una aproximacion rizomatica al amor

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UNA APROXIMACIÓN RIZOMÁTICA AL AMOR. POR ELEAZAR RIZOMA. AGOSTO, 2015. MONOGRAFÍA BASADA EN UNA CONCEPCIÓN GUATTARIANA DE LOS VÍNCULOS RELACIONALES. Este trabajo lo escribí para una maestría en psicología social comunitaria en la universidad de buenos aires. La comparto porque creo en que hay que producir propuestas corporizables con las teorías para que no se pudran en el mundillo de la academia. Aunque algunas teorías merecen descomponerse allí.

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Abordar los vínculos relacionales desde una postura guattariana. Pensar el amor como corporización del deseo. Romper las cándulas que regulan el deseo. Ver todos los vínculos en el mismo amor.

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UNA APROXIMACIÓN RIZOMÁTICA AL AMOR.

POR ELEAZAR RIZOMA.

AGOSTO, 2015.

MONOGRAFÍA BASADA EN UNA CONCEPCIÓN GUATTARIANA DE LOS VÍNCULOS RELACIONALES.

Este trabajo lo escribí para una maestría en psicología social comunitaria en la universidad de buenos aires. La comparto porque creo en que hay que producir propuestas corporizables con

las teorías para que no se pudran en el mundillo de la academia. Aunque algunas teorías merecen descomponerse allí.

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“Mira esa botella rota y piensaen algo que no sea el amor.”

Nacho Vegas

Introducción

Dice Aristóteles en el Libro I de Metafísica que Hesíodo y Parménides pensaban “que es

imprescindible que los seres tengan una causa capaz de imprimir el movimiento y de dar enlace a

las cosas” (2007; p. 63) considerando “como principio en los seres el Amor o el deseo” (2007; p.

63). El amor se imbrica en las dinámicas de la sociedad, en todos los vínculos que afectivamente

nos mueven y nos conforman, “todo lo hemos hecho por amor” dice el político Hugo Chávez. Con

la idea de que el amor mueve el mundo, nos vamos a adentrar en esta pregunta: ¿Cuál es la relación

entre amor y capitalismo? Y nos acompañaran las nociones esquizoanalíticas de Deleuze y Guattari,

para volcarnos hacia una idea rizomática del amor.

Analizar la manera en la que nos vínculamos con las demás personas (desde dónde lo

hacemos; un dónde ideológico pero también de cuerpo, de psique y de sociedad) fue lo que me

motivó a empezar a trabajar en esta monografía desde hace ya casi dos año, no solamente porque lo

considero importante para mis relaciones afectivas, sino por la relevancia que tiene para el trabajo

comunitario develar el lugar desde el cual nos comprometemos a participar.

Familia, Capitalismo y Patriarcado.

A groso modo, el amor y el capitalismo están relacionados en el patriarcado. Cuando Engels

relaciona el origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, lo hace desde lo que esas tres

instancias comparten, que es la estructura patriarcal, dando cuenta en lo micro las lógicas que se

reproducen en lo macro. Engels historiza la forma en la que se instaura “la forma patriarcal de la

familia (…), que se la identificaba (…) con la familia burguesa de nuestros días” (1884/2012; p. 4);

y en su desarrollo hace incapié en el hecho de que la familia monogámica “se funda en el

predominio del hombre” (p. 36) y “su triunfo definitivo es uno de los síntomas de la civilización

naciente”.

