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¿Una Inmaculada de Escalante en el monasterio de Leyre? El monasterio de San Salvador de Leyre, tanto por su antigüedad como desde el punto de vista arqueológico y artístico, es, sin duda, uno de los conjuntos monumentales más importantes e interesantes de Navarra. So- bre todo porque en sus viejas construcciones, que forman un conjunto hete- rogéneo de épocas y de estilos superpuestos, pero ensamblados en perfecta armonía, se patentizan los primeros balbuceos de nuestro románico navarro, presentados, todavía, llenos de indecisiones y timideces 1 . Pero, prescindiendo de su arquitectura, se conservan en Leyre tam- bién algunos otros objetos de Arte, ciertamente que muy pocos, en propor- ción con los que antaño allí lucieron, habiendo sido su rico patrimonio artístico y cultural maltratado y disperso, en dos distintas ocasiones, en la primera mitad del siglo XIX, con lo que sólo muy contadas piezas pudieron ser conservadas y reintegradas al monasterio, siendo una de las más inte- resantes y valiosas un cuadro del siglo XVII, que celebra el misterio de la Inmaculada Concepción de la Virgen María y que va a ser el objeto del presente artículo. 1 Resulta impresionante la bibliografía existente en torno al conjunto artistico- monumental de Leyre. Entre toda ella caben citar, como más importantes y monográficos, los siguientes estudios: José María LACARRA, y José GUDIOL, El primer románico de Navarra. Estudio histórico- arqueológico. Rev. "Príncipe de Viana", V, 1944, XVI, pp. 221-272 + 40 láms. Francisco IÑIGUEZ ALMECH, El monasterio de San Salvador de Leyre. "Principe de Viana", 27, 1966, 104-105, pp. 189-220 + 70 láms. Carlos María LÓPEZ O. S. B., LEYRE. Historia, Arqueología, Leyenda. Pamplona, 1962. Edit. Gómez. Don Luis María de LOJENDIO, O. S. B., Navarre romaine, Zodiaque, 1967. Idem, id., id., LEYRE Col. "NAVARRA. Temas de Cultura Popular", núm. 28. Dipu- tación Foral de Navarra, Pamplona, 1968. Ramón MOLINA PINEDO, El monasterio de Leyre. Visión de Conjunto. Bilbao, 1974. Edic. Luzyson. Idem, id., id., El monasterio de Leyre. La cripta. Bilbao, 1974. Edic. Luzyson. [1] 87

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¿Una Inmaculada de Escalante en elmonasterio de Leyre?

El monasterio de San Salvador de Leyre, tanto por su antigüedadcomo desde el punto de vista arqueológico y artístico, es, sin duda, uno delos conjuntos monumentales más importantes e interesantes de Navarra. So-bre todo porque en sus viejas construcciones, que forman un conjunto hete-rogéneo de épocas y de estilos superpuestos, pero ensamblados en perfectaarmonía, se patentizan los primeros balbuceos de nuestro románico navarro,presentados, todavía, llenos de indecisiones y timideces 1.

Pero, prescindiendo de su arquitectura, se conservan en Leyre tam-bién algunos otros objetos de Arte, ciertamente que muy pocos, en propor-ción con los que antaño allí lucieron, habiendo sido su rico patrimonioartístico y cultural maltratado y disperso, en dos distintas ocasiones, en laprimera mitad del siglo XIX, con lo que sólo muy contadas piezas pudieronser conservadas y reintegradas al monasterio, siendo una de las más inte-resantes y valiosas un cuadro del siglo XVII, que celebra el misterio de laInmaculada Concepción de la Virgen María y que va a ser el objeto delpresente artículo.

1 Resulta impresionante la bibliografía existente en torno al conjunto artistico-monumental de Leyre. Entre toda ella caben citar, como más importantes y monográficos,los siguientes estudios:

José María LACARRA, y José GUDIOL, El primer románico de Navarra. Estudio histórico-arqueológico. Rev. "Príncipe de Viana", V, 1944, XVI, pp. 221-272 + 40 láms.

Francisco IÑIGUEZ ALMECH, El monasterio de San Salvador de Leyre. "Principe deViana", 27, 1966, 104-105, pp. 189-220 + 70 láms.

Carlos María LÓPEZ O. S. B., LEYRE. Historia, Arqueología, Leyenda. Pamplona,1962. Edit. Gómez.

Don Luis María de LOJENDIO, O. S. B., Navarre romaine, Zodiaque, 1967.Idem, id., id., LEYRE Col. "NAVARRA. Temas de Cultura Popular", núm. 28. Dipu-

tación Foral de Navarra, Pamplona, 1968.Ramón MOLINA PINEDO, El monasterio de Leyre. Visión de Conjunto. Bilbao, 1974.

Edic. Luzyson.

Idem, id., id., El monasterio de Leyre. La cripta. Bilbao, 1974. Edic. Luzyson.

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SU HISTORIA

Pocos son los documentos que nos hablan de la existencia de este cuadrode la Inmaculada conservado en Leyre. El más antiguo que he llegado a loca-lizar es del mismo siglo XIX y se conserva en el Archivo General del Reinode Navarra, Sección de Negocios Eclesiásticos.

