valores politicos

14

Click here to load reader

Upload: albertocelarie

Post on 02-Aug-2015

1.015 views

Category:

Documents


1 download

DESCRIPTION

Materia: Existencia y Valores. Univ La Salle Cancun, Mexico

TRANSCRIPT

Page 1: Valores Politicos

1

VALORES POLÍTICOS. DACAL, J

Introducción

La actividad política es sumamente importante en la sociedad,

tan importante que en ocasiones parece absorber todas las

energías del grupo humano simplificando la vida a la res pública o

cosa pública. Se actúa en una especie de reduccionismo de la vida

humana. Esta ha sido y es una postura característica de la vida

social en el Siglo XX. Por el contrario los políticos son vistos con

antipatía, odio y en el mejor de los casos con indiferencia.

Tanto en las actitudes reduccionistas como en otras muchas

frente al fenómeno político subyacen diversos condicionamientos

ideológicos y psicológicos, particularmente resentimientos producto

de injusticias y represiones que perturban un acercamiento más

sereno a la política en el contexto de esa comedia, drama y en

ocasiones tragedia que es la historia.

No cabe duda, la política es algo propio, específico de la vida

humana como resultado de la naturaleza social del hombre. Se ha

considerado la política como una ciencia, un arte y también como

un “juego sucio”, falso e hipócrita de manipulación y engaño.

La última opinión no es exclusiva de la política e incluso puede

aplicarse a otros ámbitos aparentemente alejados de la política.

Sucede que toda la existencia humana se encuentra de alguna

manera inmersa en una vertiente política. En verdad que las

distintas facetas de la vida social conllevan una dimensión política,

pero esto no significa que los valores políticos sean los únicos y

dominantes por fundamentales que sean. La política no es ajena a

marcos de referencia de carácter jurídico, ético, social, económico,

filosófico y por tanto, axiológicos.

La política despierta encontradas opiniones en las personas por

cuanto tiene que ver con el poder y su ejercicio. El poder es uno de

los grandes instrumentos que se percibe tanto en la naturaleza

como en la sociedad. Se entiende el poder como una fuerza o

potencia dirigida a un propósito. Este último no siempre es

comprensible para quien sufre los efectos. El poder hace reales las

posibilidades más diversas, aparentemente difíciles, de allí la

fascinación que ejerce sobre los seres humanos y la búsqueda de

su adquisición y ejercicio en múltiples formas. El poder y el miedo

son elementos inseparables de la existencia por las facetas que

asumen uno y otro. Ambos están presentes en la vida desde su

origen. Quizás sea necesario ahondar más en este ámbito no sólo

para elaborar una filosofía del poder que dilucide muchos

problemas, destruya mitos, tendencias engañadoras, actitudes de

manipulación y formas de injusticia y opresión.

La literatura sobre la política y otros factores concurrentes,

como los históricos, sociales y psicológicos es inmensa. Aquí

interesa en aspecto axiológico.

¿Qué es política? Héctor González Uribe señala: “La política en

su acepción más amplia y general, significa todo lo que se refiere

al Estado. Puede ser considerada como ciencia o como arte en

cuanto ciencia se refiere al Estado convertido en objeto de

conocimiento. En la Ciencia Política, lato sensu sin distinción o

especificación de los distintos tipos de saber que contribuyen a

formarla.”

“Esta Ciencia Política lato sensu, atendiendo a su objeto

material, que es el Estado en su totalidad, es única. Pero en

atención a su objeto formal se multiplica en una serie de disciplinas

políticas que difieren entre sí tanto por el aspecto del Estado que

estudian, como por el método que aplican y el fin que persiguen”.

Héctor González Uribe dice que las disciplinas políticas se

clasifican en tres grandes grupos:

Page 2: Valores Politicos

2

a) Fundamentales (Filosofía Política, Historia Política,

Teoría del Estado, Ciencia Política).

b) Especiales que se integran de dos maneras: en

disciplinas que estudian partes específicas o

particulares de los contenidos fundamentales: teoría de

la población, teoría del gobierno, teoría de la soberanía.

c) Las que consideran al Estado indirectamente:

Sociología Política, Economía Política, Derecho Político,

Psicología Política.

d) Auxiliares son ciencias independientes que contribuyen

a un mejor conocimiento del Estado, como la

Antropología, Demografía, Estadística.

Pablo LucásVerdù dice: “En principio, podemos afirmar que la

Ciencia Política estudia los fenómenos relacionados con el

fundamento, organización, ejercicio, objetivos y dinámica del poder

en la Sociedad”.

Esta definición es menos amplia que la de González Uribe pero

no se opone y parece más rigurosa. Enfatiza el aspecto del poder,

su fundamentación, organización, ejercicio y objetivos dentro de la

Sociedad. El ámbito donde más específicamente se ejerce el poder

en la sociedad es en la sociedad política o Estado.

El hombre es un ser personal, social y político. Esto se muestra

y demuestra tanto a nivel filosófico como histórico.

En este sentido la política es un componente innegable del

hombre y una parte de su realidad social.

¿Cuáles son los valores fundamentales de la política? Es lo que

a continuación expondremos de acuerdo a un método descriptivo-

reflexivo desde la perspectiva filosófica sin referencia a otras

dimensiones, que damos por supuestas y complementarias.

Los Valores Políticos

a) El bien de la persona

El bien de las personas, es el reconocimiento y protección de los

derechos humanos: vida, libertad, participación, democracia,

poder, soberanía, autoridad, representación del poder, Estado y

Gobierno, entre otros.

La política es resultado de la relación que establecen entre sí

las personas. Incluso antes de complejas organizaciones políticas.

Simplemente a nivel familiar –primera y celular forma de

organización social- se generan relaciones de poder, entendidas

como funciones diversas bajo un principio de autoridad (los

padres), como inicial forma de estructura política.

Antes de que existiera el Estado, existían las familias, las

tribus, los clanes, los pueblos, las polis, civitas o ciudades. Así se

distingue entre comunidades y sociedades. Las primeras son un

hecho que precede a determinaciones de la voluntad, creando

consciente o inconscientemente en estado de cultura y vida

humana. Las sociedades se proponen un objetivo o tarea a realizar

para un fin.

