x v i n a v a l o n y su curato...

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1 X V I N A V A L O N Y SU CURATO INDEPENDIENTE JOSE ANTONIO SARRIÓN FERNANDEZ El capítulo de Navalón, bien podemos iniciarlo con la carta que el día 30 de Abril de l.952 escribe el Alcalde de Enguera, José Sarrión, al Gobernador Civil don Diego Salas Pombo y cuyo tenor literal es el siguiente: “Mi querido jefe y camarada: De conformidad con la conferencia telefónica que he tenido el gusto de mantener contigo, te manifiesto: La aldea de Navalón pertenece a este municipio y está formada por unos 750 habitantes, distribuidos unos 300 (sic) en núcleo semiurbano y el resto diseminados en distintas casas de campo a mayor o menor distancia unas de otras, teniendo perfectamente agrupadas la citada aldea unas 100 (sic.) casas. Dista de esta población 24 kilómetros, en pleno monte y con varias carreteras. Tiene planteados algunos problemas, pero el vital y que me gustaría, en la medida de lo posible, resolverles, mejor dicho que lo resolvieras tú, puesto que eres el único que lo puedes resolver, es el del alumbrado eléctrico, del que se carece, ya que sus otras pretensiones, como canalizaciones de riego, Médico y Sacerdote son de fácil realización”. El resto de la carta contiene el programa del viaje a esta Aldea y a la Casa Forestal, con el horario respectivo, por si deseaba hacer la correspondiente visita. ¿Qué extraña circunstancia lleva a un Gobernador a interesarse por la visita a una aldea de 200 habitantes en núcleo semiurbano? ¿A qué se debió este repentino interés del Gobernador Civil por Navalón?. Para mí solo encuentro uno, que queda reflejado en las dos cartas siguientes:

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X V I

N A V A L O N Y SU CURATO INDEPENDIENTE

JOSE ANTONIO SARRIÓN FERNANDEZ

El capítulo de Navalón, bien podemos iniciarlo con la carta que el día 30 de

Abril de l.952 escribe el Alcalde de Enguera, José Sarrión, al Gobernador

Civil don Diego Salas Pombo y cuyo tenor literal es el siguiente: “Mi querido jefe y camarada: De conformidad con la conferencia

telefónica que he tenido el gusto de mantener contigo, te manifiesto:

La aldea de Navalón pertenece a este municipio y está formada por unos

750 habitantes, distribuidos unos 300 (sic) en núcleo semiurbano y el resto

diseminados en distintas casas de campo a mayor o menor distancia unas de

otras, teniendo perfectamente agrupadas la citada aldea unas 100 (sic.) casas.

Dista de esta población 24 kilómetros, en pleno monte y con varias carreteras.

Tiene planteados algunos problemas, pero el vital y que me gustaría, en la

medida de lo posible, resolverles, mejor dicho que lo resolvieras tú, puesto

que eres el único que lo puedes resolver, es el del alumbrado eléctrico, del

que se carece, ya que sus otras pretensiones, como canalizaciones de riego,

Médico y Sacerdote son de fácil realización”.

El resto de la carta contiene el programa del viaje a esta Aldea y a la

Casa Forestal, con el horario respectivo, por si deseaba hacer la

correspondiente visita.

¿Qué extraña circunstancia lleva a un Gobernador a interesarse por la

visita a una aldea de 200 habitantes en núcleo semiurbano? ¿A qué se

debió este repentino interés del Gobernador Civil por Navalón?. Para mí

solo encuentro uno, que queda reflejado en las dos cartas siguientes:

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La primera dice así:

EL REPRESENTANTE DE LA DELEGACIÓN NACIONAL DE

DEPORTES DE F.E.T. Y DE LAS J.O.N.S. DE VALENCIA.-

Valencia, 31 Marzo 1.952 Camarada José Sarrión.

ENGUERA.-

Mi querido amigo y camarada: Según me informan de Navalón, han comenzado

a hacer las aceras de las casas, con una anchura de un metro, lo que supone una

importante mejora para el pueblo, si bien, dado lo grande de la plaza, creo que irían

mucho mejor más anchas, por lo que te ruego que me autorices, dentro de las normas

generales que hayáis acordado, pueda yo hacer las de mi casa con un metro cincuenta

centímetros, con lo que lejos de perjudicar al tránsito, mejoraría la estética.

