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Resumen Este artículo se propone describir, por un lado, las transfor- maciones económicas y políticas iniciadas en la década de los 1970s como una nueva fase de mercantilización basándose en la hipótesis de que dicha mercantilización ha requerido de una desdemocratización de la vida social y económica. Por otro lado, se analiza la naturaleza de los movimientos de resistencia que han surgido frente a estos procesos defen- diendo la hipótesis interpretativa de que los contramovi- mientos actuales están contribuyendo a construir una nueva economía moral de la multitud que hace de la defensa de los bienes públicos una forma de garantizar el derecho a la sub- sistencia y a la existencia social. Palabras clave Resistencias, mercantilización, sostenibilidad social, Polanyi POLANYI'S PENDULUM: FROM DE-DEMOCRATIZATION TO SOCIAL RESISTANCE Abstract This article aims to describe, on the one hand, the main eco- nomic and political transformations started in the early 1970s as a new phase of commodification based on the hypothesis that such commodification has required a de- democratization of social and economic life. On the other hand, it analyzes the character of the resistance movements that have arisen against these processes. Its interpretative hypothesis is that current countermoves are helping to cre- ate a new moral economy of the crowd that turns the defen- se of public goods into a way to guarantee the right to live- lihood and social existence. Key Words Resistance, commodification, social sustainability, Polanyi El péndulo de Polanyi: de la desdemocratización a la resistencia social 1 Carlos de Castro Universidad Autónoma de Madrid Andrés Pedreño Universidad de Murcia 9 AREAS. Revista Internacional de Ciencias Sociales Nº 31 / 2012 La Gran Restauración: sociología económica de la crisis global y actualidad de la crítica de Karl Polanyi al liberalismo económico (pp. 9-24) Carlos de Castro Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad Autónoma de Madrid, C/ Francisco Tomás y Valiente, 5, 28049 Madrid. E-mail: [email protected] Andrés Pedreño Departamento de Sociología, Facultad de Economía y Empresa, Universidad de Murcia, Campus de Espinardo, s/n, 30100 Murcia. E-mail: [email protected] 1 Este artículo se enmarca en el proyecto titulado SOSTENIBILIDAD SOCIAL DE LOS NUEVOS ENCLAVES PRODUCTIVOS AGRICOLAS: ESPAÑA Y MEXICO (ENCLAVES), dirigido por Andrés Pedreño Cánovas y financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (2012-2014, CSO2011-28511).

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El pendulo de Karl Polanyi

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  • Resumen

    Este artculo se propone describir, por un lado, las transfor-maciones econmicas y polticas iniciadas en la dcada de los1970s como una nueva fase de mercantilizacin basndose enla hiptesis de que dicha mercantilizacin ha requerido deuna desdemocratizacin de la vida social y econmica. Porotro lado, se analiza la naturaleza de los movimientos deresistencia que han surgido frente a estos procesos defen-diendo la hiptesis interpretativa de que los contramovi-mientos actuales estn contribuyendo a construir una nuevaeconoma moral de la multitud que hace de la defensa de losbienes pblicos una forma de garantizar el derecho a la sub-sistencia y a la existencia social.

    Palabras clave

    Resistencias, mercantilizacin, sostenibilidad social, Polanyi

    POLANYI'S PENDULUM: FROM DE-DEMOCRATIZATION TOSOCIAL RESISTANCE

    Abstract

    This article aims to describe, on the one hand, the main eco-nomic and political transformations started in the early1970s as a new phase of commodification based on thehypothesis that such commodification has required a de-democratization of social and economic life. On the otherhand, it analyzes the character of the resistance movementsthat have arisen against these processes. Its interpretativehypothesis is that current countermoves are helping to cre-ate a new moral economy of the crowd that turns the defen-se of public goods into a way to guarantee the right to live-lihood and social existence.

    Key Words

    Resistance, commodification, social sustainability, Polanyi

    El pndulo de Polanyi: de la desdemocratizacin a la resistencia social1

    Carlos de CastroUniversidad Autnoma de Madrid

    Andrs PedreoUniversidad de Murcia

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    AREAS. Revista Internacional de Ciencias SocialesN 31 / 2012La Gran Restauracin: sociologa econmica de la crisis global y actualidad de la crtica de Karl Polanyi al liberalismo econmico(pp. 9-24)

    Carlos de CastroDepartamento de Sociologa, Facultad de Ciencias Econmicas y Empresariales, Universidad Autnoma de Madrid, C/ Francisco Toms y Valiente, 5, 28049 Madrid. E-mail: [email protected]

    Andrs PedreoDepartamento de Sociologa, Facultad de Economa y Empresa, Universidad de Murcia, Campus de Espinardo, s/n, 30100 Murcia. E-mail: [email protected]

    1 Este artculo se enmarca en el proyecto titulado SOSTENIBILIDAD SOCIALDE LOS NUEVOS ENCLAVES PRODUCTIVOS AGRICOLAS: ESPAA YMEXICO (ENCLAVES), dirigido por Andrs Pedreo Cnovas y financiado porel Ministerio de Ciencia e Innovacin (2012-2014, CSO2011-28511).

    01 de Castro Pedren?o:Maquetacin 1 21/12/12 08:53 Pgina 9

  • 0 AREAS 31 Introduccion:Maquetacin 1 21/12/12 08:45 Pgina 8

  • 1. INTRODUCCIN

    La relevancia contempornea de la obra de Karl Polanyi,evidenciada en las mltiples referencias y reflexiones que mere-ce su obra, est sin duda ntimamente vinculada a la progresivahegemona alcanzada por el proyecto neoliberal de constitu-cin de un mercado global autorregulado iniciado a finales delos setenta y principios de los ochenta (Bourdieu 1999) y laconstatacin de que, efectivamente, la conversin de la tierra, eltrabajo y el dinero en mercancas ficticias, tan agudamenteanalizadas en La Gran Transformacin, pone en riesgo desupervivencia los mismos fundamentos del orden social.

    La actualidad de Polanyi viene dada sobre todo por la cons-tatacin de una analoga entre el momento presente y aquelotro de la tragedia de los comunes en la Inglaterra victoriana(Callinicos 2003). Polanyi muestra que la creacin de unasociedad de mercado, esto es, un orden social radicalmentenovedoso en la historia de las sociedades regido por el merca-do autorregulado, supuso el desmantelamiento de las formas deorganizacin social que hasta ese momento haban regulado yadministrado el trabajo, la tierra y el dinero. Un desmantela-miento que supuso, al mismo tiempo, una ruptura con respec-to a las reglas morales de interdependencia social (Castel 1997,Thompson 1979). Debido a la violencia que ejerce sobre el teji-do social y comunitario, Polanyi observ que los procesos deconstruccin y de expansin del mercado autorregulado hanido siempre acompaados de contramovimientos de resisten-cia. Este doble movimiento ha sido, para Polanyi, uno de losejes vertebradores de las sociedades modernas. De hecho, tal ycomo propone Burawoy (2010), puede interpretarse la historiadel capitalismo como una sucesin imparable y contingente demovimientos de expansin del mercado y de contra-movi-mientos de proteccin de la sociedad.

    En lnea con el planteamiento de la obra reciente deGerardo Pisarello (2011), este artculo propone comprender eldoble movimiento polanyiano desde un ngulo poltico. As, seplantea que los procesos de mercantilizacin son procesos dedesdemocratizacin, en el sentido de que lo poltico se desin-crusta2 de, se separa de, y se subordina a lo econmico, y que

    los procesos de proteccin de la sociedad son procesos de repo-litizacin en los que diversos grupos sociales tratan de reunifi-car, de reincrustar y de subordinar lo econmico a lo polticoaunque de formas distintas, siendo la democratizacin tan slouna de las opciones posibles.

    La desdemocratizacin tambin hace referencia a lasreformas del estado que han sido necesarias para impulsar elproceso de remercantilizacin. Desde finales de los aossetenta las instituciones estatales han sufrido numerosasreformas orientadas no a eliminar sino a modificar su capaci-dad reguladora, su capacidad de supervisin y su capacidadredistributiva. En lnea con la idea neoliberal de que la liber-tad poltica debe ser posterior a la libertad econmica(Bobbio 1985), durante este periodo de mercantilizacin lasreformas del estado han contribuido a atenuar el contenidodemocrtico de las constituciones de los estados (Pisarello2011). Sostenemos, por tanto, que el Estado ha iniciado unproceso de reformas y ha desarrollado nuevas formas deintervencin sobre la vida econmica y social que han pues-to en marcha una dinmica de desdemocratizacin3 de lasociedad (Tilly 2010). Desdemocratizacin en el sentido deque tales reformas han supuesto una creciente subordinacinde los procedimientos democrticos de las instituciones esta-tales y de sus formas de intervencin a las necesidades de laeconoma, del crecimiento y de la competitividad. Se trata,por tanto, de ir ms all del deterioro de las condicionesmateriales de vida derivado de los procesos de remercantili-zacin y de ubicar estas en un proceso de prdida de dere-chos de ciudadana, de destruccin de comunidades locales yde destruccin del equilibrio ecolgico que toda forma devida requiere.

    La idea de la desdemocratizacin puede aclararse toman-do en consideracin las principales y tradicionales reas deintervencin del Estado en la vida econmica que distingueIngham (2010) orden social, seguridad jurdica y participa-cin econmica directa. En primer lugar, el orden social estmuy vinculado con la legitimidad. Las elecciones libres, losprocedimientos de control sobre los gobiernos, la efectivaseparacin de poderes y el equilibrio entre sus funciones son

    El pndulo de Polanyi: de la desdemocratizacin a la resistencia social

    Carlos de CastroUniversidad Autnoma de Madrid

    Andrs PedreoUniversidad de Murcia

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    2 El trmino embeddedness tiene una difcil traduccin. Puede optarse por inser-tar, incrustar, encajar, integrar, empotrar

    3 Aunque Charles Tilly utiliza el trmino de otra manera, nos permitimos aquutilizarle por su expresividad.

    01 de Castro Pedren?o:Maquetacin 1 21/12/12 08:53 Pgina 10

  • tan slo algunos de los principales instrumentos por los quese construye la legitimidad no slo del sistema poltico sinotambin del sistema econmico. En segundo lugar, la seguri-dad jurdica se refiere a la capacidad del estado para garanti-zar normativamente la propiedad privada, la libertad decomercio (libertad econmica) y la competencia. En tercer yltimo lugar, la participacin econmica directa se orientahacia la provisin de bienes y servicios pblicos, y hacia laestabilizacin macroeconmica.

