para financiar el crecimiento de una economía cuando su capacidad de
financiación interna es reducida. La IED no sólo contribuye a ampliar el tejido empresarial
nacional, sino que también lo moderniza y lo internacionaliza. La IED no es sólo una
transferencia de capital. Habitualmente la IED va acompañada de una serie de activos
intangibles específicos a la empresa que se embarca en dicha inversión internacional. Los
cambios en el sistema de producción, los nuevos métodos de dirección, las innovaciones
tecnológicas, el know how, la mayor capacidad de innovación, son algunos aspectos
1 Véase Cuadros y otros (2001) o Carnicero (2001). 2 Se considera IED al movimiento de capital financiero realizado por no residentes y cuya finalidad consiste en el ejercicio de una influencia efectiva sobre la gestión de la empresa en la que se revierte dicho capital. Según la OCDE y el FMI, existe dicha influencia efectiva si la participación del inversor es igual o supera el 10% del capital social de la empresa, o si no alcanzando dicho porcentaje, el inversor forma parte, de modo directo o indirecto, de su órgano de administración.
2
cualitativos de la IED que van más allá de la propia empresa inversora y que generan
efectos positivos sobre la localización receptora al incrementarse la capacidad de
producción de las empresas ya instaladas en dicha localización a través de los spillovers
que generan las empresas multinacionales recién llegadas. En definitiva, la IED es un
factor más que ayuda al crecimiento de las localizaciones receptoras. Ello explica que tanto
países desarrollados como países en vías de desarrollo se vean sometidos a un proceso de
competencia por la captación de dichas inversiones. Un proceso en el que también
participan las diferentes regiones dentro de una misma nación.
Sin embargo, en esta “lucha” constante por mostrarse “más atractivos” para los inversores
extranjeros -y conseguir, así, la mayor cuota posible de estos flujos internacionales de
capital con fines productivos-, los principales ganadores, tanto en el contexto internacional
como en el regional, siguen siendo las economías más desarrolladas. A nivel internacional,
los países más desarrollados han llegado a recibir más del 80% de las entradas mundiales
de IED, un porcentaje superior al de su participación en el PIB mundial. Y lo mismo
sucede cuando profundizamos a nivel regional. En España, tan sólo la Comunidad de
Madrid, ha llegado a acaparar más del 70% de las entradas totales de IED en nuestra
economía. Se deduce fácilmente de ello que, si los grandes beneficiados en la atracción de
IED son las principales economías desarrolladas, los efectos positivos sobre el crecimiento
se concentran fundamentalmente en estas economías desarrolladas. Teniendo en mente esta
idea, es lógico suponer que la IED puede estar constituyendo un freno al “teórico” proceso
de convergencia tanto entre países más y menos desarrollados, como, dentro de cada uno
de ellos, entre regiones más desarrolladas y menos desarrolladas, en la medida en que las
economías menos desarrolladas no reciben esta capacidad productiva y tecnológica
adicional que sí reciben las más desarrolladas.
Este trabajo constituye un primer paso en el intento de esclarecer los vínculos y
consecuencias entre entradas de IED, crecimiento económico y convergencia económica,
dada la situación actual. Su objetivo es presentar los elementos (teóricos y reales) que nos
mostrarán la situación actual y que nos invitarán a la reflexión, a la vez que proporcionar
argumentos que sustenten la idea de que la IED puede estar constituyendo un freno real al
proceso de convergencia regional. Para ello, se estructurará como sigue. Tras esta breve
introducción se realizará un breve repaso a la literatura existente sobre las posibles
relaciones entre IED y crecimiento económico, así como sus posibles implicaciones sobre
la convergencia económica. Al mismo tiempo, se construye un modelo teórico que muestra
3
ese posible papel negativo de la IED sobre la convergencia regional. En la Sección 3 se
expondrán los hechos económicos que nos permitirán argumentar el efecto negativo de las
entradas internacionales de IED, dado el patrón actual, sobre la convergencia de las
regiones españolas. La Sección 4 expone algunas de las posibles implicaciones en el
terreno de la política económica. El trabajo finaliza con las principales conclusiones que se
pueden extraer de este estudio.
2. LAS TEORÍAS
Desde que A. Smith publicó su Riqueza de las Naciones, pocos son los economistas
interesados por el crecimiento y desarrollo económico que no defienden que aquellos
países que adoptan estrategias de apertura internacional conseguirán mayores tasas de
crecimiento económico que aquellos otros que se cierran al exterior. Y aunque dentro de
estas estrategias aperturistas, inicialmente, únicamente se incluían los intercambios
internacionales de bienes, ante la situación económica actual los movimientos
internacionales de capitales se han sumado rápidamente a estas estrategias encaminadas a
conseguir un mayor nivel de crecimiento y desarrollo económico. En un primer momento,
el recurso al crédito externo para financiar las reformas estructurales nacionales, o los
procesos de capitalización internos era la primera opción. Pero éste se sustituye de forma
paulatina y progresiva por las entradas masivas de inversión extranjera en forma de IED al
ser considerada ésta, además, como una fuente adicional de crecimiento.
Son numerosos los estudios que analizan las vías a través de las cuales es posible sostener
esta afirmación3 y, aunque en términos generales, se mantiene que es un fenómeno
complejo, sí es posible establecer las siguientes conexiones:
• IED es, esencialmente, inversión. Si bien, aunque no toda la IED puede ser
considerada como sinónimo de FBCF –dado que bajo IED también se incluyen las
compras de empresas ya existentes y los préstamos a largo plazo-, una parte
importante de la IED, la integrada por la creación de nuevas empresas, así como las
ampliaciones de las existentes, sí es inversión nueva, es la denominada inversión
tipo greenfield, inversión que amplía la capacidad productiva nacional y que actúa
como sinónimo de la FBCF. En la medida en que supone un aumento en el stock de
3 Véase, entre otros, Wei, 1995; Balasubramanyan et al., 1996 o de Mello, 1997).
4
capital nacional, es fuente de crecimiento (Carrascosa Morales, 1990; Díaz
Vázquez, 2002 y 2003a).
