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Capítulo 2 EL CARIBE: LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS 2.1. LA REGIÓN DEL CARIBE: CONDICIONES GEOGRÁFICAS Y CLIMÁTICAS La región americana conocida genéricamente como área del Caribe comprende un conjunto de territorios insulares y continentales que posee características bien defi- nidas. A pesar de situarse entre las dos grandes masas continentales del norte y el sur de América, ha constituido y constituye un espacio histórico y cultural independiente y singular. Unidad y diversidad se encuentran en la región Caribe con rasgos muy señalados. Su marco general de referencia, por ejemplo, es distinto al de otras áreas america- nas: no se articula en torno a una gran cordillera, como la región andina; tampoco se extiende sobre la cuenca de largos y caudalosos ríos, como la amazonía o el Plata; ni se engarza a través de valles, montañas y mesetas de altura, como Mesoamérica. Aquí la referencia, lo que a la vez une y separa, es el mar: un mar interior al que los espa- ñoles denominaron mar de los Caribes asignándole el nombre de uno de los grupos étnicos que lo habitaban. Habitar un mar puede ser un contrasentido, pero en este caso no es así. Por ese mar navegaron, migraron, intercambiaron productos y se relaciona- ron pacífica o violentamente pueblos vigorosos que elaboraron complejas formas de articulación política, social y económica, alcanzando diversos grados de desarrollo cultural. Aunque sus realizaciones materiales se muestren menos impresionantes que las logradas por las civilizaciones mesoamericanas o andinas, no por ello, desde lue- go, dejan de tener importancia y relevancia en la historia americana. Todas estas tierras continentales e insulares giran alrededor del mar: desde la penín- sula de Yucatán descendemos hacia el sur por las costas centroamericanas, girando hacia el este en Panamá; por el golfo de Urabá subimos luego las costas de la actual Colombia y seguimos de nuevo hacia el este por Venezuela hasta la isla grande de Tri- nidad, desde donde brincamos sobre el mar hacia el norte a través de un rosario de islas, las Antillas Menores, pequeños promontorios que nos permiten alcanzar las Antillas Mayores, Puerto Rico, y luego hacia el oeste, la isla de La Española y Cuba, cerca de las costas yucatecas. Hemos completado los trescientos sesenta grados y el mar Cari- be ha quedado adentro. Y no es tan pequeño: el Caribe se extiende 2.500 kilómetros de este a oeste, desde el cabo de la Vela en Nicaragua hasta la Martinica; y 1.100 kiló- metros de norte a sur, desde Santiago de Cuba hasta Cartagena de Indias. américa.1.02 11/5/05 12:06 Página 29

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Sociedad CAribe

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  • Captulo 2

    EL CARIBE: LAS SOCIEDADES ORIGINARIAS

    2.1. LA REGIN DEL CARIBE: CONDICIONES GEOGRFICAS Y CLIMTICAS

    La regin americana conocida genricamente como rea del Caribe comprende unconjunto de territorios insulares y continentales que posee caractersticas bien defi-nidas. A pesar de situarse entre las dos grandes masas continentales del norte y el surde Amrica, ha constituido y constituye un espacio histrico y cultural independientey singular.

    Unidad y diversidad se encuentran en la regin Caribe con rasgos muy sealados.Su marco general de referencia, por ejemplo, es distinto al de otras reas america-nas: no se articula en torno a una gran cordillera, como la regin andina; tampoco seextiende sobre la cuenca de largos y caudalosos ros, como la amazona o el Plata; nise engarza a travs de valles, montaas y mesetas de altura, como Mesoamrica. Aqula referencia, lo que a la vez une y separa, es el mar: un mar interior al que los espa-oles denominaron mar de los Caribes asignndole el nombre de uno de los grupostnicos que lo habitaban. Habitar un mar puede ser un contrasentido, pero en este casono es as. Por ese mar navegaron, migraron, intercambiaron productos y se relaciona-ron pacfica o violentamente pueblos vigorosos que elaboraron complejas formas dearticulacin poltica, social y econmica, alcanzando diversos grados de desarrollocultural. Aunque sus realizaciones materiales se muestren menos impresionantes quelas logradas por las civilizaciones mesoamericanas o andinas, no por ello, desde lue-go, dejan de tener importancia y relevancia en la historia americana.

    Todas estas tierras continentales e insulares giran alrededor del mar: desde la penn-sula de Yucatn descendemos hacia el sur por las costas centroamericanas, girandohacia el este en Panam; por el golfo de Urab subimos luego las costas de la actualColombia y seguimos de nuevo hacia el este por Venezuela hasta la isla grande de Tri-nidad, desde donde brincamos sobre el mar hacia el norte a travs de un rosario de islas,las Antillas Menores, pequeos promontorios que nos permiten alcanzar las AntillasMayores, Puerto Rico, y luego hacia el oeste, la isla de La Espaola y Cuba, cerca delas costas yucatecas. Hemos completado los trescientos sesenta grados y el mar Cari-be ha quedado adentro. Y no es tan pequeo: el Caribe se extiende 2.500 kilmetrosde este a oeste, desde el cabo de la Vela en Nicaragua hasta la Martinica; y 1.100 kil-metros de norte a sur, desde Santiago de Cuba hasta Cartagena de Indias.

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  • Es un mar flanqueado por islas muy grandes, como Cuba, de ms de 1.000 kil-metros de longitud, pero en el que tambin podemos encontrar otras mucho mspequeas que apenas sobresalen del agua y sus nombres sirven de aviso a navegantes:Diosteguarde, Miraporvos, Quitasueo Otras se nombran en trminos de leyenda:La Deseada, La Misteriosa, Caja de Muerto, Barbuda, Cayo del Ron, Jardines de laReina, Providencia El Caribe se halla flanqueado tambin por las costas continen-tales, en las que hay zonas donde se vierten en cascada las selvas tropicales, como enCentroamrica o en el Darin; o mueren trridamente los desiertos, como en la Gua-jira; zonas donde las llanuras tropicales llegan mansamente al mar, como en el Orientevenezolano; o se yerguen abruptas las cordilleras ms elevadas por encima de los5.500 metros, como en la Sierra Nevada de Santa Marta, con nieves eternas muy cer-ca de donde rompen las olas.

    Las islas se ubican en tres grandes reas: las Antillas Mayores (Cuba, La Espao-la, Jamaica y Puerto Rico); las Antillas Menores (en el arco que va desde Puerto Ricohasta las costas venezolanas), que a su vez se subdividen en dos grupos, las islas deSotavento (las situadas ms al norte) y las de Barlovento (ms al sur), llamadas as enfuncin de su ubicacin con respecto a los vientos alisios; y las islas prximas al con-tinente, como Trinidad y Tobago. Adems, hay que sumar otra serie de islas junto a lacosta venezolana, ms al oeste de las anteriores: Margarita, Curaao, Aruba o Bo-naire; y las que se sitan entre Cuba y Centroamrica como las Caimn, el Cisne,Providencia y una mirada de islas mucho ms pequeas y dispersas por toda laregin; y los arrecifes de coral, extendidos por toda la zona, formados en el remotopleistoceno y de una extraordinaria riqueza biolgica.

    Entre todas ellas existen notables diferencias geolgicas. Las Antillas Mayoresestn conectadas tectnicamente con Centroamrica, con las sierras de Guatemala ydel sur de Mxico. Por eso se alternan escarpadas montaas isleas, que a veces caenabruptamente sobre la costa, con profundas simas marinas (alguna de ellas sobrepasalos 7.000 metros de profundidad, a muy escasa distancia de Cuba). La mayor parte delas Antillas Menores, en cambio, estn constituidas por volcanes que pueden elevarsepor encima de los 1.500 metros, estando toda la zona sujeta a una gran actividad ss-mica. Otras son arrecifes coralinos, sobre las que los vientos han depositado tierracontinental desarrollando un tupido manto vegetal.

    Las costas continentales muestran tambin una gran diversidad: en algunas zonascentroamericanas no existe transicin entre el bosque hmedo de montaa y el mar;en otras se extiende una pequea llanura de matorral; en el golfo de Urab y la actualcosta colombiana se mezclan la selva hmeda con cinagas y esteros; las escarpadasestribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta llegan hasta la costa, pero generanhacia el este una regin desrtica en torno a la pennsula de la Guajira; las costas ve-nezolanas son tambin muy diversas: desde las lacustres de Maracaibo, o la estrechafranja de litoral comprimida entre la cordillera costera que se extiende hacia el oestepor centenares de kilmetros, hasta la zona rida del oriente y el lujurioso delta delOrinoco. De nuevo todos los paisajes, todos los ecosistemas.

