verbum domini

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La Palabra de Dios, fuente de renovación constante de la Vida y la Misión de la Iglesia Documento de base para las reuniones regionales de ABP convocadas por el CEBIPAL-CELAM P. Fidel Oñoro, cjm Centro Bíblico del CELAM El discurso de Benedicto XVI a los miembros de la Federación Bíblica Católica, cinco meses después de haber asumido el pontificado, nos da la perspectiva desde la cual podemos acoger este gran aporte magisterial de su pontificado: “La Iglesia siempre debe renovarse y rejuvenecerse, y la palabra de Dios, que no envejece ni se agota jamás, es el medio privilegiado para este fin” (16/09/05) 1 . La exhortación apostólica postsinodal “Verbum Domini” (VD) se podría definir como “un gran Te Deum a la Palabra de Dios” y a su autor como “el Papa de la Palabra de Dios” (Nicola Eterovic, Secretario General del Sínodo). Esta enseñanza debería enamorarnos más de la santa Palabra: “Dejémonos guiar por el Espíritu Santo para amar cada vez más la Palabra de Dios” (No. 5, el subrayado es del Papa). A continuación vamos a intentar ayudar a hacer una primera inmersión en el documento, de manera que podamos sopesar el valor de sus afirmaciones y encontrar las pautas necesarias 1 Lo esencial que es la Palabra para la vida y la misión de la Iglesia lo expresó sintéticamente cuando comentando el incipit de la Dei Verbum afirmó que éste es “un aspecto que distingue a la Iglesia: es una comunidad que escucha y anuncia la palabra de Dios. La Iglesia no vive de sí misma, sino del Evangelio, y en el Evangelio encuentra siempre de nuevo orientación para su camino… La Iglesia y la palabra de Dios están inseparablemente unidas. La Iglesia vive de la palabra de Dios, y la palabra de Dios resuena en la Iglesia, en su enseñanza y en toda su vida”.

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Page 1: Verbum Domini

La Palabra de Dios,

fuente de renovación constante de la Vida y la Misión de la Iglesia

Documento de base para las reuniones regionales de ABP

convocadas por el CEBIPAL-CELAM

P. Fidel Oñoro, cjm

Centro Bíblico del CELAM

El discurso de Benedicto XVI a los miembros de la Federación Bíblica Católica, cinco

meses después de haber asumido el pontificado, nos da la perspectiva desde la cual

podemos acoger este gran aporte magisterial de su pontificado: “La Iglesia siempre debe

renovarse y rejuvenecerse, y la palabra de Dios, que no envejece ni se agota jamás, es el

medio privilegiado para este fin” (16/09/05)1.

La exhortación apostólica postsinodal “Verbum Domini” (VD) se podría definir como “un

gran Te Deum a la Palabra de Dios” y a su autor como “el Papa de la Palabra de Dios”

(Nicola Eterovic, Secretario General del Sínodo). Esta enseñanza debería enamorarnos más

de la santa Palabra: “Dejémonos guiar por el Espíritu Santo para amar cada vez más la

Palabra de Dios” (No. 5, el subrayado es del Papa).

A continuación vamos a intentar ayudar a hacer una primera inmersión en el documento, de

manera que podamos sopesar el valor de sus afirmaciones y encontrar las pautas necesarias

1 Lo esencial que es la Palabra para la vida y la misión de la Iglesia lo expresó sintéticamente cuando

comentando el incipit de la Dei Verbum afirmó que éste es “un aspecto que distingue a la Iglesia: es una

comunidad que escucha y anuncia la palabra de Dios. La Iglesia no vive de sí misma, sino del Evangelio, y en

el Evangelio encuentra siempre de nuevo orientación para su camino… La Iglesia y la palabra de Dios están

inseparablemente unidas. La Iglesia vive de la palabra de Dios, y la palabra de Dios resuena en la Iglesia, en

su enseñanza y en toda su vida”.

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para que cumpla su finalidad, teniendo presente que todos los miembros de la Iglesia

tenemos una responsabilidad al respecto.

1. Introducción: algunas breves premisas

Al tomar el texto de la VD en nuestras manos, con sus 124 numerales distribuidos en 3

grandes partes que agrupan 10 secciones con tratamiento específico, hay que tener claridad

sobre los siguientes puntos que presentamos a manera de premisas de lectura:

Primera premisa: En cuanto a la autoridad. Se trata de una exhortación apostólica en la

que el Papa, en el ejercicio de su tarea magisterial, una vez que ha escuchado a la Iglesia

entera representada en los participantes en la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo

de los Obispos (Vaticano, Octubre 5 – 26 de 2008), pronuncia una enseñanza autorizada

(Vaticano, Septiembre 29 de 2010). El Papa ha retomado las 55 proposiciones del Sínodo,

algunas con ligeras variantes u omisiones, pero todas encuadradas y ampliadas dentro de su

adecuado marco teológico, razón por la cual un buen estudio debería comenzar por la

apreciación de la arquitectura catequética de la VD.

