valdés, hurtado y rosas - la sociología de los intelectuales. un tema pendiente en méxico

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 La sociología de los intelectuales: una ta rea pendiente en México 152 Ra Ximhai Universidad Autónoma Indígena de México ISSN: 1665-0441 México 2013 LA SOCIOLOGÍA DE LOS INTELECTUALES: UNA TAREA PENDIENTE EN MÉXICO Alberto Valdés-Cobos; Teodora Hurtado-Saa y Rocío Rosas-Vargas Ra Ximhai, e nero - abril, a ño/Vol. 9, Número 1 Universidad Autónoma Indígena de México Mochica hui, El Fuerte, Sinalo a. pp. 153-171 . Ra Ximhai Revista de Sociedad, Cultura y Desarrollo Sustentable

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La sociología de los intelectuales. Un tema pendiente en méxico

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  • La sociologa de los intelectuales: una tarea pendiente en Mxico

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    Ra XimhaiUniversidad Autnoma Indgena de MxicoISSN: 1665-0441Mxico

    2013LA SOCIOLOGA DE LOS INTELECTUALES: UNA TAREA PENDIENTE EN

    MXICOAlberto Valds-Cobos; Teodora Hurtado-Saa y Roco Rosas-Vargas

    Ra Ximhai, enero - abril, ao/Vol. 9, Nmero 1Universidad Autnoma Indgena de MxicoMochicahui, El Fuerte, Sinaloa. pp. 153-171.

    Ra XimhaiRevista de Sociedad, Cultura y Desarrollo

    Sustentable

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    LA SOCIOLOGA DE LOS INTELECTUALES: UNA TAREA PENDIENTE EN MXICOTHE SOCIOLOGY OF THE INTELLECTUAL ONES: A HANGING TASK IN MEXICO

    Alberto Valds-Cobos1; Teodora Hurtado-Saa2; Roco Rosas-Vargas31 Profesor-investigador del Departamento de Estudios Culturales, Demogrficos y Polticos, Universidad de Guanajuato, campus Celaya-Salvatierra.2 Profesora-investigadora del Departamento de Estudios Culturales, Demogrficos y Polticos, Universidad de Guanajuato,campus Celaya-Salvatierra.3 Profesora-investigadora del Departamento de Estudios Sociales, Universidad de Guanajuato, campusCelaya-Salvatierra.

    RESUMEN

    Existe una sociologa de los intelectuales en Mxico? Definitivamente no! Lo poco que se ha escrito sobre esta categorasocial an no adquiere el carcter de especializacin sociolgica. Est de ms decirlo, pero lo que se ha escrito sobre losintelectuales (biografas, ideologas, funciones y relaciones con los poderes fcticos) ha correspondido a otras disciplinas.En Mxico, predominan dos tendencias sobre el estudio de los intelectuales: en primer lugar, el escrutinio de la relacinque stos han mantenido con el Prncipe en la historia y la ciencia poltica; la otra tendencia, o periodismo cultural, haprivilegiado el examen biogrfico de los intelectuales. El objetivo de este trabajo consiste en examinar lasrepresentaciones, transformaciones, nichos de trabajo y muertes de la intelectualidad, y de los intelectuales mexicanosen particular, pues al revisar la retcula de los programas de licenciatura y posgrados de sociologa que se imparten en elpas encontramos que las lneas de investigacin relacionadas con el campo de la sociologa de los intelectuales brillan porsu ausencia: he aqu la importancia de este trabajo para las ciencias sociales, y para la sociologa en particular. Cabedestacar que este trabajo se baso en la revisin documental sobre la temtica en cuestin.Palabras clave: sociologa de los intelectuales, representaciones, transformaciones, intelectuales mexicanos.

    SUMMARY

    Is there a sociology of intellectuals in Mexico? Definitely not! What little has been written about this social category stilldoes not acquire the character of sociological expertise. It is appropriate to say it, but what has been written about theintellectuals (biographies, ideologies, functions and relations with the powers that be) has corresponded to otherdisciplines. In Mxico, dominated two trends on the study of intellectuals: firstly, the scrutiny of the relationship theyhave had with the Prince in history and political science; another trend, or cultural journalism, has privileged thebiographical review of intellectuals. The objective of this work is to examine representations, transformations, niches ofwork and "deaths" of the intelligentsia, and Mexican intellectuals in particular, because a review the reticle of theprograms of undergraduate and graduate programs in sociology taught in the country you will find lines of researchrelated to the field of the sociology of intellectuals are conspicuous by their absence: here is the importance of this workfor the social sciences, and sociology in particular. Should be noted that this work was based on the document review onthe topic in question.Keywords: sociology of intellectuals, representations, transformations, mexican intellectuals.

    INTRODUCCINLa idea de plantear una Sociologa de los intelectuales en universidades y centros de investigacinen Mxico podra cobrar una relevancia inusitada. Dicha relevancia tiene su razn de ser en lastransformaciones que han experimentado las universidades, centros de investigacin e institucionesculturales que dan cobijo a los intelectuales (escritores, artistas y cientficos) en un contextoneoliberal y posmoderno que amenazan la autonoma, el espritu crtico y el ethos humanista de unactor social clave en la configuracin de la modernidad y sus instituciones. Sin embargo, sejustifican los intelectuales cuando se mercantiliza el discurso autorreferencial de la modernidad queles dio origen?, Qu metamorfosis experimentan a principios del siglo XXI?, Qu tipo derelaciones mantienen con el Prncipe y la plutocracia?, Cmo reaccionan ante la fragilidad ylimitaciones de la democracia mexicana?, Ayudan a la sociedad a hablar de sus problemas y afacilitar las deliberaciones pblicas o promueven un falso consenso complaciente?, Cmo sediferencian del tecncrata? Retomando los aportes de de socilogos como Pierre Bourdieu oCharles Wrigh Mills, por ejemplo, la propuesta de una sociologa de los intelectuales a la mexicana,se justificara porque incorporara no slo las perspectivas del periodista cultural, del historiador odel politlogo, sino tambin de una diversidad de teoras y metodologas sociolgicas.

    Recibido: 11 de septiembre de 2012. Aceptado: 20 dediciembre de 2012. Publicado como ARTCULOCIENTFICO en Ra Ximhai 9(1): 153-171.

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    El objetivo de este trabajo consiste en examinar las representaciones, transformaciones, nichos detrabajo y muertes de la intelectualidad, y de los intelectuales mexicanos en particular, pues alrevisar la retcula de los programas de licenciatura y posgrados de sociologa que se imparten en elpas encontramos que las lneas de investigacin relacionadas con el campo de la sociologa de losintelectuales brillan por su ausencia: he aqu la importancia de este trabajo para las cienciassociales, y para la sociologa en particular. En este artculo, exploraremos, en primer lugar, algunasde las representaciones sociolgicas y visicitudes histricas ms comunes de los intelectuales. Acontinuacin, examinaremos las transformaciones de espacios como la universidad, el mercado, latelevisin y los medios de comunicacin donde suelen desarrollan su modus vivendi. Finalmentedestacaremos las imposturas y necropsias de la intelectualidad mexicana detectadas por algunosautores provenientes de los campos del periodismo cultural, la historia y el anlisis poltico.

    Representaciones sociolgicas de los intelectualesLas antiguas civilizaciones de Mesopotamia, Persia, China, Egipto, Fenicia, Grecia, Roma yMesoamrica ofrecen un abanico representativo del estatus e infinidad de funciones quedesarrollaban los intelectuales en esas sociedades premodernas en calidad de sacerdotes,consejeros, adivinos, profetas y cientficos. Los intelectuales no surgen en Grecia (con el arquetipode Scrates defendiendo su verdad frente a una Atenas que lo condena a tomarse la cicuta) comosupone la versin eurocntrica: el logocentrismo occidental hace un mal favor a la sociologahistrica del estamento que ocupa estas pginas. Los intelectuales, en el sentido amplio de lapalabra (no slo como crticos del poder) estn presentes en calidad de brujos, chamanes, msticos,filsofos, artistas y cientficos en todas las sociedades estratificadas: simples, subdesarrolladas,modernas y posmodernas.

