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RECONOCIMIENTO A TRABAJADORES DE LA SALUD DEL IESS Y
DEL MINISTERIO / APERTURA DE LA “UNIDAD DE HÉROES”,
DONADA POR CERVECERÍA NACIONAL
Guayaquil, junio 19 / 2020
Gracias, muy gentiles. Una cordial bienvenida virtual a médicos y
personal administrativo que nos ven desde Pichincha, Manabí,
Azuay, Loja y de todos los sitios del Ecuador.
A ustedes, queridos amigos, muy gentiles por su presencia.
Gracias señores ministros, señor presidente del Instituto
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Ecuatoriano de Seguridad Social (Jorge Wated), señor director del
hospital (De los Ceibos, César Emilio Vargas), señor presidente de
Cervecería Nacional (José Luis González), señor gobernador (de Guayas,
Pedro Pablo Duart), y a todas las autoridades por su presencia en este
acto tan importante, sencillo pero bastante importante.
Un loco de esos que siempre aparecen en la vida,
ventajosamente para la humanidad, hace dos mil años dijo una
frase que nadie se hubiera animado a decirla nunca: “amar al
prójimo como a nosotros mismos”.
En un mundo de egoísmos, en el que se distorsiona el concepto
de evolución, en que la gente cree que el egoísmo, la
depredación, genera satisfacciones, nosotros encontramos gente
dispuesta a cumplir con ese postulado.
Amar al prójimo como a nosotros mismos, significa identificarse
con el otro, significa aprender a sentir lo que él siente, alegrarse
de sus alegrías, de sus parabienes, de sus éxitos, de sus
conquistas. Y al mismo tiempo, sentir pesar por todo aquello que
pudiera afectarle, que pudiera serle lesivo. Amar al prójimo
como a nosotros mismos, significa sentir como propia la muerte
de cualquier otro ser humano.
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Como decía Terencio en su frase famosa: nada de lo que es
humano, nos es ajeno. Es un error, un desacierto, creer que
somos diferentes al otro. Somos exactamente lo mismo.
A lo mejor construimos una gran unidad, todavía no plenamente
identificada como tal, hasta que no se ve el aparecimiento de
gente dispuesta a dar todo por los demás. Y hacernos volver a
tener confianza en que el ser humano está allí, en que esa gran
herencia de amar a los demás como a uno mismo, está presente
siempre con la certeza de que gracias a ella el futuro existe. Y
que puede ser un futuro como nosotros lo soñemos, lleno de
esperanzas, de anhelos, de ilusiones, de deseos que pueden
cumplirse gracias a que gente como ustedes pusieron
decididamente el hombro, el momento en que la Patria más lo
necesitaba.
A veces tenemos una confusión con respecto al término héroe.
Tradicionalmente, la heroicidad ha estado ligada al conflicto
bélico, al conflicto revolucionario. Un héroe que pone el pecho a
las balas, se decía, pero tenía más que ver con la heroicidad
militar. Por eso Napoleón ganó tanto respeto en sus tropas.
Porque en la campaña de Italia fue el primero en cruzar un
puente, que era casi imposible de conquistar por parte de las
tropas francesas.
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Pero el héroe no es únicamente el que pone el pecho a las balas.
No solo es el que está en la frontera echando tiros, defendiendo
la frontera. Héroe, fundamentalmente, es el ser humano que
decide ser correcto, actuar correctamente. Es ir bastante más
allá del cumplimiento del deber, de la norma, de la ley.
Es ir hacia aquello que va más allá, como pone Tolstoi en labios
de un soldado ruso que peleaba en la guerra contra los soldados
de Napoleón: donde hay ley no hay justicia. Es verdad: a veces
todos sienten que donde hay ley, no necesariamente hay justicia.
Por eso debemos rebasar el sentido de la norma y “caer” donde
la humanidad más lo requiere en el momento histórico, que es
en la justicia, en lo justo. Ahí es el espacio donde combaten los
verdaderos héroes. En el plano de la justicia, en el plano del
bienestar de los demás. ¡Esos son los verdaderos héroes! ¡El que
hace lo justo!
El maestro que prepara adecuadamente su clase, que aprende
nuevas normas, nuevas reglas que rigen la naturaleza, la
sociedad el pensamiento, y las comunica a los estudiantes. ¡Eso
es un héroe!
