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    VIOLENCIA ESTRUCTURAL DE GNEROEN LA ARGELIA INDEPENDIENTE:

    UNA ESTRATEGIA POLTICA

    CARMELO PREZ BELTRNUniversidad de Granada

    1. SOBRE VIOLENCIA ESTRUCTURAL DE GNERO

    El concepto de violencia ha sido definido tanto por la violentologa, comopor la investigacin para la paz (Peace Research), siendo Johan Galtung uno delos ms destacados tericos, quien aboga por utilizar una nocin lo ms ampliaposible de violencia que pueda englobar sus diferentes dimensiones, puesto que

    los significantes del signo violencia, como bien afirma Jos Manuel MartnMorillas1, son mltiples, elusivos, ambiguos, ambivalentes e incluso insonda-bles. De esta manera, Galtung afirma que la violencia est presente cuando losseres humanos se ven influidos de tal manera que sus realizaciones efectivas,somticas y mentales estn por debajo de sus realizaciones potenciales, esdecir, cuando existe distancia entre lo potencial y lo efectivo, entre aquelloque podra haber sido y aquello que realmente es, al igual que todo obstculoque dificulte la aminoracin de dicha distancia2.

    Una de las principales dimensiones de la violencia es la estructural, llamada

    tambin institucional o indirecta, que, contrariamente a la violencia personal, esmucho ms compleja y abstracta debido a su imbricacin en la estructura socialy a la ausencia de actores determinados que ejerzan la accin violenta; es msesttica e inmvil, debido a su amplia prolongacin en el tiempo; es ms difusay generalizada, debido a su influencia sobre amplias capas sociales y, aunquequizs sea menos impactante o revulsiva, puede causar tanto sufrimiento comocualquier tipo de violencia personal directa.

    Feminismo/s, 3, junio 2004, pp. 175-189 175

    1. MARTN MORILLAS, Jos Manuel: Los sentidos de la violencia, Granada, Universidad de Granada,2003, pp. 44 y ss.

    2. GALTUNG, Johan:Investigaciones tericas. Sociedad y culturas contemporneas, Madrid, Tecnos, 1995,pp. 314 y ss.

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    En tanto que sistmica, la violencia estructural genera desigualdades e injus-ticias, puesto que presupone un acceso diferencial a los recursos y a los benefi-cios, una marginacin en las tomas de decisiones, una descobertura de las ne-cesidades humanas, una degradacin de la calidad de vida, y, en definitiva, una

    traba a la potencialidad efectiva de los seres humanos. Adems de cuestionesobvias como la pobreza, el hambre, la mortandad infantil, el analfabetismo, elretraso del sector salud, etc., otra importante dimensin de violencia estructurales la desigualdad basada en el gnero.

    Esta violencia estructural de gnero est basada en la articulacin de un con-junto de instrumentos destinados a la preservacin del poder masculino, conel objetivo de reprimir la potencialidad de las mujeres o de reconducir dichapotencialidad hacia determinados mbitos (la familia, el hogar, la naturaleza),de tal forma que no interfiera en la hegemona masculina.

    Aunque no son concepciones sinnimas, la violencia estructural de gnerocomparte muchas de las caractersticas que definen al patriarcado, que ya enlos aos setenta, Kate Millet defina como una organizacin social ancestral quese organiza en torno a una doble jerarqua, segn la cual el hombre ejerce sudominio sobre la mujer y el adulto sobre el joven, con el fin de monopolizar elpoder, evitar la segmentacin e impedir la evolucin del sistema3. Para realizarestos objetivos, el patriarcado se ha basado en dos principios fundamentales: lacoercin y la socializacin4. La coercin patriarcal ejerce su sistema de controlpor medio de leyes o de normas consuetudinarias sancionadoras que tienen porobjetivo la exclusin de las mujeres del espacio pblico para que ste puedaser controlado por los individuos susceptibles de poder y prestigio: los varonesadultos. En cuanto a la socializacin, es sabido que el patriarcado asigna a lasmujeres una serie de valores y actitudes, tomados muchas veces del univer-so simblico-religioso, sobre los que asienta sus mecanismos, tales como laobediencia, la sumisin, la pasividad, etc. que permite la neutralizacin de lascapacidades sociales del colectivo femenino, sin la posibilidad de plantear algntipo de disensin ni de contestacin.

    Personalmente, yo prefiero utilizar el trmino violencia estructural de g-nero porque est ms relacionado con ciertas polticas o proyectos socio-eco-

    nmicos actuales, fcilmente identificables, generados y promovidos desde laspropias instituciones, con el fin de llevar a la prctica cierto modelo de gestindel Estado, determinado por la desigualdad entre hombres y mujeres y por laexclusin de stas de los resortes sociales, polticos y econmicos del pas. ElEstado es, sin duda, el principal impulsor o generador de violencia estructural

    3. MILLET, Kate: Sexual Politics, New York, Doubleday & Company, 1970. Esta obra, clsica ya delfeminismo, ha sido traducida recientemente al espaol bajo el ttulo de Poltica sexual, Madrid,Ctedra, 1995.

    4. Alicia H. Puleo habla de dos tipos de patriarcado: patriarcado de coercin y patriarcado deconsentimiento, que esencialmente designan esta misma realidad. Vase de esta autora, la vozPatriarcado, en Celia Amors (dir): 10 palabras clave sobre mujer, Pamplona, Verbo Divino, 1995,pp. 28-37.

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    de gnero, justificando las desigualdades en aras del bien comn, la ley y elorden, la patria, el desarrollo de la nacin, la cultura, la religin, etc.

    2. VIOLENCIA ESTRUCTURAL DE GNERO EN ARGELIA: UNA HIPTESISDE PARTIDA

    Este trabajo parte de la hiptesis de que el estado argelino, prcticamente des-de la independencia del pas en 1962, ha promocionado un desarrollo desigual,con el objeto de reprimir la potencialidad de las mujeres, generando violenciaestructural de gnero. Los instrumentos de los que se ha valido el poder pol-tico para conseguir dichos objetivos han sido el control de la religin, la ley, lamoral, la sexualidad y del aparato institucional, de tal forma que este sistema haconseguido excluir a las mujeres de los enclaves econmico, poltico y cultural,y orientar su potencial hacia el mbito privado, priorizando el rol de madre yesposa, infravalorando el rol de ciudadanas y promocionando una ideologareduccionista y misgina.

