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UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO SOBRE LAS RELACIONES DEL ESTADO Y LA IGLESIA EN EL SIGLO XIX Y TRAS EL PERIODO ELECTORAL DE 1994-1998 PRESENTADO POR Daniel Cardozo Contreras Edgar Hernán Lozano Rodríguez UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL BOGOTÁ 2013

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UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO SOBRE LAS

RELACIONES DEL ESTADO Y LA IGLESIA EN EL SIGLO XIX Y TRAS EL PERIODO ELECTORAL

DE 1994-1998

PRESENTADO POR

Daniel Cardozo Contreras

Edgar Hernán Lozano Rodríguez

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

BOGOTÁ

2013

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UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO SOBRE LAS

RELACIONES DEL ESTADO Y LA IGLESIA EN EL SIGLO XIX Y TRAS EL PERIODO ELECTORAL

DE 1994-1998

PRESENTADO POR:

Daniel Cardozo Contreras

Edgar Hernán Lozano Rodríguez

DIRECTOR:

Orlando Moreno Martínez

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

BOGOTÁ

2013

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A mi familia,

Especialmente a mi Madre que dio tanto para este logro.

Agradezco muy especialmente a la maestra Nayive Castellanos V.

Quien me brindo fortaleza, Compañía y esperanza en momentos de dificultad.

Edgar.

A Diosito, a Jesús, las principales fuentes de fortaleza de mi vida, sin su amor y piedad no lo habría

logrado…

A mis Padres y Hermanos, pilares de mi carrera, gracias por brindarme siempre su apoyo

incondicional…

Mi abuelita Verónica, tíos(as), primos y demás familiares que estuvieron dándome sus palabras de

apoyo y aliento…

Mis amigos saben la amistad es de los sentimientos más hermosos que hay, muy difícil de cultivar

y el que más valoro, por ende a cada uno les agradezco y los quiero de corazón…

A cada uno de los profesores que conocí,

sus enseñanzas y consejos me sirvieron para seguir este camino de la educación…

A la memoria de mis abuelos Miguel, Hernando, Gabriela y mi Tío Joselito.

Daniel…

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FORMATO

RESUMEN ANALÍTICO EN EDUCACIÓN - RAE

Código: FOR020GIB Versión: 01

Fecha de Aprobación: 10-10-2012 Página 1 de 4

1. Información General

Tipo de documento Trabajo de Grado

Acceso al documento Universidad Pedagógica Nacional. Biblioteca Central

Titulo del documento

Un proyecto de nación o revanchismo político. Estudio sobre las relaciones

del Estado y la Iglesia en el siglo XIX y tras el periodo electoral de 1994-

1998

Autor(es) Edgar Hernán Lozano Rodríguez – Daniel Cardozo Contreras

Director Orlando Moreno Martínez

Publicación Bogotá. Universidad Pedagógica Nacional. 2013, 128 pág.

Unidad Patrocinante Universidad Pedagógica Nacional.

Palabras Claves

Iglesia, Estado, Narcotráfico, Nación, Partido Liberal, Partido Conservador,

Clero, Secularización, Proceso 8000, Narcocasetes, Instituciones, Moral,

Cristiandad, Corrupción, Doble Moral, Conflicto Iglesia-Estado.

2. Descripción

El documento que se muestra a continuación tiene como temática central el abordaje de las disputas que se dieron entre la

Iglesia y el Estado, específicamente tras las elecciones presidenciales del año 1994. Para este análisis se plantea el estudio

del conflicto que se dio con el triunfo de Ernesto Samper del Partido Liberal en las elecciones presidenciales de este año y

cómo el narcotráfico se presentó como un nuevo actor que hizo de este evento y de toda su presidencia un constante

choque entre ambas instituciones junto al Partido Conservador.. Se toman como punto de referencia algunos de los

sucesos más relevantes del siglo XIX y partiendo de ellos se demuestra cómo las disputas que se originaron tras el origen

de la república se han mantenido vigentes hasta nuestros días.

3. Fuentes

Libros: Arciniegas, Germán. (1995); Bergquist, Ch. (1981); Betancourt, D y García, M. (1994); González, F. (1977);

López, M. (1991); Orjuela, L. (2010); Valderrama, C. (1986). Fuentes de prensa El Catolicismo (1994 – 1995); El

Nuevo Siglo (1994 – 1995). El espectador (1994); El Tiempo (1994-1997). Revistas: Estrategia (1996); Cambio 16

(1996); Semana (1996-1997).

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RESUMEN ANALÍTICO EN EDUCACIÓN - RAE

Código: FOR020GIB Versión: 01

Fecha de Aprobación: 10-10-2012 Página 2 de 4

4. Contenidos

En el primer capítulo llamado La Iglesia y el Estado en Colombia. Origen y balance de la discordia se analizan los

diferentes conceptos que se manejan dentro del trabajo y se abordan algunas de las obras que se han hecho con respecto a

los conflictos entre la Iglesia y el Estado. Por otra parte se hace un enfoque de la cuestión de las elecciones y cómo estas

estuvieron marcadas por la intervención de los dineros de los grupos del narcotráfico sirviendo además para potenciar los

históricos conflictos entre política y religión.

El segundo capítulo, “Rescate de los valores” y reivindicación de la moral cristiana. La lógica de la Iglesia y su

proceder en el marco del proceso 8000, se muestra cómo las acciones de las diferentes campañas, especialmente la del

Partido Liberal, estuvieron marcadas por una desmesurada falta a la moral, pues tanto el desprestigio entre candidatos

como las alianzas de políticos con el narcotráfico mostraban el alto grado de corruptibilidad al que se había llegado y

cómo estas mismas acciones desprestigiaban a las mismas instituciones. Este capítulo se enfoca en mostrar la opinión de

la Iglesia y la prensa conservadora frente a los cuestionamientos que se hacían al presidente.

El tercer capítulo denominado La lucha contra el desprestigio. Defensa del presidente Samper en su búsqueda por el

buen nombre, se analizan algunos elementos que intentaron mostrar al presidente como alguien inocente pero ingenuo,

como una persona que fue víctima de los largos brazos de la delincuencia y de los dudosos contactos de sus

colaboradores. Aquí se muestra también como el Estado no estaba unido y en cambio se veía débil por las luchas entre

poderes y por la influencia del narcotráfico, el cual ya lo había penetrado en muchos de sus ámbitos. Por último se da

cuenta de las alianzas del clero con el narcotráfico y de la doble moral que manejó en ese momento, pues fue muy hábil

condenando a Samper pero para nada correcto cuando de cuestionar las acciones de sus representantes se trató.

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RESUMEN ANALÍTICO EN EDUCACIÓN - RAE

Código: FOR020GIB Versión: 01

Fecha de Aprobación: 10-10-2012 Página 3 de 4

5. Metodología

Los elementos que guían este trabajo se relacionan directamente con el paradigma histórico hermenéutico dadas las

posibilidades para involucrarnos con cuestiones relativas a las acciones de los sujetos, sus implicaciones en aspectos tan

cotidianos como los axiológicos y por ende, lograr de nuestra parte un análisis y una apuesta por cuestiones que van más

allá de la mera descripción de factores institucionales que suelen dejar de lado aspectos subjetivos de los actores

involucrados, y que pueden decir mucho acerca de los procesos que son objeto de nuestro estudio.

6. Conclusiones

A través de este trabajo se lograron evidenciar varios elementos que han configurado las dinámicas del conflicto entre el

Estado y la Iglesia y cómo estos desembocaron en las disputas del bipartidismo colombiano, el cual se enfrascó en

diferentes momentos de la historia en disputas de índole religioso, siendo un punto importante la forma en que el Estado

se levantó como institución pasando por sobre la Iglesia en los inicios de la república. De otra parte se muestra cómo el

Estado no era fuerte y estaba tan disperso en sus apreciaciones que enfrentó de forma directa a los diferentes poderes que

le componen. Lo anterior da cuenta de la forma en que la viabilidad del Estado estaba afectada tanto por las confusiones

al interior como por la dislocación de las instituciones por acción de la corrupción.

La evidencia de la doble moral de la Iglesia también es algo que se logra demostrar, específicamente por la relación del

padre Rafael García Herreros con Pablo Escobar. Esto se toma como prueba de su intransigencia frente a sus propias

faltas y deja claro que no tiene la misma apreciación de cuando se trató del juzgamiento y los ataques al presidente. El

nivel de degradación había permeado todas las instituciones del Estado, pero queda claro que lo mismo sucedió con la

Iglesia, la institución de mayor prestigio social y la llamada a defender al país en cuestiones morales

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RESUMEN ANALÍTICO EN EDUCACIÓN - RAE

Código: FOR020GIB Versión: 01

Fecha de Aprobación: 10-10-2012 Página 4 de 4

Elaborado por: Edgar Hernán Lozano Rodríguez – Daniel Cardozo Contreras

Revisado por: Orlando Moreno Martínez

Fecha de elaboración del Resumen: 29 10 2013

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TABLA DE CONTENIDO

Introducción……………………………………………………………………………………………………………..

10

Capítulo I

La Iglesia y el Estado en Colombia. Origen y balance de la discordia

Acercamiento preliminar………………………………………………………..............................

17

Las disputas a través del tiempo. Relaciones marcadas por el poder………………..

19

El marco electoral de 1994……………………………………………………………………………………

24

Conclusiones………………………………………………………………………………………………………….

29

Imágenes………………………………………………………………………………………………………….. 31

Capítulo II

“Rescate de los valores” y reivindicación de la moral cristiana

La lógica de la Iglesia y su proceder en el marco del proceso 8000……………….

33

El verdadero mensaje…………………………………………………………..............................

43

Conclusiones……………………………………………………………………………………………………….

55

Imágenes………………………………………………………………………………………………………….. 56

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Capitulo III

La lucha contra el desprestigio. Defensa del presidente Samper en su búsqueda por

el buen nombre

¿Falta de sintonía?................................................................................................

58

La figura del presidente Samper ante las acusaciones……………………….............

61

¿Guerra religiosa?................................................................................................

66

La poderosa fuerza de la religión. Encuentros y desencuentros de sus propias

acciones………………………………………………………………...

69

64

La absolución………………………………………………………………….....................................

77

Conclusiones……………………………………………………………………………………………………….

80

Imágenes………………………………………………………………………………………………………….. 81

Conclusiones finales…………………………………………………………………………………………..

85

Bibliografía…………………………………………………………………….. 88

Anexos…………………………………………………………………………. 95

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INTRODUCCIÓN

Al emprender una indagación preliminar de la realidad de nuestro país y gracias a las

diferentes etapas de la historia nacional que hemos estudiado, nos vimos motivados a

entender cómo las disputas entre el Estado y la Iglesia se mantenían vigentes a finales del

siglo XX en el marco de las elecciones presidenciales de 1994, periodo que en apariencia

mostraba superadas las viejas rencillas entre un Estado “secular y laico” que pretendían los

próceres de la patria, y una Iglesia tendiente a mantener su preponderancia y legitimidad en

los diferentes ámbitos de la vida nacional. A la luz de esta coyuntura, intentamos mostrar

las divergencias y desencuentros entre la Iglesia y el Estado y cómo estas obedecen a una

constante histórica en la que los partidos Liberal y Conservador se han enfrentado en

diferentes momentos en los que la población y la vida política del país ha sido atravesada

por la religión como factor movilizador de las luchas por el poder.

La evidente carrera moralizadora de la Iglesia con el correr de los años y el proyecto

modernizador del liberalismo se verán enfrentados en un nuevo momento en el que el

legado de la independencia ya se había apaciguado, pero, las diferencias entre unos y otros

ya no en el campo económico, sino en el netamente ideológico, los pondría una vez más

como rivales. Los cuestionamientos a los liberales por parte de la Iglesia y de los

conservadores serían elemento necesario para describir el periodo de transición entre el

gobierno que dejaría su poder en 1994 y quienes lo asumirían. El liberalismo y el

conservatismo, contendientes históricos y representantes supremos de la polarización

llevada en varias ocasiones a la violencia, tomarían cada uno desde su orilla a la religión

como un factor importante en el quehacer político nacional, como ente legitimador de unas

acciones y proyectos, o como uno de los más importantes críticos de las ideas contrarías a

sus apreciaciones.

El desarrollo de la disputa histórica entre liberales y conservadores mostraría la

degradación de la vida de los colombianos, del atraso económico y de la poca identidad

nacional. Las divisiones ideológicas entre colombianos serían más profundas desde el

púlpito de la Iglesia, lugar en el que el Partido Conservador sacara una gran ventaja en el

terreno político. La asociación entre religión y política que ha usado siempre este partido

pondría a los liberales en una situación de constante reproche por las acusaciones de

anticlericalismo, de falta de fe y de ser promotores de una moral contraría a la voluntad de

la religión de Dios. Acusaciones que servirían como instrumento legitimador de

persecución y estigmatización. De esta clase de discordias impulsadas por la religión, de su

uso como instrumento político y como medio de cohesión a través de la identificación del

enemigo espiritual con el contrario político, de la demonización de una parte de la

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población, alimentaría los odios que se mantendrían por mucho tiempo, más allá del

periodo en el que se gestara todo esto y con repercusiones directas en la actualidad.

El control del Estado, trofeo político para la clase que siempre ha gobernado

independientemente de la bandera a la que le rinda culto, es y ha sido el fin que se justifica

más allá de la forma en que se logre su control. En los gobiernos liberales también han

sufrido los conservadores, la trampa, el terror y el miedo han sido instrumentos nada

descartables, es más, demasiado usados en la tradición política de este país. La persecución

del otro, su eliminación física y la degradación de la condición humana también se ha

hecho en diferentes momentos de la historia de Colombia en nombre de la causa de Dios.

Sean cuales sean las circunstancias, la coyuntura específica y las diferencias en el tiempo,

esta clase de cosas siguen estando presentes en el diario vivir. La política ha estado

asociada siempre a elementos que no precisamente exaltan lo mejor de la condición

humana y de sus representantes. La democracia como instrumento en el que se apoya la

institucionalidad del Estado poco ha servido a las realizaciones de la población a la que se

dice servir. Estas palabras nos sirven para asociar el fenómeno que estudiamos

paralelamente al contexto general de las relaciones entre el Estado y la Iglesia.

En la década de los noventa, un nuevo actor aparecerá en la escena política nacional y

estará en medio de la lucha entre el Partido Liberal y el Conservador, aliado y unido

históricamente a la Iglesia Católica. Este opacará la vida en el país con la influencia del

terror y del dinero, elementos que van de la mano para generar toda su influencia viciosa en

todos los ámbitos del país. La política llamada siempre a mostrar lo mejor de la sociedad,

pero tristemente célebre por exponer lo contrario, se verá imbuida en una profunda crisis

que deja muy visible la endeblez institucional. Es el narcotráfico ese nuevo actor que será

instrumento que albergue, promueva y legitime para si todas las prácticas enunciadas atrás,

y que, a través de mecanismos faltos a cualquier principio de honestidad y transparencia,

permeará al Estado llevándolo incluso a mimetizarse con él.

Este contexto especial para el análisis de las relaciones entre el Estado y la Iglesia es la

parte que cruza nuestra investigación de forma contundente para explicar dichas relaciones.

Es la disputa entre ambas instituciones, atravesada por el delito del narcotráfico y su

poderosa influencia en todo el ámbito estatal lo que nos trae a la actualidad para mostrar la

vigencia de esos viejos odios políticos que nacieron con la república misma, más allá de lo

especial que pueda parecer la eventual coyuntura. Aunque en apariencia el narcotráfico

llegó para quedarse, es este un fenómeno que se fraguó mucho antes producto de la poca

funcionalidad del Estado, de las fisuras del mismo y en última instancia, por ser solamente

el botín del bipartidismo, de ese de la clase dirigente más no de las personas que guidas por

sus pasiones “le pusieron el pecho a la bala”.

El narcotráfico reemplazó al Estado, o al menos, le dejó en un segundo plano al ejercer

mayor control en diferentes lugares del país y tras corromper las instituciones que

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representan a la sociedad, así como a otras formas de manifestación legítima de

organización del pueblo que no encontró y al parecer no encontrará fácilmente debido a

estas causas y otras tantas que le impiden a la población hallar viabilidad y reconocimiento

de sus propios procesos. Esta aseveración que puede sonar demasiado vehemente, es

preciso contextualizarla. Opera para quienes encontraron en los grandes señores del

narcotráfico un apoyo que jamás hubiesen recibido del Estado, ni de su partido, ni de la

caridad de la Iglesia. La Iglesia como referente moral del país, ha sido bastante despótica

con la realidad vivida, realidad a la que ha contribuido activamente en momentos en lo que

se fusionara con la política del Partido Conservador. Los políticos colombianos desde la

aparición de este flagelo han encontrado un medio efectivo para crecer en la carrera

política, han encontrado en el narcotráfico un poderoso aliado que a través de su poder

conferido por la violencia, se ha puesto por encima de las instituciones y en más de una

ocasión y como ejemplo repetido, con las piezas que representa la clase dirigente.

La disputa entre la Iglesia y el Estado se acelerará en las elecciones de 1994, servirá para

entender algo que no se superó, más allá de la supuesta división entre ambas instituciones

enunciada en más de una oportunidad y ratificada en la constitución política proclamada en

1991, en donde la libertad de culto se garantizaría. La secularización del Estado sobre el

papel no pudo acabar con el legado y la fuerza de la tradición, situación que dejó a la

Iglesia como la institución poderosa que ha sido siempre.

El escándalo de la filtración de dineros del narcotráfico en la campaña de Ernesto Samper

Pizano del Partido Liberal, es de nuestro total interés y es precisamente este estudio

específico con el que pretendemos dar cuenta de la vigencia de las disputas del Estado y la

Iglesia, de la contienda entre liberales y conservadores en momentos que se pensaba que el

uso de la religión como instrumento para sacar ventajas políticas, como factor

desestabilizador y como detonante de odios se había terminado o al menos apaciguado. La

Iglesia Católica es y ha sido a través de la historia de nuestro país un actor fundamental

para los políticos de turno, bien como institución que legitimó las acciones de los gobiernos

que fueron de sus afectos o bien como ente desestabilizador, como fuerza detractora de las

iniciativas que atentaron contra sus intereses y designios. La fuerza que le otorgaba antes y

aun hoy se hace latente gracias a la legitimidad social que se ajusta a las doctrinas

moralistas de la población colombiana, algo que en cuestiones políticas ha sido bastante

fructífero para el Partido Conservador principalmente y que ha redundado en ganancia para

la Iglesia, a pesar del actuar tan nocivo en muchos casos por parte de políticos que aliados

con el clero han trastocado la democracia y la destruyen aplicando la violencia, el chantaje

y el clientelismo.

De todo lo anterior se desprende el interés que surge por encontrar referentes históricos

cercanos acerca del porqué de un país enmarcado en una contienda que ha trascendido por

muchas generaciones. Este interés parte además de la necesidad de entender cómo se daban

en forma temprana grandes diferencias ideológicas que polarizaron a la naciente república y

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que han sido fuertemente marcadas, razón por la cual se hacen evidentes en la violencia e

intolerancia política que ha caracterizado al país. En este trabajo se encontrarán elementos

importantes que han servido para analizar el conflicto entre el Estado y la Iglesia y que

hemos tomado para beneficio propio de nuestra investigación. Nuestro objetivo será

mostrar las características de las relaciones entre el Estado y la Iglesia en el siglo XIX y en

el siglo XX enfatizaremos en el contexto electoral de 1994-1998. Este periodo indica

precisamente la manera en que un nuevo actor que es el narcotráfico va a tomar

importancia en los asuntos y dirección del Estado, situación que será aprovechada no

solamente por los primeros sino además por la Iglesia.

Dentro de las características esenciales de este trabajo se pretende a su vez demostrar las

diferentes posiciones que se encuentran dentro de las conflictivas relaciones entre la

institución eclesiástica y el Estado. Esta pretensión radica fundamentalmente en la

posibilidad de encontrar elementos que indiquen cuáles fueron las motivaciones,

intensiones y ambiciones de cada una de las partes, especialmente las de la Iglesia Católica,

la cual creemos se embarcó en una disputa con el gobierno presidido por Ernesto Samper y

que empezó antes cuando se mostraba como candidato para la presidencia de la república.

Consideramos que esta disputa que se dio, y las críticas que se hicieron desde la Iglesia

frente a los vínculos de Samper con el narcotráfico, se hacían en momentos en los que

sobre el clero colombiano reposaban sospechas por sus posibles vínculos con los negocios

ilegales de esta actividad. Este sería el caso de los vínculos del padre Rafael García

Herreros con Pablo Escobar, relación de tipo comercial y que enlodó el nombre tanto del

sacerdote como de la Iglesia colombiana en su conjunto. Lo anterior es razón suficiente

para embarcarnos a reconocer elementos que le puedan sugerir al lector y porque no,

asegurar que dichas relaciones entre el clero y el narcotráfico se dieron a pesar de la

autoridad que se auto conferían para juzgar el actuar del Estado, más allá de que las

acusaciones sobre este fueran ciertas o no.

La separación del Estado y la Iglesia, proceso que se pensó desde los inicios de la república

pero que no se presentó concretamente en una sociedad altamente religiosa, evidenció con

el tiempo como esta última salió beneficiada de dicha pretensión, mientras que el Estado

siempre ha dependido de la institución religiosa al momento de operar. Para la Iglesia

Católica también era esencial tener claro cómo se tratarían los asuntos de la nación entre

Iglesia y Estado; aunque se tilde algunas veces de negativa la separación entre los dos

poderes, en sí era lo que deseaba la Iglesia ya que con ello esta podría en parte volver a

tener la autonomía que antes poseía, y al estar relegada a lo que disponían los gobiernos,

encontraban impedimento para su profesión de la fe; como establece Fernán González “la

religión pasa del absolutismo y el autoritarismo de una sociedad de cooperación obligatoria

a la religión individual y privada de una sociedad de cooperación voluntaria”1. Es claro que

a partir de la separación de Iglesia-Estado, la religión empezaría a regirse como un 1 Fernán E. González, Partidos Políticos y poder Eclesiástico, CINEP, Bogotá, 1977, p. 1

Page 14: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

14

organismo privado que tendría bajo su tutela la potestad sobre las almas de los pobladores

de la república.

Lo anterior es esencial para ubicar los orígenes de las disputas entre estas dos instituciones

y como las mismas, enmarcadas bajo una lucha de poderes por la legitimidad moral, social

y hasta económica, evidenciaba un crecimiento en momentos en los que un régimen liberal

se alzaba con la potestad de la nación, algo que ya en el pasado dejaba clara la diferencia

entre el Estado liberal y las pretensiones de la Iglesia. Diferente cuando los conservadores

estaban al mando del Estado puesto que el clero se beneficiaba de la protección de los

gobiernos que profesaban la ideología de dicho partido. El narcotráfico toma buena parte

del protagonismo en la década de los 90 y se involucra directamente con el Estado, pero la

Iglesia también y más sutilmente se erige no solo como un referente moral sino que además

deja abierta la posibilidad de ser asociada con este negocio ilegal. A pesar de lo anterior, las

disputas se mantienen y se hacen evidentes en el momento mismo en que Ernesto Samper

está vinculado con los dineros ilícitos respondiendo a una constante histórica que si bien se

ha menguado, sigue latente y sirve como elemento muy funcional para generar resquemores

y sobresaltos en la ya convulsionada realidad nacional Las diferencias estarán presentes

más allá de las circunstancias que lleven a los desencuentros entre el Estado y la Iglesia.

Esto está ligado al proceder de los sujetos que representan cada uno de los bandos y se hace

más impactante cuando son sus máximos líderes los que sirven como ejemplo del nivel de

corrupción al que han llegado y las formas en que se atacan unos a otros reconociendo las

faltas del enemigo pero nunca las propias.

Los elementos que guían este trabajo se relacionan directamente con el paradigma histórico

hermenéutico dadas las posibilidades para involucrarnos con cuestiones relativas a las

acciones de los sujetos, sus implicaciones en aspectos tan cotidianos como los axiológicos

y por ende, lograr de nuestra parte un análisis y una apuesta por cuestiones que van más allá

de la mera descripción de factores institucionales que suelen dejar de lado aspectos

subjetivos de los actores involucrados como por ejemplo cuando se hace referencia a

asuntos como los inicios de la República y procesos como el Congreso de Cúcuta no se

pueden dejar de lado personajes como Simón Bolívar o Francisco de Paula Santander sin

los cuales tal hecho hubiera sido relevante, del mismo modo hablar de proceso 8000 y de lo

que ello acarreo se torna cuando entran en juego personajes como Samper, Pastrana, los

Rodríguez Orejuela y demás; y que pueden decir mucho acerca de los procesos que son

objeto de nuestro estudio. La pertinencia al tomar como referente este paradigma surge

precisamente de la necesidad de comprender las estructuras sociales que se han arraigado

en nuestro país, el cual no deja de lado aunque sea de forma enunciativa la exaltación de la

moral y las “buenas costumbres”, aun cuando estas mismas han sido tan mal manejadas en

lo relativo al actuar de los diferentes líderes políticos y religiosos de nuestro país. Las

estructuras sociales por tanto han de ser estudiadas desde una posición que deje abierta la

posibilidad de explicar desde las motivaciones mismas de los sujetos las posturas que

Page 15: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

15

pueden cubrir toda la lógica institucional de los actores involucrados, en nuestro caso y de

forma predominante la Iglesia y el Estado, sin desvincular el narcotráfico mismo como una

forma paralela de poder, que ejerce control y maneja sus propios códigos.

