venezuela: ¿un factor de desequilibrio?

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José Manuel Toral Cruz CIDE Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio? Numerosos artículos y medios de información declaran que un fantasma recorre América Latina: el fantasma del chavismo. Sin embargo, convendría desnudar el panorama regional suramericano del discurso demagogo de un líder carismático y concentrarse en las acciones puramente estatales. Con base en, muy frecuentemente, el discurso de Chávez, se intenta argumentar en contra del régimen venezolano; de tal forma, uno de los cargos que se le imputan al chavismo es el de ser un factor de alteración del equilibrio del poder en Suramérica. Una vez atenuado el nivel de análisis individual, y reemplazarlo por el nivel sistémico, es posible vislumbrar a una Venezuela que no se ha consolidado, ni aún con su producción de hidrocarburos, como una amenaza flagrante en la región. El presente ensayo tiene como objetivo demostrar que el Estado venezolano no constituye una amenaza visible en términos de desequilibrio de poder en Suramérica; asimismo, este ensayo tomará como directriz el aspecto militar. De igual forma, un enfoque realista y un nivel de análisis sistémico sirven más a los intereses del presente trabajo, puesto que se intentará separar el discurso de los actores individuales de las acciones tomadas por el Estado. En primer término, se establecerá un breve marco de referencia 1

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Page 1: Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

José Manuel Toral Cruz

CIDE

Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

Numerosos artículos y medios de información declaran que un fantasma recorre

América Latina: el fantasma del chavismo. Sin embargo, convendría desnudar el

panorama regional suramericano del discurso demagogo de un líder carismático y

concentrarse en las acciones puramente estatales. Con base en, muy frecuentemente, el

discurso de Chávez, se intenta argumentar en contra del régimen venezolano; de tal

forma, uno de los cargos que se le imputan al chavismo es el de ser un factor de

alteración del equilibrio del poder en Suramérica. Una vez atenuado el nivel de análisis

individual, y reemplazarlo por el nivel sistémico, es posible vislumbrar a una Venezuela

que no se ha consolidado, ni aún con su producción de hidrocarburos, como una

amenaza flagrante en la región.

El presente ensayo tiene como objetivo demostrar que el Estado venezolano no

constituye una amenaza visible en términos de desequilibrio de poder en Suramérica;

asimismo, este ensayo tomará como directriz el aspecto militar. De igual forma, un

enfoque realista y un nivel de análisis sistémico sirven más a los intereses del presente

trabajo, puesto que se intentará separar el discurso de los actores individuales de las

acciones tomadas por el Estado. En primer término, se establecerá un breve marco de

referencia con respecto a la acepción de equilibrio de poder empleada. En segundo

lugar, se pretenderá demostrar que Venezuela no representa un actor que amenace con

destruir el equilibrio de poder en la región. Con el fin de demostrar la anterior

afirmación se han empleado datos provenientes de la BBC, de la CIA, del

Latinobarómetro, entre otras.

El término balance de poder es definido por Karen Mingst como un enfoque de

estudio sobre el control del poder y la inseguridad1. A partir de esta definición del

equilibrio del poder, Mingst establece parámetros de comportamiento de los Estados

como principales actores en el sistema internacional para el enfoque realista. En primer

lugar, los Estados realizan análisis racionales para calcular los costos y los beneficios de

1 Karen Mingst, Fundamentos de las Relaciones Internacionales. 1ª Eds. Trans. de la Cuesta, Antonio. (México: CIDE, 2006): 316 (Karen Mingst, Fundamentos.)

1

Page 2: Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

establecer políticas características del papel del Estado en el equilibrio del poder2. Si

bien los países reducen el riesgo de inseguridad al defender sus propios intereses, todos

se encuentran en un constante ajetreo de toma de decisiones; el objetivo de las

decisiones es aumentar las propias capacidades y reducir las de los otros3. Finalmente,

esta relación de constante toma de decisiones da como resultado un equilibrio

mantenido por evitar que el equilibrio de poder se vuelque hacia alguno de los actores y

aumente los niveles de inseguridad dentro del Sistema Internacional. Para Paul, existen

tres tipos de balanceo de poder: el fuerte, el suave y el asimétrico4. El balanceo fuerte es

aquel en el que existe una intensa rivalidad; de forma tal, los Estados tienden a construir

y mejorar sus capacidades militares, y formar alianzas formales y contralianzas, para

reducir el poder de sus principales oponentes5. En cambio, el balanceo suave consiste en

una serie de cortas alianzas tácitas que se dan cuando los Estados desarrollan arreglos

limitados de seguridad con otro Estado amenazante; generalmente, se da por medio de

un crecimiento limitado de armamento y ejercicios de cooperación regional6. En

Suramérica, el balanceo suave es característico, puesto que no existe una carrra

armamentística que incentive a los Estados a competir por poder militar; prueba de lo

anterior, son las numerosas alianzas regionales en términos militares que serán

mencionadas más adelante.