    El socilogo norteamericano Charles Wright Mills (1972) entenda por intelectuales a cientficos yartistas, sacerdotes y catedrticos; comprendo a aquellos que representan al intelecto humano, aaquellos que forman parte del gran discurso de la razn y la indagacin, de la sensibilidad eimaginacin que en occidente comenz en Jerusaln, Atenas y Roma, y ha venido desarrollndoseen forma intermitente desde entonces. Son la memoria organizada de la humanidad, y tal aparato hasido creado y es sostenido por ellos. Justifican ideas de autoridad o las critican (Mills, 1972:23).Por su parte Sygmunt Bauman (1997), seala que el colectivo intelectual es de origen relativamentereciente:en los comienzos, el nuevo trmino fue un intento de recuperar la unidad de hombres y mujeres demuchas condiciones sociales ampliamente diferentes, que en otras circunstancias muyimprobablemente se reuniran, y menos an cooperaran, en la consecucin de sus tareasprofesionales: cientficos, polticos, escritores, artistas, filsofos, arquitectos, ingenieros de altorango. Como lo insinuaba vagamente el nuevo trmino, el elemento unificador era el papel centraldesempeado por el intelecto en todas estas ocupaciones () de considerable inters sociolgico, ydigno de un estudio separado, es el hecho de que tal comunidad de estatus y objetivos se postularaen un momento en que la primitiva unidad de la Razn ya se encontraba en un estado de avanzadadesintegracin. La inflexible separacin de los discursos cientfico, moral y esttico fue uno de losrasgos centrales de la modernidad (Bauman, 1997: 35,36).

    Pocos trminos son tan imprecisos y ambiguos como los de intelectual e intelectuales. Su solamencin suscita debates y controversias tanto sobre su significado como sobre su evaluacin.Quines son intelectuales?, Los filsofos, artistas (pintores, escultores, escritores, msicos,cineastas), cientficos (bilogos, fsicos, astrnomos, economistas, socilogos, antroplogos),acadmicos o los clrigos?, Quienes entran o no entran en el concepto-sombrilla de intelectuales?,Existe una tipologa sociolgica sobre los intelectuales?

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    Puesto que estamos ante un estamento elstico, no han sido pocos los socilogos que han tratado deacotar o extender el calificativo de intelectual a una diversidad de oficios ajenos al trabajo fsico yagotador que suele caracterizar a otros estratos de la sociedad como los campesinos y obreros. As,algunos autores han definido a los intelectuales como hombres que viven ms bien para las ideas.Sociolgicamente no se ha dudado en agrupar bajo el trmino de intelectuales a todos aquellos quetienen una educacin universitaria o todos aquellos que crean, distribuyen y aplican la cultura; esdecir, el mundo o campo simblico del hombre, donde se incluye el arte, la filosofa, la ciencia y lareligin. En ese sentido la clsica definicin tradicional de Julien Benda sigue teniendo validez:los intelectuales son todos aquellos cuya actividad esencialmente no es la persecucin de finesprcticos; todos aquellos quienes buscan obtener su alegra en la prctica de un arte, una ciencia ouna especulacin metafsica, en resumen, en la posesin de ventajas espirituales, y que porconsiguiente de alguna manera dicen: mi reino no es de este mundo (citado por Coser, 1980:9).El socilogo norteamericano Lewis Coser (1980), por ejemplo, llama la atencin a la hora desealar quien debera entrar o no al reino de los intelectuales: no todos los hombres salidos de unaacademia son intelectuales, ni lo son todos los miembros de las profesiones. El intelecto, tal comose distingue de la inteligencia requerida en las artes y en las ciencias supone una capacidad de sacarde la experiencia inmediata, un mvil que va ms all de las tareas pragmticas del momento, uncompromiso con los valores comprehensivos que trascienden las implicaciones profesionales o deocupacin. El intelecto es el ngulo crtico, creativo y contemplativo de la mente. Mientras que lainteligencia trata de aprisionar, manipular, reordenar y ajustar, el intelecto examina, pondera, seadmira, teoriza, critica e imagina (Coser, 1980:10).

    Coser distingue entre intelecto omnicomprensivo-axiolgico e inteligencia pragmtico-manipuladora, distincin que presenta paralelismos con las de intelligentsia e intelectuales de AlvinGouldner (1985) e idelogos y expertos de Norberto Bobbio (1998). Para Coser los intelectualesson guardianes de ideas y fuente de ideologas; sin embargo, a diferencia de los eclesisticosmedievales o de los propagandistas y polticos fanticos modernos, al mismo tiempo tienden acultivar una actitud crtica; tienden a escudriar las ideas y supuestos recibidos de su tiempo. Sonellos los que piensan de otro modo, los que perturban la paz intelectual. As pues, los intelectualesno slo son un enigma para los ciudadanos comunes, sino que tambin los irritan. Sin embargo, sinellos, la cultura moderna sera difcil de concebir. Si los tcnicos y expertos mentales sus parienteslejanos-- fueran a apoderarse del campo que ahora ocupan los intelectuales, la cultura modernaprobablemente perecera por osificacin. Sin intelectuales que desafen las rutinas establecidas y lastradiciones del eterno ayer hasta cuando mantienen las normas y articulan nuevas demandas--nuestra cultura pronto sera una cultura muerta (Coser, 1980:12,13).

    Al igual que el dictamen habermasiano de la modernidad (como separacin de los discursoscientfico, moral y esttico) y la genealoga baumaniana del intelectual occidental, Coser sostieneque slo el mundo moderno presenta las condiciones institucionales para que surgiera un grupo deintelectuales conscientes, un conglomerado que surgi en el siglo XVII. Son un fenmeno moderno,y fueron reconocidos con el comienzo de la historia moderna. Estamos frente a la modernidadoccidental de los ltimos cuatro siglos, como la cuna de los intelectuales como los conocemos hastaahora.

    Slo despus de que se desplom el rgido edificio de la sociedad medieval; despus de que elNominalismo, la Reforma y el Renacimiento haban fragmentado el unificado panorama mundial dela iglesia; despus de que los grupos religiosos, los poderes seculares y los sistemas polticoscomenzaron a competir por la lealtad de individuos que ya no estaban ligados a sus atadurastradicionales; despus de que las nuevas clases empezaron a hacer su entrada en un escenario socialpreviamente dominado por los defensores de la tradicin feudal, los hombres de ideas empezaron a

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    encontrar condiciones favorables para el nacimiento de un estrato consciente de intelectuales comoun ethos peculiar y un sentido de vocacin (Coser, 1980:13).

    Ahora bien, Cmo surgen los intelectuales en el contexto de la universidad occidental?, Qupapel juega la distancia crtica frente al poder como elemento definitorio de los intelectuales?Para el socilogo e historiador Francisco Paoli Bolio (2002) el surgimiento de los intelectuales,como protagonistas sociales importantes, es apuntalado por sus vnculos crecientes con el poderpoltico, sea para su justificacin o para la crtica a quienes lo ejercen. Al final de la Edad Media elpoder no estaba secularizado, sino que lo ejercan prncipes y seores feudales, junto con lasjerarquas eclesisticas. Haba una concepcin teocrtica del poder que vinculaba a unos con otros yque inspiraba su forma de organizacin. A partir del siglo XIII se va desenvolviendo el trabajo delos intelectuales que son en gran proporcin profesores e investigadores tempranos. Su ubicacinprivilegiada es el mbito urbano de las universidades, que emerge de espacios conventuales. Lasuniversidades y los intelectuales pasan a formar parte de un orden corporativo que desarrolla sulgica propia, la cual se va a prolongar hasta nuestros das en diversos aspectos. Desde entonces seplantean las bases y se van abriendo espacios, para lo que despus se ha llamado autonomauniversitaria:Le Goff explica que las universidades adquieren esa autonoma en una lucha doble, contra el podereclesistico y contra el poder de los seores y prncipes de las postrimeras del medioevo. Ambosdetentadores del poder, finalmente aceptan esa condicin y se convencen de que las universidadesson una fuente de aprovisionamiento de consejeros y funcionarios tiles para las tareas que ambospoderes deben desarrollar (citado por Paoli, 2002:15,16).

    Los intelectuales del Renacimiento y de pocas posteriores, desarrollan una conciencia, que si bienno siempre los lleva a romper con quienes ejercen el poder, si les permite en general tomar ciertadistancia de ellos, con lo cual incluso se convierten en apoyos verdaderamente tiles de la actividadpoltica en general y, especficamente, de los dirigentes polticos. Esa distancia crtica es unelemento fundamental, definitorio de los intelectuales como categora social crecientementereconocida en las sociedades modernas, que asume papeles especficos, cada vez ms necesariospara su funcionamiento y desarrollo. Esa distancia tiene grados, pero se requiere que losintelectuales tomen siempre alguna posicin significativa, para analizar y diagnosticar sobrediversos aspectos de inters general de la realidad social y poltica (Paoli, 2002:20).

    El escritor Gabriel Zaid (1997) define al intelectual como el escritor o cientfico que opina en cosasde inters pblico con autoridad moral entre las elites y no son intelectuales: a) los que nointervienen en la vida pblica; b) los que intervienen como especialistas; c) los que adoptan laperspectiva de un inters particular; d) los que opinan por cuenta de terceros; e) los que opinansujetos a una verdad oficial (poltica, administrativa, acadmica, religiosa); f) los que sonescuchados por su autoridad religiosa o su capacidad de imponerse (por la va armada, poltica,administrativa, econmica); g) los taxistas, peluqueros y otros que hacen lo mismo que losintelectuales, pero sin el respeto de las elites; h) los miembros de las elites que quisieran ser vistoscomo intelectuales, pero que no consiguen el micrfono o (cuando lo consiguen) no interesan alpblico; i) los que se ganan la atencin de un pblico tan amplio, que resulta ofensivo para laslites.

