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HISTORIA DE LA LITERATURA: SIGLOS XVIII-XIX TEMA 1: INTRODUCCIÓN AL SIGLO XVIII. INSTITUCIONES CULTURALES Y LITERARIAS. LA PRENSA. 1.1. El siglo XVIII: Marco ideológico El siglo XVIII sucede al gran desarrollo literario del Siglo de Oro y a la posterior decadencia general de finales del siglo anterior con el último de los Austrias. Este siglo XVIII no cultivó con tanto interés los géneros que más sobresalieron en la Época Áurea (novela, teatro y poesía) pero fue testigo de un desarrollo mucho mayor de los géneros de contenido ideológico, que apenas habían sido cultivados en el Barroco (filosofía, teología, crítica, historia, investigación científica…). El siglo XVIII la época de la controversia intelectual, la revisión de los paradigmas y valores sobre los que se había cimentado la cultura europea; todo el conjunto de normas del “antiguo régimen” se somete a examen, lo que afectó especialmente a los pilares religiosos y políticos. En España, país que sufría una fuerte decadencia ideológica y política, el siglo XVIII, especialmente a partir del reinado de Carlos III, encarna el deseo de incorporarse al espíritu de Europa, cultura que en las primeras décadas del siglo era representada por Francia de manera más acusada. Esta transformación europeísta se veía habitualmente obstaculizada en España por la existencia de una idea de lo “español” constituida por unas creencias religiosas, una estructura social, unas ideas políticas y morales y unos conceptos estéticos y literarios que se consideraban parte indivisible del ser español. Por tanto, en ocasiones una crítica hacia las estructuras nacionales, las creencias o la literatura española era tachada de antipatriótica. La Ilustración española conservó de tal forma gran parte del legado anterior, distinguiéndose así de otras Ilustraciones europeas. El contraste entre la Europa laica, racionalista y científica que se fraguaba en otros países, y la tradición y mentalidad españolas hacía que se encresparan de los ánimos en ciertos ámbitos de la sociedad española, que reaccionaban con violencia ante cualquier censura ajena y se protegía ante la influencia extranjera. Por otro lado, la minoría ilustrada sabía de la importancia del contacto con las ideas europeas para la renovación nacional. Esa pugna entre patriotismo y extranjerización dificultó las entrada del pensamiento ilustrado. En el ámbito literario, la hostilidad entre ambas tendencias era también importante: los ilustrados rechazaron o al menos pusieron ciertas objeciones a gran parte de la literatura del Barroco, a la que criticaban la falta de escritos científicos e intelectuales; la literatura barroca era en cambio muy bien

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Literatura SigloXVIII

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Page 1: -Literatura SigloXVIII

HISTORIA DE LA LITERATURA: SIGLOS XVIII-XIX

TEMA 1: INTRODUCCIÓN AL SIGLO XVIII. INSTITUCIONES CULTURALES Y LITERARIAS. LA PRENSA.

1.1. El siglo XVIII: Marco ideológico

El siglo XVIII sucede al gran desarrollo literario del Siglo de Oro y a la posterior decadencia general

de finales del siglo anterior con el último de los Austrias. Este siglo XVIII no cultivó con tanto interés los

géneros que más sobresalieron en la Época Áurea (novela, teatro y poesía) pero fue testigo de un desarrollo

mucho mayor de los géneros de contenido ideológico, que apenas habían sido cultivados en el Barroco

(filosofía, teología, crítica, historia, investigación científica…). El siglo XVIII la época de la controversia

intelectual, la revisión de los paradigmas y valores sobre los que se había cimentado la cultura europea;

todo el conjunto de normas del “antiguo régimen” se somete a examen, lo que afectó especialmente a los

pilares religiosos y políticos.

En España, país que sufría una fuerte decadencia ideológica y política, el siglo XVIII, especialmente a

partir del reinado de Carlos III, encarna el deseo de incorporarse al espíritu de Europa, cultura que en las

primeras décadas del siglo era representada por Francia de manera más acusada. Esta transformación

europeísta se veía habitualmente obstaculizada en España por la existencia de una idea de lo “español”

constituida por unas creencias religiosas, una estructura social, unas ideas políticas y morales y unos

conceptos estéticos y literarios que se consideraban parte indivisible del ser español. Por tanto, en

ocasiones una crítica hacia las estructuras nacionales, las creencias o la literatura española era tachada de

antipatriótica.

La Ilustración española conservó de tal forma gran parte del legado anterior, distinguiéndose así de

otras Ilustraciones europeas. El contraste entre la Europa laica, racionalista y científica que se fraguaba en

otros países, y la tradición y mentalidad españolas hacía que se encresparan de los ánimos en ciertos

ámbitos de la sociedad española, que reaccionaban con violencia ante cualquier censura ajena y se protegía

ante la influencia extranjera. Por otro lado, la minoría ilustrada sabía de la importancia del contacto con las

ideas europeas para la renovación nacional. Esa pugna entre patriotismo y extranjerización dificultó las

entrada del pensamiento ilustrado.

En el ámbito literario, la hostilidad entre ambas tendencias era también importante: los ilustrados

rechazaron o al menos pusieron ciertas objeciones a gran parte de la literatura del Barroco, a la que

criticaban la falta de escritos científicos e intelectuales; la literatura barroca era en cambio muy bien

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valorada por los tradicionalistas. Los ilustrados, más que en el siglo XVII, sería en el XVI en el que

centrarían su atención, por su sencillez, claridad y su interés científico y humanista.

Las ideas ilustradas no tendrían apenas peso en España hasta la entronización de Carlos III, cuando

algunos ilustrados llegan al poder y se producen algunas reformas de orden social, ideológico y económico.

Con la Revolución Francesa, las reformas se transformaron en un nuevo movimiento represivo, como

reacción ante el posible contagio de las ideas revolucionarias.

Así pues, igual que tardía fue la entrada de las ideas ilustradas en el poder, también lo fue en la

literatura. No fue hasta las dos últimas décadas del siglo XVIII cuando se produjeron las obras más

representativas en los géneros de creación. De todos modos, el desarrollo de la literatura neoclásica tuvo

repercusión en la literatura posterior, y muestra un esfuerzo renovador de una minoría contra el

tradicionalismo reinante.

1.2. Instituciones culturales y literarias. La Real Academia Española. Periódicos. Universidades.

La vida cultural del siglo XVIII está caracterizada por unas serie de instituciones que definen en

múltiples aspectos los rasgos esenciales de la época. Todas ellas coinciden en la tendencia a una cultura

dirigida; una minoría que se considera superior y trata desde estas instituciones de regir las corrientes de

opinión. Esta tendencia comienza con la fundación de la Real Academia Española.

La Real Academia Española fue fundada por iniciativa del marqués de Villena, con el propósito de

fundar una Academia a la imagen de La Crusca en Italia o la Academia Francesa de París. Su principal

objetivo era trabajar en un diccionario de la lengua. El Diccionario de la Academia Española, a diferencia

de otras, aceptó no sólo el lenguaje culto o del gusto ilustrado, sino que también aceptó como autoridad

toda la literatura medieval y la obra de escritores barrocos; incluyó el lenguaje de la poesía popular y el

refranero, palabras de la jerigonza o germanía, el habla rufianesca y dialectismos de todas las regiones. Esta

tendencia muestra que el academicismo estaba separado del neoclasicismo: los académicos defienden la

tradición literaria y el casticismo en el lenguaje, representado para ellos por el Barroco; mientras que el

neoclasicismo rechaza los excesos del Barroco e identifica ese casticismo con los maestros del siglo XVI.

