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ANTONIO PASQUALI VÉRTIGO COMPACTO música, ¡númenes de la cotidianidad tecnológica. Este ensayo no explora las fronteras de la ciencia ni las primicias de la ingeniería. Sin embargo, nos hace sentir el futuro emergente de las formas de uso del textopuro, irremplazable. Nos interesa su estilo, su capacidad para evocar el asombro ante el ingenio industrial y apuntalar lafe en la palabra. La nota de Antonio Pasquali fue publicada originalmente en Domingo Hoy de Caracas. H a muerto el rey, viva el rey. En Venezuela tam- bién, tras 40 años de buenos y leales servi- cios, el viejo disco negro de vinilo (30 centíme- tros, 110 gramos, 30 minutos de grabación analógica, ruidosa y muy dete- riorable) es enviado a "tesoros del archi- vo", y aceleradamente reemplazado por ANTONIO PASQUALI, venezolano, es escritor y comunicólogo. Entre sus libros más recientes destacan Comunicación y cultura de masas y la comunicación cercenada de Monte Avila Editores. el Compact Disc, o CD (12 centímetros, 16 gramos, 1 hora de grabación digital, exento de ruidos y menos deteriorable). Aún es costoso: a sus fabricantes les quedan por amortizar gigantescas inver- siones. Pero usted ha olvidado que los primeros microsurcos de comienzos de los cincuenta costaban, a moneda cons- tante, hasta dos veces más caros. La aguja metálica o mineral que, para leerlos, recorría mecánicamente el microsurco estereofónico grabado en sus dos costados (en que podíamos ver a simple vista el pasaje tortísimo, por su relieve más atormentado), es reemplaza- da ahora por un rayo láser ante el cual desfilan, sin roces mecánicos, miles de millones de microscópicos alvéolos, cada uno "evocando" la transcripción numérica de una fracción de sonido. El láser despacha su lectura a una computadora que transforma el dato numérico en mo- dulación sonora; el resto, sin cambios: amplificador y cornetas. A la hora de grabarse un CD, obvia- mente, la operación es inversa. Las com- putadoras que preparan la cinta mas/er descomponen y traducen cada segundo de sonido en 88.200 bloques de informa- ción numérica, finalmente trasegados a 68 CHASQUI 46, julio 1993

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ANTONIO PASQUALI a muerto el rey, viva el rey. En Venezuela tam- bién, tras 40 años de buenos y leales servi- cios, el viejo disco negro de vinilo (30 centíme- tros, 110 gramos, 30 minutos de grabación analógica, ruidosa y muy dete- riorable) es enviado a "tesoros del archi- vo", y aceleradamente reemplazado por 68 CHASQUI 46, julio 1993

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ANTONIO PASQUALI

VÉRTIGO COMPACTO

música, ¡númenesde la cotidianidad tecnológica.

Este ensayo no explora las fronteras de la ciencia ni las primicias de laingeniería. Sin embargo, nos hace sentir el futuro emergente de las

formas de uso del texto puro, irremplazable. Nos interesa su estilo, sucapacidad para evocar el asombro ante el ingenio industrial yapuntalar la fe en la palabra. La nota de Antonio Pasquali fue

publicada originalmente en Domingo Hoy de Caracas.

Ha muerto el rey, viva elrey. En Venezuela tam-bién, tras 40 años debuenos y leales servi-cios, el viejo disco negrode vinilo (30 centíme-

tros, 110 gramos, 30 minutos degrabación analógica, ruidosa y muy dete-riorable) es enviado a "tesoros del archi-vo", y aceleradamente reemplazado por

ANTONIO PASQUALI, venezolano, es escritor ycomunicólogo. Entre sus libros más recientesdestacan Comunicación y cultura de masasy la comunicación cercenada de MonteAvila Editores.

el Compact Disc, o CD (12 centímetros,16 gramos, 1 hora de grabación digital,exento de ruidos y menos deteriorable).Aún es costoso: a sus fabricantes lesquedan por amortizar gigantescas inver-siones. Pero usted ha olvidado que losprimeros microsurcos de comienzos delos cincuenta costaban, a moneda cons-tante, hasta dos veces más caros.

