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Unidad de trabajo nº 5.- Cinética química
1º de Laboratorio de Análisis y Control de Calidad Análisis Químicos
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UNIDAD DE TRABAJO Nº 5. CINÉTICA QUÍMICA
1. VELOCIDAD DE LAS REACCIONES QUIMICAS.
La velocidad de una reacción química se mide por la cantidad de una de las sustancias reactantes que
se transforma (desaparece) por unidad de tiempo, o bien por la cantidad de uno de los productos que se
forma por unidad de tiempo. La cantidad de sustancia transformada (reactante o producto) se expresa
normalmente en moles, aunque suele ser mas corriente utilizar, en lugar de cantidades de sustancia,
concentraciones, que, como es costumbre, se expresan normalmente en moles/litro. Como unidad de
tiempo se toma en general, el segundo, si bien, algunas veces, se emplea el minuto, la hora o, incluso, el
día, para reacciones muy lentas. Por tanto, la velocidad de una reacción viene normalmente expresasada
en mol·L-1
·s-1
.
La velocidad de una reacción química varía con el tiempo, por lo que es necesario definir lo que se llama
velocidad instantánea de la reacción, para un determinado tiempo t , como la derivada de la concentración
de un reactante o de un producto con respecto al tiempo, en el momento considerado. Tomemos, como un
ejemplo concreto, la reacción del yodo con hidrógeno, para formar yoduro de hidrógeno, según la
ecuación:
H2 + I2 2 IH
La reacción se realiza a temperatura constante. Analizando las sustancias reaccionantes para
distintos tiempos de reacción se pueden dibujar curvas que nos dan la variación de la concentración en
función del tiempo de los reactivos, H2 o I2, y del producto HI. La pendiente de estas curvas, para un
tiempo dado, es la velocidad de reacción; cuando el tiempo es igual a 0, se tiene la llamada velocidad
inicial de la reacción.
Conviene fijarse en que, en general, la velocidad de formación de un cierto producto no es igual a la
velocidad de desaparición de un determinado reactivo, sino que ambas están relacionadas por los
coeficientes estequiométricos de la reacción. Así, en el caso de la formación de HI, se tiene:
-d [H2]/ dt = -d [I2]/ dt = 1/2 d[IH]/dt
Por ello, para que no pueda existir ambigüedad se recomienda definir la velocidad de
reacción como la derivada de la concentración respecto al tiempo, dividida por el respectivo
coeficiente estequiométrico, con lo que se puede tomar, indiferentemente, cualquier reactante o
producto.
El análisis matemático de las curvas concentración-tiempo, para las diversas sustancias que
intervienen en una reacción química, permite, en general, deducir una expresión matemática que
relaciona la velocidad de la reacción con las concentraciones de cada sustancia, que es lo que se
llama ley diferencial de velocidad. Así, para la formación del yoduro de hidrogeno, la velocidad de
formación del yoduro de hidrogeno, esto es, la llamada velocidad de la reacción directa, que
representaremos por Vd, estaba regida por la siguiente ley diferencial:
Vd = kd [H2] [I2]
Por otro lado, la velocidad de la reacción inversa, esto es, la descomposición del yoduro de
hidrogeno, que representamos por V;, vendrá regida por la ley diferencial:
Vi = ki [HI]2
Estas leyes diferenciales expresan, respectivamente, la velocidad directa, cuando se elimina el
yoduro de hidrogeno que se va formando, o la velocidad inversa, cuando se eliminan el
hidrógeno y el yodo que se van formando. En la práctica esto es muy difícil de realizar, por lo
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que, excepto en el caso de las velocidades iniciales, lo que se suele medir es la velocidad neta,
resultante de estas dos velocidades opuestas, esto es, v = Vd – Vi.
Cuando la velocidad de una reacción puede expresarse por una ecuación sencilla, como las de
Vd y Vi, o de forma general:
V = k[A] [B]
Siendo A y B las sustancias reaccionantes.
Se llama orden de la reacción, respecto a A, al exponente con que va afectada su concentración
en la ley s d i f e r e n c i a l . De modo similar, es el orden de la reacción respecto a la sustancia B.
