vernik cap2

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II. EXTRANJERÍA y SOCIOLOGÍA l. El extranjero Hemos oído a menudo caracterizar a Georg Simmel como un ex- tranjero, valiéndose de la propia figura que habita en su Sociología. Tal, por ejemplo, la caracterización de Simmel como "El extranjero de la academia" que propuso el sociólogo estadounidense Lewis Coser allá por 1965, para referirse al mismo tiempo a la condición de extranjero o extraño con la que Simmel se movía por las arenas de la academia alemana. A su vez, en la sociología estadounidense que en sus inicios se interesó por los estudios sociológicos simmelianos, la importancia de la figura del extranjero fue recreada por el sociólogo de Chicago Robert Erzah Park, quien fuera extranjero en Berlín donde recibió de primera mano las enseñanzas de Simmel. y más tarde también, por el sociólogo austríaco Alfred Schütz, que desde su condición de extranjero en Nueva York, vuelve sobre la figura que Simmel había delineado. El extranjero, aquel que se conecta de forma peculiar con la sociedad en la que vive y que experimenta al revés las distancias, es el que "vive lo lejano COIllO cercano y lo cercano como lejano". Subrayemos la manera vitalista de estas reflexiones de extranjeros que ensayan sobre esta figura propuesta por Simmel, porque no de otra manera -creemos- puede reflexionarse acerca de este motivo. Se requiere aunque sea episódicamente -como en las crónicas de viajes de Simmel por Italia y Francia-, estar fuera de la patria para percibir intensamente estas cualidades adjudicadas al extranjero: "vive lo cer- cano como lejano". Señalaremos que el carácter vivencial-existencial-confesional es un componente presente en la elaboración que Simmel hace de su socio- logía, que reaparece toda vez que interroga por el significado del acto de comprender. Al final de su obra, en su momento más vitalista, sos- tendrá que toda "interpretación [...] será siempre también quiérase o no, una confesión del que interpreta". 41 Esta observación hermenéutica radical nos resulta expresiva del pen- samiento simmeliano. Incluso el propio Simmelllegó a vanagloriarse de su condición de extranjero para acceder con más facilidad que un 41 Georg Simrnel, Goethe, Buenos Aires, Nova, 1949, p. 10. [31]

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  • II. EXTRANJERA y SOCIOLOGA

    l. El extranjero

    Hemos odo a menudo caracterizar a Georg Simmel como un ex-tranjero, valindose de la propia figura que habita en su Sociologa. Tal,por ejemplo, la caracterizacin de Simmel como "El extranjero de laacademia" que propuso el socilogo estadounidense Lewis Coser allpor 1965, para referirse al mismo tiempo a la condicin de extranjeroo extrao con la que Simmel se mova por las arenas de la academiaalemana. A su vez, en la sociologa estadounidense que en sus iniciosse interes por los estudios sociolgicos simmelianos, la importanciade la figura del extranjero fue recreada por el socilogo de ChicagoRobert Erzah Park, quien fuera extranjero en Berln donde recibide primera mano las enseanzas de Simmel. y ms tarde tambin,por el socilogo austraco Alfred Schtz, que desde su condicin deextranjero en Nueva York, vuelve sobre la figura que Simmel habadelineado. El extranjero, aquel que se conecta de forma peculiar conla sociedad en la que vive y que experimenta al revs las distancias, esel que "vive lo lejano COIllO cercano y lo cercano como lejano".

    Subrayemos la manera vitalista de estas reflexiones de extranjerosque ensayan sobre esta figura propuesta por Simmel, porque no deotra manera -creemos- puede reflexionarse acerca de este motivo. Serequiere aunque sea episdicamente -como en las crnicas de viajesde Simmel por Italia y Francia-, estar fuera de la patria para percibirintensamente estas cualidades adjudicadas al extranjero: "vive lo cer-cano como lejano".

    Sealaremos que el carcter vivencial-existencial-confesional es uncomponente presente en la elaboracin que Simmel hace de su socio-loga, que reaparece toda vez que interroga por el significado del actode comprender. Al final de su obra, en su momento ms vitalista, sos-tendr que toda "interpretacin [ ... ] ser siempre tambin quirase ono, una confesin del que interpreta". 41

    Esta observacin hermenutica radical nos resulta expresiva del pen-samiento simmeliano. Incluso el propio Simmellleg a vanagloriarsede su condicin de extranjero para acceder con ms facilidad que un

    41 Georg Simrnel, Goethe, Buenos Aires, Nova, 1949, p. 10.

    [31]

    MiguelCuadro de textoVernik E. (2009) Simmel Una introduccin Editorial Quadrata, Buenos Aires

    MiguelCuadro de texto

  • francs -acaso, Henri Bergson- al Contacto con personalidades excep-cionales como Rodin. Segn el recuerdo de Simmel, Rodin

    frente a los extranjeros, que quiz no encontrara una segunda vez, sesaba menos comprometido y por esto se mostraba ms abierto quepara algunos conciudadanos Y

    Bn tanto frente a Rodin, el propio Simrnel pudo segura-mente en tanto extranjero, "desplegar todo gnero de atractivos yexcelencias..." .43

    El extranjero,acaso el ms celebrado de los ensayos del autor, es partede lagran Sociologaque Simmel publica en 1908. Mosaico de diferen-tes estudios que continan la propuesta metodolgica esbozada en elcaptulo 1, en el que se presenta la sociologa no como el estudio de lasociedad, sino de las socializaciones, de las acciones recprocas que serecrean en forma diferente a cada instante. stas son analizadas bajo untipo particular de abstraccin, que distingue entre formas y contenidos.En esta visin, la sociedad es observada como un espacio de interac-ciones permanentes entre individuos que se alejan y se acercan entre s,se atraen y se repelen, comprometiendo distintos niveles de involucra-miento en las relaciones. Lo social aparece como una urdimbre de hilosque conectan a todos con todos.

    Ese captulo primero, con sus antecedentes a los que luego nosreferiremos, constituye una suerte de "Manifiesto de la sociologasimmeliana", con el que el autor conceba la re fundacin de la dis-ciplina, resulta clave para comprender los alcances de El extranjero,que se inclua como digresin en el captulo sobre "El espacio y lasociedad";" Es de subrayar esta inscripcin sociolgica -por lo menosde una sociologa sui generis, de fuerte marca personal, como es lade Simmel- para apreciar la doble condicin del Extranjero: tantoforma sociolgica como tipo social. A la manera en que lo hace a lo

    42 Georg Sirnmel, "Recuerdos de Rodin" (1917), en El individuo y la libertad. En-sayos de crtica de la cultura, Barcelona, Pennsula, 1986, p. 212.43 Gcorg Simmcl, Sociologa. Estudios sobre las formas de socializacin, t. 1, BuenosAires, Espasa Cupe-Argentina, 1939, p. 275.44 El captulo 1 incluye el artculo de 1894, "El problema de la sociologa", quecon pocas modificaciones tambin pasar como captulo 1, a la versin ms vitalistaque Sirnmel publica en 1917, bajo el ttulo de Cuestiones [untiamentales de sociologa,Barcelona, Gedisa, 2002.

    , largo de su Sociologa, Simmel analiza por un lado, distintas clases desocializaciones, formas de interaccin, de acciones recprocas en lasque constantemente se despliega un intercambio de efectos (Wechse-llVirkungen). y por otro lado, tipos socialeso psico-saciales. Estos tiposno son ideales como los que metodolgicamente utiliza Max Weber,sino que expresan una particular posicin dentro de la estructura so-cial, o una categora general de orientacin en el mundo. Algunosde estos tipos que Simmel despliega a lo largo de toda su obra son: elExtranjero) el Pobre) elAvaro, el Derrochador, el Urbanita, la Coqueta,elfantico de la Moda, el Aventurero) el Alpinista, el Apostador. Peropor lo anterior que comentbamos, aqu habr que distinguir entreel tratamiento sociolgico que Simmel da al extranjero o al pobre,que son formas de socializacin entre esos tipos y otros miembros dela sociedad y que por tanto constituyen una forma positiva de accinrecproca, y el tratamiento filosfico o psicolgico-filosfico que Sim-rnel da a tipos como el del aventurero o la coqueta que aparecen ensu libro Cultura filosfica (1911 ),45 en un perodo en que el autor co-menzaba a radicalizar sus compromisos con las filosofias de la vida.

