€¦ · web viewcomprendiendo genoveva que se disponía a morir, comienza a decirle jaculatorias,...

44
BEBE DE TU POZO Isabel Méndez, testigo de la fe en lo cotidiano 1

Upload: others

Post on 19-Mar-2020

4 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

BEBE DE TU POZO

Isabel Méndez, testigo de la feen lo cotidiano

Espiritualidad de las Siervas de san José Nº 14. Noviembre 2015

1

NUESTRA PORTADA

Isabel Méndez, a sus 29 años,nos hace el regalo de una vida santa como Sierva de san José,dejando hacer y deshacer a Dios, su Padre, que la llevapor caminos distintos al que ella había elegido para seguir a Jesús.

PREPARA:Siervas de san JoséSecretariado FundadoresC/ Brisa 4. 28003 MadridTel 91 554 14 65www. siervasdesanjose.org

2

TESTIGO DE LA FE EN LO COTIDIANO

28 de diciembre de 1953, Casa de santa Teresa, Salamanca. Mediodía. Acaban de salir de la habitación de Isabel la superiora general, Loreto Parrado, y la secretaria

y consejera general, Evangelina Polo.Isabel se ha quedado sola con la enfermera, Genoveva Rodrigo. Le pide una yema. Genoveva

se la prepara extrañada, pues nunca pedía nada. Después de tomarla, le pide el crucifijo y la medalla de Hijas de María, los besa y se recuesta en la cama. Comprendiendo Genoveva que se disponía a morir, comienza a decirle jaculatorias, pero Isabel le hace señas de que las quiere decir ella. Y recitando el “Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo” entra en el gozo de su Señor. Sin ruido, con total sencillez, con la naturalidad que siempre la había caracterizado.

Un mes antes, presintiendo que el desenlace estaba cerca, Isabel le había escrito a su confesor el P. Antonio Díez:

“Preparativos de viaje… ninguno, dormirme tranquilamente en los brazos de mi Madre del cielo. Ya no tengo que dejar nada, lo dejé antes de ahora”.

Por estas mismas fechas había escrito también a sus padres una carta de despedida. Concluía con esta posdata:

“¡Qué feliz se muere siendo Sierva de san José!”.Son gestos y palabras que desvelan lo que por dentro vivía.

Noviembre de 1988. Congregación de las causas de los Santos. Roma.Estaba haciendo el curso para postuladores llamado Studium. Me habían pedido que me

responsabilizara de la causa de canonización de nuestra fundadora a niveles internos de la Congregación y que coordinara la de Isabel Méndez desde el Consejo general; la responsable era Esperanza Pérez.

Una de las primeras cosas que hice fue acercarme al relator de la causa de Isabel, Mons. José Luís Gutiérrez, para saber en qué punto concreto estaba. Y me comentó que estaba muy gratamente sorprendido. En un primer momento, cuando le confiaron su causa de canonización, le pareció un caso de tantos, sin problemas, pero también sin especial relieve. Pronto cambió de opinión. Al terminar de leer la Copia Pública, se sentía realmente admirado ante la riqueza de vida interior que en Isabel había descubierto, vivida con tanta naturalidad y sencillez que podía pasar inadvertida ante ojos poco atentos; decir que no pensaba en preparativos de viaje, sino dormirse tranquila en brazos de Nuestra Señora, o que no tenía nada que dejar porque ya lo había dejado todo, desvela, ciertamente, una vida toda de Dios, que ella había logrado cubrir con un velo de normalidad y sencillez.

Recuerdo que le respondí: Tenga en cuenta que Isabel es Sierva de san José, y que las Siervas de san José estamos llamadas al encuentro con Dios en lo ordinario de la vida, en el día a día, sin necesidad de nada extraordinario, como José, Jesús y María en Nazaret.

Para descubrir a Isabel Méndez necesitamos un corazón sencillo, como el de aquellos que hicieron brotar de Jesús esta bendición:

3

“Yo te bendigo, Padre,Señor del cielo y de la tierra,

porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes,y se las has revelado a pequeños.

Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito”(Lc 10, 21)

El Decreto de virtudes, promulgado el pasado 16 de julio, resume así los rasgos que más caracterizan a nuestra hermana:

“Es estupendo dejarse en las manos de Dios.Estas palabras de la Sierva de Dios Isabel Méndez Herrero resumen la actitud interior que la

acompaña a lo largo de su sencilla vida, aceptando en fe la voluntad de Dios que se le manifiesta muy diferente a sus planes de entrega. Intensa vida interior, gozoso abandono en los brazos del Padre, confianza filial en María Nuestra Señora y alegre vivencia del proyecto de vida de las Siervas de San José son los pilares en que se apoya la existencia de esta mujer toda del Señor”.

Victoria López, ssjMadrid (España)

FUNDADORESFrancisco Butiñá, sj1

A raíz de la muerte de los precursores.Unas reflexiones sobre la del Padre Butiñá

1 Francisco Butiñá funda con Bonifacia Rodríguez la Congregación de Siervas de san José en Salamanca (España) el 10 de enero de 1874. El 13 de febrero de 1875 funda en Calella de la Costa (España, provincia de Barcelona y diócesis de Girona) una segunda comunidad, que, pasado el tiempo y por razones históricas, da origen a la Congregación de Hijas de san José.

4

Como estudiosa de Ramón Llull -gran precursor de la modernidad en plena Edad Media-, estoy extrayendo en diferentes trabajos aspectos que puedan haber interesado a la posteridad, especialmente dada la ocasión de celebrarse en el año 2016 el séptimo centenario de su muerte. Y aunque no es la primera vez que lo he sugerido, encuentro parecidos con el Padre Butiñá. Y aunque en este ámbito estamos hablando e interesados por el jesuita y fundador, a mi entender, no sólo no se empequeñece su figura por el contraste con Ramón Llull, sino que quizás puede contribuir a apreciar nuevas facetas. Estas coincidencias, además, ante la oportunidad de la efeméride luliana hacen más oportuno el contraste.

Es curioso que, a pesar de la distancia temporal, temperamental y ambiental, sobresalgan algunos rasgos en común desde la perspectiva actual; aunque tampoco es extraño dada la identidad cultural. Sin caer en estereotipos, un filósofo catalán, José Ferrater Mora, en Las formas de la vida catalana (1944), trazó unas notas que suelen ser habituales en el carácter de esta cultura; y acabo de leer en el Quijote (cap. 50) las diferencias que a grandes trazos distinguen a las señoras castellanas de las aragonesas. Por tanto, aunque a veces nos resulte algo raro por lo alejado, la vigencia de unos caracteres que persisten es algo natural.

Pero no voy a seguir por esta línea de abstracción, y habiendo justificado el ponerlos de lado, voy a empezar comentando rasgos que chocaron en la vida de ambos. Es decir, que en su día les procuraron problemas con sus congéneres, pero que, luego, son cosas que se han asumido por la sociedad con total normalidad o incluso son aspiraciones nuestras. Por tanto, tras su muerte, a causa de ellas podemos considerarlos precursores. Así, entre los trazos que asemejan a Llull y al P. Butiñá observo el ser tolerantes y dialogantes (lo cual no era precisamente práctica frecuente en su tiempo, más aun estando convencidos de su propio criterio); ser compasivos al extremo o aceptar radicalmente al otro; separar lo que es de Dios y lo que es del César, o sea lo que corresponde a la divinidad y lo que es del hombre, sin supeditaciones, rayas ni dilemas; dar a los contenidos religiosos más importancia que a la forma (siendo época tan formalista la de ambos) o practicar un cristianismo de vida, proyectado a los hombres, o sea no sólo doctrinal y de creencias.

Es un hecho también que los dos se adelantan a su tiempo, puesto que, sin dejar de responder plenamente al suyo, son críticos, imbuidos por sus dramas y problemas. Así, por ejemplo, en cuanto a la Iglesia, Llull, aun siendo laico, en una obra como el Libro del gentil y los tres sabios, deja ver claramente su denuncia a causa del aletargamiento de los cristianos; o bien en el Phantasticus ataca a los clérigos materialistas y adocenados. Mientras que el Padre Butiñá, jesuita y en la piel de la Iglesia, se preocupa por temas sociales desatendidos o, bajo la capa de un drama “de romanos”, en La venjança del martre, acusa a una sociedad injusta.

Entre las muchas obras que escribió Llull -hay 280 catalogadas, entre las cuales se hallan ideas originalísimas-, advierto algunas que encajan o coinciden con posiciones del jesuita, o bien que se adecuan en sus planteamientos y actitudes. Una que es próxima a la temática de nuestra reflexión es que decía que así como el alma está en el cuerpo -es algo que admitimos todos-, el cuerpo está en el alma -lo cual es nuevo, e ilumina y realza la unidad y dignidad humana, incluyendo lo corporal y no disgregándolo-. Esta filosofía explica, por ejemplo, que Llull se fije en detalles vulgares y domésticos, valorándolos, al dirigirse a su hijo (así en la Doctrina pueril, obra que se considera un hito en la pedagogía infantil). Mientras que el Padre Butiñá (autor de Escuela de santidad, obra muy precoz para la preparación de la primera Comunión) hace otro tanto ya que da a sus sobrinos, a través de las cartas, recomendaciones como la de que se abriguen bien. Aquella filosofía renovadora revierte en la sublimación de lo intrínsecamente humano, de lo pequeño y de lo material. No digamos ya en la fe de la resurrección.

Hay grandes hombres que sirven siglos después y, a causa de ello, se les recuerda. Son válidos mucho después de su fallecimiento, pues anticiparon la mentalidad que iba a venir. No se trata de que eso les depare más o menos mérito, pero sí que hemos de reconocer su precedencia y que en

5

esos puntos nos han abierto el camino y nos lo han dado trillado, o bien nos han alertado. O sea que, al margen de su aportación directa (escritos, fundaciones, etc.), su misma persona nos ha beneficiado y nos evoca bien un modelo bien una admiración.

Se me había encomendado la visión del P. Butiña desde hoy -y lo hemos visto como precursor- pero también -y en especial- respecto a su fallecimiento. Lo cual -entiendo- hace referencia a lo que actualmente podemos aprender de él desde el punto final de su muerte. Y también desde este enclave me vuelvo a remitir al filósofo catalán del siglo XIII contrastándolo con el Padre Butiñá. En ambos nos atrae su talante laico, siendo tan religiosos; así apreciamos la llaneza del jesuita cuando en su carta final, de despedida, dice a sus monjas: “Sed buenas”. Por otro lado, entre los rasgos que son peculiares de los dos está el deseo de martirio, que hoy nos parece desfasado, pero que hasta épocas recientes ha tenido vigencia, como puede desprenderse con fácil simbolismo del drama citado. Ahora bien, ninguno de los dos fallece bajo ese espectro. Sin embargo, los dos mueren quizás ante una sensación de fracaso. Llull lo manifestó en sus últimos años con desconsuelo, abierta y públicamente, como expresión literaria del drama de una razón que espera el reconocimiento debido, lo cual es una experiencia no solo lícita sino muy humana. Este desconsuelo también debió afectar al Padre Butiñá, pero en él apenas se percibe, pues sólo asoma muy suavemente en alguna carta en la intimidad.

