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VALOR Y TRASCENDENCIA DE LA DESOBEDIENCIA CIVIL Dr. Víctor M. Pérez Valera 1 Introducción. El tema de la desobediencia civil ha tenido, a lo largo de la historia gran importancia. Más aún, el tema sigue siendo de gran actualidad. Para acatar de modo profundo e inteligente las leyes es necesario analizarlas cuidadosamente. No todos los ciudadanos que desobedecen y quebrantan las leyes son delincuentes o criminales existen situaciones de conflicto en el que el ser humano tiene que apelar a su conciencia, a las normas éticas y religiosas y al auténtico bien común, y cuando encuentra contradicción entre estos principios y una ley concreta o una determinada política de un gobierno, el ciudadano se puede ver obligado a quebrantar la ley. En este ensayo destacamos ante todo que el súbdito no puede abdicar de una sana y profunda actitud crítica ante determinadas leyes. El actuar auténtico no significa obedecer ciegamente a cualquier ley como un autómata. La desobediencia civil es un tema obligado en una Teoría humanista del Derecho. Ante un clima de violencia y de corrupción que nos rodea por todas partes, el recurso a lo ético no sólo es una opción, sino un deber. El abogado debe no sólo conocer a fondo el Derecho sustantivo y adjetivo, sino saber también argumentar responsablemente de modo honesto y ético. La Moral está sobre el Derecho. Esto lo apreciamos al trazar un breve esbozo histórico de los más notables hechos de desobediencia civil desde Antígona hasta la valiente rebeldía de Daniel Berrigan ante las actitudes bélicas del gobierno americano. Es imprescindible para poder centrarnos en el tema, partir de una definición, que sea generalmente aceptada, de la desobediencia civil. A continuación pasamos a tocar el tópico de la justificación de la desobediencia civil: sin negar que 1 Profesor emérito de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

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VALOR Y TRASCENDENCIA DE LA DESOBEDIENCIA CIVIL

Dr. Vctor M. Prez Valera[footnoteRef:1] [1: Profesor emrito de la Universidad Iberoamericana Ciudad de Mxico. ]

Introduccin.

El tema de la desobediencia civil ha tenido, a lo largo de la historia gran importancia. Ms an, el tema sigue siendo de gran actualidad. Para acatar de modo profundo e inteligente las leyes es necesario analizarlas cuidadosamente. No todos los ciudadanos que desobedecen y quebrantan las leyes son delincuentes o criminales existen situaciones de conflicto en el que el ser humano tiene que apelar a su conciencia, a las normas ticas y religiosas y al autntico bien comn, y cuando encuentra contradiccin entre estos principios y una ley concreta o una determinada poltica de un gobierno, el ciudadano se puede ver obligado a quebrantar la ley. En este ensayo destacamos ante todo que el sbdito no puede abdicar de una sana y profunda actitud crtica ante determinadas leyes. El actuar autntico no significa obedecer ciegamente a cualquier ley como un autmata.

La desobediencia civil es un tema obligado en una Teora humanista del Derecho. Ante un clima de violencia y de corrupcin que nos rodea por todas partes, el recurso a lo tico no slo es una opcin, sino un deber. El abogado debe no slo conocer a fondo el Derecho sustantivo y adjetivo, sino saber tambin argumentar responsablemente de modo honesto y tico. La Moral est sobre el Derecho. Esto lo apreciamos al trazar un breve esbozo histrico de los ms notables hechos de desobediencia civil desde Antgona hasta la valiente rebelda de Daniel Berrigan ante las actitudes blicas del gobierno americano.

Es imprescindible para poder centrarnos en el tema, partir de una definicin, que sea generalmente aceptada, de la desobediencia civil. A continuacin pasamos a tocar el tpico de la justificacin de la desobediencia civil: sin negar que en general el ciudadano tiene obligacin de obedecer al Derecho abordamos, algunas teoras que justifican excepcionalmente la desobediencia a determinadas leyes y/o polticas gubernamentales.

Es sabido que entre los grandes paladines de la desobediencia civil destacan en el siglo XX las figuras de Mahatma Gandhi en la India y Martin Luther King en los Estados Unidos. El estudio de estos personajes ya lo hemos analizado detalladamente en nuestro libro de Teora del Derecho. Por lo anterior hemos decidido en este artculo estudiar un poco ms a fondo un caso ms reciente de obediencia tica y desobediencia civil, el caso del jesuita Daniel Berrigan. Un bosquejo de su vida y de sus valientes y audaces protestas nos va a conducir a profundizar otros aspectos que legitiman y justifican este tipo de desobediencia. No podramos terminar este artculo sin hacer una mencin de los movimientos sociales, especialmente por medios violentos, en Amrica Latina: las actuaciones del Che Guevara, Camilo Torres y de Abimael Guzmn, y en contraste con las luchas pacficas de Helder Camara, Adolfo Prez Esquivel, Oscar Arnulfo Romero y Anacleto Gonzlez Flores. De nuevo la sombra de Gandhi debera inspirar a los lderes sociales de Mxico y Amrica Latina.

Valores de la desobediencia civil. No es siempre sano plegarse en todo al sistema poltico, en todo caso el ciudadano no puede abdicar de una sana actitud crtica que lo pueda conducir, tanto a desobedecer a las leyes, como a acatarlas en entusiasmo y conviccin. El verdadero sbdito, el autntico ciudadano no puede actuar ante el mandato de la autoridad como un robot, como un autmata.

La desobediencia civil se coloca en el mbito de los valores y exige en el sbdito actuar de modo responsable. As mismo considerando la dimensin tridimensional del derecho, la desobediencia civil se desenvuelve, sobre todo en el mbito de la legitimidad del Derecho. La desobediencia civil exige la legitimidad del Derecho, y si no se legitima su exigencia se podra legitimar su desobediencia.

