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£ 0 < I » I A I^eüisto TsosóíieQ Satyat násti paro dharmah. NO HA V RELIGION MÁS ELEVADA QUE LA VERDAD Sociedad Teosófica v»o es responsable de las ©phiii.ties emitidas en ios artículos de esta Revista, siéndolo de cada artículo el firmante, y de los no firmados la Dirección. FILÓSOFOS ANTIGUOS V CRÍTICOS MODERNOS (CONTINUACIÓN1; L a acusación de que ios filósofos antiguos sólo generalizaban las cosas, y que en realidad jamás las sometían á sistema al- guno, no prueba su «ignorancia», y además es falsa. Habiendo sido revelada toda ciencia al principio de los tiempos por un Instructor divino, convirtióse de este modo en sagrada, trans- mitiéndose únicamente durante los Misterios de la Iniciación. Por lo tanto, ningún filósofo iniciado— como Platón, por ejem- plo-tenía el derecho de revelarla. Sentado este hecho, queda explicada la supuesta ^ignorancia* de los antiguos sabios y de algunos autores clásicos iniciados. He todos modos, aun una generalización correcta es más útil que cualquiera de los mé- todos de las Ciencias Modernas, que sólo resultan acabados y completos, gracias á un sinnúmero de «hipótesis» y conjeturas. La inutilidad práctica relativa de la mayor parte de Jas in- dagaciones científicas modernas, se demuestra per el hecho de que, si bien tienen nuestros hombres de ciencia un nombre para designar la partícula más insignificante del mineral, déla planta, del animal y del hombre, los más sabios de aquéllos son incapaces de explicarnos cosa alguna definida, respecto a la

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Page 1: 0 < I » I A I^eüisto TsosóíieQ · 2017-06-24 · £0 < I » I A I^eüisto TsosóíieQ Satyat násti paro dharmah. NO HA V RELIGION MÁS ELEVADA QUE LA VERDAD Sociedad Teosófica

£ 0 < I » I AI^eüisto TsosóíieQ

S a t y a t násti paro d h arm ah .NO HA V RELIGION MÁS ELEVADA QUE LA VERDAD

Sociedad Teosófica v»o es responsable de las ©phiii.ties emitidas en ios artículos de esta Revista, siéndolo de cada artículo el firmante, y de los no firmados la Dirección.

FILÓSOFOS ANTIGUOS V CRÍTICOS MODERNOS

(C O N T IN U A C IÓ N 1;

L a acusación de que ios filósofos antiguos sólo generalizaban las cosas, y que en realidad jam ás las sometían á sistema al­guno, no prueba su «ignorancia», y además es falsa. Habiendo sido revelada toda ciencia al principio de los tiempos por un Instructor divino, convirtióse de este modo en sagrada, trans­mitiéndose únicamente durante los Misterios de la Iniciación. Por lo tanto, ningún filósofo iniciado— como Platón, por ejem­p l o - t e n í a el derecho de revelarla. Sentado este hecho, queda explicada la supuesta ^ignorancia* de los antiguos sabios y de algunos autores clásicos iniciados. He todos modos, aun una generalización correcta es más útil que cualquiera de los mé­todos de las Ciencias Modernas, que sólo resultan acabados y completos, gracias á un sinnúmero de «hipótesis» y conjeturas.

L a inutilidad práctica relativa de la mayor parte de Jas in­dagaciones científicas modernas, se demuestra per el hecho de que, si bien tienen nuestros hombres de ciencia un nombre para designar la partícula más insignificante del mineral, d é la planta, del animal y del hombre, los más sabios de aquéllos son incapaces de explicarnos cosa alguna definida, respecto a la

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10<I> I A I A g osto282

fu e rza v ita l que produce los cam bios en aq u ello s d iverso s re i­nos. N o es necesario b u scar fu e ra de las m ism as obras de n u es­tra s autorid ades c ien tífica s más em in en tes la con firm ación de

este aserto . . ,M ucho valor necesita e l h om b re que o cu p a u n a situ ac ió n

p rofesio n a l e lev a d a , p ara hacer ju s t ic ia á los conocim ientos de los a n tig u o s, an te u n sen tim ien to p ú b lico que solo se sa tisfa ce

reb ajan d o á los ú ltim os.Cuando se nos p resen ta uno de estos casos, nos com placem os

en recon ocer la h on rad ez y v a le n tía del h om b re de c ie n c ia , si sucede con resp ecto al profesor J o w e tt , E e c to r del C o le g io e B a lio l, y p rofesor de G rie g o en la U n iv ersid a d de O xford , quien en la tra d u cció n de las obras de P la tó n , hablan do de la sfiloso- f ía f ís ic a de los a n tig u o s, con siderada en co n ju n to *, la a u to riz a del modo sig u ie n te: l . ° «La te o ría de la n eb u lo sa era la c re e n ­cia co rrien te de los fís ic o s p rim itivo s.» No p o d ía , por lo tan to , estar fu n d ad a en el d escu b rim ien to hecho con el te lesco p io por H ersch el I, como afirm a D ra p e r (1). 2 .° «El d esarro llo de los an im ales evolu cion an do de las ran as que v in iero n á la t ie rra , y del h om bre evolu cion an do de los an im ales, era u n a te o ría sosten ida y a por A n a x ím e n e s en el s ig lo v i antes de C risto .* P u d ie ra h ab er añ adido el profesor G o roete que esa teo ría ex is­t ía y a m uchos m iles de años an tes de A n a x ím en es, por ser una d o ctr in a conocida de los C aldeos, qu ien es la en señ ab an exotéri­camente en sus c ilin d ro s y ta b la s , y esotéricamente en los te m ­plos de E a y N ebo— el D ios y P ro fe ta — revelad o r de la D o ctrin a S e cre ta (2 ). P e ro en am bos casos las afirm acion es son velos. A n a x ím en es, d iscíp u lo de A n a x im a n d ro , que era am igo y d is­cíp u lo de T a le s de M ileto , e l je fe de los «Siete S a b io s* , y los tre s in ic ia d o s, en ten d ía por «anim ales» a lg o d istin to de lo s a n i­m ales d é la teo ría D a rw in ia n a m oderna. S e gu ram en te , los hom ­b re s con cab eza de á g u ila , y los an im ales de varias clases con cab eza hum an a, pueden in d ica r dos cosas: la descen d en cia del hom bre de los an im ales, y la descen d en cia de los an im ales del h om b re, com o enseña la D o ctr in a E s o té r ic a . D e todas m an eras

(1) Confiict betwen, Religión and Science pág. 240.(2) «La Sabiduría, de Kebo, del Dios instructor mío, todo excelencia*,, dice el

t eral culo YII en la primera tabla, que describe la generación de los dioses y a creación.

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i 9°8] FILÓSOFOS A N T IG U O S Y CR ÍTICO S MODRR NOS 283pernos que aun Jas teorías más importantes de la época actual no son enteramente originales de Darwin. Trata d profesor Jow ett de demostrar «que la tierra estaba considerada hasta por íh lolao y los primeros pitagóricos, como un cuerpo seme­jante á las demás estrellas que giran por el espacio». A sí es que Q-alileo -estudiando algunos fragmentos pitagóricos que según demuestra Heuchiin, aún existían en tiempo del mate­mático florentino (1); estando familiarizado además con las doctrinas de los antiguos filósofos, sólo resucitó una doctrina astronómica que prevaleció en la India en la más remota anti­güedad, 3.8 «Pensaban los antiguos que existía un sexo en las plantas como en los an im ales.» Así, pues, nuestros n atu ra­listas modernos no tuvieron más que seguir las huellas de sus predecesores, 4.° «Las notas musicales dependían de la longi­tud ó tensión relativa de las cuerdas que los emitían, y se ine- dían con relaciones numéricas, 5.° «Las leyes matemáticas lle­naban el mundo, y se suponía que hasta las mismas diferencias cualitativas tenían su origen en los números.» G.° «Negaban la aniquilación de la materia que consideraban sólo como una transformación.» «Si bien podría suponerse que uno de estos descubrimientos debía atribuirse á una feliz casualidad»— añade el profesor Jow ett— «difícilmente podemos atribuirlos todos á simples coincidencias». Creemos que no; pues por lo que en otro lugar dice, el profesor Jow ett nos autoriza plenamente á creer que P latón revela (como en realidad lo hace) en Timeo sus conocimientos acerca de la indestructibilidad de la Materia' de la conservación de la energía y de la con elación de las fuer­zas. Dice el profesor Jowett:

« L a ú l t im a p ala b ra de la f i losofía m odernana, t-s la continuidad v el

0 ) Afirman alguno, tabaliataa que la» sentencias griegas pitagóricas originales de Sexto, que según dicen se han perdido, «¡filan en aquel tiempo en un convento rte Florencia, y que Gahleo conocía esos escritos. Añaden, además, que Galileo es­taba en posesión de un tratado de A-ti ¡momia, en manuscrito debido á Ardillas, dis- e pu o ¡recto de Pitá gofas, en el que orlaban anotadas todas las docti ínas u?á¿> ini- orantes e su escuela. Si algún Rufino se hubiese apoderado de ese manuscrito, ti uda alguna lo hubiese alterado, como ei Presidíelo Rufino alteró ¡as sentencias. e esto ai riba mencionadas, reemplazándolas por una versión fraudulenta que

trató de atribuir á cierto Obispo llamado Sexto.Véase la introducción de Ta jlo v, á la Vida de P itá g o r a x , de Jámbiico, pág. 17.

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2g 4 SO<t>lA í A gosto

desarrollo; p e r o esto es p a r a P l a t ó n e l p r i n c i p i o y lo l,a se d e la C i e n ­

c ia (1).

E n una palabra: en la fi losofía P la tó n ica im p erab a el orden, el sistem a y la proporción; abarcaba la e v olu ción d é lo s mundos y de las especies, la co rrelac ión y con servación de la e n e rg ía , l a tra n sm u ta c ió n de la fo rm a m aterial y la in d estru ctib il id ad

de la M ater ia y del E s p ír itu ,L a posición de los P la tó n ico s respecto á este ú ltim o pun to ,

a v e n ta ja b a con m ucho á la Ciencia M oderna, y cerraba el arco de su sistem a filosófico con una clave m aestra , á la yez p erfecta

é in m u tab le ,F in a lm e n te , pocos n e g a r á n la influencia enorme que las o p i­

niones de P la t ó n ejercieron en la formación y a cep tación de los d ogm as del C rist ian ism o. M as las creencias de P la tó n eran las de los M isterios. L a s doctrinas filosóficas que en ellos se e n s e ­ñaban, son la prolífica fu e n te de la que surgieron todas las an­t ig u a s r e lig io n e s ex o té rica s , incluso el A n t ig u o T esta m en to y en parte el N u ev o , h ijas de las nociones m ás avan zad as de mo­ra l y de «revelaciones» re lig iosas . M ientras se abandon ab a el sentido l i te r a l al fanatism o de las clases inferiores de la socie­dad, no razon adoras , las clases superiores cu ya m ay o ría se com ­p on ía de In ic iad os, co n tin u ab an sus estudios en el silencio so­lem ne de los tem plos, y tam bién se gu ían rindiendo cu lto al

Dios único del Cielo.L a s especulaciones de P la t ó n en el Banquete a cerca de la

creación de los p rim eros hom bres, y el tratado sobre la Cosm o­g o n ía en el Timeo, h an de in terp retarse como a le g o r ía s p a ra ser aceptadas. E s te sentido oculto p itag órico del Timeo, del Cr atilo y del Parmenides y de otras tr i lo g ía s y d iálogos, es el que los N eo-Platón icos se a tre v ie ro n á exponer, h a sta el punto que les consentía el voto del secreto ted rg ico . L a doctrina p ita g ó r ic a que afirma que Dios es la Mente Universal difundida en todas las cosas, y el d o g m a de la inm orta lidad del a lm a, son los rasgos ca racter íst icos de esas enseñanzas, al p are cer e x tra ñ a s . L a de­voción de P la tó n , y la veneración gran d e que le inspiraban los M isterios, eran suficiente g a r a n t ía de que no hab ía de p e rm it ir á su indiscreción ven cer ese profundo sentim iento de responsa-

(1) Introducción á Timeo. Diálogos do Platón, I, 590-

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1 9 0 8 1 FILOSOFOS ANTIGUOS V CRÍTICOS M O DERNOS 2§5

bilidad de que todo A d ep to está pen etrado. S e g ú n dice en el Fedro (1), «perfeccionándose con stan tem en te en los M isterios perfectos, es ún icam en te como un hombre se convierte por ellos en verd aderam en te perfecto.»

No trató de ocultar su d isgu sto , porque los M isterios hubie­sen l legado á ser menos secretos que en épocas anteriores, E n lu g a r de profan arlos , poniéndolos al a lcan ce de las m asas, h u ­biese querido a cu ita r lo s celosam ente á todos, excep to á los más dignos de sus discípulos (2). A pesar de m en cion ar á los Dioses en cada p á g in a , su «Monismo P a n te ís ta » es incuestionable, porque el hilo entero de su discurso in dica que por el térm ino «Dioses» se refiere á una clase de seres m u y in feriores en la es­ca la á la D e id a d U n ica , pero superiores en un g ra d o al hom bre externo. H a s ta el mismo Jo sefo percibió y reconoció este hecho, á pesar del p re ju ic io n a tu ra l de su raza. E n su cé lebre ataque co n tra A p ió n , dice este historiador:

«Sin em b arg o , aquellos g r ieg os que filosofaban de acuerdo con la verdad, no ig n o ra b a n cosa a lg u n a . . . ni dejaban de darse cuenta de las su perfic ia lidades m ezq uin as de las a leg o ría s m i­to ló g ica s , por c u y a razón las despreciaban con ju s t ic ia . . . In sp i­rado en esto P la tó n , d ice que no debe a dm itirse á n in g u n o de los poetas en la rep ú b lica , y rech aza suavem en te á H om ero, después de haberle coronado y haber derramado ungüentos sobre él, p ara que no d estruyese con sus m itos la c re e n c ia ortodoxa, respecto al Uno (Deidad)» (3).

