wolfgang giegerich: el error básico de la psicología en la oposición entre "individual"...

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Wolfgang Giegerich El error básico de la psicología de la oposición entre “individual” y “colectivo”: reflexiones sobre el Magnum Opus del Alma hoy (Publicado en Harvest: Journal for Jungian Studies, 1996. V. 42 nº 2, pp. 7-27) Traducción de Enrique Eskenazi Agradezco al autor su amable permiso para traducir y publicar este artículo Volver Wolfgang Giegerich es un destacado psicólogo analítico cuya obra ha sido considerada por David L. Miller como un avance radical en el pensamiento junguiano, más aún, como "pensamiento junguiano de tercera ola", comparando la obra de Giegerich con la de Jung mismo y con la "segunda ola", la psicología arquetipal asociada con James Hillman. No todo lo doloroso es verdad. Pero con frecuencia la verdad es dolorosa. Considero que la tarea de la psicología, del psicoanálisis, es tratar de producir y decir la verdad. Por supuesto, no sé si lo que escribiré aquí será de hecho la verdad; no soy yo quien deba decidirlo. Pero al menos sé que será doloroso. Permitidme que comience con el lema de esta serie de lecciones, “La salvación de la propia alma consiste en la salvación del mundo”. Como autor de esta afirmación, podría tener derecho a someterla a una reflexión autocrítica. Y debo someterla a una reflexión crítica a fin de disipar desde el comienzo un posible malentendido respecto a mi posición básica, y una posible expectativa que la cita podría haber despertado respecto a la línea general de pensamiento de la siguiente exposición. Escuchando hoy esa frase, no estoy contento con la palabra “salvación” y la preocupación que ella expresa. Ciertamente, a pesar de los nuevos y estimulantes desarrollos en las ciencias y la tecnología, hay suficientes cosas en el mundo que provocan en nosotros un deseo de salvación del mundo: terrorismo, hambruna de millones, brutal injusticia social y represión política en muchas partes del mundo, guerras, millones de refugiados, desempleo, epidemias, la imbecilidad de gran parte del espectáculo televisivo, para mencionar sólo unas pocas vejaciones insoportables. Sin embargo, tal como lo veo hay dos problemas con la intención de salvación. Primero, la idea es grandiosa,¿no es hybris ya el hecho de jugar con la imaginaria de idea de salvar el mundo? ¿Quiénes somos para esperar ser capaces de contribuir de alguna manera a la salvación de algo, y nada menos que el mundo? Salvación, sotéria , liberación, es un programa de un tipo demasiado grandioso, un programa adecuado exclusivamente para un sotér, un Salvador. En segundo lugar, me parece que el proyecto de salvación contradice también el impulso mismo del psicoanálisis. Una de las pacientes de Jung tuvo el sueño siguiente. Se le decía que descendiera en un foso lleno de material caliente y que se sumergiera en él. Obedeció, dejando tan sólo un hombro fuera del foso. Entonces Jung vino y la empujó del todo en el material caliente diciendo: “no fuera, sino a través”. Aniela Jaffé nos cuenta que cuando Jung relataba este sueño en un seminario, lo hacía con evidente placer (1). Este es un ejemplo simple y claro del impulso de la psicología profunda. El instinto psicológico ante una dificultad, una patología, un síntoma, en tanto es un instinto verdaderamente psicológico, no consiste en salirse de ello, ni en desear "corregirlo". El anhelo del alma es

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Wolfgang Giegerich es un destacado psicólogo analítico cuya obra ha sido considerada por David L. Miller como un avance radical en el pensamiento junguiano, más aún, como "pensamiento junguiano de tercera ola", comparando la obra de Giegerich con la de Jung mismo y con la "segunda ola", la psicología arquetipal asociada con James Hillman.

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Wolfgang Giegerich El error básico de la psicología de la oposición entre “individual” y“colectivo”: reflexiones sobre el Magnum Opus del Alma hoy(Publicado en Harvest: Journal for Jungian Studies, 1996. V. 42 nº 2, pp. 7-27)

Traducción de Enrique Eskenazi Agradezco al autor su amable permiso para traducir y publicar este artículo

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Wolfgang Giegerich es un destacado psicólogo analítico cuya obra ha sido considerada por David L.Miller como un avance radical en el pensamiento junguiano, más aún, como "pensamiento junguianode tercera ola", comparando la obra de Giegerich con la de Jung mismo y con la "segunda ola", lapsicología arquetipal asociada con James Hillman.

No todo lo doloroso es verdad. Pero con frecuencia la verdad es dolorosa. Considero que latarea de la psicología, del psicoanálisis, es tratar de producir y decir la verdad. Por supuesto,no sé si lo que escribiré aquí será de hecho la verdad; no soy yo quien deba decidirlo. Pero almenos sé que será doloroso.

Permitidme que comience con el lema de esta serie de lecciones, “La salvación de la propiaalma consiste en la salvación del mundo”. Como autor de esta afirmación, podría tenerderecho a someterla a una reflexión autocrítica. Y debo someterla a una reflexión crítica afin de disipar desde el comienzo un posible malentendido respecto a mi posición básica, yuna posible expectativa que la cita podría haber despertado respecto a la línea general depensamiento de la siguiente exposición. Escuchando hoy esa frase, no estoy contento con lapalabra “salvación” y la preocupación que ella expresa. Ciertamente, a pesar de los nuevos yestimulantes desarrollos en las ciencias y la tecnología, hay suficientes cosas en el mundoque provocan en nosotros un deseo de salvación del mundo: terrorismo, hambruna demillones, brutal injusticia social y represión política en muchas partes del mundo, guerras,millones de refugiados, desempleo, epidemias, la imbecilidad de gran parte del espectáculotelevisivo, para mencionar sólo unas pocas vejaciones insoportables. Sin embargo, tal comolo veo hay dos problemas con la intención de salvación. Primero, la idea es grandiosa,¿no eshybris ya el hecho de jugar con la imaginaria de idea de salvar el mundo? ¿Quiénes somospara esperar ser capaces de contribuir de alguna manera a la salvación de algo, y nadamenos que el mundo? Salvación, sotéria, liberación, es un programa de un tipo demasiadograndioso, un programa adecuado exclusivamente para un sotér, un Salvador.

En segundo lugar, me parece que el proyecto de salvación contradice también el impulsomismo del psicoanálisis. Una de las pacientes de Jung tuvo el sueño siguiente. Se le decíaque descendiera en un foso lleno de material caliente y que se sumergiera en él. Obedeció,dejando tan sólo un hombro fuera del foso. Entonces Jung vino y la empujó del todo en elmaterial caliente diciendo: “no fuera, sino a través”. Aniela Jaffé nos cuenta que cuandoJung relataba este sueño en un seminario, lo hacía con evidente placer (1). Este es unejemplo simple y claro del impulso de la psicología profunda. El instinto psicológico anteuna dificultad, una patología, un síntoma, en tanto es un instinto verdaderamentepsicológico, no consiste en salirse de ello, ni en desear "corregirlo". El anhelo del alma es

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que la consciencia entre cada vez más profundamente en el problema, hasta el corazónmismo del asunto, no por un masoquismo enfermizo, sino para preservar la visión alquímicade que, para comenzar, la confusión en que nos hallamos es la materia prima a la que estándedicados el eros psicológico y toda la Obra. En este sentido, incluso podría decirse que ni elmundo ni nosotros debiera salvarse de la dificultad; al contrario, es el problema o lapatología misma lo que debe salvarse o liberarse, en el sentido de la exigencia platónica de“sozein tà phainómena”, "salvar el fenómeno".