También impuso la Academia algunas necesarias reformas ortográficas de importancia. El primer

volumen del Diccionario apareció en 1726.

Otro importante vehículo de las corrientes de opinión de la época fueron los periódicos, instrumento

que se comenzó a utilizar en toda Europa para cumplir una tarea informativa y crítica con una difusión que

no se había alcanzado anteriormente.

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En España el periodismo no sufre un auténtico desarrollo hasta la segunda mitad del siglo XVIII,

aunque ya existía cierta actividad a finales del siglo anterior.

La “Gaceta de Madrid”, cuyo origen esta de hecho en el último tercio del siglo XVII, fue integrada a

la corona por Carlos III y gozó de mucha aceptación en el público de la época. Contaba principalmente con

noticias de actualidad, nacionales y extranjeras, pero no se puede decir que fuera un vehículo del

pensamiento de la época ni que se diferencia en nada de otros periódicos europeos. Poco más se puede

decir tampoco de los “Mercurios”, también bajo la tutela del gobierno.

Sin embargo en la primera mitad de siglo sí que apareceió una publicación que contribuyó a la

difusión de las nuevas ideas y gustos literarios: el “Diario de los literatos de España”. Su propósito era

emitir juicios sobre los libros que se imprimieran en España, y es destacable su labor al respecto. En esta

labor se criticaban los, a su parecer, vicios literarios y estrecheces ideológicas de las obras españolas. La

comparación entre la literatura nacional y la extranjera les permitió destacar el retraso en ciertos aspectos

del pensamiento español con respecto a las nuevas ideas ilustradas.

De otro cariz, aunque de cierta importancia, apareció “El Duende crítico”, una publicación satírica

que criticaba la burocracia central de los Borbones y que se presentó como portavoz de la opinión pública,

especialmente de parte de la aristocracia.

Las Universidades, junto a los periódicos y otras agrupaciones, fueron otro importante canal de

distribución de las ideas ilustradas.

Las Universidades eran una rémora para las ideas ilustradas, ya que en su mayoría estaban en manos

de instituciones eclesiásticas y sufrían una corrupción interna considerable. Los estudios teológicos eran

predominantes, la enseñanza del saber científico prácticamente no tenía lugar, y además la Iglesia era el

pilar económico fundamental de las Universidades, por lo que fue difícil abordar las reformas que los

ilustrados querían.

Desde Carlos III se comenzaron a abordar algunas reformas, que tuvieron su comienzo con la

expulsión de los jesuítas, a los que pertencecía numerosas cátedras universitarias. Se comenzaron a añadir

cursos de ciencias a las disciplinas tradicionales. En todo caso, las reformas fracasaban, esencialmente por

la falta de recursos económicos. En el reinado de Carlos IV se intentó de nuevo una reforma de las

universidades de talante ilustrado, pero de nuevo fracasó por el problema económico. Así, el sigo XVIII no

consigue mucho mas que sembrar una idea pedagógica que no consiguió arraigar hasta el siglo XIX.

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TEMA 2.1: LA POÉTICA DE LUZÁN.

2.1.1. La Poética de Luzán y el nuevo espíritu literario.

Con Luzán, adquiere forma el conjunto de ideas estético-críticas que caracterizan gran parte de la

vida literaria del siglo. La obra de Luzán que llevó a cabo esa tarea es La poética o Reglas de la Poesía, cuya

primera edición se publicó en Zaragoza en 1737.

2.1.2. La Poética: su contenido

Luzán había estudiado con detenimiento la literatura española, y su larga estancia en Italia le había

permitido compararla con la de otras naciones. Sin dejar de reconocer las cualidades de los escritores

españoles, pensaba que su tendencia al rebuscamiento y la oscuridad había conducido irremediablemente a

la situación de precariedad en la que se hallaba a principios de siglo, y que tal situación sólo podía

remediarse con el retorno al buen juicio y el respeto a las reglas.

La Poética consta de cuatro libros: el primero, trata “Del origen, progresos y esencias de la poesía”; el

segundo, “De ka utilidad y el deleite de la poesía; el tercero, “De la tragedia, la comedia y otras poesías

dramáticas”; y el cuarto “De la naturaleza y definición del poema épico”.

En el libro primero se halla un capítulo introductoria de importancia: en él afirma que en España se

ha desarrollado poco el estudio de los preceptos poéticos, según él a causa de una excesiva confianza en el

genio y una falta de estudio de los maestros anteriores que hubieran podido servir de norma. El gusto por

lo rebuscado, por las agudezas y las extravagancias (especialmente en referencia al Barroco) había

conducido a la corrupción del lenguaje; es propósito de su Poética resarcir de ese error a la literatura

española y renovarla, para que esta no tenga nada que envidiar a la extranjera.

Después continúa con una historia de la poesía hasta la “depravación” del Barroco y define la poesía,

que es para él “imitación de la naturaleza (…) hecha con versos, para utilidad o deleite de los hombres, o

para ambos juntamente”. Para Luzán, esta imitación puede tener como objeto lo particular, que entonces

no se debe limitar más que a copiarlo, imitarlo lo más fielmente posible, ya que es perfecto por su propia

naturaleza; o tener como objeto lo universal, aquello que puede ser idealizado y por tanto descrito no

como es, sino como debería ser. Además, puede tener como finalidad tanto deleitar como instruir,

como ambas; no descarta por tanto el deleite como fin único, aunque da preponderancia a la unión de las

dos cosas como fin deseable de la poesía.

En el libro segundo habla de la verosimilitud: si bien Luzán opina que la razón ha de moderar la

fantasía, acepta que en ocasiones se pueda utilizar lo que el llama verosimilitud popular (lo que el vulgo da

como cierto, aún estando probado científicamente que no lo es) si esto sirve para persuadirle o deleitarle.

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Entre los capítulos siguientes, cabe destacar el que dedica a la locución poética, en la que trata varios

aspectos claves sobre el estilo literario que se debatieron en la época. Luzán destaca como características

adecuadas la claridad en la oración y la “pureza” de los vocablos, y rechaza la oscuridad barroca, el exceso

de extranjerismos y latinismos, y las voces anticuadas.

El libro tercero trata sobre el teatro, que no forma parte de lo que estudiamos en este momento, y el

cuarto principalmente se ocupa de las epopeyas griegas y latinas.

2.1.3. Fuentes de la Poética

Se atribuyen distintas fuentes según el autor que analice la obra, así que voy a resumir más o menos

las que en general se atribuyen como inequívocas, aunque unos den más importancia a unas fuentes que a

otras.

Como fuente primordial se puede señalar a Aristóteles, y en menor medida a Horacio. La tradición

clásica es muy importante en la obra, y la disciplina del orden y la universalidad de Aristóteles eran

verdaderamente útiles para la tarea de Luzán.