P o r lo tan to , aqu ellos que sean capaces de d is t in g u ir el ver­dadero e s p ír itu de la fi losofía de P la tó n , d if íc i lm en te se conten­ta rá n con la a p re ciació n que en otra p arte de sn obra som ete el profesor J o w e t t á sus lectores. Nos dice que la influencia e je r ­cida por el Timeo sobre la posteridad, es debida, en p a rte , ’ á una fa lsa in terp retació n de los N e o -P la tó n ic o s de la d octr in a de su autor.

(1) Cory: Phedrus, I, 328.>2) El mismo P atún corrobora claramente esta afirmación, cuando dice: «Decís

que en mi discurso interior no o; he esputado suficientemente }a tiaturaíeza del Primero Hablé intencionalmeute de una manera enigmática, ü fin de que en caso de sneederie algún percance á ¡a tabla por tierra ó por mar, no fuese capaz ningu­na persona s t algún conocimiento previo del asunte, de comprender su contenido.

Platón, Ep., II, pág. 312; Cory, Ancient Fragnievis, pág. 304.(3 j Josefo: A g a in r t - A p io n , II. pág. 1 0 7 2 .

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286 £0<í>l A [ Agosto

Q uisiera hacernos creer que los significados ocultos que ellos encuentran en este d iá log o , «difieren completamente del espí­r itu de P latón »,

E sto e q u iva le á suponer que el profesor J o w ett «emprende lo que era en realidad aquel espíritu , cuando su crítica acerca de este punto especial indica, por el con trario , que de n in g u n a m an era lo p en etra . Si, como nos dice, parece que los cristianos en cu en tran en aq u ella obra su T rin id a d , el Y erb o , la Ig le s ia y la creación del m undo, en un sentim iento judaico, es porque todo esto está a l l í , y por con siguien te , es natu ral que lo h a ya n encontrado. E l ex ter io r del edificio es el mismo; pero el e s p í­r itu que anim ab a la letra m u e rta de la doctrina del filósofo ha huido, y en vano lo buscaríam os en los áridos dogmas de la teo­lo g ía C r ist ian a .

L a E sfin g e es ahora la m ism a, ig u a l á lo que era cuatro si­g los an tes de la Era C ristian a; mas el Edipo ya no existe . H a m uerto , porque ba dado al mundo lo que el mundo no podía r e ­cibir por no estar bastan te maduro. É l era la encarnación de la verdad, y tenía que m orir como toda g ra n verdad, antes de que, como el F é n ix de la an t ig ü ed ad , rev iva de sus propias cen izas.

Todos los traductores de las obras de P la tón han observado la e xtrañ a sem ejanza que ex iste entre la filosofía d é las d o c tr i­nas E s o té r ic a y C r is t ian a , y todos ellos han tratado de in ter­p retar la de acuerdo con sus propios sentimientos religiosos.

A s i , Cor y , en sus Fragmentos antiguos, intenta dem ostrar que sólo se tra ta de una sem ejanza e x te rn a , y hace cuanto p u e ­de p ara reb a ja r la mónada p itag órica en la estimación pública, y e levar sobre las ruinas á la deidad antropomórfica posterior. D efendiendo á la p r im e ra , T a y lo r procede tan irrespetuosa­m ente con el Dios Mosaico. Z e l le r se rie francamente de las pretension es de los P ad res de la Ig le s ia , quienes, á pesar de la h istoria y de la cron ología , y acéptelo ó no la gente, insisten en que P la tón y su escuela han robado al Cristianismo sus ras­gos ca racte r ís t ico s . A fo r tu n a d a m e n te p ara nosotros, y d e sg ra ­ciadam ente para la Ig le s ia R o m an a, es bastante difícil en n u e s­t ro siglo un escam oteo sem ejante al llevado á cabo ptr E useb io . E r a más fácil in v ertir la cron ología , «con el propósito de hacer sincronism os», en la época de! Obispo de Cesárea, que lo es aho- ra ; y m ien tras exista la h istoria . nadie podrá impedir que sepan las gentes que P la tó n v iv ió (100 eiios antes que Ireneo se empe-

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1908] FILÓSOFOS A N T IG U O S V C IU T IC O S M ODERNOS 2S7

ñase en fu n d a r una nueva doctr ina , sacada de los despojos de la a n t ig u a A c a d e m ia de P la tó n .

E s ta doctrina de la M en te U n iv e rs a l , d ifundida en todas las cosas, c o n s t i tu y e la base de todas las a n t ig u a s filosofías. L as en señ an zas del B u d d h ism o ó de la S a b id u r ía , que n un ca -e com ­prenden m ejor que cuando se estudia la fi losofía p i ta g ó r ic a — sn fiel refle jo— se d erivan de aq u ella fu en te , así como la re lig ión In do stán iea esotérica y el cristian ism o p rim itivo . E l proceso purificador de las reen carn acio n es — m etem psícosis — aunque g ro se ra m en te antropom orfizado en nna época p osterior, debe considerarse tan sólo como una doctr in a su p lem en ta r ia , d esfigu­rada por ía sofistería te o ló g ic a , con el fin de dom inar m ás com ­p letam en te á los c re y e n te s por medio de una superstición popu­lar . N i G-autama B u d d h a, ni P itá g o r a s , ni tam poco P la tó n p e n ­saron enseñar esa a n a lo g ía puram ente m etaf ís ica de un modo l iteral. N in gu n o de ellos se d ir ig ió á los profanos, sino ú n ic a ­m ente á sus secuaces y discípulos, que estaban bien fa m il ia r iz a ­dos con la m anera sim bólica em pleada atín durante la in stru c­ción pú blica, para dejar de com prender el sentido en que h ab lan sus respectivos M aestros. A s í sabían que las p alabras m e te m p ­sícosis v t ra n s m ig rac ió n , s ign ifican sen cil lam en te la reen carn a­ción en diferentes cuerpos hum an os, cuando esta doctrina se re fe r ía á un ser humano; y que las alusiones de ta l ó cual sabio, de P itá g o r a s , por e jem plo, re la tivas á haber sido una bestia en una e x is te n c ia an terio r , ó de haber tran sm ig rad o á un anim al después de la m uerte, eran a leg o ría s que se re la c io n a b a n con los estados espirituales del a lm a hum ana. N o deben esperar los in v estigad ores de la verdad el en con trar en la le tra m u erta de la l iteratu ra m ística sagrada la verdadera solución de sus suti­lezas m etaf ís icas . E s ta s ú lt im as a go tan el poder del pen sam ien ­to por la. profundidad in con cebib le de su razon am ien to; y jam ás está el estudian te m ás lejos de la verdad, que cuando se cree más próxim o á descubrir la . Sólo puede con seguirse dom inar to­das las d octr in as de los d if íc i les sistemas B u d d h ista y B rah in a- nico, procedien do estr ic tam e n te se gú n el método p itag ór ico y

p lató n ico : de lo u n ive rsa l á lo p articu lar .L a c la ve de aquéllos se h a lla en las en señ an zas refinadas y

m ísticas del influjo es p ir itu a l de la vida d iv ina. «Todo aquel que conoce mi le y y muere en t.al estado, ha de volver á la t ierra h a sta que se c o n v ie r ta en un Sam án eo perfecto^— dice Bud-

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288 I O <1> I A [ A co stó

d h a— .P a r a lo g r a r este objeto , ha de destruir en sí mismo la t r i ­nidad de M aya . D eb e e x t in g u ir sus pasiones, unirse é identifi­carse con la le y (las en señ an zas de la Doctrina Secreta), y com­prender la re lig ió n de la an iq u ilac ió n , ó sea las leyes de la M a­te r ia , y las de K a r m a y de la R e e n ca rn a c ión .

H. p. b .(Se continuará)*

LO S CU AD R A D O SL L A M A D O S MÁGICOS

(Continuación.)

IV.—EL SOL.— ©E l S o l, en el an tigu o sistem a astronóm ico, ocupaba un lu g a r

medio entre los p lan etas . A s í , prim ero se contaban los de g ran órbita , lu e g o el S o l, y sigu ién dole , se c i ta b a n los tres más p ró ­xim os á la T ie rra . P or esto, despnés de S aturn o, Júpiter y M arte , ocupan do el cu arto lu g a r , que p recisam en te es el sitio m edio entre los siete, v ien e el Sol, como r ig iendo á todos los d e­m ás ó como el a s tro r e y rodeado de sn corte; y le siguen "Venus, M ercurio y la L u n a .

L o s ta lism an es del S o l , se gú n los a n t ig u o s autores que de estas m aterias han escrito , h a b ían de estar construidos con oro purís im o, y si tenem os esto en cuen ta , no nos extrañará no en con trar n in guno de estos talism anes, puesto que su valor h a ­brá sido m otivo p ara haberlos fundido y hecho desaparecer, y a con el fin de construir otras j o y a s ó para aprovecharse del va lor del oro.

N o conoceríam os su form a y d etalles si no fu era porque K ir- ch er c ita en dos de sus obras las sigu ien tes medallas con sag ra­das al Sol como p oten tísim os ta lism anes. Refiriéndose á éstos d ice en su (Edipi ¿Egyptiaci, vol. I I I , p á g . 446:

«Estos am uletos son form as sag rad as (UsaxoimpAi© de O siris , s en tre los cuales es ta m edalla (fig. 25) m uestra por una p a rte »el s igno de L eo y por otra un abaco n u m érico , é indica que ha

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igoS] LO S c u a d r a d o s l l a m a d o s m á g i c o s 289

íT ñs a n s o E 3 í i i n a

r r í E E E i i EEBEBIOID S E B E E L E S E D f f i B f T i

Fia. 25.

»sido forjada cuando el Sol e n tra b a en el signo de L eo, a t r a ­y e n d o á H e l o y , num en solar, como enseña el mismo carácter »del Sol y de L e o . E l abaco n u m érico está dedicado al Sol, c u y a j in te l ig e n cia dicen es R a p h a e l , y no es o tra cosa este abaco »sino el cuadrado del núm ero denario , tan artific iosam ente dis- »puesto, que cada una de las series de los números p erp en d icu ­l a r e s , t ra n sv ersa les y d ia g on ales , sum adas produzcan el mismoen u m ero ...... N ota , lector , que esta m edalla no es a n t ig u a , sino»hecha por a stró log os de los ú lt im os tiem pos.*

In d u d ab lem en te q uiere significar con esto K irc b e r , que uo debem os a tr ib u ir á esta m edalla u n a an tigü ed ad que está m uy lejos de m erecer, pues no fué obra de los an t ig u o s astró logos, como son los caldeos, e tc . , sino que era de tiem pos m u y po ste­riores, se g ú n el estilo y d isposición del dibujo , que á las claras nos lo rebelan.

Com parem os el abaco de esta m edalla con el que para el t a ­lism án del Sol nos da A g r i p p a en su obra citad a , y que es como sigue: ________________________

6 32 34 35 1

7 11 27 28 8 30

19 14 10 15 23 24

18 20 22 21 17 13

25 29 10 9 23 12

m 5 33 4 2 31

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2 9 ° i l t H l A [ A g o s t o

D el co te jo de este cuadro y el de la fig u ra 2 5 , se descubren n otab les d iferen cia s. M ien tras que el cuadrado de A g r ip p a es se n cillo y de co n stru cció n elem ental, el de K ire h e r (fig . 25} o frece profun das m odificaciones. En p rim er lu g a r, el cu adrado ha cam b iad o de p osición , invirtiéndose de m odo que la derecha viene á ocu p ar la izq u ierd a , lo cual ocu rre con las ca s illa s 1 , 5 , 6, 7 , 8, 1 1 , 15 , 1 6 , 17 , 2 1 , 22 . 25 , 26 , 2 9 , 3 0 , 3 1 , 33 , 34 y 3 6 . E n cam b io , las ca silla s 9 , 27 . 2 8 , 32 y 35 han perm an ecid o en su s it io , m ien tras que la 19 se ha invertido de a rr ib a á a b a jo , y las re sta n te s se han m odificado, al parecer, de u n a m an era a rb i­tra r ia .

¿Cuál era la form a verd ad era ,an tigu a u o rig in a l de este cu a ­drado?

Y a hornos dicho que la disposición m ás se n cilla y e lem en ta l es la presen tad a en la figura 26; pero tam bién hem os de fijar n u estra aten ció n en que esta d istribución de c i f r a s que da A g r ip p a em p ieza por la izquierda, record án d on os lo que y a c i­tam os antes re fe re n te á la form a sem ítica de escrib ir . E sto nos in duce á creer que el cuadrado de A g r ip p a es el p rim itivo y m ás a n tig u o , en ta n to que el de K ir e h e r , como él m ism o lo co n fiesa , e s tá tom ado de una m edalla que era re la tiv a m e n te m oderna en sus tiem pos.

Y un ejem p lo de esto lo tenemos en la m ed alla de la fig u ra 2 7 , tam b ién de K ire h e r , c itad a en su Arithmologia sive de abdí- tis numerorum mysterijs (1), págs, 165 y 166 , donde el cuadrado

11) AthílNaii Kircheri : e sccietate Jes». | A ríthT fto logia ! sive. | De abditis No | meronuti mysteiijs, . & Eornte. \ EitypographU Veresij. | M D C L V .

