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GONZALO PEREZ VALENCIA

COOPERATIVISMO Y ECONOMA SOLIDARIA EN COLOMBIA: TEROS EN EL SIGLO XXI

PEDAGOGIA DE UNA CRISIS Y DERRO

EDICIONES COOPETROL AO 2.000

A lig ia mara, mi co mpaera, por h aber entendido la neces idad de este libro.

AGRADECIMIENTOS 1. A Mis hijos, Daniel y Juliana, que comprendieron desde el asombro, las p rivaciones econmicas que les trajo el hecho de que me sentara a tiempo completo, a escribir este libro. 2. A mis compaeros de la Escuela Iberoamericana para el Desarrollo de la Eco noma de Solidaridad y Trabajo, ECOIBEROAMERICANA, Oswaldo, Sol Bibiana, Miguel, A lvaro, Leonel, Wilson, Dolly, Gonzalo, Mario, que en cada cita-almuerzo en el V ersalles, soportaron los discursos que la soledad jalonaba mientras haca este tr abajo. 3. A muchos otros amigos y entidades de Economa Solidaria que, de una u otra forma, me aportaron ideas y nimo para elaborar el texto. 4. A la CAJA COOPERATIVA PETROLERA COOPETROL-, por su decisin de incursionar en la empresa de difundir el pensamiento que trata del Cooperativismo y la Econ oma Solidaria, publicando esta obra.

PRESENTACION INSTITUCIONAL DEL LIBRO

El trabajo de un intelectual no consiste en modelar la voluntad poltica de los dems , sino en interrogar de nuevo las evidencias y los postulados, cuestionar los hbi tos, las maneras de hacer y de pensar, disipar las familiaridades admitidas, ret omar la medida de las reglas y las instituciones a partir de esta re-problematiz acin (en que l se juega su oficio especfico de intelectual) y ello a travs de los anl isis que lleva a cabo en los terrenos que le son propios, y, en fin, participan do en la formacin de una voluntad poltica (desempeando su papel de ciudadano). Michel Foucault Saber y Verdad

PREAMBULO NECESARIO La tarea de decir la verdad es un trabajo sin fin: respetarla en su complejidad e s una obligacin de la que no puede zafarse ningn poder, salvo imponiendo el silenc io de la servidumbre. Michel Foucault Al finalizar siglo XX, se plantea, a manera de coincidencia histrica en el mbito mundial, la presencia abierta de una crisis en el ltimo paradigma capitalista: EL

NEOLIBERALISMO Y SU ESTRATEGIA BSICA, LA GLOBALIZACION. Las razones de esta cris is son de ndole poltica, ideolgica, cultural, social, econmica, ecoambiental, pero t odas ellas convergen para identificar un agotamiento evidente de los modelos de desarrollo que se han configurado desde las perspectivas de esta propuesta, en t odos los pases del mundo. Pero esta crisis no est dando cuenta, nicamente, de las fisuras o resquebrajamient os significativos en las variables macroeconmicas nacionales y universales, que a l final de cuentas no dejan de ser sntomas estructurales del capitalismo, sino qu e est poniendo de presente las negatividad de los indicadores ligados ntimamente al desarrollo de las necesidades y los derechos fundamentales de todos los que h abitamos el planeta tierra. Desempleo, pobrezas, descomunizacin de las agrupacio nes sociales, desbarajuste de los aparatos productivos nacionales, para abrirle paso a al empresarialismo multinacional; violencia, exclusiones y marginalidades de todo orden, explotacin irracional de los recursos no renovables, insustentabi lidad del desarrollo social y econmico, y otras manifestaciones no menos dramticas , todas ellas relacionadas con la felicidad humana, sobrepasan, con creces, todo s los clculos que las distintas formas conocimiento haban formulado crticamente res pecto a las perspectivas de futuro del modelo capitalista; pero as mismo, los fenm enos negativos del desarrollo social y econmico, espiritual y cultural, del capit alismo, desmienten las promesas que desde la estructura terica e ideolgica ha hech o a travs del tiempo la cultura capitalista. Segn lo anterior, es claro que se est ante una crisis, o mejor, ante LA CRISIS de la civilizacin liberal que ha dominad o en los ltimos dos siglos. Ahora bien, esta coincidencia histrica est siendo aprovechada para sacar a relucir patochadas milenaristas, cuyo propsito no es otro que el de tratar de ocultar el s ignificado de la Crisis del modelo global capitalista, buscando generar un nuevo respiro para este agotado modelo socioeconmico, que centrado sobre el intercambi o capitalista, ha echado por la borda cualquier posibilidad, entre otras muchas cosas, de construir unas sociedades mas justas y equitativas, en donde la Econo ma este orientada hacia la satisfaccin incluyente de las necesidades bsicas y super iores de todas las personas y de toda la persona; de crear sistemas sociales en los cuales la poltica funcione como un espacio de participacin comunitaria real pa ra la toma de las decisiones fundamentales de los hombres y mujeres que se congr egan en las naciones y en los colectivos comunitarios; de elaborar propuestas so cietarias en donde la cultura se desarrolle como la manifestacin de la diferencia y el pluralismo y la satisfaccin de la necesidad de entender y explicar el mundo y la vida; y erigir una estructura comunitaria en la cual la organizacin social opere mediante estructuras de participacin democrtica, tramadas en una red de li bertades sin fisuras ni exclusiones. Con base en los anteriores planteamientos, el presente libro quiere iniciar su d esenvolvimiento conceptual y analtico, resaltando la existencia de la coincidenci a antes definida, pero sealando que la crisis es cierta en toda la estructura del modelo capitalista (ya el socialista estatal ya la tuvo), y que por lo tanto, c ubre experiencias como las que aplican los Movimientos Cooperativo y de la Eco noma Solidaria en el momento actual, no solo en Colombia sino casi todos los pases de la rbita del capitalismo globalizante, involucrndolos en esa crisis, y por lo mismo, provocando el desenvolvimiento, a su vez, de un proceso de dificultades q ue los coloca frente a una prdida de su vigencia histrica como propuestas alterna tivas, de carcter autogestionario y asociativo. Esta situacin amerita, entonces, que desde una perspectiva acadmica y poltica, los intelectuales implicados y articulados con estos fenmenos de organizacin cooperati va y solidaria, jalonen un trabajo tendiente, por un lado, a realizar una evalua cin drstica de la crisis particular que como movimientos les ha correspondido vivi r; y por otra parte, y desde la pedagoga que est comprometida en la crisis, avanza r en el sealamiento de los derroteros a seguir a partir del ao 2.000; no porque el cambio de siglo genere en s mismo modificaciones en la vida de los pueblos y las comunidades, y en los movimientos sociales, sino porque as como en el contexto u niversal se ha presentado una coincidencia histrica que ha hecho converger una Cr isis estructural del modelo capitalista con la culminacin de un siglo y un mileni

o, y el comienzo de otros nuevos, en la vida cooperativa, y por ende en la Econ oma Solidaria, ha hecho tambin presencia, con sus especificidades, la misma coinci dencia que obliga a pensar los caminos a seguir para reconstruir el Cooperativis mo y fundar la Economa Solidaria en el pas, as como en el resto de Amrica Latina, ah ora cuando iniciamos el siglo XXI y el Tercer Milenio de la humanidad. En este orden de ideas, este libro se propone abordar dos frentes de anlisis y re flexin: uno de ellos es el que est relacionado con la crisis en la cual el movimie nto cooperativo nacional se ha visto sumergido en los ltimos tres aos, la cual ha creado una serie importante de dificultades manifestadas no slo en liquidacin e in tervencin de las ms representativas organizaciones del cooperativismo financiero, sino en incorporaciones, oficializacin, fusiones e inactivacin, de otras tantas enti dades, incluidos los bancos cooperativos; estos hechos anmalos, cuyas consecuenci as han afectado a millones de personas, volatilizaron casi la mitad del patrimon io econmico y social que se haba acumulado durante ms de sesenta aos de existencia y desarrollo de las organizaciones cooperativas y de Fondos de Empleados; a esto debe agregarse la crisis de identidad y de imagen, as como la prdida de espacio e n los imaginarios culturales y sociales de personas y comunidades de las propues tas asociativas, lo cual redunda en una reduccin coyuntural de las posibilidades de entrar formar parte de los diseos estratgicos en la construccin de soluciones lo cales, regionales, nacionales y de carcter continental y universal, no por exclus in, sino por encontrarse debilitadas las ideas cooperativas y de la Economa Solida ria. El segundo frente, se configura, por una parte, con base en una serie de plantea mientos referidos a los efectos pedaggicos que estn contenidos en el proceso de la crisis, desde los cuales se posibilita disear las estrategias de salida, las cua les, por coincidencia, comprometen al Cooperativismo y a la Economa Solidaria, co n acciones que deben realizarse al comenzar el ao 2.000 y el tercer Milenio de la humanidad; y por otro lado, como una continuacin de la pedagoga implcita en las dificultades actuales, se aborda el trazado de las lneas gruesas de los principa les derroteros que las organizaciones autogestionarias deben construir(se), como poltica estratgica bsica para garantizar su desarrollo, consolidacin y alternativid ad, durante los prximos aos, sobre todo teniendo en cuenta que la dinmica de la cri sis global de la felicidad humana que hoy se escenifica, tiende a generar proces os de transformacin profundos, que sin lugar a dudas, deben producir la concrecin de una nueva propuesta de sociedad y civilizacin, esta vez, afincada en el protag onismo de la Comunidad. Para los lectores de este documento, no podr pasar desapercibido el hecho de que en el texto se encuentran una serie de enunciados acusatorios, en relacin con sit uaciones y personas sobre las cuales recae el grueso de la culpabilidad y la res ponsabilidad del proceso de la crisis cooperativa. En aras de una rigurosidad in telectual, estos pronunciamientos que sindican y sealan, sin nombrar a nadie en p articular, causas y culpas, debieran estar argumentados desde documentos, o por lo menos con testimonios que sustenten las acusaciones, y con cifras y otros dat os que ilustren los casos. Estas ausencias, estos silencios, pueden dejar, en qu ienes lean este libro, una sensacin de que estn frente a una especie de panfleto s obre la crisis del cooperativismo, lo cual, sin lugar a dudas, puede provocar, p or lo menos el abandono de la lectura, y en el mejor de los casos, la continuacin decepcionada del trabajo de leer todo el texto. Por lo anterior, me siento obligado a ofrecer algunas observaciones previas con relacin a esos silencios de datos probatorios, de pruebas reina, que segn los enten didos, da piso y legitimidad a los trabajos intelectuales de carcter crtico y ref lexivo. Cuando emprend el proceso de pensar y elaborar un documento sobre lo que estaba a caeciendo en el cooperativismo colombiano, me hice el propsito de realizar las pe squisas necesarias para conseguir aquellas pruebas (datos, fechas, estadsticas, a ctas de reuniones, publicaciones, testimonios, etc.) que fueran sustentando las aseveraciones acusatorias que necesariamente iban a hacer parte del discurso del texto. Como por arte de magia, las solicitudes bsicas de informacin sobre algunos aspecto s histricos (porque en la historia total del movimiento est el desarrollo de la cr