La suma de todos los exponentes, +, se llama orden total de la reacción. Así, por ejemplo, la
reacción de formación del yoduro de hidrógeno, es de orden uno, con respecto al hidrógeno (o con
respecto al yodo), y el orden total es dos; se dice que es una reacción de segundo orden. También la
descomposición del yoduro de hidrogeno, es una reacción de segundo orden, tanto respecto al HI,
como al total, puesto que solo figura una sustancia.
Los exponentes indican el orden de una reacción no son, en general, iguales a los coeficientes a, b,
etc, estequimétricos de la correspondiente ecuación, ni tampoco tienen que ser necesariamente
enteros, pueden ser fraccionarios o incluso cero. Así, por ejemplo, la descomposición térmica del
acetaldehído, según la ecuación:
CH3-CHO CH4 + CO
Tiene una ley diferencial:
V = k [CH3CHO]3/2
Es decir, que el orden es 3/2. Existen incluso reacciones en las que no tiene sentido hablar de orden,
por ser la ley diferencial de velocidad demasiado complicada, como ocurre, por ejemplo, en la formación
del bromuro de hidrógeno, de ecuación global análoga a la de formación del yoduro de hidrógeno, esto es:
H2 + Br2 2 HBr
Pero cuya ley diferencial es mucho más compleja:
V = k [H2] [Br2]1/2
/ (1+ k' [BrH]/[Br2])
Cuando puede escribirse una expresión sencilla para la ley diferencial, la constante que figura en dicha
expresión se llama constante de velocidad o también, a veces, velocidad específ ica , puesto que es la
velocidad que tendría la reacción si todas las concentraciones de las sustancias reaccionantes fuesen
iguales a la unidad. La constante de velocidad k es característica de cada reacción y su valor varia
mucho con la temperatura. Las unidades de dicha constante dependen del orden total de la reacción.
Así, para reacciones de primer orden, las unidades de k son simplemente segundo-1
. En una reacción
de segundo orden las unidades de la constante k son: L·mol-'·s
-';
mientras que en una reacción de tercer
orden las unidades de k son L2. mol
-2.s
-'; etc.
El orden de una reacción es una magnitud puramente experimental determinado únicamente por el
mejor ajuste de los datos experimentales a una cierta ley diferencial.
Muchas reacciones químicas son cinéticamente mucho mas complejas de lo que puede suponerse
teniendo en cuenta su ecuación química, como ocurre con la reacción de formación del bromuro de
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hidrogeno, mencionado anteriormente. Esto se debe a que dicha ecuación global no representa realmente
el transcurso de la reacción química, que la mayoría de las veces tiene lugar mediante varios procesos
intermedios consecutivos o etapas de reacción, cada una de las cuales se llama una reacción elemental.
Las reacciones complejas están formadas por una serie de reacciones elementales, que constituyen lo que
se llama mecanismo de reacción.
En las reacciones elementales suele utilizarse el concepto de molecularidad, que es igual al número
de moléculas que se unen entre sí en un proceso elemental. Cuando interviene una sola molécula, la
reacción se llama monomolecular; si son dos las moléculas que interaccionan, la reacción se llama bimo-
lecular; si intervienen tres moléculas, trimolecular, etc.
Conviene fijarse bien en a diferencia que existe entre orden y molecularidad de una reacción. El
orden de reacción es un concepto experimental, que se aplica a la ley cinética diferencial de la reacción
global; mientras que la molecularidad de una reacción es un concepto teórico, relacionado con el
mecanismo de a reacción, y que se aplica a las reacciones elementales o etapas de que consta la
reacción global.