• Pero incluso en aquella parte en que la IED no sea inversión nueva, la IED podría ir
acompañada de mejoras tecnológicas que afectarían a la producción total de la
empresa extranjera gracias a sus activos específicos (Egger y Pfaffermayr, 2001).
• A partir de aquí, la IED también mejoraría la eficiencia de las empresas nacionales
en las localizaciones receptoras, ya no sólo a través de los efectos spillovers que
generaría la empresa inversora, sino también al generarse un marco de competencia
más intenso entre las empresas nacionales ya instaladas y la recién llegada empresa
extranjera (Coe y Helpman, 1995; Blomström y Kokko, 1998, o Buckley et al.,
2002, entre otros).
• Gracias a estos últimos efectos de tipo cualitativo, la IED podría convertirse en una
importante fuente para conseguir nuevos avances tecnológicos o mejoras en el
capital humano en las regiones menos desarrolladas y, así, promover su propio
crecimiento y desarrollo. La IED generaría, con ello, no sólo crecimiento a corto
plazo, sino también a largo plazo, tanto bajo el contexto neoclásico de crecimiento
como en el marco de las nuevas teorías de crecimiento endógeno (Buckley et al.,
2002).
• Además, las empresas transnacionales tienen una gran capacidad exportadora, lo
que incrementa el grado de aperturismo de la localización receptora y la inserción
internacional de las economías regionales, aumentando con ello los beneficios del
liberalismo comercial internacional (UNCTAD, 1992).
De hecho, ya en el año 1992, la propia UNCTAD elaboró un cuadro (cuadro 1) en el que se
exponían las vías a través de las cuales las empresas transnacionales afectarían al proceso
de crecimiento en las localizaciones receptoras de IED.
Sin embargo, pese a estas consideraciones generales que defienden que la IED es una
fuente adicional de crecimiento y, por ello, sería altamente beneficiosa para las regiones
menos desarrolladas, la literatura sobre IED y crecimiento, muestra que las cosas no son
tan sencillas cuando se trata analizar el efecto real de esta IED en las economías menos
avanzadas.
5
Cuadro 1
Empresas multinacionales y el proceso de crecimiento en las economías receptoras
Inversión
Formación de capital
Mejoras de eficiencia
Incrementos en la productividad
Tecnología Nuevos equipos
I+D
Comercio Expansión de las exportaciones
Importaciones a menores costes
Recursos humanos
Efecto aprendizaje
Empleo
Cualificación
Formación
El entorno
Mejora medidas antipolución
Acceso a tecnologías “limpias”
Vínculos con empresas locales
Fuente: UNCTAD, World Investment Report 1992: Transnational Corporations as Engines of Growth.
Una de las razones es que la productividad de este capital foráneo y, por lo tanto, sus
efectos sobre el crecimiento, depende de las propias condiciones iniciales –tanto
económicas como tecnológicas- del país receptor (Buckley et al., 2002). Así, de Mello
(1997) defiende que sólo si existe un importante nivel de capital humano en la economía
receptora, la IED generaría incrementos en la productividad. Y en los mismos términos,
Borensztein et al. (1998) demuestran que sólo si existe un determinado stock de capital
humano la IED sería más productiva que la inversión nacional.
A este problema, hay que añadirle el hecho de que, empíricamente, la relación de
causalidad entre IED y crecimiento, no está clara. El crecimiento económico, no sólo es
una consecuencia, sino que también es una de las principales causas que generan entradas
de IED. Goldberg (1972) mantuvo que las inversiones estadounidenses en la CEE se
explicaban por el crecimiento en el tamaño del mercado de esta zona y Root y Ahmed
(1979) demostraron que la tasa del crecimiento del PIB era uno de los mejores atractivos
para la inversión en los países en desarrollo. Culem (1988) también obtuvo que esta
variable era un factor importante en la determinación de los flujos bilaterales de IED de
6
algunos países desarrollados y de la IED intraeuropea. Bajo-Rubio y Sosvilla-Rivero
(1994) y Díaz Vázquez et al. (1996) demuestran que el tamaño del mercado es la variable
con mayor efecto positivo para la atracción de IED en la economía española, y Díaz
Vázquez (2003b) afirma que el tamaño del mercado junto con la Productividad Total de los
Factores (PTF) son las dos variables principales que justifican la distribución regional de la
IED en la economía española. De Mello (1996) también demuestra que la acumulación del
capital y el crecimiento en la PTF determinan la atracción de IED en Brasil, aunque para la
economía chilena obtiene que la IED es la que determina el crecimiento del output y de la
PTF. Y Basu et al. (2003) demuestran, usando un panel de 23 países en vías de desarrollo
que, para las economías abiertas, existe una relación bidireccional de causalidad entre IED
y PIB, mientras que para las economías cerradas, fundamentalmente, es el crecimiento
económico el que motiva las entradas de IED.
La situación se vuelve aún más compleja cuando lo que se quiere es analizar el posible
efecto que estas entradas de IED puedan tener sobre la convergencia regional.
Hasta ahora hemos expuesto argumentos que relacionan las entradas de IED con el
crecimiento económico en las localizaciones receptoras. Entonces ¿qué ocurre con el
“famoso” proceso de convergencia al que “teóricamente” se encuentran sometidas las
diferentes economías?.