La aguja metálica o mineral que,para leerlos, recorría mecánicamente elmicrosurco estereofónico grabado ensus dos costados (en que podíamos vera simple vista el pasaje tortísimo, por surelieve más atormentado), es reemplaza-

da ahora por un rayo láser ante el cualdesfilan, sin roces mecánicos, miles demillones de microscópicos alvéolos, cadauno "evocando" la transcripción numéricade una fracción de sonido. El láserdespacha su lectura a una computadoraque transforma el dato numérico en mo-dulación sonora; el resto, sin cambios:amplificador y cornetas.

A la hora de grabarse un CD, obvia-mente, la operación es inversa. Las com-putadoras que preparan la cinta mas/erdescomponen y traducen cada segundode sonido en 88.200 bloques de informa-ción numérica, finalmente trasegados a

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una doble matriz, padre y madre, a partirde la cual se reproducen en serie lascopias, todo en ambiente absolutamenteestéril.

El almacenamiento de datos numéri-cos es, para el caso de la música, unelemento esencial y multiplicador de cos-tos: cada minuto de sonido requiere cin-co megabytes de memoria, y sólo loscomplejos muy recientes "compresoresde datos sonoros" permiten reducir hastaen cinco veces ese espacio de almace-namiento. Esto significa que el"poderoso" disco duro de 40 megabytesde nuestra computadora, sobre el queinmortalizamos desde hace años nues-tras insignes producciones verbales, sólodaría para almacenar... ocho minutos deMozart. ¡Qué humillación! Pero sigamoscon el vértigo matemático. El resultadode la anterior operación es que cada CDcomporta entre siete y nueve mil mi-llones de alvéolos, cuya forma es la indi-cada por el rayo láser grabador, y queson escarbados en la hoja de aluminiopor un líquido sol-vente. Comprenderánahora por qué a esosdiscos se les ha bauti-zado, con mucharazón, "compactos".

El láser lector denuestros tocadiscos"lee" dichos alvéolos arazón de 7.350 blo-ques de informaciónde 192 bits por segun-do. Ningún CD es per-fecto, y los fabricantesconsideran normal yaceptable un máximode 81.000 errores en45 minutos (unascienmilésimas deltotal apenas). Perotampoco hay que pre-ocuparse: el tocadiscolo sabe, y trae un dis-positivo electrónicomás, que almacenaen memoria los últi-mos miles de alvéolosleídos. Al presentarsela nanofracción desegundo errónea, lacorrige calculando laprobabilidad más altade lo que "pudohaber" en su lugar, y

la reemplaza así con la fracción de notamás probable. Todo muy sencillo y ele-mental, como se verá.

Natación en el hiperespacio

La masa de información numéricacompactada en un CD musical es de talmagnitud, que en su lugar cabrían per-fectamente 140.000 páginas ilustradasde libros o 250.000 páginas sin ilustra-ciones o 550 millones de caracteres.Esta última posibilidad no ha quedadoinexplorada, y de hecho está creando elmercado de los hipertextos o hipermedia.Esto es, de inmensos mensajes escritoscon una "riqueza de recorridos", ratón ala mano, que ningún libro impreso permi-tiría. Se dice del recién editadoDiccionario Electrónico de Hachette, quees una maravilla del género. Respondeen segundos a cualquier curiosidad: lalista cronológica de todos los músicosingleses o de los oradores griegos, lascelebridades del año 440 a.C. o de losnacidos en 1929, la conjugación de

todos los verbos, lalista de palabras quecomienzan en A yterminan en D, losgrandes aconteci-mientos históricos dela humanidad acaeci-dos en el mes dejunio, y paremos decontar.

