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INTRODUCCIÓN A LA GEOGRAFÍA Elena Margarita Chiozza y Cristina Teresa Carballo 1

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UNIVERSIDAD VIRTUAL DE QUILMES1.1.1. El punto de partida: el conocimiento empírico 10
1.1.2.Viajes, descubrimientos y nuevas representaciones del Mundo 10
1.1.3.Una representación cada vez más precisa 15
1.1.4. Geografía, ciencia humana, disciplina científica 17
1.2. ¿Geografía o Geografías? 21
1.3. El Espacio Geográfico y las Sociedades 37
1.3.1. Epistemología, geógrafos y espacio geográfico 37
1.3.2. El Espacio Geográfico 40
1.3.3. ¿Cuáles son las propiedades del espacio geográfico? 42
2.La Organización del Espacio Geográfico 53
2.1. Localización 54
2.2. Escalas de análisis y relaciones espaciales de poder 62
2.3. El Paisaje 66
2.3.3. Flujos, sistema, «tiempo espacial» y fricciones 77
2.4. La Organización del Espacio Geográfico 82
2.4.1. Población, Sociedad y Territorio 86
2.4.2. La distribución de la población 91
2.4.3. Espacio geográfico y espacio económico: "los golpes de hacha" 100
3. El Análisis del Presente 109
3.1. El modelado de una geografía humanizada 121
3.1.1. Técnica, Sistema, Tiempo y Espacio Geográfico 123
3.1.2. Las primitivas técnicas, las poblaciones humanas y la ocupación del
territorio 128
3.1.3. Diferentes concepciones del espacio: el mito y el lugar 132
3.2. Técnica y Organización Social: evolución de los espacios humanizados 136
3.2.1. Desigualdades de poder, decisiones políticas y expresiones culturales 137
3.2.2. El análisis del presente desde los conceptos: Lugar, Técnica y Paisaje 139
3.3. Geografía de la Totalidad: el espacio planetario y el lugar 149
3.3.1. La mundialización de la economía 151
3.3.2. Innovación tecnológica y espacio geográfico 157
3.3.3. Tendencias y reflexiones 166
Referencias bibliográficas 174
Introducción
Una introducción a la Geografía es, en verdad, una introducción al conocimiento del espacio geográfico, entendido como la resultante de las relaciones que la sociedad establece con la Tierra que habita.
Una Geografía que entiende el espacio geográfico como la expresión de las relaciones que las sociedades humanas establecen a lo largo del tiempo con los distintos ámbitos del planeta que habitan. Planeta que es, a la vez, su lugar de residencia, su fuente de vida y tal vez debamos decir también su prisión. Ocurre que a pesar de los extraordinarios avances que significan las inversiones en la exploración del espacio extraterrestre no se ha logrado todavía la instalación de una colonia humana en cualquier otro lugar del universo.
Groseramente podría compararse al espacio geográfico con una obra de arte, una escultura, en la que la Naturaleza constituye la materia a modelar y la Sociedad es el artista que concibe y realiza el modelo empleando las técnicas e instrumentos adecuados. Sin embargo, la analogía no es correcta, porque a diferencia de la obra de arte en la que el artista sólo se manifiesta por su genialidad, en el espacio geográfico el artista es también parte de la obra acondicionada para servirle de morada y de sustento.
Sintéticamente podemos decir que el espacio geográfico, objeto de estudio de la Geografía, es Naturaleza modificada por la sociedad. En consecuencia, el espacio geográfico es una construcción social y la Geografía que lo estudia, una ciencia social.
Con esta Introducción a la Geografía queremos presentarle una propuesta para recorrer algunos de los aspectos que presenta el complejo análisis de la actual realidad social y territorial. Es nuestro propósito introducirlo al análisis geográfico y, paralelamente, dotarle de herramientas conceptuales. Herramientas que, a partir de esta experiencia, podrá poner en juego en cada análisis social de la realidad.
En función de nuestros propósitos, el módulo está organizado en tres unidades en las que se desarrollan diferentes aspectos y dimensiones que intervienen en la construcción social del espacio geográfico. Ello explica la presente selección de contenidos, los objetivos particulares de cada unidad, las actividades, los estudios de cada caso y la selección bibliográfica.
En la primera unidad, Espacio Geográfico y Sociedades, le proponemos revisar algunos de los aportes de la Geografía al conocimiento científico de la realidad. También, nos iniciaremos en el análisis de las múltiples características de un concepto central, el espacio geográfico, concepto que se irá construyendo y complejizando, lentamente, a medida que avancemos con el curso.
En la segunda unidad, La Organización del Espacio Geográfico, le presentamos una selección de conceptos básicos e indispensables en el análisis geográfico: localización, tiempo y paisaje. En cada propuesta de contenido se le ofrecerá una creciente complejidad y formas de interrelación teórico-prácticas, con el propósito de reflexionar sobre algunos rasgos que hacen a la actual geografía de las desigualdades.
Por último, la tercera unidad, El Análisis del Presente, se refiere a las funciones, reestructuraciones y diferenciaciones de los actuales espacios geográficos y el papel de las innovaciones tecnológicas a través de procesos sociales, históricos y territoriales que se evidencian en la presente geografía del planeta y siempre apoyándonos en el interjuego de las diferentes escalas de análisis: planetaria, regional, nacional o local.
La unificación de la Tierra como campo de acción de las sociedades europeas comenzó con los grandes descubrimientos de los siglos XV y XVI, y se aceleró hacia fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX con la revolución industrial y la revolución de los transportes y las comunicaciones. Otro salto en la integración planetaria se dio con el avance de las telecomunicaciones, especialmente, después de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, y a la "velocidad de la luz", las innovaciones tecnológicas y la mundialización de la economía modifican profundamente la organización del espacio planetario hasta globalizarlo.
Las nuevas tecnologías se están configurando como uno de los ámbitos más dinámicos de actuación humana para el siglo XXI; pero no podemos olvidar que toda actividad humana se desarrolla en y con el espacio geográfico, del que nos aprovechamos, sobre el cual incidimos, pero que a su vez también nos impone condicionantes.
Las relaciones sociales, culturales, económicas y políticas no actúan aisladamente. Es necesario detenernos y resignificar las consecuencias inmediatas de este mundo cada vez más reducido, dicho en sentido amplio. Reducido como efecto del avance de la tecnología en las comunicaciones y el transporte que afecta y reduce la relación tiempo- distancia; pero también reducido, en el sentido literal del término, porque sólo el 20 % de la población mundial tiene acceso a la calidad de vida que ofrecen los países desarrollados. Es importante, para comprender las actuales construcciones espaciales y territoriales comparar los círculos sociales que estructuran la vida política, la vida económica y la vida cultural de los pueblos.
Aprovechamos para reiterar que esta propuesta lejos está de constituirse en un sofisticado recetario de fórmulas "aceptadas" sino que, por el contrario, es una aproximación a una particular interpretación que intenta superar las descripciones trilladas; tratando de exponer y ofrecer elementos y herramientas conceptuales que contribuyan a la búsqueda de explicaciones de los fenómenos geográficos. Es nuestra intención generar el debate y la reflexión, a través de este material, al que llamaremos: Introducción a la Geografía, aunque pudo llamarse también, invitación a la Geografía. La puerta queda abierta...
Objetivos
a. Revisar los aportes y contribuciones de los conceptos centrales del saber geográfico realizados en el tiempo.
b. Analizar en el interjuego de escalas las relaciones entre sociedad, espacio geográfico y territorio.
c. Reflexionar sobre la construcción del conocimiento geográfico como saber y su importancia para la interpretación de la realidad social.
Unidad 1
Objetivos
1. Reconocer los aportes de la geografía al conocimiento científico de la realidad.
2. Analizar las características del espacio geográfico.
3. Reflexionar sobre la complejidad del espacio geográfico.
Cuando preguntamos qué es la Geografía; las respuestas, generalmente, están asociadas con las experiencias escolares, ello justifica que la identifiquen con inventarios de datos, nombres y estadísticas, algo muy diferente de lo que es la disciplina en el campo de la investigación científica. Algunas personas podrían responder que los geógrafos tienen como principal tarea la elaboración y empleo de mapas, relacionándola con itinerarios (guías de viajes, descripciones físicas del paisaje, etc.), en los que los protagonistas son los lugares.
Esta percepción está alejada tanto de la moderna concepción de la geografía como de lo que en realidad hoy los geógrafos hacen, y en especial de su producción científica. Esto no significa que el geógrafo no necesite observar las características de los lugares donde se localizan los fenómenos sociales. Durante mucho tiempo, la Geografía tuvo como objetivo la descripción y la cartografía de los lugares, teniendo un lugar central en la producción de conocimiento que respondía a los intereses de imperios y estados en expansión. Es decir, que la localización de los lugares, su descripción y el trazado de rutas era una necesidad urgente de los estados a la que la Geografía debió responder. La tarea de “inventariar” el mundo estaba en manos de quienes podríamos llamar geógrafos, que pasaron a ser minuciosos relatores de una geografía de sectores del planeta hasta entonces desconocidos. Durante este largo período apenas existía como disciplina pero, a partir de fines del siglo XIX, en el marco de la expansión de las potencias europeas, del nacionalismo, del auge de la revolución industrial, del poderío militar y económico, los conocimientos de la Geografía serían indispensables para el dominio planetario.