Los capítulos que manejamos se encuentran divididos de la siguiente manera: como

primera medida nos enfocamos en tomar los referentes teóricos que han abordado el tema

de las relaciones entre el Estado y la Iglesia y del proceso 8000 como aspecto más

particular y directamente relacionado con el periodo histórico que manejamos en nuestra

investigación. Junto a lo anterior, también realizamos una conceptualización de las

categorías de análisis que nos resultan más pertinentes para orientar nuestro trabajo y nos

brindan la oportunidad de enfocar más adecuadamente el mismo, presentando así una

apuesta que esté sujeta a los alcances reales que este proyecto en verdad nos permita, sin

adentrarnos en posturas apresuradas ni limitar nuestra capacidad de proponer y argumentar

nuestras opiniones sobre un tema tan complejo pero apasionante. Estos aspectos estarán

expuestos en nuestro primer capítulo, La Iglesia y el Estado en Colombia. Origen y

balance de la discordia y servirán como herramienta inicial para una mejor comprensión de

nuestra apuesta teórica.

De forma seguida y como segundo capítulo, “Rescate de los valores” y reivindicación de

la moral cristiana. La lógica de la Iglesia y su proceder en el marco del proceso 8000, les

mostraremos la postura de la Iglesia en el marco de las elecciones de 1994, tomando

además referencias históricas que nos sirven de apoyo para indicar las continuidades y

posibles cambios que se han presentado con el pasar del tiempo, desde el origen de la

república hasta las elecciones que ya mencionamos. En nuestro tercer capítulo, La lucha

contra el desprestigio. Defensa del presidente Samper en su búsqueda por el buen

nombre nos enfocamos en el estudio de la prensa liberal y de sus apreciaciones frente a los

cuestionamientos que emanaban de la Iglesia en contra del Estado presidido por los

liberales. Nos resulta muy pertinente además de interesante enfocar ambos puntos de vista

para enriquecer este análisis en el que salta a la vista una verdadera lucha ideológica que

dejaría muy mal parado al Estado y le heredaría grandes réditos políticos a los

conservadores y a la Iglesia misma.

Esperamos encontrar a través de esta investigación elementos suficientes para entender

mejor los cambios y transformaciones que hemos sufrido en la actualidad, eso sí revisando

el pasado que aun y siempre tiene mucho que develarnos. También esperamos servir en

forma alguna a personas o grupos que realicen estudios posteriores que se adelanten sobre

el tema y que necesiten de análisis más profundos que los que nosotros podamos realizar a

lo largo de nuestro trabajo, el cual se hace con la pretensión de conocer más acerca de

aspectos tan importantes en la vida política de nuestro país, y que han influido bastante en

cuestiones sociales que han configurado diversas anomalías que nos han afectado mucho en

los últimos años.

Page 16: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

16

A todos aquellos que se acerquen a esta investigación les recordamos que los eventos

analizados se enmarcan en un periodo de convulsiones a nivel político, económico y social

y que es partiendo de estos tres aspectos y su análisis que pretendemos poner a prueba

nuestras ideas iníciales sobre el Estado y sus relaciones con la Iglesia, de las disputas que se

han mantenido y profundizado a lo largo de la historia, de las gravísimas consecuencias del

narcotráfico, de la corrupción y de la degradación del Estado y de la indiferencia que ha

sido la constante por parte de nuestros dirigentes frente a las ideas y concepciones políticas

e ideológicas de todos quienes hacemos parte de este país tan particular.

Page 17: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

17

Capítulo I

La Iglesia y el Estado en Colombia. Origen y balance de la discordia

Acercamiento preliminar

Las referencias históricas de los conflictos entre el Estado y la Iglesia aluden formalmente a

tiempos coloniales para el caso de nuestro país. Las relaciones de dominación del mundo

occidental europeo sobre diferentes territorios del globo se extendían y con ellas también

toda la imposición cultural que reflejaría posteriormente la multiplicación de las formas de

control social, siendo la religión una de ellas. A través del tiempo y en nuestro caso

particular la Iglesia Católica como un remanente del legado imperial español se levantó por

sobre otras formas institucionales, tanto del antiguo régimen, como del republicano tras el

proceso de independencia. Este fenómeno ligado a la tradición y que involucra la

reproducción social de los valores de un país en constantes conflictos está estrechamente

ligado con la configuración de una sociedad altamente religiosa y que, por cuestiones que

describiremos más adelante, no se desprenderá en ningún momento de la historia más allá

de mostrar un aparente periodo de calma tras el triunfo de los conservadores en la Guerra

de los Mil Días. Para empezar realizaremos un ejercicio preliminar donde

conceptualizaremos algunos elementos de gran trascendencia en nuestro análisis.

La Iglesia, del término griego EKKLESIA se usó para designar al pueblo con camino del

desierto. En principio encontramos a la Iglesia como una definición que asocia a los

hombres con un camino divino en la búsqueda de Dios. Es la Iglesia la base que sostiene la

fé de los creyentes y la que les proporciona la fuerza espiritual y de unidad social2. La

Iglesia como el pueblo de Dios que constitutivamente es cuerpo de Cristo; ésta se

complementa con la comunión, la cual es esencialmente la comunicación de Dios con los

hombres en cristo y, por tanto, de los hombres entre sí; de ella forman parte los hombres de

todos los lugares y de todos los tiempos, cuyo corazón, esperado y amado, tiende hacia

cristo3.

De otra parte, el Estado es entendido como en conjunto de instituciones regidas por el

control burocrático-administrativo que opera desde el poder político4. Para Max Weber el

Estado además de operar como ente administrativo también es el que posee el monopolio

2 Iglesia Católica, conferencia episcopal de Colombia, La Iglesia en Colombia, Editorial cra 7ª, 1986, Bogotá, p.3 3 F. OCÁRIZ, LA IGLESIA, SACRAMENTUM SALUTIS SEGÚN JOSEPH RATZINGER, De: http://www.collationes.org/attachments/097_FO_Iglesia_Sacramentum_salutis.pdf

4 Luis Orjuela, El Estado en Colombia, Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Ciencias Políticas –CESO, Ediciones UniAndes, Bogotá, 2010, p. 20

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18

legítimo de las armas y principal mediador de los conflictos sociales5. Desde la perspectiva

de Hobbes, es el Estado fruto y producto de las relaciones sociales que se han configurado

por la incapacidad natural de los individuos de regirse en sociedad, es por ello que el

Estado aparece como una forma negociada de control social que deja explicita y clara la

autoridad del mismo por encima de los designios individuales6.

Un fenómeno de gran interés para nuestro análisis es la secularización, que es entendida

como el proceso que resulta del control del mundo del hombre, de la extensión de las

relaciones sociales, de aquella condición autosuficiente que le dan la técnica y la

racionalidad, lo que lleva consigo la definición no religiosa de las relaciones sociales a

nivel de los valores y la eventual independencia de las instituciones sociales al nivel de la

estructura. La secularización es la transformación de la estructura social como una

referencia explícita y específica a las realidades de la sociedad terrestre y al mundo de la

ciencia y de la técnica, por oposición a todo lo que expresa una relación directa con la

divinidad7. También es entendida como un fenómeno consistente de la “desintegración” de

las tradiciones religiosas en la modernidad a la que se vincula la “pérdida de sentido”,

incluido en él tanto el llamado “ateísmo” de las masas como la emancipación de la moral,

la política, la ciencia, la economía y el arte respecto de la esfera de la influencia de la

religión8.

Frente al liberalismo es de especial atención estudiar las ideas que podemos tomar del

mismo y su relación con el Estado. El Estado configura y encierra las relaciones de diversa

índole, en son de los aspectos políticos que son el principio de otras relaciones, en este caso

económicas para designar otra faceta del liberalismo como concepto. Desde el aspecto

político, se entiende que el liberalismo es el principio garante de la libertad económica9 y

por ende de su expresión estatal en asuntos de este carácter. El liberalismo parte del

principio político, y es el económico el resultado de las decisiones de este tipo. El

liberalismo es entonces una categoría política que se basa en la moral y se mantiene de

acuerdo a la aplicación que de este se dé, y es de ahí que se desprenden sus elementos

constitutivos en aspectos propios como los de la economía10

.

De otra parte el término narcotráfico se acuñó en 1982 por el entonces presidente de los

Estados Unidos Ronald Reagan. Este declaró abiertamente una lucha contra las drogas ya

que esto era un asunto de seguridad nacional. Este término logró instaurarse en el

imaginario colectivo de los estadounidenses, de sus políticos y de las demás personas del

continente que acoplaron para sí la idea de combatir las drogas y a sus productores y

5 Max Weber, Economia y Sociedad. Esbozo de Sociología comprensiva tomo I, Ed FCE, Bogotá. 1977, p. 1057 6 Thomas Hobbes, Del ciudadano y Leviatán, Ed. Tecnos, Madrid, 1987, p. 147 7 Jaime Rodríguez F, Educación Católica y Secularización en Colombia, Talleres editores de la librería Stella, 1970, Bogotá- Colombia, p.47 8 Héctor Solsona Q. La Tesis de la Secularización , De: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/secular.pdf 9 Victoriano Martín M. El Liberalismo Económico, la génesis de las ideas liberales desde San Agustín hasta Adam Smith, Ed. Síntesis, Madrid, 2002, p. 13 10 Ronald Dworkin, Liberalismo, Constitución y Democracia, Ed. La Isla de la Luna, Buenos Aires, 2003, p. 15

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distribuidores, razón por la cual el narcotráfico evolucionó hasta hacer alusión

principalmente al tráfico de cocaína. Lamentablemente el uso y generalización del término

ha recaído y de forma indiscriminada sobre los países productores llevando a la

criminalización de todo aquel que haga parte del proceso más allá de su vínculo directo o

no con esta actividad, haciendo que las razones culturales del uso de la coca por parte de los

indígenas sea visto como una pieza más en la maquinaria ilícita de la cocaína.11

Las disputas a través del tiempo entre el Estado y la Iglesia. Relaciones marcadas por el

poder

Sobre las relaciones entre el Estado y la Iglesia colombiana se han escrito diferentes

trabajos en los que se resalta como algo muy característico el conflicto y la lucha de poder

por lograr reproducir un proyecto de nación, que en buena parte del siglo XIX era muy

diferente. Charles Bergquist en su libro “Café y Conflicto en Colombia 1886-1910: La

guerra de los Mil Días: sus antecedentes y sus consecuencias”, retrata la situación vivida

por el conflicto entre las fuerzas del Estado frente a las clericales. En este se da cuenta de

las reformas adelantadas por el vicepresidente Francisco de Paula Santander y como

estaban dirigidas a limitar el poder de la Iglesia Católica tanto a nivel político como

económico.12

En principio, las disputas se dan entre las facciones que irían a ser las que dieran las bases

del bipartidismo colombiano y que se mantendrían durante todo el siglo XIX. A pesar del

choque ideológico que se dio entre los pioneros de los partidos Liberal y Conservador,

encontramos que no es del todo acertado pensar que aquellos adeptos del primer grupo

profesaban una doctrina completamente anticlerical. Carlos Jaramillo sostiene que la Iglesia

asimilaba a los Liberales con el agnosticismo, el ateísmo, la masonería, la herejía y el

socialismo. Los Liberales, en cambio, algunas veces solicitaban capellanes y recomendaban

a sus seguidores respetar las iglesias y practicar los deberes religiosos.13

Jaime Jaramillo opta por tomar una posición que enfrenta en parte lo expuesto por Carlos

Jaramillo, pues afirma que el partido Liberal tenía una fuerte posición anticlerical más no

antireligiosa, ya que estaba de acuerdo con la libertad de cultos pero entendía que se hacía

necesaria la separación entre la Iglesia y el Estado.14

Es por estas razones que la primera

mitad del siglo XIX marcó claramente las disputas que se dieron durante todo el siglo y que

terminarían sobre el papel a principios del siglo XX. A finales de la primera mitad del siglo

11 Darío Betancourt y Martha Luz García, contrabandistas, marimberos y mafiosos, historia social de la mafia colombiana (1965-1962), tercer mundo editores, Bogotá, 1994, p. 37 12 Charles Bergquist, Café y Conflicto en Colombia 1886-1910: La guerra de los Mil Días: sus antecedentes y sus consecuencias, Fondo Rotatorio de Publicaciones FAES, Medellín, 1981, p. 12 13 Carlos Jaramillo, El poder de la Iglesia, En: Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. 37 N° 54, 2000, p. 61 14 Jaime Jaramillo U, La Personalidad Histórica de Colombia y Otros Ensayos, Ed. El Angora editores. Bogotá, 1994, p. 167

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XIX se daría inicio al periodo de mayores tensiones y de más incidencia política para el

país, dado que se llevaría al plano armado a gran escala la enemistad que se forjó tras la

separación de España. Es por la influencia de los primeros conservadores que en el año

1849 se desmontan las reformas adoptadas años antes y se le da a la Iglesia Católica mayor

poder a nivel administrativo en el ámbito local y nacional.

Es en el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez que se logran grandes triunfos para el

Partido Conservador. Se le dio a la Iglesia Católica potestad para ser la institución que

dirigiera la educación, se trató de invisibilizar la ideología Liberal y se impidió enseñar los

principios del Benthamismo que le dieron las bases al pensamiento que se quiso impulsar

con las reformas liberales a principios de siglo.15

Durante el tercer mandato de Tomás

Cipriano de Mosquera, el autor Eugenio Gutiérrez describe la situación vivida en la

segunda mitad del siglo y describe como se establecieron nuevas reformas de un hombre

ligado al conservatismo pero unido a sus actos y disposiciones con el liberalismo. Una de

las disposiciones tomadas por Mosquera fue la de evitar cobros de impuestos y diezmos a la

población campesina ya que se hacían de forma corrupta y bajo la amenaza de recibir

castigos espirituales.16

A finales del siglo XIX, las relaciones siempre convulsionadas entre la Iglesia y el Estado

colombiano se ubicaron en un terreno de disputa política y militar que llevó al segundo a

una profunda crisis institucional. La Guerra de los Mil Días fue el suceso de mayor

importancia durante el siglo XIX en lo concerniente a la lucha entre estos dos poderes y sus

representantes, tanto del Partido Liberal como del Conservador asociado históricamente

con la Iglesia Católica, tal como se expone a continuación:

A partir del reconocimiento de los dos partidos de la vinculación

del país a la economía mundial, las diferencias se daban

alrededor de cuestiones relacionadas con el papel del Estado y la

Iglesia en la sociedad Colombiana. Mientras los liberales

buscaban la transformación de la estructura social, sus ideas y

sus valores, en concordancia con la filosofía política y

económica, abiertamente ligada el mercado mundial desde el

punto de vista económico, y universalista desde el punto de vista

ideológico, los conservadores se preocupaban por mantener esa

estructura social, en la cual la Iglesia ira a desempeñar una

función central.17

De esta forma se configuraron las relaciones que se dieron entre el poder de la Iglesia

Católica, el partido Conservador y el liberalismo específicamente durante todo el siglo

XIX. Hacia el año de 1843 se decretó una ley en la cual el presidente la República Pedro

15 Charles Bergquist, op cit, p. 12 16 Eugenio Gutiérrez, “Tomas Cipriano de Mosquera, un tratado secreto y tres delitos administrativos menores”, En: Credencial Historia, Julio, 1991. 17Renán Vega Cantor, “Un Clásico. Café y conflicto en Colombia (1886-1910) Charles Bergquist”,. En: Boletín Cultural y Bibliográfico, Biblioteca Luis Ángel Arango, Vol. XLI Núm. 66.2004, Ed Banco de la Republica, 2005, p. 169

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21

Alcántara Herrán permitió contratar sacerdotes misioneros de Europa, los cuales estarían

destinados a catequizar las tribus salvajes de los territorios de Casanare, San Martín y el

Caquetá. El gobierno del presidente Herrán, que estuvo en su momento apoyado por

Mariano Ospina, dio la instrucción para que vinieran sacerdotes de la Compañía de Jesús, y

estos se encargarían de ejercer sus ministerio desde las principales ciudades de la época

entre las que se encontraban Bogotá, Popayán y Medellín respectivamente; ciudades en las

cuales la enseñanza quedaría a cargo de los respectivos religiosos18

.

La anterior medida dio paso a una oposición violenta tanto de los Liberales como de

algunos Conservadores, ya que aquellas personas a las que los sacerdotes pretendían

catequizar no eran los salvajes de los bosques como anunciaban sino que se dirigieron a las

poblaciones de las ciudades, en las cuales infundirán opiniones contrarias a la república que

eran tomadas de los programas contra “las ideas liberales que empezaban a propagarse por

Europa a principios del siglo XVI por el célebre soldado, después fraile, Ignacio de

Loyola”19

. Como consecuencia de ello se pasó en 1844 a la Cámara de Representantes un

proyecto de expulsión de tales sacerdotes, a los cuales se les argüía de estar provocando la

discordia entre los partidos. Entre 1849 y 1885 fueron desterrados, encarcelados o

confinados del país una gran cantidad de miembros de la Iglesia Católica. A la vez que se

realizaban estas medidas de destierro, el Estado iba realizando despojo de gran parte de los

bienes de la misma. En este momento se inicia un nuevo periodo para la Iglesia y el Estado

marcado por grandes contrastes que afectaron tanto al uno como al otro.

Durante el gobierno de José Hilario López (1849-1853) se dictaron varias medidas que

tocan negativamente a la Iglesia, entre ellas se encuentran la abolición del diezmo,

impuesto que recaudaba el gobierno para sostener a la Iglesia Católica; aquel impuesto se le

cobraba a los agricultores y ganaderos. En 1851 se le dio potestad a las provincias para que

eliminaran aquel gravamen. De igual manera se facultó a cada una de las cámaras de las

provincias para que administraran los dineros que recibían los centros religiosos. Otra de

las medidas que se tomaron durante el gobierno de José Hilario López tuvo que ver con la

supresión del fuero eclesiástico, elemento que durante muchos años mantuvo blindada a la

Iglesia Católica ya que el fuero no permitía que el gobierno interviniera en los asuntos de la

Iglesia y establecía que el único poder que los podía juzgar era el papal. Cuando se decretó

la eliminación del fuero, los clérigos empezaron a regirse y a ser juzgados por las leyes

civiles y no por las eclesiásticas20

, que muchas veces lo que hacían era mantener los

desmanes religiosos en la impunidad.

Hacia 1850 se ordena nuevamente la expulsión de los Jesuitas, dictaminándose un plazo

máximo de 48 horas para que salieran del país, la mayoría de los religiosos se exiliaron en

18Salvador Camacho Roldan, Memorias de Salvador Camacho Roldan. Ed. Bedout. Bogotá edición de 1923. Pág. 187. 19 Ibíd. p 187 20Martha H. López Rodríguez y Patricia Pinto Quintero, La Iglesia Católica y el Estado en Colombia, Tesis Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, feb 1991, p. 244

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22

Ecuador y Jamaica. Aquella orden es tomada ya que el gobierno de Hilario López considera

que hasta la fecha permanecía vigente la orden de Carlos III, la cual se estableció en 1767 y

estipulaba que la Compañía de Jesús o Jesuitas debían abandonar los territorios controlados

por la Corona.

Los Jesuitas eran considerados más como un instrumento de partido político que como

miembros del sacerdocio cristiano, por su origen y por el objeto de su institución, la

comunidad de los Jesuitas no es, propiamente hablando, un establecimiento religioso sino

uno de propaganda política; en predicación de las ideas reaccionarias dominantes en España

en los tiempos de Felipe II, en pocas palabras aquella comunidad es una sociedad política

de carácter permanente, que tiende a ir en contra de los gobiernos libres y de ideas de

renovación social 21

. Cabe resaltar que no todas las miradas hacia la compañía de Jesús eran

negativas pues posteriores miradas de la misma, consideraban que los Jesuitas tenían una

misión reformadora eclesiástica al intentar armonizar con el espíritu investigador y

científico del mundo moderno y se consideraba que la presencia de los mismos en los

diferentes países influía en la sociedad y en el clero. “Ella enseña el Evangelio, y enseña a

enseñarlo”22

.

Aquellas medidas iban vislumbrando las nuevas tendencias de los gobernantes de la

república, tendencias que claramente mostraban que para la formación de la misma se

necesitaba y se requería explícitamente dejar en claro cómo se debían manejar las

relaciones entre la Iglesia y el Estado; las nuevas tendencias y el nuevo orden que se estaba

estableciendo en el mundo occidental daba cuenta de que el poder que ha ejercido la Iglesia

sobre los diferentes pueblos es impresionante, por lo cual si se desea configurar una nación,

lo primero que deben hacer los gobiernos es clarificar bajo que tutelas se van a regir y sobre

cuales regirán cada uno de los dos poderes. Ello era lo que al parecer se proponían los

gobiernos. Puede ser que en un principio las medidas se vieron o percibieron como un

ataque frontal a la religión, y específicamente a la Católica preponderante de la época, y

puede ser que en un sentido si se dio así, pues diferentes gobernantes veían en ella su más

acérrimo enemigo, por ende tomaron medidas como la expulsión, destierro y hasta

persecución, pero otros lo que deseaban era clarificar sobre cuales asuntos tenían potestad

cada uno de ellos.

Para la Iglesia Católica era de especial interés conocer y ubicar la forma en que ambas

instituciones estarían involucradas y hasta qué punto en los asuntos de la nación, algo que

en última instancia sería benéfico para la Iglesia, esto dado que limitaría el control de parte

del Estado sobre sus funciones y consideraciones. Solo en 1886 cuando se firma una nueva

constitución se deshacen las barreras que separaban a la Iglesia y el Estado. En esta nueva

constitución se reconoce la soberanía de la Iglesia y se da por iniciada una nueva era en la

21 Salvador Camacho Roldan, Memorias, Medellín, Ed Bedout, s.f., p 189 22 Carlos Valderrama Andrade, Miguel Antonio Caro y Ezequiel Moreno, Un capítulo de las relaciones entre el Estado y la Iglesia en Colombia, Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo, Bogotá 1986, p 90

Page 23: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

23

política colombiana. Aspectos que se ratifican en algunos de sus artículos como el

siguiente:

“Art 38. La religión católica, apostólica y romana es la de la nación: los poderes públicos la

protegerán y la harán que sea respetada, como especial elemento del orden social se

entiende que la Iglesia Católica no es ni será oficial y conservara su independencia”.23

Con

este nuevo orden democrático las relaciones entre la Iglesia y el Estado inician un proceso

de reconciliación; esto se hace evidente cuando Joaquín Fernando Vélez a nombre del

presidente Núñez, y el cardenal Mariano Rampolla del Tindaro como representante del

papa León XIII, firmaron el 31 de diciembre de 1887 en Roma un concordato que rigió las

relaciones amistosas entre los dos poderes hasta 1973. Luego que el vicepresidente Caro

restableció las relaciones con la Iglesia, los miembros del clero expulsado en otros periodos

restablecieron sus proyectos misionales en el territorio. Entre las primeras rutas misionales

que restauraron fue la obra misionera en el Casanare, fechada para el 10 de Abril cuando

los agustinos recoletos establecen el vicariato apostólico de Casanare. El Beato Ezequiel

asume la empresa de restaurar la provincia de la Candelaria. Se continuó con la prefectura

apostólica del Caquetá a cargo de los padres capuchinos, prefectura que incluía los

vicariatos de Sibundó y Florencia. Los padres franciscanos también iniciaron procesos

misionales en el vicariato de Buenaventura.

Los enfrentamientos entre el Estado y la Iglesia no eran de poca monta para la primera

institución. Se debía tener y procurar la preservación de unas relaciones cordiales entre

estos dos entes pues era innegable e indiscutible que el poder de la Iglesia Católica ya hacía

parte fundamental del imaginario de los pueblos y de sus gentes, y por lo tanto, era una

institución con la que se debía entrar a discutir más que a imponer las leyes. Consolidar y

legitimar a la naciente república era una tarea que debía realizarse desde diferentes frentes,

especialmente desde el diplomático y particularmente en el Vaticano.24

La carrera de parte

del Estado en los momentos en que este se encontraba desligado de la religión, (al menos

en aspectos de fondo), era contradictoria. Se mantenía una política anticlerical hacia dentro

pero se pretendía contar con el beneplácito de la institucionalidad religiosa desde fuera. La

cuestión es que se debía legitimar cada vez más al Estado independiente en sus inicios y en

lo posible no ir exageradamente en contra de la religión Católica, la cual era profesada y

aceptada por la mayor parte de la población. De no hacerse así el descontento con el Estado

se manifestaría como en efecto ocurrió, con levantamientos y guerras civiles que dividieron

al país y que lo dejaron así hasta nuestros días. Por lo anterior es que se hace evidente la

poca concordia entre los gobiernos liberales y la Iglesia, y la de los conservadores luego de

su formación y posterior llegada al poder frente a sus opositores.

