© 2003, francisca solar · su resentimiento, tomó el lápiz rojo que había sobre la mesa y se...
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2003, Francisca Solar
1era edicin: 31 de julio de 2003 1era edicin (epub): 16 de octubre de 2011
Ilustracin de cubierta: Vernica Rodrguez, 2011
Harry Potter y su maravilloso universo es propiedad intelectual y absoluta de J. K. Rowling. Hasta su publicacin en ebook (octubre 2011) este fanfic lleva 8 aos flotando en la red y jams he ganado un peso por l, si bien s he ganado el respeto y cario de los fans. "El Ocaso de los Altos Elfos" fue publicado por primera vez el 31 de julio de 2003 en Fanfiction.net y corresponde cronolgicamente a un sexto tomo de la saga (continuacin de "La Orden del Fnix"). Fue escrito dos aos antes del sexto tomo original, "El Misterio del Prncipe", y fue traducido al ingls e italiano. Este epub contiene el mismo texto de la primera publicacin, sin edicin ni correccin de ningn tipo. Todas las fallas orto/tipogrficas (si las hay, supongo que s) son las mismas de antao, as que desde ya, mil disculpas! pero quera conservar el aroma "amateur" de este tan querido fanfiction.
Est felizmente permitida la impresin parcial o total de este fanfic para uso personal de quien lo requiera. Adelante! No tengo nada contra miopes u old-schoolers. Eso s, usen una buena impresora para que el trabajo de la Vero se luzca como merece. Lo que no est permitido es la reproduccin digital y/o impresin total o parcial de este libro para usos comerciales. Por qu? Porque los fanfics no se venden; su acceso es libre y gratuito en cualquier modalidad digital. Se hacen slo por diversin y tributo a la obra original, y as debe mantenerse.
Como siempre, encantada de conversar y recibir sus comentarios. Golpeen la puerta con confianza: www.fransolar.com
Gracias por leerme!
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Captulo uno
Maldito Silencio
Al parecer es bastante lgico pero, ciertamente, nunca est de
ms una ayuda de memoria: Harry Potter no es un nio normal. Y bueno, no
slo ya dej de ser un nio, sino adems sus intereses y metas se trazan muy
lejos de los que compartiran sus congneres. Harry es mago, lo sabe hace ya
seis aos, y a pesar de que fue su excusa para abandonar a su odiosa parentela
por largos periodos (y as slo regresar para el verano), su vida no ha sido fcil.
Pues hay que decirlo: Los Dursleys distan bastante de ser un ejemplo de familia,
aunque traten de aparentarlo de cualquier modo. Los tos Vernon y Petunia,
sumado a su obeso hijo Dudley, se han encargado de hacerle a Harry la vida
imposible desde que tuvo la mala suerte de caer, pequeo .y arropado en una
cesta, en la puerta del nmero 4 de Privet Drive. Y aunque todo tiene un por
qu, ste en particular ha sido doloroso. Confuso, difcil de sobrellevar... an
ms que el solo hecho de tener una cicatriz en forma de rayo, punzante, al
costado de su frente.
Harry perdi a sus padres, James y Lily, en el marco de una
noche fra de Halloween hace 15 aos, sin siquiera haber compartido con ellos.
Fueron asesinados, cruel y framente, por el mago ms temido de todos los
tiempos: Lord Voldemort. No recuerda sus rostros, ni su voz, pero s aquel
destello verde enceguecedor que termin con sus vidas, y que, milagrosamente,
salv la suya, dejndole a cambio dicha cicatriz. As tambin, perdi a Sirius
Black, su padrino, cuando apenas comenzaba a conocerlo. Haba estado
muchos aos encarcelado en la prisin mgica de Azkabn, incapaz de probarle
al mundo su inocencia, y cuando recin comenzaba a abrirse un camino de
liberacin para l, un nefasto episodio en uno de los rincones desconocidos del
Departamento de Misterios, alojado en el Ministerio de Magia, lo vio
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desaparecer. As, sin ms. Se esfum tras un velo rasgado, y desde entonces,
Harry no ha podido quitarse de encima aquel abrumante hedor a luto. Porque
la muerte lo persigue... no slo a l, sino a todo a quien l estima. La vida se lo
ha demostrado, l mismo lo ha comprobado, pero jams lo ha terminado de
asumir.
En adelante -y debido en gran proporcin a aquella odiosa
cicatriz en su frente- el futuro se gesta para l cada vez ms oscuro e incierto, y
lo sabe. Le costaba alejar aquel pensamiento de su cabeza, no quera ni
aceptarlo ni asumirlo, pero hubo veces en las que dese ser slo un humano
ms. Sin distinciones, sin talentos, sin peculiaridades... sin pasados tormentosos
o profecas con su nombre... sin cicatrices que espantaran a unos y embobaran
a otros. Slo un muggle, sin la responsabilidad de salvar al mundo o, si le
quedaba tiempo, a l mismo. O, quiz, hubiera deseado slo morir; haber
sucumbido al poder de Lord Voldemort y fallecido en los brazos de su madre.
S, eso hubiera sido mejor que esto. Mejor que sufrir por otros, mejor que vivir
por otros.
El verano estaba en su apogeo pero, como era usual en Privet
Drive, no haba nios jugando con agua en las aceras ni recostados en los
antejardines, buscando la sombra de un buen rbol. En esa pequea
comunidad de los alrededores de Londres, y sobre todo en aquella calle, el
sentido de cordura era lo ms importante qu aparentar. Por prohibicin de sus
padres, ningn nio poda jugar en la calle: era escandaloso y de mal gusto.
Peor an si llevaba las rodillas sucias y el pelo mojado. No, los nios deban
aparentar modales intachables y conductas domesticables. Es decir, deban ser y
actuar como Dudley, y jams intentar, ni siquiera imaginar, seguir el modelo de
su descarriado e insano primo Harry. Pero l se senta cada vez ms ajeno a
aquellas presiones; ahora, algo ms grande que el ao pasado, comprenda
cabalmente las diferencias entre sus dos mundos y se comprometi a lidiar con
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ellos. Despus de tanta fatalidad, no le quedaba ms remedio, pero an as no
toleraba ciertos detalles.
Sentado tras su escritorio y recibiendo con agrado los clidos
rayos de sol que se colaban por la ventana, Harry sonri ante lo absurdos que
eran la mayora de sus vecinos. Cuando tenga hijos... pens, pero apret los
labios, inseguro, Bueno, si es que llegara a tenerlos, dejar que jueguen y se
ensucien todo lo que quieran. Por algo son nios. Satisfecho con aquella idea,
mir una vez ms hacia su derecha, donde resida, junto a su pluma y tinta, la
fotografa que Alastor Ojo Loco Moody -un prestigioso auror retirado- le
haba dado meses atrs. Sonrientes y orgullosos, Sirius Black, James y Lily
Potter (entre todos los antiguos miembros de la Orden del Fnix) posaban ante
la cmara. Con melancola, Harry estir su mano y roz la fotografa con los
dedos, suspirando. No poda reconocer todas las caras en aquel grupo, pero le
bastaba saber que haban luchado por sus mismos ideales como para tenerles,
adems de respeto, afecto.
Movi la cabeza y cerr los ojos. No quera llorar. Ya lo haba
hecho demasiado, por todos y por l mismo, y estaba harto. No era un mrtir
de las circunstancias, pero todos a su alrededor no hacan ms que
demostrrselo. Haba sufrido, solo y silencioso, incapaz de compartirlo, pero era
su realidad y de alguna manera deba enfrentarla. l era Harry Potter, El-Nio-
Que-Vivi, y mantendra ese estigma para siempre. An incluso despus de
derrotar a Voldemort... si es que lograba hacerlo.
A menudo pensaba que todos ponan demasiadas esperanzas en
l, y que no sera capaz de cumplirlas. Deseaba ser Harry, slo Harry, un
alumno ms de Hogwarts y un transente ms del mundo mgico. Odiaba
aquella aura que lo embargaba, ese estpido manto de celebridad. Cambiara
todo en un segundo, lo entregara todo sin pensarlo, slo por un momento de
tranquilidad, de paz, de sosiego. Por un da ficticio de felicidad, en el que todas
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las fatalidades desaparecieran y descubrir, como un sueo, que todo aquello que
perdi jams se fue despus de todo...
Suspir profundo, se recost pesadamente sobre su silla y se
rega duramente por fantasear de ese modo. As no llegara a ningn lugar.
Sus padres estaban muertos, Sirius estaba muerto. El destino lo situara como
asesino o vctima, mrtir o hroe, y no haba nada qu hacer. Ahog su rabia y
su resentimiento, tom el lpiz rojo que haba sobre la mesa y se inclin sobre el
papel frente a s, tachando el da correspondiente. Segn sus clculos, slo
restaban dos semanas para volver a Hogwarts. Suspir de nuevo, corrigi la
postura de sus lentes y cerr el calendario, guardndolo en uno de sus cajones.
Si alguno de los Dursley entraba a su habitacin y encontraba su pequea
cuenta regresiva, quiz le haran un escndalo. To Vernon gritando pens, y
luego movi su cabeza, sonriendo a medias.
Haca casi un mes que no lo escuchaba rugir por algo. No haba
escuchado aquel despreciativo y seco muchacho con el que to Vernon
usuaba llamarlo; ya no lo mandaba temprano a la cama, ni reciba media
racin menos al almuerzo; incluso lo dejaban ver el noticiario de las nueve con
ellos. Harry volvi a sonrer, un poco ms relajado, evocando en su mente la
extraa expresin de Moody al despedirse meses atrs: No dejes que los
Dursleys te traten mal. Si no sabemos de ti en tres das, alguien de la Orden te
har una visita. Y no creo que usted quiera un par de magos en la entrada de su
casa haba dicho, desafiando a to Vernon con la mirada.
Lo cierto es que Harry, en aquel extrao momento de su vida y
erguido en la estacin King Cross, jams pens que las palabras de Moody
surtiran efecto, aun cuando la cara de horror de ta Petunia poda darle una
pista de lo que sucedera durante el resto del verano. Y no es que le importara
demasiado: Sirius acababa de morir y slo deseaba reunirse con l, aunque
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tuviera que hacerlo con sus propias manos. Pero era un pensamiento demasiado
nefasto y prefiri, desolado, reflexionarlo un poco ms antes de cometer una
locura. Entonces slo se limit a volver a Privet Drive, sin decir una palabra,
cabizbajo, dispuesto a recibir los usuales malos tratos. Pero - con tanta sorpresa
que le cost varios minutos reaccionar - esa misma tarde to Vernon lo haba
llamado a cenar, forzadamente sonriente, e incluso haba aceptado que
recogiera algunas verduras para darle de comer a Hedwig. Y eso slo sera el
inicio. Durante ms de un mes to Vernon y ta Petunia debieron luchar contra
su naturaleza hostil y hacer de la vida de Harry algo ms... soportable, pero slo
si un continuo silencio pudiera denominarse as.
