vida espiritual - welch john - las Épocas del corazón

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http://www.ocarm.org/books/content/las-épocas-del-corazón-la-dinámica-espiritual-de-la-vida-carmelita Directorio de Espiritualidad Carmelita LAS ÉPOCAS DEL CORAZÓN La dinámica espiritual de la vida Carmelita John Welch, O.Carm. Introducción 1. Un corazón anhelante - Nuestro deseo de Dios 1.1 Lo queremos todo 1.2 Deseos de los Carmelitas 1.3 Resumen 1.4 Preguntas para la reflexión 2. Un corazón esclavizado - El culto al falso dios 2.1 Conviviendo con los ídolos 2.2 Relación desordenada 2.3 Un rol profético 2.4 Resumen 2.5 Preguntas para reflexionar 3. Un corazón que escucha - La vida contemplativa 3.1 Dios, siempre presente 3.2 Atraídos por el amor 3.3 La contemplación reenfocada 3.4 Resumen 3.5 Preguntas para la reflexión 4. Un corazón preocupado - Lo trágico en la vida 4.1 Los sufrimientos de la humanidad 4.2 El amor oscuro de Dios 4.3 Noches oscuras 4.4 Una nueva espiritualidad 4.5 Resumen 4.6 Preguntas para reflexionar 5. Un corazón puro - La transformación del deseo 5.1 Unión con Dios 5.2 Un despertar 5.3 Querer lo que Dios quiere 5.4 Resumen 5.5 Preguntas para la reflexión Introducción La tradición carmelita puede entenderse como un comentario de ochocientos años al Cantar de los Cantares. Esta antigua historia de amor de la escritura hebrea es la narración básica que capta la experiencia de muchos carmelitas.

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Espiritualidad Carmelita

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  • http://www.ocarm.org/books/content/las-pocas-del-corazn-la-dinmica-espiritual-de-la-vida-carmelita

    Directorio de Espiritualidad Carmelita

    LAS POCAS DEL CORAZN

    La dinmica espiritual de la vida Carmelita

    John Welch, O.Carm. Introduccin 1. Un corazn anhelante - Nuestro deseo de Dios 1.1 Lo queremos todo 1.2 Deseos de los Carmelitas 1.3 Resumen 1.4 Preguntas para la reflexin 2. Un corazn esclavizado - El culto al falso dios 2.1 Conviviendo con los dolos 2.2 Relacin desordenada 2.3 Un rol proftico 2.4 Resumen 2.5 Preguntas para reflexionar 3. Un corazn que escucha - La vida contemplativa 3.1 Dios, siempre presente 3.2 Atrados por el amor 3.3 La contemplacin reenfocada 3.4 Resumen 3.5 Preguntas para la reflexin

    4. Un corazn preocupado - Lo trgico en la vida 4.1 Los sufrimientos de la humanidad 4.2 El amor oscuro de Dios 4.3 Noches oscuras 4.4 Una nueva espiritualidad 4.5 Resumen 4.6 Preguntas para reflexionar

    5. Un corazn puro - La transformacin del deseo 5.1 Unin con Dios 5.2 Un despertar 5.3 Querer lo que Dios quiere 5.4 Resumen 5.5 Preguntas para la reflexin

    Introduccin La tradicin carmelita puede entenderse como un comentario de ochocientos aos al Cantar de los Cantares. Esta antigua historia de amor de la escritura hebrea es la narracin bsica que capta la experiencia de muchos carmelitas.

  • "La voz de mi amado! Miradlo aqu llega, saltando por los montes, brincando por las lomas." (2,8). Pensaban que buscaban un Dios difcil de encontrar, y volvan de su bsqueda con la conviccin de que Dios los haba estado acompaando con su amor a lo largo de todo el camino. El anhelo profundo del corazn del Carmelita se ha revelado como una invitacin: "Levntate, amada ma, hermosa ma, y vente." (2,10). Los escritores carmelitas se han fijado con frecuencia en la historia de amor del Cantar de los Cantares para encontrar palabras que puedan expresar esta experiencia. San Juan de la Cruz tom de esta historia y de las imgenes del Cantar para componer su poema de amor Cntico Espiritual. Teresa de vila escribi un comentario al Cantar. Y Teresa de Lisieux se identific con esta historia pero, a diferencia del amante del Cantar que espera al Amado, ella lo encontraba siempre en su cama. Los versos del Cantar aparecen consciente o inconscientemente en las historias carmelitas. Los carmelitas cuentan muchas historias, pero la historia del amante inquieto que espera al Amado aparece como tema comn. La unin amorosa y la retirada a la soledad encuentran expresiones equivalentes en las historias de los carmelitas. Juan de la Cruz encontr en las palabras de Oseas una expresin de su experiencia: "Por eso yo voy a seducirla; la llevar al desierto y hablar a su corazn." (2, 16). Respondiendo a la invitacin de una Presencia misteriosa presente en las vidas de aquellos que estn en bsqueda, los carmelitas han sido arrastrados hacia una relacin que les transforma para siempre: "... ha pasado el invierno, las lluvias cesaron, se han ido. La tierra se cubre de flores, llega la estacin de las canciones..." (2, 11-12). Los temas fundamentales de la espiritualidad carmelita aparecen en esta historia del corazn humano. Estos temas revelan un dinamismo espiritual en el ncleo de la vida carmelita que puede describirse como "pocas del Corazn". La intencin de este tema es repasar estas "pocas del corazn" en un intento por identificar la dinmica espiritual de la vida carmelita. Hay cinco "pocas" descritas en este tema: 1. un corazn anhelante (nuestro deseo de Dios) 2. un corazn esclavizado (el culto al falso dios) 3. un corazn que escucha (la vida contemplativa) 4. un corazn preocupado (lo trgico en la vida) 5. un corazn puro (la transformacin del deseo)

    Estas "pocas del corazn" y la respuesta que da el Carmelo a ellas, estn entre las realidades que dan origen a la tradicin carmelita, establecindolas como uno de los mayores caminos para los cristianos.

  • 1. Un corazn anhelante - Nuestro deseo de Dios 1.1 Lo queremos todo "Nuestros corazones estn inquietos", escribi San Agustn, y esta verdad permanece como algo fundamental a la condicin humana. La inquietud humana, el deseo humano, el anhelo humano - ninguno de ellos parece que nunca ser final y completamente satisfecho. Podemos ver expresada la inquietud humana en la imagen de un beb que comienza a gatear y a explorar su entorno; el viaje de los primeros carmelitas que dejaron sus casas para congregarse en un valle del Monte Carmelo fue movido por este mismo deseo. Somos verdaderamente peregrinos. Nosotros los humanos nunca tenemos suficiente porque al igual que Santa Teresa de Lisieux lo queremos todo. Y no descansaremos hasta conseguirlo. La tradicin carmelita reconoce esta hambre del corazn humano y dice que estamos hechos de esa manera. Estamos hechos para buscar y explorar, anhelar y sufrir hasta que el corazn finalmente encuentre algo o alguien que pueda armonizar o estar a tono con la profundidad de su deseo, hasta que el corazn pueda encontrar suficiente alimento para satisfacer su hambre. Llamamos a este alimento, a esta realizacin, a esta meta del deseo humano, Dios. Durante ochocientos aos los carmelitas han estado intencionadamente persiguiendo esta realizacin misteriosa y difcil de encontrar. "Deseaba vivir", escribi Santa Teresa de vila, "y no haba quien me diese vida..."[1] Creemos, aunque lo digamos o no, que todo ser humano est en esta bsqueda. Podemos asumir esto: que cada estudiante de nuestro colegio, cada miembro de nuestra parroquia, cada peregrino a nuestro santuario, cada candidato en nuestro seminario est abierto al misterio trascendente al que llamamos Dios. Por algn tiempo el deseo puede ser negado, el hambre temporalmente satisfecha, el anhelo ahogado, aturdido, debilitado. Pero sabemos que est ah y que de un momento a otro aparecer. Nuestra tradicin tiene la fuerza, el lenguaje, las imgenes que nos ayudan a, iluminar lo que la gente est experimentando en lo profundo de su ser. La tradicin carmelita intenta darle nombre a esta hambre, darle palabras al deseo, y expresar que el final del viaje est en Dios. El corazn humano siempre necesitar esta clarificacin de sus deseos. El Carmelo siempre ha deseado lo mismo y est dispuesto a caminar y acompaar aquellos con los que se encuentre en este camino. No podemos satisfacer su hambre, pero podemos ayudarles a encontrar palabras para ella y saber hacia dnde apunta. Lo hemos hecho en el arte, en la poesa y en la cancin, en la consejera y en la enseanza, en la simple escucha y comprensin. Y podemos advertirle a la gente que al final las palabras fallan y slo queda el deseo en s mismo.