Llull murió, posiblemente en el mismo barco en el que volvía de intentar dialogar con los sarracenos del Norte de África, y el P. Butiñá hasta en las últimas cartas está pendiente de sus fundaciones y de su familia. A ambos les sorprende la muerte ligados, pues, a sus objetivos religiosos. Y a los dos posiblemente bajo un íntimo desconsuelo. Llull, en el poema Lo desconhort, lo muestra desde una faceta apostólica, de modo que le impulsa a una mayor actividad. Pero en el Cant de Ramon cuenta la experiencia vital de su fracaso: “On que vage cuit gran bé far, / e a la fi res no hi puc far, / per què n'hai ira e pesar.” (Dondequiera que vaya, procuro hacer un gran bien, pero al fin no consigo hacerlo, por lo cual tengo ira y pesar). Y en el P. Butiñá sólo lo podemos imaginar, pues no manifestó así su tristeza, que sin duda debía sentir al hacer recuento de su vida; tanto hacia sus congregaciones como en cuanto a la continuidad de su familia -la línea suya, del hereu, que amaba tanto y veía sin sucesión-. En su caso era crasa la desproporción entre lo que había recibido y lo que había trabajado, por un lado, y el resultado obtenido o que se veía en las manos, por otro. No me refiero a que pudiera considerar o juzgarlo un mal pago por algún tipo de éxito soñado, sino al sinsabor de no recoger en logros reales lo que se ha sembrado. Desconsuelo que ya fijó Séneca con la bella imagen del labrador que va a segar el trigo y se encuentra vacía la espiga; o sea el desencanto o sabor amargo de no ver el fruto del trabajo. Muerte callada que debe ser la de muchos, y de soledad final, que es la de todos. Pero contando con la razón, la fe y, por tanto, la esperanza férrea del P. Butiñá, el paso que dio en soledad el 18 de diciembre de 1899, en su celda de la Compañía de Jesús, en Tarragona, deviene no sólo ejemplar sino bello.

Julia Butiñá Jiménez Boadilla del Monte (Madrid, España)

Perfil de un apóstolsegún las trazas de Ignacio de Loyola

(Continuación)IV. FRANCISCO BUTINYÀ, HOMBRE SANTO

6

El P. Butinyà es un jesuita que vive con pasión la primera y principal tarea de los hijos de Ignacio de Loyola: “la defensa y la propagación de la fe”2, buscando sin tregua ni descanso “en todo amar y servir”3.

Celo apostólicoSin duda, el valor evangélico más característico, que los engloba todos, es su heroico celo

apostólico, manifestación de su fe, de su esperanza y de su amor a Dios y a los demás.Llama la atención la excepcionalidad con que las cartas anuas de la Compañía, que de

ordinario no mencionan a personas concretas, citan explícitamente su nombre unido a una extraordinaria actividad apostólica:

“Entre los operarios se destaca uno que merece ser recordado particularmente en nuestras cartas, el P. Francisco Butinyà, incansable en su celo apostólico, y por eso muy querido por los de fuera, sobre todo por los pobres. Llamado día y noche al hospital, a las casas particulares, a preparar a los enfermos en peligro de muerte, a oír confesiones y a las demás obras de caridad, acudía siempre con muchísimo gusto [...]. Mientras hacía todas estas cosas, explicaba la Sagrada Escritura a nuestros escolares”4.

“Entre los ministerios ejercitados por los nuestros se destaca el celo eximio del P. Butinyà que, en la casa particular en la que residió durante algún tiempo después de la expulsión de los nuestros del seminario, en los templos, en la ciudad de Salamanca y en un pueblecito adonde fue por causa de sus estudios de Geología, no perdió ninguna ocasión para extender la gloria de Dios y para ganar las almas para Cristo [...]. Pero el ardorosísimo P. Butiñá no tenía bastante con los sermones y las confesiones. El tiempo que le sobraba lo dedicaba a escribir”5.

Destacan también su incansable celo apostólico las notas necrológicas de la Compañía: “Fue varón destacado en la piedad y en la observancia religiosa, se dedicó a

fondo a las ciencias, tanto físicas y naturales como sagradas, de las que fue profesor durante algunos años en varios lugares. Obrero incansable en la viña del Señor, es increíble la cantidad de trabajos que realizó para aumentar la gloria de Dios a lo largo de su vida. Siempre se mostró constante y asiduo en oír confesiones y en la predicación de la palabra de Dios. Y no contento con esto, se dedicó con esmero a publicar libros rebosantes de piedad y doctrina. Movido por la compasión hacia las jóvenes que carecían de ayuda en casi todo, fundó la congregación religiosa de las ‘Siervas de San José’ que ha merecido la aprobación de la Santa Sede Apostólica, por parecerles a todos que ha florecido en número y piedad. Finalmente, lleno de virtudes y de días, fortalecido con los sacramentos de la Iglesia, se durmió con gran paz en el Señor [...]”6.

“El 18 de diciembre falleció el P. Francisco Butiñá, hombre diligente, amante de su vocación, operario infatigable tanto en sus escritos como en sus predicaciones, y excelente promotor del culto de San José”7.

2 Fórmula del Instituto. (cf. S. ARZUBILADE, J. CORELLA, J.M. GARCÍA LOMAS (Eds.) Constituciones de la Compañía de Jesús, Ed. Mensajero-Sal Terrae, p. 30. [1993]). 3 EE, 233.4 Litterae Annuae Provinciae Castellanae Societatis Iesu (1871-76). Seminarium centrale Salmanticense (1871-72). Archivo prov. Toledo (Alcalá de Henares). El redactor de esta carta es, según el catálogo de Castilla de 1872, el P. Fermín Dávila. 5 Ibid. Seminarium centrale Salmanticense (1873-74). El autor de esta carta es el P. Manuel Cadenas.6 Historia domus, Summarium vitae 1892-1901. Arag. 1602, p. 1107. ARSI.7 Carta Anua de la Residencia de Tarragona desde el 1 de setiembre de 1899 a finales de agosto de 1900. ARSI.

7

Este infatigable celo brota de su amor a Dios y a los hermanos, sobre todo a los pobres del mundo del trabajo, cuyas angustias sabe escuchar y a las que trata de dar respuesta.

Un contemporáneo suyo, D. José Cartañá, obispo de Girona, que lo conoce en Tarragona siendo seminarista,

“admiró en él su incansable y eficaz apostolado, que ejercía principalmente entre las clases humildes y trabajadoras. El P. Butiñá se distinguió siempre como Apóstol de la clase obrera y fue grande su mérito: el adelantarse a los tiempos actuales [...]. Si hubiera de resumirse en frase sintética la larga vida y las diversas actividades del Padre como profesor, escritor, predicador, misionero, director de almas y fundador, podrían citarse aquellas palabras de san Pablo: ‘Híceme todo a todos para salvar a todos’. A la verdad, el P. Butinyà vivió todo él para los demás con amor desinteresado, tierno, esforzado, abnegado; y, si se me preguntara cuál era la fuente de gracia donde encontraba fortaleza para conservar e intensificar vida tan constantemente heroica, contestaría con las mismas palabras que el Padre dio como título al primero de los muchos opúsculos que escribió: Mina inagotable de tesoros celestiales abierta en el corazón de Jesús”8.

El amor a los pobres y su dedicación preferente a ellos es uno de los rasgos que las personas que lo conocen destacan más en la vida y obra de Francisco Butinyà:

“Todos sabían que el P. Butinyà era el Padre y guía de los obreros: si su caridad y celo no se sabía negar a nadie, sus predilecciones eran siempre y en todas partes para los pobres, los trabajadores, los enfermos, los abandonados y afligidos: éstos eran los que le rodeaban en el confesonario y en la calle. Nadie se marchaba descontento de su lado, pues siempre tenía aquella su dulce sonrisa para consolar, tranquilizar y animar, llenando de confianza los corazones más tristes y desconsolados”9.

La hermana Sandalia Laflorida, que ingresa en las Josefinas de Girona en 1878 y trata durante muchos años al P. Butinyà, escribe:

“Ya se deja entender la satisfacción tan grande [que] tuvo el padre de la caridad, que propiamente se le puede apellidar con este hermoso y honroso nombre, porque verdaderamente era el padre de los pobres”10.

El obispo Cartañá crea en 1942 una fundación a favor de las Hijas de san José para ayudar a las niñas pobres que educaban en la casa madre. La primera base estipulada reza así:

“La fundación se denominará ‘Fundación Padre Butiñá’ en memoria de la caridad en que ardía el Fundador de la Congregación, Rdo. P. Francisco Butiñá”11.

Podemos decir que los pobres son la pasión de su vida. Pasión en el doble sentido, en cuanto que constituyen uno de sus objetivos apostólicos más claros y en cuanto que son para él ocasión de muchos sufrimientos. A fin de comprender la hondura de su amor a los pobres y de su compromiso a favor de ellos vamos a citar algún párrafo de su correspondencia con los superiores con motivo de la fundación josefina:

- “Era una nueva congregación de religiosas obreras –escribe al P. Gil, Asistente General-, donde pudieran entrar tantas jóvenes que, teniendo vocación, no cuentan con dote ni condiciones para ingresar en otra religión antigua [...]. Me moví primero por los

8 PEDRO J. BLANCO TRÍAS, SJ, El Padre Francisco Javier Butiñá, sj, y su obra, Barcelona 1958, prólogo, pp. 5-7.9 Del Reino de Jesucristo. Bodas de diamante y Centenarios en este año santo en “El Mensajero del Corazón de Jesús”, Bilbao, tomo 95, nº 757, noviembre de 1950, p. 599. Artículo sin nombre de autor.10 Escrito de Sandalia Laflorida, Hija de san José. [Girona 1918-1922 (?)], p. 5. AGFSJ.11 Fundación piadosa constituida por el obispo Cartañá. Deposita ab anno 1942 ad 1945 potissimum ad Fundationes Missarum Facta. Fol. 1. Archivo de la Curia Diocesana de Girona.

8

numerosos ejemplos de nuestros mayores [...] y luego por compasión de tantas jóvenes pobres que no saben dónde recogerse para santificar sus almas”12.

- “[...] plantel de donde saldrían otras para mucha gloria de Dios y bien de los pobres”, dice al provincial13.

- “Reclama esta gracia la justicia [...] y la reclama también la caridad, pues todas son pobres [...]. Precisamente porque soy, ante todo, muy amante de esta causa de los pobres, imploro la ayuda de vuestra paternidad [...]”, expone al P. General”14.

- “Así le suplico a V.R. –pide al Asistente General Fermín Costa- me consiga una santa libertad para llevar a feliz término mi obra comenzada a favor de los pobres” 15. Ante la amenaza, expresada o temida, de ser expulsado de la Compañía por dedicarse a las Josefinas, concluye diciendo: “Si cree que esto va a levantar tal tempestad con peligro de zozobrar, pueden echarme a la mar, que no rehúso ser anatema por los pobrecitos. No quiero ser despedido, mas, perdida ya toda confianza en los Superiores, siento vivos deseos de ser despedido, por entregarme, como San Francisco de Regis16, al cultivo de los pobrecitos”17.

Sin duda, Francisco Butinyà comete errores a lo largo de su existencia y tiene defectos y limitaciones, como toda persona humana. Pero vive con perfección el mandamiento del amor, que es lo definitivo, porque “la caridad cubre la multitud de los pecados”18.