Hasta Dudley haba cambiado de actitud, claro que l era un caso
aparte. El vivo recuerdo del ataque de los dementores el ao pasado haba
aquietado bastante su brutal comportamiento hacia Harry. Ya no lo empujaba
en el pasillo, ya no le gritaba ni intentaba comerse su cena; siguiendo el modelo
de sus padres, no haba compartido con l ni una palabra, ni siquiera un insulto,
y ahora apenas le diriga la mirada. Y no es que le preocupara mucho, pero s le
inquietaba que tal vez su primo hubiera quedado con algn tipo de secuela,
luego de que su alma estuvo a punto de ser extrada por aquel indeseado
guardin de Azkabn. Continuaba llegando tarde por las noches, y se paseaba
constantemente con sus guantes de boxeo puestos, golpeando cualquier cosa
que se moviese. Segn To Vernon, faltaba muy poco para que Dudley fuera
descubierto por algn agente profesional, aunque Harry tena sus dudas al
respecto. Cada vez que peleaba lo haca con nios bastantes ms pequeos que
l, por lo que gozaba de una eterna y amplia ventaja. Pero bueno, al menos
pasaba mucho tiempo fuera de casa, ideal para que Harry no tuviera que
aguantarlo espiando tras las puertas, o peor, escuchar el abrir y cerrar del
refrigerador cada dos segundos para sacar un nuevo pedazo de un enorme
jamn serrano, regalado por Ta Petunia luego de que ganara la ltima pelea.
Si segua descuidando su peso, quiz ya no podra ni subir la escalera. Ya
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sucedi que, siguiendo las instrucciones de silencio de su padre, no pudo pedir
ayuda a Harry para alcanzar el primer escaln. Iba con sus brazos abarrotados
en pasteles de crema, y ni Vernon ni Petunia se encontraban ah a esa hora,
salvo su primo. Pero no, no poda hablarle, se lo tenan prohibido. As que,
despus de veinte minutos de un infructuoso intento por subir al dichoso
peldao, decidi simplemente sentarse en l y comer ah todo su cargamento.
Su pequeo cerebro no daba para ms anlisis.
Gritos provenientes de la calle sacaron a Harry pronto de sus
pensamientos. Ni siquiera tuvo que asomarse a la ventana para saber quin los
emita: la Sra. Figg, su extraa vecina recientemente descubierta como una
squib, vestida con su usual bata rosa y con un bolso en la mano, golpeaba a
Mundungus Fletcher en la cabeza, obligndolo a salir por la reja delantera.
Qu habr hecho ahora? pens Harry, sonriendo, para luego fijar la vista en
una tercera persona, quien acaba de aparecer tras la puerta principal de la casa.
Una joven, quiz de la misma edad de Harry, pareca muy divertida con la
escena que presenciaba. Caminando hacia ellos, abraz fuerte a la Sra. Figg, tal
como si estuviera despidindose. Luego hizo un gesto con la mano hacia
Mundungus, suprimiendo una carcajada, para luego cruzar la reja de calle,
adentrndose en la avenida.
Harry no pudo dejar de observarla hasta que se perdi de vista.
Pelirroja, de contextura media y tez blanca, pareca ser una gran conocida de la
Sra. Figg, por la forma en que se despidieron. Algo evasivo a reconocerlo, pens
en la posibilidad de ir hasta su casa por la tarde y preguntarle quin era, de
dnde la conoca. Pero lo vea poco viable; para eso tendra que preguntar a
Ta Petunia si poda salir, y lo ms probable es que evitara su mirada, como
tantas veces, y regresara a sus quehaceres.
No era la primera vez que vea una escena parecida a las afueras
de la casa de la Sra. Figg. Todo haba comenzado hace apenas una semana,
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donde hubo otro momento en que Harry ya no saba si molestarse por aquel
maldito silencio de los Dursleys, o echarse a rer. Haba sido una maana clida
y soleada, en la que en toda la casa no se escuchaba ms que el murmullo
montono del televisor. l masticaba su tostada en una esquina del comedor,
cabizbajo, pero con un ojo puesto en cada movimiento de sus tos. Vernon
simulaba prestar atencin a lo que sea que el canal estatal estuviera
transmitiendo, hipnotizado, mientras Petunia segua dndole vueltas a una
cacerola humeante con un gran cucharn de madera. Dudley, a los pies de su
padre, vea la pantalla con tanta o ms devocin.
Ah fue cuando llamaron a la puerta, en tres golpes secos y
estridentes. El silencio que los rodeaba era tal que todos saltaron de sus asientos.
Vernon llev una mano a su pecho, recuperndose del susto, y Petunia fue a
abrir.
- S, diga?
Una mujer mayor, de unos sesenta aos, y enfundada en un
grisceo traje de oficina, sonri amablemente a ta Petunia. Llevaba su cabello
semi canoso recogido en un moo discreto unos centmetros sobre la nuca, y
unos gruesos anteojos ovalados en el tabique de su nariz. Levant su brazo a la
altura de su pecho, mostrando el maletn que cargaba.
- Buenos das, seora. Busco al joven Harry James Potter.
Harry trag con fuerza su ltimo trozo de tostada al or su
nombre. Quin lo buscara? l no tena tratos con muggles...
Petunia pestae un par de veces, para luego inclinarse, como si
no hubiera odo bien.
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- Dijo "Harry Potter"?
La anciana asinti, tranquila.
- Mi nombre es Ruth Tonks. Soy la encargada de Admisiones del Centro de
Seguridad San Bruto para Delincuentes Juveniles Incurables.
Esta vez fue Vernon quien se atragant, aunque, a unos metros
de distancia, Harry abra los ojos al mximo. Se levant de un salto, con una
agilidad casi imposible para un obeso como l. Se apresur a la entrada, y
estrech la mano de la recin llegada con un repentino entusiasmo,
empujndola hasta el recibidor.
- Ya era hora de que vinieran! Estoy pidiendo por una vacante hace mucho.
- Lo s, y lamento el atraso, pero es tanta la demanda... - Movi la cabeza y
luego baj sus lentes, escudriando la casa tras Vernon - Podra hablar con el
posible interno?
- Va a llevrselo? - pregunt Vernon sin prembulos, demostrando un brillo de
excitacin en sus pequeos ojos de cerdito.
Ella sonri.
- Primero debo llenar unos cuantos formularios. Entonces veremos...
- Nadie lo merece ms, puedo confirmarlo yo mismo - recalc, ya casi nervioso
- Lo he acogido en mi casa por seis aos, y no sabe la de situac...
- Seor Dursley - lo interrumpi ella, muy calmada para la ocasin - Yo
determinar si el aludido merece o no estar en nuestra noble institucin, le
parece?
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Vernon refunfu, haciendo que tanto su papada como su
bigote se agitaran, pero luego asinti. Entonces Petunia y l voltearon al mismo
tiempo, fijando la mirada en el comedor. Dudley volte con desgano acto
seguido, y Harry suspir. Se levant sin que lo llamaran; de todas maneras
saba que no pronunciaran palabra. Con un gesto divertido, aunque intent
disimularlo, se acerc a la encargada.
- Pero pase, por favor - sugiri Petunia, diplomtica, si bien ya la haba tomado
del brazo y obligado a sentarse en el comedor - Puedo ofrecerle una taza de t?
Unos bollos?
- Oh, no, gracias. Debo irme en unos minutos.
- Pero siempre hay tiempo para unos deliciosos bollos! - insisti Vernon, en un
tono casi suplicante, al tiempo que Petunia ya haba extendido un plato lleno de
ellos frente a la anciana. Dudley se abalanz de inmediato sobre ellos, pero
Vernon lo tom del suter y lo tir hacia atrs - Mientras, dgame dnde estn
esos formularios y comenzar a firmarlos con gusto.
- No es necesario, Sr. Dursley. An no he determinado si el joven puede...
- Tiene que aceptarlo! Le pagar!
La encargada curv las cejas tras el comentario de Vernon, y se
levant bruscamente de su silla. Petunia se sobresalt, dejando la taza de t
sobre la mesa con el pulso acelerado. Harry debi morderse los labios para no
soltar una carcajada.
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- Si me disculpan, quisiera hablar con el joven Potter a solas. Debo analizar su
estado actual. Somos muy estrictos para seleccionar a nuestros internos.
- Claro, claro... - murmur Vernon, ahora totalmente dcil, viendo cmo
aquella seora tomaba a Harry del hombro y lo sacaba de la casa hacia el
antejardn.
Apenas la puerta se cerr tras ellos, los tres Dursleys corrieron al
ventanal de la sala, asomndose tras una de las cortinas. No podan escuchar
nada desde ah, pero al menos podran apreciar la conversacin... aunque no
por mucho. Convenientemente, la anciana camin con Harry hasta uno de los
grandes arbustos que adornaban la entrada del nmero 4 de Privet Drive.
Vernon ya no los vera desde ah.
Harry pudo, por fin, relajar los hombros.
- Tonks...?
Nimphadora Tonks, la ms joven y entusiasta recluta de la
Orden del Fnix, cerr los ojos con fuerza. Arrug los prpados, cerr sus
puos, apret los labios y, en un par de segundos, su rostro se volvi un material
indefinido, como arcilla cruda. Su aspecto de anciana oficinista haba
desaparecido, cambindolo por una tnica violeta, pantalones brillantes del
mismo color, y una polera algo gastada que rezaba "Las Brujas de MacBeth".
Su cabello, ahora corto y de puntas, haba adquirido un alegre color verde
claro. Harry pens que, si se acercaba ms al arbusto, se mimetizara.
- Acaso no soy una excelente actriz?
Harry le sonri, mientras ella le guiaba un ojo.
- Casi me lo cre. Cmo supiste sobre San Bruto?
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- Hey, no pas cuatro aos en la Academia de Aurores por nada. Saqu puntaje
mximo en Tcticas de Espionaje Bsico. Tambin puedo decirte cul fue el
ltimo negocio de tu to Vernon, qu flores puso tu ta Petunia en la mesa del
comedor... o cul es el color de tu ropa interior.
- Tonks! - exclam Harry, entre aterrorizado y sonrojado. Ella ri con ganas.
- Calma, calma, slo fue una broma. Pero lo de tus tos era cierto, no hemos
descuidado sus pasos. Ya sabes cmo es Moody. No hemos recibido quejas
tuyas, pero decidimos que alguno de nosotros te vendra a visitar, para
cerciorarnos de que todo est en orden. La Metamorfomagia suele ser muy til
en este tipo de casos... - Subi los hombros, acomodndose en su nuevo aspecto,
y suspir Entonces, Harry, Te han tratado bien? No has tenido problemas?
- Estoy bien, este verano no ha sido tan espantoso como los otros - explic l,
rascndose la cabeza. Volte ligeramente, asegurndose de que ninguno de los
Dursley estuviera espiando ms de lo necesario - Slo se han dedicado a
ignorarme, incluso ms que antes. No tengo muchas novedades para ustedes en
ese aspecto... pero creo que algo sucedi en la casa de la Sra. Figg. Sali muy
temprano de su casa, hecha una furia. La vi desde mi ventana. Poco despus
regres con Mundungus, regandolo para variar. Quiz sucedi algo
importante...
