viernes santo

4
Para situar este evangelio La iglesia de Jerusalén debió de elaborar un relato de la pasión de Jesús desde su de- tención en Getsemaní hasta la muerte en cruz. Y ese rela- to fue, posiblemente la base común para los cuatro evan- gelistas... aunque después cada uno los amplió según sus propias fuentes e inten- cionalidades. La historia de la pasión de Je- sús en el Evangelio de Juan está transida de gloria. Los acontecimientos más humi- llantes y dolorosos están tras- pasados por hilos de exalta- ción y glorificación; desde esta convicción: “Jesús es Se- ñor”. Y este señorío único se muestra aquí en su pasión, es la “hora” de la exaltación y glorificación. Sólo con esta clave podemos entender y contemplar los hechos y las palabras que forman los cc. 18 y 19 del cuarto evangelio. A Jesús no se le ve abatido ni derrotado, sino victorioso y triunfante. Muchos episodios parecen anticipos de su resu- rrección. Se cumple la pala- bra de Jesús: “Ha llegado la hora en que va a ser glorifica- do el Hijo del Hombre” (Jn 16, 23). Con esta aclaración se Viernes Santo z AÑO A z Jn 18, 1-19 z Primera lectura z Is 52, 13-53, 12 z “Él fue traspasado por nuestras rebeliones”. z Salmo z 30 z “Padre, a tus manos encomiendo mi es- píritu”. z Segunda lectura z Hb 4, 14-16; 5, 7-9 z “Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación”. z Evangelio z Jn 18, 1-19 z “Pasión de nuestro Señor Je- sucristo”. D espués de decir esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el si- tio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fari- seos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús, el Nazareno». Les dijo Jesús: «Yo soy». Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tie- rra. Les preguntó otra vez: «¿A quién buscáis?». Ellos dijeron: «A Jesús, el Nazareno». Jesús contestó: «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, de- jad marchar a estos». Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una es- pada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja de- recha. Este criado se llamaba Maleo. Dijo entonces Jesús a Pedro: «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?». La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ata- ron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacer- dote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo». Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era co- nocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la por- tera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?». El dijo: «No lo soy». Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.

Upload: ordentercera

Post on 28-Jul-2015

204 views

Category:

Education


5 download

TRANSCRIPT

Page 1: Viernes santo

Para situar este evangelio

La iglesia de Jerusalén debióde elaborar un relato de lapasión de Jesús desde su de-tención en Getsemaní hastala muerte en cruz. Y ese rela-to fue, posiblemente la basecomún para los cuatro evan-gelistas... aunque despuéscada uno los amplió segúnsus propias fuentes e inten-cionalidades.

La historia de la pasión de Je-sús en el Evangelio de Juanestá transida de gloria. Losacontecimientos más humi-

llantes y dolorosos están tras-pasados por hilos de exalta-ción y glorificación; desdeesta convicción: “Jesús es Se-ñor”. Y este señorío único semuestra aquí en su pasión, esla “hora” de la exaltación yglorificación. Sólo con estaclave podemos entender ycontemplar los hechos y laspalabras que forman los cc.18 y 19 del cuarto evangelio.A Jesús no se le ve abatido niderrotado, sino victorioso ytriunfante. Muchos episodiosparecen anticipos de su resu-rrección. Se cumple la pala-

bra de Jesús: “Ha llegado lahora en que va a ser glorifica-do el Hijo del Hombre” (Jn 16,23). Con esta aclaración se

Viernes Santo AÑO A Jn 18, 1-19

Primera lectura Is 52, 13-53, 12 “Él fue traspasadopor nuestras rebeliones”.

Salmo 30 “Padre, a tus manos encomiendo mi es-píritu”.

Segunda lectura Hb 4, 14-16; 5, 7-9 “Aprendió aobedecer y se ha convertido para todos los que leobedecen en autor de salvación”.

Evangelio Jn 18, 1-19 “Pasión de nuestro Señor Je-sucristo”.

Después de decir esto, salió Jesús con sus discípulos al otro ladodel torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él ysus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el si-

tio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces,tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fari-seos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo quevenía sobre él, se adelantó y les dijo: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «AJesús, el Nazareno». Les dijo Jesús: «Yo soy». Estaba también con ellos Judas,el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tie-rra. Les preguntó otra vez: «¿A quién buscáis?». Ellos dijeron: «A Jesús, elNazareno». Jesús contestó: «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, de-jad marchar a estos». Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido aninguno de los que me diste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una es-pada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja de-recha. Este criado se llamaba Maleo.