Como dice la hermana Sandalia Laflorida al finalizar su escrito:“Nuestro Padre goce en el cielo el premio de sus heroicas y verdaderas

virtudes”19.Victoria López, ssj

Madrid (España)

SALMO DE BUTIÑÁ

¡Bendice, alma mía, al Señory todo mi ser a su santo nombre por haber inventado Nazaret!

¡Bendice, alma mía, al Señor!por haber guiado mis pasoshasta el umbral de tu pequeño Hogardonde encontré la grandeza de tu amor.

Yo te alabo, Señor, y te bendigoporque mis ojos vieron tu Salvacióndesde el trabajo humilde y silencioso de Nazaret.

12 Carta al P. Manuel Gil, sj, Asistente General. Girona, 31 de enero de 1878. Cf. FRANCISCO BUTINYÀ, SJ, Cartas, Madrid 2005, pp. 369-371.13 Carta al padre Provincial Juan Capell, sj: Girona, 28 de agosto de 1882. Cf. “Cartas”, p. 396.14 Borrador de una carta al P. General Beckx. [Manresa?, 1883]. Cf. “Cartas”, pp. 427. 15 Carta al P. Fermín Costa, sj, Asistente General. Manresa, 21 de junio de 1883. Cf. “Cartas”, p. 43016 San Francisco de Regis, sj, (1597-1640) despertó siempre una especial simpatía entre los jesuitas por su celo y humildad. Encontró dificultades con algunos superiores y seguramente en esto se basa la alusión de Butinyà. Su festividad se celebra el 2 de julio junto con otros santos y beatos jesuitas.17 Carta cit. al P. Fermín Costa, p. 430.18 1P 4, 8.19 Escrito cit., p. 5.

9

Porque mi corazón respiró la paz de tu Presenciaen lo pequeño, lo insignificante,lo ordinario de la vida.

Yo te alabo, mi Señor, y te bendigoporque al contemplar, mis ojos, tu trabajo en Nazaret,pude descubrir a un tiempola injusticia y el olvido de tantos trabajadoresy, sin descanso, luché por su dignidad.

En Salamanca y en Calella encontréquien se unió a mí en la luchay, juntos, en Nazaret,nos dejamos revestir de tu fuerza, tu bondad,tu alegría y humildadpara ser tus instrumentos.

Supimos que tu Taller es el lugar del Encuentropues no es el mucho saberlo que harta y plenifica,mas el sentir tu Presenciacuando se entrega la vida.

Por eso, y por ¡tantas cosas!Toda mi vida y mi ser saltan de gozo por Ti!

¡BENDICE, ALMA MÍA, AL SEÑOR! Mercedes Fortes, ssj

San Vicenç dels Horts (Barcelona, España)

Bonifacia Rodríguez, ssjLa misericordia de santa Bonifacia

Felices los misericordiosos (Mt 5,7)1. Una mirada compasiva hacia los necesitados

Porque Jesús asumió el anonimato de Nazaret y la insignificancia de los pobres, el misterio de su vida oculta posee la virtualidad de mirar las necesidades y carencias de los que no cuentan para nadie. Bonifacia desde su taller tuvo una mirada de compasión sobre las pobres sin trabajo y en peligro de perderse preferentemente.

La cotidianidad de Nazaret, que permitía a Bonifacia pasar inadvertida en medio de las tareas del taller, queda reemplazada por una actividad apostólica de cara al mundo del trabajo femenino. La vida oculta se revela como ámbito propicio para el descubrimiento y la actualización progresiva de la misión encomendada por el Espíritu.

La fe en Jesús de Nazaret, hecho pobre y trabajador, hizo brotar en Bonifacia la preocupación por los pobres, ser instrumento de Dios para la liberación de las jóvenes necesitadas de promoción y evangelización. Hasta su pequeño taller provinciano llegaba el clamor de los pobres del mundo.

10

Se sabía instrumento de Dios para acoger, sanar heridas y dignificar. Las carencias de la mujer pobre y sin trabajo abrían las puertas del Taller de Nazaret a la acogida.

Bonifacia, urgida por el espíritu de misericordia y compasión, procuró responder desde su pobreza material a las necesidades de las pobres. Sin embargo, su corazón no tenía límites en la entrega, de cariño y de afecto. Totalmente opuesta a la dureza de corazón y a la indiferencia ante los necesitados. Ella, a las chicas acogidas “las quería como a las niñas de sus ojos” y tanto era el convencimiento de que “esta era la misión para la se fundó la congregación de las Siervas de San José” que la cumplió heroicamente hasta el final.

Estaba poseída por los mismos sentimientos de Jesucristo: compasión, ternura, cariño y solidaridad, algo que pedía con tanta insistencia cada mañana al ofrecer el trabajo “concedednos el amor de vuestro dulcísimo corazón” y “así el Señor se complacía en la bondad de su sierva”.

El taller, lugar de trabajo, oración y acogida, estaba traspasado por el amor. Bonifacia conocía la regla más importante de la Congregación: “la caridad es principal norma de vida y de gobierno” y la consideraba como eje indispensable en el taller. Bonifacia en lo que más se distinguió fue por la caridad, algo

“como connatural en ella y esto de todos modos porque era tanta su compasión con los necesitados que en cuanto lo permitían las fuerzas de la comunidad, mandaba que se diese limosna a los pobres, siendo así que en casa teníamos chicas bien pobres, pero creía que no era suficiente si no ayudaba y socorría otras necesidades”.

Particularmente llamaban su atención los pobres vergonzantes, que en una sociedad decimonónica eran mal vistos, por lo que ocultaban sus carencias económicas y por orgullo no pedían ayuda. Bonifacia hacía todo lo que podía, ayudando con discreción desde su pobreza. Había intuido la atención a las nuevas pobrezas surgidas de regímenes económicos deshumanizados. Todo un modelo de amor y solidaridad. Su natural sensible y bondadoso, lleno de ternura, la inclinaba a ello.

La solidaridad para Bonifacia era la cara de la caridad, sello de los Talleres de Nazaret, solidaridad hecha posible por el trabajo realizado con amor. Con el producto del trabajo se podía acoger a las pobres sin trabajo, se las alimentaba, se las educaba y se las promocionaba.

La solidaridad era el motivo para incrementar “la industria cristiana”. Supuso una gran preocupación para Bonifacia tener trabajo y modernizar la maquinaria. “Con la ayuda de Dios a nunca faltó trabajo en su taller”. ”El taller no era para ganar dinero, sino para santificarse por la caridad”.

El ideal apostólico de Bonifacia respecto a las chicas acogida era: la capacitación para el trabajo, tener un oficio, ser autónomas económicamente, creyentes en Jesús de Nazaret, “ser menestralas santas”.

2. Feliz por ser misericordiosa“Jesús es el rostro de la misericordia del Padre .El con su persona, con sus gestos, con toda su

vida, revela la misericordia de Dios”.Bonifacia, contemplando el rostro sereno, majestuoso, pacífico y paciente del Cristo románico

de su capilla de Zamora, descubrió en sus ojos la misericordia divina y la llamada a ser testigo de la misericordia y de la compasión de Dios. ”¡Tanta era su compasión!”.

Se sintió perdonada y acogida por el corazón misericordioso de Dios con tanta fuerza, que experimentó cómo Jesús la “amaba como Padre y cómo la salvaba como Redentor”. Esta experiencia de misericordia del Señor sobre ella provocó una confianza plena en El y un estilo de vida expresada en las pequeñas misericordias cotidianas, en la vida ordinaria, comprendiendo y asumiendo toda debilidad.

11

Compasiva con todos, la disculpa siempre estuvo en sus labios para toda ofensa o error. Disimulaba, excusaba e incluso elogiaba las cualidades de sus oponentes. Todo para agradar a su Señor, para semejarse a Aquel que la había atraído hacia sí con tanto amor y misericordia.

En su vida de trabajo y oración en el taller tuvo la oportunidad de descubrir y experimentar la misericordia, la ternura y el amor del Dios encarnado como un trabajador en Nazaret, comprender la hondura de la misericordia divina hecha carne en los brazos de María y de José.

De Jesús en la Cruz aprendió lo fundamental en su vida, la misericordia que Dios tiene con todo ser humano, el perdón, el silencio y la paz. Ella “estaba gozosa de poder imitar el silencio de Jesús en la Pasión y su caridad en perdonar a los que lo crucificaban”.

Bonifacia vivió en la misericordia del Señor, por ello no conoció susceptibilidades, ni decepciones, se dio totalmente, olvidándose de sí misma gratuitamente sin esperar nada a cambio.

Ante todo, pretendió ser fermento de unidad. Quería una comunidad reconciliada abierta a la misericordia y al perdón. “Olvidemos –decía-, por fin, las ofensas que unas a otras nos hayamos y no andemos miserables en perdonarnos”. Quería vivir en comunión por el amor y el perdón, acoger a las más necesitadas, buscar la reconciliación.

Ante la dureza de corazón, solo pudo responder con la misericordia y la paz. Su muerte en la paz del Señor fue un testimonio gozoso del descanso en las manos misericordiosas de Dios. Había dado el último testimonio de compasión, misericordia, de abandono y de confianza en Dios. Este fue su último mensaje.

ADELA DE CÁCERES SEVILLA, SSJ: Santa Bonifacia, maestra de vida.

Editorial EDIBESA. De próxima aparición.

Peregrinar… con santa Bonifacia Rodríguez

Peregrinar se ha vuelto a poner de moda, tras los iconos de la música pop, por ejemplo, aunque al final quede un poco de vacío en el corazón; peregrinar tras las huellas de algún mártir o santo, por citar alguno, el camino de Santiago, aunque ahora muchos caminen tras las huellas teresianas que enredan la geografía española.

Sin embargo, no quiero hacer ninguno de esos caminos, quiero caminar tras las huellas de santa Bonifacia, Madre Telares, la monjita obrera que no hallaba problemas para rezar y trabajar. Quiero poner mis pies sobre los gastados adoquines de Salamanca, rezar en la celda de Santa Teresa, detenerme un poco en su tumba, acudir a Alba de Tormes, seguir hacia Zamora, para detenerme en Roma.

Me pongo en camino, no necesito muchas cosas para peregrinar, solo un poco de entusiasmo y dejar que el corazón se vaya vaciando poco a poco de mí mismo para irse llenado poco a poco de Nuestro Señor

A la Catedral Vieja.Comencemos a caminar tras las huellas de santa Bonifacia. Primera parada, la pila bautismal en la Catedral Vieja de Salamanca. De estilo románico, no

hay lugar mejor para expresar el deseo del hombre para ir hacia Dios. Una placa de bronce nos recuerda que en esta pila fue bautizada. Ocurrió, como nos dice su partida de nacimiento, a

“diez días del mes de junio de mil ochocientos treinta y siete. Yo, D. Pablo Villa Jiménez, párroco de la Iglesia de la Catedral de dicha ciudad, bauticé solemnemente e impuse

12

los óleos y crismas a una niña que nació el día 6 del referido mes y se le puso por nombre Bonifacia (…)”.

En la placa vemos a continuación las fechas de su beatificación y canonización.Bonifacia es santa porque es hija de Dios, y no hay mejor día para celebrarlo que el día de su

bautismo. Así que a poner cara de contentos y a sacarse la mejor foto en torno a la pila bautismal. Que aquí empezó Bonifacia la historia de hacerse santa. Y tú, ¿dónde la has empezado?