La desobediencia civil pone en evidencia la crisis de la democracia y la debilidad de su autolegitimacin. Por lo dicho hasta ahora y por varias razones que expondremos ms adelante, resulta claro que la desobediencia civil ha adquirido una importancia extraordinaria.

Aunque el trmino desobediencia civil se emple por primera vez en Los Estados Unidos de Amrica a mediados del siglo XIX, la prctica de este tipo de protesta ya exista desde la antigedad.

Es celebre el caso de Antgona que desobedece la orden expresa de Creonte de enterrar a su hermano Polinice. La razn que da la herona de Sfocles es muy noble: existen leyes no escritas superiores a las leyes de la ciudad:

No pens yo que los pregones tuyos, siendo de hombre mortal, vencer pudieran la ley no escrita y firme de los dioses. No es de hoy ni de ayer es ley que siempre viviendo est, ni sabe nadie cuando por vez primera apareci[footnoteRef:2] [2: Espinosa Polit Aurelio, El teatro de Sfocles, Ed. Jus, Mxico, 1960. p. 223. ]

Scrates va a aducir, en su apologa (29b) una razn semejante: Obedecer antes a Dios que a vosotros, lo cual va a tener un eco en el cristianismo primitivo, hay que obedecer a Dios antes que a los hombres (Hech. 5, 29)

En la Edad Media, bajo el rgimen de cristiandad la obediencia de los sbditos quedaba supeditada a la legitimidad del poder civil, que dependa del poder espiritual de los papas. Recurdese el caso de Enrique IV, emperador del sacro imperio romano germnico que tuvo que ir a la ciudad de Canosa para someterse al poder espiritual del papa Gregorio VII (1077). En el Renacimiento, con en el galicanismo y el regalismo, se vivi la posicin contraria: el poder eclesistico quedaba sujeto al poder de los reyes.[footnoteRef:3] [3: Cfr. Hortal Augusto, Desobediencia civil, en Conceptos fundamentales de tica Teolgica, Ed. Marciano Vidal, Trotta, Madrid, 1992, p. 711. ]

El absolutismo de los monarcas fue sostenido por Jean Bodin (1530-1596), y en esa misma lnea va el pensamiento de Hobbes (1588-1679), ya que el Estado, como un dios mortal, es el nico que puede garantizar la paz social. En ambas concepciones la desobediencia civil no poda tener lugar.

Con el surgimiento de las democracias y en la lucha contra los colonialismos resurgi la desobediencia civil. La independencia de los Estados Unidos de Amrica comenz con un acto de desobediencia contra las leyes del te (1775), y en la Declaracin de independencia se reconoce el poder del pueblo a derrocar un gobierno desptico (1776).

As mismo en la Declaracin de los derechos del hombre y del ciudadano de la Revolucin francesa (1789) se reconoce el derecho de resistencia al opresor.Un poco despus, a mediados del siglo XIX, va a surgir con Henry David Thoreau, la desobediencia civil frente a las desviaciones esclavistas e imperialistas de la democracia americana. El pensamiento de Thoreau va a ser depurado de las tendencias individualistas y anarquistas por Gandhi y M. L. King.

En Mxico las leyes antirreligiosas del presidente Plutarco Elas Calles suscitaron tanto la respuesta violenta, como la no-violenta de desobediencia civil.

Definicin de la Desobediencia civilDe modo sinttico se ha definido la desobediencia civil como un acto ilegal, no violento, de protesta moral.

La definicin de Rawls es un poco ms amplia: acto pblico, no violento, consciente y poltico, contrario a la ley, cometido con el propsito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas polticos.[footnoteRef:4] Ms adelante Rawls aadir otros rasgos: a) es un recurso extraordinario de apelacin moral, b) se acepta las sanciones que derivan del acto ilegal. [4: Rawls J. Teora de la justicia, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1979, p. 405. ]

Vamos a comentar brevemente estos y otras caractersticas de la desobediencia civil a fin de que pueda claramente distinguirse de acciones afines como la objecin de conciencia y otras.

La desobediencia civil puede ejercerse tanto por accin como por omisin, que deben manifestar externamente e incluso con cierta publicidad. La desobediencia civil puede ejercerla un individuo aislado o bien un grupo; generalmente el lder de la desobediencia civil trata de ganar adeptos a su causa e influir en la opinin pblica. Todas estas caractersticas no se dan en la objecin de conciencia. Puede suceder que en un primer momento la desobediencia civil sea ilegal y posteriormente esa ley se declare inconstitucional.

No sera lgico que la actuacin ilegal de la desobediencia civil fuera considerada legal porque se ejerciera por motivos nobles y ticos. Adems la desobediencia civil generalmente no protesta contra todo el sistema jurdico, sino contra una o varias leyes, y el modo de actuar es no-violento, a diferencia de la resistencia armada. Por eso se denomina civil, porque no es violenta. El monopolio de la violencia legtima la ejercen los poderes pblicos, a no ser que se trate de oponerse a un gobierno ilegtimo.[footnoteRef:5] [5: Cfr. Hortal Augusto, op. cit., p. 714ss. ]

En la desobediencia civil se pretende que se cambien las leyes que se objetan para lograr el bien pblico, lo contrario se da en el caso de un delincuente que viola las leyes por motivos egostas.

Justificacin de la Desobediencia Civil.En este apartado slo vamos a tratar de modo tangencial el tema de la obligacin que tiene el ciudadano de obedecer al Derecho. Esa temtica es muy compleja y adems nos desviara de los aspectos esenciales de nuestro tpico. En todo caso sobre esa cuestin pueden consultarse, entre otros libros de Eusebio Fernndez Garca[footnoteRef:6] y de Juan Carlos Surez Villegas[footnoteRef:7], entre otros. [6: Fernndez Garca Eusebio, La obediencia al Derecho, Cuadernos Civitas, Madrid, 1987.] [7: Surez Villegas Juan Carlos, Hay obligacin moral de obedecer al Derecho?, Tecnos, Madrid, 1996.]