2. ENERGÍA DE ACTIVACIÓN.
Muchas sustancias, aun siendo muy parecidas, difieren marcadamente en la velocidad con que
reaccionan. Así, por ejemplo, las moléculas de flúor reaccionan violentamente de forma explosiva, con
las moléculas de hidrógeno, incluso a la temperatura ordinaria, para formar moléculas de fluoruro de
hidrógeno, según la reacción:
F2 + H2 2 HF (muy rápida a temperatura ordinaria)
En cambio, en análogas circunstancias, las moléculas de yodo reaccionan tan lentamente con las
moléculas de hidrógeno, que no se nota ningún cambio aparente en la reacción:
I2 + H2 2 HI (muy lenta a temperatura ordinaria)
Estas notables diferencias, incluso en reacciones tan parecidas, hay que interpretarlas en función de
la estructura atómico-molecular de los compuestos que toman parte en la reacción. En reacciones,
como las dos anteriores, en las que unas moléculas se transforman en otras, es necesario que se rompan
unos enlaces y se formen otros nuevos. Para que esto ocurra, o sea, para que tenga lugar la reacción, es
necesario que las moléculas reaccionantes se aproximen entre sí, es decir, que se produzcan choques
entre ellas. Sin embargo, un sencillo calculo, basado en la teoría cinética de los gases, indica que, en con-
diciones ordinarias, las moléculas reaccionantes chocan entre sí miles de millones de veces por segundo.
Si en cada choque entre dos moléculas reaccionantes tuviese lugar una reacción entre ellas, todas las
reacciones químicas serían explosivas. Esto no es verdad, ni mucho menos, por lo que hay que suponer
que casi todas las moléculas reaccionantes chocan entre sí de forma elástica, como si fuesen pelotas
de goma o bolas de billar, sin producirse en ellas ninguna modificación interna notable. Es decir, que
la mayor parte de los choques no producen reacción, son ineficaces, y solo unos pocos son eficaces.
Únicamente aquellas moléculas que chocan entre sí con la suficiente energía para romper los enlaces
entre sus átomos son las que pueden reaccionar y formar moléculas diferentes. Estas moléculas, que en el
momento del choque tienen la energía suficiente para reaccionar, se llaman moléculas activadas, y la
energía para que se produzca la reacción s e llama energía de activación.
Cuando dos moléculas chocan, pero lo hacen con poca velocidad, no se produce ningún desperfecto
en el choque y las moléculas salen después sin haberse modificado apenas. Por el contrario, si el choque
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se produce con bastante velocidad esto es, si tienen suficiente energía, las moléculas pueden quedar
unidas entre sí formando un conjunto poco estable y en el que algunos de los enlaces primitivos se han
relajado o incluso se han roto se han roto. Esta especie molecular, que resulta momentáneamente en el
choque, es transitoria y con un elevado contenido energético, puerto que se ha acumulado toda la energía
cinética que llevan las moléculas, y recibe el nombre de complejo activado o complejo de transición.
Se puede imaginar que una reacción química transcurre por un camino determinado llamado camino
de reacción, que presenta, en general, una montaña intermedia, mas o menos alta, que hay que superar
para llegar desde el lugar de los reactivos hasta el de los productos de reacción. Lo que ocurre en una
reacción química se comprende fácilmente mediante un sencillo símil mecánico. Supongamos una bola
situada en una depresión, estado inicial A, sobre la ladera de una montaña lisa. La bola podría rodar
montaña abajo, hasta la posición final mucho mas baja C, y liberar así energía (la energía potencial
correspondiente a la diferencia de alturas entre A y C). Sin embargo, para ello es necesario, primero,
comunicarle la energía suficiente para que remonte el pequeño montículo B, o barrera de potencial. Esta
energía sería la análoga a la energía de activación.
En las reacciones químicas las cosas suceden de forma muy parecida, como ocurre para el caso particular
de la reacción entre el flúor y el hidrógeno, para formar fluoruro de hidrógeno, según la ecuación:
F2 + H2 2 HF
Que transcurre con desprendimiento de calor, es decir, que es una reacción exotérmica (H es
negativo). En el eje de ordenadas se representa la energía potencial de las moléculas durante la reacción,
y el eje de abscisas representa el camino de la reacción, que suele llamarse coordenada de reacción. En
la parte izquierda del diagrama se suele suponer que están las moléculas reactantes, F2 y H2, animadas de
cierta velocidad, y que empiezan a acercarse mutuamente; al hacerlo chocan y se frenan, con lo que
parte de su energía cinética se transforma en energía potencial. Si las dos moléculas que chocan tenían
suficiente energía, se puede formar el complejo activado, que, en este caso, es una especie de molécula
tetraatómica, compuesta por dos átomos de flúor y otros dos de hidrógeno, en la que los enlaces
primitivos están algo relajados, habiéndose formado, además, enlaces incipientes entre los átomos de flúor
con los de hidrógeno. Este complejo activado, de máxima energía potencial, esta situado justamente en
la cima de la montaña del camino de reacción. La altura vertical de esta cima, medida desde el lugar de los
reactivos, es la energía de activación de la reacción directa, Ea. Es evidente que la energía cinética de las
moléculas reaccionantes debe ser igual o mayor que dicha energía de activación, para que pueda formarse el
complejo activado. La barrera de potencial del camino de reacción es debida a una barrera entálpica de na-
turaleza química, debida a la fuerza de los enlaces que tienen que relajarse o romperse.