    En este punto, conviene aclarar que si bien Simmelno concibeuna distincin tajante entre sociologa y filosofia como comparti-mentas disciplinarios estancos, sino que al contrario la sociologase encuentra entre dos regiones filosficas -la epistemologa pordebajo, que la sostiene; y la metafisica por arriba, que la conformaen cada una de sus aseveraciones-, s es de sealar que ambos domi-nios, el filosfico y el sociolgico -no obstante sus entrelazamientosy la porosidad de sus lmites- poseen claramente distintas lgicas yreglas formales.

    As se observa en el propio Simrnel cuando en una carta a ClestinBougl, por entonces colaborador de mile Durkheim en L'Annesociologique, le anuncia en 1908 que, como producto de sus investiga-ciones de los ltimos quince aos, est por editar su Sociologa; aosms tarde, en otra carta al socilogo francs.v le escribe relativizando

    45 El ttulo original de esta coleccin de ensayos que Simmel publica en 1911, Phi-losophische Kultur, fuc traducido al espaol primero como Cultura femenina y otrosensayos (Madrid, Revista de Occidente, 1934) y ms tarde como Sobre la aventura.Ensayos filosficos (Barcelona, Pennsula, 1988) -sin aclarar qu criterios adoptaron loseditores en cada caso.46 Retengamos el nombre de este interlocutor francs de Simmel, que: aos ms tardevolveremos a encontrar en relacin a Clude Lvi-Strauss: Clestin Bougl.L [321 [33J

  • su inters por esa disciplina, para concentrarse en cuestiones de filo-sofa y de esttica Y

    A continuacin, revisaremos las puntuaciones que caracterizan laforma y el tipo del Extranjero, pero antes de ello, resulta convenientedetenemos en las concepciones del espacio y la distancia tal comoaparecen desarrollados a lo largo de la etapa previa a la publicacinde la Sociologa.

    2. Espacio y distancia

    De la sociologa que Simrnel presenta, puede decirse que se estruc-tura a partir de tres vectores: el tiempo, el nmero y el espacio.

    El extranjero, aquel que se define precisamente por mantener unapeculiar relacin con las distancias, "una particular sntesis entre lolejano y lo cercano", se inscribe dentro de un conjunto de reflexionesms amplio sobre el espacio y las distancias, que Simmel fue elabo-rando desde el comienzo de su obra hasta llegar al captulo sobre "Elespacio y la sociedad" de su Sociologa de 1908.

    Estas nociones de experiencia del espacio y la distancia ocupanciertamente un lugar destacado en la construccin interna de su obraque se percibe desde sus primeros escritos. En efecto, si examinamossu segunda tesis doctoral ," sobre "La esencia de la materia segn lamonadologa fsica de Kant", que es un escrito an anterior a la tesiselaborada para alcanzar el doctorado, encontramos claras preocupa-ciones por los conceptos de espacio y distancia. En este ensayo, que es

    47 Carta a Clestin Bougl del 2 de marzo de 1908: "En este momento, estoy ocu-pado en publicar mi Sociologa, que finalmente lleg a su fin", y ms tarde agregaque ese trabajo "lo arrastr por quince aos", en O. Rammstedt y N. Mil: "GeorgSimmel. A briefportrait", Universidad de Bielefeld, rnimeo, s/f. [Trad. esp.: "GeorgSimmel (1858-1918)", en OIga Sabido Ramos (coord.): Georg Simmel. Una revisincontempornea, Barcelona, Anthropos-uarn, 2007].48 "Das Wesen der Materie nach Kant's Physischer Monadologie" ("La esencia de lamateria segn la rnonadologa fsica de Kanr"), defendida en la Friedrich-Wilhclm Uni-versirat, en Berln, el25 de febrero de 1881. Tal como sealamos en el captulo 1, luegode que el tribunal examinador rechazara su primera tesis doctoral, "Estudios psicolgi-cos y ctnolgicos sobre msica", una investigacin sobre los orgenes del canto tirols yde la msica en sentido antropolgico que haba elaborado bajo influencia de M. Laza-rus y H. Steinthal, sus maestros de Psicologa de las naciones (VOlkerpsichologie), SimmeJpresenta este escrito que haba sido elaborado con anterioridad y que haba obtenido unpremio. Disponible en lnea en: hg;p:!/socio.ch/sim/verschiedenes/1881/materie.hnn. revisado el 25 de septiembre de 2006.

    [34)

    un comentario crtico acerca de cmo Kant concibi las mnadas deLeibniz en su Monadologia Physica de 1756, Simmel encuentra que

    La divisibilidad infinita del espacio slo representa la divisin de laaccin externa de la mnada, no la de esta misma, ya que la mnadallena su espaciopor la fuerza ejercida en todas las direccionespara man-tener alejadas a las dems mnadas.49

    i En este escrito del joven Sirnmel, se lee que:acta una fuerza de atraccin entre las mnadas que disminuye inver-samente al cuadrado de la distancia, mientras que la repulsin dismi-nuye en relacin inversa a la tercera potencia de las distancias. so

    Sirnrnel, de manera explcita, recupera de Kant la concepcin de"accin recproca" entre las mnadas, referida a que las distanciasentre ellas, relativas y en constante re-definicin llenan un espacio.Es posible conjeturar que la analoga entre el comportamiento de lasrnnadas en el espacio y el de los individuos en la sociedad, haya sidoel punto de partida, para el desarrollo -que aparece en 1894, en "Elproblema de la sociologa"- de su concepcin de lo social C0l110 unespacio dinmico de conexiones de todos con todos, de acercarnien-tos y distanciamienros, de atracciones y repulsiones. Pero lo cierto, esque ya en este punto de inicio de su carrera, Simmel posea en germenlas nociones de espacio y de distancia que sern basamentos para eldesarrollo de su teora.

    Si avanzamos ahora algunos aos en la obra de Simmel y, enun registro diferente, nos detenemos en su muy importante ensayo"Esttica sociolgica" de 1896, es decir slo dos aos despus de"El problema de la sociologa", encontraremos tambin indicacionesprecisas acerca de la experiencia del espacio y las distancias, pero estavez, en relacin con la sensibilidad y la condicin modernas.

    Por un lado, Simrnel nos habla de la capacidad del arte para alejar-nos y acercamos a la realidad:

    Todo arte modifica la amplitud de la medida en la que originaria ynaturalmente nos situamos con respecto a la realidad. Por una parte,el arte nos acerca esta ltima, nos pone en una relacin inmediata con

    49 Ibd. (el nfasis me pertenece).50Ibd.

    [35]

  • su sentido autntico y ms interno [ ...]. Pero junto a esto, todo arteestablece un alejamiento de la inmediatez de las cosas, hace retroce-der la concrecin de los estmulos y extiende un velo entre ellos ynosotros=!

    Pero por otro lado, Simmel ensaya un diagnstico de la moderni-dad, como el progresivo reemplazo de las cercanas por las distancias.Los signos de los tiempos modernos son las distancias en detrimentode las cercanas.

    el sentimiento artstico del presente acenta fuertemente en lo esen-cial el estmulo de la distancia frente al estmulo de la aproximacin.[ ...) Esa peculiar tendencia a hacer actuar [ ...) a las cosas a partir dela lejana conforma un signo de los tiempos modernos comn a muchosmbitos."

    As, Simmel ve una tendencia al distanciamiento propia del hom-bre moderno, y llama la atencin acerca del fenmeno del "miedo alcontacto", al que no duda en caracterizar como una patologa de lostiempos modernos, como "el temor a llegar a un contacto excesiva-mente prximo", que se asocia con el avance del dinero en el interiorde las relaciones sociales.

    una causa fundamental de aquel miedo al contacto [ ...] es la penetra-cin cada vez ms profunda de la economa monetaria, que destruyecada vez ms las relaciones econmico-naturales de tiempos ms tem-pranas (si es que todava esta obra de:destruccin no ha tenido xitopor completo)."