Tonks arrug la frente.
- No, no lo creo. Remus ya me lo hubiera dicho - pens hacia s en voz alta,
escudriando con la mirada hacia donde comenzaba la calle Magnolia - ...pero
ir a investigar de todas maneras. Aprovechar que varios estn cerca.
Harry alz una ceja.
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- Varios? Quines?
Ella le sonri, elocuente, para luego inclinarse un poco hacia l.
- No notas nada diferente en el barrio?
Harry volvi a hacer un gesto de confusin, pero le sigui la
corriente y observ detenidamente el pedazo de calle que poda verse desde
aquel rincn del antejardn. Y no, para l no haba nada extrao. La Sra. Barts,
del n7, hablaba animadamente con el cartero a un lado de la reja. Un poco
ms all, en el n11, un repartidor de volantes dejaba un trozo de papel en el
parabrisas del auto estacionado a la entrada. Antes, en el n2, un...
Hey, esperen. Cartero? Hoy es lunes, y l no trabaja los lunes!
Entonces parpade. Volvi la vista hacia el susodicho, lo
escudri con la mirada, y suprimi un sobresalto. Debidamente enfundado en
el uniforme azul de la Compaa de Correos, Remus Lupin estrechaba la mano
de la seora del n7, para luego emprender camino calle abajo. Claro que,
antes de volver la vista hacia el horizonte, Harry jur que le guiaba un ojo a
distancia.
- Remus! - exclam, entusiasmado pero en apenas un hilo de voz. No quera
que los Dursleys pensaran que la idea de ir a San Bruto lo haba llenado de
fascinacin.
Tonks volvi a sonrer.
- ...el de los volantes es Dedalus, quien hace el trabajo de Jardinera en la casa
n1 es Emmeline, y quien maneja el camin de basura los sbados es Kingsley.
Todos han querido ayudar en algo.
Harry se sinti abrumado.
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- No... no era necesario, Tonks, de verdad. No tenan que hacerlo por m, yo
estoy bien. Hay otras formas... - Apret los labios y movi sus pies, incmodo -
Apuesto a que Remus debe odiar ese uniforme.
- Nadie se ha quejado, Harry - le asegur Tonks, calmada - T eres nuestra
principal preocupacin. Pero creme, esto ha sido bastante divertido, sobre
todo para Emmeline. Ha recibido una paga excelente, e incluso le dio tiempo
para plantar un huerto de rosas en casa de Molly. Adems, slo venimos por
aqu de vez en cuando, como un chequeo de rutina.
Harry no pareca convencido, pero se oblig a asentir.
- Gracias.
Tonks movi la cabeza.
- Gracias a ti, Harry. Esto de conocer ms a los muggles ha sido muy
interesante - Ambos voltearon para mirar a Dedalus, pero ste ya haba
doblado la esquina. Tonks hizo un gesto de apuro - Ser mejor que me vaya.
Cudate, s? La amenaza de Moody sigue en pie: que estos odiosos tos tuyos
no se atrevan a tocarte un centmetro, porque no querrn conocer la furia de la
Orden.
- Lo tendr en cuenta... Ruth - brome. Ella le sonri de vuelta, revolvindole el
cabello.
- Es mejor que Nimphadora, no?.
Harry no respondi, intrigado en el extrao arte que observaba.
No entenda cmo poda cambiar de esa forma... tan rauda y abrupta. Su
atuendo de joven extravagante haba mutado bruscamente a un gris traje sastre,
y su piel se haba llenado de arrugas. Salieron tras del arbusto, volvi a guiarle
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un ojo a Harry, simul estrecharle la mano con parsimonia - slo por si algn
Dursley estaba vindolos - y cruz la reja hasta perderse en el fondo de la calle.
- Al parecer no cumpl con todos los requisitos - explic Harry a sus tos
minutos despus, ya que ellos, como era de esperarse, moran por saber qu
haba sucedido pero se resistan a dirigirle la palabra. l resolvi el dilema por
ellos - Me avisarn de una nueva postulacin el ao que viene.
Hubiera dado lo que fuera por tener una cmara fotogrfica a
mano en aquel segundo. El rostro de Vernon era de tal desconsuelo, que bien
poda asimilarse a las ms empalagosas actuaciones que llenaban las telenovelas
que a ta Petunia tanto le gustaban...
Algunos rasguos en la ventana volvieron a interrumpir sus
recuerdos. Baj la mirada y encontr a Hedwig, su lechuza, irguiendo el pecho
y restregando sus alas, deseosa de entrar en la habitacin. Harry le hizo un
gesto con la cabeza y ella se pos tranquila sobre el escritorio. Tras unos sonidos
guturales, dio algunos picotones de cario en la palma de su dueo y mantuvo
su pasividad hasta que Harry hubo quitado la carta anudada en su pata
izquierda. Deba ser la respuesta de Ron: hace slo unas horas Harry haba
enviado a Hedwig para preguntar cundo vendran por l.
Hace semanas que haba tratado de comunicarse con la casa de
los Weasley, pero no lo haba logrado. Hedwig regresaba con la carta intacta,
como si la hubieran obligado a volver. Ni siquiera haba recibido una tarjeta de
felicitacin de Ron por su cumpleaos, y aquello le extra, sobre todo despus
de la sorpresa que sus amigos le haban dado. Prcticamente toda la AD se
haba acordado de l, y abarrotaron su mesa de noche con tarjetas de saludo.
Hasta Cho le haba escrito una pequea nota... pero Ron, su mejor amigo,
haba brillado por su ausencia. Entonces volte, mirando sobre su escritorio:
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mostrando airosas sus contenidos, estaban las cartas de los miembros de la AD,
de Hagrid (junto a varios bollos de azcar que Harry prefiri no probar), de
Remus (sencilla pero afectuosa) y la de Hermione, una de las ltimas en llegar y,
tambin sospechosamente, bastante ms escueta de lo que hubiera esperado.
A Harry todo esto le tena muy intrigado, pues comenzaba a
pensar que algo malo le podra haber sucedido a los Weasleys. Entonces
record el ltimo nmero de El Profeta y se calm; si algo extrao estuviera
pasando, ya lo hubiera sabido. El Profeta jams perda la posibilidad de
anunciar un buen chisme. Adems, Tonks se lo hubiera mencionado. Entonces,
e intentando dejar de lado aquella idea de fatalidad, pens en las posibilidades
que le quedaban. Ron siempre haba tenido una correspondencia muy fluida
con l, y sobre todo, contaba los segundos para que se reunieran en su casa.
Pero este verano haba sido distinto: Ron apenas haba dado seales de vida, y
lo peor de todo, no haba dado indicios de querer invitarlo a la madriguera.
Estara enfadado con l? No, no era posible; si as fuera ya lo sabra. Lo cierto
es que Harry tena una fuerte sospecha, despus de todo, y no lo culpaba. Lo
ms seguro es que Ron no supiera cmo hablarle, cmo tratarlo luego de que lo
de Sirius fuera tan reciente, y optaba simplemente por no escribirle.
Encontrarse cara a cara con l quiz sera ms incmodo an. Y lo pensaba
tambin para Hermione, Remus o Hagrid: ninguno de los tres le haba
preguntado nada sobre el asunto, y l lo prefera as. En el fondo, agradeca sus
silencios.
En un ltimo intento, hizo otra carta y envi nuevamente a
Hedwig a casa de Ron, sin ms esperanzas que las veces anteriores... slo que
ahora, varias horas despus, ella estaba ah, rebosante, visiblemente alegre por
haber dejado, por fin, la nota en manos de su destinatario. Si bien es cierto que
la vida de Harry en Privet Drive no haba sido tan miserable este verano, s
estaba ansioso por ver nuevamente a sus amigos y regresar, como siempre, al
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mundo al que realmente perteneca. El silencio en aquel terreno muggle no lo
ayudaba a superar su pena, aunque no estaba demasiado seguro de que
Hogwarts fuera un mejor salvavidas.
Apart algunos libros de su cama y se sent, estirando el
pequeo pedazo de papel ante sus ojos. La carta era breve, pero suficiente para
saciar el nerviosismo de Harry:
Querido Harry:
Perdn por no haberte escrito antes. Feliz Cumpleaos! Esta noche
iremos por ti. Mis padres han estado muy ocupados en sucesivas reuniones del
Ministerio de Magia. Ya sabes, por todo esto de que el Seor Tenebroso ya
regres y hay que tomar medidas, pero Mam me dijo que podra ir a buscarte
hoy. Tengo muchas cosas qu contarte, amigo. Y ah! Ponte tu mejor ropa
muggle. Ya te lo explicar.
Ron
Instintivamente pas una mano por su rebelde cabello. Por qu
tena que vestirse con su mejor ropa? Quiz el Seor Weasley tendra invitados
a algunas personas del ministerio para cenar, y Ron querra que todos den una
buena impresin. Entonces sonri, satisfecho. Si este hubiera sido otro ao, el
nerviosismo de hacer un papeln lo habra hecho temblar, ya que la ropa usada
y extra-grande de Dudley distaba mucho de ser un buen atuendo. Pero gracias
a la conversacin de algunos miembros de la Orden con los Dursleys meses
atrs - siempre en un tono oportunamente amenazante - Harry no slo logr un
mejor trato dentro de la casa, sino adems se atrevi a exigir algunas cosas,
empezando por su guardarropa.
Abri lentamente su armario y arque las cejas: al menos dos
cajones con ropa muggle sin estrenar saltaban a la vista. Estir su mano derecha
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y tom unos pantalones negros. Pens un momento y luego sac una camisa
negra a rallas. Observ las dos prendas y sonri de nuevo. Nunca antes se haba
preocupado tanto por su aspecto; ltimamente pasaba mucho tiempo frente al
espejo tratando de domar su cabello, logrndolo slo a medias. Mir su reloj:
las seis y media. No tardaran mucho en llegar. Dej sus anteojos sobre la mesa
de noche y comenz a cambiarse, mientras pensaba qu eran todas esas cosas
que su amigo tendra que contarle.
********
Pequeo Hangleton se haba convertido, con el pasar de los
ltimos aos, en un oscuro pueblo fantasma. La muerte de Frank Bryce y las
innumerables historias tenebrosas que rondaron su deceso terminaron por
ahogar el encanto del lugar, y lo abandonaron, por miedo o ignorancia, como
una parada suprimida del camino. Aun cuando a unos pocos kilmetros haba
personas quejndose por las altas temperaturas, por las calles de este pueblo
corra una brisa glida que chocaba con las ventanas quebrajadas, y entre tanta
desolacin, los rumores de sangre y muerte no parecan tan fuera de lugar. No
quedaba nadie; los ltimos en marcharse probaron suerte en Londres, y otros,
ms reticentes a un viaje tan largo, se refugiaron en Gran Hangleton, la ciudad
aledaa. El pueblo estaba sumido en un profundo silencio, triste y lgubre...
pero para los veinte moradores de la antigua mansin Riddle, aquello pareca
ms bien una bendicin.