23 docencia.udea.edu.co/.../CONSTITUCION%20POLITICA%20DE%20C

24 Germán Arciniegas, Bolívar y Santander, vidas paralelas, Ed. Planeta, Bogotá, 1995, p. 204

Page 24: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

24

Como un suceso más y de gran relevancia, está el referido a los acontecimientos de la

Guerra de los Mil Días, que se dio entre 1899 y 1902, conflicto en el que se enfrentaron los

partidos Liberal y Conservador. Como antecedentes de tal suceso se encuentra el golpe de

Estado que el vicepresidente José Manuel Marroquín dio al presidente constitucional

Manuel Antonio Sanclemente el 31 de julio de 1900. Aspecto que es justificado por

Marroquín al enunciar que no era conveniente para el país que estaba en ese momento

sumido en grandes conflictos, que estuviera bajo el mando de un presidente que se

encontraba en mal estado de salud. Suceso que trajo consigo reacciones por parte del orden

diplomático – eclesial, donde algunos de los jerarcas de la Iglesia colombiana como Rafael

Celedón, obispo de Santa Marta, quien apoyó al nuevo presidente desde su instauración.

Igualmente otros prelados de la Iglesia como, Nicolás Casas vicario apostólico de Casanare

quien en una carta firmada el 27 de febrero de 1901, da apoyo al depuesto presidente

Sanclemente.

Lo anterior da cuenta de un proceso de tensiones y posteriores reajustes entre la Iglesia y el

Estado, específicamente en momentos que las circunstancias lo permitían y esto era más

que nada cuando la Iglesia podía obtener mayores beneficios. Por su parte no era propicio

para el Estado adentrarse en disputas internas cuando las mismas sobraban y cuando el

rezago de la destrucción ocasionada por todas las guerras civiles aún se hacía sentir. Las

consecuencias de la Guerra de los Mil Días dejarían claro que nuevas luchas ubicarían al

Estado en una situación que lo pondría al borde del colapso y que un enfrentamiento directo

en el que el aparato movilizador fuera la ideología religiosa lo llevaría de entrada a

enfrascarse en una lucha que sin empezar estaría perdiendo. A pesar de lo anterior las

discrepancias se seguirían presentando y como un ejemplo diciente se presentarían los

sucesos entre la Iglesia y el Estado después de 1994.

El marco electoral de 1994

La historia deja entrever las relaciones dilatadas entre la institución eclesial y el Estado a

través de los años, más aún cuando el manejo del mismo se encuentra principalmente en

las manos de los liberales. Las rencillas políticas, las constantes guerras que desembocaron

producto de las viejas e indolentes disputas por el poder y por el control social, por el ideal

de nación truncado siempre por odios en los que la población sufrió de la mezquindad de

los dirigentes y por lo que pareciera un desaforado moralismo en un Estado liberal en sus

aspectos económicos, pero distante de los principios políticos que garantizan las libertades

individuales, usadas siempre de forma oportunista y que se han enunciado desde las

posiciones encontradas de los partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador. Las

consignas de ambas partes mueven a la población en la fiesta electoral, fiesta en la que el

más importante invitado se engalana para recibir por ocasión única las atenciones que le

serán ajenas cuando se termine el sonido de la orquesta. Una vez esta termina vuelve a su

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25

lugar de olvido para ser nuevamente importante cuando los dirigentes y su aparato

burocrático necesitan aferrarse al poder, el cual es legitimado por el electorado, invitado

ocasional en las decisiones políticas en un país de tradición “democrática” (ver imagen 1).

En el siglo XX y tras una serie de enfrentamientos en el siglo anterior la situación va a

mostrar una relativa calma desde el púlpito de la Iglesia, dejando al conservatismo como el

bastión político que recogería los intereses de esta institución y tomando distancia, aunque

en apariencia, de los asuntos relativos al Estado. Cabe aclarar que las críticas de la Iglesia

se hacían más evidentes en momentos en que el liberalismo ostentaba el poder y control del

aparto institucional. Este sería el caso del denominado proceso 8000, escándalo político que

salpicó a Ernesto Samper Pizano tanto en su época de candidato a la presidencia de la

república para el año 1994, como en el ejercicio del poder. En el libro Opinión pública:

encuestas y medios de comunicación. El caso del proceso 800025

, se manifiesta

precisamente cómo el gobierno de Samper se vio envuelto en relaciones con los

narcotraficantes del cartel de Cali. Este escándalo tendría muchísima resonancia y un

impacto mediático de gran magnitud lo que permitiría reflejar las tensiones entre las

posturas ideológicas del bipartidismo y de la Iglesia católica, lo que a la postre haría posible

un nuevo contexto de disputa entre la Iglesia y el Estado.

Las relaciones entre ambas instituciones en este contexto llegarían a un nuevo punto de

tensión en la historia de nuestro país, debido a la coyuntura que se erigía como pretexto

para rememorar las antiguas luchas que no se habían cerrado por completo. La Iglesia como

un actor fundamental dentro del imaginario colectivo de la sociedad colombiana reclamaba

desde su autoridad moral, conferida por la población en gran número, la potestad y el

derecho a emitir juicios acerca de los asuntos en los que el Estado actuase por fuera de los

valores que le deberían regir (ver Imagen 2). Es claro que estos valores que aluden a los

principios de la democracia y a la dignidad y buen ejemplo que deberían provenir desde los

dignatarios de la nación se ha visto trastocada por Liberales y Conservadores por igual,

pero, este derecho a opinar por parte de la Iglesia se veía restringido a los momentos en que

el liberalismo y las nuevas fuerzas políticas le resultaban incómodas para sus propios

intereses. En muy pocos momentos se vio tal movilización y rechazo del actuar de los

mandatarios cuando estos se apegaban a los principios que emanaban del clero, a pesar de

los errores cometidos por los mismos. Los conservadores fueron menos cuestionados

debido a la histórica relación que ha mantenido con la Iglesia.

La obra Poder, justicia e indignidad realizada por la comisión ciudadana de seguimiento,

órgano creado alternativamente para cuestionar el actuar del presidente Samper y como

acción adelantada por entes no gubernamentales avalados por la constitución, analiza y

juzga lo que a su parecer fue “el conocimiento que tuvo el Presidente sobre la ocurrencia de

25 Omar Rincón, Jaime Bermúdez, María Eugenia García, Germán Rey, Luis Alberto Restrepo, Mónica de Greiff, Martha Ruiz, Oscar Jiménez, Carlos Lemoine, Juan Fernando Cristo, Jesús Ortiz, Opinión pública: encuestas y medios de comunicación. El caso del proceso 8000, Centro de estudios de periodismo Universidad de los Andes CEPER, Bogotá, 1997.

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26

las infracciones penales […] y por lo tanto su participación y autoría”26

. Las evidencias

surgidas durante el proceso y las circunstancias que suscitaron grandes sobresaltos en la

vida política del país permitieron un considerable tratamiento del tema, dando cabida así a

un debate público que engendró las más fuertes opiniones en contra de Ernesto Samper y

del Estado mismo al verse envuelto en cuestiones relativas a la ilegalidad, asunto

naturalmente mal visto y cuestionable, pero que necesita y demanda de un análisis profundo

de estas mismas opiniones, su intencionalidad, sus alcances y repercusiones. El tratamiento

del tema justificó de una parte el actuar del presidente mostrándolo como una víctima de un

complot gestado desde sus opositores y de otra, un constante reproche y señalamiento al

presidente por acciones que si bien no pueden justificarse, también deberían involucrar a

todos los actores que se vieron relacionados con el narcotráfico, factor que permeó todos

los ámbitos e instituciones del país, incluidas las religiosas.

Las luchas internas por el poder entre el liberalismo y el conservatismo fueron en su

momento el resultado de un error por parte del Estado, el cual demandaba el

reconocimiento de si por parte de la Iglesia como ente superior, aunque estaba de acuerdo

con la autonomía del clero frente a las cuestiones netamente espirituales, pero en aspectos

más mundanos, las discrepancias entre estas dos instituciones se hacían bastante notorias.

Frente a esos asuntos, el Estado percibía que la influencia del clero en la sociedad iba más

allá de las simpatías que generara en el común de la gente, razón por la cual veía con recelo

las posesiones eclesiásticas y su procedencia.27

Mientras la Iglesia se levantaba como el

principal referente cultural y social en la Nueva Granada, el Estado por su parte aparecía

como un ente desconocido que generaba más dudas e incluso indiferencia entre la

población, cuestión que limitaba la cohesión y unidad social.

El haber descuidado o peor aún, el hecho de subestimar e intentar doblegar a la Iglesia por

parte del Estado significó posteriormente una ruptura entre las dos instituciones, una con el

suficiente poder para mantenerse a través de la historia y otra que constantemente está

sujeta a reinterpretaciones, críticas, desajustes y contradicciones como es el Estado. Estas

circunstancias albergan buena parte de su contenido inicial en el momento mismo de las

elecciones presidenciales de 1994. La Iglesia siempre crítica frente a asuntos que en

algunos casos se escapan a su control y valoraciones, pero con “autoridad” suficiente para

hablar sobre cualquier tema, se encontró en un contexto especial para realizar juicios de

gran resonancia dado su carácter totalizante y movilizador desde el terreno espiritual. Las

declaraciones de esta institución dejaban muy claro que los asuntos del Estado eran

susceptibles a las críticas y cuestionamientos del clero. Este concentró buena parte de su

tiempo y proyectó sus ambiciones gracias a los sucesos en que se encontraba el país, el cual

se hallaba atravesado por el narcotráfico en las diferentes escalas sociales.

26 Comisión Ciudadana de Seguimiento, Poder, justicia e indignidad. El juicio al presidente de la república Ernesto Samper Pizano, Utópica ediciones, Bogotá, 1997, p. 80 27 Jorge Villegas, Colombia: enfrentamiento Iglesia-Estado.1819-1887, Centro de investigaciones económicas C.I.E., Universidad de Antioquia, Medellín, 1997, p. 2-A.

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27

Si bien los ánimos se logran apaciguar durante el siglo XX (al menos comparativamente

con el siglo anterior), las formas en que se enfrentan el Estado y la Iglesia van a estar

atravesadas por diferentes aspectos determinados cada uno por la coyuntura específica en la

que se enmarque la relación entre ambas partes, entre la sociedad y el mundo en general. La

influencia en la vida de los colombianos de la religión Católica es algo que no puede

objetarse más allá de las proclamas de grupos minoritarios y de la consigna constitucional

de 1991 que garantiza la libertad de culto. La mezcla de religión y política ha llegado a

instaurase a tal punto, que las decisiones políticas en la actualidad y que van en contravía

de los principios morales del catolicismo son de gran revuelo y controversia precisamente

por el poder que goza la Iglesia como referente cultural y como lugar de decisión política

(ver imagen 3).

Para 1994, el ambiente político en el país mostraba la tendencia siempre marcada en la

contienda electoral, esta es, la lucha entre un representante del Partido Liberal y uno del

Partido Conservador. Andrés Pastrana Arango, político conservador y de trayectoria

periodística levantaba la bandera de su partido para enfrentar al liberal Ernesto Samper

Pizano (ver imagen 4). Este último formado desde muy joven en la tradición política del

liberalismo llegaba a las elecciones con su nombre salpicado por una serie de acusaciones

que lo asociaban con el narcotráfico, tanto en su campaña como antes de la misma. Los

largos brazos de la delincuencia súper organizada que representaba el narcotráfico habían

socavado las ya débiles bases de la institucionalidad estatal, evidenciando que la política

independientemente del gobernante de turno había sido absolutamente permeada en sus

diferentes expresiones. El control territorial que el Estado ejercía era más de carácter

nominal que verdadero, pues las guerrillas y los diferentes grupos armados controlaban

vastas zonas del territorio nacional.

A nivel regional, los grandes señores de la droga controlaban el país. Antioquia sería el

fenómeno más evidente de dicho control, el cual se ejercía con el poder del dinero y a

través de la violencia como medio persuasivo de gran utilidad. Por otra parte, el cartel de

Cali manejaba los hilos “comerciales” y políticos del sur occidente del país. Es

precisamente por este grupo que las elecciones presidenciales de 1994 se verían seriamente

cuestionadas debido a las denuncias de la participación de dineros ilícitos de los Rodríguez

Orejuela en la campaña de Ernesto Samper. La facción conservadora fue la que denunció

dicha participación al entregar a la Fiscalía general de la Nación los denominados narco-

casetes, en los cuales se asociaba al candidato Samper como el destinatario de las ayudas

electorales que le beneficiarían de forma concreta en la segunda vuelta electoral. El vínculo

de Ernesto Samper con el cartel de Cali sería objeto de grandes disputas, sospechas y

crímenes que le perjudicaban directamente al implicado.

La Iglesia encontraría elementos suficientes para dudar con respecto al proceder de Samper.

Un país en estado crítico y con un evidente pero nada probado flagelo corruptible del

narcotráfico en las más altas esferas de la dirigencia política dejaba un sin sabor, este

Page 28: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

28

porque la justicia no llegaba ante unos hechos que dejaban claro que los delincuentes de

cuello blanco escapaban impunes y seguían ejerciendo su oscura influencia en un país

necesitado de la verdad. Evidentemente eso era mucho pedir, pero más allá de todo esto, la

Iglesia empezaría a cuestionar con mayor contundencia a Ernesto Samper. La “guerra

religiosa” fue el elemento que hizo de estas elecciones, enmarcadas por un ambiente de

corrupción, un importante detonante de las pasiones partidistas históricas que llevaron a lo

largo de los años al enfrentamiento fratricida entre colombianos que se identificaban con un

color determinado. Las acusaciones que reposaban sobre Ernesto Samper están

documentadas en diferentes trabajos que enuncian buena parte del proceso y las

indagatorias que se adelantaron en contra del presidente. Una de ellas y que rescata la

figura del mandatario es la de Luis Guillermo Nieto Roa, abogado de Samper durante el

proceso 8000. A través de su posición argumenta que “el doctor Ernesto Samper Pizano, si

bien tuvo la condición de Candidato y jefe de la campaña presidencial, fue víctima de actos

de otras personas en relación con el presunto ingreso de dineros de ilícita procedencia a la

campaña”28

.

El periodista Enrique Santos Calderón, columnista del diario El Tiempo durante el periodo

presidencial de Ernesto Samper describe que la situación política y social del país se debió

en buena parte a la indiferencia social que los hechos mismos suscitaron. La falta de control

político no fue solamente producto de la inoperancia de los representantes de la nación, fue

además y gracias a la naturalización de hechos que fácilmente hubieran acabado con la

muerte política del presidente y hasta la prisión.29

Estos hechos también los describe como

el resultado natural de la influencia del narcotráfico en todos los ámbitos de la sociedad

hasta el punto de generar tolerancia y empatía, algo de lo que no fueron ajenos los políticos

cercanos al presidente como lo fuera su ministro de defensa Enrique Botero Zea.30

El

sociólogo Francisco Leal Buitrago, académico formado en la Universidad Nacional de

Colombia y profesor durante algunos años de la misma universidad y de la Universidad de

los Andes, reconoce en su libro Las huellas de la crisis política que:

Las sumas fabulosas utilizadas para la financiación de las

campañas electorales y la participación en ellas de los

conglomerados económicos legales e ilegales, forman parte del

deterioro de los valores cívicos en las actividades públicas. Este

deterioro fue alimentado de manera sistemática por la tolerancia

cómplice que por largo tiempo tuvo la sociedad, en general, y los

dirigentes políticos, en particular, con las fortunas sospechosas que

despertaron admiración. Esa ausencia de ética política se encontró

con la campaña presidencial de 1994, que por circunstancias

28 Luis Guillermo Nieto Roa, La verdad para la historia. Defensa del presidente Ernesto Samper Pizano ante el congreso, ediciones Monte verde, 1996, p. 10. 29 Enrique Santos Calderón, Un presidente en contraescape, editorial Planeta, Bogotá, 1997, p. 14 30 Ibíd. p. 14

Page 29: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

29

especiales puso en entredicho un sistema de financiación electoral

inflacionario penetrado por el narcotráfico.31

Esta apreciación es coincidente con otras que al respecto aseguraron que las dificultades

del momento eran de tal magnitud que llegaron a aceptarse como válidas las prácticas tanto

políticas como sociales que iban en contravía de una verdadera moral que correspondiera

con un sistema democrático que gozara de unos mínimos de organización y coherencia.

Esta situación fue la que permitió que la Iglesia se sintiera llamada a convocar a sus fieles

y a sus ministros para emprender una campaña que condenara los lamentables

acontecimientos que golpeaban a las instituciones y dejaban un legado muy negativo en el

imaginario social, el cual se reproducía rápidamente con los ídolos narcos y su dinero (ver

imagen 5).

Por último en la tesis de doctorado de Elvia Elena Acevedo Moreno, estudiante de la

Universidad de Sao Paulo se expresa que la filtración de los dineros del narcotráfico era

una cuestión de esperar pues “Cada político asume su campaña como un proyecto

individual, para el que debe conseguir los recursos económicos necesarios, promover su

imagen y montar su propio equipo de asesores; […] Las elecciones presidenciales de 1994

sirven de ejemplo: la administración financiera de las campañas no fue realizada por las

tesorerías de los partidos, (se hizo) por fundaciones creadas para tal cometido.32

Los

asesores serían los encargados de percibir recursos para las campañas y así fue como el ex

ministro Botero Zea logró lo necesario para su jefe político Ernesto Samper, más allá del

conocimiento o desconocimiento de este último.

Conclusiones

Gracias a los elementos de análisis que se presentaron en este capítulo fue posible

acercarse conceptualmente a las categorías que hacen parte de esta investigación. Entender

cuáles son los actores involucrados en la problemática que le dio cabida a las disputas que

surgieron con la república, se puede observar por ejemplo que durante aquella época en la

que la Iglesia pudo ser ese elemento de cohesión de la nación, lo que realizaron los

primeros gobiernos fue ir en contra de la misma y de tratar de destruir lo que ella había

logrado, en lugar de negociar se le declaro la guerra directa.

31 Francisco Leal Buitrago, Las huellas de la crisis política, tercer mundo editores, Colombia, 1996, p. 27

32 Elvia Elena Acevedo Moreno, A presença do narcotráfico na campanha presidencial colombiana de 1994: cobertura feita pela revista

“Semana” e pelos jornais “El Tiempo” e “El Espectador” da Colombia, Tese apresentada como exigencia do grau de Doutor em Ciencias

da Comunicacao, Área de Concentracao em Journalismo, no Programa de Pos-Graducao ê da Escola de Comunicacoes e Artes da

Universidade de Sao Paulo, Sao Paulo, 2002, Pp. 32-33 Traducción nuestra.

Page 30: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

30

Luego de pasar por el este siglo XIX que dio tanto de que hablar, nos daremos cuenta que

el siguiente siglo no se quedó atrás y al enfrascarnos en éste llegando a las

transformaciones que se dieron en él por la influencia del narcotráfico, que hizo parte

fundamental del reconocimiento de las dinámicas que han acompañado al país y le han

heredado tantos problemas por la falta de cohesión en cuestiones políticas, las cuales y a la

postre desencadenarían un vacío en el que logró incursionar la ilegalidad supliendo así

buena parte de las responsabilidades del Estado, llegando incluso a controlar varios

espacios del mismo. Por su parte, la Iglesia en actitud inquisidora llega a condenar las

acciones del Estado y de su máximo líder, el presidente de la república Ernesto Samper

Pizano, con lo cual se sientan las bases de un nuevo momento en las históricas y

conflictivas relaciones entre el Estado y la Iglesia, pero sumado a las mismas el problema

de los dineros ilegales y la disputa constante por el poder entre liberales y conservadores.

Page 31: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

31

IMÁGENES CAPITULO I

IMAGEN N°:1 IMAGEN N°:2

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 29-Mayo-1994 TOMADA DE: El Catolicismo 5-Feb-1995

IMAGEN N°:3 IMAGEN N°:4

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 8-Junio-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 12- Mayo-1994

Page 32: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

32

IMAGEN N°:5

TOMADA DE: El Catolicismo 28-Jul-1996

Page 33: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

33

Capítulo II

“Rescate de los valores” y reivindicación de la moral cristiana. La lógica de la Iglesia y

su proceder en el marco del proceso 8000

El proceso adelantado en contra del presidente de la república demandaba de diferentes

sectores de la sociedad un constante examen en relación a las prácticas políticas, sus

notorias implicaciones y los desafíos inherentes a una sociedad carcomida por el fenómeno

de la corrupción y el clientelismo. El proceso 8000, nombre que se le dio al caso tras

encontrar en la fiscalía de Cali un expediente con ese número que vinculaba al contador de

los Rodríguez Orejuela con asuntos políticos y de forma directa, los dineros de estos en las

campañas electorales, iría a ser el elemento que constituiría todo el revuelo político del

momento. El ejercicio del poder era objeto de críticas, y las diferentes opiniones que no

celebraban la situación del momento se hacían manifiestas, muy profundas e implacables

en muchos casos frente al gobierno, por ello todo se encontraba bajo una tensión que no

permitía encausar las políticas de Estado planteadas por Ernesto Samper. Las dificultades

para gobernar emanaban del seno mismo de la campaña electoral que le dio el triunfo frente

a Andrés Pastrana, la victoria sería entonces el comienzo del escándalo político de mayor

trascendencia a mediados de la década de los noventa.

Con el proceso 8000 se presentaron varios elementos que hicieron de Ernesto Samper

alguien que generaba las más profundas dudas tanto en su proceder político como en sus

acciones por fuera de este mismo ámbito. Primero es necesario enunciar que las

acusaciones en contra de Ernesto Samper se hicieron una vez logró el triunfo sobre Andrés

Pastrana. Estas acusaciones le vinculaban directamente con el narcotráfico pues las

investigaciones del entonces fiscal Alfonso Valdivieso demostraron que diferentes

personalidades de la política, así como representantes del ejército y la policía, empresarios

y hasta personalidades de la farándula estuvieron ligadas con los dineros ilícitos.33

Sumado

a lo anterior, el proceso 8000 suscitó los más fuertes calificativos en contra de Samper y del

mismos Estado que no provenían solamente de la Iglesia y de sus opositores políticos. “El

29 de septiembre de 1994 […] el noticiero QAP presentó una entrevista con el jefe de la

DEA en Colombia, Joe Toft, funcionario norteamericano que estaba dimitiendo del cargo

para volver a su país. En la entrevista Toft afirmó que Colombia era una

“narcodemocracia”, que la campaña Ernesto Samper había recibido dinero del narcotráfico

en insinuó que Samper debía conocer los detalles (ver imagen 6).”34

33 Elvia Elena Acevedo Moreno, Op cit, p. 54 34 Ibíd. p. 54 Traducción nuestra

Page 34: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

34

Fue en 1995 que este proceso se abrió y fue a partir de ese momento que el escándalo

surgido una vez culminó la contienda electoral tomó tales dimensiones. Era algo que se

rumoraba y con lo que ya se había tratado de deslegitimar a Samper, pues gracias a la

denuncia realizada por su contendor Andrés Pastrana Arango del Partido Conservador se

conoció sobre la influencia de los Rodríguez Orejuela, jefes del cartel de Cali en la

campaña samperista. Esto tomó vuelo cuando se publicaron las cintas que contenían

presuntamente la voz del presidente cuando estaba en campaña con la esposa de su edecán,

la señora Elizabeth Montoya de Sarria y quien fuese conocida como la “monita retrechera”

debido a la forma en que el mismo Samper la llamase en tales pruebas conocidas también

como los narcocassetes. La “monita retrechera” era conocida por ser muy cercana a los

grandes empresarios del Valle, dentro de los cuales sobresalían los hermanos Rodríguez

Orejuela. Ella al parecer tuvo que ver con la recaudación de fondos para la campaña de

Samper, así como en reuniones sociales que le permitieran realizar actividades

proselitistas.35

El revuelo se presentaba debido a las actividades de Elizabeth Montoya que eran conocidas

por las autoridades de los Estados Unidos. Estas no dejaban dudas acerca de su relación

con el narcotráfico y con los negocios que de esta actividad se desprendían. Esto era

elemento contundente para incriminar o cuando menos dudar de las relaciones del

presidente, las cuales le acercaban más a los negocios ilícitos. Su relación parecía muy

cercana y prueba de ello serían conversaciones como la siguiente: “Ernesto Samper: Mona,

pero cómo hago para volarme si tengo un programa de televisión acá? Le hice un campito a

las doce y media. Venga, no sea así de retrechera. Elizabeth Montoya: No, Ernestico, por

favor. Por favor, no me vayas a hacer quedar mal. Yo que tanto te quiero, no me vayas a

hacer quedar mal. Son diez minutos.”36

Con esta situación a los ojos de todos es que la Iglesia asume un papel activo frente al

cuestionamiento del Estado. Las acciones que se le atribuían al presidente estaban en contra

de los valores que se intentaban rescatar de la práctica política, los mismos que en la mayor

parte de la historia se han encontrado ausentes. Las faltas a la moral pública y más grave

aún, las faltas que atentan contra el bienestar común ligadas al presidente no eran cuestión

menor, de ello que las circunstancias evidentes e inocultables tuvieran el impacto que logró,

llevando así a las institución eclesiástica a levantarse como el referente moral de las y los

colombianos en una actitud de denuncia y recriminación relacionada con el proceder de los

políticos de turno y del presidente mismo por las acusaciones que se posaban sobre él. Con

la influencia del narcotráfico asomando en la ventana de la Casa de Nariño, si es que para

35 http://www.semana.com/nacion/articulo/el-fantasma-de-la-monita/31996-3, 31 de marzo de 1997 36 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-275158, Publicación el tiempo.com, Sección Otros, Fecha de publicación, 28 de

abril de 1996, Autor, UNIDAD INVESTIGATIVA

Page 35: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

35

ser más precisos el mismo no habitaba allí, el presidente tuvo que hacerle frente a todos los

llamados y recriminaciones que se hacían en su contra por el posible delito de narcotráfico.