El sueño de la paciente de Jung muestra que la primera obligación del analista es con elopus, y no con los deseos de la persona empírica. Vemos que la inclinación del soñante entanto que persona empírica o ego-personalidad es salirse del foso. Pero en este sueño Jungno le tiende una mano auxiliar. La idea implícita de psicoterapia que subyace tanto a estesueño como al deleite de Jung con él, es que la psicoterapia no es una profesión de ayuda enel sentido usual de la palabra. Su propósito no es corregir, curar, mejorar, ya sea el mundo ola gente individual. Tales intenciones son deseos subjetivos que surgen de nosotros comoego personalidades. Por supuesto, no hay nada malo con tales objetivos. Son muy naturalesy muy humanos. Y con frecuencia la psicoterapia tiene de hecho un efecto curativo. Perocomo ya el mismo Freud advirtió, el efecto curativo es un mero producto colateral (si biendeseable) del trabajo analítico, no su objetivo inmediato. El objetivo inmediato de lapsicoterapia es el “análisis”, esto es, obtener conocimiento, hacer justicia a los fenómenospsicológicos penetrando en su núcleo más profundo y comprendiéndolos. Así, aunque losdeseos de curarnos, de liberarnos de los síntomas, de mejorar y de crecer son intereseslegítimos, no son las metas dadas para el proyecto llamado psicología o psicoterapia. Si,como dice el título de un libro, hemos tenido cien años de psicoterapia y el mundo va peor,¿acaso había que esperar que fuera mejor? Y lo más importante, ¿sería tal expectativa unaexpectativa psicológica? No. La psicología no tiene que ver con mejorar el mundo, ni con laesperanza o con la desesperación. Tiene un trabajo que hacer. Este es su compromiso. Aquélque desee entrar en el campo de la psicología debe por ello cruzar un umbral, el umbral quesepara nuestros sentimientos, necesidades y deseos de la intencionalidad “objetiva” propiade la psicología.

De hecho, mi crítica de la palabra “salvación” en mi frase de hace varios años no implica uncambio de parecer por mi parte. Pues no había hablado entonces con mi propia lengua. Másbien, había tomado una afirmación de Jung e intentado examinarla en sus propios términos,y no lo en los míos. Y el título bajo el cual se anunciaba mi lección, “La salvación delMundo” tampoco provenía de mí. Se debía al editor. En la frase mencionada, Jung habíadicho (OC 10:536) que la salvación del mundo consiste en la salvación de la propia alma. Demodo que en este caso era Jung quien puso en juego la fantasía de la salvación. Todo lo queintenté hacer fue poner a prueba la versión de Jung de la relación entre la salvación delmundo y la de la propia alma. Y el resultado de esta prueba no fue una simple inversión deldicho de Jung. Mi respuesta a ello fue más compleja. Sugerí que la frase de Jung sólo podíavolverse verdadera si se la reformulaba de la siguiente manera: “la salvación del mundoconsiste en la salvación de la propia alma sólo en la medida en que la salvación de la propiaalma consista en la salvación del mundo”. En otras palabras, puesto que estamos operandodentro de una fantasía de salvación, ni la salvación del mundo ni la de la propia almapueden pretender prioridad. Intenté expresar la dialéctica que gobierna la relación entre lapropia alma y el mundo.

Y con esta palabra clave, dialéctica, así como con mis comentarios de arriba sobre ladiferencia entre la intencionalidad “subjetiva” en nosotros la gente y la intencionalidad“objetiva” del proyecto llamado psicología, les he dado una primera indicación de miposición intelectual y de por qué creo que la simple oposición entre “individual” y “colectivo”es el error básico de la psicología. Hay un punto más que debiera mencionarse a fin de quetengáis una idea de dónde ubicarme. Mi obra como psicólogo está inspirada principalmentepor un doble compromiso. Por lo que toca a la tradición, me siento comprometido con Jung,y sistemáticamente me siento comprometido con la tarea de dar una respuesta, mirespuesta, a la vida, a nuestra situación, a nuestra realidad. No hay conflicto real entre estos

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dos compromisos. Esto es así porque, tal como lo veo, el mismo Jung se sintiócomprometido con la misma tarea de dar su respuesta a la vida y a la realidad tal comoestaban condicionadas en el siglo XX. Toda su obra fue el resultado de su lucha con laproblemática, de hecho con la dificultad que la situación moderna había traído para el alma.Si bien no hay conflicto real entre mis dos compromisos, hay una tensión dentro del primercompromiso, dentro de mi sentirme comprometido con y por Jung. La tensión es entre laletra de su obra escrita por un lado, y la visión que impulsa su idea desde atrás por el otro.Podría decirse que es la tensión entre la obra manifiesta y el opus magnum latente, entredoctrina escrita y proyecto viviente. Puedo caracterizar mi relación con Jung diciendo queintento medir la obra contrapuesta al opus, o la doctrina contrapuesta a la visión y, dondesea necesario, defender la intencionalidad de la visión contra las limitaciones de algunas delas formulaciones. De este modo creo que pueden ir juntas una profunda gratitud y fidelidada Jung y una mayor libertad respecto a cualquiera de sus convicciones particulares.

No requiere más discusión concordar en que Jung, cuando hablaba del proceso deindividuación, no intentaba proponer un individualismo unilateral. Aún cuando el telos dela individuación es el desarrollo del Self (Sí Mismo), el Self junguiano no debe versesolipsísticamente, ni puesto en contraposición con la humanidad, o con el mundo a granescala. “Este self, empero, es el mundo”, dijo Jung en una ocasión (OC 9/1:46). Respecto alos arquetipos, afirmó que se comportan como si pertenecieran tanto a la sociedad como alindividuo (OC 10:66o) Y sólo tenemos que recordar que con su teoría de la sincronicidadJung dio expresión a su visión de una posible unificación de psicología y física, para darnoscuenta de que su pensamiento intentaba, y podía, abarcar ambos a la vez, el individuo y elmundo como lo colectivo, así como el individuo y el mundo como naturaleza o cosmos.

Fuera porque los junguianos posteriores no fueron capaces de captar plenamente estanoción abarcadora de Self e individuación o que la concepción de Jung no les resultóplenamente convincente o, tercera posibilidad, que el modo en que se habían desarrollado lateoría y la práctica junguiana no apoyaba de hecho este sentido abarcador -en cualquiercaso, aproximadamente durante la última década ha habido un número de voces dentro delcampo junguiano expresando la necesidad de desplazar el acento de la individuación haciael mundo. James Hillman intencionadamente tituló una de sus conferencias “Del espejo a laventana”. La psicoterapia tal como había evolucionado se ve bajo la imagen del espejoporque ocurre en el temenos, o la vasija cerrada, de la sala de consulta y trabajapredominantemente por medio de la autorreflexión. Hillman quería romper el espejo quedevolvía la mirada del individuo a sí mismo, a lo que ocurre dentro de uno mismo, y abrir laventana de la sala de consulta para permitirnos percibir lo que ocurre en el mundo real anuestro alrededor, el mundo con su belleza así como sus deformidades, y tratar nuevamentede animar este mundo. Así le dio un alcance mucho mayor a la psicoterapia. Por un lado,debía atender directamente a tales realidades próximas como el transporte público, lapolítica de la comunidad, la moda, la arquitectura con la que nos rodeamos y vivimos, y porel otro lado, la psicología se dirigía a la idea en gran escala de un anima mundi, el alma delmundo. Al preservar el concepto de anima mundi se exigía un retorno a la idea de cosmos,como opuesta a la idea abstracta del universo de las ciencias modernas; en otras palabras,se le daba a la psicología la tarea de trabajar por el desarrollo de una nueva cosmología.