    Como en la Filosofta de dinero, su tratado que en ese momentose encontraba en preparacin, Sirnmel adjudica al dinero un papelmediador entre los hombres y las mercancas y entre los hombreentre s, que aumenta las distancias de la experiencia social:

    el dinero, con la ampliacin de su papel, nos sita en una distanciacada vez ms esencial respecto de los objetos; la inmediatez de las

    51 Georg Simrnel, El individuo y la libertad ..., op. cit., p. 224 (el nfasis mepertenece) .52 lbid., p. 225 (el nfasis me pertenece).53 lbd., p. 227.

    [36]

    impresiones, del sentimiento de valor, de lo susceptible de provocarinters, se debilita. Nuestro contacto con los objetos se rompe y lossentimos, por as decido, slo a travs de una mediacin que ya nopermite expresar totalmente su ser pleno, propio, inmediato."

    De este modo, Simmel considera la tendencia hacia el ensancha-miento de las distancias, como un aspecto de las sociedades en la eradel dinero, en las que el reemplazo creciente de las relaciones inme-diatas por un conjunto de mediaciones se asocia a la multiplicidadde los fragmentos en detrimento de la unidad del todo.

    Con estos elementos esbozados acerca del espacio y las distancias,podemos volver ahora a la Sociologa de 1908, para por fin, referimosal extranjero.

    3. La libertad del extranjero

    El captulo sobre "El espacio y la sociedad" de su gran Sociologa,contiene algunas de las pginas ms expresivas que debemos a Sim-mel. En l aparecen, sus reflexiones sobre el espacio y la dominacin,sobre la sociologa de los sentidos, en la cual aparecen, entre otrosmotivos clebres, sus reflexiones sobre el comunismo de las impre-siones sensoriales y sus anlisis de las formas metropolitanas de vida.Todas expresiones de la dimensin social de los marcos espaciales.Adems, junto a su digresin acerca del extranjero, es de destacar elconjunto de reflexiones sobre el viaje que aparece como una categorams amplia que la de extranjera.

    De acuerdo con la idea de que la figura sociolgica del extranjeroaparece como un tipo particular de relacin con los territorios y lassociedades (de arribo y de partida) es que se distingue de otras figurasde viajeros. Lo que aqu Simmelllama extranjero es una figura opues-ta al hombre sedentario pero, a la vez, distinta, por ser intermedia, alas figuras del nmada y del emigrado. Si el sedentario es el que fijade una vez su ubicacin territorial, y el emigrado es quien fij su posi-cin luego de un desplazamiento, el nmada es lo contrario a los dosprimeros, es aquel para el que

    54lbd.

    [37]

  • la migracin es la sustancia de su vida, y ello se manifiesta, princi-palmente, en la ilimitacin del movimiento, en la forma circular queimprime a la migracin, volviendo siempre a los mismos lugares. ss

    En cambio, el extranjero es para Simmel, una combinacin de lostipos del emigrado y el nmada:

    No es el que viene hoy y se va maana, sino el que viene hoy y sequeda maana; es, por decirlo as, el emigrante en potencia, que, aun-que se haya detenido no se ha asentado completamente."

    Su caracterstica en el crculo espacial de llegada es que "no pertenecea l desde siempre, de que trae al crculo cualidades que no proceden nipuede proceder del crculo". En relacin con las distancias, si de manerageneral, todas las relaciones humanas contienen la unin entre la proxi-rnidad y el alejamiento, lo particular de la forma del extranjero, es que

    La distancia, dentro de la relacin, significa que lo cercano est lejano,pero el ser extranjero significa que lo lejano est cercano. 57

    Es ste el carcter formal del extranjero: su peculiar sntesis entrelo lejano y lo cercano.

    Simmel subraya el carcter positivo de la figura del extranjero encuanto forma especial de relacin recproca que crea socializaciones,en ese sentido es una figura anloga a la de los pobres, que para el en-tramado social aparecen tambin como un factor positivo, en cuantoal acrecentamiento de las relaciones recprocas. Obsrvese que ste esel enunciado ms caracterstico de la sociologa de Simmel que vienea diferenciarla radicalmente de la versiones anteriores de la discipli-na. Si lo que importa son las formas de socializacin, las relacionesrecprocas, el intercambio de efectos, entonces bien vale la pena dete-nerse en estas figuras (el extranjero, el pobre) consideradas anterior-mente como a-sociales. Constituyen formas que la sociologa, hastaese momento, vea como disruptoras para la sociedad, y en las queSirnrnel encuentra su elemento positivo, formas tales como la luchay el conflicto.

    55 Georg Simrnel, Sociologa ... , op. cit., p. 260.56 Ibid., p. 273.57 tu, p. 274.

    [38]

    Finalmente, Simmel enumera una serie de atributos del extranjero.En primer lugar, seala que en la historia de la economa el extranjeroaparece como comerciante. Cuando en una economa se requierenartculos que se producen fuera de su crculo, los comerciantes tienenque ser extranjeros, o de lo contrario, desde su propio crculo sur-gen los "extranjeros" que van en busca de los productos. En segun-do lugar, seala la objetividad del extranjero, que al no encontrarseunido radicalmente con las partes del grupo o con sus tendenciasparticulares, tiene frente a todas estas manifestaciones la actitud pe-culiar de lo "objetivo". y esta condicin es la que le confiere un altogrado de libertad.

    Para concluir, remarcaremos tres aspectos de las consideraciones deSimmel. Primero, que la "extranjera" es un elemento de la interaccinsocial en cierta medida inherente a todas las relaciones sociales. Es posi-ble derivar distintos grados en la relacin extranjero/familiar. Segundo,que el extranjero constituye una forma de relacin perfectamente posi-tiva para la sociedad, en tanto otorga cualidades que enriquecen la vidasocial. Y tercero, que la ausencia de fuertes lazos espaciales le confiereal extranjero una especial forma de libertad individual.

    Podemos aqu, por un momento, volver sobre el carcter viven-cial, existencial, de la sociologa de Simrnel, y preguntamos acerca delas experiencias de viaje que hemos tenido, en los momentos en quearribamos a una ciudad desconocida y en la que nosotros somos tam-bin desconocidos, cunto hay de cierto en esta sensacin de libertaddel extranjero.

    4. La vida en las metrpolis

    El aire de la ciudad hace libre.58

    Como el viejo refrn alemn de nuestro epgrafe con el cual seinauguraban las sesiones de la legislatura de la ciudad de Frankfurtam Main, Simmel escribe en su ensayo "Las grandes urbes y la vidadel espritu" 59 que:

    58 Stadtluft macht frei.59 En 1903, Simmel publica uno de sus ensayos ms celebrados, "Die gro\stadteund die Geistesleben". Teniendo como referencia el fenmeno de las metrpolis, eltexto ofreca en forma sinttica algunas de las lneas de anlisis principales de sus dosobras sociolgicas mayores, la Filosofa del dinero, que haba aparecido tres aos antes;y la Sociologa que saldr cinco aos ms tarde. A su vez, "Las grandes urbes y la vida

    (39)

  • La vida en la pequea ciudad, tanto en la Antigedad como en laEdad Media, pona al individuo particular barreras al movimiento yrelaciones hacia el exterior, a la autonoma y a la diferenciacin haciael interior, bajo las cuales el hombre moderno no podra respirar/"

    y contina indicando que:

    Incluso hoy en da, el urbanita, trasladado a una ciudad pequea,siente un poco la misma estrechez.?'

    El anlisis de Simmel sobre la vida en las grandes ciudades compa-rada con la de las pequeas aldeas destacaba, entre otros aspectos, lacuestin de la libertad de los individuos, y la ponderaba en trminosparodojales. Por un lado, la posibilidad de desplazamientos y el ano-nimato que las grandes urbes ofrecan, ampliaba los grados de liber-tad individual; y por otro, los cea al moldear al individuo dentro dela ms extrema divisin social del trabajo, reducindolo, por mediode la objetividad despiadada del dinero y del tiempo de la produccinfabril, a un "esquema suprasubjetivo". En definitiva, si por un ladolas grandes urbes permitan superar la vigilancia propia de las ciudadespequeas, por otro, confrontaban al individuo con la resistencia "aser nivelado y consumido en un mecanismo tcnico-social"."