Es héroe el alumno que no copia, que hace sus deberes, que
sigue las normas de disciplina para poder avanzar todos juntos.
¡Ese es un héroe!
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Es héroe el que trabaja todo el tiempo y a veces un poco más,
para producir en beneficio de su empresa y del país. Es héroe
también, sin duda alguna, el empresario que cumple a cabalidad
con su tarea, que administra adecuadamente los recursos
humanos, económicos, administrativos, en beneficio de la
empresa y de la colectividad.
Es héroe el hombre que sale con su escoba, en momentos
difíciles, a primeras horas de la mañana, inclusive del amanecer,
a limpiar la ciudad.
Es héroe el gobernante que hace lo que hay que hacer. Lo
correcto en el momento debido. Que maneja con transparencia y
honestidad los recursos públicos, y toma en cuenta las
necesidades de todos para repartir como un buen padre los
escasos recursos ante las inmensas necesidades que suele tener
la colectividad.
Es heroína el ama de casa que cuida a su niño, que cuida a su
hogar o que sale a trabajar, y a veces las dos cosas. ¿Cómo no
puede ser heroína una madre que se levanta, pobrecitos ella y el
niño, dejarle amarrado para que no se vaya a desnucar
cayéndose al piso?
Y luego, apresuradamente, a las seis de la mañana va a su
trabajo, para volver a las seis de la tarde a darle la segunda
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comida a su hijo, el segundo aseo. Y poder dormir juntos,
abrazados, en un acto de amor extraordinario que rebasa
cualquier tipo de amor que nosotros podamos concebir… y
dormir tranquilamente junto a él.
¿Cómo no pueden ser héroes los médicos, enfermeros,
enfermeras, personal auxiliar, personal administrativo, personal
de servicios de los hospitales, que un momento determinado,
cuando la Patria más lo necesitaba más estuvieron presentes,
con pocas excepciones de médicos que decidieron no asistir y no
cumplir con su juramento hipocrático, que ventajosamente
fueron pocos.
Por eso hoy el gobierno, en nombre del pueblo ecuatoriano, ha
decidido reconocer ese esfuerzo y sacrificio. No fueron los
únicos. Hubo muchos héroes en cada hospital, en cada centro
médico, en cada sitio que lo requería. Los Médicos de Barrio
acudiendo a las casas donde las personas estaban infectadas.
Y por supuesto, fueron héroes aquellas personas que, dirigidas
por el también héroe Jorge Wated, decidieron… Yo recuerdo, se
me cortaban las palabras cuando me llamaba Jorge. Le decía:
Jorge: la situación está extremadamente difícil, los médicos están
haciendo lo que les corresponde, las enfermeras lo que les
corresponde, pero lastimosamente el número de fallecidos está
rebasando nuestra capacidad de manejo de las funerarias, de las 6
ambulancias, de los cementerios. Necesitamos una “Fuerza de
Tarea” que cumpla una labor, también de héroes.
Y ahí estuvieron policías, militares, médicos. Al principio con un
poco de timidez, porque es obvio que nadie quería contagiarse.
Pero inmediatamente, viendo la decisión de Jorge, decidieron
entrar a una tarea que fue completamente difícil.
Yo pedía la ayuda al compañero y amigo, y le dije: esta tarea hay
que cumplir y la persona más adecuada para hacerlo eres tú.
El vicepresidente de la república ¿cómo puede no considerarse
héroe? ¿Cómo puede no considerarse héroe a una persona que
dejó el COE Nacional en Pichincha y me dijo: “Lenín, te ruego me
disculpes de esta tarea, quiero ir a mi ciudad, a Guayaquil.
¿Cómo puedo estar en otro sitio, si mi ciudad está sufriendo
tanto?”. Vino y con varios compañeros, inclusive uno aquí
presente, Pedro Pablo Duart, que también estuvo al pie del
cañón. Juan Sebastián Roldán, María Paula Romo, entre otros.
Discúlpenme si me olvido de más de uno. Mil disculpas… Tienen
el reconocimiento del gobierno, pero fundamentalmente del
país.
Recuerdo que no solamente que le dije a Jorge: “hay que recoger
los cadáveres”. Alguien dio la opción de hacer fosas comunes,
como se hace en el caso de epidemias graves. Así se hizo en la
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peste antonina, en la peste negra, en la peste roja, en la peste
bubónica, en más de una ocasión con la influenza española y
muchas epidemias en la humanidad o en las guerras. Hacer fosas
comunes y poner una única cruz, un obelisco, para que la gente
vaya a visitar ese sitio único a honrar a sus fallecidos.