    Por eso son tan peculiares el paisaje y el medio natural en cada una de las subreasen que se divide la regin. La variedad de accidentes geogrficos y de climas y la ri-queza de la vida vegetal generan una gran diversidad ecolgica. No slo se distinguenlas islas de las costas continentales; las diferencias entre las islas, por su tamao, con-formacin y ubicacin, son muy sealadas. Pero la mayor parte de estas tierras son ver-

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  • des y frtiles. Los primeros marineros europeos que las avistaron quedaron deslum-brados por su belleza y hoy, a pesar de la feroz depredacin medioambiental a que hansido sometidas desde 1492, continan ofreciendo a los viajeros una imagen idlica yparadisaca. Su clima templado y suave, al estar incluidas entre los trpicos, concede atoda la zona condiciones muy favorables para la vida en todas sus manifestaciones.

    La regin es, en general, marcadamente clida y el grado de humedad muy ele-vado debido a los vientos alisios del noreste. Procedentes del Atlntico, los alisiosfluyen de forma permanente sobre la zona aportando gran cantidad de agua a unaatmsfera que puede cambiar con rapidez, provocando continuas y abundantes preci-pitaciones. Las corrientes marinas siguen, normalmente, a estos vientos, en un re-corrido que desde el Atlntico penetra en el Caribe por las Antillas Menores y se dirigehacia el golfo Urab, remontando luego hacia el norte, siguiendo las costas de Cen-troamrica; desde all vientos y corrientes se adentran en el golfo de Mxico, gene-rando posteriormente la gran Corriente del Golfo (Gulf Stream) que, por el norte dela isla de Cuba, volver al Atlntico. Los vientos alisios empujan estacionalmente (enel segundo semestre del ao) a las bajas presiones procedentes de la costa africanaque, transformndose en tormentas tropicales, cruzan el Atlntico cargndose de aguay adquiriendo una fuerza formidable hasta impactar contra las islas y contra el conti-nente: son los huracanes (una palabra, como muchas otras, de origen arahuaco), quegeneran importantes dislocaciones en los vientos y corrientes en toda la regin.

    Alto grado de humedad y temperaturas estables entre los 20 y los 30 grados hanpermitido el gran desarrollo que el bosque tropical hmedo, uno de los principalesecosistemas del Caribe, ha alcanzado en el interior de las islas y en algunas zonas delas costas continentales. El otro gran ecosistema de la regin est constituido por elentorno del manglar, en las zonas bajas e inundables de la desembocadura de los rosy en las cinagas, esteros y albuferas. Dos ecosistemas muy complejos que permitie-ron a los pueblos del Caribe alcanzar un notable desarrollo, porque, siendo ambos di-versos y complementarios, se hallan tan prximos entre s que pueden ser manejadossimultneamente por un mismo grupo humano sin necesidad de grandes esfuerzos nide complejas organizaciones.

    En fin, a pesar de que normalmente en las compartimentaciones temporales y geo-grficas realizadas con la historia americana, llevadas a cabo con mayor o menoracierto, al Caribe se le reparte entre otras varias macrorregiones, quedando reducidoa su porcin insular, aqu ser tratado como una regin que abarca muchos ms terri-torios porque todos se integraron en torno a un mismo mar que les dio vida y sentido,y en el que, como se ha dicho, se mezclaron desde miles de aos atrs, unidad y diver-sidad. Al fin y al cabo, y siguiendo a Eric Van Young, las regiones son como el amor:difciles de defini,r pero fciles de reconocer cuando nos sumergimos en ellas.

    2.2. PUEBLOS EN MIGRACIN

    En general podemos afirmar que el Caribe fue una regin de grandes y continuasmigraciones de pueblos procedentes de dos focos distintos: uno, del litoral centro-americano desde Nicaragua, Costa Rica y Panam, ms la costa norte colombiana yel noroeste de Venezuela; y otro, del noreste de Venezuela, el norte del ro Orinocoy la cuenca amaznica.

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  • Los arquelogos vienen a estimar que entre el 10000 y el 8000 a.n.e. ciertos gru-pos adaptados a las zonas costeas centroamericanas haban avanzado por el litoralhacia el sur, hasta alcanzar el istmo de Panam, dirigindose luego hacia el este bor-deando la costa del Caribe de las actuales Colombia y Venezuela, mientras otros gru-pos siguieron descendiendo hacia el sur a lo largo de la costa del Pacfico. Los que seasentaron en las costas continentales del norte, o se adentraron en el curso bajo de losros que vierten al Caribe (como el Atrato Urab o el Magdalena), o por las ori-llas del lago Maracaibo, eran cazadores y recolectores con experiencia en la cacerade la megafauna, poseedores de instrumentos lticos poderosos como las puntas deproyectil gruesas en forma de hoja de sauce, que son las que aparecen en el sitioarqueolgico de El Jobo (Venezuela). Al retirarse o ser exterminada la megafauna dela regin, estos grupos se vieron obligados a evolucionar hacia la recoleccin de ra-ces, tubrculos y frutos silvestres, y, aproximndose cada vez ms a la costa, basarbuena parte de su subsistencia en la recoleccin de productos marinos. Probablementeeste proceso debi haber comenzado hacia el 5000 a.n.e. porque de esta fecha datan losdepsitos arqueolgicos ms antiguos de la zona costera, concheros (grandes acumu-laciones de conchas marinas producto del consumo intensivo y colectivo) en los man-glares y en la desembocadura de los ros. Estos grupos comenzaron entonces una len-ta evolucin de la que nos ocuparemos posteriormente.

    Pero hacia el 4000 o 3000 a.n.e. otros grupos de cazadores y recolectores de ali-mentos vegetales y animales, extendidos a lo largo del litoral centroamericano, al ver-se imposibilitados de seguir descendiendo hacia el sur debido a la sedentarizacin delos grupos anteriores que bloquearon la zona del Istmo, parece que saltaron hacia lasislas desde las costas de Nicaragua, llegando hasta Jamaica y de all a La Espaola, eincluso hasta Cuba. Denominados paleoindios por algunos especialistas, poseanuna base tecnolgica que responda a su experiencia anterior, es decir, mezcla de reco-leccin y caza de megafauna, que obviamente no hallaron en las islas, por lo que evo-lucionaron hacia la pesca martima.

    Pero las migraciones continuaron. Despus del 1000 a.n.e., otros grupos culturaly tcnicamente ms avanzados, conocidos como mesoindios y mal llamados porotros autores siboneyes, organizados en torno a sociedades tribales y procedentesde las costas venezolanas, comenzaron a desplazarse hacia las Antillas Menores, desdeTrinidad saltando de isla en isla, o cruzando directamente el mar, hasta llegar a Puer-to Rico, La Espaola y el oriente de Cuba. Desconocan la agricultura y se sustenta-ban de peces, crustceos, moluscos, tortugas, iguanas, manates Igualmente eranrecolectores de productos vegetales en los bosques y, al parecer, no conocan la ce-rmica. En las islas desplazaron a los paleoindios hacia zonas ms abruptas o losabsorbieron.

    La siguiente migracin sobre las islas vino a producirse en los primeros siglos denuestra era. Fueron los llamados neoindios por algunos especialistas, ostionoidespor otros, o tanos por algunos ms. Esta ltima acepcin resulta anticuada porque,como luego veremos, los tanos eran una clase social y poltica entre los arahuacos.Pero desde antiguo la literatura arqueolgica del Caribe diferenci a los grupos pre-agrcolas como siboneyes y a los grupos agrcolas ms tardos como tanos, y asaparecen todava en algunas publicaciones.

    Los neoindios u ostionoides desplazaron a los mesoindios por su superior tecno-loga y, adems, por su nmero, que era bastante elevado. Conocan la agricultura y la

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  • cermica y eran extraordinarios marinos. Estaban compuestos por dos grupos tnicosdiferentes que llegaron tambin en dos oleadas distintas: primero los pueblos cono-cidos genricamente como arahuacos (arawacos), que avanzaron y ocuparon las Anti-llas Mayores; y luego los caribes, que llegaron posteriormente y se instalaron en lascostas del este venezolano y en las Antillas Menores.