  • Un autor contemporneo dice que el problema serio de la espiritualidad de hoy da es la ingenuidad acerca del deseo o de la energa que nos mueve. Nuestro anhelo espiritual dado por Dios, que puede expresarse de diversas maneras, incluyendo la energa creadora, ertica, es peligroso para nosotros si no se maneja con cuidado. Somos muy ingenuos acerca de este profundo deseo nuestro y no estamos muy atentos a su peligro. Sin una actitud de reverencia hacia esta energa y a los modos de acceder a ella y mantenindola contenida, muchos adultos se mueven entre la alienacin de este fuego y por tanto viven en depresin, o se permiten ser consumidos por l y viven en un estado de inflacin. Depresin en este sentido significa la incapacidad de disfrutar de la vida como un nio, de sentir el verdadero gozo. La inflacin se refiere a nuestra tendencia, a ratos, a identificarnos con este fuego, con este poder de los dioses. "...Estamos tan llenos de nosotros mismos que somos una amenaza para nuestras familias, amigos, comunidades y para nosotros mismos." Incapaces de manejar esta energa o nos sentimos muertos interiormente o por el contrario somos hiperactivos e inquietos. "La espiritualidad trata sobre las maneras en que podemos acceder a esa energa y de cmo podemos contenerla."[2] 1.2 Deseos de los Carmelitas Este dilema encontrar su comprensin en los santos del Carmelo. En el encuentro con esa llama profunda los santos se dejaron abrasar y purificar por ella. Teresa de vila la entiende como el agua que Jess ofreci a la samaritana. Ms fuego que agua, esta llama inflama el deseo. "Mas con qu sed se desea tener esta sed!"[3] Juan de la Cruz comienza su poema del Cntico Espiritual con una queja: "Adonde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habindome herido; sal tras ti clamando y eras ido."[4] Juan de la Cruz comprende nuestra humanidad como el despertar en medio de una historia de amor. Alguien ha tocado nuestros corazones hirindolos y hacindolos penar por esa realizacin. Quin nos ha hecho esto y adnde se ha ido? Estas preguntas persiguen a cada ser humano a lo largo de su viaje e impulsan cada paso desde el gateo del beb a la peregrinacin del Papa a Tierra Santa incluyendo todo el esfuerzo humano que se da en medio de todo esto. Juan de la Cruz dice que nuestros deseos son como nios. Les prestamos atencin y se calman por algn tiempo. Pero muy pronto se despiertan y rompen con sus ruidos la paz del hogar. O, tambin nuestros deseos son como un da largamente deseado de estar con el amado; pero ese da resulta ser una gran desilusin. Nuestra humanidad tiene un hambre que slo Dios puede satisfacer. Teresa de Lisieux encontr sus deseos profundos contenidos bajo la imagen del cielo: el cielo como el Domingo sin ocaso, el retiro eterno, la ribera

  • eterna. La ribera eterna es una expresin particularmente evocadora del anhelo de su corazn. Ella lo quera todo en la vida, y esta imagen es expresin de todos sus deseos. Pero no hay imagen o concepto que pueda expresar sus anhelos: Siento cun impotente soy para expresar en lenguaje humano los secretos del cielo, y despus de escribir pgina tras pgina encuentro que an no he comenzado. Hay tantos horizontes diferentes, tantos matices de infinita variedad... (SS. 189). Salimos al encuentro de esto o de aquello seducidos por una promesa de realizacin, pero para ser decepcionados una y otra vez. Usando la imagen de Teresita llegamos a muchas riberas, pero no nos damos cuenta de que no es la ribera eterna. El espritu y la sique habitan en la misma regin de la mente. El espritu es ese dinamismo que hay en nosotros que nos impulsa a la plenitud del ser, a conocerlo todo, a amarlo todo, a ser uno con todos. La sique expresa estos deseos con imgenes primordiales sacadas del cuerpo y del mundo. La sique conecta los rganos del cuerpo con su arraigo en el cosmos, con la trascendencia del espritu y su anhelo de plenitud. Nuestras imgenes esperanzadoras, tal como "la ribera eterna", son expresin tanto de la sique como del espritu. Las imgenes de la sique son agitadas por los anhelos del espritu. Ellas pueden mover y expresar nuestras ansias de paz y de justicia, nos pueden abrir a un profundo arrepentimiento, pueden arrojar luz sobre nuestra existencia e iluminar nuestro camino, pueden proveernos escenarios esperanzadores sobre nuestro futuro despus de esta vida, como hizo Teresa de Lisieux. Pero ninguna de ellas es suficiente para expresar final y completamente nuestros deseos ms profundos, sobre todo el deseo de que somos. Nuestro anhelo profundo de conocer y amar, de ser uno con todo lo que es, nunca ser realizado. Nuestras hambres profundas nunca encuentran suficiente alimento en esta vida. Expresamos nuestras necesidades, pero, qu queremos en realidad? El telogo Bernard Lonergan crea que si nosotros seguimos el sendero de nuestros deseos profundos, expresndolos en verdad, enfrentndonos a ellos, y respondiendo a su llamada en nuestras vidas, de esa manera podramos experimentar conversiones. Nuestras necesidades y nuestros deseos se purificarn en la medida en que deseemos lo que Dios desea hasta adecuarlo con nuestro deseo. Qu desean los hombres y mujeres de nuestras parroquias, de nuestras casas de retiro, de nuestras consejeras? Todo! Contad con ello y ddselo. Nos decimos a nosotros mismos y les decimos a ellos que el hambre dentro de nosotros es tan profunda y poderosa que, reconocida o no, slo Dios es el alimento que la puede saciar. Cuando Jess predic el Reino de Dios presente y venidero se refera precisamente a los deseos profundos, al santo

  • anhelo que anidaba en el corazn de sus oyentes. El 24 de marzo de 2000 se celebr el vigsimo aniversario del asesinato del Arzobispo Oscar Romero en El Salvador. Fue asesinado durante la celebracin de la Eucarista en una capilla carmelita. Mientras celebraba los funerales de aquellos que haban sido asesinados por los poderosos y lea los nombres de los desaparecidos se dio cuenta que era su deber prestarle su voz a los sin voz. Y as se produce su conversin, de ser un clrigo tradicional, profesional y piadoso se convierte en un pastor valiente y defensor de su pueblo. Se dio a la tarea de denunciar los anhelos oprimidos del pueblo y as con su presencia valerosa darle vida al anhelo santo que vio reflejado en las caras de la gente del pueblo salvadoreo. Escuchar a las personas, expresar su anhelo profundo y ayudarles a ponerle palabras a ese anhelo, es parte del ministerio carmelita. Los primeros carmelitas establecieron en su pequeo valle las condiciones que pondran orden a sus mltiples deseos. Cada uno habitaba en una celda y stas rodeaban la capilla en la que recordaban diariamente el deseo de Dios para ellos. Teresa de vila fund comunidades de clausura en las que las monjas pudieran abrirse completamente a la fuerza de sus deseos en una amistad afectuosa con el Seor y entre ellas. Ella las anim a que se dejaran seducir por la atraccin de sus profundidades mientras sus deseos fragmentados iban encontrando sancin y reorientacin. Tanto ella como Teresa de Lisieux crean firmemente que si Dios nos haba dado esos anhelos l mismo los llevara a su plenitud. 1.3 Resumen La tradicin carmelita reconoce que hay un hambre de Dios muy profunda en el corazn del hombre. Este anhelo y esta ansia nos impulsan a lo largo de toda nuestra vida mientras buscamos la realizacin del deseo de nuestro corazn. Esta corriente profunda de deseo en nuestras vidas es el resultado de que Dios nos ha deseado primero. Dios, el primer contemplativo, nos mir y nos hizo encantadores y atractivos para l. La tradicin carmelita no habla del aniquilamiento del deseo, pero s de la transformacin de los deseos para que ms y ms deseemos lo que Dios desea en esa consonancia del deseo. Como Teresa de vila dijo simplemente, Yo quiero lo que T quieres. 1.4 Preguntas para la reflexin 1. Cmo experimento este anhelo, esta ansia, esta hambre que

    finalmente es de Dios? Estoy consciente de esa inquietud fundamental? Encuentro un lugar en mi vida en que este anhelo se est expresando?

    2. Qu me produce gozo y placer profundo? En qu momento me siento ms creativo y ms vivo? Trato de rechazar, ignorar, suprimir el fuego dentro de mi o intento buscar formas de honrarlo?

  • 3. Cmo expreso mis anhelos ms profundos? Qu actividades los incluyen y me dejan anhelando su realizacin profunda?

    4. Cmo la gente con la que trabajo expresa sus anhelos y deseos profundos del corazn? Cmo yo, junto con ellos, encuentro el lenguaje para este anhelo y lo celebro como un don que apunta hacia Dios?

