unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

159

Upload: ulises-granados

Post on 18-Jan-2016

235 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

Descripción del periosimo mexicano entre los años 1977-1989

TRANSCRIPT

Page 1: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano
Page 2: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

Unomásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

(1977-1989)

Genoveva Flores Q.

Page 3: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

Legal

A mis padres: Antonio y MargaritaA mi hermano Alfonso

Page 4: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

7

Introducción

Este estudio mira hacia el interior de la comunidad intelectual que hizo el periódico unomásuno desde noviembre de 1977, cuando se editaron los números ceros y el primer número del 14 de noviembre de 1977, hasta su décimo aniversario, cuando la decadencia comenzaba y el que fue su director fundador, Manuel Becerra Acosta, preparaba su partida. El estudio fue abordado desde varias perspectivas generales que se entrecruzan en sus capítulos: unomásuno fue observado como un campo de producción intelectual, con sus tensiones internas y su interrelación con otros campos como el de la cultura y la economía, en los términos que propone Pierre Bourdieu, en su teoría relacional, como parte del campo mayor de la política; pero no como un campo inerte, sino uno que con su actuación ejerce influencia sobre el político.1 Asimismo se observó la interacción de los distintos grupos que formaron parte de la redacción de unomásuno a través de la definición clave de Roderic Ai Camp: la camarilla, acuñada para la política, pero funcional en el periodismo con sus variaciones específicas propias del campo. Este enfoque, en su orientación del deber ser del perio-dismo y las prácticas que lo conforman, fue enriquecido con el estudio de Sallie Hughes2 sobre el periodismo de los años 90, y su evaluación sobre la independencia periodística a partir del periodismo cívico y del orientado por el mercado. Su análisis me sirvió para visualizar el conflicto con el que nació unomásuno dentro de la política mexicana de los años 80.

El foco de esta indagación estuvo en los reporteros de la redacción y no en la visión de sus directivos, de quienes ya se tienen algunos testimo-nios. Es una historia desde la redacción, por lo tanto se separa del enfoque

1 Pierre Bourdieu, Sobre la televisión, pp. 101-118.2 Sallie Hughes, Newsrooms in conflict. Journalism and the Democratization of México, Pittsburg, University Pittsburgh Press, 2006.

Page 5: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

8 9

tradicional de los grandes hombres y las grandes batallas. Finalmente, para obtención y registro de los testimonios me basé en la metodología de historia oral, buscando las huellas de una época conflictiva, las prácticas de construcción de discurso, las relaciones entre los grupos de amigos y de socialización y la percepción de los acontecimientos conflictivos entre otros tópicos, lo que al final me permitió, asimismo, aproximarme a la historia de los sentimientos, dentro del complejo entramado de las relaciones de esta comunidad periodística. Esta fue una generación de periodistas cuya mayor riqueza estaba en el capital cultural que poseían debido a su paso por las universidades y la escuela de periodismo Carlos Septién García, y pertenecientes a una clase media o media baja, y por lo tanto con un capital económico moderado. Sólo Manuel Becerra Acosta y algunos de su círculo inmediato tenían una posición económica desahogada, mientras que la gran mayaoría vivía de su trabajo y algunas veces también de las dádivas o prebendas de la clase política con la que se relacionaba. El capital social de cada integrante de unomásuno dependió de los círculos donde trabajaba y de las relaciones con sus “fuentes”, que algunos tradujeron en parentescos ceremoniales (compadrazgos), mientras que sólo un pequeño grupo, el de familia y amigos muy íntimos del director, pudo usarlo para garantizar su permanencia en el diario y las oportunidades de desarrollo o negocio específicas. Una combinación entre estos capitales determinaba su posición en el diario: si eran enviados internacionales, si eran asignados a la fuente de presidencia o a las agrarias, si eran invitados a las fiestas del director para dar un “grito” gremial el 15 de septiembre de cada año, o si pertenecían al sindicato del periódico o no, y sólo en esta red pueden entenderse las historias personales. Y a este entramado hay que sumar la pista del dinero, así como las relaciones de amistad y amorosas, que fueron parte central de la historia de unomásuno. La reconstrucción de los universos de la práctica escriturística, así como el análisis de la producción periodística basada en el reportaje, el género maestro del periodismo, me permitió hacer un medición del ritmo y sentido de la producción periodística que nos diera parámetros diferentes a los de las percepciones. Esto resultó de particular importancia

en las épocas de conflicto, en donde testimonios nos reportan las batallas internas, aún cuando han pasado más de tres décadas. El reportaje fue un signo distintivo de unomásuno y parte fundamental de su propuesta periodística, y al ser normado por la iniciativa y no por la homogenización de la cobertura diaria, nos muestra las particularidades de las posiciones editoriales en los distintos escenarios del mercado informativo, y también las posiciones de reporteras y reporteros en la jerarquía de la redacción, pues se convirtió en un género reservado para quienes tiene un cierto grado de desarrollo y simpatías con los directivos del diario.

El campo pEriodístico

El campo periodístico, dice Pierre Bourdieu, “es un microcosmos que tiene leyes propias y se define por su posición en el mundo global, así como por las atracciones y las repulsiones a las que lo someten otros mi-crocosmos”.3 En este pequeño mundo se tienen características específicas derivadas de sus propias estructuras, tanto formales como simbólicas. En el ejemplo que nos ocupa fue importante la existencia de una experiencia previa, la de haber sido cooperativistas de Excélsior, de allí venía la tradi-ción y allí nacieron vientos de las primeras tempestades internas. Tenemos también como habitus propios del campo periodístico: la verticalidad en el mando, la premura con que se elabora el material periodístico debido a las presiones de la producción diaria, aquéllas que marcaron la tecnología de producción del mismo, así como otras de lenguaje o estilo que no se abordarán en esta investigación. Todas ellas definieron lo que era unomá-suno, aunque ninguna en específico, y para aumentar la complejidad del campo periodístico hay que añadir que también es severamente influido por el campo de la economía, mediante el índice de audiencias (en el caso de radio y televisión), el tiraje vendido y la concentración de los anunciantes para el diarismo; asimismo, aunque el campo periodístico está contenido en el campo de la política, ejerce sobre él una influencia muy importante, porque la ventana del periodismo —en aquellos años

3 Bordieu, Sobre la…, op. cit., p. 57.

Page 6: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

10 11

mucho mayor que ahora— ponía en el debate público temas que no siempre estuvieron acordes con los intereses del Estado o los grupos económicos, creando opinión pública por primera vez al fin del siglo, en un ensayo de pluralismo. Lo anterior es de especial importancia para comprender la contradicción central del nacimiento del periódico: por una parte su dependencia económica de los gobiernos de José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari; por otro lado estaba su intención de evolucionar hacia una prensa más ligada a sus lectores: ilustrados, universitarios, progresistas. Esta contradicción finalmente acabó perforando el casco de su nave.

1.1 casi una ÉlitE

Para situar en contexto grupal a quienes hicieron unomásuno cabría la pregunta: ¿qué clase de comunidad son estos periodistas citadinos?, y una respuesta posible es: eran casi una élite, porque compartían ciertas características del campo de la política, pero no eran tomadores de deci-siones, y en esta posición intermedia acabaron influenciando a los campos periodísticos, culturales y de la política, pero no definiéndolos.

Peter Smith, al analizar la categoría de élites, señala que no po-demos quedarnos con la definición de Gaetano Mosca, quien señala que las sociedades se dividen en dos grupos: quienes gobiernan y los gobernados, ya que excluye aspectos importantes del origen de clase de estas élites, y señala que éste “es un factor importante en la definición de la perspectiva general de la que parten los miembros de las élites (y los otros grupos). Es decir, sus orientaciones cognoscitivas y normas básicas, como distintas de su preferencia respecto a problemas parti-culares”; éstas tienen una experiencia común y tienden a compartir el conjunto de presupuestos que le son igualmente comunes, pero apunta que la socialización puede modificar sus ideas y creencias, y por ello es importante revisar también las instituciones y actividades que realizan, “en particular la escuela y la ocupación”.4 Y es aquí donde el concepto

4 Peter H. Smith, Los laberintos del poder. El reclutamiento de las elites políticas en México, 1990-1971, p 17.

sirve a la investigación de unomásuno, ya que la mayoría de quienes participaron en él piensa que la experiencia en su redacción fue defi-nitoria de su trayectoria periodística y puede considerarse que, salvo excepciones, fue un trabajo que también les permitió movilidad social. Por su parte, Roderic A. Camp define al intelectual como alguien que vive de su trabajo intelectual, tiene intereses muy amplios, y por lo tanto es capaz de generalizar, además de que posee dominio de las habilidades de comunicación oral y escrita, así como una cultura muy amplia; traza asimismo un camino hacia la búsqueda de la verdad, tiene un claro sentido crítico, y una ideología definida o está en búsqueda de ella. Además orienta su comunicación a públicos amplios y por lo tanto es reconocido como una figura pública, lo que calzaría con la actividad de los periodistas como intelectuales, pero la imagen del periodismo en México aún los relacionaba más al periodismo como oficio, que como profesión, a diferencia, asegura Camp, de lo que ocurre en Estados Unidos, donde sí se reconoce que los periodistas pueden llegar a ser intelectuales.5 El periodista —que no el colaborador o el articulista— vive de su trabajo en el diario o medio y raramente tiene alguna otra actividad com-plementaria, como dar clases o ser consultor. De hecho vive de escribir. Puede llegar a tener una cultura amplia, pero esto depende fundamen-talmente de su edad y de las habilidades adquiridas durante la práctica profesional. Su profesión sigue requiriendo la búsqueda de la verdad y es su naturaleza dirigirse a públicos amplios. Pero —siguiendo la definición de Camp— en la búsqueda de la ideología y en la posición crítica debemos comenzar con los matices: es apreciado en el medio periodístico aquel que se ofrece como un profesional neutro, apartidista, porque ello garantiza la flexibilidad ante la línea editorial de quien lo contrata, aunque se concede cierta tolerancia mientras se comprendan los límites establecidos por el dueño. En cuanto a la posición crítica, aunque pareciera que es una de las columnas del periodismo, ya que constantemente observan el desempeño de la vida pública en búsqueda de lo que no se está realizando bien, no es del todo cierto para el periodismo mexicano, pues entran en juego los

5 Roderic Ai Camp, Los intelectuales y el Estado en el México del siglo XX, pp. 54-74.

Page 7: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

12 13

intereses de los dueños de los medios de comunicación, los criterios de validación del discurso periodístico y los límites estilísticos de los géneros periodísticos informativos —donde no se espera la opinión— como fron-teras fuertes a la crítica, que en cambio puede llegar a caracterizar a quienes son colaboradores o editorialistas y no están sometidos directamente a las dinámicas de producción de discurso presentes en la redacción. En pocas palabras, podemos decir que los periodistas no eran reconocidos como élite intelectual, ya que no contaban con un prestigio social y por su falta de independencia frente a los poderes políticos y económicos. A pesar de estas particulares limitaciones, en el campo periodístico pueden reconocerse las dinámicas de las camarillas políticas, y algunos rasgos de las “capillas intelectuales”. Son excepcionales, por ejemplo, los periodistas que no sean parte de camarillas, que hayan entrado solos a una redacción y que se mantengan con cierto grado de autonomía de los grupos políticos internos, y si se mantienen a esta distancia, generalmente su excepcionalidad se traduce en un cierto grado de marginación, y por supuesto, en que la toma de decisiones está vetada para ellos.

La camarilla fundadora de unomásuno tuvo nexos firmes con las camarillas del poder político, que apoyaron su nacimiento, pues de allí provino el capital inicial del proyecto periodístico; pero también tuvieron los nexos con las camarillas del partido comunista, y estas relaciones so-metieron a unomásuno a conflictos por la influencia del campo político en direcciones opuestas, que acabaron socavando la comunidad y finalmente desintegrándola. El principal rompimiento del periódico no debe verse exclusivamente como resultado de los conflictos personales, porque nos quedaríamos en lo anecdótico; estos encontronazos violentos tienen como fondo estructural la tensión entre estas influencias políticas.

1.2 la historia dEsdE la rEdacción

La historia desde abajo, que se aleja del paradigma de los grandes hombres y las grandes batallas, nos permite apreciar horizontes interesantes y poco explorados de la historia de la prensa en México, ya que la historiografía del periodismo de fin del siglo xx se centra en historias de directivos, o

en los recuentos generales; se estudian las primeras planas y se focaliza sólo a quienes destacan como columnistas. Esta investigación, por otra parte, se nutre de la vida diaria de los reporteros en sus afanes diarios por conseguir información poco conocida, en su relación con los editores, sus experiencias de reclutamiento y en las decisiones de permanecer o salirse del diario cuando tuvieron lugar las distintas rupturas (que algunos calificarían de turbulentas) que tejen la historia de unomásuno. Al cruzar los testimonios en el periodo de mayor desarrollo y ex-perimentación del diario, relacionar los indicios de los testimonios con la documentación existente, y la obra publicada, fue posible empezar a contar la vida de los grupos internos, sus intereses y sus diferencias, y su relación con el grupo de directivos, ya que el enfoque desde la redacción, no excluye las versiones de quienes tomaron las decisiones. De hecho, podemos observar sus acciones desde una variada gama de experiencias de los reporteros con quienes interactuaron. Es importante considerar en esta orientación metodológica el concepto central del Carlo Ginzburg: lo insignificante representativo,6 que es la base del paradigma indiciario, centrado en la observación de los detalles marginales, pero reveladores de distintos fenómenos, y que fue madurando como un método analítico de las ciencias sociales hacia finales del siglo xix. La historia ha permitido ver aquellas realidades que se encontraban subyacentes al discurso hegemónico de una época en su gran riqueza. De manera similar, en esta investigación, al mirar los detalles y los indicios de los personajes “secundarios”, y hasta cierto grado “subalternos” de la comunidad periodística, podemos acceder a un universo rico de relaciones, juegos de poder, ideología y productos periodísticos, que sin embargo nos representan el universo, por su unicidad, pero también por su repetición. La repetición nos muestra la costumbre y, como lo sugiere E. P. Thompson, ésta también nos devela importantes características de una comunidad: “[…] la costumbre, no como post-algo, sino como sui ge-nereis, como un ambiente, mentalité, y como vocabulario completo de

6 Carlo Ginzburg, Mitos, emblemas, indicios. Morfología e historia, pp. 138-164.

Page 8: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

14 15

discurso, de legitimación y de expectación”.7 Por lo tanto puede perfilarnos el campo periodístico en su núcleo, y a veces también lo que ocurre en sus fronteras de contacto con los campos políticos, culturales y sociales.

1.3 El rEcuErdo y la pErcEpción

Sin duda alguna llamará la atención en esta investigación el volumen de sus anexos, que son fundamentalmente transcripciones de testimonios generados a partir de la metodología de la historia oral, mismos que crucé en temas focales para los capítulos dos y tres. Tomé la decisión de presen-tarlos íntegros en un seguimiento lo más apegado posible a los preceptos de la metodología de la historia oral, que procura mantener los testimonios íntegros, pero también me resultaba muy importante informar sobre las condiciones en que se hicieron cada una de las entrevistas, así como algunos otros datos interesantes que fueron dichos fuera de grabación y que pueden ayudar a futuras investigaciones e interpretaciones distintas a la mía, a cuya interpretación ofrezco los testimonios completos. Jorge Aceves, investigador mexicano experto en historia oral, señala de esta metodología que considera “el ámbito subjetivo de la experiencia humana —la memoria, la subjetividad—” para examinar “la versión y vi-sión de la experiencia de los actores sociales atendidos por la historia social, local y oral”,8 su interés es “conocer y comprender la dinámica propia de los grupos y las sociedades humanas; y como parte de una disciplina científica, le interesan los hechos y los acontecimientos sociales en las que intervienen instituciones así como individuos en determinados procesos económicos, políticos y simbólicos-culturales”.9

Estas historias de vida cruzadas, se centraron en las experiencias compartidas, en el recuerdo de las prácticas de investigación, de cons-trucción del discurso periodístico y de las relaciones que se establecieron entre los grupos y secciones del periódico. Se puso énfasis en los aspectos de socialización, conformación de grupos de parentesco, rituales y con-

7 E. P. Thompson, Costumbres en común, Barcelona, Crítica, 1995, p. 15. 8 “La historia oral y de vida: del recurso técnico a la experiencia de investigación”, apud Jesús Galindo Cáceres, Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, p. 214.9 Ibidem, p. 217.

memoraciones, para trazar un mapa interno de grupos y costumbres, atendiendo al enfoque tanto de Thompson como de Ginzburg, y se exploraron las relaciones de parentesco, sociales y políticas, así como la formación universitaria, siguiendo como patrón las investigaciones de Camp. En lo que se refiere a algunos acontecimientos específicos de la colec-tividad: la fundación, la huelga, la ruptura, la salida a La Jornada fueron el terreno más polémico, ya que como lo observa Graziella Altamirano cuando señala que “el olvido y la memoria son procesos activos”.10 En esos testimonios se presentaron omisiones claras y en otras pocas ocasiones una negativa abierta a hablar de temas difíciles, que asimismo nos muestran la luz y la sombra de los periodistas de unomásuno, como una comunidad intelectual que padeció fuertes rupturas y cuyas batallas se seguían librando en la memoria cuando los entrevisté.

1.4 la historiografía dEl discurso pEriodístico

La historiografía tradicional consistía en una labor crítica sobre la obra histórica y su autor, estrechamente ligada a la concepción del documento, como una prueba de una historia que contaba “cómo sucedieron las cosas”. Esta práctica validaba, después del análisis riguroso de la textualidad, cada documento dentro de una cadena de verdades que, al final, nos daban la “historia objetiva”.11 Este camino metodológico se encuentra cada vez más invadido de maleza, hojas secas y silencio, como resultado de su paulatino abandono y la creación de nuevas rutas analíticas donde los documentos, pierden el aura de monumentos y son convertidos en objetos de análisis historiográficos que los considera productos de circunstancias particulares, de prácticas específicas de producción, una materialidad, intereses del autor,

10 “Metodología y práctica de la entrevista”, apud Graciela de Garay (compiladora), La historia con micrófono, p. 68.11 Collingwood afirma que, como la historia es una representación o refiguración instrumentada por alguien en el tiempo y el espacio, la objetividad funciona solamente como una idea regulativa, apud Alfonso Mendiola y Guillermo Zermeño, Hacia una metodología del discurso histórico; ver Jesús Galindo Cáceres (compilador), Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, p. 192.

Page 9: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

16 17

comunidades de enunciación, estrategias de multiplicación y finalmente, de prácticas de recepción que los modifican en la diacronía de la sucesión de generaciones, y en la sincronía de las distintas comunidades lectoras. En este sentido Roger Chartier propone que para el análisis de la textualidad deben tomarse en cuenta varios niveles de un fenómeno múl-tiple y diverso que significa la producción de textos, su materialidad, su apropiación por distintas comunidades con distintas competencias, y las prácticas que se desencadenan en cada polo de esta trilogía compuesta por el texto, su materialidad y su recepción.12 Estos enfoques resultan pertinentes en el análisis del corpus de reportajes que constituyeron el eje documental de la investigación, porque nos guían en el esclarecimiento del sentido del discurso de la comunidad estudiada.

La historiografía crítica nos permite analizar el discurso periodístico informativo,13 considerando que las huellas impresas en el cuerpo de papel de unomásuno pertenecen a un sistema de comunicación,14 con sus propias reglas de construcción y configuración. Y la ruta fue problematizándolo: explorando sus límites, su relación con su horizonte de enunciación en tiempo, espacio y estructura. Estableciendo también los elementos funda-mentales de la investigación periodística que prefigura su mirada y enfoque. En este camino doble de la problematización y la historización co-mencé con el presente, el tiempo por excelencia del periodismo, a partir de la noción de huella, con su significación desconcertante en el presente,

12 En particular, Chartier se ha detenido en el análisis de los procesos de lectura, no como el punto final del esquema clásico de la comunicación donde está un receptor pasivo de los mensajes, sino como un acto en el que quien lee otorga significación a la lectura y modifica su sentido dentro de su comunidad de interpretación. También propone el examen detallado de las prácticas de producción, cuyas huellas pueden verse en los propios textos y en los dispositivos que los ordenan —la estructuración de repertorio canónico, por ejemplo—, así como el estudio de categorías específicas que nos relacionan con la enunciación, como autor, obra, libro, producidas en un contexto de prácticas específicas. VerPluma de ganso, libro de letras, ojo viajero. 13 Esta metodología fue el núcleo de la investigación realizada para mi tesis de maestría en historiografía y cuya versión sintética puede leerse en: La seducción de Marcos a la prensa. Versiones sobre el levantamiento zapatista.14 Alfonso Mendiola sugiere tres planos de sentido de los discursos: las reglas formales del documento o artefacto dentro de un sistema de comunicación; el lugar social desde donde se producen, y las formas de recepción y apropiación del mismo. Ver: “Hacia una metodología del discurso histórico”, apud Jesús Galindo Cáceres, p. 203.

pues es una extensión del presente hacia el pasado por la vía del espacio de la experiencia, aquello que heredamos, validamos y nos da pauta para construir una identidad narrativa que aceptamos y nos dice que, de alguna manera, “seguimos siendo” del pasado,15 pues entendemos esta huella por lo heredado del pasado, por la vía del encadenamiento de las generaciones. Es así como podemos descifrar las huellas de las trayectorias de los periodistas en la piel de papel de unomásuno, porque sus nombres y discursos quedaron impresos como una huella que podemos comprender en el presente. En el presente, señala Paul Ricoeur, también está presupuesto el fu-turo, y en el caso del periodismo éste puede leerse en la dimensión de la prospectiva. Vale la pena detenerse en las reflexiones de Ricoeur sobre este futuro, que focaliza como el horizonte de espera. La espera, dice, es un tér-mino tan amplio que implica “la esperanza y el temor, el deseo y el querer, la preocupación, el cálculo racional, la curiosidad, en una palabra, todas las manifestaciones privadas comunes que miran al futuro”.16 Y el discurso periodístico las toma como vehículo de la prospectiva: con frecuencia cuando entrevista —a un artista, a una mujer de la política, al ejidatario— sobre su siguiente obra, su actuación en el congreso o lo que espera de los nuevos precios de garantía, es decir, sobre el futuro. Así que el tiempo presente del periodismo contiene el espacio de la experiencia, pero también y de manera ponderada, el horizonte de la espera, ya que su discurso está íntimamente comandado por el concepto de la novedad.

Otro elemento básico del carácter del discurso periodístico lo encontré a través de la propuesta de Hayden White y su concepto de narratividad, que supone el conocimiento de un principio, un desa-rrollo y un fin de la historia, para poder hacer historia, gracias a la visión retrospectiva, ya que el pasado para la historia, encuadrada en hitos, tiene siempre un final, que nos permite narrarlo.17 En el discurso periodístico, esto no es posible. Otro elemento puede encontrarse en la afirmación de Michael de Certeau de que en la escritura histórica es necesaria la distancia histórica que nos permita tomar distancia de

15 Ibidem, p. 940.16 Ibidem, p. 941.17 Hayden White, Metahistoria, México, Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 16.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 10: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

18 19

los conflictos de una época y de las divisiones que la organizan,18 el pe-riodismo por su propia naturaleza, y por sus preceptos básicos: “estar en lugar preciso, en el momento ideal”, procura acortar la distancia entre su indagación, la escritura y los acontecimientos que reporta, guiado por la necesidad de la primicia.El cuerpo de este libro lo constituye una investigación con la que obtuve el grado de doctora en historia por la Universidad Iberoamericana y ha tenido modificaciones en relación con el texto inicial para facilitar su lectura: la introducción y el capítulo metodológico se convirtieron en este capítulo introductorio, y las conclusiones fueron reescritas para darle una proyección más amplia, el resto de los capítulos mantienen su organización inicial: los capítulos dos y tres proponen una historia de lo que pasó en unomásuno en estos años: el capítulo dos, la historia del periódico focalizada en los acontecimientos (muchos de ellos enraizados en crisis y exclusiones), que conformaron su polémica historia interna; mientras que el tres se refiere a los grupos internos que se conformaron, a las trayectorias de grupos de reporteras y reporteros, y revisa las prácticas de producción discursiva, así como las particularidades de las relaciones y grupos de cada una de las secciones del periódico. Podría decirse que éstos son sus capítulos más turbulentos, porque cuentan una historia pro-fundamente humana compuesta de triunfos y derrotas. Los capítulos cuatro y cinco pueden llegar a ser un remedio contra el regusto amargo que dejan los anteriores, porque desde la visión retrospectiva de la historia nos queda claro que el resultado de las luchas internas fue que perdimos todos: ellos y ellas, como comunidad intelectual fragmentada y dispersa, y sus lectores, que perdimos un gran periódico. Estos últimos capítulos atenúan esta sensación porque analizan cuantitativamente y cua-litativamente, respectivamente, una magnífica producción periodística (con el reportaje como centro) que mantuvieron a pesar del fragor de sus batallas internas, creando de este modo un espacio, casi intocado, en donde fieles e infieles publicaban lo mejor de su trabajo y éste era casi totalmente respetado. Y diría más: una parte de la lucha interna se dio a través de competir por el

18 Michel de Certeau, La escritura de la historia, México, Universidad Iberoamericana, 1993 (segunda ed.), p. 49.

mejor reportaje posible, aun después de la batalla que parió a La Jornada. Termino esta introducción con una serie de agradecimientos funda-mentales. Comienzo mencionando a aquellas personas con quienes discutí el contenido y los enfoques de la investigación: Maricela Mendoza, analista política; Dr. Marco Antonio González, psicólogo social y estudioso de la izquierda mexicana; Marco Lara Klahr, periodista excepcional; a todas las y los integrantes del Seminario de Historia de la Prensa del Instituto Mora, encabezados por la Dra. Ana María Serna Rodríguez, y por supuesto a la Dra. Jane Dale Lloyd, quien fue directora de mi tesis doctoral y una ge-nerosa guía. Asimismo, agradezco a mis ayudantes de investigación: Silvia Montes de Oca, Laura Pineda, y Bertha Rodríguez, estimada alumna. El financiamiento de esta investigación provino de mi familia, en lo que con sorna hemos llamado durante estos años la Beca Juárez Flores, y del apoyo que me dio el Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México con descargas de investigación en los semestres de agosto a diciembre de 2005, y de agosto a diciembre de 2007. De manera personal quiero agradecer a mi hija Regina, a mi madre Margarita, y a Alejandro, quienes me apoyaron durante las distintas fases de esta indagación, pues acompañar a alguien en una investigación de esta magnitud puede llegar a ser una labor desesperante e ingrata, y sin embargo ellos aceptaron apoyarme confrente a este reto.

Page 11: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

21

Capítulo ii

Una historia de conflictos

Comenzaré con la única certeza que tengo respecto a unomásuno después de muchas horas de entrevistas, de cientos de horas de trascripción, de las incontables jornadas en las que registré los nombres que quedaron tatua-dos en su piel de papel y que hoy descansan en las hemerotecas, pero que también son portados por periodistas que siguen viviendo sus historias de diáspora, de mejores tiempos o de decadencia. Esta certeza es que no hay discurso posible que nos narre, tal cual, cómo sucedieron las cosas.

Como historiadores somos, según palabras de Paul Ricoeur, deudores insolventes del pasado, debido a nuestra labor cotidiana de reconstrucción de los ayeres. Este pasado es revelado a través de las huellas, enigmas que pertenecen al mismo tiempo al pasado y al presente.1 Está en la naturaleza de estas huellas ser ambiguas, viajar en el tiempo, mientras transmutan, de tal manera que se nos escapan, en parte, todo el tiempo.

Caminamos sobre los territorios de nuestra elección en busca de una presa que ha pasado hace mucho tiempo, cuyos indicios han sido cubiertos por el polvo y barridos por temporales; y la seguimos a la luz difusa del atardecer, a la hora en que ninguna batalla tendría que co-menzar, pero antes de que la noche oculte las últimas huellas, aunque con mucha frecuencia es bajo la luna cuando comenzamos a seguir las pistas nunca vistas. Caminamos por donde nadie ha caminado, pero hace tiempo que los testigos han muerto y ya no podemos escuchar sus testimonios, y si decidieron llevarse a la tumba los secretos más importantes, nos quedamos con el sabor de que el olvido está ganando las batallas a la memoria.

1 Paul Ricoeur, Tiempo y narración, t. III, p. 838.

Page 12: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

22 23

Para la historia del unomásuno aún nos queda su piel de papel, tatuada como la de José Arcadio Buendía, y en ella no sólo quedaron depositadas noticias, sino acciones concretas de selección, de jerarqui-zación y de errores. Sobre ella podemos hacer historiografía del discurso periodístico, análisis de contenido, y también explorar el discurso de los hechos, sus prácticas comunes, y algunas individuales.

Este capítulo describe la sucesión de épocas delineadas por los acontecimientos internos y externos de su primera década; marcadas por varias generaciones de periodistas que buscaron hacer realidad la promesa implícita en el nombre del periódico: unomásuno, la suma del periódico y su lector; pero que aún estaban inmersos en un campo periodístico con un fuerte nexo con el poder en todas sus esferas. Esta tensión llegó a su clímax en varias ocasiones generando conflictos entre los grupos internos, en un lapso que va desde la salida del Excélsior por parte del grupo fundacional de unomásuno y hasta el abandono definitivo del periódico de Manuel Becerra Acosta, que marcó el tiempo de los bizarros y los ruines. El capí-tulo es una historia tradicional, lineal, y su espíritu narrativo parte de la redacción para ofrecer una versión contrastante a las que se han publicado hasta ahora y que se refieren a la experiencia de las cúpulas.

Propongo esta historia de conflictos, tejida por hombres y mujeres del unomásuno, como un saga intelectual, de intereses confrontados, y humana, en virtudes y miserias, para discutir —en el terreno de la polémica— mien-tras se presenta otra versión posible de lo que ocurrió durante las tempesta-des, las albas fundacionales, los días de adioses amargos, aquellos brillantes donde se alcanzó lo difícil, y las inquietantes jornadas en las que se dice, con la voz íntima de nuestra conciencia: “perdimos. No hubo vencedores”.

2.1 dEl golpE a la fundación

El primer editorial de unomásuno, fechado el 14 de noviembre de 1977, contiene una suerte de invocación a Némesis, en nombre de una fecha fundacional para el periodismo mexicano: 8 de julio de 1976, cuando un grupo de reporteros y reporteras, articulistas y algunos adminis-trativos salieron de Excélsior, después de una acalorada asamblea de

cooperativistas en la que defenestraron al director Julio Scherer García y a otros directivos ligados a él por vínculos de amistad, de tradición periodística y de intereses. El conflicto que originó este movimiento fue la confrontación entre Julio Scherer y el presidente Luis Echeverría, por la información referente a ciertas actividades subversivas de grupos de izquierda, que otros periódicos publicaban en la nota roja, y sobre todo a la posición crítica de algunos articulistas frente a las actuaciones del presidente y su círculo. Este conflicto se conoce en la historia del periodismo contemporáneo mexicano como “el golpe a Excélsior”, y se origina en las pugnas internas de poder y es usado por la presidencia para hacer a un lado a Scherer, apoyando al grupo que lo confrontaba, el de Regino Díaz Redondo.

Entre los reporteros, articulistas y caricaturistas que salieron con Scherer, estuvo un hombre cuya historia personal es central en la historia de los diez primeros años de unomásuno: Manuel Becerra Acosta, quien era subdirector en aquel Excélsior que dejaron el 8 de julio de 1976 y que desde su reciente venta a capital privado es conocido como el “viejo” Excélsior. El grupo se dividió en dos camarillas: una que siguió a Julio Scherer al nuevo proyecto de Proceso y la que siguió a Manuel Becerra Acosta para fundar unomásuno.

Más de un año después de la salida de Excélsior, el editorial del unomásuno señalaba, a manera de revancha: “Ahora, como diario, reite-ramos el propósito de asumir una actitud antimonologante. Intentamos participar en una sociedad íntegra en sus divergencias”.2 Es un editorial de tono enérgico que comienza por el reconocimiento de la herida abierta por “el pasado gobierno”—el de Luis Echeverría Álvarez— a quien los “ex Excélsior” han señalado como responsable de su expulsión. La mitad de las líneas del editorial de fundación se destinan a hablar sobre esta pérdida; el resto es una declaración de principios periodísticos.

Y como ellos mismos lo señalaron: el presente de noviembre de 1977 no puede entenderse sin comprender los últimos años de Ex-célsior, pero el editorial al que nos referimos no incluye el nombre de Julio Scherer.

2 Gonzalo Alvarez del Villar, 10 años del unomásuno, p. 15.

Page 13: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

24 25

Las tres versiones más conocidas que nos aproximan a lo que sucedió en Excélsior son Los presidentes, de Julio Scherer García,3 Dos poderes, de Manuel Becerra Acosta,4 y Los periodistas, de Vicente Leñero,5 y tal vez a la distancia, perfilado en un horizonte entre la literatura y el periodismo, La guerra del Galio, de Héctor Aguilar Camín,6 del cual sólo tomamos el tono, el ambiente, ya que fluye por las aguas imprecisas de la imaginación, enturbiadas de vez en cuando con la realidad.7

La historia del golpe a Excélsior puede remontarse a la dirección de Manuel Becerra Acosta padre, en la que ya están presentes tensiones entre los grupos internos del diario, pero para efectos de estos breves anteceden-tes sólo abordaremos los años cercanos al 1976. Se había constituido un grupo de periodistas y de articulistas en torno de Julio Scherer, quienes comenzaron a ejercer en sus páginas de opinión una crítica al sistema político mexicano, entonces encabezado por Luis Echeverría Álvarez. En los libros que nos sirven de guía para este bosquejo y que provienen de la camarilla que nos interesa, no se habla de reportajes, notas informati-vas o fotografías ofensivas al poder, se habla de columnas y artículos. En el recuerdo de estos actores fueron los intelectuales los que formaban el primer círculo de apoyo a su política editorial de Julio Scherer, aunque en la estructura de la cooperativa Excélsior eran los que menos lo podían apoyar —ya que no tenían el estatus de cooperativistas— en el conflicto contra Regino Díaz Redondo, un ambicioso periodista de origen español que había ido escalando hasta puestos cercanos al director, pertenecía a su círculo de confianza y cuya trayectoria se inscribe en el periodismo más tradicional y ligado al poder. Díaz Redondo detectó y alentó el descontento de quienes se sentían excluidos del círculo de Scherer, de aquellos que estaban convencidos de que ponía en riesgo a la cooperativa

3 Julio Scherer García, Los presidentes.4 Manuel Becerra Acosta, Dos poderes.5 Vicente Leñero, Los periodistas.6 Héctor Aguilar Camín, La guerra de Galio.7 También pueden consultarse Díaz Redondo, Regino, La gran mentira ocurrió en Excélsior, México, Edamex, 2002; Granados Chapa, Miguel Ángel, Excélsior y otros temas de comunicación, México, Ediciones El Caballito, 1980; Minués Moreno, Héctor, Los cooperativistas, el Caso Excélsior, México, Edamex, 1987; Ibargüengoitia, Jorge, Autopsias rápidas, selección de Guillermo Sheridan, México, Editorial Vuelta, 1989, entre otros.

por su enfrentamiento con el presidente y de quienes en el río revuelto simplemente veían una oportunidad de posicionarse mejor. Después del conflicto, Regino Díaz se convirtió en director general de Excélsior.

Según la versión del escritor Vicente Leñero, el conflicto comenzó con un intento de censura a la opinión de los articulistas; en su libro Los periodistas el conflicto es mostrado a través de una llamada telefónica entre Ramírez Vázquez8 y Julio Scherer, que apunta en este sentido:

Como viejo amigo de Julio Scherer García, el arquitecto Ramírez Vázquez telefonea para decir al director, de manera extraoficial por supuesto, como amigo preocupado por la situación y con base en ciertas informaciones de primera mano, que la crisis entre el gobierno y Excélsior todavía podría aliviarse, tal vez resolverse, si dejas de escribir tu segundo apellido.—¿Si dejo de escribir qué?—Si dejas de escribir tu segundo apellido— repite Ramírez Vázquez.—No entiendo —dice Julio Scherer—. No entiendo repite a sí mismo mientras cavila, Scherer García, García, mi segundo apellido, desconcertado ante la charada, con la bocina en la oreja y moviéndose frente al escritorio todo lo que permite el cordón del teléfono. No entiendo.—Es todo lo que te puedo decir —dice Ramírez Vázquez.Cuelga Julio Scherer, pero todavía tiene la mano sobre la bocina cuando brinca, como los personajes de las historietas.Qué estúpido soy. Claro. Mi segundo apellido es García. Quieren que García Cantú9 deje de escribir en Excélsior. Eso es. Qué estúpido soy.Avanza hacia el balcón.—Pero qué manera de decir las cosas, carajo.

8 En el texto original no aparece el nombre, sólo los apellidos, pero puede suponerse que se trata de Pedro Ramírez Vázquez, arquitecto mexicano nacido en 1919, ligado al poder presidencial desde el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz, cuando fue uno de los organizadores de las Olimpiadas de México, diseñador del Estadio Azteca, del Museo Nacional de Antropología, y que en la época referida trabajaba en el proyecto de la Basílica de Guadalupe. Durante el sexenio de José López Portillo fue secretario de Asentamientos Humanos y Obras Públicas.9 Historiador; colaboró en Excélsior de 1971 a 1976 y participó en la fundación de Proceso. Antes había sido director de México en la cultura, de Novedades. En 1977 es nombrado director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, lo que lo enemista con el grupo de periodistas de Julio Scherer. En 1982 regresa a las páginas editoriales de Excélsior.

araceli.tellez
Resaltado
Page 14: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

26 27

—¿Vas a cortar a Gastón? —pregunta el visitante una vez enterado.—Ni muerto —exclama Julio Scherer.10

Otra pista que registra la conformación de este grupo de articulistas como la primera línea de combate entre Excélsior y el gobierno de Eche-verría es el nombre que dio Regino Díaz Redondo al grupo que lo siguió a él: le llamó “la indiada”, se autonombró su representante y los testimo-nios11 disponibles hasta ahora recuerdan que se estableció un discurso de resentimiento alrededor del término, a todas vistas despectivo, con que designaba a los trabajadores de talleres y a algunos reporteros de la segunda edición de Últimas Noticias y que, sin embargo, se convierte en el signo que los unifica; no intelectuales, sino la indiada,12 justamente el contrapunto.

En su versión novelada, Héctor Aguilar Camín también da cuenta de esta preferencia por los intelectuales; el personaje que representaba a “la indiada” no sólo reclama la confrontación con el presidente sino el lugar de los articulistas en el periódico.

—¿Qué quieres que negociemos? —dijo Sala—. ¿La línea editorial de La República?—El tono, Octavio —dijo Cassauranc—. Y la salida de todos esos adve-nedizos puritanos de que te has rodeado. Todos esos intelectuales inútiles que nos desprecian. Has convertido el diario en una torre de marfil, en un confesionario para damas de la caridad. Los periodistas no somos así.—¿Cómo somos los periodistas, Rogelio? —preguntó Sala.—Somos gente de carne y hueso, con los pies puestos en la tierra —dijo Caus-sauranc—. Te ofrezco una asamblea respetuosa para ti si te deshaces de ese lastre. Si moderas el tono de La República. Tenemos muchas cosas que perder[...] 13

En Los presidentes, Scherer se refiere a la incorporación de Daniel Cosío Villegas a Excélsior haciendo elogio de su posición crítica frente

10 Vicente Leñero, Los periodistas, op. cit., pp. 119 y 120.11 Esta idea aparece tanto en el libro de Dos poderes, de Manuel Becerra Acosta, como en Los periodistas de Vicente Leñero. 12 Leñero, Los periodistas, op. cit., p. 217.13 Aguilar Camín, La guerra…, op. cit., p. 428.

al poder presidencial. Otra referencia al lugar que tenían los intelectua-les en Excélsior aparece relatada por Julio Scherer cuando se refiere a la controversia que mantiene con Alejandro Gómez Arias, por un artículo sobre el bazukaso a la Preparatoria Nacional: “Era para mí un motivo de orgullo la presencia de don Alejandro Gómez Arias, por muchos años ajeno al quehacer periodístico, en la sexta plana de Excélsior”.14 El tono que Scherer imprime a este comentario aparenta que Gómez Arias nunca fue censurado, pero éste recuerda que fue el propio Scherer quien le avisó que no se iba a publicar su artículo sobre la toma de la Universidad.15

Como éstas hay más referencias respetuosas a quienes escribían en las páginas editoriales, que contrastan con los “reporteros notables” cuyas notas no son recordadas por el ex director de Excélsior. En el discurso de Scherer sí hay referencias generales sobre la información del día, pero no se detiene en el nombre de los autores de las mismas. Los reporteros son personajes que aparecen acompañándolo, actúan en los conflictos, pero tienen un segundo plano que oscurece sus nombres y la importancia de lo que escriben. Manuel Becerra Acosta describió este estatus así:

[...]Varios escritores que colaboraban en Excélsior, como Gastón García Cantú, dieron curso a la metáfora de que el periódico había devenido a ser el auténtico Poder Legislativo, en sustitución de unas Cámaras inanes. Recom-puesto el poder en esa forma, quedaba a Julio el sino de caudillo nacional.16

En el reverso al trato afectuoso que daba Scherer a los intelectuales, a los cooperativistas de talleres les decía “chaparritos”.17 Regino Díaz nunca dejó de subrayar esta actitud del entonces director.

La historia conocida del golpe a Excélsior tiene dos puntos de inflexión importantes: el bloqueo de la publicidad por parte los em-presarios al diario y la invasión a los terrenos de Paseos de Taxqueña, propiedad de la cooperativa. Las fuentes coinciden en señalar que en ambos acontecimientos estuvo la mano del gobierno federal, y en que

14 Ibidem, p. 26.15 Víctor Díaz Arciniega, Memoria personal de un país.16 Becerra Acosta, Dos poderes, op. cit., p. 93.17 Ibidem, p. 95.

Page 15: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

28 29

fueron pasto seco para la hoguera en la que se fraguó la dirección de Regino Díaz Redondo.

Visto más ampliamente, este fragmento de la historia nacional muestra detalles interesantes: se tiende a pensar en un total alejamiento entre Echeverría y los grupos empresariales, merced a su discurso po-pulista y a la reforma fiscal que proponía mayores impuestos a quienes más ganaban; pero, en el esquema autoritario, los dos poderes tuvieron puntos de contacto, necesarios para la conducción tanto de la política como de la producción y el comercio. En nuestra microhistoria se presentó uno de estos contactos: Excélsior hacía eco del discurso de Echeverría de crítica a los empresarios proclives a la influencia externa, así como de aquel que criticaba la avaricia de estos sectores; a su vez, algunos articulistas criticaban a los políticos que se habían enriquecido y se habían convertido en empresarios por la vía de la corrupción.18 Esta agenda editorial comenzó a inquietar a sus anunciantes, los dueños de los grandes almacenes y fue transmitida por un representante al presidente Luis Echeverría, quien los alentó a presionar al periódico.

Julio Scherer presenta en su libro el testimonio del empresario Juan Sánchez Navarro sobre el boicot publicitario de 1972:

—Juan —le pregunté un día de noviembre de 1985—, dime, pero dime la verdad: ¿es cierto que el presidente Echeverría inspiró el boicot de la iniciativa privada contra Excélsior?—Absolutamente —me dijo.—¿Absolutamente dices?—Sí, eso digo.—Cuéntame —lo apremié.A juicio de la cúpula de los organismos privados en el país, el Comité Coordinador Empresarial (sic) que presidía Sánchez Navarro, Excélsior perdía objetividad en la presentación de las noticias y peligrosamente torcía el rumbo hacia la izquierda [...]

18 Una muestra interesante de este tono puede encontrarse en la carta que se le envía a Alberto Bailleres, presidente del Consejo de Administración de la cervecería Moctezuma, apud Ortiz Rivera, Alicia, Juan Sánchez Navarro, biografía de un testigo del México del siglo XX, México, Editorial Grijalbo, 1997, p. 197.

—De qué se quejan —les dijo Echeverría—, si ustedes tienen el pandero en la mano.—¿Así fue, Juan? ¿Así lo dijo?—Hay datos que se me pierden, pormenores confusos que a la distancia de los años no podría precisar con certeza absoluta. Pero no me cabe duda acerca de la frase textual que te refiero. “Ustedes tienen el pandero en la mano”,19 nos dijo. “La frase la recuerdo perfectamente. Fue nítida, impresionante.”20

El relato de Manuel Becerra Acosta sobre las debilidades de Excélsior

frente al boicot de los empresarios es más detallado: los cooperativistas eran más de mil, se acababa de comprar el equipo para impresión a co-lor, y se tenían altos costos por los periodistas enviados especiales y las corresponsalías. La explicación que se ofreció al retiro de la publicidad:

Retiraban sus anuncios —explicaban— de un órgano de opinión que no sólo les era contrario, sino que rechazaban la objetividad y aún escatimaba la publicación de cartas aclaratorias de capitanes de grupos empresariales, quienes debían acudir a otros medios informativos para expresarse”.21

El conflicto de Paseos de Tasqueña era un problema añejo: la coope-rativa Excélsior había adquirido unos terrenos ejidales al sur de la ciudad. Se habían realizado pagos, pero no se había liquidado completamente el adeudo con los ejidatarios. Los terrenos finalmente fueron destinados a la construcción del fraccionamiento que lleva ese nombre. La urbanización de los mismos estaba incompleta, aunque para 1976 algunas casas ya habían sido construidas. La invasión de los terrenos fue una cuña importante para alentar el conflicto interno de la cooperativa. La invasión fue una jugada orquestada desde la Secretaría de la Reforma Agraria y consistió en una invasión de ejidatarios de La Candelaria, que sembró el argumento del riesgo de perder el patrimonio común de los cooperativistas. Esta maniobra

19 La frase se refiere al poder que tienen los grandes anunciantes sobre los periódicos en un mercado tan reducido como el de la publicidad en México.20 Scherer, Los presidentes, op. cit, p.128.21 Becerra Acosta, Dos poderes, op. cit, p. 120.

Page 16: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

30 31

de la presidencia, junto con la polarización interna a raíz de la preferencia de Scherer por escritores y colaboradores, esbozada arriba, fue la pinza envolvente que acabó por expulsar a Julio Scherer y a sus seguidores de su casa editorial.

La huella más visible al exterior de Excélsior de que Scherer tenía perdida la partida desde antes de la asamblea es la página en blanco en la edición de Excélsior del 8 de julio, en la que debía aparecer un desplegado en su apoyo firmado por los intelectuales. Fue retirada en los talleres por Regino Díaz y su grupo. La asamblea en la que Regino le arrebata el poder, es descrita tanto por Leñero como por Becerra Acosta como amañada e ilegal. El contraata-que del grupo de Scherer naufraga porque son los trabajadores de talleres y administrativos, así como personas externas infiltradas, quienes dominan —con escándalo y manipulación— la mesa de debates y el desarrollo de la reunión. El atrincheramiento y una nueva asamblea en la redacción no tienen efecto: pierden, y bajan del tercer piso en medio de insultos y escupitajos de la “indiada ensombrerada", como se llamaron a sí mismos y cuyo rasgo de identidad dentro de la asamblea fue justamente el uso de sombreros.

Arno Burkholder, en su investigación sobre la vida del Excélsior refiere que hubo un conflicto similar en el Excélsior que dirigía Manuel Becerra Acosta padre el 29 de enero de 1965, cuando se enfrentan dos grupos de cooperativistas por el control de los órganos directivos de la cooperativa. En esa confrontación también hay dos asambleas. Es una “jornada violenta” que confronta al grupo de Manuel Becerra Acosta padre, con los grupos de “derecha” y sucede algo muy parecido al conflicto de 1976 que bosquejamos aquí: se procura el control de la asamblea, mediante el atrincheramiento en el salón de sesiones, así como el control de las primeras filas de la sede, para dominar el curso de los debates. Ésta es una situación que se repite, asombrosamente hasta los detalles, durante la asamblea de expulsión del grupo de Scherer en 1976, sólo que en la asamblea de 1965 el presidente Díaz Ordaz apoya a Becerra Acosta padre, y éste puede retener la dirección del periódico, y en el conflicto de 1976 el director, Julio Scherer, sale ex-pulsado del periódico.22

22 Arno Vicente Burkholder de la Rosa, La red de los espejos. Una historia del diario Excélsior (1916-1976), pp. 161-207.

Scherer y Manuel Becerra Acosta hijo pisan sobre las huellas de Manuel Becerra padre, cuando deciden realizar una asamblea alterna en la redacción general del edificio del Excélsior de Reforma 18, en 1976. En 1965, cada grupo acusó al contrario de malversar los fondos de la empresa y de querer quedarse con Excélsior a costa del sufrimiento de los socios. En pocas semanas el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz tomó la decisión de apoyar al grupo de Becerra Acosta y García para que continuaran en sus cargos, mientras que Borrego sale de la cooperativa y, aunque hacen gestiones políticas y judiciales para regresar a la cooperativa, se les mantuvo inmersos en un complicado laberinto burocrático.23

A diferencia de lo ocurrido con Manuel Becerra Acosta padre, en 1976 el presidente Luis Echeverría decide apoyar a Regino Díaz Redondo, quien se enfrentaba al director en funciones, Julio Scherer.

2.2 dos camarillas y sus contradiccionEs

Una vez fuera de Excélsior se dio una división en torno a dos posiciones: la fundación de un semanario, y la reconquista de Excélsior, que según el testimonio de Becerra Acosta, él encabezó y la ofreció en una reunión el 5 de agosto de 1976.24

La histórica reunión del hotel María Isabel Sheraton, cuando se hizo la venta pública de acciones para un nuevo proyecto editorial, fue tal vez la última vez que las dos camarillas estuvieron hermanadas. Algunos de los que después se irían a unomásuno estuvieron allí. Luis Gutiérrez25 recuerda: “[...] estuve en la entrada con otros compañeros, recogiendo boletos. Esa fue una tarde memorable, porque la gente respondió de una forma increíble [...] No me quedé a ver salir Proceso, por lo menos es mi caso, pero no me arrepiento por haber luchado por eso”.26

23 Ibidem, pp. 157-160.24 Becerra Acosta, Dos poderes, op. cit., p. 181.25 Reportero proveniente de Excélsior y fundador de unomásuno. Reportero de la fuente política, fue el primer líder sindical del Siteuno, gerente de unomásuno y director del periódico a partir de 1989.26 María Ernestina Hernández Solano, unomásuno. Testimonios 1977-1997. El periódico renovador, p. 27.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 17: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

32 33

Antes del primer número de la revista Proceso nació Cisa, una agencia informativa que necesitó de algo más que el dinero que se recaudó esa tarde. Tenían los reporteros, aun así requerían un equipo de transmisión: un fax, teléfonos, máquinas de escribir, pero lo que más necesitaba eran clientes que pagaran por el servicio informativo. El primer gesto de solidaridad gremial que recibieron los que salie-ron de Excélsior fue el préstamo de las oficinas recién terminadas de la revista Siempre en la calle de Dinamarca, que su director José Pagés Llergo decidió ofrecer a Scherer hasta que tuvieran un espacio propio. Allí comenzaron a trabajar Julio Scherer y su equipo más cercano. Carlos Reynaldos,27 quien había trabajado en Excélsior en corresponsales nacionales, recuerda cómo les fueron prestadas las primeras oficinas:

En una reunión con Pagés, le ofreció [a Julio Scherer] el local de Dinamarca y nos acompañó a la primera ocasión que llegamos al edificio. Nos acompañó y nos tomamos una fotografía con él, una serie de fotografías que se publicaron en el Siempre de aquella época, de esos días […] Entonces muchos descubrimos que Julio Scherer tenía amistad con Pagés, que se frecuentaban [cada miércoles se encontraban] en la fuente de las ranas, en Chapultepec y allí hacían una caminata hasta que don Julio se quedaba —no sé si lo hacía después de nadar o antes de nadar— en el deportivo Chapultepec. Pero se reunían en la fuente de las ranas una vez a la semana y se iban caminando y conversando.28

La posición de José Pagés Llergo, aun siendo amigo de Julio Scherer, es interesante, pues era dueño la revista Siempre y sabía que Scherer iba a publicar una revista también, y sin embargo le tiende la mano. Aunque el público de Siempre no es el mismo que el de Proceso, comparten el mercado informativo enfocado a la política. Sea como fuere, el gesto de Pagés Llergo quién sin duda alguna admiraba a Julio Scherer, propició las condiciones mínimas para que el grupo de los “ex Excélsior” pudiera

27 Reportero de corresponsales nacionales de Excélsior, fundador de la revista Proceso, jefe fundador de corresponsales nacionales de unomásuno, corresponsal de unomásuno en Cuernavaca.28 Entrevista con Carlos Reynaldos, 2 de noviembre de 2005.

sobrevivir.29 De otros gestos de solidaridad se sabe poco. Carlos Rey-naldos recuerda:

Salimos el 6 de julio y en agosto ya estaba funcionando la agencia de noticias, le dábamos servicio a seis u ocho periódicos. Nos prestaban telex en varios lugares. Curiosamente, uno de los telex que nos prestaron era del pri, era de Porfirio Muñoz Ledo, y le quitamos el indicativo, porque cada vez que tú en-tras a otro telex, aparece el indicativo, de dónde viene, entonces decía Primex.Había que ir a la calle de Football, con un amigo que fue director de co-municación social de la presidencia, que tenía una agencia de noticias.30 Él conserva el primer despacho de la agencia de noticias Cisa en una pared. No recuerdo ahorita cómo se llama. Íbamos a otras oficinas que le prestaban en Polanco y desde ahí nos llevábamos [la información]. Se picaba toda la información de los reporteros en una ponchadora, y una parte se transmitía ...como los telex no podían transmitir más que una a la vez —no es como el internet que todo es simultáneo— si teníamos ocho periódicos tenían que ser ocho pasadas, entonces usábamos varios telex. Esa fue originalmente mi chamba en Cisa y reporteaba en la mañana y en la tarde me la pasaba viendo pasar la cinta del telex y marcándoles a los periódicos que tenían ya suscrito el servicio, que fueron los que empezaron a tener muestras de solidaridad, y así fue como se armó la agencia de noticias con esos suscriptores que origi-nalmente nos muestran su solidaridad. Había uno de Durango, que no me acuerdo ni del nombre del periódico, eran muy pocos periódicos; no eran ni diez periódicos.31

El semanario Proceso se lanza a capitalizar el mercado que había abierto con la oferta editorial cultivada por el grupo de Scherer en los últimos años en Excélsior, gana en independencia, y se establece como un punto de referencia en la opinión pública. Sin embargo no se funda como un espacio de experimentación, sino como un ámbito

29 Más tarde, en 1983, a los periodistas que salieron de unomásuno tras el conflicto con Manuel Becerra Acosta hijo, Pagés Llergo también les ofrece las páginas de Siempre para que hagan públicas las razones de su salida.30 José Luis Becerra, director de la Agencia Mexicana de Información.31 Entrevista con Carlos Reynaldos, 2 de noviembre de 2005.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 18: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

34 35

de continuidad del proyecto anterior, excepto, claro, por la necesaria adaptación al tiempo de producción, más reposado, de un semanario. No hay mucha diferencia en el manejo de las colaboraciones y de los reportajes. Básicamente, excepto por la brevedad, se siguió haciendo lo mismo que se hacía antes, pero con mayor confrontación con algunos sectores del Estado. Tal vez el único espacio para la innovación fue su portada, que se fue convirtiendo en un discurso nuevo e inteligente. En una promesa cumplida a ellos mismos, a pesar de todo, los fundadores de Proceso lograron sacar su primer número en el ocaso del sexenio de Luis Echeverría Álvarez.

Pero todo proyecto periodístico tiene sus aristas: frente a la necesidad de limitar el espacio surgieron las preferencias, cuya naturaleza no toca a esta investigación dirimir. En un proceso de selección encabezado por Julio Scherer se estableció quiénes iban a estar en la primera línea informativa y quiénes en la reserva.

Esta división había empezado en Excélsior, donde se jerarquizaba a los reporteros por categorías: quienes publicaban en la edición matu-tina de Excélsior, eran de primera línea; mientras los que publicaban en las ediciones de Ultimas Noticias siempre aspiraban a llegar allá, pues estar en las ediciones de mediodía y de la tarde era la segunda línea. Con la fundación de Proceso se continuó con esta práctica. Los consagrados escribían las notas y reportajes principales y se quedaron como personal de base para la revista, y la infantería se quedó en la agencia Cisa,32 siempre en espera de dar el salto a la primera línea. Las razones de esta separación habría que indagarlas a detalle, sin embargo es importante decir que además de las consideraciones personales que entraron en juego para esta clasificación de los reporteros, que fueron responsabilidad de Julio Scherer, hay que tomar en cuenta dos factores fundamentales: las prácticas fuertemente gremiales del aprendizaje periodístico en donde se pasa de aprendiz a reportero principiante y luego a reportero titular, comunes en esa época, y el

32 La agencia Cisa trabajó hasta abril de 1982, cuando, como consecuencia de un boicot publicitario del presidente José López Portillo, operado por su jefe de prensa Francisco Galindo Ochoa, los directivos de Proceso deciden cerrarla a pesar de dar servicio a 50 medios mexicanos.

segundo factor es la lealtad y cercanía mostradas por cada miembro durante el conflicto en Excélsior.

Resulta relevante ver cómo algunos de los fundadores de Cisa y Proceso terminaron integrándose a unomásuno; los más notables fueron Hugo del Río,33 Miguel Ángel Granados Chapa,34 Ramón Márquez,35 Rafael Car-dona,36 Raymundo Rivapalacio,37 Enrique Loubet Goitisolo,38 Guillermo Mora Tavares39 y Carlos Reynaldos, un redactor de corta trayectoria. En 1984 también llegaría a unomásuno Roberto Vizcaíno.40 Vicente Leñero apunta al respecto:

Una vez convencido de que la reconquista de Excélsior era imposible, pese a todos los planes de Eduardo Deschamps, Becerra Acosta constituyó una cooperativa con algunos reporteros y colaboradores del antiguo Excélsior, además de escritores como Manuel Moreno Sánchez41 y Fernando Benítez,

33 Redactor de Excélsior, coordinador de Cisa, y fundador de unomásuno, donde coordinó la sección internacional.34 Abogado y periodista, secretario de redacción y articulista en Excélsior entre 1966-1977, fundador de Proceso entre 1976-1977, fundador de unomásuno y subdirector del mismo entre 1982-1983. Fundador de La Jornada. 35 Reportero de deportes de Últimas Noticias, de Excélsior, de 1965 a 1976; fundador de Proceso, donde fue jefe de la sección deportiva de 1976 a 1977; fundador de unomásuno donde fue jefe de deportes de 1977 a 1989.36 Reportero de Últimas noticias, de Excélsior; fundador de unomásuno, donde estuvo entre 1977 y 1982.37 Corresponsal en Washington de Proceso entre 1976 y 1977, corresponsal en Washington y reportero de unomásuno (1977-1980).38 Reportero de Excélsior (1960-1976), fundador de Proceso (1976), y fundador del unomásuno (1977).39 Militante del pri, reportero de Excélsior (1971-1976), fundador de Proceso (1976-1977) y fundador y reportero de economía de unomásuno (1977-1982).40 Reportero de Proceso y de unomásuno.41 Manuel Moreno Sánchez es identificado aquí como escritor, pero había tenido una activa vida política, en la que fue miembro del prm y del pri, diputado federal (1943-1946), secretario ejecutivo de la Junta de Administración de la Propiedad Extranjera (1946-1949), director del Sistema de Transportes Eléctricos del D.F. (1949-1952), director jurídico del Banco Nacional de Crédito Agrícola y Ganadero (1953-1957), senador de la república elegido para el periodo 1958-1964 y presidente de la Gran Comisión del Senado (1958-1964). Desempeñó misiones diplomáticas en Venezuela (1959), Italia (1960) y otros países. Se confrontó con el pri en 1968 y en 1982 figuró como candidato a la presidencia de la república por el Partido Social Demócrata, según los datos que ofrece la Fundación Toscano en su página web, www.fundaciontoscano.org (fecha de consulta: 15 de enero de 2008). Por su parte, Karin Bohmann, en Medios de comunicación y sistemas informativos en México, (p. 79), señala a su grupo como el fundador de la agencia Amex, y

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 19: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

36 37

y lanzó la idea de editar un periódico que se llamaría Uno más uno (sic). No nos sorprendió el gesto de Becerra Acosta, pero los integrantes del grupo de Scherer lo consideramos desde el principio como una penosa desviación que desvirtuaba la causa original. Muchos de los que acudieron al primer llamado de Becerra Acosta eran schereristas resentidos: algunos nos culpaban por haberlos ninguneado dentro del grupo, otros simplemente encendían una vela más y sin arriesgar nada trataban de averiguar, con el tiempo, en cuál de los dos grupos tenían mejores posibilidades para su futuro individual.42

Hay quienes, como Fernando Belmont,43 pasaron la ruptura por el tamiz de la amistad y el cariño y lo recuerdan de otro modo:

Desde el principio, fue muy evidente que en Proceso no cabría tanta gente. No hubo rompimiento entre Julio y Manuel. Una ocasión en que nos reunimos en su casa, en la calle de Sacramento, Becerra Acosta planteó la oportunidad de hacer un periódico, un gran periódico.Una noche llevé a Julio a su casa y me dijo: “Te tengo una noticia, chaparro. Te vas a quedar con Manuel. Cuídalo. El piensa hacer un periódico”. La noticia no me gustó nada, yo quería trabajar con los dos. Lloré e insistí en trabajar para los dos. Mi relación con Manuel no era sólo profesional, sino personal. Era como mi padre.44

Mientras Proceso lograba colocar en circulación su primera revista, la otra camarilla, encabezada por Manuel Becerra Acosta, estableció negociaciones con la gente del poder político, fundamentalmente con Jesús Reyes Heroles,45 para conseguir apoyo político y económico para

afirma que lo hicieron con “un gran presupuesto” y con la probable intención de “apoyar a Emilio Martínez Manautou y Alfonso Corona del Rosal”, quienes le disputaban a Luis Echeverría Álvarez la candidatura presidencial. Años después, la ayuda a la fundación de unomásuno le colocaría en la coordinación editorial durante un breve lapso, de 1977 a 1978. 42 Vicente Leñero, Los periodistas, op. cit., p. 286.43 Reportero de Excélsior, fundador de Proceso y de unomásuno, donde fue reportero de espectáculos y guarda de Manuel Becerra Acosta.44 Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 115.45 Político, historiador e ideólogo del pri. Entre 1975 y 1976 fue director del imss y secretario de

fundar un diario. Los trabajos comenzaron en la casa de Prado Norte 450. Christa Cowrie46 recuerda los primeros pasos de unomásuno así:

Algunos siguieron a Manuel en su aventura desde el primer día y durante los 18 meses que duró la gestación del diario; otros buscaron empleos provisionales para sobrevivir, mientras salía el nuevo periódico, al que se incorporaron en el momento en que Becerra Acosta los convocó.Manuel y yo nos veíamos en restaurantes y en parques, caminábamos durante horas y platicábamos. Ya en grupo nos reuníamos en la casa de los Moreno Toscano, en Prado Norte, en las Lomas de Chapultepec. Comen-zamos a trabajar en esa casa el primero de enero de 1977.47

En términos del reportero promedio, como los que constituyeron el grueso de las redacciones de Proceso y unomásuno, resistir mucho tiempo sin salario era una dura empresa, sobre todo si se piensa en el tipo de familias que habían integrado la mayoría, pues estaban casados con mujeres que respondían al esquema tradicional de no tener un trabajo asalariado, y algunos eran solteros todavía. También es necesario consi-derar que algunos de ellos no sólo dependían de su salario en Excélsior, sino que participaban de los embutes y podrían haber tenido un colchón económico, ya que las liquidaciones vendrían más tarde, pero muchos eran jóvenes reporteros que no tenían titularidad en la fuente, eran auxiliares o redactores y, por lo tanto, se encontraban en situación apremiante a unos cuantos meses de su salida y sin haber renunciado a la vida bohemia de costumbre.

Hoy sabemos en qué acabó todo, pero en el momento de vivir la crisis es bueno considerar que muchos de estos reporteros y reporteras apresuraron su decisión por el apremio de las circunstancias económicas. El sueldo medio de un reportero en Excélsior, era de 3 mil 200 pesos mensuales, según el testimonio de Luis Gutiérrez,48 mientras que en Cisa

gobernación en el gobierno de Luis Echeverría Álvarez.46 Fotógrafa de Excélsior y de unomásuno.47 Ibidem, p. 133.48 Ibidem, p. 24.

Page 20: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

38 39

el sueldo mensual era de 5 mil pesos.49 Esta diferencia es interesante, porque se nota una intención de dignificación de la actividad periodística.

Hubo varias salidas para sobrevivir a esta crisis. Algunos periodistas como, Pedro Álvarez del Villar,50 Arturo Sánchez Aussenac,51 Jorge Villa,52 Rodolfo Rojas Zea53 y Leopoldo Gutiérrez54 fundaron la edición vesper-tina de El Diario de México, que dirigía Federico Bracamontes. Más tarde también se fueron Francisco Cárdenas Cruz,55 Emilio Viale,56 y Rafael Rodríguez Castañeda,57 según la versión de Vicente Leñero.58

En términos de soluciones inmediatas a los problemas de sustento, Julio Scherer consiguió algunas plazas para reporteros con funcionarios amigos en la unam, en la sep y en el imss. Hugo del Río trabajó en una síntesis informativa en la Secretaría de Patrimonio (Sepatrim), allí se hizo amigo de Carmen Lira59 y Ernestina Hernández,60 quienes después entrarían al unomásuno. En esta oficina, según Miguel Ángel Sánchez de Armas, trabajaron una veintena de reporteros y reporteras de Excélsior.

No todas eran trabajos reales, algunas eran aviadurías, según el tes-timonio de Carlos Reynaldos.61 Destacan las ofrecidas en el imss, cuyo director era Jesús Reyes Heroles, que también sería el principal aval del préstamo para unomásuno; su principal mecenas.

El Universal fue otra de las opciones. Allí fueron a trabajar los periodistas Luis Gutiérrez, Emilio Viale, Jorge Fernando Ramírez de Aguilar,62 Antonio Andrade, Miguel López Saucedo,63 Carlos Duayhe

49 Leñero, Los periodistas, op. cit., p. 275.50 Asesor del director y gerente de Excélsior hasta 1976.51 Jefe de redacción de Excélsior hasta 1976.52 Reportero de Excélsior.53 Reportero de Excélsior y fundador de unomásuno, donde coordinó la sección cultural.54 Reportero de Excélsior.55 Reportero de Últimas noticias de Excélsior, jefe de información de El Diario de México.56 Reportero de Últimas noticias de Excélsior, reportero de El Diario de México.57 Redactor de Excélsior hasta 1976; fundador de Proceso.58 Leñero, Los periodistas, op. cit.,p. 274.59 Periodista de El Diario de la tarde, de El sol de México; fundadora de unomásuno y de La Jornada.60 Fundadora de unomásuno como redactora de la sección internacional.61 Entrevista con Carlos Reynaldos, noviembre de 2005.62 Auxiliar en Excélsior, fundador de unomásuno como reportero de policía.63 Exsacerdote, reportero de Excélsior, fundador de unomásuno.

y Fernando Meraz.64 A los miembros de este grupo los periodistas de El Universal les llamaron despectivamente “los niños héroes”, pero a la postre terminaron contagiando a Miguel Ángel Velázquez,65 quien relata que fue Manuel Mejido, exreportero de Excélsior y funcionario de El Universal quien lo impulsó hacia el unomásuno, a raíz del conflicto por una nota no publicada:

Al siguiente día llegué muy temprano a reclamar por qué no estaba mi información en el periódico. Entonces Manuel Mejido tomó las cuartillas, las leyó, fue a ver al subdirector del periódico, se las aventó a la cara y le dijo: “por eso este periódico nunca podrá ser un periódico serio”. Saliendo de ahí me dijo: “váyase usted con Becerra Acosta”.66

Trabajar en El Universal, en El Diario de México o en las oficinas de prensa de dependencias gubernamentales fue la tabla de salvación de muchos, tanto así que algunos ya no se integraron a los nuevos proyectos editoriales y tomaron el camino de las oficinas de prensa y sus carreras como reporteros terminaron allí. Casi todos los que fueron a la edición vespertina de El Diario de México tomaron otros rumbos, excepto Rafael Rodríguez Castañeda, quien es ahora el director de Proceso, Rodolfo Ro-jas Zea, que fue coordinador de cultura en unomásuno y Emilio Viale, quien fue reportero de Cisa. En cambio, los que se fueron a El Universal terminaron trabajando para unomásuno, excepto por Manuel Mejido, quien sin embargo aparece en el acta notarial de la cooperativa de uno-másuno. Tampoco se fue a los nuevos proyectos Manuel Andrade, cuya pista se esfuma.

Hay una diferencia que salta a la vista en la integración de las camarillas de Julio Scherer y Manuel Becerra Acosta. Mientras que alrededor de Scherer se aglutina un grupo de reporteros y administrati-vos —compuesto prácticamente por hombres— que compartieron con él la experiencia de Excélsior, la camarilla de Manuel Becerra Acosta se

64 Reportero de Excélsior, fundador de unomásuno.65 Reportero de El Universal; fundador de unomásuno y de La Jornada.66 Entrevista con Miguel Ángel Velázquez, 18 de mayo de 2004.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 21: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

40 41

hace permeable y el grupo fundador de unomásuno es una combinación entre los “ex Excélsior” y reporteros y reporteras provenientes de otras redacciones, además de un grupo de aprendices que siguieron el camino de los “huesos”. La presencia un poco velada de Dolores Cordero,67 la incorporación de Carmen Lira, de Ernestina Hernández y de Amalia Frías Santillán desde el equipo de arranque muestran cómo hubo una intención diferente en la camarilla de Manuel Becerra Acosta respecto de las mujeres (ver capítulo 3).

Los agregados, como los llama Mario Alberto Reyes,68 eran quienes no habían estado en la lucha de Excélsior y provenían de dos diarios: El Día y El Heraldo, mayoritariamente. Sus introductores son dos personas que aparecen en los testimonios: el jefe de información Marco Aurelio Carballo,69 y un auxiliar de redacción, Jorge Fernando Ramírez de Aguilar, quien debió ser muy joven, junto con su hermano Emilio, ya que Manuel Becerra Acosta, se refiere a ellos como “los niños Ramírez de Aguilar”. Eran jóvenes, pero eran del círculo familiar de Manuel Becerra Acosta, y tal vez eso explique que Fernando Ramírez de Aguilar es quien transmite las invitaciones a participar en la primera época del periódico. Eran hijos de un antiguo reportero de Excélsior, Alberto Ramírez de Aguilar, quien apoyó la gestión de Manuel Becerra Acosta padre en 1963.70

En los primeros números de unomásuno aparecen los siguientes nombres, provenientes de Excélsior: Rafael Cardona, Antonio Andra-de,71 Fernando Meraz, Enrique Loubet Jr., Abelardo Martín,72 Carlos Duayhe, Mario Alberto Reyes, David Martín del Campo,73 Agustín

67 Periodista dedicada a las labores de mesa de redacción; sin embargo, publicaba reportajes en los primeros años de unomásuno.68 Reportero de Tiempo, reportero de unomásuno, con parentesco político con Luis Gutiérrez.69 Reportero de Excélsior (1969-1976), fundador de Proceso en 1976, fue fundador de unomásuno, donde fue jefe de información de 1977 a 1980; posteriormente fungió como director de información en El Nacional (1994-1995).70 Burkholder, La red…, op. cit., p. 180.71 Se casó con Nadia Piamonte, también reportera de Excélsior, unos meses después del golpe.72 Reportero de Últimas Noticias, de Excélsior, hasta 1976, reportero de Cisa y fundador de unomásuno, donde fue reportero de información general.73 Fundador de unomásuno y de La Jornada.

Gutiérrez Canet,74 Jorge Reyes Estrada,75 David Siller,76 Jeanette Becerra Acosta,77 Víctor Manuel Juárez,78 Fernando Belmont, Luis Gutiérrez y Rodolfo Rojas Zea.

Los reporteros que provenían de otras redacciones u otros ámbitos fueron: Raymundo Riva Palacio, Miguel López Saucedo,79 Aarón Nakayama, Pedro Cervantes, Amalia Frías Santillán,80 Roberto Fuen-tes Vivar, Andrés de Luna, Guillermo García, Luis Arenas, Jaime Avi-lés,81 René Arteaga,82 Santiago González Nattall, Fernando de Ita,83 Susana Chaurand,84 Antonio Marimón,85 Luis Alberto Rodríguez, Carmen Lira, Alejandro Ortiz, Germán Ramos Nava, Horacio Carril, Kateri Aragón, Patricia Cardona,86 Roberto Vallarino, Miguel Ángel Velázquez, José Manuel Fortuni,87 Elena Urrutia,88 Arturo Lomelí, Luis R. Botello, Guadalupe Irizar, Huberto Batis,89 José Morales Martínez y Juliana López.

74 Corresponsal de Excélsior en Washington (1974-1976), fundador de Proceso (1976) y de uno-másuno (1977-1978).75 Reportero de Excélsior hasta 1977. Fue fundador de unomásuno, donde se dedicó a la fuente policiaca.76Reportero fundador de unomásuno.77Reportera de Excélsior, fundadora de unomásuno, sobrina o hermana de Manuel Becerra Acosta hijo.78Reportero de Excélsior, fundador de unomásuno.79Conocido como el Cura, debido a que en el pasado ofició había oficiado como sacerdote, aunque acabó renunciando a su sacerdocio, contrajo matrimonio y terminó ejerciendo el periodismo, que más tarde abandonó para ser maestro del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (iteso).80Reportera de Radio Centro, fundadora de unomásuno, emparentada con el clan Ramírez de Aguilar.81Reportero fundador de unomásuno, fundador de La Jornada.82Salvadoreño, reportero de Excélsior, fundador de unomásuno, donde fue reportero de economía. Murió en 1978.83Dramaturgo y reportero fundador de unomásuno especializado en cultura.84Compañera sentimental de Fernando de Ita.85Argentino, reportero de deporte, jefe de la sección cultural de unomásuno.86Costarricense, fundadora de unomásuno, donde fue reportera de la sección cultural.87Guatemalteco, articulista de sección internacional de unomásuno.88Directora del programa de radio “Foro de la Mujer”, de Radio unam; fue fundadora de unomá-suno y de La Jornada.89Académico de la unam y del Colmex. Fue jefe de redacción y director del suplemento Sábado.

Page 22: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

42 43

Esta mezcla de talentos causó una de las primeras divisiones que vivió la comunidad de unomásuno y un ambiente tenue, pero persistente, de segregación entre los que habían participado en la experiencia de Excélsior y los que no. Estos grupos internos fueron creciendo, como hermanos, en la competencia.

Mario Alberto Reyes, que venía de El Heraldo, recuerda así el am-biente inicial de la redacción y señala cómo se marcaron muy bien las fronteras generacionales y de grupos desde el inicio:

La consigna era convertir a cada reportero de unomásuno en el mejor en cada fuente informativa, y la presión interna para lograrlo era constante.Sin embargo, el elitismo de gente que venía de Excélsior multiplicaba el reto para los agregados, esos periodistas procedentes de otras redacciones. Avanzar entre muchos reporteros ya hechos no era fácil. Había que esquivar envidias, discriminaciones, malos tratos por parte de algunos compañeros que no querían compartir espacios en la redacción de unomásuno con gente que no había participado en la lucha en Excélsior.90

Aunque en menor proporción que en Proceso, el nuevo formato tabloide de unomásuno también implicó la reducción del espacio dis-ponible, pues el formato sábana del antiguo Excélsior y sus pases de una sección a otra daban la posibilidad de extenderse y, sobre todo, de que muchos nombres cupieran en la primera plana. En el nuevo proyecto, no. Estar en la primera plana de unomásuno era más difícil que en los medios tradicionales. Miguel Ángel Velázquez, que había compartido con “los niños héroes” la redacción de El Universal, recuer-da que en este periódico cotidianamente aparecía en primera plana, por varios factores: por el tipo de sindicato que tenían y el trabajo sin mucha investigación que hacían en su conjunto en El Universal, lo que contrastaba con la fuerte competencia que se estableció entre los reporteros fundadores del unomásuno. Habiendo alcanzado varias veces la primera plana de El Universal, quedó fuera de la primera plana en el número uno de unomásuno.

90Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 206.

Me sentí muy mal, porque yo era reportero de primera plana de un pe-riódico grandototote, y ahora publicar en un periódico de... muy regular tamaño, pues se reducían los espacios, y luego los espacios ya estaban dados, era claro: ese periódico había sido constituido por quienes habían salido de Excélsior, no por quienes veníamos a reforzarlo. Era una política que yo no entendía, yo era reportero de primera plana, yo quería estar en primera plana. Unos días antes había conseguido, alguna vez, en algún momento entrevistar a Rosa Luz Alegría. Rosa Luz Alegría me dijo que era momento de vender la industria paraestatal de México porque no servía de nada. [...] Se estaba muriendo el estado benefactor, y entonces hablo con José Andrés de Oteiza, que era el secretario de la Industria Paraestatal, y me dice, la cosa va en serio, porque la reconversión industrial, que estaba a flor de discurso, la reconversión industrial ya está adelantándose, y lo primero que vamos a vender es la industria azucarera. Yo creí que mi nota era un “notón”. Pensaba que comprenderían que una entrevista exclusiva, y mi nombre tenía que figurar en la primera plana de aquel periódico. Entonces, cuando salieron los primeros números y no me encontré entre la pléyade de reporteros connotados y valiosos que tenía el periódico, me dio mucho coraje.Entonces, entre la alegría de que estaba yo en esa comunidad, y la decepción de no verme en la primera plana, me pegué una borrachera —como 99% de los que formábamos parte del periódico— que borró los sinsabores y todas estas cosas, y me dieron ganas de ir el segundo día por la primera plana.91

La jerarquía que se estableció parte de esta premisa que señalan am-bos reporteros: la primera línea de reporteros, independientemente de la calidad del trabajo —que era muy dispar— la integraban los que habían salido de Excélsior, mientras que el resto de los reporteros que llegaron acompañándolos y con experiencia en otros medios tenían que luchar por llegar a la primera plana. No era un sistema absolutamente cerrado, pero quienes habían estado en Excélsior tenían ventaja.

Para algunos el paso fundamental por la puerta de salida de Excélsior resultó una promoción en términos de sus carreras: el joven Jorge Fernando

91Entrevista con Miguel Ángel Velázquez, mayo de 2004.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 23: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

44 45

Ramírez de Aguilar, que era ayudante de Revista de Revistas, entra como reportero en El Universal y luego en unomásuno; Carlos Narváez, corrector en Excélsior y Revistas de Revistas fue redactor en El Universal y llega a ser jefe de redacción de unomásuno; Abelardo Martín, que era reportero de la segunda edición de Últimas Noticias, trabaja como reportero en el naciente Proceso y luego en unomásuno; Fernando Belmont, quien era ayudante de redacción en Excélsior fue reportero en unomásuno, y Manuel Arvizu, repor-tero de Excélsior se convierte en jefe de redacción fundador de unomásuno. Algo similar pasó con algunos reporteros de Proceso.

El joven de 19 años que entonces era Mario García Sordo, obtuvo pri-mero, por casualidad, la corresponsalía en Puebla, y luego una oportunidad como reportero aprendiz de unomásuno, así que tuvo una percepción dife-rente del ambiente de separación que se vivía en esta redacción sutilmente dividida. Recuerda que existía esta frontera, y la tamiza con las categorías propias de un militante de izquierda: “Yo desajustaba porque éramos va-rios chavos, y [por otro lado estaban] los intelectuales ya desarrollados, ya orgánicos, ya muy capaces: Mora Tavares, Jaime Avilés, Víctor Avilés,92 Abelardo Martín[…]”93

Este ambiente de elitismo se fue reforzando con los años. Cuando la reportera Sara Lovera94 entró a trabajar a unomásuno en 1981 encuentra bien establecido al grupo de los fundadores:

Rosa Rojas y yo recién llegamos al unomásuno decidimos que no nos po-níamos la camiseta, que veníamos de un rollo muy lamentable en El Día: odiábamos a los fundadores, nos chocaban los fundadores de cualquier lado, habíamos llegado como extranjeros, Rosa Rojas, Braulio y yo más que Teresa, que era menos cercana en lo personal de nosotros. Dijimos: veni-mos a una chamba, nos corrieron, necesitamos la chamba, nos madrearon pero no nos ponemos la camiseta, o sea, lo que pase internamente no nos importa: ¡a chambear! punto […] No nos hicimos amigos de Víctor Avilés,

92Redactor de El Sol de México, reportero fundador de unomásuno y fundador de La Jornada, donde fue subjefe y jefe de información.93Entrevista con Mario García Sordo, 2004.94Reportera de El Día, Canal 13 y unomásuno, fundadora de La Jornada, directora del suplemento Doble Jornada, directora fundadora de Cimac Noticias.

que era el reportero estrella, nos caía muy gordo René Delgado; Carlos Ferreyra era súper elitista y el Mora Tavares ¡olvídate! Y se fueron a cubrir la campaña de De la Madrid, en esos días era el estrellato.95

Esta división, cuya huella vemos en estos testimonios, fue una piedra angular en los conflictos posteriores, pues estableció el primer espejo en el que se veían los recién llegados, reporteros y reporteras, y aspirantes a serlo. Algunos lo recuerdan con resentimiento, como vemos en los testimonios de Miguel Ángel Velázquez y Mario Alberto Reyes, otros con indiferencia, como Sara Lovera, pero en ese momento todos los que llegaron entraban en una competencia sorda por llegar a la primera plana, un territorio de los “ex Excélsior”, y que poco a poco les fue arrebatado por los “otros”. Esta competencia por la primera plana recuerda un poco la dinámica de las comunidades científicas que plantea Thomas Khun, donde la relación con el maestro es importante para el ascenso del alumno, pero también lo son las relaciones personales de los miembros de la comunidad. Los jóvenes, por otro lado, fueron los responsables de la innovación dentro de esta comunidad periodística. Pero también existía tensión entre los que fueron formados en el periodismo tradicional, apegados a la corrupción y al amiguismo con los políticos, y una nueva generación que provenía de las universidades y que no compartía del todo estas “tradiciones”, y que, además, tenía la impronta de la responsabilidad social del periodismo.