Segunda premisa: En cuanto a la finalidad. Puesto que los Sínodos fueron creados para

profundizar y mantener vigente la enseñanza del Concilio Vaticano II, no hay que buscar en

la VD nuevas doctrinas: su gran referente es la Constitución Dogmática “Dei Verbum”. El

Sínodo se ocupó precisamente de auscultar el impacto renovador del Concilio en materia

bíblica, lo cual está a la base de toda la renovación postconciliar. La VD rescata

precisamente la centralidad que le corresponde a la Palabra de Dios en la actividad de la

Iglesia y saca a la luz los dinamismos que hacen de ella una fuente de constante renovación.

Tercera premisa: En cuanto al contenido. El tema no es la Biblia sino la Palabra de Dios,

dentro de la cual la Biblia es constitutiva en cuanto “norma normativa no normada”2. Quien

busca enseguida pautas concretas para leer mejor la Biblia resultará decepcionado. Una de

las grandes convicciones de la VD, como lo ocurrió también en el Concilio (y en este

sínodo, por supuesto), es que la Palabra de Dios precede la Escritura, está contenida en la

Escritura y va más allá de la Escritura. Por eso el acierto al tomar el prólogo de Juan (1, 1-

18) como hilo conductor, ya que no nos reconocemos como una religión del libro sino

como un acontecimiento que proviene del Verbo. Antes que un libro, la Palabra de Dios es

una persona: Jesús de Nazaret.

2 En cambio el magisterio es “norma normativa normalmente normada”.

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Cuarta premisa: En cuanto a la dinámica. Se sigue una dinámica expansiva, como si la

fuerza explosiva de la Palabra de Dios, con esa capacidad performativa que muestra cuando

se la sabe escuchar, fuera impregnando la vida entera de la Iglesia, con todas sus personas,

sus relaciones, sus ámbitos y frentes pastorales, hasta impactar en el mundo entero tan

complejo y entrar en diálogo con sus culturas, interpretar sus búsquedas y ofrecerle

caminos de vida y salvación.

Quinta premisa: En cuanto al estilo. A pesar de la densidad de algunas secciones (sobre

todo la primera parte) la redacción es muy agradable, se siente no tanto la aridez de una

exposición puramente doctrinal sino una corriente cálida de pensamiento teológico y

espiritual al mismo tiempo, limpia, animadora. Aunque es una exhortación, reúne las

condiciones de las grandes encíclicas. Con todo, dada la amplitud de subtemas que aborda,

se recomienda una lectura pausada.

Sexta premisa: En cuanto a los destinatarios. Está dirigida a toda la Iglesia, no sólo a

quienes por oficio o ministerio se dedican a la exégesis, la teología, la predicación, las

actividades misioneras, la liturgia o la catequesis. El Papa se dirige a todo el Pueblo de

Dios, pero pone en primer lugar al Episcopado, a quienes llama “los primeros y más

autorizados anunciadores de la Palabra” (No. 79) 3; luego al Clero, a quienes se les recuerda

que son “ante todo, ministros de la Palabra de Dios” (No. 80); a la Vida Consagrada cuya

vida, en el seguimiento radical del Señor, “nace de la escucha de la Palabra” y hace “su

norma de vida” (No. 83); a los Fieles laicos, que no por aparecer de últimos son

secundarios o de menor categoría, ellos “viven su propia vocación a la santidad con una

existencia según el Espíritu” (No. 84). De hecho, hay una preocupación muy grande y

positiva por la adultez de nuestros laicos, lo cual viene de su capacidad de discernimiento a

la luz de la Palabra de Dios estudiada, orada y vivida.

Séptima premisa: En cuanto a la aplicación. En la VD se percibe claramente esa capacidad

que tiene la Palabra de Dios de tocar todas las realidades, desde las más trascendentes hasta

las más mundanas, desde la voz y hasta los silencios, no hay nada que se escape a la

Palabra. Por eso la VD abre un abanico temático y pastoral muy amplio que podría dar la

sensación de fatiga e incluso de tratamiento “a la ligera” de determinados puntos. Es

importante seguir el hilo conductor de cabo a rabo para hacer la apropiación de la nueva

mentalidad que en él se propone. La “aplicación” del documento debe apuntar, por tanto, a

3 En su discurso del 16/09/05 había dicho de forma muy sugerente: “a los obispos, que son los principales

testigos de la palabra de Dios; a los teólogos, que la investigan, la explican y la traducen al lenguaje de hoy; a

los pastores, que buscan en ella las respuestas adecuadas para los problemas de nuestro tiempo”. En la VD el

encabezamiento sigue las reglas formales de este tipo de documentos.

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una conversión de la vida y la pastoral de la Iglesia en su relación con la Palabra, los puntos

particulares de la “aplicación” serán consecuencia de la misma.

2. La arquitectura catequética de la “Verbum Domini”: como un puente con tres

arcos

La estructura de la VD es de por sí ya todo un discurso. A diferencia de la exhortación

“Sacramentum Caritatis” (2005) el Papa no nos expone una suma más o menos elaborada

de las 55 proposiciones sinodales, sino que habiéndolas asumido más o menos a todas, ha

hecho una “reflexión de profundización” (No. 121) para producir un documento teológico-

pastoral de alta calidad.

Detengámonos en los puntos clave, visualizando el conjunto como un puente con triple

arcada4.

