wolton, dominique - salvemos la comunicación

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  • rSALVEMOS LA COMUNICACIONAldea global y cultura.

    Una deiensa de los valores democrticosy la cohabitacin mundial

    Dominique Wolton

  • Ttulo del original francs:JIJaut sauver la communication ditions Flammarion, Pars,2005

    Diseo de cubierta: Chufa

    Traduccin: Margarita Polo

    Primera edicin: abril de 2006, Barcelona

    Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

    Editorial Gedisa, S.A.Paseo Bonanova, 9 1o~1a08022 Barcelona, EspaaTe!.93 253 09 04Fax 93 253 09 05Correo electrnico: [email protected]://www.gedisa.com

    ISBN: 84-9784-120-4Depsito legal: B. 22077-2006

    cultura LibreImpreso por Romany/VallsVerdaguer, 1. 08786 Capellades (Barcelona)

    Impreso en EspaaPrinted in Spain

    Queda prohibida la reproduccin total o parcial por cualquier medio de impresin,en forma idntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma.

  • ndice

    Prefacio .Introduccin .

    Comunicar no es unjuego de nios .De la aldea global a la torre de Babel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

    1. El siglo de la comunicacin .Nacimiento del sujeto .

    LA autoridad negoaada .Solo y multiconectado .

    El triunfo del receptor .C . de ink .,meo tipos e lnJormactOtl .Seis mil millones de identidades .

    El conflicto de las legitimidades .La informacin .La alcin .El conocimiento .

    Bibliografa .

    2. La comunicacin y sus enemigos .La sociedad del espectculo .

    Narciso en el espejo... . .Lo que dice la telerrealidad .

    Las lites y la universidad .LA nueva disputa entre antiguos y modernos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Los conceptos blandos .

    La ideologa tcnica .El progreso nose detiene }>

    9131518

    232526282932343540434448

    515253555759637172

  • 8SALVEMOS LA COMUNICACIN

    Las cinco contradicciones de la sociedad de la informacin . . . . . . . . . . . .. 77Bibliografa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82

    3. Libertad, igualdad comuuicacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87Los comunicadores 89

    Los nuevos oficios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 91Comunicacin y trabajo _. . . . .. 94

    Comunicacin poltica 98El retomo de lo social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 98El nuevo espacio pblico 101Medios y sociedad 105

    La tercera rnundializacin 109Informacin}' comunicacn . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 111Respetar la diversidad cultural 117

    Bibliografa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 121

    4. Pensar la incomunicacin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 125Un nuevo estatus para el otro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 12Y

    Revalorizar la identidad colectiva 131La revancha de laJ

  • Prefacio

    Cuando, hacia 1975, comenc a interesarme por los mbitos de la infor-mtica, las telecomunicaciones y la produccin audiovisual, no saba queestaba abrieudo la caja de Pandora de una de las cuestiones ms impor-tantes del siglo XXI: la de la comunicacin.

    Siempre me haba interesado ms lo que las sociedades y las culturashacen con las tcnicas que las tcnicas mismas, pero an no podia ima-ginar el impresionante efecto que tendra el perfeccionamiento de lasherramientas en la historia de los hombres. En menos de cien aos, fue-ron inventados, y democratizados, el telfono, la radio, la prensa para elpblico general, el cine, la televisin, el ordenador, las redes, lo que mo-dific definitivamente las condiciones de los intercambios y las relacio-nes, redujo las distancias y permiti concretar la ansiada aldea global.

    La palabra escrita, el sonido, la imagen y los datos hoy estn omnipre-sentes y dan la vuelta al mundo en menos de un segundo.Todos, o casi to-dos, vernos, sabernos todo acerca del mundo. Ello constituye una rupturaconsiderable en la historia de la humanidad, cuyas consecuencias an nohemos llegado a calibrar. Pensarnos, de buena fe, que esos cambios traeranal fin algo ms de paz entre los pueblos, pero, lamentablemente, el hechode que el extranjero, el otro, se haya vuelto ms visible no implica que lacomunicacin y la comprensin mutua hayan mejorado, El avance de lascomunicaciones no impide las barbaries de Ruanda, Kosovo, Irak ...

    La aldea global es, sin duda, una realidad, pero no reduce las desi-gualdades, ni las tiranas, ni la violencia, ni las mentiras. Los hombres ma-tan y mienten, en la transparencia, COU10 lo hacan antao en la oscuri-dad y el secreto. La intolerancia y el ansia de poder crecen sin dificultada la sombra de los satlites y de las redes.

  • SALVEMOS LA COMUNICACIN10 ----------------------

    Por ello, el reto que hoy nos plantea la comunicacin, el que exami-no desde Penser la communication (1997), es el de intentar comprenderbajo qu condiciones los valores democrticos de la comunicacin pueden,o no, imponerse a las tcnicas omnipresentes. En otras palabras, cmoreconciliar la realidad tcnica y econmica de la comunicacin con sudimensin social, cultural y poltica?

    S, salvar la comunicacin es, ante todo, preservar su dimensin hu-manista: lo esencial de la comunicacin no son las tcnicas, los usos o losmercados, sino la capacidad de vincular herramientas cada vez ms efi-caces a valores democrticos, como hemos visto con el inmenso movi-miento de solidaridad mundial que se gener a raz del tsunami que seprodujo, en diciembre de 2004, en Asia meridional.

    Desde hace treinta aos, la mundializacin hace que esa reflexin seams urgente. En este texto, me propongo continuar y profundizar el tra-bajo iniciado en La otra mundializacin (2004) acerca del lugar de la co-municacin y de lo que he llamado el tringulo infernal de la identi-dad, la cultura y la comunicacin. Tras haber demostrado la importanciade la cultura y la comunicacin en la mundializacin, quisiera tratar deexplicar por qu la comunicacin, triunfante en apariencia, es en reali-dad frgil, y est incluso amenazada, independientemente de su escala, in-dividual o colectiva, en las relaciones humanas, familiares, sociales y,aho-ra, mundiales. Omnipresente, es sin embargo poco legtima y sospechosa,como si finalmente hubiera vencido en los hechos y no en el orden delos valores. En verdad se puede y se quiere hoy en da salvar la comu-nicacin y continuar afirmando a viva voz los ideales humanistas y de-mocrticos que han guiado su desarrollo? No es cuando menos sor-prendente que se pretenda luchan> contra la tirana de la comunicaciny que se desconfe de ella, al tiempo que se la reivindica? A qu se debeesa diferencia cada vez ms pronunciada entre su prctica y su desvalori-zacin?

    Al igual que la democracia, la comunicacin sufre a veces desvos.Pero, en el caso de la democracia, no se considera que esos desvos lapongan en entredicho, mientras que, en el de la comunicacin, se ve enellos una prueba del carcter dudoso del concepto. Dos pesos. Dos me-didas. Los desvos de la comunicacin no invalidan en mayor medida elideal normativo que la sostiene, que lo que los desvos de la democraciainvalidan la democracia. Por qu se aceptan las contradicciones de lademocracia y no las de la comunicacin?

  • PREFACIO11

    Salvar la comunicacin en la era de la mundializacin significa tomaren serio el ideal universal que conlleva, desde hace un siglo, esa aspira-cin a ampliar sin cesar el horizonte del mundo y las relaciones. La mun-dializacin slo podr evitar su propia caricatura si se mantiene fiel aciertos valores, entre ellos los de la comunicacin. Curiosamente, los tr-minos de libertad, ignaldad, fraternidad y solidaridad estn en el pantendel pensamiento democrtico, pero nunca el de comunicacin, que sinembargo es central en toda experiencia humana y social.

    Tal vez porque se trata de la actividad ms cotidiana, ms trivial, perotambin ms exigente, y porque la manera de mantenerse alejados de eseideal, tan dificil de alcanzar, consiste en desvalorizarlo constantemente.

    En este libro, trataremos de mostrar la fragilidad extrema de la co-municacin, tan slo porque no hay comunicacin sin respeto del otro,y no hay nada ms dificil que reconocer al otro como un ignal, sobretodo si no se le comprende. En este sentido, trataremos de destacar laimportancia de la comunicacin para la paz y la convivencia de las per-sonas y las sociedades. As como su papel capital para humanizar el pro-ceso inquietante de la mundializacin. Nuestras sociedades ya no pue-den eludir la reflexin de fondo sobre el lugar de la comunicacin. Esacuestin es poltica, ms que tcnica y econmica. 0, para decirlo deotro modo: lo ms facil de la comunicacin, como experimentamos enla vida cotidiana, se relaciona con la tcnica y los mercados, mientras quelo ms complicado se relaciona con los hombres y las sociedades. Porello, despus de treinta aos de dominacin de la visin tcnica y eco-nmica, es necesario, incluso indispensable, revalorizar una visin huma-nista y politica, es decir, democrtica. Nunca se repetir suficientemen-te: detrs de las redes y los satlites, hay personas y sociedades, culturas ycivilizaciones. Eso lo cambia todo y explica la importancia y la comple-jidad de la comunicacin, que es bastante ms que mercadotecnia o ma-nipulacin.

    Por otra parte, mi generacin ha vivido tres rupturas que deberanhaber llamado la atencin sobre la importancia de la informacin y lacomunicacin. Se trat, en primer lugar, del movimiento de liberacinde la persona que, de las costumbres a las relaciones tanto entre hombresy mujeres como familiares, reformul por completo las condiciones delas interacciones humanas. Luego, en el plano poltico, tuvieron lugar elfin del enfrentamiento Este-Oeste y la apertura del mundo a s mismo,una apertura de la que la mundializacin econmica no es sino un as-

  • SALVEMOS LA COMUNICACIN12 ----------------------

    pecto que coloca en e! centro de un mundo ahora multilateral la obliga-cin de un mnimo de comprensin y respeto mutuos. Por ltimo, e!surgimiento de la mayor plataforma democrtica de! mundo, la de Euro-pa, que hoy tiene veinticinco socios y espera ms, y de la que todos sa-bemos que, ms all de la econona y la poltica, slo podr ser exitosa silos pueblos logran una mayor capacidad de comunicarse y de convivir.

    Tres rupturas considerables, acaecidas en menos de cincuenta aos,que, en escalas diferentes de la experiencia humana, colocan la comuni-cacin en e! centro de los retos y los peligros.

    Salvar la comunicacin significa, pues, mostrar que no habr huma-nidad si no se encara la batalla de la comunicacin en todas sus dimen-siones y contradicciones. Por otra parte, existe alguna sociedad sin con-tradicciones? Las contradicciones de la comunicacin, como las de lademocracia, forman parte de la Historia, y no impiden ni los ideales nilas utopas, sino todo lo contrario.

  • Introduccin

    Por qu salvar la comunicacin? Parece tan trivial, tan cotidiana, quecreemos que no hay nada que decir al respecto. La comunicacin escomo la vida. Es levantarse, mirar, hablar, encender la radio, e! televisor,e! ordenador, leer, hablar por telfono. Cul es e! problema? se.justa-mente. La idea de que no hay problema. La comunicacin parece tan na-tural que, a priori, no hay nada que decir sobre ella.Y sin embargo, no esfcil lograrla ni reiniciarla.