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1908] LOS CUADTtADOS T.I.AMADOS MÁGICOS ig i

está form ado por la ta b la de le tra s h eb rea s, que co in cid en p e r ­fecta m e n te en su valores n um éricos con el de la fig u ra £16, de A g r ip p a y con el de este m ism o au to r de n o tas h ebreas (fig . 28 ).

1 t i 1 t i t i *J r 0 ra n *>

t r V V ¡ p 3 3 t ii r i 1 1 V rÍ D *03 *0

rr í ) aFig-, 28.

L os núm eros que c a ra cte r iza n al cuadrado m ág ico del Sol son los sig u ie n tes:

6 — número de casillas por lado- 36 -= 6 X tí = número de casillas,

111 = suma de las fajas., columnas y diagonales.666 = suma total de las cifras.

L a co rresp on d en cia en tre los nom bres d iv in os y estos núm e­ros es como sigu e:

6.- Vau. Letra del Santo nombre......................... ■,H.—He, ex tensara. Letra del Santo nombre— a,i

36. —E l o h ........................ .....................................................31L —X achlel. Inteligencia del Sol................... blpa:666.—Sorath. Demonio del Sol................. .......... míe

E n la fig u ra 27 se ven cierta» p a lab ras hebreas escritas á jos

lados del cuadrado. La in scrip ció n de la derecha no está, c la ra , aunque parece d ecir bxm;, esto es. ÑACHI EL; y eu la izquierda se lee rbbtt «n 1, que, prescin dien d o de la d up licid ad del b(.l), puede in terp re ta rse como los nom bres citad os en la ta b la an terior

(1) Kireher, en su Arithmoloyia , da la transcripción de la palabra Nadiiel; pero respecto á la otra inscripción no estamos conformes, pues él lee “bK “ ti. pres­cindiendo tarobión de un b. Creemos que los que fabricaron la medida se propusie­ron escribir en hebreo ios nombres que citamos, según Agrippa

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092 1MHM A [ A g o s t o

corresp on d ien tes á los núm eros 6 = V a n , 6 = H e y 3 G = E lo h , lo cu al nos confirm a en todo cuan to llevam os m an ifestad o re s­pecto á esta m ed alla , esto es, su co n stru cció n tenien do en cu en ­

ta las ex p licac io n es de Corneli© A g rip p a ,E l sign o de debajo del cu ad ro , 'Y', corresponde al zo d iaca l

A ries; pero al de a rr ib a re n form a de X , no le en con tram os e x ­p licac ió n a lg u n a . Sobre este sign o dice K irc h e r en su Arith~ mologia:

«En el fre n te h a y dos cetros en form a decusada y rodeados íd e cad en as, con cu yo ca rácter m ágico in dican el doble suprem o »dom inio del g e n io so lar en la ad m in istración de lo ce leste y ele- »m ental, dom inio que está rodeado de la caden a de las cosas ^ so la re s.*

D e veras se n e ce sita buena fe para ver en ese sign o dos ce­tros rodeados de caden as.

E n el reverso se ve el carro del Sol y un cuadrúpedo alado á sus p ies, y d e lan te una fig u ra con cuernos, sen tada en un trono, que bien p u d iera ser M ercu rio , y ju n to á él un a re , tal vez un g a llo . Sobre anabas figu ras, la c ita d a p a la b ra N a e h ie l, que A g r ip p a da com o la in te lig e n c ia de J ú p ite r,

S e g ú n este m ism o au to r, los signos del Sol son estos:

Fig. 24*. Fig, 80 Fig. ctl.Su l. Inteligencia del Sol. Demoniv fiel Sal.

D e estos s ig n o s n ad a podem os d ecir, pnes co n tin ú an siendo un m isterio para nosotros.

E n A s tr o lo g ía , el lu g a r de e x a lta c ió n del Sol es el sign o ¿7 , L eo , lo que queda bien puesto de m anifiesto en el ta lism á n r e ­p resen tad o en la fig u ra 2 5 .

p a n u e l T R E V J Íio V V ln U B .(Se continuará.)

A dvertencia. En este número incluimos la» láminas 1.a, 2.a y 3.a referentes ai articulo titulado Los Cuadrados llamados Mágicos, que debieron repartirse con el número anterior y que corresponden, respectivamente, á las páginas 246, 247 y 252, donde deberán colocarse al encuadernar la revista.

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E l E v a n g e l i o d e l a I n f a n c i a .

El segundo colaborador de B l Evangelio de la Infancia (1J empieza su trabajo en esta otra parte, que puede considerarse como segunda, y cuyo orden sigue en los capítulos, según la redacción más inmediata á nosotros.

El capitulo S5VI eou que empieza esta parte, debía en realidad numerarse como el primero. Aquí seguimos el orden establecido para facilitar la comprobación del texto á las personas que tengan necesidad de hacerlo,

S E G U N D A P A R T E

Ga p . X X V I , — A l cabo de tres años abandon aron E g ip to y re g re s a ro n á J u d e a , y cuando estaban p a ra l le g a r , José s in tió miedo, porque supo que H erodes h ab ía muerto y que le h ab ía su­cedido su h ijo A rq u elao ; pero un á n g el del Señor se le a p a r e ­ció y le dijo: «¡Oh José, ve á N a z a r e th y fija a ll í tu m orad aL

C a p . X X V I I . — Cuando l le g a ro n á B eth lem exist ía una te r r i­ble epidem ia que h a c ía sus víctim as en tre los niños, atacándoles á los ojos y produciendo m ucha m ortan dad . U n a m ujer que te ­n ía un hijo próxim o á sucum bir , le l le v ó á M aría , h a llán d ola ba­ñando al Señor Jesús. L a m ujer dijo: «¡Oh M aría, ve m i h ijo qué a trozm ente padece!» M aría la o yó y dijo: «Toma un poco deí a g u a con que he lavado á m i hijo y d e rrá m a la sobre el tuyo.» H íz o lo la m ujer, se durm ió el niño después del lavado, y al des­p ertar apareció curado del m al. L a m u jer l lena de g ozo volvió á M aría quien le dijo: «Da g ra c ia s á D ios que es quien h a cu ra ­do á tu hijo.»

C a p . X X V I I I . — T e n ía esta m ujer una vecina cuyo hijo su­fr ía la m ism a en ferm edad, teniendo y a los ojos com p letam en te cerrados. L a m adre l lo rab a así d ía y noche. Y la m ujer cuyo hijo fu e curado le dijo: «¿Por qué no l le v a s tu niño á M aría como l le v é el m ío, cuando e s tab a m uriéndose, p ara que se cure con el

{]) Véase Sophia mi ¡a ero de Mayo cíe 1908, págs, 17S-1S8.

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194 IIO «t> I A l A gosto

a g u a en que se la v a Jesús?» Y la segunda m u jer fué tam b ién d tom ar el a g u a , y tan pronto como la usó curó su hijo. Y cuando volvió á M aría con el niño sano, M aría le recomendó que diese g ra c ia s á D ios y que no contase á nadie lo ocurrido.

C a p . X X I X . — H ab ía en la misma población dos m ujeres c a ­sadas con u n hom b re, que te n ía n cada u n a un hijo enferm o. U n a se l la m ab a M aría y su hijo C a lju fo . Y esta m u jer , leva n tá n d ose , l lev ó su h ijo á M aría , m adre de Jesús, y o frecién d o la un r iq u í­sim o lienzo le dijo: «¡Oh M aría! toma este lienzo y dame en cam bio uno de tus pañales.» M aría consintió en ello y la m adre de C a lju fo h izo del p añ al una cam ísita p ara su hijo. Y el niño se curó y a l m ism o t ie m p o se murió el h ijo de su r iv a l . A con­secuencia de ello resu ltaron grandes d isen tim ientos e n tre las dos m ujeres, y cada una se e n carg ó de los quehaceres del h o g a r u n a sem ana. Y u n a vez que le tocaba el turn o á M aría , la m a­d re de C a lju fo hubo de en cender el horno p ara la cocción del p an , y fa ltán d o le harin a , salió á buscarla, dejan do al niño cerca del horno. L a m ujer r iv a l , viendo solo al niño, le arrojó al fu e g o y h u yó luego . Y cuando volvió la madre, se sorpren dió al ver el niño dentro del horno riendo, porque el horno se h ab ía enfriado sú b itam e n te como si n un ca se hubiera encendido. L a m adre no dudó que su r iv a l le hab ía arrojado, y co gién do le , le l levó á la V ir g e n M a r ía refiriéndole el suceso. Y M aría le dijo: «Cállate, porque tem o por t i si d iv u lg a s las cosas.» L u e g o , su r iv a l fué por a g u a , y viendo solo al n iñ o, eogió á la cr ia tu ra y la arrojó a l p ozo. Y dos hom bres que llegando sedien tos se a cercaro n á ca lm ar la sed, vieron al niño en la superficie del agu a y sin daño a lg u n o , sacándole con unas cuerdas. Y ta n ta adm iraoión les causó el hech o, que rindieron al niño los honores de un dios. Y su m adre le co gió l lorando y le l levó á M aría diciéndole: «¡Oh señora! ved lo que m i r iv a l ha hecho con mi hijo; l e b a t irado al pozo, y aca b ará por m atarlo de seguro.» Y M a r ía con­testó: «Dios c a s t ig a r á el mal que te ha hecho.» Y pocos días después, la r iv a l fué por a g u a al pozo, y la cuerda se le enredó en los pies de ta l modo, que c a y ó al fondo. Y cuando corrieron á a u x i l ia r la , se la h a lló con la cab eza rota. M urió asi fu n e s ta m e n ­te y las p a lab ras del sabio se cum plieron en ella: «Han abierto pozos y han arrojado la t ie rr a á lo alto, pero h a n caído en la fosa que se h a b ía n preparado.»

C a p . X X X . — O tra m u jer de la misma p o b lac ió n ten ía enfer-

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EL EVANGELIO DE LA IU f a NCIa 2951908]

mos á sus dos hijos. U no de ellos m u r ió y e] otro estuvo á pinito de perecer. L a m adre le tom ó en b r a z o s y le llevó á María de­rra m an d o lá g r im a s y d iciendo: «¡Oh s e ñ o ra ! socórreme, ten pie. dad de m í, de mis dos hijos; uno h a m u e rto y éste está para mo­rirse. V e cómo te im ploro la m ise r ic o rd ia del Señor.;- Y conti­nuó diciendo: «¡Señor! vos que sois c le m e n t ís im o y compasivo, me habéis dado dos h ijos. H abéis l la m a d o á uno; dejadme, al menos, e l otro.» Y M a r ía , te s t ig o d e su exces ivo doler, tuvo p iedad de ella y le dijo: uPon tu niño en. el lech o del mió y cú­brele con sus vestidos.» Y cuando el n iñ o fué colocado en el lecho ju n to á Jesús, sus ojos, ce rrad o s por la muerte, se abrie­ron, l la m ó á su m adre en voz a lta y le p id ió pan. Y entonces la m adre dijo: «¡Oh M aría! veo que la v ir tu d de Dios resi­de contigo , h a sta el punto de que tu h ijo c u ra á los niños con tenerlos al lado.» Y el niño que fué curado, es el mismo B a rto ­lom é de que se h a b la eu el E v a n g e l io .

C a p . X X X I . — H abía en el mismo lu g a r una mujer leprosa que fue á ver á M aría, m adre de J e s ú s y le dijo: «¡Oh señora! ten com pasión de mí.» Y M aría resp o n d ió : «¿Qué auxilióm e pides? ¿Es oro, p la ta , ó es que quieres c u r a r te de la lepra?» Y la m ujer contestó: «¿Qué es lo que puedes h acer por mí?» Y María dijo: «E spera un m om ento que lave a l n iñ o y que le acueste.» L a m ujer esperó, y M aría , después de h a b e r le acostado, dió á la m u jer un vaso lleno del a g u a con que h a b ía lavado á su hijo di­ciendo: «Toma un poco de esta a g u a y v ié r te la sobre tu cuerpo.» Y así que lo hizo la m ujer se curó y dió g r a c ia s á Dios.

C a p , X X X I I . — Después de haber estado tres días con María ae fué, y l leg ó á u n a ciudad donde h a b ita b a un principe que h ab ía casado á su h ija con otro p r ín c ip e , el que advirtió en su esposa una m aucha de le p ra en tre los ojos, en form a de estrella, y el m atr im o n io fué d eclarado nulo. Y viendo esta mujer deses­p erada á la p r in cesa , le p re g u n tó la cau sa de sus lágrim as y la p rin cesa le respondió: «No p reg un te s la ca u sa de mis lágrimas, porque mi m al es ta l , que no puedo re v e la r lo á nadie.» La mu­je r insistió , diciendo que e l la q u izás con ocía q u ien podía reme­diarlo. Y viendo en ton ces los rastros de la lepra en la princesa, le dijo: «Yo tam b ién he sufrido esa m ism a en ferm edad, y yendo por mis negocios á B e th le m , entré en u n a cu e v a donde vi á una m ujer l lam ad a M aría , que ten ía un niño l la m ad o Jesús. Viéndo­m e e lla a ta c a d a de lepra, tuvo com pasión de m í y me dió el agua

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h O <I> I A296 A gos to

con que h ab ía lavado á su hijo . L a derramó sobre mí y quedé curada en seguida.» L a princesa dijo entonces: «Llévame conti­g o y hazm e ver á M aría,» Y se fué con ella , llevando ricos p re­sentes. Y cuando M aría la vió le dijo: «Que la misericordia del Señor Jesús sea con tigo» , y le dió un poco de agua con que h a ­b ía lavado al niño. Y tan pron to como la princesa la derramó sobre sí, se curó y dio g ra c ia s al Señor y á todos los asistentes, Y el principe, al saber que su m ujer e s tab a curada, la recibió de nuevo y ce leb raron segundas nu p cias dando gracias á Dios.

