visiones de la romanización de hispania

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  • 7/23/2019 Visiones de la romanizacin de Hispania

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    VISIONES DE LA ROMANIZACIN DE HISPANIA (1887-1960)

    Enrique Gozalbes Cravioto

    Ivn Gonzlez Ballesteros

    Universidad de Castilla-La Mancha

    RESUMEN: En este artculo se estudia la historiografa espaola sobre laromanizacin de Hispania, desde la incorporacin del concepto con Eduardo de

    Hinojosa, hasta 1960. Se analizan temas como los agentes de la romanizacin, losmedios, as como la valoracin general de las aportaciones de Roma a la culturaespaola, con el estudio de autores diversos como Ballesteros, Torres Lpez, BoschGimpera, Snchez-Albornoz, Pericot o Vicens-Vives, entre otros.

    Palabras clave:Hispania, romanos, cambio cultural, historiografa.

    ABSTRACT: In this article the Spanish historiography about the Romanisation ofHispania is studied, from the incorporation of the concept by Eduardo de Hinojosa,to 1960. Subjects like the agents of the Romanisation, the means, as well as thegeneral valuation of the contributions from Rome to the Spanish culture areanalyzed, thought the study of diverse authors like Ballesteros, Torres Lpez, Bosch

    Gimpera, Sanchez-Albornoz, Pericot or Vicens-Vives, among others.Keywords:Hispania, Romans, cultural change, historiography.

    La romanizacin de las Hispaniae, la asimilacin a las formas de vida y decultura romanas por parte de sus habitantes, constituye uno de los elementos msatrayentes de estudio por parte de los investigadores. De forma tradicional, ydesde el Renacimiento, la Hispania romana ha sido observada (con fuertes maticesen ocasiones) como un periodo ureo en la historia peninsular, con un potentedesarrollo social y cultural. Es cierto que como todo elemento historiogrfico, elpropio concepto de romanizacin, incluso avant la lettre, ha tenido una evoluciny ha sido objeto de mltiples discusiones a lo largo de su trayectoria. Las mismashan matizado el alcance y la propia valoracin del tiempo histrico, as como hantratado de expurgar el trmino de los ms que evidentes alcances apologticos delos que ha estado dotado en la ptica de algunos investigadorescontemporneos 1.

    1 Remitimos fundamentalmente a las revisiones de H. G. Pflaum, La romanisation delAfrique, Vestigia, 17, 1972, 53-2 = Afrique Romaine. Scripta Varia, I, Roma, 1976, 375-392; J.M. Blzquez, Nuevos estudios sobre la romanizacin, Madrid, 1989; H. Hopkins, La

    romanizacin: asimilacin, cambio y resistencia, en J. M. Blzquez, J. Alvar (eds.), LaRomanizacin en Occidente, Madrid, 1996, 15-43; R. Hingley, The legacy of Rome: the rise,decline and fall of the theory of Romanisation, en J. Webster, N. Cooper (eds.), Roman

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    Las interpretaciones acerca del valor de la conquista romana de Hispania, ydel propio fenmeno de la romanizacin, ms all de importantes precedentes,arrancan del impulso historiogrfico de Theodor Mommsen2. En su RomischeGeschichte, integrando la cuestin en el conjunto de la Historia de Roma,realizaba un encendido elogio del fenmeno de la romanizacin en las Hispaniae,un planteamiento que no poda menos que calar hondo en nuestra historiografa:en Espaa la romanizacin se produjo con seguridad mucho antes y con mayorfuerza que en frica en ninguna provincia se foment la romanizacin de arribaabajo tan enrgicamente como en Espaa. Una parte de Espaa, por lo menos, seasimil rpidamente a los usos de la civilizacin romana, y hasta se latiniz antesque las dems provincias transmartimas3.

    La recepcin en Espaa del concepto de romanizacin, a partir deMommsen, se producir en la aportacin histrico-jurdica de Eduardo deHinojosa. El influjo de Hinojosa se detectar tambin en el establecimiento bsicode una serie de agentes de la romanizacin en Hispania, entre los que destacabalas tropas romanas, la red de vas y calzadas, los usos y costumbres, as como lacreacin de colonias y municipios. Su influjo al respecto est muy marcado en losmanuales de Historia del Derecho espaol a todo lo largo del siglo XX, y comoveremos en otros muchos trabajos sobre la Hispania romana, llegando en partehasta planteamientos muy cercanos en el tiempo.

    La introduccin del concepto de romanizacin se hizo a la par que semantena en la historiografa espaola la identificacin de los pueblos hispanoscon los espaoles en la Historia primitiva. La construccin nacional exiga esaidentificacin con los iberos y celtberos de la antigedad, al igual que con laformulacin de los grandes mitos que venan representados por la fuerteresistencia de algunas poblaciones frente a Roma, y fenmenos como la guerra deNumancia, o las actuaciones guerrilleras de Viriato4, considerados luchadores por

    Imperialism: post-colonial perspectives, Leicester, 1996, 35-48; Idem, Roman officers andenglish gentleman. The imperial origins of Roman Archaeology, Londres, 2000, en especial laparte III, pp. 111 y ss. En Espaa tambin pueden verse aportaciones recogidas en J. M.Blzquez, J. Alvar (Eds.), op cit., y en M. J. Hidalgo, D. Prez (eds.), Romanizacin yReconquista en la Pennsula Ibrica. Nuevas perspectivas de estudio, Salamanca, 1998. Vid.