El aire fro del stano se llenaba a ratos de ruido de capas.
Aquellos encapuchados, misteriosos y siniestros, apenas respiraban bajo sus
mscaras, unos por nerviosismo, otros por un recelo incontrolado. Slo Peter
Pettigrew, bajo, rollizo y prcticamente calvo, deba sonrer s o s hacia su amo.
Esquivando algunos muebles sucios y desgastados, llevaba una
bandeja con dos tazas de t. Su nueva mano metlica era indestructible, firme y
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de extraordinaria fuerza, pero careca de sensibilidad, caracterstica
especialmente necesaria para este tipo de trabajos. Ya ms de una vez haba
vuelto el t sobre un mortfago, o quebrado varios platos en la cocina. No
controlaba bien su poder, no poda distinguir las texturas y pasaba varios
minutos intentando colocarse su capa. Durante los ltimos meses aquel regalo
de Voldemort se haba vuelto un fastidio, pero no poda ni chistar. Sera un
gran deshonor, o peor que eso: quejarse sera un atrevimiento que el Seor
Tenebroso no tolerara, ni menos en aquellos das en que las cosas no parecan
ir muy bien para el lado oscuro.
Cerca del fuego recin encendido, Voldemort revolva
lentamente su taza de t. Reunidos junto a l, pero debidamente enfrascados en
sus trajes mortuorios, Wolden McNair, Vincent Crabbe, Bellatrix Black
Lestrange, Antonin Dolohov, Gregory Goyle, Theodore Nott y aquel de
apellido Avery esperaban nuevas instrucciones. De vez en cuando se agitaban
inadvertidamente tras sus trajes. El rostro de su amo an era irreconocible,
escamoso, por lo que sus mascaras respectivas les servan de gran ayuda al tener
que conversar con l. As, al menos, no pecaran de descorteces.
Tras un breve siseo, Voldemort tom un sorbo. Pettigrew y
Crabbe, quien estaba a su lado, hicieron muecas de asco, pero intentaron que
no se notara ms de lo debido. Y antes de que cualquiera quisiera hacer el ms
mnimo comentario, la voz "serpenteada" del mago antes llamado Tom Riddle
se escuch, fuerte y decidida.
- Tenemos noticias de los hermanos Lestrange? - pregunt, pausado.
Theodore Nott se adelant a sus compaeros, compartiendo
miradas de aprobacin antes de hablar.
-
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- Rodolphus y Rabastan an se encuentran en la misin que les encomendaste,
mi Seor.
Los escasos cabellos en su cabeza se movieron en un pequeo
temblor. Al parecer, Voldemort estaba asintiendo.
- Y qu hay de nuestros desertores...? Alguien fue tras aquellos que osaron
olvidar mi nombre?
- Lucius Malfoy se encargar de eso, Seor - respondi Peter, un poco nervioso
por tener que aportar su voz a la conversacin, pero satisfecho por ser til a su
amo.
- Hay algo ms que debera saber?
Dolohov se inclin hacia Voldemort, como pidiendo su permiso
para acercarse. Su mscara permaneci quieta.
- La resistencia... Seor. La resistencia se reconstruye. Hasta las criaturas ms
bajas de la tierra manejan el rumor. Se estn alineando, agrupando...
- Tambin nosotros, no? - se apresur a agregar Goyle, con una pizca de
titubeo. El Seor de las Tinieblas fij la vista en su taza de t, sonriendo a
medias. Dolohov y Goyle compartieron una mirada de extraeza.
- Ignrenlos... son inofensivos. Que crean que se nos adelantan, que estn
planeando una buena ofensiva. Jams sospecharn que han dejado de ser mi
blanco.
-
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Avery sonri ampliamente tras su mscara griscea, al tiempo
que una figura pasara rpidamente junto a l.
- Si me lo permitiera, Seor - comenz a decir Bellatrix, acercndose a
Voldemort sin inmutarse, aun ante tal cercana con su rostro negro y semi
putrefacto - Hay un traidor al que quisiera atrapar personalmente. Si me
dejara... Seor, si slo confiara en mi proceder, le juro que lo traer a sus pies,
retorcindose de dolor.
Voldemort hizo un gesto de sorpresa. Si bien el grueso de sus
seguidores era de gnero masculino, ltimamente quien pareca ms encantada
de estar nuevamente al servicio de las artes oscuras era Bellatrix, la flamante
Sra. Lestrange. Y ms que aturdirlo, para l simulaba un beneficio.
Con un leve movimiento de cabeza, la inst a salir del saln. Ella
sonri a medias y camin hasta las escaleras.
- Cuando Lucius establezca contacto, avsame cuanto antes, Pettigrew. Hay
algunas cosas que me quedan por hacer antes de... cazar mariposas...
Peter asinti en silencio, cabizbajo. Poda oler el temor, el odio
en su respiracin y en sus palabras. Esperaba sentir algn da la completa
seguridad de que se encontraba en el bando correcto. Si no, asumira la peor de
las consecuencias... peor que la muerte que Sirius nunca alcanz a propinar.
-
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Captulo dos
Msica y Dementores
Con esfuerzo, y a travs de la atenta mirada de los Dursleys,
Harry empujaba su bal escalera abajo. Lo arrastr hasta la puerta de entrada,
coloc la jaula de Hedwig sobre l, y luego se frot las manos. Los volmenes
de libros aumentaban cada ao, lo que apuraba, quiz, la compra de un cofre
ms espacioso. Pero no todava.
Aprovech el lugar y el momento para observarse en el espejo
del pasillo, chequeando que todo estuviera en orden. No se consideraba
demasiado atractivo, pero lo cierto es que el pasar de los aos haban puesto de
su parte: Harry se haba convertido en un interesante muchacho de 16 aos,
con muchas oportunidades por delante.
- Duddykins, querido, deja de golpear ese florero o lo quebrars - murmur ta
Petunia desde la esquina opuesta de la cocina, dirigiendo la voz a su hijo pero
vigilando atentamente, por el rabillo del ojo, los movimientos de Harry.
Dudley, sentado en un pequeo banquillo y con sus guantes de
boxeo en el regazo, miraba a Harry desde el umbral del comedor. Rumiando
una contestacin para su madre, dej el florero donde estaba, voltendolo un
poco para que ella no advirtiera una profunda grieta reciente. Con los brazos
cruzados a la altura del pecho, se morda el labio inferior y frunca el ceo
constantemente, gesto que al parecer denotaba una intensa actividad en su
pequeo cerebro. Harry era todo lo que l jams sera: Alto, delgado, atractivo,
famoso. Ninguno de sus amigos le escriba tan seguido como los suyos a Harry.
De hecho, nunca haba recibido una carta de nadie. Incluso el hecho de que
Harry tuviera a una mujer como mejor amiga (refirindose a Hermione) le
haca temblar de envidia.
-
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To Vernon not en el rostro de Dudley algo de ese
resentimiento y movi con desagrado su espeso bigote, mientras agitaba
lentamente la carta de Ron en su mano. Se mova de un lado a otro por detrs
del sof de la sala, inquieto. Harry no le haba preguntado nada: slo se limit a
darle la carta para que supiera qu es lo que iba a suceder, pero nada ms.
Tuvo que deslizarla sobre la mesa pues, apenas apareci en la cocina, Vernon
desvi la mirada hacia su peridico y se hundi en l, evadiendo a su sobrino
con absurda notoriedad. Pero Harry no emiti sonido. Se encogi de hombros,
dej la carta a un lado de sus tostadas y volvi sobre sus pasos hasta las
escaleras. Y Vernon, contenindose, guard silencio hasta que lo escuch cerrar
la puerta de su habitacin.
Haba sido su nueva tctica este ao: no insultarlo, no
desafiarlo... no hablarle. Prefera aguantarse las ganas de gritarle antes de
recibir la visita de aquel horrendo tipo del ojo giratorio, o de ese otro, ese loco
pelirrojo de apellido Weasley. Gir la vista y observ la sala con detencin. No
ms lunticos en mi casa se dijo, refunfuando otra vez bajo su bigote. Pero,
contrario a lo que l hubiera esperado, Harry no pareca disgustado con aquel
silencio; es ms, daba la sensacin de que lo disfrutaba. El hecho de hacer la
vida de Harry algo ms agradable perturbaba profundamente a Vernon, pero
no echara pie atrs. No le hablara, nadie en su familia lo hara, y eso era todo.
Ta Petunia observaba todo tras el hombro de su marido, sin
abrir la boca. Lo cierto es que no le preocupaba lo que l hiciera: saba que
Harry estara bien all, en Hogwarts, donde realmente perteneca. Haba
pensado en la posibilidad de contarle algunas cosas, darle algunas pertenencias
de Lily que an residan en el stano,pero no le hablara de ella. Su hermana
era un tema vedado en su casa... muy doloroso. Era cierto que ltimamente
Harry haba estado muy melanclico, suspirando en los pasillos, y aquello le
-
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preocupaba, pero no era suficiente razn como para traspasar una barrera de
aos y comenzar a tratarlo como su hijo. Vernon jams se lo permitira. Deban
seguir con la rutina de siempre: miradas displicentes y ley de la indiferencia.
Harry no poda sospechar.
- Entonces, todo bien? - dijo Harry al voltear, sintindose repentinamente
observado.
- Estos... hmm... estos amigos tuyos, vendrn de nuevo por la chimenea? -
pregunt Tia Petunia, algo agresiva, aunque en el fondo Harry senta que slo
lo haca para disimular frente a su marido. Durante el ltimo mes haba notado
en su ta un cambio sustancial, un apego que slo poda compararse con aquel
que le profesaban sus amigos, pero no haba querido pensar mucho en ello. No
quera desilusionarse (una vez ms) por culpa de una falsa impresin.
To Vernon se agit al escuchar las palabras de su esposa. Gir
sobre sus pies y le dirigi una mirada de apremio, enfadado quiz por tener la
osada de contradecir la regla de silencio que ellos mismos haban impuesto
desde que Harry regres de Hogwarts. Encogindose de hombros, e intentado
parecer inocente, ta Petunia mir a Harry para escuchar lo que tuviera que
decir.
- La verdad es que no lo s - respondi Harry unos segundos despus,
sorprendido de que por fin le hablaran, al traer a su mente la escena de los
Weasleys cayendo por la chimenea y estropeando la estufa elctrica de Tio
Vernon - Pero no creo que viajen por Polvos Flu. Supongo que todava
recuerdan lo que pas la ltima vez.
Dudley, an sentado tras la mesa de la cocina, abri los ojos al
mximo y se tap la boca con las dos manos, cerrando los ojos. Recre en su
-
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mente aquel minuto en que su lengua fue tan grande como la alfombra de la
entrada, y comenz a sudar. Rez porque los gemelos Weasleys no regresaran
jams a su casa, pero antes de que pudiera terminar aquella torpe y angustiante
plegaria, alguien golpe a la puerta. Sonriente pero algo nervioso, Harry corri
a abrir.
- Ron - dijo, y sin esperar respuesta, lo abraz fraternalmente.