El patriarcado no es sólo esa estructura familiar monogámica donde el hombre posee a la

mujer, sino que es un sistema de esclavitud y servidumbre, es decir, de control. En lo micro

podemos pensar, como dice Guattari (2006), que “la mujer se convierte en una sierva, una especie

de asistente del sector promocional del marido” (p. 328). A nivel macro es donde Deleuze y

Guattari plantean su postura antiedípica, ya que la manera en la cual el psicoanálisis trabaja el

complejo de edipo en la sociedad conlleva una función útil para el Estado que vivencia en una gran

entidad abstracta las lógicas del patriarcado, sobrecodificando el deseo a través de la triangulación

familiar, controlando así toda posibilidad diversa, toda potencialidad que se pretenda expandir y

realizar: “Edipo es este limite desplazado o internalizado en donde el deseo se deja atrapar. El

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triángulo edípico es la territorialidad privada e íntima que se corresponde con todos los esfuerzos de

reterritorialización social del capitalismo” (1983; p. 266). Y su funcionamiento , en consonancia con

el planteamiento de Engels, se instaura desde las lógicas del Estado -como un todo que nace ya

estructurado- y que se maneja de una forma particular en el capitalismo, así: “El Estado Capitalista

es el regulador de los flujos decodificados como tal, mientras éstos quedan atrapados en los

axiomas del capitalismo” (Deleuze y Guattari, 1983; p. 252).

Sobrecodificaciones del Amor: Lo macro y lo micro.

Lo que en el Estado se regula a través de leyes explícitas, lo que en la sociedad se regula a

través de normativas explícitas e implícitas1, en el individuo el psicoanálisis lo regula a través de la

libido. Deleuze y Guattari (1983) usan (desde el esquizoanálisis) el término “libido para designar la

energía específica de las máquinas deseantes” (p. 291), otorgándole al deseo una potencia

revolucionaria, cuando se encuentra como caos inicial, asumiendo que para ellos “las

transformaciones de dicha energía (…) nunca son desexualizaciones ni sublimaciones” (p. 291),

marcando la crítica tajante con respecto al psicoanálisis, y su regulación del deseo, plantean:

“Nos es difícil comprender bajo cuáles principios el psicoanálisis se basa para sostener su

concepción del deseo, cuando propone que la libido debe desexualizarse o incluso sublimarse para

poder cumplir una función dentro de los intereses sociales, y de forma contraria, plantean que la

libido sólo se resexualiza bajo condiciones de regresión patológica.” (1983; p. 293)

Limitando así el flujo de la libido y encauzándola hacia “reterritorializaciones conservadoras

de la subjetividad” (Guattari, 1996; p. 13) que reducen la polivocidad, y en lo que se plantea como

una desexualización y una sublimación, en realidad contempla “por el contrario, una restricción, un

bloqueo, una reducción ejercida sobre la libido para reprimir sus flujos de forma tal que sean

contenidos en células estrictas del tipo «pareja», «familia», «persona», «objetos»” (Deleuze y

Guattari, 1983; p. 293). Donde afianzamos la lógica estructural de posesión y servidumbre

patriarcal en la molécula biatómica de las relaciones de amor (denominadas como pareja, amistad,

familia, etc.), y digo biatómica porque tendemos a pensarnos en relaciones de a dos, de un yo con

un/a otro/a.

Es en ese mundo de díadas donde se instaura la noción del cuerpo como territorio, con lo

cual cada relación que instauramos implica una desterritorialización relativa del propio cuerpo y

una reterritorialización con respecto al otro cuerpo del cual nos apropiamos en un desplazamiento

autorreferencial2, y desde ahí se agencia la potencia amorosa, como lo plantea Guattari (2006):

“El deseo amoroso no tiene nada que ver con la bestialidad o con una problemática etológica

cualquiera. Cuando éste asume esa forma estamos ante algo que pertenece precisamente a la

1 Desde la perspectiva de Slavoj Zizek las reglas implícitas funcionan de forma tal que limitan las potencialidades como si fuesen leyes reguladoras pero en una forma no consciente en la sociedad.

2 Esto es equivalente a decir que el Sol “sale” y “se oculta” a pesar de tener el conocimiento fáctico de los movimientos de traslación y rotación de la Tierra, pero la visión sigue siendo autorreferencial, no de la Tierra como centro del universo sino de la individualidad humana que percibe.