    2. Un corazn esclavizado - El culto al falso dios 2.1 Conviviendo con los dolos Un segundo tema perenne en la espiritualidad del Carmelo es la necesidad de decidir a qu Dios seguir. Nuestra tradicin naci en el Monte Carmelo, el lugar de la lucha entre los seguidores de Yahv y los seguidores de Baal. Elas exhort al pueblo a estar seguro de su eleccin por el verdadero Dios. Tanto la comunidad carmelita como cada individuo carmelita han tenido que luchar continuamente contra las fuerzas de la desintegracin y la fragmentacin que ha trado el inters por los dolos. Nicols Glico en su carta a toda la Orden titulada Ignea Saggita, acus a los miembros de perder el camino mientras iban migrando del desierto a la ciudad y se iban acostumbrando a sus alicientes. Les acus de seguir sus propios deseos desordenados so capa de un ministerio necesario. Las reformas de Albi, Mantua, Juan Soret, Teresa de vila y Turena continuamente les recordaban a los carmelitas que deban tener un slo Dios, y a servir a ese Dios con todo el corazn. Los santos de nuestra tradicin saban cun difcil es encontrar y seguir a ese Dios verdadero y distinguirlo entre los falsos dioses que se nos ofrecen. Esta Presencia en lo profundo de nuestras vidas la encontramos en el mundo alrededor nuestro. En el Cntico Espiritual Juan de la Cruz dice: "Y todos cuantos vagan de ti me van mil gracias refiriendo..."[5] Teresa de vila aconsej: "Dejad que las creaturas os hablen de su creador." En nuestra exuberancia le pedimos a la creacin de Dios que sea ms de lo que es. Con regularidad ponemos los deseos de nuestros corazones en alguna parte de la creacin de Dios y le pedimos que sea la realizacin de aquello que buscamos. Le pedimos a alguna parte de la creacin que sea increada. Tomamos un bien y le pedimos que se convierta en un dios. El corazn, cansado de su continuo peregrinaje, busca asentarse y construirse una casa negndose a seguir adelante. Convive con los dioses menores, encontrando gozo, paz, identidad, seguridad y otros alivios a sus deseos. Este consuelo temporal enmascara un problema espiritual y tambin un problema de desarrollo humano. Juan de la Cruz estaba convencido que cuando la persona se centra en algo o en alguien que no es Dios, la

  • personalidad se vuelve disfuncional. Estas "ataduras" crean una situacin de muerte. A cualquier cosa o persona que quiera pedirle que sea mi dios, y que realice mis deseos ms profundos no puede resistir esta expectativa. El dolo comenzar a derrumbarse bajo esta presin y yo le pido que sea mi "todo". Y porque no podemos crecer ms all de nuestros dioses, un dios menor significa un ser humano menor. En consecuencia, aquello a lo que estoy "atado" se muere ante mi necesidad, y yo me muero junto con ello porque mis deseos ms profundos no pueden encontrar nada ni nadie que pueda estar a tono con su intensidad. El dinamismo auto-trascendente de nuestra humanidad nos impide declarar que hemos "llegado" al final del viaje. Afirmar una victoria prematura mientras estamos apegados a los dolos es enfrascarse en una inautntica auto-trascendencia. En otras palabras, el corazn ya no es libre para escuchar y seguir la invitacin del Amado. Esta esclavitud del corazn es el resultado del deseo desordenado. La solucin est en la liberacin del corazn que no se consigue aniquilando el deseo sino reorientndolo. 2.2 Relacin desordenada Cuando nuestra tradicin habla sobre las ataduras, esto no significa que la relacin con el mundo sea un problema. Ciertamente, algunas veces el mundo es un problema. Pero tenemos que relacionarnos con el nico mundo que tenemos. La relacin con el mundo no es el problema fundamental de la atadura; es cmo nos relacionamos con l lo que se convierte en el problema. Nuestros santos hablan a personas adultas cuyos corazones han sido esclavizados por alguien o por alguna cosa que ha ocupado el lugar de Dios. No es necesariamente la persona o la cosa el problema, pero s la manera en que nos relacionamos con ellos, la manera desordenada en que expresamos nuestro deseo o anhelo. Es inmaterial si el dolo es valioso o no. La relacin es el factor crtico. Un incidente en la vida de Juan de la Cruz puede ser ilustrativo. Uno de los frailes de Juan tena una sencilla cruz hecha de palma. Juan se la quit. El fraile tena poco ms, y la cruz ciertamente no era valiosa, pero Juan discerni que el fraile estaba apegado a esa cruz de una manera desordenada. Se haba convertido en algo no-negociable indicando que la relacin del fraile con ella era desviada. Juan observ que aunque el pjaro est atado por una cuerda o por un hilo fino, an est atado. El corazn est esclavizado por sus dolos y ya no es libre para escuchar la invitacin del Amado. Juan identifica a una persona encaprichada con los dolos con una persona pobremente sintonizada con Dios. Juan estaba convencido que una persona se convierte en aquello que ama. Este falso dios fomentar un falso ser.

  • Es importante enfatizar que la tradicin carmelita no es partidaria del abandono del mundo. Pero s es partidaria de una correcta relacin con el mundo creado por Dios. Sin interpretacin se podra entender que el Carmelo est diciendo que envolverse con el mundo es un obstculo para la relacin con Dios. Por el contrario, es en el mundo creado por Dios donde nos encontramos con l. La tradicin carmelita se dirige aquellos cuyos corazones se han ido al mundo buscando su realizacin y se han dispersado y dividido en esa bsqueda. Esto ocurre cuando el cristiano pone los deseos del corazn en las posesiones y en las relaciones que no pueden llenar la intensidad de esos deseos entonces comienza a experimentar una parlisis en su vida. Esta es una situacin deteriorante. Este mundo al que el cristiano est tratando de agarrarse frenticamente le est exprimiendo la vida a travs de las expectativas. Y el cristiano se ajusta a los dolos, y no se transforma en Dios. Un tema de nuestros das que se relaciona con el tema tradicional de la atadura es la adiccin. Nos damos cuenta que todos, de un modo u otro, somos adictos, y que slo la gracia de Dios puede liberarnos de nuestras adicciones. Uno puede ser adicto a cosas obviamente destructivas, pero uno puede ser tambin adicto a la iglesia, adicto al Papa, adicto a las prcticas religiosas, an adicto al Carmelo y adicto a Dios pero a ese Dios creado por nosotros. En otras palabras, podemos pedirle a una parte de la creacin de Dios que sea increada, para que se convierta en el alimento de nuestras hambres profundas como individuos y como pueblo. Estamos pidindole a la creacin aquello que slo Dios puede darnos. Nuestra tradicin insiste en que nada, ninguna parte de la creacin puede sustituir a Dios. Slo aquel que es nada (ninguna cosa y a la vez todo) puede ser suficiente alimento para nuestra hambre. Cuando Juan de la Cruz dibuj la montaa estilizada para proyectar el viaje de la transformacin dibuj tres caminos que llevan hacia la cumbre de sta. Los dos caminos de fuera, uno de los bienes del mundo, el otro de los bienes espirituales, ninguno llega a la cima. Slo el camino del medio, el de las nadas, alcanza la cima del Carmelo. l explica con textos su enseanza del dibujo. Las lneas del texto fueron variaciones del mismo tema, "poseer todo, poseer nada." El texto explicativo en la parte baja del dibujo nos ayuda a entender la comprensin bsica que tiene Juan del itinerario espiritual. l est de acuerdo en que estamos hechos para poseerlo todo, saberlo todo, serlo todo, etc. Pero tambin entiende que nunca lo tendremos todo si le pedimos a una parte de la creacin que sacie estas hambres. Su consejo de poseer nada para poseerlo todo es un estmulo para que nunca pidamos que alguna cosa,

  • (parte de la creacin) sea todo. Slo aquel que es ninguna cosa puede ser nuestro Todo. Este ascetismo puede sonar difcil a menos que uno entienda que Juan se est dirigiendo a hombres y mujeres que han intentado otros caminos en la vida para encontrar su realizacin. Sus corazones han salido en busca de aquel que les ama y se han visto atrapados por la vida y con los corazones rotos y divididos. Los consejos de Juan son palabras de vida para la gente que se est muriendo por falta de alimento. Le est sealando el camino de la vida a aquellos peregrinos que lo han perdido. 2.3 Un rol proftico Un escritor sugiri que la vocacin carmelita es estar suspendido entre el cielo y la tierra, sin encontrar apoyo en ninguno de los dos lugares. Esta es una forma dramtica de decir que en el fondo nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra confianza en Dios tienen que ser su propio apoyo y Dios nos conduce ms all de nuestras hechuras mundanas y espirituales. Al final de su vida Teresa de Lisieux encontr que la esperanza de toda su vida por el cielo se burlaba de ella. Juan de la Cruz nos record las observaciones de San Pablo: si ya tenemos aquello que esperamos, ya no es esperanza; la esperanza est en aquello que no poseemos. La espiritualidad de Juan de la Cruz ha sido descrita como una continua hermenutica sobre la naturaleza de Dios. Acaso esta sospecha que tenemos en cuanto a las intenciones y las construcciones humanas nos convierte a los carmelitas en unos eternos cascarrabias? O, al contrario, nos permite hacer una evaluacin inteligente del corazn humano y de su tendencia a crear dolos? No ser esto realmente un ministerio de liberacin que nos va liberando de todas las maneras en que nos esclavizamos y nos entregamos a los dolos? No es la crtica carmelita un reto para no apegarnos a nada, para que nada se convierta en el centro de nuestra vida, mas que el Misterio que la ronda. Y en esa pureza de corazn, slo conseguida por la accin del Espritu de Dios, somos capaces de amar a los otros y vivir en este mundo sabiamente. El reto carmelita es cooperar con el amor de Dios, algunas veces oscuro, que nos vivifica y nos sana. Esta continua escucha para acercarnos a Dios, en medio de todas nuestras palabras y estructuras que nos hemos construido, es la tarea proftica del Carmelo. A qu Dios seguimos? El dios de nuestras adicciones? El dios de las ideologas o de las teologas limitadas? Los dioses opresores de los sistemas econmicos y polticos? Los dioses de todos los "ismos" de nuestro tiempo? O es nuestro Dios el Dios que transforma, sana, libera, vivifica? El Arzobispo Oscar Romero fue un clrigo tradicional, cuidadoso y estudioso. Era un buen hombre, reservado, piadoso, orante. Pero su conversin lleg

