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VANGUARDIAS

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VANGUARDIAS

¿A qué te suenA “VAnguArdiAs”?

¿Qué será el “Futurismo”?

¿Qué es el surrealismo?

¿Cómo se puede revolucionar la literatura?

¿A qué te suena “Dadaísmo”?

¿Qué es un manifiesto?

Manifiesto futurista 1. Queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad. 2. El coraje, la audacia, la rebelión, serán elementos esenciales de nuestra poesía. 3. La literatura exaltó, hasta hoy, la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso de corrida, el salto mortal, el cachetazo y el puñetazo. 4. Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza, la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con gruesos tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo… un automóvil rugiente, que parece correr sobre la ráfaga, es más bello que la Victoria de Samotracia. 5. Queremos ensalzar al hombre que lleva el volante, cuya lanza ideal atraviesa la tierra, lanzada también ella a la carrera, sobre el circuito de su órbita. 6. Es necesario que el poeta se prodigue, con ardor, boato y liberalidad, para aumentar el fervor entusiasta de los elementos primordiales. 7. No existe belleza alguna si no es en la lucha. Ninguna obra que no tenga un carácter agresivo puede ser una obra maestra. La poesía debe ser concebida como un asalto violento contra las fuerzas desconocidas, para forzarlas a postrarse ante el hombre. 8. ¡Nos encontramos sobre el promontorio más elevado de los siglos!… ¿Porqué deberíamos cuidarnos las espaldas, si queremos derribar las misteriosas puertas de lo imposible? El Tiempo y el Espacio murieron ayer. Nosotros vivimos ya en el absoluto, porque hemos creado ya la eterna velocidad omnipresente. 9. Queremos glorificar la guerra –única higiene del mundo– el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las bellas ideas por las cuales se muere y el desprecio de la mujer. 10. Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo, y combatir contra el moralismo, el feminismo y contra toda vileza oportunista y utilitaria. 11. Nosotros cantaremos a las grandes masas agitadas por el trabajo, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las marchas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas, cantaremos al vibrante fervor nocturno de las minas y de las canteras, incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas, devoradoras de serpientes que humean; a las fábricas suspendidas de las nubes por los retorcidos hilos de sus humos; a los puentes semejantes a gimnastas gigantes que husmean el horizonte, y a las locomotoras de pecho amplio, que patalean sobre los rieles, como enormes caballos de acero embridados con tubos, y al vuelo resbaloso de los aeroplanos, cuya hélice flamea al viento como una bandera y parece aplaudir sobre una masa entusiasta. Es desde Italia que lanzamos al mundo este nuestro manifiesto de violencia arrolladora e incendiaria con el cual fundamos hoy el FUTURISMO porque queremos liberar a este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios. Ya por demasiado tiempo Italia ha sido un mercado de ropavejeros. Nosotros queremos liberarla de los innumerables museos que la cubren por completo de cementerios.

Cadáver exquisito es un juego de palabras por medio del cual se crean maneras de sacar de una imagen muchas más. El resultado es conocido como un cadáver exquisito o cadavre exquis en francés. Es una técnica usada por los surrealistas en 1925, y se basa en un viejo juego de mesa llamado consecuencias.1 en el cual los jugadores escribían por turno en una hoja de papel, la doblaban para cubrir parte de la escritura, y después la pasaban al siguiente jugador para otra colaboración.

GENERACIÓN DEL 27

Pedro Salinas Rafael Alberti

Vicente Aleixandre

Luis Cernuda

Federico García Lorca

Concha Méndez

Josefina de la Torre Miguel Hernández

Elisabeth Mulder

Ernestina de Champourcín

PEDRO SALINAS

Pensarte es tenerte ¡Cómo me dejas que te piense! Pensar en ti no lo hago solo, yo. Pensar en ti es tenerte, como el desnudo cuerpo ante los besos, toda ante mí, entregada. Siento cómo te das a mi memoria, cómo te rindes al pensar ardiente, tu gran consentimiento en la distancia, y más que consentir, más que entregarte, me ayudas, vienes hasta mí, me enseñas recuerdos en escorzo, me haces señas con las delicias, vivas, del pasado, invitándome. Me dices desde allá que hagamos lo que quiero -unirnos- al pensarte, y entramos por el beso que me abres, y pensamos en ti, los dos, yo solo.