    La comunicacin es siempre un intento de relacionarse, de compartircon los dems. Atraviesa todas las actividades (ocio, trabajo, educacin,poltica) y concierne a todos los medios y clases sociales, a todas las eda-des, a todos los continentes, a ricos y a pobres. Es, a la vez, smbolo de li-bertad, democracia, apertura, emancipacin y consumo, en resumen, demodernidad. Hoy todo e! mundo quiere comunicarse y acceder a las he-rramientas ms eficaces; todo e! mundo quiere experimentar esa bs-queda del otro que es, ante todo, la comunicacin.

    Ms que e! ordenador o que Internet, e! teiiono mviles e! que me-jor simboliza esa revolucin de la comunicacin en que e! otro siem-pre est presente. Ese xto inaudito, imprevisible en 1990, y hoy mun-dial, con ms de 1.700 millones de telfonos mviles, nos recuerda quee! centro de la comunicacin humana es e! intercambio individual, queen este caso pasa por la voz. La primera pregunta que uno hace al re-cibir una llamada es: Dnde ests?. Pregunta privada, en cierto sen-tido afectiva: como si la inmediatez de! mensaje despistara, como si ne-cesitramos reincorporar las dimensiones de tiempo y espacio. Unoquiere saber dnde estn los que uno quiere, y luego saber qu estnhaciendo.

  • SALVEMOS LA COMUNICACIN14

    En esa facilidad de la comunicacin se manifiesta tambin cierta ca-pacidad de inteligencia y de accin. Saber utilizar las tcnicas es, para mi-llones de individuos, el signo de una emancipacin y de una mayorigualdad social: puedo, s hacer, manejo (en parte) mis relaciones y miconexin con el mundo. Esa habilidad y ese uso son reconfortantes, so-bre todo porque a menudo conciernen a quienes sienten que han sidoabandonados por la sociedad.

    La comunicacin es, pues, un derecho de todos, una suerte de servi-cio pblico de la vida, con dos dimensiones complementarias. Comunicar-se es, ante todo, expresarse: tengo algo que decirte, tengo derecho a de-cir. .. . Todo el mundo tiene algo para decir y el derecho a expresarse.Pero expresarse no alcanza para garantizar la comunicacin, pues se dejapor completo de lado la segunda condicin de la comunicacin: saber siel otro escucha y si est interesado por lo que digo ... y luego, si respon-de, es decir, si tambin se expresa, saber si estamos preparados para escu-charlo. En resumen, aunque sea percibida como una reivindicacin, unalibertad y un derecho legtimo, la expresi6n no es sino el primer mo-mento de la comunicacin. El segundo momento, la construccin de larelacin, es, evidentemente, ms complicado, tanto en el plano personalcomo en los planos familiar, profesional, poltico y cultural. Sin embar-go, lo que habr que profundizar es esa segunda etapa. A medida que seperfeccionan las tcnicas, la cuestin del feedback, de la retroalimenta-cin, se vuelve ms importante. La revolucin de la comunicacin, y staes toda la diferencia respecto de la informacin, es la consideracin delreceptor. Los otros, los receptores del mensaje, hoy estn ms presentes,pero tambin son ms diferentes y exigentes, con sus mltiples identida-des, estilos y vocabularios. Por ello, la comunicaci6n conlleva un doble desafio:aceptar al otro y defender la propia identidad. En el fondo, la comunica-cin plantea la cuestin de la relacin entre uno y el otro, entre uno y elmundo, lo que la vuelve indisociable de la sociedad abierta, de la mo-dernidad y de la democracia. Aunque en la actualidad prevalecen la eco-noma y las tcnicas, nunca se debe perder de vista la perspectiva antro-polgica y ontolgica de la comunicacin.

    Comunicar es ser, es decir, buscar la propia identidad y la autonoma.Tambin es hacer, es decir, reconocer la importancia del otro, ir hacia l.Comunicar es, asimsmo, actuar. Pero tambin es admtir la importanciadel otro, por ende reconocer nuestra dependencia de l y la incertidum-bre de ser comprendidos por l. Por lo tanto, no sorprende que se man-

  • INTRODUCCIN15

    tenga bajo sospecha la comunicacin a distancia, que se la suponga pocoautntica, manipuladora. En efecto, se teme su falta de autenticidad, so-bre todo porque se deseara poder ser odo por el otro y, si es posible, in-fluir en l. As, todos vacilamos permanentemente entre la bsqueda dela libertad y las mentiras a medias. Y ese juego oscilatorio no se detienejams; privilegia, segn los momentos, la voluntad de ser escuchado y lade querer influir en el otro, as como la aceptacin de lo que este otrotiene que decir.

    Comunicar no es un juego de nios

    Esto explica la complejidad real de toda situacin de comunicacin. staresulta, como he dicho en varias ocasiones, de la mezcla inextricable dedos dimensiones: una normativa y otra funcional. La dimensin normativaremite al ideal de la comunicacin: informar, dialogar, compartir, com-prenderse. La dimensin funcional, como indica su nombre, ilustra el he-cho de que, en las sociedades modernas, muchas informaciones son, sim-plemente, necesarias para el funcionamiento de las relaciones humanas ysociales. Para vivir, trabajar o desplazarnos, todos necesitamos un buennmero de informaciones prcticas, y esas informaciones, tiles para lavida cotidiana y para la sociedad, son muy distintas del ideal de la com-prensin mutua. Esas dos dimensiones de la comunicacin funcionan ala manera de un modelo de doble hlice, como el de los genes, en un pro-ceso dinmico y continuo. Esas dos dimensiones, normativas y funciona-les, remiten, por otra parte, a los dos sentidos del trmino comunica-cin. El primero, el ms antiguo (siglo XIV), vinculado a la dimensinnormativa, significa compartir, comulgan>, en la tradicin judeocristia-na. El segundo, a partir del siglo XVI, vinculado al progreso tcnico, re-mite a la idea de transmisin y difusin.

    Todas las situaciones de comunicacin entremezclan estas dos dimen-siones. No existe, por un lado, la comunicacin humana, que sera nor-mativa, y,por otro, la de la tcnica, que sera funcional. Muchas relacio-nes humanas y sociales pueden ser estrictamente funcionales, mientrasque la tcnica de la comunicacin, del telfono a la radio, de la televisina Internet, permiten, por supuesto, intercambios ms autnticos.

    Esa doble hlice remite tambin a la diferencia entre informacin ycomunicacin. Durante mucho tiempo ambos trminos han sido sin-

  • 16SALVEMOS LA COMUNICACIN

    nimos.Ya no lo son. Independientemente del soporte, la informacin si-gue estando vinculada al mensaje. Informar es producir y distribuir men-sajes lo ms libremente posible. La comunicacin, en cambio, supone unproceso de apropiacin. Es una relacin entre el emisor, el mensaje y elreceptor. De modo que comunicar no es tan slo producir informaciny distribuirla; tambin es estar atentos a las condiciones en que el recep-tor la recibe, la acepta, la rechaza o la remodela en funcin de su hori-zonte cultural, poltico y filosfico, as como su respuesta a ella. La co-municacin es siempre un proceso ms complejo que la informacin,pues se trata de un encuentro con una devolucin, por ende, con unriesgo. Transmitir no es sinnimo de comunicar. Entre ambos trminos siem-pre se interpone el receptor, cuyo papel naturalmente se vuelve cada vezms decisivo con la mundializacin y el nmero creciente de mensajesproducidos y distribuidos.

    Hoy en da, dos fenmenos importantes complican esa relacin. Seintercambian cada vez ms mensajes y, con la mundializacin, hay cadavez ms receptores. Los riesgos de incomunicacin son, pues, cada vez mselevados. Ya no hay un vnculo directo, como hubo durante muchotiempo, entre aumento del volumen de la informacin y aumento de lacomunicacin. Asistimos, en cambio, a una suerte de disyuncin entre in-formacin y comunicacin. Para comunicar, ya no basta con informar.El receptor es cada vez ms autnomo y crtico, aunque ello no se per-ciba inmediatamente. E incluso ese aumento del volumen de la infor-macin da lugar, a su vez, a una comunicacin ms dificil. Es por tantonecesario revisar todo el esquema de informacin/comunicacin querigi desde el siglo XVI hasta el xx.

    Adems, para hablar de comunicacin, tambin se debe tener encuenta los tres mbitos donde se despliega. El ms visible, el que ha co-nocido los cambios ms espectaculares, es el mbito tcnico. El segundo,en plena expansin, se relaciona con la economa. El tercero, el menos vi-sible pero el ms importante por su duracin, se relaciona con la dimen-sin social y cultural de la comunicacin.

    No se comunica de la misma manera en el norte y en el sur, en eleste y en el oeste. Si bien las herramientas son idnticas, los modelos cul-turales y sociales son diferentes. Cuantos ms mensajes circulan, mayor esel imaginario que se moviliza. La informacin no reduce la parte de laimaginacin, sino que la aumenta en funcin de los contextos de recep-cin. De modo que lo que se necesita revisar es toda una concepcin ra-

  • INTRODUCCIN17

    cional de la informacin. Se plantea, sin duda, una paradoja: la cantidadcreciente de mensajes intercambiados pone de manifiesto ms ntida-mente la heterogeneidad social y cultural de los procesos de comunica-cin. Cuanto ms se mundalizan los mensajes, ms se afirman las dijfrenciasculturales. El riesgo es, evidentemente, e! desfase creciente entre la dimen-sin tcnica y econmica de la comunicacin, por un lado, y la dimensinsocial y cultural, por otro. Seis mil millones y medio de ordenadores no al-canzaran en absoluto para permitir una mayor comunicacin entre laspersonas. Cuanto ms fciles son los intercambios desde e! punto de vis-ta tcnico, ms esenciales y difciles de reunir son las condiciones cultu-rales y sociales necesarias para que la comunicacin sea algo ms que unamera transmisin de informacin. Es lo que he llamado, para Internet, e!riesgo de las soledades interactivas. En otras palabras, cuantos msmensajes hay en circulacin, ms problemas surgen. Entre ellos e! de lascondiciones que deben reunirse para un mnimo de comunicacin au-tntica o e! de! respeto, ms all de la tcnica y la economia, de la diver-sidad cultural. Es por ello que, aparte de la cuestin de la inequidad en e!acceso a los servicios, la comunicacin es una cuestin poltica y, por lotanto, potencialmente conflictiva.

    Para agravan> las cosas, e! vocabulario nos confunde: e! trmino co-municacin remite a la vez a las tcnicas y al contenido. La radio, e! or-denador y la televisin son, a la vez, tcnicas de comunicacin y adems uncontenido especfico. Mientras haba pocos mensajes y tcnicas rudimenta-rias, no haba problemas: e! mensaje, las tcnicas y e! proceso de comuni-cacin estaban ms o menos en lnea. Hoy en dia, con los adelantos tc-nicos, hay una separacin. Los hombres se comunican ms fcilmente,pero la comunicacin, es decir, la comprensin mutua, no es proporcionala la eficacia de las tcnicas. Cuantos ms cdigos culturales comunes exis-ten entre los interlocutores, ms posible es la comprensin entre ellos. Porejemplo, la televisin, en e! plano nacional, es, a la vez, un factor de mo-dernidad, de cohesin social y cultural, de identidad nacional, justamenteporque existe una cultura comn. En e! plano mundial, en cambio, la te-levisin no tiene el mismo pape!, pues no existe un cdigo cultural co-mn; tiene, en cambio, una funcin de informacin y de entretenimien-to, y contribuye tambin a preservar las identidades nacionales.