    igualmente mltiples anlisis sobre regiones, por ejemplo E. Gozalbes, Estudios recientessobre la romanizacin en la Meseta meridional, Hispania Antiqva, 28, 2004, 87-116, as comola Revista de la CECEL, 2, 2002, nmero monogrfico dedicado a Espaa y los espaoleshace dos mil aos.2El concepto de romanizacin como transformacin surge, adems de con Mommsen, conla figura del austriaco Julius Jung, profesor de Historia Antigua en la Universidad de Praga; J.Jung, Die romanischen Landschaften des rmischen Reiches, Insbruck, 1881. SobreMommsen, vid. J. A. Delgado Delgado, La obra de Theodor Mommsen en Espaa: latraduccin espaola de la Rmische Geschichte, Gerin, 21 (2), 2003, 47-60; J. MartnezPinna (coord.), En el centenario de Theodor Mommsen (1817-1903): homenaje de laUniversidad espaola, Mlaga, 2005.3

    E. de Hinojosa, Historia General del Derecho espaol, I, Madrid, 1887, 125-133.4F. Wulff Alonso, Las esencias patrias: historiografa e Historia Antigua en la construccin dela identidad espaola (siglos XVI-XX), Barcelona, 2003. Sobre la figura del lusitano Viriato y

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    la libertad de su patria frente al yugo romano. En este sentido tambinapuntaron los estudios de Joaqun Costa, quien interpret como excesivamentearcaicos en sus estructuras a los indgenas (que asimilaba con los espaoles de laantigedad), sealando que la intervencin romana, pese a su crueldad bastanteextrema en algunos casos, result positiva al actuar como cirujano de hierroocasionando una autntica reforma social5.

    En la primera mitad del siglo XX la historiografa espaola vivi una ciertadicotoma entre el triunfo de la romanizacin y la desaparicin o transformacinde los componentes indigenistas. El debate en el marco general se inscribe en elmodelo de anlisis francs derivado de la incgnita planteada sobre el carcterpositivo o destructivo de la conquista romana de la Galia, y la discusin derivadaacerca de si la romanizacin de la Galia result ms positiva para Roma o paraFrancia6. La investigacin francesa y anglosajona analizar el fenmeno de laromanizacin como elemento positivo fundamentado en su superioridad cultural,identificando la expansin de la superioridad cultural romana en comparacin conel modelo europeo de colonialismo contemporneo7.

    En Espaa esta discusin tuvo sus propios contenidos, y se concret en lapropia lucha poltica nacional entre centralismo y autonomismo, ante el quetomaron partido bastante decidido los intelectuales. As para la pujantehistoriografa catalana, y de una forma muy sealada para Bosch Gimpera, pese alas apariencias la romanizacin fracas en Hispania8, no pasando de ser unasuperestructura; al final de la poca romana, estos componentes culturalesforneos entraron en crisis, renaciendo los componentes indgenas previos quemarcaran las caractersticas regionales en todo el desarrollo histrico posterior 9.

    sus actuaciones, vid. recientemente el estudio de M. Pastor Muoz, Viriato, el hroe lusitanoque luch por la libertad de su pueblo, Madrid, 2004.5J. Costa, Colectivismo agrario en Espaa, Madrid, 1893; La religin de los celtberos, 2 ed.,Madrid, 1917. La visin negativa de los pueblos hispanos ser defendida despus por partede A. Schulten, Historia de Numancia, Barcelona, 1945, 26: los iberos culturalmente soninferiores a los celtas y germanos. Espaa no debe su cultura a los iberos, la debe a losgriegos y romanos y a otras influencias indogermnicas posteriores. Puede observarseadems la seleccin de griegos y romanos, con un silencio absoluto de las aportacionesculturales semitas (fenicios y cartagineses). El anlisis sobre la aportacin de Costa puede

    verse en M. V. Garca Quintela, Mitologa y mitos de la Espaa prerromana, Madrid, 1999.6 J. Carcopino, El imperialismo derrotado: lo que Roma y el Imperio Romano deben a laGalia, Las etapas del imperialismo romano, Buenos Aires, 1968, 242-295. El texto original esde 1932.7Vid. las observaciones de F. J. Guzmn Armario, La romanizacin de la Pennsula Ibrica.Reflexiones sobre un debate historiogrfico, Revista atlntico-mediterrnea de prehistoria yarqueologa social, 5, 2002, 303-324.8Bosch Gimpera consideraba que en los grandes ncleos urbanos se fundieron indgenas ycolonizadores venidos del exterior, aunque a la larga el aspecto de la masa principal de lapoblacin debi mantenerse indgena; en el campo la mayor parte de la poblacin continucon caractersticas indgenas. Vid. sobre todo, P. Bosch Gimpera, Paralelismos ejemplares

    en la evolucin histrica: Roma y los iberos, Cuadernos Americanos, 4, 1964, pp. 135-148.9P. Bosch Gimpera, Etnologa de la Peninsula Iberica, Barcelona, 1932 (existe una modernareedicin realizada con estudio de J. Cortadella, Barcelona, 2003); El poblamiento antiguo y

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    Desde la historiografa catalana, o la aragonesa representada por Gimnez Soler(catedrtico de Historia Antigua y Medieval de Espaa en 1899), las pervivencias delos pueblos y sus rasgos culturales propios fueron ms importantes que la propiaromanizacin10.