    Hablar de mujeres argelinas es hablar de una doble lucha: la lucha por laindependencia y la construccin de un pas y la lucha por el reconocimiento delos derechos de las mujeres. En ambos casos estamos ante un proceso en el quelas mujeres no han salido bien paradas, puesto que ni ocupan el lugar que les co-rresponde en la sociedad ni han logrado la igualdad de gnero que es de justicia.Las razones que justifican este estado de cosas son muchas y complejas, ya queinciden mltiples factores, pero no cabe duda de que en gran parte es debido auna minuciosa planificacin institucional del poder poltico, que articula todo

    un entramado de instrumentos que promocionan los valores patriarcales, lamstica de la masculinidad y la represin de la potencialidad de las mujeres.

    Se ha escrito muchsimo sobre la importante participacin de las argelinasdurante la Guerra de Liberacin Nacional que conducira al pas a su indepen-dencia. Y es innegable que su aportacin fue muy importante, pero tambin escierto que elFLN, a travs de diferentes recursos propagandsticos, ha utilizadoestas circunstancias de forma parcial y demaggica con el fin de limitar la eman-cipacin de las mujeres. Como bien ha demostrado la afamada investigadoraDjamila Amrane, las mujeres no slo fueron aceptadas con reticencias en la

    guerra, sino que se vieron excluidas de los puestos de responsabilidad, tanto dela vertiente civil como militar del FLN5. De este modo, las argelinas desempe-aron una funcin de apoyo a sus hermanos, es decir, se manifestaron ma-sivamente, apoyaron las huelgas, recolectaron dinero, alimentos y medicinas,sirvieron de guas, cuidaron de la salud y de la alimentacin de sus camaradas,etc., pero, contrariamente a la propaganda oficial, fueron excepcionales las quecogieron las armas.

    5. De esta autora, vase principalmente: La femme algrienne et la Guerre de Libration Nationale

    1964-1962, en Actes des Journes dtude et de reflexion sur les femmes algriennes, Orn, CDSH,1980, pp. 201-223; Aproche stadistique de la participation de la femme algrienne la Guerrede Libration Nationale 1964-1962, Majallat al-Tarikh, (1981), pp. 75-92;Les femmes algriennesdans la Guerre, Paris, Plon, 1991.

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    Lo que s es cierto es que durante los aos de guerra, debido principal-mente a necesidades vitales (alimentacin, localizacin de familiares, sepelios,asistencia a juicios, visita a presos/as, etc.), se produjo cierta evolucin de lasmentalidades, usos y costumbres que favoreci el acceso de la poblacin feme-

    nina a la vida pblica, y una mayor participacin de sta en la sociedad y en laHistoria.Pero lo realmente grave para las mujeres fue la estrategia que pone en mar-

    cha el estado tras alcanzar la independencia en 1962, con la intencin de clausu-rar esta nueva dinmica social y de reconducir a las mujeres al espacio privado.Este fenmeno de reconduccin femenina, inaugurado por el rgimen argeli-no bajo la tutela del Ejrcito, cumple varios objetivos: en primer lugar, suponeuna estrategia de control social de la mitad de la poblacin; en segundo lugar,evita el desorden simblico-religioso (fitna) que puede suponer la presencia de

    las mujeres en el espacio pblico; por ltimo, legitima la poltica de represinde las potencialidad efectiva de las mujeres.De este modo, el gobierno argelino pondr en marcha un proyecto de desa-

    rrollo global, determinado por la violencia estructural de gnero, que delimitarescrupulosamente el espacio asignado al potencial femenino, que no ser otroque el de la familia y la privacidad del hogar, ignorando de esta forma el papelsocial y econmico que deberan jugar las mujeres en la construccin del pas.

    3. VIOLENCIA ESTRUCTURAL DE GNERO EN EL SISTEMA EDUCATIVOARGELINO

    Es indudable que el rgimen argelino ha invertido importantes energas yrecursos en educacin6 para poder extender la formacin de forma generali-zada, ya que durante poca colonial Argelia careci de una verdadera polticaeducativa, de tal forma que al llegar a la independencia la mayor parte de lapoblacin era analfabeta. Indudablemente esto ser un handicap para toda lapoblacin pero, no cabe duda, ha afectado de forma mucho ms directa a lasmujeres, como bien demuestran las tasas de alfabetizacin en la actualidad,puesto que, segn datos facilitados por el PNUD referentes al ao 2001, slo un58,3% de la poblacin femenina adulta (mayor de 15 aos) puede considerarse

    alfabetizada, ndice ste que asciende hasta el 77,1% para los hombres7. Lascausas que justifican este desfase entre ambos sexos vuelven a ser multiformesy complejas (econmicas, sociales, culturales, ideolgicas...), pero qu dudacabe que en gran parte es responsabilidad de la poltica educativa del estado yde las prioridades que ste se marque, ya que cuando un rgimen tiene dificul-tades para desarrollar una poltica determinada suele dar prioridad a aquelloselementos que les son ms inmediatos o que considera ms tiles para llevar ala prctica su proyecto socio-econmico; en este caso, los hombres, mientras

    6. Vase, por ejemplo, PREZ BELTRN, Carmelo: El sistema educativo de la Argelia independiente:estructura y problemticas,Al Andalus-Magreb, 2 (1994), pp. 223-243.

    7. Vase http://www.undp.org/hdr2001/spanish/

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    que la potencialidad de las mujeres vuelve a ser relegada en espera de tiemposmejores.

    Lo cierto es que este elevado ndice de analfabetismo ha tenido efectos per-judiciales e inmediatos entre la poblacin femenina, que, debido a ello, sigue

    reproduciendo planteamientos tradicionales y patriarcales, los cuales, mixtura-dos con unos valores simblico-religiosos alienantes, facilita la exclusin de lasmujeres de la esfera pblica.