En el proceso de consolidación del Estado Moderno, la Geografía como la Historia tienen un papel central como transmisores de los valores de la época: contenidos y valores fundamentales para un discurso necesario, difundido a través de la enseñanza, que lleva a la construcción de la Nación.
La institucionalización de la Geografía
El conocimiento geográfico de América está ligado al proceso de conquista y expansión colonial de España que proporciona crónicas, memorias, informes y cartografía cuyas primeras manifestaciones han sido recogidas en buena parte por Levillier en su obra América, la bien llamada. Esa misma tradición se mantiene durante el siglo XIX en el período de consolidación del Estado Nacional que culmina con la eliminación de las fronteras interiores. La institucionalización de la geografía en el ámbito de la enseñanza se produce a fines del siglo XIX con el aporte de viajeros de diferentes nacionalidades y orígenes y fue acompañada con la creación de la carrera docente en el Instituto Nacional Superior del Profesorado Secundario, mientras que la incorporación de la disciplina al ámbito de la investigación académica se produce en el seno de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires al despuntar el siglo XX.
El campo de las ideas geográficas ha sido muy fértil en aportes al conocimiento de la realidad terrestre. Sus contribuciones a lo largo de su historia se han centrado en varios tópicos, siendo el concepto de espacio geográfico uno de los más discutidos y sobre los que aún se mantienen fuertes debates. Hacer una descripción o recortes del complejo devenir de las corrientes del pensamiento geográfico no es el propósito de este curso; pero sí se tendrán presentes, sintéticamente, algunas ideas o procesos que ayuden a contextualizar los principales aportes del conocimiento geográfico a través del tiempo.
Lo que procuraremos en esta unidad es aproximarlos a los conceptos centrales que nos guiarán a lo largo del curso mostrando, a la vez, algunos debates, reflexiones y avances en la producción del conocimiento geográfico. En fin, nuestra propuesta es revisar y reflexionar sobre aquellos conceptos que permitan introducirnos en esta disciplina que se ha dado en llamar Geografía.
1.1. Introducción al conocimiento geográfico
1.1.1. El punto de partida: el conocimiento empírico
El punto de partida del conocimiento geográfico ha sido la experiencia acumulada por las sociedades primitivas que exploran las zonas que habitan reconociendo los lugares que le brindan alimentación y refugio ¿Cuándo comienza esa experiencia? Tan lejos en el tiempo como podamos datar la aparición del hombre.
Este conocimiento empírico del entorno permite responder a las preguntas “¿qué?”, “¿dónde?” y “¿cómo?”; son preguntas que los humanos se formulan para poder encontrar los medios de subsistencia más propicios, y también para eludir lugares de riesgo. No obstante, estos elementos no alcanzan para entender por qué la relación con la naturaleza remite al terreno mítico.
Muchas personas en la actualidad no han sobrepasado el nivel del “¿qué?” y el “¿dónde?”, y no han desarrollado la capacidad de interrogarse sobre el “¿por qué?” e interpretar la realidad de la que forman parte y en la que tienen -aunque no sean conscientes de ello- un papel protagónico.
El conocimiento empírico sigue siendo tan necesario hoy como en su momento lo fue para nuestros antepasados más remotos, sólo que en lugar de una experiencia en gran medida dependiente del azar se ha transformado en una instancia del conocimiento científico que debe estar guiado, o tamizado, por los objetivos que perseguimos. De esta manera, nuestra experiencia cotidiana, asistemática, se transforma en una fuente de conocimiento científico a la luz de la búsqueda de su “racionalidad” en el marco de una teoría que puede ser confirmada o refutada, en este último caso, dando origen a nuevas teorías.
1.1.2. Viajes, descubrimientos y nuevas representaciones del Mundo
Hay una diferencia entre el contexto actual y aquella historia en la que tienen su origen las primeras manifestaciones del conocimiento geográfico, que no superan el nivel de lo que efectivamente se puede conocer por experiencia, resumida en inventarios, itinerarios y descripciones de lugares; en un comienzo limitados al alcance del desplazamiento a pie y más tarde en embarcaciones o a caballo, pero siempre en contacto directo con la realidad. Otros medios de transporte como el tren o el automóvil amplían el radio de desplazamiento a cambio de una visión fugaz de los paisajes sacrificados a la velocidad en que cambia la ecuación distancia - tiempo.
Hoy a la experiencia vivencial -y por eso espacialmente limitada para la mayoría de los hombres- se suma la "experiencia" obtenida a través de sensores remotos que hacen accesibles otras escalas espaciales y permiten una reinterpretación de la realidad y el acceso a rasgos que escapan a la escala local.
POBLACIÓN MUNDIAL POR CONTINENTE (%)
Fotografía aérea del Géminis: Foto del delta del Nilo
La necesidad de identificar y localizar los fenómenos geográficos no es menos imperiosa en la época de la guerra de las galaxias de lo que lo fue en la etapa de la constitución de los grandes imperios del pasado. Como un subproducto de las experiencias realizadas por el Programa Géminis de los Estados Unidos, destinado a experimentar la posibilidad de realizar viajes espaciales tripulados con retorno a la Tierra, los científicos de las Géminis III obtuvieron el 23 de marzo de 1965 las 25 primeras fotografías color de la superficie terrestre desde el espacio, por iniciativa propia. Esa experiencia motivó la incorporación de un proyecto fotográfico en los viajes de la Géminis IV (3 al 5 de junio) y la Géminis V (21 al 29 de agosto del mismo año). La Géminis V fijó su derrota en la franja que comprende las zonas limítrofes de Estados Unidos y México, el Norte de África, el Cercano, Medio y Lejano Oriente en esas latitudes. El equipamiento fue mejorado para obtener información geológica, geográfica y meteorológica. De la multitud de imágenes registradas por los investigadores de la NASA y el U.S. Weather Bureau, hemos seleccionado dos fotografías, una corresponde al sector occidental del Delta del Nilo cuya mancha verde contrasta con los tonos ocres del desierto colindante. Sobre la costa se distingue el Puerto de Alejandría y en el Delta, los canales de riego y el curso del Brazo Rosetta en el borde inferior de la zona fértil del valle. En el corazón del desierto se observa un trazo fino que se identifica como una serie de lagos salados ubicados bajo el nivel del mar alojados en el uadi el Natrun (S-65-45736).
2. Foto del Valle del Río Grande
Fotografía aérea del Géminis: Foto del valle del Río Grande
La otra imagen reproduce un área captada anteriormente por la Géminis IV en forma reiterada. Se trata del Valle del Río Grande en el límite entre Chihuahua (México) y New México (U.S.A.). En el centro aparece una zona neurálgica de interés para ambos países: el área metropolitana de las ciudades fronterizas de Ciudad Juárez y El Paso localizadas aguas abajo del punto en que el Valle se estrangula y hace más fácil el vado del río. A lo largo del valle se identifican las áreas de cultivo cuyo verdor contrasta con la aridez de las zonas que lo enmarcan (S-65-45752).
Ambas fotografías han sido publicadas por la NASA y constituyen el antecedente que más tarde dará origen al lanzamiento de satélites no tripulados destinados al relevamiento de los recursos de la Tierra (ERS 1, Lansat, etc.). El último intento de obtener un registro de máxima precisión consiste en el lanzamiento de una misión espacial iniciada el 11 de febrero del año 2000 y destinada al relevamiento tridimensional de la superficie terrestre, a bordo del transbordador espacial “Endeavour”. Se verifica una vez más que en materia de conocimiento geográfico, saber es poder.
Conocer es una forma de posesión del objeto conocido, y darle un nombre que lo identifique es reafirmar esa posesión: cordillera - Andes; río - Amazonas; ciudad - México; mar - Tirreno, etc. Con la experiencia surge un vocabulario que identifica los elementos de la realidad y denota su singularidad con un topónimo.
Esas palabras forman parte del lenguaje cotidiano, pero su incorporación al lenguaje científico exige una redefinición, precisando los conceptos de modo que su significado sea el mismo para toda la comunidad científica. Muchos términos tienen un uso estrictamente local y su empleo demanda, con mayor razón, una definición: por ejemplo, uadi, huayco, destacando que aunque tengan similitud, no son lo mismo.
Para la geografía, además de identificar y nombrar los elementos de la realidad y nombrarlos es necesario también representarlos, acrecentar el dominio y hacer que los mapas mentales que surgen de la experiencia sean inteligibles para otros mediante su expresión gráfica.
Representar significa no sólo individualizar los elementos significativos, sino también asignar a cada uno un símbolo y un lugar. Con la representación pictórica asistimos a los albores de la cartografía, cuya historia constituye un apasionante capítulo de la ciencia y de la técnica, que busca todavía la definición de una simbología universalmente aceptada.