Las ideas que he bosquejado brevemente, demasiado brevemente, hablan inmediatamenteal alma: cosmos, anima mundi, animar el mundo. Sencillamente se sienten bien. Evocanprofundas anhelos y contienen una preciosa promesa. El único problema con ellas, creo, esque son psicológicamente anacrónicas o atávicas, tan regresivas como la idea del ConcilioMundial de las Iglesias de hace unos años de Salvaguardar la Creación. Y es por esto por loque incluso se apartan las necesidades psicológicas reales de hoy y se nos tienta a alejarnosde la situación real del alma. ¿Puede una conciencia que ha pasado por el proceso decristianización regresar a una idea del mundo, la tierra, la naturaleza como un sitio del alma,un sitio de significación teológica o metafísica? El propósito mismo del cristianismo esvencer este mundo, y el anhelo más profundo del alma cristiana es la de un mundo nuevo. ElCristianismo ha sido verdaderamente un acontecimiento incisivo en la historia del alma

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occidental. Con él, el velo del templo fue rasgado “de arriba abajo; y la tierra tembló y lasrocas se desgarraron” (Mateo 27:51). Esto implica una revolución de la conciencia. Más queuna revolución de la conciencia, ha ocurrido un cambio real, un corte real. No hay caminode regreso, así como hay camino de regreso detrás de la pubertad hacia la inocencia de lainfancia, o detrás de la Reforma y la Revolución Francesa hacia un marco mentalverdaderamente medieval. Por supuesto, siempre podemos repudiar lo que ha ocurrido,negar su realidad. Podemos fingir que lo que ocurrió no fue de hecho un acontecimientopsicológico tan real como un terremoto, sino tan sólo una falsa opinión o un sistema decreencias engañoso por nuestra parte, una visión humana equivocada de las cosas, nuestrafalta de respeto por el planeta Tierra. Las falsas opiniones o actitudes pueden corregirse máso menos a voluntad.

Pero tales argumentos son excusas. Mediante ellos podemos, ciertamente, jugar a la “EdadMedia” o incluso al “paganismo” de un modo semejante a cómo los veteranos de guerravuelven a jugar las batallas de la Guerra Mundial. Esto siempre es posible, pero más que unpasatiempo es una huida.

Hace 2000 años se dijo que había llegado la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalénadoraréis al Padre (Juan 4:21). El mundo en tanto que mundo natural ya no contiene másnada sagrado. Podemos deplorar esto, pero ello no cambia la situación psicológica. Cuandoen el año 724 Bonifacio rompió el Roble Sagrado de los Teutones, nos presentó una imagenque muestra objetivamente que la transición del paganismo al cristianismo es unacontecimiento literalmente incisivo, sin vuelta atrás.

En un pasaje de Chaucer, de “El cuento de la comadre de Bath” (2) se hace claro que estatransición no fue meramente un cambio mental de actitud y de creencia, sino unarevolución completa real e irrevocablemente, que cambió el estatus de la naturaleza.

En los viejos tiempos del rey Arturo, cuya fama todavía pervive entre los naturales de Gran Bretaña, todo el reino andaba lleno de grupos de hadas. La reina de los Elfos y su alegre cortejo danzaba frecuentemente por los prados verdes. Según he leído, ésta es la vieja creencia; hablo de hace muchos centenares de años; pero ahora ya no se ven hadas, pues actualmente las oracionesy la rebosante caridad cristiana de los buenos frailes llenan todos los rincones y recovecos del país como las motas de polvo centellean en un rayo de sol, bendiciendo salones, aposentos, cocinas y dormitorios; ciudades, burgos, castillos, torres y pueblos; graneros, alquerías y establos; esto ha ocasionado la desaparición de las hadas. En los lugares que frecuentaban los elfos, ahora andan los frailes mañana y tarde, musitando sus maitines y santos oficios mientras rondan por el distrito. Por lo que, actualmente, las mujeres pueden pasear tranquilamente junto a arbustos y árboles; un fraile es al único sátiro que encuentran, y todo lo que éste hace es quitarles la honra.

Aunque escrito en una vena cómica, este texto debe considerarse sin embargo como undocumento que refleja la experiencia efectiva de un cambio histórico revolucionario, que

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tomó lugar afectando el estatus lógico de la naturaleza o, como también podemos decir, a lanaturaleza de la naturaleza. Hay un claro sentimiento de pérdida fundamental. Lo que se haperdido (e irrevocablemente perdido) es el mundo natural como lleno de alma, comoanimado, como habitado por todo tipo de hadas, espíritus, gnomos y pequeñas gentes. Ya nopodemos encontrarnos estos espíritus en la naturaleza. La naturaleza ya no es un lugarinvestido con un significado autónomo y que aparezca de un modo personificado, en figurasreales. Ya no habla. El de Chaucer es sólo uno de los muchos testimonios de este cambiofundamental, así como hay incontables informes de los pueblos precristianos y de pueblospoco afectados en su profundidad por la revolución cristiana, que se han encontradorealmente elfos y hadas, espíritus y muertos en la naturaleza. El fragmento de Chauceratribuye este cambio a la influencia del cristianismo, que en efecto había cambiadofundamentalmente la constitución del estatus lógico del mundo. Había privado a la gente dela posibilidad de experimentar la naturaleza del modo en que se la había experimentado entiempos paganos, no volviéndolos ciegos, empero, sino vaciando metafísicamente la mismanaturaleza.

Después de este cambio no veo cómo se puede aún albergar seriamente la idea de un animamundi. Esta idea es una verdad arquetipal, sin duda. Pero es una verdad que tiene su lugarlegítimo en las culturas antiguas. Es parte de la psicología histórica. En nuestro mundo essólo una ilusión, una expresión de nostalgia. Me temo que para la psicología no tiene másque el estatus lógico que tienen las telenovelas para las masas -y uso una comparaciónprovocativa. Podría ser que la tarea psicológica que llamamos el magnum opuspermanezca igual a través de las eras. Pero lo que obviamente no permanece igual es el nivelen que se plantea la tarea para nosotros. El cristianismo catapultó la psique hacia un nivelmuy diferente, y es en ese nivel en el cual actualmente está la psique donde tenemos queafrontar nuestro magnum opus. Hoy la psique ya no está en el nivel de la antigüedad y dela psicología pagana.

Por supuesto, no debiéramos conectar ningún juicio de valor con esta observación. Si estecambio es bueno o malo es irrelevante, en tanto que es real. Ocurrió, y así la situación hacambiado totalmente.

De modo que pareciera psicológicamente equivocado tratar de re-animar directamente elmundo, así como así, o esperar experimentar de nuevo la naturaleza como divina. Sería unanueva representación nostálgica de una situación psicológica histórica. No puedo ver cómopodríamos aspirar a una nueva cosmología, una nueva re-mitologización de la naturaleza. Ytampoco necesitamos una nueva mitología o una psicología de la naturaleza. ¿Por qué?Porque ya tenemos nuestra psicología de la naturaleza. Nuestra real y legítima psicología dela naturaleza se llama física, un término que aquí incluye todas las ciencias naturales, asícomo nuestra psicoterapia real de la naturaleza o del mundo se llama tecnología. El trabajopsicológico que la tiene física en tanto psicología moderna de la naturaleza es demostrar queno hay nada divino en la naturaleza, no hay elfos, ninfas o espíritus. La naturaleza no es sinouna especie de máquina, un sistema de leyes formales abstractas. Esta es la verdad del almacristiana respecto a la naturaleza. Por lo tanto jugar al cosmos animado en contra deluniverso abstracto de la física no ayuda al alma; contribuye a la escisión neurótica, queprevalece en nuestra situación moderna. Poner la psicología y la psicoterapia en contra de lafísica y la tecnología, tan solo porque la física y la tecnología no satisfacen nuestras antiguasideas de lo que tiene alma y lo que no, ideas desarrolladas anteriormente, cuando la psiqueestaba aún en un nivel muy diferente, es un acto de escisión. El alma ha emigrado delcosmos y se ha mudado al universo. Y, según parece, no lo ha hecho sólo como una broma opor error. Por lo que respecta al mundo natural, toda la pasión del alma parece ir hacia lafísica y la tecnología. Aquí es donde está la verdadera acción. Y parecería un grave errorpsicológico denegar el predicado de psicológico o animado (soulful) a aquello que estámovido por tanta pasión del alma.