isis), no aparecieron en los lugares en donde, segn mi experiencia, deban estar lo s datos que necesitaba; pero adems, las informaciones que si se conocan se encontr aban a buen resguardo en los despachos fiscales y en otras oficinas del Estado, membreteadas como confidenciales y haciendo parte de reservas del sumario. Analizando esta situacin, me acord que una de los rostros de la impunidad, consist e en hacer desaparecer, o disfrazar rastros que en un momento dado pudieran dar pistas sobre acciones y decisiones perversas. En la crisis cooperativa, cuyo con tenido de inmoralidad y corrupcin es bastante elevado, se estaba aplicando la mis ma frmula ya patentada por la experiencia de la corrupcin poltica nacional: hacer d esaparecer huellas, retrasar o impedir, mediante diferentes argucias jurdicas, la s investigaciones, hacer silencios cmplices, hacer demagogia con los factores exte rnos y la accin del Estado, como causantes de la crisis, y otras maniobras dolosas , con las cuales, los delitos econmicos, as como lo penales, en su gran mayora, se convierten en una historia muda, depositada en anaqueles desordenados de los juz gados, de los entes de vigilancia y control del Estado. Y la crisis creca, y el libro avanzaba, y aunque yo mismo sintiera el olor a panf leto que muchos lectores pueden encontrar en l al leerlo, decid continuar y termin arlo, adobando su contenido con aquellos datos ms relevantes, en los cuales es po sible ver y palpar lo crudo de la crisis. Saba que las investigaciones estaban en camino, pero la vigencia histrica del movimiento estaba en entredicho, y la fund acin de la Economa Solidaria se encontraba llena de falencias, y como pensador soc ial, perciba que las problemticas del pas y sus regiones aumentaban de cobertura y profundidad, y opt por culminar el trabajo con esas ausencias. En este sentido, se debe entender que los datos fcticos que pueden sustentar mis hiptesis sobre responsabilidades y comportamientos de los dirigentes del cooperat ivismo, estn ah, en las experiencias de los mismos lectores que ahora inician el c onocimiento de este texto; ellos, sus familias, los vecinos, los amigos, o los d esconocidos de la comunidad, tuvieron y tienen que ver con las consecuencias de la crisis. El argumento es la rabia de todas estas mujeres y todos estos hombres que un da, por cualquier ruta, y con alguna motivacin, llegaron a creer en la aut ogestin solidaria, y de pronto, vieron que el asunto se derrumbaba, y sus pequeos patrimonios, sus empresas, sus sueos, caan al vaco. Esta rabia no puede ser testificada ante un notario, o un juez, simplemente, se siente y se vive. Pero esa rabia y ese dolor tienen que ser superados para recob rar la capacidad de soar, de tener utopas, de reclamar derechos, y la nica forma es evitar la impunidad. El libro quiere aportar y apostar a que la impunidad no va llegar en forma impdica al proceso de anlisis y de investigacin de la crisis, para esconder las culpabilidades y responsabilidades de todos aquellos que desde los centros de poder del cooperativismo decidieron e hicieron todas acciones que co ndujeron a la crisis, una de las cuales, quizs la ms detestable, fue el hecho de h aberse apropiado, por diferentes vas, de la riqueza de los trabajadores, de los p equeos y medianos empresarios, de los jubilados y pensionados, de los profesional es. La Comisin de la Verdad que se tendr que crear para llevar a cabo la tarea de sist ematizar, y realizar ella misma, las investigaciones concernientes a la crisis c ooperativa, dentro de un tiempo dar a conocer esos datos que faltan aqu. Por ahora , que empiece el debate, el anlisis y las reflexiones sobre todo lo que aconteci p ara que el cooperativismo se viera abocado a una gran crisis, que como se manife st antes, puso en duda su vigencia histrica y su validez como propuesta de transfo rmacin social. Una advertencia final: las ideas y reflexiones aqu consignadas constituyen un pro ducto intelectual generado por la experiencia del autor en la historia de las or ganizaciones asociativas y autogestionarias del pas, y se fundamentan en una espe cie de dolor provocado por las consecuencias de la crisis en la vida del movimie nto cooperativo; en este sentido los enunciados y pronunciamientos elaborados so n la verdad del autor, no la verdad general, y su propsito principal es convocar un debate amplio sobre todo lo referente al Cooperativismo y a la Economa Solidar ia, en las perspectivas de la Crisis actual, y de las responsabilidades que nos compete de cara a la necesidad de afrontar la solucin de los mltiples problemas qu e ahora aquejan a nuestro pas, hoy y ahora, cuando se inicia para la humanidad un

nuevo siglo. ***********************************

INTRODUCCION NOTAS GENERALES SOBRE LA CRISIS DEL COOPERATIVISMO Y LA ECONOMA SOLIDARIA EN COLO MBIA

Ningn fenmeno social puede crecer y desarrollarse, sin superar situaciones de crisi s.

Jos del Carmen Moreno Avendao

Cero Emprender una lectura de la Crisis del movimiento cooperativo colombiano, no sol o es una tarea compleja, llena de dificultades, sino que de alguna manera puede convertirse en una aventura sino peligrosa, si por lo menos riesgosa, no en el s entido que se corran albures que pongan en riesgo la integridad fsica de quien re alice esta tarea, sino en virtud de que este proceso de la crisis involucra pers onas: asociados, dirigentes, funcionarios y empleados, familias y comunidades, q ue de alguna forma participaron en la apuesta cooperativa y son afectados direct os del embrollo actual del cooperativismo. Este hecho, que sean personas quienes se encuentran en el ojo del huracn de la crisis, exige, por un lado, que los sealamientos de responsabilidad, dolosa o no, que se puedan leer desde los anlisis que se elaboren, tengan como referente obli gado el cuerpo valrico y doctrinario que est inmerso en las organizaciones coopera tivas y en general dentro de la Economa Solidaria, y adems el estatuto terico que l as formas de autogestin econmica tienen como sustento de su racionalidad y lgicas o peracionales; en esta perspectiva, la participacin de las personas, as como sus re sponsabilidades en todo lo que est acaeciendo, podr tener una mirada contextualiza da, para entender mejor su significado. Pero por otro lado, la aproximacin al proceso de la crisis, plantea como requisit o indispensable, que las reflexiones que puedan construirse en torno a sta, convo quen radicalmente posturas proactivas, desde las cuales propiciar la continuidad histrica del Cooperativismo, ahora de cara a este nuevo siglo que, en serio o co n base en milenarismos comerciales, de todas formas ha despertado expectativas, sobre todo en aquellas personas y comunidades cuyo balance general de resultados del siglo XX, deja ver no pocas promesas incumplidas, sueos rotos, ideales frust rados, proyectos inacabados, utopas inconclusas, pero sobre todo un amargo sabor a derrota colectiva, pues cuando miran en el entorno, y en el paisaje que les sirve de fondo para sus vidas, se encuentran con frondosas zonas oscuras que a plastan la felicidad humana. As mismo, la crisis ha convocado no solo unas consecuencias a corto, mediano y l argo plazo, en toda la fenomenologa del movimiento cooperativo y solidario, sino unas responsabilidades causales que recaen directamente en aquellos que con sus decisiones y acciones configuraron el modelo que est implicado en ella, lo orient aron, y en algunos casos, hasta nutrieron sus propias arcas de l. Por esto, hab lar de la situacin de la Crisis es un asunto delicado, pues una aproximacin a ella , significa aportar elementos que conducen, necesariamente, a generar sealamient os y ubicacin de culpabilidades concretas que pueden molestar a muchas personas y crear la sensacin paranoica de que se les est sindicando. Y esto es cierto, es de cir: trabajar crticamente sobre la crisis del movimiento cooperativo, exige tomar una posicin difana y honesta frente a la problemtica que desde sta se ha venido con struyendo en el interior y en los contextos del Cooperativismo y de la Economa So lidaria, lo cual de alguna forma, tiende a crear la ambientacin propicia para

una sindicacin directa a quienes condujeron este modelo de desarrollo cooperativ o que cay al abismo, arrastrando muchos aos de historia y sacrificios, sobre todo de trabajadores, pequeos y medianos empresarios, profesionales, y sus familias. Pero adems de los anlisis y crticas que puedan surgir en relacin con los distintos e lementos y procesos que dieron lugar a que el movimiento cooperativo cayera en l as dificultades cuya magnitud ha puesto en peligro su validez histrica, la crisis tiene que poner a pensar en estrategias de salida, en propuestas que propendan por una reconstruccin del cooperativismo, ahora bajo los parmetros tericos e ideolgi cos de la Economa Solidaria. En este sentido, recuperar la validez histrica del cooperativismo e iniciar la fu ndacin de la Economa Solidaria, involucra, entonces, proyectar los derroteros que a partir del siglo XXI deben ser construidos por las experiencias autogestionari as, para conseguir su consolidacin como movimiento alternativo de desarrollo soci al y econmico, dentro de los contextos que se deben configurar a partir del desen volvimiento de procesos sociales y econmicos, polticos y culturales, orientados, n o a salvar, ni a reformar el capitalismo, sino a crear las condiciones histricas necesarias para el levantamiento de una nueva civilizacin, pues desde sus orgenes ya lejanos, las organizaciones y los movimientos alternativos al capitalismo ha n cumplido bsicamente dos tareas: abrir situaciones o 'estructuras de oportunidad' para la accin colectiva a favor de mejoras concretas de la vida real; y construir como idea-fuerza la visin global de un orden social distinto, posible y deseable . (1) uno Hasta mediados de 1997, el panorama que configuraba el cooperativismo nacional, fundamentalmente el subsector financiero, es decir, las cooperativas de Ahorro y Crdito y las denominadas Financieras, los tres bancos cooperativos y las dos emp resas de seguros, ofreca un paisaje que hasta los ms escpticos pensadores de la Eco noma y las ciencias sociales, y aquellos que son sealados como dirigentes polticos, gremiales y empresariales del pas, tuvieron que reconocer que este fenmeno socioempresarial, que en la dcada de los aos 80 apenas si se perciba en las cifras de lo s consolidados econmicos que daban cuenta del funcionamiento del aparato producti vo nacional, exhiban al culminar el ao 96 y al finalizar el primer semestre de 199 7, unas magnitudes significativas, registrando participaciones importantes en a lgunos sectores de la Economa. Estos datos para algunos dirigentes del sector privado lucrativo eran inquieta ntes, pues hacan evidente la emergencia de una modalidad empresarial que comenzab a a crear riqueza desde las perspectivas de la autogestin colectiva; ms adelante, estas preocupaciones fueron incorporadas como tema de Estado, para impulsar encua dramientos de la accin cooperativa en los marcos jurdicos de la actividad financier a, para igualarla a las dems empresas del sector. Pero para quienes de alguna form a estaban vinculados al cooperativismo, esas cifras representaban una conquista histrica importante, que haca pensar en un futuro pletrico de nuevos logros para el movimiento cooperativo, preado de copamientos estratgicos de los espacios ms vital es de la Economa, y por ende de las relaciones sociales, de la cultura y de la po ltica. Y no era para menos: segn los consolidados presentados a diciembre 31 de 1996, y durante los seis primeros meses de 1997, por el cooperativismo colombiano en t odas sus manifestaciones, y por otra modalidad de la Economa Solidaria, los Fondo s de Empleados, haban alcanzado cifras nunca antes soadas en cuanto a activos, pat rimonio, nmero de asociados, captaciones de ahorro y otras operaciones econmicas; por ejemplo, si se confronta el consolidado de las captaciones de ahorro a travs del sistema cooperativo, con la totalidad del ahorro en el pas, se puede notar qu e en ese entonces, a travs de las unidades productivas del movimiento se moviliz ms del 16% del total del ahorro nacional; en este mismo orden, de manera particu lar, las cooperativas ocuparon renglones importantes en los cuadros estadsticos que dan cuenta de los comportamientos sectoriales y /o empresariales dentro de l a Economa, los cuales fueron dados a conocer por las revistas y dems publicaciones especializadas del mundo econmico del pas; all se vio, por ejemplo, que los tres b ancos cooperativos, creados apenas haca tres aos, para 1997 ensearon crecimientos a celerados que los ubicaron en la mitad de las tablas bancarias de Colombia; dent

