x v i n a v a l o n y su curato...
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X V I
N A V A L O N Y SU CURATO INDEPENDIENTE
JOSE ANTONIO SARRIÓN FERNANDEZ
El capítulo de Navalón, bien podemos iniciarlo con la carta que el día 30 de
Abril de l.952 escribe el Alcalde de Enguera, José Sarrión, al Gobernador
Civil don Diego Salas Pombo y cuyo tenor literal es el siguiente: “Mi querido jefe y camarada: De conformidad con la conferencia
telefónica que he tenido el gusto de mantener contigo, te manifiesto:
La aldea de Navalón pertenece a este municipio y está formada por unos
750 habitantes, distribuidos unos 300 (sic) en núcleo semiurbano y el resto
diseminados en distintas casas de campo a mayor o menor distancia unas de
otras, teniendo perfectamente agrupadas la citada aldea unas 100 (sic.) casas.
Dista de esta población 24 kilómetros, en pleno monte y con varias carreteras.
Tiene planteados algunos problemas, pero el vital y que me gustaría, en la
medida de lo posible, resolverles, mejor dicho que lo resolvieras tú, puesto
que eres el único que lo puedes resolver, es el del alumbrado eléctrico, del
que se carece, ya que sus otras pretensiones, como canalizaciones de riego,
Médico y Sacerdote son de fácil realización”.
El resto de la carta contiene el programa del viaje a esta Aldea y a la
Casa Forestal, con el horario respectivo, por si deseaba hacer la
correspondiente visita.
¿Qué extraña circunstancia lleva a un Gobernador a interesarse por la
visita a una aldea de 200 habitantes en núcleo semiurbano? ¿A qué se
debió este repentino interés del Gobernador Civil por Navalón?. Para mí
solo encuentro uno, que queda reflejado en las dos cartas siguientes:
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La primera dice así:
EL REPRESENTANTE DE LA DELEGACIÓN NACIONAL DE
DEPORTES DE F.E.T. Y DE LAS J.O.N.S. DE VALENCIA.-
Valencia, 31 Marzo 1.952 Camarada José Sarrión.
ENGUERA.-
Mi querido amigo y camarada: Según me informan de Navalón, han comenzado
a hacer las aceras de las casas, con una anchura de un metro, lo que supone una
importante mejora para el pueblo, si bien, dado lo grande de la plaza, creo que irían
mucho mejor más anchas, por lo que te ruego que me autorices, dentro de las normas
generales que hayáis acordado, pueda yo hacer las de mi casa con un metro cincuenta
centímetros, con lo que lejos de perjudicar al tránsito, mejoraría la estética.
Con el fin de no variar las ordenes que tengan recibidas los albañiles, te
agradeceré que me autorices para que no se hagan ahora las aceras correspondientes a la
fachada de mi casa, en la seguridad de que en el mes de Mayo o Junio las haré a base de
material que resista bien las heladas y de la medida de una cincuenta.
Te agradecería que me contestes a la mayor brevedad, con el fin de poder cursar
tu misma carta a Navalón y que sirva de orden para que se abstengan de hacer las aceras
de mi fachada.
Agradecido de antemano por cuanto hagas a este respecto, queda como siempre
tuyo buen amigo que te abraza,
Antonio Salinas. Rte. C/ Cirilo Amorós, 26. Valencia.
Esta carta tiene a mi modo de ver los siguientes puntos de reflexión:
Primero: Si al final pone un remite para la contestación, a que viene el
pomposo membrete con el que la encabeza. Y de la misma manera, si
además la encabeza con “Camarada” Jose Sarrión, que parece todo un
escopetazo, ¿Por qué, al despedirse, omite la palabra camarada? Pues yo lo
veo de esta manera y es que ¿tal vez?, piensa que, con el membrete y la
palabra “camarada”, coloca al pobre Alcalde en una situación de
inferioridad y que este se va asustar de la importancia que el remitente se
otorga a sí mismo y permitirá que se haga en la plaza un adefesio para
complacer a semejante personaje.
