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UNA HISTORIA EN JAPONES

Todo cuento inicia con “Erase una vez…” este cuento comienza de la siguiente manera; todo inicia una tarde de revisión normal de e-mail, donde entre cadenas y saludos encontré un correo especial que la verdad esperaba con ansias, aun si su respuesta fuera una negativa de lo realmente esperado; mi sorpresa fue el saber que había sido elegido para vivir una experiencia durante casi dos meses en una tierra totalmente desconocida para todo lo que conozco, y aprender como la educación de Japón puede servir en la educación y conocimiento de nuestro propia región, con el simple hecho de observar como es un sistema de educación fuera de nuestro rango de saber; pero no solo yo obtuve esa sorpresa que me sobresalto en gran manera… eso sí de forma positiva; sino 13 compatriotas de diferentes regiones que prácticamente asimilaron de igual manera la gran noticia de conocer el país donde el anime, los samuráis y la súper tecnología son el pan de cada día.

Días después de recibida la gran noticia por medios electrónicos, llego a mis manos la invitación de forma física para primero que nada una inducción en la ciudad de Bogotá que me permitiría llegar al objetivo principal de toda esta historia… Japón. Después de aprender mucho de lo relacionado con su cultura, religión, ideales, comida y demás relacionado con el tipo de vida japonés, me vi envuelto en una preparación de menos de un mes a nivel psicológico y al mismo tiempo física para el viaje que se venía encima… y entre despedidas, felicitaciones y deseos de suerte que duraron el tiempo que duro mi salida, la ansiedad y la emoción fueron un muy buen componente para el inicio de esta aventura.

Llegado el tiempo para el inicio de esta gran experiencia debí estar de nuevo en la ciudad de Bogotá con los compañeros seleccionados, para salir en el vuelo hacia Toronto – Canadá, que nos permitió durante 7 horas compartir emociones y expectativas de lo que se esperaba en la travesía que viviríamos en nuestros 2 meses de educación, aprendizaje y experiencia, de igual manera ver como nuestro poco ingles nos ayudaba a entender las indicaciones de las azafatas y en desconocido francés fijarse en las imágenes que íbamos captando en las explicaciones. Después de la llegada a Toronto tomamos un nuevo vuelo de 5 horas hacia la ciudad de Vancouver – Canadá en el cual expresando un inglés a lo indio… “Yo Querer Café”, pudimos despegar en el vuelo más esperado hacia la ciudad de Tokio – Japón; pude ver a partir de aquí el uso de impresionante tecnología en un avión de 2 pisos, la amabilidad de las azafatas japonesas, la comida de muchos colores, olores y sabores y los placeres de un viaje a otro nivel de sensación al cual se está acostumbrado normalmente.

La llegada a la ciudad de Tokio fue algo impresionante vernos rodeados por muchos tipos de personas diferentes, tanto asiáticos como latinos, de igual manera por gringos y europeos, muchos en viajes de negocios y otros como solo turistas visitantes de la ciudad. Nuestra estadía fue un hotel en el centro de Tokio ubicado principalmente en la región de Kanto, ya que nuestra llegada se dio en las horas de la noche, donde las habitaciones eran

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pequeños lugares donde estaba ubicada una cama con un escritorio y nuestro respectivo baño; una noche en la cual la emoción, la ansiedad y el mismo cansancio no permitió el sueño en varias horas de esa noche japonesa.

Al día siguiente mi firme creencia de que por ser una gran metrópolis, Japón estaría lleno de ruido al despertar fue un gran error de cálculo. La ciudad a las 7 de la mañana del siguiente día, día laboral normal en cualquier lugar del mundo, se podría describir como un día frio con nubosidad con posibilidad de lluvia y ni un solo ruido de personas, autos, motos u otro tipo de contaminación auditiva que pudiera tomarse como molesto… una calma impresionante que me sorprendió en gran manera. Después de este sorpresivo estado de calma de esa gran ciudad fue el alistamiento para dar a nuestro siguiente destino que sería la ciudad de Sendai, primero recibir dinero en Yenes por parte de la organización de la invitación, bajar a comer encontrándome con variedad de platillos sobre todo marinos, varias presentaciones de arroz, carnes que desprendían deliciosos aromas, pero que al mismo tiempo me dejaba estupefacto las combinaciones que de estas hacían y finalmente el conocer a nuestros guías para la buena relación con el país; Akira Sam y Takahama Sam que eran 2 personas impresionantes un hombre y una dama respectivamente, de cálida educación para con nosotros que inmediatamente después de presentaciones y comida nos llevaron para la salida hacia donde comenzaría nuestra educativa y emocionante visita.