    De modo que el trmino comunicacin remite, en realidad, a tresaspectos diferentes: la distincin entre las dimensiones normativa y fun-cional de la comunicacin; los tres mbitos donde se despliega: tcnico,

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    econmico y sociocultural; y,por ltimo, la diferencia entre el uso de lastcnicas y la comunicacin misma.

    De la aldea global a la torre de Babel

    Compleja por naturaleza, la comunicacin se complic an ms en losltimos treinta aos a causa de los adelantos tcnicos. Hoy en da todos vemostodo o casi todo, pero al mismo tiempo nos damos cuenta de que no com-prendemos mejor lo que est pasando. La visibilidad del mundo no bastapara volverlo ms comprensible. Aunque omnipresente, la informacinno puede explicar un mundo percibido como ms complejo, ms peli-groso y menos controlable en donde las cliferencias culturales y religio-sas se exacerban.

    Elfin de las distancias fisicas pone de manifiesto la increble amplitud de lasdistancias culturales. sa es la ruptura que hay que pensar. Nunca ha sidotan fcil enviar mensajes de una punta del mundo a la otra, pero, parale-lamente, la recepcin es cada vez ms problemtica debido a la visibili-dad creciente de las diferencias culturales, polticas, sociales o religiosas.Las tcnicas son homogneas, pero el mundo es heterogneo. La eficaciade las tcnicas vuelve an ms visible la heterogeneidad del mundo. Si lainformacin es munclial, los receptores, por su parte, no lo son nunca.Los occidentales, dueos de las herramientas y los contenidos, descubrenque los otros no piensan como ellos y que lo clicen cada vez con msfuerza. Soamos con una aldea global; y nos encontramos con la cacofo-nia de Babel.

    Antes era imposible comunicarse debido a la falta de tecnologasapropiadas. Hoy en da, stas existen por doquier, pero ello no significanecesariamente que nos entendamos mejor. Antes la clificultad paraabordar al otro ilustraba la clificultad para comunicarse con l. Hoy la fa-cilidad para comunicarse genera el sentimiento falso de que compren-derse sera ms fcil. En otras palabras, la mundializaci6n es un acelerador decontradicciones. Se pensaba que acercara los puntos de vista, y sin embar-go vuelve ms perceptibles las clferencias y la necesidad de ser respetado.Si bien el mundo es ms visible, no es ms comprensible, es incluso mspeligroso debido al surgimiento del par cultura-comunicacin en los re-tos polticos de la munclializacin. El esfuerzo por comprender al otro, oal menos por convivir con l, se vuelve casi inversamente proporcional a

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    la facilidad con la que se intercambian mensajes con l. En los extremosde los cables y las redes, a menudo se halla la incomprensin, por no de-cir la incomunicacin. Ese descubrimiento, experimentado en el planoindividual, se vuelve mundial y refuerza la desconfianza con respecto aesa comunicacin que es ms inasible a medida que nos acercamos a ella.Las suelas de viento se convierten en suelas de plomo. La mundializacindeba acelerarlo todo, pero en la sociedad de la informacin resurge laHistoria con su pesantez.

    Un ejemplo? La nocin de identidad. Hace apenas veinte aos, laidentidad pareca un fastidioso resto de los siglos XIX y XX, en los que selibraron las guerras en torno a las identidades nacionales. El enfrenta-miento Este-Oeste del perodo de posguerra era, por otra parte, una for-ma de superacin de esos conflictos. Con ms razn, se poda suponerque el mundo multipolar en gestacin desde la cada del muro de Ber-ln sera ms sensible a los intercambios que al nacionalismo identitario.Pero asistimos al fenmeno contrario. Cuanto ms ingresan en la mun-dializacin, ms quieren los hombres afirmar sus races. La eleccin ya noes entre identidad y apertura, todos queremos ambas. Antes, el hombrese defina por su identidad, hoy tambin se define por las relaciones.An-tes la identidad era un obstculo para la comunicacin, hoyes su condi-cin.Y cuanta ms comunicacin e intercambios haya, ms fuerte ser lanecesidad de respetar las identidades. Con la comunicacin triunfante,la cuestin de la identidad no est detrs sino delante de nosotros. Loshombres quieren la identidad y la comunicacin a la vez. Son los dos pilares de lamodernidad.Y, por otra parte, la mayora de los conflictos polticos, desde eltrmino del conflicto Este-Oeste, estn vinculados a la afirmacin de laidentidad culrural y a la bsqueda de una convivencia autntica, a la vez.Lejos de la victoria, la comunicacin experimenta sus lmites y hace undescubrimiento desestabilizante y sano a la vez: el de la incomunicacin.

    Identidad, cultura y comunicacin forman hoy una suerte de trin-gulo infernal, tal como expliqu en La otra mundializacin, por el que seesboza un retorno central de la comunicacin. Ayer, en un universo ce-rrado, era un factor de emancipacin, apertura y acercamiento. Hoy, enun mundo abierto, donde son visibles todas las diferencias y donde es tandificil como necesario organizar la convivencia, cambia de sentido: pue-de preocupar y acentuar el sentimiento de amenaza y desorden. Es decir,convertirse en un factor de desestabilizacin, un acelerador de conflictosculturales. De modo que puede transformarse en el chivo expiatorio de

  • 20 SALVEMOS LA COMUNICACIN

    todo lo que no es soportable en un mundo transparente donde los indi-viduos y los grupos se sienten impotentes. De fuerza deprogreso, puede con-vertirse en smbolo de anarqua y desorden. Es el gran riesgo al que nos en-frentamos hoy en da.

    Riesgo? No tomemos tantas precauciones: ese riesgo ya ha llegado.Estamos exactamente en medio de un proceso en que lo que est en jue-go es nada menos que la guerra, o la paz, entre los hombres y los pue-blos. Occidente ya no est solo en el mundo; ya no puede imponer suley. En un universo finito, todo tiene un efecto bumern. Puede haber un lide-razgo poltico y militar, pero se necesita dirigir un mundo multilateraldesprovisto de centro, confrontado constantemente al fenmeno delbumern de la comunicacin. Con la tercera mundializacin, la comu-nicacin se convierte en un desafio de paz y de guerra. El ejemplo de lainformacin as lo demuestra. Entre 1980, fecha de la primera emisinde CNN, y los aos noventa, se crey algo ingenuamente, sobre todo enEstados Unidos, que la informacin mundial sera un factor de com-prensin. Rpidamente se descubri que tena e! efecto inverso. CNNsuscit oposiciones crecientes,justamente porque los receptores, en todoe! mundo, no pertenecan al mismo sistema simblico. Desde la primeraguerra en Irak (1991), afortiori desde e! 11 de septiembre de 2001, lacontradiccin entre una informacin mundial y una diversidad culturalinsuficientemente considerada se volvi flagrante. En lugar de acercar lospuntos de vista, la informacin mundial acenta las brechas y exacerbalos malentendidos: cada da est ms claro, para poblaciones cada vez msnumerosas, que Estados Unidos no tiene que imponer por la fuerza suvisin de la libertad, la informacin y la democracia al resto del mundo.

    La segunda guerra en Irak (2003) no dice nada distinto. En Bagdadmuri una visin unilateral y tcnica de la informacin y la comunica-cin. Los estadounidenses ganaron militarmente una guerra contra unadictadura (sin relacin directa, por lo dems, con el terrorismo funda-mentalista que se intentaba combatir...), pero la perdieron en e! planopoltico y en e! de la comunicacin. La mundializacin de la informa-cin no hizo sino acentuar el sentimiento de una guerra de invasin, re-calcando e! carcter ilegtimo de la intervencin militar. La informacinse volvi como un bumern, aumentando el antiamericanisrno y,en par-te, e! antioccidentalsmo.

    La guerra de Irak se perdi en las estaciones de radio y de televisin.Pensada para manifestar la potencia de! unilateralismo, simboliz su fin,

  • INTRODUCCIN21

    con el corolario del surgimiento de opiniones pblicas que se distancia-ron de sus gobiernos, como en Espaa, Gran Bretaa e Italia, pasesmiembros de la coalicin. Esa guerra es un acontecimiento clave de laposguerra fra, el signo de que ya no es posible menospreciar la diversi-dad cultural: la mundializacin de la informacin crea un proceso queescapa a todos. Si algunos grupos de comunicacin, entre ellos el de Ru-pert Murdoch, sostuvieron activamente la posicin estadounidense, tam-bn es cierto que hubo alguna informacin pluralista muy alejada de lainformacin de guerra habitual, que en general se asemeja a la propa-ganda.

    Esperbamos escapar del choque de culturas. Hoy se necesita pensarla comunicacin en funcin de la diversidad cultural; si no, asistiremos a laguerra de las civilizaciones. Ni los avances tcnicos ni la dominacineconmica y militar podrn eludir este imperativo: los pueblos y las cul-turas quieren ser respetados. No hay informacin ni comunicacin sinrespeto del otro, del receptor.

    Resumamos, pues, el reto que aborda este libro: la comunicacin es una verda-dera aspiracin universal vinculada a la emancipacin individual y a lademocracia, cuya importancia se halla en los planos individual y global.Pero sus modalidades prcticas de ejercicios estn muy marcadas por lascondiciones sociales y culturales, que dependen del receptor. Sus excesosy sus derivas no agotan su dimensin normativa, y de todos modos nopuede resolverse en la dimensin tcnica y econmica. Es, entonces, unreto transversal a toda sociedad. Es cierto que la comunicacin se reducemuchas veces a un asunto de moda o a la manipulacin, pero no msque lo que se reduce la democracia a la demagogia, el conocimiento allisto para pensar, la informacin al escndalo, o lo humanitario al co-mercio de la caridad... Por supuesto, esos desvos existen, pero, dado quelos valores normativos de la comunicacin, la democracia, el conoci-miento, la informacin o lo humanitario coexisten, es posible denunciarsus derivas. La comunicacin es frgil, como todos los dems valores dela democracia, pero siempre existe un margen de maniobra para que losvalores triunfen sobre las derivas. Ese margen de maniobra existente parala informacin y la comunicacin se comprueba en el hecho de que lamundializacin acenta sus dos efectos bumern. Uno, crtico, se ma-nifiesta cuando los actos estn demasiado lejos de las palabras, como porejemplo cuando se cometen violaciones de los derechos humanos, o

  • 22 SALVEMOS LA COMUNICACIN

    cuando la guerra de Irak, en 2003. El otro, positivo, cuando ciertos acon-tecimientos movilizan, a la inversa, la solidaridad mundial, como despusde la catstrofe en Asia, en 2004. Ese efecto bumern, en sus dos dimen-siones, no slo no se detendr, sino que tendr un pape! cada vez msimportante y perturbador en e! marco de la mundializacin de la cornu-nicacin.