En este momento se forma un tercer grupo: el de los “huesos” o ayudantes de redacción, jóvenes provenientes de las universidades pero sin experiencia que, con los mecanismos tradicionales del gremio, co-mienzan a interiorizar las pautas de jerarquía de la estructura vertical del periódico, además de adquirir habilidades de escritura e investigación que los harían, años más tarde, reporteros y reporteras. El grupo de los “ex Excélsior” los hace conscientes de su posición inferior a través de dos mecanismos básicos: el apadrinamiento y la asignación de tareas no relacionadas con el periodismo y que llegaban a ser humillantes, pues los podían tratar como sirvientes.96

95Entrevista con Sara Lovera, diciembre de 2006.96Pedro Aldana, Sergio Guzmán y Francisco García Davish, que fueron “huesos”, señalan que

Page 24: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

46 47

Este es un grupo muy interesante en términos de los conflictos que tuvo el unomásuno, pues cuando se da el cisma de 1983-1984, estos jóvenes “huesos” son quienes se quedan en el periódico, junto con los sobrevivientes del los fundadores y comparten el tramo final de esta historia con los que llamamos del relevo (ver capítulo 4).

2.3 ¿dE quiÉn fuE unomásuno?

Es sabido que para la fundación del periódico se necesitó un préstamo de Nacional Financiera, cuyo gestor reconocido fue Jesús Reyes He-roles, entonces secretario de Gobernación. Pero también requirió de una sociedad con el impresor José Solís, propietario de un edificio en la calle Miguel Ángel y de una rotativa vieja, pero que solucionaba un problema fundamental para dar inicio al proyecto. El sueño de ser una cooperativa de periodistas, tal como aparece en el acta notarial del 18 de octubre de 1976, se eclipsó en la realidad: sólo podía ser sujeta de crédito una sociedad anónima y esta quedó constituida al margen de la cooperativa. La sociedad pudo ser formada por Manuel Becerra Acosta, con mayoría accionaria, y un grupo muy reducido de periodistas de su círculo cercano, con unas cuantas acciones. Se sabe, además, que Solís tenía el 40 por ciento de las mismas. Con los años, el que mejor capita-lizó esta dualidad inicial fue Manuel Becerra Acosta, quien pasó de ser socio cooperativista a ser dueño del periódico en cuanto pudo comprar las acciones de José Solís.97

Por otra parte, los nombres que aparecen en el acta notarial de la fundación de la Sociedad Cooperativa de Periodistas no coinciden con los que se publicaron en los primeros números, lo cual en parte puede obedecer a que algunos de ellos tomaron puestos directivos, de edición o coordinación de secciones y no podemos verlos, o bien

los enviaban a comprar tortas o alcohol fuera del periódico. En un esquema mucho más severo, Luis Acevedo y sobre todo Carlos Reynaldos, quienes lo fueron en el viejo Excélsior, señalan que trabajaron un tiempo por las propinas que les daban los reporteros y sin sueldo. Reynaldos asegura que Jaime Reyes, reportero de policía con quien trabajó, le daba golpes en la cabeza cuando erraba.97Álvarez del Villar, op cit., p. 3.

que eran solamente amigos del proyecto que prestaron sus nombres al mismo.

La lista de socios que apareció en el acta notarial es la siguiente:Juan José Garzón, Paulina Lavista Pimienta, Mario Rechy Montiel,

Luis González Posada, Alejo Vázquez Lira, Herminia Dosal Ruffo, Hugo Gutiérrez Vega (organización de producción), Manuel Marcué Pardiñas, M. A. Hero Rodríguez Neumann (quién se retiró del proyecto), Ernesto Mejía Sánchez, Héctor Becerra Martínez, Luis Ortiz Monasterio, René Avilés Fabila, quienes en el registro de reporteros no aparecen firmando géneros informativos.98

En cambio, aparecen como cooperativistas iniciales, Rodolfo Roja Zea (editor de cultura), Hugo Hiriart Urdanivia (articulista), Fernando Meraz Mejorada (reportero), Héctor García Cobo (¿fotógrafo?) Ángel José Trinidad Ferreyra (reportero), Enrique Loubet Goitisolo (reportero), Ma-nuel Mejido Tejón,99 Carlos Payán Velver (abogado), Fernando Belmont Acero (reportero), Manuel Arvizu, (jefe de redacción), Fernando Benítez (fundador de Sábado), José Emilio Pacheco (escritor), Jorge Hernández Campos (escritor y editor de mesa de redacción), Manuel Becerra Acosta, Marco Aurelio Carballo (jefe de información), Guillermo Mora Tavares (reportero), Manuel Moreno Sánchez (coordinador editorial), Eduardo Deschamps Rosas (coordinador de producción de libros), Jorge Fernando Ramírez de Aguilar (reportero), José René Arteaga Rebollo (reportero).100

El 4 de marzo de 1977, la asamblea de cooperativistas instruye para “constituir una sociedad anónima con un socio industrial”.

Entonces se firma una segunda acta constitutiva ante el notario público 118, el 6 de mayo de 1977, con la escritura pública número 13 764, se establece Editorial Uno sa de cv con un capital de 12 millones de pesos, donde los “cooperativistas” suscriben el 60 por ciento y el socio industrial el 40 por ciento, según informe de Manuel Becerra Acosta a los cooperativistas el 11 de diciembre de 1978.101 La cooperativa había

98Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 252.99Fue reportero de Excélsior, pero no llegó a unomásuno, sino que permaneció trabajando en El Universal.100Idem. Hernández Solano, unomásuno…, op. cit.101Ibidem, p. 262.

Page 25: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

48 49

nacido casi descapitalizada.102 Así que el mecenas, Jesús Reyes Heroles, puede amarrar la lealtad del grupo de Becerra Acosta, gestionando para ellos un préstamo de Nacional Financiera.

Esta posición dual de la propiedad, entre una cooperativa sin dinero y una sociedad anónima que sí podía ser sujeta de crédito, pero que no es propiedad de todos, genera dos tipos de acciones: tipo A y la serie de acciones tipo B. Las acciones de la serie A pertenecientes a los miembros activos de la cooperativa, mientras que las de la serie B eran del y/o sus familiares. El fuerte de la Sociedad Anónima fue un préstamo proporcio-nado por Nacional Financiera de 107 mil 278 dólares, sumados a 43 mil 629 pesos, otorgado el 24 de septiembre de 1977.103

Dentro de este marco, Manuel Becerra Acosta pudo hacer los movimientos necesarios para apoderarse del control económico de unomásuno, con lo que los cooperativistas perdían sus derechos sobre las acciones A cuando salían del periódico, así que cada salida de los miembros fundadores de la cooperativa iba fortaleciendo su posición. También fue convenciendo uno a uno a sus amigos para que le vendieran sus acciones A y utilizó otros mecanismos:

A pregunta directa sobre el destino de sus acciones, como socio fun-dador, Fernando de Ita recuerda:

—¿Y qué pasó con tus acciones?—Se las di a Becerra Acosta, se las vendí.—¿Muy baratas?—Sí, regaladas. A los que les dolió más fue a los viejos Excélsior, porque venían de una lucha común. Por ejemplo, a Trinidad Ferreyra, que fue de los pocos que se atrevió a oponerse a Becerra Acosta [en el tema de las acciones], lo bajaron de [cubrir la fuente de] presidencia y lo mandaron a agrarias o a otro destino. Y al rato no aguantó. Él fue de los pocos que yo recuerdo que se habían opuesto en las juntas, directamente, en las asambleas que teníamos; fue de los pocos que sí se quejó, que argumentó..104

102En la entrevista con Luis Acevedo, se hace referencia a una reunión de recolección de fondos y de venta de acciones en el Poliforum Siqueiros, pero esta información no es corroborada por ninguna otra fuente.103Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 262.104Entrevista con Fernando de Ita, 20 de marzo de 2004.

¿Cómo pudieron los periodistas miembros de la cooperativa per-der de vista algo tan fundamental como el control de las acciones de unomásuno? La repuesta posible es que todo el primer año de trabajo fue una celebración dominada por la sensación de haber logrado algo muy importante, impensado, fundacional y una tarea titánica, y la fe en el hombre que tuvo el arrojo y las relaciones para sacar a la calle el periódico. Además, la estructura de poder en los periódicos es verti-cal, y se puede usar esta preeminencia en el trabajo cotidiano de los reporteros para presionar a un miembro específico de la redacción, como le sucedió a Ferreyra.

La otra pista nos la puede dar la lectura cuidadosa de las actas de las asambleas que nos ofrece Ernestina Hernández: Manuel Becerra Acosta fue poco claro en la rendición de cuentas de la administración de la coo-perativa y usó a su favor la lealtad que cohesionaba al grupo, la mística de pertenencia a un proyecto de gran importancia, la competencia por la primera plana y un poderoso discurso persuasivo que no emula el ideal aristotélico de los manuales de retórica.105

A la distancia y leído en las actas de las asambleas, podemos fácil-mente descubrir en qué momento de la asamblea del 12 de diciembre de 1979 él les informa que ha comprado las acciones B —las de José Solís— para tener el control mayoritario del capital de unomásuno frente a un grupo muy disminuido de fundadores que, según el acta de asamblea, no le hacen reclamo alguno. Su secuencia persuasiva es muy interesante: establece una necesidad argumentada en el pasado: éramos un grupo con ideales pero sin capital; “el propósito de unomá-suno como idea no tenía apoyo en el dinero”, les dijo, y para apoyar su argumento usa un apoyo verbal que dispara la emotividad de quienes lo escuchaban: “nuestros primeros recursos pecuniarios hacían reír a muchos. Hubo un par de semicompañeros en la época de Prado Norte que afirmaba que un nuevo periódico sólo se hacía con billetes”. “Us-ted —decían— necesitarían cien millones de pesos para hacer lo que quiere.” “Pues he aquí que empezamos con 7 millones 200 mil pesos, de los cuales 6 millones provinieron de un crédito. Así han nacido con

105Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., pp. 253-320.

araceli.tellez
Resaltado
Page 26: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

50 51

muy poco dinero, y así han crecido hasta ser grandes, periódicos que ahora admiramos.”106

La segunda premisa argumentativa de su discurso se refiere a la mística de grupo: “nosotros estamos obligados a la publicación de un periódico comprometido con los trabajadores mexicanos y sus aliados intelectuales, base de una sociedad que rechaza la injusticia, la explotación, el medro con la riqueza nacional y el uso de los valores históricos y espirituales para engaño de quienes han sido dejados sin acceso a la cultura”;107 su principal argumento,, el caso de “Nicaragua liberada”, le sirve para otorgar dimensión internacional a su actuación.

Su tercera premisa argumentativa es muy interesante porque en ella enfatiza el hecho de tener un edificio propio, una rotativa propia, y de estar en condiciones de negociar en términos diferentes con José Solís, el socio industrial y les dice: “Tuvimos ventajas por primera vez en negociaciones que habían llegado al grado máximo de dificultad”. Leyendo entre líneas parece decir: nuestro enemigo común —José Solís— está ahora en debilidad.108

Lo que sigue, según el acta de asamblea, es un golpe magistral de am-plias ondas expansivas. Les dice en una oración de ocho palabras: “Pude, a título personal, optar por sus acciones” y continúa explicando cómo se están modificando los contratos de impresión “y le estamos deduciendo los insumos que nos vemos precisados a proveer. El ahorro ha sido superior a una tercera parte del costo anterior. Véase cómo lo planteado como aspira-ción en 11 de diciembre del año pasado ha tenido cumplimiento cabal”.109

Se aseguró de tener nuevos aliados en esa asamblea. Hay una mención de nuevos cooperativistas, pero con acciones de serie C, a quienes les cuenta la historia para que con su aceptación a entrar a la cooperativa, acepten también el estado de cosas.

Su exhortación a la acción específica está anclada en la descalificación: “Hay individuos tan extremosos en lo individual, tan inseparables del ego amplificado, que no son capaces de agruparse. No pueden perdurar en la asociación con otros. Las diferencias, las disimilitudes, las peculiaridades de

106Ibidem, p. 267.107Idem.108Ibidem, p. 268.109Idem.

carácter se coloran en una asociación hasta desvanecerse en el propósito común, en el hacer de todos como unidad[…]” y es una crítica a los fundadores que salieron y que posiblemente protestaron por el destino de las acciones y entonces fueron satanizados: “son yerbas que han sido cortadas. No permitamos que surja este vegetal parásito nutrido por nuestro desarrollo”.110 Después sigue enalteciendo la figura del reportero purasangre, que incluso personaliza en René Arteaga y convoca a todos a seguir trabajando en el gran periódico. Cuando acaba su discurso, Fer-nando Benítez valida el informe y añade un segundo discurso persuasivo para que aprueben el informe, tras de lo cual el gerente Alberto Konik da un informe financiero. Ambos informes se aprueban.

¿Por qué logra persuadirlos de aceptar sin ninguna protesta su compra de las acciones B? En primer lugar, porque es querido por la gente que le escucha; es su patriarca, es el loco que los llevó a concretar algo que se antojaba muy difícil. Además es un hombre que puede castigarlos si lo confrontan, como le sucedió al reportero Trinidad Ferreyra, pues es su jefe y tiene autoridad moral sobre ellos. Los reporteros y reporteras que lo escuchan habían sido formados en un habitus periodístico derivado de la cultura autoritaria del poder imperante en Excélsior, en cuya cúspide está el director, que a su vez fue un espejo del poder en el campo político mexicano, que en su punto más alto tiene al líder político.

También porque la información delicada es camuflada en el discurso. Todo el discurso se plantea en plural, apelando a la necesidad de perte-nencia, incluso a la necesidad de protección ante una peligro común: el socio José Solís, o los egocéntricos que no pueden trabajar en equipo, y entonces los reporteros y reporteras que lo escuchan, aparentemente asumen que, a pesar de que la compra es individual, actúa como el líder de su camarilla y que todos se beneficiarán posteriormente, pero no es así, les informa que es el socio mayoritario en un acto con valor jurídico. Sumado a eso, Fernando Benítez, un hombre muy respetado, le da in-mediatamente un espaldarazo. Pudo haber otros elementos de lenguaje corporal, de tono y volumen de voz que se escapan al registro documental y a la memoria. Es una lástima que ningún reportero registrara en su

110Ibidem, pp. 269-270.

Page 27: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

52 53

grabadora, como lo hacían diariamente, un discurso tan fundamental en su propia historia; allí perdemos otras pistas fundamentales.

Es público que el dinero con el que se compraron las acciones de Solís, de la serie B, fue un préstamo del suegro de Manuel Becerra Acosta, el abogado Adolfo Aguilar y Quevedo, pero los detalles de cómo cambió de dueño unomásuno en 1979 son mucho más complejos: en 1981, la investigadora Beatriz Solís, de la Universidad Autónoma Metropolita-na Xochimilco, hace un recuento sobre la propiedad de los medios de comunicación y encuentra que Editorial Uno, sa de cv —nombre de la sociedad anónima de la que hemos hablado— en un registro del 14 de abril de 1979, establece que tenía un capital social mínimo de 12 millones de pesos, y que se emitieron 120 000 acciones con valor de 100 pesos cada una. Manuel Becerra Acosta poseía 36 000 acciones; Jorge Hernández Campos, Antonio Andrade y Aurelio Carballo, 12 000 cada uno. Otras 48 000 acciones eran de la serie B,111 o sea, las de José Solís.

Esto quiere decir que antes de la venta, además de Manuel Becerra Acosta, había tres fundadores y cooperativistas que al mismo tiempo eran socios de Editorial Uno. Todavía no se sabe qué pasó con las 36 mil acciones de Hernández Campos, Antonio Andrade y Aurelio Carballo, después del anuncio de Manuel Becerra Acosta de que había comprado las acciones de la serie B en diciembre de 1979, pero no se tiene noticia de que ningún periodista fundador demandara a Manuel Becerra Acosta.

Unos cinco meses después del anuncio de compra, el 16 de mayo de 1980, sale a la luz la revista Tiempo libre, una exitosa guía del ocio que se encarta para suscriptores de unomásuno, pero con vida independiente del diario. Esta revista acabó siendo el pago de Manuel Becerra Acosta a su esposa Ángeles, por el préstamo de su padre para las acciones B, cuando en 1989 Becerra Acosta vende las acciones y se va a España.

Hay además un movimiento muy sutil en esta época: la creación del sindicato, alentado por el director y comandado por Luis Gutié-rrez, que permitió la gestión y la representación de quienes ingresaban en esa época al unomásuno, pero que también minaba la fuerza de la

111Karin Bohmann, Medios de comunicación y sistemas informativos en México, p. 152.

cooperativa, porque la fuerza que tal vez tenían los cooperativistas sobrevivientes era menor que la que tuvo el sindicato militante, y entre una y otra organización, las fuerzas que confrontaban al direc-tor estaban dividida. Así, la debilitada cooperativa realiza su última asamblea el 21 de diciembre de 1981 y muere de inanición, cuando los últimos cooperativistas son subsumidos en el círculo de lealtad de Becerra Acosta. El acta de defunción se levanta hasta el 24 de diciem-bre de 1988 por el oficio número 88 15771 de la subsecretaría B de la Dirección General de Fomento Cooperativo y de la dirección general de Fomento Cooperativo y Organización Social,112 lo que dejó la vía libre para la expulsión en 1989 de un Manuel Becerra Acosta en total declive y el ascenso a la dirección de Luis Gutiérrez. Para entonces ya no había ni cooperativa ni sindicato.

2.4 El rEgrEso a Excélsior

En ninguno de los libros que se han publicado hasta ahora se aborda un conflicto inicial que se vivió en unomásuno, que se traduce en el destino que tuvieron algunos de los socios fundadores que provenían de Excél-sior y quienes de manera gradual, pero sostenida, salieron del proyecto editorial y, en el extremo, algunos regresaron al Excélsior de Regino Díaz Redondo, entre 1979 y 1983.

Tal y como se muestra en el capítulo tres, donde se revisan las tra-yectorias personales, el grupo inicial de los “ex Excélsior” se desgajó poco a poco, y sus integrantes tomaron diversos caminos: muchos de ellos dando curso a las expectativas económicas que tenían, e integrándose a la administración pública como jefes de prensa; otros confrontados con el que había sido su amigo y líder —Manuel Becerra Acosta—, se van a otros periódicos o intentan fundar alguno. El primero en irse del proyecto fue Agustín Gutiérrez Canet,113 en el segundo semestre de 1978. Según el testimonio de Carlos Reynaldos:

112Ibidem, p. 284.113En los registros aparece por última vez en el primer semestre de 1978.

Page 28: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

54 55

Llega de cubrir una información; nosotros teníamos más presión para cerrar la edición en unomásuno que en Excélsior, por condiciones del aparato de pro-ducción de talleres etcétera, la máquina etcétera. Entonces llega Agustín con su puro, y Carballo le dice: “Oye, güerito, el periodismo es chinga”. Agustín toma su saco y dice: “¿Ah sí? Pues chínguense ustedes”, y se va del periódico.114

No sólo las condiciones de producción del periódico, sino la nueva relación que estableció el mismo con las distintas fuentes, pudo ser el de-tonador de su salida. Su trayectoria posterior nos muestra que tenía puesta la mirada en la administración pública: fue jefe de prensa extranjera de la Secretaría de Relaciones Exteriores de 1979 a 1980, subdirector general de prensa extranjera de 1980 a1982, y director general de información de la dependencia de 1982 a 1986, para después iniciar su carrera diplomática.115

Otra salida con enfrentamiento es la de Fernando Meraz,116 en el pri-mer semestre de 1979, que resulta ser muy violenta y se da como resultado de problemas personales entre el jefe de información Marco Aurelio Carballo y el reportero Meraz. Según el testimonio del periodista fundador Carlos Reynaldos, encargado de corresponsales nacionales, fue así:

Fernando se enfrascó en problemas personales con Carballo, que Carballo después justificaba [diciendo] “que ahora reconocía a Uzeta”, porque Uzeta era un hombre muy exigente en Excélsior, como jefe de información, porque la verdad la situación lo ameritaba, y entonces Carballo se ve en esos zapatos y empieza a ser exigente. Y allí hay hasta un balazo al aire, que aparentemente le tiran a Carballo y al día siguiente hay una cachetada de elevador, y se va al suelo Fernando Meraz. Entonces hay un rompimiento allí, que Becerra Acosta no puede controlar... [El balazo] supuestamente lo tira Meraz para Carballo, pero lo dispara al aire y luego al día siguiente se encuentran en el elevador y Marco Aurelio dice que le da una cachetada. Era un hombre corpulento. Y dice que tira al suelo a Fernando, pero recientemente yo he

114Entrevista con Carlos Reynaldos, noviembre de 2005.115Humberto Musacchio, Milenios de México, p. 1256.116En los registros aparece por última vez en el primer semestre de 1979.

visto a Fernando en Quintana Roo y dice que quien tiró el balazo fue el Gordoche, pero la pistola era de Meraz.117

En el conflicto de Fernando Meraz también hubo problemas con las fuentes y los beneficios de la publicidad que generaban las mismas. Durante algunos años Meraz peleó la fuente de Pemex, una de las más generosas en términos económicos y, de hecho, publica grandes pu-blireportajes sobre los pozos de la Huasteca y sobre los de la sonda de Campeche, favorables a la paraestatal, mientras tanto, muy pocos de sus materiales sobre el petróleo tuvieron un enfoque crítico. Pero no era una fuente que él tuviera en exclusiva, porque después se hicieron unos suplementos publicitarios de Pemex, cuya comisión debió ser muy importante, y no los manejó él, sino que estuvieron involucradas Jea-nette Becerra Acosta —hermana del director— y Wendy Coss. Meraz no aguantó mucho tiempo en el periódico y en el segundo semestre de 1979 su nombre deja de aparecer en las páginas de unomásuno. Para el año siguiente, junto con Raymundo Riva Palacio, regresa al Excél-sior de Regino Díaz, donde llega a ser coordinador de corresponsales nacionales, mientras Riva Palacio es corresponsal en París, en Madrid y luego coordinador de corresponsales internacionales.

Pero la salida más significativa fue la de Eduardo Deschamps, que tenía un nexo histórico de lealtad con el grupo original de Manuel Becerra (pa-dre), que se debilitó cuando sale de Excélsior antes del 8 de julio de 1976. Después del golpe intenta reingresar al grupo expulsado y elige finalmente la camarilla del hijo de su amigo. Sin embargo, no tuvo un lugar definido en unomásuno, pues quedó como encargado de la dirección de libros, que no publicó uno solo mientras él estuvo al frente.

Ernestina Hernández, entonces redactora de internacionales, re-cuerda que fue con una pelea cuerpo a cuerpo entre Manuel Becerra Acosta y Eduardo Deschamps que conoció las diferencias entre ellos:

En el unomásuno de los primeros años hubo muchos pleitos entre los perio-distas, pero pleitos a golpes, no gritaditas... pleitos a golpes […] El peor de

117Entrevista con Carlos Reynaldos, noviembre de 2005.

Page 29: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

56 57

los pleitos fue con Eduardo Deschamps. Eduardo Dechamps es un gran periodista, es el que inventó el nombre de unomásuno en realidad. Era ami-go entrañable de Manuel, pero se pelearon. Y se pelearon de una manera realmente gruesísima... rompieron una vidriera, salió sangrando Eduardo y Manuel corriendo... yo lo vi. Impresionante. Yo dije “¡qué barbaridad!, ¡qué trabajo!” A raíz del pleito de ellos, varios periodistas fundadores comenzaron a sentirse mal por la situación que se estaba dando. Hugo del Río fue de la gente que se salió después de que Deschamps se fue. Pero no se salió porque quiso, sino que hubo también un disgusto con Manuel. A mí se me hacía excelente Hugo, una persona conocedora de los asuntos internacionales como pocos, escribía muy bien. Tenía esa pasión, yo creo que tenía el distintivo de todos los que hicieron el unomásuno.118

El editor fundador de una muy sólida sección internacional, Hugo del Río, salió de unomásuno y trabajó un tiempo en la revista Interveiw. Después se fue al Diario de México, pues la revista española resultó una tabla de salvación por muy poco tiempo, ya que en 1978, al retirarse el subsidio de España, la publicación desaparece y con ella una alternativa de trabajo que había generado otro de los reporteros experimentados de Excélsior, Pedro Álvarez del Villar.119 A Deschamps le alcanza el enojo para volver a Excélsior.120

Otros miembros del grupo de Excélsior abandonan unomásuno para establecerse en puestos de mayor remuneración. Cardona se va a la oficina de prensa de Presidencia de la República como director de prensa internacional de 1982 a 1983 y de prensa nacional de 1984 a1988; Guillermo Mora Tavares toma como plataforma de despegue la cobertura de campaña de Miguel de la Madrid para unomásuno de 1981 a1982, y en 1983 inicia su carrera como funcionario de la admi-nistración pública en la dirección general de Comunicación Social de la Secretaría de la Contraloría General de la Federación. A partir de 1987 sería gerente de Información y Relaciones Públicas de Pemex. Con una

118Entrevista con Ernestina Hernández, marzo de 2004.119Leopoldo Borrás, Historia del periodismo mexicano. Del ocaso porfirista al derecho a la informa-ción, p. 82.120Idem.

trayectoria similar Carlos Ferreyra, estuvo en unomásuno del 1978 al 1981 y también se fue a la administración pública como subdirector de la información de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Regresó brevemente a los medios como subdirector de Notimex en el mismo año y desde 1982 y hasta 1984 fue director general adjunto de publi-caciones en la sep.

Marco Aurelio Carballo, jefe de información y quien suponemos que fue hombre de total confianza de Manuel Becerra Acosta, dado que tenía acciones de Editorial Uno, termina su periodo de trabajo en uno-másuno como corresponsal en Madrid, en el segundo semestre de 1980; un “congelamiento de lujo”, pues no le publicaban. Según testimonio de Carlos Reynaldos:

No le publicaba Becerra Acosta; en cambio, a Patricia Zama, que era su esposa... le publicaba más, cuando estaba como corresponsal [en Madrid], y finalmente regresa, renuncia y le firma una carta en blanco, porque Carballo sí era socio de la cooperativa. Carballo si es fundador de la cooperativa […]Le pagaba [la corresponsalía] el unomásuno. Becerra Acosta derrochó mu-cho dinero en joder a determinada gente, como lo hizo con Carballo.121

Marco Aurelio Carballo, regresa a México en 1981, y funda uno de los primeros diarios económicos del país: El Centenario, junto con Antonio Andrade, quien también había salido de Excélsior, pero su empresa no tiene el éxito esperado y al año siguiente deja de aparecer. Mientras El Financiero, fundado el mismo año, se consolida como el diario de ese mercado.122

Como se puede apreciar, el grupo de los “ex Excélsior” se desgaja —excepto por los del círculo íntimo de Becerra Acosta— al comenzar la década de 1980. En medio del conflicto se van diez periodistas123 que

121Entrevista con Carlos Reynaldos, noviembre de 2005.122Borrás, Historia del…, op. cit., p. 97.123Eduardo Deschamps, Fernando Meraz, Hugo del Río, Carlos Reynaldos y Marco Aurelio Carballo; por integrarse a la administración pública salen del diario: Agustín Gutiérrez Canet, Carlos Ferreyra, Guillermo Mora Tavares, y Rafael Cardona. Miguel López Saucedo, quien había dejado los hábitos y se había casado, se va a vivir a Guadalajara y se convierte en investigador del iteso.

Page 30: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

58 59

perdieron sus derechos en la cooperativa. Eran quienes mayor fuerza tenían para confrontar el poder de Manuel Becerra Acosta, y sabemos que al menos dos, Ferreyra y Deschams, en algún momento le reclamaron sobre las acciones de la cooperativa.

Se quedan arropando a Becerra Acosta Jorge Reyes Estrada, Víctor Juárez, Fernando Belmont, Fernando Ramírez de Aguilar, Mario Alberto Reyes, Luis Gutiérrez, Jeanette Becerra Acosta y David Siller.

También permaneció Abelardo Martí, pero según el testimonio de Sara Lovera, confrontado con Becerra Acosta. En los primeros meses de 1981 advierte a Lovera sobre los peligros de entrar a trabajar al unomásuno:

Abelardo, que era gente de Excélsior, me dijo: no te puedes ir a traicionarnos, aunque estaban adentro. Adentro del unomásuno [...] sus compañeros de Excélsior se estaban yendo, no sé si en el 78, en el 79, o en el 80, una traición “x”, que desconozco. Creo que también esa era una de las causas por las que yo no quería ir a unomásuno, porque Abelardo me había dicho: “no vengas a hacerla de esquirol, los van a usar”. Entonces Rosa Rojas y yo recién llegamos al unomásuno decidimos que no nos poníamos la camiseta [del unomásuno].124

Tal vez la clave de esta traición “x”, que señala Sara Lovera como el inicio del conflicto con los periodistas que venían de Excélsior se encuentre en el problema del dinero y la propiedad que hemos descrito.

Según la reportera María Antonieta Barragán, los primeros signos de alerta que percibieron de que la administración estaba mal se dieron en enero de 1978, a unos meses de la fundación, cuando se giraron cheques sin fondos, situación que fue denunciada por escrito por Hugo del Río, Marco Aurelio Carballo, Manuel Arvizu, Aranzábal, Fernando Belmont, Fernando Ramírez de Aguilar, Rodolfo Rojas Zea y Carlos Narváez,125 todos ellos provenientes de Excélsior.

Unos ocho meses después, en un documento presentado en su calidad de presidente del Consejo de Vigilancia de la Cooperativa, Deschamps

124Entrevista con Sara Lovera, diciembre de 2006.125María Antonieta Barragán Lomelí, Hechos relevantes de la historia de Uno más uno (1977-1983) Viacrusis de un proyecto, p. 46.

acusaba a su amigo de confundir a los “consejos” y de olvidar “al de Vigilancia de la cooperativa como si se hubiese olvidado la función del mandante con la del mandatario o, posiblemente, como también podía ser, Becerra Acosta no tiene aún clara la autoridad que originariamente, pero con condiciones, le ha otorgado la asamblea de cooperativistas” y le exigía caucionar el manejo de capital, convocar a los consejos de admi-nistración y vigilancia a cumplir con sus obligaciones y a una asamblea general. Ese escrito, según Barragán Lomelí, fue la gota que derramó el vaso. Se convocó a una asamblea extraordinaria en la que estuvieron pre-sentes Jorge Hernández Campos (presidente), Carlos Payán (secretario) y Marco Aurelio Carballo (tesorero), del Consejo de Administración; Manuel Arvizu (presidente suplente) y Guillermo Mora Tavares (secre-tario del Consejo de Vigilancia), así como el propio director general, suficiente, se asentó en el acta, para la “existencia de quórum”. Según el acta de dicha reunión, 12 periodistas solicitaron su expulsión, además de los presentes en la asamblea que también solicitaban su retiro de la cooperativa: Hugo del Río, Carlos Narváez, Alfonso Aranzábal, René Arteaga, José de la Colina, Enrique Loubet Jr. y Fernando Benítez.126

La distancia entre ambos documentos no es mucha: ocho meses y una gestión más cuidadosa del nuevo gerente Alberto Konik hicieron que algunos de los quejosos iniciales enfocaran sus baterías hacia Deschamps, quien señalaba a su director como poco honesto con el manejo de los bienes de la cooperativa. Con su fuerza y al lado de Becerra Acosta, lo expulsarían, acusado de haber recibido un sueldo de “20 mil pesos mensuales como subdirector de Ediciones Especiales, sin que produjera edición especial alguna o de otra índole. Además se atribuyeron agresio-nes verbales y físicas, dentro del edificio social y a las horas de trabajo, a compañeros y visitantes, de lo cual hay documentos probatorios”.127 Además del incidente presenciado por Ernestina Hernández, hay otro que narra Huberto Batis, en el que por una broma pesada Eduardo Deschamps y José de la Colina se lían a golpes.128

126Ibidem, pp. 46-48.127Ibidem, p. 49.128Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 73.

Page 31: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

60 61

A partir de 1979, los “ex Excélsior” y otros fundadores no eran más los dueños del periódico. Su líder, el hombre al que habían seguido era ahora su patrón, y el sueño de tener las prestaciones y el dinero que tenían en Excélsior naufragaba ante las dificultades del periódico para capitalizarse. Asimismo se enfrentaban a la línea editorial de su propio periódico, que al ser combativa dificultaba la obtención de dádivas de las oficinas de prensa de sus “fuentes”, en retribución de una información favorable. Según testimonio de Mario García Sordo, en una ocasión tuvo un desencuentro con un compañero proveniente de Excélsior por ese motivo:

Un día Abelardo Martí se me acercó para reclamarme: “Oye Mario estás haciendo un reportaje de la torre de Pemex, y pudiendo hacer el mejor reportaje de la Torre de Pemex, publicas las denuncias de los vecinos. Pu-diste ver a los contratistas, pudiste ver a la empresa... cuánto representa”. Le habían jalado las orejas de Pemex, él reporteaba Petróleos Mexicanos: “¿oye de qué se trata? Esto es una daga”.129

Pero en este conflicto es importante agregar un elemento que no se aprecia a primera vista: el grupo de “los agregados”, quienes eran funda-dores, pero no habían venido de Excélsior sino de otros medios, madura, y esta madurez se nota entre los años de 1979 a 1982, pues son los años donde se encuentra la más sólida producción de reportaje (ver capítulo 4), lo que nos muestra una comunidad con mucha iniciativa. De esta forma, los reporteros que habían venido de Excélsior se ven desplazados y la primera plana va siendo el territorio de “los otros”.

El proceso de desplazamiento dentro de la estructura del periódico se agudizaría con el nombramiento de Carmen Lira como jefa de infor-mación y con el fortalecimiento de Carlos Payán como subdirector, que suplía las ausencias de Manuel Becerra Acosta. Los huecos de las salidas voluntarias se van llenando con reporteros que habían aprendido de los “ex Excélsior” y que ahora eran los emergentes. Su ascenso es muy fuerte, como se explicará en capítulos siguientes. Hacia los años ochenta los

129Entrevista con Mario García Sordo, marzo de 2004.

primeros “huesos” comienzan sus carreras periodísticas, consolidándose como una generación de jóvenes dispuestos a llegar más alto.

Manuel Becerra Acosta tenía la habilidad de convencer hasta en los momentos más tensos a las personas en lo individual. Ernestina Hernández, recuerda así la salida de Hugo del Río, el apreciado jefe de la sección internacional, de la que ella era fundadora también:

Todos aprendimos mucho de él. A mí se me hacía muy injusto que a un hombre que había dejado Excélsior, que se había metido a esta aventura, se le orillara a renunciar por la situación que se estaba creando. Y aunque yo no conocía a Becerra Acosta, en principio pensé: yo voy a decir lo que opino, a ver qué pasa. Pues fui (y esa fue la primera verdadera relación con Manuel), y le dije —le trataba a uno de manera muy especial—: “¿usted qué quiere niña?” Pues así, ya, con sarcasmo. Y “¿a qué viene? ¿En qué sección trabaja usted?” Cuando estaba totalmente sabido [que] conocía al personal de arriba para abajo. Antes de que tú le respondieras una pregunta, ya te había hecho otras cinco; ya te había visto de arriba a abajo. En el caso mío, agachabas la cabeza y como si no existieras. Un déspota, esa es la realidad. Sin embargo, ya que comenzabas a hablar con él, ya que pasabas esa primera etapa —muchas jóvenes y hombres después de un acercamiento así se fueron; eso era una especie de filtro—. Después de que me dijo todo eso, yo le dije: “mire, yo trabajo en internacionales, usted ya sabe. Y vengo exclusivamente para darle mi opinión respecto a lo que pasa con Hugo del Río”. Levantó la cabeza y dijo: “¿qué pasa con Hugo?... ¿está enfermo?” Ese era Manuel, impresionante. Entonces te comenzabas a dar cuenta del hombre que había atrás de él, terrible; era el terrorismo andando. Pero también te comenzabas a dar cuenta de todo su talento. Me dijo: “yo no corrí a Hugo. Las puertas del unomásuno, para Hugo, están abiertas. Dígaselo usted —porque a todo mundo le hablaba de usted— dígale que las puertas del unomásuno están abiertas. Y dígale también que tiene defensoras”. O sea, otro sarcasmo.130

El corresponsal en Estados Unidos, Raymundo Riva Palacio, no era estrictamente de ese grupo, pero su salida tiene ese dejo de revancha que

130Entrevista con Ernestina Hernández, marzo de 2004.

Page 32: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

62 63

tiene el regreso de Fernando Meraz al Excélsior de Regino Díaz, o por lo menos así lo explica Sergio Guzmán, quien fue para Riva Palacio un interlocutor modesto, pues Guzmán fue por un tiempo el auxiliar que lo enlazaba con la vida interna del periódico a través del telex: “Ya no me quieres. Ya nos peleamos. ¿Dónde te duele más? Me voy a ir a Excélsior”. Se peleó Raymundo con Becerra. Desconozco el motivo, desconozco el motivo de la diferencia. Pero a lo mejor es más una respuesta personal en el sentido que te dije: “¿dónde va a doler más?”131

De todos los conflictos que vivió unomásuno, la salida del grupo de los “ex Excélsior”, fue el que mejor capoteó Manuel Becerra Acosta. Conocía muy bien a cada uno de los miembros de este grupo y utilizó los mecanismos usuales para neutralizarlos. El ejemplo emblemático es el de Marco Aurelio Carballo, pues uno de los sueños más acariciados de un periodista es convertirse en corresponsal extranjero; se lo otorgó, pero implicó para Carballo un alejamiento y ser neutralizado en términos editoriales. Lo que en inicio fue un premio, se convirtió en un exilio, a semejanza de lo que pasa en las camarillas políticas de México: cuando un político comienza a ser un problema interno, lo envían como embajador a un país lejano para sacarlo del juego político.

La sentencia de Eduardo Deschamps, dicha con toda la fuerza emocional en el momento de su expulsión: “uno por uno van ir saliendo de aquí”,132 se fue cumpliendo para todos los “ex Excélsior” que no se alia-ron al director fundador: se hicieron de algún cargo en la administración pública y se retiraron sin la amargura del conflicto.

2.5 El sitEuno

Este panorama es el que tienen a la vista aquellos jóvenes “huesos” y los “agregados” que ahora eran un núcleo pujante de la redacción cuando deciden formar el Sindicato Independiente de unomásuno. María Anto-nieta Barragán ubica el primer movimiento con tendencia a agremiarse

131Entrevista con Sergio Guzmán, febrero de 2004.132Barragán Lomelí, Hechos relevantes…, op. cit., p. 49.

en enero de 1980, al siguiente mes de que Becerra Acosta anunciara a los cooperativistas que poseía el 40 por ciento de las acciones B.

Los testimonios señalan que el propio Becerra Acosta fue el que alentó la creación del sindicato. Adriana Malvido lo recuerda así: “Yo me acuerdo que fue el propio Becerra Acosta el que dijo: ‘formen su propio sindicato, pero que sea independiente’. Qué cosa tan rara; pero así fue”.133

Esta cercanía entre los directivos y el sindicato también se extendía al subdirector Carlos Payán. Fernando de Ita rememora: “Aunque Payán sí lo propiciaba; él me llevaba a mí las asambleas del sindicato. Lo que sucedía ahí era más claro... el poder de la izquierda. Era muy evidente quien [lo] estaba aprovechando: ellos [los de izquierda] estaban dirigiendo el sindicato y hacia dónde lo estaban dirigiendo. Entonces era una labor más política, más clara”.134

Mario García Sordo, quien llegó a ser líder del Siteuno, recuerda esta dualidad de los funcionarios del periódico en relación con el sindicato. Re-conoce que no querían un sindicato blanco, pero también que la fundación del Siteuno “es un movimiento de los que dirigen la empresa para acabar con el proyecto cooperativo”. Aunque se declara confundido respecto a la propiedad de las acciones, ya que no era cooperativista, sí recuerda el ambiente de los días en que se fundó el sindicato:

Entonces al interior de donde yo viví esta situación [en] la redacción, había dos posiciones encontradas: una la de los que venían de Excélsior, de quie-nes habían sufrido el golpe de Scherer y Becerra Acosta, que postulaban que la cooperativa era el modelo ideal para el periódico, y que esa traición por parte de los directivos de la empresa implicaba cancelar el proyecto periodístico. Y la otra posición, donde se mezclaron tanto seguidores de la empresa como miembros del Partido Comunista que en ese entonces existía y otras corrientes afines. Y qué más bien habían sido contratados en unomásuno a partir de que se concibe el proyecto periodístico y surge ya como un proyecto, y no tiene la experiencia de Excélsior; consideran que es un paso necesario la construcción de un sindicato que defienda a

133Entrevista con Adriana Malvido, junio-julio de 2007.134Entrevista con Fernando de Ita, 2004.

Page 33: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

64 65

los trabajadores y que defienda el proyecto periodístico de unomásuno. Ambos reivindicaban, desde su concepción, la necesidad de continuar con el proyecto periodístico; pero en la práctica tenían intereses totalmente opuestos. A los que defendían la cooperativa la otra parte les decían que eran patronales, porque se oponían a la creación de un sindicato; los que defendían la cooperativa les decían que eran unos esquiroles, porque les decían que les querían meter un sindicato blanco que protegiera a la em-presa, y en medio de esa discusión los compañeros seguidores de Excélsior, defensores de la cooperativa, presionan al director: van y se presentan en su despacho y le dicen: “¿qué pasó con el proyecto periodístico?” En ese momento Becerra Acosta los enfrenta y les dice que “la cooperativa está muerta”; que ya solamente es dueña del cabezal, que ya toda la inversión, todos los activos, todo el capital pertenece a la Sociedad Anónima y que él les recomienda que se afilien al sindicato.135

El primer secretario general del sindicato fue Luis Gutiérrez,136 que entonces cubría la fuente política y hacía la coordinación de información. El desplazamiento de Marco Aurelio Carballo a la corresponsalía de Madrid lo lleva a tomar la coordinación de información junto con Carmen Lira, quien termina asumiendo la jefatura de información y con ello inicia la pérdida definitiva de los puestos de decisión de quienes aún quedaban del viejo Excélsior.

Los testimonios que recoge Ernestina Hernández en 1998, publicados durante la gestión de Luis Gutiérrez como director, lo perfilan como un hom-bre entero y “un compañero más”, pero la visión de otros periodistas respecto a su actuación es muy crítica. Luis Acevedo se refiere a su trayectoria así:

[La de] Luis Gutiérrez es una historia de lo que puede ser capaz la ambición humana; por ejemplo, el sindicato se olvidó de [cosas] fundamentales: primero de la organización laboral, después de la defensa del salario de los trabajadores, y después [abandonó] las condiciones naturales de un

135Entrevista con Mario García Sordo, marzo de 2004.136Luis Gutiérrez, originario de Veracruz, fue reportero de Excélsior, especialista en información política.

sindicato. Y eso llevó al traste al sindicato y aniquiló formalmente, ayudó a aniquilar al periódico […]137

Mario García Sordo considera la actuación de Luis Gutiérrez como proempresarial; pero otros testimonios, como el de Adriana Malvido, dividen su percepción sobre su actuación en dos etapas: en la primera, que incluye su liderazgo como líder sindical, y una segunda que lo perfila como directivo y en la que hay un cambio radical de postura. Su percepción respecto a la primera etapa de fundación del sindicato es algo difusa en el tiempo, pero clara en la gestión de Gutiérrez:

Yo creo que [Luis Gutiérrez] actuó muy bien. La historia de Luis Gutié-rrez después tomó otros rumbos, pero como líder del sindicato, como subdirector, creo que era subdirector de redacción —estaba Marco Aurelio y luego él— fue un hombre muy serio, muy buen reportero, y en ese momento fue de una pieza, y había una buena relación con la empresa, dentro de todo, con la empresa. Fue un hombre muy serio, muy elocuente.138

Con la llegada del cartonista Magú (Bulmaro Castellanos) a la secretaría general en 1981, el sindicato comienza a alinear sus activi-dades con la corriente de izquierda a la que él pertenecía. Sara Lovera lo recuerda fuertemente ligado a su ideología:

Es la personalidad permanente de Magú, principista. Un cuate que pri-mero eran los derechos de los trabajadores y las arañas. Nunca quiso ser socio del unomásuno, ni socio de La Jornada […] Por ejemplo se va [a La Jornada] y no es socio de La Jornada, porque él tiene que ser trabajador. Entonces era este rollo de no negocias nada. Ellos tienen obligación. Ellos son patrones. Ellos tienen que pagar.139

137Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.138Entrevista con Adriana Malvido, julio-julio 2007.139Entrevista con Sara Lovera, diciembre de 2006.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 34: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

66 67

Según Mario García Sordo, la cercanía de Magú con Luis Gutié-rrez, permite, en el momento de la renovación del comité sindical, el aislamiento del fotógrafo Pedro Valtierra y la elección del propio Magú como secretario general, así como el inicio de una política sindical muy cercana a Carlos Payán y a Carmen Lira, quienes eran funcionarios del periódico y también compartían la militancia en el Partido Comunis-ta. Este es el periodo en el que se da la huelga que divide la historia sindical y del periódico, como un rayo caído en el peor momento, y que no puede entenderse como un movimiento independiente de la ruptura de 1983. Por su importancia le dedicaremos un apartado especial más adelante.

Es con Magú con quien el sindicato estalla la huelga de unomásuno. Cuando termina la gestión de Magú en 1984, Ernestina Hernández, quien era delegada de internacionales, queda a cargo de la secretaría general. Según su impugnador, Mario García Sordo, fue para “taparle la retaguardia” al comité que se iba y que era “proempresarial”. Durante las elecciones y con su fuerza concentrada en los trabajadores de rotativas, gana la elección por un estrecho margen:140 “al llegar las elecciones, muy hábilmente Ernestina supo manejar al grupo de rotativas, como factor de presión, y casi, casi de que la patronal dijera: que se quede tu corriente, porque si no desaparece el periódico. Pues sí, si la rotativa está contigo, si no aprietan el botón no salimos”.141

Dentro del periódico, la gestión de Ernestina Hernández se recuer-da por un proyecto de vivienda que se estableció en el municipio de Ecatepec, que se hizo al margen del sindicato, pero en el que estaban involucradas muchas personas. En lo que se refiere estrictamente a la actividad sindical hay que decir que, como el resto del periódico, el sin-dicato también resintió la salida de quienes fundaron La Jornada. Luis Acevedo recuerda la etapa:

Mira, con Ernestina yo estaba en la parte más bien administrativa, ya en la subdirección del periódico, digamos que tuvimos una relación, normal, muy

140Según Mario García Sordo, la diferencia es de 10 votos.141Entrevista con Mario García Sordo, marzo de 2004.

equilibrada. Era muy aguerrida, y más cuando tenía un cargo al interior del sindicato que cuando fue secretaria general. Yo siento que su gestión fue muy ligera, pudo haber hecho mayores cosas, pudo haber establecido la cohesión de los trabajadores, porque además a ella le toca una etapa muy complicada, que es la del deterioro administrativo del unomásuno, el deterioro de las ventas, la dependencia de los subsidios gubernamentales, el recorte de los subsidios gubernamentales; a incorporación de reporteros que no eran suficientemente capaces para las necesidades del periódico: proceso de deterioro muy difícil el que le tocó a Ernestina; un proceso de negociaciones, que por costumbre se hacían entre la administración y el sindicato, y que deterioraron la cohesión entre los trabajadores.142

La propia Ernestina tiene un recuerdo que se asemeja al de ambos:

Los reporteros siempre vieron a Magú, e incluso en mí, como gente que servíamos a La Jornada y no a [...] Magú se quedó un tiempo después. Nos veían como gente que queríamos acabar con el periódico, y fue muy difícil porque había mucha desconfianza de los compañeros. Y esos cinco años fueron... de un… a la baja de Manuel, cada vez menos interesado, muchas críticas de afuera.143

Ernestina Hernández recuerda que hubo discusiones fuertes entre Magú, quien quería dejar en el comité ejecutivo del sindicato a personas afines al psum, como Heriberto Farías, y la corriente a la que ella pertenecía, donde tenían una actuación destacada los trabajadores de talleres, para que el sindicato no se conformara con la influencia predominante del partido de izquierda. Contiende con la planilla de Mario García Sordo, que es más radical y logra imponerse.

Fue con mis compañeros de equipo con los que organicé todo lo de la unidad y muchas cosas muy interesantes, pero así se dieron las votaciones aquí; después ya nos fuimos a las urnas, ganamos. Hubo un compañero

142Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.143Entrevista con Ernestina Hernández, marzo de 2004.

Page 35: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

68 69

muy ligado al psum que dijo: “todos nosotros no vamos a votar, nos vamos a reservar nuestro voto y vamos a ver cómo trabajas. Si trabajas bien, te vamos a apoyar; si no trabajas bien, vamos a hacerte la guerra”. Se unió a nosotros, entonces trabajamos muy bien hasta la fecha. Aquí es una parte muy interesante de cómo influye un sindicato democrático, aunque no sea muy fuerte, en la vida editorial e incluso económica de una empresa.144

Posteriormente los trabajadores de unomásuno optaron por un

comité encabezado por Mario García Sordo, Miguel Ángel Ortega, Abundio Núñez y María Antonieta Barragán,145 quienes presionaron para llevar a cabo una negociación del contrato colectivo. Como parte de su estrategia plantearon una “falta colectiva”, que según el testimo-nio de Mario García Sordo fue rota por personal del departamento de rotativas, liderado por Ernestina Hernández. Tras estos hechos, la empresa —entonces dirigida por Luis Gutiérrez— reacciona despi-diendo a la mitad del comité del Siteuno, entre los que se cuentan el propio Mario García Sordo y Miguel Ángel Ortega, quienes pierden el apoyo de los 300 trabajadores que los seguían, y encabezan un movimiento de resistencia fuera de la empresa que incluye un viaje a Montevideo a un foro de la Sociedad Interamericana de Prensa donde denuncian la política de la empresa contra el Siteuno. Finalmente pierden la batalla y el sindicato desaparece definitivamente. Según Mario García Sordo:

Después de ocho, casi 10 meses de estar resistiendo, convocamos a que se eligiera un comité ejecutivo y nadie quiso ser el nuevo miembro de comité ejecutivo, nadie quiso asumir la dirección del sindicato, y cuando vimos que nadie pudo siquiera integrar una planilla para hacerse cargo del sindicato, y que nuestra corriente estaba realmente muy golpeada, decidimos aceptar la liquidación de la empresa. Yo la verdad no quería, pero atrás de mí había un comité de despedidos, padres de familia, gente muy necesitada. Y la

144Idem.145La renovación del comité fue el 30 de agosto de 1986, según nota publicada en unomásuno.

empresa decía: “yo firmo la liquidación de todos los trabajadores siempre y cuando esté la firma de Mario García Sordo, si no, no firmo”. Entonces... fue a petición de mis compañeros. E incluso lo puse a consideración de la asamblea general, de que si eso era lo necesario, lo necesario se hacía y fue lo necesario. Así me lo pidieron ya los compañeros: “ya toma tu liquidación, el sindicato adentro está muerto.146

2.6 la huElga dE trEs horas

La confrontación entre los trabajadores y la empresa comienza en la etapa previa a la huelga del 1 de agosto de 1983, cuando se demanda un aumento salarial, pero también cuando se perfila el liderazgo de Magú, quien después se irá con los fundadores del diario a La Jornada, y muestra la complejidad de las lealtades internas del periódico; cómo se encontraban polarizados los grupos, y cómo el grupo directivo de Carlos Payán tenía muchas de las riendas del periódico en las manos, incluso una gran influencia en el Siteuno.

Un dato curioso de esta confrontación entre el Siteuno y el director Manuel Becerra Acosta es el intento que hacen sus funcionarios por de-sactivar el descontento en el periódico unos meses antes de la huelga con la fiesta del número mil de unomásuno, a la que otorgan un despliegue noticioso que muchos recuerdan. Fue una fiesta en el restaurante Arroyo, en el sur de la ciudad, y se llevó a cabo el 4 de junio de 1983.

Aunque el Siteuno se funda alentado por la empresa, no es un sindi-cato pasivo y pugna por mejoras a las condiciones de los trabajadores.147 Frecuentemente, en los testimonios se hace mención de que en unomásuno se tenían buenos sueldos desde el inicio del proyecto, que alcanzaba para vivir bien, para comprarse coche. También señalan que el sindicato logró, como ninguna otra redacción, derecho a dos días de descanso, y contar

146Entrevista con Mario García Sordo, marzo de 2004.147La empresa repartía despensas y productos que se obtenían con publicidad de intercambios. Fue, además, el primer periódico en México en dar a sus trabajadores dos días de descanso semanal y no uno, y durante algún tiempo se tuvo un alto nivel salarial. Todas esas prestaciones fueron puntualmente defendidas por el Siteuno.

Page 36: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

70 71

con despensas y beneficios de la publicidad de intercambio, lo cual, en comparación con el resto de los trabajadores de la prensa, era una situación de privilegio. Pero hay que considerar la crisis de la deuda, la inflación y la caída de los precios del petróleo a mediados de 1981. Para 1982 la tasa de inflación ya rozaba el 100 por ciento, lo que redujo el poder adquisitivo de todos los trabajadores de México de manera repentina.148

Como se ha dicho antes, la empresa no se consolidaba económica-mente. Una auditoria de los registros contables, realizada del 1 de mayo de 1981 al 30 de abril de 1982 y elaborada por el despacho Maldona-do, Duplan, Molina y Asociados, señala que la Editorial Uno tenía adeudos por 18 millones de pesos por conceptos de anticipos para funcionarios, pero lo más peligroso era que se tenían importantes adeudos con instituciones de crédito y hasta con la caja de ahorros, y el adeudo histórico de 30 millones de pesos a Nacional Financiera que no se había liquidado. También se adeudaba el iva y al Infonavit, los impuestos sobre producto del trabajo, que no se habían pagado desde la fundación del periódico.149

En esas condiciones, el Siteuno demanda el 22 de julio de 1983 un aumento salarial de emergencia del 30 por ciento, retroactivo al 14 de junio, cuando la Comisión Nacional de Salarios Mínimos había decretado un incremento de 15.6 por ciento en el país.150 En una asamblea muy discutida, se emplazó a huelga para el lunes 1 de agosto de 1983 a las 18:00 horas.

Las relaciones entre los trabajadores y la dirección fueron muy tensas, y de hecho la redacción quedó dividida entre quienes apoyaron la huelga y quiénes no. Cabe mencionar que el Siteuno no fue un sindicato de redactores, agrupaba a los talleres y a la administración también, por lo que no fue fácil para los directivos controlar la situación.

Según el recuerdo de Mario García Sordo, el más radical de los líderes sindicales del Siteuno, las condiciones de la huelga derivaron de la elección del segundo comité ejecutivo, en las que él pierde frente

148Anna, Timothy et al., Historia de México, p. 371.149Barragán Lomelí, Hechos relevantes…, op. cit., pp. 61-62.150Ibidem, p. 62.

a la planilla encabezada por Magú, pero en la que su planilla, la ne-grirroja, logra dominar en el discurso y orienta a la asamblea donde se toma la determinación de emplazar a huelga:

Magú rompe contra la empresa y [dice] hay que defender al sindicato para defender al periódico y así llegamos a la revisión del contrato colectivo. Y decimos: si las contradicciones están en ese nivel, vámonos a la huelga; hay que desatar la huelga para ahora sí crear un sindicato de a de veras, no un sindicato medio blanco, medio charro. Vamos a hacer la huelga. Nosotros pudimos platicar días anteriores a este proceso, entre algunos compañeros que entraron a la comisión negociadora del contrato, y sabiendo cómo venía la revisión de contrato decían “no sólo no nos querían dar, sino que nos querían quitar”. Nosotros estábamos luchando por la escala móvil de salarios y algunas cuestiones que en aquella época sonaban muy padre. En la asamblea nuestra táctica da resultado y nos vamos a la huelga y Magú se queda atónito. Sí tenía un rompimiento con la empresa, pero no había llegado a niveles de plantear una huelga, y cuando llegamos a las puertas de unomásuno entra la comisión negociadora y se unen aparentemente las dos fracciones de la empresa y pacta: aceptamos la escala móvil, aceptamos “X y Z”, pero no paren el periódico, déjenlo en paz. Y se levanta la huelga. Una hora duró la huelga.151

No es fácil tomar la decisión. La subdelegada sindical de cultura, Adriana Malvido, recuerda haber formado parte de la comisión que le fue a comunicar a Becerra Acosta la decisión del estallamiento de la huelga:

Estaba muy, muy caliente esa asamblea, porque, si mal no recuerdo, se pedía un aumento de sueldo, y la empresa ofrecía aparentemente un aumento del 1 por ciento y el despido de 100 trabajadores. Eso era indignante, ver-daderamente […] me brincaba mucho, yo conocía a [los directivos] gente muy solidaria con la clase trabajadora, esto es muy raro… [el ofrecimiento] enardeció a la gente. Se avisó “nos vamos a la huelga”, [que] estaba empla-zada para tal hora. Me di cuenta de que Braulio [Peralta] no había ido a esa asamblea. Dije, ni modo, tengo que ir a avisar a los compañeros de la

151Entrevista con Mario García Sordo, marzo de 2004.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 37: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

72 73

sección cultural, porque además los delegados teníamos que ir a avisarle a Becerra Acosta. Como ya te había dicho antes, en lo personal, Becerra Acosta había sido un tipazo conmigo […] Tuve que ir a decirle que íbamos a hacer huelga. A mí me acababa de dar un mes con goce de sueldo, no era el típico patrón de una empresa, era otra cosa; pero es de los momentos que dices: eres trabajadora, estás en el sindicato, tienes un compromiso y ni modo, eres parte de una colectividad […]Fui con los otros delegados y con Magú, que era el líder del sindicato, a avisarle a Becerra Acosta que rompíamos huelga. Ellos ya sabían, porque les había llegado un comunicado de Magú, al consejo de administración que estaba reunido, pero nunca se me va a olvidar, los nervios, y no era yo única en ese estado de ánimo, eran todos, porque me acuerdo que a Rafael Barajas, El Fisgón, que es muy amigo mío y que estaba junto a mí, le temblaban las rodillas. Estábamos muy nerviosos, además era insólito que estallara una huelga.152 Siempre emplazas, pero finalmente se arreglan las cosas, pero aquí ¡nos íbamos a una huelga! Y entró Becerra Acosta (era en la sala de juntas), y nos saludó uno por uno —Pedro Valtierra también estaba allí—, a uno por uno de mano, “¿cómo está?”, con una mirada que era de lince. Era voz de Zeus, ojos de lince, tremendo, como ya te lo han de haber descrito muchas personas. A la hora en que me saludó, a mí se me salía el corazón… entre: “lo siento señor pero yo pertenezco al sindi-cato, y soy trabajadora y aquí estoy”. Entonces dijo algo así como: “sobre ustedes recae una responsabilidad histórica”, y me acuerdo que me pareció demasiado grande la frase para la situación, dije: ¿por qué? […] Estalla la huelga, salimos del periódico; era muy raro tener que ir a avisarles a los compañeros: todos tenemos que salir del periódico, porque estamos en huelga […] Que te digo, lo que yo recuerdo, han de haber pasado muchas horas, porque estábamos en la calle, comentando: ¿qué va a pasar? ¡¿qué va a pasar?! Entonces de pronto negociaron […] Becerra Acosta se fue y negociaron Payán, Carmen Lira, con ellos. Yo ya no estaba en el grupo de

152La afirmación de Adriana Malvido puede hacer referencia al hecho de que el mayor sindicato de la prensa mexicana, Sindicato Nacional de Redactores de Prensa, o los “sindicatos blancos” que tenían periódicos como El Heraldo de México, Novedades o la oem, habían dejado de negociar con-tratos colectivos o condiciones generales de derecho laboral, como lo afirma Bohmann en Medios de comunicación y sistemas informativos en México, pp. 278 y 287.

negociación, pero me acuerdo muy bien de Payán en la puerta diciendo: “pasen, hijos, esta es su casa”. Dije: qué maravilla; también eso, te vas a huelga, y de pronto el subdirector se para en la puerta y te dice eso, como un papá, así era Payán.153

Las negociaciones que acompañaron a la huelga muestran cómo estaban la relaciones internas entre los grupos al interior del periódico, ya que no fueron encabezadas por el grupo leal a Becerra Acosta, sino por el grupo de quienes partirían a La Jornada, y fue el abogado laborista Carlos Payán, por parte de la empresa (acompañado por Carmen Lira) quien se sentó a la mesa de negociaciones, y por parte del sindicato el caricaturista Bulmaro Castellanos, Magú, que también formaba parte del grupo de izquierda. A la postre los que organizaron la huelga irían a La Jornada, así como los que lograron el acuerdo. El sindicato se había convertido en una fuerza que impulsaba decisiones más horizontales, que exigía congruencia entre los hechos y el discurso, y un contrapeso frente a algunas de las prácticas de periodismo tradicional que se conser-vaban en unomásuno. Hacia el final de sus días, Manuel Becerra Acosta contestó una entrevista poco combativa, hasta cierto punto laudatoria, a quien había sido su secretaria, la reportera cultural Alegría Martínez, y aborda el tema. Antes, para el xx aniversario de unomásuno, con Ernestina Hernández también había hablado sobre el tema. En ambas entrevistas recordaba la huelga como una afrenta personal y enfoca sus baterías contra el líder sindical:

En cuanto a mi actitud hacia el sindicato es absurdo lo que se dijo, si yo lo fomenté y lo propicié. Ahora, ahí estaba Magú, de quien yo nunca supe lo que cocinaba. Se puede sospechar mucho, pero de ahí a comprobarlo. [...] Yo creo que Magú incitaba a los trabajadores, desde luego; ahora, que estuviera coludido el sindicato como tal, con quienes abandonaron el diario, no lo creo.154

153Entrevista con Adriana Malvido, junio- julio 2007.154 Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 61.

Page 38: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

74 75

Bulmaro Castellanos fue un fantasma hasta el final para Becerra Acosta. En la entrevista con Alegría Martínez, se pregunta “¿Qué quería Bulmaro?” y se responde:

Bueno, los cartonistas se desarrollaron bien en el periódico, que era bueno, pero no tan bueno como llegó a serlo antes de entrar a la po-lítica sindical; la política sindical local. Un periódico tan integrado interiormente con sus trabajadores, creo que no lo ha habido nunca. Entonces, la agitación que desató Bulmaro, ése es su nombre, creo que como líder le va mejor que Magú, no tenía raíces auténticas. Era una comunidad armónica. [...][Al sindicato] Bulmaro lo convirtió en una calamidad, yo creo que tenía aspiraciones de líder. Se hubiera ido a liderar a tanto trabajador que no vive en condiciones justas. Un periódico, además, que defendía los dere-chos de los trabajadores, de todos los agrupamientos independientes.155

Los dos personajes, el líder sindical y el director del periódico, se confrontaron durante el proceso de huelga. Pedro Aldana, reportero de deportes, recuerda un incidente como parte nodal de la descripción de la personalidad del director:

El día que estaba lo de la huelga [...] hicimos una reunión en la cafetería. Entonces Magú, como para que lo escucharan estaba: “esto y lo otro”, se paró en una silla, y “esto y lo otro”. Y estaba hablando y llega el director, y todos “ahhh”. Y entra el director, se mete a la cafetería y Magú se quedó así [quieto] y llegó y le dijo: “¿Cómo estás?”, lo saludó, se salió y se fue [de la cafetería]. Y todo mundo así [sin moverse].156

En los hechos la huelga fue un punto de inflexión para toda la comu-nidad de unomásuno, pues fue un momento de definición de lealtades entre quienes estaban a favor del liderazgo del director, con sus implicaciones, entre las que estaba la aceptación del quebranto económico —uno de los

155 Alegría Martínez Manuel Becerra Acosta. Periodismo y poder, 2001, pp. 81-83.156 Entrevista con Pedro Aldana, mayo de 2004.

argumentos esgrimidos para el paro. Mientras que la postura contraria la sos-tenían quienes se encontraban alrededor del grupo del ex partido comunista, donde prácticamente no había cooperativistas, sino trabajadores asalariados, nucleados alrededor de un discurso sobre las condiciones de los trabajadores (el deterioro salarial sobre todo). Aunado a esto se señalaba que se estaba perdiendo la orientación progresista de su línea editorial (ver capítulo 3).

La reportera María Antonieta Barragán, quien formaba parte del último comité ejecutivo del Siteuno, escribía en 2000:

A pesar de que para esas fechas Carlos Payán se había hecho cargo de las negociaciones con el Siteuno, la situación no había mejorado sustancial-mente. Para entonces las recriminaciones entre los directivos eran el pan de todos los días. No lograban ponerse de acuerdo entre quién tenía mayor responsabilidad del límite al que había llegado el diario. Se culpaban unos a otros, y hubo momentos en que las acusaciones iban de la negligencia gerencial hasta la corrupción administrativa. [...]En un último intento por evitar el estallamiento de huelga, que para una gran mayoría era algo impensable por la lealtad que se tenía al diario, Si-teuno hizo un exhorto al Consejo de Administración —el mismo primero de agosto por la mañana— para llegar a un acuerdo. No hubo respuesta y a las 18:00 horas de ese día la huelga se apoderó del periódico que defendía en sus planas los derechos de los trabajadores (sic).157

Un análisis de la edición (de emergencia) del 2 de agosto de 1983

nos da luces sobre cómo estaban las cosas: el número de páginas fue la mitad de lo usual, es decir, 16 páginas. En la primera plana la nota principal se dedicó a un conflicto de la Cocei por la alcaldía de Juchitán, que venían cubriendo a detalle varios reporteros y reporteras del diario. La nota aparece con la cabeza: “Amenaza retirarse el pri en Juchitán”, firmada por René Delgado y Sara Lovera, quienes unos meses después saldrían con el grupo de “jornaleros”, y el corresponsal era Roberto Santiago, que fue invitado a la redacción central de unomásuno como reportero de relevo a la salida de los “jornaleros”.

157 Barragán Lomelí, Hechos relevantes…, op. cit., pp. 63-64.

Page 39: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

76 77

Un poco más grande y en un lugar central aparece, con una foto de upi, la nota de agencias que reporta la reunión del sandinista Daniel Ortega con el embajador especial de Estados Unidos, Richard Stone. La segunda entrega de un reportaje sobre la participación política de los jóvenes en los partidos políticos, firmada por David Siller y Angélica Abelleyra. Siller, de los “ex Excélsior” y cooperativistas, llegaría a ser subcoordinador de información después de 1985. Mientras Angélica, que había sido auxiliar de redacción abandona unomásuno después de la crisis de 1984.

La cuarta nota en importancia es de Víctor Avilés, y reportaba unas declaraciones de Mario Ramón Beteta, director de Pemex, sobre el aumento de las exportaciones de productos refinados de petróleo, información que respondía al mercado del momento, al igual que la quinta nota, de Luis Acevedo, que abordaba un informe de las autori-dades financieras, que se entregaría al fmi y en el que se señala que la economía mexicana evoluciona “mejor de lo esperado”. Avilés formará parte de los que se van al proyecto La Jornada, mientras que Acevedo se queda en unomásuno llegando a ser jefe de información. Hay también una foto de Armando Salgado de los lodazales de Iztapalapa; él también se quedaría en unomásuno.

Pero lo más destacado de esta portada del día de la huelga es la editorial que informaba a los lectores del paro, de las condiciones de la huelga y del acuerdo final, y con ello explicaban porque el periódico tenía la mitad del tamaño usual. Además Bajo la rueda afirmaba que: “ratifíquenlo quienes dudaran: nada hará posible romper la unidad esencial de este diario”. Un mensaje que parecía decir hacia fuera que, a pesar de la confrontación, no se había dividido el grupo, pero también un mensaje para los de adentro.

En las páginas interiores el lector encontraba: su tradicional pá-gina 2 con la nota meteorológica, la sección de correspondencia, una nota sobre la propuesta de la ctm para un nuevo pacto de solidaridad, firmada por Ubaldo Díaz, reportero cercano a Luis Gutiérrez (ambos se quedaron después de la crisis), y otra de Manuel Meneses, del grupo de “jornaleros”, sobre deserción escolar. En la página 3, Emilio Lomas reporta un acto del presidente en la asamblea de la cnp; una nota anónima sobre la opinión de Coparmex sobre las medidas de control de la crisis,

y una caricatura de El Fisgón, que hace eco a la nota de la juventud y los partidos políticos. Tanto Emilio Lomas como El Fisgón abandonarían meses después el periódico.

La página 4 ofrecía al lector una columna reducida del panorama de los estados, una nota sin crédito de la incorporación de trabajadores de 75 municipios al imss, otra más sin crédito de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación; la columna también muy reducida de Partidos y cámaras, y los pases de portada: de Juchitán, de la juventud y el editorial.

La página 7, dedicada a economía, presenta las columnas reducidas: Cifras, datos, notas y Capital y trabajo, así como los pases de las notas de la evolución de la economía y el aumento de exportaciones de Pemex; 8 y 9 fueron de publicidad de dependencias y de Banco Serfín; la página 10 está dedicada a la información internacional, con una reducida columna: América Latina, la nota del encuentro Ortega-Stone; una de Fidel Castro, otra del presidente peruano Fernando Belaunde y una más de las declaraciones del canciller mexicano, Bernardo Sepúlveda, en Río de Janeiro, todas trabajadas a partir de información de agencias y por lo tanto sin créditos; al igual que las de la página 11, que reportan los acontecimientos de: España y el terrorismo, pláticas sobre retiro de tropas en Líbano; el envío de armas a Chad por parte de Francia; combates de la olp en Líbano; la solicitud de ayuda militar a eu por parte de Sri Lanka y la condena de Javier Pérez de Cuellar, secretario de la onu, a la discriminación racial.

La información de Cultura quedó reducida a un cartón de Fonta-narrosa sobre la película de King Kong, la cartelera de eventos La cultura hoy, así como Cine en tv, y una más de agencia efe sobre el reclamo de España de las cenizas de Luis Buñuel, y en la 13 la cartelera cinemato-gráfica y la guía cinematográfica.

La información de ciudad y nota roja se ubicó en la 14, y práctica-mente todas fueron notas cortas sin firmar, excepto la del corresponsal del Estado de México, Macario Lozano, y se refirieron a: declaración del jefe del ddf, Ramón Aguirre, sobre las finanzas; las irregularidades en escrituras entregadas por el ddf; asaltos y robos del día; sobre las condi-ciones en las que Jorge Díaz Serrano estará en el reclusorio; la solicitud

Page 40: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

78 79

de la pgr sobre el divorcio del funcionario; el desplome de un helicóptero de la pfc y los 60 heridos de un festival artístico en Naucalpan.

La última página de información fue la de deportes, ninguna de las notas apareció firmada y fueron: una declaración de la Federación Mexicana de Atletismo; una nota sobre el entrenador Ricardo Ferreti, el Tuca, y su permanencia en el equipo de la Universidad; el sueldo de los preliminaristas según la Unión de Managers; los resultados de los Pronósticos Deportivos, y dos notas internacionales de agencia, una de Fernando Valenzuela y otra de la derrota de los Dodgers; así como la Acción de fondo, columna de opinión escrita por Ramón Márquez, y la informativa Operación futbol, dedicada a Bora Milutinovic. La página 16 fue publicidad.

En cuanto a la opinión escribieron: Eduardo Montes, Jorge Her-nández Campos, Luis Ángeles y José Manuel Fortuny.

¿Qué se puede deducir de esta información? En términos de la posibili-dad y del resultado, en la edición pudieron trabajar los funcionarios del diario y los editores, la mesa de redacción, aún incompleta, un par de redactores de internacionales y algunos auxiliares. Un escenario hipotético tendría al grupo afín a Becerra Acosta trabajando: en el sector policiaco a Fernando Ramírez de Aguilar, Jorge Reyes Estrada y a Héctor A. González, responsables de la página 14; a David Siller, experto en información de ciudad; a Luis Aceve-do en economía; y Ubaldo Díaz, en política, mientras que se integraron a trabajar después de levantada la huelga: Víctor Avilés, Manuel Meneses y Emilio Lomas. Una sola foto se produjo en los laboratorios del periódico para publicarse ese día: la de Armando Salgado. En internacionales, un par de redactores fueron suficientes; en cultura con el editor era suficiente. En deportes, dadas las lealtades, todos menos Pedro Aldana y tal vez Alejandro Caballero, acudieron a escribir. Trabajó también el coordinador de corres-ponsales nacionales. Se tenían ya elaborados los artículos de opinión, excepto el de Fortuny, que está ligado a la información del día; la segunda entrega del reportaje de la juventud —se acostumbraba entregar la serie entera—, la carta del espacio del lector, las carteleras Cine en Tv y Guía cinematográfica.

Antes de seguir adelante con este análisis de la edición, se debe hacer la siguiente aclaración: en una edición, cualquiera, es mucho más lo que se escribe y lo que se propone que lo que se publica, pero aún así cabe hacer la pregunta: ¿qué estaban haciendo la mayoría de los redactoresy

reporteros que se quedaron dentro de las instalaciones y que fueron con-trarios a la huelga? La respuesta es sencilla: con su presencia dentro del diario estaban manifestando su posición a favor de la dirección, ya que su material no se iba a usar.

Cómo recuerdan a la distancia distintos reporteros estas dos horas y media de paro laboral es interesante, porque nos alumbran hacia las simpatías y antipatías que, a contrapelo de lo que señala Juan Lezama en Bajo la rueda, dividieron el periódico esa noche.

Fernando de Ita, cercano al director general recuerda:

Estuve en la redacción de cultura esperando... y también era muy agudo para mí porque de verdad me parecía que los trabajadores tenían razón, en serio. Decía, tenían razón. Pero como reportero decía: ¡uta!, pero ¿voy a cerrar mi propia fuente de trabajo? Para mí [la huelga] fue muy dolorosa, porque tienen razón, ellos como trabajadores tienen razón. Pero si estoy a su lado, me estoy cerrando a mí mismo mi redacción. Entonces yo me quedé en la redacción, como guardia de la redacción, las seis horas, a mí no me tocó ne-gociar nada... era nada más, de pronto... me llamaba Payán, Becerra Acosta. Estuve realmente de vigilancia de la redacción de cultura, con la dicotomía de decir: tienen la razón mis compañeros de trabajo y al mismo tiempo no va a salir mi periódico. Para nosotros era un pecado, una preocupación así: ¡cómo no va a salir, no es posible! Y además ahí la expresión teatral es muy fuerte, una función no se suspende aunque se haya muerto.158

El joven auxiliar de redacción Francisco García Davish, que medio año después sería reportero bajo el apadrinamiento de Luis Gutiérrez, estuvo afuera, con el grupo que hizo la huelga, pero a la primera opor-tunidad entró:

Estalló una huelga en el unomásuno, es una huelga histórica,159 se colocó la bandera rojinegra en el periódico, y bueno a mí me dolió muchísimo...

158Entrevista con Fernando de Ita, marzo de 2004.159Sólo ha habido dos huelgas en unomásuno, la que nos ocupa en este apartado del 1 de agosto de 1983, y la que mantienen algunos trabajadores desde 2002 y hasta la fecha en que ésto se escribe, por una liquidación justa.

Page 41: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

80 81

yo voté en contra de la huelga —ya ni me acuerdo cuál era el contexto de la huelga— pero yo estuve en contra. Todos apoyaron la huelga. Pues nos fuimos a la huelga. Eran muy apasionadas las defensas tanto en pro como en contra en diferentes puntos del día, y al final se respetaban los acuerdos. Que es lo importante en cualquier toma de decisión: que cuando alguien está en contra de algo, se opuso, pero la mayoría dijo otra cosa, pues hay que acatar lo que dice la mayoría. [...] Pues en esa minihuelga yo participé; para algunos fui un esquirol en esa huelga... Estallamos la huelga, hubo ne-gociaciones, finalmente. Gonzalo Álvarez del Villar retira la bandera, siendo sindicalizado, retiran la bandera, porque el sindicato —no recuerdo con precisión— había incumplido algo, había hecho un paso mal, legalmente no estaba al cien por ciento bien. Entonces de allí se agarró la empresa para persuadir al grupo de trabajadores de que la huelga era ilegal, entonces el grupo que no estaba a favor de la huelga decide retirar la bandera de huelga y regresa atrabajar para que pueda salir el periódico. Yo tenía la libertad, porque nadie me puso una pistola, ni para irme con los que estaban a favor, ni con los que entraron a trabajar. Yo tomé la decisión de meterme a trabajar, no quería que el periódico dejara de salir. [...] De hecho, el 90 por ciento de la redacción entró, quienes estaban en contra eran básicamente la gente de talleres. El periódico, si mal no recuerdo, ese día no se hizo en el unomásuno sino en El sol de México; se pidió el apoyo y hasta allá se fue hacer. [...] se hicieron dos periódicos: se hizo un periódico delgadito, que era lo que alcanzaba a hacerse allí y el mismo periódico, pero ya completo, a otras instalaciones. De lo que se trataba era de que el periódico no dejara de salir, porque un periódico no puede dejar de salir, creo que 8 o 12 páginas se hicieron allí, con los que había, con los poquitos que había, y elperiódico ya formal salió al público como a las dos de la tarde; en otro lado se hizo.160

Pedro Aldana, reportero de deportes, desafió a su maestro y jefe Ramón Márquez, quien era entonces fiel a Becerra Acosta, y perma-neció en las puertas del periódico, y entró hasta que terminaron las negociaciones:

160 Entrevista con Francisco García Davish, noviembre de 2005.

No estuve en el comité ejecutivo. Hicimos una huelga que duró unas cuan-tas horas. Cuando se fue Becerra Acosta, agarró su paraguas y se fue. Y nos quedamos allá afuera mojándonos todos. Payán resolvió. Payán, Carmen Lira, fueron los que resolvieron. [...] Le teníamos un pavor espantoso a Becerra Acosta, por eso lo recuerdo. Salió a gritarnos, a decirnos traido-res, que queríamos acabar con el periódico. Entonces nos sentíamos muy cohibidos, y aparte empezó a llover, el único que se iba a tapar era él. Se hicieron varias comisiones.

Después ya se levantó la huelga y había un acceso al periódico, que era como de una callecita de atrás, como una ciudad perdida. Había un pasillito y había un acceso, y a unos trabajadores de talleres les tocó cui-darlo. Entonces, cuando levantamos la huelga, se nos olvidó y se levantó la huelga, comenzamos a trabajar y nos vieron y nos dijeron: “órale, son unos esquiroles”. Ay, la guardia que dejamos aquí. Ya fueron por ellos para decirles que ya se había levantado la huelga.161

El editorial de primera plana del 2 de agosto de 1983: “Respeto a lec-tores y trabajadores”, es interesante en sus términos: explica a los lectores que hubo una suspensión de labores que duró dos horas, como resultado de un diferendo en cuanto a la solicitud de un aumento de emergencia solicitado por el sindicato; nunca menciona que hubo una huelga. De hecho, el sindicato nunca estuvo registrado ante la Junta de Conciliación y Arbitraje: el cuarto comité ejecutivo peleó el registro, pero nunca lo logró, según testimonio de Mario García Sordo.162 Pero como la empresa sí lo reconocía, así que la huelga se sostuvo de las relaciones entre ambos.

Aunque la dirección resguarda su cara frente a los lectores con la editorial referida donde señala: “nuestra convicción fundamental de que los trabajadores en general, y por consecuencia los empleados en esta empresa en particular, no deben recibir la mayor carga de la crisis […] Por eso, después de una negociación en que privaron la cordialidad y la buena fe por ambas partes, se llegó al acuerdo de incrementar 15 por ciento de salarios, lo que permite la publicación ininterrumpida de

161Entrevista con Pedro Aldana, mayo de 2004.162Entrevista con Mario García Sordo, marzo de 2004.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 42: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

82 83

nuestro diario.[...]”. El conflicto con el sindicato, la suspensión de labores o huelga, no hizo sino empezar una escalada mayor en la confrontación de grupos internos.

Según el testimonio de María Antonieta Barragán, a mediados del mes de agosto Carlos Payán, Miguel Ángel Granados Chapa, Carmen Lira, Humberto Musacchio y Héctor Aguilar Camín presentaron sus renuncias como medida de presión para que fuera destituido el gerente Alberto Konik, a quien acusan de una administración “feudal”, pero Manuel Becerra no las acepta y en cambio cede a la petición del grupo de retirarse por unos meses del periódico para “restaurar la relación deteriorada”.163 Esta fue una jugada con profundas implicaciones en la relación de fuerzas internas, porque Manuel Becerra Acosta había hecho viajes y se ausentaba del diario, pero este lapso en vacío en particular creó las condiciones para la salida de Alberto Konik de la gerencia, y para afianzar la toma de de-cisiones alrededor del grupo que fundaría más tarde La Jornada. Becerra Acosta estuvo de acuerdo con ausentarse, como lo querían los subdirectores, cedió el poder temporalmente y hasta se inventó un pretexto creíble, una cortina de humo intelectual: se fue a su rancho de Malinalco a escribir Dos poderes, en un momento muy delicado para sí.