Por supuesto, no deseo sugerir que el mundo tal como nos lo presenta la física es emotivo yanimado en el mismo viejo sentido de la palabra, y no pretendo que aspiremos a descubrir

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este viejo tipo de animación en la física, porque estoy de acuerdo en que no puedeencontrarse allí. Esta es la cuestión misma: que el significado mismo de alma y deemocionante ha cambiado. El alma ya no está donde estaba una vez. Y por doloroso que sea,nuestra trabajo es seguir sometiendo a juicio nuestro pensamiento y adquirir una nuevadefinición de lo que es animado, y reconocer la física y la tecnología como partesinalienables de nuestro trabajo en el alma. Esto exigiría que nuestra conciencia se someta auna revolución con respecto a sus categorías y que aprendamos a ver el alma donde menoslo esperamos, y hasta ahora hemos detestado verla. ¿De qué otro modo podría vencerse laescisión neurótica? ¿De qué otro modo podría restituirse lo que por tanto tiempo ha sidomantenido separado del alma? Pero nos aferramos a la vieja idea de animación, y por tantonegamos necesariamente la visión de la física de la naturaleza como expresión legítima deltrabajo del alma hoy, insistiendo en cambio en una nueva cosmología, una nuevaconcepción de la naturaleza en términos del anima mundi. Y con ello hacemos másprofunda la escisión y repudiamos una parte esencial del magnum opus de hoy.

En mi visión el camino hacia el anima mundi está cerrado. La naturaleza está “acabada”, almenos en cualquier sentido psicológico, teológico o metafísico, y que esté “acabada” es elsentido mismo del mensaje que nuestra psicología de la naturaleza, la física, tiene paranosotros. En la medida en que el intento de re-mitologizar y re-animar la naturaleza fue undistanciamiento del acento que puso Jung en la individuación, ¿regreso ahora con mi críticadel alma del mundo simplemente a la misma psicología de la individuación que los colegasjunguianos preocupados por el mundo intentaron abandonar? Me temo que la idea delproceso de individuación, si se la examina críticamente, pertenece tanto a la psicologíahistórica como la psicología del anima mundi. Hoy la vida real de la psique no está en elproceso de individuación. Está en otra parte. El estatus lógico de la individuación es queestá psico-lógicamente obsoleta, es verdaderamente ya cosa del pasado. Esto no significaque el proceso de individuación no exista o no ocurra más. Sólo significa que, inclusocuando y donde ocurre, junto con la experiencia profundamente satisfactoria del significado,ocurre sólo desconectado, separado de lo que psicológicamente está de verdad aconteciendoen nuestra era, y suspendido dentro de esa burbuja autocontenida que llamamos nuestrapsicología personal.

La individuación ha perdido su raison d'être metafísica del mismo modo que aquel viejo jefeafricano al que Jung una vez le preguntó por sus sueños. El jefe respondió con lágrimas ensus ojos que en los antiguos tiempos los jefes solían tener sueños, y así sabían si habríaguerra o enfermedad, si vendrían las lluvias y adónde debían conducirse los rebaños.Todavía su abuelo tenía sueños. Pero desde que el hombre blanco había llegado a África, yanadie tenía sueños, informa Jung en sus Memorias. ¡Tampoco se necesitaban ya los sueños,porque ahora los ingleses lo sabían todo! Jung añadió a modo de comentarios que elchamán que anteriormente conversaba con los dioses o los hados y aconsejaba a su pueblohabía perdido su raison d'être. La autoridad del chamán había sido reemplazada por la delComisario del Distrito. Jung decía que este hombre no era una personalidad impactante enningún sentido, sino un viejo llorón. Sin embargo, o acaso por esa misma razón, era unarepresentación visual impresionante del colapso, que se expandía subterráneamente, de unmundo obsoleto y definitivamente irrevocable.

Hasta ahora he proclamado que la individuación está “acabada” por lo que respecta a suraison d'être psicológica o metafísica más profunda, como tambén el intento de retornar alanima mundi. Ahora debo mostrar que en verdad la individuación es obsoleta.

Lo que estamos presenciando actualmente en nuestro mundo es una gigantesca revoluciónque hace que la revolución industrial parezca inofensiva. En la economía está ocurriendo unproceso radical y extremadamente poderoso de reestructuración, recorte, racionalización. Esun proceso que vuelve redundante a miles o millones de empleados y asigna los restantes alestatus lógico de una masa colectiva maniobrable. Paralela a la producción "a tiempo justo”hay una tendencia al empleo "por el tiempo justo” (“MacJob”). En Alemania suele aludirse ala gente con contratos temporales como “Durchlaufmaterial”, lo cual podría traducirse

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como “material de tránsito”. El término es una alusión al “Durchlauferhitzer”, el calentadorde agua corriente, sugiriendo que, por lo que respecta a su estatus en la industria, se losconsidera como una substancia tan amorfa y continuamente reemplazable como el agua, yya no como seres humanos diversos, cada uno con su identidad individual y su dignidadpersonal.

Este proceso no es la fechoría de administradores individuales. No es culpa de nadie. Es undesarrollo que nos engulle con necesidad compulsiva, y tiene que ser comparado más conuna fuerza elemental de la naturaleza que con un acto humano deliberado.

Por supuesto, se podría decir que la gente siempre ha sido una masa maniobrable. Basta conpensar con el estatuto de trabajo de los señores feudales, o los esclavos de la antigüedad olas masas que fueron obligadas a construir las pirámides egipcias. Pero los esclavos o lossiervos no eran gente real en nuestro sentido. No tenían su libertad y su dignidad“metafísica” en sí mismos; el Faraón, el rey, o su señor incorporaban más o menosexclusivamente y llevaban su dignidad (majestad) y libertad en lugar de ellos. De modo quela esclavitud no le ocurría realmente al individuo, al núcleo “metafísico” de los humanos.Sólo golpeaba a aquellos humanos que en esta forma de sociedad representaban lo que erameramente “empírico” o “accidental” respecto a la existencia humana. Pero el proceso quehoy da a la gente el estatus de nada más que una masa maniobrable, le ocurre precisamentea gente que está definida como teniendo su “majestad”, que llamamos dignidad humana, ensí mismos, como un derecho humano constitucional. Esto es lo que hoy da a este procesouna significación lógica, no meramente empírica, en tanto que alcanza al individuo“metafísico”.

Hablando empíricamente, este proceso afecta sólo a gente individual, aún cuando puedancontarse por millones. Pero psicológicamente o lógicamente ha de verse como expresiónsimbólica y como visualización concreta de un cambio fundamental mucho más profundo yde otro modo invisible en el estatus de los humanos como tales. Arriba me he referido a estaproceso como una gigantesca revolución. Ahora, cuando es cuestión de comprender susignificado, puedo ser más específico y decir que es una revolución copernicana. Así comoen astronomía Copérnico destronó a la tierra de su posición hereditaria como centro delcosmos y la volvió un mero satélite del sol, así hoy el ser humano está destronado. No sólo lagente individual se vuelve redundante. Esto es sólo la verdad literal. La verdad psicológica esque este fenómeno empírico cuenta algo acerca del hecho de que nosotros los humanossomos vueltos metafísicamente redundantes. La relación entre el proceso de producción y elser humano se ha invertido. El factor humano está deviniendo secundario. Idealmente, laindustria quisiera poder prescindir completamente de los humanos, dejando que losservicios de bienestar asumieran responsabilidad por ellos, y trabajar sólo con robots y conprocesos totalmente automatizados. Desgraciadamente, en la realidad empírica esto no esposible. La gente todavía es necesaria para diseñar y programar los robots. Pero estanecesidad empírica de humanos es sólo un tributo a las circunstancias, no una expresión dela verdad de la era. En verdad, o psicológicamente, el ser humano ya ha perdido su raisond'être; del mismo modo que el jefe africano de Jung. La economía ya no está allí para elbienestar de los humanos, sino que los humanos están allí para el bienestar del proceso deproducción, y sólo cuentan hasta el punto en que son necesarios para el avance de laproducción. Se espera de la gente que se acomoden a lo que el proceso de producción exige;tienen que desplegar el grado más alto de movilidad y de rapidez de re-entrenamiento paranuevos empleos. De este modo se pone en evidencia que, de ahora en adelante, loshumanos, como masa maniobrable o como material de tránsito, tienen que subordinarse alas necesidades objetivas del proceso de producción, que es la única cosa que realmentetiene una raison d'être, porque está autorizada por el supremo valor de hoy, al que a su vezse subordina: el del máximo beneficio en el contexto de una competencia global. Al igualque el faraón en el antiguo Egipto, el máximo beneficio es el sol alrededor del cual hoyhemos sido asignados para girar nosotros los humanos, y de ningún modo a causa de lacodicia personal de aquellos que se benefician de este beneficio, sino porque la revolución