En las comunidades prevalecen las normas y sentimientos

colectivos sobre la conciencia más personal, en cambio en las

sociedades la conciencia personal está en función de un ideal

predominante. Al respecto, Jacques Maritain escribe: “En la

comunidad, la presión social deriva de la coerción que impone

normas de conducta al hombre y que entra en juego de un modo

determinístico. En la sociedad la presión social deriva de la ley o de

las regulaciones racionales, o bien de una idea de propósito

común, ello exige conciencia personal, libertad, las cuales deben

obedecer a la ley libremente”.

Page 3: Valores Politicos

3

En la comunidad las necesidades se expresan más natural o

espontáneamente y las normas de regulación se imponen más

drásticamente y poseen un carácter más determinístico. En cambio

en la sociedad la coerción que se ejerce en el todo deriva de una

normatividad más racional orientada a un fin común.

Vinculados a los anteriores conceptos está la nación (del latín

nasci o nacimiento) referida a todos los nacidos en determinado

lugar y que participan de la cultura común. El concepto de nación

es de carácter social, ético y cultural “Más, pese a todo esto, la

nación no es una sociedad, ni cruza el umbral del reino político. Es

una comunidad de comunidades, es un núcleo consciente de

sentimientos comunes y de representaciones que la naturaleza y el

instinto humano han hecho hormiguear en torno a un determinado

número de cosas físicas, históricas y sociales”.

La nación es la comunidad primaria de origen cultural,

etnológico, que agrupa a los individuos y familias por encima de

otras estructuras, organizaciones e incluso dificultades muy

diversas.

Maritain habla del cuerpo político o la sociedad política que es un

todo y del Estado como una parte –sobresaliente- de ese todo: “La

sociedad política, impuesta por naturaleza y lograda por razón, es

la más perfecta de las sociedades temporales. Es una realidad

humana concreta y total que tiende a un bien humano concreto y

total: el bien común”.

La sociedad es la organización humana más completa y dentro

de ella se encuentran el Estado y ambos, sociedad civil y Estado,

buscan o deben buscar el bien común.

Maritain escribe: “El hombre en su totalidad aun cuando no por

razón de su yo absoluto y de todo cuanto es y tiene es parte de la

sociedad política; y así, todas sus actividades comunales como las

particulares son consecuencia del todo político”.

El todo político envuelve a la persona para la realización de sus

fines propios y comunes. Esto no significa que la persona

encuentre su único fundamento en la sociedad política o que se

disuelva o pierda en ella, o en la sociedad civil. Maritain piensa que

lo más profundo y absoluto de la persona no se agrupa o asimila a

la sociedad exclusivamente humana.

Para Maritain el Estado no es un conjunto de hombres, es un haz

de instituciones combinadas que forman una máquina que utiliza

las energías humanas y es resultado de la razón, cuyo

funcionamiento puede calificarse de racional en segundo grado,

dada la actividad de la inteligencia limitada por la ley y un sistema

de reglamentaciones universales, abstractas: “El Estado no es sino

un facultado para utilizar el poder y la coerción, integrado por

expertos o especialistas en ordenamiento y bienestar públicos, un

instrumento al servicio del hombre”.

El Estado al servicio de la persona y no al contrario. El cuerpo

político y la persona se correlacionan, pero el Estado no puede

aspirar a imponerse y sobrepasar a las personas, aunque de hecho

suceda en ocasiones engendrando al Estado totalitario.

Maritain ve al Estado como un instrumento o medio y no acepta la

tesis del Estado como una “sustancia”, que pretende ser absoluta y

despótica en nombre del poder, de lo grande o lo potente y

escribe: “Quienes se especializan en los asuntos del todo

propenden a estimar el todo mismo: el Estado Mayor a creerse

todo el ejército; las autoridades eclesiásticas, toda la Iglesia; el

Estado, todo el cuerpo político”.

Esto significa que el individuo vive distintas relaciones y es

miembro de diferentes organizaciones, las cuales en sus niveles

más altos de jerarquía, pretenden de hecho desconocerlo y esas

jerarquías –partes de un todo- se identifican incorrectamente con

un todo aniquilador.

Page 4: Valores Politicos

4

El concepto de Estado surge en la Modernidad y tiende a

imponerse sobre la persona de manera absoluta o perversa como

dice Maritain, se le convierte equivocadamente en persona moral.

El fin del Estado, dice Maritain, es garantizar el derecho y facilitar

el libre desenvolvimiento del cuerpo político en torno al bien

común, sin ahogar y disolver a la persona.

El objeto de este planteamiento inicial es mostrar que la

realidad política no es algo exterior a la persona o ajena a sus

propias dimensiones, y simultáneamente señalar que las formas,

instituciones y estructura que genera la vida política tiendan a

imponerse y sobrepasar a la persona, como algo trascendente e

incluso absolutamente diverso que terminan por aniquilar de mil

maneras a la entidad real y sustancial que es la persona.

Por supuesto que es necesario distinguir las situaciones de hecho e

históricas, de las situaciones de derecho (valores jurídicos) y de las

situaciones a que nos lleve la reflexión filosófica para ayudar a

reordenar y corregir los errores que en nombre de la razón, lo

irracional o la seudo-razón política se cometen.

El primer valor de la política es el bien de la persona. Se trata

de su bien integral, es decir, que toma en cuenta todas las

dimensiones de la persona, para facilitarle el desarrollo o

actualización de sus diversas potencialidades, que de suyo son un

bien y es necesario ampliar para un mayor grado de perfección o

eficiencia. En ese sentido se puede hablar de un bien total o

completo, no totalitario o absorbente por cuanto pretendería

mutilar, dañar, lesionar o aniquilar el bien de otros. Bien integral

es el que resulta del más pleno y armónico desarrollo de las

propias capacidades, sin mengua o lesión de las otras personas. En

este sentido se puede hablar de un bien total, aunque este bien no

sea el fin último de la persona.

El primer valor de la política es entonces el aseguramiento,

desarrollo y máxima plenitud del bien de las personas.