Relacionandodatos

También el monu-mental DiccionarioRobert de la lenguafrancesa ya está enCD. Se requiere ob-viamente, un lectorespecial acoplado alPC, que vale alrede-dor de mil dólares,pero esos costosbajan, y el pasadoaño ya había mediomillón de ellos insta-lados en EstadosUnidos, mercado queya ofrece unas

. . . ,quinientas enciclope-

t dias del género.«_ También está en8 puertas el CD-lectura¡i o mixto para gran

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público. Warner ofrece una FlautaMágica con libreto sincronizado a lamúsica y análisis musicológico de la par-titura. Lucas Film y National Geographicofrecen una exploración histérico-geográfica de Estados Unidos. ABC haeditado análisis de elecciones presiden-ciales, del problema palestino, del SIDAy de la droga. Incat System, de Milán,una colección de 9.000 fotos pornográfi-cas... El presidente de Apple prevé que"hipermedia cambiará la faz de los años90 como el PC lo hizo en los ochenta", yse calcula que para el próximo año, esemercado alcanzará, sólo en EstadosUnidos, 11 mil millones de dólares.

Memoria y nostalgia

Una última información: gran parte dela música es memoria y nostalgia, y ennuestras incipientes discotecas CDcaseras se acumulan grabaciones queno nacieron en base numérica, y que hansido objeto de una transcodificación. Secuenta el caso excepcional de Herbertvon Karajan - tan excelente directorcomo administrador de su imagen y sufortuna - que se mantuvo voluntariosa-mente en vida hasta regrabar en digital,bajo su propia batuta, su inmensadiscografía.

Para otros, ese pacto faustiano ya noes posible; pero el hecho es que la ma-yoría de nuestros CD "reconstruidos"son, si no de excelsa, seguramente demuy buena calidad. Quien esto escribeposee, de pura casualidad, la pieza delsaxofonista Coleman Hawkins en 78, en33 y en láser, y la limpidez de esta últimaes impactante. A la base de estaoperación, otra gran ingeniosidad elec-trónica: si el editor dispone de una matrizen buen estado, tanto mejor, si sólodispone de un disco rayado, todavía esposible hacerlo.

La primera empresa en dar con lasolución óptima, hace dos o tres años,fue Sonic Solution de California, con laayuda de un Macintosh II. Su equipo Ato-Noise (cuesta unos 100.000 dólares) per-mite la limpieza numérica absoluta decualquier ruido parásito (soplos de cintasanalógicas, rayones y golpes en vinilo,etc.). La pieza a restaurar es copiada ensoporte numérico a la par que un progra-ma clasifica el origen y tipo de cada ruidodetectado. Antes de su salida, cada ruidoparásito es analizado en lo que había

La luna de miel queviven los oyentesexquisitos de la

música con los CD podríaconvertirse en un duraderoy nutritivo matrimonio,cuando los investigadoresconsigan un ahorrosustancial de costos, quepermita la reconciliación delpúblico con la lectura y elacceso inmediato a miles defuentes informativas. Son losnuevos rostros del CD.

"detrás" de él, borrado en tanto ruido, yreemplazado, por "collage", con unacreación probabilística de la computado-ra, basada en lo que precede y capaz de"empatar" sin estridencias con lo quesigue; algo así como una tapada de hue-cos tan perfecta que el remiendo finalresulta inaudible. Para lograrlo, No-Noise ejecuta la friolera de 50 millonesde cálculos por segundo. Ravel lloraríade júbilo si pudiese oír hoy la versiónláser del Bolero que él mismo dirigió en1932.

Libros instantáneos

De los Compact Disc/ROM pasamosa los Hipermedia o Hipertextos. En elhemisferio norte, llaman hipermercadosa los supermercados con una superficiesuperior a los 10 mil metros cuadrados.Suponemos que de allí ha venido lainspiración para llamar "hipertextos" alos CD que, en lugar de contener músi-ca, compactan en su lugar increíblescantidades de textos, o una mezcla detexto, imágenes y sonido. Comentandouna feria del hipertexto, realizada enBoston a comienzos de octubre pasado,Karen Benfield -plaza del Wall StreetJournal- ofrece muy interesantes pistaspara que comprendamos por dónde irá apasar esta nueva procesión tecnológica.