Con el fin de no variar las ordenes que tengan recibidas los albañiles, te

agradeceré que me autorices para que no se hagan ahora las aceras correspondientes a la

fachada de mi casa, en la seguridad de que en el mes de Mayo o Junio las haré a base de

material que resista bien las heladas y de la medida de una cincuenta.

Te agradecería que me contestes a la mayor brevedad, con el fin de poder cursar

tu misma carta a Navalón y que sirva de orden para que se abstengan de hacer las aceras

de mi fachada.

Agradecido de antemano por cuanto hagas a este respecto, queda como siempre

tuyo buen amigo que te abraza,

Antonio Salinas. Rte. C/ Cirilo Amorós, 26. Valencia.

Esta carta tiene a mi modo de ver los siguientes puntos de reflexión:

Primero: Si al final pone un remite para la contestación, a que viene el

pomposo membrete con el que la encabeza. Y de la misma manera, si

además la encabeza con “Camarada” Jose Sarrión, que parece todo un

escopetazo, ¿Por qué, al despedirse, omite la palabra camarada? Pues yo lo

veo de esta manera y es que ¿tal vez?, piensa que, con el membrete y la

palabra “camarada”, coloca al pobre Alcalde en una situación de

inferioridad y que este se va asustar de la importancia que el remitente se

otorga a sí mismo y permitirá que se haga en la plaza un adefesio para

complacer a semejante personaje.

Segundo.- ¿En qué cabeza cabe pensar que por ser grande la plaza (que no

lo es), el hacer aceras de un metro, con la excepción de metro y medio para

una fachada de la misma se mejora la estética.

Tercero.- Dice que con el fin de no variar las órdenes recibidas por los

albañiles”. Y lo que pide es que lo varíe todo y le autorice para hacer en

Navalon “cuando y como” lo que le dé la gana.

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Cuarto.- Le pide, además, que cuando se hagan las aceras, se abstengan de

hacer las de su fachada porque él las hará en Mayo o Junio, y con mejores

materiales. Y esto es adivinar el futuro.

Quinto.- Y, si todo lo anterior no fuera bastante, le pide que le mande una

carta para que él la pueda remitir a su representante en Navalón para que

quede claro quién manda allí.

La contestación a la carta anterior dice así:

EL ALCALDE 3 de abril de 1.952.

DE ENGUERA Sr. D. Antonio Salinas Garcia-Nieto.

Valencia.

Mi querido amigo y camarada: En mi poder tu atenta carta de 31 de Marzo, que

hoy recibo, por la que te interesas acerca de las aceras en la Aldea de Navalon y en

la que tenéis una casa de vuestra propiedad.

La anchura de la acera en la plaza es de …. y

no de un metro como te han informado y, si bien no

llega su ancho a cubrir tu deseo de 1’50 metros,

como indicas, poca también es la distancia que nos

separa. Claro que, si bien a vosotros os es indiferente

el pagar más o menos, hay que contar también con

otros vecinos, de condición humilde, que no pueden

permitirse un acerado excesivamente ancho y hay

que armonizar deseos y necesidades para conseguir,

por otro lado, la debida estética de la obra. El deseo del Ayuntamiento, es hacer de la

manera más económica todas las obras y, en el

caso presente, procurar que los vecinos de

Navalón, que están afectados por estas

realizaciones, tengan la seguridad de que se les

administra honradamente y mirando siempre su

propio beneficio, por lo cual no se recurre a presupuestos extraordinarios, cuyo

montante de gastos tendrían que pagar, y se buscan todas las armonías para que

nadie tenga nada que reclamar. En lo que respecta a tu deseo de que se hiciese una excepción con la fachada de

tu casa, creo que no debes pedirlo, por cuanto el acerado debe estar hecho con la misma

uniformidad y no creo que tú lo puedas hacer más resistente y más económico.

Tiene el gusto de saludarte cordialmente tu amigo y camarada,

José Sarrión Sanmartín

Está claro que con esta carta mi padre hizo un amigo para el resto de

su vida y ofendió el amor propio del mismo, con algo tan sencillo como

unas pocas y claras palabras.