    Por el contrario, la historiografa de origen madrileo o castellano analizlos datos desde otra ptica bien diferente. Por un lado acept los valores delherosmo de los hispanos, buscando en ellos la continuidad psicolgica delcarcter espaol, expresado en la Reconquista o en la guerra napolenica. Pero almismo tiempo esta historiografa mayoritaria analiz las actuaciones romanasdesde la valoracin de que inicialmente fue profundamente destructiva, pero quese transform ms tarde con un autntico descubrimiento de las virtudeshispanas, que se manifestara en los escritores latinos y en los emperadoresespaoles. As Ortega y Gasset comparar, en su Espaa invertebrada (1921) laaccin unificadora de Roma con la de Castilla, y Ballesteros Beretta identificar lagrandeza del alma espaola, que transmiti el espritu a las grandespersonalidades del Imperio11, aportando a este respecto un elemento que durantemucho tiempo se convertir en clsico. Los planteamientos de Ramn MenndezPidal, en la introduccin a la serie de la Historia de Espaa, apuntaban endirecciones muy similares12.

    La Historia de Espaa de Ballesteros Beretta, de forma significativa, dedicaun extenso apartado a Numancia y su resistencia, en el que detectamos desde elprincipio un tono pico, presentando el asedio como una lucha titnica sostenidapor una sola ciudad contra el poder del Estado ms grande de la Antigedad 13,que termin con un acto de sublime herosmo. Ballesteros contrapone el ardorde esa resistencia con el papel subsidiario de los indgenas en los ejrcitos deCsar y Pompeyo, simplemente porque sta no era su lucha14. De entre losagentes de romanizacin que destaca Ballesteros estn la unidad de pesos ymedidas (para facilitar la recaudacin de los impuestos), el Derecho, la religin y eltrazado del sistema viario. Si la religin sustituye rpidamente a los diosesindgenas, a su juicio, la red de vas fue un instrumento ms de explotacincolonial

    15.Los planteamientos de Ballesteros Beretta en 1919 intentaban trazar la

    esencia del ser espaol en la Historia. En este sentido, el gran protagonista sera el

    la formacin de los pueblos de Espaa, Madrid, 1945. Sobre esta problemtica, J. M.Blzquez, Problemas en torno a las races de Espaa, Hispania, 112, 1969, 245-286.10A. Gimnez Soler, La antigua pennsula Ibrica, en G. Onceen (dir.), Historia Universal, vol.10, Barcelona, 1918.11 A. Ballesteros Beretta, Historia de Espaa y su influencia en la Historia Universal, I,Barcelona, 1919.12Bien aprovechado en la historiografa de los triunfadores de la guerra civil espaola, queinsisti en la unidad desde el predominio de la Meseta; vid. como ejemplo muy significativoZ. Garca Villada, El destino de Espaa, Madrid, 1940.13

    A. Ballesteros Beretta, op. cit., 278-283.14A. Ballesteros Beretta, op. cit., 294.15A. Ballesteros Beretta, op. cit., 388.

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    alma espaola, concepto bajo el que se engloban valores como la sobriedad, lavalenta, el estoicismo, la indomabilidad, que caracterizaran a los espaoles,desde Numancia hasta la guerra de la independencia, y un espritu espaolpresente en las personalidades aportadas por Espaa al Imperio, y concretadosespecialmente en los emperadores Trajano, Adriano y Teodosio. Ese alma espaolano obstante se transform en positivo en esos espaoles de cuna, pero romanospor educacin, cultura y espritu16. El anlisis de los temas presentes, elesencialismo espaol en poca antigua y los cambios culturales positivosaportad

    recto en la seleccin y redaccin de lostemas d

    un conjunto defactor

    os por Roma, marcarn a partir de ese momento la historiografa espaola.

    Quizs el elemento historiogrfico ms significativo de los aos veintefueran las Historias de Espaa de Pedro Aguado Bleye, autor de los manuales deHistoria, que fueron objeto de mltiples ediciones, y que bsicamente tenan dosniveles, el universitario (con nombre de Manual) y el de Bachillerato (con nombrede Compendio). Los Manuales y Compendios de Aguado Bleye dedican uncaptulo a La romanizacin de Espaa, en los que trataba de susprocedimientos17, de las clases sociales, organizacin administrativa y militar,llegando al punto final: la manera de vivir de los espaoles se fue asemejandocada da ms a la de los romanos, pues dejando la vida rural, afluyen a las ciudades,cuyas construcciones adoptan el tipo romano, y en ellas siguen las costumbresromanas18. Es muy evidente el influjo di

    el libro de Eduardo de Hinojosa.En el periodo del entorno de la guerra civil espaola destacan adems

    algunas aportaciones que son complementarias. En 1935 Manuel Torres Lpez, queera catedrtico de Historia del Derecho espaol (siguiendo la tradicin inauguradapor Hinojosa), en la aportacin a la primera edicin de la Historia de Espaadirigida por Ramn Menndez Pidal, efectu el anlisis ms completo realizadohasta ese momento acerca de la romanizacin de Hispania. Torres destacaba quela imposicin de la romanizacin en Hispania se fundament en su cultura que eramuy superior a la de los indgenas19, y que despleg todo

    es, con un nivel de relevancia distinto cada uno de ellos.En su valoracin general, sobre el qu aport cada parte, y como eco del

    debate francs en esa poca, Torres Lpez consider que existi un beneficiomutuo, mientras los hispanos recibieron una cultura superior y amplias mejoras enla calidad de vida, Hispania aport grandes productos mineros, agrcolas y