ro de esta misma tnica y como una expresin fsica de estos crecimientos cooperativos , los centros urbanos de las capitales de los departamentos, y de poblaciones i ntermedias, fueron prcticamente invadidos por nuevas organizaciones cooperativas de corte bancario (no solo los bancos cooperativos, sino las cooperativas financ ieras) que empezaron a competir con la banca tradicional y las Corporaciones de Ahorro y Vivienda, no solo por la clientela, sino en las innovaciones publicitar ias y las tecnologas y formatos de las oficinas. En fin, al finalizar el ao 96, y comenzar el 97, el cooperativismo financiero estaba pisando duro y hablando recio en los mbitos relacionados con el mundo econmico y social, con la poltica y la cult ura, a lo largo y ancho del territorio colombiano, y esto de alguna manera, repe rcuta en los dems subsectores cooperativos. Con base en estos logros alcanzados, el 26 de Mayo de 1999, la publicacin PORTAF OLIO, especializada en Economa y Negocios, puso en circulacin una edicin especial s obre el Sector Cooperativo Nacional, en el cual se da cuenta, en distintos artcul os y crnicas, de los avances ms protuberantes obtenidos por el movimiento. Para i lustrar mejor los planteamientos de este apartado del libro reproducimos algunas informaciones contenidas en esta publicacin. 1. En cuanto a la cobertura geogrfica: Como sea, el sector de la Economa Solid aria es un hecho que no se puede desconocer. Cuenta actualmente con 3.8 millones de asociados alrededor del 10.5 por ciento de la poblacin total -, que a la vez equivale al 57.7 por ciento de la Poblacin Econmicamente Activa de las siete princ ipales reas metropolitanas del pas. (Pgina Cuatro) 2. En relacin con la participacin de las diferentes ramas de la actividad eco nmica cooperativa en los distintos sectores y subsectores de la Economa nacional: * La actividad cooperativa en el pas es bastante heterognea. Sin embargo el grueso de las entidades se desempean en las lneas de ahorro y crdito, comercio, construccin , transporte, produccin agropecuaria, consumo, salud y educacin. El subsector ms dinmico, de mayor crecimiento tanto en activos como en asociados e s el de ahorro y crdito. El 41 por ciento del total de las cooperativas existente s en el pas estn representadas en esta actividad. La actividad de comercio es representada por 367 cooperativas, con activos por e ncima de 365.000 millones. Participan con el 5.1 por ciento del PIB comercio. Las cooperativas del subsector construccin ascienden a 68, con activos superiores a 35.000 millones de pesos. Su participacin en el sector ha venido cayendo. En el transporte hay 369 entidades, con activos superiores a 140.000 millones. R epresentan el 86 por ciento del PIB de las empresas de transporte ms grandes del pas. La educacin est representada por 115 instituciones, con activos calculados en 18.0 00 millones. La actividad aseguradora es desarrollada por dos entidades: La Solidaria y La Eq uidad. Sus activos superan los 48.000 millones de pesos. El sector agropecuario est representado por 130 entidades, con activos superiores a los 123.000 millones. En Salud haba al cierre de 1995 unas 74 entidades con activos superiores a 17.000 millones. (pgina 4) 3. En cuanto al comportamiento histrico de los activos y el patrimonio coope rativos: Una muestra elaborada por Confecoop que cubre el 77.9 por ciento, indic a que los activos del cooperativismo colombiano ascendieron a 5.8 billones de pe sos, cifra que representa un crecimiento del 47 por ciento respecto a 1995.Los a portes de los asociados incluidos en la muestra de Confecoop pasaron de 560.000 millones en 1995 a 738 mil millones de 1996. (Pgina 4) 4. En relacin con el ranking de las cooperativas ms grandes en los subsectores financiero y de produccin y servicios no financieros: Se presentan los siguiente s cuadros: LAS 25 COOPERATIVAS MS GRANDES DEL SUBSECTOR FINANCIERO COOPERATIVO. 1997

Cuadro No. 1

(Millones de pesos)

Activo total Cartera Total Aportes sociales Result. Del Ejercicio Ingresos totales Dos 1.Cupocrdito 447.790 273.183 302.216 2. Caja coop 301.682 161.580 263.486 3. Coomeva 215.842 141.159 160.065 4. Comultrasan 126.753 76.384 99.784 5. Coopsibate 122.969 83.965 87.134 6. Cooperadores 120.702 59.376 90.109 7. Cooperamos 97.738 59.356 74.463 8. Coopropal 95.989 9671 64.720 9. Solidarios 89.826 53.333 73.446 10. Cooemsaval 89.336 38.517 76.589 11. Construyecoop 87.004 55.251 82.497 12. Credisocial 82.023 49.482 70.305 13. Cofiandina 69.488 39.450 57.406 14. Joreplat 56.294 11.383 49.561 15. Confiar 41.619 28.034 33.642 16. Cotrafa 37.558 22.681 25.870 17. Cooservir 32.850 7.990 30.270 18. Coasmedas 30.720 16.829 18.047 19. Coopiss 30.511 21.300 10.547 20. Donmatas 29.087 18.627 23.908 21. Arkas 29.987 15.290 23.453 22. J.F. Kennedy 25.900 19.651 31.190 23. Juriscoop 25.439 17.617 7.885 24. Credifenalco 24.292 17451 8.615 25. Cofiroyal 22.132 6.043 17.841

Pasivo total Asocia145.574 38.196 55.777 26.969 35.835 30.593 23.275 30.269 16.380 12.747 68.477 11.718 12.082 6.733 7.977 11.688 2.580 12.673 19.964 5.179 3.534 20.572 113.306 21.985 36.585 14.361 26.320 20,792 15.242 4.450 12.435 8.352 18.527 9.154 9.085 2.401 6.591 7.858 2,181 7.614 16.239 2.725 2.834 5.328

Patrimonio total

3.232 -1.872 6.238 -237 1.271 486 444 4.106 75 759 14.048 264 202 1.383 -54 192 -426 -2048 -1020 583 31 3.627

121.776 68.154 98.053 60.673 27.269 39.513 22.742 17.107 22.524 18.715 714 34.828 16.622 15.972 9.851 8.637 4.919 8.814 4.747 8.120 8.800 265 5.200 -36 5.965

486.272 112.932 78.142 133.579 129.132 80.272 68.480 1.358 68.237 49.596 16.883 29.654 32.816 36.744 36.472 26.339 6.053 16.443 10.837 23.249 28.468 7.561 24.989 5.068 3.196

17.554 11.566 634 19.340 5.252 3.353 4.291 3.799 20

Fuente: Confecoop. Dansocial. Portafolio LAS 25 COOPERATIVAS MS GRANDES DE PRODUCCION Y SERVICIOS NO FINANCIEROS. 1997 Cuadro No. 2 Activo total Pasivo Total AporResul Ingres. Ventas Costos Asociados Emplea (Millones de pesos) Patri-

monio Tes. Ejerc. Total Total. Dos

1. Colanta 81.851 4.252 1825 2. Copetran 35.010 444 589 3. Coolechera 34.358 872 574 4. Copidrogras 34.270 1.302 325 5. Coop, Caf. Cent. 58.960 6.302 432

50.060 31.791 7.180 17.059 17.766 923 16592 17.766 7.053 4.549

5.163 845 518 370 2.027

227.744 232.575 222.581 14.645 0 13.800

74.616 75.828 74.098 85.368 91.609 84.998 1.143 60.103 43.522

27.235 7.035

32.977 24.313 8.664

6. Coofebor 29.818 6.429 880 7. Cooperan 19.515 5.279 134 8. Cafic. Manizales 34.218 5.488 104 9. Cooemcali 13.286 8.370 132 10. Coimp. Antioq. 11.070 259 95 11. Coagrometa 9.425 20 32 12. Cafenorte 8.855 4.712 142 13. Coopcafer. 8.696 5.701 209 14. Coalcsar 8.552 184 90 15. Coomunicipios 18.121 124 63 16. Coopenor 7.830 4.401 87 17. Cotrasur 7.806 185 140 18. Caficentro 7.671 2.188 180 19. Coocafisa 7.407 3.352 74 20. Consumo 7.284 10.542 323 21. Cafioccidente 18.864 2.096 128 22. Serviarroz 7.123 88 30 23. Codegan 6.964 273 156 24. Coopvencedor 10.829 216 216 25. Colacteos 6.625 331 260

20.000 9.818 4.961

3.204

-55 779

77.957 69.704 78.012 38.316 35.179 37.537 377 7.315 -46 9.520 34.595 30.566 4.508 7.444

14.554 1.830

17.491 3.975 6.266 7.020

13.516 1.385 4.059 8.028 437 600 299 775 -522 934 369 1.137 785 104 2.615 149 1.669 2.898 365 -129 2.155 -892 -29 -138 153 383 -167 482 -30 839 378 359 481 433 479 675

12.113 4.085 7.521 3.978 4.191 4.957 8.449 3.799 5.689 2.642 2.484 4,192 7.251 3.755 2.652 6.959 3.471 1.904 4.887 4.505 3.595 8.971 4.031 2.117 5.029 4.923 3.092 4.636 3.368 4.312 4.061 3.154