Estos mapas, como reflejo de la realidad, adquieren rigor a medida que la exploración del planeta y los instrumentos de medición evolucionan simultáneamente para determinar distancias y altitudes. Son los grandes viajes, inventos y descubrimientos que se desarrollan a partir de los siglos XV y XVI los que llevan finalmente a la confección de los mapas del mundo y de los globos terráqueos que nos proporcionan un modelo que torna coherentes e inteligibles las visiones fragmentarias que sirvieron de base para su construcción. Eso significó resolver problemas de matemática y geometría que dieron nacimiento a la geodesia.
Esa cartografía nos ha acostumbrado a una manera de mirar al mundo, en un plano y desde el hemisferio Norte. Siempre nos asombra por ejemplo, la rústica representación de las costas de América del Sur, en el que el Estrecho de Magallanes está ubicado en la parte superior de la misma en el mapa de Pigafetta en el que se aprecia una visión de las Costas de América del Sur.
3.Mapa de Pigafetta: visión de las costas de América del Sur
1.1.3. Una representación cada vez más precisa
El progreso en la representación de los rasgos morfológicos fue extraordinario al punto que, cuando pudo contemplarse la superficie terrestre desde el avión, asombraba ver la correspondencia entre formas de la realidad y mapas.
El mapa elaborado por los geodestas fue, hasta la Primera Guerra Mundial, el medio más adecuado para integrar la experiencia de cada investigador en un marco más amplio. El desarrollo de la aviación y la toma de fotografías aéreas impulsaron el desarrollo y el enriquecimiento de la cartografía con nuevos datos. La aereofotointerpretación y el uso de aparatos que permiten recuperar las formas de relieve dieron mayor precisión a los elementos representados, pero a la vez pusieron al descubierto el vigor y la riqueza de los rasgos de la impronta de la actividad humana sobre la Tierra, y esto fue válido no sólo para la actividad presente sino también para la del pasado remoto. La fotografía aérea se convirtió en auxiliar no sólo de la Geografía, sino también de la Historia y la Arqueología.
4. Foto aérea del puerto de Ostia
Foto aérea del puerto de Ostia
La fotografía aérea tuvo la virtud de mostrar la disposición relativa de los objetos en el espacio y a la vez recuperar la dimensión temporal del espacio geográfico, descubriendo los elementos del mismo correspondientes a organizaciones espaciales del pasado. Las técnicas de registro, lectura e interpretación de las fotografías aéreas permiten alcanzar una profundidad histórica, antes insospechada y establecer correlaciones entre las diferentes dinámicas del medio natural y el medio social. Raymond Chevalier ha prestado especial atención a la lectura y reconstitución de antiguos paisajes. Entre otros casos analiza el del Puerto de Ostia que fue el nexo de Roma con su imperio marítimo ubicado en la desembocadura del Tíber, que fue segado y finalmente abandonado. Una serie de restos superficiales, sin orden ni concierto aparente, fueron resignificados por la fotografía aérea, que certificó la real existencia y la ubicación de la ciudad y puerto imperial. En la fotografía que se reproduce, Ostia ocupa el sector inferior de la misma, y en el centro de la planta urbana se identifica claramente el ámbito del teatro y otras construcciones domésticas y oficiales ordenadas según un prolijo trazado de calles.
Tomado de Raymond Chevalier. L´avion à la découverte du passé. Fayard, París. 1964.
En el presente puede decirse que ningún lugar de la Tierra, por apartado, inhóspito y recóndito que parezca, es inaccesible al conocimiento humano. Las imágenes captadas por los sensores remotos, las determinaciones de posición y las medidas realizadas por los GPS permiten hoy responder a las preguntas qué y dónde con gran precisión. Queda responder por qué es así y por qué allí como tarea del geógrafo que no podrá prescindir de la utilización (como medios de aprehender el espacio geográfico -su objeto de conocimiento-) de la experiencia, del dominio de un lenguaje preciso y de las representaciones simbólicas de la realidad: cartas, mapas, planos, fotografías e imágenes.
Sin embargo, eso no es todo. En su campo, el geógrafo no ha de trabajar sólo en compañía de geodestas, cartógrafos y naturalistas, sino también con quienes le proporcionen los medios necesarios para acceder al conocimiento de las sociedades: se trata de la diversidad de grupos humanos que tienen diferentes formas de inserción social, cultural y económica, ya que cada uno imprime un sello peculiar a su accionar sobre el planeta, llevando a la configuración de espacios geográficos diferenciados.
Actividad Nº1
Los conceptos analizados hasta aquí muestran el papel estratégico de las representaciones del mundo y su evolución en el tiempo. Detecte las ideas principales e identifique y confeccione un listado con los conceptos centrales que se desarrollaron.
1.1.4. Geografía, ciencia humana, disciplina científica
El trayecto de nuestra disciplina ha sido accidentado y sobre todo muy cuestionado interna y externamente en el mundo científico. Ricardo Figueira, en su introducción a la Geografía, ciencia humana (1977), ha rescatado los conflictos por los que atravesó la geografía como disciplina desde sus primeros pasos. En sus palabras, podremos identificar la compleja construcción histórica y el contexto científico en que se desarrollan los supuestos básicos de la ciencia geográfica, los que por cierto irán transmutando a través de las ideas y del tiempo:
"En el panorama de las ciencias del hombre la geografía es quizá la única disciplina cuyo territorio suele aparecer difusamente fijado, cuando no efectivamente discutido. La existencia de los geógrafos no parece ser, claro está, razón de peso para confirmar la suya propia. Ellos mismos lo ponen en evidencia con la casi infaltable afirmación de su entidad en toda discusión metodológica o teórica. Braudel, un historiador de la escuela sociológica francesa, heredero del pensamiento de Vidal de La Blache, señalaba al respecto: ‘la geografía (como la historia) es una ciencia muy imperfecta, mucho más imperfecta que otras ciencias de lo social. Tal vez tan imperfecta como la misma historia, esa otra vieja aventura intelectual. Tampoco ella tiene métodos seguros ni, aún menos, posee un dominio perfectamente reconocido. ¿A qué se debe esta situación de inferioridad de una ciencia que nació en el mismo ambiente y con la misma vitalidad que la sociología o la antropología?.”
Varios factores parecen converger. La ciencia geográfica diseñó su proyecto en medio de la poderosa marea romántica y en el marco del positivismo: la última gran síntesis filosófica operativa de una burguesía que quería racionalizar el mundo a su imagen; dentro de ese mismo marco nacieron las otras ciencias del hombre y hallaron su ubicación las de la naturaleza. El carácter sintético y generalizador de la geografía, el mismo que definió su especialidad, parece haber sido la causa de su flaqueza: ciencia que debe acudir al aporte de todas las ciencias requiere, más que otras, una razón general y totalizadora como la que brindó el romanticismo o el positivismo comtiano. La crisis del universo que sustentaba al positivismo acarreó la propia y con ella se alejó la unidad del saber científico sobre el hombre, que se fue dividiendo en ciencias especiales que, a su vez, se pulverizaron en estudios más y más especializados, desarrollaron lenguajes propios y racionalidades específicas. El proyecto de la geografía parece haber sufrido entonces un triple proceso de deterioro: en primer lugar, su labor científica se dificulta progresivamente porque los campos de donde debe asimilar materiales se alejan por sendas más apartadas; en segundo lugar, sus propios estudios se van especializando y alejando de su proyecto original; en tercer lugar, porque la labor crecientemente especializada y expansiva de otras ciencias (la historia, la sociología, la economía, la demografía, la ecología) descubre e incorpora parte de su ámbito y lo reivindica con, aparentemente, el mismo derecho que el del geógrafo dedicado a estudiar el mismo territorio. El cuarto motivo es compartido con otras ciencias del hombre, pero en la geografía, que se encuentra vinculada también con las ciencias de la naturaleza, tiene mayor vigencia: es la atracción que ejerce el modelo epistemológico de las ciencias físicas, que da lugar a desnaturalizaciones y desgarramientos.
Claro está que la especialización cientificista, la pérdida de vista de la unidad y del sentido de la ciencia no es atribuible a la geografía, aunque en ella pese con más fuerza. En la versión escolar, el objeto propio de su estudio parece ser sistemático cajón de sastre de datos físicos y humanos provenientes de los más diversos ámbitos y ordenados competitivamente según principios más curiosos que racionales, y por otra parte el reemplazo de la anquilosada ratio studiorum jesuítica por proyectos no siempre irracionales no parece haber mejorado la situación. En la versión mercantil, el objeto que se presenta como geografía suele ofrecer pintorescas descripciones del mundo, mezcla más o menos equilibrada de folleto turístico, historia natural del siglo XVIII, compendio de curiosidades, guía Baedeker y almanaque del entresiglo.
Cuando hablamos de geografía no nos referimos a esas versiones populares pero espurias, sino a lo que Pierre George caracteriza como:
“Una ciencia que requiere conocer los métodos y resultados de numerosas ciencias asociadas; que se afirma como modo de expresión de valores que se aplican de modo continuo al conjunto del espacio terrestre y a la que la variabilidad de sus orientaciones la hace aparecer como una ciencia muy sensible a la coyuntura, que responde a una necesidad de conocimientos globales, inherente a preocupaciones utilitarias y circunstanciales.”