  • cuando vio otro rostro de Cristo, un rostro algo diferente del Cristo de su piedad y de su oracin, un rostro algo diferente de su teologa, un rostro diferente al Cristo familiar a la jerarqua de El Salvador. Era el rostro de Cristo en el rostro del pueblo de El Salvador; era el rostro de Cristo verdaderamente encarnado en la historia y en las luchas del pueblo. Romero dijo: Aprendemos a ver el rostro de Cristo - el rostro de Cristo que es tambin el rostro del ser humano que sufre, el rostro del crucificado, el rostro del pobre, el rostro del santo y el rostro de cada persona- y amamos a cada uno con el criterio por el que ser juzgado: "tuve hambre y me diste de comer."[6] Los dolos de nuestro tiempo no son solamente los amores personales y las posesiones, sino especialmente los dolos del poder, el prestigio, el control y el dominio que dejan a la mayor parte de la humanidad fuera del banquete de la vida. Romero coment: La persona pobre es aquella que se ha convertido a Dios y pone toda su fe en l, y la persona rica es aquella que no se ha convertido a Dios y pone su confianza en los dolos: dinero, poder, bienes materiales... Nuestro trabajo debe dirigirse hacia convertirnos a nosotros mismos y a todo el pueblo a este autntico significado de la pobreza.[7] Muchas de nuestras provincias han participado en la confrontacin con los dolos de nuestro tiempo a travs de los movimientos de liberacin en muchas zonas del mundo, que incluyen Filipinas, Amrica Latina, Norte Amrica, frica, Indonesia y Europa del Este. Hoy da las diferencias entre el norte y el sur apuntan a los dolos de los "ismos" que mantienen a la mayora del mundo en una condicin de marginacin. 2.4 Resumen Las hambres de nuestro corazn nos lanzan al mundo en busca de alimento. De muchas maneras le preguntamos al mundo, "Has visto aquel que le hizo esto a mi corazn y lo ha dejado penando?" Nuestro corazn se va dispersando sobre la tierra mientras vamos preguntando a cada persona, a cada posesin y a cada actividad que nos diga ms acerca del Misterio que est en el centro de nuestras vidas. El alma enamorada de los mensajeros de Dios, los confunde con Dios mismo. Tomamos las cosas buenas de Dios y les pedimos que sean dios. El corazn, cansado de su peregrinaje, intenta asentarse y construirse un hogar. Pone sus deseos ms profundos en las relaciones, posesiones, planes, actividades, metas, y le pedimos a todo esto que sacien nuestras hambres profundas. Les pedimos mucho y como no pueden resistir nuestras expectativas comienzan a desmoronarse. Una y otra vez los santos carmelitas nos recuerdan que slo Dios es el alimento que puede saciar las hambres de nuestro corazn. 2.5 Preguntas para reflexionar

  • 1. Cules son los dolos, los no-negociables, que se han convertido en parte de mi vida? Cules son esas cosas sin las cuales no puedo continuar? Las estoy daando por apegarme muy fuertemente a ellas?

    2. Dnde y cmo me he convertido en una persona sin libertad en la vida? Me siento libre para seguir mis deseos ms profundos? Soy libre para escuchar la llamada que Dios me hace a entrar en su futuro, aunque no me parezca claro? Soy libre para escuchar las necesidades de mi comunidad?

    3. He estado inconscientemente construyendo mi propio reino en lugar de estar preocupado por el reino de Dios? Sin darme cuenta, he quitado a Dios del centro de mi vida y he puesto en ese centro mis nobles objetivos, mi trabajo proftico, mi comprensin de las exigencias del reino? A lo largo de los aos me he olvidado de preguntar, "Qu es lo que Dios quiere?"

    4. Las pasiones que me trajeron al Carmelo han sido domesticadas o se han ido desvaneciendo? Me he convertido en una persona compulsivamente activa, quizs sintindome ms como un funcionario de una institucin que como un discpulo del Seor?

    3. Un corazn que escucha - La vida contemplativa 3.1 Dios, siempre presente Uno de los mensajes ms impresionantes de nuestros santos carmelitas ha sido la comprensin de que Dios nos ha amado primero tal cual somos. Pensando que buscaban a un Dios ausente y que la vida era la bsqueda de ese Dios, ellos regresaban de sus esfuerzos testificando que Dios los haba estado buscando a todo lo largo del camino. Que la historia de nuestras vidas no sea la bsqueda de Dios, pero s el deseo y la bsqueda de Dios por nosotros. Las hambres de nuestro corazn, el deseo de que somos, es el resultado de que Dios nos ha deseado y amado primero. Con el tiempo, nuestra transformacin puede ser tan grande que vivamos en una consonancia del deseo: nuestro deseo humano participando plenamente del deseo de Dios. En una ocasin Teresa de vila escuch estas palabras mientras oraba: "Bscate en mi" Ella le pregunt a muchos de sus amigos y directores en vila el significado de esas palabras; "Bscate en mi" Entre los preguntados estaban Francisco de Salcedo, un director espiritual laico, su hermano Lorenzo de Cepeda, y Juan de la Cruz. Estos caballeros se reunieron para discutir sus respuestas pero Teresa no estaba presente. Por eso decidieron enviarle las respuestas. Imitando la parquedad acadmica, practicada en algunas escuelas, Teresa alegremente decidi encontrar falta a cada respuesta y muy sutilmente se burl de cada una. No tenemos sus respuestas pero s tenemos los rechazos

  • de Teresa a esas repuestas. Uno de los que respondi fue Francisco de Salcedo que con frecuencia citaba a San Pablo y termina su respuesta diciendo que ha "escrito estupideces". Teresa lo reprende por considerar las palabras de San Pablo "estupideces". Le dijo que tena en mente denunciarlo a la Inquisicin. Juan de la Cruz tuvo que haber respondido que el significado de "Bscate en mi" requera estar muerto para el mundo para poderse buscar en Dios. Teresa le contest con una oracin en la que peda ser librada de gente tan espiritual como Juan de la Cruz. Adems le dijo que su respuesta era buena para los miembros de la Compaa de Jess, pero no para aquellos a quienes ella tena en mente. La vida no es lo suficientemente larga si tenemos que morir al mundo antes de encontrar a Dios. Teresa seal hacia los evangelios y observ que Mara Magdalena no estaba muerta al mundo antes de encontrarse con Jess; tampoco la mujer cananea estaba muerta al mundo antes de pedir las migajas de la mesa. Y la mujer samaritana tampoco haba muerto al mundo antes de encontrarse con Jess en el pozo. Ella era quien era y Jess la acept. Teresa termina su respuesta a Juan de la Cruz agradecindole por responderle a lo que ella no haba preguntado.[8] El punto de Teresa es que Dios se encuentra con nosotros y nos acepta tal cual somos y nos acoge en el lugar que estamos en nuestras vidas. Hemos sido aceptados a todo lo largo del camino. El reto para nosotros es aceptar la aceptacin, y permitirle a esa Presencia que nos acepta cambiarnos. La realidad de ese abrazo es la base de nuestra oracin. Orar, por tanto, es entrar en esa relacin con confianza sintindola como el fundamento de nuestras vidas. Es muy fcil hablar sobre esto, pero muy difcil vivirlo da a da. Un telogo resumi el mensaje de Teresa de esta manera: la mejor cooperacin que le podemos brindar a Dios que reorienta nuestras vidas es prestarle una fiel y duradera atencin a nuestras profundidades y a nuestro centro. 3.2 Atrados por el amor La tradicin carmelita puede ser mal interpretada. El Carmelo puede parecer que le est diciendo a la gente que un riguroso ascetismo puede llevarlos a la unin con Dios; que los dolos de nuestras vidas pueden ser derribados por nuestros valientes esfuerzos y por nuestro vivir aislado y severo. Cuando de hecho el mensaje del Carmelo a la gente es la necesidad que tienen de la gracia de Dios y la buena noticia es que la gracia siempre est disponible. Todo lo que tenemos que hacer es abrir nuestras vidas a esa gracia. En La Subida al Monte Carmelo Juan de la Cruz ofrece algunos consejos para ayudarnos a despegarnos de los dolos que nos han sometido a su servicio. Los consejos, en un primer momento pueden parecer restrictivos y

