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REPRESENTACIÓN Y REFORMA REPRESENTATION AND REFORM 3 DESPUÉS DEL DESASTRE… VIENE LA INFORMALIDAD. Una reflexión sobre las inundaciones en la metrópolis de México. AFTER THE DISASTER...URBAN INFORMALITY COMES. A reflection the floodings in the metropolis of Mexico Felipe de Alba y Oscar A. Castillo Oropeza 25 RELOCALIZANDO EL RIESGO Y LA SEGREGACIÓN. Análisis sobre apariencias e inobservables en las políticas públicas vinculadas al habitar RELOCATING RISK AND SEGREGATION. Analysis on appearances and unobservables in the public policies linked to “dwelling” [l’habiter] Ana Núñez, Fernán Crovella y Juan Salvador Bordas 43 DESACELERACIÓN EN EL CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO DEL ÁREA METROPOLITANA DE SANTA FE, ARGENTINA. La atracción de los asentamientos menores para la construcción de viviendas unifamiliares. POPULATION GROWTH DECELERATION IN THE METROPOLITAN AREA OF SANTA FE, ARGENTINA. The appealing factors of small settlements to build single-family homes. María Mercedes Cardoso 63 LA URBANIZACIÓN DEL PIEDEMONTE ANDINO DEL ÁREA METROPOLITANA DE MENDOZA, ARGENTINA. Vulnerabilidad y segmentación social como ejes del conflicto THE URBANIZATION/THE URBAN DEVELOPMENT AT THE ANDEAN PIEDMONT IN THE METROPOLITAN AREA OF MENDOZA, ARGENTINA. Vulnerability and social segmentation as axes of conflict Alejandro Mesa y Cecilia Giusso 79 DESÍGNIOS E FORMAS DO ESPAÇO PÚBLICO NA CIDADE CONTEMPORÂNEA: Notas para pensar o projecto do espaço público na construção da cidade portuguesa SHAPES AND PURPOSES OF PUBLIC SPACE IN THE CONTEMPORARY CITY: Notes to think the project of public space in the construction of the Portuguese City Rodrigo Coelho 99 FESTEJOS URBANOS: de la monumentomanía al mapping histórico. Deslindes entre Centenarios. URBAN CELEBRATIONS: from Monumentomany to Historic Mapping. Boundaries between Centennials Adriana Guevara 117 LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO Miradas, mediciones, dibujos en la historia de Buenos Aires THE CONSTRUCTION OF TERRITORY. Looks, measurements, drawings in the history of Buenos Aires Graciela Favelukes www.riurb.com ISSN 2013-6242 11 riurb revista iberoamericana de urbanismo iberoamerican journal of urbanism 2014

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REPRESENTACIÓN Y REFORMAREPRESENTATION AND REFORM

3DESPUÉS DEL DESASTRE… VIENE LA INFORMALIDAD. Una reflexión sobre las inundaciones en la metrópolis de México. AFTER THE DISASTER...URBAN INFORMALITY COMES. A reflection the floodings in the metropolis of Mexico Felipe de Alba y Oscar A. Castillo Oropeza

25RELOCALIZANDO EL RIESGO Y LA SEGREGACIÓN. Análisis sobre apariencias e inobservables en las políticas públicas vinculadas al habitarRELOCATING RISK AND SEGREGATION. Analysis on appearances and unobservables in the public policies linked to “dwelling” [l’habiter]Ana Núñez, Fernán Crovella y Juan Salvador Bordas

43DESACELERACIÓN EN EL CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO DEL ÁREA METROPOLITANA DE SANTA FE, ARGENTINA. La atracción de los asentamientos menores para la construcción de viviendas unifamiliares.POPULATION GROWTH DECELERATION IN THE METROPOLITAN AREA OF SANTA FE, ARGENTINA. The appealing factors of small settlements to build single-family homes.María Mercedes Cardoso

63LA URBANIZACIÓN DEL PIEDEMONTE ANDINO DEL ÁREA METROPOLITANA DE MENDOZA, ARGENTINA. Vulnerabilidad y segmentación social como ejes del conflictoTHE URBANIZATION/THE URBAN DEVELOPMENT AT THE ANDEAN PIEDMONT IN THE METROPOLITAN AREA OF MENDOZA, ARGENTINA. Vulnerability and social segmentation as axes of conflictAlejandro Mesa y Cecilia Giusso

79DESÍGNIOS E FORMAS DO ESPAÇO PÚBLICO NA CIDADE CONTEMPORÂNEA: Notas para pensar o projecto do espaço público na construção da cidade portuguesa SHAPES AND PURPOSES OF PUBLIC SPACE IN THE CONTEMPORARY CITY: Notes to think the project of public space in the construction of the Portuguese CityRodrigo Coelho

99FESTEJOS URBANOS: de la monumentomanía al mapping histórico. Deslindes entre Centenarios.URBAN CELEBRATIONS: from Monumentomany to Historic Mapping. Boundaries between CentennialsAdriana Guevara

117 LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO Miradas, mediciones, dibujos en la historia de Buenos Aires THE CONSTRUCTION OF TERRITORY. Looks, measurements, drawings in the history of Buenos AiresGraciela Favelukes

www.riurb.comISSN 2013-6242

11riurb revista iberoamericana de urbanismo iberoamerican journal of urbanism 2014

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ririririURBURBURBURB

Barcelona - Buenos Aires - Palma de Mallorca Contacto: Calvet 23, 1º 2º 08024 Barcelona, España Laprida 924 1º B 1187 Buenos Aires, Argentina Volta de la Merce 3, 6A 07007 Palma-Islas Baleares, España E-mail: [email protected] Autoría riURB no se responsabiliza de los contenidos de los textos firmados por sus autores. Apoyamos explícitamente la cultura del copyleft; los textos firmados por riURB y sus editores pueden ser reproducidos libremente, citando el origen, no así la reproducción del contenido completo del número, para cual se deberá consultar a los editores. Dejamos en manos de cada autor la decisión última respecto a la cesión de sus derechos respectivos. Por las mismas razones permitimos que se nos hagan links, agradeciéndolo de antemano, en pro de la libre circulación de ideas. Staff Editores: Román Caracciolo Vera Pablo Elinbaum Biel Horrach Estarellas Equipo editorial Mariana Debat Joan Moreno Sanz Gustavo Pires de Andrade Neto Pedro Bento

Colaboradores Luz Duque Maira Purman

Colaboraciones Estamos abiertos a cualquier tipo de colaboración o sugerencia, reservándonos la decisión última sobre su inclusión en cualquiera de los diversos temas a tratar. Para recibir las indicaciones sobre las formalidades de presentación de los artículos, la dirección de envío o de consulta es [email protected] Todos los artículos de esta edición han sido revisados por un comité científico conformado por doctores e investigadores de diversas universidades.

Diseño de tapa: Maira Purman

Imagen de Tapa: Festejos del Centenario en Buenos Aires. Fuente: Archivo General de la Nación.

ISSN: 2013-6242

Los contenidos de la revista iberoamericana de urbanismo riURB están bajo la licencia de Creative

Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License si no se indica lo contrario

Para ver los atributos que significa esta licencia dirigirse a http://es.creativecommons.org/licencia/

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riURB es una revista especializada en urbanismo y ordenación del territorio, que publica trabajos

originales y de investigación referidos específicamente al ámbito iberoamericano. riURB es una

publicación semestral con un Comité Científico Internacional formado por más de veinte

destacados investigadores y profesionales en el área urbano-territorial. La revista tiene tres objetivos

principales: divulgar un panorama multidisciplinar, promover un espacio de reflexión, y consolidar

una red de intercambio en Iberoamérica.

riURB is a journal specializing in urban and regional planning, which publishes original research papers relating

specifically to Iberoamerica. riURB is a biannual publication with an International Scientific Committee composed

of over twenty leading scholars and professionals in the urban-regional field. The journal has three main objectives:

report a multidisciplinary panorama, promoting a space for discussion, and strengthen an exchange network in

Iberoamerica.

riURB é uma revista especializada em planejamento urbano e regional, que publica pesquisas

originais e se refere especificamente ao campo da Ibero-América. riURB é uma publicação

semestral com o Comité Científico Internacional composto por mais de vinte principais estudiosos

e profissionais na área de planejamento urbano. A revista tem três objectivos principais: difundir

uma visão multidisciplinar, promover um espaço de reflexão, e fortalecer uma rede de intercâmbio

da Ibero-América.

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riURB • Revista Iberoamericana de Urbanismo nº11 • Representación y reestructuración

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riURB • Revista Iberoamericana de Urbanismo nº11 • Editorial

Bajo licencia Creative Commons

A difficult conversation. Saul Steinberg

Representación y reestructuración

Representación y reestructuración son dos acciones que dan cuenta de la construcción del territorio incipiente, el que se está gestando pero también el que forzosamente quedará inacabado. Representar es simbolizar o delegar; reestructurar es modificar o sacar algo de su lugar. Acciones que se utilizan para favorecer o encasillar a la sociedad desde arriba, mediante los instrumentos pre-potentes y pedagógicos del Estado, y desde abajo a partir de la iniciativa individual como la política emancipadora del ignorante que definía Rancière en los ‘80. Así aparece la disyuntiva entre lo formal y lo informal, muchas veces trascendiendo la “objetividad científica” y dejando en evidencia que la carga moral tras toda investigación es inevitable, entre las reacciones sociológicas y las recomendaciones tecnológicas, como las dos caras indisociables del inconsciente académico. Lo relevante es que solo la combinación de ambos enfoques permite una reflexión madura sobre la construcción del territorio y del urbanismo como disciplina. Esta es la justificación de la selección de los artículos que incluimos en la presente edición de RIURB En primer lugar, Felipe de Alba y Oscar Castillo demuestran como la informalidad tiene un potencial heurístico fundamental para el tratamiento actual de los fenómenos ambientales, evidenciando la discrecionalidad del urbanismo a partir de la representación del desastre omitida en los informes institucionales. Estas omisiones que reestructuran la sociedad también son tratadas en el artículo de Núñez, Crovella y Bordas en el que se analizan las consecuencias de las políticas públicas, particularmente de los dispositivos del Estado para erradicar y relocalizar los sectores sociales “carentes y asistidos”. A nivel supra-local, María Mercedes Cardoso analiza las reestructuraciones producidas por los flujos de los migrantes en Argentina. En su artículo se explica cómo los fenómenos de contraurbanización incipientes producen la desaceleración en el crecimiento demográfico en las grandes metrópolis argentinas, enfatizando el carácter horizontal y “desde abajo” de los nuevos procesos de urbanización territorial. Frente a las reivindicaciones individualistas que reconfiguran las áreas urbanas, Alejandro Mesa y Cecilia Giusso proponen “lineas claras” de planificacion a partir de la incipiente degradación ambiental del piedemonte andino del Área Metropolitana de Mendoza. En la misma línea propositiva y especializada, Rodrigo Coelho reflexiona cómo deben ser las nuevas formas y materialización de los espacios públicos, más allá de las respuestas genéricas y funcionalistas, en las ciudades fragmentadas y desbordadas. El uso más pleno de los espacios (sin más) de la ciudad contemporánea es una preocupación compartida con Adriana Guevara que analiza cómo la apropiacion temporal de monumentos favorece los procesos de construccion de la identidad colectiva y los discursos sobre la ciudad. Discursos como representaciones que se tratan por ultimo en artículo de Graciela Favelukes. Esta investigadora analiza el rol que juegan las imágenes al inicio de la modernización de Buenos Aires, desde una perspectiva más “impresionista que sistemática”, poniendo en valor los debates, las desautorizaciones y el carácter inestable de las representaciones. En definitiva, en este nº 11 de RIURB presentamos una serie de reflexiones, desde diferentes posturas ideológicas, que alternan entre la representación y la reestructuración tal como se da en las transformaciones territoriales. PE

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riURB • Revista Iberoamericana de Urbanismo nº11 • Felipe de Alba – Oscar Castillo •Después del desastre…viene la informalidad

Recibido: 13/09/2013 – Aceptado: 02/05/2014 Bajo licencia Creative Commons

"DESPUÉS DEL DESASTRE… VIENE LA INFORMALIDAD” Una reflexión sobre las inundaciones en la metrópolis de México. Felipe de Alba Continental research network on informality in metropolitan spaces (RECIM) y Universidad Autónoma Metropolitana, México. [email protected] Oscar A. Castillo Oropeza Universidad Autónoma Metropolitana, México. [email protected] Resumen En el presente artículo se discute acerca de la informalidad como entorno de la acción política generada alrededor del fenómeno de las inundaciones en la metrópolis de México. Se problematiza a las inundaciones como impulsoras de la acción política, es decir: a) cómo las acciones informales frente al desastre pueden confirmar el desfase entre las capacidades del Estado y la vulnerabilidad socioambiental, lo que genera diversos signos de inconformidad social y; b) cómo las interacciones informales reflejan dimensiones del desastre que los análisis tradicionales omiten, particularmente, como acción "separada" del Estado en la respuesta que dan al fenómeno algunos actores sociales específicos.Haciendo uso de una serie de entrevistas obtenidas en focusgroup con actores objetivo, en este artículo se concluye que la informalidad tiene un potencial heurístico fundamental para el tratamiento actual de los fenómenos ambientales en las metrópolis, en específico de los desastres y las acciones sociopolíticas que emergen alrededor de ellos. Palabras clave: informalidad, desastres, inundaciones, metrópoli, México. “AFTER THE DISASTER...URBAN INFORMALITY COMES” A r eflection on the floodings in the metropolis of Mexico This paper reflects on the notion of informality as a form of political action generated in the wake of flooding in Mexico City. It discusses how the floods produced new forms of political action in that a) informal action developed in reaction to disasters confirms the gap between state capacities and socio-environmental vulnerability; and b) informal interactions highlight dimensions of the disaster that traditional analysis occlude, more specifically, social action « separate » from the state’s response. Based on focus groups conducted with « objective » actors, the paper concludes that the notion of informality has great heuristic potential to understand environmental politics in large cities, and particularly for understanding sociopolitical actions emerging out of disasters. Keywords: informality, disaster, floodings, metropolis, Mexico

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riURB • Revista Iberoamericana de Urbanismo nº11 • Felipe de Alba – Oscar Castillo •Después del desastre…viene la informalidad

Recibido: 13/09/2013 – Aceptado: 02/05/2014 Bajo licencia Creative Commons

1. INTRODUCCIÓN Las metrópolis sea por ubicación o conflicto son íconos de la política contemporánea. Han sido espacios de atracción de población proveniente de otros territorios que buscan mejores condiciones de existencia. Ahora, naturalizados como centros de convergencia, inciden en la transformación del medio ambiente por el crecimiento desproporcionado de su población. Ello acelera la demanda de servicios (vivienda, agua, salud, educación) y el “consumo” de recursos naturales con la consecuente ruptura de sus ecosistemas. Para algunos autores las metrópolis son también espacios interrelacionados, que pueden convertirse en mosaicos de progreso global, pero también de pobreza y de crisis ambiental (Davis, 2008; Soja, 2000; Sassen, 1991; Taylor, 2010). A la existencia de altos contrastes y segregación se agrega la ocurrencia esporádica de fenómenos naturales (sismos, terremotos, inundaciones, etc.) que devastan aquellas zonas susceptibles, particularmente por la precariedad de sus condiciones de vida. En ese sentido, los desastres “naturales”1desequilibran la vida cotidiana en forma localizada, lo que suscita mayor incertidumbre para la población. En el estudio de los desastres prevalecen de manera general dos perspectivas. La primera, una perspectiva “objetiva” o “macro”, que discute el problema en términos de la construcción social del riesgo, o sea, asociándolo a la formación paulatina de la vulnerabilidad como condición per se (pobreza, marginación, segregación espacial) de una población específica (aquélla que vive en la precariedad). Los autores que analizan los desastres “naturales” desde esta perspectiva hacen una crítica al desarrollo, al que vinculan con los efectos ocasionados por acciones humanas sobre el medio ambiente, como señalan diversos estudios sobre las metrópolis de diferentes partes del mundo (Beck, 1997, 2006, 2007; Giddens, 1990; Mansilla, 1995; Hewitt, 1983, 1995; Luhmann, 1992, 1996; Lavell, 1993, Cardona, 1993; Wilches, 1993). La segunda perspectiva es “subjetiva” o “micro”. En ella se discute el desastre en términos de la percepción social del riesgo, es decir, cómo los actores sociales perciben entre lo que es y no es un riesgo. Del mismo modo, se problematiza sobre los tipos de organización social y las respuestas de los afectados, focalizando sobre los alcances y límites de las acciones de los grupos sociales ante algún tipo de emergencia, como las inundaciones (Douglas, 1996; Douglas y Wildavsky, 1983; Hoffman y Oliver, 2002; Oliver, 2002). Por otra parte, algunos autores establecen que debido a la complejidad epistemológica que representa el análisis de los desastres, es necesario construir una complementariedad conceptual. Se argumenta que si las dos perspectivas mencionadas anteriormente son posturas diferentes, no son excluyentes entre sí. Se sostiene que no son los riesgos los que se construyen culturalmente, sino su percepción, mientras que, la construcción social de riesgos remite a la "producción" de las condiciones de vulnerabilidad que, a su vez, ‘condicionan’ la magnitud de los efectos de las amenazas naturales (Virginia, 2005; Castillo, 2013). No obstante, si según algunos autores el tiempo presente es el tiempo del riesgo (o de la incertidumbre) (Beck, 1997, 2006, 2007; Giddens, 1990; Luhmann, 1992, 1996), el problema surge cuando se piensa que el riesgo es el tiempo del desastre. Entonces, el análisis social de los desastres parece dominado por la noción del desorden, en términos normativos: “como algo que hay que reordenar”. Pero ¿Cómo comprender de forma integral un desastre? Por ejemplo, si una colonia marginal se ubica cerca de un río de aguas residuales —la cual cada época de lluvias corre el riesgo de desbordarse—, percibe ese riesgo como un “modo de vida”, como “algo inevitable”, entonces, ¿Cómo pensar sólo que es necesario “reordenar”?.

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Es evidente que los afectados muestran una “resistencia” al orden urbano, al contradecirse con evidencias encontradas de una actuación organizada, pero “separada” de las instituciones (sin necesariamente querer remplazarlas): sea por la organización familiar, entre los vecinos de la cuadra o colonia. Lo que aquí se intentará demostrar es que la presencia del desastre es un motor de acción política en varias direcciones. Paradójicamente, algunos elementos de ello pueden encontrarse en las acciones de resistencia a la intervención de actores institucionales, en su vinculación con los afectados. Se sostendrá que el análisis del desastre puede cambiar si se toman en cuenta, tanto los imaginarios entrelazados por valores, creencias, beneficios; las formas de solidaridad, la respuesta familiar o individual o las características particulares de las acciones institucionales o no. En ese sentido, los objetivos de este artículo pueden resumirse en tres preguntas principales: ¿Cómo ubicar las dimensiones sociopolíticas del desastre en las acciones de los actores involucrados?, ¿Cuáles son las interacciones entre el Estado y la ciudadanía? ¿Cómo evidenciar la construcción socioterritorial del desastre? 2. LA INFORMALIDAD DE LOS DESASTRES Desde hace varias décadas, en los estudios urbanos destacan investigaciones sobre la informalidad con temáticas que van desde el análisis teórico del concepto, o su aplicación en la economía, la protesta social, la migración, hasta aquellos estudios relativamente recientes enfocados en el manejo sociopolítico de los recursos naturales (Aguilar, 2011; De Alba y Lesemann 2012; Kacker, 2012). Aquí interesa discutir los desastres“naturales” en la metrópolis de México a partir de la noción de informalidad, en concreto, proponemos una manera distinta de analizar el fenómeno de las inundaciones.2 La informalidad es más que un enfoque normativo (deber ser), se trata de una herramienta (Davis, 2012; Rebotier, 2012) que develaría transformaciones socio-ambientales, más allá de las nociones del orden-desorden metropolitano (Duhau y Giglia, 2008). Para mostrar el potencial heurístico de la noción de informalidad en el análisis del desastre por inundación, se pondrá especial atención en las acciones del Estado y en los actores sociales “no estatales”, así como en sus interacciones; para destacar un aspecto poco tratado como la utilidad del desastre y, para quién o quiénes es útil. De manera particular, se enfocará aquí en las inundaciones ocurridas durante el año 2011 en Ecatepec, municipio perteneciente a la metrópolis de México. 3. EL DESASTRE COMO CRISIS EN LA GESTIÓN DE LA NATURALEZA Varios autores han tocado el tema de la crisis en la gestión de la naturaleza, particularmente en la gestión del agua, asociándola a temas como la escasez, los tipos de gestión (privada o pública); los alcances de sus intercambios (local, regional, transfronterizo); la sobreexplotación de los mantos acuíferos o los conflictos sociales por el agua, etcétera (Audefroy, 2008; Aragon, 2007; Castillo, 2013; De Alba y Kloster, 2007, 2007; Kauffer, 2005; Legorreta, 2006; Perló y González, 2005, Pineda, 2002; Rubio, 2012; Quiñones, 2012; Ziccardi, 2011). Pero el agua pocas veces ha sido abordada como factor de inestabilidad social y político en tanto desastre natural, por ejemplo, en las inundaciones. Aún menos ha sido el tema principal para discutir el futuro de la metrópolis. Aunque, históricamente la metrópolis de México ha sido un espacio proclive a las inundaciones. La expansión de la metrópolis después de la década de 1980 y 1990 se debió, entre otras razones, a los

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asentamientos intensivos que contribuyeron al deterioro ambiental y al incremento de la precariedad social. Varias son las explicaciones que los autores dan al respecto. Por un lado, se explica como parte del desplazamiento de la población y de la actividad industrial del centro hacia la periferia. Por otro lado, se explica como resultado de la construcción de viviendas de interés social y de la edificación masiva de unidades habitacionales. Ello ocasionó un significativo proceso de mutación urbana en municipios aledaños al Distrito Federal (ciudad central de la metrópolis), principalmente al norte, oriente y norponiente, en los municipios de Ecatepec, Cuautitlán, Netzahualcóyotl, Naucalpan, Tlanepantla, Chalco y Chimalhuacán (Esquivel, 1993; Rodríguez, 2000; 1994). La ciudad central, planificada y bajo un marco legal (o formal) parecía estar destinada a pequeños sectores de medianos y altos ingresos, mientras que la ciudad irregular (o informal), construida a través de la invasión de terrenos privados o gubernamentales, estaba destinada a una población pobre, o miserable. Según Rocío Rosales (2005) la vivienda construida por el gobierno mexicano y las compañías inmobiliarias ha sido destinada en su mayoría para gente que ganaba dos o tres veces el salario mínimo, mientras que la otra población ha tenido que sobrevivir desde hace algunas décadas en construcciones precarias.3 Empero, aunque el crecimiento de la metrópolis haya tenido esas características generales, en cada municipio o delegación se experimentó de diferente forma. Ello es importante recalcar para el estudio de la formación de espacios locales, en relación con la aparición de las inundaciones. En el caso del municipio de Ecatepec, la intensiva instalación de industrias y de asentamientos irregulares fueron partes medulares en la agudización de la vulnerabilidad socioambiental y, por ende del desastre por inundación.4 3.1. ¿Cómo se construye socio históricamente un desastre en el ámbito municipal? El punto de quiebre con respecto al viejo modo de vida rural que caracterizó al municipio de Ecatepec desde principios del siglo XX se puede situar, como lo mencionan Bassols y Espinoza, en la década de 1940. Los autores identifican cuatro etapas del proceso de industrialización que vivió Ecatepec: a) de 1943 a 1950, cuando se crearon los primeros parques industriales en la zona; b) de 1951 a 1982, en que se conformaron las primeras colonias de habitación popular por invasión, y cuando se incentivó la creación de fraccionamientos habitacionales y se consolidó la concentración industrial; c) de 1982 a 2000, que se caracterizó por la pérdida de la centralidad del proceso de industrialización en el municipio, es decir, como reacomodo producto del nuevo modelo de economía neoliberal; finalmente, d) de 2000 en adelante, cuando Ecatepec y otros municipios de la zona metropolitana se integran a los procesos de la economía global, sin que en este caso desaparezca la vieja estructura industrial y habitacional que los había caracterizado durante varias décadas (Espinoza y Bassols, 2011). En términos territoriales, el proceso de industrialización municipal tuvo como principal eje espacial la zona de Xalostoc, después se extendió a orillas de la autopista México-Pachuca y al sur colindando con Netzahualcóyotl. Este antecedente cambió de forma cualitativa su caracterización territorial, pues paralelamente se inició un poblamiento masivo tanto regular-formal como irregular-informal. Esto ocurrió tanto en terrenos de propiedad federal, como ejidal o de propiedad privada, de allí surgieron las primeras colonias populares y los primeros fraccionamientos habitacionales.

En el periodo de 1970 a 1990, el municipio de Ecatepec incrementó su población casi seis veces (Gráfica 1), como consecuencia de este poblamiento, el área urbana vivió una expansión. En esta época se desarrollaron las zonas IV y V5, Ciudad Azteca y Jardines de Morelos. De 1995 al 2000, el municipio creció en poco más de 166 mil habitantes y en alrededor de 57 mil 500 viviendas. En este lapso aparecieron los grandes conjuntos urbanos de “Los Héroes” y “La Guadalupana”. Por igual, los asentamientos irregulares siguieron extendiéndose hacia el perímetro del municipio, en la zona

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riURB • Revista Iberoamericana de Urbanismo nº

de Guadalupe Victoria, Llano de los Báez, La Laguna y las faldas de la Sierra de Guadalupe (PMDU, 2009).

Gráfica 1. Crecimiento poblacional del municipio de Ec

Fuente:

Después de la década de 1980, en pleno proceso de desindustrialización se instalaron en el municipio nuevas industrias como Jumex, La Costeña, Bayer, ent88.5% de las industrias correspondían a este sector, mientras que a la mediana industria le concernían 186 unidades y, a la gran industria 131. En cuanto a la vivienda, del año 1964 en adelante los fraccionamientos populares, construidos por empresas inmobiliarias como Fraccionadora Ecatepec S.A., Incobusa, Instituto de Acción Urbana e Integración Social, Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad, entre otras (Adécada de 1990 hasta la actualidad, los grupos inmobiliarios privados ampliaron la oferta de vivienda. Los ejemplos más representativos fueron: Grupo SADASI, HOGARES UNIÓN, CASAS ARA, GEO, etc. No obstante,en el municipio, los cuales se expanden en la periferia, a las orillas de los cerros y cerca de los canales de aguas residuales, como los asentamientos al lado del Río de los Remedios,caso de la colonia que analizamos aquí. La tipología de la vivienda de acuerdo al de la siguiente manera: en el municipio predominan las casas habitación con un 76.3% del total, le sigue la vivienda plurifamiliar con el 6.7%, el 17% restante se refiere a vecindades, cuartos de azotea, locales comerciales, refugios y ot Entre 1990 y 2009, el promedio de habitantes por vivienda era de 4.67 personas y se considera que más del 35.2% de la población vivía hacinada y, se encontraba ubicada en su mayoría en la periferia, como se muestra en las partes de periferia del municipio por lo general han sido casas habitación, construidas con distintos materiales que van desde cartón hasta concreto, las cuales fueron erigidas sobre terrenos invadidos en sumayoría y no regulados por las autoridades locales. Por consiguiente, según el Censo de Población y Vivienda 2010, en el municipio se concentran 1,658,806 personas, la mayor concentración poblacional de la Metrópolis. El perfil de esta población presenta fuertes desigualdades. La población que no reporta una actividad económica equivale al 46.61% y se dedica al hogar, el 31.18% son estudiantes y el 4.11% son incapacitados o jubilados. El ingreso predominante es de 1 a 5 veces el salario mínimo mensual (INmismo modo, es de los municipios más grandes de Latinoamérica y cuenta con la mayor superficie urbanizada (PMDU, 2009).

• Revista Iberoamericana de Urbanismo nº11 • Felipe de Alba – Oscar Castillo •Después del desastre…viene la informalidad

Recibido: 13/09/2013 – Aceptado: 02/05/2014 Bajo licencia Creative Commons

de Guadalupe Victoria, Llano de los Báez, La Laguna y las faldas de la Sierra de Guadalupe

Crecimiento poblacional del municipio de Ecatepec entre los años 1970-2010.

Fuente: Elaboración propia con datos de INEGI, COESPO y PMDU/2009

Después de la década de 1980, en pleno proceso de desindustrialización se instalaron en el municipio nuevas industrias como Jumex, La Costeña, Bayer, entre otras. Por ejemplo en 1995, el 88.5% de las industrias correspondían a este sector, mientras que a la mediana industria le concernían 186 unidades y, a la gran industria 131.

En cuanto a la vivienda, del año 1964 en adelante —en plena consolidación industrial, proliferaron los fraccionamientos populares, construidos por empresas inmobiliarias como Fraccionadora Ecatepec S.A., Incobusa, Instituto de Acción Urbana e Integración Social, Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad, entre otras (Arzaluz, 2002). De diferente manera, después de la década de 1990 hasta la actualidad, los grupos inmobiliarios privados ampliaron la oferta de vivienda. Los ejemplos más representativos fueron: Grupo SADASI, HOGARES UNIÓN, CASAS ARA, GEO, etc. No obstante, sigue existiendo un número importante de asentamientos irregulares en el municipio, los cuales se expanden en la periferia, a las orillas de los cerros y cerca de los canales de aguas residuales, como los asentamientos al lado del Río de los Remedios,caso de la colonia que analizamos aquí.

La tipología de la vivienda de acuerdo al Plan Municipal de Desarrollo Urbano (PMDU,de la siguiente manera: en el municipio predominan las casas habitación con un 76.3% del total, le sigue la vivienda plurifamiliar con el 6.7%, el 17% restante se refiere a vecindades, cuartos de azotea, locales comerciales, refugios y otros no especificados.7

Entre 1990 y 2009, el promedio de habitantes por vivienda era de 4.67 personas y se considera que más del 35.2% de la población vivía hacinada y, se encontraba ubicada en su mayoría en la periferia, como se muestra en las partes de mayor color en el Mapa 1 (PMDU, 2009). Las viviendas en la periferia del municipio por lo general han sido casas habitación, construidas con distintos materiales que van desde cartón hasta concreto, las cuales fueron erigidas sobre terrenos invadidos en sumayoría y no regulados por las autoridades locales.

Por consiguiente, según el Censo de Población y Vivienda 2010, en el municipio se concentran la mayor concentración poblacional de la Metrópolis. El perfil de esta

fuertes desigualdades. La población que no reporta una actividad económica equivale al 46.61% y se dedica al hogar, el 31.18% son estudiantes y el 4.11% son incapacitados o jubilados. El ingreso predominante es de 1 a 5 veces el salario mínimo mensual (INmismo modo, es de los municipios más grandes de Latinoamérica y cuenta con la mayor superficie

Después del desastre…viene la informalidad

de Guadalupe Victoria, Llano de los Báez, La Laguna y las faldas de la Sierra de Guadalupe

Después de la década de 1980, en pleno proceso de desindustrialización se instalaron en el re otras. Por ejemplo en 1995, el

88.5% de las industrias correspondían a este sector, mientras que a la mediana industria le

dustrial, proliferaron los fraccionamientos populares, construidos por empresas inmobiliarias como Fraccionadora Ecatepec S.A., Incobusa, Instituto de Acción Urbana e Integración Social, Instituto Nacional para

rzaluz, 2002). De diferente manera, después de la década de 1990 hasta la actualidad, los grupos inmobiliarios privados ampliaron la oferta de vivienda. Los ejemplos más representativos fueron: Grupo SADASI, HOGARES UNIÓN, CASAS

sigue existiendo un número importante de asentamientos irregulares en el municipio, los cuales se expanden en la periferia, a las orillas de los cerros y cerca de los canales de aguas residuales, como los asentamientos al lado del Río de los Remedios,6 como es el

PMDU, 2009), se divide de la siguiente manera: en el municipio predominan las casas habitación con un 76.3% del total, le sigue la vivienda plurifamiliar con el 6.7%, el 17% restante se refiere a vecindades, cuartos de

Entre 1990 y 2009, el promedio de habitantes por vivienda era de 4.67 personas y se considera que más del 35.2% de la población vivía hacinada y, se encontraba ubicada en su mayoría en la periferia,

(PMDU, 2009). Las viviendas en la periferia del municipio por lo general han sido casas habitación, construidas con distintos materiales que van desde cartón hasta concreto, las cuales fueron erigidas sobre terrenos invadidos en su

Por consiguiente, según el Censo de Población y Vivienda 2010, en el municipio se concentran la mayor concentración poblacional de la Metrópolis. El perfil de esta

fuertes desigualdades. La población que no reporta una actividad económica equivale al 46.61% y se dedica al hogar, el 31.18% son estudiantes y el 4.11% son incapacitados o jubilados. El ingreso predominante es de 1 a 5 veces el salario mínimo mensual (INEGI, 2010).8Del mismo modo, es de los municipios más grandes de Latinoamérica y cuenta con la mayor superficie

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En este sentido, actualmente el municipio presenta serios contrastes. Por un lado, existen lunares de progreso y estabilidad socioeconómica y, por el otro, predominan los barrios populares y la insuficiencia de los servicios, como el agua. Mientras se erigen centros comerciales y continúa la actividad industrial, prosiguen los asentamientos irregulares, las extensas unidades habitacionales y la insuficiencia de los servicios9 (Caravaca y Méndez, 2003). En algunas zonas, las áreas naturales protegidas se transmutan en espacios invadidos, o aparecen nuevos poblamientos en ubicaciones a las orillas de los ríos de aguas residuales. En ambos casos, son lugares en donde se localizan los sectores sociales de menores ingresos que enfrentan las constantes inundaciones. El territorio es poco óptimo para la construcción, ya que la mayor parte fueron fracciones de un lago; su composición porosa, de fácil hundimiento, lo que ha dado paso a la aparición de las inundaciones.

Mapa 1. Grado de hacinamiento poblacional en el mu nicipio de Ecatepec en el año 2005

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Así, la vulnerabilidad ambiental y la precariedad socioeconómica pueden asociarse en el estudio de las inundaciones. En el caso de la vulnerabilidad ambiental --entendida como la debilidad o la capacidad natural del territorio para soportar o reconstruirse después de un evento catastrófico--, ésta se desarrolla por dos causas principales: un incremento gradual de la contaminación, como consecuencia de la concentración de su planta industrial; y una acelerada ocupación del suelo sobre áreas de reserva ecológica o no aptas para la urbanización. De esta forma, los ecosistemas locales han sufrido una mutación radical: una ocupación urbana mayor al 50% del territorio municipal para usos urbanos en sólo cuarenta años. Las áreas verdes han devenido escasas, toda vez que no existen (o no son eficaces) programas formales de reforestación urbana o de identificación de usos de suelo contaminantes. De ello dan cuenta los informes gubernamentales. Por ejemplo, se estima que en el mediano plazo habrá un rezago en cuanto a superficie de áreas verdes en el municipio. Según los datos del Plan Municipal de Desarrollo Urbano, para el año 2015 se tendrá un déficit de 56,353 metros cuadrados de áreas verdes (48.28%), y que para el 2017 podría llegar a los 62,102 (50.73%). Igualmente, para el año 2020 se tiene proyectada una carencia de áreas verdes equivalente a 66,934 m2 (51.95%). La acelerada urbanización ha afectado las zonas planas, incluyendo áreas de recarga acuífera. Ecatepec es atravesado por tres grandes canales a cielo abierto que son: Drenaje General del Valle México, El Gran Canal, el Canal de Sales y el Río de los Remedios, en donde se lleva a cabo el desalojo de aguas residuales sin tratamiento previo, ya sean aguas domésticas o industriales. Estos afluentes cruzan zonas habitacionales y complejos industriales, generando problemas de salud entre la población que habita o trabaja en sus inmediaciones. Aunado a eso, la perforación de pozos por parte de las industrias alteran el ciclo hidrológico, impidiendo la filtración del agua y su constante renovación (Bassols, 1983). El peso de las construcciones industriales y las conglomerados habitacionales de todo tipo, generan hundimientos y modifican el drenaje. El exceso de escurrimientos de arroyos (La Cañada, El Águila y La Rinconada) también contribuyen a la generación de inundacionesque afectan las localidades asentadas al lado de la autopista México-Pachuca, en el tramo de San Pedro Xalostoc, partes de la Vía Morelos y de la Zona V, donde se localiza la colonia Pedro Ojeda Paullada. Ésta última es nuestra área geográfica de estudio.10 3.2. Soluciones a la imposible informalidad El gobierno local ha encontrado soluciones técnicas a fenómenos como las inundaciones, que no logran reducir la vulnerabilidad ambiental. Por ejemplo, se ha construido infraestructura de drenaje con la finalidad de desalojar el agua, dejando de lado su reutilización para el abastecimiento o el riego de áreas verdes que ayuden a reforestar la zona y que, en el largo plazo, eviten nuevas catástrofes. En la Zona V (donde se localiza la colonia de estudio) se han construido plantas de bombeo y un sistema de drenaje (Tabla 2); sin embargo, después de las inundaciones ocurridas en el año 2011, puede afirmarse que la eficacia de estas respuestases limitada como prevención de nuevas inundaciones. Las inundaciones alteran la vida cotidiana en zonas del municipio. Ese es el caso de la colonia “Pedro Ojeda Paullada”. Esta colonia fue fundada poco antes de la década de 1970, en plena expansión industrial y poblacional. Los primeros pobladores venían de diversos lugares del país e invadían los terrenos periféricos a las industrias, algunos trataban de emplearse y otros definitivamente no lo conseguían debido a su poca capacitación. Los problemas por la regularización de la vivienda en algunos casos siguen presentes, ya que el municipio no reconoce

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legalmente su existencia debido a que fueron ilegalmente ocupados. Al respecto, algunos empleados del área de Protección Civil afirman:

“La colonia se fundó irregularmente, dicen que la gente se fue apropiando del lugar (…), la mayoría de las personas que la habitan no tienen papeles de sus casas, creo tienen problemas con el municipio (…), les han propuesto regularizarse, pero sale muy caro (y) no todos tienen para pagar sus escrituras (…), muchos no tienen buenos empleos y recursos” (Grupo focal con personal de Protección Civil, Ecatepec, 22/08/2012).

Tabla 2. Obras realizadas por el Ayuntamiento de Ec atepec y el Gobierno del Estado de México para comb atir las Inundaciones

Fuente: Elaboración propia con base en la entrevista grupal realizada al personal de Protección Civil y con datos del PMDU/2009. En esta colonia no existen áreas verdes significativas, sólo algunos árboles que rodean las avenidas y en las industrias cercanas. Todo lo demás es asfalto y casas de distintos tamaños. En cada época de lluvia, la pavimentación impide la filtración del agua al subsuelo, además de que la construcción masiva de las viviendas obstaculiza la plantación de árboles. La deformidad de las calles por hundimientos y la obstrucción de las coladeras por la basura que tira la gente en la calle favorecen el anegamiento del agua de lluvia. De igual modo es importante resaltar que la saturación del drenaje es por el exceso de desechos de las casas y las industrias aledañas, aunado a la filtración de aguas residuales provenientes del Río de los Remedios. Entre otros, estos aspectos son causa de la ocurrencia de inundaciones en este lugar. El grupo de Protección Civil del municipio dice:

“Los desechos de las industrias perjudican el drenaje, lo saturan con sus desechos, debilitan su composición por los ácidos que avientan, aunque lo limpiemos seguido, (…) cuando se llega a inundar la colonia por allí sale el agua. Tenemos problemas con los cárcamos porque la gente tira mucha basura, 'les vale'.(…) Las industrias también no hacen lo suyo (…) no ayudan a ya no perjudicar la red hidráulica, por eso también ocurren las inundaciones. El problema más grave que tiene la gente que vive allí es la cercanía del río (…) en tiempo de lluvias se filtra mucha agua, sino es que se desborda como el año pasado” (Grupo focal con personal de Protección Civil, Ecatepec, 22/08/2012).

En el municipio de Ecatepec el sector primario se ha perdido casi en su totalidad, el proceso de industrialización en esta localidad se presentó de una forma abrupta y avasalladora, modificando las formas de organización social en todos los ámbitos de la vida cotidiana, así como del entorno ambiental. Por ejemplo, los pocos ejidatarios que prevalecían encontraron nuevas formas de hacer rentable su tierra rentándola o vendiéndola. Ello daba paso a la instauración de la industria, las unidades habitacionales o últimamente, la creación de centros comerciales. De igual manera, la colonia Pedro Ojeda Paullada ha vivido partes de estos procesos con consecuencias que podemos ver en detalle. Esta colonia es un asentamiento popular ubicado en la

Obras realizadas

Túnel semiprofundo Gran Canal.

Rectificación del Drenaje General del Valle Cuautitlán-Texcoco, tramo Ecatepec.

Sistema de colectores y plantas de bombeo en Zona V de Ecatepec.

Sistema de colectores y plantas de bombeo en Zona La Laguna.

Sistema de colectores en la Zona Poniente del Municipio.

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periferia del municipio, a lado sur colinda con los municipios de Netzahualcóyotl y Texcoco. La vida cotidiana está marcada por lo esfuerzos de sobrevivencia de su población. Se trata de una colonia con alta marginalidad, como la mayoría de las colonias pertenecientes a éste municipio, como se muestra en las partes de mayor color del Mapa 2.

Mapa 2. Índices de marginación en Ecatepec

Desde su creación, la población que la habita se ha empleado en las fábricas de su alrededor, otros en la construcción, de operadores de microbuses, tractocamiones, y muchos más que se autoemplean en pequeños negocios, como puestos de comida, tiendas, peluquerías, estéticas, entre otros. Una vida marcada por la inestabilidad económica y la informalidad. Por todo ello, cada año las inundaciones afectan o comprometen, en mayor medida, el patrimonio de las familias que habitan dicho microespacio. Este fenómeno, a decir de los residentes, ha ido en

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aumento, lo mismo que la inestabilidad económica que trae consigo la presencia del desastre que, concatenados, prolongan esta condición. En relación con ello, los colonos sostienen:

“No se había desbordado el río (Río de los Remedios) (…) sí hemos pasado inundaciones, pero nunca así de fea como la del año pasado (…) perdimos todo, estamos en ruinas todavía, (…) no tenemos como componer la casa, necesitamos dinero, apoyo para que recuperemos nuestras cosas” (Grupo focal con personas afectadas, Ecatepec, 21/09/2012).

Su condición endeble les impide cambiarse de residencia y tratan de encontrar solución a la inestabilidad económica (causada por el desastre) pidiendo préstamos a pequeñas microfinanciadoras, entre los mismos familiares o vecinos, mientras encuentran una solución para reconstruir su porvenir. En este caso, algunas de las personas afectadas de la colonia Pedro Ojeda Paullada indican:

“Entre los vecinos nos hacemos favor de prestarnos cosas y dinero, (…) en la cuadra hay gente que tiene negocios de tienda, peluquerías (…) ellos han pedido prestado a Compartamos o a CAME (Microfinanciadoras) para recuperar su negocio (…) Si tuviéramos dinero sí nos cambiaríamos de casa, pero la verdad, es que nos hemos acostumbrado a vivir así, con el agua en nuestras casas cada que llueve” (Grupo focal con personas afectadas, Ecatepec, 21/09/2012).