La palabra bien tiene múltiples acepciones como puede

comprobarse en algunos diccionarios. Al respecto ya se ha

estudiado en la parte general de la axiología este punto. Baste

indicar, que se entiende por bien aquello que perfecciona y

responde a la naturaleza de la persona conforme al principio de la

razón. Precisamente, ésta tendrá que dilucidar lo que es el bien por

encima de sensiblerías, sentimentalismos, racionalismos a

ultranza, falsedades, mentiras, errores, dudas e

irresponsabilidades, tan frecuentes en el desarrollo histórico de la

humanidad.

Toda forma de acción política que vulnera a la persona y la

familia es un contravalor. Así el totalitarismo, la servidumbre o

esclavitud impuestas por guerras, leyes, violencia externa o

interna, el terrorismo, la falsa información, los grupos de choque y

opresión sobre la población por razones de raza, credo religioso,

condición sexuada, cultura, lengua, formas de vida, en pocas

palabras por desconocimiento de los derechos o valores del

hombre como persona, son contrarios al bien de la persona por

cuanto la mutilan, disminuyen y segregan al darle un trato indigno.

Contra el bien integral o total de la persona son antivalores

tanto las formas de colectivismo como de individualismo egoísta,

ególatra, narcisista, o las formas personalistas de solipismo,

misantropía, aislacionismo, falaz anarquismo, activismo

contestatario, nihilismo-destructor, como la falsa libertad absoluta.

Las actitudes de persecución abierta o encubierta a toda lícita y

legítima forma de agrupación o asociación civil, laboral, sindical,

profesional o política son contravalores que atentan contra el bien

de la persona en la sociedad política y civil.

El comunitarismo personal será el centro axiológico equilibrado

de la encarnación y vivencia del primero y fundamental valor

político (bien de la persona), implica un solidarismo o una

socialización que conlleva al reconocimiento de la persona y a una

Page 5: Valores Politicos

5

actitud plural como forma civilizada de convivencia de las

comunidades humanas, que son a su vez el origen fundante y

fundamental tanto de la sociedad civil como de la sociedad política.

Este comunitarismo personal se vincula a otro valor

fundamental: la subsidariedad, entendido como el criterio que con

fundamento filosófico e histórico permite deslindar la concurrencia

y competencia del poder del Estado y las formas de vida personal y

social de los grupos dentro de la sociedad, tanto civil como política.

Se pretende que el Estado coordine, dirija y oriente a la sociedad,

realice de manera prioritaria ciertas tareas en bien de la

comunidad, supliendo a al iniciativa particular en aquellas

actividades que ésta no pueda realizar satisfactoriamente o que

requieren, por razones diversas, la indispensable intervención del

Estado.

b) El Bien común

Ontológicamente y metafísicamente la naturaleza del hombre

se presenta como necesitada de complemento, de ayuda por parte

de otros para lograr sus fines, es decir, dentro de una sociedad y al

mismo tiempo se le impone a cada individuo realizar ciertas

actividades y cumplir sus responsabilidades. La ayuda que cada

persona necesita el posible por la unión de todos los miembros.

El bien común tiene su base en las necesidades y urgencias de

complementación de las personas. No consiste –

fundamentalmente- en la reunión de los individuos para un fondo

común de bienes y servicios y la distribución de esos elementos.

El fin y función de la sociedad es alcanzar el bien común y en

este sentido es un valor social, sin embargo, el poder político tiene

un papel importante que cumplir en la promoción de ese valor, que

en ocasiones se llama bien público temporal.

En relación al bien común, Johannes Messner escribe: “el bien

común es hacer posible mediante la unión social el cumplimiento

responsable y con medios propios las tareas vitales trazadas a los

miembros de la sociedad por los fines existenciales”.

La persona conforme a su naturaleza posee capacidades y

virtualidades que es indispensable actualizar y realizar. Sin

embargo, por su estructura ontológica es social y no aislada;

requiere de los otros para satisfacer sus necesidades y debe

encontrar los medios para ello y concurrir con su esfuerzo y

responsabilidad al logro de un propósito.

La conjunción de voluntades, teniendo en cuenta a todos como

personas, es el fin de la sociedad, es decir, lograr el bien común,

que no es suma de bienes individuales o particulares si no el bien

de todos. El Estado debe procurar ese logro –lo que no siempre

sucede- pues impide a las personas la participación responsable y

segura en ese proceso, por razones de control social, intereses de

grupo, ideologías o propuestas de desarrollo equivocadas.

La voluntad de los miembros de la sociedad debe manifestarse

con la mayor amplitud. El límite está dado por los fines

existenciales de la persona social, es decir, que cuando la voluntad

atenta contra la naturaleza racional de la persona no existe el bien

común. Persona, familia, asociaciones civiles, comunidades de

pueblos y naciones concurren a realizar el bien común y no

únicamente el Estado, aunque él tenga la máxima responsabilidad

y poder.

El bien común se alcanza mediante la organización jurídica y el

bienestar en los órdenes material y espiritual, por tanto, con

diferentes estructuras culturales o de valores.

c) El orden

Page 6: Valores Politicos

6

El bien común se complementa con otro valor muy importante:

el orden, entendido como la buena disposición o colocación de las

partes o componentes de la sociedad y todo lo que se crea tanto

de tipo material como espiritual. En otras palabras: es la adecuada

proporción de la participación de los frutos obtenidos por la

cooperación de los miembros de la sociedad. Esta participación por

el orden se alcanza por la justicia conmutativa y distributiva, es

decir, por el derecho positivo.

Es importante señalar que el bien particular no es opuesto al

bien común, sólo cuando se rebasan los límites jurídicos y morales

se convierten en negativos y aparecen los contravalores del bien

común. Pretendidos bienes de personas o grupos se transforman

en conjunto de males. En el fondo esos pretendidos bienes carecen

de validez, legitimidad, licitud o bondad.