    Los dos grupos proceden de las regiones del norte y noreste de Suramrica. Losarahuacos eran bien peregrinos y los de mayor impacto como difusores de la culturams compleja de la regin. Procedentes del Amazonas medio e inferior, haban llega-do hasta el Orinoco y de all subieron hasta la costa este de Venezuela. Deban suscontinuas migraciones, aparte del empuje que sufran por parte de otros pueblos des-de el sur selvtico continental, al tipo de cultivo que realizaban, el de roza o tala y que-ma del bosque, y a la intensa recoleccin que efectuaban estos grupos tan grandes.Ello les obligaba al traslado permanente: por una parte, por la esterilizacin de lossuelos que provocaba el cultivo intensivo que ejercan sobre la zona quemada del bos-que y que les impona mudarse a otra rea de la selva para rozarla y comenzar denuevo; por otra, por la intensa recoleccin que realizaban esquilmando rpidamentela zona que les obligaba a desplazarse cada vez ms lejos en busca de frutos. Eran gru-pos familiares extensos que se organizaban en aldeas, con predominio de la identidadtribal. En su peregrinar hacia el norte alcanzaron la actual costa este venezolana y deall saltaron a la isla de Trinidad, donde se instalaron. Desde Trinidad, por Granada,Martinica, Guadalupe y las Islas Vrgenes, llegaron a Puerto Rico. No se quedaron enlas Antillas Menores porque el reducido tamao de su espacio agrcola les impeda elcultivo intensivo de tala y quema que hasta entonces realizaban.

    En las Antillas Mayores, en cambio, encontraron un espacio magnfico donde de-sarrollarse expulsando hacia otras zonas a los indgenas preagrcolas que hallaron. Esposible que otros grupos arahuacos llegasen tambin a las islas grandes cruzando elmar, desde la pennsula de Paria, y an otros ostionoides desde la actual costacolombiana. Para entonces pareca extendido por todo el Caribe el sistema de cultivoen montculos (apilar la selva talada y el humus en determinados lugares, mezcln-dolo todo con tierra, y sembrar sobre estos montones, quedando as la zona abonada).Su aplicacin en las Antillas les sedentariz.

    De Puerto Rico pasaron a La Espaola, donde se establecieron los grupos msnumerosos y evolucionados, aunque otros se expandieron tambin por Cuba y Ja-maica creando un gran espacio cultural arahuaco que sera el que encontraran loseuropeos en 1492. Sus primeros asentamientos estuvieron cerca del mar, pero luegose adentraron en las islas buscando los valles y las sabanas para establecer sus culti-vos, y su organizacin evolucion hacia formas ms complejas abandonando las jefa-turas tribales y adquiriendo rasgos caciquiles. Su lengua comn fue un factor de uni-formidad.

    La otra migracin, posterior a sta, fue la de los caribes. Procedan de la regin delas Guayanas, y ocuparon la costa este venezolana y las Antillas Menores. Se tratde una verdadera invasin, porque estos grupos de emigrantes eran mucho ms agre-sivos que los anteriores. Las avanzadillas caribes llegaron incluso a los pobladosarahuacos de Puerto Rico y La Espaola. Fueron enemigos encarnizados: unos por-que asolaban las tierras agrcolas arahuacas; y otros porque se defendan de las con-tinuas razias en las que les saqueaban los almacenes y les robaban, sobre todo, a susmujeres. Fundamentalmente cazadores, los caribes manejaban una rudimentaria agri-

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  • cultura para la que utilizaban, precisamente, a las cautivas arahuacas porque conocanlas tcnicas del conuco. Tambin posean una lengua propia, aunque usaban muchosvocablos arahuacos. En Trinidad y Tobago parece que lleg a producirse una ciertacoexistencia entre ambos grupos.

    Similares procesos migratorios sucedieron en el continente. Diversos pueblos des-cendieron de norte a sur por las costas centroamericanas hasta llegar al istmo de Pana-m, donde se instalaron numerosos e importantes grupos de agricultores (combinan-do roza y recoleccin, caza y pesca) que alcanzaron un alto grado de desarrollo en laregin del Darin. Igual sucedi en la costa de la actual Colombia, donde encontra-mos asentamientos humanos altamente complejos, que daran lugar a la cultura Zen,de influencia caribe, o a la Tairona, contactada con los grupos chibchas del interior.En Venezuela, las sociedades tribales evolucionaron hacia formas caciquiles, de ma-nera que, cuando se produjo la invasin europea, toda la regin viva un momento degran ebullicin y de consolidacin de las sociedades agrarias, algunas de las cuales yahaban adquirido formas de seoro tnico y teocrtico.

    2.3. LAS CULTURAS INSULARES. ARAHUACOS Y CARIBES

    Los arahuacos ocupaban en las Antillas Mayores una zona del bosque tropicalmontaoso, las selvas bajas lluviosas y los matorrales del sur de La Espaola (en sulengua, Hait o Quisquella), la isla de Puerto Rico (Boriqun) y amplias zonas deCuba (que conserv su nombre nativo a pesar de que Coln la llamara Juana). Mos-traban una uniformidad de lengua y de organizacin social. Haban igualmente logra-do un gran perfeccionamiento de las prcticas agrcolas, la cermica, el trabajo deloro y la construccin de embarcaciones.

    Su vida se desarrollaba en torno a poblados, algunos de ellos muy grandes, dondeel cacicazgo y la jefatura tnica y religiosa haban creado estratificaciones socialesbien complejas.

    Estos grupos arahuacos haban abandonado las rozas poco despus de haber lle-gado a las islas y se aplicaban al uso especializado de espacios productivos que esta-ban divididos en tres zonas diferentes: el conuco, los huertos, y los territorios de pes-ca, caza y recoleccin.

    El conuco o los conucos eran espacios especficos destinados al cultivo intensivo.Situados cerca de los pueblos, en ellos se producan los alimentos bsicos de la comu-nidad, fundamentalmente los tubrculos. Para instalar un conuco se elega una zonaarbolada a la que se prenda fuego para que las cenizas sirvieran de abono. Luego seformaban montculos de tierra y restos vegetales para mejorar su drenaje, y sobrestos se sembraban las plantas, como la mandioca (yuca), el camote o la batata. Cuan-do la capacidad de produccin del conuco disminua, los tubrculos eran sustituidospor otros productos, y finalmente se dejaba en barbecho por un tiempo. Adems deyucas y batatas, en los bordes del conuco se sembraban tambin maz y, asociado a l,los frjoles, cacahuetes (man), calabazas (auyamas) o guisantes. La recoleccin de lostubrculos era intermitente, cuando se necesitaban, y su produccin continua, peropara los otros productos s existan cosechas convencionales.

    La mandioca o yuca era sin duda el producto ms importante, y su rendimiento enesta zona superior al maz. De ella se obtena una especie de pan, que constitua la

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  • base de la dieta, llamado cassava o cazabe. Primero se rayaba la mandioca en un ras-pador construido con madera y lajas encajadas, y la pasta resultante se embuta en uncilindro de palma llamado sebucn para extraerle el jugo, que es altamente vene-noso. Una vez seca, la masa se aplanaba y coca sobre el buren o budare, un pla-to de cermica ancho que se pona al fuego hasta obtener una tortilla delgada llama-da cassava. Con parte del maz de produca chicha. El cultivo en montculos y conucostrajo como consecuencia una mayor productividad y un crecimiento demogrfico quese not especialmente en las Antillas Mayores, donde en algunas zonas la densidad depoblacin lleg a ser bastante elevada.

    Otro espacio especializado de produccin eran los huertos. Situados alrededor delas viviendas y dentro de los poblados, en ellos se cultivaban rboles frutales, chiri-moyos, papayas, ajes o pias. Tambin producan tabaco, que se consuma en las fies-tas, y algodn, que usaban para los tejidos.