    De que elites nos habla Zaid?, Elites polticas, elites econmicas o elites intelectuales? Comopodemos ver la definicin del intelectual que nos presenta Zaid, en comparacin de los autoresantes vistos raya en el reduccionismo. Es evidente que la definicin que tienen los socilogos, sobrelo que es o no es un intelectual, discrepa de la definicin autorreferencial que tienen los escritores.Para el colaborador de Letras libres, la genealoga del intelectual se encuentra prefigurada tanto enJeremas como en Scrates, pero el reconocimiento y bautizo de su papel social se dan con el Yo

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    acuso de Zola y el Manifiesto de los intelectuales en Pars, a fines del siglo XIX (Zaid, 1997:79).Tras el maremoto Zola, los intelectuales se sitan en la vanguardia de la sociedad. Toman partidono para interpretar la realidad poltica de manera genrica, sino para transformarla enfrentndose asituaciones concretas. Pero no slo desde las tribunas parlamentarias sino principalmente desde lastribunas de prensa. Los intelectuales se agrupan y comparten una determinada visin del mundobasada en la justicia, en la equidad, en la solidaridad. La firma del Manifiesto de los intelectuales,en 1898, constituye la presentacin en sociedad del concepto intelectual (Redondo, 2006:59).La aparicin publicitaria del intelectual se da en un contexto de judeofobia, derivado del CasoAlfred Dreyfus, capitn francs de artillera condenado en un proceso de espionaje por el hecho deser judo. Ahora bien Qu trascendencia tendr el affaire Dreyfus en las obras Los orgenes deltotalitarismo (1951) y El opio de los intelectuales (1954) de Hannah Arendt y Raymon Aron en laEuropa de posguerra?

    Los dos, tanto el francs Raymond Aron como la alemana Hannah Arendt, nacieron (l, en 1905;ella, en 1906) justo cuando el caso Dreyfus se resolva: julio de 1906. Arendt trata el asunto en suobra Los orgenes del totalitarismo. La filosofa alemana cree que la cada de la III Repblicaobedece, en gran parte, a que no quedaban dreyfusistas, es decir, prohombres comprometidos con lajusticia, la democracia y la libertad. De este modo, el fascismo y al antisemitismo avanzaron sinmayor resistencia. El odio a los judos, por ejemplo, lo impregna todo y subsume al conflicto declase o al fervor patritico. El affaire Dreyfus es, por tanto, la primera y ms evidente prueba de quela sociedad centroeuropea estaba enferma, de que lo peor estaba por llegar. Por su parte Aron creeque todos los conflictos adquieren un carcter ideolgico, y el caso no iba a ser menos. Por tanto, laalineacin de los intelectuales en torno a las concepciones clsicas, derecha e izquierda (orden yprogreso), impide que cumplan con la funcin que realmente deban asumir: la observacinindependiente, que les inhabilitara para ejercer como forjadores de opinin, dado que elintelectual comprometido acaba sirviendo a la causa de la dictadura. Al final todos los conflictosse polarizan y cada bloque se torna impermeable, no transpira. La razn deja paso a la ideologa y ladivisin sobrevive en el tiempo, dado que los casos de controversia se suceden (Redondo, 2006:60).

    Existe una sociologa de los intelectuales en Mxico?Definitivamente no! Lo poco que se ha escrito sobre esta categora social en Mxico, an noadquiere el carcter de tratado o especializacin sociolgica, es decir, la sociologa de losintelectuales est ms que ausente en departamentos y centros de investigacin sociolgica del pas.Est de ms decirlo, pero lo que se ha escrito sobre los intelectuales (genealogas, biografas,ideologas, funciones educativo-culturales, relaciones con los poderes fcticos y sus contradiccionestico-polticas) se ha hecho desde algunas ciencias sociales cuyo inters cognitivo ha sidomeramente perifrico. El abordaje anemico que se ha hecho en algunos campos de la sociologa(sociologa de la ciencia, sociologa de la cultura, sociologa poltica), la filosofa poltica, lahistoria de las ideas y el periodismo cultural, ilustra que la sociologa emprica de los intelectualessigue siendo una tarea pendiente en universidades y centros de investigacin sociolgica del pas.Para el objetivo de este trabajo, los intelectuales de los que se habla en estas lneas corresponden alarquetipo occidental de la sociedad moderna. El trabajo toma en cuenta el surgimiento, laconsolidacin, la decadencia y sus agonas en funcin de los vaivenes histricos de la modernidadilustrada y la transicin a una era o poca que algunos pensadores han denominado comoposmoderna. Acaso la crisis de la modernidad conlleva la muerte de los intelectuales como crticosdel poder y faros que alumbran la antorcha del progreso y emancipacin de las mayoras?

    Al revisar el estado del arte o lo que se ha estrito sobre los intelectuales hemos encontrado losiguiente:a) Existe literatura copiosa sobre los intelectuales que se empalma con la denominada crisis de la

    modernidad ilustrada y el colapso del socialismo real; sin embargo, la globalizacin y las

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    transformaciones de las instituciones culturales y acadmicas han trastocado la representacintradicional de los intelectuales.b) En Mxico ha predominado una tendencia a examinar a los intelectuales en los campos de la

    historia, la ciencia poltica y el periodismo cultural.c) A nivel terico, y en los casos especficos de las sociologas de la cultura, de la ciencia y delarte, sobresalen las aportaciones del socilogo francs Pierre Bourdieu a la hora de dar cuenta de uncontexto neoliberal y mercantilizado que amenaza los espacios y la autonoma de los intelectuales(artistas, escritores y cientficos).d) Existe un desinters sociolgico en Mxico (una de las pocas excepciones a la regla esConciencia y poder en Mxico siglos XIX y XX del socilogo Francisco Jos Paoli Bolio, 2002) quede cuenta de las crisis, mutaciones y muertes que estn experimentando los intelectuales.Algunas pinceladas y ensayos se han ocupado de estas mutaciones, pero de manera espordica ensuplementos culturales y revistas de anlisis meditico y sociopoltico como Etctera, Nexos, Letraslibres y Metapoltica. Desde la perspectiva de la historia, la ciencia poltica y el ensayo culturaldestacan las contribuciones de Lorenzo Meyer, Enrique Krauze, Roderic Ai Camp, Roger Bartra,Carlos Monsivais, Gabriel Zaid, Cesar Cansino, Jorge Ibarbengoitia, Ren Avils, Enrique Serna,Jorge Volpi, Vctor Roura, Xavier Rodrguez y Armando Gonzlez, quienes han llamado laatencin sobre la relacin que se suele dar entre la Repblica de las Letras y la clase poltica, ascomo de la soberbia, la codicia, la zalamera, la pedantera, la simulacin, la hipocresa y elsometimiento a los medios de comunicacin que caracteriza a algunos de los intelectuales denuestro tiempo.

    Mundo posmoderno y neoliberal: agona y muerte del intelectual?Vivimos un mundo posmoderno, una modernidad radicalizada o tiempos hipermodernos (comosugiere Gilles Lipovetsky, 2007)?, Qu implicaciones acarrea la crisis de la modernidad para elintelectual?, Los intelectuales del siglo XXI deberan renunciar a los postulados de la modernidad(la funcin educativa, la emancipacin de las mayoras, el progreso cientfico o las utopascomunistas) para sustituirlos por el paradigma de la deconstruccin ontolgica, el relativismomoral, el imperio del mercado y de lo efmero?, Cmo estn afectando las fuerzassocioeconmicas (neoliberalismo y corporaciones multinacionales, por ejemplo) la autonoma delgremio intelectual (artistas, escritores y cientficos)?

    No hay consenso sobre las fronteras ontolgicas, morales y temporales que separan a la modernidadde la posmodernidad. Algunos autores sealan que asistimos a una radicalizacin de la modernidad(Lipovetsky), la redefinicin de la modernidad (Alain Touraine); otros hablan de segundamodernidad (Ulrich Beck) y ambivalencia (Sygmunt Bauman), lo cierto es que el mundo hacambiado y seguir cambiando, pese al fuego cruzado que se ha dado entre marxistas de viejo cuo,liberales ortodoxos e intelectuales posmodernos. Fuego y debate agotador, que por cierto, haconsumido cientos de pginas y energas en foros, seminarios y congresos desde el siglo pasadohasta nuestros das.