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copernicana ha redefinido el rol de los humanos como meros satélites. Y este sol es, asícomo para Platón, to agathon, el mayor bien, el summun bonum. Es el único valor exclusivoque hoy prevalece; no tiene otros valores, otros soles, delante o detrás suyo. Es un fin, quéva, es el fin en sí mismo. Es nuestro verdadero Dios, nuestro verdadero Yo (Self). Estarevolución copernicana no es sangrienta, pero lo que está ocurriendo por su causa esterrorífico. Su violencia es lógica o psicológica, incluso podríamos decir metafísica.Comparada con ella, las revoluciones francesa y rusa son como tomar el té.

En un contexto tal, donde la meta del proceso en el que nos encontramos consisteobjetivamente en volver redundante, metafísicamente o lógicamente, al ser humano y laidentidad individual como tal, no hay lugar para el proceso de individuación. Continuardefendiéndolo es el movimiento equivocado. Pierde de vista el sentido. El proceso deindividuación está totalmente desconectado de lo que realmente está ocurriendo. Elmagnum opus del alma hoy no es la individuación, sino la globalización. Y globalizaciónsignifica la eliminación de la identidad personal como algo de propio derecho y elsometimiento lógico de todo lo individual a la única gran meta abstracta del máximobeneficio: la ganancia debe aumentar, pero yo debo decrecer. El proceso de máximobeneficio (junto con la necesidad de que tanto compañías como individuos se erijan encompetencia global) provoca la sujeción de todo en la vida, y en verdad del Ser, bajo lalógica del dinero.

Aquí se vuelve necesario recordarles que con estas afirmaciones no estoy dando miprograma. No estoy describiendo lo que pienso que sería bueno y correcto y deseable ydebiera hacerse. Meramente intento formular el programa o la lógica inherente en elpoderoso movimiento “autónomo” del alma.

Pero este es un punto donde tienden a despertarse violentas objeciones en nosotros,objeciones que se aplican también a mi afirmación de arriba de que la naturaleza y el animamundi están “acabadas” psicológicamente o lógicamente. Las principales objeciones sondos. La primera se basa en el testimonio de nuestra experiencia y sentimiento personal. Conmucha frecuencia nuestros sentimientos personales contradicen mi análisis. Se refieren anuestros sueños, a nuestra experiencia interior tal como podría ocurrir en un procesoanalítico profundo o a los sentimientos que la naturaleza despierta en nosotros. Podríamoshaber experimentado a un proceso de individuación profundamente significativo. En lanaturaleza podríamos haber sentido una presencia divina. Ambos tipos de experienciapodrían haber venido con un sentimiento innegable de realidad y convicción que no esinvalidado por ningún argumento racional.

La segunda objeción es de una naturaleza más teórica. Opera mediante la distinción entreinterior y exterior, proceso individual y vida colectiva, una distinción que viene con unavaloración. La psicología tiende a tomar partido por la vida personal interior, y no tomar encuenta o despreciar el desarrollo social y económico objetivo. Se supone que toda laimportancia psicológica permanece en nuestra experiencia interior arquetipal, nuestrossueños, lo imaginal, mientras que lo que ocurre en el mundo a gran escala se considera partede la consciencia colectiva, lo que implica que es de una naturaleza psicológicamente mássuperficial y por ello de menos peso y sentido. Desde este punto de vista uno puedeconcordar en que hay obviamente el proceso de globalización que he descrito, pero negarllanamente que este proceso es la forma de hoy del magnum opus. Por el contrario, se veríaen él un tipo de defensa contra el verdadero magnum opus del proceso de individuación, alestar unilateralmente atrapado por intereses materialistas, meramente externos y del ego,desprovistos de cualquier significado profundo para el alma. Pero estas objeciones, porpoderosas que sean, debe ser vistas a través como trampas psicológicamente peligrosas.¿Por qué es así?

Primero consideraré la segunda objeción. La oposición de la propia vida interior y laconsciencia colectiva, tal como se la entiende y usa generalmente, contiene unaequivocación, o es la contaminación de dos oposiciones diferentes que debieran mantenerse

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separadas. Una oposición es fenomenológica y positiva (positivista). Para ella hay dos tiposde experiencia o dos reinos de experiencia. Por una lado están nuestros sueños,sentimientos y visiones, que aún cuando son arquetipales en naturaleza, sin embargo sonestrictamente individuales y personales. Ciertamente, puedo compartirlos con los demás,pero también tengo que compartirlos si quiero que los demás los conozcan, porque sólopueden aprender de mí lo que experimento en mis sueños. Por el otro lado, hay aquellosprocesos que son públicamente visibles, conocimiento común. De modo que esta oposicióndistingue de manera muy directa dos reinos de experiencia, de acuerdo a la fuente deconocimiento o al sitio de la experiencia.

La segunda oposición es de sentimiento o valoración. Como tal, no es positiva (positivista).Requiere una cierta sensibilidad. Los fenómenos se distinguen respecto a si se sienten comoteniendo una significación más profunda, más emocional, plenos de sentido, y como partede los verdaderos misterios del alma -o si parecen ser más superficiales y tener que ver conintereses prácticos cotidianos, con la propia orientación y supervivencia en la realidadpráctica, con lo humano-demasiado-humano. Aquí el magnum opus del alma tiene quedistinguirse de los esfuerzos comunes al servicio de las necesidades y deseos de nuestro ego.Otra formulación para esa diferencia es la distinción entre la cualidad arquetipal ynuminosa de las experiencias en oposición a la cualidad común, racional, empírica, profanade los fenómenos de la vida. Esta oposición atribuye a los fenómenos un estatus lógicodiferente, según su valor de sentimiento o su significación para el alma. Acontecimientospolíticos de suma importancia pueden ser de poca significación para el alma, mientras queacontecimientos profundamente arquetipales pueden ser poco llamativos y pasarinadvertidos para el público.

En la psicología junguiana tradicional, la oposición positivista y objetiva de experienciasexclusivamente accesibles a través del individuo en oposición con experiencias quepertenecen al dominio público, se ha confundido con la oposición no positivista y noobjetiva de dos tipos de estatus o valores de sentimiento que asignamos o denegamos a lasexperiencias. El status de un magnum opus, de un misterio arquetipal del alma, sereservaba para la experiencia interior individual, y por el mismo parámetro se le denegabantales predicados a lo que ocurría en el mundo exterior del desarrollo social, económico ypolítico. Por definición, eso tenía que ser psicológicamente insignificante, cuando nodirectamente desalmado.