Según la abogada y reportera Teresa Gil, durante ese periodo: “la gente que salió en 1983 y que consideraba al periódico en crisis vio a Manuel Becerra Acosta como un obstáculo para intentar la transformación. Antes de aliarse se dieron sus golpes individualmente. Todos tenían conflicto al interior y con diferentes problemas. De alguna manera, todos, en particular, estaban enfrentados al director en situaciones humillantes”.164

Agosto, septiembre y octubre fueron meses de fortalecer alianzas y generar estrategias que desembocaron, el 26 de octubre de 1983, en la realización de una asamblea del Consejo de Administración de Editorial Uno, donde se acuerda destituir de su cargo de gerente general a Alberto

163Barragán Lomelí, Hechos relevantes…, op. cit., p. 64.164Ibidem, p. 65.

Konik,165 a quién se le relaciona con malos manejos de las comisiones de los reporteros;166 el nombramiento de Carlos Payán Velver como di-rector; se acotan las atribuciones de Becerra Acosta y se le quita su apoyo legal, revocando las facultades de Luis Capín Martínez, apoderado legal. Este movimiento de hecho eliminó el control de la gerencia y debilitó al departamento jurídico de la empresa.167

La crisis de Konik fue severa, según Mario Alberto Reyes, reportero y pariente político de Luis Gutiérrez:

Cuando Manuel Becerra Acosta se alejó del diario —decían que estaba es-cribiendo un libro— y un grupo encabezado por Carlos Payán —entonces subdirector general de unomásuno— comenzó a manejar las cosas, estalló la ira de muchos trabajadores del diario, cansados de las actitudes antidemo-cráticas del entonces gerente Alberto Konik y de sus preferencias para unos cuantos que usufructuaban la poca riqueza que se generaba. Estuvimos a un paso de caer en un grave conflicto en el periódico. La gente de talleres subió a las oficinas con tubos, desarmadores y otros objetos contundentes para enfrentar a las fuerzas de seguridad del diario, armadas con metralletas, que se oponían a la expulsión de Alberto Konik. Finalmente triunfó la base trabajadora y el gerente abandonó las instalaciones.168

La versión de que en la crisis de la salida de Konik hubo armas es corroborada por el testimonio de René Delgado:

Bajamos a la gerencia para que saliera. Antes de que bajara el grueso del grupo yo advierto que alguien mete debajo de los cojines del sillón de la sala de espera de Alberto una subametralladora. Le alcanzo a decir a Mi-guel Ángel Granados Chapa: ten cuidado, porque debajo de ese sillón —y se lo señalo— hay una subametralladora. Cuando Alberto sale a encarar

165Economista de la unam, miembro del Colegio de Economistas. Fue nombrado para su cargo de gerente por acuerdo del Consejo de Administración de la Sociedad Cooperativa, según la nota del miércoles 10 de mayo 1978, que acompañaba a su foto en la página 2 del diario.166Testimonio de Miguel Ángel Sánchez de Armas.167Barragán Lomelí, Hechos relevantes…, op. cit., p.65.168Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 209.

Page 43: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

84 85

al grupo de compañeros, Miguel Ángel le hace observar que “no haga más difícil la situación y pida que se retire el arma que está allí”. Alberto, yo creo que era inconsciente de que algún trabajador había metido allí el arma [y dice] “demuéstralo” […] Y recuerdo que un trabajador de prensas, no recuerdo quién, me decía al oído que si “se iban por los fierros”. Yo creo que eso te ilustra un poco el tamaño de la crisis.169

Este conflicto tuvo un marco interesante en relación con el gobierno de Miguel de la Madrid que recuerda Huberto Batis,170 en medio del cual se agudizaron más los conflictos internos, y también pasa por el dinero y la administración del periódico:

“Miguel de la Madrid exigió a Becerra Acosta que unomásuno no fuera desca-radamente vocero del psum, como estaba ocurriendo en ausencia de Manuel, quien pidió establecer un equilibrio justo: que la derecha, la izquierda y el centro, todos los partidos políticos que insertaran propaganda, la pagaran. Cuando se le cobró al psum el adeudo por el abuso que hizo de unomásuno, dijeron “esto es un golpe del gobierno; nos quitan la libertad de expresión”, y todos esos hipócritas, a quienes yo atribuyo mucho dolo, se rasgan las vestiduras y abandonan el unomásuno del que no lograron apoderarse ni propalando calumnias sobre Becerra Acosta y el periódico”.171

El propio director respondió en 1989 respecto al ambiente de estos tres meses previos a la renuncia de los cinco directivos:

Cuando hubo aquel movimiento para echar a Alberto Konik de la gerencia, en realidad era contra mí. No lo sabían todos los trabajadores del perió-dico, pero para mí fue clarísimo. No llegaron a formularme la propuesta [de ceder la dirección a Payán]porque no creyeron que volviera. Yo pasaba un tiempo en Malinalco escribiendo un libro. Payán me fue a visitar por lo menos en tres ocasiones, pero jamás me dijo nada sobre esa propuesta.

169Entrevista con René Delgado, 13 de marzo de 2008.170Huberto Batis era un académico de la Facultad de Filosofía y Letras que trabajó con Fernando Benítez como editor y después pasó a ser director de Sábado, el suplemento cultural de unomásuno.171Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 89.

Lo único que recuerdo con claridad y que puede relacionarse con eso es que me comentó: “creo que descuidaste mucho mi amistad”, que para un buen entendedor puede tener un significado mucho más allá de la cuestión puramente afectiva, amistosa ¿no?”172

Además del cambio de propiedad del periódico, al que nos hemos referido arriba, se había comprado el edificio (había sido un pequeño deportivo) de la cerrada de Corregio, número 12. También se habían fundado varias empresas alternas, como Uno Acabados, dedicada a la maquila como una imprenta tradicional, con la idea de fortalecer la independencia económica, pero no funcionaron y acabaron siendo un lastre para la empresa.173

Es muy interesante ver la actitud que tomó Manuel Becerra Acosta en su autoexilio. No le faltaba información, pues su nexo de comunicación con lo que ocurría en el periódico fue Fernando Benítez. Es probable que aun apostara a lograr controlar a su amigo Carlos Payán, pero también que estuviera en una fase realmente dura de su alcoholismo. Aún así, a principios de noviembre regresa al periódico e intenta, con éxito, retomar las riendas del mismo.

Es así que queda la suerte echada para la crisis de diciembre.

2.7 Bizarros y ruinEs dEl pEriodismo

El conflicto más fuerte de unomásuno es sin duda la salida de quienes fundarían La Jornada. La historia conocida de esta crisis es que cinco funcionarios del diario se inconforman con la política editorial y el manejo financiero del mismo y presentaron una renuncia colectiva el 28 de noviembre de 1983. Los inconformes fueron el subdirector general Carlos Payán, el subdirector Miguel Ángel Granados Chapa, la subdirectora de información Carmen Lira y el Jefe de Redacción Humberto Musacchio, así como el asesor Héctor Aguilar Camín, que habían estado en funciones desde el 30 de diciembre de 1982.

172Ibidem, p. 89.173Entrevista con Ernestina Hernández, marzo de 2004.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 44: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

86 87

Tras ellos se retiran un buen número de articulistas, con orientación de centro y de izquierda: José Carreño Carlón, Rolando Cordera, Carlos Pereyra, Carlos Monsiváis, Pablo González Casanova, Luis Ángeles, Olac Fuentes Molinar, Iván Restrepo, Raúl Trejo Delabre, José María Pérez Gay, Rodolfo F. Peña, José Woldenberg, Gustavo Gordillo, Clemente Ruiz Durán, Arturo Warman, Octavio Rodríguez Araujo, Fernando Medrano (Renward García Medrano) y Roger Bartra.174

En febrero de 1984 lo seguirán un grupo de reporteros que ron-daban los 30 años, y quienes finalmente fundarán La Jornada, dejando una herida profunda en unomásuno, que partió su historia en dos, y de la cual, algunos estiman, nunca logró recuperarse.

Visto desde fuera, el conflicto tuvo varios factores convergentes que lo hicieron explosivo: la transmutación de la idea inicial de ser cooperativa periodística a ser una empresa propiedad de Manuel Becerra Acosta; la fundación del Siteuno y su activismo interno y externo; los serios problemas económicos del periódico; la incorporación de la política de los partidos de izquierda y de centro en las dinámicas internas del periódico; los periodos de abandono temporal de Hotel liderazgo de Becerra probablemente ligados a su problema de alcoholismo, y la posibilidad de que otros asu-mieran totalmente su control, que sumió al diario en un dura disputa interna. Y en el escenario nacional: el agotamiento del régimen del pri, que mostraba su debilidad en el norte del país, el desmantelamiento del Estado benefactor al establecerse las bases del neoliberalismo y el cambio de sexenio con Miguel de la Madrid a la cabeza.

Con la distancia que nos da el paso del tiempo, incluso la desa-parición física de algunos de los protagonistas,175 algunas de las peleas que los confrontaron se miran en colores primarios, porque muchas de las explicaciones, contenidas en los testimonios, se dan descalificando a los otros, reservando para sí la autenticidad de la herencia de los primeros cinco años de unomásuno. Es menester mirar los matices, pues de esa manera podemos ver un lienzo más complejo.

174 Hugo Sánchez Gudiño, Prensa y poder en el sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1988), p. 90.175 Además de Manuel Becerra Acosta hijo, fallecieron Teresa Weiser, Enrique Garay, Benito Terrazas y Roberto Vallarino.

Basaremos esta explicación en acontecimientos y percepciones, pero sobre éstas hay que decir que las batallas de aquellos días siguen librándose en la memoria: la mayoría de los testimonios que recabé se adentran en los caminos de la pasión, la tristeza, el rencor y la desca-lificación en cuanto pisamos el año 1983 y los que le siguieron. Los testimonios recabados por Ernestina Hernández para el libro conme-morativo de los 20 años de unomásuno están abiertamente sesgados: su intención fue hablar con los directores fundadores y con los que se quedaron. Los recuerdos que escasamente dejó Manuel Becerra Acos-ta a través del diálogo con Alegría Martínez traslucen la rabia que se acrecienta con los años y una intención de no hablar casi del lo que ocurrió en unomásuno. Los fragmentos de diálogos que ofrece Antonieta Barragán Lomelí son interesantes pues comienzan a avistar una parte de la historia que no se había contemplado en los libros anteriores, ya que entrevista a personas que abandonaron unomásuno. Al igual que los otros se basan en la técnica periodística de la entrevista, enfocando temas muy precisos, por lo que las percepciones y los recuerdos no alcanzan a florecer del todo.

Los testimonios que recabé para esta investigación fueron recopi-lados a través de la técnica de historia oral, como queda expuesto en el capítulo 1, lo que implicó una libertad de argumentación para los entrevistados que permite que salgan algunos recuerdos importantes a través de temas tangenciales. Así pude encontrar algunos recuerdos de temas importantes, desarrollados sin la guía de sentido que una imprime, tan enfáticamente, en la entrevista periodística.

Al igual que con el conflicto de los “ex Excélsior”, la raíz honda del conflicto fueron los problemas de repartición de las ganancias, pero esta vez también se jugó el control político del diario: el acuerdo de la huelga había divido a los directivos, la ausencia solicitada y concedida de Becerra Acosta, así como las derivadas de su consuetudinario consumo de alcohol y sus consecuencias,176 abrían un hueco en la toma de decisiones que fue llenado por sus subdirectores, notoriamente por Carlos Payán. El único contrapeso real lo ejercían el gerente Alberto Konik y Fernando Benítez,

176 Entrevista con Fernando de Ita, marzo de 2004.

Page 45: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

88 89

pero con el tiempo Manuel Becerra Acosta también los perdió. Según el último testimonio disponible, el director del periódico tuvo en la mira el problema, pero no en toda su magnitud:

Yo nunca me engañé. Adolfo Aguilar Zínser, que era mi gran amigo, aparte de mi cuñado y colaborador muy cercano, creía que el tiro de éstos se dis-pararía contra la administración del unomásuno, pero yo nunca me engañé. Ya finalmente se dio cuenta de que era contra mí. Claro, querían ocupar la administración. Cuando yo regresé de mi voluntario exilio nacional y volvía de Malinalco, éstos ya habían dado el golpe.Desde luego echaron al gerente, que era un aptísimo gerente. Probablemente no confraternizaba con ellos, como no hubieran confraternizado ellos con ninguna persona que actuara con legitimidad por los intereses del periódi-co. Ellos no estaban con los intereses del periódico: querían quedarse con unomásuno. No pensaban entonces en La Jornada, se les hacía muy fácil quedarse con el unomásuno.177

La pérdida de Fernando Benítez es mucho más compleja, porque su relación era muy cercana. desde Excélsior, según el testimonio de Becerra Acosta:

“la asociación con Benítez no siempre fue entre periodistas, fue una amistad de un escritor maduro ya, de un periodista con gran experiencia, con un muchacho que empezaba, que quería escribir, que escribía, hacía también periodismo. Lo gratísimo de esa amistad es que Benítez la estableció en un plano de igualdad, aunque fue un tutor desde el comienzo; parecía una relación de familia, como si él hubiera sido hermano de mi padre”.178

En la intrincada reconfiguración del orden interno de unomásuno que siguió a la salida del grupo de “jornaleros”, la lealtad de Benítez quedó en duda, en parte porque compartía amistad con ambos grupos y en parte porque la relación con Manuel Becerra Acosta estaba desgastada. Como

177Martínez, Manuel Becerra…, op. cit., p. 85.178Ibidem, p. 131.

una fiera encerrada, según la versión de Huberto Batis, frente al rector de la unam, Jorge Carpizo, Becerra Acosta acusó a Benítez de estar con el grupo de La Jornada. El rompimiento es muy amargo, según recuerda Batis:

Una tarde, Fernando y yo, haciendo uso del derecho de picaporte, entramos sin anunciarnos en la oficina de Manuel Becerra Acosta, entramos sin anunciarnos en la oficina de Manuel Becerra Acosta, quien estaba en una junta con funcionarios. Fernando trató su asunto y cuando íbamos a salir, Manuel pidió a Benítez que se despidiera de la gente congregada en la oficina de la Dirección General. Fernando simplemente bromeó pesadamente: “Ahí los dejo con este loco”. Salimos y al instante Becerra Acosta irrumpió en la subdirección editorial, y cerró la puerta tras de sí. Hubo una discusión muy agria, en la que le reclamó a Benítez su falta de respeto. “Se acabó, me voy con los que me quieren, no puedo seguir ni un minuto más aquí”, gritó Benítez y me pidió que lo llevara a su casa.En el camino iba muy triste y muy molesto. “Esto no tiene remedio”, me decía.Becerra Acosta le rogó que reconsiderara su partida y le envió emisarios —entre ellos a Carlos Ramón Narváez y a mí. “Tú lo has visto, ¿cómo voy a regresar?”, me decía Fernando. “Yo sólo vi que son igual de majaderos”, le respondí. “Pero yo soy su padre; estoy viejo y puedo regañarlo; se va a quedar sin nada y está destruyendo el unomásuno.179

Antes de la fundación de La Jornada, durante la crisis de 1993, Benítez insistía en quedarse al lado de Becerra Acosta. Después de la salida de Benítez, el propio Batis, y algunos coordinadores como Ramón Márquez, Luis Gutiérrez, su círculo familiar y los íntimos, fueron sus apoyos. Pero incluso allí algunas relaciones se tambalearon. Fernando de Ita, recuerda sus vacilaciones:

Entonces cuando se hace la ruptura yo estoy, cerca de los dos. Me dice Pa-yán: pues vente con nosotros. Él lo daba por hecho. Becerra Acosta me dice: “Eres el príncipe”. [...] Yo me sentí exactamente entre dos pasiones, entre dos

179 Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., pp. 82-83.

Page 46: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

90 91

lealtades. Lo que hice fue renunciar y salirme por mi cuenta. Me fui a parar con Monsi a la Cultura en México. Y ya en México en la Cultura, a Siempre. Entonces quedé mal con Becerra Acosta y quedé mal con Payán. Precisamente por haberme salido con ese problema pude luego entrar a La Jornada. Pero ya no fui fundador de La Jornada, porque te digo que entre mis lealtades no supe qué hacer... atrás se quedaba gente que yo quería muchísimo, mis hermanos en el periodismo, como Vallarino, Belmont, Patricia Cardona; con los que habíamos crecido, periodísticamente hablando. Y ellos se quedaron, entonces ellos me decían: oye no te vayas, tú eres de nosotros. Pero yo tenía de verdad un compromiso con Payán; además, era él que me había invita-do, etcétera. Y de verdad me sentí realmente mal. Después hice una mala elección... bueno ahora a la distancia no es tan mala, porque finalmente fue una decisión personal que me permitió... pero en ese momento fue terrible, porque todo mundo lo vio. Nadie supo bien a bien qué pasaba. Entonces Payán lo sintió cómo “no te viniste conmigo” y Becerra Acosta me dijo: “es usted un pendejo, ni siquiera se fue con ellos”. Y después “¿qué chingados está haciendo allá afuera con Monsiváis? en esa revista de peluquería”.180

El testimonio de reportero Miguel Ángel Velázquez se adentra en un tema poco conocido del conflicto final: la confrontación entre los “ex Ex-célsior” —ahora depurados y muy cercanos al director— y quienes habían llegado de agregados seis años atrás, sumados a quienes se habían incorpora-do al periódico para llenar los huecos que dejaron los “ex Excélsior” cuando salieron del periódico. Al referirse a la época del conflicto, tanto Velázquez como Luis Acevedo dejan entrever una realidad interesante: se consideran pares de quienes habían sido el núcleo inicial del periódico, ya no había diferencia entre su trabajo y el de ellos; ya los habían alcanzado. Usando como termómetro la producción de reportajes, en el capítulo 4 podemos apreciar que, en efecto, las grandes plumas de Excélsior habían quedado casi en segundo término, y quienes dominaban los trabajos especiales eran aquellos reporteros fundadores, pero que no venían de Excélsior. Según lo recuerda Miguel Ángel Velázquez, la confrontación fue así:

180 Entrevista con Fernando de Ita, marzo de 2004.

La gente que venía de Excélsior era un grupo cerrado, compacto, prepoten-te, y este grupo no permitía la competencia, o no la quería; entonces, en algún momento armaron una lista en la que planteaban que Jaime Avilés, Mario Alberto Reyes, la hermana de Becerra Acosta, yo y unos cuantos más, saliéramos del periódico, porque nos odiaban; esto era partida de las cartas fundamentalmente de Cardona. [...] Cardona entendía que éramos un equipo que podía hacer algo siempre y cuando obedeciéramos al pie de la letra lo que él nos decía: tú puedes ser el mejor reportero de México siempre y cuando te pases unos tres o cuatro años cubriendo policía, y a lo mejor tenía razón, el problema es que el periódico no tiene ese perfil. [El trabajo así entendido] significaba una constante de humillación donde solamente ellos tenían la razón, entonces no importaba si traías o no traías la nota, siempre que ellos no la manejaran entonces la cosa funcionaba. Ese era el problema grande que había ahí. Había que luchar contra eso, más que contra si el partido de hoy tenía que ajustarse a los funcionamientos de la dialéctica o no, y yo creo que ese era el problema del periódico; después, ya avanzado el tiempo, la configuración del diario, el perfil del diario, cuando la gente de Excélsior empezó a salir porque su capricho —no sé si principal o fundamental— porque tenían mucha cercanía con Becerra, porque se mentaban la madre con Becerra y salían decepcionados o porque Becerra se ponía muy lépero con ellos, no sé exactamente, empezaron a salir, el periódico empezó a tomar el perfil absolutamente de izquierda.181

Luis Acevedo, reportero de finanzas, quien había sido formado por

Guillermo Mora Tavares y René Arteaga, e inicia su ascenso periodístico en 1982, y Alberto Aguilar, habían entrado como reporteros casi novatos y habían recibido la formación de quienes venían de Excélsior. Tras la muerte de Arteaga y el retiro de Mora Tavares del diarismo, cumplieron con el relevo generacional sin complicaciones, a pesar de lo cual Acevedo tiene una percepción de pérdida en relación con quienes se van a La Jornada:

Con tristeza. Una gran tristeza porque son los grandes cuates. René Delga-do. [...] los grandes cuates que se van, tus compañeros de asiento: Miguel

181 Entrevista a Miguel Ángel Velázquez, mayo de 2004.

Page 47: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

92 93

Ángel Velázquez, todos ellos, todos los grandes cuates, que se te van. Los reporteros que ya eran gente hecha, a los cuales tú alcanzas, y uno piensa, o yo al menos pensé, que ya los había alcanzado, que ya estaba yo a su lado, me sentaba junto a ellos. Que esto era maravilloso, poder compartir las cosas de tú a tú, cuando ellos ya eran personajes consagrados, y bueno de repente ellos se van.182

Esta ruptura pudo significar, para quienes apenas comenzaban su proceso de formación como periodistas, una interrupción del ciclo de generaciones, que era el modelo inicial. Visto así, el periódico se queda sin una generación intermedia, la de los jóvenes fundadores. Así, la re-dacción tiene que rehacerse con los experimentados “ex Excélsior” que quedan en la redacción y los jóvenes “huesos”.

Hay muchas versiones coincidentes de ambos bandos en un hecho fundamental de la reorganización del periódico previo a la crisis, en donde aparecen los nombres de Carlos Payán y Carmen Lira. Fernando de Ita recuerda la militancia de Payán así:

Creo que uno de los representantes [de izquierda] era Carlos Payán. Carlos —me va a odiar por esto— realmente era militante, un militante tan claro que eso ya no es secreto, que incluso estuvo un momento en el pri, cuando Muñoz Ledo, como una acción del partido. [...] A Carlos le daba vergüenza, por ejemplo, decirlo. Yo estuve, en ese tiempo era un chavo apolítico [...] pero me dijo: jamás le vayas a decir a nadie que estuvimos en el pri, lo guardé como veinte años. De esa manera llega también al unomásuno, representando de alguna manera —eso no está escrito en ningún lado— llega representado al viejo Partido Comunista, al psum, en ese momento.183

Miguel Ángel Velázquez es más explícito al identificar los grupos internos:

Había tres células del comunista y una de los trotskistas, creo, no me acuer-

182 Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.183 Entrevista con Fernando de Ita, marzo de 2004.

do bien, había una que dirigía, que estaba en manos de Musacchio, había otro, el trotskista que manejaba... ¿quién, quién, quién?, ¿cómo se llamaba este cuate?.. Y había otro más, ahorita a ver si me acuerdo. Yo no pertenecí a ninguno porque creo que mi intención era más preocuparme por no ser despedido del periódico, que por tratar de hacer uno, entonces no me metí ahí, pero fíjate que incluso, ¿no sé si te platicaba la vez pasada? alguna vez tuve la intención de meterme al comunista, pero por ahí me la quitó Payán. Entonces no, así como grupo, nunca pertenecí a ninguno, pero siempre hacía cuerpo con las cosas de Musacchio, claro, el grupo más importante era el de Becerra, que era del pri, que de pronto se enfrentaba con el grupo de mayor izquierda que era el de Payán y el grupo del gatopardismo que llevaba Granado Chapa, que ese iba para donde soplara el viento.184

Para entender la militancia de Carmen Lira es suficiente con leer

los reportajes de sindicalismo que escribió para unomásuno, donde es evidente el tono de su escritura proveniente de la ideología de izquierda (ver capítulo 5). Su influencia era mayor porque llega a ser coordinadora de información y con ello tiene a mano la generación de las órdenes de trabajo, que imprimían el sentido de la cobertura diaria. Fue uno de los pilares fuertes del grupo disidente y un contacto directo con los dirigentes de la izquierda de entonces. Su posición dentro del diario es percibida por Miguel Ángel Velázquez así:

Yo siento que Becerra dejó de ser el gran director de orquesta, de esa orquesta que no desafinaba nada, n’ombre, al contrario, las cosas que tú quisieras. Al tipo pervertido que perdía la perspectiva de las cosas; él era un hombre que no tenía mucho acercamiento, creo yo, con los militantes de la izquierda, esos se acercaban a Payán, a Carmen, y él dialogaba con el poder, con el poder real, entonces las visiones eran muy diferentes, muy encontradas, y esto pesaba al interior del diario. Mira, el asunto truena porque supuestamente todos éramos dueños y de repente resultó que no, pero como que esa es la gota que derrama el vaso, aquí la inconformidad real, seria, era que el periódico se estaba perdiendo, no económicamente,

184Entrevista con Miguel Ángel Velázquez, mayo de 2004.

Page 48: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

94 95

porque económicamente el periódico no nos dejaba nada, sería como ser dueños de aire, ¿de qué éramos dueños?, ¿de las pérdidas del periódico?, no teníamos nada, ¿qué estábamos luchando?, ¿por el futuro?, pues a lo mejor, pero yo no estoy muy seguro de eso.185

En el otro extremo Huberto Batis hace un severo cuestionamiento a la ambición y estrategias del grupo para controlar al director:

Recuerdo que algunos lo acompañaban a sus farras. Así, Carlos Payán, Héctor Aguilar Camín, José Carreño Carlón, Rodolfo Peña, Carmen Lira, Miguel Ángel Granados Chapa se turnaban para comer con él y ahí agarra-ban la jarra. Ese día ni Becerra Acosta ni el acompañante se presentaban a trabajar. Al día siguiente le tocaba de nuevo jolgorio al director... y al otro.En un momento dado Benítez me comunicó: “Hemos mandado a Manuel fuera de México para que se cure y descanse”. Yo creo que lo convencieron de que se fuera para que ¡no estorbara! Manuel se fue a España, y dentro del diario floreció cada vez más la propaganda en favor del psum. Fue la época en que la mesa de redacción cayó en poder de los que luego serían disidentes.186

En cada una de las secciones del diario la polarización se fue hacien-do evidente en los tres meses de ausencia de Manuel Becerra Acosta. El punto máximo de agitación interna fue a finales de noviembre. Cuando la situación es irremediable y se muestran las cartas, Miguel Ángel Granados Chapa pronuncia un discurso en la redacción del periódico donde invita a los reporteros a seguirlos y expone las razones de la salida. Los argumentos básicos con los que se justifica la ruptura son el cambio de propiedad del periódico, la crisis económica y la modificación de la línea editorial hacia una más gobiernista, en detrimento de las “causas sociales”. Otra reunión de este tipo se da en el salón El Ruedo. Christa Cowrie la recuerda así:

Payán, Carmen, Héctor Aguilar Camín, ante trabajadores reunidos en

185Idem.186Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 78.

asamblea sindical, anunciaron su salida y expusieron sus razones, yo les manifesté respeto por sus opiniones, pero no me convencieron.187

En cultura se dieron discusiones en la calle, en la redacción, en las casas, no había claridad en la situación y lo que obligó a todos a tomar una posición fue una carta con duras acusaciones hacia Manuel Becerra Acosta. Adriana Malvido era una reportera apreciada de la sección cul-tural y apunta que no fue fácil para ella definir su lugar:

A mí me llegó la carta, la leí, me acuerdo que una compañera mía la firmó, Angélica Abeyeira, y Braulio, y las discusiones en la calle: ¿qué hacemos? No te creas que era muy claro, por lo menos entre mis amigos era: “¿qué hacemos? ¿qué está pasando?” Yo le decía a Fernando de Ita: “Fernando, yo no entiendo. Es que yo firmo, pero alguien me tiene que explicar esta carta”.188

Los términos de la carta eran muy severos en contra de Becerra Acosta, se refería a la disolución de la cooperativa, señalaba que la línea progresista del periódico había cambiado, como centro del argumento de la salida de los directivos y de otros que la firmaron y se fueron. Adriana Malvido cuenta cómo en la calle, fuera del periódico, junto con Fernan-do de Ita y Javier Molina, se preguntaban qué era lo que iban a hacer. Y finalmente en una opción de alto costo personal decide no firmar la carta de adhesión a los directivos, pero sí irse con ellos:

Después me hablaron algunos de los directores: Musacchio me conocía perfectamente porque había sido mi jefe, fue director de cultura, nos queríamos mucho; Héctor Aguilar Camín habló, Payán me habló: “oiga, usted véngase, vamos a hacer un nuevo periódico”. Me voy a ir, pero yo no voy a firmar esa carta. Me voy a ir porque yo me identifico más con los que se van, pero no voy a firmarla. Entonces hubo un ínterin en el que yo me quedé, cuando ya todos se fueron y fue terrible. Eso aceleró

187Ibidem, p. 136.188Entrevista con Adriana Malvido, junio-julio de 2007.

Page 49: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

96 97

más mi salida, yo quería hablar con Becerra, yo quería despedirme, yo quería darle las gracias.189

No había vuelta atrás, llegó el momento de las decisiones. Visto a detalle, no fueron la mayoría los que se fueron en proporción con los que se quedaron, pero el golpe anímico fue muy fuerte. Ernestina Her-nández recuerda que de la sección internacional, que entonces dirigía el argentino Óscar González, se fueron un formador y dos redactores; en deportes se fueron Alejandro Caballero, un joven reportero y Pedro Aldana, quien para entonces estaba confrontado con Ramón Márquez; y es en la redacción general donde el impacto es mayor. Pero sin duda el hueco mayor, según casi todos los testimonios, es el de la salida de los articulistas, de la mano de Héctor Aguilar Camín, quien había sido su coordinador.

Los detalles de estas salidas son interesantes: en deportes había habido una pelea por el pago de las guardias a los reporteros de más bajos ingresos. Los reporteros hicieron un frente común para que se les pagara como a los de otras secciones como reporteros A y ter-minaron pagándoles como B. Cuando finalmente se acuerda que se pague un poco más, Ramón Márquez hace un comentario negativo de quienes se fueron del periódico, y es entonces cuando se define, para sorpresa de una de las secciones más controladas del diario, el destino de Alejandro Caballero y de Pedro Aldana. El propio Pedro recuerda el incidente:

Alejandro Caballero, que trabajaba ahí con nosotros, cubría el fútbol creo, o autos. No me acuerdo, automovilismo creo que era lo que cubría. Entonces respondió ante la agresión de Ramón hablando mal de la gente. Entonces él brinca y le dice: “yo nada más quiero, con lo que estás diciendo, quiero que me digas una cosa: “¿tú eres simpatizante de La Jornada?” Y el otro responde: “sí”. “Entonces estás a disposición de personal en este momento”. Después del conflicto de la guardia, correr a este cuate... Nos quedamos de a seis. Después nos reunimos con el sindicato para ver si aceptábamos o no

189Ibidem.

la nueva propuesta de las guardias, y llegó Magú, y dijimos, no podemos aceptar esto porque tienen que correr a él, y era otro asunto y este Caballero dice: “Yo de todas maneras iba a renunciar”.190

Pedro Aldana, poco tiempo después, toma la decisión de renunciar, lo que es complicado porque trabajaba en la síntesis informativa de la Contraloría, donde también era su jefe Ramón Márquez y su compañero de trabajo Víctor Manuel Juárez, que también era fiel al director, así que el conflicto pasó también al otro trabajo. Pedro Aldana recuerda así el día de su renuncia:

Le digo: “Oye Ramón, quiero hablar contigo”. “Vente, vente, pásale”. Llegué y pues primero presenté mi renuncia y se sorprendió mucho y me dice: “¿pues qué a donde vas?” “A La Jornada”. Se paró enfurecido, salió del departamento y no me aceptó la renuncia, bueno, no me la recibió. Entonces se fue, yo agarré y le dejé la renuncia ahí y me subí a la dirección, para renunciar directamente con Manuel Becerra Acosta. Entonces, cuando subo, ya había subido Ramón; yo iba por las escaleras y había un cuate que se llamaba Fernando Ramírez de Aguilar, que le decíamos el Gordoche, un chaparrito gordito, que era jugador de fútbol americano. Entonces llegó y empezaron a gritar “¡fuera! ¡fuera!” y empezaron a alebrestarse algunos reporteros de información general. Yo me metí a la dirección y le dije a la secretaria del director: “Oye, quiero entregar mi renuncia, pero se la quiero entregar personalmente al director”.191

Su compañero Sergio Guzmán, quien se quedó, recuerda que hubo un momento en el que Ramón Márquez les pidió una definición y enton-ces salieron Caballero y Aldana, con el enojo de Márquez. Sin embargo, Guzmán siguió teniendo ciertos nexos con Pedro Aldana. En el momento de la salida, sin embargo, recuerda que el impacto fue grande:

A mí me dolió, desde luego, que se haya partido el grupo. Creo que en

190Entrevista con Pedro Aldana, mayo de 2004.191Idem.

Page 50: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

98 99

esos mundos ideales que no existen, creo que si hubiéramos continuado juntos esto sería —sin duda alguna— sería el gran periódico, si no nos hubiéramos dividido; si la familia no se hubiera dividido.192

En un tenor semejante Luis Acevedo recuerda el momento en que él decide por quedarse:

Me invitan y yo digo que no; pensé mucho en el proyecto de unomásuno, y a la mejor, a la mejor la regué. Pero no me arrepiento de haberme quedado en unomásuno; pero de haberme ido con ellos mi vida hubiera sido total-mente diferente, pero como el hubiera no existe, esa fue la circunstancia. Lo medité mucho: en esto me embarqué; todavía no terminaba el ciclo que me había marcado dentro del unomásuno y lo traté de concluir. Después las circunstancias me fueron obligando a quedarme, quizá por un par de años, tres años más, que debieron haber sido inútiles o que fueron inútiles, pero que de cualquier manera formaron el ciclo que me había planteado. Y te digo me invitaron, generosamente, todavía cuando estaban ya en el periódico, cuando el periódico ya era exitoso, me volvieron a invitar.193

Hasta ahora se ha dicho que la división es clara, pero tenemos cuatro testimonios que nos hablan de que no había pleno consenso: Fernando de Ita, que se va a Siempre; el de Sara Lovera, que tarda en tomar su posición; el de Adriana Malvido, quien se niega a firmar la carta, y el de René Delgado que intenta hacer una reunión de avenencia entre los dos grupos en su casa, pero fracasa en su intento y finalmente decide salir, pero toma distancia:

Yo no quise salir con el sindicato; pero moralmente ya no me sentía avalado para permanecer, tuve oportunidad de permanecer, e incluso de crecer. Hubo el ofrecimiento para la jefatura de información […] A mí no me gustó que tomaran su decisión solos; no me pareció correcto que de forma unilateral tomaran la decisión. A lo mejor la compartieron con

192Entrevista con Sergio Guzmán, febrero de 2004.193Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.

otros. Seguramente así fue, pero con un grupo selecto en el cual no estuve y me da igual; pero no me parecía leal que, supuestamente estando, en una idea grupo, salgan. Eso te va a explicar por qué yo no salgo con el sindicato, yo salgo antes.194

Con dos extremos me gustaría cerrar este apartado de la ruptura, las

opiniones de Miguel Ángel Velázquez y de Stella Calloni, quien tarda en tomar posición frente a la ruptura. Para Miguel Ángel Velázquez, la herencia del unomásuno inicial se la llevan como un valioso equipaje al nuevo proyecto:

Creo que unomásuno dura exactamente del 77 al 84, no hay más uno-másuno, no hay más Becerra Acosta aunque estuviera Becerra Acosta ahí, no hay más interés público en el diario. Si nuestra pregunta al salir del periódico era: ¿estamos abandonando lo que no es nuestro? La cons-trucción de unomásuno era una construcción hacia afuera, hacia la gente, entonces nosotros pretendíamos que el diario fuera de la gente. Cuando se decide nuestra salida del periódico, el asunto tiene que ver con que el periódico ya no solamente no es de la comunidad que trabaja en uno-másuno, ya no le pertenece a la gente; los intereses del diario empezaron a parecerse a los intereses del gobierno. Se acaba. El sueño se termina allí: despertamos y el monstruo estaba junto a nosotros. Entonces yo no entiendo como el basarnos, sino fuera para decir que a partir del 84 empieza la desgracia, plantea los siguientes años [...] entre la decadencia, la ineptitud intelectual, física y moral de Becerra Acosta, la ambición desmedida de Luis Gutiérrez y la poca importancia que tenía el periódico como medio de comunicación, planteada como una función de servicio, se me hace muy difícil, no sé cómo lo vayas a plantear, a mí se me hace no solamente difícil: ¡protesto por eso!195

194Entrevista con René Delgado, 13 de marzo de 2008.195Este fragmento del testimonio de Miguel Ángel Velázquez es el inicio de nuestra entrevista, llevada a cabo el 18 de mayo de 2004 en las instalaciones de La Jornada, y es el discurso con el que me recibe, al mismo tiempo que una crítica a la temporalidad que elegí para esta investigación. En el proceso de concertar una entrevista con él le hice llegar los datos generales de la indagatoria, entre los que estaban el lapso estudiado: 1977-1987, y es justamente con lo que no está de acuerdo. Esa

Page 51: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

100 101

Lejos de México, Stella Calloni, que era corresponsal de varias pu-blicaciones en Centroamérica, no se entera de la división del diario. A la pregunta: ¿cuando se da la salida de la gente que funda La Jornada tú que decides?, responde:

Yo no decido nada. No sabía que se habían separado, yo seguía escribiendo para unomásuno y de esas cosas que no tienen explicación: nadie llamó, nadie nos llamó para decirnos: miren se ha producido un problema. Se olvidaron de los corresponsales. Te lo aseguro. Entonces seguía escribiendo para el unomásuno. Hasta que me voy enterando, pero como con cierta ofensa, porque si una de las cosas que tenían era la obligación de avisarte. Estoy parada en el aire. Eso pasó.—¿Cómo te enteraste entonces?—Yo me enteré un día que iba a ir a Libia y me llaman. Oscar González se quedó en el uno, no sé por qué, porqué él tenía mucha[...] estaba muy pegado con la gente que se fue a La Jornada. Y le digo: “Qué dirá Carmen”: “No —me dice— si tu sabes que hubo una separación aquí.” “¿Cómo que una separación?” “Están formando otro periódico.” “¿Cómo que están formando otro periódico? No me habían informado.” Llegó Josexo como. Automáticamente habrán pensado que decidí, pero yo no decidí nada, porque nadie me dijo nada. Así todas esas cosas rarísimas que pasan. No con ninguna mala intención, simplemente estaban enredados en la cosa aquí y no se acordaron de llamar para avisar: [diciendo] está sucediendo esto, nos estamos separando, te invitamos a estar con nosotros o no. Yo andaba en mis montañas allá en Nicaragua y todo esto estaba pasando acá. Y me entero cuando ya vengo de Libia con una entrevista, porque me dicen un día Stella, con una entrevista que me dieron con el general Kadafi.[...] Cuando digo “¿qué dirá Carmen?, ¿estarán contentos de que conseguí la entrevista?” [Me dicen] “No, ya no estamos juntos”.196

La Jornada comenzó con el impulso de la salida de unomásuno, y hay varias sedes de los grupos de discusión: la casa de Carlos Payán

es la razón por la que el fragmento termina con una enfática protesta.196Entrevista con Stella Calloni, mayo de 2004.

en Luis Cabrera, el hospital donde era atendida la hija de Miguel Ángel Velázquez, unas oficinas de Prado Norte conseguidas por Héctor Aguilar Camín y las oficinas de la editorial Océano en las inmediaciones de la plaza de la República. La salida colectiva se da a finales de febrero, cuando se inicia la venta masiva de acciones, y hasta septiembre: quienes eran reporteros se convirtieron en vendedores de acciones, quienes eran escritores, se convirtieron en gestores de patrocinios mayores, y quienes eran auxiliares atendieron las mesas de ventas de acciones, a una sociedad de múltiples y variados rostros, que fue siguiendo las sesiones de promoción en las distintas regiones del país. A veces avanzando por las antiguas redes del Partido Comu-nista; por las universidades, por apoyo de priístas amigos, y por redes de amistades personales.

La promoción de La Jornada dolió mucho, y siguió doliendo muchos años después. Para 1997 Ernestina Hernández, recogió una serie de testimonios que reclamaron el tono de su campaña: Luis Gu-tiérrez decía: “no fue el golpe y ya, sino una insidiosa campaña que duró años. Y la maledicencia sigue”; Becerra Acosta declaraba: “creo que actuaron por convencimiento y que la campaña de desprestigio que emprendieron contra nuestro periódico no fue producto de tanta malevolencia, sino de tergiversación de los acontecimientos”; Jorge Hernández Campos asegura: “los que salieron de unomásuno y más adelante fundaron La Jornada tenían todo el derecho de hacerlo. A lo que no tenían, ni tienen derecho, es a echar todo el lodo que han lanzado sobre unomásuno”. Otros testimonios reunidos en el libro de Hernández (1998), son del mismo tono.

Sara Lovera, una de las fundadoras de La Jornada, se refiere al re-clamo de que la promoción de La Jornada se basó en la descalificación de unomásuno:

Pues claro que sí, claro que sí, el discurso es: “se acabó ese proyecto, se lo llevó el diablo”. Había nacido —como todas entendemos— como reacción al fracaso y a la reacción del Estado frente a Excélsior; entonces vamos a hacer periodismo independiente “los periodistas”. Un poco ése era el discurso, que había nacido de la toma del periódico, por parte del

Page 52: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

102 103

gobierno, del Excélsior. Ese discurso, naturalmente al salir esta enorme cantidad de personas, de peso intelectual o de peso en lo que quieras, ¡claro!, ese proyecto se lo llevó el diablo. Claro que sí. Además, frente a la renuncia y a la denuncia en el Hotel de México, la gente pagó la entrada e hicieron una cola enorme para entrar, para oír a González Casanova decir que había un nuevo proyecto de periódico. La gente llamaba y decía: “yo quiero”.197

A través de estos testimonios y otros que están publicados podemos apreciar que hubo una confrontación, que llegó a ser personal, entre quienes se quedaron en unomásuno y quienes se fueron a La Jornada. El encono con el que se vivió el proceso de ruptura tal vez opaque el hecho de que algunos caminaron sobe las huellas del 8 de julio de 1976: los gritos de ¡fuera!, ¡fuera! de Fernando Ramírez de Aguilar, Víctor Manuel Juárez y Gonzalo Álvarez del Villar, que acompañan a la renuncia de Pedro Aldana, fueron ecos de aquellos que profirieron los leales a Regino Díaz cuando salían los periodistas que fueron defenestrados en el viejo Excélsior; la reunión del Hotel de México llevada a cabo el 29 de febrero, donde se anunció la salida del nuevo diario y se vendieron las primeras acciones de La Jornada, recuerdan la emotiva jornada en el Sheraton en la que se recaudaron fondos para Proceso. Los discursos de compromiso con el pueblo, los lectores y las causas populares, así como la descalificación del periódico que se abandonaba, que acompañaron a la fundación de La Jornada, recuerdan también el primer editorial de unomásuno, y hasta la conferencia que dieron un joven, exultante Manuel Becerra Acosta, acompañado de un Fernando Benítez en plenitud, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en 1978, se parecen un poco a la gira de los intelectuales en las universidades del interior del país como parte de la promoción de La Jornada.

Pero hay una diferencia fundamental en las historias de ruptura entre el Excélsior de 1976 y el unomásuno de 1984: mientras que en el golpe de Excélsior hay una directa intervención del poder Ejecutivo en la expul-sión de Julio Scherer, en 1984 el conflicto es interno y entre periodistas;

197Entrevista con Sara Lovera, diciembre de 2006.

periodistas que alguna vez fueron amigos y colegas que construyeron juntos. Tal vez por eso las batallas sigan librándose en la memoria.

Después de hablar con representantes de las cohortes de unomásuno, puedo decir que quienes permanecieron en el periódico de la cerrada de Corregio 12, al paso de los años se quedaron con la sensación de que habían perdido una oportunidad muy importante. Sólo algunos que aún trabajan en La Jornada asumen que la mejor herencia del periodismo que se hizo en unomásuno sigue viva en su trabajo cotidiano; pero en términos de la producción, de la experimentación, de la innovación, es cierto que la experiencia de la primera comunidad de unomásuno, la que trabajó entre los años de mediados de 1978 a mediados de 1983, ha sido irrepetible en su empuje, espíritu, entrega y pasión.

Pero ese no fue el espíritu con el que se continuó la edición de uno-másuno a partir de marzo de 1984, ya que hubo un ambiente de rabia por la “traición” de quienes se fueron, y algunos de los que se quedaron sacaron la casta... por un tiempo.

2.8 poda y nuEvas hojas

Para explicar lo que pasó después de la salida de los “jornaleros”, nos valdremos del cuerpo de papel de unomásuno: allí están los nombres de quienes dijeron: “este es nuestro proyecto”; de aquellos que llegaron a reforzar —desde otras experiencias— la redacción extenuada por los conflictos; aquellos que empacaron sus lides en los estados y se vinieron a probarse en las grandes ligas de la capital, y finalmente también, la nueva generación de “huesos”, para quienes se abrió la oportunidad de probar que su educación universitaria y los meses, tal vez años, de entrenamiento habían sido suficientes para pelear por la primera plana.

Quienes se quedaron a compartir la difícil etapa, de manera con-tundente, con buenos reportajes, algunos muy buenos, mandaron un mensaje a quienes se fueron —y a sus lectores—, de que tenían la calidad periodística para sostener el prestigio ganado juntos. Así, Ramón Már-quez, Luis Acevedo, Ricardo del Muro, David Siller, Héctor A. González, Ubaldo Díaz, y Mario García Sordo, desde la primera plana del periódico

Page 53: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

104 105

retaron a quienes se habían ido —a veces en su propio territorio— a superar cimas periodísticas cada vez más complejas: Ramón Márquez, con un reportaje sobre la mujer violada, interpela a Sara Lovera; Ricardo del Muro ofrece un muy detallado reportaje de 20 entregas sobre los municipios fronterizos, para quien quiera tomar el reto; Luis Acevedo, sin ninguna competencia y fiel a su compromiso de consolidar su pe-riodismo financiero augura, con un reportaje de cinco entregas: “no se podrá pagar la deuda oportunamente”; Mario García Sordo vuelve sobre uno de los enemigos declarados del periódico: el Instituto Lingüístico de Verano, y Héctor A. González da la bienvenida al nuevo director de la Penitenciaría de Santa Marta con un reportaje de tres entregas que muestra el grado de corrupción de los penales.

El perfil de los que se quedaron es variado, porque representan dos generaciones distanciadas: los leales a Manuel Becerra Acosta, sobrevivientes del grupo de fundadores, más un grupo numeroso de jóvenes auxiliares que pasan a ser reporteros y reporteras. De entre estos sólo tenemos conocimiento de que tres tenían militancia o simpatía abierta por la izquierda: Mario García Sordo, María Antonieta Barra-gán y Teresa Gil. Muchos de ellos se encuentran en plena madurez periodística, después de años de experimentación, formación y con la espina clavada de la nueva publicación y parecen responder al ambiente que Luis Acevedo describe:

Cuando nace cualquier periódico, es el momento —y además está compro-bado— es el momento en el que... el momento previo, el nacimiento, y yo creo que el primer año, más bien, los primeros seis meses del nacimiento del nuevo periódico, lo único que generan es una renovación muy eficaz en el medio periodístico y en los medios de comunicación del país. Polí-ticamente también tienen influencia, con otra de las características: que revalúan el trabajo periodístico.198

Pero hay versiones de personas que se quedaron definitivamente o por un breve periodo en unomásuno que hablan de la profunda herida de la

198Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.

salida. La fotógrafa Christa Cowrie, a pregunta expresa sobre los cambios políticos en el periódico cuando se fueron los fundadores de La Jornada, dice:

Payán se llevó a la mayoría de la gente de izquierda que escribía en el diario. Desde entonces nuestro periódico carece de plumas fuertes opositoras al régimen y eso, claro, nos debilitó como periódico. La Jornada salió como cohete. Payán se llevó a periodistas cuya opinión es crítica y se discute en la sociedad. Fue una debacle.—¿Crees que este vacío ya se llenó?—Por el contrario, ha aumentado.199

Adriana Malvido elige salir, pero tarda en renunciar, lo que le per-mite observar el ambiente inmediatamente posterior a la salida de los reporteros “jornaleros”:

Cuando salió todo mundo, algo pasó, se enfermó muy fuerte el perió-dico. Se iban plumas importantísimas, y reporteros muy importantes, la verdad […]Durísimo, durísimo porque el periódico se sentía angustiado, me pa-rece. A mí me han contado, no sé si es leyenda, que cuando se fueron los articulistas, de un día para otro ya no entregaron, y Becerra Acosta se puso a escribir muchos artículos con seudónimo, él solo, en un día, porque no estaban los articulistas más importantes, era un gran peso en el periódico el articulista, era tanto la información como la opinión […]Cuando yo llegué a la sección [cultural] —porque en esos momentos no había internet: tú ibas a tu máquina a escribir la nota— me acuerdo que Vallarino, que me había querido muchísimo, me dijo: “tú te vas a ir ¿verdad?”. Le dije: “Sí, Roberto”. Desde allí me trató como chancla, era un trato horrible, como chancla, sí; haz de cuenta que en lugar de darme órdenes de trabajo —yo cubría artes plásticas diario, pintores, escultores—, de repente me decía: “hoy te vas a quedar a hacer cables”, como si estuviera castigada; “hoy te vas a… vas a hacer estos pies de foto”, y me aventaba las fotografías. Lo resentí instantáneamente. Dije: así va

199Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 136.

Page 54: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

106 107

a ser. Además era todo el día oír una crítica hacia mis amigos, que eran Víctor Roura y Braulio Peralta.200

Para las vacantes de reporteros se hicieron varios movimientos rápi-dos: hay dos corresponsales que reciben la invitación para integrarse a la redacción central y la aceptan: Roberto Santiago, de Oaxaca, y Rebeca Lizárraga de Sinaloa. La mayoría de los auxiliares de redacción que estaban en entrenamiento en el momento de la crisis se quedan en el periódico, porque significaba una oportunidad de ascenso y pudieron llegar a ser reporteros: Francisco García Davish, Jorge Monroy, Néstor Martínez, David Cano y María Antonieta Barragán. Hay dos auxiliares que se van con el grupo y que igualmente serán reporteros en La Jornada: Judith Calderón y Víctor Ballinas.

Francisco García Davish recuerda cómo de la mano de Luis Gutiérrez comienza su carrera de reportero, en la época en que se da la huelga y a contrapelo de la sugerencia de Carmen Lira que lo propone primero para una plaza de redactor en corresponsales y de Ramón Márquez, que lo quería para deportes. En su promoción se imponen los consejos de Luis Gutiérrez, quien lo arropará durante años desde la jefatura de información, primero, y posteriormente desde la dirección, y se queda como suplente de Fernández Ramírez de Aguilar y Labin, y de Jorge Reyes Estrada, quienes eran los titulares de todo el segmento policial.201

Los reporteros que son invitados de otras redacciones son un grupo pequeño pero interesante: Isabel Llinas, Alberto Carbot, Roberto Vizcaí-no, Ricardo Alemán, Raúl Correa, Rebeca Hernández, Carlos Velázquez, Rodrigo Farías, Miguel Ángel Quemain y Teresa Lozada. Isabel Llinas, perteneciente a este grupo de reporteros reclutados para hacer el relevo y llenar los huecos de quienes se fueron a La Jornada, recuerda el ambiente denso de la redacción de unomásuno:

Siento que con ciertas reservas, la mayoría, porque los que nos cono-cían, bien, y como la mayoría no nos conocían, a lo mejor andaban

200Entrevista con Adriana Malvido, junio-julio de 2007.201Entrevista con Francisco García Davish, noviembre de 2005.

investigando: ¿éste quién es?, ¿ésta quién es?, ¿qué hace aquí? Pero en términos generales, bien, pero yo siento así que cierta reserva y que uno llegaba —bueno en mi caso particular— llegaba y a trabajar. Obviamente si sentías un ambiente medio raro, porque toda la gente que se quedó obviamente extrañaba a la gente que se fue y sentían así como que les faltaba algo. El periódico siempre tuvo su fama, bien ganada, de ser un periódico bien estructurado y de izquierda; entonces, al irse toda la gente, se había ido abajo[…] Cada uno tuvo sus motivos, siento que muy válidos, tanto de los que se fueron, como de los que se quedaron, pero los que se quedaron, yo siento que se quedaron resentidos, no sé si se quedaron a fuerza o se quedaron por interés, o se quedaron por conveniencia. Siento que podían haber trabajado con más ahínco[…] Nos veían con cierto recelo. ¿Qué onda? ¿Van a venir a cosechar lo que tanto trabajo nos costó?202

Hay tres nombres que comienzan a aparecer con la crisis y que resultan relevantes para el círculo de poder de Becerra Acosta: Alegría Martínez, quien tiene una relación personal con el director a partir de que se queda como su secretaria con la salida de los “jornaleros”, pero no por mucho tiempo, pues para el segundo semestre de 1984 aparece publicando como reportera de cultura; Juan Pablo Becerra Acosta, hijo del director y entrenado por Ramón Márquez, quien comienza a publicar en el segundo semestre de 1984, en plena crisis de ruptura, y Roberto Vizcaíno, porque es un “ex Excélsior” que había trabajado en Proceso y que se integra por un tiempo a la redacción de unomásuno, hasta que se va de corresponsal a París, en 1985.

El nuevo equipo de reporteros ya integrado enfrenta el primer gran reto periodístico y lo libran parcialmente: publican una edición extraor-dinaria para dar cuenta del accidente de las gaseras en San Juanico, que supuso un reto periodístico pero un fracaso económico, ya que acabó regalándose, según lo recuerda Luis Acevedo, y al año siguiente con el terremoto, del que hacen una cobertura muy interesante.

202 Entrevista con Isabel Llinas, julio de 2005.

Page 55: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

108 109

Siento que unomásuno dio un gran levantón periodístico, como pocos periódicos en aquel entonces, porque además se trabaja periodísticamente en función de las circunstancias. ¿Cuáles eran las circunstancias?, ¿en qué no puede cumplir el país?, ¿en qué no puede cumplir el gobierno; las autoridades, las instituciones? frentea un acontecimiento tan grave como lo fue el terremoto del 85. Ése fue el punto de partida para armar nuevamente el periodismo —que era lo que sabíamos hacer— y era cubrir las deficiencias del gobierno y hacerle ver qué no podía cubrir. Y el día del terremoto salimos con toda esa información haciendo un listado, con toda esta lista de cosas en que la sociedad tiene que asumir esta posición ante el evento natural; lo publicamos y tuvimos dos reacciones encontradas, por un lado las autoridades le reclaman al periódico empezar a generar una bronca gigantesca, diciéndole: “¿por qué hacen eso si estamos sobrados de recursos y de posibilidades para enfrentar la crisis?; y por el otro lado los lectores le dan las gracias a Becerra Acosta y a los trabajadores de uno-másuno por haber tomado esa decisión y hacerles ver periodísticamente cuál era el papel de la sociedad. Esto es interesantísimo y lo puedes ver en las cartas de los lectores. Hay un “Bajo la rueda” que escribe Becerra Acosta, diciendo: “ante la espada y la pared. Me voy con la espada que es la sociedad. La tomamos y juntos nos vamos a hacer periodismo”.203

Con el recuerdo de la desgracia todavía en la piel, unomásuno cie-

rra el año con un reportaje muy completo y sobrecogedor de Ramón Márquez, sobre la tragedia del Nevado del Ruiz, en Colombia, con la amplitud que le permitía su formato. En los años siguientes sigue la publicación de reportajes, pero son cada vez más espaciados y sobre todo de solo unos cuantos miembros de la redacción: Humberto Ríos Navarrete y Amilcar Salazar, Ricardo del Muro, Ramón Márquez, Teresa Losada, Teresa Gil, César Romero Jacobo, Pedro Díaz; pero, a pesar de su esfuerzo, el dinamismo de la redacción, como fue antes de 1983, no se recuperó nunca.

203 Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.

2.9 El adiós dE zEus

Un quiebre personal que Manuel Becerra Acosta no pudo manejar, y que tuvo amplia repercusiones en el destino de unomásuno fue su confrontación con Carlos Salinas de Gortari desde que éste era Secre-tario de Programación y Presupuesto, y uno de los posibles candidatos presidenciales, y se da en una época muy complicada para el país: la sucesión de Miguel de la Madrid, en la que ya era evidente la fuerza de corrientes opositoras que resquebrajaban el sistema monolítico del pri.

La historia conocida y un tanto trivial del origen del conflicto se enmarca en la gestión de Salinas de Gortari como Secretario de Estado. Se supone que hubo un par de reuniones en casa de Becerra Acosta, en las que el director de unomásuno no fue buen anfitrión e hizo un par de comentarios descorteses a su huésped. Pero la más grave es sin duda la que cuenta él mismo en entrevista con Alegría Martínez hacia el final de su vida, y se refiere a una cena con Raúl Salinas Lozano en los días en los que salieron los primeros números de unomásuno:

Son las cosas que uno no debiera hacer. Nos fuimos a cenar. Yo tenía que volver al periódico y estuvimos horas en un restaurante italiano cerca de San Ángel, me conocían muy bien y me atendía con excelencia. Estuvi-mos ahí horas bebiendo vino, debo haberme achispado y, más que eso, seguramente me embriagué. El caso es que —no lo olvidé, pero después también lo recordé— le dije a Salinas Lozano que él había ganado de-masiado dinero como secretario de Estado, a Raúl Lozano. Borde sobre es mucho. Se disgustó conmigo. ¡Pero se disgustó para siempre! […]

Quizá ahí pudo haberse dado el rencor; Carlos tiene fama de ser un hombre rencorosísimo.

La verdad que lo siento, no por lo que sucedió cuando él era presi-dente, sino porque no debí haberlo hecho con nadie que me había ido a buscar con tanto interés a un periódico que era todavía un proyecto de mucha emoción y grandes ánimos, con buenos profesionales, pero sin la sólida base del dinero.204

204 Martínez, Manuel Becerra…, op. cit., p. 98.

Page 56: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

110 111

Pero hay otros indicios de que su desencuentro iba más allá de unas pocas descortesías y ofensas. Luis Acevedo, reportero de finan-zas, recuerda cómo en una conferencia de prensa confrontó a Carlos Salinas de Gortari, entonces titular de la Secretaría de Programación y Presupuesto, sobre unos datos que estaba presentando. En entrevista para esta investigación Luis Acevedo explica sus motivos:

Primero la mentira, el hecho de que el tipo estaba mintiendo con da-tos falsos. Ni siquiera eran datos que hubiera podido manipular, que hubiera podido encausar para un objetivo, sino simplemente el afán de mentir. Eso fue lo que motivó a enfrentarlo; para mi gusto, yo tenía los documentos más frescos de lo que él estaba hablando. Extrañamente, yo tenía los documentos del inegi que me permitían demostrarle que estaba mintiendo[…] Los tenía en la mano. Son… son las circunstancias que caen armadas y a las que te enfrentas y, bueno, fue terrible. A partir de allí, un poco después, en varias ocasiones, enfrentar al personaje, sacarlo de sus casillas, saber que un personaje tan influyente, tan poderoso [y que] lo podías sacar de sus casillas, y que a pesar de su inteligencia —porque además la primera vez que lo vi, le vi la inteligencia— poder competir con un personaje que tenía poder, inteligencia, capacidad; lo tenía todo, era un tipo bastante manipulador, obviamente... si podemos ponerlo en blanco y negro: él ganó.205

Lo interesante de este pasaje es la reacción de Manuel Becerra Acosta ante el airado reclamo del funcionario, después de los incidentes recor-dados por Acevedo: lo usual es que lo hubieran cambiado de fuente, o lo hubieran congelado, como le pasa a Sara Lovera cuando regresa de una polémica cobertura de una matanza en Sinaloa,206 pero lo que hace es retirarlo de la fuente para hacerlo coordinador de información. Un movimiento que podía ser leído por Salinas de Gortari como una promoción y, por lo tanto, un desafío.

205 Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.206 Entrevista con Sara Lovera, diciembre de 2006.

También está el apoyo que el periódico dio a la Corriente Democra-tizadora del pri, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, y a su posterior candidatura como representante del Frente Democrático Nacional, que por primera vez hicieron tambalear la seguridad con la que el candi-dato del pri enfrentaba las elecciones presidenciales. Como reacción a estas historias y otras que están a la sombra, el periódico comienza a ser presionado por la distribuidora de papel Pipsa, por sus deudas con Hacienda y por el Infonavit. Para aliviar la presión, y en una jugada desesperada, Manuel Becerra Acosta coloca a Luis Gutiérrez como ge-rente, el 24 de agosto de 1986, con la idea de que vuelva a abrir la llave de la publicidad gubernamental, mejore las relaciones con el Estado y el financiamiento del gobierno vuelva a fluir a las arcas del periódico. Luis Gutiérrez sabe utilizar muy bien esta jugada, porque a la postre se hace del control de unomásuno.

A unos meses de tomar el poder, Carlos Salinas de Gortari promueve una serie de movimientos encaminados a eliminar a sus opositores: el encarcelamiento de La Quina es emblemático, pero también se vuelve contra el director de unomásuno, y el 3 de marzo de 1989, se publica una nota en donde se anuncia el cambio de dirección. El nuevo director fue Luis Gutiérrez.

La defenestración de Becerra Acosta fue, de alguna manera, sencilla, directa y casi sin máscaras. Emisarios del gobierno compran las acciones de Manuel Becerra Acosta y le dan por ellas un millón de dólares, que son entregados en su casa de Sacramento, pero tiene que salir del país, cosa que hace. Se muda a España, donde permanece un largo tiempo escribiendo novelas. Luis Acevedo así lo recuerda:

Yo vi la entrega de la maleta, que fue algo sorprendente: un Becerra Acosta, yo diría que normal, fuera de sí, y le llega la maleta con un grupo de gente de la Secretaría de Gobernación, y abren la maleta, con todos los dólares, como un asunto de la mafia. Y junto con eso dos boletos de avión para que se fuera […] Para que se fuera de inmediato. Esto había sido un miércoles; para que se fuera el viernes. Le daban tiempo de hacer su maleta. Se logra negociar. Yo estaba allí, con los abogados; también estaba Huberto Batis. En un momento estuvo también Carlos Narváez

Page 57: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

112 113

y Luis Gutiérrez. Porque Luis Gutiérrez era el enlace de Salinas, como para dar fe, junto con la gente de gobernación. Me tocó quedarme con Becerra Acosta a hacer la contabilidad de los billetes, para ver si de veras era el millón de dólares.

A pregunta expresa sobre la sensación de ver tanto dinero junto, Luis Acevedo detalla:

Sí lo había visto, porque en una ocasión me tocó ir a ver las reservas de Estados Unidos en Fort Knox, y vi las reservas de oro, pero fíjate que es una situación muy distinta. Ver la riqueza de gente, en tu mente de ricos, millonarios, pero lo que a mí me entristeció y me impresionó de una manera extraordinaria es ver el poder, el poder en su máxima expresión, el poder para manipular, que podía hacer y deshacer. En ese momento estaba deshaciendo: deshacía todo un proyecto y estaba iniciando un nuevo proyecto, con base en el dinero. Ahora, físicamente nunca había sentido un millón de dólares, en mi vida los había sentido, a final de cuentas no era mío, era un trabajo periodístico, uno está enterado y escribes: un billón de dólares, cien mil millones de pesos y los escribes, pero al momento que lo sientes, es totalmente diferente, ves que sí son dólares, que son elementos reales y sucede como en el cuento de la Ce-nicienta: a las 12 de la noche tienes que acordarte de que te tienes que trepar al metro y si no te trepas en el metro se convierte en calabaza y ya no llegas a tu casa. (Risas.) Y eres tan miserable como todos los días, y eso no te afecta. Es terrible, porque en el momento que llega el hermano de Gutiérrez Barrios, que era el director de gobierno de la Secretaría de Gobernación —cómo en una actitud se unen tantas cosas—, llega a entregar la maleta, y cuando la abre, lo hace con una gran sonrisa: “Aquí está y se me va. Aquí están los boletos”. Becerra Acosta mentándoles la madre, y diciéndole todas las cosas. Y le dice él: “Usted puede decir lo que quiera, aquí está y es una decisión que ya se tomó”. Entonces dice Becerra Acosta: “No, me voy a mi rancho”. Un rancho que le había cedido Hank González, con quien tenía una amistad muy vieja, en Malinalco, en el Estado de México. Entonces le dice [el hermano de Gutiérrez Barrios] en ese momento: “No, ese rancho ya no es de usted”[...] “Hijos de no sé

cuantas cosas”, dijo Becerra Acosta. Allí fue cuando me enteré que se lo iban a ceder a José María Córdova. Lo que te digo: se hace y se deshace, con una facilidad terrible. El poder es brutal.207

En su contexto, este acto de venta forzada de las acciones toma mayor relevancia: el primer año de gobierno de Carlos Salinas de Gor-tari se caracterizó por una serie de actos de fuerza: el encarcelamiento de Francisco Hernández Galicia, La Quina, líder petrolero que había apoyado a Cuauhtémoc Cárdenas o el descabezamiento del poderoso sindicato magisterial, cuyo líder, Jongitud Barrios, es forzado a salir del escenario nacional. El descabezamiento del periódico unomásuno, que a pesar de todo había mantenido un espíritu combativo, sentaba las bases para restablecer con la prensa una posición de fuerza desde el Ejecutivo.

Del testimonio de Luis Acevedo lo que más llama la atención no es el pago por las acciones, sino cómo Manuel Becerra Acosta es obligado a salir del país y cómo una de sus salidas usuales, irse al refugio de Malinalco, es cancelada de la noche a la mañana. Hay una sola puerta que le dejan abierta: el viaje a España, a un exilio que con el tiempo él quiso decir que fue autoimpuesto, pero que a todas luces lo sacó de la arena nacional y fue la pendiente por la que inició su declive como profesionista. En comparación con el golpe a Excélsior, el exilio de Manuel Becerra Acosta es aun más determi-nante. Además, se va solo, tenía poca gente alrededor suyo, como no fuera su círculo de íntimos y familiares, quienes, por otra parte, no eran las grandes plumas que habían caracterizado a unomásuno. Su capital cultural se había debilitado profundamente con la salida de los “jornaleros”, en contraste, años antes, la salida de Julio Scherer de Excélsior es sin dinero, pero con un gran capital cultural y político que logra transformar en capital económico y así arrancar un proyecto periodístico perdurable y reconocido que recibió ayuda de algunos Secretarios de Estado y políticos del pri. Como en el viejo estilo de la política del pri: los perdedores no eran perdedores absolutos. El

207 Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
liol.mary
Nota adhesiva
No entiendo porque esta esta nota, sólo marca la página pero no veo ningún error.
Page 58: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

114 115

Capítulo III

Las historias personales

Para entender la complejidad de los caminos personales que con-fluyeron en unomásuno, comenzaremos por señalar que los vínculos más importantes de la comunidad intelectual que hizo el periódico son los de amistad y parentesco, pero también los de militancia, de adicciones, de intereses económicos y los menos transparentes: los de las relaciones amorosas que, naturalmente, se entretejieron con los otros.

Estos tramados de relaciones tienen una comportamiento seme-jante al de las camarillas políticas como las describe Roderic Camp: “una camarilla es esencialmente un grupo de individuos que tienen intereses políticos comunes y confían el uno en el otro para mejorar sus posibilidades dentro de la dirigencia política”,1 concepto que en este caso fue aplicado al campo periodístico.2 En esta movilidad dentro del campo periodístico también podemos detectar que hay un intercambio de relaciones basadas en un particular capital cultural, derivado de un currículum laboral, de la permanencia en medios de importancia nacional y en la cobertura de fuentes de primer orden, sin mucha valoración de aspectos como la ética profesional, la constancia en el trabajo, la calidad de la escritura, la probidad en la vida personal de los involucrados o su formación universitaria.

Es interesante señalar que para el ejercicio de esta profesión no era importante presentar un título universitario y muchos de los miembros de la redacción no cumplieron con el esquema tradicional

1 Roderic Ai Camp, La política en México, p 138.2 Algunas de las trayectorias de los “ex Excélsior” terminan en el campo de la política.

golpe de Carlos Salinas de Gortari a Becerra Acosta fue demoledor, sin escape alguno. Desconcertado, diciéndolo casi para creerlo, Ma-nuel Becerra Acosta les pide a Saide Sesín y a Alegría Martínez, que se queden en el periódico, que regresará. En unomásuno se quedan los de su círculo íntimo, su hermana, pero no su hijo Juan Pablo. El regreso nunca se da. Acaba el sexenio salinista y su exilio se prolonga, casi hasta su muerte. No hay que dejar de observar que mientras el golpe a Excélsior se da en el último año del mandato de Echeverría, la salida obligada de Becerra Acosta de unomásuno se da en el primer año de gobierno de Salinas. Los perdedores con Salinas no sólo perdían, eran humillados, golpeados, de tal modo que quedaban sin aliento.

El relevo de Luis Gutiérrez en la dirección, con todo el profesio-nalismo en la crónica y nota política que le reconocen quienes traba-jaron con él, significó el abandono de muchas de las banderas críticas de unomásuno. Un viraje que puso en primer plano la vida partidista del pri, las intrigas palaciegas de los Secretarios de Estado, los ires y venires en las distintas cámaras y que poco a poco perdió el foco de los grupos sociales emergentes, y que jamás procuró la crítica al poder de Carlos Salinas, el presidente que le otorgó no sólo la dirección del periódico, sino una buena proporción de las acciones, completando así la increíble trayectoria que inicia en el liderazgo sindical y acaba en la propiedad del diario.

Page 59: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

116 117

de la titulación, que en esa época implicaba la elaboración de una tesis formal; algunos sólo pasaron unos cuantos semestres en la universidad y sólo unos pocos terminaron todos los créditos y realizaron examen profesional.

En este sentido, el capital cultural difiere de lo descrito por Pierre Bourdieu, para los ambientes universitarios, donde los títulos y las universidades donde se estudia constituyen el núcleo de este capital,3 pues en el mundo de las redacciones de diarios de la época de los ochenta, aún subsistía el reclutamiento según las habilidades y el aprendizaje adquirido, aunque en unomásuno comenzó a ser impor-tante la formación previa en escuelas de periodismo.

Este capítulo reconstruye, en lo posible, el microcosmos de la redacción de unomásuno, a través de hacer evidentes sus prácticas de construcción de la jerarquía interna, las interacciones y las posiciones de los grupos internos y de los individuos respecto a esos grupos, así como de las relaciones de poder que se tuvieron entre los distintos grupos, a través de un análisis relacional del campo periodístico, que, como lo propone Bourdieu, sólo es posible si “nos sumergimos en la particularidad de una realidad empírica, históricamente situada y fechada, pero para elaborarla como ‘caso particular posible’,4 en seguimiento de las posiciones de los integrantes (conceptos relacio-nales) y de las disposiciones (los habitus) y las tomas de posición.5 De importancia fundamental son los habitus, disposiciones a actuar de una manera determinada dentro del campo, ya que suponen que la persona tiene un capital incorporado: “es una posesión que se ha convertido en parte integrante de la persona”, un habitus. Y tiene características importantes, al ser interiorizado: “no puede ser trans-mitido instantáneamente como donación, herencia, compraventa o intercambio”, a diferencia del capital económico que sí puede realizarse de esta manera, o como la herencia de títulos nobiliarios, en el caso del capital social.6

3 Pierre Bourdie, Las razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, pp. 35-40.4 Ibidem, p 12.5 Ibidem, pp. 16-21.6 Pierre Bourdieu, Poder, derecho y clases sociales, p. 140.

El particular capital cultural generado en los reporteros durante su estancia en unomásuno de la década que estudiamos les permitió a algunos de ellos seguir trabajando en la gran prensa y obtener buenas posiciones en otros medios. Destacan en sus testimonios, como un elemento importante de su reclutamiento posterior en nuevos proyectos editoriales, la experiencia de haber estado en “el uno”, lo que nos muestra que el periodo que estudiamos resultó relevante en el ambiente periodístico de los años ochenta y aun después de su declive.

La amistad fue la argamasa que unió estas relaciones periodísticas, por lo que se convirtió en un elemento definitorio de la permanencia o la ruptura en la comunidad periodística, y en los momentos de crisis fueron muy importantes las camarillas del periódico, pues fueron grupos, y no personas en lo individual, los que definieron quiénes saldrían y quiénes no.

Las salidas colectivas tuvieron el signo de la confrontación. Las personas que partieron de unomásuno, como resultado de una defi-nición de lealtades, no regresaran al diario, y de hecho en las entre-vistas muchos aseguran que esas salidas dejan un sabor amargo en la comunidad, tanto entre los que se quedan, como en los que se van.

En términos de ruptura podemos distinguir tres grandes salidas: a) la de los fundadores provenientes de Excélsior, que es un poco difusa, pero interesante bajo una observación detallada, ya que al menos dos personas regresan al desacreditado Excélsior; b) la de quienes fundan La Jornada, que es la salida colectiva más fuerte y de mayor impacto, y finalmente, c) la que marca el ocaso de Manuel Becerra Acosta y el empoderamiento de Luis Gutiérrez.

La experiencia de unomásuno es una huella profunda en una ge-neración de periodistas; su recuerdo es fuerte en la memoria y bordea en la nostalgia: los entrevistados recuerdan ese periodo como uno de los más significativos de su vida profesional, pues su estadía en él era una garantía de que se sabía hacer periodismo; pero debido a la gran variedad de rutas elegidas en la diáspora, la comunidad que lo formó resultó ser irrepetible. También significó para muchos batallas donde confluían ideología, intereses, lealtades, traiciones, de sentido de vida, que los confrontaron con quienes fueron sus amigos, lo que les hizo

Page 60: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

118 119

probar el sabor amargo de la traición, que disolvió las redes de lealtad construidas en conjunto.

3.1 la comunidad dE unomásuno

Las páginas de unomásuno durante su primera década son un dila-tado territorio que se asemeja a la geografía nacional: no es posible entonces encontrar grandes planicies sin que se vean interrumpidas abruptamente por pequeñas o grandes serranías. Además de vasto, el terreno es agreste y se dificulta seguir las huellas de quienes pasaron por él. El seguimiento del que deriva esta interpretación sólo considera a los géneros informativos: nota, crónica, entrevista y reportaje, y su registro muestra las pisadas de 480 periodistas que al menos una vez escribieron en algunas de sus secciones.

Fuera de esta observación quedan algunos personajes, como los redactores de internacionales —un buen ejemplo de esta no-huella—, pues aunque fue un departamento y una sección relevante por el perfil del diario, al no reportear directamente (ya que su trabajo consistía en cotejar, valorar, jerarquizar y reelaborar el material de las agencias de noticias), los nombres no aparecieron nunca ligados a un material pe-riodístico publicado. No fueron los únicos que este conteo de nombres deja fuera, también redactores de la sección de corresponsales nacionales, auxiliares —quienes intervenían por su iniciativa en alguna nota esporá-dica en su papel de aprendices—, a quienes se dedicaban a la corrección de estilo (no todos periodistas), y a quienes hacían labores de edición. Y como queda claro a partir del enfoque de este estudio, quienes escribían columnas, artículos, editoriales, reseñas y hacían crítica especializada, así como aquellos que escribían para los suplementos.

La base general son entonces estos 480 periodistas cuyo nom-bre aparece alguna vez en las páginas del diario y no se encuentra enmarcado —característica tipográfica distintiva de los géneros de opinión—, pero todavía fue necesario reducir la muestra a quienes pudieran tener un recuerdo detallado de las dinámicas y relaciones del diario. De esta manera se determinó considerar a quienes habían

estado en el diario tres semestres seguidos. El universo fue de 150, que pueden organizarse como en el cuadro 1 en el anexo 1.

Aquí hay que apuntar que aquellos que pasaron a ser coordi-nadores, subcoordinadores o directivos del diario, marcados en el cuadro con asterisco, con frecuencia se concentraban en sus labores de coordinación editorial, en cualquiera de sus niveles, y dejaban de escribir, así que en el registro elaborado a partir de los nombres publicados, su rastro es difuso; eventualmente publican, pero sólo excepcionalmente.

Dejando de lado esta desviación en el registro, podemos observar cómo la mayoría de los reporteros de nuestra muestra reducida se encuentran en el grupo de dos a tres años en el diario, seguidos de quienes pasaron entre tres y cuatro años, nuestro siguiente rango. De los 150 que conforman nuestra muestra representativa, 57 periodis-tas, más de la mitad, sólo pasaron un periodo de dos a cuatro años en el periódico, mientras que sólo trece trabajaron en la redacción de unomásuno casi una década o toda la década que comprende este estudio.

Guiados por el tiempo de permanencia y sobre todo los escalones que nos muestran las entradas nutridas de reporteros, podemos distinguir cinco grandes cohortes del periódico: los fundadores, los de la siega, los “jornaleros”, los del relevo y finalmente los del ocaso (ver anexo 1).

Estos grupos corresponden a los periodos de permanencia continua en el periódico de los reporteros, pero sus fronteras, marcadas por los escalones del cuadro, nos indican las grandes renovaciones de personal en el periódico. Asimismo, en las entrevistas realizadas a los representantes de estas cohortes, estas fronteras quedan explícitas. Vale la pena decir que la fractura más marcada es la salida de quienes fundan La Jornada, marcada en el anexo 1 como el segundo semestre de 1984.

El grupo de fundadores estuvo integrado por quienes provenían de la experiencia de Excélsior: Rafael Cardona Sandoval,7 Miguel López Saucedo, Abelardo Martín Miranda,8 Guillermo Mora Tava-

7 Originario de Coacauyla de Álvarez, Guerrero, tenía 26 años en ese entonces, y era maestro de la escuela de periodismo Carlos Septién García, había trabajado como reportero en La Prensa y en Últimas Noticias. Fue fundador del unomásuno.8 Originario la Ciudad de México, en ese entonces tenía 24 años y había trabajador como reportero en El

Page 61: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

120 121

res,9 Carlos Ferreyra,10 David Siller, Gonzalo Álvarez de Villar, Luis Gutiérrez, Manuel Arvizu11 (jefe de redacción); Ramón Márquez12 (coordinador deportes); Rodolfo Rojas Zea (coordinador cultura); Fernando Belmont, Jorge Francisco Ramírez de Aguilar,13 Jorge Reyes Estrada,14 Víctor Manuel Juárez, René Arteaga,15 Carlos Reynaldos,16 Fernando Meraz y Jeanette Becerra Acosta. Y los que llegaron de otros periódicos: Miguel Ángel Velazquez17 (El Universal); Ernestina Her-nández, Guadalupe Irizar, Blanche Petrich, Jaime Avilés18 y Patricia Cardona19 (de El Día), Amalia Frías (radio Centro).

Heraldo de México, en Excélsior y por breve tiempo en El Sol de México. Fue fundador de Proceso y Cisa, y el segundo jefe de corresponsales de unomásuno, donde llegó a ser subcoordinador de información, en 1982.9 Originario de Aguascalientes, tenía entonces 28 años y había trabajado en El Sol del Centro, El Sol de Tampico, y como reportero en El Heraldo de Aguascalientes, Tribuna de Monterrey y El Porvenir. Al rompimiento se fue a trabajar a Proceso y luego fue fundador de unomásuno.10 Originario de Morelia, en ese entonces tenía 38 años y había sido reportero en la revista Sucesos, corresponsal de Prensa Latina, reportero de Excélsior, y por breve tiempo en el El Sol de México. Fue fundador de unomásuno.11 Originario de Tuxpan, Veracruz, en ese entonces tenía 42 años y había trabajado en periódicos de la cadena García Valseca en el Bajío, en La Prensa, en Excélsior y en Últimas Noticias.12 Originario de Veracruz, en ese entonces tenía 32 años y había estado en el periódico Esto, en Últimas Noticias, y era subjefe del suplemento deportivo de Excélsior al momento de la ruptura. Fue jefe de la sección deportiva de Proceso y la agencia Cisa, y finalmente miembro fundador de unomásuno.13 Originario de la Ciudad de México, hijo del gerente general de Excélsior, Alberto Ramírez de Aguilar, ayudante de redacción en Revista de Revistas en el momento del golpe a Excélsior, reportero del Universal Gráfico por corto tiempo, fue fundador de unomásuno.14 Hermano de Jaime Reyes Estrada, reporteros ambos del sector policiaco. Llega de manera retrasada a unomásuno, pero es fundador.15 Originario de El Salvador, en ese entonces tenía 48 años. Fue secretario de la Casa de la Cultura, en el gobierno de Jacobo Arbenz. Con el golpe de estado volvió a México, donde trabajó para Novedades, El Día, Excélsior y Canal 13. Fue fundador de unomásuno.16 Originario de la Ciudad de México, sobrino de Jaime Reyes Estrada, quien lo ayuda a entrar como auxiliar a Excélsior. Trabajaba en corresponsales nacionales en el momento del golpe. Fue fundador de Proceso y de Cisa, y primer jefe de corresponsales nacionales de unomásuno.17 Originario de la Ciudad de México, en ese entonces tenía 26 años; reportero de la revista Tiempo y El Universal, antes de entrar a unomásuno.18 Originario de la Ciudad de México, en ese entonces contaba con 22 años. Hijo del cronista taurino del mismo nombre, había trabajado como reportero en El Día.19 Originaria de Costa Rica, entonces contaba con 28 años. Periodista especializada en danza, había sido reportera cultural en El Día y fue fundadora de unomásuno.

Visto gráficamente, el grupo de fundadores quedaría así:

Esquema interno del grupo de fundadores del unomásuno

Como se aprecia, hay un grupo importante de reporteros fundadores de unomásuno que venían de la camarilla de Proceso, y que por distintas razones después de trabajar un año en la agencia Cisa, y algunos en la revista Proceso, deciden jugarse su futuro con la camarilla de Manuel Becerra Acosta. Por su parte, algunos reporteros de los grupos secunda-rios (marcados con cursivas) pasarían a la camarilla de los “jornaleros”, años más tarde.

Por otro lado, el caso de Manuel Arvizu es ilustrativo de un grupo de periodistas que es difícil seguir, pues se dedican a labores de mesa de

PROVENIENTES DE EXCÉLSIOR:

Veteranos: Manuel Becerra Acosta, René Arteaga, Carlos Ferreyra, Eduardo Deschamps, Manuel Arvizu, Jorge Re-yes Estrada, Luis Gutierrez, Guillermo

Mora Tavares, Rodolfo Rojas Zea.