11.024 9.405 7.908 10.412

15.140 14-363 15.169 25.022 23.941 25.160 11.284 9.227 -1326 11.131

16.795 7.155

28.708 27.045 28.875 7.000 4.524 6.518

23.273 21.407 23.303 16.896 14.372 16.257 29.198 28.010 28.820 145 19.009 17.675

13.503 12.478 13.022 15.892 15.276 15.459 -143 10.686 9.330

15.191 15.238 14.516

FUENTE: DANSOCIAL. CONFECOOP. PORTAFOLIO Pero adems de los logros anteriores, o mejor, como una proyeccin de stos, el cooper ativismo colombiano, en algunas ocasiones acompaado por Fondos de Empleados, empr endi durante esta fase de su historia, el levantamiento de proyectos econmicos de segundo y tercer piso, regionales y nacionales, que ampliaban o complementaban l as actividades de las cooperativas primarias. La experiencia ms notable en este s entido es la de CORFUNCOOP ( Seguros y servicios exequiales). En Antioquia, en donde esta tendencia de integracin econmica cobro su mayor cuota, se establecieron 7 proyectos de segundo grado. Todas estas cifras de crecimiento fueron el resultado del ejercicio de un model o de desarrollo cooperativo, configurado en su parte ms tcnica y organizacional, a partir de 1980, y cuyo eje fundamental le constituyeron operaciones financieras novedosas en el marco de la experiencia cooperativa, tales como la captacin de t erceros, CDAT, apertura de ahorro a la vista, cuentas bancarias, actividades fid uciarias y de seguros, y otras, realizadas a travs de estructuras bancarias y as

eguradoras de propiedad cooperativa, las Cooperativas Financieras, bastin y nove dad dentro del modelo, y las tradicionales cooperativas de Ahorro y Crdito que to dava no se arriesgaban a la reconversin que estableciera la ley 79/88, pero que av anzaron en los procesos de modernizacin administrativa. Las magnitudes del modelo se pueden observar en el siguiente cuadro comparativo del crecimiento producido en el cooperativismo entre los aos 1980 y 1998, siendo el ao 80, el momento en el cual se inicia de una forma ms o menos slida, el levanta miento del perfil modernizante del modelo cooperativo financierista, con los des arrollos alcanzados por la consolidacin de tres centrales o instituciones financi eras de segundo piso (UCONAL, COOPDESARROLLO Y FINANCIACOOP), y como consecuenci a de esto, crecimientos significativos en un buen nmero de cooperativas de Ahorro y Crdito, as como en algunas Multiactivas e Integrales. Las razones y causas de e ste comportamiento se analizan en el captulo correspondiente a la Gnesis Histrica d e la Crisis. CRECIMIENTOS DEL COOPERATIVISMO COLOMBIANO ENTRE AOS 1980-1998 (Millones de pesos) VARIABLES 1980 1998 VARIACION Unidades lllllllEmpresariales 2.053 3.479 Asociados 1.078.000 1.962.715 Activos 42.380 3.938.948 Pasivos 27.900 2.182.047 Patrimonio 19.760 1.756.901 Captaciones N.D 5.585.000 Excedentes N.D. 45.839 Empleados N.D. 56.323 Oficinas Sucursales N.D. 2.821 Fuente: Boletn Estadstico Dancoop, 1989. Informe Confecoop/98 Los reflejos de algunas de esas variables en los comportamientos generales del p roceso econmico nacional, como se dijo antes, se pudieron observar en los consol idados empresariales que publicaciones especializadas realizan peridicamente, los cuales son dados a conocer semestral y anualmente. El significado del ingreso de algunas organizaciones cooperativas a los selectos grupos de las cien empresas ms grandes del pas, de las empresas con ms ganancias, y otros escalafones que muestra n comportamientos macroeconmicos y/o sectoriales, no pudo pasar desapercibido par a algunos analistas econmicos, tanto del cooperativismo como de los otros sectore s, incluyendo el estatal, los cuales vieron como emergan en las columnas y filas de los consolidados econmicos los nombres de unas unidades empresariales que hast a hace algn tiempo no figuraban, pues mantenan su existencia en una especie de inv isibilidad que se nombraba, en ocasiones, como un mundo aparte, casi extraeconmico. En el cuadro siguiente se indican algunos de estos reflejos UBICACIN DE ALGUNAS ENTIDADES COOPERATIVAS EN LOS CONSOLIDADOS EMPRESARIALES NA CIONALES POR ACTIVOS, CAPTACIONES, GANANCIAS Y PATRIMONIO DATOS COMPARATIVOS 1989-90-97 ENTIDADES 1989 A C G P 1990 A C G P 1997 A C G P Coopdesarrollo No figura n.f. 94 Uconal No figura n.f. 109 Bancoop No figura N.f. 106 Cupocrdito No figura n.f. n.f. Caja Popular Cooperativa No figura n.f. n.f. Coomeva No figura n.f. 125 Coomeva EPS * No figura n.f. n. f. Colanta ** 53 54 55 Entidad de propiedad de Coomeva en un 53% ** Cooperativa de Produccin y comercializacin

FUENTE:Revista Semana. Nmero 831. Abril 6 de 19998. En cuanto a la ubicacin de los tres bancos cooperativos en el escalafn bancario na cional, en el ao 1997, fue la siguiente: ENTIDAD 1997 Coopdesarrollo 13 Uconal 15 Bancoop 16 Fuente: Revista INTEGRACION FINANCIERA. ECONOMA Y FINANZAS. Vol. 13, Nmero 79. Agosto de 1997. Estas conquistas en el orden econmico, que colocaban la propuesta cooperativa com o una forma empresarial importante en el campo de las finanzas, fungiendo como i nstrumento idneo para manejar ahorro y crdito y para impulsar y/o participar en ot ros negocios relacionados con el tema financiero como los Seguros, el Leasing, l as Fiducias, las Corporaciones de Ahorro y Vivienda, tuvo un resultado significa tivo, al configurar una especie de Sistema Financiero Cooperativo, que si bien n o se fund bajo un esquema sustentado terica y tcnicamente y con una visn empresaria l como conjunto y como movimiento social y sistema empresarial, si dispuso de m ecanismos operativos que retenan la riqueza cooperativa producida por el Acuerdo Cooperativo (los aportes sociales), y por la operacin financiera, con asociados y con terceros, al interior de un circuito propio, conformado por estructuras que a utoabastecan con propiedad algunas de las necesidades que en materia financiera s e presentaban dentro del mundo cooperativo y asociativo, sobre todo aquellas que estaban ligadas a procesos de crecimiento y consolidacin organizacional. Como se analiza en un captulo ulterior, esta especie de sistema financiero cooperat ivo, se organiz, estructur y oper en su fase ms slida, en funcin de un modelo de desar rollo cooperativo financierista, que dio prioridad a asuntos y temas que eran d efinidos por los ms influyentes integrantes de la camarilla que se incrust en los centros de poder del cooperativismo (bancos, aseguradoras, fundaciones educativa s, asociaciones departamentales y la confederacin); en estas definiciones se toma ron en cuenta premisas relacionadas con un proyecto de cooperativismo que traici onaba los propsitos y la historicidad, as como la dialctica misma del movimiento co operativo, como parte de una Utopa Social relevante y cuyo significado estaba adh erido entraablemente a propuestas de felicidad humana, de democracia social y eco nmica y de cultura solidaria. Al unsono estas premisas que se inscribieron dentro del pragmatismo capitalista, sin ningn sonrojo por parte de quienes las asumiero n y la pusieron en prctica, se vieron legitimadas por la juridicidad emanada del Estado. Pronto, esta situacin de deformacin de la historia cooperativa, comenz a provocar e l desvo en la aplicacin de los recursos obtenidos en el subsistema financiero coop erativo, hacia actividades especulativas, y otras acciones reidas con la tica prop ia de las organizaciones solidarias, tales como: crecimientos exagerados de la f ronda burocrtica, subvencin de privilegios para los mximos dirigentes del movimiento, compra de activos inoficiosos y suntuarios, viajes costosos e inocuos, por lo m enos para las organizaciones y el sector cooperativo. En general, entonces, la aplicacin de los recursos logrados por este subsistema f inanciero cooperativo no tuvo en cuenta el desarrollo del movimiento en su conju nto, ni se preocupo de afianzar su presencia en el sector real de la Economa, y p or el contrario, se aplic a generar crecimientos que a la postre, condujeron a va rias de las organizaciones comprometidas con el modelo, a su desaparicin. Por su lado, en el campo poltico, aunque no con el perfil debido y exigido por es ta dimensin propia de las organizaciones cooperativas, estos crecimientos produci dos por y en el cooperativismo, se proyectaron y expresaron en la conquista de un lugar en las estructuras en donde se toman decisiones de orden nacional, dep artamental y municipal; all fue considerado el movimiento como un factor importan te en asuntos como el trazado de derroteros de desarrollo de programas que busca ban impulsar procesos de participacin comunitaria y en la solucin de problemas com o el desempleo, la escasa atencin sanitaria, el mantenimiento vial, la comerciali zacin agropecuaria, el impulso a las formas fami y micro empresariales. Esto se h izo evidente a travs de la presencia de representantes del cooperativismo en Mesa

s de Trabajo, Comisiones y Comits, que en los distintos niveles del Estado y de l a Sociedad Civil, se organizaron como parte de las propuestas de participacin ciu dadana, generadas antes y despus de la promulgacin de la Constitucin Nacional de 19 91. Tambin dentro de esta dimensin poltica, y como consecuencia de los xitos alcanzados a nivel empresarial por el Cooperativismo, a este fenmeno de organizacin se le inc luy en las agendas de los partidos y movimientos polticos, como elemento de campaa poltica, en primer lugar por su magnitud asociativa, lo cual lo convirti en nich o de mercado electoral en el mbito de las regiones, los municipios y nacionalmente ; pero as mismo, se le tuvo en cuenta en razn de que de alguna manera, las organiz aciones de tipo autogestionario comenzaron a ser reconocidas como tcticas y estra tegias para el desarrollo de algunos programas de gobierno. Uno de los efectos de alinderamiento del movimiento dentro de los procesos electorales y polticos, fue la participacin, en muchas ocasiones la eleccin, de dirigentes cooperativos qu e se sentaron en los centros decisorios, sobre todo en los Concejos Municipales y en algunos casos en las Asambleas Departamentales. En el espacio cultural, como consecuencia del crecimiento alcanzado por algunas sociedades cooperativas, la idea cooperativa se profundiz mucho ms en los imaginar ios culturales y sociales de comunidades y grupos del pas, concebida como un mec anismo de organizacin solidaria que, mediante una empresa asociativa y autogestio naria, era capaz de crear soluciones a algunos de los problemas que en todo mome nto aquejaban las economas personales, familiares y productivas. Esta legitimidad y consenso moral del proyecto asociativo, an en medio de sus falencias, signific el acatamiento cultural de las organizaciones ya creadas, as como de las que come nzaron a construirse al calor de los xitos obtenidos. En el espacio social, las cooperativas, en algunos casos, fueron entendidas y fu ngieron como estructuras de organizacin de la Sociedad Civil que hacan posible est ablecer un nuevo tipo de relaciones entre las personas y entre stas y la Sociedad Poltica y las comunidades, sirviendo como instancia democrtica y de participacin p ara discutir, analizar y decidir sobre los procesos de las comunidades y grupos sociales. En general en la mitad de 1997, el cooperativismo se vio como un movimiento soci al no slo de envergadura, con coberturas de poblacin bastante significativas y con operaciones comerciales de magnitud importante, sino que se inscriba como una es pecie de alternativa para enfrentar las falencias que por doquier se notaban en la vida del pas, sobre todo entre clases y grupos marginados del Mercado Capitali sta. Pero este panorama, en apariencia tan slido y optimista, encerraba una serie de situaciones que, como se ver ms adelante, cuando se entre de lleno en el anlis is de la crisis, incubaban procesos y dificultades que finalmente, daran al trast e, no slo con las expectativas que se generaron desde la bonanza del modelo que m ostraba tantas conquistas, sino que pondran en duda la validez del proyecto coope rativo en general. dos Al iniciar el ao de 1997, algunas seales de alarma se hicieron sentir dentro del movimiento cooperativo nacional, provenientes de unas unidades empresariales coo perativas de carcter financiero que comenzaron a mostrar deterioros importantes e n sus operaciones, como fueron los casos de COOFINANZA, en Antioquia, y AVANCEMO S, cuya sede principal estaba ubicada en el Valle, pero que se haba extendido con agencias y oficinas a varios departamentos del pas; finalmente estas entidades fueron intervenidas y posteriormente liquidadas. Algunos dirigentes del modelo que vena mostrando tantos xitos, sintieron la sirena de alarma, y aunque sin deja r de mostrar una cierta preocupacin, y desde un anlisis no muy profundo, concluyer on que era unos casos aislados, producto tal vez de errores administrativos, pue s el modelo exitoso basaba sus logros a partir de la presencia de una gestin admi nistrativa eficiente y moderna. Pero en el segundo semestre del mismo ao, comenz un proceso acelerado de deterioro del paisaje cooperativo, que fue arrasando irremediablemente con muchas de las organizaciones que en su momento fueron nombradas como paradigmas del modelo, di gnos de imitar y seguir por parte de todas las entidades del movimiento. Interv enciones y procesos de liquidacin se fueron poniendo al orden del da en la cotidia