Desde la perspectiva neorrealista, el balance de poder es visto como una

derivación de la estructura del sistema; es decir, los Estados constantemente se

preguntan sobre quién ganará más en la cooperación. Así pues, los Estados buscan

maximizar sus ganancias, con el fin de sobrevivir; sin embargo, la supervivencia de un

Estado depende de la adquisición de más poder que los otros, aun en términos relativos7.

Los neorrealistas también se interesan en el engaño, ya que los Estados se pueden ver

tentados a engañar en acuerdos preexistentes con el fin de obtener ganancias sobre otros

Estados. El miedo al engaño se produce de manera evidente en el ámbito militar, puesto

que los cambios en el poder armamentístico puede dar como resultado un cambio en el

balance del poder8.

2 Ibíd.3 Ibíd.4 T.V. Paul, “Introduction”, en Balance of Power: Theory and practice in the 21st century, eds. T.V. Paul, James J.Wirtz &Michel Fortman1-25 (California: Stanford University Press, 2004), 35 Ibíd., 36 Ibíd., 37 Karen Mingst, Essentials of International Relations, 3° Eds. (New York: Norton): 698 Ibíd, 69

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Page 3: Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

Para Paul, la dinámica del balance de poder funciona en niveles diferentes: el

balance de poder global, sistémico, y el regional, subsistémico9. Para fines de este

ensayo, resulta más útil centrarnos en el nivel sistémico establecido por Paul. En primer

término, “la preponderancia de poder de un solo Estado o de una coalición de Estados es

altamente indeseable porque el actor preponderante está invitado a comportarse de

manera agresiva”10 [traducción del autor]. La estabilidad es, pues, el objetivo primordial

del balanceo como instrumento político; de tal forma, la estabilidad internacional

presupone la inexistencia de un poder hegemónico o preponderante, la supervivencia de

todos los Estados y la prevención de guerra de gran escala11.

Para Deare, el equilibrio de poder en Sudamérica cambió por la adquisición de

armas convencionales avanzadas, como aviones caza de tercera generación, submarinos

convencionales sofisticados, radares y misiles antiaéreos, por parte de la República

Bolivariana de Venezuela12. Asimismo, Deare sostiene que esta compra de equipos no

tiene repercusiones directas con Estados Unidos, sino que afecta el equilibrio con

Colombia y los países del Cono Sur; de esta manera, las acciones tomadas por el

gobierno venezolano, al mando de Hugo Chávez Frías, contribuyen, negativamente, a la

militarización de las relaciones en la región13. Sin embargo, basta revisar las cifras para

percatarse que Venezuela, si bien ha aumentado su gasto militar, no es un actor

predominante en la compra de armamentos, ni en el número de efectivos. Según datos

de la BBC, Venezuela figura como el tercero en América Latina en gasto militar, con un

monto de 4 000 millones de dólares en 2007. Por su parte, Brasil gastó 25 000 millones

hasta 2008, mientras que Chile invirtió 5 000 millones en 2007; ambos países se

colocaron, respectivamente, en el puesto número 12 y 29 del ranking mundial14. Aunado

a lo anterior, Estados Unidos estableció un veto en mayo de 2001 que prohíbe la venta

de armas o piezas bélicas provenientes de dicho país al gobierno venezolano; decisión

que frustró los negocios futuros con España y Suecia que fueron, hasta entonces,

9 T.V. Paul, “Introduction”, en Balance of Power: Theory and practice in the 21st century, eds. T.V. Paul, James J.Wirtz &Michel Fortman1-25 (California: Stanford University Press, 2004), 410 Ibíd., 5 11 Ibid., 512 Craig A. Deare, "La militarización en América Latina y el papel de Estados Unidos", Foreign Affairs Latinoamérica, núm. 3, vol. 8 (julio 2008), http://fal.itam.mx/FAE/?p=27 (Fecha de consulta: 19 de septiembre de 2008). (En adelante Deare, “La militarización en América”.)13 Ibíd.14 BBC Mundo, “Presupuestos militares y otros datos”, BBC, http://www.bbc.co.uk/spanish/specials/1340_unasur/index.shtml (Fecha de consulta: 14 de diciembre de 2008).