Como sabemos, el modelo neoclásico tradicional de economía cerrada predice
convergencia. El supuesto de rendimientos decrecientes implica, automáticamente, que
todas las economías tenderían a converger en el sentido de que las economías menos
desarrolladas crecerían más rápidamente que las más desarrolladas. La razón es la
siguiente: dado que las economías menos desarrolladas tendrían un stock de capital menor
que las economías más desarrolladas, por el supuesto de rendimientos marginales
decrecientes en el capital, la tasa de crecimiento de las economías menos desarrolladas
sería superior a la de las economías más desarrolladas, por lo que existiría convergencia.
Esto se produciría independientemente de si las economías tienen o no similares
tecnologías, tasas de ahorro o crecimiento de la población. Incluso en estos últimos casos,
el modelo predice convergencia condicional4.
Sin embargo, esto no es lo que predicen los modelos de crecimiento endógeno
unisectoriales, dado que no consideran el supuesto de rendimientos marginales
decrecientes en factores productivos. 4 Véase, entre otros, Barro y Sala-i Martín, 1991 y 1992; Mankiw, Romer y Weil,1992).
7
La inclusión de movilidad internacional del capital en ambos enfoques no altera
significativamente los resultados. Dentro del modelo neoclásico, seguiría existiendo
convergencia dado que, por el supuesto de perfecta movilidad del capital entre países, se
producirían desplazamientos instantáneos de capital desde las economías más desarrolladas
a las menos desarrolladas. Sin embargo, la realidad nos muestra que esto no es
exactamente así. En lo referente a las entradas internacionales de IED, en los últimos años,
los principales países receptores son los propios países más desarrollados. Las entradas de
capital se concentran en los países más desarrollados, por lo que son éstos los que
constatan un aumento en el stock del capital (nacional y extranjero), generándose por ello
una tasa de crecimiento mayor que en el supuesto de que no existiesen dichas entradas de
IED. Las tasas de crecimiento de los países desarrollados receptores de IED se
incrementarían, frenando con ello la tendencia hacia la convergencia. Si a este hecho se le
suma el supuesto de que el efecto de la IED sobre el crecimiento está positivamente
relacionado con las condiciones tecnológicas (en un sentido amplio) y económicas de
partida, el freno a la convergencia entre las distintas economías sería aún mayor.
Y no existen grandes posibilidades de “eliminar” ese efecto “freno” al proceso de
convergencia generado por una IED que se localiza en las economías desarrolladas. La
difusión tecnológica, otro de los efectos positivos de la IED sobre el crecimiento también
se puede convertir en un efecto negativo desde el momento en que la IED se concentra en
los propios países generadores de nuevas tecnologías. La posibilidad de que los países
menos desarrollados (seguidores) imitasen la tecnología de los países más desarrollados
(líderes) podría permitir la convergencia teórica incluso dentro de los modelos de
crecimiento endógeno (Barro y Sala-i-Martín, 1994). Sin embargo, este proceso de
imitación también se ve limitado en el momento en que los intercambios tecnológicos vía
IED también se concentra en los propios países desarrollados.
Todas estas hipótesis y sus implicaciones se pueden exponer claramente de forma analítica.
Para ello planteamos un nuevo modelo. El objetivo es analizar cómo la velocidad de
convergencia puede verse modificada por la existencia de entradas de IED. Por tanto, el
punto de partida no podrá ser el tradicional modelo de Solow con movilidad del capital -
dado que el capital no está fluyendo de los países más desarrollados a los menos
desarrollados-, ni los modelos de crecimiento endógeno –dado que aunque existe difusión
tecnológica a través de la IED, ésta tendría lugar básicamente entre los países más
desarrollados-.
8
Consideraremos inicialmente una economía cerrada, sin movimientos internacionales de
capital. En este contexto, podemos plantear una ecuación de convergencia absoluta del
tipo:
−=
−= +
−
+
−
+
+
+
−
YY
YY
YY
YYd 1αα [1]
donde representaría la renta o el PIB de los países o regiones más desarrolladas, e Y
lo mismo pero para las economías menos desarrolladas y el valor y signo de
+Y −
+
−
YYd indicarían si las economías se están acercando o alejando. Un signo positivo
implicaría convergencia, dado que vendría dado por el hecho de que las economías menos
desarrolladas crecen más que las más desarrolladas. En los mismos términos, el signo
negativo implicaría divergencia.
Como se puede comprobar además, el valor de la ratio +
−
YYd dependería, por una parte, de
lo lejos que las economías menos desarrolladas estuviesen de las más desarrolladas.
Implícitamente, estamos asumiendo uno de los principales resultados del modelo de
Solow. En una economía cerrada, si
−
+
−
+
+
YY
YY
es positivo, entonces
+
−
YYd tenderá a
aumentar, lo que significa que las economías menos desarrolladas se aproximan a las más
desarrolladas. Sin embargo, el valor y signo final de +
−
YYd depende también de α , siendo
α la velocidad de convergencia. Si α es positivo, entonces, dado que por definición,
+
−
YY
−1 es mayor que cero, +
−
YYd también sería positivo, lo que significaría que el
diferencial del PIB o la renta estaría disminuyendo, al aumentar la ratio +
−
Y
Y . Esto implica
que +
−
YYd no solo depende de la distancia que existe entre las economías más y menos
desarrolladas, mayores (menores) α suponen mayores (menores) +
−
YYd para un mismo
−
+
−
+
+
YY
YY . En equilibrio, 1=
+
−
Y
Y y habría convergencia absoluta, por lo que +
−
YYd sería
9
igual a cero dado que 0=− +
−
YY1 . Por otra parte, si α es negativo, habría divergencia, aún
cuando
−
+
−
+
+
YY
YY fuese positivo.
Yf
FDI
FDI
YYd
Si consideramos la existencia de flujos internacionales de capital bajo la forma de IED, y
asumimos la evidencia empírica sobre los efectos de esta IED sobre el crecimiento, es
posible, a través de este modelo determinar sus efectos sobre la velocidad de convergencia.
