voraz jaguar que asolaba a la región fue cazado
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Incidente ocurrido en 1986 en la sierra de Mesillas, Concordia, parte de lo que hoy es Monte Mojino.TRANSCRIPT
Voraz jaguar que asolaba a la región fue cazado
Traía atemorizados a los serrano
Por Juan Lizárraga T.
NOROESTE-Mazatlán, 24 de junio de 1986.
Ya la gente estaba atemorizada por los daños que había causado. Que se
comió como a ochenta cabezas de ganado, algunos perros descuidados y hasta a
coyotes y lo hacía allá por la sierra, desde Concordia hasta Rosario.
Daba miedo salir al monte por el temible animal, pero la semana pasada
pudieron los serranos dormir a gusto porque habían matado al animal.
Ángel Barraza, a quien tocó la fortuna de liquidar al felino, junto con "El
Nene" Silverio Vizcarra y su hijo José, Nos platicó ayer en su casa de Mesillas
cómo ocurrieron los hechos que empezaron hace como dos meses.
Sí. Hace más de sesenta días, los ganaderos empezaron a resentir la
pérdida de animales, principalmente becerros y por los caminos aledaños se
empezaron a ver huellas de gato grande. Y aparecían perros y coyotes
despedazados.
Daba mucha guerra el animal, que era muy escurridizo, ya que nadie lo
veía. Por ahí dicen que se le apareció a una mujer en la sierra concordense, pero
nomás y no se sabe de otro que lo hubiera visto.
Y que lo empiezan a buscar. Dice Ángel que hubo veces en que hasta
dieciocho gentes salían de cacería, incluso estaban por ir a conseguir trampas
para agarrarlo. Y cayó.
ERA UN JAGUAR
El tigre es un felino que tiene la piel amarillenta y rayada, pero éste es un
jaguar. Su piel, también amarillenta nomás que la tiene moteada. Es un jaguar.
Y llegamos al domicilio de Ángel Barraza, quien nos mostró la piel curtida
del animal y orgulloso traía al cuello, colgado de una piola, un colmillo del jaguar.
El jueves en la tarde encontraron las pisadas y las siguieron, y vieron varias
y otras huellas, luego, parecía como si el animal hubiera arrastrado algo y el rastro
se perdía en una cueva, mejor dicho, en la rendija de lo que era una cueva.
Se acercaron, palpitante el corazón, tensos los músculos, apretando las
armas y echaron la linterna a la rendija. No se vio nada, pero se oyó un rugido que
los hizo estremecer. Y tras el rugido, los escopetazos.
El animal quiso salir, más le dieron un balazo en una garra.
Silencio. Se asoman a la cueva. Con muchas precauciones. Avientan la
linterna y nada se ve. Abren la rendija. Se introducen y allí estaba agonizante el
animal, junto a la osamenta de muchas de sus víctimas.
Tuvieron que abrir un hueco por otra parte de la cueva para sacar al
hermoso animal que exhibieron en la plazuela para júbilo de los habitantes de
Mesillas y para alegría de los ganaderos de los alrededores,
Y ahí estaba ayer el cuerpo del jaguar, que mide, sin cola, como 1.60
metros, como mal recuerdo para los dueños del ganado y como una anécdota que
perdurará toda la vida en el recuerdo de quienes le dieron muerte.