- A m tambin me da gusto verte, Harry - exclam Ron, respondiendo al
abrazo y luego mirndolo de arriba a abajo - Vaya... S que tomaste mis
palabras al pie de la letra. Te ves bien - coment, sealando la ropa nueva de su
amigo.
- T tambin te ves bien. Puedes decirme cul es la ocasin tan importante?
Ron sonri a medias y volte el rostro para que Harry intentara
responderse l mismo. Ah, aparcado junto a la reja del n4 de Privet Drive, un
auto muy similar al antiguo Ford Anglia, pero de color negro, esperaba por
ellos. Y quien conduca pareca ser uno de los gemelos.
- Mam y Pap han debido salir por un asunto urgente, aunque no quisieron
decirnos nada - aclar, arqueando una ceja - Nos han dejado a cargo de Fred y
George. Le he dicho a mam que es una locura, pero al parecer tena cosas ms
importantes en qu pensar... - dijo, mirando por sobre el hombro de Harry. Los
Dursley parecan muy interesados en su conversacin, por lo que Ron baj un
poco la voz - Como imaginars, el negocio de mis hermanos se ha convertido
en una mina de oro. Ahora son unos grandes empresarios. Y no s cmo pero
acaban de cerrar un trato con un brujo que tiene una tienda o algo cerca de
aqu... en terrenos muggles. Si mam llega a enterarse, iremos a Hogwarts en
un carro funerario - brome, ms ensombrecido que entusiasmado, e hizo una
-
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pausa para que Harry terminara de procesar la nueva informacin. Luego
continu - Deben ir a supervisar no s qu nuevo invento, y como no pueden
dejarnos solos en la madriguera, tendrn que llevarnos a todos. Por eso te ped
que te vistieras bien. Nos obligaron a todos a usar nuestros mejores atuendos -
finaliz, suspirando algo incmodo.
-...en terrenos muggles? - repiti Harry, haciendo una mueca de reticencia.
- S, pero no te preocupes. Ya sabes cmo son mis hermanos... arriesgados, pero
no tontos. Fred nos ha dicho que nos divertiremos, que ya es tiempo de que
frecuentemos esos sitios porque ya no somos unos nios... Aunque no s qu
sitios son esos.
Harry arque las cejas ante ese comentario, pero intent sonrer.
Claramente Ron ya no era el nio que Harry conoci hace seis aos: estaba
mucho ms alto (si acaso eso era posible) y su voz se haba puesto tan ronca que
era prcticamente irreconocible. Le agradaba saber que ya no eran nios, pero
le asustaba pensar en las mltiples responsabilidades que tendra ahora, ya
como adulto.
Volvi sobre sus pasos y tom la jaula de Hedwig, la cual pas
oportunamente a Ron para luego tomar un lado de su pesado bal. Ech una
mirada a los Dursleys, quienes lo observaban desde la cocina sin decir una
palabra, y movi una de sus manos. Dudley haba vuelto a golpear el jarrn de
la sala.
- Adis, hasta el prximo verano - se despidi, y al no recibir nada como
respuesta, se encogi de hombros y cerr la puerta tras de s. Ron lo mir como
pidiendo una explicacin - Supongo que tienen miedo hasta de hablarme, luego
de que Lupin los amenazara en junio pasado - contest, y Ron asinti. Pero en
-
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ese instante la puerta volvi a abrirse, dejando ver la cara enjuta y roscea de
Ta Petunia.
- Harry, espera! - grit, corriendo con una pequea bolsa de papel en su mano
derecha. Harry se detuvo justo antes de abrir la reja, sorprendido - Toma,
olvidaste las verduras de Hedwig. Ehhhmmm... que tengas un buen ao escolar.
Harry demor varios segundos en comprobar que no era una
ilusin aquella bolsa que Ta Petunia le extenda con tanta amabilidad, con
tanta cortesa que comenz a asustarlo. De pronto crey que estaba metido en
uno de esos extraos programas muggle, que de un momento a otro aparecera
un tipo entre los matorrales y le dira: Cmara escondida!. Pero no, nada
pas. Ta Petunia segua sonrindole, nerviosa, mientras Ron pona cara de
interrogacin.
- Petunia, qu haces! - grit To Vernon desde la puerta de entrada, arrugando
sus pequeos ojos en un gesto de histeria - Te dije que estaba prohibido
hablarle!
Ta Petunia baj la mirada un momento, dejando la bolsa de papel sobre el
bal de Harry.
- Voy, Vernon, querido! - grit, al tiempo que volva a sonrer a Harry sin que
su marido lo notase y regresaba sobre sus pasos hacia la casa.
- Gracias Ta Petunia - habl Harry mientras ella se alejaba, inseguro sobre
cmo deba actuar ante tan inslita muestra de afecto - Te deseo un buen ao
tambin.
Petunia agradeci las buenas intenciones y entr rpidamente a
la casa, cerrando la puerta tras de s. Unos segundos despus se escucharon
-
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nuevos gritos de To Vernon, y, por primera vez, Harry sinti lstima de Ta
Petunia. En el fondo, deseaba que ella estuviera bien. Incluso,
descabelladamente, pens en que quiz le escribira. Aunque no saba si
mereca tanto.
Ron le dirigi una mirada de apremio y pronto estaban
acarreando sus cosas hacia el auto. No saba si comentar algo sobre lo que
haba visto; saba que los tos de Harry eran extraos, agresivos, descorteces e
incluso algunas veces un poco crueles, pero lo que acababa de ver sala
olmpicamente de esos parmetros. Quera decir algo al respecto, pero como
Harry no daba indicios de querer hablar de ello, l tambin call.
George baj del auto para ayudarles a cargar las cosas en el
maletero. Harry le estrech la mano y observ atentamente su atuendo.Vesta
un impecable traje negro, y su mirada traduca lo bien que les haba ido, a l y a
su hermano, en su negocio de bromas. Harry se alegr mucho por ellos, sin
dejar de comentar su prximo destino.
- Es cierto que un brujo es dueo de una tienda muggle?
- Mmm... no es exactamente una tienda... pero s, as es - contest George,
arreglando la solapa de su chaqueta - Fred y los dems ya estn all. Nos estn
esperando.
Harry asinti levemente, al tiempo que Ron abra la puerta del copiloto.
- S que suena extrao, pero ya tengo curiosidad por conocer ese lugar. Lo
pasaremos bien, ya vers.
Pasarlo bien... qu extrao y lejano sonaba para Harry aquel
sentimiento, pero intent despejar su mente y as poner de su parte. Los
-
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Weasley hacan constantemente un gran esfuerzo por acogerlo y hacerlo sentir
querido... tena que retribuir aquello de alguna forma. Y, sin perder ms
tiempo, subieron al auto. Harry dirigi una ltima mirada hacia la casa de los
Dursleys, y se sinti confusamente triste. Comenzaba a pensar que hubiera
preferido haber visto ms seguido aquella extraa pero confortable actitud de
Ta Petunia... pero no poda pedir tanto. Mientras, sonri dbilmente al pensar
en la cena. Esperaba que Dudley se atragantara con su jamn serrano.
*********
Un gran galpn con un sugerente letrero luminoso fue lo
primero que vio Harry al bajar del auto. Al menos una docena de personas se
agolpaban para entrar, todos adolescentes. A simple vista pareca la tpica
entrada de una discoteque londinense, pero Harry dudaba que Fred y George
hubieran cambiado sus bromas por luces y pistas de baile. Se sinti algo
aturdido, pero repentinamente feliz... nunca haba estado en un lugar as.
Incluso, raudo, pens en la posibilidad de bailar. Pensndolo bien, quizs no
se dijo, recordando un pequeo detalle. l no bailaba, no saba hacerlo y no le
agradaba practicarlo, por lo que seguira con esa filosofa hasta que alguna
urgencia o situacin extrema (como ser amenazado con la maldicin Cruciatus,
por ejemplo) lo obligara a lo contrario.
- Vamos - convino George, caminando hacia la entrada. Ron y Harry lo
siguieron de cerca.
Un hombre grande y corpulento, que recordaba por tamao a
Hagrid, custodiaba la entrada selectiva a aquel lugar. Tena una pequea lista
en sus manos, buscando y tachando a las personas que entraban y salan.
George se col olmpicamente entre la multitud y se par frente al tipo con una
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suerte de superioridad en su tono de voz. Carraspe un par de veces para que
ste notara su presencia.
- Ejem... George Weasley - dijo, y el tipo lo mir con cara de pocos amigos.
Busc su nombre en la lista y volvi la mirada, sin inmutarse. Dio dos golpes a
la puerta continua y sta se abri, dejando escapar los fuertes murmullos y la
msica estridente del lugar.
- Adelante - dijo, y George asinti. Hizo un gesto para que Ron y Harry lo
siguieran, y los tres cruzaron la puerta, caminando escaleras abajo.
Harry imaginaba algo parecido a lo que vio. Una gran pista de
baile al centro, el bar a un costado y un sitio de mesas justo en la esquina
opuesta, todo levemente iluminado por varias luces de colores que giraban
desde algn punto del techo. Haba visto sitios similares en algunas revistas que
la Sra. Figg guardaba bajo la mesita del telfono, o en el noticiero, cuando el
hecho ms importante del da haba sido la noche de juerga de algn miembro
de la realeza... pero jams crey que l, el insano-descarriado-rebelde allegado
de los Dursley, pisara algn da uno de esos lugares. Adems - y era lo ms
importante de todo - no poda entender cmo un mago estaba a cargo de un
sitio muggle, aunque pens que quiz no le gustara saber la respuesta.
El lugar estaba medianamente lleno, y George suspir de
satisfaccin, estirando su chaqueta.
- Nada mal, no? - dijo, y Ron sonri. Pareciera estar disfrutando su primera
salida - Vamos a buscar a los dems.
Terminaron de bajar por la estrecha escalera y caminaron
lentamente hacia el bar, admirando a la multitud que bailaba y conversaba
-
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animadamente. Los rostros tanto de Harry como de Ron parecan
absurdamente pasmados, como si fueran dos nios pequeos visitando el
zoolgico por primera vez.
- Hola Harry - salud Ginny de repente, bajndolo de la nube.
Ginny y Hermione estaban sentadas, una al lado de la otra,
cerca de la barra. Hermione no pareca demasiado feliz; estaba absorta en el
vaso frente a ella y suspiraba fuerte y profundo, como si acabaran de darle la
noticia de la muerte de algn familiar. Cuando not que Harry y Ron se
acercaban, cambi su gesto triste a uno de cuasi espanto.
- Oh, hola Ginny - respondi Harry, algo aturdido por la reaccin de
Hermione, sentndose en uno de los banquillos del bar.
- Hola Harry... ho-ho-hola Ron - balbuce Hermione, y Harry habra jurado
que se sonroj al saludar a su amigo. Volte para ver si l tambin lo haba
notado, pero se encontr con una escena parecida: Ron enrojeca lenta pero
notoriamente, con la vista hacia el suelo, como si nada importara ms en el
mundo que la alfombrilla a los pies de la barra.