    El filsofo norteamericano Lou Marinoff (2006), por ejemplo, plantea que el posmodernismo es unaterrible enfermedad que hay que combatir y desterrar de las universidades de ambos lados delAtlntico, porque posmodernismo es sinnimo de deconstruccin de la civilizacin occidental.Marinoff ve en las termitas la representacin metafrica de los posmodernistas, cuyo objetivo se hacentrado en derruir y debilitar los cimientos cientfico-culturales de una civilizacin que no hadudado en procurarles la libertad, las oportunidades y la esperanza para poder hacerlo. Marinoffacusa a Lyotard y a Derrida de ser los responsables ideolgicos de la infiltracin posmodernista enlas universidades europeas y norteamericanas. A juicio de Marinoff, el posmodernismo francs esun tumor cerebral que afecta la mente y que ha deconstruido la concepcin ordenada de lamodernidad. Como buen intelectual ilustrado (slo que por la va de un centrismo liberal-

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    conservador), Marinoff no titubea a la hora de defender los valores de la civilizacin occidental quelos intelectuales posmodernos han tratado de deconstruir.

    De igual manera que Marinoff, el historiador liberal Enrique Krauze (2004), argumenta que lasituacin del intelectual a principios del siglo XXI no es halageo. Es casi imposible dialogar conel coro: sus premisas nihilistas, relativistas y cnicas (el discurso liberal caduco y opresivo) impidenla comunicacin (basta leer las opiniones de Derrida y Baudrilard sobre el ataque a las TorresGemelas, el jubilo prodigioso de ver la superpotencia destruida). Por otra parte, asistimos a ladesaparicin del intelectual tradicional, creador de grandes diseos e ideas (del corte de BertrandRussell, Ortega y Gasset, George Orwell, Isaiah Berlin, Karl Popper, Octavio Paz). Qu queda?Quin queda? Lilla confa en la supervivencia de la tenue corriente liberal asociada aTocqueville: lo que marc a esta asediada tradicin liberal fue su lucidez frente a las pasionespolticas modernas y antimodernas que nacieron de la revolucin con una poltica de mejorasfragmentarias en una era poco menos que ideal (Krauze, 2004: 20).

    Sin embargo, los socilogos posmodernos argumentan que los anlisis tradicionales del mundomoderno, tanto de la derecha como de la izquierda, se basan por lo general en una crtica parecida:la consecuencia ltima de la autonoma prometida por la Ilustracin ha sido una alienacin total delmundo humano, que vive bajo el terrible peso de las dos plagas de la modernidad: la tcnica y elliberalismo econmico. Por un lado, la modernidad no ha conseguido materializar los idealesilustrados que se haba fijado como objetivo; por otro, en vez de garantizar una autntica liberacin,ha dado lugar a un estado de esclavitud real, burocrtica y disciplinaria que se ejerce no slo sobrelos cuerpos, sino tambin sobre los espritus (Charles, 2007:16).

    La modernidad se piensa a travs de valores esenciales como la libertad y la igualdad, y bajo lafigura indita del individuo autnomo que rompa con el mundo de la tradicin, en cambio lasociologa posmoderna seala que la posmodernidad representa el momento histrico concreto en elque todas las trabas institucionales que obstaculizaban la emancipacin individual se resquebrajan ydesaparecen, dando lugar a la manifestacin de deseos personales, la complejidad del presente; larealizacin individual; la autoestima; el movimiento; la fluidez; la flexibilidad; la lgica de la moday el consumismo hedonista. Las grandes estructuras socializadoras pierden su autoridad, las grandesideologas dejan de ser vehculos, los proyectos histricos ya no movilizan, el campo social ya no esms que la prolongacin de la esfera privada: ha llegado la era del vaco, pero sin tragedia niapocalipsis (Lipovetsky, 1986:10).

    La situacin sociohistrica en la que nos encontramos no tiene precedentes: la modernidad no tieneya enemigos redhibitorios, se ha reconciliado con sus principios y valores de base. Los combatesmediante los que se impusieron los valores modernos (laicismo, libertad, pluralismo democrtico,destradicionalizacin) han perdido ya su antigua fuerza instituyente. Es verdad que en su lugar hanaparecido otros, pero ya no producen un mundo de cambios radicales. De ah se sigue que laposicin de los intelectuales que desempearon un papel decisivo en la aparicin de lamodernidad-- ya no puede ser la misma. Actualmente comparten los mismos valores que elconjunto de los miembros de la sociedad, proponen interpretaciones divergentes, no otro modelocolectivo. En estas condiciones, la necesidad de comprometerse es menor: lo que importa no estomar partido por esto o aquello como comprender un poco mejor cmo va todo en la realidadmisma. Sin duda es necesario preguntarse por las cuestiones morales, pero no lo es menos estudiarel funcionamiento de la situacin social, la andadura de las cosas y de las prcticas reales, enconcreto las que suscitan los juicios ms tajantes y ms concensuados (Lipovetsky, 2007:114). ALipovetsky le interesa un intelectual que proponga modelos interpretativos, menos estereotipados,menos maniqueos, ms complejos y que participe en los debates que necesita la sociedad.

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    Las lecturas sobre las amenazas, agona y muerte del intelectual atraviesan un abanico poltico queva del liberalismo ortodoxo, pasa por el anlisis posmoderno y el centrismo socialdemcrata, ydesemboca en una variedad de diagnsticos de izquierda con diferentes dosis de marxismo. Enefecto, la sociologa estructuralista de Pierre Bourdieu (2003) se inscribe en esta ltima perspectiva,la cual trata de combatir las autopercepciones triunfalistas de un intelectual flotante y desligado delos conflictos sociales:la sociologa de los intelectuales es una contribucin al socio-anlisis de los intelectuales: tienecomo funcin dificultar la autopercepcin triunfalista en la que se complacen intelectuales ydirigentes y recordar que estamos manipulados en nuestras categoras, en todo lo que nos permitepensar y hablar el mundo. Tambin debe poner de manifiesto que los posicionamientos sobre elmundo social quiz se deban en parte a las condiciones en que se producen, a la lgica especfica delos aparatos polticos y del juego poltico, de la cooptacin, de la circulacin de ideas, etc(Bourdieu, 2003: 65).

    De acuerdo a Bourdieu el Homo intelectus de nuestros das se encuentra amenazado en suautonoma por las fuerzas del mercado y la derecha neoconservadora. A travs de una obra rica enintereses sociolgicos, Bourdieu demuestra como los embates del neoliberalismo, elneoconsevadurismo y el auge de los mass media amenazan la autonoma de los campos artsticos,intelectual y cientfico.

    la vida poltica, como la vida intelectual, estn cada vez ms sometidas al dominio de los media,ellos mismos sometidos cada vez ms a la presin de los anunciantes. La internacionalneoconservadora, con centro en los Estados Unidos, presiona sobre todos los espacios de expresinlibre y reprime las investigaciones de vanguardia controlando la concesin de subvencionespblicas. Las corrientes individualistas y ultrasubjetivistas que dominan la economa y que seesfuerzan por conquistar el conjunto del campo de las ciencias sociales tienden a socavar losfundamentos mismos de las ciencias sociales y han convertido a las matemticas en el principalinstrumento de legitimacin del orden establecido. Estamos es una poca de restauracin (citadopor Velasco, 2004:41).

    En una de sus ltimas obras, El oficio de cientfico (2003), Bourdieu flexionaba:creo, en efecto que el universo de la ciencia est amenazado actualmente por un temible retroceso.La autonoma que la ciencia haba conquistado poco a poco frente a los poderes religiosos, polticoso incluso econmicos, y, parcialmente por lo menos, a las burocracias estatales que garantizaban lascondiciones mnimas de su independencia, se ha debilitado considerablemente () en suma, laciencia est en peligro, y, en consecuencia, se vuelve peligrosa. Todo lleva a pensar que laspresiones de la economa son cada vez ms abrumadoras, en especial en aquellos mbitos donde losresultados de la investigacin son altamente rentables, como la medicina, la biotecnologa (sobretodo en materia agrcola) y, de modo ms general, la gentica, por no hablar de investigacinmilitar (Bourdieu, 2003:7).

    Bourdieu argumentaba que con estos fenmenos posmodernos la autonoma del campo intelectualestaba amenazada. Sostena que amenazas de una especie totalmente nueva pesan hoy sobre sufuncionamiento y que los intelectuales estn cada vez ms excluidos del debate pblico. Es estesentimiento compartido, en general, por los intelectuales en retirada. Desde su punto de vista, latirana del mercado ha terminado por imponerse a los productores de cultura y, de paso, haerosionado las condiciones de autonoma bajo las cuales, como dice el mismo Bourdieu, seproducen y reproducen los instrumentos materiales e instrumentales de lo que llamamos Razn(Brunner, 2002:39).

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    De igual manera, el filsofo Eduardo Subirats (2004), considera que vivimos en una poca en la quelos intelectuales y el pensamiento libre se encuentran amenazados. El intelectual es el instrumentoque toda democracia debe tener para expresar sus conflictos, dilemas y proyectos de futuro, por loque su papel como mediador independiente y reflexivo es central para toda sociedad que se presumade democrtica. Si en otras pocas las amenazas venan de los tribunales de la Inquisicin,actualmente las amenazas que se ciernen sobre el intelectual provienen de la industria cultural quelo eleva a la categora de estrella a costa de la banalizacin de su discurso, la ficcionalizacin y laneutralizacin de su posible crtica. En segundo lugar, le amenaza la domesticacin y disciplina delas instituciones mediticas, polticas y acadmicas. Si el intelectual salva estos obstculos, tieneque afrontar, adems, los peligros del aislamiento, el ninguneo y la marginacin (Reyes, 2004:5).