Segundo.- ¿En qué cabeza cabe pensar que por ser grande la plaza (que no
lo es), el hacer aceras de un metro, con la excepción de metro y medio para
una fachada de la misma se mejora la estética.
Tercero.- Dice que con el fin de no variar las órdenes recibidas por los
albañiles”. Y lo que pide es que lo varíe todo y le autorice para hacer en
Navalon “cuando y como” lo que le dé la gana.
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Cuarto.- Le pide, además, que cuando se hagan las aceras, se abstengan de
hacer las de su fachada porque él las hará en Mayo o Junio, y con mejores
materiales. Y esto es adivinar el futuro.
Quinto.- Y, si todo lo anterior no fuera bastante, le pide que le mande una
carta para que él la pueda remitir a su representante en Navalón para que
quede claro quién manda allí.
La contestación a la carta anterior dice así:
EL ALCALDE 3 de abril de 1.952.
DE ENGUERA Sr. D. Antonio Salinas Garcia-Nieto.
Valencia.
Mi querido amigo y camarada: En mi poder tu atenta carta de 31 de Marzo, que
hoy recibo, por la que te interesas acerca de las aceras en la Aldea de Navalon y en
la que tenéis una casa de vuestra propiedad.
La anchura de la acera en la plaza es de …. y
no de un metro como te han informado y, si bien no
llega su ancho a cubrir tu deseo de 1’50 metros,
como indicas, poca también es la distancia que nos
separa. Claro que, si bien a vosotros os es indiferente
el pagar más o menos, hay que contar también con
otros vecinos, de condición humilde, que no pueden
permitirse un acerado excesivamente ancho y hay
que armonizar deseos y necesidades para conseguir,
por otro lado, la debida estética de la obra. El deseo del Ayuntamiento, es hacer de la
manera más económica todas las obras y, en el
caso presente, procurar que los vecinos de
Navalón, que están afectados por estas
realizaciones, tengan la seguridad de que se les
administra honradamente y mirando siempre su
propio beneficio, por lo cual no se recurre a presupuestos extraordinarios, cuyo
montante de gastos tendrían que pagar, y se buscan todas las armonías para que
nadie tenga nada que reclamar. En lo que respecta a tu deseo de que se hiciese una excepción con la fachada de
tu casa, creo que no debes pedirlo, por cuanto el acerado debe estar hecho con la misma
uniformidad y no creo que tú lo puedas hacer más resistente y más económico.
Tiene el gusto de saludarte cordialmente tu amigo y camarada,
José Sarrión Sanmartín
Está claro que con esta carta mi padre hizo un amigo para el resto de
su vida y ofendió el amor propio del mismo, con algo tan sencillo como
unas pocas y claras palabras.
Como contestación a la carta del Alcalde, reproducida al principio,
de fecha 30-Abril-1.952, el Gobernador Civil le escribe el día uno de Mayo
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siguiente, concretando su viaje a Navalón, para el día siete del mismo mes,
y en el último párrafo de la carta dice, referido a Navalón, literalmente lo
siguiente: “Aprovechando este desplazamiento, tendría mucho gusto en conocer los
problemas que pudiera haber pendientes en aquel agregado de Enguera, y como
procuraría que nos acompañase el Inspector de Zona o algún mando provincial,
trataríamos ya de enfocar u orientar las peticiones necesarias para acometer su
resolución.
Afectuosamente te saluda brazo en alto: Fdo.: Diego Salas Pombo.
Navalón seguía sin avanzar, porque esa misma mañana habían estado
hablando de él, según se expresa en la carta de ese día escrita al Alcalde
por el Gobernador y cuyo tenor literal es el siguiente:
Mi querido amigo y camarada: Cuando esta mañana hablamos respecto al
alumbrado de Navalón, te indiqué que teníamos una carta de la señora maestra de
aquella aldea, en el que se hablaba del problema de la luz, pero por no haberla
despachado todavía desconocía exactamente su contenido. La carta se limitaba a
acompañar un escrito firmado por varios niños de la escuela en representación de sus
compañeros.
Es decir prácticamente no aporta ningún dato ni ayuda a enfocar la cuestión.