Algunos autores, como Gonzlez Vicn, afirman que no existe un fundamento tico para obedecer al Derecho, pero si podra existir para desobedecerlo.[footnoteRef:8] Otros, como E. Daz, afirman que existe fundamente tico para ambos principios, la obediencia, como regla general, y la desobediencia como excepcin.[footnoteRef:9] Esta opinin se aproxima a la posicin iusnaturalista que defiende que dada la naturaleza social del hombre existe obligacin de acatar las leyes, siempre que no entren en contradiccin con los mandatos del derecho natural. [8: F. Gonzlez Vicn, La obediencia al Derecho, en Estudios de Filosofa del Derecho, La Laguna, 1979, p.388.] [9: Daz E., De la maldad estatal y la soberana popular, Madrid, 1984, p. 83]

En cambio, desde el punto de vista de las posiciones neocontractualistas como la de Rawls, la desobediencia civil se justifica cuando se violan los principios bsicos de justicia que fundamentan la democracia. Adems la desobediencia civil se postula como ltimo recurso, cuando los cauces constitucionales no son eficaces o se juzga razonablemente que no lo sern. Tambin se debe ponderar prudentemente el que los daos que podra provocar la desobediencia civil no sean mayores que los bienes que se pretenden. Con stas y quiz otras condiciones razonables la desobediencia civil podra ser una aportacin a la consolidacin de una sociedad ms democrtica. En esta lnea de pensamiento Habermas afirma que ha de reconocerse la desobediencia civil como parte constitutiva de la cultura poltica de una comunidad democrtica desarrollada, pero luego aade que la desobediencia civil no debe ser legalizada en cuanto tal la justicia penal ha de registrar y, en su caso perseguir ese tipo de desobediencia como ilegal pero no la debe valorar como un delito ms. De este modo se plantea el problema entre legalidad y legitimidad, ya que la desobediencia civil se justificara en cuanto que respeta en lo esencial las normas del Estado, pero pretende llevar al Estado de Derecho a su plenitud, manifestando su desacuerdo contra el derecho positivo injusto.[footnoteRef:10] [10: Citado por Fernndez Garca E. La desobediencia al Derecho, pp. 24 y 25. Adems, Cfr. Soriano Ramn, La desobediencia civil, PPU, Barcelona 1991 y Falcn Tella Mara Jos, La desobediencia civil, Marcial Pons, Madrid-Barcelona, 2000.]

En suma, en Autoridad e individuo Bertrand Russel hace una buena sntesis de esta importante problemtica. El respeto a la ley es una condicin indispensable para la existencia de cualquier orden social tolerable. Cuando un hombre considera injusta una ley determinada, tiene el derecho, y a veces el deber de hacer lo posible para que se cambie, pero slo en casos muy raros tendr justificacin para violarla. Por consiguiente, advierte Russel, los legisladores deben estar atentos a no promulgar leyes que obliguen a alguien a escoger entre el pecado o el delito. La obediencia a la ley es un principio importante, pero no absoluto, las excepciones generalmente raras deben someterse a riguroso estudio.[footnoteRef:11] [11: Russel Bertrand, Autoridad e individuo, Fondo de cultura Econmica, Mxico, 1949, trad. Margara Villegas, pp. 108-109. ]

Obediencia tica y desobediencia civil: el caso Berrigan.Daniel Berrigan, sacerdote jesuita es uno de los casos ms clebres de desobediencia civil en los ltimos aos. Incansable luchador social, se ha confrontado varias veces con el gobierno de los Estados Unidos, debido a sus ideales religiosos, ticos y pacifistas.

Los seis hermanos Berrigan nacieron en el seno de una familia pobre, en el tiempo de la gran depresin. Su padre fue un valiente jefe sindicalista que luch con gran energa por los derechos de los trabajadores. Sin embargo, quiz la influencia ms decisiva en el carcter de Daniel la ejerci su madre, mujer altruista y profundamente religiosa que se esforzaba por vivir el pensamiento social cristiano de la Iglesia Catlica.

Cuando terminaba sus estudios preuniversitarios Daniel decidi hacerse jesuita. Aos ms tarde l escribi que decidi entrar a la Compaa de Jess porque sta contaba con una historia revolucionaria. Ms tarde confirm su presuncin y tom orgullosamente la estafeta revolucionaria. As pues, Daniel Berrigan ingreso al noviciado de los jesuitas en 1939, y se orden de sacerdote en 1952. Despus de ensear teologa en varias escuelas preparatorias de los jesuitas, trabaj, de 1966 a 1970, como consejero espiritual en la universidad de Cornell y ms tarde ense en la universidad de Fordham.

Sus pasos hacia la lucha por la paz. En los aos cuarenta Berrigan tuvo varios encuentros con Dorothy Day, conocida luchadora social y fundadora del peridico Catholic Worker. Ella lo hizo reflexionar sobre el tema de la guerra y en especial sobre el modo como Los Estados Unidos se condujeron en Europa durante la segunda guerra mundial.[footnoteRef:12] [12: Para los rasgos esenciales de la vida de Daniel Berrigan se pueden ver: Passas Nikos, Obediencia tica y desobediencia civil: El caso de los Berrigan, en Caro Baroja J. y Beristain Antonio, Ignacio de Loyola, Magister Artium en Paris 1528-1535, San Sebastin, 1991 y http://www.jonahhouse.org/clanprofile.htm. Anderson George M., Looking Back In Gratitude, America the National Catholic Weekly, July 6, 2009. ]

Por ese tiempo Berrigan ley en la prestigiada revista de teologa Theological Studies un artculo del jesuita John Ford sobre la moralidad de los bombardeos intensivos sobre ciudades como la de Dresden y Mnster, en Alemania, que las dejaron reducida a cenizas.