Como contestación a la carta del Alcalde, reproducida al principio,

de fecha 30-Abril-1.952, el Gobernador Civil le escribe el día uno de Mayo

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siguiente, concretando su viaje a Navalón, para el día siete del mismo mes,

y en el último párrafo de la carta dice, referido a Navalón, literalmente lo

siguiente: “Aprovechando este desplazamiento, tendría mucho gusto en conocer los

problemas que pudiera haber pendientes en aquel agregado de Enguera, y como

procuraría que nos acompañase el Inspector de Zona o algún mando provincial,

trataríamos ya de enfocar u orientar las peticiones necesarias para acometer su

resolución.

Afectuosamente te saluda brazo en alto: Fdo.: Diego Salas Pombo.

Navalón seguía sin avanzar, porque esa misma mañana habían estado

hablando de él, según se expresa en la carta de ese día escrita al Alcalde

por el Gobernador y cuyo tenor literal es el siguiente:

Mi querido amigo y camarada: Cuando esta mañana hablamos respecto al

alumbrado de Navalón, te indiqué que teníamos una carta de la señora maestra de

aquella aldea, en el que se hablaba del problema de la luz, pero por no haberla

despachado todavía desconocía exactamente su contenido. La carta se limitaba a

acompañar un escrito firmado por varios niños de la escuela en representación de sus

compañeros.

Es decir prácticamente no aporta ningún dato ni ayuda a enfocar la cuestión.

Como tú dijiste que ibas a enviar un presupuesto, lo que conviene es conocer

exactamente lo que se haya hecho sobre el particular, para orientar la gestión ya de

modo definitivo. Quizá la Diputación ayudara, tratándose de una aldea y siendo un

servicio público tan imprescindible como es el alumbrado. También puede recurrirse al

Instituto Nacional de Colonización que, en casos análogos, ha concedido subvenciones.

Un cordial abrazo de tu amigo y camarada. Firmado Diego Salas Pombo.

El día 30 de Junio de 1.953, “un gobernador inasequible al

desaliento”, toma la iniciativa y le escribe otra carta que dice así:

Mi querido camarada y amigo: De acuerdo con los términos de nuestra

conversación, me es grato, informarte que me he dirigido al Director de Hidroeléctrica

Española, preguntándole condiciones en que podría instalarse servicio de fluido

eléctrico en Navalón. Un cordial abrazo de tu amigo y camarada. Fdo.: Diego Salas

Pombo.

El contenido de esta carta demuestra que el Gobernador hace lo que

puede, tomando una iniciativa para solucionar (impulsado sibilinamente

por algunos sujetos que tiene a su alrededor) el problema de la luz en

Navalón y que, sin duda, no es precisamente el problema acuciante del

resto del vecindario natural de la Aldea. Y por tanto la pregunta es ¿Quién

se preocuparía de los otros 400 o 500 vecinos que vivían en al resto de la

Sierra y que tampoco tenían electricidad y que hoy, a la altura del año dos

mil y pico tampoco la tienen? Nadie, porque aquí de lo que se trataba era

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de complacer a un amigo y el resto de los enguerinos que se apretasen el

cinturón y que pagasen.

Veinte días después, el 20 de Julio de 1.953, le vuelve a escribir:

Estimado camarada: En

relación con tu interés por la

posibilidad de establecer suministro

de energía eléctrica para la Aldea de

Navalón, para tu conocimiento y a los

efectos correspondientes, te adjunto

copia de la carta que, con esta fecha,

recibo del Ilmo. Sr. Ingeniero

Director de Hidroeléctrica Española,

S. A. Brazo en alto te saluda, Fdo.:

Diego Salas Pombo.

Y esta es la copia de la

carta 17 de Julio de 1.953 que el

Gobernador recibió y trasladó a

mi padre:

HIDROELECTRICA ESPAÑOLA, S. A.

PARTICULAR

Valencia 17 Julio 1.953.

Excmo. Sr. D. Diego Salas Pombo.

Gobernador Civil. VALENCIA.

Mi querido y distinguido amigo: Correspondo a su grata carta del 30 de Junio

pdo., a la que no he contestado antes para conseguir la información que pudiera orientar

a usted acerca de las condiciones en que podría realizarse el suministro de fluido

eléctrico en Navalón, Aldea del Ayuntamiento de Enguera, cuya distancia a la cabeza de

término es de 24 kilómetros. Y 15 hasta Mogente.

Las líneas de alta tensión más próximas a dicha aldea son las de L.U.T.E., que

quedan en Mogente en situación de deficiencia en cuanto a la tensión, hasta que se

termine de construir la subestación de Játiva de 66000/10000 voltios, por lo que

recibirán una tensión más correcta.