    Adems quedaba la caza y la pesca: eran diestros pescadores e inventaron nuevosartefactos, como redes y nasas; tambin usaban el barbasco, un estupefaciente parapeces que echaban al agua en los ros, esteros y lagunas. Especialmente consuman latortuga verde (hicotea o morrocoy) y gran variedad de crustceos (langostas, cangre-jos o jaibas). El manat y otros grandes mamferos acuticos y una gran variedad degrandes peces eran cazados con arpones desde las embarcaciones, arrinconndolosentre los arrecifes y la costa. La caza constitua otra actividad importante para laobtencin de protenas: aunque no usaban el arco y la flecha, eran expertos con losdardos y las lanzas, y hbiles constructores de trampas para aves: palomas, papaga-yos, trtolas El puerco de monte (bquira) constitua una de las piezas ms cotiza-das, as como agutes (cobayas), hutas e iguanas. Igualmente completaban la dieta larecoleccin de moluscos como caracolas y ostras, de las que se formaron gigantescosconcheros. Tambin realizaban recoleccin de plantas silvestres, normalmente con fi-nes medicinales, o para teir los tejidos de algodn: la bija (rojo), el mamn (negro)o el ndigo (azul). Los corazones de palma constituan tambin parte de su dieta, y lasuveras (uvas de mar), as como los cocos, aunque estos rboles de origen continentalno estaban todava tan completamente extendidos por todas las Antillas como lo estu-vieron despus.

    Otra actividad era la produccin artesanal: la cermica lleg a ser uno de sus sig-nos de identidad, en diversos colores y con representaciones incisas o pintadas. Po-sean un amplio menaje domstico, con cuencos de barro cocido, giros (calabazas),bateas de madera de jagey (jagelles) para recoger agua, havas (cestas hechas dehojas de palma), macanas (a manera de machetes de madera) y hamacas y redesde henequn, cabuya, maguey o pita. Las planchas para el cazabe (budares) constitu-yeron quizs el elemento ms caracterstico. Posean adems diverso mobiliario do-mstico realizado en madera negra brillante (duhos), y unas plataformas de maderay cuero para dormir o descansar llamadas barbacoas. Los tejidos eran de algodn,estirando la fibra sobre las piernas de las tejedoras hasta obtener un hilo delgado, conel que realizaban prendas finas y delicadas (las naguas o faldas de las mujeres casa-das). Las canoas constituan otra de sus habilidades: construidas con ceibas o cedrosahuecados, primero con lajas y luego quemando su interior, eran formidables embar-caciones para la navegacin por el Caribe y con las que recorran largas distancias.Algunas de ellas podan ser de gran tamao, teniendo capacidad para transportar msde cincuenta personas.

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  • Lo que ms llam la atencin a los primeros europeos de los arahuacos fueron suspiezas de oro: eran hbiles orfebres, aunque no existen slidas evidencias de que co-nocieran la fundicin u otras tcnicas ms complejas de metalurgia; obtenan el oro enlos ros y machacaban las pepitas con cantos rodados hasta obtener finas lminas, quea veces servan para realizar pectorales, brazaletes, narigueras, orejeras, o cascos conlos que cubran su cabeza. En ocasiones realizaban finos collares con piedras de colo-res hermosos, que sealaban el estatus que posean. Adems, objetos de oro y piedras,y otras manufacturas, como los tejidos, sirvieron para un extenso intercambio de pro-ductos especializados, no slo entre los diversos grupos territoriales, sino entre lasislas e incluso con el continente.

    En cuanto a su organizacin poltica y social, a partir del ao 1000 d.n.e comen-zaron a aparecer aldeas ms grandes tanto en La Espaola como en Cuba y PuertoRico. Eso demuestra que el modelo tribal de jefaturas variables en relacin con lashabilidades y capacidad fsica de liderazgo del caudillo cambi a las jefaturas tnicaso cacicazgos, con poderes sobre grupos extensos, mbitos territoriales precisamentemarcados y claros sntomas de teocracia, generando una cada vez ms compleja je-rarquizacin social de dirigentes, sacerdotes, guerreros, trabajadores y siervos. Cadapueblo tena su propio cacique. En La Espaola existan unos treinta a la llegada delos espaoles, de los cuales cinco eran los principales: Caizcimu (inclua a Macorx,

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    Caribes / ArahuacosGolfo de Mxico

    Ocano Pacfico

    ISLASDE

    CARIBES

    BORIQUEN

    Incursiones Caribes

    QUISQUELLAJAMAICA

    CUBAGUANAJA

    Habana GuamuhayaSavaneque

    Camagey

    Bayamas Baracoa

    LUCAYAS

    Guacayarima

    Bainoa

    Cayabo

    Caizcimu

    Huhabo

    M a rC a r i b e

    SiboneyesCaribes ArahuacosIncursiones Caribes

    MAPA 2.2. DISTRIBUCIN DE LOS GRUPOS TNICOS EN EL CARIBE INSULAR HACIA 1492. CACICAZGOS ARAHUACOS

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  • Higey, Yaguatas y Haitises) al sureste de la isla; Huhabo (inclua a los Ciguayos), alNoreste; Cayabo, en la zona centrooriental, con el Cibao; Bainoa, el centrooccidental,el mayor de todos (incluyendo las rea de Xaragu, Yaguana, Guahaba, Haitiei, Gua-nabo, Yaquimo); y Guacayarima, al suroeste de la isla, comprendiendo tambin al-gunos indgenas tribales preagrcolas.

    En Cuba, los cacicazgos se encontraban igualmente consolidados: de este a oeste,Maya, Baracoa, Macaca, Cuciba, Bayamas, Maniabn, Camagey, Savaneque (por lazona del actual Morn), Xagua y Habana. En el oeste cubano, hacia Pinar del Ro,existan grupos preagrcolas conocidos como siboneyes. En Jamaica tambin exis-tan estos cacicazgos, e incluso en el archipilago de las Lucayas (Bahamas), al nortede Cuba, eran numerosos los grupos arahuacos asentados.

    En todos ellos, la estructura social estaba fuertemente estratificada. La presidancaciques hereditarios, transmitidos normalmente por lnea materna, de aqu el papelprotagonista que tuvieron las mujeres de la lite. Muchos de estos jefes fueron caci-cas, algunas de ellas viudas del difunto jerarca. El cacique estaba apoyado por un am-plio grupo de descendientes, y a travs de la poligamia se relacionaba ampliamentecon otras familias de la lite: era el jefe religioso y tambin un lder guerrero. Muchasde las actividades de caza y pesca las dirigan personalmente, as como las campaascontra los caribes invasores. Bajo su autoridad figuraba un grupo de nobles llamadostanos, una especie de aristocracia guerrera. Y, finalmente, los sacerdotes, que re-ciban diversos nombres (mojn, mohanes). Aparte las familias productoras, queconstituan la mayor parte de la poblacin, existan tambin unos siervos llamadosnaboras que realizaban trabajos para los caciques.

    La tierra era entendida y trabajada como un recurso comunal, con una clara divi-sin del trabajo: en los conucos los hombres rozaban y fabricaban los montones, caza-ban, pescaban y defendan el territorio; las mujeres deshierbaban el conuco (una tareacontinua), recolectaban y cuidaban los huertos, y normalmente se encargaban de lasmanufacturas textiles. Todas estas tareas eran organizadas y definidas por las lites yenmarcadas en rituales calendricos dirigidos por los sacerdotes.

    Los ncleos de poblacin eran numerosos y dispersos. Algunos alcanzaron cifrassuperiores a las 2.000 personas, y la densidad demogrfica en torno a las zonas agr-colas fue muy alta. Clculos aproximados sobre la poblacin de La Espaola para1492 la sitan en torno al milln de habitantes, un poco menos para Cuba y menosan para Puerto Rico (en funcin del tamao de esta ltima, y porque las incursionesde los caribes la hacan menos estable).

    Las viviendas se construan alrededor de una plaza, en el claro del bosque y nun-ca cerca de las costas. Sus paredes eran de madera, caa y barro (bahareque) y lostechos se fabricaban con hojas de palma entrelazadas y atadas con bejucos (races),con una chimenea o coronilla para la salida de humos. Eran circulares (bohos), aveces constituyendo la pared y el techo la misma pieza en forma de campana, exceptolas de los caciques, que podan ser rectangulares, con techo a dos aguas, y se decora-ban profusamente. Los bohos de la lite se situaban alrededor de esta vivienda prin-cipal. Algunos bohos podran ser muy grandes, llamados caneyes, para gruposfamiliares extensos, sin paredes, con pilares de madera y techo de palma.