2.1. Visualicemos la arcada

El primer arco

El primer arco hace de cabeza del puente apoyándose sólidamente sobre el terreno de la fe

cristiana. Es el más amplio, tiene 59 de los 124 numerales, casi la mitad del documento. Se

trata de una serena exposición teología de la Revelación como la concebimos en el

cristianismo. Es al interior de ella que se sitúa, con sus justas proporciones y su

insustituible lugar, el texto de la Sagrada Escritura. La teología de la “Palabra de Dios”

(Verbum Dei) da el entramado del contenido, que a su vez inspira sustancialmente las otras

partes.

El tercer arco

El último arco, que contiene 30 numerales, expresa la vocación misionera de la Palabra de

Dios y por tanto hace de cabeza de puente final que descansa sobre el mundo (Verbum

mundo): los grandes desafíos socio económicos, culturales, políticos y religiosos que la

“episteme” del mundo actual (como diría M. Foucault) le plantea al mensaje cristiano y los

cuales son al mismo tiempo interpelados por él. Se destaca la incidencia positiva de la

Palabra, su “compromiso” en favor del pobre, del sufriente y por este cosmos en riesgo de

depredación.

4 Esta imagen se la agradecemos al P. Cesare Bisoli.

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5

El arco central

El arco del medio, con sus 39 numerales, señala el camino, con indicaciones precisas, para

hacer la experiencia existencial de la Palabra de Dios al interior de las grandes acciones de

la Iglesia (Verbum in Ecclesia), especialmente la liturgia, la animación bíblica de la

pastoral, la catequesis y todas las otras formas de encuentro con la Palabra.

2.2. Y, ¿cómo aparece la Biblia?

La Biblia constituye como los cables que sostienen los tres arcos del puente. En una

primera observación del conjunto encontramos por lo menos 282 citas bíblicas (38 del AT y

224 de NT).

El más citado es Juan, después Lucas, Romanos, etc. Esta referencia privilegiada al cuarto

evangelio, sobre todo al prólogo de Juan que fue escogido intencionalmente como guía

constante (No. 5), es comprensible ya que en el himno al misterio del Verbo encarnado se

atestigua la síntesis divino-humana fundante y paradigmática de lo que es, de lo que dice,

de lo que ofrece, de lo que pregunta la Palabra de Dios al hombre, este mismo hombre que

fue creado por la Palabra y por ella quiere ser restaurado (No. 50).

El tema no es la Biblia… pero ella es un referencial imprescindible

Como observamos en la tercera premisa, la Biblia no es el tema preciso de la VD, ella no

subsiste significativamente si no es entendida en última instancia en el misterio de la

Palabra de Dios. Si aceptamos esto, en consecuencia hay que estudiarla, comprenderla,

proponerla, dentro del misterio de la encarnación, y por tanto integrada a la Tradición viva

de la Iglesia. Es ahí donde ella cobra toda su eficacia y esplendor, que es precisamente lo

que este documento busca: “Para que la Biblia no quede como una Palabra del pasado, sino

como algo vivo y actual” (No. 5).

Por otra parte, el hecho de que sea citada de forma contínua en la exhortación, quiere decir

que sin ella (los cables que sostienen el puente) el puente no aguanta, le queda faltando el

signo sacramental por excelencia que la expresa, que nos toca, que nos compenetra. El

texto inspirado, puesto que es tal, o sea, puesto que es animado por el Espíritu de Jesús,

tiene su identidad al pasar de texto muerto a Palabra viva del Pueblo de Dios, de Jesús de

Nazaret.

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Esto implica, como veremos, el encuentro amplio con el texto sagrado, pero es significativo

que la invitación al contacto directo sólo ocurre en el segundo arco, en el No.72. Por tanto

no se podría decir que la Palabra de Dios en la VD sea intercambiable con la Escritura o la

Biblia, y es por tanto la Palabra de Dios el verdadero sujeto permanente en varios

parágrafos de todo el documento, según el esquema repetido “Palabra de Dios y…”

3. Un recorrido guiado por los trazados de la VD

Después de la primera apreciación de conjunto hagamos ahora el recorrido tranquilo

observando en el desarrollo de la exposición los puntos llamativos de la enseñanza del Papa

sobre la Palabra de Dios.

La introducción (No. 1-5)

En la introducción, que se abre con la expresiva cita “La Palabra del Señor permanece para

siempre” (1 Pedro 1, 25, retomando Is 40, 8), el Papa hace memoria del Sínodo, afirma el

rol inspirador que le reconoce al prólogo de Juan (No. 5) y anota la finalidad del

documento: “Deseo indicar algunas líneas fundamentales para un redescubrimiento, en la

vida de la Iglesia, de la divina Palabra, fuente de constante renovación, auspiciando al

mismo tiempo que ella se convierta siempre más en el corazón de toda actividad eclesial”

(No. 2).

Y todo esto “para que nuestra alegría sea perfecta” (No.2). La finalidad última de nuestro

encuentro con la Palabra es la alegría, así como lo expresa la introducción de la primera

carta de Juan; ésta proviene de la comunión de vida con el Dios Trinidad de Amor: de allí

partió la Palabra y allí nos lleva. El tema de la alegría enmarca el documento (ver el No.

123).