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Page 4: Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

proveedores de armamento a Venezuela15. Ante esta serie de datos, se vislumbra que

Venezuela no es el actor predominante, en términos de gasto militar en América del Sur.

La Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Estados Unidos lanzó

un comunicado el 22 de julio de 200816 que aseguraba, con base en una serie de

argumentos cuantitativos, que su país no se rearmaba con fines hostiles, sino que lo

hacía como legítima defensa y para reemplazar equipo antiguo. Dicho comunicado

declara que sólo 1% del PIB venezolano se designa al gasto militar17; asimismo, asevera

que el gasto venezolano, con respecto al PIB, no sólo es menor al promedio de

Suramérica (1.7%), sino que es inferior al de Colombia (3.3%) y al de Chile (2.9%)18.

De tal forma, Venezuela gasta cerca de 118 dólares por habitante por concepto de

defensa; Chile, 294; Brasil, 144; Colombia, 140, y 129 en Uruguay19. Por otra parte, el

gobierno venezolano, en voz de su embajada en Estados Unidos, declara también que

los equipos adquiridos tendrán la función de reemplazar equipo obsoleto o antiguo. Así

pues, la compra de 24 aviones rusos, debido a que Estados Unidos se niega a proveer

material bélico a Venezuela, reemplazará a 24 aviones estadounidenses comprados en

1980; igualmente, la compra de cien mil fusiles en 2006 se realizó con el fin de cambiar

fusiles de fabricación belga que habían cumplido su vida útil20. Asimismo, declara que

los 53 helicópteros comprados serán para patrullar la frontera con Colombia, dentro del

marco de la lucha antidroga y cualquier actividad ilegal. De esta manera, el comunicado

pretende demostrar que “Venezuela no tiene ambiciones expansionistas y el actual gasto

militar se emplea en atacar problemas reales”21. Las cifras mostradas por el comunicado

son muy cercanas a las mostradas por la CIA; según dichos datos, Venezuela se

encuentra en el puesto número 129 de 173 países, con un gasto de 1.2% con respecto al

PIB registrado en 200522.

15 Maye Primera, “Venezuela se rearma”, El País, Sec. Internacional, 30 de septiembre de 2008, http://www.elpais.com/articulo/internacional/Venezuela/rearma/elpepuint/20080930elpepuint_3/Tes (En adelante: 16 En aras de alejar el discurso oficilista, he decidido tratar este documento de manera separada.17 Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en EEUU, “Gasto militar en Venezuela”, Embassy of the Bolivarian Republic of Venezuela in the United States of America, www.embavenez-us.org/_spanish/documentos/fdgastomilitar.pdf (Fecha de consulta: 14 de diciembre de 2008).18 Ibíd.19 Ibíd.20 Ibíd.21 Ibíd.22 CIA. The World Fact Book, “Rank Order - Military expenditures”, Central Intelligence Agency, https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/rankorder/2034rank.html (Fecha de consulta: 15 de diciembre de 2008).

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Page 5: Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

Es posible afirmar que, si bien no es el más importante, Venezuela sí figura

como uno de los tres primeros; sin embargo, hay que enlazar dos factores trascendentes:

en primer término, Venezuela compra equipo bélico de poca peligrosidad en términos

de conflictos de gran escala; en segundo término, el equipo militar adquirido por

Venezuela no está respaldado por una gran cantidad de efectivos militares. Así pues, la

cantidad invertida no muestra el tipo ni la calidad del material adquirido. “Mientras

Chile ha optado por la tecnología más avanzada, Venezuela se ha centrado en material

que permita armar a un porcentaje importante de la población civil. Brasil, por su parte,

ha incidido más en medios de combate y transporte para asegurar la zona del Amazonas,

y Argentina ha comprado radares y misiles de combate aéreo”23. Hasta 2006, Venezuela

adquirió aviones caza de tercera generación, submarinos convencionales sofisticados y

radares y misiles antiaéreos;24 mientras tanto, Chile ha comprado, entre muchas otras

unidades, “un centenar de carros de combate Leopard II a Alemania, dos submarinos

equipados con dispositivos de disparo de misiles a España y Francia, 10 aviones F-16

con sistemas de misiles aire-aire de alcance medio a EE UU, y otros 18 F-16 de segunda

mano a Holanda, pero modificados con tecnología israelí”25. De igual forma, el 10 de

julio de 2007, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, reveló la autorización

de fondos para construir el primer submarino nueclear de la Marina de Guerra de Brasil,

así como la tercera usina nuclear brasileña Angra III26. Por otra parte, el número de

efectivos militares coloca a Venezuela en el cuarto puesto, según cifras de la BBC. De

tal forma, Venezuela tiene a su disposición 92 359 efectivos militares, mientras que

Brasil, Chile y Perú tienen 367 906, 244 564 y 113 810, respectivamente27.