Como gran conocedor de teoría literaria, también se puede seguir el rastro de la influencia de

preceptistas y comentaristas italianos y franceses; en estos dos países la tradición en cuanto a estudios

literarios era mayor, y debió influir en la obra de Luzán.

Al mismo tiempo que recibía influencias extranjeras, la preocupación neoclásica por el espíritu

nacional hizo que Luzán acudiera también a muchos poetas españoles para ilustrar con ejemplos las

técnicas poéticas que describió en su Poética.

2.1.4. Valor y sentido de las reglas

En La Poética de Luzán, el autor intentó extraer algunas reglas que sirvieran para el quehacer

poético, especialmente preocupado por la claridad, la técnica y la ausencia de extravagancias. Estas reglas,

que pretenden ajustar la poesía a un molde clásico universal, en la mayoría de las ocasiones tenían más

base en el gusto personal y el concepto que Luzán tenía del hecho poético que en una regla objetiva que se

pudiera aplicar a la poesía.

A pesar de la subjetividad de las reglas que impone Luzán, sus escritos tienen interés como muestra

de una tendencia concreta de la época, y aún más como espejo de los propios gustos y opiniones de Luzán,

que fueron aceptadas por algunos y desechadas por otros, y que de cualquier modo influyeron de forma

muy importante en la sensibilidad artística de la época.

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TEMA 2.2: LA POESÍA NEOCLÁSICA. LA FÁBULA.

2.2.1. La lírica en el siglo XVIII: la poesía neoclásica.

Dentro del proceso literario de este siglo, la primera mitad viene a representar una continuación de

la lírica barroca del siglo XVII, que prolonga su decadencia; después, hacia mediados de siglo, el mundo

ideológico y la sensibilidad de la época están ya suficientemente difundidos para despertar un nuevo tippo

de expresión que viene calificándose como poesía neoclásica. Este carácter tardío de la tendencia neoclásica

española produce que en ciertos matices se puedan encontrar síntomas de la descomposición de esta

fórmula neoclásica.

Esta prolongación de la tendencia barroca hasta bien avanzado el siglo XVIII ocurre por la entrada

también tardía del complejo ideológico ilustrado, que estaba destinado a sacudir los cimientos poéticos e

ideológicos del Barroco.

El nuevo gusto literario comenzó a dar sus frutos en el reinado de Carlos III, cuando entró a España

todo un conjunto de ideas políticas, sociales, morales, literarias y políticas; especialmente importante era

el racionalismo que impregnaba la sensibilidad ilustrada. Este racionalismo se traducía en una actividad

en la que se colocaba la mente por encima de la expresión instintiva, y que perseguía, en consecuencia, la

claridad. Esto no suponía la condena de la imaginación, pero exigía que trabajara en armonía con el

entendimiento. Siguiendo a Luzán, había pues que frenar toda tentación de excesivo ingenio y dar más

importancia a la claridad, el orden y la armonía.

Esto se traducía en la expresión coetánea “buen gusto”, que se traducía a fin de cuentas en

“clasicismo”, dentro de la tradición española. Se volvieron a autores del Renacimiento como fray Luis de

León, Garcilaso de la Vega o Fernando de Herrera, y reaparecieron las escuelas sevillana y salmantina.

Otro rasgo fundamental en la lírica del XVIII fue la proclamación de la finalidad moralizadora y

pedagógica de la poesía, lo que ponía el estilo al servicio de la idea; el lenguaje artístico justificado

únicamente por su propia belleza quedaba en entredicho. Esto, en el extremo del vicio, se tradujo en

ocasiones en el tan criticado prosaísmo de parte de la poesía neoclásica. Aun así, también se cultivó una

poesía desinteresada y ligera, que se desarrolla la mayoría de las veces en el ambiente de lo pastoril.

Se pueden diferenciar, dentro de esta lírica neoclásica de finales del XVIII, varias corrientes poéticas,

según Joaquín Arce:

1- Poesía de la Ilustración: es aquella que expresa su admiración por la ciencia y los ideales de su

época.

2- Clasicismo: La actitud clasicista y racionalista que caracteriza al siglo XVIII desde Luzán.

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3- Rococó: poesía en tono menor, elegante y frívola. Dentro de esta actitud poética se enmarcaría el

bucolismo, el anacreontismo, el sensualismo…

4- Neoclasicismo: para Arce sólo se debería usar esta acepción para denominar al movimiento

poético del último cuarto de siglo, que se extiende al comienzo del siguiente. Sucede al prerromanticismo

como una reacción ante el nuevo sentido rítmico, sentimental, retórico y personal de este.

En muchos escritores estas tendencias se sucedían, se mezclaban, o se utilizaban unos recursos de

unas y de otras. La base ideológica era muy parecida, y las formas se entrecruzaban.

Algunos ejemplos de las distintas tendencias de autores que aparecen en el libro Poesía española del

siglo XVIII, de Cátedra:

1. Continuación de la tendencia barroca anterior (1ª mitad del siglo)

Eugenio Gerardo LOBO, Define un amante su amor y declara su cuidado

Arder en viva llama, helarme luego,

mezclar fúnebre queja y dulce canto,

equivocar la risa con el llanto,

no saber distinguir nieve ni fuego.

Confianza y temor, ansia y sosiego,

aliento del espíritu y quebranto,

efecto natural, fuerza de encanto,

ver que estoy viendo y contemplarme ciego;

la razón libre, preso el albedrío,

querer y no querer a cualquier hora,

poquísimo valor y mucho brío;

contrariedad que el alma sabe e ignora,

es, Marsia soberana, el amor mío.

¿Preguntáis quién lo causa? Vos, Señora.

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2. Clasicismo

Nicolás FERNANDEZ DE MORATÍN (padre), Canción a Pedro Romero, torero insigne (extracto)

No se miró Jasón tan fieramente

en Colcos embestido

por los toros de Marte, ardiendo en llama,

como precipitado y encendido

sale el bruto valiente

que en las márgenes corvas de Jarama

rumió la seca grama.

Tú le esperas, a un numen semejante,

sólo con débil, aparente escudo,

que dar más temor pudo;

el pie siniestro y mano está delante;

ofrécesle arrogante

tu corazón que hiera, el diestro brazo

tirado atrás con alta gallardía;

deslumbra hasta el recazo

la espada, que Mavorte envidiaría.

3. Rococó

José CADALSO, Anacreóntica (extracto)

Pues Baco me ha nombrado

virrey de dos provincias,

que de todo su imperio

son las que más estima;

pues ya siguen mis leyes

que mis labios les dicta

de Jerez los majuelos,

de Málaga las viñas,

cobremos los tributos

de las uvas más ricas,

y mis alegres sienes,

con pámpanos se ciñan;

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4. Prerromanticismo

Juan MELÉNDEZ VALDÉS, Elegía moral (Extracto)1

Cuando la sombra fúnebre y el luto

de la lóbrega noche el mundo envuelven

en silencio y horror, cuando en tranquilo

reposo los mortales las delicias

gustan de un blando saludable sueño,

tu amigo solo, en lágrimas bañado,

vela, Jovino, y al dudoso brillo

de una cansada luz, en tristes ayes

contigo alivia su dolor profundo.

