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LOS JUEGOS REDUCIDOS Una propuesta de contenidos y secuencias did á cticas Autores : LUIS F. MUCHAGA y HUGO JÁUREGUI El toque de dedos, es el punto de unión entre la motricidad general y el voleibol, y a través de su utilización, es posible edificar las bases del complejo motor especial. El toque de dedos, debe ser presentado al niño como un acto dinámico motriz, formando parte de una situación simple o compleja, y con un objetivo definido. O sea, que la aparición de este gesto, tan representativo del voleibol, no debe traer aparejado un cambio importante en el tipo de tareas a desarrollar, sino que se integra como una habilidad nueva, con especiales requerimientos del acervo motor. En éstos requerimientos, y en las características de las propuestas didácticas, está basado el aporte que el Minivoleibol ofrece al enriquecimiento motor general Por lo tanto, el empleo de ejercitaciones abstractas, con características estáticas, que apuntan al aprendizaje de los aspectos biomecánicos de las habilidades específicas, deben ser empleadas en los niños muy cuidadosamente seleccionados, en su calidad y oportunidad, por no comprometer los aspectos más valiosos de su motricidad, no respetar las características del juego, ni atender sus intereses y motivaciones El juego de voleibol, ofrece a los niños particulares maneras de jugar con el toque de dedos, en condiciones facilitadas, utilizando sus aspectos espaciales más importantes (campo limitado, red elevada, vuelo del balón), y las cambiantes situaciones que de ello se derivan. Surgen así, los juegos reducidos (1:1, 2:2, 3:3, 4:4), cuyas características sustanciales, son la simplificación de los requisitos motores que solicitan y la progresividad en la complejidad de las situaciones tácticas. Los dos primeros (1:1 y 2:2) pueden ser considerados como "ejercicios jugados", ya que deben asegurarse en ellos la continuidad de la acción, con consignas didácticas y adaptaciones espaciales. El 3:3 y el 4:4 tienen mayor acento competitivo, y deben ser propuestos como "juegos ejercitados", favoreciendo la maduración táctica del niño y la inclusión de más elementos técnicos específicos. Estas actividades, a la par de satisfacer las necesidades lúdicas del niño, deben ser consideradas como importantísimos medios didácticos para incrementar las habilidades motoras especiales, y ayudarlo a la comprensión de las distintas situaciones del juego: saque, recepción, colocación, ataque, defensa y bloqueo. El incremento progresivo del número de participantes, no es una medida arbitraria, sino que es consecuencia de mayores posibilidades en la ejecución motora, ya que la aparición de un nuevo jugador, se corresponde necesariamente con la aparición de situaciones nuevas, de mayor complejidad que las anteriormente resueltas.

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LOS JUEGOS REDUCIDOS

Una propuesta de contenidos y secuencias didácticas

Autores: LUIS F. MUCHAGA y HUGO JÁUREGUI

El toque de dedos, es el punto de unión entre la motricidad general y el voleibol, y a través de su utilización, es posible edificar las bases del complejo motor especial.

El toque de dedos, debe ser presentado al niño como un acto dinámico motriz, formando parte de una situación simple o compleja, y con un objetivo definido.

O sea, que la aparición de este gesto, tan representativo del voleibol, no debe traer aparejado un cambio importante en el tipo de tareas a desarrollar, sino que se integra como una habilidad nueva, con especiales requerimientos del acervo motor.

En éstos requerimientos, y en las características de las propuestas didácticas, está basado el aporte que el Minivoleibol ofrece al enriquecimiento motor general

Por lo tanto, el empleo de ejercitaciones abstractas, con características estáticas, que apuntan al aprendizaje de los aspectos biomecánicos de las habilidades específicas, deben ser empleadas en los niños muy cuidadosamente seleccionados, en su calidad y oportunidad, por no comprometer los aspectos más valiosos de su motricidad, no respetar las características del juego, ni atender sus intereses y motivaciones

El juego de voleibol, ofrece a los niños particulares maneras de jugar con el toque de dedos, en condiciones facilitadas, utilizando sus aspectos espaciales más importantes (campo limitado, red elevada, vuelo del balón), y las cambiantes situaciones que de ello se derivan.

Surgen así, los juegos reducidos (1:1, 2:2, 3:3, 4:4), cuyas características sustanciales, son la simplificación de los requisitos motores que solicitan y la progresividad en la complejidad de las situaciones tácticas.

Los dos primeros (1:1 y 2:2) pueden ser considerados como "ejercicios jugados", ya que deben asegurarse en ellos la continuidad de la acción, con consignas didácticas y adaptaciones espaciales.

El 3:3 y el 4:4 tienen mayor acento competitivo, y deben ser propuestos como "juegos ejercitados", favoreciendo la maduración táctica del niño y la inclusión de más elementos técnicos específicos.