    Al despuntar el nuevo siglo, el cumplido orden mundial de un mercado corporativamentecontrolado, la extensin global del colonialismo y la concomitante propagacin de la guerra a escalaplanetaria han puesto de manifiesto la constelacin histrica opuesta. El intelectual no hapermanecido indemne a ella. Ha sido devorado por las burocracias administrativas y financieras;gasificado en los sistemas productivos de la razn instrumental; transfigurado en la gloria fetichistadel espectculo. Los principios de soberana que haban definido su noble pasado humanista, suliberadora funcin social en la edad de la ilustracin y su tenaz reformismo social de los pasadossiglos se han ido descarriando sucesivamente por las pedregosas pendientes del final de la filosofa,la postpoltica, la posthistoria y lo posthumano (Subirats, 2006:204).

    La mutacin del Homo intelectus: de legislador moderno a interprete posmodernoSubirats lamenta la prdida del ethos legislador que caracterizaba al intelectual de otras pocas: sufuncin crtica, liberadora, humanista y orientadora de un futuro utpico; sin embargo, a Bauman letienen sin cuidado estas lamentaciones, y nos recuerda que en la poca en que existan vas paradeterminar la verdad de las creencias, los intelectuales legislaban sobre las opiniones del resto dela sociedad. Pero en una poca posmoderna, existen muchos sistemas de valores y creencias querivalizan entre s. Los intelectuales transforman su funcin legisladora por una funcin deintrpretes que representan puntos de vistas que difieren entre s, en la poca en que ingreso en elvocabulario de Europa occidental, el concepto de los intelectuales extrajo su significado de lamemoria colectiva de la era iluminista. Fue en esa era cuando se estableci el sndrome delpoder/conocimiento, uno de los atributos ms conspicuos de la modernidad (Bauman, 1997:10).Para Bauman la visin ordenada de la modernidad, proclamaba a un intelectual legislador; sinembargo, la visin tpicamente posmoderna del mundo es la de un nmero ilimitado de modelos deorden, cada uno de los cuales es generado por un conjunto relativamente autnomo de prcticas,el orden no precede a las prcticas y no puede servir, por lo tanto, como una medida exterior a suvalidez. Cada uno de los muchos modelos de orden tiene sentido exclusivamente en trminos de lasprcticas que lo convalidan () los sistemas de conocimiento slo pueden evaluarse desdeadentro de las tradiciones respectivas () lo que mejor caracteriza la estrategia moderna deltrabajo intelectual es la metfora de legislador. ste consiste en hacer afirmaciones de autoridad quearbitran en controversias de opiniones y escogen las que, tras haber sido seleccionadas, pasan a sercorrectas y vinculantes. La autoridad para arbitrar se legitima en este caso por un conocimiento(objetivo) superior, al cual los intelectuales tienen un mejor acceso que la parte no intelectual de lasociedad () la mejor forma de caracterizar la estrategia tpicamente posmoderna del trabajointelectual es la metfora del papel del interprete. Este consiste en traducir enunciados hechosdentro de una tradicin propia de una comunidad, de manera que puedan entenderse en el sistemade conocimiento basado en otra tradicin. Es de vital importancia advertir que la estrategiaposmoderna no implica la eliminacin de la moderna; al contrario, no se la puede concebir sin lacontinuidad de esta ltima (Bauman, 1997:13-15).

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    El diagnstico posmoderno de los intelectuales llevado a cabo por Bauman coincide con eldiagnstico de la sociologa posmoderna: sociedad del espectculo, presentismo, consumismo,mercado, y un intelectual disminuido y condenado a realizar un papel de intrprete de las distintastradiciones y discursos cognitivos de una sociedad multicultural cada vez ms compleja:decididamente, la nuestra no es una poca de utopas. La era de las utopas es aquella en que stasparecen prcticas y realistas; la nuestra es una poca en que los programas que se pretendenprcticos parecen utpicos. Nos enojamos cuando un erudito, tras haber criticado exhaustiva yconvincentemente las deficiencias de nuestra condicin omite terminar con una receta paramejorarla. Pero si la diera, la enfrentaramos incrdulos y la ridiculizaramos como una utopa ms.Lo que ha cado en el descrdito es la actividad misma de escribir, y no slo ests en particular. A lolargo de la poca moderna, soar el futuro fue respetable dado a este o aquel agente,invariablemente poderoso, del que se esperaba la capacidad y la disposicin a poner en prctica lasmedidas racionales sugeridas por las imgenes de la sociedad racional. Al no ser ya visible la meta,soar el futuro es slo eso: soar. O as parece (Bauman, 1997: 273).

    A diferencia del siglo pasado, la primera dcada del siglo XXI ha visto disminuida la solidez delos lazos y compromisos tico-polticos de los intelectuales con las grandes mayoras (obreros,campesinos, emigrantes, mujeres, pueblos indgenas, por ejemplo). En otras pocas las clasesilustradas (la intelligentsia de Karl Mannheim o, al menos la vanguardia intelectual) se constituana travs de una relacin educativa que entablaban con el pueblo. En este momento presenciamos elfin, o en todo caso la agona terminal, de ese compromiso. Estamos entrando en una eraposcompromiso (Bauman, 2006:131).

    A lo anterior, habr que agregar el fin de las oscilaciones polticas, como ha sido el caso de ladivisin izquierda-derecha. Por qu los intelectuales de izquierda se hacen de derechas?, Por qutanto camaleonismo en intelectuales que en sus aos mozos lanzaban consignas contra elimperialismo y militaban en grupos radicales de inspiracin marxista?, Hemos llegado al fin de lasideologas?, Se ha impuesto el pragmatismo sobre el ethos de la verdad (Mills)? Un planteamientosociolgico sobre estas cuestiones amerita un examen sobre el contexto histrico (la crisis de lamodernidad, la omnipresencia de los mass media y el auge de la sociedad de consumo) ysociopoltico en que se han visto envueltos los intelectuales.

    Presencia central en nuestro ideario y nuestras prcticas desde hace algunos siglos, la modernidad,ha sido duramente cuestionada, repudiada o redefinida. En ese sentido el socilogo Alain Touraine(2000), a diferencia de otros autores, ha evitado las crticas apresuradas, el maniquesmo, lapirotecnia posmoderna y la quema de un barco ilustrado cuyo viaje an no concluye. Entre lasdeformaciones y desencantos que gener la modernidad en el siglo pasado, las flechasantimodernas y la cada vez mayor influencia de la sociedad de consumo, Touraine se sita y sepronuncia por la introduccin del tema del sujeto, va la redefinicin de los movimientos sociales yla mediacin entre economa y cultura, ciencia y libertad, sujeto y razn.

    Los intelectuales animaron el movimiento de racionalizacion al asociar la crtica de las institucionesy de las creencias pasadas con el progreso de la ciencia. Sin embargo, al cabo de unos siglos demodernismo, en el siglo XX, las relaciones de los intelectuales y la historia se alteran por dosmotivos. El primero es que la modernidad se convierte en produccin y consumo de masas, en tantoque el mundo puro de la razn queda invadido por las muchedumbres que ponen los instrumentosde la modernidad al servicio de las demandas ms irracionales. El segundo motivo consiste en queel mundo moderno est cada vez ms subordinado, en este siglo, a las medidas polticas demodernizacin y a dictaduras nacionalistas. Muchos intelectuales encontraron, sobre todo despusde 1968, una nueva filosofa de la historia en el antimodernismo. Quemaron lo que haban adoradoy denunciaron el mundo moderno como destructor de la razn, lo cual satisfaca su elitismo de

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    antimasas tanto como su hostilidad por el autoritarismo de las dictaduras modernizadoras. Elantimodernismo, sobre todo en la dcada de 1970, llego a ser dominante y casi hegemnico(Touraine, 2000:151).

    As como los intelectuales de mediados del siglo XIX fueron impulsados por sueos del futuro, losde mediados del siglo XX estuvieron dominados por el sentimiento de la catstrofe, la falta desentido, la desaparicin de los actores de la historia. Fue as como la vida intelectual y la vida socialse separaron y los intelectuales se encerraron en una crtica global de la modernidad. Redefinir lamodernidad no es slo til para las sociedades modernas o para las sociedades en vas demodernizacin. Es tambin para los intelectuales un medio indispensable de escapar a la prdida desentido que los empuja a ver solamente control y represin en la civilizacin tcnica y a negar laexistencia de actores sociales en un mundo que est agitado por problemas e innovaciones, porproyectos y protestas (Touraine, 2000:175).