nidad del cooperativismo. Al finalizar este ao 97, del listado de las cooperativa s exitosas se haban borrado o comenzado a disolverse, 16 entidades, que sumaron e ntre s, adems de un porcentaje significativo de los activos y el patrimonio cooper ativos desaparecidos, un nmero inmenso de familias perjudicadas al perder la tota lidad o parte de sus ahorros y de sus aportes sociales. La crisis ms profunda de l cooperativismo en toda su historia haba comenzado. tres El ao 1998 fue el decisivo en la crisis del cooperativismo financiero, pues no slo se continuaron afectando las cooperativas primarias, sino que dos bancos cooper ativos pasaron a formar parte de la lista de entidades cooperativas desaparecida s: Uconal, mediante la figura de la oficializacin, y Bancoop, a travs de la estrateg ia de la incorporacin a otro banco cooperativo, Coopdesarrollo; esto demostr a to das luces que los das del modelo de desarrollo cooperativo basado en la operacin f inanciera estaban contados. Al terminar ese ao, y al iniciar 1999, 49 entidades c ooperativas de primer grado y dos bancos cooperativos haban desaparecido o estaba n a punto de hacerlo, llevndose gran parte del patrimonio construido a travs de un a historia de ms de sesenta aos de lucha y ahorro de trabajadores, profesionales, de micro, pequeos y medianos productores urbanos y rurales, de pensionados y jub ilados. Segn el balance consolidado de las prdidas generadas por esta crisis al fi nalizar el ao 1999, el 44%, aproximadamente, del patrimonio cooperativo se haba di luido en un torrentoso ro de quiebras, intervenciones, fusiones e incorporacione s y liquidaciones que afectaron a las organizaciones ms dinmicas del modelo. Las cifras de la crisis, hasta la fecha de elaboracin de este documento, son las siguientes: Entidades en liquidacin: 44 Entidades intervenidas: 12 Entidades incorporadas o fusionadas: 9 Oficinas o sucursales cerradas: ms de 700 Asociados y familias afectados: Ms de 1.350.000 en todo el pas. Ahorradores afectados: mas de 800.000 Consolidado de Patrimonios perdidos: ms de dos billones. Consolidado de aportes sociales perdidos: Ms de 850.0000 millones Consolidado de captaciones afectadas: 656.173 millones de pesos A la fecha de edicin de este libro, estas cifras no son an las definitivas, por dos motivos: uno de ellos es la ausencia de una sistematizacin rigurosa en cuanto a las cifras de las distintas variables que han sufrido menoscabo como consecue ncia de la crisis; por ejemplo: los patrimonios afectados no slo estn referidos a las cooperativas que ya han sido liquidadas, sino que debe tenerse en cuenta los patrimonios de las organizaciones intervenidas, y las prdidas arrojadas en otras entidades cooperativas que siguen firmes, pero que sufrieron graves prdidas por la quiebra de los bancos cooperativos. El otro motivo para no admitir como definitivas las cifras antes sealadas, es que se deben sumar las generadas por 15 o ms organizaciones cooperativas que en el ao 1999, y comienzo del 2.000 se incorporaron a la historia de la crisis, increme ntando todas las variables negativas de la misma; an a pesar que las vas escogida s por estas entidades para enfrentar la situacin crtica no fueron nicamente la int ervencin o liquidacin, sino la de la fusin o la incorporacin, en las cuales de todas formas se da una prdida en los campos poltico, econmico, cultural y social, y se a fectan personas, grupos familiares o productivos, dado que la sola desaparicin de la organizacin a que se pertenece por fusin con otra entidad y por incorporacin, e s ya una derrota importante para el proyecto de vida de los asociados y sus fami lias y para el movimiento cooperativo y de Economa Solidaria. En este orden de ideas, estas acciones de fusionar o incorporar, llevan implcita una prdida del valor de los aportes sociales de los asociados, ya que esas estrate gias se estn fundamentando en tesis de corte capitalista, que las sustentan y apoy an como una manera de sanear las empresas, accin en la cual, los aportes sociales s on la fuente financiera para cubrir los deficits y las deficiencias que colocar

on en dificultades a las entidades que emprenden este tipo de camino. Durante es te ao 2.000, esta tendencia se puede acentuar, de seguir vigente la poltica del Es tado en relacin con el cooperativismo que ejerce funciones financieras, la cual t iende a jalonar la reduccin del nmero de unidades que operan en este sector de la Economa. Ahora bien, en el marco de estos procesos y dificultades que el cooperativismo c olombiano ha estado atravesando en los ltimos aos, el Estado se vio obligado a tom ar medidas apremiantes que, en primer lugar, pusieran a salvo, hasta donde fuera posible, los dineros que entidades territoriales y empresariales estatales haban depositado en muchas cooperativas, en distintos lugares del pas, y en segundo l ugar, protegiera el ahorro de las personas que confiaron en estas organizaciones asociativas para guardar dineros por un tiempo prudencial. En ningn momento esta s acciones jurdicas se enfocaron hacia el cuidado de las organizaciones como tal, ni hacia la proteccin de los aportes sociales y el patrimonio social. En este tenor se han dictaron, entre otras normas, el decreto 798 de 1997, en el cual se prohiba la colocacin de dineros oficiales en entidades cooperativ as, y el decreto 1688 del mismo ao, mediante el cual se traslad la vigilancia de l as cooperativas financieras del Dancoop a la Superintendencia Bancaria. Luego vi nieron otros decretos mas y resoluciones emanadas de la Superbancaria, Dansocial y la Supersolidaria, que fueron dndole cuerpo a una juridicidad intervencionista , que en ltima instancia coloc al cooperativismo, en particular al de naturaleza f inanciera, frente a una marco jurdico de contornos endurecidos, intransigentes, y difciles de seguir, el cual, de alguna manera pasa por encima y desconoce, las legitimaciones constitucionales y otras legalizaciones que supuestamente protege n y avalan la operacin econmica y social de las entidades cooperativas; lo cierto es que todas esas normas lo que estn haciendo es limitar el accionar cooperativo, castrndole su carcter de empresas de comunidad, llevndolo hacia racionalidades y lg icas operacionales que estn lejos de las pertinentes a las organizaciones de auto gestin solidaria. Por ltimo, dos situaciones vinieron a completar el panorama de lo jurdico durante este proceso de la crisis: por un lado, la Emergencia Econmica que apunt a profund izar la intervencin del Estado en todo el berenjenal que s haba formado en el secto r financiero general, pero que result privilegiando de alguna manera al cooperativi smo, al impulsar normas parafiscales que permitieron captar recursos econmicos p ara paliar una parte de los daos causados por la crisis. Y por otro lado, se expi di la Ley 454 a finales de 1998, con la cual se pretendi impulsar un reordenamien to de jurdico para las acciones y propsitos de aquellas organizaciones asociativas que se desempean en la Economa y en la sociedad, que tienen como fundamento la Au togestin comunitaria; la propuesta ms notoria de esta ley, es la de cobijar bajo el concepto de Economa Solidaria a todas estas organizaciones; por lo dems, esta l ey se mantiene dentro de los parmetros de la tendencia intervencionista del Estad o y da algunas puntadas ms en relacin con modelo financierista, aunque generando confusin en cuanto a la vigilancia el control sobre las entidades cooperativas. Cuatro Pero esta crisis que en cifras parece haber afectado nicamente al subsector finan ciero del cooperativismo, tuvo una dinmica que ha hecho extender los efectos a la totalidad del movimiento cooperativo colombiano, lesionando a todas las modalid ades cooperativas (precooperativas, cooperativas integrales, de trabajo asociado , de comercializacin, multiactivas, educacionales), y a las dems organizaciones qu e se acogen a los lineamientos de la Economa Solidaria, tales como los Fondos de Empleados y las Asociaciones Mutuales, no slo porque muchas de ellas estaban arti culadas al sistema financiero cooperativo como aportantes de capital social, aho rradores, cuentahabientes y usuarios de crdito del mismo, sino porque las quiebra s, liquidaciones, las intervenciones y dems demostraciones de la crisis, hirieron de muerte el contenido y significado que tenan la idea cooperativa y el concepto de asociacin solidaria en los imaginarios sociales y culturales de las personas, las comunidades y grupos sociales del pas; lo anterior ha terminado por generar un ambiente social negativo, que tiende a restarle fuerza a toda aquella prop uesta que incluya al cooperativismo y a la Economa Solidaria como alternativas idn eas para construir soluciones a los problemas del desarrollo social y econmico d