Sigamos caminando ahora en pos de Nuestra Señora de la Vega, patrona de la ciudad. No hay evidencia que nos exprese si Bonifacia y su familia irían a rezarle alguna vez, pero a mí el corazón me dice que sí. Que más de una vez, irían a rezarle. Probablemente no se enterara Bonifacia del traslado de su imagen en 1904 al altar mayor de la Catedral Vieja, pero desde allí la verá la Virgen de la Vega subir a los altares.

En el paso de Jesús Despojado.Esta nueva parada solo es posible si vamos tras las huellas de Bonifacia, la monjita obrera,

visitando Salamanca en Semana Santa. Se lo debemos a la Cofradía de Jesús Despojado, que ha querido honrar en su paso a 4 santos: santa Teresa, que es patrona de la diócesis de Salamanca; san Juan Pablo II, en cuyo pontificado se inició la cofradía; san Juan de Sahagún, patrono de la ciudad y santa Bonifacia, la primera santa salmantina. Tras la imagen de Jesús escarnecido, humillado y despreciado, Bonifacia nos dice:

“Anda buscando Jesús quien padezca con El, quien le ame, quien le siga.Es imposible salvarse sin padecer, y si nosotras no seguimos las huellas de Jesús, ¿quién irá tras El? ¡Cuánto tenemos que aprender de Jesús, sobretodo contemplándole en su pasión! ¡Qué ejemplo nos da! ¿Por qué al verlo a Él tan callado, sufriendo y padeciendo, no guardamos nosotras ese precioso silencio? Cuando el Evangelio refiere las calumnias de que acusaban al Señor, dice que Jesús callaba. Pues calló, para enseñarnos a todos a guardar silencio”.

Su sepulcroComo tesoro escondido, las Siervas de San José custodian los restos mortales de Bonifacia. Un

puñado de huesos, si quieres, pero huesos con olor a Dios. Hay que descalzarse para rezar un poco, para vaciar el corazón. Probablemente no llevas en tu corazón tantos desprecios y humillaciones como los que supo callar ella. Pero, a lo mejor, has ido acumulando rencores, envidias, rencillas, y no precisamente con la vecina de los bajos, sino con quienes compartes comunidad o casa.

¿Qué esperas? Pide perdón, saca la amargura y la tristeza, alegra el corazón nuevamente. Bonifacia es la santa del corazón limpio, desgarrado por las rencillas familiares, por las mentiras, las injusticias, pero al fin y al cabo, limpio.

A caminar otra vez, ahora hacia Alba de Tormes.

Teresa se encuentra con Bonifacia.En Alba de Tormes se encuentran dos mujeres increíbles: Teresa, la de Jesús, carmelita

descalza; Bonifacia, la cordonera, Madre Telares. No es que no se conozcan, que Bonifacia vive en el edificio salmantino que guarda como perla

la celda de Teresa cuando fundó en Salamanca. El momento del encuentro es en el marco de otro centenario teresiano. Bonifacia va con sus

hijas, lleva el corazón encogido por la situación de la comunidad. No la quieren, la humillan, buscó

13

la solución poniendo la renuncia como superiora varias veces, pero el obispo no se la aceptó. Ella calla, no responde a ninguna más que con el amor…

En el sepulcro de Teresa encuentra fuerzas para seguir sus huellas en medio de aquella situación.Teresa es cómplice.

Tomamos nuestro bordón, y caminamos rumbo a Zamora.

Tras la Virgen de la Concha Zamora tiene como patrona a la Virgen de la Concha o Nuestra Señora de San Antolín. A mí

me gusta llamarla por el primer nombre, que hace honor a la concha que la acompaña, como peregrina y discípula.

¿Quién sabe si alguna vez, las Siervas de San José, le hicieron algún fajín al Niño o a la Señora? ¿Quién sabe?

Probablemente en los primeros meses de la fundación, cuando no había nada que comer, irían a pedirle Madre Carmen o Bonifacia, o alguna hermana de las que postulaban, el sustento necesario para ellas y las chicas que en su casa se hospedaban.

Lo bonito es que la Cofradía de la Virgen de la Concha ha pedido una reliquia de Madre Telares (santa Bonifacia) para que acompañe a los cofrades en el diario vivir. A lo mejor, en el Año Santo Compostelano de 2021, vuelve la Virgen a Santiago de Compostela y le acompaña la monjita obrera que vivió en Zamora…

El taller de Zamora.Quien quiera conocer a Bonifacia necesita visitar el Taller. Aquí fue fiel, fue creativa, fue mujer

y obrera. Entre hilos y tejidos, cordones y oración, se fue haciendo santa, a la sombra de San José. En el taller de Zamora se le dio seguimiento y vida al carisma, recibido a través del sueño de

Butinyà. Aquí, en la capilla, esperó enterrada la caja de Socorro a que llegara la hora de Dios, para desenredar hilos de actitudes humanas que no nos dejaban ver el proyecto primero.

Aquí Bonifacia fue fiel y las Siervas de hoy y mañana lo entienden. El corazón calla, las palabras sobran.

Desde los balcones de San Pedro. La última parada es en San Pedro del Vaticano. El brazo de Carlomagno y la balconada de la

basílica son testigos de la palabra del Papa al llamarla testigo, beata y santa. Recordamos las pronunciadas por Benedicto XVI hace cuatro años:

“Bonifacia, desde el inicio, supo aunar su seguimiento de Jesucristo con el esmerado trabajo cotidiano. Faenar, como había hecho desde pequeña, no era sólo un modo para no ser gravosa a nadie, sino que suponía también tener la libertad para realizar su propia vocación, y le daba al mismo tiempo la posibilidad de traer y formar a otras mujeres, que en el obrador pueden encontrar a Dios y escuchar su llamada amorosa, discerniendo su propio proyecto de vida y capacitándose para llevarlo a cabo”.

Bonifacia, es maestra de vida. El Papa lo ha dicho y nosotros lo hemos vivido.

Es tiempo de regresarnos, a casa, a nuestro trabajo, a nuestras actividades diarias, pero en este rehacer lo andado el corazón lleva impreso la palabra de Bonifacia, mujer y obrera:

“Anda buscando Jesús quien padezca con El, quien le ame, quien le siga”.Manuel Antonio Bonet Ochoa

14

Sal Luís Potosí - México

TERESA Y BONIFACIA

DESDE LA CASA DE SANTA TERESAAL CERRARSE EL V CENTENARIO

Salamanca, 15 de octubre de 2015

Teresa y Bonifacia, dos mujeres santas que vivieron en esta Casa son luz en nuestra vida y nos animan a vivir en plenitud nuestra vocación.

El espíritu de Teresa y Bonifacia siguen vivos en esta Casa. Estas dos grandes mujeres, significativas en la iglesia de Dios, hicieron opciones decisivas.

Teresa de Jesús hizo la opción de dar una respuesta evangélica, desde una visión reformadora, a los conventos de carmelitas.

Bonifacia, para seguir respondiendo con fidelidad al carisma recibido en la iglesia, optó por marchar a Zamora y acoger en su casa a las niñas huérfanas y abandonadas y a las empleadas domésticas que se quedaban sin trabajo. Esta decisión la llevó a identificarse con el Siervo de Yahvé desde el silencio, la humildad, el perdón y un amor fraterno sin medida como buscadora incansable de unidad y comunión.

Teresa y Bonifacia, dos grandes mujeres amigas de Dios. Hoy volvemos la mirada hacia las dos. Que ellas nos ayuden a crecer en nuestra relación con el Señor, a descubrirlo en medio de la vida, a seguirle de todo corazón, dejándonos conducir por su Espíritu.

Ø Teresa, reformadora del Carmelo,ð Bonifacia, fundadora de una nueva Congregación.Ø Teresa, la mística doctora,ð Bonifacia, la cordonera seguidora de Jesús en Nazaret.Ø Teresa, la monja andariega,ð.Bonifacia, la mujer que no sale de Salamanca y Zamora.Ø.Teresa, la que vivió en esta Casa y tuvo un éxtasis doloroso,ð Bonifacia la que vivió en esta Casa y sufrió con humildad y en silencio la humillación y el rechazo.

Ø Teresa, la reformadora del Carmelo porque quiere una vida religiosa más auténtica,ð Bonifacia, la que se va a fundar a Zamora para vivir auténticamente el carisma recibido porque en Salamanca no le dejan sitio.

Ø Teresa, la que escribe muchos libros llenos de sabiduría,ð Bonifacia, la que escribe pocos documentos y de gran hondura evangélica.Ø Teresa, juzgada por la inquisición,ð Bonifacia, destituida de superiora y rechazada como fundadora.Ø Teresa, la mujer contemplativa en la oración,ð Bonifacia, la mujer contemplativa en el trabajo y en la acción.Ø Teresa, la que vive sin vivir en sí,ð Bonifacia, la que es consciente de que Dios la está viendo, la está animando.Ø Teresa, la que dice que entre los pucheros anda Dios,ð Bonifacia, la que encuentra a Dios en lo cotidiano, en el trabajo de cada día.

15

Ø Teresa, la que dice nada te turbe,ð Bonifacia la que dice, Dios me ayuda y fortalece.Ø Teresa, la que dice ¿qué mandáis hacer de mí?ð Bonifacia, la que dice anda buscando Jesús quien le ame, quien le siga.Ø Teresa, la que nos dice que oración es amistad con quien sabemos nos ama,ð Bonifacia, la que nos dice que para estar unidos con Dios no hay mejor cosa que andar siempre en su presencia.Ø Teresa, la que dice a sus monjas: Sólo os pido que le miréis.ð Bonifacia la que dice a sus hermanas: Hemos de ser todas para todas, siguiendo a Jesús que se hace pequeño porque vino a servir y no a ser servido”.

Rosario Hernández, ssjSalamanca (España)

Homilía en la solemnidad de Santa Bonifacia Rodríguez de CastroSalamanca, 6 de junio 2015

Textos: Hech 2, 42-47; Sal 117; Flp 2, 1-11; Lc 4, 16-24

Las lecturas del día de hoy, solemnidad de Santa Bonifacia, nos llevan al núcleo del Evangelio.“Los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción

del Pan,…vivían unidos y tenían todo en común” (Act 2, 42-47). La comunión nace de la Eucaristía y alcanza toda la vida de los discípulos de Jesús.

“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” son unas de las palabras del Salmo Sal 117,1. ¡Cómo le sonarían a Santa Bonifacia estas palabras que siguen del Salmo!: “la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular” (Sal 117,23). Esta frase es una referencia directa al Misterio de Cristo, rechazado por los hombres, pero en cuyo rechazo el Padre saca aún más amor y misericordia.

Este Misterio de Jesús se explicita aún más en el Himno paulino de la Carta a los Filipenses (Cf. Fil 2,6-11). El centro del mismo es la obediencia del Hijo que se entrega a la Cruz por nosotros en un gesto de entera oblación, en las manos del Padre y en las nuestras. Qué bello es el comentario que Bonifacia hace de este texto: “Debemos ser todos para todos, siguiendo a Jesús, que olvida su condición y su rango de Dios y se hizo pequeño como los hombres, porque vino a servirlos y no a ser servido por ellos”.

Por último, el evangelio nos lleva a uno de los pasajes más conocidos de la vida de Jesús: sus palabras en la sinagoga de Nazaret. Él es el revelador de la misericordia del Padre para con los oprimidos, ciegos, cautivos y pobres. “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres y proclamar el Año de Gracia” (Cf. Lc 4,18-24). Y, paradójicamente, también aquí se da el rechazo de Jesús.