Con motivo de las leyes desamortizadoras de 1820, en que el Estadodecretó la exclaustración de los monjes y la ocupación de sus haciendas,entre los días 17 al 27 de noviembre de aquel mismo año, hubo de hacerse,apresuradamente, el inventario de todas las propiedades y enseres de laAbadía. Entre la relación de estos últimos se incluyen la del archivo, losfondos y efectos de la biblioteca y también los cuadros existentes en aquelmomento en Leyre, con una referencia concreta a «nuestro» cuadro, el quese hace constar, además, donde se encontraba: En la sala del Palacio, deta-llándose en el citado inventario que: es un cuadro de cuerpo entero de laPurísima Concepción con su marco todo dorado 2.

¿Dónde fue a parar el cuadro, al tener que abandonar los monjes elmonasterio en esta ocasión y luego, otra vez, en 1835?

En el año 1820 los bienes de Leyre, legados de siglos y de generacio-nes, siguieron diversos caminos «desamortizadores». Algunos quedaron aban-donados en el mismo inmueble del monasterio, sin que se sepa exactamentecuáles. Los libros y documentos fueron a parar al Departamento de Hacien-da de Pamplona. Y en cuanto a los objetos de culto, mientras unos quedaronen Sangüesa, otros se llevaron a Burgui, Arteta, Adahuesca, Tiermas, Lié-dena y la inmediata Yesa. Y las tierras y bienes raíces, por su parte, fueronpuestos en venta o bien fueron arrendados por el Crédito Público 3. Con todoello, el cuadro de la Inmaculada debió de salir de la Abadía y más adelanteveremos dónde tuvo que quedar.

Pero, en virtud de la reacción política de 1823, regresaron los monjesa sus monasterios, reuniéndose pronto, también en el de Leyre, la dispersacomunidad. E inmediatamente comenzó ésta a realizar las gestiones precisaspara ver de conseguir la recuperación de su expoliado patrimonio, conser-vándose documentos en los que constan muchos de los bienes y objetos quese pudieron recuperar. Faltan, sin embargo, bastantes de las cosas reseñadasen el inventario de 1820, entre otras el lienzo de nuestra Inmaculada4.

2 AGN, Negocios Eclesiásticos, Carp. 64, Leg. 11.3 Tomás MORAL, O. S. B., El monasterio de Leyre en el último período de vida

Cisterciense. "Príncipe de Viana", XXIX, 1970 CXII-CXIII, pp. 86-90.4 Ci. los documentos citados por T. MORAL, Op. cit., Notas 50-62.

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¿Una Inmaculada de Escalante en el Monasterio de Leyre? Lámina 1

La presunta "Inmaculada" de Escalante, de la Real Abadía de San Salvador de Leyre. Estadoactual del lienzo, muy deteriorado, especialmente en su parte inferior. Conjunto.

(Archivo Fotográfico Institución «Príncipe de Viana».Foto: Vicente Galbete Guerendiáin.)

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¿Una Inmaculada de Escalante en el Monasterio de Leyre? Lámina 2

Detalles de la parte central de la imagen —la mejor conservada— y angelotes de los ángulos superiorizquierda e inferior derecha del cuadro.

(Archivo Fotográfico Institución «Príncipe de Viana».Foto: Vicente Galbete Guerendiáin.)

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¿UNA INMACULADA DE ESCALANTE EN EL MONASTERIO DE LEYRE?

Sólo doce años después, en 1835, con ocasión de la gran desamortiza-ción decretada por el ministro Mendizábal —el «inmenso latrocinio», en laconsagrada calificación de Menéndez Pelayo— se cierran otra vez todos losmonasterios que aún quedaban en pie, poniéndose a la venta, en calidad deBienes Nacionales, todos los bienes raíces que a los mismos habían pertene-cido. Y otra vez han de elaborar los monjes de Leyre el inventario de sushaberes y hacer entrega de ellos, no constando ya, en este segundo inven-tario de 1835, la existencia del cuadro de la Inmaculada Concepción rese-ñado, quince años antes, en el de 1820 5.

En esta ocasión, las fincas de Leyre fueron puestas en venta, los mon-jes salieron de la Abadía para no volver jamás a ella 6 y el inmueble quedótotalmente deshabitado. A los pocos meses del hecho era ya su silueta elprototipo del viejo caserón abandonado y solo, y, como si de «res nullius»se tratara y como en tantos otros casos similares, pronto empezaron las gen-tes de los contornos a apoderarse, de la manera más rapaz y despiadada, delas pocas cosas que dentro de sus muros habían quedado7. Con el aban-dono, la parte vieja del monasterio se acabó de hundir por completo mien-tras que la nueva comenzaba a caerse, permaneciendo firmes, en cambio,gracias a la solidez de su estructura milenaria, la iglesia y la cripta.

Transcurridas más de tres décadas en tan lastimosa situación, el año1867, los caballeros integrantes de la Comisión de Monumentos de Navarrapudieron conseguir que las ruinas de Leyre fueran declaradas, por el Estado,Monumento Nacional 8. Poco después, en 1874, un celoso sacerdote, párroco,a la sazón, del vecino pueblo de Yesa, llamado don Hermenegildo Oyaga yRebolé, se propuso, en cuanto le fuera posible, restaurar todo o lo más quepudiera y abrir de nuevo al culto la iglesia y su cripta.