Contra el bien común y el orden atentan las conductas

estatistas y paralizantes de los derechos e iniciativas legítimas de

las personas, los exacerbados nacionalismos, las propensiones

autárquicas del Estado, el aislacionismo del país, las actitudes

paternalistas o de tutelaje del Estado sobre los ciudadanos, las

corruptelas, la excesiva planificación o el ocultamiento de los

programas de trabajo, uso y destino del erario y todas las formas

de peculado, malversación de fondos públicos, desinformación,

tráfico de influencias, cacicazgos, nepotismos, continuismos,

irregularidades en la administración, falta de seguridad pública en

bienes, servicios y ejercicio de los derechos; injerencias

monopolizadoras por parte del Estado en las distintas esferas de la

vida, mediante legislaciones contrarias a la justicia, inobservancia

de la ley o aplicación indebida, todo lo cual genera desigualdades,

injusticias en la repartición de la riqueza material y participación en

la espiritual, entre los miembros de la sociedad. Se provocan

entonces odios y luchas entre las clases sociales e insolidaridad, en

pocas palabras desarticulación de la vida social y resentimientos

que causan violencia y decaimiento de las comunidades en

distintos ámbitos de la vida política.

d) Reconocimiento y protección de los derechos humanos

Los Derechos Humanos son un conjunto de principios constitutivos

como consecuencia de la calidad de persona racional, libre y digna

que todo miembro de la especie posee. Estos valores y derechos

han sido reconocidos como atributos esenciales o inseparables del

hombre y se encuentran radicados en su misma naturaleza

ontológica. La validez y vigencia de los Derechos Humanos no

pueden depender del azar, el capricho, la perversa o equivocada

voluntad o inteligencia de otros, de ideologías, seudo-razones de

Estado y otros argumentos especiosos que los desconocen o

vulneran a través de conductas antijurídicas.

Es verdad que los derechos del hombre conllevan una

dimensión axiológica e histórica, pero deben ser reconocidos,

aceptados y protegidos por la sociedad civil y política, por eso se

convierten en un valor central político en todas sus dimensiones,

no sólo del Estado, el gobierno, los partidos políticos y toda clase

de asociaciones que participan en la vida social y por ende de las

personas como individuos conscientes.

Los Derechos Humanos permiten una vida más justa,

equilibrada y positiva para el ser humano. Su reconocimiento y

observancia efectiva son un antídoto a las propensiones de

cosificación, objetualización, esclavitud y servidumbre, a los

efectos no siempre legítimos de las distintas cosmovisiones e

ideologías, que muchas veces quisieran eliminar a todos los

opositores disidentes o a quienes no piensan igual y se subordinan

a la “verdad” de un grupo especialmente político. Cuando la verdad

no es fruto del esfuerzo, del conocimiento por la bondad y validez

que porta, o cuando la verdad está “depositada”, “encarnada” en

Page 7: Valores Politicos

7

un individuo o en el Estado, las personasen lo individual quedan

expuestas a innumerables abusos y peligros. Para frenar,

erradicar, o cuando menos moderar estas tendencias totalitarias de

un poder omnímodo, los Derechos Humanos desempeñan una

función relevante, de contención a toda clase de abusos por ser

parte le estatuto ontológico del ser hombre.

El desconocimiento de los Derechos Humanos es un atentado

gravísimo a la persona, su dignidad, a lo más íntimo y sagrado que

posee. Así, se dan las restricciones ilegítimas y abusivas a la

libertad interior y exterior que en principio posee toda persona. Se

crean los aparatos policiacos no para la protección de las personas,

sino para la represión, que perturban la vida personal y familiar

mediante las delaciones, las amenazas, las torturas, las lesiones y

heridas tanto físicas como psicológicas que pueden provocar desde

incapacidades hasta la muerte. Se priva de la libertad, se

secuestra, se atormenta, lesiona y mata con mil pretextos de

manera brutal o refinada. Se golpea y degrada a los individuos, se

actúa al margen de la ley y de los sentimientos elementales de

respeto y estima que todo ser humano merece.

Se censura y no se critica, se ataca y no se razona, se cierra el

diálogo, se golpea, se encarcela y en el mejor de los casos se

expulsa o destierra. Se allanan domicilios, se roban bienes y

documentos, se impone la militancia partidista o sindical, o, en su

defecto, se priva del trabajo y la participación política. Se atenta

contra la maternidad y la infancia mediante leyes o actos

contrarios al derecho natural. Se aturde con propaganda falaz, con

rumores y engaños para manipular y esquilmar a las personas y de

paso se les masifica o despersonaliza para convertirlas en

autómatas y serviles. En otras ocasiones se priva al detenido por

sospechas o pretendida responsabilidad penal, se le incomunica e

intimida. En otros casos se atenta contra la libertad sexual, de

trabajo o se somete a mujeres, niños o ancianos a situaciones

contrarias al derecho y elementales normas de convivencia, o bien

se imponen jornadas abrumadoras en el trabajo, sin previa

capacitación y en las peores condiciones de salubridad. En fin, se

actúa contra el patrimonio y propiedad de las personas con

expropiaciones injustas, cargas fiscales desmedidas, salarios

insuficientes y toda clase de expropiaciones por el Estado o grupos

de falsos servidores públicos dedicados al latrocinio, atropellos a la

honra y bienes del ciudadano o cualquier miembro de la sociedad.

Se ataca a las personas por su raza, color, lengua y cultura.

Todas estas y otras formas son contravalores frente a los Derechos

Humanos.

Toca a todos los miembros de la sociedad civil y política luchar

y vigilar para que los derechos humanos sean respetados y en su

defecto restituidos mediante las debidas compensaciones morales

y económicas a las víctimas o sus deudos legítimos.

Sólo una sociedad que respete los derechos humanos completa con

esa acción la posibilidad y florecimiento de muchos otros valores.

Si los derechos fundamentales no existen o se encuentran en

precarias condiciones de vigencia, será muy difícil esperar el

surgimiento y desarrollo de otros valores. Estos derechos son el

fundamento de toda legalidad.

e) Libertad

El hombre es un ser libre, más no absolutamente libre, por cuanto

está sujeto a condicionamientos diversos que paradójicamente

además de medio para el ejercicio de la libertad, permiten su

crecimiento y desarrollo. Esto es propiamente la liberación, o sea,

desterrar diversas adherencias que el ejercicio de la libertad

conlleva en un tiempo y espacio determinados en su devenir y

manifestación.

Page 8: Valores Politicos

8

La libertad se muestra y demuestra con la acción histórica del

hombre, sus cambios y evoluciones. La libertad es la más profunda

expresión y manifestación de la voluntad, la razón comunicando la

infinitud del espíritu. No se entiende de manera puramente

abstracta y formal, se comprende con su correlato material. Así, no

basta enunciar que la persona tiene derecho a la salud (valores

vitales), si, a su vez, no se acompaña de una serie de bienes como

hospitales, servicios médicos, escuelas de medicina e investigación

para hacer efectivos y reales esos valores de la salud o el derecho

a la salud integral.

El hombre es un ser que mediante su capacidad racional y

volitiva y su carácter de persona es capaz de desprenderse de una

actitud exclusivamente natural. Orienta su vida como actividad

cultural en un tiempo y espacio que le permite hacer historia,

trascendiendo la dimensión biológica o mecánica. Es persona y

como tal posee una dimensión espiritual, una de cuyas vertientes

fundamentales es la libertad, posibilidad o potencia de orientación

y transformación dirigida hacia lo infinito, sin que sea lo infinito.

Esas potencialidades de infinitud operan en la dimensión tiempo-

espacio, sin confundirse con ellas; por eso la libertad no es

absoluta, se sujeta a condiciones, a un orden ontológico, que se

trasciende en la medida que se conoce y admite como límite. La

mejor prueba de la libertad es la propia historia y evolución del

hombre, de lo contrario permanecería en su inicial condición, lo

cual es contrario a todo análisis y reflexión. Esta libertad se

acompaña de necesidades o determinismos como los físicos,

químicos, biológicos e incluso sociales, los cuales en ocasiones se

modifican.

La libertad tiene que desarrollarse y expresarse mediante

complejas actividades venciendo innumerables obstáculos, entre

los que no son menos, los que el propio hombre genera en su vida

social, lo que lo lleva a negar la libertad (esclavitud, servidumbre,

marginación, miseria física y moral, degradación, autodestrucción,

aniquilación de otros mediante homicidios, mutilaciones,

deportaciones y genocidios). Desconoce; la libertad es olvidar la

dignidad, la voluntad y la razón, atributos esenciales y comunes a

todos los seres humanos.

El valor de la libertad tiene otras determinaciones

fundamentales que se estudian en su dimensión jurídica. Aquí

importa insistir que la libertad debe asegurarse no sólo por el

orden jurídico sino especialmente por el poder político.

Desafortunadamente el poder político ataca con frecuencia la

libertad vulnerando múltiples aspectos de su ejercicio.

La libertad tanto en lo general como en lo particular como valor

tiene que ser respetada, garantizada y asegurada en su desarrollo

por el sistema político.

Entre los aspectos particulares de la libertad deben señalarse:

libertad de circulación, de elección, de residencia, salida y retorno

al país de origen, libertad de pensamiento, conciencia, religión o

creencia, libertad de opinión, información, de reunión y asociación

entre otras muchas.

La libertad como dignidad implica el reconocimiento y respeto

al ejercicio de la paternidad y maternidad responsables, cuyas

consecuencias son los hijos que como humanos deben ser

protegidos incluso antes de su nacimiento.

La libertad tiene que reconocer la personalidad jurídica y

asegurar a todo hombre el ejercicio de todos sus derechos y la

protección especial de sus fundamentales derechos humanos

mediante los recursos de la formalidad y legalidad. Todo esto para

evitar el desconocimiento de la persona singular mediante

conductas indignas y brutales para ella, en el caso de la comisión

de un delito, o una falla.

Page 9: Valores Politicos

9

La libertad se proyecta a la vida privada, la familia, el domicilio,

la correspondencia, el honor, el trabajo, la previsión social, el

sindicato, el descanso, las vacaciones, la nacionalidad, el

matrimonio, la propiedad, la participación política, la educación, la

cultura y muy especialmente la vida. En todos los ámbitos básicos

de la vida se encuentra la libertad para un mejor desarrollo.

Libertad que se regula, pero que no debe ser estrangulada con

pretextos, con actitudes prepotentes, violentas o intimidatorias,

muchas veces resultado de la ignorancia, el fanatismo, el

resentimiento, la prepotencia y la carencia de una conciencia ética.

Para disfrutar y crecer en la libertad, liberándose de lo

negativo, el hombre tiene que ejercer su propia libertad,

asegurándola con diversas formas de diálogo y convivencia;

teniendo el poder político como obligación suprema, elevarla,

estimularla, garantizarla y promoverla entre las distintas fuerzas

sociales.

f) Participación

El desarrollo político contiene por definición la participación

cívica de los ciudadanos. La orientación e integración de las fuerzas

políticas es parte de la vida democrática que guarda relación con

otros procesos políticos como la estructura del Estado, sus

instituciones y el pluralismo entre otros.

Pablo Lucas Verdú escribe: “Entiendo por participación política,

la presencia activa de los ciudadanos, y de sus grupos, en las

instituciones del Estado-aparato, en grado más o menos inmediato,

mediante los procedimientos y técnicas del Derecho Constitucional

para determinar la orientación política nacional”.

La participación es la presencia del ciudadano en diversas

formas de organización en las instituciones del Estado conforme a

normas jurídicas para la realización de valores en todos los

órdenes y esto es así, por cuanto la persona como ser social

inserta su proyecto de vida con otros. Lo personal y lo social se

coimplican, el discurrir del poder político le afecta a la parte y al

todo y ese poder político no debe convertirse en un absoluto. De

allí la necesidad de la participación política.

Las técnicas de participación política son variadas. En primer

lugar elecciones disputadas, libres y periódicas, con base en el

sufragio general, individual y secreto. En segundo lugar el

referéndum (constitucional y ordinario) y no tanto el plebiscito casi

siempre manipulado. En tercer lugar el pluralismo político-social

que favorece la participación y la oposición garantizando la unión

entre el Estado-aparato y el Estado-comunidad.

Una comunidad sin participación y opinión está enajenada y

corre diversos peligros. En la actualidad se manifiestan tendencias

despolitizadoras que acarrean tecnocracia o mejor dicho

tecnoburocracia y escasa ideología de sustentación para la acción

política.

La participación es un valor político por cuanto es la presencia

activa de las personas-ciudadanos, es decir, con distintos niveles

de madurez, conocimiento y acción voluntaria para promover

valores, en particular los políticos, especialmente los relativos al

bien de las personas, sus derechos fundamentales, la pluralidad y

la democracia.

A la participación se oponen las conductas opresivas y

represivas, las antijurídicas, las sectarias y dogmáticas del Estado,

las intimidatorias de hecho o de presunto derecho, el unipartidismo

o monolitismo político, las formas dictatoriales, la exclusión y

persecución de los disidentes –no delincuentes- y otras minorías

por diversas razones: raza, lengua, religión, idearios políticos, etc.,

incomunicación, segregaciones y exclusiones en actividades lícitas.

Page 10: Valores Politicos

10

La oposición es fundamental para entender la libertad política,

pudiendo estar legalizada mediante el uso de las formas

parlamentarias y presidenciales, en el Estado-aparato; el uso de

los medios de comunicación masivos en el Estado-comunidad.

Con relación a al oposición Pablo Lucas Verdú dice: “Considero

que el proceso de oposición política consiste en el derecho de los

ciudadanos, y de sus grupos a opinar, criticar y discrepar

libremente sobre las determinaciones nacionales adoptadas por los

gobiernos, ajustándose a un sistema legal”.

La capacidad de disentir, criticar y opinar sobre las acciones de

los gobernantes para mejorar la vida integral de una nación es

parte del valor de la participación política. En la participación no

sólo se critica sino que también se proponen alternativas de

solución y se realizan acciones para que se produzcan cambios.

La oposición controla, limita y fiscaliza el ejercicio del poder.

Informa y mantiene la atención de la opinión pública así como de

las minorías no gobernantes para asumir el poder si consiguen una

mayoría de votos; o apoya y colabora en el gobierno mediante la

crítica. La oposición institucionalizada evita la postura totalitaria y

el desorden anarquizante. Promueve la libertad, la participación y

representación del ciudadano, a condición de que los fundamentos

y la acción de los opositores no sea inmoral o antijurídica desde el

origen, como por ejemplo: los terroristas, segregacionistas,

traidores a la patria, o vulneradores de los Derechos Humanos.

g) Democracia

La participación como valor político es el resultado de otro valor

nuclear como es la democracia. El concepto de democracia por lo

regular se acompaña de calificativos diversos. Así se habla de la

democracia aleniense, cristiana, socialista, popular, moderna

plural, pluralista, representativa, occidental, que supone diferentes

e incluso opuestas concepciones no sólo de la política, sino del

Estado, la sociedad, la nación y el hombre.

En otras ocasiones, la democracia se vincula a formas de

gobierno diversas e incluso opuestas. Así se habla de democracia

dentro de una forma de gobierno, monárquica, aristocrática,

republicana y hasta dictatorial.

Con el concepto de democracia sucede algo similar a otros

como libertad, justicia, humanismo y paz, que se consideran

valores que todos los hombres y gobiernos proclaman, pero no

todos entienden lo mismo y menos cómo debe alcanzarse lo

proclamado.

La definición nominal, de carácter etimológico, hace derivar al

término democracia de dos palabras griegas demos: pueblo y

kratos: autoridad, que usualmente se traduce como gobierno del

pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Lo anterior no aclara mucho

ciertamente, por cuanto se basa en un concepto genético, social y

cultural como es el del pueblo; y a otro elemento de carácter

jurídico-político como es el de autoridad y gobierno.

Por lo general las definiciones sobre qué entender por

democracia son arbitrarias y convencionales, es decir, se refieren a

cómo la entienden personas, grupos, gobiernos y politólogos. Lo

que viene a ser una definición de uso, es decir, el sentido que le

otorga a alguien.

Una sociedad democrática es aquella que pugna porque la

persona sea reconocida y protegida en sus legítimas aspiraciones

mediante un régimen de derecho y una forma de gobierno y

ejercicio de autoridad que garanticen y estimulen un más ordenado

desarrollo humano, sin temor a las imposiciones, intimidaciones,

represalias, amenazas y violencia abierta o encubierta por las

naturales diferencias entre los hombres.

Page 11: Valores Politicos

11

La democracia admite y protege las divergencias de criterio y

conducta mientras no se rompa un orden de mínima legalidad y

política. No tiende al autoritarismo ni al anarquismo, sino al

ejercicio legal y prudente de la autoridad, reclama la participación

y se opone a la pasividad e indiferencia, evitando a su vez el

activismo desorientador y perturbador. La democracia no genera

falsos igualitarismos, utopías, resentimientos o ingenuidades,

tampoco cae en el inmovilismo, el fatalismo, la justificación y

manipulación de las desigualdades sociales, es permanente

análisis, crítica, autocrítica y búsqueda de la máxima coherencia en

diferentes órdenes vitales.

La democracia es resultado del reconocimiento pleno de la

persona con sus derechos, obligaciones y la participación de otros

valores que deben ser protegidos sin representaciones o violencia,

lo que no implica laxitud, impunidad, inmunidad y falta de sanción

en los casos que se amerite cuando existan violaciones al derecho.

La democracia se amplia en la medida que se promueve a la

persona, su libertad y liberación en los distintos ámbitos de la vida

humana. Libertad, democracia y justicia son el triángulo o

conjunción del hombre como ser político. Para tal fin la autoridad

legítima es la responsable de la vigencia de la forma democrática

en la vida social.

Contrarias a la democracia son las formas demagógicas,

oligárquicas, tiránicas, anárquicas, tecnocráticas (gobiernos de

clases), las actitudes dogmáticas, cerradas, persecutorias,

terroristas y represivas.

Una definición esencial de la democracia, conforme al género

próximo (noción universal de máxima extensión) y por la diferencia

específica (menor extensión, señalando lo propio y peculiar para

mayor comprensión) parece sumamente difícil. Sin embargo,

puede decirse que democracia es el poder legítimo, ordenado a la

realización del bien común en la sociedad.