Supongamos por ello que el crecimiento de las rentas de las economías que reciben IED y
sus efectos sobre la convergencia viene dada por la siguiente expresión:
−=
−= +
−
+
−
+
+
+
−
FDI
FDIFDI
FDI
FDI
FDI
FDIFDI
FDI
FDI
YY
YY
YY
YYd 1αα [2]
donde el subíndice IED hace referencia al hecho de que ahora se supone que las economías
reciben entradas de IED que afectan a su propio crecimiento y que, por ello, alteran los
valores de su nivel de renta o PIB ( ). −−++ YYY FDIFDI f ,,
Si aceptamos que la IED genera crecimiento, y asumiendo que la IED se concentra en las
economías más desarrolladas, las tasas de crecimiento de las economías más desarrolladas
se verían afectadas en mayor medida que las de las economías menos desarrolladas por el
efecto de las entradas desiguales de IED. Por ello, si bien es cierto que, tanto
como , también se verificaría que
−− dYdYFDI f
++ dYdYFDI f +
−
+
−
YYd
YYd p , al aumentar la ratio +
−
FDI
FDI
YY en
menor medida que la ratio +
−
YY , y eso implicaría que αα pFDI (ya que
+
−−
FDI
FDI
YY1 sería
mayor que +
−−
YY1 , por lo que al ser +
−
+
−
YYd
FDI
FDI p , obligadamente αα pFDI ). Aun
asumiendo que, a priori, existiría convergencia absoluta (α positivo), la existencia de
entradas de IED de acuerdo con el patrón internacional observado en los últimos años
reduciría esa velocidad de convergencia. En definitiva, si la IED es fuente de crecimiento y
si se produce una concentración de dicha IED en las regiones más desarrolladas, la IED se
convierte en un claro freno al proceso de convergencia entre regiones.
Del mismo modo, podemos constatar que si la IED se concentra en las regiones menos
desarrolladas la velocidad de convergencia se incrementa cuando +
−
FDI
FDI
YY aumenta más que
10
la ratio +
−
Y
Y . Sin embargo, como apuntan Buckley et al. (2002), Borensztein et al. (1998) o
de Mello (1997), este último supuesto no siempre se verifica, dado que el efecto de la IED
en el crecimiento depende del nivel tecnológico de la economía receptora. Por ello, el
efecto de las entradas de IED en la convergencia cuando estos flujos están concentrados en
las economías menos desarrolladas dependería, por una parte, del efecto propio de la IED
en el crecimiento, pero también del gap tecnológico entre las economías más y menos
desarrolladas.
3. LOS HECHOS QUE INVITAN A LA REFLEXIÓN
El principal argumento que hemos utilizado hasta el momento podría resumirse en la
siguiente frase: la IED parece tener efectos positivos sobre el crecimiento, pero en términos
de convergencia, el resultado depende de dónde se localice dicha inversión. Si la IED se
localiza en las economías menos desarrollados existiría convergencia, originada tanto por
el aumento en el stock de capital como por los incrementos que se constatarían en la
productividad de las empresas del país receptor gracias a los avances tecnológicos
incorporados. Si la IED se localiza en las economías menos desarrolladas, los efectos
positivos sobre la convergencia ya son más dudosos, dado que el incremento en el stock de
capital se genera en mayor medida en las economías más desarrolladas y la difusión
tecnológica también se concentra en dichas economías.
El objetivo de este apartado consistirá en mostrar cómo, dado el patrón de localización
real, la IED puede ser un importante freno al proceso de convergencia regional en el caso
de la economía española.
La economía española no ha permanecido ajena al proceso de globalización internacional
y, tras la adhesión de España a la entonces “CEE”, la IED empieza a convertirse en un
elemento clave en los procesos de capitalización, tanto nacional, como regionales. Las
entradas de IED en nuestra economía mantienen unas tasas de crecimiento desde mediados
de los años ochenta que superan ampliamente las detectadas en períodos anteriores o las
que constataron otras variables económicas relevantes como el PIB o la FBCF, siendo
espectacular el incremento detectado a finales de siglo.
11
Gráfico 1
Evolución de la IED en España (1980-1997)
(Importes en miles de euros)
0
2,000,000
4,000,000
6,000,000
8,000,000
10,000,000
12,000,000
14,000,000
16,000,000
18,000,000
1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997
IED bruta a partir de la homogeneización realizada por Muñoz Guarasa (1999)Entradas de IED bruta a partir de los Proyectos de Inversiones Autorizados o Verificados
Fuente: Elaboración propia a partir de Muñoz Guarasa (1999, página 121) y la Dirección General de Comercio e Inversiones.
Gráfico 2
Evolución de la IED en España (1985-2002)
(Importes en miles de euros)
0
10,000,000
20,000,000
30,000,000
40,000,000
50,000,000
60,000,000
70,000,000
80,000,000
1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002
Entradas de IED a partir de los Proyectos de Inversión Autorizados o VerificadosFlujo de Inversión Bruta según el Registro de Inversiones ExterioresFlujo de Inversión Bruta Efectiva según el Registro de Inversiones ExterioresFlujo de Inversión Bruta Efectiva descontada la dirigida a Empresas Tenedoras de Valores Extranjeros
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la Dirección General de Comercio e Inversiones.
12
El conocido “efecto CEE” que se aprecia claramente en el gráfico 1 parece incluso
inexistente cuando se introduce la evolución de las entradas de IED en nuestra economía
en los años finales de la década de los noventa y principios del siglo XXI (gráfico 2). Una
evolución que, sin embargo, debe ser matizada dados los cambios cualitativos y
metodológicos que se producen en la forma de realización de la IED en nuestra economía y
que, a partir de 1999 incluyen las inversiones directas en valores negociables. Destacar
también el elevado peso de la IED realizada en Empresas Tenedoras de Valores
Extranjeros (ETVE) a partir de esa fecha y que es quien, en gran parte, determina la
evolución de las entradas de IED en nuestra economía en este período5.