Como tú dijiste que ibas a enviar un presupuesto, lo que conviene es conocer
exactamente lo que se haya hecho sobre el particular, para orientar la gestión ya de
modo definitivo. Quizá la Diputación ayudara, tratándose de una aldea y siendo un
servicio público tan imprescindible como es el alumbrado. También puede recurrirse al
Instituto Nacional de Colonización que, en casos análogos, ha concedido subvenciones.
Un cordial abrazo de tu amigo y camarada. Firmado Diego Salas Pombo.
El día 30 de Junio de 1.953, “un gobernador inasequible al
desaliento”, toma la iniciativa y le escribe otra carta que dice así:
Mi querido camarada y amigo: De acuerdo con los términos de nuestra
conversación, me es grato, informarte que me he dirigido al Director de Hidroeléctrica
Española, preguntándole condiciones en que podría instalarse servicio de fluido
eléctrico en Navalón. Un cordial abrazo de tu amigo y camarada. Fdo.: Diego Salas
Pombo.
El contenido de esta carta demuestra que el Gobernador hace lo que
puede, tomando una iniciativa para solucionar (impulsado sibilinamente
por algunos sujetos que tiene a su alrededor) el problema de la luz en
Navalón y que, sin duda, no es precisamente el problema acuciante del
resto del vecindario natural de la Aldea. Y por tanto la pregunta es ¿Quién
se preocuparía de los otros 400 o 500 vecinos que vivían en al resto de la
Sierra y que tampoco tenían electricidad y que hoy, a la altura del año dos
mil y pico tampoco la tienen? Nadie, porque aquí de lo que se trataba era
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de complacer a un amigo y el resto de los enguerinos que se apretasen el
cinturón y que pagasen.
Veinte días después, el 20 de Julio de 1.953, le vuelve a escribir:
Estimado camarada: En
relación con tu interés por la
posibilidad de establecer suministro
de energía eléctrica para la Aldea de
Navalón, para tu conocimiento y a los
efectos correspondientes, te adjunto
copia de la carta que, con esta fecha,
recibo del Ilmo. Sr. Ingeniero
Director de Hidroeléctrica Española,
S. A. Brazo en alto te saluda, Fdo.:
Diego Salas Pombo.
Y esta es la copia de la
carta 17 de Julio de 1.953 que el
Gobernador recibió y trasladó a
mi padre:
HIDROELECTRICA ESPAÑOLA, S. A.
PARTICULAR
Valencia 17 Julio 1.953.
Excmo. Sr. D. Diego Salas Pombo.
Gobernador Civil. VALENCIA.
Mi querido y distinguido amigo: Correspondo a su grata carta del 30 de Junio
pdo., a la que no he contestado antes para conseguir la información que pudiera orientar
a usted acerca de las condiciones en que podría realizarse el suministro de fluido
eléctrico en Navalón, Aldea del Ayuntamiento de Enguera, cuya distancia a la cabeza de
término es de 24 kilómetros. Y 15 hasta Mogente.
Las líneas de alta tensión más próximas a dicha aldea son las de L.U.T.E., que
quedan en Mogente en situación de deficiencia en cuanto a la tensión, hasta que se
termine de construir la subestación de Játiva de 66000/10000 voltios, por lo que
recibirán una tensión más correcta.
Según me informan, el coste aproximado por kilómetro de la línea de 15 klms.
que habrá que construirse es de 35.000 a 40.000, es decir de 525 a 600.000 ptas. Y a
esto ha de añadirse el coste de la caseta y de la pequeña red que se precisa para el
suministro a las viviendas.
Si, además, se tiene en cuenta que los gastos de conservación de tan larga
línea serán considerables, y los ingresos no pueden cubrir esos gastos, veo muy
difícil que esta sea la solución del problema. Me permito sugerirle que, si se trata de una pequeña potencia, que se dedique
exclusivamente a las necesidades primarias de alumbrado, ¿no sería factible que esa
aldea montase un pequeño grupo de aceite pesado con su dinamo y batería? Sería una
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solución de momento, en espera de que por cualquier causa, ahora no prevista, quedasen
las líneas de alta tensión (10.000 v.) a una distancia más asequible de la aldea de
Navalón.