Ahora bien, si se requiere tomar a Venezuela como un factor determinante en la

generación de la pérdida de equilibrio de poder, es necesario también considerar al

régimen venezolano como una entidad cerrada capaz de desvirtuar dicho balance. “No

obstante la inflamada retórica y la percepción internacionales, el país no ha dejado de

pertenecer a todos los órganos multilaterales regionales, hemisféricos y globales (…)

23 Jorge Marirrodriga, “Latinoamérica se rearma”, El País, Sec. Internacional, 29 de abril de 2006, http://www.elpais.com/articulo/internacional/Latinoamerica/rearma/elpporint/20060429elpepiint_15/Tes (Fecha de consulta: 12 de diciembre de 2008).24 Deare, “La militarización en América”.25 Jorge Marirrodriga, “Latinoamérica se rearma”.26Heinz Dieterich, “Introducción”, en El pensamiento militar latinoaméricano del nuevo siglo, ed. Heinz Dieterich, 11-23 (México: Orfila Valentini, 2008).27 BBC Mundo, “Presupuestos militares y otros datos”, BBC, http://www.bbc.co.uk/spanish/specials/1340_unasur/page2.shtml (Fecha de consulta: 14 de diciembre de 2008).

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Page 6: Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

Venezuela preside desde abril de 2007, y por un año, el Consejo Permanente de la

OEA”28. A excepción de la crisis entre Colombia y Ecuador, Venezuela no ha tenido

actitudes hostiles ante los miembros de la zona en asuntos de integración económica, ni

de cooperación militar. El 4 de marzo de 2008, el presidente de Brasil propuso la

creación del Consejo de Defensa Sudamericano. El primer país en adherirse a la

propuesta brasileña fue Venezuela; de forma tal, Hugo Chávez respaldó del proyecto del

presidente brasileño el 27 de marzo29. Por su parte, el gobierno colombiano, a cargo de

Álvaro Uribe, anunció el 19 de julio su ingreso al Consejo de Defensa de Sudamérica30.

De igual forma, habría que percatarnos de una regularidad importante, mientras

que Venezuela fluctúa entre tercero y quinto puesto en gasto y efectivos militares, Brasil

permanece como primero en las lista Suramericanas. Fue Brasil quien tuvo la iniciativa

ara establecer el Consejo de Defensa Sudamericano. Para Gratius, la motivación de

Brasil radica en una posible adhesión al Conejo de Seguridad de la ONU31; aunado a lo

anterior, Gratius afirma que la ambigüedad de Brasil entre la búsqueda por un liderazgo

colectivo y un liderazgo individual abre la posibilidad de la dominación predominante

del Consejo de Defensa Sudamericano por dicho país32. Rosendo Fraga declara que en

Suramérica “la prioridad para Washington tiende a descender y el liderazgo de Brasil a

aumentar”33. Al anteponer los datos anteriormente mostrados, Venezuela no figura

como actor central en la militarización; Brasil, en cambio, proyecta una imagen fuerte al

proponer acuerdos como la creación del Consejo de Defensa Sudamericano.

28 Ana María Sanjuán. "El Bolivarianismo del Siglo XXI", Foreign Affairs en Español, núm. 4 vol. 7 (Octubre-Diciembre 2007):4429 Agencias, “Brasil y Venezuela refuerzan su alianza energética”, El País, Sec. Internacional, 27 de marzo de 2008, http://www.elpais.com/articulo/internacional/Brasil/Venezuela/refuerzan/alianza/energetica/elpepuint/20080327elpepuint_11/Tes (Fecha de Consulta: 16 de noviembre de 2008).30 Secretaría de Prensa. “Colombia ingresará al Consejo de Seguridad de Suramérica, anunció el Presidente Uribe”, Presidencia de la República de Colombia, http://web.presidencia.gov.co/sp/2008/julio/19/09192008.html (Fecha de Consulta: 17 de noviembre de 2008).31 Sussane Gratius, “¿Hacia una OTAN sudamericana? Brasil y un Consejo de Defensa Sudamericano”, Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior, http://www.fride.org/descarga/COM_OTAN_Sudamericana_ES_abr08.pdf. (Fecha de consulta: 20 de noviembre de 2008). (En adelante Gratius, “¿Hacia una OTAN sudamericana?”)32 Ibid.33 Rosendo Fraga citado en Max Seitz, “¿Una OTAN sudamericana?”, BBC Mundo, Sec. América Latina, 23 de mayo de 2008, http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_7415000/7415118.stm# (Fecha de Consulta: 17 de noviembre de 2008).