    16A. Ballesteros Beretta, op. cit., 376.17 P. Aguado Bleye, Compendio de Historia de Espaa, vol. 1, 142 (citamos por la 5 ed.,Madrid, 1933): la poltica de Roma para consolidar su dominacin, hbil y tolerante engeneral, fue muy diversa segn los tiempos y las circunstancias y el carcter de las regiones.18P. Aguado Bleye, op. cit., 148.19M. Torres Lpez, La pennsula Hispnica, provincia romana (218 a. de J. C.-409 de J. C.).Instituciones econmicas, sociales y poltico administrativas, en Historia de Espaa. II.Espaa Romana, Madrid, 1935 (tercera edicin, 1962). Fiel a las tendencias germnicas en el

    Derecho, y en la poca en otros aspectos, y al peso de la religin, el autor indicaba quedurante la dominacin romana no se ha de hablar solamente de romanizacin, sinotambin de cristianizacin y an de comienzos de barbarizacin.

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    ganaderos, pero tambin importantes personajes. En general, y basta tambin conla constatacin de la bibliografa utilizada, Torres Lpez presta atencin muyespecial a los aspectos jurdico-institucionales que eran los que ms le interesabandesde su especialidad, ampliando los temas recogidos por Hinojosa a partir de unamayor d

    isto21, superando la conservadora ligazn de nacionalismo ycatolici

    a; este hecho explicara lapervive

    ocumentacin.En el mismo ao 1935 Lus Pericot, discpulo de Bosch Gimpera, public su

    aportacin sobre la Espaa antigua en la Historia de la Editorial Gallach, unproyecto editorial que pretenda ser novedoso. El autor aportaba una metodologade trabajo bastante elevada para la poca; de esta forma, Pericot indicaba que lafuerte resistencia inicial frente a Roma se fundament no slo en el carcterbelicoso de los habitantes, sino en las conductas abusivas mantenidas por losgobernadores y por los administradores romanos20. Pericot aceptaba los grandesavances del proceso de romanizacin de Hispania, pero destacaba al tiempo lapervivencia de las estructuras administrativas del mundo indgena en muchosterritorios. El anlisis inclua la existencia de mltiples factores de romanizacin,no slo el tradicional de la lengua, sino tambin el fomento de las ciudades, elDerecho, la economa de carcter romano. Rechazaba el anlisis de autoresanteriores, que vean en los hispanos la prctica de una vida virtuosa cristianaantes de Cr

    smo.En general, el anlisis de Lus Pericot destaca por unos planteamientos

    menos castizos, en una lnea abierta mucho ms declarada que la recogida ensus escritos despus de la guerra civil 22. En su anlisis, la romanizacin supuso laprofunda transformacin en la vida cotidiana de los hispanos, con un refinamientogeneral en las modas, la vestimenta, peinados, afeitado, baos, viviendas,educacin, espectculos, trfico, turismo, medicina, e incluso la situacin de lamujer dentro de la familia puede calificarse de buena23. Este cambio generalizadopara mejor supuso la mezcla de la cultura superior romana con elementosindgenas, por lo que se convirti en el germen de Espaa. No obstante, si loscambios fueron muy intensos en el medio urbano, en el mbito rural y en laszonas montaosas mantuvieron el espritu indgen

    ncia del sustrato indgena en muchas zonas24.

    20 L. Pericot Garca, Gran Historia General de los pueblos hispnicos. I. pocas primitiva yromana, Barcelona, 1935, 324-326.21L. Pericot Garca, op. cit., 391.22 Pese a todo el plano muy conservador del autor se manifiesta en su visin; L. PericotGarca, op. cit., 380-381: los siglos de la paz romana marcan en la historia de nuestro pas elmomento culminante que conduce de un cierto caos a una personalidad orgnica, ms omenos diferenciada en sus distintas porciones, una personalidad ya consciente, que noignora su misin histrica. Como puede verse, Espaa es vista como un ser orgnico, conuna misin histrica.23L. Pericot Garca, op. cit., 400-401.24

    Sobre la valoracin global de la romanizacin, vid. recientemente el anlisis de M.Bendala, Hispania y la romanizacin. Una metfora: crema o menestra de verduras?,Zephyrus, 59, 2006, 289-292.