Don Hermenegildo, hombre dinámico y entusiasta, hizo propagandapro-Leyre, consiguió la asignación de un módico presupuesto de parte de lacitada Comisión de Monumentos de Navarra (entidad que siempre se desen-volvió con medios muy exiguos) y dio comienzo a las obras más perento-

5 Arch. de Hac. Secc. Monast. Fond. Cist, Leyre. Leg. 66, núm. 40.6 Tal fue. desde luego la intención desamortizadora, aunque con efecto sólo algo

más que secular, ya que el 10 de noviembre de 1954 volvían a instalarse los Monjes—ahora la comunidad benedictina que continúa floreciente— en el solar del rrrs quemilenario cenobio legerense.

7 MORAL, Op. cit., pp. 94-100.8 Leyre fue declarado Monumento Nacional el séptimo, en orden cronológico, de

tocios los de España —habiendo sido el primero la Catedral de León— en virtud deR. O. de 16 octubre 1867, "Por la que se declara que procede sea exceptuado de la ventade Bienes Nacionales, corno Monumento Nacional Histórico y Artístico, y, por tanto laconsiguiente nulidad de la venta realizada: El monasterio de Leyre, Yesa, provincia deNavarra. Cf. INVENTARIO DEL PATRIMONIO ARTÍSTICO Y ARQUEOLOGICO DEESPAÑA, Madrid, 1073. M. H.-A.: D0007M. R. O. 16-10-1867. Yesa. Monasterio de SanSalvador de Leyre.

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rias, desescombrando bóvedas, construyendo nuevas techumbres, adecentan-do la cripta y la iglesia, así como sus exteriores, a la vez que, como unamínima garantía, tabicó las entradas inútiles al monasterio y puso cerradurasde seguridad a las puertas del mismo. Y además reunió retablos, cuadrosy mobiliario antiguo, que había pertenecido a la Abadía que fue localizandoen los pueblos a donde había ido a parar. Y después de todo ello, prepa-rando ornamentos como pudo, organizó una solemne inauguración y recon-ciliación del templo y de la cripta, fiesta que tuvo lugar el 29 de abril de1875 9.

Entre los objetos que, tras sus laboriosas rebuscas, consiguió don Her-menegildo reintegrar de nuevo al monasterio figuraban «varios cuadros alóleo que los de Liédena devolvieron y otros cuadros devueltos por los deYesa» 10, lienzos que el celoso párroco distribuyó por la iglesia, cripta, sacris-tía y en una habitación que se arregló para el señor capellán y peregrinos quellegasen a visitar el monasterio. Y en dicha habitación colocó, entre otrascosas, «el cuadro de la Purísima Concepción» 11.

SU ESTADO DE CONSERVACION

La Inmaculada de Leyre salió, pues, del monasterio en 1820, yendoa parar a Liédena o a Yesa, no sabemos exactamente a dónde, y volvió a sulugar de procedencia en 1875. Su estado de conservación debía de ser en-tonces satisfactorio, aunque, como veremos, hubiera sufrido ya algún des-perfecto y varios retoques. Y en la habitación del capellán debió de perma-necer hasta 1947, en que dieron comienzo las obras de restauración de laAbadía, a cargo de la Diputación Foral de Navarra, para que pudiese insta-larse en ella la actual comunidad benedictina que hoy la habita.

En este lapso de tiempo, entre 1875 y 1947, agentes que desconocemosla debieron de maltratar cruelmente, hasta dejarla tal y como en la actua-lidad la podemos contemplar. Cierto es que, como hace un momento seapuntaba, antes debió de sufrir ya algunos desperfectos, pues en la partesuperior extrema derecha tiene añadida una nueva tela, y, tanto allí comoen otros lugares del cuadro, se aprecian bastantes retoques, hechos contierras ocres y pardas, pudiendo suponerse que tales chapuceros «remien-dos» debieron de llevarse a cabo antes de salir del monasterio en 1820.

9 Hermenegildo OYAGA Y REBOLÉ, Leyre restaurado (Manuscrito), fol. 1 y ss. Ar-chivo de Leyre.

10 Ibídem, fol. 12.11 ib., fol. 213.

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¿UNA INMACULADA DE ESCALANTE EN EL MONASTERIO DE LEYRE?

Su estado actual es, por lo mismo, lamentable. Cubre al cuadro unacapa de suciedad que hace que todo su colorido pierda mucho de su vibra-ción, así como que no pocas de las tonalidades se encuentran ocultas. Además,la pintura de toda la parte baja, hasta la altura de unos treinta centímetros,ha desaparecido por completo, habiendo quedado al descubierto el lienzo dedicha superficie. En cuanto a la peana, su estado de conservación, malo engeneral, varía notablemente de unas partes a otras, habiendo desaparecidoalgunas figuras mientras que otras han perdido partes importantes. Y vol-viendo a la antes citada parte superior extrema derecha, totalmente repin-tada, debe añadirse que se encuentra en un avanzadísimo estado de desca-mación. Por último, incluso la parte que parece estar en mejor estado deconservación (la cara, las aureolas y la mayor parte del cuerpo de la Virgen)presenta todo el lienzo cuarteado.