Quedo, como siempre, a su disposición, para cualquier información y le saluda
con todo respeto, su affmo. y buen amigo q.e.s.m.
Fdo.: José Suarez.
Y, por último, la carta del Alcalde de 27 de Julio de 1.953, en la que
se contiene un párrafo que hace referencia a la copia de Hidroeléctrica
Española que recibió en su día:
“La segunda (carta) se refiere a Hidroeléctrica Española, S.A. por la
que veo el coste que supondría dotar a Navalón de la Luz eléctrica. En
realidad me he equivocado extraordinariamente, pues yo creí que podría
resolverse con unas 200.000’- pesetas que, aunque cifra importante para
nuestra economía, hubiéramos tenido la posibilidad de llevarla a efecto con
este coste. Dejaremos para más exacto estudio este asunto y procuraremos
solucionarlo más adelante.
Te saluda con todo afecto, José Sarrión.
Pues a pesar de que queda bastante claro que el Alcalde, “lo más
diplomáticamente que puede” deja aparcado el asunto de la luz de Navalón,
porque no puede permitirse el lujo de gastarse la friolera de ochocientas mil
pesetas, o tal vez más, y correr además con los gastos de mantenimiento de
una línea deficitaria; pues todavía insiste en una nueva carta del día
siguiente 28 de julio de 1.953, que dice así:
“Acuso recibo de tu carta del 27 y a la vista de su contenido quedo ya en espera
de que me indiques el momento oportuno en que consideres conveniente o necesaria
alguna nueva gestión relacionada con el alumbrado de Navalón.
Cordialmente te saluda brazo en alto, Fdo.: Diego Salas Pombo.
Pero no se piense que el Alcalde tenía indiferencia con respecto a
Navalón. Lo que sucedía era que para él “lo que no era, no podía ser” o
como prefiera el lector: “lo que no podía ser, no era”. Y no aceptaba que
la política acabase siendo un embuste de palabras para conseguir medros
personales: “Hoy yo por ti y mañana tú por mí”. El Gobernador Salas que
estaba cortado por el mismo patrón que mi padre, en sus últimas cartas
como Jefe Provincial y Gobernador de Valencia, dejó bien claro todo lo
que mi padre había influido en él y había “afinado más” su ya buena forma
de actuar. Y un día, en una conversación sobre algún tema importante, mi
padre llevaba la contraria un poco fuerte y cuando se dio cuenta quiso
rectificar; y entonces el gobernador le cortó y le dijo textualmente: “No, no,
continua. Me alegro de que me lo digas porque tu influyes en mi pensamiento”.
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Tengo correspondencia con respecto a Navalón mantenida con un
señor de Valencia, llamado don Vicente Trullols que pasaba los veranos en
esta pedanía, y cuya esposa y sus tres cuñados eran propietarios del terreno
que el Alcalde quería comprar para construir casas en él. Esta familia se
apellidaba Quilis Lita. Y todo este asunto empezó a fraguarse por el año
1.947 en que José Sarrión fue nombrado alcalde de Enguera; y, después de
algunos años, solo se interesaron por las casas cuatro o cinco vecinos de
Navalón, con lo que tuvo que aparcar este asunto. Y así se acredita con
sendas cartas que el Alcalde escribió en el año 1.950
… … … … … … .
Pues, después de estar peleando siete u ocho años, no se pudo
realizar este proyecto porque al final de ese tiempo no se había conseguido
reunir, con “vecinos residentes en Navalón”, un número superior a cinco
solicitantes; por lo que hubo que desistir del mismo porque, de seguir
adelante las casas se hubieran convertido en “casas para veraneantes no
residentes en la aldea”, con lo que no se hubieran cumplido los requisitos
contemplados en la ley.
Pero mientras don Diego Salas Pombo fue Gobernador Civil y Jefe
provincial de Valencia, todos los postuladores de la Luz a Navalón
permanecieron callados y alguno que otro fingiéndose amigo de mi padre.