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Una vez que se ha formado el complejo activado, situado en la cima de la montaña, pueden suceder
dos alternativas. La primera es que el complejo activado vuelva hacia detrás y se descompone en las
moléculas primitivas de flúor y de hidrógeno, dotadas entre ambas con la misma energía cinética que
tenían al principio. Se ha producido, por tanto, un choque elástico, sin tener lugar la reacción. Esta
situación ocurre no solo con el complejo activado, situado justamente en la cima, sino con todos los
otros complejos menos activados, que podemos imaginar situados en cualquier punto de la pendiente de
subida. La segunda alternativa que tiene el complejo activado es seguir adelante y bajar el puerto por el
lado opuesto al de subida, esto es, por el lado de los productos de reacción. En nuestro ejemplo, esto
supone que la molécula tetraatómica con dos átomos de flúor y dos de hidrógeno se rompe por el sitio de
los enlaces primitivos, con lo que se robustecen los nuevos enlaces, es decir, se forman dos moléculas de
fluoruro de hidrogeno, animadas, naturalmente de la energía cinética correspondiente.
Es evidente que si una reacción química tiene una energía de activación pequeña, habrá muchas
moléculas que, a la temperatura ordinaria, tendrán una energía cinética igual o mayor por lo que muchos
de los choques serán eficaces y la reacción se realizará con una gran velocidad. Si la energía de activación
es grande la velocidad de reacción será muy pequeña. Por tanto, es muy importante poder conocer la
energía de activación de las reacciones químicas, que puede determinarse experimentalmente o de forma
cualitativa.
En el diagrama energético puede observarse que los reactivos (F2 + H2) tienen mayor energía que los
productos (2 HF). Esto significa que, al realizarse la reacción química, tiene que desprenderse una cierta
cantidad de calor, el calor de reacción, H, que, cambiado de signo, debe ser igual a la diferencia de altura
entre la situación de los reactivos y de los productos en el diagrama de energía potencial. Este calor de
reacción no tiene relación con la velocidad de la reacción, ni tampoco con la energía de activación de
la reacción directa. Así, por ejemplo, en la reacción exotérmica del flúor con el hidrógeno, el calor de
reacción es muy grande (H = -64 kcal/mol), mientras que la energía de activación es muy pequeña, por
lo que la reacción de formación de fluoruro de hidrógeno es muy rápida. Por el contrario, la reacción,
también exotérmica, del oxígeno con el hidrógeno, para formar agua, tiene una elevada energía de
activación, por lo que es tan lenta que prácticamente no tiene lugar a la temperatura ordinaria; sin
embargo, su calor de reacción es muy grande (AH = - 68 kcal/mol). Por otro lado, la reacción del yodo
con el hidrógeno, cuyo diagrama de energia potencial se ha representado:
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Es una reacción endotérmica, como puede observarse en dicha figura, con un valor de reacción muy
pequeño (H = +4 kcal/mol), pero su energía de activación es relativamente grande, comprendida entre
las de las dos reacciones anteriores, por lo que es una reacción lenta, pero no tanto como la reacción de
formación de agua.
