una comedia nostálgica - revista de la universidad de méxico · pudo entrever cuando era niña....

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88 | REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO Si los novelistas muchas veces ignoramos cuál es la motivación secreta que nos ani- ma a inventar un mundo ficticio, el crítico que trata de adivinar las intenciones de un autor se expone a invadir los terrenos de la quiromancia o el tarot. Pero como las im- presiones de una lectura son, a fin de cuen- tas, lo que deja una huella más honda y duradera en la imaginación, un comenta- rista de libros no puede renunciar a com- partirlas, sin pretender, por supuesto, ha- ber leído la mente de un escritor o conocer sus obsesiones mejor que él mismo. La bom- ba de San José de Ana García Bergua me ha dejado la impresión de ser una novela es- crita bajo el influjo de la nostalgia, no preci- samente de lo vivido, sino del vértigo existen- cial experimentado por los adultos jóvenes de los años sesenta, que la autora apenas pudo entrever cuando era niña. Nostalgia de una Ciudad de México más habitable y humana, pero también de una época de eu- foria iconoclasta, en que los ventarrones de libertad derrumbaban estilos de vida, insti- tuciones sociales y patrones de conducta que nuestros abuelos creían eternos. Si Xavier Villaurrutia sentía nostalgia de la muerte, Ana García Bergua siente nostalgia de lo que no le tocó vivir, y quizás escribió esta no - vela para vivirlo a trasmano. Pero lo más admirable de su trabajo no es la minucio- sa y atinada reconstrucción de una época, un talento que ya había mostrado en Púr- pura (la historia de un joven gay de los años treinta), sino la sutileza con que explora la influencia de esa atmósfera sociocultural en la intimidad de la pareja protagónica, formada por el publicista Hugo Valdés y su esposa Maite. Con una mezcla de humor y melanco- lía, García Bergua narra la paulatina ruptu- ra de un matrimonio malavenido en una época donde el autoengaño y la resignación fatalista ya no son opciones válidas para na- die. Tanto Hugo como Maite han caído en el tedio conyugal. Todavía los une el cari- ño pero han comenzado a cansarse de una convivencia fraternal más o menos inocua. Las tentaciones que conlleva la libertad los arrastran en un vendaval que los aparta ca - da vez más, pero sobre todo en el caso de Maite, esa búsqueda de nuevas emociones es al mismo tiempo un proceso de apren- dizaje. Percibo una disparidad en el trata- miento de ambos personajes, pues aunque el peso de la novela recae en ambos, y sus voces narrativas se intercalan en una es truc- tura contrapunteada, la vida interior de Maite es mucho más intensa, matizada y compleja que la de su marido, cuya obse- sión por la actriz tica Selma Bordiú, la bom- ba de San José, lo vuelve un personaje un tanto monomaniaco. Mientras él persigue inútilmente a una mujer inasible y escurri- diza, no tanto por amor sino por un afán de robustecer su orgullo viril, Maite rompe con la moral conservadora en que fue educada, se abandona a una pasión malcorrespon- dida, se levanta del tropiezo con ayuda de sus amigos homosexuales, comienza la ruta hacia la independencia económica y se abre camino en la vida para no tener que de - pender de ningún hombre. Hasta las am- biciones artísticas de Hugo, un redactor pu- blicitario que sueña con ser guionista de cine, quedan un tanto eclipsadas por los éxi- tos profesionales de Maite. Los cambios socioculturales de los años sesenta no afec- tan demasiado a Hugo, un macho a la vieja usanza, que se corre parrandas de varios días sin volver a casa. Es Maite quien resulta be- Ana García Bergua Una comedia nostálgica Enrique Serna Ana García Bergua

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Page 1: Una comedia nostálgica - Revista de la Universidad de México · pudo entrever cuando era niña. Nostalgia de una Ciudad de México más habitable y humana, pero también de una

88 | REVISTADE LA UNIVERSIDADDE MÉXICO

Si los novelistas muchas veces ignoramoscuál es la motivación secreta que nos ani -ma a inventar un mundo ficticio, el críticoque trata de adivinar las intenciones de unautor se expone a invadir los terrenos de laquiromancia o el tarot. Pero como las im -presiones de una lectura son, a fin de cuen -tas, lo que deja una huella más honda yduradera en la imaginación, un comenta-rista de libros no puede renunciar a com-partirlas, sin pretender, por supuesto, ha -ber leído la mente de un escritor o conocersus obsesiones mejor que él mismo. La bom -ba de San José de Ana García Bergua me hadejado la impresión de ser una novela es -crita bajo el influjo de la nostalgia, no preci -samente de lo vivido, sino del vértigo existen -cial experimentado por los adultos jóvenesde los años sesenta, que la autora apenaspudo entrever cuando era niña. Nostalgiade una Ciudad de México más habitable yhumana, pero también de una época de eu -foria iconoclasta, en que los ventarrones delibertad derrumbaban estilos de vida, insti -tuciones sociales y patrones de conducta quenuestros abuelos creían eternos. Si XavierVillaurrutia sentía nostalgia de la muerte,Ana García Bergua siente nostalgia de lo queno le tocó vivir, y quizás escribió esta no -vela para vivirlo a trasmano. Pero lo másadmirable de su trabajo no es la minucio-sa y atinada reconstrucción de una época,un talento que ya había mostrado en Púr-pura (la historia de un joven gay de los añostreinta), sino la sutileza con que explora lainfluencia de esa atmósfera socioculturalen la intimidad de la pareja protagónica,formada por el publicista Hugo Valdés ysu esposa Maite.