    Tal estimacin paradojal de la vida en las metrpolis modernas secorresponde con e! diagnstico ms general de la tcnica y la moder-nidad ensayada por Simmel, en tanto socilogo. En efecto, su puntode partida para la construccin interna de! texto, es la contraposicinpropia de los socilogos de la modernidad, de la aldea campesina o lapequea ciudad provinciana versus las grandes urbes, de la comunidadagraria versus la sociedad capitalista -en trminos cercanos a cmoFerdinand Tonnies haba establecido e! binomio Gemeinschaftversus

    del espritu" aparece en medio de una triloga sobre las ciudades italianas de Roma,Florencia y Venecia. En efecto, Roma. Un ensayo esttico aparece pocos aos antes de"Las grandes urbes", y un poco ms tarde se publicarn sus escritos sobre Florenciay Venecia. Pero, ms all de esta saga cronolgica, y aun de las similitudes temticas,los enfoques disciplinarios son distintos. Mientras en el ensayo sobre las metrpoliscontemporneas percibimos su sociologa; en la triloga sobre las ciudades italianas, laaproximacin es esttica.60 Georg Simmel, "Las grandes urbes y la vida del espritu", en El individuo y la liber-tad. Ensayos de critica de la cultura, Barcelona, Pennsula, 1986, p. 255.61Idem.62 tu, p. 247.

    [40J i

    Gesellschaft- y los aspectos de la vida urbana en los que Simmel sedetiene, son aquellos propios de una teora de la modernidad cultural:el avance de nuevas formas tecnolgicas y financieras, la prdida de lasrelaciones cara a cara y su sustitucin por formas impersonales cadavez ms mediatizadas, en definitiva, el surgimiento de una cultura cre-cientemente alejada de las esferas subjetivas de los individuos. Y aquagrega Simmel, la aparicin de nuevas patologas psicolgicas -cier-tamente "urbanas"- como el nerviosismo, la neurastenia, el cinismo,la actitud blas, la indolencia. Puede decirse que este ensayo condensabuena parte de los ncleos temticos que Simmel indaga a lo largode su Sociologa: la cuestin del dinero, el intelectualismo de la subje-tividad moderna, la objetividad despiadada de la exactitud calculanteen tanto estilo de vida, el problema punzante de la libertad comoconcepto relativo, y la formulacin presente en grado incipiente en suSociologa y que el autor desplegar aos ms tarde, de la tragedia dela cultura. Pero adems, en este ensayo de 1903, Simmel trabaja a lamanera en la que lo hace en su Sociologa, a partir de la observacinformas de interaccin, que constituyen siempre acciones recprocas enlas que se despliega un intercambio de efectos (Wechselwirkungen); ytipos sociales o psico-sociales, como en este caso es el urbanita, aquelque expresa el tipo de individualidad especficamente urbana.

    Cmo se concibe la gran ciudad? Como un conjunto de aglome-raciones, de edificios, de ininterrumpido trfico de personas y mer-cancas, de rpidos intercambios de impresiones, siendo una de suscaractersticas principales la proximidad espacial. Muchas veces, aso-ciada sta a una distancia espiritual. Por lo cual, Simmel afirma que"no hay mayor soledad que la que se da en medio de la multitud", yrefiere a la experiencia de estar "solo entre la muchedumbre" cuandola "cercana y la estrechez corporal hacen tanto ms visible la distanciaespiritual"."

    Una de las caractersticas salientes de las grandes ciudades es lamatriz intelectualista de la vida anmica urbana, que significa la dismi-nucin de los sentimientos y su reemplazo por el entendimiento delclculo. Esto lleva a relaciones ms objetivas y fras con las personasprximas. El carcter intelectualista de las metrpolis -tendencia dela modernidad, que ser retornada, entre otros, por Max Weber- im-plica la reduccin exclusiva del mundo a la lgica de la razn pura. Elcreciente reemplazo del sentimiento por el entendimiento que llevaa calcular con los hombres C01110 con los nmeros. Esto permite a

    63 ua. p. 256.

    [41J

  • La vida en la pequea ciudad, tanto en la Antigedad como en laEdad Media, pona al individuo particular barreras al movimiento yrelaciones hacia el exterior, a la autonoma y a la diferenciacin haciael interior, bajo las cuales el hombre moderno no podra respirar/"

    y contina indicando que:

    Incluso hoy en da, el urbanita, trasladado a una ciudad pequea,siente un poco la misma estrechez.s'

    El anlisis de Simmel sobre la vida en las grandes ciudades compa-rada con la de las pequeas aldeas destacaba, entre otros aspectos, lacuestin de la libertad de los individuos, y la ponderaba en trminosparodojales. Por un lado, la posibilidad de desplazamientos y el ano-nimato que las grandes urbes ofrecan, ampliaba los grados de liber-tad individual; y por otro, los cea al moldear al individuo dentro dela ms extrema divisin social del trabajo, reducindolo, por mediode la objetividad despiadada del dinero y del tiempo de la produccinfabril, a un "esquema suprasubjetivo". En definitiva, si por un ladolas grandes urbes permitan superar la vigilancia propia de las ciudadespequeas, por otro, confrontaban al individuo con la resistencia "aser nivelado y consumido en un mecanismo tcnico-social". 62

    Tal estimacin paradojal de la vida en las metrpolis modernas secorresponde con el diagnstico ms general de la tcnica y la moder-nidad ensayada por Simmel, en tanto socilogo. En efecto, su puntode partida para la construccin interna del texto, es la contraposicinpropia de los socilogos de la modernidad, de la aldea campesina o lapequea ciudad provinciana versus las grandes urbes, de la comunidadagraria versus la sociedad capitalista -en trminos cercanos a cmoFerdinand Tonnies haba establecido el binomio Gemeinschaftversus

    del espritu" aparece en medio de una triloga sobre las ciudades italianas de Roma,Florencia y Venecia. En efecto, Roma. Un ensayo esttico aparece pocos aos antes de"Las grandes urbes", y un poco ms tarde se publicarn sus escritos sobre Florenciay Venecia. Pero, ms all de esta saga cronolgica, y aun de las similitudes temticas,los enfoques disciplinarios son distintos. Mientras en el ensayo sobre las metrpoliscontemporneas percibimos su sociologa; en la triloga sobre las ciudades italianas, laaproximacin es esttica.60 Georg Simmel, "Las grandes urbes y la vida del espritu", en El individuo y la liber-tad. Ensayos de critica de la cultura, Barcelona, Pennsula, 1986, p. 255.61 Idem.62 Ibd., p. 247.

    [40] j

    Gesellschaft- y los aspectos de la vida urbana en los que Simmel sedetiene, son aquellos propios de una teora de la modernidad cultural:el avance de nuevas formas tecnolgicas y financieras, la prdida de lasrelaciones cara a cara y su sustitucin por formas impersonales cadavez ms mediatizadas, en definitiva, el surgimiento de una cultura cre-cientemente alejada de las esferas subjetivas de los individuos. Y aquagrega Simrnel, la aparicin de nuevas patologas psicolgicas -cier-tamente "urbanas"- como el nerviosismo, la neurastenia, el cinismo,la actitud blas, la indolencia. Puede decirse que este ensayo condensabuena parte de los ncleos temticos que Simmel indaga a lo largode su Sociologa: la cuestin del dinero, el intelectualismo de la subje-tividad moderna, la objetividad despiadada de la exactitud calculanteen tanto estilo de vida, el problema punzante de la libertad comoconcepto relativo, y la formulacin presente en grado incipiente en suSociologa y que el autor desplegar aos ms tarde, de la tragedia dela cultura. Pero adems, en este ensayo de 1903, Simmel trabaja a lamanera en la que lo hace en su Sociologa, a partir de la observacinformas de interaccin, que constituyen siempre acciones recprocas enlas que se despliega un intercambio de efectos (Wechselwirkungen); ytipos sociales o psico-sociales, como en este caso es el urbanita, aquelque expresa el tipo de individualidad especficamente urbana.