Tabla 1
Evolución de la IED en términos de PIB y FBCF en España
Ratio IED bruta /PIB
Ratio IED bruta
efectiva/PIB
Ratio IED bruta /FBCF
Ratio IED bruta
efectiva/FBCF
1985 0.99 5.18 1986 1.24 6.37 1987 2.01 9.67 1988 2.10 9.28 1989 2.76 11.46 1990 3.63 14.84 1991 4.19 17.61 1992 3.22 14.78 1993 3.04 15.33 1994 3.58 18.04 1995 2.45 1.93 1.29 11.80 8.77 5.89 1996 2.83 2.03 1.21 13.94 9.39 5.60 1997 3.29 2.78 1.39 16.00 12.71 6.35 1998 2.62 1.59 11.44 6.93 1999 5.39 3.34 22.38 13.87 2000 11.07 6.47 43.70 25.54 2001 7.79 5.24 30.64 20.62
Fuente: Elaboración propia a partir de la Dirección General de Comercio e Inversiones (Proyectos de Inversiones exteriores hasta 1997 y Registro de Inversiones desde 1995) y la Contabilidad Nacional del INE (Bases 1986 hasta 1997 y Base 1995 desde 1995).
5 Para un estudio detallado de los factores que determinaron la evolución de las entradas de IED en nuestra economía durante el período 1999-2001 véase Díaz Vázquez (2004).
13
Como consecuencia de este continuado incremento de IED en nuestra economía, ésta ha
pasado de presentar un porcentaje de poco más de un 1% en términos de PIB en 1986 a
casi un 8% en el año 2001 y alcanzando un máximo histórico en el año 2000 con más de
un 11%. Con respecto a la FBCF, los datos son aún más espectaculares: en el mismo
período pasa de algo más de un 5% a superar el 30%. El dato del año 2001 (más de un
43%) no pasa inadvertido. Además, se debe tener presente que la nueva metodología de la
Contabilidad Nacional ha implicado un aumento en los valores registrados del PIB y la
FBCF, lo que incluso sesga a la baja los datos obtenidos para estas ratios a partir de 1995
en comparación con los de los años anteriores.
Gráfico 3
Evolución de la IED en términos de la FBCF
0.00
5.00
10.00
15.00
20.00
25.00
30.00
35.00
40.00
45.00
50.00
1985 1986 1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001
Flujo de inversión bruta registrada en términos de la FBCF (Base 1986)Flujo de inversión bruta registrada en términos de la FBCF (Base 1995)Flujo de inversión bruta efectiva en términos de la FBCF (Base 1995)
Fuente: Elaboración propia a partir de la Dirección General de Comercio e Inversiones (Proyectos de Inversiones Exteriores hasta 1997 y Registro de Inversiones desde 1995) y la Contabilidad Nacional del INE (Bases 1986 y 1995).
A pesar de todo, e incluso considerando solamente los datos de IED bruta efectiva, el valor
de la ratio IED/FBCF supera el 20% en los años 2000 y 2001, lo que nos puede
proporcionar una idea aproximada de la importancia que asume el capital extranjero en el
proceso de capitalización de la economía española.
Para entender el por qué de estas cifras nos basta con ver las tasas de crecimiento
interanuales de cada una de estas magnitudes. Exceptuando el período de recesión
14
económica nacional e internacional de primeros de los noventa, la IED siempre ha estado
creciendo a tasas muy superiores a las de las otras dos magnitudes. Es de destacar lo
ocurrido en los años 1999 y 2000. La tasa de crecimiento de la IED supera el 120%,
cuando el PIB lo hace a un 7% y la de la FBCF ronda el 13%.
Tabla 2
Evolución de la IED, PIB y FBCF en España
Tasa de crecimiento interanual de la IED
Tasa de crecimiento interanual del PIB
Tasa de crecimiento interanual de la FBCF
1986 43.13 14.62 16.42 1987 81.41 11.82 19.40 1988 15.95 11.11 20.82 1989 47.64 12.17 19.65 1990 46.17 11.32 12.83 1991 26.44 9.54 6.57 1992 -17.22 7.61 -1.36 1993 -2.61 3.13 -6.12 1994 25.03 6.33 6.28 1995 -26.25 7.67 12.71 1996 22.02 11.68 5.68 6.04 3.32 4.301997 22.90 45.64 5.63 6.44 7.03 7.661998 0.59 6.85 11.691999 120.54 7.05 12.762000 121.32 7.81 13.352001 -24.74 6.95 7.34
Fuente: Elaboración propia a partir de la Dirección General de Comercio e Inversiones (Proyectos de Inversiones exteriores hasta 1997 y Registro de Inversiones desde 1995) y la Contabilidad Nacional del INE (Bases 1986 hasta 1997 y Base 1995 desde 1995).
Sin embargo, si nos remitimos al estudio exclusivo de estas impresionantes cifras globales
que indicarían la creciente importancia de la inversión extranjera en el proceso de
capitalización nacional en su conjunto, nos estaríamos olvidando de un hecho de suma
importancia que alteraría las conclusiones iniciales: la gran territorialidad de la IED de
nuestra economía.
Al igual que lo que está ocurriendo a nivel internacional, la IED en España dista de ser un
fenómeno homogéneo territorialmente hablando. La IED en España muestra las mismas
características de concentración geográfica en las localizaciones más desarrolladas,
15
poniéndonos de nuevo en alerta sobre los posibles frenos que, sobre la convergencia
regional en nuestra economía, podrían estar generando estas entradas continuadas y
masivas de capital extranjero con fines productivos. Varios hechos nos lo demuestran.