Estas actividades, a la par de satisfacer las necesidades lúdicas del niño, deben ser consideradas como importantísimos medios didácticos para incrementar las habilidades motoras especiales, y ayudarlo a la comprensión de las distintas situaciones del juego: saque, recepción, colocación, ataque, defensa y bloqueo.

El incremento progresivo del número de participantes, no es una medida arbitraria,sino que es consecuencia de mayores posibilidades en la ejecución motora, ya que la aparición de un nuevo jugador, se corresponde necesariamente con la aparición de situaciones nuevas, de mayor complejidad que las anteriormente resueltas.

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EL JUEGO 1:1

Esta primera actividad, es la reunión de 2 compañeros, 1 a cada lado de la red, para solucionar las tareas que el Profesor les presenta.

El 1:1 por tanto, en los primeros momentos del aprendizaje, no debe ser incluido como competición entre rivales (en realidad no lo son), sino como una competición de cada niño contra la dificultad que el propio juego presenta.

Surge así el carácter de "ejercicio jugado", donde la dificultad no debe ser creada por el otro, sino por el mismo ejecutante, o por la consigna del profesor, que asegura la continuidad de la acción.

El 1:1 debe jugarse en consecuencia con toque de dedos, (con o sin bote de balón, con o sin autopase) utilizando una parábola alta, con la finalidad de contribuir al cálculo de la trayectoria del balón, al desarrollo de la visión de profundidad, a generar el concepto de frontalidad con relación a la red, y a incrementar la posibilidad de modificar el trabajo motor.

NOTA: * Entendemos que la posibilidad de jugar con bote de balón es válida para permitir el desempeño de aquellos que por su corta edad o su escaso dominio de la parábola, carecen del control necesario en el toque de dedos, sin por que por ello se creen efectos negativos para el paso posterior al juego sin bote del balón.

* El autopase a su vez, tiene una importante aplicación para: a) aumentar el número de contactos con la pelota mejorando la ejecución, b) otorgar el tiempo necesario para la acción motora, c) permitir una mejor observación frontal.

Con relación al problema del cálculo de la trayectoria (que ya fue desarrollado en tema anterior), el 1:1 compromete en forma decisiva la percepción de las parábolas frontales y en menor medida, las verticales y perpendiculares (autopases). Esta evaluación de la parábola determina un tiempo, que es el tiempo que se dispone para la actividad motriz. La actividad motriz es el desplazamiento para interceptar la pelota o para cumplir las tareas especiales que se hayan indicado.

Por tanto, el 1:1 debe ser utilizado para mejorar las habilidades coordinativas del tren inferior y los desplazamientos (antero-posteriores y laterales), tan importantes parta el voleibol.

Se introduce asimismo, el concepto de frontalidad (con relación a la red), que está presente en numerosas acciones (recepción, defensa, bloqueo) y que debe ser inculcado como importante concepto técnico-táctico, aunque para el niño se presente al principio, como simple consigna de juego.

La constante relación con el balón, con el compañero (rival) y el compromiso de trabajo entre ambos, desarrollan la visión frontal, que es la responsable de la percepción de profundidad.

Vemos entonces que:

El Juego 1:1, enseñado con estas especiales características, presupone la realización de acciones que empeñan el tren inferior, antes, durante y después del golpe

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de dedos, en función de la parábola del balón o de la motricidad del compañero, con especial requerimiento de la visión frontal.

Ha surgido así, otra características del juego de voleibol "no hay acciones que empiecen o terminen en sí mismas", y la base de las "acciones sin balón".

La altura de la red y las medidas del campo, son variables como medio didáctico que utiliza el Profesor.

EL JUEGO 2:2

En el juego 2:2, los protagonistas forman ya un equipo, lo que implica un compromiso de colaboración, y división de funciones, para solucionar con éxito las tareas planteadas.

El campo, ocupado por ambos niños, se divide en zonas de responsabilidad (con relación al compañero), según las trayectorias del balón.

Si los niños están ubicados a la par, lo determinante para saber a quien le corresponde golpear el balón, será la dirección de la parábola (derecha-izquierda); en cambio, si están colocados uno delante del otro, lo determinante será la altura de la parábola del balón.

Esta adecuación de la motricidad a la parábola del balón, y a la posición del compañero, es la base del concepto de recepción del saque, y permitirán construir las relaciones complejas que aparecen con una mayor cantidad de jugadores.

El que recibe el balón, debe cambiar su trayectoria en dirección al compañero, que a su vez se adelanta para colocar, y el primero se dispone a enviarlo al otro campo.

Esta secuencia de acciones, que se inicia en el 2:2, es fundamental en voleibol, ya que empeña la contribución mínima imprescindible para fabricar una jugada (2 jugadores).

La presencia de 1 compañero a su lado, y de 1 o 2 al frente, más el aumento del tamaño del campo, ensanchan notablemente el campo de la observación con relación al juego 1:1, por lo que se compromete la visión periférica, al no poder cambiar tan rápidamente todos los puntos focales que deben ser tenidos en cuenta. Este especial requerimiento perceptivo, que aquí comienza, será unos de los requisitos necesarios para poder desarrollar importantes conceptos tácticos posteriores (solución de situaciones complejas).

