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Pagino 52 LA VANGUARDIA. ESPAÑOLA JUEVES, 28 DE MARZO DE 1968
UNA NUEVA CIUDAD AUSTRALIANA:BARCELONA GARDENS
LA SARDANA* DE LAS BARCELONAS
En nuestros antípodas, allá en la le-jana Oceanía, en el fabuloso quintocontinente, donde en un próximo futuropodría albergarse una población iguala la de toda Europa occidental —cientocuarenta y cinco millones de almas-r,y, en el que actualmente sólo viven unosdoce millones de habitantes, nace estosdías rutilante y esplendorosa una nue-va Barcelona, la qUe en el censo quetenemos establecido vendrá á'ser clasi-ficada con el número treinta y dos.
Hasta hoy conocíamos la existencia deseis Barcelonas en íuropa, dos en,Asiay veinticuatro en América. Nos faltaba,pues, la réplica australiana', para tenerampliamente cubiertos ambos hemisfe-rios, en los que en algún lugar, de cayonombré siempre podremos acordarnos yenorgullecemos, sé hallará él de nues-tra dos veces milenaria ciudad, almaimater de todas cuantas existen en nues-tro planeta, y¡ conforme pudo exclamarun día Felipe II, también todo» los bar-celoneses podremos afirmar gue en lasBarcelonas del inundo jamás se pone laluz del sol. ' , ,
LA EMPRENDEDORA.-• CONDICIÓN CATALANA
Bien valen estas palabras eufóricas,henchidas de entusiasmó, quizá de utinarcisismo barcelonés a ultranza, el po-der informar que Barcelona Gardens,con sus más de mil quinientas vivien-das familiares en construcción en suprimera etapa,, cada una de ellas rodea-da de amplios jardines —de ahí el nom-bré de Barcelona Jardín— vá edificán-dose gracias al entusiasmo buena fe yamplia visión económica de dos artífi-ces de la misma, de dos catalanes.
Una vez más, véase, conforme infor-maremos, cómo el empuje emprendedor,y aventurero de nuestros trotamundos(antítesi del «estevismo» de aquellosotros arraigados para siempre á la tie-rra que les vio nacer), después de estoi-cos, sacrificios, y de orillar penalidadesinnumerables, sabe al fin abrirse paso •<cosechar fortuna. Es la eterna historiadel emigrante, en la que, los más, dejansus desnudos huesos en lejanas tierrasque se prometían de promisión.
Bruno Tapiólas, hijo de la Creu deBarbera (Sabadell), a los veintidósaños, transcurría el año 189é, llevadode su pujante juventud, con el corazónalegre y conociendo a fondo aquello deque para «soplar la flauta necesario esmover los dedos», parte para la, enaquellos tiempos, misteriosa- AustraliaLlegaáo allí trabaja, como lá^raáor, pa-
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AUSTRALIA
Perfil del continente australiano en el que se señala dónde, en el li-toral del mar de Coral, se construye Barcelona Gardens, situada en-
tre las ciudades de Ayr y Townsville
ra la recolección de caña de azúcar,cuyos ingenios en el país siempre hansido numerosos y prósperos. Trabaja desol A sol, mas al llegar el atardecer,tan pronto da por terminados sus tra-bajos en el campo, se ofrece para todocuanto honradamente pueda proporcio-nare alguna ibra más. Con sus ahorrosllega a adquirir una extensión de terre-no y pasa á ser patrono y exportadorde aquello que con sus jóvenes brazoshabía arrancado en los cultivos porcuenta dé otros. Dotado de amplios co-nocimientos en el primer oficio que ha-ba practicado en su mocedad en la capi-tal de la comarca del Valles occidental,saca una patente de constructor deobras y así puede levantar sólidos edi-ficios en las poblaciones de Ayr y deTo-wnsville.