Primera parte (No. 6-49)

La primera parte, “Verbum Dei”, refleja enseguida el pensamiento del Papa Benedicto

XVI, y es por eso la más densamente teológica. Aquí está el ovillo del hilo lógico y límpido

que se desenrolla tranquilamente en toda la exhortación.

Se exponen y profundizan una serie de principios y conceptos teológicos interconectados,

que tiene como punto de partida la observación de que la “la novedad de la revelación

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bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el diálogo que desea tener con nosotros”

(No. 6). Entendemos que:

- El conocimiento novedoso que tenemos de Dios y que nos distingue de cualquier

otra referencia a Dios en otras religiones o culturas, viene por medio de una

“revelación” que proviene de la iniciativa de él.

- Esta revelación está atestiguada en la Biblia (“revelación bíblica”).

- Ocurre mediante el diálogo de Dios con el hombre.

Mucho más que los ladrillos pesados hechos a las carreras durante el sínodo y formulados

en las proposiciones, asistimos a un todo tratado sobre la teología de la Palabra, ordenado

en tres secciones.

En la primera sección, “El Dios que habla”, aparece en primer plano, bellísima, la imagen

de la “sinfonía” o del “canto a varias voces” para delinear la naturaleza analógica de la

Palabra de Dios (No. 7).

Se basa en dos remaches fundantes:

- El valor cósmico-antropológico de la Palabra (No. 8-10) 8.Dimensión cósmica de la Palabra de Dios; 9.La creación del hombre;

10.Realismo de la Palabra.

- El valor cristocéntrico-trinitario (pneumatológico) de la Palabra (No. 11-16) 10-13.Cristología de la Palabra; 14.Dimensión escatológia de la Palabra de Dios;

15-16.La Palabra de Dios y el Espíritu Santo.

Dentro de este espacio bien delineado encuentra su lugar legítimo, su gran valor, así como

sus justas proporciones, la Santa Escritura junto con la Tradición (Nos. 17-19) 17-18.Tradición y Escritura; 19.Sagrada Escritura, inspiración y verdad.

En la cumbre de esta sección está esa circularidad maravillosa según la cual todo parte de

Padre y conduce finalmente a él: el Padre se nos revela y da en su Hijo, ésta tiene su

cumbre en el don que el Hijo nos hace del Espíritu Santo (No. 20). Una sorprendente

anotación final nos recuerda que la revelación pasa por el silencio de la cruz (No. 21)

En la segunda sección, “la respuesta del hombre al Dios que habla”, se subraya que la

Palabra de Dios determina una situación de “alianza” con el hombre, por la cual se

convierte en Palabra-diálogo, donde Dios habla pero también escucha (Nos. 22-24). 22.Llamados a entrar en la Alianza con Dios; 23. Dios escucha al hombre y responde a sus

interrogantes; 24.Dialogar con Dios mediante sus palabras.

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Tenemos tres determinaciones significativas: a la Palabra de Dios se le responde con la fe,

el pecado es la negación de la escucha de la Palabra, María de Nazaret es el modelo

ejemplar de la escucha en situación de alianza (Nos. 25-28). 25.Palabra de Dios y fe; 26.El pecado como falta de escucha a la Palabra de Dios;

27.María “Mater Verbi Dei” y “Mater fidei”.

La tercera sección, “la hermenéutica de la Sagrada Escritura en la Iglesia”, con sus 20

numerales, es la más amplia y compleja, tuvo notable resonancia en el aula sinodal gracias

a una intervención directa del Papa, retomada y precisada en la Exhortación. Aquí tenemos

propuestos, si bien más sintéticamente, nuevos elementos de la teología de la Biblia, más

precisamente sobre la vertiente de la interpretación.

Concreta y necesariamente se perfila la confrontación entre los estudiosos de la Biblia o

exegetas, que se dedican a indagar el sentido del texto sagrado, y los teólogos que en varias

ramas proponen completamente la verdad sobre la Palabra de Dios teniendo en vista la

comunicación pastoral. Aparece en medio, como tercer sujeto que en cierto modo contiene

los otros dos, la Iglesia entera como Pueblo de Dios, a quien la Palabra de Dios debe llegar

como pan de vida; ella es el “lugar originario (y destinatario) de la interpretación

escriturística (y teológica)” (No. 29-30).

Retomando la expresión conciliar, de que “el estudio de las Sagradas Escrituras ha de ser

como el alma de la teología” (DV 24), se perciben y agradecen todos los avances en los

estudios bíblicos en los últimos tiempos, al mismo tiempo que se hace un diagnóstico de

situación actual de la relación entre la exégesis y la teología, es de ella que depende en gran

parte “la eficacia pastoral de la acción de la Iglesia y de la vida espiritual de los fieles” (No.

31).

Los numerales 32 a 36 van haciendo lentamente el balance, sacando a la luz los puntos

problemáticos. No.32-33.Desarrollo de la investigación bíblica y Magisterio eclesial; No.34.La

hermenéutica bíblica conciliar: una indicación que se ha de seguir; No.35.El peligro de una

hermenéutica secularizada.