G a p . X X X I I I . — H ab ía en el mismo lu g a r una joven á quien S a tá n a to rm e n tab a; el es p ír itu m aldito se le presentaba bajo la form a de un d ra g ón que quería d evorarla , y le había sorbido la san gre de tal modo, que p are c ía un cadáver. Y siempre que la apresaba, e lla g r i ta b a retorciendo los brazos sobre la cabeza: « ¡In feliz , d e sg ra c ia d a de mí; nadie e x is te que pueda l ibrarm e de este terrib le dragón!» S u s padres y sus conocidos,, test igos de su aflicción , se a fl ig ían tam bién y l lo rab a n cuando la veían l lo ra r y g r ita r : «¡Herm anos, am igos! ¿No h a y quien m e libre de este monstruo?» L a p rin cesa que se h ab ía curado de la lepra, oyen do los g r i to s de esta d esg raciada , subió al terrado de su cas­t il lo y la vió retorciéndose las m anos sobre la cabeza, d erra­mando lág r im a s, as í como á todos los que la rodeaban, presa de una g ra n desolación. E n to n ce s p reg u n tó si vivían sus padres, y como d ijeran que sí, dijo la princesa entonces: «Haced que venga su madre.» Y cuando ésta fué, derramando lágrim as, le dijo la princesa: «No d ig á is á nadie lo que voy á deciros. Y o he sido leprosa, pero M aría , la m adre de Jesucris to , me ha curado. Si quieres que tu lu ja se cure, en v ía la á B eth lem ó implora con fé la asistencia de M aría, y creo que volverás satisfecha t r a y e n ­do eurada á tu h i j a . » In m e d ia ta m e n te se levantó la madre y fu é á buscar á M aría , refiriéndole el estado en que se hallaba su h ija . M aría , después de o ír la , le dió un poco del agu a con que h a b ía lavado al niño, diciéndole que la derram ara sobre el cuerpo de la presa, Y lu e g o le dió un pedazo de pañal del niño Jesús, dicien­do: «Toma esto, enséñalo al enem igo siem pre que le veas.® Y la m ujer vo lvió en paz.

C a p , X X X I Y , — A l separarse de M aría , madre ó hija r e g r e ­saron á su h o g a r , y cuando llegó el tiem po en que Satán, se g ú n costum bre, se le apareció á ésta bajo la form a de dragón, á su v ista la jo v e n fu é presa de espanto, pero la madre le dijo: «No

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EL E VA N G ELIO D E L A IN FAN CIA 297I 908J

te m a s , h i ja , d e ja se a p ro x im e y en séñ ale este pañal que nos ha dado M aría y verem os lo que h a ce .* Y cuando el es p ír itu m a l ig ­no se acercó , la e n fe rm a , tem b la n d o de m iedo, d esp leg ó sobre su e a b e z a el p añ al, y de p ron to su rg ie ro n unas l lam as de la c a ­b e z a y los ojos del d ra g ó n , y se oyó una voz que decía: «¿Qué h a y e u tre tú y yo ¡oh Jesús! h ijo de M aría? ¿Dónde en con traré u n asilo co n tra ti?-» Y S a tá n h u y ó asustado, dejando á la jo v e n , no volvien do á ap arecer ja m á s . Y l ib re ella, dió en reco n o ci­m ien to g r a c ia s á D io s , as í como rodos los que vieron el m ila g ro .

C a p . X X X Y . — H a b ía en la m ism a población otra m ujer cu y o h ijo e s ta b a a to rm e n tad o por S a tán . Se l la m ab a J u d a s , y s iem p re que el esp íritu malo se apoderaba de él, em p ezab a á m order á las personas que ten ía cerca, y sí e s tab a solo, se m or­d ía sus prop ias m anos. L a m adre de este d esg ra c ia d o o yó h a ­b la r de M a r ía y de su h ijo J e s ú s , y tom ando al niño en brazos le l levó á M aría . M ie n tra s estas cosas, S a n t ia g o y Jo sé h a b ían sacado fu e r a a l niño Jesús p ara que ju g a s e con los demás niños, sentándose con ellos á la p u e r ta de la casa. Ju das se aproxim ó tam b ié n y se sentó á la d iestra de J esús, y cuando S a tá n com en ­zó á a g ita r le como co stu m b re , tra tó de m order á Jesús, y como no podía a lcan zarle , le dió unos golpes en el costado, de suerte que Jesús se echó á l lorar . P e ro en ese m om ento, S a tán salió del m u ch acho bajo la fo rm a de un perro rabioso. E s e niñ o fué J u d a s Is c a r io te , que tra ic ion ó á J es ú s , y el costado donde le p eg ó , el sitio donde los ju d ío s le dieron un lan zazo .

C a p . X X X V I . — Cuando el Señor Jesús tenía y a siete años, j u g a b a u n d ía con otros tres niños de su edad, d iv irt ién dose en h acer con b arro varias f ig u ra s de an im ales como lobos, burros y p á ja ros , y e logiando Gada uno sm obra, es forzáb ase en ponde­ra r la sobre las de sus com pañeros. E n to n ce s el Señor Jesú s dijo á sus am ig os: «Yo m ando á las f ig uras que he hecho que anden y a n d a r á n .» Y los niños le d ijeron si era el hijo del Creador. E l Señor Jesús ordenó á las figuras que anduviesen y se movieron. Y cuando las m andó que v o lv ieran , volvieron. E l h a b ía hecho f ig uras de p á jaros y de g orrio n e s que volaban cuando los m an ­d ab a volar, deten ién dose tam bién á su voz, y cuando les presen­tab a com ida, b e b ía n y com ían . Y cuando los niños se fueron y contaron á sus padres lo que h a b ían visto , les dijeron: «Separaos de su co m p añ ía , porq ue es un en can tad o r, y no volváis á j u g a r con él.»

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agS ü O <t> l A [Agosto

C a p . X X X V I I . — U n día que el señor Jesús ju g a b a y co rr ía con los demás niños, pasó delan te de la tienda de un tintorero l la m ad o Salem . H a b ía en el es ta b lec im ien to un g ra n núm ero de prendas de varios h a b ita n te s de la loca lidad, y que Salem p r e ­p a ra b a p ara teñ ir de d iferentes colores. Entrando Jesús en la t ien d a, cogió todas las prendas y las a rro jó á la caldera. A l re ­g re s a r Salem y ver las ropas perdidas, empezó á g r i ta r y á re ­pren d er á Jesús diciéndole: «¿Qué has hecho, hijo de M aría? M e h as p e r ju d ica d o á m í y á mis vecinos. C a d a uno quería un color d iferente. ¡Me has perdido!» E l Señor Jesús respondió: «Yo cam b iaré cada te la del co lor que quieras.» Inm ediatam ente sacó las p rendas de la ca ldera , saliendo cada una con el color deseado por el t in torero . Y los ju d ío s test ig o s del milagro ce lebraron el poder de Dios.

C a p . X X X V I I I . — José ib a por la ciudad acompañado del S e ñ o r Jesús, y se le l la m ab a p a ra h acer puertas, cedazos y c o ­fres , y s iem pre que la obra que h a c ía José era más la r g a ó m ás corta, m ás a n ch a ó m ás estrech a que lo debido, el Señor Jesús e x te n d ía sobre ella la mano y qu ed ab a como era justo y deseado. D e modo que José no ten ía necesidad de retocarla, porque no era m u y h á b il en sn oficio de c a r p in te ro .

C a p . X X X I X . — U n día el R e y de Jerusalem llam ó á José y le dijo: «Quiero que me h agas un trono del tamaño del sitio en que suelo sentarm e.» José obedeció, y trabajando en la obra, p asó dos años en el pa lacio p a ra fab r icar la ; y cuando fué colo­cada en su sitio, se vió fa l ta b a un poco en cada lado. E n c o le r i­zóse el R e y co n tra José que, sentido por el enojo del M on arca, se acostó s in probar bocado. E l Señor Jesús le preguntó e n to n ­ces qué le p asab a , y le respondió: «Que la obra en que he t r a ­bajado dos años no sirve.» Y el Señor Jesús le dijo: « R e p ó rta te y ten ánimo. C oge ese lado del tro n o , que y o cojo éste, y lo arre­g larem os.» José hizo lo que le decía el S e ñ o r Jesús y , t irando con fu e r z a cada uno p ara sí, el trono se estiró, dando la m edida d esead a. L o s c ir c u n s ta n te s , viendo estupefactos el m ilagro , loaron á D Í0 3 . E l trono estaba hecho con u n a madera que e x is ­t ía desde tiem p o de S a lom ó n y que era m u y notable por r e p r e ­sentar sus nudos d iversas fo rm as y f iguras.

C a p . X L . — U n a vez el Señor Jesús fué á la plaza, y viendo á los niños que ju g a b a n , se reu n ió eon ellos; pero así que le v ie ­ron se ocultaron , y el Señor Jesú s se acercó á unas m ujeres que

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1908] E L E V A N G E L IO D E L A IN IA N C IA 299

estaban en una p u erta y les p re g u n tó dónde habían ido. Como le d ijeran que no lo sab ían , les dijo: «¿Qué tenéis en casa?» Y e l las dijeron: «Corderos de tres años*. E n to n c e s el Señor Jesús g r itó : «Salid corderos y venid con el vuestro pastor.» E in m e­d iatam en te sa lieron los niños tra n sfo rm a d o s en corderos, ro ­deándole; lo que visto por las mujeres les l lenó de espan to. Y adoraron al Señor Jesús, diciendo: «¡Oh, Jesús, hijo de M aría , nuestro Señor! ¡Til eres, en verdad, el B u e n P a s to r de Israel; ten piedad de nosotras! N o dudamos que has venido p ara c u ra r­nos y no p a ra perdernos.» R esp o n d ien d o el S e ñ o r Jesús que los niños de Israe l e s ta r ía n entrB todos los pu eblos como los e t ío ­pes, las m ujeres dijeron: S eñ or, tú conoces todas las cosas y nada escap a á tus ojos y á tu saber infinito; esperam os y p e d i­mos tu m isericordia, y creemos que devolverás á los niños su forma.» Y el Señor Jesús dijo: «Venid, niños, para que j u g u e ­mos.» Y de pronto, ante las m ujeres, los corderos se trocaron en niños.

C a p . X L I , — E n el mes de A d a r , Jesús reun ió ios niños y los ordenó como delan te de un R e y . E x te n d ió sus vestidos y les hizo sen tar sobre ellos, puso coronas de flores sobre sus cabezas y , como al séquito que l le v a un R e y , les dividió, poniéndolos unos á la izq u ie rd a y otros á la diestra. Si pasaba a lg u ie n por a ll í , Iob niños le co g ía n á la fuerza y le decían: «Yen y adora al R e y p ara que h a g a s un bu en viaje.»

C a p . X L I I . — M ie n tra s esto o cu rr ía , l le g a ro n unos hom bres l levando á u n niño en u n a s i l la de m anos. E r a un niño que h ab ía ido al m on te con sus am igos p ara buscar leña, y que viendo un nido de perdiz m etió en él la mano para coger los huevos, siendo m ordido por una serpiente que estaba o cu lta en aquél. E l niño pidió socorro; pero cuando fueron sus cam aradas, estaba tendido en t ierra y sin conocim iento. L a fa m il ia entonces l legó; lo l le­varon al pueblo. A l p asar por el sitio donde estaba el Señor J e ­sús como un R e y , los niños le rodearon como una corte, y a lg u ­nos, acercán d ose á la c o m it iv a del m oribundo, dijeron: «Venid á sa lu dar a l R e y » ; y como no quisiera a q u é lla h acerlo por el d is­g u s to que ten ía , los niños la l lev aro n á v iv a fuerza. Y cuando estuvo d e la n te del Señor Jesús , p reg u n tó éste á los que la com ­ponían por qué l le v a b an á aquel niño, y dijeron que una ser­piente le h a b ía mordido. Y el Señor Jesús dijo á los niños: «Va­yam o s todos y matem os á la serpiente. * L o s p arien tes del mño

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300 S 0 * 1 A [Agosto

que e s tab a m urien do, suplicaron á los n iños que les dejasen m a r ­char; pero éstos con testaron : «¿No habéis oído lo que ha dicho el R e y ? V a m o s á m atar á la serp ien te . ¿No tenéis que co n for­maros con sus órdenes?» Y por fu erza tuvieron que se gu irles . Cuando l le g a ro n cerca del nido el Señor Jesús dijo á los niños: «¿Es ah í donde se o cu lta la serpiente?» D ijóronle que sí, y l l a ­m ada la serpien te por él, sa lió , a c e rcá n d o s e á sus p ies . Y el S e ­ñor J e s ú s le dijo: «Ve y saca todo el veneno que has esparcido en el cuerpo de ese niño. «La serpien te recogió entonces todo el veneno, la m ald ijo el Señor Jesús y quedó muerta. P asó luego la m an o sobre el niño y curó. Y como el niño llorase, el Señ or Jesús dijo a l enferm o: «No llores; tú serás d iscípulo mío.» Y aquel n iñ o fué S im ó n el Gananeo, que se menciona en el E v a n ­gelio .