Por todos esos motivos, muy posiblemente, al seleccionar don JoséEsteban Uranga, siendo Secretario de la Institución «Príncipe de Viana»,algunos de los objetos existentes en Leyre para exhibirlos en el Museo deNavarra (entre otros el «San Virila», que pronto se reintegrará al monas-terio por acuerdo de la Diputación Foral, a propuesta del actual Director dela Institución, don Vicente Galbete) desechó el cuadro de la Inmaculada,pasando desapercibida para él, pese a su probada competencia artística, laenorme importancia de dicho lienzo.

En cambio los benedictinos, al hacerse cargo de cuanto había en elrecinto del monasterio y descubrir esta Purísima, se preocuparon primerode limpiarla, superficialmente, claro está, ya que no se atrevieron a hacer,de momento, nada más. Y apreciando enseguida su indudable, aunque dete-riorada, calidad, han tratado de conservarla y de cuidarla con la esperanza,en la que confían no verse defraudados, de que un día no muy lejano puedaser restaurada por técnicos cualificados para que se consiga valorar y sepueda contemplar «in situ» —como debe ser— en toda la belleza de suconjunto, esta maravillosa Inmaculada.

SU AUTOR

Aquellos desperfectos que se acaban de describir han afectado tambiéna la firma del autor la cual desapareció para siempre del lienzo. No obstantelo cual, cree el de este trabajo que, sin aventurarse demasiado, puede asig-narse al cuadro en cuestión época, escuela e incluso, casi con certeza, hastasu autor. Vamos a intentarlo.

El cuadro pertenece, desde luego, a aquel tipo de Inmaculadas de lasegunda mitad del siglo XVII, movidas y barrocas, tan características de laescuela madrileña, en el tipo que la misma definió y que pintaron, más o me-

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nos profusamente, artistas de la categoría de Carreño, en primer lugar, yjunto a él, los Rizi, Claudio Coello, Cerezo, etc., además de casi todos lossegundones —muchos muy buenos pintores— de los talleres de Madrid,los cuales produjeron numerosos cuadros «de altar» dedicados a esta devo-ción a la Virgen, que tanto fervor despertó en la España de los Austrias«menores», defensora a ultranza de la proclamación del dogma de la Inmacu-lada Concepción.

Sabido es que el tipo de mujer que todos esos pintores emplearon pararepresentar a la Purísima es, en esta época, más hecho, menos infantil queen las tan repetidas versiones de Murillo, pero manteniéndose constantes losdemás elementos que juegan su papel en el tema: azul del manto; blancoplateado, con toques carminosos, en la túnica; celajes y la movida peanacon globo, angelillos y cabezas de serafines, además de la luna de cuernosafilados 12. Y todas estas notas estilísticas, como a su debido tiempo vere-mos, son las que concurren y pueden apreciarse, a pesar de sus desperfectos,en el cuadro de la Inmaculada de Leyre.

Sobre tal base, el pleno parecido de nuestro cuadro con las Purísimasdebidas a la mano de un pintor perteneciente a la citada escuela madrileña,con las de Juan Antonio de Fonseca ESCALANTE, nos lleva a pensar quemuy probablemente pueda atribuirse la de Leyre al pincel de dicho autor.

Escalante nació en Córdoba en 1633 y falleció en Madrid, a la madurajuventud de sus 37 años, en 1670, siendo notabilísima su producción pictó-rica, en cantidad como en calidad, realizada en tan breve espacio de tiem-po 13. En su técnica pictórica se aprecia su acierto al fundir, bajo una fórmulapersonal, lo veneciano y lo flamenco (con notables trasuntos de los grandesmaestros de la pintura española del Siglo de Oro, Carreño y Velázquez,especialmente). En todas sus obras destaca el color, así como la plateaday alegre limpidez de sus entonaciones, exaltándose y afinándose en Escalantelas cualidades coloristas que poseyeron también Cerezo y Antolínez 14.

12 Acerca de la pintura madrileña, escuela cortesana del siglo XVII, se han con-sultado, entre otros, los siguientes estudios:

Ignacio ELIZALDE, Las inmaculadas de Murillo, Madrid, 1955, pp. 65-77.Enrique LATUENTE FERRARI, Historia de la pintura española, Estella, 1971, pp. 76-78.Juan SUBÍAS GALTER, Historia de la pintura hispánica, Barcelona, pp. 145-234.Juan GAYA NUÑO, La pintura española fuera de España, Madrid, 1958, pp. 71-75.13 LAFUENTE FERRARI le atribuye 54 cuadros, varios dibujos y habla de otras veinte

obras suyas que mencionan algunos escritores de Arte. Vide, Escalante en Navarra yotras notas sobre el pintor, "Príncipe de Viana", II, 1941, IV, pp. 8-23 + 8 láms.

14 Sobre Escalante puede verse la siguiente bibliografía:LAFUENTE FERRARI, Op. cit., pp. 2-33. Vide también art. ref. Nota 13.José Rogelio BUENDÍA, Recordatorio de Escalante en los trescientos años de su muerte,

Rev. "Goya", XCIX, 1970, pp. 146-153. Cf. también, del mismo autor, el art. Escalante.en la GER, vol. VIII, p. 270.