    Pero sta no es la nica traba que aflige al colectivo femenino en materiaeducativa. Otro problema importante es el absentismo y el abandono escolar8.Si bien es cierto que la prctica totalidad de las nias se encuentran matricu-ladas en los niveles elementales de la enseanza primaria, tambin lo es quea partir de los inicios de la adolescencia la presencia de las nias en las aulasdesciende de una manera enormemente significativa, siendo ste un problema

    endmico en laszonasms retrasadas del interior y del sur, en donde las infra-estructuras, los medios socioeconmicos y el desarrollo cultural son menores.Y lo ms grave de este problema es que no desaparece con los aos sino que,como toda violencia estructural, se prolonga indefinidamente en el tiempo. Unade las causas que pueden justificar este fenmeno hay que buscarla en la ins-trumentalizacin que el rgimen argelino ha hecho del islam, mediante el cualse ha fomentado directa e indirectamente una serie de valores reaccionariosque tienen que ver ms con su estrategia social, econmica y cultural (violenciaestructural de gnero) que con la propia religin. Segn dichos valores, la fina-

    lidad de la educacin femenina no es otra que la obtencin de rudimentos deescritura y lectura que faciliten las tareas domsticas, la relacin con su esposoy la educacin de sus hijos; por lo tanto, una vez que aparecen los caracteressexuales secundarios de la adolescencia (11-12 aos), es ms apropiado quelas jvenes eludan el contacto con el exterior, eviten toda relacin con el sexoopuesto, custodien su virginidad, velen por el honor familiar, etc.

    En este contexto de manipulacin simblico-religiosa con el objetivo de le-gitimar programas polticos, podramos ubicar la constante censura a la que seha visto sometida la prctica del deporte femenino en las escuelas e institutos,

    especialmente virulenta en los aos ochenta9

    , cuando el islamismo se erige encustodio del control social, ya que la indumentaria y la exhibicin del cuerpono son consideradas apropiadas para la naturaleza femenina. Este debate salea la palestra con ocasin de la promulgacin de la Ley 89-03 de febrero de 1989relativa a la Organizacin del Deporte, que, aunque estuvo precedida de innumera-bles controversias ideolgicas, finalmente no formula discriminacin alguna de

    8. Vase PREZ BELTRN, Carmelo:Mujeres argelinas en lucha por las libertades democrticas, Granada,Universidad (Col. Feminae), 1997, pp. 189-190. Vase tambin: TALAHITE-HAKIKI, Fatiha: Scola-

    risation et formation des filles en Algrie: prparation au salariat ou production de menagresmodernes?,Annuaire de lAfrique du Nord, XIX (1980), pp. 289-319; NOUREDINE, Saadj:La femme etla loi en Algrie, Casablanca, Le Fennec, 1991, p. 109.

    9. Vase Sport fminin. Regression continue,Horizons, 1276 (1 de noviembre de 1989), p. 10.

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    sexo, pero lo cierto es que en la prctica, el deporte se convirti en una materiaoptativa para las alumnas.

    Otros mbitos educativos que han estado determinados por la violencia es-tructural de gnero, con la finalidad de minimizar el potencial femenino, son la

    formacin profesional y los contenidos de los manuales de enseanza. Respectoa la formacin profesional, hay que sealar el significativo desfase cuantitativoentre alumnos y alumnas dentro de este nivel de enseanza media y secundariaque es el ms directamente relacionado con las necesidades laborales del pas.Por poner un ejemplo, hacia el ao 1985, el porcentaje de alumnas matriculadasen los centros de formacin profesional no superaba 25% del total, mientrasque el de alumnos se elevaba a ms del 75%10. Y esto a pesar de que el gobiernoargelino ha dedicado una especial atencin a este tipo de educacin, con vistasa la gestin del mercado de trabajo y al desarrollo econmico del pas, peroresulta obvio que su inters en la introduccin del colectivo femenino ha sidomuy escaso, sin duda porque escaso era su empeo por la futura incorporacinde las mujeres dentro del mbito del trabajo.

    En cuanto a los contenidos de los libros de texto, existen varios estudiosque demuestran que los manuales destinados a la formacin de nios y jvenestransfieren valores tradicionales que desvalorizan la capacidad de las mujeres ylegitiman la discriminacin y la subordinacin de stas. De este modo, los librosde texto asignan a los personajes femeninos (ya de por s menos frecuentes quelos masculinos) los roles tradicionales de madre y ama de casa y las cualidadesms relacionadas con el sentimiento, como la dulzura, la emocin, el cario,

    etc. Por el contrario, los personajes masculinos son mucho ms dinmicos, des-empean mltiples funciones y sus cualidades son ms racionales e intelectua-les. En definitiva, los libros de texto, lejos de velar por una relacin igualitariade gnero, vehiculan unas estructuras mentales anquilosadas y reduccionistasque legitiman la represin de la potencialidad efectiva de las mujeres.

    Y lo ms grave del asunto es que la grave crisis del sistema educativo argeli-no ha sido frecuentemente achacado a la excesiva presencia de maestras y pro-fesoras11, como si ellas fueran las causantes de la debilidad, la falta de calidady los defectos de la educacin en Argelia, como ocurri a finales de los aos

    ochenta, cuando se despleg toda una campaa de desprestigio de las profesio-nales de la educacin, que segn Zineb Guenoudj tena dos objetivos: frenar laparticipacin de las mujeres en la vida activa y desvirtuar el lugar estratgico delque disfrutan las maestras en el sistema escolar y en la sociedad12. Slo que co-mo la cuestin era tan grave, se identific a los islamistas como los nicos ins-tigadores de dicha campaa, cuando en realidad el rgimen haca al menos una

    10. Vase KHODJA, Souad:A comme Algriennes. Essai de sociologie politique de la famille, Argel, ENAL,1991, p. 96.

    11. A finales de los aos ochenta, las maestras representaban un 42% del total de los profesionalesde la enseanza primaria y el 29% de los profesores de secundaria. Vase PREZ BELTRN, Car-melo:Mujeres argelinas... op.cit., pp. 184-186.

    12. GUENOUDJ, Zineb: Les femmes et lenseignement,El-Moudjahid, 3 de octubre de 1989, p. 13.

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    dcada que haba confiado a esta tendencia, presente en sus propias estructuras,el control social y, especialmente, la gestin educativa. Adems, en un sistemade corte autoritario-militar como el argelino, difcilmente se podra orquestaruna campaa de semejante repercusin, con eco incluso en la prensa escrita, sin

    contar con beneplcito o, al menos, la complicidad del poder poltico.4. VIOLENCIA ESTRUCTURAL DE GNERO EN EL MBITO LABORAL

    Posiblemente sea el mbito laboral en el que se ha plasmado de forma msevidente la represin de la potencialidad de las mujeres por parte del estado,tanto desde el punto de vista ideolgico como en el porcentaje de poblacinactiva.

    Ideolgicamente, las constantes limitaciones a la introduccin de las mujeresen el mercado laboral han estado legitimadas por diversos documentos oficia-

    les, de los cuales posiblemente el ms elaborado sea la Carta Nacionalde 1976,que afirmaba abiertamente que la integracin de la mujer argelina en los cir-cuitos de produccin debe tener en cuenta una serie de obligaciones inherentesa su rolde madre de familia y de esposa en la construccin y consolidacin delhogar familiar, que forma la clula constructiva de la nacin13. Es decir, el esta-do est transmitiendo la idea de que las mujeres tienen una obligacin principal,inherente a su naturaleza (buena esposa e inmejorable madre) y una facultadsecundaria y accidental, supeditada a aquella, como es el acceso al trabajo. Enesa misma tnica de legitimacin de la desigualdad, la Carta Nacionalestipula

    una actividad econmica femenina acorde con sus aptitudes y competencias,lo cual supone establecer oficialmente una divisin sexual del trabajo, puestoque se concibe que existen ciertas profesiones aptas y de la competencia delas mujeres y otras que no lo son.

    No slo la Carta Nacionallegitima ideolgicamente la limitacin de la poten-cialidad laboral de las mujeres. No podemos olvidar que, segn el artculo 37 delCdigo de la Familia vigente desde 1984, el marido tiene la obligacin legal demantener a la esposa, con lo cual el salario de la mujer siempre ser consideradocomo una ayuda complementaria, secundaria, accidental, a la economa fami-

    liar14. De este artculo se deriva un doble perjuicio para las argelinas: por un ladola dependencia econmica de las mujeres y por otro lado, como contrapartida,la obediencia que la esposa debe a su marido en calidad de cabeza de familia,segn se desprende del artculo 3915.

    13. Carta Nazionale Algerina (2-6-1976), Oriente Moderno, LVI, 5-6 (mayo-junio 1976), p. 187.14. El marido est obligado a mantener a su esposa en la medida de sus posibilidades, salvo cuando

    se confirma que sta incumple su dbito conyugal (nushuz).... Vase PREZ BELTRN, Carmelo:El Cdigo argelino de la familia: estudio introductorio y traduccin, en Carmelo Prez Beltrn

    y Caridad Ruiz de Almodvar (eds.): El Magreb. Coordenadas socio-culturales, Granada, Adhara,1995, pp. 375-411. El art. 37 se encuentra en la p. 390.15. La esposa est obligada a obedecer a su marido y tenerlo en consideracin en calidad de jefe

    de familia..., Ibd., p. 390.

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    EVOLUCIN DEL TRABAJO FEMENINO 1977-1997

    Poblacin activa femenina (%)1977 1982 1985 1989 1995 1997

    6 7 8 8 14 16,7

    Los datos estadsticos de la tabla adjunta16 ilustran perfectamente las pautasque el gobierno ha mantenido en materia de trabajo femenino, es decir, planifi-car un desarrollo econmico desigual, contando con la poblacin activa mascu-lina, casi en exclusividad. En base a los datos sealados, existen dos caracters-ticas principales que determinan a la poblacin activa femenina: su escassimarepresentacin y el inmovilismo a lo largo del tiempo, propio de la violenciaestructural. De esta forma, en los aos setenta y ochenta del pasado siglo XX,el porcentaje de poblacin activa femenina oscilaba entre el 6 y el 8%, lo cuales especialmente grave si tenemos en cuenta que fue a lo largo de estas dcadas

    cuando se llevaron a cabo los distintos planes de desarrollo industrial17 y la lla-mada revolucin agraria, a partir de 1971. Por lo tanto, hubiera sido de esperarque durante este tiempo se hubiese producido una importante introduccin delas mujeres en el mbito laboral, cuestin sta que nunca se produjo. Ademsde esto, hay que sealar que en la actualidad, Argelia es uno de los pases detodo el Mundo rabe con ndices ms bajos de poblacin activa femenina(16,7%), muy alejados, en todo caso, de sus vecinos magrebes, ya que segndatos aportados por la OIT, Tnez contaba en 1997 con un 23,9 % de poblacinactiva femenina y Marruecos con un 27,1% en la misma fecha18.

    Como se deja entrever, la dcada de los noventa del siglo XX ha sido msgenerosa para las argelinas que desean acceder a un puesto de trabajo, aunque,segn algunos especialistas, no hay que dejarse llevar por el optimismo, puestoque la gran mayora de ellas tiene una situacin hbrida entre el paro y el statusde asalariada, ya que o bien desempean unos puestos denominados empleosde solidaridad reservados a los demandantes de empleo o bien realizan unaserie de actividades muy precarias.