C a p . X L I I i . — U n día José en vió á su hijo S a n t ia g o á buscar leña, y el Señor Jesús fué con él p ara ayudarle. Y sucedió que al l le g a r a l sitio donde estaba el bosque, al rem over el suelo, S a n t ia g o fu é mordido por una v íb o ra y comenzó á l lorar. E l S e ­ñor Jesús , v ién dole en ese estado, se aproxim ó á él, le sopló en la m ano h erida y S a n t ia g o quedó curado instantáneam ente.

C a p . X L I V . — U n día ju g a b a el S e ñ o r Jesús con unos niños sobre un tejado y se c a y ó uno, quedando muerto en el acto. Los demás niños h u ye ro n , y el Señor Jesú s quedó solo en la a zo te a . Y los p a rien tes del niño fu ero n á él y le dijeron: «Tú eres el que has p recip itad o á nuestro h ijo y le has matado.» Y como él lo n e g a ra , los p arien tes dijeron á g ritos : «¡Ha muerto nuestro hijo y ese es quien le ha matado.» Y el Señor Jesús respondió: «Me acusáis de un cr im en del que no tenéis n in gu n a prueba; p r e ­guntém oslo á él mismo.» Y" el Señor Jesús bajó, y poniéndose al lado del m uerto, le p reg u n tó : «Zenón, Zenón, ¿quién es el que te ha t ir a d o ? » Y el m uerto respondió: «No has sido tú , Señor; h a sido F u lan o .» Y después de hacerlo observar el Señor á los presentes, todos loaron á Dios por el m ilagro.

C a p , X L V . M a n a m ando un día a l Señor Jesús por a g u a á un pozo, y cuando volvió con el cán taro lleno, se le cayó de la cab eza y se le rom pió. Y el Señor Jesús extendió su m anto y l lev ó en él el a g u a á su m adre que, l len a de adm iración, conservó en su corazón lo que h ab ía visto.

C a p . X L V I . — O tra vez ju g a b a el Señor Jesús ju n to al r ío con varios niños que h a b ía n hecho unos canalillos en la arena para

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EL E VA N G ELIO D E L A IN FA N C IA 3011908]

que corriese el a g u a . E l Señor Jesús h izo con el barro doce p a ­ja r i to s y los puso a lrededor de su estan q uecito , ponien do tres á cada lado. E r a sábado, y el h ijo de H an on , el jud ío , viéndoles tan ocupados, les dijo: «¿Cómo en ta l d ía podéis hacer f ig uril las con barro?», y se puso á destruirlas; pero, exten d ien d o el Señor Jesús la mano sobre aq u éllas, ech aron á volar. Y cuandr el hijo de H an on se acercó al es ta n q u e cito hecho por Jesú s para des­h acer lo , el a g u a desapareció, y el Señor Jesús le dijo: «¿Yes cómo se ha secado el agua? P u e s así se se cará tu vida.» Y el

h ijo de H an on quedó seco.C a p , X L Y I I . — O tra vez, reg resan d o el Señor J e s ú s tarde á

su casa con José, un niño, corriendo de prisa ante él, le dio un em pujón tan fuerte que le derribó, y dijo á aquel niño: «Asi como me has t irado, cáete y no te levan tes » Y en se g u id a cayó

el niño y espiró.C a p . X L Y I I ! . - - H a b ía en J e ru sa le m un h om b re llam ad o Z a ­

queo, que enseñaba á la ju v e n tu d , y dijo á José: «¿Por qué no me en vías á Jesús p ara que aprenda las letras?* José se lo dijo á M aría , y convinieron en en viar ei niño al m aestro. A s í que fue el niño, el m aestro le- escrib ió un a lfab e to y le hizo p ron unciar la A ¡aleph), y cuando lo hizo , le dijo pron unciase la B (beth). E l Señor Jesú s le dijo en tonces: «D ecidm e prim ero lo que s i g ­nifica la le tra A y yo p ron u n cia ré la B.» E l m aestro se d isponía á ello, pero el Señor Jesús se puso á e x p l ic a r la s ig n if ica c ió n de las letras A y B , cuáles son las letras rectas , las ob licu as, las vocales, las dobles, las que van acom p añ ad as de un punto, las que no lo t ien en , porque una va delan te de otra; en fin, m u ch í­simas cosas que ja m á s h a b ía oído ni visto en libro a lg u n o . YT el S e ñ o r Jesús se puso á re c ita r todas, dieiéndoie al m aestro: « E s­cuchadm e: aleph, heth, ghimel, daleth, etc.» L len o de adm iración , el m aestro dijo: «Creo, en verd ad, que este niño ha nacido antes de X o é . í Y , vo lviéndose á J osé, añadió: «Me has tra íd o p a ra que enseñe á un n iñ o que sabe m ás que todos los doctores.» Y luego dijo á M aría: «Tu h ijo no tiene necesidad a lg u n a de nuestra

enseñanza.»C a p . X L I X . — Y le l lev aro n á otro m aestro en segu ida, a lgo

m ás sabio. Y así que le v ió éste le dijo: «Di aleph.» Y cuando le dijo el m aestro que pron u n ciase heth y el Señor Jesús le respon dio: «D ecidm e qué significa aleph y p ron u n ciaré beth», irritado el m aestro le v a n tó la m an o p a ra pegarle; pero se le secó de re

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ÜCM&IA302 [A gosto

p a u te y m urió. E n to n c e s dijo José á M aría: *De h o y en ade­lan te no h a b rá que d ejar sa lir a l niño de casa , pues que el que se le opone, queda muerto.»

C a p . L . -A los doee años le l lev aro n á Jeru sa lem en la época de la fiesta, y te rm in a d a aquélla , regresaron ; pero el S e ñ o r J e ­sús se quedó en el tem plo en tre los doctores y les ancianos y los sabios de Is ra e l , que le in te r ro g a b a n sobre d iferentes puntos de C ien cia , y á quienes á su vez, tras de contestar, p r e g u n ta b a . «¿De quién es hijo el Mesías?» «Es hijo de D avid » , respondieron. *Por que, pues — p r e g u n tó — , D avid , m ovido por el E s p ír i tu San to , le l la m a su S e ñ o r cuando dice: E l Señor ha dicho á mi S eñ or. S ié n ta te á mi d iestra p ara que p o n g a tus en em ig o s bajo mis pies?» E n to n c e s uno de los je f e s de los doctores le dijo: «¿Has leído los libros santos?» E l Señor Jesú s respondió: «He leído los libros y lo que contienen.» Y les explicó la E s c r itu ra , la le y , los preceptos y los m isterios que h a y en las p rofecías que la in te l ig e n c ia de n in g u n a c r ia tu ra ha podido com prender.Y el j e f e de los doctores dijo: «Jamás he visto ni he oído se m e­ja n te in stru cció n . ¿Quién pensáis que sea este niño?»

C a p . L I . — -E n co n tráb ase a ll í un sabio astró logo que p r e ­g u n tó al Señor Jesús si h a b ía estudiado la ciencia de los astros.Y Jesús respondió, exponien do el núm ero de las esferas, de los cuerpos celestes, su n a tu ra le za , sus oposiciones, sus aspectos tr in o, cuadra l y s e s t i l , el cóm puto y el pronóstico y otros casos que la raz ó n de n in g ú n h om b re ha escrutado.

C a p . L I L — H abía tam b ién en tre ellos un filósofo, sabio en M edic in a y C ien cias n a tu ra le s , que le p reg u n tó si h a b ía es tu ­diado M edicina, le el Señor Jesús le exp u so la E ísica , la M e ta ­f ís ic a , la H ip e rf ís ica , la H ip ofís ioa , las propiedades de los c u e r ­pos, los hum ores y sus efectos , el num ero de miembros y de h u e ­sos, las secreciones, las arter ias y los nervios; los diversos te m ­p eram en tos cálido y seco, fr ío y húmedo, y cuáles eran sus in ­fluencias; las operaciones del a lm a y del cuerpo; las se n sacio ­nes, las virtudes, las fa cu ltad es de la palabra , la ira, el deseo, la c o n g re g a c ió n y la dispersión y otras cosas que la in t e l ig e n ­cia de n in g u n a c r ia tu ra jam á s ha podido explicar . E n ton ces el filósofo se levan tó y adoró al Señor Jesús, diciendo: «Señor; de h o y en adelante seré tu d iscípulo y servidor.»

C a p , L i l i . -Y m ien tras ta n to , M a r ía volvió con José; y des­pués de tres días que buscab a á J esús, le ha lló sentado é n tr e lo s

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EL EVANGELIO DE LA INTANC1A 3 ° 31908]

doctores, in te rro g an d o y con testan d o. Y M aría le dijo: «Hijo m ío, ¿por qué te has separado de nosotros? T u padre y yo te h e­m os estado buscan do, y tn a usen cia nos h a llenado de pena.» Y él respondió: «¿Por q u é m e buscabais? ¿No sabéis que conviene que p e rm a n e zc a en la casa de mi Padre?» E l lo s no co m p re n d ie­ron esas p a la b ra s . E n to n ce s los doctores p re g u n ta ro n a M a n a si era su hijo , y respondien do ella que si, exc lam aron . «¡Oh, di­chosa M aría , que has dado á luz s e m e ja n te niño!» Y el Señor Jesús fue con sus padres a N a z a re th , sumiso á todo; y su Madreco n serva b a todas sus p a la b ra s en su corazón . Y el Señor Jesús

creció en ta l la , en sa b id u ría ante D ios y ante los hom bres.C a p . L I V . — C om enzó desde ese día á o cu lta r sus secretos y

sus m isterios h a sta que cu m p lió t re in ta años, cuando su P ad re , reve lan d o p ú b lic a m e n te su m isión, a las orillas del J o rd á n , hizo oir desde lo a lto de los C ielos estas palabras: «Este es m i hijo, en el que he puesto toda m i com placen cia»; y apareció el E s p í ­

r itu S a n to en fo rm a de p alom a.C a p . L V . — E s te es el que adoram os hum ildem en te, porque

nos ha dado la e x is te n c ia y la vida y nos saca de las en trañas de n u e s tra s m adres; el que h a tom ado por nosotros form a de hom b re y nos ha llenado y cu bierto con su m isericordia etern a, acordándonos su g r a c ia por su amor y bondad con nosotros.

¡Q-loria y e x ce ls itu d á E l por todos los siglos! Am én.

Aquí acaba el Evangelio de la infancia, todo como es, con el auxilio del Supremo Dios, según lo que Tiernos hallado.

Cuando por la ciencia ha reconocido el alma que todas las formas son creaciones de la ignorancia, aparócesele á ella Brahm a, aquél en quien todo se confunde: el ser y el no-ser, ia vida y la muerte.

B h a g a v a d P u r a n a .

Los m a n v á n t a r a s son infinitos; las creaciones y destrucciones in­númeras; el Ser Supremo produce y reproduce los mundos.

L e y e s d e M a n ú .

L a mano en la mano, y el alma en el alma.P r o v e r b io r u so -

El hombre del siglo X IX ha entrado en la naturaleza como un

verdugo, .M e n c h ik o f f ,

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E l M a r q u é s d e V i l le n a

{La leyenda y su significado,)

I

D ic e la p rim era:

, , E 1M a r(í uéS de V ille n a era un hom bre m u y dado á la cabala, a la. n ig ro m a n cia y á la a lq u im ia , esto es, un brujo com pleto. Su sa b id u ría le p rop orcion ó el m edio de vo lver a ¡ m undo después de su m uerte. E r a adem ás uno de los cab a llero s de más p re­c la ra n o b leza de los tiem p os de E n riq u e I I I .

abierl^a q“ V tr,6l!aS’ Por sa “ «cha cien cia, como en un libro a b o r t o . S e sabm de m em oria todas las conjunciones, trinos y m archas de ios p lan etas; se com un icab a con los habitantes de la L u n a; sabm que la T ie r ra t ien e muchos m ás años de los que las E s c r i tu r a s ca lculan . No te m ía á las tem p esta d e s que en pequeñ o era arb itro de producir; m an ejab a la electricidad, do­m inaba los venenos y so rti leg io s de toda ín dole y adivinaba, en n n , lo pasado y lo fu tu ro .

D ice n las crónicas que tan ex tra o rd in a rio saber provenía de

dé las T m n, COn S" ****** Un eStrecllC P acto 0011 el Í W i p e

alni T l Z t 7 P° V ^ á dd C,laI de l e g a r l e Lsabe -f v. P ° de M1 m u e rte - E1 P unto m ás ex q u isito de su

bto m u l o ’ P " ” ' “ ' “ 0er“ “ ’n o r “ 1' “ «■ "•■ "<0 * ' <ü«-

r¡HoT”n ‘ ‘ l d e rt° “ egr” 4 profesaba g „ „ , a .no. J e e l a e a co m p a ñ a b a doquiera, viniendo á constituir *u

b " f a m iliar, que S ó cra tes d ir ía . T e n ía el M arqués un SOm-

tori«° ° ^ °rr0 Ilam ado á d esem p eñ ar en n uestra his­to r ia un im p o rta n te p ap el.

A l í ^ 11 E ,Iirique de Y l l l e n a dijo á su fám ulo un día: «Querido A h cuando veas que voy á m o r ir , no te ap artes un momento de

m P 0rm lías TU® nadie entre á v is itarm e. N o qme- o medrnos, porq ue me m a ta r ía n antes d e tiem po; n i quiero

a os que a m i m u erte sólo en robarm e p en sarían . Deseo que

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El, MARQUES DE VILLENAI908J3°5

tam poco m i m u jer v e n g a , porq ue al m om en to p en sar ía en mi su s t i tu to . N o te m ando m ás en aquel tran ce que te pongas mi som brero m á g ic o y quedes así tra n sfig u ra d o en m i p rop ia per­sona. J a m á s le quites lue go de tu ca b ez a , porq ue en tram b os nos perderíam os.