La voz a ti debida Tú vives siempre en tus actos. Con la punta de tus dedos pulsas el mundo, le arrancas auroras, triunfos, colores, alegrías: es tu música. La vida es lo que tú tocas. De tus ojos, sólo de ellos, sale la luz que te guía los pasos. Andas por lo que ves. Nada más. Y si una duda te hace señas a diez mil kilómetros, lo dejas todo, te arrojas sobre proas, sobre alas, estás ya allí; con los besos, con los dientes la desgarras: ya no es duda. Tú nunca puedes dudar. Porque has vuelto los misterios del revés. Y tus enigmas, lo que nunca entenderás, son esas cosas tan claras: la arena donde te tiendes, la marcha de tu reloj y el tierno cuerpo rosado que te encuentras en tu espejo cada día al despertar, y es el tuyo. Los prodigios que están descifrados ya. Y nunca te equivocaste, más que una vez, una noche que te encaprichó una sombra -la única que te ha gustado-. Una sombra parecía. Y la quisiste abrazar. Y era yo.

No rechaces los sueños por ser sueños No rechaces los sueños por ser sueños. Todos los sueños pueden ser realidad, si el sueño no se acaba. La realidad es un sueño. Si soñamos que la piedra es la piedra, eso es la piedra. Lo que corre en los ríos no es un agua, es un soñar, el agua, cristalino. La realidad disfraza su propio sueño, y dice: ”Yo soy el sol, los cielos, el amor.” Pero nunca se va, nunca se pasa, si fingimos creer que es más que un sueño. Y vivimos soñándola. Soñar es el modo que el alma tiene para que nunca se le escape lo que se escaparía si dejamos de soñar que es verdad lo que no existe. Sólo muere un amor que ha dejado de soñarse hecho materia y que se busca en tierra.

RAFAEL ALBERTI La paloma Se equivocó la paloma se equivocaba. Por ir al norte, fue al sur creyó que el trigo era agua, se equivocaba. Creyó que el mar era el cielo que la noche, la mañana, se equivocaba, se equivocaba. Que las estrellas, rocío que la calor, la nevada, se equivocaba, se equivocaba. Que tu falda era tu blusa que tu corazón, su casa, se equivocaba, se equivocaba. Ella se durmió en la orilla, tú en la cumbre de una rama. Creyó que el mar era el cielo que la noche, la mañana se equivocaba, se equivocaba. Que las estrellas, rocío que la calor, la nevada, se equivocaba, se equivocaba. Que tu falda era tu blusa que tu corazón, su casa, se equivocaba, se equivocaba…

A Federico García Lorca Sal tú, bebiendo campos y ciudades, En largo ciervo de agua convertido, Hacia el mar de las albas claridades, Del martín-pescador mecido nido; Que yo saldré a esperarte, amortecido, Hecho junco, a las altas soledades, Herido por el aire y requerido Por tu voz, sola entre las tempestades. Deja que escriba, débil junco frío, Mi nombre en esas aguas corredoras, Que el viento llama, solitario, río. Disuelto ya en tu nieve el nombre mío, Vuélvete a tus montañas trepadoras, Ciervo de espuma, rey del monterío.

Si mi voz muriera en tierra llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera. Llevadla al nivel del mar y nombradla capitana de un blanco bajel de guerra. ¡Oh mi voz condecorada con la insignia marinera: sobre el corazón un ancla y sobre el ancla una estrella y sobre la estrella el viento y sobre el viento la vela!

CAMPO DE BATALLA Nace en las ingles un calor callado, como un rumor de espuma silencioso. Su dura mimbre el tulipán precioso dobla sin agua, vivo y agotado. Crece en la sangre un desasosegado, urgente pensamiento belicoso. La exhausta flor perdida en su reposo rompe su sueño en la raíz mojado. Salta la tierra y de su entraña pierde savia, veneno y alameda verde. Palpita, cruje, azota, empuja, estalla. La vida hiende vida en plena vida. Y aunque la muerte gane la partida, todo es un campo alegre de batalla

ELISABETH MULDER

Señor, ya no más hiel; quiero un momento ser yo quien el atroz látigo empuñe. Hastiado de lo injusto del tormento el león que hay en mí protesta y gruñe. Señor, ni sumisión ni mansedumbre quiero; no soporto lo inicuo de mi yugo. Soy rayo, río, volcán, soy muchedumbre, no tolero cadenas ni verdugo. Señor, ya no más hiel, que mi garganta la inhumana ponzoña más no aguanta. Mi corazón, congestionado, estalla... Y una roja visión me va exaltando... ¡Si he de morir, Señor, que sea matando, como muere el soldado en la batalla!