De la confrontación emerge una clara instancia crítica para un diálogo muchas veces

deficiente entre los tres sujetos señalados. El ámbito exegético no rara vez cerrado en sí

mismo y casi autosuficiente al decir la verdad total del texto, puede provocar una laceración

entre el sentido literal y el espiritual (No. 37), que se da después entre la fe y la razón (No.

36), y por tanto entre pastorales, teólogos y exegetas (No. 45).

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Aparecen entonces los criterios de la herméutica bíblica que, siguiendo las líneas del

Concilio (No. 34), pueden ayudar a superar las tremendas dicotomías que se han presentado

y a genera un nuevo panorama en la lectura de la Biblia en diversos ámbitos (No. 38-47) No.38.Necesidad de trascender la “letra”; No.39.Unidad intrínseca de la Biblia; No.40-

41.Relación entre AT y NT; No.42.Las páginas “oscuras” de la Biblia; No.43.Cristianos y judíos en relación con la Sagrada Escritura; No.44.La interpretación fundamentalista de las

Escrituras; No.45.Diálogo entre pastores, teólogos y exegetas; No.46.Biblia y ecumenismo;

No.47.Consecuencias en el planteamiento de los estudios teológicos.

Una positiva anotación final, basada en el hecho de que la verdadera interpretación de la

Biblia es la que proviene de “quienes han vivido realmente la Palabra de Dios, es decir, los

santos” (No. 48).

Como podemos ver, la primera parte puede constituir un documento importante por

derecho propio.

Segunda parte (No. 50-89)

En la segunda parte, “Verbum in ecclesia”, la Palabra de Dios, cuyo universo teológico ha

sido cuidadosamente configurado en la primera parte, ahora encuentra su morada en el

lugar que le corresponde: la comunidad eclesial.

El foco principal es “la relación entre Cristo, Palabra del Padre, y la Iglesia”. La Palabra

acogida en la fe se convierte en Palabra encontrada y degustada por todos y cada uno de los

miembros de la Iglesia: “una relación vital, en la que cada fiel está llamado a entrar

personalmente” (No. 51).

Un sólido encabezamiento teológico (No. 50-51) explica lo que esto comporta: la plena

acogida de la Palabra de Dios con la convicción de que, gracias al Mesías y Señor viviente,

esta Palabra de Dios se hace contemporánea, es actual, se cumple hoy: “Jesús dice hoy,

aquí y ahora, a cada uno: „Yo soy tuyo, me entrego a ti‟, para que el hombre pueda recibir y

responder, y decir a su vez: „Yo soy tuyo‟” (No. 51). 50.La Iglesia acoge la Palabra; 51.Contemporaneidad de Cristo en la vida de la Iglesia.

Tenemos dos secciones que, como si fueran dos caminos, llevan a cabo este encuentro vital:

la liturgia y la vida eclesial en su integralidad.

a. El primer camino es la “Liturgia, lugar privilegiado de la Palabra de Dios”

Una extensa sección de 19 numerales que refleja bien el interés que al respecto se mostró

en el Sínodo. Ciertamente se constató un cierto sinsabor por la insuficiente comprensión del

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pueblo de Dios sobre el “carácter performativo de la Palabra de Dios” en la liturgia (No.

53).

A ésto responde el Papa con un tono apasionado, llegando a afirmar en letras

tipográficamente destacadas: “La hermenéutica de la fe respecto a la Sagrada Escritura

debe tener siempre como punto de referencia la liturgia” (No. 52).

En este primer frente se distinguen …

(1) El lugar litúrgico, esto es, la presencia de la Palabra en cada uno de los siete

sacramentos, teniendo como centro la Eucaristía (Nos. 53-56). 53.Sagrada Escritura y sacramentos; 54-55.Palabra de Dios y Eucaristía;

56.Sacramentalidad de la Palabra.

(2) Las mediaciones en que actúa la Palabra. Se hace un inventario minucioso (Nos. 57-

63) que va del Leccionario a la Homilía (se afirma “la oportunidad de un Directorio

homilético”, No. 60), a la Liturgia de las Horas, para detenerse en tantas formas de la

“animación litúrgica” de la Palabra (No. 64-71) así como las “celebraciones” de ella, el uso

del silencio, la proclamación solemne y un explícito llamado de atención sobre la

“exclusividad de los textos bíblicos en la liturgia” (No. 69). 57.La Sagrada Escritura y el Leccionario; 58.Proclamación de la Palabra y ministerio del

lectorado; 59.Importancia de la homilía; 60.Oportunidad de un Directorio homilético;

61.Palabra de Dios, reconciliación y Unción de los enfermos; 62.Palabra de Dios y Liturgia

de las Horas; 63.Palabra de Dios y bendicional.

Sugerencias y propuestas para la animación litúrgica: No.64.Introducción;

No.65.Celebraciones de la Palabra de Dios; No.66.La Palabra y el silencio;

No.67.Proclamación solemne de la Palabra de Dios; No.68.La Palabra de Dios en el templo cristiano; No.69.Exclusividad de los textos bíblicos en la liturgia; No.70.El canto litúrgico

bíblicamente inspirado; No.71.Especial atención a los discapacitados de la vista y el oído.

b. El segundo camino a través del cual la Palabra de Dios se encuentra con su Pueblo

es “la vida eclesial” en su integralidad.