El aprendizaje que les ha dejado vivir el desastre es importante para el cálculo de las pérdidas. En algunos casos más que en otros, la ayuda mutua se presenta en el durante y después de la inundación. En el antes, cada una de las familias por separado y, en la medida de sus posibilidades, previenen el empeoramiento de su situación. Se trata de un proceso no fácilmente visible de organización social:

“Hemos aprendido a hacerle frente al agua, reforzamos las entradas de nuestras casas con paredes de cemento (…) otros hacen cuartos arriba de su azotea, pisos de más para guardar algunas de sus pertenencias (…) la tele, papeles de los chamacos, de su escuela (…) hasta de uno mismo” (Grupo focal con personas afectadas, Ecatepec, 21/09/2012).

Los colonos hacen un reconocimiento previo de su espacio, saben por su experiencia que si no actúan frente a la posibilidad o certidumbre del desastre (el antes), las consecuencias pueden ser irreparables (el después):

“En las lluvias hicimos represas cercas del río, en las partes dónde está más baja la colonia, porque por allí si se desborda otra vez, corre más rápido el agua” (Grupo focal con personas afectadas, Ecatepec, 21/09/2012).

Hay un juego de subjetividades en el cálculo del desastre: éste está fundado en el miedo a la pérdida, no en la eliminación de la amenaza. Reducir el impacto de la inundación implica, en este caso, una identificación del lugar, lo que significa atender o reducir las secuelas;pero no implica necesariamente la eliminación de la vulnerabilidad, ya que de acuerdo a cómo se presente la inundación será su reacción para sobreponerse y volver a la “normalidad”, como lo dejan ver las respuestas de los entrevistados. De esa forma, la ayuda en dinero o bonos que reciben por parte de las autoridades locales parece acrecentar el problema, dado que no se reparten equitativamente. En primer lugar, lo que se ocasiona con las acciones de ayuda gubernamental es la aparición de inconformes entre la población. En segundo lugar, la atención inmediata por parte del gobierno no disminuye su condición de precariedad social frente a la inundación11, pero entre los funcionarios intermediarios hay una conciencia de la inevitabilidad de la condición de los afectados:

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“Las pérdidas de la gente se han resuelto siempre (…) nada más quieren que se les ande

dando ayuda (…) siempre quedan disconformes (…) lo que se debería hacer es reubicarlos en lugar de estarlos ayudando cada temporada de lluvias” (Grupo focal con personal de Protección Civil, Ecatepec, 22/08/2012).

Todo ello es el reflejo de las formas de vida de un barrio que vive la informalidad como normalidad, predominando el fenómeno de las inundaciones y la inestabilidad socioeconómica. Entonces, ¿De qué manera podemos identificar la informalidad deldesastre? Básicamente, en dos aspectos principales:

a) Como la falta de planeación formal por parte del Estado, evidenciada por la ocupación irregular o masiva a bajo costo. A través de estrategias de tipo informal, el poblamiento evidencia escaso o nulo cuidado de los ecosistemas locales; b) Como la falta de planeación estratégica de la actividad industrial que ha provocado que se gesten accionesinformales de los actores “no estatales” (Davis, 2012), como identificaríamos aquí a las personas afectadas.

En general, estas acciones informales que movilizan a la población afectada pueden encontrarse a partir de las consecuencias que generan los siguientes fenómenos:

� Deterioro de la red del drenaje por los desechos las industrias, mismas que sobreponen el fruto de la ganancia al cuidado del ambiente.

� Usufructo de las carencias socioeconómicas de los afectados por la intervención de microfinanciadoras, que otorgan créditos a quienes lo han perdido todo.

� Escasa coordinación de los afectados (familias o grupos) para proteger su patrimonio

familiar en el antes, durante y después del desastre,

� Constitución de un tejido social fundado en favores (prácticas informales) entre vecinos o familias, mientras que las autoridades locales sólo intentan indemnizar las pérdidas, sin poner atención a ello.

Hasta aquí,la informalidad adquiere una específica connotación socioterritorial en las formas y especificidades de la metrópoli, en la particularidad de éste municipio y esta colonia. A su vez, es un reflejo circunstancial, según el actor del que se trate de las accionesdeempoderamiento (afectados), acciones inmediatistas (gobierno e intermediarios) o utilitarias (empresas privadas), todos ellos interactuando en un escenario de vulnerabilidad socioambiental vinculada a las inundaciones. Recapitulando, la informalidad es constituyente del desastre, porque posibilita comprender la fragilidad del Estado y la precariedad de las prácticas ciudadanas, debido a que implica observar el fenómeno desde un ámbito multidimensional, al considerar su transversalidad entre las causas, el suceso y las consecuencias. Sobre ello se abundará en el siguiente apartado.

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4. LA INFORMALIDAD EN LAS CONTROVERSIASE INTERACCIONES DE LOS ACTORES Entre los años 2002 al 2011, en el municipio de Ecatepec hubo un número considerable de personas afectadas por las inundaciones. Según estimaciones oficiales, se trató de aproximadamente 70,866 mil personas afectadas por esos fenómenos. Una de las colonias con mayor reincidencia al desastre fue la colonia Pedro Ojeda Paullada (CAEM, 2011). En esa colonia, el 30 de Junio de 2011 se presentó una lluvia que duró más de seis horas y que provocó el desbordamiento del Drenaje General del Valle de México y el Río de Los Remedios, en las inmediaciones del kilómetro 47 del Circuito Exterior Mexiquense, en la colindancia con el municipio de Nezahualcóyotl. El agua afectó más de 400 viviendas y causó congestiones viales en la Avenida Central y Vía Morelos. Asimismo, alcanzó, en algunas partes, hasta 50 centímetros de profundidad. Se registraron 67 milímetros de agua, prácticamente el doble de la cantidad habitual. Esto no ocurría desde hacía 23 años. Esto movilizó a los diferentes actores gubernamentales, privados y sociales, como veremos. En el caso de los actores institucionales, el secretario del Agua y Obra Pública del gobierno del Estado de México, David Korenfeld Federman, señalaba como responsables a la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA)12 y al Gobierno del Distrito Federal, los cuales, según el funcionario, no garantizaron un buen trabajo de bombeo del Dren general y del Río de los Remedios lo que ocasionó el desbordamiento en perjuicio de cientos de viviendas (La Jornada, 12 de Julio 2011). Igualmente, la Secretaría de Gobernación (SEGOB) declaró al municipio de Ecatepec como zona de desastre, por lo que el gobierno municipal tendría derecho a recursos provenientes del Fondo Nacional de Desastres Naturales (FONDEN) para resarcir las pérdidas de los afectados. Con ello, la atención a los damnificados comenzaba a tomar forma. El Ejército Mexicano decretó el plan DN-III con la finalidad de ayudar a los habitantes de esta colonia. Además, alrededor de 300 trabajadores de las áreas de Protección Civil y organismos de Agua del municipio, estuvieron trabajando para desalojar el agua y colocar costales a las orillas del Río de los Remedios y del Dren General del Valle de México (El Universal, 10 de Julio 2011). Al respecto, la gente afectada y el personal de Protección Civil han tenido siempre visiones diferentes. La controversia es alrededor de la atención limitada o de la “ingratitud” en la recepción de la ayuda, que cuestiona a unos u otros. En el trasfondo puede percibirse un debate sobre la legitimidad de la acción institucional, que difiere de la expectativa ciudadana:

“La atención es limitada o mala” “El día que nos inundamos llegaron tarde todos (Soldados, policías municipales-estatales y personal del municipio) (…) ya estábamos sacando nuestras cosas (…) sólo pusieron costales rellenos de tierra o arena por donde salía el agua (…) uno que otro ayudaba a sacar las cosas (…) los bomberos que según destapaban las coladeras (…) siempre llegan tarde (…) no nos avisaron de que el río (Río de los Remedios) se fuera a desbordar, ya nos habíamos percatado de la salida del agua, por eso salimos de las casas buscando un lugar a donde refugiarnos (…) todo fue a la mera hora” (Grupo focal con personas afectadas, Ecatepec, 21/09/2012). “La crítica o la apatía de los afectados” “Enseguida que se dio la orden de emergencia acudimos al lugar, la gente no toma en cuenta que hay cosas por las que nos retrasamos, el tráfico, el equipo, la llegada de la orden del comandante (…) sólo quieren que se les ayude a sacar sus cosas y punto (…) no escuchan las indicaciones (…) llegamos y lo primero que hacemos es tapar el boquete o evitar que el agua se siga desbordando, ponemos paredes de costales, pero esa vez, los

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soldados ya habían llegado, habían empezado el trabajo (…) a que decir que para inundaciones como la del año pasado, nuestro equipo es insuficiente, el municipio no nos da más material” (Grupo focal con personal de Protección Civil, Ecatepec, 22/08/2012).

A la postre, la dependencia municipal y estatal levantaron un censo por medio de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL, gobierno federal) para ver quiénes y cuántos eran los afectados, después les entregaban un certificado con un número de folio que tenían que conservar para que les entregaran la indemnización cuando fuera pertinente.

Mapa 3. Localización de la Inundación en Ecatepec en el año 2011

Fuente: Atlas de Riesgo, Gobierno del Estado de México, 2012.

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Además, se colocó un cerco sanitario de brigadistas de diversas dependencias que repartieron medicamentos y aplicaron vacunas. Asimismo, a fin de apoyar a las familias de ésta colonia, el presidente municipal de Ecatepec, Indalecio Ríos Velásquez entregó 366 tarjetas de apoyo con un valor de diez mil pesos, así como un vale efectivo por un aparato electrodoméstico a unas cuantas familias, según él, las más afectadas. Asimismo, el personal de la SEDESOL y del Ejército Mexicano distribuyó agua, paquetes de limpieza y despensas con productos enlatados (Milenio, 13 de Septiembre 2012). Ello dejaba ver que, una vez más, los imaginarios sobre el desastre son diferentes, la relación con las autoridades es tensa, desconfiada; los interventores institucionales utilizan un lenguaje que parece poco sensible al desastre que vive la población:

“Después de la tragedia, no los hemos vuelto a ver” “Mero al otro día, gente del gobierno andaba preguntando en las casas que nos hacía falta, anotaban en un tablita y se iban (…) así anduvieron en las casas más cerca del Río (…) también nos dieron medicinas, despensas (…) hasta el presidente vino (presidente municipal) nos entregó cubetas y jabón y dijo que nos iban a dar una tarjeta con dinero (…) no fue a todos (…) desde entonces nos han hecho ir de un lado pa’ otro, no nos dan la dichosa tarjeta (…) sólo nos engañaron, la mayoría recibió los folios meses después pero cuando buscaron los apoyos prometidos ya nadie nos supo decir nada (…) ya hemos gastado mucho tiempo y dinero; varias veces hemos ido a Toluca y nos dicen que todo lo tenemos que arreglar en el municipio (...) a los que sí se las dieron dicen que fueron a la tienda y no se las recibieron (…) así nos va a pasar a todos, si es que nos la dan algún día (…) nadie nos llama ni nada (…) no se han hecho responsables (…) días después de que nos inundamos vino una tal Mónica Belén (Candidata a Diputada Federal) del PRI (Partido Revolucionario Institucional), creo ¿verdad?, (Le pregunta a la señora de a lado) y Eruviel(ExCandidato al gobierno estatal), que disque pa’ que les diéramos el voto, cuando ni nos ayudaron para que nos dieran la tarjeta Soriana” (Tarjeta de pago) (Grupo focal con personas afectadas, Ecatepec, 21/09/2012).

En contraparte el personal de Protección Civil asegura:

“La gente no entiende y no escucha” “Como siempre se les dauna ayuda bastante buena (…) el problema es que la gente es

aprovechada (…) se les echó a perder su refrigerador y quieren casa nueva (…) para las despensas se formaban hasta tres o cuatro veces, nosotros bien que nos dimos cuenta (…) a pesar de que se tuvo un control, la gente lo altera y no se comportan” (Grupo focal con personal de Protección Civil, Ecatepec, 22/08/2012).

Este caso también puede percibirse una batalla sorda por la sobrevivencia en la precariedad. La noción de informalidad nos permite registrar tanto el abandono institucional (o al menos su ineficacia), como los usos de la precariedad (o la relación “separada” del Estado). Ello parece estar formando un imaginario en el cual el desastre es impulsor de la insatisfacción política, pero sobretodo del empoderamiento social. En otro momento, durante esta inundación se instalaron albergues en las iglesias y escuelas que no fueron afectadas por las aguas residuales. Mucha gente logró instalarse, dejando sus casas y pertenencias. Otros no se movieron de sus hogares por temor a que se las robaran. Entre vecinos se organizaron para distribuir víveres, ropa o encontrar alojamiento, al ver que las acciones de las autoridades no eran suficientes. No obstante, hubo un minucioso y esporádico trabajo conjunto entre el personal de Protección Civil y las personas afectadas, aunque sólo para realizar labores de

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limpieza. Fue algo momentáneo, porque después de los hechos se reinició la desconfianza mutua. A manera de balance, los vecinos apuntan: “Después del desastre, nunca más los volvimos a ver"

“Nadie de las autoridades ha regresado, mucho menos los otros los que nos pedían datos (…) no hay campañas de información, ni nada (…) nosotros tenemos miedo que se vuelva a desbordar el río (…) creemos que estamos más propensos a otras (…) el río sigue igual, no le han hecho reparación, en algunos lados sólo están los costales de hace un año (…) nuestras casas tienen mucha humedad y no encontramos la manera de quitársela (…) luego vienen los de Protección Civil a dejar volantes en las tiendas, que disque pa’ que sepamos qué hacer en la inundación, ya sabemos que tenemos que prevenir papeles importantes y guardar nuestras cosas, así le hemos hecho siempre, sólo queremos que nos repongan lo que perdimos (…) desde que nos reunieron para prometernos despensas, medicinas, cubetas y jabón, nunca los hemos vuelto a ver” (Grupo focal con personas afectadas, Ecatepec, 21/09/2012).

De otro modo, el personal de Protección Civil menciona:

"La gente no escucha y no entiende nada" [A la gente] les damos la información necesaria y no la toman en cuenta (…) hemos intentado de todo, queremos darles pláticas de prevención pero piensan que para qué, son cosas que no les sirven (…) después de la inundación hemos ido a ver si se puede armar comités por calle, mientras se entuba el río (Río de los Remedios) o los mueven de allí (…) para que haya quien organice a las familias, pero la gente es apática” (Grupo focal con personal de Protección Civil, Ecatepec, 22/08/2012).

Finalmente, un año después del desastre, José Luis Luege Tamargo director de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), al inaugurar una planta de bombeo denominada Casa Colorada Profunda, ubicada en el municipio de San Salvador Atenco, dijo que esa instalación evitaría inundaciones en la zona nororiente del Valle de México. Todo ello, mediante la operación de un complejo sistema hidráulico que redistribuiría las aguas residuales del Drenaje General del Valle y el Río de Los Remedios. Según las palabras del funcionario, con esa obra quedaría garantizada la seguridad para tres o cinco millones de habitantes. Al mismo tiempo sostuvo que sí las lluvias fueran generalizadas en todo el Valle de México y superaran los 30 milímetros, se podría rebasar una vez más la capacidad del desagüe. La conclusión era evidente: no se puede responsabilizar del desastre a los funcionarios o autoridades correspondientes, sino que, la "Naturaleza excede la capacidad del sistema", parecía querer decir el funcionario. A su vez, el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas, sostuvo que con esa nueva planta de bombeo dejarían de sufrir, ahora sí, inundaciones los municipios de Ecatepec de Morelos y Nezahualcóyotl, principalmente (El Universal, 15 de Junio de 2012).13 5. LA NATURALEZA SOCIOPOLÍTICA DE LA INFORMALIDAD EN EL DESASTRE La informalidad se construye en el juego de las acciones sociopolíticas de cada actor: lo que se busca es la legitimidad de sus acciones.Los actores involucrados identifican, antes que nada, a los culpables. Por ejemplo para la población afectada, las autoridades locales deben dar respuesta a su situación, son los únicos responsables de la situación. Para ellos, son responsables, porque no cumplieron con los planes de prevención y auxilio esperados. Por otro lado, desde la administración local, el personal de Protección Civil argumenta que es la gente la que tiene la culpa, por tirar basura en la calle,

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instalarse cerca de los ríos o por “no cambiarse de lugar de residencia”, e incluso por no acatar las indicaciones pertinentes. En los dos casos, prevalece una conjugación de legitimidades e ilegitimidades expresadas a través de sus respuestas. En el caso de las autoridades, hay una legitimidad inconsistente en relación a la solución de las pérdidas de los afectados y en la coordinación administrativa para la atención del desastre. La búsqueda de la legitimidad a través de estas acciones es un mecanismo reemplazante del Estado contemporáneo dado que funciona en la emergencia, con respuestas inmediatas, del "día a día", lo que Scott (1998) llama el Everyday State. Las prácticas de las personas afectadas adquieren legitimidad por medio de la formación de un capital social, ello implica el reconocimiento mutuo de los daños y de las necesidades, ya sea en el plano familiar o de la colonia. No obstante, lo ilegitimo aparece cuando no se reconoce su conocimiento acumulado en relación a la experiencia de vivir el desastre y, particularmente, en la importancia de su participación en el proceso de gestión. Ese es el momento de su empoderamiento. En ese sentido, en la informalidad de las interacciones se manifiestan distintas formas de gobernabilidad, poco integradas y articuladas a partir de objetivos compartidos, pero que se mezclan en la inmediatez. Así, lo sociopolítico adquirió diversos significados: para los damnificados, la prioridad era restituir su patrimonio y, para los funcionarios, ha sido desde imponer su autoridad en el manejo del desastre, hasta el usufructo de las condiciones marginales de la población en aras de la obtención del voto. Aunque desde un aspecto económico, es el mismo caso del usufructo de las compañías microfinanciadoras. Sin embargo, de ambas partes las inundaciones se visualizan y son socialmente aceptables en su totalidad ver el problema como un problema técnico. La mirada que predomina es la de que son fenómenos causados por la falta de infraestructura hidráulica, por el negligente manejo de los cárcamos por parte de las autoridades competentes o, por la “imprudente” ubicación de las personas en el territorio. De la misma manera, las inundaciones son una problemática que surge en el momento, por lo que requiere soluciones concretas e inmediatas, en las que no se discute sobre la importancia del cambio climático, el proceso de industrialización-ocupación o su manejo político-utilitario. No obstante a los signos de empoderamiento que hemos señalado antes, el desastre es un asunto esporádico y como tal, no es necesaria una organización conjunta para prevenirlo, se actúa desarticuladamente, cada una de las partes inmiscuidas intenta resolver el problema por su cuenta e interactúan informalmenteen el momento del desastre, y en ocasiones en el después –para las labores de limpieza- y, nunca en el antes, como se observa en las respuestas de los entrevistados y en el seguimiento hemerográfico del desastre. La informalidad también puede encontrarse en las respuestas que han propuesto las autoridades representantes del Estado, ya que no se propone nada nuevo, sólo se ha construido una planta de bombeo y se prometió entubar el Río de los Remedios. Prevalece la cultura del entubamiento y la confianza en los sistemas expertos, dado que se incrementa el sistema hidráulico que durante siglos ha permitido la expansión de la ciudad, el deterioro del ambiente y la aparición de la vulnerabilidad. Por esa razón, las inundaciones continúan aplazándose como un problema técnico y no de carácter político, en el cual converjan múltiples factores. Se siguen priorizando las soluciones inmediatistas y territorialmente focalizadas.

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Recapitulando, se construyen kilómetros de infraestructura hidráulica, aunque de manera formal, los organismos encargados de la gestión de riesgos obstruyen la acción o el manejo integral de los desastres, debido a problemas de carácter político-administrativo. Gestionar el desastre por inundación, implicaría disociar los intereses particulares o de grupo, por el trabajo integral, no sólo desde la esfera gubernamental, sino también con las personas afectadas. Mientras eso no ocurra, las inundaciones se postergan como una problemática compleja entre lo formal e informal. 6. CONCLUSIONES En este texto, se construye una perspectiva nueva del problema de las inundaciones, a partir de la noción de informalidad y tomando un caso de estudio en particular. Asimismo, se establecen las pistas de una línea de investigación, la cual permite discutir este tipo de fenómenos a partir de su complejidad misma y, de la necesidad de entenderse como un todo interrelacionado, que subyace en una multiplicidad de factores socioespaciales y políticos. Partimos de que el análisis de los desastres implica separarse de la forma tradicional de abordarlos. En ese sentido, el uso de la noción de informalidad resultó heurísticamente revelador, ya que antes de constituirse como un concepto, es una condición o circunstancia de las metrópolis contemporáneas. Así, discutir sobre del desastre por inundación implicó partir del suceso en específico. Básicamente, se analiza cómo la informalidad se presenta tanto en el proceso de construcción del desastre como en el desastre mismo. Por un parte, nos centramos en las condiciones y formas en que se ha construido o planificado el espacio urbano local, en el cual han tenido lugar las inundaciones y, cómo la población afectada actúa ante la vulnerabilidad socioambiental. Por otra parte, discutimos cómo la informalidad en las acciones e interacciones de los actores involucrados reflejan distintas posturas sociopolíticas al respecto. Además, aquí se demostró que a través de esta perspectiva, se puede discutir de una mejor manera la presencia de otro de los grandes problemas que aquejan hoy a la metrópolis de México. Del mismo modo, este análisis está lejos de observar a las inundaciones sólo como un problema técnico. Hablar de la informalidad del desastre por inundación, implica evidenciar una serie de subjetividades que van desde las negligencias o controversias en el manejo del sistema hidráulico, hasta el control político, negligente y utilitario del desastre. Así, con base en las evidencias empíricas que se han presentado, sostenemos que el desastre es un andamiaje de acción política y empoderamiento social, el cual toma forma a través de un contexto histórico-espacial específico, en el que se hacen evidentes distintas realidades sociales como: las condiciones socioeconómicas de las personas afectadas, el deterioro del ambiente, entre otras. De ese modo, en la informalidad del desastre por inundación convergen varios aspectos: a) las condiciones socioterritoriales en las que se presenta el desastre; b) el desapego de las instituciones del Estado y el usufructo político del desastre; c) la autoorganización de las personas afectadas y sus respuestas al desastre; d) la precaria coordinación intergubernamental y entre los actores involucrados y e) la aparición de nuevos actores y el manejo utilitario del desastre en perjuicio de los afectados. En ese sentido, la noción de informalidad en el estudio de los desastres adquiere un papel preponderante para entender el devenir de la metrópoli, en relación a la aparición de estos fenómenos. En particular, ésta otra forma de problematizar las inundaciones no se agota en el plano de la construcción o percepción social del riesgo, en lo que podría suceder o definirse como tal, sino que va más allá; en este caso, nuestro interés se ha encauzado en rastrear una explicación distinta que ayude a visualizar el desastre como una realidad vigente y compleja, la cual es necesario discutir desde su propio espacio-temporalidad.

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La informalidad del desastre permite un acercamiento integral que no sólo abarca la discusión teórica o lo concerniente al impacto del evento catastrófico, cualquiera que éste sea, sino también lo que se presenta en el momento en términos de la emergencia sociopolítica de las acciones e interacciones de los actores involucrados. Además, de que se amplía el debate al tomar en cuenta variables como el territorio, el Estado, las empresas privadas, las condiciones socioeconómicas de la población afectada, el deterioro del ambiente, entre otras.

7. NOTAS Y REFERENCIAS 7.1. Notas 1 Para fines de este texto, consideramos que los desastres en lugar de identificarlos como eventos aislados y únicamente relacionados con el impacto de las amenazas naturales, son hechos sociopolíticos que involucran, además de las transformaciones del medio ambiente, una serie de actores sociales que toman postura en relación a dicho evento catastrófico, cualquiera que éste sea.

2La Metrópolis o Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) es considerada una de las más grandes del mundo. Es integrada en la actualidad por el Distrito Federal con sus 16 delegaciones, más 59 municipios del Estado de México y 1 municipio del Estado de Hidalgo. Se concibe como una vasta aglomeración en la que habitan aproximadamente 20 millones de habitantes (SMA, 2007).

3Según el Plan Municipal de Desarrollo Urbano, en Ecatepec existen más de 20 mil viviendas en condiciones precarias. Además, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), existen 723 mil 599 habitantes -40.8 por ciento de su población total- en situación de pobreza y, más de 550 mil sufren carencias alimentarias. Este municipio es considerado como la tercera zona del país con mayor cantidad de personas bajo la línea de pobreza, tan sólo por debajo de la capital del estado de Puebla y de la delegación Iztapalapa, en el Distrito Federal (CONEVAL, 2010).

4Ecatepec es localizado al oriente de la ciudad de México, colinda con los municipios de Acolman, Atenco, Coacalco, Nezahualcóyotl, Tecámac, Tlalnepantla, Texcoco y con la delegación Gustavo A. Madero y, tiene una superficie aproximada de 1, 860, 000 hectáreas.

5Estas zonas son demarcaciones jurídico-administrativas, en las cuales se localizan distintas colonias ubicadas en la periferia del municipio.

6“Las viviendas autoconstruidas no han sido desplazadas por la oferta de viviendas de bajo costo y totalmente terminadas, ya que estas siguen siendo la opción más recurrida para la ocupación de predios pequeños y asentamientos irregulares. Se estima que de 1995 al 2000 se construyeron en el municipio 19,000 viviendas de este tipo” (PMDU, 2009, p. 39).

7La vivienda plurifamiliar se ubica principalmente en las zonas de San Carlos, Cabecera Municipal, Izcalli Ecatepec, Llano de Báez, Rinconada de Aragón, Santa Clara, C.T.M. XIV, C.R.O.C. Aragón, U. Hab. Sagitario, Ampliación Valle de Aragón, Parques de Aragón, Villas Ecatepec, La Florida, Villas de Aragón, Haciendas de Aragón y Conjunto Urbano Los Héroes Ecatepec. El resto de las viviendas en el municipio son básicamente de tipo casa habitación, en este rubro se localiza la colonia Pedro Ojeda Paullada (Véase PMDU, 2009).

8En cuanto al nivel educativo, el 68.52 % de la población cuenta con educación primaria, el 37. 90 % con educación media superior, el 3.77% con estudios universitarios y, sólo el 0.44 % con posgrado. De tal forma que la instrucción educativa de los habitantes en la localidad es baja, la mayoría cuenta con educación primaria y una pequeña parte con educación superior y posgrado (COESPO, 2010).

9Por ejemplo, la reestructuración territorial que acompañó el cambio de modelo económico, trajo como consecuencia el surgimiento de los primeros centros comerciales en Ecatepec a finales del siglo XX. Durante el gobierno de Arturo Montiel (1999-2005), se anunció la creación de la Plaza Las Américas. La nueva plaza comercial fue paralela a otras obras de inversión público-privada, una autopista de cuota (Circuito Exterior Texcoco-Jorobas), la construcción de un hospital general de zona y un nuevo desarrollo habitacional para sectores medios de la población metropolitana (impulsado por Inmobiliaria Ara). El mal comercial y el espacio urbano construido no tienen paralelo, ni en el municipio ni en todo el oriente de la ZMVM. La obra se encuentra en su fase de consolidación comercial, con tiendas de marca como Liverpool, Sam’s Club, Sears, Sanborn’s, Vip’s, además de un Hotel Fiesta Inn, entre otros grandes establecimientos comerciales (Espinosa y Bassols, 2011, p. 190) (Véase Hoyos, 2000; Moreno, 2008).

10La colonia Pedro Ojeda Paullada es uno de los lugares que frecuentemente se inunda en cada temporada de lluvias, debido al desbordamiento del Río de los Remedios, un afluente de aguas residuales que atraviesa gran parte del municipio de Ecatepec de Morelos. En Junio de 2011 a causa de la presencia de intensas lluvias dicho lugar quedó bajo el agua y fue declarado zona de desastre por la Secretaría de Gobernación. Para fines de este artículo utilizaremos algunos fragmentos de entrevistas grupales realizadas al personal de Protección Civil y a las personas afectadas, las cuales forman parte de un trabajo de investigación mucho más extenso.

11Sobre el punto de la respuesta de las autoridades locales a las pérdidas socioeconómicas de los habitantes, lo abordaremos más a fondo en el siguiente apartado del artículo, justamente cuándo discutamos lo sucedido durante las inundaciones de 2011.

12En el sexenio siguiente, éste funcionario se convirtió en el responsable de la CONAGUA.

13El balance de afectaciones por las inundaciones en los municipios de Ecatepec de Morelos y Nezahualcóyotl en el Estado de México, por el desbordamiento del Río de los Remedios y el Drenaje General del Valle de México es de 35 colonias y 60,000 personas afectadas (El Economista, 19 de Agosto de 2012).

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Recibido: 04/03/2013 – Aceptado: 18/10/2013

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RELOCALIZANDO EL RIESGO Y LA SEGREGACIÓN. Análisis sobre apariencias e inobservables en las políticas públicas vinculadas al habitar 1 Ana Núñez – Arquitecta, Magister y Doctora en Ciencias Sociales (FLACSO) Especialista en Políticas y Mercados de suelo en América latina (Universidad Nacional de Colombia) [email protected] Fernán Crovella – Arquitecto, Doctorando en Ciencias Sociales (UNER) [email protected] Juan Salvador Bordas– Arquitecto, Doctorando en Ciencias Sociales (UBA) [email protected] Centro de Estudios del Desarrollo Urbano, Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, de la Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina) RESUMEN Este artículo intenta superar los cercos epistémicos que se presentan, en general, en las investigaciones sobre políticas públicas vinculadas al habitar, en términos de Henri Lefebvre. Como objetivo general, proponemos avanzar en el conocimiento sobre los efectos de las políticas de erradicación/relocalización en sectores sociales compulsivamente desterritorializados, trabajando empíricamente desde comienzos del siglo XXI, en dos ciudades argentinas. Interesa desarrollar una descripción analítica de las relaciones e identidades que se construyen/destruyen en dichos procesos, indagando las consecuencias de estos dispositivos, en términos de Foucault, en las nuevas condiciones de vida de los sectores relocalizados. Nuestra hipótesis de trabajo plantea que las dinámicas de la intervención estatal, desde hace más de tres décadas en Argentina, han favorecido la constitución de sectores sociales como objeto de la atención, redundando en una representación de una sociedad en la que algunos sectores tienen y ejercen sus derechos, mientras otros sólo serían carentes y asistidos. El abordaje metodológico supuso una estrategia integrada, a partir de información secundaria y trabajo de campo de tipo etnográfico, articulados en un análisis relacional de los distintos planos analíticos. Palabras clave: habitar – segregación – política urbana RELOCATING RISK AND SEGREGATION. Analysis on appear ances and unobservables in the public policies linked to “dwe lling” [l’habiter] This paper retrieves a set of reflections derived from the advances of two research groups,[i] whose purpose is to overcome the epistemic fences that are generally in public policy research related to ‘dwelling’[l'habiter], in terms of Henri Lefebvre. As a general objective, we propose to advance in knowledge about the effects of eradication/ relocation policies related to compulsively deterritorialized social sectors, working empirically since the early twenty-first century, in two Argentine cities. Interested in developing an analytical description of the relationships and identities that are built/destroyed in these processes, investigating the effects of these ‘devices’, in terms of Foucault, in the new conditions of relocated sectors. We assume the requirement of making observable how the dynamics of state intervention, for more than three decades in Argentina, have favored the establishment of social sectors as the ‘object’ of attention, resulting in a representation of a society in which some sectors have and exercise their rights, while others would only be ‘lacking’ and ‘cared for’. The ‘methodological approach’ provided an integrated ‘strategy’ of documentary with fieldwork ethnographic, relational analysis articulated in different analytical levels. Keys words: dwelling - segregation - urban policy

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1. INTRODUCCIÓN Uno de los elementos centrales que atraviesa nuestras investigaciones, iniciadas a fines de la década de 1980, es la preocupación por desentrañar los determinantes del orden social que estructuran un orden urbano que constantemente empuja a amplias fracciones sociales a “resolver” su reproducción social en territorios signados por condiciones deshumanizantes. En trabajos anteriores, hemos reflexionado sobre los distintos aportes que derivan de la literatura académica hegemónica, independientemente de las distintas perspectivas teórico-metodológicas, la que, en base a nuestro análisis, articula algunos obstáculos epistemológicos (Núñez, 2009, 2012). Fundamentalmente, encierran un saber centrado en ficticias dicotomías (centro/periferia; legal/ilegal; formal/informal; propietario/ocupante) que, al mantener como inobservable la génesis social del problema, redunda en la materialización fetichista de políticas reproductoras de la desigualdad social.2 En otros términos, se ha ido aludiendo, implícita o explícitamente, a un patrón espacial “centro-periferia”, signado por un gradiente decreciente en las condiciones sociales, urbanas y de la intervención del Estado en medios de consumo social, proceso que se subsumió y denominó, junto al de la autoproducción de viviendas, como urbanización de la pobreza. Se trató, en la casi totalidad de los estudios urbanos latinoamericanos, de una ficción homogeneizante de sujetos desposeídos que viene promoviendo modelos acríticamente replicados de políticas desenraizadas de las prácticas sociales (Núñez 2012; Núñez y Roze, 2011). Esta naturalización hegemónica de abordar el problema, ha permanecido hasta la actualidad y es realimentada por los organismos y las agencias internacionales, de manera de legitimar la producción y reproducción de la desigualdad. Concretamente, nos referimos a los programas de intervención urbana, que no se han constituido, bajo ningún gobierno local, como una política habitacional integral, como son: a) la relocalización compulsiva y violenta de los denominados asentamientos precarios; b) los programas homogéneos de regularización dominial; y c) los planes masivos de construcción de viviendas sociales, signados por la corrupción, y el disciplinamiento social, sometiendo a los sujetos, alineados tras el fetichismo de la vivienda digna, a dispositivos que refuerzan las relaciones heteronómicas, y a su aislamiento social y espacial (Núñez, 2010a; 2012a). En otras palabras, las políticas urbanas, en general, podrían ser caracterizadas, siguiendo a Piaget y García (1985:81, citado en Roze 2003), como una pseudo necesidad, como un fenómeno corriente que se ubica en los primeros niveles de la génesis del conocimiento y que expresa la dificultad de imaginar otros posibles diferentes y, como tal, constituyen una fase de indiferenciación entre lo real, lo posible y lo necesario. La visión hegemónica dominante de los estudios urbanos no sutura el hiato entre teoría social y espacio material, derivando en la fetichización de la política urbana como un producto de actores sociales previamente constituidos, y/o quedando entrampados en la no satisfacción de derechos sociales, por parte de un Estado, a su vez reificado (Núñez, 2007). Se trata de orientar la observación sobre el movimiento de la sociedad, para tornar observable que aquella ficción homogeneizante oculta un proceso previo de expropiación, por lo que debería hablarse de miserias de la urbanización, como la imbricación de la mercantilización teórica, económica y política. Nos referimos a la degradación de la política a una carrera puramente electoralista, expresada en una progresiva desarticulación partidaria; con mercantilización económica conjugamos la expulsión y expropiación de distintas fracciones sociales de sus espacios sociales de pertenencia, y la mercantilización teórica refiere a la sumisión del saber al pensamiento único, las prácticas sin teoría y el hacer sin reflexión (Núñez, 2012).

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A partir de esta nueva mirada, podemos desplazar la política urbana cosificada como producto, y analizarla como forma, proceso e instrumento de lucha social (Núñez, 2012). Precisamente, en el ámbito de confrontación de la mercantilización teórica, coincidimos con Pradilla (2011:5-10) en que las dos últimas décadas han sido sumamente prolíficas en términos (muchas veces elevados al rango de “teorías”) que se importan acríticamente de realidades socio-históricas muy diferentes a las nuestras, con los que se pretende explicar y/o describir las características asumidas por las ciudades latinoamericanas (fragmentada, astillada, dispersa, dual, global, gentrificación, etc.). En efecto, y aunque no compartamos completamente su análisis, Abramo (2012) concluye que las ciudades latinoamericanas tienen una estructura urbana particular, en las que el funcionamiento de los mercados de suelo (formales e informales), producen simultáneamente una estructura compacta y difusa (una ciudad com-fusa). Asimismo, en referencia a los límites y alcances del concepto de segregación, se revela una aparente comunión de tesis, métodos y términos, que remitirían a una también aparente convergencia de procesos sociales (Préteceille, 2004:11-23), oscureciendo y distorsionando el fenómeno, lo que es crucial en su relación con las políticas públicas (Sabatini y Brain 2008), es decir, en los ámbitos de confrontación político y económico. Sabatini, Cáceres y Cerda (2004:60 y ss.) refieren a la escasa investigación empírica en América latina, y al padecimiento de limitaciones, simplismos y sesgos teórico-metodológicos por parte de ella, fundamentalmente por basarse en estudios realizados en otras latitudes. En ese marco, plantean que la segregación residencial es un fenómeno y un proceso espacial con complejas conexiones con las desigualdades sociales, bregando por una definición compuesta si se quiere dar cuenta de sus implicaciones en términos de política pública, y aportan un camino metodológico para orientar los estudios empíricos en nuestras ciudades.3 Sin desconocer los avances y ricos aportes de esta propuesta, pensamos que se reifica la segregación, en tanto no hallamos referencias empíricas a cómo se interrelacionan y articulan los espacios segregados, con aquellos que no lo son. Es decir, su conceptualización y medición dejan relativamente fuera de observación cómo se construye política y socialmente la segregación en el proceso de producción del espacio. En este sentido, si bien Sabatini et. al incorporan la dimensión subjetiva en la definición de la segregación, nos preguntamos ¿cómo se vive (en) la segregación? El refinamiento estadístico no “traduce” los movimientos cotidianos, los motivos de la apropiación desigual del territorio, más allá del nivel socioeconómico, las relaciones sociales que tejen y se tejen en el proceso analizado. En otras palabras, aspectos y dimensiones cualitativos relacionales y dinámicas complejas de las que no se da cuenta, y que las fuentes secundarias censales no pueden aportar. La reestructuración urbana objeto de la mundialización neoliberal (Pradilla, 2010), es parte de la relación del capital inmobiliario, financiero y empresarial ligados a los gobiernos locales (interrelación que denominamos territorialidad burguesa), dando lugar a distintas formas y procesos de segregación, pero dentro de las cuales abordaremos particularmente la denominada forzosa, que deviene de las acciones coercitivas de los aparatos del Estado sobre las fracciones sociales más desfavorecidas (que denominamos territorialidad del pueblo).En esta segregación, la racionalidad estatal llega al extremo, llevando a su forma pura el concepto de hábitat, instaurado como suma de presiones, y excluyendo el habitar:4 El espacio del habitar son gestos, recorridos, cuerpo y memoria, símbolos y sentidos, contradicciones y conflictos entre deseos y necesidades, etc. Es tiempo cercado en un espacio (Lefebvre, 1972:187). Por ello, como objetivo general, proponemos avanzar en el conocimiento sobre los efectos de las políticas de erradicación/relocalización en sectores sociales compulsivamente desterritorializados,5 trabajando empíricamente en dos ciudades intermedias argentinas, Mar del Plata y Santa Fe. Interesa desarrollar una descripción analítica de las relaciones e identidades que se construyen/destruyen en dichos procesos, indagando las consecuencias de estos dispositivos, en términos de Foucault (1992), en las nuevas condiciones de vida de los sectores relocalizados.

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Asumimos la exigencia de tornar observable cómo las dinámicas de la intervención estatal, desde hace más de tres décadas en Argentina, han favorecido la constitución de sectores sociales como objeto de la atención, redundando en una representación de una sociedad en la que algunos sectores tienen y ejercen sus derechos, mientras otros sólo serían carentes y asistidos. Proponemos una aproximación desde el método dialéctico que considere a los seres en sus relaciones recíprocas y analice las contradicciones en la producción del espacio (Lefebvre, 1976), enfocándonos en los impactos que produjo la segregación forzada en la vida cotidiana de sus habitantes, como así también en los intereses que los impulsaron, y los costos sociales para la ciudad en su conjunto. Para ello, apelamos a una estrategia metodológica integrada, a partir de información secundaria y trabajo de campo de tipo etnográfico, articulados en un análisis relacional de los distintos planos analíticos. Empero, estos hechos deben relacionarse como parte de la dinámica de procesos sociales que se encadenan en la política urbana, en la que la reproducción de la otredad negativa se materializará, autoritaria y alienante, con la erradicación-relocalización, y con el aislamiento espacial de los sectores populares. Ello permite hacer observables los sustratos del orden social capitalista que se ocultan tras la necesidad de materializar objetos, o lo que Marx (1965) denominó el fetichismo de la mercancía, el sostenimiento de un conjunto de heteronomías, y de la propiedad privada. Los dispositivos abordados en este estudio, se enmarcan en una dinámica de intervención estatal que se concibe desde una lógica que naturaliza la constitución de sectores sociales como objeto de la atención. De esta manera, la erradicación de población que habita en situación de riesgo y/o en los denominados asentamientos y villas, se presenta como una acción de “salvataje” ineludible y sin alternativas, construyendo relaciones sociales heterónomas, al naturalizar y normalizar hechos sociales como la inundación6y la precariedad habitacional. Esa normalización se basa en la imposición de un discurso que apela a “la necesidad de reconstruir la ciudad”, desplazando del debate público la cuestión de las causas y responsabilidades. Este discurso, que fue tomando forma en los principales ámbitos científicos y académicos, introdujo las nociones de riesgo y vulnerabilidad y de la vivienda digna en las políticas públicas, constituyendo un nuevo marco teórico de legitimación social y política. Así, por un lado, la catástrofe hídrica y social en Santa Fe significó la condición de posibilidad para la emergencia de un marco institucional basado en la problemática de la “gestión del riesgo”, que amparó y habilitó la constitución de proyectos urbanos7 concebidos con anterioridad a la “crisis”; y, por otro, el 20 de abril de 1995, el Concejo Deliberante de la ciudad de Mar del Plata sancionaba la Resolución Nº 0883, manifestando su “preocupación” por los asentamientos precarios, la degradación urbanística que provocan y el perjuicio a los vecinos lindantes; solicitan la modificación del Código Penal para que se tipifique como “delito” las acciones que promuevan el “asentamiento ilegal” y solicitan al Departamento Ejecutivo una política adecuada tendiente a “erradicar” los asentamientos. En el marco del Plan de Obras Mar del Plata 2000, también denominado Mar del Plata con calidad total, (Núñez, 2012) en 1998 se lanza públicamente el proyecto de erradicación del Asentamiento Villa Paso, que comienza a concretarse recién en el 2004.8 Estos procesos se ubican en el quiebre académico y político que produjo el acrítico reemplazo de la cuestión urbana, por un discurso universalizado bajo el nombre de Plan Estratégico, cuyo presupuesto, como dice Vainer (2000), es la ciudad como unidad; una ciudad competitiva, proyectada por consenso y como mercancía a ser vendida en el contexto global. El problema es que ese consenso no se construye políticamente sino que se lo enuncia, bajo el supuesto que todos los ciudadanos vemos y vivimos la misma crisis de la misma ciudad. Un discurso que, al decir de este autor, ha transformado a los intendentes más en vendedores ambulantes que en dirigentes políticos.