Según George, la geografía parte de la descripción para llegar a la explicación a través de la observación analítica, la detección de correlaciones y la búsqueda de relaciones de causalidad. Una de sus originalidades consiste en estudiar relaciones espaciales que se establecen entre hechos heterogéneos y diacrónicos: en un lugar dado la realidad geográfica está constituida por la convergencia ocasional de procesos evolutivos específicos, cada uno de los cuales se diferencia de los otros por su dimensión y su ritmo tanto como por su naturaleza. En consecuencia, la geografía es una ciencia que debe aplicar métodos heterogéneos, tanto de las ciencias de la naturaleza como de las del hombre, para acceder al conocimiento analítico de los hechos que son objeto de su síntesis. Esto, señala George, amenaza con fraccionar a la geografía y, ya que la especialización es inevitable, es preciso que se dé en el ámbito de una unidad de pensamiento que debe basarse en la concepción de la geografía como ciencia humana. Si bien le parece razonable aprovechar la sistematización matemática y modelística, señala el carácter solamente indicativo de los modelos, que no pueden ser más que una base sobre la que operar y no una imagen representativa de la realidad. La sensibilidad a la coyuntura histórica y la voluntad de acción concreta son, según George, los componentes de la tercera característica de la geografía: “La geografía tiene como objeto el estudio de las relaciones de hechos y de movimientos cuyo conocimiento propio forma parte del dominio de otras ciencias. No puede hacerse cargo de un objeto en particular si no es ubicando en medio de esas relaciones la inquietud por la existencia de los hombres. Los centros de gravedad de su investigación estarán, por lo tanto, determinados por la coyuntura vital de la sociedad y la necesidad de actuar sobre ella".
En suma, ¿qué es conocer? Es identificar, describir el objeto, interpretarlo, nombrarlo, e incorporarlo a la teoría. Hasta el siglo XX fue lícito pensar en un espacio ecuménico, identificado con el espacio habitado (modificado) por el hombre y, por oposición, en un espacio anecuménico como espacio deshabitado. Al finalizar el siglo XX esa distinción es superflua. La humanidad habita la Tierra entera y por leve que sea la impronta que deja en algunas partes y asombrosa que parezca su concentración en otras, su actividad se deja sentir sobre la Naturaleza de todo el planeta y ha desarrollado técnicas que le permiten habitar en condiciones extremas para un ser de su condición biológica.
Es precisamente ese desarrollo técnico y la capacidad de sobrevivir también en el espacio exterior, lo que ha llevado a algunos a pretender incluir el espacio exterior en el espacio geográfico. Esta inclusión significaría cambiar el objeto de la Geografía, que es el espacio de la Tierra modificado por las culturas. Reconocemos sí, que la conquista del espacio exterior ha significado la adopción de ciertos lugares de la superficie terrestre para la instalación de las plataformas de lanzamiento de naves y vehículos espaciales, pero lo ha hecho como una más de las instalaciones que el hombre desarrolla para hacer posible su traslado en la Tierra (rutas, ferrocarriles, embarcaderos y puertos; aeropuertos, etc.). Queda entendido pues que el objeto de estudio abarca el ámbito terrestre organizado por las sociedades humanas, cuya extensión remite al planeta entero, pero no más que él.
1.2. ¿Geografía o geografías?
"A principios del siglo XIX Humboldt y Ritcher determinan sus fundamentos [de la Geografía] y la convierten en una ciencia moderna. La enseñanza le concede un importante lugar. En resumen, la geografía es una disciplina venerable, y a todos nos es familiar desde nuestra infancia. Entonces, ¿por qué hablar de nueva geografía? Desde hace principalmente cosa de una década esta vieja disciplina ha experimentado una considerable mutación, muy poco conocida fuera de un reducido número de iniciados” (Claval; 1979, 13). El punto anterior nos permitió introducirnos en un análisis que llega a la década de los setenta, desde entonces hasta el fin del siglo XX otras posturas han aparecido porque el debate continúa.
¿Qué geografía se fue gestando desde fines del siglo XIX hasta la actualidad?. La producción es impresionante y dista mucho de ser lineal o simple, se caracteriza justamente, por su riqueza y complejidad. Pero con el sólo propósito de situarnos en un contexto más amplio, intentaremos definir algunas coordenadas que nos orienten hacia nuestro destino, la geografía contemporánea.
Lectura recomendada
Para esta finalidad se apelará como esquema ordenador a la propuesta que Horacio Capel y Luis Urteaga desarrollan en su obra Las Nuevas Geografías (1982). Tanto este esquema conceptual como el que expone Brisa Varela en Las Ciencias Sociales en la Escuela (1999) se recomiendan para su lectura, por su claridad, alcance y profundidad sobre estos temas.
Ahora bien, lejos de asumir una visión simple e ingenua se presentará a continuación un particular recorte y esquema ordenador que nos facilite visualizar las diversas corrientes de pensamiento geográfico, muchas de las cuales coexisten simultáneamente en el presente:
La Geografía como una vieja ciencia. Como hemos dicho, la geografía se inicia en las culturas primitivas y en sus necesidades de supervivencia. Las primeras descripciones e intentos de explicar racionalmente el funcionamiento de la Tierra (ecumene) están estrechamente vinculadas al mundo griego.
5. Mapa de Tolomeo
Desde el punto de vista de las representaciones, los periplos (descripciones de las costas) fueron una fuente de gran importancia para el conocimiento geográfico. Como comerciantes y marinos, los fenicios y cartagineses precedieron a los griegos y el periplo de Hannon testimonia la vuelta al África en el siglo VI antes de Cristo.
Desde allí, en un interrumpido ir y venir se irán construyendo representaciones de la Tierra a lo largo de siglos. El viaje de Colón, fines del siglo XV, permitirá que el mundo europeo tome contacto con otros territorios, el “Nuevo Mundo”, y ponga a prueba las representaciones simbólicas de la Tierra. Con la navegación de ultramar, los descubrimientos, aparecerán y transmutarán diferentes visiones del ecumene, y la producción cartográfica se desarrollará como nunca antes en su historia. Con la circunnavegación (1522) queda instalada definitivamente la nueva imagen del mundo y, con ello, se abre una nueva etapa de la historia de la Geografía.
6. Abraham Ortelius: Americae Sive Novi Orbis Nova Descriptio
Desde entonces, las limitaciones y las dificultades cartográficas fueron siendo superadas, y la geografía tuvo un papel destacado en la revolución científica del siglo XVII, que sentó las bases de la ciencia moderna. “La geografía, como ciencia que se ocupaba de la descripción y de la representación cartográfica de la Tierra, formaba parte de las matemáticas. Era una ciencia matemática mixta, como la astronomía, la óptica o la música, entre otras, y en las universidades se enseñaba dentro de la cátedra de matemáticas. La obra que mejor representa la relación de la geografía del siglo XVII con los problemas de la revolución científica es la Geografía General de Varenio, publicada en Leyden en 1650”. (Capel y Urteaga, 1984,12)
7. Carel Allard: Planisphaerium Terrestre
POBLACIÓN MUNDIAL POR CONTINENTE (%)
OCEANÍA
ANTÁRTIDA
En líneas generales, se recoge como una constante en las obras de todos ellos el reconocimiento de un tránsito de la búsqueda del conocimiento de la naturaleza terrestre, que dará origen a las hoy llamadas Ciencias de la Tierra, y abrirá el paso hacia el interés del conocimiento de las relaciones humanas con el planeta.
Los cronistas de América
Entre otros cronistas, el padre Cobo -en su minuciosa descripción del mundo andino y su prolija enumeración de intercambio de plantas y animales domésticos entre España e Indias- brinda importantes elementos para comprender las características del mundo indígena y los primeros contactos con los españoles.
La obra de los cronistas de América, deslumbrados a la vez por una Naturaleza de rasgos desconocidos en sus países de origen y por el mosaico de hombres y culturas cuyas realizaciones pueden compararse sin desmedro con las de Europa, constituyen un capítulo esencial para la historia de la Geografía, que aún queda por escribirse.
La geografía moderna del siglo XIX se caracterizó por la producción geográfica de Alejandro de Humboldt y Karl Ritter en el contexto de la revolución industrial, el imperialismo europeo y la exploración del territorio. Ambos compartían la filosofía idealista y el romanticismo alemán y las ideas de Kant, Herder, Hegel, Schiller o Goethe se identificarán en sus obras. “Aparece entonces una nueva geografía, que se define como la ciencia que estudia las distribuciones en el espacio y las interacciones entre fenómenos físicos y humanos en la superficie terrestre. La herencia de Humboldt es ahora plenamente recogida, y la geografía se configura como una ciencia nueva y aparte, en competencia con naturalistas, por un lado, y con historiadores, por otro”. (Capel y Urteaga, 1984, 19)
El positivismo y las ciencias naturales dominarán la escena científica de este período; por consiguiente, la idea del evolucionismo influyó ampliamente en los geógrafos en el momento en que se produce la institucionalización de la geografía como disciplina (1860-1890).
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Serie1
Lectura recomendada
Se recomienda el análisis que realiza Carlos Reboratti (1993) en La geografía en la enseñanza secundaria: De inventario intrascendente a herramienta de comprensión, donde interpreta las características de la enseñanza de la geografía en la Argentina desde su institucionalización hasta la década de los noventa. Geografikós, Año 3, Nº 4. Bs.As.
Estas ideas, y en especial la idea de evolución propuesta por Darwin y Lamarck, se difundirán ampliamente en la disciplina. Un claro exponente de este período es la obra de Friedrich Ratzel (1844-1904) quien recibirá tempranamente el impacto de las ideas de la selección natural de Darwin. Todo se conjuga, las ideas positivistas, el triunfo de la biología y la máxima meta de la ciencia, que es establecer con rigurosidad las causas de los hechos y el descubrimiento de leyes. Todos estos elementos estarán en la corriente del determinismo geográfico, preocupado por la influencia del medio físico y la búsqueda de leyes que expliquen las relaciones entre los factores físicos y humanos.
En esta línea de ideas, Brisa Varela (1999, 54) sintetiza:
"El modelo positivista tuvo además de los enfoques deterministas de la escuela alemana -con fuerte arraigo en los geógrafos de los EE.UU.- otra importante vertiente en la escuela francesa posibilista con Vidal de La Blache, que signó una nueva forma de concebir el objeto de estudio, los problemas y los métodos en Geografía. Desde su cátedra de Geografía en la Sorbona y en la Escuela Normal Superior de París planteará nuevos enfoques que podemos sistematizar en los siguientes aspectos centrales:
1. Oponiéndose a la escuela determinista naturalista, Vidal planteará un mundo que evoluciona desde los organismos inferiores a los superiores con grados de libertad progresivos que en el caso de las sociedades humanas les posibilita importantes niveles de dominio sobre el medio natural, de modo que el medio condiciona a las sociedades pero no las determina.
2. La acción humana es social, por lo tanto colectiva, y no individual. Las decisiones sociales son, por otra parte, no un fruto del espontaneísmo o del azar, sino conscientemente decididas y concertadamente ejecutadas.
3. En el espacio geográfico coexisten cambios y permanencias. Vidal le dio un importante peso, en la explicación del espacio social, al segundo aspecto.
4. En relación con los procesos de cambio, el papel del geógrafo es entonces descubrir las acciones sociales antes que la perpetuidad de las permanencias geológicas o los comportamientos de los fenómenos naturales. De este modo, el posibilismo de Vidal hace que la geografía se articule fuertemente con las ciencias sociales y especialmente con la Historia en la comprensión de los procesos sociales de construcción del espacio.
5. En el marco conceptual y en el trabajo sobre estudios de casos intentará articular los elementos de la geografía "física" con la "humana" de modo de no escindir la disciplina sino de demostrar la necesidad de integrar ambos componentes, evitando lo que Capel (1981; 335) menciona como el peligro de disgregación entre la geografía física y la humana.
6. La unidad de los aspectos del mundo de la naturaleza y el mundo social se unifican en torno al concepto de región donde se combinan ambos fenómenos. En este sentido a Vidal de La Blache se lo ha considerado como el padre de la geografía regional francesa.
7. En el estudio de lo regional se incluyen no sólo los métodos empiristas, experimentales e inductivos del positivismo sino claves interpretativas procedentes del vitalismo. Se sostiene que es necesario hacer jugar lo sensible para aprehender con profundidad la región y su significación social.
8. El paisaje como reflejo de las relaciones sociales sobre el medio natural se convertirá desde ese momento, en objeto central de la investigación geográfica de la escuela francesa y el mapa, como imagen de esa realidad, en un referente indispensable para su interpretación”.
Los intensos cambios y acontecimiento históricos, económicos y políticos del siglo XX fueron el escenario material e intelectual de corrientes del pensamiento científico con abordajes cada vez más complejos para el análisis de la realidad. También el conocimiento geográfico se enriqueció en esta vertiginosa producción de ideas y debates científicos. Como plantea Brisa Varela, hay dos aspectos que merecen destacarse especialmente; la inserción indiscutida de la disciplina en el campo de las ciencias sociales y la proliferación de escuelas geográficas que se plantearon nuevos problemas o abordaron los ya existentes desde distintas perspectivas.
Lecturas recomendadas
Capel, Horacio. Filosofía y ciencia en la geografía contemporánea, Barcanova, Barcelona, 1981.
Gómez Mendoza, J y otros. El pensamiento geográfico, Alianza Editorial, Madrid, 1982.
Diversas escuelas y modelos explicativos en geografía coexisten en la actualidad, entre ellos podemos nombrar: la geografía cuantitativa, la geografía de la percepción y la geografía crítica. Nuevos centros de interés aparecen, en las últimas décadas, en la producción geográfica como la problemática ambiental o la del género entre otros.
La revolución cuantitativa y la filosofía neopositivista dieron origen a lo que se dio en llamar la geografía cuantitativa.
Dentro de la geografía cuantitativa, David Harvey buscó la forma de expresar las singularidades en un lenguaje que pueda ser universalmente interpretado. Y por ese camino se aproximó a la formulación de modelos, pero fue consciente de que los modelos tienen que reflejar la teoría que subyace.
Desde la década de los cuarenta y sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial se formarán geógrafos que introducirán los modelos matemáticos para el análisis del mundo, y con ello buscarán el descubrimiento de leyes y teorías que permitan explicar y predecir los procesos de transformación territorial. La obras de Haggett (1965), Harvey (1969) y otros marcaron, al final de la década de los sesenta y al comienzo de los setenta, el auge del llamado paradigma neopositivista de la "Nueva Geografía":
"La nueva concepción enlaza con el empirismo, pero, al igual que el positivismo decimonónico, no considera científica la mera recopilación de observaciones. Los hechos por sí solos no indican nada, y para interpretarlos hacen falta teorías. El énfasis en la teoría y la influencia de la obra del filósofo Karl Popper conduce a la generalización de métodos deductivos (...) Los geógrafos neopositivistas aceptan que, al igual que en la naturaleza física, existen en la sociedad regularidades que es posible descubrir. Se intenta así construir una física social y se aplican al estudio de la realidad social teorías y conceptos procedentes de la física y de la biología, como el de ecosistema, el de entropía, la teoría de la gravitación y otras.” (Capel y Urteaga; 1984, 27).
Hasta los años sesenta, cuando estaba en su formación inicial el movimiento de contestación a la geografía cuantitativa (o llamada también teorética), una de las corrientes identificadas recibió el nombre de behaviorista, en función del énfasis centrado en la investigación, no ya del hombre esencialmente dirigido por lo económico y por la racionalidad de sus decisiones; sino con un comportamiento más empírico y con visiones del mundo propias de seres humanos muy concretos, con sus prejuicios, limitaciones, valores, etc. Rápidamente este movimiento creció en forma considerable ampliándose y diversificándose, la que se manifestó en forma sensible en el dominio de temas u objetivos realizada dentro de ese movimiento general. Así es como la denominación "behaviorista" fue superada por lo que se dio en llamar la geografía de la percepción o del comportamiento preocupada, tanto por el espacio urbano, como por el rural. La principal propuesta sobre la que se construye este movimiento es la de valorizar el peso de la subjetividad social en la interacción y construcción del espacio geográfico. Esta subjetividad está directamente relacionada con las experiencias de la vida y con la memoria histórica que ese grupo posea. Cabe recordar que este enfoque estuvo fuertemente influenciado por otras disciplinas como la psicología, la sociología y la antropología. Entre los principales teóricos puede citarse la obra de Kevin Lynch quien escribe un texto clásico, La imagen de la ciudad. Una de las propuestas más innovadoras de este enfoque son los mapas mentales línea desarrollada por Peter Gould:
"A través de este desarrollo la geografía enlaza dos tendencias fenomenológicas y existencialistas, que también influyen más o menos contemporáneamente en otras ciencias sociales. Es el campo de la experiencia personal realmente vivida lo que aparece ahora, y al avanzar por él se avanza también en la crítica de las abstracciones de los modelos cuantitativos. Aparece así, otra nueva geografía, una geografía crítica frente a las concepciones cuantitativas y frente a la realidad social, y radical en el sentido de que pretende un cambio que llegue a la raíz de los problemas. (...) Problemas nuevos aparecen con ello como temas de estudio geográfico: la pobreza, la injusticia, el hambre, la enfermedad, la contaminación, la marginación social. (...) Se considera una tarea necesaria la crítica del orden espacial existente y la reflexión sobre las nuevas ordenaciones que ayuden a una mayor felicidad de los hombres. Para muchos, el marxismo aparece como un marco teórico válido para abordar los problemas de una forma totalmente diferente a la tradicional. Se trata de un marxismo con un fuerte sesgo historicista, y en ello estos geógrafos coinciden con la otra gran rama del movimiento radical, la llamada geografía humanista, que se basa más directamente en el existencialismo y en la fenomenología.” (Capel y Urteaga, 1984, 46).
Tres obras publicadas casi simultáneamente, a comienzos de los años setenta, son acaso las más representativas del movimiento que se conoció como la geografía radical o crítica. El filósofo y sociólogo Lefebvre (1974), el sociólogo Castells (1972) y el geógrafo Harvey (1973) fueron los autores que llevaron a la "espacialización" del marxismo, y a la "marxización" de la geografía. Algunos textos permiten realizar un recorrido por estos paradigmas y sus discusiones implícitas.
Lecturas recomendadas
Santos, Milton. Por una geografía nueva, Espasa Calpe, Madrid, 1990.
La principal reflexión de este mosaico de enfoques, movimientos y corrientes de pensamiento en geografía están orientados epistemológicamente por lo que Kuhn define como el contexto de investigación y el reemplazo de un paradigma por otro.
Sin embargo, la evolución reciente del pensamiento geográfico, por su diversidad y complejidad, plantea dudas en cuanto a la validez absoluta de la propuesta de Kuhn. Diversos geógrafos (y otros intelectuales) están más inclinados a aceptar la propuesta elaborada por Lakatos (1977), que admite la coexistencia y la competencia entre paradigmas explicativos diferentes.
Para profundizar sobre el marco epistemológico y la producción de conocimiento científico le proponemos la lectura de un texto de Pilar Benejam.
La ciencia entendida como contexto de justificación
Los pensadores neopositivistas o empiristas lógicos, cuya influencia ha sido dominante en el campo científico durante este siglo, han supuesto y han defendido que existe una correspondencia entre el mundo y el conocimiento científico del mismo. Esta manera de entender la ciencia ha comportado diferenciar y separar claramente el contexto de descubrimiento y el contexto de justificación.
El contexto de descubrimiento trata de cómo, quien y por qué se llega a determinado conocimiento, y es obligado reconocer en este proceso influencias personales, sociales, ideológicas y hasta metafísicas. El estudio de este contexto se ha considerado propio de la Historia, de la Psicología, de la Sociología o de la Ética, las cuales son en gran parte interpretativas y tienen un elevado componente subjetivo por lo que admiten la duda, el debate y la alternativa.
El contexto de justificación, en cambio, es propio de la teoría ya elaborada y está orientado a comunicar el contenido científico a los demás. Este contexto es propio de la epistemología, es decir, de la ciencia pura la cual encuentra su fundamentación en los hechos y en la correspondencia entre el mundo y el conocimiento científico. Esta correspondencia se basa en la racionalidad más estricta y la severa confrontación de las predicciones y de las consecuencias de las teorías con la experiencia. La ciencia llega a estas verdades aplicando un método riguroso, ya sea inductivo y empirista o mediante un método racional, lógico, justificacionista o falsacionista. Este conocimiento se ha entendido como propio de las ciencias físicas, matemáticas y físico-naturales.
Como bien dice Echeverría (1988, 96), la tradición de Kant y la separación tajante entre la filosofía pura y la filosofía práctica ha pesado como una losa en el desarrollo de la filosofía de la ciencia en el siglo XX. Sin embargo, esta concepción de la ciencia que ha perdurado en muchos sectores hasta la actualidad, inicia una crisis profunda a partir de la obra de Kuhn (1962), la cual supuso una auténtica conmoción en la reflexión sobre el conocimiento científico.
Según Kuhn, la ciencia no se desarrolla por adición de descubrimientos e inventos individuales racionalmente construidos y experimentalmente comprobados, sino gracias a cambios provocados por la acción colectiva llevada a cabo por las comunidades científicas sobre la base de creencias, métodos, concepciones y valores compartidos, cuyo conjunto denominó paradigmas. Los defensores de los diversos paradigmas pueden llegar a tener percepciones heterogéneas del mundo, y el lenguaje que utilizan diverso significado. Un astrónomo ptolomeico y uno copernicano, por ejemplo, no ven lo mismo en sus observaciones empíricas ni dan el mismo significado a su vocabulario. La teoría de Kuhn dio paso a un fuerte relativismo científico que ha tenido gran influencia en los años ´80 entre sociólogos de la ciencia.
El relativismo científico
La ciencia como producto social
La crítica del positivismo ha dado paso a los defensores de la sociología del conocimiento científico y del constructivismo. Desde su punto de vista, la ciencia se define como el conjunto de respuestas que ofrece la comunidad científica a los problemas que se presentan en cada momento. Parece claro que si la respuesta científica a la teoría la brindan personas, éstas no pueden liberarse de su contexto, es decir, sus respuestas quedan afectadas por el conocimiento de los problemas que se tienen en cada momento histórico, por las sugerencias sociales que obligan a centrar la atención en determinadas cuestiones y por los intereses de las estructuras de poder que dominan el mundo en cada época. Algunos autores, como Barnes (1987), no sólo afirman que la ciencia no es neutra, sino que señala que los intereses dominantes en cada momento intervienen en la formulación de las observaciones empíricas, en las evaluaciones de las teorías y, en general, en las creencias compartidas por los científicos. Esta crisis de pensamiento ha demostrado que la razón no es capaz de proponer una verdad objetiva, segura y universal porque modelos racionales o paradigmas lógicamente construidos pueden ser contradictorios.
Los criterios de cientificidad
Durante los años 90 se ha vivido el intento de superar de alguna manera el relativismo radical porque el reconocimiento de la debilidad de la razón no ha invalidado su intrínseca potencialidad reflexiva. En realidad, en esta capacidad de reflexionar se basa el reconocimiento de la relatividad, la provisionalidad y la complejidad del conocimiento y de toda la construcción humana y social. La ciencia se interesa por el conocimiento, de manera que diversos autores defienden la idea de que el valor del conocimiento reside en cómo se justifica. Giere (1988), por ejemplo, sostiene que la cientificidad de una interpretación, teoría o representación del mundo procura en cada momento la suma de una serie de criterios entre los que destacan tres: primero, la convergencia o coincidencia de razones, evidencias, pruebas y opiniones; segundo, la correspondencia o similitud entre las teorías y los fenómenos o realidades que tratan de explicar y de interpretar, y tercero, la resistencia del conocimiento ante la crítica y el debate.
Los contextos de la actividad científica según J.Echeverría
Echeverría propone una salida original a esta crisis de pensamiento argumentando que la actividad científica es más amplia y variada de lo que se supone al hablar solamente de descubrimiento y de justificación. Distingue cuatro contextos científicos interrelacionados entre sí, que interactúan y se influyen recíprocamente: el contexto de enseñanza, de innovación, de evaluación y de aplicación.
Pilar Benejam, El conocimiento científico y la didáctica de las Ciencias Sociales Pág. 15-25.
1.3. El espacio geográfico y las sociedades
1.3.1. Epistemología, geógrafos y espacio geográfico
En torno al concepto de espacio geográfico se han formulado tantas ideas como se han desatado profundas críticas a las diversas propuestas teórico-conceptuales. Para reflexionar y representar esta frondosa y entusiasta producción teórica, se transcriben algunas ideas de geógrafos contemporáneos. Esta discusión es central para la disciplina, ya que más allá del origen de las ideas, todos los geógrafos convergen en la necesidad de construir un campo teórico-conceptual en que se desarrollen aportes para su caracterización y definición. Entre los textos seleccionados están:
· A: una transcripción de la introducción de El Espacio Geográfico de Oliver Dollfus;
· B: un fragmento de la entrevista que Geografikós realizó a David Harvey en su paso por Buenos Aires con motivo del VI Encuentro de Geógrafos de América Latina;
· C: algunas palabras que Milton Santos pronunció en la conferencia de cierre del VI Encuentro.