    La ltima oleada de mercantilizacin iniciada a finales delos setenta slo fue posible no eliminando sino reorientandola intervencin del estado en estas tres dimensiones. Por unlado, se ha producido una desequilibrio entre los tres pode-res en favor del poder ejecutivo y del judicial y en detrimen-to del parlamento (Sassen 2010 b). Por otro lado, se ha enfa-tizado el protagonismo de la propiedad privada limitando eldesarrollo de otras formas de propiedad colectiva y social; sehan eliminado o atenuado todas aquellas normas que pudie-ran restringir la libre competencia, convirtindose esta enuna referencia indiscutida para la vertebracin de las socieda-des; y se han abierto nuevos espacios econmicos en los queslo rige la ley de la oferta y la demanda (liberalizacin, libremercado) en detrimento de otros criterios no econmicosgestin de las actividades productivas (Pisarello 2011). Y, porltimo, las polticas de privatizacin y el giro anti-inflacio-nista de las polticas econmicas han transformado radical-mente la participacin directa del Estado en la economa(Ingham 2010).

    A partir de una exposicin de las principales herramien-tas analticas de Polanyi (apartado 2), este artculo se propo-ne describir, por un lado, las transformaciones econmicas ypolticas iniciadas en la dcada de los 1970s como una nuevafase de mercantilizacin y de re-mercantilizacin basndoseen la hiptesis de que dicha remercantilizacin ha requeridode una profunda desdemocratizacin de la vida social y eco-nmica (apartado 3). Por otro lado, se analiza la naturalezade los movimientos de resistencia que han surgido frente aestos procesos defendiendo la hiptesis interpretativa de quelos contramovimientos actuales estn contribuyendo a cons-truir una nueva economa moral de la multitud que hace dela defensa de los bienes pblicos una forma de garantizar elderecho a la subsistencia y a la existencia social (apartado 4).

    2. LAS HERRAMIENTAS ANALTICAS DE POLANYI

    Al igual que toda la generacin de intelectuales europeosdel cambio de siglo, Polanyi no dej de preguntarse por losmotivos que haban conducido a las sociedades europeasdesde un largo periodo de paz y prosperidad hasta el abismodel fascismo, del nazismo y de dos devastadoras guerrasmundiales en un breve periodo de tiempo (Dale 2010,Maucourant 2006).

    Como respuesta a esta inquietud poltica, intelectual yvital, Polanyi escribe La gran transformacin, donde para

    comprender esta situacin propone prestar atencin al des-arrollo histrico del mercado autorregulado. La paulatinaexpansin del mercado autorregulado era uno de los dosmovimientos que, segn Polanyi, haban constituido lassociedades liberales del siglo XIX. El segundo movimiento,casi simultneo con el primero, consistira en una reaccinespontnea de la sociedad para protegerse de los efectos delmercado. Para Polanyi, ambos movimientos son constituti-vos de las sociedades liberales y la ausencia de uno u otropodra conducir a la destruccin de la sociedad (Polanyi1989).

    Ante la destruccin del entramado institucional liberal,compuesto por el mercado autorregulado, el sistema interna-cional de estados, el sistema monetario internacional (patrn-oro) y el estado liberal, Polanyi reflexion sobre el lugar quehabra de ocupar la economa en la nueva sociedad. La singu-laridad de la economa de mercado radicaba para Polanyi enque la economa haba ocupado un lugar hegemnico con res-pecto al resto de las instituciones no econmicas. En una obraposterior, El sustento del hombre (Polanyi 2009), Polanyi seesforz por mostrar que a lo largo de la historia humana laeconoma haba ocupado diferentes lugares en el conjunto dela sociedad. Sin embargo, en La gran transformacin ya ade-lant esta idea con el concepto de integracin (embedded-ness). Este concepto trata de sealar la forma especfica de larelacin entre la economa y la sociedad, aunque para el casode las sociedades liberales se centrara ms en la relacin entrelas instituciones econmicas y las instituciones polticas. Ennuestra opinin resulta decisivo destacar la dimensin polti-ca de la nocin de integracin. La integracin no hace referen-cia a la inevitable interrelacin entre las diversas esferas de lasociedad sino que hace referencia a las relaciones de subordi-nacin que se dan entre ellas4 (Dale 2010, Ingham 2010). Eneste punto es necesario reparar en dos ideas fundamentales dePolanyi: la separacin institucional y la disputada subordi-nacin de unas instituciones por otras.

    En primer lugar, la economa de mercado se caracteriza-ra por la separacin institucional entre la economa y lasociedad. El nfasis en la separacin institucional es decisivopuesto que, segn Polanyi, habilita al pensamiento liberal aconcebir la idea de una economa que funciona autnoma-mente y de acuerdo con sus propias reglas y, consecuente-mente, a concebir la participacin del resto de las institucio-nes no econmicas como una interferencia o como una dis-torsin de la libertad econmica y, en general, de la libertad.Sin embargo, el principio liberal de la no intervencin no serefiere a que el Estado o cualquier institucin no econmicacomo la familia o la religin no intervengan en la esferaeconmica sino a que su participacin no obstaculice, esto es,que est subordinada a la lgica de funcionamiento de laesfera econmica, esto es, a las leyes del mercado (Pisarello2011, Campillo 2012).

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    4 Tal y como ha sealado algunas crticas muy influyentes, como la de Fred Block(2003, 2005).

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  • En segundo lugar, Polanyi seala que en las sociedadesmodernas la separacin institucional ha conducido a unasubordinacin de las instituciones sociales a las institucioneseconmicas. De manera contraria, Polanyi observa que enotras sociedades y en otras pocas la economa ha estadosubordinada a otras instituciones de la sociedad como lapoltica, la familia o la religin, instituciones que estructura-ban el funcionamiento de las actividades econmicas a partirde otros principios como la reciprocidad, la redistribucin ola administracin domstica (Polanyi 1989). Para Polanyi, lasingularidad de las sociedades modernas radicaba en unainversin de esa relacin de subordinacin5.

    Tanto la idea de la separacin institucional como la idea dela subordinacin entre instituciones son altamente problem-ticas aunque apuntan hacia temticas decisivas. Por un lado,no hay por qu asumir como natural la separacin entre ins-tituciones econmicas y no econmicas (o lo que es lo mismo,entre actividades productivas y actividades de reproduccinsocial) sino que hay que restituir su naturaleza poltica e his-trica y, por tanto, cambiante (Izquierdo 2012). No obstante,a pesar de su artificialidad, esta separacin institucional esconstitutiva de las sociedades modernas en la medida en queha contribuido a configurar histricamente dos esferas depoder (lo poltico y lo econmico, el estado y el mercado) enpermanente conflicto (Harvey 2007, Block, Evans 2005,Ingham 2010, Tilly 1992, Arrighi 1999, Wagner 2008).

    Por otro lado, la subordinacin de unas instituciones porotras nunca se produce de manera absoluta y siempre est dis-putada. Algo que el propio Polanyi indica con su idea deldoble movimiento. La idea del doble movimiento hace clarareferencia a la tensin permanente e ineliminable entre losprocesos de mercantilizacin y las respuestas de proteccinde la sociedad (contramovimientos). Como Polanyi indica, enambos movimientos el estado ha jugado un papel muy impor-tante. Por un lado, en contra del presupuesto liberal de la eco-noma como una esfera autnoma cuyo adecuado funciona-miento depende de la no interferencia del estado, Polanyi sos-tiene que la construccin histrica de la economa de merca-do, y su separacin institucional del resto de la sociedad, nohabra sido posible sin la decidida accin del estado6.

    Por otra parte, a pesar de la ambigedad, cuando nodirectamente confusin, con la que los cientficos socialeshan utilizado la nocin polanyiana de contramovimientos(vase la compilacin de usos abusivos realizada por Dale(2010), no hay duda de que Polanyi se refiere a los efectos

    societales del libre mercado: cuando el mercado autorregu-lado erosiona la seguridad de sus formas de vida, las socieda-des buscan ideas polticas y organizaciones que llaman adefender a la sociedad contra los excesos del mercado (Dale,2010: 220). Efectivamente en lo que Polanyi insiste una yotra es que, dado el carcter esencialmente utpico del mer-cado autorregulado, los mecanismos del mercado exigenintervenciones polticas para hacerlo factible, pero al mismotiempo los factores fundamentales para el funcionamientode los mercados (tierra, trabajo y moneda) han de ser prote-gidos (institucionalmente) contra la accin de los mercadosmismos. As, escribe Jrme Maucourant (2006) en unaimportante obra de revisin crtica del legado polanyiano,histricamente, las formas de proteccin del trabajo y de lamoneda, contramovimientos que constituyen las legislacio-nes sociales y la poltica de los bancos centrales, se hanimpuesto de forma imprevista. Compromisos colectivos san-cionados o creados deliberadamente por el Estado hacendurante un tiempo que la sociedad de mercado sea tolerablepara la vida de los hombres (Macourant, 2006: 150). Loscontramovimientos son para Polanyi, compromisos colecti-vos, esto es, respuestas o movimientos sociales ante los efec-tos destructivos del mercado autorregulado sobre el trabajo,la moneda y la tierra que cristalizan institucionalmente enprotecciones sancionadas o creadas deliberadamentepor el Estado.