Según me informan, el coste aproximado por kilómetro de la línea de 15 klms.

que habrá que construirse es de 35.000 a 40.000, es decir de 525 a 600.000 ptas. Y a

esto ha de añadirse el coste de la caseta y de la pequeña red que se precisa para el

suministro a las viviendas.

Si, además, se tiene en cuenta que los gastos de conservación de tan larga

línea serán considerables, y los ingresos no pueden cubrir esos gastos, veo muy

difícil que esta sea la solución del problema. Me permito sugerirle que, si se trata de una pequeña potencia, que se dedique

exclusivamente a las necesidades primarias de alumbrado, ¿no sería factible que esa

aldea montase un pequeño grupo de aceite pesado con su dinamo y batería? Sería una

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solución de momento, en espera de que por cualquier causa, ahora no prevista, quedasen

las líneas de alta tensión (10.000 v.) a una distancia más asequible de la aldea de

Navalón.

Quedo, como siempre, a su disposición, para cualquier información y le saluda

con todo respeto, su affmo. y buen amigo q.e.s.m.

Fdo.: José Suarez.

Y, por último, la carta del Alcalde de 27 de Julio de 1.953, en la que

se contiene un párrafo que hace referencia a la copia de Hidroeléctrica

Española que recibió en su día:

“La segunda (carta) se refiere a Hidroeléctrica Española, S.A. por la

que veo el coste que supondría dotar a Navalón de la Luz eléctrica. En

realidad me he equivocado extraordinariamente, pues yo creí que podría

resolverse con unas 200.000’- pesetas que, aunque cifra importante para

nuestra economía, hubiéramos tenido la posibilidad de llevarla a efecto con

este coste. Dejaremos para más exacto estudio este asunto y procuraremos

solucionarlo más adelante.

Te saluda con todo afecto, José Sarrión.

Pues a pesar de que queda bastante claro que el Alcalde, “lo más

diplomáticamente que puede” deja aparcado el asunto de la luz de Navalón,

porque no puede permitirse el lujo de gastarse la friolera de ochocientas mil

pesetas, o tal vez más, y correr además con los gastos de mantenimiento de

una línea deficitaria; pues todavía insiste en una nueva carta del día

siguiente 28 de julio de 1.953, que dice así:

“Acuso recibo de tu carta del 27 y a la vista de su contenido quedo ya en espera

de que me indiques el momento oportuno en que consideres conveniente o necesaria

alguna nueva gestión relacionada con el alumbrado de Navalón.

Cordialmente te saluda brazo en alto, Fdo.: Diego Salas Pombo.

Pero no se piense que el Alcalde tenía indiferencia con respecto a

Navalón. Lo que sucedía era que para él “lo que no era, no podía ser” o

como prefiera el lector: “lo que no podía ser, no era”. Y no aceptaba que

la política acabase siendo un embuste de palabras para conseguir medros

personales: “Hoy yo por ti y mañana tú por mí”. El Gobernador Salas que

estaba cortado por el mismo patrón que mi padre, en sus últimas cartas

como Jefe Provincial y Gobernador de Valencia, dejó bien claro todo lo

que mi padre había influido en él y había “afinado más” su ya buena forma

de actuar. Y un día, en una conversación sobre algún tema importante, mi

padre llevaba la contraria un poco fuerte y cuando se dio cuenta quiso

rectificar; y entonces el gobernador le cortó y le dijo textualmente: “No, no,

continua. Me alegro de que me lo digas porque tu influyes en mi pensamiento”.

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Tengo correspondencia con respecto a Navalón mantenida con un

señor de Valencia, llamado don Vicente Trullols que pasaba los veranos en

esta pedanía, y cuya esposa y sus tres cuñados eran propietarios del terreno

que el Alcalde quería comprar para construir casas en él. Esta familia se

apellidaba Quilis Lita. Y todo este asunto empezó a fraguarse por el año

1.947 en que José Sarrión fue nombrado alcalde de Enguera; y, después de

algunos años, solo se interesaron por las casas cuatro o cinco vecinos de

Navalón, con lo que tuvo que aparcar este asunto. Y así se acredita con

sendas cartas que el Alcalde escribió en el año 1.950

… … … … … … .

