viernes de la semana xix. oficio de lectura

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VIERNES DE LA SEMANA XIX Del Común de un mártir. Salterio III 14 de agosto SAN MAXIMILIANO MARÍA KOLBE, presbítero y mártir. (MEMORIA) Maximiliano María Kolbe nació cerca de Lodz (Polonia) el 8 de enero de 1894. Ingresó en el seminario de los Hermanos Menores Conventuales en 1907, y el año 1918 fue ordenado sacerdote en Roma. Encendido en el amor a la Madre de Dios fundó la asociación piadosa de la «Milicia de María Inmaculada», que propagó con entusiasmo. Misionero en el Japón, se esforzó por extender la fe cristiana bajo el auspicio y patrocinio de la misma Virgen Inmaculada. Vuelto a Polonia, habiendo sufrido grandes calamidades, en el mayor conflicto de los pueblos, entregó su vida como holocausto de caridad por la libertad de un desconocido condenado a muerte, el 14 de agosto de 1941, en el campo de concentración de Auchwitz. OFICIO DE LECTURA Si el Oficio de Lectura es la primera oración del día: V. Señor abre mis labios R. Y mi boca proclamará tu alabanza Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona: Ant. Venid, adoremos al Señor, rey de los mártires. Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora: V. Dios mío, ven en mi auxilio R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya. Himno: TESTIGOS DE AMOR Testigos de amor de Cristo Señor, mártires santos. Rosales en flor de Cristo el olor, mártires santos.

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Oficio de lectura

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VIERNES DE LA SEMANA XIX Del Comn de un mrtir. Salterio III 14 de agosto SAN MAXIMILIANO MARA KOLBE, presbtero y mrtir. (MEMORIA) Maximiliano Mara Kolbe naci cerca de Lodz (Polonia) el 8 de enero de 1894. Ingres en el seminario de los Hermanos Menores Conventuales en 1907, y el ao 1918 fue ordenado sacerdote en Roma. Encendido en el amor a la Madre de Dios fund la asociacin piadosa de la Milicia de Mara Inmaculada, que propag con entusiasmo. Misionero en el Japn, se esforz por extender la fe cristiana bajo el auspicio y patrocinio de la misma Virgen Inmaculada. Vuelto a Polonia, habiendo sufrido grandes calamidades, en el mayor conflicto de los pueblos, entreg su vida como holocausto de caridad por la libertad de un desconocido condenado a muerte, el 14 de agosto de 1941, en el campo de concentracin de Auchwitz. OFICIO DE LECTURA Si el Oficio de Lectura es la primera oracin del da: V. Seor abre mis labios R. Y mi boca proclamar tu alabanza Se aade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antfona:

Ant. Venid, adoremos al Seor, rey de los mrtires. Si antes del Oficio de lectura se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mo, ven en mi auxilio R. Seor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amn. Aleluya. Himno: TESTIGOS DE AMOR Testigos de amor de Cristo Seor, mrtires santos. Rosales en flor de Cristo el olor, mrtires santos. Palabras en luz de Cristo Jess, mrtires santos. Corona inmortal del Cristo total, mrtires santos. Amn. SALMODIA Ant 1. Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios. Salmo 68, 2-22. 30-37 I - LAMENTACIN Y PLEGARIA DE UN FIEL DESOLADO Dios mo, slvame, que me llega el agua al cuello: me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente. Estoy agotado de gritar, tengo ronca la garganta; se me nublan los ojos de tanto aguardar a mi Dios. Ms que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin razn; ms duros que mis huesos, los que me atacan injustamente. Es que voy a devolver lo que no he robado? Dios mo, t conoces mi ignorancia, no se te ocultan mis delitos. Que por mi causa no queden defraudados los que esperan en ti, Seor de los ejrcitos. Que por mi causa no se avergencen los que te buscan, Dios de Israel. Por ti he aguantado afrentas, la vergenza cubri mi rostro. Soy un extrao para mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre m. Cuando me aflijo con ayunos, se burlan de m; cuando me visto de saco, se ren de m; sentados a la puerta murmuran, mientras beben vino me cantan burlas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amn. Ant. Estoy agotado de gritar y de tanto aguardar a mi Dios. Ant 2. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. Salmo 68, 2-22. 30-37 II Pero mi oracin se dirige a ti, Dios mo, el da de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude: arrncame del cieno, que no me hunda; lbrame de los que me aborrecen, y de las aguas sin fondo. Que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino, que no se cierre la poza sobre m. Respndeme, Seor, con la bondad de tu gracia, por tu gran compasin vulvete hacia m; no escondas tu rostro a tu siervo: estoy en peligro, respndeme en seguida. Acrcate a m, resctame, lbrame de mis enemigos: ests viendo mi afrenta, mi vergenza y mi deshonra; a tu vista estn los que me acosan. La afrenta me destroza el corazn, y desfallezco. Espero compasin, y no la hay; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amn. Ant. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. Ant 3. Buscad al Seor, y revivir vuestro corazn. Salmo 68, 2-22. 30-37 III Yo soy un pobre malherido; Dios mo, tu salvacin me levante. Alabar el nombre de Dios con cantos, proclamar su grandeza con accin de gracias; le agradar a Dios ms que un toro, ms que un novillo con cuernos y pezuas. Miradlo los humildes, y alegraos, buscad al Seor, y revivir vuestro corazn. Que el Seor escucha a sus pobres, no desprecia a sus cautivos. Albenlo el cielo y la tierra, las aguas y cuanto bulle en ellas. El Seor salvar a Sin, reconstruir las ciudades de Jud, y las habitarn en posesin. La estirpe de sus siervos la heredar, los que aman su nombre vivirn en ella. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amn. Ant. Buscad al Seor, y revivir vuestro corazn. V. El Seor nos instruir en sus caminos. R. Y marcharemos por sus sendas. PRIMERA LECTURA Del segundo libro de los Reyes 11, 1-20 ATALA Y EL REY JOAS En aquellos das, cuando Atala, madre de Ocozas, vio que su hijo haba muerto, empez a exterminar a toda la familia real. Pero cuando los hijos del rey estaban siendo asesinados, Joseb, hija del rey Jorn y hermana de Ocozas, rapt a Jos, hijo de Ocozas, y lo escondi con su nodriza en el dormitorio; as se lo ocult a Atala y lo libr de la muerte. El nio estuvo escondido con ella en el templo mientras en el pas reinaba Atala. El ao sptimo, Yehoyad mand a buscar a los centuriones de los carios y de la escolta; los llam a su presencia en el templo, se jurament con ellos y les present al hijo del rey. Luego, les dio estas instrucciones: Vais a hacer lo siguiente: el tercio que est de servicio en el palacio el sbado (el tercio que est en la puerta de las caballerizas y el de la puerta de detrs del cuartel de la escolta haris la guardia en el templo por turnos) y los otros dos cuerpos, todos los que estis libres el sbado, haris la guardia en el templo cerca del rey. Rodead al rey por todas partes, arma en mano. Si alguno quiere meterse por entre las filas, matadlo. Y estad junto al rey, vaya donde vaya. Los oficiales hicieron lo que les mand el sacerdote Yehoyad; cada uno reuni a sus hombres, los que estaban de servicio el sbado y los que estaban libres, y se presentaron al sacerdote Yehoyad. El sacerdote entreg a los oficiales las lanzas y los escudos del rey David, que se guardaban en el templo. Los de la escolta empuaron las armas y se colocaron entre el altar y el templo, desde el ngulo sur hasta el ngulo norte del templo, para proteger al rey. Entonces, Yehoyad sac al hijo del rey, le coloc la diadema y las insignias, lo ungi rey, y todos aplaudieron aclamando: Viva el rey! Atala oy el clamor de la tropa y de los oficiales, y se fue hacia la gente, al templo. Pero cuando vio al rey en pie sobre el estrado, como es costumbre, y a los oficiales y la banda cerca del rey, toda la poblacin en fiesta y las trompetas tocando, se rasg las vestiduras y grit: Traicin, traicin! El sacerdote Yehoyad orden a los oficiales que mandaban las fuerzas: Sacadla del atrio. Al que la siga, lo matis. Pues no quera que la matasen en el templo. La fueron empujando con las manos y, cuando llegaba al palacio por la puerta de las caballerizas, all la mataron. Yehoyad sell el pacto entre el Seor y el rey y el pueblo, para que ste fuera el pueblo del Seor. Toda la poblacin se dirigi luego al templo de Baal: lo destruyeron, derribaron sus altares, trituraron las imgenes, y a Matan, sacerdote de Baal, lo degollaron ante el altar. El sacerdote Yehoyad puso guardias en el templo, y luego, con los centuriones, los carios, los de la escolta y todo el vecindario, bajaron del templo al rey y lo llevaron al palacio por la puerta de la escolta. Y Jos se sent en el trono real. Toda la poblacin hizo fiesta, y la ciudad qued tranquila. A Atala la haban matado en el palacio. RESPONSORIO2Cro 23, 3; Jr 23, 5 R. Toda la comunidad hizo en el templo un pacto con el rey. Yehoyad les dijo: Debe reinar un hijo del rey, * como prometi el Seor a la descendencia de David. V. Suscitar a David un vstago legtimo: reinar como rey prudente. R. Como prometi el Seor a la descendencia de David. SEGUNDA LECTURA De las cartas de san Maximiliano Mara Kolbe, presbtero y mrtir. (Gli scritti di Massimiliano Kolbe eroe di Oswiecim e beato della Chiesa, vol 1, Citt di Vita, Firenze 1975, pp 44-46. 113-114) EL IDEAL DE LA VIDA APOSTLICA ES LA SALVACIN Y SANTIFICACIN DE LAS ALMAS. Me llena de gozo, querido hermano, el celo que te anima en la propagacin de la gloria de Dios. En la actualidad se da una gravsima epidemia de indiferencia, que afecta, aunque de modo diverso, no slo a los laicos, sino tambin a los religiosos. Con todo, Dios es digno de una gloria infinita. Siendo nosotros pobres criaturas limitadas y, por tanto, incapaces de rendirle la gloria que l merece, esforcmonos, al menos, por contribuir, en cuanto podamos, a rendirle la mayor gloria posible. La gloria de Dios consiste en la salvacin de las almas, que Cristo ha redimido con el alto precio de su muerte en la cruz. La salvacin y la santificacin ms perfecta del mayor nmero de almas debe ser el ideal ms sublime de nuestra vida apostlica. Cul sea el mejor camino para rendir a Dios la mayor gloria posible y llevar a la santidad ms perfecta el mayor nmero de almas, Dios mismo lo conoce mejor que nosotros, porque l es omnisciente e infinitamente sabio. l, y slo l, Dios omnisciente, sabe lo que debemos hacer en cada momento para rendirle la mayor gloria posible. Y cmo nos manifiesta Dios su propia voluntad? Por medio de sus representantes en la tierra. La obediencia, y slo la santa obediencia, nos manifiesta con certeza la voluntad de Dios. Los superiores pueden equivocarse, pero nosotros obedeciendo no nos equivocamos nunca. Se da una excepcin: cuando el superior manda algo que con toda claridad y sin ninguna duda es pecado, aunque ste sea insignificante; porque en este caso el superior no sera el representante de Dios. Dios, y solamente Dios infinito, infalible, santsimo y clemente, es nuestro Seor, nuestro creador y Padre, principio y fin, sabidura, poder y amor: todo. Todo lo que no sea l vale en tanto en cuanto se refiere a l, creador de todo, redentor de todos los hombres y fin ltimo de toda la creacin. Es l quien, por medio de sus representantes aqu en la tierra, nos revela su admirable voluntad, nos atrae hacia s, y quiere por medio nuestro atraer al mayor nmero posible de almas y unirlas a s del modo ms intimo y personal. Querido hermano, piensa qu grande es la dignidad de nuestra condicin por la misericordia de Dios. Por medio de la obediencia nosotros nos alzamos por encima de nuestra pequeez y podemos obrar conforme a la voluntad de Dios. Ms an: adhirindonos as a la divina voluntad, a la que no puede resistir ninguna criatura, nos hacemos ms fuertes que todas ellas. sta es nuestra grandeza; y no es todo: por medio de la obediencia nos convertimos en infinitamente poderosos. ste y slo ste es el camino de la sabidura y de la prudencia, y el modo de rendir a Dios la mayor gloria posible. Si existiese un camino distinto y mejor, Jess nos lo hubiera indicado con sus palabras y su ejemplo. Los treinta aos de su vida escondida son descritos as por la sagrada Escritura: Y les estaba sujeto. Igualmente, por lo que se refiere al resto de la vida toda de Jess, leemos con frecuencia en la misma sagrada Escritura que l haba venido a la tierra para cumplir la voluntad del Padre. Amemos sin lmites a nuestro buen Padre: amor que se demuestra a travs de la obediencia y se ejercita sobre todo cuando nos pide el sacrificio de la propia voluntad. El libro ms bello y autntico donde se puede aprender y profundizar este amor es el Crucifijo. Y esto lo obtendremos mucho ms fcilmente de Dios por medio de la Inmaculada, porque a ella ha confiado Dios toda la economa de la misericordia. La voluntad de Mara, no hay duda alguna, es la voluntad del mismo Dios. Nosotros, por tanto, consagrndonos a ella, somos tambin como ella, en las manos de Dios, instrumentos de su divina misericordia. Dejmonos guiar por Mara; dejmonos llevar por ella, y estaremos bajo su direccin tranquilos y seguros: ella se ocupar de todo y proveer a todas nuestras necesidades, tanto del alma como del cuerpo; ella misma remover las dificultades y angustias nuestras. RESPONSORIOEf 5, 1-2; 6, 6 R. Sed imitadores de Dios, como hijos amados, y vivid en el amor como Cristo os am y se entreg por nosotros. * Como oblacin y vctima de suave fragancia. V. Como esclavos de Cristo que cumplen de corazn la voluntad de Dios.R. Como oblacin y vctima de suave fragancia. ORACIN. OREMOS, Oh Dios, que a san Maximiliano Mara, apstol de la Inmaculada y ejemplo de caridad hacia el prjimo, le infundiste un deseo ardiente de la salvacin de los hombres, concdenos, por su intercesin, poder trabajar generosamente por tu gloria y por la salvacin de los hombres hasta dar nuestra propia vida, como lo hizo tu Hijo. l, que vive y reina contigo en la unidad del Espritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amn CONCLUSIN V. Bendigamos al Seor. R. Demos gracias a Dios.