La búsqueda en un hipertexto de re-ferencias, desgloses o resúmenes esprácticamente instantánea; la produc-ción de CD/Hip -llamémoslos así- es aúnbastante limitada y muy experimental(sus productores tantean las preferen-cias del público); los precios de los dis-cos, aún bastante elevados (entre 25 yvarios cientos de dólares, lo cual no nosextraña; el gran Diccionario Robert de lalengua francesa, cinco tomos, cuesta lomismo en papel que en CD); también elequipo de lectura sigue siendo por elmomento costoso, y sus programas deuso (el software) aún excesivamentecomplejos; se prevé desde ahora que nose "publicarán" novelas y obras de fic-ción en disco (el "factor cansancio" ge-nerado por la lectura prolongada enpantalla es determinante), la lectura deun CD, a realizarse obligatoriamente enel rincón electrónico de nuestros hoga-res, representa una minusvalía frente alcarácter absolutamente portátil del libro;ya existe en Estados Unidos un periódi-co literario-cultural hipermediático, titula-do Hyper-Bole.

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La Hiperclave

Lo más significativo que parecedesprenderse del reportaje hasta aquíresumido, escrito en clave amablementeirónica y escéptica, es que -por añóra-los productores de CD/Hip han escogidoun camino tal vez sin mucho porvenir. Lamayor parte de los discos/texto, lanza-dos al mercado norteamericano, son enefecto más Hipermedia que verdaderosHipertextos, o sea una mezcla de textos,sonidos e imágenes del género: poemacon columna sonora (¿y si no nos gustael empate de Pound con Mahler?), no-vela de ciencia-ficción (con berridos eimágenes disneyanas de dinosaurios) ycosas por el estilo. No negamos que esegénero pueda llegar a tener un impor-tante mercado entre consumidores denintendos con súbitas ansias culturales,y hasta que muchos infantes puedanfelizmente volver a la lectura gracias alhipermedia, (los caminos del Señor paranuestra salvación son infinitos). Peroesas mescolanzas, mortificadas ademáspor la bajísima resolución de una pan-talla de computadora, no parecen con-vincentes.

Nuestra Opinión

Nos atrevemos a pronosticar que elfuturo de la palabra compactada en CDestá mucho más del lado del hipertextoque del hipermedia, y más específica-mente en dos campos bien precisos:

a. En el campo de las enciclope-dias, a plazo inmediato (ya men-cionamos la existencia en el mercado del"Diccionario Electrónico" de Hachette).Imaginen el incalculable provecho quehistoriadores, periodistas serios, hom-bres de ciencias, artes y letras pudieransacarle a un CD/Hip conteniendo las 10mayores enciclopedias del mundo másalgunas decenas de archivos especia-lizados, de consulta instantánea y cruza-da, sinóptica o detallada. Un eldoradocultural ya a la mano pero aún inexplota-do; la falsa antinomia impreso/ electróni-ca de McLuhan resuelta por síntesishegeliana. Algo que realmente se pierdede vista: una dilatación y democrati-zación del saber como la humanidadnunca pudo soñarlas.

b. En el campo de la literatura, aplazo mediano, para el día que podamosleer en pantallas de muy alta definición eimprimir rápidamente, a placer y con cali-

El futuro de la palabracompactada en CDestá mucho más del

lado del hipertexto que delhipermedia, y másespecíficamente en doscampos bien precisos: el delas enciclopedias y el de laliteratura.

dad de imprenta; el todo a costos accesi-bles. Imaginen ahora -y es sólo un ejem-plo de muchísimos- un CD conteniendotoda la literatura griega antigua: de losfragmentos prefilosóficos a Menandro, deMimnermo a Platón, en cinco o seisidiomas y en las traducciones más céle-bres (y aún sobraría bastante espacio enel disco). A José Ignacio Cabrujas leprovoca, o necesita, releer Las Nubes deAristófanes. Pisa unas cuantas teclas yle pide a la electrónica que le imprima laobra a cinco columnas, una por idioma,todas las frases alineadas, impresa rec-to/ verso, en calidad libro. En pocos mi-nutos la tiene lista. Juan Ñuño, encambio, quiere consultar el décimo librode la Etica Nicomaydea de Aristóteles enoriginal, cotejándolo con las traduccionesde Santo Tomás, W.S. Wett, A. Plebe,R.A. Gauthier y A. Gómez Robledo, ídemen minutos. Como decíamos, sólo sub-siste -por el momento- el problema cos-tos. El día que se resuelva, enterraremosel libro de Gutenberg en tanto soporte,pero sin plañidos, porque habrá sobrevi-vido, y en plena expansión, la lectura. O

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JULIO ABRAMCZYK

Concisa brevedadn la prensa brasileña actual observamos alteracionesen la forma, técnica y contenido de la divulgacióncientífica y técnica. Dominan las notas cortas, sintéti-

ícas y explicativas, simultáneamente informativas yformativas. Son en la realidad un "lead" discretamente aumenta-do a dos o tres párrafos pero cortando la extensa elaboracióntradicional.