La situación de gobernabilidad del Estado estaba limitada por el juicio político contra el

presidente y por el afán del mismo por mostrarse ajeno a los delitos que se le atribuían, los

cuales no solo iban desde los estrictamente imputable a nivel legal, sino además a lo

concerniente a sus faltas disciplinarias, las cuales y en muchos casos no acarrean gravedad

penal sino sanciones estrictas que impiden el ejercicio público pero que no envían a

prisión. El ámbito político del país se encontraba consternado por evidenciar el alto grado

de corruptibilidad al que se había llegado, la magnitud y el inmenso poder que emanaba de

la ilegalidad y la forma como este mismo encerraba a las instituciones y a la sociedad bajo

las dinámicas mafiosas que le son propias(ver imagen 7). El Estado representaba de forma

nada despreciable los intereses de estos grupos debido a la forma impune en que operaban,

pues su dinero se movía libremente sujetando incluso a los que debían perseguirle y así

salvaguardar los intereses de la nación. Aquellos que no estaban de acuerdo con la situación

se limitaban a observar la degradación constante del país, de su clase dirigente, de las

instituciones y de las personas mismas que sostienen al Estado.

A pesar de algo tan evidente ante la sociedad, ante los medios y ante la opinión

internacional, lo que resultaba difícil de demostrar era la culpabilidad de Ernesto Samper en

los asuntos que sobre él se cernían. Como producto de la casualidad, como un difícil

fenómeno a contener como en apariencia es el narcotráfico, o como la responsabilidad

directa del primer mandatario, lo cierto es que las manos oscuras de la delincuencia súper

organizada por los mafiosos habían ingresado en la campaña electoral del presidente.

Buscar prontas respuestas sobre lo sucedido era una tarea que debía realizarse con premura

para evitar que la mala imagen del Estado se siguiera propagando, mostrándolo cada vez

más como un ente menos legítimo ante la sociedad en su conjunto.

Es precisamente lo anterior lo que más se daba puesto que el nivel de institucionalidad era

precario, debido en gran medida a los avances de la delincuencia en todas sus formas. Los

recursos del Estado se mezclaban con los recursos de la ilegalidad, cuando no pasaban a las

manos de estos últimos completamente, sumando así el detrimento patrimonial que ha

estado presente en todo momento para el país. El poder del dinero se alzaba sobre los

poderes del Estado siendo este parte de una actividad delincuencial de índole privado,

agrandando las diferencias sociales entre los ricos y los más ricos frente a la inmensa

mayoría de pobres. Esta situación que se reproducía en toda esfera pública y privada

mostraba que el poder, el verdadero poder no estaba en manos del gobierno y que este

último solo terminaba siendo una expresión de la suma de intereses de los grupos

económicos imperantes tanto legales como ilegales. Esta aseveración si bien no indica un

gran descubrimiento sí sugiere concretamente la expresión exponencial en que el fenómeno

mismo se reproducía.

Page 36: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

36

Los hechos terminarían indicando cuan desprestigiada se hallaba la reputación del Estado

en ese momento y como sus críticos alimentaban sus propios intereses aprovechando la

coyuntura. El Estado y su control como botín político no impedía que en nombre de las

instituciones las mismas fueran usadas, atropelladas en diversas formas por quienes

pretendían de igual forma hacerse con el control de este. La lucha bipartidista continuaba

presente y los conservadores apelaban a los canales políticos de los que hacían parte para

cuestionar la legitimidad del ámbito al que ellos mismo pertenecían. La suma de todos estos

aspectos hacía inevitable un cúmulo de opiniones a favor y en contra del Estado, aunque las

más resonantes serían las que con mirada inquisidora pudieran afectar al gobierno (ver

imagen 8). Es claro que la Iglesia estaba del lado de los críticos poderosos y también que

sus apreciaciones no estaban cargadas únicamente de buenos deseos para el país. Sus

cuestionamientos obedecían entre otros a lo que es el reflejo de las antiguas disputas entre

la institucionalidad religiosa y la del Estado, más allá de su legítimo derecho a emitir

juicios que escapan a su fuero.

Como institución, la Iglesia gozaba del reconocimiento y el respeto de una gran parte de la

sociedad, algo que en forma contraía le sucedía al Estado. El proceso 8000 indicaría un

fuerte pulso entre el Estado y su legitimidad en decadencia y la opinión de diversos sectores

dentro de los cuales la Iglesia resonaba y trastocaba las ya débiles bases del gobierno

Samper en el terreno político. Iglesia y Estado enfrentados una vez más por disputas que

recogían al narcotráfico como elemento nuevo, como punto de partida en el que las

responsabilidades morales y la reproducción social de los valores religiosos y republicanos

dependían del grado de autoridad efectiva de quien emanaban. La autoridad del Estado

estaba disputada los narcotraficantes que se mimetizaban entre políticos y comerciantes. La

tremenda falta de control territorial era suplida más por la Iglesia, la cual se hallaba en

lugares en los que el Estado operaba estacionalmente, por lo demás eran esas fuerzas

exógenas pero endémicas a su vez representadas por el poder de los caciques locales las

que ejercían el verdadero control.

Estos graves problemas no nacieron con el gobierno Samper y tampoco eran únicamente la

expresión de la falta de institucionalidad del momento, eran males que venían de antes pero

que encontraron un punto de quiebre en su presidencia. Responsable o no de los hechos que

le indicaban como actor principal, lo cierto es que no podía dejarse de lado la latente

inoperancia de los organismo de control para enfrentar este terrible mal que es el

narcotráfico. El que hayan ingresado estos dineros a la campaña de Ernesto Samper y que el

gobierno antecesor no hubiese hecho lo suficiente para controlarlo e impedirlo en cierta

forma le hace corresponsable. Por otra parte, el que el presidente en ejercicio haya tenido

que reconocer que tales cuestiones sí se presentaron indica una pésima labor al momento de

trabajar en sus fines políticos y deja abierta la posibilidad para pensar acerca de quién o

quiénes controlaban sus aspiraciones en realidad. Lo anterior lo planteamos en un escenario

Page 37: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

37

hipotético en el que su responsabilidad directa no fuese comprobada y que en verdad haya

sido todo producto de su ingenuidad.

En este punto se hace preciso hacer hincapié en el papel de la Iglesia. Actor fundamental de

nuestra historia y responsable de nuestras construcciones sociales en aspectos axiológicos;

la Iglesia va a ser también muy importante en el momento político del país tras las

elecciones de 1994. Su voz era reconocida y ya no podía ser objeto de censura como en los

primeros años de la república. La constitución de 1991 le reconocía así como a otras

denominaciones, pero, para efectos de su propia esencia, esta constitución dejaba a esta

institución como ente que debía ser respetado y entendido en igualdad de condiciones con

el poder del Estado. Su independencia estaba garantizada y sus opiniones, las cuales para

este momento fueron bastante diplomáticas, no fueron menos agudas y sugestivas que las

que emanaban del terreno político propiamente dicho. Su actuar puede ubicarse en el

campo de lucha por el monopolio de la moral entre la cultura de lo político y lo religioso,

terrenos ambos que se encuentran en algún punto pero en el que la Iglesia va a ser amplia

vencedora cuando de legitimidad y reconocimiento se trata. El papel como elemento de

cohesión social ya podría entenderse mejor y el mismo Estado así lo comprendía. La

religión como bastión fundamental del entendimiento como nación estaba por sobre

cualquier otro similar que pudiera surgir del Estado. Esto quedaría reflejado en el momento

mismo de la coyuntura política pos electoral, que dejaría como vencedor a Ernesto Samper

para asumir el papel de presidente de la república (ver imagen 9).

Toda la institucionalidad estaba bastante lánguida, ningún campo que fuere de su control

escapaba a los vicios de la corrupción que emanaban del poder del dinero, tanto así que la

Iglesia en sus declaraciones muy generales dejaba implícita la posibilidad que cualquier

partido político y cualquier institución del Estado se hallaba en franca decadencia. “Es

consciente la opinión pública colombiana de que los partidos políticos comparten con sus

representantes en el Congreso de la República la realidad de su desprestigio. Esta carencia

de idoneidad en algunos destaca la urgencia de que los valores morales tengan la debida

vigencia, tanto en las personas como en las colectividades”.37

La realidad del Estado

evidenciaba la profundidad de la crisis, la cual no era ni estaba constituida únicamente por

el gobierno de turno. Tanto el liberalismo como el conservatismo se veían envueltos en la

dinámica que se levantaba desde la ilegalidad y el estado de cosas impuestas por el influjo

del narcotráfico. La Iglesia demandaba un examen de conciencia de parte de toda la

sociedad y más aún de los políticos.

Este examen implicaba un ajuste a las formas de proceder de nuestra clase política, un

ejercicio constante y muy fuerte en el que se combinara la voluntad de los sujetos con la

voluntad política de los gobernantes que debería corresponder con el sentir y el deseo del

37 El Catolicismo, 20 de agosto de 1995, p.2 Sección editorial

Page 38: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

38

pueblo y no de sus ambiciones particulares o de clase. Si bien esto implicaría la

reestructuración de todo el Estado, de toda su historia y un replanteamiento de sus propios

objetivos, los cuales parecieran ser siempre los de unos pocos por sobre el resto, la Iglesia

consideraba más que un propósito una obligación este cometido, y por ello se ajustaba a sus

opiniones este noble propósito, el cual también era usado por los políticos más de forma

demagógica que de manera consciente y comprometida con los mismos postulados. Las

terribles circunstancias en que se encontraba la política nacional debilitaban tales tareas y

por ende la Iglesia misma no dejaba a la profesión de la fe la necesidad y la posibilidad de

cambios urgentes que necesitaba el país, por ello se levantaba a través de sus representantes

para emitir lo que a bien tenía con respecto al Estado.

La pertinencia o no del actuar de la Iglesia sería algo a describir en el momento mismo que

personajes del Estado, que van desde el presidente hasta representantes de otros poderes del

mismo, se pronunciaran con tono de reproche sobre lo que la institución eclesiástica

considerara y difundiera sobre el poder central. Lo propio haría la prensa liberal que

cargada de apelativos y consideraciones sobre el clero, respondía a los cuestionamientos

que se hacen sobre el presidente. Mientras llegamos a ese punto en lo corrido de este

trabajo, observemos parte de los postulados de la Iglesia con respecto a la situación

particular del país.

“Nuevamente atrajo la atención de los obispos, la situación política del país originada en las

investigaciones penales por presencia de dineros del narcotráfico en las campañas

electorales”.38

No cabía duda alguna acerca de la influencia de los dineros ilícitos en los

procesos de campaña para la presidencia de la república de 1994. La convicción de la

Iglesia era evidente frente a tales aspectos y no dudaría en emitir su concepto relacionando

la culpabilidad, o cuando menos, la pasividad del presidente para hacerle frente al posible

crimen que cometió según la Iglesia y buena parte de la opinión pública. La Iglesia intentó

mantenerse al margen entre tanto las altas cortes no se pronunciaran sobre los mismo

hechos que asociaban a Samper con el narcotráfico. A pesar de lo anterior, sus juicios con

respecto a lo sucedido en la campaña electoral dejaban la puerta abierta para ligar al

presidente con lo que se le estaba imputando. La picota pública ya se levantaba en buena

parte en contra del presidente y esta cuestión no hacía más que relacionarlo y hundirlo a

pesar de mantenerse todo su periodo en el ejercicio del poder.

La asociación entre política y narcotráfico que opacó todo el mandato del presidente

Samper es solo uno de los momentos trágicos de la inoperancia de los dirigentes. Si bien el

objetivo de este trabajo no es condenar al ex presidente, tampoco se puede caer en la

inocencia y dejar de lado los “errores” cometidos por el mandatario mucho antes de hacerse

38 Andrés Bernardo Arango, El Catolicismo, 19 de noviembre de 1995, p.8

Page 39: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

39

con el poder. La cuota política de sus acciones llevó al Partido Liberal al desprestigio y con

ello a la pérdida del control del Estado en 1998, época en la que su contendiente Andrés

Pastrana logrará asumir el poder en nombre de su partido. Las limitaciones del gobernante

Ernesto Samper inician cuando se mencionan sus peligrosas relaciones donde se erigía

como candidato del liberalismo. Los vínculos con el narcotráfico fueron en su momento el

mayor escándalo al que se veía enfrentado todo el ámbito político nacional.

Su desgracia no se escondería ni con el triunfo en las urnas y la victoria electoral se hacía

menos onerosa con el paso del tiempo. Las consecuencias para Ernesto Samper lo llevarían

a perder credibilidad y prestigio no solo en el país sino en el ámbito internacional (ver

imagen 10). La personificación del hombre que representa la voluntad de todo un pueblo se

quedó bastante corta, o al menos, muy insuficiente para quienes depositaran sus esperanzas

en las urnas. No es posible tapar el sol con un dedo ni esconder un elefante en la casa del

perro. Esta analogía de Monseñor Pedro Rubiano que parafraseamos, y a la que haremos

mención más adelante, intenta clarificar el nivel mismo del escándalo político que

consumía al país.

El control del Estado y la proyección de este hacia una visión de futuro que garantizara el

triunfo de los hombres libres dejaba de lado la realidad histórica de exclusión a la que las

mayorías se han visto arrojadas. Esta exclusión se ratifica cuando las vías legales para

acceder al poder se vuelven instrumento de las fuerzas de la ilegalidad, siendo el

narcotráfico el flagelo más considerable en las últimas décadas en todos los terrenos,

tomando el político precisamente como el más contaminado por este fenómeno. El acceso

al poder terminaría siendo garantizado por los patrocinadores de las campañas, los grupos

empresariales y los grupos de empresarios del narcotráfico, ambos compartiendo en común

grandes fortunas con las que compran a voluntad su propio futuro, limitando así el acceso a

quienes por vía legal intentan asumir el poder y quienes no poseen las riquezas de estos

poderosos hombres para controlar los hilos del mismo. Esta clase de situaciones ubicaba a

la Iglesia por potestad inferida por la población, y por el legado propio construido a través

de los años, apoyado en la fortaleza e influencia de la religión desde El Vaticano, como un

referente autorizado más que nadie para hablar sobre el estado de las prácticas políticas y su

impacto en aspectos morales de la nación.

Este aspecto es de gran preocupación para la Iglesia y por ello considera que “Después de

años en que el narcotráfico, con el incalculable poder de su dinero, logró establecer entre

nosotros una cultura del soborno y de la corrupción, ya es tiempo de que sacudamos, de una

vez por todas, la anestesia moral en que nuestra sociedad se ha visto cada vez más

postrada”.39

Este comentario se hace a propósito de las malas e indignas formas que

acentúan el grave estado de la política nacional. El mal manejo de los asuntos de gobierno

39 El Catolicismo, 13 de agosto de 1995, p.2 Sección editorial

Page 40: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

40

muestra el reflejo de una sociedad que está cada vez más sujeta a los azotes de la

corrupción en todas sus formas y que alimenta los intereses de unos cuantos por encima del

bien común. La Iglesia no está en ningún momento alejada de la política, pues las mismas

cuestiones que en este terreno se presentaran le afectaría también a los representantes del

clero.

Política y religión se encontraban y la relación de ambas dejaría un conflicto que

involucraba al narcotráfico como ganador en la lucha por las almas y también en la

contienda electoral. La degradación social a través de la política daba cuenta de un fuerte

retroceso en cuestiones relativas a los valores, tanto los emanados del seno de la política y

que deberían reflejar buenos ciudadanos, obedientes y respetuosos de la ley, como en lo

relativo a cuestiones espirituales que distaban mucho de los propósitos de la Iglesia. La

misión evangelizadora estaba sufriendo, la suma de creyentes en gran número no respondía

a la necesidad de buenos cristianos y es precisamente esto lo que hizo que la Iglesia,

sumado a otros intereses que enunciaremos en nuestro próximo capítulo, se levantara en

contra de la política, del gobierno y del Estado mismo. Esto es de destacar puesto que al

realizar cuestionamientos que estaba en todo su derecho de hacer, retumbaba en la

conciencia de las personas agravando así la situación del Estado y del gobierno Samper.

Con las condiciones del país, con la constante y creciente crisis de moralidad se hacía

preciso rescatar los antiguos valores que demandaba una nación comprometida con la causa

de Cristo. La Iglesia emprende así un llamado constante a realizar una misión bajo la

potestad de la fe cristiana en procura de mejorar el lamentable estado en que se hallaba el

país. Este llamado de atención se hacía en diferentes aspectos y el rescate que se propendía

tendría que dar cuenta de las viejas estructuras institucionales que imperaron en tiempos

pasados. La Iglesia ya no contaba como la única interpretación válida de la Biblia ni

tampoco gozaba de la única perspectiva frente a las escrituras. Esta condición la llevaba a

emprender una lucha moralizadora desde la legalidad, protegida por la constitución y

abalada en última instancia por la sociedad. La libertad de culto a pesar de todo no impedía

que la Iglesia Católica declinara en sus ambiciones, las cuales se encontraban fuertemente

ligadas a los fieles.

Los simpatizantes de la Iglesia encontraban en la misma su referente máximo, la lucha de la

institución radicaba en avalar más su poder y encontrar más adeptos para incorporarlos a

sus filas a nivel espiritual y más seguidores en la causa político-moral, todo con el ánimo de

combatir el pecado de la corrupción. El rescate de los valores empieza a tomar fortaleza

cuando el mismo Estado, o al menos una parte, indica que la Iglesia cumple un papel

fundamental en la sociedad colombiana. Sobre este aspecto se pronunciaría el

vicepresidente Humberto de la Calle en solidaridad con una demanda impuesta en contra de

la Iglesia. “Coincido plenamente con que se trata de una acción que atenta contra la libertad

Page 41: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

41

religiosa y contra la dignidad de los miembros de la Iglesia”.40

La venta de imágenes, así

como las prácticas religiosas como el bautismo de los niños fueron el motivo de tal tutela.

“La demanda ante la Corte Suprema de Justicia, asegura que la imagen, venerada por miles

de personas, es una estafa que afecta principalmente a las personas de escaso nivel

intelectual y que su adoración representa un enriquecimiento para la curia y los jerarcas de

la iglesia.”41

Entre tanto el vicepresidente De la Calle en representación del Estado da

claras muestras de mantener unas relaciones cordiales y un respeto mutuo entre ambos

poderes buscando así una forma de aclarar los asuntos institucionales del Estado con

respecto a los asuntos de la religión. Este apoyo representaba un interés por no abrir más

terrenos de disputa y por ganar la empatía de una institución tan crítica como la Iglesia.

Menguar las críticas y ataques de los enemigos del gobierno contrastaba con las disputas

que se daban entre copartidarios como lo mostrara la posición del fiscal Alfonso

Valdivieso tras su posesión en 1994. Este último era uno de los más acérrimos

contradictores del gobierno Samper e incluso se alió con Andrés Pastrana a pesar de ser del

Partido Liberal. La situación de fondo frente a este pronunciamiento se encuentra cuando

el vicepresidente indica que “al Estado no le es dado pronunciarse sobre materias de la fe o

la disciplina eclesiástica”.42

Esta declaración delimita un aspecto fundamental de las

antiguas discrepancias en las que el Estado por decreto influía en las prácticas religiosas y

limitaba el culto con decisiones como ilegalizar el diezmo. El terreno político ya había dado

independencia a cuestiones propias del dominio eclesiástico y era deber proteger las

libertades propias de la fe que profesaran los ciudadanos. A pesar de ello y como algo que

ha suscitado controversias, los cuestionamientos que provenían del Estado frente a los

asuntos del clero indicaban un desbalance en el que la Iglesia tenía la ventaja. Un Estado

que no mostraba cohesión, unas instituciones que no rodeaban al gobierno y una carencia

de legitimidad social contrastaba con la fortaleza institucional del clero y su gran acogida

por buena parte de la población.

Continuando con la endeblez a nivel institucional, el vicepresidente ratifica su apoyo a la

causa religiosa y denota la necesidad de separar los asuntos inherentes de cada una de las

instituciones (ver imagen 11). “Entre tanto, acompaño a usted en la defensa plena de la

libertad religiosa y en la necesidad de enmarcar claramente los linderos entre lo público y

lo religioso”.43

El Estado tendría que limitarse a respetar y no extralimitarse en asuntos que

no eran de su propia competencia, pero dadas las condiciones que atravesaba el país, el

clero si lograba, así como la mayor parte de la opinión nacional, pronunciarse sobre los

40 El Catolicismo, 5 de febrero de 1995, p.15 41 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-301449, Publicación eltiempo.com, Bogotá, Fecha de publicación, 25 de enero

de 1995, Autor, NULLVALUE

42 Ibíd. p. 15 43 Ibíd. p. 15

Page 42: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

42

asuntos que ponían al Estado en condición de debilidad. La Iglesia estaba en condición de

exigir al Estado respeto sobre sus apreciaciones y por lo tanto, este tendría que sujetarse a

los principios que garantizaban la libertad de expresión y el derecho a manifestar

desacuerdo frente al proceder del gobierno. El desbalance se daba cuando era el Estado el

que pretendía y en forma efectiva, opinaba sobre cuestiones que emanaban de la religión,

siendo los temas políticos los que más exaltaban los ánimos y sobre los que también se

quería ubicar frontera alguna entre unos y otros. Lo complicado de todo esto es que el

Estado como institución pública está sujeto a la vigilancia y control de los diferentes

actores sociales, no está eximido de cuestionamientos ni debería operar de forma autoritaria

frente a sus contradictores. Esto, aunque en muchísimos casos se presenta mostrando al

Estado como un ente absoluto que persigue y atenta contra sus detractores, es más difícil de

lograr cuando de una institución tan poderosa como la Iglesia se trata.

Por su parte, la Iglesia como institución privada de gran interés público era imprescindible,

o al menos, siempre presente en todos los asuntos relacionados con la política y que

desencadenarán desestabilidad. La actuación de la Iglesia en el contexto de las

investigaciones realizadas en contra del presidente, si bien revistieron una diplomacia

inteligente, no limitaron su alcance y poder desestabilizador. Las exigencias constantes de

justicia y el lenguaje usado para suscitar un debate público que propendiera por la verdad,

llevaba consigo la profundidad de los mensajes que se acercaban más a un cuestionamiento

directo que a un llamado persuasivo que pretendiera tocar el moralismo político del

presidente y de sus posibles nexos en los delitos relacionados con el narcotráfico. La

actuación de la Iglesia sería entonces acorde a los llamados de calma y unión frente a tal

situación, pero por otro lado mostraba también cómo sus opiniones eran verdaderos ataques

disimulados tras una retórica blanda y en apariencia desprovista de cualquier interés que no

fuera el bien mismo de la república. En una especie de juego en el que se apostaba por tener

cerca al contrincante para poder conocerle y atacarle, el cual estaba siendo dirigido por la

Iglesia, se había convertido todo el contexto del proceso 8000.

Las declaraciones pasivas estaban luego más cerca de proposiciones cargadas de sutil

veneno que enfermaba aún más la débil imagen del Estado y del gobierno que le tutelaba.