- Los dos se ven muy bien - coment Ginny, sutilmente divertida. Mir hacia
ambos lados, hacia Hermione y luego hacia Ron, y sonri - Bueno Harry, Qu
te parece el lugar? - comenz a decir, intentando suavizar el repentino
ambiente tenso que se cre - Mam nos matar si se entera de que estuvimos
aqu - record, pero ms que preocupada pareca entusiasmada, siguiendo el
nimo de los gemelos.
- Est... supongo que est muy bien - respondi, inseguro - Jams haba estado
en un lugar as.
-
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- Yo tampoco, pero gracias a mis hermanitos podremos venir muy seguido -
dijo, y George levant su copa hacia ella, tomando un sorbo. Junto a la copa de
George haba dos cervezas de mantequilla, y Harry salt hacia atrs, mirndolo
con terror. Luego se le acerc con sigilo.
- Tambin hay cervezas de mantequilla en el mundo muggle? - susurr,
sorprendido.
George sonri ampliamente.
- Desde hoy, s - contest, pasando las botellas hacia l y Ron, quien se encogi
de hombros.
- Pero... cmo? No los meter en problemas? - pregunt, arrugando la frente.
- Nos hemos instruido muy bien en el asunto, Harry, no te preocupes - dijo,
acentuando algunas palabras como si estuviera dirigindose al mismsimo
Ministro de Magia - Habl con doa Rosmerta, la duea de Las Tres Escobas,
y me dijo que la elaboracin de la cerveza de mantequilla no le perteneca a
nadie en especial. Se ha hecho tan popular que ahora cualquiera poda tener su
propia fbrica. Adems, el mundo muggle saca tantos productos nuevos al
comercio como si los amenazara una avalancha. Cuando prueben la Cerveza
Mgica (As la nombramos), Fred y yo tendremos tanto dinero como para
comprar el castillo de Hogwarts...
- o para regalarle unas largas vacaciones a Mam - intervino Ron, y George
le gui el ojo, cmplice.
Harry no tuvo ms remedio que sonrer. No estaba convencido
de qu tan inofensivos podan ser sus negocios con muggles, pero no quiso
-
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preocuparse demasiado. Choc su botella con Ron, tal como un brindis, y
tomaron un gran sorbo. Entonces Ron, luego de mirar fugazmente a Hermione
y evitando su mirada tan rpido como le fue posible, frunci el ceo hacia su
hermana.
- Y hablando del Rey de Roma... Dnde est Fred? - pregunt, y Ginny se
movi en su asiento.
- Hace media hora que no sale de la pista - dijo, apuntando hacia la derecha -
Est bailando con Stella, slo para presumir - sonri, y Hermione hizo eco de
sta, aunque tibiamente.
Como luego de aquel comentario todos volvieron a sus
conversaciones anteriores, Harry los observ con un gesto de interrogacin.
Pareca ser el nico que se haba perdido en los detalles.
- Quin es Stella?
Ron termin de tragar su cerveza de mantequilla y mir a Harry
como si hubiera olvidado algo muy importante.
- Pues esa era una de las cosas que tena que contarte, amigo - dijo, dejando su
botella sobre la barra - Stella lleg a la madriguera hace dos semanas. Va a
estar con nosotros en el sexto curso de Hogwarts.
- Viene de algn lugar de Amrica... no s cul exactamente, pero lo
importante es que es nueva en Hogwarts y hay que integrarla. Es lo que nos ha
repetido Mam incansablemente - dijo Ginny, entornando los ojos.
-
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George asinti ante el comentario, sonriente. Luego se apoy
sobre la mesa, llam al tipo tras la barra y, luego de decirle algo al odo, volvi a
su posicin original.
- Es muy inteligente y divertida. En realidad ha sido muy agradable tenerla en
casa - continu Ron, dando un nuevo sorbo a su cerveza.
Harry asinti levemente, girando su mirada hacia la pista para
ver si poda distinguir a Fred y Stella entre la gente. Lamentablemente el sitio
estaba casi lleno y era imposible ubicarlos.
- Fred est saliendo con ella?
Al unsono, George y Ron escupieron lo que sea que estaban en
proceso de tragar, mientras Ginny y Hermione rean como si hubieran
escuchado un chiste excelente.
- Ests loco? - respondi Ron, divertido, tomando un par de servilletas de la
barra para limpiarse - Stella es... es como mi hermana...
Los dems asintieron como si aquella informacin fuera
prcticamente obvia. Harry no supo cmo reaccionar, salvo encogerse de
hombros, algo avergonzado. Nunca terminaba de enterarse de las cosas, sobre
todo si tenan que ver con magia.
- Se quedar con nosotros hasta maana. Cuando vayamos al Callejn Diagn
a comprar nuestros libros, su madre ir a buscarla all. Al parecer estaba en un
viaje importante y por eso no pudo llevarla.
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Harry volvi a dirigir su mirada hacia la multitud, por si Fred y
Stella aparecan, pero era tanta la gente que se mova incesantemente al
comps de la msica que era imposible distinguir sus siluetas. Adems, las luces
tenues del lugar no ayudaban demasiado.
A su lado, Ron tomaba su ltimo sorbo de cerveza, preso - segn
Harry - de un nerviosismo incontrolable. Suspir, levant la vista y estir su
camisa. Slo le falt persignarse. Sin siquiera reparar en la mirada perpleja de
Harry, camin sigiloso por un costado y se acerc, casi temblando, hacia donde
estaba Hermione, conversando animadamente con Ginny.
- Ahh... ehhmmm... - comenz, tartamudo, e intent evitar la mirada risible de
Ginny - P-Podemos.... es decir... p-podemos hablar un m-momento?
Hermione evit un segundo los ojos de Ron, asustada, como si
en lugar de sugerirle una conversacin l hubiera dicho: Hermione, acabas de
reprobar todos los exmenes. Se mordi el labio inferior y suspir. Luego
volvi su rostro hacia l, sonriendo a medias.
- Est bien.
Harry alz una ceja, ms confundido que antes, pero sonri ante
la escena. No se lo hubiera esperado. Qu haba sucedido entre sus dos
mejores amigos? Nuevamente, todos parecan muy enterados de las novedades,
menos l. George intercambi una mirada ms que elocuente con Ginny,
alzando sus bebidas y brindando por algo que slo murmuraron, tan bajito que
Harry no lo pudo or. Pero l no deseaba quedarse con la duda. Cualquier cosa
que involucrara a Ron o Hermione era de su directa incumbencia, o al menos
as lo crea. Entonces se sent junto a Ginny y se inclin con el ceo fruncido,
como si exigiera una explicacin. Estaba a punto de pedirle que le relatara
todos los detalles que desconoca, pero...
-
37
Justo en ese momento, el grito desesperado de una mujer
proveniente de la entrada, irrumpi en el lugar. Todo se sumergi en un espeso
silencio, y de un segundo a otro, las luces comenzaron a parpadear como si la
fuente estuviera fallando. Pronto la msica dej de sonar, dando paso a un
cuchicheo general, asustados, preocupados. Todas las miradas se dirigan hacia
la escalera, todos queran saber qu haba pasado...
Entonces la cicatriz de Harry comenz a arder. Hizo una mueca
de dolor y se llev una mano hacia su frente, gesto que sus amigos no pudieron
dejar de notar. Intercambiaron una mirada de pnico; la cicatriz de Harry
haba resultado ser un buen radar de peligro en otras ocasiones. George,
tragando saliva, les advirti que se mantuvieran donde estaban.
- Yo ir a ver - murmur y, camino a las escaleras, Harry lo tom del brazo,
adelantndose.
- Ir contigo - dijo, tajante - Si es quien tememos que es, necesitars mi ayuda.
En el fondo, George saba que Harry tena razn, as que asinti,
temeroso, y subieron juntos. Harry apenas lograba divisar la salida... Las luces
eran muy tenues, y la escalera era tan estrecha que tropezaban al andar. No
quera preocuparse ms de lo necesario, pero de un segundo a otro su corazn
se llen de miedo. No estaba preparado para enfrentarse a Voldemort. No ah,
no con tantos muggles alrededor, no as de indefenso. No sin su varita.
Al llegar a la puerta, una docena de personas se reuna en torno
a un cuerpo cado cerca de la calle. Haba policas en todas partes, el trfico
estaba suspendido en casi toda el rea colindante y la entrada al lugar haba
sido bloqueada por una gruesa banda amarilla que deca NO PASAR. Como
pudieron, Harry y George pasaron sobre ella, se escabulleron entre algunos
-
38
transentes y se acercaron con sigilo. Harry estudi su entorno: Todas las
personas tenan una expresin de asco y horror en sus rostros, intentaban
protegerse con sus abrigos como si hiciera un fro insoportable, y nadie distaba
de una verdosa palidez. Adems, el cielo pareca haberse fundido en un negro
profundo, glido, sin dar paso ni a las estrellas ni a la luna. Entonces volvi el
rostro hacia el pequeo grupo de peritos, elev la vista sobre ellos, y lo vio: el
cuerpo inerte de una mujer, con el peinado revuelto y el rostro calavrico,
marcado con un elocuente gesto de pnico en l.
- Fue instantneo - explic un tipo de gorra, inclinado sobre el cuerpo, a otro
que esperaba instrucciones a su derecha - Un infarto, al parecer.
Harry cerr los ojos y apret los puos. No, no haba sido un
infarto. Estaba seguro. Uno o ms Dementores acababan de estar ah. Pero lo
ms seguro de todo: no venan por el alma de aquella mujer. Lo buscaban a l.
George lo mir, nervioso. Harry asinti; ambos haban llegado
internamente a la misma conclusin. Por qu haban mandado Dementores
otra vez? Estara Dolores Umbridge, o quiz el Ministerio, detrs de esto? Sin
poder concentrarse bien, sinti una mano en su hombro.
- No pueden estar aqu - habl uno de los uniformados, quien pareca tan
asustado como el propio cadver - Vuelvan adentro.
George asinti, tom el brazo de Harry y corrieron hacia la
entrada, pero no pudieron bajar las escaleras ya que, en direccin contraria,
cientos de personas intentaban salir del club con premura. George y Harry se
hicieron a un lado - antes de que la multitud lo hiciera primero - mientras
buscaban a los dems entre la gente. Harry, nervioso, crey ver el cabello de
Hermione, y sin pensarlo demasiado la sigui. Pronto Ron se uni a ellos, y
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apenas el Ford Anglia negro estuvo en marcha en mitad de la calle, subieron a
l.
Desde la ventanilla, Harry vea la expresin de las personas al
pasar junto al cadver. Qu poda haber sido tan horrible... tan espantoso
como para provocar una muerte de esa naturaleza? Pero nadie se detena a
pensar; simplemente volvan la vista hacia el frente y se apresuraban hacia sus
respectivos automviles. Los muggles no estn preparados para enfrentarse a
un Dementor concluy Harry, trayendo a su mente el recuerdo de Dudley,
estupefacto y aterrado, desmayndose slo con sentir la cercana de un guardia
de Azkabn. Hermione y Ron no intercambiaron palabras, pero Harry poda
suponer que en sus cabezas trazaban las mismas ideas.
