vive en el mundo como en un inmenso museo de extrañeza

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“Vive en el mundo como en un inmenso museo de extrañeza” i Priscilla Arias Fonseca [email protected] Recuperad la competencia sobre vuestros espacios públicos y ganareis derechos sobre vuestras vidas... Monumento en Huelga, Equipos Fiambrera 1 1 La Fiambrera es un modo de funcionar, de reaccionar -de agenciar que dirían los listos- y por tanto aunque tiene tapadera, como cualquier fiambrera que se precie, admite rellenos bien diversos. Los fiambreras se distinguen por no distinguirse casi nada, por pegarse al terreno y funcionar desde ahí, sabiendo claramente en que lado están aunque no tengan ni idea, como el resto de los mortales, de para donde va todo esto” (Equipo Fiambrera, s/f )

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Sobre la vivencia de los espacios públicos y la necesidad de renovar el bagaje simbólico de los elementos artísticos en las calles para reactivar los monumentos en su función de memoria.

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“Vive en el mundo como en un inmenso museo de extrañeza”i

Priscilla Arias Fonseca

[email protected]

Recuperad la competencia

sobre vuestros espacios públicos

y ganareis derechos sobre

vuestras vidas...

Monumento en Huelga, Equipos Fiambrera1

1 “La Fiambrera es un modo de funcionar, de reaccionar -de agenciar que dirían los listos- y por tanto aunque tiene

tapadera, como cualquier fiambrera que se precie, admite rellenos bien diversos. Los fiambreras se distinguen por no distinguirse casi nada, por pegarse al terreno y funcionar desde ahí, sabiendo claramente en que lado están aunque no tengan ni idea, como el resto de los mortales, de para donde va todo esto” (Equipo Fiambrera, s/f )

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A continuación abordaremos temáticas antropológicas junto con ejemplificaciones sobre

la realidad nacional, las cuales tratan aspectos artísticos de diversas índoles que nos aproximan a

los fenómenos que se viven en nuestra realidad inmediata o a procesos históricos que, en mayor

o menor medida, ayudaron a la construcción de una identidad nacional.

Con respecto al título del presente ensayo, aclaramos que en general, la función de un

museo convencional se reduce al almacenamiento, exhibición, conservación, divulgación del arte

o documentos (en el amplio sentido del término) históricos y la educación del público, es ésta la

que, en nuestra opinión, merece un mayor énfasis. Atribuimos al aprendizaje la capacidad de

brindar herramientas cognoscitivas y memorísticas, mismas que aplicadas a aspectos culturales y

materiales de la cotidianeidad, pueden permitir al conjunto social valorar aspectos del espacio

circundante; cuando el museo elabora sus guiones desde una visión pedagógica, idealmente los

objetos que exhiba serán más accesibles al público.

Vivir en el mundo como en un inmenso museo de extrañeza, es una actitud que puede

tener tantas aristas, como opiniones que la evalúen, pero nuestra intensión al utilizar esa frase

para titular el ensayo, radica en algunas interpretaciones que salen de la teoría antropológica que

pretende sustentar el presente texto: tradicionalmente ir al museo es una práctica contemplativa,

en muy pocos casos podríamos afirmar que se nos permitió intervenir objetos históricos o

artísticos, siquiera tocarlos. Es esa la actitud que nos embarga al cruzar la ciudad, no sentimos

pertenencia a los espacios públicos, sólo vamos de paso. Las prácticas de segregación social, de

privatización de los espacios, nos convierten en ajenos, nos hacen perder el interés por lo que

está afuera de la puerta de nuestra propiedad “privada”, dejando el camino libre para el uso

lucrativo de los mismos.