DE AÑORANZA TAMBIÉNSE MUERE
En el año 1961, al llegar su másvalioso colaborador, Benet Droguet.natural también de Sabadell, técnicometalúrgico dotado de amplios cono-cimientos en la materia, la empresa deconstrucciones inmobiliarias Tapiólaspuede levantar ya modernos edificiosde estructura metálica; ,
No olvidan, ambos, empero, a la ama-da y lejana tierra que les vio nacer,y sintiendo profundamente la nostalgiade todo cuanto ella representa, así comodel «Cap y Casal» de Cataluña, remitenuna epístola a Radio Barcelona. Se nospregunta, era en enero del pasado año1967, éH'qué lecha iba ¡a llevarse a caboel «Día de la Sardana», pues se desea-ba conocerla para celebrarla tambiénen Ayr. Se les complace, informándo-les-que la misma coincide con la delúltimo domingo del mes de abril. Yaen la «diada», se visten los dos, asícomo sus- respectivas familias, y todos
• cuantos catalanes residen allí, con lostrajes • folklóricos de nuestras comarcasy cubren sus cabezas con la típicabarretina y, como canta el poeta, «do-naiit-se les mans» bailan unas sarda-nas en un e-motivo ambiente evocador,a fin ele satisfacer el aguijón de lacorrosiva nostalgia.
NACE UNA CIUDADY, como fruto de una sugerencia que
se les mandó, en una de las últimasfechas del pasado mes de febrero. Be-nito Droguet nos remitía las emocio-nantes palabras que, debidamente tra-ducidas del catalán., dicen así:
«He de informarle, con satisfacciónsobradamente comprensible, que la Bar-celona australiana Iha sido ya recono-cida por las autoridades competentes y,por tanto, es ya uin hecho. Sí, señorTorrents, gracias a su idea de un añoha y nuestros afanes de catalanes, he-mos hecho nacer una nueva Barcelonay creemos, Dios mediante, que pro-mete ser bonita, rica y próspera. Ahorabien: como catalanes, queremos hacerde «Barcelona Gardens» un pedazo deCataluña, poniendo a sus calles nom-bres de catalanes prestigiosos, cpmoBalmes, Gaudí, Clavé, etc., para queasí sea más n u e s t r a y, por consi-guiente...»
Hasta aquí la parte de la epístolaque interesaba divulgar. Las últimasnoticias que nos llegan de «BarcelonaGardens» informan que, entre otros, lascalles de la ciudad llevarán los nom-bres de las ilustres personalidades ca-talanas siguientes: Guifré el Pelos, AbatOliba, Jaume I el Conqueridor, Rogerde Llúria, Elise,nda de Monteada, Do-ménec Badia (Ali-Bey), Agustina Sa-ragossa (Agustina de Aragón), MiquelBiada, Bonaventura C a r i e s Aribau,Jaume Balmes, Pep Ventura, NarcísMonturiol, Josep Anselm Clavé, MariáFortuny, Jacint Verdaguer, Ángel Gui-merá, Josep Torras i Bages, AntoniGaudí, Pau Casáis, Isaac Albéniz, JoanMaragall, Santiago Rusiñol, Joan Ma-nen, Francesc Viñas. Enric Morera,Enric Granados, Lluís Millet, AmadeuVives, Pompeu Fabra, Maria Barrien-tes y Josep M.' de Sagarra.
Hacemos sinceros v o t o s para que«Barcelona Gardens», bajo el sol aus-traliano, tenga el próspero desarrollo yla bendita paz que para ella deseansus ilusionados fundadores.
Jaime TORRENTS
CAMABAGARANTÍA' 2
EXPOSICIÓN Y VENTA
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LRAp u 1? '41 v a r e z ronda general mitre,154BARCEÍ€>NA~6 Y PROVINCIAS
JAPÓN HIZO DEL TE UN TRATADODE CORTESÍA
Código de elegantes yEl Japón, con el fino sentido artístico
que en todos los aspectos le domina,dando todo lo delicado un bello y armó-nico relieve, descubrió en la fragilidadde las flores de té un medio para lapráctica de su poético lirismo.
El té, arbolito que libremente crecíay crece en los montes y entre nieves, ycuyas flores se parecen a las camelias,llamó la atención por lo benéficas quehabían resultado, en ciertas ocasiones,sus hojas. Ensayado y bien probado, dioorigen en él siglo XIV y XV a unos mo-dales amables y refinados que se acen-tuaron en los siglos venideros. De no ha-ber nacido tal afición en Japón, sin du-da, se desconocerían sus propiedades,pero allí el té concentró, en el rito quesiguió a su uso, el concepto religioso quetenían de la vida. Y no debe extrañar-nos, dado que en ningún pueblo como enJapón han sido tan admiradas y .ama-das las llores y cuanto supone delicade-za o fragilidad. La planta del té es bellay los budistas la recogían con dulce sua-vidad, acostumbrados a tratar a las flo-recillás con tierno cuidado. Esa delicadaforma de ser logró que, ante el té, queconsideraron portador de una serie desalutíferas virtudes, pusieran en la prác-tica de su preparación todo el encantode su exquisita sensibilidad oriental.