    As pues, la sociedad de mercado contiene en su interioresta contradiccin esencial entre la necesidad de construirpolticamente las bases para el funcionamiento del libremercado a la par que desde los grupos sociales se demandany construyen protecciones ante las consecuencias negativasdel mercado mismo. Es interesante que Polanyi subraye latensin conflictiva entre democracia y mercado autorregu-lado, pues en la medida que las clases populares y trabaja-doras irrumpen en el sistema de representacin poltica sefortalecen las protecciones sociales garantizadas institucio-nalmente suponiendo obstculos para el libre funciona-miento del mercado: los parlamentos, consciente o incons-cientemente, debilitan, desacreditan y desorganizan lamaquinaria econmica del capitalismo, al impedir su meca-nismo autorregulador de renovacin del ciclo de produc-cin al precio de hecatombes de vidas humanas (Polanyien Macourant, 2006: 15)

    Esta contradiccin es progresivamente fuente de pertur-baciones y bloqueos para el funcionamiento del mercadoautorregulado hasta el punto que puede desembocar en crisisdel sistema. La crisis del 29, referencia emprica de La GranTransformacin de Polanyi, es interpretada en esos trminos.La salida a este bloqueo a travs de tres dinmicas de cambiosistmicoel New Deal estadounidense, el socialismo sovi-tico y el fascismo en Europa- que constituyen para Polanyila gran transformacin en el sentido de que su gnesis est enlos desgarros provocados en la sociedad por el mercadoautorregulado y ante los cuales cada una de esas alternativassistmicas construye una respuesta poltica para afrontar esa

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    5 En lugar de que la economa se vea marcada por las relaciones sociales, [en elmodelo del mercado] son las relaciones sociales las que se ven incrustadas en elinterior del sistema econmico Una vez que el sistema econmico se organiza eninstituciones separadas la sociedad se ve obligada a adoptar una determinadaforma que permita funcionar a ese sistema segn sus propias leyes (Polanyi,1989:105) 6 Si alguna vez ha existido una utilizacin consciente del poder ejecutivo al servi-cio de una poltica deliberada dirigida por el gobierno fue la emprendida por losdiscpulos de Bentham en el heroico periodo del laissez.faire [quienes adems]no dudan en pedir que intervenga el Estado para establecerlo [el sistema de merca-do] y, una vez establecido, para mantenerlo (Polanyi, 1989: 231, 243 y 244)

    01 de Castro Pedren?o:Maquetacin 1 21/12/12 08:53 Pgina 12

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    violencia: el fascismo anula la poltica y erige un sistema alta-mente autoritario para garantizar la continuidad de la acu-mulacin capitalista, el socialismo colectiviza los medios deproduccin para constituir una alternativa econmica alcapitalismo y el New Deal configura un espacio de media-cin entre capital y trabajo alimentado por polticas de redis-tribucin a travs del gasto pblico.

    Desde los aos 70 el capitalismo no solamente entr enuna crisis econmica que supuso el resquebrajamiento defi-nitivo del modo de regulacin fordista-keynesiano, sino queadems se adentr en una autntica crisis civilizatoria (crisisde la energa, crisis ecolgica, etc.). El proyecto neoliberal derestauracin del mercado autorregulado (en los aos 80 y 90)como forma de garantizar la continuidad de la acumulacinde capital no fue capaz de propiciar un nuevo modo de regu-lacin coherente y duradero. La crisis del 2007-2008, genera-da por la globalizacin financiera, muestra el fracaso delcapitalismo neoliberal y el agravamiento de la crisis civiliza-toria. Los gobiernos intentan, como en los aos 30 analiza-dos por Polanyi, el restablecimiento violento del equilibrioeconmico mediante las medidas de austeridad para el pagode la deuda contrada con la banca internacional, pero hayseales evidentes de que la estructura social no puede sopor-tar ms desgarros (desempleo de masas, pobreza, desmante-lamiento de servicios pblicos, etc.).

    En los siguientes apartados daremos cuenta de los princi-pales hitos del proceso de restauracin del mercado autorre-gulado desde los aos 70-80 y de algunos de los principalescontramovimientos que han emergido desde entonces.Nuestra idea es que los contramovimientos no slo constitu-yen una respuesta a los efectos devastadores del mercadosobre el tejido social sino que tambin es una respuesta alproceso de desdemocratizacin que requiere la nueva expan-sin del mercado.

    3. LA RESTAURACIN NEOLIBERAL DEL MERCADO AUTO-RREGULADO: DESDEMOCRATIZANDO LA VIDA ECONMICA

    La crisis de los aos setenta fue consecuencia de unacada de la tasa de rentabilidad que vena sufriendo el sec-tor industrial desde finales de los sesenta hasta finales delos setenta debido a la creciente competencia internacionalentre las industrias de cada pas7. Adems, el margen de losbeneficios industriales no estaba amenazado tan slo por lacreciente competencia internacional sino tambin por elaumento de los salarios desde finales de los sesenta hastamediados de los setenta, lo cual era el resultado de la con-flictividad laboral organizada por el entonces poderosomovimiento obrero y sindical8 (Brenner 2009, Harvey

    2007, Sassen 2010 a, Lpez Hernndez, Rodrguez Lpez2010)

    La solucin a la crisis pasaba por encontrar nuevas fuen-tes de rentabilidad. Por un lado, la solucin geogrfica pre-tenda desplazar la produccin industrial a regiones con unalegislacin laboral ms laxa y una presin impositiva msreducida con el fin abaratar los costes laborales y producti-vos. Por otro lado, la solucin tcnico-organizativa, esto es,el desarrollo de formas posfordistas de produccin, preten-da recomponer la organizacin del proceso productivo tra-tando de mejorar la productividad. Por su parte, la solucincomercial se basaba en la bsqueda de nuevos mercados geo-grficos y de nuevos segmentos diferenciados en los merca-dos interiores en los que colocar una produccin creciente(Silver 2005).

    Pero lo ms importante era que cualquier solucin dela crisis de rentabilidad pasaba por neutralizar al poderorganizado de los trabajadores, y por enfrentarse a lasregulaciones desmercantilizadoras y protectoras del esta-do sobre las que se sustentaba la ciudadana social. Enotras palabras, la expansin de las fuerzas del mercadoexiga una desdemocratizacin. En este sentido, ningunade las soluciones productivas mencionadas fueron losuficientemente exitosas ni consiguieron restablecer sig-nificativamente la tasa de rentabilidad. La alternativa queapareci en el horizonte fue la solucin financiera. Elxito de la solucin financiera consista no tanto en lasenormes tasas de rentabilidad que ofreca sino, sobretodo, en su capacidad para neutralizar el poder del esta-do y el poder organizado de los trabajadores. Es decir, labase de la rentabilidad que ofreca no se encontraba enuna mejora de la productividad o en una mejora de la efi-ciencia organizativa y tecnolgica o en una mejora de lacompetitividad sino en un aumento de la capacidad paraespecular con el valor de los activos financieros en todaslas reas econmicas que fue posible gracias a la descapi-talizacin del poder del estado y del poder organizado delos trabajadores. Adems, la erosin de estos dos polosde poder poltico facilit que se abrieran nuevas oportu-nidades de negocio en aquellas actividades y servicios(educacin, sanidad, vivienda, pensiones) que la legisla-cin estatal haba mantenido parcialmente al margen dela lgica del mercado9 y, con ello, se debilit profunda-mente el modelo de ciudadana social desarrolladodurante el periodo de posguerra (Alonso, 1999, 2007).

    As pues, las transformaciones en materia financiera,monetaria y laboral iniciadas a finales de los aos 70 han pro-vocado una profunda desdemocratizacin de la vida social.Los siguientes apartados mostrarn cmo se ha materializa-do dicha desdemocratizacin en el caso de la remercantiliza-cin del dinero y del trabajo.

    7 Vase los datos sobre la tasa de beneficio de Estados Unidos y de Europa entre1960 y 2007 en lvarez y Medialdea (2009)8 Vanse los datos sobre la evolucin de los salarios en los pases de la OCDEdesde 1960 hasta 2007 en lvarez y Medialdea (2009: 22)

    9 Harvey (2007) ha llamado a este proceso acumulacin por despose-sin.

    01 de Castro Pedren?o:Maquetacin 1 21/12/12 08:53 Pgina 13

  • 14

    3.1. La desdemocratizacin financiera y monetaria

    La solucin financiera a la crisis de los setenta tiene suorigen en la eliminacin de los controles estatales de losmercados financieros y de los mercados monetarios, lo queha permitido aumentar la movilidad del capital. Desdeentonces, las oportunidades ms rentables de inversin seencontraran en esos mercados financieros que empezaron adesarrollarse tmidamente a finales de los setenta y princi-pios de los ochenta y que eclosionaran en los noventa. Seiba a producir la llamada financiarizacin de la economaque supone la apertura de nuevos mercados antes prctica-mente inexistentes como, por ejemplo, el mercado de divisasy posteriormente el de derivados, o la re-mercantilizacinde actividades previamente controladas por el estado, comolas inversiones externas o el mercado del crdito.

    Desde entonces, el endeudamiento ha venido formandoparte de la estrategia de acumulacin del capitalismo, a tra-

    vs de lo que se ha llamado keynesianismo de precios deactivos (Brenner 2003), segn el cual al suprimir el sala-rio como fuente de demanda principal pivote de la contra-rrevolucin neoliberal- el problema de la demanda fue sos-layado [mediante] mecanismos financieros ligados a la faci-lidad del endeudamiento privado [que] permitieron elevarla demanda de bienes de consumo y, a modo de bucle, laadquisicin de nuevos productos financieros el caso de lashipotecas sera paradigmtico (Lpez y Rodrguez, 2010:97, 109).

    La desdemocratizacin, que, en nuestra opinin, ha sidoprovocada por las principales transformaciones en el mbitofinanciero y monetario (ver cuadro 1), manifiesta la recom-posicin del equilibrio de poder entre los agentes de la esfe-ra econmica y los de la esfera poltica. Ms concretamente,la desdemocratizacin es el reflejo del creciente dominio delsector financiero sobre los estados, sobre el sector industrialy sobre el poder organizado de los trabajadores.

    AREAS 31

    Cuadro 1. Transformaciones ms relevantes en al mbito financiero y monetario

    Fuente: Elaboracin propia a partir de Ingham (2010), Lpez y Rodrguez (2010) y Sevilla (2011)

    1970s: Crisis de rentabilidad

    1971: Final de Bretton Woods. Suspensin de laconvertibilidad del dlar en oro. Sistema de tipos fijos decambio.

    1973: Sistema de tipos de cambio variables que permite lacreacin de un mercado de divisas y de deuda. Aumento dela volatilidad de las monedas. Riesgo de especulacin.Formacin de capital no invertido, sin salida rentable

    1973: Crisis del petrleo

    1979: subida de tipos de la Reserva Federal, del 11 al 20%

    1980s: Liberalizacin financiera en el Norte: Thatcher yReagan

    1980s: Liberalizacin financiera en el Sur a travs de losProgramas de Ajuste estructural

    1992 Tratado de la UE (Maastricht). Incluye numerosasmedidas de liberalizacin monetaria y financiera y objetivode alcanzar la unin econmica y monetaria para lo que sefijan unos criterios de convergencia

    1999: Ley de Modernizacin de los servicios financieros enEE.UU

    2002: Reduccin de tipos de inters en EE.UU: del 6,5% al1,75%

    2002: Empieza a emitirse y a circula el EURO

    2005: Pacto de Estabilidad y de Crecimiento de la UE.Revisin a la baja de los criterios de convergencia

    1977: Pactos de Moncloa, que incluan medidas deestabilizacin monetaria y medidas de liberalizacinfinanciera

    1981: Ley de regulacin del mercado hipotecario, queampliaba la cantidad financiable, el plazo de amortizacine introduca los tipos de inters variable

    1984: Ley de las Instituciones de inversin colectiva

    1986: Incorporacin a la C.E.E.