e las comunidades, y como parte estratgica en la definicin de la nueva arquitectur a social y poltica de Colombia; lo anterior debido, sobre todo, a que la crisis h izo evidente inconsistencias tericas, conceptuales, ideolgicas, de identidad, de l os proyectos del movimiento, lo cual lo debilita para entrar a participar dentro de los procesos de paz y los dems que se estn desenvolviendo en el pas, en la bsque da de soluciones estratgicas la problemtica que afecta a las grandes mayoras colomb ianas. De acuerdo al anterior orden de ideas, la hiptesis en cuanto a la superacin estratg ica de la crisis que hoy atraviesa el cooperativismo nacional, es que su diseo y ejecucin debe comprometer tres acciones indelegables, conexas, simultneas e inevit ables: Alejar el fantasma de la impunidad que siempre acompaa en Colombia a todos los procesos de corrupcin; realizar un anlisis integral de la crisis, tratando de poner al descubierto su gnesis histrica, sus consecuencias y la pedagoga involucra da en esta etapa de dificultades; y finalmente, trazar los derroteros que deben guiar el desarrollo del movimiento cooperativo y de la Economa Solidaria en el pr esente siglo XXI. La primera de ellas tiene que ver con impedir que la impunidad se aduee del proce so y la dinmica de la crisis, ocultando las responsabilidades y las culpabilidade s de quienes decidieron, (en algunos casos impusieron) y dirigieron el diseo y el desenvolvimiento del modelo de desarrollo cooperativo que hoy se derrumba; es n ecesario que se haga claridad y se condene, penal y moralmente, utilizando las h erramientas jurdicas que existen, a quienes no slo se apropiaron de las estructura s y procesos decisorios cooperativos, sino que de una forma perversa los pusiero n a su servicio, corrompiendo el proyecto cooperativo, articulndolo a la corrupcin poltica y al narcotrfico, y enriquecindose ilcitamente, como lo demuestra el creci miento patrimonial desmesurado, personal y familiar, de algunos dirigentes y fun cionarios cooperativos. Cerrar el paso a la impunidad es posibilitar una recupe racin rpida y necesaria de la identidad social y de la historicidad y trascendenc ia del cooperativismo. En este sentido, lo acontecido en el marco de los procesos decisorios que desemb ocaron en la crisis, no puede ser considerado nicamente como un simple error admi nistrativo, sino que es preciso reconocerlo, en algunos casos, como un acto cons ciente de irresponsabilidad anti-tica en la gestin de las organizaciones de primer grado y en las entidades bancarias cooperativas; all, en las Juntas de Directore s, en los Consejos de Administracin, en la Juntas de Vigilancia y en las Revisoras Fiscales, y en la Gerencias, se saba que concentrar los riesgos, que no establec er los mecanismos ms idneos para el control de cartera; que adquirir activos fijos inoficiosos e improductivos, que facilitar los autoprstamos entre los dirigentes , que incrementar la burocracia y los gastos suntuarios en viajes y hoteles cost osos, era colocar a las organizaciones en grave peligro, adems de ser expresiones de una deformacin perversa del proyecto cooperativo, pues el movimiento constitu ye una propuesta colectiva, empresarial y organizativa, en la cual los objetivos y propsitos estn en relacin con las expectativas e intereses de la Comunidad que l o conforma. En este mismo orden de ideas, dentro de ese sealamiento de culpabilidades y respo nsabilidades en relacin con la difcil situacin por la que atraves y est atravesando e l movimiento cooperativo nacional, se hace imperativo insertar un anlisis crtico d el papel desempeado por el Estado en la gnesis y el desarrollo de la crisis, pues para nadie es un secreto que como una expresin de ese carcter de estructura margin al y complementaria que el Estado les imprimi desde siempre a las organizaciones y al movimiento cooperativos, las instancias, los procesos y los procedimientos de fomento, apoyo, vigilancia y control que cre y desarroll el rea estatal, estuvi eron cargados de negligencias y en muchos casos de alcahuetera, que cohonestaron peligrosamente conductas anmalas en muchas organizaciones, sobre todo en aquella s que emergan con ciertos niveles de poder econmico, las cuales estaban dirigidas por los mximos dirigentes del movimiento. La segunda accin a ejecutar est vinculada con un proceso integral de anlisis de lo acontecido, que permita poner al descubierto la gnesis de la crisis en todas sus dimensiones, de tal manera que se haga posible iniciar un trabajo de refundacin d el cooperativismo, a partir de lecturas nuevas y originales, que tienen que est

ar articuladas a nuevas tendencias globales de desarrollo econmico (globalizacin d e la Economa Solidaria); esa articulacin debe ser elaborada a partir de las racion alidades econmicas, las lgicas operacionales y la teora propias de las empresas y o rganizaciones cuyo fundamento es la Comunidad, entendida sta, como un Factor Eco nmico, que abre mltiples posibilidades de desarrollo alternativo a niveles local y regional. Leer y reflexionar la crisis jalonar la construccin de un cooperativism o estructurante, tejido dentro de la estrategia de la Economa de Solidaridad o Ec onoma Solidaria. La tercera accin se desprende de la segunda, y compromete el sealamiento de las lne as gruesas de pensamiento y accin, que a manera de derroteros bsicos, deben orien tar las decisiones y las experiencias futuras del movimiento cooperativo y de la Economa Solidaria, en funcin de su alternatividad y de la construccin de la nueva civilizacin econmica y social, en el pas y en el mundo. Este documento se orienta hacia la segunda y tercera de estas acciones, es dec ir: en una primera pista, busca hacer una lectura interpretativa de la crisis en todas sus dimensiones, haciendo nfasis en dos elementos cruciales: en el carcter estructural de la crisis, y en la urgencia de destacar la pedagoga de la misma. Para desarrollar el primer elemento se acudir a la demostracin de la hiptesis de qu e la presente crisis es estructural y est referida a un Modelo de Desarrollo Coop erativo que si bien se configur en sus formas mas acabadas a partir de 1980, su gnesis se ubica desde el inicio mismo de la experiencia cooperativa en el pas; el fundamento principal de este modelo estuvo ubicado en la modernizacin empresarial de las cooperativas, comenzando por aquellas unidades que se ocupaban de asunto s financieros. Para desenvolver el segundo elemento se acudir a los planteamient os doctrinarios y de teora econmica cooperativa, para sealar que la crisis debe en tenderse como un espacio pedaggico desde y en el cual es factible recuperar unos elementos histricos de la modernidad y elaborar un discurso contundente acerca d el cooperativismo, pero concebido dentro de las perspectivas conceptuales y teric as de la Economa Solidaria, la cual se constituye, en el marco de las prcticas soc iales actuales, como parte fundamental de una nueva civilizacin poltica, cultural y econmica, y como la alternativa estratgica que va poner en escena a la Comunida d, como factor vital de un nuevo modelo de desarrollo, basado en la Autogestin , y cuyo foco estar ubicado en el mejoramiento significativo de la calidad de vid a de las personas y de toda la persona, que no es otra cosa que el desarrollo y actualizacin de las necesidades axiolgicas y existenciales, y de los derechos fund amentales. La segunda pista se centra en el desarrollo de la propuesta de accin y de conocim iento que debe regir la marcha de las organizaciones autogestionarias en particu lar, y de la Economa Solidaria en general, en el presente siglo XXI, de cara a lo s retos que se desprenden de la dinmica del escenario que debe construirse como r esultado de la crisis del modelo capitalista en su versin globalizante, que con El individualismo extremo del economicismo neoliberal tiende a disolver al mximo la nocin de mundo comn, justo cuando la globalizacin econmica que impulsa, y la crisis ecolgica que incuba, unen de forma ms estrecha que nunca el destino de todas las naciones. (2) En este orden de ideas, el presente siglo aparece entonces como un escenario en el cual el reto histrico va a estar constituido por las exigencias derivadas del proceso de construccin de una nueva civilizacin y econmica, centrada en el ser huma no y las comunidades, y en la cual la Economa, bajo un estatuto solidario, estar a l servicio de ste y de aquellas, procurando establecer unas relaciones sociales b asadas en la solidaridad y otros valores ticos que permitan el despliegue de toda s las potencialidades inherentes a las personas. El planteamiento anterior establece claramente que este libro configura su conte nido desde un deslinde radical con las lecturas que pretenden achacar la crisis a las determinaciones provenientes de la totalidad del sistema econmico global, que necesariamente afect al eslabn ms dbil, el cooperativismo en su versin financiera , pero que no toman en cuenta que en los procesos difciles por las cuales atraves y est atravesando el movimiento, tambin entran en juego factores endgenos, propios de la naturaleza y dinmica del movimiento, tales como las tendencias predominante

s dentro del cooperativismo, que lo condujeron a una aceptacin sin beneficio de i nventario, de las tesis y las propuesta empresariales capitalistas. Estas posturas de anlisis de la crisis son por lo menos falaces, pues la verdad e s que si bien las fuerzas exgenas inciden en los procesos particulares de sistema s de organizacin econmica como el cooperativismo, esta incidencia pudo ser control ada y/o minimizada si el modelo de desarrollo cooperativo se hubiese construido con base en otras premisas ms pertinentes, fundadas en los elementos de doctrina e ideologa que identifican al movimiento, y con una rigurosa teora econmica especf ica que diera cuenta de lo cooperativo, entendido como un fenmeno de organizacio nes empresariales autogestionarias, cuyos factores econmicos predominantes son la Comunidad y el Trabajo; pero esto slo hubiera sido posible si la dirigencia y l os funcionarios directivos que estuvieron al frente del proceso del modelo, hubi eran sido ms consecuentes con los objetivos del movimiento, echando a un lado sus intereses personales y sus inclinaciones a acomodarse a las tendencias hegemnica s de la Economa y en la sociedad para disfrutar de ciertos privilegios de orden s ocial y econmico. Cinco Los factores, relaciones y procesos que convergen en la organizacin de los seres humanos para la produccin, distribucin, consumo y acumulacin de los bienes y servic ios que sirven para satisfacer y desarrollar las necesidades y los derechos fund amentales, configuran el perfil que caracteriza a cada una de las distintas soci edades que a travs de la historia han servido como escenario para la vida de homb res y mujeres, y en las cuales han encontrado all su felicidad o su tragedia; e s decir: su realizacin plena, o la derrota de los sueos construidos individual y c olectivamente. En casa sociedad o proyecto societario, se conjugan como componen tes cuatro dimensiones fundamentales: La poltica, la cultural, la social y la eco nmica. Lo poltico (como el proceso decisorio, el pensamiento y las estructuras que orien tan la marcha social hacia los objetivos que interpretan anhelos y necesidades d e los comunitarios y las comunidades); lo cultural (que explica y nombra como co nocimiento y comportamiento las interpretaciones y lecturas de la realidad que p ermiten intervenir en los procesos de la misma); lo social (que se manifiesta y concreta a travs de los tejidos orgnicos que arman y proyectan la energa comunitari a en el juego de las relaciones sociales), y lo econmico (que se evidencia en los modos de producir, distribuir, consumir y acumular bienes y servicios en funcin de las necesidades y derechos de las personas y de toda la persona): Estos cuatro componentes de la vida de los seres humanos, se articulan y relacio nan de maneras especficas, dando lugar a la aparicin de modelos distintos del desar rollo de las comunidades, que se fundan en concepciones e imaginarios sobre la r ealidad y en los intereses y objetivos de las personas. Como lo enuncia Eduardo Sarmiento Palacio, ... En la prctica un modelo econmico parte de la base de una ser ie de postulados tericos y empricos y sobre esas bases define las caractersticas ce ntrales que debe cumplir una Economa para lograr los grandes objetivos nacionales (3), que no son otros que aquellos que tienen que ver con organizar, orientar y aplicar los recursos naturales y sociales para el desarrollo de las necesidades y derechos fundamentales de todas las personas y de toda la persona. Un Modelo de Desarrollo, es una forma de articulacin de los factores, relaciones y procesos de la sociedad, en la cual se privilegian ciertos asuntos e intereses , en funcin de las relaciones de poder que estn primando en un momento determinado de la historia de esa sociedad. Estos modelos son construcciones histricas, en l as cuales intervienen todos los agentes sociales, activa o pasivamente, y esa co nstruccin se va haciendo realidad a partir de decisiones y acciones que toman qui enes dirigen y controlan los procesos decisorios. Como se sostiene a lo largo de este trabajo, la crisis que se abati sobre el coop erativismo colombiano, sobre todo en el subsector financiero, no constituy una cr isis del proyecto histrico cooperativo, sino el derrumbe de un determinado modelo de desarrollo cooperativo, levantado a lo largo de ms de sesenta aos, a travs de d ecisiones y acciones que lo fueron configurando, hasta alcanzar su mejor momento y plenitud, en los primeros siete aos de la dcada de los aos 90. Construido bajo las premisas impartidas por los contextos nacional e internacional, as como por e