Vivir en el mundo como en un inmenso museo de extrañeza se vuelve más normal cada

día, viajamos encerrados en una burbuja privada, con aire acondicionado. Ya no caminamos

porque es peligroso: vamos al gimnasio; los puntos de encuentro son las redes sociales o los

ámbitos privados. La mayoría optan por la indiferencia, es lo más sencillo, algunos proponen

soluciones e identifican claramente el origen del conflicto. Podríamos ver este mundo de

extrañeza como un espacio público que

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“Es un universo de conductas representativas: sólo mediante la representación se hace posible el

contacto con el otro en la sociedad de individuos que a través del mercado han roto los lazos de la

comunidad. Mercado y espacio público: para esta acepción, las dos caras inevitables de la

moneda que resulta la ciudad moderna.” (Habermas, 1981 [1962] en Gorelik, 2008, p. 37)

Nos darnos cuenta de la problemática tan profunda que han generado las prácticas

capitalistas en nuestras ciudades, se pueden identificar desde la simple convivencia diaria.

¿Quiénes son los artífices del guion de la ciudad? Si la vemos como un museo, hemos de aclarar

que no tiene entrada gratuita, nos vende con publicidad lo que desea que consumamos; nos

impone un tour extremadamente limitado con actividades y zonas de tránsito (no siempre

transitables) permitidas. Si esta es la actitud de la mayoría, es nuestra misión analizar en lo

sucesivo cuáles fueron las condiciones para que esto se consolidara como el espacio público

convencional y las propuestas que pretenden o buscan modificar esa condición: ¿hay

posibilidades de hacer el guion citadino más pedagógico, más accesible y propio?

Dentro de los temas a tratar, seleccionamos como eje primordial la estructuración urbana

a nivel nacional, enfocándonos en San José, esto debido a que la capital es un espacio común

donde la mayoría de los lectores podrían eventualmente, identificar alguna problemática señalada

aquí; como eje secundario analizaremos dentro de lo urbano, las nuevas formas de espacio

público y las prácticas de enajenación y apropiamiento que se dan en el mismo, por parte de

diversos sectores sociales.

Si desde esta perspectiva, los espacios públicos aún son analizados como formadores de

identidad, tendríamos que empezar por definir las características del colectivo receptor de tal

identidad. En el caso específico de las ciudades modernas, y sobretodo de las ciudades modernas

latinoamericanas, existe un precedente:

“la acumulación de inmigrantes, campesinos o procedentes de ciudades pauperizadas, la

incapacidad del proceso de industrialización para dar trabajo y servicios apropiados a las masas

recién llegadas y el deterioro de las economías nacionales fueron agrandando la marginalidad y

los desequilibrios urbanos.” (García Canclini, 2008, p.15)

No es difícil imaginar el resultado de la desigualdad en la distribución de bienes básicos,

máxime si tenemos contacto diario con las consecuencias del crecimiento acelerado y sin

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planificación, parte causante de las condiciones actuales de desintegración y el surgimiento de

espacios exclusivos (aunque se les llame espacios públicos, el acceso es discriminado) que

“segregan y excluyen” (Ibídem).

Es necesario destacar, en relación con las prácticas culturales, “las posibilidades que

brindan para para distinguirse socialmente, encontrarse e identificarse con otros; informarse;

construir cultura política; transformar concepciones de mundo; erigir consensos y ejercer

ciudadanía.” (Rosas, 2008, p. 24). Los derechos culturales mencionados por Rosas (2008) son

tan importantes como los derechos de los niños y las niñas a jugar, no sólo por el aporte lúdico

necesario para su desarrollo, sino también por las concepciones ideológicas que se conciben en

las prácticas sociales libres, cuando la creatividad y las reflexiones de los individuos forman

parte de la convivencia.

Es, sin embargo, comprensible el desinterés por los aspectos culturales y la ocupación de

los espacios públicos culturales: estamos tan constantemente sometidos a un bombardeo visual

mediático, con ofertas publicitarias que se pelean por ocupar un lugar en nuestra memoria, que

elementos tan inmutables como los monumentos, dejan de ser significativos. Cualquier elemento

cultural está dotado de sentido, pero este sentido es determinado por un contexto y momento

histórico específico, de modo que los monumentos están sometidos al “débil capital simbólico”

(Rosas, 2008, p. 25) con que cuentan los colectivos sociales para aprehenderlo, además si

tomamos en cuenta aquella premisa del valor subjetivo de los monumentos como un requisito

para que un monumento sea considerado y valorado como tal, aparte de sus características

objetivas, la mayoría de los transeúntes de una ciudad como San José, por ejemplo, desconocen

los motivos y/o temas que justifican la presencia de los mismos en las calles.

Podríamos hallar el inicio de esta depreciación cultural de los espacios públicos y su

contenido, en un papel estatal y una creciente injerencia en el manejo privado de los recursos

públicos: “La ausencia de una política de Estado en materia de comunicación ha creado un

tremendo vacío respecto a la difusión de la cultura y especialmente del arte, lo que impide una

mayor familiaridad de los ciudadanos para con las ofertas culturales.”(Ibíd. p. 27)

La categoría de espacio público, es una de las más debatidas en la práctica de los grupos

que han empezado a surgir hace más o menos dos décadas, cuando la toma de conciencia de la

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intrusión del ámbito privado en la vida pública, llega a su punto culmen después de que en los

años ochenta, la expansión de métodos invasivos como la especulación sobre espacios públicos

hiciera notorio el lucro y la mayor exclusivización de los espacios, de acuerdo a las capacidades

adquisitivas de quienes lo accedieran.

Como bien lo menciona Gorelik, es también durante los años ochenta, cuando el “espacio

público” deviene en categoría explicativa de los fenómenos sobre el empleo estatal y privado de

los espacios que en algún momento fueran comunales; este nuevo espacio público que nos rodea,

se ha convertido en un espectro de la convivencia desigual, como fachada del discurso

ideológico segregador (2008, p. 34).

El malestar sobre los órdenes impuestos por las vías de la fuerza y el poder, estalla en

lugares como Londres, cuando a inicios de los noventas, muchas personas se quejan en zonas

rurales por la construcción masiva de carreteras como parte de un programa de gobierno de

ampliación de la red vial, estos pequeños movimientos sociales tendrían una enorme repercusión

en las ciudades: eclosionan grupos que pretenden recuperar las calles como espacios de

encuentro y convivencia, no como corredores por los cuales sólo se deambula cuando se debe ir

de un lugar a otro.

El movimiento Reclaim The Streets (RTS), fue uno de los más fuertes surgido a inicios

de los noventas en esa ciudad y ha tenido una expansión mundial en los últimos años, alcanzando

muchísimas ciudades alrededor del mundo. Sus objetivos no sólo buscan modificar los espacios

públicos como tales, sino transformar la experiencia urbana. Cuando realizan una manifestación,

que es en realidad una fiesta gratuita que puede durar varios días, toman las calles y sostienen

que no son los peatones quienes interrumpen el paso, sino los autos quienes no permiten la

convivencia:

“Lo que fueron "los bienes comunes de la ciudad" en un pasado mítico, los espacios de uso

colectivo para la discusión y el intercambio en una comunidad social, han visto expropiado su

uso. Lo que en el pasado permitió la privatización de la tierra, hoy lo representan los coches

ocupando el espacio público urbano, impidiendo otro uso por parte de los habitantes de la

ciudad.” (Hamm, 2002)

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Este es un monumento a W. Churchill, el cual fue apropiado durante un movimiento de

toma de calles, The Antics Show, un documental que registra algunas acciones revolucionarias o

simplemente antisistémicas, que buscan formar espacios propicios para festejar y crear

actividades lúdicas. Todos estos intentos reprimidos brutalmente, con miles de efectivos que por

medio de la fuerza acaban con cualquier Free Party, como se hacen llamar.

Nuestra sociedad no se escapa de los abusos privados en áreas públicas, recientemente,

tuvimos una muestra de represión exagerada ante manifestaciones pacíficas en nuestras calles. El

malestar no se hace esperar, aunque desgraciadamente la opinión pública mayoritaria satanice los

hechos, influenciados por la opinión mediática, al servicio de los intereses económicos y

políticos de las élites.

Volviendo al tema, ¿Qué acciones se toman en la colectividad ante tal segregación?, es

aquí donde examinar afuera de la labor meramente académica, se vuelve trascendental. Vemos

en la portada del presente trabajo, un busto de J. F. Kennedy, antes ubicado en el parque de San

Pedro de Montes de Oca. Lo que fue llamado un acto de vandalismo reiterado (en varias

ocasiones el busto fue restaurado) sirvió para remover un monumento, que aunque

probablemente nunca había tenido otra razón que servilismo político, se hallaba vacío

simbólicamente y era inclusive detestado por muchos.

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Existen colectivos que desde hace tiempo se preguntan cómo cambiar y mejorar la

sociabilidad en nuestra capital, el grupo ChepeCletas, forma parte de ésta iniciativa. Ellos

mismos se definen

“Nuestro objetivo es que las personas se bajen del carro y caminen, que aquellas personas que

atraviesan San José en un estado de urgencia por miedo a un asalto o algo peor, se detengan por

un momento, que se tomen un café y disfruten de este espacio que sigue siendo de nosotros.”

(Chepecletas, 2010)

¿A qué se enfrenten estas propuestas? Hallamos que la feliz noción que antaño, nosotros

mismos nos creyéramos de: “This is Costa Rica. The coffee capital of Centro America. Where

the summer lasts the year around and Christmas is just another excuse for carnival and fiesta.”

(Carnival in Costa Rica) (Cortés, 2002, p. 18), alimentada con la gran noticia de que somos “el

país más feliz del mundo”, no se refleja en nuestros espacios de convivencia, sin embargo,

hemos encontrado que la crítica trasciende el ámbito académico, se va a la práctica y es que

“Cuando los Estados nación pierden la capacidad de convocatoria y administración de lo público,

las ciudades resurgen como escenarios estratégicos para nuevas formas de ciudadanía como

referentes más “concretos” y manejables que los de las abstracciones nacionales.” (García

Canclini, 2008, p. 16)

Es aquí cuando los movimientos como Reclaim The Streets, resuenan alrededor de los

países con mayor injerencia capitalista. En Costa Rica misma, varios personajes han vuelto la

vista a los espacios públicos, tanto para hacer valer sus llamados como para llamar la atención de

los transeúntes, que transitan tan comúnmente por parques y calles, que olvidan o asumen las

presencia de monumentos, quienes se hallan desprovistos de bagaje simbólico en el imaginario

colectivo.

Hemos clasificado estas propuestas directas sobre los monumentos en dos direcciones, las

institucionalizadas, es decir, avaladas por alguna institución estatal, y las no institucionalizadas,

es decir, las que reclaman intereses individuales, pero que igualmente llaman la atención de la

sociedad a esas formas omnipresentes.

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Propuestas institucionalizadas

Una de ellas, quizás una de las más significativa, es la

realizada por Yamil de la Paz García, denominada “Aprender

a ver”, interviene los monumentos, forrándolos con papel y

cambiando su aspecto normal, de modo que la nueva

presentación hace tomar conciencia a los transeúntes de los

monumentos que probablemente nunca habían causado

mayor curiosidad. El artista afirma:

“Intervine los monumentos del Parque Morazán, con el fin

de que las personas redescubrieran su entorno”

El objetivo fue logrado momentáneamente,

probablemente el contenido del monumento cambie para los observadores y transeúntes, pero el

papel pedagógico del guion de la ciudad, amerita más que

cambios formales para resignificar los elementos de los

espacios públicos.

Por supuesto, una propuesta de este calibre aporta a la

ansiada transformación pero las iniciativas no oficiales

como las que veremos a continuación, han calado más

profundo en el imaginario colectivo.

Propuestas no institucionalizadas

Estas apropiaciones de los son muy particulares, sin embargo no dejan de ser parte de los

nuevos usos y las resemantizaciones del espacio público. Tal ves el ser objeto de crítica por parte

de los sectores conservadores, llame más la atención que una propuesta artística (lo que no quiere

decir que esta última carezca de críticas).

La primera Situación se dio cuando el

Monuemento de las Garantías Sociales (el

cual todos sabemos tiene serios problemas

de diseño del espacio a su alrededor por la

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altura a la que se encuentra, y que la mayoría sólo hemos podido apreciar su bellísima base de

mármol) fue utilizado por el diputado Carlos Avendaño para reclamar por la persecución y cierre

de iglesias protestantes en el país, alegando a la libertad de culto.