Jóvenes: Fernando Ramírez de Aguilar y David Siller, Jeanette Becerra Acosta

y Fernando Meráz. PROVENIENTES DE EXCÉLSIOR QUE PARTICIPARON

EN LA CAMARILLA PROCESO

Ramón Márquez, Miguel Ángel Granados Chapa, Roberto Vizcaíno, Hugo del Río,

Gonzalo Álvarez del Villar, Rafael Cardona, Dolores Cordero, Miguel López Saucedo, Abelardo Martín, Nadia Piamonte, Marco Aurelio Carballo, Carlos Reynaldos, y el cartonista Bulmaro Castellanos Magú.

PROVENIENTES DE OTROS MEDIOS

Carmen Lira*, Miguel Ángel Velázquez, Carlos Payán, Jaime Avilés, Blanche Petrich, Martha

Zilli, Ernestina Hernández, Guadalupe Irizar y Amalia.

Page 62: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

122 123

redacción y publican poco. Él realizó labores de edición, coordinó el cen-tro de documentación y el 3 de julio de 1987 fue nombrado subgerente de producción, así que su trayectoria periodística se diluye merced a su trabajo administrativo en el diario.

En el grupo inicial de fundadores que superan estos primeros años se encuentran: Carmen Lira Saade,20 Kateri Aragón, Miguel Ángel Velázquez,21 David Martín del Campo,22 Jaime Avilés, Amalia Frías23 y Fernando de Ita,24 amén del grupo descrito a continuación.

Una decena de periodistas de este grupo de fundadores, ligados por nexos familiares o por amistades muy sólidas con Manuel Becerra Acosta, permanecen en el periódico los diez años de su dirección. El grupo está conformado por: Jeannette Becerra Acosta, hermana del director;25 Fernando Rodríguez de Aguilar; Amalia Frías, esposa de Emilio Rodríguez de Aguilar, parientes políticos del director; Jorge Reyes Estrada; Víctor Manuel Juárez; Fernando Belmont, guarda de Becerra Acosta; Christa Corwrie, fotógrafa y amiga; Gonzalo Álvarez del Villar y, como colaboradores: Guillermo González Camarena, quien publicaba cartones con el seudónimo de Goberra; y pariente político, Adolfo Aguilar Zínser, quien escribía reportajes y artículos y que también fue su cuñado, hijo de Adolfo Aguilar y Quevedo, abogado penalista.26

Fuera de este grupo sin parentesco o cercanía amistosa, las per-sonas que más permanencia tuvieron en unomásuno son Guadalupe

20 Originaria de la Ciudad de México, tenía 33 años y era egresada de la Universidad Femenina de México, donde estudió Periodismo, y de la unam, donde estudió Economía. Fue reportera de El Diario de la Tarde y de El Sol de México y fundadora de unomásuno, donde llegó a ser jefa de información.21 Conocido ampliamente por su sobrenombre, el Patán.22 Originario de la Ciudad de México, entonces tenía 24 años y era egresado de la unam, donde estudió Periodismo, con estudios de fotografía en el Centro de Investigaciones Audiovisuales, y dirección fílmica en el cuec.23 Reportera de grupo Radio Centro, casada con Emilio Ramírez de Aguilar.24 Originario de Apan, Hidalgo, entonces tenía 30 años. Periodista y dramaturgo, había sido corresponsal en Nueva York de Diorama de la cultura y colaborador de El Gallo Ilustrado, del periódico El Día. Fue fundador de unomásuno.25 Otras versiones señalan que es su sobrina.26 Martínez, Manuel Becerra…, op. cit., p. 27.

Irizar, quien desarrolló su principal trayectoria en cultura y luego trabajó en la sección de ciudad, y Abelardo Martín, de la redacción nacional.

Los años de más sólida producción periodística, los años de la primera cosecha, son los que van de 1979 a 1982, y también son años en que hay una gran variedad de personas que se turnan las páginas del periódico para publicar. Estamos hablando de un grupo de 60 personas que durante cuatro años escriben en sus secciones, y que empiezan a publicar en el periódico en tres momentos: segundo semestre de 1978, primer semestre de 1980 y primer semestre de 1981. Este es un grupo difícil de caracterizar merced a su amplitud, pero temporalmente podemos rastrearlos. En el segundo semestre de 1978 aparecen Mario García Sordo, quien primero fuera corres-ponsal en Puebla, reportero de la sección nacional y finalmente líder sindical; Matilde Margain, Roberto Bolaños y Víctor Avilés,27 de nacionales; José Fajardo, corresponsal en Colombia, Julio Amaya, Hugo Cheix Gali,28 Jaime Bravo y Armando Satow, de deportes; Patricia Zama,29 de cultura, y Carlos Duahye de ciudad y luego economía.

En el ínterin ente 1978 y 1980 entran, en distintos momentos, Ricardo del Muro, quien llegó a ser jefe de información en un periodo posterior al de este estudio; Luis Acevedo,30 Alberto Aguilar Ramírez de Aguilar,31 que comenzó en cultura pero llegó a ser reportero de finanzas y ahora es articulista de negocios; Angélica Quezada y Teresa Gil, de información nacional; Óscar González, quien fue coordinador de información internacional y posteriormente corresponsal en su

27 Originario de Mazatlán, entonces tenía 24 años y había estudiado comunicación en la Uia. A; antes había sido reportero en la sección internacional de El sol de México.28 Originario de Chile.29 Llegó recién egresada de la universidad a unomásuno y se casó con Marco Aurelio Carballo, primer jefe de información del mismo.30 Originario de la Ciudad de México, tenía 26 años cuando comenzó a publicar en el periódico. Es egresado de la unam, donde estudió Periodismo. También realizó estudios de cine en el Centro de Capacitación Cinematográfica. Entra como aprendiz de René Arteaga en la sección de economía.31 Originario de la Ciudad de México, entonces tenía 20 años. Es egresado de la unam, donde estudió Economía. Ingresa al periódico como aprendiz de Guillermo Mora Tavares.

Page 63: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

124 125

Esquema del grupo de reporteros de los años 1979-1983

Es interesante observar que de este grupo, la totalidad de quienes pro-venían del conflicto del periódico El Día pasarían a formar parte del grupo de los “jornaleros”, mientras que solamente dos reporteros, muy jóvenes, que habían seguido el camino de los “huesos”, Adriana Malvido y Pedro Aldana, se van al nuevo proyecto. René Delgado, que no habían formado parte de estos grupos específicos, también se va, pero no a La Jornada.

Los reporteros que se van a La Jornada siguiendo a los directivos Carlos Payán,40 Carmen Lira Saade, Héctor Aguilar Camín,41 Miguel Ángel Grana-dos Chapa42 y Humberto Musacchio,43 son: Rosa Rojas, Sara Lovera,44 René

40 Originario de la Ciudad de México, tenía 48 años a la fundación del periódico. Es abogado laborista, fue subdirector de unomásuno y director fundador de La Jornada.41 Originario de Chetumal, Quintana Roo, tenía 34 años cuando publica en el periódico. Egresado de periodismo de la Uia, doctor en historia por el Colmex, fue subdirector de unomásuno en 1982.42 Originario de Pachuca, Hidalgo, tenía 35 años cuando se fundó unomásuno. Estudió derecho y periodismo en la unam, donde es profesor. Reportero en Crucero y en Excélsior y fundador de unomásuno y Proceso.43 Originario de Ciudad Obregón, Sonora, tenía 34 años al momento de la fundación de unomásuno, donde fue uno de los jefes de redacción y coordinador de la sección cultura. Estudió Economía en la unam.44 Originaria de la Ciudad de México, tenía 32 años cuando comienza a publicar en unomásuno.

natal Argentina a su regreso del exilio; Nadia Piamonte32 en cultura, dedicada a las entrevistas de espectáculos; Aída Reboredo en ciudad y Pedro Otero en deportes.

En el siguiente grupo comienzan a publicar, el primer semestre de 1980, Adriana Malvido,33 Alain Derbez y Víctor Roura34 en cultura; Saide Sesín, cuyo fuerte fue cultura, y Enrique Garay, en economía; Pedro Aldana,35 en deportes, Azucena Valderrábano y Ma-nuel Meneses, en nacional; Teresa Weiser36 y Federico Enríquez, en ciudad, y Guillermo Almeyra y Horacio Serafín en internacionales.

Al año siguiente entró un grupo importante de reporteros que pro-venían de El Día37 y otros periódicos, o que pasaron de ser auxiliares a reporteros: Rosa Rojas, Sara Lovera, Luis García Rojas, Julio Hernández López y Teresa Gurza, en información nacional; Roberto Vallarino38 y Braulio Peralta39 en cultura; Sergio Guzmán y Marco A. García en deportes; Héctor González en policía; Irene Selser en internacionales, y Emilio Muñoz y Marco A. Mares en economía.

Independientemente de su fecha de ingreso, hay otras característi-cas que resultan básicas para la historia de sus trayectorias posteriores y que se ilustran en el siguiente gráfico.

32 Reportera de espectáculos de Excélsior, reportera en Proceso y Cisa; posteriormente fue reportera de cultura en unomásuno.33 Originaria de la Ciudad de México, tenía 23 años cuando comienza a publicar en el periódico. Egresada de periodismo de la Uia, reportera de cultura especializada en artes plásticas.34 Originario de Mérida, Yucatán, tenía 25 años cuando comienza a publicar en el periódico. Con estudios de comunicación gráfica en la unam, fue reportero de cultura desde 1980.35 Originario de la Ciudad de México, tenía 20 años cuando comenzó a publicar en unomásuno.36 Esposa de Rodolfo Rojas Zea.37 Quienes venían del periódico El Día habían tenido problemas políticos con el grupo de los llamados “fundadores” de aquel periódico y su entrada a unomásuno se negoció en grupo, según el testimonio de Sara Lovera, entrevistada en diciembre de 2006.38 Originario de la Ciudad de México, tenía 26 años cuando su nombre comienza a aparecer en unomásuno. Escritor del grupo de Octavio Paz, su trayectoria en el diario es inestable dada su actividad como escritor, que lo lleva a pasar temporadas en Estados Unidos.39 Originario de Tuxpan, Veracruz, tenía 28 años cuando su nombre comienza a aparecer en las páginas de unomásuno; había trabajado en El Día.

PROVENIENTES DEL CONFLICTO DE EL DÍA

Rosa Rojas, Sara Lovera, Teresa Gurza y Braulio Peralta.

PERIODISTAS QUE HABÍAN SIDO HUESOS

Pedro Aldana, Adriana Malvido, Alberto Aguilar, Matilde Margain, Sergio Guzmán, Víctor Torres, Federico Enríquez,

Saide Sesín, Héctor González y Marco A. Mares.

PERIODISTA CON INGRESO NO RELACIONADO A GRUPO

Luis Acevedo, Angélica Quezada, Ricardo del Muro, Aída Reboredo, Martha Zilli, Stella Calloni, José Martínez, Horacio Serafín, Oscar González, Jaime Bravo, Luis García Rojas, Irene Selser, Esteban Valentino, Roberto Vallarino, Alain Derbez, Nelson Carro, Teresa Gil, Ramón Otero, Bernardo Lima, Javier Zamora, Hugo Cheix, Mario García Sordo, Roberto Bolaños, Armando Satow, José Ureña, Ma.

Aurora Espinoza, René Delgado.

Page 64: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

126 127

Delgado,45 Braulio Peralta, Planche Petrich, Víctor Roura, Emilio Lomas, Víctor Avilés, Miguel Ángel Velásquez, Azucena Valderrábano, José Ureña, Elena Urrutia, Adriana Malvido, Pedro Aldana, Manuel Meneses, Stela Calloni, Dolores Cordero, Eduardo Huchim, Iván Restrepo Fernández,46 Enrique Garay (que fue secretario de Payán), Teresa Gurza, David Martín del Campo (a La Jornada Semanal), Pedro Valtierra y Guillermo Almeyra. Después se van Ricardo Alemán y Maribel Gutiérrez.

Esquema de grupos de los “jornaleros”

Egresada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, feminista desde los años setenta, había sido reportera de El Día y de Crucero, así como de Canal 13. 45 Originario de la Ciudad de México, tenía 26 años cuando su nombre comienza a parecer en el diario. Periodista egresado de la unam, había sido reportero y guionista de televisión cuando entró al periódico.46 Originario de Colombia, tenía 41 años cuando comenzó a publicar en el periódico. Ha sido colaborador en La cultura en México, El Día y unomásuno. En su trayectoria, más bien académica, sobresale su labor en el ipn.

ARTICULISTAS DE LA SECCIÓN DE OPINIÓN

Arturo Warman, Emilio García Riera, Luis Suárez, Raúl Trejo, Adolfo Gilly, Miguel Concha, José Joaquín Blanco, Carlos Monsiváis, Rolando Cordera, Federico Reyes Heroles, Roger Bartra, Iván Restrepo, Pablo González Casanova, José Carreño, Eduardo Montes, Fernando Medrano, Angel Mercado, Carlos Pereyra, Armando Cisneros, Rafael Pérez Gay, Sergio González, Herman Bellinhausen, Guadalupe Antoni, Fernando Ortiz Monasterio, Jorge Bustamante, Francisco Báez, David Márquez Ayala, Luis Angeles, Sergio Arau, Olac Fuentes, Elena Urritia, Jaime Augusto Sheley, Daniel Caséz, Antonio Gershenon, Clara Huacuja, José María Pérez Gay, Antonio Lascano, Fernando González Gortázar, Antonio Ponce, Joel Hernández, José Woldenberg, Gustavo Gordillo, Rodolfo F. Peña, Clemente Ruiz Durán, Cristina Barrios, José Cueli, Javier Flores, Leonardo García Tsao, Octavio Rodríguez y Gonzalo Valdés.

MILITANTES DE IZQUIERDA RECONOCIDOS

Carmen Lira, Carlos Payán, Humberto Musacchio, Sara Lovera, Magú, Teresa Gurza y Stella Calloni

PERIODISTAS CON EXPERIENCIA

Héctor Aguilar Carmín, Jaime Avilés, Miguel Angel Velásquez, Miguel Angel Granados Chapa, Manuel Meneses, David Martín del Campo, Eduardo Huchim, José Ureña, Dolores Cordero, Guillermo Almeyra.

PERIODISTAS JÓVENES

Adriana Malvido, Pedro Aldana, Víctor Avilés, Víctor Roura, Azucena Valderrábano, Emilio Lomas, Judith Calderón, Alejandro Caballero y Víctor Ballinas.

Como se puede observar, sólo unos pocos de los “jornaleros” (Carlos Payán, Miguel Ángel Granados Chapa, Carmen Lira, Miguel Ángel Ve-lásquez y Jaime Avilés), fueron parte del grupo fundador de unomásuno y sólo Miguel Ángel Granados Chapa estuvo en el Excélsior de Scherer.

En el siguiente periodo, el del relevo, el grupo que se integra tiene una entrada escalonada en los dos semestres que siguen a la salida de los “jornaleros”: Roberto Vizcaíno,47 (proveniente de Proceso), María Anto-nieta Barragán, Ubaldo Díaz, Bernardo González (ambos cercanos a Luis Gutiérrez), Carlos Velásquez, Ricardo Alemán, Alberto Carbot, Rebeca Hernández y Maribel Gutiérrez, en información nacional; Francisco García Davisch, Raúl Correa, Isabel Llinas (quién venía de la revista Tiempo), Amilcar Salazar, Humberto Ríos Navarrete y Alicia Ortiz, en ciudad; Ale-gría Martínez,48 Miguel Ángel Quemáin,49 Tersa Losada,50 Rodrigo Farías, Norma Ávila, Luis Gastélum y David Cano, en cultura; Néstor Martínez, José A. Chávez, Carlos Rivero y Jorge Monroy, en deportes. Mención aparte merecen Roberto Santiago, quien era corresponsal del diario en Oaxaca, y en el momento de la salida de los “jornaleros” es llamado a la redacción central y se ocupa de la información nacional; Rebeca Lizárraga, quien fue corresponsal en Sinaloa, y Juan Pablo Becerra Acosta,51 hijo de Manuel Becerra Acosta, que desde 1983 comenzó a foguearse, en cultura inicialmente y luego en deportes.

Los últimos ingresos relevantes serían los de Víctor Becerril y César Romero Jacobo en deportes; Emiliano Pérez Cruz y Gerardo Ochoa Sandy en cultura, y Jorge Fernández Menéndez en información política, con algunas incursiones esporádicas en cultura, sobre todo en lo que se refiere a rock.

47 Reportero de Excélsior, del grupo que dio seguimiento puntual a la invasión de Paseos de Tasqueña, se fue a fundar Proceso. Su nombre aparece en unomásuno hasta el primer semestre de 1984.48 Según su propio testimonio, fue secretaria auxiliar en la dirección, tuvo una relación personal con Becerra Acosta y más tarde, durante la administración de Luis Gutiérrez, llegó a ser coordinadora de la sección cultural.49 Originario de la Ciudad de México, tenía 23 años cuando comenzó a publicar en el diario. Es egresado de Periodismo de la unam. Fue reportero de medios electrónicos antes de ingresar a la redacción de unomásuno.50 Originaria de la Ciudad de México, tenía 40 años cuando comienza a publicar, en 1984, en unomásuno. Licenciada en Sociología por la unam, militó en el Partido Comunista Mexicano.51 También publica bajo el seudónimo de Sebastián Apodaca.

Page 65: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

128 129

Esquema de los grupos del relevo

3.2 El rEclutamiEnto

En este campo periodístico, el reclutamiento se convierte no solamente en un proceso mediante el cual se traspasa la membrana del sistema, sino en un elemento importante de la identidad de quien entra a la redac-ción. Hubo tres formas básicas de reclutamiento entre los jóvenes que comenzaban o bien que eran considerados en formación: era necesario presentar un examen y pasar un periodo como “huesos”, aun cuando

GRUPO DE LUIS GUTIÉRREZ

Mario Alberto Reyes (cuñado), Bernardo González, Ubaldo Díaz, Francisco García Davish (pupilo).

Ramón Márquez, Víctor Manuel Juárez, Gonzalo Alvarez del Villar, Jorge Reyes Estrada, Jeanette Becerra Acosta, Fernando Ramírez de Aguilar, Héctor González, Sergio Guzmán, Teresa Losada, Juan Pablo Becerra Acosta.

GRUPO DE NUEVOS RECLUTADOS

Amilcar Salazar, Isabel Llinas, Humberto Ríos, Jorge Fernández M., Víctor Becerril, Gerardo Ochoa

S., Emiliano Pérez Cruz, David Cano, Miguel A. Quemain, Néstor Martínez, Alegría Martínez, Jorge Iglesias, Pedro Díaz, César Romero Jacobo, Maribel

Gutiérrez, Raúl Correa.

GRUPO DEL MBA

el contacto inicial hubiera sido un amigo o un pariente que pasaba el tip de que se necesitaba gente o bien que directamente lo recomendara para un puesto específico. La segunda vía era la de periodistas conocidos que hubieran trabajado en otro periódico —algunos pocos llegaron de radio—,52 lo que suponía la validación de su capital cultural, aunque generalmente había un periodo de prueba que se traducía en la asig-nación de fuentes que no se consideraban de primera línea, o bien podían ser destinados a la suplencia de las fuentes, lo que sugería en cuál se podían desempeñar mejor. La tercera vía fue la camarilla de iguales, es decir aquellos que compartieron la experiencia de Excélsior y que podrían considerarse colegas de Manuel Becerra Acosta.

Escritores, economistas, historiadores o líderes políticos directamente relacionados con Manuel Becerra Acosta, así como los intelectuales que experimentaron en el discurso periodístico (ver capítulo 5) y algunos po-cos reporteros, no entraban en el esquema de la redacción ni participaban de su jerarquía, relacionándose directamente con el director; conocidos en el ámbito periodístico como reporteros de dirección, tuvieron un tratamiento de pares. En esta última categoría se cuentan Humberto Ríos Navarrete y Amílcar Salazar.53

Un elemento definitorio de la experiencia de unomásuno, que más tarde se generalizaría en otros periódicos (aunque algunos, como El Día ya comenzaban a hacerlo), fue el reclutamiento de jóvenes que provenían de distintas universidades de México, lo que representó un signo de sus primeros diez años y se afianzó aun después. Cabe señalar, sin embargo, que no todos los reclutados provenían de las carreras específicas de periodismo o comunicación, sino que se nutrió de varias disciplinas, marcadamente las humanidades, pero no exclusivamente. De entre las ofertas de egresados que llegaron a unomásuno se distinguen: la escuela Carlos Septién García, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam, hacia el final del periodo

52 Vgr. Luis Acevedo de grupo Acir, Amalia Frías de Radio Centro.53 Sobre su reclutamiento cuento con dos versiones diferentes: la de Humberto Ríos Navarrete, que cuenta que su vía de acceso fue la participación en los talleres literarios del inba, mientras que Alegría Martínez señala en Manuel Becerra Acosta, periodismo y poder, que fueron seleccionados por Manuel Becerra Acosta después de leer una carta a los lectores.

Page 66: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

130 131

estudiado, la enep Acatlán y la Universidad Iberoamericana, pero en general era un territorio en el que los egresados de las escuelas privadas no tenían mayor cabida.

3.2.1 El camino de los “huesos”

Para poder apreciar el fenómeno en su propio universo temporal hay que considerar que para finales de los años setenta inició un relevo ge-neracional importante, cuando los egresados de distintas universidades y escuelas de periodismo comenzaron a incursionar en la gran prensa capitalina, no sin problemas, ya que las redacciones estaban llenas de reporteros y algunas reporteras, que habían recorrido el camino de los “huesos”:54 se entraba al diario como auxiliares de redacción y el trabajo consistía en llevar y traer materiales periodísticos en sus distintos grados de producción al interior del periódico y fuera de él; cortar y clasificar cables por temas, contestar algunas llamadas, dar recados precisos, hacer pequeñas labores administrativas y hasta ir por las tortas y refrescos. Estos ayudantes dependían de su capacidad de aprendizaje y de hacerse amigos de quienes estaban en los escalones superiores del entramado de la redacción para buscar una “oportunidad” de ascenso. Luego pasaban a ser redactores en alguna de las secciones y finalmente podían salir a la calle, como ayudantes primero y luego como responsables de notas. Una vez pasada esta primera etapa, y de acuerdo con sus capacidades, podían

54 La explicación más acabada que conozco de este nombre se refiere a la etapa en la que los periódicos se hacían bajo el sistema caliente: el de impresión basada en linotipos, ya que para formar las cajas que servían de molde para las matrices se iban elaborando pequeñas piezas de plomo con conjuntos de palabras, forjadas en el crisol de los linotipos y que al enfriarse debían llevarse con un formador de cajas. Se acumulaban en un depósito de los linotipos, y cuando ya había una cantidad significativas de estas piezas, el operador del linotipo gritaba “sale hueso” o simplemente “hueso”, y el auxiliar lo llevaba a las mesas de formación. Las pequeñas piezas de plomo, al chocar entre ellas, hacían un ruido similar a los huesos de un esqueleto, decían los linotipistas de El Día. Así que por asociación, los auxiliares que acudían al llamado también eran huesos, y el material periodístico en todo su proceso, desde las cuartillas en papel revolución —que salían de las máquinas de escribir de los reporteros—, hasta que se formaba la caja de linotipos era “hueso”. Hay otras versiones mucho más degradantes, en las que el novato —como en las preparatorias públicas— es un “perro” y hay que darle “hueso”. Como sea, para la mayoría no resultaba una identidad que asumían gustosos.

ir obteniendo cada vez mejores fuentes. Como se entiende, estas carreras estaban basadas en la pertenencia a alguna camarilla del periódico y en el autoaprendizaje, que era muy apreciado.55 El camino de los “huesos” podía llegar a ser muy largo para un aspirante universitario, durar muchos años recibiendo bajos sueldos y sin garantía de éxito.

Hacia el final de los años sesenta, la presión que ejerció la profe-sionalización de la carrera periodística se tradujo en la descalificación inicial a los aspirantes que provenían de escuelas y universidades y persistió en los años setenta, pero los periodistas universitarios tuvie-ron ventaja en el campo: aprendían rápido debido al bagaje de cultura general que les daba su carrera académica. Muchos universitarios de los años ochenta comenzaron también como “huesos”, lo que sin duda representó un reto para ellos.

La base de este relevo generacional, que significó el que se abrieran las puertas de la prensa a los egresados de las universidades, se estableció con la creación de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en 1949, promovida por Acción Nacional; la instauración de la carrera de periodismo en la Escuela Nacional de Ciencias Políticas de la Univer-sidad Nacional Autónoma de México, en 1951, y en la Universidad Veracruzana en 1954.56 Poco a poco estos primeros jóvenes universitarios acabaron por imponerse frente a quienes eran autodidactas, marcando una diferencia que para fin de siglo fue importante en el reclutamiento de prácticamente todos los periódicos importantes de la ciudad de México y de las principales ciudades desarrolladas de México, pero no en las pequeñas ciudades de los estados.

No era tarea fácil ser “huesos”, pero era el precio que tenían que pagar.Pedro Aldana, entró al periódico en 1979, con 25 años de edad y

después de haber cursado la carrera de periodismo en la enep Acatlán.

55 El aspirante debía leer y conocer con detalle los contenidos del periódico y además leer libros y otros materiales que le fueran formando el estilo de escritura, pero además debía tener la capacidad de socializar con los reporteros más veteranos y así aprender las reglas no escritas de las relaciones políticas de sus propios diarios y del mundo de la política, el deporte o la cultura, según fuera su aspiración.56 Raúl Fuentes Navarro, La comunidad desapercibida. Investigación e investigadores de la comunicación en México, p. 168.

Page 67: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

132 133

Quien le abrió la puerta fue Amalia Frías, amiga de una prima. “A mí me molestaba mucho que me gritaran: ‘¡Hueso, Hueso!’ [...] Para mi era muy denigrante. Sin embargo, traté de apurarme y estar el menor tiempo posible en esa situación”.57

El mismo día que Pedro Aldana presentó la prueba para auxiliar, también lo hizo Sergio Guzmán, que también entró como “hueso”. El introductor en el campo periodístico de unomásuno para Guzmán fue un primo político, José Luis Rocha, fotógrafo de unomásuno que lo había presentado primero en Excélsior, donde no había fructificado el intento y luego en unomásuno. Sergio Guzmán también era universi-tario. Había estudiado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y no le importó empezar desde abajo: “era el periódico al que uno como estudiante aspiraba”:

Mi primera noche fui a la mesa de redacción, el enorme corazón del periódico. El auxiliar responsable de la mesa se llama Héctor González, que ahora dirige una revista que se llama Bajo palabra. Llegó a ser un destacado reportero de la fuente policiaca, y me mandaron con él, con Héctor González: “que te diga qué tienes que hacer”. Llegué con muy trajeado, con corbata, con saco, y al entrar a la mesa de redacción, obvia-mente no sabía los nombres, ni la gente, los monstruos que estaban allí, ahora te puedo decir exactamente quiénes estaba allí: estaban Manuel Arvizu, Gonzalo Martínez Maestre, Carlos Narváez, Humberto Musac-chio y estaba…José Cornejo [...] Estaban ellos en la mesa de redacción y quizá como mi primera prueba, mi primer baño de humildad, Humberto Musacchio volteó de repente —lo tengo muy, muy bien grabado— y me dice: “oye, tu trabajas aquí? No me acuerdo si me preguntó mi nombre o ni siquiera me lo ¿tú trabajas aquí? “Sí.” Estaba parado allí, te digo con mi traje, mi corbata; estaba parado atrás de ellos y me dice: “Por favor, cierra la puerta”. Fue así como un baño de humildad, llega uno como universitario, a tratar de atrapar el mundo con las manos.58

57 Entrevista con Pedro Aldana, mayo de 2007.58 Entrevista con Sergio Guzmán, febrero de 2004.

Francisco García Davish no quería entrar a unomásuno porque aún estaba estudiando en 1983, pero sus compañeros de la Escuela de Perio-dismo Carlos Septién García deseaban hacerlo y aplicaban la estrategia de la persistencia para entrar al que entonces era un prestigiado diario de vanguardia. Una de las veces que fueron a ver si se había abierto una opor-tunidad, el joven García Davish los acompañó y, por insistencia de Magú, líder del sindicato, que cotidianamente los recibía, se decide a aplicar, sin mucho ánimo, y es él el que sale mejor evaluado. El joven chiapaneco había trabajado en El Diario de Campeche y eso le sirvió. Luis Gutiérrez se acuerda de él como el periodista local que le proporcionó un dato para la crónica de una cobertura y cuando lo tiene de nuevo enfrente, lo apadrina, lo que fue fundamental para su posición, pues Luis Gutiérrez lo incorpora en su camarilla desde la jefatura de información, primero, y luego como director. Francisco García recuerda este padrinazgo así:

Ese periodo en que fui auxiliar, en un año, me sirvió mucho, y como ya tenía yo la experiencia reporteril de tres periódicos pequeños de provincia, Luis Gutiérrez me protegió mucho[...]

Se dio algo muy curioso: se desocupó una plaza de redactor en correspon-sales. Magú me pidió que yo le entrara a participar por esa plaza, que era mucho mejor pagada que la de auxiliar y era un ascenso; pero Luis me dijo que no le entrara. Me dijo: “No le entres, porque yo te quiero a ti de reportero y dentro de unas semanas viene una plaza de reportero”.59

Es Luis Gutiérrez quien lo guía en su formación por la fuente policiaca, y es también quien lo saca de allí cuando está naufragando en la dinámica del juego y el alcohol. Lo cuida hasta que se enfrentan por la vena rebelde de Francisco García y su tendencia de izquierda, pero se recuperan como amigos cuando solicita la corresponsalía de unomásuno en Morelia.

Como Francisco García Davish, recorrieron el camino de los “huesos”: Víctor Torres, quien antes había trabajado en El Heraldo y que también había estudiado en la Escuela de Periodismo Carlos Septién; Pedro Aldana, Sergio Guzmán, Raúl Urbina, quienes lo hicieron en la facultad de Ciencias

59 Entrevista con Francisco García Davish, noviembre de 2005.

Page 68: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

134 135

Políticas y Sociales de la unam; Adriana Malvido, que había estudiado en la uia, así como Federico Enríquez, Héctor González, Néstor Martínez, Pedro Díaz y Víctor Becerril, entre otros.

Este camino es muy importante en la conformación de los grupos internos del periódico y también en la conformación de habitus tanto relacionados con las prácticas de producción del discurso, como aquellos que tiene que ver con la interiorización del autoritarismo del campo periodístico mexicano, con la manera en que se enseñan las jerarquías y las reglas no escritas de las comunidades periodísticas.

Analicemos a detalle su funcionamiento: en unomásuno, a partir de la fundación del Siteuno, la puerta de entrada, en principio, correspondía al sindicato, que aplicaba el examen de selección. Es importante apuntar que, excepto por los casos de Mario García Sordo y por la experiencia de Francisco García Davish antes descrita, el resto de los entrevistados tenía un contacto dentro del periódico que gestionaba la posibilidad de acceder a la primera entrevista para que pudieran ser considerados para el examen. Esta persona del interior del diario era asimismo el primer vínculo con las camarillas internas.

La etapa de “huesos” los lleva a los lugares clave del periódico y aún aquellos que no son tan visibles, como los talleres de impresión.60 La necesaria movilidad en el periódico permitía asimismo a quienes aspi-raban a ser reporteros la socialización y el intercambio personal con las distintas camarillas del diario, y también la percepción de los núcleos del poder en el mismo, ya que podían aprender quiénes daban el visto bueno a lo que se publicaba; se podían dar cuenta de qué se publicaba y qué dejaba de publicarse, y otros detalles finos del proceso periodístico.

Por otra parte, mediante el padrinazgo se relacionaban con algún miembro de la redacción que comenzaba a introducirlos a las rutinas de la escritura. Este personaje resulta fundamental porque finalmente es el que le enseña las artes del reporteo que no pueden aprenderse en ningún manual y le puede llegar a afinar el estilo de escritura, y algo mucho más importante, puede llegar a ser su aval para una posición

60 Recuérdese que aún no existían redes de computadoras; la mayoría de los sistemas de producción en los grandes diarios eran híbridos.

de mayor jerarquía en el entramado de la redacción. Si se aprecia, en este sistema discrecional de acceder a nuevas posiciones y la estructura vertical del mando periodístico —a semejanza del campo político au-toritario de entonces— el director tiene la última palabra y el mando total, como un tlatoani periodístico, y la movilidad proviene de un manejo clientelista de las camarillas.

El efecto más negativo de esta dinámica de introducción al micro-cosmos del periódico es la disposición que adquirían los auxiliares de redacción a responder al autoritarismo, que a veces pasaba por verdaderas humillaciones públicas, con las que los miembros de mayor jerarquía del periódico indicaban a los novatos qué lugar tenían en el mismo y su deber de obediencia a personajes tan despiadados como el propio Becerra Acosta, pero también los editores, los jefes de redacción, los jefes de información, los jefes de sección.

3.2.2 Los pares

Visto a detalle, el acto de reclutamiento que determina quién sí y quién no entra en un proyecto en el grado de paridad, pone al descubierto una serie de capitales, ordenados conforme a un habitus particular del periodismo.

Como el espacio social del periodismo se construye colectivamente, en este campo periodístico al que se refiere Pierre Bourdieu, es nece-sario ahora mostrar parte de su entramado, que se pone de relieve en el reclutamiento: El primer elemento es que no aparece un anuncio publicado sobre algún puesto vacante —como en el caso de las plazas universitarias—. La comunicación corre por las redes informales que, sin embargo, no carecen de perfil específico, ya que es muy claro para qué sección se destinará. De hecho, la salida de algún miembro de la redacción es una señal suficiente para que corra la voz de que se necesita llenar ese lugar.

El mensaje llega a través de un colega de un nivel igual o superior al cargo que se aspira y en esta convocatoria informal puede haber varios miembros de la redacción que propongan “recomendados”. Así, es de vital importancia para la obtención de alguna plaza de reportero estar dentro de una red de amigos y conocidos por la cual obtener la información de

Page 69: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

136 137

la plaza vacante, y para estar dentro de estas redes es necesario establecer amistades, “invertir” en el mercado de los favores y acudir a las fiestas y lugares de socialización para ser parte de un grupo. En esta como en muchas profesiones en México, el valor fundamental para pertenecer a estas redes es la lealtad.

En estas redes son importantes, por una parte, los colegas de la uni-versidad o escuela de periodismo y las familiares, pero mucho más lo son quienes han compartido con los periodistas las experiencias de trabajo sea en la propia redacción o en coberturas para medios diferentes. Sin que fuera de primera línea, era importante la escuela donde se había estudia-do. Fueron relevantes la unam, la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, la Universidad Iberoamericana y la Universidad Veracruzana. En cuanto a los trabajos, la radio y la televisión —orientadas al espectácu-lo— no tenían el peso periodístico que tienen ahora. El periodismo era una actividad que tenía lugar en la prensa escrita, así que contaba haber estado en periódicos grandes de la ciudad de México: Excélsior, El Uni-versal, Novedades, El Heraldo o El Día; también haber sido corresponsal internacional o trabajar para una agencia de noticias internacionales. Algunas revistas también eran importantes: Siempre, Proceso y Tiempo.

Dentro de los valores entendidos ampliamente en este campo perio-dístico es que a un colega con experiencia no se le hacen exámenes, pero puede entrar en un periodo de prueba. La evaluación de su contratación dependerá de un consenso entre los jefes de información y redacción, o bien del editor de sección. Este dictamen es importante porque con él pasa a formar parte de la camarilla que lo propone y acepta.

A finales de los años setenta tenemos la bisagra entre el periodismo tradicional y autodidacta, y el que comienza a valorar a los universitarios. La clave está en el hecho de que algunos periodistas de viejo cuño se convierten en profesores universitarios tanto en la Escuela de Periodis-mo Carlos Septién García, como en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam. Profesores emblemáticos son Rafael Cardona, quien daba clases en la Septién, Froylán López Narváez,61 y Miguel

61 Como dato curioso, en varias de las historias de vida, se relaciona a López Narváez, en papel de profesor universitario, con un slogan acuñado aparentemente por él: “la rumba es cultura”, que

Ángel Granados Chapa, en la unam, algunos de ellos se convierten en reclutadores para sus medios.

La tendencia de reclutar universitarios se acentúa en unomáuno, esto puede explicarse, por una parte, como resultado del éxito de las universi-dades que instituyeron la carrera, por el nivel educativo de la Ciudad de México, donde se concentra una muy generosa proporción de la matrícula universitaria, pero, lo que es más importante: era un perfil que se pedía desde las políticas de reclutamiento. Si se observa con atención fuera del círculo primario de funcionarios fundadores, muchos de los reporteros que se unieron a la camarilla de Manuel Becerra Acosta eran jóvenes y de alguna manera estaban abiertos a la experimentación que se presentó en este y en muchos aspectos, como parte integral del proyecto de unomásuno.

En este entramado, las relaciones de amistad o relaciones amorosas puede abrir la puerta de entrada de una redacción, si el hombre o la mu-jer que las abre es suficientemente poderoso, pero en el desarrollo de su trabajo cotidiano el novato tiene que mostrar habilidades o depender de amanuenses, lo cual no es el caso en el unomásuno; ninguno de los entre-vistados se refirió a esta práctica. Al final el trabajo tiene que hacerse. Al final todos escribían.

Otro elemento del capital cultural era la cultura lectora de estos periodistas y cuya exploración comienza tal vez con un artefacto llamado bandera, que existía en todas las redacciones de la época: una colección de los principales periódicos de la semana prensados por dos piezas de madera, que tenían unos largos tornillos donde se ensartaban todos los días la secciones de interés, y en el caso de unomásuno mostraban los dos espejos donde no podían dejar de mirarse: Excélsior y, después, La Jorna-da.62 Luego están los libros, por ahora sea suficiente decir que el boom latinoamericano se refleja en las preferencias de lectura de los entrevistados.

Sobre la orientación de izquierda como parte del capital cultural, hay versiones polémicas. Sin embargo, es importante apuntar las re-peticiones: aunque las entrevistas de Hernández se hicieron siguiendo

dejó una fuerte impronta en la memoria.62 Entrevista con Sergio Guzmán, febrero de 2004.

Page 70: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

138 139

el tono de descalificación63 hacia los fundadores de La Jornada, en éstas y las realizadas para la presente investigación hay señalamientos específicos y coincidentes respecto a que hubo un periodo previo a 1983 cuando entraron al diario militantes de la izquierda mexicana y dos personajes son señalados como los introductores: Carlos Payán, subdirector del diario, y Humberto Musacchio, quién ejerció un liderazgo visible.64 También es mencionada Carmen Lira65.

Pero en las entrevistas realizadas para la presente investigación con representantes de las distintas cohortes, se considera valioso en el proyecto de unomásuno el hecho de que se diera voz a sectores de la sociedad que no tenían cabida en otros medios: sindicatos, cam-pesinos, grupos populares, así como a los movimientos guerrilleros de Centroamérica. Es decir, hay una percepción general de que esta orientación hacia sectores influenciados o dirigidos por la izquierda fue una innovación positiva, aunque la actuación de algunos militantes al interior fuera dañina.

3.2.3 Los iguales

Roderic Ai Camp sostiene que una de las características fundamenta-les de la política mexicana es la conformación de camarillas políticas, que son grupos de individuos que tienen intereses políticos comunes y confían el uno en el otro para mejorar sus posibilidades, y también señala que: “utilizar a un grupo de amigos para alcanzar objetivos pro-fesionales es un rasgo que se encuentra en otros sectores de la sociedad, incluyendo la vida intelectual y la comunidad de negocios”.66

En los testimonios publicados y los recabados para esta investiga-ción, podemos ver este sistema en los procesos de ruptura: a la salida de Excélsior y la salida de quienes formarían La Jornada, los involucra-

63 Ver Hernández Solano, María Ernestina, unomásuno…, op. cit., p.33, y en entrevista con Sara Lovera, diciembre de 2006.64 Hernández Solano, unomásuno..., op. cit. 65 Ver capítulo 5.66 Camp, La política…, op. cit., p. 138.

dos se expresan con calificativos que se relacionan con el universo de la lealtad, pocas veces se señalan la calidad profesional de uno u otro bando, o hacen alusión a su probidad o su carencia dentro del sistema de corrupción de los dueños de los medios o de los mismos periodistas, o alrededor de alguna otra categoría. En casi todos los testimonios se expresan en términos emocionales que señalan la relación personal, sobre cualquier otro valor, para enjuiciar los eventos centrales de sus historias compartidas.

El acto de lealtad fundacional de la camarilla, que después se divide, es la salida de Excélsior de un grupo de reporteros, administrativos y trabajadores junto con el que fuera su director, Julio Scherer; pero el grupo se disgregó en dos posiciones diferentes antes descritas. Así que durante el segundo semestre de 1976 se fundan dos camarillas, la de Julio Scherer y la de Manuel Becerra Acosta, que se solidifica hasta noviembre de 1977, cuando algunos de los reporteros que inicialmente se habían ido a Proceso se integran a los números cero del unomásuno, rompien-do con la camarilla inicial, aunque vale decir que esto no significó un completo divorcio, pues aunque Scherer y Becerra se distanciaron, no fue un patrón que siguieran todos los reporteros.

Los reporteros de Excélsior que siguieron a Becerra Acosta fueron: Luis Gutiérrez, David Siller, Marco Aurelio Carballo, Manuel Arvizu, Fernando Meraz, Rodolfo Rojas Zea, Rafael Cardona, Guillermo Mora Tavares, Carlos Ferreyra, Jeanette Becerra Acosta, Jorge Reyes Estrada, Víctor Manuel Juárez, Fernando Belmont y Jorge Francisco Ramírez de Aguilar.

Los que cambiaron de camarilla de Proceso a unomásuno fueron Roberto Vizcaíno, Carlos Reynaldos, Hugo del Río (redactor), Nadia Piamonte (colaboradora cultural), Abelardo Martín (reportero), Ramón Márquez (reportero), Miguel López Saucedo (reportero), Magú (carto-nista), Jorge Hernández Campos (editor), Dolores Cordero (redactora) y Gonzalo Álvarez del Villar (reportero).67

La argamasa que unió a la camarilla inicial de unomásuno, formada de los tres grupos está compuesta por los allegados a Becerra Acosta,

67 Vicente Leñero, Los periodistas, op. cit., pp. 397-412.

Page 71: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

140 141

los que se fueron a otros diarios para aguantar la temporada sin sueldo y los que vinieron de Proceso, y estuvo constituida por las experiencias compartidas en Excélsior.

La lealtad a Manuel Becerra Acosta fue el mecanismo fundamental de reclutamiento de la camarilla de los pares, algunos de los cuales eran tan cercanos a él que aparecen en el acta notarial de fundación de la cooperativa de periodistas. Algunos que habían quedado en un segundo plano en Proceso pudieron capitalizar la amistad o los vínculos de cama-radería que los unían con Manuel Becerra Acosta cuando unomásuno salió a la calle y tuvieron una mayor oportunidad de publicar, ya que había más espacio disponible.

3.3 los grupos intErnos

El periódico unomásuno fue un pequeño archipiélago de islas que emer-gieron del arrecife nacido a la salida de Excélsior. Cada una de estas islas —de distintas proporciones— sedimentó sus límites con las estrategias de quienes las conformaron y la relación que establecieron con Manuel Becerra Acosta, hasta que en una de ellas se organizó un grupo rebelde que construyó un bergantín y huyó de los mares primigenios, pero no navegó lejos: el nuevo proyecto editorial La Jornada siguió muchas de las líneas que fueron el eje de unomásuno, recibió una buena parte de su herencia y con los años la convirtió en militancia abierta de izquierda.

A pesar de esta cercanía ideológica, la botadura del bergantín llamado La Jornada —que en la parte superior de su tajamar llevaba un mascarón de la hoz y el martillo— causó una fuerte ruptura en el archipiélago, reconfigurando de tal modo las islas que los del relevo siempre se sintieron algo extranjeros en el unomásuno; mientras quienes aguantaron las marejadas se consolidaron alrededor del grupo íntimo de Manuel Becerra Acosta.

Podemos comenzar a dibujar un primer mapa de las ínsulas in-ternas del unomásuno a través de sus secciones y de algunas fronteras internas de la redacción general: las secciones claramente delimitadas que siempre tuvieron un espacio físico diferenciado fueron: deportes,

internacionales, cultura y corresponsales; dentro de la redacción ge-neral, se encontraban economía, ciudad, policía y el departamento de fotografía que proveía a todas las secciones.

Cada una de las secciones se diferencian en el tiempo, pero hay algunas que por las características de sus integrantes tienen mayor unidad y permanencia de sus miembros.

grupos dE afinidadEs profEsionalEs

nacional Luis Gutiérrez, Amalia Frías, Gonzalo Álvarez del Villar, Mario Alberto Reyes, Miguel Ángel Velázquez, Víctor Avilés, Roberto Bolaños Huerta, Emilio Lomas, Angélica Quezada, René Delgado, Carlos Ferreyra, Luis García Rojas, Ubaldo Díaz, Carlos Velázquez, Re-beca Hernández, Alberto Carbot, Maribel Gutiérrez, Sara Lovera, Bernardo González, Rosa Rojas, Teresa Weiser, Teresa Gil, Isabel Llinas, Humberto Ríos Navarrete, Amilcar Salazar, Mario García Sordo, Jaime Avilés,Azucena Valderrábano

ciudad Rebeca Lizárraga, Francisco García Davish, Raúl Correa, David Siller

policía Héctor González, Fernando Ramírez de Aguilar, Jorge Reyes Estrada, Francisco García Davish

Page 72: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

142 143

cultura Fernando de Ita, Elena Urrutia, Patricia Car-dona, Guadalupe Irizar, Javier Molina, Patricia Zama, Adriana Malvido, Víctor Roura, Marta Zilli, Ma. Antonieta Barragán, Luis Gastélum, Juan Manuel García-Junco, Manuel Ocaño, Nelson Carro, Nadia Piamonte, Miguel Ángel Quemain, Emiliano Pérez Cruz, Norma Ávila, Rodrigo Farías, Alegría Martínez, Braulio Peralta, Víctor Roura, Saide Sesín, Roberto Vallarino, Aída Reboredo

dEportEs Hugo Cheix, Armando Satow, Sergio Guz-mán, Jaime Bravo, Ramón Otero, Marco A. García, Jorge Iglesias, Jorge Monroy, José A. Chávez, Julio Amaya, Luis Arenas, Horacio Carril, César Romero Jacobo, Víctor Becerril

intErnacional Blanche Petrich (coberturas internacionales), Irene Selser (corresponsal Centroamérica), Stella Calloni (corresponsal Centroamérica), Oscar González (jefe de sección y correspon-sal en Buenos Aires), Guillermo Almeyra (internacional y corresponsal en Roma), José Fajardo (Colombia), Eduardo Mora Tavares (coordinador de sección), Ernestina Hernández (coordinadora de sección)

Economía José Martínez, Guillermo Mora Tavares, Emi-lio Muñoz, Luis Acevedo, Alberto Aguilar

Deportes fue la sección menos permeable del diario y con menos movimientos en el curso de los diez años del periódico, ya que sus inte-grantes permanecen por muchos años y se notan pocas salidas, según el registro de nombres. Ramón Márquez, jefe de la sección durante toda la década y aún un tiempo después, mantiene un indiscutible liderazgo en ella e impone sus reglas, tradiciones y formas especiales de cubrir la información y hasta en la diagramación se nota su especificidad.

La base de la lealtad que cohesionaba a la sección de deportes empe-zaba por el periodo de formación que pasaban los nuevos integrantes y que era dirigido por Márquez, y se consolida en un poder absoluto sobre las decisiones que se tomaban en la sección y su prolongado mandato. Fue una de las secciones donde se formaban reporteros con disciplina y enfoques innovadores provenientes del Nuevo Periodismo de Estados Unidos, del que el propio Márquez era un admirador y seguidor. Fue-ron auxiliares, y luego reporteros: Víctor Manuel Juárez, César Romero Jacobo, Néstor Martínez, Pedro Aldana y Sergio Guzmán, entre otros.

Deportes, por otro lado, era por tradición una de las secciones for-mativas del periodismo tradicional, junto con policiaca. Muchos de los aprendices de reporteros pasaban primero por deportes o policía para luego pasar a la sección de nacionales. Esa trayectoria siguieron Víctor Manuel Juárez, César Romero Jacobo y Néstor Martínez. Pero también había reporteros que nunca salieron de los linderos de las páginas deportivas, lo que en la época y aún ahora disminuye las posibilidades de avanzar en la jerarquía del diario.

Lo más peculiar del trabajo en deportes, y que distingue la sección de la dinámica de las otras secciones y del resto de los diarios de aquel momento es el hecho de que no existían las órdenes de trabajo, que constituye para muchas de las secciones el mecanismo por el cual el jefe de la sección transmite órdenes específicas de cobertura por escrito al reportero y con ello su enfoque personal. Esta costumbre prevaleció hasta después de que terminó la década de dirección de Manuel Becerra Acosta, incluso después de la salida del propio Ramón Márquez de la sección.

Esta falta de estructura tradicional a veces se traducía en una cierta informalidad en otras esferas. Sergio Guzmán recuerda cómo se hizo la cobertura de las Olimpiadas de Los Ángeles:

Page 73: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

144 145

Nos fuimos sin acreditación, porque don Manuel Becerra Acosta, que era muy amigo de Mario Vázquez Raña[…] Todo se hacía así, hasta en ese sentido, terrible, bohemio, se manejaba uno en el unomásuno. No importa, allá seguramente… Como si fuera uno a una competencia de ciclismo aquí en la Magdalena Contreras: “No hay bronca, aquí te acredito”, así nos íbamos. Tuvimos que andar cazando a Mario Vázquez Raña para que nos diera el aval, nos vio y [dijo:] “he hablado con Manuel, pero, ¿cómo hacen esas cosas? ¡Qué barbaridad! Vayan a ver a mi secretario”. Consiguieron primero la acreditación Aarón y Armando, entonces yo hice muchas cosas por fuera. Y un sobrino de Ramón (su intérprete informal) es del tipo de gente que tiene facilidad para las relaciones públicas. Se metía a la sala de prensa a platicar con todo mundo, y un día, por la noche nos habla, [y nos dice:] “necesito ahora que me ayuden, me dijeron que ya está mi acreditación. Te imaginas, el sobrino de Ramón: “ya está mi acreditación, me dijeron que ya nada más es necesario que la firme —el hombre aquel que era el asistente de Mario (Vázquez Raña)— y ya”. La consiguió.68

El testimonio nos da cuenta de cómo en todas las esferas del mundo político, en este caso del deporte, los periodistas tradicionales se enlazaban en nexos de intercambio del capital cultural y cómo para el trabajo periodístico se echa mano del capital social de los miembros de la redacción.69 Por una parte, las relaciones políticas de Manuel Becerra Acosta con el directivo del Comité Olímpico Mexicano hacen posible una acreditación informal, fuera de los cánones, en un evento internacional donde la logística era parte de grupos altamente organizados, como el del Comité Olímpico Internacional, y del capital social, de tal forma que el sobrino hace las veces de intérprete y guía cultural en la ciudad de Los Ángeles, incluso, cuando aún no han logrado las acreditaciones, este joven presta su propia casa para que el reportero haga su trabajo formal.

68 Entrevista con Sergio Guzmán, febrero de 2004.69 En entrevista con Adriana Malvido, realizada en junio de 2007, la periodista relata cómo, durante una cobertura de un festival de la canción en Nicaragua, se les pide que desalojen el hotel donde están porque se podía convertir en blanco de un ataque. Además, se les pide ceder los lugares de avión para que los artistas puedan salir de Managua. Relata también que se fue a la casa de una hermana de Cristina Payán en aquella ciudad y la convirtió en su oficina y hotel temporal.

En el día a día, el trabajo era más rutinario dentro de la sección: los nuevos reporteros cubrían la información importante bajo la tutoría de los viejos. En la jerarquización de la información se respetaba la auto-ridad de los mejor posicionados de la sección. Pedro Aldana recuerda la tutoría de Márquez así:

Le gusta ser muy estricto en lo que hace. Tiene un estilo muy personal de redactar, el cual a veces tratábamos de imitar, pero no. No se puede tratar de imitar estilos, cada quien tiene una forma. Nos motivaba. No nos motivaba, nos daba hasta un terror de pronto, de llegar y que no le gustara la nota. Si no le gustaba nos volvía a mandar a reportear, y de esa manera uno aprende. Porque ya cuando uno ve el trabajo. Guardaba uno las cuartillas y veíamos lo que se publicaba y veíamos la diferencia. Siempre una diferencia para mejorar. Él a veces les metía mano. Le hacía una entrada distinta. Pero así inmedia-tamente hacía las entradas: “¿cómo la ves?” Y uno decía: cómo no se me ocurrió. Las hacía más atractivas y todo.70

Tanto en el relato de Sergio Guzmán como en el de Pedro Aldana llama la atención que sólo hay pequeñas pinceladas de lo que en otras secciones era más claro: la discusión entre todos del tono y el contenido de la sección. En deportes la libertad era dada a través de la carencia de órdenes de trabajo, pero el trabajo siempre se contrastaba con las otras secciones deportivas y con los dos periódicos especializados en deportes de la época, La Afición y el Esto, en una lectura comparativa que hemos descrito antes como característica del gremio. El control total de la sección por parte de Márquez permitía hacerla muy interesante por los giros sugeridos por él o por Hugo Cheix —quién a veces los sustituía—, y también le permitía perfilar la sección de acuerdo con sus intereses, según lo recuerda con un dejo de amargura Aldana, pero no Guzmán:

Yo a él (Ramón Márquez) lo consideraba un ídolo, hasta que me enteré que era un reportero corrupto. Eso a mí me dolió y me decepcionó enor-memente, y me di cuenta cuando ya después pudimos compaginar mucho,

70 Entrevista a Pedro Aldana, mayo de 2004.

Page 74: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

146 147

yo le llenaba sus dos páginas en el unomásuno. Él me estaba utilizando para beneficios personales; con mi trabajo tenía dinero por otros medios, viajes, invitaciones, dinero y me ponía a mí a como el que le hacía la labor con sus amigos para que después a mí me favoreciera, y eso me decepcionó. Sin embargo, lo reconozco como la persona que me ayudó mucho a crecer periodísticamente, hasta que llegó ese momento y ya no pudimos seguir.71

Fuera de la sección, en los ratos de ocio, también era Ramón Már-quez, quien marcaba la socialización: instituyó la cena de Navidad en su casa, que se hizo una tradición de la sección y aún después de su salida del unomásuno siguió haciéndose en restaurantes; también estaba el fut-bol, que gustaba a casi todos en la sección, así que tenían un equipo en deportes, mientras el de redacción tenía que ser reforzado con elementos de otros departamentos. Se jugaban torneos internos y eso daba para que muchos sábados hubiera partido. Sergio Guzmán recuerda que incluso una vez consiguieron un árbitro profesional para uno de sus partidos.72

En contraste, en cultura el liderazgo inicial de la sección lo llevó Ro-dolfo Rojas Zea, después lo tuvo Huberto Musacchio, en algún tiempo Antonio Marimón y Roberto Vallarino y finalmente Patricia Cardona, pero de alguna manera son directores difusos y es la sección más abierta del diario, ya que en ella se da una renovación muy importante de los reporteros que trabajaron allí: de los 478 periodistas que trabajaron en el uno en géneros de información, 126 lo hicieron en cultura y vale decir que es la sección donde con más frecuencia aparece el nombre de una persona por primera vez y también por única vez. Esto puede estar relacionado con el hecho de que muchos de quienes publicaron o lo intentaron en el suplemento Sábado también lo hicieron en la sec-ción cultural, y por la gran permeabilidad que tenían las fronteras de la sección hacia el mundo cultural de la época. No podemos hablar de amplios grupos afectivos ligados a la sección cultural, pero sí mencionar que guardaron una relación estrecha Patricia Cardona y Christa Cowrie, quienes más tarde elaborarían un suplemento de ecología, que fueron

71 Idem.72 El árbitro mencionado se apellidaba Mendoza Guillén.

amigos Roberto Vallarino y su esposa Adriana Moncada, Fernando de Ita, Braulio Peralta, Víctor Roura y Adriana Malvido.

En cuanto a la dirección de la sección, la primera dirección, la de Rodolfo Rojas Zea, fue totalmente tradicional, rigurosa en extremo y sólo después se flexibilizó para la experimentación. Fernando de Ita, quien fue reportero fundador de la sección la recuerda así:

Con el rigor y el poder tiránico que tenían esos canallas de Excélsior, de verdad te veían a ti como el hueso y eras el hueso para las tortas, o sea a ellos los enseñaron a patadas y ellos transmitieron sus enseñanzas a patadas. Rodolfo no era así en el sentido personal, pero sí era muy riguroso en el sentido profesional. Nos obligaba exactamente a seguir los cinco decálogos del periodismo, de cómo tenías que hacerlo. Y nosotros teníamos otra historia, estábamos muy jóvenes en ese momento y lo que menos que-ríamos era ponernos el corsé de este decálogo periodístico. Pero ahora le agradecemos, por lo menos yo, y bueno lo digo en plural porque lo hemos comentado con otros amigos que estuvimos ahí. Esa tozudez de Rodolfo, esa imposición incluso de que aprendan ustedes primero la fórmula, el periodismo es así, ese viejo rigor tenía su sentido, nos ayudó a conocerlo. Y a partir de conocerlo pudimos cambiarlo.73

Luego se dio paso a coordinaciones más abiertas. Adriana Malvido, quien fue reportera durante las tres, en su relato de las prácticas internas de la sección describe los mecanismos de discusión y de negociación que ponían en marcha los reporteros y reporteras de la sección frente a sus diferentes jefes. Es interesante observar hay aún rastros del mando vertical, aunque ya no absoluto, como al inicio:

Éramos muy unidos y nos daba mucha fuerza estar unidos, la verdad. “No estamos de acuerdo en lo que estás haciendo”. Íbamos y se lo decíamos; a Musacchio una vez le leímos una carta, porque sentíamos que... y a lo mejor esto sí es importante, porque sentíamos que él era el director de la sección cultural, y nos quería muchísimo porque éramos sus reporteros de

73 Entrevista con Fernando de Ita, marzo de 2004.

Page 75: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

148 149

batalla, que no le íbamos a fallar con una nota nunca, y nos llevábamos muy, muy bien, yo lo quiero muchísimo a Humberto, pero de pronto sentíamos que la ideología pesaba mucho, y luego nos pasó con Marimón, pero al revés, entonces sí […] Has de cuenta que Musacchio quería que, a mí, por decir… un Fernando de Sil, un pintor peruano, me hiciera declaraciones sobre la lucha de clases, a fuerzas. Y este cuate es un poeta, entonces se veía forzadón y las cabezas era así, como todas de batallas, de la lucha de clases y “declaró el pintor”, y decías, ¿cuál declaró? Era muy padre, era defender los contenidos, que no necesariamente tenían que ser políticos, o a favor de la izquierda ¿no? No tenía que ser así, es otro lenguaje, pero Humberto estaba muy politizado, muy con el psum en ese momento, con la izquierda, y como que, a pesar de que teníamos toda la libertad, sentíamos que se estaba sobrecargando a los contenidos políticos, y me acuerdo que le escribimos una carta: Saide, Víctor, Braulio y yo ¿quién más estaría en esa carta? Se enojó muchísimo, muchísimo, se ofendió; pero estábamos unidos, estábamos unidos en el periodismo cultural y fue muy bonito […] porque luego con Marimón casi, casi nos pasó al revés, Marimón venía de… era un tipo de intelectual como más, no tan politizado quizás, o sí politizado porque además estaba exiliado de Argentina. Pero al contrario, él quería puro Octavio Paz, casi, casi para él Gabriel García Márquez era un escritor menor. De veras. Porque [para él] era Octavio Paz, y de allí para arriba. Era un poco elitista, no nos parecía, entonces lo peleábamos con él. Pero eso también aprendí con él también, a defender tu trabajo, a pelearte por él, y toda mi vida lo he hecho, toda mi vida: “oye no estoy de acuerdo con la cabeza que me pusiste, está mal, no lo entendiste”.74

El recuerdo que hacen tanto Fernando de Ita como Adriana Malvi-

do de Roberto Vallarino es el de un hombre de extremos: podía ser un escritor brillante y podía ser déspota, grosero y violento.

La movilidad de los coordinadores de cultura y la permeabilidad que tenía, pues por la sección cultural pasaron muchos reporteros y re-porteras ocasionales o permanentes, hizo que no hubiera una cohesión

74 Entrevista con Adriana Malvido, julio de 2007.

fuerte entre ellos, y de hecho es una sección que en el cisma de 1984 se desgaja, pero también es allí donde hay dudas al momento de la salida.

En cuanto a la socialización externa del grupo era muy compleja y variada, por la gran diversidad de personalidades: mientras que Adriana Malvido cuenta de las fiestas en casas particulares, sin duda la que más llama la atención es la relatada por Fernando de Ita, quien era uno de los compañeros —junto con Roberto Vallarino y Fernando Belmont— de las parrandas de alcohol, drogas y excesos del director del periódico Manuel Becerra Acosta. Las recuerda así:

Con chavos, ahí se permitía verdaderamente pecar, o sea que pecábamos [...] Él [Manuel Becerra Acosta] se cuidaba con los grandes de otras cosas o sus borracheras eran de otro tipo. Pero con nosotros como que se daba juventud, era así como [...] él que era tan formal, de bastón, sombrilla y todo, se desparramaba un poco, se quitaba un poco el saco, era más así de cuates, de jóvenes. Tenía por ahí una tendencia de homosexual medio rara, rara porque era como agresiva; no es que fuera maricón ni homosexual nada, pero tenía una forma de envolver rara, pero agresiva-mente. Nuestra relación siempre fue con mujeres, porque además tenía un grupo, no de gente del periódico, eso ya era aparte de cosas personales. Pero había un grupo de periodistas que a veces nos acompañaban en las orgías y bueno eran fuertes. Pero fuertes, a veces estaba Héctor García, por ejemplo, que era experto en orgías, era experto en orgías [...] a veces se ponían pesadas, porque se ponía violento Becerra [...] eran orgías, o sea muchachas que estaban haciendo con alguien el amor ahí junto y tú estabas platicando aquí...75

La sección policiaca era un grupo que tenía las fronteras muy bien definidas en términos del resto de la redacción, lo cual es notable respecto a la tradición formativa de los periódicos, pues la fuente policiaca fue durante mucho tiempo la “escuela” interna de los periodistas varones en las redacciones tradicionales. En unomásuno, la sección policiaca es de importancia secundaria en el diario, lo que se reflejaba en el espacio que

75 Entrevista con Fernando de Ita, marzo de 2004.

Page 76: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

150 151

se destinaba a la publicación de este tipo de notas, aunque en algunas ediciones aparecían mezcladas con la sección de ciudad, de mayor importancia. Sin embargo, el grupo que la escribió también es de los grupos más cohesionados. Vale decir que Héctor A. González fue un lobo solitario y es, de todos, el que alcanza plena madurez periodís-tica después del terremoto, a pesar de lo cual llega a participar de la dinámica de socialización del grupo, muy imbricada con el consumo de alcohol y drogas, así como fuertes ligas amistosas con los miembros de las distintas fuerzas policiacas.

La socialización que tenían estos reporteros era más bien externa, aunque participaban de las fiestas del periódico, pero su día a día incluía una fuerte socialización con los policías, jefes de prensa y co-mandantes de sector. Francisco García Davish recuerda estas dinámicas de intercambio así:

[…] llegaba a las salas de prensa y ahí platicaba con los compañeros, se ponían a jugar dominó, que hasta la fecha me encanta, y luego ahí me sentaba a jugar dominó con ellos, las horas, las horas, y luego a jugar cartas y por ahí en esa época se entreveraban mucho reporteros y policías. Los comandantes y ya, a jugar por las tardes, irte a escribir al periódico […] ya en la noche juntarte otra vez con el mismo grupo, a jugar cartas, a jugar dominó a irse al centro nocturno, agarrabas parrandas pues. Y esto pues evidentemente lo va minando a uno, va minando la capacidad, va minando la objetividad de muchas cosas y se empieza a hacer ahí una relación de otro tipo con la gente, pues, con la policía concretamente. —¿Apostaban?—Sí, se apostaba muchísimo dinero y jugaban reporteros de muchos medios, no de todos, pero sí jugaban de muchos medios, de radio, de televisión, de periódicos y yo generalmente me levantaba temprano, reporteaba, salía, investigaba y cuando llegaba a la sala de prensa, ya tenía información buena, todavía podía compaginar las dos, porque a mí me gustaba ese ambiente, me gustaba la jugada y se apostaba dinero por supuesto y eso era tanto en la sede de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal como lo que era en aquel entonces la Dirección General

de Policía y Tránsito, que luego se convirtió en Secretaria General de Protección y Vialidad; en las salas de prensa, en las dos, se jugaba y se jugaba fuerte, se apostaba, claro.76

El mismo patrón de cercanía con los jefes policiacos es descrito en otra entrevista por Jorge Reyes Estrada, reportero emblemático de la secciones policiacas de Excélsior y unomásuno, cuando relata el enfren-tamiento con Arturo Durazo Moreno, nada menos que en casa de su madre:

“Él iba a comer a la casa de mi mamá porque ella hacía unos hongos con carne de puerco exquisitos que a Arturo le gustaban mucho. Un día coincidimos en casa de mi madre, a donde lo llevaba Jaime, mi hermano, y me anticipó: ‘No me hables. Eres un hijo de la chingada’. ‘Más hijo de la chingada eres tú’, le respondí. ‘Te voy a matar’, me increpó. ‘¿Cómo me vas a matar?’, pregunté. ‘A balazos’, respondió. ‘Ni que estuviera manco, yo también traigo pistola, cabrón, y nos rompemos la madre, a balazos o a puñetazos, como quieras’”.77

Como se aprecia, esta relación entre reporteros y policías iba más allá de lo que se podía llamar investigación participante, eran amigos, fortalecían estas amistades con vínculos sociales como el compadrazgo.

La redacción general, el corazón del periódico, tuvo una compo-sición muy interesante, ya que sus grupos internos nos muestran las distintas oleadas de reporteros que existieron en el periódico, pues los grupos se integraron por colegas que ingresaron al periódico en un periodo semejante. Podemos distinguir varios grupos, el de los “ex Excélsior”, el de los fundadores que no provenían de Excélsior; el siguiente grupo fue el de los años buenos: 1979-1981, el grupo de “jornaleros” y los del relevo.

En términos de socialización es interesante resaltar que el estereoti-po del reportero visitante asiduo de las cantinas se cumple con frecuen-

76 Entrevista con Francisco García Davish, noviembre de 2006.77 Hernández Solano, unomásuno..., op. cit., p. 199.

Page 77: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

152 153

cia en los reporteros, aunque no frecuentemente entre las reporteras de unomásuno (ver grupo: adicciones). Todos ellos participaban de las fiestas de aniversario, y algunos en los torneos de futbol y en fiestas particulares. Como una particularidad que es importante resaltar en esta sección, se encuentra un ritual de “autorregulación”, que también afirmaba la estructura del propio periódico, ya que muchas de las “no-minaciones” salían de la esfera de la dirección, era la entrega anual de los “antipremios”. Su origen es difuso, pero tiene cierto paralelismo con la cencerrada que describe Thompson, como ritual de regulación de una comunidad, porque se basa en la vergüenza pública, en este caso con el conjunto de compañeras y compañeros de la redacción. Consistía en la entrega de pequeños trofeos, confeccionados por la misma redacción, a quienes durante el año habían mostrado falta de profesionalismo en su trabajo cotidiano. Luis Acevedo tiene un recuerdo un tanto difuso de la entrega: “Me acuerdo de uno porque era muy famoso, siempre se lo ganaba Ricardo del Muro: el huevo de oro. Miguel Ángel Velázquez se ganaba el sartén de oro, también, por los refritos, eran muy diver-tidos. Creo que eso lo instituyó Carmen Lira, no estoy muy seguro, pero creo que sí”.78

Mario García Sordo atribuye su organización a los “huesos” como una forma de ajuste de cuentas con los de arriba, pero sin duda eran una “celebración” que incluía a toda la comunidad, porque según su relato era Carlos Payán, subdirector del diario, el que los entregaba:

Para entonces ya se organizaban concursos internos en unomásuno: la tecla de plomo; el sartén de plata y cosas así, que eran muy aleccionadoras. El lápiz destripador. Era una ceremonia que se hacía hacia final de año y era un regocijo para todos, menos para el que recibía el premio. Los “anti-premios”. Siempre agarraban a los más chavos, a los más bisoños, a los de menos renombre... y a mí varias veces me dieron mi tecla de plomo; en otra ocasión me dieron en sartén de plata y Payán, Carlos Payán los entregaba y hasta un abrazo, y todos: “Bravo, bravo”.79

78 Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.79 Entrevista con Mario García Sordo, marzo de 2004.

En el pequeño grupo de economía estaban conformando un grupo interesante de especialización y de amistad que años después iba a tener mucha importancia en el periodismo nacional. Fueron los reporteros que se especializaron en las notas económicas: Guillermo Mora Tavares, René Arteaga, Alberto Aguilar, Luis Acevedo Pesquera, José Martínez, Alicia Ortiz, Marco A. Mares y Rubén Vázquez.

En este grupo se nota mejor que en los otros el vínculo entre las generaciones que fue fundamental para la producción intelectual de estos periodistas. Los periodistas fundadores de la sección, ambos de Excélsior, fueron Guillermo Mora Tavares y René Arteaga; cuando ingresan al pe-riódico Luis Acevedo y Alberto Aguilar son asignados como auxiliares: Luis Acevedo ayudaba a René Arteaga y Alberto Aguilar auxiliaba a Guillermo Mora Tavares. Esta relación les permitió aprender la cobertura en un medio de dificultad técnica e integrar en la práctica su formación universitaria, porque los reportajes que comenzaron a publicar, a la sombra de sus maestros, fueron mucho más contextualizados que sola-mente la nota económica del día. Cuando Arteaga muere y Guillermo Mora Tavares sale del diario para irse a la administración pública, son Luis Acevedo y Alberto Aguilar quienes transfieren el conocimiento a Alicia Ortiz y a Marco A. Mares. Y como en esta sección ninguno de los reporteros fuertes se va a La Jornada, no se interrumpe el ciclo de estas “generaciones” de periodistas; siempre hay alguien que enseña el oficio cotidiano de la cobertura y de la escritura. En cambio, en el resto de las secciones del diario, este ciclo generacional se rompe y se nota en la cobertura cotidiana, pues tarda en recuperarse la experiencia y en algunos casos ni siquiera se recupera.

De todas las secciones del periódico, la de corresponsales es la más fragmentada y además anónima, ya que sus redactores son considerados periodistas de segundo nivel, y no firman sus notas, porque su labor fundamental es dar cuerpo, estilo y unidad a las notas que envían los corresponsales de los estados, pero no tuvieron durante mucho tiempo un espacio específico en el diario y si atendemos al testimonio de Carlos Reynaldos, su información se jerarquizaba en el último peldaño informa-tivo del diario. Asimismo, considerando este testimonio es una sección de castigo o previa a la salida del diario, porque a ella eran destinados

Page 78: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

154 155

quienes se habían confrontado con los directivos o los que habían caído en una falta grave, o bien, los que tenían poco talento que desarrollar.

rEdEs dE grupos afEctivos

En las interrelaciones de los grupos internos del periódico están las redes de amistad, que es un valor fundamental en la conformación de las camarillas, junto con los intereses y las adicciones. Este nexo tiene dos fuentes fundamentales, las experiencias compartidas, incluyendo las de socialización, para quienes venían de otros periódicos y del Excélsior y en el caso quienes comenzaron sus carreras en unomásuno están los mentores periodísticos y los padrinos. Los grupos de amigos definieron ciertas condiciones en el periódico, ya que entraban como elemento de valoración de la información al conformar la primera plana y las distintas secciones del periódico, también influían en la asignación de los viajes nacionales e internacionales, y en la asignación de las fuentes, por lo que las fuentes de mayor preeminencia generalmente eran asignadas a quienes tenían buenas relaciones con el grupo directivo.

Grupo familiar de Manuel Becerra Acosta: fue un grupo pequeño, pero de gran influencia en el periódico, con excepciones. Comienza con Jeannette Becerra Acosta, hermana del director, interesada en la informa-ción internacional; el joven Juan Pablo Becerra Acosta, hijo del primer matrimonio del director, cuyo seudónimo fue Sebastián Apodaca; Adolfo Aguilar Zínser, cuñado del director por su segundo matrimonio e hijo de un aliado de la época de Excélsior; los hermanos Jorge Fernando Rodríguez de Aguilar y Lavia y Emilio Ramírez de Aguilar y Lavia eran hijos de un antiguo gerente de Excélsior, aliado del Manuel Becerra Acosta padre y emparentados políticamente con él, asimismo Amalia Frías, esposa del último. De entrada posterior, pero también importante en términos de las redes familiares, aparecen Néstor Martínez, quien era sobrino de Gonzalo Martínez Maestre, funcionario de la mesa de redacción.

Círculo íntimo de Manuel Becerra Acosta: este círculo tiene perso-najes que quedan a la sombra, sobre todo las mujeres que eventualmente tuvieron amoríos con el director del periódico y cuyos nombres son

omitidos en las grabaciones de las entrevistas, por lo tanto los nombres que presento son sólo un universo limitado de personas que participa-ban de las fiestas, de las borracheras o de las orgías con Manuel Becerra Acosta: Fernando de Ita, reportero de cultura muy ligado al mundo del teatro —un universo que interesaba mucho al director—, Roberto Vallarino, también de la sección cultural, quien además formaba parte de la capilla intelectual de Octavio Paz, Christa Cowri, fotógrafa, quien incluso invierte dinero familiar en el proyecto de unomásuno; Fernando Belmont, un reportero de espectáculos que fue excelente y leal guarda de Becerra Acosta; Ramón Márquez, jefe de la sección de deportes; Víctor Manuel Juárez, reportero de política, y Fernando Benítez, una aliado muy fuerte, a quien dice respetar como padre. También tuvieron relación personal con Becerra Acosta, Teresa Losada, que después lo acompaña en el proyecto El Demócrata; Alegría Martínez, secretaria particular y luego reportera de cultura, y Alma Rosa Ramírez de Aguilar, secretaria particular y hermana de Emilio y Jorge Ramírez de Aguilar.

Cercanos al director fueron Gonzalo Álvarez del Villar, quien incluso podía hablar a la casa del director, y David Siller, que llega a ser subjefe de información; ambos son compañeros de la experiencia de Excélsior.

Discípulos de Ramón Márquez: este círculo afectivo fue uno de los más unidos debido al poderoso influjo de su formador y tutor: Ramón Márquez, que destacó por su capacidad de innovación en la organización de la sección deportiva que estuvo a su cargo, pero mucho más por sus propuestas en otras áreas del periodismo, especialmente en lo que se refiere al periodismo de investigación, donde abordó temas de delincuencia, violación, investigación policiaca, entre otros.

La dinámica interna de la sección muestra que Márquez fue un coordinador muy territorial y que sus reporteros eran muy fieles: en el seguimiento de la trayectoria de quienes conformaron la sección —mucho tiempo una isla exclusivamente masculina— se puede ver cómo los que trabajaron en deportes son muy estables, y en los testimonios se recuerda su disciplina en el trabajo y la vocación por la formación de aspirantes a reporteros. Además de compartir el espacio de trabajo, el grupo generó espacios de socialización importantes a partir de la práctica

Page 79: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

156 157

deportiva, especialmente el futbol,80 y mediante reuniones especiales en Navidad en casa del propio Márquez, como se ha explicado.

Además, en el conjunto de registros de deportes se observa cómo el reclutamiento para la sección es muy selectivo y podemos afirmar que es la sección menos permeable del periódico, ya que es la que registra menos movimientos de personal; de hecho, en el momento de la ruptura de quienes se van a La Jornada, solamente Pedro Aldana y Alejandro Caballero se separan de la sección cuando el propio Már-quez pide una definición al respecto. Anteriormente, la acreditación para un mundial de España en el 82 había ocasionado la salida del veterano Hugo Cheix.81 Las otras separaciones fueron por el regreso del exilio, ya que en la sección había chilenos y argentinos que con el tiempo regresaron a sus países de origen, como es el caso de Antonio Marimón y Mario Gómez.

Además es significativo el hecho de que después de la salida de unomásuno, Armando Satow, Pedro Díaz, Sergio Guzmán, entre otros, siguieran trabajando en distintos proyectos con Ramón Márquez.

Los militantes de izquierda: Hay una célula del Partido Comunista en el periódico que llega a ser de fuerte influencia en el diario y que tiene un papel nodal en la ruptura que da paso a La Jornada. Un personaje central de la misma es Humberto Musacchio.82 Está integrada por: Teresa Gil, Teresa Weiser, Blanche Petrich, Judith Calderón, Alejandro Caballero, María Antonieta Barragán, Patricia Cabrera, Eréndira Es-trada, Pedro Valtierra, Rafael Barajas (el Fisgón) y Bulmaro Castellanos (Magú). De estos solamente Blanche Petrich venía de El Día y Magú de Proceso; Caballero, Calderón, Barragán, Cabrera y Estrada eran jóvenes cuyo primer trabajo había sido en el unomásuno.

También eran reconocidamente de izquierda: Carmen Lira, Oscar González (argentino), Estela Calloni (argentina), Horacio Se-

80 En los encuentros futbolísticos que se organizaban en los distintos departamentos del periódico, la sección deportiva siempre era un equipo único, mientras que otras secciones tenían equipos combinados.81 Entrevista con Pedro Aldana, mayo de 2004.82 Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 33, y en entrevista con Sara Lovera, diciembre de 2006.

rafín (Uruguayo), y provenientes de grupos maoístas, José Carreño Carlón y David Cano. Sara Lovera, por su parte, había militado en el Movimiento de Liberación Nacional desde 1964, en la Liga Comu-nista Espartaco, de 1965 a 1970, en el feminismo durante los años 70, y en 1989 se integra al Partido de la Revolución Democrática.83 Mario García Sordo, señala que en su juventud militó en el Partido del Trabajo y luego fue ligado con el Procup por la revista La Trilla. De particular importancia resultó esta última, porque algunos de sus integrantes fueron detenidos como consecuencia del atentado en el que muere un vigilante de La Jornada y del cual se responsabiliza al Procup. Los organismos de seguridad del Estado Mexicano, siguiendo la pista de los autores del crimen, llegan a la revista La Trilla donde trabajaba Mario García Sordo.

En su relato, García Sordo señala como integrantes de su grupo a María Antonieta Barragán, reportera de cultura, y a Miguel Ángel Ortega, corrector de galeras.84 Otras versiones señalan que Carlos Payán también tenía militancia activa en el Partido Comunista.85

Sobra decir que estos grupos respondían a las políticas de sus propios partidos, que introdujeron al periódico las pugnas de la izquierda, lo que se nota en la descalificación de los del pc por parte de Mario García Sordo, a quienes llama pequeños burgueses. Estas pugnas se hacen especialmente evidentes en el único conflicto de huelga que vivió el unomásuno, el 1 de agosto de 1983, en la fundación del sindicato del Siteuno y en posteriores elecciones de los comités del mismo, pero también en la política editorial, una vez que los miembros de este grupo llegan a puestos clave de la redac-ción. Y aquellos que sólo son reporteros, también hacen propuestas a través de un discurso periodístico discreto, ya que no enfocan directamente a sus partidos, pero hacen énfasis en las causas de los campesinos y obreros, como una derivación del pensamiento de izquierda.

El de las adicciones: El ambiente de esta redacción, como el de mu-chas de aquella época, estaba mezclado con visitas frecuentes a cantinas,

83 Entrevista con Sara Lovera, diciembre de 2006.84 Entrevista con Mario García Sordo, marzo de 2004.85 Hernández Solano, unomásuno…, op. cit.,

Page 80: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

158 159

consumo de droga y alcohol en las redacciones y con fiestas excesivas en muchos sentidos, pero en los testimonios son pocos los que se animan a retratarse a sí mismos como inmersos en estos círculos de consumo de alcohol o drogas, pero algunos sí aceptan que formaron parte de esta dinámicas de socialización.

Esto es relevante en términos de la configuración de los grupos internos del periódico porque era una de las vías de acceso al círculo íntimo de Manuel Becerra Acosta, quien es mencionado en la mayoría de los testimonios como alguien que tenía problemas con su manera de beber, incluso en una de las fotos elegidas para perpetuar su me-moria en el libro Manuel Becerra Acosta. Periodismo y poder,86 aparece con una bebida en la mano, y muchos lo recuerdan bebiendo en los aniversarios y celebraciones, pero también en las jornadas cotidianas.

