uno de los deportes más populares de las calles ecuatorianas es el Índor

Upload: billy-bustamante

Post on 08-Mar-2016

217 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Uno de Los Deportes

TRANSCRIPT

Uno de los deportes ms populares de las calles ecuatorianas es el ndor, un juego en el que se olvida la pobreza en medio de goles. El cronista Francisco Santana estuvo en Vacas Galindo, Guayaquil, y cuenta para SOHO cmo se vive este deporte de barrio.

Pase largo, Tego mata y domina la bola de ndor con el pie izquierdo. Enfila recto hacia el arco, parece que vuela, no cree en nadie; dribla a un rival y cuando est a punto de rematar una pierna se atraviesa en su intento y evita el disparo. La pelota rebota contra el borde de la vereda, est vivita, parece un conejo saltarn. Un pelotero contrario sale jugando limpio, sobrado, como si no hubiera pasado nada; es canchero, hasta se da el lujo de mirar atrs para ver si alguien lo sigue. Tego observa hacia su arco, contrariado murmura algo que solo l escucha, sonre, vuelve a pedir el baln a uno de sus panas en la defensa; amaga, juguetea, mete un regate, la pisa y luego se la pasa a alguien que tiene un chaleco verde de River Plate. Empieza el ataque de nuevo. Todo sigue igual que al inicio: cero a cero.

El barrio est tranquilo. La tarde descansa sobre una suave brisa sin sol con un fondo musical de salsa vieja y dura. La voz de Hctor Lavoe dice que es el rey de la puntualidad. Es el domingo 1 de julio. Espaa acaba de ganar la Eurocopa: 4-0 contra Italia, un abuso. Eso es noticia vieja por aqu, peridico de ayer que nadie desea ni siquiera comentar, peor leer. La noticia es Barcelona de Guayaquil. Al pie de la reja de la casa de donde surge la msica, tres panas le entran fuerte y parejo a la biela; desesperan hasta los gritos hablando sobre el dolo del Astillero, muchos dicen del Ecuador. Barcelona hoy le gan al Tcnico Universitario 3-0 y regres a la punta del Campeonato Ecuatoriano de Ftbol. Todos los dioses estaban con el equipo ms popular del pas. Al minuto 76, el diez argentino Damin Daz recogi un centro desde la derecha, realiz un chilena monumental y meti un gol de antologa. Una fbula. Una sorprendente obra de arte que nadie se esperaba con todos los elementos posibles para el cuento: esttica, potencia y colocacin. As entr en la historia del club. Un pana me dice: Antes de que metiera ese gol, todo el estadio lo estaba puteando. Le sali la jugada y despus todos lo estaban alabando. Eso es el deporte: miseria y gloria a la vez. Todo junto, como si un dios menor tirara hacha y machete, algodones y flores.

En Vacas Galindo y la 36 la miseria duerme tranquila sobre la vereda, la pobreza es visible por cualquier lado que se mire, aunque hay gente que la suda y vive menos mal que otros. Aqu no hay regeneracin urbana. Los cables de electricidad se pudren al sol; salen desde las casas y forman una maraa que arruina el paisaje del cielo celeste. Colgados de sus cordones, dos pares de zapatos viejos tambin se pudren sobre un cable. Me revuelve un recuerdo infantil: una vez me sub a un poste de luz y con una caa larga baj los zapatos para usarlos. Aunque me quedaban grandes, igual me los puse, hasta que mi padre los bot a la basura luego de darme una paliza por andar recogiendo porqueras. Este es uno de esos barrios rotos del suburbio guayaquileo donde la gente pelotea con alma, vida y corazn. El ndor callejero es un baile, la pasin que mueve a las masas, es el deporte nacional. Me atrevo a pensar que, si hubiera un campeonato mundial de ndor, nadie nos ganara. Nadie.

cronica_indor-3Sobre la calle Vacas Galindo estn pintadas con pintura blanca las lneas de la cancha, tambin estn parados los arcos de metal. Antes, cuando yo tambin peloteaba aqu, los arcos eran un par de piedras apiladas encima de la tierra que los abuelos llamaban cascajo. Los goles eran rodaditos, la pelota tena que entrar a ras del suelo sin levantarse ni un centmetro, casi un imposible. Los partidos se hacan interminables, las peleas tambin; eran salvajes batallas donde rivalizaba un barrio contra otro. Nadie se ahuevaba, todos metan. Aquello poda terminar en una hecatombe donde los participantes ni siquiera podan pasar por el barrio contrario sin que se armara una trifulca. A veces eran largos das de miedo y odio.

Ya no hay nada de eso. Ahora la gente juega con fuerza testicular pero con lealtad, hay raje y cuerpeo, se mete ficha pero nadie entra a daar la pata o la canilla del rival. Todos son compaeros, hermanados en la guerra del asfalto que se come los Venus, los zapatos con los que se pelotea, esos zapatitos de cinco dlares y medio que a veces solo duran dos meses.