Gráfico 4
Distribución regional de la IED en España
(Media del período 1985-1992)
Madrid (Comunidad)44%
Comunidad Valenciana
3%
Resto12%
País Vasco3%
Andalucía8%
Cataluña30%
Fuente: Elaboración propia a partir de los Proyectos de Inversión Autorizados o Verificados suministrados por la DGCI.
Gráfico 5
Distribución regional de la IED en España
(Media del período 1993-1999)
Madrid54%
Cataluña25%
Resto8%Navarra
2%Canarias3%
Andalucía3%
País Vasco5%
Fuente: Elaboración propia a partir del Registro de Inversiones Exteriores.
16
Gráfico 6
Distribución regional de la IED en España
(Media del período 2000-2002)
Madrid67%
Resto7%
Cataluña21%
Comunidad Valenciana
2%País Vasco
3%
Fuente: Elaboración propia a partir del Registro de Inversiones Exteriores.
Los gráficos 4 a 6 nos muestran claramente la distribución territorial de la IED en nuestra
economía y su evolución temporal desde mediados de los años ochenta. El predominio, en
términos cuantitativos, de la comunidad madrileña sobre el resto de autonomías es
evidente. Incluso ha aumentado notoriamente su participación en los últimos años. Le resta
participación a todas las comunidades restantes, incluida la catalana. Pese a ello, ambas
comunidades siempre han absorbido más del 70% de las entradas totales de IED en nuestra
economía, alcanzando casi el 90% como media entre los años 2000 y 2002. Ahora bien, si
durante el período 1985-1992, once comunidades autónomas debían repartirse un 12% de
las entradas totales, durante el período 2000-2002, son quince las que deben repartirse ese
mismo porcentaje.
Los datos exactos que se esconden detrás de esos gráficos aparecen resumidos en la tabla
3. Las entradas de IED en la Comunidad de Madrid constatan un máximo histórico en el
año 2000 que provoca una profunda intensificación en la concentración territorial de este
capital extranjero. Si previo a esta fecha, las entradas de IED en esta comunidad ya
representaban porcentajes próximos al 50%, en el año 2000, este porcentaje supera el 75%
y, a partir de entonces, nunca ha sido inferior al 50%. Un estudio exhaustivo de los datos
de la tabla 3 permite constatar además que, durante el período 2000-2002 hay 10
Comunidades Autónomas con participaciones en las entradas de IED inferiores al 1%,
17
cuando entre 1986-1990 solo eran 5 (lo que no dejaba de ser un hecho ya preocupante). El
cálculo del índice de Herfindahl nos corrobora esa tendencia a la concentración de una IED
ya fuertemente concentrada en las regiones más desarrolladas.
Tabla 3
Distribución regional de la IED(*)
(en tantos por cien)
Media
1986-1990 Media
1991-1995 Media
1996-1999 Media
2000-2002 C. Madrid 43.95 41.54 50.71 67.34 Cataluña 29.24 30.93 24.78 20.52 País Vasco 3.43 3.35 6.18 3.12 C. Valenciana 2.22 4.89 1.85 2.12 Canarias 1.89 0.86 4.27 1.61 Asturias 0.25 0.83 2.24 1.48 Andalucía 7.81 6.31 3.14 1.11 Murcia 0.33 0.81 0.42 0.70 Galicia 1.29 1.34 0.39 0.68 Baleares 1.91 1.43 0.99 0.38 Castilla y León 1.72 1.41 0.46 0.34 Aragón 1.98 1.51 1.58 0.22 C. Navarra 1.23 3.21 1.96 0.20 Castilla-La Mancha 1.08 0.69 0.24 0.09 Extremadura 0.46 0.24 0.12 0.04 La Rioja 0.77 0.25 0.21 0.04 Cantabria 0.43 0.40 0.46 0.01
Indice Herfindahl6 0.71 0.72 0.67 0.50
(*)Las cifras correspondientes al período 1986-1995 proceden de los Proyectos de Inversiones Autorizados y/o Verificados y las restantes del Registro de Inversiones, si bien las de 1996 y 1997 están elaboradas de acuerdo con el R.D. 671/1992 y las de 1998 a 2001 de acuerdo con el R.D 664/1999. Asimismo, a partir de 1999 se incluyen los flujos de inversión en sociedades cotizadas en las que el inversor adquiere al menos un 10% del capital de la empresa española7.
Fuente: Elaboración propia a partir de los Proyectos de Inversión Autorizados o Verificados suministrados por la DGCI y del Registro de Inversiones Exteriores en España.
Estas cifras adquieren un significado aún más preocupante cuando se comparan con el
tamaño regional de dichas comunidades receptoras de IED. Se suele argumentar que la
6 El Índice Herfindahl ha sido calculado a partir de la expresión ( 17,2
1=
− ∑
=
kIEDIEDk
j
j )1 . Cuando este
valor se aproxima a cero, la IED tendería a estar más y más concentrada. En cambio, si se aproxima a 1, la IED se estaría dispersando. 7 Véanse el Informe sobre inversiones exteriores, año 1999, (en el que se corrigen los datos de 1998), el Informe sobre inversiones exteriores, año 2000, (en el que se corrigen los datos de 1999) y siguientes, todos ellos publicados por la DGCI.
18
IED es atraída por el tamaño del mercado, y numerosos estudios así lo demuestran8. Sin
embargo, resulta evidente que no existe una relación de proporcionalidad entre la
distribución territorial de la IED en nuestra economía y el tamaño económico de las
diferentes autonomías cuantificado en términos de PIB. Los valores de la ratio IED/PIB
son claramente diferentes entre los distintos territorios. Para la Comunidad de Madrid, esta
ratio llega incluso a alcanzar un valor próximo al 35%, cuando para 7 comunidades –
Andalucía, Aragón, ambas Castillas, La Rioja, Extremadura y Cantabria- este porcentaje
no alcanza el 1% (véase la tabla 4).