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    En 1945 Antonio Garca y Bellido presentaba, en su discurso de ingreso enla Real Academia de la Historia, una aportacin que, con razn, se ha consideradocomo el punto de partida de una Historia Antigua de Espaa. Afirmaba Garca yBellido, en el arranque de su trabajo sobre las bandas y guerrillas hispanas: erafrecuente entre los pueblos peninsulares, antes y an despus de la llegada de losromanos, la formacin de bandas armadas que desgajndose de las normascorrientes de vida se lanzaban a la aventura para vivir del robo y el saqueo. Losdescontentos, los desheredados de la fortuna, los segundones, los perseguidos,los arruinados, todos los que, en suma, no saban o no podan ganarse el sustentodiario e

    tc., lo cierto es que el trmino romanizacin aparece enmuy co

    obrevivi, volviendo a ocupar cargos (sin duda por su prestigio y

    n paz y en armona con el medio ambiente, iban a nutrir el ncleo siemprevivo y fecundo de estas bandas de forajidos25.

    La inclusin del bandolerismo como un problema endmico, empeoradocon la propia presencia romana (al desarticular la sociedad indgena, insinuacinmuy avanzada por parte del autor), con la consideracin de los excesos romanosiniciales, finaliza con la actuacin que habra sido de autntica regeneracin porparte de Roma, que transform ampliamente la cultura y la sociedad romanas. Entodo caso, pese a la extraordinaria dimensin de la obra investigadora ydivulgadora de Garca y Bellido, pese a la valoracin positiva de la presenciaromana en Espaa (es el nombre que suele utilizar en los trabajos de divulgacinen relacin con Hispania), pese a los mltiples datos recogidos al respecto sobreejrcito, economa, e

    ntadas ocasiones a lo largo de su dilatada produccin, y todas ellas a partirde los aos sesenta.

    El concepto de romanizacin, y la valoracin de la etapa romana enrelacin con la Historia de Espaa, desde finales de los aos cuarenta, y en loscincuenta del siglo XX, tendr un importante reflejo en Claudio Snchez-Albornoz.El autor, en este caso un medievalista, de ideologa liberal-conservadora, marcarla herencia definitiva del nacionalismo espaol. Si Bosch-Gimpera marcaba laEspaa plural, y el fundamental peso histrico del eterno indgena (diverso),Snchez-Albornoz representar el eterno espaol, con una valoracin muchoms positiva de la romanizacin, marcando de forma muy ntida la herencia msdirecta del planteamiento de Ramn Menndez Pidal. Como es bien sabido, tantoSnchez-Albornoz como Bosch Gimpera tuvieron que marchar al exilio, el primeroa Mexico, el segundo a Argentina, al final de la guerra civil espaola, mientras

    Menndez-Pidal s

    25A. Garca y Bellido, Bandas y guerrillas en las luchas con Roma, Hispania, 21, 1945, 547-647, reeditado con el mismo ttulo en A. M. Prieto Arciniega, Conflictos y estructurassociales en la Hispania Antigua, Madrid, 1977, 13. Del mismo A. Garca y Bellido, Lapennsula Ibrica en los comienzos de su Historia, Madrid, 1953, o Veinticinco estampas dela Espaa antigua, Madrid, 1967, entre otras aportaciones. Vid. el anlisis de E. Gozalbes,Mito y realidad del bandolerismo hispano en la antigedad (siglos II a. C.-I d. C.), en ElBandolerismo en Andaluca. Actas de las VIII Jornadas, Lucena, 2005, 117-173, y respecto a lacuestin en poca romana imperial en Occidente, E. Gozalbes, Las formas del

    bandolerismo en el Occidente romano (siglos I al III). Algunas lecturas al respecto, en G.Bravo Castaeda, R. Gonzlez Salinero (eds.), Formas y usos de la violencia en el mundoromano, Madrid, 2007, 307-320.

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    su influ

    ibertad, sufridor de dolores y fatigas, gustador delcaudilla

    sto elementoinheren

    jo en intelectuales falangistas) pero con un expediente de depuracinsobre su cabeza.

    Desde el punto de vista estrictamente cientfico, Snchez-Albornoz

    consideraba, ciertamente a partir de la historiografa anterior, que tras la conquistade un territorio como el de Hispania entraban en accin una serie de agentesromanizadores que atraan a los indgenas a la cultura romana 26. Por otra parte, lasvaloraciones ms generales las llevar a su Historia de Espaa, que no constituyuna obra al respecto al uso, sino un ensayo extenssimo sobre la Historia del pas.En el anlisis de Snchez-Albornoz interesa especialmente estudiar los elementosromanos y prerromanos que habran trascendido los siglos, y que conformara eltemperamento espaol27. La clave bsica de ese temperamento seraespecialmente el amor por la libertad, que justificara la fortsima resistencia aldominio romano; el hispano aparece en los datos como un ser vido deaventuras, amador de la l

    je, nada razonador, xenfobo, acerado, orgulloso, arriscado, bravo,impulsivo y vehemente28.