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naturaleza del tratamiendo del deseo en la subjetividad capitalística. Hay cierto tratamiento serial

y universalizante del deseo que consiste precisamente en reducir el sentimiento amoroso a esa

suerte de apropiación de lo otro, apropiación de la imagen del otro, apropiación del cuerpo del

otro, del devenir del otro, del sentir del otro.” (p. 327)

Estipulando que en nuestra elección de un determinado objeto se da una conjunción de

flujos de vida y de sociedad “que son interceptados, recibidos y transmitidos por ésta persona y su

cuerpo, siempre dentro de un marco biológico, social e histórico en el cual nos encontramos

inmersos o mediante el cual nos comunicamos” (Deleuze y Guattari, 1983; p. 293).

Agregando Guattari (2006) que:

“Volvemos siempre a la misma idea: oponer, necesariamente, a ese mundo bruto del deseo un

universo de orden social, un universo de razón, de juicio, de yo. Es precisamente este tipo de

oposición la que debemos rechazar, desde que decidimos tomar en consideración los verdaderos

componentes creadores de subjetividad.” (p. 254)

Rechazar esa oposición para rechazar las lógicas patriarcales que usan el discurso de “lo

bruto” del deseo para socializarlo o civilizarlo o controlarlo, resultando así en un silenciamiento de

los gritos que emergen del deseo, porque “no importa cuan bloqueado esté el amor, éste cambia su

curso, depende de si el deseo se engancha (…) en la máquina represiva, o por el contrario, si logra

condensar libremente la energía siendo capaz de potenciar una máquina revolucionaria” (Deleuze y

Guattari, 1983; p. 293).

¿Amor Esquizo?: Relación entre amor y locura.

Si bien el psicoanálisis no inventa el complejo de edipo, sí vive de él, y lo desarrolla y lo

estimula al punto de mercadearlo en su forma médica (Deleuze y Guattari, 1983), en palabras de

Laing (1978) “la asistencia psiquiátrica, psicoanalítica, psicológica y social -y las profesiones

adláteres- se hallan en una posición claramente análoga a la de la prostitución, en el mejor de los

casos. Se ha pagado por una relación” (p. 130); y dicha relación está en función de quien hace la

contratación, es decir, sirve para adaptarse a las fantasías3 o a los intereses de quien pague, no

siempre siendo el paciente el mismo cliente que hace la contratación, y cuando hace la contratación

¿cuáles son las expectativas y de dónde surgen?, ¿encauzar la libido como petición desde una

subjetividad capitalística producida por los mass media4, o por las categorías reificadas de la

psiquiatría y el psicoanálisis, etc.? Vuelve a establecerse acá el vínculo entre un cuerpo y otro en un

pertenecer desde la sumisión. Ese otro cuerpo puede ser literalmente el del psicoanalista o el cuerpo

institucional, y aprovechemos para ir al amor y a la locura.

En el AntiEdipo, Deleuze y Guattari plantean que el encauce capitalístico del deseo,

incluyendo el silenciamiento de la multiplicidad, lleva a que los vínculos que se establezcan entre

3 Fantasía está utilizada por Laing en la entrevista, no sé si lo dice en carácter psicoanalítico o si lo hace como término general o si fue producto de la traducción.

4 Utilizo el término en inglés para hacer referencia a la reflexión de Guattari en Caosmosis cuando plantea “la heterogeneidad de los componentes que agencian la producción de subjetividad” (p. 15).

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las personas sean desexuados y sublimados, porque todo lo que no pase por este control será “lo

bruto”, lo irracional, lo animal, pensando el flujo del deseo como ego fagocitador de lo social;

dentro de este descontrol se encaja lo amoroso, eso que nos haría “dar lo que no tenemos”, ir más

allá de lo concreto-social para encontranos inmersos e inmersas en la bastedad de lo que nos está

faltando como sujetos deseantes de deseo y de ser deseados: “conozco mi delirio (…) irrazonable a

los ojos de los demás, a quienes les relato muy juiciosamente mi locura” (p. 192) nos dice Barthes

(2008), mostrándonos cómo la potencia del amor choca contra las barreras de regulación, pero el

amor ya está sobrecodificado, no nos engañamos, y continúa Barthes (2008): “No tengo derecho

más que a una locura pobre (…) el amor me pone como loco (…); mi locura es plana (…),

totalmente recuperada por la cultura: no da miedo” (p. 193).