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Así, en ambas ciudades, y en el mismo momento, se “lanzan” los planes estratégicos como una de las herramientas más idóneas para resolver los problemas de evolución de las ciudades, pero las instancias de participación adoptaron la modalidad elitista y restringida a los intereses de la territorialidad burguesa, que signó un modo de hacer sin reflexión, que perdura hasta la fecha.9 O, en palabras de Borja y Castells (1997:153 y 185) promover una ciudad (…) que atraiga inversores, visitantes y usuarios solventes (…) Podemos concluir que el objetivo de la política urbana hoy es ´hacer ciudad´. 2. LOS PROCESOS… En Santa Fe10, ese hacer ciudad se continuó y se amplió con la creación, en julio del 2003, del Programa de Colaboración Interinstitucional Frente a la Emergencia (ProCIFE),11 con el objetivo de otorgar asistencia e interactuar con el gobierno provincial y municipal para la recuperación del área afectada por las inundaciones. Es necesario remarcar que tras la inundación en y de la ciudad, la ‘reconstrucción urbana’ fue el proyecto social -teórico, político y económico- emergente en disputa por la transformación de la estructura socio-espacial (Bordas, 2012:28). Entonces, el ProCIFE constituyó el marco de una alianza social que impulsaría la asociación de las nociones de vulnerabilidad y riesgo con la idea de una nueva planificación urbana; el informe que presentara durante el 2005 devino en última instancia el acuerdo que otorgó el instrumental técnico para la identificación y puesta en marcha de las principales estrategias de ordenamiento territorial y ambiental que compusieron los planes urbanos de las últimas dos gestiones de gobierno (Crovella, 2011: 125). Estos documentos de planificación urbana tienen en común ser producto del trabajo experto, donde la declamada participación ciudadana aparece siempre como momento de validación -posterior, acotado, burocrático, constituyendo una práctica permanente de la política como gestión(Bordas 2012). La operacionalización de nuevas expropiaciones sociales a partir de este marco, comenzamos a observarlas a raíz de que en el mes de julio del 2003 la Unión Europea realiza una donación para la construcción de viviendas destinadas a las personas afectadas por la inundación. El gobierno municipal dispuso, entonces, consignarlas a quienes permanecían en los centros de evacuados porque “no podían retornar a sus hogares… que habían sido destruidos por las aguas”. Para articular el trabajo entre los actores involucrados y movilizar los fondos se creó la Unidad Ejecutora de Recuperación (UER)12. Se constituyeron tres conjuntos habitacionales en barrios ubicados en el área norte de la ciudad, con un total de 84, 68, y 150 viviendas, los cuales, con posteridad, fueron identificados como “Barrios 29 de Abril I, II y III”. Los terrenos que se utilizaron no poseían los servicios necesarios que brindaran las condiciones mínimas de habitabilidad y, en todos los casos, se demoraron las obras para crearlos. Las personas que los habitaron provenían de diferentes barrios de la ciudad y la aceptación para ser reubicados no devino de un consenso colectivo sino que, por el contrario, resultó de una larga y coercitiva operación que produjo nuevos lazos de heteronomía y obediencia (Crovella, 2011). Un cuarto conjunto habitacional fue el denominado “Barrio La Nueva Tablada”. Este proceso de relocalización del territorio original denominado La Tablada fue aún más largo y más complejo.13 Finalizó con la construcción de 65 viviendas financiadas por la Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA), y de 35 viviendas construidas por la Unidad Ejecutora de Recuperación de la Emergencia Hídrica y Pluvial (UEREHyP). El nuevo barrio fue inaugurado sin la habilitación de los servicios básicos y posee el problema de padecer anegamientos cada vez que ocurren precipitaciones importantes, además de ser evacuado nuevamente en la siguiente inundación en la ciudad de Santa Fe, en el año 2007. Estas deficientes condiciones de habitabilidad

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terminan por configurar la disyuntiva sobre los intereses encubiertos que operaron detrás de este caso, donde el proceso social de invención inmobiliaria oculto resulta evidente al establecerse un proyecto de Área Industrial en la misma zona donde se ubica la ahora llamada “La Vieja Tablada” (Cuadro N° 1).

Cuadro N° 1: Casos de “relocalización” concretados en Santa Fe Fuente: elaboración propia a partir entrevistas, de datos de Prensa y documentos oficiales.

En estos procesos, fueron justificándose las caracterizaciones que incidieron en la trayectoria que determinó a cada familia la reconstrucción y rehabilitación, o no, de su habitar. De esta manera, fue sobre las personas “evacuadas”, cuyas viviendas habían sido total o parcialmente destruidas, e identificadas a su vez como asentadas, en “zonas inundables o de riesgo”, en lo que se fundamentó la necesidad de “relocalización” (Crovella, 2011). Naturalizadas y legitimadas estas experiencias, y en consonancia con una nueva creciente de las aguas significada en una nueva inundación a finales del año 2009, ahora perteneciente a la cuenca del Río Paraná, se concretan dos nuevos casos de “relocalización”. A través de un trabajo articulado entre la Secretaria de Desarrollo Social y la Subsecretaría de Hábitat y Vivienda pertenecientes a la Municipalidad de Santa Fe, se comienzan a relocalizar 55 familias que habitaban en las zonas denominadas “Villa Corpiño” (o “Villa Walt-Mart”) y “Los Alisos” y en las zonas denominadas como Bajo Judiciales y Playa Norte, 245 familias. Todo ello, se realizó sin informar oficialmente y sin la realización de un censo y estudio previo (Acebal y Crovella, 2013).El primer caso se concreta con la construcción de 52 viviendas en el distrito vecinal de Alto Verde y el segundo constituye un proceso abierto en el cual hasta el momento se han construido 21 viviendas, dando lugar a un nuevo barrio nombrado como “Los Quinchitos”. En estos nuevos casos, la tecnología utilizada hace aún más notorio el agravamiento de las condiciones de habitabilidad. En consecuencia, en el caso de Alto Verde, se produjeron conflictos por la no aceptación de la medida por parte de antiguos vecinos. En el caso de Bajo Judiciales y Playa Norte se viene

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desencadenando un proceso de resistencia y asambleas entre vecinos y diversas asociaciones civiles para generar una propuesta alternativa de urbanización y de no erradicación. Lo trascendental en estas dos últimas situaciones es que el discurso político estatal sobre la búsqueda de políticas habitacionales adecuadas, es un instrumento que encubre el desarrollo potencial de emprendimientos inmobiliarios en estas zonas. Lo que se implementa, en última instancia, es la expulsión de población por parte del capital (Acebal y Crovella, 2013). Argumentos, intereses y fundamentos similares se tejieronen torno al Programa IX-Dignidad,14 de la Provincia de Buenos Aires, el cual se aplicó a la erradicación de “Villa Paso” de Mar del Plata, un espacio del habitar originado en la década de 1940.15 Sucintamente, el Programa refería a generar políticas superadoras que atiendan los sectores afectados por la pobreza; estaba dirigido a la eliminación de viviendas insalubres y el hacinamiento;pretendía garantizar una correcta utilización de los recursos, convocando a una participación activa de los futuros beneficiarios;quería evitar que se arroje [a ese sector poblacional] a la marginalidad total, recuperando su hábitat; y el precio inicial de las viviendas, sin infraestructura, sería de $ 600.-/m2

Entre los argumentos para utilizar el Programa en la relocalización del Asentamiento Villa Paso,16 destacan los de los residentes en torno al asentamiento, centrados en pedidos de una compensación por minusvalías y disminución en las tasas municipales mientras esté el asentamiento; por su localización en una zona de alta valorización (U$S 1.000.000/ha); porque había 262 notas de propietarios vecinos por el deterioro en su calidad de vida; inseguridad, ilegalidad, usurpación, entre otros.Algunos Concejales a favor, aliados a los intereses de la Unión Obreros de la Construcción de la República Argentina (UOCRA), se remarcaban la generación de trabajo genuino, digno y decente, y que se contaría con $ 22.000.000 para viviendas en la ciudad. Empero, ello desató conflictos con los residentes de los tres barrios de destino. En efecto, en el Gráfico N° 1, puede observarse una síntesis del entrelazamiento de las estigmatizaciones que pesan sobre los habitantes del asentamiento, y cómo van construyendo y reforzando la segregación, abonado por la pobreza de las viviendas para pobres, y la infantilización de la población, resumida en el Manual de la Vivienda Social (Gráfico N° 2), en el que se “enseñan” cómo realizar tareas elementales tales como clavar clavos, higienizar las viviendas, ventilar, entre otras.

Gráfico N° 1. Fuente: elaboración propia en base a entrevistas y periódicos locales

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Gráfico N° 2. Fuente: elaborado en base al Manual de la vivienda social, Instituto de la Vivienda de la Provincia de Buenos Aires

Estos clivajes ideológicos se materializan no sólo en los homogéneos e inadecuados prototipos de vivienda, y urbanísticamente con el aislamiento espacial, sino en la infantilización y amenazas que consolidan la heteronomía y la indefensión, reflejadas en las “Recomendaciones para beneficiarios” que el Departamento de Promoción Social entrega junto a las viviendas, respecto a cómo higienizar y ventilar los ambientes, cómo distribuir los integrantes de la familia según sexo y edad, distintas prohibiciones y reglas de convivencia, prohibiciones de modificación, etc., para finalizar “alertando” que pasaría un tiempo hasta la “adaptación” y que, para ello, “contaban con el acompañamiento”.17 El estudio pormenorizado de este caso (Núñez, 2011, 2011a)18ha mostrado que, en un contexto de ausencia de formulaciones explícitas de políticas habitacionales adecuadas e integrales, persiste la contradicción históricamente evidenciada entre declaraciones y compromisos asumidos internacionalmente frente al problema de la vivienda, lo que nos lleva a pensar que estamos frente a, más que una política habitacional, a una política deliberada de expulsión poblacional. A su vez, ello por supuesto ha afectado a la ciudad en su conjunto, y para la cual se destinaron importantes recursos de los tres niveles territoriales. ¿Por qué? Pues porque uno de los recursos normativos del que debió valerse el municipio fue la expropiación de los lotes, la que contribuyó a socavar aun más el raquítico presupuesto municipal. Empero, varios de los propietarios originales de esos lotes, nunca los reclamaron, y varios no se hicieron presentes. Concretamente, el mejor balance entre recursos y necesidades podría haber sido incentivar la concreción de la usucapión, que muchas familias del asentamiento tenían iniciada, regularizar el asentamiento, e iniciar un programa de mejoramiento habitacional, en una zona ya provista de equipamiento e infraestructura, no inundable, y evitando pagar el valor del suelo por parte del municipio.

Si las puertas y ventanas están hinchadas por la humedad; no las abra hasta que se sequen y se

deshinchen.

No se podrá ceder, permutar, alquilar, ni prestar

Interactuar entre las familias, cuidar los espacios verdes y mantener la higiene del barrio

Consejos para elegir las especies vegetales; cómo plantar y regar; cómo colgar cosas; cómo limpiar los

pisos

Recomendaciones para su

uso y mantenimiento

Habitarla de forma efectiva y permanente

Apropiarse del espacio

Transformar la vivienda en hogar

Acceso a la vivienda y un

hábitat justo

Manual de la Vivienda Social

Habitar la casa y organizar

el barrio

Pagar la cuota

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Cuadro N° 2: Relación entre necesidades y proyecto (m2 según int egrantes de la familia y tipología de vivienda) Fuente elaboración propia en base a datos del Censo socio-demográfico del asentamiento, Municipalidad de Gral. Pueyrredón, del 2003, y Registro N° 09 645 03 del Programa IX-Dignidad

Cuadro N° 3: Tipología de viviendas y m2 proyectados, por barrio de destino. Fuente elaboración propia en base a datos del Censo socio-demográfico del asentamiento, Municipalidad de Gral. Pueyrredón, del 2003, y Registro N° 09 645 03 del Programa IX-Dignidad

En primer lugar, tal política ha sido posible sobre la base de una serie de condiciones (corrupción, y clientelismo)y argumentos entrelazados, dentro de los cuales amerita que resaltemos los siguientes: a) la crisis de desocupación que afectaba la ciudad, y especialmente el sector de la construcción, lo que motivó las presiones de la UOCRA para implementar un programa de viviendas; b) las presiones de inversores empresariales cercanos al asentamiento, y de los vecinos “legítimos”, aduciendo las externalidades negativas del asentamiento, sobre la desvalorización de sus inmuebles (estigmatización como usurpadores, violentos, peligrosos, actividades ilegales); c) la escasa o nula organización al interior del asentamiento, lo que favoreció el clientelismo y la cooptación de cada familia, por parte del gobierno, para la aceptación del programa de relocalización: una vivienda “digna”; una indemnización; llave por llave; casa por casa. Es decir, las casas no se pagarían y, además, recibirían una compensación por lo invertido. Tal fragmentación propició, d) que no se les diera ninguna participación a los habitantes a lo largo de todo el proceso, a excepción de aquellos que, individualmente pero en forma casi generalizada, se vincularon clientelísticamente con ciertos funcionarios, y pudieron “negociar” el barrio de destino. Todo confluye en el rédito político, y en que es un sector de una altísima valorización potencial del suelo, y, de no ser relocalizado el asentamiento, ameritaba una indemnización por minusvalías. En segundo lugar, el análisis de las nuevas localizaciones, aunque muy heterogéneas urbanísticamente, muestra que, según los indicadores internacionalmente considerados como de una vivienda adecuada, en general se han empeorado las condiciones de habitabilidad de las familias relocalizadas, profundizándose la segregación socio-espacial, con los más bajos índices de calidad de vida urbana y los más altos de vulnerabilidad socio-sanitaria (Mapa N° 1)19:están en una zona de riesgo ambiental, la superficie de espacios verdes es de 0 a 2,5m2/habitante; no cuentan con transporte público cercano, ni equipamiento que incentive la interacción social. Por el contrario, las condiciones de no apropiabilidad del espacio, agravadas por el abandono que sienten los habitantes (no acompañamiento posterior al traslado), y la ruptura de las relaciones sociales y familiares a que fueron expuestos, pueden resumirse en su percepción de condiciones “deshumanizantes”. Ello, a su

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vez, incrementa los problemas de convivencia y violencia, lo que aunado a la inadecuación de las viviendas a sus necesidades, conlleva a su mercantilización, y regreso a algún asentamiento, provocando un círculo perverso: dilapidación de recursos económicos públicos, profundización de la irregularidad y precariedad, incrementos del valor del suelo, expulsión de sectores populares extramuros, falta de servicios básicos, incremento de pobreza estructural, etc. En tercer lugar, como vimos, otro de los argumentos era proveerles de una vivienda digna, pero tampoco la unidad habitacional satisface las necesidades de las familias, ni objetiva ni subjetivamente. Gran parte de los conflictos devienen de la poca flexibilidad para ampliación y, al no estar delimitado claramente cada lote, se producen “invasiones” que desatan procesos de violencia sobre la “propiedad privada”. Por supuesto, todo redunda en la mayor fragmentación social y la no organización para reclamar, luchar y lograr mejores condiciones habitacionales. Ello tiene relación, también, con la poca funcionalidad y problemas de dimensiones que presentan las viviendas. En efecto, sobre la base del proyecto de las de un dormitorio, se agregan uno o dos más según el diseño del IPV, pero sin modificar el resto de las superficies; no se prevén ni se agregan ambientes que propicien privacidad, ni se incrementa el porcentaje de aberturas para ventilación e iluminación. En otras palabras, hay hacinamiento por superficie. Yuxtapuesto a estos costos sociales, el costo económico de cada vivienda resultó ser el doble que una de las mismas características construidas por cooperativas de desocupados, según el programa Techo y Trabajo, a lo que hay que adicionarle el valor de la expropiación de los lotes donde estaba el asentamiento: al precio del m2 de suelo ($ 450.-) en el 2004, el “globo” de las 6 manzanas del asentamiento equivalía a casi el 14% del presupuesto municipal de ese año. Al 7 de mayo de 2011, el m2 estaría alrededor de U$S 400.- (Diario La Capital), pero en ninguna fuente oficial fue posible encontrar el monto efectivo que habríamos pagado la sociedad en su conjunto, la cantidad de lotes expropiados, los subastados, etc. En síntesis, una política ineficiente, ineficaz, insostenible pero ¿legítima?, en torno a un hábitat residencial insustentable, diametralmente opuesto a las crecientes recomendaciones internacionales y, aun, a los requerimientos especificados en las normas de los distintos niveles territoriales. La relación pragmática que vincula la estigmatización de los habitantes de una zona de alta valorización social y económica, con su expulsión a condiciones de vida que vulneran los más elementales derechos, ha sido mediada por el rédito político y la valorización del suelo, que comienza como un reclamo y concluye efectivizada.

Mapa N° 1: Localización anterior y actual, habitant es de Villa Paso Fuente: graficado sobre mapa de Índice de calidad de vida urbana, Atlas territorial del Ptdo. de Gral. Pueyrredon, Grupo GESPyT, Fac. Humanidades, UNMdP

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Cuadro N° 4: Evolución de los precios del suelo. Ma r del Plata, 2006-2012. Fuente: elaboración propia en base a encuestas a inmobiliarias y Revista La Plaza Inmobiliaria, Mar del Plata, 2006-2012. La zona 1 incluye el área donde se localizaban los habitantes del Asentamiento Villa Paso, la cual incrementó su valor por debajo de lo que especulaba el capital inmobiliario.

Cuadro N° 5: Evolución de los precios del suelo. Sa nta Fe, 2005-2010. Fuente: elaboración propia en base a Revistas Cifras,News, Santa Fe 2005-2010. La zona 7 incluye el área donde se localizaban los habitantes de los territorios relocalizados.

En este contexto, el problema no son los indicadores, ni los estándares estipulados, sino un buen gobierno, que sobre el conocimiento del déficit habitacional promueva programas de regularización combinados con otros de mejoramiento habitacional, con una serie de mecanismos y procesos diversos, que aborden y garanticen la integración socio-espacial. O sea, una política pública. Programas como el IX-Dignidad acentúan el patrón excluyente que se conjuga en el planeamiento, la gestión urbana, el mercado de tierras, el sistema político y el sistema jurídico. En el caso abordado, un claro comportamiento especulativo de unos pocos propietarios, abonado por otros discursos “grandilocuentes”, impulsó una relocalización cuyo resultado fue un enriquecimiento sin justa causa (Maldonado Copello, 2003/06:10), a costa del empobrecimiento social y urbano de 500 familias; primó la apropiación privada de las plusvalías, por sobre el derecho al goce de la construcción colectiva de la ciudad. Pero un derecho a la ciudad que no sólo significa infraestructura, equipamiento, espacios verdes, buena accesibilidad, y una vivienda adecuada, sino el derecho a participar y decidir sobre las cuestiones cruciales que atañen al conjunto de la ciudad y la sociedad, en general, y a estos habitantes, en particular.20 En otros términos, la intervención efectiva en los procesos de planificación (Lefebvre, 1972). Sin embargo, la clave al obstáculo más férreo a este derecho podría estar en las dimensiones subjetivas que analizamos en torno a este problema: la estigmatización, como violencia simbólica, que pesa históricamente sobre los sectores sociales más desfavorecidos, y que se traduce en una vivienda deficitaria y urbanísticamente segregada.

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Mapa N° 2: Proyectos estructurantes y valor del sue lo, 2012, Mar del Plata Fuente: Municipalidad de Gral. Pueyrredon, Revista La Plaza Inmobiliaria y trabajo de campo

Programas de vivienda como el Dignidad, seguirán abonando las cifras preocupantes de los expertos del Pacto DESC, para quienes el derecho a la vivienda no se debe interpretar en un sentido restrictivo que lo equipare, por ejemplo, con el cobijo que resulta del mero hecho de tener un tejado por encima de la cabeza (Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 1991).Sentido encubierto, como diría Paul Bromberg21, por discursos grandilocuentes que se bifurcan de las acciones públicas. No obstante, en el marco de las condiciones generales de reproducción de una formación social (Pradilla, 1984), opera, junto a esta dispersión de fuerza de trabajo y capital, otra tendencia combinada a ella y es la concentración centralizada del capital y no trabajadores. En efecto, en el mismo espacio temporal delos procesos descriptos anteriormente, se produjeron cientos de edificios para uso residencial de alta gama, en el área central y el frente costero, tendencias opuestas pero complementarias en el proceso de incremento de las rentas y el precio del suelo, tanto en Mar del Plata como en Santa Fe (Cuadros N° 4 y N° 5, Mapas N° 2 y N° 3)

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Mapa N° 3: Proyectos estructurantes y valor del sue lo, y ubicación de barrios erradicados y nuevos dis positivos habitacionales 2012, Santa Fe Fuente: Elaboración propia.

3. CONCLUSIONES

En la representación producida, en la que un sector de la sociedad carecería de condiciones y posibilidades para ejercer sus derechos y por tanto deben ser asistidos, se oculta un enfrentamiento que constriñe a dichos sectores a una docilidad intensa. Se impone así un “paquete tecnológico”, propio de la ciudadanización,22 que opera produciendo la ruptura de ciertas relaciones de clase. En otras palabras, la construcción de pseudo identidades (ilegal, usurpador, inundado, delincuente…),se legitima y reproduce en las tecnologías sociales de las políticas públicas, a través de un discurso que categoriza a los sectores sociales bajo niveles de ciudadanía, que los significa como subjetividades desposeídas. Pero, ¿cómo se correlaciona la estigmatización, base de la segregación, de fracciones sociales empobrecidas, con los modos de producción del espacio?, ¿cómo se naturaliza dicho discurso en la institucionalización de las formas diferenciadas de apropiación de la ciudad? La identidad tecnologizada en la imbricación de la estatalidad extensa y la estatalidad profunda,23 se erige entonces en norma. Despojado de contenido, tanto material como social, el discurso se presenta

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como suficiente, reglamentando lo necesario y lo satisfactorio, disolviendo la confrontación y alejando la dialéctica hacia la negación abstracta. Empero, previamente fue necesario construir al otro mediante aquellas pseudo identidades estigmatizantes, de manera de desarmarlo y transformarlo en soldado social, aquel que internaliza y prolonga las órdenes de otros, a los efectos de sostener y reproducir el orden dominante (Marín, 2009). De esta manera, la erradicación de población que habita en situación de riesgo y/o en los denominados asentamientos y villas, al presentarse como una acción ineludible y sin alternativas, impone una nueva racionalidad que rige el ordenamiento de los cuerpos, su relación con lo social y con las cosas, su espacialidad. En suma, a partir de las normas sociales de las que emanan las estigmatizaciones, éstas se extienden y proyectan sobre la ciudad a través de una tecnología fina y calculada de la producción del espacio, a partir de la cual, a su vez, se reproducen y se amplían en y con la segregación. Así, la contradicción se vuelve ininteligible y la representación como problema desaparece. Lo disuelto, el movimiento dialéctico, se cosifica en la exterioridad del espacio y del tiempo. Nos preguntamos entonces, ¿cómo se radica el poder de tales representaciones en una sociedad compleja?, ¿cómo se proyectan y se expanden desde lo ficticio a lo real a nivel de la totalidad? Con estas interrogaciones buscamos observar y hacer visibles aquellos momentos en los cuales el discurso hegemónico se detiene en un nivel medio de la reflexión, “ésta no confronta todavía o deja de confrontar los pensamientos diversos y opuestos que, por tanto, se degradan en representaciones” (Lefebvre, 1983: 23). Lo que procuramos es hacer inteligibles los mecanismos y entramados sociales que constituyen y refuerzan las formas diferenciales de apropiación del espacio, donde fenómenos como la segregación voluntaria y/o forzosa se establecen como un hecho estático en la historia de la construcción de lo urbano, y que encuentran su génesis y desarrollo en distintos momentos de las luchas sociales. En suma, indagamos sobre las bifurcaciones temporales de estos momentos, cómo se va abriendo la estatalidad en las diferentes acciones y cómo se van legitimando en una sucesión de diversas coyunturas, no como una sumatoria de situaciones aisladas ni como un libreto pre-establecido, sino como un proceso que se va cosiendo a partir de ellas. En el marco espacio-temporal que venimos observando, las consecuencias de la reestructuración neoliberal que se manifiestan con mayor intensidad a nivel urbano, implican el acondicionamiento de los espacios públicos de carácter central vinculados al turismo, la recuperación de infraestructuras obsoletas o en desuso (principalmente ferro-portuarias) para su utilización como equipamiento comercial y de ocio, la intensa verticalización residencial concentrada en áreas de carácter central, el reimpulso de emprendimientos de “barrios privados” en áreas del conglomerado, la regularización dominial de áreas periferizadas, la erradicación y relocalización de sectores considerados como “asentamientos precarios en zonas no habitables e inundables”, la continuidad de los planes masivos de vivienda con marcadas irregularidades e interrupciones en su desarrollo, etc. En otros términos, recuperando nuevamente a Lefebvre (1972), asistimos al movimiento dialéctico de implosión-explosión de la ciudad de lo que este autor denominó “fase crítica” de la urbanización, como campo ciego. La estrategia urbana del nivel global, a través del espacio instrumentalista, permite la segregación programada generalizada, entendida como disgregación de la vida urbana, social y mental, destruyendo morfológicamente la ciudad.

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Reflexionamos sobre la relación del capital inmobiliario, financiero y empresarial vinculado a los gobiernos de turno, o en otras palabras, cómo se constituye la territorialidad burguesa, y, a su vez, cómo esta da lugar a las acciones coercitivas de los aparatos del Estado sobre las fracciones sociales más desfavorecidas. Así, tornamos visible cómo las distintas formas y procesos de segregación, abordando particularmente la denominada forzosa, devienen de una suma de intereses de las fracciones sociales dominantes que se encubren tras la racionalidad estatal instaurada en forma de dispositivo biopolítico habitacional. Asimismo, se reduce la contradicción del espacio a una cuestión de zonificación de la ciudad en áreas habitables y no habitables, profundizándose la segregación socio-espacial, revestida como “inevitable relocalización”. ¿Se consolidará estratégicamente aquella relación, en lo que Lefebvre llamó un “urbanismo total”? 4. NOTAS Y REFERENCIAS 4.1 Notas

1 Este artículo forma parte de los proyectos de investigación “Formas socio-territoriales de apropiación del habitar en ciudades medias argentinas” (15/B 208, subsidiado por la Universidad Nacional de Mar del Plata) y “Apropiación/expropiación de territorialidades sociales. Análisis comparativo de procesos de erradicación/relocalización de sectores sociales empobrecidos, en ciudades argentinas” (PICT 2010-2414, subsidiado por el FONCyT/ANPCyT), ambos radicados en el Centro de Estudios del Desarrollo Urbano de la Universidad Nacional de Mar del Plata, bajo la responsabilidad de la Dra. Ana Núñez.

2 ¿Cómo comprender, si no, el crecimiento en profundidad y extensión de los denominados asentamientos precarios, en la mayoría de las ciudades de América Latina?

3 Siguiendo a Sabatini, Cáceres y Cerda (2004:64), la segregación residencial puede ser definida como el grado de proximidad espacial o de concentración territorial de familias pertenecientes al mismo grupo social, independientemente de cómo se definan las diferencias sociales, la que tiene tres dimensiones: concentración en áreas específicas, conformación homogénea de áreas o barrios, y la percepción subjetiva que los habitantes tienen de las dos primeras dimensiones. Esta última consiste en el sentimiento de “estar de más”.

4 Habitar en contraposición al doble fetichismo de la ilusión urbanística y la ilusión estatal de hábitat (Lefebvre, 1969; 1972), pues Habitar, para el individuo o para el grupo, es apropiarse de algo. Apropiarse no es tener en propiedad, sino hacer su obra, modelarla, formarla, poner el sello propio. Habitar es apropiarse un espacio (...) el conflicto entre apropiación y constreñimiento es perpetuo a todos los niveles, y los interesados los resuelven en otro plano, el de lo imaginario (Lefebvre 1971: 210).

5 Partiendo de las sugerencias teóricas de Marín y Lefebvre, definimos territorialidad como la imbricación identitaria y epistémico-cultural de los distintos espacios sociales de pertenencia; como ámbitos de producción y reproducción de las condiciones sociales y materiales de existencia; como una argamasa de relaciones sociales, y en cuya construcción operan procesos de apropiación/expropiación de esas condiciones. En Núñez (2012).

6 Entendemos inundación en el sentido de Roze (2003), como un constructo social percibido y operacionalizado por los aparatos del Estado para normalizar y naturalizar las relaciones de desigualdad del orden vigente.

7 Nos referimos a los proyectos esbozados en el “Plan Estratégico Santa Fe Siglo XXI”, publicado por la municipalidad en julio del año 1998, y el documento de trabajo “Pre-diagnóstico” del mismo plan del año 2001, como así también al Plan de Obras Mar del Plata 2000, también de mediados de la década de 1990.

8 Es de destacar que en Mar del Plata hay más de 200 asentamientos, en el que habitan alrededor del 20% de la población de la ciudad. Empero, el “Villa Paso” estaba localizado en zona no inundable, con todos los servicios de infraestructura, equipamiento social, cercano a las fuentes de trabajo, etc. Es decir, excelentes condiciones urbanísticas.

9 En Mar del Plata, la propuesta de un plan estratégico surgió de una Junta Promotora, formada por intereses empresarios y profesionales. En síntesis, surge de un grupo con poder y con intereses económico-financieros determinados (Núñez, 2004). En Santa Fe, se conformaron los equipos técnicos en consonancia con los colegios profesionales, con alrededor de ocho profesionales y coordinadores, donde es de notar que se incluía un Ingeniero directamente designado por las instituciones empresariales.

10 Para una descripción del análisis sobre estructura y morfología urbana de Santa Fe, ver Crovella (2011); Acebal y Crovella (2013; y sobre Mar del Plata, Núñez (1994 y 2012a).

11 Conformado con el objetivo de otorgar jerarquizar el rol y incidencia de las instituciones científico tecnológicas que lo integraron: la Universidad Nacional del Litoral, la Universidad Nacional de Rosario, la Universidad Católica de Santa Fe, la Facultad Regional Santa Fe de la Universidad Tecnológica Nacional, el Instituto Nacional del Agua (INA), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y el CERIDE/CONICET.

12 La población desplazada en el momento de la inundación del año 2003 fue de 139886 personas, el 28,6% de la población total de Santa Fe. Según el informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe - Naciones Unidas: “Evaluación del impacto de las inundaciones y el desbordamiento del río Salado en la provincia de Santa Fe, República de Argentina en 2003” (disponible en

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www.eclac.org/id.asp?id=12613), el 20 % de los Jefes de núcleos familiares estaban desocupados, significando una tasa de desempleo del 26,5%. Si se relacionan los jefes desocupados con los jefes económicamente activos, dicha tasa era más del doble que la que registraba la Encuesta Permanente de Hogares para todo el aglomerado Santa Fe (12,5%). Además, el 80% del total de los núcleos familiares relevados no tenía ningún miembro ocupado en el sector formal de la economía y, utilizando el criterio de “Línea de Pobreza”, el 76,9 % de los núcleos familiares y el 84,8% la población afectada era pobre (Crovella, 2011: 124).

13 Una explicación más detallada sobre este caso puede encontrarse en Crovella (2011).

14 Síntesis de la Resolución N° 2260/03 del Poder Ejecu tivo de la Provincia de Buenos Aires (Aprobación del sub Programa “Dignidad”). Esta resolución es cinco años posterior al lanzamiento del proyecto de relocalización, que fue en 1998.

15 Para un exhaustivo análisis de las dos relocalizaciones en torno a las tres generaciones de habitantes de este asentamiento, como así también sus características socio-demográficas, ver Núñez (2011 y 2011ª).

16 Síntesis basada en las Actas de Sesiones del Honorable Concejo Deliberante, Municipalidad de Gral. Pueyrredon; 6° y 7° reunión, 2° y 3° Ordinaria, Período 89, 29/04/04 y 13/05/04, en trevistas personales, y distintos medios de prensa locales.

17 Asimismo, las relaciones heterónomas aparecen con claridad en el Dec. 750 de selección de adjudicatarios sobre inscriptos en el registro de emergencia habitacional, cuando en su Art. 7º establece como criterio complementario de evaluación el “Tiempo de atención en el servicio social”.

18 Se retoman aspectos planteados en Núñez (2011): “Indicadores del derecho a una vivienda adecuada, en la interpretación autorizada del Pacto DESC. Evaluación del Programa de viviendas IX- Dignidad, en Mar del Plata (1998-2011)”. Trabajo final presentado en la Especialización en Políticas y Mercados de suelo en América latina, Universidad Nacional de Colombia.

19 El Índice de calidad de vida urbana es una medida resumen de análisis multivariado de educación, salud, vivienda y condiciones ambientales; y el Índice de vulnerabilidad socio-sanitaria contempla servicios públicos, educación, sanidad, vivienda, cobertura social. En Atlas territorial del Ptdo. de Gral. Pueyrredon, Grupo GESPyT, Fac. Humanidades, UNMdP.

20 Queremos destacar que los “Contenidos básicos del Programa de trabajo social”, de la municipalidad, preveía actividades anteriores, durante y posteriores a la relocalización con los habitantes del asentamiento, pero nunca se realizaron.

21 Paul Bromberg es un físico y político colombiano, ex alcalde de Bogotá, Profesor de la Especialización en Políticas y Mercados de Suelo en América latina. Palabras dichas en una de sus clases del curso 2011, siendo alumna la Dra. Ana Núñez.

22 Siguiendo a Marín (2009:88-68), “la ciudadanía es un ámbito que rompe las relaciones de clase entre los individuos, los constriñe a la docilidad; y, por ende, la ciudadanización forma parte del proceso expropiatorio del poder de los cuerpos. Es un operador del poder de la burguesía”, y “no hay que olvidarse de que antes de ser ciudadano hay que ser soldado”.

23 Por estatalidad profunda referimos a las estrategias de reproducción adaptativas; trayectorias, vínculos y relaciones sociales en el entramado de instituciones políticas; entre el secreto y la lucha por abrirse camino (Marx, 1968); y por estatalidad extensa a la permeabilidad hacia y con el exterior (burocracia, empresas, vecinos); a la construcción y reproducción de estrategias y categorías que reproducen el orden dominante en las instituciones sociales. Se trata de ver cómo ambas se vertebren y se mantienen en una vaporosa indefinición, en cuanto a límites y contenidos, y así la estatalidad se instala en el imaginario. En Núñez (2012).

4.2 Referencias bibliográficas

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riURB • Revista Iberoamericana de Urbanismo nº11 • M. M. Cardoso • Desaceleración en el crecimiento demográfico del Área Metropolitana de Santa Fe

Recibido: 26/11/2013 – Aceptado: 30/04/2014 Bajo licencia Creative Commons

DESACELERACIÓN EN EL CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO DEL ÁREA METROPOLITANA DE SANTA FE, ARGENTINA. La atracción de los asentamientos menores para la construcción de viviendas unifamiliares. María Mercedes Cardoso. Profesora de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina. Becaria Postdoctoral de CONICET, Argentina. Doctora en Geografía por la Universidad de Salamanca, España. Mail: [email protected] [email protected] RESUMEN: Las tendencias iniciadas en 1970 en el sistema urbano argentino implican un cambio en el sentido de los flujos de los migrantes: de ser verticales (desde localidades menores o del campo hacia las mayores) pasan a ser horizontales entre centros de igual rango o menor, siguiendo las ventajas de localización y las especializaciones de los núcleos. El atractivo de una localidad ya no radica en el rango de jerarquía (y lo que ello representaba) sino en la oferta de un espacio urbano que asegure una mejora en la calidad de vida. En el caso del Área Metropolitana de Santa Fe se observa, por un lado la desaceleración en el crecimiento demográfico de todo el conjunto, y por el otro, las mayores variaciones intercensales registradas en los pueblos grandes, donde la oferta de suelo urbano para construir viviendas unifamiliares, entre otros, actúa como importante factor de atracción de nuevas poblaciones. Palabras claves: tendencias de crecimiento demográfico, pueblos grandes, viviendas unifamiliares. POPULATION GROWTH DECELERATION IN THE METROPOLITAN AREA OF SANTA FE, ARGENTINA. The appealing factors of small settlements to build single-family homes. Since 1970’s, the argentine urban system has been undergoing a change in the direction of its migration flows: once vertical (from smaller towns or rural areas towards big cities), they are now horizontal (among equal localities or towards smaller towns) due to localization advantages and local specializations. The main factor of attraction of a settlement is no longer its hierarchical range (and the advantages and disadvantages implied), but the possibilities it provides to improve life quality. In the metropolitan area of Santa Fe City, urban population growth of the whole area is slowing down, as a parallel increase in intercensal variations of big towns takes place. The offering of urban lots for the building of single-family homes (along with other considerations) acts as an important factor of attraction for new populations. Keywords: population growth trends, big towns, single-family homes.

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1. INTRODUCCIÓN: En los estudios de los sistemas urbanos de esta primera década del siglo XXI se observa la acentuación de las tendencias iniciadas en 1970, cuando los procesos inaugurados por la nueva Era Postindustrial o Informacional implicaban un quiebre en la concentración demográfica y económica en las grandes urbes, capitales de países latinoamericanos y primeras ciudades de las jerarquías urbanas nacionales. Los procesos descentralizadores cobran mayor fuerza con el agravamiento de las crisis en las ciudades de antigua industrialización. Los flujos de los efectivos demográficos van en detrimento de la jerarquía urbana, ya que se registran migraciones desde las mayores ciudades hacia las menores, tal como ocurre en Argentina desde 1970, donde el mayor crecimiento de las aglomeraciones de tamaño intermedio, de los pequeños pueblos y ciudades se da a expensas ya no solo del campo abierto (como antes), sino de la mayor aglomeración: Gran Buenos Aires (GBA). La fluidez de la población en el espacio deja de tener un sentido vertical para volverse horizontal, en función de las ventajas de localización y las especializaciones que se dan entre los asentamientos. Ya no es el rango de la jerarquía la variable que determina el atractivo de una localidad (siguiendo la racionalidad de la economía de aglomeración que primó en la era industrial), sino el efecto de una gestión local eficiente, que le garantice a la población una mejor calidad de vida. Como resultado, las tasas de concentración de población urbana en la primera ciudad de la jerarquía nacional disminuye y la redistribución de la población en localidades de menor tamaño se consolida. Incorporando los resultados del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (CNPHV) de 2010 recientemente publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) Argentina, se actualiza el estudio de la evolución del sistema urbano argentino en las tendencias que presenta para el área de estudio compuesta por 24 localidades ubicadas en la provincia de Santa Fe.

El ‘Gran Santa Fe’, según los criterios de INDEC en 2001 se compone por: Santa Fe (que incluye Alto Verde, Colastiné Norte y Sur y La Guardia); Santo Tomé; Recreo (que incluye a loteo Ituzaingó y San Cayetano); San José del Rincón (que en el Censo de 1991 se incluía dentro de Santa Fe y en éste está separado); Sauce Viejo (comprende Sauce Viejo, que incluye Villa Angelita y Villa Adelina – que incluye Villa Adelina este y oeste y Parque Industrial-) y Arroyo Leyes (que comprende Arroyo Leyes y Rincón norte). En total cuenta con 454.238 habitantes en ese año. En esta investigación se trabaja con un área metropolitana ampliada, ya que teniendo en cuenta un criterio funcional se incluyen más localidades que las anteriormente mencionadas.

El área de influencia de las funciones de la ciudad de Santa Fe, capital de la provincia homónima argentina, abarca los siguientes núcleos: Santa Fe: ciudad principal del área metropolitana, incluye Alto Verde, Colastiné Norte y Sur y La Guardia; Santo Tomé, Sauce Viejo, comprende Sauce Viejo –que incluye Villa Angelita- y Villa Adelina –incluye Villa Adelina este y oeste y Parque industrial-; San Agustín, al sur; Recreo, al norte, incluye Loteo Ituzaingó y San Cayetano; Monte Vera; Arroyo Aguiar; Santa Rosa de Calchines; Gobernador Candioti; Campo Andino (hasta 1991 denominado San Pedro); Laguna Paiva; Nelson; San José del Rincón, al este de Santa Fe; Arroyo Leyes, comprende Arroyo Leyes y Rincón Norte; Hacia el oeste de Santa Fe, incluimos: Esperanza (según el censo de 2001 incluye Barrio Alborada y Barrio Anahí); Franck; Empalme San Carlos; San Carlos Centro; San Carlos Sur; San Carlos Norte; San Jerónimo Norte; San Jerónimo del Sauce; Humboldt; Las Tunas.

Todos estos municipios y comunas, que reúnen en 2010 un total de 603.551 habitantes, se encuentran en una interdependencia funcional muy estrecha, debido a la especialización en las actividades que se ha dado como producto de la evolución histórica de los asentamientos, desde la fundación de colonias y pueblos, hasta la conformación del área metropolitana. Por ejemplo, la

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ciudad principal, Santa Fe, como capital provincial desempeña funciones político – administrativas, desarrollando una gama de servicios complejos que presta a las demás localidades de la región. También es centro de tres grandes universidades: Universidad Nacional del Litoral, Universidad Tecnológica Nacional y Universidad Católica de Santa Fe, mas una serie de institutos terciarios. El área de influencia de esta función (la educativa) es más amplia, por cuanto no solo convoca a personas de localidades del área metropolitana, sino también de toda la provincia y aún de provincias vecinas. Las localidades del norte de Santa Fe (Monte Vera y Recreo) representan el área hortícola que abastece a la región de sus productos frescos. Esperanza, Franck, San Carlos, San Jerónimo Norte y del Sauce, Humboldt y Empalme San Carlos constituyen la cuenca lechera, un área de trascendencia nacional; la industrialización de la leche abastece a la zona, comercializándose también a nivel nacional e internacional (en ciertos productos). Estas ciudades, antiguas colonias agrícolas de inmigrantes alemanes, suizos y franceses, por su vocación artesanal, desarrollaron industrias destacadas como las mueblerías, fábricas de arados, de calderas, en Esperanza, o vidriería en San Carlos, etc. Las relaciones comerciales y laborales entre ellas dan el dinamismo que define este tipo de aglomeración.

El período de tiempo considerado para el estudio inicia en 1960 hasta 2010 para el análisis de la población y desde 2001 hasta 2012 para la variable ‘permisos de edificación’. Se ubica en el momento en que el sistema urbano argentino cambia su tendencia de crecimiento hacia una concentración más desconcentrada, tal como se mencionaba en las primeras líneas de la introducción. Por ello se presenta, en primer lugar, un repaso de la evolución del sistema urbano argentino haciendo hincapié en el período iniciado en 1970, cuando se dan las principales transformaciones en el contexto socio-económico y en los años comprendidos entre 2001 y 2010, por ser los últimos de la serie.