Es lo que habitualmente se denomina pastoral bíblica, pero que, gracias al camino pastoral

latinoamericano (ver Doc. Aparecida No.248) queda mejor circunscrita como una

“animación bíblica de la pastoral” entera (No. 73).

En 17 numerales (No. 72-89) vemos cómo emergen la Palabra en la vida concreta de la

Iglesia a través de cuatro núcleos dinamizadores:

Primer núcleo: Se aborda explícitamente que el hecho de que el encuentro con la Palabra

se lleva a cabo a través el encuentro directo con la Biblia (No.72; cf. No. 87 y 121).

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Vale la pena citar lo que se dice, ya que es muy claro: “Junto a los Padres sinodales,

expreso el vivo deseo de que florezca „una nueva etapa de mayor amor a la Sagrada

Escritura por parte de todos los miembros del Pueblo de Dios, de manera que, mediante su

lectura orante y fiel a lo largo del tiempo, se profundice la relación con la persona misma de

Jesús‟ ” (No. 72a). En la proposición No.9 del Sínodo, que el Papa retoma en esta ocasión,

se auguraba que “En esta perspectiva -en cuanto posible- cada fiel posea personalmente la

Biblia”. Esta frase no fue acogida por el Papa, pero al menos el deseo fue trasladado a las

familias: “Que cada casa tenga su Biblia” (No. 85).

Segundo núcleo: es la “dimensión bíblica de la catequesis”, se propone el modelo de

Emáus y para las indicaciones prácticas se retoman elementos del Directorio General para

la Catequesis (No. 74). En una perspectiva más amplia de pide la formación bíblica de

todos los cristianos (No.75) y se estimula el subrayar la presencia de la Palabra en los

grandes encuentros eclesiales (No.76).

Tercer núcleo: también amplio como el anterior, son los agentes responsables de la

pastoral: recordando que la Palabra es la que llama (No.77), se profundiza en la relación

característica con la Palabra por parte de los ministros ordenados (No.78; No.79.Los

Obispos; No.80.Los sacerdotes; No.81.Los diáconos), los seminaristas (No.82), los

consagrados (No.83), los laicos (No.84), la familia (Nos. 85). Al respecto encontramos una

lista amplia, fecunda y concreta de sugerencias.

Cuarto núcleo: propone la óptica cristiana de la lectura de la Biblia: la “lectura orante” y

específicamente la “Lectio divina” (Nos. 86-87), a la cual se agrega la “oración mariana”

como camino hacia la Palabra (No. 88).

Finalmente, la Tierra Santa es recordada como el “quinto Evangelio” (No. 89). Esta

consideración, que tiene su origen en una expresión de Pablo VI, encontró su lugar al final

de este apartado como una motivación para seguir peregrinando a los santos lugares.

Tenemos concentradas en esta segunda parte una serie de indicaciones que tienen alta

incidencia en la pastoral. Es importante notar la manera como se integra el eje del

conocimiento de la Biblia (se dice: “Quisiera mencionar… la importancia de la lectura

personal de la Escritura”, No. 87) con el de la oración con la Biblia, de la cual la Lectio

Divina es paradigma por excelencia, eso sí, adaptándola creativamente según las personas y

circunstancias.

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Tercera parte (No. 90-120)

En la tercera parte, “Verbum Mundo”, la Palabra de Dios conocida y degustada se

convierte en Palabra compartida, enviada como fuerza evangelizadora-transformadora de la

realidad.

Esta es la proyección final del documento en la que se lleva la Palabra de Dios, y por tanto

la Biblia, hasta tierra de frontera. Esto corrige una cierta práctica eclesiocéntrica.

Representa un horizonte que, por muchas razones y en algunos ambientes de la Iglesia,

pareciera inédito tanto para la mentalidad como para la praxis pastoral.

Se abordan cuatro frentes de acción de la Palabra:

a. El primero, como es habitual, nos ponde ante la realidad fundante: la “misión de la

Iglesia (y de todo bautizado) es anunciar la Palabra de Dios al mundo” (No. 90-98).

En la visión reinocéntrica de Jesús (No. 93), para quien la Palabra resuena como “Logos de

la Esperanza” (No. 91), con una triple atención que vale la pena subrayar:

- la Misión ad gentes

- el anuncio y vivencia del Evangelio en un mundo secularizado

- la indispensable mediación del testimonio, con un reconocimiento particular

a las mujeres (Nos. 95-98).

No.90.La Palabra del Padre y hacia el Padre; No.91.Anunciar al mundo el “Logos” de la

esperanza; No.92.De la Palabra de Dios surge la misión de la Iglesia; No.93. Palabra y

Reino de Dios. No.94.Todos los bautizados responsables del anuncio; No.95.Necesidad de la “missio ad gentes”; No.96. Anuncio y nueva evangelización; No.97-98.Palabra de Dios y

testimonio cristiano.

b. El segundo señala que es propio de la Palabra de Dios convertirse en acción (el

“dabar” bíblico) (No. 99-108)

Siguiendo los pasos de Jesús se llega a un “compromiso” sociopolítico por la justicia y la

paz (Nos. 99-102) que en particular se traduce en una “caridad operante” con el anuncio a

cinco categorías necesitadas que se priorizan:

- (1) Los jóvenes

- (2) Los migrantes

- (3) Los sufrientes

- (4) Los pobres

- (5) La ecología (Nos. 103-108).

