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UNIVERSIDAD DE CIENCIAS Y HUMANIDADES
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y de los libros del Fondo Editol'-i;:tl de la UCH
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desde el 16 de julto del 2018
UNIVERSIDAD DE CIENCIAS Y HUMANIDADES
VUELAPLUMA13 Mayo 2018
VUELAPLUMA Año VI N.º 13
Mayo 2018
Director fundador
Arturo Corcuera
Edición general
Lorenzo O ore
Rector
é ar Ángeles Caballero
Vicerrector Académico
ilciades Hidalgo Cabrera
Gerente General
Carlo ampomanes Bravo
Portada y contraportada: Retablo y Tinta azul del dolor
de Ricardo Wiesse, 2018.
fjUCH UNIVERSIDAD DE
CIENCIAS Y
HUMANIDADES
© Asociación Civil Universidad de Ciencias y Humanidades
República de Chile 295 Of. 503 - Lima - Perú. Teléfono: 330-8170
Comentarios, sugerencias o colaboraciones a [email protected]
Hecho el depó ito legal en la Biblioteca acional del Perú: 2013-0583
I 2310-9955
Tirada: 1000 ejemplares
e imprimió en los talleres gráficos de la
Asociación Fondo de investigadores y Editores - AFI ED.
Calle Las Herramientas 1873, Lima - Perú.
Teléfono: 336-5889
1 N DI CE La magia y poesía de Arturo Corcuera
Algunos recuerdos de Arturo Corcuera
Lorenzo Osares 2
De cómo Arturo se escapa de la lógica Adela Tarnaviecki 2 O
La mujer en la literatura y en el cine
Max Castillo Rodríguez 51
El último amigo
Tomás G. Escajadillo
Un datsun color mango Javier Corcuera
Corrupción, régimen político y modelo de desarrollo en el Perú
Levy del Aguila M.
Arturo Corcuera: Poeta y mago
Mi homenaje a Arturo Corcuera
6 Roger Santiváñez S Andrea Cabel
28
Tiempo de celebraciones
Resella Di Paolo
Si lo cuentas, se cumple
Nilo Espinoza Haro
36
62 68
Azules en Vallejo
Ricardo Wiesse
Mayo 68, cuando estaba
prohibido prohibir
Pablo Paredes
VUELAPLUMA 1
12
42
74
ALGUNOS RECUERDOS DE
ARTURO CORCUERA Lorenzo Osores
E cribir sobre Arturo Corcuera es para
mí muy difícil y duro. No é por dónde
empezar, los recuerdo me sobrepa an y la
pena me paraliza. Pero sería una inconse
cuencia con Arturo hacer la más mínima
concesión a la tri teza, cuando él se en
frentó a la «de narigada» con una digni
dad inquebrantable, incluso en los mo
mentos más penosos de su enfermedad, a
la que anteriormente había conjurado con
humor y lucidez en su poemario Baladas
de la piedra del amor y de la muerte.
No voy a cometer la imprudencia de re
ferirme a su calidad literaria porque no e
asunto de legos y porque en este número
de Vuelapluma hay varios escrito sobre su
obra. olo diré que su Noé delirante no es
ajeno a la relación de mutua simpatía que
Arturo establecía con lo animales, inclu-
o on los meno imaginable . Me acuer
do de su paloma Columba que lo picotea
ba dulcemente en los labios y en el cuello
con la delicadeza propia de una amante
experimentada, pero que no soportaba la
pre encía de Rosi y tan celosa se ponía que
la correteaba a picotazo por toda la casa.
Otro día llegó Arturo de vi ita a ca a de
Til a T uchiya, impa ible como iempre,
pero con una iguana alrededor del cuello.
La mirada de a ombro y u to de nuestra
queridí ima amiga se acompasó de pué
2 UELAPLUMA
con gritos y saltos cuando Arturo le pu o
el animalito sobre el hombro, un regalo in
e perado que Tilsa rechazaba con singular
elocuencia. Aparte de paloma e iguana ,
en su casa de Santa Iné han convivido
con la familia Corcuera Andrino toda
suerte de animales: tortuga , mono de
bolsillo, loros, papagayos, cacatúas, tordos,
rui eñores, guardacaballo , más los infal
table perro y gatos. Creo que Arturo era
capaz de adoptar hasta un ornitorrinco y
brindar a tan esperpéntico animalito todo
su afecto.
Por otro lado, con sus congéneres, se po
dría decir que Arturo era modelo del buen
comportamiento. Hasta que el siempre
bienhumorado, ecuánime, apacible y pon
derado Arturo perdía lo e tribos y, po
seído por la santa ira, arremetía ante el
menor acto de injusticia o de prepotencia.
En él no se trataba de arrebatos pasajeros,
sino de una actitud de vida en total acuer
do con sus ideales.
En la década de los 60, cuando Arturo to
davía era aún un poeta joven se ganó la
enemi tad de un conocido crítico literario
que, amparado en u condición de manda
rín de la literatura, había hecho una críti
ca con la peor leche del mundo a Edición
Extraordinaria, un poemario que acababa
Columba cuida celosamente de que nadie perturbe al poeta en sus momentos de inspiración.
de publicar Alejandro Romualdo. En su
delirio macartista acusó a Romualdo de
cambiar de bandera, la bandera peruana
por la soviética. Arturo, indignado por tan
atrabiliaria crítica, le respondió con un ar
tículo de lógica tan demoledora que puso
en evidencia que el sumo pontífice de las
letras peruanas era incapaz de entender
hasta una metáfora tan simple y obvia
como la de Romualdo:
Paloma roja y blanca de mi pueblo,
paloma de alas rojas mi bandera.
Para mala suerte de Arturo, años después el fatuo y ensoberbecido crítico literario fue nombrado director de la Casa de la Cultura, donde nuestro poeta tenía a su cargo la Dirección de Actividades Culturales. Como yo diseñaba afiches para eventos culturales, no eran raras mis incursiones en la Casa de la Cultura y así pude er testigo de cómo Arturo con elegancia y humor toreaba a su :flamante jefe que trataba de embestirlo inútilmente, posiblemente porque su lomo resentido le hacía recordar las certeras banderillas que anteriormente el poeta le había clavado.
VUELAPLUMA 3
De más joven, recuerdo gratamente mis incursione en el Patio de Letra de an Marcos, donde los poetas Javier Heraud, César Calvo y Mario Razzeto, capitaneados por Arturo, realizaban mítines y recitales en olidaridad con la Revolución Cubana. Así me convertí en una especie de mascota de tan jubilo o grupete, y trepaba feliz al vetu to carro Ford de Arturo, u famoso Platero, rumbo a lo desconoci
do o por conocer.
Del champán a la cerveza
El día del matrimonio del pintor Ó car Corcuera, hermano del poeta, mientras brindábamos con un buen champán, percibí que César Calvo, Arturo y Mario Razzeto planeaban algo. Me hicieron señas para que los siguiera sigilosamente, salimos de la iglesia y llegamos hasta el buen Platero, lo trepamos y no paramos hasta la casa de Paco Bendezú en Jesús María, donde los esperaba en compañía de Juan Gonzalo Rose e innumerables botellas de
cerveza. A pesar de mi adolescente presencia no programada, me acogieron alegremente como i fuera parte de la tribu. Yo estaba contento por conocer personalmente a dos grandes poetas que admiraba y bebían cerveza a raudale haciendo gala de una fina ironía y de una gran cultura.
Aparte de los mencionados poetas, Arturo era amigo inseparable de Tomás Gustavo Escajadillo, el popular Tato, más inclinado por la narrativa que por la poesía, y que años después sufriría el a edio de las jóvenes sanmarquinas que se le acercaban confundidas por su enorme parecido al cantante y actor argentino Palito Ortega.
Inolvidable para mí es aquel mediodía en el café Versalles donde me encontré por casualidad con Arturo, César Calvo, Toño Cisneros y Tato Escajadillo y me inquietaron para almorzar con el temible poeta Alberto Hidalgo que estaba de visita por Lima. Como en ese momento yo era un
Antonio Osores, César Calvo, Óscar Corcuera, Arturo Corcuera, Mario Razzeto y Lorenzo Osores.
4 UELAPLUMA
Arturo Corcuera en su escritorio de Santa Inés. Foto de Daniel Lagares.
colegial en vacaciones acepté gustoso, te
nía ganas de conocer a tan polémico per
sonaje de quien había leído algunas de sus
diatribas contra Sánchez Cerro, Benavi
des y Riva Agüero y también sus flamíge
ras Odas en Contra. Fue una reunión muy
amena y me sorprendió la enorme simpa
tía de Alberto Hidalgo, su don de gentes,
su agudeza y gran sentido del humor.
Arturo, sin saberlo, cumplió un papel im
portante en mi formación cultural. A mí
me encantaba ir a su casa de Manuel Gó
mez, donde era muy bien recibido por mi
querida tía Anita, la mamá de Arturo, y
por mis numerosos primos; pasaba horas
de horas en su biblioteca bien surtida con
libros de los mejores escritores de la lite
ratura mundial y excelentemente traduci
dos. En esta especie de refugio adolescente
descubrí que Las mil y una noches no era
un libro para niños sino al decir de Borges
un libro de admirable lascivia. Leí por pri
mera vez a los poetas malditos Baudelaire
y Rimbaud, también al il miglior fabbro, a
Ezra Pound, sin tener la más mínima idea
dé; quién era ni de su importancia literaria.
Arturo, lejos de incomodarse, se alegraba
de verme hurgando entre sus libros y nun
ca, fiel a su fineza de espíritu, se le ocurrió
inducirme a algún tipo de lectura.
Para terminar esta breve evocación, debo
referirme a nuestro trabajo en Vuelapluma,
que empezó en el 2013 cuando la Univer
sidad de Ciencias y Humanidades le pidió
al poeta que dirigiese una revista cultural
y multidisciplinaria. Arturo me llamó para
que lo acompañase en esta formidable
aventura y yo acepté de inmediato porque
sabía de antemano que trabajar con él se
ría una experiencia muy gratificante y que
la calidad estaba garantizada.
VUELAPLUMA 5
El último amigo Tomás G. Escajadíllo
Lo último amigos que he tenido sonAntonio Cornejo Polar y Arturo Corcuera.
A Arturo lo conocí antes, en 1956. Fuimos compañeros de da e en San Marcos y me intere a contar el día que lo conocí.
Don Arturo Jiménez Borja era un profesor muy exigente con las chicas que iban a ser profesoras y muy blando con los poetas. Y un día en plena da e dijo:
-Tenemos entre nosotros a un gran poetaJOven.
Y yo estaba sentado al lado de Arturo y vi como enrojecía repentinamente. Y Jiménez agregó:
-¿ Puede el poeta Corcuera beneficiarnoscon uno de us poemas?
Y Arturo contestó:
- o tengo ningún manuscrito y no me sé
de memoria ningún poema. Disculpe, profe or.
Entonces Jiménez Borja replicó:
- o hay problema.
Y sacó de su maletín el primer libro de Arturo y le dijo a una de la alumnas:
- eñorita, lleve u ted el libro al poeta.
Y en ton ce , la voz melódica de Arturo copó todo el ilencio del aula ante el a ombro del auditorio que lo oía ab orto
6 UELAPLUMA
por esa virtud rara que olo los verdadero poetas pueden lograr. A í fue como escu
ché el primer recital de Arturo, el primero que dio en su vida y a partir de ese día
fuimos amigos y hermanos.
En 1966 sacamo una revista que se llamaba Lumbre, cuyos primeros cinco nú
meros se imprimieron en mimeógrafo,
pero cuando pasamos a imprenta, Arturo,
que no quería meterse en ese problema,
me dejó solo en la dirección. Entonces fui
director de Lumbre, que tuvo tres número
en imprenta.
En el año 1956 Arturo y yo viajamos al
Brasil gracias a una carta de recomenda
ción del rector de San Marcos, José León
Barandiarán, dirigida a la embajada bra
sileña que entonces disponía de un vuelo
semanal exclusivo. Fue un viaje inolvidable
que me e timuló a publicar un par de tex
tos sobre Jorge Amado y Manuel Bandeira.
Por esa fecha se estrenaba en Brasil y en
otro tre países de Sudamérica la prime
ra película de Brigitte Bardot. En plena
función, Arturo se quedó dormido y no e
despertaba ni cuando la BB aparecía de
nuda. Por intentar despertarlo para que no
se perdiera la escena tuve que ver la pelí
cula ca i por retazo .
Después de e ta gratificante experiencia
hicimo un viaje a Chile al primer y único
Congreso de Estudiantes Latinoamerica
no . Ahí Arturo tuvo una reacción muy
Arturo con el poeta Alberto Hidalgo.
fuerte ante el escritor chileno Antonio
Skármeta, quien decía que Los ríos profun
dos era un libro de segunda o de tercera
categoría. Esto produjo un áspero inter
cambio de palabras entre ambos, pues
Arturo defendió ardorosamente la obra
de Arguedas. Mucho tiempo después me
encontré con Skármeta en Alemania y me
dijo que había vuelto a leer a Arguedas y
que Arturo tenía razón.
Años después hicimos varios viajes a Hua
raz en las vacaciones, que eran de quince
días del mes de julio. En la ciudad nos alo
jábamos en casa de Pancho La Rosa, hijo
del hombre más rico de la zona, que tenía
una casa estupenda. Yo he utilizado imá
genes de esa casa en algún texto como, por
ejemplo, el poyo junto a la puerta en la que
se echaba a dormir el guardián de la casa.
Y en el segundo piso había una serie de
artefactos muy modernos que nunca supe
bien para qué servían.
Ahora recordaré el viaje a Budapest por
que no quisiera repetir las cosas que Artu
ro ha escrito con tanta frescura en su libro
de memorias que publicó el año pasado.
Una vez, por ejemplo, viajaba por encargo del Instituto Nacional de Cultura y fuimos invitados a la casa del embajador, que ya era amigo mío. En esa oportunidad, o
poco después, el INC envió a Hungría a Jaime Guardia y a un selecto grupo de danzantes. Fue una temporada en que los estudiantes húngaros se volvieron seguidores de la canción de este maestro y del conjunto que lo acompañaba.
Recuerdo algo que Arturo también men
ciona en su libro, aunque en una forma corta, sobre la visita que hizo Alberto Hidalgo a La Casona de San Marcos.
Esa vez desde el segundo piso de Derecho comenzó a hablar y abajo había una
multitud aprista que lo interrumpía a cada instante gritando: ¡Abajo los traidores! Y
Alberto Hidalgo imperturbable les res
pondió: «¡Efectivamente, abajo están los
traidores!».
Prefiero que estas palabras sean breves y me traslado hasta los últimos días de la
vida de Arturo
Eran los días en que él todavía podía ha
blar. En una visita que le hice le conté que me había caído en el ingreso a mi edificio
y que por eso cojeaba un poco. Entonces
Arturo reaccionó de inmediato y alcanzándome su bastón me dijo:
-Tómalo que yo tengo otro bastón en Santa Inés.
-No gracias, le dije.
Arturo insistió con voz fuerte:
-Toma el bastón.
Y ya en la puerta de salida le dije:
-No -y cerré la puerta.
VUELAPLUMA 7
Arturo Corcuera:
8 UELAPLUMA
Poeta y Mago Roger Santíváñez Poeta
Conocí al poeta Arturo Corcuera -antes de conocerlo- es decir, lo vi desdeuna butaca del teatro municipal de Piura en noviembre de 1971. Se trataba de laEmbajada Cultural de San Marcos visitando mi ciudad natal. Hacía poco yo había empezado a escribir poemas, de modoque dicha presentación constituyó unasuerte de revelación para mí. Eran poetasde carne y hueso -en vivo y en directoleyendo su poesía: Washington Delgado,Watanabe, Francisco Bendezú, Orrillo,Naranjo y allí Arturo Corcuera, quienconcluyó su intervención con el emblemático Fábula de Rico Me Pato, tío de Donald ante una cerrada ovación del público.No exagero al afirmar que -a mis adolescentes 15 años-aquel suceso fue rotundamente decisivo para mi vocación poética.Desde entonces el poeta de Noé delirante se convirtió en un referente insoslayable si de poesía peruana se tratase. Cada vez que -por motivos de trabajo- mi padre viajaba de Piura a Lima, volvía con mis encargos poéticos bajo el brazo: así me hice de Poesía de clase (Premio nacional de poesía 1968) donde figura el poema Clara, que me significó horas enteras de reiterada y devota lectura, lo mismo que la edición Milla Batres (1971) de su más apreciado y difundido libro, es decir Noédelirante, hermosamente ilustrado por la genial T ilsa Tsuchiya. En julio de 1973 viajé a Lima por las vacaciones de medio año mientras estudiaba Artes Liberales en la Universidad de Piura. Una noche, un crítico argentino ofrecía una conferencia sobre la poesía de Carlos Germán Belli en el salón de actos del entonces Instituto Nacional de Cultura (INC) al lado de la plaza San Francisco, centro de Lima. Asistí a la conferencia y allí pude ver y escuchar al poeta Arturo Corcuera presentando la charla.
Pero -tímido como era- no pude aún acercarme a conversar con él. Hubo de pasar un lapso de 12 años -hasta noviembre de 1985- para tener mi primer encuentro con el poeta, en ese lugar mítico que fue Cuba para la generación de Arturo Corcuera y cuya aureola resplandeció -con gran brillo- aún para la mía.
La Habana 1985
Hospedados en el hotel Riviera -frente al mar Caribe- no sé cómo fui a dar a la habitación de Arturo, la cual compartía con su hijo Javier, casi un adolescente todavía. Y entonces pude descubrir a ese genio de la conversación, mago de la sensibilidad y de la inteligencia que era el poeta. Admirado por su incisivo y deleitable fraseo me quedé -como se dice- pegado a él, durante casi todos los tres días del Segundo Encuentro
de intelectuales por la soberanía de los pueblos
de nuestra América al que habíamos sido invitados por la Casa de las Américas. La brillantez y sapiente ironía de sus opiniones, así como la exquisita forma -llena de gracia- de su expresión, colocaba casi todas las situaciones comentadas en la picota del más desnudo absurdo de la condición humana, rematando con la suave sonrisa -sutil esperanza- de quien está de regreso o detrás de todas las cosas: Poeta a carta cabal. Poco después -en Lima, 1989- siendo Director del Instituto Cultural PeruanoSoviético organizó un ciclo de lecturas de poesía peruana contemporánea, en el que cada semana se presentaban dos poetas de distinta generación con un repleto y expectante auditorio. Fue una gran celebración de nuestra poesía durante casi todo el año, evento que realizó asistido por el poeta Cesáreo Martínez, editando -al mismo tiempo- los pulcros y sucesivos números de la revista de poesía Transparencia.
VUELAPLUMA 9
Arturo y Rosi con Mátyás Horányi, especialista húngaro en literatura hispanoamericana, Bruselas.
Pa aron lo año -y por e a vuelta del
de tino- volví a encontrarme con Artu
ro Corcuera en el verano de 1998 cuan
do preparaba la presentación de la octava
edición de u Noé delirante. En aquella
oca ión tuvo la gentileza de invitarme a
colaborar en la ección cultural de la re
vi ta Sí que él dirigía. Comenzó entonce
una nueva ronda de felice encuentro con
el poeta. Se realizaban en u oficina de la
E cuela acional de Folklore José María
Argueda de la cual era director. Ha ta allí
llegó una tarde -recién vuelto de Alema-
1 O UELAPLUMA
nia en visita veraniega- el poeta Leopol
do Chariarse, con quien departimos ale
gremente y para quien Arturo organizó
uno de sus célebres almuerzo en u casa
de Santa Inés en Chaclacayo. Igualmente
recuerdo otra de estas magnífica oca io
nes en la que la entretenida obremesa, en
compañía de su amigo y vecino el poeta
y narrador Jorge Díaz Herrera, alcanzó
la primeras sombra de la noche. Fue en
julio de 2006, mientras yo inve tigaba o
bre Enrique Lihn para mi te i y Arturo
me proporcionó eficaces dato obre la
escritura del libro peruano Estación de los
Desamparados del autor chileno. Así era
Arturo. Generoso y magnánimo anfitrión.