“Es verdad que la denuncia de infiltración de dinero del narcotráfico en la campaña

electoral que llevó al doctor Samper a la Presidencia es algo sumamente grave […] Pero no

es menos verdadero que el manejo político que se ha hecho de dicha denuncia, no sólo ha

torpedeado el camino de la justicia y de la verdad, sino que ha herido mortalmente la

credibilidad de las instituciones”.44

Condenar disimuladamente el ejercicio del poder del

presidente era pues la manera de llevar “tranquilamente” al terreno de la disputa los

intereses de la Iglesia, los cuales estaban ligados como en otros tiempos al campo del poder

político y no solamente al terreno espiritual. La causa religiosa era entonces una cuestión

44 El Catolicismo, 3 de septiembre de 1995, p.2 Sección editorial

Page 43: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

43

impugnable para el Estado, más aun cuando se pretendía la incorporación de los ciudadanos

y hombres de la república a la causa del gobierno que estaba muy dirigida a limpiar su

nombre. La Iglesia por su parte no pretendía negociar la fe del pueblo, la cual se hacía del

lado del catolicismo a ultranza y por ello era preciso alejar a los ciudadanos del aberrante

poder de un Estado corrupto. Si bien es condenable el hecho de actuar de la mano del

narcotráfico para obtener éxito político como sucediese con el presidente, o al menos como

se planteara desde algunos sectores de la sociedad que criticaron tales acciones, la realidad

es que la misma Iglesia como institución critica del presidente reconoce que las denuncias

se hicieron no sólo por evidenciar la degradación del poder del ejecutivo, se hicieron

también para ganar espacios y reconocimiento por parte de los sectores aislados del poder

central, en este caso el poder político que deseaba el Partido Conservador.

Los inconvenientes para ejercer la democracia estaban presentes en todas las formas

institucionales, siendo los partidos políticos tradicionales los responsables de tal grado de

sumisión de la política al poder dañino del narcotráfico. La Iglesia se presentó como un

actor importante en momentos de decadencia del Estado, decadencia que se manifestaba en

las investigaciones en contra de Ernesto Samper. Su papel enmarcado por lo tenue de sus

acusaciones era más significativo que lo que un análisis superficial pudiera arrojar en

primera instancia. El poder del clero sacudió las instituciones del Estado y más al ejecutivo

debido a las incidencias ocurridas en la campaña electoral.

El verdadero mensaje

A pesar de los calificativos que utilizaba la Iglesia y refiriéndose de manera muy general a

los acontecimientos relacionados tras la contienda política de 1994, su objetivo iba más

lejos de lo que su buen uso del lenguaje pudiera mostrar. Las razones de fondo de sus

declaraciones irían apareciendo paulatinamente y ganando un tono más fehaciente y

directo, evidenciando así su postura real frente a los eventos que involucraron al presidente

con los narcotraficantes del cartel del valle. La política nacional enlodada hasta más no

poder, hacía que el escenario nacional en el que la opinión de diferentes sectores emanaba

con más fuerza se viera llevada a mostrar constantemente su indignación. Existía una clara

división entre los intereses de partido, aunque el liberalismo se hallaba en un momento de

franco retroceso por el escándalo de corrupción previo al gobierno de Ernesto Samper en su

tiempo de candidato, y durante el periodo de ejecución de su mandato. Era muy difícil no

hablar de tal escándalo, el cual se hacía mayor con el acontecer de eventos posteriores que

irían a salir a flote tiempo después de la posesión de Samper, y que serían la causa del

juicio político en su contra. El proceso 8000 sería el camino tortuoso para el gobierno y el

causante de la legitimidad en picada del Estado, especialmente del ejecutivo.

Page 44: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

44

Esto evidenciaría un panorama difícil para el gobierno y una oportunidad para que sus

detractores intentaran sacar provecho de la situación. Mientras eso podía darse, la Iglesia

mostraba su mejor repertorio de críticas y ponía de manifiesto su opinión, la más concreta y

verdadera frente a sus consideraciones con respecto al Estado en general, y al gobierno en

particular. “En el caos actual en que se encuentra el país muchos son los clamores que,

desde diversos sectores, reclaman que “el gobierno gobierne”, que “el Estado funcione” que

“la ley se cumpla” y que haya mano dura contra los autores de este descuadre nacional. Y

es que cada vez más se percibe con evidencia palpable un desgobierno total y a todos los

niveles”.45

Las reservas frente al funcionamiento del Estado quedan expresadas en la

opinión de la Iglesia. Esta asegura sin mencionar directamente al primer mandatario que el

gobierno es corrupto y lo responsabiliza del alto grado de descomposición de las

instituciones, las cuales deberían ser totalmente transparentes y elevar al máximo el sentir

de la sociedad fundamentado en una amplísima responsabilidad moral.

La avalancha de cuestionamientos oscurecía las voces de aliento que pudieran llegar a favor

del presidente y su gabinete, el cual no era ajeno ni a la situación de ingobernabilidad ni a

las denuncias mismas que se hacían a través del proceso que terminaría llevando a la cárcel

a Fernando Botero Zea, su ministro de defensa e importante pieza que impulsó su campaña.

Los más altos cargos del Estado se hallaban confundidos entre la institucionalidad que

proviene de las leyes y la que impone el dinero de los poderosos señores del narcotráfico.

Las lamentables circunstancias que asocia la Iglesia a un desgobierno y a una ignominia

originada de la pasiva y endeble actitud del Estado frente a la delincuencia se hacían

manifiestas con hechos como el del ministro Botero. La forma paralela de ejercer control

por medio de los títeres oficiales era absolutamente funcional a los intereses del

narcotráfico, y terminaba poniendo en el mismo lugar a políticos representantes de la

democracia y de las instituciones con los delincuentes que patrocinaban la decadencia

social en la amplia gama de formas que suele operar. El control estaba en manos de muchos

y por escabroso que parezca, esos mismos que en número indicaran mayoría estaban

operando por fuera de la legalidad con el aval de miembros del Estado aumentando los

índices de corrupción y degradación de toda esfera pública que representase a la sociedad.

Como actor obligatorio de tal puesta en escena, el narcotráfico se mostraba en forma

secundaria a pesar de ser el principal elemento que hacía que todo el acto tomara algún

sentido. De no ser por la participación de este fenómeno delictivo en la política y en general

en todo aspecto social, este proceso no sería objeto de enunciación alguna ni la razón de ser

de este trabajo. Es precisamente la negativa importancia que adquiere este elemento en la

vida nacional lo que hace que sea tan evidente y necesario tomarle en cuenta, pues su

participación implica un nuevo y diferente capitulo para estudiar las relaciones entre el

45 El Catolicismo, 5 de Noviembre, 1995, p.2 Sección editorial

Page 45: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

45

Estado y la Iglesia, esta vez a los ojos del narcotráfico que se erige como un factor que

adquirió tanta validez entre los políticos y la sociedad como las instituciones religiosas y

democráticas representadas por la Iglesia Católica y el Estado. Esto sencillamente pondría

las cosas en un estado de mayor tensión y reflejaría las diferencias que se ampliaban entre

los miembros del clero y los representantes del Estado tan dispersos ideológicamente entre

sí. Era inobjetable la pesada carga que soportaba el Estado, lo que demostraba que era la

corrupción la manera en que se aseguraba el camino hacia el poder y la impunidad en casos

como estos la prueba más evidente de la falta de gobernabilidad.46

De todo lo enunciado de la política nacional hasta ahora se han mencionado algunos

elementos que configuraron el ambiente electoral del momento. La constante: el

narcotráfico. La corrupción de las entidades públicas y de la democracia en su conjunto no

era algo que se pudiera ocultar fácilmente; la tarea era entonces resultar lo menos

involucrado posible frente a la dimensión del problema. Escapar del mar de denuncias y de

hechos efectivos que dejaban clara la participación de personajes públicos en actividades

ilícitas parecía algo factible siempre y cuando se gozara de la influencia necesaria, de los

amigos indicados y de la inmunidad con que se suele cobijar la clase dirigente cuando de

responderle al país por sus agravios se trata. El revuelo no era menor y las posibilidades de

justicia se dilataban. Justicia era la proclama porque era evidente que delito si había. ¿De

dónde provenía? ¿De quiénes? Aunque el dedo apuntaba directamente a Ernesto Samper, lo

cierto es que la política en su conjunto e independientemente del color al que estuviera

asociada estaba manchada con los denominados “dineros calientes” del narcotráfico. La

justicia como parte fundamental del Estado también recibió los azotes de la Iglesia, la cual

veía a esta como un ente inoperante en momentos que se hacía necesario esclarecer tantos

hechos que no dejaban cabida a la tranquilidad y menos un posible acercamiento a la

verdad. “Si el poder judicial no es capaz de aplicar rigurosa justicia ante toda clase de

delitos y crímenes, no es digno de llamarse “Poder”, ni mucho menos de ser responsable

del orden jurídico que asegura la paz de una nación”.47

Este comentario se hace a propósito de las malas e indignas formas que acentúan el grave

estado de la política nacional. El mal manejo de los asuntos de gobierno muestra el reflejo

de una sociedad que está cada vez más sujeta a los azotes de la corrupción en todas sus

formas y que alimenta los intereses de unos cuantos por encima del bien común. El Estado

como institución suprema debe dar cuenta de una justicia que haga honor a semejante

responsabilidad. El poder judicial como ente supremo perteneciente al Estado se ve

maniatado para solventar las terribles incongruencias de su actuar frente a una sociedad y

su expresión política permeada e incluso manejada por el narcotráfico. La justicia era la

expresión misma del Estado, confundida, atravesada por la corrupción y manejada en gran

medida por el poder del narcotráfico. No se encontraba muestra alguna que indicara la 46 Ibíd. p.2 47 El catolicismo, 17 de marzo de 1996, p. 2 Sección editorial

Page 46: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

46

posibilidad de una verdadera justicia frente a los hechos que engalanaban a la delincuencia

y humillaba a las instituciones públicas de la nación. El inminente ataque al Estado se

acentuaría con el tono que adquirían las denuncias de la Iglesia, la cual se había

caracterizado por calificativos poco directos pero muy sugerentes.

La Iglesia opinaba que “si los dirigentes y los legisladores no se distinguen por su

prestancia ética se amplía el paso a la corrupción que ennegrece el panorama patrio”.48

El

derrumbe institucional ratificaba la poca credibilidad del gobierno, su maniobrabilidad era

limitada y el escándalo político se hacía más grande que los logros que alcanzaba. Esto

ahondaba lo que la Iglesia denominó el desgobierno o para nosotros, el gobierno de la

corrupción y el poder de la ilegalidad que se acentuaba en cada uno de los pilares que

sostenía al Estado. Atravesada la realidad colombiana por una inagotable fuente de

desgracias, el narcotráfico y sus consecuencias le han dejado al país una huella de violencia

y muerte que no desaparece aún hoy, y que, dadas las continuidades históricas que en forma

de tradiciones politiqueras y asociaciones macabras se legitiman a la fuerza, no se han

podido arrancar de nuestra vida. Esto pareciera imprimirse como un sello que no se puede

quitar de nuestras mentes, pues ninguno de nosotros ha conocido un país sin violencia y sin

las lamentables prácticas políticas que imitan modelos democráticos solo en su forma, pero

que nada tienen que ver con la realidad y el contexto nacional, con sus dificultades y retos

propios.

Esa falta de visión y proyección, de conocimiento o de irresponsabilidad en el actuar

político, en el ejercicio de servidores públicos y representantes de la población, es lo que ha

hecho que la decadencia sea ese incómodo elemento que se ha llevado a lo largo de los

años, pero que ha caracterizado esta tarea que debería ser el más importante de los trabajos

a realizar por cualquiera que se incline a tal labor. Insuficientes han resultado las gestiones

de nuestros mandatarios, mientras que los enemigos del país, delincuentes de todo tipo y

disfrazados de grandes dignatarios han llevado al caos este territorio que espera ser

rescatado del declive que parece no acabar. Esta clase de sucesos lamentables llevaron a

buena parte de la sociedad a manifestar su rechazo por lo que en evidencia merece ser

condenado. El Partido Conservador como parte de las expresiones de los ciudadanos, como

elemento de la política y como factor esencial en la historia de nuestro país en el campo

político, también se haría presente en la contienda, no dejaría pasar el momento para

realizar sus ataques al gobierno poniendo aún más en vilo al Estado, el cual estaba al borde

del colapso en todas las formas sociales, políticas y económicas.

Los templos católicos serían lugares para emprender la lucha contra la corrupción, lugares

donde se impulsaba a los fieles a ir de frente y rechazar a los dirigentes que ponían al país

al servicio de la delincuencia. El llamamiento se daría en varios pronunciamientos, unos

48 El Catolicismo, 20 de agosto de 1995, Op cit. p. 2

Page 47: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

47

indirectos pero sugerentes, otros guiados por la mesura pero que no dejaban duda a quienes

apuntaba, otros directos y totalmente comprometidos en la lucha contra la corrupción, la

cual en varios casos asociaban directamente con Ernesto Samper. Estas declaraciones y más

allá del tono coincidían en muchas cosas, pues representaban no solamente la posición

personal de algún sacerdote que distaba de la prudencia y sobriedad del clero, más bien,

daba cuenta de la postura de la Iglesia en su conjunto. Sobre este aspecto vale la pena

recoger y analizar algunas de ellas. Para empezar el Padre Rodrigo Jesús Maya de

Quibdó, Chocó pedía abiertamente lo siguiente:

"La retirada del Presidente es la luz que necesitamos para curar el virus que está infectando

el país."49

Con esta declaración que no fue rechazada ni corregida por la Iglesia se muestra

el sentir de la institución religiosa. Al pedir la renuncia del primer mandatario se condenaba

implícitamente antes de cualquier juicio en su contra, antes de cualquier dictamen

definitivo que pudiera darse de cualquier juez y antes de que lograra infructuosamente

limpiar su nombre. Así como el sacerdote en mención, desde diferentes rincones del país

las críticas se hicieron sentir y con ellas su mensaje que proclamaba los verdaderos cambios

que deseaba la Iglesia. El padre Guillermo Viana de San Andrés decía: “El país no aguanta

dos años más de este sin control que estamos viviendo. La solución para salir de la actual

crisis debe ser pronta y se tiene que fundamentar en la verdad cueste lo que cueste.”50

Costara lo que costara sería la cabeza del presidente lo que iría a verse a los pies de sus

enemigos, algo que la Iglesia no veía con malos ojos pues por encima estaba salvaguardar a

la nación, su moral y sus valores patrios por sobre un hombre, un solo hombre que a pesar

de su altísima dignidad sería un precio justo a pagar si lo que estaba en juego era la

viabilidad del Estado y la protección de las instituciones. A pesar de lo anterior es claro que

más allá de tan nobles propósitos eran las motivaciones de tipo ideológico las que invitaban

a la movilización y al estado de crítica constante frente al gobierno, pues la tendencia laica

de presidente y su tolerancia a otros grupos religiosos era algo que no hacía parte de lo que

la Iglesia Católica estaba dispuesta a pasar por alto. Esta línea de pensamiento sobre la

continuidad o no del presidente era tan coincidente que ya era claro que esos

pronunciamientos no eran solamente resultado de la subjetividad del sacerdote. En esta

misma dirección iba el padre Carlos Oswaldo Gómez, sacerdote de Maicao en la Guajira

cuando decía: “La cruzada debe ser contra la corrupción pero no contra Samper. Si la

verdad se encuentre tumbando al Presidente, pues que lo tumben. Si se encuentra

defendiéndolo, pues que lo defiendan."51

Había quienes de manera directa desconocían la legitimidad del Estado por considerar que

era inobjetable la realidad de los dineros calientes en la campaña presidencial de Ernesto

Samper. Este sería el caso del obispo de Garzón-Huila, monseñor Libardo Ramírez quien

49 http://www.semana.com/nacion/articulo/sotanas-que-conspiran/28295-3,08 abril 1996 50 Ibíd. 51 Ibíd.

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48

consideraba que no había duda para él de la culpabilidad de Samper, cuando menos, de la

real infiltración de los dineros del narcotráfico en su campaña. Su posición era única pues

reconocía directamente que el presidente no gozaba de plena legitimidad lo que le haría

merecedor de un proceso civil de excomunión.52

En esta lucha tomaría parte el Partido

Conservador, mayor contendiente político del liberalismo y durísimo rival en cuestiones

religiosas y morales.

Históricamente el conservatismo ha mantenido una lucha con el Partido Liberal y en

muchos momentos se ha aliado con la Iglesia, siendo uno con tal institución para

enfrentarse con el enemigo ideológico común para ambos. Expresamente la Iglesia no hizo

referencia alguna para condenar a dirigentes de este partido de forma directa aun cuando se

sabía que también estaban salpicados por hechos de corrupción y alianzas con el

narcotráfico. Seguramente resultaría incomodo hablar de quienes les protegieron en

momentos difíciles en los primeros años de la independencia tras las reformas liberales que

afectaban directamente a la Iglesia, lo que en última instancia evidenciaría una lealtad

implícita en el manejo de las relaciones entre estos dos referentes sociales. El

reconocimiento histórico de la causa religiosa por parte del conservatismo hace que “entre

bomberos no se pisen las mangueras” lo que de todas maneras no hace inevitable que se

deba condenar a políticos del partido que se han desviado o, de igual forma, que políticos

del conservatismo no cuestionaran a la Iglesia en uno u otro momento de la historia

nacional. Más allá de esta aclaración es preciso indagar sobre el actuar del Partido

Conservador en este contexto específico.

Para el momento histórico que empezó con la presidencia de Virgilio Barco (1986-1990)

hasta el momento de la presidencia de Samper, los liberales y conservadores gobernaban en

cuestiones de índole económico bajo el mismo paradigma del neoliberalismo(ver imagen

12), pero se mantenían sus diferencias en otros aspectos relacionados con la moral y la fe.

Tras la denuncia formal hecha por Andrés Pastrana del Partido Conservador y con la que

intentó demostrar la culpabilidad del presidente en el delito de narcotráfico mediante los

denominados “narcocasetes”, se exaltaba la dimensión del conflicto político por el control

del Estado. “Lo que se dice en la cinta magnetofónica que fue entregada al Presidente de la

República y a su Ministro de Defensa […] puede ser comprobable o refutable, pero causa

un daño muy grande a las instituciones colombianas desde el punto de vista moral”.53

La

prensa conservadora agitaba sus banderas en contra del presidente, condenaba su presunta

culpabilidad y rechazaba el mal manejo que se estaba dando al país, el poco control

institucional y las malas condiciones en que se encontraba el Estado. Nada de lo que el

gobierno hiciera pareciera favorecerle y la desproporcionada información que circulaba en

forma de acusación contra el gobierno sencillamente hacia más profundas las grietas que

52 Cambio 16, del 19 al 26 de febrero, 1996 No 140, p. 25 53 El Nuevo Siglo, jueves 23 de junio de 1994, p.3-A

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49

dejaban ver lo poco que había de control institucional. La legitimidad del triunfo de Samper

generaba muchas dudas, las cuales se evidenciaban en todo ámbito de la opinión y de las

cortes, los jueces y los encargados en general de impartir justicia. Estas mismas dudas se

mantendrían por parte del derrotado Andrés Pastrana, quien no vaciló en debatir la

legitimidad del triunfo de Samper. El candidato derrotado instó al presidente a emprender

las acciones necesarias con las cuales pudiese demostrar la limpieza de su triunfo, la no

participación de dineros procedentes del narcotráfico en su campaña y dar claridad al país

sobre lo acontecido durante la contienda, específicamente en la segunda vuelta electoral.54

Los cuestionamientos también se posaban sobre sus ministros Rafael Pardo y Horacio

Serpa Uribe, quien se desempeñó como ministro del interior para la época de los

acontecimientos.

Ernesto Samper y como era evidente, emprendió su defensa a través de todos los medios

que le fueron posibles. Siempre intentó mantener una postura que le alejara de las

acusaciones, llegando incluso a asegurar al término de su mandato que había sido él quien

había acabado con los grandes señores del narcotráfico. Tal vez insuficiente para lograr una

verdadera absolución histórica, el presidente Samper propuso que lo que se decía en los

narcocasetes no hacía alusión directa a su persona y que en cambio, cualquiera de los dos

rivales enfrascados en la lucha por el poder podría ser el mencionado en dichos elementos

probatorios. Así lo hizo saber en su momento: “yo rechazo esa afirmación y rechazo las

insinuaciones que están contenidas en un casete en el cual se trata de dos personas que

sostienen un diálogo independientemente de cualquiera de las dos campañas y que termina

finalmente afectando a los dos principales candidatos en la contienda pasada”.55

Andrés

Pastrana y a pesar de la declaración anterior no sufrió de las graves acusaciones que si

enlodaron Samper. Esta situación la aprovechó para hacer una fuerte oposición al gobierno

Samper hasta lograr la dignidad de primer mandatario tras derrotar al gran aliado y

escudero de su enemigo, Horacio Serpa.

La verdad de las cosas es que la institucionalidad estaba arrodillada y al servicio del poder

del dinero, legal e ilegal, aunque sea bastante difuso encontrar el límite exacto entre uno y

otro. Mandaba quien tuviera el poder suficiente y los recursos necesarios, contralaba el que

estuviera lo suficientemente bien posicionado ante los poderosos como para estar en el

medio de todos y sacar provecho, no solo económico, sino evidentemente político. Los

réditos por jugar con los orificios del Estado no eran pocos. Estos cada vez más amplios

para el delito hacían insoportable el grado de descaro con el que se gobernaba en los

diferentes niveles de control público. Es en este punto que la Iglesia, referente moral de los

colombianos por excelencia, empezaría a ocupar un rol cada vez más importante en el

debate político del país. De los altos jerarcas de la Iglesia Católica emanaban las críticas

más agudas a Ernesto Samper. El partido Conservador aprovechaba la situación e

54 Ibíd. p. 7-A 55 El Nuevo Siglo, Miércoles 22 de Junio de 1994, p. 19A

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50

impulsaba una forma bastante particular de hacer política, una caracterizada por el ejercicio

de la fe como prueba del amor a Dios y por añadidura, beneficio electoral para esta

colectividad. Por su parte, la lucha política de Ernesto Samper por salvaguardarse de las

críticas de diferentes sectores involucró directamente al clero. Este cuestionó al presidente

electo y por lo tanto es considerado como un ente desestabilizador de su mandato.

La campaña de desprestigio mutuo entre ambos partidos representados por sus candidatos y

que dejó como ganador al presidente Samper, también le legó el peso que debiera llevar

durante todo su mandato y que lo dejó como el más salpicado con los “dineros calientes”

que salieron en busca de sus respectivas cuotas políticas, en las que buscarán amparo para

la prolongación de su actividad delictiva en nombre de una democracia y una

institucionalidad lánguida. El Partido Conservador agitó el panorama nacional empleando

la denuncia en contra del presidente, la Iglesia empleo todo lo que tenía, su prestigio, su

legitimidad y su amplia resonancia en todo el ámbito nacional. La política y la religión

unidas se sirvieron demasiado una a otra como plataforma en la que se levantaban para

fortalecer su posición y cuestionar al Estado que se alejaba de sus ideales mediante el

delito, la corrupción y las decisiones políticas que no atendían la voluntad divina. La

realización de cuanto deseaba el Estado se lograría con la absolución del primer

mandatario, pero ello no sería garantía aun cuando así sucediera.

Con el pedido constante de parte de la Iglesia de esclarecer los hechos que relacionaron las

campañas a la presidencia con el dinero proveniente del narcotráfico se realizaban los

ataques al Estado y se ponía en entre dicho su estabilidad.56

El presidente era objeto de las

críticas, la causa del descontento del clero y la manifestación máxima del grado de

descomposición de la política nacional. Esto ampliaba la ventaja que la Iglesia le tomaba al

Estado en cuanto a representación social se refiere. Si bien los políticos asumen la

condición de dignatarios que recogen el sentir del pueblo, es a través de sus actos que la

credibilidad de las instituciones se pone en contra de las mismas aceleradamente, mientras

que la fe como sentimiento propio de la religión es el refugio bien aprovechado por la

Iglesia para acrecentar su poder y asumirse como actor imprescindible de todo cuanto atañe

a los asuntos de la nación. La política es tema obligado para el clero debido a la influencia

negativa que ejerce sobre la población cristiana y en general sobre toda independientemente

de sus creencias. La sospecha era total, era más un indicador, una evidencia de la

culpabilidad del presidente en los crímenes que le asocian al narcotráfico.

La Iglesia iba asumiendo mayor vuelo con sus declaraciones e implícitamente acusaban al

presidente. Se pedía constantemente claridad, pero más que ello, pareciera que desearan la

ratificación del hecho que le declarara culpable. “Nadie puede prejuzgar y a toda persona se

le debe considerar inocente mientras no se pruebe lo contrario. […] Pero, cuando se

presentan indicios que invaden con una sombra de duda a todo un país, hay que despejarla

56 El Catolicismo, 20 de agosto de 1995, Ibíd. p. 2

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51

cuanto antes, sea en el sentido que sea y con los medios provistos por la ley”.57

El pulso

entre ambos poderes estaba entrando a su mayor apogeo. Las dos fuerzas se encontraban y

evidenciaban un choque tan fuerte que fácilmente ponía a tambalear a todo el país. Los

lugares de decisión habrían paso al ambiente de opinión que reclamaba tanto que terminaba

siendo el más influyente mecanismo de presión.