    1988: Ley del Mercado de Valores

    1992: Ley sobre el rgimen de Sociedades y Fondos deInversin inmobiliaria y sobre Fondos de titulizacinhipotecaria

    1992: Firma del Tratado de la UE y, consecuentemente,asuncin del compromiso con los criterios de convergencia

    1992-93: Tres devaluaciones de la peseta en 9 meses,acumulando un 21% aproximadamente

    1999: Inicio de la Unin monetaria europea y cesin decompetencias monetarias al BCE

    2002: Entrada en circulacin del euro

    Nivel global y europeo Espaa

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    Por un lado, la solucin financiera ha recompuestolas relaciones de poder entre el mundo de las finanzas y losestados en favor del primero. La eliminacin de las restric-ciones a la movilidad del capital, la ruptura de BrettonWoods y la consiguiente transicin a un sistema monetariode tipos flexibles de cambio ha hecho que los estados seanms vulnerables a los movimientos especulativos del mer-cado de divisas y de deuda. Esta dependencia estructural delos estados con respecto a los mercados de divisas y conrespecto a los mercados financieros ha provocado un girogeneralizado hacia las polticas anti-inflacionistas (Ingham,2010: 214). As pues, el creciente predominio del sectorfinanciero sobre los estados se manifiesta en que la multi-tud de reformas legislativas en materia financiera y mone-taria que se han realizado en numerosos pases han idoencaminadas a promocionar polticas anti-inflacionistas. Setrata de polticas que se encuentran dentro de la corrienteneoliberal (Mudge 2008, Steger, Roy 2011) y que, en gene-ral, pretenden apartar al estado de la vida econmica en lamedida en que consideran, por un lado, desde un punto devista poltico, que toda intervencin estatal desincentiva lainiciativa privada y pone en peligro la libertad econmica,y, por otro lado, desde un punto de vista ms estrictamen-te econmico, que el volumen de gasto pblico derivado desu actividad genera tendencias inflacionarias. En conse-cuencia, las polticas anti-inflacionistas llevan aparejadaspolticas de control del gasto pblico, reduccin deimpuestos y sustitucin de los servicios pblicos por la ini-ciativa privada (privatizacin).

    Las polticas de Reagan en EE.UU. y de Thatcher enInglaterra, los programas de ajuste estructural impuestossobre los pases en desarrollo (sobre todo, en AmricaLatina) en los aos ochenta, los criterios de convergenciade la Unin europea para la creacin de una moneda nicapuestos en marcha a principios de los 90, reformados afinales de la misma dcada para convertirse en el Pacto deEstabilidad y de Crecimiento, y ms recientemente en elPacto Fiscal, constituyen versiones diferentes de unamisma estrategia poltica hacia la estabilidad monetaria.Una estrategia que favorece a todos aquellos acreedores deactivos financieros en la medida en que stos tienden a nodevaluarse. Y, al mismo tiempo, es una estrategia que haimpedido a los estados recurrir a los instrumentos macro-econmicos (capacidad tributaria, endeudamiento, gestinde tipos de inters y de tipos de cambio, gasto pblico) yacometer la prestacin de servicios (educativos, sanitarios,etc) a travs de los cuales garantizaba una ciudadanasocial basada en el pleno empleo y en el bienestar social y,en consecuencia, ha perjudicado a los empleados y poten-ciales beneficiarios de los servicios pblicos. No obstante,no puede considerarse al estado como una mera vctima deesta situacin en la medida en que ha sido el principal pro-tagonista en la elaboracin de reformas en materia finan-ciera y monetaria desplazando as su compromiso con elpleno empleo y, por consiguiente con los trabajadores y

    ciudadanos, hacia un compromiso con el control de lainflacin y del dficit pblico y, por consiguiente, con losacreedores de activos financieros (Sassen, 2010 b).

    Como se muestra en el cuadro 1, en el caso de Espaa,la orientacin neoliberal de las polticas econmicas seintensific como consecuencia de su incorporacin a laentonces Comunidad Econmica Europea (C.E.E.) en1986 y, sobre todo, tras la firma del Tratado de la UninEuropea (el Tratado de Maastricht) en 1992, donde se asu-mi un inquebrantable compromiso con los criterios deconvergencia10 que, desde entonces hasta hoy, sera com-partido por todos los equipos de gobierno de distintosigno poltico.

    El cambio en la orientacin del compromiso con elpleno empleo al compromiso con el control de la inflacinconstituye la principal base de la tendencia hacia la desde-mocratizacin de la sociedad. Por un lado, gran parte deestas medidas han sido posibles por el creciente protago-nismo e influencia del poder ejecutivo y del poder judicialen los procesos de elaboracin, modificacin y ratificacinde normas. Procesos de los que ha sido progresiva, aunqueno totalmente, apartado el parlamento (desparlamentariza-cin), lo cual es una buena muestra de la prdida de lacapacidad de control por parte de los representantes de losciudadanos del control del ejercicio del gobierno (Sassen,2008; Pisarello, 2011). En consecuencia, la calidad de lavida democrtica queda seriamente daada.

    Por otra parte, la retirada del estado de la vida econ-mica ha erosionado otras formas de propiedad (colectiva,estatal) y de gestin de las actividades econmicas (redis-tribucin, intercambios no mercantiles), y ha reforzado lapropiedad privada como forma de propiedad exclusiva y elintercambio mercantil como el nico modo de intercam-bio. Esto supone la expulsin de criterios como la igual-dad, justicia y solidaridad de la gestin de la vida econmi-ca lo que acenta la dinmica de polarizacin social.

    Adems las oleadas de privatizaciones han provocadoque la prestacin de servicios pblicos (sanidad, educacin,cuidados, etc) que daban cobertura al modelo de ciuda-dana social dependan cada vez ms de que exista un mar-gen de rentabilidad lo suficientemente grande como paraanimar la iniciativa privada.

    3.2. La desdemocratizacin del trabajo

    El abandono de la lucha contra el desempleo como obje-tivo poltico prioritario y el giro hacia las polticas antiinfla-cionistas y monetaristas puede marcarse simblicamente conla subida de tipos de la Reserva Federal de EE.UU. en 1979

    10 Los criterios de convergencia se refera a mantener un frreo control sobre eldficit pblico, sobre la deuda pblica, sobre la inflacin, sobre los tipos de cam-bio y sobre los tipos de inters (Sevilla, 2011: 485). Como se puede apreciar, sonmuy similares al clebre Consenso de Washington.

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    y con la firma del Tratado de la Unin Europea en 1992 en elque se recogan los criterios de convergencia. Este cambio derumbo poltico se asentaba en un requilibrio de las relacionesde fuerza entre las clases sociales. Los trabajadores y sus par-tidos haban perdido influencia poltica mientras creca lainfluencia de las lites econmicas y financieras, para quienesel control de la inflacin representa el control del valor de supatrimonio y de la rentabilidad de sus inversiones.

    Como consecuencia del giro anti-inflacionista, el reperto-rio de actuaciones de los estados para mejorar la competitivi-dad de sus economas en un mercado global y abierto se haestrechado considerablemente. De hecho, en el imaginarioeconmico y poltico, la devaluacin de precios y salarios se haconstituido desde entonces como la nica alternativa viablepara mejorar la competitividad. No es de extraar, por tanto,que, en respuesta a los continuos llamamientos empresariales,en las ltimas dcadas se hayan producido en todos los pasesdesarrollados numerosas reformas laborales con la declaradaintencin de flexibilizar las relaciones laborales. Dicha flexibi-lizacin no es ms que una forma de convertir el trabajo enuna variable de ajuste ante el aumento de la competitividad denuevas regiones industriales, con menores costes laborales yfiscales, y de nuevos sectores de inversin no productiva. Laflexibilidad es, por tanto, una forma de adaptar el factor traba-jo a la competencia del mercado, lo cual slo es posible en uncontexto de deterioro del poder de negociacin de los trabaja-dores y de sus representantes. El planteamiento implcito delos llamamientos a la flexibilidad era que la crisis de la produc-tividad hunda sus races en el crecimiento de los salarios, elcual, a su vez, se derivaba del elevado poder con que contabanlos sindicatos, un poder que, junto con las regulaciones estata-les, supuestamente distorsionaba la formacin libre del pre-cio del trabajo en el mercado. Por tanto, el trabajo re-mercan-tilizado o flexibilizado debera encontrar su precio en el mer-cado como cualquier otra mercanca siempre que encontraraun precio de equilibrio, esto es, un salario al cual todo el quedesee trabajar encuentre a alguien que le contrate. De talmanera que una de las principales dimensiones de la flexibili-dad del trabajo es la flexibilidad de su precio. En consecuen-cia, los continuos llamamientos a la moderacin salarial for-man parte de las diversas estrategias de control de la inflacin.La flexibilizacin del trabajo implicara as la eliminacin detodos los obstculos para que el trabajo se comportara comouna mercanca. En otras palabras, la flexibilizacin del trabajoes sinnimo de re-mercantilizacin del trabajo.

    El objetivo de las reformas laborales consista, por tanto,en eliminar o flexibilizar todo ese conjunto de derechossociales y laborales que configuraban el modelo de ciudada-na social de posguerra y que haba desmercantilizado par-cialmente el trabajo pero que, sin embargo, eran poco soste-nibles de cara a la mejora de la competitividad en un merca-do global. El espritu de las reformas apuntaba, por tanto, auna progresiva subordinacin del control poltico a la efica-cia del mercado. As pues, la devaluacin competitiva vaprecios y salarios tambin es una devaluacin democrtica.

    En consecuencia, la pretensin de adaptar los mercadosde trabajo a nuevo escenario de la competencia global haobligado a varios pases, principalmente europeos, a la reali-zacin de numerosas reformas de las legislaciones laborales yde la prestacin de servicios pblicos como la seguridadsocial, sanidad, educacin, etc

    El caso de Espaa es paradigmtico tanto por el espritude las reformas como por la cantidad de reformas que se hanrealizado (cuadro 2): 53 reformas laborales desde 1984 hastala actualidad (Aragn 2012), algo que da cuenta de la extre-ma implicacin de los estados en los procesos de remercanti-lizacin del trabajo.