En cuanto han reaccionado algunas moléculas de los reactivos y se forman las de los productos
(HF, H2O y HI), es evidente que algunas de estas moléculas chocaran entre sí y, si su energía cinética
es suficiente, pueden unirse para formar el complejo activado, que es exactamente el mismo que el de
la reacción directa. Este complejo puede descomponerse dando lugar a las moléculas de los reactivos;
es decir, que la reacción puede realizarse en sentido directo, o bien en sentido inverso. Existe
igualmente una energía de activación para la reacción inversa, E ia, que no tiene ninguna relación con la
energía de activación de la reacción directa, Eda. Ahora bien, el calor de reacción es justamente la
diferencia entre las energías de activación de las reacciones directa e inversa, esto es justamente la
diferencia entre las energías de activación directa e inversa:
Ho = Ed
a - E i
a
Puede ocurrir que una de estas dos energías de activación sea pequeña y la otra grande, como ocurre
en la reacción de formación del FH (Eia > > Ed
a). En este caso, el calor de reacción es grande y una de las
velocidades de reacción es rápida (en este ejemplo, la directa) y la otra muy lenta. Si las dos energías de
activación son parecidas; como ocurre en la reacción de formación del IH, el calor de reacción es
pequeño y las dos velocidades, de la reacción directa e inversa, son también análogas; en el caso del IH
ambas velocidades son pequeñas, por ser las energías de activación grandes, aunque muy parecidas. Las
dos energías de activación pueden ser grandes, pero bastante distintas, como ocurre en la reacción de
formación del agua. Entonces el calor de reacción es grande y las dos velocidades muy pequeñas, pero una
bastante menor que la otra; en este ejemplo es mucho menor la velocidad inversa, esto es, de
descomposición del agua, por ser la reacción muy exotérmica.
En todos los procesos físico-químicos, además de la entalpía, influye también el mayor o menor grado
de desorden, esto es, la entropía. Por ello, en un tratamiento más riguroso de las velocidades de reac-
ción, hay que tener en cuenta ambas magnitudes, es decir, hay que considerar también una entropía de
activación, que, junto con la entalpía de activación, nos dará la llamada energía libre de activación,
que es realmente la que rige la velocidad de reacción. No obstante, como ya hemos dicho
anteriormente, el factor energético es normalmente bastante más importante que el factor entrópico, por lo
que en los tratamientos elementales es el único que suele tomarse en consideración.
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3. FACTORES QUE INFLUYEN EN LA VELOCIDAD DE REACCION.
La velocidad de las reacciones químicas varía mucho de unos casos a otros; incluso una misma
reacción puede tener lugar a velocidad muy distinta, según las condiciones en que se realice. Los
principales factores que gobiernan la velocidad de una reacción son: naturaleza, y concentración de los
reactivos, temperatura y catalizadores.
3.1. Naturaleza de los reactivos.
En los tres ejemplos de reacciones que hemos considerado en el apartado anterior, se trata de
reacciones con el hidrógeno de tres sustancias parecidas: oxígeno, flúor y yodo, incluso las dos últimas
son elementos de la misma familia de los halógenos. No obstante, las velocidades de las tres
reacciones respectivas son muy distintas entre sí, lo que nos indica la notable influencia de la naturaleza
de los reactivos sobre la velocidad de reacción.
Por ejemplo, en algunas reacciones que ocurren entre iones en disolución no se tienen que romper
enlaces. En este caso, la energía de activación es prácticamente nula y las reacciones son, por tanto, muy
rápidas. Así, por ejemplo, cuando en un vaso, conteniendo una disolución de cloruro sódico, se añade otra
disolución de nitrato de plata, tiene lugar casi instantáneamente la formación de un precipitado blanco de
cloruro de plata, que es bastante insoluble. La reacción química ha tenido lugar entre los iones negativos
cloruro, que ya existían en la disolución de cloruro sódico, y los iones positivos de plata, que también
existían previamente en la disolución de nitrato de plata.
3.2. Efecto de la concentración.
Las reacciones químicas tienen lugar en los choques entre algunas moléculas. Como el número de
choques depende de la concentración, es lógico que esta influya en la velocidad de reacción. Así, por
ejemplo, si en la reacción entre el yodo y el hidrógeno, que hemos estudiado anteriormente, se duplica la
concentración de hidrógeno, el número de choques por segundo, entre las moléculas de yodo con las de
hidrógeno, será también doble y existirá, por tanto, el doble numero de oportunidades para que los choques
sean activos y produzcan reacción. Por consiguiente, también se duplicara la velocidad de reacción. Lo
mismo ocurre, como es lógico, si se duplica la concentración de yodo en lugar de la de hidrógeno. Si son
ambas concentraciones las que se duplican, el número de choques y, por tanto, la velocidad de reacción se
hará cuatro veces mayor; es decir, que la velocidad de reacción debe ser proporcional al producto de
las concentraciones de los reactivos, elevadas a sus coeficientes estequiométricos. Este es el
enunciado de la llamada ley de acción de masas.