Podría afirmarse que la democracia es un concepto con

fundamento en la realidad social de los hombres y sus complejas

vinculaciones que pretende relaciones de mayor equilibrio y justicia

entre ellos. Pablo Lucas Verdú la define así: “Régimen político que

institucionaliza la participación de todo el pueblo en la organización

y ejercicio del poder mediante la intercomunicación continuada

entre gobernantes y gobernados, el respeto de los derechos y

libertades de los individuos y de sus grupos y el establecimiento de

condiciones económico-sociales con igualdad de oportunidades

para todos”.

Participar en la organización y ejercicio del poder mediante la

intercomunicación entre gobernantes y gobernados, respeto a los

derechos y libertades del individuo para favorecer condiciones

económico-sociales con similitud de oportunidades, caracteriza la

democracia como ideal y parcial realidad de la vida humana.

h) Poder-soberanía

Poder y soberanía son valores políticos íntimamente vinculados

y poseen diversos significados. El poder es un dominio, imperio,

facultad o jurisdicción para mandar o ejecutar algo. La soberanía

alude a una condición o cualidad excelente y superior no superada

en algún orden. Se entiende como la máxima autoridad que es

suprema e independiente.

El poder y la soberanía son conceptos que se utilizan en

distintos ámbitos desde el particular al público. Dentro del último

se habla del poder y soberanía de la sociedad, el pueblo, el Estado

y la nación. En ocasiones se trata de la división de poderes

(legislativo, ejecutivo y judicial) dentro del gobierno.

Si se analiza más detenidamente este asunto del poder y la

soberanía, se percibe que el poder entendido como una potencia o

Page 12: Valores Politicos

12

fuerza es una facultad o capacidad de producir un cierto acto o

efecto. En este sentido es una propiedad de las cosas y del hombre

que se funda en la estructura o naturaleza de su ser, pero asume

formas o modalidades diversas. Es también la facultad de realizar

algo.

El Estado fue considerado por los escolásticos por los fines que

persigue y medios que emplea como una sociedad total (societas

perfecta). Su autoridad es superior a la de otros componentes

humanos de la sociedad y por eso a su poder se le denomina

soberano o soberanía (suma potestad), la máxima potestad o

poder que incluso no reconoce otras soberanías (Estados) en

principio, si bien conforme al derecho internacional lo haga. Así, la

soberanía es algo esencial al Estado pero no de manera total y

abstracta ya que encuentra límites diversos: políticos, militares,

diplomáticos, económicos y jurídicos.

El valor soberanía alcanza en la época moderna y

contemporánea una importancia tan elevada para el Estado que se

llega a la exageración y con ella a la injusticia frente a las personas

y otros Estados menos soberanos o débiles económica y

militarmente.

Se afirma por Héctor González Uribe, que la soberanía es

esencial al Estado por cuanto sin ella sería imposible la existencia

del Estado para alcanzar sus fines. Sin embargo, la soberanía es

relativa desde la perspectiva ya no ontológica, sino moral por

cuanto el poder del Estado está referido al cumplimiento del bien

público temporal y los medios para alcanzarlo.

El poder supremo del Estado tampoco es ilimitado, por cuanto

el ejercicio de ese poder tiene que sujetarse a la ley y a otras

circunstancias que le imponen frenos a sus pretensiones

hegemónicas y absorbentes.

Un Estado sin poder no se concibe estrictamente, cuando esto

sucede es que el gobierno es impopular, ilegítimo, impuesto por la

fuerza o ilegal. Su acción es contraria al derecho y a la moral, pero

un Estado con el máximo poder es propenso a la destrucción o

ataques a otras soberanías.

La soberanía del Estado está limitada como dice Héctor

González Uribe por los conceptos de bien, de interés público y por

la condición de lo temporal. Es Estado debe orientarse hacia el

bien: “Este debe buscar, positivamente, todo lo que conduzca al

bien de la comunidad, o sea, a su perfección, a su bienestar; a la

salud física y moral de los habitantes; a la más equitativa

repartición de la riqueza; a una justa distribución de las cargas; a

la extensión de la educación básica a todas las capas de la

población; a la difusión de las ciencias, las artes y la tecnología; al

ejercicio ordenado y pacífico de las libertades sociales”. El Estado

debe buscar y procurar el bien de la comunidad en orden al

bienestar físico, moral, espiritual, a una más justa repartición de la

riqueza, mejor educación, desarrollo de la cultura y ejercicio

responsable y ampliado de la libertad.

El Estado cuando exagera sus funciones en nombre de la

soberanía atenta contra la solidaridad, desarrollo de la sociedad y

olvida el principio de la subsidiariedad. Otra limitación a la

soberanía del Estado deriva de que su fin es el interés público más

no debe penetrar la esfera de la vida privada. Finalmente otro

límite se impone en cuanto el Estado promueve diversos bienes en

el orden temporal, pero no debe pretender inmiscuirse –lo que no

significa que no los regulen los valores religiosos y artísticos.

El poder del Estado no puede asimilarse a una pura

arbitrariedad y voluntarismo, tiene límites, de lo contrario se

convierte en un Estado totalitario, policiaco, absolutista,

destructivo y devorador como un Leviathán.

Page 13: Valores Politicos

13

Si el Estado atiende a sus fines y medios en verdad posee un

poder soberano. Sin embargo, esto no significa un totalitarismo

que vulnere o destruya a la persona-social. El Estado no puede ser

amoral, actúa conforme a distintos estatutos regulativos de

conducta y uno de estos es el ético a través del gobierno.

La potestad del Estado tiene dentro de los fines señalados que

fortalecerse tanto al interior como al exterior, bajo los límites

señalados, pues, de lo contrario sus órganos de gobierno, se

debilitan cayendo en la impotencia, la falta de autoridades y el

desorden que lleva a la guerra interna o externa y con ello a otras

calamidades. Igualmente si desborda esos límites, incurre en la

arbitrariedad, el desconocimiento de los derechos, la prepotencia,

el fascismo, el militarismo y el terror sobre la población civil.

El poder y la soberanía, radican en una fuerza de mando,

imperio y orden que sometidos al derecho coadyuvan al logro de

los fines de la persona-social de manera más equilibrada.

i) Autoridad y representación del poder

La autoridad es el carácter o representación de una persona

que posee algún poder o facultad para ordenar algo conforme a un

fin con justificado fundamento. La autoridad como poder no se

ejerce de manera abstracta, sino concreta o particular; por lo que

es necesario participarla en un grado o proporción, que es lo que

configura el valor de la representación de ese poder o autoridad.