    Los principales ejes sobre los que han girado las reformaslaborales apuntan claramente hacia una progresiva desdemo-cratizacin. En primer lugar, las reformas han enfatizado lareduccin de las barreras de acceso al mercado de trabajo,fomentando tipos de contratacin temporal, a tiempo parcial,en prcticas, rebajando las cotizaciones empresariales a la segu-ridad social para la contratacin de determinados colectivos, ypermitiendo la aparicin de numerosos intermediarios en lasrelaciones laborales (ETTs, agencias privadas de colocacin,etc). Adems, las reformas han fomentado la reduccin debarreras de salida del mercado de trabajo por medio de lareduccin de los costes de indemnizacin por despido y de laampliacin de los supuestos elegibles para el despido proceden-te. Las consecuencias para la condicin poltica del trabajo sonclaras puesto que la flexibilizacin de las entradas y salidas des-estabiliza el empleo y generaliza la temporalidad quebrando asla base principal de la ciudadana laboral-social de posguerra(Alonso, 2007). Adems, la aparicin de intermediarios labora-les despolitiza la relacin laboral entre trabajadores y emplea-dores puesto que permite que los empresarios puedan externa-lizar la responsabilidad a terceros, lo que deja a los trabajado-res en una situacin ms vulnerable (Brenner 2003).

    En segundo lugar, las reformas ha pretendido modificarla estructura de la negociacin colectiva con el fin de fomen-tar la negociacin individualizada de las condiciones de tra-bajo, lo que en la prctica supone la eliminacin, o al menosla atenuacin, de los procedimientos democrticos de gestinde conflictos dentro de las empresas.

    En tercer lugar, las reformas han modificado las presta-ciones por desempleo tanto en lo que respecta a las condicio-nes de acceso como a su cuanta, lo que no hace ms queincrementar la dependencia de los trabajadores con respectoa las fuerzas del mercado.

    En conclusin, la remercantilizacin del trabajo que hasido impulsada por las numerosas reformas ha desdemocra-tizado el mundo del trabajo al socavar el marco legislativo enel que se sostenan los derechos sociales y laborales. Dehecho, la propia creacin de empleo, base principal delmodelo de ciudadana social, depende exclusivamente de lainiciativa privada, esto es, de que existan oportunidades ren-tables de negocio y empresarios capaces de explotarlas en sufavor. De tal manera que el empleo queda despojado de sucondicin de derecho ciudadano.

    AREAS 31

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  • 4. CONTRAMOVIMIENTOS: CONSTRUYENDO EL NEXO DELBIEN COMN

    En el contexto de crisis estructural del capitalismo globalnos preguntamos a continuacin por los contramovimientosque se estn dando, as como por los perfiles que una nuevagran transformacin podra adoptar. Sostenemos que las res-puestas a esta crisis estn apuntalando nuevos bloques socia-les que se articulan en torno a lo que podemos denominaruna nueva economa moral de la multitud, la cual se expresa

    en las numerosas plataformas por la defensa de los serviciospblicos, en el reclamo de la proteccin del planeta, en elderecho a la ciudad o la nueva centralidad de regulacionesrecprocas.

    La economa moral de la multitud (Thompson 1979) seencuentra presente en las primeras respuestas sociales quesurgieron en los momentos constitutivos de la economaliberal de mercado. Creemos que es imprescindible prestaratencin a esas respuestas sociales iniciales para poder deline-ar los posibles contornos de la nueva gran transformacin

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    Cuadro 2. Principales reformas laborales en Espaa

    Fuente: Elaboracin propia a partir de Toharia (2005) y Aragn (2012)

    Contrato temporal de duracin indeterminada para el fomento del empleoContrato temporal por lanzamiento de actividadContratos de prcticas y de formacinReduccin de costes econmicos y administrativos de indemnizacin por despido en los contratos temporales (22das por ao frente a 45)

    Limitacin del uso del contrato temporalEndurecimiento de las condiciones de acceso a las prestaciones por desempleo as como una reduccin de su cuantay de su duracinAmpliacin de las causas procedentes (tcnicas, organizativas, econmicas, productivas) para reducir la indemnizacinpor despidoFlexibilizacin de la organizacin del tiempo de trabajo. Anualizacin de la jornadaFacilita la negociacin colectiva a nivel sectorial y de empresaIntroduccin de las Empresas de Trabajo Temporal (ETTs)

    Contrato para el fomento de la contratacin indefinida que reduca los costes de despido improcedente (de 45 daspor ao trabajado a 33) para cinco colectivos.Bonificaciones en la cuota empresarial a la seguridad social para los nuevos contratos indefinidosAmpliacin de las causas de despido objetivo

    Modificacin de la contratacin a tiempo parcial eliminando el lmite de la duracin semanalAmpliacin el nmero de colectivos a los que podra realizarse el nuevo contrato indefinidoNuevo endurecimiento de las condiciones de acceso y mantenimiento de las prestaciones por desempleo vinculandosu percepcin con la bsqueda activa de empleo

    Nueva ampliacin de los colectivos que podran acceder al nuevo contrato indefinidoReduccin de las cuotas empresariales a la seguridad socialAumento de las bonificaciones por contrato indefinido realizado

    Nueva reduccin de las cuotas empresariales a la seguridad socialReduccin de la cuota laboral a la seguridad socialNuevo aumento de las bonificaciones por contrato realizadoAmpliacin de los supuestos para el despido procedente, incluyendo la previsin no consolidada de prdidasReduccin de la indemnizacin por despido para los empresarios a travs del FOGASA, fondo que pagara unaparte de la indemnizacin por despido al trabajador

    Supresin de la clusula de ultraactividad de los conveniosContrato indefinido de apoyo a los emprendedores que ampla el periodo de prueba a un aoNuevas bonificaciones por contrato realizadoReduccin de las cuotas empresariales a la seguridad socialModificacin unilateral de las condiciones de trabajo por parte del empresario por razones econmicas, tcnicas uorganizativas

    1984

    1993-4

    1997

    2002

    2006

    2010

    2012

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  • que puede estar gestndose hoy en plena crisis del capitalis-mo global11.

    4.1. Viejas y nuevas economas morales de la multitud

    A la hora de entender los contramovimientos que contes-taron y resistieron la constitucin de la nueva norma econ-mica liberal (cercamiento de tierras, disciplina de trabajo orelaciones libres en el mercado de cereales y otros bienes pri-marios) es importante atender a la violencia originaria queconllev tal proceso. Pues al contrario de lo que el mito libe-ral ha abanderado para dotarse de una legitimada fundadora,la economa de mercado no naci del derecho y la naturale-za, sino de la desposesin, la usurpacin y la violencia.Momento de conflicto y violencia desde su mismo origen,como bien han mostrado los estudios clsicos de E. P.Thompson dedicados a las revueltas populares del sigloXVIII en Inglaterra, y que resultan fundamentales traer acolacin aqu para nuestros propios fines: la cultura conser-vadora de la plebe se resiste muchas veces, en nombre de lacostumbre, a aquellas innovaciones y racionalizacioneseconmicas que gobernantes o patronos deseaban imponer.La innovacin es ms evidente en la cima de la sociedad quems abajo, pero, puesto que esta innovacin no es un proce-so tcnico-sociolgico sin normas y neutro, la plebe lo expe-rimenta en la mayora de las ocasiones en forma de explota-cin, o expropiacin de derechos de aprovechamientos tradi-cionales, o disrupcin violenta de modelos valorados de tra-bajo y descanso. De ello que la cultura plebeya sea rebelde,pero rebelde en defensa de la costumbre. Las costumbres quese defienden pertenecen al pueblo, y algunas de ellas se fun-damentan de hecho en una reivindicacin bastante recienteen la prctica (Thompson, 1979: 45).

    Esta cultura tradicional y rebelde promueve lo queThompson denomina una economa moral de la multitud, esdecir, un consenso popular en cuanto a qu prcticas eran leg-timas y cules ilegtimas en la comercializacin del trigo, en laelaboracin del pan, etc. Esto estaba a su vez basado en unaidea tradicional de las normas y obligaciones sociales, de lasfunciones econmicas propias de los distintos sectores dentrode la comunidad que, tomadas en conjunto, puede decirse queconstituan la economa moral de los pobres. Un atropello aestos supuestos morales, tanto como la privacin en s, consti-tua la ocasin habitual para la accin directa (dem.: 66).

    La nueva norma del libre mercado es sentida como unatropello a las costumbres que regan en la definicin del biencomn. Los motines de subsistencias no se vehiculan por elnexo del dinero pues an no se ha consolidado la normasalarial y la economa monetaria, sino por lo que Thompson

    denomina el nexo del pan por la particular centralidad quealcanzaron los motines contrarios a las subidas de precio deeste bien bsico-. En definitiva, los contramovimientos pro-movieron la defensa de las costumbres comunes frente a lanueva economa del libre mercado que cerraba el acceso a losbienes comunes de la naturaleza o encareca el precio de bien-es bsicos como el pan e impona el vnculo del dinero y delsalario como nueva forma de subsistencia.

    Florence Gauthier es una historiadora francesa que haseguido los estudios clsicos de Thompson para pensar losmovimientos populares de la Francia del siglo XVIII y sucristalizacin en la dinmica revolucionaria de 1789. Lanovedad de su mirada reside en prestar atencin no solamen-te a la historia econmico-social, sino tambin a la historia delas ideas, perspectiva que posibilita a Gauthier descubrir ladimensin poltica, ms an filosfica, de las reivindicacionesdel movimiento popular campesino y derive as en el proble-ma de los derechos naturales (Gauthier 1990).