    Cmo se concibe la gran ciudad? Como un conjunto de aglome-raciones, de edificios, de ininterrumpido trfico de personas y mer-cancas, de rpidos intercambios de impresiones, siendo una de suscaractersticas principales la proximidad espacial. Muchas veces, aso-ciada sta a una distancia espiritual. Por lo cual, Simmel afirma que"no hay mayor soledad que la que se da en medio de la multitud", yrefiere a la experiencia de estar "solo entre la muchedumbre" cuandola "cercana y la estrechez corporal hacen tanto ms visible la distanciaespiritual" .63

    Una de las caractersticas salientes de las grandes ciudades es lamatriz intelectualista de la vida anmica urbana, que significa la dismi-nucin de los sentimientos y su reemplazo por el entendimiento delclculo. Esto lleva a relaciones ms objetivas y fras con las personasprximas. El carcter intelectualista de las metrpolis -rendencia dela modernidad, que ser retornada, entre otros, por Max Weber- im-plica la reduccin exclusiva del mundo a la lgica de la razn pura. Elcreciente reemplazo del sentimiento por el entendimiento que llevaa calcular con los hombres como con los nmeros. Esto permite a

    63 Ibd. p. 256.

    [41]

  • Simmel detenerse en lo que llama la exactitud calculan te de la vidamoderna, la reduccin creciente de valores cualitativos a valores cuan-titativos. Y a partir de estas tendencias, es posible apreciar algunos delos efectos paradjicos del dinero, que domina las relaciones entreindividuos y se constituye como el nivelador ms pavoroso: todas lascosas pueden tener un valor en dinero, y en su forma ms despiada-da e indigna hasta las personas llegan a tener precio. Pero sin llegara tal extremo, la ciudad con su incesante y veloz trfico de dinero,mercancas y personas, acrecienta la vida nerviosa de sus habitantes,llevando a una objetividad despiadada entre consumidores totalmentedesconocidos.

    Tal caracterstica de la gran ciudad, el intercambio de efectos condesconocidos -como son la mayora de las relaciones que habitual-mente mantenemos mientras nos movemos por el espacio pblico ur-bano-, produce formas de indiferencia que son en definitiva, formasde defensa ante la multiplicidad de imgenes y estmulos que proveenlas relaciones cuantitativas urbanas.

    La indiferencia hacia el vecino es una simple medida de precaucin sinla cual en la gran ciudad, se vera uno desquiciado y destrozado.v'

    Qu pasa si uno quisiera, como en el pequeo pueblo, saludar atodas las personas con las que se cruza? No es posible saludar a todaslas personas que uno encuentra en una plaza, en una feria o en las calles.Frente a los mltiples estmulos nerviosos e intercambios de impresio-nes, los habitantes de la ciudad recurren a mecanismos de defensa desu interioridad, como son: la reserva, la antipata, el embotamiento delos sentidos, la personalidad biass y la indolencia, que son atributoscaractersticos del urbanita. A la vez, la cuestin de! conocimiento/des-conocimiento entre las personas, en contextos de e!evadsima imper-sonalidad como son las grandes ciudades, lleva a la toma de distancias,y a formas de hipocresa entre los vecinos. As, en lo que acaso podraconsiderarse como su consejo, Sirnmel, en e! captulo "El espacio y lasociedad" de su Sociologa, indica que:

    Es bueno tener por amigo al vecino, pero es peligroso tener por ve-cino al arrugo."

    64 tu, p. 252.65 Georg Simmel, Sociologa. Estudios sobre las formas de socializacin, t. 2, BuenosAires, Espasa-Calpe Argentina, 1939, p. 236.

    [42]

    ~#

    Asimismo las observaciones de Simmel acerca de la sociologa delos sentidos recalan en el anlisis de la gran ciudad. Sobre el carcter delas relaciones de proximidad espacial que suponen las grandes urbes,Simmel seala que en comparacin con la ciudad pequea, la vida enla gran ciudad se basa mucho menos en el or que en el ver. Ms im-portante que ]0 que se oye, es lo que se ve o se deja de ver. As, la granciudad, con sus zonas iluminadas y sus zonas oscuras, permite la expe-riencia indita del anonimato, de perderse en la ciudad.

    El urbanita adquiere as una libertad nunca antes posible en la pe-quea ciudad, con las pequeeces y prejuicios que comprimen a sushabitantes. Sin embargo, como ya dijimos, la ponderacin de las for-mas metropolitanas de vida es paradojal. Junto a esta libertad nuevaque se respira en el aire de la gran ciudad, aparecen las patologas queatrofian al sujeto hasta hacerlo indolente. Entonces, en las grandesurbes, la objetivacin de la vida del espritu llega a grado tal, de ofre-cerse cual cosa.

    5. Viajes italianos: la triloga de las ciudades

    La triloga sobre las ciudades de Roma, Florencia y Venecia laconforman tres ensayos breves, publicados originalmente en peridi-cos.66 Con mucho mayor nfasis que en el artculo sobre "Las grandesurbes .... ", estos son trabajos sobre sensaciones (Empjindungm). Yenparticular, sobre las impresiones estticas subjetivas que suscitan estastres ciudades.

    Se trata de ciudades histricas, en las que la reflexin esttica apa-rece relacionada con la decantacin de la historia en los paisajes de!presente. Simmel se detiene en la capacidad de conservacin de laarquitectura, el paisaje y el urbanismo a lo largo de la historia, lo queel urbanista hngaro Stephane Ionas caracteriz como "la dialcticade construccin/destruccin que caracteriza la perdurabilidad de lasciudades histricas";" Los escritos sobre Roma, Florencia y Venecia

    66 Georg Simrncl, "Roma", en Die Zeit, Vicna, 28 de mayo de 1898; "Florcncia", enDer Tag, Berln, 2 de marzo de 1906; "Venccia", en Der Kunstwart, Munich, juniode 1907. A la muerte de Georg Simmel, su viuda, Gertrud Simmel, public conjun-tamente los tres ensayos en la antologa, Zur Pbilosopbie der Kunst. Philosophisce mdKunstphilosophische Aufstze, Postdarn, Gustav Kicpcnhcucr, 1922.67 Stephanc [onas, "Gcorg Simmcl. Sur l' estthique des villes historiques italienncs",en Orthein Rammstedt y Parrick Waticr (eds.), G. Simmel et les Sciencies Humanines;Pars, Mridicns, 1992, p. 167.

    [43J

  • constituyen entonces ensayos sobre filosofa del paisaje y esttica ur-banstica, pero a la vez, en una suerte de escritura vivencial, vietasque no ocultan la exaltacin del viajero ante la cultura italiana.

    El ensayo sobre Roma, como luego veremos tambin en el de Flo-rencia, se inicia con una reflexin sobre las categoras estticas que apli-car. La belleza esttica es conceptualizada como el producto de unatensin entre trminos opuestos que, sin embargo, alcanza una unidaden armona.

    La tensin entre la diversidad y la unidad de las cosas que confieren ala obra de arte evocacionesy sensaciones sera la medida de su valoresttico. En este sentido, Roma parece una obra de arte de primerorden."

    El carcter nico de la urbe romana surge de la exaltacin de lossentidos que se produce en el autor al pisar su suelo y respirar su aire,como tambin de una construccin terica:

    La impresin incomparable de Roma radica en la distancia entrepocas, estilos, personalidades, entre contenidos vitales que han de-jado su impronta, amplia como en ningn otro lugar del mundo,pero an as origen de una unidad, una simona y una relacin queno se manifiesta en ningn otro lugar del mundo.?

    La unidad de sentido que Simmel encuentra en Roma, impacta porla fuerza de la tensin entre los elementos dispares que son referidosa los distintos puntos de inters de la ciudad espacialmente distribui-dos, como por la armona que consiguen "bajo la superior unidad deRoma". De igual forma, refiere a la composicin, en tensin y armona,de los diversos elementos temporales de la urbanstica romana, que danpor resultado "la intemporalidad propia de Roma".

    Pero lo maravilloso es que incluso aqu, en lo temporal, los ele-mentos parecen haberse distanciado tanto con el nico fin de de-mostrar con mayor fuerza todava y con ms vigor y extensin launidad que engendran."

    68 Georg Simrnel, "Rom. Eine aestetische Analysis", en Georg Simmel Gesamtaus-gabe, T. 5, edicin integral al cuidado de Otthein Rammstedt, Frncfort del Meno,Suhrkamp, 1993, p. 304.69 tu, p. 302.70 Ibd., p. 305.

    [44]

    Alejndose explcitamente tanto de lo que llama el racionalismoburgus, como de la mirada "insoportable" del turista tpico, Simmclalude a Goethe y se deja llevar por la sensacin de que la historia llegay se va, a la manera de las olas del mar, en una constante y armoniosaagitacin.