    Para Snchez-Albornoz la romanizacin, que vino de la maquina estatal ydel peso de la ley, trajo el beneficio de atemperar el carcter indmito de loshispanos, an manteniendo el alma espaola, lo que permiti la introduccin dela civilizacin en el continuum histrico desde las tribus primitivas a los ReyesCatlicos y los Austrias. La cultura romana sustituy a la indgena, de forma que enlos rasgos ms positivos de la romanizacin se integran la lengua y el Derecho.Pese a todo, ese marco del carcter espaol se presenta en la resistencia a losconquistadores, en la fuerte pervivencia que a su juicio tuvo el bandolerismo; deeste modo no resulta muy complicado enlazar la lucha contra los romanos, laReconquista y hasta la Guerra de la Independencia (o incluso el maquis, y podraargumentarse que hasta en parte el terrorismo vasco) como supue

    te del ser espaol. Debe sealarse que la Espaa irredenta tienetambin sus paralelos en la Italia irredenta de algunos aos atrs.

    La romanizacin, con sus aspectos negativos reconocibles, es valoradaglobalmente de forma positiva, y se aplica una concepcin moderna de la mismacomo proceso29. La mejora considerable en cultura y civilizacin, en aspectosmateriales, no obstante tiene un freno en el terreno moral; fiel a visionesanteriores, que arrancan en el propio Hinojosa, supuestamente la moralidad

    26C. Snchez-Albornoz, Proceso de la romanizacin de Espaa desde los tiempos de losEscisiones hasta Augusto, Anales de Historia Antigua y Medieval, 1, 1949, 5-71; Id.,Panorama general de la romanizacin de Hispania, Boletn de la Universidad de BuenosAires, 1, 1956, 35-74.27C. Snchez-Albornoz, Espaa, un enigma histrico, Buenos Aires, 1956.28C. Snchez-Albornoz, op. cit., 114.29La incorporacin innovadora del concepto de proceso en Snchez-Albornoz es paralelaa la visin muy breve de J. Martnez Santa-Olalla, Esquema paletnolgico de la Pennsula

    hispnica, Madrid, 1946, 109: proceso de romanizacin ha de realizarse a lo largo delImperio e incluso despus de su cada. El hecho es coherente en este ltimo caso con elrenacer del mundo cltico que se advierte en todo el Imperio romano.

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    hispana era superior a la romana. La novedad en este caso estriba en la noinclusin del cristianismo como integrante del espritu espaol. Pero si Romacre Hispania, unindola mediante las comunicaciones, y con el peso de la lengua,ese eterno espaol se mantuvo en las tradiciones, costumbres ycomportamientos seculares de personajes como Sneca o Trajano. El autor creeidentifi

    cin europeas. Un autor y otro significan la incorporacinde la

    to muchoms lim

    siderarse a s mismoscomo r

    car elementos, de una forma ms filolgica que histrica, comunes aautores hispanos tan lejanos en el tiempo y en las lenguas de soporte tales comoSneca, Marcial, Ibn Hazm o Cervantes.

    Los datos hasta ahora recogidos muestran la fosilizacin que a finales delos aos cincuenta mantena la visin de la romanizacin de Hispania. Noobstante, a partir de ese momento se produjeron novedades importantes en elterreno de la valoracin ms general de la Historia de Espaa, por un lado, y en elde la investigacin, por el otro. En el primer terreno podemos destacarespecialmente las aportaciones de Jaime Vicens-Vives o de Antonio Ubieto Arteta,que marcan en ambos casos la asuncin de nuevas perspectivas ms prximas a lascorrientes de interpreta

    romanizacin en la Historia de Espaa desde planteamientos de unasociedad ms abierta, como la espaola que aspiraba al desarrollismo iniciadouna dcada ms tarde.

    Vicens-Vives consideraba que la derrota definitiva del proceso deresistencia de los indgenas se produjo en el 133 a. C. con la cada de Numancia. Apartir de esa poca lo que se produce, muy sealadamente en las campaascantbricas de Augusto, es una dilatada accin de polica30. La conquista supusola llegada de gobernadores, administradores y altos mandos que motivaron a lasaristocracias indgenas a la transformacin romana para no perder su privilegiadaposicin. Si el comercio result importante para la transformacin, efec

    itado tuvieron las colonias romanas puesto que las mismas fueron escasas.Por el contrario, papel mucho ms relevante habran tenido las propias ciudadesindgenas con su transformacin, que afect tambin al espacio rural.

    Vicens-Vives indicaba la existencia de tres fases distintas en latransformacin de la romanizacin en Hispania. La primera de ellas,particularmente extensa, llegara hasta la poca de Vespasiano, y supondra la lentatransformacin de las antiguas ciudades indgenas en urbes romanas31. La segundaetapa se iniciaba con la concesin del ius latiia toda la poblacin peninsular, quesignificara la aclimatacin real del mundo indgena a la romanidad32. El periododefinitivo se iniciara con el edicto del 212 de Caracalla, con la extensin universalde la ciudadana. As pues, la cronologa se basaba en la idea de lo que realmentecambiaba a la gente era el propio hecho de que pudieran con

    omanos. Este planteamiento es coherente con su visin de que lo que

    30J. Vicens Vives,Aproximacin a la Historia de Espaa, Barcelona, 1960, 30.31J. Vicens Vives, Historia econmica de Espaa, Barcelona, 1959, 58-59.32

    La importancia de la extensin del Derecho Latino ha sido objeto de numerosos estudiosen la historiografa espaola ms reciente. Vid. entre otros, E. Ortiz de Urbina, Lascomunidades hispanas y el derecho latino, Vitoria-Gasteiz, 2000.