    Debido a la falta de promocin, o mejor dicho, a la poltica de limitacinllevada a cabo por el gobierno argelino a lo largo de dcadas, existe una serie de

    caractersticas propias del trabajo femenino en este pas magreb, de las cuales

    16. Los datos de esta tabla estn tomados de las siguientes fuentes: el de 1977, de KHODJA, Souad:Les algriennes du quotidien, Argel, ENAL, 1985, p. 74; el de 1982 de HAMMDA, N.D.: Al-Nashtal-nisw: muashshir min muashshirt al-tahawwult al-idjtimiyya al-iqtisdiyya,Ihsiyyt,3 (1984), p. 37; el de 1985 de KHODJA, Souad:A comme..., op. cit., p. 132; el de 1989, de NOUREDI-NE, Saadj:La femme..., op. cit., pp. 91-92 y 99; el de 1995, de GACEMI, Baya: Illusions persueset espoirs des femmes,Le Monde Diplomatique, (octubre de 1997), p. 1; y el de 1997, de OIT:

    Informe sobre el empleo en el mundo, 1998.17. Un plan trienal de 1967 a 1969 y dos planes cuatrienales: de 1970 a 1973 y de 1974 a 1977. Vase

    BENHOURIA, T:Lconomie de lAlgrie, Paris, Maspero, 1980, especialmente pp. 255-296.18. Poblacin econmicamente activa: todas las personas de 10 aos o ms que aportan su trabajo

    para la produccin de bienes y servicios durante un determinado periodo de tiempo de referen-cia.Informe sobre el empleo en el mundo, OIT, 1998, p. 267.

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    podramos destacar tres: el carcter urbano, la concentracin en una sola ramade actividad y la juventud de las trabajadoras.

    Respecto al primer punto sealado, hay que apuntar que en los aos ochentadel siglo XX, ms del 85% del total de mujeres ocupadas19 desempeaban su

    trabajo en medio urbano y menos del 15% en medio rural, lo cual es conse-cuencia de la exclusin de las mujeres de los planes de desarrollo que puso enmarcha el gobierno desde inicios de los aos setenta. Adems de esto, existenotros motivos que ayudan a explicar este fenmeno, como es el mayor anclajede las estructuras patriarcales y de las ideas conservadoras en el medio ruraly la consideracin del trabajo realizado por las mujeres rurales como ayudafamiliar y, por lo tanto, no computado como poblacin activa.

    Por otro lado, la consideracin de las ramas de actividad econmica nosdemuestra que los planteamientos expresados en los documentos ideolgicosdel rgimen, de los que anteriormente he hablado, se han llevado a la prctica,establecindose una clara divisin sexual del trabajo, segn la cual los hombresocupan puestos de trabajo relacionados con la agricultura, la construccin o laindustria, mientras que las mujeres estn concentradas en una rama principal:la administracin y servicios a la colectividad (el 75% en 1985), seguido enmuy segundo puesto por la industria ligera o de transformacin (12% en lamisma fecha) 20. La exclusin de las trabajadoras de la industria, especialmentede la pesada, es un hecho muy significativo, teniendo en cuenta que el Estadoha dedicado importantes recursos a este sector clave de la economa argelinaque, por otro lado, requiere de la utilizacin de grandes recursos tecnolgicos

    y cientficos y en el cual las mujeres no han sido implicadas por estrategias deempleo, puesto que el paro masculino es extremadamente elevado, y por lafalta de formacin de stas en las disciplinas cientficas y tecnolgicas.

    Por ltimo, la consideracin del factor edad vuelve a confirmar que eltrabajo de las mujeres es considerado un factor secundario y accidental, subor-dinado a un rol principal que es el de esposa y madre. De esta forma, es muysignificativo que el mayor nmero de trabajadoras tenga una edad inferior a30 aos21, cuando an no ha aparecido el status pseudo transcendental decasada, o en todo caso, an se carece de hijos. Por lo tanto, a partir de la edad

    sealada, que se corresponde con la poca conyugal y de la maternidad, lastrabajadoras abandonan sus puestos para retomar los roles tradicionales, quesegn el propio estado, deben ser los prioritarios para ellas, puesto que madrey trabajadora parecen ser dos funciones incompatibles en la sociedad argelina.

    Como resultado de la violencia estructural de gnero en el mbito laboral, lasociedad argelina mantiene una percepcin negativa del trabajo de las mujeres,

    19. Dato tomado de ABROUS, Dahbia: LHonneur face au travail des femmes en Algrie, Paris,LHarmattan, 1989, pp. 55 y 217. Se refiere al ao 1982.

    20. Porcentajes tomados de KHODJA

    , Souad:A comme...,

    op. cit., p. 133.21. Como ejemplo, podemos sealar que en el ao 1982, el 31,10% de la poblacin femenina ocu-pada se encontraba en una franja de edad que oscilaba entre 20 y 24 aos. Dato tomados deHAMMDA, N.D.: Al-Nash al-nisw..., op. cit., p. 40.

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    potenciada, sin duda, desde las propias instituciones, puesto que ayudan a larealizacin de un diseo socioeconmico basado en la represin del potencialfemenino. De este modo se produce una inseparable imbricacin entre lo pol-tico, lo sexual, lo econmico y lo moral, de tal forma que el trabajo femenino es

    percibido como un riesgo potencial de perversin, antesala de la promiscuidad,como un elemento distorsionador de la familia y como una transgresin delespacio. Como bien apunta Dahia Abrous, la introduccin de las mujeres en lavida salarial no entraa sistemticamente un cambio en las relaciones entre lossexos, sino que, al contrario, se produce un fenmeno constante de subversin/neutralizacin22. Es decir, el trabajo femenino, cualificado o no, es un elementonuevo que supone un atentado (subversin) contra la estructura social y la fami-lia tradicionales. Por este motivo, unas veces las propias trabajadoras de formainconsciente y otras veces, su familia, utilizan una serie de medidas compensa-torias que tienen por finalidad la neutralizacin de dicha infraccin.

    5. VIOLENCIA ESTRUCTURAL DE GNERO EN EL MBITO POLTICO

    La poltica es el tercer espacio en el que la actuacin del rgimen ha estadomarcada por una violencia estructural de gnero. Aunque es cierto que desde lapromulgacin de la primera Constitucin, en 1963, las argelinas han disfrutadode plenos derechos polticos y, por lo tanto, de la facultad de elegir y de serelegida, la realidad efectiva ha sido muy distinta, ya que las mujeres que logrenacceder a las instituciones polticas, ya de por si en nmero insignificante, cum-plirn la funcin exclusivamente simblica y testimonial, mil veces instrumen-

    talizada, de un estado pretendidamente moderno y socialista.Si existe un elemento que sistemticamente caracterice las diferentes elec-ciones a las tres instancias representativas del pas (Asamblea Popular Comunal:

    APC; Asamblea Popular de Wilayas:APWy Asamblea Popular Nacional:APN)ha sido la masculinizacin absoluta de las candidaturas, de tal forma que loshombres copaban ms del 90% del total de las listas23. En lneas generales, lasmujeres han conocido mejor suerte, al menos desde el punto de vista numrico,en los dos niveles inferiores del sistema poltico argelino: las APCy las APW,pero con porcentajes iguales o inferiores al 5% de electas (elecciones a lasAPW

    de 1974). En lo que respecta al Parlamento, es decir, laAPN, el mayor nmerode diputadas hasta el principio de la guerra civil asciende a 9, entre los aos1977 a 1982, de un total de 295 escaos, lo cual supone un ndice de feminiza-cin del 3,44%.

    Las causas de esta escasa representatividad femenina son bastante comple-jas, pero podramos sealar algunas de ellas:

    - La masculinizacin absoluta de las estructuras del estado. Hasta la refor-ma constitucional de 1989 los candidatos eran elegidos entre los miembros del

    22. ABROUS

    , Dahia:LHonneur face au travail des femmes en Algrie

    , Paris, LHarmattan, 1989. Las con-clusiones generales se encuentran en las pp. 195-203.23. Para conocer los datos exactos de participacin, vase PREZ BELTRN, Carmelo: Mujeres argeli-

    nas..., op. cit., pp. 253-272.

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    FLN, en su doble versin civil o militar, o entre los integrantes de las diferentesOrganizaciones de Masas. En cualquier caso, nos encontramos ante un sistemapiramidal dominado por los hombres, que no parecen mostrar inters algunopor la promocin poltica de sus conciudadanas.

    - La neutralizacin de la Unin Nacional de Mujeres Argelinas. Es una organiza-cin de masas del FLN concebida para encauzar o socializar al colectivo fe-menino dentro del macro-proyecto de sociedad del rgimen24. Por este motivo,la Unin ir perdiendo progresivamente toda capacidad de lucha reivindicativao emancipadora que posea en sus orgenes, para centrar su atencin en cues-tiones exclusivamente sociales, como la alfabetizacin, la salud, la maternidady la infancia.

    - La falta de acceso de las mujeres a la vida pblica y su reclusin en el es-pacio privado, sujetas a la ideologa patriarcal subyacente. Las candidatas quese presentan a las elecciones cumplen una doble caracterstica: poseen una ele-vada formacin intelectual y desempean un trabajo cualificado. Puesto que elnmero de mujeres que observan esta doble casustica es muy limitado, comohemos apuntado anteriormente, su presencia en el mundo de la poltica notiene ms remedio que ser escasa e insuficiente.

    - La existencia de una legislacin discriminatoria. Hasta 1991 las leyes elec-torales de Argelia permitan el uso del voto delegado o voto por procuracin,que poda ser usado de forma abusiva por los miembros masculinos de la fami-lia. Segn esta prctica, un hombre poda votar hasta por tres miembros de sufamilia, los cuales delegaban en l este deber y adems poda votar en nombre

    de su esposa sin necesidad de procuracin alguna, simplemente mediante lapresentacin del Libro de Familia (art. 5325), lo cual se traduca en la confiscacindel derecho de voto de las mujeres y en cuotas elevadsimas de abstencin fe-menina. Si bien durante todo el rgimen de partido nico el voto de las mujeresdifcilmente poda influir en el cambio ideolgico del pas, no ocurre as a partirde la instauracin del multipartidismo en 1989. Por este motivo, uno de losprincipales caballos de batalla de las asociaciones de mujeres durante esta pocaser, por un lado, reivindicar ante el gobierno el cambio inmediato de la ley y,en segundo lugar, concienciar a la poblacin femenina, aletargada polticamente

    durante dcadas, de la necesidad de votar personal y responsablemente en prodel futuro del pas. De este modo, las principales asociaciones de mujeres re-unidas en una Coordinacin Nacionallograr finalmente la promulgacin de unanueva ley electoral en abril de 1991 que prevea un nico voto delegado y enoctubre del mismo ao, el Consejo Constitucional declaraba anticonstitucionalel voto de los cnyuges sin necesidad de formalidades.

    24. Vase PREZ BELTRN, Carmelo: La Unin Nacional de Mujeres Argelinas: organizacin femeni-na de masas,Al-Andalus-Magreb, V (1997), pp. 295-317.

    25. Artculo 53: Estn dispensados de la formalidad de la procuracin los cnyuges que puedenjustificar, en el momento del voto, su vnculo conyugal mediante la presentacin del libro de fa-milia, adems de su carnet de elector. Artculo traducido textualmente de NACERA y HAWA:Les femmes et la loi electorale,Bulletin de lAITDF, 2 (1990), anexo, pp. 22-23.

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    En lo referente al gobierno, veinte aos tuvieron que transcurrir desde laindependencia para que una mujer pudiera introducirse en esta mxima instan-cia poltica, hasta que en 1982 Zuhr Wans encabez la Secretara de Estadodel Ministerio de Asuntos Sociales, y desde entonces es cierto que Argelia ha

    contado con varias ministras, algunas secretarias de estado y algunas otras en-cargadas de diferentes misiones, aunque la mayora han ocupado, al igual quesuele ocurrir en el resto del mundo, carteras relacionadas con los asuntos socia-les, salud o juventud y deportes, es decir, aquellos roles que tradicionalmentese consideran ms acordes con las capacidades femeninas.

    Tambin habra que decir que la mayor participacin de las mujeres enlas instituciones polticas durante la ltima dcada obedece a cierta tendenciade cooptacin que surge a partir de 1992, cuando el rgimen, tutelado por elejrcito, necesita contar con el apoyo de algunos sectores de la sociedad civil,principalmente de las lites intelectuales y de las clases medias urbanas, quecomparten con l el miedo por la amenaza islamista, con el fin de legitimar dealguna forma su proyecto poltico erradicador y excluyente. Un ejemplo clarolo encontramos en la puesta en marcha del Comit para la Salvacin de Argelia,en donde el ejrcito se apoy en diferentes sectores compuestos por represen-tantes de asociaciones culturales, de grupos de mujeres, intelectuales, repre-sentantes de empresa y sindicatos, etc. con el fin de interrumpir las eleccioneslegislativas de enero de 1992. Este mismo sector constituy en noviembre de1993 elMovimiento por la Repblica con el fin de influir en el ejrcito y en el AltoComit de Estado en contra de cualquier dilogo con el FIS. Desde entonces,

    la imbricacin entre sociedad civil y sociedad militar se ha reforzado ms quenunca en Argelia.

    En el mbito poltico, tambin habra que destacar el dinmico movimientode mujeres que, a pesar de dcadas de rgido control y de diversas estrategiasde neutralizacin por parte del partido-estado, se desarrolla a partir de los aosochenta del siglo XX, paralelamente al surgimiento de una nueva sociedad ci-vil26 ntimamente relacionada con el proceso de transicin desde partido nicodelFLNhacia el multipartidismo, y con el contexto de agitacin poltica, mo-vilidad social y crisis econmica que vive Argelia en los aos ochenta, y que

    desembocar finalmente en graves revueltas populares a finales de esta dcada,duramente reprimidas con intervencin militar27.

    26. Vase PREZ BELTRAN, Carmelo: Democracia, sociedad civil y derechos humanos en el Magreb,Nova Africa, 12 (enero 2003), pp. 85-105.

    27. Especialmente el desarrollo de la sociedad civil de Argelia est relacionado con la crisis econ-mica, la pauperizacin de la poblacin y la poltica de ajuste estructural puesta en marcha enlos aos ochenta para poder hacer frente a la galopante deuda externa. Este reajuste econmico,que se inicia en 1988 con la promulgacin de la nueva Ley relativa a la Inversin Privada, semarcaba como principal objetivo la reorganizacin del sistema econmico del pas, basadoahora en un mayor protagonismo del sector privado y en la reorientacin del papel econmico

    que deba desempear el estado. En la prctica, la reduccin del dficit pblico pasaba por lacreacin de nuevos impuestos o la ampliacin de los ya existentes, el aumento de los preciosde productos bsicos (pan, harina, aceite, azcar, leche, mantequilla), la reduccin de puestos

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    El movimiento de mujeres28 surge una vez superada la euforia de la primeradcada y media de independencia y una vez que empieza a ser evidente el pro-yecto discriminador del gobierno argelino. Sin embargo, sera falsear la realidadsi no precissemos desde un primer momento que el movimiento asociativo

    de mujeres es una manifestacin sumamente plural y heterognea, en la queconfluyen asociaciones moderadas que pretenden armonizar los valores occi-dentales modernos con otros intrnsecos a su cultura, asociaciones de mujeresislamistas, muy preocupadas por impulsar un islam globalizador acorde con unanueva modernidad29, y otras tendencias laicas que pueden ser encuadradas den-tro de los movimientos feministas de los pases en desarrollo, es decir, gruposque reivindican, ante todo, el respeto de los derechos humanos. Posiblementesea esta ltima tendencia la que ha combatido de una manera ms clara por unamayor justicia social para las ciudadanas argelinas y por su igualdad jurdica y

    social, pero lo realmente importante sera alcanzar un marco plural, tolerante yrespetuoso, en el que las mujeres pudieran optar libremente por la militancia enuna u otra tendencia. Esto repercutira positivamente en el establecimiento deun sistema democrtico, basado en el principio supremo del respeto de los de-rechos humanos, entre los que se encuentra el derecho a la libertad. Igualmentedebemos recordar que, en las sociedades rabes, tanto el mbito poltico, comoel religioso han sido de dominio exclusivamente masculino y, por consiguiente,tanto las asociaciones laicas de mujeres como las islamistas se traducen en laconquista de nuevos espacios.

    La lucha por la igualdad jurdica entre los sexos ha sido la espina dorsal delmovimiento asociativo de mujeres en Argelia. Prcticamente desde los prime-ros aos de la independencia, el gobierno argelino mostr un inters especial

    de trabajo, la disminucin de subvenciones con fondos pblicos, despidos en la administraciny un drstico recorte de los presupuestos destinados a cuatro sectores claves de la sociedad: lasalud, la educacin, la vivienda y el empleo. Por lo tanto, las condiciones para que estallaranrevueltas sociales en Argelia parecan estar reunidas y as ocurri, por ejemplo, en octubre de1988 cuando el gobierno, bajo los auspicios del Fondo Monetario Internacional, anunciaba unanueva subida de precios de los cereales y sus derivados como consecuencia de la retirada desubvenciones estatales.

    28. Sobre los orgenes y desarrollo del movimiento asociativo de mujeres en Argelia, vase princi-palmente: LOUIS, Marie Victoire: Les algriennes. La lutte,Les Temps Modernes, 432-433 (julio-agosto 1982), pp. 153-154; PEUCH, Marie: Lettre dAlger,Les Temps Modernes, 418 (mayo 1981),pp. 1889-1901; PREZ BELTRN, Carmelo: Las asociaciones feministas en Argelia: las mujeres ysus derechos, en Gema Martn Muoz (coord.): Mujeres, democracia y desarrollo en el Magreb,Madrid, Pablo Iglesias, 1995, pp. 81-88; y Evolucin del movimiento femenino y feminista enArgelia: las mujeres y la poltica, Estudios de Asia y frica, XXXIII, 105 (enero-abril 1998), pp.75-102.

