utem jorge callejas ualer

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MARGINALIDAD Y DEMOCRACIA Dando por conocidas las limitaciones y defi-ciencias del concepto de democracia en sus defini-ciones clásica griega o de la Roma republicana, como también de sus continuadoras reales en las Cons-tituciones más modernas, podemos determinar cómo la marginalidad es el criterio de la ineficiencia socio-política de las democracias formales. La “Universidad Abierta Luis Emilio Recabarren” presenta bajo el título inicial una doble aplicación y análisis del criterio de marginalidad: El primero es el de su propia marginalidad en el marco académico nacional. Esto es en cuanto: No exige requisitos académicos previos ni discri-mina a sus postulantes de ingreso, En que sus cursos son gratuitos, En que sus docentes y administradores ejercen voluntariamente pro bono, En que su gestión se realiza a través de orga-nizaciones sindicales y vecinales, En que sus estudiantes participan en la gestión a través de delegados de curso conjuntamente con los docentes, Y en que su propósito a mediano plazo es alcanzar – mediante Planes de Estudio coherentes – algún grado de validación acreditada. No tiene otros sostenedores que sus integrantes y no recibe aportes que puedan significar el condicionamiento de sus metas y gestión. Su corta trayectoria de cuatro años, no ha estado libre de dolores de parto y crecimiento. Sin em-bargo su gestión se hace más firme y sus metas socio-políticas, más definidas. Lo anterior es la forma de esta Comunidad. Su propósito es entregar herramientas culturales siste-matizadas que permitan a sus estudiantes y profesores superar deficiencias educativas formales. Básicamente adquiriendo una visión integral y crítica del capital cultural de la sociedad en la que participa y ejercer en forma más libre e informada sus posibilidades de acción ciudadana. Es decir por extensión, denunciar y combatir la marginalidad cultural en una sociedad donde la educa-ción es una mercancía dirigida a perpetuar la domina-ción cultural y técnica por el capital. El segundo análisis de marginalidad es el que atiende no solamente a la no pertenencia directa a la estructura económica de su sociedad, sino también a la situación de alienación progresiva, tanto económica, social y cultural, para amplios

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MARGINALIDAD Y DEMOCRACIA

Dando por conocidas las limitaciones y defi-ciencias del concepto de democracia en sus defini-ciones clásica griega o de la Roma republicana, como también de sus continuadoras reales en las Cons-tituciones más modernas, podemos determinar cómo la marginalidad es el criterio de la ineficiencia socio-política de las democracias formales.

La “Universidad Abierta Luis Emilio Recabarren” presenta bajo el título inicial una doble aplicación y análisis del criterio de marginalidad:

El primero es el de su propia marginalidad en el marco académico nacional. Esto es en cuanto:

No exige requisitos académicos previos ni discri-mina a sus postulantes de ingreso,

En que sus cursos son gratuitos, En que sus docentes y administradores ejercen

voluntariamente pro bono,En que su gestión se realiza a través de orga-

nizaciones sindicales y vecinales, En que sus estudiantes participan en la gestión

a través de delegados de curso conjuntamente con los docentes,

Y en que su propósito a mediano plazo es alcanzar – mediante Planes de Estudio coherentes – algún grado de validación acreditada.

No tiene otros sostenedores que sus integrantes y no recibe aportes que puedan significar el condicionamiento de sus metas y gestión.

Su corta trayectoria de cuatro años, no ha estado libre de dolores de parto y crecimiento. Sin em-bargo su gestión se hace más firme y sus metas socio-políticas, más definidas.

Lo anterior es la forma de esta Comunidad. Su propósito es entregar herramientas culturales siste-matizadas que permitan a sus estudiantes y profesores superar deficiencias educativas formales. Básicamente adquiriendo una visión integral y crítica del capital cultural de la sociedad en la que participa y ejercer en forma más libre e informada sus posibilidades de acción ciudadana.