  • desequilibrados. Pero Juan es rpido en afirmar que la fuerza de voluntad y el ascetismo solos no pueden liberar el corazn esclavizado por los dolos. El dolo, al menos, le provee algn alimento al corazn hambriento de Dios. El dolo quizs le est proporcionando alguna alegra, alguna identidad, alguna seguridad al peregrino hambriento. El corazn por s mismo no es capaz de apartarse de este alimento y entrar en un vaco afectivo y esperar por el Seor. Juan testifica que es slo cuando el corazn tiene un oferta mejor que entonces puede despegarse de aquello a lo que ha estado apegado durante toda su querida vida. Slo cuando Dios entra en una vida y enciende un amor en lo profundo de la persona y la aparta de los amores menores, puede la persona abrirse al despego de los dolos. Con la invitacin de un amor como este, lo que antes era imposible (dejar los dolos) se hace posible mientras los dolos se van desvaneciendo. El corazn entonces va pasando de un amor a otro. Porque Juan est convencido que Dios es el centro del alma, la tarea no es encontrar a un Dios distante sino despertar la realidad de ese Dios "que est siempre presente." "Todo es gracia" dijo Teresa de Lisieux. Ella expres esta conviccin mientras mora de tuberculosis, rodeada de una espiritualidad que desconfiaba de la naturaleza humana, que crea que tenamos que merecer el amor de Dios, y peda "almas vctimas" para calmar la ira de Dios. Cuando le dijeron que no poda recibir la comunin, ella sencillamente dijo que era una gracia cuando la poda recibir y ahora que no poda segua siendo una gracia. "Todo es gracia". Teresa de Lisieux estaba convencida que Dios estaba siempre presente en ella, que Dios la amaba, y que este amor era gratuito; sin mrito alguno. Hablando del mrito sencillamente deca: "no tengo ninguno". Teresa conoca la justicia de Dios, y estaba consciente de que la gente devota se ofreca como vctima a esa justicia de manera que los pecadores fueran perdonados y Dios aplacado. Este Dios no era familiar a Teresa. Ninguno de los rostros de Dios en su vida le exiga que lo aplacara, ni su madre, ni su padre, ni Paulina, ni Celina, ni Mara, ni el Dios de la Biblia hebrea que amaba a los pequeos, ni Jess que llam a los pequeos a venir a l, ni el Amado del Cantar de los Cantares o en las poesas de Juan de la Cruz. Ella crea que Dios es justo pero que esa justicia toma en cuenta nuestra pequeez. Teresa de Lisieux una vez fue descrita como "el Vaticano II en miniatura." La reciente atencin que se le ha prestado a su mensaje nos recuerda que se le debe dar prioridad no a nuestros mritos y esfuerzos, sino a vivir en confianza. Teresa comienza su autobiografa con las palabras de San Pablo a los Romanos: "Por tanto, no se trata de querer o correr, sino de que Dios tenga misericordia."[9]

  • Teresa se anticip a la teologa de nuestros das que entiende la gracia como gracia increada, la presencia amorosa y sanadora del Padre, del Hijo y del Espritu. Cuando hablamos de contemplacin, sencillamente estamos alentando una apertura a este amor gratuito. Dios continuamente est viniendo a nosotros e invitndonos a entrar en la profundidad de nuestras vidas, a una libertad ms amplia, y a una relacin de amor. Contemplacin es estar abiertos a ese amor transformante, no importa cmo venga. 3.3 La contemplacin re-enfocada Uno de los recientes desarrollos en la comprensin del carisma carmelita ha sido volver a situar la contemplacin entre nuestras prioridades. Siempre hemos hablado de la oracin, de la comunidad y del ministerio como los tres pilares de nuestro carisma. La contemplacin era vista como una forma de oracin superior o ms profunda, y algunas veces en nuestra historia pareca que haba una competencia entre el ministerio y la contemplacin. No obstante, aqu tenemos una descripcin de la contemplacin que se encuentra en el documento sobre la formacin en la Orden Carmelita: En esta progresiva y continua transformacin en Cristo realizada en nosotros por el Espritu, Dios nos atrae hacia l en un camino interior que conduce de la periferia dispersante de la vida a la celda ms interior de nuestro ser, donde l mora y nos une consigo.[10] Estamos entendiendo ahora que la contemplacin fundamenta y une la oracin, la comunidad y el ministerio. La puerta es la oracin, pero el amor de Dios se nos ofrece de varias maneras en estas realidades de nuestras vidas a travs de las cuales podemos entrar en esa apertura contemplativa hacia Dios, en otras palabras, vivir una vida autntica de fe, esperanza y amor a travs de cualquiera de esos tres caminos. No son opuestos sino ventanas abiertas hacia la realidad trascendente que estn en lo profundo de nuestras vidas y nos ofrecen un contacto con ese Misterio. Es importante acentuar esta perspectiva porque el Carmelo ha tenido ochocientos aos de ministerio como respuesta a la Iglesia y al pueblo de Dios, y, Dios mediante, tendr muchos siglos ms de servicio desinteresado. Y nada de esto es contrario a una vida contemplativa. Muchos carmelitas han sido transformados en personas ms llenas de amor a travs del contacto con el pueblo de Dios por medio de los mltiples ministerios. El Arzobispo Romero fue transformado y convertido por el amor de Dios no slo en la soledad de su oracin, sino tambin en su compromiso con el Seor de la historia, en los duros esfuerzos del pueblo por encontrar su lugar en el banquete de la vida. La contemplacin debera ser la fuente de compasin para el mundo. El contemplativo es aquel ha que sido llevado hacia la absoluta pobreza e impotencia de un alma sin Dios. El contemplativo aprende a esperar junto con aquellos que tambin esperan la misericordia de Dios. En esta escucha contemplativa uno aprende a decir: "Nosotros los

  • pobres." Nuestra vivencia contemplativa, nuestra apertura al amor de Dios que llega a nosotros en los buenos y en los malos momentos es el don que podemos compartir con los dems. Lo que ocurri en la vida de los santos del Carmelo, est ocurriendo en las vidas de los carmelitas de hoy, y en la vida de cada uno. Daremos mejor testimonio si mantenemos el enfoque en quienes somos: una fraternidad contemplativa en medio del pueblo. Hablando a la Congregacin General de la Orden en 1999 un carmelita alemn acentu este carisma contemplativo: Creo firmemente que nuestra primera tarea es poner bastante de nuestra energa, tiempo, talentos y capacidades personales en este proceso de una creciente relacin con el Dios de la vida y del amor. Nuestro crecimiento humano y espiritual como tambin nuestro futuro como Orden depende de cunto nosotros, como individuos y como comunidad nos sometamos y desarrollemos esta amistad ntima con Dios de manera que l pueda transformarnos segn la imagen de Cristo que acta a travs de nosotros por la causa de la Iglesia y del mundo.[11] 3.4 Resumen La historia del Amado que viene al encuentro del amante para atraer su corazn hacia una profunda unin es la historia arquetpica que los carmelitas han ensayado a travs del tiempo. Nuestras vidas no pueden ser forzadas a la sumisin a menos que no sean llevadas por el amor. No podemos dejar nuestro apego a los dolos a menos que Dios encienda un amor ms profundo en el alma. El corazn entonces tiene un lugar a donde ir y puede en confianza soltar sus ataduras, sus adicciones, sus dolos. El amor de Dios, siempre presente y ofrecido, atrae el corazn hacia la espesura de Dios: "entremos ms adentro en la espesura",[12] y ah se encuentra con el sufrimiento del mundo. Nuestra postura contemplativa no nos aparta de las preocupaciones del mundo sino que nos lanza a luchar con fuerza en el mundo. 3.5 Preguntas para la reflexin 1. Como "centinela en la noche", me mantengo alerta a la llegada del

    amor de Dios? Dnde en mi vida me siento llamado a una escucha ms profunda? Dnde encuentro los retos continuos para mi mente y mi corazn? Son estos retos invitaciones a rendirme al amor transformante de Dios de una manera ms profunda?

    2. Entre los signos del amor de Dios en accin estn una creciente confianza en la misericordia de Dios, una creciente libertad ante aquello que esclaviza el corazn. Experimento esta creciente confianza? Soy consciente de una mayor libertad? En realidad me he rendido al Misterio que anida en el centro de mi vida o continuo luchando por

  • asegurar mi propia existencia? 3. He visto el rostro de Cristo en el rostro del pueblo a quien sirvo?

    Puedo reconocer la invitacin del amor transformante de Dios disfrazado en una cultura?

    4. En mi comunidad y en mi ministerio, cmo puedo ayudar a crear las condiciones para "un corazn que escucha"?

    4. Un corazn preocupado - Lo trgico en la vida 4.1 Los sufrimientos de la humanidad Parte del atractivo de la tradicin carmelita es su lucha honesta con los problemas y las fuerzas oscuras que atacan al cuerpo y al espritu. El Carmelo no evita lo trgico en la vida sino que lo enfrenta directamente. El sufrimiento es una gran parte de la experiencia del pueblo, y una espiritualidad que no reconozca el sufrimiento ser ignorada. Los santos del Carmelo compartieron las dificultades de la vida. Edith Stein y Tito Brandsma experimentaron la profundidad de la crueldad humana y del mal inexplicable. Teresa de Lisieux en su corta y escondida vida experiment una gran cantidad de sufrimiento. Teresa de vila conoci el dao producido por la lucha tanto en el interior como en el exterior de su alma. La fuerte reputacin de Juan de la Cruz, su mismo nombre, y su imagen de la "noche oscura" hablan de una espiritualidad que se toma en serio el llegar a trminos con el lado oscuro de la vida. Pensemos tambin en los primeros carmelitas que se fueron a la periferia de la sociedad y ah, sin distracciones, abrieron sus vidas a la lucha interior entre los buenos y malos espritus. La gente se siente atrada hacia una espiritualidad que encuentra palabras para sus sufrimientos ms profundos, y a la vez le ofrece una esperanza en el corazn de estos tiempos oscuros. Los santos del Carmelo, aunque de diferentes siglos y culturas, compartieron los sufrimientos comunes de la humanidad. Un peregrino de cualquier poca puede relacionarse con los sufrimientos de los santos del Carmelo y puede reclamarlos como compaeros de camino en este valle de sufrimientos. Es bueno volver a recordar sus dificultades. Por ejemplo, hoy en da muchas personas pueden identificarse con los problemas de Teresa de Lisieux. Cuando nia, experiment, no slo la prdida de su madre, sino tambin la prdida de las siguientes "madres" que la cuidaron. Su frgil sigue conoci el sufrimiento de la neurosis y la debilitacin causada por las enfermedades sicosomticas. Observ impotente el deterioro mental de su padre, una figura heroica en su vida, y su consiguiente internamiento en un asilo. El Carmelo fue para ella como un desierto y, en su ltima enfermedad mental y fsica, conoci la tentacin del

  • suicidio. Su apariencia dulce nunca ha engaado a los devotos de Teresa. Reconocan en ella una compaera de sufrimientos que saba por experiencia lo difcil que puede ser la vida. Y sin embargo, dio testimonio del amor que estaba presente en todo y que nunca fracasa. Teresa expres su deseo de toda la vida: sufrir. Senta una atraccin misteriosa hacia el sufrimiento que si no lo hubiera relacionado con el amor sera sospechoso. Desde que entr al Carmelo Teresa comenz a experimentar sequedad en la oracin y permaneci en esta condicin a travs del resto del breve tiempo que estuvo all. Y, asombrosamente, su autobiografa con su atrayente manuscrito "B" fue escrito mientras ella estaba pasando por una terrible noche oscura del espritu y cuando todo estaba en duda. La idea del cielo que haba inspirado toda su vida y en la cual crea se burlaba de ella. Cognoscitiva y afectivamente no tena seguridad alguna en cuanto a la direccin de su vida. A la misma vez escriba ese hermoso pasaje acerca de ser el amor en el corazn de la Iglesia y enviaba cartas inspiradoras a sus hermanos misioneros. Teresa estaba experimentando su propia transformacin en el horno de un amor oscuro. Lo nico que le quedaba era el centro de su fe, su confianza, su amor. Cuando ella nos anima a confiar y a creer que "todo es gracia" no lo hace desde una posicin de deleites tangibles de la presencia amorosa de Dios, sino desde la experiencia de la ausencia de Dios y de los reproches de su mente. El Cardenal Daneels se preguntaba si Teresa podra ser llamada la "Doctora de la Esperanza" debido a su testimonio en la posibilidad humana de continuar adelante cuando todos los apoyos han desaparecido. 4.2 El amor oscuro de Dios Teresa de vila advirti que las luchas dentro de nuestros frgiles psiquismos son mucho ms difciles que las externas. Teresa tuvo que vencer muchos obstculos en su reforma. Tuvo que luchar con los opositores, con la compra de las casas adecuadas para sus comunidades, contratar obreros para reformarlas, recaudar fondos para su mantenimiento, reclutar miembros para la comunidad, relacionarse con varios eclesisticos, y no todos la apoyaban, viajar por los difciles caminos de Espaa en malas condiciones, y tener algn litigio en corte. No obstante, ella comunic que estas batallas no se comparan con las batallas libradas en su alma mientras ella se ocupaba de sus profundidades en la oracin. "... Escuchar Su voz es ms trabajo que no escucharla."[13] Se podra asumir que la reflexin de Teresa sobre el "entrar en uno mismo" sera como ir a casa; que las batallas de fuera son una cosa, pero dentro del alma todo es armona. Sin embargo, fue todo lo contrario pues al entrar en su interior se encontr que estaba en guerra consigo misma. La oracin arroja luz sobre aspectos de nuestra alma que anteriormente no

  • habamos examinado. Las compulsiones, las adicciones, las maneras inautnticas de vivir, el falso yo, y los falsos dioses todos salen a la luz mientras la persona se va afianzando ms en la verdad. Esta desagradable experiencia puede conducir al miedo, a la debilidad del corazn y a la tentacin de abandonar el itinerario existencial. La llamada de Teresa a la valenta y a la determinacin a travs de una vida de oracin no es demasiado dramtica. Lo que necesita el alma, escribi Teresa, es conocimiento de s misma. Y la puerta a ese conocimiento de s misma, la puerta al interior del castillo es la oracin y la reflexin. Sin un esfuerzo orante, nos mantenemos desesperanzadamente encerrados en la periferia de nuestras vidas preguntndole a otros y a la creacin lo que slo Dios puede decirnos, esto es, quines somos. Sin un verdadero centro que emerja de nuestras vidas vivimos con muchos "centros", fragmentados y dispersos, pidindole a cada uno de ellos que realice los deseos de nuestro corazn. El nico antdoto contra la muerte segura que encierra el apego a los dolos, es la dolorosa batalla que supone entrar en uno mismo a travs de la oracin. Los lectores modernos pueden simpatizar con Teresa mientras ella enumera las dificultades de su vida que son, haber sido demasiado elogiada, injustamente criticada, teniendo adems que sufrir las contradicciones de hombres buenos que pensaban que sus experiencias de oracin venan del demonio y diariamente tena que enfrentarse a su precaria salud. Pero su experiencia ms difcil surgi justo cuando su relacin con el Seor era ms ntima. Comenz a cuestionar todo su itinerario existencial y se preguntaba si todo estaba fundamentado en su imaginacin o en la realidad de la presencia de Dios en su vida. Se haba imaginado que Dios haba sido bueno con ella en el pasado? Haba sido buena en el pasado o se lo haba imaginado? En otras palabras, cuando se esperara que la amistad con Dios fuera su base slida, entonces surgen las preguntas. "Hay alguien en casa, en el centro?" Habiendo entregado su vida y su mejor energa al seguimiento de esa llama, ella comenz a preguntarse si todo era una ilusin. La pregunta se ha hecho, tambin de otra manera: "ser el final del todo clemente?" De lo que sea que se trate o de quin se trate todo esto, es para nosotros? O somos una pasin intil? El inmenso deseo de nuestro corazn, el hambre del alma, se vern frustrados al final de todo? O existe una realidad, un amor igual a nuestro anhelo? Todas estas preguntas estn en el corazn del viaje humano. El tiempo, la perseverancia, y la gracia de Dios, le dieron a Teresa la respuesta a sus dudas. Ms tarde nos habla de la ausencia de esas dudas que le corroan el alma, y de la seguridad de una relacin profunda, pero no preocupante con el Seor. Pero an en esa condicin que ella identifica con el "desposorio espiritual" dice que se fa ms del sufrimiento. An en los

  • momentos en que estaba atrapada en la periferia de su vida, ella saba que el discpulo de Jess llevara la cruz, y que a travs de sta surgira la vida. Ella no construa cruces artificiales en su vida, pero tampoco evada las cruces que la vida le presentaba. Ella haba aprendido a confiar en el, a veces, oscuro amor de Dios. 4.3 Noches oscuras La metfora de la noche oscura de Juan de la Cruz nos recuerda que la experiencia del amor de Dios no es siempre una experiencia punta de la unin de toda la creacin. En la noche oscura el amor de Dios se acerca de una manera que parece negarnos. En la noche parece que Dios est contra nosotros. Pero Juan sostiene que nada en el amor es oscuro o destructivo, pero por quienes somos y por la purificacin que necesitamos se experimenta el amor como oscuro. Juan nos da una descripcin convincente de los momentos de la vida cuando se desvanecen las consolaciones y orar es imposible. El deseo est an presente pero se ha agotado buscando liberarse de los dolos. El telogo Karl Rahner coment que todas las sinfonas de la vida permanecen inconclusas. En cada relacin, en cada posesin en algn momento surgir esa sensacin de carencia. Esta frustracin del deseo y la atraccin por algo ms all, es la inquietud que causa la continua invitacin de Dios a una unin ms profunda. Cuando los dioses mueren durante la noche, se eclipsa la personalidad. Carl Jung, el psiclogo, dijo que no poda distinguir los smbolos de dioses de los smbolos que representan al ser humano. Cuando una persona pierde su Dios-smbolo la personalidad comienza a desintegrarse. Esta afeccin oscura permanece hasta que emerge un nuevo smbolo-Dios o se establece una nueva relacin con el smbolo-Dios antiguo. El consejo que da Juan de la Cruz durante estas crisis en la vida es de mucha ayuda. Nos asegura que el amor de Dios est en algn lugar presente en medio de los desechos de la vida, pero que inicialmente no ser experimentado como amor. Juan aconseja paciencia, confianza y perseverancia. Esta actividad amorosa de Dios nos libera de los dolos y restablece la salud de nuestras almas. Los "dioses" se mueren en la noche y el alma necesita pasar por un proceso de sufrimiento. El camino incorrecto sera solucionar o sanar esta condicin artificialmente, o negarla totalmente. Juan aconseja enfrentar la condicin, entrar en ella con paciencia, y all donde el corazn est luchando con ms fuerza estar atentos a la llegada del amor. Juan nos invita a una "atencin amorosa" en la oscuridad; es tiempo de ser un guardin en la noche. La contemplacin es una apertura al amor transformante de Dios, especialmente cuando ste aparece disfrazado. La intensa experiencia que Juan llama la noche del espritu es