Pero ¿es sostenible esta identificación a priori de lo numinoso con la experiencia interiordel individuo? No lo es, porque positiviza una distinción que no puede positivizarse porcuanto depende de nuestra apreciación original de sentimiento de cara a cada nuevofenómeno. No hay razón a priori por la que lo arquetipal, el magnum opus deba apareceren la privacidad de la sala de consulta o en alguna otra vasija alquímica, y por la cual nopodría tener lugar en el mundo ahí afuera, en lo que pertenece al dominio público. Aquíquisiera introducir una frase acuñada por Goethe: “das offenbare Geheimnis”, “el misterioevidente o llamativo”. Lo que Goethe tenía en mente no era un misterio o secreto quehubiera sido revelado. Quería decir algo que, aún cuando es de conocimiento público,permanece siendo un misterio. Acaso se podría decir que, precisamente porque está en lascandilejas, no se lo reconoce como un misterio; se vuelve la Piedra rechazada por losconstructores. El carácter de misterio se ve oscurecido porque el fenómeno es tan exotérico,tan manifiesto. Lo exotérico es la mejor ocultación, el mejor escondite del misterio esotéricodel alma. Esto es análogo a la idea de Jung de que el ego, que pretendida y ficticiamente eslo más conocido y lo mas evidente, es en realidad un insondable cuerpo oscuro (OC 14:129)

Efectivamente, hay buenas razones para creer que ha habido un cambio fundamental en lahistoria del alma. He presentado dos historias que sugieren ésto: el pasaje de Chaucer y elinforme de Jung sobre el chamán africano. Este cambio no es sólo una ruptura radical, estambién una inversión. En el tiempo de los antepasados del chamán, el magnum opusvenía del interior. Ocurría mediante sueños, visiones, meditación. Era una situación en laque, para darse cuenta de los misterios de alma, era conveniente algún tipo de reclusión,

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irse al desierto, volverse un eremita, un monje. Pero ahora no sólo los africanos de hacesetenta años, sino también nosotros en el mundo Occidental, vivimos bajo la nueva regla delComisario del Distrito, que vuelve obsoleto e irrevocable el mundo del chamán y, comosabemos, el Comisario del Distrito no guía sus decisiones por sueños, por meditación y otrasexperiencias interiores. El cambio del chamán al Comisario del Distrito es un cambio dellugar del alma, una inversión del origen de la inspiración, que ya no viene de dentro sino defuera. Ahora el verdadero magnum opus ocurre alrededor nuestro, en los tremendoscambios públicos, en la globalización, la racionalización y la automatización queexperimentamos actualmente. Éste es el nuevo lugar del movimiento del alma, la formaactual del misterio. Y es un misterio real, absoluto, porque generalmente no tenemos lamenor sospecha de que, apareciendo tan evidente y tan profanamente, podría ser un procesoarquetipal altamente numinoso.

Aquí nuevamente entra en juego la primera objeción que mencioné más arriba.Especialmente si seguimos la intuición de que la diferencia entre lo profundamentesignificativo y lo psicológicamente superficial depende de nuestra apreciación desentimiento respecto a cada fenómeno, ¿no es acaso el proceso de individuación, con susexperiencias imaginales profundamente conmovedoras, algo que inmediatamente advienecon un sentido del más alto valor de alma y con profunda convicción, mientras que elproceso de globalización se aúna con un sentimiento de falta de alma, de carencia desentido? Ciertamente es así. Pero también esto es una trampa. Porque no se trata enabsoluto de si nuestros sueños y experiencias imaginales advienen con convicción y ricosentimiento o no. Por supuesto, las experiencias que son parte del proceso de individuaciónson profundamente conmovedoras y satisfactorias. Hay un sentimiento de innegablerealidad. Pero lo que aquí nos interesa es la intuición sorprendente, exigente, de que todasestas experiencias junto con los sentimientos intensos que evocan pertenecen al mundo delchamán africano en nosotros, y que este mundo como un todo, es decir, junto con nuestrossentimientos personales de su realidad y su satisfactorio sentido, se ha vueltoimplacablemente obsoleto por el advenimiento del Comisario del Distrito, un Comisario deDistrito que, en nuestro caso, es el abrumador jalón hacia el máximo beneficio.

El narrador del pasaje de Chaucer y el chamán africano de Jung eran lo suficientementehumildes y honestos para admitir lo obsoleto del mundo de elfos y sueños, a pesar de lossentimientos de profunda apreciación y significado que este mundo les evocaba. Reconocíanque los elfos y los sueños, por significativos y satisfactorios que pudieran ser, ahora tenían elestatus de nada más que “antigüedades psicológicas”, podríamos decir. Las antigüedadesestán revestidas con mucho valor anímico. Pero, en tanto que antigüedades, se sabe quepertenecen a un mundo que ha pasado irrevocablemente.

Nosotros no somos tan honestos y humildes. Todo lo que queremos ver con nuestrossentimientos, es que las imágenes producidas por el proceso de individuación despiertan ennosotros sentimientos personales profundamente satisfactorios de sentido y convicción.Porque sentimos ésto, insistimos en que todavía debe ser verdad. Rehusamos plantear lacuestión del estatus lógico actual en el que permanecen nuestras experiencias, junto contodos los sentimientos que evocan. Rehusamos reconocer que el desarrollo real ha dado altraste y da constantemente al traste con el significado de aquellas experiencias. El procesode individuación como un todo pertenece a la psicología histórica, arqueológica. Susimágenes no son irreales, pero representan la realidad del pasado, de lo que habiendoestado una vez al frente de la vida, es ahora histórico en nosotros. Las imágenes norepresentan la realidad del presente. Toda nuestra psicología personal, con todos nuestrossentimientos de significado, es "historia hundida”, son las condiciones reales de vida de erasanteriores, colapsadas o condensadas e interiorizadas. Al insistir porfiadamente en nuestrossentimientos de profundo significado, evocados por la experiencia de individuación,nosotros en tanto que gente moderna, estamos por así decirlo jugando a ser “chamanesafricanos” o “brujos” -sin admitir sin embargo que meramente estamos representando estospapeles. En un sentido, somos como turistas que contemplan un espectáculo de danza tribalo una sesión chamánica, y como estamos profundamente conmovidos por ello en nuestros

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sentimientos personales, tomamos este sentimiento como marca de verdad, cerrandonuestros ojos al hecho de que estamos presenciando una mera atracción turística.Ciertamente, este espectáculo es la exhibición de una antigua verdad, pero esta exhibiciónmisma no tiene ya más el estatus de verdad .

Los sueños de los verdaderos chamanes de antaño trataban de dónde había que llevar losrebaños, de si habría guerra o enfermedad, lluvia o sequía. Como lo dice Jung, “negociabancon los Dioses” acerca del destino, el destino real (también político, económico) de todo supueblo. No hay nada comparable en el proceso de individuación de hoy. Generalmente lossueños en los procesos de individuación de hoy, por arquetipales que puedan ser, son sinembargo sólo de significado personal, privado, lo que muestra claramente que el significadoque indudablemente tienen es un significado suspendido, ocioso, similar al significado deun entretenimiento (hobby) personal. Es un significado que está allí, pero ya no es másverdadero, si por verdadero queremos decir un significado que también abarca y hacejusticia a lo que realmente está ocurriendo en nuestro mundo moderno.