Conversador nato, infatigable y memorio
so en su proficuo anecdotario sobre la vida
y obra de infinidad de escritores, artistas
e intelectuales de toda procedencia, épo
ca o nacionalidad. Simpatiquísimo hasta
la carcajada más rotunda. Y siempre -a
su lado- como una rosa, su musa Rosi, su
amada esposa. Poeta a tiempo completo.
Su poesía
Usualmente la crítica acostumbra situarlo
a caballo entre la generación del 50 y la del
60. Y esto porque su primer libro, Canto
ra!, publicado en 19 5 3, acusa la influencia
de la llamada poesía social de aquel tiem
po. Lo mismo puede decirse de su segundo
poemario, translúcido desde el título: El
grito del hombre (1957). Podría vérsele en
tonces como una especie de último poeta
de la generación del 50 en una onda que
lideraba -por aquellos días-Alejandro Ro
mualdo. Pero justo es decir que -por víncu
lo amistoso y visión poética- ha quedado -
está quedando- como uno de los primeros
poetas de la generación del 60. En efecto,
su cercanía -íntima amistad- con Javier
Heraud -el autor emblema de los tramos
iniciales de dicha generación- y el poste
rior desarrollo de su obra durante la década
prodigiosa en cuyo centro figura -sin duda
el ya clásico Noé delirante con ediciones de
1963 y 1966, lo hacen un poeta fundamen
tal de esta promoción que produjo un cam
bio sustancial en la poesía peruana.
Otro aspecto que me gustaría desta
car -aparte de la eficaz e irónica magia
de Noé- es la alta capacidad de lírico puro
de Arturo Corcuera. Basta echar un vis
tazo a los cincelados y hermosos versos
de su libro Sombra del jardín (1961) para
comprobarlo con delectación: «Lleva el
colibrí en su pico/ del jazmín para la rosa,
/ ramilletes de rocío». O esta otra impron
ta de singular y castizo ritmo: «Los gira
soles / fisgan radiantes / lucen gozosos /
como los ojos / de los amantes». Y para
cerrar esta breve memoria del querido y
admirado amigo, recientemente transpor
tado a la dimensión en que moran -aguar
dándonos- los dioses de la lira y Orfeo,
transcribimos este soneto compuesto con
maestría digna del Marqués de Santillana:
ROSA
Tímida rosa ósea y encarnada
que amo y me ama y junto a mí se posa,
rosa que me rozó con la mirada,
!oh mi amorosa y aromosa rosa,
sumisa y envolvente llamarada!
Llamándote me enllamas, ardorosa,
y erguida en mi alma, rosa incorporada,
entre mis brazos, caes temblorosa.
Talle, su tallo. Y hojas. Y ojos. Sueño
-que con mis manos toco- que me toca.
Buscada rosa que encontró su dueño
escogida entre muchas minuciosa
mente. Lozanos muslos, ansias, boca,
y no la mires más que así es mi rosa.
VUELAPLUMA 1 1
Mi Homenaje a Arturo Corcuera
Andrea Cabel García Poeta
Sobre Arturo Corcuera se han manifestado las voces más reconocidas de nuestra literatura nacional, así como las voces más celebradas de la poesía hispanoamericana. El inmenso Sebastián Salazar Bondy apunta, a propósito, que Arturo y su poética merecerán la memoria. Por su lado, nuestro querido Toño Cisneros nos decía que la poética de Arturo ha enriquecido nuestras vidas. Lo mismo sucede con el gran Emilio Adolfo Westphalen cuando subraya lo excelente poeta que es Arturo y, de la mano, Benedetti coincide cuando escribe que el valor de la poética de nuestro homenajeado trasciende los límites de nuestro país y se esparce por todo el continente. En esta misma línea, Casa de las Américas subraya que es por su grado de fabulación, por la riqueza de us metáforas, por la profundidad y el humor con el que fueron asumida , y por la bú -queda de un lenguaje lírico original, que la poesía de Arturo es una obra significativa de la poe ía hispanoamericana contemporánea. Hacia el mismo punto no dirigimos con las palabras del gran Carlo Bousoño, cuando señala que la poética de nue tro homenajeado brilla por su riqueza imaginativa, por su capacidad de apre ar un rápido esguince intuitivo, por la relación oculta y necesaria entre dos co-
1 2 UELAPLUMA
sas aparentemente remotas, por, en suma, crear una poesía mágica y una realista, es decir, por tender puentes entre el mundo de la creación mágica y el otro, en el que se sostienen sus preocupaciones sociales.
Además de todo lo que han dicho ellos, que son hitos en nuestra historia de la literatura, y que son también referentes necesarios en nuestra forma de sentir y de entender la poesía, quisiera aportar un par de ideas. La primera es que Arturo es un gran poeta, sin duda, pero es algo mucho más intenso y mucho más importante que eso. Arturo es una gran persona. Un ser humano que prioriza la solidaridad como estética máxima del ritmo de la vida, un ser humano que piensa antes que en la suya, en la felicidad de todos nosotros, y que siempre, desde el primer día que lo conocí, ntrega a quien lo conoce, pedazos de su generosidad, trozos de su sonrisa, y abre las puertas de su casa, las puertas de sus brazos, sus brazos mismos, y te permite conocerlo y conocerte a través de él y de su familia. Arturo e el amigo que me envió a su ángele para que me cuidaran en entrevista de trabajo, Arturo ha sido mi confidente, el hombro sobre el cual he llorado inten os desencuentros y penas amorosas que solo le he podido contar a él. Arturo es el mejor ejemplo del padre
Arturo en brazos de su madre Ana María Osores.
que hubiera querido tener. Es el amigo al que he llamado desde Pittsburgh cuando salía de alguna clínica con el corazón hinchado de tanto frío. Arturo es un poeta inmenso que nunca perdió la sencillez y la humildad de un joven que recién se inicia, y que escucha con atención tus poemas aún inéditos y que te aconseja, y te mira aunque tú seas aún inédita y no llegues a los 23 años.
Arturo es una de esas personas que ve más allá de las palabras y más allá de los gestos para encontrar lo correcto y para hacerlo prevalecer. Permítanme ilustrar esta idea con una anécdota: Cuando Arturo todavía era escolar, podía darse el lujo de «tirarse la pera», de «hacerse la vaca» del Hipólito Unanue, gran colegio del que tiene incontables aventuras, para ir a la bi-
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blioteca nacional con un carnet pre tado y aprovechar el tiempo al máximo en diver-a lectura . o ob tante, cuando cumplió
la edad para tener uno propio, el bibliotecario no le qui o dar los libro y le retuvo el carnet. Arturo, con ese carácter indomable (aunque juguetón iempre) e fue a quejar con el director, que por entonce era el reconocido matemático Cri tóbal Losada Puga. Losada, al revisar los datos de Arturo se dio cuenta de que conocía a sus padres. Él era hijo de la poetisa Amalia Puga, madrina de matrimonio de la madre de Arturo quien le comentó a su vez que había visto en Cajamarca la estatua erigida a dicha escritora, y este comentario conmovió a Losada a tal punto que le devolvió el carnet y le regaló unos libros de literatura. A í comenzó su amistad. Si bien la anécdota es interesante por varias razones, lo que Arturo rescata cuando la cuenta es que Losada nunca reprendió ni de autorizó al bibliotecario que le requisó el documento. Es a e to a lo que yo apunto: Arturo siempre ha sido elegante, y siempre ha abido re catar en los actos y en los ge tos, lo que es correcto como lo que es bello. En ello su magia. En ello lo que admiro. No le interesaba recalcar su reclamo o su amistad con el matemático, él queríarescatar lo que los lectores no veíamos y él,adolescente, supo ver y conservar entre susmanos: el gesto de no reprender ni desautorizar que tuvo Losada. El ser buen jefe,el tener una ética, una coherencia eso es loque un amigo de Arturo puede reconocera kilómetro como su sello personal. E loque otro podrían decir que es «su entidode ju ticia».
Lo egundo que quisiera comentar e mucho má cercano a su poética y a u vida mi ma, porque nace de esta inter ección. Arturo e camotea lo límite y e convier
o de poema obre el mar, y e un er capaz de entablar una verdadera comuni ación con lo animales más libre , la ave , de hecho quiene lo conocemos sabemo de la increíble amistad qu tenía con u tordo, que en paz de canse. o en vano al poeta le hubiera gustado ser, i no era poeta, claro, por lo que me cuenta «guarda pájaro de lo bo que ». Pero algo má , imbuido en esta relación con la naturaleza, Arturo coloca siempre formas de interpelar al lector. Así, su poética descubre la creación delicada y minuciosa de un universo donde cada detalle funciona armónicamente
te en un personaje de cuentos de a ven tura Arturo con el poeta Pablo Ne ruda (Premio Nobel, 1971 ).
1 4 UELAPLUMA
conectándose además, siempre, con una
preocupación por el otro. Rezan sus ver
sos alados: «sorprendí al pájaro / forzan
do los barrotes/ para que huyera la jaula».
Está por un lado el protagonismo del ave
y por el otro, la constante pregunta por el
otro, en este caso, la jaula, encerrada en sí
misma, en su propio nombre. Arturo cues
tiona desde su «corazón volcánico», inter
pela al lector. En otros poemas nos dirá:
«¿quién ha cortado la noche como carbón
en mitades? ¿ Volverán los años idos? ¿Se
irán rengueando las tardes? ¿Qyién descal
zó los caminos guardados en mis zapatos?
Dedicatoria de Pablo Neruda.
¿Por qué me siguen los caminos adonde voy? ¿Qyé es el mar sino millones de años de rocío?». Y las preguntas continúan nutriendo poema tras poema, paisaje tras paisaje. Y así dibuja Arturo perfiles de ese universo en el que prevalece lo que él llama una «visión cósmica de las cosas» o una constante estética del devenir en donde un cuerpo se transforma en otro, y se rebalsan los límites transgrediéndose a sí mismos, convirtiéndose en naturaleza viva todo el tiempo. Como en la «Balada de la piedra que sueña», cito:
«puede vivir la piedra en silencio,
lo que no puede es dejar de soñar,
le ilusiona ser caballo,
fuente, palacio, ciudadela,
sabe amar en la estatua de los amantes,
orar en templos y mezquitas,
ser valiente en el perfil del héroe,
la piedra no cesa hasta palpar sus sueños,
inmóvil y fecunda suele entregarse a la
fantasía de los soñadores».
Las piedras en el universo poético de Arturo tienen ilusiones, saben amar, son valientes, tienen un corazón en el que se puede oír una «sinfonía de pájaros», tienen alas también, alas que a pesar de saber volar «se conforman con observar el vuelo de las aves» y sienten un gran dolor de no haber nacido humanos. Sorprende que las piedras sean incandescentes, omniscientes, únicas, o que exista incluso alguna primera piedra libre de culpa, digamos, una «piedra de dios». Es esto, si es que quisiéramos resumir, lo que avasalla en la poética de Arturo, la capacidad de
VUELAPLUMA 1 5
Arturo con el escritor José Saramago (Premio Nobel, 1998) y Pilar del Río en Berlín.
1 6 UELAPLUMA
Arturo con los poetas Derek Walcott (Premio Nobel 1992) y Pedro Shimose en Canarias.
prodigar vida y de vivirla a través de di
ferentes seres. Tal como reza uno de sus
versos más luminosos, «es el poeta mar y
al mismo tiempo río / y como mar y río,
no encontrará reposo».
Gracias Arturo, por ser parte de m1
vida y por permitirme ser parte de la tuya,
por permitirme conocerte y por leerme y
haber presentado la segunda edición de
mi primer libro en el 2007, por haber es
crito la primera reseña sobre algo mío en
un periódico. En Perú21, recuerdo que fue
la primera vez que me vi en prensa y, como
dirías tú, no cabía en mi pellejo de sor
presa y alegría. Gracias Arturo, por haber
tomado desayuno conmigo esa mañana en
Santiago de Chile, en el 2007, cuando de
la nada waceptaste conocerme. Y gracias
por todas las tardes y mañanas en Santa
Inés, por compartir conmigo algunos se
cretos y por dejarme conocer a Rosi, la
mujer cómplice que permite que la noche
tenga día, el sol lluvia, la tarde mañana.
Dejo escrito y subrayo, sonriendo, esto
que ya te había dicho antes, mientras ma
nejabas tu carro y me jalabas de Santa Inés
a Lima, mientras nos perdíamos realmen
te por algunas calles. Qye te quiero mu
cho. Eso. Qye te quiero mucho.
VUELAPLUMA 1 7
Arturo con el pintor Víctor Humareda. Foto de Susana Pastor.
1 8 UELAPLUMA
VUELAPLUMA 1 9
Arturo con su hija Rosamar en Santa Inés.
De cómo Arturo se escapa de la lógica
Adela T arnavíeckí
Escritora
2 O UELAPLUMA
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Aturo es el poeta del amor, de la amistad, de la solidaridad, de la fantasía, del juego y de todo ser viviente, animado e inanimado que habita sobre la tierra. Sin embargo no es el poeta de la lógica; al menos eso es lo que parece a primera vista y él pretende hacérnoslo creer. Descubrimos en cambio que su lírica toma caminos directos a la más pura lógica y nos sorprende con sus conclusiones reales, inesperadas, convincentes. Leámoslo y tratemos de descubrir su herencia, su juego, sus armonías y sus propósitos ¿ Será posible? No creo; mientras tanto divirtámonos en el intento, en la esperanza de que no se apodere de mí el travieso Titivillus. (¿Te acuerdas Arturo del diablillo aquel? El burlón espíritu infernal, terror de los monjes del Medioevo que les hacía cometer errores en sus elaboradas transcripciones. El muy pillo recogía aquellas palabras equívocas, las metía en un saco y se las echaba a la espalda para emplearlas en el Juicio Final. Imploro pues tu benevolencia si me atrevo a comentar tu poesía y echémosle la culpa a T itivillus) Arturo está enamorado del haiku
«Soy hijo de todos los poetas. Todos han influido en mí. De todos aprendí, de todos tomé la luz de su diamante. Nadie es hijo del viento» nos dice el trovador y es verdad. Sus ancestros están en toda la poesía universal, pero es notoria su inclinación por el haiku, el milenario poema japonés de tan solo tres líneas. Tanto los haikus como las composiciones poéticas de Arturo son breves, se basan en el asombro, la emoción que produce la naturaleza y generalmente enlazan dos ideas o imágenes independientes que son unidas o divididas por un kireji (cortador, en japonés), la mayor de las veces sorpresivo o inesperado.
El Noé delirante tiene cientos de haikus a lo largo de sus páginas. Veamos uno que titula «Pregunta ingenua»:
El pez de la poza
¿Porque tiene espinas,
es acaso rosa?
En este caso las ideas a considerar son por un lado «pez» y por otro «espinas» que han venido a unirse en este poema estableciendo una relación que es separada por el Kireji, encargado de romper ese nexo con una pregunta sorprendente: ¿Es acaso rosa? Casi nos hace pensar en la osadía del pez ¡Cómo se atreve a igualarse con la rosa! Solo mi audacia es comparable al pretender explicar a Arturo. A él, que es la Poesía misma.
VUELAPLUMA 2 1
Arturo canta con melodía de grillos
Los versos de nue tro poeta son onoros, repercuten en la mente como i uno los cantara, como si los leyera en voz alta. Siente la mú ica de la naturaleza con una fuerza inde criptible; la convierte, como lo grillos, en un pentagrama verde o amarillo como en la«Fabula del canario»:
Trino,
lloro
.fino, rubia
lluvia
de oro.
Saltando de alba en alba,
en una y otra rama
extiende su estribillo.
Cantarina jaula,
breve cántaro de cantos,
amarilla fontana.
El canario es el grillo
en la edición de la mañana.
Y cadencioso como en:
Musical,
pura risa pura,
adiana,
mi pequeña criatura,
anida un pájaro en los ojos
y en el cabello el sol de la mañana. [ J
2 2 UELAPLUMA
Los poemas de Arturo tienen un ritmo
que exigen ser leídos de corrido para que ea posible captar a plenitud u mú i a
y su profundidad. o basta leer uno. E
necesario sumergir e en el ambiente que
crean varios de ello , dejarse invadir. Solo
entonce su melodía nos habla y no de
leita copiosamente. Su poema podría
mos sentirlos como el equivalente poético
de las Variaciones Goldberg de Bach, don
de se enlaza un tema con el que le igue,
alterando el tempo, la di po ición o el or
den. A partir del aria inicial se produce
una reacción en cadena que e desgrana
en treinta variaciones, ha ta terminar ce
rrando el círculo con el primer tema. La
lírica de Arturo parece hacer lo mismo
con sus infinitas variaciones sobre la mú
sica de la naturaleza donde las melodías
pueden variar, pero subyace siempre un
tema constante.
Arturo sueña con hadas y sirenas
Pueblan los sueños del poeta no solo la
voz sagrada de lo antiguos griegos y la
docta poesía celebrada, ino también la
leyenda, la fantasía y la tradiciones po
pulares. Allí e tán presentes la sirenas, las
hadas, los fantasmas, el pájaro de fuego, el
lobo feroz, la gallina de los huevos de oro,
Tarzán y hasta lo personajes Disney don
de el ratón Mickey es el tenebro o agente
de la CIA. También nacen a la vida en
mano de Arturo los personajes-objeto:
el reloj despertador, el espejo, la guitarra,
el baúl, la persiana, lo retrato y tantos
otros más. Todos cuentan su fábula, como
la del « triptea e en el supermarket», con
el humor juguetón del bardo que nos roba
una sonn a:
Fábula del Tío Sam y el Lobo Feroz. Ilustración de Gabriel Lefebvre.
Presume de sirena
cuando no de rosa,
con escamas y espinas
la alcachofa.
Asisten
la zanahoria, el nabo,
y la lechuga.
Y nadie se sonroja
viendo que se desnuda
la alcachofa.
VUELAPLUMA 2 3
Habla de hadas y sirenas í, pero a la vez es
riguro o con u trabajo. Hace años me co
menta en una carta: «De pués de e cribir
un libro suelo guardarlo en un baúl y leerlo
de pué de alguno me e ( como e hace
con la fruta para esperar que maduren).
Al revisarlo tengo la sensación de que son
ajenos y puedo detectar con mayor impar
cialidad y facilidad los defecto . Se corrige
mejor, es la etapa más torturante, pero a
la vez también má placentera. Se trabaja
en frío, pasado el in tan te del éxtasis, de la
inspiración, del entu ia mo primigenio. Es
lo má parecido al alumbramiento. En el
momento inmediato la madre cree que ha
dado a luz al ser más bello de la tierra. A
la criatura hay que lavarle los residuos de
angre, [ ... ] hay que acarle la flema. Así
el poema se va perfeccionando. Necesita
correcciones, eliminar lo ripios, recortar
ver o , u tituir palabras, una larga tarea
de ir modelando el poema».
Arturo juega a las escondidas
Está presente en cada uno de u poemas, pero no e deja ver, e encubre entre lo colore del otoño, e di imula entre la osamenta del ciervo al que le crecieron árbole en la cabeza, en lo jardines que e quedaron mudos «Me gusta jugar a las
escondidas, búscame entre los árbole ». Y «me distraigo asustando a los fanta ma » -nos dice. Sin embargo u ternura lo delata y lo encontramos allí di imulado, entodos y cada uno de sus verso
Amarillo,
amarillo, amarillo,
amarillo, amarillo, amarillo,
¿de qué color nacerán los canarios,
la retama, el limón y el membrillo,
si el otoño sigue despilfarrando
todo el amarillo,
amarillo, amarillo,
amarillo?
J J
Arturo se refleja en los espejos
Nos lo dice Narciso-rey, el mismísimo poeta, el más presumido ¿o el más humilde? Él, que ama los contrastes y el doble significado.
Soy el más bello de todos
-dice para sí el espejo-
Me contemplo en cada rostro
que reflejo.
Y el espejo se pregunta,
¿Darwin escribiría
mirándose al espejo
su teoría?
y se confiesa:
Por no quebrar mi calma,
nunca quise a los hombres
retratarles el alma
Y entonces,
«Sucedía lo más extraño que podía suceder: el espejo se equivocaba». [] «El espejo había perdido la memoria, y se le confundían las imágenes, fenómeno que podría haberse corregido si a tiempo se le hubiera cambiado el agua».
Y al presuntuoso Narciso, (que no es otro que Noé, el delirante) ¿Qyé le pasó?
Se convirtió en Arturito, el más modesto de los hombres, el que de verdad refleja el mundo. «¡Ay de mí!, solo, sonámbulo y delirante-, yo, Noé, el menos justo y perfecto de los mortales».
Y filosofando cual andino Segismundo se pregunta: «¿Existo realmente? Sueño que existo, ¿existo? ¿y si existe nada más que sueño? Qyizá yo apenas sea el despertar de un sueño que para siempre de los jamases se quedó dormido».
VUELAPLUMA 2 5
Arturo ama con pasión enardecida
El poeta ama al univer o entero. Dentro de u vi ión có mica-primigenia, tierna y alvaje a la vez, cabe imaginarlo como un
panteísta ateo que adora con transporte poético todo lo que ve, inclu o como él mismo comenta ama al enemigo. Aquí hace alu ión al conocido verso de Cesar Vallejo en el marco de la Guerra Civil Española: [ ] «tu gana dantesca, españolísima, de amar, aunque sea a traición, a tu enemigo!».
Pero adora sobre todas las cosas a su familia, a u e posa y sus cuatro hijos, a quiene dedica tiernos versos a lo largo de toda su obra. La hermosa familia responde con amor divino; para ello el padre, el esposo, el oé delirante, es Dios. La bella Rosi, su esposa, la rosa a quien canta, es el centro del ardoroso poema «A Rosa de la ribera del Tormes» (por ser española) y el otro poema «El esposo anuncia a la esposa que sembrará la semilla del primer hijo», tan sensorial, arrebatado, carnal y hasta salvaje:
Arturo con su nieta Daniela.
2 6 UELAPLUMA
Espaciosa y dispuesta, liberada,
he de tenerte mía en mí cautiva;
en paladar, en tacto, en la mirada,
palpándote, frutal, la carne viva.
He de sentir tu sangre desflorada
encrespárseme arisca y vengativa,
mi hambrienta primavera prodigada
en tu pulpa jugosa y primitiva.
Ha de dar flor el pasto, miel la caña.
Irá en tu vientre el grano madurando
como fruto silvestre en la montaña.
Te rasgará un dolor (el más profundo)
y ha de nacer vivito y gimoteando
un mar de amar nuestro pequeño mundo.
Portada de Noé delirante. Tilsa Tsuchiya
Tanto era el amor, que al final de su vida el poeta nos dice: «Una sola rosa ansío junto a mí (me recordará el amor y la belleza de la vida). Como el otoño abandonaré al viento una tarde estas hojas».
Los libros de Arturo son un bosque encantado, enmarañado como el de Blanca Nieves, que constituye una estructura prodigiosa. Unos textos se montan dentro de otros y todos dialogan entre sí como las neuronas del cerebro que les gusta estarse comunicando constantemente; alargan sus brazos y sus abrazos para cogerse de las
manos. Se rodean de dendritas conectoras que hablan y se tocan tendiendo sus ramas enredadas para dar paso a nuevas creaciones del universo Arturiano sin abandonar jamás el mundo de sus temas juveniles de hace sesenta años. Alguna vez me dijo en una carta: «Me estremezco, Adelita, solo de pensar que pudiéramos ser marionetas de alguien». El delirio de Noé, entonces, como él mismo comenta con la más pura lógica poética, se trastoca en un delirio de enardecida libertad.
VUELAPLUMA 2 7
UN DATSUN
COLOR MANGO
Javier Corcuera Cineasta
Despacio se llega /�jos
Dicho popular
Los carro que tuvo mi padre fueron como caballeros andantes con la armadura rota, pero iempre dispuesto a iniciar una batalla. Papá creía en la prudencia y la aplicaba a todas las facetas de u vida. E te principio que regía su conducta, e radicalizaba a la hora de conducir. Aunque siempre fue despi tado con emáforo y pa o peatonale , tenía una regla que cumplía con absoluta fidelidad: nunca llegar a ochenta kilómetro por hora.
Vivíamos a treinta kilómetros de Lima, a í que ir a la ciudad siempre fue un verdadero viaje. Todas la mañanas, mi padre, ante de marchar e a trabajar, realizaba una erie de rituale como i e tratase de una auténtica carrera de fórmula uno: mi-
2 8 UELAPLUMA
raba por dentro del motor, medía el aceite, calentaba durante uno minutos el carro y daba unas cuantas pataditas a las llantas. Cuando consideraba que todo estaba listo para lanzarse a la carretera Central, una de la más peligro a del Perú, nos avisaba para que saliéramos a despedirlo. Después de una empujadita familiar, lo veíamos alejar e con la maletera abierta o el parachoques rozando el uelo, mientras mamá le hacía señas de despedida hasta verlo desaparecer.
Los carros de papá fueron siempre Dat un:
-¡Gran marca! -decía mi padre-. ¡Carro como estos ya no se fabrican!
El primero fue un Datsun del cincuenta y tantos, y era de color verde limón. Lo recuerdo siempre estacionando delante de la casa de mi abuela, la Mamanita. Ella disfrutaba con aquellas visitas y yo me pasaba el día jugando en esa casa llena de pasillos y escondites. No guardo memoria del trayecto hasta la ciudad, tal vez porque era muy pequeño y me quedaba inmediatamente dormido. Aquel carro desapareció de mi vida casi sin darme cuenta, como mi abuela. Creo que se lo robaron, se lo escuché decir alguna vez a mi padre. El caso es que nunca más volví a verlo. Tampoco volví a ver la casa de mi abuela.
Antes de la existencia del primer Datsun, supimos que mi padre había tenido en sus años de juventud un Ford descapotable del treinta y dos, al que sus compañeros de universidad bautizaron con el
Arturo y Javier en Santa Inés.
nombre de Platero. Fue la única vez que no tuvo un Datsun, aunque en realidad nunca tuvimos la seguridad de que fuera cierto, ya que no guardaba una sola foto, ni otra prueba que certificase su existencia. Papá solo hablaba de él cuando se juntaba con sus viejos amigos, y rememoraba aquellos años en que paseaban a Platero lleno de universitarias que se despeinaban con el viento. Algunas noches cuando mi padre llegaba de trabajar, nos contaba que lo había visto circulando por alguna calle de Lima, y había intentado seguirlo sin poder alcanzarlo. Soñaba con encontrarlo, como si de esta forma pudiera recuperar aquellos años perdidos.
Después del verde limón vino el Datsun blanco del sesenta y dos. En él, mi padre nos llevaba al colegio. Todos mis compañeros tenían autos nuevos, del año,
VUELAPLUMA 2 9
conducidos por chofere o por u madres,
madrugadoras amas de casa que venían
arregladí ima a dejar a sus hijo a la e -
cuela. Nosotro hacíamo nuestra apari
ción matutina con el Dat un de tartalado, del cual mi padre se sentía orgullo o. o
sé cómo, un día lo convencimos de que no
hacía falta que diera tanta vueltas para
dejarnos en la puerta del colegio y que po
díamos bajarno en una esquina un poco
retirada. Era para que no no vieran llegar
con nuestra chatarra: empezábamos a cre
cer y esa carcocha podría estropear nues
tros primeros amores.
La fama de papá había corrido rápi
damente por el barrio. Cuando bajaba a
Lima, lo vecinos que tiraban dedo se es
condían para que no los llevase. Como iba
tan despacio, lo veían venir de lejos y les
daba tiempo para ocultarse. Incluso había
quien prefería ubir al primer micro que
pasaba. Cualquier cosa antes que ubir al
carro de mi padre. Lo menos que te podía
pasar en e os treinta kilómetros que nos
eparaban de la ciudad eran unas cuantas
paraditas técnicas para echar agua o cam
biar el aceite, cuando no se reventaba una
llanta. Por cierto, nunca llevó rueda de re
puesto, iba contra sus principio : e o sería
aceptar que algo podría uceder.
A pe ar de esta fama, en esos viaJes
iempre caían algunos de pistado . Yo lo
veía subir al carro como quien ve a alguien
cometer el peor error de su vida. Estas
per ona (que nunca má repetían el viaje)
despertaban mi más profunda solidaridad.
En mi primeras ida a Lima de cubrí
un mundo que de conocía. Ante de en
trar en la Ciudad Jardín, la carretera Cen
tral bordeaba u pueblo jóvene . Allí vi
vían mile de persona que lo único que
3 O VUELAPLUMA
poseían era cuatro cartone que le ervían de ca a. Miles de pobres que jamá oñarían con tener un arro, ni siquiera como el de mi padre.
Con el Dat un blanco compartí mi infancia. Los domingos íbamo a la feria de Chosica y lo veranos a la playa de Punta
egra. Una vez, papá tuvo que hacer un viaje a Huancayo y me preguntó si quería acompañarlo. Acepté encantado y a umí valientemente mi pue to de copiloto. Era un viaje serio, había que recorrer más de quiniento kilómetro por la carretera Central y llegar a una ciudad a casi cuatro mil metros de altura. E ta vez los preparativos de salida duraron varias hora y no despedimos como verdaderos astronautas a punto de partir al espacio. Aquellos kilómetro estuvieron llenos de orpresas: vi por primera vez el mundo andino, us ríos, sus interminables montaña y sus miradas tristes. Después de un día de viaje, vi también cómo nuestro carro cruzaba invencible lo Andes sin apenas quejar e. Desde mi ventanilla ob ervé triunfante cómo otros carros mejores se habían quedado tirado por el camino. Tal vez el secreto estuvo en nunca llegar a ochenta kilómetros por hora, pero la verdad es que fue una gran proeza. Aquel día me sentí muy orgulloso de mi padre y de mi carro.
Al cumplir los quince años, mi padre decidió darme las primera da e de manejo. Fueron cuatro lecciones básicas y una cuanta vueltas alrededor de la casa. Luego llegó el momento de la verdad: alir a manejar a la carretera Central. Pero ese día todo alió mal.
Conducía pegado a mi derecha, fiel a la indicaciones de mi padre y de pronto un botellero con su triciclo e cruzó en mi camino.
Arturo en casa de Juan Ramón Jiménez en Moguer, España. Foto de César Gil Montañez.
-¡Qyé hace un botellero en la carretera
Central! -dije, al más puro estilo de con
ductor con experiencia.
Decidí no girar hasta encontrarme muy
cerca de él para no demostrar nerviosismo,
pero calculé mal. Fue un pequeño roce,
aunque suficiente para que el botellero sa
liera volando con triciclo y todo. Lo pri
mero que hice fue pisar el acelerador para
escapar. Mi padre, con un solo gesto, me
indicó que me detuviera y que no había
aprobado el examen. Recogimos al bote
llero y lo llevamos a comer a casa. Papá
le compró todas las botellas y reparamos
el triciclo. Antes de marcharse, recuerdo
que aquel hombre se me acercó y me pidió
perdón, como si él hubiera sido el culpable
de todo, por ser botellero.
Nunca más hubo clase de manejo. To
dos mis amigos ya conducían y a mí no
me quedó otra alternativa que la forma
ción autodidacta. Cuando papá echaba
la siesta, con ayuda de un amigo que se
encontraba en mi situación, sacábamos el
carro del garaje y lo empujábamos hasta
un descampado. Allí pisábamos el ace
lerador a fondo. ¡Nunca mi carro había
conocido semejantes velocidades! Lo hi
cimos varios días hasta que una vez es
tuvimos a punto de volcar. Un vecino
nos descubrió y amenazó con contarlo.
Tuvimos que dejarlo por un tiempo. Lue
go, sospechosamente, mi padre empezó a
perder la costumbre de las siestas y pasa
ba las tardes trabajando en su escritorio.
A mi amigo, su padre empezó a prestarle
el carro, y ya no le interesaba ayudarme
a empujar mi chatarra. No encontré otro
cómplice, y poco a poco fui desistiendo de
mi formación de corredor autodidacta.
VUELAPLUMA 3 1
ue tro Dat un blanco resi tió de manera heroica ha ta que terminé el colegio. Un día papá lo vendió y nos convocó para que conociéramos su siguiente adquisición: otro Dat un de egunda mano. Todo ob ervamo la nueva chatarra como i se tratase de un nuevo miembro de la familia, con el que tendríamo que conv1v1r, e ta vez para iempre.
unca supimos definir el color de nuestro nuevo carro:
-¡Es amarillo! -dijo mi madre.
-¡ o! ¡E de color naranja! -apuntó mi hermana Nadiana.
Yo dije que era de color mostaza y mi hermana Rosamar se abstuvo. Daniela, la pequeña, oltó la definición más cercana:
-¡Es de color mango! -dijo.
Todos no quedamos callado asumiendo que había acertado.
A papá le tuvo sin cuidado aquella polémica:
-E moderno, tiene asientos reclinablesy tocacasette -alcanzó a decir, mientras sacaba una manguera para darle una lavadita que no nece itaba.
Lo asiento eran realmente reclinables, viajábamo prácticamente tumbado porque al tercer día cedieron y no había forma de enderezarlo . Papá dio por zanjado el tema con un par de almohadones que le hizo mi madre para que pudiera conducir. El tocaca ette e convirtió en un instrumento de tortura para él. Tuvo que aportar a mi grupo de rock favorito ,
hasta que un día, para u felicidad, dejó de onar.
3 2 UELAPLUMA
En e te carro pa é mi últimos años en el Perú. Fueron año terrible , el país e desangraba. Todo lo día había atentados en la ciudad y e cometían crímenes en nombre de la paz y la eguridad nacional. Yo había empezado a estudiar cine y regresaba todas las noches con mi padre a casa. Eran treinta kilómetros de silencio . Él no aprobaba mi decisión y estaba preocupado por mi futuro. La carretera Central estaba llena de controles militares. A pesar de los ilencios, recuerdo aquello viaje de copiloto como lo momento en que e tuve más cerca de mi padre.
En mi barrio, la gente que tenía dinero empezó a vender us casa y a marchar e del país. Yo decidí continuar mis estudios en Madrid y mi madre me apoyó. Mi padre dio el visto bueno contra su voluntad. Creo que pensó que era mejor tener un hijo en Europa a que terminara metido en algún problema. Por aquellos años, en el Perú, ser joven y e tudiante te convertía en sospecho o y era razón suficiente para que te detuvieran.
Hice mi último viaje de copiloto por la carretera Central hasta el aeropuerto Jorge Chávez. Todos vinieron a de pedirme. La última imagen que recuerdo e la de mi madre haciéndome adiós con las manos, como cuando mi padre se alejaba con u coche para ir e a trabajar. ólo que e a
noche yo no regresaría.
Llevo catorce años viviendo en España y he vuelto e casas veces al Perú. Hace tiempo tuve que ir a rodar un documental a México, y aproveché una e cala en Lima para pasar una vacaciones al lado de la familia. U no de e o día , mi padre nos reunió a todos en u escritorio y no contó que había escrito u te tamento:
Arturo y Rosi con sus hijos Javier, Nadiana,Ana Daniela y Rosamar.
-Cualquier día me puede pasar algo y es
mejor hacer estas cosas -nos dijo-. Mamá
podrá vivir de mi pensión, pero ustedes no
tienen profesiones seguras. Podrán contar
con esta casa para que nunca les falte un
techo. En la huerta, hemos pensado cons
truir un pequeño apartamento, que podrán
alquilar en caso de apuros económicos.
Luego se situó debajo del retrato de mi
abuela, que presidía el escritorio y me di
rigió la mirada.
-A ti, Javier -me dijo-. Te dejo m1
auto, yo ya estoy jubilado y no me hace
falta. Con él podrás ir a trabajar a Lima
cuando regreses a vivir al Perú.
Y se retiró a echar la siesta, con la tran
quilidad de un hombre que había cumpli
do con su deber.
Mi padre aún conserva el mismo coche
con el que me llevó al aeropuerto el día
que me marché del Perú. Yo acepté mi herencia, aunque no me atreví a contarle que jamás había aprendido a conducir, y que tampoco hubo universitarias despeinadas en coches descapotables. Mi vocación de copiloto se había consolidado y me había hecho cada vez más a la idea de ser un eterno peatón.
Después, a mi regreso a Madrid empezó a sucederme algo extraño. Pasé varios días recordando aquellos viajes nocturnos al lado de mi padre, y empecé a sentir una rara sensación de tranquilidad. Qyizás porque en esos días habíamos compartido nuevos silencios o porque sabía que en aquel lugar del mundo tenía un Datsun color mango, esperándome para empezar una nueva vida. Eso sí, a menos de ochenta kilómetros por hora.
Madrid, 1999.
VUELAPLUMA 3 3
El primer e-mail de Arturo y tres dibujos suyos
SA TA INÉ , 5 DE ABRIL DEL 2000
Q ERIDO JAVIER
ESCRIBIÉ DOTE ESTA CARTA INAUGURO MI E-MAIL, CO IRTIÉNDOME
DE DEAHORAE HOMBRE DE ESTE MILENIO. Y A EMPEZÓ TU
TERRACITA A SERVIR DE CABINA ELECTRÓ ICA. TENGO U A COMPAQ,
CO SCANNER, IMPRESORA, FAX INCORPORADO, MULTIMEDIA, VARIAS
E CICLOPEDIAS Y OTROS T TOS ADELANTOS ELECTRÓNICOS QUE
TODA VÍA O MANEJO Y I SIQUIERA REGISTRO. POCO A POCO IRÉ
DESCUBRIENDO ESTE U IVERSO. AU QUE NO LO CREAS, RECIÉ
PRACTICO CO ESTA CARTA LA CLASE ELEMENTAL, DE E CENDER, ESCRIBIR,
AR HIVAR Y APAGAR, QUE ME HA DADO FREDDY A OCHE. PARA SERTE
SINCERO ME ESTÁ GUSTANDO LA COSA. PERO DE TODOS MODOS
ESPERO NO E GOLOSINARME. PARA NADIANA SERÁ MÁS NECESARJA Y ÚTIL.
YO ME LIMITARÉ A ESCRIBIR MIS POEMAS. COMPRENDERÁS QUE ESTAS LÍNEAS
SO DE PRUEBA POR ESO EST ESCRITAS EN MAYÚSCULAS Y O SE HACER
LA CONYERSIÓ A LAS LETRAS RESPECTIVAS, ADEMÁS O TENGO A QUIEN
CO SULTAR E ESTE MOME TO. ACABA DE LLEGAR JORGE Y TRATA DE
AYUDARME Y TU SABES MUY BIEN QUE ÉL ESTA NEGADO PARA ESTOS
ADELANTOS SOFISTICADOS. NO LO DEJO MANEJAR LA COMPUTADORA PORQUE
ME LA PUEDE MALOGRAR. ÉL TIENE UNA MUY VIEJITA Y PUEDE CO TAGIAR
SUS MA - AS A LA MÍA. ADEMÁS EN SUS DEDOS PUEDE TENER ALGÚN VIRUS
Y A MI COMPUTADORA TODA VÍA NO LA HE INMUNIZADO.
ESTOY ESPERA DO QUE VENGA FREDDY PARA QUE ME DE ALGUNAS
NUEVAS LECCIONES. YA NO TARDA. TU MAMÁ ESTA METIDA EN EL JARDÍN
DESDE LAS PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. AÚN NO LE ENTRA A LA
COMPUTADORA, AUNQUE HACE PLANES DE DOMINARLA PARA COMUNICARSE
PERMANENTEMENTE CONTIGO Y CON SU HERMANA MARJ, CON QUIEN HA
CO VERSADO HACE POCO V ARlAS HORAS. (JORGE ESTA A MI LADO Y DE VEZ E
CUANDO METE SU PICO DÁNDOSELA DE SABIHO DO. ME ACABA DE ENSE - AR
COMO SE PONE EN NEGRITA LAS LETRAS Y EN CURSIVA. EL SUBRAYADO NO LE
HA SALIDO). ACABA DE SALIR UN GATITO EN UNA DE LAS ESQUINAS DE LA
PANTALLA Y LO MIRA A JORGE COMO A UN INTRUSO. NO SABEMOS COMO
BORRARLO. HA LLEGADO OSCAR ARAUJO Y PRETENDE E SENARME ALGO MÁS
ESPERO QUE ASÍ SEA.
\ '
3 4 UELAPLUMA
Mí padre y el silencio Rosarnar Corcuera
Cuando era niña, me levantaba con una emoción especial. Mientras todos dormían, bajaba a su escritorio, me sentaba en su silla y, entre tantos libros, me ponía a dibujar. Su sorpresa al ver luego aquellos papeles me llenaba de felicidad. Una mañana, en el patio de la casa, él me preguntó: ¿Ya sabes que vas a estudiar? Yo solo sabía que tenia que alejarme de las matemáticas. ¿Por qué no estudias arte? ¡Si todo el día dibujas!, insistió. Ese momento marcó mi vida, sentí como si una gran ventana se abriera. Mi padre era de pocas palabras, es una de las razones por la que estudié artes plásticas, para no tener que hablar. Ahora, el silencio es lo que más extraño, el silencio que compartíamos. «No describas lo que lees, crea tu propio poema», me decía. Años más tarde, ilustraba sus libros. Nuevamente el silencio nos unía. «El hombre trae consigo una memoria genética porque esta hecho, como la poesía, de la materia de las estrellas», escribió en sus memorias: Ahora, el arca continúa su viaje, presente siempre en nuestras vidas: en el jardín de mi madre, en los sueños de Daniela (su nieta pequeña), en sus amigos, en sus poemas. Su silencio nos acompaña.
VUELAPLUMA 3 5
TIEMPO DE
CELEBRACIONES Rossella Di Paolo Poeta
E1 libro Celebración de tu cuerpo (Peisa, 2017), que Arturo Corcuera dejó terminado
ante de partir, aunque aluda a templos de incienso, a salmo , a nave de catedrale ...
no e un texto agrado, ino ardientemente pagano y que parece haber sido e crito o
bre la hierba del Jardín de la Maravillas ... que es el jardín de la ca a de Santa Iné , un
jardín tran formado en uave lecho nupcial lleno de flore y árbole frutale y pájaro
y gato de verdad y de cerámica, que e también verdad ...
La bella y cuidada edición contiene -hay que decirlo- un poema. Un solo, exten o,
envolvente y exaltado poema dividido en 19 e tancia , cuyo titulillo on como lo
nombres de los pueblos por donde pasa el mismo río.
E tamo , entonce , ante una oración o un himno profano que celebra recodo , detalle ,
ángulos de un cuerpo amado, el cuerpo de la espo a y compañera de vida de Arturo,
Rosi Andrino, a quien va dedicado el libro y en quien se concentra la voluptuo idad y
la gentileza de la mujer.
El poema viene acompañado por dibujos de un gran arti ta trujillano, muy amigo de
Arturo. Me refiero al maestro Gerardo Chávez. Preci amente, el primer dibujo interior
no pre enta un cuerpo femenino alzado sobre otro , como en una procesión sacra, o
una vuelta al ruedo de un diestro triunfal obre lo hombro . Una e pléndida ínte i o
idea fuerza vi ual que e de a1Tollará en otra páginas.
Cada sección de e ta obra en ual y reveladora se refiere a una parte o cualidad del
cuerpo: olore , re piración, ojo , cabellos, pies, ombligo, eno , útero, vértebra , ca
dera , voz ... La mujer nace y renace en cada uno de e tos versos y, por obra del amor,
la vemo tran figurada en fruta, en ave, en piedra precio a , en labore de bordado,
en planeta y galaxia , e inclu o en quien ama a y da forma al espo o, como a un hijo:
Arai"ia paciente y /aborio a
Modelaste mi osamenta
Ama a te el alcio
Con la harina de tu hue o
De tu u,10 y tus di nte
na mujer creadora, generadora de la vida. na mujer-dio .
3 6 LIELAPLLIMA
Cada elemento o actividad parece una luminosa pieza de color que junto a otras for
man un mosaico vibrante o un vitral lírico de proporciones. Es una composición epifá
nica lanzada con alegría a la tarea íntima de descubrir, nombrar, adorar:
No hay pa_ra mí más música que tu respiración
Ni planeta habitable
Alrededor del amor
Que tu cuerpo girando con su blancura infinita
Como en el Cántico espiritual, de San Juan de la Cruz, la esposa y el esposo se pro
digan afecto en imágenes de gran belleza. O como en los relatos de Las mil y una no
ches, en los que habitaciones y salones, o la desnuda piel, deslumbran en sus pequeños
detalles. O, como en Cantar de cantares, el cuerpo amado se convierte en recipiente
de adoración a través de metáforas insólitas. Como habrán observado, menciono tres
inmensos poemas que cantan o se construyen obre el tema de las bodas. Celebración
de tu cuerpo es también un canto laico de bodas. De allí la sensación de felicidad que
nos provoca mientras lo leemos y releemos.
VUELAPLUMA 3 7
De una manera o de otra, la mujer que es «cele tial y terrenal» hace el mundo. u OJO
le dan luz al mundo:
Corola pen ativas son tus ojos
Se abren y se cierran
Puerta de templo pagano
Si no exi tieran
Tú lo sabes
Amanecería o cura y ciega la mañana
El poeta -vuelto Adán en el Edén, o un fauno entre el follaje de un reino pagano, o
un explorador e pacial- recorre el bello cuerpo ofrecido y lo celebra nombrando u
detalle . Y al nombrar, el poeta de pronto puede volver e el hijo, el amigo, el herrnano,
el esposo.
Alusiones bíblicas, eróticas, literarias o míticas se entremezclan con la pura creación
de Arturo Corcuera, y el contacto entre distintas tradiciones enriquece el texto de un
modo natural y sorprendente. Y ese cuerpo que es uno, e convierte en el símbolo de
todo los cuerpo femenino .
Con cada nueva lectura, los versos adquieren nuevos significados. Una catarata de
en acione olfativas, táctile , auditivas, visuale y gustativas. Todo los entidos se
lanzan de página en página a la detallada aventura o a la fiesta minuciosa de describir
el cuerpo de la mujer, de darle forrna, no solo poética sino física:
A veces pienso que a tus pies los modelé besándolos.
Ese cuerpo se vuelve así inagotable, como inagotables son los modos de acceder a él.
Es como un planeta que gira en el espacio de las palabras y en cada giro se vislumbra
un ángulo o faz insospechada. Es como una figura del calidoscopio que cambia mila
grosamente en cada golpe.
De e e amor feliz nacen la belleza, los hijos, la esperanza. No hay apren ión o amenaza
cuando lo amante se encuentran. La muerte está lejos, aunque se la nombre en el acto
postrero de cerrar los ojos, o en el cuerpo que será comido por los gusanos. Sabien
do que fue el último poema que escribió Arturo, es admirable su vigor y su amorosa
apue ta por la vida. Por ello e un libro gozoso de pie a cabeza, y nunca tan cierta e ta
expre ión, pue el poeta-explorador-croni ta recorre de pie a cabeza el cuerpo amado,
con gana, gula y goce inmensos, como los que tendría Adán frente a Eva, y frente a las
criatura y pai aje del Paraí o.
Pero al nombrar y saborear, el conqui tado e el poeta. La belleza y gentileza de la
mujer la con ervan en un e pacio suspendido, no hollado, puro. El espacio que corres
ponde a la mu a. De allí que por momentos sintamo que la en ualidad es en verdad
un acto mí tico ... o vicever a, como en la obra de San Juan.
3 8 VUELAPLUMA
Hay tanta gratitud e inocencia en quien escribe, como si llegase a las selvas paganas
y se hallara ante «hipocampos de oro» o «Medusas de mil cabellos y mil hechizos».
Con asombro habla de un mar «que hizo Dios con una manguera», y si habla de Dios
afirma que «Construyó la bóveda celeste subido en una jirafa». En ese potente espacio
o tiempo de génesis es como si el poeta y quienes lo leemos pudiésemos volver a la
infancia y también a la juventud y a la adultez, yendo y viniendo de uno a otro estadio.
Por ello no nos sorprenden versos que hablan de renacuajos que se convierten en prín
cipes, como en los cuentos de hadas. O de un talón que no podría ser herido jamás
por una flecha, o de sirenas que embrujan a los navegantes ... como en las historias de
Aquiles y de Odisea que leemos en la adolescencia. ¿ Y cómo no iban a estar aquí los
guiños Bécquer y Neruda, si sus mejores textos tienen que ver con situaciones amo
rosas?
A lo largo de este poema, la mujer en su quietud y entrega despierta la pasión, se hace
un «Océano de las Tempestades»:
Imantada como la gravedad de los abismos
En circunvalación soy arrastrado por tus mareas
Sin poder resistirme
A la inocencia celestial de tus rotaciones impúdicas
... pero también es el sosiego, la dulzura, la reparación, el «Mar de la Tranquilidad»:
Tus cabellos-hilos de remendar heridas
Madejas
Sueltas
Alborotadas
Vendas para mis quemaduras
Bálsamo tus pespuntes
Costurera de mi alma.
Incluso en otra parte, describiendo su estar y hacer por la casa, leemos:
Amo todas las cosas desde que tú las tocas
Sólo con rozarlas ordenas y embelleces mis valijas de viajante
Al retorno del juglar mitigas su fatiga
Enciendes el fuego
VUELAPLUMA 3 9
Gui as pucheros
Das cuerda a los picaflores
Tente-en-el-aire
[. .. .}
Reverdeces las hojas de los libros desempolvándolos
Tu cuerpo entibia los edredones del invierno
La flor que bordaste en las sábanas nos vuelve a perfumar
Hay fauna entre estas páginas, y mucha, pero hay más flore , follaje, árbole , y tam
bién el espacio sideral, con sus planetas, estrellas, aerolito
Cuerpo celeste que baja a calcinarse
En el lecho del amante.
Reinos animal, vegetal y mineral. .. el cuerpo se despliega como un mar o una infonía
o un mural inmenso. Todo es bienvenido para cantar a esta mujer que es amante, e po-
a, madre, y que es alimento nutricio, paciencia, silencio, complicidad, sabiduría. Con
ella, para ella, el poeta crea un mito del origen, un génesis:
Nos amamos desde cuando éramos esporas
De ahí nuestra energía solar
Hay lugar también para el buen humor, como cuando el poeta evoca los «calcetine a
rayas» de la mujer. .. Y esa cosa tierna de los poemas de Corcuera, como cuando desea
volverse «cascajo/ Arenita de la tierra» para que el pie de la amada pueda apoyarse
en él.
Por supuesto, no pueden faltar alusiones al mago o al juglar que son también Arturo y,
ante , al navegante que también fue por derecho de oé:
Deidad que adoro
Mitad nave
Mitad pez
Ave mitológica enredada en mi mástil
De audaz navegante
40 UELAPLUMA
Ambos amantes esposos poseen la cualidad de mirarse con todo el cuerpo:
Mirándome con todo el cuerpo
Te haría caminar por un bosque de espejos
Te acecharían lascivos hasta enceguecer los girasoles
Cada poro mío es un ojo
Incluso un «labio huraño» que se deja besar es un labio que besa también, lo que pone
en evidencia que el amor, hacerlo, es reciprocidad y complicidad, un movimiento de
ida y vuelta, y por ello el poeta también habla de sí cuando habla de ella. No hay lími
tes para una imaginación fervorosa y enamorada desde el primer día.
A pesar de la enorme tristeza que nos deja a familiares y amigos la partida de Arturo,
leer estas páginas son para todos nosotros un privilegio y una fiesta que agradecemos.
Una fiesta que no termina nunca, pues al llegar a la página final, podemos volver al
inicio, o a cualquier otro punto, y repetir la música, la danza, el milagro de un amor que
gira en redondo y sigue cantando, enamorado de la vida, más allá de la vida, abrazado
y arrodillado frente a la mujer que es punto de partida y continuidad de la vida.
VUELAPLUMA 4 1
AZULES DE VALLEJO
Texto e imágenes de Ricardo Wíesse
La obra poética de César Vallejo alcanzay di uelve toda clase de fronteras, motiva indagaciones en los aspectos más diversos, incita reseñas, investigaciones, congresos, homenajes y testimonios de sus lectores agradecidos. Mi exploración visual de su poe ía ha ido a la caza de un color preponderante entre los 266 poemas que produjo: el azul.
Parado jales, oscuros, intrincados, los versos vallejianos tuercen y estiran las cuerdas de lo decible. Las convenciones idiomáticas, sometidas a presiones formidables, son redibujadas radicalmente por intuiciones y audacia sin reservas. En su primer título (Los heraldos negros), el influjo modernista de Rubén Darío exhibe una paleta que vibra dominada por los azules. Ahí encontramos arcaísmos («añil»), procedimientos tradicionale («azular y planchar todos los caos»), voces rebuscadas («cerúleas») y neologismo («azulea el camino»).
«Me doy en la forma más libre que puedo y esta e mi mejor cosecha artística», anotó en 1922, el año en que los primeros doscien tos ejemplares de Tri/ce se imprimieron en los tallere de la Penitenciaría de Lima. Aunque no fue quechua hablante, el u trato aborigen pervivió incon cientemente en u espíritu como una piedra ba al, donde repo an recurrentemente las turbulencia exi tenciales que entretejen
4 2 UELAPLUMA
esas composiciones esencialmente renovadora .
Abundantes en Los heraldos negros (24 casos), las menciones azulinas -en general, las notas colorísticas- aminorarán en sus libros siguientes: 6 en Tri/ce, ninguna en los 19 Poemas en prosa, 3 en la colección póstuma de 76 Poemas humanos, hasta desaparecer en las 15 obras maestras de España, aparta de mí este cáliz. Críticos como Ricardo Gonzales Vigil explican este proceso supresor del color (acromía) como una inmersión gradual en la sinestesia -literalmente, unión de sensacione -que alienta los versos finales.
Su familiaridad con los matices del espectro se remonta a la segunda década del iglo pasado -cuando integró, en Trujillo, el grupo orte- en los talleres de sus amigo pintores, Macedonio de la Torre y Camilo Blas. En el balneario limeño de Barranco, trató estrechamente a un escritor y dibujante notable -Abraham Valdelomar- y al poeta José María Eguren, que también practicaba la pintura y la fotografía. El contacto con esos maestros y amigos intensificó simplemente una sensibilidad cromática definida con antelación. Los azules del cielo andino ignaban desde la infancia su firmamento interior, surcado por arcoíris, ocasos y amanecere resplandeciente .
VUELAPLUMA 4 3
Vallejo partió a Europa en 1923 y su autoexilio resultaría definitivo. En París, entró en contacto con todo lo ismos, la tendencias y revoluciones artísticas que marcaron la época. El ojo ávido del poeta asistió a un festival incesante que abría nuevas vías para ver, imaginar, entender y restaurar un mundo desfigurado, deshecho. Aunque u pluma tocara tangencialmente asuntos
pictóricos, estuvo sin duda al tanto del panorama plástico, tan efervescente en esosaños como el cine y la fotografía. Su obrapostrera se urna al florecimiento final dela Ciudad Luz como laboratorio creativo,donde las ideas y las imágenes más influyentes del siglo XX se discutieron y escribieron en los cafés, caves y buhardillas deMontparnasse o Montmartre.
En una de sus últimas entrevistas, Vallejo declaró que su propósitos con las palabras eran los mismos que los de Picasso con la pintura. Se refería quizás al descoyuntamiento y recompo ición de los planos y formas que ambos -vanguardistas entre los vanguardistas parisinos- llevaban a cabo entre la borrasca de la Entreguerra. La sorpresa, el azar, enrumbaron ambas trayectoria por la senda de lo desconocido. Los dibujos a pluma que el genio cubi ta dedicó al poeta transmiten las explosiones angustiosas de eso años aciagos.
El poeta y el pintor no se conocieron. Vallejo murió en París el 15 de abril de 1938. Semanas despué , el 9 de junio, el escritor Juan Larrea -amigo de ambos-visitó a Picasso, le leyó el último libro vallejiano, y logró el objetivo de arrancarle su retrato para apoyar mediáticamente una campaña de a i tencia a lo mile de exiliados de una República que se desmoronaba. Larrea cuenta que, conmovido por los verso acabado de e cuchar, el malagueño exclamó «¡A este í le hago un dibujo!». Terminó dedicándole tres, en u primera
4 4 UELAPLUMA
«EN UNA DE SUS ÚLTlMAS ENTREVl TAS, VALLEJO DECLARÓ Ql)E SUS PROPÓSlTOS CON LAS PALABRAS ERAN LO MISMOS Ql)E LOS DE PlCASSO CON LA PINTURA. SE REFERÍA Ql)lZÁ AL DESCOYUNTAMlENTO Y RECOMPOSlClÓN DE LOS PLANOS Y FORMAS QVE AMBOS -VANGUARDISTAS ENTRE LO VANGUARDISTAS PARISINOS- LLEVABAN A CABO ENTRE LA BORRASCA DE LA ENTREGUERRA».
VUELAPLUMA 4 5
4 6 UELAPLUMA
VUELAPLUMA 4 7
experiencia sobre hojas de esténcil o mimeógrafo. Dos de estos se basaron en la fotografía de Emile Savitry del poeta en u lecho de muerte. Esos trazos y las pági
nas de España, aparta de mí este cáliz desgranan una sola, desolada emoción.
En 1950, un joven pintor peruano, Fernando de Szy zlo, compuso ocho litografía en homenaje a Vallejo. Estampada en un taller pari ino, e a serie inaugura lo caracteres propio , inconfundibles de una obra pictórica notable. Luces lunares, marco vacío obre el fondo nocturno,
4 8 VUELAPLUMA
haces raspados sobre una geometría precaria: Szyszlo crea equivalencias gráficoabstractas de la atmósfera, del escenario interior vallejiano, y articula por primera vez, inequívocamente, su voz, su huella distintiva. Decantados a lo largo de décadas, e os ecos persisten; la misma percusión oscura resuena en la secuencia pictórica magnífica concluida que hace poco llegó a su fin.
Estos Azules de Valle.Jo proceden de la misma línea continua de homenajes espontáneos al poeta. acieron de la pura gana
de compartir las riquezas de sus versos y contribuir a extenderlas, difundirlas, inocular sus caudales creativos en las venas de la especie. Cada lámina recoge un diálogo pausado entre el escritor y el dibujante cuyos signos, manchas, representaciones y baños de color adoptan la línea automatista y la asociación libre de estirpe surrealista antes que la ilustración literal. Palabras y colores sobre papel: esta es mi ofrenda.
«Padre César»: así lo nombra otro poeta peruano, el insigne Jorge Eduardo Eielson, maestro también en artes visuales,
autor de nudos y quipus que prolongan claves estéticas de la América indígena con solvencia casi atemporal. Como buen progenitor, Vallejo provee, inspira, alienta a destrozar lo aceptado y emprender en serio y de una buena vez la revolución que su estética anuncia, su opción comprometida con horizontes solidarios, humanos en toda la extensión de la palabra.
Madrid, 2018
VUELAPLUMA 4 9
Greca Garbo en Ana Karenina.
5 O UELAPLUMA
LA MUJER EN
LA LITERATURA
Y EN EL CINE Max Castillo Rodríguez Escritor y periodista
ANA KARENINA, EL ESPLENDOR
DE GRETA GARBO
La primera película rusa que adaptó Ana Karenina, la famosa novela de Tolstoi, se realizó en 1914. La protagonista fue María Germanova, talentosa actriz proveniente del histórico Teatro de Arte de Moscú. El director fue Vladimir Gardin, quien permaneció en Rusia aun después de la Revolución de Octubre. Esta película fue muy criticada, especialmente por la escena de la Germanova suicidándose en las líneas férreas de la estación de Moscú; según los del Teatro de Arte era una mala imitación del filme La llegada del tren a la
estación (1895), de los hermanos Lumiere.
En 1935, el cineasta Clarence Brown dirigió en el papel de Ana Karenina a la leyenda del cine: Greta Garbo. Inolvidable por su magistral actuación como la aristócrata libre que abandona a su viejo y complaciente marido por Alexei Vronsky, un militar joven y atractivo. Esta película es para muchos la mejor versión cinematográfica de la célebre novela, no obstante los indudables méritos de la cinta, su director fue prácticamente olvidado.
Las actuaciones de la gran diva muestran una faceta de la mujer nunca antes vista, una mixtura de belleza y libertad femeninas en una América puritana y hostil a las actrices bellas y sensuales, estrictamente regida por el estadounidense Código Hays que, desdel 930, ejercía la censura.
Poco después, Greta Garbo obtuvo una interpretación apoteósica cuando hizo de Margarita Gautier en La dama de las camelias, basada en la popular novela de Alejandro Dumas hijo, aparecida en 1845. El director fue George Cukor, un creador joven que hasta ese momento no se había atrevido a firmar las películas que realizaba solo o en colaboración. El compañero de la Garbo fue el joven, de 25 años, Robert Taylor en el papel de Armando Duval. Sin duda fue una de las grandes películas de la Garbo poco antes de abandonar para siempre la actuación. Lionel Barrymore encarna al padre de Armando, quien al prohibir a la experimentada Margarita mantener relaciones con su hijo, desencadena la tragedia. Ella, enferma de tuberculosis, muere finalmente en los brazos de u joven amante. Es el triste final de un amor prohibido en un medio social intolerante y conservador.
VUELAPLUMA 5 1
Greta Garbo en La dama de las camelias en compañía de Robert Taylor.
Con e te éxito que cau ó delirio en la pla
tea, el pre tigio de George Cukor creció
y se desarrolló ampliamente en el género
musical. La fama total la alcanzó con Mi
bella dama (1964), filme donde Audrey
Hepburn interpreta a una muchacha lon
dinense que e transforma en una gran
dama gracia a lo esfuerzo del profe or
Higgins (Rex Harrison).
OTRAS ANA KARENINA
EN EL CINE
La inolvidable y bella actriz Vivian Leigh
también interpretó a Ana Karenina en
una versión fílmica dirigida por Julien
Duvivier, con guion de Jean nouilh, dos
grandes de la e cena fran e a. Sin embar
go, no tuvo el éxito e perado porque re ultó dema iado académica. La Vivian Leigh
5 2 VUELAPLUMA
que todos recordamo e la inolvidable
compañera de Laurence Olivier en Lady
Hamilton (1941) o, más aún, en u tórri
do romance con Clark Gable en Lo que el
viento se llevó (1939).
En la época de la Unión Soviética, la ac
triz Tatiana Samoilova interpretó a Ana
Karenina bajo la dirección del experimen
tado Aleksandr Zarkhi. Fue una cinta fa -
tuo a que tras un rodaje de tres años fue
e trenada en 1967. Sus posibilidades de
éxito de cansaban en la e pléndida belleza
de la actriz, triunfante en su país y sobri
na nieta del gran tanislavski. La película
no tuvo la repercu ión internacional espe
rada, aunque e pre enraba como la clara
vencedora en Canne de 1968, lo acon
tecimientos del mayo francé actuaron en
su contra.
TATYANASAMÓYLOVA NIKOLAI GRITSENKO �-
lllkll;lll\l'Clk ALEKSANDR ZARKHI
!!:íE .. , INU Ll\lllll\ \lRI\\\KOIUI BIIRl\l;OUl\\f.1 \\N.lil\\ llRTI\SK\\'A L!Y!!!!.S
Mencionaremos de pasada a dos bellas actri
ces que también encarnaron a Ana Karenina:
la francesa Sophie Marceau dirigida por
Bernard Rose (1997), y la inglesa Keira
Knightley dirigida por Joe Wright (2012),
dos películas de discreta recordación.
MADAMEBOVARY
La historia de Emma Bovary, fundamen
tal novela de Gustave Flaubert, también
fue llevada al cine en varias oportunida
des. Jean Renoir con su cine académico,
solvente, profesional, fue el primero en
abordar la vida de esta mujer soñadora y
romántica que, cansada del tedio provin
ciano y de su apacible marido, descubre el
amor y la pasión adúltera. La inteligente y
sensible Emma fue interpretada por Va
lentine Tessier.
Sin embargo, más popularidad obtuvieron dos versiones posteriores, la del ítalo americano V incente Minnelli en 1949, y la que realizó en 1991 otro gran director francés, Claude Chabrol. La de Minnelli es para los entendidos la mejor adaptación cinematográfica de Madame Bovary. En ella, el director nos ubica en 1850, en pleno juicio por inmoralidad contra Flaubert, interpretado magistralmente por el actor inglés James Mason. A la celebre Emma la interpreta Jennifer Jones, una joven y bella actriz norteamericana. Minnelli confiesa que más influido por Chateaubriand y Víctor Hugo que por el propio Flaubert, nos presenta como personaje central «a una mujer de la era romántica, casi una yegua joven que busca su libertad y elige a sus amantes». El actor Louis Jordan actúa como Rodolphe Boulanger, el amante de Emma, y Van Heflin da vida al marido, a Charles Bovary, en una de las mejores interpretaciones de su larga trayectoria cinematográfica.
Jennifer Janes en Madame Bovary.
Más polémica fue la versión realizada en 1991 por el director francés Claude Chabrol, uno de los grandes cineastas de
VUELAPLUMA 5 3
lsabelle Huppert en Madame Bovary de Chabrol.
la Nueva Ola francesa. La gran I abelle Huppert interpretó a Emma Bovary; los acre comentarios de un ector de la crítica no se hicieron esperar. Se la comparó de inmediato con la grácil y juvenil Jennifer Jones, y en contraste con ella, la Huppert aparece demasiado glacial e intelectualizada como «una lectora que se apropia de la novela y que hace avanzar el relato cinematográfico según su voluntad». Claude Chabrol no se dejó amilanar y defendió su película y la actuación tan diferente y e pecial de su actriz preferida: «Madame Huppert ha tenido la capacidad de cambiar mis idea para lograr un film más personal, con tal hondura y originalidad como lo haría cualquier cinea ta y esto es lo má importante de e ta Madame Bovary».
En el XVII Fe tival de Cine de Mo cú, por esta ingular interpretación, Isabelle Huppert obtuvo el premio a la mejor interpretación femenina.
5 4 UELAPLUMA
MUJERES BELIAS Y MALDITAS
Isabelle Huppert ha continuado con interpretaciones femeninas complejas, cruele y dura . En el filme La ceremonia, dirigida también por Chabrol (1995), da vida a J eanne, una de dos amigas desadaptadas que asesinan a una familia burguesa, fría e injusta, los Lelievre. La historia se centra en la amistad compleja de do mujeres subordinadas, frustradas por la ociedad, Jeanne trabaja en la oficina de correo del pueblo y u amiga Sophie e la silenciosa sirvienta de los Lelievre, encarnada por la actriz Sandrine Bonnaire. El humor negro del filme, tan característico en la obra de Claude Chabrol, muestra la crisi de la moral convencional y el crimen brutal se explaya en escenas jocosas, inaceptables para la sociedad y para las buenas costumbre . La película evoca claramente la influencia
cruel y refinada del escritor Jean Genet; La ceremonia es una versión libre de Las criadas (Les Bonnes), obra teatral estrenada en 1947 y llevada al cine varias veces.
MANON LESCAUT
Basada en el relato clásico del siglo XVIII del abate Prévost, el cineasta Henri Clouzot realizó en 1948 una versión muy particular de la obra. Ubicó los hechos no en un puerto del Antiguo Régimen sino en los días de la Segunda Guerra Mundial. Es 1944 y nos encontramos en una villa normanda, en pleno clima de traición y venganza de los días de la liberación. La joven Manon es acusada de haberse acostado con oficiales nazis, que ocuparon el país desde 1940. Las turbas exigen su muerte en la horca, pero el joven teniente Robert Des Grieu:x la libera de la funesta situación y rápidamente se enamora de ella. Clouzot poetiza la situación, nos conduce por aquella Francia traumatizada, donde todo sentimiento de nobleza ha sido quebrado, y donde estos dos frágiles seres sucumben.
•
iij( RlilANl-(i(lll AU�RHl(HH AU(lAI� W�lf!lf ���WREGÍA: HENRl·�EORGESCLÓUZOT =-
Robert (Michel Auclair) sigue a Manon a París, en donde su hermano León trafica en el mercado negro. La situación de decadencia y corrupción en la que ha caído León, convertido en un peligroso delincuente, obliga a Robert a asesinarlo, entonces los amantes deciden huir en un tren a Marsella para luego embarcarse hacia Palestina. El capitán de la nave en la que huyen los deja en una playa en la ansiada Palestina. Manon cae malherida tras un ataque de beduinos salvajes, Robert la lleva por las ardientes arenas hasta su final. La entierra dejando ver su bello rostro en medio del arenal. El mal ha vencido, pero el amor romántico del joven Robert sobrevive al paso del tiempo.
Cécile Aubry tenía 20 años cuando interpretó a Manon Lescaut. La actriz, de apariencia adolescente, obtuvo un gran éxito en el cine, tanto en Francia como en Estados Unidos. Su interpretación trágica y ambivalente le permitió obtener el Primer Premio en la Muestra de Venecia de 1949.
LA MUJER TRÁGICA DE BRESSONY LA REINA MARGOT
Robert Bresson, el gran director francés del mundo interior y de una particular religiosidad, tocó en su formidable película Las damas del bosque de Bolonia (1945) el mundo de la mujer marginal, despreciada y también amada. En 1969 se inspiró en un relato corto de Dostoievski para realizar Une femme douce (Una mujer dulce). La joven actriz Dominique Sanda interpreta a Elle, una mujer joven, pobre y soñadora. Su burgués marido, Luc, piensa que ella lo amará por su poder económico. Sin embargo, lo único que crece entre ellos es la degradación de la relación, hasta llegar a una total incomunicación. La puesta en escena de Hamlet, la tragedia de Shakespeare, deja sin aliento a Elle. Su sensible observación, absolutamente personal, la llevará a su fin. El suicidio,
VUELAPLUMA 5 5
la banalidad de la existencia e unen a la detallada visión de Bresson de esta mujer bella, dulce y ilencio a que decide partir in dar excusa alguna.
Alejandro Dumas en 1845 publica La reina Margot, novela basada en la vida amorosa de Margarita de Valois, reina francesa con orte del monarca prote tante Enrique III de avarra. La vida turbulenta de e t� reina católica fue llevada a la pantalla en 1994 por el brillante cineasta francés Patrice Chéreau, quien murió víctima del cáncer cuando e encontraba en su apogeo.
I abelle Adjani protagonizó esta historia que tiene como telón de fondo la gran masacre de San Bartolomé de 1572. Mujer de carácter, la reina Margot logra salvar la vida del rey Enrique (encarnado por el actor Daniel Auteuil) mientras los soldados católico degüellan a los hugonotes protestante en aquella imborrable noche que pasó a la hi toria.
En 1975, Isabelle Adjani había triunfado en La historia de Adele H. interpretando a la trágica hija del gran V ictor Hugo, y más tarde de tacó en su interpretación de Emile Bronte en Las hermanas Bronté" de André Téchiné (1979). Con La reina Margot ganó el premio a la mejor actriz en el Fe rival de Cannes de 1994
LA CIOCIARA, LA MUJER Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
En Dos mujeres, cuyo título original fue La Ciociara (1960), Sofía Loren se colocó como la gran actriz histórica del cine italiano. Interpretó a Cesira, una viuda que vive en Roma durante la Segunda Guerra Mundial en especial durante los duros bombardeos de 1943. El régimen fasci ta e derrumba y ella sobreprotege a u hija
adole cente Ro etta, interpretada por la joven Eleonora Brown. En el agreste y primitivo camino de regreso a Santa Eu-
5 6 VUELAPLUMA
femia, u pueblo de origen, perteneciente a la región llamada Ciociara, conoce a Michele (J ean Paul Belmondo) un poeta soñador, un izquierdista ilustrado que critica la indolencia de lo campesino y su lealtad absurda al fascismo. Michele terminará a e inado por lo ocupantes alemanes.
Ba ada en La campesina, novela de Alberto Moravia, e ta película mue tra el drama íntimo de una madre sufrida e ingenua y de una adolescente que será violada entre las ruinas de una iglesia bombardeada. El horrible crimen contra la muchacha lo cometen lo feroce goumiers, soldado marroquíe tribales que, traídos a Italia desde el norte africano, luchaban contra lo alemane . La novela explora una inmensa complejidad de sentimientos encontrados. Por un lado están las execrables violaciones, los abusos de las tropas alemanas y la cobardía de la masa y, por otro lado, en el otro extremo, la valentía de una madre (Sofía Loren), de una niña mujer y de un poeta que lucha contra el ambiente corrupto y decadente.
James Mason y Sue Lyon en Lo/ita de Kubrick.
Dirigido por Vittorio de Sica, este filme marcó época pues u crudeza atroz abrió el camino a nuevo ternas en el cine. Comenzó a mostrarse in sentimentalismo alguno la fatalidad de la mujer pobre, o de la prostituta, víctima de una sociedad que se moderniza aplastando a los seres honestos.
LOLITA. LAATRACCIÓN PROHIBIDA
Atónitos desde el inicio, los espectadore nos adelantarnos al drama que veremos. Un hombre dispara a otro que en estado de ebriedad toca en el piano La polonesa N
º 1
de Chopin. La tragedia, los celos, el de tino, nos introducen en la historia de Lo/ita, basada en la célebre novela de Vladimir Nabokov. Stanley Kubrick filma esta cinta en 1962 con guion del propio Nabokov. En el papel de Lolita debuta una chiquilla de catorce años: Sue Lyon. El célebre actor británico James Mason interpreta a Humbert, el profesor de poesía francesa y gran amante del juego de ajedrez. Frío y manipulador, este decide alquilar un piso en Ramsdale, Nuevo Harnpshire, luego de
ver en el jardín de la casa a la adolescente Dolores Haze, llamada Lolita por todo , e hija de Charlotte Haze, interpretada por Shelley Winters. Con el único objetivo de estar cerca de Lolita, Humbert seduce y se casa con la madre. Pero la úbita muerte de esta lo obliga a huir con la adolescente, quien sigue dócilmente a su padrastro.
Los enfermizos celos de Humbert obligan a huir a Lolita, quien más tarde aparece casada con un productor de Hollywood, Clare Qyilty, interpretado por Peter Sellers. Qyilty es el ebrio ejecutante de la Polonesa de Chopin que abre la película y muere al final ultimado por Humbert que nunca le perdonará haberle arrebatado a Lolita.
El guion original de Nabokov tenía más de cuatrocientas páginas, pero fue transformado por el mismo Kubri k para reducir las posibilidades de censura en Estados Unidos. La mayor parte de Lolita fue filmada en el Reino Unido. Nabokov escribió ese largo guión pen ando en la posibilidad de un film de varias horas, un proyecto imposible.
VUELAPLUMA 5 7
EL DINERO Karl Marx
Por el bicentenario del genial pensador -que además de interpretar el mundo, luchó por transformarlo- pl:lblicamos este escrito juvenil que pertenece a sus Manuscritos económico-ft/osó.ftcos de 1844.
E1 dinero, en cuanto tiene la propiedadde comprarlo todo, de apropiarse de todos los objetos es, pues, el objeto por excelencia. El carácter universal de e ta propiedad lo convierte en ser omnipotente ... el dinero es el alcahuete entre la necesidad y el objeto, entre la vida humana y los medios de subsistencia. Pero lo que me sirve de mediación para mi vida, me sirve de mediador también para la existencia de los otros hombres para mí. Eso es para mí la otra persona.
¡Qué diablo! ¡Tuyos son manos y pies. Y, sin duda alguna, cabeza y culo son tuyos! Pero todo lo que yo tranquilamente disfruto, ¿es por eso menos mío? Si puedo pagar seis potros, ¿No son mías sus fuerzas? Soy todo un caballero y corro velozmente como si tuviese veinticuatro patas. (Fausto de Goethe)
Shakespeare, en el Timón de Atenas: «¡Oro!, ¡oro maravilloso, brillante, precioso! ¡No, oh dioses, no soy hombre que haga plegarias inconsecuentes! (Simples raíces, oh cielos purísimos!) Un poco de él puede volver lo blanco, negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo cobarde, valiente ¡oh dioses! ¿Por qué? Esto va a sobornar a vuestros sacerdotes y a alejar a vuestros sirvientes;
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va a retirar la almohada de debajo de la cabeza del hombre más robusto; este amarillo esclavo va a atar y desatar lazos sagrados, bendecir a los malditos, hacer adorable la lepra blanca, dar plaza a los ladrones y hacerlos sentarse entre los senadores, con títulos, genuflexiones y alabanzas; él es el que hace que se vuelva a casar la viuda marchita y el que perfuma y embalsama como un día de abril a aquella que revolvería el estómago al hospital y a las mismas úlceras. Vamos, fango condenado, puta común de todo el género humano que siembras la disensión entre la multitud de las naciones, voy a hacerte ultrajar según tu naturaleza. »
Y más adelante: «¡Oh, tú, dulce regicida, amable agente de divorcio entre el hijo y el padre! ¡Brillante corruptor del más puro lecho de himeneo! ¡Marte valiente! ¡Galán siempre joven, fresco, amado y delicado, cuyo esplendor funde la nieve sagrada que descansa sobre el seno de Diana! Dios visible que sueldas juntas las cosas de la Naturaleza absolutamente contrarias y las obligas a que se abracen; tú, que sabes hablar todas las lenguas (XLII). Para todos los designios. ¡ Oh, tú, piedra de toque de los corazones, piensa que el hombre, tu esclavo, se rebela, y por la virtud que en ti reside,
haz que nazcan entre ellos querellas que los destruyan,a fin de que las bestias puedan tener el imperio del mundo ... /»
Shakespeare pinta admirablemente la naturaleza del dinero. Para entenderlo, comencemos por explicar primero el pasaje de Goethe.
Lo que mediante el dinero puedo pagar, es decir, lo que el dinero puede comprar, eso soy yo mismo, el poseedor del dinero mismo. Mi poder es tan grande como el poder del dinero. Las propiedades del dinero son las mías. Lo que soy y lo que puedo no están determinados en modo alguno por mi individualidad. Soy feo, pero puedo comprarme la más hermosa de las mujeres. En consecuencia, no soy feo, pues el efecto de la fealdad, su fuerza repelen-
Los amantes emparejados de Quentin Massys, S XVI.
te, es anulada por el dinero. Como individuo soy paralítico, pero como el dinero me procura veinticuatro pies, dejo de ser paralítico. Soy detestable y sin honor, sin conciencia y estúpido, pero como se honra al dinero, también se honra a su po eedor.
Además, como el dinero me evita la molestia de ser deshone to, puedo presumir de honestidad. Soy estúpido, pero si el dinero es el verdadero espíritu de todas las co as, ¿cómo podría yo carecer de inteligencia? El dinero puede comprar a los que tienen talento, y ¿no es quien tiene poder sobre los inteligente más inteligente que ellos? Yo que puedo tener gracias al dinero todo lo que el corazón humano ansía, ¿no poseo todas las cualidades humanas? ¿Acaso no transforma mi dinero todas mis carencias en su contrario?
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i el dinero e el vínculo que me liga a la vida humana, que me liga a la sociedad, que me liga con la naturaleza y con el hombre, ¿no es el dinero el vínculo de todos los vínculo ? ¿ o puede él atar y desatar toda la atadura ? ¿ o es también por e to el medio real de separación? E la verdadera moneda divisoria, a í como el verdadero medio de unión, la fuerza galva'
noquímica de la sociedad.
Shakespeare destaca e pecialmente dos propiedades del dinero:
1) Es la divinidad visible, la transmutaciónde todas las cualidades humanas y naturales en sus contrarios, la confusión e inver ión univer al de toda las cosas; la quehermana la incompatibilidades;
2°) Es la puta universal, la universal alcahueta de los hombres y de los pueblo .
La inversión y confusión de todas las cualidades humane y naturales, la conjugación de la imposibilidades; el poder di
vino del dinero reside en su esencia como ser genérico enajenado y enajenante del hombre. Es el poder enajenado de la hu
manidad.
Lo que yo como hombre no puedo, lo que no pueden mi fuerza , lo puedo mediante el dinero. El dinero convierte así cada una de estas fuerza esenciales en en u contrario. Si an ío un manjar o quiero tomar una diligencia porque no soy uficientemente fuerte para hacer el camino a pie, el dinero me lo procura; es decir, tran forma mis de eo en realidade , de er imaginario a er real. El dinero, al ha
cer e ta mediación, se convierte en una verdadera fuerza creadora.
E cierto que la demanda exi te también para aquel que no tiene dinero alguno,
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pero su demanda e mera imaginación que no tiene ningún efecto, ninguna exi tencia; que, por lo tanto, igue iendo irreal, sin objeto. La diferencia entre la demanda efectiva ba ada en el dinero y la demanda sin efecto ba ada en mi nece idad, mi pasión, mi de eo, etc., es la diferencia entre el ser y el pensar, entre la pura repre entación que existe en mí y la representación tal como e para mí en tanto que objeto real fuera de mí. i no tengo dinero alguno para viajar, no tengo ninguna necesidad (esto es, ninguna necesidad real y realizable) de viajar. Si tengo vocación para e tudiar, pero no dinero para ello, no tengo ninguna vocación ( esto e , ninguna vocación efectiva, verdadera) para estudiar. Por el contrario, si realmente no tengo vocación alguna para estudiar, pero tengo la voluntad y el dinero, tengo para ello una efectiva vocación. El dinero es el medio y el poder externo, universal (no derivado del hombre en cuanto hombre ni de la sociedad humana en cuanto sociedad) para hacer de la representación realidad
y de la realidad una pura representación.
Tran forma las fuerzas esenciales huma
nas y naturales en imple repre entaciones abstractas, e decir en imperfecciones
y dolorosas quimera , a í como, por otra parte, transforma las verdadera imper
fecciones y quimeras, que sólo existen en la imaginación del individuo, en fuerzas
esenciales y poder real.
El dinero actúa como un poder desintegrador contra el individuo y contra los vínculos sociales. Transforma la fidelidad en infidelidad, el amor en odio, el odio en amor, la virtud en vicio, el vicio en virtud, el iervo en señor, el eñor en iervo, la e -tupidez en inteligencia y la inteligencia en e tupidez.
El prestamista y su mujer de Marinus Van Reymerswale, S XVI.
Como el dinero, en cuanto concepto existente y activo del valor, confunde y cambia todas las cosas, es la confusión y trasposición
universal de todo, es decir, el mundo invertido, la confusión y el cambio de todas las cualidades naturales y humanas.
Aunque sea cobarde, es valiente quien puede comprar la valentía. Como el dinero
no se cambia por una cosa determinada ni por una cualidad humana particular, sino por la totalidad del mundo objetivo natu
ral y humano, desde el punto de vista de su poseedor puede transformar toda cualidad y objeto en su contrario. Es la fraterniza
ción de los incompatibles; obliga a besarse a los contrarios.
Si suponemos al hombre como hombre y que su relación con el mundo es una relación humana, sólo se puede cambiar amor por amor, confianza por confianza, etc. Si quieres gozar del arte tienes que ser una persona artísticamente cultivada; si quieres influir en otras personas, tienes que ser un hombre que estimule e impulse a los demás. Cada una de las relaciones con el hombre y con la naturaleza ha de ser una expresión específica de tu vida individual real que se corresponda con el objeto de la voluntad. Si amas sin despertar amor, esto es, si tu amor no produce amor recíproco, si mediante una exteriorización vital como hombre amante no te conviertes en hombre amado, tu amor es impotente, una desgracia.
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Corrupción, régimen político y modelo de desarrollo en el Perú
Levy del Aguíla M. Profesor univer itario
E1 fenómeno de la corrupción asalta porentero nuestra comunidad nacional -si e que puede afirmarse que tal comunidad existe- en forma que trascienden la moral personal y la situación específica de un funcionario particular. La cuestión atañe a las estructuras económicas e institucionales que rigen la actividad pública y privada, lucrativa o no lucrativa. Más aún, la recurrencia, arraigo hi tórico y sostenibilidad de la corrupción exigen centrar la mirada en los sujetos sociales que la reproducen para identificar lo que podría ser considerado una dimensión del ethos
de nuestra vida en común.
El régimen político
En los últimos año , el derrotero de la corrupción en el país ha desplegado registro obsceno que no recuerdan la clásica sentencia de González Prada acerca del Perú: «donde se aplica el dedo brota pus» 1
• En el proceso de exhibición mass mediática ycotidiana de la corrupción, e evidencia lacri i del régimen político que se inauguró
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con la caída del autoritarismo fujimorista en el año 2001. Algunas de las bandera enarboladas en ese momento fueron precisamente las de luchar contra la corrupción fujimorista. Los liderazgos que en tal coyuntura destacaron y recibieron el apoyo popular y el posterior respaldo en la urnas no disentían del modelo económico que rigió el país durante la década precedente. Tampoco discreparon de los modelos de modernización institucional que venían del Consenso de Washington para el aparato estatal, que comprendían priva
tizaciones y políticas neoliberales con el fin de promover la inversión extranjera y la dinamización del librecambio. Nada de esto fue materia de disputa en aquella escena. Las banderas de lucha, con «lavados de bandera» en la Plaza de Armas incluidas, se dirigían en buena cuenta contra el autoritarismo del régimen y la corrupción instalada en el mismo; una corrupción que había saltado a la luz más allá de lo admisible para la decencia de lo nuevos y reciclado liderazgos políticos del momento,
así como para la buena conciencia liberal de buena parte de nuestra sociedad civil, algunos medios de prensa e intelectualidad más o menos progresista.
El gobierno provisional de Valentín Paniagua fue saludado como el inicio de un nuevo régimen político democrático en el país y, en retrospectiva, suele ser evocado como un momento de amplias ilusiones e integridad moral. Pues bien, en él no solo persistió el compromiso liberal con el modelo económico de desarrollo instalado por el fujimorismo, sino que, bajo una renovada sinergia con el mismo, la corrupción supo persistir y hacerse sostenible a
En la salita del SIN, instalación de Fernando Bryce.
lo largo de los lustros siguientes. Puesta
en escena, persistió comprometida con la
prioridad de la inversión privada sobre el
interés común, y rápidamente aprendió a
reproducirse en las nuevas formas demo
cráticas. Más aún, caló con mayor pro
fundidad, pues ya no se trataba solo de la
habilidad o inteligencia maniquea de un
per onaje, como Vladimiro Montesinos,
o de una situación de crisis excepcional,
como la de fines de los ochenta, sino que
medraba en una trama altamente institu
cionalizada donde el modelo económico
neoliberal supervive bajo el amparo de un
Estado democrático de derecho.
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Modelo económico y corrupción
La corrupción que tenemos entre manos remite a relaciones consolidadas entre inversionistas privados y funcionarios públicos para sacar adelante proyectos de envergadura o proyectos de menor cuantía en los distintos niveles de gobierno. Por cierto, no es un asunto nuevo en la histqria del país; por el contrario, dispone de larga data. No obstante, jamás la historia republicana conoció una puesta en escena que desnudara la corrupción de la manera en que va quedando desnuda día a día como dimensión inherente al modelo de desarrollo que nos rige. Para efectos de esta breve exposición, precisemos las cuatro características fundamentales de dicho modelo:
En primer lugar, la desregulación de la economía nacional para atraer al capital tran nacional en una sociedad globalizada donde a los capitales de raíz local, incapaces de ser competitivos, no les queda más que encontrar la forma de sumarse al inversionista extranjero para poder participar de tal o cual proyecto de inversión organizado por el Estado.
En segundo lugar, la forma institucional de las Asociaciones Público-Privadas dispuestas para que el riesgo de la inversión sea nulo y corra siempre a cargo del Estado, esto es, de los ciudadanos que habrán de sufragados con sus impuestos. Por cierto, este tipo de «cooperación» es una innovación neoliberal que no hace sino recordarnos la astucia del capital y su falta de consideraciones dogmáticas cuando de acumular se trata: si el Estado ayuda a maximizar, de inmediato pasa de ogro tiránico al mejor de los socios.
En tercer lugar, el modelo dispone de una institucionalidad pública para cuidar
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las forma del derecho y los cánones de la decencia liberal mediante la buena pro de instancias como Proinver ión, o de excepciones al Sistema Nacional de Inversión Pública hechas por funcionarios del Ministerio de Economía y Finanzas «para agilizar» la inversión.
Por último: ningún modelo de desarrollo puede ser jamás un asunto puramente económico. El nuestro dispone de un potente coro que lo anima y viabiliza a través de la voluntad de las personas, lugar donde se instalan los vastos recursos ideológicos dedicados a la construcción de una cultura que celebra la vida mercantil-capitalista, al emprendedurismo desvinculado de la suerte de la comunidad y al más ansioso consumismo. Desde este set up de disposiciones anímicas y convicciones, se instala en las personas: i) la identificación entre crecimiento económico y desarrollo social, ii) la representación del Estado como otro objeto para ser instrumentalizado a favor del beneficio privado, a la vez que iii) se naturalizan «los excesos» de esta instrumentalización que pudieran salir a la luz pública.
Se trata, pues, de un pack que ya no responde al designio de algún hábil manipulador. La figura es más bien la del encuadre sistémico de un conjunto de tramas políticas, económicas y culturales que forman el capítulo actual del desarrollo capitalista en el Perú. En este capítulo, se ha hecho quizás más patente que nunca en nuestra historia que la pretendida neutralidad del Estado es el lugar en el que medra el interés privado que hace de él no un medio puntual y ocasional sino su médium,
su lugar de existencia y su condición de reproducción. De este modo, la legalidad y la institucionalidad de lo público, lejos de estar al ervicio del interés común, sirven a la astucia del capital para disponer del eco-si tema organizacional que hace po-
sible su acrecentamiento. Por cierto, esta misma trama institucional también ofrece puntos de ruptura y de innovación en las relaciones entre la inversión privada y el Estado, o de continuidad con la experiencia histórica precedente.
El caso Odebrecht y la precariedad del Estado
Es importante subrayar la relación de mutua necesidad entre el actual desarrollo capitalista en el Perú y la crisis del régimen político en al menos dos sentidos. Ambos perfilan la figura de una suerte de lobby estructural. Por un lado, a un nivel más fundamental, el desarrollo de la empresa capitalista en el Perú encuentra en la obra pública la ocasión para obtener altos niveles de rentabilidad, con vastas garantías para su inversión, siempre y cuando tenga el respaldo de la institucionalidad pública. Esto incluye el sistema legal y su aparato administrativo, junto con funcionarios y gobernantes coludidos con el inversionista. Por otro lado, los gobernantes requieren de los recursos de la empresa privada para sostenerse en el poder y/ o acceder a él por medio de sus contribuciones. En el caso Odebrecht, por ejemplo, ello supuso el diseño inédito -al menos a escala regional- de una división altamente racionalizada de Operaciones Estructuradas como parte integral de la administración financiera de la empresa. En este caso, nuestros políticos del nivel central del Estado viabilizaron su continuidad en el poder en los últimos periodos electorales mediante diversos financiamientos provistos por Odebrecht:2. Para esta empresa, ellos representaban la garantía de su posterior lealtad a la hora de definir y/o ampliar las concesiones en los proyectos de infraestructura en los que Odebrecht podría participar o ya estuviera participando. De este modo, nos encontramos con una trama de mutuo beneficio que, lejos de ser accidental,
es sustantiva para el actual régimen político en el Perú, incluidas las principales facciones políticas.
Por supuesto, disponer de las voluntades de los gobernantes no supone inmediatamente contar con la lealtad de los funcionarios públicos a su mando. No obstante, el corruptor espera contar con ella en una medida suficiente en el nivel central del gobierno, que es desde donde se administran las inversiones de mayor volumen que eran de interés en este caso. En efecto, aunque parezca de sino trágico, resulta que la precariedad del Estado peruano juega un papel que plantea límites sobre la capacidad de control aun para una empresa corruptora con el volumen de capital de Odebrecht. El pandemonio de micro lealtades y alineamientos poco santos que campean en la administración pública ( clientelismos, patrimonialismos, nepotismos y un largo etcétera) delinean un complejo escenario, donde algunos resultados pueden ser relativamente impredecibles en respuesta a un poder corruptor mayor, que normalmente suele tener fuerza decisiva en las batallas más importantes.
Así pues, la cuestión de la precariedad estatal para los distintos niveles de gobierno y sus funcionarios es un asunto crucial que complejiza la escena pues ninguno de estos procesos es puramente lineal; cada uno de ellos conoce marchas y contramarchas asociadas a las distintas lealtades que entre sí portan inversionistas y funcionarios. En este juego de lealtades, los funcionarios no ofrecen la suya a una mera abstracción «capital», sino a inversionistas concretos con intereses en competencia con otros inversionistas, competencia cuyo sentido no es ni la satisfacción del consumidor ni el bienestar del ciudadano, sino la acumulación para el capitalista y el lucro ilícito para el funcionario3
•
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Por una lectura radical de la crisis
La acusacione en marcha contra los principales liderazgos políticos en el Perú, eguirán dando oca ión para un vasto cir
co mediático en el cual cada quien procurará de lindar e de las figuras má ob -cenas, o bien configurará nuevas alianza para hacer frente a la acu acione del
ini terio Público. Bajo la orientación
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de nuestros medios de comunicación, la
población dirigirá su mirada a los mo
n 1 lalgún empre ario corrupto clame por
su derecho a llevar el proceso en su contra
en libertad mientras no tenga sentencia
firme. Las mirada se perderán segura
mente en el detalle o el drama, sin aten
der a la recíproca dependencia entre la
corrupción de nue tro régimen político
y la inversión privada articulados en un determinado modelo de desarrollo capitalista. Sin esta visión estructural de los dinamismos en juego que hacen posible y promueven la corrupción, no nos quedaría sino la superficialidad mediática y la náusea de cada día.
En buena cuenta, la discusión sobre la corrupción comprende la discusión sobre el modelo de desarrollo en el país. Con ello, aparece ineludible la cuestión de la modernización del Estado, lo que implica preguntarse qué entendemos y qué pretendemos por tal proceso. Más aún, es preciso confrontar la cultura mercantilcapitalista en el Perú tanto en sus formas tradicionales como de marca contemporánea. En su variedad mercantilista tradicional, encontramos a nuestros empresarios rentistas siempre expectantes a lo que pueden tomar del Estado. Nuestra burguesía -que nunca fue de aquellas heroicas que «vendían las joyas de la familia» en pos de una inversión asumiendo los riesgos derivados- ha pasado de su clásico rentismo de poca monta a uno asociado al capital transnacional y a sus Asociaciones Público-Privadas. En su variedad contemporánea, nos topamos con el emprendimiento aspiracional, a veces meramente informal, a veces directamente lumpenizado en las distintas formas de capitalismo salvaje que conocemos y que incluyen la irrestricta degradación social y ambiental, la esclavitud salarial, el narcotráfico, etcétera. En buena cuenta, lo que corresponde es interpelar frontalmente un modelo de desarrollo basado en la prioridad del interés privado y la acumulación de capitales sobre los intereses de la vida en común.
Si el país contara con fuerzas auténticamente progresistas resueltas a favor de esa mirada, los intereses de la comunidad ten-
drían una oportunidad. Por supuesto, no es el caso. Y no es solo un asunto de representantes políticos en el parlamento o en las diversas instancias de gobierno, ino de la abrumadora superioridad del sentido común liberal-conservador. Tan es así que cuando ocurre la protesta social, esta se desgarra por una situación accidental, o se limita a discutir una faceta problemática del modelo de desarrollo sin discutir el modelo mismo. Son, pues, tiempos conservadores en el país, y lo son tanto que es de esperar que ni siquiera la severa crisis institucional que vivimos haga posible profundizar nuestras preocupaciones e identificar con radicalidad qué es lo que nos toca confrontar.
1 Cf. González Prada, Páginas Libres, Madrid: So
ciedad Española de Librería, 1917 [1900], p. 174.
2 A inicios de 2018, la investigación judicial en
curso arroja que, en la campaña de 2011, Odebre
cht financió a todos los candidatos con posibilida
des de ganar la elección nacional. De esta manera,
cubría los distintos escenarios políticos que pudie
ran resultar de aquella elección; en buena cuenta,
apostaba a ganar en cualquier escenario.
3 Nuevamente, el caso Odebrecht es singular en
este punto: organizaba consorcios empresariales
que competían en paralelo por un mismo proyecto
de inversión pública o que participaban en varios
proye tos con la debida concertación de las pro
puestas de modo que se turnaran las adjudicacio
nes. En todos los casos, Odebrecht aseguraba lu
gares privilegiados en la rotación de las asignacio
nes, se hallaba presente directa o indirectamente
en todos los consorcios o cobraba alguna comisión
a sus contrapartes empresariales por el servicio de
hacer que todo esto sea posible.
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Si lo cuentas, se cumple Para Isaac Goldemberg
Nilo Espínoza Haro
n el tictac del reloj hay narración, hay un Génesis en Tic y un apocalipsis en Tac.
Frank Kermode
En mi sueño apareció un enorme espejo circular y ahí el reflejo de cien o más personas idénticas a Lorenzo Osores, como fotocopias a color. Esa extraña visión, dice Luis Freire Sarria, me despertó de manera brusca a las cuatro de la madrugada y en mi ánimo empezó a macerarse un imparable temor opresivo. Para afrontar ese momento quise llamar a mi amigo, al psicoanalista Jorge Bruce, pero lo descarté porque hacerlo, a e a hora, le provocaría mucha perturbación. Luego, cuando ya se ahogaba mi afán de recuperar el sosiego, ea por ese espejo o por lo que reproducía o valga saber por qué, de repente vino a mi memoria el cuento Tlon, Uqbar, Orbis Terttius de Borge . Enseguida, entonces, encendí las luces. Fui a mi mesa de trabajo y lo bu qué en u Obras Completas, publicada por Emecé en Barcelona en 1989. Estaba en la página 431 del tomo II, y al leerlo encontré esto, Bioy Casares había cenado conmigo esa noche y nos demoró una vasta polémica sobre la ejecución de una novela en primera persona, cuyo narrador omitiera o desfigurara los hechos e incurriera en diversas contradicciones, que permitieran a unos pocos lectores -a muy pocos lectores- la adivinación de una realidad atroz o banal. Desde el fondo remoto del corredor, el espejo nos acechaba. Descubrimos (en la alta noche ese descubrimiento es inevitable) que los espejos tienen algo monstruoso. Entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres. La lectura de esas línea me desconcertó aún má , al extremo de que el libro se cayó de mis mano y cuando fue a dar al pi o, pasó algo que hasta ahora no he encontrado explicación. E to es lo que pa ó, Hermano, el libro cayó abierto en la página 486 donde figuraba La cámara de las estatuas, otro cuento de Borges, ahí, Hermano, apareció otro e pejo, esta vez un espejo circular igual al de mi ueño, i no me cree , toma el libro, te toparás con este párrafo y lo verá , léelo, Un espejo de forma circular, obra de Solimán, hijo de David -¡sea para los dos la salvación!-, cuyo precio era mucho, pues estaba hecho de diversos metales y el que se miraba en su luna veía las caras de sus padres y sus hijos, desde el primer Adán hasta los que oirán la trompeta. Eso me tranquilizó. Sin embargo, lo que a continuación leí en el pie de e a página agrió mi mente, Hermano, devuélveme l libro para que te lea y e cuche la cau a de mi mole tia. En e e pie, el tratadista ur-
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Ilustraciones de Bernardo Barreto
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coreano Kyun Wong Chung, re pecto a lo e pejo y Borge , orno u urrando, e to e en letra menuda, dice, Que los hombres se liberan del límite del tiempo en el espejo de forma circular, y pueden ver la primera cara del ser humano en la visión retrospectiva y la última en la futura. En conclusión, los espejos son un medio para librar al ser humano del límite espacial y temporal. Para Borges los Espejos ya no son un Ser Horroroso sino un Ser Salvador. Apenas termina de leer e e pie Luis Freire Sarria, repica mi teléfono móvil. Atiendo la llamada. Es de Lorenzo Osores. Le escucho, Te llamo para que tengas pre ente que hoy, a las cuatro y treinta tal como hemos acordado, tiene que venir a mi ca a para que vea el mapa de la catacumbas de Lima que me ha pre tado Pablo Macera. Claro, Lorenzo, claro, iré, claro que í, ólo que un poco má tarde de las cuatro y media porque en este momento estoy en el Zela, el bar que e tá en el centro de Lima, en la Plaza San Martín. Estoy con ... y el teléfono, por haber con umido totalmente u batería, se queda sordo y mudo.
En el bar, en ese momento, escasamente hay tres o cuatro parroquiano . Mientras uno de ellos con voz gangosa, tal como uena un radio estropeado, pide al mesero una cerveza y otro chilla porque no le sirven la copa de pisco que encargó, Luí Freire Sarria, luego de agotar el jugo de frutas contenido en un vaso y pedir otro, dice, Hermano, me inquieta que justo en este momento te haya llamado Lorenzo quien, como te he contado, en mi sueño aparece reproducido más de cien veces. Tal cosa, Hermano, creo que es una señal de que algo extraño me va a pasar. Descuida, Lucho, no hay razón para que te inquietes, te lo repito, Lucho, no te inquietes, yo e peraba esa llamada. Estoy seguro de que no te pa ará nada extraño. Hermano, ojalá que ea a í, ojalá que sea así.
Luí Freire Sarria bebe un sorbo de jugo y dice, Hermano, de lo único que yo estoy seguro es lo que me sucederá mañana. Iré a las diez al consultorio de Jorge Bruce y de pués de que le cuente el sueño que soñé, un sueño que no elegí y que no é ni por qué ni para qué me eligió, él al interpretarlo, me ayudará a averiguar lo que mi inconsciente quiere expre ar. Ahora bien, ¿sabes por qué antes de contarle a Jorge Bruce te he contado ese sueño y cómo, sin saber por qué, al despertar de él, me abalancé a los libro de Borge ?, te lo he contado, Hermano, para que sepas que tengo pre ente que su e critos, como hace tiempo me diji te, son profecías no religio a que se cumplen tarde o temprano. Lucho, en realidad, lo que te dije fue que en la obra Museo de la Novelade la Eterna de Macedonio Fernández percibí mucha profecía -alguna cumplida yotras en trance de cumplirse- y luego también en los cuentos de Borges. Tienes razón,Hermano, eso e lo que me dijiste, me disculpo por haber omitido a Macedonio.
De pué , Luis Freire arria, callado, pero con desbordante atención vuelve a leer una página del Tomo II de la Obras Completas de Borges. En eso, ingresa un hombre calvo de barba blanca junto con dos mujeres cano as. En silencio, los tre ponen sus ojos en la pared central del bar en la que exhibe fotografía en blanco y negro de ro tro de ocho personas, ampliadas a mediano tamaño. Luego, él reventando de alegría, le dice, V ioleta y Alicia, hija mía , la he traído aquí para que vean que aquí e tá mi tío, el poeta icomede anta Cruz, o ea el tío abuelo de u tecle y miren quiene lo acompañan al zambo, miren, ahí e tán el cuenti ta Julio Ramón Ribeyro, el Premio obel de Literatura Mario Varga Llo a, el noveli ta Jo é María Argueda ,
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la poeta Blanca Varela, el ensayista Sebastián Salazar Bondy, el compositor mexicano Armando Manzanero, además, los periodistas Doris Gibson y Alfonso Tealdo. ¡Qyé les parece!, de puta madre, ¿no es cierto? Alicia, ahora saca tu iPod y tómanos un selfie.
Entretanto, observo que Luis Freire Sarria, ensimismado continúa releyendo, como hace un rato, la misma página del tomo II de las Obras Completas de Borges. Trascurridos uno largos minutos, levanta la vista y dice, Hermano, está más que bien que le hayas dicho a Lorenzo que te vas a demorar, porque para ir de aquí a Miraflores, donde está su casa, se emplea hora y media o más. Son las dos de la tarde y si terminamos la conversación a las tres y sales inmediatamente de aquí llegarás puntual, por mi parte iré a unas cuadras de este sitio para hacer una visita que desde hace días la tengo programada, pero, bueno, como el tiempo está acortándose, vuelvo de lleno a los espejos. Con franqueza, Hermano, la conclusión de Kyun Won Chung, en el sentido de que los espejos son un medio para librar al ser humano del límite espacial y temporal, me molesta mucho y me preocupa más todavía ¿Sabes por qué? Porque no es verdad. Para mí, los espejos han inducido, inducen y también inducirán con vehemencia a la reproducción artificial humana y eso ha causado, causa y causará un monstruoso horror. Lo advirtió, hace más de doscientos años, Mary Shelley con su novela Frankenstein. Allí, el protagonista, el doctor V íctor Frankenstein, al tratar de reproducir artificialmente a un hombre usando partes de cadáveres, produjo un repulsivo engendro. Sin embargo, para encubrir esa advertencia, unos pocos pero influyentes médicos y biólogos, con la ayuda de poderosos medios masivos de comunicación, esparcieron y siguen esparciendo en todo el planeta el embuste de que lo realizado por el doctor Frankenstein era ciencia-ficción o, más aún, ficción artificiosa y la mayoría de gente ha creído y cree en esa versión. ¿Por qué han encubierto la advertencia que hizo Mary Shelley? Para no detener ni por un instante el deseo, inducido por los espejos, de reproducir artificialmente a los seres humano y seguir realizando sigilosamente di-
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versos y abundantes experimentos. El asunto, Hermano, es que, ya antes de que acabe el siglo pasado, algunos médicos y biólogos - en complejos y sofisticados laboratorioshan encontrado que la forma de lograrla es recurriendo a la clonación humana, o sea al proceso por el que se logra conseguir copias idénticas de otros organismos, células o moléculas ya desarrollados y todo indica que ya han reproducido artificialmente apersonas en copias idénticas -unas vivas otras muertas. Lucho, eso vale la pena porque de esa manera las copias fieles de los fallecidos Einstein, César Vallejo, Borges,Macedonio, Gabriel García Márquez, Picasso y Carlitas Chaplin retomarán cada unosus geniales quehaceres y respecto de las copias de las personas vivas, pues hay queaplaudirlo con las dos manos porque así, por ejemplo, por partida doble muchos disfrutaremos de las caricaturas de Carlín con las que se venga diaria e incruentamentede los poderosos que abusan del poder, asimismo, de los personajes que proyecta contoda veracidad el actor Alberto Ísola cuando los interpreta. Hermano, esa es la caraamable de la clonación humana, la cara que da temor es que vuelvan a circular los másinfames tiranos y los más perversos criminales que han existido, sin embargo, lo quemás me preocupa y aterra, Hermano, es que tengo el presentimiento, o algo parecido ala certeza, que de muchos hombres o mujeres o niñas o niños no se han hecho o no seestán haciendo o no se harán simplemente una o dos reproducciones, sino se han hecho, se hacen y se harán cinco, diez, cien, mil, millones, billones y hasta infinitas copiasidénticas de cada uno de ellos.
Poco a poco, ingresan varios parroquianos y el bar va llenándose de un fogoso bullicio. En eso, Luis Freire Sarria, después de beber el jugo de frutas que aún queda en su vaso, mira su reloj pulsera y, como impulsado por un resorte, se pone de pie. Dice, ¡Caramba, Hermano!, ya son las tres de la tarde, se nos ha terminado el tiempo. Tenemos que parar la conversación, Hermano, otro día, qué te parece el próximo lunes como hoy, seguiremos hablando sobre los espejos, en este mismo bar. Hermano, repito, forzosamente tenemos que parar inmediatamente, porque tú tienes que ir a la casa de Lorenzo y yo tengo que ir rápido, a unas cuadras de aquí, a la Plaza Mayor, para encontrarme con una persona que me ha ofrecido darme las señas y la información de un hombre quien afirma, bajo juramento que -cuando no hay nadie en ese lugar, pero en cada noche- aparece el Libertador San Martín y con su voz argentina le habla con profusión de las virtudes de Rosa Campuzano, la mujer que no ha dejado de amar, y le pide por favor que lo ayude a encontrarla porque no sabe a dónde se ha ido. Ese dato, y ojalá me dé otros más ese hombre, me servirá en la novela que estoy escribiendo sobre el Bicentenario de la Independencia de nuestro país. ¿Cuántas novelas ya has escrito?, Lucho. Más de catorce, Hermano, más de catorce, cinco de ellas premiadas.
A las cinco y quince minutos de la tarde, Lorenzo Osores abre la puerta de su casa. Adelante, pasa, me dice, pasa, creí que ya no venías. Antes de mostrarte el plano de las catumbas de Lima que Pablo Macera me ha prestado, mira cómo -sentado en el sillón de enfrente y muy quieto- posa Lucho Freire Sarria para el retrato al óleo que Daniel, mi hijo, le está haciendo. Permanece así y sin hablar, desde las dos de esta tarde.
VUELAPLUMA 7 3
MAYO del 68
CUANDO ESTABA PROHIBIDO PROHIBIR
Pablo Paredes
A finale de mayo y comienzos de junio de
1968, toda Francia se paralizó. Ni una sola
institución ni servicio público funcionaron, la
basura se acumuló, la gasolina y los productos
de primera necesidad escasearon y el gobierno
se tambaleó. Pero nunca como hasta entonces
se vio a tanta gente alborozada, exaltada (que
parecía despertar de un letargo), expre ar un
deseo intenso de conversar, de dialogar, de fra
ternizar. Empero, no debe olvidarse que este
fenomenal capítulo de la historia de Francia,
sacudida por una gigantesca huelga, fue el
resultado de mucho factore conjugados, in
ternos, por supuesto, y otros que vinieron de
fuera. Es pues obvio que sobre este extraor
dinario acontecimiento popularizado como
MAYO DEL 68, se haya escrito abundan
temente. Añadiremos, sin embargo, algunas
notas sobre este histórico y emblemático mes.
Histórico porque trascendió. Qyiérase o no,
hubo un antes y un después de esa fecha en
el país de la Marsellesa. Emblemático porque
- in ahondar en las evidente e indiscutibles
transformaciones que introdujo en las men
tes no olo de buena parte de todas las clases
Escritor y periodista
DIIIIT D'UNE ociales, sino incluso en las de sectarios com
batientes izquierdistas- para los que se con
sideraron auténticos contestatario urgidos de
revolución (ciertamente alguno de ello aho
ra se de dicen de lo que pensaban entonces y
hasta lo reniegan), el «intempe tivo» aconte
cimiento parecía preceder al fin el tan an iado
cambio histórico que e peraban.
LUlTE, -�PllOLONGEl
�
7 4 UELAPLUMA
Y es que desde tiempos de la Revolución de
1789, Francia ha ido tierra de incesantes su
blevaciones, huelgas y otras manifestaciones
de protesta a punta de barricadas, como las
acaecidas en 1830, 1848 y, sobre todo, la de
mayor resonancia, en 1871, la Comuna de Pa
rís, hecatombe que dejó regados por las calles
miles de cadáveres. En 1936, con el Frente
Popular se obtuvieron también grandes lo
gros sociales y económicos como el aumento
de salarios, la libertad sindical, las vacaciones
pagadas, etc. No debían pues sorprender nue
vos hitos en su historia en que resurgieran
las luchas reivindicativas de su pueblo. Pero
cuando se habla de Mayo del 68, se ha ido
afirmando un cliché muy difundido según el
cual en vísperas de que aconteciera, el país go
zaba de prosperidad y, paradoja, tal bonanza
entrañaba el aburrimiento de sus gentes. Sin
embargo, estudios recientes de la historiadora
Ludivine Bantigny (1) contradicen ese este
reotipo y otros muy difundidos. Convenga-
mos, lo que a ella ni a ningún otro historia
dor, como tampoco a políticos de izquierda
o de derecha, incluso a cuajados especialistas
de las ciencias humanas, se les ocurrió pro
nosticar, es que el detonante del revuelo que
paralizó enteramente a Francia durante bue
nas semanas del mes de mayo y los primeros
días de junio del 68 fue la iracunda protesta
de los estudiantes de la Universidad de Nan
terre impedidos de ¡frecuentar los dormitorios
de sus compañ ras! Y para colmo de la ironía
-de los que nunca pensaron que tal eclosión
pudiera nacer de los deseos de adolescentes
privados de goce sexual-, cuando en 196 7 se
le preguntó al primer ministro Georges Pom
pidou cuál era el logro más importante de su
gobierno, con cínica desfachatez contestó: sin
lugar a dudas la educación nacional. ¡Qyé tal
mentí ! Qyizá el presidente Charles De Gau
lle estuvo más cerca de lo que aconteció: «an
tes de la guerra -declaró- los estudiantes y los
obrero eran más receptivos, se movilizaban,
VUELAPLUMA 7 5
vibraban por el caso de Saco y Vanzetti o por
cualquier otro caso. Hoy, desafío al que inten
te movilizar a los estudiante para otras rei
vindicaciones que no tengan que ver con los
restaurantes univer itario » ... ¡Cuánto me
nosprecio!, aunque casi acierta; pero no eran
comedore sino lechos con acompañantes lo
que reclamaban los universitarios; lo que que
rían era transportar sus deseos del vientre al
bajo vientre ... Y cuatro meses antes de mayo
del 68, De Gaulle volvió a equivocarse, pero
esta vez garrafalmente. En su discurso a la
nación, muy convencido, el presidente francé
afirmó: «no veo cómo podríamo quedar pa
ralizado por crisis semejantes a las que he
mos sufrido en el pasado». Una contradicción
flagrante porque la tempestad conte tataria se
extendió casi después de que los estudiantes
de anterre (un barrio periférico de París)
apretaron el gatillo de su descontento. En po
cos días unos 10 millones de obreros suspen
dieron sus labores, muchos parapetándose en
sus fábricas y emprendiendo huelga , ya fuera
por iniciativas indicales o también por ac
ciones espontáneas decididas por sus bases y
subvencionadas por las organizaciones locales
y, algunas otras, prescindiendo de sus dirigen
tes sindicales e incluso contra ellos. (Una ac
ción del gu to de los situacionistas: las huelgas
«salvajes»). Como dijo un político de derecha
al comentar la premura de los conte tatarios:
por todas partes las tropas van más rápido que
los jefe ... ¿ Y quiéne fueron e os jefes retar
datario o, para er más precisos, quiénes e
opusieron rotundamente a un cambio radical
con visos de revolución? Dado que la atinada
observación se refiere a responsables del vasto
e intrincado campo de las izquierdas, sin lugar
a duda , Waldeck Rochet, secretario general
del partido comuni ta pro-soviético (PCF) y
Georges éguy, secretario general de la po
dero a Confederación General del Trabajo
(CGT ), de obediencia también comuni ta y
su brazo indical. Rochet, má preocupado por
las elecciones legi lativas que ya se avecinaban
(y que la perdieron), fustigó el nihilismo del
7 6 UELAPLUMA
SOIS JEUNE
ET
TAIS
TOI
que se reclamaban algunos elementos anar
quistas, algunos de ello , insinuó, pertenecen
a la policía. En cuanto a Séguy, que participó
en la reuniones que concluyeron en lo que se
llamó los «acuerdo de Grenelle», del 27 de
mayo, entre los representantes de la patronal
francesa (C PF) y los diferentes sindicatos,
el dirigente comunista se empecinó en apar
tar de las negociaciones cualquier tema que se
refiriera a la represión de la que eran víctimas
los estudiantes y, ya a esa fecha, muchísimos
jóvenes asalariados que se plegaron al movi
miento; insistió más bien en concluir cuanto
antes las reivindicaciones acordadas para los
trabajadores. «La reanudación del trabajo no
debe tardar» enfatizó. Una rechifla de discon
formidad de los obreros en huelga que que-
Foto emblemática de Mayo 68 tomada por Henri Cartier-Bressson.
rían proseguirla, fue la respuesta abrumadora.
Al respecto, un observador más bien opuesto
a comunistas y socialistas, el sociólogo Ray
mond Aron con su habitual agudeza dejó en
tender que para el gobierno francés el partido
comunista no significaba ningún peligro (2).
Los jefes ... De seguro al apátrida y anarquista
Daniel Cohn-Bendit no le hubiera cuadra
do para nada que alguien lo llamara jefe o lo
imaginase ejerciendo esa función, para él, tan
detestada. Pruebas al canto: empezaba a ser
conocido por el gran público cuando un pe
riodista le pregunta: ¿es usted el portavoz, el
«líder»? ... y él, con la guasa que le era pro
pia y muerto de la risa le responde: más bien
el «altoparlante». Empero, al cuestionador
no le faltaba razón. Cohn-Bendit (el sublime
pelirrojo para sus cercanos seguidores), en su universidad de Nanterre era el dirigente estudiantil más escuchado, y sus ideas eran tomadas muy en cuenta a pesar de que en esos días ese centro de enseñanza se había convertido en el punto de confrontaciones ideológica de todos los disconformes izquierdistas: trotskistas, maoí tas, guevaristas, anarco-comunistas, cristiano-progresistas, libertarios anarco-situacionistas y otros revolucionarios no organizados. Debatían sin cesar sobre las grandes cuestiones mundiales, se insultaban acremente, pero a él lo siguieron en muchas de su ocurrencias y decisione serias. Una de estas la tomó cuando exigió la liberación inmediata de unos universitarios y colegiales arrestados; para convertir en una acción simbólica esa reclamación pidió a sus compañeros
VUELAPLUMA 7 7
que lo siguieran y ocuparan la sala del consejo de profesores de la universidad. Así nació el Movimiento 22 de marzo que, al lado de lo enragés (rabiosos) encabezado por el anarcosituationista René Riesel, prendió la chispa que encendió la pradera francesa.
Volcadas las protestas de anterre al Barrio Latino, en especial a su alma mater, la Sorbona, epicentro de la insurrección y de la coordi-;nación con los comités de acciones distritales (por ende, abriendo sus puerta a todos los parisinos), Jacques Sauvageot y Alain Geismar se unirán al talentoso orador Dany el Rojo (sobrenombre de Cohn-Bendit). Sin este trío casi inseparable a pesar de sus discrepancias, es impensable Mayo del 68. Requeridos por los mass media, fotografiado , filmados, entrevistados sin tregua, encarnan por excelencia la sublevación de la juventud de entonces contra todas las jerarquías y formas de poder. Sauvageot ejercía la vicepresidencia y luego la presidencia de la Unión Nacional de Estudiantes de Francia (UNEF), era también miembro del Partido Socialista Unificado (PSU); en cuanto al maoísta Geismar, era secretario general del Sindicato acional de la Enseñanza Superior (Snes-sup).
Sauvageot fue uno de los grande actores que hicieron tambalear durante dos meses el poder de De Gaulle -y contrariamente a otras figuras resaltantes como Alain Krivine, Henri Weber, Daniel Bensaid, de la Jeunesse Communiste Révolutionnaire (JCR) de tendencia trotskista, o como Tiennot Grumbach, animador de los comités pro-Vietnam, y también Pierre Goldman, Pierre Kahn, estos dos últimos de la Unión de E tudiantes Comunistas (UEC)- cultivó siempre la discreción y la humildad. De extracción campesina y católica,
auvageot pensaba que la praxis autogestionaria llevaría a la emancipación de los individuos y de lo pueblo . Por eso se intere ó y participó en la movilizaciones de los sindicatos obreros. Habiendo concurrido el 27 de mayo a uno de los último y grandes mítines de los contestatarios, recordaba exaltado: parecía un
7 8 VUELAPLUMA
río que crecía alimentado por decenas de pequeños
torrentes y arroyitos. Fuertemente ligado a los problema e tudiantiles, criticó la estructura universitaria porque e taba convencido de que reflejaba y producía la desigualdad social. Después de los acontecimientos guardó un prolongado mutismo. Falleció el 28 de octubre de 2017. De él se puede decir que encarnó una suerte de cansen o, fue como un zócalo común entre grupos diferentes y hostiles.
En cuanto a Alain Geismar, Mayo del 68 fue para él un «momento», de felicidad y libertad que rompió el aislamiento de cada individuo, un momento de escucha y de respeto mutuo vivido a menudo en la exaltación, un momento compartido hasta aturdirse de júbilo.
No se equivoca Geismar cuando dice que en el contenido ideológico de ese mes hubo de todo. En la manifestaciones coexistieron los más ortodoxos lemas marxistas, confundidos con los más libertarios; trotskistas, anarquistas, situacionistas ... mostraron también los suyos; empero, ninguna ideología se impuso en la sublevación, como tampoco la resumió.
¡A LAS BARRICADAS, A LAS BARRICADAS ... PUEBLO DE PARÍS!
Mayo del 68 e también inconcebible sin que los estudiantes primero, y luego los obreros y muchas personas unidas a ellos, se defendieran de las brutales agresiones policiales y de sus gases lacrimógenos desadoquinando las calles y usando los adoquines como proyectiles contra los siniestros CRS y levantando barricadas con todo lo que tenían a mano: rejas protectoras de los árboles, ruedas, palos, autos, cubos de basura, barriles, muebles ... Fue como un resucitar, una vez más, de u conciencia y memoria colectivas.
Desde el 3 de e e mes las calles empezaron a llenarse de barricadas; en la noche del 10 en el Barrio Latino se erigieron más de 60 parapetos; lo mismo sucedió desde el anochecer del 24, fue un lance que e transformó en motín pues se incendió y se saqueó la Bolsa
Dani El Rojo en plena manifestación es requerido por la policía francesa ..
de Valores, también se asaltaron comisarías. Los enfrentamientos, de una violencia inaudita, dejaron muchos heridos por ambos lados, pero lo sorprendente es que en todo mayo y junio no se contabilizaron sino cuatro muertos, contrariamente a los miles de fallecidos durante la Comuna de París.
Alusiva a esta tradición de lucha y de defensa, muy propia del pueblo francés y más aun parisino, en una pared se leía esta frase: LA BARRICADA CIERRA LA CALLE, PERO ABRE EL CAMINO.
Y para comprender mejor estos lemas, derramados por doquier en calles, plazas, fábricas, cines, teatros, universidades, colegios, etc., deberíamos escarbar en el contexto ideológico de esa época de hastío, pero convulsa. El NO TRABAJES NUNCA situacionista, por ejemplo, podría relacionarse con aquel otro
plantado por huelguistas sobre una banderola en la que tacharon el rótulo de su fábrica: TÚ QUE ENTRAS AQUÍ, PIERDES TODA ESPERANZA, en alu ión evidente al Infierno de Dante, y ambos, a fin de cuentas, descubriendo la miserable vida psíquica y material de los obreros.
¿ Y los afiches? Se crearon de forma anónima y colectiva, tantos y tan variados que solo del taller de la Escuela de Bellas Artes de París, convertido en una efervescente y febril fábrica de la imaginación, se llevaron a la calles unos 500 mil con unos 400 motivos diferentes. Allí se editaron auténticos manifiestos artísticos, crónicas diarias que tornaban el pulso de los acontecimientos y reaccionaban irónicamente a lo ocurrido en la víspera. e fustigó a De Gaulle, tornándolo como punto de escarnio preferido y caricaturizándolo; satirizaron
VUELAPLUMA 7 9
también a los policía , mo trándolos siniestra
mente enmascarados y comparándolos con los
nazis por sus brutale intervenciones. Los re
iterados estribillos que los estudiantes vocife
raban contra ellos fueron también plasmado
en lo carteles: CR , S . Evidentemente, otro
fue el tenor que simbolizaba a los trabajadores
en huelga ocupando las instalaciones de sus
fábrica ; lo enaltecieron y algo que tambiér¡
fue muy importante: exhortaban a la ansiada
unión de obreros y estudiantes.
Inspiradores, demiurgos o simple actores
ahogados en la muchedumbre ... ¿A quiénes
nos referimo ?
En 1966, en la universidad de Estrasburgo,
un tal Mustapha Khayati e cribe un panfleto
que será leído ávidamente por los jóvenes de
esa ciudad francesa. Su título completo: De
la miseria en el medio estudiantil considerada
desde sus aspectos económico, sicológico, político,
sexual y particularmente intelectual y de algu
nos medios para remediarla. Un año después,
otros dos desconocidos del gran público pu
blican: Tratado del saber vivir para uso de las
jóvenes generaciones y La sociedad del espectá
culo. Los autores de estos libros son el belga
Raoul Vaneigem y el francés Guy Debord,
quienes, al lado del tunecino Khayati, ani
man el exclu ivo y excomulgador cenáculo
de la Internacional Situacionista (I ). No
procede ahora dentro de este apretado rela
to trazar el historial de e ta ignota, aunque
influyente organización surgida a su vez de
otra conocida como la Internacional Letrista,
cercana y al mismo tiempo crítica de los su
rrealistas. Si figura aquí es por el impacto de
sus e critos y sus eslóganes fulminantes bu
límicamente digeridos por una juventud que
parecía esperarlos. Si bien los tres y los otros
poco miembros de la I participaron activa
y vehementemente en los uceso de mayo,
consecuentes con sus principios acordaron
no dirigir ninguna lucha y, por el contrario,
alentar las e pontánea (las ya mencionadas
huelgas salvajes).
80 UELAPLUMA
De la miseria en el medio estudiantil arranca con
una mordaz aunque desproporcionada crítica:
«Podemo afumar sin riesgo de equivocarnos
que el estudiante francés es, después del policía
y el cura el ser má universalmente de precia
do» ... El pobre, «sumido en u ociedad co
mercializada y espectacular, no puede escaparse
de la ley que se impone a todos: la pasividad
generalizada; por eso su período de formación
es como una iniciación que solo le sirve para
desempeñar su papel futuro en el seno del is
tema». Y porque tolera esta condición que e le
impone mistificándola, merece ese menospre
cio. Entonces «prefiere tornarse hacia su pre
sente y decorarlo de prestigios ilusorios ... Se
refugia en un presente irrealmente vivido» ...
En suma, el diagnóstico de K11ayati sobre la si
tuación estudiantil es catastrófico, casi se diría
una autopsia sangrienta del malestar universi
tario, un «cardiograma» de la realidad cotidia
na. Por eso, sugiere, «solo le queda un camino:
la revuelta, pero esta vez, como signo precursor
de una sublevación más vasta que englobará
a todos aquellos que sienten la imposibilidad
de vivir; será el preludio de la próxima época
revolucionaria. Y será el proletariado desalie
nado que transformará el mundo y cambiará la
vida, pero si no son.fiestas las revoluciones pro
letarias no son revoluciones». Y para sellar esta
desconcertante tirada (retocada con la pluma
de Debord), este lema: V IVIR SI T IEM
POS MUERTOS Y GOZAR SI IMPE
DIME TOS. Durante años e ta célebre fór
mula ornamentará las paredes, y el libelo, edi
tado, reeditado y pirateado, inflamará y alterará
lo espíritus fuera y dentro de las universidades.
Partiendo de Estrasburgo, las ideas situacionis
tas penetran en los campus de Lyon, antes,
París, Toulou e y, por supue to, anterre.
Y en cuan to a La Sociedad del espectáculo y el
Tratado del buen vivir ... fueron libros leídos
con unción por la juventud insurgente. Mu
chas de las inscripciones incendiarias y céle
bres de esos días son como un compendio de
esa publicaciones:
PROHIBIDO P ROHIBIR
SEAMOS REALISTAS, PIDAMOS LO IMPOSIBLE
LA IMAGINACIÓN AL PODER
- ABOLICIÓN DE LA SOCIEDADDE CLASES
SI NO FORMAS PARTE DE LASOLUCIÓN, FORMAS PARTEDEL PROBLEMA
CONSUMEMÁ YVIVIRAS MENOS
NO VAMOS A REIVINDICARNADA, NO VAMOS A PEDIR NADA.TOMAREMOS, OCUPAREMOS ...
Ocupar las fábricas y crear consejos autoges
tionarios para transferir el poder a los obreros,
como el único modo de abolir las da es socia
le y las alienaciones, era el propósito primor
dial de los integrantes de la I . Ciertamente,
ahora lo sabemos, propugnaban una irrealiza
ble utopía.
VUELAPLUMA 8 1
La revuelta estudiantil, todos sabemos, no fue
una exclusividad francesa ya que la década de
los sesenta del siglo pasado fue pródiga inter
nacionalmente en acciones similares. Ciuda
des orno Berlín, Amsterdam, Praga, Tokio,
Milán (incluso Madrid) fueron escenarios del
descontento juvenil, porque en esos años se
vivió una crisis de civilización o, para ser más
precisos, una «crisis generacional» que se tra,
dujo en intentos de rechazo, sobre todo a los
antos de sirena de la sociedad consumista y
a las ostumbres prohibitivas del goce sexual.
Y la cuna contestataria en occidente fue sin
duda la universidad de Berkeley y su estudian
tado, que siguió las enseñanzas filosóficas de
Herbert Marcuse, propagador de la libertad
de expresión y del derecho a resistir a la vio
lencia institucional. «A esta violencia que es
de opresión hay que oponerle una violencia
de la liberación», proclamaba Marcuse. Ade
más, en este contexto de crisis, las juventudes
de todo el mundo, conmovidas por las crueles
imágenes que a diario la TV exhibía, toma
ron partido a favor de Vietnam en su desigual
8 2 VUELAPLUMA
aunque ingeniosa guerra contra E tados Uni
do . Exigían de sus gobiernos que siguieran
su ejemplo de apoyo y de protesta. Otro ca o
que sacudió al mundo fue la revolución cul
tural en China. Maoístas y no maoístas del
planeta se pronunciaron en pro o en contra de
lo que en ese país a iático acaecía. Y qué decir
de Cuba y del he, en paíse industrializados
y no in<lu trializado Guevara se erigió en el
ímbolo de la lucha del «Tercer Mundo» con
tra el imperialismo «yanqui». Aquí en Francia,
en la universidad de Lyon, el anfiteatro Edgar
Qyinet cambió de nombre, e le pu o Che
Guevara, metamorfoseándolo para extender
los debates, aunque de manera efímera, a todo
el pueblo.
Han pasado 50 años, pero Mayo del 68 para
quienes vivimos esa experiencia inaudita, nos
es imposible narrarla en u integridad porque
de ella solo nos quedan fragmentos, en acio-
Jean Paul Sartre y Daniel Cohn-Bendit.
nes, turbaciones inolvidables. Personalmente,
me queda el marcado recuerdo de ver formar
se espontáneamente corrillos por doquier (ca
lles, plazas, entradas de metro, salas de teatro
y de cine ... ). En ellos, gente aletargada de
toda condición social se sacudía, desvelaba
sin disimulos sus problemas a desconocidos;
discutían horas y horas sin preocuparse por
el tiempo, escuchaban, pero también soñaban
con un mundo mejor, fraternal, más bello. La
palabra se liberaba y el diálogo se imponía.
Para muchos fue también la fiesta, el carna
val sin máscaras ni disfraces. Cundía la idea
de que era urgente CAMBIAR DE VIDA,
revolucionar la sociedad, aunque parecía que
ya la revolución aguardaba a la vuelta de la
esquina. Ahora, si se entiende revolución por
sustitución de una clase social por otra, no su
cedió así; pero si a esta afirmación se le con
fiere un significado de transformación radical,
de mutación súbita en las maneras de pensar, sentir y actuar, sí que lo fue. El otro marcado recuerdo que guardo es el desbordamiento a raudales de la solidaridad, así fuera extenuante. Un día, al salir de una fábrica a donde llevé provisiones a los huelguistas ( como muchos lo hacían), una adolescente bañada en sudor me pidió que la condujera en mi auto a otra fábrica para repetir el mismo ritual de asistencia a los trabajadores. ¡Qyé fatigosas pero cuán hermosas son las revoluciones!, dijo, y concluyó: ¡Bien vale la pena entregarse a ellas!
(1) Ludvine Bantigny, 1968. De grands soirs en petits matins. Paris, Seuil, 2018.
(2)Raymond Aron, La Révofution introuvable. Réjlexions sur fa révolution de mai, Paris, Fayard,
1968.
VUELAPLUMA 8 3
LIBROS LIBROS LIBROS Vida cantada:
Memorias de un olvidadizo
Este libro del poeta Arturo Corcuera, se inscribe en la rica tradición de la literatura de memorias en nuestro país. En lo que denominamos literatura de memorias se encuentran: la autobiografía, el diario íntimo, la crónica·de viaje, el epistolario, el recordatorio, el anecdotario, el apunte generacional o textos sueltos donde el autor registra algún episodio personal o ajeno digno de ser evocado por su originalidad, atrocidad, importancia histórica o porque lo desea marcar en su bitácora de vida.
La definición más difundida de la literatura de memorias es aquella que la percibe como un relato más o menos confiable. En dicha narración, el autor describe hechos y acontecimientos que ha vivido como protagonista o testigo. En su vertiente autobiográfica, quien rememora desea anotar su trayectoria vital de forma completa, pretendiendo así esclarecer la identidad alcanzada al final de su vida.
Más allá de las particularidades de cada una de las ramificaciones de «la memoria», nos interesa rápidamente repasar, grosso modo, la historia de este género en nuestro país:
En 1899, Ricardo Palma publica La bohemia de mi tiempo, que él mismo denominará «mis recuerdos de cincuentón», y no es más que la versión ampliada de su texto La bohemia limeña de 1848 a 1860: Confidencias literarias, publicada en 1887.
Entre 1927 y 1928, José Santos Chocano difunde los tres tomos de El libro de mi proceso, escritos durante su prisión de 1925 a 1927 en torno al juicio al que fue sometido a consecuencia del brutal asesinato que cometió contra el joven poeta Edwin Elmore. En 1940, en edición póstuma del mismo Chocano se publica Memorias: Las mil y una aventuras, donde da noticias de su vida hasta el año en que llega a España en 1905.
En 1975, Luis Alberto Sánchez difunde Visto y vivido en Chile: bitácora chilena /930-1970; al año siguiente, bajo edición de Mosca Azul, publica Testimonio personal: memorias de un peruano del siglo XX.
8 4 VUELAPLUMA
Arturo Corcuera
VlDA CANTADA MEMORIAS DE UN OLVIDADIZO
>"-:LAfflULA
En esta lista de vidas narradas destaca Mucha suerte con harto palo, de Ciro Alegría, cuya pri
mera edición asumió la Editorial Losada de
Buenos Aires en 1976, recopilando crónicas y
artículos autobiográficos de Alegría.
Entre 1992 y 1995 circula La tentación del fra
caso, tres tomos de los diarios de Julio Ramón
Ribeyro.
En 1993 se difunde Sobre mi propia vida, diario
íntimo del dramaturgo y poeta limeño Juan
Ríos. En el mismo año aparece El pez en el
agua, memorias de Mario Vargas Llosa, de al
cance internacional. Poblado de referencias
autobiográficas se encuentra el libro Ciuda
des en el tiempo: Crónicas de viajes, de 2001, del
poeta Antonio Cisneros.
Con más sentido estricto de memorias, se
han publicado en este siglo Una locura razonable: Memorias de un crítico literario (2014),
del ensayista José Miguel Oviedo, y La vida sin
dueño (2016), de Fernando de Szyszlo.
Recientemente, como parte de la investigación
y divulgación de la obra de la poeta y activista
política Magda Portal, la Casa de la Literatura
Peruana publicó Trozos cortados (2017), editada
por Yolanda Westphalen y Kristel Best. Escrita
poco antes de fallecer, en 1989, la autobiografía
de Magda es una de las pocas memorias escrita
por una mujer y publicada en nuestro país.
En las páginas de Vida contado, Arturo Corcue
ra menciona a muchos escritores con los que
compartió trayectorias literarias y existencia
les. Un grueso sector de la izquierda peruana
es incorporado como sujeto colectivo que ayu
da a construir nuevas subjetividades y a dise
ñar la agenda social del siglo XXI. Alude con
mayor constancia a los poetas de la generación
del 60: Javier Heraud, Reynaldo Naranjo, César
Calvo, Luis Hernández y Antonio Cisneros; el
ensayista Tomás Escajadillo; el historiador Fer
nando Lecaros; junto con ellos: el poeta, editor
y traductor Javier Sologuren; el poeta Leoncio
Bueno, la compositora Chabuca Granda; la pin
tora Tilsa Tsuchiya; Alfonso Barrantes Lingán,
Demetrio Quiroz Malea, Alberto Hildalgo.
En Casa de la Literatura hemos trabajado cons
tantemente con el concepto de «constelación»,
al que le otorgamos un sentido de tejido en el
que se reúnen, transitan, interactúan y existen
una suerte de organizaciones o personas. Su
confluencia permite reconocerlos como par
te de un contexto cultural, político y creativo
que constituyen redes de pensamiento, opinión,
de preferencias estéticas y literarias que cons
truirán las poéticas de la época. Creo que Vida
contado: memorias de un olvidadizo presenta una
constelación que da cuenta de la poesía en la
década del 60, de la multiplicidad de poetas e
intelectuales que leyeron, pensaron, escribie
ron o editaron en esos años; una constelación
que se argumenta desde la vida misma, fuera de
los intentos de explicar o construir un canon,
y que nos permite atisbar la imagen dinámica y
diversa de la poesía de una época.
Hay dos tareas literarias que quisiera resaltar
dentro de las vastas memorias de Arturo Cor
cuera respecto de la constelación que mencio
no, en la que él resplandece. Una de ellas es la
lectura literaria que forma a los poetas del 60.
Arturo va mencionando a lo largo del libro lo
que leyó en los distintos periodos de su vida:
empieza en Salaverry, La Libertad, aún niño,
leyendo fábulas y una adaptación de El Quijote;
renueva este corpus en Huaraz, en la pubertad,
donde lee a los clásicos de la literatura universal
en casa de una familia amiga. En Lima, gracias al
apoyo de Demetrio Quiroz Malea -que fue bi
bliotecario de su colegio, el Hipólito Unanue-,
empieza a leer a Rimbaud, Saint John Perse,
Baudelaire, Prevert, Whitman, Cernuda, Alber
ti, Salinas, Neruda y Vallejo. Y en San Marcos,
ya con Cisneros y Naranjo, lee a los clásicos
españoles y la generación del 27, además de
poesía brasileña, china, japonesa, persa.
Las revistas literarias integran el otro hilo
literario que corre a lo largo de las memorias de
Arturo. Constantemente se menciona Cuadernos
trimestrales de poesía, dirigida por su hermano
Marco Antonio, donde Arturo publicó además
de ser su canillita; también Piélago, que Jesús
Cabel consigna como el bastión de la poesía
de la generación del 60, generación que logró
actualizar o regenerar la idea de revista como
órgano de difusión e intercambio de un grupo.
Entre las tantas formas de vivir la literatura que
tuvo Arturo, tan solo tomo estos dos ejemplos,
el de las lecturas y la edición de revistas, por
ser prácticas literarias distintas a la escritura,
y que Arturo hilvana fina y constantemente
con su quehacer como poeta. Las Memorias
de un olvidadizo dan mucho más que eso, por
supuesto. Mi colega Sandro Chiri, con quien
he dialogado sobre estas memorias, dice que
son la herencia textual y anímica de un poeta
peruano que sueña legítimamente con una
patria justa y hermosa. Yo suscribo sus palabras
desde la experiencia que significó conocer la
generosidad de Arturo Corcuera, el primer
poeta que decidió, sin preguntas, con confianza
y solidaridad plenas, trasladar su universo
privado, el arca de Noé delirante, a la Casa de
la Literatura Peruana, para construir junto a
nosotros esa dimensión colectiva, de encuentro
real entre personas en la literatura.
Milagros Saldariaga