Pero como todo llega en esta vida, llegó también el momento en que don
Diego Salas Pombo fue destinado para ocupar la “Vicesecretaría General
del Movimiento”, segundo después del Ministro; y, con ello, mi padre
quiso dar por terminada su tarea al frente de los cargos públicos y
marcharse a su casa, porque, además del cansancio estaba su desilusión por
cómo estaba degenerado el régimen, ahogado por el amiguismo.
Y para él, este momento era el adecuado, porque con la lealtad y
confianza que habían procedido ambos recíprocamente, uno con el otro,
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era imposible que volviera a repetirse, ni mi padre quería repetirlo. Y a
pesar de ello, mi padre le había pedido en tres ocasiones el relevo, como en
otro capítulo se relatara.
Para ocupar el puesto, dejado vacante por don Diego Salas Pombo,
mandaron a Valencia una persona que venía del Gobierno Civil de Burgos,
ciudad pequeñita, en la que yo había pasado dos veranos, en donde sus
dotes de mando, seguramente se le habían anquilosado porque allí solo
había mandado y todo lo había hecho un teniente general de los pocos que
le hablaban de tú a Franco. El Gobernador en cuestión se llamaba Jesús
Posada Cacho, quien creo que era tan buena persona como incompetente,
porque el Gobierno Civil se lo llevaban entre su secretario particular y los
inspectores de zona, caciqueando.
Mi padre, que con el anterior había estado trabajando hombro con
hombro y sin intermediarios, no se adaptó a la nueva situación y aprovechó
un día en que se presentó a verle sin avisar, como le sucedía con el anterior,
y no pudo hablar con él, para plantearle la dimisión sin ningún miramiento,
de la que también se hablará en el capítulo dimisiones.
* * *
A partir de aquí vino lo que denominaré la “época del amiguismo”:
“tú por mí, yo por ti, y a vivir que son dos días”, que probablemente ya
existía en muchas partes de España, pero que mi padre empezó a conocerla
ahora. Y así, los de abajo haciendo todo lo que les pedían los de arriba, los
amigos de los de arriba y demás “astronautas”; y a escribir cuentos para
cubrir la realidad de sus servidumbres y sus deficiencias. Y como se le
pidió que continuara en los cargos, sin determinación de fecha pero con
fecha de caducidad, decidió que a partir de entonces iba a darles motivos
para que se decretase su cese; tratando, como había hecho antes,
directamente con el Gobernador, pero ignorando, dentro de lo posible, a los
intermediarios. Y ahí es donde empezó la conspiración de estos
coincidiendo con la conspiración de las sotanas que querían evitar que los
Carmelitas ocuparan el Convento. Y a todos estos se les juntaron otros
elementos auxiliares que encontraron o se agregaron.
El primero se apellidaba Jose Mª. Terrádez que, sabiendo el
ascendiente que mi padre tenía con el Gobernador Salas Pombo, se
inclinaba como una caña de pescar para ayudarle en lo que este necesitaba
del Departamento de Administración Local que dirigía. Y como muestra
dos cartas escritas a mi padre:
La primera de fecha 24 de Febrero de 1.954, como Jefe de la
Asesoría Municipal de FET y de las JONS. de la Provincia de Valencia
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“Estimado Camarada y amigo: Agradezco tu carta, tomo buena nota de tus
deseos y con todo interés nos ocuparemos de cuanto nos indicas El sábado evacuaré la
consulta del expediente del Grupo Escolar. Sirvan pues estas líneas como acuse de
recibo. No hay problemas de remuneración Es un deber ayudarte y sabes que se te
aprecia en este Departamento. Lo que pensabas gastarte lo dedicas en esa al Frente de
Juventudes. Te saluda brazo en alto Fdo.: Jose Mª. Terrádez Rodríguez.
La segunda, tres años más tarde, de fecha 19 de Febrero de 1.957,
(ya no estaba Salas Pombo de Gobernador en Valencia) se la escribe como
“Jefe de la Sección Provincial de Administración Local (Ministerio de la
Gobernación) y le dice en su primer párrafo:
“Querido amigo y camarada: Hace unos días me ocupé del proyecto de la
instalación del alumbrado de Navalón; por una parte (como excusa) como asunto
derivado de la Junta de Autoridades y Mandos, y de otra (la verdadera causa) por el
interés reiterado que se me ha manifestado por varios amigos a quienes deseo
complacer.”