La exaltación del patriotismo terminaba siendo una forma en que el gobierno intentaba

mover las masas y un pretexto para aplacar las malas condiciones en que se encontraba,

esta estrategia también hacía parte del repertorio de la Iglesia, la cual ya había usado en

muchos otros momentos en los que se encontraba en disputa con el Estado. Apelar a tal

sentimiento le sirvió a la Iglesia para sobrellevar mejor las condiciones adversas tal como

sucedería en tiempos del vicepresidente Santander, figura que fue exaltada por los mismos

jerarcas de la época58

logrando apaciguar el conflicto frente a una persona que tomaba

distancia de la religión, llegando a afectarla con sus reformas. A pesar de lo anterior, lo

común era una Iglesia distanciada del Estado más allá de los designios del mismo. Una

muestra de la exaltación del patriotismo religioso se daba cuando declaraban que “No

escuchar el clamor del país y callar en este momento por miedo a la incomprensión o a las

recriminaciones sería traicionar nuestra (su) misión y dar la espalda a los intereses de la

patria”.59

Le valía un importante apoyo de parte de muchos sectores políticos donde

militaban también liberales. Tal muestra de amor y respeto al país representaba un acierto

de parte de parte del clero y uno de los muchos golpes que recibiría el Estado.

La Iglesia le pedía de frente al presidente que agilizara el proceso que se abrió en su contra

y que no lo sujetara exclusivamente a la defensa de su propia persona limitando así la

acción de la justicia.60

Esta crítica la acentuaba recordándole que él era objeto de

investigación por poner a las instituciones democráticas al servicio del narcotráfico tras

recibir dineros sucios en su campaña electoral.61

El presidente resultaba una figura que

levanta muchas sospechas y dudas, dejando abiertas las puertas para múltiples

interpretaciones de sus acciones siendo la Iglesia la que dejaba entrever una crítica de gran

aceptación entre la población y de gran influencia en la vida política nacional. Se le muestra

como alguien que debe dar cuenta de su inocencia, pero al parecer su afán es algo que

resulta ante los ojos de la Iglesia naturalmente sospechoso. La Iglesia reclamaba justicia y

prontitud en el proceso adelantado contra el presidente (ver imagen 13). Las razones de

fondo para ello radicaban en la dignidad que ostentaba el primer mandatario y por ende,

necesitaban ser esclarecidas para ratificar las denuncias como pruebas de hechos concretos

o dirimir definitivamente la lucha existente entre el gobierno y sus críticos. Las

57 El Catolicismo, 20 de agosto de 1995, Ibíd. p. 2 58 Julio Hoenigsberh, Santander, el clero y Bentham, editorial ABC, Bogotá, 1940, p. 265 59 Pedro Rubiano Sáenz, Arzobispo de Bogotá y Alberto Giraldo Jaramillo, Arzobispo de Popayán, El Catolicismo, 25 de febrero de 1995, p.2 60 El Catolicismo, 25 de febrero de 1996, Ibíd. p.15 61 Ibíd. p. 15

Page 52: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

52

apreciaciones del clero mostraban que: “El presidente Samper, urgido de mostrar acciones

que lo presenten como enemigo decidido del narcotráfico habla con frecuencia de los capos

encarcelados y de las miles de hectáreas de coca destruidas”.62

Ya estaba dicho y muy

entendido el verdadero propósito de las declaraciones que emanaban desde la Iglesia

Católica. Si la verdad era su propósito, no era menos importante en la búsqueda de la

misma cuestionar al “enemigo” que trastocaba las bases de la cristiandad al actuar

contrariamente con los preceptos de la Iglesia, esto por sus nexos con el delito, la maldad

en sí misma que mostraba su peor rostro con miles de muertos y actos violentos que en

nada aportaban a la paz del país.

El negocio del narcotráfico había manchado a tal grado al Estado que las bases del mismo

también estaban a punto de colapsar, por ello el clero expresaba además que: “La denuncia

de la infiltración de dinero del narcotráfico en la campaña que culminó con la elección del

Dr. Ernesto Samper Pizano como Presidente de la República, tiene al país sumido en la

confusión y en la duda. Las informaciones presentadas a la opinión pública […] han herido

gravemente la credibilidad, han dañado la imagen internacional del país y han producido

efectos nocivos en la moral de los colombianos”.63

El llamado a la recuperación de las

instituciones por parte de la Iglesia condenaba a su vez la lamentable situación en la que se

encontraban las mismas. A la vez, las críticas del clero reconocían la influencia del

narcotráfico y de su poder destructivo. El llamado que hacía iba dirigido a “la autoridad

legítima la que debe ponerse de parte de la verdad, sin componendas y sin miedos. Este es

el único camino para saber quién ha puesto en la mayoría de las instituciones públicas en la

bancarrota, quien ha venido gobernando de verdad al país y con qué mecanismos, […] o

quién se ha ganado la legitimación del poder por las vías del fariseísmo moral”.64

El

cuestionamiento es evidente en razón de su proceder y su intencionalidad. La afrenta al

gobierno deja de manifiesto ya no una posibilidad de culpabilidad sino una acusación

directa sobre quienes ostentan el mando en tiempos de graves convulsiones, en este caso

sobre el presidente más que en cualquier otra persona.

La estabilidad institucional era solo una mención a tiempos nunca vistos en nuestro país, el

control real por parte de los mandatarios y un apoyo concreto a las ambiciones y sueños de

la sociedad, una utopía cada vez más lejana. En este contexto ni los deseos inmediatos del

gobierno se veían realizados, al menos de momento y estos eran sacar adelante la cuestión

de la inocencia de Ernesto Samper. La Iglesia y sus demás aliados directos o indirectos

llevaban sobre si la necesidad de rescatar la verdad del extenso pantano lleno de mentiras y

corrupción. La constante en tal búsqueda seguiría siendo la acusación al Estado por su falta

de legitimidad y control de sus propias instituciones. Estaba fragmentada toda forma de

coherencia entre las formas institucionales de gobierno y de justicia, o eso era lo que

62 Ibíd. p. 15 63 Ibíd. p. 15 64 El Catolicismo, Abril 30 de 1995 p.2 Sección editorial

Page 53: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

53

parecía hasta ese punto. Independientemente de las apariencias, lo concreto seguía siendo la

realidad vivida y sufrida por culpa del poder ejercido parcialmente por el Estado, el cual

permitía dócilmente el establecimiento de formas de control ajenas a su control y que

indicaban la obtención del poder y el ejercicio de control a través de la fuerza.

No cabía duda de tales situaciones que dejaban al Estado a la deriva. Era necesario un

ambiente de crítica y debate que posibilitara el esclarecimiento de tales hechos que no

necesariamente arreglarían los terribles problemas del país, pero al menos devolverían un

poco la confianza en el Estado, lo que podría haber generado un leve pero necesario

reconocimiento a la buena labor de las instituciones. Como eso no se presentaba, la Iglesia

y demás críticos continuaban realizando su buena labor desestabilizadora. “propuestas

formuladas por algunos representantes a la Cámara, y quienes al parecer también como

representantes de alguno de los carteles de narcos, han pedido la creación de una Sala

especial de juzgamiento y algunos otros fueros favorables para los capos y sus secuaces”.65

La influencia del narcotráfico evidenciaba que sus alcances habían superado y por mucho a

la propia institucionalidad, la cuestión es que la legitimidad de los representantes del

Estado, del gobierno vigente y en buena parte del propio mandatario no podía estar basada

en juicios especiales realizados más con el ánimo de ocultar hechos que esclarecer

verdades.

Ya no era preciso hablar de dudas, era más adecuado hablar de denuncias de hechos

concretos sobre los que ya no cabía la sospecha. Legisladores, jueces y el presidente

completaban el hundimiento de la democracia mientras que se mantenían a flote las

estructuras de poder que habían posibilitado que todo cuanto fuese dañino para el país

siguiera presente. Lamentablemente para la sociedad, estos sucesos hacían que no pudiera

lograr más que las migajas que dejaba la asociación entre políticos y delincuentes. Los

recursos del Estado eran el botín de los cuatreros que controlaban por medio de una

democracia elaborada por ellos mismos todo cuanto podían, y podían demasiado debido a

la forma en que se encontraba el país, totalmente desdibujado y sin un rumbo aparente que

le permitiera reencontrar el camino, o elaborar uno que jamás había existido el cual estaría

caracterizado por la justicia y la transparencia.

La Iglesia y el Estado enfrentados mientras el narcotráfico contaminaba toda forma de

representación social. Los fines de una y otra institución precisamente estaban ligados a la

trascendencia que pudieran lograr en las personas que representaban, pero en este juego de

legitimidades, de representaciones y de responsabilidades, era el Estado el menos adecuado

en ese momento para intentar reproducir socialmente los valores que emanan del seno de

los postulados democráticos y constitucionales. La Iglesia desde sus propios fines lograba

captar e influenciar a las personas en su cruzada moralizadora, la cual le ubicaba por

65 El Catolicismo, 26 de marzo de 1995, p.2 Sección editorial

Page 54: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

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encima del Estado tal como se había dado en otros momentos y como consideramos ha sido

siempre. El Estado no ha logrado establecerse como un ente verdaderamente legítimo y las

graves actuaciones de quienes han ostentado el poder así lo ratifican. Debido a todo lo

anterior, a pesar de las constantes pugnas que se dieron a través de este proceso, al Estado,

al presidente encargado de manejar los hilos del poder, le correspondió manifestarse

reconociendo que la Iglesia es necesaria para que su propio ejercicio pueda realizarse.

“El doctor Ernesto Samper Pizano hizo un planteamiento de la situación del país y recordó

la gran credibilidad que la mayoría de los colombianos tienen en la Iglesia Católica”.66

De

esta manera se daba una muestra de la necesidad de mantener los ánimos de los detractores

del gobierno lo más calmos que se pudiera, también un indicador del papel principal en la

vida nacional a través de la historia que ha sustentado la Iglesia. No se podían dejar de lado

las malas experiencias que antaño dejaran los conflictos entre ambas instituciones un

lamentable resultado para el Estado. Era deber y una actitud de prudencia de parte del poder

institucional reconocer al clero y no subestimarlo ni alejarlo de los asuntos políticos y

públicos de la nación. La Iglesia ya se había manifestado de manera concreta frente a este

mismo planteamiento. Se puede pensar que en Colombia, cuando se pide a los pastores que

“guarden su lengua” o se les acusa de intervencionismo en lo que nos los compete, se deja

entrever una cierta envidia a la fuerza de credibilidad de su palabra y un enorme miedo a la

autoridad moral de sus denuncias. Por suerte han pasado ya las épocas de bárbaras naciones

en la que predominaba el enfrentamiento Estado-Iglesia”.67

Orientación y diagnóstico del parecer liberal que no está de acuerdo con la injerencia de la

Iglesia en los asuntos relacionados con la política, al menos es lo que la anterior declaración

de parte de la Iglesia pareciera indicar. La Iglesia apunta a expresar que los conflictos entre

la Iglesia y el Estado en apariencia eran cosa del pasado y que gracias a la constitución de

1991 la autonomía de hecho y de opinión estaba garantizada para esta institución. Esto a

nuestro parecer no es más que una opinión de parte del clero un tanto acelerada, pues este

conflicto en el contexto electoral y pos electoral que llevó a Ernesto Samper a la

presidencia es una clara evidencia que para ese momento aún era muy fuerte la

confrontación.

“Si a uno le meten un elefante a la casa tiene que verlo”.68

Palabras de Monseñor Pedro

Rubiano, una de las figuras más prominentes de la curia colombiana y crítico del gobierno

Samper. En estas cortas pero significativas palabras intenta sentar posición no solo en

nombre propio; daba cuenta de una posición institucional debido a su alta dignidad en las

filas de la Iglesia. De esta manera es que la Iglesia demostraba la verdad implícita tras sus

declaraciones en apariencia sobrias. El Estado era objeto de los ataques de esta institución y

66 El Catolicismo, , 16 de Julio de 1995, Portada 67 El Catolicismo, 10 de Marzo de 1996, p.2 Sección editorial 68 Fernando Londoño Hoyos, La parábola del elefante, Planeta Colombiana editorial S.A, 1996, p. 85

Page 55: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

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lograba someterlo por medio de la opinión en los medios y le condenaba gracias a su poder

e influencia en todos los campos de la sociedad. Esta es pues la realidad evidente tras la

forma tranquila en que se suele expresar el clero.

Conclusiones

La postura de la Iglesia que siempre intentó mantenerse resguardada tras la tranquila

retórica de buena parte de sus ministros no representaba fielmente su verdadero sentir. Es

claro que Samper, el liberalismo que profesaba y en última instancia, las circunstancias de

corrupción, llevaron a la Iglesia a manifestarse en contra de los sucesos que afectaron

gravemente al país. De cualquier manera se logró desestabilizar al gobierno y gracias a la

movilización de los fieles y a la campaña moralizadora en la Iglesia, los templos pasaron de

lugares de exaltación espiritual a verdaderos bastiones políticos que sostenían los

postulados e intereses de la Iglesia Católica. En este contexto el Partido Conservador

llevaría momentáneamente cierta ventaja, pero por encima de lo político sería la causa

religiosa la que representara serias complicaciones para el gobierno Samper, debido a su

amplia legitimidad.

El Estado se veía maniatado y con evidentes problemas que no superaría mientras Samper

se mantenía como presidente. Tanto el desprestigio moral así como la mala imagen a nivel

internacional harían de Colombia un país bastante contradictorio al evidenciar la falta de

institucionalidad creciente y el aumento de la influencia del narcotráfico en todas sus

expresiones. Todo esto daba cuenta de la disputa no terminada entre el Estado y la Iglesia y

de la forma en que esta misma continuaba sosteniéndose en aspectos puramente ideológicos

más allá de sus alcances políticos y hasta económicos. Por último, la situación del clero era

bastante cómoda ya que todo cuanto podía hacer para deslegitimar al gobierno era

realizado, mientras que sutilmente escondía sus intereses bajo el discurso moralista que no

le dejaba ver sus propios pecados.

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56

IMÁGENES CAPITULO II

IMAGEN N°:6 IMAGEN N°:7

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 23-Jun-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 27-Jun-1994

IMAGEN N°:8 IMAGEN N°:9

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 29-Abril- 1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 21-Junio-1994

Page 57: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

57

IMÁGENES CAPITULO II

IMAGEN N°:10 IMAGEN N°:11

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 22-Jun-1994 TOMADA DE: El Catolicismo 5-Feb-1995

IMAGEN N°:12 IMAGEN N°:13

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 29-May-1994 TOMADA DE: El Catolicismo 3-Marzo-1996

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58

Capitulo III

La lucha contra el desprestigio. Defensa del presidente Samper en su búsqueda por el

buen nombre.

¿Falta de sintonía?

En momentos de dificultad para el gobierno se hacía indispensable que las instituciones le

brindaran la mano, le cercaran y protegieran contra los ataques de las diferentes fuerzas

desestabilizadoras que amenazaban al Estado y hacían verdaderamente ingobernable al

país. A pesar de dicha necesidad, la ayuda llegaba en muchos casos de lugares diferentes al

mismo Estado, o al menos, no específicamente directos pero sí muy importantes como

lugar de decisión, cuyas opiniones se reproducían para justificar y proteger las acciones del

gobierno, o para responder a los ataques y cuestionamientos que se levantaban en contra de

Ernesto Samper y su ideología liberal. No se presentaba cohesión al interior de las

instituciones, es claro que para ejercer un buen mandato no se puede gobernar con el

enemigo, pero, debido a la lógica en que está sustentado el Estado, las discrepancias al

interior del mismo impidieron que el consenso frente al mandato y frente a los propósitos

que se consideraran propicios para gobernar pudieran funcionar correctamente. Esto mismo

sería lo que le ocurriría al gobierno mientras intentaba sortear las inmensas dificultades que

tuvo que atravesar para poder mantenerse todo el periodo que le correspondía.

Muestra de lo anterior serían las declaraciones del fiscal en las que aseguraba que la Iglesia

era imprescindible para lograr una verdadera reconstrucción del país en momentos tan

críticos para el mismo.69

Una parte del Estado no duda en exaltar la labor del clero y le

reconoce como un elemento importante en la consolidación de proyectos nacionales de

trascendencia y por ello era preciso consultarle y apoyarse en este. Las consideraciones de

Alfonso Valdivieso, fiscal y detractor de Ernesto Samper, surgido de las huestes liberales y

profundo enemigo de la corrupción según sus propias luchas al frente de esta institución,

daban cuenta de esa falta de coherencia del Estado. La apertura del proceso 8000 fue

realizada por petición expresa de este hombre y fue gracias a él que las instituciones

comenzaron a enfrentarse en torno a la cuestión de la infiltración de dineros del

narcotráfico en la campaña “Samper Presidente”. No había unión dentro del Estado. El

manejo del mismo se dejaba en manos de los intereses que hicieron posible el triunfo de

Samper y por lo tanto, estaba repartido entre personas y grupos que no necesariamente se

identificaban con las políticas de gobierno propuestas por el presidente, lo que hacía que las

instituciones se vieran manejadas más por los intereses particulares de quien las dirigía que

69 El Catolicismo, 26 de febrero de 1995, p.7

Page 59: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

59

por las necesidades del pueblo. La representación en nombre de los intereses de la nación

era una cuestión secundaria y por ello la falta de coordinación entre los diferentes poderes.

Mientras el debate interno de nunca acabar se mantenía gracias a la situación presente, y

que hacía que la opinión de algunos sectores fuera la confusión de la mayoría, la

gobernabilidad era cada vez menor y el control del Estado estaba más legitimado por

quienes tuvieran mayor resonancia en ese momento de algarabía política. La presencia del

Estado se hacía más notoria a través del escándalo divulgado por los diferentes medios de

comunicación y en el púlpito de las diferentes iglesias que estaban bajo las directrices del

clero católico colombiano. Era pues urgente responder enérgicamente a los

cuestionamientos y ataques que se hacían en contra del gobierno, pues en muchos casos eso

también era cuestión de identidad y apoyo con el Partido Liberal. El alboroto producido por

el narcotráfico había llegado muy lejos y el enfrentamiento entre el Estado y la Iglesia no

era cuestión alejada de dicho espectáculo tan particular para nuestro país. Lo anterior

obedece a una mezcla de religión y política que ha llegado a instaurase a tal punto, que las

decisiones políticas que van en contravía de los principios morales del catolicismo son de

gran revuelo y controversia precisamente por el poder que goza la Iglesia como referente

cultural y como lugar de decisión en diferentes ámbitos.

Entre tanto, en ese ambiente de lucha que enfrentaba al Estado y a la Iglesia y a otros

sectores que reclamaban justicia y rectitud por los actos de los políticos de nuestro país, la

disputa al interior del aparato oficial no era de poca monta. El proceder del fiscal era

considerado como algo que había “envilecido y asolado el legítimo ejercicio de una acción

penal marcado por la más pulcra imparcialidad”70

que afectaba los interés de la nación y

una buena administración de la justicia. Qué era condenable todo lo ocurrido en las

campañas políticas por el poder en 1994, es algo en que muchos estamos de acuerdo, pero

lo llamativo de este asunto es que se diera a tan alto nivel del Estado un conflicto que no

hacía más que ponerlo en un papel nada cómodo, en el que la sociedad por ajena que

pareciera a los asuntos políticos, siempre se mostraría permeada por las diferentes posturas

que sobre este evento emanaban. Era indispensable poner ante la opinión nacional todo

aquello que sirviera como prueba para demostrar la poca legitimidad del Estado y a los

directos culpables de semejante situación, siendo los implicados principales el presidente y

su gabinete. Lo propio haría el gobierno y la prensa a su favor, la cual no dudó en mostrar a

sus detractores como sujetos dignos de crítica y no menos culpables del declive nacional.

La disparidad entre ricos y pobres, la crisis institucional y de los partidos tradicionales, la

falta de reconocimiento político por fuera de las huestes de estos mismos y el evidente

fracaso de la democracia, dejaron a su suerte a las personas que encontrarían en la Iglesia la

fuente y refugio de los males que asolaran al país en momentos que se hacía más

importante la farándula politiquera que el ejercicio mismo de gobierno. Conservadores y

liberales por igual deslegitimaron la política y cedieron este espacio tanto a la delincuencia 70 Gustavo Salazar P., La satanización del proceso 8000, Editora Jurídica de Colombia, Medellín, 1995, p. 18

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60

como a la misma Iglesia, así como a otras denominaciones religiosas pues ya era evidente

en el país la influencia de otros grupos diferentes al catolicismo. No concordaba ni siquiera

el partido en el poder por culpa de los problemas que se daban entre el presidente y el

fiscal, mucho menos iría a ser el Estado un ejemplo de unidad que al pasar el tiempo

también se diluiría en las manos del gobierno, de los que en principio se mostraran como

colaboradores y copartidarios de un mismo proyecto. La sociedad era lamentablemente el

resultado de las instituciones corruptas y desposeídas de cualquier sentido, pero en ese

ambiente es que el papel de la religión retomará importancia frente a más y más personas,

lo cual no es elemento indicativo de que antes no fuera de esa manera. Lo particular de la

situación era la pobre cara del Estado que no podía ocultarse ni con los discursos

presidenciales que apelaban al triunfalismo, ni con los resultados de las políticas

institucionales que no respondían al sentir de la gente por culpa también de la campaña de

deslegitimación en contra de la acción del gobierno. Continuando con la falta de sintonía

que mostraba el Estado, es necesario reconocer que el apresurado papel del fiscal

Valdivieso para pre juzgar las acciones del presidente y sus colaboradores dio muestras de

parcialidad en contra de Samper, pues su afán fue evidente para reabrir el caso y hablar de

culpables antes de demostrarlo, lo cual no exime de responsabilidad alguna a que allá

tenido lugar el actuar de presidente.

Con respecto al manejo de las instituciones de forma particularista queda como evidencia la

forma en que el fiscal asume la investigación del proceso 8000. Es indicativo que “La

Fiscalía General de Colombia también ha excedido indudablemente su tarea acusadora

convirtiéndose en un ente incriminador de hechos que moralmente pueden perfectamente

deslindarse de lo penal.”71

La fiscalía actuaría entonces como un representante de la

institucionalidad del Estado que levantaba juicios en contra del gobierno apelando más a

cuestiones de simpatías o apatías personales del fiscal que a cuestiones netamente jurídicas.

Lo moral permanecía como algo que era preciso revisar, para ello la religión no podía

dejarse de lado y la Iglesia Católica era propicia para tal cometido. Sus apreciaciones serían

objeto de atención, de apoyo o rechazo y generarían con el tiempo una lucha mediática que

llevaría al mismo presidente a expresarse sobre cuestiones religiosas a pesar de la supuesta

superación de las discrepancias entre la Iglesia y el Estado. Quedaba entonces un manto de

duda acerca de las intenciones sobre la investigación en contra del presidente, si esta

obedecía a intereses políticos y seudomorales más que a un hecho concreto de

narcocorrupción.72

Los vaivenes de la justicia indicarían qué tan cerca o que tan lejos se estaba de ser culpable

o inocente, pero para mejor comprensión de este fenómeno, sería importante rescatar de

qué lado se estaba, si del lado del partido de gobierno, o de la oposición representada en ese

momento por la tradicional alianza entre la Iglesia y el Partido Conservador. Impresiones

71 Ibíd. p. 35 72 Ibíd. p. 35

Page 61: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

61

de otros sectores también se harían presentes, pero en muchos casos coincidían en condenar

al presidente por los actos que sobre él recaían y le vinculaban con el narcotráfico. La

disputa por la imagen del presidente remplazaba la búsqueda de la verdad ya que en todo un

espectáculo mediático se había convertido la acusación en contra del primer mandatario. En

defensa del mismo se emitirían apreciaciones de índole jurídico que le intentaban mostrar

cómo alguien tal vez negligente, pero no un criminal. Apreciaciones como esta son bastante

ilustrativas: “A nuestro juicio el Presidente Ernesto Samper es absolutamente inocente

desde un punto de vista estrictamente jurídico penal. La responsabilidad política o moral

que pueda derivarse de la infiltración de dineros llamados calientes en su campaña no

compete a la justicia criminal ni es objeto de análisis por parte de nosotros los abogados

penalistas”.73

(ver imagen 14). Una vez más se levanta el argumento en defensa de Samper,

el cual referencia un límite entre las responsabilidades que implicaran un delito punible y

otras relacionadas con hechos disciplinarios que involucraran más la integridad moral y

ética del mismo. Estos hechos condenables a nivel social y totalmente nocivos para el país

no dejan de ser importantes bajo la lupa de una u otra responsabilidad, pero en las

circunstancias del momento se buscaba por parte de los detractores del gobierno más la

demostración del delito y su gravedad, que una simple sanción que le evitara ejercer cargos

públicos.