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¿UNA INMACULADA DE ESCALANTE EN EL MONASTERIO DE LEYRE?

Como la mayor parte de los grandes pintores del momento, Escalantedestaca también en su producción iconográfica de la Inmaculada, cuyas repre-sentaciones superan en barroquización a las de los citados Cerezo y Antolí-nez, como también a Valdés Leal y Claudio Coello. Todas presentan susrostros enmarcados por largas cabelleras, expresando el candor virginal, encontraste con los turbulentos angelillos que las rodean. Si ordenamos concierto criterio cronológico los ejemplares conocidos de Inmaculadas de Esca-lante, podemos citar, en primer lugar, el del colegio de Villafranca de losBarros (1660) seguido del de la parroquia de Robledo de Chavela (1663)el del Museo de Budapest (1663) y el del monasterio de las benedictinasde Lumbier (Navarra) (1666). Y culminando la serie, fechado dos añosantes de la muerte del pintor, el conservado, por ahora, en el comercio ma-drileño, de 1668. Palomino y Ceán Bermúdez hablan de otros cuadros delmismo tema, que existían, en sus tiempos, respectivamente, en las madri-leñas iglesias de San Miguel y de San Felipe Neri, los cuales han desapa-recido 15.

DESCRIPCION DEL CUADRO (158 x 117 cmts.)

Se representa a la Señora en la flor de la edad, hermosísima, con lindosy graves ojos, nariz y boca perfectas, rosadas mejillas y con bellísimo cabellode color castaño, tendido, todo al mejor estilo de las otras Inmaculadas deEscalante.

La figura se inspira en la Mujer del Apocalipsis. Lleva túnica blancaplateada, con toques carminosos en los manguitos, y manto azul. Un solovado, con tonos que van del rojo carminoso al blanco pasando por unagama de anaranjados, cerca todo su cuerpo, unido dulcemente al cielo poruna luz azul-añil, bordeada de querubines. La cabeza está coronada de doceestrellas y nimbada de resplandores, teniendo, bajo los breves pies, a la lunaque muestra sus puntas hacia abajo. La peana está ornamentada con queru-bines y ángeles de cuerpo entero portadores de atributos, iguales éstos a losque portan los de la Inmaculada de Lumbier. Por la tan deficiente conser-vación, ya reseñada, de la parte inferior del cuadro, no se puede apreciarplenamente el conjunto de dicho pedestal y ni si, a los pies de la Señora,estuvo representado el dragón infernal, como es característico en otras variasde las representaciones concepcionistas del presunto autor.

Comparada con las demás celebraciones de la Inmaculada Concepcióndebidas a Escalante, creo puede afirmarse que ésta, juntamente con la actual-mente conservada en el Museo de Budapest y la de las benedictinas de Lum-

15 Cf. LAFUENTE FERRARI, Op. cit., p. 23.

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bier, supera en belleza a todas las demás. El conjunto de su composición esmuy movida y en ella la figura parece ascender ingrávidamente, con rápidomovimiento. Los paños del manto, como aborrascados, se mueven agitados,con gran impulso y revueltos pliegues. Maneras, todas ellas, que se observan,también, en la Purísima de Lumbier y no tanto en las de Budapest y Villa-franca de los Barros, las cuales tienen un sentido más descendente y ungesto algo teatral. El pedestal de angelotes parece tan movido y bulliciosocomo el de Budapest y no tan recogido como el de Lumbier. Pero debeseñalarse, sobre todo, la diferencia de los rostros; porque, aunque en todassus caras virginales ofrece Escalante, con ligeras variantes, idénticos rasgosgenerales, la faz de la Virgen de Leyre, como la de la que existe en el Museode Budapest, parecen menos convencionales que las otras, dando más frescaimpresión del natural, como si se tratase de auténticos retratos.

COMO PUDO LLEGAR HASTA LEYRE

La pintura madrileña —escuela cortesana—, a la que pertenece la Purí-sima Concepción de nuestro monasterio, tuvo un radio de difusión regionaly estuvo delimitada, dentro de aquel radio, por un área de geográfica no muyextensa. Así, dice Lafuente Ferrari que «la clientela de sus pintores no rebasólos límites de Castilla la Nueva. Los cuadros suyos no abundan al Norte dela Sierra de Guadarrama y mucho menos en Navarra» 16. Por lo mismo bienpuede calificarse como de muy curiosa la insólita aparición de ese lienzo deJuan Antonio de Fonseca Escalante en el monasterio de Leyre.

Cierto que no es el único cuadro suyo que existe en Navarra, comoya hemos visto. Palomino nos dice que «hizo un cuadro para la iglesia demonjas benitas de Corella, que representa a la Asunción de Nuestra Señora,el cual se encuentra colocado sobre la reja del coro» 17. Pero dicho cuadrono pudo pintarlo Escalante directamente para Corella, dado que el pintorhabía muerto ya antes de que tuviera lugar la fundación del monasteriocorellano, de lo que se deduce, sin mayor riesgo de presunción aventurada,que tuvieron que ser las monjas fundadoras (las cuales procedían del mo-nasterio madrileño de San Plácido) quienes se lo debieron encargar, lleván-dolo, juntamente con otros cuadros de pintores madrileños, desde las tierrasmeseteñas castellanas a las de la Ribera de Navarra 18. Mas el cuadro citadopor Palomino ha desaparecido de Corella, ignorándose actualmente, con cer-teza, su paradero.