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No.99.Servir a Jesús en sus “humildes hermanos”; No.100-101.Palabra de Dios y

compromiso por la justicia en la sociedad; No. 102.Anuncio de la Palabra de Dios,

reconciliación y paz entre los pueblos; No.103.La Palabra de Dios y la caridad efectiva;

No.104.Anuncia de la Palabra de Dios y los jóvenes; No.105.Anuncio de la Palabra de Dios y los emigrantes; No.106.Anuncio de la Palabra de Dios y los que sufren; No.107.Anuncio

de la Palabra de Dios y salvaguardia de la creación.

c. El tercero, por cierto una novedad con relación a la Dei Verbum, se detiene en una

relación necesaria y compleja: la Palabra de Dios y las culturas (Nos. 109-116).

La Biblia debe ser vista como un “gran código para las culturas” y no solamente un “gran

código cultural”, ahí está la novedad.

Hay que promover su conocimiento en las escuelas y universidades, hay que redescubrir la

rica herencia de efectos postbíblicos, en particular en el mundo del arte. Resulta ineludible

la confrontación de la Biblia con los medios de comunicación. Urge la delicada tarea de la

inculturación del Libro sagrado. Se advierte especialmente en las Iglesias jóvenes la

necesidad de disponer de traducciones y de divulgación del texto bíblico.

En esta situación la Biblia es como un signo sacramental de la Palabra de Dios y se

convierte en un vehículo extraordinario para una apertura a la fe. No.109.El valor de la cultura para la vida del hombre; No.110.La Biblia como un gran

código para las culturas; No.111.El conocimiento de la Biblia en la escuela y la universidad; No.112.La Sagrada Escritura en las diversas manifestaciones artísticas;

No.113.Palabra de Dios y medio de comunicación social; No.114.Biblia e inculturación;

No.115.Traducciones y difusión de la Biblia; No.116.La Palabra de Dios supera los límites

de las culturas.

d. El cuarto sector, Palabra de Dios y diálogo interreligioso (Nos. 117-120), afronta un

tema inevitable pero preñado de implicaciones para la agenda pastoral en un futuro

próximo.

Mientras el judaísmo se ha considerado en la primera parte (cf. No. 43), aquí se hace

referencia al Islam y a las otras religiones. No se va mucho más allá de “Nostra Aetate” (del

Concilio Vat.II), augurando el diálogo por encima de todo en la promoción de valores

espirituales y morales comunes. No.117.El valor del diálogo interreligioso; No.118.Diálogo entre cristinos y musulmanes;

No.119.Diálogo con las demás religiones; No.120.Diálogo y libertad religiosa.

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Y finalmente la conclusión (No. 121-124)

Merece ser leída con detenimiento porque es mucho más que una habitual conclusión de

documento. El Papa nos regala una síntesis de los contenidos abordados anteriormente, con

una especie de exhortación o parenesis paternal que se puede resumir en cuatro puntos:

(1) Tener presente “la Palabra definitiva de Dios” (No. 121), lo cual lleva “a esforzarse para

tener cada vez más familiaridad con la Sagrada Escritura”. Y el Papa arroja la siguiente

exhortación: “Nunca hemos de olvidar que el fundamento de toda espiritualidad cristiana

auténtica y viva es la Palabra de Dios anunciada, acogida, celebrada y meditada en la

Iglesia”.

(2) De ahí se deriva que “nueva evangelización y nueva escucha” de la Palabra presupone

“redescubrir el puesto central de la Palabra divina en la vida cristiana” y el compartirla con

los otros (No. 122).

(3) No olvidar que “el anuncio de la Palabra crea comunión y es fuente de alegría” (No.

123). Aquí se hace un link con el tema de la alegría que había abordado en la apertura (No.

2).

(4) En este horizonte final del gozo pleno, María se muestra como la “Mater laetitiae”

porque aceptó ser la “Mater Verbi” (No.124). Esta posibilidad de bienaventuranza gracias a

la “Palabra escuchada y puesta en práctica”, se abre con franqueza y delicadeza “a todos los

hombres, también a los que se han alejado de la Iglesia, que han abandonado la fe o que

nunca han escuchado el anuncio de salvación” (No. 124).

4. Algunos puntos clave de la VD

Después de este recorrido sobre el documento, detengámonos ahora sobre algunos puntos

clave del documento.

Vamos a retomar algunos, sólo algunos entre tantos, aquellos que parecen ser de largo

alcance:

(1) La VD continúa y enriquece la Constitución dogmática del Concilio Vaticano II “Dei

Verbum” en sus grandes aportes teológicos, hermenéuticos, espirituales y pastorales.