Todas esta lecturas tienen un denominador común: parece que el Amor del Padre y, por tanto, el de Jesús, se excede en la incomprensión y en el rechazo. Un amor y misericordia que primero es iniciativa del Padre y, al ser incomprendido, se derrama más abundantemente en nuestros corazones.

¡Qué enseñanza más importante para nuestro tiempo! En nuestros días parece, al menos exteriormente, que es mayor que nunca el rechazo del hombre a la oferta de Dios. Pero eso hace que todavía sea mucho más grande el amor suyo por nosotros. Porque como dice el apóstol Pablo “donde abundó el pecado, sobreabunda la gracia” (Rom 5,20). Esto, por ejemplo, lo comprendió muy bien San Juan de la Cruz cuando dijo: “Siempre el Señor descubrió los tesoros de su sabiduría y Espíritu a los mortales, más ahora que la malicia va descubriendo más su cara, mucho más los

16

descubre” (Dichos de Amor y Luz, 1). Y esto mismo podemos vislumbrar en las palabras de Santa Bonifacia, cuando en el complejo mundo del siglo XIX, que pone ya en práctica el pensamiento ilustrado y secular del siglo anterior, decía: “anda buscando Jesús quien le ame, quien le siga”.

Y todas estas lecturas iluminan y dan vida a los santos. Con toda seguridad estas Palabras del Señor, que hemos escuchado esta mañana, están grabadas en el corazón de nuestra santa. Y, al revés, la vida de los santos, en concreto la de Santa Bonifacia, hacen realidad estas palabras y nos las hacen comprender mejor, pues las vidas de los santos son la mejor exégesis del evangelio. A medida que hemos ido proclamando estas lecturas, con toda seguridad, nuestra mirada se ha dirigido a Santa Bonifacia y hemos dicho en nuestro interior: esto lo vivió ella, estos textos de la Escritura son el centro de su vida espiritual.

Muy bien se ve reflejado lo que venimos diciendo, como resumen de su vida, en la oración de Colecta de la liturgia de hoy: “Dios, Padre nuestro, que has llamado a santa Bonifacia, virgen, a seguir a tu Hijo en su vida oculta y a servir a los pobres, hermanando la oración con el trabajo; concédenos, como ella, buscar tu Reino sobre todas las cosas de la tierra y gozar en tu casa de los bienes eternos”.

Esta mirada a la santidad de vida de Santa Bonifacia nos debe llevar a ver el modo de vivir nuestra vida en el seno de la Iglesia. Ella es fruto de dos Iglesias locales: de la diócesis de Salamanca y de la diócesis de Zamora. Es en el ámbito de la Iglesia local, en una con sufrimiento, en otra con cordial acogida, donde ella va tejiendo su vida de seguimiento a Jesús. Esta doble pertenencia, repito, una con acogida y otra con sufrimiento, nos lleva a recordar que en la Iglesia hemos de vivirla con “resistencia y sumisión”. Ella vive la Iglesia desde el corazón de la misma, y la vive en un sufrido silencio evangélico (resistencia), que no le lleva a olvidar, sino a todo lo contrario, a secundar valientemente los caminos del Espíritu Santo de manera admirable (sumisión). En ella podemos ver: que la “resistencia” paciente y silenciosa al obrar mundano de la Iglesia y la “sumisión” a los caminos que el Espíritu le sugiere en su vida eclesial es su forma evangélica de ser iglesia. ¡Qué lección más auténtica para vivir en el seno de la Iglesia! Este atrevimiento y valentía, en una mujer creyente del siglo XIX, es una obra del Espíritu Santo que la fortaleció interna y externamente. Es un gran ejemplo para el hombre de hoy que cree que en el recinto eclesial no es posible una vida de entera libertad y de desarrollo pleno de la propia vida y sus potencialidades.

Los retos de la Diócesis de Salamanca son otros muy distintos a los del siglo XIX, pero la esencia del Evangelio y el servicio al hombre de hoy son pilares en los que debe asentarse la evangelización y la tarea misionera de la Iglesia de todos los tiempos.

Damos la palabra a D. Carlos, nuestro Obispo, en su Homilía de la Fiesta de la Natividad de María: “Nuestra Iglesia diocesana salmantina necesita también procurar más el descentramiento de sí misma. Y debe renovar esta doble mirada: vueltos al Señor y vueltos a la misión”.

¡Qué bien encarnó en su vida Santa Bonifacia, este doble descentramiento!: vueltos al Señor y vueltos a la misión. La mirada a la vida oculta de Jesús en Nazaret y a su silencio en la Cruz, por una parte, son gestos muy necesarios en la vida espiritual de nuestra Diócesis. Y, por otra parte, es necesario igualmente volvernos al hombre de hoy, especialmente al que sufre, y descubrir en él el rostro del Hijo de Dios, como ella descubrió en la mujer obrera y trabajadora de su tiempo el rostro del Cristo obrero y artesano “que trabajó con manos de hombre” (GS 22). En aquel siglo de debates salmantinos entre los pastores de Iglesia diocesana y los intelectuales de nuestra Universidad, sobre la acogida de la modernidad y del pensamiento de la ilustración, esta mujer trazó una senda silenciosa de una fecundidad evangélica muy grande, oculta a los ojos de entonces y que daría fruto más tarde. Y descubrió el camino de ser mujer en su totalidad y de ser una creyente fiada únicamente del Padre Dios y de su Hijo, dejándose guiar por el Espíritu Santo.

17

Ante esta breve mirada, interna y externa, a nuestra Diócesis, me atrevería a decir que necesitamos mayor centralidad cristológica, una mirada que nos centre a todos, sin anular la riqueza, y nos haga salir juntos y con valentía a la intemperie de la nueva evangelización. Porque esa es la mirada, única y necesaria, que descubrieron los santos: la mirada puesta en Jesús, centro de todo y de todos. Y es la mirada del servicio al hombre, especialmente a los pobres. Ambas miradas son las que de verdad nos enriquecerán y fortalecerán a todos: buscar la unidad en Él, en su vida, en su camino y en su Pascua. Este es uno de los importantes legados de los santos, también de la Santa que hoy celebramos su fiesta.

Santa Bonifacia es intercesora de nuestra Asamblea diocesana de Salamanca. Ella, unida a los santos sembrados en nuestra Diócesis, ilumina y acompaña nuestro caminar diocesano. Hoy es reconocida por todos, pues el Evangelio se abre camino a través de aquellos que con su vida realizan las bienaventuranzas.

Para terminar, pidamos que interceda por todos nosotros, por sus hijas y sus obras; por la mujer trabajadora y por todos aquellos que se afanan por un mundo nuevo, donde brillen los dones del Reino de Dios: la paz, el amor, la verdad y la justicia.

Tomás Durán Sánchez. Vicario de Pastoral de la

Diócesis de Salamanca (España)

TRABAJADORA ENTRE TRABAJADORAS[Santa Bonifacia Rodríguez]

Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:Bienaventurados los pobres,

porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre,

porque quedaréis saciados…Lucas 6,20-21

Trinidad santa, te damos gracias por haber concedido a la Iglesia a santa Bonifacia Rodríguez, y porque en ella has reflejado tu amor a la mujer y su dignidad.En ella has reflejado las fatigas y sudores del mundo del trabajo. Ella siguió a Jesús en su vida oculta de Nazaret. Ella se preguntaba: “¿Cómo trabajaría san José para sustentar a María y a Jesús? Y estos, ¿cómo lo aliviarían en su penoso trabajo?”. Hermanó la oración con el trabajo.Entregó su vida a Cristo en la vida de la mujer trabajadora pobre. Ella supo hacer del trabajo cotidiano un lugar de encuentro con Dios.

18

Dios amigo de la vida. “Anda Jesús buscando quien le siga”, decía.Santa Bonifacia, intercede para que todos tengan trabajo y el trabajo sea lugar de dignidad y evangelización. Amén.

José María Avendaño PereaVicario general de Getafe (Madrid, España).

Contemplar y orar desde la vida. Manuales de oración 3.PPC Madrid 2015, p. 146.

ISABEL MÉNDEZ, SSJ,venerable

DECRETO DE VIRTUDES

[Rasgos que caracterizan la vida de fe de la Sierva de san José Isabel Méndez]

«Es estupendo dejarse en las manos de Dios».

Estas palabras de la Sierva de Dios Isabel Méndez Herrero resumen la actitud interior que la acompaña a lo largo de su sencilla vida, aceptando en fe la voluntad de Dios que se le manifiesta muy diferente a sus planes de entrega. Intensa vida interior, gozoso abandono en los brazos del Padre, confianza filial en María Nuestra Señora y alegre vivencia del proyecto de vida de las Siervas de San José son los pilares en que se apoya la existencia de esta mujer toda del Señor.

[Datos biográficos]La Sierva de Dios nace el 30 de agosto de 1924 en Castellanos de Moriscos, provincia de

Salamanca. En la iglesia parroquial del pueblo recibe el bautismo el 14 de septiembre de ese año y

19

la confirmación el 28 de octubre de 1928. Es la segunda de los cinco hijos de Isidoro Méndez Domínguez y Victoriana Herrero Marcos. Sus padres, labradores acomodados, forman un hogar profundamente cristiano y en la casa se reza el Rosario con los obreros. También aprende Isabel desde sus primeros años la caridad cristiana.

Isabel es una niña normal. No hay en ella nada especial, pero manifiesta un deseo de complacer a todos, un corazón que vibra ante el sufrimiento ajeno, una ternura ante el necesitado. A partir de la Primera Comunión se acerca a los sacramentos con frecuencia y se hace muy piadosa. Apuntan ya en germen algunos rasgos que caracterizan su vida de fe: especial amor a la Eucaristía y a María Inmaculada, amor y servicio a los pobres, obediencia. A los trece años comienza el bachillerato en Salamanca y, al comenzar el cuarto curso, la trasladan al colegio de las Siervas de San José por estar legalmente reconocido. En sus años de estudiante pertenece a la Acción Católica, aceptando como compromiso ser la responsable de una escuela nocturna para obreras en un barrio pobre, adonde acude asiduamente. Como miembro de la Congregación Mariana asiste los domingos a la catequesis del barrio de Los Pizarrales. También forma parte de la Cruzada Misional de Estudiantes. La jornada de trabajo de Isabel está llena. Pero todavía tiene tiempo para echar una mano a sus compañeras que acuden a ella porque dibuja y pinta muy bien.

Es una chica muy alegre, guapa y elegante. Tiene risa contagiosa de puro sincera, se la ve siempre feliz, trasluciendo bondad, dispuesta a cualquier sacrificio por los otros. En el verano participa con su pandilla de amigos y amigas en excursiones y meriendas campestres. Pero Isabel se siente llamada a vivir para Dios y descubre su firme vocación religiosa. Terminado el bachillerato, ingresa como postulante en el noviciado de las Siervas de San José en 1944 y elige el nombre de Isabel de María Inmaculada. Acaba de cumplir veinte años. Está llena de ilusión y de vida. Quiere ser misionera.