    Los derechos naturales abanderados por el movimientopopular, segn Gauthier, son en primer lugar el derecho a lavida y a la existencia, esto es, el derecho a la humanidad. Estasconstrucciones filosfico-polticas son elaboradas en el con-texto de las movilizaciones populares a modo de contramovi-mientos respecto a los primeros pasos del libre mercado: Afinales del siglo XVIII, Francia sufre la misma ofensiva [queen Inglaterra] impulsada por una nueva escuela de economis-tas, los fisicratas, y luego los turgotianos, que, desde la dca-da de 1760, intentaron reformas para liberar la produccin yel comercio de subsistencias de las formas de control que pro-tegan a la poblacin de los desastres de la especulacin. Estasofensivas reformadoras se han traducido en la aparicin dedisturbios de suministros de una amplitud inaudita: el obje-tivo de los economistas consista en elevar los precios de lossuministros sin que los salarios subieran! El resultado con-sisti en provocar escaseces artificiales y desesperar a losasalariados ms dbiles, que estaban hambrientos, se consu-man y moran de inanicin En Francia, donde la poblacinrural representaba ms del 85%, las emociones popularesadquirieron una amplitud considerable y llevaron a una revo-lucin para responder a la ofensiva de los economistas, con elfin de interrumpirla y de construir otra perspectiva histrica.La convocatoria de los Estados Generales en 1789 dio la pala-bra al pueblo (Gauthier 2011)

    Esta lectura aporta una nueva perspectiva de 1789 no entrminos de revolucin burguesa sino en lo que tuvo decontramovimiento a la nueva norma econmica liberal12. Ladefensa de una economa poltica popular frente a la eco-noma poltica tirnica adopta en la figura de Robespierreuna elaboracin intelectual muy enjundiosa. Para materiali-zar el derecho a la existencia y reconocer el carcter social delos bienes de primera necesidad, Robespierre muestra

    18AREAS 31

    11 Giacomo Marramao en el captulo de Pasaje a Occidente (2006) dedicado adiagnosticar el capitalismo neoliberal contrastando a Polanyi, Weber, Marx yMauss se pregunta al final: Estamos tan seguros de que la era global en la quevivimos no representa un nuevo, dramtico pero fascinante- captulo de la grantransformacin? (Marramao, 2006:178).

    12 Para una lectura similar, vase el clsico estudio de Eric Hobsbawn (1997) sobrela revolucin francesa en La era de las revoluciones, 1789-1848.

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  • Gauthier- propuso someter el ejercicio del derecho de pro-piedad al derecho a la existencia, imponiendo al primerolmites por ley (Gauthier, 2011).

    Tanto Thompson como Gauthier nos muestran la eco-noma moral que los movimientos populares del sigloXVIII antepusieron a las pretensiones mercantilizadoras dela nueva norma econmica. Ambos analistas destacan lacapacidad popular de concebir respuestas de orden poltico,econmico y moral por va propia y gracias a la sociedad ensu conjunto (Gauthier, 2011) y que significaron una elabo-racin de lo justo en trminos de defensa de los bienes comu-nes, la cual seguramente en el caso francs se llev a su mxi-mo grado de constitucin en forma de ideas polticas y pro-yectos filosficos como el derecho a la existencia que impli-caba limitar y supeditar el derecho a la propiedad.

    Estos estudios histricos de los contramovimientos de lamultitud frente a la lgica del libre mercado son, adems, unimportante sostn emprico a la crtica polanyiana del indivi-dualismo liberal, un tipo de individualidad que se basa en lapretensin de que el individuo es independiente de la din-mica comunitaria que por s sola lo constituye (Marramao,2006: 168). Al contrario, para Polanyi, los individuos sonsociales por una bien fundamentada razn: porque en el inte-rior de cada individuo se da la comunidad. Cada uno de nos-otros es como un espacio teatral dentro del cual resuenan lasvoces de las tradiciones comunitarias que nos han plasmado yconstituido. Y todas las comunidades no son ms que institu-cionalizaciones del intercambio-don (Marramao, 2006: 168).

    Polanyi enfatiza, por tanto, el momento del lazo o del vn-culo. La competencia entre individuos que promueve el libremercado conlleva el reconocimiento recproco de los conten-dientes, presupone una comunialidad anterior a cualquier con-vencin o contrato (Marramao, 2006: 176). Este individuo quepromueve lazos o vnculos est en la definicin constitutiva delas viejas (y nuevas) economas morales de la multitud13.

    Pues efectivamente los que nos ensea E. P. Thompson esque la economa moral de la multitud lleva implcita un teji-do de interdependencias y responsabilidades mutuas entrelos diferentes actores sociales, polticos, econmicos, etc. deuna sociedad. La percepcin por parte de los de abajo de laruptura de este vnculo moral por parte de los de arriba es loque conducira a la movilizacin estudiada por Thompson,esto es, las revueltas del siglo XVIII en Inglaterra.

    Este hallazgo de unas reglas morales de interdependenciasocial, y la posibilidad de la suspensin de las mismas comofuente del conflicto social, subyace en la magna obra delsocilogo Robert Castel (1997). En su La metamorfosis de lacuestin social, Castel rastrea en la historia del ltimo siglo ymedio la formacin progresiva, contradictoria y conflictivade un vnculo societal sobre la base de acuerdos morales dereconocimiento de los asalariados. Este nuevo estatuto de losasalariados vinculaba el contrato a los derechos de ciudada-na, al acceso a las propiedades sociales, y a unas reglas deljuego que comprometan social y econmicamente a los dife-rentes actores nacionales.

    Este vnculo se configurar polticamente en las convulsi-vas dcadas transcurridas entre los 20 hasta los 50 y se con-solidar en el periodo de posguerra. Esta es una etapa en laque aument el control poltico del Estado sobre la econo-ma por la va democrtica. Un control poltico que se sus-tentaba en un principio de democratizacin social y en lapromocin de un conjunto de derechos sociales, econmicosy polticos que daban grosor a una ciudadana social y queponan a resguardo parcial del mercado el trabajo y otrosbienes comunes (desmercantilizacin). Se trataba del clebrepacto keynesiano por el cual la clase trabajadora renunciabaa las aspiraciones de gestionar directamente la actividad eco-nmica, limitando la propiedad privada y las formas decomercio y cuestionando los mecanismos del mercado, acambio de un fuerte compromiso con el pleno empleo y conla mejora permanente del bienestar social (Alonso, 1999,2007), y a cambio tambin, como advierte recientementeGerardo Pisarello, de importantes concesiones respecto a lasconquistas plasmadas en el constitucionalismo social de losaos 30 (Pisarello, 2011: 139-154).

    Este pacto keynesiano se puso en marcha gracias a unaimportante regulacin de los mercados monetarios, financie-ros y de trabajo que otorgaban al estado una serie de instru-mentos macroeconmicos para controlar el funcionamientode los mercados introduciendo otros criterios no estricta-mente econmicos. Junto a los controles de los mercadosfinancieros para evitar las inversiones especulativas, el instru-mento ms importante fue el sistema monetario internacio-nal acordado en Bretton Woods en 1944, el cual fijaba un sis-tema de tipos fijos de cambio basado en el dlar (patrn-dlar). Este sistema evitaba la especulacin con los tipos decambio en el mercado de divisas y ofreca un marco establepara el funcionamiento del comercio internacional. Estemarco institucional permiti la expansin internacional delas grandes empresas y el incremento de la produccin inte-

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    13 Resulta problemtica la idea de la espontaneidad de los contramovimientos(Burawoy 2010). Puede verse como un punto dbil de Polanyi. Curiosamente,Polanyi parece incurrir en el mismo error que los liberales clsicos. Si stos concibenque el mercado alcanza un equilibrio de manera espontnea, Polanyi parece sealarque las movilizaciones por la proteccin de la sociedad surgen igualmente de maneraespontnea (Polanyi, 1989: 231, 244). Sin embargo, por un lado, hay grupos socialesque aunque estn afectados por la expansin de las fuerzas del mercado no se movili-zan en su contra sino que esperan beneficiarse de dicha expansin. En este caso, serainteresante prestar atencin a las fuentes de legitimacin que acompaan a estos pro-cesos de expansin, algo que desatiende Polanyi y que analiz Gramsci con su con-cepto de hegemona. Por otro lado, las movilizaciones no surgen de manera espont-nea sino que los actores sociales necesitan disponer de una serie de recursos parapoder movilizarse as como de un conjunto de marcos interpretativos comunes. Una interpretacin alternativa, como la que aqu se propone, de la espontaneidaddel contramovimiento de proteccin puede vincularse con la dimensin moral quePolanyi seala en los procesos de mercantilizacin. En ese caso, los contramovi-mientos seran movilizaciones an no politizadas ni canalizadas por ningn gruposocial ni por ningn discurso. Apuntara ms bien hacia el surgimiento de una acti-tud de defensa de una serie de bienes comunes amenazados por la apropiacin delmercado que reunira a todos aquellos que se sintieran afectados. Este primermomento del contramovimiento sera el momento moral (Thompson, 1979). Elmomento posterior sera el momento de la politizacin, la cual podra conducirhacia una justificacin y legitimacin de la expansin de las fuerzas del mercado obien podra conducir a la formacin de diversos grupos sociales con la intencin deproteger la sociedad con arreglo a diferentes criterios.

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  • rior para abastecer la demanda del comercio exterior. Laposicin competitiva de la industria nacional permita a lasempresas hacer frente a las demandas crecientes de incremen-to salarial por parte de los trabajadores. Por su parte, el esta-do pudo financiar una ampliacin de la cobertura de servi-cios sociales gracias a la recaudacin de impuestos cada vezms elevados y progresivos. El compromiso con el plenoempleo y el bienestar social se asentaba, por tanto, en la con-quista de los mercados externos (Silver, 2003).

    Es decir, el pacto, que se sostena en los pases ms des-arrollados sobre un equilibrio entre los capitalistas industria-les, la clase trabajadora y las instituciones estatales, suponauna muy limitada democratizacin de la gestin de las activi-dades econmicas en la medida en que el compromiso con elpleno empleo y la estabilidad monetaria slo era posible esta-bleciendo formas de acumulacin basadas en la conquista delcomercio internacional por parte de las industriasnacionales14. Por otra parte, este pacto ignoraba absoluta-mente el geogrficamente desigual impacto medioambientalde una industrializacin masiva de la actividad econmicaorientada hacia la exportacin que slo se hara visible tras elclebre informe Los lmites al crecimiento encargado porel Club de Roma en 1972.

    A partir de los aos 80 este asimtrico pacto de contra-partidas recprocas (Boyer 1986) es puesto en cuestin porel neoliberalismo y literalmente derruido con el advenimien-to de la actual crisis estructural del capitalismo global (que seinicia en agosto de 2007 con el estallido del mercado inter-bancario en EEUU como centro de una tormenta financieraque prontamente se extiende a nivel global).