- Pap vendr por nosotros en un segundo - dijo Fred repentinamente,
sobresaltndolos, al tiempo que su rostro apareca por la ventana del copiloto -
Yo lo esperar junto con Ginny y Stella. Los ver en casa.
George hizo un gesto de entendimiento, volte hacia los asientos
traseros para asegurarse que Harry y los dems estuvieran bien, y puso el pie en
el acelerador, produciendo un fuerte sonido que retumb en cada ventana del
vecindario. Como era de esperarse, los gemelos se sentan muy culpables por lo
sucedido: haban arriesgado la vida de todos... por nada que valiera realmente
la pena. Era un buen negocio, pero quiz deban replantear sus prioridades.
George pens en su madre y se agito fuertemente a causa de un escalofro.
Antes de poder seguir con su tienda de bromas, tendran que desenterrarlos,
pues Molly hara con ellos - estaban seguros - unas bonitas lpidas en el huerto
de la madriguera.
Harry no poda dejar de pensar en lo que haba sucedido: la
sirena de una ambulancia lejana le recordaba segundo a segundo que un
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muggle inocente acababa de morir. Muerto por su culpa. Por qu ahora? Slo
haban muerto muggles cuando Voldemort haba impuesto su tirana del terror.
Acaso estaba comenzando, en el silencio de los bandos, la segunda guerra?
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Captulo tres
El regreso de la Armada Dumbledore
Un club muggle, un club muggle!!! haba gritado Molly
anoche, notoriamente exaltada, mientras Arthur se paseaba de un lado a otro
demostrando preocupacin, pero no tanta severidad como su esposa. Molly
sermone a los gemelos durante una hora por haber llevado a todos a ese lugar,
describindoles y repitindoles sin cansancio los peligros que haban corrido.
No me digan que llevaron sus varitas! les pregunt, nerviosa, y ellos no
contestaron. Aquello slo significaba lo peor. Prosigui con un extenso discurso
sobre el desvelo que les haba causado a su padre y a ella, pero ya pasadas
algunas horas, abraz a los gemelos con tanta fuerza que casi los parte en dos.
No soportara perderlos confes al fin, y ellos la entendieron, prometindole
que jams volveran a ese lugar. Bueno... no con los otros, al menos.
Un fuerte rayo de sol despert a Harry la maana siguiente.
Segua algo contrariado por la situacin de la noche pasada, sin contar que
Sirius haba vuelto a visitarlo, como de costumbre, en sus sueos. Le dola la
cabeza y no saba si sentir miedo u odio. Entre el recuerdo de la muerte de su
padrino y el reciente ataque Dementor no poda discernir prioridades. Su
cabeza estaba hecha un lo.
Sin buscar sus lentes, se apoy en el respaldo de la cama y
admir la belleza del prado desde la ventana de la habitacin. El da estaba
hermoso. Nada pareca indicar que un par de abominables criaturas haban
estado muy cerca de l horas antes...
- Levntense ya! Siempre al ltimo, no Ron?
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La Sra. Weasley acababa de aparecer en ese instante tras la
puerta. Su rostro se arrugaba en una expresin de apuro, y respir slo para
hacer de su grito algo ms amenazante.
- Ronald Weasley, te lo advierto. Vstete ya o sufrirs las consecuencias.
La puerta se cerr de repente y tras eso Ron salt de la cama,
como si quisiera alejarse de una pesadilla. Harry ni siquiera emiti comentario
y se visti, siguiendo unos minutos despus a Ron escaleras abajo.
- Dnde estn todos? - pregunt Ron, viendo que la sala y el comedor estaban
vacos.
- Se levantaron temprano, como debe ser, y fueron al Callejn Diagon. Ustedes
son los ltimos... - los rega la Sra. Weasley, poniendo sus manos en las
caderas y arrugando la frente - Me parece que ya no tienen tiempo de
desayunar. Tomen - Sac el pequeo macetero a un lado de la chimenea y
acerc con su brazo a Harry - Toma querido, usen los polvos Flu para llegar.
Vamos, no demoren.
Mientras Ron intentaba comer algo deprisa, la Sra. Weasley
pregunt a Harry cmo se senta. l no supo bien qu responder, pero ella le
asegur que Dumbledore ya haba puesto a muchas personas a investigar el
ataque de anoche, as que todo saldra bien. An no tenan pruebas de que los
agresores fueran realmente Dementores, pero s llegaba a corroborarse, el
Ministerio se enterara.
En un par de segundos los dos ya estaban en camino. Tosiendo y
con algo de ceniza en sus capas, el impulso los arrastr desde la chimenea hasta
un descascarado mostrador de madera. Era, al parecer, una tienda de animales,
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pues Ron ahog un grito de espanto al notar un enorme lobo disecado que le
mostraba las garras. El encargado sinti el golpe tras l, pero ni siquiera se
inmut. Apenas los mir de reojo. Ya debe estar acostumbrado a ver salir
personas de su chimenea pens Harry, corriendo tras Ron hasta la salida.
Sin intercambiar demasiadas palabras, caminaron hasta Flourish
& Blotts, donde de seguro encontraran a los dems, pero en el camino se
detuvieron ante la tienda de los gemelos.
Harry abri la boca de asombro: jams crey que vera algo as.
Una impecable vitrina con contornos de madera anunciaba los productos ms
solicitados, todos con sus respectivas muestras en platillos dispuestos en hileras
ordenadas. Arriba, un letrero luminoso (como los de nen, slo que hecho con
magia) vociferaba: Sortilegios Weasley: Si no lo tenemos, lo inventamos!, y
en la otra esquina, destacaba un pequeo buzn que deca Sugerencias. Tal
como rezaba su eslogan, la gente poda pedir determinadas bromas o dulces si
los gemelos no lo tenan entre su inventario.
- No podan caer ms bajo, no Weasley?
Era la ltima persona a la que Ron deseaba or. Draco Malfoy,
vestido con un atuendo completamente negro, donde destacaba su insignia de
Slytherin, dirigi una mirada irnica hacia la tienda de Fred y George.
- Desaparece, Malfoy - gru Ron entre dientes, al tiempo que Harry intentaba
controlarlo. Estaba dispuesto a saltar sobre l en cualquier segundo.
- Sortilegios Weasley... Es que no les basta con el ridculo de tu padre
persiguiendo muggles?
Ron estaba a punto de lanzarle sus peores insultos, pero Harry lo detuvo.
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- Y el tuyo, Malfoy? Dnde est tu padre? Seguro que debe estar pasando
unas grandiosas vacaciones en Azkabn...
El silencio provocado fue espeso. Draco, congelado, cambi
bruscamente su expresin burlesca por una de sorpresa y asco. Harry alz una
ceja, esperando alguna respuesta, pero antes de que Draco pudiera pensar en
algo convincente qu decir, un grupo de Slytherin al final de la avenida lo llam
a viva voz. Draco volte, les hizo un gesto con la mano, y luego clav los ojos en
Ron.
- Ya nos veremos - dijo, contrariado, y se alej tan rpido como lleg.
Ron y Harry sonrieron, satisfechos. Giraron sobre sus pies y
volvieron a admirar la tienda. Les pareca genial, no importaba lo que Draco
pudiera decir. Pensaron en contarle lo sucedido a los gemelos, pero no haba
ninguna luz dentro; posiblemente se hayan retrasado en abrir. Pensando en que
los encontraran en Flourish & Blotts, fueron hasta all.
El pasillo de piedra estaba lleno de estudiantes acompaados por
sus padres y hermanos en busca de nuevos tiles. En la esquina encontraron un
grupo particularmente ruidoso; pegando sus narices a la vitrina, admiraban,
embobados, la nueva Nimbus 2004. Harry abri la boca, pero no encontr un
adjetivo que calzara con lo que estaba viendo. Era una escoba realmente
maravillosa, de mango suave y brillante, y de astillas rectas para mejor
deslizamiento. Tena, claramente, cientos de cualidades ms, pero era tanta la
gente abarrotada frente al letrero que fue imposible acercarse. Por otro lado, no
haba tiempo. Ron le hizo un gesto para que avanzaran; los dems los estaran
esperando.
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El aspecto de la librera no distaba demasiado de las otras
tiendas del Callejn Diagon; haba tanta gente entrando y saliendo que muchos
preferan simplemente sentarse a un lado de la acera y esperar, quietos, a que el
movimiento cesara para poder comprar. Ron y Harry se escabulleron entre un
par de familias a la entrada, y encontraron un lugar para erguirse cerca de las
rejas donde guardaban los ltimos ejemplares de El monstruoso libro de los
Monstruos. Ron intent mantenerse a distancia, pero una de aquellas
inquietas piezas de literatura alcanz a tomar el borde de su pantaln,
arrancndole un pedazo. Ron gru, para luego suspirar, enojado. No tena
dinero para comprar otro par de pantalones, pero Harry le asegur que le
regalara unos. Si quera, poda tomarlo como un presente adelantado de
navidad.
Alzaron la vista, aflojaron un poco sus tnicas (apenas se poda
respirar entre tanta muchedumbre) y divisaron a Hermione, muy cerca de sus
padres y conversando animadamente con Ginny. Llevaba un pesado libro en
sus manos y buscaba algo cerca de una estantera. Ron trag saliva; la mir
fijamente, como si debatiera internamente entre acercarse o huir lo antes
posible, pero pronto movi la cabeza. Comenz a caminar hacia ella, pero
Harry, aunque iba tras su amigo, se detuvo. Una silueta cerca de l lo atrajo
fugazmente.
Volte el rostro y divis a una joven, aunque no pudo observarla
detalladamente pues haba mucha gente cerca de l y no lo dejaban ver. Al
parecer traa muchos libros en sus manos, y caminaba con dificultad por un
pasillo estrecho. Harry comenz a acercrsele, caminando entre los clientes, y
entonces tuvo una extraa corazonada. No, nada tena que ver con su cicatriz.
Era otro tipo de alarma... algo ms cercano a los sentidos humanos que a las
consecuencias de la magia...
Sin que ella lo notara, uno de los encargados de la tienda
ordenaba libros en las estanteras ms altas, pero no con demasiada agilidad.
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Adems, la escalera en la que estaba erguido comenzaba a tambalear y Harry
adivin que se caera en cualquier momento. Y as, tan rpido que no alcanz
ni a respirar, corri hasta ella y la empuj hacia un lado, justo al tiempo en que
la vieja escalera caa estrepitosamente al suelo.
Harry escuch a lo lejos un grito colectivo. Lo que antes haba
sido un murmullo incesante, ahora se funda en silencio. Tena el pulso
acelerado, pero intent cerciorarse de que todos estuvieran bien. El encargado
haba alcanzado a saltar y no haba sufrido ningn dao, aunque gan una
fuerte reprimenda de una seora mayor, quien lo golpe con su bolso de mano
por no fijarse en lo que haca. Algunos rieron ante la situacin, y as Harry
aprovech para mirar a su lado... a la persona que haba protegido. Una
muchacha delgada, de pelo anaranjado y ojos profundamente azules, clavaba la
mirada en l. Harry se sinti ruborizar, por lo que baj los ojos hacia el suelo y
comenz a recoger los libros desparramados en la alfombra.