Desde que toma la decisión de entregarse a Dios, Isabel va dejando que se manifieste la grandeza del Señor en su vida ordinaria de cada día con su sencillez y naturalidad características. En el segundo año de noviciado comienza a sentirse mal y teme no poder profesar, pero se pone en las manos de Dios. En el examen médico previo a la profesión nada se descubre, e Isabel profesa el 6 de abril de 1947, día de inmensa alegría para ella porque ve cercano su sueño de ser misionera. Pero Dios tiene otros planes y a los pocos meses le descubren una avanzada tuberculosis. A pesar de la repugnancia que sentía hacia esta enfermedad, su aceptación es total y hace de ella un medio para su total configuración con Cristo. La llevan a la Casa de Santa Teresa de Salamanca. Hay que aislarla y someterla a un tratamiento riguroso. En esta situación comienza una intensa vida interior de adoración a la Trinidad, cuya presencia viva experimenta en lo profundo de su ser, y se abre a la riqueza de la vida mística.

La enfermedad avanza y al cabo de un año la internan en el sanatorio antituberculoso de Los Montalvos. Allí despliega con las otras enfermas y con las enfermeras una activa tarea apostólica que le supone mucho esfuerzo por la gran fatiga que le aqueja, pero se olvida totalmente de ella misma, disimulando la sensación de asfixia con su perenne sonrisa. La inapetencia es total y muy fuertes los dolores de cabeza, que nadie conoce hasta que lo dice en uno de los interrogatorios médicos. A esto se unen las sequedades y oscuridades interiores, ausencias de Dios que la hacen padecer enormemente. Entre paréntesis de sequedad, tiene momentos de intenso consuelo.

Al diagnosticarle pocos días de vida, la llevan de nuevo a la Casa de Santa Teresa en julio de 1950. Sin embargo, contra todo pronóstico, vive todavía otros tres años y medio, lo que le permite hacer sus votos perpetuos el 6 de abril de 1952.

[Espiritualidad de Isabel Méndez]La enfermedad es la gran llamada de Isabel a la santidad. Detrás de ella está Dios e Isabel

descansa en sus brazos de Padre para que haga en ella su voluntad. En enero de 1949 le ofrece su

20

vida en unión con la de Cristo por la salvación de los pecadores, la santificación de los sacerdotes y personas consagradas, por la Congregación de Siervas de San José y hace de su vida un himno de alabanza a la Trinidad. El 8 de diciembre de 1952 confirma con voto hacer siempre lo más perfecto. Acoge la muerte con su sencillez y naturalidad características. Reclinada en la cama en su posición habitual, pide el Crucifijo y la medalla de congregante, los besa, recita: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo” y con una sonrisa entra en la Casa del Padre. Era el 28 de diciembre de 1953.

[Historia de la causa de canonización]Su fama de santidad es el motivo de que se inicie su causa de beatificación y canonización en

Salamanca, donde se lleva a cabo el Proceso Cognicional del 25 de mayo de 1979 al 25 de octubre de 1980. El decreto de validez de la Congregación de las Causas de los Santos se otorga el 20 de diciembre de 1985. Preparada la Positio, el 25 de marzo de 2014 se celebra el Congreso Especial de Consultores Teólogos con resultado unánimemente positivo. El 30 de junio de 2015, en la Sesión Ordinaria presidida por mí, Card. Angelo Amato, los Padres Cardenales y Obispos reconocen que la Sierva de Dios ha ejercitado las virtudes teologales, cardinales y anexas en modo heroico.

[El papa Francisco aprueba sus virtudes heroicas]Finalmente, hecha una cuidadosa relación de todo esto al Sumo Pontífice Francisco por el

infrascrito Cardenal Prefecto, Su Santidad, acogiendo favorablemente los votos de la Congregación de las Causas de los santos y sancionándolos, en el día de hoy declaró: Que constan las virtudes teologales Fe, Esperanza y Caridad hacia Dios y hacia el prójimo, así como las cardinales Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza, y de las anejas a ellas, en grado heroico, de la Sierva de Dios Isabel Méndez Herrero (en la Congregación Isabel de María Inmaculada), Religiosa Profesa de la Congregación Siervas de san José, en el caso y para el efecto de que se trata.

[El Decreto se hace público]El Sumo Pontífice ordenó que este decreto se hiciera público y que se registrara en las actas

de la Congregación de las Causas de los Santos.Dado en Roma, día 16 del mes de julio del Año del Señor 2015.

ANGELUS Card. AMATO, S. D. B.Praefectus

MARCELLUS BARTOLUCCIArchiep. tit. Mevaniensis

a Secretis

El amor robando20

El amor un día,callando, callando,

se vino a robar a mi viña. Desde la alta torre donde yo vigilo

robar le veía,y robando, robando, riente,

sereno y sin prisa, 20 Entre los pocos escritos de Isabel que llegaron a nosotras -porque pocos días antes de su muerte quemó su diario- se encuentra este poema que le gustaba mucho. No sabemos si es ella la autora, aunque las iniciales C. de V del final parecen indicar que no.

21

en dorado cestillo a mis ojos los mejores racimos cogía.

Amor ladronzuelo-oculto en mi torre yo le repetía-

roba, roba mis rubios racimos, róbalos aprisa

que Tú eres mi Dueñoy tuya es mi viña.

Mas… despacio, despacio Él robaba diciendo: “Es delicia robar poco a poco,

racimo a racimo dar fin a la viña”.

Amor que me robas,yo he puesto mi dicha

en que mis racimos sean tu comida. Roba, roba, mi amor ladronzuelo,

los racimos de toda mi viña, que tu robo en precioso tesoro

trocarás un día y por eso de gozo reboso

al mirarte robar en mi viña.(C. de V)

ISABEL MÉNDEZ HERRERO, la Sierva de san José que encontró un tesoro en el corazón

Un corazón atento a lo cotidiano de la vidaDurante siglos, se ha presentado a los santos como seres excepcionales, capaces de realizar

milagros o acciones sobrehumanas. Estamos acostumbrados a la espectacularidad, a lo grandioso, a lo que brilla y nos cuesta descubrir la acción de Dios en lo pequeño y lo sencillo, en los pequeños y sencillos.

Lo cotidiano resulta invisible para cuantos buscan lo que brilla, la apariencia, el estar sobre el candelero y no precisamente iluminar, por eso hay que tener un corazón atento a la vida de cada día y de cada momento.

Isabel Méndez es testigo de que Dios realiza maravillas en la irrelevancia y fragilidad del vivir cotidiano. Las personas que la conocieron afirman que fue una chica como las demás de su tiempo, y lo mismo atestiguan las Siervas de san José que vivieron con ella, no llamaba la atención, pero todos se encontraban a gusto a su lado, iba coloreando la vida de sencillez y alegría:

- Era sencilla, siempre sonriente y humilde hasta el extremo de querer ser la última en todo y pasar desapercibida. Nunca la oí quejarse de nada ni criticar a nadie.

- Lo que más me admiraba era la absoluta sencillez con que pensaba y actuaba. Una se sentía cómoda con ella por su estilo acogedor y su semblante alegre. Esa cálida acogida con que recibía las confidencias de las amigas y ese dejar a un lado lo suyo sin hablar de sí misma, creo indica un alto nivel de madurez espiritual. Nada más lejos de Isabel que el darse importancia. Ni se preocupó nunca de eclipsar a nadie. Siempre la vida normal y equilibrada.

22

- La vida de la Hna. Isabel, dice una de sus connovicias, era tan sencilla en sus años de novicia, que se perdía en la masa del noviciado. Sin embargo se distinguía precisamente en eso, en su sencillez, su amabilidad y espíritu de observancia.

Como buena Sierva de san José vivió la espiritualidad de Nazaret, la espiritualidad de encontrar a Dios en la cotidianidad, sin necesidad de hacer cosas llamativas, viviendo con los demás y como los demás con las actitudes de Jesús.

Como a la mayor parte de sus amigas y amigos, a Isabel le gustaba la amistad, las excursiones, el baile…Y es muy significativo que fue precisamente bailando, no rezando, cuando se sintió llamada por Jesús a seguirle más de cerca y ésta fue su respuesta: Señor, sola y toda tuya.. Su corazón era ya un corazón enamorado de Jesús como su único Señor.

Un corazón feliz La magia de una sonrisa puede convertir la rutina en novedad, atravesar de luz la opacidad de

lo costoso o monótono, abrir la puerta de la convivencia, dar sentido al sufrimiento. La sonrisa de Isabel es la manifestación de un corazón feliz, de una fe sin palabras, es un canto silencioso a la vida que despierta esperanza y hace más luminosa su existencia. Podemos decir que Isabel es apóstol de la sonrisa, porque la sonrisa, fruto de su felicidad interior, fue su forma habitual de vivir y de evangelizar.

Una connovicia de Isabel nos cuenta la siguiente experiencia vivida junto a ella:Aquel invierno fue muy duro en Salamanca. Toda la mañana estuvimos tendiendo ropa con tantísimo frío que se congelaban los dedos y se nos saltaban las lágrimas. La Hermana Isabel me decía para animarme: recordemos lo que el Señor sufrió en su pasión. A ver si nadie nos nota que estamos pasando tanto frío. Cuando entremos por un nuevo cesto de ropa, vamos a entrar con cara sonriente, como si nos gustase.

La sonrisa le ayudaba a vivir el día a día desde una actitud positiva y fraterna, era el subrayado que Isabel hacía a la realidad en que vivía, ya fuera alegre o dolorosa:

Tú, Señor, de los momentos de esta pobre vida, de estas cosillas que no son nada, de una sonrisa puedes hacer semilla que fructifique en las almas.

Sonrió siempre, desde pequeña hasta el final de sus días. Sonrió cuando la vida le sonreía a ella y cuando la enfermedad le robaba el aire de sus pulmones y se sentía carente de fuerzas, experimentando un gran cansancio y agotamiento. Junto al sufrimiento de una enfermedad incurable en su tiempo, experimentaba el gozo de saberse en las manos de Dios como hija muy querida y por eso su confianza en él era más fuerte que la enfermedad, el sufrimiento e incluso que la muerte.

Ya muy grave en el sanatorio de Los Montalvos, seguía sonriendo. Era consciente de que su sonrisa aminoraba el dolor de los que estaban junto a ella que sufrían al verla tan enferma, por eso dice en una de sus cartas:

Más me gusta dejar encubierto bajo el velo de una sonrisa todo lo que de alguna manera pudiera llamarse sufrimiento.

Un corazón habitadoVive el dolor de su enfermedad como una oportunidad de mayor unión con el Señor. Es capaz

de ser feliz en medio de la adversidad, sin magnificarla ni dramatizarla. Sonreía, pero no sonreía haciendo un esfuerzo por ocultar su sufrimiento, sino porque era un corazón habitado por Dios y se sentía alegre y feliz, como manifestó muchas veces:

- Dios es mi Padre ¡Qué alegría! Y lo tengo dentro de mí. - ¡Es estupendo dejarse en las manos de Dios!

23

- Siento a Dios cerca.- Creo que Dios es mi Padre y me ama, lo repito hasta que no puedo más. De mí,

nada sé decir de lo que siento. Solamente que sobre las ruinas de mi miseria Dios debe estar construyendo el palacio de su misericordia.

- Podemos ser felices en el puesto que Dios nos ha colocado.Hoy no puedo decir otra cosa, que soy feliz. Él me ha hecho comprender el valor del sufrimiento”.

Pasa momentos de gran oscuridad en la fe, pero entonces su oración se hace confianza y abandono total en Dios y ora así: No sé si amo, pero quiero amar, no sé si espero, pero quiero esperar, no sé si creo, pero quiero creer contra toda esperanza.