  • simultneamente una fuerte experiencia de nuestro pecado, de la finitud de nuestra condicin humana, y la siempre emergente trascendencia de Dios. Mientras se est en esta condicin las palabras carecen de significado. Juan escribe que es tiempo de "moler el polvo". Todo lo que uno puede hacer es realizar el prximo acto de amor que se presente. En el desierto el peregrino contina su viaje existencial, apoyado en una verdadera fe bblica. Juan est convencido que slo esta fe purificada es el contexto en el que se puede dar una relacin con Dios. Como le pas a Teresa de Lisieux que su pensamiento sobre el cielo se le desvaneci, al peregrino que ya no posee el objeto de su esperanza, se le recuerda que la esperanza es aquello que an no posee. Los escritos de Juan no se regodean en el sufrimiento. Su poesa y sus comentarios, estn todos escritos desde el otro lado de las luchas. La noche se ha convertido en una experiencia iluminadora y en una gua ms veraz que el da. La llama que una vez ardi ahora es cauterizada y sanada. Y la ausencia que lo llev a la bsqueda del Amado se revela como una Presencia compasiva escondida en su anhelo. 4.4 Una nueva espiritualidad Los testigos contemporneos del Carmelo que han testificado su fe en medio de un sufrimiento abyecto son las vctimas de los campos de concentracin, Titus Brandsma y Edith Stein. Brandsma resisti la propaganda nazi y Stein se identific con su pueblo perseguido. Ellos fueron atrapados en la poderosa corriente del mal social del siglo 20. En la experiencia de ser despojados de toda seguridad y apoyo, estos carmelitas dieron testimonio viviendo una vida de fe, esperanza y amor en medio de las condiciones ms crudas. En el reconocimiento de su testimonio la Iglesia confirma la autenticidad de sus vidas y los coloca entre aquellos que lo han arriesgado todo en su seguimiento de Cristo. La Regla del Carmelo conduce a varias formas de discipulado, pero al final todas llevan a abrazar la Cruz. Los Generales de las dos rdenes Carmelitas nos llaman a una "nueva espiritualidad" para complementar la "nueva evangelizacin". Surgir esa nueva espiritualidad del creciente conocimiento que el Carmelo va teniendo de las realidades que la gente experimenta alrededor del mundo? Mientras la cara del Carmelo va cambiando y entran nuevos miembros a la Orden, especialmente de los pases ms poblados y pobres, la situacin de las masas empobrecidas del mundo llegarn a las puertas del primer mundo. La internacionalidad de la Orden y el vnculo internacional de la familia carmelita nos brindan una oportunidad nica para escuchar al Espritu en los diversos contextos, y esta escucha nos reta a dar una respuesta. Juan Pablo II ha ampliado la imagen de la noche oscura de Juan de la Cruz para incluir los sufrimientos del mundo moderno: Nuestra poca ha conocido tiempos de sufrimiento que nos han hecho

  • comprender mejor esta expresin y darle un cierto carcter colectivo. Nuestra poca habla del silencio o de la ausencia de Dios. Ha conocido tantas calamidades, tantos sufrimientos infligidos por las guerras y por la matanzas de tantos seres inocentes. El trmino noche oscura ahora lo usamos para todo lo de la vida y no slo para una fase del viaje espiritual. Se recurre a la doctrina del santo como respuesta a este misterio insondable del sufrimiento humano. Me refiero al mundo especfico del sufrimiento. ...Sufrimiento fsico, moral, espiritual, como la enfermedad- como las plagas del hambre, la guerra, la injusticia, la soledad, la falta de sentido de la vida, la fragilidad de la existencia humana, el doloroso conocimiento del pecado, la aparente ausencia de Dios- son para el creyente experiencias purificadoras a las que se les puede llamar noche de la fe. A esta experiencia San Juan de la Cruz le ha dado el nombre simblico y evocador de noche oscura, y la refiere explcitamente a la inquietante oscuridad del misterio de la fe. l no intenta darle respuesta al terrible problema del sufrimiento en el orden especulativo; pero a la luz de las Escrituras y de la experiencia descubre algo de la maravillosa transformacin que Dios efecta en la oscuridad, puesto que, "...cmo sabe l tan sabia y hermosamente sacar de los males bienes..." (Cant. B 23: 5). En el anlisis final, nos enfrentamos a vivir el misterio de la muerte y resurreccin de Jess en toda su verdad.[14] 4.5 Resumen El Carmelo no tiene respuesta para el misterio del mal. Pero el Carmelo ha recorrido el camino difcil y ofrece una palabra de esperanza para el peregrino que sufre. El sufrimiento profundo y las experiencias de lo trgico de en la vida son parte de la experiencia de cada persona. Las limitaciones de nuestra condicin humana y las fuerzas destructivas presentes en el mundo con frecuencia atacan nuestra fe. A pesar de la evidencia contraria, el Carmelo testimonia que el amor de Dios est siempre presente an en los desechos de nuestras vidas. El Carmelo nos brinda un anlisis particular y poderoso del impacto del amor de Dios en el espritu humano y en la personalidad. Invitados a una relacin ms profunda, al peregrino se le desafa a dejar todos los apoyos y a caminar confiadamente hacia el futuro de Dios. Un cristiano con frecuencia experimenta ataques tanto en el espritu como en la sigue mientras se va haciendo al ambiente divino. El Carmelo ofrece un lenguaje y unas imgenes expresivas para estos sufrimientos, y es muy elocuente en recomendar una vigilia silenciosa para esperar la llegada de Dios. Los santos del Carmelo confiaron en el sufrimiento, y con frecuencia expresaron su anhelo de llevar la cruz en su discipulado. Si embargo, este

  • deseo de sufrimiento tiene significado en el contexto de respuesta amorosa a las iniciativas del amor de Dios. El sufrimiento de Jess en la cruz naci del amor y no del amor al sufrimiento. 4.6 Preguntas para reflexionar 1. Cul ha sido mi experiencia de caminar por el camino oscuro? He

    dejado otros caminos conocidos para ser conducido por un camino no elegido por mi? Qu fue aquello que ms me ayud?

    2. Como procedo cuando el camino no est claro? 3. Qu consuelo o gua ofrece el Carmelo a la gente que vive situaciones

    dolorosas? 4. Como debe la Orden responder a la "noche oscura" que sufre tanta

    gente en el mundo? Podra ser esto parte de la "nueva espiritualidad" a que nos llaman los Generales de nuestras rdenes?

    5. Un corazn puro - La transformacin del deseo 5.1 Unin con Dios La espiritualidad carmelita con frecuencia ha sido presentada como una "alta" y rara espiritualidad slo para unos pocos elegidos. A veces, tambin se presenta como uniones elevadas y extticas, o como fuertes sufrimientos ms intensos que los problemas normales de la vida. Vienen a mi mente imgenes de la estatua de Bernini de la "transverberacin" de Teresa, su visin de ser atravesada por el dardo de oro, junto a su agona y a su xtasis. El austero dibujo que hace Juan de la Cruz de Cristo crucificado, desde la perspectiva del Padre que mira dese las alturas a su Hijo en la cruz, evoca la infatigable determinacin del santo. Uno se imagina el dibujo de Juan mostrando el camino hacia el Monte Carmelo. Los senderos de posesiones materiales y espirituales no llegan a la cima, slo el sendero medio de las nadas se abre a la cima donde Dios es nada y todo. El Carmelo parece representar un viaje heroico, incluso pico, hacia Dios. Un viaje slo al alcance de los montaeros expertos que se atrevan a escalar su altura. Si la subida al Monte Carmelo es una hazaa pica, qu estamos haciendo nosotros, los carmelitas ordinarios? Sentimos que, a menudo, estamos informando sobre acontecimientos de segunda mano sobre la tierra del Carmelo, pero que en realidad nunca hemos estado all? Como resultado de nuestra transformacin en el amor, "nos hacemos buenos." Juan de la Cruz proclama enrgicamente: "Con qu poca frecuencia se celebra esta divinizacin en nuestra tradicin." 5.2 Un despertar