La figura del presidente Samper ante las acusaciones

Ernesto Samper y muy a pesar de las acusaciones que sobre él se levantaran ganó en la

segunda vuelta electoral sobre su rival Andrés Pastrana Arango. Su triunfo no lo absolvió

de las acusaciones y en su cargo como primer mandatario, estas se multiplicaron a tal punto

que debió realizar varias diligencias judiciales con tal de aclarar su situación. Un hecho

bastante particular sobre este respecto sucede de sus mismas declaraciones. El presidente

Samper gobernaba con un legislativo de mayoría liberal y es precisamente este hecho el que

va a permitir que sobre su figura se levanten amplias sospechas sobre su rectitud y su forma

de haber llegado al poder. El presidente aseguraba que si él tenía que ser juzgado por

cualquiera de sus actuaciones pasadas y presentes ya no era de competencia de la justicia

ordinaria levantarle investigación alguna. Consideraba también que la Corte Suprema de

Justicia no tenía jurisdicción para juzgarlo, por el contrario, era el Senado el que estaba en

capacidad de levantar cargos en su contra (ver imagen 15).

Es de indagar si la competencia que habría de juzgar al presidente Samper era el Congreso

o no, no con el ánimo de extraer la interpretación meramente constitucional sino para

entrever si su actuación estuvo dirigida a desviar los sucesos que le fueron propios con los

dineros del narcotráfico. Al respecto “Tratándose de delitos comunes, no es el Congreso el

juez competente del Primer Mandatario, sino la Corte Suprema de Justicia”.74

¿Habría

73 Ibíd. p. 54 74 Fernando Londoño Hoyos, La parábola del elefante, Planeta Colombiana editorial S.A, 1996, p.8

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62

acaso una mala interpretación de la constitución por parte del presidente con el ánimo de

evitar el control de la justicia? ¿Era esta intencionada o solo daba cuenta de un

desafortunado desconocimiento de la misma del máximo representante del Estado? Sea

cual sea la interpretación que sobre este evento se pueda hacer, es claro que el debate de

control político en primera instancia se encontraba bastante viciado y se prestaba a

interpretaciones que solo dejaban al primer mandatario en una posición cada vez menos

provechosa.

La Iglesia también se pronunciaría sobre este asunto, condenando la actitud del Senado y

denunciando su inoperancia frente al escándalo que se cernía sobre el presidente. Las

reformas que pretendía el Senado de mayoría liberal, frente a los procesos e investigaciones

judiciales que se debieran emprender con personas vinculadas al narcotráfico fueron

cuestionadas por el clero. De lo anterior no escapaba ni el presidente Samper, pues este

buscó amparo en el Senado al citarlo como la única institución legitima en levantar

acusación alguna en su contra. Los pronunciamientos no dejaron de ser profundos a pesar

del lenguaje mesurado que esta institución pretendió tener siempre. “Es verdad que en

nuestro país no resulta difícil acomodar las leyes al capricho del que las viola. Puede

parecer también fácil tallar la justicia a la medida del que la pisotea. Casos se han visto de

instituciones públicas moldeadas según los intereses personales de quienes las dirigen o

explotan sin ningún miramiento al bien común”75

(ver imagen 16).

Sobre este aspecto apelamos a retomar la constitución para entender mejor el asunto

tratado:

“ARTICULO 235. Son atribuciones de la Corte Suprema de Justicia: NUMERAL 2:

Juzgar al Presidente de la República o a quien haga sus veces […], por cualquier hecho

punible”.76

Observando la Constitución, es de competencia de la Corte Suprema de Justicia

imputar cargos penales y no políticos a la figura del presidente. Las acusaciones por la

actuación del presidente investigadas por el Senado solo pueden llegar hasta el juzgamiento

político de sus acciones, de ello que el castigo por sus delitos no acarrearía pena judicial.

Las dificultades políticas le acompañaron durante todo su mandato y no se liberó de la

mancha del narcotráfico que sobre él se levantó en ningún momento al frente del Estado.

Las circunstancias de su campaña y de su mandato no estuvieron en ningún momento

alejadas de las miradas acusadoras de la sociedad, o al menos, de su contraparte política, el

conservatismo. El tema de las conversaciones de Ernesto Samper en los narcocasetes le

traería una lucha que debió enfrentar con los conservadores y la Iglesia, siendo por esta

última que más se vería afectada su imagen como primer mandatario de los colombianos.

75 El Catolicismo., 26 de Marzo de 1995, Op cit. p.2

76 http://web.presidencia.gov.co /constitucion/index.pdf (constitución política de Colombia 1991)

Page 63: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

63

El continuo problema en su contra no dejaba nada al azar, es por ello que tanto sus

actuaciones como aquellas que adelantara su partido estaban siempre bajo observación de

sus detractores. La investigación en su contra y como una jugada política que le atribuían al

presidente, estaba en apariencia bastante amañada dado que el senado estaba controlado por

los liberales, lo cual no era garantía para que su juicio fuera precisamente imparcial. A

pesar de ello el debate se acrecentó por ese motivo, sumando así otra fisura por la que

ingresaban diferentes críticas y señalamientos que envilecían más la función del Estado.

¿Qué competencia tendría la responsabilidad de llevar a cabo la investigación sobre lo

acontecido en el proceso 8000? Si no es de acarrear consecuencias legales, un

acontecimiento como este es difícil comprender, pues los fundamentos jurídicos en que se

basa la implementación de justicia estarían en evidente contradicción. Si es exclusivamente

moral, ¿a quién le corresponde? Aparentemente es algo que a todos concierne en cierto

grado, pero era a la Iglesia a quien más competía dicha valoración en ese momento por

razones que vale la pena volver a enunciar, estas son precisamente la legitimidad social que

estaba por sobre otras instituciones y por el poder y resonancia que tenían sus apreciaciones

por la misma autoridad que le confería gran parte de la población altamente católica.

Desde el lugar que se le daba al mandatario por parte de sus seguidores era importante

rescatar a esa figura benevolente y simpática que le caracterizaba. Un personaje que

despertaba simpatías y de quien era difícil creer tales acusaciones que le vinculaban con el

más grande de los problemas de las últimas décadas en el país, el que había desatado una

ola de violencia que no tenía comparación con ningún otro momento de la historia nacional

y el que había puesto muy enfermo al Estado; el narcotráfico era ese mal del que la política

debía librarse y el cual debía combatirse a toda costa, por lo tanto era deber del presidente y

de todas las instituciones luchar en contra del responsable del nivel de corruptibilidad al

que se había llegado en todos los aspectos sociales. “más que culpable el Presidente Samper

ha sido ingenuo en el manejo de su situación jurídica, hecho que confirma aún más su

inocencia porque, […] los inocentes suelen presentar a la justicia coartadas torpes e

ingenuas lo que de suyo demuestra más a favor del reo que en su contra”.77

Si la torpeza es

un indicador de inocencia serían muchos los que aludirían a esta condición si con ello

lograran demostrarse no culpables. La influencia del narcotráfico en mayor o menor medida

ya era un hecho aceptado por el gobierno y tras este en apariencia es que se presentaba la

confusión y hasta incoherencia a la hora de elaborar la defensa.

La denuncia hecha por Andrés Pastrana a través de los narcocasetes dejaba al presidente en

el ojo del huracán debido a la gravedad de lo que se decía en estas cintas que le vinculaban

mucho más con lo que tanto esmero intentó evitar. El político conservador asumió tras su

derrota la más férrea oposición al gobierno de Samper y tomó constantemente la bandera de

lucha en su contra, siendo así el principal enemigo del gobierno y una de las figuras más

prominentes que atacó desde el terreno político al presidente. La mala fortuna para Ernesto 77 Gustavo Salazar P., La satanización del proceso 8000, Op cit. p. 56

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64

Samper no pararía con la evidencia de los narcocasetes, sino que además involucraría el

asesinato de una de las personas que se dijo más cercana al cartel de Cali y de quien se

supone fue el nexo entre el futuro presidente y los Rodríguez Orejuela. Estos hermanos

giraron grandes cantidades de dinero en busca de amparo político y dividendos

comerciales, eso es de suponer más allá de los resultados de la investigación sobre Samper.

Su relación con el cartel de Cali quedaba más fortalecida con lo expresado en la primera

grabación. Esto que se exponía en la cinta no era más que la voz del ya en ejercicio

presidente Samper y la “Monita retrechera”, apodo con el que se hiciera célebre Elizabeth

Montoya de Sarria, mujer que fuese el puente entre el presidente y los Rodríguez Orejuela,

esposa de su edecán una vez posesionado como jefe de Estado y quien fuera asesinada en

1996 mientras se adelantaban las investigaciones correspondientes sobre las alianzas del

presidente. Se veía con cautela el hecho de la financiación de la campaña presidencial de

Ernesto Samper, puesto que de la misma se desprendían graves acusaciones que asociaban

al mismo con el cartel de Cali, bien sea de forma directa o indirecta (ver imagen 17).

Al cuestionarse la moralidad de la democracia se intenta plasmar el hecho indebido en la

vida política del país, que se ve afectado por la corrupción institucional que ha de

promulgar los valores republicanos de los buenos ciudadanos y creyentes. Contradicción

gigantesca a la que se ve sometido el Estado por la incapacidad de generar verdaderos

gobiernos que puedan hacer respetar las instituciones y dirigir desde las mismas los hilos

del poder popular. No había forma de darle nuevo rumbo al Estado como actor efectivo

para los ciudadanos, estaba en picada su propia legitimidad, aunque esta aseveración puede

sonar bastante radical para muchos. No había forma de esconder la influencia de los narcos

en la vida pública, en la política y en el palacio de gobierno. La cantidad creciente de

sospechas y acusaciones sobre la figura del presidente hacía inevitable que se le condenara

socialmente por su falta de control o por su participación directa en actividades ilícitas.

Conservadores y sacerdotes, junto a otros sectores que legítimamente denunciaban y

reprobaban la situación política y social del país, condenaban al presidente antes de que se

emitiera juicio alguno frente a su inocencia o culpabilidad. Sus enemigos y principalmente

la Iglesia no eran ajenas a la influencia destructora del narcotráfico, lo que de una u otra

forma mostraba el inmenso poder envolvente de la delincuencia, más allá de cualquier

principio moral que se alzara como fin último de esta y otras instituciones que pregonan

valores que son perfectamente comercializables. “Nos acostumbramos al renombre de

aquellos magnates pródigos en caridades y hábiles en el robo de la simpatía popular. Pablo

Escobar regalaba barrios enteros a los pobres y la alta clerecía lo acompañaba a la

bendición del campo de fútbol en la comuna recién nacida”.78

Este es un pequeño pero muy

diciente indicio de la permeabilidad de las instituciones, algo que no se puede ocultar, pero

es de atraer la manera en que la Iglesia Católica ha sabido encargarse de aquellas cosas que

sobre sí misma recaen y que la ligan al plano terrenal, en el que el pecado no le es ajeno ni

78 Fernando Londoño Hoyos, La parábola del elefante, Op cit. p. 2

Page 65: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

65

al más dedicado cristiano. Muy lejos había llegado la corrupción y esto planteaba nuevos

retos tanto para los Estados como para la religión. Al respecto se considera que la

corrupción es en América Latina un fenómeno que invierte los principios ético-morales a

cuestiones totalmente instrumentalistas donde se genera una nueva cultura, una cultura

corrupta avalada por las acciones de los sujetos y que es preciso acabar con el ejercicio de

la evangelización.79

Es llamativo que este fenómeno de la corrupción y que ha sido tan

atacado por el clero haya tocado tan directamente a su puerta, pues los nexos de una figura

tan importante como el padre Rafael García Herreros con Pablo Escobar dicen no solo la

clase de contactos de este jerarca, sino además, el grado de admiración que sentía por este

hombre. Al respecto reconoce recibió una finca de “Don” Pablo Escobar, pero que este

hecho constituía la voluntad de Dios no debía ser interpretado como un acto de

corrupción.80

Sobre estos acontecimientos hablaremos más adelante.

Entre tanto, el contexto del país y el marco electoral no eran distantes el uno del otro; el

reflejo de la realidad se daba en las más altas huestes políticas y por paradójico que pueda

parecer, la religión Católica estaba también salpicada de aquello que no demoraba en

condenar. Las actuaciones de los sujetos en nombre propio pueden entenderse como un

hecho particular que puede sacar a toda la colectividad de las culpas que sobre el mismo

recaigan, pero tanto para políticos como para sacerdotes, son sus acciones el resultado de

una larga tradición de corrupción en la que la mea culpa va más allá de sus mismas razones.

Para el caso de los segundos y como más adelante lo evidenciaremos, el actuar de los

individuos a nombre propio está sujeto a reinterpretación y crítica, pues son los más altos

representantes de la institucionalidad eclesiástica los que brindan sus opiniones frente a

hechos bastante espinosos y que por tanto involucran a toda la entidad en el país.

De esta forma queda expresada una relación manifiesta pero desconocida concretamente a

la luz de todos. Como un ejemplo de doble moral, La Iglesia también se hizo partícipe de la

“caridad” de los grandes señores del narcotráfico. Este acontecimiento descrito obedece a

hechos que tácitamente ocurrían en el diario vivir mientras Pablo Escobar dominaba el

negocio de la droga más allá de sus potenciales y reales competidores. Por ahora definamos

un poco más la particularidad del mandatario de las y los colombianos después de 1994.

Hasta sus movimientos más simples como el lugar de hospedaje en momentos que

adelantaba su ejercicio de proselitismo en busca de la presidencia fue objeto de

controversia y denuncia. Cuando adelantaba su campaña por la presidencia se alojó en el

Hotel Intercontinental de Cali que era propiedad de los Rodríguez Orejuela. Estas

atenciones fueron gracias a la gestión de la monita retrechera y se supone que en este lugar

se hospedó en más de una ocasión.81

Esto no indicaría claramente un acto delictivo, por lo

tanto se cuestiona “la postura jurídica según la cual ¡un político se enriqueció ilícitamente

79 Miguel Ángel Velasco, Seréis mis testigos, Entrevista al cardenal Darío Castrillón Hoyos, Ed Plaza y Janés Editores, S.A. España 2002, p. 152 80En: http://www.youtube.com/watch?v=PJvo7SB9TZY 81 Gustavo Salazar P., La satanización del proceso 8000, Op cit. p. 43

Page 66: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

66

porque se le pagó una noche en un hotel en Cali con dineros de dudosa procedencia! Si

hasta los más desprevenidos juristas en lo criminal saben que el enriquecimiento se le

define como el aumento desmesurado o considerable en el patrimonio de una persona.”82

Todo cuanto sirviera para condenar al presidente era válido, hasta sus acciones más simples

así fueran objeto de duda. Con tantas actividades que eran del control de los narcos resulta

algo posible verse involucrado así sea de forma indirecta con sus actividades. De antemano

no resulta productivo juzgar estos sucesos como acciones criminales directas, pero si sirven

como indicio para suponer lo que en efecto se reconoció y fue la infiltración del

narcotráfico en la campaña de Samper. Los vínculos con el narcotráfico no debían limitarse

solo a cuestiones en apariencia nimias como la anterior, pero cualquiera fuera la estrategia

usada para enlodar y desprestigiar al presidente parecía válida para quienes deseaban

desestabilizar al gobierno. Más allá de lo anterior el crimen era algo concreto, pues las

campañas y la política en general estaban influenciadas en cierto grado por el narcotráfico.

Acusar al presidente de enriquecimiento ilícito no tenía fundamento basados solamente en

el hospedaje en un cuarto de hotel hacían falta pruebas más contundentes y las mismas

terminarían siendo reconocidas por él mismo.

¿Guerra religiosa?

En contra de muchos, las voces a favor de Samper también se hacían escuchar. Muestra de ello

sería la concurrida noche del 10 de junio de 1994 en la que se dio una gran manifestación de apoyo

al presidente y en la cual tuvo la oportunidad de rechazar la “guerra religiosa” que había

emprendido Andrés Pastrana en conjunto con la Iglesia Católica.83

Desde la orilla del Partido

Conservador se pregonó el necesario impulso de una “guerra” en procura de mantener la

moral política. Andrés Pastrana intentó percibir los votos de los sectores religiosos

encabezando la oposición a Samper, vinculando adeptos y defensores de la cristiandad en

contra de su oponente. “El candidato liberal Ernesto Samper y su fórmula a vicepresidente,

Humberto de la Calle Lombana, rechazaron lo que denominaron guerra sucia por parte de

la campaña de Andrés Pastrana a quien acusaron de querer propiciar una confrontación

religiosa en el país”.84

La religión como vehículo impulsor de tradicionales odios políticos

se manifestaba a portas de una nueva elección presidencial. El botín político lo valía. La

estrategia de Andrés Pastrana logró socavar la campaña adversaria pero no logró evitar un

nuevo triunfo Liberal tan enlodado como el de Ernesto Samper. El temor por una

confrontación en la que la religión fuera demasiado activa es indudablemente motivo de

riesgo para los liberales. Históricamente la capacidad de movilización de la Iglesia Católica

en favor del Partido Conservador lo ha mostrado.

82 Gustavo Salazar P., La satanización del proceso 8000, Op cit. p. 43 83 http://www.eltiempo. com/archivo/ documento/MAM-148544, Sección Otros, Fecha de publicación, 11 de junio de 1994, Autor NULLVALUE.

84 Ibíd.

Page 67: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

67

La inconformidad del clero por la definición de guerra religiosa en la disputa por el poder

entre Pastrana y Samper no dejó del todo clara su posición frente al mandatario, antes

candidato, el cual se enfrentaba a una institución que de lejos estaba mejor posicionada que

el mismo. La Iglesia encontraría elementos suficientes para dudar con respecto al proceder

de Samper. Un país en estado crítico y con un evidente pero nada probado flagelo

corruptible del narcotráfico en las más altas esferas de la dirigencia política dejaba un sin

sabor, este porque la justicia no llegaba ante unos hechos que dejaban claro que los

delincuentes de cuello blanco escapaban impunes y seguían ejerciendo su oscura influencia

en un país necesitado de la verdad. Evidentemente eso era mucho pedir, pero más allá de

todo esto, la Iglesia empezaría a cuestionar con mayor contundencia a Ernesto Samper. La

guerra religiosa fue el elemento que hizo de estas elecciones, enmarcadas por un ambiente

de corrupción, un importante detonante de las pasiones partidistas históricas que llevaron a

lo largo de los años al enfrentamiento fratricida entre colombianos que se identificaban con

un color determinado (ver imagen 18). Esta lucha de Samper contra la Iglesia fue una tarea

que le resultaría difícil terminar en condición favorable; fue más fácil para el ganar las

elecciones a Pastrana que limpiar su nombre, su imagen tan objetable también para los

sacerdotes de alta jerarquía. El elefante, denominación del impresionante escándalo que se

encontraba en el palacio presidencial y que, debido a su insoportable peso y gran tamaño,

ya resultaba imposible ocultar.

Si bien es condenable lo acontecido en la campaña electoral que sacudió al país en la

contienda de 1994, es preciso indicar que la posición de la misma Iglesia ha de responder a

viejas rencillas políticas que no se habían superado, todo claro está, en el marco electoral

del que los partidos tradicionales se han beneficiado. Samper en la presidencia era sujeto de

críticas en el contexto del proceso en su contra. Ya no podía evadirlas ni era inteligente

hacerlo debido a tan alta dignidad como la de ser el presidente de la república. Su conocida

frase de “todo ocurrió a mis espaldas” le haría célebre, bien por su abnegado empeño por

defender una causa perdida como lo fuera su inocencia absoluta, o bien, por creer que un

país entero podía asumir que en su propia casa no ocurría nada relacionado con el

narcotráfico. La Iglesia se mostraba inconforme por el lugar que le asignó Ernesto Samper

a esta institución cuando afirmaba lo relacionado a la guerra religiosa. Los asociaba con el

enemigo moral ligado al Partido Conservador para enrostrarle errores que posiblemente se

hubiesen presentado en la obtención y administración de los recursos de su campaña, los

cuales recordemos, sucedieron a sus “espaldas”.

La Iglesia en actitud conciliadora llegó a plantear en algún momento y a través de sus

representantes la necesidad de sacar a la religión de la lucha por el poder. Los Obispos

declararon que mezclar religión y política era bastante peligroso y que de no detener la

connotación religiosa sería algo que haría más daño al país (ver imagen 19). ¿Cómo

entender la posición de la Iglesia que demandaba alejar las posiciones políticas y las

apreciaciones partidistas del ejercicio moral y cristiano que les era propio? Esta pregunta es

Page 68: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

68

necesaria cuando es conocido que la Iglesia ha sido un ente que ha promovido en varios

momentos la movilización de la gente en asociación con su partido, en contra de las

políticas liberales. Estas rencillas que se fraguaron en el pasado reclamaban en aquel

entonces la decidida participación de la Iglesia para evitar la desviación de su ejercicio

moral, este cada vez una herramienta política en la coyuntura de 1994 en el periodo de las

elecciones y un arma decisiva para atacar al gobierno posicionado.

La Iglesia asumía que la opinión de unos cuantos representantes no era por tanto la opinión

de la Iglesia en su totalidad. A pesar de lo anterior, resultaban interesante los

pronunciamientos de ciertos jerarcas de la Iglesia que avivaban las llamas de los viejos

odios partidistas en los que el clero también tenía mucho que ver.”85

Vale recordar las

palabras de Monseñor Pedro Rubiano cuando se preguntaba acerca de las dificultades de

ocultar un elefante en la casa, pues no es asunto menor que sea tan alto dignatario del

catolicismo colombiano el que haga tal cuestionamiento y por ende, sus apreciaciones

distan de ser inocentes ubicándose más bien en el terreno abierto de la disputa, mostrando

así que la actitud de la Iglesia en apariencia prudente podría contrastar con sus verdaderas

apreciaciones sobre el gobierno de Ernesto Samper.

Tal vez se entiende que la política era un poco más secular que en sus tiempos de gloria, el

llamado a la concordia parecía un buen camino para levantarse como ese referente de

cordura, mesura y humildad que el país reclamaba de su Iglesia. Para el discurso más

explosivo, pero el que en última instancia recogía sus verdaderas opiniones se encontraba el

Partido Conservador. Este no bajaba los brazos en procura de la verdad, o al menos de la

verdad que a ellos les servía en ese momento, pues es bien sabido que el narcotráfico no

tiene escrúpulos y que no discrimina color alguno. ¿Reclamo histórico? ¿Despertar de odios

inherentes a los dirigentes políticos que desembocan en la violencia social impulsada por

aspectos ligados a la tradición? La posición de la Iglesia frente a los posibles errores de un

presidente no han sido igualmente condenados en otros momentos en los que se hacía

evidente el abuso del Estado manejado por personas de su agrado, o peor aún, cuando los

altos jerarcas se pasearan con delincuentes para realizar actividades religiosas, o

proselitistas, o criminales justificadas por la influencia social de la Religión Católica y sus

mecenas narcos. El caso del padre García Herreros resulta importante pues su actitud pasiva

frente a su benefactor criminal da clara muestra de la doble moral con que se manejan sus

propios asuntos. Sus declaraciones así lo sustentan: “ha habido trocitos de días bellos,

cuando abracé a Pablo fue una gran felicidad para mí, felicidad, mezcla como de, de ganas

de llorar y él estaba en las mismas.”86

85 Ibíd. p. 16 86 Entrevista de Darío Arizmendi al Padre García Herreros en: http://www.youtube.com/watch?v=gFvPswuYfds

Page 69: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

69

La poderosa fuerza de la religión. Encuentros y desencuentros de sus propias acciones

Se puede asociar la compra de votos como la compra de conciencias. Esta relación podría

ser emanada de un sacerdote que está comprometido con las instituciones del país, o uno

que siendo crítico se limita al ejercicio contemplativo de cuanto acontece en su entorno, o

de uno, que estando claro en sus posiciones políticas, en el horizonte próximo de sus

ambiciones es capaz de denunciar lo que de otra manera no hubiera hecho, es decir, de

apelar al discurso moralista cuando es conveniente a sus propios intereses. Las denuncias

de la Iglesia en relación a la procedencia de los dineros para la campaña política de Ernesto

Samper fueron en muchos casos tácitas. Sin mencionarlo, hacían alusión a sus

patrocinadores legales, y de fondo dejaban abierta la posibilidad y la sospecha de la entrega

de apoyos del narcotráfico. El dinero emanaba a torrentes como es costumbre en nuestro

país cuando de elecciones se trata, más aún cuando estas enfrentan a la maquinaria histórica

y poderosa del bipartidismo colombiano.

Sobre este evidentísimo y constante fenómeno es que los pronunciamientos de la Iglesia

van a girar. El poder del dinero compra cuanto desee, es más, aparentemente y para nuestro

caso es capaz de comprar países; el nuestro tan atado por las sumas crecientes de divisas

que se acrecentaron producto del narcotráfico en tiempos en los que los dólares ilegales

inundaron al país. La impotencia del Estado era resultado de la actitud pasiva con la que se

manejaba el asunto de la corrupción. La solución no aparecía a la vista porque la indolencia

e indiferencia de quienes detentaban el poder no dejaba campo alguno en el que de forma

efectiva se pudiera trazar un nuevo rumbo, uno en el que se pudiera desarrollar una política

de Estado acorde con las necesidades de sus ciudadanos. El control de las instituciones por

parte del dinero y de sus dueños se manifestaba en el ámbito político con gran efectividad.