    Los espacios del intelectual mexicano: universidad, mercado y medios de comunicacinDesde nuestro punto de vista, consideramos que en Mxico han predominado dos tendencias en elestudio de los intelectuales: en primer lugar, la relacin que estos han mantenido con el Prncipe (oel Estado) desde la historia y la ciencia poltica; la otra tendencia, el periodismo cultural, haprivilegiado el examen biogrfico de los intelectuales as como de sus contradicciones tico-polticas (en el siguiente apartado hablaremos del segundo enfoque). Por lo que respecta a lasociologa, hay que sealar que no se ha hecho mucho Existe algn proyecto de investigacin queaborde el estudio de los intelectuales mexicanos a partir de la sociologa funcionalista, la sociologaconstructivista, la sociologa feminista, la Teora socio-cultural de Antonio Gramsci, la Teoracrtica alemana, la sociologa reflexiva de Pierre Bourdieu, la sociologa histrica de ImmanuelWallerstein, la Teora de sistemas, la sociologa posmoderna o las teoras sociales de AnthonyGiddens, Ulrich Beck o Sygmunt Bauman?

    La respuesta a esta interrogante es que dichos proyectos de investigacin sociolgica estn ms queausentes, en este sentido el trabajo que el lector tiene en sus manos trata de apuntar en esa direccin.En las pginas que siguen exploraremos la evolucin histrica, as como los retos y amenazas queenfrentan los intelectuales mexicanos para conservar la autonoma, la identidad y el papel crtico-legislador en un contexto de una fallida transicin democrtica.

    Segn Fernando Castaeda (2004), en Mxico la secularizacin del saber y la autonomizacin delos intelectuales han tenido sus particularidades. La cultura mexicana se emancip de la Iglesia,pero no del rey. El estado posrevolucionario mexicano no slo organiz a obreros, empresarios,campesinos y sectores populares, sino que tambin fue el organizador de la cultura y losintelectuales. La funcin de los intelectuales mexicanos, salvo contadas excepciones, no fue la dedar un nuevo fundamento a la vida pblica, sino la de racionalizar la poltica, la integracin yregulacin de los sectores populares al aparato estatal. Este papel lo jugaron las interminablesinterpretaciones histricas y filosficas de la revolucin mexicana (Castaeda, 2004:112).Castaeda observa que la relacin particular de la universidad con el Estado y los intelectuales serompe a partir del movimiento estudiantil de 1968. A partir de este momento el Estado modifica surelacin con la inteligencia: el Estado incorpora a los intelectuales no como conciencia moral ycrtica sino como expertos.

    a) La universidadAl igual que Castaeda, Roger Bartra (1993) examina el folclor de la inteligencia mexicana quediscurre en las universidades pblicas. Bartra destaca que la masa cultural que se encuentra en lasuniversidades son enormes conglomerados de fuerza burocrtica y poltica, que se asemejan a otrasinstancias de poder estatal, en donde campea la ineficiencia, la rebatinga por el hueso, la

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    corrupcin, el gigantismo, la ambicin y la burocracia Qu encuentra mal Zaid en laintelectualidad mexicana? Entre otras cosas, su apetito de poder, que utiliza su saber (o seudosaber)para acaparar parcelas del Estado y del poder. Le reprocha haber constituido una enorme, superfluay abominable bibliocracia: una verdadera republica de las letras muertas (Bartra, 1993:50).Segn Armando Gonzlez, autor del libro Que se mueran los intelectuales! (2005), el intelectual-socrtico-preguntn ha sido asimilado casi completamente por la academia platnica: la mayora delos intelectuales son celosos cancerberos de una especialidad que actan al interior de gremiosprofesionales y no pocas veces al interior de grupos de poder e inters. Adems, el intelectualacadmico suele ser un experto concentrado en su especialidad que ignora los desarrollos de otrasespecialidades. Las nuevas formas de reorganizacin acadmicas auspiciadas por el productivismo,la competencia y los incentivos para producir cantidad (no necesariamente calidad) han llevado alas ciencias sociales, por ejemplo, a una especializacin excesiva que evade los temas urgentes y segua por la demanda y los patrocinios. Adems de la lumpenizacin de la actividad investigadora:aislada, marginal y mal pagada.

    Por su parte, Mauricio Tenorio (2002) explica que la academia, tanto en Mxico como EstadosUnidos o Espaa, por citar algunos ejemplos, no mata al intelectual; slo lo ataranta. Pero la famapblica tambin. Si el trabajo del intelectual es pensar y dar sentido al presente e invitar a un futuro,tan mala o tan buena es la calle como la universidad. Tenorio no cree que la universidad sea unrefugio seguro y considera que es como un monasterio pobre y alejado al que la inteligencia dicequerer llegar. No hay mucha disimilitud entre lo que un intelectual puede decir fuera o dentro de laacademia. Ambos tipos de intelectual tienen poco tiempo para pensar y leer si lo que les interesa esdinero y fama.

    b) El mercadoDe acuerdo a Jos Joaqun Brunner (2002), la universidad pblica ha sido el ltimo bastin deresistencia, el hogar de una intelectualidad que se empecina por mantenerse al margen del mercado.El precio, sin embargo, ha sido alto. Bajas remuneraciones del personal; gradual prdida deprestigio y consistencia de los saberes tradicionales donde se producen valores espiritualesautnomos (filosofa, artes y letras, humanidades) y de las ciencias sociales; localismo yfolclorismo de una parte de esa vida intelectual protegida; semiproletarizacin de las capas de laintelligentsia que reclaman para s una industria protegida del Estado; dificultad de la universidadpblica para incorporar los nuevos modos de produccin; insensibilidad a los cambios en loscontextos de demanda e insistencia en orientar la produccin exclusivamente desde el lado de laoferta (Brunner, 2002:38).

    Las universidades pblicas han tenido que ingresar, desde hace algunos aos, al terreno de lo quealgunos especialistas norteamericanos han denominado como capitalismo acadmico:

    caracterizado por la exposicin de los docentes e investigadores a una competencia cada vez msintensa por recursos, a la medicin de la productividad y desempeo, a la participacin enconcursos y venta de servicios, y en general, a desarrollar actividades intelectuales de carcterempresarial. Con ello cambia tambin la percepcin de s mismos y la estilizacin de losintelectuales-acadmicos, cuyos productos tienen que ser valorados simultneamente en tresmercados. El mercado de los pares productores que confieren legitimidad, reconocimiento yprestigio; el mercado de la opinin pblica, articulado por grandes y pequeos medios decomunicacin y en torno a redes electrnicas globalizadas; y el mercado de usuarios delconocimiento avanzado, incluidos gobiernos y otros organismos pblicos, empresas y oficinasconsultoras, organismos internacionales y no gubernamentales. La universidad deja as de ser unhogar protegido y se transforma, para el intelectual, en una prolongacin del mercado; una entidad,por lo mismo, arrollada por las fuerzas de la competencia (Brunner, 2002:39).

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    Ahora bien Cules son los precios de la vida intelectual en Mxico? Cunto pagan la academia ylos medios de comunicacin a los intelectuales? A continuacin una lista de precios que recab larevista Nexos durante el primer semestre de 2002, que habra que actualizar en el sexenio delNuevo PRI, es decir, para el periodo 2012-2018.

    Lo que paga la academia Un intelectual que se contrata de tiempo completo en la academia puede ganar entre 22,000y 30,000 pesos libres. Puede adems estar inscrito en el Sistema Nacional de Investigadores: entre 1 y 5 salariosmnimos de sobresueldo, segn su rendimiento. Como investigador en proyectos financiados con recursos externos a la institucin dondetrabaja un acadmico puede tener contratos de entre 3 y 6 meses con pagos que fluctan entre 5,000y los 60,000 pesos mensuales libres. Las peores remuneraciones en la vida intelectual acadmica son las que se obtienen por darclases a destajo. Las universidades privadas pagan 300 pesos por clase de posgrado, 200 por clasede maestra y 100 por clase de licenciatura.

    Lo que paga la prensa escrita Los sueldos promedio por una colaboracin en una revista semanal o mensual son de 1,000 a3,500 pesos. El financiero: entre 500 y 1,000 pesos por artculo. La jornada: entre 1,000 y 2,500 por artculo. El universal: hasta 4,000 por artculo. Reforma: entre 1,000 y 20,000 por artculo.

    Lo que pagan por conferencias Intelectuales, escritores y acadmicos de prestigio pueden cobrar por conferencia entre40,000 y 100,000 pesos. Hay tambin pagos que oscilan entre los 5,000 y los 20,000 pesos.