  • Adems de viajar a travs de la noche o subir una montaa, Juan utiliza otra imagen para describir el viaje. Escribe que "el centro del alma es Dios" y que nuestro viaje en la vida es hacia ese centro.[15] Pero en lugar de concebir un centro distante que requiere un arduo viaje, Juan dice que an con el primer grado del amor estamos en ese centro. Con un grado de deseo, de anhelo, de esperanza, aunque sea difcil expresarlos. Nuestra teologa hoy refuerza esta observacin de Juan. Estrictamente hablando no existe el mundo natural. Lo que existe es un mundo lleno de gracia, desde el comienzo, creacin y redencin van juntas de la mano. En otras palabras, nuestras vidas estn impregnadas de la presencia amorosa, vivificante y sanadora de Dios, es decir, de la gracia increada. En lugar de buscar un centro escondido y distante, ese centro se ha acercado a nosotros. Entonces, qu es el viaje? El viaje -dice Juan- es entrar en la profundidad de Dios. Pero estamos unidos con Dios a lo largo de todo el camino porque la divinizacin es un proceso continuo. As, la meta descrita por nuestros autores carmelitas es una que se va realizando en cada alma que desea ms. "Y ahora te despiertas en mi corazn, donde en secreto moras", escribi Juan de la Cruz. Pero en su comentario l se corrige a s mismo y dice que no fuiste "t" quien se despert, sino que fui yo quien despert al amor siempre presente y siempre a mi alcance. Este despertar, y el cambio que se produce en la vida de la persona, es la llamada del Carmelo. Podemos llegar a la conclusin de que muchos Carmelitas y tantos otros han llegado a la "cima" del Carmelo. Y se llega a la cima, no slo cuando una persona se extasa en la iglesia, sino cuando una vida expresa ms y ms la voluntad de Dios. 5.3 Querer lo que Dios quiere El propsito de la oracin es conformarse con la voluntad de Dios, escribi Teresa de vila. La persona orante est cada vez ms en unin con Dios y esta unin se expresa en que la persona ms y ms desea lo que Dios desea. Nosotros no nos hacemos ms fuertes a travs de la asctica y por tanto luchando por someter nuestra voluntad a la voluntad de Dios. No, el amor de Dios nos invita a la transformacin de nuestro deseo para que nosotros deseemos lo que Dios desea; queremos lo que Dios quiere, dice Juan, "donde lo que t quieres que pida pido, y lo que no quieres no quiero, ni aun puedo, ni me pasa por pensamiento querer." [16] La divinizacin es la participacin gradual en el conocimiento y el amor de Dios. El peregrino queda as transformado que todos sus modos de vivir se convierten en expresin de la voluntad de Dios. Si podemos interpretar lo que Jess dijo, que la voluntad de Dios es el bienestar de la humanidad, entonces la persona orante vive ms all de ese bienestar. En otras palabras,

  • la persona transformada y divinizada vive de una forma que coopera con el reino presente y venidero de Dios. Estas personas son difciles de identificar. El Maestro Eckhart nos previene que una persona que vive desde su centro, vive en la voluntad de Dios. Dice que mientras otros ayunan, ellos comen; mientras otros estn en vigilia, ellos duermen; mientras otros oran ellos estn en silencio. Despus de todo, cul es el propsito de la vigilia, de la oracin, del ayuno si no es vivir del centro del alma que es Dios. Claro que l est exagerando al expresar su punto ya que nuestro peregrinar nunca acaba de este lado de la muerte. El tema es, la absoluta humanizacin de la persona transformada. Teresa nos dice que estas personas no estn continuamente conscientes de su vida espiritual. La interioridad se convierte cada vez menos en un punto de enfoque. Ni Dios les preocupa, porque del modo que viven expresan su relacin con Dios. La meta nunca fue llegar a ser un contemplativo, o un santo, o tener una vida espiritual. La meta siempre fue querer lo que Dios quiere, en una consonancia de deseo. En la conclusin de la Regla Carmelita, Alberto, Patriarca de Jerusaln y el legislador escriben: "Estas breves indicaciones os las hemos escrito con el fin de establecer para nosotros la frmula de vida, segn la cual habris de conduciros. Si alguno est dispuesto a dar ms, el Seor mismo, cuando vuelva, se lo recompensar." [17] Kees Waaijman del Instituto Tito Brandsma de Nimega ve en esta afirmacin una clara alusin al pasaje del Buen Samaritano. El carmelita asume el papel del posadero. Sus planes y el orden de su casa se ven alterados cuando un forastero trae un hombre apaleado para que lo cuide. El forastero le pide al posadero que cuide de aquel hombre apaleado y si gasta algo ms, esto es, si hace ms, el forastero se lo pagar cuando vuelva. El forastero, Cristo, le pide al carmelita que cuide de Su gente durante su ausencia. Aunque el husped no es esperado y el orden de la casa es alterado, el posadero obedientemente se ocupa del hombre herido, quizs sin envolverse emocional o personalmente, y con muy poca satisfaccin. Kees concluye que toda entrega autntica es esencialmente oscura. La Presencia que se encuentra en lo profundo del corazn del carmelita es una noche que gua, una llama que sana, una ausencia reveladora. Los frailes no tienen necesidad de excusarse por no ser autnticos carmelitas. Nuestra espiritualidad no trata de un ascetismo heroico, pero s del amor de Dios que conquista y toca cada corazn y lo ha hace adolecer, de otro modo no estaramos aqu. Asumiendo que en la cima del Carmelo nos sentimos como en casa, es decir, en los brazos de Dios, y a la vez siempre necesitados de su misericordia, nuestro ministerio es hacer asequible la tradicin del Carmelo para ayudar a

  • nuestros hermanos y hermanas a "ver" y "or" la presencia de Dios en sus vidas. Para mantener viva esta llama en los otros, parecera correcto que nosotros primero la hayamos aceptado en nuestras vidas. Si escuchamos nuestros corazones, conoceremos los corazones de la gente con la que trabajamos y le serviremos mejor. Desempolvemos cualquier vocacin carmelita y encontraremos un ascua esperando convertirse en una llama, una llama que anhela la totalidad, la paz, la seguridad, el gozo, la unidad y que encuentra su mejor expresin en el servicio a nuestros hermanos y hermanas. Para eso vinimos. Para eso estamos aqu. 5.4 Resumen "Entrar al Carmelo" no es simplemente entrar en un edificio, unirse a una comunidad, y asumir un ministerio, sea ste contemplativo o apostlico. Puede ser eso ciertamente, pero, "entrar al Carmelo" es tambin entrar en un drama que se realiza en lo profundo de cada vida humana. Ese drama del encuentro del espritu humano con el Espritu de Dios es esencialmente inefable. Los carmelitas son exploradores del lugar secreto donde Dios habita, ese lugar del espritu humano donde el Misterio se dirige al espritu. El Carmelo honra esa prstina y privilegiada relacin entre criatura y Creador. Los msticos carmelitas han usado las imgenes de los desposorios y, con frecuencia, la historia de amor del Cantar de los Cantares para captar la intimidad del encuentro. El paisaje del Cantar comienza a darle forma a la "tierra del Carmelo." El propsito de la oracin es la conformidad con la voluntad de Dios nos dice Teresa de vila. En esta relacin los deseos del peregrino son transformados de tal manera que cada vez ms el cristiano exprese en su vida aquellos deseos que estn conformes con los deseos de Dios. Si decimos que la meta del amor de Dios es el bienestar de la humanidad, entonces el cristiano transformado vive de una manera que naturalmente coopera con el reino de Dios. 5.5 Preguntas para la reflexin 1. Quines son las personas verdaderamente santas en mi experiencia?

    Cmo son? 2. Entiendo la vida espiritual como un ascenso heroico, o como un

    despertar a un amor que brota del centro de mi ser? 3. Estoy dispuesto a confiar, de un modo prctico, que el amor de Dios

    es gratuito, imposible de ser ganado? Existen maneras sutiles en que intento asegurar mi vala?

    4. "Descansad, todo se ha hecho", dijo un telogo de la gracia. Qu

  • puede significar esta frase?

    [1] Teresa de vila, Libro de la Vida en Obras Completas por Efrn de la Madre de Dios, OCD, BAC (Madrid), 1967. [2] Ronald Rolheiser, The Holy Longing (New York: Doubleday, 1999), 27. [3] Teresa de vila, Camino de Perfeccin, cap. 19 no. 2. [4] Juan de la Cruz, Cntico Espiritual, Obras Completas, Editorial de Espiritualidad, 1980. [5] Juan de la Cruz, Cntico Espiritual, estrofa 7. [6] Marie Dennis, Reny Golden, Scott Wright, Oscar Romero (Maryknoll: Orbis Books, 2000), 19. [7] Ibid,. 28. [8] Teresa de vila, Vejamen, Sobre las palabras "Bscate en mi", Obras Completas, pg. 1134-1136. [9] Romanos 9, 16. [10] Ratio Institutionis Vitae Carmeltinae, no. 24. [11] Gnter Benker, "Abrirse al futuro de Dios" en The Mission of Carmel for the Third Milennium (Melbourne: Carmelite Communications, 1999), 51. [12] Juan de la Cruz, Cntico Espiritual, estrofa, 36. [13] Teresa de vila, Moradas del Castillo Interior, Segunda Morada, cap. 1 no. 2. [14] Maestro de la fe, Carta Apostlica de Juan Pablo II, 22, 23. [15] Juan de la Cruz, Llama de amor viva, estrofa, 1, n 12. [16] Juan de la Cruz, Llama de amor viva, estrofa, 1 n 36. [17] Constituciones de la Orden de los Hermanos de la Bienaventurada Virgen Mara del Monte Carmelo, Eplogo.