Dijo entonces Jesús a Pedro: «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me hadado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».

La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ata-ron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacer-dote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera unsolo hombre por el pueblo». Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era co-nocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro sequedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la por-tera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro: «¿No eres tú también de losdiscípulos de ese hombre?». El dijo: «No lo soy». Los criados y los guardias habían encendido unbrasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.

Page 2: Viernes santo

iluminan las grandes diferencias entre Juan ylos otros evangelios.

Juan no refiere la agonía de Getsemaní, nadadice de su angustia y su tristeza.

Y recordemos el lenguaje tremendamente sim-bólico que Juan tiene... profundizar en el mis-mo será muy extenso... sin renunciar a ello...perdonad si soy prolifero y me extiendo, recor-dar que las notas son para situarme y mejorcomprender.

Para fijarnos en el Evangelio

Se enlaza el discurso de la cena (Jn 17“La oración de Jesús”) con la Pasión. Op-ción de Pedro.

Un huerto, en Juan tiene un simbolismo de viday fecundidad, será un huerto lugar donde le cru-cifiquen y lo sepulten, el huerto como lugar dereunión, conocido: así la muerte se va a situar(huerto) en el ámbito de vida, la comunidad deJesús se sitúa (huerto) en esfera de vida.

En el prendimiento, se hace resaltar el númerode las fuerzas que intervienen en el prendi-miento: peligro que representa Jesús para “elmundo”, intensidad de la violencia de éste ymagnitud del odio. Acuden todos los compo-nentes de la oposición a Jesús. judas hace dejefe, es figura “del jefe del orden este”, repre-senta a los círculos de poder. Faroles y antor-chas, caminan en la tiniebla; llevan armas, ins-trumentos de muerte. Se identifican tinieblas ymuerte. Quieren extinguir la luz/vida.

Jesús sale; los que llegan no entran en el huer-to, lugar de la vida. No se dirige a Judas, sinoal grupo entero. El Nazareno señala al descen-diente de David. Soy yo, se identifica como Me-sías. Echarse atrás, lenguaje simbólico parasignificar derrota; caer a tierra, derrota total.La entrega de Jesús vence al mundo. No inten-ta escapar. Pone a salvo a sus amigos, porquienes va a dar la vida.

Pedro no entiende la alternativa de Jesús, que noconsiste en triunfar dando muerte, sino en entre-garse para comunicar vida. El, por amor, estadispuesto a dar su vida por Jesús, pero quiereimpedir que Jesús le manifieste el suyo. Pedro noha superado la tentación de hacerlo rey.

Jesús detiene a Pedro. La aceptación de lamuerte entra en el designio del Padre: presen-tar, ante el odio y la violencia, la alternativa delamor. El Padre no ha destinado a Jesús a lamuerte; su misión era dar testimonio de suamor a los hombres. Pero en el mundo de la ti-niebla opresora la muerte violenta era inevita-ble y ella va a manifestar hasta el máximo lamaldad del mundo y el amor de Dios. Jesús nobusca el dolor, pero lo acepta cuando es conse-cuencia ineludible del testimonio del amor y ladenuncia de la opresión. No responde al odiocon el odio ni combate la violencia con la vio-

lencia, para no imitar, aun a costa de la vida, lamaldad del sistema opresor. Muestra así queDios es puro amor y ajeno a toda violencia.

Insiste Juan en la complicidad de todos los po-deres, civiles y religiosos. En el momento deci-sivo, todos descubren su verdadero rostro: sonlos enemigos del hombre y de la vida. Dios oJesús no necesitan en este mundo defensoresni protectores. Usar la fuerza o utilizar la vio-lencia con ese pretexto significa atribuirles lamisma injusticia del sistema y destruir toda al-ternativa. Lo único válido es repetir el gesto deJesús, entregar la vida por amor al hombre.

Aquí los discípulos no huyen, y Jesús se ocupade ponerlos a salvo: “Si me buscáis a mí, dejadmarchar a éstos”.