Tal representación obedece a distintas razones que deben fundarse

y motivarse.

En materia política el poder reside en la sociedad o el pueblo,

que lo han delegado –no transferido- a otros que llaman Estado,

con sus órganos de gobierno y autoridad que lo ejercen conforme a

normas legales.

Las características fundamentales de la autoridad, además de

su potestad o facultad de imperio o mandato, es la legitimidad, es

decir, su nombramiento o justificación conforme al derecho y el

ejercicio de su poder sujeto a la ley, en vista al bien público

temporal. Cuando la autoridad no es legítima o legitimable y no

procede conforme a la ley, dentro de su estricta jurisdicción en

función del bien común, se incurre en tiranía, dictadura,

arbitrariedad, autoritarismo, abuso de poder, que constituyen

contravalores, frente a los valores de una autoridad que representa

dignamente al pueblo. En este caso se apega a la ley, ejerce el

poder con firmeza, sin incurrir en excesos por inflexibilidad o en

defectos por elasticidad, producto de la ignorancia, la corrupción y

el soborno. La autoridad que ejerce el mando con equidad y

atención a la comunidad, es la primera en asesorarse

debidamente, otorgando participación a las personas, buscando la

síntesis conciliadora de las oposiciones y contradicciones dentro de

la legalidad o incluso promueve la reforma de la ley cuando percibe

que es injusta, defectuosa o que contiene lagunas o siembra

desconcierto en perjuicio del bien público temporal y es entonces

una autoridad recta y buena.

La autoridad representa, no sustituye el poder de la sociedad,

no puede ni debe convertirse en juez y parte, mezclando los

intereses particulares con los públicos, so pena de hacerse odiosa;

o que el ciudadano pierda la confianza en ella y trate a su vez de

burlarla e incluso derrocarla si es el caso.

Los valores políticos están apoyados, fundados y se promueven

por la sociedad que se hace representar en sus autoridades. Por

eso la importancia de que esas autoridades de gobierno

fundamentales sean producto de la libre elección y el juego

político, es decir, que el sufragio y el voto sean en principio su

origen, a lo cual se agrega el conocimiento de los intereses

colectivos y la calidad moral de quien pretende ejercer la

autoridad.

Page 14: Valores Politicos

14

j) Estado-gobierno

Son dos valores políticos fundamentales por su función

integradora y vertebradora de la vida social de los seres humanos.

Héctor González Uribe, siguiendo a Dabin, afirma que el Estado es

una sociedad humana; establecida permanentemente en un

territorio; regida por un poder supremo; bajo un orden jurídico; y

que tiende a la realización de los valores individuales y sociales de

la persona humana (bien público temporal).

La raíz del Estado se encuentra en la misma naturaleza de la

persona que la impulsa tanto a constituir la sociedad civil como la

sociedad política para alcanzar sus fines. De todas maneras no se

debe identificar lo estatal con lo político, sólo por ejemplo lo que

atañe al Poder Ejecutivo y al Poder Legislativo ya que los Poderes

Judicial y Administrativo se limitan a cumplir lo determinado por

los otros dos poderes que tienen más trascendencia.

El Estado tiene vinculación con otras funciones de la vida socia:

económicas, culturales, científicas, artísticas, religiosas, militares,

sin que se identifique con ellas o que lo político absorba todas esas

funciones. González Uribe afirma que el Estado es una unidad

organizada: “Esto quiere decir que en todas las acciones refleja el

obrar consciente y libre de hombres que buscan una meta común y

para ello obedecen a un principio ordenador y ponen a su servicio

ciertas estructuras –órganos- y ciertas técnicas que dan eficiencia

a las decisiones tomadas”.

Para alcanzar estos fines del bien común, del bien público

temporal, el Estado en la actualidad tiene que efectuar una

planificación y realizar una sana administración pública. Todo esto

mediante el principio del poder y la autoridad que definen formal y

materialmente al Estado, a través de las estructuras del Derecho.

El Estado realiza sus fines mediante órganos y funciones

diversas y complejas que aquí no se analizarán con sus esferas de

atribuciones y las personas físicas o titulares de esos órganos, que

a su vez tienen modalidades diversas. Estos órganos del Estado en

cuanto tienen como titular a personas físicas pueden ser fuentes de

valores o contravalores muy diversos. Entre estos últimos se

pueden señalar: estatismo, intervencionismo injustificado,

impunidad ante los poderosos o el crimen organizado, populismo; y

por parte del gobierno, clientelismo, asistencialismo, paternalismo,

tratar a los ciudadanos como menores de edad y otras conductas

que derivan de los abusos del poder.

Además de los valores analizados existen otros que no

examinaremos, que si bien no revisten la importancia de los

anteriores, contribuyen a una visión más integral de la axiología

política. Entre estos valores pueden señalarse los que tiene de

manera principal, relación entre el Estado-gobierno y la sociedad

civil y política. Así tenemos los valores políticos de las fuerzas

política, las asociaciones y partidos políticos, la propaganda,

opinión pública, ideologías, las distintas orientaciones políticas y su

proyección en las relaciones internacionales, la política interna y

externa con sus vertientes diplomáticas y de Derecho

Internacional. A esto se pueden agregar los valores que proclaman

los derechos constitucional, administrativo, fiscal, financiero, penal,

laboral y de previsión social, dentro de la complejidad del Estado.

CONCLUSIÓN

Se pretendió mostrar como la acción política es propia de la

vida humana, entendiéndola como el ejercicio ordenado del poder,

bajo los principios de autoridad y ley. La política como ciencia y

arte o técnica de la aplicación de normas y procedimientos para el

logro de lo valores como el bien de la persona, bien común, el

orden, reconocimiento y protección de los derechos humanos,

libertad, participación, democracia, poder-soberanía, autoridad,

representación del poder, Estado-gobierno, entre otros, mostrando

tanto el lado positivo como aquellos denominados contravalores.