De acuerdo con la ley de acción de masas, la velocidad de la reacción direc ta entre el yodo y
el hidrógeno puede escribirse en la forma:
Vd = kd [H2] [I2]
Mientras que la velocidad de la reacción inversa, de descomposición del HI será:
Vi = ki [IH]2
La ley de acción de masas solo debe cumplirse cuando se trate de reacciones elementales,
pero no cuando se aplica a la reacción química global, puesto que muchas de éstas son
reacciones complejas que tienen lugar mediante sucesivos procesos o etapas intermedias.
En las reacciones en que se cumple la ley de acción de masas, para aplicarla, tienen que estar
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todas las sustancias reaccionantes en la misma fase, bien en fase gaseosa o en disolución. Estas
reacciones se llaman homogéneas. En las reacciones llamadas heterogéneas los reactantes están en
fases diferentes. Estas reacciones heterogéneas se verifican solamente en las superficies de contacto y
la velocidad de reacción depende, por tanto, del área total de dichas superficies. Así, cuando un
sólido reacciona con un gas, como ocurre, por ejemplo, en la combustión de carbón, la trituración
de este en partículas mas pequeñas crea nuevas superficies de reacción, con lo que aumenta
mucho la velocidad total de reacción. Por esto, los sólidos finamente divididos, como polvo de
carbón, presentan una superficie tan enorme que su reacción puede llegar a ser explosiva.
3.3. Efecto de la temperatura.
La velocidad de las reacciones químicas aumenta mucho al elevar la temperatura. Para la
mayoría de las reacciones, una elevación de 10º C en la temperatura hace que la velocidad se
duplique o incluso se haga tres o cuatro veces mayor. Este aumento de la velocidad es muy notable
y se utiliza mucho en la industria química, pues basta aumentar la temperatura de reacción en solo
100° C, para que la velocidad de reacción se haga, en general, varios miles de veces mayor.
Al elevar la temperatura, aumenta la velocidad de las moléculas y, por tanto, el número de
choques, pero este aumento es muy pequeño para explicar el notable aumento de la velocidad de
reacción. La velocidad media de las moléculas de un gas es proporcional a la raíz cuadrada de la
temperatura, por lo que una elevación de 10° C, por ejemplo, desde 25 a 35° C, produce solo un
aumento del 2 por 100 en la velocidad media de las moléculas, lo que daría lugar a un pequeño
aumento, también del 2 por 100, en la velocidad de reacción.
La interpretación del notable aumento de la velocidad de reacción con la temperatura hay que
hacerla teniendo en cuenta el número de moléculas activadas, es decir, con una energía igual o
mayor a la correspondiente energía de activación, que, experimenta un notable aumento al elevar la
temperatura. A una determinada temperatura, hay unas pocas moléculas con velocidades muy
pequeñas, otras pocas tienen velocidades muy grandes, mientras que la mayoría poseen
velocidades intermedias, parecidas a la velocidad media.
En muchas reacciones químicas, el número de moléculas activadas es muy pequeño, por ejem-
plo, del orden de 10 por cada 100 millones, a unos 30° C. Si elevamos la temperatura a 40° C, la
energía cinética media solo aumenta un poco más del 3 por 100, pero el número de moléculas
activadas puede pasar fácilmente desde 10 a 30, con lo que la velocidad de reacción se hace tres veces
mayor.
La interpretación anterior del aumento de la velocidad de las reacciones químicas con la
temperatura se debe al famoso físico sueco ARRHENIUS, que, en 1889, propuso para la variación de
la constante de velocidad en función de la temperatura, la siguiente ecuación exponencial:
k = A · e (-Ea/RT)
O bien, en forma logarítmica:
log k = - (Ea/4,57T) + cte
A: constante llamada factor de frecuencia.
Ea: energía de activación.
R: constante universal de los gases.
T: temperatura absoluta.
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La ecuación se conoce como ley de Arrhenius y tiene una gran utilidad práctica para determinar
experimentalmente la energía de activación de las reacciones químicas.