¿Habían cambiado las cosas o no? Porque, seguramente, tres o cuatro
años antes, este párrafo y lo demás de la carta le hubiera costado el puesto;
mejor dicho, no se hubiera atrevido a escribirlo. Pero había llegado “la hora
de los amigachos a pecho descubierto”, y no pasaba nada. Pero, a pesar de
ese derroche de prepotencia, la luz tardó diez años más en llegar a
Navalón; vencida ya la mayor parte del año 1.967. Y es que muchos de
estos héroes, todo era hinchar el pecho y solo conseguían reunir un poco de
aire.
Y ¿por qué don Diego Salas Pombo había insistido tanto sobre la luz
de Navalón? Pues porque cuando se trató del pozo del Charral vio como mi
padre le pidió que insistiera y recomendara la gestión en determinados
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puntos y el Alcalde también lo hacía; y además actuaba por su cuenta,
haciendo gestiones particulares con amigos suyos. Por ello, llegó a pensar
que, si mi padre quería, la luz llegaría a Navalón. Pero no se dio cuenta de
que en Enguera mi padre tenía asuntos pendientes que resolver, que eran de
mayor necesidad y que afectaban a mayor número de personas y no a
simples amigos. Y esa era la verdad: que el Alcalde en los años cuarenta y
cincuenta estaba administrando la pobreza de un Ayuntamiento para cubrir
muchas necesidades. Y también hay cartas que lo demuestran.
Otro elemento, era el Inspector de Zona, se apellidaba Monzó
Francés, venía a Enguera a caciquear, supongo que en los demás sitios
también lo hacía, y tenía un amigo curita en Enguera, con funciones de
vicario, que alquiló un piso del Ayuntamiento y no quiso pagar el alquiler,
porque decía que era “hijo de caído”, y aún presumía de que si el
Ayuntamiento trataba de cobrarlo “con la iglesia hemos topado Sancho”. Y
a esto le llamaban Nacional Catolicismo.
Y por último en lugar destacado pasaremos a examinar a un
personajillo que denominaremos el curita de Navalón. A este lo trajeron
desde el Palacio Arzobispal, para armar todo el “follón” que pudiera para
cansar al Alcalde y que éste presentase su dimisión y les dejase libre el
camino, y poder decir que se ha ido porque le ha dado la gana. Ahora va a
actuar a su libre albedrio y si quieren que lo echen que es lo que necesitan
que ocurra para hacer lo que en todo momento sean sus deseos. Es decir,
poner a persona servicial que hiciese olvidar que los Carmelitas querían
venir y que se terminase ese problema para el Cura Párroco y para el
Palacio Arzobispal. Y así: escuetamente estos son los hechos que más tarde
se desarrollarán:
Primero.- Los regidores de la Iglesia Valenciana decidieron (no
creo que fuese por ciencia infusa, ni por “soplo divino”) convertir la
Iglesia de Navalón, filial de la Parroquia de Enguera, en un “Curato
independiente” y mandaron a regir dicho Curato a un curita llamado
Miguel Lluch Cerezo. El curato independiente duró el tiempo justo para
que este curita hiciese sus “barrabasadas políticas consentidas”, y estas no
implicasen a quienes de otra forma y aún con la independencia formal,
estaban por encima de él y que sería muy difícil que la gente no les señalara
como cómplices, cuando no instigadores y si responsables de sus mentiras
y trapicheos.
Segundo.- Este curita, cantada su primera misa, estuvo un año (de
convictorio) recibiendo las sabias lecciones del anterior cura párroco de
Enguera don Pedro Maurí Rubio; quien, además de sus lecciones
sacerdotales y eclesiásticas, debió instruirle en los bienes y los males que
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se iba a encontrar en Enguera y Navalón y de cómo debía proceder ante
ellos.