Pues, después de estar peleando siete u ocho años, no se pudo

realizar este proyecto porque al final de ese tiempo no se había conseguido

reunir, con “vecinos residentes en Navalón”, un número superior a cinco

solicitantes; por lo que hubo que desistir del mismo porque, de seguir

adelante las casas se hubieran convertido en “casas para veraneantes no

residentes en la aldea”, con lo que no se hubieran cumplido los requisitos

contemplados en la ley.

Pero mientras don Diego Salas Pombo fue Gobernador Civil y Jefe

provincial de Valencia, todos los postuladores de la Luz a Navalón

permanecieron callados y alguno que otro fingiéndose amigo de mi padre.

Pero como todo llega en esta vida, llegó también el momento en que don

Diego Salas Pombo fue destinado para ocupar la “Vicesecretaría General

del Movimiento”, segundo después del Ministro; y, con ello, mi padre

quiso dar por terminada su tarea al frente de los cargos públicos y

marcharse a su casa, porque, además del cansancio estaba su desilusión por

cómo estaba degenerado el régimen, ahogado por el amiguismo.

Y para él, este momento era el adecuado, porque con la lealtad y

confianza que habían procedido ambos recíprocamente, uno con el otro,

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era imposible que volviera a repetirse, ni mi padre quería repetirlo. Y a

pesar de ello, mi padre le había pedido en tres ocasiones el relevo, como en

otro capítulo se relatara.

Para ocupar el puesto, dejado vacante por don Diego Salas Pombo,

mandaron a Valencia una persona que venía del Gobierno Civil de Burgos,

ciudad pequeñita, en la que yo había pasado dos veranos, en donde sus

dotes de mando, seguramente se le habían anquilosado porque allí solo

había mandado y todo lo había hecho un teniente general de los pocos que

le hablaban de tú a Franco. El Gobernador en cuestión se llamaba Jesús

Posada Cacho, quien creo que era tan buena persona como incompetente,

porque el Gobierno Civil se lo llevaban entre su secretario particular y los

inspectores de zona, caciqueando.

Mi padre, que con el anterior había estado trabajando hombro con

hombro y sin intermediarios, no se adaptó a la nueva situación y aprovechó

un día en que se presentó a verle sin avisar, como le sucedía con el anterior,

y no pudo hablar con él, para plantearle la dimisión sin ningún miramiento,

de la que también se hablará en el capítulo dimisiones.

* * *

A partir de aquí vino lo que denominaré la “época del amiguismo”:

“tú por mí, yo por ti, y a vivir que son dos días”, que probablemente ya

existía en muchas partes de España, pero que mi padre empezó a conocerla

ahora. Y así, los de abajo haciendo todo lo que les pedían los de arriba, los

amigos de los de arriba y demás “astronautas”; y a escribir cuentos para

cubrir la realidad de sus servidumbres y sus deficiencias. Y como se le

pidió que continuara en los cargos, sin determinación de fecha pero con

fecha de caducidad, decidió que a partir de entonces iba a darles motivos

para que se decretase su cese; tratando, como había hecho antes,

directamente con el Gobernador, pero ignorando, dentro de lo posible, a los

intermediarios. Y ahí es donde empezó la conspiración de estos

coincidiendo con la conspiración de las sotanas que querían evitar que los

Carmelitas ocuparan el Convento. Y a todos estos se les juntaron otros

elementos auxiliares que encontraron o se agregaron.

El primero se apellidaba Jose Mª. Terrádez que, sabiendo el

ascendiente que mi padre tenía con el Gobernador Salas Pombo, se

inclinaba como una caña de pescar para ayudarle en lo que este necesitaba

del Departamento de Administración Local que dirigía. Y como muestra

dos cartas escritas a mi padre:

La primera de fecha 24 de Febrero de 1.954, como Jefe de la

Asesoría Municipal de FET y de las JONS. de la Provincia de Valencia

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“Estimado Camarada y amigo: Agradezco tu carta, tomo buena nota de tus

deseos y con todo interés nos ocuparemos de cuanto nos indicas El sábado evacuaré la

consulta del expediente del Grupo Escolar. Sirvan pues estas líneas como acuse de

recibo. No hay problemas de remuneración Es un deber ayudarte y sabes que se te

aprecia en este Departamento. Lo que pensabas gastarte lo dedicas en esa al Frente de

Juventudes. Te saluda brazo en alto Fdo.: Jose Mª. Terrádez Rodríguez.