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Page 7: Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

Las alianzas hechas por Venezuela no son solamente militares, ni tampoco

eventos aislados dentro de su política exterior. Es poco probable encontrar actitudes

venezolanas dignas de tildarse hostiles con sus vecinos en la región o que atenten contra

el equilibrio de poder de la zona. Desde una perspectiva teórica en las Relaciones

Internacionales, una manera de controlar la inseguridad es estableciendo equilibrios de

poder entre los países que comparten un área geográfica determinada34. Las alianzas,

pues, constituyen un método para conservar el equilibrio de poder en una región al

repartir institucionalmente el potencial de poderío de los Estados aliados35. Las alianzas

funcionan, por ejemplo, cuando un Estado pretende detentar una posición dominante en

el sistema internacional; los países que sientan la amenaza se unirán para evitarlo y

conservar el equilibrio de poder en una región determinada36. El 23 de mayo de 2008,

fue firmada la carta constitutiva de la Unión de Naciones Suramericanas por Argentina,

Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay

y Venezuela37. Es posible afirmar que no de interés para Venezuela alejarse de los

demás países suramericanos, ni buscar la hegemonía política de la región.

La UNASUR no es el único ejemplo de Venezuela como participante en acuerdo

de cooperación. Venezuela ha puesto, dentro del marco del proyecto bolivariano, a la

política exterior como una de sus prioridades. El presidente venezolano, Hugo Chávez

Frías, ha realizado 162 visitas de estado, más de la mitad en América Latina; dichos

viajes muestran, para Sanjuán, el interés del estado venezolano por intimar lazos con la

región38. Asimismo, Sanjuán identifica dos ejes fundamentales en la política exterior

venezolana: “la diplomacia social, a través del alba, y la diplomacia petrolera, a través

de una serie de organizaciones y acuerdos ad hoc; es decir, mediante la creación, o

propuesta de creación, de entidades o asociaciones estratégicas como Petroamérica,

Petrocaribe, Petroandina y Petrosur”39. La Alternativa Bolivariana para América Latina

y el Caribe, por ejemplo, se define a sí misma como una estrategia antagónica al Área

de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Mientras el ALCA tiene entre sus

34 Karen Mingst, Fundamentos, 38135 Ibid., 38236 Ibid., 38237 Iruegas, Gustavo. “Unasur”, La Jornada, Sec. Opinón, 22 de mayo de 2008, http://www.jornada.unam.mx/2008/05/22/index.php?section=opinion&article=021a2pol (Fecha de consulta: 18 de noviembre de 2008).38Ana María Sanjuán. "El Bolivarianismo del Siglo XXI", Foreign Affairs en Español, núm. 4 vol. 7 (Octubre-Diciembre 2007):4439 Ibíd.

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Page 8: Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

objetivos “promover la prosperidad a través de la creciente integración económica y el

libre comercio entre los países del Hemisferio”40 y “establecer un área libre comercio en

la que será progresivamente eliminadas las barreras al comercio de bienes y servicios y

la inversión”, el ALBA propone “la creación de mecanismos para crear ventajas

cooperativas entre las naciones que permitan compensar las asimetrías existentes entre

los países del hemisferio”41. Actualmente, además de Venezuela y Cuba, Bolivia,

Nicaragua y Haití pertenecen a ALBA, así como Ecuador e Irán como observadores. La

diplomacia petrolera se ve fundamentada por las siguientes organizaciones:

Acuerdo de Cooperación energética de Petrocaribe (integrado por 14 países, actualmente en pleno financiamiento de la producción petrolera de los países miembro, lo que representa una cifra de 17000 millones de dólares en 10 años, con dos años de gracia, incluidos también dos grandes proyectos de refinación en Cuba y Jamaica); Acuerdo Energético de Caracas (2000), y los nuevos tratados de Seguridad Energética ,provisión, garantía de suministro e intercambio de petróleo, gas, electricidad y energías renovables, de 2007, firmados recientemente con Argentina, Bolivia, Ecuador, Uruguay y Petrocaribe. Actualmente, y según la OPEP, Venezuela exporta 36% de su producción petrolera a América Latina, un aumento de 112% desde 2004, lo que significa que está diversificando sus mercados en el hemisferio, más allá de los compromisos energéticos que ha adquirido con China y otros países asiáticos42.