¡Ah! ¡cuán distinto en los fugaces días

de sus venturas y soñada gloria

con grata voz tu oído regalaba!,

cuando ufano y alegre, seducido

de crédula esperanza al fausto soplo,

sus ansias, sus delicias, sus deseos

depositaba en tu amistad paciente,

burlando sus avisos saludables.

Huyeron prestos como frágil sombra,

huyeron estos días; y al abismo

de la desdicha el mísero ha bajado.

Tú me juzgas feliz… ¡Oh, si pudieras

ver de mi pecho la profunda llaga

que va sangre vertiendo noche y día!

¡Oh, si del vivo, del letal veneno

que en silencio le abrasa, los horrores,

la fuerza conocieses! ¡Ay, Jovino!

¡ay amigo! ¡ay de mí! Tú sólo a un triste,

leal, confidente en su miseria extrema,

eres salud y suspirado puerto.

En tu fiel seno, de bondad dechado,

mis infelices lágrimas se vierten,

1 Meléndez Valdés cultiva prácticamente todos los géneros de la época ilustrada, pero me ha parecido muy significativo este poema dentro de la tendencia prerromántica.

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y mis querellas sin temor; piadoso

las oye, y mezcla con mi llanto el tuyo.

Ten lástima de mí; tú solo existes,

tú solo para mí en el universo.

Doquiera vuelvo los nublados ojos,

nada miro, nada hallo que me cause

sino agudo dolor o tedio amargo.

Naturaleza en su hermosura varia

parece que a mi vista en luto triste

se envuelve umbría, y que, sus leyes rotas,

todo se precipita al caos antiguo;

5. Neoclasicismo

Leandro FERNÁNDEZ DE MORATÍN (hijo), Epístola. A don Gaspar de Jovellanos. (extracto)

Estos que formo de primor desnudos,

no castigados de tu docta lima,

fáciles versos, la verdad te anuncien

de mi constante fe; y el cielo en tanto

vuélvame presto la ocasión de verte

y renovar en familiar discurso

cuanto a mi vista presentó del orbe

la varia escena. De mi patria orilla

a las que el Sena turbulento baña,

teñido en sangre, del audaz britano,

dueño del mar, al aterido belga;

del Rhin profundo a las nevadas cumbres

del Apenino, y la que en humo ardiente

cubre y ceniza a Nápoles canora,

pueblos, naciones visité distintas.

Útil ciencia adquirí, que nunca enseña

docta lección en retirada estancia;

que allí no ves la diferencia suma

que el clima, el culto, la opinión, las artes,

las leyes causan. Hallarásla sólo,

si al hombre estudias en el hombre mismo.

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2.2.2. Nicolás Fernández de Moratín

Nicolás Fernández de Moratín fue el primer autor que encarnó los ideales literarios de la época,

siendo a la vez uno de los más eficaces reformadores del gusto poético.

Es habitual subrayar la gran antonimia que existe entre la apasionada actitud neoclásica de Moratín

en su teatro y el carácter nacional y tradicional de su lírica. En todo caso, a pesar de esa veta tradicional,

Moratín acogió casi todos los temas y estilos que se suelen denominar neoclásicos en su poesía. Son

neoclásicas, por ejemplo, sus anacreónticas; también dentro del gusto neoclásico escribió silvas, odas y

sonetos. Igualmente escribió algunas sátiras, entre las que destacan aquellas en las que ataca al gusto

literario predominante, especialmente al teatro barroco.

Destacan aún más en la lírica de Moratín, sin embargo, las obras de carácter nacional y patriótico.

Son dos composiciones de carácter más bien popular y tradicional las que más importancia tienen en su

obra: Fiesta de toros en Madrid y Canción a Pedro Romero, torero insigne (ver libro de lectura obligatoria).

Fiesta de toros de Madrid está compuesto en quintillas, en un tono popular y morisco con influencia

del barroco y de las quintillas tradicionales y el romancero. Es una composición sencilla, clara y fluida, que

se ajusta por ello bastante a los gustos neoclásicos.

La Canción a Pedro Romero se caracteriza en cambio por el tono más solemne de la oda pindárica, y

por su carácter patriótico.

Escribe también Moratín unos Romances moriscos, que se adelantan más de medio siglo al cultivo del

romance histórico-legendario que se prodigó en el Romanticismo.

2.2.3. Leandro Fernández de Moratín

El hijo de Nicolás tuvo aún más fama que su padre, especialmente por su teatro (El sí de las niñas).

Leandro tuvo un alto concepto de la poesía, que le llevó a construir con mucho cuidado sus versos. Alcanzó

en ellos una gran armonía y equilibrio, claridad y orden, que le convierte en un claro representante de

las poesía neoclásica más influida por las ideas ilustradas. Una gran parte de sus composiciones son de

circunstancias y satíricas, por lo que se le ha achacado cierta falta de proyección íntima en su poesía, que

por otro lado no debió buscar, teniendo en cuenta las ideas racionalistas de la época.

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Su primer éxito como poeta fue Lección poética. Sátira contra los vicios introducidos en la poesía

castellana., poema en el que satiriza especialmente sobre el tearo, aunque también sobre la lírica. Al hablar

de esta última, L.F. de Moratín defiende los principios del neoclasicismo y censura los excesos de estilo, las

metáforas violentas, y el uso de latinismos o extranjerismos.

Aunque abunden las composiciones de este estilo, la frustración y la insatisfacción de Moratín

aparece también en algunas composiciones más íntimas y sentimentales como pueden ser La despedida y

Elegía a las Musas.

2.2.4. La fábula.

El género didáctico fue especialmente cultivado en el siglo XVIII, lo que llevo a la aparición de los

dos únicos fabulistas que se han incorporado a la historia de la literatura española: Iriarte y Samaniego.

Fueron ambos representantes de las corrientes ilustradas y piezas importantes en la renovación del

pensamiento y la literatura de la época.

Iriarte escribió las Fábulas literarias, obviamente de carácter didáctico. Sus sesenta y siete apólogos

son una muestra del pensamiento literario de la época, y constituyen una defensa de las reglas y principios

clásicos y una crítica a los vicios literarios y estilísticos de la época. Pretende dar lecciones de claridad y

orden, creando nuevos motivos no incorporados anteriormente al género. Utiliza Iriarte en las Fábulas

multitud de metros, entre los que predomina la silva, el romance y la redondilla. Si bien se le puede criticar

un exceso de prosaísmo en su lírica, la intención puramente didáctica y doctrinaria.

Las Fábulas de Samaniego, al contrario que las de Iriarte, se atienen a la tradición fabulista anterior;

solamente cambia la forma de contarlas, intentando acercarse a un lenguaje claro, sencillo y trivial, “al

lenguaje que debemos enseñar a los muchachos”, según el propio prólogo de la obra.

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TEMA 3. LOS GRUPOS SALMANTINO Y SEVILLANO.