La segunda, tres años más tarde, de fecha 19 de Febrero de 1.957,

(ya no estaba Salas Pombo de Gobernador en Valencia) se la escribe como

“Jefe de la Sección Provincial de Administración Local (Ministerio de la

Gobernación) y le dice en su primer párrafo:

“Querido amigo y camarada: Hace unos días me ocupé del proyecto de la

instalación del alumbrado de Navalón; por una parte (como excusa) como asunto

derivado de la Junta de Autoridades y Mandos, y de otra (la verdadera causa) por el

interés reiterado que se me ha manifestado por varios amigos a quienes deseo

complacer.”

¿Habían cambiado las cosas o no? Porque, seguramente, tres o cuatro

años antes, este párrafo y lo demás de la carta le hubiera costado el puesto;

mejor dicho, no se hubiera atrevido a escribirlo. Pero había llegado “la hora

de los amigachos a pecho descubierto”, y no pasaba nada. Pero, a pesar de

ese derroche de prepotencia, la luz tardó diez años más en llegar a

Navalón; vencida ya la mayor parte del año 1.967. Y es que muchos de

estos héroes, todo era hinchar el pecho y solo conseguían reunir un poco de

aire.

Y ¿por qué don Diego Salas Pombo había insistido tanto sobre la luz

de Navalón? Pues porque cuando se trató del pozo del Charral vio como mi

padre le pidió que insistiera y recomendara la gestión en determinados

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puntos y el Alcalde también lo hacía; y además actuaba por su cuenta,

haciendo gestiones particulares con amigos suyos. Por ello, llegó a pensar

que, si mi padre quería, la luz llegaría a Navalón. Pero no se dio cuenta de

que en Enguera mi padre tenía asuntos pendientes que resolver, que eran de

mayor necesidad y que afectaban a mayor número de personas y no a

simples amigos. Y esa era la verdad: que el Alcalde en los años cuarenta y

cincuenta estaba administrando la pobreza de un Ayuntamiento para cubrir

muchas necesidades. Y también hay cartas que lo demuestran.

Otro elemento, era el Inspector de Zona, se apellidaba Monzó

Francés, venía a Enguera a caciquear, supongo que en los demás sitios

también lo hacía, y tenía un amigo curita en Enguera, con funciones de

vicario, que alquiló un piso del Ayuntamiento y no quiso pagar el alquiler,

porque decía que era “hijo de caído”, y aún presumía de que si el

Ayuntamiento trataba de cobrarlo “con la iglesia hemos topado Sancho”. Y

a esto le llamaban Nacional Catolicismo.

Y por último en lugar destacado pasaremos a examinar a un

personajillo que denominaremos el curita de Navalón. A este lo trajeron

desde el Palacio Arzobispal, para armar todo el “follón” que pudiera para

cansar al Alcalde y que éste presentase su dimisión y les dejase libre el

camino, y poder decir que se ha ido porque le ha dado la gana. Ahora va a

actuar a su libre albedrio y si quieren que lo echen que es lo que necesitan

que ocurra para hacer lo que en todo momento sean sus deseos. Es decir,

poner a persona servicial que hiciese olvidar que los Carmelitas querían

venir y que se terminase ese problema para el Cura Párroco y para el

Palacio Arzobispal. Y así: escuetamente estos son los hechos que más tarde

se desarrollarán:

Primero.- Los regidores de la Iglesia Valenciana decidieron (no

creo que fuese por ciencia infusa, ni por “soplo divino”) convertir la

Iglesia de Navalón, filial de la Parroquia de Enguera, en un “Curato

independiente” y mandaron a regir dicho Curato a un curita llamado

Miguel Lluch Cerezo. El curato independiente duró el tiempo justo para

que este curita hiciese sus “barrabasadas políticas consentidas”, y estas no

implicasen a quienes de otra forma y aún con la independencia formal,

estaban por encima de él y que sería muy difícil que la gente no les señalara

como cómplices, cuando no instigadores y si responsables de sus mentiras

y trapicheos.

Segundo.- Este curita, cantada su primera misa, estuvo un año (de

convictorio) recibiendo las sabias lecciones del anterior cura párroco de

Enguera don Pedro Maurí Rubio; quien, además de sus lecciones

sacerdotales y eclesiásticas, debió instruirle en los bienes y los males que

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se iba a encontrar en Enguera y Navalón y de cómo debía proceder ante

ellos.