Esa idea de recuperado por la cultura es a lo que Guattari hace referencia en el oponer lo

bruto del deseo con universo de orden social, de razón, de juicio, de yo; pero esa diferenciación es

un pretexto para amarrar lo que fluyendo libremente tiene ya en sí una dinámica que se escapa al

yugo del Significante. Diremos con Guattari (2006), entonces, que el amor cae:

“En el mundo de los sueños o en el de la locura, en las semióticas de la infancia o de las sociedades

llamadas primitivas, no hay absolutamente nada de indiferenciado. Al contrario, esos mundos

contienen funcionamientos de agenciamientos, de sintaxis, de modos de semiotización altamente

elaborados, que no implican necesariamente la existencia de metalenguajes y de sobrecodificaciones

para interpretarlos, dirigirlos, normalizarlos, ordenarlos.” (p. 254)

Pero la pregunta por el deseo tiene un arraigo histórico, no nos encontramos en la época en

que Engels historizó cómo la noción de propiedad privada se apoderó de la familia, de la pareja, a

través de un interés macro, estadista; y en el cambio de época las lógicas patriarcales-capitalistas

han cambiado, ahora la cultura “recupera” el amor desde otro lugar, aún bajo el dominio del

significante, diría Guattari (1996): “el Significante, el referente capitalístico de las expresiones

semiológicas, el gran reductor de la polivocidad ontológica” (p. 43); quizás siendo ésta la potencia

del significante de la que nos habla Lacan en La Función de lo Bello.

Las Nuevas Sobrecoficicaciones: Amor Líquido.

La relación entre medios de producción y el campo, por ejemplo, han cambiado. Ahora el

interés de quien domina no está en tener un terreno y gente trabajando para él o ella, tampoco está

en poseer las maquinarias; ahora el control está en quién es dueño de la semilla, se patentan

semillas (que no se reproducen, hay que, cada temporada, volver a comprar la semilla), se crean

productos químicos que solamente son compatibles con esas semillas (nuevos productos para las

nuevas semillas de temporada)5, se genera una dinámica de producción-consumo que no permite

una producción agroecológica, ni de pequeña producción (debido a la oferta y la demanda), que

5 Un acercamiento a la lógica de control y mundo agro puede verse en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185332

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pueda llegar a suplir las necesidades económicas y alimenticias de toda la población, y además los

químicos producen enfermedades (en menor nivel a quienes consumen y de forma atroz en quienes

habitan las cercanías de las zonas cultivadas y rociadas)6, infectándonos a través de nuestro propio

alimento.

¿Cómo afecta esto al amor? Pues, ahí donde hubo protestas por el hambre se engendró un

sistema de sobreproductividad (¿precios más bajos para mayor acceso?) sin importar los resultados

en su totalidad, un crear para destruir. Pasa similar en el amor, donde hubo protestas sobre el

matrimonio monogámico y patriarcal, se fue liberando una locura que luego se aplanó para ser

“recuperada por la cultura”; se fueron creando vínculos “líquidos” que destruían las conexiones

relacionales, se proliferaron los puentes pero en términos de Bauman (2003/2009) “los puentes son

inútiles si no cubren toda la distancia entre ambas costas, pero en el «vivir juntos» la otra costa está

envuelta en una bruma que nunca se disipa” (p. 49). La promiscuidad se confundió con la

polivocidad del amor, con el grito del deseo (ése que irrumpe más allá de donde fue dirigido), y se

atribuyó a ciertos movimientos sociales y políticos, con enfermedades infecciosas aunadas como