La extensión máxima es una página de veinte líneas, unacolumna de 12 centímetros, un nota breve con informacióncondensada.

La Folha de Sao Paulo observó que el lector dedica cada díamenos tiempo a la lectura del periódico y respondió haciendolos textos más cortos y su estilo más sintético. El periódico nodisminuyó su tamaño por eso. Al contrario: aumentó multipli-cando el número de notas breves.

Folha introdujo también en el periodismo diario la expan-sión de las unidades informativas. Las estadísticas son más fre-cuentes y se presentan con mayor frecuencia como infográficosen sustitución de los textos largos. Se abandona el texto corridoen favor de los cuadros, mapas, gráficos y tablas.

En el Brasil, los otros tres periódicos de circulación nacional(O Estado de Sao Paulo, Jornal do Brasil y O'Globó) acompañanesta tendencia, pero más tímidamente. En relación al periodis-mo científico esta propuesta sugiere que decodificar la cienciano es más traducir para el gran público la misma ciencia. Pasó

JULIO ABRAMCYK, brasileño, es redactor científico de Folha de SaoPaulo y Vicepresidente de la Asociación Iberoamericana dePeriodismo Científico.

a ser, principalmente, sintetizar y reducir al mínimo posible elmáximo de informaciones. Una buena explicación no necesitade muchos argumentos. Para explicar adecuadamente un hechocientífico no son necesarias notas largas. La capacidad de sínte-sis caracteriza al periodismo competente, particularmente en elárea de divulgación científica.

Personas de nivel educativo alto dedican un promedio de30 minutos diarios a la lectura de un periódico. Usualmente sequedan en las primeras planas y en los títulos de las páginasinteriores, deteniéndose un poco más en materias de su interésinmediato. Para esa gama heterogénea de lectores, la forma dehacerlos leer integralmente una materia sobre ciencia esofrecérsela en estilo casi telegráfico, en una nota breve o pirulíen la jerga periodística brasileña.

El periodismo científico no es más un compartimientoestanco o un cuerpo extraño en la prensa diaria. Es uno más desus secciones especializadas, como economía, deportes o políti-ca. De esta forma, compite permanentemente por espacio contodas las otras áreas temáticas del periódico.

Neils E. Miller, en "Scientists and Journalists", señala quelos redactores científicos compiten por espacio y tiempo conotros sucesos y crónicas. Deben publicar o perecer. La compe-tencia es intensa. Una nota de 500 palabras es típica, segúnMiller. Ahora, lo típico se acerca a una hoja mecanografiada adoble espacio, equivalente a 11 centímetros de columna.

Hubo una época en que la publicación de una materia pe-riodística era valorizada más por el espacio que ocupaba en laspáginas del periódico que por la calidad de su contenido.Actualmente importa la calidad y la brevedad. No se ocupa másimpunemente el espacio de las publicaciones (cada vez máscaras) y el tiempo del lector, cada vez más escaso.

Una investigación realizada en el Estado de Oregon,Estados Unidos, sobre alfabetización de adultos, verificó que el97% de la población adulta sabe leer. Pero sólo un 8.7% de losentrevistados fueron considerados aptos para comprender co-rrectamente un texto. En Brasil, 85% de los adultos están pordebajo del patrón educacional de los países desarrollados.

Puede ser considerado un trabajo perdido una nota publica-da pero incomprensible para el lector. Para comprender asuntosde ciencia, las notas cortas, sintéticas y explicativas, a la vezinformativas y formativas, ofrecen una nueva y auspiciosa opor-tunidad. El periodista aplica las enzimas de las explicacionesfáciles, breves y accesibles para facilitar la comprensión yfavorecer la rentención informativa. $

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