Ese momento le dije: “quiero un entierro digno para cada
fallecido, bien identificado”, lo cual todavía no lo logramos
completamente porque es una tarea inmensa y muy difícil.
Dije: “un entierro digno para cada persona”. Y como buen
soldado de la heroicidad, Jorge dijo: “no te preocupes,
presidente, vamos a crear camposantos, vamos a solicitar
espacios en los camposantos que existen y vamos a hacer una
tarea tan difícil como la de recoger cadáveres”. Y ustedes
recuerdan que en ese tiempo todavía circulaba la idea de que un
cadáver podía contagiar.
Y sin haber hecho el juramento hipocrático, que ustedes lo han
hecho y lo han cumplido, Jorge se dedicó a esa tarea ingrata para
ese momento, pero sin duda muy alentadora para la gente que
quiere visitar en una tumba a los parientes que penosamente
perdió.
El aplauso para él y para todos los compañeros que colaboraron
en eso. Pedro Pablo, el vicepresidente, que sin duda alguna le
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hubiera gustado estar aquí. Y con la modestia que le caracteriza,
hubiera tenido que escuchar las palabras que he manifestado.
Así como Hipócrates, así como Galeno, que practicaban la
medicina en Grecia, en una ciudad que casualmente tuve la
oportunidad de conocer. Era un gran sitio de descanso, donde se
presentaban obras generalmente de teatro cómico, porque
desde entonces se reconocía el valor maravilloso del humor, del
optimismo, de la esperanza y de la risa, como generador de
hormonas fundamentales como las endorfinas, como la
serotonina, como las dopaminas, producidas naturalmente, no
por medios no naturales.
Existen también otros héroes que hacen la tarea desde sus
trabajos, a veces por más sencillo que sea. Gracias a esos héroes
no nos faltó nunca el agua potable, no nos faltó la luz, no nos
faltó la telefonía ni la recolección de desechos. Es decir un país
compuesto por muchos héroes. ¡Eso es lo que requerimos!
Pero, por supuesto, hay héroes que merecen mayor distinción en
los casos tan difíciles como estos: nuestros queridos médicos,
nuestras queridas enfermeras y personal auxiliar y de servicios
de hospitales y centros médicos.
Todos aquellos que han cumplido a cabalidad con la tarea que
les corresponde en esta difícil situación, son héroes. Por eso esta
casa de héroes, esta Unidad de Héroes, para que se den un
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momento de reposo, de descanso del soldado que en más de
una ocasión requiere alejarse del sitio de trabajo, para tomar
nuevas energías, nuevos bríos, y volver a una tarea tan difícil
como la que cumplen ustedes.
Cervecería Nacional ha decidido donar este espacio que, cuando
termine la pandemia, puede convertirse en una Unidad de
Atención Médica, pero este momento tienen el nombre de
Unidad de Héroes. Aquí ustedes pueden descansar, tomar algo,
comer un sánduche, reposar en una cama cómoda para luego
tomar nuevas energías y volver a la tarea.
Gracias por cumplir el postulado de ese “loco” de hace dos mil
años. Si todos lo haríamos como ustedes lo han hecho en estas
circunstancias, sin duda alguna podíamos haber salido antes.
Vamos a hacer todo el esfuerzo para que eso se vuelva una feliz
realidad.
Nuestra tarea es volver a encaminar el país, a reactivar el país
para que esté en el rumbo del desarrollo nuevamente. Para
poder volver a soñar en un país distinto, como en el que
estábamos soñando y que este momento tan terrible casi lo
coartó. Para volver a abrazarnos físicamente con todos los seres
amados.
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En esa tarea ustedes han cumplido una labor excepcional, que el
pueblo de todas las ciudades, y en forma particular el de
Guayaquil, se los agradece de manera enorme.
A nombre del país, a nombre de la Patria, a nombre de la
humanidad, muchísimas gracias queridos compañeros.
Y a ti, querido presidente de Cervecería Nacional, gracias por
darnos la oportunidad de contar con esta unidad de reposo para
estos soldados de la libertad, soldados de la salud, soldados de la
humanidad.
Muchísimas gracias.
LENÍN MORENO GARCÉS
Presidente Constitucional de la República del Ecuador
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