    De una manera singular y dificilde describir lasdiferenciastemporalesen Roma se funden unas con otras. Diremos que aqu, el pasado devie-ne presente y viceversa. Ms all de la subjetividad, el presente quedainmerso de su revs, como si se agitara de pasado."

    En "Florencia", en cambio, la reflexin sobre las categoras estti-cas coloca en cuestin la separacin entre Naturaleza y Espritu como"el problema omnipresente en la Modernidad". Cmo recuperar launidad perdida entre ambas partes de la vida que la Modernidad atravs del dualismo cartesiano escindi? La respuesta habr de encon-trarIa en la plenitud de la obra de arte, en la que "los elementos se hanreunido en un uno indisoluble como estaban antes de su separacin acausa del devenir de la historia" .72

    Pero esta misma reunificacin propia de la experiencia esttica,podemos encontrarla cuando uno contempla Florencia

    desde lo alto de SanMiniato, en el marco de susmontaas al fondo y elAmo, arteria vital, cruzndola; cuando uno al atardecer con el espritucolmado del arte de susgaleras,palaciose iglesias,se paseapor lascoli-nas entre sus vides, olivosy cipreses,donde cada paso por los caminos,lasvillasy los campos est saturado de cultura y un esplndido pasado,donde una capa de espritu la envuelve como el cuerpo astral de estatierra -en estos momentos uno tiene la sensacinde que la oposicinentre naturaleza y espritu ha sido anulada."

    El paisaje que Simmel retrata de Florencia se compone de elemen-tos de la naturaleza y de la cultura como cultivo de aqulla: "amapolasy retamas, villas cerradas como secretos, nios que juegan, el azul ylas nubes del ciclo". Pero tambin, como en Roma, el anlisis incluyela sensacin de contigidad del pasado y el presente, aqu tambin la

    71 Ibd.72 Georg Simrnel, "Florenz", en Georg Simmel Gesamtausgabe, t. 8, edicin integral alcuidado de Otthein Rarnmstedt, Frncfon del Meno, Suhrkamp, 1993, p. 69.73 Ibd.

    [45]

  • historia llega y se va, conformando la belleza de una unidad en ten-sin y armona.

    Pero la impresin de Florencia y de su paisaje concentra en un solopunto no slo la simultaneidad de todos los elementos concretos yaquellos propios de la naturaleza y del espritu, sino tambin la suce-sin de pasado y presente."

    Por ltimo, "Vcnecia", e! ensayo que Simmel dedica a la ciudadde los puentes y las puertas, tendr por resultado de su anlisis, unaponderacin opuesta a la de Roma y F1orencia. En un contrapuntocon la arquitectura de esta ltima, seala:

    En los palaciosde Florencia [...], la fachada se nos revela como la ex-presin exacta de su sentido interior [...], es la manifestacin, austerao magnificente, de un poder que parece sentirse en cada una de suspiedras, siendo cada uno de estos palacios la representacin de unapersonalidad segura de s misma [...].Los palaciosvenecianos, en cambio, constituyen un juego preciosista,cuya misma similitud enmascara los caracteres individuales de sus ha-bitantes, como un velo cuyos pliegues obedecen slo las leyes de supropia bellezay que slo manifiestanque hay vida detrs por el hechode ocultara."

    Para Simrncl, Venecia expresa la falta de verdad entre lo que ex-hibe y lo que cs. Y an ms, en Venecia se percibe un ansia de poderque niega todo arte

    en la plaza San Marco, en la piezzett; uno siente la presencia de unfrreo deseo de poder, una pasin oscura."

    Tal es el resultado final de la contraposicin de Simmel entre Flo-rencia y Venecia: la belleza de la primera es producto de la verdad delarte; la segunda, del enga.o del poder. Plorcncia concebida como unaobra de arte, se contrapone a Venecia, "la ciudad artificial", que slocontiene la mendaz belleza de la mscara. Ostentosa y superficial, Ve-

    74 tu, p. 71.75 Georg Simmel, "Vencdig", en Georg Simmel Gemmtausgabe, t. 8, edicin integral alcuidado de Orthcin Rammstcdt, Frncfort del Meno, Suhrkamp, 1993, p. 259.76 Ibd.

    [46]

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    necia es como sus angostas callejuelas en las que e! inevitable roce entrelos hombres, "aparenta una atmsfera de confianza y afectividad quesin embargo carece de todo rastro de afecto"."

    Finalmente, si volvemos sobre los dos tratamientos revisados de lacuestin urbana en Simme!, es posible constatar distintas miradas. Porun lado, la aproximacin sociolgica hacia la metrpolis capitalista. Lagran ciudad como sede de la divisin social del trabajo y del trficofinanciero y mercantil. Si bien no aparece explcitamente menciona-da, el objeto emprico es Berln, que se presenta como ciudad delpresente al futuro. Por otro lado, la aproximacin esttica hacia elanlisis de las ciudades italianas histricas: Roma, Florencia y Venecia.Son relatos contemplativos sobre los paisajes urbanos, que buscan demanera vitalista, trasladar al lector a las experiencias subjetivas y lossentimientos que al autor le producen esas ciudades, jbilo, melan-cola, tristeza.

    Digresin sobre Npoles(un contrapunto entre Georg Simmel y Walter Benjamin)

    Existen diversas maneras de abordar la relacin entre Georg Si-mmel y Walter Benjamin. Observemos algunas de ellas. En primerlugar, surgen parale!os entre sus perfiles biogrficos. Rasgo centralde ellos, es que ambos devienen en marginales de la academia, locual los lleva en diversos momentos a vivir de! periodismo." Entre lascausas que atentaron contra sus carreras universitarias, suele ponersede relieve e! origen judo de ambos, en tiempos en que en los claus-tros universitarios (aunque no slo en ellos) animaban fuertes ten-dencias antisemitas. Pero quiz, ms importante an haya sido parasus destinos profesionales, el hecho de ofrecer escrituras sumamenteoriginales y personales que chocaban contra los enquilosados cnonesoficiales acadmicos.

    77 tu,p. 262.78 Al pasar casi toda su vida sin los beneficios de un sueldo universitario, Simmel-comoya sealamos al inicio- escribi para diversos medios periodsticos: diarios de ampliacirculacin como Der Tag o Pran/ifurter Zeitung, de orientacin socialdemcrata comoVorrvarts o Die Neue Zeit, revistas como la del sindicato de cerveceros o la revista [u-gend de las vanguardias de Mnich, como tambin para revistas especializadas, como laLiterarische Zentralblatt fr Deutschland, o la filosfica revista Logos.De igual forma,Benjamn fue colaborador habitual del Frankfurter Zcitung, y son conocidas sus contri-buciones par-.!.la Enciclopedia Rusa, para revistas como Literarische Wett, como tambinsus diferencias con Adorno y Horkheimcr en relacin con los artculos que les enviara aNueva York para el Zeitscbrift for Soziaiforschlmg.

    [47]

  • Por motivos cronolgicos, la influencia entre ambos es como Callede direccin nica, de Simmel hacia Benjamin. Si bien Benjamin noalcanz a mantener relaciones personales con Simmel, s estuvo liga-do -al punto de, por momentos, estar entre sus principales intcrlo-cuto res- a dos de los principales discpulos dilectos de Simmel: ErnstBloch y Siegfried Kracauer.

    Adems, podemos consignar en la correspondencia entre Adornoy Benjamin, una disquisicin sobre la valoracin de la obra de Simmelque es dificil de interpretar, ya que parece escrita en clave personal,pero lo que s es seguro en ella, es que la posicin pro Simmel es lade Benjamin.

    Otra cuestin presente en la relacin entre Benjamin y Simmel esel influjo de la ciudad de Berln, donde ambos viven momentos deci-sivos. Y quiz sea de Simmel, de quien Benjamin toma la idea -expre-sada en diversos pasajes de su obra, como en "Crnica de Berln"- deperderse en la ciudad. Pero existe, adems, un concepto heursticoclave en sus escrituras. Es la importancia de la observacin de deta-lles reveladores, la cuestin de las iluminaciones, como registro demiradas y sensibilidades que puede encontrarse en Simmel, Bloch,Kracauer y Benjamin.

