Unas niñas con valores

Ana era una humilde niña que vivía en las afueras de un hermoso pueblo.

Su familia tenía pocos recursos económicos y era una de las

familias más pobres del pueblo.

Pero sin importar la situación económica de esta familia, Ana estudiaba en una de las mejores escuelas del pueblo, pues su

padre se esforzaba trabajando para el comerciante más rico y, en lugar de

recibir dinero como pago, le pedía que su hija pudiera estudiar en la mejor escuela,

ya que era una niña muy estudiosa.

En la escuela, Ana era el blanco perfecto para las burlas y bromas

pesadas de sus compañeros debido a la situación económica de su familia.

Un día muy frío, Ana se encontraba sentada en el patio de la escuela a

la hora de la merienda. Tenía mucho frío y hambre, ya que sus padres pasaban por una terrible crisis

económica, ni siquiera tenían que comer.

Pasó unos minutos mirando a los demás niños comer sus deliciosas meriendas, algo llamó su

atención inmediatamente

Jessica, una de las niñas más populares, se había enfadado con su amigo y este enojado le había roto su abrigo en pequeñas e inservibles

partes y lo habían lanzado al zafacón.

Ana, en lugar de sentirse bien por lo que le habían hecho a Jessica, se sentía preocupada por ello. Corrió hasta donde estaba Jessica tirada

llorando, y sin pensarlo demasiado, se quitó su pequeño y desgastado abrigo cubriendo los hombros de

Jessica.

Después, como la maestra había salido para avisar a todos de que la hora de la merienda había terminado, 

Ana se fue corriendo sin despedirse de Jessica.

Esa misma tarde, a la hora de la salida, Ana con un frio terrible se fue directamente a su casa, sin darse cuenta de que Jessica su compañera a la que acababa de

ayudar, la seguía.

A la mañana siguiente un gran alboroto hizo que Ana saltara de su pequeña cama y corriera hasta la salida de su casa.

La verdad era que aquella niña Jessica a quien Ana había ayudado con tanta humildad era la hija del

comerciante, quién quedó agradecido profundamente por

aquella acción y decidió recompensar a la familia de Ana

por ello.  

Allí vio a su mamá orando tirada de rodillas y a su padre hablando con el comerciante más rico del pueblo en persona. Detrás del comerciante, había un camión lleno de comida, ropas para todos los miembros de la familia, semillas para sembrar y ganado.

Desde ese mismo día, Ana y su familia ya no volvieron a tener una

vida difícil.

Ese día Ana y Jessica fueron amigas inseparables.

fin