Para abordar el tema de las adicciones y los círculos internos, tomaremos una reflexión sobre la vida de los alcohólicos proveniente del círculo periodístico de Becerra Acosta. Hugo Hiriart, quien tuvo problemas con su manera de beber, escribió Vivir y beber, una experien-cia contemporánea con la última fase del unomásuno. Algunos de los rasgos descritos por él calzan con los testimonios de la vida cotidiana y las descripciones del director de unomásuno. Por ejemplo, según Hiri-art, el alcohólico tiene “sentimientos de grandiosidad o de agresividad cuando se bebe”.87 Luis Acevedo recuerda que: “los aniversarios eran maravillosos, eran maravillosos, siempre terminaban en una borrachera espectacular, con algún discurso insultante de Becerra Acosta [...] Esa era su celebración: insultaba a la gente... empezaba muy afectuoso, muy cariñoso y de repente alguno de sus fantasmas lo atacaba y terminaba en algún insulto. Ya sea un regaño a todos o un insulto a alguien. Muy grosero, pero formaba parte del espectáculo”.88

“Se afecta el trabajo como resultado de juicios equivocados, errores, accidentes y pérdida de tiempo en la bebida”, señala Hiriart:89 este rasgo describe la situación previa al momento en el que un grupo de directivos

86 Martínez, Manuel Becerra…, op. cit., páginas centrales (sin numeración).87 Hugo Hiriart, Vivir y beber, p. 20.88 Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.89 Hiriart, Vivir…, op. cit., p. 21.

intenta hacerse de la dirección, pues entre los argumentos que esgrimen para tomarla se encuentran las prolongadas ausencias del director, de tres o cuatro meses, por su alcoholismo. En el último tramo del conflicto de los directivos, Becerra Acosta está en una de estas ausencias y la versión que sostuvo es que estaba escribiendo Dos Poderes en Malinalco.

Nadie oculta que muchas de sus ausencias se debían a que bebía prácticamente todos los días. El testimonio de Pedro Aldana, quien fue auxiliar de redacción en los años 1979-1980 relata una anécdota respecto a otro de los rasgos descritos por Hiriart: “beber secretamente”.90

Un día la secretaria se tenía que ir y me llamaron a la dirección para que contestara los teléfonos, sólo a determinadas personas. [yo pregunté] ¿Y hasta qué horas me voy a quedar? Y no sonaba ni el teléfono ni nada. Sale el director: “¿qué hace aquí?”. “Me pidió que me quedara aquí.” “Llame a Carballo.” Entonces yo regresé demasiado rápido y cuando regresé estaba sacando de un archivero una botella. “¿Qué pasó? Qué venga, dígale que venga.” Pero con la botella allí. Me sacó de allí. Ya entró Carballo y salió: “que ya te vayas”.91

Pero el testimonio más explícito del alcoholismo de Manuel Becerra Acosta es el de Huberto Batis, quien relata:

Benítez me decía: “Manuel está muy enfermo, está mal. Manuel bebe mucho, está descuidando sus tareas de director”. Recuerdo que algunos lo acompañaban en sus farras. Así Carlos Payán, Héctor Aguilar Camín, José Carreño Carlón, Rodolfo Peña, Carmen Lira, Miguel Ángel Granados Chapa se turnaban para comer con él y ahí agarraban la jarra. Ese día ni Becerra Acosta ni el acompañante se presentaban a trabajar. Al día siguiente le tocaba de nuevo jolgorio al director... y a otro.Manuel le ganaba a cualquiera a beber. Podía tomar toda la tarde y toda la noche y no pasaba nada, pero ese ritmo lo llevaba a quedar en mal estado. A veces encontraba a Carlos Payán con Manuel en el Bavaria. Benítez y

90 Ibidem, p. 20.91 Entrevista con Pedro Aldana, mayo de 2004.

Page 81: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

160 161

yo también íbamos a comer y a beber con Becerra Acosta; por eso tuve un acercamiento mayor con el director.En un momento dado Benítez me comunicó: “Hemos mandado a Manuel fuera de México para que se cure y descanse”. Yo creo que lo convencieron de que se fuera para que ¡no estorbara! Manuel se fue a España, y dentro del diario floreció cada vez más la propaganda a favor del psum.92

Aquí hay que señalar algo que es característico de la enfermedad del alcoholismo que es “el rechazo a las amistades que beben normalmente”,93 lo que nos puede dar un indicativo de por qué quienes compartían con Becerra Acosta el consumo de alcohol fueron estrechando los lazos de amistad con él y conformando una camarilla alrededor de este gusto por el alcohol y, como sostiene Fernando de Ita, por otras drogas, como la marihuana y la cocaína.

Algunos de los que aceptan que estuvieron en estos círculos son Fer-nando de Ita, quien se retrata junto con Manuel Becerra Acosta; Roberto Vallarino, con Carlos Payán y con Humberto Musacchio, quien al igual que Hugo Hiriart, posteriormente, dejó de tomar.

Carlos Reynaldos describe cómo la azotea del edificio de Miguel Ángel era el lugar predilecto para ir a consumir drogas; que incluso usaban la red interna del periódico para hacer la cita con el resto de los consumidores,94 aunque en estas escapadas no aparece Manuel Becerra Acosta.

Describen las reuniones donde la socialización de los periodistas se basaba en el consumo alcohol: Mario García Sordo, quien se retrata en reuniones con Víctor Avilés, Pedro Valtierra y con Miguel Ángel Velázquez, así como con compañeros de su “fuente”;95 Luis Aceve-do describe que las borracheras iniciaban en la propia redacción y terminaban en algún bar después de la edición, y también cómo en los aniversarios —que también eran borracheras generalizadas— el director comenzaba con discursos afectuosos y terminaba insultando

92 Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 78.93 Hiriart, Vivir…, op. cit., p. 21.94 Entrevista con Carlos Reynaldos, noviembre de 2005.95 Entrevista con Mario García Sordo, marzo de 2004.

a alguien.96 También Francisco García Davish recuerda las cubas de la redacción que todos los viernes él mismo procuraba como parte de su trabajo de auxiliar de redacción.97 Asimismo, Pedro Valtierra refiere una estancia en un bar de Villahermosa con Miguel Ángel Velázquez, como un punto de arranque para un reportaje con refugiados,98 pues es allí donde entre copa y copa hablan con un ex guardia somocista, que les dice que viene de la frontera y que vio cómo masivamente los guatemaltecos estaban cruzando la frontera. En entrevista, el propio Miguel Ángel Velásquez no sólo corrobora la versión, sino que añade: “siempre andábamos tomando”.99

Las mujeres son más moderadas en su relación con la socialización a través del alcohol. Stella Calloni señala que alguna vez se quedó con los de la mesa “tomando una cervecita”. Es frecuente que en el tema del alcohol en el trabajo se cite el nombre de Carlos Narváez como uno miembro de la mesa que consumía a diario su dosis de alcohol.

Isabel Llinas no reporta el alcohol ni las drogas como elementos de la socialización; Sara Lovera sólo en su círculo cercano, con su esposo Joel, con Abelardo Martín y con Rosa Rojas, pues recuerda haber tomado alguna copa y Ernestina Hernández es la única que señala que las borra-cheras fueron un elemento de control político que usó Héctor Aguilar Camín con los trabajadores de rotativas, a quienes invitaba a ir a tomar en las épocas previas a las elecciones del sindicato.100

Tomar alcohol en compañía era, si se observa a detalle estos testimonios, una manera común de fraternizar y socializar en el pe-riodismo. Todos los periodistas de la época tenían un par de cantinas donde se reunían y establecían los intercambios profesionales con otros colegas o con políticos. Los novatos acompañaban a los viejos periodistas a estas cantinas para aprender los trucos del oficio. En esta socialización entraban hombres y mujeres, y sólo en casos más bien fuera de lo común no se entraba en este tipo de socialización.

96 Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.97 Entrevista con Francisco García Davish, noviembre de 2005.98 Entrevista con Pedro Valtierra, mayo de 2004.99 Entrevista con Miguel Ángel Velázquez, mayo de 2004.100 Entrevista con Ernestina Hernández, marzo de 2004.

Page 82: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

162 163

Vale la pena aquí hacer una precisión respecto al ambiente general de la época. Esta vida bohemia es reflejo de una sociedad que se está desha-ciendo de las ataduras características de una sociedad conservadora, que restringía tanto el consumo de alcohol como el de las drogas, así como las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Los años setenta, ochenta y noventa se caracterizaron por un acceso entusiasta a estas libertades, y muchos gremios, no sólo el periodístico, comparten este espíritu de época.

Los amores: Este pequeño apartado debería ser más amplio, pero de todas las relaciones que se entretejieron en las redes de unomásuno las más difíciles de seguir son las del amor, porque sólo algunas, las más formales, salen a la luz en los testimonios. Algunos señalamientos de los amores prohibidos fueron relatados fuera del registro magneto-fónico, así que no puedo incluirlos, pero puedo decir que es un tema un tanto recurrente.

El escenario sexual recordado por Mario García Sordo y por Fernan-do de Ita perfila una época en la que se tenía un fuerte intercambio, a lo que se prestaba el ambiente de bohemia, los viajes de trabajo y la intensa convivencia con reporteros y reporteras de la fuente que se cubría, y con los de la redacción. A pregunta expresa sobre los amores, Mario García Sordo describe el ambiente periodístico así: “eran experiencias sentimentales fugaces, no serias, no constantes... Claro era muy padre: probando a cada rato con alguien distinto; era una emoción interesante, pero ya casándome se me fueron esos ánimos”.101 Fernando de Ita es más explícito en lo que se refiere a sus amoríos durante la época en que fue reportero de cultura:

Era... todo este ambiente de fiesta y fastuosidad y trivialidad que ayudaba mucho a tener novias, porque después estaban como muy entusiasmadas, después de ver un ballet extraordinario. Entonces conquistarlas no era tan difícil, más bien era como propicio. Y fueron grandes bacanales y grandes amoríos de mucha gente que… sí, algunos fuimos famosos por eso en el Cervantino. Si le preguntas a algunos colegas, era un poquito esta con-tinuación de los setentas, de que todavía había amor y paz, paz y amor,

101 Entrevista con Mario García Sordo, marzo de 2004.

había mucho eso. Y se prestaba mucho porque vivías en fiesta, eran quince o veinte días de fiesta. Entonces ahí sí... la pobre de Margi [su esposa de entonces] sufrió mucho.102

En la serie de entrevistas que concedió Manuel Becerra Acosta a Ale-gría Martínez hace una amplia exposición de su concepto del amor por las mujeres, múltiple y pasional, “la cristalización de Stendhal. Todas las virtudes, todo lo que exige la piel y lo recóndito”.103 Como él, muchos lo reconocen como un apasionado por las mujeres, pero hay que decir que en muchos sentidos, pues las consideraba como una parte esencial del trabajo del diario. Su proyecto contó siempre con la participación de las mujeres y estableció un esquema de valores en el que se reconocía su trabajo profesional y es claro en el hecho de que varias de ellas llegaron a puestos de decisión, como Carmen Lira, Christa Cowrie y Patricia Car-dona, o fueron reporteras que encontraron un espacio propicio para su desarrollo, aunque valga decir que en algunos casos eso corrió junto con sus estrategias para seducirlas, pero no a todas. No cuento con elementos claros para establecer en qué momento algunas de ellas traspasaron la frontera de la relación profesional a la personal, pero algunos de los entrevistados varones, fuera de registro, se refirieron puntualmente a algunas repor-teras que tuvieron relación personal con él. Ocurrió también con otros funcionarios de la redacción, quienes no sólo cortejaron a las reporteras sino que también las acosaron sexualmente. En un ambiente como en el que se vivía en aquella época, es difícil seguir la huella de este tipo de amores y de relaciones de poder. Como se desprende de sus testimonios, los únicos periodistas que se reconocen polígamos son Fernando de Ita y, de manera más mesurada, Manuel Becerra Acosta y Carlos Reynaldos.

En otro plano se pueden enumerar los matrimonios que se formaron a partir de la convivencia en unomásuno: Patricia Zama, quien entró a trabajar como auxiliar y luego fue reportera de cultura, se casó con Marco Aurelio Carballo, quien fue el primer jefe de información; Martha Zilli, reportera de cultura y nacionales, se casó con Carlos Duahye, reportero

102 Entrevista con Fernando de Ita, marzo de 2004.103 Martínez, Manuel Becerra…, op. cit., pp. 153-161.

Page 83: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

164 165

de redacción nacional; Amalia Frías, reportera durante mucho tiempo de la fuente educativa, se casó con Emilio Ramírez de Aguilar; Ángeles Vázquez, auxiliar y luego reportera de cultura, se casó con César Ro-mero Jacobo, uno de los discípulos de Ramón Márquez que llegó a ser reportero de nacionales.

3.4 la pErmanEncia y la ruptura

Como se vio en el capítulo anterior, hay tres rupturas que marcan la reconfiguración de camarillas y grupos internos de unomásuno: la salida de los “ex Excélsior”, la salida de los “jornaleros”, y la salida de Manuel Becerra Acosta. Hemos visto en el capítulo anterior qué pasó con el gru-po; revisaremos aquí características individuales interesantes de algunos periodistas representativos de cada uno de estos movimientos.

3.4.1 Se van los de Excélsior

El primer desgajamiento que se vive es modesto, pero interesante en términos simbólicos. Se trata de la salida de los amigos, aquellos que habían seguido primero a Scherer y luego a Becerra Acosta tras abandonar las instalaciones de Excélsior el 8 de julio de 1976: Agustín Gutiérrez Canet, Fernando Meraz, Rodolfo Rojas Zea, Miguel López Saucedo, Carlos Ferreyra, Carlos Reynaldos, Rafael Cardona, Hugo del Río y Eduardo Deschamps. Sus nombres dejan de aparecer en las páginas de unomásuno en un periodo que va de del segundo semestre de 1979 al segundo semestre de 1980, y aquí los detalles son impor-tantes: ninguno de ellos han sido ubicados en el círculo íntimo de Manuel Becerra Acosta, de manera que no son amigos íntimos, pero sí cercanos colegas, fieles, quienes invirtieron su capital cultural propio y que tenían acciones de la cooperativa (capital económico), ya que están dentro de la camarilla de “ex Excélsior”.

Pero la propia dinámica de las camarillas políticas, explicada por Ai Camp, nos da ciertas claves para interpretar esta primera salida: el grupo

es liderado por un mentor, que suele ser más exitoso que sus compañeros e intenta colocar a miembros de su grupo en posiciones de influencia dentro de su organismo o fuera de él. Añade: “son grupos muy fluidos y si la carrera de un mentor no avanza, es aceptable pasar la lealtad a otra camarilla. También es permisible tener vínculos con más de una camarilla, aunque en cada momento cada persona se identifica con un solo grupo”.104

Raymundo Riva Palacio, no venía de Excélsior, pero sí de Proceso, y de alguna manera se integra a la camarilla inicial a partir de su trabajo en la corresponsalía de Washington. Desde la fundación del periódico y hasta el primer semestre de 1979, desarrolló su trabajo en el área de internacionales, pero en unomásuno entró en competencia con Jeanette Becerra Acosta, hermana del director, y no la pudo afrontar con la calidad de su trabajo como corresponsal. Lo que se observa del primer año de su trabajo es que desarrolla su corresponsalía a partir de las notas informativas diarias; hay pocos materiales investigados a profundidad, pocos reportajes, y este hueco en su estrategia de cobertura es aprovechado por Jeanette Becerra Acosta, quien a partir del primer semestre de 1979 comienza a realizar viajes y trabajos de más amplio aliento, retomando las primicias ofrecidas por Riva Palacio, pero trabajadas con amplitud. Podemos suponer que estos viajes no tuvieron limitaciones de recursos, dentro de lo que el periódico podía ofrecer, por ser hermana del director del periódico. A partir del primer semestre de 1980, Jeanette Becerra Acosta aparece ya como sustituta de Raymundo Riva Palacio en Washington, sin duda la plaza más importante de los Estados Unidos, mientras él es integrado a la redacción a partir del segundo semestre de 1979, haciendo reportajes especiales, pero el periodista no duró más de un año en esta nueva encomienda y se fue a Excélsior a seguir en el área de su interés, la información internacional.

Fernando Meraz tiene una trayectoria diferente, ya que es un reportero de cuño muy tradicional, formado en las redacciones. Calza muy bien con el estereotipo del periodista bohemio cuyos excesos, años después, le causarán problemas laborales. En términos de su posición en el diario, de acuerdo con los registros, podemos apreciar que no fue reportero de primera línea: su nombre tarda en aparecer en los primeros meses de

104 Camp, La política…, op. cit., p. 138.

Page 84: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

166 167

1977 con un reportaje, y de hecho su producción en este renglón es de poco aliento, en relación con los estándares de los demás reporteros, pues sus reportajes pocas veces exceden las dos entregas, pero cubre sectores importantes: minero y petrolero; y sus investigaciones más destacadas son las que reportan el crecimiento de oleoductos, plataformas y pozos petroleros, donde da seguimiento a la bonanza petrolera del primer tercio del sexenio de José López Portillo. Según testimonio de Carlos Reynaldos, en esa época se gestaron problemas con unos suplementos de la fuente.105 A pesar de estar en la camarilla de Becerra Acosta, en su círculo externo, sale de unomásuno para regresar a Excélsior.

La salida de Carlos Reynaldos, quien fue el primer jefe de corres-ponsales nacionales, es contada con amargura por el también fundador de Proceso, pues señala que aunque los corresponsales del interior del país mandaban información, ésta no se publicaba. Reynaldos no es exitoso en su coordinación de corresponsales, sobre todo por el hecho de que no le fue asignada una página específica para la información proveniente de lo estados, por las normas de evaluación derivadas de la visión desde el centro, y también porque el material de los corresponsales no es de la mejor calidad. Su trayectoria posterior a la salida del unomásuno se hace difusa, primero porque pretende establecer una corresponsalía en Cuernavaca, pero no solidifica porque persisten las restricciones señaladas arriba y luego porque no tiene una base económica firme que no sea la corrupción característica de los corresponsales en los estados.106

La salida de Eduardo Deschamps, quien había quedado en una direc-ción que no producía libros, se da como resultado de lo que Leñero llama “espíritu de contradicción”. Así como había causado problemas a Scherer en la sección de espectáculos de Excélsior,107 acabó también profundamente enemistado con Manuel Becerra Acosta, el conflicto es tan fuerte que hay un enfrentamiento violento entre ellos descrito en el capítulo anterior. Su salida se hizo pública en una carta y regresa también al Excélsior dirigido por Regino Díaz Redondo.

105 Entrevista con Carlos Reynaldos, noviembre de 2005.106 Ibidem.107 Leñero, Los periodistas…, op. cit., p. 98.

Rafael Cardona, en cambio, tuvo una posición interesante: su reportaje sobre la selva Lacandona, la marginación de sus habitantes y su proximidad con los conflictos centroamericanos es el que abre el primer número de unomásuno. Durante los siguientes años Cardona publica reportajes de vez en vez y su salida del periódico es ocasionada por su integración a la oficina de presidencia, en 1982, como director de prensa internacional y luego nacional.108 Un camino similar sigue Guillermo Mora Tavares años después.

Rodolfo Rojas Zea también estuvo en un círculo exterior a Becerra Acosta, aunque era también colega de Excélsior; en 1983 se va a la revista Tiempo Libre, uno de los proyectos más exitosos en términos económicos de unomásuno, inspirado en las guías del ocio europeas. Las razones por las que sale Rojas Zea son difíciles de explorar, ya que siendo editor, su huella no queda impresa con su nombre en la sección cultural que dirigía. Podemos decir que el desplazamiento de Rodolfo Roja Zea es más bien lateral y hacia abajo.

3.4.2 El bergantín de la hoz y el martillo

Los violentos vientos que acompañaron y siguen acompañando —en la nave de la memoria—, a la ruptura de 1983-1984, son generados por un espíritu de descalificación de ambos grupos y oscurecen otros aspectos centrales del grupo que partió, pero también nos hablan de lo profundo de las heridas que se ocasionaron unos a otros.

El corazón del grupo rebelde de periodistas, con fuerza suficiente como para echarse a la mar en un proyecto que fructificó, es de cinco dirigentes que rondan los cuarenta, excepto por Carlos Payán, que en 1983 tenía 54 años, y del más joven, Héctor Aguilar Camín, con 37 años. Pero siendo fieles al espíritu que inspira esta investigación, nuestro lente se dirigirá a quienes los siguieron: los reporteros que rondaban los treinta años, aunque tenemos también rangos que se disparan: Adriana Malvido, tenía sólo 26 años el año de la ruptura, pero Iván Restrepo, 45, y Elena Urrutia, 50.

108 Humberto Musacchio, Milenios de México, Diccionario enciclopédico de México, p. 478.

Page 85: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

168 169

No se trata de periodistas consagrados, pero sí de profesionales com-petentes que en conjunto trabajaron casi todos los temas de importancia de unomásuno, como lo muestra su trabajo de los años previos a la partida del bergantín, pues muchos de quienes se fueron era de la redacción general, mientras que las secciones de policía, economía, ciudad y deportes no se vieron severamente afectadas; sólo reporteros de orden menor o ninguno se fueron a la fundación de La Jornada. La fuerza de la producción intelectual del grupo que se va de unomásuno no se refleja en el libro unomásuno, diez años, excepto por coberturas ineludibles (ver capítulo 5).

Otra característica interesante de este grupo es su paso por las univer-sidades y escuelas de educación superior: Lovera y Petrich, estudiaron en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García; Ganados y Payán son abo-gados; Lira y Musacchio, economistas; Peralta, Roura y Aldana estudiaron comunicación en la Universidad Nacional Autónoma de México; Camín, Malvido y Avilés, comunicación y Urrutia psicología en la Universidad Iberoamericana; Iván Restrepo, estudió economía en Colombia y Stella Calloni Medicina en Argentina.

Se trata, entonces, de una generación de libros y de vida univer-sitaria, ambas experiencias forjadoras de su perfil profesional, pero también forman parte del universo donde se introdujeron a las lecturas críticas y conocieron a la izquierda mexicana, especialmente aquellos que estudiaron en la unam, ya que allí se estableció a finales de los años sesenta uno de los principales focos irradiadores del pensamiento de izquierda, una militancia más bien intelectual y no salida de luchas sindicales o campesinas. Aquellos que estudiaron con los jesuitas en la Universidad Iberoamericana fueron formados en el ambiente que generó la conformación de grupos de base católica alrededor de la teología de la liberación.

Excepto por Miguel Ángel Granados Chapa, si se observa, de todos los que salieron con Julio Scherer de Excélsior. Sólo uno fue a la Jornada; pero todos abrevaron de su herencia, el gran laboratorio de unomásuno los había terminado de formar, de consolidar y esa experiencia es la que sopló a favor de sus velas. Las cartas de navegación se forjaron en los entretelones de los grupos de izquierda, de eso no hay duda; solamente hay que recordar que la primera rotativa del nuevo diario fue la del psum.

3.4.3 La caída de pies de fuego

El tercer gran desgaje de unomásuno es la salida de su director fundador, Manuel Becerra Acosta, por su confrontación con Carlos Salinas de Gor-tari y su expulsión del país y exilio en Europa. Su salida tuvo una génesis larga en la que confluyen factores como su ambición por la propiedad del diario y su alcoholismo, pero sobre todo su confrontación con el poder presidencial.

En prácticamente todos los testimonios que recabé existe admiración hacia la persona de Manuel Becerra Acosta, mezclada muchas veces con el miedo a un Zeus de profundos ojos azules, que tenía la costumbre de descargar sus rayos para partir y humillar a los reporteros que tanto lo esti-maban; pero también dar la libertad necesaria para la experimentación, la innovación y hasta la insolencia. Un hombre de extremos. “Podría decirte que, ciertamente, sus pasos dejaban huellas. No sólo huellas, sino que —además de polvo— levantaban un poco de fuego en el piso”, recuerda Sergio Guzmán.109

La salida de varias personas se relaciona directamente con la de Becerra Acosta: Amilcar Salazar, reportero de asuntos especiales; Eduardo Huchim, jefe de la sección de internacionales y Ramón Márquez, que aunque dis-tanciado del director fundador, nunca pudo adaptarse al liderazgo de Luis Gutiérrez; y Juan Pablo Becerra Acosta, quien salió del periódico el 20 de abril con una renuncia amarga porque no pudo cumplir con el deseo de que el clan de Becerra Acosta se quedara en el diario, y fue vencido por el nuevo director Luis Gutiérrez.110

El desgaste de la relación entre Manuel Becerra Acosta y Ramón Márquez puede ser el llamado que tuvo éste último para integrarse a un nuevo proyecto editorial que acabó por abortar: El Independiente, que se gestó en 1989; aunque sí hay que decir que cuando se da la ruptura del equipo de los “jornaleros” Ramón Márquez es uno de los que más fuertemente apuntan. Sale del perió-dico y su relevo, Sergio Guzmán, tarda casi un año en ocupar su oficina.111

109 Entrevista con Sergio Guzmán, febrero de 2004.110 Carta al director de Juan Pablo Becerra Acosta, Proceso, 26 de mayo de 1989.111 Entrevista con Sergio Guzmán, febrero de 2004.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 86: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

170 171

Para Amilcar Salazar, quien hacía pareja periodística con Hum-berto Ríos Navarrete, las condiciones en las que habían publicado eran óptimas: no tenían que asistir a la redacción, tenían completa libertad, espacios amplios y una buena relación con el director. Simplemente no quiso seguir en un unomásuno en el que no estuviera su mentor. Humberto Ríos Navarrete se quedó a trabajar sólo y fue advertido por el propio director de que su relación con el periódico iba a cambiar.112

El ambiente se descompone con las nuevas posiciones en el ta-blero de ajedrez y salen siete reporteros, en medio de un ambiente de “hostigamiento” que se desata durante la dirección de Luis Gutiérrez; también sale Fernando Martí, quien es despedido. Presentan también sus renuncias y hacen pública su posición en la revista Proceso: Rebeca Lizárraga, Maribel Gutiérrez, Alicia Ortiz, Miguel Badillo, Raúl Correa y José Vilchis, quienes demandan al diario. Luis Acevedo usa como arma de negociación unas acciones que había comprado en la primera subasta de acciones en el Poliforum Siqueiros, que logra vender, a pesar de su directo enfrentamiento con Luis Gutiérrez.113

3.5 la vida siguE

“¿Qué pasó con tanta gente tan brillante? La hubiera querido cualquier periódico”, se pregunta Luis Gutiérrez ante la grabadora de Ernestina Her-nández,114 la respuesta no es sencilla, pero podemos trazar líneas generales de acuerdo con el origen y generación a la que pertenecieron algunos, que son representativos de las cohortes que hemos manejado en el curso de esta investigación. Aunque, como se sabe, todas las generalizaciones son injustas.

Incluyéndolo a él, muchos de los “ex Excélsior” se integraron a la administración pública como funcionarios de comunicación social de alguna dependencia o de organismos políticos en lo sexenios de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, por

112 Entrevista con Humberto Ríos Navarrete, marzo de 2004.113 Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.114 Hernández Solano, unomásuno…, op. cit., p. 28.

una parte debido a la pérdida de la energía necesaria para reportear en calle, pero sobre todo en pos de una mejoría económica.

¿Por qué fue este su camino? La pobre participación de la sociedad en el espacio público, su escasa cultura política que se tradujera en una actitud crítica al sistema político mexicano y en el consumo de una prensa de amplios horizontes y solidez de principios editoriales mantenían un mercado periodístico muy limitado. De hecho, unomásuno comienza a abrir brecha en este sentido. Así la industria cultural de entonces se mantenía íntimamente ligada a los grupos de poder y las camarillas del pri, por una dependencia económica casi total a ellos.

La experiencia de Proceso, con todo y sus limitaciones, comenzó a abrir el camino hacia una prensa sustentada en los lectores y no en los grupos de poder. Pero unomásuno, con toda su fuerza innovadora, nació huérfano de libertad, ligado a un personaje fundamental del periodo: Jesús Reyes Heroles, quien siempre tuvo un trato preferencial al periódico y fue también quién consiguió los préstamos de Nafinsa, necesarios para su nacimiento, pues la utopía de la cooperativa sin capital no se sostenía.

Hay una pista importante para explorar las razones por las que los amigos cercanos de Becerra Acosta, los miembros cercanos de su cama-rilla, optaron por integrarse a la administración pública: una lectura cuidadosa de Dos poderes115 y de Manuel Becerra Acosta. Periodismo y poder116 dibuja una clara red de relaciones que el director fundador del unomásuno tenía, desde su época en Excélsior, con un nutrido grupo de personajes del poder federal, entre los que se cuentan presidentes, secre-tarios de estado, líderes de sectores del pri y expresidentes. También es interesante observar cómo en casi todas las reuniones que describe con estos funcionarios se dibuja acompañado de sus más cercanos amigos, como también lo fue Julio Scherer. Se trata entonces de una práctica cotidiana adquirida en Excélsior y se prolongó en unomásuno.

Otro grupo, la siguiente generación, quienes tenían entre treinta y cuarenta años a la fundación del periódico, siguió el rumbo del periodis-mo en medios, y sus miembros llegaron a integrarse a las redacciones de

115 Becerra Acosta, Dos poderes, op. cit.116 Martínez, Manuel Becerra…, op. cit., p.

Page 87: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

172 173

La Jornada, por supuesto, pero también de El Financiero,117 Reforma118 y Milenio.119 Nunca volvieron a trabajar juntos, pero llevaron a ellos la experiencia que se gestó en unomásuno: los rasgos importantes del periodismo de investigación en finazas fructificaron con Luis Aceve-do como directivo de El Financiero; Humberto Ríos Navarrete sigue haciendo en Milenio las crónicas urbanas y reportajes —aunque han perdido el gran formato— que aprendió a hacer entonces; el talento en mesa de redacción de Humberto Musacchio fue aprovechado por El Reforma. Tampoco podríamos dejar de mencionar que en la revista Época y en Este País hay personas que se hicieron en esta experiencia y la simiente de La Jornada no puede separarse de unomásuno.

Algunos están retirados, y pocos han muerto ya, como Enrique Ga-ray, Teresa Weiser y Benito Terrazas. El destino más singular y dramático fue el que siguieron unos cuantos reporteros junto con un puñado de trabajadores: una huelga que se inició en 2003 y se alarga años y años.

A la respuesta para la pregunta de Luis Gutiérrez hay que agregar que las confrontaciones —de las que él mismo fue una pieza fundamental— acabaron por disolver la red de relaciones que cohesionaba la comunidad de unomásuno. Ninguno, ni él mismo, pudieron reproducir después las prácticas de construcción de discurso periodístico, los enfoques, la validación de la voz de grupos emergentes, la innovación, el espíritu de experimentación y el distanciamiento del poder necesario para la crítica, que constituyeron una experiencia irrepetible.

117 Mario García Sordo, Luis Acevedo y Raymundo Rivapalacio, entre otros.118 Humberto Musacchio, René Delgado y César Romero Jacobo, entre otros.119 Humberto Ríos Navarrete, Jorge Fernández Menéndez y Juan Pablo Becerra Acosta, entre otros.

Capítulo IV

El producto intelectual

La tradición de la investigación histórica del periodismo mexicano contemporáneo borda en los recuentos generales, enfatiza los perio-dos previos a los años cuarenta, o en la prensa regional, pero sobre todo se refiere a la radio y la televisión al aproximarse el fin de siglo xx, analizando el efecto de sus mensajes en sus audiencias. Estos en-foques han generado una sombra sobre las prácticas de construcción del discurso periodístico escrito y colocan las investigaciones sobre el discurso periodístico en segundo plano, lo que dificulta verlo como un producto intelectual. En México, a diferencia de lo que ocurre en países desarrollados, en términos culturales al periodista no se le considera intelectual; sin embargo, como en todas las profesiones, hay rangos: no se puede tasar igual a quienes ejercen el periodismo dentro del esquema tradicional y a quienes cuentan con un capital cultural proveniente de la educación universitaria, son pesquisidores rigurosos, se arriesgan a la experimentación o se especializan e innovan.

La pobreza del trabajo periodístico que significa ser el espejo de la jerarquía y el discurso autoritario del Estado puede, tal vez, ser cierto para la prensa comercial del tercer tercio del siglo xx,1 aunque no para los medios sectorizados o para reporteros solitarios como Fernando Jordán; pero este esquema casi monolítico del campo periodístico comienza a variar en los años ochenta, cuando inicia el relevo generacional en las redacciones de la Ciudad de México entre los periodistas de viejo cuño y los jóvenes de clase media provenientes de las aulas universitarias, en el

1 Tal vez la excepción más notable fue el periódico El Día, hasta antes de que Enrique Ramírez se integrara al pri.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
liol.mary
Nota adhesiva
Majo, sucede lo mismo con esta nota, no entiendo porqué la marcó, está bien que el siguiente capítulo comience en página impar.
Page 88: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

174 175

último cuarto del siglo xx, aunque vale decir que hay universitarios que se ajustaron a las dinámicas de producción y corrupción del periodismo tradicional en este periodo.

Este capítulo pone en el centro el discurso como un producto gene-rado por una comunidad intelectual egresada de las aulas universitarias, con una cultura lectora, regidos por la exigencia del manejo adecuado del español y que tenía diversas militancias o simpatías políticas, incluyendo de izquierda. Este discurso abrevó del nuevo periodismo norteamerica-no, inició un sólido periodismo cultural y se mantuvo atento y ligado a los movimientos sociales de vanguardia en la década de los ochenta. Su información cuantitativa nos permite observar a detalle los temas que interesaron a esta comunidad, tomando como eje sus reportajes. El registro de las incidencias temáticas nos permite leer las huellas de las tendencias generales de su producción discursiva, observar el efecto de las crisis externas e internas en su producto intelectual y las variaciones en su agenda editorial, así como las líneas generales de las prácticas de selección, jerarquización y publicación durante las distintas épocas.

En entrevista, los periodistas consultados ofrecieron versiones confrontadas de lo que ocurrió en el microcosmos de unomásuno en los periodos de crisis, entre ellas destaca la acusación mutua de “serias variaciones en la agenda editorial”. Al respecto, las gráficas generadas a partir de la base de datos nos proporcionan una visión general de su producción periodística, que puede ser leída como un conjunto de huellas que nos alejan, en parte, de la subjetividad del recuerdo.

Cada comunidad debe ser estudiada desde su particularidad y desde su historia. A la comunidad de reporteros de unomásuno se le ha asociado con calificativos como “de izquierda” o “progresista”, ya que fue una ventana a la sociedad de los años ochenta, que comenzaba a desembara-zarse, de mala gana, de los resabios del sistema corporativo y autoritario surgido del régimen monopólico del pri, al menos al principio; pero también tuvo herencias de las prácticas gremiales que caracterizaron al periodismo tradicional y autoritario del que intentó distanciarse.

Para esta exploración no generalizaremos, sino que nos adentraremos en sus disposiciones o habitus, sus espacios sociales, todas aquellas relacio-nes de su exterioridad mutua que —como lo dice Pierre Bourdieu— se

conforman en un tiempo y en un entorno específicos y determinados, en donde se ponen en juego los distintos capitales que poseían (ver capítulo 1). Valga como un ejemplo introductorio poner en relieve las diferencias con los reporteros de La Prensa y Esto, enmarcados totalmen-te en prácticas de construcción discursiva del periodismo tradicional, enfocados a la nota roja y al deporte, además del seguimiento de los discursos oficiales, como sus habitus específicos. En unomásuno se dio cobertura diaria al sector policiaco de manera muy similar, pero los reportajes sobre los asuntos judiciales tienen el sello del nuevo periodis-mo estadounidense, ausente en La Prensa. La información deportiva de unomásuno se escribía con una contextualización histórica importante, mientras que la característica de la información de Esto tenía el sello de la inmediatez.

4.1 Enunciación pEriodística

Como se ha dicho en el primer capítulo, el periodismo es un sistema que construye sus fronteras y establece normas específicas de pertenencia y de intercambio con sistemas mayores, muy notablemente el de la política, la economía y la cultura. Para comenzar a entender el campo periodístico se puede empezar a explicar su relación con el tiempo:

El periodismo escrito está relacionado con el pasado; todo lo que ve, reporta y describe ocurre en el pasado, un pasado inmediato, a diferencia de lo que ocurre con los mensajes radiofónicos o televisivos, que aspiran a la instantaneidad. En el marco temporal en que se sitúa este estudio se puede afirmar, sin lugar a equívoco, que la mayoría de los lectores de unomásuno, como los de casi cualquier medio no especializado de la Ciudad de México, ya conocían las generalidades de muchas de las noticias que aparecían en su edición cada mañana, por ser lectores de fin de siglo e inmersos en el discurso de los medios electrónicos a través de la radio, en su automóvil, o por los noticieros nocturnos, en casa.

Así que en esta doble relación con el pasado: todo lo que se escribe ya terminó, y mucho de lo que se escribe ya es conocido, tiene anclajes mucho más complejos que las derivadas de visiones simplistas.

Page 89: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

176 177

Para Paul Ricoeur, el tiempo de la escritura es el presente. En él escriben el historiador, el literato —y por extensión de la definición, el periodista— ya que es el tiempo de la iniciativa. Notablemente, el filósofo señala: en el presente alguien habla.2 Retomo este pequeño fragmento porque el instrumento por excelencia de obtención de información periodística es la entrevista, en sus distintos gradientes. El tiempo con el que se relaciona al periodismo es el presente, pero no es el tiempo efímero en el que nada sucede, sino aquel en que se encuentran el pasado y el futuro, el espacio de la experiencia y el horizonte de la espera; el tiempo del “obrar y padecer”, señala Ricoeur.

La explicación del propio Ricoeur nos sirve para establecer una frontera más clara entre la historia reciente y el periodismo, difusa si se mira con un lente generalizador o proveniente de los prejuicios. Hay una contigüidad notable entre las preguntas básicas de ambas disciplinas y algunos de sus métodos de investigación. Las preguntas básicas del periodismo —que se enseñan desde la primera clase de redacción especializada en todas las universidades del mundo— son: ¿Qué pasó? ¿Cómo pasó? ¿Dónde pasó? ¿Quiénes estuvieron? ¿Cuándo pasó? Y para los géneros de interpretación se suman: ¿Por qué? y ¿para qué?3 Preguntas muy similares se hacen para la historia reciente. En cuanto a algunas de las herramientas que comparten se encuentra el uso de documentos y las entrevistas, pero se hacen en un sentido específico y diferenciado, así que para poder apreciar los mecanismos de producción de sentido es necesario desmenuzarlas más.

La diferencia fundamental estriba en la relación con el tiempo, pero no se explica del todo con la carencia de la distancia temporal que tiene la mirada periodística y que está en el centro la historia. Michael de Certeau señala que esta distancia nos permite “quedar fuera de las divi-siones y los conflictos de tiempo”, porque la escritura de la historia hace entrar al relato “una población de muertos”.4 La proximidad modifica la

2Paul Ricoeur, Tiempo y narración, t. 3, pp. 940-980.3Álex Grijelmo, El estilo del periodista, p. 34.4Michel de Certeau, La escritura de la historia, 2a. ed., México, Uia, 1993, pp. 116-117.

mirada: en ciertos relatos periodísticos se da un diálogo con los muertos, como una cobertura de guerra, por ejemplo. Pero el paralelismo es sólo aparente: si bien se habla de muertos, no hay una separación temporal, y cuando se escribe sobre la batalla se toma partido, entonces no esta-mos fuera de las divisiones y los conflictos de tiempo compartido con las víctimas de la guerra en Kosovo, por ejemplo; pero esto tampoco sucede del todo con los relatos históricos de batallas que se libraron hace mucho tiempo: somos humanos, capaces del enamoramiento, capaces de establecer nuestro lugar frente al relato.

La reflexión de Paul Ricoeur sobre el presente permite ver más allá de las explicaciones basadas en el sentido común: “nada dice que el presente se reduzca a la presencia”.5 En él se conjugan el espacio de la experiencia y el horizonte de la espera, por lo que no es sólo transicional entre el pasado y el futuro, sino un tiempo más prolongado e interesante donde conviven: “el peso de la historia ya hecha es depuesto, suspendido, interrumpido, y en el que el sueño de la historia todavía por hacer es transpuesto en decisión responsable”.6

El espacio de la experiencia acumula, por la vía de la tradición, en mu-chos itinerarios posibles, la experiencia de las generaciones superpuestas y encadenadas, en una adquisición convertida en habitus; y el horizonte de la espera, que supone “el despliegue y la superación” relacionada con nuestro concepto de horizonte; también supone la espera. Una espera en la que se reúnen la esperanza, el temor, el deseo, la preocupación, el cálculo racional y la curiosidad. El acto de la escritura que se realiza en este presente combina ambos aspectos que relacionan el pasado, el pre-sente y el futuro, porque los extremos interactúan. La espera no se deja derivar de la experiencia y no hay sorpresa cuando la experiencia es ligera. Mientras la experiencia es integradora, la espera es la fragmentación de las perspectivas.7 Para decirlo rápidamente, la espera supone hasta cierto punto la superación de la experiencia, pero no al grado de enfocar un futuro desvinculado, pues en ese caso estaríamos en presencia de una

5Ricoeur, Tiempo y…, op. cit., p. 940.6Idem.7Ibidem, p. 905

Page 90: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

178 179

utopía, y un discurso que solamente mirara al espacio de la experiencia diría todo el tiempo y en círculos que todo tiempo pasado fue mejor.

Esta forma de describir el proceso de la escritura nos puede ayu-dar a establecer una frontera más clara entre el discurso de la historia reciente y el discurso periodístico. En el discurso de corte histórico, aun el de la historia reciente, quien escribe mira fundamentalmente al pasado sin dejar de trazar un claro lazo hacia el futuro, en términos de la explicación de problemas que puede llegar a pervivir en el tiempo de recepción, establece el centro de su argumentación en el espacio de la experiencia. Mientras que en el discurso que nos ocupa la mirada está profundamente enraizada con el horizonte de la espera; procura la multiplicidad de perspectivas. En una lectura comparativa de dia-rios —que sólo hacen los periodistas, los políticos y muy pocos fuera de estos campos— quienes escriben en el diario sitúan su universo de enunciación, profundamente relacionado con sus competidores de los otros diarios y las revistas, de tal manera que una vez que alguno alcanza una noticia, el resto de los medios emprende una carrera por llegar al punto marcado y desde allí comenzar a ampliar los horizontes hacia la multiplicidad, los nuevos enfoques. Esta competencia periodística coloca constantemente a los corredores en la línea de meta. Para eso sirve la lectura comparada: para detectar los nuevos caminos no hollados de un tema y extender de esta manera el horizonte informativo hasta el límite de la imaginación y recursos de quienes trabajan en todos los periódicos leídos. Una competencia que prácticamente ningún lector nota, porque raramente lee con detalle más de un periódico.8

El discurso periodístico, en este sentido, siempre está mirando al futuro, al punto más avanzado de una determinada investigación. Y en esta mirada hacia el futuro se permite el ejercicio prospectivo de la infor-mación, casi siempre de corto aliento; por eso algunas notas o reportajes terminan con un ejercicio de escenario que supone una mirada mucho más atenta al horizonte de la espera que al espacio de la experiencia. Del mismo modo, sea por la inauguración de una exposición de pinturas, por el día de entrega de resultados de una elección o por la presentación de

8Pierre Bourdieu, Sobre la televisión, pp. 58-63.

un disco, en entrevista con la pintora, el político o la cantante, con una frecuencia inusitada se le pregunta cuál será su siguiente movimiento. Casi no se da el tiempo de tomar aliento, porque de esa manera, el pe-riodista se adelanta a la siguiente primicia.

En este mismo tenor, y siempre dentro del horizonte de la espera, en este caso guiada por el temor, pueden hacerse predicciones con un tono pesimista, como fue el caso de la cobertura de unomásuno del 19 de septiembre de 1985: no querían saber cuántos edificios se habían caído, cuántos muertos se habían contabilizado o cuánta ayuda internacional estaba llegando, sino aquellos aspectos que el Estado no podía cubrir, cuál era el espacio que la sociedad debía llenar; no la certeza, sino la preocupación.

Si observa el espacio de la experiencia, pero se refiere a un espacio tan breve que acaso sea necesario considerarlo dentro del propio presente, que además está estrechamente relacionado con la visión prospectiva que hemos mencionado antes: cuando los hechos se presentan en el sentido previsto en los ejercicios de prospectiva, es decir que el futuro imaginado se ve cumplido en forma cabal o parcial, y se le hace notar al lector, con frases como: “tal como lo informó este medio…”. Este es un recurso in-teresante, porque tiene amplia incidencia sobre la credibilidad del diario. También es el caso de la información que abre el mercado informativo para el resto de los medios, las exclusivas de alto impacto. En las notas de seguimiento, y para distinguirlo del discurso de la competencia, se utiliza la fórmula: “tal como lo dimos a conocer…”, o frases similares.

Simplificando: al valorar fuentes y testimonios —la información en general—, cada sistema efectúa, con mecanismos autorreferenciales, la selección de lo que queda dentro de sí y lo que queda fuera,y podemos decir, con Hayden White, que se determinan por valores referentes; que sólo se pueden establecer en relación con los otros presentes dentro del sistema, y la historia, por tradición, coloca el valor de lo viejo como aquello que coloca en el vértice superior de su discurso, mientras que para el discurso periodístico que nos ocupa el valor por excelencia es la novedad.

Por esa razón los materiales periodísticos miran al pasado sólo unos cuantos días, semanas o meses, y de manera casi excepcional a unos años

Page 91: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

180 181

atrás. Así que la cabida que dan en su discurso al espacio de la experiencia es poca, porque se establece a través de una doble premisa que determina tanto la indagación como la escritura periodística: “estar en el momento ideal y en el lugar preciso”.

Estar en el momento ideal tiene varias implicaciones: llegar antes que nadie, es decir, antes que la competencia anule, con su divulga-ción, la oportunidad de una primicia; estar en el inicio, en el clímax o al final de un acontecimiento de amplias repercusiones generales, de amplio interés o de una rareza extraordinaria que lo haga excepcional, como la erupción de un volcán dormido, o más extraordinariamente aún, el nacimiento de uno, como en el caso del Paricutín. O mejor aún, en todos esos momentos.

Ello implica velocidad en la detección de los signos iniciales; de-terminación muy rápida de la calidad de la información respecto al mercado informativo; atención durante los acontecimientos y persis-tencia en el seguimiento. Nada de esto es requerido en un trabajo de corte histórico, porque su relación con los acontecimientos relevantes comienza cuando éstos acaban, es decir, cuando se tiene la idea completa de cómo termina todo.

Esto último nos apunta a una característica distintiva del discurso periodístico, si bien es cierto que muchos de los contenidos periodísticos cumplen el ciclo completo y es posible escribirlos teniendo en cuenta cómo termina todo. Otra proporción importante se refiere a aconte-cimientos que tienen abierto el extremo final: la historia del ezln no ha terminado y leemos en los periódicos sobre ella; la guerra en Medio Oriente parece proyectarse hacia el resto del siglo xxi y también leemos de ella; el cadáver de Osama Bin Laden no ha marcado aún uno de los posibles fines de ciclo de Al Qaeda, y el más leve movimiento de la red es noticia. Así que el horizonte de la espera en la escritura periodística es tan variado en perspectivas que incluso incluye lo no acabado. Es por eso tal vez que nos llena de incertidumbre, de temor, de angustia, menos que de esperanza, de deseo o curiosidad, aunque por supuesto no renuncia a ellas, pues siempre habrá notas que las despiertan: los nuevos descubri-mientos de la ciencia médica, las historias de heroísmo o sobrevivencia, las extraordinarias fotografías que envía el telescopio espacial Hubble.

La segunda parte del precepto periodístico “estar en el lugar preciso”, tiene también variadas implicaciones: el presente para quien escribe el discurso periodístico tiene un marcado requerimiento de la presencia; se espera que sea testigo, pero no sólo eso, sino que al contrario de quien atisba silencioso la ejecución de un delincuente, el testigo periodístico dialoga con los que están alrededor —los celadores, el amigo que en silencio se lamenta y, por supuesto, procura oír las últimas palabras del condenado— como lo hizo Truman Capote en A sangre fría, y puede llegar a observarse a sí mismo dentro del escenario, como Ryszard Kapus-cinski.9 En su presente no sólo alguien habla, todos hablan, incluido quien escribe.

Además, es un testigo que está atento a su presente con todos sus sentidos abiertos, que lo llevan a hacer descripciones espaciales y emocio-nales que “transportan” a quien lee “al lugar de los hechos”. El discurso periodístico también se permite reportar lo que escucha el oído, lo que siente la piel, el olor de las cosas y la serie de sensaciones que despiertan estas percepciones: asco, miedo, rabia, desazón; experiencia con drogas o con chamanes, el sofocante pase de la frontera por un drenaje, la sed de los desiertos, etcétera. Con esto constantemente dice a sus lectores que fue testigo, que hay una presencia en el lugar de los hechos, fuera de toda discusión.

4.2 El rEportajE y su tipología

De todos los géneros del periodismo elegí el reportaje como representa-tivo del discurso periodístico por las razones que se explican abajo, pero también porque dentro del campo periodístico se considera al reportaje como el género periodístico maestro, pues contiene al resto de los géneros informativos: la nota, la entrevista, la crónica y la fotografía. Asimismo,

9Mientras la redacción de A sangre fría transcurre en tercera persona, el relato del polaco Kapuscinski, uno de los periodistas más reconocidos de finales del siglo xx, es un mestizaje entre el testimonio y la crónica con él como cronista presente en el relato, un buen ejemplo de esta posición narrativa puede leerse en el pasaje donde describe el traspatio del gran banquete en el palacio del emperador Haile Selassie de Etiopía, que aparece en El emperador, pp. 30-31.

Page 92: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

182 183

es aquel en el que el narrador tiene un lugar en el relato y lo personaliza. Los reportajes son, por lo general, propuestas que el reportero construye, aunque también pueden responder a un encargo especial del periódico, guiado por los intereses de alguno de los editores. Pero en ambos casos parte de una iniciativa especial.

Hay una diferencia esencial en términos de la iniciativa en relación con el reportaje. Mientras las noticias de todos los días se cubren en con-sonancia con el mercado informativo, los reportajes tienen un cierto grado de autonomía de lo que se está ofertando, y representan una intención específica del medio y/o reportero de profundizar sobre algún tema, del que generalmente se conocen informaciones previas, pero supone una indagación más detallada, por lo tanto, nos muestra un énfasis.

El reportaje es, además, un género que está presente en las edicio-nes de todas las épocas de esta década de vida del unomásuno; es una información que aparece en la primera página desde el primer número. Es decir, no se presenta siguiendo ninguna tendencia del mercado, sino que fue una decisión de su perfil inicial y una tendencia que se desa-rrolló y maduró a través de los años. Su ausencia en ciertos periodos es excepción y por ello es un buen termómetro de la vida interna del periódico. Publicar reportajes se convirtió en un reto para los miembros de unomásuno, de manera que el seguimiento de los nombres de quie-nes publican en la primera plana nos da una pista de la jerarquía que tenían dentro de la redacción, de manera similar a la que nos muestra la asignación de fuentes.

En esta consideración hay dos excepciones notables: los reportajes de cultura y los de deportes, que nunca tuvieron su arranque en pri-mera plana. Extrañamente, en lo que se refiere a cultura, muchos de los entrevistados dijeron que era notable que alguna nota cultural se tomara en cuenta para la primera plana; esto prácticamente sólo sucedió con los hallazgos arqueológicos, los robos a museos y con una serie de entrevistas que ofreció Roberto Vallarino con los intelectuales.10 En el

10El nombre genérico de la serie fue: Intelectuales en el circo, y en él fueron presentados las entrevistas con hombres de letras, filosofía, artes e historia en entrevistas que estaban a medio camino entre la semblanza y el perfil, en las que se hablaba de temas de su especialidad, pero de manera muy marcada se mostraba su visión de los acontecimientos contemporáneos.

caso de deportes es más clara la regla de segregación hacia la informa-ción deportiva, porque prácticamente sólo en las olimpiadas, juegos centroamericanos o copas mundiales de futbol había anuncios de la información deportiva; asimismo, pocas entrevistas en toda la década se destacaron en portada. El lugar de la información de cultura y de deportes eran las páginas finales del periódico.

Los corresponsales estatales tenían también que pelear mucho por el espacio en la primera plana. Sólo casos muy especiales, como el de Eduardo Huchim, quien publica dos series de reportajes sobre el caci-cazgo político de Yucatán, y algunos otros corresponsales que, a partir de la salida de los “jornaleros”, se cuelan con reportajes de sus regiones, pero son más bien la excepción. El resto de las secciones tuvieron sus reportajes que arrancaron en primera plana.

En términos de formato es importante advertir que los reportajes de unomásuno de esta época se fueron desarrollando en una vertiente que es prácticamente inexistente ahora. Durante los primeros años se escribían reportajes de tres o cuatro entregas, pero que podían casi leerse de ma-nera independiente del día anterior. Con los años se impuso una nueva tendencia: los reporteros de mayor jerarquía se dieron el lujo de presentar reportajes de diez entregas o más. Incluso hubo series de series, que nos muestran un tema desarrollado a profundidad y con distintas aristas de investigación. Esta tendencia a ser exhaustivos se resume muy bien en la frase de batalla de la dupla periodística de Humberto Ríos Navarrete y Amílcar Salazar respecto a su más notable reportaje: “nosotros no dejába-mos cabos sueltos, a partir de aquí —afirmaba Ríos— todo el que escriba de la basura, va a repetir”.11

En un vistazo general podemos distinguir varios tipos de reportajes: Monográficos: el primer reportaje de unomásuno: “La selva lacando-

na, foco de tensión cercano al estallido incontrolable”, de Rafael Cardona, publicado en el número 1 en noviembre de 1977, es un buen ejemplo del tipo de reportajes que se hicieron para enfocar a los indígenas de las regiones más desfavorecidas de México: la selva chiapaneca, los tarahu-maras de Chihuahua, los mixtecos de Oaxaca, las distintas huastecas, los

11Entrevista con Humberto Ríos Navarrete, marzo de 2004.

Page 93: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

184 185

otomíes del Valle del Mezquital. Enfocan una gran variedad de problemas de una misma región, generalmente para cada día un problema. Así se escribieron también la mayoría de los reportajes urbanos: por delega-ciones, por colonias o por barrios; su geografía determinaba sus límites y los distintos problemas le daban la variedad.

Otros más tenían un tema central que mostraba la afectación de una esfera muy particular de la sociedad. Un claro ejemplo de estos reportajes son los de cultura, que se refieren, más que a grupos sociales, a disciplinas como la música, las artes plásticas, la danza, etcétera, en cierto contexto en específico: la selección de espectáculos para el Festival Internacional Cervantino; la exhibición de las películas en la Ciudad;12 los impuestos que tendrían que pagar los artistas plásticos si quisieran exportar obra13 o las condiciones de trabajo de los mariachis.14 Y también de manera muy notable los que se referían a los grandes problemas urbanos como la basura, el abasto de agua, el transporte, etcétera.

Los reportajes documentales provenían de dos ámbitos muy específicos: el económico, donde además de aportar cifras, datos y entrevistas, los reporteros que se especializaban en este tipo de trabajo tuvieron que aprender a interpretar, comparar y pronosticar con base a la información económica existente; o los de ciencia y tecnología, casi siempre dependientes de un informe en especial, aunque tienen mayor componente de entrevistas a voces expertas. En proporción, éstos últimos fueron de importancia menor.

Encontramos también reportajes testimoniales, cuya base son las entrevistas sobre recuerdos recientes —y algunos pocos históricos— que se ligan con grandes tragedias: los reportajes sobre la reconstrucción des-pués del terremoto de 1985; los que se refieren a las batallas sociales de las costureras, de esa misma época; y también las entregas del diciembre

12Nelson Carro, “Predominó el cine estadounidense en las salas del DF, casi un estreno diario”, unomásuno, 4 de enero de 1987, p. 21.13Adriana Malvido, “Vendió la casa de arte Southerb’s 602 millones de dólares durante sus subastas”, unomásuno, 30 de diciembre de 1981, p. 14; “Bancos y subsidiarias de compañías de Estados Unidos, principales compradores de arte mexicano”, unomásuno, 31 de diciembre de 1981, p. 14.14Víctor Roura, “Los mariachis, sin seguridad social, dos agrupaciones se disputan su representación”, unomásuno, 24 de enero de 1982, p. 25; “Muerta desde 73 la Unión Mexicana de Mariachis, dicen los disidentes”, unomásuno, 25 de enero de 1982, p. 21.

de 1985 de la tragedia en Colombia ocasionada por el alud del Nevado del Ruiz, pero también gran parte de los reportajes que se hicieron entre los guerrilleros centroamericanos de El Salvador y Nicaragua.

Otro grupo significativo, pero escaso, fue el que derivó de la escuela norteamericana, conocida como nuevo periodismo. Sobre esa trama se tejieron los reportajes sobre casos judiciales de Ramón Márquez, Teresa Gil y del discípulo del primero, Juan Pablo Becerra Acosta (Sebastián Apodaca). Se trata de textos que se diferencian del reportaje tradicional de nota roja, se adentran a la literatura, la sociología y la antropología, enfocados en problemas de seguridad pública, como asesinatos, asaltos o chavos banda, también llamado por algunos: periodismo negro, por enfocarse en los temas de la nota roja.

Un último tipo de reportajes son los derivados de la crónica, donde la narración es la parte central del relato; se acercan a las fronteras de la crónica periodística, pero la exceden en tamaño. De éstos encontré pocos, hacia el final de la década de los 1980. Los emblemáticos de este tipo de reportajes son los de Emiliano Pérez Cruz, y algunas de las entregas de los reportajes de Amilcar Salazar y Humberto Ríos Navarrete.

4.3 tEmas rEcurrEntEs

Medido con la escala de sus reportajes publicados, unomásuno tiene un perfil que puede llegar a sorprender a quienes trabajaron allí: de los 100 temas en los que se pueden ordenar los 1 572 reportajes publica-dos en la primera década, destacan los que tuvieron temática urbana, que fueron 144, lo cual ratifica su vocación citadina prefigurada en su diseño: el lector esperado de unomásuno por su formato tabloide viajaba por la Ciudad en transporte público; podía leer su diario en el metro, en un descanso entre clases universitarias, durante la espera de un autobús urbano. Cabía doblado en el portafolio o en el morral universitario; también podía leerlo sobre un escritorio, como era usual con los formatos sábana. La Ciudad se convirtió en un personaje. Las páginas de unomásuno la describen en su complejidad, en su vida coti-diana, dibujada por los contornos de sus barrios, desde un perfil de un

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
liol.mary
Nota adhesiva
Quedaría como: con base en la información
Page 94: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

186 187

periodismo más cercano a los problemas ciudadanos y menos referido a los actos protocolarios del regente capitalino y sus delegados, cuyas figuras ciertamente aparecen, pero difusas entre la información y en las fotografías.

El segundo gran tema de los reportajes puede sorprender un poco: se publicaron 143 reportajes sobre economía, aunque sólo son importantes a partir de 1980. Se trata de reportajes que diagnostican el estado de la economía del país, que se refieren a problemas de distribución, de la ban-ca, la inflación, deuda pública y a sectores específicos de la producción, por ejemplo: al impacto de las industrias trasnacionales en alimentos, medicina, construcción de tractores, hasta a la producción de llantas para automotores. Este último enfoque es muy interesante, ya que deriva de una posición ideológica y de un discurso común en la época: el antiim-perialismo (ver capítulo 5.1).

Las razones por las que se escribieron casi la misma cantidad de ellos que de los de ciudad, pueden ser un poco diferentes, si bien es cierto que pueden derivarse del concepto marxista de que el estudio de la estructura económica nos adentra en el funcionamiento de una sociedad, también es relevante considerar que la sección de economía no se desgajó anímicamente con la crisis de la salida de los “ex Excélsior”, ya que cuando Guillermo Mora Tavares se retira de unomásuno en 1982, y lo hace para trabajar en el sector público, René Arteaga muere en 1978, antes del conflicto con Becerra Acosta, y ambos logran enseñar el oficio a dos periodistas que a la postre se convierten en especialistas en el periodismo financiero, Luis Acevedo y Alberto Aguilar, en lo que constituye el ejemplo más claro de la transmisión generacional. La sección tampoco se ve dañada con el desgajamiento que da origen a La Jornada, pues ninguno de sus reporteros centrales acepta la invitación de ir a trabajar al nuevo proyecto, así que el ciclo de las generaciones no se rompe. Podríamos afirmar que la estabilidad de este grupo de periodistas económicos funcionó como la base de una producción continua.

El tercer gran ámbito fue la provincia, a través de reportajes mono-gráficos de una gran variedad de temas ligados, como hemos dicho, a sus territorios. De éstos se escribieron 93; prácticamente todos los que escri-bieron reportajes pasaron por éstos; pero los casos más notables fueron

una serie de reportajes de los cacicazgos y los latifundios de septiembre de 1978, y la serie de reportajes sobre la pobreza que detallaremos en el capítulo 5. Son reportajes elaborados con un formato tradicional, prácticamente todos con un enfoque de denuncia de las condiciones sociales de las poblaciones que viven en ellos, de las condiciones políticas en las que se ejerce el poder, de la degradación del medio ambiente, y muy pocos escritos en un tono optimista. Estos reportajes son el envés del país del pri que enfila al fin de siglo edificado en el desequilibrio.

Esta gráfica nos muestra la evolución de los tres primeros temas:

Otro gran ámbito en el que se desarrollaron los reportajes fueron los temas internacionales, que en su conjunto fueron 165, pero con sus matices particulares, destaca la información de los países con fronteras con México: para Estados Unidos se escribieron 29 reportajes; para Guatemala 16; y respecto a los puntos conflictivos de los años ochenta: de El Salvador fueron 12 y de Nicaragua 19. La Nicaragua de los san-dinistas mereció una iniciativa más pronunciada en coberturas, que se consolidó en un cuaderno que recopiló ambos y que se llamó: La bata-lla por Nicaragua.15 Como se aprecia en la gráfica siguiente, los repor-

15Con los años, las fotografías de Pedro Valtierra, uno de los fotógrafos que cubrió la batalla final

Page 95: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

188 189

tajes de Estados Unidos sólo tienen un descenso importante en el segundo semestre de 1980 y en el primer semestre de 1984, fechas coincidentes con la salida de los “ex Excélsior”y con la de los “jornaleros”, pero el resto de los semestres se mantienen en un rango medio.

En términos de organización hay que señalar que la única corres-ponsalía de largo aliento que tuvo unomásuno fue la de Washington, que primero fue llevada por Raymundo Riva Palacio y después por Jeanette Becerra Acosta, y que fue complementada con los trabajos de Adolfo Aguilar Zínser. El resto de los países de la región tuvieron corresponsales itinerantes, como fue el caso de Stella Calloni, quien realizó coberturas en Nicaragua y El Salvador, y aunque también hubo corresponsalías en París, Madrid, Pekín y Moscú, pero no consolidadas como las de Centroamérica.

Fuera de esos esfuerzos, el resto de los reportajes los escribieron enviados que pasaban cortas temporadas en los países en cuestión, o bien fueron elaborados por colaboradores ocasionales.16

de los sandinistas, fueron publicadas en Nicaragua. Una noche afuera.16El más notable de estos “freelancers” fue el periodista australiano Wilfred Burchett, que era ampliamente reconocido por sus coberturas de la guerra de Vietnam, de donde se originaron los libros: La derrota norteamericana en Vietnam y Habla Vietnam del Norte. Posteriormente publicó Los mercenarios en Angola, sobre el tema de la guerras de descolonización en África, y La revolución de los claveles, sobre el golpe de Estado de los oficiales portugueses, publicados en México por la editorial Era.

Vista la producción de reportajes internacionales en la década que nos ocupa hubo un solo reportaje de Yugoslavia, Alemania, Italia, Corea del Norte, Haití y Panamá; dos reportajes de Venezuela, Costa Rica, Canadá, Bolivia, Polonia, Uruguay y de la República Árabe Saharaui; en tres ocasiones se escribió de Perú, Puerto Rico o España; la urss, Francia y Vietnam, tuvieron cuatro reportajes cada uno, mientras Cuba y Chile tuvieron cinco, China seis y Argentina siete; estos dos últimos casos reflejan el establecimiento de corresponsalías temporales. En su conjunto puede parecer que los temas de información internacional fueron importantes, pero el grado de dispersión por país diluye los esfuerzos informativos.

Algo menos dispersos resultan los 264 reportajes de cultura, pues sólo se ubican en 17 ámbitos abordados durante la década. Los temas que reportaron mayor interés fueron música, cultura popular, artes plásticas y medios de comunicación, como se aprecia en la siguiente gráfica.

En capítulos precedentes hemos dicho que la sección cultural fue una de las más permeables respecto a colaboradores externos, y esto se nota en los reportajes publicados. Si se observa el segundo semestre de 1983 en relación al primer semestre del año siguiente observamos cómo hubo ciertos ámbitos informativos que fueron impulsados por personas

Page 96: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

190 191

específicas, en el caso de música, el punto máximo corresponde a los reportajes escritos por Víctor Roura, y su salida marca el declive de los reportajes sobre el tema, como también puede ubicarse la salida de Adriana Malvido en artes plásticas.

El fenómeno de la especialización se da en todo el periódico; por ejemplo, los reportajes de las leyes y el poder judicial comienzan a publicarse con la llegada a la redacción de María Teresa Gil (también Teresa Gil), que es abogada de profesión y los aborda a partir del se-gundo semestre de 1983.17

De deportes se publicaron 104 reportajes en la década que estu-diamos. Como es de esperarse, el futbol es el tema más tratado, con 22 reportajes, seguido del box con 16, del futbol americano con 12 y los monográficos, que fueron trabajos previos a olimpiadas y mundiales, y que en forma gráfica se pueden ver así:

El tema del futbol casi no requiere de explicación, pero es importante decir que de manera muy cercana al ciclo que se muestra arriba acompa-ñan a esta actividad un buen número de entrevistas a jugadores, árbitros y directivos que salen del conteo que presentamos arriba, y no podemos

17También publicaron sobe el tema Fernando Ramírez de Aguilar y Héctor Ignacio Ochoa, pero tal vez no sea un exceso decir que caminaron sobre los pasos de Gil.

dejar de señalar que fue un género que se desarrolló casi a la par de los reportajes. También hay que señalar que los periodistas que trabajaron en esta primera década amaban el futbol, y hasta tenían su propio equipo, que se enfrentaba a los equipos de talleres y de redacción en los torneos internos del periódico. Como es de suponerse, en los veranos de 1978, de 1982 y de 1986, correspondientes a los mundiales de futbol, hay un incremento de los reportajes referentes al futbol que se ve claramente en la gráfica.Salta a la vista el de 1986, cuando el mundial se llevó a cabo en nuestro país, lo que despertó un interés especial, al que respondió con creces la redacción de deportes. Entonces el futbol alcanzó el número máximo de reportajes, en el periodo que va del segundo semestre de 1985 al segundo semestre de 1986, el año más futbolero de toda la década.

En lo que respecta a la cobertura que se hizo de box, la frecuencia de los reportajes dedicados a este deporte se relaciona con los intereses del director de la sección deportiva, Ramón Márquez, que quedan de manifiesto con la propuesta de una biografía de Don King, en formato de un libro de amplias posibilidades económicas; para este proyecto el propio Ramón Márquez hizo las entrevistas, pero no llegó a fraguar. De hecho, es el origen de la enemistad entra Márquez y Pedro Aldana, quien asegura que en el manejo de la información de box había dinero y viajes de por medio.18

El gusto por el futbol americano puede responder al tipo de público que leía unomásuno, pues éste se insertaba en las clases medias, entre los universitarios y los capitalinos, que gustan de este deporte enraizado pro-fundamente no sólo en la Universidad Nacional Autónoma de México sino también en el Instituto Politécnico Nacional, cuyo enfrentamiento constituía un clásico seguido por los estudiantes de nivel superior, y aún para la generación de sus padres, que podían ser egresados de alguna de las dos instituciones. Aunado a eso, un factor que pudo influir en este apartado informativo es el hecho de que algunos de los miembros del grupo de deportes, como Víctor Manuel Juárez, Jorge Iglesias y el propio Ramón Márquez, así como también Fernando Ramírez de Aguilar, practicaron el deporte en la etapa previa a su incorporación al mundo periodístico.

18 Entrevista con Pedro Aldana, mayo de 2004.

Page 97: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

192 193

El campo es uno de los temas que importaron a esta comunidad y se demuestra con la temática del primer reportaje publicado: la marginación de la selva lacandona. Las razones por las que se enfocaron en este tema pueden entenderse si se analiza el espíritu aventurero que acompaña a una cierta tradición en México y en el mundo, cuyo ejemplo más emblemático fue, en los años cincuenta, el de Fernando Jordán Juárez reportando desde los páramos de la península de Baja California (ver capítulo 5.6). La otra ver-tiente fue el periodismo de denuncia, que ya podía encontrarse en el Excélsior de Scherer o en la primera etapa de El Día. Se trataba de un periodismo de denuncia social, que pretendía ir más allá de los poderosos e informar sobre las precarias condiciones sociales que tenía México en los años ochenta.

Vista en forma gráfica, la información del campo se aprecia así:

Como en otras gráficas, se aprecia un quiebre en 1982. Después de ese año podemos observar un cambio de polaridad importante respecto a los temas del sector: se observa que antes de esa fecha los temas de campo se asocian a la problemática social. Tenemos el pico máximo de reportajes en el segundo semestre de 1978, y luego un descenso hasta una meseta, con sus variaciones, entre el segundo semestre de 1979 y el primero de 1981, para mantenerse a la baja entre 1981 y 1982; la fluctuación al alza se da en el primer semestre de 1983 y finalmente se establece una media para el resto de la década.

En contraste, en lo que se refiere a problemas agropecuarios se da una perspectiva más general sobre la producción de alimentos básicos y ganadería, sin hacer énfasis en la parte social de posesión de la tierra, o la descripción de la vida de los jornaleros, que pasa de una importancia modesta a un importancia media —siempre con fluctuaciones— durante el resto de la década. En términos generales, se puede decir que en el sexenio de José López Portillo el enfoque social respecto al campo fue predominante, mientras que para el sexenio de Miguel de la Madrid no importaron en lo absoluto; se perdió el enfoque social. El patrón irregular que siguen los temas de ecología no nos permite vislumbrar grandes variaciones en la década, excepto por el periodo del segundo semestre de 1982 y el primero de 1984, cuando vemos una actividad más pronunciada en el reglón, iniciativa de Rosa Rojas.

La gráfica que nos muestra el desempeño del sector de seguridad pública es un poco irregular, pero vale la pena observar a detalle varios fenómenos interesantes:

Lo primero que hay que decir es que asombra la gran variabilidad de los reportajes en el sector, porque lo hemos dicho en otro apartado: el sector policiaco estaba “sobretrabajado”, porque el espacio que se des-

araceli.tellez
Nota adhesiva
Estos datos e leen muy mal
araceli.tellez
Nota adhesiva
Definición de la tabla
Page 98: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

194 195

tinaba en el periódico a la nota roja era muy escaso y podemos suponer que las razones por las que se destinaban al menos tres reporteros a los temas eran extraperiodísticas. Nuestra gráfica nos muestra que el número máximo de reportajes que se publicó sobre algún tema policiaco fue 11 en 1987, pero uno en 1978, nueve en un 1979, uno en 1980, dos en 1981, dos en 1982, siete en 1983, siete en 1984, cinco en 1987 y dos en 1986. Excepto por 1987, cuando casi se publicó uno al mes, los reportajes sobre temas judiciales eran más bien esporádicos.

Vale comparar el sector policiaco con el económico, porque comparten una característica que los asemeja: sus integrantes no pasaron de cuatro, además, ninguna de las dos secciones perdió elementos con la ruptura de los “jornaleros”; de hecho, en el sector policiaco Jorge Reyes Estrada y Fernando Rodríguez de Aguilar eran del círculo íntimo de Manuel Becerra Acosta y lo arroparon a la salida de los disidentes. Más aún, después de la ruptura de 1984, la sección se vio reforzada con la incorporación de Héc-tor A. González y el joven Francisco García Davish, es decir, había cuatro reporteros para una sección que difícilmente llegaba a media plana diaria. Mientras que economía, que se hacía en condiciones levemente diferentes, ya que tenía dos planas completas y cuatro reporteros.

Al igual que en otros sectores, tenemos el pico de producción de reportajes en el segundo semestre de 1979, pero no vemos claramente el quiebre de 1982, y tampoco el del segundo semestre de 1984; en ese sentido se mantienen estables. Solamente en lo que se refiere a seguri-dad pública federal vemos un incremento de producción del periodo inmediatamente anterior a la huelga de 1983. Hemos explicado ya lo que se refiere a los temas del poder judicial con la incorporación de Teresa Gil, y es muy interesante ver lo que pasó con el tema de narcotráfico: una vez al año, desde 1978 y hasta 1980, se publicó un reportaje al respecto, luego tenemos un espacio de tres años sin que el tema se aborde, pero a partir de la salida de los “jornaleros” el tema recobra importancia. Los dos nombres importantes ligados al tema son Jorge Reyes Estrada y Héctor A. González. En ese entonces, el noroeste del país, específicamente Sinaloa, era el centro de operaciones del narcotráfico; prácticamente todos los reportajes que se publicaron al respecto se refieren a eso.

En la información tradicional, la que reclama más claramente la he-rencia de los medios enfocados a las actuaciones de los actores políticos del sistema político mexicano, y que es el punto de encuentro y competencia con los otros periódicos de la Ciudad que no habían modificado su agen-da editorial, nos muestra lo que pasó con los reporteros fundadores.

Las fuentes que vemos reflejadas aquí fueron asignadas hasta el año de 1980, junto con presidencia y partidos políticos, a reporteros pro-venientes del viejo Excélsior, así que aparece una crisis ausente en todas las demás gráficas: la crisis del primer semestre de 1980, la crisis de los fundadores. El año anterior, pero desde el segundo semestre de 1978 para quienes venían del Excélsior, tuvieron una época de trabajo inten-so que vemos reflejada en la gráfica en picos de producción durante el periodo, pero una vez que Becerra Acosta anuncia que los ha despojado del periódico, en diciembre de 1979, tenemos la caída más severa de la gráfica. El único sector que más o menos capotea la crisis de los años siguientes y que reacciona igual que las otras áreas hacia el primer semes-tre de 1983, es el sector salud, que no tiene a un reportero o reportera emblemático: muchos de los que cubrían otros sectores temporalmente realizaron reportajes al respecto.

Page 99: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

196 197

Un tema recurrente y polémico en las entrevistas, en cuanto el re-cuerdo se va acercando al segundo semestre de 1983, es el espacio dedi-cado al pri, por un lado, y a la izquierda, por otro. Los miembros de los grupos en conflicto entre 1983 y 1984, mutuamente se acusan de que en ese periodo se incrementaron las notas favorables al pri, los unos, y que unomásuno se convirtió casi en vocero del psum, los otros. Si estas tenden-cias se presentaron en uno u en otro sentido, no se refleja en los reportajes; fue más bien una cuestión de notas diarias y de entrevistas. En una visión periférica, mientras registraba los reportajes producidos en la década, pude notar que hubo batallas que se dirimieron en esos dos géneros; el panora-ma político en cuanto a reportajes no refleja el conflicto.

Si se observa la media de los reportajes dedicados a algún tema políti-co, de la tendencia que sea, vemos que la elaboración de reportajes es más bien limitada, dos al semestre máximo, lo cual contrasta evidentemente con los otros temas trabajados en sectores diferentes, ya que se trata de un periódico que es innovador en el discurso político. El terreno político es un área “olvidada” en la producción de reportajes. Los únicos que tienen crestas notables son, en primer lugar, los conflictos políticos focalizados

en provincia, de los cuales tenemos una fuerte incidencia en el segundo semestre de 1978 y en el segundo semestre de 1979, así como en el primer semestre de 1983. Estos dos últimos periodos coincidieron con la tendencia general del periódico. Cabe la pena destacar que la mayor parte de lo que se refiere a problemas políticos focalizados en provincia hace referencia a instancias medias de gobierno, casi nunca gobernadores.

Podemos adelantar, por ahora, que esta reserva muestra que el perió-dico no se metía en la arena política frontalmente con los verdaderamente poderosos; el periódico se cuidó mucho de enfocar su mirada crítica al primer círculo de poder federal (ver capítulo 5.10)

Por último, en esta revisión de las tendencias generales vale la pena echar un vistazo a la gráfica general que nos reporta nuestra base de datos, en una gráfica que concentra el total de reportajes de todas las secciones por semestres.

El punto de origen son 29 reportajes en el segundo semestre de 1977, en realidad en los dos últimos meses del semestre, ya que el periódico se comenzó a publicar en noviembre de ese año, lo cual sin duda es un arranque significativo. Después vemos un punto máximo de producción en el segundo semestre de 1979, que habíamos notado ya en las gráficas

Page 100: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

198 199

particulares por sector. Se escribieron 150 reportajes en seis meses, unos seis reportajes semanales, lo que supone que se iniciaba casi una serie cada día de la semana. Es un época muy interesante, pues según los testimonios el periódico crecía en número de lectores y los reporteros que trabajaban en él respondían a este aumento de lectura con una producción mucho más profunda, pero es también al término de este semestre cuando Becerra Acosta se hace propietario del diario. Probablemente por eso en el siguiente semestre tenemos una caída a menos de la mitad de los reportajes.

El punto más bajo de la gráfica no se refiere a un asunto interno del diario, sino al impacto de la crisis de los precios petroleros, que se comenzó a desarrollar en el segundo semestre de 1981 y tuvo su baja más fuerte en el primer semestre de 1982, y también puede responder a la cobertura de las campañas presidenciales. Los únicos reportajes que no se interrumpieron fueron los internacionales, particularmente los que se refieren a Guatemala y, en un segundo término, los de El Salvador. Esto resulta curioso, ya que eran reportajes caros en términos de los escasos recursos disponibles en ese año de crisis.

Destaca lo que ocurre en la sección de economía: allí no se requerían grandes viajes, ya que es una sección eminentemente documental que no requiere grandes desplazamientos ni la inversión de recursos adicionales; en el segundo semestre de 1981, cuando comienza la crisis, sólo se pu-blican dos reportajes, lo mismo en el semestre de la caída generalizada, el primero de 1979, y para el siguiente sólo aparecen publicados cuatro, muy por debajo de su máximo histórico de 18 reportajes al semestre, y muy por detrás de las circunstancias, en las que los lectores querían saber qué estaba pasando y cómo se había hecho trizas el México del auge petrolero. También uno se pregunta: ¿qué pasó con el mundial de futbol de España? Porque en lo que se refiere a otras fechas similares siempre se reflejó en reportajes previos. Esta vez no.

Una explicación posible es que mientras se tuvieron los recursos del auge petrolero el gobierno federal pudo ser generoso con sus publicidad en el periódico, a través de las distintas dependencias y secretarías de Estado, pero una vez que la abundancia se convirtió en crisis los recursos dejaron de llegar, mientras los costos de impresión se elevaron, ya que muchos se pagaban en dólares.

El segundo pico productivo se da en la etapa inmediatamente an-terior a la huelga de agosto de 1983, cuando se escriben 112 reportajes, y esto nos da una idea de cómo, a pesar de los fuertes conflictos que se presentaban en el periódico, los reporteros defendieron siempre su producción intelectual, “el espacio”, como lo dicen reiteradamente en las entrevistas. Camino a la huelga escribieron 4.6 reportajes por semana.

El punto más bajo de la gráfica corresponde a su gran crisis, que inicia en marzo de 1984 y se profundiza en el segundo semestre del mismo año con la introducción, en septiembre, de La Jornada. Los números dicen casi matemáticamente lo que ocurrió: se escribieron sólo 59 reportajes, frente a su máximo semestral anterior de 112, la mitad, escritos por la mitad de los reporteros que se quedaron o por los que entraron al relevo.

La tercer crisis, la del primer semestre de 1986, se produjo por varia-bles internas que no quedan a la vista, y por factores externos: mientras que en noviembre de 1984, la tragedia de San Juanico y en 1985, los terremotos de la Ciudad de México fueron tanto para el unomásuno, como para La Jornada los motores de su incremento de lectores; en 1986 unomásuno no contaba ya con el público sindical, y su enfermedad in-terna no le permitió seguir los grandes movimientos sociales de la época entre los trabajadores y los universitarios. Sólo algunos integrantes de la redacción, como hemos dicho, sacaron la casta, ya se perfilaba el ocaso del periódico y su director quien, dos años más tarde, abandonaría el barco botado en Prado Norte.

4.4 nuEvos tEmas y maticEs

El esquema macro del periódico nos da el panorama anterior, pero también hay un ámbito micro que nos presenta los nuevos temas del periódico, que una década más tarde serán los temas de la prensa capitalina.

Para comenzar por los matices, contrasta con el resto del mercado informativo por el tratamiento que se le dio a la información de la ciudad, que hemos detectado como prioritaria en el perfil del diario de acuerdo con sus reportajes y una producción constante de crónicas urbanas, que en su conjunto nos presentan una serie de personajes de todos los sectores

Page 101: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

200 201

sociales, así como estampas de zonas de un marcado corte popular en las que sus autores hicieron un esfuerzo por aproximarse al lenguaje literario. Esto cambió la óptica de la información local, nutrida por las oficinas de prensa, a una más cercana a los ciudadanos de los barrios y las colonias. También se redujo el espacio de la nota roja, que se transformó, poco a poco, en un producto con un mayor contenido social y menos enfocado en hechos sangrientos. Sin duda alguna los periodistas que trabajaron para este tipo de información tuvieron un impulso y vocación muy fuerte y definido, porque se trataba de una sección que no tenía una estructura propia: no tenía, como en el caso de cultura o deportes, una página prin-cipal de sección, y las dos o tres que ocupaba no podían ser diagramadas con elegancia debido a que generalmente estaban llenas de “robaplanas” o de publicidad de todo tipo, así que eso contribuía a mantenerla un poco al margen. Sin embargo, con una gran habilidad o por condiciones diferentes a las que tenían las secciones de deporte o cultura, hicieron de la primera plana su primera plana. La gran mayoría de los reportajes que se publicaron sobre la ciudad tuvieron al menos una llamada en primera plana.