    La ruptura de esta economa moral construida sobre elvnculo-salario lleva implcito un proyecto poltico de sentarlas condiciones para una expansin de la acumulacin pordesposesin sobre la idea (de nuevo) de un mercado autorre-gulado.

    De tal forma que esta suspensin del vnculo moral de lasociedad salarial genera una dinmica polanyiana de con-tramovimientos de la multitud, o por decirlo en los trminoscon los que E. P. Thompson analiz las revueltas popularesen la Inglaterra del XVIII, un modelo de protesta social quese deriva de un consenso con respecto a la economa moraldel bienestar pblico en tiempos de escasez (Thompson,1979: 122).

    4.2. Declive de los conflictos en los sistemas asociativos deregulacin e importancia de las estructuras reguladoras dereciprocidad

    La ruptura del pacto keynesiano y el advenimiento de lanorma neoliberal, con sus consecuencias sobre la cohesinsocial en trminos de polarizacin y aumento de la vulnera-

    bilidad social, llev a muchos analistas a diagnosticar unnuevo desarrollo socioeconmico en trminos de capitalis-mo desorganizado de fragmentacin social. De ah a pro-nosticar el fin de los conflictos de clase y el retorno del indi-vidualismo solamente hubo un paso.

    Pero la cuestin ha resultado ser ms compleja. La ruptu-ra de las reglas morales y polticas de interdependencia socialhubiera requerido la necesidad de reconstruir un nuevo com-plejo de regulaciones que posibiliten la reproduccin socialdel sistema de mercado, requisito que, sin embargo, el orde-namiento neoliberal ha sido incapaz de urdir, cegado (unavez ms) por la utopa del mercado autorregulador, Y contratodo pronstico (de los devotos neoliberales) se produjo laquiebra del sistema financiero estadounidense en el 2008 y,guardando muchas afinidades con lo acontecido en la crisisdel 29, nos hemos visto abocados a una catstrofe societal dedimensiones similares.

    Enzo Mingione public una importante obra en los aos90 con el ttulo Las Sociedades Fragmentadas (1994) quien, apartir de un marco terico inspirado en la obra de KarlPolanyi, y utilizando sus nociones de factores asociativos deregulacin y factores de reciprocidad, realiza una originallectura de las nuevas dinmicas de desarrollo socioeconmi-co. Desde su perspectiva, el neoliberalismo erosiona efectiva-mente los factores reguladores asociativos al debilitar elEstado Social y al promover cambios productivos que reor-ganizan las grandes estructuras industriales (externalizacin,deslocalizacin, subcontratacin, etc.), fragilizando a su vezel modelo de regulacin laboral basado en acuerdos de con-trapartidas entre empresarios y sindicatos. En este contextode declive de las regulaciones asociativas y de agudizacin delas tensiones del mercado, cobran una novedosa centralidadlos factores de regulacin basados en la reciprocidad como loevidencia el crecimiento sintomtico de la economa infor-mal, del autoabastecimiento, de la economa social, de losnegocios familiares, etc15.

    Esta diversificacin de las formas de organizacin socialpropia de las sociedades fragmentadas conlleva un importan-te problema de fondo, pues el capitalismo exige un complejode regulacin asociativa que ha dejado de ser eficaz.Mingione considera que la cuestin decisivamente impor-tante es si las tendencias a la fragmentacin social son com-patibles con las sociedades industriales o no, y todo suanlisis conduce a responder que no lo son pues los sistemasindustriales requieren de una amplia y coherente estructuraorganizativa destinada a su propia reproduccin. Por ello, el

    20AREAS 31

    14 Silver (2003) ha sealado que el pacto keynesiano desplaz el conflicto hacia lospases no desarrollados haciendo recaer sobre ellos las externalidades de lasestrategias concertadas de acumulacin de capital.

    15 Para Mingione, la recuperacin de la obra de Karl Polanyi no solamente tieneque ver con su indudable aportacin a la crtica del mercado autorregulado, sinotambin con la reciente atencin que se ha otorgado a la economa social o a laeconoma informal: Polanyi insista en el hecho de que las transacciones mone-tarias y de mercado slo han sustituido en parte a las relaciones preindustriales, ylo han hecho en una gran variedad de formas y en diferentes momentos. La grantransformacin no ha negado la economa social, y hay un gran nmero de rela-ciones que quedan fuera de la corriente central del mercado y que son todavaimportantes para la comprensin de la economa cotidiana y de la existencia diariade la gente (Mingione, 1994: 130).

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  • capitalismo neoliberal ha abierto un escenario de contradic-ciones enormes y complejas tensiones: No es extrao, con-tina Mingione, que el grado de no cohesividad entre las ten-dencias contemporneas se materialice de forma decrecienteen conflictos sociales convencionales, que son una expresincreciente de las tensiones reinantes en el seno de los sistemasasociativos de regulacin, es decir, precisamente el compo-nente que resulta cada vez menos efectivo en el sistema regu-lativo global y aade es importante abrir una discusinsobre adnde pueden conducir estas tendencias. Pero estedebate no puede basarse exclusivamente sobre los aspectosdel desarrollo econmico y los conflictos de la regulacinasociativa. Debe incorporar plenamente los factores sociales,el contexto y el papel de la estructura regulativa de recipro-cidad (Mingione, 1994: 167).

    En las sociedades fragmentadas no domina el individuoliberal y postmoderno, pero tampoco los contramovimientospropios del capitalismo regulado por factores asociativos. Ladiversidad de formas de organizacin, la preeminencia de losfactores reguladores de reciprocidad, la expansin de la econo-ma informal y de la economa social, etc. diversifican tambinlos contramovimientos y las controversias por la construccinde regulaciones, protecciones y vnculos sociales.Ciertamente, el mismo crecimiento de regulaciones basadas enla reciprocidad supone un obstculo a la mercantilizacin totalde la sociedad, lo que, segn Mingione, se muestra en reastales como 1) las pequeas empresas familiares, las economascampesinas y neocampesinas, etc. 2) el trabajo domstico, lasformas tradicionales e innovadoras de autoabastecimiento, lascomunidades locales, de parentesco y de vecindad en las cua-les los individuos y las familias logran obtener recursos enunas condiciones que difieren de las impuestas por los mode-los principales de mercantilizacin (Mingione, 1994: 160). Y3) la solidaridad de la comunidad local y resistencia a la com-petencia en el mercado: los ejemplos de este tipo de reaccincolectiva y de limitaciones a la ampliacin de la competenciaen el mercado van desde la resistencia a las nuevas formas dedesarrollo, la continuidad de las costumbres de la comunidadlocal o el trasplante de tradiciones nacionales hasta la recienteeclosin del inters por la proteccin del medio ambiente, quepuede dar lugar a una oposicin centrada en la comunidadlocal ofrezca resistencias al establecimiento de una fbrica con-taminante en su rea (Mingione, 1994: 161).

    Esta tipologa de Mingione advierte de la compleja pautade interaccin entre las tensiones del mercado y las dosestructuras diferenciadas por Polanyi del sistema regulador(asociativas y recprocas). Lo novedoso de nuestra poca esel papel activo que adopta las estructuras recprocas de regu-lacin condicionando las tensiones del mercado y las estruc-turas asociativas de regulacin en al menos dos sentidossealados por Mingione: por la absorcin de las tensionescompetitivas que quedan fuera de las normas establecidaspor la estructura de regulacin asociativa o mediante la resis-tencia a las tensiones competitivas que la desbordan(Mingione, 1994: 162).

    Para seguir profundizando en esta apertura de la perspec-tiva de anlisis es interesante atender a la investigacin deBeverly Silver (2005) sobre los movimientos obreros desde1870 hasta hoy, y en la que a partir de una lectura creativa deKarl Polanyi, procede a realizar una importante distincinanaltica entre conflictividad laboral de tipo marxiano yconflictividad laboral de tipo polanyiano. Frente a las rigi-deces de las lecturas que trazan lmites sobre lo que ha deentenderse por clase obrera, Silver busca analizar el modo enque el gnero, la nacionalidad o la etnia son constitutivas delas identidades de clase. Para ello sostiene que la idea de quela fuerza de trabajo y el movimiento obrero se rehacen con-tinuamente proporciona un importante antdoto contra latendencia habitual a la rigidez excesiva al especificar quinconstituye la clase obrera (sean los trabajadores profesiona-les del siglo XIX o los trabajadores de la produccin en masadel siglo XX) (Silver, 2005: 33), lo que le lleva a combinar unmodelo de conflicto de tipo polanyiano (que insiste en laexplotacin como desposesin y violencia) y un modelomarxiano (centrado en los fenmenos econmicos y de regu-lacin asociativa)16.

    De esta forma, Silver analiza desde 1870 hasta el presenteel movimiento pendular entre globalizacin econmi-ca/mercantilizacin de la fuerza de trabajo y contramovi-mientos de resistencia que demandan protecciones. A la pro-letarizacin de mediados del siglo XIX, le sucedi una olea-da de contramovimientos obreros entre finales del siglo XIXy primeras dcadas del XX. En la actualidad con la globali-zacin neoliberal el pndulo ha vuelto a posicionarse en lamercantilizacin del trabajo, por ello si observamos losprocesos actuales de globalizacin a travs de la lente dePolanyi, podemos esperar una nueva oscilacin del pndulo,y, de hecho numerosos observadores ven signos de unacreciente reaccin en las manifestaciones antiglobalizacinde Seattle y posteriores citas del movimiento de resistenciaglobal (Silver, 2005: 31, 198).

    En la dcada de los 90, los movimientos de resistenciaglobal17, los movimientos de los trabajadores de la funcinpblica en defensa de los servicios pblicos en Francia(Bourdieu, 1999) y otros pases europeos, y la formacin debloques sociales de trabajadores, campesinos, indgenas yotras fracciones subordinadas en Latinoamrica marcaronuna poderosa contratendencia a los procesos mercantilizado-res del capitalismo neoliberal.

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    16En palabras de B. Silver: la conflictividad que pretendemos medir incluye todaslas resistencias y reacciones (observables) de los seres humanos a verse tratados comomercancas, tanto en el lugar de produccin como en el mercado de trabajo. Incluyetodos los actos manifiestos de resistencia conscientemente proyectados y tambinformas ocultas de resistencia cuando se trata de prcticas colectivas generalizadas.Finalmente, el concepto de conflictividad laboral incluye todos los actos de los tra-bajadores que se presentan bajo banderas comunales distintas a las del trabajo, cuan-do existe un claro solapamiento entre clase y comunidad, y cuando la lucha est enca-minada a oponerse a la condicin proletaria (Silver, 2005: 209). Dicho sea de paso,este modelo de anlisis est muy prximo a la conflictividad de clase analizada porE. P. Thompson en trminos de economa moral de los pobres.17 Vase el excelente anlisis de Alex Callinicos (2003)

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  • Conclusiones:HACIA QU NUEVA GRAN TRANSFORMACIN?