Tercero.- El curita en cuestión dio tales pruebas de aprovechamiento

de las lecciones recibidas que, cumplidos los dos meses de su estancia en

Navalón, ya había pedido una moto para sus desplazamientos (que el

Alcalde no le quiso comprar en beneficio del alma del curita, para

que se fuese ganando el cielo a base de penitencia). Y además había escrito

una carta abierta a su maestro de convictorio, cantando y contando, para

que todo el mundo conociese, su convivencia con los habitantes de la Sierra

Enguerina. La mencionada carta, para mí “modelo de hipocresía” y de

“programa político” fue publicada en el “Botafumeiro de la Parroquia”, ya

que, con este fin debió ser escrita, porque el contenido de la misma, cuando

se refleja una verdad de sentimientos,

tiene su verdadero valor en su

transmisión en la intimidad. Creo que

hubiera sido maravilloso escuchar la

lectura de esta “carta-propaganda”, entre

los pinos de Navalón y teniendo como

fondo la Sexta de Beethoven.

Cuarto.- Pero como el tiempo es

un testigo incorruptible, nos reseña que

el Rvdo. Curita, cumplidos dos años de

su estancia con su “amada feligresía” de

Navalón, cuya Aldea quiso y trató de

independizar, dotándola con montes

propiedad de los enguerinos; ya había

sido trasladado, quizá por “méritos de

guerra”, a la parroquia de San

Fernando de Valencia. Lo que no he

podido averiguar es si se llevó la moto que debió comprarle el nuevo

Alcalde de Enguera.

Quinto.- Algún tiempo después; cumplido el objetivo propuesto de

propiciar el cambio en la Alcaldía de Enguera, que yo creo que también

tenía un afán económico ya que, al mismo tiempo desaparecía el problema

del Convento de los Carmelitas; se acabó la historia del “Curato

Independiente· y la Iglesia de Navalón se reintegró a su situación anterior

de dependencia de la parroquia de Enguera. Es una pena que, habiendo

dispuesto, los hombres de la Iglesia, de cuarenta años para ganarse el

corazón de las personas con su ejemplo y sacrificio, emplearan su tiempo

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con egoísmo, para ocuparse preferentemente, en su mayoría, de las cosas

terrenales. Hoy da pena ver las iglesias vacías.

Y esta es la carta abierta que escribe el Curita de Navalón a su

Maestro de Convictorio don Pedro Maurí Rubio; y que yo no tengo duda

alguna de que fue escrita para que se publicase en el “botafumeiro” y fuese

conocida por la feligresía más cerrada de la población:

“Navalón, 16 de Septiembre de 1.956.

Mi querido y venerado D. Pedro: Dos meses hace que estoy en Navalón y ya me

parece que soy de aquí. Ya todo me es familiar. El pueblecito abierto y alegre; la gente

sencilla y cariñosa, los senderos que jugueteando entre pinares, barrancos y cañadas

llegan hasta los más alejados caseríos, me son conocidos.

El día 25 de Julio, festividad del Apóstol Santiago, llegué a esta mi Parroquia, la

fecha la vi como un símbolo. Y usted quedaba en el lecho del dolor pidiendo por mí.

A un padre le duelen como propias, las necesidades de sus hijos. Así me pasa a

mí. Y quiero para encontrar un poco de consuelo ser sincero con usted. Le cuento todas

estas cosas porque siempre usted ha sido comprensivo ante la necesidad.

Hace ya veinte años que el pueblo estaba sin sacerdote. Los últimos días de julio

de 1.936 vieron partir al último Vicario de la Parroquia. Querido, por todos tuvo que

abandonarlos y marchar a su pueblo. Y han seguido 20 años no solo de ausencia de

sacerdote sino de olvido por parte de casi todos. Muy pocos han sido los que se han

acordado durante este periodo de Navalón y, consecuentemente, hoy está peor que hace

veinte años. La causa de todo es la incomunicación al hallarse a veinticuatro kilómetros

de Enguera. Hoy la Parroquia que antes era filial, ha sido elevada a Curato

independiente, subsanando así todas las dificultades. Sobradamente conoce usted todas las necesidades materiales de mis queridos

feligreses. Hoy carecen de luz, telégrafo y teléfono, comunicación y demás servicios de

primera necesidad, que cualquier pueblecito tiene. No le exagero si le digo que el nivel

de vida es bajísimo. Sin miedo le diría que infrahumano. ¡Que poco necesita esta gente

para vivir!