Un corazón misericordiosoLa compasión iba creciendo en Isabel. Se manifestaba como amor solidario ante las

necesidades de las personas con las que se relacionaba. Una religiosa de las Josefinas Trinitarias de Salamanca nos cuenta el siguiente testimonio de cuando Isabel estudiaba en ese Colegio:

Como era una alumna externa solía llevar al Colegio la merienda que todas tomaban en el recreo… Ella no se la tomaba y una vez que le pregunté el por qué, me dijo que cuando se encontraba algún pobre en el camino se la daba.

Cuando Isabel tenía 17 años, la Acción Católica de la parroquia de san Pablo fundó una escuela nocturna para obreras en el Arrabal, Isabel aceptó ser la responsable y allí iba cuando salía del Colegio para dar clase a las obreras y colaborar en su promoción. Tuvo que soportar los duros fríos de Salamanca y el cansancio de una larga jornada para madrugar al día siguiente. Así nos dice una obrera que recibió sus clases:

Yo asistí a las clases del Arrabal. Recuerdo que Isabelita era muy buena y tenía un atractivo tan grande que cuando se iba a clase y se la conocía, ya no se podía dejar de asistir. Los sábados nos daba doctrina y nos enseñaba mucho.

Después, al ingresar en el Noviciado, la maestra de novicias le encomendó colaborar con la maestra en una escuela de niñas pobres en la que las promocionaban y les iban trasmitiendo la fe.

Soñaba con ser misionera, su corazón compasivo la impulsaba a ir a Perú y entregar allí lo mejor de sí misma a los más necesitados para su promoción y evangelización. Al constatar que la enfermedad iba a impedirle realizar el sueño de ser misionera, reaccionó diciendo: seré misionera por el sufrimiento y la oración. Había encontrado su fortaleza en Dios y su lugar en la Iglesia. Incluso en la inacción y en la enfermedad es posible evangelizar.

En el sanatorio de Los Montalvos se encontró con toda clase de enfermas que necesitaban ser escuchadas, queridas y evangelizadas. Ella estaba en el pabellón de las jóvenes que tenían problemas de salud, cultura, cariño, sentido de la vida, incluso había alguna que había estado metida en la prostitución. Isabel las visita, las escucha, les da clases de alfabetización a algunas, catequesis a otras, pinta para sanas y enfermas, sonríe y acoge siempre.

Alguien la impulsaba a darse desde dentro y la hacía feliz:Si cien veces naciese, otras tantas sería Sierva de San José.

Poco antes de morir escribió: ¡Qué feliz se muere siendo Sierva de San José!

Un corazón centradoVivimos en un mundo que nos arrastra a la dispersión y a vivir superficialmente. Un corazón

centrado como el de Isabel nos sitúa con esperanza ante la preciosa tarea de cuidar nuestro corazón que es donde se juega la calidad y calidez de nuestra vida. Nos invita a cultivar un corazón centrado y feliz, habitado por una presencia que nos salva y nos resucita de todas nuestras

24

muertes, y que hará brotar un gozo hondo en nuestro corazón que como un chorro de agua fresca, va haciendo fecunda nuestra vida por pequeña que nos parezca.

El tesoro está en nuestro campo. Tal vez no lo hemos descubierto, y lo estamos buscando fuera. Isabel encontró un tesoro en su corazón y fue tan grande la alegría de encontrarlo, que todo lo que antes poseía había dejado de parecerle valioso.

Rosario Hernández, ssjSalamanca (España)

Cartas en la noche. RecensiónADELA DE CACERES SEVILLA, SSJ.

Mensajero, Bilbao 2014Una creyente

La autora hace una invitación a aproximarnos a una mujer creyente (1924-1953) testigo del Evangelio, consagrada a Dios, que a causa de una enfermedad no pudo estar en primera línea de misión como era su deseo, pero que no desaprovechó la circunstancia y fue misionera desde la oración y la soledad de una habitación de la enfermería. Permaneció al pie de la cruz, como las mujeres del Gólgota aquel primer Viernes Santo, acompañando también a María. Esperó el gran encuentro, el abrazo con el Padre en comunión con la iglesia. Su experiencia religiosa evoca la de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz, dos grandes místicos con los que compartió profundas raíces cristianas en el amplio espacio de Castilla.

Admiración y asombroEl padre Urbano Valero, sj, nos invita en el prólogo a leer las páginas del libro en las que la

autora va tejiendo con habilidad y maestría los días de la biografiada, destacando su exquisita caridad y honda espiritualidad. Despierta admiración y asombro, se expresa en el prólogo, un asombro que supera cualquier pensamiento convencional que puede encubrir la auténtica realidad de las cosas.

“Toda y solo de Dios”Estamos ante la acción de Dios que detiene la mirada en una persona que se deja mirar y que

recibe una invitación al seguimiento. Y como en muchos ejemplos del Evangelio, ella dice “sí” y se deja guiar. La hermana vivió en paz la invitación y la hizo vida. Entró en una profunda relación con Dios, decía ser “toda y solo de Dios”; la enfermedad la visitó, y en medio de ella seguía repitiendo: “si mil veces naciera, haría otro tanto”. Fue el suyo un seguimiento fiel y decidido, aceptando los planes de Dios sobre ella, distintos de los suyos, enferma de tuberculosis en plena juventud y con unos sueños no cumplidos; pero lo aceptó todo. Es de admirar la paz que la acompañaba, sabiendo que la vida se le iba escapando, con un sentimiento muy difícil de soledad y abandono. Ofreció todos los sufrimientos y se dejó hacer en ellos.

En la escuela del dolor y de la muerteTodos los registros de su vida estuvieron impregnados por Dios y olvidada de sí misma. Los

lectores encontrarán el estímulo de una vida plena en medio de un gran sufrimiento. Decía Bonhoeffer que necesitamos aprender la lección de hombres y mujeres que han vivido su vida en la escuela del dolor y de la muerte. Este libro presenta una de ellas, la religiosa Sierva de san José. Estamos en un tiempo de crisis de valores, cambios rápidos, noticias efímeras, relativismo, donde

25

se hacen necesarios testigos de lo eterno, de lo que permanece. Se necesitan valores, modelos, esperanza…

Vida que da luzSon muy necesarias vidas que den luz, que sirvan de modelo a otros, que inspiren algo

diferente, capaces de hablar al corazón y de inspirar alegría. La protagonista del libro vivió los valores del Evangelio, aquellos por los que merece la pena vivir, y supo transmitir, en medio de una gran sencillez, algo distinto: la misericordia y la bondad de Dios. Es una vida muy sencilla que atrae y se puede imitar por su valor cotidiano, sin grandes gestas, y señala en síntesis el buen camino, el de Jesús. Los valores que ella transmite son válidos para siempre, por ser sólidos: transmite alegría, fidelidad, amor a los débiles, urgencia de evangelizar. Una mujer cuya sonrisa tiende puentes de fraternidad y de comunión. Las cartas son el meollo del libro y están escritas desde la oscuridad, muchas veces en medio de una vida escondida y sin brillo aparente, escritas en el dolor y en la oscuridad de la noche de la fe; cartas testimoniales de su amor a Jesús.

Personas sobre las que apenas se dice nadaDice Edith Stein que la corriente vivificante de la mística permanece en gran parte invisible.

Probablemente, los acontecimientos decisivos de la vida de la Iglesia y del mundo fueron esencialmente influenciados por personas sobre las que apenas se dice nada.

Rasgos de la espiritualidad de Isabel MéndezEl amor a la Virgen. Esta devoción tuvo en ella fuertes raíces familiares, pues desde niña

estuvo muy influida por su madre y fue creciendo con ese buen legado. En el hogar había una religiosidad honda, que prosiguió en el colegio en la Congregación mariana y que en la vida religiosa fue tomando más fuera aún. Y es en los años de enfermedad cuando el amor a la Virgen se hace en ella una constante. En sus brazos murió tranquila.

Vocación misionera. Sentía una fuerte llamada a anunciar el Evangelio, estar con la gente y predicar la Buena Noticia; y esto lo vivió de una forma diferente de lo que soñó, debido a la enfermedad que la apartó de un apostolado de primera fila. Su vida se desarrolló en una pequeña enfermería, lo que le abrió a un mundo interior. Lugar habitado por Dios, donde vivía en diálogo, alabanza y adoración continuas. Supo aceptar, no sin dolor, el lugar que le había tocado en la Congregación, en la Iglesia, sin hacer nada aparentemente, pero ofreciéndose por todos desde, como ella decía, “mi inutilidad”. Misionera desde la inutilidad y a la sombra, como tantos otros en la historia de la Iglesia.

La alegría. Vivía el gozo de estar en las manos de Dios en medio de una enfermedad incurable; su permanente sonrisa estaba proclamando la alegría de ser “solo y toda de Jesús”. Muere en paz sintiéndose en manos de Dios. Comprendió que el sufrimiento era un camino privilegiado y desde ahí vivió la permanente alabanza. Rezaba para que la sonrisa fuera el cauce de evangelización para todos los que se acercaban, y no dejaba a nadie indiferente. Murió en los días del gozo de la Navidad y murió conforme a la voluntad de Dios, lo que la mantuvo siempre alegre y confiada.

La soledad como espacio de encuentro con Dios. Ella soñaba con estar en misiones rodeada de gente, pero su vida transcurrió de buna forma distinta, en la soledad de la enfermería por temor al contagio. La soledad afectiva le costó mucho, acostumbrada a la vida de familia, como manifiesta en algunas cartas. Llegó a agradecer su soledad, que era donde se encontraba más con el Señor. Vivió la soledad de la enfermería, aislada de la vida de comunidad; el silencio y la soledad fueron su hábitat, donde creció a una vida de oración honda e ininterrumpida. Tuvo su noche, la desolación, el no ver nada…, pero allí el Señor le habló al corazón. Gran lectora de san Juan de la cruz, hizo vida lo de ”en soledad ha puesto ya su nido”. Al final de su vida escribió ya con trabajo la

26

última carta: “Ya no tengo que dejar nada; lo dejé todo antes de ahora”, al modo también de Juan de la Cruz: “Ya no guardo ganado, ni ya tengo otro oficio, que ya solo en amar es mi ejercicio”.

Un ejemplo de alegría, de aceptación, de vivir otros planes que no fueron los soñados, y que puede estimular mucho a la gente que busca, y particularmente a las personas aquejadas de enfermedades serias, lo que supone un aislamiento y soledad que se torna lugar de encuentro con Dios.

De la recensión de Rosario Paniagua Fernández“Sal Terrae”, revista de teología pastoral.

Septiembre 2015, pp. 737-740.

CELEBRACIONES18 de diciembre

Celebramos el aniversario de la muerte de nuestro fundador

DÍA PRIMERO: FRANCISCO BUTIÑÁ, TESTIGO Y PROFETA DE NAZARET PARA EL MUNDO DEL TRABAJO

Canto inicial: Vuelve profeta (Pista 6. CD Nazaret, Hijas de S. José)Palabra de Dios: Lc 4, 16-22 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo

entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha ungido para dar la buena nueva a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año de gracia del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? (Breve silencio para acoger la Palabra)

¿Para qué nos sirven los ojos si no miramos? ¿Para qué nos sirve el corazón si no nos compadecemos? ¿Para qué nos sirven las manos si no servimos? Francisco Butiñá es un hombre vitalista para el que ninguna realidad le resulta indiferente. Le duelen los campos resecos de Castilla y las gentes que trasnochan para confesarse. Sufre con la situación de los obreros y obreras de su tiempo. Pero no cierra los ojos, ni se encoge de hombros ni se cruza de brazos.