C o g e rá s se gu idam en te m i cuerpo— añadió el M arq u és— y desnudo le co locarás sobre el m árm ol de m i lab orato rio , de cuya sola l la v e n un ca te despojarás. H ara sm e m en udísim os pedazos, sin d esp erd ic iar de m í lo m ás m ín im o, m ezc lan d o perfecta­m ente carnes, huesos y t r ip a s , y todo lo in tro d u cirá s en la g ra n redom a que te dejo d etrás de m i sil lón verde. L u e g o es­con derás la redoma en un m ontón de estiérco l en sitio de la casa a l qne no pueda l le g a r m ortal a lg u n o.

P a s a ro n los años; vino al viejo sabio su hora postrim era, y el fiel criado e jecu tó con p u n tu alid ad las órdenes de su señor, ocultando la redom a a tib o rra d a con el m enudillo de sus restos corpóreos. T a l fuá el s ig i lo del n e g r ito , que nadie advirt ió la t r a n s m u t a c ió n , ni á en terarse l legó s iq u iera el diablo mismo. A s i , m ien tras que aquél g o z a b a , como el autén tico M arqués, de todos sus bien es y derechos, es fa m a que este , en cuerpo aro­m a in v is ib le , con tin u ó con m ás ardor y l ihcrtad que nunca sus p orten tosas a lqu im ias y astro lo g ías .

J a m á s ca ía de la c a b e z a del supuesto M arqués el gorro del so rti leg io , ni s iquiera cuando cierto d ía se en con tró de m añosa b oca con el S an to V iá t ic o . E l desacato á S u D iv in a Majestad in d ig n ó á los fieles en térm in os de que uno ie dio un manotón, haciendo rod ar por el suelo la endiablada, prenda, con lo que al punto quedó el cu itad o n e g r ito r estitu ido á su p r im it ivo ser. La ju s t ic ia tomó cartas en el asunto , y l lev a d o el in fe l iz al tor­m ento, tuvo que ca n ta r p a la d in a m e n te el secreto todo de sus tra n s m u ta c io n e s .

E l severo tr ib u n a l se personó en el basurero y , ton grandes precau cion es, estra jo de él la m ister iosa redom a que contenía un líq uido o leagin oso , a m a r i l le n to , en cuyo seno se dibujaban con toda c la r id ad las l ín eas de un fe to de ocho meses; sólo fa l­tab a uno, pues, p ara que el bru jo M arqués tornase al mundo de los v iv os . In ú t i l es añadir que el n e gro fue quem ado y echa mil pedazos Ja redom a, por m an os del verdugo.»

H a s ta aquí la p rim era p a rte de la h is to rie , reflejo fiel de la

trad ic ió n que corre por el vu lgo .

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3 0 6 - U í> J A [ A gosto

E n la part© se g u n d a se a g r e g a n m ás deta lle s de la v id a del M arq u és que nos o rie n ta n un tan to baoí^ .ja verdad h istó rica de tan n o ta b le personaje .

D . E n r iq u e de A r a g ó n , ó de V i l le n a , com o t ío del r e y y descendiente en l ín e a re cta del g ra n J a im e I de A r a g ó n , era re sp e ta d ís im o en la C orte de C a st i l la . S u p adre D. P e d ro , que h a b ía casado con D .“ J u a n a , h i ja b a sta rd a de D . E n riq u e I I y re in a después de P o r t u g a l , h a b ía m uerto en la b a ta l la de A l ju - b arro ta . P o r su gen ero sa re n u n c ia á su t i tu lo de Condestable se le com p en só con los señoríos de C a n g a s de T in e o , y por la dote de su esposa D . a M a r ía de A lb o r n o z con otras m uchas v i l las ca ste l la n as .

S u afición á las le tra s c o n tras ta b a con la bru ta lid ad g u e ­rrera de la época. D esde m u y pequeñ o adquirió una cu ltu ra de p o l íg r a fo , s ig u ie n d o la tra d ic ió n de aquellos colosos árabes que p oseían á la p e r fe c c ió n los m ás opuestos co n o cim ie n tos en len ­g u a s , po esía , h is to r ia , m ed ic in a, derecho, a s tro lo g ía y a lq u i­m ia. De a q u í que la necedad de la época a tr ib u y e s e tan so b reh u ­m an a cu ltu ra á m alas artes de b ru jer ía . L o s A bu H an ifa , los A lb e r to s M a g n o s , los L u l io s m edioevales , no fueron en tales órdenes sino otros tan tos m arqueses de V i l le n a , odiados por el ig n aro v u lgo , h a sta el p unto de c r is ta l iz a r ta les odios en la fo r ­m a del an ted ich o rqito, que siem p re la hum an idad ha sacrifi­cado así á sus reden tores a u g u sto s .

L a c a lu m n ia c o n tra él acaso tom ó cuerpo con ocasión de sus ju s t a s preten sion es á la M ae s tra n z a de C a la tra v a , quien dada m ás á fines g u e rre ro s que cien tíficos, no podía to le ra r como G r a n M aestre aquel sabio incom p ren d ido . D, E n riq u e y su es­posa , a d e m á s, se od iab an c o rd ia lm e n te , pero á p esar de ello ésta ja m á s se p restó a l d ivorcio . L a le y e n d a que tenem os á la v is ta c u e n ta que com o su ca lid ad de casado le im pedía el voto de castid ad e x ig id o , c ie r ta noche e n tra ro n en el aposento de la d am a seis en m ascarados d ispuestos á rob a r á la M arquesa, y añ ade que eran g e n te s p a g a d as por el M arq u és, quien fingió de­fen d er á su esposa.

D. E n r iq u e iba a l fin á se r nom brad o M aestre , en arm o n ía con las ob serv acio n es a s tro ló g ic a s de los sabios de la Corte. P e ro fieles serv idores de la C on desa, á q u ien se le creía m u erta , se d ieron tra z a s á e n c o n tra r la en cerra d a en las m azm orras de u n ca st i l lo , por orden de su m arido , según se decía. E n tr e ta n to

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EL MA R Q U É S DE V 1LLEHA 3°7i q o 8 |

se c e le b ra b a el ju ic io de D io s sobre si el M arqués era ó no cu l­pable de la m uerte de su esposa, quedando ven cedor en el.

Da p resentación de D . a M a n a en la C o rte dio al t ra s te con el n o m b ram ien to de su esposo, q u ie n in d ig n ad o se a lza en a r ­m as co n tra su so b eran o , pero es vencido y hecho prisionero. Ib a á ser c a s t ig a d o por su a m b ic ión y r e b e ld ía , pero fue perd o­nado por el r e y á in s ta n c ia de la Condesa. E l M arques desde en ton ces v iv ió una vida re t ira d a , co n sag rán do se por entero al estudio y dando lu g a r , con su a lq u im ia in co m p ren sib le , á la s in g u la r le y e n d a de la redoma sncantada, de tan exq u is ito sabor

filosófico y m ítico .

I I

E n la cu riosa le y e n d a a lq u im ista del M arqués de V i l le n a se a d iv in a la influen cia de la D o c tr in a S e c re ta , conocida por los

ca b a lis ta s a rá b ig o - ju d ío s .D esde lue go re s a lta en ella la p osibilidad del retorno á la

v id a , ó como bo y d ir íam o s, la d o ctr in a de la reen c arn a c ió n . E l e s p ír itu del noble c a ste l la n o , separado del cuerpo por la m u erte , ib a , se gú n se ve , á fo rm a rse otro cuerpo que vo lver á usar á g u is a de dócil in stru m en to en el mundo de lo fís ico.

P a r a ello o b lig ó á su cr iad o , ó m ás bien á su d iscípulo , á que d iv id iese su c a d á v e r en m enudos ped azos, in trod u cién d olo s en

una cerrad a redom a.D e ta l le se m e ja n te t ie n d e por si solo el pu en te h a c ia m u l­

t itu d de otros m itos; tam b ié n el cuerpo de B aco ó D ion isio se d iv id ía h a sta lo infin ito á la m uerte del dios, y se re in te g ra b a después á su nuevo n a c im ien to g lo r io so . T a m b ién el cuerpo del hada B lan ca flo r (1) tuvo que ser hecho m enudos pedazos y a rro ­ja d o en una red o m a al m ar, an tes de que el P r ín c ip e , su p r o te ­g id o , pudiese e x tra e r de su fondo el an il lo de Salom ón y con él la c la ve del saber, p rop ia de un in ic iado . L a cerem onia final de la in ic ia c ió n en la que el h ie r c fa n te es árb itro de m orir á m anos de su sucesor, ó b ien de poner en su lu g a r una v íct im a pura, como se lee en Isis sin Velo, está s im bolizado en aq u ella op eración a lq u ím ic a que el d isc íp u lo del M arqués de V i l le n a

p r a c t ic a s e ta n á m a r a v i l la .

(I) Véase el mito de Blancaflor publicado en esta misma Revista en Enero de l ‘J07.

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ii O <f> 1 A308 f A gosto

A si no es de extrañar el que la leyenda revele tan. á las cla­ras el proteismo fisico-químico de las formas físicas bajo el hábito incesante de la vida. R e d im i r á n efecto, el cuerpo del procer a menudos fragmentos, equivale á simbolizar la acción destructora que se opera fatalm ente en la s formas cuando, cumplida su transitoria misión, las abandona la vida.. De ellas se van formando, según nos enseña la química, substancias más y más sencillas, hasta acabar la larga tarea de sus desdobla­mientos en agua y en anhídrido carbónico,

Pero a la vez en estos dos cuerpos comienza el fenómeno in ­verso, el del retorno de la vida sobre la forma. El carbono del anhídrido se fija por la clorofila vegetal y sirve de base á las infinitas transformaciones que se operan en él por síntesis, tales como la formación de los aldehidos, la de los azúcares, la de las celulosas. E l oxígeno, así libertado del anhídrido, se fija á su vez por otras clorofilas animales: el pigmentum, la hemo­globina, etc., y sirve de base a su vez para otras transform a­ciones por síntesis con las que se forma y crece el cuerpo de todo animal, ó sea en el símbolo: el Marqués torna á la vida.

H ay, pues, que convenir en la profundidad del símbolo es­pañol. Tam añas transformaciones de la materia y de la vida han de operarse de un modo oculto, lento, misterioso, cual se operaban las de la redoma del Marqués, octdta entre el estiércol, á las imprudentes miradas del vulgo.

Otro detalle de la leyenda, establece conexiones con las prác­ticas religiosas de Oriente. Eos referimos al famoso gorro m á­gico, trasunto fiel del gorro amarillo, que visten cuantos p e rte ­necen en la India al santo grupo de los ascetas, á la sagrada orden del Manto A m arillo , cuyos individúes son allí respetados por encima de las mismas Personas Reales. E l discípulo del Marqués para subrogarle dignamente en vida, estaba obligado á no desprenderse nunca de la m ística prenda, ó lo que es igual, á no abandonar la senda de la más absoluta pureza en acción, palabra y pensamiento, porque de no hacerlo así, al perder la autoridad simbolizada en aquella prenda, podría comprome­terse, y en efecto, comprometió toda la labor alquímica de) Maestro.

E l final de la leyenda es un compendio 'de la historia de las fraternidades que durante toda la Edad Media conservaron el depósito de la D octrin a Secreta, tales como en Europa los tem-

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3^9jgoH] de la naturaleza de dios

plarios, y en E spaña, á más de éstos, los individuos más conspi­cuos de las Órdenes Militares. Todos pararon en la hoguera ó tuvieron que sepultar en el m ayor secreto sus conocimientos taum atúrgicos para huir de ella y de la calumnia.

E l contenido moral, en fin, de la leyenda de La Redama E n­cantada, nos revela ser c ierta una idea y a apuntada por nuestro eolega B a fa e l Urbano al ocuparse de E r a y Luis de León. L a de que la triste nota que E spaña tiene en E uropa por sus secu­lares intolerancias, revela para nosotros algo consolador, á saber: el hecho de que ella no había existido si por su prehis­toria atlante, por sus aborígenes libio-iberos y por su carácter de zona intermediaria entre la m agia de caldeos y judíos y el mundo occidental, no hubiese sido siempre en Europa la me­

trópoli del ocultismo.r ja. lioso » h nüfiA

DE LA NATURALEZA DE D IOS

E l Poder Absoluto de Dios es el fundamento de toda otra con­dición ó potencia existente; de É l emana toda Voluntad, y como ésta es motivo de toda acción y de toda presencia, de aquí la razón del Universo visible é invisible.

Por ello se nombra Querer á una de las potencialidades de la Trinidad fundamental y divina, siendo ostensible la virtualidad de la Voluntad en todos los órdenes conocidos. L a Voluntad universal es la condición esencial de todas sus manifestaciones, y en cuanto al hombre, su voluntad es la que dirige sus actos en contraposición á cualquiera otra energía ó condición, Y como emanación y facultad inseparable— la Voluntad de todo P o ­der— f aquélla es sendero que conduce á todo resultado apete­cido, á toda realización, á toda facu ltad o Poder.