Sólo unos meses después otro

ciudadano siguió la iniciativa para llamar la

atención sobre un caso judicial que tenía

pendiente, logrando ambos acaparar por

largo tiempo la atención de los medios.

Ante este panorama, se hace cada vez

más urgente, como labor de la antropología,

“refundamentar la utilidad y el sentido

público de la acción cultural frente a la miopía de influyentes sectores gubernamentales y

privados” (Rosas, 2008, p. 25)

De igual modo, podemos incluir aquí la destrucción y ridiculización del busto de JFK, en

el Parque de San Pedro, que si bien demostró durante años en mal estado el poco interés estatal o

municipal en el mismo; lograba llamar la atención de los transeúntes, quienes adquirían nuevas

interpretaciones del mismo, apropiándose la experiencia en el parque, llegando a ver ya no como

una acción meritoria el dedicarle el nombre de ese espacio a un presidente estadounidense, sino

como un acto ridiculizado y minimizado.

Por ahora, lejos de observar pacíficamente el desarrollo de la vida urbana y las

interacciones en los espacios públicos, el desafío consiste en buscar legitimar socialmente,

medios de acceso a equidad y diversidad de bienes y servicios culturales, creando un bagaje de

calores y cultural sobre dichos espacios.

Por último según Rosas, otro de los retos planteados consiste en transformar la relación

entre creadores culturales e instituciones gubernamentales, para pasar de la imposición vertical a

una relación fundada en la dignidad, el respeto y el trabajo conjunto (2008, p. 29), es decir,

donde los ciudadanos no sean sólo receptores de las políticas culturales, sino emisores y críticos

de las mismas.

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Imágenes

En orden de aparición:

1. Autor anónimo, Pintura sobre el busto de J. F. Kennedy en el Parque del mismo nombre, en San

Pedro de Montes de Oca, Marzo del 2004.

2. Movimiento de toma de calles, registrado por The Antics Show.

3. Yamil de la Paz García, Aprender a ver. Medio: Intervención de monumento, 2003. Auspiciado

por la Municipalidad de San José & Fundación Ars TEORéTica

4. Yamil de la Paz García, Aprender a ver. Medio: Intervención de monumento, 2003. Auspiciado

por la Municipalidad de San José & Fundación Ars TEORéTica

5. Monumento de las Garantías sociales, fotografía tomada el 18 de marzo del 2005.

6. Monumento de las Garantías sociales, fotografía tomada el 4 de mayo del 2005.

Referencias

Banksy (2011) The Antics Roadshow. Recuperado de http://www.youtube.com/watch?v=SA27ffal7Yk

Colectivo ChepeCletas (2010) Recuperado de http://www.chepecletas.com/

Cortés, M. (2002) El espejo imposible: un siglo de cine en Costa Rica. San José: Ed. FARBEN

Equipos Fiambrera. Recuperado de http://www.sindominio.net/fiambrera/index.htm#indice

García Canclini, N. (2008) ¿Síntomas o conflictos? Políticas e investigaciones urbanas. En: Alteridades,

año 18, número 36. México, D.F.: UAM-Iztapalapa. Pp. 13-22

Gorelik, A. (2008) El romance del espacio público. En: Alteridades, año 18, número 36. México, D.F.:

UAM-Iztapalapa. Pp. 33-45.

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Hamm, M. (2002) Reclaim the Streets! Protestas globales y espacio local. Traducción de Marcelo

Expósito. Recuperado de http://www.republicart.net/disc/hybridresistance/hamm01_es.htm

Marco, J. (Ed.) (1974) Los museos en el mundo. Barcelona: Salvat Editores.

Rosas, A. (2008) Consumos culturales: públicos, mercados y políticas. En: Alteridades, año 18, número

36. México, D.F.: UAM-Iztapalapa. Pp. 23-31

Notas

ii “ Vivre dans le monde comme dans un immense musée d´etrangété… “ De Chirico