ROSA CHACEL

En un corsé de cálidas entrañas duerme una estrella, pasionaria o rosa, y allí la casta Ester, la misteriosa Cleopatra y otras cien reinas extrañas con fieros gestos e indecibles mañas anidan entre hiedra rumorosa. Allí hierve el rubí que no reposa, pulsan sus arpas mélicas arañas. Allí en el cáliz de la noche umbría sus perlas vierte el ruiseñor oscuro. Allí sestea el fiel león del día. En su escondido sésamo seguro custodia el grifo de la fantasía de hirviente manantial el fuego puro.

Carta al vacío Es escribir a alguien o lanzarse al silencio, a nadar en lo oscuro, a encender una llama aunque ahoguen las dudas. ¿Carta a lo que no existe? Hay buzones alados que se disparan solos y un correo sin pistas ni trayecto seguro. Eludir el camino que todos conocemos. Seguir hacia adelante ruta de los que intentan lo que nunca pensaron y se sienten felices porque hay algo distinto, porque se desvanece de pronto lo que sobra y no existe el vacío si queremos colmarlo.

ERNESTINA DE CHAMPOURCÍN

Destino, ¿qué nombre es el tuyo, cruel y despiadado, que te enfrentas, altivo, a la humanidad? Destino, que nos niegas el pan y la sal, que desafías a nuestras vidas, a nuestros horizontes, al latido de nuestras venas. Destino implacable, inconmovible, dura piedra contra la que nos

estrellamos, pobres seres indefensos, con las ilusiones colgando de nuestras heridas… Destino inhumano que nos marcas ferozmente. Toro asesino que nos ensartas en tus astas como peleles, indefensos. ¿Qué nombre es el tuyo, granítico, cimiento indestructible que barres nuestros

latidos, nuestras arterias? Ignoto destino; a ti te son adjudicadas todas las culpas, todos los latigazos que recibimos los esclavos de este mundo. ¡Ah, Destino enemigo, rival indefendible, adversario tenaz! Te quisiera de frente, cara a cara, mis puños en tu pecho de atleta presuntuoso

y golpearte con mi eterna pregunta: ¿por qué? ¿Por qué esta herida sangrante y desvelada, vacía de respuesta? ¡Oh, Destino! Y una y otra vez lanzar mis puños contra tu inexpugnable fortaleza, hasta sentir tu sangre, ¡sangre mía!, caliente fuego de mi mortal miseria.

JOSEFINA DE LA TORRE

LUIS CERNUDA Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo como una nube en la luz; si como muros que se derrumban, para saludar la verdad erguida en medio, pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, la verdad de sí mismo, que no se llama gloria, fortuna o ambición, sino amor o deseo, yo sería aquel que imaginaba; aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos proclama ante los hombres la verdad ignorada, la verdad de su amor verdadero. Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu como leños perdidos que el mar anega o levanta libremente, con la libertad del amor, la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero. Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

Donde habite el olvido, En los vastos jardines sin aurora; Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos, Donde el deseo no exista. En esa gran región donde el amor, ángel terrible, No esconda como acero En mi pecho su ala, Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, Sometiendo a otra vida su vida, Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. Donde penas y dichas no sean más que nombres, Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, Disuelto en niebla, ausencia, Ausencia leve como carne de niño. Allá, allá lejos; Donde habite el olvido.

VICENTE ALEIXANDRE

Un pájaro de papel en el pecho dice que el tiempo de los besos no ha llegado; vivir, vivir, el sol cruje invisible, besos o pájaros, tarde o pronto o nunca. Para morir basta un ruidillo, el de otro corazón al callarse, o ese regazo ajeo que en la tierra es un navío dorado para los pelos rubios. Cabeza dolorida, sienes de oro, sol que va a ponerse; aquí en la sombra sueño con un río, juncos de verde sangre que ahora nace, sueño apoyado en ti calor o vida.