Es decir por extensión, denunciar y combatir la marginalidad cultural en una sociedad donde la educa-ción es una mercancía dirigida a perpetuar la domina-ción cultural y técnica por el capital.

El segundo análisis de marginalidad es el que atiende no solamente a la no pertenencia directa a la estructura económica de su sociedad, sino también a la situación de alienación progresiva, tanto económica, social y cultural, para amplios sectores de la población – incluyendo capas medias no privilegiadas - de los su-puestos “beneficios” de lo que algunos interesados

creativos socio-políticos han dado en llamar “sociedad globalizada”.

Entendemos aquí por alienación la pérdida de valores, metas y costumbres propios coherentes con la existencia social de los sectores laborales y marginales, la aceptación pasiva de seudo-valores socio-políticos, hábitos de consumo de alimentos y vestuario, de uso de espacios públicos y medios de educación y esparcimiento, impuestos o tolerados por sectores sociales o estructurales dominantes.

En efecto, desde el término de la II Guerra Mundial con sus secuelas de Guerra Fría, guerras “limitadas” o simplemente represivas, etc., la margi-nalidad propia de las “democracias” formales - y en algún grado también en los llamados “socialismos reales” - de sectores colonizados o sometidos, rurales, minorías étnicas, culturales, disidentes religiosos o políticos, etc., se ha ampliado a los crecientes migrantes a las ciudades, a los desocupados y/o obsoletos en el desarrollo tecnológico impuesto por los inversionistas del capital.

El paso de sociedades con resabios estruc-turales y culturales propios de su raigambre feudal agraria a sociedades industriales de base urbana y financiera, hizo difícil desde sus inicios el que los sectores menos educados pudieran levantar conduc-tores socio-políticos propios.

Debieron así entregar la conducción de sus expectativas y acciones a representantes y líderes más educados, provenientes de capas sociales superiores modestas o depauperadas con algún grado de sensi-bilidad social, que vieron en su educación la mejor posibilidad de existencia social.

En la mayoría de los casos, estos dirigentes desarrollaron sus ocultas ambiciones de poder admi-nistrativo y político. Pudiendo lograr a través de plan-teamientos demagógicos y populistas – incluso con altibajos y vaivenes – una base de poder de movi-lización y electoral. Manteniendo así a sus represen-tados en la ignorancia de su problemática real y posibilidades de acción, para perpetuarse en lo que sin pudor se reconoce así misma como la “clase política”.

La alienación socio-política – basada en la coerción económica y cultural, sumada a la represión política - hace que el marginal no entienda otra forma de administrar la sociedad que la impuesta por la dominación y la apoya o se abstiene en forma pasiva de participar civilmente.

Si tiene algún grado de conciencia de su dominación tiende a expresarse en rebeldías anar-quizantes o incluso evasivas (indiferencia, abstención, hooliganismo, delincuencia, religiones, etc.).

Marx decía “la libertad es la necesidad hecha

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conciencia”. Interpretémoslo: Si no existe conciencia de la necesidad y de los modos posibles de satisfacerla, el hombre es esclavo de ella y no puede escoger sus modos de acción. Adaptando de Lukacs: “La libertad comienza con la práctica liberadora”.

Esta dependencia económica y cultural de los sectores laborales y del “ejército de reserva” de mar-ginales no directamente incorporados a la estructura productiva, se ve todavía incrementada por el reclu-tamiento por el capital de administradores y técnicos educados y competitivos asalariados como los instru-mentos de su dominación y así mejor recompensados.

El “ejército de reserva” constituye el grueso de los “excedentes de población” que el Mariscal inglés Kitchener consideraba útil deshacerse en la guerra de trincheras de la I Guerra Mundial. El mismo Kitchener de los campos de concentración y matanzas de prisio-neros y civiles en la guerra de los Boers.

Se suman al nuevo escalafón del capital los diri-gentes y representantes vergonzantes de los sectores laborales y su “reserva”, en olvido de sus posiciones populistas, ya devenidos en pragmáticos o “realistas”.