    En la plaza central se realizaban las funciones pblicas, religiosas, rituales y festi-vas. Exista una ceremonia, una especie de juego de pelota, de alguna manera vincu-lado con los mesoamericanos, llamado batey, de donde qued el nombre adscrito a

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  • toda la plaza y, posteriormente, al conjunto de viviendas en los ingenios azucarerosantillanos. Otra ceremonia eran los areitos, cantes y bailes colectivos relaciona-dos con las cosechas y los ritos de la fertilidad, donde se rememoraban las tradicio-nes del grupo. Los entierros de los caciques constituan tambin grandes solemnidades,acompaando al cuerpo en sus tumbas muchos accesorios domsticos y rituales.

    La vida religiosa era compleja y estaba dirigida por los sacerdotes, a medio caminoentre el curanderismo, la adivinacin y la hechicera. Sus dioses, llamados Cems,eran seres sobrenaturales situados en otra esfera, con los cuales el cacique y los sacer-dotes se comunicaban mediante la ingesta de alucingenos. En el trance viajaban hastala tierra de los dioses, en una migracin mgica pero que tiene que ver con la tradicinde estos pueblos que tanto erraron durante siglos, y all trataban con los Cems los asun-tos o problemas de la comunidad. Regresaban con consejos o instrucciones que eranseguidos por todos como tales mandatos divinos, por lo que se pensaba que las decisio-nes de los caciques procedan de estos poderes sobrenaturales siendo expresiones de lasfuerzas sagradas. La cohoba era un poderoso narctico que los sacerdotes quemabane inhalaban, y cuyo humo tena poderes curativos. Cada Cem posea su propia perso-nalidad y contaba con una tradicin individualizada. Se representaban con smboloszoomorfos o antropomorfos, considerados sagrados. As, figuraban a veces pintados enlos cuerpos de los guerreros, o grabados sobre las piezas de oro, o tallados en las ca-noas y en otros muchos objetos considerados rituales. No posean grandes templos,sino adoratorios insertos en el poblado donde se depositaban estas figuras de Cems.

    Como ya hemos indicado, una de las caractersticas comunes de los arahuacos erasu lengua. La mayor parte de los vocablos en las Antillas mayores eran arahuacas, unaespecie de lengua general, y muchos de ellos pasaron al castellano: aparte los topni-mos, quedan muchos. Sirvan como ejemplo bejuco, cayo, canoa, cacique, caoba, cei-ba, cocuyo (lucirnaga), comejn (termita), huracn, mangle, naguas, sabana

    La de los caribes fue la ltima gran migracin procedente de las costas orientalesy centrales de Venezuela que lleg a las Antillas. Hasta all haban ido desplazando alas poblaciones arahuacas y, en 1492 estaban asaltando y asolando con intensidad lascostas de Puerto Rico e incluso las de La Espaola.

    Su hbitat lo constituan las Antillas Menores, grandes reas de la costa orientalde Venezuela y la isla de Trinidad. Eran ms propensos a la guerra que los arahuacos, yaunque existan muchas semejanzas con ellos en lo referente a su cultura material, subelicosidad y agresividad los transform en los terribles vecinos de la regin. Lle-garon en grandes razias a las islas y se fueron asentando en ellas con gran velocidad.A diferencia de los arahuacos, usaban el arco y las flechas, muchas de ellas con aplica-cin de venenos, lo que los hizo muy superiores en el combate, especialmente, frentea los siboneyes, a quienes barrieron completamente de las islas ms pequeas don-de an permanecan algunos grupos.

    Sus piraguas eran tambin ms grandes, lo cual les permita llegar ms lejos y msrpidamente; por eso, tanto en el mar como en la tierra, resultaban imbatibles para losarahuacos, que slo podan defenderse oponiendo una gran masa de combatientes.Podan acabar expulsando a los invasores, pero a costa de muchas prdidas en muer-tos y cautivos.

    Los caribes no se estructuraron en torno a cacicazgos hereditarios sino que mantu-vieron una organizacin social y poltica de carcter ms tribal, porque sus grupos noeran tan numerosos. La jefatura del caudillo se basaba en el valor demostrado durante

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  • el combate: los triunfos blicos daban prestigio y, mediante el reparto del botn con-seguido (alimentos y cautivos), conseguan controlar o adscribir un mayor nmero deguerreros a su grupo, con lo que las empresas a emprender podan ser ms ambiciosas.

    Sus asentamientos eran pequeos y comprendan menos de cien personas; unaaldea sola componerse por la familia extensa de un guerrero de importancia que resi-da con varias esposas, porque los jefes practicaban la poligamia y reciban a las muje-res capturadas en la guerra. Practicaban la agricultura en conucos pero en sus conti-nuas expediciones tendan ms a la caza, la pesca y a la recoleccin. Eran las mujereslas que se dedicaban a los cultivos y, dada la escasa experiencia de los caribes en estamateria, usaban para este cometido a las mujeres arahuacas cautivas; por eso rara vezlas mataban en sus incursiones. Adems, dado el escaso tamao de sus grupos origi-narios, era un modo de evitar la endogamia. Los jvenes guerreros se las quedaban olas entregaban a sus padres y abuelos para que les sirvieran. Los hijos de estas muje-res se convertan en miembros legtimos de la comunidad, que se ampliaba ms rpi-damente que por evolucin natural del grupo primigenio. Este crecimiento, sobre todoel del nmero de varones, ayudaba a un jefe de aldea a ampliar su prestigio y su basepoltica en la relacin con otros grupos caribes.

    Sus viviendas estaban conformadas por una gran casa comunitaria colocada en elcentro de un claro despejado junto a los ros. En ella, el jefe, sus hijos polticos y sushijos varones, pasaban el tiempo entre los perodos de caza, pesca o entre las incur-siones que realizaban estacionalmente; all eran atendidos por sus esposas e hijas, quevivan en un conjunto de pequeas viviendas y cocinas construidas alrededor del grancaney central: una para cada esposa y para las cautivas. As, los europeos escribieronluego sobre la existencia de casas de varones y casas o islas de mujeres entre loscaribes. Como la mayor parte de las mujeres eran arahuacas cautivas o descendientesde ellas, los europeos comentaron tambin que los caribes tenan una lengua propia delos hombres y otra de las mujeres.

    Del mismo modo, un asunto al que los europeos no dejaron de referirse fue el desus rituales en torno a la antropofagia. A medio camino entre la realidad y la leyenda,algunos autores anotan que se trat de un rasgo propio de sus necesidades alimenti-cias derivadas de la necesidad de protena animal que, en las Antillas Menores, dadoel tamao de las islas y antes de la llegada del ganado europeo, era imposible o muydifcil de conseguir. Otros apuntan a una ritualidad guerrera mediante la cual se con-segua la apropiacin de las virtudes del enemigo. Sea como sea, lo cierto es que susupuesto canibalismo fue completamente sacado de contexto por los espaoles, quie-nes se apoyaron en l para amplificar el concepto de salvaje aplicado a la belicosi-dad propia de los caribes y conseguir as la legalizacin de su esclavitud cuando no sucompleta destruccin.

    2.4. LAS CULTURAS CONTINENTALES

    Como ya hemos comentado, grupos adaptados a las regiones costeras centroame-ricanas haban descendido hacia el sur hasta alcanzar la zona del istmo de Panamalrededor del 10000 a.n.e. En las costas de Nicaragua y Honduras algunas sociedadespreagrcolas seguan existiendo con un bajo nivel de desarrollo cultural de tipo tribal,pero otras haban llegado a saltar a las Antillas. Las que permanecieron en el conti-

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  • nente evolucionaron lentamente hacia formas ms complejas, y era posible, en losprimeros siglos d.n.e., hallar conucos establecidos en estas costas de Centroamrica,muy semejantes a los plantados por los arahuacos insulares; lo que demuestra la exis-tencia de algn tipo de contactos entre ellos.

    Ms al sur, los primeros pobladores estables en el Istmo y en la actual costa cari-be colombiana fueron grupos de cazadores y recolectores que se asentaron entre lasmontaas y la costa o se adentraron por los ros de la zona (el Atrato y el Magdalena).As, son numerosos los yacimientos encontrados en las desembocaduras de estos ros,en Puerto Hormiga y en Canapote y Crespo (Cartagena de Indias) en forma de gran-des concheros, fechados hacia el 2000 a.n.e.