A) "En su sentido más amplio, el ámbito del espacio geográfico es la epidermis de la Tierra, es decir, la superficie terrestre y la biosfera. En una acepción más restrictiva, es el espacio habitable, allí donde las condiciones naturales permiten la organización de la vida en sociedad. Hasta fecha reciente la oikuméne coincidía más o menos con las tierras utilizables para la agricultura y la ganadería. Pero esta noción debe ser revisada. El espacio geográfico es el espacio accesible al hombre, usado por la humanidad para su existencia. Por lo tanto, incluye los mares y los aires. Es localizable, concreto, diríamos «trivial». Aunque cada punto del espacio puede ser localizado, lo que importa es su situación en relación con un conjunto en el cual se inscribe y las relaciones que mantiene con los diversos medios de los que forma parte. Ese espacio geográfico se forma y evoluciona partiendo de unos conjuntos de relaciones, que se establecen en el marco concreto de la superficie de la Tierra. El espacio geográfico se presenta como el soporte de unos sistemas de relaciones, determinándose unas a partir de los elementos del medio físico, y las otras procedentes de las sociedades humanas que ordenan el espacio en función de la densidad de poblamiento, de la organización social y económica, del nivel de las técnicas, en una palabra, de todo el tupido tejido histórico que constituye una civilización". (Dollfus; 1982, 7)
B) "La discusión sobre el espacio es muy rica e interesante. Surgen muchas cuestiones cruciales alrededor de esta discusión. La primera es que dentro de la geografía tenemos que tener cuidado de no repetir siempre lo mismo pero con un nombre distinto. En el mundo anglosajón la palabra región no es muy usada, la ‘Geografía regional’ no es muy común; pero el concepto de lugar se ha vuelto muy popular y surge una cuestión interesante que es cuando los geógrafos hablan del lugar y la teoría del lugar, se refieren a conceptos básicamente diferentes a lo que se entiende por región, no le están dando un nuevo nombre a una misma cuestión. Y en tal caso, ¿de qué serviría usar un nombre distinto si estamos hablando de lo mismo? En la geografía aparece ese tipo de planteos. En mi caso, prefiero el concepto de lugar al de región porque cuando trato de teorizar acerca de la construcción social del espacio, la relación entre espacio y lugar está profundamente arraigada en el discurso filosófico e incluso en el matemático, y todo eso me permite comprender la forma en que el espacio puede ser fluido y cambiante; al mismo tiempo, los lugares están imbricados en esa fluidez y ese cambio. Creo que la cuestión del espacio, en este sentido, está en peligro de estancarse porque el espacio ha sido considerado tradicionalmente como una estructura en la que se lleva a cabo la acción no como algo que puede ser transformado por las acciones que lo producen. Y es bastante difícil trabajar con esta última concepción porque no contamos con muchos trabajos que estudien eso.
La segunda cuestión que reviste gran interés es que en la teoría, el espacio y la cartografía se usan como metáforas por medio de las cuales se describe la realidad. Cuando Edward Soja habla del ‘giro o cambio espacial’ se refiere a la manera en que la teoría social trata de explicar las metáforas y entender la realidad. Existen muchos libros actualmente que se refieren a "cartografías".
Nuestro desafío como geógrafos es el siguiente: podemos usarlas como metáforas, pero lo que nos interesa es la realidad material que define el significado de esas metáforas. Han surgido interesantes debates acerca de la relación entre el espacio como una metáfora idealista y el espacio como resultado de una construcción y producción material. Aquí aparece un diálogo muy interesante que no hace estática a la discusión sobre la espacialidad, sino muy dinámica, relacionada al espacio como una representación y al espacio como el producto de una actividad material".
(Harvey; 1997:88)
C) "Nuestra disciplina, en lo que va del siglo, se ha enfrascado en una interminable y casi vacía discusión alrededor de la palabra ‘geografía’. Me parece que no hay nada que reiterar de la continuación de ese debate. El debate central, el debate que permite un debate ontológico, no es alrededor de un nombre de disciplina sino alrededor de un problema que sea ontológicamente trabajado. A mi juicio, ese tema es el tema del espacio. Eso significa que hay que enfrentar, al mismo tiempo, lo que existe frente a nuestros ojos como realidad actual y el tiempo. El tiempo debe ser datado de forma empírica, si queremos que sea compatible con esa otra categoría empírica que es el espacio y que podría ser definido brutalmente como el conjunto de cosas, de ideas y de relaciones fundadas en cosas e ideas. Pero no únicamente cosas e ideas de relaciones existentes, sino cosas e ideas de relaciones posibles. En una época dada, ¿por qué no se puede trabajar, enfrentar una situación contra aquello que llamábamos en el pasado "la realidad" con enorme pretensión? Si no disponemos de conceptos, fabriquémolos. Que esa fabricación esté de acuerdo con la sistematización de lo real del mundo. Así incorporamos la historia a nuestro raciocinio, y nos ponemos como geógrafos en el mundo, frente al mundo. Hay que encontrar una definición que permita hablar del presente, del pasado y del futuro. Porque si mi definición no es abarcativa de esas cuasi dimensiones del acontecer no sabremos cómo tratar lo que pasó, no sabremos cómo enfrentar las situaciones y, por lo tanto, no estaremos en condiciones de proponer. Estoy proponiendo, hace algunos años, que el espacio sea definido como un conjunto indisociable de sistemas de objetos y sistemas de acciones. Ni objetos separadamente, ni acciones separadamente. Objetos y acciones conjuntamente.
Hay que hacer una definición operacional y que al mismo tiempo incluya el pasado, el presente y el futuro. Los objetos son creación del hombre en todos los tiempos y las acciones son algo que en todos los tiempos marcan la posición de la historia hecha sobre los objetos. Y significa que en esa definición, que la complicamos después en la realidad del proceso de producción teórico, nos tomamos la libertad de proponer algo sencillo. Lo trabajamos, complicándolo, y volvemos al proceso de simplificación que permite una primera discusión con nuestros interlocutores. Pero no hay que insistir en el error fundamental de nuestra disciplina que es trabajar desde afuera y no enfrentar la cuestión del espacio desde adentro. Esto, junto a otra idea que no debe detenerse porque está en las calles, la gente pobre sabe de eso. El espacio no es sólo un resultado de la producción, sino un resultado de la producción y de la vida. Esto nos permitirá pensar que una epistemología que tenga en cuenta esa realidad supone ser una epistemología existencial. (...)
Las acciones de hoy están enmarcadas por un fenómeno técnico a su servicio como hallamos en sus dos fases. La técnica es la sociedad, la sociedad es la técnica. Eso significa que si en nuestras preocupaciones separamos técnica y sociedad, y frecuentemente hacemos cuadros de todo, la geografía es una ciencia que parece no poder desprenderse de los dualismos asesinos de la producción de un conocimiento utilizable. Hay que liberarnos de esa herencia del iluminismo y de la modernidad como propone Latourre, y, a partir de esos híbridos, a partir de esas mezclas, trabajar de otra forma, y la técnica nos permite esta operación metodológica si la consideramos como sociedad y si consideramos a la sociedad como técnica. El interés de este enfoque es exactamente éste: suprimir las ambigüedades, los dualismos, los enigmas que perturban el desarrollo de nuestro trabajo. Objetividad vs. subjetividad, socialidad vs. individualidad, materialidad vs. socialidad y, sobre todo, tiempo vs. espacio.
Tiempo-espacio que es, hasta hoy, el problema más grande de nuestra disciplina. (...) No se ha podido encontrar la solución, primero porque no incluimos la cuestión de la técnica: La técnica y el tiempo; La técnica y el espacio. Las dos cosas. La manera como definimos el acontecer en cada período histórico está relacionada generalmente con lo que en cada período histórico es la técnica. La construcción del espacio y la relación del hombre con la extensión es igualmente marcada en cada período histórico por la técnica correspondiente a ese período histórico. De ahí que la casi totalidad, por no decir la totalidad, de los estudios geográficos sobre el tiempo no tuvieran éxito, porque la ausencia de la noción de técnica supone la imposibilidad de unir el tiempo y espacio, aunque algunos geógrafos imaginen que han resuelto la cuestión". (Milton Santos; 1997, 81)
Actividad Nº 4
Le sugerimos que de los tres fragmentos seleccionados identifique los elementos convergentes y los divergentes.
A partir de la interpretación de sus resultados ¿qué reflexiones aportaría en relación con el concepto de espacio geográfico?
1.3.2. El espacio geográfico
En este contexto de reflexión teórica y de múltiples perspectivas sugerimos una propuesta que puede tener o no puntos de convergencia o divergencia, pero que sin duda sus aportes son importantes para avanzar en la construcción de nuestro concepto central: el espacio geográfico. Tomando las palabras de Milton Santos (1996):
"El espacio [geográfico] debe considerarse como un conjunto de relaciones realizadas a través de las funciones y de las formas que se presentan como testimonio de una historia escrita por los procesos del pasado y del presente. Es decir, el espacio se define como un conjunto de formas representativas de las relaciones que ocurren ante nuestros ojos y que se manifiestan por medio de los procesos y funciones. El espacio es entonces un verdadero campo de fuerzas cuya aceleración es desigual. Esta es la razón de que la evolución espacial no se realice de forma idéntica en todos los lugares”.
En otros términos, el mismo autor expresa: "El espacio debe considerarse como un conjunto indisociable en el que participan, por un lado, cierta combinación de objetos geográficos, objetos naturales y objetos sociales y, por el otro, la vida que los colma; es decir, la sociedad en movimiento". (Santos; 1991, 26)
En suma, el espacio geográfico es la configuración de la superficie terrestre que resulta de la existencia del hombre en el planeta. Esto conlleva la idea del carácter histórico de esas configuraciones que responden a procesos de cambio asociados al devenir de las sociedades humanas.
Como toda ciencia, la Geografía busca una descripción y explicación causal de los procesos espaciales y la identificación de la tendencia en esos procesos, sin olvidar que la evaluación de esa tendencia es contingente porque es impredecible la evolución de la sociedad humana en su conjunto
1.3.3. ¿Cuáles son las propiedades del espacio geográfico?