Pedro no está preparado para seguir aJesús (18, 15-27): no hace caso del aviso de Je-sús, otro es el predilecto de Jesús y modelo dediscípulo. El que experimentaba el amor de Je-sús responde a ese amor aceptando el riesgode seguir a Jesús hasta el fin (entró con Jesús).

Pedro no entra espontáneamente, se deja con-ducir; no lleva el distintivo de discípulo, hayque preguntarle si lo es. Pedro, al romper conJesús se encuentra mezclado con sus enemigosentre los siervos.

Jesús no responde a las preguntas del sumo sa-cerdote -que quiere saber quienes le apoyan- ysobre su doctrina no tiene nada secreto que re-velar. El sumo sacerdote le pide información yél no le reconoce autoridad. Jesús no respondea la violencia (del siervo) con la violencia, lepide que analice sus palabras sin prejuicios: lollama a la razón, a fijarse en la realidad de loshechos (fundamento del juicio personal y de lalibertad). Vemos a Jesús con pleno dominio desí, mientras Pedro -que no se ha movido- leniega (segunda, ahora pública), tiene miedo.

Contraste entre la actitud de Jesús y la de Pe-dro; como trasfondo está el otro discípulo, elverdadero seguidor. Pedro, por miedo, reniegade su condición de discípulo (dio su adhesión aideas, ideal de Mesías, más que a Jesús).

Page 3: Viernes santo

VER

Si no es que nos toca de cerca, habitualmente no lo pensamos, pero to-dos los días nos encontramos con la muerte, y basta con escuchar o

leer las noticias para darnos cuenta: un accidente de tráfico, o doméstico;una catástrofe natural; una enfermedad; un acto de delincuencia; una irres-ponsabilidad que acaba en tragedia... Nos encontramos con la muerte demúltiples maneras, y el por qué se presenta de unas formas u otras es unmisterio: Y como no queremos afrontar esta realidad, evitamos pensar enello... pero así no esquivamos la muerte, y el misterio es cada vez mayor, elmayor interrogante al que se enfrenta el ser humano.

JUZGAR

La cruda realidad de la muerte y sus consecuencias en las personas, los ros-tros del dolor y del sufrimiento, provocan rechazo, evitamos mirarles cara a cara, como hemos escucha-

do en la 1ª lectura de hoy: «muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni teníaaspecto humano... lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre

RECUERDO DE TU AMOR

Padre, ¿dónde encontraremos tu amor? ¿Cómo podremos ver bajo lascostillas del mundo tu corazón y sabremos de su rápido palpitar?¿Cómo, si nunca te hemos visto, y siendo de esta tierra habitas, sin em-bargo, en otro planeta?

Jesús nos lo dirá. Jesús nos recuerda tu amor, nos lo trae, nos lo entre-ga. Jesús nos dice cómo amas tú al hombre, cuánto nos amas, cuántome amas... a mí.

Ahí está, en la cruz, sangre caliente todavía, que ha caído sobre la tier-ra y la empapa y la hace germinar. ¡Hijos de Abraham nacerán de estatierra!

Ahí está, colgado de lo alto de la infamia. ¿No podías haberle ahorradoel golpe? Lo dejaste indefenso. La furia del mal lo torturó con hierro yquiso raer su nombre y descendencia de la faz de la tierra.

¿No podías haberlo librado del tormento y la destrucción? Nada habíaen él que no fuera de Ti. Era tu resplandor, el espejo luminoso de turostro. Estabas en él del todo. ¿Por qué lo dejaste, machacado,bajo los clavos del odio?

Amó al principio, en medio y al final. Amó a destajo.Amó en la dulzura de la paz y en el fragor del con-flicto. Amó a quemarropa. Y no lo pudieron soportar.

Allí estabas también Tú. En los clavos, en la sangre y en lascarnes desgarradas. Allí estaba tu amor, que rompió las fron-teras de Jesús hasta reventar. Estalló su cuerpo, y tu amorsalpicó sobre cada uno de nosotros. Él, que era toda vida,pasó por la destrucción total. Vencido, derrotado, esclavopor nosotros. Pero luego vencedor para nosotros.

Jesús, recordatorio de tu amor. Por él sabemos cómo amas alhombre, cuánto nos amas, cuánto me amas... a mí.

Patxi Loidi. Mar adentro

Ver Juzgar Actuar “Misterio de la muerte”

Ruego por pedir el donde comprender el Evange-lio y poder conocer y esti-mar a Jesucristo y, así,poder seguirlo mejor.