una especie de castigo natural y sobrenatural y social. El amor líquido no explora la potencia del

amor, de hecho aliena al amor, lo objetiviza; y, por lo general, llega ese otro momento, el de estar en

una relación estable: ahí es cuando podemos observar si el amor fue líquido o rizomático, ya que el

enamorado líquido no cambia las lógicas privatistas, celópatas, posesivas, patriarcales al momento

de relacionarse en pareja, de proyectarse en un plan a futuro de largo plazo y específico con otra

persona, ya que no ve a la otra persona como mundos múltiples, sino que la vuelve a ver como la

parte que le falta, quizás ahora creyéndola más real por no haberla encontrado en tantas otras.

Junto con Deleuze y Guattari (1983) podríamos emplear acá la noción de microfascismos 7,

instancia en la cual se encierra nuestra potencia de flujo a pesar de los cambios verbalizados (la

contraposición entre producción esquizoanalítica y verbalización psicoanalítica):

“Puede haber una revolución preconsciente, sin una real revolución inconsciente y libidinal.

Incluso el orden puede ser así: primero hay una revolución libidinal real, que entonces pasa

a la posición de una simple revolución con algunas metas e intereses, para finalmente re-

formarse en una reterritorialidad específica, en un cuerpo específico en el cuerpo completo

del capital.” (p. 375)

Volviendo a la relación entre el campo y el amor, podemos ver cómo la noción de posesión

se encuentra no en el territorio sino en lo que habita al territorio, podemos pensar que el control de

6 Cita de Envenenados por ejemplo: http://www.infoecos.com.ar/index.php/patricio-eleisegui-autor-de-envenenados-volco-conclusiones-de-las-charlas-en-america-y-trenque-lauquen/

7 En la introducción que Michel Foucault hace del AntiEdipo, nos comenta: “El mayor enemigo, el adversario estratégico es el fascismo (…). Y no el fascismo histórico, ese de Hitler y Mussolini (que con tanta habilidad mobilizaron y utilizaron el deseo de las masas para su propósito), sino además el fascismo que habita dentro de cada uno de nosotros, en nuestras cabezas y en nuestra acción diaria, el fascismo que nos lleva a amar el poder, a desear eso mismo que nos domina y nos explota. (…) Deleuze y Guattari, hacen su parte, develando los más ínfimos trazos de fascismo que habitan al cuerpo” (p. xii).

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nuestro cuerpo (como territorio) no se verá arraigado a una lógica de pareja, sino a lo que habita

nuestro cuerpo, y lo que nuestro cuerpo produce (dejándonos para entrar en la lógica del capital), la

proliferación de guerras por los derechos de autor, por patentar todo lo que se haga, por encerrar las

posibilidades de internet, todos los productos de consumo son las semillas con las cuales nos

germinan, y ya no es el comerciante o el vendedor quien entra en una instancia de peso dentro de

ese intercambio, sino una multinacional que aprovecha instancias más grotescas donde aún es

permitida la esclavitud o donde las nuevas formas de esclavitud que nos rozan están en su estado de

devoración floresciente8. Siguiendo con la analogía, las semillas entonces también son las demás

personas que van y vienen de forma desarraigada porque ya no nos relacionamos con el territorio

como productores con el interés de antes, alguien más saca todo el plus de lo que hagamos con

nuestro terreno, y devoramos los alimentos que producimos, sin importar que nos apestemos de

VPH o VIH o cualquier otra enfermedad de aniquilación de libido, porque necesitamos comer para

llenar el vacío de que alguien se esté quedando con todo el plus.

¿Volvemos, entonces, al amor monogámico? Pienso que esta no sería la pregunta (si fuera la

última pregunta diría: No.), quizás preguntarnos ¿a dónde vamos, cómo abordar la multiplicidad

rizomática del amor? Y es importante no borrar la historia si queremos cambiarla y cambiarnos.