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    realmente cambiaba a la poblacin era la mentalidad, y no la adopcin de la moda,las tcnicas agrcolas o las nuevas ciudades de tipo romano.

    En este caso, y al contrario que Bosch Gimpera, consideraba Vicens Vives

    que la romanizacin triunf plenamente en Hispania, de lo que seran pruebas laslenguas romances, la aplicacin de un derecho derivado del romano, as como ladifusin del cristianismo. Y lo ms importante, herencia de la romanizacin sera lapropia Espaa, una mixtura de lo indgena y de lo romano, superadora de losantiguos particularismos tribales. De esta forma, Vicens Vives rompe con la visinde unos romanos invasores, que formaran parte de las races histricas tantocomo los indgenas. Tambin defiende que entre los hispanos lleg a conformarseuna cie

    la poblacin alfinal de

    nal de la cultura comodefinito

    peninsulares, desde lo avanzado de la Btica al primitivismo de la zona cantbrica,pasando por la situacin intermedia del mundo celtbero.

    rta conciencia de pertenecer a algo ms all de lo latino, los hispanos veanentre ellos algunas cosas ms en comn que con los romanos de otras regiones,por lo que no tardara en surgir el trmino de hispani para referirse a ellosmismos33.

    El anlisis de Antonio Ubieto Arteta destaca por el anlisis de algunosaspectos, si bien dedica una extensin desproporcionada a la cuestin de lacristianizacin de la Pennsula Ibrica. Ubieto indicaba que la causa principal delas sublevaciones indgenas no fue otra que la rapacidad y excesos de losgobernadores romanos, si bien rebaja los tintes picos, trgicos y heroicos en laexposicin de los hechos de la guerra numantina o del enfrentamiento con loslusitanos. En el otro extremo cronolgico, Ubieto destaca como

    l dominio romano no dud en integrarse en las estructuras de podergermanas34. Ubieto parece indicar que esta aceptacin de los hispanos de la nuevasituacin poda deberse a la imposibilidad real de resistencia, como al carcter msbenfico en relacin con las gravosas cargas impositivas romanas.

    Destaca el hecho de que Antonio Ubieto es el primero de todos loshistoriadores analizados que recoge una definicin de romanizacin: se entiendepor romanizacin el proceso histrico mediante el cual los pueblos peninsularesse incorporan al mundo cultural romano35. En la definicin encontramos laincorporacin del elemento de una concepcin dinmica, el proceso sin dudatomado de Snchez-Albornoz, y el elemento ms tradicio

    ria. Ubieto utiliza el testimonio de Estrabon para trazar un cuadro dedistincin en los grados de romanizacin alcanzados por los diferentes pueblos

    33 J. Vicens Vives, Aproximacin, 33. Esta identificacin de los hispanos como realidadaparece ya expresada en Orosio; vid. J. A. Maravall, El concepto de Espaa en la Edad Media,3 ed., Madrid, 1981. Ver tambin trabajos recientes como los de V. Palacio, De Hispania aEspaa. El nombre y el concepto a travs de los siglos, Madrid, 2005; J. M. Blzquez, Elnombre de Hispania en la Historia, Palaestra on line, 2005 (en la Red); E. Gozalbes,Imgenes y percepcin de Hispania en poca alto-imperial, en J. J. Ferrer y P. Barcel

    tos, Castelln de la(eds.), Europa, Historia, imagen y mito. Europa: Geschichte, Bilder und Mi

    Plana, 2008, 77-93.34A. Ubieto, Introduccin a la Historia de Espaa, Barcelona, 1962, 25-26.35A. Ubieto, op. cit., 25.

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    VISIONES DE LA ROMANIZACIN DE HISPANIA (1887-1960)

    En lo que respecta a los factores de romanizacin, Ubieto destacaespecialmente el militar36, en primer lugar porque en el proceso de conquistasupona el primer contacto de los indgenas, pero tambin por la integracin delos indgenas en el propio ejrcito romano, primero a partir de su participacincomo auxiliares, y ms tarde como legionarios. Pero junto a ello, Ubieto aade losmatrimonios mixtos, la convivencia, la adopcin de los dioses ibricos por elOlimpo romano, la similitud de algunas deidades de ambas religiones, laadmiracin del esfuerzo y xito de Roma, la concesin de la ciudadana romana amuchos peninsulares hispanos, la construccin de un sistema de caminos 37. Encualquier caso, Ubieto destacar de forma especial el cristianismo, de forma quedestaca lo que considera paradoja, que siendo Roma la principal perseguidora delmismo, fuera ste el que afianzara su cultura de forma definitiva en Hispania. Enlo que

    licara el escaso espaciodedicad

    No deja de resultar significativo el que visiones ms materialistas, como la deRostovtzeff, fueran totalmente ignoradas en Espaa en esa poca39. Pese a todo, un

    se refiere a las fases de la romanizacin, asume las tres mismas de VicensVives.

