yo nací para correr (relato)

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Relato YO NACÍ PARA CORRER Sin duda alguna, yo nací para correr, para competir. Las piernas se me iban solas, el sudor me refrescaba, y el corazón me marcaba un ritmo acompasado, como música, mientras corría. ¡Cómo disfrutaba en la pugna por ganar cada carrera en la que participaba! Con sólo cinco añitos gané mi primera copa. Y a los dieciséis, me seleccionaron para disputar los campeonatos juveniles nacionales, que se celebrarían en Galicia. Los ganadores disfrutarían de una beca preparatoria para las próximas olimpiadas Barcelona ´92. Cuco Pascual, el seleccionador y preparador físico, junto al doctor Rubio, diseñaron un específico plan de entrenamientos y alimentación para convertirnos en auténticos atletas. De los veinte chicos seleccionados en principio, sólo quedamos tres: Luis Sánchez, en 1.000 metros; yo, en la distancia de 1.500; y Picapiedras, en 3.000. Durante meses, Cuco Pascual, siempre cronómetro en mano, nos sometió a durísimos y variados

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Page 1: Yo nací para correr (relato)

Relato

YO NACÍ PARA CORRER

Sin duda alguna, yo nací para correr, para competir. Las piernas se me

iban solas, el sudor me refrescaba, y el corazón me marcaba un ritmo

acompasado, como música, mientras corría. ¡Cómo disfrutaba en la pugna

por ganar cada carrera en la que participaba! Con sólo cinco añitos gané

mi primera copa. Y a los dieciséis, me seleccionaron para disputar los

campeonatos juveniles nacionales, que se celebrarían en Galicia. Los

ganadores disfrutarían de una beca preparatoria para las próximas

olimpiadas Barcelona ´92.

Cuco Pascual, el seleccionador y preparador físico, junto al doctor

Rubio, diseñaron un específico plan de entrenamientos y alimentación

para convertirnos en auténticos atletas. De los veinte chicos

seleccionados en principio, sólo quedamos tres: Luis Sánchez, en 1.000

metros; yo, en la distancia de 1.500; y Picapiedras, en 3.000. Durante

meses, Cuco Pascual, siempre cronómetro en mano, nos sometió a

durísimos y variados ejercicios de velocidad, musculación y resistencia. Y

a falta de dos semanas para el comienzo de los campeonatos, nos

concentraron en Las Cañadas del Teide, a dos mil quinientos metros de

altitud, para que respiráramos aire puro. A los complementos vitamínicos

de nuestra dieta, añadieron unas cápsulas rosadas, que tenían la función

de provocar un aumento del metabolismo. Nunca oímos hablar de

asteroides anabolizantes, testosteronas, ni nada por el estilo. Sin

embargo, días antes de abandonar la concentración en el Parador, nos

extrajeron, a cada uno de nosotros, sangre, que guardaron en bolsas de

plástico.

Page 2: Yo nací para correr (relato)

Ya en Galicia, y antes del comienzo de los campeonatos, se nos

practicó una transfusión sanguínea.

Mi participación en la prueba de 1.000 metros, fue un fracaso.

Incomprensiblemente se me aflojaron las piernas. También fallé en mi

especialidad, la final de los 1.500. Cuco Pascual y el doctor Rubio me

echaron una bronca monumental. Sólo quedaba la prueba de tres

kilómetros para justificar todo el esfuerzo que habían hecho con nosotros.

Así que planificaron la carrera de modo que yo haría de liebre a

Picapiedras. La noche antes, el doctor me recetó doble cantidad de

aquellas cápsulas rosadas.

Estaba nervioso cuando salté a la pista. No sujetaba las piernas

cuando nos preparábamos para la salida. A medida que se desarrollaba la

carrera, soltaba la presión, y me encontraba más ágil. Desde el principio

me coloqué en cabeza del grupo, tirando fuerte. Sentía cerca el aliento y

las zancadas de los otros atletas. A la cuarta vuelta al estadio, según la

estrategia prevista, yo tenía que retirarme, para que Picapiedras saliera

lanzado. Pero como en aquel momento me encontré fuerte como un

caballo, continué corriendo. Poco a poco fui dejando atrás a los otros

atletas.

Notaba cómo el aire fresco me entraba a chorros en los pulmones. Y

de nuevo, el latir del corazón me sonaba como un ritmo musical. Corría

como si volara. Cuando a un nuevo paso por meta, sonó la campana de

última vuelta, aceleré un poco más, y me separé claramente del grupo.

Una cámara de televisión me seguía. Cuco Pascual saltaba de júbilo.

Era mi día de gloria. Doblé a los más rezagados, y encaré los últimos cien

metros, esprintando con fuerza y elegancia.

Page 3: Yo nací para correr (relato)

¡Campeón de España juvenil de 3.000 metros! ¡Tenía asegurada la

beca para las Olimpiadas! Aplausos, sonrisas, felicitaciones… Era el

hombre más feliz de la tierra.

Sin duda alguna, yo nací para correr. Desgraciadamente, aquella

fue mi única carrera de verdad. Tres meses más tarde, quedé postrado

para siempre en esta silla de ruedas, inválido.