Al tomar un libro gordo, con tapa de terciopelo, se top con la
mano de ella en la misma direccin. Sus ojos se encontraron de nuevo, y
entonces ella sonri.
- Gracias - murmur, y Harry slo atin a sonrer torpemente. La ayud a
levantarse y entonces Ron y Hermione irrumpieron en la escena.
- Estn bien?! - exclam Hermione, acercndose con rapidez. Ron intentaba
calmar su ansiedad revisando a su amigo de arriba a abajo.
- S, estoy bien. Es una suerte que Harry Potter siempre est cerca cuando se le
necesita - dijo ella, mirando nuevamente a Harry, mientras l apretaba los
labios, avergonzado, como diciendo no fue nada. Entonces Ron relaj los
hombros.
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- Bueno, vaya forma de conocerse. Harry, ella es Stella, Stella Maris.
Ella, que no haba quitado los ojos de encima a Harry, estir su
mano, sonriendo abiertamente. Harry la estrech, sonriendo de vuelta,
pensando en que ella ya lo haba reconocido. Cmo no, si haba sido portada
de El Profeta varias veces, y no siempre por situaciones agradables...
Se miraron fijamente un segundo, pero la voz de Hermione no tard en
interrumpir.
- Stella, tu madre te espera en el recibidor. Quiere hablar contigo - le dijo, y
Stella, al or las primeras palabras, dio un pequeo salto, como si la hubieran
despertado de pronto de un sueo profundo.
- Est bien. Fue un placer conocerte, Harry - finaliz, sonriendo por cortesa,
atrayendo sus libros fuertemente contra su pecho y desapareciendo luego entre
la multitud del lugar. Harry la sigui con la vista hasta que la perdi, mientras
Ron sonrea perspicaz a su lado.
El encargado que haba cado de la escalera se acerc de pronto
a Harry. Era un hombre extremadamente delgado, de aspecto hosco, pmulos
sobresalientes y barba frondosa. Le sonri dbilmente, mientras sacuda su
delantal.
- Usted es amigo de la seorita?
Harry no supo qu responder, pero el tipo no pareca querer esperar rplica.
- Dgale que el libro que buscaba no est aqu, pero s donde conseguirlo. Lo
tendr el mes que viene.
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Harry asinti, algo confundido, al tiempo que el encargado
giraba sobre sus pies y desapareca tras la ltima estantera. Y sin darle tiempo
para pensar, oy tras l una voz familiar.
- Buenos Das, Weasleys! - grit Arthur, entusiasmado tras abrir la puerta, y un
segundo despus varias cabezas rojizas esparcidas por la tienda respondan un
eufrico Buenos Das, Pap!. Harry frunci el ceo al notar que Stella, unos
pasos lejos de su madre y escondindose tras una seora gorda y extravagante,
tambin se una al saludo. El Sr. Weasley se acerc a ellos, abraz a Ginny,
revolvi el cabello de Ron y, sonriendo como solo un padre lo hace, mir a
Stella y le gui un ojo. Ninguno de los dems pareci oponerse; es ms, la Sra.
Weasley pareca encantada.
Entonces volte, mientras daba su maletn a su esposa.
- Harry! - dijo, dando unos pasos hacia l y estrechando su mano. Le susurr
que el ataque de anoche estaba siendo investigado, que lo mantendra al tanto
de los detalles, pero antes de terminar su ltima frase divis a dos altos
pelirrojos en una esquina - Ah! Ah estn mis empresarios favoritos... - dijo,
apuntando hacia Fred y George, quienes vestan unas lujosas tnicas de seda
verde y hablaban animadamente con algunos adultos. Sin mucho prembulo,
los gemelos abrazaron a su padre, mientras l los admiraba con orgullo -
Vanse nada ms. Les ha ido bien, no? - Ambos asintieron, estirando la base
de sus capas. l les dio unas palmadas en sus mejillas, felicitndolos, y luego
regres la vista hacia el resto de la familia. Draco, en tanto, los observaba con
odio desde uno de los pisos superiores.
Sin que los dems lo notaran, la Sra. Weasley hizo un gesto a su
marido, como sealando a sus espaldas, y el Sr. Weasley pareci entender.
Arque las cejas, suspir, y se dirigi con paso firme hacia donde se
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encontraban Stella y su madre, algo ajenas a lo que suceda a su alrededor. A
juzgar por sus rostros, parecan enfrascadas en una acalorada discusin.
Arthur Weasley se acerc lo ms que pudo, se quit el sombrero
e hizo una pequea reverencia ante ellas. Stella sonri ampliamente, pero su
madre no demostr demasiada gratitud. Slo se limit a hacer un gesto de
mnima cortesa, y al tiempo que el Sr. Weasley volva a colocar su sombrero
sobre su cabeza, Stella dio unos pasos hacia atrs, dejndolo solo con su madre.
Ella era una mujer esbelta, enfundada en una tnica de color azul cielo y de
cabellos dorados que brillaban con cada movimiento. Su rostro era algo plido
pero de facciones suaves, donde destacaban sus ojos, redondos y celestes, los
mismos que evidentemente Stella haba heredado. Si no fuera por su aspecto
sombro y la eterna mueca de disgusto en sus labios, Harry la habra
encontrado muy atractiva... Y bueno, Stella no se quedaba atrs.
- Ehmm... Harry, podras ayudarme?
Stella haba caminado hasta l con un monte de libros, algunos
muy pesados los cuales amenazaban con caer al piso en cualquier momento.
Harry dio un salto cuando la vio y, ruborizado por su aparicin justo cuando
estaba pensando en ella, reaccion lo ms pronto que pudo, aligerando su
carga. Mientras Stella bajaba la mirada, divertida por el rostro de Harry, l no
pudo dejar de notar la tensa conversacin entre el Sr. Weasley y la Sra. Maris.
- Sucede algo malo? - pregunt, apuntando hacia los dos adultos, y Stella
suspir algo incmoda, como si no estuviera segura sobre si deba hablar o no.
Pero cuando quiso pronunciar una palabra, Hermione, Ron y Ginny
aparecieron por una esquina. Hermione traa un ejemplar de El Profeta en su
mano derecha.
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- El ataque de ayer sali en portada, obviamente - comenz a decir, mientras
mostraba a todos una de las pginas anteriores - Dicen que no pueden asegurar
que hayan sido Dementores, pero que como T-sabes-quin ya regres, hay
que estar alertas.
- Es lo ms sensato - opin Stella, muy confiada. Harry la mir fijo - Por fin el
Ministerio ha decidido con prudencia qu posicin tomar.
Ginny alz una ceja, no muy segura de aquello, pero finalmente asinti.
- Me conformo con que no enve a otro inquisidor este curso.
- No soportara otro ao de lectura silenciosa - agreg Ron, y todos se
mostraron de acuerdo - ...aunque tampoco estoy dispuesto a soportar otra clase
de Snape, pero supongo que no tengo alternativa - brome, y Ginny ri bajito.
Stella le dirigi una mirada de regao, pero sonri luego.
- Es muy importante para una buena defensa el que tomemos en serio las clases
de Pociones, Ron, as como la de Transformaciones, Encantamientos... ahmm...
- pens un momento - Quin es el profesor de Defensa Contra las Artes
Oscuras en Hogwarts?
Todos se miraron, mezclando confusin y vergenza. Harry tom la palabra.
- Esa es una buena pregunta... - dijo, arrugando la nariz - Por distintas
circunstancias, hemos tenido uno distinto cada ao... y rezando porque no
vuelva Umbridge, me parece que estrenaremos nuevo profesor en una semana.
Stella recibi la informacin casi anonadada, pero luego se encogi de
hombros.
- Bueno, espero que sea alguien calificado. Siempre ha sido mi asignatura
favorita - y aadi, orgullosa - Quiero ser una Auror.
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Harry abri los ojos como platos. Estuvo a punto de decir yo
tambin cuando Hermione se le adelant.
- Ser una opcin cada vez ms comn en los tiempos que vienen. Con una
guerra encima, todos querrn participar, pero bien preparados y armados...
- ...aunque dicen que es muy difcil entrar a la Academia de Aurores - acot
Ginny, arrugando la frente - McGonagall me dijo que necesitas calificaciones
muy altas en todas las asignaturas, adems de pasar un examen preliminar
donde ven tus aptitudes de Defensa.
- Nadie dijo que ser Auror fuera algo fcil - respondi Stella, enseriando su tono
de voz. Baj la mirada, como si recordara algn episodio amargo - Pelear por lo
que uno cree nunca ha sido sencillo...
Hermione y Harry compartieron una mirada de confusin, y
aunque ella intentara preguntarle algo al respecto, pronto escucharon la voz
del Sr. Weasley.
- Bien muchachos, hemos terminado. Molly tiene todas sus cosas.
Todos asintieron. Stella mir hacia atrs, donde su madre la
esperaba, y suspir. Ginny y Ron se acercaron para despedirse, y aun cuando el
Sr. Weasley hizo un extrao ademn, como advirtindoles que no se acercaran
demasiado, igualmente la abrazaron fuerte, dicindole que la veran muy
pronto, en Hogwarts. Realmente pareca que les apenaba tener que separarse...
Hermione tambin se despidi con afecto, y cuando le toc el turno a Harry, no
pudo moverse. Es decir, quera despedirse, decirle algo amable al igual que los
otros, pero no le salan las palabras de la boca. Stella lo miraba divertida, como
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instndolo a que dijera eso que intentaba decir. Al ver que Harry segua algo
trabado, Hermione lo tom de un brazo, sonri forzadamente hacia Stella y lo
llev a la salida, a donde ya haban caminado los dems.
Harry se detuvo un momento en la puerta. Se golpe en la frente
por ser tan estpido, y luego gir su rostro para ver si poda enmendar el
papeln que haba hecho. No obstante, prefiri quedarse quieto, a fin de
escuchar las palabras del Sr. Weasley al despedirse de Stella.
- Stella, querida, te deseo mucha suerte. Ya sabes que Molly y yo estaremos
atentos a tus cartas, no olvides escribirnos seguido - Titube, pero Stella le
sonri. Lo abraz fuerte, y l le dio unas palmadas en la espalda - No estars
sola... Ron y Ginny se encargarn de hacerte sentir como en casa. De verdad te
deseo mucha suerte. - Alz un momento la vista y divis a la Sra. Maris, quien
se aproximaba lentamente hacia ellos. No queriendo quedarse ms de lo
necesario, le bes en la frente y le sonri, caminando con rapidez hasta la
salida, donde se encontr con Harry. Ambos salieron.
- Cudala, Harry - pidi el Sr. Weasley, mientras caminaban por el Callejn
Diagon de regreso a la madriguera. l asinti, pero sin entender a cabalidad sus
palabras. Algo muy misterioso rodeaba a Stella, y l, principalmente l, estaba
ansioso por descubrirlo.