El espacio geográfico es localizable o localizado y tiene una extensión. Este se caracteriza por la distribución y el tipo de correlaciones causales existentes entre los distintos elementos que la constituyen. Esas causalidades no siempre se explican por los elementos localizados en él, lo que nos obliga a pensar que el espacio debe ser analizado, no sólo en su concreta localización sino también en el contexto de su posición a escala regional y planetaria.
Estas condiciones de posición son las que sufren las mayores variaciones a lo largo del proceso histórico y nos explican por qué algunos lugares privilegiados en cierto momento pueden ser abandonados en otros.
El espacio geográfico es localizado, tiene un referente territorial con una ubicación, es decir, en términos geodésicos un ubi (dónde) en términos de latitud y longitud (georreferenciado), ocupa un sitio que remite a las propiedades del territorio y tiene una posición que da su ubicación relativa, no ya respecto al sistema hoy universalmente aceptado de coordenadas terrestres, sino con relación a otras localizaciones que sean para él significantes.
La posición lleva a la evaluación en otra escala, que remite a espacios exteriores a lugares próximos o lejanos. Por ejemplo: Buenos Aires, punto de contacto entre mar y tierra, rutas marítimas y terrestres transcontinentales; posición fronteriza; zona ecuménica, sirve a la salida de la producción pampeana de exportación, etc.
La ubi es siempre la misma; el sitio se modifica por la dinámica natural o social (por ejemplo puede haber mayor o menor contaminación, construcción de barrios, etc.); la posición cambia históricamente por la acción terrestre o la valorización social.
Dado su contexto territorial estamos habituados a considerar el espacio geográfico como una superficie, un polígono del que pueden reconocerse puntos, formas y extensión. Esta concepción, arraigada en una visión cartográfica adaptada a un plano, debe ser corregida por nuestra experiencia de la realidad. El espacio geográfico no sólo incluye el terreno como soporte, sino también el aire que respiramos, lo que nos obliga a considerar el espacio como un volumen, aún más cuando la construcción de rascacielos nos aleja del nivel del suelo y la navegación aérea y las comunicaciones implican el uso de las capas superiores de la atmósfera. Si la ocupación y el uso de la atmósfera implican la concepción de un espesor en altura, la ocupación y el uso del lecho del mar, así como las excavaciones para el trazado de vías de circulación o explotaciones mineras conllevan la consideración de los alcances con profundidad.
El alcance de la real dimensión volumétrica de un espacio dado en los ámbitos aéreo, del subsuelo terrestre o marítimo, más allá del postulado de la legislación nacional e internacional, depende de lo que efectivamente la sociedad del espacio en cuestión pueda alcanzar. Un ejemplo evidente de esa limitación la da el hecho de la circulación de naves espaciales fuera del alcance del control de las sociedades cuyos territorios sobrevuelan. Toda una rama del derecho se vincula con estas dimensiones.
En el caso de la aviación, por ejemplo, los vuelos regulares deben encauzarse a través de "corredores aéreos" y las ciudades no pueden sobrevolarse a menos de 500 m de altura. Otras consideraciones podrían hacerse sobre el alcance de las comunicaciones radiales, la telefonía, etc.
La estructura del espacio geográfico contiene puntos y líneas áreas, que no se distribuyen al azar, sino respondiendo a la lógica que les impone la sociedad que lo modela en su gestión de la naturaleza que le da sustento. Estos elementos guardan entre sí relaciones estructurales, de cuyo equilibrio depende el funcionamiento y la persistencia del sistema.
La identificación de las estructuras es, sin duda, uno de los puntos más delicados, significativos y relevantes del análisis, necesarios además para la descripción e interpretación del espacio geográfico como un geosistema localizado y abierto. Al decir abierto, estamos señalando que pueden aparecer algunos elementos nuevos que modifiquen en su debido momento la estructura vigente. Por ejemplo, una autopista por la que fugan flujos sin conexiones locales es un ingreso de energía que a la larga termina alterando la estructura del sistema; igualmente testimonios del pasado que no responden a la lógica locacional actual pueden ser considerados como energía fósil, que incide sobre el sistema actual y puede en el futuro ser vivificado por su incorporación al sistema como patrimonio natural. Por ejemplo, las ruinas de Ostia, las del Pucará de Quilmes o las de Muchu Pichu, entre otras, que son revalorizadas para el turismo.
El espacio geográfico es dinámico. Es un sistema en equilibrio sujeto a permanente transformación, impulsado por las dinámicas social y natural cuyos ritmos, siendo diferentes, deben ser coordinados para que el equilibrio, aunque cambiante, pueda mantenerse. Como se dijo no se trata de un mecanismo de relojería cuyas piezas teóricamente se mantienen iguales a sí mismas.
Lectura recomendada
Santos, M. "A noçao de Espaço", en: Milton Santos O Trabalho do Geógrafo no Terceiro Mundo, Cuarta Edición, Editora Hucitec, San Pablo, 1996, Capítulo 9.
En el espacio geográfico, sociedad y naturaleza están en transformación perpetua e inevitable. Conocer sus dinámicas y tendencias a futuro es la más delicada de las tareas del geógrafo y la culminación de su labor profesional, cuyos logros pueden ser útiles a otros investigadores y a la sociedad en la que se inserte.
La dimensión temporal tiene diversas manifestaciones en el espacio geográfico. Por un lado, el tiempo que transcurre ajeno a la voluntad del hombre: la sucesión alternada de los días y las noches, la sucesión de las estaciones y el ciclo anual, el tiempo biológico, etc. Por otro lado, el tiempo asociado a la distancia guarda relación con los medios y la velocidad en la que recorren áreas y el lapso de tiempo-reloj que se emplea en ello. La distancia métrica se convierte en distancia geográfica, más o menos extensa según la velocidad del medio de circulación que se emplee.
Pero hay otros tiempos que tienen que ver con las permanencias de los sistemas sociales que interactúan con el espacio geográfico (naturaleza más o menos modificada) y permiten establecer periodizaciones: períodos de estabilización, de transformación o de sustitución de un sistema socio-espacial por otro.
Ejemplos muy evidentes de la significación espacial de los cambios del sistema sociocultural nos ofrecen los espacios geográficos surgidos de la colonización hispánica. Si tomamos por caso el espacio pampeano indígena cuyos rasgos aparecen definidos por una sociedad nómade de cazadores y recolectores que actúan sobre una llanura de abundantes pastos y animales silvestres. En función del uso de los recursos, se dibujan las sendas que recorren, de aguada en aguada, sin establecer asentamientos permanentes, con una tasa de reproducción muy baja, controlada por la disponibilidad de alimentos. Con la instalación europea se consuma la extinción violenta de las culturas indígenas acompañada por la aparición de asentamientos estables (ciudades y pueblos) conectados por un sistema social, con apropiación y división de la tierra, introducción de animales y plantas cultivadas de origen foráneo y sustitución de la población por otra con una estructura social, económica y política que mantiene su cohesión por la sujeción a los valores, normas y conductas de la sociedad metropolitana. A lo largo de un extenso período de al menos dos siglos, este espacio se consolida y expande trabajosamente desde el litoral hacia el interior repitiendo el modelado con variantes que hacen a las condiciones de localización de diferentes lugares hasta que factores de largo alcance, provenientes del exterior (es un sistema abierto), llevan a cambios estructurales políticos y económicos de la sociedad (apertura del puerto de Buenos Aires, creación del Virreinato del Río de la Plata) que motivan la transición hacia un nuevo período que a diferencia del tránsito del período indígena al período colonial -que entrañó la sustitución de la sociedad y el espacio indígena por la sociedad y el espacio colonial- el que ahora se inicia perfecciona, acentúa y enriquece los rasgos del período anterior. Y así, podríamos seguir el análisis a través del tiempo histórico y descubrir como en un palimpsesto, los rasgos de la escritura en el espacio a lo largo de cada período: las ciudades y los pueblos, las chacras y colonias, los ferrocarriles y los puertos, los caminos carreteras y las autopistas, los ramales clausurados, los pueblos abandonados, los complejos industriales, los clubes de campo... todo está allí y no podemos explicar por qué ahí, si no identificamos a que período histórico pertenece, período en el que esos elementos eran funcionales al espacio geográfico de la sociedad que lo modeló.
Sin una correcta lectura de los tiempos que se manifiesta en el espacio, no podremos captar su esencia: ¿qué es el centro de los negocios de una ciudad metropolitana? ¿La desolación de las noches, el tedio y el silencio de los sábados y los domingos? O el hacinamiento, el ruido, el trajinar de las gentes en las calles, la congestión de vehículos en las rutas de entrada y salida de la ciudad a los llamados "días hábiles". ¿Qué nuevo significado dan al espacio el uso de Internet, el correo electrónico y el trabajo a domicilio? ¿Qué tipo de espacio está configurándose con estas nuevas dimensiones del tiempo? Geógrafos, sociólogos, historiadores, filósofos y planificadores reflexionan sobre este tema; entre los que podemos citar a Milton Santos, Marc Augé, Jacques Le Goff, Kevin Lynch, Ilya Prigogine, y otros.
Amposta, una permanente búsqueda de nuevos equilibrios
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