3.1. La escuela salmantina

Muy relacionada con la tradición del Quinientos y su escuela salmantina, nació este grupo de

escritores alrededor de la Universidad de Salamanca, aprovechando la corriente ilustrada que estaba

activando a mediados de siglo, al menos en cierta medida, la vida universitaria.

Este grupo de escritores, formado alrededor de Cadalso y compuesto por Meléndez Valdés, fray

Diego González, Juan Fernández de Rojas, fray Andrés de Corral, Forner y más adelante Jovellanos, tenían

como característica común una clara inclinación por la literatura clásica y por la tradición

renacentista española. Destaca por encima del resto la influencia en este grupo de fray Luis de León,

aunque el estudio e imitación de otros modelos clásicos y nacionales era habitual. Es también clara la

influencia, especialmente a partir de la llegada de Jovellanos al grupo, de escritores ingleses como Pope y

Young, y del suizo Gessner y de las ideas rousseaunianas provenientes de Francia.

3.1.1. Juan Meléndez Valdés

El más destacable poeta del grupo salmantino, y uno de los más destacables del siglo XVIII en

general, es Meléndez Valdés, figura muy representativa del intelectualismo ilustrado. Sus ideas ilustradas

le llevaron a apoyar la invasión francesa, lo que supuso su destierro tras el fin de la guerra.

Su obra tiene principalmente cuatro tendencias: el sensualismo y anacreontismo, el bucolismo, el

sentimentalismo y el filosofismo.

Dentro de la primera tendencia se sitúan las Odas anacreónticas. Este estilo valora la vida como

placer y gozo, dentro de las ideas epicúreas, y destaca la ligereza y amabilidad de la poesía. En este

sensualismo rococó imita Valdés a Anacreonte, pero otorgándole su propia sensibilidad y desarrollando

temas amorosos, sensuales y eróticos. En estas composiciones se unen tanto el sensualismo como la

descripción de temas bucólicos y espacios arcádicos.

El sentimentalismo tiene importancia en toda la obra del autor, que en ciertos momentos se deja

llevar por la sensibilidad del autor llegando a momentos de pleno prerromanticismo, con aspectos como

la angustia, el tono lúgubres y las emociones desatadas, exclamativas.

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Dentro del sentimentalismo “humanitario” se hallan sus poemas de índole moral-filosófica y

social, que son los que más le identifican como poeta ilustrado. Reflejo de las corrientes ideológicas de la

época, buscan ser más trascendentales y didácticas. Entre estas composiciones se pueden destacar:

Discursos, entre los que se halla La despedida del anciano, poema que denuncia la corrupción y la injusticia

social; Epístolas, en las que expone ideas de reforma y progreso, ideas pacifistas, denuncias del maltrato al

agricultor…

Utilizó Meléndez Valdés multitud de metros, aunque destacó especialmente en veros menores,

heptasílabos y octosílabos. Escribió sobre una inmensa veriedad de temas, aunque casi todos muy influidos

por sus ideas ilustradas. Su estilo pasa de ligero, amable y dulce en sus odas, a un lenguaje más pesado,

amplificador y contenido en sus poemas de temas más elevados.

3.1.2. Manuel José de Quintana. Otros poetas.

Dentro de una segunda época de la escuela salmantina, destaca Manuel José de Quintna, discípulo de

Valdés. Si bien su vida y obra discurre por buena parte del XIX, se le puede considerar continuador del

neoclasicismo a la vez que tiene mucha influencia del romanticismo del XIX.

Muy influido por el enciclopedismo francés y las ideas ilustradas, escribe principalmente odas

heroicas sobre motivos patrióticos y humanitarios, además de composiciones sentimentales. Pero lo que

más le caracteriza es su condición de poeta cívico.

Quintana canta al progreso y a la ciencia, y crítica la opresión defendiendo los derechos humanos.

Escribe sobre estos temas poemas como A la invención de la imprenta, Al mar (en el destaca su arrebato

pacifista), etc.

Destacan también sus versos de exaltación nacional entono épico, como A Padilla. Con un tono aún

más patriótico y de lucha contra el opresor son sus composiciones a raíz de la invasión francesa.

Las composiciones de Quintana tienen un fuerte carácter oratorio y racional; utiliza para ellas el

tono épico, prácticamente todas ellas en versos endecasílabos combinados en silvas con heptasílabos. Su

lenguaje es más libre, espontánea y grandilocuente que en los poetas más representativos del

neoclasicismo, lo que le coloca como una figura de la transición hacia el Romanticismo.

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Dentro de esta transición hacia el Romanticismo se puede destacar también al poeta Juan Nicasio

Gallego, en cuyas elegías, aunque al gusto neoclásico, se puede observar ya una abundancia de

vocabulario sonoro y escenográfico propio del gusto romántico. También dentro de esta transición se

encuentra Nicasio Álvarez Cienfuegos, que escribe poemas sociales y sentimentales , en los que aparecen

temas que dominaron después la época romántica: el desengaño amoroso, la soledad, la melancolía, la

muerte, los ambientes lúgubres y el pesimismo. Su lenguaje era demasiado “excesivo” a los ojos de los

neoclásicos, con abundancia de exclamaciones, anáforas, adjetivos sonoros, aliteraciones, etc. Aún así,

Cienfuegos, compartía ideas neoclásicas y aún opone resistencia a lo que podríamos llamar “insatisfacción

romántica”, que cree que debe curarse mediante la razón. Los románticos, por el contrario, hallaban placer

en embriagarse de esta insatisfacción y angustia vital.

3.2. Escuela sevillana

Surge esta escuela por influjo de la de Salamanca, y bajo la iniciativa de Jovellanos y Forner. Es la

última escuela de poetas españoles influida por las escuelas renacentistas. Añaden a las ideas neoclásicas

otras ideas más relacionadas con el genio y la creatividad, y se proclaman continuadores de Herrera. Las

ideas políticas e ideológicas son aún más importantes que en la escuela salmantina.

3.2.1. Jose María Blanco-White

Con ideas políticas y religiosas (apostató al abandonar España), fue uno de los miembros más

importantes de este grupo. Radical en la defensa de las reformas, fue muy activo en la lucha política, con

un pensamiento político liberal cercano al que después defenderían las Cortes de Cádiz. Desde Gran

Bretaña ejerció una crítica feroz a España, y acabó asimilando el inglés como lengua literaria.

Si bien su prosa es más numerosa que su lírica, escribió poemas de gusto neoclásico de tema

religioso y patriótico, así como otras más cercanas al romanticismo como Una tormenta nocturna en alta

mar.

3.2.2. Alberto Lista

Otro muy importante escritor de esta escuela fue Alberto Lista. Escritor muy variado y admirado en

su época, formaba parte de la minoría afrancesada y estaba comprometido también con las ideas de la

Ilustración. Sufrió, al igual que el resto de afrancesados, una contradicción entre la defensa nacional y la

ideología liberal, que le llevó finalmente a apoyar a la invasión francesa con su consecuente destierro. Aún

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más comprometida era la posición de Lista, si tenemos en cuenta su condición de sacerdote.