    De manera ms concreta, pueden observarse las tres lecturas deSimmel que Benjamin consigna en lo que puede considerarse su prin-cipal legado, La obra de lospasajes. Benjamin se apoya en tres librosde Simmel: Filosofia del dinero, Filosofia de la moda, y especialmente,Goethe.79

    Finalmente en este paralelismo, sealaremos que tanto Simmelcomo Benjamin, forjan sus pensamientos anclados en las influenciasfundamentales de Kant, Goethe y Marx, y que esta combinacin te-rica de criticismo, romanticismo y materialismo-histrico, se ve im-pregnada de un componente mesinico, utpico. En Benjamin estoltimo es evidente; en Simmel se aprecia ms sutilmente pero apareceen algunos pasajes fundamentales."

    Siguiendo a Goethe, intentemos por ltimo, un contrapuntoentre Simmel y Benjamin en torno a las experiencias del viaje a Italia.Goethe en sus "Viajes italianos", observa que la lectura fugaz de unlibro puede tener un influjo definitivo al que despus de rcleerlo yreflexionarlo, apenas si se puede agregar algo.

    79 Para un anlisis pormenorizado, vase el libro de Susan Buck-Morss (1995).80 Por ejemplo, en el prrafo final de la Pequea Sociologa, que aqu consignamos enel pr6ximo captulo.

    (48)

    Quin no ha experimentado en s mismo que la lectura superficial deun libro que irresistiblemente le hechizaba tuvo en su vida grandsimoinflujo y ya le hizo la impresin decisiva que luego apenas si pudo mo-dificar despus una nueva lectura y un examen ms serio/81

    Sabemos del fuerte influjo que la lectura de Goethe produjo tantoen Simmcl como en Benjamin. Viajes italianos es la novela de forma-cin (Bildungsroman) de Goethe o sea, su entrada en la vida y en laformacin del poeta. En las primeras pginas, puede sentirse el has-to de Goethe mientras describe los paisajes alemanes. Cuando cruzala frontera alemana, se siente como si cruzara la lnea que separa lanoche del da. Un verdadero nacimiento. Vitalismo y melancola ro-mntica habitan en la novela de Goethe, y acaso pueden percibirse enlos escritos italianos de Simmel antes revisados, y en el de Benjamin alque ahora rpidamente damos paso.

    "Npoles", escrito en 1924,82 es un fresco de la ciudad. Una crnicade viaje, que a la manera de una aguafuerte, refiere a lo que ocurre ensus calles y en otros lugares pblicos como los cafs, las tabernas, yhasta en la universidad, donde tiene lugar un Congreso Internacionalde Filosofia. Podemos pensar que Benjamn y Lacis +que se conocieronen este viaje- pudieron haber asistido al mismo.

    En la crnica aparecen ante la mirada del extranjero los actoresque en sus caractersticas son propios de la ciudad: la presencia delcatolicismo y las iglesias, de la polica y la camorra, o de los vendedo-res de baratijas, que venden desde paraguas hasta pasta de dientes. Seregistran tambin actitudes que son consideradas como extraas paralas culturas del norte, como es el caso de la pasin por la improvisa-cin que se asocia a los napolitanos, entre las cuales, se describe "elarte de comer macaroni con las manos".

    Asimismo, como en el caso de los ensayos de Simmel sobre las ciu-dades italianas, hay observaciones acerca de las construcciones arquitec-tnicas, pero percibidas en la mayora de los casos desde una suerte deperspectiva de la vida cotidiana de los habitantes de Npoles.

    81 [ohann W. Goethe, "Viajes italianos", en Obras completas, t. 3, recopilacin r trad.de R. Cansinos Assns, Mxico, Aguilar, 1991, p. 1.161.82 Publicado en 1925, en el Frankfurter Zeitllng, firmado en coautora con la actrizy revolucionaria rusa Asia Lacis.

    (49)

  • Nadie se orienta por el nmero de las casas. Negocios, fuentes e igle-sias son los puntos de referencia -y no siempre son sencillos."

    Tambin en relacin con las construcciones se registra la existenciacaracterstica de edificios en ruinas, en los que viven algunos napoli-tanos. De alguna manera, aqu resuena el ensayo de Simmel sobre lasruinas que, aunque refiere a este mismo ejemplo de Npoles, no obs-tante, ste no celebr. Benjamin destaca la interpenetracin porosa,entre la arquitectura de los edificios y las arcadas y las escaleras de laciudad. Como tambin a la porosidad entre la vida privada y la pbli-ca cuando, en muchos casos, la gente saca las sillas a la calle y amplaas el living de sus hogares.

    Finalmente, el tono de jbilo sensorial se manifiesta en la siguienteafirmacin: "en materia de bebidas fras y calientes, Npoles no tiene ri-vales. Ni en los cafs expresos, ni en los espumones, ni en los helados".Con un juego de palabras, Benjamin -y acaso Lacis- concluye aludien-do a la expresin vedere Roma e dopo morire para caracterizar a Npoles.Como a Goethe y a Simmel, Italia y sus ciudades le producen dicha.

    Segundo, en el intento de contrapunto sobre las ciudades italianasentre Simmel y Benjamin, no podemos afirmar que exista filiacinalguna. Npoles se parece menos a la triloga Roma-Plorencia- Vene-cia, que a otros escritos de Simrnel que influyeron a Benjamin connociones como las de ruinas, el carcter relacional de la vida social, elintercambio de efectos propios de las relaciones erticas, la mirada dey hacia el extranjero. En Npoles, el narrador es claramente eljlaneur,que anda por sus calles que suben y bajan los cerros, que escucha loque ocurre en las calles y en la feria, que por momentos se aproxima ala gente, y as registra sonidos, ruidos, aromas, colores. Es aquel quese sienta en sus cafs y en sus tabernas con luz tenue, junto a pescado-res, marineros y prostitutas, en una aproximacin a la vida cotidianadel lugar.

    En cambio, en las impresiones de Simmel, las ciudades italianas senos presentan a travs de la mirada contemplativa, la panormica quese nos ofrece proviene desde un punto alto, acaso como si fuera unpintor impresionista.

    83 Walter Benjamin, "Naples", en One-Way Street and Other Writings, trad. de E.Icphcott y K. Shorter, Londres, NLB, 1979, p. 170.

    [50)

    Digresin sobre los desplazamientos universitarios(un contrapunto entre Georg Sirnrne1 y Claude Lvi-Strauss)

    Ya en la poca de Simmella condicin de los profesores universi-tarios supona una relacin especial con los viajes. Viajes peridicos areuniones cientficas, y desplazamientos y emigraciones asociados conla obtencin de una plaza de profesor. Si en general Simmel percibaun acrecentamiento de las movilidades por las facilidades relativas alos transportes, en el caso particular de la vida universitaria tambinse ha registrado un aumento de los viajes.

    Es bastante conocida la historia de las dificultades de la carrerauniversitaria de Simmel y del mal trato por parte del establishmentuniversitario. Sabemos de los obstculos hallados en la Universidadde Berln, que van desde la reprobacin de su primera tesis doctoralen 1881 y se mantienen hasta 1914, en que su condicin era an lade un profesor que no perciba un salario por parte de la facultad, almismo tiempo que era uno de los expositores de mayor brillo, a juiciode los estudiantes y de muchos encumbrados colegas. En 1908 habaintentado en vano obtener un puesto en Heidelberg (como poste-riormente tambin en 1915 y 1916, con las plazas vacantes por lasmuertes de Ernil Lask y Wilheilm Windelband), pero otra vez el fun-cionariado acadmico reprob su postulacin. Finalmente, en 1914.,obtiene al fin una ctedra de Filosofa y Pedagoga en la Universidadde Estrasburgo. Por tal motivo, luego de permitirse publicar en el pe-ridico un artculo bajo el ttulo de "Berlin sin Simrnel", emigra defi-nitivamente a esa ciudad de provincia. En Estrasburgo, donde alcanzaa dar clases slo un semestre en condiciones normales, ya que estallala guerra y la proximidad con el frente convierte a la universidad enuna suerte de hospital de campaa, Simrnel dicta uno de sus cursosen el Instituto de Botnica y pasa momentos de honda tristeza antelos acontecimientos de Verdn. En 1918, muere en esa ciudad ac-tualmente francesa, en cuya rue de L'Ohservatoire puede an verse eledificio en el que viva, y en cuyo cementerio municipal se encuentra-en estado de abandono- su lpida funeraria, que atestigua el destinofinal de la condicin de emigrado de Simmel.