Nuestro transporte para nuestra salida consistía una especie de metro que viajaba en una velocidad impresionante de 360 Km/H pero que por razones de tecnología… impresionante tecnología en su interior no había el efecto de esta velocidad. El tren bala o como lo llaman los japoneses “Shinkansen” nos permitió llegar a la ciudad de Sendai localizada al norte de Japón; ubicados en un hermoso hotel que a comparación del hotel de Kanto era algo fabuloso… un cuarto grande, con una hermosa vista, computador configurado en japonés que se maneja solo con el recuerdo de iconos de las representaciones de Microsoft, un inodoro que era lo más impresionante de esta habitación… pues en mi vida eh visto un inodoro con botones para muchas funciones; y una gran cama para pasar durante el tiempo de mi estadía.

Ya narrada un poco mi travesía y acomodamiento diré que después de esta gran aventura pasamos a dirigirnos a la respectiva universidad en la cual nos indujeron, ensenaron y mostraron muchas de las impresionantes ciencias y tecnologías que hacen del Japón lo que realmente es. La universidad de Miyagi es una gran institución desde donde se desprendía una gran variedad de cursos desde lo que conocemos como primaria y secundaria hasta lo que es pregrado y especializaciones; donde mi gran especialidad las ciencias naturales o Rika coordinado por Ikeyama sensei; tenía varias áreas de estudio, laboratorios y centros de estudio especializadas en grandes desarrollos y proyectos en química, biología, botánica, zoología y ecología. Fuera de la universidad el conocer varios lugares como los observatorios astronómicos una especie de mini NASA, salidas de campo que por el clima otoñal se hacían fríos y secos, el conocer un triste y estéril lugar como lo es Hiroshima y visitar zoológicos en donde la fauna del lugar me mostró de que me falta

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mucho por ver; alimentó mi intelecto y necesidad de saber más por toda esta gran civilización de personas.

Su religión… otra gran base de su cultura, es algo de lo que me dejo impresionado. Sus templos de gran tamaño donde unos grandes vigilantes construidos algunos de madera otros de mármol vigilan sus entradas… vigilantes que median por encima de los 3 a 4 metros de alto y Kan Non Sama una princesa que mide alrededor de los 280 metros de alto y que en su interior pueden recorrerse 11 pisos en espiral donde cada piso tiene una deidad representativa de la felicidad, la guerra, la sabiduría, etc. Los templos samuráis eran preciosas y antiguas construcciones que albergan armaduras, catanas y una gran historia dentro de sí, enseñando en muchos de sus casos la voluntad que estos tenían para muchas de sus tareas y lo arduo y difícil que era el camino del samurái.

Entre viajes y visitas de las que tantos recuerdos y regalos quedaron en mi mente y en mi vida, hubo una interesante relación con la cual me vi muy influenciado durante una noche de estadía en el Japón fuera de la ciudad de Sendai; un lugar llamado Kakuda, donde en una noche debí alojarme en una tradicional casa japonesa donde a la entrada del lugar hicieron que me descalzara para poder entrar allí, donde la comida a base de arroz y mariscos en su mayoría hicieron de mi paladar un deleite marino y donde el dueño y anfitrión presento a su hija, una linda japonesa que entre chistes y desvaríos gracias al resultado del sake me vi envuelto en compromisos de magnitud matrimonial que me apartaron durante esa noche de todas las demás preocupaciones o pensamientos del viaje.

Llegando al final de mi viaje por esta gran nación tuvimos un encuentro final con nuestro sensei y compañeros de estudio y viaje, compartiendo así cantos, ceremonias, presentaciones donde pudimos apreciar aún más la cultura musical e historia del Japón. Visita de lugares donde pude encontrarme un viejo personaje de mi infancia conocido entre nosotros como Doraemon el gato cósmico, representaciones callejeras donde personas y animales compartían escenarios y la relación aunque un poco lejana con algunos por problemas de idioma, nos hizo crecer como personas ante toda esta sociedad oriental. Lo último que recuerdo y lo que más nostalgia me da, fue la celebración de cumpleaños con Takahama san y Akira san que nos permitieron compartir con ellos, y que en su idioma cantaron el cumpleaños feliz en japonés.

Después de toda esta travesía y de recibir nuestros respectivos certificados y diplomas en una ceremonia que al finalizar de esta salimos inmediatamente para el aeropuerto de Tokio que ya era hora de nuestro regreso ese mismo día; y así dejando atrás toda una civilización llena de historia, personas, ciencias, lugares, comida y culturas me despedí de Japón esperando en que esta historia en japonés se repita tan solo una vez más en lo queda de vida y poder volver a recordar y poder dar las gracias a todo lo que paso por una increíble experiencia… Arigato.