La principal hipótesis de investigación se concreta en esta afirmación: dentro del proceso de desaceleración del crecimiento demográfico del sistema urbano que compone el AMSF son los pueblos grandes los que ejercen mayor atracción por una serie de factores conjugados; ente ellos destaca la disponibilidad y oferta de suelo urbano para la residencia. Se observa una mayor construcción de viviendas unifamiliares en ciertas localidades (particularmente en Franck, San Carlos Centro y Esperanza) mientras que Santa Fe vive una retracción en esa variable, en la última década.

A partir de la actualización de los datos provistos por el Censo 2010, se procede al cálculo de la variación intercensal (VI) y de la tasa media anual de crecimiento (TMAC) para las localidades del AMSF a fin de identificar continuidades y cambios en la evolución según tamaños y características de los núcleos. Resulta de interés la asociación a posibles factores que atraen y repelen población y la comprensión de los procesos asociados. Finalmente, se procede al análisis de la evolución de la construcción de viviendas unifamiliares en ciertas localidades del área de estudio, variable que permite visualizar la disponibilidad y oferta de espacios urbanos para el uso del suelo residencial de baja densidad, modalidad de preferencia entre los nuevos grupos sociales, actores y constructores de la ciudad en el momento actual. 2. TENDENCIAS EN LA EVOLUCIÓN DEL SISTEMA URBANO ARGENTINO Y LOS PROCESOS URBANOS ASOCIADOS. El sistema urbano argentino comparte la característica de ser muy desequilibrado, como otros latinoamericanos. Es doblemente concentrado: el Gran Buenos Aires aglutina el 35% de la

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población urbana total del país y el 45% de todas las aglomeraciones se localizan en una reducida porción del territorio nacional (provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe), donde la cobertura es casi continua, especialmente en el eje urbano-industrial Paraná-Plata. Es altamente desequilibrado en cuanto a sus niveles jerárquicos: la relación entre el GBA y Gran Córdoba y Gran Rosario es de 10 a 1, situación que se repite en los niveles inferiores. Desde el punto de vista funcional es centralizado y radiocéntrico: en el eje urbano industrial Paraná-Plata (Gran Santa Fe-Gran La Plata) converge la mayor parte de las redes de transporte y comunicaciones; desde allí éstas se abren en abanico presentando una trama más cerrada en las regiones Buenos Aires y Centro y más abierta cuando nos alejamos de la misma. Existe una escasa interacción de los sistemas urbanos regionales y gran dependencia del eje urbano industrial, afectando la complementariedad entre sistemas y dejando vastos territorios fuera del alcance de ciertas funciones.

Cohorte Crecimiento total en miles de habitantes y porcentaje 1950-1960 1960-1970 1970-1980 1980-1991

I- Población dispersa y en aglomeraciones de hasta 49.999

hab.

436 12,6% 129 3,8% 844 19,6% 1.128 24,1%

II- Población en ATI’s de 50.000 o más hab. Excepto

GBA.

1.372 39,7% 1.581 47,1% 1.966 45,6% 2.261 48,2%

III- Población del Gran Buenos Aires.

1.650 47,7% 1.650 49,1% 1.500 34,8% 1.300 27,7%

Tabla 1. Argentina, volúmenes de crecimiento total, por cohorte de tamaño de aglomeración (en sus lími tes de 1991) y por subperíodo, 1950-1991. Fuente: VAPÑARSKY, C. A. (1994). “Crecimiento urbano diferencial y migraciones en la Argentina: cambios de tendencias desde 1970”, en Estudios migratorios latinoamericanos, Año 9, nro. 27, p: 232.

Entre 1950 y 1991 la población nacional casi se duplica (se multiplicó por 1,9), sin embargo, el comportamiento por cohorte es diferencial (Tabla 1): cohorte I, crece poco en valores absolutos (se multiplica por 1,3) y en valores relativos desciende de cerca de la mitad a casi exactamente un tercio de la población nacional; la cohorte III, GBA, más que se duplica en valores absolutos (se multiplica por 2,2), pero, en valores relativos, después de ascender bastante, desciende hasta poco más de un tercio de la población nacional; la cohorte II, población de Aglometaciones de Tamaño Intermedio (ATI’s) casi se triplica en valores absolutos (se multiplica por 2,9) y en valores relativos asciende sistemáticamente desde poco más de 1/5 hasta poco menos de un 1/3 de la población nacional (Vapñarsky, 1994). Por lo tanto, la población que en 1950 se distribuía muy desigualmente por las tres cohortes, en 1991 logra una redistribución constituyendo un tercio por cohorte, aproximadamente, debido a que entre el ´70 y el ´80, el mayor crecimiento de la población urbana se da en las ATI’s, superando al del GBA (Gráfico 1). El reequilibrio en la proporción de la población por cada cohorte se debe a dos factores conjugados: 1- los cambios en las tendencias migratorias; y 2- la reducción de diferencias entre los ritmos de crecimiento vegetativo de diferentes regiones y aglomeraciones del sistema.

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Gráfico 1. Porcentajes de población total de Argent ina, por cohortes de aglomeraciones, 1950-1991. Fuente: VAPÑARSKY, C. A. (1994). “Crecimiento urbano diferencial y migraciones en la Argentina: cambios de tendencias desde 1970”, en Estudios migratorios latinoamericanos, Año 9, nro. 27.

Desde la perspectiva de nuestro análisis nos interesa resaltar que: “los migrantes procedentes de la cohorte I diversificaron los destinos de sus desplazamientos: después de 1970 comenzaron a orientarse de preferencia, más que hacia Gran Bs. As., hacia la cohorte de las ATI’s, y más que hacia la cohorte entera, hacia la subcohorte de las pequeñas ATI’s, donde después de 1980 tendieron a concentrarse los lugares de destino de los ahora comparativamente pequeños volúmenes de migrantes internos” (Vapñarsky, 1994, 256). Dicha distinción permite observar que si bien todas las ATI’s crecieron en todos los períodos, lo hicieron de manera más notoria las pequeñas ATI’s (1). El crecimiento de la población de cohorte II en el sistema nacional no solo se da a expensas de la cohorte I, sino también de la III. Además, la subcohorte de las pequeñas ATI’s se beneficia con el traspaso de población desde las grandes ATI’s. Es esta la evidencia más clara de una desconcentración poblacional, es decir, de unos procesos de contraurbanización incipientes a nivel interurbano. La década de 1970 representa un quiebre o una ruptura en las tendencias. A partir de ese año la cohorte II: aglomeraciones de tamaño intermedio (ATI’s) en términos de Vapñarsky y Gorojovsky (comprendida por los asentamientos de 50.000 habitantes o más, exceptuando el GBA), presenta el mayor crecimiento poblacional en términos absolutos y relativos que las demás cohortes (Cohorte I: fuera de aglomeraciones, en campo abierto y en aglomeraciones de menos de 50.000 habitantes; y Cohorte III: GBA). C. Erbiti, actualizando este análisis al censo de 2001 corrobora esta tendencia concluyendo: “con respecto a la participación de las distintas Categorías en relación a la población urbana total se observa que, si bien disminuyó la de las ciudades de más de un millón de habitantes, las aglomeraciones de la Categoría II y I aumentaron, aunque con diferencias, su representación en el periodo 1991-2001. Ello se correlaciona con los desplazamientos a lo largo de la jerarquía, con la disminución de las tasas de concentración y con el crecimiento demográfico; lo cual está indicando una redistribución de la población en localidades de menor tamaño y, con ello, una leve tendencia a mejorar el equilibrio de los distintos niveles jerárquicos” (2003, p:19).

0%

20%

40%

60%

80%

100%

Años

Cohorte I: Resto de la población nacional Cohorte II: ATI's, de 50.000 hab. o más en 1991.

Cohorte III: Gran Buenos Aires.

1950 1960 1970 1980 1991

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Figura 1. Sistema urbano argentino. Ciudades de má s de 50.000 habitantes en 2001. Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas, 2001. INDEC. Argentina.

Entre 1991 y 2001 continua la tendencia a la concentración de la población, pero con una mejor distribución (Erbiti, 2008). De ello resulta un sistema urbano configurado de la manera que lo expresa la Figura 1, en la que se representan las ciudades de más de 50.000 habitantes.

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Categorías y subcategorías Crecimiento urbano (CU) %

Variación Intercensal (VI) %

III- Aglomeraciones de más de 1 millón 0,52 5,33 II- ATIs Mayores (400.000 a 999.999) 1,23 13,13 II- ATIs Menores (50 a 399.999) 1,76 19,33 I-Ciudades pequeñas (20.000 a 49.999) 1,77 19,48 I-Pueblos grandes (2.000 a 19.999) 2,21 24,78 Población rural -0,88 -8,40

Tabla 2. Crecimiento urbano y variación intercensal de la población según categorías y subcategorías d e localidades entre 1991 y 2001. Fuente: ERBITI, C. (2008). “Un sistema urbano en transformación. Metapolización, metropolización y ciudades intermedias; dinámicas”, en Roccatagliata, J. A.: Argentina. Una visión actual y prospectiva sobre la dimensión territorial. Buenos Aires: Ed. Emecé.

Tal como se observa en la tabla 2, la ciudad cabecera del sistema urbano nacional (GBA), Gran Córdoba y Gran Rosario que componen la cohorte (o categoría) III, entre 1991 y 2001 tienen el menor crecimiento poblacional (CU y VI bajas) y a medida que ascendemos en el tamaño de las localidades, el crecimiento se vuelve más elevado. Las ATIs mayores (7 en todo el país, entre ellas se encuentra Gran Santa Fe) en 2001 presentan VI media y CU bajos y las ATIs menores, que son 54, registran VI y CU medios, al igual que las numerosas ciudades pequeñas (94). Los pueblos grandes, que ascienden a un total de 741 son los que poseen mayores crecimientos. Son aquellas dedicadas a las actividades turísticas o bien en el radio de expansión de una región metropolitana las que destacan en los valores analizados.

Las ciudades de tamaño medio o pequeño, incluso el espacio rural, se tornan más atractivas para la instalación de actividades económicas y de la población. Por ejemplo, la industria y los servicios ven en ellas mano de obra de baja conflictividad social, mercado emergente, bajos costos de transporte, buenas comunicaciones (no congestionadas, ni saturadas), etc. Predominan las pequeñas y medianas empresas (PyME) de capital nacional o local incentivadas por los gobiernos municipales o provinciales que emplean mano de obra y profesionales del lugar. A la población le atrae un medio ambiente más sano, menos contaminado, un hábitat más seguro, limpio, tranquilo. Al mismo tiempo, se dan las estrategias de desarrollo desde abajo o local, las cuales vuelven muy dinámicos y pujantes estos asentamientos. Con el desarrollo de las comunicaciones y transportes es posible disociar el lugar de trabajo y la residencia. A su vez, aumenta la fluidez del espacio el mayor acceso al automóvil (el parque automotriz argentino creció exponencialmente en las últimas 2 décadas).

Uno de los procesos que alimentan estas tendencias observadas en los flujos de población entre diferentes cohortes demográficas es el denominado éxodo urbano: movimientos centrífugos de población desde el centro de las grandes ciudades hacia las zonas suburbanas, rururbanas o ciudades menores, provocando el fenómeno del Declive Urbano y el Renacimiento Rural. El éxodo rural, generado por la mecanización del campo y la demanda de trabajadores de la industria urbana, se ve transformado por otro de signo contrario: personas que eligen dejar la ciudad para establecerse en espacios rurales tradicionales, atraídos por una mejor calidad de vida que ofrece el campo, escapando del ambiente contaminado, caótico, congestionado e inseguro de la ciudad. Por ello su denominación de ‘éxodo urbano’, proceso que no habría tenido lugar sin las complejas transformaciones económicas, sociales, políticas y territoriales puestas en marcha por la revolución informacional de los años 70 del siglo pasado, fundamentalmente con el desarrollo de las innovaciones tecnológicas y de las comunicaciones que hicieron posible la fluidez de los diferentes objetos en el espacio (entre ellos la población) y la accesibilidad en el sentido amplio de la palabra.

Diversos autores se refieren a ‘declive urbano’ como la reducción del dinamismo económico y demográfico de las grandes ciudades, fenómeno detectado a partir de los años ´60, pero intensificado en los ’70 y ’80. Dicho dinamismo se traslada ahora a las ciudades pequeñas o áreas rurales. El declive urbano es un “factor intensificador de la crisis urbana y reforzador de las desigualdades intraurbanas” (Valenzuela, 1988, 25) en el sentido de que se acentúa la pérdida de la

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calidad de vida de ciertos grupos sociales, quienes pasan a constituir sectores urbanos marginales y segregados a partir de la desindustrialización, es decir la descentralización de población y empleo del sector industrial y de la falta de desarrollo de los sectores terciario y cuaternario. La crisis se distribuye selectivamente según tamaños urbanos, afectando más intensamente a las ciudades mayores y a regiones de más antigua urbanización. Un mismo país o región puede presentar cuadros críticos muy contrastados, que requieran tratamientos diferenciados (Valenzuela, 1988, 122). Para el caso de las ciudades latinoamericanas, el declive urbano también se evidencia principalmente en las ciudades mayores, las cuales reducen considerablemente su crecimiento y hasta comienzan a perder población y actividades en los municipios centrales. Por más que la urbanización en este espacio se dio hace apenas cinco décadas, es destacable el carácter acelerado de estos procesos y cambios de tendencia, puesto que en los ’80 sobreviene la desindustrialización y a continuación el declive urbano.

Otro proceso muy discutido (Arroyo, 2001), pero identificado en estas tendencias es el de ‘contraurbanización’. Es definido (2) según Carlos Ferrás Sexto como: “el proceso de movimiento desconcentrado de personas y actividades económicas desde las áreas urbanas hacia las rurales. Implica la aceleración de la desconcentración en las áreas urbanas y el consiguiente crecimiento en determinadas áreas rurales de los países desarrollados” (Ferrás Sexto, 1998, 607). La contraurbanización, como fenómeno desconcentrador de población y descentralizador de actividades provoca la pérdida de peso (relativo, en un primer momento, absoluto, después) de las grandes ciudades, las metrópolis millonarias a favor del crecimiento de las ciudades medias y pequeñas de las jerarquías urbanas. Este proceso cuenta con la desventaja de que resulta muy difícil de demostrar, ya que cuando el espacio rural gana en población, deja de tener ese carácter para volverse espacio rururbano, suburbano o urbano con unas características de máxima difusión y baja densidad demográfica (cualidades que tradicionalmente no se asociaban a un espacio urbano). Es decir, el contenido de la ciudad hoy en día es muy diferente al de antaño. Es así como ese espacio rural con población urbana recientemente radicada pasa a la categoría de pueblo grande, ya considerado espacio urbano, perdiéndose para el estudio posterior de su evolución y la demostración de dicha teoría. Son los pueblos pequeños (de menos de 2.000 habitantes), donde quedan incluidos los countries y barrios cerrados, los que corresponden a la categoría de rural.

La crisis urbana es un fenómeno amplio en el que se incluyen el declive urbano, renacimiento rural y contraurbanización. Manuel Ferrer define a esta crisis urbana como “regresión ambiental y social en sus múltiples manifestaciones” (1988, 101) reconociendo tres niveles: 1)- nivel intraurbano, es decir, en el interior de las ciudades: se da un empobrecimiento y reducción de la complejidad de funciones debido a que diversos sectores se especializan; se produce el aislamiento y segregación social; 2) nivel interurbano, es decir, en el sistema urbano: se produce la descentralización y desconcentración de población desde asentamientos mayores a menores en la jerarquía con efectos positivos y negativos; 3)- a nivel regional: se da un “predominio de unas regiones sobre otras, por vía de acumulación de poder (económico, público) y de funciones (desarrollo, capital, innovaciones, etc.)” (Ferrer, 1988, 106), así se distinguen las regiones centro de las regiones periféricas. No obstante, el factor causante de esa acumulación ha cambiado con el fin de la Era Industrial y el comienzo de la Informacional: antes era el desarrollo industrial, ahora el del sector terciario y cuaternario favorecido por la flexibilidad espacial para las nuevas tecnologías, las economías de localización ambiental (sun-belt), la penetración de tecnologías en medios rurales, el desarrollo de la iniciativa local o modelo endógeno.

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3. TENDENCIAS DE CRECIMIENTO EN EL ÁREA METROPOLITANA DE SANTA FE: CONTINUIDADES, CAMBIOS Y PROCESOS ASOCIADOS El Gran Santa Fe pertenece a la subcohorte de las grandes ATI’s consideradas por Vapñarsky en 1991, o de las ATI’s Mayores en 2001 según Erbiti. Con una población de 558.525 para 2001 y 603.551 en 2010, su variación intercensal es de 8,1% y una TMAC de 0,6%, ambas bajas. Dentro del mismo área metropolitana de Santa Fe, a su vez, se dan procesos desconcentradores de población desde la ciudad principal Santa Fe hacia las de su corona.

El AMSF ampliada en 2010 se constituye de 24 localidades de las cuales, según la tipología de Erbiti (2008), se encuentran: 2 localidades de Categoría II: Aglomeraciones de tamaño intermedio (ATIs) menores: de 50.000 a 399.999 habitantes: Santa Fe y Santo Tomé; 14 localidades de Categoría I, de las cuales 1 es Ciudad pequeña: de 20.000 a 49.999 habitantes caso Esperanza; 13 son Pueblos grandes: 2.000 a 19.999 habitantes. Fuera de categoría, como población rural existen 8 Pueblos pequeños: menos de 2.000 y población rural dispersa.

El análisis de las tablas 3 y 4 permite explicar la evolución de la población por categorías de aglomeración. En 1970, la VI alta la registran 1 ciudad pequeña (Santo Tomé), 2 pueblos grandes y 3 pueblos pequeños. La TMAC alta la registran 1 ciudad pequeña (Santo Tomé), 2 pueblos grandes y 2 pueblos pequeños (en este indicador Monte Vera no llega a ser alto). La VI media se da en 4 pueblos grandes y 1 pueblo pequeño. Los valores medios de TMAC se dan en 3 pueblos grandes y 2 pueblos pequeños.

En 1980, el AMSF crece en espacio y en población, ya que se agrega 1 localidad nueva (Arroyo Aguiar) y ninguna pierde población, aunque los valores de crecimiento no son tan elevados como los de 1991. La VI alta la registran 1 ciudad pequeña (Santo Tomé), 3 pueblos grandes y 1 pueblo pequeño. Las TMAC altas se registran en los mismos tipos de asentamientos, exceptuando el pueblo pequeño (que crece en valores medios). La VI media se da en 1 ATI menor, Santa Fe, 1 ciudad pequeña (Esperanza) y 4 pueblos grandes. La TMAC media también se registra en Santa Fe, 1 ciudad pequeña (Esperanza), 3 pueblos grandes y 1 pueblo pequeño (Santa Rosa de Calchines que posee una VI alta). Esperanza deja de ser pueblo grande para ascender a la categoría de Ciudad pequeña. Entre 1970-1980 se alcanzan las mayores TMAC para toda el área metropolitana ampliada, con 2,3%. En 1991, se logra el mayor crecimiento espacial y demográfico de toda la serie analizada. Aquí se plasman en el espacio los procesos de urbanización, crecimiento urbano y metropolización. Se agrega 1 localidad más al AMSF (Arroyo Leyes). El 46% de las localidades tienen VI alta y el 25% VI media, ninguna pierde población. Se termina de conformar el área metropolitana tal como hoy está compuesta y logra entre 1980 y 1991 el mayor crecimiento (VI) demográfico y espacial. En cuanto a las TMAC los valores atenúan estas conclusiones; el 37,5% de los asentamientos tienen una TMAC alta y el 25% media. La VI alta la registran 8 pueblos grandes y 3 pueblos pequeños. Las TMAC altas también las registran 8 pueblos grandes y 1 pueblo pequeño. La VI media se da en 2 ciudades pequeñas (Santo Tomé y Esperanza), 2 pueblos grandes y 2 pueblos pequeños. La TMAC media se da en 1 ciudad pequeña (Esperanza), 1 pueblo grande y 4 pueblos pequeños.

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Localidad Año 1960

Año 1970

VI ’60-’70

Año 1980

VI ’70-’80

Año 1991

VI ’80-’91

Año 2001

VI ’91-’01

Año 2010

VI ’01-’10

Santa Fe 208.350 244.655 17,4 295.350 20,7 349.323 18,3 369.589 5,8 391.231 5,9 Santo Tomé 15.747 23.572 49,7 36.028 52,8 44.533 23,6 59.072 32,7 66.133 12

Recreo 1.097 2.046 86,5 3.535 72,8 9.801 177,3 12.798 30,6 14.205 11 San José del

Rincón 1.310 2.367 80,7 3.193 34,9 5.355 67,7 8.503 58,8 10.178 19,7

Sauce Viejo 276 - - 618 - 3.631 487,5 6.825 88 8.123 19 Arroyo Leyes - - - - - 1.599 - 2.241 40,2 3012 34,4 Laguna Paiva 11.073 11.191 1,1 11.552 3,2 11.926 3,2 12.250 2,7 12.443 1,6

Nelson 1.493 2.032 36,1 2.264 11,4 4.463 97,1 4.574 2,7 4.716 3,1 Monte Vera 975 1.367 40,2 2.068 51,3 5.583 170 7.068 26,6 8.284 17,2

Arroyo Aguiar

- - - 895 - 1.265 41,3 1.360 7,6 1.478 8,7

Campo Andino

252 - - - - 433 - 517 19,4 502 -2,6

Santa Rosa de Calchines

791 1.393 76,1 1.969 41,3 4.223 114,5 5.629 33,3 6.268 11,4

Gob. Candioti

488 - - 608 - 857 41 1.060 23,7 1.045 -1,4

Esperanza 14.572 17.636 21 23.277 32 30.898 32,7 35.885 16,1 42.082 17,3 Franck 906 1.350 49 2.047 51,6 3.228 57,7 4.511 39,8 5.505 22

Empalme San Carlos

79 - - - - 373 - 412 10,5 357 -13,3

Humboldt 1229 1569 27,7 2063 31,4 3937 90,8 4.425 12,4 4.783 8,1 Las Tunas 170 - - - - 516 - 531 2,9 558 5,1

San Agustín 442 - - - - 961 - 921 -4,2 1.017 10,4 San Carlos

Centro 4.786 5.973 24,8 7.612 27,4 9321 22,5 10.465 12,3 11.055 5,6

San Carlos Sur

1.107 1.242 12,2 1.465 18 1874 27,9 1.946 3,8 2.102 8

San Carlos Norte

342 - - 515 - 951 84,7 933 -1,9 1.061 13,7

San Jerónimo Norte

2.928 3.686 25,9 4.435 20,3 5.515 24,4 6.036 9,5 6.466 7,1

San Jerónimo del Sauce

532 - - 761 - 1053 38,4 974 -7,5 947 -2,8

TOTAL 268.945 320.079 19 400.255 25 501.619 25,3 558.525 11,3 603.551 8,1

Referencias: Rango de variación intercensal:

Alta (+ de 20%) Media (10 a 19,99%) Baja (0 a 9,99%) Negativa

Tabla 3. Evolución de la población y variación inte rcensal (%) en el Área Metropolitana de Santa Fe, p or localidad. Años comprendidos entre 1960 - 2010. Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 (Datos definitivos). Boletín “Censo Nacional de 1960”. Dirección General de Estadística y Censo. Provincia de Santa Fe. “Censo Nacional de Población, familias y viviendas, 1970”. Resultados provisionales. Ministerio de Economía. INDEC. Argentina. “Censo Nacional de población y vivienda, 1991”. Por localidad. Serie G, número 1. Resultados definitivos. INDEC

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Locali-dad Año 1960

Año 1970 TMAC

’60-’70

Año 1980 TMAC

’70-’80

Año 1991

TMAC ’80-

’91

Año 2001 TMAC ’91-’01

Año 2010 TMAC

’01-’10

Santa Fe 208.350 244.655 1,6 295.350 1,9 349.323 1,5 369.589 0,6 391.231 0,6 Santo Tomé

15.747 23.572 4,1 36.028 4,3 44.533 1,9 59.072 2,9 66.133 1,2

Recreo 1.097 2.046 6,4 3.535 5,6 9.801 9,6 12.798 2,7 14.205 1,2 San José

del Rincón 1.310 2.367 6,1 3.193 3 5.355 4,8 8.503 4,7 10.178 2

Sauce Viejo

276 - - 618 - 3.631 17,3 6.825 6,5 8.123 1,9

Arroyo Leyes

- - - - - 1.599 - 2.241 3,4 3012 3,3

Laguna Paiva

11.073 11.191 0,1 11.552 0,3 11.926 0,3 12.250 0,3 12.443 0,2

Nelson 1.493 2.032 3,1 2.264 1,1 4.463 6,3 4.574 0,2 4.716 0,3 Monte Vera

975 1.367 3,4 2.068 4,2 5.583 9,3 7.068 2,4 8.284 1,8

Arroyo Aguiar

- - - 895 - 1.265 3,2 1.360 0,7 1.478 0,9

Campo Andino

252 - - - - 433 - 517 1,8 502 -0,3

Santa Rosa de

Calchines

791 1.393 5,8 1.969 3,5 4.223 7,1 5.629 2,9 6.268 1,2

Gob. Candioti

488 - - 608 - 857 3,1 1.060 2,1 1.045 -0,2

Esperan-za

14.572 17.636 1,9 23.277 2,8 30.898 2,6 35.885 1,5 42.082 1,8

Franck 906 1.350 4,1 2.047 4,3 3.228 4,2 4.511 3,4 5.505 2,2 Empalme San Carlos

79 - - - - 373 - 412 1 357 -1,6

Hum-boldt

1229 1569 2,5 2063 2,8 3937 6 4.425 1,2 4.783 0,9

Las Tunas 170 - - - - 516 - 531 0,3 558 0,5 San

Agustín 442 - - - - 961 - 921 -0,4 1.017 1,1

San Carlos Centro

4.786 5.973 2,2 7.612 2,5 9321 1,8 10.465 1,2 11.055 0,6

San Carlos Sur

1.107 1.242 1,2 1.465 1,7 1874 2,2 1.946 0,4 2.102 0,9

San Carlos Norte

342 - - 515 - 951 5,7 933 -0,2 1.061 1,4

San Jeróni-mo

Norte

2.928 3.686 2,3 4.435 1,9 5.515 2 6.036 0,9 6.466 0,8

San Jerónimo del Sauce

532 - - 761 - 1053 3 974 -0,8 947 -0,3

TOTAL 268.945 320.079 1,8 400.255 2,3 501.619 2,1 558.525 1,1 603.551 0,9 Referencias: Rango de tasa media anual de crecimiento:

Alta (+ de 4%) Media (2- 3,99%) Baja (0 a 1,99%) Negativa

Tabla 4. Evolución de la población y tasa media anu al de crecimiento (TMAC %) en el Área Metropolitana de Santa Fe, por localidad. Años comprendidos entre 1960 y 2010. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 (Datos definitivos). Boletín “Censo Nacional de 1960”. Dirección General de Estadística y Censo. Provincia de Santa Fe. “Censo Nacional de Población, familias y viviendas, 1970”. Resultados provisionales. Ministerio de Economía. INDEC. Argentina. “Censo Nacional de población y vivienda, 1991”. Por localidad. Serie G, número 1. Resultados definitivos. INDEC

En 2001, se observa que la concentración de la población se da de un modo más equilibrado, puesto que los mayores crecimientos se dan en los pueblos grandes. Las VI altas se registran en 3 pueblos grandes, localidades ribereñas, lugar de segunda residencia, asociadas a la pesca y actividades de turismo de río: Sauce Viejo, San José del Rincón y Arroyo Leyes. Las TMAC altas las

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registran solo 2 de estos pueblos grandes (San José del Rincón y Sauce Viejo). Las VI medias se dan en 1 ATI menor: Santo Tomé y en 5 pueblos grandes, mientras que las TMAC medias se dan en Santo Tomé, 5 pueblos grandes y 1 pequeño. Las VI y TMAC bajas se dan en 1 ATI menor: Santa Fe, 1 ciudad pequeña (Esperanza), 5 pueblos grandes y 5 pueblos pequeños. Santo Tomé en 2001 pasa de ser categoría Ciudad pequeña (en 1991) a ATI menor. En 2010, se observa una desaceleración en la tendencia de concentración de la población ya que no se registran VI o TMAC altas, solo en 2 localidades la VI es media, en 18 localidades es baja y en 4 localidades es negativa. En el 75% de los núcleos componentes del AMSF la VI es baja. En cuanto a la TMAC en 3 localidades es media, en 17 es baja y en 4 es negativa. La mayores VI, que son de valores medios (entre 20 y 39,99%) pertenecen a Arroyo Leyes y Franck, pueblos grandes de menos de 6.000 hab. Para la TMAC se agrega San José del Rincón con valores medios. Pierden población 4 pueblos pequeños, de menos de 2.000 hab. En Santa Fe y Santo Tomé, ambas ATIs menores la VI y TMAC son bajas. En la siguiente figura se puede relacionar el tamaño demográfico de los asentamientos y su evolución entre 2001 y 2010.

Referencias: TMAC baja (0-1,99%) TMAC media (2-3,99%) TMAC negativa Figura 2. Jerarquía urbana de los componentes del Á rea Metropolitana de Santa Fe y tasa media anual de crecimiento entre 2001 y 2010. Fuente: Elaboración propia.

Rango de variación intercensal 1960-1970 1970-1980 1980-1991 1991-2001 2001-2010 Alta (+ de 20%) 11 11 17 9 2 Media (10 a 19,99%) 2 2 1 5 9 Baja (0 a 9,99%) 1 1 1 7 9 Negativa 0 0 0 3 4 Sin datos 10 10 5 0 0 Total de localidades 24 24 24 24 24

Tabla 5. Cantidad de localidades del Área Metropoli tana de Santa Fe según rango de variación intercens al, 1970-2010 Fuente: Elaboración propia.

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Tal como expresa la tabla 5, en los períodos intercensales 1960-70 y 1970-80 la misma cantidad de localidades tienen variación intercensal alta, media y baja, coincidiendo con 20 años de gran concentración demográfica en el AMSF, y de expansión espacial de los núcleos. Sin embargo, entre 1980 y 1991 es cuando se registran mayor número de localidades con VI alta (17), incorporándose 2 nuevos asentamientos al sistema urbano metropolitano. En este período se registra una VI de 25,3% para toda el área, la mayor de la serie.

A partir de 1991 las VI se reducen, registrándose 7 localidades con VI baja y 3 localidades que decrecen. Entre 2001-2010 dicha tendencia se acentúa, ya que son 9 las que detentan VI baja y 4 VI negativa, interpretándose como una clara disminución en el crecimiento demográfico y espacial y una distribución más equitativa en localidades de menor tamaño.

Rango de TMAC 1960-1970 1970-1980 1980-1991 1991-2001 2001-2010 Alta (+ de 4%) 5 4 9 2 0 Media (2- 3,99%) 5 5 6 7 3 Baja (0 a 1,99%) 4 5 4 12 17 Negativa 0 0 0 3 4 Sin datos 10 10 5 0 0 Total 24 24 24 24 24

Tabla 6. Cantidad de localidades del Área Metropoli tana de Santa Fe según rango de tasa media anual de crecimiento, 1970-2010 Fuente: Elaboración propia.

El análisis de la TMAC presentado en la tabla 6 permite concluir que entre 1960 y 1980 las 14 localidades tienen crecimiento urbano alto, medio y bajo casi en la misma proporción, indicando diversidad de situaciones dependientes de múltiples factores que podrían estar actuando como atractores de población o generadores de fuerzas centrípetas que se traducen en concentración de población. Entre 1980 y 1991 la concentración es exponencial, ya que 9 localidades tienen un crecimiento urbano alto, 6 medio y 4 bajo. Esta tendencia declina entre 1991-2001, ya que 12 localidades tienen crecimiento urbano bajo y 3 pierden población, acentuándose más entre 2001-2010, cuando son 17 las que tienen un crecimiento urbano bajo, 4 decrecen y ninguna registra valores altos.

Es así como, en la evolución demográfica del área de estudio, actualizando los datos y tasas al censo de 2010 se observan continuidades referidas a que en el período 2001 y 2010 entre todas las localidades son los pueblos grandes los que registran mayores valores de crecimiento (VI y TMAC). Sin embargo, también se identifican cambios en las tendencias, ya que estos mismos pueblos grandes reducen sus tasas de crecimiento (solos 2 tienen VI altas y ninguno tiene una TMAC alta). Dicho de otro modo, en 2001 los pueblos grandes tenían una VI y CU altos, mientras que en 2010, si bien son los que más crecen, registran valores medios. Esto se traduce en una desaceleración en el ritmo de crecimiento de toda el área metropolitana, conformada mayoritariamente de pueblos grandes (el 54% de las localidades son de este tipo). Los efectos de este cambio permiten pensar en que se estaría produciendo una mejor distribución poblacional al reducirse los niveles de concentración, con mejores posibilidades de planificación y gestión urbana y regional.

Los procesos de concentración se dan a un ritmo moderado a lento, debido a: • VI media de 2 pueblos grandes (Arroyo Leyes y Franck), • VI baja en 18 localidades • decrecimiento de 4 pueblos pequeños, con efectos negativos para el sistema ya que se desaprovechó la oportunidad de generar o alimentar factores atractores de población a causa de crisis económicas en ciertos sectores productivos (como el tambo y la industria asociada para el caso de Empalme San Carlos, etc). • TMAC media de 3 pueblos grandes: Arroyo Leyes, Franck y San José del Rincón.

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La ciudad de Santa Fe, que en 2010 continua perteneciendo a la categoría de ATI menor, se comporta como una aglomeración de más de 1 millón de habitantes (según Erbiti, 2008) pues su VI es de 5,9% y su TMAC de 0,6%, con una diferencia insignificante con los registrados en 2001. Desde 1991, Santa Fe se estanca en su crecimiento poblacional, representando una localidad de poco atractivo para la radicación de la población. Dan impulso a las fuerzas centrífugas que expulsan población o la repelen de la ciudad principal del área metropolitana, factores entre los cuales destacan:

�Mejoras sustanciales en las vías de transporte y comunicaciones entre localidades del área metropolitana que contribuyen a la accesibilidad. �Un medio ambiente desfavorable en la ciudad de Santa Fe, con considerable proporción de su territorio en situación de riesgo ambiental (de origen hídrico, debido a su emplazamiento en territorio de interfluvios y con barrios asentados en el lecho de inundación del Río Salado y del sistema Lagunar Setubal-Leyes) y de población con altos niveles de vulnerabilidad socio-ambiental (concentrada en el cordón marginal del oeste). �Hábitat inseguro, registrándose significativos valores de delito y suicidios (3). �Tipo de actividades, predominantemente administrativa y enseñanza universitaria (entre otras) que generan fricción del espacio y desplazamiento de la residencial. �Elevada especulación inmobiliaria que encarece los precios de estos bienes, carencia de solares vacíos para la construcción, altos valores de los impuestos. La contracara está representada por los factores que atraen población a los pueblos grandes y ciudades pequeñas, generando fuerzas centrípetas modificadoras de los usos del suelo, transformadoras de suelo rural a urbano: �La presencia de PyMEs de capital privado, asociadas a los oficios de los primeros inmigrantes que poblaron las colonias agrícolas, como carpinteros, herreros, cristaleros, panaderos, etc. que hoy emplean interesantes volúmenes de mano de obra de alta y baja cualificación. �Gestión de los municipios para facilitar el acceso a créditos a emprendedores y dar capacitación a los trabajadores del tipo que demanda la empresa local. Por ejemplo, en Esperanza, por iniciativa privada y del Instituto Terciario, junto con el Municipio se dictan cursos para soldadores que necesitan las industrias metalúrgicas (entre otros como tornería, carpintería, etc). �Disponibilidad de terrenos y precios razonables para la construcción de viviendas. �Medio ambiente favorable, menos congestionado e inseguro y con mejor dotación de servicios que la ciudad de Santa Fe. 4. ANÁLISIS DE LA EVOLUCIÓN DE LA CONSTRUCCIÓN DE VIVIENDAS UNIFAMILIARES EN CIERTAS LOCALIDADES DEL ÁREA METROPOLITANA DE SANTA FE. El ‘permiso de edificación otorgado por los municipios según destino de la obra’ es una variable posible de analizar debido a la disponibilidad de datos estadísticos de distintos años, relativa a la parte formal de la actividad de la construcción. Ésta nos permite visualizar la evolución de la función de residencia a nivel de las localidades estudiadas. Entre 2001 y 2010 se observa (tabla 7) que en Santa Fe se incrementan los permisos otorgados en una proporción baja, siendo que los destinados a la construcción de univivienda o vivienda unifamiliar se reducen en un 22,3% (tabla 8) y se incrementan los destinados a multivivienda. En Santo Tomé, se reducen todos los permisos otorgados en esos 9 años, mientras que en las otras 3 localidades se incrementan. Destacan los porcentajes totales de San Carlos Centro, donde se registraron 200 permisos más otorgados en el año 2010 que en 2001 para la construcción de vivienda unifamiliar o univivienda y Esperanza donde en 2010 se contabilizan 258 permisos más que en 2001 para vivienda unifamiliar. Estos datos

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ponen en evidencia el crecimiento de la residencia unifamiliar en estas dos localidades, el surgimiento y expansión de nuevos barrios residenciales de clase media y alta, de baja densidad demográfica, con unas características morfológicas regidas por las viviendas tipo chalets (en caso de clases medias-altas), con jardines y patios, veredas anchas, arboladas.

Localidades 2001 2010

Totales Para univivienda

sin local

Para multivivienda

sin local

Totales Para univivienda

sin local

Para multivivienda

sin local Santa Fe 509 300 46 650 233 159 Santo Tomé 1.012 843 34 610 463 51 Recreo - - - 58 37 1 Laguna Paiva 49 19 - 84 84 O Esperanza 384 329 3 850 587 101 San Carlos Centro 32 23 1 223 180 3

Tabla 7. Permisos de edificación (total anual) otor gados por las Municipalidades según destino de la o bra. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de IPEC (Instituto Provincial de Estadística y Censo). Santa Fe. Solo existen datos de esas 6 localidades.

Localidades 2001-2010

Totales Para univivienda

sin local

Para multivivienda sin local

Santa Fe 27,7 -22,3 245,7 Santo Tomé -39,7 -45,1 50 Recreo - - - Laguna Paiva 71,4 342,1 - Esperanza 121,4 78,4 3.266,6 San Carlos Centro 596,9 682,6 200

Tabla 8. Evolución de los permisos de edificación e n las localidades entre 2001-2010. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de IPEC (Instituto Provincial de Estadística y Censo). Santa Fe.

Gráfico 2. Total de permisos generales de edificaci ón para las localidades Santa Fe, Esperanza y San C arlos Centro entre 2001 y 2012. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de IPEC (Instituto Provincial de Estadística y Censo). Santa Fe.

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(Dato de 2008 de San Carlos Centro) los valores son acumulados de junio, a diferencia de los demás que son acumulados de diciembre.

Gráfico 3. Total de permisos de edificación para un iviviendas sin local en las localidades Santa Fe, E speranza y San Carlos Centro entre 2001 y 2012 Fuente: Elaboración propia a partir de datos de IPEC (Instituto Provincial de Estadística y Censo). Santa Fe.

A partir de 2010 Esperanza supera a Santa Fe en total de permisos generales de construcción (Gráfico 2) y a partir de 2009 la sobrepasa en los permisos destinados a la construcción de univivienda sin local (Gráfico 3). San Carlos Centro, en ese período no alcanza a Santa Fe, pero se acerca en los valores (de la segunda variable) y en 2012 San Carlos otorga más permisos para construir univiviendas sin local que Santa Fe. En conclusión, en Santa Fe la construcción de univiviendas está en franco retroceso desde 2006 (año en que registra los máximos valores de la serie); considerando todos los años analizados, desde 2001 a 2012 la cantidad de estos permisos se redujo en un 28,7%. Ello es indicativo de que en la ciudad de Santa Fe cada año se construyen menor cantidad de viviendas unifamiliares, mientras que localidades como Esperanza y San Carlos son las elegidas por las personas para radicar sus viviendas. La variable vivienda unifamiliar resulta relevante para este análisis considerando las tendencias en las preferencias de las familias (especialmente con hijos) de vivir en lugares amplios (en la medida de las posibilidades económicas), de 1 o 2 plantas, con jardines y patio propio.

La nueva demanda residencial admite las distancias gracias a la mayor accesibilidad y al auge que está cobrando el tipo de modalidad de trabajo desde el hogar, “en línea”; son los e-conmutadores a los que refiere Sassen (2007).

Sin embargo, el costo ambiental del modelo de ciudad que se va configurando con estos procesos es muy alto. Se hace referencia a la ciudad difusa caracterizada por una extensión territorial excesiva que desperdicia suelo de gran valor, la carencia de límites, una baja densidad demográfica, discontinuidades edificatorias en su interior y una crítica fragmentación social. Ascher (1995, 89) la denomina “metápolis, la ciudad que crece más allá de los planes urbanísticos” como producto de la especulación inmobiliaria y de una inadecuada ordenación territorial. Los principales males de este modelo urbano tan extendido en la actualidad afectan tanto a la morfología como a los aspectos funcionales: elevado nivel de consumo de materiales en la producción y mantenimiento de su tipología edilicia; elevado consumo de energía por la preponderancia del automóvil y su infraestructura, y por la dispersión de las redes de servicios; gran consumo de agua en jardines y piscinas de viviendas adosadas, edificios, etc.; gran consumo del suelo y pérdida del suelo fértil, así como importante pérdida de la capacidad de infiltración de agua; en relación al gasto energético, los niveles de contaminación atmosférica también son significativos; contaminación acústica relacionada a la densidad del transporte; progresiva pérdida de la importancia del espacio público

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ante el auge de los privados (shoopings center, malls, cines, parques de diversiones, etc.); simplificación del rol de la calle a un mero espacio de circulación, perdiéndose su función socializante; unifuncionalidad de los sectores urbanos debido a la especialización funcional que deriva en una menor cohesión y atomización social.

5. CONCLUSIONES El sistema urbano argentino tiende a una mejor distribución de la población, desde 1970, ya que la concentración se da principalmente en las localidades más pequeñas, en los llamados pueblos grandes, donde se registran las mayores VI y TMAC. Estos fenómenos de concentración más equilibrada dentro del sistema urbano nacional guardan escasa relación con los procesos de urbanización, en los que se beneficiaban las ciudades mayores. Dado que los flujos migratorios se dan desde localidades mayores hacia las menores o bien de manera horizontal, aprovechando las ventajas comparativas y las especializaciones funcionales entre centros, se recurre para su explicación a la teoría de la contraurbanización, como un proceso desconcentrador en términos relativos.

El AMSF, luego de atravesar un período de crecimiento demográfico y espacial con su ápice en 1980 y 1991, comienza a reducir su crecimiento. Son los pueblos grandes los que más crecen en dicha área de estudio, pero hacia 2010 reducen su crecimiento hasta alcanzar valores medios y bajos. Esta desaceleración en el ritmo de crecimiento estaría indicando el carácter maduro que alcanza el área, con posibles efectos positivos para la gestión urbana local y regional.