16 Ibídem, p. 8.17 Ibídem, p. 9.18 Ibídem. Cf. también:José Luis de ARRESE, Arte en un pueblo de España, Madrid, 1963, pp. 417-418.

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¿UNA INMACULADA DE ESCALANTE EN EL MONASTERIO DE LEYRE?

Recordará el lector que nos hemos referido varias veces a la existenciade otra Purísima de Escalante en Navarra. Concretamente a la que se conservaen el monasterio de monjas benedictinas de Lumbier. Tratando del mismo,José Luis de Arrese cree que este cuadro pudiera ser el desaparecido deCorella. —«Ambos monasterios —dice— tuvieron muchas relaciones. E, in-cluso, el de Lumbier recogió a las monjas corellanas cuando en 1839 donRodrigo Valdés, nombrado por el Gobierno a espaldas de la Santa Sedeobispo electo de Tarazona y su vicario capitular, cerró por la fuerza aquelmonasterio y dispersó a las monjas porque se negaron a recibirle»—. En agra-decimiento por tal favor, las monjas corellanas —viene a suponer Arrese—obsequiarían después con aquel preciado lienzo a sus hermanas de Lum-bier 19. Razones todas que, personalmente, nos parecen algo pueriles y quede ningún modo alcanzan a explicar, en nuestra particular opinión, cómopudo llegar esa obra de Escalante hasta el monasterio de Lumbier.

Respecto a nuestro cuadro de Leyre, ¿cómo pudo hacerse con él elmonasterio?

Hemos visto que estaba en la sala del Palacio ya en el año 1820. Ytodo nos hace suponer que allá se encontraría desde mucho tiempo antes,sin que nada se oponga a que bien hubiera podido venir al monasterio enel mismo siglo XVII, en que nació y murió Escalante. No olvidemos, comofundamento de tal suposición, que tiene lugar precisamente en esa centuriael momento en que la vida religiosa y el nivel intelectual y material deLeyre reciben, como en el resto de los monasterios del Císter navarro, unfuerte impulso.

En efecto: desde el año 1307, en que el rey de Navarra don Luis Hutindio posesión definitiva del monasterio legerense a los monjes del Císter(acabando así con los desconciertos materiales y espirituales que, durantecasi un siglo, había provocado la situación creada por el rey Teobaldo I, enque la Abadía pasó ¡doce veces consecutivas! de las manos de los monjescluniacenses —«negros»— a las de los cistercienses —«blancos»—) hastalos días aciagos de la exclaustración, vivió en Leyre una comunidad de mon-jes blancos, sin gran proyección externa, aunque se produjera en la Abadíael citado rehabilitamiento durante el siglo XVII al incorporarse, como losotros monasterios navarros del Císter y en el año 1634, a la Congregaciónde la Corona de Aragón 20.

Leyre, pues, igual que los demás monasterios de monjes blancos deNavarra, tuvo que empezar a enviar monjes-estudiantes a cursar sus estudios,en un principio a la Universidad de Alcalá de Henares, designada para tal

19 Idem, Ibídem.20 LÓPEZ, Op. cit., pp. 139-223.

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FRAY RAMÓN MOLINA PIÑEDO, O. S. B.

efecto desde tiempo atrás por Felipe II, y luego a los colegios de la Con-gregación, para elevar, primero, su nivel intelectual y mantenerlo, después,al mínimo nivel exigible, universitario o por lo menos colegial21.

Simultáneamente, a raíz de dicha incorporación a la Congregación deAragón, en Leyre se construyó un monasterio nuevo, orientado hacia elMediodía 22 mientras que, por otra parte las visitas canónicas y las reunionesperiódicas del Capítulo General hicieron que resurgiese la antes decaída vidacultural 23. La referencia a la biblioteca nos facilita, asimismo, un buen índicepara juzgar el nivel cultural de los monjes, ya que la conocemos tal comollegó al comienzo del siglo XIX, en el momento de su incautación por elEstado, cuando contaba con diez estantes conteniendo 506 obras, fondobibliográfico que, aunque hoy pudiera parecemos exiguo, dice mucho a quie-nes conozcan el desarrollo de las bibliotecas y cómo se formaban duranteaquellos siglos 24.