Tercero.- El curita en cuestión dio tales pruebas de aprovechamiento
de las lecciones recibidas que, cumplidos los dos meses de su estancia en
Navalón, ya había pedido una moto para sus desplazamientos (que el
Alcalde no le quiso comprar en beneficio del alma del curita, para
que se fuese ganando el cielo a base de penitencia). Y además había escrito
una carta abierta a su maestro de convictorio, cantando y contando, para
que todo el mundo conociese, su convivencia con los habitantes de la Sierra
Enguerina. La mencionada carta, para mí “modelo de hipocresía” y de
“programa político” fue publicada en el “Botafumeiro de la Parroquia”, ya
que, con este fin debió ser escrita, porque el contenido de la misma, cuando
se refleja una verdad de sentimientos,
tiene su verdadero valor en su
transmisión en la intimidad. Creo que
hubiera sido maravilloso escuchar la
lectura de esta “carta-propaganda”, entre
los pinos de Navalón y teniendo como
fondo la Sexta de Beethoven.
Cuarto.- Pero como el tiempo es
un testigo incorruptible, nos reseña que
el Rvdo. Curita, cumplidos dos años de
su estancia con su “amada feligresía” de
Navalón, cuya Aldea quiso y trató de
independizar, dotándola con montes
propiedad de los enguerinos; ya había
sido trasladado, quizá por “méritos de
guerra”, a la parroquia de San
Fernando de Valencia. Lo que no he
podido averiguar es si se llevó la moto que debió comprarle el nuevo
Alcalde de Enguera.
Quinto.- Algún tiempo después; cumplido el objetivo propuesto de
propiciar el cambio en la Alcaldía de Enguera, que yo creo que también
tenía un afán económico ya que, al mismo tiempo desaparecía el problema
del Convento de los Carmelitas; se acabó la historia del “Curato
Independiente· y la Iglesia de Navalón se reintegró a su situación anterior
de dependencia de la parroquia de Enguera. Es una pena que, habiendo
dispuesto, los hombres de la Iglesia, de cuarenta años para ganarse el
corazón de las personas con su ejemplo y sacrificio, emplearan su tiempo
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con egoísmo, para ocuparse preferentemente, en su mayoría, de las cosas
terrenales. Hoy da pena ver las iglesias vacías.
Y esta es la carta abierta que escribe el Curita de Navalón a su
Maestro de Convictorio don Pedro Maurí Rubio; y que yo no tengo duda
alguna de que fue escrita para que se publicase en el “botafumeiro” y fuese
conocida por la feligresía más cerrada de la población:
“Navalón, 16 de Septiembre de 1.956.
Mi querido y venerado D. Pedro: Dos meses hace que estoy en Navalón y ya me
parece que soy de aquí. Ya todo me es familiar. El pueblecito abierto y alegre; la gente
sencilla y cariñosa, los senderos que jugueteando entre pinares, barrancos y cañadas
llegan hasta los más alejados caseríos, me son conocidos.
El día 25 de Julio, festividad del Apóstol Santiago, llegué a esta mi Parroquia, la
fecha la vi como un símbolo. Y usted quedaba en el lecho del dolor pidiendo por mí.
A un padre le duelen como propias, las necesidades de sus hijos. Así me pasa a
mí. Y quiero para encontrar un poco de consuelo ser sincero con usted. Le cuento todas
estas cosas porque siempre usted ha sido comprensivo ante la necesidad.
Hace ya veinte años que el pueblo estaba sin sacerdote. Los últimos días de julio
de 1.936 vieron partir al último Vicario de la Parroquia. Querido, por todos tuvo que
abandonarlos y marchar a su pueblo. Y han seguido 20 años no solo de ausencia de
sacerdote sino de olvido por parte de casi todos. Muy pocos han sido los que se han
acordado durante este periodo de Navalón y, consecuentemente, hoy está peor que hace
veinte años. La causa de todo es la incomunicación al hallarse a veinticuatro kilómetros
de Enguera. Hoy la Parroquia que antes era filial, ha sido elevada a Curato
independiente, subsanando así todas las dificultades. Sobradamente conoce usted todas las necesidades materiales de mis queridos
feligreses. Hoy carecen de luz, telégrafo y teléfono, comunicación y demás servicios de
primera necesidad, que cualquier pueblecito tiene. No le exagero si le digo que el nivel
de vida es bajísimo. Sin miedo le diría que infrahumano. ¡Que poco necesita esta gente
para vivir!