Otro síndrome dañino al desarrollo socio político de los sectores laborales menos conscientes de sí mis-mos es el del oportunismo de algunos de los sectores de la economía, convertidos en determinantes del in-greso nacional, los del Cobre en Chile y recientemente los de los productos agrícolas en Argentina.

En el caso chileno se olvida que el cobre se nacionalizó para subvencionar los sectores más débiles de nuestra economía y no para el beneficio directo y enormemente desproporcionado de sus ocu-pados directos.

Si los empresarios privados del cobre así obtu-vieren ganancias mayores, estas deben ser tributadas mayormente en beneficio del total del país.

Estas aristocracias obreras como grupos de presión se equiparan entonces con los ya mostrados administradores de la dominación capitalista.

Se ha conformado así una mesocracia adscrita a la hegemonía económica y cultural del capital. Conjuntamente con la alta burocracia estatal y los ad-ministradores y técnicos de las empresas del Estado, los administradores de los intereses del capital buscan disfrutar y perpetuar sus ventajas relativas y en lo po-sible mejorarlas.

Podemos preguntarnos: ¿Cuál es la importancia real en números de estos sectores, para su evaluación electoral? Para responder a ello debemos hacer otra consideración y es la referente a la composición de la población activa.

En las actuales sociedades industriales mayor-mente urbanas y de organización financiera, aproxi-

madamente un tercio está ocupado en la producción de bienes y servicios primarios generadores de riqueza y mantenedores de la fuerza de trabajo como la educación y la salud.

Otro tercio está en los servicios secundarios: comercio, transporte, administrativos del Estado, Fuer-zas Armadas, etc.

El tercer tercio lo forman sectores pobres de economías informales y de servicios terciarios: admi-nistradores financieros, medios de comunicación, publicistas, espectáculos, deportistas profesionales, servicios personales de todo tipo, etc.

Es decir, si sumamos a esta mayoría de la población activa - aplastando a los legítimos creadores de la riqueza - a las masas de pensionados y subsidia-dos por pobreza irredimible, comprenderemos el grado de explotación al que es sometido el sector primario para mantener con la plusvalía generada al resto.

Con las enormes diferencias de los ingresos de los sectores privilegiados del sector terciario, los que pueden llegar hasta quinientas veces de un salario mínimo y mil trescientas pensiones solidarias. Qué decir entonces de la farándula de la TV y estrellas del “deporte” y su corte de …. cortesanas.

Mientras los sectores de menores ingresos deben gastarlos principalmente en medios de subsistencia primarios, los sectores de ingresos abul-tados gastan mayormente en suntuarios de importa-ción o en el exterior.

Esto mantiene un mercado interno restringido con menores posibilidades de crecimiento o compe-tencia con el exterior, perpetuando, el subdesarrollo de la economía y el de los sectores vinculados a la producción básica.

Supuestamente, la posibilidad de corrección de esta situación de irracionalidad se encuentra en su misma ineficiencia en proporcionar grados relativos satisfactorios de bienestar social.

Sin embargo lo irracional no solamente puede llevar el germen de lo racional, sino frecuentemente la semilla del caos.

Solamente una comprensión de la necesidad de readecuación de los valores y normas sociales per-mitiría una corrección de estructuras culturales a través de la participación responsable en tales decisiones.

Se dice “la revolución es el opio de los intelectuales”. Pero las reformas necesarias ¿podrán ser impulsadas e implementadas por sectores interesados en mantener sus privilegios?.

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Y a todo esto nos hemos acostumbrado a considerarlo normal, decente y hasta meritorio.

¿Quién le pone el cascabel al gato, otros que los mismos ratones?. Si se atreven a desafiarlo porque este gato no se duerme.

Pero el cascabel es la educación liberada del mercantilismo de su entrega y objetivos vigentes, y deben usarlo los ratones dormidos.