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104 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO Durante millones de años el hombre vivió como los animales; entonces algo sucedió que desató el poder de nuestra imaginación: aprendimos a hablar. No tiene por qué seguir siendo así… todo lo que tenemos que hacer es seguir hablando. Stephen Hawking Cuenta el mito que Ulises, para poder escuchar el canto de las sirenas y no sucumbir a su encanto, tuvo que atarse al mástil de su nave mientras su tripula- ción navegaba con los oídos tapados con cera. Tal era el poder de encantamiento de sus voces. La Biblia, a su vez, nos dice que el mundo fue creado gracias a la pa- labra. Desde los orígenes mágicos o divi- nos del lenguaje hasta nuestro popular dicho “verbo mata carita”, sabemos que la voz ejerce sobre todos nosotros una suerte de encanto: desde la voz del merolico hasta las palabras fascinantes de la publi- cidad, desde la mera cháchara hasta los murmullos del deseo y de la noche, se hace presente la magia de la comunica- ción, el deseo de ir en pos del otro por medio del acto invisible de mover los labios, emitir sonidos y decir palabras, y que nuestros antepasados prehispánicos dibujaban con la mágica forma de una espiral en los códices. Algo de la anima- lidad de las bestias en celo que se llaman en la selva, se filtra, gracias a la voz, en nuestra más alta humanidad, en ese po- der enigmático que implica nuestra capa- cidad de comunicarnos. Cuando escuchamos la grabación de un narrador o de un poeta, asistimos al doble encanto de la lectura y de la pre- sencia. El autor interpreta su texto de la misma forma en que lo haría un pianista con una partitura: lo hace cantar. La voz nos acerca a la persona que ha escrito el texto y se convierte en la manifestación inmediata de una ausencia: el poeta, el narrador, el ensayista no están con no- sotros, ya por muerte, ya por lejanía, pero se manifiestan, fantasmales, gracias a la magia de la grabación. Franz Kafka, uno de los padres de la imaginación contem- poránea, distingue dos estirpes tecnoló- gicas opuestas: las máquinas de trasla- ción y las máquinas fantasmales. Las máquinas de traslación (aviones, bar- cos, trenes, etcétera) permiten la comu- nicación puesto que ponen en contacto físico a las personas. Las máquinas fan- tasmales, por su parte (teléfono, telégrafo, la grabación misma) producen fantas- mas y conforman nuestro medio ambien- te, poblado de sonidos e imágenes. Esa forma fantasmal, revelación inmediata de una ausencia, es lo que nos otorga la grabación de un escritor. Octavio Paz alguna vez afirmó que el futuro de la poesía se encontraba en la recuperación de la voz y de la imagen, en la posibilidad de un nuevo acerca- miento entre el escritor y el público. Esta afirmación ya había sido escuchada so- bre todo por autores de música electróni- ca, como Luciano Berio, cuyo Omaggio a Joyce en voz de Cathy Berberian, cons- Voz Viva: variaciones de música concreta Mauricio Molina

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Page 1: Voz Viva - Revista de la Universidad de Mé · PDF filemos en la voz de Max Aub, ... La voz de un escritor es de una to- ... Es lo que Roland Barthes llamó en un célebre ensayo “el

104 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO

Durante millones de años el hombre vivió como los animales; entonces algo sucedió que desató el poderde nuestra imaginación: aprendimos a hablar. No

tiene por qué seguir siendo así… todo lo quetenemos que hacer es seguir hablando.

Stephen Hawking

Cuenta el mito que Ulises, para poderescuchar el canto de las sirenas y nosucumbir a su encanto, tuvo que atarseal mástil de su nave mientras su tripula-ción navegaba con los oídos tapados concera. Tal era el poder de encantamientode sus voces. La Biblia, a su vez, nos diceque el mundo fue creado gracias a la pa-labra. Desde los orígenes mágicos o divi-nos del lenguaje hasta nuestro populardicho “verbo mata carita”, sabemos que lavoz ejerce sobre todos nosotros una suertede encanto: desde la voz del merolicohasta las palabras fascinantes de la publi-cidad, desde la mera cháchara hasta losmurmullos del deseo y de la noche, sehace presente la magia de la comunica-

ción, el deseo de ir en pos del otro pormedio del acto invisible de mover loslabios, emitir sonidos y decir palabras, yque nuestros antepasados prehispánicosdibujaban con la mágica forma de unaespiral en los códices. Algo de la anima-lidad de las bestias en celo que se llamanen la selva, se filtra, gracias a la voz, ennuestra más alta humanidad, en ese po-der enigmático que implica nuestra capa-cidad de comunicarnos.

Cuando escuchamos la grabación deun narrador o de un poeta, asistimos aldoble encanto de la lectura y de la pre-sencia. El autor interpreta su texto de lamisma forma en que lo haría un pianistacon una partitura: lo hace cantar. La voznos acerca a la persona que ha escrito eltexto y se convierte en la manifestacióninmediata de una ausencia: el poeta, elnarrador, el ensayista no están con no-sotros, ya por muerte, ya por lejanía, perose manifiestan, fantasmales, gracias a lamagia de la grabación. Franz Kafka, uno

de los padres de la imaginación contem-poránea, distingue dos estirpes tecnoló-gicas opuestas: las máquinas de trasla-ción y las máquinas fantasmales. Lasmáquinas de traslación (aviones, bar-cos, trenes, etcétera) permiten la comu-nicación puesto que ponen en contactofísico a las personas. Las máquinas fan-tasmales, por su parte (teléfono, telégrafo,la grabación misma) producen fantas-mas y conforman nuestro medio ambien-te, poblado de sonidos e imágenes. Esaforma fantasmal, revelación inmediatade una ausencia, es lo que nos otorga lagrabación de un escritor.