En cuanto a las relaciones temporales (sucesión y simultaneidad de las acciones), en el juego 2:2 se transforman en algo más específicas, por las propias posibilidades que el juego posibilita (adelantarse para colocar, desplazarse para pasar, etc.).

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La mayor riqueza de las acciones (con y sin balón), aparte de las consignas que pudieran incluirse, contribuye notablemente con el incremento de los desplazamientos, que es un objetivo constante en la tarea del minivoleibolista.

Desde el punto de vista técnico, el dominio del pase en ángulo es uno de los requisitos para poder jugar 2:2. El mismo debe haber sido aprendido y ejercitado en la etapa previa, hasta alcanzar eficiencia en cambios de dirección de hasta 90º.

Tanto en el pase en ángulo de recepción como el de colocación, imponen otro importante requisito técnico, que es la adopción de perfiles correctos (ubicación de los pies en el momento del golpeo).

Si damos por sentado el dominio bilateral del tren inferior, y su uso indistinto para el golpeo frontal (1:1), el juego 2:2 plantea el adelantamiento de la pierna exterior al desplazamiento para realizar la recepción y la colocación.

El pase de colocación, es otro de los nuevos aportes del 2:2, ya que tiene en su parábola determinados requisitos a cumplir, en cuanto a altura, distancia de la red y longitud.

Antes de entrar en el 2:2 propiamente dicho, puede pasarse por el 2:1, para facilitar la solución de los problemas, disminuyendo el número de conexiones a realizar y el campo visual, lo que favorece la continuidad de la acción.

Al igual que en el 1:1, la altura de la red y las dimensiones del campo, son variantes que utiliza el Profesor para contribuir a las situaciones que desea generar.

EL JUEGO 3:3

Estamos ahora en presencia de un verdadero equipo de 3 jugadores, en el cual se plantean todas las situaciones importantes del juego de voleibol.

La inclusión del 3º compañero abre grandes perspectivas y responde a un escalón mayor en la comprensión de los problemas técnico-tácticos.

Este ya es un juego de oposición, donde aparece el concepto de ataque, las relaciones con los rivales y se incrementan las acciones sin balón.

El juego está enriquecido asimismo, por el uso de los demás elementos técnicos, todavía no utilizados.

NOTA: Como planteo de desarrollo, el juego 3:3 puede ser jugado con sólo el saque de abajo, el toque de dedos y el bloqueo, y aún así respetarse todos los conceptos que las situaciones de saque, recepción, colocación, ataque y defensa requieren. Con ello,

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reforzamos la idea ya expresada, que las situaciones de juego no dependen de la utilización de un gesto técnico específico, sino que su concepto puede ser aprendido a partir del toque de dedos en sus distintas opciones (de recepción, de colocación, de ataque, de defensa).

El concepto de la recepción se amplía, apareciendo las relaciones complejas entre los 3 jugadores, y el cubrimiento del ataque (acciones posteriores).

En la colocación, el panorama se ensancha al existir la selectividad de atacantes (colocación adelante y atrás), en función del compañero y el oponente.

La novedad es el concepto de ataque, como trayectoria rasante, en dependencia del oponente, en dirección y profundidad. Si se incorpora el remate, debe ser concebido como una posibilidad más, dentro de las diferentes opciones (toque de dedos en salto, finta, etc.).

Con el remate, aparece el bloqueo. Esta importante acción compromete valiosos conceptos de la observación de la parábola en el campo rival, y de las acciones de los adversarios, a la par de poner en juego aspectos trascendentales de la motricidad especial (frontalidad, lateralidad, desplazamientos, saltos, manualidad).

Como consecuencia también del ataque, se desarrolla la defensa como acción dinámica, en total dependencia del balón (colocación), oponentes (atacante) y compañeros (bloqueo), lo que intensifica las acciones previas al contacto con el balón, con el consiguiente aporte al pensamiento abstracto.

Con relación a los aspectos técnicos, en el juego 3:3 se incluyen ya acciones específicas de saque (de arriba o de abajo), de recepción y defensa (golpe de antebrazos), de ataque (remate, fintas, etc.) y bloqueo.

NOTA: Entendemos que es importante enseñar el saque de abajo, como tarea de desarrollo de la manualidad y la precisión. Compromete la visión de profundidad y permite (por el tipo de trayectoria que genera) ser recibido con el toque de dedos, y por consiguiente favorece la continuidad de la acción.

El golpe de antebrazos debe ser incluido cuando por las características de la trayectoria del balón, o por las dimensiones del campo, sea inconveniente o imposible el toque de dedos. Sin embargo el Profesor deberá cuidar el concepto de selectividad del toque de antebrazos, para que el mismo no se utilice en forma abusiva, en detrimento de la motricidad del tren inferior.

OPCIONES TÁCTICAS DEL JUEGO 3:3

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