Tabla 4
Ratio regional IED/PIB en España
(expresada en tantos por cien)
Media 1986-1990
Media 1991-1995
Media 1996-1999
Media 2000-2002
. Madrid 6.18 8.46 9.95 34.93 5.34 3.93 9.50 1.03 2.53 5.33
aís Vasco 1.06 1.62 3.60 4.47 0.74 4.28 3.47 1.07 0.53 2.30
. Valenciana 0.50 1.50 0.62 1.91 1.76 1.25 1.32
avarra C. Foral 1.79 6.37 3.26 1.08 0.73 0.23 1.01 1.51 0.70 0.71 1.25 1.36 0.65
astilla y León 0.45 0.75 0.22 0.49 a Rioja 2.01 1.01 0.85 0.47 astilla-La Mancha 0.43 0.58 0.23 0.22 xtremadura 0.30 0.47 0.20 0.18
0.86 1.01 0.06
CCataluña 3.35 Asturias 0.23 PCanarias 1.06 Murcia 0.34 CBaleares 1.69 NGalicia 0.40 Andalucía 1.25 Aragón 1.20 CLCECantabria 0.63
Fuente: Elaboración propia a partir de los Proyectos de Inversión Autorizados o Verificados suministrados por la DGCI, Registro de Inversiones Exteriores en España y Contabilidad Regional del INE (Bases 1986 y 1995).
Como resultado, el Índice de entradas de efectivas9 de IED nos vuelve a dibujar un
panorama en el que las desigualdades en la distribución territorial de las entradas de IED,
8 Véanse Goldberg (1972), Root y Ahmed (1988) Bajo-Rubio y Sosvilla-Rivero (1994), Díaz Vázquez et al. (1997) o Díaz Vázquez (2003b) entre otros. 9 Este índice se calcula como la ratio entre la tasa de participación de una región en la distribución internacional de las entradas de IED y su tasa de participación en el PIB total. Con ello se está asumiendo implícitamente que la IED se tendría que distribuir automáticamente, siempre, de forma proporcional al
19
aún relativizadas al considerar el tamaño económico, nos ponen de manifiesto una vez
más, el fuerte poder de atracción de IED que ejerce la Comunidad de Madrid, y la continua
pérdida de peso relativo del resto de comunidades.
Tabla 5
Índice de entradas efectivas de IED
Media
1986-1991 Media
1991-1995 Media
1996-1999 Media
2000-2002
C. Madrid 2.83 2.61 2.94 3.90 Cataluña 1.56 1.61 1.29 1.11 Asturias 0.09 0.33 0.92 0.65 País Vasco 0.52 0.54 0.98 0.49 Canarias 0.53 0.24 1.12 0.40 C. Murcia 0.14 0.33 0.18 0.29 C. Valenciana 0.22 0.50 0.19 0.22 Baleares 0.81 0.58 0.43 0.15 Galicia 0.23 0.24 0.07 0.13 C. Navarra 0.73 1.96 1.11 0.12 Andalucía 0.58 0.47 0.24 0.08 Aragón 0.57 0.44 0.48 0.07 La Rioja 1.00 0.33 0.27 0.06 Castilla y León 0.28 0.24 0.08 0.06 Castilla-La Mancha 0.30 0.19 0.07 0.03 Extremadura 0.24 0.13 0.07 0.02 Cantabria 0.32 0.30 0.37 0.01
Fuente: Elaboración propia a partir de los Proyectos de Inversión Autorizados o Verificados suministrados por la DGCI, el Registro de Inversiones Extranjeras en España y Contabilidad Regional del INE (Bases 1986 y 1995).
Los datos de la tabla 5 nos muestran que las entradas reales de IED en la Comunidad de
Madrid son en la actualidad tres veces superiores a las que teóricamente les debería
corresponder si la IED se distribuyese de forma proporcional al tamaño del mercado. En
cambio, otras 7 comunidades, sólo reciben una décima parte de lo que teóricamente
debería haberles correspondido. De hecho, únicamente la comunidad catalana, junto con la
madrileña han recibido a partir del año 2000 entradas de IED proporcionalmente superiores
a su participación en el PIB nacional. tamaño de las economías (medido por el PIB). En caso contrario, cuando esto no sucede, implicaría que existen otros factores que alteran (o bien de forma positiva o negativa) los planes iniciales de inversión extranjera como la inestabilidad política y macroeconómica, el acceso a recursos naturales, el capital humano o las infraestructuras, entre otros. Por ello, cuando una región muestra un valor de este índice superior a uno, implica que posee una serie de características que la convierten en más atractiva para la realización de IED que aquellas otras regiones que poseen un índice inferior a uno.
20
Todas estas cifras nos vienen a mostrar la importancia creciente de la IED en nuestra
economía, así como su alto grado de concentración en las comunidades ya más
desarrolladas, en claro paralelismo con lo que está sucediendo en el plano internacional.
Gráfico 7
Porcentaje que representa la IED en la Inversión Bruta Total de cada COMUNIDAD
AUTÓNOMA
100x
IIED
i
i
(Media del periodo 1985-1995)
0% 10% 20% 30% 40% 50%
C. Madrid
Cataluña
Navarra
Baleares
País Vasco
La Rioja
Andalucía
Aragón
C. Valenciana
Canarias
Cantabria
Asturias
Murcia
Castilla y León
Galicia
Castilla-La Mancha
Extremadura
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la DGCI y la Fundación BBV.
IEDi: Inversión Extranjera Directa recibida por cada Comunidad Autónoma. Ii: Inversión Bruta Total efectuada por residentes y no residentes en cada Comunidad Autónoma.