En el aspecto religioso, puede usted imaginar. Todo el mal puede resumirse en

esta palabra, que sintetiza también las otras deficiencias: ignorancia. Esta es completa,

mucho más acentuada aún en los caseríos diseminados por la sierra y que distan dos,

tres y hasta cuatro horas del pueblo. Pero en compensación tienen una bondad natural

muy acentuada.

¿Que pienso hacer? Cristo empuja y a Él le pido me obligue a hacer todo cuanto

debo y mueva a aquellos que puedan ayudarme. Como sacerdote debo mirar

principalmente por sus almas, pero su cuerpo forma un todo indisoluble con ella y

trabajar por el bienestar de mis feligreses, por su mayor cultura, en una palabra por una

mayor elevación de todos ellos, darles más medios de salvación y es dar una mayor

expansión al evangelio.

(Y el curita peca en el párrafo anterior de no saber que para los santos y los mártires de la

iglesia sus almas y sus cuerpos no formaban un todo. Y si fueron mártires es porque despreciaron sus

cuerpos y prefirieron darlos al martirio antes que entregar sus almas).

De sobra sé que usted comparte todas mis inquietudes juveniles, pero quisiera

que otros también lo hicieran. Una iglesia, un salón para reunirnos todos, una

biblioteca -que todos los jóvenes saben leer y escribir correctamente- y otras muchas

Page 13: X V I N A V A L O N Y SU CURATO INDEPENDIENTEbiblioteca.fundacionlasierra.org/sites/default/files/Enguera_8.pdf · uniformidad y no creo que tú lo puedas hacer más resistente y

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cosas ¡cuán necesarias son!. Yo haré cuanto esté en mis manos pero, solo, muy poco

puedo. Hasta el presente he encontrado ayuda en todas partes, en algunos hasta amor y

cariño por este bello rinconcito. El Ayuntamiento además de hacer algo, me ha

prometido otras cosas. Y el Arcipreste se desvive por ayudar cuanto puede. Pero mentiría si no le dijese que estoy muy contento con mi pueblecito, soy

completamente feliz. (Pero, se fue dos años después. En cuanto cumplió lo que le pidieron que hiciese, se fue a una

parroquia de Valencia a la que le debieron enviar como pago por los servicios prestados en Navalón,

porque ¡menudo ascenso!). Todos me quieren, hasta me miman. Son siempre los que primero responden

haciéndose cargo de las necesidades inmediatamente y si no hacen más es porque no

pueden. Prueba de ello es que ahora vamos a empezar la reconstrucción parroquial

y quedaría maravillado si le contara algunos gestos. Uno solo: a la salida del templo,

después de haber hablado en la Misa de lo

que proyecto, me entregó una persona las

únicas cinco pesetas que tenía en casa, con

destino a la reconstrucción de la Parroquia.

Por eso soy feliz porque mi trabajo está

descansando sobre sacrificios bellos, que un

día darán hermosos frutos. Así es

demasiado bonito trabajar.

Todo lo pongo en las manos de

Cristo, para que El, omnipotente, me guie,

proteja y aliente. Sin El solo, incomunicado,

pequeño…. Pero con El, como tantas veces

le he oído repetir, mayoría aplastante (que

es una expresión política, porque en lo

espiritual no se buscan mayorías

aplastantes. ¿Y quiénes son los

aplastados?).

Hasta mañana, en la Santa Misa. La

misma Hostia pequeña y pura en su iglesia

grande, restaurada y hermosa, que en mi pequeño Templo, con Aspecto de joven

envejecido. Y esto, ¿no es un consuelo? Cristo anda interesado en esta empresa y El

siempre triunfa. MIGUEL.”

Si se trata de una carta, aunque vaya dirigida a que la lea todo aquel que

sepa leer y escribir, debe contener una frase de despedida para la persona a

quien va dirigida. Pues como está a la vista, en el presente caso se

carece de despedida; seguramente y a mi modesto entender, porque, como

ya se ha dicho, está escrita para que la lean “los parroquianos de la

parroquia” y a su autor se le olvidó.