La ciudad de Santa Fe estancó su crecimiento poblacional en valores muy bajos (TMAC 0,6%) en los dos últimos períodos intercensales (es decir desde 1991 hasta 2010). A ella acuden a trabajar personas que radican en distintas localidades del área, sin embargo su oferta de espacios para la residencia se está saturando. Ello se pone de manifiesto en que entre 2001 y 2012 esta ATI menor pierde permisos para construir viviendas unifamiliares en un 28,7%, mientras que Esperanza y San Carlos los ganan. El caso de Esperanza es significativo; se trata de una ciudad pequeña que tuvo un crecimiento constante a lo largo de las últimas 5 décadas, entre bajo y medio, pero se conoce que sus factores de atracción de población residente continúan vigentes. Es una localidad pujante, que ofrece empleo en industria, comercio y servicios básicos o poco complejos. Es un lugar tranquilo para vivir, brinda a sus ciudadanos una buena calidad de vida y está muy bien comunicada con la ciudad capital a través de la autopista recientemente habilitada, permitiendo a sus habitantes vivir allí y trabajar o estudiar en Santa Fe. Dos fenómenos distintos alimentan el crecimiento de Esperanza: los movimientos pendulares, por un lado y los migrantes expulsados por las fuerzas centrífugas de los procesos de contraurbanización incipientes que se están dando en AMSF, por el otro.

Las nuevas preferencias y gustos más extendidos socialmente referentes al ámbito más cercano al hombre, esto es su casa y su barrio se plasman en un tipo de vivienda de una o dos plantas, con patio y/o jardín de considerable extensión, resultando un sector urbano de densidad demográfica baja o media. Urbanizaciones tanto públicas (de planes de viviendas) como privadas incorporan nuevos espacios residenciales, que junto a otras construcciones dedicadas a diferentes usos, van configurando la ciudad difusa (Indovina, 1990); aquella que carece de límites, que se extiende sin solución de continuidad, que avanza más rápido que los planes urbanísticos y que cuyo resultado llega a poner en cuestión el tradicional contenido de la ciudad y de los procesos urbanos hasta ahora conocidos.

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Recibido: 26/11/2013 – Aceptado: 30/04/2014 Bajo licencia Creative Commons

6. NOTAS Y REFERENCIAS 6.1. Notas

1.César Vapñarsky divide la cohorte II, ATI’s en dos subcohortes para 1991: Subcohorte de grandes ATI’s, constituida por ciudades de 500.000 habitantes o más (son 6: Gran Córdoba, Gran Rosario, Gran Mendoza, Gran La Plata, Gran San Miguel de Tucumán, Mar del Plata); Subcohorte de pequeñas ATI’s integradas por 48 ciudades de 499.999 a 50.000 habitantes, entre las cuales la más poblada es el Gran Santa Fe.

2.El primer autor en referirse a contraurbanización fue B. Berry, quien se refiere a movimientos centrífugos desde las grandes ciudades hacia los pequeños asentamientos urbanos y rurales. Berry, B. J. (1976). Urbanization and Contraurbanization. New York: Arnold.

3.Según un estudio realizado en el AMSF, entre 2002 y 2006 en Santa Fe se consumaron 185 suicidios, seguidos de Santo Tomé y Esperanza, con valores muy inferiores del orden de los 25 y 20 respectivamente. Fritschy, B. A.; Cardoso, M. M. (2013). Los casos de violencia auto infringida consumados en el Área metropolitana de Santa Fe, Argentina. Revista Ciencia Geográfica, Año XVII, Vol. XVI, nº 1.

6.2. Referencias bibliográficas

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6.3. Siglas

AMSF: Área Metropolitana de Santa Fe.

ATIs: Aglomeraciones de tamaño intermedio.

CNPHV: Censo Nacional de Población Hogares y Viviendas.

CU: Crecimiento urbano.

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Recibido: 26/11/2013 – Aceptado: 30/04/2014 Bajo licencia Creative Commons

GBA: Gran Buenos Aires.

INDEC: Instituto Nacional de Estadística y Censo.

IPEC: Instituto Provincial de Estadística y Censo.

TMAC: Tasa Media Anual de Crecimiento.

PyME: Pequeña y mediana empresa.

VI: Variación intercensal.

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LA URBANIZACIÓN DEL PIEDEMONTE ANDINO DEL ÁREA METROPOLITANA DE MENDOZA, ARGENTINA. Vulnerabilidad y segmentación social como ejes del conflicto Alejandro Mesa Doctor Arquitecto del Instituto de Ciencias Humanas Sociales y Ambientales del CONICET - Centro Científico Tecnológico Mendoza, Argentina. Mail: [email protected] Cecilia Giusso Arquitecta Investigadora del Centro de Investigaciones Urbanas y Territoriales de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Mail: [email protected] RESUMEN El piedemonte andino del Área Metropolitana de Mendoza (AMM), Argentina, posee características físicas que lo convierten en una zona de alta vulnerabilidad para los asentamientos humanos. A pesar de esto en la actualidad es el receptor de una parte importante del crecimiento urbano del AMM, que ante la falta de líneas claras de planificación, ocupa el territorio de manera desarticulada, yuxtaponiendo usos incompatibles entre sí. En el presente trabajo se tomó como punto de partida, el análisis de ciertas urbanizaciones existentes, a fin de identificar las problemáticas dentro del sector residencial, asociadas a la segmentación social y degradación ambiental, tanto en asentamientos informales, barrios de viviendas sociales como en conjuntos residenciales cerrados. Los resultados obtenidos, pretenden ser la base de lineamientos teóricos acordes a las características ambientales del área, y que vinculados a la futura expansión urbana de la zona den respuesta a un modelo social y ambientalmente equilibrado. Palabras clave: segmentación social, vulnerabilidad ambiental, crecimiento urbano. THE URBAN DEVELOPMENT AT THE ANDEAN PIEDMONT IN THE METROPOLITAN AREA OF MENDOZA, ARGENTINA. Vulnerability and social segmentation as axes of conflict. The Andean piedmont of Mendoza Metropolitan Area (MMA), Argentina, has physical characteristics that make it an area of high vulnerability to human settlements. Although this is currently the recipient of an important part of the AMM urban growth, which in the absence of clear lines of planning, occupies the territory in a disjointed manner, juxtaposing incompatible uses. In this paper different cases of existing developments were analized, in order to identify the problems within the residential sector, associated with social fragmentation and environmental degradation, both in informal settlements, social housing neighbourhoods and gated communities. The results are aimed to be the basis for the theoretical guidelines that meet the environmental characteristics of the area, which will allow ordering future urban expansion in the area, in response to a social and environmentally balanced model. Key words: social segmentation, environmental vulnerability, urban growth.

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1. INTRODUCCIÓN La Provincia de Mendoza, se encuentra localizada en la zona centro-oeste de Argentina, dentro de la denominada diagonal árida sudamericana. El 97% de su territorio, está constituido por ecosistemas naturales desérticos, mientras que el 3% restante, corresponde a superficie ocupada por tres oasis bajo riego (Norte, Centro y Sur), en los que se ha sistematizado la utilización de agua procedente de los ríos de deshielo, provenientes de los Andes. La actividad predominante en las tierras secas, es esencialmente la explotación minera, a lo que se suman el desarrollo del turismo y la ganadería extensiva. En los oasis por su parte, se desarrolla la agroindustria, situándose además los principales asentamientos humanos, donde se concentra el 98% de la población de la provincia. La prevalescencia de condiciones de aridez, y la escasez de recursos hídricos, han hecho que la estructura de riego condicionase por mucho tiempo el crecimiento las ciudades, siendo las tierras históricamente destinadas a cultivos, las impactadas principalmente por su crecimiento. El Área Metropolitana de Mendoza (AMM), localizada en el Oasis Norte de la provincia, es en la actualidad el mayor centro urbano del centro oeste de Argentina, con 1.086.633 habitantes: representa el 68% de la población total de la provincia, en sólo el 0.16% de su territorio (Indec, 2011). Está constituida por la unión física de seis ciudades, correspondientes a las cabeceras de los distritos departamentales de Capital, Las Heras, Guaymallén, Godoy Cruz, Luján y Maipú, que nacieron como núcleos independientes y con el paso del tiempo la tendencia de crecimiento, fue extenderse hacia la Ciudad Capital de Mendoza -principal núcleo de desarrollo del área- hasta llegar a conformar AMM (figura 1). El área urbana del AMM presenta una distribución morfológicamente homogénea en las construcciones, con una notoria preferencia por las viviendas individuales en edificaciones bajas (inferior a tres niveles). En la actualidad, el AMM es un ejemplo claro de lo que Patrick Geddes denominó conurbaciones: “urbanización sin freno que se difunde por el territorio de forma errática e incontrolada, perdiendo la noción del centro y de la unidad del trazado, propia de su estructura original” (Geddes, 1960). Si bien el crecimiento de población presenta un aumento referido al periodo 1990-2011 del 18%, la superficie de la estructura urbanizada en el mismo periodo, superó el 40%. Este crecimiento se ve reflejado en las distintas líneas de expansión urbana de baja densidad, ya sea por construcción individual o a través de barrios de financiación estatal, lo que trae aparejado la aparición de los problemas característicos de las denominadas ciudades dispersas (García Catalá, 2010; Nogués Linares, 2010). Una vez conformado el conglomerado urbano, las zonas agrícolas del este y del sur, han sido las principales receptoras del las nuevas urbanizaciones, salvo en el caso de Ciudad Capital y Godoy Cruz, que al quedar “atrapadas” por los otros departamentos, tuvieron como única opción la de crecer hacia el oeste sobre el piedemonte andino. El proceso de expansión urbana, no sólo aparece como resultado de la necesidad de más tierra urbanizable asociada al aumento de población, sino que responde además, a la búsqueda de ciertos sectores de la sociedad con mayor poder adquisitivo, de zonas de mayor calidad ambiental, alejadas de un centro urbano en parte ya degradado. A su vez los sectores de menores recursos, se mueven en la búsqueda de parcelas donde el valor de la tierra sea más accesible, pero en muchos casos sin los servicios básicos, accediendo de esta forma a un terreno, ya sea por operatorias de vivienda social desarrolladas a través del Estado o, como sucede en muchos de los casos, por la ocupación ilegal de propiedades fiscales.

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Figura 1. Unidades administrativas que componen el AMM Fuente: elaboración propia a partir de imágenes obtenidas de Google Earth.

Este es el caso del piedemonte mendocino, un área fuera de la zona irrigada, que debido a su cercanía al centro de la ciudad, y al bajo costo del suelo, fue convertido en polo de atracción de población. Ante la ausencia de una planificación consciente, orientada hacia la integración territorial, se abrió paso a situaciones fragmentadas y superpuestas, donde conviven distintas funciones no siempre compatibles entre sí. Dentro del sector residencial, se conjugan en una misma área asentamientos informales, barrios de viviendas sociales y conjuntos residenciales cerrados. Desde las cuestionables políticas vigentes, se promueve entonces una proximidad espacial de extremos sociales que, lejos de vincularlos, los aleja de lo que podría significar algún indicio de convivencia. En un caso por elección, en el otro por ser la única opción posible, son evidencia tangible de esta auténtica inequidad socio-ambiental, caracterizada por la exclusión, la segregación social y la fragmentación urbana. Históricamente, el inicio de la “urbanización” del piedemonte, se remonta a la segunda mitad del siglo XX, con los primeros asentamientos espontáneos que ocuparon en su mayoría tierras fiscales, con alto riesgo aluvional, cerca de fallas geológicas, sin servicios básicos, y con una población proveniente del interior de la provincia, de otras provincias argentinas y de países limítrofes (Abraham, 2005). Desde el comienzo, los aspectos legales referidos a la tenencia de la tierra, presentaron obstáculos: la inexistencia o duplicidad de títulos de propiedad, dificultaron la urbanización del área. Y si bien las leyes provinciales y municipales tienen exigencias referidas a la disponibilidad de infraestructura y servicios básicos -que “regularizarían” la ocupación de la zona-, desde el sector privado se han desarrollado importantes emprendimientos inmobiliarios de barrios cerrados, amparados en mecanismos que les permitieron “obviar” muchos de los requerimientos legales. En otro contexto, el propio Estado es quien ha ocupado más tierras fiscales, mediante proyectos de vivienda social, destinados a mejorar las condiciones de la población residente en asentamientos marginales del área, asociados a fuentes de trabajo informales como son los basurales, o las canteras de materiales áridos.

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2. CARACTERÍSTICAS FÍSICAS DEL PIEDEMONTE ANDINO El piedemonte andino conecta la zona montañosa con la planicie. Constituyen sus límites, al oeste, la divisoria de aguas de la precordillera de los Andes, y al este la planicie aluvional, siendo en el caso de la zona analizada, el área urbanizada del AMM (Figura 2).

Figura 2. Localización del piedemonte del AMM Fuente: elaboración propia a partir de imágenes obtenidas de Google Earth.

La zona se caracteriza por su pronunciada pendiente (trazando un eje oeste-este, las alturas oscilan entre los 1600m y los 800m) y por la existencia de innumerables cursos temporales de agua, denominados ríos secos, que cruzan el área en el mismo sentido (Figura 3). La dimensión de los mismos, está relacionada con su área de captación, ya que son los canales de evacuación del agua de lluvia, que cae en las zonas altas. Las precipitaciones anuales en el área, no superan los 200 mm al año, pero se presentan en verano, con tormentas de alta intensidad y corta duración, lo que otorga a estos canales naturales, una importancia notable. Analizando las dimensión y la traza de los mismos, es posible determinar según sus características hidrológicas, qué áreas del piedemonte son aptas o no, para los asentamientos.

Figura 3. Ríos secos del piedemonte andino, rectifi cados y naturales. Fuente: elaboración propia.

A pesar de esto, el avance de la urbanización, ha hecho que algunos hayan sido desviados u obstruidos -negando las condiciones naturales del área-, u ocupados por asentamientos informales y otros hayan sido convertidos en calles o en canales rectificados, conduciendo las aguas a los colectores principales. Estas condicionantes, hacen que la zona del piedemonte, esté expuesta a riesgos naturales, que limitan y vuelven vulnerable el desarrollo de las urbanizaciones (Figura 4).

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Figura 4. Características de los asentamientos info rmales del piedemonte del AMM. Fuente: elaboración propia.

Desde el sector público como del privado, las estrategias de ocupación han sido similares: no tomar en cuenta las características del medio natural y las condiciones del suelo, modificando la geomorfología natural, y sin ajustarse a los condicionantes ambientales existentes, se siguen las mismas directrices que se emplean en la zona de la planicie. Se nivelan, impermeabilizan y deforestan grandes extensiones, disminuyendo la posibilidad de infiltración, y aumentando los aportes a los cauces aluvionales, para poder así insertar un diseño preestablecido (Figura 5 y 6).

Figura 5. Urbanización del Barrio los Barrancos del Departamento de Godoy Cruz. Fuente: imágenes obtenidas de Google Earth.

Figura 6. Avance de la urbanización en el piedemont e en el Barrio Dalvian Fuente: elaboración propia a partir de imágenes obtenidas de Google Earth.

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3. ANÁLISIS DE LAS URBANIZACIONES EXISTENTES EN EL ÁREA Las ordenanzas que regulan las urbanizaciones en el AMM, son la Ley Provincial de Uso de Suelo y los Códigos Urbanos de Edificación. Los mismos establecen distintos indicadores por zona, que determinan anchos de calles, dimensiones de los terrenos, así como las superficies máximas y mínimas posibles a construirse. Estos indicadores, no tiene consideraciones particulares para casos como los del área analizada, donde fue necesario modificar los criterios de urbanización, dado que no es posible urbanizar el piedemonte, con los mismos lineamientos que se regula la planicie. Es así como a través de una ley provincial, se establecieron los usos permitidos, restringidos y prohibidos por zona, al igual que el modo de implementarlos, dejando de manifiesto la necesidad de ordenar la expansión urbana según lineamientos acordes a las características ambientales del área. Las nuevas urbanizaciones, están reguladas en teoría por valores de densidades de población máxima, y lineamientos urbanísticos referidos a reducir el escurrimiento de las aguas pluviales, favoreciendo la infiltración, área mínimas de los lotes, anchos de calles y adaptación a las pendientes, evitando los espacios abiertos sin cobertura vegetal, conservación de la red desagües naturales y construcción de defensas aluvionales, tipo de forestales y parquizaciones (Gobierno de Mendoza, 1995). A pesar de esto y al no existir un plan integral de ordenamiento del área, el crecimiento del piedemonte se ha dado de manera desarticulada, fusionándose en una misma zona canteras, basurales, cementerios privados y unidades residenciales interconectadas por ejes viales, pero desprovistas de infraestructura (servicios terciarios, escuelas, centros de salud), continuando la dependencia del núcleo urbano consolidado. Analizando un recorte correspondiente al piedemonte del Departamento de Godoy Cruz, en un área menor a de 10 km2, encontramos más de 20 barrios, 3 asentamientos informales, un cementerio privado, una fábrica de reciclado de botellas y un basural a cielo abierto, compartiendo todo el mismo sector del territorio (Figura 7).

Figura 7. Usos de suelo de un sector del piedemonte correspondiente al Departamento de Godoy Cruz Fuente: elaboración propia a partir de imágenes obtenidas de Google Earth.

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Esta conjunción de actividades hace que las condiciones ambientales sean muy malas. Ejemplos de contaminación del aire y del agua, producto de la industria, del polvo que arrastra el viento desde las rigieras o de incendios intencionales de los basurales, basura y aguas negras corriendo por los canales de desagües, están presente a diario en la zona. Y eso, no sólo se limita a un determinado sector, ya que al encontrarse en la zona alta del AMM, se extiende sobre toda el área consolidada más baja (Figura 8)

Figura 8. Problemas de contaminación ambiental pres entes en el piedemonte del AMM

Fuente: elaboración propia y Diario Los Andes de Mendoza.

Los barrios existentes al carecer de lineamientos claros desde los organismos de gestión, crecieron como islas residenciales, producto de loteos desarticulados de un plan general del área, con manzanas de forma variable, de proporción y orientaciones distintas, sin favorecer la continuidad del trazado de las calles, dificultado así la interconexión entre los mismos y su conexión con los distintos sectores de la ciudad (Figura 9).

Figura 9. Departamento de Godoy Cruz, barrios Foecy t, Sarmiento, San Andrés, La Esperanza, Coop. Eva Perón y Cardenal. Fuente: elaboración propia a partir de imágenes obtenidas de Google Earth.

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Se analizaron algunas de las urbanizaciones existentes, que si bien no se encuentran dentro de la incumbencia de la ley que regula las urbanizaciones del piedemonte -por ser anteriores-, están insertas dentro del piedemonte, compartiendo la problemática general del área. Los casos analizados, fueron evaluados en base a distintos indicadores de análisis -establecidos en las normativas regulatorias-, referentes a: diseño y adaptación del trazado urbano al relieve, perfiles de calle, densidad de población, dimensiones de los terrenos, porcentaje de superficie sellada, sistema de drenaje de agua de lluvia y defensas aluvionales, forestación. Se seleccionaron para el estudio 4 urbanizaciones, correspondientes a 2 casos de barrios de operatorias públicas (Barrio Supe y Barrio La Estanzuela), un barrio residencial cerrado (Barrio Dalvian) y un barrio que surgió a partir de un asentamientos informal (Barrio la Favorita). El Barrio SUPE (Caso A), es el resultado de una operatoria de viviendas de clase media, correspondiente al Sindicato Unido de Petroleros, que construyó en tres etapas 805 casas a partir del año 1964, ocupando en la actualidad 42 ha con una superficie media de los lotes de 200 m2. En su diseño se observan dos sectores bien identificados: uno donde las manzanas son rectangulares de 40 metros de ancho de proporción 4/1, con un eje principal en sentido este-oeste; y el otro es el único caso de los barrios localizados en el piedemonte, que no sigue la traza en cuadrícula ortogonal, ya que las calles siguen el contorno de uno de los cerros de la precordillera (Figura 10). El Caso B es el Barrio La Estanzuela, está localizado en el Departamento de Godoy Cruz, entre el Corredor del Oeste y los primeros cerros. Surgió como respuesta del estado provincial, a las necesidades de de la población que había perdido la vivienda, después del terremoto de 1985. Ocupa un área de 66 ha y está conformado por 1750 viviendas, siendo uno de los barrios de operatoria pública más grande del país (figura 11). En la traza general del barrio predomina la cuadrícula ortogonal, con manzanas de proporción rectangular (40 metros de ancho por 180 de largo) y lotes con una superficie media de 200 m2.

Figura 10. Planimetría e imágenes del Barrio Supe Fuente: elaboración a partir de datos del catastro, de imágenes propias y obtenidas de Google Earth.

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Figura 11. Planimetría e imágenes del Barrio La Est anzuela Fuente: elaboración a partir de datos del catastro, de imágenes propias y obtenidas de Google Earth.

La Favorita (Caso C), es un conjunto de viviendas resultado de un asentamiento informal a partir de la década del ´60, que en la actualidad conforma uno de los 20 barrios del oeste de la Capital de Mendoza, que reúne a aproximadamente 2.500 familias con 16.000 habitantes, en una superficie de 70 ha. Forma parte de un plan de obras de infraestructura y urbanización de la zona, que la Municipalidad de Mendoza inició a partir de la década del ´90, donde se regularizaron los títulos de propiedad de los terrenos, se incorporaron servicios públicos, se reglaron y asfaltaron las calles. La forma de las manzanas es variable, predominando la rectangular, con lotes de superficie media de 220 m2 (figura 12).

Figura 12. Planimetría e imágenes del Barrio La Fav orita Fuente: elaboración a partir de datos del catastro, de imágenes propias y obtenidas de Google Earth.

El Barrio Dalvian, fue el primer barrio cerrado de la provincia de Mendoza (Caso D), surgiendo en la década del ´60, para un sector social de clase medio-alta. Está ubicado en la sección del piedemonte, correspondiente al departamento de Capital, en el límite oeste del sector urbano. Si

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bien en su primera etapa eran 500 lotes, en la actualidad ocupa una superficie total de 270 ha. Las manzanas rectangulares de proporción 6/1 y 4/1, con un eje principal ONO-ESE, predominante en el barrio, y una superficie de terrenos de 310 m2 (figura 13).

Figura 13. Planimetría e imágenes del Barrio Dalvia n Fuente: elaboración a partir de datos del catastro, de imágenes propias y obtenidas de Google Earth.

En los cuatro casos, el diseño de la urbanización no responde a los requerimientos ambientales del sitio, en lo referido a la vulnerabilidad hidrológica: se negaron las características físicas existentes y se adaptó el terreno a la trama que se quiso insertar, nivelando las pendientes reales con grandes volúmenes de movimiento de suelo. Los valores de porcentuales correspondientes a la superficie destinada a la vialidad, y al área de manzanas es similar, en una proporción cercana al 30 y 70% respectivamente. De los cuatro, el único caso que presenta el total del área correspondiente a calles y veredas impermeabilizado, es el Barrio Supe. En el resto, ya sea por el diseño (Barrio Dalvian y La Estanzuela) o por la falta de resolución (La Favorita), sólo una parte de las mismas está sellada, manteniéndose el resto como área permeable. Los valores de Factor de Ocupación de Suelo (superficies construidas en planta baja) reales, en los casos B, C y D, no superan el 40% del total de área de manzanas, siendo los valores sugeridos para las nuevas urbanizaciones del 35% como valor máximo admisible. En el caso del Barrio Supe (caso A) estos valores son mayores, y llegan al 60% de área construida, superior al máximo admisible establecido por los códigos de edificación para las zonas centrales de baja densidad del AMM. Sin embargo, relacionando los valores de metros cuadrados construidos con la población que los mismos pudiesen alojar, en los casos B, C y D, la densidad de población por hectárea es similar, llegando a valores de 190 hab/ha; ascendiendo en el caso A del Barrio Supe, a valores cercanos a los 300 hab/ha (gráfica 1).

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Gráfica 1. Valores de los factores de ocupación del suelo en cada caso analizado Fuente: elaboración propia.

La estrategia de forzar el espacio natural a un diseño de traza, da como resultado urbanizaciones “rígidas”, donde se requiere justamente lo contrario. La posible conservación de la red hidráulica natural, siguiendo las calles las curvas de nivel del terreno, evitando el sellado del suelo para favorecer la permeabilidad del agua de lluvia, fueron aspectos no considerados en los casos descriptos. Es importante aclarar, que a los fines de poner de manifiesto las carencias primarias de las operatorias desarrolladas en la zona, sólo fueron abordados en el análisis lo referente a factores ambientales, notoriamente visibles y mensurables. Desde ese enfoque, la posibilidad de trabajo con modelos teóricos, permitiría desarrollar un diseño que optimice la respuesta a las limitantes ambientales, sin desestimar los requerimientos del mercado inmobiliario, integrados en una ecuación que permitiera su viabilidad. Un análisis global del conflicto, requeriría sumar a lo anterior, los factores sociales propios del proceso de urbanización: no es posible sostener resultados integradores, analizando sólo cuestiones ambientales. Los datos obtenidos son, por tanto, parciales, y a su vez también fragmentarios. Pero justamente por tratarse de un área de alta vulnerabilidad, el peso “relativo” del dato ambiental –y en particular lo concerniente a geomorfología e hidrología-, asume una envergadura tal, que lo posiciona en un sitio de privilegio a la hora de la toma de decisiones. 4. SEGMENTACION ESPACIAL Y DESEQUILIBRIOS SOCIALES La escasez de agua del piedemonte, vuelve necesarias importantes inversiones en infraestructura, a fin de equiparar las condiciones de habitabilidad de las tierras de oasis irrigado. Para disminuir el desequilibrio y evitar costos que inevitablemente se trasladan al territorio, la inversión pública debería hacerse presente. Pero en la práctica, el resultado fue otro. Mientras que en los barrios de “interés social” por la falta de agua destinada para riego, no existen espacios verdes, ni arbolado público -elementos fundamentales para tratar de alcanzar un estándar mínimo de calidad urbana-, en las urbanizaciones privadas, se autoriza la extracción de agua subterránea para regar sus áreas parquizadas (Figura 14), acrecentándose aún más las diferencias entre los sectores con más recursos -que ven además incrementado el valor de su propiedad-, y aquellos menos afortunados (Cabré Puig, 2008; Fitch Osuna, 2008).

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Figura 14. Urbanizaciones del Barrios Dalvian, Barr io Palmares y del barrio La Estanzuela Fuente: elaboración propia.

Relocalizar -o “des-localizar”- población, traspasa el tema de la vivienda. Implica por sí mismo una cuestión de derecho, que lo vuelve extensivo al entorno de inserción. Como bien se cita a Oslak con respecto a este tema, y la producción social de hábitat

"el derecho al espacio urbano debe entenderse, lato sensu, como un derecho al goce de las oportunidades sociales y económicas asociadas a la localización de la vivienda o actividad. Perder o sufrir la restricción de ese derecho puede suponer, además del eventual desarraigo físico, el deterioro de las condiciones de vida material en cada uno de los planos en que existían externalidades vinculadas con la localización espacial […] el derecho al espacio se ejerce sobre bienes desigualmente situados respecto del acceso a oportunidades económicas o a la satisfacción de necesidades de la vida material" (Oslak, 1991).

La deslocalización, se convierte entonces en un modo de privación de derecho, cuando no ofrece condiciones satisfactorias al ser humano, situación frecuente en los asentamientos promovidos hacia los sectores de ingresos bajos y medios-bajos dado que, en general

“no aportaron un entorno adecuado que permitiera el goce de los beneficios ligados a la localización que les ofrecían las áreas más céntricas de donde fueron desplazados (acceso a bienes y servicios y a oportunidades socioeconómicas). El derecho al espacio comprende diversos elementos ligados a la localización de la vivienda como, por ejemplo, la accesibilidad a equipamientos de salud y educación, a medios de transporte, a fuentes de trabajo, entre otras, de modo que el desplazamiento a la periferia implicó una restricción a ese derecho” (Arqueros Mejica, 2008).

En el caso particular del AMM, se expuso a los grupos en situación de alta vulnerabilidad social, al traslado sobre áreas espacialmente vulnerables, incrementando el riesgo. Es decir, ciudadanos que viven en una situación cada vez más inestable, debieron adaptarse en enclaves de condiciones además altamente desfavorables.

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Cuando el anclaje territorial en la ciudad se pierde, se incrementa la segregación social. Desde la propia fragmentación espacial, distintos grupos con identidades, normas y valores diversos, no logran articularse como colectivo, contribuyendo a exacerbar los procesos de desigualdad y exclusión social. Lo anterior se evidencia no sólo en el espacio privado, sino también en el público, que se hace presente a través del conflicto. Segregación (Kaztman, 2003) y segmentación residenciales pasan entonces a ser sinónimos. Como ejemplo, es posible citar la construcción del Corredor del Oeste, un eje vial de circulación rápida que conecta Mendoza Capital con el sur del AMM, y recorre en forma longitudinal el piedemonte de Godoy Cruz de Norte a Sur, poniendo límite al los barrios populares al Este. La zona, que carecía de una conexión franca con el centro administrativo, no reportó el mismo beneficio para todos los habitantes y, sobre todo, para quienes no utilizan el automóvil como medio de locomoción. Tanto la traza como el diseño adoptados, lejos de integrar el área, disminuyeron su interconexión, limitando la salida de los barrios populares del piedemonte, a sólo algunos pasos bajo nivel, logrando “territorializar” las desigualdades socioeconómicas ya existentes (Figura 15).

Figura 15. Imágenes del Corredor del Oeste, desde e l Barrio La Estanzuela Fuente: elaboración a partir de imágenes propias y obtenidas de Google Earth.

Producto del crecimiento de la violencia social y la sensación de inseguridad, el encierro de clases altas en hábitat cercados, con presencia de seguridad privada, condujo hacia una progresiva homogeneidad interna, vinculada a un alto nivel de aislamiento social, consolidando nuevas formas de desigualdad y marginalidad (figura 16).

“Cuando el barrio pobre es un ámbito que no posibilita la interacción entre individuos provenientes de diferentes estratos sociales, las redes vecinales se vuelven ineficaces para generar oportunidades de empleo o capacitación, las instituciones y sus mecanismos de control pueden debilitarse ante la propia situación de desintegración, los jóvenes pierden contactos y la posibilidad de identificar problemas comunes y compartir modelos con grupos socialmente heterogéneos. Estos procesos se conjugan para acentuar el aislamiento de los pobres segregados, alejándolos de oportunidades para incrementar sus ventajas o activos para la integración social. Dicho aislamiento debilita el capital social en tres órdenes: el individual, el colectivo y el ciudadano” (Tecco, 2007).

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Figura 16. Límites urbanos planteados por los barri os cerrados (Barrio Palmares). Fuente: elaboración a partir de imágenes propias y obtenidas de Google Earth.

Los territorios segmentados, se convierten en territorios relegados (Wacquant, 2001), volviéndose incierta la posibilidad de relación con el "afuera". Cabría entonces preguntarse, qué condiciones brinda ese afuera, qué beneficios trae aparejado superar el aislamiento, para incentivar a los de adentro a producir el intercambio. Desde lo urbano, ambos extremos sociales coinciden en el aislamiento, sólo que unos por elección, y otros, por exactamente lo contrario: carecer de alternativas (Idrovo, 2013). 5. COMENTARIOS FINALES En la actualidad, más de 100.000 habitantes del AMM se localizan en el área del piedemonte andino, y a pesar de la existencia de herramientas legales y de gestión, no se está desarrollando según los parámetros establecidos por las normativas que regulan el área. El piedemonte del AMM tiene características físicas que lo tornan de alta vulnerabilidad, y de riesgo no sólo para sus pobladores, sino también para los de las zonas adyacentes. Los usos incompatibles entre los distintos sectores que residen en ella, hacen que la in habitabilidad, los conflictos sociales y degradación ambiental, estén siempre presentes. Ante esto, la desarticulación entre los organismos de gestión y administración, poco contribuye a modificar la tendencia. Para que exista una auténtica diversidad cultural urbana, conviviendo en un espacio colectivo común, se requiere de políticas públicas, que construyan escenarios que la promuevan. Las leyes del mercado, no sólo conducen, sino que reproducen y refuerzan las condiciones de fragmentación urbana. En dicho marco cabría preguntarse, si la localización de la vivienda social de origen estatal, contribuye a la diversificación social en el tejido urbano o si, por el contrario, lo segrega aún más; qué lugar se otorga efectivamente a la especulación inmobiliaria en la asignación de los recursos, o si las inversiones se encuentran de hecho dirigidas hacia mejoras en la calidad de vida de los grupos más desaventajados. El análisis desarrollado, evidencia que los casos existentes en el área, son el resultado de trasladar al piedemonte, los lineamientos establecidos para la planicie, sometiendo al medio físico una estructura inadecuada: desmontar, nivelar e impermeabilizar grandes superficies, acentúan aún más la vulnerabilidad propia y el deterioro ambiental.

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Si bien los instrumentos legales existen, resta el consenso y la voluntad de las partes involucradas. La mirada desde una visión holística, permitiría encontrar soluciones que no sólo dieran respuesta a las exigencias ambientales existentes, sino que permitieran planificar apropiadamente un área con la problemática física y social como la analizada. Aún incluyendo los requerimientos de un mercado inmobiliario, al que aparentemente se asigna hoy un carácter prioritario. 6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ABRAHAM, E. M., et al.,(2005) “Planificación y gestión del piedemonte al oeste de la ciudad de Mendoza. Un asunto pendiente”. En: OIKOS-RED AMBIENTAL, Conflictos socio-ambientales y políticas públicas en la provincia de Mendoza, Mendoza; pp. 267–295.

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KAZTMAN, Rubén (2003). La dimensión espacial en las políticas de superación de la pobreza urbana. CEPAL.

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riURB • Revista Iberoamericana de Urbanismo nº11 • Representación y reestructuración

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riURB • Revista Iberoamericana de Urbanismo nº11 • Rodrigo Coelho • Desígnios e formas do espaço público na cidade contemporânea

Recibido: 21/06/2012 – Aceptado: 10/05/2014 Bajo licencia Creative Commons

DESÍGNIOS E FORMAS DO ESPAÇO PÚBLICO NA CIDADE CONTEMPORÂNEA: Notas para pensar o projecto do espaço público na construção da cidade portuguesa Rodrigo Coelho Faculdade de Arquitectura da Universidade do Porto Doctor Arquitecto pela Faculdade de Arquitectura da Universidade do Porto Mail: [email protected] RESUMO Devido ao alastramento fragmentado e descontínuo da mancha urbanizada, as cidades portuguesas viram nas últimas quatro décadas a sua condição urbana profundamente alterada, tendo como resultado mais visível a desconfiguração dos espaços públicos e da paisagem urbana em redor dos principais centros urbanos. Face a este contexto, em muitos casos, o discurso teórico e a prática do projecto do espaço público tendem a reflectir, paradoxalmente, um posicionamento que desvaloriza o papel do espaço público como componente fundamental na estruturação da cidade, sobretudo nas suas partes menos consolidadas. No que diz respeito ao projecto, num tempo de mediatização da arquitectura através, sobretudo, da hiper-valorização da imagem e do poder do ícone, verificamos que a construção da cidade e a materialização do espaço público adoptam, em muitos casos, respostas genéricas e funcionalistas, com consequências visíveis ao nível da estruturação e percepção da cidade. No que diz respeito à reflexão teórica assistimos, em geral, a posicionamentos que em pouco parecem contribuir para uma fundamentação teórica colocada ao serviço de um saber prático consistente, comprometido com a resolução das principais questões e desafios que hoje se colocam à cidade. Neste texto procuraremos, pelo contrário, analisar e reflectir sobre os desígnios e as formas que, do nosso ponto de vista, devem orientar a materialização do(s) espaço(s) público(s), partindo-se do pressuposto de que estes devem continuar a ser desenhados a partir de critérios arquitectónicos e urbanísticos, isto é, considerando atributos morfológicos e critérios, escalas e metodologias próprias das disciplinas da arquitectura. Palavras chave: espaço público, projecto urbano, cidade contemporânea SHAPES AND PURPOSES OF PUBLIC SPACE IN THE CONTEMPORARY CITY: Notes to think the project of public space in the construction of the Portuguese City Due to the fragmented and discontinuous spread of urbanization, the Portuguese and European cities have seen over the past four decades their urban condition profoundly changed, resulting in the mangling and modification of public spaces and urban landscape around the main urban centers. In such context, in many cases, the theoretical discourse and practice of the design of public space tend to reflect, paradoxically, a position that devalues the role of public space as a key component in the structuring of the city, especially in the less consolidated parts. Regarding the project, in a time of mediatization of architecture, in particular by the enhance of the image and the power of the icon, we see that the construction of the city and the materialization of public space express, in many cases, generic and functionalist responses with visible consequences in terms of urban structure and perception of the city. Regarding the theoretic reflection , in general, the insights don´t seem to contribute for a theoretical framework at the service of a consistent practical knowledge, committed to the resolution of key issues and challenges facing the city today. In this paper we will try, on the contrary, to analyze and reflect on the intentions and shapes which, in our view, should guide the materialization of public spaces, starting from the assumption that they must continue to be drawn from urban and architectural criteria considering, consequently, morphological attributes and criteria, scales and methodologies of the disciplines of architecture. Key words: Public space, urban project, contemporary city

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1. SOBRE OS DIFERENTES SIGNIFICADOS DO CONCEITO DE ESPAÇO PÚBLICO E SOBRE A “PERDA” DA “VOCAÇÃO ARQUITECTÓNICA E URBA NÍSTICA” NA CONSTRUÇÃO DO ESPAÇO PÚBLICO HOJE A ideia de um espaço público traduzido em tipos concretos e em sistemas de espaços abertos contínuos e bem definidos que, até meados do século XX, constituiu a nossa principal referência de espaço público, parece não ser reconhecida em partes significativas da cidade contemporânea. Ou, procurando ser mais rigorosos, talvez esta ideia de espaço público persista, mas diluída ou descaracterizada pelas sucessivas sobreposições que a cidade foi sofrendo ao longo da sua história. Face à expansão e fragmentação das cidades, sobretudo ao longo do século XX, o facto relevante, e que julgamos importante sublinhar, é o progressivo e imparável processo de desconfinamento (conceptual e físico) entre os conceitos de cidade e de espaço público (enquanto espaço que condensava e articulava organicamente o espaço político, o espaço económico e o espaço social), que até ao século XIX estiveram ligados de forma indelével. Esta será a razão principal pela qual temos hoje mais dificuldade em lidar com a noção de espaço público. Sobretudo devido a estes factores, o conceito de espaço público tornou-se um conceito de difícil definição e sujeito a distintas interpretações e significados. Não há uma, mas inúmeras definições de espaço público que variam conforme o ponto de vista (ou os campos de conhecimento) que tomamos para observar este objecto de estudo poliédrico. Particularmente na nossa área disciplinar, não há uma perspectiva unânime sobre a noção de espaço público, mas apenas aproximações parciais, às quais estão associados diferentes papéis, escalas, formas e tipos de espaços, que traduzem conceitos distintos na abordagem ao tema em questão. Como é sabido, este facto deve-se em grande parte à fragmentação do espaço urbano, que se inicia no fim do século XIX com a “explosão” da cidade e se prolonga e acentua durante o século XX, mas explica-se também pela própria transformação que, ao longo da história, factores culturais, sociais, económicos imprimiram do ponto de vista dos usos e das formas, à noção de “espaço público”. Esta circunstância levou a que, consoante os casos, a cidade se tenha “enriquecido” ou “empobrecido” (ou simplesmente alterado) com novas formas e materiais, com novos tipos e sistemas de espaço público. Por outro lado, a variedade e indefinição relativamente ao significado e às formas de espaço público são amplificados de forma extraordinária, quer pelo impacto que as novas tecnologias produziram na vida quotidiana (substituindo algumas funções anteriormente atribuídas ao espaço público), quer pelo aparecimento de novas infra-estruturas e programas colectivos (como os centros comerciais) que, como sabemos, “substituem”, em parte ou na totalidade, os espaços públicos urbanos, retirando-lhes parte da importância e do significado que detinham no passado. Contudo, numa época de incertezas, em que se profetiza o fim do espaço público, a fuga para o privado, a insegurança e medo à cidade, e em que se anuncia a “urbanidade e o urbano” como valor “genérico”, “frágil” e “difuso”, não deixa de ser surpreendente (e até certo ponto paradoxal), a quantidade de projectos e realizações que se focam exactamente no espaço público como âmbito de actuação específico. Deste ponto de vista, talvez possamos afirmar que nunca ao longo da história da cidade e do século XX se tenha “exigido” e “esperado” tanto do espaço público, talvez nunca se tenha “criado” e “requalificado” tanto “espaço público e talvez nunca se tenha “teorizado” tanto sobre o “espaço público”. Esta realidade paradoxal reenvia-nos, por sua vez, para um conjunto de contradições, que julgamos se tornam pertinentes para o reconhecimento de algumas questões genéricas que se cruzam no

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âmbito de uma reflexão mais geral sobre o projecto do espaço público e sobre a prática da arquitectura e do desenho urbano. Não deixa, por exemplo, de constituir para nós uma situação paradoxal a falta de consenso que podemos detectar dentro do corpo das disciplinas que constroem o “espaço público” (como a arquitectura, a arquitectura paisagista e as engenharias), quanto ao significado e ao papel e às formas que o “espaço público” pode adquirir hoje na “construção” da cidade. Esta circunstância, que resulta da especialização e interpretação específica que cada disciplina confere ao “espaço público”, tem-se traduzido, genericamente, na perda de significado e de coerência dos espaços públicos criados ou requalificados. Por outro lado, julgamos poder afirmar que a maioria da actual produção do “novo espaço público“ tem vindo a reflectir as contradições, dúvidas e sintomas de homogeneização dos conteúdos sociais, culturais, económicos e políticos, verificados nas últimas décadas. Ancorados na sobrevalorização ou utilização “deturpada” de valores, conceitos ou slogans tidos como politicamente correctos (como a “ecologia” e o “ambiental” e a “sustentabilidade”), os projectos de espaço público recentes (em particular aqueles realizados nas últimas duas décadas) tem-nos apresentado respostas que genericamente se caracterizam por uma homologação espacial e figurativa dos espaços, regendo-se pela simplificação ou rejeição de metodologias e critérios urbanísticos e arquitectónicos, tidos como historicamente relevantes na construção do espaço público. Por fim, a tendência para a formulação de programas desajustados das realidades urbanas, ora “artificialmente complexos”, ora demasiado ou exclusivamente orientadas a necessidades funcionais, lúdicas (ligadas à permanente necessidade de “animação” e ao “conforto” do utente) ou a objectivos comerciais e de marketing, ajudam a caracterizar e a compreender um modo genérico de construir o espaço público hoje. Neste sentido estamos de acordo com Manuel de Solà-Morales quando denuncia o entendimento recente do projecto do espaço público como uma “(...) prática profissional autónoma de uma arquitectura da cota zero, desenvolvida a céu aberto”, como se de uma “folha em branco” se tratasse, onde em muitos casos parece não haver programa, custos, funções, estrutura ou cliente1. O “espaço público projectado” (cuja concepção se vê hoje, em geral, desprovida de uma visão estratégica ou de conjunto) transforma-se assim, em muitos casos, num conjunto desarticulado de peças isoladas do contexto urbano - tendencialmente auto-referenciais, de escala e uso variável, construtivamente frágeis - conduzindo à dissolução da significação e legibilidade do espaço público e da forma urbana e desvinculando-o igualmente da condição tectónica e urbana que historicamente lhe reconhecemos). Este marco de “inconsistência”, ligado essencialmente à perda da vocação arquitectónica e urbanística do espaço público, torna assim uma parte significativa da “arquitectura do espaço público” recentemente construída em algo difuso e multi-referenciado, que em geral partilha a carência de uma matriz tipológica e espacial bem definida (e objectiva) e a incapacidade de expressar significados cívicos, estéticos, funcionais e sociais. Se é verdade que este diagnóstico pode e deve ser matizado em função das diferentes situações que podemos encontrar nos diferentes contextos, não podemos deixar de reconhecer que, no que diz respeito às consequências para a cidade, em geral, as diferentes respostas ao problema da construção de espaço público, no nosso campo disciplinar, acabam por não ter em conta a matriz estruturadora e de suporte que no passado, como se sabe, orientaram a construção do espaço público, constituindo a garantia da sua estabilidade, perenidade e continuidade.