Lo hemos enunciado arriba pero vale la pena detallarlo, economía comenzó el trabajo de los reportajes en un esquema muy cercano al de Excélsior, que poco a poco se hizo más complejo. Es difícil ubicar el primer gran cambio de matiz en el tiempo, pues su inicio fue un poco difuso. Se da a partir de una concepción más colectiva del re-portaje, en el que un equipo de trabajo genera los insumos que van a dar densidad al trabajo del reportero que firmaba la nota, crónica o reportaje. Según el testimonio de Luis Acevedo, se comenzó haciendo con las crónicas de campaña de Miguel de la Madrid, pero se hizo también para la guerra en Nicaragua o en El Salvador, una labor de documentación que apoyaba a los enviados y que fue fundamental para darle mayor soporte a la información económica y general. En la sección de economía se comienzan a generar reportajes que in-cluyen dos conceptos muy específicos del periodismo económico: el diagnóstico y la prospectiva. Según el testimonio de Luis Acevedo, estas técnicas les fueron transmitidas a él y a Alberto Aguilar por René Arteaga y por Guillermo Mora Tavares, a quienes ayudaron en todo el trabajo de documentación de la información económica.

Los reportajes emblemáticos de este segundo experimento fueron los previos a la crisis petrolera y los de la deuda, donde se conectó la información económica proveniente del sector bancario con los vaivenes de la política, en un ejercicio que les permitió prever la crisis que se avecinaba en 1982.19

El segundo matiz interesante en la información económica se deriva de la llegada de Carmen Lira a la jefatura de información; su militancia de izquierda le imprimía a las órdenes de trabajo una perspectiva muy particular, pues vinculaba la parte laboral, en la que ella había estado muy atenta como reportera, a los enfoques económicos más macros. Eso le daba un sentido muy social a la información económica y, según Luis Acevedo, les imponía la necesidad de enfocar el área tributaria.20 Esto ocurrió hasta en los extremos: hay varios reportajes de sectores específicos de la producción que tenían el papel concreto de denunciar el control de las empresas trasnacionales sobre cierto sector en particular: la producción de llantas, la industria farmacéutica, etcétera.

Los nuevos temas nos llevan a un espacio micro de nuestra historia, porque se trata de reportajes que innovaban en el periodismo y que se daban en espacios más bien restringidos, pero interesantes. Surgían de un ambiente de experimentación, que fue un elemento central de la vida de la redacción del periódico; Adriana Malvido les llama las “locuras bien hechas”,21 que demuestran una libertad donde los reporteros podían sugerir, obtener recursos y escribir sobre los temas más inusitados; y en los que el propio director del periódico ponía en práctica sus personales ideas innovadoras de hacer las cosas.

El primer gran elemento de este laboratorio periodístico fue sin duda la conformación de la redacción con una combinación de per-files: vieja guardia, jóvenes de la unam, jóvenes de la Uia y egresados de la escuela Carlos Septién. El segundo elemento de interés es que se puso en convivencia a tres generaciones de periodistas: los reporteros tradicionales y experimentados de Excélsior, los jóvenes reporteros con

19Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.20Idem.21Entrevista con Adriana Malvido, julio-agosto de 2007.

Page 102: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

202 203

cierta trayectoria en otros periódicos y que también fueron fundadores, y los aprendices provenientes de las aulas universitarias. La idea, sin duda, era que la primera generación (“ex Excélsior”) fuera guiando a la segunda, y éstos al semillero (los auxiliares de redacción), según detallamos en el capítulo anterior, pero el ciclo se debilitó con la salida de los “ex Excélsior” y se rompió casi por completo en febrero de 1984.

Casi sería justo decir que a la llegada de Sara Lovera y sus colegas de El Día se abrieron las páginas de información general a la agenda femi-nista, porque sólo Jaime Avilés había realizado reportajes sobre violación antes que ella, pero ella escribió sobre los temas más relevantes de dicha agenda a la par que las otras encomiendas de la fuente política que le fueron asignadas, y fue indiscutiblemente la reportera más involucrada en los temas feministas (ver capítulo 5.3).

No se trata de un esfuerzo aislado, forma parte de la evolución del feminismo en México: en los años setenta los colectivos de mujeres de las clases medias urbanas y universitarias habían decidido ampliar su círculo de influencia a través de los medios masivos de comunicación. En unomásuno esta actuación estratégica común se llamó Traspatio y el colectivo que lo publicaba estaba conformado por Elena Urrutia (una de las fundadoras del diario), Berta Hiriart (que después dirigiría la Página de la Mujer en el Mundo de El Día), Silvia Durán y Lucero González.22 Había, pues, un público que comenzaba a buscar los te-mas de género en paralelo a su lucha por el espacio público. Muchas de ellas eran profesoras en la universidad, acunaban nuevos colectivos, nuevas seguidoras, proponían los temas a sus alumnas, y las jóvenes los buscaban en los periódicos; era un público que interesaba a unomásuno.

El sindicalismo es un tema que no era nuevo en la prensa mexi-cana, pero estaba de capa caída después del bandazo que dio El Día al hacerse priísta. Lo que realmente era nuevo era que en las páginas de unomásuno destacara el llamado sindicalismo independiente, el uni-versitario, el de los telefonistas y el de la Compañía de Luz y Fuerza

22Genoveva Flores Quintero, “Prensa feminista 30 años de batallas por el espacio público” apud María Ileana García Gossio, Mujeres y sociedad en el México contemporáneo: nombrar lo innombrable, pp. 203-230.

del Centro. Fue Carmen Lira quien introdujo los reportajes sobre los grandes problemas sindicales en las distintas regiones de México, y le dio el énfasis a la lucha de los trabajadores por obtener mejores con-diciones de trabajo y a su lucha política en un esquema donde el sindicalismo de la ctm estaba agotado. Lira lo hizo por iniciativa personal, y una vez en la jefatura de información no pasó la estafeta a nadie más, según se muestra en la siguiente gráfica de incidencias.

La gráfica claramente muestra el pico de producción de 1979, pero a diferencia de otros, después de la caída que se muestra hacia el primer semestre de 1980 no hay una recuperación real del interés, y aunque vemos una leve recuperación hacia el segundo semestre de 1983, es claro que el tema no vuelve a ser significativo después de que Carmen Lira trabajara en él. Es interesante, porque desde su nueva posición hubiera podido destinar el sector a alguien más, pero no lo hizo.

En apariencia, o por lo menos así lo muestran los reportajes dedi-cados a los sectores educativos y universitarios, unomásuno no fue tan atento a su público universitario, como sí lo fue La Jornada, hasta que los movimientos estudiantiles de 1987 le dieron un impulso notable en

Page 103: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

204 205

el primer semestre del año. Amalia Farías había cubierto notas educati-vas hasta el año de 1984, pero había sido una cobertura tradicional, sin mayor innovación, al estilo de la vieja guardia. La llegada de Teresa Gil a la redacción en 1979, nos permite tener una mirada muy interesante en la información universitaria que va a reportar la respuesta de los universitarios a las reformas de Jorge Carpizo, y un paro universitario de corta duración, que fue capitalizado por los periódicos con trayecto-ria de izquierda, de manera mucho más notoria por La Jornada.

La influencia del nuevo periodismo estadounidense llegó a través de los libros de Truman Capote, Tom Wolfe y Norman Mailer y de algunas traducciones, a través de Contextos, revista publicada por la Secretaría de Programación y Presupuesto, según relata Humberto Ríos Navarrete. En seguimiento de esta corriente se publicaron reportajes de periodismo negro por uno de los mentores más importantes de unomásuno, Ramón Márquez, quien tuvo la libertad de moverse por las secciones de ciudad, internacionales y cultura sin dejar de dirigir nunca la sección de deportes. Ramón Márquez comenzó a escribir estos reportajes desde el primer semestre de 1977, de manera intermitente, pero tuvo su punto máximo en 1984, cuando publicó una serie de

reportajes sobre la policía judicial, los delincuentes y los ministerios públicos; aunque su reportaje más conocido es el de la muerte del Yoko, en el segundo semestre de 1979.23 Con los años, uno de sus discípulos, Juan Pablo Becerra Acosta, que en ese entonces se firmaba con el seu-dónimo Sebastián Apodaca, publicará uno, y otros de sus seguidores, Amilcar Salazar y Humberto Ríos Navarrete, también siguen sus pasos. Sinhaber pasado por su escuela, y siempre dentro de los problemas de seguridad pública, publicarán después Teresa Gil y Josefina Estrada.

4.5 la huElla y El rEcuErdo

Escribir es una experiencia especial; escribir para otros es una experien-cia que llega a ser extraordinaria. Escribir para el consumo inmediato, que supone el trabajo en una redacción, es al mismo tiempo altamente estresante y excitante, pero toda actividad tiene rutinas asociadas a lo cotidiano, al trabajo día a día. Para descollar había que salir de estas rutinas de coberturas diarias, de las entrevistas informativas y la vía de salida podían ser las entrevistas de semblanza o los reportajes.

Así que la escritura de los reportajes dejó una impronta muy clara y nítida en la memoria de los periodistas que estuvieron en la redacción de unomásuno. Los pormenores de algunos de estos trabajos quedaron en el recuerdo de sus protagonistas y muestran algunos de los movimientos internos de estos grupos de personas, sus habitus, su posición en el campo periodístico y nos perfilan la iniciativa, la metodología, la escritura y otros aspectos de la producción, que nos muestran una segunda piel de estos reportajes que quedaron en el cuerpo de papel de unomásuno.

Sara Lovera, en información general, hizo un reportaje sobre un conflicto entre las autoridades estatales y la Universidad Autónoma de Sinaloa, para luego acompañar la toma fallida de tierras por parte de unos ejidatarios. Realizó una cobertura del conflicto agrario en el que hubo muertos y con su publicación enfrenta la experiencia de “congelamiento”

23Fue incluido por el escritor Carlos Monsiváis en la antología de crónicas A ustedes les consta, pp. 506-523.

araceli.tellez
Nota adhesiva
lo mismo, definición.
Page 104: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

206 207

en unomásuno, como consecuencia de las presiones del gobernador y de los funcionarios federales hacia los directivos del periódico, en un acto que claramente identifica como censura a su trabajo:

Se arregló lo de la universidad y me voy, me entusiasma un excompañero de El Día, uno grandote, que estaba allá en la universidad trabajando, y me dice: “Van a tomar tierras a las 4 de la mañana, ¿nunca has visto cómo toman tierras?” Y hay un conflicto. Llegan los… en este caso los que van a cosechar, en este caso los jornaleros y las jornaleras, y se enfrentaron, tomaron las tierras y salieron los machetes a relucir. Hubo policías mu-nicipales con las orejas sangrantes, y pasa como lo más grave, y los que habían tomado las tierras —que no los dejan que las tomen— piden permiso en un ejido constituido para hacer una asamblea y esa asamblea es tomada por la policía. Y la golpiza fue tan grande que golpearon a la gente en sus casas. Yo me acuerdo de una [reportera] de El Sol que anda por allí, estaba muy impresionada; hizo muchas fotos. Yo estaba atrás de un platanal, imagínate —¡qué árbol tan grueso!— cuidándome de los balazos. Recojo [...] veo caer a un tipo [...] recojo sus papeles y veo claramente cómo a una mujer le dan un balazo en la frente. Me voy al seguro social a ver a los heridos. Total, mando la crónica, terrible, digo que cuando menos tres muertos, y no sé cuánto. Y no puse presuntos. No puse presuntos [...] entonces Becerra Acosta se enojó muchísimo porque a los dos días de mis notas, el procurador [declara] lo clásico: [que hubo] una bala en sedal, [que] no hubo muertos. Me pasó lo de los camiones, lo de los trenes de Cien años de soledad.Yo volví al Seguro Social, y la tipa que me había declarado que el tipo ingresó muerto me dijo que nunca me había visto; fui a la dirección y no vivía nadie con ese nombre, y nunca había vivido y dijeron que la casa estaba vacía hace rato y me fui a una reunión clandestina —no tan clandestina, pues llegaron los del pst (Partido Socialista de los Tra-bajadores)— eran los campesinos que ya se estaban moviendo. Llegó Graco con alguien más, llegaron a la reunión, dieron el parte: la señora muerta que yo vi. Rehago la nota y al tercer día me desmiente todo mundo. Entonces toma el teléfono el director y dice que yo no regreso a México hasta que no tenga las viudas y los casquillos y los muertos.

Me debo haber quedado como 20 días, bajé diez kilos. Me perseguían. Me amenazó Toledo Corro. Aguilar Talamantes subió a la tribuna de la Cámara de Diputados y dijo: “no hubo muertos”. Entonces traje lo que pude: llegué a una vendedora de flores, traje casquillos, traje algunos testimonios, pero no encontré ni a las viudas ni a los huérfanos ni a los muertos. Entonces cuando llegué [de regreso] al periódico me recibió Aguilar Camín y me dijo: “pudimos haber tirado al gobernador. Hiciste muy buen trabajo. No te preocupes”. Entonces me lanzo llorando, por-que el Joel [Garnica]24 se había ido a un congreso a Guanajuato. Estaba perdida, estaba asustada, me moría del miedo. Me habían acompañado Yoloxochitl [Casas] y Gloria Analco.... [Carlos] Payán no me quería ver, porque él editó y no le puso [a la nota] presuntos [muertos].Toda la discusión se había centrado en si hubo muertos o no hubo muertos.Entonces Aguilar Camín me dice: “no, no, no por favor, creo que eres una profesional. Ha sido increíble tu trabajo. Quiero que bajes a la cafetería 20 minutos y nos vamos”. Cuando le dije que no estaba Joel [me dijo] “nos vamos para que te relajes”. Se cargó a Víctor Avilés —porque iba yo con dos amigas— y se cargó a Miguel Ángel Velázquez. Fuimos a cenar a Los Guajolotes, fuimos a bailar. Y él mismo me dio una semana libre, me dijo que me fuera a hacer mis baños de temascal, que no me preocupara, que se le iba a pasar al director, y el periódico me congeló.25

El mecanismo que vemos perfilado en el testimonio de Lovera es característico de los periódicos dependientes del financiamiento del Estado o ligados a él por distintas razones políticas, porque ceden a las presiones externas y transmiten la reprimenda a quién escribió un material problemático; en caso extremo el reportero es despedido del diario. Lo interesante del episodio es que, si bien es cierto que el director cede (no despide a la reportera), tampoco la respalda hasta el final, y más bien la saca un poco de circulación para no dar señales externas del arropamiento interno que vemos hacer a Héctor Aguilar Camín.

24Su esposo.25Entrevista con Sara Lovera, diciembre de 2006.

Page 105: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

208 209

Miguel Ángel Velázquez, reportero de información general que alcanzó su madurez en unomásuno, relata las condiciones de produc-ción de la serie de reportajes sobre la pobreza y sus consecuencias, que son ilustrativas de las implicaciones que podía llegar a tener la publicación de un reportaje. Las dos anécdotas se refieren a una pregunta sobre el acceso a las becas que se le formuló al reportero durante la entrevista.

Sólo una vez en mi vida tenía un reportaje, que hicimos a nivel nacional, que me tocó coordinar. Fue la primera vez que coordiné un trabajo con siete u ocho de mis compañeros, todos unos grandes reporteros. Hicimos, creo, además, el único reportaje hasta el momento que planteó la pobreza en todo el país. Supuse, en la inmensa pendejez de mi vida, que podía ganar el Premio Nacional de Periodismo. Entonces recuerdo que le mandé hacer un diseño padre, no’mbre lo cuidamos y lo mandamos. Y uno de los jueces era Miguel Ángel Granados Chapa, columnista de unomásuno, pieza fundamental del diario. Fue curiosísimo, porque un día llega —pocas veces entraba a la redac-ción— se sienta a mi lado, y me dice, quiero platicar contigo, y le digo: “¿qué pasó tocayo?” Y me dice: “Oye, pues ya sabes que ya viene la decisión sobre el Premio Nacional de Periodismo, entonces yo quería decirte cómo van las cosas”. “¿Y cómo van?” “Es que el trabajo de ustedes es excelente, sin duda es el mejor trabajo, mira el esfuerzo que ustedes hicieron”, y yo mientras más me iba diciendo, no solamente me lo iba creyendo, sino que me iba inflando, maestra. Cuando terminó de elogiar el trabajo, yo no cabía en la redacción ni en el edificio de unomásuno, yo le decía gracias por los conceptos, y como en el programa de televisión me dijo “¡lástima Margarito!”. “Fíjate que todo esto es magnífico, pero mira la trayectoria, además, somos amigos de Francisco Cárdenas Cruz, que es un periodista con mucha trayectoria. Entonces el premio va a ser para él.” Le dieron el Premio Nacional de Periodismo a él. Ni modo; en ese momento, por lo menos en ese momento no era, porque no era el columnista, de la importancia que había sido en Excélsior. Me dio muchísima rabia, muchísima rabia. Caminé por el techo. Y decidí que no volvía a entrar a ningún premio ni a ninguna cosa por el estilo.26

26Entrevista con Miguel Ángel Velázquez, mayo de 2004.

El relato del Premio Nacional de Periodismo señala con claridad cómo las redes de amistad fueron fundamentales en el periodismo mexicano hasta para los reconocimientos gremiales, mientras el segundo relato muestra cómo se deciden algunos reportajes en temas ligados al mercado informativo y por la necesidad de la primicia.

En el tiempo, como se ha visto, los integrantes de las redacciones cambiaron y se puede distinguir la diferencia entre lo que ocurría cuando el equipo inicial estaba reunido y la redacción posterior, pero siempre se hizo un esfuerzo por mantener el ritmo de producción de reportajes, que eran parte fundamental del periódico. En los cinco pri-meros años del periódico, de alguna manera se hace un esfuerzo para que los nuevos reporteros que entran a reforzar la redacción, no sólo los venidos de Excélsior, publiquen reportajes inmediatamente. Con la fractura de 1984 se hizo un intento por continuar con la tradición de ofrecer reportajes, pero no siempre lo lograron. Isabel Llinas, quien entró a trabajar primero a la sección de ciudad, teniendo como jefe a David Siller, recuerda que, según las órdenes de trabajo, tenía que reportear hasta en los días de descanso, porque le encargaban un reportaje a la semana, y ella respondió a la presión. Luego, en la fuente educativa su trabajo se hizo más cotidiano. Su testimonio refleja la impronta que habían dejado los reportajes de la primera etapa de su vida; unomásuno tenía una fuerte imagen en temas sociales:

Con eso de que el periódico trabajaba reportajes y eso, yo me acuerdo que por el inea,27 al periódico nos invitaban luego, con frecuencia, a hacer reportajes especiales. A veces vas con la fuente educativa a muchos lados, pero a veces era nada más el periódico, entonces era bonito, porque ibas exclusivamente a hacer ciertas cosas, a mí me gustaban esas cosas. Ir a las zonas indígenas, por ejemplo a Yucatán, que a Oaxaca, que ibas acá. Allí si nada más eran exclusivas del periódico, porque nada más iba el periódico. Todo eso era bonito.Me acuerdo que fuimos a Zacatecas a la zona... a la sierra y todo eso pero ibas a un lugar y te la pasabas casi todo el día en una combi pasando por

27Instituto Nacional para la Educación de los Adultos.

Page 106: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

210 211

lugares. Me acuerdo que una vez pasamos por un pueblo fantasma para ir hasta no sé qué lugar al... creo que se llamaba, no me acuerdo el nombre, pero era en la quimbaba. Hay una zona indígena en donde estaban ense-ñando a los adultos, gente ya grande, y los ponían a leer y a escribir y les enseñaban luego ciertas cosas para hacer sus jarrones de barro. Tú ibas y veías a los señores regresar no sé cuántos kilómetros para llegar a ver qué era lo que se estaba haciendo, pero eso sí, era de interés. Ver como en las zonas más recónditas del país se está trabajando, con mucha gente que […] o muchas veces también te das cuenta de que no necesitas leer y escribir para hacer muchas cosas. Entonces, cuando les están enseñando, aprenden más rápido. Es bonito ver así, en lugares lejísimos, viejitas de 70, de 75 años, allí bien metidas aprendiendo a escribir; cosas así que dices: valió la pena.28

Su experiencia nos muestra cómo se había establecido la tradición de

hacer reportajes, pero también nos deja ver cómo se dependía del patrocinio de las dependencias —las fuentes—, hasta para su realización. Afirmamos en el capítulo 1 que la investigación y escritura de los reportajes suponía un grado de iniciativa personal o de los editores. Con este testimonio Llinas nos muestra cómo también las instancias gubernamentales podían proponer un reportaje y beneficiarse de su publicación.

Nos hemos referido antes a las circunstancias particulares de la sección de economía, del entrenamiento de los dos jóvenes que hacen el relevo de los decanos del viejo Excélsior. Luis Acevedo asegura que, a diferencia de lo que muchas personas piensan, en el periodismo se puede programar la información y su recuerdo de los reportajes económicos es el siguiente:

Hay un reportaje que fue muy importante para el periódico, porque marcó una nueva relación, no porque yo lo haya hecho, sino porque marcó una nueva relación del periódico con sus lectores frente al sector gubernamental. Un análisis rigurosísimo de la deuda, de la crisis de la deuda. Son como siete entregas.En 81 hicimos lo de la banca cuando ya no tenían dinero, que es el origen del problema. El deterioro y el desdén de los banqueros mexicanos frente

28Entrevista con Isabel Llinas, julio de 2005.

a una pugna política, que antes no se vinculaba: los asuntos financieros eran exclusivamente financieros. Lo que hacemos es vincular los problemas políticos de López Portillo con los banqueros, con el problema de la inse-guridad, y vamos contando todo eso y lo vamos hilvanando y lo colocamos en reportajes [lo que muestra] el deterioro de la economía en su conjunto. Presentamos esta historia, viene la crisis del 82. Se agotan las reservas y todo esto. Ya lo habíamos advertido, es más, presentamos una crónica, que es muy interesante: cómo se vincula el proceso político de la sucesión con la disidencia entre el Banco de México y la Secretaría de Hacienda, y quiénes operaban el sector financiero, los banqueros, la magnitud y el posicionamiento de todos ellos.Viene la crisis del 82 y empieza el drama de la deuda, por allí de finales de 82 y 83 es cuando salen estos reportajes de la deuda, que son siete entregas, en una primera parte, y otras siete entregas después. Primero el análisis de la deuda y después la consecuencia de la deuda, donde se advierte que van a venir diez años de crisis. Una crisis terrible que hasta [con] diez años [de antelación] hay posibilidad de analizar, en función de toda la estructura económica del país. Y es muy importante todo esto. Junto con ello vamos armando historias de lo que va pasando en el país, económicamente.29

La sección de deportes tuvo una dinámica muy particular. Durante la dirección de Ramón Márquez fue un coto tan cerrado que se nota hasta en el diseño diferente de sus páginas en relación con el resto de periódico, y en ese territorio se establecieron reglas muy particulares de organización del trabajo, ya que, a diferencia de las otras secciones y de las redacciones de otros periódicos, en deportes no se hacían órdenes de trabajo, que son el mecanismo tradicional con el que el editor imprime su estilo. Años después, cuando el director era Luis Gutiérrez y el jefe de la sección deportiva Sergio Guzmán, el subdirector Bernardo González descubrió alarmado que no había órdenes: “¡qué barbaridad!”, expresó entonces. Podemos suponer entonces que los reportajes respondían a la iniciativa de los reporteros, aunque hubo algunos cuya iniciativa estuvo justamente en Márquez. El testimonio de Sergio Guzmán sobre uno de sus

29Entrevista con Luis Acevedo, mayo de 2004.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 107: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

212 213

primeros reportajes de futbol revela no sólo el profundo nexo emocional que tuvieron muchos de los integrantes de la redacción de deportes, sino el tutelaje característico de la sección, donde el liderazgo pasaba por la enseñanza. Al igual que en economía, podemos ver que en la sección deportiva no se rompió el nexo entre las generaciones y se aseguró la transmisión del oficio de una a otra y el ejemplo más emblemático es el de Guzmán, quien transitó por el camino de los huesos, y una vez que se va Ramón Márquez, queda a cargo de la sección deportiva. Para asegurar esta enseñanza intergeneracional era común que quienes comenzaban a escribir lo hicieran en pareja con alguien más experimentado que les orientaba en la investigación y en la redacción.

Este [reportaje] del Necaxa y los 11 hermanos tiene que ver con una etapa de aprendizaje que nunca se termina. Sin falsa modestia, pero aquí tuvimos el apoyo sustancial de Jaime Bravo. Era una cosa muy especial, maravillosa. Te lo cuento rapidísimo: una parte del reportaje fue una entrevista que le hicimos a Horacio Casarín, legendario en el Necaxa y el Atlante, sobre todo. Entonces el reportaje ya estaba en marcha. No terminamos de elaborarlo y después lo publicamos. No tuvimos el tiempo para cocinarlo y después [publicarlo], sino que se fue dando sobre la marcha. Esa noche nos estaba esperando... Ramón Márquez había salido ya de la sección. El que estaba de guardia era Pedro Aldana, ya nada más estaba esperando el material para cerrar. Es una anécdota que no se nos olvida a nadie en la sección porque llegó Jaime y le dijo Pedro la cantidad [de golpes] creo que eran 5 mil. Entonces empezó a teclear, teclear, teclear y sacó la cuartilla. Entonces Pedro quería hacer la cabeza y fíjate lo que son las cosas: le entregó el final, le entregó la última cuartilla. ¡Le entregó la última cuartilla! Tenía la idea tan clara de cómo iba a terminar el asunto que... —yo nunca lo he hecho, ni creo que pudiera hacerlo y es más no se lo he visto hacer a nadie. Para mí era una actitud tan asombrosa, realmente, que cada vez que se da la ocasión y lo recordamos, Federico Enríquez... quién sea de esa época, de esa generación y nos seguimos asombrando por ese desplante: te digo terminó la cuartilla cinco y [dijo] ahorita comienzo la nota. Una locura terrible.30

30Entrevista con Sergio Guzmán, febrero de 2004.

Además de la relación de respeto y enseñanza que se trasluce en la anécdota, es interesante hacer notar dos prácticas interesantes de la construcción del discurso periodístico: por una parte, cómo a prin-cipio de los años ochenta el periodismo en la capital del país estaba a la saga de la tecnología de producción que, en cambio, ya era pan de todos los días en el norte del país. El relato nos narra cómo aún se escribía el original en máquina de escribir; suponemos que sobre papel revolución y copias al carbón, para después pasarlo a las capturistas de galeras. También indica la relación de la escritura con el tiempo periodístico, que es el tiempo de la inmediatez. Por lo común, cuando se presentaba un reportaje a publicación, se entregaban todas sus partes integrantes. El relato de Guzmán nos muestra cómo por la presión de ganar primicias y ofrecer al lector materiales novedosos, se apostaba un poco a la suerte de obtener las entrevistas y escribían con la presión del tiempo de cierre.

De la misma sección de deportes, el testimonio de Pedro Aldana detalla el perfil que se le dio a muchos de los reportajes que se escribieron allí, donde incluso eran entrevistados personajes que podían ser consi-derados secundarios, como los masajistas o las esposas de los jugadores.

[…] Además del otro que se llamaba Mario Gómez, un periodista que estuvo trabajando mucho con Salvador Allende, fue perseguido político y todo eso. A veces llegaba yo y le entregaba reportajes, y nada más me veía y se reía. Me decía: “Bueno, ya de Pintor ya sé mucho —Pintor era un campeón nacional gallo— de él ya sé, su pelea, pero no sé si tenga esposa, tenga hijos, cómo vive, a mí me gustaría saber eso. ¿Por qué no se preocupa por hacer otras cosas?”. Entonces empecé a hacer reportajes más de fondo y a ir las casas de los actores, o sea los pugilistas, y empecé a entregarle mejor trabajo y gustó mucho. Porque ya no buscaba al deportista, sino al ser humano, y eso me lo aconsejó y me lo enseñó él.31

La mayoría de los reporteros dependían de un editor de sección o del jefe de información, pero unos cuantos eran reporteros de dirección,

31Entrevista con Pedro Aldana, mayo de 2004.

Page 108: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

214 215

profesionales a los que el director les encargaba temas directamente, fue el caso de Amílcar Salazar y de Humberto Ríos Navarrete, quienes llegaron en tiempos de crisis (el primer semestre de 1985) y maduraron como colaboradores en la época del relevo. Hasta que se fue (en 1989), Manuel Becerra Acosta les encargó reportajes directamente; otros los proponían ellos. Humberto Ríos recuerda así su reclutamiento, como resultado de unas primeras crónicas entregada al periódico:

Le hablan a Amílcar a su casa y él me habla al trabajo y me dice: “oye, ¿sabes qué? Nos quiere ver otra vez el director”. Te estoy hablando de febrero de 1985. Nos cita el director, pasamos, y dice: “¿ya leyeron la sección de corresponden-cia?”. Entonces le dije: “sí”. Me dice: “a ver, dígame qué dice. Ahí se publica una carta, ¿qué dice?” Y es que te ponía unas pruebas, no le podías mentir. Y dice: “ya leyeron la…” —retomo— “ya leyeron la… el asunto del correo del lector” le dije sí. “¿De que habla?” Le dije: de una persona que se queja de Tlatelolco… era un párrafo como de tres líneas. Dice: “¿Por qué no investigan eso y hacen un reportaje?”. Y nos dice: “Hasta luego.” Entonces salimos con Almílcar. Nosotros siempre criticábamos porque no se hacía periodismo más amplio… no es que no se hiciera, sino que como que ya estaba aflojando la cosa. El caso de unomásuno que era que empezó con una planta de grandes reporteros […] Y entonces, cuando salimos de ahí, le dije, ándale, no que siempre estamos criticando… pus era un reto. ¿Qué fue lo que hicimos? Nos fuimos a Tlatelolco, a platicar con todos los actores ahí involucrados en… esa unidad. Había un delegado, un subdelegado, había asociaciones de residentes. Nos fuimos a las azoteas. Todo el mundo hablaba de las azoteas pero nadie, nadie, había visitado las azoteas. Había textos que salían de las azoteas, pero algunos reporteros ni siquiera conocían las azoteas. Hablaban mal de las azoteas por que le decían los residentes: “tenemos un problema con las azoteas”. Incluso se hablaba mal: “aquel [es] delincuente” y toda la cosa. Entonces, ¿qué es lo que hicimos nosotros? Visitar al de las azoteas. Y resulta que los de las azoteas se quejaban de los residentes. Por que dicen: “bueno, nosotros… a nosotros nos rentaron aquí.” Lo que pasa es que los residentes nunca querían decir que ellos habían rentado, en muchas ocasiones habían rentado y ya los querían sacar, o sea que ellos crearon derechos. “Nos quieren sacar”, dicen, “y hasta nos empiezan a soldar las puertas”. Pero ese tipo de

cosas no se decían. Bueno, me dice [Amílcar]: “vamos a dividir el reportaje en varias partes” Como era la tradición a principios de unomásuno. ¿Cuál era la intención, siempre, de nosotros? No dejar ni un cabo suelto. Es decir, lo que se escriba a partir de que nuestro trabajo salga, va a ser pura repetición. Exprimir, porque hay chance de hacerlo. Todo. Todo, todo… pero además ni siquiera se repite con el anterior. Todo es nuevo, tú haces la entrada general y a partir de ahí, son textos que el que lo quiera leer, lo va a leer, pero además tú ya enganchaste… ya le pusiste un gancho ahí en la primera parte. Y aparece, no me acuerdo si en ocho o seis partes de la primera plana.

Los pasajes del relato nos muestran tres de los habitus esperados en esta comunidad periodística: la lectura exhaustiva del periódico, incluyendo, como se ve, las cartas al director, que con frecuencia fueron fuente de inspiración para reportajes, ya que unomásuno suponía una relación estrecha con sus lectores; la exigencia del rigor en la investigación y precisión (la carencia de ellas se sancionaba), y el reto profesional que significaba para algunos la investigación de un reportaje.

Ernestina Hernández, redactora de internacionales, narra el trabajo que hacían en la sección internacional, que siempre tuvo una desventaja, común en las redacciones de México, los especialistas en determinadas regiones, los periodistas que trabajaban con el tema día a día, no eran los enviados internacionales. La mayoría de quienes escribían los reportajes internacionales eran reporteros de información general, que si bien tenían bien desarrolladas las habilidades escriturales, carecían del contexto espe-cializado, con la excepción de Blanche Petrich y Stella Calloni, que han dedicado sus carreras a la información internacional. Así que los redactores de internacionales quedan destinados a proporcionar datos para contexto a los enviados o a simples espectadores de los enviados internacionales. Pero no todos se centraban en la confrontación de versiones a partir de los cables, también hubo redactores que tuvieron iniciativas interesantes.

Stella Calloni era reportera de temas internacionales y es quien hace pocos reportajes trabajados y sosegados. Su experiencia es más bien la de una corresponsalía de guerra; su testimonio nos muestra la relación de una corresponsal internacional con el periódico y su percepción de lo que era el trabajo periodístico.

Page 109: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

216 217

Y de repente pasó algo en El Salvador y yo me fui cuando entrevisté a monseñor Romero, son muy pocas las entrevistas con monseñor Romero, muy pocas. Yo creo que son dos o tres, porque hablaba mucho, y eran mucho más extensas, pero siempre están los problemas con los periódicos y tienes que quedar con lo que sea y luego seguí yendo y quedé como corresponsal del unomásuno en Nicaragua. Tomo toda la época post, cuando está instalado el frente sandinista y viajo a El Salvador; hago una especie de corresponsalía centroamericana. Y entonces pasaba de todo, por supuesto. Yo estaba muy contenta, para mí fue esto que cruje, algo que cruje y se mueve y sale este tabloide, que les mueve el piso a todos y muestra cómo se puede hacer un periódico de calidad, porque era bueno, nos preocupábamos porque estuviera lo mejor escrito posible. Había un gran compañerismo. Porque, dentro de todo, nosotros vivimos el momento del periodismo donde la ética contaba, donde contaba el compañerismo, donde no se habían arrojado a esta cosa de fieras, de querer pasar sobre el otro, de aplastar al otro para subir. Esta cosa en este momento tan individualista y feroz, en ese momento no existía; podía haber peleas o grillas o lo que fuera… [pero] no había esta cosa de... Te ayudaban mucho, si estabas haciendo un trabajo bueno todos te ayudaban, te acompañaban. Yo fui muy felizmente corresponsal del unomásuno, porque trabajé muy duro, porque era muy dura la situación, porque me tocó seguir cubriendo guerra. Ya había cubierto parte de la anterior, luego El Salvador, medidas muy difíciles, muchas amenazas para nosotros porque los servicios de información de las dictaduras pedían información a nuestros países y, por supuesto, nosotros salíamos mal nombrados. Entonces [en] los aeropuertos... los que andábamos en todo esto… el sólo pasar por un aeropuerto era una situación riesgosa, más los riesgos que corríamos: veíamos morir periodistas, corresponsales. En El Salvador yo vi morir a muchos compañeros. A nosotros casi nos mataron, nos cerraron. Porque los balazos pasaron por entre nuestras cabezas y por una suerte de que el automóvil saltó, el que iba atrás quedó con un heri-dita, pero bueno, fue un momento muy emocionante por muchas cosas.Teníamos un relación muy directa con la dirección, muy especial. Había una cosa muy buena, que todavía se utilizaba, y que era que todos los que

trabajábamos en las secciones interveníamos en armar el budget,32 era muy enriquecedor. Esto está quedando de lado en muchos periódicos. En una sección de internacionales, el que está siguiendo permanentemente una zona es el que está mejor informado.33

En este testimonio encontramos ilustrado el precepto periodístico de estar en el lugar preciso, como lo sugiere su estancia en Nicaragua y en El Salvador, y lo difícil que es lograrlo en situaciones conflictivas como las de la guerra civil en Centroamérica. También señala un elemento diferencia-dor con la manera de hacer periodismo actualmente. En aquel entonces el reportero escribía su adelanto y se integraba el presupuesto informativo (budget) que era discutido por los editores para su jerarquización, y algunas veces se solicitaba a quien iba a escribir que ampliara la información para la toma de decisiones. Podemos suponer que esa práctica se ha perdido.

En opinión de Adriana Malvido y de Fernando de Ita, la sección de cultura tuvo un espacio de libertad muy grande. Muchos en unomásuno se refieren a la liberalización del lenguaje que se dio como parte del estilo de unomásuno, y los que más lo disfrutaron fueron los reporteros de cultura, que, a diferencia de deportes, era un ámbito de mucha comunicación con la dirección y los directivos. Becerra Acosta y Carlos Payán tenían fuertes nexos con la comunidad cultural de los años ochenta, y la cerca-nía del director se acrecentaba porque algunos de sus reporteros eran sus compañeros de parrandas. Por alguna razón que es difusa, la sección tuvo varios jefes: Rodolfo Rojas Zea (en el inicio), Humberto Musacchio (hacia 1979), Antonio Marimón (1983), Roberto Vallarino (1984) y Patricia Cardona (en la etapa final). Según los distintos testimonios, Rojas Zea formó a los primeros reporteros conforme a la vieja escuela y con mucho rigor; Musacchio imprimía un sello militante a la información cultural; Antonio Marimón era muy elitista, y Roberto Vallarino era brillante y violento. Es difícil apreciar el sello de cada uno, porque, como hemos dicho, era una sección muy permeable y muy libre, así que las dinámicas

32Presupuesto informativo que se elabora a partir de los primeros datos enviados por los reporteros y que se integran en un documento donde está esbozado todo lo que se publicará en la edición. Sirve de base en la junta de edición, donde se jerarquiza la información.33Entrevista con Stella Calloni, mayo de 2004.

Page 110: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

218 219

internas dependían en un importante grado de la propia comunidad de reporteros que la formaban. El testimonio de Fernando de Ita respecto a los reportajes es ilustrativo de esta situación:

Mis años realmente de reportero tenaz fueron en “el uno”, donde viajá-bamos. Christa Cowrie y yo. Nos encantaba convencer a Becerra Acosta. Nos inventamos reportajes. Bueno, además eran reportajes... antes de Marcos, antes del levantamiento zapatista, las comunidades indígenas eran absolutamente ignoradas por la clase intelectual. Y nosotros comenzamos a hacer reportajes sobre los tarahumaras, los huicholes, sobre los mayas y nos íbamos felices de la vida... Christa y yo —Christa la fotógrafa— a trabajar. Y, te digo, eran temas marginales. Hicimos temas, por ejemplo, con los cholos en los Ángeles, cuando no eran famosos, todavía no había este interés por la otra frontera, por lo que estaba pasando allá. Además eran reportajes en donde se uno se metía a la vieja usanza de los reporteros, nos metíamos de verdad a un ambiente, ese ambiente era de verdad un ambiente muy fuerte y uno se metía, íbamos a ver qué pasaba, la ventaja de la juventud, podía uno meterse todo lo que hubiera. [...] En los Ángeles, cuando te digo, en los ochenta cuando todavía no eran motivo... bueno ya habían hablado mucho de los pachucos, pero los cholos todavía no era un fenómeno periodístico que tuviera mucho interés. Y comenzamos a dejar eso. En el unomásuno me dediqué a algunos reportajes sobre antros prohibidísimos, que eran antros secretos en donde iban las señoras bien, las señoras bien no sé qué... eran las prostitutas de los lugares. Becerra Acosta encantado, me dijo: “me das la dirección”. Pues pusimos de ver-dad el sexo en el sentido más amplio de la palabra como un punto de atención de la sociedad, como un fenómeno sociológico, no nada más físico, sino como un fenómeno sociológico [...] y el lenguaje también era importante, empezamos a usar un lenguaje agresivo, empezamos a usar las famosas malas palabras, empezaron a aparecer. Pero también había un rigor literario, no nada más decirlo por decirlo... Becerra Acosta lo decía: “está bien, dime chingaderas, pero que tenga sentido, porque si no te las quito”.34

34Entrevista con Fernando de Ita, marzo de 2004.

Cómo se observa en la gráfica general de reportajes, el segundo semestre de 1979 fue en el que más reportajes se produjeron, y fue-ron de buena calidad. Es una de las épocas más fuertes del periódico: quienes habían venido de Excélsior ya se habían adaptado a las nuevas condiciones; quienes habían llegado de otros periódicos como equipo de apoyo ya habían aprendido, y en el semillero estaban ayudantes de redacción que después darían la talla de reporteros un poco más tarde. El periódico estaba aumentando la circulación en 36%,35 lo que nos habla del número creciente de lectores y de una mayor eficiencia en la distribución. El ambiente de la redacción era estable y se puede suponer que aún tenían sueños comunes de fortalecimiento de sus carreras y de sus economías personales, pues aún no se habían dado divisiones en la comunidad. Antes de diciembre de 1979, en realidad sólo había habido un golpe al corazón de todos: la muerte de René Arteaga, en 1978, reportero de economía de origen salvadoreño y, cómo se desprende de distintos testimonios y hasta del diccionario biográfico de Humberto Musacchio, Milenios de México, un hombre bohemio y entrañable, no sólo para la comunidad de unomásuno sino para todo el campo periodístico de la capital mexicana.

En el informe del director del 12 de diciembre de 1979, Manuel Becerra Acosta señalaba lo ocurrido:

Compañeros: la información que damos al lector es más completa que hace un año, hemos afinado el reportaje y hemos hecho más riguroso el análisis. Pareciera que el espacio disponible en nuestras páginas se nos hubiera achicado y hasta hemos dado al lector ediciones de 40 páginas, sin hablar de la excepción de nuestro aniversario. Pero más cuartillas no son más información. Debemos ser críticos con nosotros, cada uno de nosotros, y con el todo. La autocrítica es el antídoto contra la rutina que siempre amenaza a nuestra profesión. Debemos investigar más reporterilmente. Y para esto se necesita la iniciativa personal. Las órdenes de los jefes pueden a veces conducir a la poltrona.

35Informe del director general Manuel Becerra Acosta en la asamblea del 12 de diciembre de 1979, apud Hernández, unomásuno, op. cit., p. 270.

Page 111: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

220 221

El reportero sin iniciativa no lo es completamente. Puede ser esta clase de reportero un eficiente y hasta un brillante empleado de redacción, pero carecerá del ánimo que distingue al purasangre, como alguien le ha llama-do en la sala a René Arteaga, al pesquisidor de datos que lleva a la trama de la noticia, al perceptor que acaba por descubrir todos los elementos encontrados, antitéticos, que sintetizan al reportaje.36

El homenaje al reportero era la invocación al ideal del reportero del unomásuno que el director y algunos reporteros apreciaban, y que, con-flictivo en su dualidad, era el reportero que había venido de la escuela del Excélsior innovador, con pasión por su trabajo, arriesgado, bohemio, pero también amañado, algo que no todos y todas deseaban para sí. Como fue señalado en capítulos precedentes, esta dualidad del periodista ideal acabó colapsando la comunidad, pero en ninguno de los testimonios que recogí se puso en duda los habitus ligados a la investigación y la escritura de los reportajes. Esas características eran valores reconocidos por los distintos grupos internos y se defendieron a pesar de las crisis, lo que propició un empeño por preservar, a toda costa, a producción editorial.

36Hernández Solano, unomásuno, op. cit., pp. 270-271.

Capítulo V

Innovación, experimentación y persistencia

Como queda dicho, escribir un reportaje es un pequeño o gran des-plazamiento del continuum de las noticias del momento y su cobertura cotidiana, y en una definición esquemática definiríamos que el género del reportaje permite profundizar en un tema del mercado informativo mediante la combinación de los géneros informativos: nota, entrevista, crónica y fotografía, con una indagación de mayor amplitud; pero eso sería simplificar demasiado y dejar de ver los matices interesantes que el seguimiento de este discurso proporciona a esta investigación.

El primero de estos matices que hay que poner en relieve es la histori-cidad del reportaje dentro del desarrollo del periodismo mexicano, porque la presencia de los reportajes desde el proyecto editorial y los números cero de unomásuno revelan una intencionalidad abierta de los fundadores de darle un papel fundamental en su producto intelectual. Esta tendencia nunca se perdió, ni aún en las épocas más duras de los conflictos internos. Tal vez en la redacción el clima de trabajo estaba seriamente dañado por alguna de las salidas de los distintos grupos, pero aún en las vísperas de irse, por ejemplo, el grupo de “jornaleros” alcanzó a publicar interesantes reportajes en enero y febrero de 1984, y como se ha dicho antes, quienes se quedaron en unomásuno sacaron la casta y siguieron publicando reportajes. Más aún, hay que decir que algunos alcanzaron su madurez periodística en los siguientes dos años de la partida de sus colegas. Y algunos de los que llegaron al relevo hicieron un serio esfuerzo por cubrir los huecos que habían dejado en la publicación de reportajes los “jornaleros”.

Esto significa, en términos del periodismo que se hacía a finales de los años setenta y ochenta, una variación muy importante respecto del ejercicio periodístico que era común en México. Sallie Hughes ha descrito

Page 112: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

222 223

al periodismo de los años setenta —y anteriores— como una actividad pasiva, un acercamiento acrítico a la realidad enfocado a transferir las versiones estenográficas de los discursos, especialmente atenta a los dis-cursos presidenciales y al monólogo del pri1. La incorporación del género del reportaje como parte ineludible del entramado del discurso diario de unomásuno permite a sus reporteros tomar distancia de esta tradición perversa del modelo autoritario que Hughes describe. Esta distancia no era definitiva, pero sí fue una decisión importante en términos de su producción discursiva que abrió camino al periodismo que se hizo posteriormente, impulsó una tradición diferente, apeló y cultivó a un público inteligente, fiel e ilustrado.

El segundo matiz que resalta de esta experiencia es la evolución en el tiempo interno del periódico que tuvieron estos reportajes. Si observamos con atención los primeros reportajes de los “ex Excélsior”, reconoceremos su matriz tradicional y su relativa brevedad, es decir, de cuatro a cinco entregas, y los más limitados, como los de Fernando Meraz, con tres entregas. Llama la atención cómo tiempo después el reportaje pasa a ser, incluso, un trabajo que se hace en colectivo, en el que se apuesta por las habilidades de reporteros muy experimentados en proyectos donde el espacio para su publicación es amplio y pareciera no importar al periódico el número de entregas —más de 20. El primer experimento en este sentido es la serie de reportajes que hemos mencio-nado antes sobre los terratenientes del sexenio de José López Portillo, publicado en septiembre de 1977, y al cual nos referiremos a detalle más adelante por estar enraizado aún en las prácticas tradicionales que describe Hughes.

Es mejor destacar aquí, como proyecto extensivo y con ambición de profundidad, la serie de reportajes sobre los 20 millones de mexicanos que vivían en la pobreza y cuya primera entrega fue publicada el 10 de septiembre de 1981 y constó de catorce en total. Estos ejercicios también podían terminar en las grandes series individuales, como la de Ramón Márquez sobre el trabajo de los judiciales, donde hizo una cobertura de

1 Newrooms in conflict. Journalism and the Democratization of México, USA, 2006, University of Pittsburgh Press, p. 51.

sombra,2 publicada 18 días seguidos en mayo de 1987, con tres subtemas diferentes cada serie, o la muy larga saga de las ciudades fronterizas de Ricardo del Muro (ver infra). Ningún otro periódico ha dispuesto tanto espacio para los reportajes.

Otro ejemplo que no tiene que ver con el espacio sino con la densidad es el trabajo de contrastación de fuentes especializadas que se hizo en la sección económica, no porque no fuera una tradición, y hasta debiera haber sido una exigencia, sino porque la cantidad de datos provenientes de una nutrida cantidad de fuentes los distanciaba del periodismo eco-nómico de aquella época; fue una política editorial irrepetible.

El tercer matiz es el de la innovación, que se da en muchos sentidos: nuevos temas, experimentos con académicos, permeabilidad en ciertas secciones, combinación de tonos y abordajes con otras disciplinas, la incorporación de tradiciones de escritura de otros ámbitos y el humor, que en distintos momentos y proporciones convirtieron a la redacción de unomásuno en un laboratorio de géneros periodísticos, de técnicas de investigación periodística y del discurso, cuya estela puede leerse aún ahora en el periodismo mexicano.

Hay un elemento que se “escucha” como un leit motiv en los reporta-jes de unomásuno y en algunos casos es el tema principal de los mismos: la preocupación por presentar los temas con una contextualización histórica, que a veces reporta la inmediatez de la mirada periodística: hace unos días, la semana pasada, o el mes pasado; pero también, y de manera un tanto excepcional, contienen referencias mucho más antiguas, que pueden ser hasta de un siglo, medio siglo o varias décadas, lo que sí constituye un elemento que se separa del periodismo tradicional, cuyo valor central es la novedad. En este mismo sentido hay que señalar que, con cierta frecuencia, la introducción de una nueva temática en alguna sección se abría con un reportaje histórico.

Este capítulo con el que cerramos la investigación tiene un enfoque cualitativo, y fue guiado por la mirada historiográfica que permite situarlo en su tiempo y en su universo de enunciación. En él avista-

2 El reportero que hace esta cobertura acompaña durante toda la jornada de trabajo al personaje que está investigando.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 113: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

224 225

mos el sentido y la forma en la que fueron escritos los reportajes, con base en una muestra representativa de los mismos que se estructuró de la siguiente manera: la regla de no excluir ninguna de las seccio-nes del diario ni ninguno de los temas generales de los reportajes. Asimismo no se enfoca en ningún periodo en especial: de cada año fueron seleccionado los mejores reportajes. Con una mirada que tal vez tenga un reflejo de la editora periodística que fui; elegí de cada reportero aquéllos que mostraban mejor sus temas y los escritos en plena madurez estilística. Con una mirada mestiza entre la historia y el análisis del discurso, hice una lectura cuidadosa de cada conjunto temático de reportajes en busca de las repeticiones, las excepciones y los espacios vacíos.

No fue analizada la posición de cada uno de estos reportajes en el diario: lo mismo hay reportajes que fueron la información principal de ese día, como aquéllos que estaban en el interior de sus páginas sin ninguna llamada en primera plana. Todos pertenecen a la década que estudiamos y también valga aquí hacer una aclaración importante: aunque yo conocí y he leído un par de veces el libro unomásuno. Diez años, que es una compilación de notas, entrevistas, editoriales, artículos, cataratas de lectores y reportajes,3 me olvidé de él desde el inicio de la investigación, en 2002, porque iba a caminar sobre senderos cercanos a los que generaron su publicación y no quise que su visión influyera poderosamente en mi lectura. Al final, después de haber escrito la totali-dad de este capítulo, leí el libro de nuevo para distinguir sus claroscuros y poderlos describir después de verlo con el fondo de un lienzo mucho mayor, como fue el corpus seleccionado para este capítulo, y es lo que aparece en el último apartado.

Para quien nunca ha trabajado en una redacción hay varias cosas en

3 El libro compilado por Gonzalo Álvarez del Villar, publicado para conmemorar la primera década del periódico, es un trabajo en el cual una parte del capitulado tiene la misma intención que este capítulo, destacar los reportajes más relevantes de su historia. No lo retomé porque el sentido con el que fue editado hubiera influido en mi selección, que siempre tuvo la intención de elegir reportajes por encima de los conflictos de los grupos en la redacción del periódico. Pedro Díaz, entonces auxiliar de redacción y ahora un experimentado reportero de deportes que participó en los trabajos de acopio de materiales, me comentó que para la edición del libro hubo reporteros censurados por su actuación en la redacción.

los discursos periodísticos que son imperceptibles a la mirada lectora: cada material periodístico tiene un halo de producto colectivo, deriva-do no sólo de su proceso de producción en el que intervienen muchas manos —desde los editores y correctores de estilo hasta los trabajadores de los talleres de impresión— sino de la generación en colectivo de ideas, ayuda mutua en una investigación, discusiones sobre los temas del momento y de una lectura experta que puede guiar estilos, incluso a través de las fronteras de los medios, y a veces de los países. También se comparte, de una manera más institucional, la llamada línea editorial del periódico para el que se trabaja. En muchos sentidos, aunque el tra-bajo es responsabilidad directa de quienes lo firman, se escribe con una referencia cercana a la comunidad donde se genera y cuyos valores lo influencian. El segundo aspecto que se pierde cuando se está fuera de la redacción, y que es de primera importancia, es la premura. La relación de los periodistas con el tiempo siempre es estresante y conflictiva, porque no hay momento en el que la producción del discurso periodístico no esté contra reloj. Es cotidiano, se hace una costumbre, se queda para siempre la tendencia de “escribir para hoy”.

Los reportajes que se analizan a continuación son producto de un ejercicio del periodismo que implica prácticas de producción, filiaciones partidistas, simpatías ideológicas, amistades o enemistades con miembros de la esfera del poder, experiencia e intereses personales y el gusto por es-cribir sobre algo, en particular, por mencionar algunas de las motivaciones para estos temas y estos tratamientos, sólo que todas esas pulsaciones des-cansan ahora en el silencio de las hemerotecas, aunque no sin sus huellas.

5.1 la izquiErda En la gran prEnsa

Un rasgo distintivo de la redacción inicial de unomásuno, pero sobre todo la que se fortalece entre los años 1979 y 1983, y con mucho menos vigor entre 1984 y 1987, es que algunos de sus periodistas más activos en reportajes tuvieron simpatía por la izquierda y sus banderas, como se ha visto en los capítulos 2 y 3. Claramente expresan sus propuestas y éstas son tomadas en cuenta. Algunos periodistas fueron abiertamente

Page 114: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

226 227

militantes de partidos de izquierda, de tal manera que aceptan de ellos directrices, mismas que se ven reflejadas en el trabajo cotidiano de la re-dacción del periódico y en la creación del Siteuno. En distintos momentos esto ocasionó que fuera muy difícil dirigir la empresa periodística, en la que el director era simpatizante del pri y tenía grandes “amigos” en la estructura presidencial de los sexenios de José López Portillo y Miguel de la Madrid, mientras los mandos medios —en el segundo periodo referido— eran de la izquierda o simpatizantes de ella. En este apartado se detallará cómo la formación ideológica y la iniciativa personal de estos reporteros dejan una impronta clara en la elaboración de reportajes, in-troduciendo temas hasta entonces vedados en el periodismo tradicional, todo ello con un interés que rayaba en la militancia.

El ideal de la profesión del periodismo incluye el deber de la denun-cia, la posibilidad de ayudar a quienes carecen de voz política al hacer públicas las injusticias, la corrupción, la inequidad, y con ello poder ayudar a que las cosas funcionen de acuerdo con la ley y con los ideales de una sociedad democráticamente construida. Pero todos esos paradigmas del periodismo estaban adormecidos en el periodismo mexicano de la segunda mitad del siglo xx y hasta la década de los años setenta.

No se expresaba la crítica hacia el gobierno porque la dependencia económica y la tradición indicaban que era contrario a los intereses de las casas editoriales, además de que ocasionalmente se ejercía la censura directa. Los funcionarios estaban acostumbrados a decir dis-cursos y verlos al día siguiente reflejados en las páginas de los diarios. Eso comenzó a cambiar a finales de los años setenta con publicaciones como Excélsior, Proceso y unomásuno, aunque no absolutamente. En unomásuno quienes más presionaron para este cambio de tono fueron justamente los periodistas que militaban o simpatizaban con la izquier-da, y lo hicieron bordando sobre el discurso del periodismo ideal, en un ambiente de libertad que propiciaban los artífices de la política interna de José López Portillo, la bonanza económica de auge petrolero y un público receptivo a los nuevos temas. Tres características que se fueron perdiendo cuando Miguel de la Madrid entró a la presidencia: ante el avance de la oposición de derecha, el régimen de Miguel de la Madrid optó por regresar al “carro completo”. En 1982 se desplomaron los

precios del petróleo y la crisis se controló con un severo plan de cho-que y austeridad en el gasto público que impactó al periódico, y con la salida de los “jornaleros” y el éxito del nuevo proyecto periodístico de La Jornada, se perdió gran parte del público. Así que a pesar de un intento por mantener esta línea editorial a flote, el periodo después del quiebre de 1984 se caracteriza por un debilitamiento del espíritu de denuncia y crítica.

El discurso de izquierda que se percibe en el tono de estos re-portajes tiene varias vertientes interesantes: coloca en primer plano a quienes el marxismo considera los grandes actores de la historia, obreros y campesinos, como vanguardia social; enaltece la viabilidad de la explotación colectiva del campo o las ventajas de la organización obrera en el mejoramiento de las condiciones de vida de amplias capas de la población. Otra vertiente, muy en consonancia con la época de la apertura política, hace visible la historia de los partidos de izquier-da, reconoce a sus líderes como fuentes válidas e importantes en el mercado informativo y participa de las discusiones ideológicas de la izquierda mexicana. Todo esto con un fuerte componente nacionalista que recuerda, a la distancia, la ideología del cardenismo, por lo que sólo en casos muy excepcionales estos reportajes tienen un abierto tono marxista, leninista o socialista. En el centro de sus argumentaciones está la noción de justicia social, mucho más acorde con los postulados de la Revolución Mexicana que con las líneas dogmáticas del socialismo internacional.

Como se vio en el capítulo anterior, estos reportajes evoluciona-ron en la década que estudiamos: mientras en la primera parte de su historia las monografías regionales, los reportajes sobre las poblaciones indígenas y los que tenían como objetivo denunciar conflictos sociales importantes del campo tenían como discurso dominante la denuncia de la injusticia, de la inoperancia de las instituciones del Estado para generar condiciones de vida digna para los campesinos y el atraso económico que eso significaba, a partir de 1984, el tono cambia a la descripción de las dificultades para la producción de alimentos, materias primas o para hacer funcionar los puertos pesqueros, es decir, ya no los hombres y las mujeres pobres ocupan el centro, sino el problema económico.

araceli.tellez
Resaltado
Page 115: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

228 229

Miguel López Saucedo, periodista cuya trayectoria se inicia en Ex-célsior, publica en noviembre de 1979 un reportaje que por excepcional4 llama la atención: la historia del éxito de los ejidos del Yaqui, con un discurso que parece decir que es posible la producción del campo sin explotación, sin vicios y sin las instituciones de Estado, siempre que las ganancias se repartan equitativamente:

Siete campesinos murieron, pero hoy cerca de 40 mil hectáreas que por decenios enriquecieron a 30 terratenientes alimentan con suficiencia a más de 8 mil familias que exitosamente trabajan en forma colectiva […]En las regiones del Río Yaqui y Mayo las cosas también han cambiado no obstante que, como lo aseguran los campesinos Aristeo Modesto Ayala y Remedios Rojo Echeverría, aún permanecen intocables, los latifundios de los Elías Calles, de Reynaldo Ramos y de Eduardo Romero Bringas, entre otros […] Las decisiones emanadas de las asambleas son sagradas y tanto las autoridades ejidales como las civiles deben respetarlas. Están en contra de los “intelectuales” que, como dicen los mismos campesinos, “se mezclan entre nosotros para crearnos problemas” […]5

El año pasado, tan sólo en lo referente a seguros agrícolas, se ahorraron 29 millones de pesos, con los que formaron un fondo común que los ejidatarios administran. Grandes sumas ahorraron también en la compra de semillas y el rechazo a los extensionistas oficiales que “ganaban mucho sin hacer nada”.6

Hay en su discurso varias críticas: a las autoridades que no comple-tan el reparto agrario de las fértiles tierras de riego, a los intelectuales y extensionistas que acompañan el sistema clientelista en el agro mexica-no, a los falsos líderes campesinos que lucran con la representación; y un elogio: a la democracia de la asamblea del ejido. Para López Saucedo, el argumento de los pequeños propietarios de que la tierra se repartió

4 En el resto de los reportajes los campesinos aparecen como objeto de agravios.5 Miguel López Saucedo, “Lucha y triunfo del ejido colectivo en Sonora”, unomásuno, 23 de noviembre de 1979, pp. 1 y 4.6 López Saucedo, “Campaña contra los ejidos colectivos”, unomásuno, 25 de noviembre de 1979, pp. 1 y 6.

entre gente que no eran campesinos sino taxistas o amas de casa no tienen mayor peso; su indagación reporta sobre todo el diálogo con los campesinos.

En un planteamiento casi paralelo, Carmen Lira hace, durante los primeros años de unomásuno, un seguimiento puntual de la lucha obrera a través de varios reportajes que hablan del sindicalismo “democrático”, enfrentado en ese entonces a las estructuras partidistas de la ctm y sus sindicatos blancos, al tiempo que arranca mejores condiciones de trabajo a sus patrones o hace uso de su derecho a la huelga, aunque aquí no hay finales felices, casi siempre hay despidos o represión directa, pero no obreros que ceden a la lucha obrera. El reportaje en tres entregas sobre los obreros de la zona industrial de Vallejo es un ejemplo del tono que tuvieron el resto de los reportajes del tema:

La Zona Industrial Vallejo —el más grande parque industrial del país— que genera 52.3 por ciento de la producción nacional y absorbe 60 por ciento del total de los recursos financieros; donde se encuentran alrededor de 50 de las 500 empresas más grandes del país y donde 70 por ciento de sus industrias tiene participación extranjera, es el lugar donde en los últimos cinco años han estallado más huelgas.Al menos 25 mil de sus 100 mil obreros realizaron movimientos huelguísti-cos de 1974 a la fecha; huelgas y paros han estallado por doquier dentro de la zona, siendo los trabajadores metalúrgicos, los de la rama alimenticia, los de la eléctrica y electrónica la vanguardia del movimiento obrero en ella […]Entre tanto, los obreros que han alcanzado la organización sindical se en-cuentran reunidos en organizaciones pequeñas de las llamadas “de empresa” y que están afiliadas en su mayoría a la ctm. Sin embargo, muchas de las huelgas que se han producido en los últimos cinco años en la ziv, como en otras zonas industriales del país, han sido de “hecho” al margen y en contra, incluso, del aparato “charro”.7

Otro matiz discursivo es el que se centra en la denuncia de los enemigos históricos de la izquierda: la derecha, por supuesto, y el fascismo; y en el

7 Carmen Lira, “Vallejo: un centro fabril conflictivo”, unomásuno, 12 de septiembre de 1979, pp. 1 y 13.

Page 116: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

230 231

caso específicamente latinoamericano, el imperialismo y las transnacionales. Como se verá más abajo, este último discurso permeó sobre todo en la información económica —no financiera— y en la internacional, donde el gran enemigo de la América Latina revolucionaria de los años ochenta y el gran sostén de las dictaduras militares fue Estados Unidos. Aquí revisaremos la confrontación con los enemigos internos: en enero de 1984 Sara Lovera trabaja un reportaje sobre las polémicas elecciones locales en Puebla y el avance de la ultraderecha sobre la estructura del pan tradicional poblano.

La derecha, indicaron los entrevistados, está encabezada por un grupo de empresarios que dirigen cámaras, clubes y asociaciones, y cuyos orígenes se hallan en el Frente Universitario Anticomunista (fua); actualmente, según Amado Carrillo, ex rector y diputado priísta local, manipulan pueblos ideologizados contra el socialismo; aprovechan, como dice Rivera Terrazas, la inoperancia del pri, los errores de sus gobernantes, el adormilamiento de los partidos de izquierda y la crisis económica. Sienten, además, que en Puebla todos los favorecen para su retorno al poder […] El resurgimiento de la ultraderecha tiene su origen reciente en 1973, según los anales universitarios, cuando fuerzas democráticas del pri, del antiguo Partido Comunista Mexicano, de la Universidad Autónoma de Puebla y otras, lograron expulsar de las aulas universitarias a los dirigentes del Frente Universitario Anticomunista, al grupo Náhuatl y Juventud Nueva, entre otros, y la destitución del ex gobernador Gonzalo Bautista O’Farril, quien representó en el poder a los intereses más oscuros de esa entidad.8

En un tono semejante, David Martín del Campo, en un reportaje monográfico de la pobreza en Guerrero —uno de los 93 reportajes con esa característica— sigue el patrón de la descripción de las condiciones extremas de vida de lo visible y de lo invisible, de lo urbano y de lo rural; pero también enfocando su ataque frontal al gobernador Rubén Figueroa y su denuncia en el caso de los desaparecidos políticos en pleno sexenio de la apertura política. La tercera y cuarta entrega son especialmente

8 Sara Lovera, “Puebla: laboratorio derechista en busca del poder”, unomásuno, 20 de enero de 1984, p. 5.

enfáticas en el tono de ataque a los enemigos de la clase obrera, como se muestra en el fragmento de abajo:

Este es el México bronco al que hizo referencia don Jesús Reyes Heroles, nos comenta la señora María Isabel Romero Pérez, quien el 11 de noviembre de 1979, cenando en la residencia “Los Eucaliptos” de esta ciudad (Chilpan-cingo), fue amenazada de muerte si en 24 horas no abandonaba la entidad.“Sobre la mesa, el gobernador Rubén Figueroa había depositado su pistola, antes de iniciar la charla sobre el aumento de emergencia del 23 por ciento que ordenó entonces el presidente Echeverría”, relata la secretaria general del Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Estado, Municipios e Instituciones Descentralizadas de Guerrero (sutsemidg), y dirigente local del Frente de Defensa de los Derechos del Pueblo[…]9 En Tenexpa, otro poblado no lejano de aquí, otra mujer, Adelina Organiz de Castro, hace otro relato semejante:“Mi marido Inocencio Castro Arteaga, en 1960 fue compañero de escue-la de Lucio Cabañas. Por eso el candidato Rubén Figueroa le pidió que concertara una cita con el guerrillero para entrevistarse con él. Fue cuando ocurrió el secuestro de Figueroa.Tiempo después, el 20 de junio de 1974, se lo llevaron a la procuraduría de Atoyac para que diera unos datos. Ya no lo volví a ver.”.10

Lo primero que llama la atención es el tipo de fuentes que ambos pe-riodistas manejan para sus respectivos reportajes: Lovera entrevista a Luis Rivera Terrazas, ex rector de la buap; Luis Ortega Morales, dirigente estatal del psum, y Carlos Aceves Rivera, delegado general del pri. Frente a los ene-migos ideológicos se pierde el balance de la información, no hay contraste, no se busca a los voceros de la ultraderecha o éstos no se dejan entrevistar.

En el caso del reportaje de Guerrero hay un poco más de equilibrio porque sí se entrevista a funcionarios, al ingeniero Hugo Higareda Zavaleta, responsable del centro de la sarh, y al delegado federal de

9 David Martín del Campo, “378 desaparecidos en Chilpancingo, por motivos políticos: la uscuag”, unomásuno, 12 de marzo de 1978, p. 4.10 David Martín del Campo, “Con un clavo, sobre la lápida: profesor Lucio Cabañas Barrientos”, unomásuno, 14 de marzo de 1978, p. 4.

Page 117: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

232 233

la Secretaría de Turismo, Alejandro González Molina. El resto de las entrevistas se hicieron a líderes sociales, sindicalistas, catedráticos de la Universidad Autónoma de Guerrero o dirigentes de partidos de izquierda, así como a gente del pueblo. No hay, sin embargo, muchas concesiones hacia Rubén Figueroa, “el represor”.

En el otro extremo está el reportaje de Teresa Gil sobre la cocei: tres entregas dedicadas a legitimar la lucha por la alcaldía de Juchitán por sectores de izquierda y su acompañamiento por parte de la diócesis presi-dida por Arturo Lona, un sacerdote de declarada simpatía por los pobres, escrito en julio de 1983:

En noviembre de 1980, la cocei participa en las elecciones municipales con el registro del Partido Comunista Mexicano y es víctima de un fraude electoral que indigna a la población. Ante el clima violento, el gobierno resolvió repetir las elecciones y en marzo de 1981, la cocei obtiene la presidencia municipal de Juchitán.Ahora, otros seis municipios de la región —San Miguel Chimalapa, Iztepec, Madani, Ixtaltepec, Salina Cruz y Xalapa del Marqués— tienen autoridades pertenecientes a la cocei.11

En otra vertiente importante de la información, en internacionales, cuatro reportajes sobre la Unión Soviética y seis sobre China muestran la simpatía de los reporteros por el proyecto socialista. Los primeros casi conforme al canon y muy probablemente correspondiendo a la invitación del país anfitrión, y los de China combinan la simpatía ideológica con el descubrimiento de las realidades positivas del país comunista. Mención aparte merece el reportaje que hizo Inés Villasana sobre el estalinismo y su impacto en la sociedad mexicana, basado en entrevistas con distintos personajes de la izquierda en México, porque a diferencia de los otros que hemos revisado, presenta un equilibrio entre los que están a favor y los que están en contra de Stalin.12

11 Teresa Gil, “En 9 años de lucha, la cocei extiende su influencia en 7 municipios de Oaxaca”, unomásuno, 25 de junio de 1983, p. 2.12 Inés Villasana, “Stalin representó un intento de mediación entre las condiciones rusas y el movimiento marxista”, unomásuno, del 9 al 17 de octubre de 1979.

En cuanto a los reportajes que narran la historia de la izquierda mexi-cana, el que escribe una joven Matilde Margain en septiembre de 1979 sobre el Partido Comunista, desde una perspectiva histórica y previo al nacimiento del psum, tiene un tono conciliador, muy en consonancia con la intención de crear una coalición que permitiera la unificación de las corrientes de izquierda, que entonces tenía sus críticos. Su tono histó-rico apuntala una legitimidad en torno a Partido Comunista Mexicano:

Ignorado más de 30 años por la política oficial, durante los cuales sus militantes y simpatizantes fueron perseguidos, sometidos a la marginación y la ilegalidad, mientras sectores de la gran burguesía y los monopolios adquirían una preponderante influencia económica, social y política, el Partido Comunista Mexicano es el tronco de cerca de una decena de parti-dos y organizaciones políticas que conforman la izquierda mexicana […]El pcm fue el primer partido que en América Latina se planteó el problema de organizar el movimiento campesino y estableció un programa agrario revolucionario, pese a reconocer la hegemonía obrera.Ya en 1929, dicho partido contaba con mil 500 miembros, 70 por ciento de los cuales eran obreros, 27 por ciento campesinos y tres por ciento restante, intelectuales y estudiantes. Sólo 60 años después logra obtener su registro electoral definitivo y, en comicios en los que el abstencionismo llegó a más del 50 por ciento, obtiene 703 mil 89 sufragios, que representan el 4.87 por ciento de la votación total.13

En un profundo contraste con este reportaje y después de la esci-sión que vivió el unomásuno, Arturo Martínez Nateras, un militante de izquierda confrontado con la directiva de aquel entonces, llegó por un corto lapso a la redacción del unomásuno y trabajó como reportero. Como parte de la resaca de los directivos del periódico y de la propia con sus compañeros militantes, acepta que se publique un extracto de su libro El secuestro de Lucio Cabañas,14 como un material periodístico que

13 Matilde Margain, “El pcm es un ‘tronco’ de cerca de una decena de organizaciones de izquierda”, unomásuno, 10 de septiembre de 1979, p. 7.14 La nota aclaratoria de la primera entrega asegura que pertenecen al corpus del libro, pero que fueron seleccionados específicamente y estructurados para su publicación en el diario.

Page 118: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

234 235

reconstruye el secuestro de Félix Bautistas y el del dirigente del psum, Arnoldo Martínez Verdugo. Su historia los exhibe en sus carencias y pasiones humanas:

Gobernación hace como que se hace.Las redacciones de los diarios se movilizan tras la noticia, sus implicaciones y consecuencias; las órdenes de trabajo son claras: buscar protagonistas, presentar antecedentes y pronunciamientos. Los reporteros se hacen de los materiales; el imprescindible relato de Nateras publicado en este diario que citan con honestidad. Los teletipos repiquetean, expanden la noticia a todo el país y al mundo. ¡Arnoldo Martínez Verdugo ha sido secuestrado! Existen condiciones generales para una gran movilización de rechazo al terrorismo y de reforzamiento de la democracia. El psum tiene ante sí un desafío inmenso y la gran ocasión para rectificar errores y rescatar credibilidad. Faltan sólo seis días para las elecciones y la coyuntura es tan peligrosa como propicia.Arnoldo Martínez Verdugo ha sido secuestrado y ahora comparte el cau-tiverio, sin contacto personal, con Félix Bautista. De buenas a primeras todo el mundo se interesa por los sobrevivientes del pdlp que obtienen una gran publicidad y popularidad; la imagen de Lucio Cabañas renace y crece con la historia; es urgente aclarar las cosas. Este ya no es un asunto doméstico.15

Estos pocos reportajes muestran, en pequeña escala, la difícil relación que mantuvo Manuel Becerra Acosta con la izquierda: no podemos decir que la ruptura de La Jornada lo volviera un reaccionario. De ninguna manera. Se trata de un hombre entrampado en la bisagra de su tiempo y de su ambición: por una parte tuvo un rompimiento parcial con el periodismo tradicional enraizado no sólo en su distanciamiento del lado de Julio Scherer de Excélsior, sino puesto de manifiesto al propiciar una línea editorial que fomentaba la iniciativa, que hacía denuncias que in-terpelaban a los gobernantes —casi nunca al ejecutivo— y que dio cabida

15 Arturo Martínez Nateras, “El secuestro de Arnoldo”, unomásuno, 27 de febrero de 1986, p. 9.

a los grupos sociales emergentes. Sin embargo, no se pudo desprender de la dependencia económica de la que habla Jacinto Rodríguez en La otra guerra secreta16 mediando un absoluto cinismo; no podía, ya que él era el director. Así que toda la libertad que hubo en algunas secciones como un lineamiento cotidiano, en la sección política entró en conflicto con sus intereses económicos.

5.2 Ecos dEl nuEvo pEriodismo EstadounidEnsE

En todos estos años sólo podemos encontrar cuatro periodistas que se vieron directamente influenciados por el Nuevo Periodismo de Estados Unidos, que leyeron con interés esta vena un tanto negra del periodismo, abierta con maestría por los periodistas de The New Yorker. El más em-blemático trabajo de esta tendencia fue A sangre fría, de Truman Capote; una obra ampliamente leída por los periodistas mexicanos de aquella época y cuyo eco se puede advertir en Asesinato, un trabajo de Vicente Leñero. Otros autores estadounidenses que escribieron dentro de esta escuela de periodismo fueron Tom Wolfe, Norman Mailer, Barbara L. Goldsmith y Rex Reed, por mencionar algunos.

En su libro El nuevo periodismo, Wolfe narra el inicio de esta escue-la periodística como resultado de una aspiración nacional en Estados Unidos entre la generación de la posguerra de escribir una “Novela”, como se aspira a ser millonario, a encontrar un placer de oro, pero en el mundo de las editoriales y los periódicos, casi como una prolongación de la competencia de los reporteros que escribían reportajes. Se atrevieron a vestir sus reportajes con los grandes ropajes de las novelas, y parece decir que “nunca imaginaron un destino tan singular”:

El caso es que al comenzar los años sesenta un nuevo y curioso con-cepto, lo bastante vivo como para inflamar los egos, había empezado a

16 Jacinto Rodríguez Murguía, La otra guerra secreta. Los archivos prohibidos de la prensa y el poder, p. 491.

Page 119: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

236 237

invadir los diminutos confines de la esfera profesional del reportaje. Este descubrimiento, modesto al principio, humilde, de hecho respetuoso, podríamos decir, consistiría en hacer posible que un periodismo […] se leyera igual que una novela. Igual que una novela, a ver si ustedes me entienden. Era la más sincera fórmula del homenaje a La Novela y a esos gigantes, los novelistas, desde luego. Ni siquiera los periodistas que se aventuraron primero en esa dirección dudaban por un momento que el escritor era el artista soberano en literatura, ahora y siempre. Todo cuanto pedían era el privilegio de revestir su mismo ropaje ceremonial […] hasta el día en que se armaran de valor, se mudaran a la cabaña y lo intentaran de veras […] Eran soñadores, es cierto, pero no soñaron jamás una cosa. No soñaron jamás la ironía que se les aproximaba. Ni por un momento adivinaron que la tarea que llevarían a cabo en los próximos diez años, como periodistas, iba a destronar a la novela como máximo exponente literario.17

La “novela real” se le llamó en Estados Unidos, un recurso que sólo podía ser agotado si se encontraba el acontecimiento a la altura de la trama de la novela, es decir con la tensión necesaria para que quien leía lo hiciera de principio a fin, y esto sólo era posible en los profundos dramas de la vida cotidiana. Esa es la razón por la que los temas recurrentes en esta generación de periodistas fueron la guerra de Vietnam, la ligereza de la vida de los ricos, el mundo de la cultura tratado con acidez y, en-fáticamente, los crímenes de la nota roja.

En el caso que nos ocupa, cuatro periodistas de unomásuno, Rafael Cardona, Teresa Gil, Sebastián Apodaca (Juan Pablo Becerra Acosta), el tutor de éste, Ramón Márquez, responsable de la mayoría de los repor-tajes de este tipo, fueron quienes tomaron la vertiente de buscar entre el viscoso material de las agencias de ministerio público, los reclusorios, las centrales de policías y los barrios bajos de la ciudad de México.

El primer reportaje que tiene un eco del estilo estadounidense se publica a menos de un año de fundado el periódico bajo la firma de Rafael Cardona, un reportero que había llegado del grupo de Excélsior, y

17 Tom Wolfe, El nuevo periodismo, p. 18.

toma como base el caso del asesinato del matrimonio Flores Muñoz18 a manos del nieto, según las investigaciones de ese entonces, Gilberto Flores Álvarez. En seis entregas perfila a la familia, sus conflictos, la herencia y el carácter místico del presunto asesino, el nieto, a quien sigue los pasos hasta el día del asesinato. Este es un fragmento de la segunda entrega, en donde los ecos del periodismo negro son más evidentes:

Desde el seis de octubre, Gilberto Flores Izquierdo, brillante médico, subdi-rector del Instituto Mexicano del Seguro Social, hombre con sus problemas económicos resueltos para siempre, vive en la oscuridad absoluta. Su hijo está preso, acusado de parricidio. Las víctimas fueron sus padres. Su rostro es una mancha pálida que se extiende hasta el cuello. Su voz se quiebra. Sus palabras chocan entre sí, sus recuerdos se confunden, pero a pesar de las evidencias, las confesiones y las apariencias, cree que su hijo es inocente.Y a esa inocencia se aferra. Esta es quizá la única fe que ahora lo sostiene. A él que no es creyente y a quién por paradoja la vida le entregó un hijo místico. Un hijo que ante el hallazgo de los cadáveres de sus abuelos, no halló mejor recurso que ordenarles a sus dos hermanas —Alicia y Patricia— que se pusieran de rodillas y rezaran interminablemente.…Me encontré con mi tío Alejandro Flores Muñoz, con el doctor Fernán-dez, que fue el que llevó a cabo la autopsia, y me dijeron que todo estaba arreglado, que no iba a haber problemas. Yo le pregunté que si podía pasar a ver a mis padres. Entonces recuerdo perfectamente bien que pasé a la recámara de mi padre. Lo vi tendido con una sábana blanca; la cama ensangrentada, entonces quise ver sus lesiones y despedirme de mi padre. Yo no soy un individuo católico, ni creo en cosas de ese tipo. Siempre me he guiado por razones de tipo mundano, científicas, etcétera. Entonces alguien descubrió la sábana de mi padre. Lo observé, me arrodillé, llegué al suelo, me di cuenta de que estaba por supuesto muerto. Era un cadáver en cierto estado de rigidez. Entonces mi primer impulso fue darle un beso en la frente […]19

18 Es el mismo caso sobre el que Leñero escribe su libro mencionado.19 Rafael Cardona, “Flores Izquierdo vive en una oscuridad absoluta”, unomásuno, 24 de octubre de 1978, pp. 1 y 27.

Page 120: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

238 239

Por su parte, Ramón Márquez, quién desarrollaría un gusto especial por los libros de los autores estadounidenses mencionados, imprime su impronta en la piel de unomásuno con reportajes notables que han pasado a otros espacios. El primer gran reportaje de Márquez con este tono y técnica fue el de la muerte de Yoko, un joven que es asesinado en un autobús —un delfín— por unos policías en las cercanías de la glorieta de Potrero, que se encontraba por el rumbo de La Raza. Años después, el escritor Carlos Monsiváis la incluiría como “crónica policiaca” en su antología A ustedes les consta.20 Más tarde Ramón Márquez escribiría un reportaje sobre el Chavo Luis, un delincuente, y su banda, quienes asaltaban y violaban en colonias de clase media;21 otro estremecedor reportaje que intituló “La mujer violada”, para terminar con la serie sobre los judiciales en 1986. Y hasta hizo un ácido reportaje sobre una noche en la ópera,22 que en un horizonte lejano tiene por guía Se oyen las musas, de Truman Capote. Su último gran reportaje quedó dividido en tres series en seguimiento de una banda de asaltantes menores, jóvenes delincuentes que vivían en la zona oriente del Distrito Federal y Nezahualcóyotl, a quienes sigue a partir de que acompaña al equipo Púrpura de policías judiciales, presencia su deten-ción, los entrevista y finalmente sigue su proceso judicial en el entramado de la variable justicia mexicana.23

Es un reportaje en el que pone talento, experiencia y la fuerza de un reportero que quiere mostrar cómo se hacen los reportajes judicia-les; es un reto, en la etapa previa a su salida del periódico. He aquí un fragmento de la segunda serie, que refleja la libertad de escritura con la que se hicieron algunos de los materiales periodísticos.