    De modo que e! objetivo de este libro es continuar la reflexin ini-ciada en mis obras precedentes sobre e! lugar de la comunicad6n en nuestrassociedades y sobre su papelen la mundializaci6n. Bajo qu condiciones con-serva su dimensin de emancipacin poltica y cultural cuando la alian-za de la tcnica y de la economa se presenta como e! brazo armado detodos sus valores? Cmo reflexionar sobre nuestra propia ambivalenciacon respecto a la comunicacin? Cmo evaluar la responsabilidad de laslites que la utilizan en forma generalizada sin legitimarla nunca?Cmo evitar la confusin de los idelogos que confunden utopas po-lticas y mercados rentables? En otras palabras, cmo salvar la comuni-cacin, cuando se la considera tirnica y dominadora?

    Por mi parte, pienso que es mucho mayor e! grado de amenaza quesufre la comunicacin que e! que ella misma pueda causar. Occidente,que la lleva tanto en sus fuerzas como en sus desvos, an carece de esatoma de conciencia, mientras que ese valor es central en todas las luchaspor la libertad y la emancipacin. Salvar la comunicacin es pensar unateora de la comunicacin como teora poltica. O, ms exactamente, su-brayar las implicaciones de una teora de la comunicacin en sus relacio-nes con la democracia.

  • 1El siglo de la comunicacin

    La comunicacin es el resultado de un formidable movimiento deemancipacin tanto social, como cultural y poltico, nacido en Occiden-te hace ms de dos siglos.As como las tcnicas no son sino la punta vi-sible de ese inmenso iceberg, la comunicacin, hoy omnipresente, no escomprensible si no se consideran las mutaciones que afectaron a la es-tructura de nuestras sociedades y al mbito de la poltica en dos siglos.Pues por lo que respecta a la comunicacin, no se trata slo del cambiodel modelo social y cultural, sino tambin de la mutacin democrtica.En otras palabras, es imposible hablar de comunicacin sin hablar de de-mocracia. Las dos guerras mundiales, ms all de su dimensin trgica,paradjicamente fueron aceleradores de esas mutaciones. La violencia delos acontecimientos cataliz esos cambios, sobre todo en Europa y enOccidente y,luego, paulatinamente, en el resto del mundo.

    La comunicacin existe desde que los hombres viven en sociedad, esdecir, desde siempre. Desde siempre producen, dialogan, suean, luchan,se organizan. En las sociedades jerarquizadas, desiguales, sin embargo, noes un valor central. Esto no quiere decir que no haya comunicacin en esetipo de sociedades, sino que esa realidad, y sin duda esa aspiracin y esasprcticas, no estn en el panten de los valores de las sociedades tradi-cionales, las cuales funcionan segn otros sistemas simblicos, culturalesy sociales.Para que la comunicacin se imponga como un valor y una rea-lidad ineludible en las relaciones humanas y sociales, se necesita una so-ciedad mvil, abierta, que mire hacia el cambio, privilegie la iniciativa,separe lo religioso de lo poltico y lo militar, reconozca la singularidad yla igualdad de los sujetos, el derecho a expresarse, la libertad de opininy, finalmente, el pluralismo poltico. En pocas palabras, son muchas las

  • 24SALVEMOS LA COMUNICACIN

    condiciones que explican que la comunicacin, como valor legitimo, nohaya podido surgir sino al trmino de! movimiento, comenzado en e! si-glo XVII, en favor del reconocimiento de! sujeto y de su libertad. Se ne-cesita tambin una sociedad liberada de la impronta de la naturaleza y lamateria, y donde las relaciones sociales sean ms libres. Cuando e! ordensocial y poltico est directamente vinculado a los ciclos de la naturale-za, o de la jerarqua religiosa o militar, hay intercambios, pero cada cosa,cada persona permanece en su lugar. La comunicacin existe, pero en unesquema vertical, e! de! orden dado. Lo que cambia con la modernidadno es slo la emancipacin con respecto a la materia y la naturaleza, aun-que pagamos muy caro e! precio antropolgico de ello, sino tambin e!hecho de entrar en una sociedad mvil en la que los intercambios entrelos individuos tienen un valor intrnseco reconocido. La dimensin nor-mativa de la comunicacin, a la que me he referido ms arriba, slo apa-rece en una sociedad en la que los intercambios simblicos son e! cen-tro de! sentido. Cuando son libres, los hombres se hallan ante la comunicacin.Entonces deben imaginar otras reglas simblicas.

    La comunicacin ocupa su lugar normativo al pasar de una sociedadcerrada a una sociedad abierta. Se desarrolla enormemente con e! creci-miento urbano, e! xodo rural, e! colapso de las estructuras sociales tra-dicionales y e! debilitamiento de las clases sociales y de la familia am-pliada. Es e! smbolo de la liberacin con respecto a la tradicin, de lamovilidad con respecto a la estabilidad, de una sociedad menos jerrqui-ca, ms centrada en s y en la relacin con e! otro. Comunicarjinalmente,siempre es querer comprender el mundo. Ello supone que el hombre puedaabrirse al mundo. De aqu e! auge formidable, desde e! siglo XVII, de! li-bro, la prensa, e! telfono, la radio, la televisin, Internet. Comunicar esser libre, pero, sobre todo, es reconocer al otro como un igual.Y as ha-llamos toda la lucha por la democracia, es decir, el derecho de oposicin,el pluralismo -por ende, la libertad- y tambin los derechos humanos, laigualdad. As, no es poco significativo que la ONU haya considerado losvalores de la libertad, la comunicacin, e! respeto de las identidades y lasreligiones, etctera, como centrales para la comunidad internacional,pues son indispensables para organizar la convivencia de las culturas y lascivilizaciones.

    En este sentido, la comunicacin no es sino la punta emergente deese iceberg que es la sociedad moderna democrtica. No significa quesea siempre un progreso con respecto a la tradicin y al orden aristo-

  • EL SIGLO DE LA COMUNICACIN 25

    crtico; es simplemente otra cosa, pero otra cosa que est convirtindo-se -aunque con ordenamientos culturales que no deben, sobre todo, su-bestimarse- en la referencia mundial desde el fin de la oposicin capita-lismo-comunismo.

    No tenemos que dejarnos engaar por el triunfo de la modernidad ensu doble aspecto cultural y poltico; tambin es necesario reconocer que,desde hace dos siglos,la lucha por la comunicacin, en todas sus formas, haconstituido el smbolo de esa apertura. Respecto de la comunicacin,siempre se puede mirar hacia abajo, el mercantilismo, las intenciones demanipulacin..., pero sobre todo se debe mirar hacia arriba, hacia lo queengrandece a los hombres.

    Nacimiento del sujetoTodo ha sido afectado por la revolucin de la comunicacin, desde la re-lacin hombre/mujer a la familia y los hijos, desde el trabajo y la vivien-da a la educacin y el entretenimiento. En la sociedad abierta, la comu-nicacin se ha convertido en la posibilidad de volver a interrogarlo todo,comenzando por las ideologas y las representaciones. Es tambin la va-loracin de todo lo que es movilidad, velocidad y cambio.

    Por ltimo, la comunicacin es inseparable de esa doble aspiracinque caracteriza nuestras sociedades: la libertad y la igualdad. Individualis-ta y de masas a la vez, ese mundo que naci en el siglo XX es el del adve-nimiento de la intersubjetividad en sus dos dimensiones: afirmacin de siy relacin con el otro. En este sentido, el modelo individualista no esuniversal, hay otros valores distintos de los de Occidente, menos centra-dos en el individuo, ms atentos a la comunidad o a la familia. Lo que siexiste en todos lados, sin embargo, es esa aspiracin a la libertad individualque es fundamental para la comunicacin.

    Las consecuencias son, por lo menos, tanto culturales como sociales.En primer lugar, desde el punto de vista estricto de la comunicacin, elloamplia la presencia de la voz, cuya importancia nunca se subrayar sufi-cientemente. El xito mundial de la radio y el telfono mvil deberaservir de indicador, y no tanto la revolucin de la imagen, con la que so-lemos obsesionarnos demasiado. La voz es el otro. Y si hoy los ordenado-res pueden transportar la imagen y el sonido, todos sabemos que la emo-cin por lo general remite a la voz. Lo esencial del telfono no es que sea

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    una minicmara de fotos, ni un miniordenador, sino que permita, sim-plemente, hablarse desde cualquier lugar y como sea.

    La segunda consecuencia es la importancia de todo lo que es cone-xin. El telfono mvil tambin es un simbolo sin igual. Nadie circula sinl, sea para intercambios personales o profesionales... Todos recordamoslos momentos en los que esperamos desesperadamente que el telfonopor fin suene. Esa omnipresencia de la conexin telefnica nos hace re-flexionar, por otra parte, acerca de la ambigiiedad de la aspiracin a la li-bertad. Durante siglos hemos luchado para ser libres, y lo primero quehacemos es restablecer un lazo a travs del telfono o del correo elec-trnico. Para qu ser libres si es para estar todo el tiempo conectados? Tal vezporque, precisamente, el hecho de estar conectados, en una sociedad quees hoy ms inmaterial, en la que los servicios han ganado el terreno de laproduccin, en la que nadie trabaja para transformar la naturaleza, sinduda es el smbolo de la libertad. Como sta ya ha sido ganada, no hayningn peligro en querer conservar una conexin con el otro.

    Finalmente, conectarse es actuar. Poder entrar en contacto, informar-se, aprender e interactuar son, en efecto, formas de accin en la sociedadcontempornea. Estamos a la vez libres y conectados, mviles y atados.Estas dos maneras de ser, contradictorias en apariencia, son igualmenteimportantes: la libertad y la relacin. Cada persona quiere poder elegirconectarse, o no. Como esa publicidad que incita a estar conectado:Tengo ganas de conectarme en todos lados. Y a usted qu le gustarahacer con su PC?. Conectarse sin cables es el horizonte de la libertad.Pero para qu? Para hablar! Ms all de la moda y el efecto de genera-cin, es aqu, en la conexin, en donde se halla el ideal normativo de lacomunicacin. Estar conectados es estar juntos. Por otra parte, los jvenesy los menos jvenes, cuando hablan de sus relaciones afectivas, no dicen:estamos juntos, no estamos ms juntos? [untos o conectados) pa-recen ser las palabras clave de una sociedad individual de masas.

    La autoridad negociada

    Conectarse tambin es hablar libremente de todo y -otra caractersticade la modernidad- presuponer que todo es discutible. Ello crea una gra-ve brecha en la nocin de autoridad, que ya no se impone naturalmentesino que se negocia. Esto puede verse muy bien en la familia y las empre-

  • EL SIGLO DE LA COMUNICACIN27

    sas. Ciertamente, la jerarqua permanece, pero con el trasfondo de laigualdad. Hay que manejar ambas cosas. El reino de la comunicacin,aunque desnaturalizado, tiene por resultado generalizar las tomas de lapalabra. Las consecuencias son, a veces, embarazosas, pues a fuerza de ha-blar de todo, todos se creen competentes en todo; abordaremos ms endetalle este aspecto en el captulo 4. Pero, en todo caso, ese hbito de te-ner el derecho a hablar de todo se ha vuelto legtimo y pone en entre-dicho las jerarquas de la competencia y la autoridad.

    La transmisin sola no basta; a menudo se necesita negociar. As, enel mbito de la educacin, es necesario transmitir los conocimientos,mientras que, con respecto al pasado, hoy se es mucho ms sensible a lascondiciones de la recepcin. La enseanza siempre ha estado vinculadaa la pedagoga y a la didctica, pero hoy en da, los docentes estn mu-cho ms atentos a las condiciones de recepcin. Evidentemente, existeun anacronismo que permite reprochar al mundo de la escuela el hechode no ser moderno: desde siempre, ensear es comunicar, es decir, refle-xionar sobre las modalidades que permiten al receptor, el alumno, com-prender lo que se le dice, y al maestro, a su vez, tener en cuenta las reac-ciones de su alumno. Los primeros comunicadores son, sin duda, losdocentes, que saben muy bien eso. Conocen las dificultades de una co-municacin autntica.

    Pero con un hecho nuevo: su saber es ms discutido que antes, puesya nada es aceptado naturalmente. Dado que hoy se puede hablar detodo, incluso de temas que ayer eran tab corno la homosexualidad, elracismo o la xenofobia, en todas las emisoras de radio y televisin y enlos sitios web, las relaciones sociales resultan por ello considerablementemodificadas. Al igual que Mayo del 68, la revolucin de la comunicacinha abierto las mentes -por otra parte, ambos acontecimientos van de lamano-, aunque haya sido con una segunda intencin comercial. La co-municacin es la que ha ampliado el crculo de identificaciones, hoymucho ms numerosas y heterogneas que hace cincuenta aos. De to-dos modos, una vez que se ha dado la palabra, y que todos aprenden aexpresarse, nadie puede cerrar y controlar la comunicacin. De hecho,un individuo libre, urbano, que se desplaza, se expresa, viaja, compara, seconecta, se comunica, ya no es tan completamente maleable ni previsiblecomo el que, cincuenta aos antes, estaba en el campo o en las ciudadesms pequeas, apegado a su clase social, a su comunidad, incluso a una es-tructura familiar mucho ms estable. El individuo que ha aprendido a co-

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    nocerse y expresarse mejor es tambin ms crtico y est ms preparado yms dispuesto a cuestionar los esquemas tradicionales, cualesquiera quesean. La poltica est hoy en crisis,en parte porque los ciudadanos son mu-cho ms exigentes, aunque no sean tan inventivos; pensemos, por ejemplo,en la amplitud que han adquirido los movimientos de lucha por los dere-chos humanos y la ecologa.

    Solo y multiconectado

    El reino de la comunicacin tambin tiene su cruz. Si bien es libre, e!hombre moderno suele estar solo, incluso desocializado. Libre, pero solo,en una sociedad en la que los vnculos familiares, corporativistas y socio-culturales son mucho menos fuertes que antes. El riesgo de la soledad ese! precio que se paga por esa libertad de ser y de conexin. El indivduoes tanto ms interactivo cuanto que los contactos reales son dificiles.Aqu se hallan las dos dimensiones contradictorias de la comunicacin,la de la libertad, pero tambin la de la dificultad de la relacin autnticacon e! otro. Sea porque e! otro se escapa, y uno descubre la soledad. Seaporque el otro impone su lgica. Hay una conexin sin intercambio: e!otro se encuentra insoluble en la relacin, no llega a la cita. La comu-nicacin, hemos dicho, es un proceso dinmico, que tiene siempre esadoble hlice normativa y funcional: la posibilidad de! encuentro y e!riesgo de! fracaso. El otro, buscado en la conexin, a menudo se escapa, aveces se opone, en todo caso deja intervenir lo aleatorio de! encuentro.

    Ello obliga a reflexionar sobre los lmites de una modernidad presen-tada corno eficaz. La modernidad no impide ni la incomunicacin, ni e!fracaso, ni la soledad. Ser uno y libre no garantiza necesariamente el en-cuentro con e! otro. Pero, sin duda, se necesitaba esa experiencia de unasociedad ms democrtica y moderna, despojada de las prohibiciones deayer, para experimentar, a la vez, los valores y los lmites de la libertad yla comunicacin. Informar, expresarse o transmitir ya no alcanzapara crear unacomunicaci6n. Actualizar la complejidad de la comunicacin es, en reali-dad, un progreso: ya no se reduce a la transmisin de informacin, sinoque remite, y cada vez en mayor medida, a una problemtica de confian-za y de relacin que, por otra parte, puede escapar a la comunicacinverbal. El encuentro puede hacerse en silencio; mientras que, inversamen-te, el joven que circula multiconectado en la calle tal vez ser incapaz de

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    decir buenos das o gracias a los que se cruza. y, del mismo modo, e!adulto liberado y moderno ser incapaz de escuchar lo que dicen in-dividuos que no comparten sus opiniones...

    En otras palabras, e! triunfo de la comunicacin no es sinnimo deuna comunicacin generalizada, a la manera de esa imagen que se nosofrece de una sociedad moderna multiconectada. Lo que existe, en rea-lidad, es una suerte de triunfo, mgico y ambiguo, de la modernidad enforma de una sociedad abierta, formada por individuos libres a la bs-queda, siempre azarosa, de! otro, mediante la comunicacin.

    En resumen, la victoria de la comunicacin viene acompaada de uncambio en su condicin. Es menos un proceso, con un comienzo y unfinal, que un desafio de mediacin, un espacio de convivencia, un disposi-tivo que apunta a amortizar el encuentro con varias lgicas que convi-ven en la sociedad abierta. Como si la comunicacin se convirtiera en lacondicin normativa de funcionamiento, o ms bien de convivencia delas sociedades. Menos como multiconexin que como una suerte de ape-tito y de aceptacin de! riesgo. Menos una lgica de manipulacin queun juego... Pues la comunicacin es menos manipuladora de lo que sedice. Sera ms bien una suerte de juego de engaos donde nadie es en-gaado.

    El triunfo del receptor

    Imposible hablar de victoria de la comunicacin sin hablar de aquel aquien se dirige: e! receptor. En realidad, e! receptor lo complica todo, raravez est donde se le espera, a menudo comprende algo distinto de lo quese le dice y de lo que se deseara que comprenda por e! sonido, la ima-gen, el texto o e! dato. Es la caja negra.

    Ganador manifiesto de la comunicacin, inmediatamente relativizasu xito. Todos hemos tenido esa experiencia, negndonos a escuchar,leer o ver lo que se nos propone. Por otra parte, es esa libertad de! re-ceptor la que explica, desde siempre, los desfases en la comunicacin. Elreceptor en lnea con e! mensaje y el emisor, que recibe y acepta lo quese le dice, sigue siendo e! sueo de todos, sobre todo cuando somos no-sotros los que hablamos. Pero la libertad de! receptor es, precisamente,aceptar, repensar, negociar e! mensaje recibido. sa es la realidad de lacomunicacin, y la razn de sus desfases incesantes. Todos podemos so-

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    ar con una comunicacin exitosa, sin desfases; sera espantosa, si exis-tiera. Queremos que sea exitosa para nosotros mismos, pero desconfia-mos cuando el otro quiere comunicarse con nosotros. Siempre ponemosuna distancia entre el mensaje, el emisor y el receptor. Felizmente, si no,estaramos locos. Por otro lado, todos podemos observar ese aspecto enlas f6rmulas de cortesa. Son un medio de estar presentes ante el otro, sin elcompromiso de ir ms lejos. La frmula de cortesa es muy til; abre, altiempo que cierra, la comunicacin. Dice algo, al tiempo que no dicenada.Y todos conocemos el cdigo. La imperfeccin de la comunicacines una condicin de supervivencia del receptor. Felizmente, el receptorresiste.

    Por otra parte, esa resistencia explica que, a pesar de los temores de laEscuela de Frncfort en los aos 1930-1950 por la propaganda radiofni-ca de los fascistas y los nazis, el totalitarismo no haya logrado ganar la ba-talla de la comunicacin. Es uno de los principales logros de setenta aosde investigacin en comunicacin: el receptor no es facilmente manipu-lado por el mensaje. Dirigido a todos, elmismo mensaje no es recibido de lamis-ma manera por todos. En este sentido, la comunicacin es una actividad so-cial como las otras, marcada por las desigualdades y los desafos del poder;pero no es totalitaria. Los individuos aprenden a resistir. Preservan su librearbitrio, lo que por lo general tiende a olvidarse. Se puede estar domina-do por la comunicacin y los mensajes, pero no alienado, pues el receptorconserva su capacidad de decir no, incluso de manera silenciosa, como seve en los regmenes autoritarios y como se ha visto con el fascismo y elcomunismo. La comunicacin es un proceso muy complejo de negocia-cin entre las ideologas y representaciones del receptor, las cuales le per-miten filtrar lo que proviene del exterior. S, el receptor siempre est acti-vo, cuando lee, escucha, mira o utiliza su ordenador. S, el receptor siguesiendo el gran enigma de la comunicacin, un enigma cuyo inters au-menta con la mundializacin de la informacin y la comunicacin.

    La complejidad del receptor es perceptible, por ejemplo, en el msdemocrtico, en apariencia, de los actos polticos, el cual es, en realidad,el ms ambiguo: el referndum. Participar en un referndum es responderde manera muy simple -por s o por no- a una pregunta formulada demanera tambin muy simple. La mayora de las veces, cuando van a vo-tar, los electores responden en realidad a otra pregunta que no les esplanteada, y que suponen ms importante. Todos hacemos lo mismo enla vida cotidiana...

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    Por qu la cuestin del receptor se vuelve central? A causa de dosfenmenos concomitantes, al menos en los pases desarrollados: muchasms informaciones intercambiadas entre individuos cada vez ms infor-mados residentes en ciudades cada vez ms democrticas en las que esosciudadanos tambin son consumidores a los que se ofrecen cada vez msopciones. El ciudadano-consumidor de comienzos del siglo XXI se hallaen una situacin de exposicin y de interaccin sin ninguna relacincon lo que ha recibido desde siempre. Maneja un volumen y una diver-sidad de informaciones considerable, y estar cada vez ms obligado ahacer de todo. Basta con ver la multiplicacin de los puestos de infor-maciones donde cada uno de nosotros debe finalmente negociar con elbanco, la administracin, la seguridad social, la SNCF (Sociedad france-sa de ferrocarriles).

    Esas situaciones de interactividad, presentadas como un progreso de lasociedad de la informacin, nos obligan a reexaminar la cuestin del re-ceptor... Sin duda existen dos figuras contradictorias: la del ciudadano hipe-ractivo que se pasa la vida ante su puesto de trabajo interactivo haciendo losoficios que antes hacan muchas personas; y la otra, complementaria, delciudadano-consumidor que es, en realidad, el esclavo de los sistemas de infor-macin interactivos, presentado como el modelo de la sociedad de la in-formacin. A esta representacin valorizada de los ciudadanos y los con-sumidores activos, se opone la del ciudadano-consumidor pasivo ante lapublicidad o los medios. Por qu somos, en un caso, el nuevo Zorro dela sociedad de la informacin y,en el otro, el inocente manipulado? No sepuede ser los dos a la vez. En otras palabras, la multiplicacin de las situa-ciones de interactividad, en las que el individuo --en su dimensin de ciuda-dano o de consumidor- ser exaltado, con respecto a las situaciones de re-cepcin, donde ser considerado como pasivo, va a obligar a la reflexinsobre el hecho de ser activo o pasivo. Por qu se le considera como due-o de los sistemas de informacin a travs de las redes, etctera, y,por otrolado, simple consumidor instrumentalizado por los signos y las imgenessubliminales? Por qu el mismo individuo sera pasivo y manipuladocuando recibe el mensaje, e inteligente cuando se le vende un serviciodonde se le pide ser activo? En otras palabras,habr que examinar ese des-fase entre aquellas situaciones de comunicacin en las que el individuo estvalorizado y aquellas otras en las que est menospreciado. En realidad, cua-lesquiera sean las situaciones de comunicacin, el receptor es activo.Trashaber aceptado el communication turn, habr que aceptar el reception tutn,

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    Cinco tipos de itiformacin

    SALVEMOS LA COMUNICACIN

    Para comprenderlo, basta con reflexionar en los cinco tipos de informa-cin que el receptor utiliza. Ilustran el hecho de que siempre hay una re-cepcin activa, pero tambin que las relaciones entre informacin-recepcin-comunicacin sern cada vez ms complicadas. Son:

    la informaci6n-prensa, vinculada a la actualidad. Proporcionada porlos medios, caracteriza nuestra condicin de ciudadanos;

    la informaci6n-servicio, en plena expansin. Cada vez ms hacernostodo nosotros mismos, a partir de un terminal donde estn racio-nalizadas las interacciones, trtese de informaciones de serviciopblico vinculadas a la administracin en lnea, al gobierno, o in-formaciones privadas vinculadas a la economa, el comercio, la pu-blicidad...

    la informaci6n-datos, vinculada al auge de las bases y los bancos dedatos, que requieren un Dlninl' de conocimientos:

    la informaci6n-entretenimiento, en plena expansin, como la informa-cin-servicio, y que, desde los juegos hasta todas las formas de in-teraccin, aumenta las situaciones de interfaces;

    la informacin-mlitante, tambin en crecimiento. Est vinculada, enparticular, al uso de Internet en los regmenes dictatoriales, o a lasONG, o a los movimientos militantes crticos en las democracias.

    El individuo de hoy, sobre todo si es joven, maneja permanentemen-te estos cinco tipos de informacin mediante textos, imgenes, sonidos ydatos. Los dispositivos crean cada vez ms situaciones interactivas en lasque el receptor siempre est activo, tanto cuando lee corno cuando es-cucha la radio, mira la televisin o utiliza el ordenador.Ya no puede sersucesivamente desvalorizado cuando se halla en la lgica de receptor,y valorizado cuando se le considera corno actor,

    Una de las grandes ventajas de la situacin actual, en la que habrcada vez ms situaciones de interacciones tcnicas, ser.justamente, la deacelerar una critica de los estereotipos sobre el presunto receptor pasivo, ascorno una rehabilitacin de la capacidad del individuo para ser crtico einteligente, cualquiera que sea su posicin en la gestin de los fenme-nos de informacin y comunicacin.

  • EL SIGLO DE LA COMUNICACIN 33

    En otras palabras, la solicitacin creciente del receptor, en las situa-ciones de multimedia, permitir una nueva reflexin acerca de la condi-cin del receptor en la sociedad de la informacin. De todas maneras,el advenimiento de la comunicacin generalizada caracteriza el reino delreceptor y la revisin de todos los estereotipos que lo reducan a una si-tuacin de pasividad.

    La paradoja es que, por el momento, es tal la fascinacin por losavances tcnicos y los servicios ofrecidos, que no se reflexiona sobre elhecho de que todo ello slo es posible porque el receptor es inteligente.Es central en la revolucin de la comunicacin, y se contina creyendoque es pasivo, manipulable...

    Finalmente, todo se mueve, se vuelve interactivo, aleatorio, ambiguo,contradictorio, salvo el receptor... Admitir que la comunicacin es unproceso complejo obligar, por simetra, a admitir la complejidad y la in-teligencia del receptor. Por otra parte, pasar de la revolucin de la infor-macin a la realidad de la comunicacin es revalorizar explicitamente elpapel del receptor. El receptor plantea de forma abreviada todo el pro-blema de la alteridad. Reexaminar su papel y sus ambigedades, entreinteligencia y resistencia, honestidad y mentira, discontinuidad y activi-dad, es reanudar una reflexin indispensable acerca de la complejidad dela comunicacin.

    No hay libertad de informacin y complejidad de la comunicacinsin inteligencia del pblico. Ambas estn ligadas. Por qu se ha recono-cido finalmente la inteligencia del ciudadano como condicin de la de-mocracia y nos hemos quedado a mitad de camino en lo relativo al re-ceptor? Se trata, sin embargo, del mismo individuo. El receptor de hoyesel elector de maana. Es, a la vez, lo que da sentido a toda problemticasobre la comunicacin y la figura ms familiar de la alteridad. El receptory el otro son.finalmente las dos caras del mismo problema. El receptor simbo-liza la cuestin de la diferencia a pequea escala; la alteridad, la misma, agran escala. Desde este punto de vista, hay un avance. Se crea que la mo-dernidad acentuaba la lgica de flujo; y descubrimos la incomunicacin.Se crea que todo se alineaba; y descubrimos la necesidad de convivircon el otro. Pasando de la idea de flujo a la de convivencia, se revalorizatambin al receptor y su libertad de interpretacin. Fundar de nuevo lasrelaciones de la informacin y la comunicacin es, entonces, repensar lacondicin del receptor. Muchas informaciones no dan lugar a una co-municacin, porque evidentemente pasa otra cosa del lado del receptor.

  • 34SALVEMOS LA COMUNICACIN

    Si bastara con informar para convencer, ello se sabria. La paradoja es quehoy en da se admite esa dscontinuidad entre informacin y comunica-cin sin extraer sus consecuencias sobre la condicin del receptor; sin em-bargo, ste representa tan slo millones de personas, y otras tantas iden-tidades.

    Seis mil millones de identidades

    Como hemos visto, nuestras sociedades redescubren la identidad conesas dos figuras que se hallan en la problemtica del receptor. La identidadrelacional, que simboliza, a la vez, la identidad y cierta apertura al otro y almundo, perceptible en la figura del receptor abierto al mundo.Y la iden-tidadrefugio, que simboliza el cierre, el rechazo, la hostilidad con respectoal mundo, donde se halla la otra figura del receptor, la nuestra cuando re-chazamos por ideologa, sensibilidad, rebelda ... informaciones que nosmolestan. En otras palabras, estas dos figuras de la identidad, de las que hehablado en el tringulo infernal identidad, cultura, comunicacin enLa otra mundializacin, se hallan simultneamente en el receptor. Si la iden-tidad-refugio es, a menudo, un callejn sin salida con respecto a la identi-dad relacional, ms abierta al mundo, tambin es cierto que est en plenoauge, a medda que se expanden las industrias culturales y la comunica-cin, que pondrn en entredicho las identidades culturales. De modoque hay una relacin evidente, y nada fcil, entre receptor-informacin-identidad.

    Esa inevitable revalorizacin que debe hacerse del concepto de re-ceptor es otra manera de recordar que de las tres dimensiones que adop-to para definir la comunicacin la ms importante y la ms complicadano se encuentra del lado de la tcnica y la economia, sino del lado de lascondciones sociales y culturales. Y acaso el receptor no est amplia-mente influenciado por las condiciones sociales y culturales? Recordar lastres dimensiones de la comunicacin -la tcnica, la economia y la cultu-ra- significa no slo valorar al receptor, sino tambin recordar la impor-tancia del proceso de negociacin que existe en todo proceso de recepcin.Los individuos y los grupos negocian con los mensajes que reciben,como negocian con la realidad. Redescubrir la importancia de la nego-ciacin es recordar la importancia de las dificultades inherentes a todacomunicacin.

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    Ese retorno del receptor, central para toda teora de la comunicacin,es an ms importante en la perspectiva de la mundializacin. Los pasesmenos avanzados desean, con razn, participar cuanto antes en la revolu-cin de la comunicacin y, por lo tanto, acceder a las redes, a Internet, alos satlites. Los occidentales, en nombre del argumento seudodemocrti-ca de la reduccin de la divisin Norte-Sur, son completamente favora-bles a ese movimiento que les es beneficioso econmicamente. Cuantosms receptores haya, ms se expandirn las industrias culturales mundiales.Pero los productos, los servicios y las obras son concebidos, la mayora delas veces, para los pases desarrollados.Vendr entonces el da en que los re-ceptores del Sur, o de otra parte, reaccionarn, pedirn explicaciones, in-cluso se opondrn. Encontramos aqu toda la batalla de las ndustras cul-turales y la diversidad cultural. Evidentemente, la heterogeneidad y lainteligencia de los receptores de otras partes sern los catalizadores de unareflexin crtica acerca de los lmites del concepto de la sociedad de la in-formacin y,ms generalmente, de la visin occidental de los productosculturales. Esas informaciones, esas imgenes, esos datos, esos mensajespor quin estn hechos? para quin? con qu respeto de la alteridadcultural? Dnde est el respeto de la heterogeneidad dentro de la comu-nidad internacional? Es posible adivinar que esa inteligencia de los recep-tores ser un factor de resistencia. El receptor de los pases menos avanzados esel contestatario de maana. Hoy quiere menos desigualdad; maana querr,con razn, mayor respeto de la diversidad, con las dos dimensiones crti-cas complementarias siguientes: la dimensin poltica relativa a las desi-gualdades econmicas en la mundializacin; y la dimensin cultural, fi-nalmente ms violenta, que incita al respeto de la diversidad cultural.

    El conflicto de las legitimidades

    La circulacin creciente de la informacin necesita preservar referenciaspara que los ciudadanos conserven una geografa intelectual y culturalque les permita ubicarse en un mundo abierto. Distinguir quin habla, aquin, con qu legitimidad, para qu. La sociedad de la comunicacin no lopuede ser todo, en todos los sentidos, pues entonces el rechazo ser vio-lento, y bajo la forma de demanda de autoridad.

    Pensar la sociedad abierta no slo es admitir la incomunicacin y re-pensar la convivencia cultural, sino tambin reconocer la necesidad de

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    referencias. Salir de los flujos, organizar, poner en perspectiva. No hayque confundir el progreso que constituye el acceso a todos los discursos,gracias a la generalizacin de la informacin para todos, y el hecho deque, en otros lugares, las visiones del mundo, sin hablar de las responsa-bilidades y de la accin, son fundamentalmente diferentes segn se seaperiodista, politico, universitario, actor econmico, militar, religioso ... Elprogreso de la democracia es permitir a todos acceder, mediante la in-formacin, a cierta comprensin de los mltiples puntos de vista sobreel mundo, a condicin de recordar todo lo que sigue distinguiendo las tresgrandes relaciones con el mundo que constituyen la informacin, el conoci-miento y la accin. As como la diversidad cultural es un hecho insupe-rable, tambin es indispensable mantener el carcter irreductible de esostres discursos. Comprender lo que caracteriza a cada uno de ellos y loque los separa es necesario para evitar la idea de un mundo totalmenteincomprensible. Esos tres discursos estructuran la relacin con el mundoy tienen un papel fundamental en las sociedades de la comunicacin.

    En primer trmino, el discurso de la informacin, en donde se encuen-tran los cinco tipos de informacin que acabamos de enunciar. A su lado,el del conocimiento, que rene a todos los profesionales, de la escuela y launiversidad, todos los centros de estudio, las administraciones... Todos losque tratan de comprender el mundo y producen no slo informaciones,sino tambin conocimientos cientficos, administrativos, jurdicos, mdi-cos... La accin, por ltimo. Es el mbito de los polticos, tambin de to-dos los actores vinculados al sindicalismo, la salud, el ejrcito, los partidos,las asociaciones ...

    Por qu hablar de conflicto de legitimidad? Porque esos tres discursosconstituyen visiones del mundo diferentes, a veces en conflicto. Tienenla misma realidad histrica como punto en comn, pero sus miradas so-bre ese mundo son diferentes, pues esos discursos, y los actores que lossostienen, no tienen ni el mismo papel, ni la misma legitimidad. Infor-mar no es conocer, conocer no es actuar. Estos tres tipos de discurso sonlegtimos, pero, para que su confrontacin en el espacio pblico ayude alos ciudadanos a comprender las diferentes dimensiones de la realidad, esnecesario que cada uno conserve su lugar y no tenga la pretensin dequerer y poder pensarlo y explicarlo todo.

    El conflicto de las legitimidades es admitir la existencia de tres gran-des discursos y relaciones con el mundo que estructuran la sociedad; re-conocer su papel complementario indispensable, pues cada uno de ellos

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    representa una visin particular del mundo; comprender la necesidad deno mezclar los discursos para que el espacio pblico, como lugar de con-frontacin de puntos de vista contradictorios, siga siendo comprensiblepara todo el mundo. S a la ampliacin del espacio pblico. S a ms in-formacin, poltica y conocimiento, pero a condicin de que cada dis-curso conserve su lugar para no aumentar el sentimiento de desordenque ya existe. Constituir un espacio pblico, construr un espacio me-ditico, es favorecer el acceso a las grandes cuestones al mayor nmerode personas, y de la manera ms simple posible, pero a condicin de queel receptor pueda seguir ubicndose en esos discursos, tener referencias,necesariamente complementarias y contradictorias.

    En efecto, en la sociedad abierta, todo es visible, todo circula, todoslos argumentos, todas las visiones del mundo son posibles, pero es nece-sario que el ciudadano, el individuo comprenda y sepa desde d6nde hablanunos y otros, a partir de qu competencias, con qu visin del mundo.

    El conflicto de la legitimidad es reconocer la legitimidad y la irre-ductibilidad de los tres discursos (informacin, conocimiento, accin) enla sociedad democrtica. Es tambin pedir que cada uno cumpla su pa-pel y no el de los dems. Pero todos sabemos que, en la realidad, esos dis-cursos tienden a entrar en competencia. Los periodistas tambin se com-portan como actores que querran tener la legitimidad del saber. Encuanto al mundo del conocimiento, a menudo suea con tener tanta vi-sibilidad como el mundo de la informacin, sin carecer de influencia enel mundo de la accin. En definitiva, todos quieren cumplir su papel y asu vez abarcar el de los otros ...

    Esa necesidad de distincin se halla en la tradicin poltica de la de-mocracia, donde estn separadas las grandes funciones del ejecutivo, ellegislativo y el judicial. Aqu tambin, mucho antes de la sociedad de lainformacin, exista la conciencia de que una sociedad democrtica esuna sociedad donde los papeles estn separados. Para que el pueblo ejer-za su soberana, es necesario que pueda distinguir lo que est en juego.A fortiori en una sociedad abierta donde, junto al problema esencial delequilibrio de los poderes, se plantea, con la socializacin de toda activi-dad de la sociedad, la cuestin del lugar, el papel y el lmite de los dife-rentes discursos. Los medios de comunicacin, al garantizar un minimode publicidad y transparencia, tambin contribuyen a la prdida de refe-rencias. En otras palabras, el progreso democrtico mismo y sus aliados,los medios de comunicacin, son los que contribuyen a borrar fronteras

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    que es imprescindible preservar. Esos discursos no son los nicos queexisten, lejos de ello, en la realidad, pero conciernen directamente a lasociedad en su conjunto. Antes, los discursos religiosos o militares formabanparte de ese crculo. Hoy siguen siendo fundamentales, pero no estn di-rectamente vinculados a la legitimidad democrtica. Lo mismo ocurrecon el discurso artstico, que es tan fundamental, pero no est tan directa-mente vinculado al poder. Habr que examinar, a la vez, lo que caracte-riza cada uno de los tres discursos, sus zonas de superposicin y los ries-gos de derivas.

    Distinguir esos tres discursos es,por ltimo, reconocer el papel de pa-radigma de la comunicacin.Ya no est slo para transmitir, sino tam-bin para organizar el espacio simblico donde se puede identificar fa-cilmente la legitimidad propia de cada uno de los discursos. Distinguirlos tres tipos de discursos, y evitar el conflicto de legitimidad, conllevaplantear las cuestiones siguientes: cmo mantener sentidos y referenciasen una sociedad abierta donde todo circula? cmo garantizar el lugar yel papel de las referencias simblicas junto a referencias temporales y es-paciales? De modo que se trata de tener en cuenta el progreso de la so-ciedad abierta y la incomunicacin existente entre las visiones del mun-do. Puede haber, a la vez, igualitarismo y distincin de las relaciones conel mundo, justamente para evitar que todo se mezcle.

    Hacer hincapi en la incomunicacin que ha de mantenerse entreesos tres discursos significa ser fiel a los desafios tericos y polticos de lasociedad de la comunicacin que insisten, no tanto en los avances tcni-cos, sino en las condiciones simblicas del funcionamiento de la socie-dad. El conflicto de las legitimidades ilustra la importancia de las dimen-siones simblicas de la democracia de masas. No es que la tecnologa, laeconomia y la poltica sean menos importantes, pero uno de los grandescambios de los ltimos cincuenta aos es el surgimiento de una proble-mtica simblica donde se hallan la informacin, la identidad y la con-vivencia.

    Convivir es, ante todo, reflexionar sobre las condiciones simblicas,por ende culturales, que permiten mantener intercambios y, simultnea-mente, un minimo de distancia. En la sociedad abierta, los imaginarioscumplen un papel mucho ms importante y reclaman, pues, la existen-cia de reglas simblicas de funcionamiento. No slo el cine, los video-juegos y la publicidad pueden, con razn, transgredir los smbolos, las re-ferencias. Adems, es necesario poder identificar y hallar los discursos que

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    fundamentan las relaciones con el mundo. Simplemente para el buenfuncionamiento del espacio pblico ampliado de nuestras sociedadesabiertas.

    En La otra mundializaci6n, demostr la importancia creciente del parcultura y comunicacin en el fenmeno de la mundializacin: cuantoms intercambios econmicos haya, ms importantes se volvern las di-mensiones que no son ni tcnicas ni econmicas. Esto significa que, enun mundo abierto donde las diferencias son visibles, la cultura y la co-municacin se convierten en un desafio tan importante como el medioambiente, la salud, la educacin... La tercera mundializaci6n es la conside-racin de los desafos de la cultura y la comunicacin, as como la vo-luntad para manejar la diversidad cultural, convertida sta en un hechoimportante del mundo contemporneo, y construir la convivencia cul-tural. Es el medio para tener en cuenta la importancia de las identidadesculturales de la comunicacin y sus lmites.

    El mismo proceder seguiremos aqu: ver cmo las distancias simb-licas son esenciales para el funcionamiento mismo de las sociedadesabiertas; comprender hasta qu punto las separaciones que es precisomantener entre los discursos son consecuencia del lugar creciente de lacultura y de la comunicacin en las sociedades. Es necesario organizarurgentemente un cdigo de ruta que evite la trampa de una sociedaden continuo, pues, no lo olvidemos, una de las obligaciones del sistemademocrtico es dejar percibir, claramente y a la vez, los grandes funciona-mientos de la sociedad y lo que los distingue. A la separacin de poderescorresponde la separacin de funciones simblicas. Si la comunicacinno tuviera esa dimensin normativa de organizacin simblica, no ha-bra ninguna pregunta que hacerse, pues sta se reducira a una cuestinde tecnologa. Aqu sucede lo contrario. La tecnologa es slo la puntavisible del iceberg de la comunicacin, que es la reorganizacin del cam-po simblico de una sociedad, pero a su vez nos obliga a caracterizar de-bidamente el estatus de los diferentes discursos para evitar la confusingeneralizada, fuente de frustracin y de antagonismos futuros. Es se elreto fundamental de la sociedad de la convivencia: no confundir la cir-culacin generalizada de ideas, modas e informaciones con el hecho deque, por otra parte, todo ello no basta para fundar una sociedad de la co-municacin. En un universo donde todo circula, separar las legitimida-des de los discursos es fundamental. Cada cual debe poder encontrar susreferencias.

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    La informacin

    SALVEMOS LA COMUNICACIN

    Esto es fundamental para los periodistas. Frente a la creciente expansinde la industria de la informacin en todas sus formas, su dificultad es pre-servar su lugar, es decir, su legitimidad. Demasiado costosos, demasiadocrticos, molestan. Y el pblico, al cabo de un momento, se plantea lacuestin de su utilidad. Para qu sirven en ese ocano de informacin,donde, por lo dems, la nica pequea parte visible de su medio, la li-te, parece demasiado cercana a los poderosos y suele tener un compor-tamiento bastante arrogante? De modo que lo que est en entredicho esla legitimidad de esa informacin procedente de la prensa, frgil en me-dio de todas las otras informaciones. Sobre todo porque la informacinse desliza simultneamente hacia el espectculo, la primicia, la dramatiza-cin. La mundializacin de la informacin, la competencia, las guerras yel terrorismo dan la sensacin de una informacin-circo en la que losperiodistas actan, pero de la que los ciudadanos estn excluidos, o,peor an, manipulados por la violencia del mundo o los desafios de lacorn,* del espectculo. Demasiadas primicias, revelaciones, competen-cias, dramatizaciones, transmisiones een directo no controladas dan lasensacin de que los periodistas no siempre son profesionales de la infor-macin. Las noticias. lo dominan todo.Y si bien el mbito de la infor-macin y el acontecimiento otorga legitimidad y autenticidad al perio-dismo, ello no debe suscitar el sentimiento de un mundo incomprensible,constantemente en ebullicin. As pues, es necesario que los periodistas,manteniendo su espacio simblico, salgan de las noticias y busquen las cla-ves de comprensin de los acontecimientos, es decir, que encuentren elespesor de la historia detrs de la fuerza de los acontecimientos.

    Corno las cuestiones econmicas en ese sector son crecientes, el p-blico ya no ve necesariamente la diferencia entre la verdad, la informa-cin, la competencia, la primicia, la independencia, el publirreportaje ola investigacin. El pblico no est convencido, entonces, de que la pren-sa, cuya independencia no siempre est a la altura de sus discursos, pue-da pasar del estadio de contrapoder al de cuarto poder. Un hecho ilustrala fundamentacin de la distinci6n de los papeles. Desde hace unos vein-te aos, para asegurar su papel de caballero blanco de la democracia, mu-

    * Abreviatura de comunicacin: el trmino se refiere a la dimensin funcionalde la comunicacin.

  • EL SIGLO DE LA COMUNICACIN41

    chos periodistas de pases occidentales apoyaron claramente a un movi-miento por la justicia que quera poner a los polticos en vereda. Se co-nocieron luego algunas primicias ms o menos justificadas donde losjueces utilizaban a la prensa, y recprocamente. Resultado? Ya nadie esten su lugar, y esa confusin de 105 papeles, finalmente bastante apreciada porel pblico, confunde a todos. En ese juego de a tres (polticos, magistra-dos, periodistas), los periodstas no ganan legitimidad.' Cuanto ms seasemejan los papeles, ms se necesita mantener la especificidad de cada unade las tres relaciones con el mundo, y no pedir a unas y otras que cam-bien de referencias y de papeles.

    Sobre todo porque los periodistas no dejan de querer distinguirse delos profesionales de la comunicacin, que consideran corno menos se-rios. que ellos, aunque, en realidad, los comportamientos se han aseme-jado mucho, y los valores de unos y otros no estn tan alejados. Oponer-se a la com para salvar la informacin es, sin duda, una estrategiadiscutible... Es necesario distinguirlas, oponerlas es falso, pues todos losperiodistas hacen comunicacin. Todo acto de informacin en la prensava acompaado de una estrategia de comunicacin. Sobre todo porquelos periodistas saben bien que una de las dificultades de su oficio radicaen que la informacin suele estar en contradiccin con las ideologas delpblico. Informar es, en general, luchar contra estereotipos y prejuicios...El arte de la comunicacin es, pues, directamente complementario deltrabajo de la informacin.

    Otro ejemplo ilustra las dificultades de la relacin entre informaciny comunicacin: la actitud que debe adoptarse con respecto a la banali-zacir de la informacin. El pblico la reclama cada vez ms en los pa-ses occidentales. Pero hasta qu punto los periodistas deben ceder a esademanda de una informacin ms comunicacional, ms cercana a lavida cotidiana? Es deseable que resistan a esa tentacin, pues no cabeduda de que, en una segunda instancia, los mismos que reclaman ese pro-ceder les reprocharn haberlo adoptado. Los periodistas deben asumir elhecho de que la informacin, que regula las cuestiones de la guerra y lapaz, debe evitar esa tentativa de banalizacin.

    Aunque algunos de ellos, apenas se vuelven algo conocidos, adoptanestrategias clsicas de valoracin. A fuerza de reunirse con dirigentes

    1. Les journalistes ont-ils encore du pourvoir?, J. M. Charon y A. Mercier (dirs.),CNRS ditions, Revista Herms, n." 35, 2003.

  • 42SALVEMOS LA COMUNICACIN

    econmicos, polticos, culturales, de codearse con ellos, creen perteneceral mismo mundo... Confunden el hecho de conocer a los grandes deese mundo, con el hecho de conocer el mundo.

    Por otra parte, cada ciudadano puede comprobar e! desfase entre lavelocidad de la informacin, su omnipresencia, la competencia, y e! he-cho de que los rumores y los errores son numerosos, y que las opiniones re-sisten al mundo de la comunicacin. Existe una suerte de desfase entre lavelocidad de la informacin y la lentitud de la opinin pblica, por nodecir que existen conflictos entre informacin y opinin pblica. Se vebien cmo se profundizan las distancias culturales entre los pblicos y e!medio de la informacin. Ayer e! periodista era de alguna manera e! re-presentante de! pblico, ante e! espectculo de! mundo. Hoy pertenece ados mundos diferentes. Y la mundializacin de la informacin va a acen-tuar la ruptura entre e! periodista y su opinin pblica nacional. Ser cadavez menos e! representante del ciudadano y cada vez ms un individuoaislado confrontado a todas las influencias. La cuestin de la confianza quese le otorga como condicin de su legitimidad ser an ms importante.Los periodistas tienen la temible responsabilidad de informar, sin retomarsistemticamente el discurso de los actores polticos, pero sin tener tam-poco siempre los medios para efectuar sus investigaciones. Ante e! terro-rismo internacional, por ejemplo, carecen de herramientas, estn bajo ladependencia de los polticos, y tienen la obligacin de resistir a las dife-rentes presiones para evitar convertirse en portavoces.

    Hay un segundo frente: el de los estereotipos, clichs y representacio-nes. Esos intermediarios del conocimiento a menudo deforman la com-prensin de la realidad, y e! trabajo de los periodistas consiste, sobre todo,en deconsrruirlos. Pero al mismo tiempo, sobre todo en e! contexto de lamundializacin, nadie puede acceder a la informacin de manera direc-ta. De modo que, en todos lados, los estereotipos son obstculos y escalonesa la vez. Pues si los periodistas se apoyan inevitablemente en los estereo-tipos que son transmisores de conocimiento y comunicacin para ha-cerse comprender por e! pblico, al mismo tiempo deben desconfiar deellos y a menudo deben deconstruirlos para tratar de llegar a la verdad.

    Una convencin internacional sobre la informacin y la imagen que garan-tice los derechos y los deberes de unos y otros tal vez permitira lograrcierto consenso. Valorizara la existencia de cdigos comunes, demos-trando la existencia de un minimo de cultura politica en caso de terro-rismo, guerra y competencia de informaciones. Esa convencin tambin

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    permitira definir las responsabilidades de unos y otros: periodistas,jefesde redaccin,jefes de empresas, poderes pblicos, polticos... en un mer-cado de la informacin cada vez ms contradictorio.

    Si bien la mundializacin de la informacin lo complica todo y hacems incomunicables an las visiones del mundo, puede establecer unmarco legislativo. ste no anular las libertades, sino que, por el contrario,ser la condicin para que exista aunque sea un mnimo de libertad. Heabierto este debate en un artculo publicado en el peridico Libration el4 de junio de 2004. Existe un convenio para proteger a los prisionerosde guerra. Aunque no siempre es respetado, ese convenio constituye unmarco. Si queremos un futuro en paz, merece la pena que tratemos deproteger la informacin mediante una convencin internacional.

    La accin

    Para los polticos, la situacin no es simple. Estn an ms desestabilizados ydesvalorizados que los periodistas. Bajo el fuego de los medios, constan-temente cuestionados en las elecciones, con un margen de accin cadavez ms estrecho en pases donde todo est burocratizado e instituciona-lizado, ellos estn cada vez ms confrontados a las reducciones de sobera-na nacionales por parte de Europa y la mundializacin. En resumen, ac-tuar es sumamente dificil en un programa cada vez ms ajustado, sobretodo porque los electores estn menos fascinados. Tienden incluso a ha-cerles pagar todo a los polticos, porque son los ncos a los que se lespuede echar. Peor an, se les pide tener una visin de futuro, en unmundo que vive por semestres... Les queda el uso de la palabra, la cual,con la omnipresencia de los medios, tambin se desgasta. Gobernar porla palabra ya no alcanza. Para recuperar un poco de confianza, los polti-cos tambin se ven tentados por una lgica ms comunicacional, queno les es necesariamente favorable. Se les pide que se expliquen, pero, enun mundo donde todos hablan y se explican, su palabra no tiene estatusde autoridad. Se mezcla con las otras, y a fuerza de ser trivial, pierde elpoco misterio y prestigio que rodeaba a la poltica. Dado que se hanvuelto cercanos y frgiles, la eleccin ya no les confiere la legitimidad deayer.Adems, la presin meditica y el monstruo incontrolable de la opi-nin pblica que, en nombre de la democracia, se autoriza a juzgarlotodo acentan la prdida de prestigio.

  • 44 SALVEMOS LA COMUNICACIN

    La pitonisa de la opinin pblica se convierte en un tirano. El polticoparece estar detrs y no delante de ella... Ella se convierte en el poder, ver-stil,interactiva, figura de un pueblo al que se invita a todos lados y al quese hace hablar por medio de sondeos, de encuestas. Ni los periodistas ni lospolticos se atreven a distender la presin de lo que se presenta como la de-mocracia en acto y que maana, gracias a la omnipresencia de termina-les interactivos, dar la ilusin de un gora en tiempo real. Pero quindecidi que la democracia sera el reino de lo instantneo interactivo?Qu quiere decir esa supresin del tiempo? Esa obsesin de tener algoque decir todo el tiempo. Por qu confundir opinin,juicio y decisin?A fuerza de estar demasiado presente, el receptan> de la comunicacin yde la poltica tambin se convierte en un tirano y una veleta.

    El conocimiento

    Por lo que respecta al conocimiento, en cierta medida se trata de la revanchade las ciencias sociales.Todo es visible, pero cada vez menos comprensi-ble, lo que da ms valor a su papel y obliga a salir de la lectura informa-cional y tecnocrtica de las sociedades. Las ciencias sociales tal vez nosiempre tienen las respuestas, pero por lo menos saben que la sociedad esmuy complicada. Las relaciones sociales a la hora de la transparencia yano son comprensibles. No slo los vnculos cada vez ms fuertes entre losocial, lo cultural y la poltica no simplifican nada, sino que la incomuni-cacin que aparece impide an ms una lectura simple de la realidad. So-bre todo porque la visibilidad de la sociedad es hoy menos evidente. Ayerhaba clases y conflictos. Hoy hay masas,pblicos, individuos y comuni-dades. Se crea que las cosas seran ms fciles tras la conquista de la na-turaleza y la materia, pero todo es mucho ms complicado en un univer-so de signos y comunicacin. El siglo XXI es la revancha de las cienciashumanas con respecto al positivismo tcnico y econmico del siglo xx.Comprender y actuar sobre las sociedades es mucho ms complejo quecomprender y actuar sobre la materia, la naturaleza y la vida. Y se sabeque en ciencias sociales no hay acumulacin del progreso como en lasotras ciencias, pues las sociedades ms refinadas pueden convertirse enbrbaras en muy poco tiempo...

    En cambio, no existe sociedad de la comunicacin sin revalorizarel estatus de las ciencias humanas y la sociedad. Dentro de stas, las cien-

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    cias de la comunicacin, tan recientes, y a su vez menospreciadas, pue-den cumplir un papel. Esas disciplinas conocen la dificultad de las rela-ciones saber-poder-comunicacin; la necesidad de la convivencia de lossaberes y la obligacin de la interdisciplinariedad.

    Estn en el centro de nuestras sociedades y,a su vez, son el testimoniovivo de la incomunicacin. Cada vez ms son el ejemplo de un cue