Debemos destruir para crear, pero no borrar; debemos destruir la idea de que el amor no tiene

códigos, de que puede haber un amor libre mientras no se arraigue a ningún lugar ni se deje atrapar

por nada, porque cuando esto sucede, cuando algo queda abstraído en la desterritorialización, si no

deviene en reterritorializaciones como las propone el esquizoanálisis, entonces será capitalizado,

volviendo a una relación patriarcal o en una desconexión psicótica.

Elegir Desparramarse: Amor Leninista y Rizomático.

Una vez que destruímos la botella o el envase o la máquina sobrecodificadora que regula la

potencia del amor, nos vemos en el acto propositivo de crear, no solamente palabras sino maneras

en las cuales el amor pueda hacerse distinto.

Para Slavoj Žižek (2001) “un leninista, como un conservador, es auténtico en el sentido de

que asume completamente las consecuencias de su elección” (p. 11), así, un leninista se asemeja a

un conservador en el sentido de responsabilidad, en el aceptar las consecuencias, en lo material de

los hechos, en otras palabras, Žižek lo que hace es establecer un punto de quiebre entre los

posmodernos etéreos que aupan las posturas del amor líquido arguyendo una crítica al amor

burgués pero que no se hacen responsables de lo que implica destruir la concepción burguesa del

amor y adentrarse en un amor radical. Žižek plantea que “(un leninista) es perfectamente consciente

de qué significa realmente tomar el poder y ejercerlo” (p. 11), y hacerse responsable del propio

cuerpo, de los sentimientos, hacerse responsable de los vínculos que establecemos, plantearnos

8 Ejemplo de esto es la manufacturera de productos electrónicos de origen Tailandés llamada Foxconn, la cual tiene múltiples sucursales en distintos países de oriente.

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desde dónde9 nos relacionamos implica tomar el poder y ejercerlo, en lo micro, como forma de

luchar contra esos microfascismos.

Y acá vamos decantando en la potencia rizomática del amor, su multiplicidad. Dentro de la

concepción de multiplicidad, una de las características a resaltar (por su relevancia explicativa de la

noción de potencia rizomática del amor) son los movimientos brownianos, esos movimientos

aleatorios, no siempre uniformes, que se dan en las partículas microscópicas que se hallan en un

medio fluido10, y en estos términos el amor sería el líquido desparramado mientras nosotros

seríamos las partículas que debido al calor nos desempeñaríamos en movimientos brownianos, en el

cuerpo sin órganos, descrito por Deleuze y Guattari (1987) de la siguiente manera:

“Cada vez que alguien hace el amor, realmente hace el amor, esa persona se constituye en un

cuerpo sin órganos, por sí misma y con la(s) otra(s) persona(s). Un cuerpo sin órganos no está

hueco y vaciado de órganos, sino que es un cuerpo en el cual, eso que sirve de órgano es

distribuído en relación a un fenómeno de multitud, en moción browniana, en la forma de

multiplicidades moleculares. (..) Así, el cuerpo sin órganos no se opone a los órganos como tales

sino a la organización de los órganos en el sentido en el cual le dan una composición al

organismo.” (p. 30)

Se rompe el orden jerárquico-patriarcal, las relaciones se vuelven de entrada múltiple, el

cuerpo existe cada vez que los vínculos se armen y no de forma reificada, en tanto que las

multiplicidades constan en su conformación con elementos rizomáticos que “varían y alteran su

distancia en relación con otros elementos” (Deleuze y Guattari, 1987; p. 30), teniendo en cuenta,

además, que el rizoma no se construye de-una-vez-para-siempre, como dicen Deleuze y Guattari

(1987):

“no se trata de éste o aquél lugar en la tierra, o de un momento histórico específico, ni tampoco de

ésta o aquélla idea de pensamiento. Se trata de un modelo colapsando o construyéndose

perpetuamente, y de un proceso que se prolonga a sí mismo perpetuamente, rompiéndose y

volviendo a armarse.” (p. 21)