Octavio Paz alguna vez afirmó que elfuturo de la poesía se encontraba en larecuperación de la voz y de la imagen,en la posibilidad de un nuevo acerca-miento entre el escritor y el público. Estaafirmación ya había sido escuchada so-bre todo por autores de música electróni-ca, como Luciano Berio, cuyo Omaggioa Joyce en voz de Cathy Berberian, cons-

Voz Viva: variaciones de música concreta

Mauricio Molina

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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 105

COLECCIÓN VOZ VIVA

tituye una piedra de toque en la historiade las relaciones de fascinación y en-canto que existen entre la música y lapalabra. Los medios masivos de comu-nicación, como la radio y la televisión,permitieron que múltiples escritores seacercaran a un público más amplio sir-viéndose del sonido y de las imágenes.En México, en la UNAM, este encuentrose daría primero durante los años cin-cuenta con el grupo Poesía en Voz Alta dela Casa del Lago y luego con la creaciónvisionaria de Max Aub, en 1959, de la co-lección Voz Viva. A lo largo de sus cuaren-ta y cinco años, Voz Viva ha realizado el

registro de múltiples autores cuyo listadoocuparía un espacio demasiado grandepara revisarlo por completo en esta brevenota. Baste decir que en las coleccionesVoz Viva de México y Voz Viva de AméricaLatina se han dado cita algunos de losautores más importantes de la segundamitad del siglo XX en nuestra lengua.

¿Qué ha hecho tan perdurable y fasci-nante nuestra colección? Seguramenteno sólo el mero registro de las grandes vo-ces de la literatura. Voz Viva es ante todouna celebración de la creación verbal através de sus autores y está dirigida siem-pre, desde el momento de la grabación,hacia el futuro de su edición y al encuen-tro con los escuchas. Gracias a ella pode-mos acceder a las voces de Alfonso Reyes,Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, EliseoDiego, Rosario Castellanos, Alejo Car-pentier, Gabriel García Márquez, CarlosFuentes, Juan García Ponce o Sergio Pitol,para sólo citar a unos cuantos nombres

de la pléyade que conforma este verdade-ro tesoro de nuestra Universidad.

Al escuchar una grabación de VozViva a menudo nos detenemos a pensaren la belleza, en la dureza, en la suavi-dad o, incluso, en el desagrado que nospuede producir la voz, la entonación oel peculiar acento de un escritor. Pense-mos en la voz de Max Aub, cuya pro-nunciación del castellano nos recuerdatanto sus orígenes franco-germánicoscomo valencianos, o en ese tono salmó-dico de Juan Rulfo leyendo “Díles queno me maten”, que recuerda las charlasen los pueblos de los altos de Jalisco al

amor del fuego. O qué decir del juegode las oclusivas en la voz de OctavioPaz, o del tono juguetón y desenfadadode Juan José Arreola. Pensemos en lavoz caribeña de Eliseo Diego, que nosrecuerda el tabaco y el ron, o en la amar-ga dulzura de Rosario Castellanos, o enel tono magisterial de Alfonso Reyes.Sin lugar a dudas una de las más pecu-liares sería esa voz compuesta de largaserres guturales y estilizado “yoyeo” ar-gentino en la voz de Julio Cortázar. Entodos ellos encontramos un registroúnico, el equivalente a la huella digitaldel escritor.

Aquí estamos muy lejos del artificiode la oratoria —disciplina propia de losdemagogos— o del buen decir: esa ilu-sión acústica de que existe, en una len-gua hablada por millones y millones depersonas que habitan lugares tan lejanoscomo Bilbao y Buenos Aires, una forma“correcta” de decir las cosas. La voz de un

escritor se encuentra siempre mucho másallá y mucho más acá del sentido.

En todos nuestros autores encontra-mos “tonalidades alícuotas”, que de-marcan, en la música instrumental, losfenómenos acústicos indeseados y acom-pañantes producidos por el material deque está hecho un instrumento. Nuncaprestamos atención, por ejemplo, al he-cho de que las cuerdas de un violín pue-dan estar hechas de metal o de tripas degato. La voz de un escritor es de una to-nalidad alícuota en su estado puro: mú-sica concreta. Escuchamos literalmentede qué está hecha la voz del autor. Es en

la voz donde se encuentran las entrañasy el pensamiento. Ahí confluyen los ba-tracios del precámbrico en las aguas pri-migenias y la cuidadosa métrica delsoneto. La intención del texto, su drama-tismo o su intención quedan de lado, ysólo escuchamos esa reverberación orgá-nica del ser vivo que se dirige a los astros,al amor, a la muerte, al pensamiento, a lacelebración o a la tristeza. Gracias a esavibrante emisión se manifiesta el senti-do. Es lo que Roland Barthes llamó enun célebre ensayo “el grano de la voz”.

Voz Viva nos regresa, gracias a me-dios tecnológicos absolutamente mo-dernos, a los orígenes míticos de la pa-labra y de la voz, a ese don primigenio—mágico y divino, animal y profunda-mente humano— que nos permitecontar sueños e historias, reflexiones ycantos que se dirigen siempre hacia elfuturo, hacia la esperanza perpetua dela eternidad del lenguaje.

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