l entorno formado por el movimiento cooperativo en el mbito universal, continent al y nacional, este modelo se fundament en las actividades financieras, privilegi ando de una manera radical, un proceso de modernizacin empresarial en el terreno de las finanzas, y orientando todos sus esfuerzos a este fin, sin contar con la participacin de las organizaciones asociativas y solidarias que se desenvolvan en otras vocaciones econmicas, en los mbitos de la produccin de bienes y servicios. La gnesis de esta crisis se inicia desde el mismo momento histrico en el cual se d a comienzo institucional del cooperativismo en Colombia con la expedicin de la L ey 134 de 1931, pues all se inaugura de una forma concreta una tendencia que va a reinar a lo largo de los aos de vida del cooperativismo en el siglo XX, y al ini ciar el siglo XXI, mantiene todava su vigencia determinante; esta tendencia coloc a al movimiento como un instrumento marginal y complementario del sistema capita lista y de las polticas estatales, para lo cual el Estado, con la promulgacin de l eyes, expedicin de decretos y resoluciones, fue creando el marco jurdico, interven cionista, con el cual jalon y legitimo el levantamiento de un modelo de desarrol lo cooperativo que en su fase final, se inclin, equivocadamente, hacia la activid ad especulativa. Las consecuencias de la crisis de este modelo, a lo largo de los aos 97,98 y 99, como se anot antes en esta misma introduccin, fueron de una gran significacin negat iva para el desenvolvimiento de cooperativismo, pues afectaron integra e integra lmente sus dimensiones poltica, econmica, cultural y social. Analizarla, sometindo la a reflexiones que tengan elementos histricos para descifrar su construccin y de sarrollo, y sacar de all unas conclusiones pedaggicas, desde las cuales dar comien zo al diseo de la reconstruccin del Cooperativismo colombiano, es el camino que se quiere emprender a partir del captulo siguiente.

CAPITULO PRIMERO

LA CRISIS COOPERATIVA: PRIMERA APROXIMACION: GNESIS HISTRICA

Quien no conoce la historia, est condenado a repetirla Frase que parece haber sido dicha o escrita por Carlos Marx, o por lo me nos, as lo afirman algunos y algunas. La historia ha librado una batalla entre la esperanza de realizar la libertad y l a creencia de haberla realizado Jorge Gantiva Silva

1. QU CRISIS DE QU COOPERATIVISMO. Para de iniciar este primer captulo de anlisis de la crisis del cooperativismo co lombiano, se hace preciso sealar los significados que el concepto o categora Coop erativismo tiene dentro del discurso que se pretende elaborar, pues aunque es u na palabra de uso comn y corriente tanto en lo cotidiano como en los espacios ac admicos e intelectuales, lo cierto es que ese mismo uso frecuente ha provocado el desgaste, o en el mejor de los casos, la prdida de un poco del contenido y la in tencionalidad que este concepto tiene; lo anterior ha venido propiciando una u tilizacin ambigua e indiscriminada, y en ocasiones deformante, del concepto coope rativismo en los discursos e imaginarios de las personas y las comunidades, ter minando por nombrar con l experiencias que apenas renen unas cuantas situaciones que se acomodan al significado y dimensiones que este fenmeno social posee, desco nociendo las elaboraciones conceptuales, tericas e ideolgicas, que han hecho evide ntes las potencialidades de las organizaciones de autogestin, a travs de trabajos tericos, hechos por cientficos sociales comprometidos con la bsqueda de nuevas alt ernativas de Desarrollo para y en los pases del Tercer Mundo. As mismo se proceder con el trmino Crisis, para evitar equvocos con la aplicacin de este concepto en el anlisis del proceso cooperativo actual. La categora Crisis nombra una suma de situaciones que aquejan a una comunidad, un grupo, o a una sociedad entera, en todos o en parte de sus procesos polticos, c ulturales, sociales y econmicos, y en las cuales se hace evidente, no slo una cant idad significativa de acontecimientos que objetivan disfuncionalidades operativa s y errores en las decisiones dentro de los sistemas y las organizaciones, sino que comienza a perfilarse una especie de prdida de la ruta histrica de las mismas. La crisis es el momento en el cual el repertorio y la capacidad para dar respue sta a las exigencias que plantea el desarrollo de uno o varios procesos, muestra n agotamiento de imaginacin y creatividad, generando un proceso decisorio errtico en las acciones de conduccin y gestin. La crisis es estructural, es decir: domina los procesos desde las profundidades vitales de una estructura, creando resul tados negativos irreversibles, sin retorno posible a la situacin inicial, exigien do su superacin, mediante transformaciones estratgicas en todos los niveles y com ponentes de un sistema o de una organizacin, que tiendan a modificar radicalmente las tendencias que predominan y convocaron la crisis. Las crisis son construcci ones histricas, lo que significa que si bien pueden asomarse en un momento determ inado del tiempo y en un espacio delimitado, su gentica compromete lapsos histrico s ms o menos prolongados, en los cuales se van acumulando argumentos y elementos que finalmente configuraran el escenario de la CRISIS. Pero las crisis no son el resultado inefable de un destino fatal que se encontrara en el proceso histrico de los procesos sociales, o de un movimiento social como e l Cooperativismo, sino la consecuencia lgica de la existencia y coexistencia, den tro de esos procesos, relaciones y estructuras que entran en juego en la histori a de una sociedad, sus integrantes y las comunidades, de factores determinantes de diferencia y oposicin, de tensiones, pues una sociedad concreta, como construc cin histrica, incluye pluralismos de diversa ndole, cuyas relaciones en cabeza de a gentes sociales, buscan resolver y desarrollar sus expectativas, necesidades y d erechos, en trminos de decisiones y acciones en los campos poltico, cultural, soc ial y econmico. Las crisis sociales, por ejemplo, concurren por acumulacin de injusticias, de exc lusiones y marginalidades dentro de los procesos que sostienen un sistema social , lo cual muestra que es ineficiente para generar felicidad humana ecosustenta ble. Las crisis en general, son provocadas por la presencia acumulada de element os distorsionadores de los procesos propios de un sistema, los cuales son indica dores de insatisfaccin individual y colectiva en relacin con las expectativas de l os agentes sociales. Por su lado, la categora Cooperativismo busca sealar un fenmeno de organizacin que c omporta cuatro dimensiones inseparables y simultneas: poltica, econmica, cultural y social, pues este movimiento, en efecto se presenta como un conjunto de socieda des y empresas de diverso tipo y dimensin que organizan una determinada actividad

econmica en el mercado, en el mbito de produccin, comercializacin y erogacin de medi os financieros; se muestra al mismo tiempo como una respuesta al problema social , como un significativo proceso de agregacin y formacin de una voluntad colectiva que se propone transformar la sociedad en sentido democrtico; se manifiesta adems como un movimiento especficamente cultural, de difusin molecular y metdica de un co njunto de ideas, valores y normas que constituyen lo que podemos denominar estilo o modo de ser cooperativo': un particular modo de pensar, de sentir y de comporta rse individual y colectivo. (4) Pero el hecho distintivo y la novedad que introduce la cooperacin no es tanto su c omplejidad como fenmeno al mismo tiempo econmico, socio-poltico e ideolgico-cultural , cuanto la particular unidad y la articulacin que se establece entre estos disti ntos niveles de accin. (5) Pero adems, el fenmeno cooperativo comporta una racionalidad econmica y unas lgicas operacionales que le son propias y lo identifican, las cuales no pueden ser exp licadas y hechas evidentes, sino a partir de un discurso terico propio, elaborado al interior de la ciencia econmica, pero que compromete a la misma con nuevas ca tegoras y conceptos tericos, que le permitan dar cuenta en forma cabal qu son realm ente, qu han llegado a ser y qu lugar ocupan, la cooperacin, la autogestin y los dems fenmenos prximos, en el conjunto de la estructura y de la experiencia econmico-polt ica, social y cultural de la sociedad contempornea. El cooperativismo, como prctica social es una construccin histrica, y en este senti do pertenece al discurso de la Modernidad, al cual se articula inicialmente como elemento estructurante de las Utopas que en el Renacimiento y en la etapa inicia l del capitalismo, bajo la figura de comunidades productivas y sociales, que hara n parte de un sistema social con sentido colectivo y desarrollo democrtico, en d onde prima la participacin en las decisiones comunitarias; estos sueos o ideales so ciales van a dar cuenta, por una parte, de la inconformidad con los desarrollos d el sistema feudal, y por otra parte, de las primeras crticas a los asomos inicia les del sistema econmico capitalista, cargados de circunstancias claramente inhu manas y injustas y de desigualdades oprobiosas que hicieron pensar a quienes en estos tiempos se ocuparon de los asuntos sociales, que era preciso pensar otro m odelo de sociedad; posteriormente ser una idea y una propuesta que van a estar i nmersas, principalmente, en los discursos socialistas y demcratas en sus difere ntes matices, definidas como un sistema y un movimiento organizativo que introdu ce en la vida colectiva un nuevo tipo de relaciones entre Economa, poltica y cultu ra, y ello en conexin a un nuevo tipo de relaciones entre dirigentes y dirigidos, que le es propio. (6) Como organizacin, las cooperativas plantean como caracterstica fundacional una rac ionalidad econmica que establece y determina una forma y un sistema de interre lacin de los factores econmicos que convergen en ella como empresa, los cuales, forma y sistema, le son propios, le identifican y ordenan sus lgicas operacional es y sus mtodos de gestin, as como sus estrategias de articulacin con el mercado; en la organizacin empresarial cooperativa, y en general en todas estructuras organi zativas de carcter asociativo y solidario, los factores y categoras econmicos que p redominan sobre todos los otros, son el Factor Comunidad o Factor C, y el Factor Trabajo. En este orden de ideas los objetivos del Factor C tienen que ser asumidos y resp etados por los factores tecnolgico, financiero, medios materiales de produccin, la gestin y el trabajo, en el caso de las cooperativas de comunidad, como es el cas o de las organizaciones que acogen y integran a personas para autoprestarse un s ervicio. En las cooperativas de trabajo Asociado, el factor organizador es el Fa ctor Trabajo. La forma ms completa de organizacin de Economa Solidaria es aquella e n la cual los Factores C y Trabajo se articulan para imponer sus objetivos a los dems factores. El significado y proyeccin de este planteamiento en los procesos de organizacin co operativa, se debe traducir en unas decisiones y acciones que interpretan a caba lidad las expectativas, deseos e intereses de las personas y los grupos humanos que personifican los factores C y Trabajo, los cuales se manifiestan a travs de s u compromiso en el Acuerdo Cooperativo y Solidario, en calidad de asociados, ges tores y usuarios de las organizaciones.