    Este artculo ha mostrado que el proceso de expansindel mercado iniciado a finales de los setenta se ha basado enla reforma de numerosas legislaciones (laboral, financiera,social, etc.) que articulaba la condicin de ciudadana social.En consecuencia, se ha iniciado una tendencia hacia la desde-mocratizacin de la vida social.

    Las numerosas reformas legislativas estn relacionadascon la necesidad del capitalismo neoliberal de dotarse denuevas estructuras de regulacin, lo cual es vital para su pro-pia reproduccin social. No obstante, la ruptura con el entra-mado legislativo y jurdico previo ha supuesto al mismotiempo la ruptura de las reglas de interdependencia social quelegitimaban el llamado pacto keynesiano y han impulsadonumerosas respuestas sociales de rechazo a la mercantiliza-cin.

    La crisis actual est relacionada con la incapacidad dedotarse de una estructura de regulacin eficaz y con la inca-pacidad para absorber el descontento de cada vez ms secto-res de la sociedad.

    Cuando la contradiccin entre mercado autorregulado yprotecciones sociales se agudiza hasta hacerse irresoluble,como ocurri en las dcadas de los 20 y 30 estudiadas porKarl Polanyi, la naturaleza y la fuerza de los contramovi-mientos sociales puede determinar cambios que conllevan unalejamiento inevitable del ideario del libre mercado18. Es dif-cil pronosticar en nuestro tiempo la posibilidad de una nuevagran transformacin. Desde luego las condiciones parecendadas y por ello quizs se aprecian rastros a los que prestare-mos atencin a continuacin.

    Hemos subrayado la aportacin de Mingione (1994) encuanto que nos permite entender la mutacin hacia el decli-ve de la conflictividad de tipo reguladora asociativa propia dela sociedad industrial (fordista-keynesiana) y la emergenciade una diversidad de estructuras sociales con sus especficaslgicas de regulacin, pero en las que se observa una crecien-te centralidad de los conflictos de regulacin basados en lareciprocidad.

    A modo de conjetura o hiptesis, cabe preguntarse si elplanteamiento de Enzo Mingione, inspirado en Polanyi, nosirviera acaso para entender la actual gran transformacinexperimentada por muchos pases latinoamericanos en losque gobiernan movimientos de izquierdas que estn llevan-do importantes transformaciones sociales (en Bolivia,Argentina, Ecuador, Venezuela, Uruguay,) tras los proce-sos de desindustrializacin (y de desmantelamiento de lasestructuras reguladoras asociativas) de los 70-80 y el fracasodel programa neoliberal impuesto en la dcada de los 90 porel Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Los

    contramovimientos que llevaron al poder a estos gobiernosde izquierdas tuvieron una importante base social en lasestructuras reguladoras de reciprocidad como lo demuestrael papel activo que han jugado los sectores urbanos informa-les (caso de Argentina y Venezuela) y los campesinos e ind-genas (caso de Bolivia y en cierta forma tambin Ecuador).Inclusive podra quizs extenderse esta hiptesis a las recien-tes revoluciones rabes de Tnez, Egipto, Siria, etc. quetambin han movilizado a sectores urbanos informales, a lospequeos comerciantes, etc. Pero tambin la extensin deuna precariado juvenil con un elevado capital cultural que enEspaa, Portugal, Italia o Grecia ha venido sobreviviendogracias a la familia y a otras estructuras de reciprocidad. Noes acaso este precariado juvenil el que est protagonizandolas grandes movilizaciones que en estos pases se estndando, como por ejemplo el movimiento 15M que ocupdurante semanas las plazas espaolas entre mayo y junio de2011, contra los duros programas de ajuste que se estnimponiendo para el pago de la deuda privada y pblica en elactual contexto de crisis estructural?

    Ms all de las diferencias nacionales, las sociedades y lostrabajadores estn vinculados entre s por la divisin del tra-bajo a escala mundial y por procesos polticos globales, porello cabe percibir un hilo conductor que vertebra estos con-tramovimientos y su sucesin en el tiempo: la aspiracin deuna democracia social y participativa frente a la acumulacinpor desposesin neoliberal y la desdemocratizacin, bienderrotando regmenes autoritarios (caso de las revolucionesrabes), bien mediante programas de democratizacin real(caso de Latinoamrica o de las movilizaciones del Sur deEuropa contra las polticas de ajuste). La aportacinMingione (1994) nos ayuda a entender estos contramovi-mientos ms all de las controversias de desarrollo econmi-co o por la redistribucin de recursos, atendiendo efectiva-mente a los factores sociales, al contexto y al papel de laestructura regulativa de reciprocidad.

    La actual crisis global abierta en el 2008 demuestra que elpndulo sigue en posiciones neoliberales de extrema mercan-tilizacin de las propiedades colectivas, del trabajo y de losrecursos naturales (Burawoy, 2010). Los contramovimientosque estn surgiendo en el mundo rabe, el Sur de Europa,Latinoamrica, e inclusive en los EEUU, son claramente res-puestas polanyianas de resistencia a un nuevo viraje hacia elmercado autorregulado. Si en el siglo XVIII el nexo del panfundament bloques sociales establecidos y ampliamentelegitimados sobre el derecho a la subsistencia y su resquebra-jamiento gener los contramovimientos analizados por E. P.Thompson y Florence Gauthier; si en el siglo XIX el nexodel salario alent los contramovimientos obreros de finalesdel XIX y principios del XX analizados por Karl Marx yKarl Polanyi que hicieron posible la apertura (a mediados delsiglo XX) de una civilizacin basada en el servicio pblicocomo propiedad social y los derechos de ciudadana; todoapunta a que las respuestas a la crisis civilizatoria (abierta enlos aos 70) y al capitalismo neoliberal estn apuntalando

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    18 La gran transformacin con la que Polanyi titul su clebre obra hace referen-cia precisamente a la emergencia del fascismo, el comunismo y el New Deal

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  • nuevos bloques sociales de redefinicin del derecho al sus-tento que constituyen un nexo del bien comn que es comoproponemos denominar a la nueva economa moral de lamultitud del tiempo que nos ha tocado vivir.

    En el campo del socialismo ha habido importantes apor-taciones desde la perspectiva de construir una alternativa sis-tmica al capitalismo, vase por ejemplo Cohen (2011),Devine (1988) o Callinicos (2003). Todas ellas recuperan laplanificacin socialista como necesidad imperiosa, lo queentiendo como planificacin socialista, apunta el gran teri-co social Alex Callinicos, es un sistema econmico en el quela asignacin y el uso de los recursos vienen determinadoscolectivamente sobre la base de procedimientos democrti-cos de toma de decisiones entre los que figura en posicincentral el principio de la mayora (Callinicos, 2003: 147).

    Entroncndose en lo que hemos denominado el nexo delbien comn y en las aspiraciones de democratizacin socialde los contramovimientos contemporneos, Hardt y Negri(2011) han venido realizado un valiosa aportacin polticaque actualiza el proyecto comunista con la pretensin desuperar la alternativa privado-pblico/capitalismo-socialis-mo, segn la cual el mantenimiento del comn requiere deuna democracia de la multitud como democracia absoluta:una democracia de la multitud es imaginable y posible sloporque todos compartimos y participamos en el comn(Hardt y Negri, 2011: 10). Qu es el comn? Hardt y Negriconsideran que este trmino en los tiempos de globalizacinengloba no solamente la riqueza comn del mundo material(aire, agua, naturaleza, productos de la tierra) sino tambinlos resultados de la produccin social que son necesariospara la interaccin social y la produccin ulterior, tales comosaberes, lenguajes, cdigos, informacin, afectos (Hard yNegri, 2011: 10). El comunismo sera, para estos pensadores,la forma poltica que exige la proteccin, produccin y dis-tribucin del comn.

    Tambin han resurgido lecturas actualizadas del proyec-to socialdemcrata y sus regulaciones keynesianas en autorestan diversos como Josepg Stiglitz, David Held o Ulrick Beckque buscan una crtica al mercado autorregulado (que con-viene no confundir con el devenir neoliberal de muchos par-tidos socialdemcratas). Como muestra Callinicos en suinteresantsima radiografa del movimiento contra el capita-lismo global, en el mismo subyace una poderosa corriente deaspiraciones (que denomina anticapitalismo reformista) deun capitalismo regulado mediante la reconstitucin de lasoberana nacional y reglamentaciones globales como la pro-puesta de James Tobin de impuesto sobre las transaccionesmonetarias internacionales.

    Otro contramovimiento que reaparece en muchos paseseuropeos son las salidas conservadoras autoritarias dentro delos lmites de la economa formal, envestidas de nacionalismoxenfobo. Ulrich Beck en un artculo sobre la encrucijada enla que se encuentra actualmente Europa, azotada por la crisisfinanciera y con gobernantes tentados por el repliegue esta-tal-nacional, advierte que el carcter incontrolado de los

    riesgos financieros (como tambin del cambio climtico y delos movimientos migratorios) introduce un escenario propiode Carl Schmitt, un juego de estrategia de poder que, junto ala normalizacin del estado de excepcin planetario, abrepuertas y ventanas a la poltica tnica y nacionalista (Beck2011). De hecho la imposicin de gobiernos tcnicos enItalia y Grecia ha sido interpretada por algunos analistascomo un retorno de la idea de Schmitt de estado de excep-cin (Ridao 2011). Polanyi advirti que la solucin autori-taria o directamente fascista haba que leerla dentro de losdiferentes proyectos de clase de una sociedad (alejndose,por tanto, de aquellas lecturas que desdibujan las diferenciasde clase utilizando el contenedor de la nocin de totalitaris-mo) y as advirti (nos advirti a sus lectores contempor-neos): la privacin total de libertad en el fascismo es, a decirverdad, el irremediable resultado de la filosofa liberal, quepretende que el poder y la norma son el mal, y que la liber-tad exige que no tengan para nada un lugar en una comuni-dad humana (Polanyi, 1989: 330).

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