Jung recuperó para nuestro tiempo la idea del magnum opus o la vida simbólica (acercade la cual habló en 1939). La recuperó mediante su estudio de los procesos históricos delalma, tales como aquellos del mundo de la alquimia, y mediante su hallazgo de procesosparalelos en el análisis personal de sus pacientes. Debido a este paralelismo formal, Jungpensó que el desarrollo que ocurría en el interior de estos individuos modernos era elmismo magnum opus. Pero creo que esto fue un error, un error referente al orden demagnitud. La nueva visión de la realidad recuperada por Jung, llamada magnum opus, esuna idea preciosa, un descubrimiento inestimable. Debiéramos conservarlo -perodebiéramos retirar el predicado “magnum opus” de la experiencia individual, a la que Jungtodavía lo asignaba. La experiencia individual del proceso de individuación hoy ya nomerece este título. Como parte de nuestra psicología estrictamente personal, aún puede serla Obra, el opus, más que tan sólo una actividad del ego, pero ciertamente no cualifica comola Gran Obra. Es opus parvum, la “pequeña obra”. Es parte de nuestra psicologíapersonal, y por tanto de una psicología finalmente histórica. Como tal, tiene tanto su propiadignidad e importancia, por cuanto que nuestra preocupación por el pasado, que llevamosen nosotros, siempre es importante, pero su estatus es tal que ya no puede considerarse“magnum”. El verdadero opus magnum de hoy tiene lugar en un campo enteramentediferente, no en nosotros como individuos, sino en el campo de los asuntos del mundo, de lacompetencia global, en el campo del Comisario del Distrito psicológico, que en nuestro caso,como dijimos, es el jalón abrumador hacia el máximo beneficio. El individuo meramentesiente los efectos del opus magnum como los de un destino ciego, pero permaneceabsolutamente desconcertado, desvalido y perplejo respecto a lo que le está ocurriendo y porqué.

Podemos conseguir apoyo del mismo Jung para la crítica de la visión de la experienciaindividual como un magnum opus. Cuando Jung en sus Memorias explícitamente serefiere a la obra Fausto como el opus magnum de Goethe y cuando ve su propia obra comocontinuación de la obra sobre la problemática psicológica con la que lucharon Goethe en suFausto y Nietzsche en su Zaratustra, él mismo ve el magnum opus como una Obra no-individual, no-personal. Obviamente, el drama de Goethe no es un informe sobre su procesode individuación personal. Se ocupa de una problemática del alma, que es la problemáticadel alma occidental a gran escala (incluso en la visión de Jung). Lo mismo vale para elZaratustra de Nietzsche. Y por supuesto, el opus alquímico medieval, también fue unproyecto decididamente cultural (Jung hubiera dicho “colectivo”), no uno personal, no unoque enfoque sobre el desarrollo individual del alquimista, en tanto que esta personaparticular, aún cuando naturalmente en los tres casos (alquimia, Goethe, Nietzsche) lapersona a través de la cual la Obra se expresaba figura en el “coloreado” particular delresultado.

La psicología es incapaz de ver el opus magnum de hoy, el opus del máximo beneficio,como el opus magnum del alma de hoy (o más bien como una fase, la presente, de ese

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opus en curso). La psicología siente que tiene que despreciarlo como un desarrolloequivocado, tiene que negar su origen en el alma, negar que es la forma presente de la vidasimbólica del alma. ¿Por qué? Debido al error básico de la psicología, que es operar con (ydentro de) la oposición de “individual” y “colectivo”. La poderosa dinámica de máximobeneficio en el contexto de la competencia global, no es ni individual ni colectiva (untérmino que, hablando estrictamente, no denota nada más que un tipo plural de“individual”, en todo caso. Denota una “colección de individuos”). Esta dinámica no tienenada que ver con la gente, es de un orden completamente diferente. Es la lógica de nuestrarealidad, la lógica o la verdad en la cual estamos (sin tomar en cuenta si somos sólo lasaturdidas víctimas de este proceso o, como administradores en la industria o cosassemejantes, somos participantes activos y contribuímos a ella) Por supuesto, “lógica” no enel sentido de la Lógica formal abstracta. Lo que quiero decir es una lógica concreta, unarealidad, una dyamis: psico-lógica. Es el movimiento real del alma; es la vida del alma, quees vida lógica (3)

Lo que he dicho acerca de la dinámica de la maximización de la ganancia tiene queextenderse a los fenómenos psicológicos como tales, en tanto que, como psicológicos, no sonni individuales ni colectivos. Estas son categorías erradas. Simplemente no tienenaplicación. El alma puede mostrarse en y desarrollarse a través de las vidas de individuos ycolectividades, pero no es ella misma algo que pertenezca a lo uno o a lo otro. Con laoposición de “individual” y “colectivo”, la psicología aún permanece sujeta a la falaciaantropológica, es decir, al supuesto de que la psique es una parte de los humanos, unaespecie de “atributo” de la “sustancia” llamada gente, de modo que la psicología finalmentetendría que ser acerca de los seres humanos, en lugar de acerca del alma; trataría de lo quelos humanos sienten, piensan y desean, sobre sus experiencias imaginales -en general,acerca de lo que ocurre dentro de ellos. La psicología sería una subdivisión de laantropología.

Pero aparte del hecho de que tal concepción de la psicología es insostenible por razonesmetodológicas, también es insostenible en vista de lo que hoy experimentamos. Después detodo, el telos inherente y el sentido mismo del proceso de máximo beneficio es volverradicalmente imposible esta concepción. Este proceso está alrededor nuestro, como nuestroabsoluto; es el medio o el elemento de nuestra existencia, así como el aire es el elemento dela existencia del organismo humano, y es el Dios al que sacrificamos lo que más queremos.

Si, como hemos visto, el telos y significado del opus de máximo beneficio es hacerredundante a la gente, ¿acaso este momento de la vida simbólica no sirve como nuestrainiciación a lo que yo llamo “la diferencia psicológica”, la diferencia entre humano y alma?¿No debiéramos reconocerlo como nuestro psicopompo, que nos guía fuera de la falaciaantropológica u ontológica que domina a la conciencia presente, y hacia una nueva forma deconciencia? Más de 450 años después de la revolución copernicana en astronomía, elproceso de máximo beneficio hoy da finalmente a la psicología (o a la misma conciencia)una oportunidad de experimentar su revolución copernicana. Mientras el ser humano esdestronado del lugar central a cuyo alrededor la vida psicológica supuestamente tenía quegirar, la psique finalmente puede en verdad ser reconocida tal cual Jung intentó verla: comopsique objetiva o autónoma, o como prefiero decir, como la vida lógica del alma, una vidaque es su propia meta (aún cuando vive a través nuestro y nos necesita para que le demosexpresión). Jung dijo que estamos en la psique, que la psique no está en nosotros. Para él elsignificado de la existencia humana era expresar y representar la vida simbólica; la vidasimbólica no estaba allí para servir a los intereses y a las metas de la gente. Creo que esto eslo que aún está ocurriendo de hecho hoy en la gigantesca revolución a la que me referí, sibien en un nivel fundamentalmente distinto.

Pero en tanto la psicología se adhiera a la idea de lo individual y lo colectivo, permanecemosciegos para eso, y mientras rendimos servicio verbalmente a la idea de Jung de la psiqueautónoma, reducimos la psique (que después de todo es en realidad la verdad en la cualvivimos) a un tipo de apéndice humano. Al operar más o menos exclusivamente dentro de la

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fantasía de “individual” y “colectivo”, la psicología comprime necesariamente todos losfenómenos del alma en estos moldes. Mutilándose, hace que su propio pensamiento sea ypermanezca ontológico (esté inevitablemente interesado por y sistemáticamente sujeto alnivel de las entidades ónticas y de sus estados). Como un globo atado a la mano del niño quelo sujeta, a la idea del alma y de la vida psicológica no se le permite volar . Esta idea se ponea priori bajo limitaciones fundamentales. Se ve atada a la idea de ser humano, de “gente”, yse la subordina a ello. La idea del alma y de la vida psicológica no puede liberarse en símisma a fin de que se le dé la oportunidad de volverse verdaderamente psicológica.