Por otra parte, la prctica social cooperativa, se ha desenvuelto histricamente baj o una gama diversa de concepciones ideolgicas y tericas, que si bien conservan el hilo conductor de la autogestin y unos elementos doctrinarios de carcter universa l, van a estar diferenciadas, fundamentalmente por la manera de explicar y hacer la insercin dentro del sistema econmico general. En este sentido, y con diferent es conceptualizaciones y lgicas operacionales, la actividad cooperativa en el mun do se ha movido histricamente a partir de las manifestaciones de tres tendencias centrales: la marginalidad complementaria, que humaniza y suaviza los efectos ne gativos del modelo capitalista; como estrategia para el desarrollo del modelo so cialista, que pretende utilizarla como mecanismo de organizacin del aparato produ ctivo en manos del Estado, articulada al sistema de planificacin centralizada; co mo estrategia significativa para la construccin de modelos alternativos de Soc iedad y Desarrollo, orientados a impulsar transformaciones profundas, no slo en el quehacer de lo econmico, sino extendidos a todas las esferas de la vida de l a sociedad y las comunidades. Nombra entonces la categora conceptual Cooperativismo a una experiencia histrica importante en la cual han estado comprometidos grupos sociales, comunidades, sec tores econmicos, poblaciones y naciones enteras, tratando de establecer un modo d istinto de ser en y hacer la Economa y la vida social. El cooperativismo que en Colombia est atravesando un tenaz perodo de crisis, hace parte de esa historia, po r lo tanto su crisis tiene que ser evaluada bajo pticas alejadas de consideracion es facilistas y pragmticas, pues lo que est en juego es algo ms que un conjunto de organizaciones creadas al calor de doctrinas que hablan de solidaridad, autoges tin, mutualidad y ayuda mutua; lo que est en crisis es una Utopa de la Modernidad q ue no ha logrado su desarrollo completo, y hace parte del ms caro sueo de los sere s humanos: una sociedad que funcione para todos y con todos, con una Economa cuya causa final sea la satisfaccin y desarrollo de las necesidades y los derechos fu ndamentales de todos los ciudadanos. 2. EL COOPERATIVISMO EN COLOMBIA: TENDENCIAS Y MODELOS DE DESARROLLO: APROXIM ACIONES A LA GENESIS DE LA CRISIS. Es indudable, reiteramos, que lo que ha hecho crisis no es el cooperativismo com o propuesta de prctica social de la autogestin, sino un modelo determinado de des arrollo cooperativo, que fue decidido y diseado por quienes de una u otra forma fungan al interior del movimiento cooperativo colombiano como dirigentes y funcio narios operativos de las organizaciones cooperativas en sus distintos niveles de poder; estas decisiones tuvieron como elemento de apoyo la intervencin decisiva del Estado, a travs de la promulgacin de leyes, decretos y resoluciones, que conf iguraron un Marco jurdico para las actuaciones del modelo. El carcter estructural de la crisis, compromete en su evaluacin, a la historia mis ma del movimiento, pues simultneamente al proceso decisorio que convino el modelo , hizo presencia una tendencia ideolgica y terica que jalonaba unas formas de pens ar y hacer el cooperativismo en Colombia; pero esta tendencia no se construy de la noche a la maana, ni fue producto de la casualidad, ni de la mala fe de person as, sino que su elaboracin est relacionada con la secuencia histrica que el movimie nto ha venido desarrollando a travs de ms de sesenta aos de existencia. Por este motivo, este documento propone como una primera pista para aproximar un anlisis de la crisis, realizar un develamiento de los elementos que significativ amente han concurrido para hacer la historia del cooperativismo en el pas. Para esto se recurrir a establecer, a manera de recurso de lectura crtica, tres etapas en el devenir histrico del movimiento cooperativo colombiano. Primera Etapa: 1930-1960. Iniciacin de la aventura cooperativa. Cuando en 1931 se expide la primera ley sobre Cooperativismo, la nmero 134, culmi na una fase histrica precedente que sirvi para que la idea cooperativa tuviera oca sin de ser difundida a travs de distintos estructuras y actores sociales, incluso durante el siglo XIX; esta difusin alcanz a provocar la creacin de experiencias de asociacin mutualista y de algunas cooperativas. Pero este acto legislativo, prec edido de un concurso profesional de propuestas, inici el desenvolvimiento de la ten dencia que va a predominar a lo largo y ancho de la historia cooperativa: la con cepcin orientada a considerar a este fenmeno de organizacin autogestionaria, como u

na actividad marginal y complementaria de los circuitos econmicos, culturales, sociales y polticos del capitalismo; la dinmica de esta tendencia tendr su centro sinrgico en el Estado y sus expresiones jurdicas y de fomento, pero as mismo har par te de la ideologa y la teora que va sustentar la experiencia cooperativa en manos de dirigentes y asociados de las organizaciones que se crearn en esta etapa. Antes de 1930, el cooperativismo se moviliz principalmente como idea en los discu rsos que hablaban de los asuntos sociales, aunque tuvo algunas experiencias pun tuales en el gremio de los tipgrafos y en el sector productivo agropecuario, gen eradas por la influencia de las ideas socialistas que se vincularon tanto en los gremios artesanos, como en los medios campesinos, e hicieron de este tipo de or ganizacin econmica, una propuesta mutualista de accin en los procesos productivos c orrespondientes. Como idea, tambin hizo parte del imaginario poltico de los libera les socialistas, que lo incluyeron en las plataformas ideolgicas de organizacin de l Estado y de la Economa. As mismo, el cooperativismo convivi con la doctrina soci al de la iglesia Catlica, a travs del trabajo de algunos sacerdotes que buscaron i mpulsar la organizacin cooperativa, como una forma de poner en accin su compromiso con los marginados y los pobres. Otro espacio social en donde habit la idea cooperativa, fue en el jurdico, primero en algunos proyectos de ley y decretos que nunca cuajaron, y luego en algunas f acultades de derecho, en donde bajo la influencia de pensadores socialistas y li berales europeos, y por el conocimiento directo de algunos colombianos que estud iaban en ese continente, se comenz a pensar y definir la juridicidad de la modali dad empresarial cooperativa; esta vivencia del cooperativismo en el mbito jurdico, tuvo su mxima expresin cuando el Estado impuls un concurso para escoger el marco j urdico que regira para la experiencia cooperativa. All surge la primera ley coopera tiva. El contexto que envuelve y determina esta primera etapa de la historia cooperati va en Colombia, tiene como componente fundamental el proceso de la primera indus trializacin que marc la pauta de la modernizacin del capitalismo en el pas; esto suc ede, inicialmente como consecuencia de tres hitos significativos que obligaron a un replanteamiento del tejido de poder capitalista en todo el mundo: la prime ra guerra mundial, la revolucin bolchevique y la Gran Depresin Capitalista en la dcada de los aos veinte. Posteriormente, la industrializacin estara jalonada por la Segunda Guerra Mundial y por las tesis econmicas del Estado de Bienestar, propue stas por Keynes, las cuales exigiran y al mismo tiempo impulsaran, por un lado la participacin activa del Estado en la Economa, y por otro lado, la consolidacin de las relaciones capitalistas, cuya base la conformaba la industria, pero establec ida mediante una divisin internacional de la Economa, que le otorgaba a los pases p erifricos las funciones de prolongar la dependencia econmica mediante un proceso d e industrializacin controlado y dependiente. Industrializar el pas, implic cambiar de modelo de Estado, para lo cual el liberalismo, como partido poltico, sirvi de instrumento hasta 1946, y despus de un amago de retroceso impulsado por el Partid o Conservador, la propuesta de industrializacin tendra un terreno abonado a partir de 1958, con la creacin del Frente Nacional. El cooperativismo que se configura en el pas en esta etapa, corresponde entonces a las manifestaciones sociales y econmicas, polticas y culturales de un sistema ec onmico capitalista que busca concretarse a partir de la industria como eje centra l del aparato productivo nacional, y un sector primario, concebido para ejercer dos funciones bsicas: proveer de alimentos a los ncleos humanos que comenzaban a c onstituir las ciudades y a trabajar en las fbricas y en el nuevo comercio, as como en las estructuras del Estado, y consolidar el lugar que le corresponda al pas en la divisin internacional del trabajo como proveedora de materias primas y produc tos agrcolas (caf). A lo anterior corresponde un Estado que privilegi aquellas demandas que provenan de los sectores que estaban comprometidos con el establecimiento y consolidacin d e las relaciones capitalistas modernas. Por este motivo, el fomento de organiza ciones cooperativas se har con preferencia en los conglomerados urbanos del nuevo proletariado, buscando con stas, no la generacin de un valor agregado que valoriz ara el trabajo como factor econmico y propiciara la apertura de espacios y posibi lidades de jalonar una nuevas de relaciones sociales, distintas y de resistenc

ia al capitalismo; por el contrario, se impuls la organizacin de los trabajadores en torno a su naturaleza como consumidores de dinero y otras mercancas, a las cual es podan acceder a travs de mecanismos propios (sus cooperativas), pero articulado s marginal y complementariamente al circuito capitalista. Secundariamente se fo ment el cooperativismo entre los productores agropecuarios y entre los trabajador es de las entidades del Estado, pero con los mismos propsitos. El Modelo de Desarrollo Cooperativo que se configura en esta etapa al calor de l a tendencia marginalista, crea un panorama en el cual se distinguen los siguient es hechos ms significativos: 1. Un cooperativismo cuyo modelo se desarrolla a partir de dos modalidades empresariales: Cooperativas de Consumo, y Cooperativas de Ahorro y Crdito, orien tadas principalmente a satisfacer demandas crediticias provenientes de las neces idades de subsistencia (canasta familiar), proteccin (vivienda), y en algunos cas os, para adquirir otros satisfactores relativos a las dems necesidades propias de los trabajadores y sus familias, como salud, recreacin, educacin, etc. 2. Organizaciones cooperativas desprovistas de cualquier pretensin distinta a la de acudir en ayuda de carencias econmicas que se le presentaban a los trabaj adores por razn de los bajos salarios y las exigencias propias de su reproduccin s ocial y humana. Esto es consecuencia de la no-articulacin al movimiento sindical