E l hombre, el sér como parte integrante del Universo y del Todo, con él evoluciona, obedeciendo á la Voluntad Suprema, que es la que le impulsa y le anima, que es su voluntad propia; y por ello sigue la misma dirección y ha de caberle el mismo des tino que persigue ef Todo, que no puede sei otro que el que ím plica todo amor ó Voluntad que entraña E l ó A utor ó Poseedor, de la que cada sér es parte componente, es el desarrollo mdefi-

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3,e i O Í > l A [Agosto

nido de su V oluntad, de su Querer y en consecuencia de su P o ­der, que es base de toda gloria, siempre equitativa al grado de Voluntad desarrollado en cada instante de la evolución.

El Poder de Dios es, pues, el fundrf^.ento de todo progreso, de toda regeneración, de todo bien y ae toda gloria para cuya consecución se ex ige la acción de la voluntad que obra incesan­temente en todo ser.

Hemos dudado de la posibilidad de que Dios (el Todo) pueda ser Creador; y fundamos abora tal tesis decisiva en que no con­viene la dicha facultad a un Ser á quien se tiene por Absoluto e Infinito. L o Absoluto lo entraña todo y lo Infinito todo lo ocupa. Ahora bien; la creación implica la aparición de algo que no existía, y ello no puede concebirse dentro de lo Absoluto ni tampoco queda lu g ar para su existencia dentro de lo Infinito. A más, para crear, el Creador ha de convertirse en parte a ct iva , que im plica también una parte pasiva, cesando, por lo tanto, de ser Aquél lo Absoluto.

L a Creación, tal como la explica la generalidad y se entiende de ordinario, la consideramos como nn absurdo filosófico y basta supone la ausencia de toda lógica.

Por otro lado, si lo absoluto lo contiene todo ¿qué necesidad hay de creación?

P ero el que todo lo posee puede hacerlo todo manifiesto, ó parte de ello; y sí al mismo tiempo es poseedor y cosa poseída, surge lo inexplicable, lo desconocido, lo misterioso, pero real y factible á pesar de ello; y , por consiguiente, necesita explica­ción, exige descubrir y rasgar el velo que lo encubra. No es óbice para ello la actual deficiencia de facultades humanas para con­seguirlo; la evolución es constante ó infinita, y el hombre con­quistará facultades apropiadas para resolver los problemas hoy intrincados é irresolubles para comenzar sus gestiones á resol­ver los que tras ellos se presenten como eslabones de una infi­nita cadena de incógnitas.

Hemos expresado que el Todo ó lo Absoluto posee las tres condiciones de Poder, Saber y Querer, y cómo puede, quiere y se verifica en É l mismo la dualidad indispensable á la condición de querer, apareciendo el sujeto queriente y la cosa querida sin perder por ello su esencia una ó m atriz,

Y el ta l misterio es el proceso fundamental de la formación

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DE LA NATURALEZA DE DIOS 3111908]

de los mundos manifiestos, teo ría que no es patrimonio de reli­gión a lguna determinada, sino de toda la humanidad y de todos

los tiempos.Pudiera objetivarse que la condición absoluta del Poder da

facultades al Sér que la posea para hacerlo^ de otra cualquier forma; pero había entonces que excluir en É l toda otra condi­ción ó atributo, pues si lo consideramos como Sabio no cabe en É l ignorancia en tiempo ni lugar alguno: si la de Justo, no pue­de cometer injusticia, y si la de Bueno, no debe permitir acto que no va ya informado por el amor más puro.

Y , en efecto; ya iremos descubriendo qué tales son las con­diciones que regulan á lo que nos es dado observar, a pesar de toda apariencia en contrario.

Hemos también de hacer notar que la frase «crear de la nada» es tan repetida como poco analizada y comprendida; la nada sólo puede ser sinónimo de A quél mismo. L a nada sólo puede concebirse como la negación de toda manifestación objetiva, pero de ningún modo en cuanto al Ser objetivo, que es eterno y persistente en todo lugar, L a nada resulta ser, pues, el Todo en su más prístino y esencial estado; es como el 0 , que en su acep­ción vulgar significa cero ó nada y esotéricamente simboliza el Todo. Y así, resulta perfectamente racional y verídica la frase de que el mundo fué hecho de la Nada, es decir, del Sér que lo es todo en sí, que es principio y fin de todo, porque lo es

Todo.L a teoría más antigua, universal y racional de la formación

ó aparición del Cosmos, se funda en ese Sér Uno y Absoluto ma­nifestado en sus tres atributos dichos. E l principio ó germ en se supone ser como el punto matemático, que no tiene ni forma ni dimensiones, lo que es como lo infinito; y como se ha dicho que el Macrocosmo es como el Microcosmo ú hombre, y éste alienta y vive mientras se verifica en él el fenómeno de la respiración, así el Macrocosmo alienta y existe por un fenómeno semejante ú homogéneo. La espiración de éste es el surgir del punto dicho, en todos sentidos, en forma de esfera y siempre ensanchándose la manifestación de la vida; y como en el hombre tras la espira­ción sobreviene la aspiración, en el Macrocosmo sobreviene un acto semejante, ó sea tras la referida expansión d i v i d a y acti­vidad síguese el acto opuesto, ó sea la concentración de aquella hacia el punto central de partida, en el que se resuelve y des-

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3 12 A [Agosto

aparece todo, para volver á expansionarse y reasumirse indefi­nidamente.

Tales períodos son semejantes á los de actividad y reposo en que se comparte la vida física del hombre ó sus tiempos sucesi­vos de sueño y vig ilia y aun á los de aparición sucesiva y alter­nada del estado pos-mortem de la personalidad humana en la

vida física.E n el Universo existe la diversidad más completa dentro de

la homogeneidad más perfecta, y así como en lo físico toda la materia es semejante en su constitución más elemental, así en todos los órdenes supra-físicos hasta llegar á la simplicidad absoluta, que es indiferenciada, indivisible é indefinible. Los mismos elementos forman á un hombre que á un sol y que al sér más microscópico; sus facultades son idénticas, aun cuando en uno se hallen latentes algunas que otro y a ha desarrollado; la esfera de acción del animal imperceptible podrá ser menor que la del hombre, pero en cambio la de éste es menor que la de un sol que extiende su influjo directo á todo un sistema de mundos.

Y así como el hombre posee un cuerpo físico y con él una sensibilidad, voluntad, inteligencia y raciocinio, así todos los demás seres reúnen idénticas facultades, que manifiestan con­forme á su aptitud y en consonancia á sus necesidades, que limi­tan el grado de evolución que en cada instante haya alcanzado el sér aludido y cuya parte más esencial, eterna y primordial es la que va reteniendo todo el resultado de su evolución y el que con él progresa y con él adquiere experiencias que son los esca­lones que permiten ascender á la par por todos los grados de los órdenes físico, supra-físico y mental.

Tal actividad es á lo que se llama vida, que anima á todo átomo, á todo cuerpo y á todo mundo á seguir la senda de la evolución, vida que origina las energías ó fuerzas que desarro­llan los mismos seres vivos actuando sobre los que se hallan al alcance de sus respectivas influencias y por ello la división en jerarquías de los tales seres; de ahí los centros diversos de a c t i­vidad ó ángeles, arcángeles y dioses, que no son sino centros de poder, emanaciones de energías que animan y regulan la consti­tución y el movimiento ordenado y regenerador de nu determ i­nado conjunto de seres ó de funciones.

Así, el Sol, del que surge toda vida para el sistema que lleva

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!9®8] de la naturaleza de dios3i3

su nombre, es el Señor de éste, y por ello en la antigüedad era tal astro el símbolo del Dios Supremo y se representaba y ado­raba de un modo semejante al que hoy se representa y adórala Hostia consagrada dentro del círculo de oro que le adiciona sus rayos asemejando al astro dicho.

Y si en su aspecto físico el Sol se muestra sér superior por au m agnitud, su poder luminoso, atractivo, magnético y fertili- zador, nos queda aún por evaluar su supremacía intelectual y la energía de su mentalidad.

E l proceso de los mundos que llenan el espacio sin fin es como sigue: del Sér Absoluto y Poderoso arranca la idea y la voluntad de la formación de un mundo ó un Universo, y dicha idea ó pensamiento empieza á evolucionar bajo la dirección de la Inteligencia infinita, que todo lo regula mediante leyes más perfectas é ineludibles.

E l dicho estado, puramente mental, y que es el arquetipo deí astro en sus diversas formas futuras, se halla constituido por el conjunto de seres que han de habitar en él en sus diversos esta­dos, si bien entonces en la form a y condiciones que convienen á la Naturaleza actual del astro. Dicho estado no es susceptible para el sér humano y físico, pudiendo un mundo en condiciones mentales existir junto á la actual Tierra y hasta compenetrarse con ella sin que nos demos cuenta de su existencia, tan real y verídica como la nuestra, pero incognoscible para nosotros por completa ausencia de medios de percepción.

A sí como una idea es real en sí, pero para que el hombre físico la perciba es indispensable que se manifieste por signo alguno m aterial, así el mundo de la mentalidad exige para ser percibido por el hombro fís ico que se manifieste en este estado, fuera deí que no es posible percepción alguna con órganos ma­teriales .

En el mundo mental varían las facultades de los seres y sus medios de habitabilidad, y cada uno de éstos se halla circuns­cripto á la gradación que le corresponda en el estado especial y consecutivo de la evolución, Cada sér se halla en disposición de seguir su misión en el aspecto que le corresponda en la época de que se trate; puede corresponderle funcionar en el reino de­nominado mineral ó en el vegetal ó animal, ó bien haber lle­gado á la escala superior de hombre; ello depende de los pro­gresos adquiridos en la serie de existencias pasadas en astros

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v o ^ t x £A00ST03I+precedentes y semejantes ó en relación apropiada á U regular

8T°A d ic to estado ó naturaleza mental sobreviene de lenta y ordenada otro período que puede llamarse crea vr,J^ ̂

el que los seres mentales se revisten de un cuerp aspiraciones que los predisponen y obligan á la consecutiva rea­lización de sus objetivos determinados, al mismo tiempo que lo

caracteriza para los sucesivos estados. rY conviene observar que cada sér no acoge mas deseos y p a­

siones que las que convengan y exijan sus condiciones actuales por lo que, al resultar satisfechas, no traspasan los limites que le corresponda en el peldaño que ocupe en la escala.

Terminada esta fase del astro ó mundo, empieza otro nuev período que podemos designar de formación, ene que el cuerpo de pasiones y deseos construye otro dispuesto a la satisface ón ó realización de los mismos; pero no en manera decisiva, s en condiciones preparatorias y aptas a consecu ívos y y

avances hacia el objeto perseguido. ,Tal cuerpo se distingue con el nombre d e f l u i d i c e , que a a

? ez que posee sus facultades diversas y modo de s e r distinto 4 lo aprestantes cuerpos, que algo detallaremos al tratar del hom^ bre en particular, sirve de intermediario ó de medio asimilador entre los anteriores y el físico ó material cuya aparición corres­ponde & otro período, que es el posterior de la sene y en el q l e encuentran en la actualidad los astros visibles para el hom­bre. Todos los sóres se revisten de forma f m e a y ejercen las

respectivas funciones que les son asignadas.Terminada la predicha serie de formación de un astro, sigue

el período llamado de desintegración, en el que jnelve ? ir pa­sando sucesivamente en orden inverso por los estados dicho** de fluídico pasional y mental; pero en esta vuelta cada ser ha a e sor ado ¿ a la snma de experiencias adquiridas en el desempeño de sus funciones respectivas y ha laborado a su respectivo

Pr° K o u l o de la dicha total evolución se repite siete veces, intercalándose al fin de cada una otro período de descanso que los orientales llaman PraU ya; y al término de la sene de siete evoluciones toca al astro la total desintegración en todas sus partes y formas. A cada período de actividad que sigue a cada P ra lay a se nombra en sánscrito Manvántara, y cada uno de estos

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DE LA NATURALEZA DE DIOS190SJ3*S

se divide en siete rondas que son alteraciones regulares en los estados porque atravesara el astro. Y si lo dicho entraña el pro­ceso de cada astro, de modo semejante se verifica, el nacimiento y la evolución de un sistema, el que se forma dependiente de un centro común ó un astro central cuya influencia abarca todo el espacio ocupado por el sistema, el cual se halla en todo tiempo repleto de mundos en diferentes grados ó períodos de) Manván- tara, resultando por ello la vida y el progreso indefinido y sin interrupción en todo el lu g ar del infinito espacio.