Apunto algunos hechosvividos esta semana queha acabado.

Leo el texto. Despuéscontemplo y subrayo.

Ahora apunto aquelloque descubro de JESÚS yde los otros personajes, laBUENA NOTICIA que es-cucho...

Y vuelvo a mirar la vida,los HECHOS vividos, lasPERSONAS de mi entor-no... desde el Evangelio.

Llamadas que me hace-nos hace- el Padre hoy através de este Evangelio ycompromiso.

Plegaria. Diálogo conJesús dando gracias, pi-diendo...

Page 4: Viernes santo

de dolores... ante el cual se ocultan los rostros;despreciado y desestimado».

Pero apartar la mirada no soluciona nada: el mis-terio de la muerte va a seguir estando ahí, con suinterrogante perpetuo. Por eso hoy, Viernes San-to, ante ese interrogante no apartamos la mirada,sino que la ponemos en Jesús, que librementeacepta pasar por el trance de la muerte y asume lacruz, como hemos escuchado en el relato de laPasión: «Tomaron a Jesús y él, cargando con lacruz, salió al sitio llamado “De la Calavera” (queen hebreo se dice Gólgota)». En Jesús vemos cum-plida la profecía del Siervo: «Él soportó nuestrossufrimientos y aguantó nuestros dolores... traspa-sado por nuestras rebeliones... el Señor cargó so-bre él todos nuestros crímenes... voluntariamentese humillaba y no abría la boca... murió con losmalvados, aunque no había cometido crímenes nihubo engaño en su boca».

Pero si seguimos poniendo la mirada en Jesús cru-cificado veremos que, si se cumple en Él esta par-te de la profecía de Isaías, también se cumplirá lasiguiente: «Cuando entregue su vida como expia-ción, verá su descendencia... mi siervo justificará amuchos... Por eso le daré una parte entre los gran-des... porque expuso su vida a la muerte y fue con-tado entre los pecadores, él tomó el pecado demuchos e intercedió por los pecadores». Su Pa-sión y su muerte en la cruz no han sido inútiles,no son actos sin sentido, estériles.

Por eso, cuando nos encontramos con el misteriode la muerte, podemos poner en Él nuestra mira-da, porque como hemos escuchado en la 2ª lectu-ra: «no tenemos un Sumo Sacerdote que no pue-da compadecerse de nuestras flaquezas, sino pro-bado en todo, igual que nosotros, excepto en elpecado». Jesús ha pasado por la prueba de lamuerte, como nosotros tenemos que pasar. Cuan-do nos encontremos con el misterio de la muerteen cualquiera de sus formas, con la crudeza de lamuerte, debemos recordar que «Cristo, en losdías de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, pre-

sentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo dela muerte, y fue escuchado por su actitud reveren-te. Aceptando la cruz, llevado a la consumación, seha convertido para todos los que le obedecen enautor de salvación eterna». Mirar la cruz, sola, nosprovoca miedo y rechazo; mirar la cruz con Cristo,mirar a Cristo en la cruz, no elimina el dolor, peroponiendo la mirada en Cristo crucificado pode-mos mantener «firmes la fe que profesamos», por-que sabemos que por Él y con Él la muerte no ten-drá la última palabra.

ACTUAR

La muerte forma parte de la existencia humana,aunque no queramos reconocerlo y aunque

pretendamos apartar la mirada cuando se cruzaen nuestro camino. Hoy miramos a Jesús crucifi-cado, porque sólo poniendo en Él nuestra miradasabremos y podremos afrontar el misterio de lamuerte. Por eso dentro de unos momentos adora-remos la cruz: no como una exaltación del dolor,sino como un gesto de fe. Como decía san Pablo,«acerquémonos, por tanto, confiadamente al tro-no de gracia a fin de alcanzar misericordia y hallargracia para ser socorridos en el tiempo oportuno».La muerte seguirá siendo un misterio, pero miran-do a Jesús crucificado aprenderemos a afrontarlay aceptarla manteniendo la fe y la esperanza enque tras el misterio de la muerte nos encontrare-mos con el misterio de la Vida, como mañana ce-lebraremos en la Vigilia Pascual.

Acción Católica GeneralAlfonso XI, 4 5º

28014 - Madridwww.accioncatolicageneral.es