Tuvo que ser, por lo tanto, por aquellos años, cuando se rehizo la vidamonástica y se levantó el nuevo monasterio, cuando pudo venir esta supuestaobra de Escalante a Leyre. Pero... ¿quién la trajo y por qué caminos llegóa la Abadía? Con los elementos de que hoy día disponemos no podemos,ciertamente, contestar a estas preguntas y cuantas conjeturas hiciéramos sobreambas carecerían de un fundamento sólido y real. Pero, por lo demás, nodeja de ser altamente significativo el hecho de que en Lumbier, a poco másde un par de leguas de distancia de Leyre y en un monasterio hermano, seencuentre otro cuadro de Escalante, éste indubitado del autor. Tal vez algúndía, rebuscando en la documentación perteneciente a uno u otro de los dosmonasterios, lleguemos a encontrar, en feliz hallazgo, algún dato positivoque nos proporcione nuevas pistas sobre el tema o que incluso nos lleguea aclarar plenamente el problema permitiéndonos eliminar, con toda hones-tidad científica, los interrogantes entre los que, por el momento, es forzosoinscribir todavía el título del presente trabajo: ¿Una Inmaculada de Esca-lante en el monasterio de Leyre?

21 Carlos María LÓPEZ, O. S. B.. La incorporación de los monasterios cistercienses na-varros a la Congregación de la Corona de Aragón, "Jerónimo Zurita. Cuadernos de his-toria", XXI-XXII, 1968, pp. 207 y ss. Tomas MORAL, O. S. B., La congregación cisterciensede la Corona de Aragón y los monasterios navarros (entre 1569 y 1632), "Príncipe deViana", XXVII, 1968, CX-CXI, pp. 5-27.

22 Julio R.[uiz] DE OYAGA, Maestros constructores del monasterio de Leyre, "Prín-cipe de Viana", XIV, 1953, LII-LIII, pp. 329-341 + 1 lámina.

23 LOJENDIO, Leyre, pp. 28-29.

24 Carlos María LÓPEZ, Cómo terminó la biblioteca de Leyre. "Bol. inf. del monaste-rio de Leyre", 1965, p. 8.

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¿UNA INMACULADA DE ESCALANTE EN EL MONASTERIO DE LEYRE?

CONCLUSION

Parece, pues, por suficientes indicios aunque no con total certeza, quenos encontramos ante una obra, hasta ahora desconocida, de Escalante. Ytambién ante una de sus más importantes producciones. Según LafuenteFerrari, primera autoridad en la materia, hay que contar entre las obrasmaestras del pintor a las Purísimas de Budapest y de Lumbier; a la Anun-ciación de la Hispanic Society, de Nueva York; a la Santa Catalina de Ale-jandría, de la iglesia de las Maravillas, de Madrid; al Abraham y al Mel-quisedec y a algunos otros cuadros de los museos madrileños 25 Ahora bien,según se ha visto, nuestra Inmaculada de Leyre es tan perfecta —aunquedeteriorada— como los lienzos enumerados. Lástima que por su mal estadode conservación no podamos apreciar como es debido todos los matices desu belleza. Y ojalá que una pronta y cuidada restauración, por la que hace-mos los más fervientes votos, nos lo permita en breve.

Fray Ramón MOLINA PIÑEDO, O. S. B.Abadía do San Salvador de Leyre. 1 de marzo de 1979

Nota de la Dirección

Pese a la temprana declaración de Monumento Nacional a favor de Leyrey a los esfuerzos del párroco de Yesa, el estado de ruina y abandono en quepronto cayó lo que había sido, en el siglo XI y en frase de Sancho el Mayor,Corte y corazón de mi Reino, se prolongaría durante largo tiempo. Y ello pesetambién a que, cuarenta años después de su «reconciliación», la iglesia fueraelevada al rango de Panteón de Reyes de Navarra, erigiéndose entonces en sunave central el marmóreo mausoleo luego instalado en la llamada Capilla de losReyes, bajo el que, trasladados de nuevo desde Yesa a Leyre, habrían de reposardignamente los restos de los monarcas navarros de la primitiva dinastía autóctonavasco-pirenaica. Y el 8 de julio de 1915 {Vide, «La Avalancha», núm. 486, 24-VII-1915) se celebraron solemnes honras fúnebres, oficiando el Obispo de Pamplona,Fr. José López de Mendoza —el mismo que el 25 del mismo mes tiraría «laprimera piedra» en el derribo de las murallas pamplonesas— con asistencia de lasAutoridades, entre ellas del tributo jaimista don Juan Vázquez de Mella, a lasazón diputado a Cortes por Navarra.

Como tampoco habría de tener mayores efectos positivos, en alivio de lapostración en que yacía el Monumento-Panteón, la visita que siete años más

25 Op. cit., pp. 16-17.

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tarde realizara a Leyre S. M. el Rey don Alfonso XI I I , venido a su viejo Reinoy solar de sus mayores en septiembre de 1922, en ocasión de las fiestas conme-morativas del I I I Centenario de la canonización de San Francisco Javier, enrelación con cuya regia visita y a título de anécdota verídica, recogida por tra-dición oral fidedigna y ratificada por testigos presenciales, puede referirse uncurioso sucedido.

Al objeto de evitar una abrumadora afluencia masiva de público que pu-diera congregarse en el monasterio, se había limitado drásticamente en aquellaocasión el acceso a Leyre, reduciéndolo casi a la Familia Real y su séquito,Diputación y primeras Autoridades de Navarra y los imprescindibles invitadosque, en cualquier caso, eran muchos. Y en consecuencia, un nutrido desplieguede la Guardia Civil cortó inflexiblemente el tráfico por los puentes comarcanosque conducían a Leyre a todos los vehículos, mas bien escasos por aquellaskalendas, que no fueran provistos del obligado «pase».