Unos aos despus durante un ao sabtico en 1963, en Paris, Berrigan constato cmo los jesuitas franceses se lamentaban de la guerra que Francia haba sostenido en Indochina. Cuando las fuerzas francesas salieron de Indochina en 1954, los Estados Unidos comenzaron a involucrarse de modo creciente en esa regin. A su regreso a Estados Unidos Dan Berrigan fund, junto con su hermano Philip, la Catholic Peace Fellowship, que comenz a organizar protestas contra la guerra de Vietnam. De esa poca data su amistad con Thomas Mertn. Mertn haba escrito un artculo en The Catholic Worker sobre el peligro inminente de una guerra nuclear. Berrigan le hizo a Mertn una rplica de su artculo y fue invitado a dialogar sobre este punto en la abada trapense de Gethsemani en Kentucky. A raz de este dilogo Berrigan daba cada ao una conferencia sobre la paz en la abada, hasta 1968 en que muri Mertn.

El 17 de mayo de 1968 se tuvo la ms dramtica y audaz protesta contra la guerra de Vietnam. Daniel Berrigan acompaado de otras 8 personas (Catonsville nine) irrumpieron en un centro de reclutamiento del ejercito, sustrajeron algunos expedientes y los quemaron con napalm en el estacionamiento de las oficinas en Catonsville, cerca de Baltimore. Por esta radical protesta Daniel Berrigan fue sentenciado a tres aos de prisin en la crcel de Danbury. All recibi la visita del P. Pedro Arrupe general de los jesuitas.

En 1980 inspirado en el texto bblico de Isaas de convertir las espadas en arados, fundo D. Berrigan el movimiento las rejas del arado, que inmediatamente entr en accin. Berrigan con otros seis compaeros irrumpi en las instalaciones de misiles de la General Electric en Pensilvania, y adems de daar algunas ojivas nucleares rosearon con sangre algunos documentos y archivos.

Daniel Berrigan ha recibido varios reconocimientos, entre los que destacan, el de Pax Christi USA Pope Paul VI en 1989, el premio Pacem in terris en 1993 y el grado honoris causa del Wooster College en 2008. Ha publicado ms de 50 libros de prosa y poesa por las que ha recibido la medalla Campion en 1998 del club del libro catlico de Amrica. Tambin ha luchado por la abolicin de la pena de muerte y en contra del aborto y la eutanasia. Actualmente trabaja con enfermos de VIH. La nica queja que tiene los estudiantes de Fordham es que su voz es muy suave y en ocasiones difcil de comprender.

La raz de su protesta.La situacin social y poltica del mundo y en particular de los Estados Unidos, junto con las experiencias de pobreza de la familia Berrigan y el ideal de justicia social de la Iglesia fueron el detonante para que Daniel asumiera una actitud de beligerancia no violenta: Ahora, actualmente, en este preciso instante, -escribi Berrigan- poderosas fuerzas de amor y odio estn realmente experimentando con el futuro mismo de nuestra sociedad un cambio social est a la orden del da y constituye el sueo o la pesadilla nocturna. Tambin ste fue el orden de mi generacin, e igualmente nuestra pesadilla. Procedemos de una zona de pobreza, de un gnero de indigencia de la zona norte de los Apalaches. En los aos treinta nuestra familia de tradicin rural form parte de la epidemia de pobreza de aquella poca de la gran depresin... Pertenecamos a una iglesia cuya ms importante palabra, nos gustara o no, les gustara o no les gustara a otros, era autnticamente revolucionaria. La revolucin slo algo ms tarde se puso en marcha. No importaba: la bomba estaba ya colocada. Slo era cuestin de poner en marcha el detonador.[footnoteRef:13] [13: Berrigan Daniel, Conciencia, ley y desobediencia civil, Sgueme, Sociedad de Educacin Atenas, Salamanca 1974, pp. 63-64. ]

Para que el hombre y la mujer se realicen como seres humanos, se deben obedecer las normas ticas y las jurdicas, pero en algunas ocasiones en estas normas no slo se plasman posiciones divergentes sino opuestas. Entonces, para llegar a realizarse como ser humano hay que renunciar a la obediencia de las leyes. D. Berrigan denuncia con gran claridad los prejuicios de grupo que distorsionan la autntica concepcin del hombre y en la que suelen caer algunas profesiones cuando se cierran en s mismas:

A los abogados les complace creer o creerse- que el hombre es la suma de sus leyes; a los socilogos, que el hombre es el compendio de los fenmenos sociales; piensan los filsofos que el hombre queda definido exclusivamente por su sabidura o su lgica; los creyentes, que el hombre es su religin; los nacionalistas, que el hombre debe vida y bienestar al estado; y los generales estn convencidos de que el hombre debe marchar contra otros hombres, a los acordes marciales por ellos marcados. Pero me atrevo a sugerir, apelando a un hecho de vida, que para llegar a ser hombre, es imprescindible a veces eludir y repudiar estas definiciones y estas etiquetas. Hay que liberar al gueto, desobedecer la ley, repudiar la raza, trascender la religin.[footnoteRef:14] [14: Idem., p. 62.]