Con una mezcla de humor y melanco-lía, García Bergua narra la paulatina ruptu -

ra de un matrimonio malavenido en unaépoca donde el autoengaño y la resignaciónfatalista ya no son opciones válidas para na -die. Tanto Hugo como Maite han caído enel tedio conyugal. Todavía los une el cari-ño pero han comenzado a cansarse de unaconvivencia fraternal más o menos inocua.Las tentaciones que conlleva la libertad losarrastran en un vendaval que los aparta ca -da vez más, pero sobre todo en el caso deMaite, esa búsqueda de nuevas emocioneses al mismo tiempo un proceso de apren-dizaje. Percibo una disparidad en el trata-miento de ambos personajes, pues aunqueel peso de la novela recae en ambos, y susvoces narrativas se intercalan en una es truc -tura contrapunteada, la vida interior deMaite es mucho más intensa, matizada ycompleja que la de su marido, cuya obse-sión por la actriz tica Selma Bordiú, la bom -

ba de San José, lo vuelve un personaje untanto monomaniaco. Mientras él persigueinútilmente a una mujer inasible y escurri -diza, no tanto por amor sino por un afán derobustecer su orgullo viril, Maite rompe conla moral conservadora en que fue educada,se abandona a una pasión malcorrespon-dida, se levanta del tropiezo con ayuda desus amigos homosexuales, comienza la rutahacia la independencia económica y se abrecamino en la vida para no tener que de -pender de ningún hombre. Hasta las am -biciones artísticas de Hugo, un redactor pu -blicitario que sueña con ser guionista decine, quedan un tanto eclipsadas por los éxi -tos profesionales de Maite. Los cambiossocioculturales de los años sesenta no afec-tan demasiado a Hugo, un macho a la viejausanza, que se corre parrandas de varios díassin volver a casa. Es Maite quien resulta be -

Ana García BerguaUna comedia nostálgicaEnrique Serna

Ana García Bergua

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neficiada por ellos, pues la naciente libera-ción femenina ya no la obliga a soportar esosultrajes con la abnegación de sus madres yabuelas. Más cerca de la ironía inglesa quedel esperpento español, García Bergua tie -ne un grado de empatía con los personajesridículos que la aleja de la sátira inmiseri-corde. Con un poco más de ponzoña, Hugose hubiera podido convertir en una figuragrotesca, pero quizás el miedo a deshuma-nizarlo disuadió a la autora de cargar dema -siado las tintas en este retrato del donjua-nismo frustrado.

Como los personajes de La bomba deSan José frecuentan el mundillo cultural yfarandulero de los años sesenta, no es difí-cil para cualquier lector más o menos in for -mado identificar a los personajes de la vidareal que García Bergua entremezcla con susentes de ficción. El carácter insular de esereducto de libertad, inserto en un país másbien conservador, sojuzgado por un régimenautoritario y podrido, queda en evidenciacuando Hugo y la Rana, su compañero deoficina, caen en las garras del político Jeró-nimo Velasco, hermanastro del presidentey antiguo tapado que había sido amante deBelén Bordiú y tampoco se resigna a per-derla. La película que Velasco produce enel inmenso jardín de su mansión, secues-trando a Hugo y la Rana, para obligarlos aescribir un guión estúpido y lleno de luga-res comunes, enfrenta a los personajes conla cara más sórdida de la política mexicana.La coexistencia de la modernidad, repre-sentada por los círculos intelectuales y artís -ticos del país, con un orden político intole -rante y arcaico, donde el estado de derechono existe, la opinión pública está soborna-da y el poder se ejerce a balazos, no es obje-to en la novela de una crítica explícita, peroel ácido humor con el que García Berguaexhibe ese flagrante desfase tiene quizás unamayor eficacia expresiva que un tratamien -to serio del tema. De hecho, el escritor-fun -cionario Adolfo Cortina, un dandy de gus -to exquisito que frecuenta las altas esferasde la política, y escribe novelas de críticasocial sin tocar al gobierno con el pétalode una rosa, funciona en la novela comoun personaje bisagra que une ambos mun-dos. Los actores de cine, los directores deteatro experimental, los coreógrafos y los es -critores en ciernes podían jugar a ser libres,

mientras se los permitiera el gorila agazapa-do en la sombra, que en cualquier mo men -to podía acabar con la fiesta de un mano-tazo. Por su radiografía de nuestro pasado,La bomba de San José resulta entonces unanovela menos ligera de lo que parece. Comolos buenos comediógrafos, García Berguajamás abandona un engañoso tono de fri-volidad, pero siempre pincha en el nervioque duele.

RESEÑASY NOTAS | 89

Ana García Bergua, La bomba de San José, UNAM-Direc-ción de Literatura/Ediciones Era, México, 2012, 341 pp.

© Silja G

ötz©

Sonia Mendi