    Si ahora mantenemos nuestra atencin en Francia, y nos situamosunos aos ms tarde, en Pars en 1934, encontraremos a un jovengraduado en filosofia que se despierta una maana de domingo por elllamado telefnico de un viejo profesor: Clestin Bougl, aquel quems de veinte aos antes, cuando era asistente de Durkheim cultivabaun dilogo epistolar con Simmel sobre la orientacin de la naciente

    [51)

  • sociologa. El mismo que en los primeros aos de! siglo reciba unejemplar de Filosofa del dinero, que sera reseado por e! propio Dur-kheim en e! primer nmero de L 'Anne sociologique. Ahora ClestinBougl, director de la Escuela Normal Superior, se comunicaba conClaude Lvi-Strauss para ofrecerle una ctedra de sociologa en unremoto paraje de ultramar: la propuesta aluda a un puesto de profe-sor en una universidad de Brasil. La reproduccin de tal conversacintelefnica es la siguiente:

    - Todavatiene ganas de dedicarse a la etnografia?- S, s, sin dudas.- Entonces presente su candidatura para profesor de sociologa en laUniversidad de San Pablo; en los alrededores de San Pablo est llenode indios, as que durante los fines de semana podr dedicarse a laetnografia.s.

    Tristes trpicos es un libro nostlgico. De nostalgia triste, en e!sentido que puede darse a esa palabra en los trpicos de Brasil. "Latristeza de saberse en un momento triste". y esa palabra, tristes, de lasediciones en portugus, castellano y francs, configura e! espritu deeste libro fundamental acerca la experiencia de! extranjero.

    En e! prefacio a la edicin inglesa de Tristes trpicos, Lvi-Straussse diriga al lector anglosajn explicando las causas por las que man-tena e! ttulo sin traducir, sonara a otra cosa si se adaptara al sonidoingls: se distorsionara en mucho la intencin de! autor si se hubiesetitulado Sad tropics o Blue tropics. La edicin inglesa carece de! ttuloen su lengua y lo lleva en francs, Tristes tropiques, con e! fin de noperder la sonoridad. Se preserva as ese dejo misterioso: tristes trpi-cos. Trpicos algo tristes, como la tristeza que surge despus de ter-minada la alegra; como esa contraposicin de estados anmicos queocurre mientras se contempla la sociedad brasilea. Tristes trpicos,tal como el autor pudo vivenciar entre 1935 y 1939. Tristeza, tristezade los trpicos; evocacin de lo que fue, y de lo que seguramente yanunca ser.

    Es un libro nostlgico sobre la tristeza que deja e! proceso civiliza-torio. Un libro en e! que la mirada del extranjero presagia el destinotriste y desarraigado que le espera a una muchacha que saldr de sucomunidad para entrar (mal) en la sociedad industrial.

    84 Claudc Lvi-Strauss, Tristes trpicos, San Pablo, Companhia das Letras, 1996, p. 45.[Trad.: Tristes trpicos, traduccin de Eliseo Vern, Buenos Aires, EUDEBA, 1970].

    [521

    Cuarenta aos despus en el Barrio Latino de Pars, entrevistadopor un periodista argentino acerca de por qu hasta ese momentonunca ms haba vuelto a aquel lejano Brasil, Lvi-Strauss respondique fue por miedo, por miedo a ver la que ya nunca ser.

    Me aterra volver a Brasil y encontrarrne con que las nias que yoobserv se encuentran ahora prostituyndose miserablemente en lascallesde las ciudades."

    Miedo a ver cmo e! proceso civilizatorio haba avanzado voraz ydespiadadamente. Tal el desconsolado futuro que el libro presagia.

    Y Simme!? Cul era su mirada sobre el avance del progreso civi-lizatorio. sta es una cuestin no exenta de dificultades de interpre-tacin, que en ciertas lecturas rpidas acerca de su obra se salda sinatender a su particularidad. En oposicin a dichas lecturas, creo con-veniente no caracterizar a Simrnel como un pesimista cultural. A pesarde las advertencias severas que hay en la obra sirnrneliana al desarrollodesmesurado de una cultura crecientemente alejada de las esferas sub-jetivas de las personas, a la hipertrofia de la cultura objetiva, a pesar desus amargas constataciones acerca del desarrollo de una cultura de losmedios en detrimento de los fines, y otras formulaciones expresivas dela enajenacin moderna. Me parece desacertado caracterizar a nues-tro autor como un pesimista cultural, como se suele decir respecto deotras teoras afines como las de Max Weber o Theodor Adorno. EnSirnrnel, junto con sus advertencias sobre e! fetichismo de la tcnica,y la desvalorizacin de las personas por las cosas y los mecanismos,conviven dejos de pensamiento utpico, que -no sin cierta melan-cola- dejan abiertas las puertas de! futuro para lo que an no se harealizado. De sus ltimos libros, La pequea sociologa e Intuicionesde vida, pueden extraerse pasajes enteros en los que la expectativa deun futuro pleno -acaso, sin necesidad de que as sea- queda abiertacomo posibilidad latente.

    Pero Tristes trpicos adems de un tratado de etnologa, es tambinla crnica de viajes de un extranjero. Quiz e! libro sobre Brasil msbrasilero que haya escrito alguna vez un extranjero. Asimismo es unlibro intimista, confesional, dispuesto a dar cuenta de las aventurasque le tocaron vivir al autor. As se anuncia en sus primeras pginas

    85 Entrevista de J. L. Casticira de Dios a Claude Lvi-Strauss, en revista Fin de Siglo,n? 4, Buenos Aires, 1987.

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  • cuando refiere a las contingencias de la vida intelectual y particular-mente de la vida acadmica,

    a la cual llegamos por contingencia o azar. ( ... ) Mi carrera se inici undomingo de otoo de 1934 a las nueve de la maana con un llamadode Clestin Bougl."

    Del libro que da cuenta entonces de las "aventuras" de Lvi-Strauss en Brasil, nos detendremos en las expediciones, cercanas ala frontera con Bolivia y el Paraguay, en que registra en su cuadernosus impresiones sobre el ritual del mate, esa dicha de los pueblos delsur. En estas observaciones afectuosas por el mundo que busca vivir ycomprender, Lvi- Strauss caracteriza el mate como "un rito social yun vicio privado". Y concluye que

    por sus virtudes al mismo tiempo relajantes y vigorosas hay que colo-car al mate muy por encima del guaran amaznico y de la triste cocadel altiplano boliviano.V

    La narracin pertenece a Lvi-Strauss, sin embargo de acuerdocon el uso de las analogas y comparaciones, si Simmel hubiese cono-cido el ritual del mate, bien lo hubiese podido examinar como fen-meno sociolgico, de hilos que conectan a los individuos, tal comolas formas en que la gen e come o bebe en compaa, o tambincomo sociabilidad (Geseligkeit), forma pura de estar juntos, tomandomate, cuyo fin es la propia relacin.

    Diremos, para terminar, que cierta apreciacin negativa del paisajebrasileo que observa Lvi-Strauss en su crnica, seguramente estntimamente relacionada con su condicin de extranjero, que aorael medio de vida que ha dejado atrs, y que siente que "vive lo lejanocomo cercano y lo cercano como lejano". Esto me parece que explicaalgunas de sus impresiones como aquella en la que observa el paisajede Ro de Ianeiro y la parece una "boca desdentada", o en generalla presencia de lo triste por encima de lo alegre como espritu de larealidad brasilea.

    Nos permitiremos, desde una posicin muy subjetiva, discreparcon la idea de que esos trpicos son tristes. S, son tristes, pero comoel sentimiento que queda al final de un carnaval, de la alegra que

    86 Claudc Lvi-Strauss, Tristes trpicos, op. cit., p. 45.87 tu, p. 57.

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    vivimos y termin, por lo que lo triste y lo alegre se contraponenen unidad. Podemos cerrar con un ltimo contrapunto entre ambosautores. Tambin Simmel aborda la contradiccin de estados de fe-licidad y tristeza, de dicha y sufrimiento, como condicin de la exis-tencia humana. Slo que en Simmel, la conjugacin de la dicha y elsufrimiento, ofrecen las ms de las veces -corno se dijo ms arriba- undejo de "melancola optimista" por lo que pueda acontecer.

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