    Obviamente, estos grupos evolucionaron en la medida en que pudieron relacio-narse mejor con el medio y, sobre todo, alcanzar el manejo de ciertos cultivos. Laorganizacin de la produccin estaba dirigida al abastecimiento estable de alimentos,aunque las tcnicas agrcolas empleadas indican todava un bajo nivel tecnolgico.Mario Sanoja seala que, en el caso de la yuca, debi producirse una larga transicinentre la recoleccin de la silvestre y la aparicin de sus primeros cultivos. Igual suce-di con el maz, que logr un gran desarrollo. Del mismo modo aparece la cermica,como la de Mulamba, una de las ms antiguas del continente, que demuestra el carc-ter estable de algunos de estos asentamientos.

    Los especialistas no parecen ponerse de acuerdo sobre el carcter de las primerassociedades agrarias en estas zonas continentales. Hay quien opina que fueron socie-dades basadas en el parentesco y en la identidad tnica, con propiedad comunal sobrelos medios de produccin. Otros piensan que fueron sociedades desiguales agrupadasen federaciones de aldeas. Pero lo que parece claro es que algunas de ellas evolucio-naron hacia formas de cacicazgo, que manejaron simultneamente los ecosistemas dela montaa tropical y de la costa, que establecieron relaciones ms o menos violentasde dominacin sobre otros grupos cercanos y subordinados situados en un estadoinferior de evolucin, y que estuvieron permanentemente en guerra con otros caci-cazgos similares pero con los que, al mismo tiempo, mantuvieron fluidas relacionesde intercambio.

    El cacique acaparaba el mayor nmero de materiales para cambiar con otros gru-pos, lo que le conceda una clara posicin de supremaca, posea grandes privilegiosen esclavos y mujeres, y la desigual distribucin de excedentes que realizaba en elseno de su grupo produca una marcada diferenciacin social, como se demuestra enlos enterramientos de estas culturas, normalmente en urnas funerarias.

    Por tanto, toda la zona continental costera, desde Nicaragua hasta el este de Vene-zuela, fue una compleja franja de interaccin material, aunque, por supuesto, no deuna manera homognea. En las costas nicaragenses, por ejemplo, la agricultura enconucos fue bastante exitosa. En Costa Rica, los seores llamados getar, controlaronbuena parte de la montaa y de la costa. En Panam, Comagre, Veragua y Darin fue-ron reas de importante desarrollo. Zens y taironas, en la actual costa colombiana,alcanzaron al parecer mayor entidad cultural y productividad agrcola (con una por-tentosa red de canales y camellones de cultivo) que otros grupos centroamericanosinstalados en zonas de menor potencial ecolgico y donde buena parte de la produc-cin agraria se obtena con bastones para cavar.

    En las costas venezolanas existi tambin una gran diversidad en los desarrollosalcanzados por estas sociedades, desde la cuenca del lago de Maracaibo, las costas del

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  • noreste, los valles de Aragua y de los Caracas, hasta las costas del noroeste, donde loscaribes se acabaron imponiendo.

    Despus de los cazadores-recolectores de El Jobo, hacia el 5000 a.n.e. aparecie-ron grandes concheros en los manglares y en la desembocadura de los ros. Poco apoco fueron surgiendo modos de vida ms jerarquizados, como se demuestra con laexistencia de cementerios o pequeas necrpolis. Para el ao 1000 d.n.e. hay yacomunidades caciquiles y una ms compleja divisin social del trabajo: aparecieronmetates (piedras anchas para moler el maz a mano), asentamientos sobre montculosartificiales y manufacturas de telas de algodn

    En el entorno del lago Maracaibo, las actividades agrcolas en las llanuras lacus-tres comenzaron a complementar la subsistencia que antes slo poda obtenerse de lapesca. El este del lago, y a lo largo de la costa, incluso se construyeron terrazas de cul-tivo en las montaas que caen sobre el mar, algo parecido a lo que tambin exista enPanam; y se hallan indicios de que algunas aldeas se fortificaron para defenderse delas depredaciones de otros pueblos costeros ms belicosos, como los caribes.

    De esta manera, tanto en Centroamrica, el Istmo, en las costas colombianas ovenezolanas, el modelo que se fue imponiendo fue el de cacicazgos, es decir, podero-sos seores tnicos rodeados y apoyados por un grupo de lite y por otras comunida-des subordinadas, reforzados todos estos nexos por polticas matrimoniales basadasnormalmente en la poligamia.

    Conocidas sus caractersticas generales, pasemos ahora a estudiar con cierto dete-nimiento algunas de estas sociedades: las del Darin y el Atrato, las asentadas en elro Sin, y la Tairona de la Sierra Nevada de Santa Marta.

    Algunos de estos seoros estuvieron situados entre las serranas del Darin, elgolfo de Urab y el ro Atrato, y su cronologa comienza en los primeros siglos d.n.e.,alcanzando un gran desarrollo a partir del 1000 d.n.e. Fueron importantes porquefuncionaron como intercambiadores de perlas y oro en bruto de las costas del Pacfi-co por esclavos, tejidos y manufacturas de metal de la zona del Atlntico. De sur anorte fluyeron tambin muchos productos: maz, algodn, mantas, hamacas, sal pes-cado salado, oro y esclavos. Un gran circuito que iba desde Costa Rica hasta el roAtrato y que an ascenda hacia la zona de los andes colombianos, la regin Muisca,a travs del nudo de los seoros establecidos de la sierra de Dabeiba.

    Aunque la agricultura constitua la base del desarrollo de estas sociedades, com-plementadas con la pesca y la recoleccin, este trfico de productos les permiti ace-lerar su desarrollo aceptando influencias de diversas regiones. El rea del Istmo fueun importante punto de contacto entre la regin andina y las culturas del Caribe. EnUrab, por ejemplo, se intercambiaron muchas tradiciones metalrgicas andinascon reas orfebres de Panam y Costa Rica, sobre todo las aleaciones de tumbaga(oro y cobre). La lengua ms comn fue la chibcha, originaria del centro de la actualColombia.

    Los grandes caciques (quev o quibian) eran la mxima autoridad, con unnmero importante de naboras a su servicio, aparte de los esclavos. Se distinguanpor el vestido y en los adornos de hombres y mujeres. El cacicazgo se transmita alprimognito, y en las ceremonias de toma de posesin de un nuevo cacique se recita-ba la genealoga de su familia que se remontaba a la poca de las migraciones. Losenterramientos eran muy solemnes, con mujeres y esclavos a quienes se sacrificabapara que lo acompaaran al ms all.

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  • En San Pedro de Urab han aparecido vestigios muy importantes en mitad de laselva. En Panam, los espaoles llamaron La Cueva a parte de esta provincia, chib-chahablantes y antecedentes de los kunas actuales, donde existieron varios cacicatosmuy bien diferenciados. Tambin hubo grandes caciques en Comagre y Nat (estaltima en el Pacfico). Los poblados ms grandes eran de unos 50 bohos, y podanalbergar ms de 1.500 personas. Veragua fue otro centro activo de intercambio

    Dabeiba fue un rea muy importante como productora de orfebrera. Conectaba alos muiscas serranos con la costa, recibiendo productos suntuarios de ambas zonas.Tierra de grandes caciques, a la llegada de los espaoles se la consider como una delas posibles sedes de El Dorado.

    Ms hacia el este, entre las sabanas colombianas y la costa, en torno a los ros Siny San Jorge, se extendi otra cultura importante: la cultura Zen. Atraves dos fases:una inicial, desde el siglo I al ao 1000 d.n.e., y otra clsica, desde esas fechas a laconquista espaola. La cultura Zen ocup las llanuras tropicales del Caribe, al oestede la actual Cartagena de Indias, combinando cinagas, estuarios y sabanas. El terri-torio estaba dividido en tres provincias: Finzen, Panzen y Zenufana, con funcioneseconmicas complementarias: tubrculos y maz, manufacturas, oro nativo, caza, pes-ca y recoleccin. Sus jefes respectivos, siempre de un mismo linaje, controlaban ladistribucin.