Sus modelos literarios eran los clásicos grecolatinos y los renacentistas españoles, muy

especialmente Herrera. El grupo más notable de su obra lírica lo forman los poemas religiosos, con el claro

influjo de fray Luis de León y San Juan de la Cruz. También cultivó la poesía filosófica, en la que es más

visible la influencia del pensamiento de su época y de la poesía del grupo salmantino. Escribió igualmente

poemas amorosos según el gusto sensual y pastoril, e incluso llevó a cabo a traducción de un poema de

Pope bajo el título El imperio de la estupidez, en el que expone muchas de sus ideas literarias.

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TEMA 4: EL ENSAYO. FEIJOO. MARTÍN SARMIENTO.

4.1. Feijoo y el nuevo espíritu científico

La nueva inquietud intelectual y el movimiento renovador que caracteriza al siglo XVIII están

representados inequívocamente, durante su primera mitad, por Benito Jerónimo Feijoo.

Su primer escrito apareció a partir de una polémica sobre la enseñanza de las ciencias. Poco tiempo

después, Feijoo se dispuso a preparar el primer volumen de su Teatro crítico. Desde la publicación de este

volumen, Feijoo se vio envuelto en numerosas polémicas que demuestran la resistencia de la sociedad

española a las nuevas ideas ilustradas. Se publicaron críticas y apologías que no solo se atenían al aspecto

crítico-literario, sino que también contenían acusaciones de tipo personal, e insinuaciones de herejía. Hubo

polémicas en torno a sus críticas a las supersticiones, a su defensa de las mujeres, su defensa de la ciencia,

etc. También tuvo admiradores y defensores, de hecho los primeros monarcas borbones fueron sus

decididos protectores. De hecho, la difusión de la obra de Feijoo fue enorme, lo que pone de relieve una

característica muy importante de su obra: su penetración social.

4.1.1. Obra

La primera obra de Feijoo, como ya hemos dicho, era en defensa de la medicina, La carta apologética

de la medicina scéptica del doctor Martínez. En ella, en forma de diálogo, se defiende la medicina

experimental y se criticaba la medicina universitaria.

En 1726 salió a la luz el primer volumen del Teatro crítico universal, que constó de ocho

volúmenes (el último publicado en 1739), y a continuación publicó las Cartas eruditas y curiosas.

En el Teatro crítico (tomada la palabra teatro en el sentido de escenario) se abordan discursos sobre

temas variadísimos: artes, astronomía, geografía, economía, filosofía, historia, ciencia, medicina, filología…

Su finalidad era enciclopédica y quería abordar todo aquello que pudiera ser objeto de curiosidad,

procurando despojarlo de errores y supersticiones. Es clara su intención didáctica y divulgatoria, dirigida a

todo tipo de lectores.

Es Feijoo el precursor de los ensayistas, pues aglutinan sus escritos todas las características del

ensayo: voluntad crítica, finalidad didáctica, actitud experimental e innovadora, síntesis,

brevedad de exposición, estímulo anticipador e hipótesis verosímil.

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Tenía este medio expresivo ya antecedentes ilustres en Europa, como Montaigne y Bacon, pero no

había sido cultivado en España; los únicos precedentes podrían ser las misceláneas y silvas de varia lección

o las cartas de Guevara, el Jardín de Torquemada o la Floresta de Santa Cruz, todas ellas del siglo XVI.

La prosa de Feijoo es sobria y clara, muy diferente a la cultivada en el siglo anterior, más basada en

la naturalidad y claridad científica. Fue él el primero en empezar a diferenciar la prosa científica de la

literaria en castellano y darle unas características propias.

En su estilo aparecen extranjerismo, que solo recomienda en caso de no encontrar un término

equivalente en la lengua propia; aunque a veces utilice alguno innecesarios. Aparte de algunas

innovaciones que han tenido acogida en el idioma (superlativos absolutos como bastantísimo, o plurales

abstractos como raridades) su lenguaje preciso, incisivo y ciertos hallazgos expresivos le convierten en un

eje fundamental de la prosa castellana.

4.1.2. Pensamiento

Combatió Feijoo todo lo que había de supersticioso en el sentimiento religioso español, ya que

deseaba que la fe descansar sobre un convencimiento racional y no sobre un sentimentalismo pueril y

engañoso. Esto provocó muchas de las polémicas mencionadas, pues se temía que esta actitud

desprestigiara el catolicismo español ante Europa.

Existe en Feijoo mucho influjo de los precursores de la Enciclopedia francesa, de cuyas actitudes se

aleja pero de los cuales adquiere el método y los temas. Feijoo se caracteriza por un concepto integrador

que hace que el autor acudiera a diversas fuentes para desarrollar su pensamiento en sus escritos. También

ecléctica era su filosofía, que se basaba principalmente en el afán crítico, la actitud científica y el intento de

remediar el aislamiento intelectual de su país y liberarlo de los errores cometidos por culpa de los

prejuicios. Para ello trata de incorporar las nuevas corrientes positivistas de Descartes, Newton, Bacon…

A la vez que defendía la razón y el espíritu científico, Feijoo negaba la validez eterna de las reglas y

normas, y defendía la libertad, el propio arbitrio y el gusto personal; esto le acercaba de alguna forma a

ciertas ideas románticas.

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4.2. Martín Sarmiento

Eficaz colaborador de Feijoo y celoso defensor de sus escritos, Sarmiento fue un estudioso infatigable

y un no menos diligente observador de la naturaleza. Escribió incansablemente, pero dejó inédita toda su

obra a excepción de los dos volúmenes en defensa a Feijoo.

Los dos aspectos más importantes de su obra son la educación y la lingüística. A diferencia de

Feijoo, Sarmiento, más enraizado en la historia de su país, desea que la educación extranjera sirva de

ejemplo y de estímulo, pero que no sea nunca una copia impuesta.

Muy preocupado por la historia, consideraba urgente la redacción de un Diccionario Geográfico de

España, una Historia Natural de las especies de la Península, una Historia Literaria y de la Religión, un

Theatro genealógico de todas las familias nobiliarias españolas, y, finalmente, una Historia general de

España que había de comenzarse por estas historias particulares.

Fue Sarmiento quien primero llamó la atención sobre la necesidad de cultivar las nuevas

generaciones con educación utilitaria para trabajos mecánicos y manufactureros, y tuvo una muy especial

preocupación por la educación en la niñez. Para Sarmiento, los mejores profesores debían destinarse a la

enseñanza en la edad temprana. Además, le preocupaba la antinomia pedagógica autoridad-libertad;

criticaba la presión y los castigos a favor de la defensa de la inclinación congénita y la libre elección.

Abogaba por la intuición como método pedagógico, y pensaba que, para pasar del mundo sensible al

intelectual, la mejor herramienta es el estudio de las matemáticas. Son estos rasgos muy típicos del

positivismo.

La postura final de Sarmiento es el escepticismo (a excepción de lo que se refiere a la verdad

religiosa), lo que, junto al positivismo y al relativismo coloca a Sarmiento como uno de los escritores

españoles más influidos por el pensamiento de la Ilustración. Esto contrasta, como sucedía a menudo en los

ilustrados españoles, con su casticismo y defensa de lo español en otras materias.