El contacto fue Eduardo, el Pelón, primo del Chato. El los conocía a todos. El los unió. Sabía que Víctor Hugo, el Moreno, era el fuerte. En varias ocasiones le había comprado armas que después revendía. Y sabía

20 Carlos Monsiváis, A ustedes les consta. Antología de la crónica en México, pp. 506-523.21 Ramón Márquez, “El Chavo Luis y el Negro”, unomásuno, 11-21 de septiembre de 1984.22 Márquez, “Gritos, crueldad, mezclilla, camisetas y chamarras en la ópera”, unomásuno, 19 de agosto de 1978, p. 16.23 En un detalle interesante dentro de este reportaje vemos retratada la dinámica de la fuente policiaca y la relación de corrupción entre ésta y el jefe de prensa de la policía, José Villa.

también que el Moreno, hijo de policías, huérfano de padre, estaba en el camino, solitario y ansioso, porque sus compañeros de banda habían sido aprehendidos recientemente. Necesitaba nuevos socios.Sabía que su primo, el Chato, quien acababa de regresar de la pizca de la manzana y de la pera en Oregon, y a quien había preparado durante mucho tiempo con robos pequeños, estaba listo para iniciar una auténtica carrera, sobre todo después de su frustrada participación en el robo del banco bch.Y algo le decía que ese chamaquito que comenzaba a dejarse crecer el bigote, el Chacal, nuevo en el barrio de Santiago Acahualtepec, por el que vagabundeaba todo el día, hijo de un conocido carterista, tenía posibilidades de ser un buen ladrón. No hacia mucho que, al robar una casa, fue detenido y llevado al Consejo Tutelar para Menores, de donde salió 45 días después.24

Sebastián Apodaca era un reportero joven cuando se dio la ruptura de los “jornaleros”, y se hizo aprendiz de Ramón Márquez en la sección de de-portes, haciendo el camino de los “huesos”, a pesar de ser el hijo del director. Su tutor fue uno de los maestros más duros y persistentes de unomásuno, quien a su alrededor había creado una red de lealtad muy fuerte. No era un maestro fácil, pero siempre estaba abierto a la posibilidad de formar jóvenes. Un eco del Nuevo Periodismo, aunque con menos recursos, se puede ver claramente en la serie que publica Sebastián Apodaca en octubre de 1985, “Llegando a la esquina, soy un pez en el mar…”:

Tiene 24 años, muy moreno su rostro, sobresalen unos ojos oscurísimos, unos labios gruesos son la puerta de unos dientes brillantemente blancos: Los cabellos los lleva lacios, muy largos, negros, y se extienden por debajo de los hombros. El Guadaña habla de la banda. A los siete años estaba fuera de su casa, allá por Tlanepantla. Tiene su propia historia, pero habla de los chavos-banda porque también fue uno de ellos, los dirigió, los pudo mover. Ahora los prende con la música del conjunto marginal de rock del cual es vocalista.

24 Márquez, “La creación y organización de una pandilla de asaltantes”, unomásuno, 9 de mayo de 1987, primera plana.

Page 121: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

240 241

Y dice: “una banda se forma por cotorrear. Por cambiar. Sí por cambiar de ambiente. En las bandas hay chavos más cabrones que otros. Es ahí donde viene la necesidad por sobrevivir. Los problemas que tienen en sus casas. Los Ramones: hay unos que viven con sus familias, hay otros que trabajan. Y salen a cotorrear con la banda. Pero hay otros que no tienen dónde quedarse. Son los que roban. Son los que no tienen que darle cuentas a nadie. Roban porque son huérfanos, porque tienen necesidad de comer, de vestirse”.“Pero la banda…”, interrumpe el reportero. Guadaña retoma el hilo: “En sí la banda, la banda, la banda… únicamente es un desmadre. Nadie sabe lo que quiere. Nadie. Nadie sabe lo que busca, únicamente quiere ser de los más chingones”[…]25

5.3 El fEminismo, los indígEnas y otros grupos

Los temas centrales del movimiento feminista y el propio movimiento feminista que se había desarrollado en la Ciudad de México en las décadas de los setenta y ochenta tuvieron la primera salida en la gran prensa en el periódico unomásuno, en tres espacios diferentes: la columna colectiva Traspatio,26 la revista Fem, que se encartaba en el unomásuno para sus-criptores y los reportajes que incluyeron los temas fundamentales de la lucha feminista, desde la denuncia, pero también procurando la difusión de las historias, las propuestas y las metas políticas de un movimiento feminista que se había diversificado y consolidado en las clases medias urbanas de la ciudad de México, Colima, Guadalajara y Morelia. En este apartado nos referiremos a este último espacio por ser el que permanece hasta ahora fuera de los estudios publicados hasta ahora.

La figura central de esta experiencia es sin duda alguna la periodista feminista Sara Lovera, quien deja firmemente su huella a partir de su llegada, en marzo de 1981: de las primeras notas que se van a primera plana es una reunión de mujeres priístas que encabezó Yolanda Sentíes,

25 Sebastián Apodaca, “Los adinerados, en bandas más picudas que los pobres: los ex”, unomásuno, 28 de octubre de 1985, pp. 1 y 13.26 Ver en detalle en el capítulo “Prensa feminista”, que escribí para Mujeres y sociedad en el México contemporáneo: nombrar lo innombrable, pp. 203-231.

donde anuncia que “las mujeres piden el poder”,27 y, así paralelamente a la cobertura de la fuente política como suplente muy competitiva, Lovera nunca dejó de reportar lo central del movimiento feminista, del que era militante desde que trabajaba en El Día y al que fue reclutada por Adelina Zendejas.28

Pero la historia de los temas centrales del movimiento feminista comenzó en el periódico desde noviembre de 1979, el año en que más reportajes se publicaron según el conteo presentado en el capítulo an-terior, y fue un reportaje de siete entregas publicado por Jaime Avilés, en el que es claro el abordaje masculino, pero donde explícitamente el sentido es la denuncia de la injusticia en la que se encuentran las víctimas de violaciones por la presión social, por el sistema de justicia y por una sociedad donde los hombres se creen con el derecho de tomar por la fuerza a mujeres y niñas. No se nota un discurso feminista, pero si un grado de conciencia y sensibilidad al tema:

Cuando una mujer entra en una delegación del Ministerio Público a presentar la denuncia de su violación, en ese momento se activa un mecanismo que pondrá en duda todo cuanto ella diga hasta que las difíciles pruebas abrumen a sus oyentes y éstos empiecen a sospechar que la víctima, en efecto, lo es […] “Una mujer violada es humillada doblemente cuando rinde su declaración”, dice en su oficina de Coyoacán la juez trigesimosegunda del fuero común, Rosalinda Serrano de Carreras, y en otra entrevista, realizada muy lejos de allí, una estudiante universitaria de literatura, sostiene, al recordar la tarde en que estuvo a punto de ser tomada en la calle por un desconocido: “No lo digo por mí, porque yo afortunadamente pude escapar, pero lo digo por otras compañeras que sí fueron violadas y se atrevieron a denunciar… Una es víctima del violador primero, y después es víctima del Ministerio Público, del médico, de todos los que atienden su caso”.

27 Entrevista con Sara Lovera, junio de 2005.28 Adelina Zendejas fue una de las precursoras del feminismo en México y tuvo una columna en el periódico El Día llamada Ellas y la vida. Ver: Flores Quintero, Genoveva, “Prensa feminista 30 años de batallas por el espacio público”, apud María Ileana García Gossio, coordinadora, Mujeres y sociedad…, op. cit., pp. 203-231.

Page 122: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

242 243

“La prueba ginecológica”, agrega la juez Serrano de Carreras, “es de lo más penosa para una mujer que ha sido violada y, sin embargo”, afirma, “es in-dispensable”. “En lo que yo estoy totalmente en contra y que mis queridos colegas me perdonen, es que se practique un segundo examen de este tipo. Si en el primero aparecen lastimaduras, incluso huellas de semen y otra clase de indicios, ¿qué utilidad puede tener la segunda prueba, si todos sabemos que la piel se regenera y los rasguños desaparecen”.29

Es un reportaje escrito con un fuerte dramatismo, pero que se separa del tratamiento usual de la nota roja del periodismo amarillista, más so-ciológico y crítico a la legislación, que ofrece un elemento final a lectoras y lectores: un teléfono del Centro de Apoyo a Mujeres Violadas. “Esta institución no resuelve el problema social (derivado de factores que en esta serie se han esbozado de algún modo). Es un medio de autodefensa, fundado por mujeres para las mujeres.”30 Una intención más allá de la denuncia periodística. Un gesto solidario.

Otra vertiente temática dentro de esta temática es la que reporta el desarrollo del movimiento feminista en México, como un movimiento si no de masas, sí de grupos organizados con objetivos políticos, ideológi-cos y sociales bien definidos. En este marco pueden leerse los reportajes de Inés Villasana de diciembre de 1979 sobre el feminismo, y el de Sara Lovera sobre la Red Nacional de Mujeres. El siguiente fragmento del reportaje de Villasana se publica a fin de año con todos los demás recuentos de la década.

En 1975, Año Internacional de la Mujer, éramos muchísimas, y llegaban continuamente más mujeres. Nos propusimos hacer un “contracongreso”, denunciando la manipulación que tanto el gobierno como la onu hacían del tema como la mujer. Ninguno de los temas importantes para las mujeres (doble jornada, trabajo doméstico, explotación sexual, aborto, violación, etcétera) se tocaban en la Conferencia Nacional. Nosotras nos dedicamos

29 Jaime Avilés, “Los interrogatorios a la mujer violada, una doble humillación”, unomásuno, 12 de noviembre de 1979, pp. 1 y 25.30 Avilés, “La burocracia, cusa de que el dictamen legal para que aborte una mujer violada llegue demasiado tarde”, unomásuno, 16 de noviembre de 1979, p. 27.

a difundir la situación de las mujeres mexicanas y nuestros planteamientos feministas.31

El 8 de marzo de 1983 Sara Lovera escribió sobre la integración de la Red Nacional de Mujeres, “en busca de un programa común”, para romper la atomización y dispersión, que buscaba dejar “una cadena de grupos de estudio” y volverse un “movimiento de masas” con una lucha política y social permanente.32 Pero sin duda la aportación más intere-sante de Sara Lovera fue imprimir a las noticias del mercado editorial del momento la perspectiva de género, convencida, como siempre ha estado, de que la realidad puede verse desde diversos ángulos y de que la visibilidad de las mujeres depende de que se pueda también incluir en el mercado informativo la perspectiva de género. Una discusión que acompañó el acceso a la gran prensa de los temas de mujeres fue si se debían crear espacios específicos: planas, suplementos o colum-nas, dedicados específicamente a temas de las mujeres y a la reflexión feminista, como lo era Fem y después lo fue La doblejornada, la página de La Mujer en el Mundo, o si deberían estar en todas y cada una de las secciones del diario, junto con la demás información, pero con un enfoque claro de denuncia de la disparidad genérica y de la construc-ción de una identidad que permitiera generar nuevos paradigmas de género. En el fragmento que presentamos a continuación está expresada en toda su dimensión esta idea, pues se publica en el corazón de una sección donde muy raramente las fuentes económicas o las estadísticas hablaban de la mujer.

El fenómeno de la inflación —en los últimos cinco años muy superior al aumento de los salarios—, la pérdida concurrente del poder adquisitivo en las familias urbanas y la “desesperada situación que se vive en el campo”, ha provocado que millones de mujeres, no obstante el peso de la tradi-

31 Villasana, “Rechazamos la idea de que en este sistema pueda haber personas liberadas: Marta Lamas, del mlm”, unomásuno, 24 de diciembre de 1979, p. 18.32 Lovera, “La Red Nacional de Mujeres, intento de unificación del movimiento feminista”, unomásuno, 8 de marzo de 1983, p. 3.

Page 123: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

244 245

ción, hayan dejado el hogar para emplearse en “cualquier cosa” con tal de sobrevivir y ayudar a hacerlo a sus familias.Así, en términos estrictamente económicos, explica Sofía Méndez Villareal, vicepresidente del Colegio de Economistas, las cifras de la Secretaría de Programación y Presupuesto hablan de un aumento mayor al 8 por ciento en la fuerza laboral femenina, y acaso de 30 por ciento de mujeres que se ocupan en labores de servicios francamente están subempleadas […]Las fábricas —según la encuesta continua del empleo su participación como obreras pasó de 9.1 por ciento en 1970 a 16.6 por ciento en 1979— las emplean con mayor frecuencia, y entre los comerciantes ambulantes su participación pasó de 35.5 por ciento en ese mismo año a poco más del 50 por ciento.33

El caso más emblemático de este periodismo que rompía la tradi-ción machista del tratamiento de los temas de las mujeres, incluso en la nota roja, fue sin duda la cobertura que se dio desde unomásuno y otros espacios periodísticos del caso de Elvira Luz Cruz, juzgada y sentenciada por el asesinato de sus cuatro hijos. Se trató de una cobertura larga que duró casi un año y que generó dos reportajes, uno de Teresa Gurza y otro de Sara Lovera. El primero abrió la cobertura a detalle y el 19 de agosto publicó:

Entrecierra los ojos, cuenta que en la víspera del filicidio, el domingo 8 de agosto, Elvira estaba “muy triste”. Luego guía a la reportera hasta la casa en que tuvo lugar la tragedia. “Es la peor de las de acá”, comenta Alejandra Cortés de Ortiz. La choza no tiene puerta, el sol penetra a su interior por la abertura de la ventana y los muchos hoyos que han dejado las lluvias en el material. Se ven dos colchones viejos en el piso, ropas revueltas, cuatro veladoras en la entrada, un tambo a medio llenar y una piedra que oficiaba como lavadero. Es todo. La reportera no encuentra sillas, ni mesas, ni nada más. En un rincón, unas bolsas anudadas hablan de preparativos de un viaje.

33 Lovera, “Otra consecuencia de la inflación: millones de mujeres han ingresado al mercado de trabajo”, unomásuno, 22 de abril de 1981, p. 14.

Alejandra recuerda que Elvira pensaba marcharse en esos días; había dis-cutido con su esposo y él la abandonó en la mañana de aquel domingo. Ella juntó sus cosas, peinó a los niños y envió al mayor de ellos, Israel, de seis años, a pedirle 50 pesos prestados a su mejor amiga. “Pero yo no estaba en mi casa. Había ido hasta el centro de salud…”, susurra Alejandra. Seguramente, desde ese momento Elvira Luz Cruz sintió que los caminos se le cerraban. No tenía dinero ni alimentos, su hombre la había dejado, ni siquiera contaba con 50 pesos para tomar un transporte que la bajara hasta la ciudad para buscar trabajo […]María del Rosario López de Millares, abogada de oficio de la joven mujer, comenta este último detalle: “Declaró eso oficialmente, que ni siquiera podía salir a buscar una chamba. Pero nadie sabe por qué eso no está incluido en actas”.34

Un mes antes de irse de unomásuno para fundar La Jornada junto con otros periodistas, Sara Lovera cierra el ciclo informativo de Elvira Luz Cruz con un reportaje posterior al severo juicio, en el que denuncia las irregularidades y la falta de equidad del mismo.

Después del cisma del periódico en 1984, pudieron abandonarse totalmente los temas de las mujeres, pero no fue así. Como queda dicho en capítulos precedentes, Ramón Márquez publica, a manera de reto, un buen reportaje sobre la mujer violada, con todos los recursos que le dio el nuevo periodismo;35 pero el relevo real de los temas de las mujeres lo toman las reporteras de cultura. Aunque es notorio que suavizan los temas, pues no son, como lo eran Sara Lovera y Teresa Gurza, militantes. Patricia Cardona acompaña en diciembre de 1985 el lanzamiento en paracaídas de las primeras 20 enfermeras militares a invitación de los mandos militares que ubicaban al periódico como el mejor para esos temas. El fragmento del reportaje de Patricia Cardona refleja ese perfil:

El hombre se ubica más rápidamente. Ellas entran a un ambiente de hombres

34 Teresa Gurza, “La escena de la tragedia”, unomásuno, 19 de agoto de 1982, pp.1 y 27.35 Márquez, “La mujer violada”, unomásuno, 26 de abril al 11 de mayo de 1984.

Page 124: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

246 247

y por lo tanto se les tiene consideraciones especiales. Siempre conmueve observar a una jovencita, que no pasa de los 20 años, desenvolverse en este ambiente rudo de paracaidismo. Cuando ingresan, la primera vez, tienen mucho de infantil. Yo diría que no hay indisciplina, pero sí los signos de su propia juventud. Sin embargo, las exigencias son las mismas. Claro que en todo momento los instructores simulan ser rudos y exigentes, porque así debe ser, pero en el fondo nos sentimos conmovidos. Realmente se requiere decisión, valor, entereza, para estar aquí.36

El reportaje siempre es guiado por la voz de los hombres; las chicas paracaidistas son vistas a la distancia, en sus saltos, en su almuerzo, pero sus voces no se escuchan: su salto está subsumido en el ambiente castrense en el que se genera y en el que Cardona lo reporta.

Así como las mujeres y las feministas encontraron cabida en las pá-ginas de unomásuno, también fueron incluidos, como actores sociales de importancia para la época, los teólogos de la liberación, los chavos banda y los indígenas, no sólo en calidad de campesinos explotados, subsumidos a su condición de hombres y mujeres del campo, sino acompañados de sus rasgos culturales importantes. Algunos de los más audaces reporteros se lanzaron a las selvas de Chiapas o a las montañas de Chihuahua a buscarlos hasta sus pueblos o cuevas miserables, siguiendo un rumbo periodístico que tiene sus orígenes en el periodismo del cardenismo, pero que al final del siglo xx parecía nuevo luego de varias décadas de periodismo corte-sano. Hubo también hubo un incansable explorador de su misticismo y magia. Así fue con los otomíes, con los mayas y con Abelarda, la bruja que lo hizo “volar” sobre el Cañón del Sumidero.

La mayoría de los reportajes de los diferentes grupos indígenas tuvieron el tono de denuncia, que al mismo tiempo los retrataba con dignidad dentro del sufrimiento, estoicos en su miseria; pero hay un cambio interesante en el curso de estos diez años de reportajes: mientras que en el primer lustro los grupos indígenas aparecen como personajes, después de la salida de los “jornaleros” son retratados más bien como parte del escenario del fracaso económico del campo. El reportaje de

36 Patricia Cardona, “Niñas enfermeras con alas de plata”, unomásuno, 7 de diciembre de 1985, p. 6.

Víctor Avilés sobre los tarahumaras es un buen ejemplo de ello:

Desde su cueva, casi un reducto paleolítico, un viejo tarahumara tubercu-loso miraba imperturbable las barrancas. Seminómada, muy pocas veces usa el dinero: el trueque lo hace innecesario. Recolector de frutas y pastor de cabras, Jacinto Ocharami no habla del mundo mágico de los venados ni de las “tesgüinadas” o del baile incansable de los matachines. Su silencio y su dignidad rompen con cualquier visión idílica o intelectualizada del indio. Sólo hace pensar en este olvido, en esta lejanía fuera del alcance de carreteras y de misiones religiosas. Es el reducto del indígena, de esos seres que tanto se mencionan como parte primordial de la identidad nacional.37

En un planteamiento interesante que incluye a los indígenas como actores del drama de la modernidad y al mismo tiempo el discurso contra el imperialismo y sus empresas trasnacionales que atravesaban transversal-mente algunos de los reportajes económicos y muchos de los reportajes sobre Centroamérica, Jaime Avilés viaja a Church Rock, en Nuevo Méxi-co, para denunciar la contaminación radiactiva de los territorios navajos:

El 16 de julio pasado un retén en un molino de uranio natural de una mina de la United Nuclear Corporation, de esta localidad, sufrió una fractura de 20 pulgadas y vertió, en 90 minutos, casi 400 millones de litros de ácido y mil 100 toneladas de rocas radiactivas. Horas después de iniciado el ac-cidente —el más grave de su tipo que se recuerde—, la mina fue cerrada, sus 140 trabajadores quedaron desempleados y en las siguientes semanas la empresa sólo pudo recuperar 140 toneladas de material […] Integrada por indios navajos, dentro de la reservación que el colonialismo yanqui del siglo pasado construyó para enjaular a los aborígenes sobrevivientes de este país, la comunidad de Church Rock, al pie de una montaña rocosa que algunos creen semejante a una catedral fantasmagórica, está enclava en una zona que los especialistas han caracterizado como “el más grande yacimiento de uranio de Estados Unidos” y sufre el saqueo permanente

37 Avilés, “Desfiladeros rocosos, último reducto de 35 mil tarahumaras”, unomásuno, 22 de enero de 1984, pp. 1 y 6.

Page 125: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

248 249

de la unc, que en esta zona obtiene casi la mitad de todo el uranio que el país emplea en la construcción de reactores y armamentos y para la exportación.38

Esta visión más global de los indígenas y su relación con los distin-tos gobiernos de América es presentada en una serie que parece ser hija de Las Venas abiertas de América Latina, escrita por Eduardo Galeano a propósito del cuarto Tribunal Russell.39

Señalamos antes que la primera página estuvo vedada para los reportajes de deportes, pero resulta interesante que el reportaje de Rubén Vázquez sobre los tarahumaras corredores tuviera una foto en portada de Armando Salgado como llamada:

Enrique González habla en tarahumara y en castellano y ayuda a soste-ner una conversación con Martín Roberto Ramírez, tarahumara como él, que sólo conoce su lengua natal, pero que pronto irá a la capital del país. Sí: en la segunda quincena del mes próximo, para competir —23 de septiembre— en el maratón de la Ciudad de México. Solamente unos días en los que abandonará el contexto de marginación ancestral, como hace exactamente un año lo hicieron tres de sus paisanos y, como ellos, servirá de poderosos gancho publicitario.40

Hay una disposición a acercarse al mundo de estos indígenas, pero excepto por los que hablan español, la mayoría de los indígenas que aparecen en estos reportajes son aún seres sin palabras, que son vistos, interpretados por otros, por periodistas que los miran con el asombro de los extranjeros y los miden con los parámetros de su mundo occi-dental. El único periodista que había penetrado un poco más la piel indígena de las sierras, las quebradas, selvas y desiertos inaccesibles a donde están refugiados, desde hace más de 500 años, estos pobladores

38 Avilés, “Contaminación radiactiva en Estados Unidos”, unomásuno, 30 de septiembre de 1979, pp.1 y 4.39 Eduardo Galeano, “La conquista continúa”, unomásuno, 11 de diciembre de 1980, pp. 1 y 10.40 Rubén Vázquez, “Solamente voy a correr; hasta donde llegue, señor: Martín Roberto Ramírez”, unomásuno, 30 de agosto de 1984, p.37

originarios de México, Fernando Benítez, sorprendentemente nunca escribió un reportaje de ellos en unomásuno.

Cerramos este apartado con una consideración importante: el feminismo y el indigenismo presentes en estos años de unomásuno son distintivos de un periodismo emergente que considera nuevos actores sociales a quienes habían vivido discriminados por los gobiernos de la posrevolución, lo que resulta relevante en la década de los ochenta, cuando la sociedad en su conjunto comienza a quebrar los antiguos moldes del priísmo corporativo. La fuerza de un emergente movimiento feminista vería sus movilizaciones masivas y capitalizaría, en los años noventa y la primera década del 2000, sus experiencias políticas y de cabildeo. La fuerza de los movimientos indígenas darían un vuelco a escala nacional con el movimiento zapatista en el Chiapas de 1994, cuando por la fuerza de las armas y de las palabras, situarían de manera central el tema de los pueblos indígenas en la agenda nacional,41 pero en el micromundo del periodismo la forma más consistente y reiterada del discurso a favor de los indígenas se abre en la segunda mitad del siglo xx por unomásuno de los años ochenta.

De una manera mucho más discreta, como parte de estos nuevos ac-tores sociales, cuyos rostros aparecen de nuevo en la década de los ochenta en las páginas del periódico que nos ocupa, están también los jóvenes,42 los niños, los reos —más allá de la nota roja—, los enfermos mentales y otros personajes urbanos en los que vale la pena detenerse.

5.4 El ciudadano X y otros dEfEños

En la piel de papel del unomásuno, como no había sucedido en el perio-dismo tradicional, la Ciudad de México —sus barrios, personajes, cloacas, olores, ruidos, tragedias y sabores— aparece como un tatuaje que dibuja

41 Ver: Flores Quintero, Genoveva, La seducción de Marcos a la prensa, México, Cámara de Diputados/Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México/Porrúa, 2004.42 Teresa Gurza publica el 19 y el 20 de diciembre de 1981 un interesante reportaje sobre las redadas que realiza la policía entre jóvenes y niños de la calle en busca de los panchitos, una famosa banda de jóvenes con identidad propia que se reunía en la zona de Santa Fe, y que llegaron a cometer delitos.

Page 126: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

250 251

sus extremos periodísticos: lo miserable y lo sublime. Su perfil intrigante —al tiempo sensual y peligroso— cabalga el lomo de las mulas de los ca-rretoneros de las colonias pobres, navega en trajinera de Xochimilco sobre las aguas putrefactas enmarcadas en perfectas hileras de flores; corre con los ladronzuelos o grita las mil y una mercancías de los cientos o miles de tianguis de sus atestadas calles; invita con el llamado lascivo de las prosti-tutas de Garibaldi o baila en los “toquines” de la banda en las cañadas de Álvaro Obregón. Era ésta una ciudad que “cabía” en el práctico tabloide que acompañaba a los largos desplazamientos: unomásuno.

Es difícil elegir cuál fue el estilo que dominó los reportajes que se ocuparon de los temas de la ciudad en este prolongado lapso, porque van del extremo puntilloso, denso en datos duros y con un tinte de sordidez de los reportajes de David Siller, heredero de la tradición del periodismo de Excélsior, y el absoluto desenfado y marginalidad de las crónicas-reportajes de Emiliano Pérez Cruz, el irremediable habitante del oriente de la ciudad y joven periodista que se incorporó a unomásuno hacia la época de la de-cadencia, o el punto casi medio de la dupla periodística de alta exigencia en investigación y lenguaje, que integraron Amílcar Salazar y Humberto Díaz Navarrete.

Por otro lado, tipificar las temáticas de estos reportajes urbanos es fácil, son cuatro tipos de reportajes: los monográficos delegacionales, característicos de la pluma de Siller y de las primeras etapas del diario; los localizados geográficamente en una zona especial, como los de Tlatelolco o Tepito; los de los grandes problemas urbanos, como el del imperio de la basura43 o de la contaminación, y finalmente los que estaban a medio camino entre la crónica y el reportaje cuyo anclaje era una calle, un asalto, una profesión. Varios reporteros caminaron por los andadores de los mul-tifamiliares, describieron los tugurios de la colonia Morelos o levantaron el polvo de las defectuosas calles del oriente de la ciudad, pero trazaron trayectorias cada vez distintas, arropados por las mil caras de la mega ciudad que representó para todos ellos una fuente inagotable, sugerente e inquietante del periodismo urbano que, con los años, heredarían a los

43 Fernando Benítez escribe una excelente serie que intitula: “El pecado capital de nuestra basura”, unomásuno, 14-17 de noviembre de 1981.

periódicos de fin de siglo y cuyos ecos pueden leerse, con sorpresa, en los periódicos actuales, en forma, ya no de reportajes, sino de crónicas urbanas.

El reportaje-crónica de Emiliano Pérez Cruz comienza en una calle de Nezahualcóyotl, donde afanosamente un hombre pedalea un triciclo con mercancía y su esposa, y evade los baches hacia un tianguis —casi se puede adivinar que es el que algunos aseguran es el más largo de la zona metropolitana, en la frontera de “Neza” con Iztapalapa. Se oyen los pregones, se dibujan los puestos de chucherías, pero también la his-toria de la pareja, que se mezcla con la de los otros comerciantes, con angustias, gritos y mercancía:

Aquellos más friqueados son los del primer ingreso. Llegó el remolino de la crisis y me los aventó. Gulp: adiós patrimonio asegurado, vacaciones, agui-naldo, seguro social, reparto de utilidades… La Gran Tijera les dio cortón. “Y ahora, ¿de qué la hago?” Desventaja de la división del trabajo: nada más sé supervisar los envases de galletas, accionar el suitch del elevador, ponerle agujetas a los zapatos, dirigir el montacargas, repartir memorandos en la oficina, destazar madera en el taller, arrimar material a las costureras […]¡Aleluya! Hace su aparición la esperanza disfrazada de tianguis, con apariencia del único asidero para no tocar fondo en el precipicio del desempleo absoluto, del tiempo completo; la ilusión de que, trabajando por cuenta y sin patrón, si estoy pobre es porque quiero. Mero tapón de ojo de macho que no se anima a pedir lo justo, conforme a la ley, a la hora de las liquidaciones funestas, ¿para qué ingresar al laberinto jurídico sin red protectora?—Vamos invirtiendo esta madre de feria en algo de mercancía, quién quita y pegue. De cualquier modo, saldrá para irla pasando […] Jornada cumplida. Por ahí merodean los teporochos, los perros, los men-digos, las ancianas que se mantienen vendiendo fruta armada (salvando los pedazos buenos de una jícama, de una zanahoria, de pepinos y perones para venderlos embarrados con chile piquín y limón también armado). Es la hora de la pepena, de arriar las velas, doblar las estructuras existentes (de metal), acomodar la mercancía sobrante en las cajas, hacer las cuentas del día y volver a casa.44

44 Emiliano Pérez Cruz, “¡Pásele, a ver qué se lleva!”, unomásuno, 8 y 9 de diciembre de 1986,

Page 127: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

252 253

Una redacción que casi no respeta el tamaño de los párrafos, que casi está en la frontera de la invención, que casi no ofrece los datos, pero que es informativa a su estilo y muy orientada al disfrute; que acusa la experiencia personal en los sectores marginales de su ciudad, su formación universitaria y su orientación hacia la literatura.

Amílcar Salazar y Humberto Ríos Navarrete, provenientes de estudios más bien informales en los talleres de periodismo del in-ba,45 llegaron al periódico en el primer semestre de 1985. Llegaron solos. El hecho que disparó su ingreso a unomásuno fue la necesidad de denunciar una injusticia en el mundo judicial de un allegado de Salazar, que lo relató y llevó el material al periódico; Ríos Navarrete, para no ir desarmado, también escribió una entrevista con un cono-cido que siempre hablaba del mundo de los policías.46 Sus primeras colaboraciones fueron crónicas urbanas, publicadas como artículos de opinión, y poco a poco desarrollaron sus reportajes. Su más famoso y logrado reportaje fue el del imperio de la basura, pero uno más fiel a sus primeros textos es: “Policías y ladrones por las calles”, una serie del 26 de febrero al 6 de marzo de 1987. Para el reportaje del que presentamos un fragmento representativo consultaron 31 diferentes fuentes, además de tener un ojo avizor muy entrenado para ver la ciudad y a sus habitantes:

En el popular barrio de Tepito, escenario de grandes multitudes consumi-doras, los comerciantes del rumbo tienen colgadas grandes mantas con un peculiar aviso a la clientela:Le comunicamos que en un intento de robo acuda a los comerciantes, quienes les brindaremos apoyo. Ratero que agarremos robando, al mismo que le daremos en su pinche madre. Mercado Unido de Tepito […]Los vecinos de San Jerónimo, por su parte, compran perros doberman a una floreciente empresa que en los últimos meses se ha dedicado a producir y entrenar canes al vapor.

pp. 22 y 24.45 Tomaron talleres de poesía, literatura y narrativa con Tito Monterroso y Carlos Illescas en las instalaciones del Instituto Nacional de Bellas Artes, en la calle de Dinamarca.46 Entrevista con Humberto Ríos Navarrete, marzo de 2004.

—La policía no puede protegernos; entonces nosotros tenemos que ha-cerlo… ¿o qué? ¿nos vamos a dejar robar? —exclama un vecino del área, comisionado por los demás residentes para encabezar rondas nocturnas, en las que participan, junto con los perros, hombres, mujeres y hasta niños […]Los herreros de la ciudad, mientras tanto han hecho su agosto debido a la gran cantidad de enrejados que les han mandado fabricar. Y es que hoy el comercio ya no trabaja sólo atrás del mostrador: vinaterías, perfumerías, abarrotes, misceláneas, farmacias, tintorerías y hasta panaderías y pollerías han sacrificado la estética de sus locales en aras de proteger la venta diaria.47

David Siller fue formado en la escuela tradicional de Excélsior, pero con una afición por documentar, por colocar datos duros junto con las descripciones, de comparar, de usar el contrapunto. Nunca describió barrios de clase alta; nunca Polanco, nunca Las Lomas; las vecindades, los ruinosos edificios, las grandes concentraciones urbanas fueron sus temas. Luego fue funcionario y cedió su sitio a los otros cronistas, pero en toda la primera etapa del periódico fue su pluma la que presentó la ciudad a los lectores de unomásuno. Su reportaje sobre la colonia Guerrero es un buen ejemplo de su estilo y abordaje:

Ciento veintisiete manzanas, donde se ubican 25 mil 146 viviendas (85 por ciento de alquiler) y 2 mil 794 lotes baldíos, conforman una de las colonias más antiguas de la ciudad: la Guerrero, con 163 mil habitantes; de ellos, el 38 por ciento es población económicamente activa.En esta colonia, Eduardo García, el Carnal, moreno, delgado, con más de 40 años en una gastada mezclilla y una playera roja, inclina el cuerpo, pierna derecha al aire, sobre la mesa de billar. La mirada fija entre la punta del “taco” y el centro blanco de la bola que resalta ante el verdor del tapete con manchas azules de la “tiza”. Su golpe seco estalla en el interior del Club Maya, seguido del ruido que producen dos, tres y cuatro bolas de pull que se hunden el cuero de tres buchacas. El cigarro entre los labios gruesos; tres “tiros” seguidos, ocho de 15 bolas en los “hoyos” y descanso para confirmar:

47 Amílcar Salazar y Humberto Ríos Navarrete, “Policías y ladrones por las calles”, unomásuno, 26 de febrero de 1987, pp. 1 y11.

araceli.tellez
Resaltado
No separar las siglas
Page 128: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

254 255

—¡Me cae, hijo! Al Olímpico lo salvaron Apolo y Minerva.—Cuando hicieron el eje vial en la calle Guerrero, acabaron con el Tres Equis, el Moctezuma con cantinas, con vecindades, con lo que quedaba del cine Capitolio, y por poco con el Olímpico que tenía un pasillo muy largo y a los lados las imágenes de Apolo y Minerva. Arrasaron con el pa-sillo, pero el cabaré sobrevivió. Ya no es lo mismo de antes, pero ai sigue.48

Es un poco sorprendente que el evento más dramático para la ciu-dad no quedara registrado en un gran reportaje: el terremoto del 19 de septiembre de 1985 no tuvo ningún reportaje. Ello se explica, en parte, por la emergencia y la dinámica que se desató en la redacción con la cobertura inmediata. No hubo tiempo para la reflexión, para hacer un alto: la magnitud de la desgracia colectiva sacó al periodismo urbano aun a aquellos que estaban dedicados a otras secciones.49 Y a pesar de la reasignación de fuentes, siempre había más material que indagar todos los días que reporteros designados al trabajo. Había que dar a conocer la información, no se disponía de tiempo ni en los primeros días, ni después. El día del terremoto, Luis Acevedo y Manuel Becerra Acosta hicieron un recorrido de diagnóstico, que sin embargo no llegó al cen-tro histórico y decidieron no sacar una edición extra, pero sí darle una orientación especial a la cobertura:

Viene el terremoto y yo siento que unomásuno dio un gran levantón pe-riodístico, se trabaja periodísticamente y en función de las circunstancias. ¿Cuáles eran las circunstancias? ¿En qué no puede cumplir el país? ¿En qué no puede cumplir el gobierno? Las autoridades, las instituciones… frente a un acontecimiento tan grave como lo fue el terremoto del 85. Ese fue el punto de partida para armar el periodismo nuevamente, era cubrir las deficiencias del gobierno y hacerle ver qué no podía cubrir. Y el día del terremoto salimos con toda esa información, [estimamos] lo que

48 David Siller, “La colonia Guerrero, una de las más antiguas de la ciudad, ha superado los embates de la modernización”, unomásuno, 29 de enero de 1981.49 Un ejemplo emblemático de la circunstancia vivida durante los sismos es la utilización del parque del seguro social como inmensa morgue, y el béisbol, las noticias internacionales, la política y las finanzas giraron en torno a los efectos del terremoto.

la sociedad tiene que asumir. Tuvimos dos reacciones encontradas: por un lado las autoridades le reclaman al periódico —se genera una bronca gigantesca—: “¿por qué hacen eso?” si están sobrados de recursos, y por otra parte los lectores le dan las gracias a Becerra Acosta.50

La huella de ese enfoque periodístico no queda en reportajes, se de-sahoga, todos los días, en notas, crónicas, entrevistas. No es hasta un año después cuando tres reporteros de la nueva camada hacen un reportaje, un “balance de pérdidas y adelantos”, basado fundamentalmente en informa-ción oficial y en la que proporcionaron las organizaciones independientes de damnificados. Como resulta natural, con estas fuentes contrapuestas se obtuvieron datos y posiciones confrontadas. Por ser de presentación de tema y de resumen de la serie, la primera entrega refleja el espíritu de la serie:

De acuerdo con los datos oficiales, el terremoto del 19 de septiembre provocó la muerte de 6 mil personas (y mil “desaparecidos”). Según las organizaciones de damnificados, las víctimas fueron 45 mil. Las pérdidas brutas eran de 5 mil millones de dólares, 2.7 el producto interno bruto de 1985.Estimaciones de Nafinsa indican que el costo de la reconstrucción en todos los sectores gira alrededor de 300 mil millones de pesos.El programa para beneficiar a 45 mil familias —Renovación Habitacional— tiene que edificar todavía el 75 por ciento de la vivienda previstas. El Fase II para 16 mil familias no se ha puesto en marcha en su parte constructiva. Según cifras de Sedue, hay 20 mil más sin programa, que para la Coordi-nadora Única de Damnificados (cud) son 40 mil.El gobierno estima en 620 mil los damnificados. La cud en casi un millón. Ocho mil familias —alrededor de 40 mil personas— habitan en inmuebles dañados, según Renovación Habitacional pero sólo en la zona expropiada; para la cud son 75 mil personas.51

50 Entrevista con Luis Acevedo, marzo y mayo de 2004.51 Apodaca, Rebeca Lizárraga y Luis García Rojas, “A un año del sismo, pocas metas de reconstrucción se han logrado”, unomásuno, 14 de septiembre de 1986, pp. 1 y 12.

Page 129: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

256 257

5.5 intElEctualEs En la rEdacción

Durante mucho tiempo, el diseño y la estructura de los diarios capitalinos establecieron una clara frontera entre quienes tenían la posibilidad de emitir un juicio, una opinión o una recomendación, es decir, quienes escriben géneros de opinión y quienes escribían con los formatos de los géneros informativos y mantenían una mirada más “objetiva” frente a los aconte-cimientos. Esa característica distintiva entre los géneros de opinión y los informativos, forma parte fundamental de cómo se diseñaron los grandes periódicos capitalinos posrevolucionarios, como El Excélsior, El Universal, El Heraldo y El Nacional, entre otros. Todos ellos tenían un sección especial, llamada editorial, donde concentraban artículos, editoriales y columnas, aunque éstas podían estar también en las portadas, y fue hasta la llegada de unomásuno cuando desaparecen las páginas de opinión como un territorio restringido, localizado y hasta cierto punto segregado del resto de la infor-mación, y podemos encontrar a los “opinadores” en prácticamente todas las secciones del diario, aunque con características tipográficas distintivas: enmarcados y con créditos entre dos plecas.52 Esta dispersión pasó a formar parte, más tarde, del diseño de La Jornada.

Para un intelectual que escribe en un diario a un ritmo distante a la vida del diario, su nexo con él es un funcionario del periódico y es probable que también tenga una interlocución de “pares” con otros directivos. Las directrices que recibe de este grupo editorial son sutiles, y su relación, aunque jerárquica, es menos vertical que entre un reportero y los mismos funcionarios. Esto se modificó, en parte, en unomásuno.

Hubo un ejercicio interesante de la disolución de esta frontera entre quienes escribían opinión y quienes escribían en géneros informativos, en el sentido inverso al camino que recorren los periodistas de profesión para llegar a las páginas de opinión. Es un camino largo, pero posible, que se recorre con talento, con habilidades de socialización, con la pertenencia a

52 Pequeñas líneas arriba y abajo del nombre, que en algunos textos se colocan también en el medianil. Cuando estas líneas están unidas en un cuadrado, tenemos un marco, que es como se presentaban los artículos de opinión para distinguirlo del resto del material informativo, que nunca se colocaba enmarcado.

las distintas camarillas periodísticas, y con las relaciones estrechas con los dueños de los medios. Pero hasta donde conozco del periodismo mexica-no, no hay en el siglo xx algún diario que se propusiera el camino inverso. Unomásuno lo hizo.

Una serie de intelectuales, escritores, politólogos, economistas y teó-logos, cuya experiencia fundamental había sido la academia, la literatura, la política o la vida eclesiástica, aceptaron la invitación a acercarse a los géneros informativos y convertirse en reporteros analíticos, frente a pro-blemas o acontecimientos especiales. La posición más llamativa en este sentido es, por supuesto, la del escritor Carlos Fuentes, quien del lunes 26 al jueves 29 de octubre de 1981, publica la larga crónica periodística: “Todos los caminos parten de Cancún”. La visión de un testigo, no cual-quiera, pero situado allí para dar reporte de lo ocurrido, según se muestra en el fragmento siguiente:

El segundo Cancún empezó apenas se apagaron las luces del hotel Shera-ton y se marchitaron las flores que llenaban con profusión barroca el gran hueco de la mesa redonda alrededor de la cual se reunieron los 22 jefes de Estado y de Gobierno.El salón de conferencias olía a veces como jardín; a veces como agencia fúnebre. Entre la primavera y el invierno, entre la vida y la muerte. Cancún se balanceó precariamente en torno al símbolo que era su asidero: una mesa en forma de rosca de reyes, un vacío rodeado por una corona, un centro rellenado por una ofrenda floral. De esta dualidad, deriva, me parece, el segundo Cancún, que no es sino la interpretación del primer Cancún.¿Éxito o fracaso? ¿o todo lo contrario: evento de la indiferencia disfrazada?53

Más periodística es la entrada de su segunda entrega:

El brillante primer ministro de Canadá, Pierre Elliot Trudeau, reúne el rigor de la lógica francesa y el sentido del humor británico. Estoy seguro, dijo al finalizar la conferencia de Cancún, que las tres cuartas partes de

53 Carlos Fuentes, “Todos los caminos parten de Cancún”, unomásuno, 26 de octubre de 1981, primera plana.

Page 130: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

258 259

los gobernantes que asistieron a ella jamás habían sido impugnados tan repetidamente como durante estas 48 horas.54

Son textos que no fueron tocados por los correctores de estilo, lo que se nota especialmente por el pequeño detalle de la ausencia de comillas en la entrada de Trudeau, aunque se aproximan mucho al canon de los párrafos cortos del leguaje periodísticos y a la visión de testigo que reporta un hecho, con toda la riqueza metafórica del lenguaje literario.

Pero el intelectual que más influencia recibió de este experimento, unomásuno55 fue sin duda el escritor Adolfo Gilly, quien acabó asumiendo la doble identidad de investigador: la de profesor de la unam y la de periodista. En una entrevista que concedió a un reportero cultural del unomásuno dice:

—¿Qué entiende usted por un periodista y un investigador? ¿prioriza una actividad sobre la otra?—Son dos actividades intelectuales con sus reglas propias, sus pro-pios valores intrínsecos y uno no es más importante que el otro. El periodismo exige información y narración veraz de los hechos. Si es ensayista, reflexiona sobre los hechos. El investigador se plantea un problema, reúne hechos, controla y confirma la veracidad de éstos, los relaciona, formula una hipótesis y obtiene conclusiones generales con valor explicativo.56

La suya fue, además, una experiencia persistente que lo llevó a mu-chos escenarios periodísticos interesantes. Su experiencia en el género de reportaje se inicia en agosto de 1979, cuando desde Roma, como corresponsal, escribe sobre las discusiones internacionales de la crisis de refugiados de Indochina, en un texto que acusa más a su carácter acadé-mico que periodístico, pero que analiza un acontecimiento centralmente

54 Ibidem, 27 de octubre de 1981, primera plana.55 También publicaba en El Machete, de público mucho más restringido.56 Gerardo Ochoa Sandy, “Falso, que un investigador sea más riguroso que un periodista”, unomásuno, 4 de julio de 1987, p. 23.

periodístico. Su discurso también refleja su militancia de izquierda con una crítica moderada al proyecto de Vietnam del Norte. Lo interesante del tono de su reportaje es que se separa de la prensa partidista, donde el enfoque ideológico está en un primer plano, y se adentra al tono de la prensa comercial, donde se desechan los términos ideológicos, el lenguaje especializado, se disfraza la tendencia política y se asume el ideal de la “objetividad”. Pero uno de sus textos experimentales más interesantes es el relacionado con la economía de El Salvador:57 en la primera entrega, como es tradicional a su posición en el diario, el diseñador enmarca: “Empate o piel de leopardo”,58 creyendo que es un artículo y no una entrega informativa, pero al día siguiente se corrige el error y la segunda entrega “Se desploma la economía de El Salvador”,59 aparece con la ti-pografía de los géneros informativos. De hecho, la primer entrega tiene una entrada más periodística que la segunda:

Cuando los niños entraron a su clase y se sentaron en sus bancos en la escuela rural de Chalatenango, la cabeza de la maestra estaba sobre el escritorio. Un cartel decía: “Al que la retire le pasará lo mismo”. Los niños —siete a ocho años de edad tendrían, pero ya expertos en el terror blanco salvadoreño— se quedaron sentados, en silencio, paralizados frente al espectáculo. Habría transcurrido una media hora cuando otra maestra, sorprendida por el silencio del aula, se asomó y vio la escena. Con horror sacó a los niños de allí y los mandó a sus casas. Al día si-guiente la cabeza de la maestra estaba en el mismo escritorio. Este relato lo hizo, con cierta naturalidad campesina, un muchacho refugiado en México, para explicar por qué el, no siendo perseguido directamente, había decidido huir con sus hermanos menores, uno de ellos alumno de la maestra decapitada.60

57 En ese mismo año, Adolfo Gilly había publicado: Guerra y política en El Salvador, con la editorial Nueva Imagen. Este tema lo había trabajado en unomásuno y en Machete, desde el año 1980. Estos reportajes forman parte de esa producción de los años 1980-1981.58 Adolfo Gilly, “Empate o piel de leopardo”, unomásuno, 27 de junio de 1981, primera plana59 Gilly, “Se desploma la economía de El Salvador”, unomásuno, 28 de junio de 1981, primera plana.60 Gilly, “Empate o piel del leopardo”, unomásuno, 27 de junio de 1981, p. 10.

Page 131: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

260 261

Otro intelectual que participó de este experimento fue Adolfo Aguilar Zínser, en cuyos textos sobre los migrantes en Chicago aportan una visión sociológica y demográfica al problema; los que se refieren a la seguridad y a Estados Unidos resultan embriones de lo que después será discurso de seguridad y del “patio trasero”. Mucho más periodístico son sus trabajos, también sobre seguridad fronteriza que hace para la serie: “Los motivos del kaibil”.61 De esta participación hay que anotar que el político siempre tuvo las puertas abiertas de unomásuno, merced a su relación de parentesco político con el director, con quien además tenía una relación personal.

También participaron de este experimento el padre Miguel Concha, quien hace una cobertura de la visita del papa Juan Pablo II a Estados Unidos; Juan María Alponte, quien reporta los inicios del moderno entramado de la política española de la época pos Franco en 1983; Raúl Cremoux, con una magnífica serie previa a las elecciones legis-lativas en Francia en marzo de 1978,62 y los escritores Gabriel García Márquez, que escribe sobre Juan Rulfo,63 y Alejo Carpentier sobre la literatura latinoamericana,64 si bien estos últimos no se escribieron con los formatos periodísticos.

Excepto tal vez por Gilly, Zínser y Fuentes, que logran proponer reportajes o crónicas “híbridos”, con gran sentido periodístico, el resto de los intelectuales que experimentaron no alcanzan a producir materiales con perfil periodístico; pero todos ellos resultan —si se miran fuera de los cánones— muy interesantes en su discurso, porque tienen la densidad académica y la aspiración a la sencillez y al gancho periodístico. Asimismo, en todos ellos se advierte la necesidad de llegar a un amplio público.

61 Aguilar Zínser, “Los motivos del kaibil”, unomásuno, 4-6 de febrero de 1983. 62 También publicó la serie: “Los venezolanos, más pobres que antes, pese al petróleo”, del 24-28 de abril de 1981.63 Gabriel García Márquez, “Breves nostalgias sobre Juan Rulfo”, unomásuno, 29 de enero de 1986. 64 Alejo Carpentier, “No hago localismo porque ya pasó la etapa localista de la literatura latinoamericana”, unomásuno, 26 de diciembre de 1986.

5.6 la hErEncia dE jordán

Para algunos reporteros de los distintos grupos de las redacciones de unomásuno, la excepcional trayectoria de Fernando Jordán Juárez, periodista de los años cincuenta, quién publicó la célebre serie de Baja California y exploró las “puntas” de México, especialmente las del norte del país, resultó un referente para quienes deseaban distanciarse del mar de reporteros que habían dedicado su vida al periodismo cortesano, cuya actividad cotidiana era escribir sobre las acciones del presidente y su séquito.

Este grupo de reporteros que camina sobre las huellas de Jordán extiende las suyas a los rincones más inaccesibles de México, aquellos lugares que los censos y los datos oficiales certificaban como los más pobres del país. Estos reporteros fueron, a su vez, exploradores con-temporáneos que utilizaron el periodismo para llegar a las fronteras norte y sur, y a las de las montañas y las selvas, en la aventura que promete el periodismo a los audaces, y allí nuevamente quebraron el discurso oficial de la modernidad y el triunfalismo del auge petrolero. Años después, cuando Luis Gutiérrez dirigía el periódico, mandó a nuevos reporteros a indagar qué había pasado con aquellas “puntas” miserables de México.

En un ambiente periodístico en el que las tradiciones periodísticas eran vergonzantes, los pasos de Jordán fueron una ruta para reportajes plenos, exhaustivos y recordados profundamente en la memoria colectiva de la generación que escribió la historia de unomásuno.

El reportaje que más se acerca al territorio de Baja California Sur y a los temas tratados por Fernando Jordán, es el que escribe Fernando de Ita en una de las épocas más severas de la historia interna de unomásuno, la víspera de la huelga convocada por el Siteuno, en agosto de 1983.

Dos fragmentos muestran a un Fernando de Ita alejado de la lite-ratura y experimentando con el reportaje basado en los datos duros:

Desde el aire, la península de baja California parece el lomo de un animal prehistórico recostado en el mar. De Tijuana a Cabo San Lucas, este es-pinazo de montañas, páramos y oasis tiene una longitud algo mayor que

Page 132: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

262 263

la de Italia, aunque su cuerpo es tan esbelto que, en algunos estrechos de su geografía, casi se pueden ver los dos mares que bañan sus costas […]65

Los bajacalifornianos viejos dicen que La Paz se volvió una ciudad de bu-rócratas y comerciantes, y que quizá por eso la fauna marina que antes se pescaba metiendo la mano al mar en cualquier lugar de la bahía, se alejó lo suficientemente de estas playas, como para que en estos días una lan-gosta local cueste mil 800 pesos en la mesa de un restaurante […]66 Mire usted —agrega el pescador—, la cooperativa le da a uno la lancha dizque gratis, por ser cooperativista, sólo que cobran los 200 litros de gasolina y el aceite que necesita el motor para llegarse el barco al mar; ellos (los líderes), consiguen el servicio, ponga usted que en 3 mil 500 pesos, y nos lo abrochan en 5 mil […]Nosotros traemos pescado de primera y nos lo pagan como de tercera, ¿y dónde quedó la diferencia?67

En un muy amplio reportaje, Ricardo del Muro realiza un periplo, no sólo siguiendo la ruta de los indocumentados que había seguido Jor-dán, sino abarcando un mayor espectro: los 36 municipios fronterizos que después de la crisis petrolera y de la devaluación de 1982 estaban sometidos a una depreciación de la moneda que afectaba al comercio estadounidense de la frontera; a las maquiladoras de Matamoros, Rey-nosa y Piedras Negras; al contrabando en Nogales y Tijuana, y que venía incrementando la disputa por el narcotráfico en Tamaulipas. La crisis económica era finalmente artífice de las primeras pérdidas políticas im-portantes para el Partido Revolucionario Institucional. El reportaje, una serie de 20 entregas a la que nos hemos referido antes, y de la cual solo presentamos fragmentos representativos de un estilo muy depurado de Del Muro, fue su mejor reportaje:

Un hecho se observa claramente: las “ventajas económicas” de un peso sobrevaluado, que convirtieron a la frontera norte en una zona con

65 De Ita, “Entre el mar y los colmillos de lobo”, unomásuno, 29 de julio de 1983, p. 1.66 De Ita, “Antes desconocida del mexicano por olvido, lo es hoy por cara”, unomásuno, 30 de julio de 1983, p. 4.67 De Ita, “Pescadores, en medio de tiburones de mar y de coyotes”, unomásuno, 31 de julio de 1983, p. 4.

gran poder de atracción para miles de mexicanos (bajo costo de la vida, buena alimentación, empleos bien remunerados, acceso a los artículos estadounidenses, etcétera) son cosas que ya pertenecen al pasado. Igual que el boom petrolero, los buenos tiempos de la frontera, tan semejantes al american way of life, se fueron para ya no regresar […] Sin embargo, las empresas beneficiadas —sobre todo las maquiladoras— se enfrentan a una aguda escasez de mano de obra, pues aquí simplemente es imposible vivir con el salario mínimo y los trabajadores han empezado a emigrar a Estados Unidos. “Estamos frente a un nuevo fenómeno migratorio: sectores de población mexicana que antes eran residentes de los muni-cipios fronterizos mexicanos, obreras de las maquiladoras y trabajadores calificados desde artesanos hasta profesionistas, están emigrando a Esta-dos Unidos”, comenta la doctora Rosalía Solórzano, investigadora de la Universidad de Texas.68

Ciertamente, lo salarios de las maquiladoras (cuatro dólares en promedio) fácilmente son superados por lo que gana una doméstica en El Paso (25 dólares diarios en promedio) y las mujeres se van a Estados Unidos, algunas sólo por uno o dos días, pero se van […]69

El reportaje cierra su última entrega —cómo no— con las historias de narcotráfico desde Matamoros:

Un lujoso automóvil repleto de mafiosos que vestían ropas camufladas e iban armados con metralletas —el “comando de la muerte”, como todavía se le recuerda— cruzó la frontera procedente de Brownsville, Texas, y llegó hasta una clínica ubicada en el centro de Matamoros.El objetivo era terminar con Casimiro Espinoza, alias el Cacho, hasta en-tonces el zar del narcotráfico en Matamoros, que se encontraba malherido en la clínica. Los mafiosos llegaron disparando las metralletas. Asesinaron a seis personas y luego, tranquilamente huyeron.

68 Ricardo del Muro, “Descapitalizó la crisis a la frontera norte”, unomásuno, 18 de julio de 1984.69 Del Muro, “Aumenta la migración de indocumentadas a EU”, unomásuno, 23 de julio de 1984.

Page 133: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

264 265

De película: el Cacho se salvó del atentando tirándose bajo la cama. Todavía sus familiares pudieron trasladarlo así, mal herido, en un avión particular a Monterrey, Nuevo León. Dos días después falleció.70

Dos años antes de este detallado viaje de Del Muro, otro repor-tero, Miguel Ángel Velázquez, como resultado de una información proporcionada por un ex mercenario centroamericano una cantina de Tabasco,71 inicia una serie de reportajes, espaciados en el tiempo, en los que reporta cómo llegan los refugiados de Guatemala al sur de México en su huida de los batallones de la muerte. Historia que sigue durante meses y que culmina con un reportaje sobre la guerrilla gua-temalteca. La frontera sur, que Jordán no había visto, fue otro de los territorios que los reporteros de unomásuno incluyen en su exploración del México extremo.

Obligados por una acción antiguerrillera del ejército de su país, campesi-nos, estudiantes y profesionales guatemaltecos se refugiaron en México en septiembre pasado y ocupan territorio chiapaneco, desde Comitán hasta Tapachula, escondidos en barrancas, selvas, montañas, en lo que ellos mismos han calificado como la prolongación de su agonía, puesto que al pasar a territorio mexicano no llevaban consigo alimentos, medicinas o herramientas que les permitieran su subsistencia.El enviado de este diario recorrió durante casi una semana parte de la frontera sur del país: más de 500 kilómetros donde se encuentran dispersos alrededor de siete mil guatemaltecos[…] El miedo de los guatemaltecos a las autoridades mexicanas y a la deportación se origina en que el 22 de diciembre 50 refugiados guatemaltecos fueron repatriados, y al pasar la fron-tera un pelotón de guardias guatemaltecos hizo fuego sobre ellos. Ninguno quedó con vida y se asegura que tampoco ninguno fue sepultado […]72

En los campos de refugiados hay registrados 52 huérfanos, pero se afirma que muchos se perdieron por la noche, en las montañas, y que no se sabe

70 Del Muro, “Crece el narcotráfico en la frontera norte”, unomásuno, 6 de agosto de 1984, p. 21.71 Entrevista con Miguel Ángel Velázquez, mayo de 2004.72 Miguel Ángel Velázquez, “Se refugian en México miles de guatemaltecos”, 19 de enero de 1982, pp. 1 y 4.

nada de ellos. De la misma forma, no se ha logrado saber cuántos menores fueron regalados la noche del día 10, después de la amenaza que les hiciera Emilio Tovar y ante la desesperación de que los menores fueran muertos por los soldados guatemaltecos[…]73

…No es que queramos dejar nuestras tierras, pero es que esos “pintos” (soldados) quien sabe qué clase de hombres son. Mientras uno de ellos hace un hoyo, a nosotros nos amarran y nos van destazando poco a poco y nuestros cachos los meten en el hoyo hasta que morimos del desangradero; o si no, nos dejan capones, nos sacan los ojos con agujas y nos cortan las orejas y se las comen. Todo delante de nosotros, yo lo vi con estos ojos. Son malos, quién sabe qué clase de hombres sean esos “pintos” que comen el cuerpo de un hombre.74

En este caso, el reportaje de descubrimiento, como tal vez podría-mos llamar a estos reportajes exploratorios, de denuncia y de territorios aislados, se combina con la clara línea editorial que tuvieron las cober-turas internacionales que explicaremos en el siguiente apartado, en un seguimiento del horror.

De las fronteras interiores de México, siguiendo la pista de los mar-ginados, los reporteros Víctor Avilés, Ricardo del Muro, David Siller y el propio Miguel Ángel Velázquez publicaron, en septiembre de 1981, el que tal vez toda la comunidad recuerda como el reportaje conjunto más acabado de la producción editorial de unomásuno. No es posible ver qué entrega escribió cada uno, fue un trabajo concebido como un trabajo integral, de equipo, que implicó la planeación la discusión de lo encontrado y en el que todos compartieron el crédito. Comparto la opinión de que representa lo mejor de la producción de la comunidad, en un momento de madurez de todos los que lo escribieron. De manera por demás simbólica hay que observar algo que no se ha dicho de él: dos de los reporteros se quedaron en unomásuno después de la ruptura de la comunidad: Ricardo del Muro y David Siller, y los otros dos se fueron

73 Velázquez, “52 huérfanos en los campos de perseguidos”, unomásuno, 20 de enero de 1984, p. 4.74 Velázquez, “Los campamentos, testimonios de la represión”, unomásuno, 22 de enero de 1982, p. 5.

Page 134: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

266 267

a La Jornada, Víctor Avilés y Miguel Ángel Velázquez. El fragmento de abajo nos muestra el tono en que fue escrito. De nuevo, la primera entrega resume los datos duros que dieron origen al reportaje y anuncia cada una de las entregas.

Más de la mitad de la población de este país es pobre. Pero dentro de esta posición existen aproximadamente 20 millones de mexicanos que con-forman una geografía de la miseria. Estos hombres, mujeres y niños que habitan en sierras, selvas y desiertos, se albergan en casuchas de madera, vara, cartón, lodo, zacate y palma y se debaten en los límites de la pobreza[…]Hay zonas perdidas entre las montañas de Oaxaca que ni la imaginación concibe. Lugares como San Antonio Monteverde, donde los preceptos constitucionales fueron anulados por la pobreza y los presidentes muni-cipales sólo están un año en el poder, porque, para cumplir con su cargo deben abandonar las milpas, o dejar de concurrir a las poblaciones en que los alquilan como albañiles. Aquí los munícipes nunca cobran salario[…]75

Este lugar (Ahuacatlán, Puebla), ubicado a menos de 200 kilómetros del Distrito Federal, en la Sierra Norte de Puebla, y en el que viven 9 mil 136 nahuas y totonacas, en seis pueblos, una ranchería y dos barrios, es oficialmente el sitio más pobre del país[…]La mayoría de las viviendas (más bien chozas), derramadas en la sierra, son de madera, zacate, vara y cartón; sólo hay trabajo cuatro meses al año con salarios menores a los 50 pesos diarios; los hombres trabajan tierras antes suyas y en la actualidad propiedad de más de cien caciques que dominan toda esta región[…]76

En otra entrega se escribe la historia de un minúsculo poblado en la selva de Quintana Roo:

La historia del pueblo, sin calles ni plazas, ni templos ni presidencia munici-

75 Avilés, et al., “Veinte millones de mexicanos no logran salir de la pobreza”, 10 de septiembre de 1981, pp. 1 y 11.76 Avilés, et al., “Oficialmente, el sitio más pobre de México”, unomásuno, 11 de septiembre de 1981, pp. 1 y 10.

pal, fue escrita a punta de machete, con él se hicieron los primeros caminos entre la exuberante vegetación y las primeras “tumbas” para abrir milpas. Así, a tajo, se formó este enorme claro en medio de la selva que hoy respeta el aislamiento de una veintena de chozas de guano y varas.El machete que guió la empresa fue de Fabián Catzin, un hombre que dejó más de la mitad de su existencia trabajando en la selva como chiclero y que un día, harto de viajar de campamento en campamento haciendo cortes en los árboles de chicozapote, harto de carecer de todo, decidió “abrir milpa” y “sentar cabeza” como agricultor[…]77

La penúltima entrega es el relato de unas salinas en el desierto y su miserable población:

Enemigas de la lluvia, del sol, del viento y de la tierra, las 80 familias que habitan este caserío, también llamado El Piojero, día a día esperan el anoche-cer como su único aliado porque, dicen, “dormidos se nos quita el hambre”.Todo parece un sinsentido. Aquí en pleno desierto, donde un tanque de agua para beber cuesta 60 pesos —casi la mitad del salario del día—, los peones reniegan de la lluvia, aunque sin ella aumenten las enfermedades, suba el precio del líquido y el trabajo se haga más difícil; prefieren la sequía porque la lluvia echa a perder las cosechas de sal, única forma de subsis-tencia[…] Moisés de la O, uno de los cosecheros de sal, gana 800 pesos a la semana, y por las enfermedades de sus hijos, las constantes lloviznas que han caído y el poco trabajo de que dispone, tiene una deuda con el patrón de 25 mil pesos.La gente de las salinas no sólo enfrenta a los elementos. Hay dentro del desierto una fábrica extractora de silicatos llamada Químicas del Rey, en cuyos terrenos habitan 225 personas que gozan de aire acondicionado en sus casas, alberca y frontón. Todo perfectamente bien cercado. Tanto los obreros de la fábrica como los cosecheros de sal forman lo que “los de adentro” llaman El Piojero.78

77 Avilés, et al.,“Tigre Grande: cuatro meses sin agua, ocho incomunicado por la lluvia”, unomásuno, 15 de septiembre de 1981, pp. 1 y 8.78 Avilés, et. al., “Deudas y desierto encadenan a los coahuilenses a las minas de sal”, unomásuno, 22 de septiembre de 1981, p. 8.

Page 135: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

268 269

La fuerza de este reportaje es a un tiempo el descubrimiento de un México lejano, aislado y miserable, y la denuncia de las condiciones de pobreza que tienen los habitantes de estas selvas, desiertos y sierras a los que el México de la revolución institucionalizada no había mirado hacía mucho tiempo, volcado como estaba en la vida política del centro del país, y en la ilusión de las grandes inauguraciones comunes de los ceremoniales sexenales.

Con un sesgo económico, que lo acerca a una cobertura más tradicio-nal, donde se observa poco a un Tabasco “invadido” por Pemex y acusa su formación académica, Héctor Aguilar Camín publica, en marzo de 1979 una monografía de la explotación petrolera en ese estado.

Todo, sin que el estado obtenga directamente de esta actividad más que un beneficio sólido: el 10 por ciento del impuesto federal al petróleo exportado —674 millones en 1977, mil 266 millones en 1978— y, recientemente, un convenio de coinversión con Pemex para la reconstrucción de algunas carre-teras centrales —destruidas en gran parte por el tráfico febril de los camiones de volteo, revolvedoras y maquinaria que sirven a los proyectos de Pemex, así como un programa de construcción de 300 viviendas para trabajadores petroleros. De los contratos que Pemex realiza con compañías foráneas, la mayoría con registro fuera del estado —expresa el diagnóstico de Tabasco de 1978— no se captan los impuestos sobre nómina del uno y del 1.8 por ciento sobre los ingresos mercantiles”[…]79

Un reportaje equilibrado, casi sin la tensión que producen los anteriores y con poca crónica, más bien frío. En contraste, reporteros como Jaime Avilés, hacían de la crónica su vehículo predilecto para narrar. Cerraremos este apartado con un viaje en lanchita por el lago de Pátzcuaro, donde Avilés recorrió muchas islitas, hasta llegar a la más pequeña, y exploró el microcosmos económico de la economía doméstica de estos pescadores michoacanos:

El total de los habitantes de esta isla diminuta (Tecuén), situada a la sombra de Janitzio, podría alojarse en cualquier edificio de la colonia Narvarte del

79 Aguilar Camín, “Tabasco: el avance como problema”, unomásuno, 8 de marzo de 1979, p. 6.

Distrito Federal. Y aún habría espacio para poner las aves de corral en la azotea, las canoas y los chinchorros en el estacionamiento y los muertos en la jardinera de un balcón.Aquí no vale el refrán aquel de que “todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar”. Resulta que en Tecuén hay sólo 25 familias, algo más de cien gallinas dispersas, unos cuantos guajolotes (porque se acerca el año nuevo) y uno que otro cerdo. En el panteón —del tamaño de una cancha de te-nis— hay tres tumbas y todas guardan los cadáveres o el recuerdo de puros niños, que se fueron antes de cumplir un año de edad.80

Éste tal vez sea el estilo más característico de la innovación que intro-dujeron a unomásuno los reportero que no venían de Excélsior, pero que estuvieron desde la fundación del diario y que tuvieron una orientación hacia lo social, mayor uso de la crónica y una forma de relatar cercana a la narración literaria, sin dejar de lado la denuncia, el interés humano como factor de gancho y, como queda explicado aquí, la idea de estar reportando desde donde nadie mira.

5.7 las rEvolucionEs son nuEstras y aBajo las dictaduras

Los reportajes internacionales tuvieron y tienen aún ahora características específicas de producción: se consideraba un reto mayor reservado no a redactores en información internacional, es decir los que diariamente elaboraban la sección internacional, sino a quienes habían hecho ca-rrera en la redacción general. Así que podemos clasificar los reportajes internacionales en tres: los escritos por reporteros internacionales con experiencia equiparable a los enviados de la prensa o agencias interna-cionales,81 como Stella Calloni, Blanche Petrich y Oscar González; los generados por reporteros de información general como Luis Gutiérrez, Gonzalo Álvarez del Villar, Jaime Avilés, Carmen Lira, entre otros, y los

80 Avilés, “Tecuén: en esta isla no hay patrones, pero si profetas como Jim Jones”, unomásuno, 29 de diciembre de 1978, p. 6.81 ap, efe, afp, El País, New York Times y le Monde.

Page 136: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

270 271

elaborados por reporteros redactores de la sección internacional a cargo de la producción diaria. De una manera semejante y sin dejar de ver dentro del mismo análisis las gráficas presentadas en el capítulo 4, donde destacan los reportajes sobre Estados Unidos y Guatemala, se debe señalar que hubo un énfasis notorio en reportar lo ocurrido en dos revoluciones de la época: la revolución Sandinista de Nicaragua82 y la de El Salvador.

El acompañamiento periodístico que dio unomásuno al movimiento guerrillero en Nicaragua, al proceso de la toma del poder y la resistencia posterior al embate de Estados Unidos con la contrarrevolución, es pun-tual, trasciende las páginas del diario y genera dos pequeñas publicaciones en forma de libro: La batalla por Nicaragua,83 que fue una recopilación de los materiales periodísticos publicados antes del triunfo sandinista, editada por la propia Editorial Uno, y uno más dedicado a las fotografías de el audaz fotógrafo Pedro Valtierra, que en las últimas embestidas del ejército sandinista sobre las fuerzas de Anastasio Somoza, en junio de 1979, se arriesga a obtener fotografías de los enfrentamientos en una noche bajo los bombardeos. Pocas semanas después regresó a cubrir la entrada de los guerrilleros al búnker de Anastasio Somoza para retratarlos exultantes tomando un baño en la propia tina del exdictador. El libro va acompañado de una crónica de Jaime Avilés que le da título: Nicaragua. Una noche fuera.84

No hay una posición neutra en la cobertura de la historia de la llegada de los sandinistas al poder: el tono en que se hacen los reportajes sobre la Nicaragua de finales de los años setenta es un ejemplo del discurso “partici-pativo” que tuvieron los reporteros de unomásuno. En cada entrega parecen decir “esta revolución es nuestra”, como lo muestran los fragmentos que en distintas épocas se escribieron sobre la revolución sandinista. El reporte de Jaime Avilés, reportero de la redacción general, del 20 de junio de 1979, nos muestra la etapa previa a la toma del poder por los sandinistas:

82 Escribieron sobre Nicaragua: José Zaldúa, Oscar González, Heinz Dietrich, Jorge Co, Joana Rollo, Guillermo Almeyra y Luis García Rojas.83 He visto los anuncios publicitarios con los que se promovió el libro, y algunos entrevistados me lo han descrito a detalle, pera aún no he podido encontrarlo entre la comunidad que generó o en bibliotecas.84 Valtierra, Nicaragua…, op. cit.,p. 72.

A punto de cumplirse los primeros treinta días del ataque a Jinotega —iniciado en la madrugada del 21 de mayo—, que mató el principio de la “ofensiva total” contra la dictadura cincuentenaria de este país […] Vista su incapacidad histórica para atenuar las desigualdades y la miseria —requisito indispensable para todo modelo de producción capitalista que aspire a legitimar su control sobre el Estado y su apropiación de la plusvalía—, el régimen nicaragüense se ha sumergido en un pantano de frases huecas y apocalípticas (“el sandino-comunismo”, “la brigada internacional de mercenarios”, “los terroristas que obligan a la población a usar barricadas”, “ los crímenes sandinistas asquean al pueblo”, etcétera) que sólo están dirigidas a las fuerzas armadas y que han deja-do reconstituir en la conciencia popular el sedimento ideológico que en otros tiempos le daba, en mínima escala si se quiere, algún sustento al gobierno.85

Al día siguiente el periodista estadounidense Bill Stewart fue asesinado por la guardia somocista y unomásuno no sólo publicó la nota de Avilés, sino una nota personal que el fotógrafo Pedro Valtierra envió al también su colega Aarón Sánchez, jefe del departamento de fotografía de unomásuno. Un fragmento de esta carta nos reporta la percepción que de sí mismo tenía Valtierra, como enviado de guerra, y la que tenían los somocistas de los periodistas de unomásuno:

La cosa está un poco delicada, principalmente para nosotros los periodistas mexicanos; todos los días en la radio oficial se expresan en forma grosera de nosotros. Algunas veces a mí personalmente me han acusado de trabajar para un periódico “marxista-leninista”; “en ese periódico desde el director hasta el barrendero son comunistas”, me dijo el otro día un teniente de la G. N. en Masaya, conocido como el Tupamaro. Al rato Jaime va enviar algo donde explique mejor la situación[…] 86

En una sorpresiva cobertura fuera de sus terrenos culturales, Adriana Malvido es sorprendida en Managua con la interrupción de

85 Avilés, “En treinta días de ofensiva el balance favorece al fsln”, unomásuno, 20 de junio de 1979, p. 9.86 Valtierra, “El asesinato de Stewart, a mansalva”, unomásuno, 21 de junio de 1979, p. 10.

Page 137: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

272 273

un festival de Trova, cede su lugar en el avión de regreso para alguno de los artistas participantes y se queda a reportear los entrenamientos de la milicia.87 En un tono más descriptivo registra el ambiente de las milicias populares que los sandinistas alistan para defender su revolución:

…Son miles de jóvenes. Entre ellos, va Nora Domínguez. Tiene 17 años y es la primera mujer que ocupa el cargo de jefa de Unidad Miliciana de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. A su cargo están los mil 500 jóvenes milicia-nos de esta casa de estudios. Se calcula que son cerca de 6 mil los estudiantes de las demás universidades que se preparan para la defensa de Nicaragua. También está presente Diego Cruz, joven de 22 años y estudiante de eco-nomía […] afirma: “El día que sea necesario, todos nosotros dejaremos los libros; en Nicaragua todos somos un solo ejército”.88

Un año más tarde, y después de su crisis interna, unomásuno envió a una de sus reporteras expertas en temas internacionales, Blanche Petrich, reportera de redacción general, al epicentro de la defensa sandinista, Puerto Corinto, donde presencia la fiesta de la Cruz de Mayo, fiesta pa-tronal del puerto nicaragüense. Con base en los testimonios reconstruye el asedio que ha sufrido la pequeña ciudad del Pacífico por parte de naves “desconocidas” que la han atacado, como el ataque del 10 de octubre de 1983, que propició la evacuación de la ciudad de 27 mil habitantes y la intervención de los técnicos de Pemex:

…El incendio se logró contener en poco más de 24 horas, con la asis-tencia de técnicos de Petróleos Mexicanos, después de hacer explotar siete gigantescos receptáculos y consumir 22 mil galones de disel. Muchos nicaragüenses reconocen, en términos entrañables, esa ayuda del gobierno mexicano.89

87 Entrevista con Adriana Malvido, 2007.88 Malvido, “Las milicias defensoras de la revolución”, unomásuno, 3 de mayo de 1983, primera plana y p. 13.89 Blanche Petrich, “Corinto, un puerto en pie de guerra con sus aguas infectadas de minas explosivas”, unomásuno, 21 de mayo de 1984, p. 15.

En esta misma línea argumentativa se fueron bordando los dis-tintos reportajes que se hicieron de El Salvador,90 de los cuales el más detallado fue el publicado por Stella Calloni a partir del 21 de agosto de 1979, donde recoge las declaraciones del arzobispo Romero, poco antes de su asesinato, en una historia que recoge la tensión que se vivía en El Salvador, la presión de las organizaciones de masas y la historia de las desapariciones forzadas. Con el tiempo la apuesta de unomásuno destaca al propio hijo del director del periódico, Juan Pablo Becerra Acosta, quien firmaba con el seudónimo de Sebastián Apodaca, en una cobertura que fue su prueba de fuego.91 Pero tal vez la de mayor dra-matismo y peligro es la que hace Gonzalo Álvarez del Villar, reportero de redacción general, cuando desaparece para su redacción los quince días que pasa con la guerrilla en el frente de guerra, donde participa de patrullas de hostigamiento y presencia el funeral de un guerrillero y recoge el relato de su agonía:

…Después, como a unas cuatro horas de camino, yo vi que Augusto ya le flaqueaban las fuerzas; fue entonces cuando me lo cargué en el lomo y así me lo llevé como otras cuatro horas, cuando entonces él me dijo que ya parara. Que no aguantaba el dolor. Localizamos una cuevita. Ahí el compa que llevaba el maletín de primeros auxilios le puso una inyección de Lisalgil para calmarle el dolor y le hicimos un vendaje[…] Se queda serio. La lluvia arrecia aún más. En su rostro mojado se disimulan las mal contenidas lágrimas. A modo de excusa y con orgullo, Ciriaco exclama: “El murió como quería: en combate”[…]92

Así como estas dos revoluciones, también se apoyaron movimientos lejanos geográficamente, como lo fue la revolución del Frente Polisa-

90 Hicieron también reportajes de El Salvador, Antonio Rodríguez, Irene Selser, Lars Palmgrem, Gonzalo Álvarez del Villar y Felipe Ehrenberg.91 Sebastián Apodaca, “El Salvador: éxodo para no perder la vida”, unomásuno, 28 de noviembre de 1985, pp. 1 y 19.92 Gonzalo Álvarez del Villar, “La muerte de un insurgente”, unomásuno, 9 de noviembre de 1981 pp. 1 y 13.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 138: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

274 275

rio,93 en el Sahara Occidental, que reporta David Martin del Campo,94 reportero de la redacción general, con un lenguaje pleno de analogías con las que procura recrear la realidad del desierto y de la guerrilla en el desierto a unos lectores ajenos a la problemática poscolonial del norte de África.