    En las zonas inundadas del bajo San Jorge manejaron el riego mediante un siste-ma que alternaba canales artificiales inundables y camellones (lomadas de tierra entrelos canales donde se sembraba) que ocup 500.000 hectreas, y que an en nuestrosdas es visible en imgenes satelitares. Ello permiti el desarrollo de una numerosapoblacin a lo largo de los ros o en los bordes de las cinagas, en viviendas o aldeasconstruidas sobre plataformas artificiales. Hacia el ao 1000, la poblacin disminuynotablemente, debido a la presin de otros seoros. Cuando se produjo la invasineuropea, el auge que haba tenido el gran Zen era un mito que permaneca en elrecuerdo colectivo de toda la regin. Las tumbas de sus grandes caciques, luegosaqueadas por los primeros conquistadores, aportaron seales ms que evidentes de lariqueza que tuvo la zona. Narigueras, pectorales, remates de bastones, orejeras, deli-cadas piezas de oro y tumbaga con aves, caimanes o representaciones del dios Jaguar(relacionado con el sol) de las miles que confeccionaron los zens, han sobrevividomilagrosamente a siglos de saqueo, y algunas de ellas pueden ser contempladas en elMuseo del Oro de Bogot. Expertos artesanos fabricaban tambin clebres tejidos enalgodn y palma. Este trabajo artesanal se entenda como una actividad semisagraday se exiga una preparacin ritual para su desempeo.

    Aparte los lugares de habitacin, que para una poblacin tan numerosa se hallabandispersos junto a los centros de produccin agrcola, las reas residenciales destinadasa los jefes y sacerdotes y donde adems se elaboraban las artesanas, constituan san-tuarios o centros ceremoniales que se usaban como aglutinantes de la comunidad yhasta ellos peregrinaban estacionalmente. Con las personas se movan tambin losproductos, que interactuaban sobre una zona bien extensa. Se sumaba as una agri-cultura de subsistencia sumamente productiva en los camellones, que inclua tala yquema en los bosques marginales de las sabanas, con una agricultura y pesca extensi-va, y con la caza como importante actividad suplementaria. El excedente, usado comotributo al cacique, se almacenaba en cuevas subterrneas construidas en los recin-tos residenciales de los seores. Serva para mantener a la casta sacerdotal y a los

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  • guerreros, para las ceremonias y las fiestas donde el cacique manifestaba la recipro-cidad con sus tributarios.

    Alrededor de estos grandes seoros existan otros pequeos dominios subordina-dos, tambin en forma de cacicatos fronterizos, que contribuan a extender la red deintercambios.

    El ltimo complejo cultural que vamos a estudiar es el Tairona. Situado en la cos-ta caribe colombiana, en las alturas de la Sierra Nevada de Santa Marta (que alcanzacotas superiores a los 5.800 m), produjo un importante desarrollo urbano nico entoda la regin. Dada la diversidad en alturas, la zona presenta una gran variedad eco-lgica, desde los arenales y los salitrales de la costa hasta las nieves de altura. La re-gin estuvo muy densamente poblada. An en nuestros das, sus descendientes, los ind-genas kog, aruacos o arsarios, conservan buena parte de sus rasgos culturales.

    Histrica y arqueolgicamente, la regin atraves dos fases antes de 1492: laPretairona, en las zonas bajas y a partir del 600 d.n.e.; y la fase Tairona, en las zonasaltas, desde esa fecha hasta la conquista, alcanzando su esplendor despus del 1000 d.n.e.Esta segunda fase es la de mayores esfuerzos constructivos, con muchas infraestruc-turas realizadas en piedra, entre las que destaca Buritaca o Ciudad Perdida.

    La cultura Tairona se origina en una confederacin de aldeas sometidas a laautoridad de varios jefes de un mismo linaje. Eran varios cacicazgos independien-tes, pero unidos por una historia comn; una saga que se remontaba a la noche delos tiempos.

    El urbanismo refleja las jerarquas existentes en el seno de la sociedad tairona,donde la lite estaba formada por los caciques y una poderosa casta sacerdotal. Anpueden contemplarse en nuestros das viviendas suntuosas de piedra, recintos cere-moniales y espacios pblicos (plazas) que se articulan con talleres artesanales, dep-sitos, viviendas unifamiliares y terrazas de cultivo en una laberntica disposicin, que-dando todos los elementos enlazados a travs de tortuosos y empinados caminos delajas y piedras que aseguran la circulacin interna en las alturas.

    Realizando un excelente manejo de los distintos nichos ecolgicos de la verticali-dad, estos laboriosos pueblos pudieron intercambiar sal, pescados, moluscos, yuca(mandioca), auyamas (especie de calabaza), frjoles y frutas de las zonas bajas, conmaz de las zonas regables intermedias (donde practicaron la agricultura intensiva) ocon coca procedente de las tierras ms altas y fras. El calendario agrcola y ceremo-nial, bien complejo por lo que significaba utilizar tal diversidad de microambientesproductivos, fue acertadamente manejado por los sacerdotes, que tuvieron una graninfluencia sobre la sociedad.

    La orfebrera alcanz un notable desarrollo. Piezas de oro (relacionado con el soly la fertilidad), piedras preciosas y cermica, muestran hombres y animales tanto enactitudes sagradas como profanas. Eran expertos en manufacturas de cuentas de collarque intercambiaron con otros pueblos situados en remotas regiones. Collares, pesca-do, sal de la costa y conchas marinas eran trocados por oro y esmeraldas de las zonaschibcha y muisca. As es normal que en los objetos taironas aparezca el oro del inte-rior trabajado por los orfebres locales junto con esmeraldas procedentes de la actualAntioquia; y que caciques muiscas y chibchas se adornaran con conchas nacaradasprocedentes de las costas de Santa Marta.

    Sus mitos fundadores dan idea de lo complejo de su cosmovisin: al principio delos tiempos, el mundo fue creado por una divinidad reptil cuyos hijos fueron funda-

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  • dores de los distintos linajes taironas. Luego el sol (el jaguar) y el murcilago (el solsubterrneo, la noche) se dividieron el tiempo, que es representado por una serpientede dos cabezas. Entonces, las aves negras volaron ubicando a cada clan en su territo-rio. Las dems aves aportaron lo necesario: el colibr trajo la coca, el guila la yuca,el garrapatero los rboles y las flores, el guacamayo el maz El sapo es el smbolofemenino: es el centro, el cuerpo, la fertilidad de la tierra; y el cosmos est orienta-do segn la salida y la puesta del sol, cuyos solsticios y equinoccios, medidos por elalineamiento de determinadas piedras sagradas, marcan las pocas de siembra y cose-cha. El caracol muestra en sus espirales el trnsito de la vida. Los taironas fueronseguramente el pueblo ms evolucionado en este sentido de todo el Caribe.

    2.5. LA VISIN DEL PARASO

    Qu impacto tuvo todo este universo anteriormente descrito sobre los conquista-dores europeos que, buscando otro mundo, encontraron ste? Cul fue su percep-cin? Cmo encajaron todos estos detalles tan laboriosamente trabados a lo largo deltiempo en la idea preconcebida de los primeros espaoles que cruzaron el Atlntico,portadores de una cultura medieval llena de prejuicios positivos o negativossobre lo extrao y lo maravilloso?.

    Cristbal Coln escribi frases como nunca tan hermosa cosa vido, que pare-ce que el hombre nunca se querra partir de aqu; un lugar en el que el canto del rui-seor se oa por doquier y las manadas de papagayos oscurecen el sol, donde losms ricos productos se hallaban al alcance de la mano, y todos huelen que es mara-villa. En el primer viaje, Alonso Pinzn obtuvo ms de 900 pesos de oro al parecercon mucha facilidad, trocndolos por baratijas. Coln por su parte escriba a los reyesde Castilla y Aragn que yo les dar oro cuanto hubieran menester especiera yalgodn cuanto Sus Altezas mandaran cargar.. y lignloe (aloe) y esclavos. Y creohaber hallado ruibarbo (se usaba como purgante) y canela. Pinzn dijo haberhallado guindillas, perlas, pias y tabaco, y el almirante llev a la reina Isabel hutasde pelaje suave, ajes, maz, monos, papagayos, batatas y yucas. En el segundo viaje,sobre todo lo anterior aadi el Palo de Brasil, un denominador comn para todas lasplantas de tinte.