Ahora bien, aunque se superaran los prejuicios de grupo, el Derecho como toda obra humana adolece de varios defectos, y eso aun tratndose de leyes justas. Margarite Yourcenar nos da en Memorias de Adriano un juicio crtico sobre las leyes, quiz demasiado realista y severo:

Tengo que confesar que creo poco en las leyes. Si son demasiado duras, se las transgrede con razn. Si demasiado complicadas, el ingenio humano encuentra fcilmente el modo de desligarse entre las mallas de esa red tan frgil. El respeto a las leyes antiguas corresponde a lo que la piedad humana tiene de ms hondo; tambin sirve de almohada a la inercia de los jueces. Las ms remotas participan del salvajismo que se esforzaban por corregir; las ms venerables siguen siendo el producto de la fuerza. La mayora de nuestras leyes penales slo alcanzan, por suerte quiz, a una mnima parte de los culpables; nuestras leyes civiles no sern nunca lo suficientemente flexibles para adaptarse a la inmensa y fluida variedad de los hechos. Cambian menos rpidamente que las costumbres; peligrosas, cuando quedan a la zaga de stas, lo son an ms cuando pretenden precederles. Sin embargo... sobresale aqu y all, como sucede en la medicina, algunas frmulas tiles... [footnoteRef:15] [15: Yourcenar Marguerite, Memorias de Adriano, Edhasa, Barcelona, 1948, pp. 96-97.]

Daniel Berrigan, en esta misma lnea afirma la inadecuacin de las leyes a los cambios sociales, y adems esboza una aguda crtica a los legisladores y a los profesores de Derecho: las leyes en ocasiones, lejos de propiciar una revolucin pacfica, la frenan: Pero qu hay de la revolucin legal? Las perspectivas no son buenas. Ms bien me atrevo a decir que los hechos son, sencillamente, lamentables. Hoy da la ley cambia con excesiva lentitud: la ley misma, y la mentalidad de cuantos la fabrican, de los que obligan a cumplirla, de los que la ensean y de los que la estudian. Los rpidos acontecimientos de cambio social los estn dejando, a todos ellos en un autntico fuera de juego.[footnoteRef:16] [16: Berrigan Daniel, Conciencia, ley y desobediencia civil, Sgueme, Sociedad de Educacin Atenas, Salamanca 1974, p. 65.]

Todava ms, las personas que luchan contra la discriminacin, el racismo y la guerra son impulsados a asumir una posicin de alegalidad y de desobediencia civil. Adems de la corrupcin en la imparticin de la justicia, existe una colusin entre lo jurdico y el poder civil, que justifica actitudes injustas y antiticas de los gobiernos:

Pero hay todava noticias peores que comunicar: la ley, tal y como actualmente se reverencia y se ensea y se impone, se convierte precisamente en estmulo para la ilegalidad, ms exactamente dicho, para la a-legalidad. Los abogados y las leyes y los tribunales, y los sistemas penitenciarios, permanecen casi totalmente inmviles ante una sociedad convulsionada, que hace de la desobediencia civil un autntico deber civil (y aun me atrevo a decirlo: un deber religioso y moral). La ley se ala ms y ms con formas de poder cuya existencia es, cada vez ms, puesta en cuarentena. Abogados, estudiantes de derecho, profesores de derecho, no han elevado su voz ni con fuerza ni sin ella- contra una guerra monstruosa y exactamente ilegal.[footnoteRef:17] [17: Idem., 65-66.]

Un derecho esttico proporciona el inmovilismo, la falta de progreso social, el vivir en un cmodo status quo, y todava ms, condena a los que luchan por los cambios pacficos. Los jueces, a su vez, caen en la terrible ceguera de condenar a gente inocente y no procesar a genocidas:

La profesin legal -me atrevo a afirmarlo- es una de las diversas profesiones que, en el ms amplio espectro de la convivencia humana, estn simplemente actuando contra el hombre mismo. Las ms influyentes facultades de derecho de Amrica producen anualmente un nmero ingente de abogados cuya vida profesional se convierte en refugio, casi en coartada, para eludir el cambio social y esconder legalmente, limpiamente, la cabeza bajo el ala, para no enterarse, ni quererse enterar, de los acuciantes problemas humanos de la realidad, tal como se presenta. Tales dificultades son las que forman jueces que procesan a personas como mi hermano Philip, y como yo mismo, simplemente pacifistas, mientras que por otra parte, no procesan a hombres que llevan a cabo una guerra genocida.[footnoteRef:18] [18: Idem., 67.]

Este tipo de Derecho propicia, incluso a nivel mundial, mediante las embajadas y prcticas monoplicas, alianzas inmorales que protegen dictaduras en el tercer mundo y enormes injusticias en las compras de las materias primas y en el funcionamiento de las maquiladoras. Algunas de estas nefastas prcticas han sido puestas al descubierto recientemente por los wikileaks.

Tales facultades -enfatiza Berrigan- forman abogados que comercializan los intereses americanos en las Naciones Unidas, en las embajadas americanas en todo el mundo, en programas del gobierno que enmascaran, o abiertamente fomentan, objetivos reaccionarios y retrgrados de carcter nacionalista: objetivos compuestos de militarismos, nacionalismo estpido, guerras limitadas pero no menos devastadoras. Y si el presente puede dar medida de lo que ha de ser el futuro, tales facultades de derecho no estn sino fortaleciendo un sistema econmico de grandes empresas capitalistas que habrn de agudizar incesantemente la hegemona econmica americana en el extranjero y arraigar cada vez ms firmemente la pobreza y el racismo en los propios Estados Unidos.[footnoteRef:19] [19: Ibidem.]

Es cierto que la formacin religiosa fomenta el respeto a las leyes civiles. Ms an el cumplimiento de esas leyes obliga en conciencia. Pero esto no implica que se obedezcan las leyes con una actitud pasiva, acrtica. Ser persona religiosa implica ser buen ciudadano, pero de pronto, se descubren grandes incongruencias en las actitudes del gobierno, y entonces ser buen ciudadano puede conducir a la protesta y a la desobediencia civil. Esto lo descubri Berrigan en su propia experiencia: Hace tan slo algunos aos, la mayora de nosotros, los denominados Nueve de Catonsville no tenamos tan dura opinin sobre nuestra maquinaria social. Yo, al menos, jams haba violado una ley civil hasta mayo de 1968... Habamos observado la ley. Durante muchos aos habamos trabajado dentro de la ms estricta legalidad, habamos credo y esperado que el cambio fuera posible dentro y mediante la ley. Durante muchos aos habamos albergado la esperanzada ilusin de que ser buenos americanos era cometido secular aceptable. Y que en ese marco, en el seno de esa comunidad secular, podramos llegar a ser capaces de elaborar y poner en prctica nuestra especfica vocacin cristiana.[footnoteRef:20] [20: Idem., 70.]

Se debe luchar por ese derecho supralegal, del que hablaba Radbruch, el derecho natural que est positivizado en los derechos humanos, pero que muchas veces son letra muerta en la vida prctica. Con gran lucidez Berrigan seala hacia donde apuntaba su aguerrida y pacfica protesta:

Quiz haya expuesto ya lo suficiente, con respecto a las implicaciones de Catonsville, tanto para tranquilizar como para preocupar. Tranquilizar: nuestro punto de mira est enfocado a la ley. Preocupar: apuntamos en realidad ms all de la ley. Apuntbamos a un cambio social, en una poca de parlisis y pnico. Nuestra esperanza era modesta y premeditada. No estbamos pidiendo de modo utpico un cambio apocalptico sbito en el carcter de la ley de nuestra propia tierra. Pedamos, se crea o no se crea, nada ms que la mnima observancia a la ley que consta en los libros. Pedamos a abogados y jueces una insistencia mnima sobre la obediencia a la ley. Insistamos en que, si cuantos estn encumbrados obedecieran la ley, no existira razn alguna que nos empujara a quebrantar esa ley. Pedamos un presidente que obedeciera, que fuera fiel, al mandato que le haba llevado a su cargo. Pedamos unas fuerzas policiales que evitaran la violencia como su primer objetivo. Pedamos que los ciudadanos aceptaran la ley patria con respecto a la igualdad de oportunidades, al acceso igualitario a la educacin, viviendas, puestos de trabajo: para todos, blancos o negros.[footnoteRef:21] [21: Idem., 73.]

La protesta de Henry David Thoreau era ms que de desobediencia civil de objecin de conciencia. Propiamente el gigante moderno de la desobediencia civil fue Mahatma Gandhi. Berrigan confiesa claramente que se inspira en l, en su ejemplo y en su mensaje: Las cenizas de Gandhi estn dispersas por el mar: pero sus palabras y sus ejemplos tienen lugar de preferencia entre los escasos legados espirituales que sobreviven a los horrores de los ltimos treinta aos.[footnoteRef:22] [22: Idem., 79.]

Precisamente entre los ideales ms perseguidos por Gandhi est la bsqueda de la verdad. Ella fundamenta el juicio tico que es ms importante que el juicio civil. El ideal de Gandhi concuerda con el ideal cristiano, en ste la verdad nos hace libres y slo ella resiste el juicio de la luz, y paradjicamente los que desde una actitud hipcrita quieren juzgar a otros son sometidos a juicios y resultan condenados. A este respecto Berrigan cita a un notable investigador de la Biblia C. H. Dodd, en su comentario al Evangelio de San Juan: Dondequiera que est la verdad, all mismo, quedan los hombres sometidos a juicio y es solamente el hombre que acta en verdad el que puede llegar a superar el examen de la luz. De este modo, en este contexto, Juan trata del juicio con tpica irona. Los fariseos inician un juicio contra las actitudes de Jess, y al final se encuentran con que se vuelven las tornas: como se suele decir, van por lana pero salen trasquilados. Y del mismo modo, tambin Pilato piensa que es l quien juzga a Jess, pero resulta, sin embargo, que en definitiva es l quien queda sometido a juicio.[footnoteRef:23] [23: Idem., 81.]

Como ya lo hemos mencionado, algunos aspectos de la poltica americana adolecen precisamente de hipocresa. En el caso concreto del escndalo que provoc la protesta del grupo de Catonsville, Berrigan denuncia esta nefasta actitud: Los americanos, que pueden soportar ecunimemente la vista de nios achicharrados, montan en clera y se sienten desconcertados a la vista de una hoguera en la que arden simples ficheros de reclutamiento. Adems, los americanos de los aos 70 son incapaces de crear nuevas formas de poder poltico civilizado que sea capaz de expresar nuestro lnguido sentimiento de que una guerra inicua est siendo financiada con nuestro dinero, en nuestro nombre, por nuestros hijos.[footnoteRef:24] [24: Ibidem.]

En efecto, esta doble moral ya fue denunciada en el juicio de Nremberg: muchas ms personas inocentes murieron cuando se arroj la bomba atmica sobre Hiroshima y Nagasaki que en los campos de concentracin nazis.

Gandhi haba dicho que el mal en el mundo se debe ms que a las maquinaciones de los malos a la indiferencia de los buenos. Sin embargo, asumir una actitud de protesta, denunciar las atrocidades de los que se creen buenos suele tener un alto costo: se les puede catalogar como delincuentes, y no obstante que luchen por la paz se les puede declarar la guerra. Este riesgo de luchar por la paz lo subraya claramente Berrigan: Por todo ello clamamos por la paz y seguimos clamando, pero la paz no llega. No hay paz porque no hay quien la trabaje, quien la busque activamente. No hay pacificadores, porque pacificar es tan costoso al menos como guerrear, tan exigente al menos, tan violento al menos, tan arriesgado al menos como la guerra, una guerra especialista en proporcionar, como consecuencia de ella, desgracia y muerte, y crcel.[footnoteRef:25] [25: Idem., 83.]

Daniel Berrigan se declar no culpable ante el tribunal federal de Baltimore. Su defensa fue breve, pero contundente: no se puede permanecer indiferente ante los crmenes del gobierno. l transcribe en un breve prrafo el interrogatorio al que fue sometido:

- Cometi usted el hecho del que el ministerio fiscal le acusa?- Lo comet.- As pues, es usted culpable del crimen, tal y como ha sido resumido en la acusacin?- No lo soy.- Cmo es esto posible? Admite el hecho pero niega su culpabilidad?- Exactamente.- Explquese, pues.- Con gusto. Mi defensa, por lo que a mis hermanos cristianos se refiere, puedo resumirla as, poco ms o menos. Una gran potencia mundial crece y se desarrolla, alienada y gigantesca en sus aspiraciones. La nacin le tiene miedo al cambio, es racista, violenta, un Nern colectivo para el resto de las naciones del mundo. Pretende, adems, legalizar y legitimar sus crmenes. Ahoga a cuantos no piensan igual, sofoca las protestas, enva a lo mejor de su juventud a campos militares donde los mtodos de asesinato son el objeto de su aprendizaje.[footnoteRef:26] [26: Idem., 89.]

Daniel Berrigan es consciente de que en determinadas circunstancias la tica autoriza la utilizacin de medios violentos, pero la opcin de Berrigan y su grupo es por los medios pacficos. Sus acciones son de desobediencia civil, es decir, son una protesta civilizada que no hiere ni daa personas. La protesta no violenta es ms coherente con sus ideas pacifistas y presenta algunas ventajas:

No es que yo condene la violencia absolutamente. Pero creo que la no-violencia de King es el mtodo ms eficaz, tanto como el ms tico, en la lucha por la fraternidad y la justicia. Solamente condeno a cuantos no estn ni por uno ni por otro, a todos aquellos que sabiendo lo que pasa, se quedan mano sobre mano, en nombre de la religin, la prudencia y el sentido comn.[footnoteRef:27] [27: Idem., 178.]

La novedad de la no violencia, aunque no descarta soluciones a futuro, manifiesta ya desde ahora nuevas actitudes: se sabe como deca Gandhi que la pureza de los medios determina la pureza del fin: El hombre no-violento no anuncia que algo nuevo vaya a suceder en el futuro; anuncia, por el contrario, que algo nuevo est ya sucediendo ahora. O, mejor an, que l hace que suceda.[footnoteRef:28] [28: Ibidem.]

En contraste con lo anterior Berrigan cita unos textos de Mao-tse- tung, en los que la mentalidad blica se considera el alma de la poltica. Contra esta concepcin de la poltica es necesario luchar. Ms que con la guerra, la armona entre los pueblos se construye con la amistad poltica de la que ya hablaba Aristteles. . Mao-tse- tung afirmaba: La guerra es la continuacin espontnea de la poltica; El poder poltico est en razn directa del can del fusil.[footnoteRef:29] [29: Idem., 179.]

Ante esta doble vertiente del uso o rechazo de los medios violentos surgen dos importantes figuras de nuestro tiempo: el Che Guevara y Martin Luther King la evaluacin que hace Berrigan de ambas posiciones es claramente a favor de la no-violencia de M. L. King.

La muerte del Che, precisamente porque utiliz la violencia, no despert reaccin entre las ignorantes gentes apolticas, la mayora de nuestro planeta. La violencia del Che fue neutralizada por la violencia del gobierno boliviano. El Che asesin, y fue asesinado a cambio. No son precisas ms explicaciones. Cobr en la misma y nica moneda que l reconoci. El asesinato de King, en cambio, despert la indignacin de las gentes sencillas del mundo entero.[footnoteRef:30] [30: Idem., 177.]

En la muerte del Che Guevara se cumpli el proverbio: el que a hierro mata a hierro muere. Tanto el Che como King suscitaron gran admiracin entre los jvenes, pero adems, la muerte de King suscit una enorme consternacin:

Matar a Martin Luther King es matar a un inocente. Mientras que matar al Che es matar a un enemigo. Matar al inocente es cosa muy grave. Matar a un enemigo, que hubiera sido capaz de matarte a ti, es un suceso normal, algo aceptado como cosa corriente. Sobre estas premisas, la muerte de King provoc una conmocin mucho mayor que la muerte del Che.[footnoteRef:31] [31: Ibidem.]

Gandhi y Amrica Latina.Algunas experiencias dolorosas, en las ltimas dcadas, de intentar cambios sociales por medios violentos en Amrica Latina, como el de Sendero luminoso en el Per, nos cuestionan sobre la posible influencia de Gandhi en el mundo y en concreto en nuestro continente. Son relativamente pocos los esfuerzos de movimientos no violentos, algunos inspirados en Gandhi, como los de Dom Helder Camara, Adolfo Prez Esquivel (premio Nobel de la Paz), Mons. Oscar Arnulfo Romero y Anacleto Gonzlez Flores, el hombre que quiso ser el Gandhi mexicano (la expresin es de Jean Meyer) que escribi: el mrtir es un milagro y una necesidad para que no perezca la libertad en el mundo. Es y ha sido siempre el primer ciudadano de una democracia extraa e inesperada, que en medio del naufragio de la violencia arroja su vida para que jams se extingan su voto ni su recuerdo.[footnoteRef:32] Frente a estos movimientos pacficos los movimientos violentos han proliferado en varios pases de Amrica Latina. Por qu no fomentar los ideales y los mtodos de Gandhi?[footnoteRef:33] [32: Meyer Jean, Anacleto Gonzlez Flores, IMDOSOC, Mxico, 2004, p. 33] [33: Pietro Ameglio Patella en su libro Gandhi y la desobediencia civil. Mxico hoy, destaca algunos aspectos inspirados en Gandhi del Movimiento Zapatista de Liberacin Nacional en las pginas 181- 210. ]