Con el riesgo de cambiar el nivel de análisis elegido en un principio, es también

importante mencionar la percepción de los venezolanos con respecto a su política

exterior. Según cifras del Latinobarómetro 2007: Oportunidades para la integración,

57% de los venezolanos considerados en el estudio aprueban cómo su país enfrenta

problemas de relaciones exteriores con otros países de América Latina; por añadidura,

Venezuela ocupa el cuarto lugar en Latinoamérica en ese rubro, detrás de Nicaragua,

Colombia y República Dominicana, respectivamente43. Por otra parte, Venezuela ocupa

el quinto lugar de entre lo que tienen una mejor disposición frente al proceso de

integración, ya que un 60% de los venezolanos considerados cree que su país tiene que

hacer concesiones para avanzar en la integración44. Con base en dichas percepciones, el

ente cerrado y hostil que presupone una política exterior hostil, tiene cierta ventaja en la

percepción de los venezolanos con respecto a su desempeño como actor internacional.

40 Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe. "¿Qué es el ALBA?". Portal ALBA. http://www.alternativabolivariana.org/modules.php?name=Content&pa=showpage&pid=1&page=1 (Fecha de consulta: 03 de octubre de 2008). 41 Ibid. 42 Ibíd., 4443 Latinobarómetro, “Oportunidades de integración regional II”, Latinobarómetro 2007, http://213.195.77.146/img/archivos/00106__latinobarometro_II.pdf (Fecha de consulta: 15 de diciembre de 2008).44 Ibíd.

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El discurso chavista presupone un feroz ataque al neoliberalismo y a la política

exterior de Estados Unidos en Latinoamérica; sin embargo, los discursos de carácter

hostil no se sostienen en una amenaza significativa en Suramérica. Con los datos antes

expuestos es posible vislumbrar la incapacidad venezolana de competir con países

suramericanos que están tomando la delantera en gasto y desarrollo militar, como Brasil

y Chile. Las imposiciones y vetos de Estados Unidos con respecto a la adquisición de

material bélico por parte de Venezuela obligaron al gobierno de Chávez a buscar

vendedores en China y Rusia; sin embargo, y como se ha mencionado anteriormente, no

ha comprado armamento avanzado, ni en la mayor cantidad. Las cifras de Brasil no son

salen de los estándares suramericanos; de tal forma, si se estudiará a Venezuela como

un factor de riesgo, también se habría de estudiar a Brasil. Brasil puede convertirse en el

hegemonía de la región y modificar de manera real el equilibrio del poder. Por otra

parte, las alianzas que atan a Venezuela le impedirían una hipotética actitud hostil en la

región, no sólo estratégicamente, sino económicamente; ante este panorama de

interrelaciones íntimas con otras naciones de la región, no sería una decisión con

beneficios políticos, económicos e incluso ideológicos.

Referencias

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Page 10: Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

Sanjuán, Ana María. "El Bolivarianismo del Siglo XXI", Foreign Affairs en Español, núm. 4 vol. 7 (Octubre-Diciembre 2007):44-49

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.Deare, Craig A. "La militarización en América Latina y el papel de Estados Unidos", Foreign Affairs Latinoamérica, núm. 3, vol. 8 (julio 2008), http://fal.itam.mx/FAE/?p=27 (Fecha de consulta: 19 de septiembre de 2008).

BBC Mundo, “Presupuestos militares y otros datos”, BBC, http://www.bbc.co.uk/spanish/specials/1340_unasur/index.shtml (Fecha de consulta: 14 de diciembre de 2008).

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Page 11: Venezuela: ¿Un factor de desequilibrio?

Primera, Maye. “Venezuela se rearma”, El País, Sec. Internacional, 30 de septiembre de 2008, http://www.elpais.com/articulo/internacional/Venezuela/rearma/elpepuint/20080930elpepuint_3/Tes (En adelante:

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