La crisis económica es mundial y ha

llegado a todos los rincones del

planeta y está afectando a todos los

ámbitos y sectores económicos.

Podemos señalar como punto de

partida de esta crisis el colapso de las

hipotecas llamadas subprime que se

produjo en Estados Unidos a finales de

2008, hipotecas que eran concecidas

a clientes de dudosa solvencia, con el

consiguiente riesgo de impago.

Cuando esas hipotecas efectivamente

quedaron impagadas, los fondos de

inversión y bolsa que se sustentaban

en los ingresos esperados de esas

hipotecas se hundieron, lo cuál

provocó una crisis financiera que

alcanzó tintes internacionales debido

a la globalización de la economía en

nuestros días.

Se ejecutaron las hipotecas

impagadas y el mercado inmobiliario

estadounidense se saturó con esa

nueva oferta inmobiliaria, y es ese

aumento de la oferta de propiedades

liquidadas por los bancos lo que hizo

que se derrumbaran los precios de los

bienes raíces en ese país.

Afortunadamente, y a pesar de la

estrecha relación de las economías

estadounidense y mexicana, en

México no se ha producido una

situación similar.

Sin duda se ha producido una

desaceleración del mercado,

penalizada además por las recientes

subidas de impuestos y la nueva

devaluación que sufrió el peso

mexicano frente al dólar, pero aún así

los bancos mexicanos han mantenido

las tasas de interés hipotecario en la

misma línea que en años anteriores, y

así, el mercado inmobiliario mexicano

se presenta como una alternativa más

que interesante para el inversionista en

busca de capitalización de sus

inversiones.