Mas no hablamos de puentes con costas nubladas como los del amor líquido. Acá los

puentes del amor son múltiples y concretos; así, los cruzamos constantemente, sin ocultamientos,

con claridad. Abordamos la multiplicidad desde una pasión leninista, generando con nuestra

convicción y responsabilidad una subversión. Dice Žižek (2013) que “el amor apasionado está

emergiendo como algo peligroso y subversivo” (minuto 3:30 – 3:40) desde que la ideología nos

advierte que caer en el amor es peligroso, que la idea de volverse loco de amor nos desvía de

nuestra conexión interior y nos saca de nuestro punto de equilibrio11. Y propone que el amor, hay

9 Ese dónde que comentamos en la introducción.10 Para mayor indagación en el tema pueden remitirse al ensayo de Einstein: “Investigations on the Theory of, the

Brownian Movement”, disponible en: http://www.damtp.cam.ac.uk/user/gold/pdfs/teaching/einstein_brownian05.pdf

11 Žižek hace varias críticas a las formas en las cuales ciertas premisas del budismo han sido tomadas por el sistema occidental para adaptarlas a la cotidianidad capitalista.

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que decirlo, hay que proponerlo, “incluso si no dura para siempre, cuando nos enganchamos en una

relación, debemos hacerlo con el prospecto de eternidad” (minuto 1:14:00 – 1:14:12)12.

“¿Qué significa amar a alguien? Implica hacernos13 de esa persona de entre la multitud,

sacarla a ella o sacarlo a él del grupo, sin importar el tamaño, en el que se encuentra (…); luego

hemos de encontrar el conjunto propio de esa persona, las multiplicidades en las que se encuentra

implicada esa persona, que podrían ser de una naturaleza totalmente distinta. Unir sus

multiplicidades a las mías, hacer que ellas me penetren, y yo penetrar las suyas. Bodas celestes,

multiplicidades de multiplicidades. Cada amor es una práctica de despersonalización en un cuerpo

sin órganos aún por formarse, y es en el punto más alto de esta despersonalización en que alguien

puede ser nombrado, recibir su nombre de familia o de pila, y adquiere una capacidad intensa de

discernir ahí mismo en la aprehensión instantánea de las multiplicidades que le pertenecen, y a las

cuales él o ella pertenece a la vez.” (Deleuze y Guattari, 1987; p. 35)

En estas dos últimas citas (la de Deleuze y Guattari sobre qué es el amor, y la de Žižek sobre

el prospecto de eternidad) afianzamos la noción del amor leninista y rizomático. En una noción de

amor que rompa con su relación de Significante capitalizado, una noción que no se limite a pensar

el amor en relaciones de pareja biatómicas, que no se limite a establecer lo sexual como definitorio

de una relación íntima, o el matrimonio como única noción de compromiso en vida, o que

diferencie entre amistad, familia y prospecto en una especie de intensidades de sentimiento o de

preponderancias de interés, una noción de amor que no se piense en causa-efecto (por ejemplo,

mientras más tiempo paso con alguien, mientras más sé de esa persona, mientras más tengo una

visión panóptica de su existencia, más le amo, más me importa). Y acá es imprescindible manejar la

propuesta de la n cantidad de sexos que el esquizoanálisis promueve, pensando en la multiplicidad

de posibilidades que el cuerpo puede crearse, como territorio lo deberíamos habitar cual nómadas,

en cuanto a las categorías que le autoimponemos a nuestro cuerpo. Abriéndonos a otras formas de

sentir, de vincularnos, el trato interpersonal como ecología, como salud mental, como revolución

molecular, como lucha antipatriarcal.

Palabras Para Seguir Pensando-nos.

El desarrollo de una potencialidad rizomática del amor que sea llevada a cabo con una

intensidad radical, leninista, pretende desparramarse por sobre todos los vínculos, pensar en la

eternidad del compromiso con la n cantidad de otredades con las que establezcamos un nexo

sexuado-concreto, o con las que establezcamos una relación de amistad, o de trabajo, o de

familiaridad, etc.; desde un lugar en el cual ningún vínculo que decidamos establecer nos sea ajeno.