El factor exponencial de la ley de Arrhenius, (-Ea/RT)
es la fracción de moléculas activadas, que
tienen igual energía o mayor que Ea. Esta fracción disminuye mucho al aumentar E
a, es decir, cuanto
mayor es la energía de activación, más difícil es para las moléculas adquirir dicha energía y, por
ello, disminuye mucho la constante de velocidad de reacción y, naturalmente, la propia
velocidad. Por el contrario, al elevar la temperatura aumenta mucho dicha fracción y con ella la
constante k y la velocidad de reacción.
En la tabla siguiente puede verse claramente la dependencia del factor exponencial de la ley
de Arrhenius con la energía de activación y la temperatura.
El aumento del factor exponencial y, por tanto, de la velocidad de reacción con la temperatura se
hace mucho más notable cuanto mayor es la energía de activación. Esta es la causa de que muchas
reacciones fuertemente exotérmicas, pero con una elevada energía de activación, esto es, que son
extremadamente lentas a temperatura ordinaria, puedan producir violentas explosiones cuando salta
una chispa, se enciende una cerilla o se tiene s implemente un cigarr i l lo encendido (pólvoras o
explosivos y de las llamadas mezclas detonantes, como la de hidrogeno y oxígeno, o la de
metano o de butano y aire).
3.4. Catálisis.
Los catalizadores son sustancias que modifican la velocidad de las reacciones químicas, sin sufrir
ellas una alteración química permanente. El proceso recibe el nombre de catálisis. Los catalizadores se
utilizan normalmente para acelerar la velocidad de las reacciones (catalizadores positivos). A veces se
utilizan como catalizadores negativos o inhibidores, es decir, permiten retardar la velocidad de las
reacciones no deseables (oxidaciones, descomposiciones).
Los catalizadores toman parte activa en las reacciones, formando con los reactivos ciertos
compuestos intermedios, que después se descomponen en los productos y regeneran el catalizador. De
esta forma, cambia el curso normal de la reacción, haciendo que transcurra por un camino diferente que
requiere mucha menor energía de activación. Con ello, el número de moléculas activadas es mucho
mayor para la reacción catalizada que para la reacción sin catalizar, por lo que la velocidad de reacción
catalizada es considerablemente mayor.
Un ejemplo, es la reacción empleada en la industria para obtener trióxido de azufre a partir de
dióxido de azufre y que, posteriormente, se emplea para obtener ácido sulfúrico:
2 SO2 + O2 2 SO3
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La reacción sin catalizar es muy lenta, debido a su elevada energía de activación. Esta reacción
puede catalizarse mediante una mezcla de óxidos de nitrógeno:
SO2 + NO2 SO3 + NO
NO + ½ O2 NO2
Las energías de activación de ambas reacción son muy pequeñas, esto es, son procesos muy rápidos,
por lo que la oxidación del dióxido de azufre es mucho más rápida.
Muchas reacciones catalizadas tienen lugar mediante dos o más procesos, con lo que la formación de
los respectivos compuestos intermedios lleva consigo la aparición de dos o más barreras de potencias,
esto es, de varias energías de avivación. Estas energías de activación son muy pequeñas, mucho menores
que la correspondiente a la reacción sin catalizar.
Un catalizador modifica en igual proporción las velocidades de reacción directa e inversa y, por
tanto, no altera, en absoluto, el estado de equilibro, que depende únicamente de las propiedades
termodinámicos de reactivos y productos. Lo que sí hacen los catalizadores es ahorrar el tiempo en
alcanzar el equilibrio.
Cuando el proceso catalítico tiene lugar en una sola fase se denomina catálisis homogénea. Si el
catalizador es un sólido en cuya superficie se adsorben las moléculas de los reactivos en posiciones
favorables para que tenga lugar la reacción, el proceso se denomina catálisis heterogénea y los
correspondientes catalizadores se llaman de contacto o de superficie (Ni, Pt, Pd).
En muchas reacciones químicas, la luz actúa como una especie de catalizador, acelerando la
velocidad de reacción (reacciones fotoquímicas).
La inmensa mayoría de las reacciones esenciales que ocurren en los seres vivos (reacciones
biológicas) tienen lugar mediante los llamados biocatalizadores o enzimas, que son normalmente
proteínas de elevado peso molecular.