    Pero ms all de la extraeza, los espaoles, en general, no encontraron utilidad ala mayor parte de los productos de la regin del Caribe; al menos durante los aos ini-ciales. Los primeros colonos y conquistadores ni siquiera fueron capaces de alimen-tarse de ellos, y muchos hablaban del hambre que pasaban, tanto que decan morirde desnutricin. Productos tan bsicos y luego tan extendidos como la yuca (y el casa-be), el maz, la batata, los frjoles, la calabaza, el man; o frutas como la papaya, lachirimoya, las pias; o pescados en tan infinita variedad (meros, jureles, pargos,sbalos, palometas, bocachicos), crustceos como langostas, centollas o cangrejos,quelnidos como las tortugas verdes, moluscos como las ostras o las caracolas, o ma-mferos como el cerdo de monte, los venados no los aceptaron en su dieta. Ellossuspiraban por el pan de trigo, el aceite de oliva y el vino de uva. Y ninguno de esosproductos pudo arraigar en las islas por ms que lo intentaron. Decan les faltaba tam-bin la carne de cerdo y la chacina. Y lo que resulta ms curioso: echaban de menoslas hierbas y las especias europeas, sin las cuales todo les pareca inspido. Haban ido

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  • a buscar las islas de las especias y extraaban las de su tierra. Por eso decan llevartan mala vida en aquel paraso.

    Veinte, treinta o ms aos despus de 1492 era ya posible encontrar productos fru-tcolas europeos cultivados en las Antillas: por fin tenan ajos, cebollas, repollos, coli-flores, nabos, rbanos, perejil o cilantro, organo, hierbabuena, y frutales ortodoxospara ellos, como naranjas, limones o toronjas. Y tuvieron cerdos (puercos, que es elnombre castellano que ha quedado en el Caribe): tantos y tan asilvestrados que setuvieron que dictar disposiciones para acabar con la plaga de cerdos montaraces queinundaba los campos. El paraso comenzaba a ser alterado.

    Si extraa les pareci la comida, los nativos an ms: al principio les llenaban decuriosidad. Decan de los indios arahuacos, de los cuales Coln embarc varios paraEspaa al regreso de su primer viaje, que eran del color del membrillo o de coloroliva, pacficos y sin disposicin a luchar. No eran monstruos, como las leyendaspronosticaban, sino personas bien formadas que hablaban todos la misma lengua ycrean en un dios bueno que moraba en el cielo, afirmaba el almirante. Sus prncipeso caciques, llamados al parecer Behechio o Caonabo, de la zona de Maguana, losmandaban con prudencia y eficacia y, segn apuntaba, l mismo haba estado en unagran ciudad donde conoci a su rey, un notable seor investido de toda la auto-ridad, y donde adems exista (lo que parece que ms le interes) un enorme alma-cn de algodn. Se mostraba impresionado por el buen nivel de organizacin de lacomunidad, sus tcnicas agrcolas y artesanales, la construccin de sus viviendas yla disposicin de sus poblados, las mltiples facetas de la vida cotidiana arahuaca, lafacilidad de las transacciones con los caciques, as como su gran hospitalidad y do-cilidad.

    Bien diferente fue la visin que aport de los indios caribes: en la pennsula deSaman (en La Espaola) se encontr al parecer con un grupo de ellos que realizabanuna incursin por la zona, y el choque fue violento; nada que ver con los pacficos ara-huacos. Segn cuenta Coln, les atacaron unos indios adornados con todo tipo de pin-turas corporales, largos arcos de junco y flechas con punta de madera o de afiladasespinas y dientes de pez, algunas de ellas envenenadas. Comenta el almirante que de-bieron ser los caribes antropfagos, los que segn sus amigos arahuacos asaltabancontinuamente sus costas con gran ferocidad, capturando nativos para esclavizarlos yliteralmente comrselos. Que si eran nios los capaban para engordarlos, comonosotros a los pollos o cerdillos que queremos criar ms gordos y tiernos para comer-los. Y a los mayores los mataban y troceaban y los guardan para otro tiempo, sa-lados como nosotros los perniles de cerdo. En cambio, continuaba escribiendoColn, no comen a las mujeres, sino las cuidan y conservan para la procreacin ya las viejas las tienen por esclavas para que les sirvan. En su famoso diario escribiel 16 de enero de 1493 que estos caribes recorran las costas de las islas en grandescanoas, haciendo razias violentas, capturando esclavas y matando a la gente paracomerla, y que luego los hombres de la dicha isla de Carib, que dicen que estaba adiez o doce leguas marchaban a la isla de Matinino (luego Martinica?) a complacera las mujeres que all vivan solas: Y si paran nio envibanlo a la isla de los hom-bres, y si nia, dejbanla consigo. Era su particular visin de lo que antes comenta-mos. Su contemporneo y competidor, Amrico Vespuccio, no fue menos contunden-te en los detalles: escriba en 1503 que estuvo en una ciudad donde vio en las casas lacarne humana salada y colgada de las vigas, y que los caribes se maravillaban de que

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  • nosotros no usamos su carne (de nuestros enemigos) en las comidas, la cual dicenser sabrossima.

    No es de extraar, pues, que en la primera iconografa, Amrica apareciera comoun nuevo mundo lleno de lestrigones (antropfagos mediterrneos, segn las leyendasde la antigedad y del medioevo) devorando cruelmente a sus victimas. El mito de loscaribes estaba servido y sera utilizado contra todos los indgenas que no se sometie-ran al poder de los colonizadores. Conforme la resistencia de los indgenas aumentante los abusos e iniquidades de los espaoles, el mar de los Caribe adquiri su nom-bre con toda propiedad. Todos eran ahora caribes.

    Por el contrario, los caciques arahuacos haban demostrado hasta entonces unadocilidad y una inocencia sin lmites, las que les llevaron a la muerte: al volver a LaEspaola en su segundo viaje, Coln atac en 1494 a los cacicazgos del centro dela isla buscando esclavos; pocos aos despus, en 1503, estos mismos caciques toda-va confiaban en los representantes del rey, Ovando y Velzquez. A su pedido, orga-nizaron para ellos una gran reunin de caciques en Xaragu. El cacique Behechiohaba muerto, y su hermana Anacaona, viuda de otro cacique, Canoabo, le haba suce-dido. Acudieron tambin, convocados por Anacaona, muchos caciques secundarios dela gran regin de Bainoa y de Higey; es decir, all se concentraron los jefes tnicosde una punta a la otra de La Espaola. A una seal de Ovando, Velzquez carg con-tra los reunidos y mat a casi todos, capturando a la cacica que luego fue cruelmenteasesinada. Velzquez tambin mat poco despus al seor tnico de Guacayarima. Setrataba de descabezar los cacicazgos arahuacos de la isla para repartir a todos los in-dios entre los colonizadores; y desde luego lo consiguieron. A partir de entonces losindios seran, para la mayor parte de los europeos, de dos clases:

    Los indios de razn, tan dciles que al no ofrecer resistencia podan ser es-clavizados o repartidos, y que entre tal rgimen de explotacin y las enfermedadeseuropeas se exterminaron enseguida. Y los caribes o indios de guerra, salvajesirreductibles y antropfagos, dirigidos por el diablo y sus hechiceros idlatras,que por su ferocidad deban ser exterminados en guerra a sangre y fuego.

    La clasificacin, a fin de cuentas, slo distingua el modo en que habran de morir;que fue exactamente lo que vino a suceder con todos. Porque, cada vez ms, entre1508 y 1519 en las Antillas Menores, de 1510 a 1535 en el Darin y Panam; de 1503a 1540 en la actual costa caribe colombiana; y de 1510 a 1550 en la costa venezola-na caribes y no caribes, es decir, todos los indgenas, comenzaron a resistirse a lapenetracin de los nuevos invasores. El precio fue su extincin.

    En pocos aos ms (ni siquiera pasaron cincuenta), prcticamente la totalidad detodos estos pueblos vigorosos que hemos estudiado estaban muertos y haban desa-parecido. Sus orgullosos caciques asesinados; sus conucos primero explotados por losltimos indios hasta su exterminio final y luego abandonados; las frtiles montaasslo parecan servir para extraer maderas talando sus frondosos bosques; sus camposse haban convertido en un enorme cementerio donde haban sido enterrados ms dedos millones de cadveres. Pero, en un trajn de embarcaciones, el Nuevo Mundo ycon l el paraso, haba sido incorporado a la modernidad.

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