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LATERCERA REPORTAJES Domingo 29 de junio de 20088

Política

Ajuste de cuentascon la historia deun suicidioTras casi 35 años de mantener la versión inicial de que Allende fueasesinado –ya que en Cuba el suicidio ha sido visto como un actode debilidad inaceptable en un líder revolucionario–, en los últimossiete meses Fidel Castro se ha referido en dos ocasiones al caso delex presidente chileno, legitimando que quitarse la vida puede serun acto de valor. La última vez fue el viernes, por ocasión delcentenario del nacimiento del fallecido mandatario.

El velódromo del EstadioNacional fue el escenario de un diá-logo telefónico entre Hugo Chávez yFidel Castro de consecuencias insos-pechadas por las tres mil personas queasistían al discurso del presidentevenezolano y que lo vieron atenderpor celular la llamada desde La Haba-na. Chávez se dirigía acaloradamentea la multitud -en noviembre de 2007,en un acto de la izquierda del conti-nente en medio de la Cumbre Ibero-americana en Santiago– cuando elentonces Vicepresidente de Cuba,Carlos Lage, le pasó el teléfono.

Tras escuchar las palabras de sualiado cubano, Chávez lo elogió yempezó a hablarle a la multitud sobrela amistad entre ambos.

Según expertos en temas cuba-nos, hay dos pistas importantes queindican que la breve conversaciónfue sobre la muerte de SalvadorAllende. La primera es que Castrohizo la llamada cuando vio por tele-visión satelital que el venezolanoestaba repitiendo ante la multitud laversión de que el ex mandatariohabía sido asesinado en La Monedadurante el golpe de 1973. La segundafue untexto de Castro publicado lasemana siguiente al diálogo telefó-nico, el 18 de noviembre, una de lascolumnas que escribe habitualmentedesde que una grave diverticulitis loobligó a traspasar el poder a su her-mano Raúl.

En esa columna evoca el fallidogolpe contra Chávez en 2002 y señala:“Recuerdo con exactitud lo que le dijeya de noche cuando le pedí que no seinmolara: que Allende no disponía deun solo soldado para resistir y él, encambio, contaba con miles. En nues-tro diálogo telefónico durante el actode la Cumbre de los Pueblos traté deañadirle que morir para no caer pri-sionero era una forma de morir condignidad. Yo había afirmado lo mis-mo que él dijo: Allende murió com-batiendo”.

Esa alusión fue la primera vez queCastro, en casi 35 años, se refiriópúblicamente a la forma en que el expresidente chileno murió. El régimencubano siempre ha asociado quitarsela vida a un acto de debilidad, decapitulación, inadmisible en un líderrevolucionario. Cuando la familia

Allende finalmente reconoció el sui-cidio del ex presidente tras el fin delrégimen militar - a principios de los90 -, en La Habana siguieron apega-dos a la versión de que había sidoasesinado en La Moneda.

El tono indirecto de la columnade Castro contribuyó a que después desu publicación siguiera prevaleciendoen Cuba la tesis del asesinato. Esaarraigada versión la dio por primeravez el propio Castro, basado en infor-maciones de un ex miembro del GAPexiliado en México y respaldadas porBeatriz Allende. Fue en un discursoen la Plaza de la Revolución, 17 díasdespués de la muerte de Allende, quedesde entonces ha sido reproducidoen incontables ocasiones.

“El presidente estaba parapetado,junto a varios de sus compañeros, enuna esquina del Salón Rojo. Avan-zando hacia el punto de irrupción delos fascistas, recibe un balazo en elestómago que lo hace inclinarse dedolor, pero no cesa de luchar”, dijo ala multitud en esa ocasión. “Apoyán-dose en un sillón, continúa disparan-do contra los fascistas a pocos metrosde distancia, hasta que un segundoimpacto en el pecho lo derriba y yamoribundo es acribillado a balazos”.El resto del relato está repleto deotras imprecisiones.

Ahora, con motivo de las conme-moraciones del centenario del naci-miento de Allende, Castro ha vuelto alegitimar su suicidio como un acto devalor, aunque siempre en forma indi-recta. Publicó una nueva columnasobre el tema el viernes 27. El díaanterior –cuando se celebraba el cen-tenario de Allende- la versión on linedel Granma, el órgano oficial del régi-men, había reproducido su discursode septiembre de 1973. Según expertosen temas cubanos, esta última inicia-tiva se adoptó en forma automática,siguiendo una tradición. La columnade Castro, un extenso perfil biográficodel ex mandatario chileno, dedica susúltimos párrafos al tema.

“Los revolucionarios chilenoscontaron cosas fabulosas sobre losmomentos finales. Las versiones nosiempre coincidían, porque lucha-ban desde diferentes puntos dePalacio. Además, algunos de susmás cercanos colaboradores murie-

ron o fueron asesinados después delduro y desigual combate. La dife-rencia de los testimonios consistíaen que unos afirmaban que los últi-mos disparos los hizo contra si mis-mo para no caer prisionero y otrosque su muerte sobrevino por fuegoenemigo”, escribió Castro. “No haycontradicción alguna entre ambasformas de cumplir el deber. Ennuestras guerras hubo más de unejemplo de combatientes ilustresque, cuando ya no había defensaposible, se privaron de la vida antesde caer prisioneros”.

Con Allende en Chile. Informaciones transmitidas a La Habana por un exmiembro del GAP constituyeron la base del discurso en que Fidel Castro dio unaversión repleta de imprecisiones y “cosas fabulosas”, como señaló ahora.

Chávez habla por celular conCastro en Santiago. Diálogo sobre lamuerte de Allende