Son raras las películas de tema ja-ponés en que no resalte de algún modo labelleza de sus jardines, que siempre apa-recen como una apoteosis de belleza orna-mental. Acostumbran a ser de una poli-cromía tan delicada y tan armoniosa ensu distribución, que arroban los senti-dos. Es natural, pues, que ante la bebid,aque sirvió para reunirles en familia, per-mitiéndoles, al obsequiar, demostrar sudistinción a los amigos, crearan unascostumbres exprofesas para servirlo ytomarlo. Costumbres que, por lo cere-moniosas, delicadas y corteses, y la re-ligiosa intención que las animaba, resul-tó como un rito. Bien estudiado, tel tem-peramento japonés, se verá que en todopredomina su poético modo de pensar.Ningún pueblo se ha detenido recogien-do las pobres flores ¡marchitas y troncha-das por el huracán para colocarlas enbúcaros de agua perfumada. Ellos, sí;con cariño de amantes las cuidan y asis-ten en su vejez para, finalmente, ente-rrarlas al borde de los lagos. Tributo quehan rendido hombres y mujeres sin aver-gonzarse, porque el poeta jamás se aver-güenza de los bellos actos. Es un senti-do estético que les sale del alma. Les en-señaron a cultivarlo y también a cul-tivar flores y. entre éstas, las flor de té.
EL TÉ EN LA INTIMIDADComo ya dijimos, el té es una planta
originaria del Sur de la China, si bien losjaponeses lo adoptaron y poetizaron co-mo sólo ellos saben hacerlo. Es de ad-mirar el modo que tienen de prepararloen sus más mínimos detalles. Ha de her-vir en pequeñas burbllujitas «como per-las de cristal que naden en el agua». Ya las hojas s» las considera sacrificadas«como nenúfares sobre agua de esmeral-da». Llegando el momento de servirloexigen armonía y compostura, elegan-cia y sentido artístico en cada invita-ción, y al que asiste, delicadeza de mo-dales y un vestir adecuado a la calidadde la recepción a la que ha sido in-vitado.
El té, tomado en este ambiente y for-ma, constituye una auténtica y delicadaceremonia. Toda una afiligranada sartade delicados matices que ya empieza conel color de la taza, da finísima porcela-na. Esta suele ser azul para que la colo-ración del líquido resulte verde. La me-silla contiene la preciosa vajilla y cuan-tos utsnsilios que intervienen hasta laebullición y puesta del azúcar. En cuan-to al ambiente íntimo y acogedor quesuele rodear estas escenas, resulta deuna encantadora poesía, en la cual de-sempeña su principal parte las flores.
Pero no siempre fue así, a pesar deque la aristocracia hizo de la planta subebida predilecta. El emperador Shomuofrecía el té a los monjes en su pala-cio de Nara y en tiempos ds Yoshimasa,en el siglo XV, el modo de prepararlo yservirlo adquirió importancia en la vidapública. Se redactó incluso un códigoque se distinguió por la sencillsz y aus-teridad con que debía servirse, supri-miendo los adornos y detalles inútiles.No tuvo gran éxito.'Continuó sirviéndosecon toda la delicadeza qu; suele emplear
la humild.ad, recomendando a los co-mensales caridad y pureza. En ésto, lospoetas descubrieron que, por haber te-nido este sentido los primeros que lo ela-boraron y sirvieron, emanaba de su ritoefluvios de aristrocracia espiritual.