Provoc consternacin la sbita muerte de Camilo Torres, a los pocos das de haber decidido participar en la guerrilla. l vio en el cristianismo la forma ms pura de servir a los dems y en el sacerdocio el deseo de entregarse de tiempo completo al amor de sus semejantes, sin embargo sus estudios de sociologa y el deseo de llevar sus ideales a la prctica lo impulsaron a afirmar, contra los programas de Gandhi y de Martin Luther King, que todo revolucionario sincero debe reconocer que la va armada es la nica que queda para lograr un eficaz cambio social. En efecto, no hemos encontrado en ninguno de los escritos y discursos ninguna alusin ni a Gandhi ni a Martin Luther King.[footnoteRef:34] [34: Cfr. Torres Camilo, Cristianismo y revolucin, Ed. Era, Mxico, D. F. 1970, p. 11 [C. Torres Restrepo muri el 15 de febrero de 1966]]

Al principio de la dcada de los 90 hubo en Ecuador un movimiento no-violento de los indgenas de la regin que tuvo gran repercusin en la poltica de ese pas. Las tcticas y los postulados del movimiento de la CONAIE (Confederacin Nacional de Indgenas Ecuatorianos) parecan estar completamente inspirados en Gandhi, pero con gran sorpresa el socilogo mexicano Rafael Landerreche, al entrevistarse con uno de sus lderes, descubri que ste no conoca nada de Gandhi, y en cambio haba asimilado bastante los libros de Marx, Lenn y Mao. Landerreche se pregunta las causas de este extrao fenmeno, cuando el espritu de Gandhi es tan cercano a la idiosincrasia del campesino latinoamericano, no slo en la no-violencia, sino tambin en el respeto al medio ambiente, en la valoracin del trabajo artesanal, en su religiosidad popular y en otros muchos aspectos.[footnoteRef:35] [35: Cfr. Landerreche Rafael, Gandhi en Amrica Latina, en Ixtus Espiritu y Cultura, Gandhi la potica de la accin 1869-1948, Num. I, ao, VI, ed. Especial, Kiosko, Mxico, 1998, pp. 70-75. ]

Alguna explicacin la podemos encontrar en los fenmenos sociales que se desarrollaron al fin de la dcada de los 60 y principio de los 70. En aquella poca surgieron movimientos como Cristianos por el socialismo, Sacerdotes por el pueblo y otros similares, que buscaban distinguir entre la doctrina marxista y el mtodo de anlisis marxista. Tambin por esa poca se publicaron varias obras teolgicas en torno a la violencia, como Teologa de la violencia de P. Dabezies, A. Dumas y otros, La violencia en el mundo actual, de varios autores; La violencia de los cristianos de B. Hring, J. Arias, J. M. Gonzlez-Ruiz; Religin ideologa y poltica de B. J. de Clerq, y Amor cristiano y lucha de clases de J. Girardi, entre otros. No todas estas publicaciones estaban a favor de la violencia ni eran de inspiracin marxista, pero algunas, con ciertos matices, tenan estas tendencias. No es, pues extrao que el rescoldo de estos movimientos haya llegado aos despus a diversos grupos de Amrica Latina.

En conclusin, sostenemos que s existe una alternativa vlida a los movimientos sociales que utilizan medios violentos. Una frase de Goethe se pueden aplicar perfectamente al mtodo de Gandhi: Un nuevo herosmo enseado por el sufrimiento, se ha alzado sobre esta tierra; una nueva guerra del espritu.[footnoteRef:36] Al respecto, Romain Rolland, gran bigrafo de Gandhi escribi: El Mahatma condena la violencia, pero su no-violencia es ms revolucionaria que todas las violencias.[footnoteRef:37] En efecto, Gandhi sostena que cuando la desobediencia civil tiene xito, hace bien a las dos partes en conflicto, la guerra y la guerrilla, en cambio, producen graves daos a ambas partes. [36: Rolland Romain, Gandhi, Ed. Leviatn, Buenos Aires 1956, p. 174.] [37: Idem., p. 163.]

Sobre este tema, el semanario ingls Manchester Guardian Weekly haca un brillante anlisis de la desobediencia civil de Gandhi en la India: debemos revisar nuestras reflexiones sobre la fuerza poltica y reconocer, en preceptos como ese de presentar la otra mejilla, el indicio de una accin poltica efectiva, y no simplemente como dijera Bacon, un principio de moralidad abstracta y monacal.[footnoteRef:38] [38: Idem., p. 206. ]

Los logros de Gandhi, fueron enormes: mejor de modo notable las opresoras condiciones socio-jurdicas de su pueblo en Sudfrica. Adems, en la India defendi eficazmente a los cultivadores de ail de Champaran, arregl el conflicto obrero de Ahmedabad, logr la condonacin de los impuestos de los pobres de Kheda, oblig a que se suprimiera la Ley Rowlatt que restringa libertades y derechos fundamentales. Rompi el monopolio de la sal del gobierno Ingls, obtuvo la reduccin de impuestos a los campesinos de Bardoli, tuvo xito en el boicot de las telas inglesas, mejor la situacin socio-jurdica de los intocables y de las mujeres hindes. Y sobre todo, fue el artfice de la independencia de su pas. Su influencia trascendi la India e influy decididamente en la lucha de Martin Luther King por los derechos civiles del pueblo afroamericano, y tambin en Daniel Berrigan, en su lucha contra la guerra de Vietnam. Adems actualmente en nuestro pas, parece que, las denuncias sociales de Javier Sicilia, aunque no est convocando por el momento a la desobediencia civil, estn inspiradas en el pensamiento de Mahatma Gandhi.