¿Para quién escribo?, me preguntaba el cronista, el periodista o simplemente el curioso. No escribo para el señor de la estirada chaqueta, ni para su bigote enfadado, ni siquiera para su alzado índice admonitorio entre las tristes ondas de música. Tampoco para el carruaje, ni para su ocultada señora (entre vidrios, como un rayo frío, el brillo de los impertinentes). Escribo acaso para los que no me leen. Esa mujer que corre por la calle como si fuera a abrir las puertas a la aurora. O ese viejo que se aduerme en el banco de esa plaza chiquita, mientras el sol poniente con amor le toma, le rodea y le deslíe suavemente en sus luces. Para todos los que no me leen, los que no se cuidan de mí, pero de mí se cuidan (aunque me ignoren). Esa niña que al pasar me mira, compañera de mi ventura, viviendo en el mundo. Y esa vieja que sentada a su puerta ha visto vida, paridora de muchas vidas, y manos cansadas. Escribo para el enamorado; para el que pasó con su angustia en los ojos; para el que le oyó; para el que al pasar no miró; para el que finalmente cayó cuando preguntó y no le oyeron. Para todos escribo. Para los que no me leen sobre todo escribo. Uno a uno, y la muchedumbre. Y para los pechos y para las bocas y para los oídos donde, sin oírme, está mi palabra.

FEDERICO GARCÍA LORCA

La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno y un huracán de negras palomas que chapotean las aguas podridas. La aurora de Nueva York gime por las inmensas escaleras buscando entre las aristas nardos de angustia dibujada. La aurora llega y nadie la recibe en su boca porque allí no hay mañana ni esperanza posible. A veces las monedas en enjambres furiosos taladran y devoran abandonados niños. Los primeros que salen comprenden con sus huesos que no habrá paraíso ni amores deshojados; saben que van al cieno de números y leyes, a los juegos sin arte, a sudores sin fruto. La luz es sepultada por cadenas y ruidos en impúdico reto de ciencia sin raíces. Por los barrios hay gentes que vacilan insomnes como recién salidas de un naufragio de sangre.

Llagas de amor

Esta luz, este fuego que devora. Este paisaje gris que me rodea. Este dolor por una sola idea. Esta angustia de cielo, mundo y hora. Este llanto de sangre que decora lira sin pulso ya, lúbrica tea. Este peso del mar que me golpea. Este alacrán que por mi pecho mora. Son guirnalda de amor, cama de herido, donde sin sueño, sueño tu presencia entre las ruinas de mi pecho hundido. Y aunque busco la cumbre de prudencia me da tu corazón valle tendido con cicuta y pasión de amarga ciencia.

MIGUEL HERNÁNDEZ

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma, tan temprano. Alimentando lluvias, caracolas y órganos mi dolor sin instrumento. a las desalentadas amapolas daré tu corazón por alimento. Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento. Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado. No hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos. Temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo. No perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada. En mis manos levanto una tormenta de piedras, rayos y hachas estridentes sedienta de catástrofes y hambrienta. Quiero escarbar la tierra con los dientes, quiero apartar la tierra parte a parte a dentelladas secas y calientes. Quiero minar la tierra hasta encontrarte y besarte la noble calavera y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de las flores pajareará tu alma colmenera de angelicales ceras y labores. Volverás al arrullo de las rejas de los enamorados labradores. Alegrarás la sombra de mis cejas, y tu sangre se irán a cada lado disputando tu novia y las abejas. Tu corazón, ya terciopelo ajado, llama a un campo de almendras espumosas mi avariciosa voz de enamorado. A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.

NANAS DE LA CEBOLLA . ( Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer, en la que le decía que no comía más que pan: y cebolla) . La cebolla es escarcha cerrada y pobre. Escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda. . En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar, cebolla y hambre. . Una mujer morena resuelta en luna se derrama hilo a hilo

sobre la cuna. Ríete, niño, que te traigo la luna cuando es preciso. . Alondra de mi casa, ríete mucho. Es tu risa en tus ojos la luz del mundo. Ríete tanto que mi alma al oírte bata el espacio. . Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea. . Es tu risa la espada más victoriosa, vencedor de las flores y las alondras Rival del sol.

Porvenir de mis huesos y de mi amor. . La carne aleteante, súbito el párpado, el vivir como nunca coloreado. ¡Cuánto jilguero se remonta, aletea, desde tu cuerpo! . Desperté de ser niño: nunca despiertes. Triste llevo la boca: ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma. . Ser de vuelo tan lato, tan extendido, que tu carne es el cielo recién nacido. ¡Si yo pudiera remontarme al origen de tu carrera!

. Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes. . Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el centro. . Vuela niño en la doble luna del pecho: él, triste de cebolla, tú, satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre.