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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIAPAS
Redacción periodística
Antología
Autor: Dr. Sarelly Martínez Mendoza
Materia: Redacción Periodística
Grupo: Tercer semestre
Licenciatura en Comunicación
Facultad de Humanidades
Campus IV
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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Agosto-diciembre de 2012
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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ÍNDICE
Programa de la materia…………………………………………… 3
Introducción. Sarelly Martínez Mendoza ………………………… 7
Federico Campbell. Aproximación a los géneros periodísticos ….. 13
Bastenier, Miguel Ángel. Primera aproximación a los géneros:
la información seca ……………………………………………….. 23
Concha Edo. Nuevo concepto de noticia………………………….. 36
Ryszard Kapuscinski. Los cínicos no sirven para este oficio.
Sobre el buen periodismo………………………………………….. 44
Manuel López. Las fuentes informativas son la base para obtener
noticias en primer orden……………………………………………. 56
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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Universidad Autónoma de Chiapas
Facultad de humanidades
Campus VI
Materia: Redacción Periodística
Créditos: 4
Semestre: Tercero
Ciclo escolar: Agosto-diciembre 2012
Catedráticos: Dr. Sarelly Martínez Mendoza
I. Presentación
Cuando hablamos de redacción periodística no sólo nos referimos al carácter formal de la
redacción, sino a otras actividades y decisiones que debe conocer y realizar el periodista,
como son los procedimientos para obtener datos, para seleccionarlos, evaluarlos,
redactarlos y transmitirlos.
La redacción periodística rompe los esquemas tradicionales y se compenetra con las
decisiones que debe efectuar el periodista. Se caracteriza por
1) Ser una visión multidisciplinar “que abarca campos muy diversos”, como la
semántica, política, sociología, literatura y gramática.
2) Seleccionar acontecimientos.
3) Procesar datos y darles sentido.
4) Evaluar y textualizar mensajes periodísticos.
Y estos son precisamente los aspectos que se estudiarán y se aplicarán durante este
curso.
Objetivo general:
El alumno aprenderá y dominará las principales técnicas de la redacción periodística, desde redactar,
seleccionar acontecimientos, procesar datar y evaluar y textuliazar mensajes periodísticos.
Contenido temáticos:
I. Instrumentos del periodismo
II. Aspectos fundamentales de los géneros periodísticos
III. La noticia
IV. Redacción de la noticia.
Unidad I. Los instrumentos del periodismo
La actividad periodística es conocida como el cuarto brazo de la constitución o el cuarto
poder, por eso en esta primera unidad haremos una revisión de los principales actores de la
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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actividad del comunicador, que van desde el reportero, el redactor, el enviado especial, el
jefe de información, de redacción y el director.
Temario:
Cualidades del reportero
Vocación
Sentido periodístico
Aptitud adquirida
Honradez
Tenacidad
Actores del periodismo
Factores de interés público del periodismo
Objetivo general: El alumno conocerá los factores de interés noticioso.
Objetivo específicos. Al finalizar la unidad, el alumno:
1.1. Explicará las funciones básicas de los diferentes trabajadores de la
comunicación
1.2. Comprenderá la responsabilidad del periodista
Unidad II: Aspectos fundamentales de los géneros periodísticos
El periodismo se ejerce a través de variadas formas de expresión denominadas géneros
periodísticos; éstos se distinguen entre sí por el carácter informativo, interpretativo o
híbrido de sus contenidos, pero lejos de constituir islas separadas, los géneros periodísticos
se entremezclan y aún llegan a enriquecerse con elementos formales de otras disciplinas
como el cuento, el ensayo o la novela. Sin embargo, es posible determinar el género que
predomina en cada texto periodístico.
Esta unidad será un acercamiento para conocer y distinguir los diferentes géneros
que se utilizan en los escritos periodísticos.
Temario:
Noticia o nota informativa
Entrevista
Reportaje
Artículo
Editorial
Crónica
Columna
Objetivo General: El alumno distinguirá los diferentes géneros periodísticos en que se
aborda una información de interés público.
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Objetivos específicos. Al finalizar la unidad, el alumno:
2.1 Explicará en qué género periodístico está escrita determinada información .
2.2 Explicará cómo se abordan los géneros periodísticos y por qué se escogen alguno de
ellos para divulgar la información.
Unidad III. La noticia
Se ha dicho que la noticia es el motor del periodismo, porque es la que permite poner en
movimiento al mundo de la información. No podemos concebir a un periódico sin noticias,
porque éstas constituyen la materia prima del diarismo.
En esta unidad analizaremos la importancia y la clasificación de la noticia
Temario:
El reporteo de la noticia
La presencia del reportero
La precisión
La comprensión
Clasificación de la noticia.
Objetivo General: El alumno sabrá cómo se debe reportear una noticia, a qué lugares
acudir.
Objetivos específicos: Al finalizar la unidad, el alumno:
3.1 Explicará la clasificación de la noticia
3.2 Conocerá las fuentes informativas a dónde debe acudir para obtener datos
Unidad IV. Redacción de la noticia
Muchos reporteros pierden información valiosa cuando redactan la noticia porque no
pueden encadenar de manera lógica los acontecimientos que han presenciado o los datos
que han conseguido. Por eso, en esta unidad nos detendremos a analizar los elementos que
constituyen la noticia y la forma de abordarla y escribirla.
Temario: Características fundamentales de redacción de la nota informativa
Elementos que integran la noticia
Estructura de la noticia
Cabeza o titular
Sumario o secundaria
Entrada
Cuerpo
Remate
Objetivo General: El alumno aprenderá a redactar correctamente noticias
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Objetivos específicos:
4.1. Redactará entradas de noticias con diferentes elementos
4.2. Escribirá noticias con pirámides invertidas, normal e invertida modificada
Actividades de aprendizaje del alumno:
A lo largo de este taller, el alumno redactará continuamente informaciones periodísticas y
realizará análisis de noticias que se publican en la prensa local y nacional.
EVALUACIÓN:
Se evaluará a través de los ejercicios de redacción que se realicen dentro o fuera del aula.
Cada error ortográfico bajará una centésima de la calificación, que será en una escala del
uno al cien. Como trabajo final elaborará en equipo un periódico con noticias recabadas y
redactadas por los propios estudiantes.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
Campbell, Federico. Periodismo escrito. Ariel Comunicación, México, 1995.
Leñero, Vicente y Marín, Carlos. Manual de Periodismo. Editorial Grijalbo, México, 1986.
Randall, David. El periodista universal. Siglo XXI, Madrid, 1999.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA: Bradlee, Ben. La vida de un periodista. El País Aguilar, Madrid, 1996.
Broder S. David, Tras las ocho columnas Gernika, México 1990,
Buendía, Manuel. Ejercicio Periodístico. Océano, México, 1985.
Casasús, Josep Maria, y Núñez Ladevéze, Luis. Estilo y géneros periodísticos. Ariel
comunicación, Barcelona, 1991.
Del Río Reynaga, Julio. Teoría y Práctica de los géneros periodísticos. Editorial Diana,
México, 1992.
Dovifat, Emil. Periodismo (Tomo I). Editorial UTHEA, México, 1959.
Fontcuberta, Mar. Estructura de la noticia periodística. ATE Mitre, Barcelona, 1981.
Gomis, Lorenzo. Teoría del periodismo. Cómo se forma el presente. Paidós Comunicación,
Barcelona, 1991.
Gomis, Llorenc. Teoria dels gèneres periodístics. Generalitat de Catalunya, Barcelona,
1999.
González Reigosa, Carlos. El periodista en su circunstancia. Alianza Editorial, Madrid,
1997.
Kapuscinski, Ryszard. Los cínicos no sirven para este oficio. Anagrama, Barcelona, 2002.
Leguineche, Manuel. “Yo podré la guerra”. Cuba 1898: la primera guerra que se inventó
la prensa. El País Aguilar, Madrid, 1998,
Martínez Albertos, José Luis. Curso general de redacción periodística. Lenguaje, estilos y
géneros periodísticos en prensa, radio, televisión y cine. Paraninfo, Madrid, 1997.
Méndez Asensio, Luis (compilador). La condición de periodista. Universidad Autónoma
Metropolitana, 1988.
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Núñez Ladevéze, Luis. Introducción al periodismo escrito. Ariel Comunicación,
Barcelona, 1995
Riva Palacio, Raymundo. Más allá de los límites. Fundación Manuel Buendía, México,
1995.
Rodrigo Alsina, Miquel. La construcción de la noticia. Paidós, México, 1989.
Septién García, Carlos. El quehacer del periodista. Ediciones de periodismo y
comunicación, México, 1979.
Vivaldi, Martín G. Curso de Redacción. Editorial Paraninfo, Madrid, 1982.
Vilamor, José R. Redacción periodística para la generación digital. Editorial Universitas,
Madrid, 2000.
Warren, Carl N. Géneros periodísticos informativos. Prisma, México, 1988.
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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Introducción a la antología. Sarelly Martínez Mendoza
¿Cómo percibe el periodista lo que es noticia? ¿Por qué no escribe sobre su mundo
cotidiano y convierte estos actos en noticiosos? ¿Qué es lo que hace que un hecho
trascienda el espacio familiar para adentrarse al público? ¿Quién decide qué es y qué no es
noticia?
A lo largo de los años, se han ido creando una serie de condicionantes que deben
cumplir los hechos para que se conviertan en noticias. Cuando un reportero acierta, recibe
la gratitud del público, de lo contrario su indiferencia, o puede ser incluso, que su nota no
alcance las páginas del periódico.
El primer éxito del periodista está en identificar aquellos hechos que pueden
convertirse en noticias, que pueden ocupar un espacio en su periódico y que pueden
interesar a sus lectores. Por eso, el periodista debe estar inmerso en el contexto político,
social y cultural en donde desempeña su actividad y circula su periódico para que interprete
el acontecer diario adecuadamente y seleccionar los datos noticiosos con exactitud,
dándoles la relevancia que deben tener, sin exagerarlos ni minimizarlos, porque como
señala el profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Luis Núñez Ladevéze, "el
periodista es antes que un informador, un intérprete de la realidad".1
Pese a esta valoración de los hechos, al reportero se le exige un estilo objetivo, es
decir, que no califique los acontecimientos de manera directa porque esa labor quedará en
manos de personas especializadas de su periódico, de aquellas que ocupan la página
editorial, y que diariamente desmenuzan el acontecer político, social o cultural de una
comunidad.
1 Núñez Ladevéze, Luis, Introducción al periodismo. Ariel Comunicación, Barcelona,
1995, p. 205, p. de cita, 21. Aunque el reportero es un intérprete de la realidad, desde el
momento en que selecciona datos, su tarea preponderante no es la de analizar en sus
escritos los hechos, sino informar con estilo objetivo, y su texto se ubicaría entre los
informativos, alejados de los interpretativos y opinativos, que son más propios de otros
géneros como la crónica, la columna, el editorial o la columna. Sin embargo, nadie es
neutral ante los acontecimientos, y por eso cabe la afirmación de que el periodista es un
intérprete de la realidad. Núñez Ladevéze aclara que el periodista no es el único profesional
cuyo oficio consiste en interpretar la realidad social. "También lo hacen los políticos, los
sociólogos y, en algún grado, todo ciudadano. Pero los ciudadanos tienen diversos oficios y
su dedicación a interpretar las noticias y su cualificación para hacerlo, que puede ser mayor
o menor, no constituye su ocupación principal. Justamente porque no es ése su oficio le
resulta útil que el periodista se especialice en esa función. Del político le distingue el que
no está personalmente comprometido con la interpretación de los hechos (...) El sociólogo
sí es un testigo imparcial como el periodista, pero no analiza los hechos desde el interior del
fluir informativo, sino como si estuviera al margen o fuera un espectador ajeno a ese
devenir", p. 29-30.
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Y si existe algo ligado a la redacción de la noticia es el estilo objetivo2, que puede
considerarse como un acercamiento a los hechos sin opiniones o evaluaciones del
periodista, con el objeto exclusivo de "informar" de los acontecimientos.3
Carlos Marín y Vicente Leñero, en su Manual de Periodismo, definen a la noticias
como una información periodística que brinda datos sobre un hecho actual, desconocido,
inédito, de interés general y con determinado valor político ideológico. La noticia es, pues,
la información de un hecho: la materia prima del periodismo.
La noticia, continúan los autores, es un escrito veraz, oportuno, objetivo.
"Veraz, porque transmite la realidad periodística sin mentir, sin deformar, sin
tergiversar.
"Oportuno, porque se refiere a la actualidad inmediata, a los hechos ocurridos ayer,
a los sucesos de hoy. Por esto ocupa un lugar preeminente en diarios y noticiarios.
"Objetivo, porque no admite las opiniones ni los juicios del reportero, por más
atinados que pudieran parecer"4.
El maestro de la Carlos Septién García, Manuel Pérez Miranda, dice que la noticia
es el motor del periodismo, y Alex Grijelmo, autor del Libro de Estilo de El País, considera
a la noticia como la esencia del periodismo, la materia prima: "Noticia es todo aquel hecho
novedoso que resulta de interés para los lectores a quienes se dirige el periódico".5
Mar Fontcuberta señala que para que una información sea noticia requiere la
conjunción de tres factores: a) que sea inmediata: b) que sea reciente, y c) que circule.6
Para los viejos periodistas, la noticia tiene que ver con todo lo que hace vibrar, con
lo que origina fuertes descargas de adrenalina, lo que lleva a no comer por horas, lo que lo
mantiene en pie, pues la noticia tiene que ver con lo inmediato, con lo que está pasando.
Para Emil Dovifat, las noticias son comunicaciones sobre hechos nuevos surgidos
en la lucha por la existencia del individuo y de la sociedad.7
2 En este sentido, me parece muy interesante citar las palabras del filósofo Karl Popper al
referirse a la objetividad: Objetividad periodística
Las palabras “objetivo” y “subjetivo” son términos filosóficos cargados de una pesada
herencia de usos contradictorios y de discusiones interminables y nunca concluyentes.
El empleo que hago de los términos “objetivo” y “subjetivo” no es muy distinto del
kantiano. Kant utiliza la palabra “objetivo” para indicar que el conocimiento científico ha
de ser justificable, independientemente de los caprichos de nadie: una justificación es
“objetiva” si en principio puede ser contrastada y comprendida por cualquier persona. “SI
algo es válido -escribe- para quienquiera que esté en uso de razón, entonces su fundmanete
es objetivo y suficiente”. Popper, Karl. La lógica de la investigación científica. Tecnos
Madrid, p. 43, sin fecha. Pp. 451
3 Para DAvid Randall, en El periodista Universial, Siglo XXI, Madrid, 1990, p. 198, el
periodismo es por naturaleza un proceso subjetivo. Le resulta tan inevitable generar y
proyectar opiniones como a una vaca dar leche. 4 Marín y Leñero, Manual de periodismo, p. 47
5 Grijelmo, Álex. El estilo del periodista. Taurus, Madrid, 1997, p. 27
6 Fontcuberta, Mar. Estructura de la noticia periodística. ATE, Barcelona, 1981, p. 13, pp.
183 7 Emil Dovifat, Periodismo, UTHEA.
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Fraser Bond, por su parte, dice que noticia es un informe oportuno de todo aquello
de interés para la humanidad, y la mejor noticia es aquella que interesa al mayor número de
lectores. El más alto grado de interés por un suceso es lo que le ocurre al hombre, todo
aquello que le afecta a él mismo... Los factores de la noticia: oportunidad, proximidad,
magnitud e importancia.8
Charlas A. Dana considera a la noticia como cualquier cosa que hace hablar a la
gente. Y en esa misma dirección, Arthur McEwen, del Examiner de San Francisco, señala
que noticia "es todo lo que hace exclamar ¡caramba! al lector. Lorenzo Gomiz, también
dentro esta misma perspectiva, escribe que la noticia "es la versión periodística de un hecho
capaz de tener repercusiones".9 Y ese ¡caramba! no sólo es aplicable al lector, sino al
reportero mismo, que ante un hecho, que considera noticioso, lo lleva a olvidarse de comer
y a emocionarse, y este mismo interés "debe conseguir que el lector pague" por el
periódico.10
Gomis añade que es más noticia el hecho más capaz de repercutir en otros hechos
que sean noticias.11
Así, reúne dos elementos importantes para la noticia: su capacidad de
generar comentarios y repercutir en otros hechos. Esto incluso lo formula en la ecuación:
CIP= ECM + ECN
2
"En la que CIP es el coeficiente de interés periodístico, ECM la expectativa de
comentarios y ECN la expectativa de consecuencias. Por expectativa de comentarios
entendemos la amplitud y la intensidad con que el hecho estimamos que va a ser comentado
por el lector –y por los mismos medios– lo que dará que hablar y que pensar, o si se
prefiere, simplemente el número de comentarios que se estima que va a provocar. Por
expectativa de consecuencias entendemos el volumen, intensidad y trascendencia del hecho
que damos como noticia, o, de otra manera, las acciones o nuevos hechos que provocará".12
Anon comentaba en 1783 que cuando "en un periódico no hay asesinatos y atracos,
violaciones e incestos, bestialismo y sodomía, sacrilegios, cartas incendiarias y
falsificaciones, ejecuciones y duelos, se dice que está desprovisto de noticias".
William L. Rivers señala que la noticia es la oportuna información de los
acontecimientos, hechos y opiniones que interesan a un buen número de personas. Las
palabras "oportuna" e "interesan a un buen número" son las más importantes.13
V. Mitchel Charnley dice que la noticia es la información corriente de los sucesos
del día puesta al alcance del público, información a menudo muy importante para hombres
y mujeres que desean saber bien qué deben pensar y cómo actuar. La noticia es la crónica
oportuna, concisa y exacta de un suceso: no el suceso mismo.
8 Fraser Bond, Introducción al periodismo, Limusa.
9 Gomiz, Lorenzo. Teorías del periodismo. Cómo se forma el presente. Paidós
comunicación. Barcelona, 1991, p. 49 10
Gomiz, Lorenzo. Teorías del periodismo. Cómo se forma el presente. Paidós
comunicación. Barcelona, 1991, p. 57 11
Gomiz, Lorenzo. Teorías del periodismo. Cómo se forma el presente. Paidós
comunicación. Barcelona, 1991, p. 94-95 12
Gomiz, Lorenzo. Teorías del periodismo. Cómo se forma el presente. Paidós
comunicación. Barcelona, 1991, p. 103 13
Rivers, (Periodismo, prensa, radio y televisión, Ed. Pax).
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Las anteriores son definiciones clásicas, pero también podríamos encontrar
definiciones modernas como la de Carl N. Warren quien dice que noticia, como arte o
verdad, es una palabra breve y de múltiples significados. En el sentido estricto, se trata de
un producto tan simple y directo como el jabón o los zapatos. En el sentido amplio, su
calidad es escurridiza, su variedad infinita y no tiene más límites que los de la propia vida.
Abraham Moles, en tanto, introduce una definición más tecnológica: "Materia informativa
y materiales constitutivos de mensajes hablados y escritos, publicados bien el intermedio de
canales de difusión profesionales, bien por los canales de difusión masivos. Las noticias
son ítems de comunicación representativos de actos, pensamientos o acontecimientos".14
Algunos periodistas mexicanos también han definido a este género. Raúl Durán
Cárdenas, quien fuera jefe de redacción de Novedades, indicaba que la noticia es el hecho,
consumado o por acontecer, que interesa a una sociedad o parte fundamental de ella. La
noticia debe conjugar varias características, pero, fundamentalmente, trascendencia y
oportunidad.
Alejandro Ramos, quien fue subdirector de El Financiero, dice que noticia es un
hecho, declaración o hasta cifra que provoca emoción, dolor, alegría, odio, amor, reflexión,
en síntesis, lo que obliga al corazón y al cerebro a trabajar más aprisa.
Alfonso Serrano Maturino señala que la noticia es el acontecimiento de ayer que
vale la pena registrarse en la historia de hoy.
Otros han definido a la noticia como lo actual, lo verdadero y lo interesante.
Lo verdadero es quizá el requisito más importante porque de lo contrario podría
convertirse en literatura. Por ejemplo, el caso de Janet Cooke, quien ganó el premio Pulitzer
escribiendo para el Washington Post una serie titulada "El Mundo de Jim", que hablaba de
un niño de ocho años de edad adicto a las drogas, pero Jim nunca existió y la reportera y el
periódico tuvieron que devolver el premio. Por eso, el publicar mentiras es el peor pecado
en el periodismo.
El caso de Janet Cooke, sin embargo, no era el primero. En el siglo XIX era común
inventar hechos. Por ejemplo, en una ocasión William Randolh Hearst le pidió a una de sus
reporteros que escribiera sobre siete personalidades de San Francisco. Un personaje fue
inventado: se trataba de un niño que trabajaba para alimentar a sus hermanos más
pequeños. Incluso, la madre del magnate fue engañada al encabezar una recaudación para
mejorar la suerte del niño. El dinero obtenido fue a parar en bares y prostíbulos.15
Melvin Mencher citado por José Luis Benavides y Carlos Quintero en Escribir en
prensa considera que en un hecho noticioso existen dos lineamientos importantes:
1. Noticia es cuanto se registra una ruptura del flujo normal de los eventos, una
interrupción de lo esperado.
2. También lo es aquella información que la gente necesita para tomar decisiones
acertadas sobre sus vidas.
Noticias y lectores
14
Moles, (Las noticias y la información, Biblioteca Salvat, Salvat Editores, Barcelona
1973, p. 19) 15
Leguineche, Manue. "Yo pondré la guerra", p. 14
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Quienes al final indican qué es noticia y qué no lo es, son los lectores, por eso "el escritor
satírico británico Michael Frayn abordó esta problemática en The Tin Man, donde se
programa un ordenador para producir diariamente noticias adaptadas a los resultados de las
encuestas. Así pues, se pregunta a la gente qué noticias prefieren, cada cuánto tiempo
quieren que ocurran y qué detalles les gustan más. ¿Hay que informar sobre una catástrofe
aérea una vez al mes o con mayor frecuencia? ¿Conviene que se descubran juguetes
infantiles entre los restos del avión? Cuando hay un asesinato, ¿es mejor que la víctima sea
una niña pequeña, una anciana o una embarazada soltera? ¿Y es preferible que el cadáver
aparezca desnudo o en ropa interior?
La antología
Esta antología reúne a cinco autores fundamentales para entender lo que es noticia y cómo
debe abordarse. Se inicia con un texto de Federico Campbell, quien ofrece una introducción
a los diversos géneros periodísticos. Continúa después con un texto de Miguel Ángel
Abstener, sobre cómo se concibe la noticia, y un texto complementario de Concha Edo.
La tercera lectura es de Ryszard Kapuscinski quien se refiere al periodista y las
cualidades que debe tener, y concluye con Manuel López, con un texto sobre las fuentes
noticiosas.
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APROXIMACIÓN A LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS
Federico Campbell. Periodismo escrito.
Ariel Comunicación. México, 1995, pp.
24-26, 42-43, 54-57, 87-88, 119-121
LA ENTREVISTA
Hay muchas clases de entrevistas pero no todas son periodísticas: la conversación entre un
médico y su paciente, las preguntas que hace un detective a diversas personas durante su
investigación, el intercambio de datos e impresiones entre un jefe de personal y el aspirante
a una plaza, el diálogo que se establece entre los alumnos y su maestro en la clase, la
provocación a la inteligencia que mediante la mayéutica Sócrates hacía a sus discípulos.
Lo específico y distintivo de la entrevista periodística es su finalidad: el entrevistador
entrevista al entrevistado con el propósito de recabar información y ubicarla en una revista
o un periódico. Por eso la primera regla del juego es que el entrevistador se identifique: dé
su nombre, diga a cuál medio informativo pertenece, y establezca qué tema es el que quiere
tratar con el entrevistado. Sólo así, de entrada, se tiende una relación seria, profesional, leal,
con el entrevistado.
La entrevista es un diálogo entre un periodista y un sujeto, transcrito en forma de
preguntas y respuestas. En todas sus indagaciones, cuando sale en busca de la información,
el reportero hace entrevistas: toma notas, graba, recoge declaraciones. Pero no siempre -
sobre todo si se trata de una noticia- presenta su texto en forma de preguntas y respuestas.
Este formato lo reserva para un trabajo de redacción de mayor despliegue en el que importa
la personalidad y la significación social del entrevistado. La idea de mostrar por escrito
cómo se fueron eslabonando las preguntas y las respuestas pretende hacer ver ante el lector
cómo es el entrevistado, qué piensa y cómo razona lo que piensa; es decir, el periodista
trata de hacer un retrato -un profile, se dice en la jerga norteamericana, especialmente en la
revista The New Yorker- del entrevistado, a quien por sus palabras lo conoceréis.
En su manual de redacción, la agencia española EFE estatuye que hay dos tipos , de
entrevistas:
Las que tienen un formato de preguntas y respuestas y aquellas otras en las que las ideas, la
personalidad, las obras, la biografía y las circunstancias actuales del entrevistado constituyen parte
importante de la información.
Tanto en el primero como en el segundo caso, después de los tres primeros
párrafos, deben incluirse un resumen de las declaraciones más importantes y algunos
datos sobre el entrevistado.
En El País. Libro de estilo se reconocen tres tipos de entrevistas: la entrevista de
declaraciones, la entrevista-perfil y una mezcla de ambas.
"Las declaraciones obtenidas mediante el diálogo con un personaje no siempre han de
adquirir la forma de entrevista. La presentación con preguntas y respuestas debe reservarse
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para las entrevistas extensas y a fondo. En los demás supuestos, su presentación será la de
un reportaje o, si tiene interés como información de actualidad, la de una noticia, en ambos
casos con sus correspondientes entrecomillados", escriben los editores de El País. Para lo
que se denomina "entrevista-perfil", el mismo libro de estilo establece que este tipo de
entrevista "admite una mayor libertad formal, al no ser necesaria la fórmula pregunta-
respuesta. En este caso se pueden incluir comentarios y descripciones, así como intercalar
datos biográficos del personaje abordado".
Lo que no hay que perder de vista es que el entrevistado irrumpe con sus preguntas en
el flujo mental del entrevistado, quien expresa sus ideas y hace declaraciones que de otra
manera no hubiera hecho. Y es que la entrevista es una interlocución, el encuentro de dos
inteligencias: una relación humana -cada uno llega con su personalidad y su bagaje
cultural- de la que surge un texto distinto al que elaboraría una persona en la intimidad de
su escritura. Por eso es frecuente que el lector se interrogue: ¿quién es el verdadero autor
de la entrevista?
La interview (como se le empezó a llamar en Nueva York hacia 1836) responde a una
autoría doble: la del entrevistado y la del entrevistador. Ambos son activos y pasivos
alternativamente, aunque sea el entrevistador el que conduzca la conversación con
preguntas dirigidas que intentan mantener al entrevistado dentro de un cierto campo
temático. Ambos son autores de la entrevista, a pesar de que para fines del derecho de autor
sea el periodista el titular de ese derecho. En el periodismo francñes se tiene la costumbre
de no firmar las entrevistas, como concediendo que el entrevistador no es dueño ni autor al
ciento por ciento de su texto. Sólo al final de la entrevista se asienta la frase propos
recueillis par que precede al nombre del periodista. (Literalmente propos significa
"dichos", recueillis , "recogidos".)
En nuestro medio tenemos los casos de dos libros de entrevistas que eliminan a los
entrevistadores como autores: Pasión crítica, de Octavio Paz, y Viaje al centro de la
fábula, de Augusto Monterroso. En ambos libros se da crédito a los periodistas adentro, no
en la portada.
El trabajo del periodista consiste en hacer hablar a la gente. Todo el mundo tiene algo
que decir y, con algunas excepciones, desea que alguien venga y se lo pregunte. Pocas
personas son capaces de guardar un secreto. Pero el periodista nunca debe olvidar que es un
intermediario, un representante del lector, y no un protagonista: es un espectador, no un
actor. Tiene que saber escuchar y no hablar, salvo en el momento de hacer una acotación o
solicitar una aclaración. Debe trabajar con la imparcialidad de una mente abierta, sin
prejuicios, es decir: sin juicios preconcebidos. Las mejores entrevistas suelen ser aquellas
en las que el periodista desaparece, no se nota, no le roba cámara al entrevistado. En eso
consiste su buena educación, su elegancia, su respeto por el lector y el entrevistado.
Sin embargo, un entrevistador no es un taquimecanógrafo que toma al dictado todo lo
que le dice el personaje entrevistado. Sus preguntas pueden ser criticas y plantear
objeciones. No puede ser complaciente ni renunciar a su dignidad de reportero que realiza
un trabajo profesional y de interés público. Parte del hecho de que la gente, en una sociedad
democrática, tiene derecho a saber todo lo concerniente a la vida pública. No puede ponerse
al servicio, pasivamente, de su interlocutor. Ha de hacer preguntas breves, claras, precisas,
sobre el tema convenido con el entrevistado, pero al mismo tiempo debe tener el instinto, la
intuición, el tacto, para dejar hablar al entrevistado -para no interrumpirlo- si éste entra en
una digresión cada vez más apartada del tema, porque muy frecuentemente en las
digresiones se tocan aspectos que el entrevistador no había previsto en su cuestionario y
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que pueden ser de gran interés periodístico o reveladores.
El entrevistado, por su parte, suele ser alguien con autoridad en cierto campo
profesional: un científico, un historiador, un militar, un artista, un policía, un médico, un
político, un técnico del que se requiere su conocimiento especializado, pero también puede
ser alguien que ha sido testigo de un acontecimiento, un ciudadano común y corriente. La
condición es que alguien tenga autoridad o conocimiento sobre un tema o un hecho.
LA CRÓNICA
Se trata de una relación de hechos, detalles, ambientes, escrita en un orden no
necesariamente cronológico. Es la narración de un acontecimiento de interés colectivo en la
que el cronista se puede permitir comentarios y acotaciones y ejercer su estilo personal.
Si bien la crónica responde a todas las interrogantes de la nota informativa –qué,
quién, dónde, cuándo, cómo y por qué- a fin de cubrir para el lector todo el espectro de la
información básica, su característica como género periodístico es que el cronista pone el
énfasis en el cómo sucedieron las cosas. De ahí la parodia de crónica periodística que
Gabriel García Márquez hace en su novela Crónica de una muerta anunciada: desde las
primeras líneas ("El día en que lo iban a matar...") el lector ya sabe que el personaje murió;
sin embargo, de lo que trata la novela es acerca de cómo fue asesinado Santiago Nasar.
En términos generales, todo el periódico es crónica y todos los periodistas son
cronistas que se dividen el trabajo de hacer las crónicas diarias: la parlamentaria, la cultural,
la deportiva, la judicial, la política. Estas crónicas contienen la materia prima del
periodismo -la información. la noticia, la nota informativa-, pero la intención del cronista
consiste en ir más allá de los hechos: describir el ambiente en que se producen, un contexto,
y elaborar a lo largo del relato una interpretación. Para los redactores de El País. Libro de
estilo, "el estilo de la crónica está a medio camino entre la noticia, la opinión y el
reportaje".
La crónica se distingue del reportaje en que no media en ella una investigación
documental ni testimonial, aunque sí recoge el cronista -para dar color y verosimilitud-
frases pertinentes de quienes tengan un valor de testigos. "Un buen periodista tiene que
saber ver una cosa con claridad y describirla con sencillez. Relatar lo sucedido y darle al
lector la impresión de que él mismo lo ha visto constituye una buena crónica", dice Arthur
Brisbane. El reportaje suele ser más impersonal, más objetivo, y en su redacción el
reportero se desvanece, no tiene una presencia como en la crónica. Leñero y Martín dicen
que "el reportaje se asemeja a la crónica cuando relata la historia de un acontecimiento y
sigue para ello una relación secuencial; la diferencia principal sería que la crónica
periodística se ocupa de acontecimientos noticiosos, en tanto que el reportaje profundiza en
la información noticiosa, averigua sus causas y adelanta consecuencias" .
Cuando estos autores hablan de crónica informativa, de opinión e interpretativa, en
realidad ensayan su clasificación según el grado de intervención del cronista en la crónica.
En la crónica informativa el reportero se cuida de no incorporar sus juicios al relato; en la
de opinión se permite acotaciones y comentarios incluso irónicos; y en la interpretativa el
cronista de plano enjuicia los hechos y más que informar, cosa que no deja de hacer, orienta
al público lector, como cuando en su crónica sobre el terremoto de 1985 en la ciudad de
México Carlos Monsiváis introduce la reflexión política en sus descripciones y recuentos.
Al presentar su Antología de la crónica en México (ed. Difusión Cultural de la UNAM,
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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México, 1979), libro que después reeditaría ligeramente corregido y aumentado bajo el
título de A ustedes les consta (ed. Era, México, 1980), Carlos Monsiváis trata también de
discernir las diferencias entre crónica y reportaje. Monsiváis se adhiere a la idea de que en
la crónica se practica una reconstrucción literaria de sucesos o figuras, un género
periodístico donde el empeño formal domina sobre urgencias informativas y versiones
directas. Pero como en ciertos casos la crónica y el reportaje se confunden, Monsiváis
establece el siguiente matiz cuando explica el criterio de su selección antológica: "Debí
asumir la no muy clara ni segura lejanía entre objetividad y subjetividad, lo que traduje a
premisas técnicas: el reportaje, por ejemplo, requerido de un tono objetivo, desecha por
conveniencia la individualidad de sus autores: así, Los ejércitos de la noche (ed. Grijalbo,
México, 1969), de Norman Mailer, no podría ser, técnicamente, un reportaje. En la crónica,
el) juego literario halla ventajoso usar la primera persona o narrar acontecimientos como
vistos y vividos desde la interioridad ajena. Idealmente, en la crónica priva la recreación de
atmósferas y personajes sobre la transmisión de noticias y denuncias".
¿QUÉ ES UN REPORTAJE?
Es una indagación.
A diferencia de la crónica, cuyo énfasis está en el cómo y en la descripción de una
atmósfera, el reportaje es una indagación: una investigación sustentada en datos
provenientes de la realidad, de uno o varios declarantes que se identifican civilmente (es
decir, que dan su nombre) o de documentos.
El género periodístico que "combina la información con las descripciones y las \
interpretaciones de estilo literario" es, para los redactores de El País. Libro de Estilo, el
reportaje.
Para Máximo Simpson el reportaje es "una narración informativa en la cual la
anécdota, la noticia, la crónica, la entrevista o la biografía están interrelacionadas con los
factores estructurales, lo que permite explicar y conferir significación a situaciones y
acontecimientos; constituye, por ello, la investigación de un tema de interés social en el
que, con estructura y estilo periodístico, se proporcionan antecedentes, comparaciones y
consecuencias, sobre la base de una hipótesis de trabajo y de un marco de referencia teórico
previamente establecido". (Revista mexicana de ciencias políticas y sociales, núm. 86.
"Reportaje, objetividad y critica social (el presente como historia)", UNAM, México,
1977.)
Según el escritor argentino, el reportaje se distingue por las siguientes características:
1. Representa una investigación.
2. Proporciona antecedentes, comparaciones y consecuencias.
3. Se refiere a una situación general de carácter social, aunque parta de un hecho
particular.
4. Incluye análisis e interpretaciones.
5. Establece conclusiones.
Reportaje viene del francés reportage, es decir: del verbo reporter (llevar, trasladar).
El galicismo "reportar" es incorrecto e inaceptable en castellano cuando se utiliza en vez de
informar. En sentido estricto, reportar significa proporcionar una cosa a alguien, beneficio o
satisfacción, como cuando se dice: "Esta novela ha reportado a Juan Villoro gran
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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reconocimiento y muchas regalías". En castellano, pues, reportar quiere decir conseguir u
obtener, pero no informar, que sí es lo que significa el verbo reportare en latino .
En todo caso la acepción más simple de reportaje es que se trata de una información
periodística escrita luego de que el reportero ha hecho una encuesta o una investigación, ya
sea porque fue testigo ocular de los hechos o porque hizo entrevistas o recogió datos -en
documentos, por ejemplo- sobre los mismos.
Según la concepción del periodista venezolano Eleazar Díaz Rangel, el reportaje es el
género periodístico más completo y más complejo: "El más completo porque) comprende,
aunque no necesariamente, a todos los demás géneros del periodismo) informativo. En el
reportaje hay noticia. Nace de una noticia para desarrollarla, profundizarla y analizarla;
puede emplear la reseña y la entrevista, y necesariamente tendrá que utilizar todas las
formas del lenguaje, la narración, la descripción, el diálogo y la exposición conceptual,
juntas o algunas de ellas".
La observación más original de Vicente Leñero y Carlos Marin, en su Manual de
periodismo (un libro que entre otras virtudes tiene la de referirse siempre a un contexto
mexicano, a diferencia de los manuales de antaño), es que el reportaje suele servirse de
algunos géneros literarios, de tal modo que "puede estructurarse como un cuento, una
novela corta, una comedia, un drama teatral", como puede constatarse en la práctica
estilística del propio Vicente Leñero recogida en Talacha periodística (ed. Grijalbo,
México, 1988). Para cada uno de sus reportajes Leñero elige una forma particular, un cierto
punto de vista, una situación imaginada: monta, por ejemplo, el diálogo de una entrevista
con Juan José Arreola a lo largo de un juego de ajedrez.
También para Leñero y Marín el reportaje es el género mayor del periodismo: el más
completo de todos: "En el reportaje caben las revelaciones noticiosas, la vivacidad. de una
o más entrevistas, las notas cortas de la columna y el relato secuencial de la crónica, lo
mismo que la interpretación de los hechos, propia de los textos de opinión". Además, el
reportaje permite al periodista la práctica del ensayo, "recurrir a la archivonomía, a la
investigación hemerográfica y a la historia". Así, el reportero es un investigador tanto en el
sentido en que lo es un detective -en el campo de acción, en el escenario de los hechos-
como en el modo en que ejerce su oficio un historiador, en los archivos.
Género en el que todos los otros géneros periodísticos confluyen, el reportaje -
exposición detallada y documentada de un suceso, estructurada con estilo, precisión y
amenidad- va más allá de la noticia: "profundiza en la causa de los hechos, explica los
pormenores, analiza caracteres, reproduce ambientes, sin distorsionar la información"
porque, aunque puede servirse del arsenal literario, le está vedado hacer literatura: no es
novela ni es cuento. En el reportaje el periodista es un intermediario, un espectador, un
informador riguroso que responde a las preguntas lógicas (clásicas) de la información
periodística.
Leñero y Marín van contrapunteando el reportaje con la noticia, la entrevista, la
crónica, el artículo o el ensayo y el cuento. Establecen sus diferencias. Si la crónica se
ocupa de acontecimientos noticiosos, relatando de manera secuencial la historia de un
hecho, el reportaje se encarga de profundizar en la información noticiosa y de averiguar sus
causas. Si el artículo y el ensayo se mueven en los terrenos de la reflexión, el reportaje, por
el contrario, es siempre una exposición viva de los acontecimientos. Si esta viveza
emparenta al reportaje con la ficción narrativa, y puede obedecer a los tres tiempos de la
tragedia clásica (planteamiento, nudo y desenlace), lo cierto es que no se le puede
identificar con el cuento porque "no trabaja con situaciones imaginarias ni con personajes
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de ficción, sino con hechos y protagonistas reales".
La muestra antológica de México en cien reportajes (ed. Pipsa, México, 1990) es un
reconocimiento al reportaje mexicano, a sus reporteros y a sus fotógrafos. Comparecen en
sus páginas acaso muchos de lo que han sido los mejores periodistas del país, como
Fernando Jordán, Carlos Septién García, Rosa Castro, Julio Scherer, Jorge Piño Sandoval,
José Natividad Rosales, Héctor Pérez Martínez. Sus reportajes van de 1891 a 1990, de Gil
BIas y Heriberto Frías ("Los perros de Tomochic") hasta Carlos Ramírez y Armando Ayala
Anguiano ("Catástrofe petrolera: el Ixtoc"). Pueden leerse en sus páginas "Con Fidencio, en
Espinazo", de José Pagés Llergo, "Baja California, en pie de guerra", de Edmundo Valadés,
"Humillante tráfico de braceros", de Fernando Jordán.
Todos estos magistrales trabajos hacen decir a Vicente Leñero que el reportaje
pretende hacer la historia de nuestro presente.
"Caracterizado por la velocidad de una prosa que anunciaba el nerviosismo
periodístico del futuro y por un afán de averiguarlo todo, el reportazgo rompió el
celoso orden de la crónica, eliminó sus contaminantes poéticos y decidió calar en el
fondo del acontecimiento. Ya no importaba observar tan sólo la realidad y
transmitirla con emoción, ahora se hacía preciso investigar primero, hundirse en las
profundidades de los temas candentes, y develarlos luego sin subterfugios ni
malabarismos líricos."
En un ensayo publicado en la revista Kiosko (núm. 1, México, 1990), Raymundo
Riva Palacio elabora unos "apuntes sobre el reportaje". Después de compartir su
experiencia personal, el reportero mexicano -que ha trabajado muchos años como
corresponsal de Excélsior en el extranjero y ha sido uno de los editorialistas más destacados
de El Financiero y de Reforma- señala que hay diferentes tipos de reportajes: informativo,
de investigación, interpretativo, descriptivo, reportaje-entrevista, biográfico o narrativo.
Su conclusión es que los reportajes, en última instancia, son como las ensaladas:
Hay que reunir todos los ingredientes (información), revolverlos (procesamiento), y
prepararlos (redacción). Cualquiera puede preparar una ensalada, con los
conocimientos culinarios básicos, de la misma forma en la que cualquier reportero
puede escribir un reportaje. La diferencia, en ambos casos, son los aderezos. Un
gran reportaje es el que logra hacer sentir al receptor, el que le provoca la alegría, el
dolor o la ira; el que le deja una sensación de satisfacción con lo que ha leído, más
allá de su reacción emocional; el que transporta al lector al lugar mismo del
acontecimiento y le transmite el matiz de los colores y la profundidad de los olores.
El reportaje es un gran fresco donde las pinceladas son palabras y el reportero es
capaz de proyectar, desde las páginas en blanco y negro, el calidoscopio multicolor que es
toda la sociedad.
Toda la formación y toda la experiencia de un reportero tienen como objetivo
preparado para ejercer de la manera más sugestiva y clara posible su capacidad de síntesis.
Su trabajo consiste en simplificar: en volver simple lo complejo. De un océano de
informaciones, el reportero habrá de elegir las más significativas, los datos que mejor
argumenten su hipótesis de trabajo y le den un sentido a su historia.
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Los datos provienen de documentos, archivos, libros, personas que se identifican y dan su nombre
para responsabilizarse de sus declaraciones. Ciertamente Gerardo Galarza se documentó en libros y archivos
para recrear la historia de Pozos, Guanajuato, el pueblo en el que de manera accidental se descubrieron unos
esqueletos en 1987. Seguramente entrevistó a muchos parroquianos. Sin duda alguna consultó con peritos en
osamenta y criminalística para abonar su reportaje sobre el misterioso entierro colectivo e ilegal y relacionarlo
con la matanza de Tlatelolco del 2 de octubre de 1968. Gerardo Galarza leyó, apuntó, grabó miles de datos,
pero sólo consagró a su extraordinaria pieza periodística los más relevantes, sólo los que le eran útiles para el
efecto de la composición de su nota.
EL ARTICULO DE FONDO
Aunque en México suele confundirse con la columna, porque también aparece en un lugar
fijo con cierta periodicidad (diariamente, dos o tres veces a la semana, semanalmente) y
signado con una firma reconocida, el artículo de fondo, como su nombre lo indica, trata de
ir más allá de la información noticiosa encuadrándola en un contexto más amplio para
proceder a su análisis.
Es cierto que el articulista de fondo también puede escoger cualquier tema de su
interés y no necesariamente uno de actualidad, y que el columnista hace lo propio, pero lo
tradicional en la historia del periodismo ha sido que en el artículo se trace un cuadro de
mayor profundidad sobre el acontecimiento en cuestión.
Podría decirse que la diferencia entre el artículo de opinión, de fondo o de
comentario, y la columna es muy sutil, pero se distinguen en primer lugar por el estilo
(mucho más personal y heterodoxo en la columna) y en segundo porque la columna se
identifica tipográficamente con una cabeza que le sirve de título permanente, verbigratia:
Conjeturas, Red Privada, Marcador, Plaza Pública, Indicador Político, Inventario, Máscara
Negra, Carta de Copilco.
Una definición escolar -la del Diccionario de la información, la comunicación y el
periodismo, de José Martínez de Sousa (ed. Paraninfo, Madrid, 1981) caracteriza al artículo
como "un texto unitario, de regular extensión, consagrado a una información, una
explicación o un comentario, en el que el autor sostiene determinadas opiniones, desarrolla
una idea o comenta un acontecimiento o hecho, normalmente de interés general". .
"La columna tiene características propias, de forma y contenido, que la singularizan e
identifican", escribió Manuel Buendía en Ejercicio periodístico (ed. Océano, México,
1985) al citar una conferencia que dio e129 de agosto de 1977. "Es el género periodístico
que más claramente puede diferenciarse de todos los demás: sus características externas,
visuales, son fácilmente apreciables: lugar fijo, título, periodicidad, firma, formato,
etcétera. Y en cuanto a la oportunidad que ofrece para el desarrollo de un estilo que puede
llegar hasta la subjetividad más plena, me parece que sobrepasa las posibilidades de los
otros géneros".
Y es que para Manuel Buendía, por mucho que se parezca a la columna en cuanto a
su libertad temática, su enfoque y la utilización del lenguaje, la verdad es que el artículo de
fondo es monotemático y "está sujeto a una estructura que no da mucho de sí".
El artículo de comentario, de opinión o de fondo, requiere de un estilo distinto al de la
columna y al de la crónica; suele mantenerse en los límites de lo convencional y lo
impersonal, mientras que la, columna es más libre en su expresión escrita.
En algunos periódicos del mundo, como El País, de Madrid, se acostumbra que todos
los artículos de opinión lleven un pie de autor, una nota al pie de la página en la que se
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informa la filiación política del autor, "por muy conocido que sea éste", y además del cargo,
el título, la ocupación principal, su oficio, su relación con el tema abordado. La idea es no
engañar al lector -como suele suceder en México, donde tantos periódicos acogen a
funcionarios propagandistas del gobierno- haciéndole creer que el autor del artículo es un
periodista profesional que hace un comentario.
El artículo de opinión viene después de los hechos que aparecen en las primeras
informaciones redactadas con objetividad e imparcialidad. En el artículo el criterio es más
laxo y cabe la subjetividad del autor, que deberá resumir los hechos y otros datos
brevemente porque su texto debe ser autosuficiente; no puede dar por descontado que el
lector ya está enterado de la información que se comenta. "Un error grave es polemizar con
las declaraciones de alguien sin especificar qué fue lo que se dijo exactamente", advierte el
italiano Piero Ottone en Il buon giornale (ed. TEADUE, ~Milán' 1987), y añade: "El juicio
debe quedar expresado de manera clara y si resulta confuso, ambiguo, ambivalente, es
mejor no escribir nada. En el artículo de fondo hay que tener el valor de arriesgar las
propias opiniones".
Si el periódico es un vehículo para la circulación de las ideas, el artículo de fondo se
suma al debate cotidiano que se da en una cierta comunidad como extensión de la plaza
pública o el parlamento.
El artículo no es un alegato judicial, aunque se le parece. Es una argumentación a la
manera del ensayo literario. Se parte de una premisa y se va bordando en tomo a ella hasta
volver suficientemente persuasivo el argumento. El articulista debe desarrollar el arte de la
persuasión y proyectarlo en su escrito, decía Manuel Buendía. "No puede esperar del lector
que crea lo que él dice sólo porque es considerado una voz autorizada; al contrario, debe
argumentar su posición respecto a la noticia que se comenta", agregaba. También estaba
convencido Buendía de que la presentación del argumento tiene que basarse en hechos
objetivos y que "la inteligencia debe prevalecer sobre la emoción y expresar así el
significado real del hecho". Enjuiciamiento; explicación, calificación, la argumentación del
artículo sigue el procedimiento de armar una tesis y llegar a una síntesis.
En ningún otro género como en el artículo de fondo se antoja más evidente la
semejanza entre el periodista y el historiador. Los grandes historiadores son los que saben
identificar en un cierto periodo a los personajes significativos, los acontecimientos que
cuentan, los estados de ánimo prevalecientes, y logran establecer las relaciones justas entre
unos y otros para ofrecer un escenario coherente que permita al lector revivir hechos
remotos del pasado como si hubiera sucedido ayer. "Al periodista se le puede comparar con
el historiador, sólo que su tarea consiste en ofrecer un cuadro coherente de las situaciones
actuales", dice Piero Ottone. Tal vez la convivencia del historiador con documentos y
hechos del pasado, y su análisis de los mismos, es lo que le facilita el comentario lúcido
"cargado de antecedentes que siempre trae a cuento" sobre las noticias de actualidad.
Piénsese si no en la evidencia de que muchos de los articulistas más notables del
periodismo mexicano han sido historiadores de profesión: Daniel Cossío Villegas, Lorenzo
Meyer, por ejemplo, o historiadores de la política, como Luis Javier Garrido.
Por lo demás, ¿no son los periodistas historiadores de lo inmediato, como decía
Renato Leduc?
LA COLUMNA
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A diferencia del artículo de fondo, que suele ser monotemático y convencional en su estilo,
la columna lleva implícita la personalidad literaria de su autor (recuérdense los casos de
Jorge Ibergüengoitia y Gabriel García Márquez). La columna es una reflexión: un
razonamiento, y de todos los géneros periodísticos es el que más se parece -toda proporción
guardada- al ensayo literario que sigue la tradición de Michel de Montaigne (1533-1592) y
de Francis Bacon (1561-1626).
A Manuel Buendía le gustaba la teoría de que la columna surge en la historia del
periodismo cuando, hacia 1872 y en los años subsiguientes, los lectores de Chicago y
Nueva York empiezan a aburrirse con el tono impersonal de los periódicos y exigen textos
de carácter más personal y humano. "Los periódicos iban bien, sí, pero se habían vuelto
demasiado impersonales. Aunque parezca incongruencia, la verdad es que a medida que
avanzaba el perfeccionamiento técnico, fueron perdiendo la calidez. humana que habían
tenido en sus artesanales principios", dejó escrito Buendía en su Ejercicio periodístico.
Lo que distingue a la columna es que aparece en un lugar fijo del periódico o la
revista, diferenciada por un cierto formato tipográfico respecto a las otras secciones;
siempre va firmada por alguien de reconocido prestigio -generalmente un profesional del
periodismo- y se publica con determinada periodicidad: todos los días, una o dos o tres
veces a la semana. Tiene además una cabeza o un título que la identifica, como por
ejemplo: Red Privada, Plaza Pública, Indicador Político, Frentes Políticos, Inventario,
Conjeturas, Carta de Copilco, Máscara Negra, Marcador, La Rueda del Poder,
Periscopio.
Desde un principio, la columna empezó a aparecer en un recuadro, un apartado que
sugería exclusividad y confidencialidad, una zona del periódico en la que e1 lector empezó
a reconocer un tono íntimo de autor, un lugar privilegiado o una zona de tolerancia
estilística.
Pero no todo es formal: en la columna importa también la calidad de las revelaciones,
los datos nuevos, las primicias informativas, que el periodista va a acopiar mediante sus
investigaciones. Una de las peculiaridades de Red Privada, la columna de Manuel Buendía
que hasta 1984 se distribuía en más de treinta periódicos del país, era que no se limitaba a
una opinión. En el trabajo de Buendía -que le costó la vida- había una indagación y una
documentación rigurosa.
Se ha dicho que en el periodismo mexicano ha prevalecido la opinión por encima de
la información, que se han hecho periódicos y revistas más con artículos de comentario y
editoriales que con reportajes (José Pagés Llergo llegó a tener un gran éxito en los años 50
y 60 con una revista de columnas, Siempre!), y que se ha descuidado la idea de que un
periódico es más influyente por los hechos que investiga y publica, no por sus opiniones.
Sin embargo, la columna de Manuel Buendía tenía la particularidad de informar más que
opinar. No eran simples comentarios sus escritos. Eran revelaciones, y los hechos cuentan
infinitamente más que las opiniones; o, como solía decir F. D. Roosevelt los lectores se ven
más influidos por las noticias que por los comentarios. Aunque Manuel Buendía concedía
un gran valor al estilo, que según él en la columna se podía llevar a la subjetividad más
plena, la verdad es que su trabajo periodístico era más valioso por su información, o su
contenido, que por su forma. Era, antes que un estilista, un reportero.
Un columnista de esta estirpe obtiene su información de muchas fuentes, pero sobre
todo de sus múltiples relaciones personales y de su archivo:
"Si todo oficio tiene sus pequeños secretos, el del columnista no es la excepción. El
más interesante de esos secretos se llama archivo. Para todo reportero es importante
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poseerlo, pero un columnista simplemente estaría perdido sin su archivo", dijo en una
conferencia Manuel Buendía.
Como un periodista es ante todo un organizador de la información, resulta que su
archivo personal no comporta ningún misterio ni se abulta con documentos de
extraordinaria confidencialidad: se compone sobre todo de recortes de periódicos. El
columnista investigador lee todas las mañanas los diarios con las tijeras en la mano. Al paso
del tiempo los temas se van integrando y enriqueciendo solos; basta ir pescando las
novedades que de cuando en cuando van apareciendo en la prensa. Muchas personas se
asombran ante las revelaciones de un periodista y se preguntan cómo y dónde consigue su
información. Pero, como alguien decía, todo está en los periódicos: basta saberlos leer. Una
información de aspecto nuevo, comentaba Buendía, de pronto se forma sola en el archivo,
cuando varias piezas aparentemente inconexas se unen y producen algo de especial interés.
EL EDITORIAL
En una sección especial del periódico o de la revista se presenta el editorial, es decir: el
punto de vista de la casa. En los diarios mexicanos el editorial suele aparecer en página par,
al lado izquierdo de las dos páginas desplegadas, o empezar en primera plana con un pase a
interiores.
El editorial se refiere siempre a un asunto de interés público y de actualidad
periodística. Se redacta en un tono impersonal: con un tono "objetivo" y si bien se citan
todos los componentes del tema analizado, a fin de ponderar ante la inteligencia del lector
todos los factores en juego, es tradicionalmente válido que la dirección del periódico tome
partido.
En la sección editorial se suelen tratar varios asuntos, tres o cuatro, como es típico del
diario Excélsior.
En el editorial no se trata de beneficiar ni de perjudicar a nadie. Más que condenar o
celebrar, el texto del editorial pretende ser persuasivo: expone un argumento con palabras
sencillas, frases cortas, y no demasiadas oraciones subordinadas. Aspira a decir lo máximo
con el menor número de palabras. Trata de atrapar al lector desde la primera frase gancho y
mantener su atención.
Como es evidente, el editorial no lleva firma. Es anónimo, pero es un valor entendido
que la autoría del texto corresponde a los responsables del periódico: director y
propietarios.
Los encargados de escribir los editoriales son miembros de la redacción del periódico
o colaboradores externos que dominan una u otra materia; política, economía, relaciones
internacionales, derechos humanos, leyes electorales, derecho laboral, salud pública,
finanzas. Tanto dentro como hacia afuera del periódico se guardan con la mayor discreción
los nombres de quienes elaboran los editoriales.
En el editorial, escribe ManuelBuendía (Ejercicio periodístico), el redactor tiene
fundamentalmente tres clases de limitaciones: "Una, la política del periódico, que lo obliga
a asumir una posición y a conservar el tono que le ha sido marcado; otra obvia limitante es
el tema que se le fijó; y la tercera consiste en la extensión del escrito impuesta por el
formato de las páginas editoriales",
Es cierto que el editorial pertenece al ámbito de las opiniones y no al de los hechos o
la información. Los hechos, ciertamente cuentan mucho más que las opiniones y los
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periódicos suelen ser más poderosos e influyentes en la medida en que descubren hechos y
los publican, no cuando expresan opiniones. Sin embargo, hay un espacio en todo periódico
reservado a la discusión de las ideas: el editorial en primer término. Allí es donde se
expresa el pensamiento de la dirección del periódico y sus propietarios.
Si el diario es un vehículo para la circulación de las ideas, es lógico que los lectores
esperen del editorial una proposición inteligente y crítica respecto al problema político,
económico y social del momento: un razonamiento plausible en favor de los intereses de la
sociedad, no de un grupo de particulares. Esto es un ideal y así se entiende desde el punto
de vista teórico y estrictamente profesional periodístico: el tratamiento de los temas no se
hace en función de la defensa de una clase o una ideología sino en atención al
establecimiento de la verdad y del bien común.
Para el periodista italiano Piero Onone, en su libro Il buon giornale (ed. TEA, Miláp,
1987), "el periodismo tradicional refleja la concepción autoritaria, según la cual el que
manda (el jefe de la policía, el procurador, el funcionario público, el profesor de escuela)
siempre tiene razón. El periodismo moderno por el contrario refleja la concepción
democrática, según la cual todos somos iguales, o al menos todos tenemos los mismos
derechos; también los ciudadanos comunes y corrientes, los obreros, los estudiantes,
pueden tener razón".
Estas ideas corresponden a la práctica de periodistas celosos de su oficio, directores y
editores que trabajan con independencia de todos los poderes actuantes en la sociedad. Sin
embargo, en la vida de todos los días las cosas no siempre coinciden con el ideal
periodístico: la mayor parte de los periódicos mexicanos obran en virtud de sus intereses: se
pliegan a una pauta de propaganda orquestada desde oficinas gubernamentales. El lector
tiene que aprender a descifrar los mensajes, a discernir de qué lado de la verdad se coloca
un determinado medio en su expresión editorial. y la forma más lógica de identificar esos
intereses es atender no tanto al régimen de propiedad -empresa comercial, sociedad
anónima o de capital variable, asociación civil, cooperativa- que define la personalidad
jurídica del periódico o la revista sino a sus propietarios identificables que los controlan:
quiénes son, cómo se llaman, a qué grupos políticos o financieros pertenecen, cuál es su
relación directa o indirecta con el Estado. En México, donde los medios no están en manos
de periodistas sino de hombres de negocios o están financiados y directamente controlados
por "oficinas de comunicación social" gubernamentales, la mayor parte de los periódicos -
miembros oficiosos del complejo Propagandístico Gubernamental- suelen seguir una línea
editorial apologética de las políticas del gobierno federal o de los estados. Muy pocos se
atreven a disentir de la "verdad oficial" porque pondrían en peligro sus intereses y sus
lucrativas relaciones de poder. El libro Prensa vendida (Ed. Grijalbo, México, de Rafael
Rodríguez Castañeda, abunda sobradamente en ejemplos sobre estas degradaciones.
"No es posible ponderar correctamente la política editorial de un periódico a menos
que se sepa quién es su dueño. ¿Los propietarios del periódico, como grupo o como
individuos, tienen otros intereses materiales en la comunidad? Si así es, el peligro más
probable es que ya no sean objetivos cuando se afecten esos intereses. ¿Están al servicio de
ciertas facciones políticas o grupos de poder financiero o comercial? ¿Se preocupan
sinceramente por el bienestar público?", escribe y se pregunta Dwight Emerson Mitchell en
su libro Journalism and Life (Ed. Little, Brown and Company, Boston, 1940). Por todo ello
el lector tiene que discriminar entre una revista y otra, entre un periódico y otro: identificar
su grado de dependencia o independencia también por el número de páginas de
"publicidad" gubernamental que intercalan en sus ediciones.
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Por su intención, el editorial puede ser enunciativo, explicativo, combativo, crítico,
apologético o admonitorio, según la clasificación del boliviano Raúl Rivadeneira Prada
(Periodismo, Ed. Trillas, México, 1977), y siempre estará referido a un hecho reciente de
importancia colectiva, como puede ser la muerte de una personalidad de relevancia social.
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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PRIMERA APROXIMACIÓN A LOS GÉNEROS: LA INFORMACIÓN SECA
Bastenier, Miguel Ángel. El blanco móvil. Curso
de periodismo. Ediciones El País. Madrid, 2001,
pp. 31-53
No hay nada establecido de manera irrefutable en cuanto a géneros; ni cuáles deben ser, ni
cuántos, ni para qué, aunque la variedad de aproximaciones al problema es infinita; de ahí
que se derive una gran confusión, o, simplemente, un uso tan libre como legítimo de una u
otra terminología. Aquí no seremos diferentes, pero sí se tratará de huir de las vaguedades
literaturizantes en la utilización de unos epígrafes inevitablemente genéricos, siempre de la
manera más precisa y coherente posible.
La primera pregunta que hay que hacerse es la del porqué de los géneros. ¿Es
inevitable que existan?, y, por tanto, ¿qué nos perdemos si no procedemos a su previa
codificación? La respuesta es que seguramente no nos perdemos nada irreparable, y que el
periodismo es perfectamente capaz de existir sin necesidad de que nadie se pare a
determinar en qué está escribiendo, como aquel que decía de alguien que hablaba en prosa
y no lo sabía. Eso no significa, sin embargo, que no sea interesante establecer un mapa
previo de lo que llamamos la realidad, de todo aquello que es posible enfocar a priori como
asunto periodístico, con unos determinados objetivos e instrumentos de trabajo, de forma
que todos los quehaceres informativos se puedan enfocar desde un ángulo teórico previo.
Circulan por ahí definiciones de género que nos remiten a la vaguedad celestial más
completa. Se dicen y se escriben cosas como que la crónica es un texto con un mayor
contenido
literario que la información o la noticia -cuando noticia sólo es la materia prima, no la
forma de trabajar con ella-, en la que el presunto cronista dispone de unos recursos
expresivos que van más allá de lo que sería necesario para una información (nota, en el
español de América Latina). Todo eso no quiere decir nada, porque nadie sabe dónde
empieza o dónde acaba la literatura en el quehacer periodístico, ni qué son eso de mayores
o menores recursos expresivos.
En esta Escuela se han ido destilando unos puntos de vista acerca de los géneros,
partiendo de la base de que la terminología es aleatoria, y lo que aquí puede llamarse
crónica en el chiringuito de al lado puede recibir un bautismo totalmente diferente, y no por
ello pasa nada si estamos hablando del mismo o similar tipo de cosa. Lo que se ha
intentado, por tanto, es sentar lo más claramente posible unos criterios de los que se
deduzca que estamos escribiendo, al menos predominantemente, en uno u otro género. Y el
punto de vista que yo he adoptado para establecer una parcelación en géneros del trabajo
periodístico es el de la perspectiva del autor, de forma que su relación, llamémosle de
propiedad, con el texto, sea el principal criterio para determinar qué es lo que tenemos entre
manos.
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Estableceremos, así, tres géneros troncales, que denominamos por orden de aparición
en escena:
a) Seco o informativo puro;
b) crónica;
c) reportaje;
de manera que a medida que vamos avanzando en la generificación del material
informativo, irá aumentando también la personalización del mismo, la atribución creciente,
por las razones que en su momento veremos, de la propiedad intelectual, del dominio sobre
el texto que posea el autor. Paralelamente, como un derivado o sub género de la crónica, se
halla el análisis (news analysis en la prensa anglosajona), y del reportaje, la entrevista, con
todas sus eventuales variantes.
El siguiente sería el diagrama que expresa el recorrido desde el punto de mínima
personalización, el género seco, pasando por el género intermedio de la crónica, para llegar
al grado máximo de intervención personal, allí donde el autor es más propietario de lo que
escribe, que se da en el reportaje.
O mejor aún, dibujemos la gráfica de la relación que sostienen entre sí los géneros en
forma de círculos concéntricos sucesivos.
Entrevista Análisis
3.Reportaje 2.Crónica 1.Seco
Seco
Reportaje
Crónica
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A partir de un núcleo central, que sería la información seca, dibujaríamos ésta dentro
de otro círculo, que representaría la crónica, y, finalmente, este círculo intermedio estaría
contenido dentro del círculo más exterior, el correspondiente al reportaje. Esta
representación es, posiblemente, la más precisa porque, como veremos en la explicación de
cada uno de los géneros, la crónica incorpora todo lo que contiene el género seco, y el
reportaje, a su vez, está integrado por todos los recursos expresivos que encontramos en los
dos anteriores, crónica y género seco. La posición relativa del análisis y la entrevista, como
derivados o integrantes, respectivamente, del planeta-crónica y del planeta-reportaje, no
exigen aquí representación individualizada.
Alcance y utilización del género seco
No existe el grado cero de la escritura más que en el sentido en que lo decía Roland Barthes
cuando hablaba de crear precisamente «una escritura blanca, una escritura inocente, una
escritura de periodista».16
Pero, entendiendo lo periodístico de una manera obviamente
distinta a como lo hacía el distinguido sabio francés, sabemos que es imposible hallar textos
en los que no se dé algún grado de opinión, de interpretación, de visión del mundo. Pero lo
que sí cabe es tratar de enunciar solamente eso que llamamos hechos, sin deslizar opiniones
o interpretaciones explícitas, en cuyo caso aspiraremos al grado ya mencionado de
despersonalización máxima de lo narrativo, de menor apropiación intelectual por parte del
autor. Y para cerrar el círculo de esta primera aproximación, definiremos como hechos
cualquier tipo de acontecimientos que pueden verse, escucharse, y tocarse, y, por ello,
parcelarse; y trataremos de establecer un modo representativo de los mismos en forma de
elementos o unidades narrativas de la manera que el autor crea más conveniente para la
mejor comprensión del texto.
Todo ello significa que para redactar un texto en género seco no podremos escribir
«la multitud corre despavorida», porque no es posible ver la condición de «pavor».
Diferentemente, para cumplir las exigencias de este género, habrá que escribir, por ejemplo,
que «la multitud corrió en todas direcciones»; es posible que añadamos «gritando», o, en
todo caso, de forma que la descripción del comportamiento de la multitud se lleve a cabo
sin una valoración que vaya más allá de lo físico, de lo que se está viendo y oyendo. Como
vemos, todo ello es algo más complejo que aquello de «escribir sin adjetivos», como si
fuera posible describir nada sin recurrir al adjetivo.
Este género seco es el habitualmente utilizado por las agencias en los cables que no
aparecen firmados. ¿Por qué gran parte del material que distribuyen las agencias está
redactado en ese estilo deliberadamente átono? Porque no es un material exclusivo, porque
se suministra a un gran número de publicaciones abonadas, que, por ello, puede darse el
caso de que publiquen la misma o virtualmente la misma información sobre un hecho o
acontecimiento determinado.
La agencia parte en esas piezas no firmadas del supuesto de que el que tiene que
pensar, el que tiene derecho a darle un enfoque interpretativo u opinativo a la información
es el periódico, que se sirve de los cables de agencia -que hoy llegan directamente a los
ordenadores de la redacción- de una gran variedad de formas, pero que si es un verdadero
periódico profesional, y no tiene nada que añadir a la historia narrada en los cables, se
16
Roland Barthes, Le dégré zero de l’ecriture, Du Seuil, 1953.
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limitará a publicados a lo sumo dándoles una mayor coherencia por medio de su reescritura,
pero tan carente ésta de enfoque interpretativo específico como el de la propia agencia.
Los grandes diarios, aquellos que aspiren con arrogancia luciferina a explicar el
mundo al mundo, están actuando por debajo de sus pretensiones teóricas si se ven
obligados a contar historias básica o exclusivamente construidas con material de agencia,
por mucha reescritura que se le dé al asunto, y, aunque todo esto es, naturalmente, sólo un
canon convencional que no pretende decir la última palabra sobre nada, parece razonable
decir que los diarios no deberían manipular ese material más allá de lo necesario para
hacerlo inteligible, lo que puede ser obligado porque, normalmente, se habrá tenido que
trabajar con una multitud de cables, de los que cada uno cuenta sólo una parte de la historia,
y entre todos habrá que componer una narración unitaria. Ningún gran diario, por otra
parte, deberá conformarse con contar historias sólo a través del teletipo, por la sencilla
razón de que esa información no es suya, se deberá publicar con el debido crédito a la
agencia, y la propiedad o personalización que sus redactores hayan podido darle al asunto
será próxima a cero.
El periódico no está sirviendo en el caso anterior un producto exclusivo al lector. Una
de las claves, en cambio, en el caso anterior de lo que en la prensa francesa llaman «la
fidelización» de los lectores es el sentimiento de que el usuario sólo encontrará un cierto
tipo de material en su periódico, aunque los grandes asuntos de los que la publicación
informe inevitablemente coincidan con los que trate la competencia.
La prensa británica no emplea directamente el material de agencia, salvo en
informaciones brevísimas y muy complementarias. Eso no significa, por supuesto, que los
periódicos, grandes, pequeños o medianos puedan prescindir de este material. Claro que lo
necesitan. Los cables funcionan como una red de seguridad, una estructura que permite a la
redacción disponer de una narración de acontecimientos casi en bruto, para poner en
marcha sus estrategias informativas, distribuir las fuerzas de la redacción, hacer el mapa
diario de lo que se quiere destacar, y, también, completar el texto de los periodistas que van
a redactar una información, puesto que no es descrédito que uno no haya visto, oído o
asistido a la totalidad de la representación teatral que suelen ser los hechos.
Los periódicos son, evidentemente, muy libres de adoptar estrategias diversas de cara
al lector, en consonancia con los medios de que dispongan o que asignen a determinados
cometidos. En la prensa de Barcelona de los años setenta -tiempos de recuperación
paulatina de un periodismo en libertad en publicaciones desaparecidas la mayoría con la
transición-, el autor de este libro desplegaba con algunos esforzados compañeros el mayor
ingenio de que era capaz para romancear, es decir, reescribir enriqueciendo -pero sin firmar
los textos, puesto que estamos hablando de Internacional y de lugares distantes que no
había visitado el anónimo redactor de la información, por lo que su firma habría sido tan
chocante como inapropiada- para hacerlos más explicativos, más digeribles, completando
con mucho contexto -background, en la parla local-la aridez del material de agencia.
Esa técnica o esa trapacería bienintencionada podía ser tolerable en aquella época y
en aquellas circunstancias, pero o tenemos autoridad -palabra que, no por casualidad, viene
de autor- sobre el material informativo y entonces debemos responsabilizarnos del mismo
con nuestra firma, o la alternativa sólo puede ser ceñirnos a una reescritura seca de los
cables. Y, todo ello, sin olvidar que el objetivo del periódico no puede ser nunca el de
reescribir, sino el de escribir directamente sobre nuestro conocimiento personal de los
hechos informativos.
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Algunos ejemplos del paradigma seco
Veamos en la prensa española del 2000 y del 2001 cómo son de secas las informaciones
que, según nuestro canon, deberían indiscutiblemente serlo.
Tomado de un diario español, y firmado sólo por agencia:
El hijo mayor del ex presidente socialista francés, Francois Mitterrand, Jean-Christophe, que fue
detenido el pasado jueves por su presunta vinculación en un asunto de venta de armas a Angola,
reconoció ayer (viernes) a través de su abogado, que recibió 1,8 millones de dólares (350 millones de
pesetas, y 2,1 millones de euros) de la compañía de venta de material militar Brenco International, pero
que esa cantidad la obtuvo por medio de operaciones legales.
De acuerdo con la declaración del abogado, Jean-Pierre Versini Campinchi, su cliente recibió
«esa suma de dinero porque había intervenido en distintas operaciones de financiación bancaria que
nada tienen que ver con el tráfico de armas». Mitterrand fue arrestado con el objetivo de someterlo a
un interrogatorio como parte de la investigación judicial que se lleva a cabo por una supuesta venta
ilegal de armas a la ex colonia portuguesa en África durante los años 90. El espectacular giro que han
dado las investigaciones ha consternado bastante a los franceses, muy sensibles en los últimos tiempos
por la supuesta corrupción del actual presidente, Jacques Chirac.
Dejando aparte algunos peculiares giros, no ya de la opinión francesa sino de la
redacción de la noticia, observemos que casi toda ella está escrita en género seco, que todo
en los dos primeros párrafos es algo que puede haberse visto u oído, e incluso el uso de
presunto se supone que es el formalismo con el que la fiscalía francesa ha facilitado la
información sobre la situación legal de Mitterrand junior. Pero, en el tercer párrafo vamos
más allá de lo que corresponde al género. Los giros no hay forma seca de saber si son
espectaculares o no, pero, sobre todo, lo que es absolutamente húmedo es que haya
«consternado bastante» -ni poco ni mucho- «a los franceses, muy sensibles en los últimos
tiempos, etcétera». Medir una consternación ya es difícil, pero determinar que lo es
«bastante» sobre todo es una tontería.
Veamos otro ejemplo, tomado de los periódicos y firmado sólo por agencia, del
extremo al que se puede llegar en una información exclusivamente hecha de cables, en la
que la manipulación del material por la redacción, o un trabajo menos que profesional de la
agencia, hace decir cosas no se sabe muy bien a quién, y que no tienen padre ni madre.
Título:
Crisis de liderazgo en el separatismo de Quebec
La información relata cómo Lucien Bouchard, líder del partido separatista de Quebec, que perdió en
1995 por escasísimo margen un referéndum sobre la independencia de la provincia de lengua francesa en el
Canadá anglófono, presenta su dimisión. En el segundo párrafo se describe la crisis de liderazgo que ello
plantea a la formación política, con la enumeración de una serie de aspirantes a la sucesión de Bouchard. y se
dice en el tercero:
Más preocupante, a largo plazo, es que los sondeos de opinión muestran que la mayoría de los jóvenes
quebequeses no están tan interesados en el separatismo como las viejas generaciones, ni comparten la
opinión de que un solo Quebec independiente puede garantizar la supervivencia de su cultura en un
mundo predominantemente anglófono.
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¿Por qué -lo que le plazca a la juventud quebequesa- ha de ser preocupante? ¿A quién
le preocupa? ¿A la agencia? Si eso es así, está claro que el periódico ha hecho un mal
trabajo, porque las preocupaciones las ha de poner la propia publicación, no un servicio
colectivo, que ni se preocupa ni se despreocupa de lo que pueda pasar en Quebec. ¿Es,
entonces, el periódico el preocupado? Si fuera así, debería haber una firma, o algún tipo de
acreditación para que supiéramos quién es ese sujeto que se preocupa tanto.
Geología del breve
Hay quien dice, con el grado justo de hipérbole, que el breve es el género esencial del
periodismo; no es un género según nuestro canon, pero sí puede verse como el comienzo de
todas las cosas; también hay quien dice que el que sabe hacer un breve, sabe hacerlo casi
todo. Puede que hasta sea verdad. Y, en cualquier caso, el género seco, que se ha
sucintamente descrito, va a expresarse de manera esencial y directa en forma, precisamente,
de breve. Pero, antes de que miremos al microscopio a ese humilde soldado de infantería
con que amueblamos los periódicos, son necesarias algunas reflexiones generales.
Todas las informaciones, cualquiera que sea su extensión, han de entenderse como
unitarias, como una totalidad, lo que en esta Escuela yo llamo la completud. El hecho de
que una información sea minúscula en extensión, no significa que pueda permitirse el lujo
de ser parcial; al contrario, ha de ser siempre completa; lo que ha de ocurrir para que una
información sea igual de completa tanto si es larga como cortísima, es que, según los casos,
varíe la perspectiva y con ello la distancia del que narra la historia con respecto al objeto de
la información.
Tomemos un ejemplo. Un astronauta curioso deambula por el espacio, y desde no
sabemos cuántas órbitas tiene que describir el globo de la tierra, que no ha visitado nunca
anteriormente. A esa fenomenal distancia distinguirá únicamente una forma más o menos
esférica, algunos colores en la superficie del objeto, quizá partes sólidas, otras menos
densas, protuberancias diversas en la piel de la cosa. De lo que ve a esa lejanía elegirá tres o
cuatro características, tan de bulto como esenciales, y redactará para el diario de a bordo
una información, presumible mente de género seco, porque no conviene pasarse con tan
parca observación como materia prima. Anticipemos que eso será un breve. Si el navegante del espacio se aproxima a una distancia ya sólo estratosférica del objeto y gira en
torno al mismo, distinguirá muchas más cosas, como el achatamiento del globo por los polos; el color azul o
verde de una superficie que parece rodear una serie de grandes o pequeñas parcelas de color castaño, que
serán islas; también verá cómo las protuberancias pueden ser muy extensas y picudas, con puntas que se
destacan aisladamente; y con esos nuevos materiales podrá hacer una descripción de mayor extensión, que
incluirá todo lo ya conocido en la primera aproximación, y que podrá ser, quizá, un texto de una columna. Si
seguirá o no componiendo su información en género seco o en alguno de los subsiguientes, que apenas hemos
puesto en el mapa, no es ahora cuestión relevante, puesto que ya volveremos sobre el particular.
En una tercera toma de temperatura, el piloto se encuentra ya colgado a la altura de
vuelo de avión sobre aquella realidad sólida, de la que percibirá o atravesará barreras
diversas de agua condensada, que sabrá o no que se llaman nubes, apreciará
concentraciones de habitáculos, que son las ciudades, detallará formas serpenteantes de la
misma materia que rodea los continentes, curiosamente próximas a los abarrotamientos
urbanos, que, según su experiencia previa, quizá ya sabe que son los ríos. Todo parece
indicar que el astronauta podrá ya componer un texto de alguna extensión, quizá ya en
formato de crónica de media o más de media página.
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Y si tanto baja como para poner pie en aquel apasionante mundo, comprobará la
existencia de seres humanos como él mismo, con los que es posible que entable
conversación. Aquel mundo habla, y con esos materiales el astronauta podrá llenar
periódicos enteros de lo que deberán ser ya crónicas y reportajes, amén de análisis y
entrevistas. Pero, volvamos a la astral perspectiva de los breves.
El narrador describirá en primer lugar el planeta tierra ateniéndose al número de
características que le parezcan esenciales, que en cada momento perciba. En esa instancia,
la tierra será rotunda, escasa, indiscutible, siempre tajante, y esa información, ese breve,
será tan completo y unitario como cualquiera de las visiones correspondientes a las
instancias siguientes, aunque sean éstas mucho más detalladas. Por eso, no hay breves
cortos ni largos, más o menos completos, sino de la extensión adecuada, 10 o 12 líneas de
composición, según el consenso más extendido entre los profesionales, que deberán servir
para contar la totalidad, la completud de una historia, y no sólo, como se oye decir en las
redacciones, lo que «nos ha cabido de ella». El porqué de esa completud podemos
examinado desde otro ángulo, que aquí se denomina la Teoría del Marciano.
Imaginemos un marciano que desembarca en la tierra con un perfecto conocimiento
de los idiomas del planeta, más los conocimientos medio-altos sobre historia, política,
economía, etcétera que correspondieran a una persona razonablemente informada de
nuestro mundo, pero que no hubiera leído jamás un periódico terrícola. Ese lector novísimo
tendría derecho, con su nivel de estudios e información, a entender absolutamente todo lo
que leyera en un diario terrícola; es decir, sobrentendidos, abstenerse; solamente los que
están implícitos en el texto, y, como veremos, ni uno más.
Nuestro lector es también el marciano del cuento, puesto que no tiene ninguna
obligación de habernos leído el día anterior, ni ningún otro día, y, sin embargo, sí tiene el
derecho, por el precio que sea (en España, 150 pesetas, los laborables, a comienzos de
2001), de que se nos entienda todo lo que publicamos. Ello plantea la exigencia, no ya sólo
en los breves, sino en cualquier pieza periodística, de hacer de cada elemento informativo
del texto una unidad en sí misma. Así escribiremos: «José María Aznar, presidente del
Gobierno», etcétera, aunque Aznar sea, en el cambio de siglo, el más conocido de los
personajes de la política española. Pero eso se hará solamente la primera vez que se lo
mencione, con lo que ya quedará suficientemente protegido de la incomprensión del lector.
Nada debe darse gratuitamente por sobrentendido, ni recurrir a ese alegato aún tan
frecuente en las redacciones del estilo de: «Pero, si esto ya lo contamos cada día».
Veamos, a la luz de todo lo anterior, un breve aparecido en un periódico español, con
sus instrucciones de uso.
CHILE
Lagos confirma que, a su
pesar, convocará al Cosena
Santiago (Agencia). El presidente chileno, Ricardo Lagos, confirmó ayer, en el transcurso de una
entrevista televisiva, que en los próximos días convocará al Consejo de Seguridad Nacional (Cosena),
pero reiteró que esta instancia no es «para debatir» fallos judiciales.
Impecable pero insuficiente estilo seco, firma de agencia, data de país, y concisión
absoluta. Demasiado absoluta. La completud de este texto sería la correcta si con la
convocatoria del organismo chileno mencionado, fuera razonable suponer que se estaba
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dando una información que fuera autosuficiente, que se explicara a sí misma. Pero no
parece que sea así. Aunque la expresión «para debatir» fallos judiciales nos pone en la pista
de que estamos tratando del general golpista Augusto Pinochet, de su eventual
procesamiento por el juez Juan Guzmán, y lo del Cosena insinúa que en el ejército chileno
no reina la paz de los espíritus, no basta con esa metainformación por alusiones para
alcanzar la completud.
Desde un punto de vista técnico argumentaríamos, por añadidura, que el título, aun
siendo de dos líneas -y muchos periódicos exigen para el breve la concisión del título a una
sola línea-, no es suficientemente explicativo, puesto que el Cosena raramente le ha sido
presentado a los lectores españoles. En el título, además, se contiene una afirmación, «a su
pesar», de la que no se da noticia en el texto, lo que es inaceptable, puesto que no hay nada
peor que crear una expectativa de lectura no realizada. Así es, más o menos, cómo Alexis
de Tocqueville -por no dar al pueblo lo que el pueblo esperaba- explica la Revolución
Francesa.17
Mencionemos, también, como discutible, la costumbre de anteceder el título
con la palabra, por ejemplo, CHILE, puesto que es mejor, como se ha hecho en este caso,
que en el propio título se hallen los elementos de reconocimiento de lugar y situación. El
presidente chileno Ricardo Lagos sí que parece, en cambio, que le ha sido ya presentado al
lector español razonablemente interesado. Por todo ello, quizá, Lagos convocará a los
militares podría optar, al menos en la versión de una sola línea, a sustituir al título
publicado. El título, en cualquier caso, ha de ser tan seco como el propio texto que
encabeza, junto a lo que también hay que tener en cuenta que no es nada recomendable
titular en negativo, como en:
Lagos reitera que el Cosena
no debatirá fallos judiciales porque los periódicos, escritos en el género que sea, están pensados para contar lo que sucede, no lo que no
sucede, quién o qué se ha impuesto, no quién o qué no se ha impuesto, lo que no significa que no pueda haber
excepciones, cuando, realmente, la sorpresa, la noticia, consista en lo que no ha ocurrido, como en:
Ayer no salió el sol
Por lo que respecta al contenido, podríamos decir que Lagos convoca al Cosena,
organismo militar, para tratar del caso Pinochet, describiendo brevísimamente a
continuación cuál era la situación procesal del general golpista. Así, el breve podría quedar
de la forma siguiente:
Lagos convocará a los militares
Santiago (Agencia). El presidente chileno, el socialista Ricardo Lagos, confirmó ayer que convocaría
al Consejo Nacional de Seguridad, Cosena, integrado por la cúpula militar, para tratar el caso del
general Pinochet, procesado por crímenes cometidos durante la dictadura. Lagos reiteró que el
organismo no es competente para debatir fallos judiciales.
En la nueva versión hemos pasado de siete a nueve líneas, pero de un título de dos a
una línea, con lo que, gráficamente, ocupamos virtualmente el mismo espacio, y de 49 a 56
17
Alexis de Tocqueville, El antiguo régimen y la revolución, Guadarrama, 1969.
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palabras, que es un crecimiento perfectamente válido dentro de las dimensiones que
corresponden a los breves. Al mismo tiempo, la versión primitiva contiene los siguientes elementos o unidades informativas
diferenciables:
1) Lagos, presidente chileno, convocará el Cosena.
2) La convocatoria será inminente.
3) Lo hizo en una comparecencia televisiva.
4) Y que esa instancia carece de competencias judiciales.
En la versión corregida, los elementos son éstos.
1) Lagos, presidente chileno, es socialista, (dato que contrasta con el carácter
político del organismo que va a convocar).
2) El Cosena es de composición militar, dándose por sentado que la convocatoria,
puesto que se anuncia, debe ser inminente.
3) Se va a tratar [lo que es sabido, aunque no lo diga el cable] el caso Pinochet,
encausado por los crímenes de una dictadura anterior.
4) Y que el organismo convocado carece de competencias judiciales.
Por lo tanto, sólo se deja fuera el hecho de que hizo el anuncio en televisión para
privilegiar otros aspectos de la información, en esta exigente concisión del breve. Es cierto que el lugar o las circunstancias en las que se produce la noticia no suelen ser irrelevantes.
Hay una diferencia profunda en el interés que ésta pueda tener para el público a tenor del tipo de apropiación
de la noticia que pueda hacer el periodista. El hecho noticioso, por ejemplo, puede llegar a conocimiento de
los medios a través de una declaración pública por escrito, es decir, para todos por igual; por medio de una
alocución pública personal, que sigue siendo de todos, pero cuya fórmula de presentación le da un relieve
mayor; por medio de una rueda de prensa, que no deja de ser algo colectivo, pero con el valor añadido de la
comparecencia personal del que hace el anuncio; por medio de una declaración hecha sólo a uno o varios
periodistas, lo que hace resaltar cada vez más el hecho; y, finalmente, por medio de un anuncio facilitado
únicamente a un periódico, o a título personal en una entrevista, que es cuando alcanza el máximo interés. Se
ha podido obviar, en este caso, que la declaración se produjera por televisión precisamente porque el carácter
masivo de la misma reducía la necesidad de señalar el medio en que se desarrollaba.
Y, por último, se ha completado el texto añadiendo:
a) que Lagos es socialista;
b) que el Cosena es un organismo militar, de cuya contraposición en los términos vive en lo
esencial la noticia;
c) que se va a tratar del caso Pinochet; y que éste se halla acusado de crímenes cometidos
durante una dictadura anterior.
El breve ha de ser un organismo totalmente autosuficiente, completo, unitario, que imaginamos como
una esfera, liso y bruñido, de manera que no haya resquicio alguno en él, que no se le pueda meter el dedo por
ninguna fisura; con todo lo que le hace falta y nada que le sobre. Su utilidad principal será la de completar el
diagrama informativo diario, lo que sería el clásico servicio del récord, tan tradicionalmente propio de los
diarios de referencia que se precian de no olvidar jamás ningún tema del día que pueda ser, en ese momento o
en el futuro, significativo; de otro lado, también puede utilizarse para cometidos de continuidad, para que una
cuestión no desaparezca totalmente y durante un tiempo prolongado de la actualidad, de forma que cuando
recuperemos esa historia de nuevo con alguna extensión, no haya que remontarse a la noche de los tiempos
para recordada, sino que pueda estar relativamente fresca en la mente del lector.
Todo eso no significa, sin embargo, que el breve sea un mandato inapelable; puede haber periódicos
que renuncien a ese complemento, y, en cualquier caso, la existencia de la Red, con su volumen y su celeridad
imbatibles para acumular y renovar las noticias, está haciendo crecientemente discutible el obligado
cumplimiento del breve informativo. Pero partidarios o no del mismo, éste será, dentro del género seco y de
una perspectiva de alejamiento del objeto que sólo nos permitirá verlo de forma elemental, con trazo grueso y
concluyente, la línea más corta entre dos puntos. La línea recta de la información.
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El género seco podrá emplearse, sin embargo, también en piezas de mayor extensión,
por ejemplo, la media columna o la columna, donde continuaremos moviéndonos en el
terreno de la información inducida, la que habitualmente nos facilitan los cables. y, si en el
breve, aquellas pocas palabras con las que tendremos que persuadir al lector a seguir
adelante, casi tienden a confundirse con la totalidad del texto, en esas piezas de mayor
extensión, de entre 50 y 100 líneas, podremos distinguir sucesivamente en el recorrido
narrativo: lead y/o entradilla, conceptos que pueden o no coincidir, como inmediatamente
veremos; nudo o desarrollo; y, finalmente, remate o cierre de la información.
Trabajemos con el siguiente ejemplo tomado de El País en los últimos días del año
2000.
El ejemplo que utilizamos es una columna de cuatro quintos de página, 25
centímetros de altura, título de cuatro líneas, texto de ocho párrafos, 66 líneas y 323
palabras.
El título:
Los atentados
del Ramadán se
cobran más de 250
vidas en Argelia
El título de una columna, para un periódico formato tabloide o similar, de cinco
columnas de ancho, debe tener entre dos y cuatro líneas. Ello es así porque buscaremos
siempre un equilibrio espacial entre la mancha gráfica del título y el texto que encabeza; de
esa forma, un título de una sola línea mancharía poco, y uno de más de cuatro posiblemente
sería excesivo, como una cabeza demasiado grande para un cuerpo mediano; de igual
manera, los títulos han de tener un mínimo y un máximo de tamaño (cuerpo) de letra, a fin
de que no sólo haya una proporcionalidad de espacios, sino de que el bulto de los mismos
domine, pese lo suficiente para disciplinar el texto al que precede.
Veamos el contenido de ese título. Si decimos «del Ramadán» parece que estamos
diciendo que esos atentados pertenecen al mes de ayuno y oración de los musulmanes,
durante el cual debe observarse una especial pasividad en las horas de luz, cuando, en
realidad, esos atentados se han producido durante «el» Ramadán. Pero también cabría
argumentar que esa lasitud de origen religioso hace que los terroristas elijan muy
propiamente ese periodo de tiempo porque su acción, aunque las fuerzas de seguridad
tampoco se sienten embarazadas por preceptos coránicos, puede desarrollarse con menores
dificultades. Seguimos prefiriendo «en», pero aceptaremos «del».
Más problemas nos presenta «se cobran». Uno de los enemigos mortales del
periodista es esa voz anónima, colectiva, popular, que repite y fabrica latiguillos sin cesar,
porque prende en el público una expresión que inicialmente hasta habría podido parecer
ingeniosa. Puede tratarse de una sola palabra, como carismático, auténtica plaga del
ingenio de los repetidores, y que le cae a los personajes más insospechados, como la
temporada en que le tocó al general ruso Alexander Lebed; o construcciones como dar luz
verde, cuando lo que se quiere decir es dar permiso para algo; villa y corte, referido a
Madrid, que, aunque lo sea la capital de España, no pasa de ser un casticismo trasnochado y
maloliente.
Los atentados
del Ramadán se
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cobran más de 250
vidas en Argelia
Argel. El mes sagrado musulmán del Ramadán, que comenzó en Argelia con relativa tranquilidad el
pasado 27 de noviembre, terminó ayer con un trágico resultado de 250 muertos a causa de la violencia
integrista. Este número de víctimas, establecido por informaciones publicadas en la prensa local,
incluye integrantes de los servicios de seguridad, civiles y miembros de grupos armados intégristas.
El final del mes de ayuno y oración estuvo marcado por ataques a localidades aisladas,
atentados con bombas, emboscadas y falsos controles de carretera en las regiones de la Cabilia y Ain
Defla, Chlef y Medea.
Los miembros del Grupo Islámico Armado (GIA) y los de la organización rival Grupo Salafista
para la Predicación y el Combate (GSPC) protagonizaron emboscadas contra los diferentes cuerpos de
los servicios de seguridad en los que murieron al menos 40 guardias comunales y militares.
El principal objetivo de estas acciones era al parecer el de apoderarse de las armas de las
víctimas, que en casi todos los atentados eran despojadas de sus equipos e incluso de sus uniformes.
En Medea, a unos 120 kilómetros al sur de Argel, el ataque lanzado contra el internado de un
instituto en la plena noche del pasado día 16 se cobró la vida de 16 estudiantes, que fueron
sorprendidos mientras dormían.
El 17 de diciembre un autobús fue ametrallado en el centro de la localidad y 17 pasajeros fueron
asesinados. Otras 22 personas pertenecientes a tres familias murieron poco después.
Ante la degradación de la seguridad en el país y el extraño mutismo mantenido por el
presidente, Abdelaziz Buteflika, se han elevado voces entre las asociaciones, los partidos de oposición
e incluso ciertas formaciones de la coalición de Gobierno en demanda de protección a la población
más expuesta a la violencia.
Algunos partidos han exigido incluso la dimisión del jefe de Estado, a quien hacen responsable del
fracaso de su política de perdón y concordia hacia los islamistas integristas.
En estos casos, se aconseja aplicar la más drástica actitud de perogrullo, que a la
mano cerrada llamaba puño, en vez de dejar que ese coro externo nos dicte con imágenes
de baratillo cómo tenemos que escribir. Un intelectual francés dijo en una ocasión que el
primer hombre que comparó a la mujer con una flor era un poeta (aunque un tanto
machista), y los 400 mil siguientes, unos majaderos. El periodista ha de hablar, incluso en
el género seco, con una voz no prestada por el coro universal de los lugares comunes, pero
tampoco que se distinga con los giros personales que sólo corresponderían a un texto
firmado. Es una voz precisa y ordenada, pero mucho más del periódico que suya propia. Y
en este caso parece que hay una cierta impostación de voz cuando decimos «se cobra»,
donde, en realidad, nadie cobra nada. Finalmente, está bien que hablemos de «más de 250
vidas», porque sabemos que la cifra rebasa esa mortandad, pero evitemos expresiones como
al menos, que parece que nos hacen desear que hayan sido más los muertos.
Last, pero no least, tengamos en cuenta lo que cabría llamar las afinidades naturales
entre las palabras; aquellos términos que, mentalmente, leemos de una sola vez, como si
estuvieran unidos. Hablamos de los artículos con sus sustantivos, en parte de los adjetivos
también con los sustantivos, las conjunciones, adverbios, preposiciones con los términos a
los que modifiquen o completen el sentido, etcétera. Pues bien, de nuevo, según estudios de
legibilidad, es conveniente, para facilitar la lectura y aun darle su pleno sentido, que
aparezcan esos términos afines en la misma línea gráfica. Así, será lo adecuado leer, como
en la versión publicada, «Los atentados» en la misma línea, pero mucho menos «se cobran»
con cada palabra en líneas diferentes, y, por último, «250 vidas», todavía peor, con «250»
en la tercera y «vidas» en la cuarta línea.
En consecuencia, propondríamos la siguiente redacción del breve, título y texto:
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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Más de 250 muertos
en enfrentamientos
en Argelia
durante el Ramadán
Para comenzar, preferiremos «enfrentamientos» a «atentados», porque si leemos el
primer párrafo, veremos que entre los muertos se hallan integrantes de los servicios de
seguridad, civiles, y miembros de grupos armados integristas; es decir, que contrariamente
a lo que afirma el primer título no sólo los atentados han sido la causa de tanta muerte. Pero
vayamos a la estructura de la información.
El primer párrafo está dividido en dos partes, que son dos frases distintas. La primera
es claramente el lead.
El mes sagrado musulmán del Ramadán, que comenzó en Argelia con relativa tranquilidad el pasado
27 de noviembre, terminó ayer con un trágico resultado de 250 muertos a causa de la violencia
integrista.
Arranque demasiado lento, largo, apacible; estamos hablando de muertes, lo esencial
son los 250 muertos, como ya hemos subrayado en nuestro título, que ha colocado la
tragedia de la masacre por delante, en la primera línea. Por ello, preferiríamos:
Más de 250 muertos en atentados y enfrentamientos en Argelia de la guerrilla islámica y el Ejército, es
el balance del Ramadán, que concluyó ayer, según fuentes de la prensa local.
La referencia a la prensa argelina, de la que una parte es altavoz del poder militar,
sólo aparece en la segunda frase:
Este número de víctimas, establecido por informaciones de la prensa local [...].
y es importante que aparezca ya en el lead, porque sabemos de sobra que en las situaciones
de enfrentamiento civil entre dos fuerzas, incluso en países democráticos, el periodista tiene
que tentarse la ropa y dar las informaciones que sólo posee casi exclusivamente a través de
las fuentes de un solo bando, subrayando su carácter de agente transmisor, pero sin asumir
más autoría que la de un rélé. Y en el título del texto publicado es el propio periódico el que
corrobora que los muertos en su totalidad son debidos al terrorismo.
Idénticamente, las informaciones deben estar adscritas a una fuente, que puede ser la
genérica de Agencias, si el texto aparece bajo esa advocación, o del propio autor, si en una
información firmada no se especifica perfectamente quién dice qué. Y, tanto si es verdad
como si no que los muertos sean atribuibles al terrorismo, eso es algo que no tiene que decir
el periódico, porque no tiene ninguna garantía de ello, sino la fuente correspondiente, en
este caso, la prensa argelina.
Construida esa nueva versión de la primera frase, parecería más acertado pasar en la
segunda, siempre dentro del primer párrafo, a la identificación de víctimas y asesinos.
Aparte de la famosa historia de las w, si sabemos leer con la curiosidad del buen lector,
gozaremos de excelentes oportunidades también de saber escribir. ¿Qué es lo que nos
interesa más, tras enterarnos de que ha habido 250 muertos? Quién los mató,
evidentemente. En el texto publicado la referencia -incompleta- a estos últimos se hace
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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sólo, en cambio, en el tercer párrafo:
Los miembros del Grupo Islámico Armado (GIA) y los de la organización rival Grupo Salafista
para la Predicación y el Combate (GSPC) [...].
(cuyas siglas coinciden con las originales, porque la titulación de esas bandas se difunde en
francés, y el Imperio romano dispuso que los idiomas español y francés se parecieran
tantísimo).
Diferentemente, completaremos el primer párrafo escribiendo:
Estas fuentes acusan al Grupo Islámico Armado (GIA) y a la organización rival Grupo Salafista
para la Predicación y el Combate (GSPC) de numerosos atentados y enfrentamientos con las fuerzas de
seguridad, en los que murieron miembros de las mismas, civiles y terroristas.
Tomando fragmentos del segundo y cuarto párrafo del texto publicado, reharíamos un
segundo párrafo de la siguiente forma:
El mes de ayuno y oración islámico, que comenzó el 27 de noviembre y concluyó ayer, estuvo
marcado por ataques a localidades aisladas, atentados con bomba, emboscadas y falsos controles de
carreteras en diversas regiones del país. El principal objetivo de estas acciones era, según la prensa
local, apoderarse de las armas de las víctimas, a las que se despojaba de sus equipos, e incluso de sus
uniformes.
Abarcando, por fin, todo el texto publicado, veremos que en mayor o menor medida
los párrafos segundo, tercero, quinto y sexto hacen un desmenuzamiento de acciones
terroristas, y que los párrafos séptimo y octavo (y último), constituyen una especie de
comentario político-moral sobre todo lo anterior.
Creo, sin embargo, que todos esos párrafos podrían amalgamarse en uno solo, el del
relato de los hechos violentos, comenzando con el más horrible de ellos.
Dieciséis estudiantes murieron en el asalto en plena noche al internado de un instituto de
Medea, a 120 kilómetros de Argel, el pasado 16 de noviembre, y al día siguiente un autobús fue
ametrallado en el centro de la misma localidad muriendo 17 de los ocupantes.
Hasta completar la sarta de salvajadas.
El penúltimo y último párrafos, que tratan esencialmente de lo mismo, podrían
también convertirse en uno solo, y, correctamente, concluir con una nota fuerte como es la
petición de ciertos periódicos de la:
[...] dimisión del jefe de Estado, a quien hacen responsable del fracaso de su política de perdón
y concordia hacia los islamistas integristas.
Se trata, por tanto, de no terminar una información cuando se nos acaba el espacio,
cuando hemos agotado todos los datos o porque tengamos prisa, sino de hacerla con una
cierta intención, con un clímax (la petición de dimisión), con lo que se espera que pueda
ocurrir, con una proyección a apuntar de cualquier historia.
El texto, por otra parte, es de un gran rigor canónico en lo que podríamos llamar la
perspectiva o la distancia con que se va contando la historia. Veamos.
El lead, tanto en la versión publicada como en la corregida, nos propone el balance de
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la mortandad como elemento informativo principal, una síntesis que no puede entrar
todavía en el detalle. A continuación, ya en la versión retocada, identificamos a los
culpables y sus propósitos, le ponemos un rostro al crimen, que es como si diéramos un
paso adelante para distinguir mejor las cosas; en los párrafos siguientes, que constituyen el
nudo de la historia, seguimos con la pormenorización de la matanza, al tiempo que se
resaltan los casos más truculentos; nos acercamos, por tanto, un poco más para ver de la
historia todo aquello que queremos destacar. Y, finalmente, lo envolvemos todo en el
paquete de lo que le parece al narrador que está pasando, y cerramos el texto situándonos a
una distancia bastante olímpica. Es una estrategia narrativa estándar, muy correcta, que
podríamos ver en términos de recorrido lineal de la siguiente forma:
a) Media distancia para la propuesta inicial tipo síntesis;
b) Aproximación a los protagonistas;
c) Distancia aún más corta respecto de los hechos individualizados;
d) Alejamiento para la valoración final. Punto de partida-delante-adelante-atrás.
Como un paso de baile.
Sobre la sequedad del texto, finalmente, anótese que en el primer párrafo no hace
falta hablar de «relativa tranquilidad», sino, en su lugar, facilitar los datos comparativos de
muertos de este año con el anterior para conseguir el mismo efecto informativo, así como,
por ejemplo, sustituir la «degradación de la seguridad y el extraño mutismo», por los datos
que encarnan esa degradación, y eliminar toda extrañeza del mutismo de Buteflika, que con
su silencio ya lo dice todo.
Finalmente, ¿es que falta algo que sea imprescindible? Diríamos que por lo menos
una cosa. Unas líneas de contexto sobre qué es eso de la mortandad argelina y de dónde
viene. Habría que contar cómo el FIS (Frente Islámico de Salvación), del que se han
escindido o proceden los terroristas actuales, aunque la organización islamista se haya
apartado de la lucha, fue privado de su victoria en las elecciones de 1991 por una junta
militar, cuyo poder pervive en la presidencia de Buteflika, un civil para todas las ocasiones.
Actividades de aprendizaje:
Desde una perspectiva europea, Miguel Ángel Bastenier desarrolla una teoría sobre el estilo
periodístico cuya característica fundamental en la noticia es la información seca.
Estos apuntes constituyen parte del curso de periodismo que ofrece el periódico El
País de España y que gozan de gran prestigio en todo el mundo.
I. Contestar, de manera detallada, las siguientes preguntas:
1. ¿Consideras que sea necesario separar los géneros periodísticos?
2. ¿Qué diferencias existe entre los géneros periodísticos presentados por Miguel Ángel
Bastenier, y la de autores mexicanos como Carlos Marín y Vicente Leñero?
3. ¿Es posible en la nota informativa no emitir juicios o determinadas valoraciones?
4. ¿Cómo se introducen estos elementos en la redacción?
5. ¿Es posible escribir sin adjetivos?
6. ¿Desde tu punto de vista, quién debe emplear el estilo objetivo (seco), la agencia de
noticias, el periódico, estación de radio, televisora, o todos?
7. ¿Qué complicaciones o ventajas puede presentar el uso de adjetivos en la redacción
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de la noticia?
8. ¿Por qué las noticias deben tener completud?
9. ¿Qué es el breve, cuáles son sus características?
¿A qué le llama el autor el estilo seco?
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Nuevo concepto de noticia
Concha Edo. Periodismo informativo e
interpretativo. Comunicación social.
Sevilla, 2003, pp. 75-93
Explicar lo que es la noticia y cómo hay que contarla, cuando estamos empezando un siglo
que verá tantos avances tecnológicos, obliga a revisar algunos conceptos que han sido
válidos y estables durante décadas y que ahora tienen otros matices distintos.
La prensa ya no es el cuarto poder, tras el legislativo, el ejecutivo y el judicial. Nos
encontramos en un momento en el que las verdaderas columnas vertebrales de la sociedad
moderna son los mercados financieros y las redes de información (Ramonet, 1999): la
comunicación ocupa hoy el segundo lugar en la escala de la primacía social, y la
información en la era del ciberespacio tiene un valor que se puede contar, medir y controlar
y que se está concentrando en grandes grupos multimedia de dimensiones internacionales.
Todas estas circunstancias, y otras que veremos a lo largo de este capítulo, influyen
directamente en los criterios que determinan la prioridad o el interés de una información. Si
los estudios sobre el discurso tradicional de la noticia parten de cinco características básicas
-actualidad, novedad, veracidad, periodicidad e interés público-, lo cierto es que desde hace
años los esquemas se van ampliando de forma creciente (De Fontcuberta, 1995).
Y aunque la radio y la televisión nos permiten oír y ver los hechos -un fragmento de
los hechos- en directo, la información periodística más inmediata se completa, desde la
segunda mitad del siglo XX, con una tendencia al desarrollo analítico de los temas. A la
vez, comparte el espacio en los medios con una amplia oferta de servicios que poco o nada
tienen que ver con el mensaje informativo y que abarcan todo tipo de gustos y necesidades.
Junto a una lucha feroz por el control de las grandes audiencias se ha producido un
auge creciente de publicaciones y emisiones especializadas que se dirigen a múltiples
sectores minoritarios y se cuestiona incluso la idea de sociedad de masas. Y la personalidad
propia de los medios se ha difuminado con la irrupción temática en terrenos que antes no
habían entrado dentro de sus intereses informativos.
Así, los periódicos parecen revistas, los semanarios de información general han visto
invadido su espacio por los dominicales de los periódicos y, en algunos casos parecen
revistas del corazón o no dejan ver con claridad cual es el rumbo por el que quieren
conducir al lector, los informativos de radio explican los temas con profundidad y la
televisión sigue algunos de los esquemas de la prensa diaria.
3.1. Internet altera la periodicidad
En medio de estas transformaciones, en los años previos al 2000 la información periodística
seguía apoyándose en tres pilares fundamentales constituidos por el acontecimiento, la
actualidad y el período, en el que se encuentran la clave, la raíz y la terminología del
periodismo (De Fontcuberta, 1995) y que es, precisamente, la unidad de fragmentación de
la realidad (Gomis, 1991).
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Pero no es posible ignorar que el desarrollo de las nuevas tecnologías y la
generalización del uso de internet en tantos países del mundo han alterado el concepto
tradicional de la periodicidad y nos llevan a un futuro próximo de instantaneidad que
supera el día o la semana y que será -ya lo es, en cierta medida- una de las características de
la noticia en la sociedad cibernética que se va implantando: tener acceso a los hechos
cuando están ocurriendo o acaban de suceder. Aunque como veremos, esta circunstancia no
llega a afectar al concepto estricto de noticia sino al acontecimiento ya las imposiciones que
marca la actualidad. La dificultad sigue siendo determinar lo que es y lo que no es noticia.
Si noticia es la materia prima del proceso periodístico y del trabajo del profesional de la
información y, en definitiva, del producto que el público recibe, «es evidente que el
problema de partida consiste precisamente en la indeterminación del concepto. Sigal acierta
al partir de la base de que la mayoría de las noticias son el resultado de una elección, no de
una decisión.»
Prácticamenre todos los autores «están de acuerdo en que a los periodistas
generalmente les resulta fácil decir qué no es noticia, pero tienen auténticos problemas a la
hora de decidir qué es. Tal incertidumbre, el temor a la responsabilidad de determinar qué
es noticia y qué no, qué se selecciona o se omite, unido a la presión del tiempo que obliga a
actuar "en medio de la inseguridad", justifica la existencia de una convención periodística,
un acuerdo tácito de los profesionales de la información; lo que Sigal llama "noticias de
apoyo": la búsqueda de un acontecimiento reciente que justifique la información publicada.
El "acontecimiento" como pretexto."
La noticia, ese elemento indispensable del periodismo, depende de la elección de los
periodistas, de ese personaje oscuro e influyente que es el gatekeeper y que hace -no
individualmente sino de forma corporativa- que los medios muestren la actualidad como un
conjunto de acontecimientos novedosos seleccionados entre otros muchos a los que no se
les otorga espacio o tiempo.
La vieja definición de noticia como un problema, como algo que llama la atención de
los gobiernos, la policía o determinados sectores de la sociedad ha hecho que sea sinónimo
de mala noticia. Hay muchos temas controvertidos «que los periodistas suponen de interés
para mucha gente pero, en realidad, sólo representan a una minoría. El periodismo actual
sólo cubre temas que interesan a la élite» y, en este contexto, el periodismo cívico o
periodismo público sirve para «obtener una información más sistemática acerca de lo que
está pasando. No sólo cubre el conflicto, sino el comportamiento y las tendencias de la
sociedad» (McCombs, 1997).
3.2. Nuevas tendencias conceptuales
Entonces, ¿cómo hay que informar? La información en cuanto género periodístico coincide
sustancialmente con el concepto usual de la noticia, pensada como texto literario de
características peculiares, y es la forma más escueta para presentarla.
En términos generales se puede afirmar que es da misma noticia elaborada sobre la
base mínima de sus elementos básicos a los que se suelen añadir algunas de sus
circunstancias explicativas más dignas de relieve.» O, precisando más, «la noticia de un
hecho con la explicación de sus circunstancias y detalles, expuestos en orden inverso a su
interés (Martínez Albertos, 1991). Y no hay periodismo si no hay» noticias, que son su
objetivo primero e inmediato. En esto, nada ha cambiado.
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Pero, ¿qué es noticia? Las definiciones de los diccionarios son escasas en la
descripción de lo que es la base del trabajo periodístico: "noción, conocimiento",
"contenido de una comunicación antes desconocida", "divulgación de una doctrina", "el
hecho publicado" (RAE, 1992) Y otras definiciones aún más lejanas a esta profesión.
Se han publicado estudios teóricos interesantes, realizados por autores que no
proceden del periodismo, que presentan el análisis desde enfoques multidisciplinares. Unos
parten en su análisis de materias como la sociosemiótica y la psicología, y entienden la
construcción de la noticia como un proceso que tiene tres fases interrelacionadas:
producción, circulación y consumo.
Después, y siempre a partir de esta división inicial, se centran fundamentalmente en
la primera fase. La noticia es, en este marco, una realidad compleja, diversa y cambiante,
producto de la industria informativa. y se establece una división entre la realidad social
como una cosa ontológicamente dada y exterior a la subjetividad, y la realidad social como
el resultado de acciones sociales intersubjetivas.
En este contexto de intersubjetividad se otorga a los periodistas un rol socialmente
legitimado e institucionalizado mediante el que recogen los acontecimientos y temas
importantes para darles sentido. La noticia es así una realidad social, construida dentro de
un sistema, e incluso se apunta que no existe un concepto universal de noticia porque es el
producto de cada sociedad concreta (Rodrigo Alsina, 1989).
Para comprender esa construcción noticiosa hay un elemento fundamental que son las
fuentes informativas, es esencial la relación acontecimiento-fuente-noticia y, finalmente, la
noticia se define como «una representación de la realidad cotidiana producida
institucionalmente que se manifiesta en la construcción de un mundo posible» (Rodrigo
Alsina, 1989).
Otros autores han incidido en una manera distinta de abordar las estructuras y la
producción de la noticias que es «básicamente interdisciplinaria, y debe combinar el
análisis linguistico, el discurso analítico, psicológico y sociológico del discurso informativo
y de los procesos periodísticos» (Van Dijk, 1990).
En este marco se considera que la noticia es un tipo específico de discurso cuyo
análisis retórico no puede hacerse sin tener en cuenta las explicaciones semántica e
ideológica. y se lleva a cabo este proceso admitiendo dos componentes principales: el
textual, que incide en las diferentes estructuras y niveles de este discurso, y el contextual,
que se fija en los factores cognitivos y sociales, las condiciones, los límites o las
consecuencias de estas estructuras textuales e, indirectamente, en su contexto económico,
cultural e histórico (Van Dijk).
Se pretende saber, de esta manera, cómo influyen en concreto los procesos cognitivos
sobre la producción y el entendimiento de las estructuras del discurso y, a la vez, cómo las
estructuras del discurso influyen y son influidas por la situación social. Y se considera que
el estilo sólo puede analizarse de forma adecuada cuando se toma «como un indicio de los
contextos personal y social» (Van Dijk).
Así, se concluye exponiendo la relación entre las ideologías y las representaciones
cognitivas que subyacen en la producción y la comprensión de la noticia para explicar, a la
vez, la función de reproducción que cumplen los medios informativos, en parte autónomos
y en parte dependientes y controlados por estructuras e ideologías sociales de más calado.
Sin embargo, el significado que nos interesa destacar desde el punto de vista de la
docencia universitaria del periodismo es más pragmático y más directo. Aquel que pretende
facilitar el aprendizaje de la selección y la elaboración de las noticias en el espacio limitado
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de los medios de comunicación, resaltando por tanto las características del estilo
informativo: concisión, claridad, brevedad y una construcción que capte la atención del
lector.
3.3. Algunas definiciones
En los distintos textos publicados sobre estas cuestiones se han dado distintas definiciones de lo que es una
noticia que ofrecen enfoques diferentes:
«Noticia es un hecho verdadero, inédito o actual, de interés general, que se
comunica a un público que pueda considerarse masivo, una vez que ha sido
recogido, interpretado y valorado por los sujetos promotores que controlan el
medio utilizado para la difusión» (Martínez Albertos, 1991).
«La noticia como género periodístico es la manifestación última más frecuente del
proceso de semantización aplicado a la información de hechos reales y actuales de
interés público, susceptibles por sus características de ser incorporados a los
circuitos de la comunicación social» (Casasús, 1988).
«Noticia es la información no publicada todavía de aquellas acciones de la
humanidad que se piensa que han de interesar, informar o entretener al público»,
asegura otro autor, pero añade que es una palabra de múltiples significados y que
«su calidad es escurridiza, su variedad infinita, y no tiene más límites que los de
la propia vida» (Warren, 1975).
«Es la expresión periodística de un hecho capaz de interesar hasta el punto de
suscitar comentarios» (Gomis, 1991).
«La noticia periodística se basa en un acontecimiento, y ese acontecimiento tiene
una determinada actualidad» (De Fontcuberta, 1995).
«Las noticias son comunicaciones sobre hechos nuevos surgidos en la lucha por la
existencia del individuo y de la sociedad» (Dovifat, 1959).
«Es el género periodístico por excelencia que da cuenta, de un modo sucinto pero
completo de un hecho actual o actualizado, digno de ser conocido y divulgado y
de innegable repercusión humana (Martín Vivaldi, 1973).
Pero también es cierto que la mayor parte de los autores que han escrito sobre los
distintos aspectos del periodismo han aportado su propia definición y muchas de ellas sólo
pueden ser consideradas aproximaciones, por la amplitud e indeterminación del concepto.
Y sobre todo, desde la perspectiva abierta y novedosa que ofrece en estos momentos la
tecnología -que impone y va a seguir imponiendo, como ya se ha hecho notar, variaciones
ineludibles- y que influye directamente en el esquema acontecimiento/ actualidad/período.
En realidad, más que decir lo que es noticia se establecen los efectos que produce en
el periodista y en el lector (Gomis, 1989), y hay una coincidencia generalizada que consiste
en incluir el término «interés» al tratar de explicar lo que tiene o no tiene ese hecho o
suceso que se convierte en acontecimiento por la atracción, la sorpresa, el interés y los
comentarios que provoca.
En determinados textos clásicos se alude a las que se consideran notas esenciales de
la noticia (Dovifat, 1959):
que sea de utilidad y valor para el lector;
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que sea nueva, es decir, recién transmitida, y
que sea comunicada a través de un tercero y, por consiguiente, esté expuesta a su
influencia subjetiva, que abarca desde el error inconsciente en la transmisión hasta
la posible manipulación.
También se ha escrito sobre los cuatro requisitos que, en principio, debe reunir
(Denoyer, 1950):
ser interesante,
tener importancia,
ser nueva, y
ser verdadera.
Para otros autores debe ser «fiel, completa y accesible, sea desde el punto de vista del
reportero, sea desde el punto de vista del público. En segundo lugar debe ser concisa,
original y rápidamente difundida» (Clausse, 1953). Y no se puede considerar sólo como un
simple hecho de actualidad, sino más bien un acontecimiento -événement-, un hecho con
significado social «cuyo conocimiento es necesario para la comprensión de la historia da
cada día» (Martínez Albertos, 1991).
En este punto es oportuno aludir a lo que se ha considerado el "dilema" del
acontecimiento, ese elemento que define el concepto clásico de noticia, tanto si ese
acontecimiento está programado como si no lo está (Diezhandino, 1994). Y que hace que el
trabajo del periodista sea, precisamente, seleccionar entre los diversos acontecimientos,
pseudo-acontecimientos e, incluso, hechos preparados exclusivamente para ser publicados,
sin dedicar en tantas ocasiones la atención necesaria hacia los grandes problemas, las
tendencias sociales o las presiones que se producen en la sociedad y que no pueden
considerarse, sin embargo, novedades, noticias de última hora.
Ya hace años que quedó patente que la noticia se puede considerar «una realidad
construida» (Tuchman, 1983), cuya definición depende -así se pensaba entonces- de la
estructura social y de las normas y actitudes que produce. Pero posteriormente se ha
descargado el peso en el trabajo de los informadores y de las organizaciones informativas:
es en ese ámbito donde los sucesos de cada día se transforman en acontecimientos.
3.4. Sin acontecimiento
Existe, además, una tendencia que desde hace años se puede observar en los medios de
comunicación y que muestra que una parte de las noticias que se publican no responden ni
siquiera al concepto de acontecimiento sino al de no-acontecimiento. Es decir, a la
«construcción, producción y difusión de noticias a partir de hechos no sucedidos o que
suponen explícitamente una no-información en el sentido periodístico» (De Fontcuberta,
1995) que, de alguna manera, quiebra el concepto de actualidad y socava las bases
tradicionales del discurso periodístico -realidad, veracidad y actualidad- para informar de
hechos que todavía no han sucedido o ni siquiera están previstos.
La observación de las tipologías observadas en este sentido ha sido resumida por De
Fontcuberta, que concreta las posibilidades que refleja el estudio de los diferentes medios
en tres puntos:
Noticias inventadas, elaboradas con declaraciones, hipótesis u otros componentes
que no existen realmente y que no provocan una rectificación posterior en los
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medios.
Noticias erróneas, confeccionadas con datos que en un principio se han dado
como verdaderos y luego resultan ser falsos.
Noticias basadas en una especulación, redactadas a partir de hipótesis no
comprobadas o rumores no confirmados y, muchas veces, obtenidas mediante
filtraciones.
Y la misma autora, que ejemplifica cada una de las posibilidades del no-
acontecimiento, advierte sobre los peligros que esta práctica puede traer consigo para los
medios porque «pone en entredicho la propia razón del ser del periodismo, y mina las señas
de identidad de su propia existencia, de sus propias funciones.»
En este sentido hay también aportaciones más recientes que tienen enorme interés que
recuerdan algo que todos sabemos pero conviene actualizar frecuentemente para ofrecer un
planteamiento realista de la cuestión (Colombo, 1997): ni nacen todas las noticias que
deberías nacer, ni todas las noticias que nacen están directamente relacionadas con la
necesidad y el deber de informar.
Dentro de este marco se introducen, en primer lugar, las noticias de encargo, que no
son falsas sino sacadas de otros acontecimientos identificados como noticias para atender a
determinadas exigencias de la audiencia en un momento concreto, y convertidas en fuente
para otras fuentes. Hasta el punto de que se crean diversas historias colaterales y, al final, es
imposible determinar el verdadero origen del hecho y es posible hablar de noticias viajeras
y de una genealogía del error:
En las "noticias viajeras" se puede transportar -sin los adecuados controles- una real y
verdadera genealogía del error, en el sentido de que determinadas noticias que nacen
en la fuente o en un paso intermedio, imprecisas o inventadas, son transmitidas o
incluso posteriormente deformadas y amplificadas. Sucede aquello que un gran
científico, Laplace, había observado en su Essai philosophique sur les probabilités:
«Una noticia que pasa de boca en boca es como una imagen que debe atravesar tantas
láminas opacas de cristal como intermediarios existen. Es evidente que cuanto más
aumenta el número de los pasos más disminuye la legibilidad del fenómeno».
También se hace alusión en este punto a que la relevancia de esa noticia está en
función del número de veces que se repite, de la gente que reacciona favorablemente ante el
tema, de la cantidad de personas implicadas en el acontecimiento y, en buena medida, del
número de periodistas que la cubren.
En cuanto a las noticias-promoción, salen a la palestra «confeccionadas con astucia y
habilidad desde las oficinas de prensa y tienen especial efecto en el campo de la producción
de bienes efímeros, como el espectáculo y la moda, donde incluso el reportero más atento
no tiene ninguna posibilidad de confrontación», de tal manera que la noticia así creada se
difunde de manera inevitable.
Antes se han citado las noticias inventadas y habría que añadir que aunque su
falsedad es, generalmente, descubierta, no existe verdadera protección ante ellas. y también
hay que recordar un sistema indeseable pero real que es la desinformación organizada, la
producción de hechos «complejos y creíbles, partiendo habitualmente de hechos ocurridos
o verosímiles para alcanzar después unos desarrollos puramente inventados» (Colombo,
1997).
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Una cuestión que se puede agravar con la facilidad de publicación que proporcionan
las redes de información, que no exigen la cita de fuentes fidedignas más que a las
cabeceras de reconocido prestigio que se están convirtiendo, cada vez más, en puntos de
referencia para los internautas que buscan información de actualidad.
En fin, que descubrir o seleccionar noticias no es, en estos momentos, un asunto
sencillo. Y si nos centramos en el aspecto docente de esta cuestión, en cómo puede
aprender el alumno que quiere ser periodista a distinguir lo que es noticia de lo que no lo
es, no se puede limitar ese aprendizaje a la simple observación de los criterios tantas veces
intuitivos que se utilizan en las redacciones y se reflejan cada día en los medios.
Son útiles y también eficaces si se piensa sólo en atraer al la audiencia, pero en las
Facultades de Ciencias de la Información debemos ofrecer unos baremos más críticos, más
reflexivos, más selectivos para seleccionar o eliminar una información a partir de
argumentos estrictamente profesionales.
La formación universitaria en el periodismo -tan poco comprendida por algunos
periodistas y, en determinados casos, tan incorrectamente impartida desde las aulas- debe
llevar a la reflexión. Y eso supone dar la importancia necesaria al propio nivel cultural y a
la especialización temática elegida, saber aplicar en cada momento las planteamientos
éticos que protegen la información veraz y a recordar a los alumnos que limitar su
formación a practicar la dinámica de las redacciones -que es, sin duda, algo imprescindible
en los programas- es volver a considerar esta profesión, que se va volviendo cada vez más
compleja, en un oficio que no requeriría cinco años de formación.
Si existe libertad, cualquier tipo de hecho puede ser información si cumple los
requisitos noticiosos que se explicarán con detalle en el punto siguiente. Pero si, como ya
he apuntado en otros trabajos, nos encontramos en una etapa del periodismo caracterizada
por la fuerza de los intereses -económicos, políticos, de poder- es de la mayor importancia
asegurar la independencia de ese criterio del periodista que realiza su trabajo en un entorno
de grandes grupos multimedia que, de una u otra manera, tratan de imponer su visión de la
realidad.
Y esa independencia tiene mucho que ver con la profesionalidad de los periodistas,
con su capacidad de hacer una selección libre y contrastada de las noticias, con el
convencimiento de que «todo conocimiento precientífico es dogmático; y con la invención
del método científico, es decir, del método crítico, comienza la ciencia» (Popper, 1995).
3.5. Elementos característicos y técnica de realización
El criterio más generalizado para que se de una noticia es el interés común que pueda tener
ese suceso concreto para los receptores, un interés en el que influye de forma importante la
proximidad de los hechos con respecto a la audiencia que los va a conocer. Y, en un plano
más abstracto, hay que referirse al interés público, que procede de la objetivación de las
circunstancias en las que se desarrollan las relaciones políticas y la interacción social, y al
interés psicológico (Núñez Ladeveze, 1991).
El interés público «emana de la condición política de la persona en cuanto forma
parte de una comunidad en que los intereses individuales han de adaptarse, en una u otra
medida, a un interés común. Las decisiones políticas comprometen la vida personal
independientemente de que las personas se interesen o no por ellas. Pero, en las
democracias formales, no sólo se presume ese interés sino que además la convivencia se
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organiza a partir del supuesto de que ese interés existe en grado tal que la voluntad política
es la expresión de la voluntad social mayoritaria y coincidente. Noticias de interés
predominantemente público serán aquellas en las que el ingrediente del interés público
prevalece sobre cualquier otro.»
Y este interés público por «que se difundan acontecimientos de determinada especie
es distinto del "interés del público" por acontecimientos que genéricamente conmueven a la
mayoría de las personas por motivos principalmente psicológicos. Cabe conjeturar que la
psicología de la subjetividad humana es afín, y que las personas sienten curiosidad e interés
por determinada especie de acontecimientos por motivos no "públicos" sino más bien
"humanos". Noticias de interés humano es un modo habitual de expresarse en la profesión
periodística para distinguidas de las noticias políticas» (N úñez Ladeveze 1991).
Desde la perspectiva de este autor, los dos componentes de la actualidad permiten
distinguir dos modelos diferentes de periodismo. El que tiene más en cuenta el interés
público estaría más próximo al «periodismo de calidad», y el que se decanta por el interés
del público se acercaría al «periodismo de sensación» que, llevado al extremo, es el
sensacionalismo.
El interés público es independiente de la sensación psicológica. El interés humano
psicológicamente generalizado es provocado más por sensaciones que por conceptos, y
requiere menos esfuerzo intelectual. También se puede apuntar aquí el resultado de otros
trabajos que introducen un tercer elemento: el interés del medio (Edo, 1996), tantas veces
legítimo pero en ocasiones espurio. Y, en realidad, el éxito de un medio escrito, audiovisual
o digital está, en buena medida, en función del equilibrio que consiga entre todos estos
conceptos.
Lo cierto es que hay que volver siempre a la misma pregunta: ¿qué es noticia, y por
qué? Y preguntarse también, ¿hay que darle al lector lo que quiere o lo que debe
interesarle? Pero, en estos momentos, la línea que separa estos conceptos no está
perfectamente definida, ni se puede afirmar taxativamente que un texto de actualidad que se
detiene en el interés humano se aproxima al sensacionalismo porque no es del todo exacto.
Sin embargo, todos los mensajes periodísticos tienen unos rasgos diferenciadores que
los distinguen de otro tipo de mensajes: son -deberían ser- gratuitos y desinteresados, y se
agotan con su difusión. No buscan inicialmente modificar actitudes sino el enriquecimiento
de los receptores, aportándoles nuevos datos, más o menos importantes.
Y esto, que es especialmente válido al hablar de la noticia, lleva a sacar conclusiones
respecto al papel del periodista. Debe seguir ese principio de no intencionalidad, que
admite grados de acuerdo con el género periodístico que se utilice: información, reportaje,
crónica, artículo.
El periodista es un narrador objetivo y, a la vez, un intérprete crítico que tiene en
cuenta las necesidades y las exigencias de los lectores y su ecuanimidad, su honestidad
intelectual, debe estar libre de sospechas. La objetividad informativa puede ser imposible al
cien por cien, pero no es un tópico y, en la medida de lo posible, debe distinguir un mensaje
informativo de otro cargado de opinión.
El mensaje periodístico debe ser, de verdad, no intencional. y si no lo es, no es
adecuado hablar de verdadera noticia ni de periodismo, sino de intencionalidad al servicio
de intereses personales o de partido. El periodista es mediador entre los hechos o los datos a
los que los ciudadanos no tienen acceso directo, y el público. Mediador y no manipulador.
Es una cuestión de ética profesional que tiene como consecuencia esa ecuanimidad
que se ha citado en la información, el reportaje y la crónica, y que introduce la subjetividad
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en los artículos, tanto editoriales como sueltos, críticas o cualquier otro de los textos
periodísticos opinativos. Una cosa es el relato y otra el comentario, y editorializar en las
informaciones es un fraude para la audiencia.
Una vez establecidas estas premisas, se pueden buscar elementos comunes en los
textos informativos, factores que pueden ayudar a determinar los criterios de selección y
valoración de las noticias que se publican cada día en los diferentes medios de
comunicación y que permiten dar una respuesta a la pregunta ¿qué es noticia?
En uno de los textos clásicos de la enseñanza del periodismo (Warren, 1975) se habla
de ocho posibles elementos presentes en las noticias: actualidad, proximidad, prominencia,
curiosidad, conflicto, suspense, emoción y consecuencias.
En otros se tienen en cuenta diferentes relaciones (Martínez Albertos, 1991),
comenzando por una primera versión de la anterior -actualidad, proximidad, consecuencias,
relevancia personal, suspense, rareza, conflicto, sexo, emoción y progreso (Warren, 1951)-
para establecer la valoración de las noticias, y resumiendo todas las demás en una sola cita:
He aquí, respectivamente, dos listas de composición norteamericana y una española: 1) Proximidad
temporal, proximidad física, consecuencias, prominencia, drama, atracción, conflicto, sexo, emoción y
progreso; 2) actualidad, proximidad, prominencia, importancia, rareza, interés humano, amor a la
lucha, emociones, deseos de superación y entretenimiento y diversiones; 3) actualidad, proximidad y
familiaridad, eminencia o celebridad, novedad o rareza, vida, rivalidad o lucha, sentimientos, amor,
utilidad, dinero o propiedad, diversiones y deportes, intereses locales y generales, intereses domésticos,
moralidad, cultura y número y calidad de los lectores afectados (Herráiz, 1966, citado por Martínez
Albertos).
Como en otras cuestiones, no se pueden establecer reglas fijas porque ni aparecen
todos los elementos a la vez ni es imprescindible que aparezca un número determinado para
considerar que existe una noticia. Hay textos que hablan, más bien, de características
(Diezhandino, 1994) -novedad, oportunidad, proximidad, prominencia, conflicto, impacto,
rareza, acción, interés humano- y se detienen más en ésta última.
El interés humano es un elemento noticioso que se está en plena crisis de cambio
porque representa los intereses del lector. Y cuenta con distintos componentes como la
compasión, la conmiseración, la solidaridad, lo extraordinario, el progreso, el suspense, el
combate, la lucha, la pelea...
Pero hay otros factores que contribuyen a que un hecho concreto sea captado y
aceptado como noticioso: la frecuencia, la sonoridad, la falta de ambigüedad, la
significación, la cercanía, lo inesperado o raro, el elitismo, la personalización O la
negatividad. También, dramatismo y exageración o novedad y entretenimiento, familiaridad
y similitud, conflicto y violencia.
Se puede concluir añadiendo que sólo «un precursor como MacDougall, a los valores
establecidos de la noticia incorporó el elemento Consecuencias. No el hoy o el ayer,
también el mañana: un principio indispensable cuando se incorpora la interpretación al
texto periodístico. [...] Hoy habría que añadir un último valor noticioso: la utilidad»
(Diezhandino, 1994).
Y en textos más recientes (Bezunartea; Del Hoyo; Martínez, 1998) se explica que
entre los criterios que integran las convenciones periodísticas que facilitan selección de
noticias el primero es la necesidad de atraer la atención de la audiencia -dar que hablar- y el
segundo el interés, que abarca muchos aspectos diferentes, varía en cada circunstancia
concreta y debe ser contemplado desde la perspectiva de un medio determinado y de la
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diversificación de las audiencias.
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Kapuscinski, Ryszard. Los cínicos no sirven para este oficio. Sobre el buen periodismo.
Anagrama. Barcelona, España, 2002, pp. 29-64.
Kapuscinski nació en Polonia en 1932. Después de estudiar en la Universidad de
Varsovia fue corresponsal extranjero hasta 1981. Es una de las figuras intelectuales
más originales y complejas del panorama internacional de la actualidad. Autor de
memorables obras de historia como El emperador, La guerra del futbol, El Sha y El
ébano. Sobre el corresponsal señala que debe ser un hombre de gran resistencia física y psíquica, pues, por
más que piense, ¿de qué nos sirve nuestro corresponsal si se abandona a la depresión y cae en un estado de
postración que lo inmoviliza y le impide escribir una sola palabra en los momentos en que se suceden
acontecimientos de máximo interés e importancia? Tampoco puede ser corresponsal el que tiene miedo de la
mosca tse-tse, de la cobra negra, del elefante, de los caníbales, de beber agua de ríos y arroyos, de comer
tartas hechas de hormigas asadas; el que se estremece con sólo pensar en las amebas y en las enfermedades
venéreas, en que le robarán y lo apalearán; el que ahorra cada dólar para construirse una casa cuando vuelva a
su país; el que no sabe dormir en una choza de barro africana, y el que desprecia a la gente sobre la cual
escribe”.
Maria Nadotti: En uno de tus primeros libros, Another Day of Life, un reportaje sobre las
guerras en Angola todavía inédito en Italia [y en España], escribiste: «Es erróneo escribir
sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un poco de su vida.»
En El Imperio, siendo testigo de la modernización de una ciudad, escribes: «Enfrente
del hotel en que me alojo echan abajo el casco antiguo de Ereván. Derriban las viejas casas
sombreadas, los miradores, los jardines colgantes, los parterres y caballones, los
minúsculos arroyos y saltos de agua, los aleros cubiertos de alfombras de flores, las vallas
envueltas en espesas parras, derrumban las escaleras de madera, destruyen los bancos
colocados junto a las paredes de las casas, derruyen los cobertizos y los gallineros, los
portales y las verjas. Todo esto desaparece de la vista. La gente contempla cómo los
bulldozers allanan un paisaje formado durante años (en este lugar levantarán unas cajas de
cemento hechas de placas de hormigón), cómo arrasan y reducen a escombros sus
callejones verdes, silenciosos y acogedores, los rincones que les proporcionaban albergue y
refugio. La gente lo mira y llora. Y yo, entre ellos, también lloro.»
En La guerra del futbol, en una especie de digresión autobiográfica que arroja luz
sobre la naturaleza y la medida de tu compromiso como escritor y periodista, escribes: «En
África he caído enfermo muy a menudo, pues el trópico lo fecunda todo en exceso [...]. No
hay salida: si alguien quiere penetrar en los rincones más recónditos y apartados de las rutas
trilladas, los más ocultos y traicioneros de estas tierras, tiene que estar preparado para pagar
su osadía con la salud o incluso con la vida [...]. En vista de las circunstancias, hay quienes
deciden llevar una existencia paradójica, a saber: al llegar a África desaparecen en hoteles
que les brindan todas las comodidades, y nunca abandonan los lujosos barrios de los
blancos; en una palabra, estando topográficamente en África, siguen viviendo en Europa,
sólo que se trata de una Europa en miniatura, de un sucedáneo reducido a la mínima
expresión. Es un estilo de vida que, sin embargo, resulta indigno de un auténtico viajero e
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inconcebible para un reportero, que tiene que vivirlo todo en su propia carne.»
Tu obra más reciente, Ébano, es la fotografía de una África vista desde dentro y desde
abajo, la tentativa exitosa de una observación participativa y, a su manera, militante, de las
mil vidas de un continente que para nosotros sigue siendo nada más que un inmenso
agujero negro en el mapa del mundo.
Por todo ello, me gustaría invitarte a que empezaras precisamente por aquí, por el
relato y las motivaciones de una actividad periodística marcada por una opción ética muy
fuerte y por la necesidad del riesgo, de la experiencia directa y de la compenetración.
Ryszard Kapuscinski: Antes que nada, quisiera expresar mi gran alegría por estar
aquí. No es la primera vez que participo en una reunión de periodistas en Italia, y tengo
muy buenos recuerdos de estos encuentros. En segundo lugar, quisiera decir que estoy
contento de ver a tantos jóvenes. Nuestra profesión necesita nuevas fuerzas, nuevos puntos
de vista, nuevas imaginaciones, porque en los últimos tiempos ha cambiado de una forma
espectacular. Habéis nacido para llevar a buen puerto un trabajo que acaba apenas de
empezar. El periodismo está atravesando una gran revolución electrónica. Las nuevas
tecnologías facilitan enormemente nuestro trabajo, pero no ocupan su lugar. Todos los
problemas de nuestra profesión, nuestras cualidades, nuestro carácter artesanal, permanecen
inalterables. Cualquier descubrimiento o avance técnico pueden, ciertamente, ayudarnos,
pero no pueden ocupar el espacio de nuestro trabajo, de nuestra dedicación al mismo, de
nuestro estudio, de nuestra exploración y búsqueda.
En nuestro oficio hay algunos elementos específicos muy importantes.
El primer elemento es una cierta disposición a aceptar el sacrificio de una parte de
nosotros mismos. Es ésta una profesión muy exigente. Todas lo son, pero la nuestra de
manera particular. El motivo es que nosotros convivimos con ella veinticuatro horas al día.
No podemos cerrar nuestra oficina a las cuatro de la tarde y ocuparnos de otras actividades.
Éste es un trabajo que ocupa toda nuestra vida, no hay otro modo de ejercitado. O, al
menos, de hacerlo de un modo perfecto.
Hay que decir, naturalmente, que puede desempeñarse de forma plena en dos niveles
muy distintos.
A nivel artesanal, como sucede en el noventa por ciento de los periodistas, no se
diferencia en nada del trabajo común de un zapatero o de un jardinero. Es el nivel más bajo.
Pero luego hay un nivel más elevado, que es el más creativo: es aquel en que, en el
trabajo, ponemos un poco de nuestra individualidad y de nuestras ambiciones. y esto
requiere verdaderamente toda nuestra alma, nuestra dedicación, nuestro tiempo.
El segundo elemento de nuestra profesión es la constante profundización en nuestros
conocimientos. Hay profesiones para las que, normalmente, se va a la universidad, se
obtiene un diploma y ahí se acaba el estudio. Durante el resto de la vida se debe,
simplemente, administrar lo que se ha aprendido. En el periodismo, en cambio, la
actualización y el estudio constantes son la conditio sine qua non. Nuestro trabajo consiste
en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo,
profundo, dinámico y revolucionario. Día tras día, tenemos que estar pendientes de todo
esto y en condiciones de prever el futuro. Por eso es necesario estudiar y aprender
constantemente. Tengo muchos amigos de una gran calidad junto a los que empecé a
ejercer el periodismo y que a los pocos años fueron desapareciendo en la nada. Creían
mucho en sus dotes naturales, pero esas capacidades se agotan en poco tiempo; de manera
que se quedaron sin recursos y dejaron de trabajar.
Hay una tercera cualidad importante para nuestra profesión, y es la de no considerarla
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como un medio para hacerse rico. Para eso ya hay otras profesiones que permiten ganar
mucho más y más rápidamente. Al empezar, el periodismo no da muchos frutos. De hecho,
casi todos los periodistas principiantes son gente pobre y durante bastantes años no gozan
de una situación económica muy boyante. Se trata de una profesión con una precisa
estructura feudal: se sube de nivel sólo con la edad y se requiere tiempo. Podemos
encontrar muchos periodistas jóvenes llenos de frustraciones, porque trabajan mucho por un
salario muy bajo, luego pierden su empleo y a lo mejor no consiguen encontrar otro. Todo
esto forma parte de nuestra profesión. Por tanto, tened paciencia y trabajad. Nuestros
lectores, oyentes, telespectadores son personas muy justas, que reconocen enseguida la
calidad de nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociada con nuestro
nombre; saben que de ese nombre van a recibir un buen producto. Ése es el momento en
que se convierte uno en un periodista estable. No será nuestro director quien lo decida, sino
nuestros lectores.
Para llegar hasta aquí, sin embargo, son necesarias esas cualidades de las que he
hablado al principio: sacrificio y estudio.
La pregunta de Maria hacía referencia al peso que la experiencia personal tiene sobre
lo que uno está escribiendo. Depende. En nuestra profesión pueden hacerse cosas muy
distintas. Con los años, nos especializamos en una carrera particular.
En general, los periodistas se dividen en dos grandes categorías. La categoría de los
siervos de la gleba y la categoría de los directores. Estos últimos son nuestros patronos, los
que dictan las reglas, son los reyes, deciden. Yo nunca he sido director, pero sé que hoy no
es necesario ser periodista para estar al frente de los medios de comunicación. En efecto, la
mayoría de los directores y de los presidentes de las grandes cabeceras y de los grandes
grupos de comunicación no son, en modo alguno, periodistas. Son grandes ejecutivos.
La situación empezó a cambiar en el momento en que el mundo comprendió, no hace
mucho tiempo, que la información es un gran negocio.
Antaño, a principios de siglo, la información tenía dos caras. Podía centrarse en la
búsqueda de la verdad, en la individuación de lo que sucedía realmente, y en informar a la
gente de ello, intentando orientar a la opinión pública. Para la información, la verdad era la
cualidad principal.
El segundo modo de concebir la información era tratada como un instrumento de
lucha política. Los periódicos, las radios, la televisión en sus inicios, eran instrumentos de
diversos partidos y fuerzas políticas en lucha por sus propios intereses. Así por ejemplo, en
el siglo XIX, en Francia, Alemania o Italia, cada partido y cada institución relevante tenía
su propia prensa. La información, para esa prensa, no era la búsqueda de la verdad, sino
ganar espacio y vencer al enemigo particular.
En la segunda mitad del siglo xx, especialmente en estos últimos años, tras el fin de la
guerra fría, con la revolución de la electrónica y de la comunicación, el mundo de los
negocios descubre de repente que la verdad no es importante, y que ni siquiera la lucha
política es importante: que lo que cuenta, en la información, es el espectáculo. Y, una vez
que hemos creado la información-espectáculo, podemos vender esta información en
cualquier parte. Cuanto más espectacular es la información, más dinero podemos ganar con
ella.
De esta manera, la información se ha separado de la cultura: ha comenzado a fluctuar
en el aire; quien tenga dinero puede cogerla, difundirla y ganar más dinero todavía. Por
tanto, hoy nos encontramos en una era de la información completamente distinta. En la
situación actual, es éste el hecho novedoso.
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Y éste es el motivo por el que, de pronto, al frente de los más grandes grupos
televisivos encontramos a gente que no tiene nada que ver con el periodismo, que sólo son
grandes hombres de negocios, vinculados a grandes bancos o compañías de seguros o
cualquier otro ente provisto de mucho dinero. La información ha empezado a «rendir», y a
rendir a gran velocidad.
La actual, por tanto, es una situación en la que en el mundo de la información está
entrando cada vez más dinero.
Hay otro problema, además. Hace cuarenta, cincuenta años, un joven periodista podía
ir a su jefe y plantearle sus propios problemas profesionales: cómo escribir, cómo hacer un
reportaje en la radio o en la televisión. y el jefe, que generalmente era mayor que él, le
hablaba de su propia experiencia y le daba buenos consejos.
Ahora, intentad ir a Mr. Turner, que en su vida ha ejercido el periodismo y que rara
vez lee los periódicos o mira la televisión: no podrá daros ningún consejo, porque no tiene
la más mínima idea de cómo se realiza nuestro trabajo. Su misión y su regla no son mejorar
nuestra profesión, sino únicamente ganar más.
Para estas personas, vivir la vida de la gente corriente no es importante ni necesario;
su posición no está basada en la experiencia del periodista, sino en la de una máquina de
hacer dinero.
Para los periodistas que trabajamos con las personas, que intentamos comprender sus
historias, que tenemos que explorar y que investigar, la experiencia personal es,
naturalmente, fundamental. La fuente principal de nuestro conocimiento periodístico son
«los otros». Los otros son los que nos dirigen, nos dan sus opiniones, interpretan para
nosotros el mundo que intentamos comprender y describir.
No hay periodismo posible al margen de la relación con los otros seres humanos. La
relación con los seres humanos es el elemento imprescindible de nuestro trabajo. En nuestra
profesión es indispensable tener nociones de psicología, hay que saber cómo dirigirse a los
demás, cómo tratar con ellos y comprenderlos.
Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una
buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas.
Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su
fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el
primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que en psicología se denomina
«empatía». Mediante la empatía, se puede comprender el carácter del propio interlocutor y
compartir de forma natural y sincera el destino y los problemas de los demás.
En este sentido, el único modo correcto de hacer nuestro trabajo es desaparecer,
olvidarnos de nuestra existencia. Existimos solamente como individuos que existen para los
demás, que comparten con ellos sus problemas e intentan resolverlos, o al menos
describirlos.
El verdadero periodismo es intencional, a saber: aquel que se fija un objetivo y que
intenta provocar algún tipo de cambio. No hay otro periodismo posible. Hablo, obviamente,
del buen periodismo. Si leéis los escritos de los mejores periodistas -las obras de Mark T
wain, de Ernest Hemingway, de Gabriel García Márquez-, comprobaréis que se trata
siempre de periodismo intencional. Están luchando por algo. Narran para alcanzar, para
obtener algo. Esto es muy importante en nuestra profesión. Ser buenos y desarrollar en
nosotros mismos la categoría de la empatía.
Sin estas cualidades, podréis ser buenos directores, pero no buenos periodistas. Y esto
es así por una razón muy simple: porque la gente con la que tenéis que trabajar -y nuestro
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trabajo de campo es un trabajo con la gente- descubrirá inmediatamente vuestras
intenciones y vuestra actitud hacia ella. Si percibe que sois arrogantes, que no estáis
interesados realmente en sus problemas, si descubren que habéis ido hasta allí sólo para
hacer unas fotografías o recoger un poco de material, las personas reaccionarán
inmediatamente de forma negativa. No os hablarán, no os ayudarán, no os contestarán, no
serán amigables. Y, evidentemente, no os proporcionarán el material que buscáis.
Y sin la ayuda de los otros no se puede escribir un reportaje. No se puede escribir una
historia. Todo reportaje -aunque esté firmado sólo por quien lo ha escrito- en realidad es el
fruto del trabajo de muchos. El periodista es el redactor final, pero el material ha sido
proporcionado por muchísimas individuos. Todo buen reportaje es un trabajo colectivo, y
sin un espíritu de colectividad, de cooperación, de buena voluntad, de comprensión
recíproca, escribir es imposible.
En fin, esto es lo mínimo que puedo responder a la pregunta, que era muy larga
y compleja.
M.N.: «El otro» elegido por Kapuscinski no es, sin embargo, un «otro» genérico. Has
afirmado en varias ocasiones que «el otro» que te interesa es el pobre. En Lapidarium, por
ejemplo, dices: «El tema de mi vida son los pobres.» En La guerra del fútbol, citando al
Lévi-Strauss de los Tristes trópicos, escribiste que tu decisión de ser un reportero de los
países del Tercer Mundo respondía a una profunda incompatibilidad hacia tu grupo, tu
cultura, tu país...
R.K.: Verás... El problema del escritor que lleva muchos años escribiendo es que el
mundo y nosotros mismos cambiamos continuamente. Muchas veces me recuerdan que he
escrito esto o aquello y yo contesto: Es imposible. Entonces me dicen: Pero si está escrito
aquí. Sí, pero el libro se publicó hace treinta o cuarenta años. Desde entonces, todo ha
cambiado. Es imposible vivir en el mundo contemporáneo sin cambiar y sin adaptarse a los
cambios. Porque nuestro objeto está en un cambio constante. Y estamos intentando
describir el mundo contemporáneo con instrumentos que funcionaban hace cuarenta años, y
que hoy están completamente obsoletos, desenfocados.
Nuestra profesión necesita continuos reajustes, modificaciones, mejoras. Claro está,
debemos atenernos a ciertas reglas generales. Ser éticamente correctos, por ejemplo, es una
de las principales responsabilidades que tenemos. Pero, por lo demás, nuestro objeto está en
continuo movimiento. Yo, por ejemplo, me he especializado en los países del Tercer
Mundo -África, Asia y América Latina-, a los cuales he dedicado casi toda mi vida
profesional. Mi primer viaje largo fue a la India, Pakistán y Afganistán, en 1956. Por tanto,
hace más de cuarenta años que viajo a los países del Tercer Mundo. He vivido en ellos
permanentemente durante más de veinte años, porque intentar conocer otras civilizaciones
y culturas con una visita de tres días o de una semana no sirve para nada.
Cuando empecé a escribir sobre estos países, donde la mayoría de la población vive
en la pobreza, me di cuenta de que aquél era el tema al que quería dedicarme. Escribía, por
otro lado, también por algunas razones éticas: sobre todo porque los pobres suelen ser
silenciosos. La pobreza no llora, la pobreza no tiene voz. La pobreza sufre, pero sufre en
silencio. La pobreza no se rebela. Encontraréis situaciones de rebeldía sólo cuando la gente
pobre alberga alguna esperanza. Entonces se rebela, porque espera mejorar algo. En la
mayor parte de los casos, se equivoca; pero el componente de la esperanza es fundamental
para que la gente reaccione. En las situaciones de pobreza perenne, la característica
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principal es la falta de esperanza. Si eres un pobre agricultor en un pueblo perdido de la
India, para ti no hay esperanza. La gente lo sabe perfectamente. Lo sabe desde tiempos
inmemoriales.
Esta gente no se rebelará nunca. Así que necesita que alguien hable por ellos. Ésta es
una de las obligaciones morales que tenemos cuando escribimos sobre esta parte infeliz de
la familia humana. Porque todos ellos son nuestros hermanos y hermanas pobres. Que no
tienen voz.
Mi intención, sin embargo, es más ambiciosa. No pretendo limitarme a escribir sobre
pobres o ricos, porque esto es competencia principalmente de una serie de organizaciones,
desde las iglesias a las Naciones Unidas. Mi intención es sobre todo la de mostrar a todos
nosotros, los europeos -que tenemos una mentalidad muy euro céntrica-, que Europa, o,
mejor dicho, una parte de la misma, no es lo único que existe en el mundo. Que Europa está
rodeada por un inmenso y creciente número de culturas, sociedades, religiones y
civilizaciones diferentes. Vivir en un planeta que cada vez está más interconectado significa
tener en cuenta esto, y adaptarnos a una situación global radicalmente nueva.
Antes era posible vivir separados, sin conocer nada los unos de los otros, ni de un
país a otro. Pero en el siglo XXI ya no lo será. Por tanto, lentamente -o mejor, rápidamente-
tenemos que adaptar nuestro imaginario, nuestro tradicional modo de pensar, a esta
situación. Algo que, obviamente, es muy difícil. En muchos casos, es casi imposible a corto
plazo.
Nuestro imaginario ha sido educado para pensar en pequeñas unidades: la familia, la
tribu, la sociedad. En el siglo XIX se pensaba en términos de nación, de región o de
continente. Pero no tenemos ni instrumentos ni experiencia para pensar a escala global,
para comprender lo que significa, para darnos cuenta de cómo las otras partes del planeta
influyen en nosotros o cómo influimos nosotros en ellas.
En otras palabras, es muy difícil comprender que cada uno de nosotros es un ser
humano que está conectado a otros seres humanos, que tenemos que imaginarnos a nosotros
mismos como figuras dotadas de muchísimos hilos y vínculos que van en todas direcciones;
para muchos es difícil aceptar esta realidad, y por eso vivimos con tantas tensiones,
depresiones, tanto estrés.
En mi caso, precisamente porque vivía en esos continentes, intenté hacer comprender
a través de mis escritos que asistimos a una gran revolución, en la que todos tomamos
parte; y que en primer lugar tenemos que comprender la situación y, en consecuencia,
adaptarnos a ella.
M.N.: ¿Cuáles son las fuentes con las que trabajas y dónde las buscas?
R.K.: Las fuentes son variadas. En la práctica, hay de tres tipos. La principal son los otros,
la gente. La segunda son los documentos, los libros, los artículos sobre el tema. La tercera
fuente es el mundo que nos rodea, en el que estamos inmersos. Colores, temperaturas,
atmósferas, climas, todo eso que llamamos imponderabilia, que es difícil de definir, y que
sin embargo es una parte esencial de la escritura.
El problema principal, hoy en día, es que las dos primeras fuentes están creciendo
incesantemente. En cualquier parte a la que uno vaya, cada vez hay más personas. La
selección de las personas que queremos como «material» para nuestros reportajes es un
asunto de elección que se lleva a cabo gracias a la intuición y a la suerte. Y sobre esto es
imposible dar alguna definición o formular alguna receta.
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Una de las cosas que resulta fundamental entender es que, en la mayor parte de los
casos, la gente sobre la que vamos a escribir la conocemos durante un brevísimo periodo de
su vida y de la nuestra. A veces vemos a alguien durante cinco o diez minutos, estamos
viajando a otra parte y a esa persona no volveremos a verla nunca más. Por tanto, el secreto
de la cuestión está en la cantidad de cosas que estas personas son capaces de decimos en un
tiempo tan breve. El problema es que las personas, en un primer contacto, son generalmente
muy calladas, no tienen ganas de hablar. Es una experiencia que todos compartimos: es
necesario cierto tiempo para adaptarse al otro. ¡Pero esos escasos minutos a veces son los
únicos que tenemos para hablar con una persona! Para un periodista, si esos minutos
transcurren en silencio o generan una comunicación insatisfactoria, el encuentro es un
fracaso. El éxito depende entonces de situaciones que están fuera de nuestro control, casi
casi de «accidentes» .
Otro gran problema de esta profesión, al menos desde el plano del periodismo
internacional, es el de la lengua. Es un problema constante de la humanidad. Incluso aquí,
ahora, entre nosotros, existe el problema de la lengua. Si yo hablara en mi lengua materna,
el polaco, me expresaría de una manera bastante más interesante. Pero hablando en inglés,
la lengua de otro pueblo, no estoy en condiciones de hilar demasiado fino y hay una serie
de matices que se pierden. Y Maria, por si fuera poco, está traduciendo de una lengua que
tampoco es la suya.
El de la lengua es uno de los problemas crecientes de este mundo. Una de las
características del mundo contemporáneo es el aumento de los nacionalismos y de las
lenguas que van unidas a ellos. Cada nación, y cada región en el seno de naciones
particulares, insiste cada vez más en querer hablar la lengua propia y no la de los «otros».
Esto se refleja incluso en las relaciones interpersonales. Si alguien quiere hablar conmigo y
tiene que hacerlo en mi lengua, no conseguirá expresarse plenamente. Os pondré un
ejemplo: hace poco se publicó un libro sobre la historia de los Estados Unidos. El autor,
cuando estaba buscando los documentos relativos a los acuerdos escritos y firmados entre
los colonizadores europeos que estaban en fase de expansión y los jefes de las tribus
indígenas, los indios americanos, descubrió de pronto que todos esos tratados -de cualquier
año, lugar o situación en que fueron adoptados- estaban escritos en una lengua extraña a
una de las partes. Y, además, los indios que los firmaron eran analfabetos: no sólo no
hablaban aquella lengua, ni siquiera sabían leer ni escribir. Se descubrió así que todos
aquellos documentos, precisamente debido al problema de la lengua, son en gran parte un
fraude. Y por tanto, la historia de los Estados Unidos de América se funda sobre una
errónea comprensión de la lengua.
El problema de la lengua no es sólo internacional, sino también nacional. Baste con
pensar en las diferencias lingüísticas existentes en un país como el vuestro, donde la lengua
nacional convive con los dialectos, las lenguas de las denominadas minorías y las lenguas
de los grupos inmigrados recientemente.
El problema de la comunicación, por tanto, es tremendo, especialmente para los
periodistas, porque el uso de un lenguaje preciso es una cuestión muy delicada en nuestra
escritura.
Recapitulando: hay un primer problema psicológico, que consiste en tener que hablar
con personas a las que nunca antes hemos visto e intentar obtener lo máximo posible en
encuentros que suelen ser brevísimos. El segundo problema es el lingüístico: a menudo no
logramos ni siquiera comunicarnos con el otro, porque no conocemos su lengua ni tenemos
traductores a nuestra disposición. Y así, tal vez, construimos la historia basándonos sólo en
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una percepción visual.
Os pondré un ejemplo explicado también en uno de mis libros, El Sha, escrito durante
el periodo de la revolución jomeinista. Dicha revolución se expresaba en forma de grandes
manifestaciones callejeras. Cuando estaba en Teherán, hace veinte años, las lenguas
europeas estaban prohibidas, la lengua local era el farsí y yo no lo hablaba. Las fuentes
oficiales no tenían ningún interés en dar a conocer a la prensa extranjera lo que estaba
sucediendo verdaderamente en el país. Las noticias relativas a manifestaciones en las calles,
tumultos, etcétera, eran censuradas sistemáticamente. Y, no conociendo la lengua del lugar,
era un verdadero problema encontrar fuentes alternativas de información. Pues bien,
necesité un poco de tiempo, pero luego me di cuenta de que trabajando a partir de ciertos
indicios, de ciertas microseñales en apariencia insignificantes, no resultaba difícil prever lo
que se estaba preparando. Noté que una pequeña tienda de una calle popular de cierto
barrio, uno de esos pequeños establecimientos que exponen sus productos hasta en las
aceras, determinados días no exponía sus mercancías y que, incluso, no abría. No me hizo
falta pensar demasiado para comprender que podía utilizar esa señal como una nota de
prensa más que fiable. Según los movimientos en la calle, de los que estaba evidentemente
al corriente, el propietario de la tienda escogía su línea de conducta, manifestando de esta
forma, a quien quisiera entender la indirecta, lo que podía esperarse, a qué hora y en qué
parte de la ciudad.
Hay muchos casos como éste, pero sólo quería expresar que en nuestro oficio a
menudo es necesario prestar mucha atención no tanto a las cosas que nos llegan a través de
la radio, de la televisión o en las conferencias de prensa, como a lo que simplemente está a
nuestro alrededor y que pertenece, precisamente, a los imponderabilia.
Otro problema: cada uno de nosotros ve la historia y el mundo de forma distinta. Si
cada uno de nosotros fuera a un lugar donde está sucediendo algo y quisiera describirlo,
obtendríamos versiones completamente diferentes de esos acontecimientos, cada uno los
contaría a su manera. ¿A quién creer? ¿Cuáles son los criterios?
Tengo una hermana un año más joven que yo y a quien quiero mucho; vive en
Canadá. Nos vimos hace unos dos o tres años. Desde hacía mucho tiempo, tenía yo en la
cabeza escribir un libro sobre nuestra infancia en un pequeño pueblo de Bielorrusia, donde
crecimos juntos y al que siempre tuvimos un gran apego. Así que intenté desempolvar junto
a ella nuestros recuerdos de la Segunda Guerra Mundial. Le pedí que me explicara lo que
recordaba de aquellos años, luego recuperé mi propia memoria. Pues bien, a pesar de haber
vivido siempre juntos, cada uno de nosotros recordaba cosas completamente distintas.
Seguía preguntándole si recordaba algunos episodios particulares y ella respondía que no.
Y lo mismo sucedía conmigo cuando era ella la que me preguntaba.
No es más que un ejemplo de lo difícil que es nuestro trabajo con los otros. No es
porque quieran engañamos, sino sólo porque nuestra memoria funciona como un
mecanismo selectivo. Entrevistando a personas distintas, tendremos relatos distintos de un
mismo hecho. Tomemos un experimento realizado por una gran escritora mexicana, Elena
Poniatowska: en la historia reciente de México sucedió un hecho muy trágico, la masacre
de varios cientos de estudiantes en Ciudad de México en 1968, en la plaza de Tlatelolco.
Poniatowska escribió un libro -cuyo título precisamente es La noche de Tlatelolco- que
consiste en una pura crónica, sin ningún comentario, de ese acontecimiento que ocurrió en
aquella misma plaza, explicado, no obstante, por cientos de personas de las que asistieron.
Pero, mientras Poniatowska escribió un libro de quinientas páginas, para un periódico
vosotros tenéis que contar una historia en tres páginas, o bien hacer un reportaje de apenas
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un minuto para la radio o la televisión. La selección de lo que tenéis que escribir está
completamente reservada a vuestra intuición, a vuestro talento y a vuestros principios
éticos. Podemos mentir sin pretenderlo, sólo porque nuestra memoria es limitada o los
recuerdos son erróneos, o bien a causa de nuestras emociones.
El último problema concierne al cambio de nuestras actitudes y de nuestros recuerdos
con el paso del tiempo. A veces, entre el acontecimiento sobre el cual hemos recogido
material y el momento en que nos ponemos a escribir, transcurre un largo periodo de
tiempo. Y en el curso de ese tiempo nuestros recuerdos han cambiado.
Todo esto es sólo para deciros lo difícil que es nuestra profesión en cuanto
empezamos a ejercerla seriamente.
Pregunta del público: ¿Cómo empezó a recorrer el mundo? Y, antes de empezar a
recorrerlo, ¿fue un poco cínico también usted, como lo somos un poco todos nosotros?
R.K.: Empecé a escribir como poeta. Cuando estaba todavía en el colegio, publiqué
algunas poesías, el director de una revista se fijó en mí y me pidió que trabajara para ellos
en cuanto acabara los estudios. Así que terminé la escuela a los dieciocho años y al día
siguiente empecé a trabajar como periodista. Desde el primer momento descubrí lo
fascinante que es esta profesión. Acabábamos de salir de la Segunda Guerra Mundial,
Europa estaba destruida, muchos refugiados vagaban de un país a otro, entre la pobreza y
las ruinas. Puede parecer patético, pero fue entonces cuando se desarrolló en mí la pasión
por describir nuestra pobre existencia humana. También me interesaba mucho ver mundo,
pero estábamos en el periodo comunista y para nosotros resultaba imposible salir al
extranjero. Luego vino una época de tranquilidad en las relaciones internacionales, y tras la
muerte de Stalin, poco a poco se nos fue permitiendo viajar fuera de nuestro país. En mi
primer viaje, me mandaron a la India, Pakistán y Afganistán. Desde entonces hasta hoy, he
dividido mi tiempo entre escribir sobre mi país y escribir sobre otros países.
Estoy convencido de que el siglo XX ha sido un siglo extremadamente fascinante.
Generalmente, ha sido descrito como un siglo de desastres: la Primera y la Segunda guerras
mundiales, las dictaduras, los regímenes totalitarios, el fascismo, el comunismo... Yo creo
que en el siglo XX hemos vivido una experiencia histórica única: la creación de un planeta
independiente. Si cogemos un mapa de nuestro planeta tal y como era a principios de siglo
y uno de como es al final, tendremos dos situaciones completamente distintas. En la
primera encontramos pocos estados independientes. Y el resto del mundo vive bajo la
dependencia colonial o semicolonial. Hoy encontramos casi doscientos estados
independientes, y su número sigue creciendo todavía. El colonialismo ha dejado de existir y
las colonias ya casi no existen. Aunque el nivel económico de muchísimas naciones es
bajísimo, aunque existen sociedades muy infelices, vivimos en un mundo en el que casi seis
mil millones de personas son, por lo menos nominalmente, seres humanos políticamente
independientes. Creo que ésta es una característica positiva de nuestro siglo, algo que no
debemos dejar caer en el olvido.
He sido uno de los testigos de este fenomenal acontecimiento, que nunca antes había
ocurrido en la historia de la humanidad, Y que no volverá a repetirse. Todas mis obras están
dedicadas a esta excepcional experiencia humana.
En cuanto a la segunda parte de su pregunta, nuestra profesión no puede ser ejercida
correctamente por nadie que sea un cínico. Es necesario diferenciar: una cosa es ser
escépticos, realistas, prudentes. Esto es absolutamente necesario, de otro modo, no se
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podría hacer periodismo. Algo muy distinto es ser cínicos, una actitud incompatible con la
profesión de periodista. El cinismo es una actitud inhumana, que nos aleja automáticamente
de nuestro oficio, al menos si uno lo concibe de una forma seria. Naturalmente, aquí
estamos hablando sólo del gran periodismo, que es el único del que vale la pena ocuparse, y
no de esa forma detestable de interpretado que con frecuencia encontramos.
En mi vida, me he encontrado con centenares de grandes, maravillosos periodistas, de
distintos países y en épocas distintas. Ninguno de ellos era un cínico. Al contrario, eran
personas que valoraban mucho lo que estaban haciendo, muy serias; en general, personas
muy humanas. Como sabéis, cada año más de cien periodistas son asesinados y varios
centenares más son encarcelados o torturados. En distintas partes del mundo se trata de una
profesión muy peligrosa. Quien decide hacer este trabajo y está dispuesto a dejarse la piel
en ello, con riesgo y sufrimiento, no puede ser un cínico.
Pregunta del público: Ha dicho usted que uno de los grandes problemas de este
oficio nuestro es que los relatos sobre un mismo hecho son distintos, dependiendo de los
testigos, mientras que el hecho es uno, y sólo uno. Entonces, ¿la diversidad de relatos no es
una riqueza? Al entrar, se felicitaba al ver a tantos jóvenes, pero éste es un trabajo que hace
envejecer rápidamente...
R.K: Hace unos veinte años, en mi país se planteó el problema de crear un fondo de
pensiones para los periodistas, ya que se supone que la jubilación debe llegar al final de
todas las carreras profesionales. En el sindicato de periodistas llegamos a la siguiente
conclusión: que era un problema que no se podía afrontar, puesto que en nuestra categoría
casi nadie llega a la edad de la jubilación. Es ésta una de las características de nuestra
profesión, una profesión hecha de constante estrés, de nerviosismo, inseguridad y riesgo, y
en la que se trabaja día y noche. Por tanto, en la que se envejece pronto y pronto se sale de
escena. De mi generación, poquísimos compañeros aún siguen vivos. Algunos se han
jubilado tranquilamente, pero de los que empezaron conmigo, ninguno sigue todavía en
activo. No es para asustaros...
Naturalmente, hay campos de nuestra profesión en los que se puede trabajar más o
menos con tranquilidad, pero no son muchos.
Con respecto a su primera pregunta, lo que usted dice es justo, si se tiene la
posibilidad de describir un acontecimiento desde muchas perspectivas, como cuando se
escribe un libro. Pero en nuestra profesión, en todas las formas en que se manifiesta
(prensa, televisión...), la tendencia es abreviar cada vez más los relatos. Si sólo tienes una o
dos hojas para escribir, todos los matices se pierden. Tienes que condensarlo todo en una
pulsación, en una frase. No queda sitio para la riqueza de los detalles, a menos que seas un
escritor. Si eres un periodista-escritor, entonces puedes permitirte mostrar toda la riqueza de
las opiniones, de las experiencias. Pero si hablamos de la vida cotidiana, a menudo el
periodista tiene que hacer una selección dramática, ceñirse a una lacerante reducción que le
permita comprimir la realidad -que siempre es rica y pluridimensional- en una descripción
breve y muy simplificada.
Pregunta del público: Hemos hablado de un periodismo que sobre todo presta
atención a los débiles, de una profesión peligrosa, que desgasta. Quisiera saber, primero en
su experiencia como persona y luego como periodista, cuál ha sido su relación con el poder,
en especial con los regímenes de la Europa del Este, y cuál debería ser hoy la relación del
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periodista con el poder.
R.K.: Es una pregunta verdaderamente compleja. Tengo una larga trayectoria
periodística que explicar y sería necesario todo un libro para responder cumplidamente. No
hay una única regla. Lo ideal es ser lo más independiente posible, pero la vida está muy
lejos de ser ideal. El periodista se ve sometido a muchas y distintas presiones para que
escriba lo que su jefe quiere que escriba. Nuestra profesión es una lucha constante entre
nuestro propio sueño, nuestra voluntad de ser completamente independientes y las
situaciones reales en que nos encontramos, que nos obligan a ser, en cambio, dependientes
de los intereses, puntos de vista, expectativas de nuestros editores.
Hay países en los que existe la censura, y entonces es necesario luchar para evitarla y
para escribir, en lo posible, todo lo que uno pretende escribir, a pesar de todo. Hay países
en los que existe libertad de expresión, en los que no se da una censura oficial, pero la
libertad del periodista está limitada por los intereses de la cabecera para la que trabaja. En
muchos casos, el periodista, especialmente si es joven, debe afrontar muchos compromisos
y usar diversas tácticas para evitar el choque directo, y así ir tirando. Pero no siempre es
posible, y éste es el motivo por el que se dan tantos casos de persecución. Son tácticas de
persuasión indudablemente muy distintas de las acciones violentas de las que hablábamos
antes: asumen la forma del despido, de la marginación efectiva de la vida laboral, de la
amenaza de naturaleza económica. En general, se trata de una profesión que requiere una
lucha continua y un estado de alerta constante. Para responder exactamente a su pregunta,
sería necesario analizar caso por caso, pero de todos modos es difícil decir si en un
determinado país la situación es mejor o peor que en otro. Las cosas fluctúan, cambian en
pocos años. En general, la conquista de cada pedacito de nuestra independencia exige una
batalla.
Cada uno de nosotros, después de cierto número de años de trabajo y de viajes, tiene
en su currículum al menos algún caso personal de persecución, de expulsión de algún país,
de detención, de tensiones con la policía o las autoridades, que tal vez se niegan a conceder
el visado, que utilizan centenares de recursos para ponemos las cosas difíciles.
Pregunta del público: Al principio de nuestro encuentro, ha dicho usted que no hay
que cansarse nunca de estudiar el mundo, porque éste cambia constantemente a nuestro
alrededor. Debemos, en consecuencia, intentar anticiparnos a los acontecimientos, prever el
futuro. Esto me ha recordado una frase del historiador Hobsbawm, en su libro Entrevista
sobre el nuevo siglo. Pero ¿cuál es la relación entre crónica e historia, entre el periodista y
el historiador? ¿No ocurre a veces que hacemos el mismo trabajo?
R.K.: Yo soy licenciado en historia, y ser historiador es mi trabajo. Mientras estaba
completando mi currículum académico, me encontré con que tenía que elegir entre
continuar mis estudios históricos para convertirme en un profesor de historia, un
académico, o estudiar la historia en el momento mismo de su desarrollo, lo que es el
periodismo. Elegí este segundo camino. Todo periodista es un historiador. Lo que él hace
es investigar, explorar, describir la historia en su desarrollo. Tener una sabiduría y una
intuición de historiador es una cualidad fundamental para todo periodista. El buen y el mal
periodismo se diferencian fácilmente: en el buen periodismo, además de la descripción de
un acontecimiento, tenéis también la explicación de por qué ha sucedido; en el mal
periodismo, en cambio, encontramos sólo la descripción, sin ninguna conexión o referencia
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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al contexto histórico. Encontramos el relato del mero hecho, pero no conocemos ni las
causas ni los precedentes. La historia responde simplemente a la pregunta: ¿por qué?
En nuestra profesión, es muy importante prestarle mucha atención al lector (o
telespectador) al que nos dirigimos. De un hecho concreto, nosotros conocemos muchas
más cosas que él; es más, a menudo no sabe nada sobre el mismo. Debemos, por tanto, ser
muy equilibrados. Tenemos que introducido a la comprensión del acontecimiento,
diciéndole qué ha sucedido antes, contándole la historia del mismo.
Pregunta del público: Hay dramas de la historia contemporánea que han sido poco o
nada tratados en los periódicos. Me refiero, por ejemplo, a las persecuciones de algunas
minorías religiosas o étnicas en Irán. ¿Cómo es posible que ciertos hechos nunca hayan
formado parte de la agenda de la prensa internacional?
R.K.: Porque la prensa internacional está manipulada. y las razones de dicha
manipulación son diversas. Hay, por ejemplo, razones ideológicas: entre las actividades
humanas, los medios de comunicación son los más manipulados porque son instrumentos
para determinar la opinión pública, algo que puede ocurrir de maneras diversas,
dependiendo de quién los gestione. Hay diversas técnicas de manipulación. En los
periódicos, se puede llevar a cabo una manipulación según lo que se escoja colocar en la
primera página, según el título y el espacio que dedicamos a un acontecimiento. En la
prensa hay cientos de maneras de manipular las noticias. Y otros cientos existen en la radio
y en la televisión. y sin decir mentiras. El problema de la radio y de la televisión es que no
es necesario mentir: podemos limitamos a no decir la verdad. El sistema es muy sencillo:
omitir el tema. La mayor parte de los espectadores de la televisión reciben de forma muy
pasiva lo que ésta les ofrece. Los patronos de los grandes grupos televisivos deciden por
ellos qué deben pensar. Determinan la lista de las cosas en que pensar y qué pensar sobre
ellas. No podemos pretender que el telespectador medio pueda llevar a cabo estudios
independientes sobre la situación del mundo, sería imposible incluso para los especialistas.
El ciudadano medio, que trabaja, vuelve a casa cansado y quiere tan sólo estar un rato con
su familia, recibe únicamente lo que le llega en esos cinco minutos de telediario. Los temas
principales que dan vida a las «noticias del día» deciden qué pensamos del mundo y cómo
lo pensamos.
Se trata de un arma fundamental en la construcción de la opinión pública. Si no
hablamos de un acontecimiento, éste, simplemente, no existe. Para muchos, de hecho, las
«noticias del día» son la única vía para conocer algo del mundo. Fui testigo, en persona, de
esta situación en Moscú en 1991, cuando hubo el intento de derrocar el primer gobierno de
Yeltsin y de restaurar el comunismo. El hecho principal, el que lo decidió todo, sucedió en
Leningrado, hoy San Petersburgo. Sin embargo, todos los equipos de la televisión estaba en
Moscú.
El problema de las televisiones y, en general, de todos los medios de comunicación,
es que son tan grandes, influyentes e importantes que han empezado a construir un mundo
propio. Un mundo que tiene poco que ver con la realidad. Pero, por otro lado, estos medios
no están interesados en reflejar la realidad del mundo, sino en competir entre ellos. Una
cadena televisiva, o un periódico, no puede permitirse carecer de la noticia que posee su
rival directo. Así, todos ellos acaban observando no la vida real, sino a la competencia.
Hoy en día, los medios de comunicación se mueven en manadas, como rebaños de
ovejas; no pueden desplazarse de forma aislada. Por eso, sobre todo lo que se nos cuenta
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leemos y escuchamos las mismas informaciones, las mismas noticias. Tomad la Guerra del
Golfo: doscientos equipos de televisión se concentran en la misma zona. En ese mismo
momento, muchísimas otras cosas importantes, hasta cruciales, ocurren en otras partes del
mundo. No importa, nadie hablará de ellas: todos están en el Golfo. Porque el objetivo de
todos los grandes grupos de comunicación no es el de ofrecer una imagen del mundo, sino
el de no ser desbancados por otros grupos. Si luego, inmediatamente después, hay otro gran
acontecimiento, todos se mueven en esa dirección, y todos se quedarán allí sin tener tiempo
de cubrir otros lugares. Éste es el modo en que el hombre medio se hace una idea de la
situación mundial.
Naturalmente, hay revistas, boletines y sobre todo libros que ofrecen una imagen más
equilibrada y completa, pero son para minorías, para grupos pequeños de especialistas. Para
el gran público, la información es sólo el resultado de la competencia, de la lucha entre los
grandes medios de comunicación. Y eso es otra historia.
El otro tipo de manipulación es la consciente. Hoy en día, los medios están dispuestos
a hablar de un acontecimiento sólo cuando están en condiciones de explicar las causas del
mismo y de proporcionar todas las respuestas necesarias. Por ejemplo, la crisis de Kosovo
hace ocho años que dura, pero no se habla de ella hasta que no se toma la decisión de
empezar a resolver el problema. La noticia no existe si no se tiene preparada la respuesta
sobre las causas.
M.N.: Acabaremos este encuentro, que evidentemente no ha agotado, ni podía agotar,
todas las cuestiones planteadas, leyendo la página final de La guerra del fútbol y otros
reportajes, una síntesis perfecta y totalmente abierta sobre el modo de trabajar, vivir e
investigar de Ryszard Kapuscinski:
«Después, el viento de los acontecimientos volvió a empujarme al otro hemisferio y
luego a África. Sin embargo, ¿tiene algún sentido seguir el hilo de esta historia? ¿Hablar de
la odisea a la hora de atravesar el Zambeze o de la visita al mariscal Idi Amín? Describir el
mundo sólo era posible cuando la gente vivía en un planeta tan pequeño como el de los
tiempos de Marco Polo. Hoy el mundo es inmenso e infinito, se ensancha día a día, y, en
verdad, antes pasará un camello por el ojo de una aguja que podamos nosotros conocer,
sentir y comprender todo aquello que configura nuestra existencia, la existencia de varios
miles de millones de personas.
»Estoy leyendo Moby Dick, de Herman Melville. El protagonista del libro, el
marinero de nombre Ismael, navega por el océano. Junto con los demás miembros de la
tripulación, persigue a una peligrosa y escurridiza ballena que acabará emergiendo de las
profundidades del mar para asestarles un poderoso golpe. En un momento dado oye al
capitán, el terrible, implacable y despiadado Ahab, lanzar la orden: "¡Caña a badovento! ¡A
dar la vuelta al mundo!" y entonces Ismael piensa: "¡La vuelta al mundo! Hay mucho en
ese sonido que inspira sentimientos de orgullo, pero ¿adónde lleva toda esa
circunnavegación? Sólo a través de peligros innumerables, al mismo punto de donde
partimos, donde los que dejamos atrás, a salvo, han estado todo el tiempo antes que
nosotros."
»Y, sin embargo, Ismael sigue navegando.»
Vinicio Albanesi: Es difícil reunirse con maestros, y nosotros, esta noche, nos hemos
reunido con un maestro. Los maestros no son infalibles, son guías. Yo, escuchando a
Kapuscinski, he oído una reflexión llena de humanidad, de esa piedad de la que hablábamos
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al principio de este congreso, Y de esperanza. Kapuscinski ha visto transcurrir muchas
décadas: empezó como joven corresponsal, ha visto las transformaciones de los medios
tecnológicos, pero no ha perdido el norte, ha seguido navegando. Es esto lo que debemos
interiorizar. Vosotros sois jóvenes, conoceréis otros mundos, otros medios. Pero lo que
hemos intentado comunicaros a través de Kapuscinski es esta interioridad, esta humanidad,
esta dignidad. Le agradezco a Maria Nadotti que lo haya hecho venir hasta aquí. No ha sido
fácil. Esta mañana, La Repubblica ha publicado una entrevista de gran interés. Han ido a
buscado hasta Zurich. Es un pequeño ejemplo de poder: han preferido no venir hasta
Capodarco a reunirse con él porque tenían que demostrar que eran los mejores, es decir, los
primeros. Buscáis ejemplos para no imitar y resulta que los tenéis delante de vuestros ojos.
Gracias, de todo corazón, a Ryszard Kapuscinski.
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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LAS FUENTES INFORMATIVAS SON LA BASE PARA
OBTENER NOTICIAS EN PRIMER ORDEN
Manuel López. Cómo se fabrican las
noticias. Paidós. Barcelona, 1999. Pp.
28-42
El periodista no se inventa las noticias. El periodista, obviamente, no puede ser siempre testigo de los
acontecimientos dignos de ser convertidos en noticia. Así pues, el periodista tiene que basarse en testimonios
para escribir sus relatos. Toda noticia está respaldada por un testimonio. A estos testimonios les llamamos
fuentes informativas. Las hay interesadas y desinteresadas. Que intoxican y mienten. ¡Cuidado con las
fuentes que seleccionamos!
Las primeras noticias recibidas por los lectores de Europa y América sobre las matanzas en
Ruanda no procedieron directamente de los periodistas destacados en el continente
africano. Fueron unos misioneros belgas los que dieron la voz de alarma.
Estos misioneros, sin saberlo, se convirtieron en una fuente informativa privilegiada
para las empresas periodísticas del mundo: habían presenciado las primeras matanzas y
conocían los antecedentes hist6ricos de por qué estaba sucediendo el genocidio.
Luego se desplazaron periodistas por decenas y vieron, personalmente, lo que sucedía
o hablaron con nuevos testimonios, «porque la mayoría de los periodistas no han sido
testigos presenciales de los hechos sobre los que informan» (De Fontcuberta, 1993, pág.
57).
Estamos ante uno de los problemas de la confección del temario periodístico: buscar
buenas fuentes.
Podríamos definir a una fuente informativa como un canal -persona o institución- que
nos proporciona datos sustanciales o complementarios -al ser testigo directo o indirecto-
para poder confeccionar noticias, reportajes, crónicas e informes.
«Quien dice la primera palabra al mundo es quien tiene la razón», dice Doob (citado
en KIapper, 1974, pág. 51), que decía el lugarteniente de Adolf Hitler, Goebbles.
Sin olvidar el interés malsano de esta definición, sí admitiremos que el primero que
habla, que aparece en un medio de comunicación diciendo algo, consigue mayor impacto
entre la audiencia y la opinión pública que el que lo hace en segunda instancia.
La fuente informativa es una persona, un grupo de personas, una institución, una
empresa, un gobierno, una religión, una secta, un club deportivo ... y quién sabe cuántas
variables más, que han visto u oído algo, o que tienen documentos sobre ese algo y que
están dispuestos a proporcionarlo a algún medio informativo por interés público o porque
conviene a sus propias estrategias.
El periodista sabe que entre fuente informativa y noticia hay una relación directa
(Tuchman, 1983). Tan directa es esta relación que la elección y selección de fuentes va a
condicionar nuestra labor en un periódico, emisora de radio, televisión o agencia de
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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noticias.
«Cuantas más [fuentes] tiene uno, más [informaci6n] consigue» (Tuchman, 1983,
pág. 83). Y disponer de numerosas y garantizadas fuentes significa para un periodista un
incremento de su prestigio profesional. (»Es un periodista muy bien informado» suele
decirse de alguien que tiene muchos contactos.)
Tener buenas fuentes informativas a nuestro alcance significa ser menos dependientes
de ciertas partes interesadas, o, como dice Borrat (1989), cuanto más intensos y plurales
sean los flujos de información ... «menor será para el periódico la necesidad de usar la
información filtrada o la información investigada y a la inversa ...» (Borrat, 1989, pág. 93).
Tener buenas fuentes informativas es una garantía de que estamos en mejor
disposición que otros medios para obtener la primicia informativa. Pero para ello los
cuadros medios del periódico deben haber tejido una amplia red de contactos, estableciendo
con cada uno de ellos una especie de protocolo que nos permita acceder a las noticias y, al
mismo tiempo, evitar intoxicaciones.
Por «intoxicación» debemos entender cualquier intento de proporcionar
informaciones falsas a un medio con el objetivo de crear un estado de ánimo favorable o
desfavorable a determinadas instituciones, empresas o personas. Un claro ejemplo de
intoxicación lo tenemos en la denominada Guerra del Golfo, 1991. Iván Tubau (1991, pág.
101) señaló que «la Guerra del Golfo mató a muchas personas cuyo único pecado fue nacer
en Bagdad, pero asestó también un golpe de muerte a la credibilidad periodística».
2.1. La polifonía es democracia informativa
Tener muchas fuentes informativas es bueno para el público porque le permitirá al
periodista contrastar informaciones y realizar operaciones de verificación.
Todos los periodistas deben pasar un tiempo verificando sus afirmaciones,
cuestionando las fuentes, generando dudas razonables que puedan ser resueltas de forma
honesta y sincera.
Dice Borrat (1988) que la credibilidad de un medio está en relación directa con la
cantidad, calidad y diversidad. de las informaciones y de las fuentes que cita.
Bernstein y Woodward, los periodistas que descubrieron y profundizaron en el
«escándalo Watergate», que supuso la dimisión en la historia de un presidente de los
Estados Unidos de América del Norte -Richard Nixon-, sostienen que todo hecho debe estar
verificado en dos fuentes independientes entre sí (Tuchman, 1983).
Esta misma propuesta la encontraremos en numerosos libros de estilo y manuales de
la redacción, tanto en periódicos europeos como latinoamericanos. La tienen, por ejemplo,
las redacciones de Le Monde, El País, The Washington Post, The New York Times y se hace
especial hincapié en el tema en El Espectador, de Bogotá, un periódico ejemplar en la lucha
contra el narcotráfico.
Si dos personas diferentes, y con intereses no compartidos, confirman un hecho, este
hecho será, sin duda, un hecho verificado y publicable de inmediato.
El redactor-jefe de la agencia Europa-Press que la madrugada del 20 de noviembre
del año 1975 lanzó el siguiente despacho: «S. E. El Jefe del Estado, Francisco Franco
Bahamonde, ha muerto» había confirmado poco segundos antes de emitirlo su
verosimilitud a través de dos fuentes diferentes: una del cuadro médico y otra del gobierno.
Antología de Redacción periodística…. Docente: Sarelly Martínez Mendoza
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Este periodista se jugaba su futuro al adelantarse a la agencia oficialista EFE en dar
la muerte del dictador. EFE, en teoría, debiera de tener el monopolio de esa exclusiva. El
periodista se jugó su carrera porque tenía el hecho verificado y contrastado en dos buenas
fuentes.
El periodista de Europa-Press supo discernir entre hechos y juicios de valor, como
propone Tuchman (1983). Quizás alguna enfermera pudiera haberle dado alguna pista
minutos antes de que tuviera en sus manos las dos confirmaciones oficiales («es muy raro,
pero no nos dejan entrar en la habitación de Franco, lo que puede significar que ha muerto,
pero yo no lo he visto»), diría por ejemplo, pero el redactor-jefe se esperó y entró en la
historia del periodismo español.
2.2. El equilibrio entre las fuentes
En nuestra carrera periodística podríamos encontrarnos con un cierto desequilibrio en
cuanto a fuentes informativas. El periodista del ámbito local, por ejemplo, podría tener
magníficas relaciones (y pactos) con el alcalde y su equipo de gobierno. Con la secretaria
del alcalde y con el chofer del primer teniente de alcalde, con lo que siempre estaría en
disposición de saber adónde había ido la primera autoridad municipal y así seguirle la pista.
Sin embargo, este mismo periodista podría disponer de pocas conexiones con la
oposición. Quizás algún que otro desayuno de trabajo con el jefe del partido minoritario,
alguna llamada telefónica del secretario del segundo grupo en la oposici6n y basta.
En cuanto surgiera un tema de cierta importancia, este periodista vería su agenda
repleta de referencias y opiniones del equipo del gobierno y poquísimas de la oposición. En
buena ley y dado que el tiempo aprieta, su noticia resultaría más bien tendenciosa aunque él
no lo quisiera. El equipo del gobierno podría engañarle, intoxicarle informativamente. Así
pues, la «potencia informativa del periódico se pone de manifiesto ... en el número, la
calidad y el pluralismo de sus fuentes de información» (Borrat, 1989, pág. 57).
2.3. Valor de las fuentes
¿Hay que hacer más caso a unas fuentes que a otras?, ¿qué fuentes tienen más valor? Éstas
son dos preguntas básicas de los estudiantes de primer ciclo de nuestras facultades de
periodismo que vamos a tratar de resolver a través de una sencilla respuesta: toda fuente es
valiosa en sí misma y en contraposición a las otras porque se enriquecen a través del
contraste y la polémica.
Sin embargo, estamos acostumbrados a ver cómo algunos periodistas hacen más caso,
por ejemplo, de la policía que de los amotinados de un penal (Tuchman, 1983).
Sí, ya sabemos que los penados suelen ser delincuentes más o menos peligrosos y que
al recibir la sentencia pierden parte de sus derechos cívicos. No obstante, en relación con un
motín se convierten en la mitad de las fuentes informativas.
Gaye Tuchman advierte sobre una toma de posición previa del periodista. Diríamos
que el informador sale a la calle en busca de noticias con una concepción bastante definida
de la sociedad que le suele llevar a pensar que ésta está dividida en «buenas» y «malas»
fuentes.
Y, precisamente, las «buenas fuentes» siempre suelen estar cercanas al poder
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(político, social, financiero o religioso, e incluso deportivo).
El buen periodista debe estar advertido de esta posibilidad y aún más si tenemos en
cuenta que las cárceles europeas empiezan a estar llenas de banqueros y políticos.
La verdad informativa no está en manos de nadie y debemos pensar que ninguna
fuente tiene el ciento por ciento de la razón, aunque sí podemos establecer una cierta
categoría entre las fuentes a través del análisis de su cercanía a los procesos de toma de
decisiones.
En esta línea convendremos que la mayoría de individuos que están en la directiva de
una junta saben más que los que no están en la junta.
Algunos miembros de la junta saben más que otros miembros de la junta (Tuchman,
1983).
Saber cómo funciona la junta (o el ayuntamiento, o el parlamento, o el gobierno de la
nación) nos ayudará a conceder valores distintos a distintas fuentes informativas.
Nuestro tiempo es precioso y no podemos esperar, en teoría, que el vicepresidente
tercero sepa más que el propio presidente, aunque debemos estar alerta ante esta
posibilidad, pero no es normal.
2.4. Busquemos bien nuestras fuentes
La selección previa de las fuentes se convierte, en el proceso de producción periodística, en
una fase clave para materializar una oferta informativa veraz, seria, honesta y profunda.
La selección de nuestras fuentes y su constante revisión nos servirá para eludir uno de
los peligros de la «producción del temario periodístico»: reiterar fuentes institucionales y,
dentro de ellas, establecer unas rutinas burocratizadas que vienen justificadas por la falta de
ganas de trabajar y de ser críticos.
La selección previa de nuestras fuentes comporta, también, que establezcamos una
metodología específica en su tratamiento. Nosotros podríamos elegir una buena relación de
fuentes y, sin embargo, no ser correspondidos por ellas.
Las fuentes informativas deben ser cultivadas y cuidadas. Es decir, debemos tratar
periódicamente con ellas, consultarlas, solicitarles opiniones, contrastar informaciones,
establecer calendarios de temas...
Si uno es visto continuamente por las salas de prensa o lugares habituales adonde
acuden nuestras fuentes, podremos establecer una cierta familiaridad que no debe excluir
un trato equidistante y teniendo siempre presente que nuestros intereses suelen ser
diferentes. Con las fuentes debemos tratar siempre con cierto distanciamiento.
El peligro de que la familiaridad sea excesiva comportará el peligro de que las fuentes
nos consideren «sus» periodistas y que, por lo tanto, dosifiquen sus entregas de información
en función de cómo vayamos tratándolas. Con las fuentes informativas continuas debemos establecer previamente un acuerdo tácito de que
nuestra profesionalidad está y estará siempre por encima de la amistad y el compañerismo. Incluso les
podemos hacer cómplices de nuestra profesionalidad proponiéndoles que nos ayuden a hacer una sociedad
más transparente y democrática a través de sus informaciones. Algunas veces hay alguien que pica.
2.5. Tipos de fuentes: ¿a quién hacer más caso?
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En un medio informativo se trabaja con los siguientes tipos de fuentes:
Fuentes propias
Fuentes institucionales
Fuentes espontáneas
Fuentes confidenciales y anónimas
Por fuentes propias debe entenderse las establecidas por el propio medio: la plantilla de periodistas es
la base de este tipo de fuentes, pero también los pactos del editor con empresas e instituciones.
Una buena plantilla de periodistas nos permitirá enviar más personas a más escenarios
para buscar más noticias más contrastadas, y perdón por la reiteración del adverbio.
¿Tendrá igual valor la información facilitada por dos periódicos que ofrecen
diariamente 60 páginas si sabemos que uno de ellos tiene una plantilla de doscientos
periodistas, mientras que el otro sólo cuenta con cuarenta? En un momento en que los medios informativos cuentan con un gran número de canales gracias a la
revolución de las nuevas tecnologías (telecomunicaciones más informática), el procesamiento de los miles de
mensajes obliga a tener amplias y preparadas plantillas.
«El periodista gandul lo tiene fácil», me dijo hace poco el director técnico de El
Periódico de Catalunya (Barcelona), Mario Santinoli. Se refería, claro está, a que a la mesa
del informador llegan miles de mensajes que debieran ser contrastados, pero que muchas
veces se aceptan como válidos y se hacen llegar al lector sin suficientes verificaciones.
He aquí uno de los grandes peligros de las NTI: tantos mensajes pueden generar ruido
y no melodía. Tarea de la redacción será clasificar, ordenar y jerarquizar el gran volumen
de información recibida. De ahí que los recursos propios sean tan importantes. Desde la
mesa de redacción se puede telefonear a todo el mundo y esto sólo se puede hacer si
tenemos suficiente personal lo suficientemente preparado.
Las fuentes institucionales son aquellas procedentes de lo que hemos convenido en
calificar de poder: financiero, político y religioso, especialmente, pero también social.
Gobiernos, ayuntamientos, bancos, iglesias e instituciones de gran relevancia no
dudan en realizar cuantiosas inversiones en gabinetes de comunicación e imagen para
incidir en los medios informativos.
De los gabinetes de prensa de organismos oficiales debemos considerar que cumplen
con una obligación de las modernas democracias al hacer llegar a las redacciones las
decisiones adoptadas por los gobiernos, parlamentos, entes judiciales y órganos ejecutivos.
El periodista no puede pasarse las 24 horas del día analizando boletines oficiales para
buscar noticias. De ahí que sean tan valiosos los boletines de prensa institucionales.
Pero el peligro es que algunos -o muchos- gabinetes informativos silencian temas
considerados peligrosos por sus jefes, mientras que tienden a centrar sus esfuerzos en
difundir noticias de escaso valor y que en muchas ocasiones más bien parecen notas
propagandísticas (Ofa Bezunartea, 1988).
Miles de personas están trabajando continuamente para analizar lo que se publica y
emite sobre sus instituciones y poder, así, reaccionar de inmediato ante cualquier noticia
que les afecte.
Estos gabinetes de comunicación e imagen no sólo actúan a la defensiva, todo lo
contrario. Generan campañas de información pensando -acertadamente- que cuanto más
material positivo consigan introducir en la programación informativa de los medios, menos
espacio tendrán éstos para publicar hechos negativos sobre ellos.
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Se trata, sin duda, de una maniobra de guerra: ocupando territorio del «enemigo», le
tendremos entretenido y preocupado, al tiempo que impediremos que otros «ejércitos»
Ocupen las parcelas -territorios- invadidos por nuestras informaciones.
Un buen ejemplo de esta estrategia lo observaremos en los suplementos científicos de
algunos periódicos que no sólo están patrocinados por grandes corporaciones químicas y
médicas, sino que los reportajes publicados proceden también de sus gabinetes de
comunicación.
Las agencias de noticias también entrarían en esta tipología porque generalmente se
trata de organismos dependientes de empresas multimedia muy ligadas a intereses
particulares o están subvencionadas directamente por el Estado, como es el caso de la
agencia EFE.
La labor de los periodistas en el momento de establecer la agenda temática del día
será desbrozar entre la paja y el trigo, como ya veremos en el capítulo 9.
Las fuentes espontáneas son las más interesantes porque proceden de aquellos
sectores de la sociedad que generalmente entran en conflicto con las grandes corporaciones
que constituyen el poder. Se trata de asociaciones y colectivos de ciudadanos afectados por la construcción de una autopista, la
falta de escuelas, la contaminación de una fábrica o la adulteración alimenticia.
No suelen tener gabinetes de comunicación estables, ignoran muchas veces cómo
acceder a los periodistas y cuando lo hacen, se expresan confusamente.
El valor de estas fuentes es que contrapesan la estrategia de los poderosos y,
específicamente, sus opiniones responden a los intereses y preocupaciones de la mayoría de
los ciudadanos, por esto es tan importante tenerlos siempre presentes.
Las fuentes espontáneas responden, por lo general, a lo que convencionalmente
calificamos como «hombre de la calle» y, no lo olvidemos, que suelen ser el grueso de
nuestro público.
En cuanto a las fuentes confidenciales y/o anónimas diremos que se trata de líneas de
informaci6n muy raras, poco abundantes, escasas y, por lo tanto, muy apreciables, aunque
peligrosas.
Las fuentes confidenciales están relacionadas con el poder y a través de ellas
obtenemos documentos e informes de gran valor periodístico a los que no hemos podido
acceder por vías convencionales. Woodward y Bernstein apodaron como «garganta
profunda» a la persona que les facilitaba información de primera mano sobre el corrupto
proceso Watergate. Esta definición ha sido incorporada plenamente al argot periodístico
internacional.
Las fuentes anónimas suelen ser personas que informan de algún hecho de interés
periodístico pero que lo hacen sin darse a conocer. A lo largo de una semana se producen
varias llamadas de este tipo en cada medio de comunicación, con resultados apenas
apreciables, pero en ocasiones merece la pena atenderlo porque generan pistas de gran
calidad informativa.
No podemos dejar de señalar el peligro de este tipo de fuentes, especialmente porque
el periodista está indefenso caso de que su director le exija identificar al testigo. En el
anonimato puede esconderse alguien interesado en intoxicarnos informativamente.
A pesar de todo, no olvidemos que la policía y la judicatura han resuelto casos
complicados gracias a este tipo de informadores. Entonces, ¿por qué no pueden ser válidas
para el periodista?
Otra forma de identificar y clasificar las fuentes informativas la ofrece Borrat (1989)
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al señalar que podemos encontrar fuentes resistentes, abiertas, espontáneas, ávidas,
compulsivas, gubernamentales y no-gubernamentales.
2.6. Cómo trabajar con las fuentes
Lo primero que tiene que plantearse un medio de comunicaci6n, y los periodistas que
trabajan en él, para obtener un buen producto periodístico es el tema de las fuentes.
Qué fuentes son válidas. Ante qué fuentes nos debemos poner en guardia.
Veremos en el capítulo siete cómo se confecciona una agenda periodística. Pero
adelantaremos que cualquier agenda temática está en relación directa con las fuentes con
las que vamos a trabajar.
Lo principal es confeccionar un Archivo Básico de Fuentes (ABF) en el que, de
forma sistemática y organizada, se reflejen todas y cada una de las personas e instituciones
que tienen algo que decir en nuestro ámbito de actuación (geográfico, temático, específico).
Este ABF deberá ir siempre con nosotros adonde quiera que vayamos. Podemos
llevarlo en forma de agenda-papel o agenda binaria, es decir, en un pequeño ordenador de
bolsillo. También es posible ahora utilizar la telefonía móvil para consultar el banco de
datos de nuestro medio de comunicaci6n.
El ABF será revisado permanentemente para tener la identificación de personas e
instituciones al día. ¿De qué nos sirve un teléfono que ya está fuera de uso?
La organización de la agenda personal se verá más adelante, pero repito que el ABF
es la pieza clave sobre la que se edificará la producción periodística.
Por último tengamos siempre presente que el público tiende a ser más receptivo a
ciertas fuentes que a otras. Por ejemplo, las fuentes consideradas como fidedignas, seguras
y de alto prestigio consiguen un alto índice de persuasión entre el público, mientras que
fuentes consideradas más negativas, la obstaculizan.
Durante la reciente Guerra del Golfo (1991) al público se le presentaban dos fuentes
televisivas dignas de servir de ejemplo sobre el discurso del párrafo anterior. La fuente
fidedigna podría venir dada por el general de los EEUU. Schwarzkopf, una especie de osito
de peluche -imagen limpia- de dos metros de altura que apenas vociferaba. La fuente
negativa la personalizaría un bigotudo y barrigudo -imagen de suciedad- Sadam Hussein.
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