    29. Sobre el pensamiento de las mujeres islamistas vase principalmente: BUCAILLE, Laetitia:Lengagement islamiste des femmes en Algrie, Maghreb-Machrek, 144 (abril-junio 1994), pp.105-119; MARTN MUOZ, Gema: Fundamentalismo islmico y violencia contra las mujeres. Las

    razones de un falso debate, enIntegrismos, violencia y mujer, Madrid, Pablo Iglesias, 1996, pp. 45-58 y Mujeres islamistas y sin embargo modernas, en Mercedes del Amo (ed.):El imaginario, lareferencia y la diferencia. Siete estudios acerca de la mujer rabe, Granada, Departamento de EstudiosSemticos, 1997, pp. 75-89.

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    por promulgar una ley de estatuto personal, al igual que el resto de pases ra-bes, que regulara los asuntos relacionados con la familia: matrimonio, divorcio,filiacin, herencia, custodia, etc. Nada menos que veintids aos tard el rgi-men en sacar a la luz el texto definitivo, pero en los sucesivos anteproyectos

    y proyecto que le precedieron se puede constatar perfectamente la evolucino ms bien involucin de la ideologa del rgimen hacia posturas cada vezms discriminatorias y la poblacin femenina; esto supona, al fin y al cabo,un instrumento ms en favor de su proyecto de sociedad, determinada por laviolencia estructural de gnero y la delimitacin de los espacios30.

    Finalmente, en junio de 1984 fue promulgado el Cdigo de la Familia31. Comolas propias mujeres teman, se trata de una de las legislaciones ms arcaizantesde todo el mundo rabe, asentada sobre el violento principio de la dominacinmasculina y en flagrante contradiccin con los principios de igualdad expre-sados en la Constitucin. Atendiendo a las disposiciones de este Cdigo, lasmujeres se ven incapacitadas para concluir su propio matrimonio, para unirse aun hombre que no sea musulmn, para actuar libre y autnomamente, para so-licitar el divorcio en los mismos casos que el varn, para ser tutoras de sus hijos,para heredar igual porcin que el hombre en igualdad de parentesco, etc.

    El movimiento feminista argelino ha experimentado mltiples problemasque han ralentizado su accin a favor de la emancipacin de las mujeres, y noha sido tanto cuestin de divergencias en los objetivos o los mtodos, como deinstrumentalizacin poltica e institucional lo que ha imposibilitado el dilogoy la cooperacin constructiva. Si bien es cierto que, desde sus orgenes, las aso-

    ciaciones de mujeres se articulan en torno a lderes carismticas que marcan enexceso las dinmicas internas de estos grupos, entre otros condicionantes, sera partir de 1992 cuando se produce una importante escisin entre las diversastendencias, que estuvo alimentada por los intentos de cooptacin del rgimencon el objetivo de legitimar su poltica de exclusin y erradicacin del isla-mismo de la escena poltica. A partir de la fecha sealada, las reivindicacionesfeministas pasan a un segundo plano y las energas de las mujeres32 se invierten,bien en defender, en estrecha colaboracin con el poder poltico-militar, un pro-yecto que excluye y persigue al islamismo poltico de la escena pblica (lase elcaso de Jalida Mesaudi, Zazi Sadu...), o bien en proponer, cara al rgimen, unasolucin poltica a la crisis en la que tengan cabida todas las fuerzas polticasdel pas suficientemente representativas, incluyendo la opcin islamista (laseel caso de Salima Guezali, Luisa Hanun, ...). Independientemente de la oportu-nidad y conveniencia de las diferentes propuestas (aunque personalmente yo

    30. Vase principalmente BORRMANS, Maurice: Statut personnel et famille au Maghreb de 1940 nosjours, Paris-La Haya, Mouton, 1977, pp. 521-542 y PREZ BELTRN, Carmelo: Estatuto jurdico dela mujer argelina: matrimonio y divorcio, Granada, Estudios rabes Contemporneos, 1991, pp.97-106.

    31. Vase la traduccin al espaol y un estudio preliminar de PREZ BELTRN, Carmelo: El CdigoArgelino..., op. cit., pp. 386-411.32. Vase PREZ BELTRAN, Carmelo: Entre erradicacin y dilogo: mujeres argelinas. Crnica 1995,

    Miscelnea de Estudios rabes y Hebraicos, 45 (1996), pp. 203-232.

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    opte por una solucin pacfica, dialogante e integradora), lo que me interesaresear en el marco de este estudio es la instrumentalizacin de las mujeres porun poder poltico que durante dcadas ha planificado un proyecto de exclusiny de subordinacin para ellas, negndoles sistemticamente su condicin de

    ciudadanas de pleno derecho.6. A MODO DE CONCLUSIN

    Como he intentado expresar hasta aqu, el rgimen ha implantado todo unagresivo entramado poltico, ideolgico y econmico que tena por objetivoneutralizar las potencialidades de las mujeres en todos los mbitos de la vidapblica, con el objetivo de asignarle un rol circunscrito al mbito privado dela familia tradicional argelina. Igualmente, los cimientos ideolgicos sobre losque se han asentado las instituciones estatales, tales como la exaltacin delpatriotismo, el sentido del deber, la omnipresencia del estado, el egregio pa-

    pel asignado al ejrcito, y el recurso a una lectura reaccionaria del islam, hanpropiciado la perpetuacin de las estructuras patriarcales marcadas por la netaseparacin de los espacios, la estrecha limitacin de las libertades y la promo-cin de una socializacin basada en sentimientos nacionalistas, fundamentadaen sentimientos religiosos e impregnada de valores tradicionales.

    Un tipo de violencia estructural de gnero de semejantes caractersticas,como la que se ha sealado a lo largo de este trabajo, ha favorecido y, en ciertomodo, legitimado otro tipo de violencia muchas ms directa y personal hacialas mujeres que, si bien ha estado presente durante toda la poca independien-

    te33

    , se har mucho ms evidente durante los aos de guerra civil a partir de1992, cuando las mujeres sern blanco predilecto de todo tipo de atropellos yde violaciones de derechos humanos.

    33. Vase como ejemplo, los testimonios recogidos por MRABET, Fadela :La femme algrienne suivi deLes Algriennes, Paris, Maspero, 1969.