Ahora bien, no se niega que el proceso de globalización y del máximo beneficio es unaocurrencia absolutamente brutal, que destruye mucho de lo que hasta ahora se habíaconsiderado parte de una existencia humana con alma. Viola todos nuestros valores yexpectativas. Al provocar la subyugación de toda la vida bajo el principio del dinero,implacablemente barre con mucho, si no todo, lo que solía dar sentido a la vida. Así no esdifícil entender porqué es visto como un desarrollo equivocado y como uno quesupuestamente la psicología debería compensar, por ejemplo, con la experiencia de laindividuación personal (cuando no se la conmina a pelear directamente en contra delproceso mismo). Sin duda esta visión es una reacción honorable. Sin embargo, también estádescaminada, por dos razones.

Primero de todo, esta reacción sucumbe a la falacia moralista y tiene el carácter de una“defensa” en el sentido psicoanalítico. Introduce una respuesta moral (una condena) en unpunto donde sería adecuado establecer una relación consciente y de conocimiento con elfenómeno en cuestión. Así, la psicología hace aquí más o menos lo mismo que la gente noanalizada tiende a hacer generalmente con respecto a la “sombra”: porque es “mala” tratande librarse de ella o de negarla, reprimirla. Pero, antes que nada, la sombra necesita serreconocida e investigada (“analizada”) sin reservas, antes de cualquier juicio de valor, a finde volverse más plenamente conocida. Me parece que el proceso global con el que hoyestamos enfrentados requiere, en primer lugar, el mismo tipo de respuesta a fin de quepodamos conocer exactamente con qué realidad nos estamos encontrando aquí, y cuáles sonsu orden de magnitud y su significación psicológica. La prematura condena moral impide el“análisis” imparcial. No da una oportunidad a “la sombra”. Así, yerra respecto a la mismanaturaleza y realidad de lo que condena. Pelea no tanto contra este “enemigo” real, comopiensa y espera hacerlo; más bien se defiende contra tener que enfrentarlo y volverseconsciente de ello (y posiblemente volverse consciente a través de ello) Pero esto significaque incluso se extravía en términos morales, en otras palabras, en su propio campo, porquela tan necesitada respuesta moral adecuada es sólo aquella que surge después de unreconocimiento sin compromisos y una comprensión psicológica.

Lo que supuestamente ha de lograr finalmente la defensa moral, empero, es impedirficticiamente la revolución copernicana de la que hablamos, el cambio hacia el plenoreconocimiento de la “psique autónoma”. Su propósito es mucho más fundamental quedefenderse contra tener que enfrentar ciertos desarrollos desagradables. Pelea por algomucho mayor, mucho más radical. Pelea para retener el mismo principio que constituye laautocomprensión moderna del hombre; pelea para salvar la lógica que gobierna laconciencia moderna, su metafísica del ego, y conversamente para eludir la visión sobre elhecho de que esta metafísica ya ha sido superada. Al requerirnos que tomemos una posicióna favor o en contra, la defensa moral trata una vez más de convocar al “ego responsable” alas armas y que se ubique de este modo en el centro, como si no fuera demasiado tarde.Intenta así después de todo proveer a la largamente obsoleta falacia antropológica de una(aparente) fortaleza.

Ahora vengo a la segunda razón, por la cual la visión de que la dinámica del máximobeneficio es un “desarrollo equivocado” está descaminada. Desde un punto de vistapsicoterapéutico, la cuestión se nos impone: ¿no podría ser que seamos nosotros mismos losque forzamos a este desarrollo a permanecer sin alma y sin significado, precisamenteporque rehusamos reconocerlo conscientemente como un movimiento auténtico del alma?

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¿Al igual que los conflictos psicológicos no reconocidos pueden forzarse a manifestarse bajola forma sintomática de somatizaciones “sin alma”? Al volver un oído sordo a lo que estáocurriendo, y al denegarle nuestra apreciación, le privamos de la posibilidad de conectarse ala consciencia. Lo forzamos en el estatus de literalismo y lo retenemos allí.

No debemos disociarnos de lo que está ocurriendo, sea lo que sea. Por el contrario, al igualque Jung dijo de Dios que Él nos necesita para volverse consciente, este proceso nosnecesita, necesita nuestro corazón, nuestro sentimiento, nuestra atención imaginativa y elesfuerzo riguroso del pensamiento para tener una oportunidad de imbuirse con mente, consentimiento, con alma. No debe abandonarse como algo que ocurre totalmente fuera denosotros y aparte de nuestra conciencia. Por así decirlo, debe renacer a través del alma y enel alma; en nuestra comprensión real, es decir, en nosotros como el “Concepto existente”(Hegel)

En tanto que, debido a nuestro antiguo y porfiado rechazo, estamos muy pero muy lejos deentender lo que nos está ocurriendo en este proceso, por el tiempo presente no podemos nisoñar en una comprensión real. Probablemente sea una tarea de generaciones trabajar haciauna situación donde este proceso se haya comprendido plenamente en la conciencia. Demodo que lo que significaría para nosotros hoy más inmediatamente “no retirar nuestraapreciación de sentimiento y atención del pensamiento de este proceso”, es que nospermitamos ser afectados, en verdad heridos, por él; que aún cuando nos apene, le dejemosentrar en nuestros corazones, abriéndonos a él. La tarea es padecer (¡aguda einteligentemente, no emocionalmente = sentimentalmente!) la pérdida fundamental queeste proceso nos inflige y permitirle operar en nosotros, como una especie de cincel quefactual y objetivamente, y no meramente de modo subjetivo, nos despoja de nuestraegocentrismo inflado y nuestro subjetivismo (4), de nuestro modo-de-ser-en-el-mundopersonalista y, junto con ello, de toda la “falacia antropológica”. La conciencia, o la Ideareal, de la “psique objetiva” debe verdadera y objetivamente adquirirse mediante un lentoproceso de experiencias dolorosas. Debe ser más que una “idea” o “representación” ennuestra mente a la cual suscribimos. Conversamente, debe haberse inscrito en nosotros.Sólo llegamos a un conocimiento real aprendiendo “por la vía dura”. El entendimientosubjetivo y estar de acuerdo no son suficiente (5). El estatuto de Zeus, páthei máthos (quepodría traducirse como “consciente a través del sufrimiento”) todavía es válido hoy (6)

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Notas(1) Aniela Jaffé: Aus Leben und Werkstatt von C. G. Jung, Zurich & Stuttgart (Rascher) 1968, p. iii(2) Geoffrey Chaucer. Los cuentos de Canterbury. Advertí este pasaje en un documento de HeinoGehrts.(3) He elaborado esta idea en mi Animus-Psychologie, Frankfurt am Main (Peter Lang) 1994.(4) Vale la pena advertir que no hablo aquí acerca de un subjetivismo personal o subjetivo. Sin tomaren cuenta si yo o Ud. como individuos privados estamos caracterizados personalmente por unaegocentricidad inflada o no, sin tomar tampoco en cuenta cómo nos sentimos subjetivamente y quépensamos de ello, esta egocentricidad inflada y subjetivismo son objetivamente el carácter lógico denuestro ser puesto que es la verdad prevalente o la lógica de nuestra era.(5) Piénsese tan sólo en el comunismo, cuya insostenibilidad había sido visto intelectualmente muchotiempo antes, pero cuyo colapso objetivo, en la realidad económica “ahí afuera” y como forma deorganización de una sociedad real, empírica, fue sin embargo necesario para hacer que esta intuiciónvolviera a casa. La alquimia de la historia hace consciencia por medio de operaciones factuales(calcinatio, putrefactio, mortificatio, solutio, etc.) sobre nosotros en tanto que prima materia, nomediante nuestro intento de obtener visiones racionales. Produce el Concepto real, que no essinónimo con “lo que imaginamos o pensamos subjetivamente acerca de la situación allí afuera”. Es launidad de lo que pensamos y de lo que se ha vuelto manifiesto como teniendo presencia real “ahí

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afuera”.6. Esquilo, Agamemnon, línea 187.

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