En cuanto a la lingüística, defiende los mismos valores científicos y positivistas. Propone la

confección de distintos diccionarios sobre el cambio semántico o diccionarios por materias; intuye la

lingüística romana (el latín como base de las lenguas románicas) y lleva a cabo estudios filológicos de

textos medievales.

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TEMA 5: LA PROSA NOVELESCA. DIEGO DE TORRES VILLARROEL. JOSE FRANCISCO ISLA. PEDRO MONTENGÓN.

5.1. La prosa satírico-novelesca

Si el siglo XVIII no se caracteriza, como sabemos, por su riqueza en los géneros de creación, no es de

extrañar que tampoco muestre particular abundancia en la novela. El Quijote era un modelo demasiado

grande para engendrar fácil descendencia y el género picaresco se podía decir que había concluido su

trayectoria y agotado en buena parte sus posibilidades. Además y a pesar de tan grandes precedentes, la

novela no era todavía un género tan popular como el teatro.

Puede aceptarse que durante el período que nos ocupa no existe en español novela propiamente

dicha. Existen producciones híbridas, donde se combina la forma novelesca con otros géneros, pero sin

adquirir conciencia autónoma, pues el componente novelesco se supedita a otra intención. Tan sólo dos

escritores, el padre Isla y Torres Villarroel, escriben libros con relativa forma novelesca, pero cuya finalidad

era la sátira doctrinal o el cuadro de costumbres. Ambos adoptan la forma novelada porque desean añadir a

sus libros una eficacia popular que la didáctica no podía ofrecerles. Para ello imitan los modelos novelescos

disponibles, pero incluso en los momentos de predominio narrativo, la preocupación doctrinal o satírica

ahoga el relato.

5.2. José Francisco Isla

La obra del padre Isla es ingente, pero es por su obra Fray Gerundio de Campazas, sátira contra

los predicadores de su tiempo, por la que más reconocimiento se le ha dado.

El Gerundio fue uno de los mayores éxitos que se conocen en nuestra literatura, y desató toda una

corriente de crítica y defensa en la sociedad de su tiempo. La irritación de los predicadores y las órdenes

religiosos provocó numerosos escritos en su contra, que le reprochaban a Isla el haberse servido de la

ironía para corregir los vicios de algo tan respetado y santo para los religiosos como la predicación, dar

armas con ello a los enemigos de la Iglesia y poner en ridículo a las órdenes religiosas. Por otra parte, la

mayoría de la nobleza se puso de parte de Isla; Feijoo y Sarmiento le felicitaron por su obra.

En Fray Gerundio se critica la oratoria sagrada de la época, que paralelamente al resto de géneros

literarios, se le achacaban los vicios del Barroco. Esta oratoria que deswscribe Isla es una oratoria

construida a base de agudezas, paradojas, equívocos, combinaciones de evangelio y mitología, juegos de

palabras, cuentos, chascarrillos… Isla se propuso en su obra destruir todo aquello y devolver a la oratoria

sagrada los fines y dignidad que Isla pensaba que la correspondía. Le inspiran las misma ideas que a Luzán

en su poética, las ideas del neoclasicismo ilustrado y la de la mayoría de reformadores del siglo, que

deseaban devolver a la literatura sencillez y claridad. Isla, al contrario que otros, se decide por el camino de

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la sátira para lograr su objetivo.

En Fray Gerundio se narran los primeros años del protagonista, hasta que decide meterse a fraile

atraído por la vida fácil del convento. Al salir de sus estudios, sin haber entendido nada, fray Blas se decide

a formarle en base a la oratoria que critica el autor. Además de la vida de Gerundio y la muestra de sus

primeros sermones, la obra se compone de las enseñanzas de fray Blas y otros sacerdotes que dan la

opinión del autor, todo ello acompañado de numerosas escenas costumbristas.

En las enseñanzas de fray Blas expone Isla sus ideas sobre la oratoria sagrada; en la obra está sin

duda presente el ilustrado, a quién ofende cualquier tipo de degradación del culto por y la banalización de

la religiosidad.

En los cuadros costumbristas destaca la atención por el detalle y la capacidad observadores del

autor, que incluso reproduce el habla de los campesinos con sus giros populares y formas dialectales.

Aparece también por toda la obra una clara influencia de la picaresca, por un lado; y del Quijote, por

otro. Confesaba Isla que su intención era lograr contra la predicación de su tiempo lo que logró Cervantes

con las novelas de caballería en el Quijote.

5.3. Diego de Torres Villarroel

Torres ha sido definido, especialmente por su autobiografía Vida, como mero epígono de la novela

picaresca. Esta misma biografía ha contribuido a forjar esa imagen de Torres como personaje pícaro y

estrafalario. El mismo Villarroel se complacía en vida de abultar caricaturescamente sus rasgos y vivencias

y en mostrar su visión satírica y desidealizada de la vida que le acercaba a ese carácter pícaro.

Pero a pesar de ello, lo cierto es que la vida de Villarroel tuvo mucho de acomodado burgués, siendo

como era profesional de las letras y catedrático de universidad durante un cuarto de siglo. En realidad,

según Alborg, su obra no tiene nada de picaresca, sino que se trata de un intento de reivindicación y

justificación polémica de su persona y obra literaria. Juan Marichal habla de su Vida como una

“autobigrafía burguesa” que representa el ascenso social y económico de un hombre originariamente

“oscuro”. Defiende este mismo crítico que Villarroel fue en realidad un maestro en “escribir libros como

objetos vendibles”.

Es la obra autobiográfica de Villarroel contraria en muchos aspectos a la picaresca, como su defensa

de sus orígenes y la clara apología a su persona. Según Alborg, el tono picaresco dominante en la obra se

debe a que Villarroel, consciente de sus limitaciones, especialmente académicas (se dedicaba al estudio de

ciencias oscuras y magia, entre otras cosas), sabía que un tono más grave podría haber sido

contraproducente, y que sólo una actitud burlona y pícara podía favorecer su autodefensa.

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Desde el autodesprecio y la posición en la que se podía reír incluso de si mismo, le era más fácil

atacar al resto y sentirse superior. Esta codicia de la propia fama y nombre aleja a Torres de la picaresca.

En cuanto a su estilo, niega también Alborg que pudieran ser escritos con el descuido y premura de

los que se jactaba Torres Villarroel; en cambio, se puede observar que estaba muy preocupado por el

lenguaje, que trabajó para lograr esa soltura y desenfado. No carece la prosa de Torres de esfuerzo

estilístico, sonoridad, riqueza y ritmo.

5.4. Pedro Montengón

En los últimos años del siglo XVIII se publicó en España una novela que gozó de considerable fama:

el Eusebio, de Pedro Montengón. Su autor esta vinculado a los relatos novelescos: escribió dos obras

concebidas como poemas épicos en prosa, Antenor y Rodrigo; una novela pastoril de tradición bucólica,

Mirtilo; y dos obras pedagógico-filosóficas, Eudoxia y Eusebio, a la manera puesta de moda entonces por el

Emilio de Rousseau.