    En el estudio de Antonio Ubieto se detecta quizs un cierto influjo de ladiscusin abierta en la historiografa espaola de la poca. Debemos recordar queAmrico Castro negaba la existencia de una Espaa antigua, y frente a Snchez-Albornoz defenda una Espaa formada en las luchas de la Baja Edad Media.Aparentemente Ubieto trata de marcar distancias respecto a Snchez-Albornoz, yello se detecta perfectamente en que a la hora de tratar del legado hispano a Romalo hace muy de pasada, limitndose a enumerar los escritores y emperadores (elrecurso ms clsico). Y tambin, al igual que Vicens Vives, prescinde de laconsideracin de la existencia de un supuesto espritu espaol. El problema esque Ubieto no busca, como Vicens Vives, una forma alternativa para explicar la

    herencia del mundo romano en la actualidad, con lo que tambin es ms fiel a lospostulados de la lnea de Amrico Castro38, lo que exp

    o a la romanizacin, al tiempo que el estilo meramente descriptivo, y pocoanaltico, que hace inferior su obra a la de Vicens Vives.

    La formulacin del concepto de romanizacin estaba ya alcanzando unacierta madurez, que plantear en el futuro nuevas visiones mucho ms depuradas.

    36Con ello segua la sugerencia de J. Caro Baroja, Los pueblos de Espaa, Barcelona, 1946,

    Amrico Castro, sin embargo tambin en algunos aspectos sus

    241-242, y que luego seguirn otros autores como Blzquez y Balil. Aparentemente el influjoaparece del trabajo de A. Balil, Un factor difusor de la romanizacin: las tropas hispanas alservicio de Roma (siglos III-I a. C.), Emrita, 24, 1956, 108-134.37A. Ubieto, op. cit., 25.38Antonio Ubieto era un importante miembro de la escuela medievalista espaola. Sin serdeclarado seguidor depostulados se acercan a los de ste en estudios sobre aspectos de la Reconquista; F.Fernndez Armesto, The survival of a notion of Reconquista in Late tenth and eleventh-century Leon, en T. Reuter (Ed.), Warriors and churchment in the High Middle Ages,Londres, 1992, 126-127.39

    La Historia Social y Econmica del Imperio Romano, en su primera versin, ya fuetraducida y editada en Madrid en 1937, en plena guerra civil. La segunda edicin, The Socialand Economic History of the Roman Empire, Oxford, 1957, fue traducida en Madrid en 1962.

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    tema hasta ese momento caracterizado por las incursiones de historiadoresespecialistas en otras etapas, a partir de ese momento ser desarrollado porespecialistas en la antigedad o en arqueologa clsica. En este sentido, destaca laponencia de Pere de Palol Salellas sobre las etapas de la romanizacin deHispania40, en la que comenzaba una valoracin mucho ms moderna del procesohistrico a partir de la documentacin arqueolgica.

    En segundo lugar, un trabajo breve pero intenso del norteamericanoBroughton, en el que despus de destacar la escasez bibliogrfica sobre losaspectos ms generales (la Historia de Espaa dirigida por Ramn Menndez Pidal,de la que es muy elogioso, y el trabajo de Snchez-Albornoz sobre el proceso deromanizacin, destacaba la complejidad del proceso histrico, y la necesidad deafrontarlo de forma no simplista, con la consideracin de los grupos indgenas:Discusin of romanization in any province of the Roman Empire involves study ofa complicated nexos of physical, social, economic and cultural factors, Duch asregularly appear in the relations o fan imperial people and system with indigenouscultures at different levels of development41.

    Y sobre todo, la asuncin de la romanizacin como elemento fundamentalde estudio en trabajos de arquelogos que estaban sembrando los fundamentosde lo que tiempo ms tarde iba a ser la escuela espaola de Historia Antigua. Aspor ejemplo, los trabajos de Alberto Balil, alguno de ellos ya mencionado, enespecial los desarrollados a partir de ese momento por Jos Mara Blzquez42, ytambin la primera aportacin de Marcelo Vigil en la que contrapona laromanizacin con la permanencia de estructuras sociales en el mundo indgenadel Cantbrico43. Con estos trabajos se iniciaba una nueva etapa en el tratamientode la romanizacin de Hispania, que naturalmente tendra sus reflejos en elterreno de la divulgacin.

    El anlisis de Rostovtzeff incida en que una parte de Hispania haba sido plenamente

    romanizada (la Btica era una pequea Italia en Espaa), pero haba otras partes(Lusitania, interior de la Hispania Citerior, zona cantbrica) en las que la romanizacin norebas un nivel muy inferior. Estos distritos no posean atractivo alguno para loscolonizadores itlicos y conservaron as su fisonoma nacional y las peculiaridades de susistema econmico y social. La romanizacin y la urbanizacin no pasaron de la superficie, yqued en pie la divisin en clanes y tribus.

    40P. de Palol, Etapas de la romanizacin, Primer Symposium de Prehistoria de la PennsulaIbrica, Pamplona, 1960, 319-362.

    41 T. R. S. Broughton, The Romanization of Spain. The Problem and the Evidence,Proceedings of the American Philosophical Society, 103, 1959, pp. 645-651.

    42J. M. Blzquez, Estado de la romanizacin en Hispania bajo Csar y Augusto, Emrita, 30,

    1962, pp. 71-129, y en otros muchos trabajos posteriores.43 M. Vigil, Romanizacin y permanencia de estructuras sociales indgenas en la Espaaseptentrional, Boletn de la Real Academia de la Historia, 152, 1963, pp. 225-234.