Y me remito a Foucault (1984) cuando se cuestiona sobre la noción de homosexualidad:

“convendría preguntarse: ¿Qué tipo de relaciones se pueden establecer, inventar, multiplicar,

12 En términos populares, como le dice Amadeo a Cristina en Luna de Avellaneda: “Bancate el amor.” 13 En la versión en inglés aparece como seize, ésta palabra tiene diversos significados como atenerse a algo, tomar algo

de forma forzada, tomar posesión de, tomar de manera decidida, dejarse afectar por alguien o algo, atraer algo o alguien, comprender a alguien o algo, estar al tanto de, cuando se refiere a una máquina de partes movibles: quedar atascado (¿dentro del movimiento de multiples partes?).

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modular, a través de la homosexualidad? El problema no es descubrir en sí la verdad de su sexo,

sino servirse, desde ahora, de su propia sexualidad para acceder a una multiplicidad de relaciones.

Y es sin duda ésta la verdadera razón por la que la homosexualidad no es una forma de deseo, sino

algo deseable. Debemos empeñarnos en devenir homosexuales14 y no obstinarnos a reconocer que

lo somos. El problema de la homosexualidad tiene como desarrollo último el problema de la

amistad.” (p. 1)

Es a través de atravernos a pensar el deseo y el amor desde lugares inefables que podemos

adentrarnos en otras utopías relacionales, que podemos llevar nuestro quehacer académico,

licenciado, a las comunidades (a las cotidianidades en general, incluyendo la de trabajo, militancia,

participación, etc.) desde un interés que socave cualquier residuo microfascista. Ya que,

parafraseando a Deleuze y Guattari (1987) en la parte final de Mil Mesetas, plantean que el rizoma

pertenece a un espacio de flujo en el cual se desdibuja un plano que posee las cualidades de ése que

le atraviesa (y que está atravesando a su vez); por tanto la multiplicidad que allí se constituye no se

subordina a lo Uno, adquiriendo una consistencia propia. Son multiplicidades de masas, no de

clases; multiplicidades anómalas y nómades, no normales ni legales; multiplicidades en devenir, o

multiplicidades en transformación, sin elementos contables o de relaciones ordenadas, borroneos

sin agregados exactos, etc.

Y para no correr el riesgo de dejar hilos en un aire líquido, reiteramos acá con Foucault

(1984) que “tendríamos que ocuparnos no tanto de liberar nuestros deseos, sino de volvernos,

nosotros mismos, infinitamente más susceptibles de experimentar los placeres. Es preciso rehuir

esas dos fórmulas muy asentadas que son el mero encuentro sexual y la fusión amorosa de las

identidades” (p. 3). Es acá donde debemos volver a plantear la pregunta del principio: ¿Cuál es la

relación entre amor y capitalismo? Es una relación sostenida en los microfascismos, en nuestros

cuerpos; haciendo de la cotidianidad mundana un lugar de lucha constante para la ruptura con las

dinámicas capitalísticas que regulan el amor y nuestros vínculos.

14 En “La Inquietud por la Verdad” de Editorial Siglo Veintiúno, Foucault (1994) en una entrevista posterior a la del texto de la amistad, se corrige y plantea que quiso decir “en devenir gay”.

Page 11: Una Aproximacion Rizomatica Al Amor

Referencias Bibliográficas Citadas

Aristóteles. (2007). Metafísica. Editorial Espasa Calpe. Madrid.

Barthes, R. (2008). Fragmentos de un Discurso Amoroso. Editorial Siglo Veintiúno. Buenos Aires.

Bauman, Z. (2003/2009). Amor Líquido. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.

Deleuze, G. y Guattari, F. (1983). AntiEdipus: Capitalism and schizophrenia. Penquin Books USA

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