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(2) En la VD se afirma la centralidad absoluta de la Palabra de Dios en la fe cristiana con

múltiple caracterización:

- La amplitud sinfónica del sentido

- El cristocentrismo trinitario

- La intrínseca consonancia antropológica de la Palabra

- La indispensable mediación eclesial

- El paradigma mariano

- La sacramentalidad de la Palabra

- La amplitud de la Palabra que precede, está y va más allá de la Biblia

- La indiscutible necesidad de la lectura de la Biblia y carácter de irremplazable

- La vocación misionera

- La universalidad que tiene en todos los ambientes y tareas de la vida eclesial, con la

liturgia como “lugar privilegiado”

(3) Como ya dije al comienzo, si es verdad que la Palabra de Dios y no la Biblia es el tema

de la VD, es verdad también que la Escritura es constitutiva. No todo en la fe cristiana es

Biblia, pero todo necesita de la Biblia, el énfasis en la lectura de la Biblia no puede ser más

fuerte. No hay que olvidar jamás que en la Palabra de Dios acogida en su integralidad la

Biblia tiene su razón de ser, su riqueza, su unidad, su servicio insustituible y, por tanto, su

identidad. Y, por otra parte, es ante todo y sobre todo la Biblia quien atestigua sin errores la

totalidad y la autenticidad de la Palabra de Dios, permite el diálogo de alianza entre Dios y

el hombre y nos dice sus contenidos. Es más, sin la Biblia (y hay que repasar el centenar de

citas bíblicas) no se habría podido escribir este documento.

(4) Hay que trabajar fuertemente por la renovación de la articulación entre la exégesis, la

teología y la pastoral (y sus respectivos responsables). La VD nos dice cuál es la óptica

correcta para construir la unidad: entender que la Biblia es parte del misterio de la

Encarnación, donde la indivisible humanidad y divinidad del Verbo es la luz para captar

que el sentido literal se perfecciona y completa con el sentido espiritual.

(5) Es de gran valor el impulso que la Palabra da en el diálogo Iglesia-Sociedad, que tanto

urgió el Concilio Vaticano II. La Palabra impulsa a la Iglesia más allá de sí misma y la hace

misionera. La Palabra arroja a la Iglesia al mundo para que su servicio de la Palabra se

traduzca en Palabra de servicio: en el mundo juvenil, de las nuevas tecnologías, de los

pobres, de las búsquedas de la humanidad para que haya desarrollo sostenible, equidad,

justicia y paz; sin duda, en las nuevas culturas.

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5. ¿Y cuáles son los desafíos que nos plantea?

La lista es larga y, sin duda, se extenderá según la lectura que hagamos del documento, la

cual será proporcional al ambiente pastoral en que se mueve cada uno. Me permito señalar

al menos cinco:

(1) El hecho que la publicación haya demorado tanto, nos lleva a decir ahora que la

exhortación no lo desilusiona a uno, que es estimulante, sobre todo a nivel teológico.

Tenemos el desafío de la profundización a gran escala.

(2) En el No. 116 el Papa dice: “Salimos de la limitación de nuestras experiencias y

entramos en la realidad que es verdaderamente universal… Seamos los primeros en

emprender un renovado éxodo, en dejar nuestros criterios y nuestra imaginación limitada

para dejar espacio en nosotros a la presencia de Cristo”. ¿No es ésta una “conversión

pastoral”? ¡Tenemos en la Iglesia un problema de mentalidades viejas que no dejan

progresar y de maneras de obrar que paralizan el camino misionero del Evangelio!

(3) Un desafío que proviene de lo anterior es el romper con nuestros mundos cerrados (que

son como guetos) en la Iglesia y en la pastoral, para sostener un diálogo efectivo y visible

entre los biblistas y los teólogos según los problemas expuestos por el Papa; sin duda urge

establecer un diálogo fraterno con los agentes de pastoral, especialmente con los catequistas

y los predicadores. La gente nos pide argumentos y certezas, no hipótesis u opiniones.

(4) Otro desafío tiene que ver con particularmente con el texto Bíblico. Se requiere una

profundización científica de su identidad retomando las observaciones tanto en el ámbito

teológico como en el hermenéutico (ver el No.34 al final). En cuanto a su función pastoral,

es necesario evitar la fragmentación de los textos (citas y citas para rellenar pensamientos

previos). Es urgente un tratamiento orgánico. El problema se nota sobre todo en la

catequesis y en la homilía: ¿nos limitamos a hacer catequesis con la Biblia o hacemos

catequesis de la Biblia? Me refiero al hacer una iniciación a la Escritura según las evade,

comenzando desde pequeños? No por nada dice la VD nos remite al ejercicio de un

discipulado entendido como formación sólida de nuestra gente: “Se ha de prestar atención

al apostolado bíblico, un método muy válido para esta finalidad (la formación de los

cristianos)” (No. 75).

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(5) Otra urgencia de la VD la sintetizo en tres puntos:

- El reconocimiento de la liturgia como “lugar privilegiado” de la Palabra de Dios (No. 52).

El elenco de lo que hay que hacer es minucioso, incluso demasiado, pero es sobre todo una

mentalidad de convertidos lo que se nos está pidiendo.

- La formación en la Palabra de Dios y en la Biblia de los pastores en primer lugar, pero

también de los agentes de pastoral laicos, más aún, de todo bautizado.

- La promoción del ministerio del lectorado entre los laicos (No.58; ver prop.17; merece

toda una reflexión este tópico porque lo que aparentemente no fue aprobado al final sí lo

fue y mucho mejor que como fue propuesto por el Sínodo).

Segunda versión 05/02/11

Pro-Manuscripto