Profundizando en el tema, podríamosdecir que la fantasía japonesa quiso ser.virs? del té para reunir, durante est,a be-bida, a familiares y amigos en un recón-dito afán de perfeccionamiento espiri-tual, por medios delicados, religiosos yartísticos.
armoniosas costumbresLA CÁMARA DEL TÉ
El ambiente ideal para tomar el té hade ser un lugar apacible y bello. El invi-tado, antes de penetrar en la cámara delté, se verá obligado a inclinarse. Lo ba-jo' d=l techo obliga y, tal vez por estegesto, percibirá sentimientos de humil-dad. Ya dentro de la estancia, gozará deuna sensación de agradable sosiego. Losdelicados colores, las opacas luces, sisuelo con alambras atenuando el ruidode los pasos y otros detalles, le induci-rán a la paz. Allí, Jejos del mundanalruido, en una estancia donde todo prego-na sencillez y naturalidad, realmente seha de gozar de un sosiego insospechadoy nada vulgar. Las flores y las preciosaslacas y (Las figuritas de marfil y las im-perceptibles filigranas de sus otros ador-nos, que no recargan su aspecto, contri-buyen a la ternura y amabilidad del con-junto. Después, lo cómodo de los asien-tos y el rumor de la marmita, mientrasse hace el té. Es la hora en que anfi-trión e invitado deben estar imbuidospor sentimientos de sencillez y de bue-na amistad, haciendo votos por su man-tenimiento y deseos de próximos reen-cuentros. Y a todo esto, la tetera redon-da y la jarrita angular desempeñando índelicada mano, su menester. No es ra-ro, por lo que nos dicen, que en algunoslugares, el invitado note al vaciarse latstera, un ruidillo como de musiquillade cristal. Lo produce el roce de piedraspreciosas, que algunos ricos orientalesse complacen en dejar en el fondo delrecipiente. Las tazas suelen ser esmal-tadas y si hay objetos laqueados, noaparecerán nunca mezclados. En Ja cá-mara del té nada puede turbar la armo-nía, ni la belleza, ni la quietud del es-cogido lugar.
EL TÉ EN LOS SALONESEUROPEOS
Después de lo «xpuesto, es fácil com-prender que, siendo las costumbresorientales tan distintas a las nuestras, yque habiendo sido el té tratado en tormatan armoniosa y poética, no podían enmodo alguno nuestros ambientes depa-rarle las mismas exquisitas melodías queen sus países de origen. Durante la di-nastía Ming, lo conoció Europa, mencio-nándolo los árabes y, como bebida ex-traordinaria, Marco Polo. En el siglo XVIlos holandeses hablaron de una reco-mendable infusión que «produce un ar.busto de China». A poco, se ingeniaronpara obtenerla. Enterada Francia, estuvoa la expectativa, no tardando en procu-rarse cantidades del codiciado arbusto.Le siguió Rusia, y en el siglo XVIII, In-glaterra y Suecia, si bien ninguna logrócultivarlo.
Por fin, Linnso, médico y naturalistadedicado a la clasificación de las plan-tas, se interesó por el té, entrando enplena acción en el modo de tratarlo. Esel que después de ímprobas tentativas,logró su cultivo. Las primeras semillasse las proporcionó, tras no pocas vicisi-tudes, el capitán Esbkberg, en el año1773. Los ingleses se lo apropiaron, ob-teniendo ya su franco cultivo. Tras elté, aprendieron los hábitos para confec--cionarlo y servirlo. Pero ni supieron en-señarlo, ni habituarse al delicado ritoque requería, ni captaron el calor de suemoción. Por lo que resultó como unaceremonia insípida, sin ton ni son. Secomía más mantequilla que se bebía té.Y, con todo, no fueron ya únicos. En to-das las capitales europeas empezaron averse establecimientos para tomarlo, con-curriendo siempre en sus salones la aris-trocracia y clase adinerada.
Los orientales, pudieron reírse en esteaspecto, de los europeos. Sobre no acer-tar en su exquisita preparación, los mo-dales disentían. Lo que en Japón eracomo un rito de arte, de belleza y deespiritualidad fue, «ntre los ingleses, lacosa más vulgar. Las reuniones de téconsistieron en una merienda como otracualquiera, sólo que en lugar de otra be.bida, se servía té.
Y, por si fuera poco, el té, que dio mo-tivo a tan líricas costumbres, no se de-gusta ya ni en los salones de té, ni en loscomercios, ni en parte alguna de Euro-pa. La planta de origen chino ha sidotan sofisticada que ellos mismos, al verel negocio que representa, le añaden aro--mas y hojas de otros arbustos.
Ana NADAL DE SANJUAN
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