Puede, sin embargo, ocurrir el paso de elementos de un astro á otro en cualquier período del Manvímtara por procesos perfec­tamente naturales ó indudablemente necesarios, dado que todo hecho que se verifique es de necesidad. El easo siguiente que re­fiere A . P. Sinnett en su Conferencia titulada E l sistema al cual pertenecemos, nos demostrará la posibilidad del fenómeno. Dice así: <La nueva nebulosa terrestre fué desarrollada alrededor de un centro que, poco más ó menos, conservaba la misma relación con el moribundo planeta {la Luna) que los centros de la Tierra y de la Luna conservan actualmente entre sí. Pero esta agreg a ­ción de materia ocupaba en su condición nebular un volumen inmensamente mayor que el que ahora ocupa la materia sólida de la Tierra. Se extendía en todas direcciones lo suficiente para abarcar dentro de su ígneo perímetro el viejo planeta. L a tem­peratura de una nueva nebulosa parece ser mucho más elevada que cualquiera de las que nos son conocidas, y debido á esta c ir­cunstancia, el viejo planeta recibió nuevamente de un modo su­perficial un grado de calor de una naturaleza tal, que toda la atmósfera, agua y m ateria volátil que contenía, fué convertida en gases, y de esta suerte fué supeditada á la influencia de la atracción del nuevo centro establecido en el punto central de la nueva nebulosa. De este modo la atmósfera y mares del viejo planeta pasaron á formar parte de la constitución del nuevo, por cuya razón la L un a es al presente una masa árida y bri­llante, estéril y sin nubes, inhabitable pava toda ciase de seres físicos. Cuando el presente M anvántara toque á su término du­rante la séptima ronda, su desintegración será completa y la materia que en ella se conserva unida todavía se convertirá en polvo meteorice que será empleado, junto con el océano de esa clase de materia, para la formación en lo futuro de nuevas ne­bulosas p lan etarias .» Todas las dichas vicisitudes son comunes

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¡ l6 2 0 4>IA [A gosto

ó semejantes en cada mundo, variando en éstos la forma y cons­titución química y orgánica de los aérea y cosas, pues la evolu­ción de la materia cósmica y el total de sus modos de manifes­tación sólo puede conocerse en su infinita variedad conociendo

el Todo.En resumen: el átomo mental que emana del ser anterior á

todo recorre todos los distintos grados de existencia universal, los que son innumerables, tanto en su aspecto anterior como posterior á cualquiera que se considere; y como actor del drama más complicado y general va revistiéndose y poniéndose en ca­rácter para representar cada uno de los distintos personajes, en forma gradual y desde los más simples y sencillos á los más complicados y difíciles; recorre todos los reinos y todos los g ra ­dos en ellos existentes, todos los mundos y todos los universos, ascendiendo siempre en la escala del desarrollo mental, facultad esencial sólo del Espíritu ó principio más simple, Supremo y Unico; y obedeciendo á tal proceso, todos los demás órdenes, el pasional, el fluídico y el físico, los que no son sino modifica­ciones aparentes del primordial y Supremo dicho, dispuestos convenientemente á servir con precisión en cada una de las po­siciones que adopte el dicho principio subjetivo ó causal.

Los principios de vida y de mentalidad más desarrollados que existen actualm ente en la Tierra proceden del planeta Luna, en el que cesaron las condiciones de habitabilidad para ellos, en forma y condiciones que puede verse en la grandiosa obra de H. P. B la v a U k y titulada Doctrina Secreta; y así, los mis­mos principios causales al término de vida de nuestro planeta pasarán á otro nuevo astro en condiciones adecuadas á la perse­cución de su evolución ordenada y siempre ascendente.

j . r o c id o jaoR H in n

M O V I M I E N T O T E O S Ó F I C O

L a Sección Finlandesa ha aumentado sus Nuevas ramas. j>alnas C01¡1 una Ut¿S( creada el 12 de Marzo úl­

timo en Vasa, con el nombre de «Táhtir cuyo Presidente es Mr. J. E. Holso y el Secretario, Mr. J . E. "V ainionpaa. Su di­rección es: K asarm ikatu , 33, Vasa, Finlandia.

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MOVIMIENTO TEOSÓFICO31?

La, Sección India también se h a enriquecido con dos Ram as más: la Rama fMahadeva», con c a r ta de 4 de Abril; Presidente Mr. K , Man&thmaintha Desikar; Secretario, Mr. S. Somasun- daram Chettiar. Dirección: V a liva lam , B, 0 . ,T a n jo r e District. Y la Ram a * Chola varam», con c arta de 14 de A bril; Presiden­te, Mr. R. Jagannatba Sastry; Secretario, Mr. K . Narasimham. Dirección: 2 and. Grade Pleader, Chodavaram, V izagap atam , District,

Las Ramas no agrupadas en sección cuentan con otra más en Port Louis, Mauricio, llamada «Mauritius»; Presidente, Mis- ter Soobrayen Amoordazomy; Secretario, Dr. G. Sónóque. D i­rección: Beau Bassin, Port Lonis, San Mauricio.

L a Ram a «Arjuna» de B arce lo n a, acaba de fundar una Bi* blioteca Teosófica, pública y g ra tu ita , donde tendrán acceso cuantas personas lo soliciten.

En el mismo local todos los sábados de nueve á once se cele­brarán conferencias teóricas y de controversia ó lecturas co-- mentadas.

M uy de celebrar es, en verdad, la in ic iativa y el entusiasmo de la citada Rama, y es de desear que sus esfuerzos se vean co­ronados con el mayor éxito. Plácem es y muchos placemos m e ­rece tan feliz idea, y cuenten con el elogio de todos los teosofis- tas españoles los iniciadores de esa gran obra destinada á dar su fruto en la ocasión,

En. la comunicación que se nos hace participándonos tan grato acontecimiento, se nos dice también lo que signe, que con gusto reproducimos para conocimiento de nuestros amigos:

«La *Rama Arjuna* de Barcelona, como parte integran te de la Sociedad Teosófica, cumple su misión haciendo un llam am ien­to á todos los elementos de esta capital y fuera de ella que con seriedad, cultura y buen sentido estén dispuestos á ayudarnos en la exposición y dilucidación de los grandes problemas huma­nos, aportándonos sus conocimientos y actividades para reali­zar la comunión y concordia entre las distintas tendencias cien­tíficas, filosóficas y religiosas, sobre la base de la más amplia libertad, tolerancia y respeto mutuos. Esto puede determinar una mayor armonía en los diferentes aspectos de la acción Social.

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í : o <t> l aA gosto

3>8>En e s ta B ib lio te c a p ú b lic a , y p a r a m a y o r fo m e n to y e x i o

de la m ism a , se a d m it i r á n lib ro s , lá m in a s , fo to g ra ia s y o ro s m edios de c u l tu r a q u e sean ú ti le s p a ra e l a c re c e n ta m ie n o e s a b e r h u m a n o , q u e d a n d o en e lla á la d isp o s ic ió n de los co n cu ­r r e n te s p a ra su e s tu d io , q u ien es d u ra n te dos h o ra s l a n a s pod rá n e m p l e a r c u a n t o p o s e a d ic h a B ib lio te c a .

»A d em ás, p a r a m e jo r c u m p lir el p ro p ó s ito ex p u es o, o os lo s S á b a d o s p o r la n o c h e se d a rá n en la B ib lio te c a c o n fe ren c ia s y a p ú b lic a s , y a de c o n v o c a to r ia p r iv a d a , que p o d ra n v e rsa r so­b re e s tu d io s co m p a ra d o s , p lá t ic a s , c o n tro v e rs ia s y todo c u a n to c o n tr ib u y a á la la b o r p ro p u e s ta , con el fin de q u e s irv a e v e r* d a d e ra t r ib u n a lib re p a ra la em isió n del p e n sa m ie n to en to d a su

a m p li tu d é in te n s id a d .NOTA. La, correspondencia, donativos, ofertas y consultas, pueden dirigirse

Bibliotecario, D. Luis Aguilera, Calle de la Piedad, 10, bajo, ai ce oca.»

$*

correar** irrtor*. L lam o la a te n c ió n de n u e s tro s le c to re s h a c ia sa n te . e ¡ h ech o de que la U n iv e rs id a d de L e id e n , H o

la n d a , h a p u b lic a d o la s re fe re n c ia s á u n p re m io , el cu a l es de g r a n in te ré s p a r a los teo so fis ta s , y c reo q u e a lg u n o s de n u e s ­

tro s le c to re s p u e d e n o p ta r a él.L a n o tif ic a c ió n es com o s ig u e :«E l e x te n so m a te r ia l re c o g id o p a ra a c la ra r la s in v e s t ig a ­

c iones e tn o ló g ic a s é h is té r ic o - re lig io s a s , y la p u b lic a c ió n de te x to s m á g ic o s , b a n h ech o p re v e r la p o s ib ilid a d de re c o n s tru ir so b re fu n d a m e n to s e sp e c ia le s , la m u tu a re la c ió n q u e dehe e x is ­t i r e n t r e la r e l ig ió n y la m a g ia . C o n sid e ran d o esto , el C onsejo del « L eg ad o S to lp ia n * desea p u b lic a r el s ig u ie n te p rem io so b re e s te te m a : «¿Cuál es la m u tu a re la c ió n e n tre la re lig ió n y la

* L as r e s p u e s ta s á e s ta c u e s tió n h a n de re c ib ir s e a n te s de l 31 d e D ic ie m b re de 1909, p o r el P re s id e n te del L e g a d o , que es e p ro fe so r D r. P . D . C h a n te p ie de la- S a u ssa y e ^ L e id e m . D ich as r e s p u e s ta s d e b e rá n i r r e d a c ta d a s en a le m a n o l a t ín , m a rc a con u n lem a y a c o m p a ñ a d a s p o r p lie g o c e rra d o , en cuyo so ae c o n s ig n a rá e l m ism o le m a y e n su in te r io r el n o m b re y recc ió n de l a u to r .

»L a re s p u e s ta a p ro b a d a se p re m ia rá con u n a m e d a lla de o ro ,

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1908] BIBLIOGRAFÍA 3*9

de un valor intrínsico de 20 libras esterlinas y 8 en metálico, ó si se prefiere todo en metálico.»

Si alguno de nuestros miembros se siente capaz de respon­der á dicha pregunta, y no puede redactarla en alemán ó latín, puede hacerlo en inglés y presentar una traducción en uno de los idiomas citados.

(De The Vahan, de Julio 1908).

B I B L I O G R A F Í A

E l H aghavad tifia.—Versión castellana de Federico Climent y Terrer.—R. May- nadé, «Biblioteca Orientalista», Princesa, [4. Barcelona.—Un volumen.—Pre­cio: 2,5o ptas.

Agotada hace tiempo la versión de este célebre poema, que hiciera hace años nuestro amigo y hermano el Sr. Roviralta y Borrell, el activo editor de nuestras publicaciones, Ramón Maynadé ha lanzado esta nueva versión, debida á D. Federico Climent, hecha sobre la inglesa de Annie Besant, Pre­sidente actual de la Sociedad Teosófica.

La importancia y el valor de esta versión, su oportunidad también y la necesidad que satisface, no hemos de señalarlas nosotros, porque son sufi­cientemente conocidas del público,

La versión del Sr. Climent es castiza, cuidosa, esmerada; y ha puesto en ella las mejores notas que los comentadores del poema han ido añadiendo al mismo.

Acompaña i esta obra el Uttara Gitía, canto también del Mahabharata, que sirve de ilustración y apéndice al libro.

La condición tipográfica y editorial de esta nueva edición la recomien­dan, además, por sí misma. La claridad de los tipos, la calidad del papel, lo manuable del libro, han de contribuir poderosamente no ya al éxito edito­rial, sino á !a edificación y cultura del público, que podrá llevar la obra constantemente consigo y meditarla en los mejores momentos.

Eterno este libro, todos los días se comenta y estudia, y no pasa un se­gundo en el tiempo sin que la humanidad deje de leerla. Su antigüedad, últimamente, una persona autorizada y competente trata de hacerla mayor de lo que se ha dicho hasta la fecha, y remonta el origen del libro y su pri­mitiva redacción á 3137 años de J. C. (Véase The TheosophtU de Junio último.

La casa del Sr. Maynadé ha publicado también recientemente las si­guientes obras, de que nos hemos de ocupar como merecen:

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204* 1A [Agosto

Attiñé Bésánt: E l Yoga. La Sabiduría antigua, — Wl. Collins: Por las Puertas de Oro.— Dr. Hartman: Los elementales.— <Z. W. Leadbesrtér: Cía- rhñdencia.

Tiene, además, es preparación, E l mundo oculto, de Sinnett, y otras de AnDÍe Besant y C. W Leadbeater.

u.

P rá ctica de la vida teosófica, artículo publicado en inglés por ‘The A dyar Butletin ,

órgano de la Sede Central de la Sociedad Teosófica en la India. Traducido por un miembro de ía Rama Hiranya.— Montevideo (Uruguay).

Hemos recibido virios ejemplares de este folleto, qtie contiene un attículo publicado por tí. P. Blavatsky en uno de los primeros números de Lucifer, revista inglesa que hoy aparece con el título de The 1 heosophícal Revtew.

En síntesis, es una exhortación á la Sociedad Teosófica para que em­prenda su gran tarea como campeón de la Sabiduría divina, la que bien po­dría ser madre de una civilización mejor, y para que se prepare 1 construir los cimientos de esa civilización de un modo digno de los futuros maestros constructores.

Los lectores nos dispensarán copiemos algunos párrafos de los muchos interesantes que condéne este este trabajo.

Hablando de la Sociedad Teosófica como Asociación, dice:«Sus adeptos deben, ante todo, dar ejemplo de una moralidad tan segu-

ramenté trazada como firmemente aplicad?, antes de obtener el derecho de señalar, nt aún con bondadosa intención, la ausencia de una entidad ética ó de sinceridad de propósitos en otras Asociaciones ó individuos. Ningún teo- sofista deberá censurar á nn hermano ni dentro ni fuera de la Asociación, ni arrojar manchas sobre las acciones de oitros ó denunciarlas, para no per­der él mismo el derecho de ser considerado teosofista; porque como tal, tiene tjüé sépafSt sü mirada de las imperfecciones del prójimo y concentrar más bien su atención en los propios defectos, con objeto de corregirlos y hacerse mejor.»

Y en otra parte: «En ios dominios de la Teosoffa, nadie está obligado d desbrozar Mayor extensión de terreno que la que le permiten su fuerza y su ca­pacidad.%

Este interesante folleto está editado para Ser un «obsequio de la Rama Hiranya á los hermanos de habla castellana». Nosotros los felicitamos cor- díálmente por su afortunada labor.

T .

Artes Gráficas¡ J. Palacios» Arenal, 2?»