En el aspecto religioso, puede usted imaginar. Todo el mal puede resumirse en
esta palabra, que sintetiza también las otras deficiencias: ignorancia. Esta es completa,
mucho más acentuada aún en los caseríos diseminados por la sierra y que distan dos,
tres y hasta cuatro horas del pueblo. Pero en compensación tienen una bondad natural
muy acentuada.
¿Que pienso hacer? Cristo empuja y a Él le pido me obligue a hacer todo cuanto
debo y mueva a aquellos que puedan ayudarme. Como sacerdote debo mirar
principalmente por sus almas, pero su cuerpo forma un todo indisoluble con ella y
trabajar por el bienestar de mis feligreses, por su mayor cultura, en una palabra por una
mayor elevación de todos ellos, darles más medios de salvación y es dar una mayor
expansión al evangelio.
(Y el curita peca en el párrafo anterior de no saber que para los santos y los mártires de la
iglesia sus almas y sus cuerpos no formaban un todo. Y si fueron mártires es porque despreciaron sus
cuerpos y prefirieron darlos al martirio antes que entregar sus almas).
De sobra sé que usted comparte todas mis inquietudes juveniles, pero quisiera
que otros también lo hicieran. Una iglesia, un salón para reunirnos todos, una
biblioteca -que todos los jóvenes saben leer y escribir correctamente- y otras muchas
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cosas ¡cuán necesarias son!. Yo haré cuanto esté en mis manos pero, solo, muy poco
puedo. Hasta el presente he encontrado ayuda en todas partes, en algunos hasta amor y
cariño por este bello rinconcito. El Ayuntamiento además de hacer algo, me ha
prometido otras cosas. Y el Arcipreste se desvive por ayudar cuanto puede. Pero mentiría si no le dijese que estoy muy contento con mi pueblecito, soy
completamente feliz. (Pero, se fue dos años después. En cuanto cumplió lo que le pidieron que hiciese, se fue a una
parroquia de Valencia a la que le debieron enviar como pago por los servicios prestados en Navalón,
porque ¡menudo ascenso!). Todos me quieren, hasta me miman. Son siempre los que primero responden
haciéndose cargo de las necesidades inmediatamente y si no hacen más es porque no
pueden. Prueba de ello es que ahora vamos a empezar la reconstrucción parroquial
y quedaría maravillado si le contara algunos gestos. Uno solo: a la salida del templo,
después de haber hablado en la Misa de lo
que proyecto, me entregó una persona las
únicas cinco pesetas que tenía en casa, con
destino a la reconstrucción de la Parroquia.
Por eso soy feliz porque mi trabajo está
descansando sobre sacrificios bellos, que un
día darán hermosos frutos. Así es
demasiado bonito trabajar.
Todo lo pongo en las manos de
Cristo, para que El, omnipotente, me guie,
proteja y aliente. Sin El solo, incomunicado,
pequeño…. Pero con El, como tantas veces
le he oído repetir, mayoría aplastante (que
es una expresión política, porque en lo
espiritual no se buscan mayorías
aplastantes. ¿Y quiénes son los
aplastados?).
Hasta mañana, en la Santa Misa. La
misma Hostia pequeña y pura en su iglesia
grande, restaurada y hermosa, que en mi pequeño Templo, con Aspecto de joven
envejecido. Y esto, ¿no es un consuelo? Cristo anda interesado en esta empresa y El
siempre triunfa. MIGUEL.”
Si se trata de una carta, aunque vaya dirigida a que la lea todo aquel que
sepa leer y escribir, debe contener una frase de despedida para la persona a
quien va dirigida. Pues como está a la vista, en el presente caso se
carece de despedida; seguramente y a mi modesto entender, porque, como
ya se ha dicho, está escrita para que la lean “los parroquianos de la
parroquia” y a su autor se le olvidó.