Esto es calle. Aqu todo est vivo, no hay chance para andar babeando con la boca abierta. El indorftbol tiene que ser en la calle. Aunque el sol no caiga bonito como la miel, los peloteros callejeros tienen que vivir y morir al sol, con la piel curtida y una biela en la mano. Algunos se pegan un grifo para que el vuelo y la inspiracin lleguen pronto. En ocasiones funciona y la magia aparece como si fuera un regalo divino, momentos de intensa emocin que sirven para respirar fuerte. Entonces, se forma una profunda conexin entre quienes devoran el asfalto y quienes comprometen sus sentidos como espectadores del viaje maravilloso que realiza el baln de ndor, la pelota callejera que salva de la miseria y transforma la vida, vence la realidad del barrio, de la esquina donde todo se pudre sobre una gruesa capa de polvo y espanto.

Si te dejas, la calle te come. Pero uno tiene que fajarse y derrotar al miedo. Incluso hay que ir en busca de la gloria y vencer la desgracia, siempre. Somos gente que bsicamente pelea para sobrevivir. El ndor callejero es una forma de buscarse la vida. Muchos pobres han salido a flote pateando una pelota. Antes, cuando la vida en las ciudades solo era posible en el barrio, todos nuestros futbolistas salan de la calle. Ah aprendan a dominar ese baln que salta caprichoso como el corazn mismo de Guayaquil.

El equipo de Tego pierde 2-1. Los cinco salen con el rostro descompuesto, cabreados y puteando a la mala suerte. La culpa de la derrota la tiene el arquero, es la conclusin de los espectadores. Entonces hay que pagar: 2,50 por equipo, 0,50 por cabeza. No hay drama, aqu se es feliz con poco, ya que nadie tiene mucho. Alguien consigue un pequeo balde con agua helada para refrescar a los peloteros. Tego aprovecha y muestra su corte de pelo. En su cabeza rapada luce un nombre de mujer. Es un homenaje a mi hermanita Cristina. Tiene diez aos, dice orgulloso.

Entran dos equipos nuevos a la cancha y otro baile con la redonda empieza. Diez gladiadores suburbanos se dan con todo, no se guardan nada. No hay ningn gordo sobre la calle, tampoco hay ninguna estrella, nadie se parece a Messi. Todos son flacos y fibrosos. Meten duro la pata. Chocan las canillas, arde la tarde. Hay que ser un recio varn. Arrecho. Ms que el ftbol, el ndor callejero es para hombres. Aqu nadie llora, nadie reclama; si te dan, recibes sin chillar, aguantas tu parte y t tambin repartes. Nadie simula. El ndor, como todo aquello que se cocina en la calle, tiene sus cdigos basados en la hombra y en el sudor. Nada de queja y dolor, apenas una puteada de confianza.

cronica_indor-2Un carro pasa lento y todo se detiene. La pelota que fabrica Luis Chez Obando, el nico artesano en Guayaquil que se dedica a este noble trabajo, duerme bajo la suela de un pelotero. Es un baln normal, de aquellos que cuestan ocho dlares. Est compuesto por pequeas figuras geomtricas de cuero sinttico que el hombre cose a mano, y rellena con caucho picado. Hay una historia profunda en cada pelota. La marca Sper Balones Chez ha regalado ms alegras a la gente que ningn poltico, aunque estos siempre reparten camisetas impresas con sus caras bonachonas. Hoy nadie lleva camisetas de polticos; algunos de los peloteros andan descamisados, sin vergenza ni pudor exhiben tatuajes y cicatrices al viento fresco de la tarde.

El equipo de Tego vuelve a la cancha con cambio de arquero. La jugada resulta porque, luego de tres minutos y un rpido intercambio de toques y pases, Tego cruza un zurdazo y anota el primer gol. Entonces se manda la pose del italiano Mario Balotelli luego de marcar el segundo gol en la semifinal de la Eurocopa contra Alemania; la gente goza con la ocurrencia. Alguien del pblico dice: Est loco este man. Pero las locuras resultan porque el equipo gana y recupera sus 2,50.

Muere otro partido. Sin embargo, la vida sigue casi idntica en el barrio. Sobre la reja de una ventana reza un letrero: Se vende cerveza, bolos, caramelos, hielo En las grises y carcomidas aceras se acomodan aquellos que esperan su turno, tambin estn los que solo desean mirar, los ms chicos que quieren aprender los trucos de los mayores. De vez en cuando, en alguno de esos rostros surge una sea de melanclica resignacin. Parece decir que con lo que tienen les alcanza para meterle un par de goles a la vida.