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2. PENSAR O PROJECTO DO ESPAÇO PÚBLICO NA CIDADE PORTUGUESA CONTEMPORÂNEA. Da necessidade de pensar o espaço público como principal suporte de construção da cidade Devido ao alastramento fragmentado e descontínuo da mancha urbanizada (sob diferentes formas e graus de intensidade distintos), as cidades portuguesas viram nas últimas três décadas a sua condição urbana profundamente alterada tendo como resultado mais visível a desconfiguração e alteração da paisagem urbana e do território em redor dos principais centros urbanos2. De tradição e caracterização notoriamente rural, polarizado em torno de Lisboa e Porto, o nosso país passou a definir-se a partir de uma base de ocupação mais extensiva e relativamente indiferenciada (sobretudo ao longo de uma faixa litoral situada entre estes dois pontos), onde, de uma forma geral, concordamos que apenas excepcionalmente é possível vislumbrar momentos de ordem e de coerência na organização dos seus aglomerados urbanos. A forte pulsão urbanizadora a que assistimos nas últimas três décadas (protagonizada particularmente pelo sector imobiliário privado, com ou sem base especulativa - e sem um controlo eficaz e efectivo por parte das administrações locais) coincide com um período de vigor económico no nosso país, que beneficia da entrada massiva de fundos da Comunidade Europeia, que permitem a realização de obras públicas e equipamentos, designadamente, de infra-estruturas rodoviárias, cujo impacto se faz sentir de forma evidente na morfologia urbana e no tamanho dos nossos centros urbanos mais importantes. Este processo está simultaneamente marcado pela especialização funcional e mobilidade geográfica, pela terciarização e internacionalização da economia e pelo aparecimento de redes de fluxos diversificados (que também detectamos na maioria das cidades europeias), com a consequente reconfiguração dos sistemas urbanos e das suas morfologias. No caso português, como refere Álvaro Domingues, a construção de infra-estruturas e o desenvolvimento de sistemas e tecnologias da mobilidade (colmatando, de facto, deficiências existentes na articulação intra-territorial3), constituem, justamente, o principal elemento de ruptura com a lógica de crescimento e da formação dos padrões de aglomeração da cidade histórica. Porém, projectadas segundo lógicas estritamente funcionais, e não levando em linha de conta a sua articulação com as realidades físicas locais (topografia, morfologia e escala urbana), estas mesmas infra-estruturas potenciaram o aparecimento de uma urbanização extensiva de carácter espontâneo, desigualmente polarizado, onde o seu traçado desempenha o principal papel estruturador da nova geografia4. Provavelmente, um dos mais visíveis e importantes efeitos que se processa no âmbito destas transformações, está ligado ao surgimento de novas centralidades5 e de grandes áreas não construídas que, de forma mais ou menos espontânea, se foram formando em torno dos principais aglomerados urbanos. Estas últimas constituem sem dúvida uma “nova categoria” de espaços abertos, que se diferencia claramente dos “vazios tradicionais” - traduzidos em espaços públicos como a praça, a rua e o jardim - e que, pela sua dimensão, configuração e carácter indefinido, se assumem, em muitos casos, como as sobras que retiram a leitura de continuidade ou de conjunto à cidade (ao não permitirem a leitura dos seus limites e da sua unidade formal)6. Face a este cenário, de dilatação, diversificação e fragmentação dos espaços abertos na cidade portuguesa actual, o principal problema que se nos coloca, enquanto arquitectos, parece pois ser como articular a convivência entre a grande diversidade que caracteriza hoje o nosso espaço urbano e como materializar, a partir do espaço público, as novas formas de habitar, de interacção social e de deslocação. Por outro lado, num tempo em que, como atrás salientámos, o espaço

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público projectado ou construído mais recentemente perdeu grande parte dos atributos formais e funcionais que teve no passado, como podemos (re)construir (novos) lugares públicos que materializem de forma qualificada, a vivência colectiva da cidade e que simultaneamente incorporem atributos que os transformem em espaços apropriáveis, memoráveis e perenes, ou como refere Carlos Martí, marcos para a cidade que há de vir. Se, como observa Carlos Martí, estas duas questões se prendem com a dificuldade que temos hoje em definir ou descrever os “lugares públicos próprios do nosso tempo”, elas parecem, por outro lado, entroncar directamente no problema nuclear, que se traduz na incerteza sobre o que é, ou o que deve ser a cidade contemporânea. Para Martí, trata-se na realidade do mesmo problema enunciado de dois modos distintos, já que, na sua opinião, “(...) a presença de lugares públicos é o que caracteriza propriamente a cidade, e que a torna distinta do mero assentamento (...)”7. Esta correlação entre cidade e espaço público, pode ser comprovada pelas diferentes posições que diferentes autores que pensam hoje o fenómeno urbano, expressam relativamente ao significado e ao papel que o espaço público pode desempenhar na realidade urbana actual, e que se deve, justamente, a um entendimento à partida muito diferente, sobre o que é, pode ser, ou deve ser a cidade contemporânea, o urbano e a urbanidade. A necessidade de considerar o próprio conceito (ou uma ideia) de cidade para pensar o espaço público torna-se assim decisiva. Do nosso ponto de vista, só terá sentido falarmos de espaço público quando este assume um papel e um valor que o torne indissociável dos atributos arquitectónicos e urbanísticos, da dimensão física e cultural do contexto urbano em que se insere. Tendo em conta a importância que (ainda) atribuímos ao espaço público na construção da cidade presente e futura, estamos próximos de autores como Jordi Borja ou Oriol Bohigas, quando alertam para a necessidade e o desafio de fazer cidade sobre a cidade8; sobretudo se concebermos a cidade actual como um conjunto de centralidades re-equilibradoras social e territorialmente que, por este motivo, terá necessariamente na valorização dos centros, dos tecidos urbanos e mobilidade, e em particular dos espaços públicos, as principais âncoras na resposta a este desígnio. Estamos portanto interessados num modelo de cidade que permita ao espaço público constituir-se como um valor comum, que possa ser compartilhado e onde o projecto do espaço público, o projecto urbano e o planeamento possam ser instrumentos efectivos do seu desenvolvimento. Da necessidade de pensar e projectar a cidade e os seus espaços públicos a partir de referentes de escala precisos A ausência de “referentes de escala” que possam corresponder a “campos de estudo concretos” parece-nos, sem dúvida, constituir uma das “debilidades metodológicas” mais evidentes na mais recente abordagem teórica à problemática do espaço público na cidade actual, imprimindo uma dimensão genérica, abstracta e inconclusiva ao seu estudo e à sua problematização. Parece-nos evidente que, existindo hoje problemas comuns às cidades, o avanço no estudo do espaço público na cidade contemporânea terá de ser enquadrado numa realidade e numa ordem de grandeza determinadas previamente, sob pena de este se esgotar no elencar de aspectos genéricos, sem dúvida importantes, mas redutores de uma temática que, a nosso ver, se revela bastante mais rica na sua dimensão concreta. Esta premissa aparentemente elementar, que supõe o enquadramento do problema do espaço público numa realidade e numa escala mais específica, parece-nos de facto decisiva, já que a discussão comum e muitos dos diagnósticos realizados sobre o “espaço público na cidade contemporânea” tendem a basear-se em pressupostos teóricos que, em muitos casos, apenas serão válidos em determinados contextos (como nas grandes cidades ou metrópoles mundiais), acabando

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por se transformar no “discurso corrente”, “oficial”, paralisando ou obstaculizando o “aprofundamento consistente” do estudo do espaço público. Num tempo em que é comum afirmar-se que o conceito de cidade se dilata e se dissolve nos confins da “cidade região”, da “cidade território”, o dado que parece importante reter é que o território europeu (e concretamente o território português) não se constrói maioritariamente pela “grande cidade” ou por grandes aglomerações urbanas, mas sobretudo por um conjunto de cidades de média e pequena dimensão. A demarcação de uma ordem de grandeza (e consequentemente de um “campo de análise” mais concreto) constitui assim, por si só, uma “afirmação de princípio” relativamente aos valores (às premissas, objectivos e anseios) que podem informar o que entendemos por cidade e por espaço público no contexto actual. Por outro lado, estaremos em condições de situar os problemas de modo que, na discussão em torno das questões urbanas, o espaço público seja ou possa vir a ser um componente relevante da realidade urbana e parte fundamental de uma ideia de cidade - onde ainda faça sentido pensá-la e aos seus espaços públicos a partir de critérios de forma, de estrutura e de significado. Da necessidade de pensar e projectar a cidade para além dos seus limites consolidados A cidade contemporânea, mesmo a de média dimensão, suscita no entanto um conjunto de problemas, cuja complexidade e diversidade permitem, naturalmente, desenvolver diferentes observações sobre o espaço público. A nosso ver, a questão principal centra-se na identificação da parte ou das partes da cidade, onde o projecto ou a intervenção sobre o espaço público se torna premente ou problemática. Se, como é sabido, nas muitas acções de requalificação e de reconquista do espaço público dos anos 80 e 90 pode reconhecer-se ao espaço público, um estatuto e um papel decisivo na regeneração das áreas centrais, o mesmo não terá sucedido no que diz respeito às intervenções no espaço público, nas franjas e nos limites menos consolidados da cidade emergente, ou seja, na cidade mais aberta e descontínua. Faltar-nos-ão nestas partes da cidade (em quantidade e qualidade), reflexões e estratégias urbanas que nos ajudem a definir paradigmas relativamente consistentes para actuar. Esta circunstância pode explicar-se, por um lado, pela inexistência de um projecto mais global e integrado de cidade e, por outro, pela dificuldade que porventura teremos, dentro das disciplinas da arquitectura e do desenho urbano, em assumir algumas “perdas” e “mudanças de paradigma” que se tornam necessárias e inevitáveis, com a passagem para uma realidade urbana mais aberta e mais heterogénea9. Faltar-nos-ão assim modelos e estratégias para pensar e actuar nos sectores mais “externos” e menos consolidados da cidade, onde, de facto, se joga e se constrói quotidianamente o futuro da cidade e onde se tornam mais exigentes e urgentes as reflexões sobre a conceptualização e materialização do espaço público10. O espaço público como problema de projecto: da necessidade de desígnios para intervir na cidade a partir do espaço público Como afirma de forma certeira Bernardo Secchi, “(...) a imagem da cidade contemporânea é a de uma cidade que já existe, mas que está à espera de um projecto.”11 Carlos Martí, desenvolvendo esta ideia, sugere que o projecto constitui não apenas uma forma de indagação sobre o sentido das coisas, mas também um procedimento intelectual que nos permite operar sobre o mundo e ao mesmo tempo de o compreender”12. Seguindo esta linha de pensamento, (e tendo em conta alguns dos argumentos apresentados anteriormente, ligados com a necessidade de considerar uma dimensão concreta da cidade e um significado estratégico como premissas para interpretar e intervir no actual espaço público),

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julgamos que, também no caso português, o avanço no estudo e no conhecimento da realidade urbana actual será tanto mais rico e operativo se formos capazes de, criteriosamente, seleccionar os espaços, os lugares e os projectos que possam sintetizar ou condensar os desígnios ou problemas urbanos que interessem ao desenho da cidade no seu conjunto. Consideramos assim como hipótese de partida para a análise e intervenção no espaço público na cidade portuguesa contemporânea, a necessidade de investigar e aprofundar selectivamente determinados sectores de cidade que, porventura assumindo entre si diferentes escalas, formas e usos, nos permitam pensar estarmos em presença de componentes (re)fundadores ou estruturadores da cidade actual, sobretudo enquanto espaços potencialmente significativos para experiência colectiva da cidade e potencialmente transformadores e ordenadores da forma urbana. A hipótese que colocamos para estudar e aprofundar a problemática do espaço público na cidade actual deve ser portanto entendida como uma matriz de análise abrangente mas selectiva ou “multi-focalizada”, que nos permita identificar os “vectores” ou “tópicos de análise” que julgamos relevantes para a re-valorização da vocação urbanística do projecto do espaço público, orientando-o para um projecto mais global e integrado de cidade13. Ao partir desta matriz de análise, estamos simultaneamente a reconhecer a existência de temas invariantes - cronicamente prementes - procurando assim superar o problema que a excessiva diversidade de temas e (de novos) tipos de espaços públicos parece constituir na abordagem ao problema do projecto. Assim, reconhecendo, por um lado a existência de temas invariantes e, por outro, a cidade contemporânea e as diferentes partes que a constituem como projectos em si mesmos, passíveis de serem tratados como problemas específicos e concretos no interior de uma realidade diversa (tal como Bernardo Secchi e Carlos Martí nos sugerem), julgamos fundamental, desde logo, uma distinção clara entre 4 desígnios principais para o espaço público: - o espaço público como elemento ordenador das expansões urbanas, - o espaço público como elemento de reconstrução da cidade sem plano, - o espaço público como elemento de reestruturação da cidade metropolitana - e o espaço público como elemento de excepção de escala geográfica. Estes “vectores” de reflexão (ligados a temas de análise mais operativa e a problemas de projecto específicos e individualizáveis) constituem-se assim não apenas como afirmações de princípio quanto à importância urbanística que reconhecemos ao espaço público no contexto da cidade actual, como nos permitem ainda, do ponto de vista da análise e do projecto, individualizar e tornar mais claro os diferentes papéis que o espaço público pode ou deve cumprir. Por outro lado, este entendimento tem subjacente o projecto urbano (de escala intermédia) como a forma de aproximação que julgamos mais consistente e adequada para intervir na cidade a partir do espaço público14. Ou seja, não se trata portanto de pensar o projecto do espaço público de forma autónoma e objectual (como se de um equipamento ou de uma peça de arquitectura se tratasse), como também não se trata de o pensar a partir da lógica do plano. Trata-se essencialmente, como refere Manuel de Solà-Morales (destacando justamente à longa tradição do projecto urbano), “(...) de partir da geografia e da cidade dada, das suas solicitações e sugestões, e de introduzir com a arquitectura elementos de linguagem que dêem forma ao sítio (...) é também trabalhar de forma indutiva, generalizando o particular, o estratégico, o local, o generativo, o modélico“15.

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3. PROJECTAR O ESPAÇO PÚBLICO DA CIDADE PORTUGUESA CONTEMPORÂNEA – ALGUNS EXEMPLOS PARADIGMÁTICOS Identificados os quatro principais problemas ou desígnios para pensar o projecto do espaço público na cidade portuguesa contemporânea e identificados os atributos arquitectónicos e urbanísticos essenciais, para a definição de princípios de estruturação, e de significação, estaremos em condições de apontar alguns exemplos no sentido de tornar mais rica e operativa a grelha de interpretação proposta, contribuindo para a reflexão crítica, e para a materialização de intervenções futuras, designadamente no território português. Sabendo da complexidade, variedade e imprevisibilidade que caracterizam a realidade urbana actual importa que salientar que não vemos estes exemplos como receitas ou soluções imediatas para intervir na cidade a partir do espaço público, mas sim como aproximações possíveis aos vectores ou problemas de projecto anteriormente referidos, com suficiente consistência para as tornar representativas de uma forma idónea de responder às distintas questões que se colocam hoje ao projecto do espaço público, no âmbito da cidade portuguesa contemporânea. Fundamentalmente estas intervenções partilham o reconhecimento da importância estruturadora do espaço público e colectivo na cidade, assumindo-se como projectos urbanos coerentes e articulados, pensados a médio e longo prazo, revelando-se oportunidades de regenerar alguns sectores de cidade, de estruturar novas expansões, de criar centralidades, de construir verdadeiros lugares públicos, ou seja, de redesenhar cidade. Projectar o espaço público nas áreas de expansão – o projecto do Bairro da Malagueira Mesmo admitindo que o futuro das cidades portuguesas, à semelhança do que tem vindo a suceder em muitas cidades e metrópoles europeias, passará mais por acções de preenchimento, consolidação, ou recomposição (como aliás os restantes casos de estudo comprovam), o problema da expansão ou da construção da cidade nova cruza-se forçosamente com o tema da habitação (em particular com a habitação colectiva) e invariavelmente com o tema do espaço público. Será portanto fundamental reflectir sobre o papel que o espaço público pode desempenhar na estruturação da cidade nova; bem como sobre os moldes em que se podem articular os novos fragmentos de cidade com a cidade existente, por forma a garantir, dentro das condições urbanas actuais, uma ideia de cidade como lugar habitável e estruturado, capaz de tornar significativa a vivência nestas novas partes de cidade. Não está portanto aqui tanto em causa o problema da criação de novos espaços públicos (como parques de escala metropolitana ou estruturas ecológicas) que, obviamente, podem e a nosso ver devem, eles próprios, constituir-se como estruturas importantes de expansão da cidade, e que em alguns casos o fazem. A questão central que queremos colocar são justamente os modelos urbanos que constroem a cidade corrente. O Bairro da Malagueira (projectado por Álvaro Siza entre 1977 e 1997) amplia o alcance e revela de forma clara as possibilidades e virtudes, que o projecto urbano pode ter na expansão da cidade (e na consolidação da “cidade periférica”), como também revela a importância da consideração do espaço público e da forma urbana, como elementos fundamentais da sua estruturação.

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ELEMENTOS DE ESTRUTURADORES DO ESPAÇO PÚBLICO

VIAS PROPOSTAS

"ESPAÇO VERDE CENTRAL"

O Bairro da Malagueira no contexto da cidade de Évo ra e o sistema estruturante de espaços público do B airro (imagem 1 e 2) Fonte: elaboracão própia

Este projecto revela-nos ainda a importância da continuidade dos tecidos, do factor tempo e do reconhecimento da repetição e conjugação variada de componentes comuns e constantes, quer na definição dos elementos construídos quer dos espaços públicos. Como também nos revela a importância que a “nova arquitectura” da cidade deve (ainda) prestar à topografia, ao controlo das relações e das distâncias entre massas edificadas, mediadas pela natureza. A importância deste exemplo decorre igualmente do facto de ele se constituir uma síntese incontornável, da possibilidade da cidade contemporânea se poder construir suportando simultaneamente a multiplicidade e a individualidade das pré-existências, garantindo-se simultaneamente o carácter público e a unidade do conjunto. Será a conjugação destes princípios de projecto, articulados de forma sólida e inovadora, que porventura dificulta a existência de exemplos tão completos e ricos como o do Bairro da Malagueira. A visão e concretização integrada do que são os objectivos de um plano (com uma visão política por detrás), e a capacidade de os materializar através de um projecto de arquitectura qualificado e de um desenho urbano consistente, constituirá, seguramente, neste, como em outros casos, o ponto de partida para a construção da nova cidade.

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O Bairro da Malagueira – “Jardim do Lago” (imagem 3 ) Fonte: fotografia do autor

Projectar o espaço público na reconstrução da cidade sem plano – o projecto de requalificação do espaço público da Área Central do Cacém A reflexão sobre o papel que o espaço público pode desempenhar enquanto base essencial dos projectos de regeneração e reconstrução da cidade dita sem forma (ou periférica), onde podem ser reconhecidos toda uma série de problemas (sociais e ambientais), afigura-se como uma das reflexões urgentes no campo da teoria e da prática do urbanismo, do desenho urbano e da arquitectura, a que urge dar resposta, tendo em conta a necessidade de encontrar um equilíbrio para a cidade no seu conjunto. Se é possível encontrar algumas experiências interessantes de requalificação de bairros sociais e periféricos, (a partir da renovação do espaço público) designadamente nas áreas metropolitanas do Porto e de Lisboa, estas representam no entanto acções isoladas e de escala reduzida, o que impossibilita encetar uma verdadeira, ou mais profunda, recomposição urbana; ou seja, uma regeneração estruturante capaz de ir “à raiz” dos problemas que podemos identificar em muitos destes contextos urbanos. A este respeito, e considerando o carácter pioneiro que assumiu no contexto português, julgamos incontornável a referência ao projecto de requalificação do espaço público da Área Central do Cacém (projectado e construído entre 1998 e 2008, sob a responsabilidade de Manuel Salgado/Risco). Integrado no conjunto das primeiras cidades que beneficiou do Programa Polis16, o Plano de Pormenor da Área Central do Cacém reveste-se de uma natureza e de uma especificidade que o tornam num caso exemplar, por se tratar de uma intervenção que, ao contrário de outros Projectos Polis, não possuía valores patrimoniais ou ambientais significativos (na medida em que não há uma frente de mar ou de rio, ou um centro histórico a recuperar ou revitalizar). Pelo contrário, estamos, no

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caso do Cacém, perante o núcleo de um verdadeiro subúrbio, um espaço urbano fragmentado, descaracterizado, degradado urbanística e socialmente que, apresentando uma densidade construída e habitacional relativamente alta, denotava uma total carência de espaços públicos qualificados.

A nova estrutura do espaço público na reconstrução da Área Central do Cacém – as cinco micro-centralid ades (imagem 4) Espaços públicos antes e depois da intervenção na Á rea Central do Cacém (imagem 5) Fonte: elaboracão própia

Na resposta a este desafio devemos assinalar fundamentalmente a metodologia seguida na abordagem ao problema da requalificação desta área. Neste caso, torna-se fundamental o enfoque pragmático, alargado, multi-escalar relativamente ao tecido urbano pré-existente (em que o plano e o projecto de espaço público consideram a área de intervenção de forma global e indivisível), onde o espaço público surge justamente como principal factor de coesão na implementação da estratégia de requalificação urbana definida. A intervenção global e intensiva sobre o espaço público pré-existente (baseada na definição de uma nova ordem formal e funcional que abrange, globalmente, os diferentes componentes do espaço público – desde a rua às infra-estruturas de mobilidade “mais pesada” e às redes de espaços verdes criados) constituiu-se como o instrumento privilegiado para a concretização da estratégia definida pelo plano de pormenor, permitindo configurar um sistema articulado e hierarquizado de espaços urbanos, capaz de dotar a cidade de uma estrutura, e de forma, que a tornaram mais legível, mais habitável e mais funcional. Projectar o espaço público na reestruturação da cidade metropolitana – o projecto do Metro do Porto Constituindo as infra-estruturas da mobilidade, os espaços públicos mais difusos e menos resolvidos da cidade contemporânea, julgamos que a disciplina da arquitectura e do urbanismo

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estão obrigadas a repensar, permanentemente, o seu papel no contexto da cidade alargada. Sobretudo se atendermos à dificuldade de articulação (morfológica e funcional) que a infra-estrutura viária revela nestas partes da cidade, e que se traduz na dificuldade de gerar lugares públicos urbanos, capazes de constituir suportes legíveis e simultaneamente estruturadores da cidade presente e futura. Por exemplo, na realidade urbana emergente, a “via”, reduzida em muitos casos à sua função de suporte do tráfego viário, impede a sua consideração como construção complexa e significativa, capaz de incorporar novas dimensões, significados e novas escalas de um urbano distendido. Neste sentido, o desafio que se pode colocar à materialização da infra-estrutura nas partes menos consolidadas da cidade contemporânea pode ou deve estar na capacidade de agregar e sintetizar, num desenho coerente, as diferentes técnicas e saberes que hoje concorrem para o desenho da cidade. Este desafio, em termos práticos, pode traduzir-se na capacidade de (voltar a) integrar num desenho de conjunto, infra-estrutura, arquitectura, espaço público e paisagem, (re)abrindo “novos” horizontes à investigação e à prática do projecto de requalificação do espaço público da cidade contemporânea.

Metro do Porto . Um exemplo de inserção urbana no M unicípio da Maia (imagem 6) Fonte: elaboracão própia

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Do ponto de vista urbanístico, está sobretudo em causa o reconhecimento do potencial destes espaços (públicos) de base infra-estrutural, constituídos como centralidades lineares ou elementos de ligação, capazes de definir a morfologia da cidade e dos seus espaços públicos em sectores menos consolidados, resgatando uma dimensão social, arquitectónica ou mesmo paisagística anteriormente ausentes. É aliás nestas partes da cidade que algumas experiências recentes e inovadoras no contexto europeu têm vindo a dar consistência à ideia da infra-estrutura materializada por forma a ordenar e construir uma nova fisionomia e hierarquia para os diferentes espaços abertos, resolvendo eficazmente os conflitos existentes entre os diferentes sistemas de mobilidade presentes na cidade. Neste âmbito, a 1ª fase do projecto do Metro do Porto constitui um exemplo notável. Este projecto, que teve como coordenador geral o Eduardo Souto de Moura, e que se foi materializando no terreno desde 1999, permitiu a nosso ver, não apenas estabelecer ligações directas e eficazes entre áreas distantes da Área Metropolitana do Porto (AMP), como afirmar a suas potencialidades enquanto elemento estruturante de um urbano mais disperso. A opção pela circulação à superfície (em grande parte da sua extensão), e o confronto com situações urbanas muito distintas, alargou as potencialidades do projecto, abrindo espaço para os diferentes municípios o poderem utilizar como elemento catalisador de importantes transformações, designadamente (ou fundamentalmente) ao nível dos espaços públicos atravessados por esta infra-estrutura. A intervenção do Metro assume-se, neste caso concreto, como um dos principais elementos estruturadores desta realidade urbana apresentando-se como uma sequência espacial articulada, capaz de integrar e permitir a convivência entre os sectores urbanos de diferente condição e natureza que configuram a mancha metropolitana.

Metro do Porto . Estação do Parque da Maia (imagem 7) Fonte: fotografia do autor

Estabelecendo relações de continuidade e integrando igualmente outros projectos urbanos realizados ou previstos para a cidade, o projecto do Metro constituiu-se como um sistema potencialmente ordenador, constituído por pontos nodais e centralidades lineares de importância variável, potenciando uma transformação urbanística mais global e tornando possível o reconhecimento de uma nova dimensão espacial e cívica para o conjunto metropolitano.

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Importará no entanto fazer notar que para o reconhecimento desta nova dimensão urbana, espacial e cívica, visível à escala do território e da cidade, foi decisiva a materialização arquitectónica desenvolvida nos diferentes projectos de inserção urbana que, partindo da lógica construtiva decorrente dos elementos de urbanização infra-estrutural, mas também do mobiliário urbano e do tratamento paisagístico, foi capaz de construir um léxico que estrutura e dá forma aos espaços públicos requalificados ou criados. Projectar o espaço público como elemento de excepção de escala geográfica - o projecto da Frente Marítima do Parque da Cidade, no Porto Como atrás referimos, a evolução do conceito e das configurações da cidade e do espaço público, tem-nos permanentemente obrigado a rever os paradigmas com os quais interpretamos, pensamos ou projectamos estes “lugares públicos”. Referimo-nos aos espaços de encontro colectivo, cujo papel pode ser comparável ao que algumas ruas, a maioria das praças e outros espaços programados, como jardins e parques, cumpriam na cidade tradicional, correspondendo basicamente aos pontos de concentração e de atracção e do reconhecimento de uma possível identidade colectiva. A questão que julgamos pertinente colocar, ao tratar especificamente dos espaços públicos singulares, excepcionais da cidade actual, será pois a de saber a que lugares nos estamos a referir e como se constroem estes espaços fora da “cidade tradicional”. E em que medida são relevantes para o crescimento ou consolidação da cidade futura, nomeadamente como componentes estruturadores de possíveis sistemas de espaço público em contextos urbanos mais dilatados. Num momento em que a vida urbana e colectiva se torna mais fluida e indeterminada (e que as sociedades urbanas parecem reivindicar formas mais “abertas” e “expandidas” de espaço público) e num momento em que e que a escala da cidade se dilata, a questão central residirá na forma como as soluções baseadas no modelo de “espaço aberto” podem ser (ainda) consideradas na concepção dos lugares públicos principais no contexto da cidade. Como observa Carlos Martí, a análise da história das cidades, e especificamente, das razões que presidem à sua origem e desenvolvimento, permite-nos reconhecer que a cidade se constrói e consolida, em diálogo com a natureza e com os elementos geográficos mais determinantes: o rio, o mar, a baía, a península, o vale, etc.; acrescentando Martí que, se existe algo de permanente na cidade, é a presença de lugares que, sendo profundamente urbanos, manifestam simultaneamente um vínculo forte com a geografia17. Seguindo estas observações de Carlos Martí, julgamos também que será a partir da geografia, enquanto facto físico concreto (e não partindo de uma abordagem puramente paisagística, visualista ou ecológica) e na relação entre o espaço público e os seus elementos naturais mais importantes, onde poderemos encontrar a identidade e o papel a reservar aos lugares públicos (de excepção) no contexto da cidade presente e futura. Pressentimos portanto que os espaços públicos da cidade futura também se poderão construir em lugares onde, à semelhança do passado, a natureza será capaz de se projectar, uma vez mais, como parte integrante do desenvolvimento e estruturação da cidade, onde simultaneamente se poderá porventura construir ou consubstanciar uma “outra monumentalidade” metropolitana, no que à consideração dos lugares públicos diz respeito. Uma “outra monumentalidade” que porventura não se fundará sobre uma caracterização (arquitectónica e urbanística) e em princípios de construção da forma tão sólidos como os do passado, mas que no interior da sua condição de vazio excepcional – que, como refere Martí, se “desentranha da geografia”18 - se poderão encontrar, novamente, os

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elementos que garantem a perenidade, legibilidade e significado dos lugares públicos no contexto da cidade actual. A importância estratégica que podemos reconhecer nestas áreas excepcionais, prende-se com o facto das mesmas se poderem também constituir como elementos marcantes na caracterização da forma e da estrutura metropolitana presente ou futura; onde se possa reconhecer um desígnio urbano determinado, seja ao definir, por exemplo, (novas) frentes, fronteiras e limites ao espaço urbano, seja ao criar zonas de reserva fora da cidade consolidada, capazes de responder às tensões urbanísticas que se podem produzir em território mais aberto e mais pulverizado. É com base nestes pressupostos que reconhecemos as frentes de água como potenciais espaços públicos de excepção no contexto da cidade contemporânea. Nesta medida, interessam-nos os exemplos de intervenção sobre o espaço público em frentes de água onde se possa recriar ou consolidar a noção de espaço público de excepção, e que, simultaneamente, sejam capazes de operar transformações profundas em sectores estratégicos de cidade (associados, por exemplo, a situações de remate, rótula, transição ou limite urbano), levantando questões novas e prementes para o projecto do espaço público; isto é, projectos que têm em conta, no seu desenho, novos problemas de escala(s), de programa / uso, e que “desvendem” “novos” papéis (estratégicos) e paradigmas de construção de espaço público ajustados à condição urbana actual.

Estamos portanto interessados nos exemplos onde se valoriza, justamente, o papel único e fundamental do projecto do espaço público, enquanto mediador da articulação, por vezes difícil, mas sempre fundamental, entre os contextos urbano, social e cultural e os seus elementos geográficos e naturais de referência.

Frente Marítima do Parque da Cidade (Porto) . Situa ção prévia à intervenção e proposta construída (ima gem 8) Fonte: elaboracão própia

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Frente Marítima do Parque da Cidade (Porto) . Viadu to de ligação entre a cidade do Porto e Matosinhos (imagem 9) Fonte: fotografia do autor

No que diz respeito a realizações recentes em território português consideramos o projecto da Frente Marítima do Parque da cidade, no Porto (projectado por Manuel de Solà-Morales entre 1999 e 2002) – como uma referência destacada; na medida em que resulta de uma proposta que procura fundamentalmente nos valores do sítio – na geografia - e na sua história, as razões para o desenho do espaço público que propõe. A partir da consideração renovada (mas precisa e coerente) das relações entre geografia, infra-estrutura, e as pré-existências, colocou-se neste caso, de forma clara, o sempre difícil problema de construir o mínimo - mas indispensável - para atingir o máximo resultado, e que neste caso significou valorizar e considerar a presença do mar, do parque e de outros elementos de referência pré-existentes. Do ponto de vista dos temas mais específicos que concorrem para o reconhecimento da singularidade deste projecto, interessa-nos igualmente apreciar e analisar a transformação evidente e radical de uma franja costeira, com características excepcionais e únicas do ponto de vista da geografia do local. Este exemplo explora, sobretudo, a passagem da condição de espaço sobrante, de transição e indeterminado, para um espaço público de referência (capaz de resgatar a dimensão pública para este sector urbano e para a cidade no seu conjunto), afirmando-se, por outro lado, a importante condição de limite e fronteira (neste caso um limite singular entre duas cidades, e entre a “terra” e o “mar”) que constitui um dos traços distintivos dos novos espaços públicos de excepção.

Este projecto distingue-se, igualmente, pela resposta que dá ao desafio de materializar um espaço público que “não existia”; refere-se à refundação de um lugar público - criado de acordo com as circunstâncias específicas do lugar - capaz de devolver à cidade o usufruto de um tramo da sua frente marítima, tendo em conta as condicionantes urbanas, a vocação do sítio e atendendo simultaneamente às condições mais indeterminadas e complexas (carácter, usos, escalas, etc.) que caracterizam os espaços públicos na cidade contemporânea.

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4. CONSIDERAÇÕES FINAIS: SOBRE A NECESSIDADE DA REFORÇAR A CONSISTÊNCIA E OBJECTIVIDADE DO PROJECTO DO ESPAÇO PÚBLICO Em síntese, e face aos argumentos atrás expostos, poderemos afirmar que atribuímos valor ao projecto do espaço público na medida em que este possa recolocar (de novo) a prática e o saber disciplinar da arquitectura ao serviço dos processos de construção da cidade e do território (como sabemos, cada vez mais fragmentado e incerto do ponto de vista técnico, político e económico). O nosso argumento não coloca naturalmente em causa a necessidade de considerar o projecto e a construção do espaço público como o resultado de saberes vários e de vivências e interpretações distintas, e muito menos esgotar, na reivindicação para a disciplina da arquitectura de uma autonomia nos processos de intervenção e construção da cidade. A nossa reflexão aponta, sobretudo, para a necessidade de um maior comprometimento e exigência por parte da disciplina da arquitectura nos referidos momentos de síntese - decisivos no projecto e desenho do espaço público - sobrepondo-se à visão meramente funcionalista ou oportunista do projecto urbano, entendido em muitos casos como um somatório de projectos técnicos. Julgamos que apenas a partir de um maior comprometimento e exigência por parte da disciplina da arquitectura nos referidos momentos de síntese do processo de desenho do espaço público, “pensada desde a escala 1/1000 à escala 1/1”, será possível fixar uma materialização precisa, capaz de traduzir/reflectir a justeza dos desígnios, incorporando simultaneamente a tangibilidade, a mensurabilidade e a utilidade de que sempre se fizeram e continuarão a fazer as coisas urbanas e a cidade. Estamos neste sentido a defender a afirmação disciplinar da arquitectura na construção do espaço público, no sentido de se poder recuperar uma cultura de projecto (urbano) fundada numa visão mais unitária e articulada do espaço urbano que, de uma forma geral, se manteve até meados do século XX. Nesta medida, valorizamos intervenções urbanas em que o projecto do espaço público considera desígnios e desenhos que superem o entendimento que orientou muitas das recentes intervenções na cidade, onde o espaço público foi concebido essencialmente como fragmento equipado (fundamentado, em muitos casos, por pressupostos mercantilistas ou tecnicistas) que, consequentemente, tendem a desvirtuar a sua dimensão urbana e colectiva, negando a sua capacidade de dar forma, significado e coerência à cidade. Não bastará, no entanto, reconhecermos valor ao espaço público, temos de reconhecer valor urbanístico e arquitectónico ao projecto do espaço público: um projecto que olha para a cidade no seu conjunto, dando-lhe estrutura(s), forma(s) e desenho(s). Um projecto que hierarquiza a complexidade de interesses diversos, e que se vê obrigado a “tomar partidos”, não podendo, por este motivo, estar dissociado nem da complexidade do real, nem da vontade de construir ou reconstruir cidades e espaços públicos onde o exercício de uma vivência urbana possa conter a multiplicidade de actores, de usos e de referentes arquitectónicos e urbanísticos. Um projecto que permita legar simultaneamente às gerações vindouras, como referia Platão, melhores cidades do que aquelas que herdámos. Todavia, não temos dúvidas quanto à dificuldade e exigência que tal procedimento representa para a prática do projecto urbano. Isto é, sabemos que o(s) sucesso(s) que podemos atribuir a intervenções consistentes e estruturadoras tendem a resultar, em parte, da conjugação de interesses e circunstâncias que qualquer acção consequente sobre a cidade requer - visão política, recursos financeiros, competência profissional e técnica - e que, em muitos casos, apenas se tornam possíveis a partir de programas de carácter excepcional.

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Aos “fazedores” de espaço público e de cidade, como o são, entre outros, os arquitectos, os urbanistas e os paisagistas, cabe assim, na maior ou menor margem de manobra de que dispõem em cada projecto, serem capazes de construir um desenho ou uma “materialidade urbana” significante, densa e coerente. Uma materialidade construída a partir do controlo da medida, das distâncias, da escala e das texturas dos objectos e dos vazios urbanos - tornando os espaços públicos significantes e referenciáveis relativamente ao(s) contexto(s) em que se inserem. Em síntese, cabe-lhes concretizar projectos e uma “materialidade urbana” que compreendem que é a partir do planeamento da cidade, da arquitectura e dos seus espaços públicos, pensados em conjunto, que se consegue a verdadeira transformação da cidade, permitindo-lhe criar raízes e assim produzir futuro, assegurando a sua habitabilidade e perenidade - os seus principais desígnios. 5. NOTAS Y REFERENCIAS

5.1. Notas

1 DE SOLÀ-MORALES, Manuel (2010) “The Impossible Project of Public Space” in In favour of public space: ten years of the european prize (Magda Anglès ed.), Barcelona: Actar, p. 27.

2 Para uma compreensão aprofundada das alterações que as cidades portuguesas (em particular as de média dimensão) sofreram no período que sucedeu ao 25 de Abril de 1974, ver: Cidade e democracia: 30 anos de transformação urbana em Portugal, (Álvaro Domingues, coord.), Lisboa: Argumentum, 2006.

3 Como é sabido, após a adesão Portugal à União Europeia (que ocorreu em 1986) e em particular na década de 90, Portugal conheceu um surto de infra-estruturação que a maioria dos países europeus conheceu no período de reconstrução do Segundo Pós-Guerra.

4 Álvaro Domingues, “Cidade e Democracia. Os anos da Mudança”, in Cidade e democracia: 30 anos de transformação urbana em Portugal, (Álvaro Domingues, coord.), Lisboa: Argumentum, 2006, p. 19.

5 Segundo Álvaro Domingues as novas centralidades definem-se como “pontos de ancoragem” e estruturadores do novo território urbanizado que “consubstanciam padrões de localização das novas formas de produzir, distribuir e consumir“. idem, ibidem p. 34.

6 Como refere Álvaro Domingues, o carácter não definido ou não codificado dos vazios residuais e de outros espaços associados aos novos traçados de infra-estruturas rodoviárias arteriais (projectados segundo critérios que decorrem da velocidade, da segurança, e de métricas e hierarquias funcionais rígidas e pré-definidas), determinam uma mudança de paradigma, onde o esquema formal e mental, que associamos à definição e caracterização dos vazios da cidade canónica, perde o sentido: “Os vazios de construção não são só constituídos por resíduos de solo deixados entre loteamentos ou entre a construção dispersa. Para além destes (...) existem manchas e corredores contínuos desenhados por retalhos de campos, de vales, de colinas ou linhas festo. Estas unidades de paisagem, mais ou menos transformadas pela infra-estrutura viária que dá sentido ao povoamento, não podem apenas ser definidas por oposição à construção; possuem qualidades e potencialidades próprias (“naturais” e culturais, incluindo a carga simbólica que daí deriva) que devem ser apreendidas no contexto da descontinuidade formal e do estilhaçar do espaço urbano emergente.”. Álvaro Domingues, “Cidade e Democracia. Os anos da Mudança”, in Cidade e democracia: 30 anos de transformação urbana em Portugal, (Álvaro Domingues, coord.), Lisboa: Argumentum, 2006, p. 38.

7 MARTÍ ARIS, Carlos (2012) “Lugares Públicos en la Naturaleza”, Conferência proferida na Faculdade de Arquitectura do Porto em 18-11-02, edição policopiada do autor, p. 1.

8 BORJA, Jordi; MUXI, Zaida (2003) El espacio público: ciudad y cuidadania, Barcelona: Electa, p. 57.

9 Como salienta Joan Busquets “Estamos a descobrir que no território aberto se produzem novas tensões económicas e urbanísticas que alteram o modelo tradicional estruturado ao redor dos núcleos existentes (...) Aqui os projectos urbanísticos devem articular técnicas de intervenção a partir das qualidades próprias do território e do seu meio natural”. Joan Busquets, “Presente y perspectivas del urbanismo”, Sociedade e Território, n.º 37-38 (2004), p. 52.

10 Não podemos contudo afirmar que nos encontramos perante uma preocupação nova. A “questão da periferia” - o significado e a forma da cidade emergente, dispersa e alargada - tem sido desde os anos 90 objecto de inúmeras reflexões, particularmente no que diz respeito ao estudo do espaço aberto nesta nova realidade urbana. A título de exemplo destacamos um número duplo da revista Casabella (nº 597-598, 1993), que, ainda sob a direcção de Vittorio Gregotti, tratou exclusivamente do problema “do espaço aberto na cidade contemporânea alargada”.

11 Bernardo Secchi citado por Carlos Martí em “Lugares Públicos”, Conferência proferida no Colegio de Arquitectos de Madrid em 26-04-2001, edição policopiada do autor, p. 1.

12 MARTÍ ARIS, Carlos (2001) “Lugares Públicos”, Conferência proferida no Colegio de Arquitectos de Madrid em 26-04-2001, Edição policopiada do autor, p.1.

13 Tendo em conta este entendimento, Joan Busquets salienta justamente a necessidade de resgatar a ideia “de projecto ou visão a médio prazo do plano” a partir da intervenção sobre “alguns espaços, em determinados sistemas ou em certas estratégias”, o que não deixa de implicar a necessidade de, como refere, estudar “quase tudo” e a “fundo”. Segundo este autor, este entendimento está directamente ligado à necessidade de recuperar o esforço “(...) conceptual e abstracto do projecto de plano como forma de enfocar a

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questão da forma urbana sem ter de cair na falácia do desenho de todas as suas partes (...)”. Joan Busquets, “Entrevistas: 20 visiones” in Papers. Regió Metropolitana de Barcelona, nº 43, Junho 2005, p. 26, 27.