    Lo que pagan la radio y la televisin En la radio por un comentario se pagan de 700 a 2,000 pesos y por un programa semanal35,000 pesos. En la televisin por comentario de un minuto se pagan de 500 a 5,000 pesos y por un programasemanal: 10,000 a 50,000 pesos por programa.

    c) Los medios de comunicacinLos cambios que han experimentado las universidades, como espacios de reflexin y crtica, ascomo la presencia cada vez ms creciente que han adquirido los medios de comunicacin hapropiciado el caldo de cultivo para que prolifere el intelectual pblico que tanto preocupa aSubirats. La televisin, por ejemplo, se ha erigido en el alter-ego por excelencia (o atraccin fatal?)de muchos intelectuales.

    De acuerdo al analista Ral Trejo Delarbre (2002), los intelectuales y los medios de comunicacinsuelen tener una relacin de atraccin y desconfianza mutuas:los medios acostumbran buscar especialistas que confieran credibilidad al comentario de losasuntos ms diversos, pero recelan de las parrafadas que propinan no pocos escritores y profesores ala menor interpelacin. Los intelectuales tienen el privilegio de ser invitados a opinar acerca deasuntos que les interesan y se benefician de la presencia pblica que les otorgan los medios, aunquecon frecuencia malician del tratamiento que pueden recibir sus palabras. Medios e intelectuales se

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    convalidan y aprovechan unos de otros () independencia y prestigio quedan en la balanza frente ala capacidad de propagacin que tienen los medios () todo compromiso implica oportunidad ycompromiso. Difundir en televisin o radio las ideas que de otra manera quedaran confinadas allibro o el saln de clases permite ampliar su propagacin para que acaso sean ms tiles. Pero esosmedios imponen formatos y condiciones y no admiten ms que exponer unas cuantas tesis que amenudo sern entendidas parcial o torcidamente (Trejo, 2002: 51,52).

    Una diversidad de intelectuales que en otras pocas cargaron credenciales de izquierda ycriticaron duramente la dictadura perfecta, aparecen en la dcada de los noventa comodemcratas de una supuesta transicin a la democracia, desechan sus credenciales de izquierda yse mueven como trapecistas al centro de la geometra poltica; cuando el marxismo entra en crisisy se declara el fin de las ideologas comunistas, un gran nmero de intelectuales cambian deidentidad y se convierten en comentaristas de Televisa y TvAzteca en calidad de agoreros de lacatstrofe populista, idelogos de los gobiernos panistas y maquillistas del Nuevo PRI, en uncontexto donde las miserias y agonas del intelectual son la moneda corriente de una supuestanormalidad democrtica.

    Miserias y muertes de la intelectualidad mexicanaCmo se manifiestan las miserias del Homo intelectus mexicanus?, Cmo se detecta lapodredumbre del medio intelectual?, Cuntas formas de morir tiene el intelectual para acabarconsigo mismo?, De qu esta hecha la daga para llevar acabo el intelecticidio? No han sido pocoslos periodistas culturales que han hecho necropsias para dictaminar las causas que han provocado lamuerte de la intelectualidad mexicana. Este ltimo apartado examinar algunas manifestacionessobre la agona y extincin del intelectual tradicional que algunos autores han venido advirtiendodesde hace algunos aos, as como el auge del experto o tecncrata en el contexto de los ltimosgobiernos neoliberales priistas y panistas.

    Lo que sugiere el periodista cultural Armando Gonzlez en Que se mueran los intelectuales!(2005), por ejemplo, es que:el campo de la cultura y del intelecto no ha sido inmune a las pasiones polticas, a las modas o alsonido del dinero y, muy a menudo, la sinrazn, la frivolidad y la mentira se han incubadoprecisamente en quienes se supone tienen un compromiso profesional con la verdad, la sensibilidady la inteligencia () los intelectuales, al menos los que dominaron la imaginacin y el debatepblico en el siglo XX, se estn muriendo: unos mueren de muerte natural, al cambiar el entornoque produjo su florecimiento, y otros se suicidan al abjurar de sus propios valores (Gonzlez,2005: 8,35).

    Para el autor de Las guerras culturales de Octavio Paz (2002) han sido muchas las manerasmediante las cuales los intelectuales han atentado contra s mismos y vulnerado su prestigioprofesional: cuando se han envuelto en banderas universales para defender intereses particulares;cuando critican todos los fueros y privilegios, excepto los suyos; cuando adoptan el clich u opinande acuerdo al gusto de sus patrocinadores; cuando practican la hipocresa y la melcocha para ganaraplausos de la tribuna. Por su parte, el libro Codicia e intelectualidad (2004), de Vctor Roura,coincide con la autopsia anterior:la codicia ha sido la constante de nuestra intelectualidad, pero a la hora de justificar susproximidades con el poder, sus contubernios para obtener beneficios del Prncipe, sus discursosdeslavados para apoyar a tal o cual poltico o sus silencios cmplices ante los atropellos de unrgimen autoritario como el que padecimos durante dcadas () ah quedan los devaneos de CarlosFuentes con el presidente Luis Echeverra, las contradicciones de Octavio Paz, las mentiras deHctor Aguilar Camn y el grupo Nexos, el cinismo de Jaime Sabines, las transas de los concursosliterarios y un interminable etctera de corruptelas y ambiciones (citado por Cansino, 2005:5).

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    Para el exdirector de Metapoltica, Csar Cansino (2002), los intelectuales fueron fundamentales enla conformacin de instituciones culturales y del propio Estado nacional. Sin embargo, durante elsiglo XX, la agenda cultural del pas trmino siendo monopolizada por un grupo de intelectuales alservicio del poder y se generaron las formas ms sutiles de cooptacin silenciosa. Salvo honrosasexcepciones, la clase ilustrada del pas creci a la sombra del poder, a cambio los intelectuales seconvirtieron en idelogos del gobernante en turno o del partido oficial (Cansino, 2002:44).

    Ese grupo de intelectuales, que Gramsci describira como orgnicos, y que Cansino acusa de habersecuestrado el gora y seguir conservando inclumes las mismas reglas clientelistas y cultivado unarelacin perversa con el Prncipe, han tenido una conducta reprobable. Cansino ve en los gruposNexos (cuyo alter ego fue Carlos Salinas de Gortari) y Vuelta (reencarnada en Letras libres) comolos nuevos mandarines intelectuales. Cansino identifica a Jos Woldenberg, como el responsable dehaber dirigido el escandaloso video de la democracia mexicana, Mxico: la historia de sudemocracia, y argumenta que si el antiguo rgimen se estaba modernizando, no haba razn algunacomo para que estos intelectuales no se acercaran al Prncipe, sin embargo, esa proximidad pona encuestin su independencia y credibilidad, porque no se puede cruzar el pantano sin ensuciarse elplumaje.

    Por su parte, el fallecido Carlos Monsivais (1997), lamentaba el ocaso del intelectual pblico, quese debe entre otras razones, a la perdida de centralidad proftica, el declive del ethos de serconciencia nacional, la democratizacin de la lectura de los grandes escritores, el xito de latelevisin, el desprestigio social del marxismo, la moda de hacer posgrados en el extranjero, laespecializacin acadmica y la cacera neoliberal del pensamiento de izquierda. Sin embargo,Monsivais confaba en que el intelectual ser insustituible por algn tiempo en el paisaje sociallatinoamericano (Monsivais, 1997:476-479).

    Otra lectura necrolgica que se suma a las anteriores es la que realiza Roger Bartra (1997). Deacuerdo a Bartra, los intelectuales viven la pesadilla de ser:devorados por la modernidad, de la misma manera en que Saturno devora a sus hijos. Losintelectuales, temidos y mimados por los poderosos, con frecuencia perseguidos, consumidos porquerellas y envidias, estn siendo desalojados de la historia por las mismas fuerzas que elloscontribuyeron a alumbrar: la democracia, la tecnologa, la utopa socialista y el mercado (Bartra,1997:481).

    Una de las fuerzas que contribuye a la perdida de influencia del intelectual es la ideologa delmercado o pensamiento nico, que se difunde desde las universidades norteamericanas en los aosochenta del siglo pasado y penetra en los economistas tercermundistas que realizan estudios deposgrado en dichas universidades. En este contexto surge el experto o tecncrata, figurapreocupada por brindar los medios cientfico-tcnicos necesarios para llevar a cabo los fines ypropsitos de las elites econmicas de los pases en vas de desarrollo como Mxico.

    El trmino experto contrasta con la de intelectual por varias razones y posee una historia bastantems corta, tpicamente del siglo XX. Aunque individuos caracterizados como expertos han existidodesde mucho antes, la utilizacin del trmino se generaliz particularmente luego de la segundaposguerra bajo el influjo de las ciencias sociales norteamericanas. Los expertos modernos suelen serlos tcnicos, los especialistas que trabajan en y para el Estado, y ms recientemente para las ONG, ylos organismos internacionales. Si la figura del intelectual remite a un tipo de formacin general,que puede o no tener a la universidad como mbito principal de accin, la figura del experto evocaespecializacin y entrenamiento acadmico (Neiburg y Plotkin, 2004:15).