27

Reflexiona, ora, contempla Nazaret y en Jesús trabajador, junto a José y a María, encuentra la luz: “Plugo al Todopoderoso que el heredero del trono de David, viniera en miseria y se viera en la precisión de ejercer oficio de pobre artesano y de ganar el sustento con el sudor de su frente, a fin de que tuviéramos una prueba palpable y un claro ejemplo de que también en ocupaciones humildes podemos ser santos y grandes santos” (Glorias de San José, pág. 214). Es una constante en este apóstol del mundo del trabajo hablar del valor santificador del trabajo, del cualquier trabajo por humilde e insignificante que parezca. Una de las grandes “obsesiones” de su vida fue trasmitir a los demás que: “en todas las profesiones puede uno hacerse santo, mientras cumpla la voluntad de Dios”. (Carta familiar de 21-5-1868).

Su amor a Jesús en Nazaret es tan grande que le cambia la vida y su acción evangelizadora. ¿Qué anuncia y denuncia Butiñá con su vida, su palabra, sus gestos y acciones? Desde la fundación de la Congregación, aparece ya en Butiñá el rasgo de la inclusión, ya que para ingresar en ella, no exigirá más dote que la salud física y el deseo de trabajar. No habla de la dote, hay una caja común y trabajan juntas, hermanas, aprendices y acogidas.

El mundo trabajador y pobre sigue hoy necesitando nuestro carisma y esperando que seamos testigos y profetas de Nazaret para ellos como lo fue nuestro fundador.

Resonancia y reflexión personal- ¿Cómo miro yo la realidad del mundo en que me encuentro, la de mi comunidad

y la de fuera de ella? ¿Me dejo llevar por lo que veo y oigo, o taladro esa realidad para descubrir qué me está diciendo Dios en cada persona y en cada suceso? - ¿A qué me comprometo para cambiar la realidad?

- ¿Qué anuncio y denuncio yo con mi vida? Oración final (todas): Señor, Padre bueno, te damos gracias porque revelaste a Francisco Butiñá el misterio de salvación encerrado en la vida oculta de Jesús en Nazaret y lo impulsaste a transmitirlo, con ánimo infatigable, sobre todo a los obreros, para encaminarlos a la santidad "hermanando la oración con el trabajo". Que el testimonio de su vida nos ayude a seguir a Jesús Obrero y a vivir el Evangelio del trabajo. Amén.

DÍA SEGUNDO: FRANCISCO BUTIÑÁ, EL HOMBRE QUE SE DEJÓ SEDUCIR POR JESÚS EN NAZARET

Canto inicial: Amen a Jesús (Pista 11. CD Promesa de Dios, Siervas de san José. Perú)A Francisco Butiñá se le metió en el corazón Jesús trabajador en Nazaret y en la vida nos ha

dejado diferentes textos en los que trasmite valores y actitudes para el mundo del trabajo y para las Siervas y para las Hijas de san José.

El abajamiento, la irrelevancia de Jesús en NazaretJesús, trabajador en Nazaret junto a José y a María, es la Luz del menestral, luz de todo

trabajador, pues él mismo fue un trabajador manual que asumió: "ejercer el oficio de pobre artesano y de ganar el sustento con el sudor de su frente, a fin de que tuviéramos una prueba palpable de que también en las ocupaciones humildes podemos ser santos y grandes santos." (Glorias de San José, pág. 218).

"Prefirió, por tanto, al brillo y lustre de una posición noble, según el mundo, las penalidades de un oficio humilde." (La Luz del menestral, pág. 25).

Jesús eligió de forma voluntaria despojarse de poder y abrazar la irrelevancia social (Fil 2). Quien era rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza. (2 Cor 8,9).

Dios no juzga por apariencias, sino que mira al corazón

28

"Dios no mira tanto en nosotros el personaje que representamos, uno de menestral, otro de propietario, éste de religioso y aquel de seglar, como a la perfección con que desempeñamos cada cual su cometido." ( Introducción de la Luz del Menestral).

En Nazaret no se valora la cantidad ni lo qué se hace, sino cómo se hace; no se juzga por la apariencia, sino por el corazón que se pone en lo que se hace y se vive.

La igualdad y fraternidad"Rodeado, pues, de proletarios proclamó Cristo la unidad de la especie humana y la igualdad

de los hombres, recomendando el ejercicio de la fraternidad." (Cristo y los Obreros, pág.42).En los Talleres de Nazaret, el trabajo que se realiza es diferente conforme a la capacidad y

responsabilidad encomendada a cada una, pero es siempre igual en dignidad, y se participa del producto del mismo, no en función del puesto de trabajo o del trabajo que se realiza, sino según las necesidades de cada una, a partir de un fondo común:

La solidaridadLa importancia de una oración que se proyecta en la vida y de una caridad que comparte con

los pobres el fruto de su trabajo: "¿Quieres saber cómo harás la novena de San José? Yo te recomendaría trabajar todos los días, haciendo una hora para los pobres, de manera que todo lo que ganases en aquella hora lo dieras a alguna persona necesitada que conozcas". (10-8-1868)

Resonancia y reflexión personal- De estas actitudes ¿Cuáles vivo yo y cómo?- Mi experiencia de Dios en lo cotidiano ¿se proyecta en actitudes de misericordia,

gratuidad y servicio como lo hizo nuestro fundador?

Oración final (como el día primero. Todas):

DÍA TERCERO: FRANCISCO BUTIÑÁ, EL HOMBRE QUE SE COMPROMETIÓ EN LA LIBERACIÓN DE LA MUJER TRABAJADORA Y POBRE

Canto inicial: Francisco Butiñá (Pista 16. CD Nazaret, Hijas de S. José)Palabra de Dios: Lc 13, 10-17 Un sábado estaba Jesús enseñando en una sinagoga, había allí

una mujer, que desde hacía dieciocho años estaba poseída por un espíritu que le producía una enfermedad; estaba totalmente encorvada y de ningún modo podía enderezarse. Jesús, al verla, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Le impuso las manos, y en el acto fue enderezada y se puso a alabar a Dios. (Silencio para acoger la Palabra).

El evangelio de Lucas nos narra la curación de una mujer en el ámbito sagrado de la sinagoga y en el tiempo sagrado del sábado. La espalda doblada de aquella mujer es la imagen de todas las cargas, de todas las opresiones, humillaciones y sometimientos que viven tantas mujeres en el mundo. Es el símbolo de la imposibilidad de mirar a los otros de frente, de dirigirse a ellos como a un igual, de entablar una relación de reciprocidad. Por eso, el gesto de Jesús es fuerza de liberación y de restablecimiento de dignidad para aquella mujer y para tantas otras. Enderezarse es adoptar esa postura que es el símbolo de la dignidad humana frente a la de estar encorvado que expresa la humillación o el sometimiento y que puede ser también el símbolo de muchas situaciones que vive la mujer.

Francisco Butiñá realiza el mismo gesto de Jesús de "enderezar a la mujer encorvada", por eso se compromete, con todo lo que es y tiene, para que salga de las situaciones de subordinación, de pasividad y de irrelevancia por la injusticia de la sociedad. Como Jesús quiere que la mujer "se ponga en pie", que sea capaz de sacudir de sus hombros funciones y repartos injustos.

29

Para que las mujeres se enderecen y se pongan en pie, funda las Siervas e Hijas de san José que encarnen el seguimiento de Jesús en Nazaret y sean cauce de humanización y evangelización para ellas. Sueña con los Talleres de Nazaret, que hoy son realidad en diferentes países del mundo.

Su preocupación por la mujer trabajadora aparece ya en él cuando manifiesta que desea fundar una Congregación en la que para ingresar en ella, no se exija más dote que la salud física y el deseo de trabajar. Se desvive por las obreras de Manresa y anuncia una y otra vez que podemos santificarnos a través del trabajo, por humilde que éste sea.

Nuestro fundador nos encomienda la misión de ayudar a enderezar a tantas mujeres encorvadas por diferentes causas: ignorancia, discriminación, pobreza, emigración, trabajo injusto… abriendo caminos de prevención, promoción e industria cristiana que posibiliten su autonomía y crecimiento.

Resonancia y reflexión personal- ¿Conozco la realidad de la mujer trabajadora pobre hoy? ¿Cómo reacciono? - ¿Cómo son mis actitudes ante los trabajadores y trabajadoras que conozco o que nos sirven? - ¿Valoro y apoyo las realizaciones y proyectos de la mujer trabajadora pobre?- ¿Qué hago yo para ayudar a "enderezar", a "poner en pie" a la gente encorvada que conozco?

Oración final (todas): Señor Jesús, tú que enderezaste a la mujer encorvada, sácanos de las curvaturas sobre nosotras mismas. Levántanos para que experimentemos el gozo de sentirnos liberadas por ti. Que tu liberación nos impulse a ser liberadoras de la mujer trabajadora y a ser signos de tu amor y misericordia, como lo fueron Francisco Butiñá y Bonifacia. Amén.

Rosario Hernándezz ssjSalamanca (España)

ÍNDICE DEL nº 14

Testigo de la fe en lo cotidiano...............................................................................................3

FUNDADORESFrancisco Butiñá, sj: A raíz de la muerte de los precursores. Unas reflexiones sobre la del P. Butiñá.Julia Butiñá.................................................................................................................5Perfil de un apóstol según las trazas de Ignacio de Loyola. (Continuación)Victoria López, ssj.......................................................................................................7Salmo de Butiñá. Mercedes Fortes, ssj.......................................................................9

Bonifacia Rodríguez, ssj:La misericordia de santa Bonifacia. Adela de Cáceres, ssj........................................11

Peregrinar… con santa Bonifacia Rodríguez. Manuel Antonio Bonet Ochoa............12Teresa y Bonifacia. Desde la casa de santa Teresa al cerrarse el V Centenario.Rosario Hernández, ssj..............................................................................................15Homilía en la solemnidad de santa Bonifacia Rodríguez de Castro. Tomás Durán....16Trabajadora entre trabajadoras. Sta. Bonifacia Rodríguez. José María Avendaño...18

Isabel Méndez, ssjDecreto de virtudes. Congregación de las causas de los santos................................20El amor robando. Poema...........................................................................................22

30

Isabel Méndez Herrero. La Sierva de san José que encontró un tesoro en el corazón. Rosario Hernández, ssj................................................................................23Cartas en la noche. Recensión. Rosario Paniagua.....................................................25

CELEBRACIONES18 de diciembre. Celebramos el aniversario de la muerte de nuestro fundador.Rosario Hernández ssj..............................................................................................28

Día primero: Francisco Butiñá, testigo y profeta de Nazaret para el mundo del trabajo.....................................................................................................28Día segundo: Francisco Butiñá, el hombre que se dejó seducir por Jesús en Nazaret.....................................................................................................29Día tercero: Francisco Butiñá, el hombre que se comprometió en la liberación de la mujer trabajadora y pobre...................................................30

Bebe de tu pozo, nº 14Isabel Méndez, testigo de la fe.

Noviembre 2015

31