14 Joan Busquets é um dos autores que de forma mais consistente tem defendido o elevado grau de operacionalidade do projecto urbano de escala intermédia como instrumento privilegiado de intervenção na cidade. A seu ver, este instrumento corresponde a um “(...) tipo de projecto urbanístico que aceita trabalhar desde o fragmento urbano, entendendo que a partir dele se pode dar resposta a questões gerais da cidade”, enfrentando “(...) programas variados onde a ideia de integração (entre infra-estrutura e cidade, entre espaços públicos e colectivos) se converte no conceito fundamental”. Busquets reforça, por outro lado, a importância da escala intermédia como meio adequado para pensar nas “relações entre”, já que nos garante o reconhecimento e valorização das “ideias propositivas num nível de abstracção que as torna adaptáveis a distintos programas e a mudanças de vontade no decorrer do projecto”. Joan Busquets, “Presente y perspectivas del urbanismo”, Sociedade e Território, n.º 37-38 (2004), p. 51, 52.

15 DE SOLÀ-MORALES, Manuel (1987) “La segunda historia del proyecto urbano” UR nº5 (1987), p. 22.

16 Dotado de uma gestão própria (tutelada à época pelo Ministério das Cidades, do Ordenamento do Território e do Ambiente), o Programa Polis (Programa Nacional de Requalificação Urbana e Valorização Ambiental das Cidades), constitui-se como um ambicioso programa de requalificação urbana que teve a valorização ambiental como um objectivo fundamental, adoptando como modelo de actuação a intervenção intensiva em sectores estratégicos, desenvolvidas em estreita coordenação com os municípios e com os privados.

17 Carlos Martí Aris, “Lugares Públicos en la Naturaleza” in La Cimbra y el Arco. Barcelona: Fundación Caja de Arquitectos, 2005, p. 56.

18 Carlos Martí, “La Construcción de los Lugares Públicos, Notas para una Etimologia de la Forma Urbana”, in Arquitectos nº 152, p. 56.

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riURB • Revista Iberoamericana de Urbanismo nº11 • Adriana Guevara • Festejos urbanos

Recibido: 29/01/2013 – Aceptado: 05/05/2014 Bajo licencia Creative Commons

FESTEJOS URBANOS: de la monumentomanía al mapping histórico. Deslindes entre Centenarios. Adriana Guevara Especialista en Diseño Comunicacional, Arquitecta por FADU-UBA. Magister avanzada, Tesis en proceso. Mail: [email protected] RESUMEN El quiebre de los discursos hegemónicos propiciado por el fin de la modernidad trajo aparejado un proceso de reconfiguración de los límites de los campos disciplinares, interrogándolos, superponiéndolos, cruzándolos. Las disciplinas proyectuales se han visto influidas primordialmente por la dimensión comunicacional (los estudios semiológicos y los Visual & Cultural Studies), y por la perspectiva antropológica, que observa los comportamientos sociales y registra cuales son las representaciones de los mismos. En la actualidad es imposible leer a las operaciones proyectuales como agentes aislados. La intención de este artículo será la de leer distintas acciones que fueron parte de los festejos y entenderlas como fragmentos de un discurso. Se infiere que la ocupación transitoria del espacio urbano, sumada al desplazamiento que produjo la apropiación de monumentos como soportes (Bicentenario) y no como eje del festejo (Centenario), favoreció un proceso de reapropiación identitaria. Estas acciones generarían un reconocimiento social que se iría transformando en un nuevo imaginario urbano, que tiene la capacidad de ser un momento fundacional que devendría en un enunciado performativo. En ese sentido, los festejos urbanos generarían conexiones con la emoción, serían generadores de recuerdos, y catalizadores magníficos de discursos sobre la ciudad. El objeto de estudio es la ciudad de Buenos Aires, recortando la lectura en las operaciones urbanas producidas por dos festejos: los del Centenario y los del Bicentenario de la Revolución de Mayo. Palabras clave: festejo urbano, Buenos Aires, imaginarios urbanos, Centenarios. URBAN CELEBRATIONS: from Monumentomany to Historic Mapping. Boundaries between Centennials The breakdown of hegemonic discourses promoted by the end of modernity brought with it a process of reconfiguration of the boundaries of disciplinary fields, interrogating, overlapping, crossing them. The Projective Disciplines have been influenced primarily by the communicational dimension (semiological studies an Visual & Cultural studies), and by the anthropological perspective, which observes social behavior and records the representations of it. At present it is impossible to read the projective operations as isolated agents. The intent of this paper will be to read various actions that were part of the festivities and understand them as fragments of a discourse. It appears that the transient occupation of urban space, coupled with the shift produced by the appropriation of monuments as carriers (Bicentennial) and not as the axis of the celebration (Centennial), favored a process of identitary reappropriation. These actions would generate a social recognition that would transform into a new urban imaginary, which has the ability to be a foundational moment that would become a performative enunciation. In that sense, the urban celebrations are connectors with emotions, generators of memories and they would also be magnificent catalysts of speeches on city. The study case is the city of Buenos Aires, setting focus on urban operations produced by two celebrations: the Centennial and the Bicentennial of the May Revolution. Key words: urban festivity, Buenos Aires, urban imaginary, Centennials

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riURB • Revista Iberoamericana de Urbanismo nº11 • Adriana Guevara • Festejos urbanos

Recibido: 29/01/2013 – Aceptado: 05/05/2014 Bajo licencia Creative Commons

En el centro de Fedora, metrópolis de piedra gris, hay un palacio de metal con una esfera de vidrio en cada aposento. Mirando dentro de cada esfera se ve una ciudad azul que es el modelo de otra Fedora. Son las formas que la ciudad habría podido

adoptar si, por una u otra razón, no hubiese llegado a ser como hoy la vemos. En todas las épocas alguien, mirando a Fedora tal como era, había imaginado el modo de convertirla en la

ciudad ideal, pero mientras construía su modelo en miniatura, Fedora dejaba de ser la misma de antes, y aquello que hasta ayer había sido uno de sus posibles futuros ahora era solo un juguete

en una esfera de vidrio. Fedora tiene hoy en el palacio de las esferas su museo: cada

habitante lo visita, elige la ciudad que corresponde a sus deseos, la contempla imaginando que se refleja en el estanque de las medusas donde se recogía el agua del canal (si no hubiera sido

disecado), que recorre desde lo alto del baldaquín la avenida reservada a los elefantes (ahora expulsados de la ciudad), que resbala a lo largo de la espiral del minarete de caracol (perdida ya

la base sobre la cual debía levantarse). En el mapa de tu imperio, oh gran Kan, deben ubicarse

tanto la gran Fedora de piedra, como las pequeñas Fedoras de las esferas de vidrio. No porque todas sean igualmente reales, sino porque todas son sólo supuestas. Una encierra aquello que se acepta como necesario mientras todavía no lo es; las otras aquello que se imagina como posible y

un minuto después deja de serlo. “Las ciudades y el deseo 4”.

Las ciudades invisibles. Ítalo Calvino.

1. IMAGINARIOS URBANOS ¿Cómo se hace una ciudad? ¿Cómo se establecen su imagen, su forma, sus relaciones y deseos? Pareciera que la construcción proyectada o espontánea, la aceptación, rechazo o adecuación a las normativas edilicias son sólo pequeños actores de una gran obra, que, como dice Ítalo Calvino, está en constante cambio y en constante estado de posibilidad. A través de estas páginas nos proponemos leer la relación entre las actividades propias de un festejo y su influencia sobre los imaginarios urbanos de una sociedad. Creemos que la ciudad y sus representaciones se producen mutuamente1, se van conformando a través de las figuraciones artísticas y literarias surgidas por la sociedad y por las prefiguraciones intelectuales que se hacen sobre ellas, más allá de las modificaciones materiales que produzcan los procesos de transformación y modernización2. Para eso indagaremos entre los deslindes de su construcción material y de sus representaciones virtuales, tomando como eje dos acontecimientos urbanos: los festejos del Centenario y del Bicentenario en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina La hipótesis que manejamos es la de pensar a los festejos como parte de un discurso que se cristaliza en una serie de imágenes y de operaciones sobre la ciudad que van legitimando nuevos imaginarios urbanos, que a su vez tienen la capacidad de ser enunciados performativos3. Es decir, las imágenes y operaciones arquitectónicas que conforman un nuevo imaginario urbano en construcción, también van dando forma a una nueva ciudad imaginada, que eventualmente tendrá efectos sobre la ciudad material. Creemos que las ciudades son organismos vitales, que se transforman, mutan o se adaptan, y que se van recreando hacia diferentes ideales4. El festejo, entonces, no sería sólo un acontecimiento urbano efímero, sino que perduraría en el tiempo a través de la formalización de nuevas imágenes que eventualmente, acabarían legitimando un nuevo imaginario urbano. El pasado nos llega al presente a través de la imagen y a través de la lectura de las huellas urbanas que permanecen en la ciudad5, que cargan sobre sí el paso del tiempo. En este artículo nos interesa

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focalizar en el pasaje de la sociedad que construye sus monumentos como manera de afianzar su identidad, hacia aquella que los utiliza como soportes de expresiones gráficas6, lo que entendemos como fragmentos de un discurso que toma a la historia como a una herramienta para afianzar un proceso de redefinición identitario. Reflexionar sobre el pasaje de la monumentomanía7 hacia el espectáculo, como reflexión sobre la dimensión ontológica de lo urbano, como un pasaje de lo sólido a lo no sólido, de lo material a lo inmaterial. Al analizarlos, pretendemos indagar en la relación entre ellos y los proyectos políticos del momento, como generadores de la identidad de una nación. Identidad que, al ser construida, muta, al igual que muta la ciudad. 1.1. El proyecto como construcción social. El relato en el que el proyectista, aquel individuo iluminado, fundamentalmente arquitecto, quien con gestos propios de su genio decidiría cual era el camino a seguir, es una visión construida fundamentalmente por la historiografía arquitectónica, que se encargó de fomentar este rol que todavía en la actualidad es ponderado por algunos talleres de la facultad8 en la que está radicada esta investigación. Sin embargo, la misma es una construcción histórica. Para entender cómo surge esta naturalización tenemos que ir hacia el momento de la creación del concepto de proyecto, y por ende del rol del proyectista, como modificadores de la realidad. El inicio de este pensamiento podría tener origen en el texto de Nikolaus Pevsner9 “Pioneros del diseño Moderno: de William Morris a Walter Gropius” en 1936. Dicho libro instaló una visión de la historia del diseño positivista, presentando un desarrollo lineal de la Arquitectura, basándose en la obra y ambiciones personales de diseñadores y arquitectos10 básicamente racionalistas o funcionalistas. De hecho, todo componente emotivo o simbólico tendía a ser abolido por el funcionalismo11, que se erige como la doctrina fundamental del arte moderno, en parte gracias a los miembros de la Bauhaus: la buena arquitectura resultante debería reflejar la vida contemporánea, y tener la estética legalizada como la adecuada para su época. Se consideraba un pensamiento revolucionario, pero como “revolución” era puritana: el funcionalismo terminó deviniendo en una moralidad12 que tendía a encaminar al hombre a un estilo de vida “oprimido por la racionalidad”13. A pesar de eso, el funcionalismo pasó a ser un componente necesario en la vida cotidiana: el diseñador funcionalista se sentía responsable del ambiente cotidiano, y creía que al modificarlo obligaba al hombre a superarse. La crisis del pensamiento moderno como discurso homogéneo hace que se reconfiguren las preguntas que daban como respuestas estas certezas. El discurso posmoderno acompaña a la fragmentación de un estado de cosas, tanto de su arquetipo central como de la conciencia colectiva. Al dejar de ser una unidad, se abre la posibilidad de leer entre sus fragmentos, entre sus relaciones. Relaciones que siempre estuvieron presentes, pero que eran acalladas por escapar de los valores ascéticos del funcionalismo, relaciones entre significante y significado, pero también con el entorno, en donde el proyecto aparece como un conector entendiéndolo como una construcción social en la que la tekné del arquitecto, proyectista o diseñador, es solo una parte de la cadena significativa. 1.2. El concepto de imaginario como interfaz Esta nueva dimensión del concepto de proyecto como construcción social nos lleva a reflexionar sobre las relaciones entre proyectista - objeto diseñado - sociedad. El concepto de Imaginario nos aparece así como aquella interfaz posible para interpretar la comunicación en la sociedad moderna, aquello que nos permitiría entender la relación entre la construcción de Imaginarios Urbanos como modo de comunicación proyectual. Pero ¿con qué parte de la sociedad? ¿Quiénes son los actores que se identifican con estos imaginarios, quienes son los que lo construyen? Y además, ¿es esta una construcción lineal?

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Para tratar de responder a estas preguntas, necesariamente hay que leer a filósofos, especialistas en Teorías del Discurso, sociólogos y antropólogos. El fenómeno es complejo, por lo que hay que abrir el campo disciplinar, enriqueciéndolo con lecturas polisémicas. Sabemos que toda construcción de discurso implica la construcción de un relato, así como es un relato construido el de la Identidad Colectiva14. La misma es leída como un conjunto de creencias compartidas de un sector de la sociedad, que implican una visión de sí misma, de un “nosotros”. Una representación colectiva, que constituye aquello que será lo imaginable y lo aceptable dentro de esta sociedad. Las significaciones imaginarias sociales son un modo de institución y creación15, y operativamente nos permiten mantener y justificar o cuestionar y criticar un orden social. Son aquellos lugares en los que se conciben y alimentan las nuevas significaciones y acciones. De hecho, para que una sociedad exista, es necesario que exista una significación compartida, se necesita crear un “mundo” de significaciones, que es instituido, es construido por dicha sociedad y fundado en lo imaginario. Los imaginarios sociales entendidos así, son aquello que se establece como condición de posibilidad y representatividad, es decir, justamente, de la existencia de la sociedad. Las significaciones imaginarias sociales hacen que el mundo material e inmaterial (real y simbólico, funcional y evocativo) sea una pluralidad organizada, ordenando lo diverso. Dice Cornelius Castoriadis: …(las significaciones imaginarias implican la)… posición de formas nuevas, posición no determinada sino determinante; posición inmotivada, de la cual no puede dar cuenta una explicación causal, funcional o incluso racional. Estas formas, creadas por cada sociedad, hacen que exista un mundo en el cual esta sociedad se inscribe y se da un lugar. Mediante ellas es como se constituye un sistema de normas, de instituciones, de finalidades de la vida tanto colectiva como individual. En el núcleo de estas formas se encuentran cada vez las significaciones imaginarias sociales, creadas por esta sociedad, y que sus instituciones encarnan…16 Este concepto de Imaginario Social es aquel que permite la articulación de la sociedad, su mundo y sus necesidades. Es tomado como condición de posibilidad y existencia, de aquello que connota, en vez de denotar: la sociedad solo existe en tanto se instituye y es instituida, y es impensable sin la significación. Mientras que la institución primera es la parte imaginaria, el poder, la institución segunda es su manifestación material, en este caso, la ciudad. Teniendo ya definida a la interfaz posible en la comunicación del proceso proyectual, nos interesa ahora tratar de leer cómo se produce la misma, tomando como marco conceptual a la Teoría de la Semiosis Social17 para decodificar los discursos en su dimensión social. Para poder leerlos, hay que acceder a una red semiótica, lo que “implica un trabajo de análisis que opera sobre fragmentos extraídos del proceso semiótico”18, es decir, sobre una cristalización temporaria de los mismos. Entonces, hemos entendido que la figura del arquitecto-proyectista como aquel que iba a proveer de felicidad y que iba a resolver los problemas sociales, es una figura construida históricamente. Y que en la contemporaneidad, la búsqueda de la identidad es la base para reelaborar nuevas condiciones de significación. Y hemos encontrado que la identidad se configura a nivel social a través de imaginarios, que son construidos colectivamente, en donde las instituciones (la ciudad) no son la creación de individuos designables sino del imaginario colectivo, anónimo e instituyente. Y que para nuestra hipótesis, una de esas posibles construcciones es el proyecto integral de un festejo, que se lee como parte de un fenómeno social. La complejidad de este proceso hace surgir la necesidad de leer a las operaciones proyectuales sobre la ciudad desde más de una mirada, desde un crisol inter-disciplinar. Si entendemos al proyecto como parte de un discurso, es necesario reflexionar sobre esa dimensión, relacionando su

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dimensión de materialización posible, pero también en su dimensión inmaterial, que es la que va produciendo modificaciones más profundas y a largo plazo. Citando a Abraham Moles, “el objeto (proyectado o no) es portador de signos, por su simple existencia de objeto…la función del intelectual – representada por el diseñador- el artista que presta un servicio social, se torna simbólica”.19 Y el proyecto, al ser una construcción social, es una producción de sentido. Y este nivel comunicacional es parte del proyecto20.

2. PREFIGURACIONES Y RELATOS Como hemos establecido, las diferentes acciones que conforman un imaginario urbano abren la posibilidad de prefigurar a una ciudad. Y, en ese sentido, un festejo en un espacio público podría ser leído en una renovada dimensión política que ayudaría a instaurar la materialización urbana de un proyecto de nación21. Nuestro objeto de estudio es la ciudad de Buenos Aires, en dos momentos: el festejo del Centenario y el del Bicentenario22. Al estudiarlos, nos encontramos con dos momentos históricos diferentes, dos ciudades diferentes. Además, el festejo en sí tuvo similitudes y también tuvo un gran cambio, que es el pasaje entre la aplicación de la “Monumentomanía” hacia la institución del Acontecimiento, en este caso a través de la apropiación de algunos de esos monumentos como soporte de imágenes. Al analizar el traspaso de lo sólido a lo inmaterial, también reconocemos un pasaje ontológico, que se relaciona con cómo se piensa y se imagina a la ciudad cuando está consolidando un proyecto de nación (principios del siglo XX) y también en otro momento, cuando está redefiniéndose, al salir de una profunda crisis económica y de valores (principios del siglo XXI). En el Bicentenario aparentemente parecería haber una desmaterialización urbana con respecto al modelo del Centenario. Sin embargo también se lee una revalorización de componentes inmateriales como la memoria, la emoción y el recuerdo, resignificados para formar parte de un discurso que apunta a reafirmar una identidad a través de un sentimiento nacional23. Un traspaso del logos al pathos, de lo material a lo emocional, que influiría en la conformación de la ciudad de un modo más sutil. Se podría decir que estamos pasando de una ciudad construida hacia una ciudad imaginada, y es ahí en donde entra la dimensión política al conformar un proceso de construcción de la memoria, como un eje para materializar el ideal de una nación. En estas relaciones entre imaginario urbano24 e imaginación urbana25, entre memoria y política, se va construyendo la ciudad de Buenos Aires. 2.1. La ciudad y sus representaciones La ciudad de Buenos Aires tiene una larga historia en cuanto a festejos callejeros, desde los carnavales, pasando por las fiestas de San Juan. Las Fiestas Mayas fueron un festejo urbano característico de la Buenos Aires post-colonial, la gran Aldea. Estaban dedicadas a recordar a la Revolución de Mayo y fueron establecidas el 5 de mayo de 1813, el mismo día en el que el 25 de Mayo fue declarado Fiesta Cívica. Para la década de 1890, la ciudad de Buenos Aires se empezó a preparar para el Centenario. En ese momento, gran parte de la élite se sentía “civilizada y europea”, y para ellos este tipo de festejos eran pueblerinos e indignos de la “París de Sudamérica”26, por lo que fueron dejados de lado. Por otro lado, los nuevos inmigrantes empezaban a participar con sus propios rituales y celebraciones, creando una sensación de “torre de Babel” que tanto encolerizaba a Sarmiento27. Esta creciente apropiación de los festejos por parte de los extranjeros, tanto de las fiestas como de sus espacios simbólicos, generó en distintos sectores de la élite la necesidad de establecer la existencia de una “nacionalidad” argentina. Para ese cometido, la ocasión del festejo del Centenario del 25 de mayo de 1910, resultó la apropiada.

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Imagen 01 Fiestas Mayas. Fuente: Archivo General de la Nación

Imagen 02 Festejos del Centenario en Buenos Aires. Fuente: Archivo General de la Nación

La Conmemoración del Centenario de la Revolución de Mayo coincidió con una creciente conflictividad social, planteamientos violentos de sectores sindicales anarquistas y socialistas, más la amenaza de huelga general para impedir la celebración, que fue “neutralizada” por el Congreso al implantar el estado de sitio, bajo cuya imposición se realizaron los festejos.

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Imagen 03 Remodelación de la Plaza de Mayo. Fuente Archivo General de la Nación

Por otra parte, los festejos del Bicentenario tuvieron el carácter de una fiesta patria mezclada con la alegría de los carnavales más una cierta recuperación del espíritu de las fiestas Mayas. Al igual que en los festejos del Centenario, hubo Tedeum y desfiles militares, pero se incluyeron también desfiles de las comunidades de inmigrantes que construyeron el país, y terminó con un desfile de carrozas de un estilo carnavalesco, pero cuyo tema era recordar los momentos en donde la historia de la Argentina tuvo un punto de inflexión: el éxodo jujeño, la Vuelta de Obligado, el anarquismo, la industria de los años 50’s, el golpe militar de 1976 y la guerra de Malvinas entre otros. Al igual que en las Fiestas Mayas, el final de fiesta fue con fuegos artificiales. Es posible encontrar semejanzas entre los festejos del Centenario y los del Bicentenario, en especial en la apropiación por parte de la ciudadanía del espacio público28. En cuanto a las diferencias, a primera vista la más notable es la material: la Buenos Aires del Centenario era una ciudad que se estaba afianzando en su identidad, en la que debía ser la “París de Sudamérica”, debiendo dar cuenta de los procesos de modernización basados en conceptos paisajistas e higienistas adecuados a la época. La apertura de avenidas, parques, los monumentos que se recibieron como regalos de diferentes países y que fueron emplazados en diferentes puntos29, fueron herramientas para la conformación material de la ciudad insigne de la República Argentina, un reflejo30 del momento: una época de enorme crecimiento económico, la consolidación de la república conservadora fortaleciendo un modelo de país agroexportador. Es la exaltación de lo que el escritor Ricardo Rojas denominó monumentomanía31, la materialización del “espíritu nacional”32 a través de las operaciones urbanas y de la implantación de monumentos y estatuas, que ayudaron a redefinir el espacio público metropolitano. Buenos Aires perdía así su perfil colonial, adquiriendo los rasgos de una ciudad moderna y europea.

Imagen 04 Desfiles de Colectividades en el Bicenten ario. Fuente: fotografía de la autora.

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Imagen 05 Desfile de Cierre Bicentenario. Fuente: Web oficial del Bicentenario Argentino

Imagen 06 Monumento del Centenario (regalo de Españ a). Fuente: Archivo General de la Nación

A diferencia de las grandes operaciones urbanísticas del Centenario, como parte del festejo del Bicentenario la Sociedad Central de Arquitectos33 sólo realizó tres concursos, dos vinculantes y uno de ideas34. Los concursos vinculantes fueron el de la refuncionalización del ex Palacio de Telecomunicaciones, y el del Pabellón del Bicentenario. El programa35 del Centro Cultural del Bicentenario (el ex Palacio de Correos y Telecomunicaciones) era el de diseñar un edificio con múltiples usos, como salas de conferencias y de conciertos. En cambio, el del Pabellón del Bicentenario tenía como intención la construcción de un espacio liviano, de arquitectura efímera36, cuyo uso era ser un paseo en donde se pudiera recordar lo que pasó en la Argentina en los últimos 200 años37. Su exhibición consistía en un interesante trabajo

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historiográfico, cuyo soporte eran cubos acrílicos transiluminados, que contenían información de cada década del bicentenario a festejar. El trabajo se organizó a través de tres momentos bisagra -1810, de revolución y formación; 1910, de modernización e inmigración; y 2010, de identidad y futuro-38. Se proponía como una obra de “bajo mantenimiento”, pero el mismo fue nulo, levantándose al mes y medio de inaugurada –fines de marzo en vez del 11 de junio, fecha prevista para su desarme-, no llegando a estar en pie para el momento de los festejos.

Imagen 07 Centro Cultural del Bicentenario. Proyect o Ganador . Fuente: Diario La Nación

Imagen 08. Pabellón del Bicentenario. Fuente: Revista SCA + fotografía de la autora

El concurso de ideas fue el del ícono del Bicentenario, también impulsado por la SCA (Sociedad Central de Arquitectos), asociada con la empresa privada IRSA SA. El mismo fue propuesto en un terreno largamente señalado como de apropiación sospechosa, situado detrás del hotel de Inmigrantes y que pertenecía a la empresa Tandanor. En una operación que se podría leer como de volver a poner ese sitio en la discusión pública, y en un gesto de “donación” para la comunidad, el terreno en cuestión fue base de un concurso internacional de un ícono para el Bicentenario,

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realizado en el 2009. Luego de una preselección en la que intervinieron representantes de IRSA, del gobierno nacional, del gobierno de la ciudad autónoma de Buenos Aires, FADEA39 y arquitectos de la SCA, el público terminó de votar a los ganadores luego de una exposición en el Shopping Abasto, también perteneciente a IRSA SA. Los íconos ganadores no construirían40, pero iban desde Agujas que se mecían con el viento produciendo un acontecimiento urbano41, pasando por edificios más tradicionales como La Puerta del Plata42 o incluso miradores urbanos43.

Imagen 09 Concurso SCA. Fuente: Revista SCA

El concurso del ícono se proponía desde el vamos como un concurso de ideas, y entre sus intenciones también puede leerse la de poner en circulación el concepto “Bicentenario”, adelantándose un año a los festejos. La arquitectura ganadora fue muy diversa, pero en las revistas de la SCA dedicadas a los proyectos se puede leer un compendio de qué tipo de arquitectura, desde el punto de vista del discurso profesionalista, se consagraba como la pertinente para el 2010, tanto en el país como en el mundo. El otro concurso vinculante fue el del Centro Cultural del Bicentenario, en el ex Palacio de Correos44. El concurso para su refuncionalización fue realizado en el año 200745, y lo ganó el estudio B4FS46. La primera parte del proyecto fue inaugurada el 24 de mayo de 2010 por la presidenta Fernández de Kirchner como parte de los festejos del Bicentenario. La intervención del lugar tenía el propósito de generar un área de mejor calidad de tránsito vehicular–peatonal y conformar un corredor cultural entre los hitos arquitectónicos y simbólicos a los que estaría vinculado: el nuevo Centro Cultural, el museo del Bicentenario (en las ruinas de la Aduana de Taylor) y la misma Casa de Gobierno, y sería llamado Parque del Bicentenario. Si bien esta propuesta se incluye en el proyecto con el que el estudio ganador obtuvo el primer premio, aun no está confirmada su concreción, pues falta definir acciones que no le competen al Gobierno Nacional sino al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ya que si bien se trata de un bien del Estado Nacional, los terrenos que lo circundan pertenecen a la Ciudad47.

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Imagen 10 Proyecto Ganador del Corredor Cultural Bi centenario. Fuente: Diario La Nación

En el Bicentenario, desde el punto de vista urbanístico-arquitectónico entonces, tenemos un concurso de ideas, que nos muestra que algunos posibles íconos, pero que nunca sabremos si llegarán a transformarse en representativos de la ciudad, ya que no van a ser construidos y así reconocidos por los ciudadanos. Pero que, desde la elección que sugiere su premiación, muestra una intención de producir arquitectura sensorial, de estímulos y de lograr paisaje con una intervención que produzca un acontecimiento en la ciudad. Por otro lado, dos concursos vinculantes, uno de los cuales (el Centro Cultural del Bicentenario) ofrecía una propuesta urbana que no sabemos si llegará a construirse por tensiones políticas, y que se inauguró en forma parcial48. El otro (el del Pabellón) tuvo que ser levantado antes de lo previsto por la nula importancia que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires (CABA) le dio al mismo. A diferencia de lo ocurrido en el festejo del Centenario (1910) la ciudad no experimentó ningún cambio a nivel urbano que nos deje una gran huella material de los festejos. El Bicentenario (2010) representó al festejo a través de la ocupación transitoria del espacio urbano, apoyada por su transmisión inmediata en los medios de comunicación, que puede entenderse como un modo de expansión del espectáculo. Por otro lado, se apropió de dos íconos arquitectónicos que han sido parte en ambas celebraciones, como el Cabildo y el Teatro Colón.

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Imagen 11 Mapping sobre el Teatro Colón. Fuente: Diario La Nación

Ambos pueden ser leídos como objetos históricos que permanecen, y que nos permiten entender cómo fueron usados en ambos acontecimientos. A través de la exhibición de imágenes históricas, armadas de modo audiovisual49, los edificios devinieron en soportes de la imagen. Se resignificaron gracias a la espectacularización de los símbolos arquitectónicos, de los otrora llamados “monumentos”. En su reflexión sobre el arte contemporáneo50 y su relación con las condiciones culturales y sociales de la posmodernidad Néstor García Canclini nos habla sobre el desplazamiento de lo construido a lo no construido, el pasaje del objeto al contexto: …”al apropiarse de un monumento para celebrar el presente, se actualiza su significado…”. Los monumentos se transforman en el soporte del mensaje, en el símbolo arquitectónico re-significado, en el marco para el escenario de las concentraciones ciudadanas. Estas interacciones entre patrimonio y usos mediáticos reasigna conceptos, abre un…“mapa de la carretera, en la que el paisaje y sus nombres van cambiando”…51. El edificio o monumento adquiere un nuevo significado, y a través de su uso en un festejo, el mismo es socialmente compartido.

Imagen 12 Mapping sobre el Cabildo. Fuente: Diario La Nación

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2.2. A modo de reflexión Como hemos visto, los festejos que se celebraron en la ciudad de Buenos Aires52 por el aniversario de la revolución de Mayo de 1810 en su Centenario y en su Bicentenario, tuvieron en común la apropiación del espacio urbano por parte de sus habitantes. Sin embargo, las huellas generadas por las operaciones sobre la ciudad fueron de índole muy diferente: el Centenario consolidó el proyecto de Nación de la generación de los ´80s por medio de planes urbanísticos inspirados en Europa, con el aporte de monumentos que funcionaron como anclajes de la memoria y el sentimiento patriótico, ubicados en lugares estratégicos. El Bicentenario lo hizo a través de festejos tomando a la cultura como recurso, ayudados por los avances tecnológicos de la época, con la adición de una relectura histórica que revalorizó personajes históricos que habían sido acallados u olvidados. A lo largo de este escrito se ha tratado de exponer los antecedentes del festejo, rescatando que los mismos se realizaron en espacios urbanos que son reconocidos por sus habitantes como lugares en donde se concentra la ciudadanía, y en donde se festeja53. Por otro lado, en el Bicentenario se recuperó algo del espíritu de las Fiestas Mayas, que habían sido dejadas de lado por ser “demasiado” populares además de ser un festejo “poco europeo”. Las condiciones de producción, es decir, el contexto del Bicentenario no parecía muy favorable para el gobierno nacional, ya que habían perdido una elección legislativa un año antes. Sin embargo, a través de la apelación a un discurso integrador, una fiesta pacífica y un espectáculo interesante, los ciudadanos se sintieron convocados, pudiéndose pensar que en parte fue por el festejo en sí mismo, pero también por la necesidad de construir una identidad compartida y plural. En este festejo se ha cambiado en enfoque de la mirada, produciéndose una reivindicación hacia la cultura propia, hacia adentro54, tanto en los artistas elegidos para diseñar el evento, como en los invitados a los festejos. La misma reivindicación se ve en la búsqueda de la identidad latinoamericana, que se vio reflejada en la elección de los referentes proyectados55, en los músicos, comparsas y representantes invitados, así como en los presidentes presentes en el palco principal del festejo. Y si bien los medios no oficiales mostraron una posición oscilante ante el evento, cayeron rendidos ante la gente convocada: el canal oficial (canal 7) y el diario El Argentino estuvieron siempre presentes y reivindicando el ánimo pluralista, de no confrontación y multitudinario, pero también los canales de televisión no vinculados al oficialismo terminaron sumándose transmitiendo los festejos en vivo. Así como en el Centenario la “didáctica de los monumentos”56 fue una de las herramientas que ayudaron a generar el imaginario urbano que terminó conformando a la París de Sudamérica, en el Bicentenario la utilización política de las imágenes y de los relatos históricos son los que ayudaron a la constitución de un discurso inclusivo y plural, con una orientación latinoamericanista. El festejo del Bicentenario se ve muy reciente, y aun no se tiene la distancia temporal para poder realizar una lectura predictiva. No ha dejado las huellas materiales que dejó el festejo del Centenario, pero las huellas simbólicas que se han expuesto y recuperado son muchas. El trabajo visual sobre los monumentos no parece así una decisión ingenua: sobre estos edificios cargados de historia se proyectaron las imágenes, recortadas y exhibidas para mostrar un discurso que exalta los valores del patriotismo, pero en este caso sin apelar a la rigidez y a la perfección. Se mostró a la historia argentina con los momentos luminosos y oscuros, recuperando voces dormidas o directamente acalladas. La ciudad devino en soporte, no sólo material sino también simbólico. Hemos leído distintas acciones que fueron parte de los festejos, y tratamos de entenderlas como fragmentos de un discurso, en este caso, de un discurso que influye sobre la generación de imaginarios urbanos. Creemos que todo fenómeno social es un proceso de producción de sentido, y toda producción de sentido está inserta en lo social. Por otro lado, toda producción de sentido tiene una manifestación material, y sea cual fuere su medio (intervenciones espaciales, utilización de edificios como soporte de la imagen, producciones urbanas o arquitectónicas), lo que llamamos un discurso no es otra cosa que una configuración espacio-temporal de sentido, y solo es posible

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reconocerlo como parte de un sistema de relaciones entre sus condiciones de generación y de reconocimiento, como fragmento de la semiosis. Podemos entender que, en el pasado, los lugares eran los que generaban un principio de sentido para sus habitantes cuya identidad se construía con lo que había ocurrido ahí, eran sinónimo de cultura. En la contemporaneidad, ese sistema cerrado de signos parece un tanto disuelto y fragmentado, pero los lugares no desaparecen, permanecen en imágenes como metáforas de lo que fueron, dejando huellas que se superponen como capas de sedimentación, en donde se almacenan nuevas y viejas representaciones portando una capacidad de operar sobre la memoria. Y volverán a generar la experiencia en aquel que las mire, a generar un “eterno retorno”57, en donde no es el ser el que vuelve, …sino el propio retornar el que constituye el ser, en tanto que se afirma en el devenir y en lo que pasa (…) la identidad en el eterno retorno no designa la naturaleza de lo que vuelve, sino al contrario, el hecho de volver por el que difiere…58. Estas imágenes pueden ser entendidas como imágenes-tiempo, su paso por el mundo es fugaz, contingente ….ellas no claman por la eternidad marmórea de lo inmóvil, sino quizás al contrario por la intensamente magnífica eternidad del tiempo-instante, del tiempo - ahora como tiempo pleno, aquel en cuya fuerza Benjamin reconocía la potencia mesiánica”…

Imagen 13 Cubo con Imágenes y Frases. Fuente: fotografía de la autora

Despliegan una nueva retórica de temporalidad, en la que su energía simbólica característica es modificada59, ya no cumplen más la función de memoria de archivo, de recuperación del pasado, a lo Barthes en La chambre Claire, sino se acercan más al concepto de wonder block freudiano en donde

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la forma es volátil, y lo que cuenta es la impresión que deja, su capacidad de interconexión y de potenciación de fragmentos de otras impresiones. Este desplazamiento entre la monumentomanía hacia la apropiación de esos monumentos a través de las imágenes, las cuales a su vez portan una desviación de la fuerza simbólica históricamente asociada a ellas, deviniendo en percepción de sentido y generadoras de interconexiones en el interior del sujeto, son síntomas de un cambio radical en el percepción en general y en la urbana en particular. La ciudad ya no se construye solo desde lo material, las dimensiones inmateriales son las que están marcando la generación de los nuevos imaginarios. Estamos ante un cambio del régimen de percepción, lo que José Luis Brea60 llama “régimen escópico”, como aquella estructura abstracta que determina el campo de lo cognoscible en el territorio de lo visible. La constitución de estos campos es cultural y política, y lo que conocemos y vemos depende de nuestra participación en uno u otro régimen. Cada vez más se está tendiendo a la producción inmaterial, hacia la generación de contenido simbólico, lo que además trae otras acciones o significantes, y que está acarreando un cambio en el concepto económico de distribución: de una economía de comercio se está yendo hacia una economía de red. Las implicaciones que este nuevo régimen escópico va a traer sobre el arte, su distribución y el nuevo concepto de artista, así como sobre la producción de conocimiento, van a modificar aquello que vemos y como lo vemos, van a modificar nuestra percepción. En ese cambio estamos, un cambio escópico que está modificando nuestro modo de ver, de percibir y de construir nuestra realidad. De construir nuestras ciudades. 3. NOTAS Y REFERENCIAS 3.1. Notas

1 Gorelik, Adrián. “Imaginarios urbanos e imaginación urbana. Para un recorrido por los lugares comunes de los estudios culturales urbanos”. En Miradas sobre Buenos Aires, historia cultural y crítica urbana, Buenos Aires, Editorial siglo XXI, 2004.

2 El concepto de imaginarios urbanos se puede considerar en dos instancias diferentes. Por un lado, como reflexión cultural y académica, es decir, las diversas maneras que las sociedades se representan a sí mismas en las ciudades, y la forma en que construyen sus modos de comunicación y sus códigos de vida urbana. Por otro lado, como imaginación urbana, como dimensión de la reflexión política y urbanística, acerca de cómo debe ser la ciudad.

3 Gauthier, Guy. Veinte Lecciones sobre la imagen y el sentido. España, Editorial Cátedra, 1999.

4 Gorelik, Adrián. Op.cit. 1.

5 Didi-Huberman, Georges. Ante el Tiempo. Historia del arte y anacronismo de las imágenes. Buenos Aires: Editorial Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2008.

6 Mappings históricos sobre el Cabildo y el teatro Colón.

7 Monumentomanía es un concepto del escritor Ricardo Rojas, quien postulaba a los monumentos públicos como materializaciones de un espíritu nacional que debía imponerse. Se refería a la dimensión “didáctica” de los monumentos, como ejemplificadores de los valores que se pretendía instaurar.

8 El presente artículo es parte de la investigación que la autora está realizando como parte de su tesis de Maestría en Diseño Comunicacional (DICOM) en la FADU-UBA. (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, Argentina).

9 Nikolaus Pevsner. Alemania, 1902 – 1983. Historiador del arte, dedicado especialmente a la investigación de la Arquitectura, y a promover el Movimiento Moderno.

10 Abarcando desde el historicismo de William Morris y de las Arts and Crafts hasta llegar a la "estética mecánica" de Walter Gropius y el Movimiento Moderno

11 Moles, Abraham. El Kitsch. El arte de la felicidad. Buenos Aires: Ediciones Paidós, 1990.

12 Baudrillard, Jean. Crítica de la economía política del signo. Buenos Aires: siglo XXI editores, 1972.

13 Los libros que tomamos de referencia de Moles y Baudrillard se publicaron con un año de diferencia (1971 y 1972), y debaten entre sí sobre los conceptos de proyecto y diseñador.

14 Castoriadis, Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad. Buenos Aires: Tusquets Editores, 2010.

15 Ibídem

16 Ibídem

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17 Verón, Eliseo. La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad. Barcelona: Gedisa Editorial, 1988.

18 Ibídem.

19 Abraham Moles, Op. cit. 11

20 Por lo que se deduce la necesidad imperante de incluirlo dentro de las currículas de estudio de las Facultades de Arquitectura y Diseño.

21 De hecho, la definición de espacio público es una categoría política, mientras que la de lugar es una definición antropológica.

22 El presente artículo forma parte de la investigación que la autora está realizando para su tesis de Maestría en Diseño Comunicacional DICOM, en la FADU-UBA (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires, Argentina).

23 Bertoni, Lilia Ana. “Construir la Nacionalidad: héroes, estatuas y fiestas patrias, 1887-1891”, en La “educación moral”, imagen y acción desde el Consejo Nacional de Educación, 1880-1916, investigación en curso que cuenta con el apoyo del CONICET y de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UBA.

24 El imaginario urbano tiene que ver con las relaciones entre los habitantes urbanos de una ciudad, y cómo estos construyen sus modos de reconocerse y vincularse.

25 La imaginación urbana está ligada a la conformación material de la ciudad, al ideal formal, ligada con su diseño y su planificación urbana.

26 Sáenz, Jimena. “Las fiestas Mayas en Buenos Aires”, en Todo es Historia nro. 25, mayo de 1969.

27 Bertoni, Lilia Ana. Op. Cit. 23

28 Si bien, como ya hemos apuntado, el Centenario se festejó bajo estado de sitio.

29 Como el Monumento a los Españoles y el monumento a Washington que fueron emplazados en los bosques de Palermo o la Torre de los Ingleses, emplazado en Retiro. Ver Eternautas (Watson, Ricardo, con Di Meglio, Gabriel y Rentero, Lucas). Buenos Aires de Fiesta. Luces y sombras del Centenario. Montevideo, Uruguay: Aguilar, una editorial del Grupo Santillana. 2010

30 La apertura de los parques se realizó también con fines profilácticos, retirando a los asentamientos que se estaban conformando en las aéreas verdes

31 Ricardo Rojas la llama la “pedagogía de las estatuas”.

32 Rojas, Ricardo. La restauración nacionalista. Informe sobre educación. Buenos Aires: Editorial Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. 1909.

33 La Sociedad Central de Arquitectos (SCA) es una institución privada, entre cuyas funciones está la de organizar concursos nacionales e internacionales, vinculándose con organizaciones similares a lo largo del mundo. Es necesario estar asociado a ella para participar de los mismos.

34 Los concursos vinculantes implican la construcción material de los mismos, mientras que los de ideas sirven para reflexionar sobre el estado de la profesión.

35 “Programa” es un concepto que viene de la Arquitectura Moderna (años 30 a 60´s del S XX) y que enumera los usos que debería tener determinada obra arquitectónica.

36 “Arquitectura efímera” es un concepto que engloba obras que tienen fecha cierta de desarme o demolición, como los stands, o los pabellones.

37 Los Pabellones son un tipo de arquitectura efímera muy común entre los concursos. Se realizan desde las grandes Ferias del siglo XIX, y su objetivo es el de “transformar el patriotismo en mercadería de exhibición” son una mezcla de paseo, exposición y gráfica con mensaje, reunidos en un edificio efímero.

Buck-Morse, Susan. Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los Pasajes. La balsa de Medusa: Madrid, 1995.

38 Entrevista de la autora a Ricardo Watson, uno de los directores del grupo Eternautas, grupo de historiadores quienes realizaron la investigación y la realización de la exhibición historiográfica.