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    La presencia de economistas, por ejemplo, formados en los Estados Unidos (Harvard, Yale,Chicago y el Instituto Tecnolgico de Massachussets) en los gobiernos de los pases en vas dedesarrollo es hoy asombrosamente poderosa. Estos tecncratas formados en el extranjero suelencompartir un marco cognitivo comn y un conjunto de suposiciones y directrices (una ideologacomn) con los formuladores extranjeros de polticas y con los financieros internacionales. En losaos ochenta y noventa los economistas formados en los Estados Unidos adquirieron importanciaen cada una de las ramas de la elaboracin de polticas econmicas mexicanas (Babb, 2003:27).A los presidentes recientes y a sus gabinetes se les identifica con un grupo y una forma de ejercer elpoder que es el de la tecnocracia. Por su presentacin, vocacin, objetivos y forma de actuar, eltecncrata se encuentra en las antpodas respecto del intelectual. Los verdaderos intelectuales son,aun sin proponrselo, antagonistas de los tecncratas y de los hombres de poder en general. Adiferencia del tecncrata, el intelectual no tiene como razn de ser la racionalidad administrativa ninecesita tener el poder para llevar adelante su tarea; al contrario, el poder lo anula. El intelectual, sies experto en algo, lo es en sentido contrario al tecncrata, pues es experto en ideas generales, muyelaboradas y en torno a valores (Meyer, 1995:78,79).

    A manera de conclusinEn los aos cincuenta del siglo pasado cuando el mundo estaba dividido entre dos grandesideologas y sistemas polticos, un intelectual liberal como Raymond Aron dio a conocer su libro Elopio de los intelectuales (1955), donde denunciaba el uso de la clsica divisin entre derecha eizquierda y los mitos del marxismo ortodoxo. En ese contexto se llevaron acabo congresos deintelectuales liberales y conservadores para analizar el ocaso de las ideologas, al mismo tiempose reivindicaba el modelo de intelectual desideologizado y ajeno a las pasiones polticas que DanielBell y otros pensadores denunciaban como vicios en la intelectualidad marxista de aquella poca.De hecho, el opio de los intelectuales, fue un diagnstico liberal sobre las ideologas comoestupefaciente que llevaba a la manipulacin y aniquilacin de las masas. Las terribles experienciasblicas y totalitarias vividas a travs del nazismo, el fascismo y el socialismo sovitico, abonabanpara defender la tesis del fin de las ideologas. Un clich que Francis Fukuyama revivira aprincipios de los noventa para celebrar el desplome del socialismo sovitico y el triunfo de lademocracia capitalista de ascendencia norteamericana. La lectura del marxismo vulgarizado, deacuerdo al diagnstico liberal era que ste comparta muchos rasgos con la religin. Si Marx habaafirmado que la religin era el opio del pueblo, intelectuales liberales como Aron, no tardaron enaplicar la misma tesis a las entraas sociolgicas del marxismo de talante dogmtico.

    Cincuenta y siete aos despus de que Aron diagnosticara el papel de los intelectuales comoidelogos, nos encontramos ante un panorama desolador no slo para intelectuales marxistas, sinotambin para neoliberales y socialdemcratas. El mundo ha cambiado demasiado, dicen losposmodernos como para seguir utilizando las categoras polticamente correctas de izquierda yderecha. Los cambios que experiment el mundo en las ltimas dcadas del siglo XX, no cuadrancon esa vieja divisin originada en Francia. La deconstruccin de la modernidad (ontologa,epistemologa y axiologa), as como la globalizacin neoliberal, la sociedad de consumo y lapreponderancia cada vez mayor de los medios de comunicacin han resquebrajado la imagenautorreferencial que tenan los intelectuales de si mismos. En consecuencia, algunos autores hanproclamado la agona y muerte del intelectual ilustrado (entindase al crtico-utpico, y no tanto elliberal-conservador), mientras que otros han propuesto un cambio de funciones, es decir, abandonarel rol de legisladores y asumir el rol de interpretes en un mundo cambiante, complejo,multicultural y cada vez ms globalizado.El objetivo de este trabajo no ha sido ofrecer recetas marxistas, liberales o socialdemcratas y decirque los intelectuales vayan por esta o aquella direccin, porque lo que necesitamos son preguntas yno respuestas para poner las bases de una sociologa de los intelectuales. Al plantear preguntasresponderemos a los retos que entraan las amenazas y muertes de los hijos de una modernidad

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    hoy cuestionada: Qu est pasando con la intelectualidad norteamericana, europea, asitica ylatinoamericana?, Cmo aplicar la imaginacin sociolgica al estudio de la intelectualidadmexicana?, Cmo se vive su ocaso en los estados, universidades y centros de investigacin delpas?, Cmo han reaccionado a las difciles condiciones que ha impuesto el Estado neoliberal?,Cmo desarrollan su funcin de idelogos y expertos en gobiernos de derecha e izquierda, ascomo en una diversidad de movimientos sociales?, Cmo se relacionan con la cultura popular ylos medios de comunicacin?, Qu hay de las mujeres en los an masculinizados mundos del artey de la ciencia?, Qu tipo de relacin construirn los intelectuales con el gobierno de Enrique PeaNieto? Necesitamos investigacin emprica para desechar o confirmar las lecturas necrolgicas deesta rara avis que algunos autores han declarado como una especie en peligro de extincin.

    Los y las intelectuales no son un colectivo como los sindicatos, y por razones biogrficas y demodus operandi, es difcil meterlos en una clasificacin que haga abstraccin de una diversidad decircunstancias histricas, gnero, filiaciones y fobias polticas. El reto de estudiar a los intelectualesimplica el anlisis de cuestiones intergeneracionales, porque no se sabe bien a bien qu va a pasaren Mxico cuando muchos acadmicos abandonen la universidad como consecuencia delenvejecimiento demogrfico Cmo contrarrestar los embates del pensamiento nico y la pirotecniaposmoderna? En ese sentido las prximas dcadas sern decisivas para confirmar o desechar lasteoras posmodernas de la intelectualidad mexicana.

    No ha sido intencin de este trabajo encontrar el Hilo de Ariadna que de con la salida del laberinto,slo pretendemos justificar la necesidad de una especialidad acadmica en una poca compleja llenade amenazas dada la falta de inters e imaginacin sociolgica. Vivimos en una sociedad globaldonde la ciencia (as como el campo del arte) sin autonoma se vuelve cada vez ms peligrosa; portanto, es hora de que los intelectuales tengan en la sociologa de los intelectuales un satlite quevigile e investigue los peligros potenciales que presentan cuando han perdido las coordenadas deuna modernidad mexicana posbicentenario carente de redefinicin y espritu socrtico.

    LITERATURA CITADA

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    Alberto Valdes CobosDoctor en Ciencias Agrarias por la Universidad Autonoma Chapingo (UACh). Realizo sus estudios delicenciatura y maestra en Sociologa Rural en la UACh. Actualmente es profesor-investigador de tiempocompleto del Departamento de Estudios Culturales, Demogrficos y Polticos de la Universidad deGuanajuato, campus Celaya-Salvatierra. Ha publicado una diversidad de artculos de temtica sociolgica. Esmiembro del Cuerpo Academico en Formacin: Gnero y polticas pblicas para el desarrollo social yhumano. Correo electronico: [email protected]

    Teodora Hurtado SaaLicenciada en Sociloga desde 1996 por la Universidad del Valle, Cali, Colombia. Maestra en Poblacin conEspecializacin en Poblacin y Salud desde 2005 por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales(FLACSO), Mxico. Doctorado en Estudios Sociales en la Lnea de Estudios Laborales desde el 2011, por laUniversidad Autnoma Metropolitana (UAM), unidad Iztapalapa. Principales lneas de investigacin: Gneroy Polticas Pblicas; Movimientos Sociales y Poblacin; Poblacin y Salud; Gnero, Migracin Trabajo ySexualidad; Trabajo No Clsico e Identidades tnicas/Raciales. Profesora Asociada Tiempo Completo de laUniversidad de Guanajuato, campus Celaya Salvatierra.

    Roco Rosas VargasDoctora en Ciencias con especialidad en Desarrollo Rural (rea de Ciencias Sociales) por el Colegio dePostgraduados. Especialidad Gnero: Mujer Rural. Maestra en Ciencias en Sociologa Rural por laUniversidad Autnoma Chapingo y Licenciada en Historia por la Universidad Autnoma de Baja California.Actualmente es Profesora Investigadora de la Universidad de Guanajuato en el Departamento de EstudiosSociales, campus Celaya-Salvatierra. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores y es profesora conperfil PROMEP. Tiene ms de 13 artculos publicados en revistas arbitradas especializadas, as comocaptulos de libros publicados en varias instituciones acadmicas del pas. Ha impartido talleres con

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    perspectiva de gnero en diversos ayuntamientos de Michoacn y Sinaloa. Responsable del CuerpoAcadmico: Gnero y polticas pblicas para el desarrollo social y humano.