Ignorando la rigidez de tales medidas restrictivas o suponiendo que po-dría soslayarlas, un cualificado periodista local, don Raimundo García «Garcilaso»,durante largos años director de DIARIO DE NAVARRA, había pedido a unamigo, por su parte pionero del automovilismo navarro en sus tiempos heroicos(que lo era mi querido padre, don Alvaro Galbete y Etulain) que, para poder ha-cer el reportaje, lo llevase a Leyre en su coche, un portentoso Ford Modelo Tdescapotable, de los de «los locos años 20».

Todo fue bien hasta que los expedicionarios llegaron a los infranqueablespuentes «defendidos» por la Guardia Civil donde, por más cartel de PRENSAque precautoriamente hubiesen pegado al parabrís y por más exhibición de cre-denciales periodísticas y virtuosismos dialécticos, al carecer del obligado «pase»,la «Benemérita» les impidió seguir adelante, resultando baldías cuantas argumen-taciones, pláticas y casi hasta súplicas formularon para lograrlo, quizá por aquellaimposibilidad que recoge, jocosamente, la conocida copla popular:

Contra las olas del marluchan pechos varoniles.Contra los guardia-civiles...,¡No hay manera de luchar!

Pero, si no de luchar, sí que puede haber manera, a veces y con suerte, de«cogerles la vuelta», aunque la «vuelta» tenga que ser larga y húmeda, agreste,montaraz y peripécica, como en el caso, rigurosamente histórico, que se rememora.

Mohíno, aunque no desesperanzado de alcanzar el objetivo previsto —queera precisamente el monasterio de Leyre a la hora H— y haciendo honor al dichoracial, tan navarro, de «si hay que ir, se v a » , sea como sea y por donde sea,el «sportmen-chauffeur» como entonces se decía, en un eurologismo anglo-francésal uso, hizo girar con gesto contrariado el volante de su «fotingo» y aparente-mente con el tubo de escape entre ruedas (que es algo así como «con el raboentre piernas», sólo que tratándose de autos) emprendió el camino de regresomientras le decía por lo bajo a «Garcilaso»:

—No te preocupes, que llegaremos.—¿Llegaremos? Pero. . . ¿por dónde? —inquirió el periodista, algo escamado

siempre en tales trances al haber sido ya involuntario partícipe de alguna otra

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acrobacia automovilística, como la calificó la prensa donostiarra, protagonizadapor su amigo.

—Pues... ¡por el «alcorce»! —respondió el conductor.

Y buscando el «alcorce» y aprovechándose de que el encendido de aquelmaravilloso Ford no era dínamo-eléctrico sino a base de una primitiva pero efi-ciente «magneto» (que daba lo mismo que se mojase o no, porque el motor seguíaandando igual) encontró un ribazo que bajaba hasta el río en un paraje apa-rentemente vadeable; lo atravesó, a trancas y barrancas, con el coche semi-sumer-gido y el agua al pecho; trepó penosamente, jugándose a cara o cruz el volque-tazo, por la orilla opuesta y a campo través, por entre graveras, viñas y rastrojos,matorrales, vericuetos y alguna «ezpuenda» que otra, el Ford T, rateando, pe-tardeando y derrapando, echando humo y chorreando agua, con un par de ruedaspinchadas, brincando y rebotando más que rodando sobre las puras llantas, mal-trecho y a punto de descuajeringarse, pero con su piloto y pasajero indemnes, llegóa la hora más o menos calculada al monasterio de Leyre. Y así pudo el periodista,después de cubrir tan accidentado trayecto, «cubrir la información», como ahorase dice, de la visita de S. M. Alfonso XIII.

Y según me contó quien se lo había oído a uno de los testigos de taninsólito Railly de Leyre, al darse la circunstancia de que el intrépido «chauffeur»—que entonces era solamente cuarentón— tenía su abundante pelo completa-mente blanco, uno de los aborígenes, que le veía desde lejos guiar impávido pormontes y valles aquel estruendoso «cacharro», tomándole por un anciano enrazón de la albura de su cabello, le gritó a otro labriego que también andabapor aquellos contornos:

—¡Fulano! ¡Mira aquel «viejico» del pelo blanco con el auto! ¿No te j...?¡Vaya un par de c !

Ciertamente que nada tiene que ver el pintoresco episodio relatado con elanterior estudio sobre la Inmaculada del monasterio de Leyre. Pero sí que serelaciona, por trivial que sea, con la «pequeña historia» de éste en la época, re-lativamente reciente, en que ocurrieron los hechos de que se trata. Hechos delos que, de no haberse recogido en esta Nota, no tendrían noticia los monjesque hoy integran su comunidad, como tampoco los lectores de esta revista cuyoactual Director ha creído oportuno el consignarlos, en aras de lo que tienen dehistórico-anecdótico-contemporáneo-legerense, cobrándose así, por así decirlo, conel desahogo de esta espontánea colaboración literaria, los derechos de autor de lasolicitada colaboración gráfica, en cuanto a las fotos que ilustran el trabajo delP. Molina.

Vicente Galbete

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