39 Federación Internacional de Arquitectos.

40 Revista de Arquitectura de la Sociedad Central de Arquitectos nro. 237, año 2010, pp. 68-83.

41 Proyecto de los arqs. Carlos Campos y Yamila Zynda Aiub

42 Proyecto de los arqs. Miguel Alonso y Rufino Hernández

43 Como la propuesta del estudio suizo de los arqs. Ignacio Dahl Rocha y Jacques Richter.

44 Diseñado por el arquitecto francés Norbert Maillart.

45 Documentación del Proyecto Centro Cultural del Bicentenario. Sociedad Central de Arquitectos. (S.C.A.), sección Concursos. 2007.

46 Los arquitectos Daniel Becker y Claudio Ferrari, asociados a Enrique Bares, Federico Bares, Nicolás Bares y Florencia Schnack

47 Cuyo gobierno es opositor al gobierno nacional.

48 Se plantea inaugurar el resto del edificio para el festejo del bicentenario de la independencia nacional, en el año 2016.

49 El llamado “mapping”.

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50 García Canclini, Néstor. La sociedad sin relato. Antropología y estética de la inminencia. Buenos Aires: Katz conocimiento. 2010.

51 Ibídem.

52 Si bien en ambos casos los festejos se replicaron en distintas ciudades del interior de la República Argentina, es en la ciudad de Buenos Aires en donde focalizo mi investigación.

53 La Plaza de Mayo (también sede de las Fiestas Mayas) y la avenida 9 de Julio, lugar en donde se cierran campañas presidenciales y también se festejan campeonatos deportivos.

54 Notamos que “Hacia adentro” ahora es un concepto más extendido, e involucra a toda América Latina

55 Mariano Moreno, José de San Martín, Belgrano, el che Guevara, Evita, Bolívar, entre otros.

56 Rojas, Ricardo. Op. Cit. 32

57 Deleuze, Gilles. Nietzsche y la filosofía. Barcelona: editorial Anagrama, 1971

58 Ibídem.

59 Ibídem.

60 Brea, José Luis. Cambio de régimen escópico: del inconciente óptico a la e-image. Leído on-line por última vez en mayo del 2014

http://www.estudiosvisuales.net/revista/pdf/num4/JlBrea-4-completo.pdf

3.2. Referencias bibliográficas

BAUDRILLARD, Jean. Crítica de la economía política del signo. Buenos Aires: siglo XXI editores, 1972.

BREA, José Luis. Cambio de régimen escópico: del inconciente óptico a la e-image. Leído on-line por última vez en mayo del 2014 http://www.estudiosvisuales.net/revista/pdf/num4/JlBrea-4-completo.pdf

BUCK-MORSE, Susan Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los Pasajes. Madrid: La balsa de Medusa, 1995.

CALVINO, Ítalo. Las ciudades invisibles. Buenos Aires: Minotauro, 1972

CASTORIADIS, Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad. Buenos Aires: Tusquets Editores, 2010

DELEUZE, Gilles Nietzsche y la filosofía. Barcelona: editorial Anagrama, 1971.

DIDI-HUBERMAN, Georges Ante el tiempo. Historia del arte y anacronismo de las imágenes. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2008. Lo que vemos, lo que nos mira. Buenos Aires: Manantial, 2010.

GADAMER, Hans-Georg La actualidad de lo bello. El arte como juego, símbolo y fiesta. México: Ediciones Paidós, 1997.

GARCÍA CANCLINI, Néstor Imaginarios Urbanos. Buenos Aires: Eudeba, 1999. La sociedad sin relato. Antropología y estética de la inminencia. Buenos Aires: Katz conocimiento, 2010.

GAUTHIER, Guy. Veinte Lecciones sobre la imagen y el sentido. España: Editorial Cátedra, 1999.

MOLES, Abraham. El Kitsch. El arte de la felicidad. Buenos Aires: Ediciones Paidós, 1990

VERÓN, Eliseo La semiosis social. Fragmentos de una teoría de la discursividad. Barcelona: Gedisa Editorial, 1988.

3.3. Bibliografía contextual

BERTONI, Lilia Ana. “Construir la Nacionalidad: héroes, estatuas y fiestas patrias, 1887-1891”, en La “educación moral”, imagen y acción desde el Consejo Nacional de Educación, 1880-1916, investigación en curso que cuenta con el apoyo del CONICET y de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UBA.

EDITORA GUTMAN, Margarita. Buenos Aires 1910: Memoria del Porvenir. Convenio entre la Secretaría de Planeamiento Urbano del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA, Buenos Aires,1999.

ETERNAUTAS (WATSON, Ricardo, con Di Meglio, Gabriel y Rentero, Lucas). Buenos Aires de Fiesta. Luces y sombras del Centenario. Montevideo, Uruguay: Aguilar, una editorial del Grupo Santillana. 2010

GARAVAGLIA, Juan Carlos. “A la Nación por la fiesta: las Fiestas Mayas en el origen de la Nación en el Plata”. Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravignani”. Tercera Serie, nro. 22, 2do. Semestre de 2000.

GORELIK, Adrián. Miradas sobre Buenos Aires, historia cultural y crítica urbana. Buenos Aires: Editorial siglo XXI, 2004.

ROJAS, Ricardo. La restauración nacionalista. Informe sobre educación. Editorial Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Buenos Aires, 1909.

SÁENZ, Liliana. “Las Fiestas Mayas en Buenos Aires” en Todo es Historia nro. 25, mayo de 1969.

3.4. Varios

www.bicentenario .argentina.ar. Sitio web oficial del bicentenario

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Bicentenario argentino. Sitio oficial en Facebook

www.lanacion.com.ar. Sitio web del diario La Nación.

Revista de Arquitectura de la Sociedad Central de Arquitectos. Nros. Varios.

Revista del Consejo Profesional de Arquitectura. Nros. varios.

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LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO Miradas, mediciones, dibujos en la historia de Buen os Aires Graciela Favelukes CONICET / Universidad de Buenos Aires Doctor Arquitecto por la Universidad de Buenos Aires Mail: [email protected] RESUMEN ¿Qué rol jugaron las imágenes y los gráficos en la historia de la ciudad? ¿Qué relaciones podemos encontrar entre la forma de la ciudad y los gráficos que intentaron dar cuenta de ella? Este trabajo presenta algunos episodios históricos que contribuyen a reflexionar sobre las relaciones entre visualizar, dibujar e intervenir en el territorio. En efecto, numerosos y diversos actos de ver y medir terminan por encontrar su lugar en los gráficos. Sin embargo, los debates y las desautorizaciones que rodean a muchos de ellos ponen de manifiesto el carácter inestable de estas representaciones. Presentaremos en un repaso más impresionista que sistemático, algunos episodios en los que la mirada y el dibujo desempeñan un lugar destacado en la construcción del territorio, en el caso específico de la modernidad temprana de Buenos Aires. Se trata de dar cuenta de tres cuestiones: que para llegar a una visualización sinóptica de la ciudad, se suceden numerosos actos de mirar y medir, en los que se ponen en juego habilidades adquiridas; que esos resultados se trasladan de papel en papel, en versiones sucesivas de los cuales los planos impresos son sólo una parte; que estas instancias permiten comparar, compartir, transmitir y tomar decisiones en base a los dibujos que actúan como análogos de la ciudad. Con estos objetivos, revisamos algunos escenarios que sugieren los modos en que se visualizaba la ciudad durante los inicios de la modernización, especialmente en los trabajos de mejora de las infraestructuras viales y de la definición de la forma de su trazado. Palabras clave: historia urbana; Buenos Aires; mediciones; medios gráficos

THE CONSTRUCTION OF TERRITORY. Looks, measurements, drawings in the history of Buenos Aires What role occupied the images and graphics in the history of the city? What sort of relationships can be found between the shape of the city and the graphics that tried to account for it? This paper presents some historical episodes seeking to contribute to a reflection on the relationship between visualizing, drawing and acting in the territory. Indeed, many different acts of seeing and measuring end to find their place in maps and charts. However, the discussions and disclaimers surrounding many of them show the unstable nature of these representations. We will present in a more impressionistic than systematic overview, some episodes in which sight and drawing played prominently in the construction of the territory, in the specific case of early modern Buenos Aires. This is to account for three issues: that to achieve a synoptic view of the city, numerous acts of looking and measuring converge, which come into play on the basis of acquired skills; that these results are moved from paper to paper, in successive versions of which the printed plans are just one part; and that these instances let you compare, share, communicate and make decisions based on the drawings that serve as analogs of the city. . For these objectives, we review here some scenarios that suggest the ways in which the city was visualized during the beginnings of modernization, especially in the works of improving road infrastructure and the definition of the shape of its pattern. Key words: urban history, Buenos Aires, measurement, graphic media

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1. LA CONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO. Miradas, mediciones, dibujos en la historia de Buenos Aires En 1966, Ivan Tarkovsky realizó en la antigua URSS el film Andrei Rubliov (pintor ruso del siglo XIV de cuya biografía se desconoce prácticamente todo). Sin entrar en el análisis de esta rica y compleja obra, destaquemos el sugerente episodio de apertura, en el que la cámara toma el lugar de la mirada de un monje, que se eleva en el aire mediante un muy rudimentario globo aerostático. Mientras la imagen sube, la voz que corresponde a esa mirada proclama emocionada “¡estoy volando, estoy volando!”, mientras se va mostrando el terreno desde un ángulo superior creciente, y transmitiendo el gozo profundo de esa visión amplia que descubre aspectos desconocidos e inesperados del entorno. La breve elevación termina en una caída abrupta.

Figura 1. Fotograma de Andrei Rubliov (1966) de Andrei Tarkovsky

La euforia que transmite la escena, el asombro de una mirada nueva, recuerdan en parte lo que muchos hemos sentido ante los mapas y las imágenes que los evocan: el entusiasmo de ubicar, como desde lo alto, nuestro lugar dentro del mundo, de conocer tierras lejanas, de apreciar distancias y formas fuera del alcance de la experiencia directa. Ahora bien, sea desde la imaginación poética, desde los estudios de psicología cognitiva, o de la historia, la visión forma parte de un entramado cultural de largo alcance, durante el que, por supuesto, ha cambiado y presentado significados diversos –entre otros, la tensión entre lo elevado y lo terrenal que sugieren el ascenso y descenso de la escena que comentamos, pero también aspectos en gran medida relacionados con la cognición. En los últimos años se observa un interés renovado en lo visual, en el rol de la visión en los procesos de formación de la cultura y de la sociedad –especialmente en relación a los nuevos medios de comunicación y de información. La era digital despierta entusiasmos y temores relativos a la potencial desmaterialización de lo humano en un mundo fantasmal de intercambios visuales. En parte como contraparte a ese estado volátil, se intensifica el interés por los aspectos concretos de las prácticas culturales. En un campo académico en el que los giros se suceden, el giro visual se impone en paralelo con el giro espacial (Thrift, 2006; Soja, 1989), mientras se plantean nuevas preguntas y se renuevan las agendas de investigación. Una suerte de neomaterialismo pragmatista invita a abandonar los esencialismos y a focalizar en la empiria, en las prácticas situadas, en las formas concretas en que se produce el conocimiento, en que se discute y se comparte. Los medios y soportes se vuelven relevantes, así como aumenta el interés por las prácticas, por los procesos concretos, por los saberes “menores”, por ese cúmulo de actos que, si bien forman parte de todo tipo de procesos (técnicos, científicos, políticos, artísticos y

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tantos otros), suelen quedar borrados en las versiones finales y públicas. Su (re)descubrimiento y (re)conocimiento tiene orígenes difusos que podemos identificar en las ciencias sociales (Bourdieu), la antropología (Latour), las historias de ciencias, del arte (Baxandall, Alpers), de la cultura en general (Burke). La dimensión visual de esas prácticas no es una arista menor, tanto en el interés que posee lo visual como medio de entrada a la investigación y como fuente, así como en su calidad de objeto de estudio, en el presente y en la historia. Svetlana Alpers (1980) se refirió a lo que denominó cultura visual para referirse a los estrechos vínculos que, a su criterio, unieron a la pintura holandesa del seiscientos con la ciencia del período, en especial a la óptica y la cartografía. Bruno Latour (1990) profundizó la noción al redefinir a los mapas y gráficos como “móviles inmutables” (immutable mobiles), aludiendo a su capacidad para trasladar información sin distorsiones, y para aumentar y acelerar la capacidad de conocimiento y acción de una cultura dada. Desde otro ángulo, Martin Jay (2008) habla de “régimen escópico” (scopic regime) para designar un cierto modo de ver y mirar propio de una época, ampliando la noción de cultura visual para incorporar las constricciones que imponen los valores y la política a aquello que puede ser visto. Los estudios se suceden y particularizan, para abordar lo que podríamos llamar culturas visuales particulares, como la de los ingenieros que analiza Henderson (1998), en la que observa que una serie de prácticas visuales, hechas hábitos en los espacios de formación y de trabajo, se convierten en maneras de mirar, y sobre todo, de resolver problemas. En términos de Latour, “estas prácticas colectivas, situadas, crean una cultura visual que, a su turno, constriñe y construye la literal habilidad para mirar e imaginar”, desde la construcción de oficios y profesiones hasta los objetos. ¿Qué nos dicen los mapas, los dibujos y los esquemas sobre los modos de operar visualmente en el territorio? ¿Qué relaciones se establecen entre las prácticas visuales y los medios gráficos? ¿Qué lugar ocupan los instrumentos auxiliares de observación y medición? ¿Qué se está mirando? ¿Qué es lo que da visibilidad a aquello que se mira? ¿Cómo se lo hace visible? En el caso de los dibujos técnicos, entre ellos los mapas, la intención de objetividad, precisión y ajuste domina los procedimientos utilizados en el terreno y en el gabinete. En efecto, numerosos y diversos actos de ver y medir terminan por encontrar su lugar en los gráficos. Se hacen muchas cosas mirando y dibujando eso que por brevedad llamamos territorio. Quisiera mostrar en un repaso más impresionista que sistemático, algunos episodios en los que la mirada y el dibujo desempeñan un lugar destacado en los procesos de construcción del territorio, en el caso específico de Buenos Aires. Se trata de dar cuenta de tres cuestiones: que para llegar a una visualización sinóptica de la ciudad, se suceden numerosos actos de mirar y medir, en los que se ponen en juego habilidades adquiridas; que esos resultados se trasladan de papel en papel, en versiones sucesivas de los cuales los planos impresos son sólo una parte, que estas instancias permiten comparar, compartir, transmitir y tomar decisiones en base a los dibujos que actúan como análogos de la ciudad. Las prácticas que relacionan a la visión con el terreno material y con los gráficos son de particular interés. Este trabajo presenta algunos episodios históricos que contribuyen a reflexionar sobre las relaciones que se dirimen entre visualizar, dibujar e intervenir en el territorio. No se trata de grandes epopeyas mensuradoras, sino de tareas concretas y locales que permiten indagar sobre la interacción de los saberes técnicos e instrumentales de los especialistas con los aspectos concretos del lugar, y que contribuyen a llevar el terreno hasta el papel.

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2. MIRADAS, OBSERVACIONES, MEDICIONES Cuando los artistas, profesionales y aficionados realizan esas vistas a vuelo de pájaro de las que conocemos tantos ejemplos, el artificio pictural y geométrico busca producir o evocar algo del encanto que siente Rubliov al elevarse en su globo. La cuestión ya ha sido tratada por muchos autores, en la historia del arte, de las imágenes urbanas y de la cartografía. No cabe duda que estas imágenes tratan de la mirada, y de la evocación visual. Pero hay muchos otros tipos de mirada, de observación, de procedimientos visuales. Cuando se trata de operar sobre el territorio, de ordenarlo, de distribuir sus sectores, de transformarlo, la mirada se vuelve atenta a los detalles. En operaciones repetitivas, monótonas y un tanto opacas, las grandes medidas derivan de las pequeñas, de aquellas que, una vez realizadas, se pueden registrar, transportar y eventualmente repetir. La mirada que mide busca responder preguntas muy variadas, de las que veremos ahora sólo tres que podemos abordar en la historia de Buenos Aires. ¿Dónde empieza y dónde termina la ciudad? La pregunta fue relevante durante mucho tiempo. Definir esos parámetros básicos permitía ordenar la propiedad de la tierra, definir el espacio público, establecer zonas de aplicación de normas urbanísticas, entre otras. Un proceso típico de medición es la mensura de tierras; específicamente nos detendremos en una instancia temprana cuya dinámica ha quedado parcialmente registrada en los documentos, la mensura general de 1608. En el caso de las mensuras ¿qué se mira y se mide? ¿Cómo, con qué personas, instrumentos y métodos? ¿Cómo se define el resultado final en caso de discordancia en las medidas? Específicamente, en 1608 se requería resolver varias imprecisiones que afectaban el desarrollo urbano, especialmente la dirección del ejido y las correctas dimensiones de las chacras debido a “no averse echo las medidas y amoxonamientos que conviene” en la fundación de la ciudad1. Debido a esos puntos oscuros del acta fundacional, se procedió en es oportunidad a reconstruir la mensura original. Para ello se utilizaron tres tipos de elementos: testimonios personales (recuerdos de vecinos), documentos escritos (textos del reparto, títulos individuales), instrumentos técnicos manipulados por idóneos (brújula, cuerdas). La confirmación de la dirección general de la traza en el sentido este-oeste se obtuvo mediante testimonios de vecinos. En cambio, las medidas de la traza y el ejido no resultaban tan claras, por lo cual se midió ambos sectores, usando como arranque de referencia a la ciudad existente. Desde la esquina sudoeste de la plaza mayor se tiraron hacia el norte doce cuerdas de 151 varas (la medida surge de la medida de la manzana establecida por Garay en la fundación: manzanas de 140 varas y calles de once) donde se estableció el primer mojón. Esta ubicación no coincidió con el límite que constaba en el documento de la fundación (identificado como la “punta de la barranca”), sino que quedaba “en la Cruz Grande de la hermita del Señor San Martin que es un poco mas adelante de la dicha punta y la dicha cruz se señalo y quedo por moxon el sitio donde esta”. Una vez establecido el límite norte del ejido, se tomó desde allí la “derezera” según los rumbos de las calles, es decir este-oeste, y se midió una legua “tierra adentro” desde “la barranquilla donde bate el agua del rio”. Se colocó un segundo mojón “junto al camino real que va al Monte Grande”, posiblemente el extremo noroeste de la traza, y un tercero “acabada la dicha legua”. Desde allí se “tomo el rrunbo para la derezera de las cabezadas de dicho exido”, es decir norte-sur, y se “echaron veinte y cuatro cuerdas”; allí se colocó otro mojón “que vino a caer en frente del Corral Viejo de las vacas”. Al día siguiente se midió la otra mitad del ejido hacia el riachuelo. El punto de partida de la medición parece haber sido, no la esquina sudoeste de la plaza utilizado el día anterior, sino el extremo oeste de la calle del cabildo2. Desde allí se tomaron doce cuerdas hacia el sur “y se puso un moxon en la punta de la zanxa de la quadra de Ruiz Diaz de Guzman”. La profundidad de una legua para el ejido se midió desde la barranca, y se verificó que el punto extremo coincidía con el mojón ya colocado frente al corral viejo. Con este punto se completó la delimitación del ejido, y la

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mensura continuó con las chacras frentistas al riachuelo, y más tarde, con las tierras de la zona de Luján y las Conchas. La importancia de esta mensura de 1608 reside en haber verificado y redefinido los límites del ejido en función de una operación de medición técnica realizada con brújula y cuerdas anudadas. Enfrentados dos criterios para la delimitación de la ciudad y el ejido, se prefirió la medición de 24 cuerdas en contra de la aplicación de las referencias documentales y topográficas: la “punta de la barranca” elegida por Juan de Garay como límite del ejido fue abandonada, en beneficio del criterio dimensional de las 12 cuadras de distancia desde la esquina de la plaza. La mensura no sólo midió para saber, también transformó criterios urbanísticos fundamentales. (figura 2)

Figura 2. Demostración de la Ciudad de Buen Ayres, situada en la costa Occidental del / Rio de la Plata, según d istribución de / Terrenos que hicieron sus primeros Poblador [e]s . Manuel de Ozores, 1792. Este plano es una reconst rucción de la mensura de 1608 realizada en 1792. Au nque contiene algunas imprecisiones, permite evocar en g eneral el trazado de los sectores de la ciudad. Fuente: Archivo General de la Nación, Carpeta de planos Nº2, pieza 14, n° 316

¿Qué rumbo tienen las calles y las chacras? Más de un siglo después, cuando comenzó la expansión de la ciudad sobre el ejido, las mediciones de los nuevos solares otorgados planteaban el problema del rumbo del deslinde. Es posible que se utilizaran dos métodos: continuar por método visual y tendido de cuerdas los rumbos de calles este-oeste de la traza y verificar mediante la brújula (procedimiento que no resuelve el problema del trazado en dirección norte-sur). Pero la inexistencia de una regla sobre la declinación, posiblemente haya estado en el origen de los numerosos pleitos sobre tierras del período. En 1745 el cabildo planteó, mediante una solicitud del Procurador al Teniente General, las dificultades derivadas de imprecisiones en las mediciones de tierras, que daban origen a gran cantidad de litigios. El problema, puramente técnico, residía en la variación de la aguja (en relación a la diferencia entre polo astronómico y polo magnético). El momento era propicio para encarar esa dificultad, dado que se hallaban presentes en la ciudad “Pilotos haviles, y expertos del cuerpo de marina fuera del practico del Rio que parece ser el Unico que ay en esta Ciudad” cuya inteligencia podía permitir resolver el problema y sentar una regla fija para las operaciones de mensura. La presentación solicitaba que se mandara “hazer Junta de los expresados Pilotos y Practico”, para que ellos bajo juramento reconocieran las costas y las calles (verificando el testimonio de rumbos de 1608) y “declaren si declina o no la auja, y que grados, y minutos ay de diferencia”3. Se emitió un decreto ordenando la realización de esa junta, a la que se convocó expresamente al “Padre Joseph Quiroga Maestro de Matemáticas [para] que confiera con los pilotos

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y practico y se halle presente en su declaracion”4. Los expertos testificaron sobre tres cuestiones: la declinación de la aguja, que se comprobó en 16 grados; el reconocimiento realizado de las costas del riachuelo y San Isidro (zona de chacras) y de los rumbos de las calles. Sobre estas últimas, se verificó que la dirección norte-sur declarada por la mensura de 1608 era correcta y que se había tomado en cuenta la declinación, es decir, que los rumbos de la traza y el ejido eran “verdaderos”. A continuación, los expertos propusieron el método a seguir para las mediciones, tanto de rumbo completo, como a medio rumbo, en el caso de las chacras. En base a este testimonio, se expidió un Auto que fijó el método general a seguir en las mediciones de tierras en la ciudad y la campaña. ¿Qué nivel tienen las calles? Una apropiada evacuación del agua de lluvia no es un tema menor en ningún asentamiento. De acuerdo a afirmaciones posteriores, poco después de la fundación de Buenos Aires se estableció un parámetro básico de nivelación, al definir que las tierras desaguarían por las calles largas hacia el Retiro, en el norte de la plaza mayor, y hacia los altos de San Pedro, en el sur. A pesar de reiteraciones sucesivas, el problema de la nivelación era recurrente. El suelo de la ciudad, barroso y con poca pendiente, implicaba la formación de pantanos y lodazales de aguas estancadas, producidos por la erosión de los anegamientos, la circulación de carros y cabalgaduras y la acumulación de escombros y basuras5. Los trabajos de reparación, relleno, nivelación y empedrado se intensificaron a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, con especial influencia de los ingenieros militares que empezaban a ser destinados al Plata, y luego de la emancipación. Uno de los ingenieros politécnicos arribados a estas costas en la década de 1820 fue Carlos Enrique Pellegrini6. De actuación amplia y a veces polémica, a partir de 1853 una de sus líneas de acción se orientó a la publicación de la Revista del Plata, con la que buscaba contribuir al desarrollo práctico de la república en formación. Dedicó algunos artículos a la nivelación de la ciudad, que planteaba serios problemas, no sólo de escurrimiento, sino también para la adopción del nivel de las edificaciones nuevas que eran cada vez más numerosas. Como solución de emergencia, el ingeniero proponía empezar por empedrar todas las bocacalles de la ciudad. El método propuesto incluía una pieza pétrea que debería ir colocada en el centro geométrico del cruce; se trataba de una piedra con una perforación “de la forma y dimensión de un dedal” que serviría a “los ingenieros encargados de la rectificación de las calles [que] hallarán en él un punto de arranque inamovible el más cómodo; de modo que estas bocacalles vendrán a ser no solamente maestras del empedrado, sino también maestras de la alineación de los edificios, maestras de la altura de sus pisos, y maestras de las veredas”7. Esta pieza, que en un artículo posterior Pellegrini definía como de su invención, y de la que realizó una descripción gráfica, se convertía así en una clave que reunía en un solo punto de referencia todas las operaciones técnicas referidas a la vialidad, la seguridad material y el orden edilicio. El conjunto de instrumentos se completaba con unos “farolitos” colgados de un trípode que se fijarían en esas piezas de piedra con la perforación en forma de dedal que ya mencionamos; además de unas reglas compuestas de cinco partes y complementadas por una péndula niveladora. Su propuesta recibió fuertes críticas, publicadas en otros periódicos, especialmente referidas a la utilidad de los instrumentos, a los que se achacaba ser poco confiables e incómodos de usar. El autor ironizó, en respuesta, que su crítico no quería arrodillarse y mancharse los pantalones para tomar las medidas; en el cruce verbal resuena algo del trabajo físico del proceso de medición, y la aplicación de la mirada a través de los instrumentos auxiliares. Estos tres ejemplos, que intencionadamente seleccionamos de diferentes escenarios históricos contribuyen a poner de manifiesto las múltiples miradas involucradas en las prácticas técnicas referidas a la ciudad y el territorio. Pues no hay historias de la mirada, o de las miradas en el tiempo. Evanescente y fugaz, no tenemos más que rastros, indicios diría Ginzburg, de lo que fue mirado, y a veces, de cómo fue mirado.

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3. NOTAS, APUNTES, DIBUJOS Aquello que fue medido se vuelca en papeles, un medio dúctil para conservar y trasladar los resultados obtenidos. Las técnicas de medición dan paso a las técnicas de anotación y dibujo. El dibujo es, asimismo, resultado pero también principio. No sólo en la medida en que los gráficos realizados para volcar la información obtenida son eslabones en nuevos dibujos posibles que se realizarán sobre y en base a ellos, sino también en tanto la existencia de métodos de dibujo permite que se enfoquen determinados aspectos del terreno que sin esas posibilidades gráficas no podrían ser observados. El relevamiento y la representación de la ciudad oscilaron durante el siglo XVIII, en lo relativo a la topografía, entre los acercamientos naturalistas y los abstractos. La norma convencional a la que se arribó en Francia en la Comisión Topográfica de 1802 fue la culminación de un proceso de indagación acerca de los límites y las posibilidades de la representación plana del espacio, como indica Picón en La naissance de l'ingenieur moderne (1992). Una de las sedes de esa indagación fue la Ecole des Ponts et Chaussées, donde se experimentaron las diferentes posibilidades de una representación que el cuerpo de ingenieros de Estado concebía como “una copia de la naturaleza vista a vuelo de pájaro”. Pero esa concepción se apoyaba en unas técnicas cartográficas bastante elementales (no muy distantes de las Reglas de dibujo y lavado de 17228), que durante todo el siglo XVIII se mantuvieron retrasadas respecto de las innovaciones de otros campos. Y de hecho, las convenciones adoptadas a comienzos del siglo XIX le deben más a la búsqueda de precisión para la representación del terreno de los ingenieros militares del Corps du Génie, que a la tradición de Ponts: en esa Comisión se impusieron las convenciones por sobre la copia de la naturaleza, la abstracción por sobre la mimesis. Aquello que se observó y midió en el terreno, mediante una mirada auxiliada por instrumentos, se recoge en forma de datos que se trasladan a papel. En realidad, esos datos tomados sobre el terreno son en una primera instancia más números que líneas: medidas de distancias, de ángulos, de declives. Como se ve en los esquemas preliminares del relevamiento de Buenos Aires comenzado en 1855, los croquis hechos sobre el terreno son más bien grafismos y no tanto imágenes realistas; de hecho no es sencillo interpretar esos dibujos, cuyo sólo propósito es el de permitir trasladar los datos obtenidos in situ al tablero de dibujo. En ese sentido, el trabajo de medición transforma profundamente el terreno experiencial sobre el que se realizó el relevamiento, y en los primeros dibujos el mundo se desarticula en unidades escasamente legibles para el ojo no entrenado. (Figura 1)

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Figura 3. Detalle de un cuaderno de relevamiento de dos sectores de la ciudad de Buenos Aires. Hoja co rrespondiente a un sector al sur de la plaza Once de Septiembre, Departamento Topográfico, anóni mo, 1855. Fuente: Asesoría del Archivo de Investigaciones Históricas de la Provincia de Buenos Aires, (AAIH), 915-31-4

En sucesivos pasos, los datos se trasladan de papel en papel. En general, los datos tomados en el lugar se vuelcan en planchas dibujadas en una escala intermedia que abarcan sectores parciales del área a cartografiar. Más tarde, se ensambla el conjunto en una escala menor, en una versión manuscrita. Finalmente, en algunos casos, se llega al plano impreso; imagen final que, puede decirse, oculta o suprime la sucesión de tareas que llevaron a su formación (proceso equiparable a los procesos de producción de artículos científicos, que en su versión pública sustraen los procesos y la colaboración de actores que llevaron al resultado, como mostraron Latour y Woolgar, 1986). De esta operación emerge una ciudad completa, de forma reconocible y con información inteligible para una nueva serie de miradas que se arrojarán sobre el plano. La superficie gráfica del plano resultante actúa como un espacio abstracto y homogéneo que permite ubicar y relacionar los datos del terreno en una escala constante, y que permite visualizar el conjunto y sus partes, conjunto de otra manera inaccesible al conocimiento que resulta de la experiencia. El plano resulta, más que una representación, un nuevo instrumento que permite pensar y actuar sobre la ciudad, su distribución interior, sus espacios particulares, y su forma –pues ese gráfico es casi siempre proyectual, además de descriptivo. Topografía y geometría se combinan en este trabajo en etapas, de la que resulta el plano topográfico de escala constante como ensamblaje de partes y como representación plana de datos espaciales sobre una superficie limitada que permite la visualización de conjunto. El postulado que justifica esta descomposición y recomposición sucesivas del terreno es la de la existencia de un espacio homogéneo que encuentra su vehículo en el mapa. En este conjunto, vale la pena destacar la transformación que implicó el desarrollo de los planos impresos, especialmente desde el punto de vista de los efectos visuales tanto de los planos pintados como de los impresos. Para Buenos Aires, el cambio se aprecia en las primeras décadas del siglo XIX, cuando se editan dos planos muy utilizados en la historiografía de la ciudad. Primero, el plano que publica Félix de Azara en su libro Voyage dans l’Amerique Meridionale, publicado en París en 1809, titulado Plan de la Ville de Buenos Ayres y fechado en 1800. Aunque presenta una factura diferente, es más que probable que se haya basado en los planos manuscritos realizados por Martín Boneo pocos años antes9. (Figura 4a y 4b)

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Unos años más tarde, en 1814, se imprime en Paris un plano dibujado por Pedro Cerviño. No se trata, en este caso de una ilustración en un libro, sino de una pieza suelta. En esta época se empezaba a extender el uso de los llamados ‘planos de bolsillo’, que eran plegables, y en muchos casos se comercializaban con un estuche en el cual guardar y transportar el plano; según Guido Zucconi (2001) los pocket series, touring plans y foldable maps se comenzaron a usar primero en Inglaterra y luego en Francia, a partir de comienzos del siglo XIX, uso del mapa plegable que por otra parte ya estaba extendido entre los oficiales militares desde el siglo XVIII. Justamente este pudo ser el objetivo de estos planos impresos: tanto de transportarlos a los países europeos, como que los viajeros de ese origen pudieran contar con un plano que los orientara al llegar a la ciudad, y que también les permitiera evaluarla aún sin conocerla. (Figura 5a y 5b) De la comparación de estos planos, surgen grandes diferencias entre manuscritos e impresos. Los planos de Azara y Cerviño presentan una ciudad con una traza cuadricular definida y continua, que se extiende sobre su periferia rural de manera bastante regular. Los planos manuscritos como el de Boneo, por su parte, hacen evidente que la expansión era desordenada y que desafiaba el orden cuadricular que fijaba la legislación (Favelukes, 2009). A partir de este momento, los planos impresos tendrán una circulación pública y comercial, como el caso del plano de Hipólito Bacle de 1836 y tantos otros que se imprimieron en las décadas siguientes. (Figura 6)

Figura 4a. Plano de la Ciudad de Sta Maria Puerto de la SS. Tr inidad de Buen.s Ayr.s Capital del Virreynato de la s Provincias del Rio de la Plata y Charcas, /... / sacado en los años 1780 y aumentado en el de 1800 por el mismo que ahora dedica este t raslado al Exmo Sr Dn Juaq.n del Pino, Martín Boneo, 1803. Fuente: Archivo General de la Nación, Colección Pillado-Biedma, 411

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Figura 4b. Detalle del Plano de la Ciudad de Sta Maria Puerto de la SS. Tr inidad de Buen.s Ayr.s Capital del Virreynato de la s Provincias del Rio de la Plata y Charcas, /... / sacado en los años 1780 y a umentado en el de 1800 por el mismo que ahora dedic a este traslado al Exmo Sr Dn Juaq.n del Pino, Martín Boneo, 1803. Fuente: Archivo General de la Nación, Colección Pillado-Biedma, 411

Figura 5a: Detalle del Plano topográfico de la Ciudad de Buenos Ayres Capi tal de las Provincias Unidas del Río de la Plata .. . levantado de orden del Supremo Directorio por don Pedro Ceviño Encargado d e la Academia Militar. Gravado e impreso en Paris. Pedro Cerviño, 1814. Fuente: AGN, Colección Pillado-Biedma, 476

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Figura 5b: Detalle del Plano topográfico de la Ciudad de Buenos Ayres Capi tal de las Provincias Unidas del Río de la Plata .. . levantado de orden del Supremo Directorio por don Pedro Ceviño Encargado d e la Academia Militar. Gravado e impreso en Paris. Pedro Cerviño, 1814. Fuente: AGN, Colección Pillado-Biedma, 476

Figura 6: Detalle del Plano topográfico de la ciudad e inmediaciones de B uenos Aires, dedicado a Su Excia Ilustre Rdor de la s Leyes, Gobernador y Capitán General Brigadier, Dn Juan Manuel de Rosas y levantado por C. H. Bacle. Propietario de la Impr enta del Comercio y Litografía del Estado. 1836, César Hipólito Bacle, 1836. Fuente: AAIH, 914-30-4

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Figura 7: Plano de delineación de la calle Moreno e squina Rincón, aprox. 1870. Fuente: Archivo del Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, Serie Corporación Municipal, Legajo 2 (0048)

En tanto, la administración de la ciudad continúa produciendo una amplia colección de planos sectoriales manuscritos, resultado de relevamientos con diverso grado de detalle y objetivos (Favelukes 2012). (Figura 7) Sobre esos planos se definía el gobierno de detalle de la ciudad, mientras que sobre los impresos oficiales (como el plano del Departamento Topográfico de 1867) se dilucidaban cuestiones sobre límites, distritos, infraestructuras, e incluso como tablero para planear la defensa de la ciudad en los disturbios de 1880.

En unos y otros, con sus diferentes convenciones gráficas, resuena uno de los problemas centrales del momento: la exactitud, tanto de las mediciones en el terreno, como en los dibujos. Instrumentos y mecanismos ingeniosos posibilitaban encontrar líneas y ángulos sobre un suelo accidentado y una edificación quebrada, discontinua y que se resiste a la alineación tan fácil de plantear en los dibujos hechos con regla. El proceso de trabajo que culminó en el plano de 1867 antes mencionado pone de manifiesto, entre otras cuestiones, que el traslado desde el terreno hasta el papel final es un proceso no sólo técnico sino que también responde a demandas, dilemas y debates políticos y públicos. Se debatía intensamente en esos años la definición de la forma del trazado de la ciudad, no sólo sus límites generales, sino los límites entre el espacio público y el privado, las formas de definir la alineación de lotes y calles, y su relación con la aplicación del impuesto territorial. Y también se renovaba la ya vieja tensión entre un modelo geométrico cuadricular del tejido urbano y la forma efectiva de los terrenos y las edificaciones, que presentaban quiebres, cambios de dirección, avances sobre las calles, angostamientos y desbordes. El levantamiento de un plano, mediante relevamientos ordenados y medidas detalladas, debía permitir resolver esos problemas. En este marco, la exactitud en la medición debía permitir “sentar

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gráficamente en el papel con una precisión exquisita” el plano veraz de la ciudad que promovía Pellegrini desde su revista. El dibujo de la ciudad contribuye en este período a hacer visible, y por ello gobernable, un entramado espacial y social que antes de ser medido y graficado forma parte de estructuras de poder reacias a la jerarquización y centralización de la administración moderna. Con los dibujos se realiza ese ejercicio continuado de la autoridad que por una parte, define la esfera estatal, y por la otra también la privada. En la circulación pública de las imágenes precisas se define y redefine la ciudad, que en realidad nunca termina de ser observada, medida y dibujada. De hecho, fuera de la voluntad científica y técnica, los dibujos vacilan, y los códigos y convenciones no alcanzan una correspondencia exacta con el terreno. 4. TERRITORIOS DIFÍCILES Hemos tratado hasta aquí sobre el terreno, aquel que se mira, mide y dibuja, tareas que contribuyen a convertir la extensión en territorio. Los significados del término son amplios, restrinjamos su sentido en este marco a la noción de territorio como área sujeta a algún tipo de apropiación y definida por fronteras (Sack, 1986), sin precisión necesaria de tamaño –así, es posible referirse tanto al territorio nacional como al territorio de la ciudad, o del barrio. La cartografía ciertamente ha contribuido a los procesos de construcción del territorio moderno, no sólo en la posibilidad de conocerlo, sino de reclamarlo y controlarlo (Alliés, 1980), un aspecto controvertido que no ha pasado inadvertido a los críticos de las versiones tradicionales de la historia de la ciencia en general y de la cartografía en particular (Harley, 1997). Pero si es cierto que las tareas de medir y dibujar el territorio han contribuido a facilitar su control por parte de las autoridades (Favelukes, 2008), también es cierto que muchas veces han fracasado, o al menos han tropezado con serios obstáculos. Más que de poderes omnímodos y ubicuos, los testimonios de controversias, debates y desautorizaciones que han rodeado a tantos mapas y planos ponen de manifiesto su condición inestable y hasta cierto punto negociada o regateada (Irigoin, 2006). Por muchos motivos, las cartografías son siempre restituciones incompletas e insatisfactorias, aunque no inútiles ni intrascendentes. Recordábamos al principio el viaje imaginario de Andrei Rubliov, en la versión poética de Andrei Tarkovsky. El ascenso y descenso de la escena no sólo remiten a la ambiciosa curiosidad de Icaro y su trágico final. De algún modo ponen en juego los múltiples puntos de vista y escalas que suscita mirar y representar el territorio. La mirada desde el cielo, que fue imaginada mucho antes de ser técnicamente posible, ya sea desde el ángulo de los pájaros o desde el lugar de la divinidad, queda asociada a un saber totalizador, sin fisuras. Pero de alguna manera ese arriba se construye también desde abajo, con los ojos casi pegados al suelo, cambiando las escalas, mirando las varas, anotando las medidas y calculando los ángulos. Los mapas y planos prometen liberarnos de nuestra limitada experiencia a ras de la tierra; nunca cumplen por completo, pero de todas formas el sueño continúa.

2. NOTAS Y REFERENCIAS

2.1 Notas

1 Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos Aires, Buenos Aires, 1885, Libro I (1589-1591, 1605-1608), Acuerdos de 06, 08 y 16/12/1608, pp. 554-569

2 “y estando en la misma boca de la calle donde ayer se midio la otra mitad por los mismos rumbos de las calles la otra mitad de frentes se fue midiendo haçia la dicha parte del Riachuelo y se hallaron otras tantas medidas como a la otra mitad”, Acuerdos …, Buenos Aires, 1885, Libro I, pp. 566

3 Acuerdos ..., Buenos Aires, AGN, 1931, Serie II, Tomo IX, Libros XXV y XXVII (1745 a 1750), Auto sobre Mensuras, 155-163. El documento comprende la petición del procurador (que incluye el testimonio del señalamiento de rumbos de 1608), el decreto del teniente general, el testimonio de la junta de expertos y el Auto de mensuras del 27de abril de 1746.

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4 Idem anterior. Integraron esa junta de expertos, además del padre Quiroga, Don Manuel Cano, Piloto Mayor de Derrotas de la Real Armada (en el navío de guerra Assia); Don Bernardo de Zamorategui, Piloto Mayor de la Real Armada (fragata San Antonio); Don Diego Barela Piloto de Altura de la Real Armada (misma fragata) y Juan Antonio Guerrero, práctico en el Río de la Plata.

5 Los intentos de nivelación comenzaron a fines del siglo XVII, y se mantuvieron durante el XVIII. Ver por ejemplo los Acuerdos de 09/05/1697, 20/07/1700, 10/02/1757 (por encargo del gobernador Cevallos), 05/01/1762, 11/03/1765, 20/02/1766, 17/05/1768.

6 Pellegrini (Chambery, Francia, 1800 – Buenos Aires, 1875), egresado como ingeniero de la Escuela de Puentes y Caminos en 1825, llegó al país en 1828, contratado por el gobierno de Rivadavia. Su paso por el cargo oficial fue muy breve, luego de lo cual se dedicó a la actividad privada desde 1835, especialmente a la pintura de retratos y paisajes. Después de Caseros, retomó su vinculación con su profesión y con la actividad pública, y fundó la revista, desde la cual actuó como publicista. Se publicó en dos etapas, 1853-1855 y 1860-1861. El objetivo de Pellegrini con esta publicación era abordar los problemas relativos al “orden material de la comunidad argentina”, que incluyó un temario que abarcó desde la arquitectura, la ingeniería y la topografía (especialmente en la primera época) hasta la economía y aspectos demográficos y territoriales. Ver de Silvestri, Graciela, “Carlos Enrique Pellegrini” en Liernur, Francisco y Aliata, Fernando (dir), Diccionario Histórico de Arquitectura y Urbanismo en la Argentina, tomo o/r, 59-62.

7 “Plan para extender sin grandes sacrificios a todos los suburbios de la capital, el inestimable beneficio de una buena viabilidad”, Revista del Plata, suplemento al n° 2, octubre de 1853, pag 25-27

8 “El color de los planos, ornamento y símbolo”, en A.A.V.V., 1993. Obras hidráulicas en América colonial, Madrid: CEHOPU, 230-232.

9 Tanto Félix de Azara como Martín Boneo formaron parte de las comisiones demarcadoras de límites entre las posesiones de España y Portugal, a partir de 1781, en las que produjeron una cartografía amplia de la región. En tanto Azara regresó a España en 1801 por orden de la corona, Boneo permaneció en el Río de la Plata hasta su muerte en 1806.

2.2 Referencias Bibliograficas

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