Otra línea discursiva muy importante en las coberturas fueron las que denunciaban las atrocidades de los regímenes militares en el Cono Sur y en Centroamérica. La más notable de éstas es la cobertura que Luis Gutiérrez, de la redacción general, hace sobre los militares argentinos95 en forma paralela a la cobertura de la Copa Mundial de Futbol de 1978. Según lo señala su texto, pasó 30 días burlando la vigilancia de los militares para hacer un reportaje de denuncia: “Elevado a rango de ideología oficial, el cinismo de la dictadura militar que oprime a la Argentina se asienta hoy sobre una montaña nauseabunda de asesinatos, tortura, destierros, secuestros y represión en todos los órdenes”, comenzaba su primera entrega. La historia es atroz, con nombres y apellidos desgrana y describe a detalle muchos de los casos a los que tuvo acceso:

Jorge Lizaso, dirigente del Partido Auténtico, fue despellejado en vida; el exdiputado Muñiz Barreto, fue desnucado de un golpe; un obrero de apellido Iriarte, de los astilleros de San Fernando, estuvo varios meses encadenado en la comisaría del Tigre, lo que le produjo gangrena en un brazo. Un día lo sacaron para ser llevado al hospital militar y amputarle el brazo, y jamás volvió a saberse de él.Bestialidades:Entre marzo y octubre de 1976, aparecieron 25 cuerpos mutilados en la costa uruguaya del Río de la Plata. Entre ellos estaba un chico argentino de 15 años de edad, Floreal Avellaneda, “atado de pies y manos, con lasti-maduras en el ano y fracturas visibles”.96

93 Pedro Valtierra cubrió un segundo reportaje.94 Martín del Campo, “Land-rovers en el suelo sajaraui; en el cielo, mirages de Hassan”, unomásuno, 10 de marzo de 1980, primera plana y p. 11.95 Escribieron también sobre Argentina, Iván Restrepo, Guillermo Mora Tavares, Laura Avellaneda, Óscar González y Daniel Húngaro.96 Luis Gutiérrez R., “En Argentina lo mismo se tortura que se habilitan fosas comunes; muchos

Para finalizar este apartado de temas internacionales nos referiremos al tratamiento que se dio a la información del régimen guatemalteco,97 caracterizado por una profunda violencia también. El material más representativo es sin duda el que escribió Marco Aurelio Carballo, quien había sido jefe de información desde la fundación del periódico y que realiza este trabajo en la etapa inmediatamente anterior a su exilio periodístico, en el primer semestre de 1980, que hemos descrito en el capítulo 2. Se trata de un reportaje con muchos recursos, bien documentado, bien escrito, en el que se permite incluso una inno-vación estilística notable: los párrafos testimoniales los coloca entre paréntesis de un discurso que está a la mitad de la narración histórica y la crónica periodística:

A fines de agosto y principios de septiembre de 1979 principia lo que terminará con la matanza de la embajada de España en Guatemala. El ejército secuestra a Paulino Morán, Ambrosio Yuja Suc, Marcelo Tum Gómez, Ramón Tuj, Domingo Juana Pacay, Gregorio Xona, Felipe Morán, Juan Yat López y Patrocinio Mencú. Todos del Quiché. Son trasladados al municipio de chapul. Una comisión viaja a la ciudad de Guatemala a denunciar el secuestro. Nadie les hace caso.Una comisión más de campesinos viaja a Guatemala. Hablan con representan-tes de diversas organizaciones populares y, finalmente, debido a que el gobierno no atiende sus quejas, deciden tomar la embajada española el 31 de enero.98

Es un reportaje que con el tiempo sería amargo para él; había demos-trado al salir de la jefatura de información que tenía oficio, sensibilidad y capacidad. Durante su gestión tuvo confrontaciones fuertes con los repor-teros y suponemos que también con Becerra Acosta. Pone toda la carne en el asador en febrero de 1980 y su reportaje es poderoso, pero es el último.

detenidos ‘se suicidan’”, unomásuno, 11 de julio de 1978, p. 8; perteneciente a la serie publicada entre el 10 y el 17 de julio.97 Escribieron también sobre Guatemala, José Ureña, Teresa Gurza, Miguel Ángel Velázquez, Blanche Petrich, Víctor Avilés, René Delgado, Alberto Cabral y Ricardo Alemán.98 Marco Aurelio Carballo, “Con la muerte del Tigre de Ixcan, en 1975, comenzó la militarización de Guatemala”, unomásuno, 17 de febrero de 1980, p 11.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 139: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

276 277

5.8 cultura y otros “EXcEsos”

El espacio de libertad que representó estar en las secciones de cultura y deportes de unomásuno, aunque en sentidos opuestos en torno a los liderazgos, pues si bien el de cultura era un liderazgo de alguna manera difuso porque fue modificándose en el tiempo, mientras que en deportes el liderazgo de Ramón Márquez fue férreo, territorial y hasta feudal, creó un espacio de experimentación que generó para el lector reportajes de muy alta calidad, con un uso del lenguaje francamente excepcional, en los que se nota la ruptura de las reglas de la narrativa periodística tradicional, pero sobre todo el abordaje de sujetos que eran del todo innovadores. Dos secciones en que se llegó al extremo del periodismo lúdico y creativo, por la vía de la absoluta pasión por los temas. En ambas sería muy difícil encontrar un burócrata; todos estaban inmersos en el ambiente que les gustaba y hacían lo que deseaban prácticamente sin entrar en conflicto frontal con sus respectivos jefes.99

No hay manera de entrar a una explicación de lo que fueron los reportajes de periodismo cultural sin comenzar por Fernando Benítez, el periodista cultural por excelencia. Escribió poco: una reedición de “Ki, el drama de un pueblo y una planta”, sobre el drama de los mayas que cultivan el henequén en la península de Yucatán; uno sobre el pe-cado capital de la basura y el del Templo Mayor, del que presentamos el fragmento del periodismo más extremo, en la frontera de la literatura, donde habita la fantasía. He aquí el pasaje donde Fernando Benítez, en un arrebato provocado por el contacto con los recién encontrados vestigios, hace hablar a las piedras:

…Frente a la puerta a medias destruida se abandonó un Chacmol, pintado y decorado lujosamente. Tiene una gran nariz de chapopote resquebrajado

99 En entrevista con Adriana Malvido, señala que hacían cartas y discutían sobre el enfoque de la sección, pero sin mayores rupturas: a Musacchio le pedían que dejara la militancia de izquierda un tanto en suspenso, ya que había artistas cuyo trabajo se regía por las normas estéticas y no de la militancia. A Antonio Marimón, en el otro extremo, le pedían que abriera la sección a manifestaciones del arte menos exquisitas, mientras que Pedro Aldana señala que la ruptura que tuvo con Ramón Márquez se derivó del manejo deshonesto que hacía de la información de box.

y en su rostro una expresión de indecible sorpresa mientras sus grandes manos sostienen una vasija.Parece que les está gritando a sus enterradores del siglo xv: “No me empare-den, no me priven de la luz del día, de la adoración de mis fieles” y este gesto de terror lo acentúa el asombro de los que contemplan sus ojos de obsidiana.Sin duda el Chacmol sabía que yo había logrado entrevistar a las cabezas gigantes de La Venta y a los atlantes de Tula, sus antiguos compañeros, porque al verme con mi libreta en la mano sentado frente a él, me dijo unas cuantas palabras:—Sentí un gran temor de ser sepultado en vida y no ver más a mi pequeña isla rodeada de agua. Estuve dormido mucho tiempo y ahora he desperta-do. He despertado en el inframundo, en la otra banda, como decían mis sacerdotes. Nada reconozco. Ya no hay agua, ya no hay barcas, ya no hay procesiones, ni escucho los tambores y los cantos. Como no puedo volver la cabeza, dime si atrás de mí está el dios Tláloc.—No. Tláloc ha desaparecido. —¿Y dónde está Huitzilopochtli?—Hutzilopochtli también ha desaparecido.—¿Quieres decir que yo soy el único superviviente? ¿Qué, se destruyó el mundo?—El cuarto sol. El terremoto[…]100

El estilo de exploración de Fernando de Ita, y de muchos de los que pasaron por la sección cultural era participativo, por eso en los excesos, Manuel Becerra Acosta recurría a los reporteros de cultura, eran los per-fectos cómplices para el consumo de alcohol y de drogas. Esta búsqueda de la espiritualidad indígena a la que nos hemos referido antes, le dio a De Ita uno de los encuentros más sobrecogedores, que recordó en una entrevista de historia oral para esta investigación. Su editor, Víctor Roura, le dijo: “maestro, porqué no me trajiste algo de lo que te metiste”. Pero tal como lo recuerda fue puro sotol, pero bebido en compañía de una gran hipnotizadora: la curandera Abelarda:

100 Fernando Benítez, “El rompecabezas que Matos enfrentó”, unomásuno, 25 de agosto de 1980.

Page 140: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

278 279

…De una manera sobrecogedoramente concreta, ahí está tu madre, tu hija, tu hermana, tu mujer y la mujer esperando que habites la casa que tú no has construido para ellas. La cueva es suya, sólo por gracia del cielo tú tienes la llave de esa puerta. Entra. Atrévete a sentir las uñas de todas las mujeres en las venas.Algo parecido a una locura líquida humedece tu cuerpo, al tiempo que sin dejar de contemplar la imagen anterior, te ves volando por el Cañón del Su-midero, como aquellos enormes pájaros que viste seguir las velas de los barcos que hacen el viaje por el lecho del río. Todo se derrumba por dentro y lo que sigue ya no es experiencia que pueda verbalizarse. Lo único que queda es el despertar tirado en la parte trasera de la casa de la curandera, con una música de viento que te dice, literalmente al oído:“Nadie quiere acabar contigo, viajero. Eres tú quien ha escogido la ausencia. Hoy, como ayer, Penélope teje su tela. Pero ten en cuenta que cuando tú no estás, ella no se queda, como pretende Homero, frente al telar. Mientras tu montas esta bestia, Penélope teje la vida cotidiana en la que, quizá, tú ya no tengas lugar. Andar volando por el Cañón del sumidero entre las piernas de la Pancha —María— Abelarda, tiene sus bemoles. Que tal que mientras tú cuentas todo esto, las mujeres de tu vida ya no te pertenezcan. Entonces si que la Abelarda, que ya está demasiado vieja para todo esto, será la única manera que tengas de volver a ellas. Mientras puedas, viajero, no salgas de Ítaca. Te lo dice la Abelarda, quien sólo cobró 700 pesos por saberlo.101

Señalábamos en el capítulo anterior que los temas de música fueron materia del trabajo de Víctor Roura, reportero que también hacía trabajo de cabecero,102 tenían un amplio espectro, aunque su música predilecta era el rock, no hay reportajes sobre el mismo. En cambio propone re-portajes que incluso muestran el mundo del sindicato de músicos, pero el que es representativo de su tipo de periodismo es un reportaje de dos partes en los que entrevista tanto a los integrantes de grupos juveniles e infantiles, y a sus representantes, que en los años ochenta estaban de moda, con un toque de sorna que definía su estilo. El fragmento de

101 De Ita, “Y Abelarda prendió las 77 velas del altar de su casa”, unomásuno, 5 de junio de 1982, p. 19.102 Hacían trabajo de marquetación y redacción de las cabezas de la sección.

abajo corresponde a la segunda entrega. En la primera pasa revista a los grupos Menudo y Chamos.

—No me interesan las lecturas.Y Luis Miguel toma el libro La muerte de Artemio Cruz, que estaba por azar en una mesa, y dice que, por ejemplo, no leería nunca esa novela. “¿Quién es Carlos Fuentes?”, se pregunta. “Tiene letras muy chiquitas y muchas páginas. No leería eso. Me gustan comics como los de Walt Disney. Y no porque sea un niño sino porque esas cosas sí me interesan. No soy un inte-lectual.”. Luis Miguel cumple trece años el próximo mes. En menos de diez meses de trabajo ha obtenido dos discos de oro y uno de platino. O sea, ha vendido más de 750 mil discos. Ha recorrido diez países. Es veracruzano. Su padre es Luisito Rey, quien fuera compositor y cantante. “Yo soy como cualquier padre —dice—. Lo ayudo. Administro su carrera, pero que quede claro que yo no fabriqué un artista. Mi hijo nació siendo artista.” Luis Miguel se acomoda su largo cabello. Ríe. Y comenta: “el amor existe en uno desde que se es chiquito. Yo he estado enamorado varias veces. Yo también tengo derecho. No nada más porque me ven chiquito creen que no puedo amar. Qué gacho. Por eso canto canciones de amor”. Dice que ese sentir, el del amor, está latente en todos los niños de su edad. “Por eso no me gustaba Cri Cri. Son canciones demasiado infantiles. A mí lo que me gustaba era Elvis Presley. El rocandrol.”103

En un tono aún más provocador, en la víspera de elecciones en 1982, el reportero Braulio Peralta buscó la opinión de los partidos políticos en torno a temas ligados con el ejercicio de la sexualidad: las luchas feministas, el aborto, la homosexualidad y la anticoncepción, como temas de entrada que perfilaran su posición respecto al ejercicio de la sexualidad. Quienes responden a las preguntas de Peralta son representantes del pmt, pdm, pps, pst, pan, prt y psum, en los que todos tienen dificultades para contestar y muestran contradicciones,

103 Víctor Roura, “La vertiginosa vida de los niños artistas: ‘nos gusta que se nos aplauda, sólo queremos cantar”, dice Valeria”, unomásuno, 21 de marzo de 1983, p. 15.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 141: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

280 281

sobre todo los de izquierda. Son mucho más congruentes en su pensa-miento conservador el pdm y el pan. Por lo polarizado de las posiciones reproducimos aquí fragmentos de uno y otro extremo:

“La Iglesia Católica ha cumplido con su papel al difundir sus preceptos relacionado con la sexualidad.”¿En qué sentido?, se le pregunta al vocero oficial del Partido Acción Na-cional, Gonzalo Altamirano.—Es una organización religiosa que tiene mandamientos, ordenamien-tos. Como los tenemos nosotros en la vida civil y política. Y no sólo ha cumplido satisfactoriamente, sino que ha contribuido a informar sobre la forma como debe ejercerse la sexualidad, que debe realzarse mediante el matrimonio. Debe darse en el ámbito familiar. En la forma legalizada. Claro, no explicamos que se dé fuera del matrimonio, pero no debería ser así. Hay que tomar en cuenta la moral. Tanto la política como la sexualidad están en el campo de la moral […]—¿Los homosexuales trasgreden la ley?—Digo, si ellos no hacen su vida en forma escandalosa, no tienen por qué ser perseguidos. Si están en su domicilio no tienen por qué molestarlos. Si transitan la calle en forma normal no tienen por qué perseguirlos.—¿Deben ocultar su homosexualidad?—Definitivamente sí. Hay que entenderlo así: la vida tiene un lado público y otro privado […]104

En el extremo opuesto, la representante del prt, Lesli Serna se refiere a la definición política de la sexualidad y a la posición de su partido:

—A partir del movimiento homosexual y feminista en México, el prt y las organizaciones que lo precedieron han elaborado toda una concepción acerca de la sexualidad […]—El Partido Socialista de los Trabajadores los acusa de “franco oportunis-mo” […] ¿Qué opinan?

104 Braulio Peralta, “La política y la sexualidad están en el campo moral, dice Gonzalo Altamirano, vocero panista”, unomásuno, 2 de julio de 1982, p. 20.

—No saben lo que dicen. No puede ser oportunismo puesto que desde siempre, desde sus orígenes, el prt ha estado en el nacimiento de los mo-vimientos tanto de los homosexuales como de las feministas. Y no sólo eso: formamos parte de una organización internacional que es la primera en apoyar estos movimientos.Nuestra concepción de esos movimientos es que absolutamente todos los oprimidos tienen el derecho y la tarea de organizarse […]105

Se ha comentado antes que Ramón Márquez era una persona muy territorial en su dirección de la sección deportiva, lo que se traducía en la poca permeabilidad hacia el exterior de su sección. Prácticamente nadie que no participara de la dinámica interna de la sección escribía para ella. También hemos dicho que fue un formador muy serio de reporteros jóvenes, lo que le imprimió un gran rigor a la sección cuando trabajaron reportajes, sin dejar de avistar en el horizonte informativo elementos noticiosos claves que pudieran modificar la información del día a día. Los reporteros de deportes reaccionaron siempre como periodistas bien entrenados: por ejemplo, el 19 de junio de 1983, en la clausura del Mundial de Futbol Juvenil, en el estadio Azteca, cuando hubo un acci-dente con unos cohetones y globos, en el que resultaron heridas cuatro animadoras. Un experimentado Hugo Cheix intenta relatar el curso de los acontecimientos: “…Porque habría que apuntar así, de seguido, sin respirar un instante, lo que pasa por los ojos a velocidad de vértigo. Tan fugaz y difícil de aprisionar como aquellas películas del inicio de la cinematografía. Como un tobogán interminable por el que pasan uno a uno y todos a la vez, los postreros instantes de una mañana futbolística, de conclusión de campeonato juvenil”.106 El reacciona inmediatamente. Aarón Sánchez, fotógrafo, también: sus fotos se publican en secuencia en la portada. Poco tiempo después, con una serie de entrevistas, la sección de deportes da seguimiento a la tragedia de las cuatro animadoras que resultaron con quemaduras de primero y segundo grados. Nadie podía

105 Peralta, “La campaña de planificación familiar tiene un trasfondo totalmente reaccionario: prt”, unomásuno, 3 de julio de 1982, p. 21.106 Hugo Cheix, “Las llamas hicieron dramático el adiós al torneo…”, unomásuno, 20 de junio de 1983, pág. 26.

Page 142: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

282 283

suponer que en esa sección, por años, no existieron las órdenes de trabajo, con la asignación de la fuente se delegaba la total cobertura de todos y cada uno de los eventos que sucedieran en el sector y siempre había que estar allí, sin importar los giros de la realidad.

En una muy joven sección deportiva, un corto reportaje nos muestra la amplitud de mira de sus integrantes. En serio y con sentido del humor, Jaime Bravo escribe el 7 de agosto de 1978 un reportaje sobre el pelo largo en la escena deportiva nacional:

Surge un nuevo capítulo de la vieja guerra: tradicionalistas contra greñudos. El campo de batalla se extiende por todo el país y las asociaciones de la “vela perpetua” llaman a zafarrancho en los estadios y clubes deportivos. La lucha es ardua y sin cuartel; con sólo algunas treguas muy eventuales, ambos bandos se empeñan en sacar adelante sus banderas.Una derrota moral sufrieron los greñudos al caer ridículamente la selección nacional de futbol, en Argentina: allí estaban Leonardo Cuellar, Vázquez Ayala y otros aguerridos capitanes de la greña. Quienes consideran el pelo corto como parte de la moralidad tradicional, alzaron banderas cuando Rodolfo Gómez y tritones del Seguro Social, todos bien arregladitos, con asistencia semanal a la peluquería, obtuvieron medallas. Los pelones de Kena Moreno causaron sensación e hicieron escuela […]107

Un tema tan aparentemente superficial podía llegar a tener profun-didad, porque incluyó también lo que sucedía en las grandes ligas del béisbol en Estados Unidos y una explicación de porqué Monterrey y Puebla fueron los polos irradiadores de ese capítulo de los deportes. Un enfoque periodístico, pero con humor.

Un ejemplo claro de la escuela que formó en la sección deportiva Ramón Márquez son las carreras de César Romero Jacobo y Pedro Díaz, reporteros aprendices de la última etapa de unomásuno, quienes, por haber estado en la mejor de las redacciones de la sección, absorbieron su tradición, fueron

107 Jaime Bravo, “Guerra en el deporte: tradicionales vs greñudos”, unomásuno, 7 de agosto de 1978, p. 28.

rigurosos en su trayectoria y lograron permanecer como reporteros vigentes muchos años después. En el reportaje de fisicoculturismo muestran que están listos para dejar de ser auxiliares y pasar a ser reporteros. Agotan todos los ángulos del deporte: si entrevistan a Alberto Cuevas en su gimnasio colocan a su lado al pintor y escultor José Luis Cuevas, para hacer un contrapunto atractivo en la primera entrega; muestra la polémica de las mujeres en ese deporte y las entrevistan, así como también a los campeones; pero también exploran la vertiente psicológica del narcisismo que implica la práctica del deporte y la costumbre del “conecte” homosexual en los gimnasios, la prostitución, el negocio de los gimnasios y los centros de prostitución masculina con fachada de gimnasios, y por supuesto también el consumo de anabólicos. Muchos ángulos alrededor de los cuerpos musculosos:

“La verdad, sí. Hay muchas personas que aman su cuerpo más que nada en la vida. Esa es la parte oscura del fisicoculturismo.”Voz de Víctor Hernández, Míster México 1986, quien ahora realiza esa pose tan común: los hombros adelante, la espalda tiesa, un balanceo rít-mico, simiesco, paso a paso, ocupando mucho espacio, el cuello estirado, la barbilla arriba y el gesto arrogante.Ríe.“Eso le pasa mucho a los principiantes —dice—. También les encantan los espejos; no entienden que son solamente un instrumento de apoyo para corregirse a sí mismo y no un objetivo.”Joven, moreno, de hablar pausado, Víctor Hernández es uno de los tres Míster México que hay en el país. Viste un uniforme deportivo que le cu-bre todo el cuerpo. Sentado en el piso, curva la espalda y desde la primera impresión ya da un aire de personaje excepción dentro del fisiculturismo nacional.“Yo nunca me tomo medidas.”—¿En serio?, no lo tomes a mal, dinos cuánto mides de brazos, cuánto de espalda. Eres el campeón…—De veras, no es payasada, nunca me ha gustado medirme. Hay mucha gente a la que sí, le encanta vigilar cada centímetro de músculo. A mí no.108

108 César Romero Jacobo y Pedro Díaz, “No es sólo músculo; es estética y simetría: Víctor

Page 143: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

284 285

A pesar del rigor autoritario, casi feudal de maestro, Ramón Márquez, tenía otra faceta de libertad, que se expresaba en aceptar las propuestas de sus reporteros; también en la calidez con que trataba a sus reporteros, hacía personal todas las relaciones, para bien y para mal. Siempre se mantuvo en el centro de la sección, nunca dejó de tomar las decisiones, incluso las más formales —la sección deportiva tenía otro diseño—, y logró tener reporteros bien preparados,109 pero sus reportajes siempre estuvieron confinados a las últimas páginas, fueron trabajos que unomá-suno no lució ante sus lectores.

5.9 lo dE todos los días

Este apartado se refiere a las coincidencias de cobertura y manejo de la información con los otros periódicos, bajo un esquema que casi era tradicional y en el que la figura del presidente y de ciertos “amigos” del periódico es apoyado por los reporteros y para ello también nos sirven los reportajes, como género representativo del conjunto de producción periodística.

Como hemos visto en el capítulo anterior, en términos de trabajos profundos casi no se escribieron reportajes sobre políticos de alto rango; se respeta el orden del sistema político mexicano y se respeta el tabú de no criticar al presidente. Sin embargo algunos reportajes fueron muy duros en contra de algunos gobernadores, pero en general éstos y sus gestiones simplemente no son reportados en las páginas de unomásuno en formato de reportajes. Hay excepciones, como el amplio reportaje de Eduardo Huchim sobre el Negro Sansores, publicado del 18 al 23 de febrero de 1980, o los que se escribieron en contra del gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa, del 18 y 19 de noviembre del mismo año. Podemos afirmar, en cambio, que hubo una lealtad abierta hacia el presidente y ciertos personajes políticos claves. Las ediciones emblemáticas que nos muestran fielmente cómo podían seguirse los pasos presidenciales son las

Hernández”, unomásuno, 4 de febrero de 1987, p. 29.109 Sólo hacia el final de su gestión aceptó tener a una reportera Abril del Río.

que van del 29 de agosto al 1 de septiembre de 1978, aunque, es imposible no notarlo, tienen cierto estilo.

La portada del 30 de agosto tiene como nota principal el arranque de un reportaje contra el cacique de San Luis Potosí, Gonzalo Santos, quien fuera por mucho tiempo “dueño” de la Huasteca, firmado por Guillermo Mora Tavares; debajo de él otro reportaje sobre el ostentoso cacique Reyes García Olivares, ganadero de Metlaltoyuca, Puebla, firmado por Abelardo Martín; abajo otro más sobre el “magnifundio” de Jesús Robles Martínez, un maestro que llegó a controlar una buena proporción de las tierras de Colima, firmado por René Arteaga, y un cuarto, el colmo, un latifundio que había sido del ex presidente estadounidense Lyndon B. Johnson, entonces en manos de alemanistas, en Chihuahua, firmado por Carlos Ferreyra. En el mejor estilo de la denuncia, todos narran la historia de cómo a sangre y fuego estos caciques hicieron su riqueza de la pobreza que rodea a sus territorios y cómo monopolizan el poder local en sus regiones. Hasta aquí todo parece seguir el patrón de denuncia que se ha encontrado en otros reportajes, pero hay un detalle que poco a poco se revela: los reportajes dan profundidad al reparto agrario (parcial) de esos mismos latifundios, que serán anunciados con bombo y platillo en el informe de gobierno de José López Portillo unos días más tarde, el primero se septiembre, como lo muestran los fragmentos siguientes.

El reportaje sobre el cacique de San Luis Potosí Gonzalo N. Santos termina así:

Vencidos en 1965 las concesiones y certificados ganaderos a favor de Gonzalo N. Santos, apenas el pasado día 18 le afectaron una parte de El Gargaleote. Otras tierras, que sobrepasan 7 mil hectáreas, serían entregadas a los campesinos en unas semanas más, si se consuman las cancelaciones que ya inició la Secretaría de la Reforma Agraria.

Y mientras, desde el 18 de agosto hasta ayer, los vaqueros de Santos continuaban sacando ganado de El Gargaleote para llevarlo a La Jarrilla o a la Empacadora de Las Huastecas, en Tamcuín.110

110 Guillermo Mora Tavares, “Gonzalo N. Santos, un gran oportunista”, unomásuno, 31 de agosto de 1978, p. 4.

Page 144: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

286 287

O el de Abelardo Martin, sobre Reyes García, señala:

Pero Reyes García no sabe que su hijo mayor, Nicéforo García, entregó 20 mil hectáreas al gobierno, “porque si lo supiera se muere”, dice Alfredo de la Torre, su amigo íntimo, un anciano de 78 años, de la misma edad que el ganadero latifundista y a quien debe haberlo ingresado al prósperos negocio de la ganadería.111

Y así los otros. Pero el marco periodístico que ofrecieron para el segun-do informe de José López Portillo no acaba allí: a partir del 29 de agosto, Luis Gutiérrez, uno de los más reconocidos cronistas políticos del diario, comienza a publicar en una de las notas principales de la portada de aquel día el primero de una serie de reportajes sobre el tono y el entorno de los informes presidenciales desde Lázaro Cárdenas hasta Luis Echeverría Álvarez, a quien el reportaje descalifica. La cabeza claramente muestra el sentido: “Luis Echeverría: el fracaso económico de un régimen”, el final del reportaje remata con ironía en el último apartado intitulado “La herencia”:

En su último informe, Luis Echeverría expone con largueza las bondades de la devaluación del peso. Dice “[…] lo hago, porque ante la proximi-dad del cambio de gobierno, este es el momento más oportuno. Ello le permitirá reactivarla economía y de esa manera multiplicar empleos, vivienda, vestido, educación, seguridad social y, en suma, promover mejores niveles de vida para las grandes mayorías nacionales”.

Y en los últimos párrafos de su mensaje político asienta:“Son precisamente las acciones no cumplidas y los silencios cóm-

plices del pasado, lo que obligó en estos años, al pueblo y al gobierno de México, a realizar un esfuerzo sin precedentes, para recuperar el tiempo perdido y restaurar el rumbo de la Revolución.”

“La verdadera dimensión de lo alcanzado está en la entraña del tiempo. Será fecunda si, como estoy cierto, con la Revolución Mexicana y la Constitución de 1917, proseguimos todos ¡Arriba y Adelante!”112

111 Abelardo Martín, “Reyes García, amigo de los presidentes”, unomásuno, p. 8.112 Gutiérrez, “Luis Echeverría: el fracaso económico de un régimen”, unomásuno, 1 de septiembre

Es interesante este reportaje histórico, porque describe a detalle las actuaciones de los ex presidentes en los informes presidenciales, muestra cómo hablaron, cómo fueron sus discursos y los contrasta con un juicio general de sus sexenios. Y lo hace con el conocimiento de que el día de la última entrega ofrece un gran escaparate para el discurso y la oratoria del presidente José López Portillo, dos habilidades que siempre dominó muy bien. Así que el recuento histórico de los informes presidenciales termina siendo un marco para el presidente que apoyó el nacimiento de unomásuno.

Sin reportaje, pero con constancia, también se dio un puntual se-guimiento a las actividades de Miguel de la Madrid, y aquí me gustaría mostrar un indicio del tipo de “amistad” que se tenía con el presidente y que se expresaba públicamente: pocos meses antes de la huelga de unomásuno, en un clima de tensión entre la redacción y la dirección, Manuel Becerra Acosta, quien era conocido por su seudónimo Juan Lezama, con el que firmaba el minieditorial de portada Bajo la rueda publica: “No fue un secreto que el domingo de hace un año fui a una concurrida casilla de mi barrio, alegrado por la presencia de niños, a votar por De la Madrid”.113 En esa época el sindicato lo confrontaba y le exigía que continuara con la línea de apoyo a la izquierda y grupos afines y él define su postura en los términos que exhibe el texto. Puede suponerse que ante la presión interna de funcionarios y reporteros, el director Manuel Becerra Acosta se arropaba en grupos externos o simplemente se le había pedido claridad en su posición y el eligió “Bajo la rueda”, que es equivalente a la columna del director, para hacerlo, en todo la crisis en la que estaban inmersos nos señala la definición última antes de la batalla.

En un guiño que después opacaría el conflicto personal, para el vi aniversario del periódico, el 25 de noviembre de 1983, unomásuno destina unas dobles planas centrales de su suplemento a la comparecencia del poderoso secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari en la Cámara de Diputados. Esta vez no es el discurso sino las

de 1978, pp. 1 y 4.113 Unomásuno, 3 de julio de 1983, p. 1.

Page 145: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

288 289

fotos que lo acompañan lo que muestra su disposición a hacer eco de las figuras importantes de la política.114

Estas huellas nos muestran que existía tensión entre algunos secto-res de la redacción que asumían el discurso del periodismo orientado a los lectores, que el propio nombre del unomásuno suponía, y los intereses de su directivo y grupo ligados con el poder presidencial, los poderes estatales y a algunos secretarios de Estado y tal vez a líderes del pri. Esta tendencia queda clara en la gráfica expuesta en el capítulo anterior respecto a los reportajes de política, que eran un terreno que solamente pisaba en el ámbito nacional Luis Gutiérrez. En el ámbito estatal las cosas cambian. En los reportajes monográficos, en los cuales los reporteros iban una sola vez a cierta región, le daban su “pisotón” al gobernador, pero la actuación política de alguno de ellos, sólo por excepción, como vimos arriba, era abordada. En el caso de los poderes locales, la actuación de los alcaldes, delegados políticos, jefes policiacos o funcionarios de bajo rango era sistemáticamente denunciada. Esta pirámide que dibuja el trabajo de investigación nos señala una amplia zona que no se tocaba y que era la conformada por el vértice ocupado por el presidente y su gabinete.

¿Qué pasaba con las otras fuentes tradicionales del periodismo?El llamado sector agrario, que agrupa a las dependencias que atien-

den al campo, así como a las organizaciones oficiales e independientes de campesinos y productores agrarios, así como a los institutos de in-vestigación del mismo, tuvo un desarrollo que se liga con la trayectoria profesional de Mario García Sordo, quien se dedicó a él casi desde su ingreso a unomásuno, en el primer semestre de 1979 y hasta el segundo semestre de 1985 y lo hizo basando su indagación y escritura en la denuncia, al inicio un poco ideológica, y en la selección de informantes filtraba con frecuencia su orientación de izquierda —había militado en el Partido del Trabajo— pues sus entrevistados pertenecían a las organizaciones independientes o a campesinos con cierto discurso. Pero con el tiempo se fue haciendo más contundente en su trabajo y presentaba sus indagaciones con base documental importante, lo que

114 s/a, unomásuno, 25 de noviembre de 1983, suplemento de aniversario, pp. II y III.

contrastó con el periodismo usual de la fuente, basado en declaracio-nes de dirigentes. El reportaje que escribió en conjunto con Enrique Garay, de los cual se presentan fragmentos abajo, es un buen ejemplo de cómo maduraron su estilo y argumentación:

A 73 años del estallido de la Revolución Mexicana —una de cuyas prin-cipales demandas fue la repartición justa y equitativa de la tierra— en el agro el panorama sigue siendo de enormes desigualdades sociales:De 196 millones de hectáreas agrícolas, ganaderas y forestales, se estima, con base en los censo, que 82 millones se encuentran en poder de sólo 3 mil 854 propietarios privados.Existen 2.7 millones de ejidatarios y comuneros que poseen, según informes de la Secretaría de la Reforma Agraria, sólo cien millones de hectáreas, de las que únicamente un millón 819 mil hectáreas son de riego; 15 millones 708 mil de temporal, y 76 millones 788 mil no cultivables e improductivasEn contraste, 900 mil minifundistas poseen un millón 300 mil hectáreas, lo que representa tan sólo 1 por ciento de toda la tierra de propiedad par-ticular para uso agropecuario.115

El tratamiento que dio García Sordo a sus materiales perfiló la in-formación de un sector al que se tenía como secundario; de hecho, las fuentes agropecuarias eran fuentes de “castigo”, pero con su orientación el reportero logró sacarles lustre y sostener una producción consistente e interesante de reportajes, temática que declinó notoriamente en cuanto lo liquidaron del periódico.

Un sector al que algunos reporteros de la época ambicionaban debido a la corrupción que prevalecía en él, ya que les daba acceso al “chayo” (soborno a periodistas), se cubría de una manera muy tradi-cional, pero no todo el tiempo hubo reporteros que destacaron con un trabajo de mayor investigación. Fue un sector que no fue tocado por la división del periódico, ya que todos los reporteros que trabajaban en él se quedaron en unomásuno, pero con la redistribución de posiciones

115 Mario García Sordo y Enrique Garay, “El agro, 73 años después: sigue la enorme desigualdad social”, unomásuno, 7 de mayo de 1983, pp. 1 y 7.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Nota adhesiva
¿Significa algo que esté en rojo?
Page 146: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

290 291

que se dio después de la crisis de 1984, Héctor A. González, de quien presentamos un fragmento, tuvo mayor juego en la portada:

Aquí, donde los corridos de “narcos” son tan famosos como las metralletas cuernos de chivo, hay una aparente tranquilidad que oculta 40 años de narcotráfico, de impunidad, corrupción y violencia.Pero no todo son estadísticas. La prepotencia con que actúan los “narcos” en la entidad, donde todavía se pasean con sus carros Gran Marquis y camionetas Bronco, llegó al extremo de “retar al poder político”.Desde el jefe policiaco hasta el gobernador en turno recibieron su “bien-venida” de los “narcos”. Los vehículos de ambos fueron ametrallados […]En un intento de minimizar lo sucedido, Francisco Labastida Ochoa, gobernador de la entidad, dijo al enviado de este diario:“Son incidentes magnificados. Los hechos son los que se han descrito… pero no creo que hayan sido atentados. Son incidentes.”116

“En estas tierras el narcotráfico escaló esferas políticas. Sus tentáculos penetraron a la elite del poder (sic).” La Procuraduría General de la República (pgr) y el Congreso del estado tienen conocimiento de los hechos que involucran al exgobernador Antonio Toledo Corro en actividades relacionadas con el narcotráfico.Pero eso no es todo.Se le acusa de haber dejado un estado saqueado y en bancarrota, con una deuda superior a los 10 mil millones de pesos.

Las imputaciones van desde “proteger al hampa” hasta mantener relaciones con sus capos durante su gestión […]

“Entre enero de 1986 a febrero de 1987 se han localizado cerca de 45 mil plantíos de amapola y marihuana, en un área de 112 mil kilómetros cuadrados que conforman el llamado ‘Triángulo dorado’ —Sinaloa, Du-rango y Chihuahua—, de acuerdo con datos de la Procuraduría General de la República […]El comandante de este operativo, general Adrián Almazán Alarcón, aseguro que se lleva a cabo una campaña fuerte, pero reconoció que “ha resurgido

116 Héctor A. González, “Sinaloa: 6,500 homicidios en seis años”, unomásuno, 13 de abril de 1987, p. 12.

la siembra de plantíos de amapola y marihuana”, aunque predominan los de adormidera.Es un círculo vicioso: hoy destruyen y mañana siembran. Hoy fumigan y a los pocos días brota la semilla.117

Es un reportaje interesante que muestra una de las características singulares del estilo de unomásuno, una preocupación por la historicidad de la información que se refleja en la publicación de contextos de distinta amplitud, no común en el periodismo de entonces; también muestra el rostro de los campesinos presos en ínfimas cárceles, a los narcotraficantes en los principales restaurantes, el poder que tienen en los pueblos de la sierra adonde introducen servicios allí donde el Estado no llega; pero también hay un discurso político muy interesante entrelazado con lo anterior, la detallada entrevista con Francisco Labastida, entonces gobernador entrante de Sinaloa, lo presenta como sereno y valiente; algo similar puede decirse de Adrián Almazán, comandante del ejército encargado de la Operación Marte, pero no del ex gobernador. El reportaje le permite a Labastida Ochoa deslindarse de Toledo Corro, y al general lucir su probidad.

La información económica tiene un desarrollo interesante durante la década que estudiamos que puede apreciarse muy bien debido a que en esta sección es tal vez donde se observa mejor el encadenamiento de las generaciones, la transmisión intergeneracional del oficio y la conformación de nuevos paradigmas. Hemos explicado antes que Guillermo Mora Tavares y René Arteaga, ambos de la generación de los “ex Excélsior”, tuvieron como ayudantes y aprendices a Luis Acevedo y a Alberto Aguilar, y también que Mora Tavares se retiró del diario y Arteaga murió en los primeros años, pero ambos pudieron formar a Acevedo y Aguilar. Las series de reportajes más acabados de estos últimos y que muestran la escuela que desarrollaron en conjunto en la sección económica son sin lugar a duda los de la deuda. Dos primeras series se publicaron entre el 10 y 11 de julio de 1982, autoría de Luis Acevedo; y otra entre el 1 al 4 de agosto del mismo año, escrita por Alberto Aguilar, ambas redactadas en medio de la crisis de 1982.

117 González, “Reactivación de la droga en la sierra sinaloense”, unomásuno, 16 de abril de 1987, p. 1.

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 147: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

292 293

La escasez de créditos y las elevadas tasas de interés que deben pagarse por los préstamos, que llegan a 56 por ciento sin contar reciprocidades o comisiones que los encarecen hasta 76 por ciento, han colocado a 4 mil empresas en proceso de “quiebra financiera”, lo que ocasionaría un desem-pleo masivo no previsto en los planes de política económica elaborados en el actual gobierno. El descenso en el saldo de la captación de ahorros, que de enero a mayo sumaba 131 mil 600 millones de pesos, sólo ha garantizado préstamos por 63 mil millones que se han canalizado en un 70 por ciento a las grandes empresas para el pago de sus deudas en moneda extranjera […]118

“Los próximos 6 meses serán catastróficos en materia de desocupación, contracción de la demanda y problemas económicos” afirmó el presidente de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido, Bulmaro Jiménez, quien dijo que tan sólo en su sector han quedado desempleados —de febrero a la fecha— 30 mil trabajadores, 2 por ciento de la mano de obra de confección por problemas de financiamiento.

El representante del sector con menor acceso a créditos señaló que “el gobierno sostuvo la situación económica para lograr unas elecciones sin problemas”, pero —agregó— en los próximos meses se agravará la incerti-dumbre.119

La formación de economista, la enseñanza que le habían trans-mitido y su propia experiencia dio a Alberto Aguilar la libertad de la interpretación que vemos en su texto, ya que la prospectiva presente en su reportaje no proviene de un estudio realizado en la dependencia, sino de la interpretación que él mismo hace con base en los datos ofrecidos por Hacienda. Con reporteros poco experimentados es común que esta estimación proviniera de una entrevista o de un estudio especializado, pero desde el inicio establece su autoría pues si se observa no hay en-trecomillados.

El ejemplo de prospectiva y de lenguaje asertivo más enfático que encontré en esta serie de reportajes sobre la deuda externa es el de Luis

118 Luis Acevedo, “Cuatro mil empresas en proceso de quiebra”, unomásuno, 10 de julio de 1982, p. 1.119 Acevedo, “Despedidos, 30 mil obreros por causas financieras”, unomásuno, 11 de julio de 1982, p. 8.

Acevedo, en mayo de 1984. Su interpretación de los datos económicos lo lleva a una afirmación contundente:

México carece de posibilidades reales para pagar oportunamente su deuda externa, que asciende a 90 mil millones de dólares o de aflojar la pesada carga que eso representa para la sociedad, y al mismo tiempo enfrenta la necesidad de solicitar nuevas renegociaciones parciales, con elevados costos políticos y financieros.1987 será un año crucial. En esa fecha el país deberá canalizar a favor de sus acreedores del extranjero alrededor de 34 mil millones de dólares y no se vislumbra capacidad de respuesta.120

El periódico tenía en alta estima el trabajo que hacían estos reporteros y se arriesgaba a colocar la prospectiva como la nota principal de ese día. El análisis era riguroso, se basó en la consulta de ocho fuentes nacionales e internacionales de alto nivel, y a la postre resultó acertada, ya que en 1987 México estaba sumido, efectivamente, en una nueva crisis económica.

He querido cerrar este apartado con los ejemplos de la información económica porque era éste uno de los renglones en los que el periódico podía poner en duda los discursos oficiales, con cifras oficiales, validadas por la autoridad. Con “datos duros”, como se llaman en el argot del pe-riodismo, los reporteros de finanzas ponían en entredicho los discursos de los secretarios de estado o del propio presidente, en un plano en el que no podían ser rebatidos. Era un trabajo que requería preparación y rigor, y me parece que en relación con los otros periódicos, el discurso de la sección económica fue muy astuto en su confrontación con las versiones oficiales.

5.10 lo quE “hEmos sido”

En noviembre de 1987 salió a la luz unomásuno. Diez años, un libro editado por Gonzalo Álvarez del Villar para celebrar el décimo ani-versario del diario, que es un corte, una antología que reúne todos los

120 Acevedo, “No se podrá pagar la deuda oportunamente”, unomásuno, 18 de mayo de 1984, p. 1.

Page 148: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

294 295

géneros del periodismo, entre ellos los reportajes. Entre la necesaria edición a la que el tamaño del libro obliga queda velada otra intencio-nalidad. Al comparar el corpus de esta investigación con su selección es evidente que los grandes reportajes de cuando estuvieron todos juntos quedan casi al margen. Sólo seis reportajes de personas que se pelearon con Becerra Acosta traspasan la censura de la historia de la producción editorial contada por alguien del círculo del director: el de la huida de los guatemaltecos a México, de Miguel Ángel Velázquez; el del templo mayor de Fernando Benítez (presentado como una sola entrega); uno de los de la serie de Elvira Luz Cruz, de Sara Lovera; el reportaje conjunto de los 20 millones de pobres; el de la insurrección sin armas de El Salvador, de Stella Calloni, y un apretado resumen de los reportajes de Nicaragua de todos los que estuvieron por allá.

Cuando estaba estableciendo la temporalidad de esta investigación, me pareció que diez años era interesante justamente porque la publicación de este libro decía: “esto hemos sido”. Era un tiempo de memoria que marcaba el propio unomásuno, pero ahora sé que fue la memoria del grupo que se quedó en el periódico, con pocas excepciones. Este hecho nos habla, una vez más, de lo conflictiva que fue la salida de los “ex Excélsior” y de los “jornaleros”, de la heridas que se infligieron y de las deudas afectivas que no saldaron. En definitiva, la selección deja fuera a los que se fueron.

Conclusiones

De 1977 a 1982, el periódico unomásuno fue un laboratorio del pe-riodismo que atisbaba con interés en las experiencias norteamericana y española, en particular en el diario El País, proponiendo asimismo la experimentación como una vía de búsqueda de nuevos derroteros estilís-ticos, así como enfoques, temas y perfiles de reporteros. Ello introdujo y desarrolló en el periodismo mexicano nuevos géneros y nuevas prácticas de construcción discursiva cuya herencia floreció fuera de él en periódicos como La Jornada, El Financiero, Reforma y, probablemente, El Universal en la década de los noventa, ninguno de los cuales, sin embargo, alcanzó a tener una redacción de las características que tuvo unomásuno en la que fue su época de más sólida producción editorial, por diversas razones. La Jornada no lo logró por contar sólo con una parte del equipo, por las limitaciones de su formato y porque poco a poco fue perdiendo el cen-tro y derivando hacia la militancia de izquierda, sin tener el contrapeso que daban los periodistas cercanos al pri en la experiencia anterior. El Financiero tal vez hubiera sido el mejor heredero, por la posición en el mercado que tenía, pero tenía el problema del formato limitado y de la especialización de su público, y para los años noventa había crecido mal administrado, por lo que fue creando un tremendo rezago económico que paliaba al recurrir a dádivas del poder presidencial y provenientes de los distintos estados donde tuvo ediciones; así que su debilidad económica lo llevó a plegarse de nuevo al esquema tradicional, a pesar del contrapeso de la publicidad empresarial. Reforma inició siendo un periódico bien sustentado económicamente, pero despreció la herencia del periodismo crítico del centro del país, e implantó un modelo orientado al conserva-

Page 149: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

296 297

durismo a partir de jóvenes egresados de las universidades, guiado por el modelo norteamericano de mercado, de manera que quienes llegaron después con experiencia del periodismo de unomásuno se vieron acotados por un marco preestablecido.

De todas las victorias alcanzadas por unomásuno que después se perdieron, la más lamentable tal vez sea su calidad de laboratorio del pe-riodismo, que ningún otro periódico retomó seriamente, de manera que el periodismo de principios del siglo xxi enfrentó el impacto de la cultura de la imagen, primero, y del internet después, prácticamente sin recursos, por lo que es llevado a una espiral descendente que combina la pérdida de lectores, iniciativa y calidad, que constituye hoy su principal reto. El único género de la nueva época que representa una ganancia específica fue la creación de los infográficos de los años noventa, que han madurado y se han complejizado en nuestro siglo.

Otra pérdida es la de la capacidad de revolucionar el mercado perio-dístico, debido a la influencia que tuvo en otros periódicos y la relación diferente con el manejo y coberturas de fuentes y de los eventos tradicio-nales, cuyo ejemplo más emblemático fue la manera en que se hicieron los reportajes, lo que puede verse claramente si comparamos los primeros publicados, que siguen la guía estilística del antiguo Excélsior, y los que se hacían en el periodo de 1983, e incluso los que se hicieron después de la salida de los “jornaleros”; pero también, en las fotografías, el periodismo cultural, la cobertura de las campañas electorales y el periodismo urbano.

Unomásuno, además, innovó en la relación con los funcionarios del gobierno, aunque esta afirmación debe hacerse muy acotada, sobre todo por aquellos que seguían cultivando la dádiva de las fuentes como un complemento importante de sus salarios. Este movimiento, si bien leve o incompleto, según como quiera verse, es importante en relación con la tradición autoritaria del priísmo en México, que traducía la mínima crítica en una salida de control. Estos periodistas “descontrolados”, que tenían la osadía de mostrar su rebeldía a los cánones, presentándose a las conferencias de prensa con atuendos informales o que de manera francamente provocadora introdujeron las groserías a las crónicas, repor-tajes y notas, y de manera menos notoria ejercieron la crítica al poder, abrieron una puerta interesante a la profesionalización y combatividad

del periodismo en el centro del país. Sería injusto decir que quienes se fueron a La Jornada no retomaron esta actitud, pero, todo hay que decirlo, la han perdido frente a los gobiernos de izquierda, a los cuales acompañan sin crítica en sus gestiones.

Fueron capaces de incubar, hacer crecer y fortalecer ramas del pe-riodismo que eran secundarias en los periódicos tradicionales: cultural, economía y deportes, a través de mecanismos de liberalización de co-berturas cotidianas, como el caso de deportes, donde no había órdenes de trabajo; de la promoción de la iniciativa de los reporteros y la intro-ducción de nuevos sujetos de investigación, como el caso de cultura, o la mixtura entre la herencia del periodismo con la formación académica, como el caso de economía. El boom de los suplementos y periódicos deportivos de la actualidad no refleja la evolución, calidad y variedad de géneros porque se centra sobre todo en la fotografía y en la opinión, dejando de lado la investigación de fondo, como ocurría entonces. El periodismo económico actual se ha concentrado en El Economista y El Financiero, que, sin embargo, se han especializado en temas de negocios y finanzas, dando un papel secundario a la investigación económica. El debilitamiento del periodismo cultural es la mayor deuda del periodismo contemporáneo con la experiencia del unomásuno, que bien podría se-ñalarse como su fundador, porque poco a poco se debilitan las secciones culturales y se llenan de información de “cables” internacionales, como ocurría antes de la experiencia que reportamos, y se combinan con las secciones de “sociales”, en un movimiento de retroceso hacia los años cuarenta del periodismo en México.

La comunidad intelectual que trabajó en la redacción de unomá-suno, que se escindió y modificó en el tiempo, fue parte de un campo construido con habitus de varios tipos y relacionados entre sí, donde hubo intercambios de capital económico, capital cultural y capital social en distintas dimensiones, por actores que entraron en juego en varios momentos en el periódico.

El periódico no existía como un sistema solitario y autodefinido, era un campo interrelacionado con sistemas mayores como el de la política o el económico, y comunicado con campos paralelos como el de la cultu-ra, el educativo o el deportivo. Fue un sistema que había construido sus

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 150: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

298 299

fronteras con mecanismos de reclutamiento, con una administración del producto editorial de rasgos del periodismo autoritarios edificado entre los años cuarenta y los setenta —cuna de sus directivos y principales miembros fundadores—, pero también con algunos rasgos de participación en la dirección editorial de algunos periodistas que provenían de sectores “de-mocráticos” de la sociedad: partidos políticos de izquierda, universidades y de articulistas provenientes de círculos académicos e intelectuales no directamente relacionados con el régimen presidencialista.

Sin embargo, se trataba de una empresa que no tuvo al principio ni construyó después una independencia económica basada en su circulación y/o la venta de publicidad que le diera independencia. Era un medio que se encontraba en la disyuntiva de hacer un periodismo cívico que respondiera más a los intereses de los lectores que al de los gobernantes, y el esquema tradicional del periodismo ligado a las directrices del poder, especialista en transcribir su discurso. Al final de la época estudiada, por las circuns-tancias económicas o por los intereses de su director fundador Manuel Becerra Acosta, termina renunciando al proyecto inicial de periodismo más ligado a los lectores que al poder presidencial, y se doblega ante él.

Cuando Becerra Acosta salió de Excélsior como consecuencia del conflicto con el grupo de Regino Díaz, lo hace siguiendo los pasos de una figura autoritaria, la de Julio Scherer, con quien había tenido ciertas diferencias, aunque no notables; pero finalmente opta por su propia camarilla. Desde entonces se establece una diferencia entre ambos polos del periodismo: un proyecto basado en la independencia económica (Proceso) y otro con un proyecto basado en el apoyo del gobierno mexi-cano (unomásuno). El intento de Becerra Acosta por regresar a Excélsior apoyado por José López Portillo, era un camino en el mismo sentido.

Proceso no fue fundado como cooperativa, fue desde el principio una empresa financiada por capitales que solamente con el tiempo pudieron tener rostro, pero nunca fue de sus reporteros ni simbólicamente. La decisión de Julio Scherer de fundar primero la agencia Cisa, con la que podían arrancar prácticamente sin capital, solamente con trabajo y telex prestados, fue sólo un paliativo para dar trabajo a los muchos repor-teros que lo habían seguido en su salida y cuando se presentó la crisis económica de 1982 con el boicot de publicidad gubernamental, fue lo

primero que se sacrificó. La verdadera empresa fue Proceso y gracias a que apostó al financiamiento privado y a la venta directa al público fue viable como proyecto periodístico, aunque hay que decir que “nunca” no es estrictamente cierto en la prensa mexicana, pues aun un medio tan independiente como Proceso cuenta con una buena proporción de publicidad oficial que lo fortalece.

El proyecto del periódico unomásuno adoleció desde el principio de falta de capital. Ni siquiera contó con el dinero que proporcionó la venta de acciones al público, pues este capital económico, aunque poco significativo, lo había capitalizado Proceso. El pequeño barco en el que se hicieron a la mar los de unomásuno debió su botadura a Jesús Reyes Heroles, secretario de gobernación de José López Portillo, quien abrió el paso a un préstamo de Nafinsa. La otra parte del capital, imprescindible, la puso un impresor: José Solís, quien fue el gran ganador de los primeros años de unomásuno.

Es muy difícil saber cómo fueron las ventas al público de unomá-suno al principio; los testimonios de los fundadores obtenidos para esta investigación señalan que el arranque fue difícil en lo administrativo y podemos suponer que financieramente dependía de los favores guber-namentales en lo fundamental: el costo del papel de Pipsa, las cuotas de Seguro Social y los impuestos que debían pagarse a Hacienda, que fueron deudas no saldadas de forma transparente en los primeros años y fueron el lastre mayor al final de la gestión de Manuel Becerra Acosta, cuando éste se enfrentó con Carlos Salinas de Gortari.

En el sexenio de Miguel de la Madrid la relación de Becerra Acosta fue fuerte, pero la crisis del petróleo cerró para unomásuno (como puede suponerse, también para los otros periódicos) las arcas de la abundancia. En el escenario de recesión y de planes de choque se sentaron las bases para el neoliberalismo, y se agudizó la tensión entre el periodismo que se hacía parcialmente en favor de las causas populares, de oposición y los sindicatos, y el apoyo al presidente, fuente fundamental del finan-ciamiento de unomásuno.

Por razones que aún hay que explorar, en 1984 se logró reunir el capital necesario para fundar La Jornada, que se dividiría de manera desigual al público ilustrado y de izquierda con el alicaído unomásuno.

Page 151: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

300 301

Podríamos suponer que para el gobierno mexicano fue mejor tener dos y no sólo un periódico con tendencia de izquierda, así ninguno concen-traba la fuerza de su público.

El quiebre total del proyecto económico de unomásuno se da en la víspera de la elección de Carlos Salinas de Gortari, por varias razones expuestas: la confrontación personal de Becerra Acosta con el que había sido el secretario de gobernación y luego candidato presidencial, que editorialmente se expresa en el apoyo decidido que el periódico dio a la información de la Corriente Democratizadora y a la campaña de Cuau-htémoc Cárdenas; un grupo de expriístas evidentemente enfrentados con Salinas de Gortari y que en las urnas de disputa pierden efectivamente el poder, y un conflicto de dimensiones nacionales que desemboca en las cuestionadas elecciones de 1988. A partir de ese manejo editorial y de las otras confrontaciones relatadas aquí se puede afirmar que la suerte para el dueño del periódico estaba echada. En ninguno de los dos sexenios anteriores estuvo confrontado con el presidente y al inicio del sexenio salinista fue esa la principal debilidad del periódico. Entonces se hicieron efectivas las deudas con Pipsa, con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y con el Instituto Mexicano del Seguro Social. Desde la gerencia, Luis Gutiérrez fue haciendo negociaciones exitosas para sacar a unomásuno de la postración económica, lo que además le abrió el camino a la dirección del periódico y a los beneficios económicos que luego pudo capitalizar también.

Con el último gesto de aceptar el millón de dólares ofrecido por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y el exilio obligado a su querida España, Manuel Becerra Acosta no hizo sino concretar la apropiación del capital económico de los fundadores, preparada desde que adquirió la mayoría accionaria de unomásuno, con un préstamo de la familia de su esposa, Ángeles Aguilar Zínser. No podemos decir si también com-partió con ella el millón de dólares que le dio, según testimonio de Luis Acevedo, un hombre cercano a Gutiérrez Barrios, la noche en que perdió unomásuno para siempre.

Siguiendo la pista del dinero, del capital económico de esta empresa, podemos decir que en cuanto a la asociación entre la cooperativa de pe-riodistas que se fundó para dar nacimiento al proyecto de unomásuno y la

sociedad anónima que se estableció con José Solís, el impresor, no hubo ningún sustento legal, porque no existe esa posibilidad, de acuerdo con la legislación mexicana. Las condiciones en que se otorga el préstamo inicial de Nacional Financiera no son conocidas tampoco, pero según lo que apunta el testimonio de Becerra Acosta y de otros, dicho préstamo no fue otorgado a los socios de la cooperativa de periodistas, sino a la Sociedad Anónima que establecieron Becerra Acosta y Solís, así que la sociedad y la cooperativa estuvieron más bien en un ámbito simbólico, pero todos los fundadores, sin faltar ninguno, reclamaron sus acciones como válidas, y hubo quien las vendió a Manuel Becerra Acosta, aunque otras, como las de Teresa Weiser, se hicieron cenizas.

Imaginando una historia lineal de unomásuno, el siguiente golpe lo dieron el grupo de reporteros y funcionarios fundadores del dia-rio que intentaron adueñarse del periódico por la vía de los hechos: llegaron a puestos muy importantes de decisión del diario y, poco a poco, con acciones de una astucia sin freno ético, fueron alejando a Becerra Acosta del diario; pero finalmente él tenía su propiedad. Cuan-do la estrategia de este grupo orientada a que Becerra Acosta dejara la dirección por su problema de alcoholismo falló, le devolvieron el golpe dado en diciembre de 1979 y se apropiaron del capital cultural que habían generado entre todos, conformado no sólo del prestigio de diario progresista que en conjunto habían creado, sino de todos aquellos productos periodísticos que pertenecían a la comunidad de periodistas; de las trayectorias periodísticas que cada uno había edi-ficado a partir de su pertenencia a unomásuno; de la legitimidad que tenía el periódico por haber enarbolado las banderas de los grupos sociales emergentes y del público que era fiel a estas características de unomásuno. La salida de los “jornaleros” hizo hueco grande al casco de la averiada nave de unomásuno. Trabajos de emergencia de los periodis-tas del primer círculo de Becerra Acosta y su propio talento lograron reparar la nave, que con muchos trabajos pudo llegar a un puerto de resguardo, del que no salió sino hasta el terremoto de 1985. Parecía que podía salir de nuevo a mar abierto, pero los nuevos reporteros y reporteras del relevo encontraron un ambiente hostil, y faltaban un par de años para que los aprendices comenzaran a llenar el hueco

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 152: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

302 303

dejado por los “jornaleros”. Y los problemas económicos estallaron en la víspera de las elecciones de 1988.

Vale la pena detenerse un poco más en el capital cultural de unomá-suno: para cuando partió el bergantín de la hoz y el martillo que fundaría La Jornada no quedaban miembros del grupo de los “ex Excélsior” que presionaran a Manuel Becerra Acosta por la propiedad del diario, sólo sus leales. Quienes se fueron eran la generación de universitarios que había recibido la tradición periodística de aquéllos y había experimentado con nuevos géneros, la libertad de lenguaje, poca censura y recibido la influencia de tendencias internacionales, así como quienes se encontraban más cercanos a la izquierda mexicana. El prestigio del diario era el de un diario separado del Estado, aunque esto no era estrictamente cierto, que tenía una cierta tendencia de izquierda, que arropaba a los sindicatos y las causas populares, cercano los círculos intelectuales, y un poco irreverente y hasta contestatario con las formas. Laboralmente era el mejor perió-dico donde se podía trabajar, por los salarios, por las jornadas laborales y por el tiempo que se liberaba al reportero de las coberturas cotidianas para hacer trabajos especiales. En cuanto al público que lo leía, se tenía en primera línea a un público universitario de la capital mexicana, el mayor de todo el país en este renglón, al público de los grupos sociales emergentes: las organizaciones sociales, los partidos de izquierda, las feministas, los artistas e intelectuales y a los sectores ilustrados del los partidos políticos; un buen público.

Por último hay que resaltar aquí un habitus peculiar del periodismo en México y de otros países: en el periodismo se es lo que se escribe, las coberturas que se han realizado, las primicias que se han ganado y aquellos productos que los colegas reconocen como buenos. Este es el currículo más importante de los reporteros, y no depende estrictamente del periódico en el que está trabajando —aunque depende de la libertad y el juego que se le dé para desarrollarlo. Este prestigio profesional llega a valer más que la formación universitaria, así que es el principal capital cultural que tienen, y como se observa, es algo que no puede enajenarse, que depende de las capacidades individuales. Esa es la razón por las que al momento de la ruptura en los primeros meses de 1984, los distintos grupos de unomásuno intentaron conquistar adeptos para sus causas,

porque dependía de quién se quedara y quién se fuera la posibilidad de explotar este particular capital cultural.

Más que la partida de los reporteros que fundarían La Jornada, que algunos de quienes se quedaron en unomásuno rubricaron con gritos semejantes a los escuchados el 8 de julio de 1976 en las escaleras de Excélsior, lo que hirió de muerte al periódico fueron los mecanismos con los que el grupo de “jornaleros” se apropiaron del capital cultural que había construido unomásuno: en un atestado salón del Hotel de México, Pablo González Casanova, hombre de innegable prestigio académico y ampliamente conocido en sectores de izquierda convocó de nuevo a los lectores a sumarse al proyecto de La Jornada, y tal como había sucedido en el Sheraton años atrás para Proceso, la gente se agolpó masivamente para oír el discurso y luego compró las acciones del nuevo proyecto periodístico. En su discurso, Pablo González Casanova, a nombre de quienes serían los fundadores de La Jornada, explicó que el proyecto anterior, el de unomásuno, estaba acabado; que el país estaba maduro para un nuevo proyecto que pusiera en el centro a los grupos popula-res, a los obreros en lucha, a los campesinos, a los universitarios y a los partidos de izquierda, y demás grupos progresistas, separado del poder, con una planta de reporteros profesionales. Es decir, las banderas que habían pertenecido a todos en unomásuno ahora eran enarboladas por la comunidad que iba a hacer el pequeño tabloide, que llevaba el nombre popular con el que obreros y campesinos designaban su lapso de trabajo. Esa noche los escritores e intelectuales cuyos nombres eran seguidos por los lectores encabezaron el acto para legitimar el nuevo proyecto de La Jornada. En actos similares en los estados, con algunos de estos escritores e intelectuales, el discurso se multiplicó por todo el país. Cada reunión en universidades, sedes sindicales, salones de hoteles rentados para el caso, se fue repitiendo que el proyecto de unomásuno estaba acabado. Y así entre los meses de marzo a septiembre con cada una de estas reuniones públicas, los “jornaleros” se apropiaron del capital cultural.

Febrilmente, de un día para otro, como no lo había hecho en meses anteriores debido a sus conflictos con sus subdirectores y ausencias por enfermedad, Manuel Becerra Acosta se puso a escribir él mismo para sustituir a los colaboradores; también buscó a quiénes reemplazarían a los

Page 153: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

304 305

articulistas y columnistas. Se abocó a lo inmediato, pero sin estrategia. El gran éxito de quienes propusieron la salida de unomásuno fue convencer a los intelectuales de que ese proyecto se había desviado. El argumento que cerró la pinza no fue la variación de la línea, sino lo ocurrido con el sindicato y con las demandas de los trabajadores.

Despojado como estaba de las plumas y de muy buenos reporteros, pero sobre todo del prestigio de escribir para las causas populares, se reclutó a reporteros a quienes se les exigió llenar el espacio de los que salían; además algunos “huesos” subieron al puesto de reporteros, pero aun así, unomá-suno tardó en recuperarse. En los meses posteriores también se reclutaron nuevos aspirantes a reporteros salidos de las universidades y comenzaron su entrenamiento para recuperar el encadenamiento de las generaciones de periodistas, ya que prácticamente la segunda generación del periódico, los que no venían de Excélsior pero que habían aprendido de ellos, y que tenían entre treinta y cuarenta años, se fue a La Jornada; la mayoría de los “ex Excélsior” también habían salido ya. Quienes se quedaron a enseñar la tradición a los nuevos eran sólo algunos de los que la generaron, los más cercanos al círculo de amistad de Becerra Acosta, pero no eran suficientes como para fortalecer la redacción. Además, no elaboraron una estrategia para enfrentar el desprestigio que significó la promoción de La Jornada, pues estaban muy ocupados en mantener a flote el barco después del naufragio.

Nos hemos referido hasta ahora al microsistema de unomásuno y a sus relaciones internas, pero es muy importante destacar que el proyecto estuvo siempre en la bisagra producto de sus contradicciones: por una parte se pretendía hacer un periodismo diferente, comprometido con los lectores, más que con el poder del presidente en turno y del pri; pero no se quería renunciar a los privilegios que generaba el periodismo tradicional en tér-minos de financiamiento a la empresa periodística, ni tampoco individual-mente a las comisiones de publicidad y en algunos casos a ingresos ilegales, conocidos tradicionalmente como “chayote”, en el periodismo mexicano.

Cuando la línea editorial se fue haciendo cada vez más cercana a los grupos de la sociedad civil, muchas veces enfrentados al Estado, el equilibrio inicial que había sido operativo ante un presidente que enca-bezaba la “apertura política”, un secretario de gobernación no sólo afín sino mecenas y el auge de recursos derivados del petróleo, el subsistema

de unomásuno fue funcional al sistema político de la época. Pero con la reforma política terminada, con el alejamiento del cargo del secretario de gobernación de Jesús Reyes Heroles y las arcas petroleras sin fondos, los intercambios entre estos dos sistemas dejaron de ser funcionales y comenzaron ser conflictivos.

El desarrollo del periodismo innovador, experimental —en un ambiente de libertad— y la influencia de los periodistas con militancia de izquierda impidieron la vuelta atrás de unomásuno cuando el sistema político lo quiso obligar volver al periodismo tradicional; ya no podían estar bien con Dios ni con el diablo, y no fue suficiente la capacidad de negociador de Manuel Becerra Acosta, con todo y su cuota de cinis-mo, para recuperar las entradas financieras necesarias para sostener el periódico y la vida bohemia de muchos de los periodistas que hacían unomásuno, empezando por la de su director, que gustaba de viajar a España o a París para escribir.

Hay algo que, en medio de todos los conflictos, resulta sorprendente de esta comunidad intelectual: su vocación por la escritura y su entrega a ejercerla, que tal vez sólo al final de esta década decayó, cuando el clima interno era muy malo. Escribir era algo que no era negociable, que se defendía con toda la fuerza, porque era el sentido mismo de su lugar social; sean suficientes unos ejemplos: en enero, la víspera de su salida de unomásuno, Víctor Avilés publica un reportaje de los tarahumaras; Sara Lovera hace el cierre del caso de Elvira Luz Cruz y Pedro Aldana rememora la historia de El Santo, mientras del otro lado Jorge Reyes Estrada le sigue la pista a las residencias de Arturo Durazo Moreno.

A principios de 1984 sabían quiénes se iban a ir y quiénes se iban a quedar y, sin embargo, todavía peleaban por la primera plana con lo mejor que sabían hacer, sus reportajes. En pleno rompimiento, un airado Víctor Manuel Juárez le reclamó a Miguel Ángel Velázquez, que había sido su amigo: “¿Cómo te vas a ir? ¿Quién va a cubrir a los indios? ¿Quién se va a ir a meter a los pinches lodazales? ¿Quién va a hacer tales cosas? Eres un hijo de la chingada...”.1 Puede ser que el último calificativo y otros mayores se profirieran, que lo gritaran, que vociferaran fuera el vehículo

1 Entrevista con Miguel Ángel Velázquez, mayo de 2004.

Page 154: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

306 307

para descargar la rabia de la ruptura; pero no hay ningún testimonio de los 18 que recogí para esta investigación, y de los que se han publicado en otros espacios, de que se dijera que fueran incapaces los del bando contrario. Nunca. A pesar de las batallas por la memoria, de los rencores y las heridas, unos y otros se consideraron periodistas competentes. Los reclamos y las descalificaciones se enfocan a lealtades y deslealtades, pero nunca mencionan la ineptitud.2 En este mismo sentido, quienes se quedaron en unomásuno pudieron dar un seguimiento, casi enfermizo, a los ires y venires de La Jornada, y profetizar con aire malsano que no iban a poder seguir adelante como empresa. Pero toda esta vorágine emocional tensó sus cuerdas y escribieron reportajes de una gran cali-dad, mostraron su madurez y se arriesgaron con nuevas propuestas, se probaron y probaron a los otros, a los que se habían ido, que eran muy buenos, sólo que el hueco en la nave “del uno” fue demasiado grande y tardaron en recuperarse; pero de ninguna manera puede decirse que a partir de marzo de 1984 los periodistas que se quedaron en unomásuno quedaron postrados.

Parafraseando a Frankl, el filósofo Javier Vilchis decía que “la vo-cación no la da la profesión sino el modo como se la ejerce; que es de nosotros mismos, y no de la profesión concreta en cuanto tal, de quienes depende el que se haga valer nuestro trabajo, como algo personal y espe-cífico, que le da un carácter único e insustituible a nuestra existencia, y con ello un sentido a la vida”.3 Creo que a pesar de los defectos que ha sacado a la luz esta investigación —que en la fatalidad del ser humano, parecen inherentes a los grupos creativos—, la mayoría de los reporteros que fueron parte de la redacción de unomásuno vivieron su trabajo con vocación, como algo absolutamente indispensable en su vida. Si hubo alguien que no se esforzara al máximo por competir por la primera plana, que no tuviera voluntad de innovar, que nunca deseara hacer el mejor reportaje posible o que se encontrara tan brutalmente sumergido en la corrupción que ésta lo inmovilizara, la memoria colectiva lo minimiza o no lo recuerda.

2 El único personaje que resulta mencionado como no periodista es Carlos Payán.3 Javier Vilchis, Persona, educación y destino, p. 230.

Aun los periodistas que se fueron a La Jornada y que vivieron la expe-riencia de fundar el último de los proyectos periodísticos gremiales exitosos del periodismo mexicano del siglo xx, señalan que nunca se volvieron a tener las condiciones, el ambiente y la producción que tuvo unomásuno en sus mejores épocas. Dispersos como los encontré durante los años 2004, 2005, 2006 y 2007, cuando los entrevisté largamente, casi todos recor-daron como excepcional la época en la que trabajaron en unomásuno,4 y prácticamente todos reconocieron que fue una experiencia fundacional para sus carreras periodísticas.

Mención aparte en estas conclusiones merece el director fundador de unomásuno, un ser totalmente dual:5 podía ser ruin, autoritario, arrogante, grosero, vengativo. Irrumpe con sus gritos y sus terribles ojos azules en la memoria de todos quienes lo conocieron y trabajaron para él. Muchas veces lo recuerdan en la cueva oscura que era su oficina, iluminada con un lámpara que cegaba a quien quería ver su rostro mientras hablaban. Algunos de sus amigos de Excélsior fueron traicionados por él de la peor manera. Pero también fue un periodista de una gran intuición, formador de periodistas y experimentador nato. Su historia se entiende sólo en las redacciones de los periódicos en los que estuvo, en el abrazo de sus mujeres y en el disfrute atenazante de sus vicios. Lamento no tener los instrumentos de mis amigos los psicólogos para adentrarme más a su personalidad multifacética y estoy segura que los conocimientos de teatro clásico de Fernando de Ita, que también escribe sobre él, podrán dejar mejor testimonio de quién fue, así que sólo daré detalle conclusivo de lo que fue su obra.

Pudo negociar con el sistema político mexicano, con sus “amigos” en el poder, los recursos suficientes para arrancar su proyecto periodístico. Cuando integró el equipo de los fundadores lo hizo con una visión de futuro, pero que aún tenía el pasado como lastre. Construyó la primera redacción con tres generaciones diferentes de periodistas, dispuesto a sen-

4 Solamente Sara Lovera y Miguel Ángel Velázquez marcan el nacimiento y los primeros años de La Jornada como los mejores.5 Alexander Solzhenitsyn escribió alguna vez algo que le viene muy bien a la persona que fue Becerra Acosta: “la línea que divide el bien y el mal corre a través del corazón de cada ser humano y ¿quién estaría dispuesto a destruir parte de su propio corazón?”, apud Marina González (coordinadora), p. 85.

Page 155: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

308 309

tar la base de una tradición, que logró instaurar a pesar de él mismo. Los “ex Excélsior” habían aprendido el oficio en las viejas lides del periodismo y habían luchado por la libertad de publicar contra el presidente Luis Echeverría sin conseguirla. Por otro lado, contaba con una generación con experiencia y dispuesta a jugarse el todo por el todo constituida por jóvenes reporteros con experiencia en otros medios seducidos por el sueño de un periodismo libre, y finalmente —en contra de la tradición de reclutamiento de los periódicos de su tiempo— la generación de jóvenes universitarios o egresados de la escuela Carlos Septién García; un semillero que ningún otro medio tenía. La combinación de estos tres grupos dio como fruto una redacción muy poderosa en la primera mitad de su historia. Su director posteriormente experimentó integrando a los intelectuales a las dinámicas del periodismo. Los hizo escribir con los recursos de la ciencia política, teología, de la literatura o de la historia, pero dentro de los géneros periodísticos para darle profundidad al repor-taje. Liberó el lenguaje para que la creación se reflejara en la forma de escribir, y dio rienda suelta a los temas más innovadores que surgían en la redacción, y lo que fue determinante en el rumbo del periodismo: abrió las páginas a los grupos sociales que presionaban al priísmo autoritario desde los más diversos ámbitos.

En una faceta menos loable, Manuel Becerra Acosta tuvo la astucia de acotar e ir disminuyendo a sus enemigos internos a través del alejamiento o la inmovilidad, lo que le permitió sortear la crisis de los “ex Excélsior”; pero cayó en las redes de un grupo que no permitió esas estrategias y que, en cambio, utilizó sus debilidades para casi sacarlo del diario. Becerra Acosta perdió los estribos cuando funcionarios y periodistas muy capaces respon-dieron a sus golpes fundando La Jornada; pero se recuperó y logró sacar a alta mar nuevamente el dañado barco de unomásuno, conquistando a una segunda redacción a la que hizo crecer, arropado de un círculo de amigos y familiares que nunca le dieron la espalda. La única jugada que no pudo sortear y que resultó determinante fue la política: no supo elegir bien a su último y muy importante adversario político, Carlos Salinas de Gortari, y en el juego ambiguo que mantenía con el poder y el dinero del Estado, eso fue lo que lo perdió, lo llevó al exilio, y a su declive como persona y periodista. Al final de su vida, si se mira con atención la fotografía de la

entrevista con Alegría Martínez, sólo quedaba el nombre de aquel Zeus de ojos azules, cuyos rayos partían las tardes de la redacción de unomásuno.

Manuel Becerra Acosta fue uno de los últimos caudillos del periodismo mexicano. Uno que pretendió ser modernizador y quedó atenazado en las reglas de las camarillas mexicanas: cuando una camarilla ascendente se apropió de su prestigio y de su público, cayó en desgracia, y entonces reto-mó los caminos más tradicionales: pedir ayuda del gobierno. Hay peligros que saltan a la vista en este funcionamiento de los grupos periodísticos: la concepción vertical del poder con un caudillo en el centro, que en términos periodísticos desincentiva la iniciativa y libertad de los reporteros, siempre en riesgo de caer de la gracia del caudillo; la pertenencia a las camarillas relacionada con la lealtad y no con el talento, lo que puede llevar al em-pobrecimiento intelectual de las redacciones y a una relación clientelar a la asignación de fuentes y los espacios del medio; la descalificación de los miembros expulsados o que se retiran en medio de conflictos, lo que impide absorber las mejores prácticas periodísticas, sin importar el grupo al que se pertenezca, y una relativa inmovilidad de las generaciones, porque éstas acaban renovándose cuando el caudillo muere o se retira.

Unomásuno nos dejó enseñanzas muy diversas: no es posible sus-tentar un periodismo orientado a la sociedad y sus problemas sin tener una independencia económica que permita un auténtico alejamiento del poder del Estado mexicano. La construcción del gremio periodístico estuvo basada en una serie de tradiciones autoritarias que entran en contradicción con formaciones universitarias y con cierto tipo de mili-tancia (de izquierda por ejemplo) —aunque también los universitarios y los hombres de izquierda se corrompen. La experimentación con el lenguaje y las técnicas de investigación, así como el contacto con otras disciplinas, enriquece el ejercicio periodístico en beneficio de los lectores; en el periodismo se tiene capitales económicos y culturales que deben guardar un equilibrio y estar protegidos por contratos, mecanismos de apropiación, códigos de ética, consejos que vigilen su observancia, porque de lo contrario se generan las tormentas. Y para terminar, el periodismo en México es un subsistema que se encuentra en peligroso contacto con un sistema mayor: el político, al que observa cada vez con mayores herramientas, pero del cual depende económicamente, incluso

araceli.tellez
Resaltado
araceli.tellez
Resaltado
Page 156: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

310 311

ahora. Quienes manejan el sistema político pueden hacer cualquier cosa por hacerse pasar como “amigos” de quienes están en el sistema de los medios de comunicación, con el objetivo de eludir la labor de transparentar la manera en que gobiernan. Como resultado de estos intercambios hay una permanente tensión que puede tener resultados desagradables, casi siempre para los medios y sus periodistas, y esta disparidad prevalecerá hasta que la fortaleza del público sea capaz de sustentar a los medios económicamente.

Hace años, cuando era una jovencita universitaria, fui tocada por un primer reportaje del nuevo periodismo leído en unomásuno, que representó una ventana abierta a las posibilidades de indagar la realidad, escribir sobre ella, que no se leía en el periódico de mis padres o en el de mi abuelo, y quedé asombrada. Ese pequeño acontecimiento es la semilla de esta investigación. Años después, cuando su fama aún no se había extinguido del todo, llegué a trabajar en la sección cultural de unomásuno, justo en la semana en la que se fue Manuel Becerra Acosta, de quien solamente vi su sombra en la escalera. Todos me decían: “hubieras llegado antes”. Tan joven era, tal vez no hubiera bregado bien en su vorágine final, pero no quise quedarme con la duda a la pregunta ¿por qué? Después de esta indagación, que alumbra lo que fueron las vidas laborales de los reporteros de unomásuno a través de los poderosos recursos de la historia y la histo-riografía, puedo contestar no sólo para mí, sino para muchos de quienes ejercieron su carreras periodísticas en los años ochenta, para quienes em-piezan a desarrollar la propia y para los interesados en la historia del sistema político mexicano: pese a su decadencia final y a sus conflictos, unomásuno fue un periódico fundacional en el periodismo mexicano que exploró de manera sistemática en los géneros periodísticos y estableció interesantes tradiciones de investigación y escritura, y con ello conquistó a un público inteligente. Sus ecos, si se escucha con atención, aún pueden oírse en la prensa capitalina y de los estados en el siglo xxi , pero son también ecos de sus victorias perdidas. Vale la pena entonces aprender de sus éxitos así como de sus fracasos.

Calle de Andalucía, noviembre de 2009.

Bibliográfía

Aceves Lozano, Jorge. Historia oral, Antologías Universitarias, México, Instituto Mora, 1997.

Aguilar Camín, Héctor. La guerra de Galio, México, Cal y Arena, 1998.Anna, Timothy et al. Historia de México, México, Crítica, 2003.Álvarez del Villar, Gonzalo (coordinador). 10 años del unomásuno, México,

Editorial Uno, 1987.Aristóteles. Retórica, Madrid, Alianza Editorial, 2005.Barragán Lomelí, María Antonieta. Hechos relevantes de la historia de Uno

más uno (1977-1983) Vía crucis de un proyecto, México, unam, 2000 (tesis de licenciatura).

Becerra Acosta, Manuel. Dos poderes, México, Grijalbo, 1985, p. 213.Borrás, Leopoldo. Historia del periodismo mexicano. Del ocaso porfirista al

derecho a la información, México, unam-Dirección General de Infor-mación, 1983.

Bohmann, Karin. Medios de comunicación y sistemas informativos en México, México, Conaculta/Alianza Editorial Mexicana, 1990.

Bourdieu, Pierre. Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, Barcelona, Anagrama, 1997.

________Sobre la Televisión, Barcelona, 2005.Burkholder de la Rosa, Arno Vicente. La red de los espejos. Una historia del

diario Excélsior (1916-1976), México, Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, 2007 (tesis doctoral).

Campbell, Federico. Periodismo escrito, México, Ariel Comunicación, 1994.Camp, Roderic. La política en México, México, Siglo xxi, 1995.________Los intelectuales y el Estado en el México del Siglo xx, México,

Siglo xxi, 1995.

araceli.tellez
Nota adhesiva
Revisar la bibliografía, hay errores en el orden.
Page 157: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

312 313

Cavallo, Guglielmo y Chartier Roger. Historia de la lectura en el mundo occidental, Madrid, Taurus, 1998.

Chartier, Roger. Pluma de ganso, libro de letras, ojo viajero, México, Uia, 1997.De Garay, Graciela (coordinadora). Cuéntame tu vida, México, Instituto

Mora, 1997.---------, (coordinadora). La historia con micrófono, México, Instituto Mora,

1999.Flores Quintero, Genoveva. La seducción de Marcos a la prensa. Versiones sobre

el levantamiento zapatista, México, Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México/Miguel Ángel Porrúa/Cámara de Diputados, 2004 (serie Humanidades).

Friedrich, Paul. Los príncipes de Naranja. Un ensayo de Método Antropohistórico, México, 1986.

Fuentes Navarro, Raúl. La comunidad desapercibida. Investigación e investigadores de la comunicación en México, México, iteso, 1991.

Gadamer, Hans-Georg. Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1977.

Galindo Cáceres, Luis Jesús (coordinador). Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, México, Addison Wesley Longaman, 1998.

García Gossio, María Ileana (coordinadora). Mujeres y sociedad en el México con-temporáneo: nombrar lo innombrable, México, Tecnológico de Monterrey/Miguel Ángel Porrúa/Cámara de Diputados, 2004.

Ginzburg, Carlo. Mitos, emblemas, indicios. Morfología e historia, Barcelona, Gedisa, 1999.

Grijelmo, Álex. El estilo del periodista, México, Taurus, 2006.González, Marina (coordinadora). El Mal y sus discursos. Reflexiones para una

visión ética del mundo, México, Tecnológico de Monterrey, Campus Estado de México/Miguel Ángel Porrúa, 2007.

Hernández Solano, María Ernestina. unomásuno. Testimonios 1977-1997. El periódico renovador, México, Editorial Uno, 1998.

Kapuscinski, Ryszard. El emperador, Barcelona, Anagrama, 1997.Kuhn, T.S. La Estructura de las revoluciones científicas, México, fce, 2000

(Breviarios).

Lara Klahr, Marco. Diarismo. Cultura e industria del periodismo impreso en México y el mundo, México, Editorial e.

Le Goff, Jacques. El orden de la memoria. El tiempo como imaginario, Barcelona, 1991.

Leñero, Vicente. Los periodistas, México, Joaquín Mortíz, 1980.Lewis, Bernard. La historia recordada, rescatada, inventada, México, fce, 1979.Martínez, Alegría. Manuel Becerra Acosta. Periodismo y poder. México, Plaza y

Janés, 2001 (Testimonios y biografías).Martínez S, José Luis. La vieja guardia. Protagonistas del periodismo mexicano,

México, Plaza y Janés, 2005.Monsiváis, Carlos. A ustedes les consta. Antología de la crónica en México, México,

Era, 2003.Montero Aguirre, Ernesto. Uno más uno: un proyecto y 3 poderes, México, unam,

1994 (tesis de licenciatura).Musacchio, Humberto. Ciudad quebrada, México, Océano, 1986._________ Milenios de México. Diccionario Enciclopédico de México, México,

Raya en el Agua, 1999 (t. i, ii y iii). Olson, David R. El mundo sobre el papel. El impacto de la escritura y la lectura

en la estructura del conocimiento, Barcelona, Gedisa, 1998.Revueltas, Eugenia y H. Pérez (compiladores). Oralidad y escritura, México,

Colegio de Michoacán, 1992.Rodríguez Murguía, Jacinto. La otra guerra secreta. Los archivos prohibidos de la

prensa y el poder, México, Debate, 2007.Ricoeur, Paul. Tiempo y Narración, México, Siglo XXI, 1999 (t. i, ii).Sánchez Gudiño, Hugo. Prensa y poder en el sexenio de Miguel de la Madrid.

Génesis y ascenso de los intelectuales orgánicos de salinismo en la prensa mexi-cana, México, unam-Aragón, 2004.

Scherer García, Julio. Los presidentes, México, Grijalbo, 1986.Smith, Peter. Los laberintos del poder, México, Colmex, 1981.Valtierra, Pedro. Nicaragua. Una noche afuera, México, Editorial Cuartoscuro,

1991.Vilchis, Javier. Persona, educación y destino, México, Plaza y Valdés editores, 2003. Wolfe, Tom. El nuevo periodismo, Barcelona, Anagrama, 1989.

Page 158: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano

314 315

EntrEvistas

Acevedo, Luis, mayo de 2004.Aldana, Pedro, mayo de 2004.Calloni, Stella, mayo de 2004.De Ita, Fernando, marzo de 2004.García Davish, Francisco, noviembre de 2005.García Sordo, Mario, marzo 2005.Guzmán, Sergio, febrero 2004.Hernández, Ernestina, marzo 2004.Malvido, Adriana, junio-julio de 2007.Lovera, Sara, junio 2005, diciembre 2006.Llinas, Isabel, julio de 2005.Reynaldos, Carlos, noviembre de 2005.Ríos Navarrete, Humberto, marzo 2004.Velázquez, Miguel Ángel, mayo 2004.Valtierra, Pedro, mayo de 2004.

hEmErografía

Periódico unomásuno: del 14 de noviembre de 1977 al 31 de noviembre de 1987.

Revista Proceso:“Renuncias y acusaciones de directivos en unomásuno”, 4 de diciembre de 1983.“Más renuncias en unomásuno”, 11 de diciembre de 1983.“También Fernando Benítez se fue de unomásuno”, 25 de diciembre de 1983.“Nuevo periódico”, 26 de Febrero de 1984.“En el diario unomásuno casi nadie sabe para quién trabaja”, 19 de marzo de 1989.“Se quejan de cambios en el unomásuno”, 26 de marzo de 1989.“Denuncia de un colaborador cesado contra la dirección de unomásuno”, 30 de

abril de 1989.“Carta de Juan Pablo Becerra Acosta”, 28 de mayo de 1989.

“Destierro, no es otra cosa, dice en Madrid el exdirector del unomásuno, Becerra Acosta”, 1 de octubre de 1989.

“Unomásuno: ‘de órgano independiente a órgano paraestatal’, Muñoz Ledo plantea en el Senado: de dónde salió el dinero que recibió Becerra Acosta”, 8 de octubre de 1989.

“A Salinas de Gortari”, 3 de diciembre de 1989.

Page 159: Unamásuno: victorias perdidas del periodismo mexicano