Pero hay un dato más que pone aún más en evidencia la posible influencia que pueden
estar ejerciendo estas entradas continuadas de capital extranjero en nuestra economía, en
términos de crecimiento y de posible freno, por tanto, en el proceso de convergencia
regional: la ratio IED/Inversión Bruta Total. Debe hacerse notar que los conceptos de
"inversión" a los que hace referencia cada uno de los componentes de esta ratio son
diferentes y, por ello, esta ratio, no muestra la parte del capital extranjero en el capital total
21
regional, aunque sí es capaz de establecer, en términos comparativos, en qué medida los
procesos de capitalización de una comunidad son sustentados en mayor o menor medida
por capital foráneo en relación con otra comunidad.
Los datos obtenidos para el período 1985-1995, previo a esa fase de auge del proceso
inversor en nuestra economía, permiten comprobar cómo en la Comunidad de Madrid, este
porcentaje es próximo al 50%, Cataluña y Navarra se sitúan en torno al 20% y, en el resto,
ni siquiera alcanza un 10%. Éste es, quizás, el hecho más inquietante. La contribución del
capital extranjero a los procesos de capitalización autonómicos dista mucho de ser
homogénea. En la Comunidad de Madrid puede llegar a ser hasta 5 veces superior a la del
resto del territorio. La teoría de que la IED puede estar actuando como un freno en la
convergencia regional se sustenta en unos hechos notoriamente significativos.
4. ALGUNAS IMPLICACIONES POLÍTICAS
Ante la importancia creciente que han estado asumiendo los flujos internacionales de IED,
sus efectos positivos sobre el crecimiento de las localizaciones receptoras, pero también
sus posibles consecuencias negativas en términos de convergencia económica dado el
patrón de distribución internacional y regional observado en los últimos años y que
acabamos de exponer, surge la necesidad de plantearse nuevos enfoques políticos que
supongan un cambio estructural tanto en la propia percepción del fenómeno de la IED,
como en el diseño de estrategias encaminadas a la modificación de ese patrón de
distribución internacional si lo que perseguimos es un desarrollo armónico y global de
todas las economías en su conjunto.
Por una parte, debemos admitir que los flujos internacionales de IED están asumiendo un
papel tan importante en el proceso de aperturismo y globalización de las diferentes
economías como el desarrollado por el comercio internacional, por lo que los debates sobre
temas como internacionalización, efectos de las economías exteriores o implicaciones
internacionales, entre otros, no deben limitarse al análisis de los flujos internacionales de
bienes y servicios, sino que se deben tratar ambos de forma conjunta. Ello implica una
revisión multilateral de las diferentes políticas nacionales que afectan a la IED, en el
mismo sentido que el GATT ha revisado las políticas dirigidas al comercio internacional.
Sin embargo, ante la desigual distribución internacional y regional de la IED, son
necesarias estrategias políticas consensuadas a nivel internacional y nacional en las que se
22
persiga que la IED tome como destino prioritario tanto los países menos desarrollados
como las regiones menos favorecidas. Con ello se evitaría la actuación de forma aislada de
los países y las regiones deseosas de participar en la recepción de estos flujos, limitando así
la posibilidad de entrar en una “lucha” desigual entre países y comunidades por la
captación de dichos flujos.
Dichas estrategias deberían contemplar aspectos no solo cuantitativos, sino también
cualitativos, a la vez que determinar el tipo de inversión extranjera, crédito internacional o
ayuda extranjera, entre otros. Se debe analizar con ello los posibles flujos de capital,
bienes, servicios, tecnología o cambios organizativos.
Cualquier enfoque multilateral que se adopte debería, además, contemplar los aspectos
regionales dentro de cada nación. La razón es que, al igual, que se produce una estrategia
de concentración de la IED en los países más desarrollados, también existe un patrón de
concentración de esta IED en las regiones más desarrollados. Las desigualdades
distributivas de la IED no es solo un hecho internacional. También es un hecho regional.
La IED pone así también en peligro la convergencia regional dentro de una misma
economía.
En definitiva, la IED no debe ser vista como un mero instrumento compensador de los
déficit comerciales en las Balanzas de Pagos. La IED, a diferencia de la inversión tipo
portfolio, es parte de una estrategia de inversión a largo plazo, con objetivo de
permanencia, y con el objeto último de afectar al nivel de producción. Esta es la idea que
debe permanecer en la mente antes de diseñar cualquier tipo de política nacional o
internacional de IED.
5. CONCLUSIONES
Durante toda la década de los noventa, los flujos internacionales de IED han estado
alcanzado cotas impensables una década atrás. La mayor liberalización, no solo de los
propios mercados de capitales, sino también del comercio internacional, han sido las
principales causas de esta masiva afluencia de capital foráneo a las diferentes economías.
Sin embargo, la distribución internacional de estos flujos claramente favorece a las
economías desarrolladas. Y no sólo existe una notable divergencia entre los países más y
menos desarrollados, sino también, entre regiones dentro de los propios países
desarrollados. La economía española es una clara muestra de ello. Incluso podemos
23
comprobar como, a lo largo del tiempo se ensanchan las diferencias. Todo ello, es una
justificación más a la creciente brecha entre países ricos y pobres y el freno al
acercamiento entre regiones más y menos desarrolladas.
Las empresas transnacionales, principal instrumento catalizador de la IED, proporcionan
una serie de activos tangibles e intangibles que complementan la inversión doméstica y,
por ello, generan efectos positivos en términos de crecimiento económico. Ahora bien, su
concentración en las principales economías desarrolladas motiva que sean éstas las
principales beneficiadas en términos económicos, lo que puede estar ampliando las
diferencias entre las regiones más y menos desarrolladss y dificultando el acercamiento o
convergencia económica entre unas y otras.
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