El Eusebio es la novela más famosa del autor. En su introducción explica que su propósito era

enseñar las normas de moral prescindiendo de la religión revelada, pues si bien estaba seguro de que sólo

la religión católica era la verdadera, no era posible convencer con sus doctrina al impío ni al libertino, y

que por tanto era necesario persuadirles antes con la filosofía estoica y no religiosa para que después

reconocieran la verdad de la religión católica. La obra tuvo bastante éxito gracias a los gustos de la época, y

también mucha polémica por su contenido próximo al pensamiento de Rousseau.

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TEMA 6: LA PROSA SATÍRICO DIDÁCTICA: JUAN PABLO FORNER. JOSÉ CADALSO.

6.1. Forner

No se puede negar que la personalidad y obra de Juan Pablo Forner resumen como pocas los

problemas intelectuales y literarios de su tiempo y exigen por ello demorada atención.

Salió Forner de la oscuridad literaria con su Cotejo de las églogas, crítica de una égloga de Iriarte en la

que expone muchos de los problemas capitales del neoclasicismo en cuanto a la poesía, los géneros

literarios,la imitación, etc.

En 1782 ganó Forner un concurso de la Real Academia, para el que escribió una sátira contra los

vicios introducidos en la poesía castellana, en la que de nuevo deslizó críticas sobre Iriarte. Pasó

decididamente al ataque a raíz de la publicación de las Fábulas publicando un folleto titulado El asno, en

cuya parte ideológica (y no de ataque personal) elogia Forner el Siglo de Oro frente al prosaísmo de Iriarte.

Continúa el ataque a Iriarte y a otros escritores contemporáneos en Los gramáticos, libro en el que rechaza

las ideas de la Ilustración y ataca a los ilustrados españoles.

Quizás la publicación más ruidosa de Forner fue la Oración apologética, que es un reflejo de la

importancia que tenía en el siglo XVIII la preocupación patriótica y el concepto que los extranjeros

pudieran tener de España. A raíz de un artículo publicado en la Encyclopédie Méthodique sobre España, en

el cuál se preguntaba el autor sobre la aportación de España al pensamiento europeo, la Real Academia

anunció como tema de su concurso anual una apología de al nación. La obra con la que respondió Forner

fue esta Oración apologética por la España y su mérito literario, que convirtió el tema en apasionada

polémica y pudo contribuir a complicar aún más el conflicto ideológico que se pretendía resolver.

En su Oración, intenta defender Forner a España de los ataques externos con nuevos contrataques.

Ante la acusación de la, por otro lado, innegable ausencia de moderna investigación en el país, Forner lanza

ataques contra la ciencia de su tiempo. Comentando las palabras de Voltaire sobre la falta de libertad de

pensamiento en España, responde Forner con una defensa del pensamiento dirigido por las autoridades

morales y doctrinarias. En general, Forner se defiende con un general elogio al tradicionalismo y un

rechazo de la ciencia y de la ideología ilustrada de su época.

A pesar de la fama de la Oración, la obra quizás más duradera sean Discurso sobre el modo de escribir

y mejorar la historia de España y Exequias de la lengua castellana.

En el Discurso, traza Forner un paralelo entre la Historia y la Poesía, y deduce que en la Historia

caben las mismas reglas que en la ficción y expresión de lo verosímil.

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Las Exequias, ficción alegórica mezcla de prosa y verso, el autor viaja por el Parnaso para visitar

escritores famosos y repasar nuestra literatura emitiendo juicios sobre los clásicos e ironías sobre sus

contemporáneos, emprendiéndola implacablemente contra los corruptores de la lengua. También teoriza

sobre los géneros literarios además de criticar instituciones y clases sociales.

Forner, a pesar de las diferencias, estaba de acuerdo en muchos aspectos con los reformistas

españoles, como en la necesidad de reformar la enseñanza, en su condena a la escolástica o en sus ataques

contra la nobleza frívola y ociosa. Aún así, su idea de la cultura como sinónimo de expresión legítima de la

nación y sus ataques a la ciencia y la civilización moderna lo separan de la corriente ideológica ilustrada y

lo sitúan cerca del inmovilismo tradicionalista español.

6.2. José Cadalso.

Una de las figuras más destacadas del siglo XVIII fue Cadalso. Cultivó diversos géneros, aunque es

por su prosa por la que ha obtenido mayor reconocimiento. Poeta y soldado, la carrera literaria de Cadalso

queda enmarcada en sus dos décadas de vida militar, en las que su vida y su obra se van trenzando con

asiduidad. Cuando llegó a Madrid fue bien acogido en las principales tertulias literarias y casa de la

nobleza, hasta que se le atribuyó un panfleto satírico que criticaba a ciertos miembros de la corte le obligó a

abandonar Madrid.

Tras este suceso, sus escritos comenzaron a adquirir un tono más preocupado y crítico con la

sociedad; parte de estos escritos aparecen en su libro Ocios de juventud.

Conoció a su vuelta a Madrid a la actriz Ignacia Ibañez, de la que se enamoró y fue correspondido. La

supuesta oposición de la gente que le rodeaba ante esta relación y la posterior y repentina muerte de su

amada parece que tuvieron bastante que ver con la redacción de Noches lúgubres.

6.2.1. Obra

La obra que más popularidad dio a Cadalso en vida fue Los eruditos a la violeta. En esta obra

satírica critica a los falso sabios, petulantes, que pretenden saber mucho sin esforzarse y que disfrutan de

exhibir sus conocimientos. Cadalso estructura el libro en distintas clases que da un profesor para que sus

alumnos aprendan a aparentar que saben sobre diversas materias. El punto flaco de la obra es que Cadalso

caen también en ocasiones en la misma petulancia que critica.

(No resumo lo que Alborg escribe sobre Noches lúgubres y Cartas marruecas, creo que es mejor

trabajar directamente en la lectura obligatoria y leer el prólogo de la edición que sea para contextualizar)

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6.2.2. El romanticismo de Cadalso

Ningún aspecto es tan comprometido en la obra de Cadalso como su problemático romanticismo. La

valoración de Cadalso como personalidad inequívocamente romántica es defendida por muchos de sus

comentaristas. Al estudiar las Noches lúgubres, uno de estos comentaristas proclama su neta condición

romántica, destacando no sólo los aspectos más superficiales, sino lo que es más esencial: el carácter

emotivo y no ideológico de la obra, la utilización de recursos hipertróficos para reflejar la pasión del

protagonista, cuyo estado de ánimo se convierte en tema central y prácticamente único de la obra. El

reflejo de un alma que se cree singular en su tristeza y desgracia. Cadalso, que fue un hombre de básica

formación neoclásica, vivió a su vez en una especia de lucha interna entre las voces interiores que querían

escapar del molde racionalista y que finalmente salieron a la luz con las Noches.

A propósito de las Cartas marruecas, señala otro crítico su carácter subjetivo y personal, disparado

desde la intimidad y la perspectiva existencial, que posee la visión española de Cadalso. Fueron las Cartas

uno de los primeros testigos de la idea de carácter nacional que fue tan propio del Romanticismo.

En Cadalso, por tanto, aparecieron por primera vez en España ciertas ideas románticas, como el

egocentrismo, el pesimismo, la fusión del espíritu del poeta con la naturaleza y el placer de gozar la propia

tristeza; es en estos rasgos en los que hay que buscar el romanticismo del autor.

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