La Iglesia Católica y ante un panorama tan desalentador, tuvo que manifestarse por la

forma en que las campañas a la presidencia se estaban llevando.

La campaña de Ernesto Samper fue totalmente cuestionada por la Iglesia. Las grandes

sumas que se invirtieron en la propaganda política levantaron voces de rechazo por los

evidentes excesos en los máximos permitidos para tal fin. Ya no era solo la cuestión de

obtener dineros ilegales sino recibirlos, vinieren de donde vinieren, para ser invertidos en

publicidad y dádivas a quienes participaran y promovieran la actividad proselitista del

candidato a la presidencia. El poder detrás de la figura de Samper emanaba no precisamente

del genio político de sus asesores, sino de los extensos brazos de la riqueza de grupos

empresariales que tenían interés político con un posible gobierno de quien ganara

efectivamente. A nivel económico era preciso tener en el poder una figura que garantizara

los privilegios, la posición ventajosa en el mercado de quienes con su influencia habían

logrado el control del aparato productivo nacional, eso sin contar con la participación de

Page 70: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

70

capitales cuya procedencia se ajustaba a la medida de actividades ilegales relacionadas con

el narcotráfico.

Es lo anterior lo que hace que difícilmente se pueda enunciar en nuestro presente y con

elementos tan contundentes una situación similar a la que se dio durante el periodo

presidencial de Ernesto Samper. Lo cierto es que los mismos sectores que intentaron de

muchas formas hacerlo ver como una figura casi demoniaca lejos estaban de estar exentos

de “pecado”. Ni la Iglesia ni el Partido Conservador se distanciaron lo suficiente del

narcotráfico como para no verse involucrados con tal delito y con las dificultades del país,

siendo más claro que el campo político del conservatismo era el más sacudido por las

consecuencias directas del actuar de sus representantes. En esos momentos de gran

desconfianza en las instituciones ganó suficiente terreno la Iglesia Católica y permitió ver

que de ella hay que cuidarse tanto como los diferentes contendientes y detractores que haya

sumado el primer mandatario. Las implicaciones de los sucesos que salpicaron al presidente

lo ubicaban directamente en una lucha con la poderosa fuerza de la religión, la cual estaba

demasiado consolidada y muy por encima del mismo Estado, lo que hacía que sus pilares

sostenidos por el gobierno tambalearan lo suficiente como para derrumbar partes de su

estructura.

El camino a seguir sería entonces ir de frente e intentar mantenerse en pie ante los ataques

que golpeaban con dureza al gobierno. Su aparente debilidad llevó incluso a plantear un

cambio en el liderazgo del país, bien fuera a través de la dimisión del poder por parte del

presidente o a través de la fuerza como algunos rumores hicieran pensar a través del “Ruido

de sables” del general Harold Bedoya y otros militares inconformes por la mala situación

de las milicias y por la decisión de adelantar diálogos con las FARC.87

Nuevas voces de

protesta se sumarían en contra de los intereses del Estado siendo las Fuerza Militares ese

nuevo foco tanto de críticas como de desprestigio estatal. La institución encargada de velar

por los intereses del Estado se mostraba contrario al mismo y ahondaba su crisis de

legitimidad. Al final no hubo golpe de Estado pero la credibilidad era tan escaza y más aún

por los índices de violencia tan altos que se presentaban en el país y que coincidían con las

capturas de los grandes capos del narcotráfico.

El enfrentamiento por salvaguardar su imagen y la de su gobierno lo llevaría a verse

siempre involucrado con los medios de comunicación, los cuales fueron un importante

ventilador de las desafortunadas relaciones del presidente. En estos se evidenciaba también

y por fuera de la prensa católica, el inconformismo de la Iglesia y su importancia como

actor social desestabilizador de las políticas del gobierno. En entrevista concedida a los

periodistas Jorge Lesmes y Edgar Téllez de la Revista Semana se aseguraba y cuestionaba

que: “Hay factores de poder muy importantes que creen que se requiere su renuncia para

87 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-617382 ,Sección Otros, Fecha de publicación 25 de julio de 1997, Autor

NULLVALUE

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71

volver a la normalidad. Por ejemplo, los gremios, la mitad de la prensa, la Iglesia. ¿Usted

cree que estos sectores podrían cambiar de opinión?88

El cambio de opinión era ya muy

difícil de lograr, más aún cuando detrás de los cuestionamientos al gobierno aparecían

también los intereses de quienes buscaban condenar más que las faltas morales del

presidente. Atacarlo servía también para ganar terreno en aspectos políticos y la Iglesia no

era ajena a todo ello. Con las decisiones de abrir paso a las nuevas denominaciones

religiosas y utilizando estas como elemento político es que la Iglesia se ve más motivada a

proceder. Mientras tanto el presidente actúa con optimismo al resaltar que lo mejor para el

país es no condenarlo a su linchamiento moral y pide la reflexión de todos los sectores que

le atacan, los cuales deberían cambiar una vez se demostrara su inocencia89

(ver imagen 20).

Se reconoce que a pesar del tono apacible con el que la Iglesia presenta su desacuerdo con

el gobierno de Ernesto Samper, ésta en realidad quiere su renuncia al cargo de primer

mandatario. El linchamiento moral es entonces la estrategia reconocida por el mismo

presidente, estrategia que evidentemente tiene que ver con las potestades de la Iglesia y sus

adeptos y simpatizantes. Fuente inagotable de rechazo parecía ser Ernesto Samper, realidad

que tendría que darse siempre que intentaba defenderse, pero más difícil sería cuando del

clero se trataba pues el mismo no conocía enemigo con el que no pudiera enfrentarse. Ya

antes había enfrentado al Estado y en muchos casos sus triunfos fueron evidentes. El solo

hecho de ser una voz tan importante ya lo volvía un poderoso enemigo y una institución

que condenaba más al desprestigio al presidente y en general al Estado por ser este

precisamente el que le había permitido llegar al poder a una persona tan cuestionada.

Siendo tal el ambiente del país era preciso que la defensa del presidente actuara para

favorecerle a pesar de los muchos fallidos intentos acumulados. El reconocimiento del

enemigo representado en el clero católico hacía que este se viera mucho más grande y por

ende, muy difícil de derrotar en la carrera por la recuperación de la imagen de las entidades

públicas. Esto llevó “a perder la confianza en el Estado y en casi todas las demás

instituciones que representan a la sociedad. Con excepción de la Iglesia, que aún (para el

momento) conserva(ba) un 57 por ciento de credibilidad.”90

La Iglesia enfrentaría entonces una respuesta de los sectores identificados con el

liberalismo, y con poderosas expresiones reconocían que sus luchas estaban marcadas por

un moralismo bastante cuestionable, pues en momentos de revuelo nacional y que afectaron

negativamente al país se dedicaron a refugiarse en sus iglesias sin emitir voz de protesta

alguna. Era claro que “la Iglesia está(ba) en plan de pelea. Y […] Samper andaría

preocupado, pues no se conoce que el clero colombiano se haya metido en una pelea cuyo

desenlace no conozca de antemano.”91

Esta aseveración del periodista y abogado Roberto

88 http://www.semana.com/nacion/articulo/samper-habla-con-semana/27989-3,04 marzo 1996. 89 Ibíd. 90 http://www.semana.com/nacion/articulo/pesimismo/30941-3, 02 diciembre 1996 91 http://www.semana.com/opinion/articulo/con-la-iglesia-nos-topamos/28605-3, 06 mayo 1996

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Pombo muestra que una poderosa institución como la Iglesia Católica no había conocido en

nuestro país una derrota significativa, pero a pesar de ello si había dejado como legado el

reconocimiento en la historia de su intransigencia y despotismo. Como ejemplo de ello

indica que:

Frente a sus ojos han pasado episodios vergonzosos de

injusticia social, de abusos en el poder del Estado, de violencia

sin límites, de infiltración de los pecados derivados del

narcotráfico y su riqueza y, por supuesto, de corrupción. Pero

sólo hasta ahora se escucha la voz tronadora que produce Dios

cuando le sacan la piedra. ¿Qué pasaba antes? Una de dos: o

antes se hacían los de la vista gorda, o ahora han mejorado sus

sistemas de comunicación con el Altísimo. Por todo lo anterior,

los baculazos de los últimos días sobre el presidente Samper y

la clase política provocan en el colombiano raso una mueca de

incredulidad.92

El enfrentamiento estaba marcado por las acusaciones al clero católico y no sólo por las

continuas manifestaciones de rechazo en contra del actuar del gobierno. La Iglesia era

objeto de críticas que no le dejaban por fuera del ámbito del narcotráfico. Su proceder

doble moralista era exaltado por la prensa liberal y le mostraba como institución que se

jactaba de condenar las malas actuaciones del gobierno y de buena parte del Estado siendo

ella misma beneficiaría directa de la delincuencia, a pesar de ser tan enaltecido referente

moral. No quedaba por fuera del poder del narcotráfico la exaltación de la fe. Como

institución que denunciaba la situación del país y el actuar de sus representantes quedaba

claro que sus propias acciones y declaraciones estaban cargadas de falacias que ocultaban

buena parte de sus mismos errores. Se demostraba así que:

el hecho real es que le apareció a Samper la verdadera

oposición. Hasta la fecha, sus máximos opositores habían sido

los columnistas de prensa, con un impacto sólido en las clases

dirigentes pero con mucho menos fuerza en las masas

populares. Aparte de ellos, la oposición se había limitado a uno

que otro dirigente político sin demasiados seguidores y a varios

dirigentes gremiales, con mucho menos arraigo popular. Pero

con la Iglesia la cosa cambia. Los obispos y sacerdotes le

sacaron todo el jugo al Domingo de Ramos en materia de

agitación política. […] La Iglesia es, hoy por hoy, la única

organización sólida, popular y jerarquizada entre todas las que

se han metido en la discusión sobre la actualidad nacional. En

92 Ibíd.

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73

términos políticos, esto equivale a decir que es el sector que

está en capacidad de hacerle un daño mayor al presidente

Samper y a su gobierno.93

De las profundas raíces del descontento nacional se evidenciaba que la Iglesia estaba en

mayor capacidad que otro ente de representación social en generar un verdadero revuelo

desde las bases sociales menos ilustradas y que se mantenían involucradas en el debate

político a través de lo que opinaban los medios de comunicación. La Iglesia como

institución representativa de la sociedad colombiana ganaba más espacios y cuestionaba

duramente al gobierno Samper, pero queda de manifiesto la evidencia del mal actuar de

esta institución en otros momentos en que el mal estaba al frente y no era igualmente

cuestionado. El grado de consenso dentro de la Iglesia daba cuenta de una directriz

institucional por parte del clero. No se trataba solo de las manifestaciones de sacerdotes a

título personal, se trataba de un clamor fraguado de manera consciente de parte de la Iglesia

para valerse de su prestigio e incursionar como agente desestabilizador del gobierno,

especialmente del presidente de la república.

Las posiciones de cada bando daban cuenta del enfrentamiento ideológico que se había

fraguado muchas décadas atrás. La lucha entre el Estado y la Iglesia en el contexto electoral

de 1994 mostraba la vigencia de tales enfrentamientos y cómo los mismos se incorporaban

en momentos de gran importancia con la contienda electoral. Para los partidos políticos

tradicionales la disputa por el poder es esencial y por ello es que el narcotráfico toma tal

importancia en el contexto analizado. Las acusaciones de los posibles nexos de la Iglesia

Católica con el narcotráfico serán un factor nuevo e importante que le atribuye unas

características nada despreciables a la situación. Este fenómeno es de gran interés debido a

las dificultades para evidenciar tales vínculos, pero queda claro que los mismos han

existido y por ello no deja de llamar la atención la manera en que la Iglesia operó en contra

de Ernesto Samper. Su actitud suave para las denuncias en los medios contrasta con la

actividad religiosa que se adelantó como una verdadera campaña de desprestigio utilizando

su poder. En la misma nunca se aludió directamente a las culpas de sus representantes

frente a los vínculos con delito alguno relacionado con el narcotráfico, pero sí se condenó al

presidente en ejercicio y antes de hacerse con el poder cuando actuaba como candidato.

La manera en que la orientación se dio estaba sujeta a los favoritismos políticos que el clero

intentaba ocultar pero que se hacían evidentes con la condena progresiva a Ernesto Samper.

Queda claro que la Iglesia si tomaba posición y que su partido seguía siendo el

Conservador como en otros momentos de la historia se había evidenciado. Como elemento

indicativo de la importancia de la religión en la disputa por la presidencia en 1994 se

denunció por parte de los evangélicos colombianos, que pese a que las personas

93 Ibíd.

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74

congregadas bajo sus creencias pertenecían a todos los partidos y grupos políticos en el

país, estaban preocupados por el rumbo religioso que la campaña presidencial había

tomado.94

La campaña de Ernesto Samper buscó en las iglesias de diferentes

denominaciones el respaldo que le llevara al poder, esto evidentemente contravenía los

intereses del catolicismo al dejar manifiesta su latente intolerancia religiosa cuando

decididamente respaldaba a Andrés Pastrana. Sobre este aspecto es que la preocupación de

diversos sectores religiosos se va a notar cuando denuncian que, “resulta más irresponsable

que algunos prelados de la Iglesia Católica hayan dicho que hay que apoyar a Pastrana”95

según palabras de la entonces representante a la Cámara Viviane Morales y quien ejerció el

cargo de Fiscal General de la Nación en 2011, siendo la primera mujer en ocupar dicho

cargo.

Religión Católica y política conservadora unidas por una causa común, esta era la de llevar

al desprestigio nacional al candidato que no era de sus preferencias; como no lograron

evitar su ascenso al poder, dedicaron buena parte de sus energías a condenarlo una vez

asumió el mismo. En esta lucha se encontraban muchos elementos que sirvieron para

afectar a Samper, pero de otra parte se llegó a aludir como argumento de su defensa todo un

plan orquestado desde sus enemigos políticos para asestarle golpes que atentaran contra su

dignidad y de esa forma acusarlo irresponsablemente de hechos que en última instancia si

tocaron a su puerta muy directamente. Entre estas acusaciones se había:

estructurado la teoría del encubrimiento, consistente en haber

adoptado desde su posesión una política de no persecución

contra el narcotráfico; de dar equivocas instrucciones; de

restarle apoyo a las Fuerza Armadas; de despresidencializar la

lucha contra la droga; de no preocuparse por la captura de los

miembros del cartel de Cali. De ese modo se podría argumentar

que si no hay pruebas específicas y claras de conducta dolosa

del Presidente durante la campaña, su comportamiento

posterior como gobernante demostraría la existencia de un

pacto secreto, sólo imaginable como resultado de las

componendas para obtener la financiación ilícita.96

Se considera que la conducta del primer mandatario es producto de un excepcional montaje

de parte de sus detractores, los cuales al no haber podido demostrar en el acto investigativo

94 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-150968, Sección Otros Fecha de publicación 15 de junio de 1994 Autor NULLVALUE 95 http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-147694, Sección Otros Fecha de publicación 10 de junio de 1994 Autor NULLVALUE 96 Luis Guillermo Nieto Roa, La verdad para la historia. Defensa del presidente Ernesto Samper Pizano ante el congreso, Op cit. p. 32

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75

en su contra los delitos que se le imputaron a nivel penal y disciplinario apelaron a una

campaña de desprestigio que se mantuvo durante todo su gobierno (ver imagen 21). Este

elemento probatorio a favor del presidente es bastante ambiguo ya que los hechos en que el

país se vio envuelto en momentos de su mandato, indicaron que en efecto el nivel de

gobernabilidad y de institucionalidad cayó bastante, no solo por el narcotráfico mismo, sino

por el conflicto interno que de igual forma se sostiene gracias al poder del dinero ilícito de

las drogas. Por otra parte, también se le condenaba como enemigo del catolicismo, algo que

denunció como una estrategia del Pastranismo para hacerlo ver como alguien en contra de

la Iglesia cuando en realidad era católico de corazón.97

De diferentes lugares el

conservatismo y la Iglesia atacaron con contundencia, pero al final de todos los sucesos fue

difícil derrotar a Ernesto Samper.

Entre tanto y como factor importante, la Iglesia estaba bastante molesta con las acusaciones

que sobre ella se posaban desde el lado del liberalismo. Acusaciones que le relacionaban

con el narcotráfico pusieron su prestigio en entre dicho, dejando relucir sus herramientas

para defenderse de dichas acusaciones. Estas estaban fundamentadas en la complicidad

social que le ha acompañado para no responder por cuestiones que también le han tocado

directamente pero que, al contrario del Estado, no le pusieron en igual situación por las

dinámicas sociales que engloban su nombre hasta el punto de no legarle responsabilidad en

acciones ilícitas, más aún, en acciones de gran envergadura como lo es el narcotráfico.

A pesar de ello, la prensa liberal advirtió que el narcotraficante Carlos Lehder sostuvo

relaciones cercanas con altos jerarcas de la Iglesia en actos públicos que se adelantaron en

diversas regiones y en donde coincidieron tanto el renombrado delincuente como Monseñor

Darío Castrillón. En apariencia se acusa al jerarca de aparecer en una fotografía con Lehder

(ver imagen 22), a lo cual el clero respondió que una fotografía no es elemento probatorio

de delito alguno.98

De las posibles conexiones de la labor ministerial de tan alto jerarca de

la Iglesia con el narcotráfico queda cuando menos la sospecha, sospecha que sale a

desmentir para limpiar su nombre de tales comentarios lesivos contra su persona. Este

mismo sacerdote pidió abiertamente no votar por Ernesto Samper dejando clara posición de

su apatía por el líder político. Las distancias tomadas con el Estado dependían de los

afectos con el representante de turno y sus posibles beneficios, por ello su petición al

mostrarse en desacuerdo con temas como el divorcio y la tolerancia religiosa con otras

denominaciones religiosas.

Frente al proceder de la Iglesia es interesante ver como la misma manejó la situación

particular como institución crítica frente al gobierno y cómo actuó con relación a los

97 El espectador, 6 de junio de 1994, p. 5-A

98 http://www.semana.com/cartas/articulo/de-monseor-dario-castrillon/28938-3, 03 junio 1996

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ataques que se hicieron en su contra desde la prensa liberal. Es importante resaltar que las

acusaciones en su contra carecen de sustento probatorio, al menos las que se hicieran en

contra de Monseñor Darío Castrillón. Por otra parte son muy poco conocidos y divulgados

los vínculos del clero que actividades relacionadas con el narcotráfico a pesar de las

sospechas que sobre este organismo se levantan. La manera en que esta institución está

altamente jerarquizada y estructurada, haciendo que sus actuaciones en diferentes ámbitos

puedan ser catalogadas de sobrias y mesuradas, evidencian la manera como logran

protegerse del medio externo, asumiendo siempre una actitud que les confiere un alto

grado de inmunidad y control cuando de asuntos que revisten gravedad se trata. El Estado

por su parte carece de tal fortaleza y los acontecimientos que se dieron en la contienda

electoral de 1994 y la posterior presidencia de Ernesto Samper así lo mostrarían.

A pesar de las sutilezas con que trataron el tema de los nexos del Padre García Herreros

con Pablo Escobar y del contraste para denunciar los nexos de los Rodríguez Orejuela con

Ernesto Samper, vale la pena realizar una comparación entre uno y otro haciendo énfasis

en sus acciones y apreciaciones frente al narcotráfico. Ya hemos hablado bastante de la

forma en que el presidente negó categóricamente tener vínculos de cualquier tipo con

narcotraficantes o personas cercanas a ellos (ver imagen 23) , situación que

lamentablemente para él iría en su contra al ver como su ministro de defensa tuvo que ir a

prisión siendo un personaje tan cercano a nivel personal. Lo mismo le sucedería a otras

personas que sirvieron como asesores y que participaron de su gobierno. Del lado de la

Iglesia no se oyeron voces en contra del actuar del sacerdote en mención, es más, las que

se levantaron lo hicieron para avalar sus nexos y cómo a través de los mismos se lograban

grandes obras para los más necesitados.

Abiertamente y ante los medios de comunicación el padre García Herreros hablaba de las

bondades de “Don Pablo”, de cómo su inmensa generosidad colmaba de alegría los barrios

pobres de Medellín y cómo sus cuantiosos aportes ayudaron a la fundación Minuto de

Dios.99

Etas cualidades le hacían merecedor de nuevas oportunidades de corregir sus

errores pues solamente Dios era el ser facultado para juzgar el corazón y las acciones de

los hombres, por lo tanto el cambio de Pablo era cuestión de Dios solamente y de ser de los

hombres, bastaría con dos o tres años de reclusión en un lugar adecuado para una persona

como él.100

Seguramente el lugar indicado para Pablo era La Catedral, reclusorio que

construyó el mismo y en el que recibía las visitas de sus amigos y familiares cercanos, pero

también un lugar en el que su prontuario delictivo no acabaría.

Su relación con Pablo Escobar tendría que haber sido igualmente condenada por la Iglesia

como institución tal como lo hicieran con el presidente Samper, pero se ve claramente que

la forma en que la doble moral se aplica no podría ser muy distante de lo que ellos mismo

99 Entrevista de Darío Arizmendi al Padre García Herreros, Op cit. 100 Ibíd.

Page 77: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

77

condenaban. Pedían la renuncia de Samper pero no sucedía lo mismo con este caso tan

importante y que involucraba a tan alta personalidad de la Iglesia colombiana. Si así

sucedió con este caso vale la pena cuestionarse cómo podría haber sido con sacerdotes

menos reconocidos, pero igualmente importantes ante su púlpito. Tal vez muchas de las

obras de los buenos samaritanos narcos han hecho de la Iglesia una institución tan corrupta

como el Estado pero que goza del silencio de sus representantes y de la protección de la

sociedad y por qué no, de los mismos delincuentes.

La tarde del 8 de Mayo de 1991, en una casa campestre recostada en

la loma, cerca a Sabaneta, en Antioquia, a dos horas de camino en

automóvil de Medellín hacia el Sur, se reunió Escobar a puerta cerrada

con el sacerdote de 84 años de edad. Durante años el sacerdote de

cabellos blancos, siempre vestido con sotana y una ruana, habia

convocado al Banquete del Millón. [...] Con ese dinero García

Herreros construyó viviendas para mucha gente humilde en mas de 20

ciudades y pueblos. […] Al final de este encuentro, que fue

acompañado de un wisky en las rocas y un ambiente de gran

cordialidad y mutuos afectos, Escobar pidió al sacerdote su bendición

y se hincó de rodillas, junto a sus hombres, para recibirla. Tomo su

cristo de oro y pidió al padre que lo bendijera. Lo mismo hicieron los

seis hombres que lo rodeaban y que habían estado presentes durante la

conversación.101

(ver imagen 24)

La absolución

De la difícil situación que tuvo que vivir el país en la segunda mitad de la década de los

noventa por causa del narcotráfico es poco claro que fue lo que sucedió en realidad frente a

los sucesos que enmarcaron al presidente Samper en asuntos propios de las actividades

ilegales relacionadas con el narcotráfico. Si bien quedó a la luz pública la figura de la

preclusión del proceso adelantado en su contra, son aún materia de indagación los nexos de

este político, si en realidad él fue actor directo de las malas circunstancias que envolvieron

su campaña por la presidencia y su mandato y cómo no pudo ser demostrable ante el país

ni su culpabilidad ni su inocencia de forma concreta. Más allá de la gran cantidad de voces

y sectores que cuestionaron la manera como logró llegar al poder, de lo que ante muchos

fue la degradación absoluta de las instituciones por la influencia del dinero y peor aún, de

la poca credibilidad de la sociedad en sus representantes, lo que evidenciaba un Estado sin

bases y por lo tanto, inviable, la verdad queda aún como elemento de búsqueda frente a lo

acontecido por aquel tiempo. A pesar del resultado es preciso enunciar cómo y por qué se

dio la absolución del presidente ante las graves denuncias en su contra. En 1996 ya se

dejaba todo listo para adelantar el juicio en contra del presidente, pero este mismo juicio

101 Luis M Cañón. El Patrón. Ed Planeta, Santa Fe de Bogotá, 1994, Pp. 287, 288, 290.

Page 78: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

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sería objeto de duda y llevaría a los detractores del gobierno a aumentar las acusaciones en

su contra, esta vez por ligar la investigación con un congreso liberal, evitando así que fuera

la Corte Suprema de justicia la que lo investigara. Esto indicaba que sus amigos políticos

harían las veces de jueces imparciales y que de todo ello no quedaría más que la omisión

de los delitos por encima de la necesidad de justicia.

Con todo esto y a pesar de lo acontecido, en el país se llegó a vivir un ambiente en el que

un posible escenario de renuncia o condena del presidente le llevara a dirimir del cargo.

Pero el primer escenario no se creía tan cercano, algo que dejaba abiertas las puertas para

una condena por sus acciones que lo llevara por vías legales a dejar su cargo de primer

mandatario, lo que se consideraba una verdadera necesidad por parte de sus detractores

pues la gobernabilidad con él a la cabeza era imposible.102

La apuesta por su cabeza daba

la esperanza a sus enemigos y con ello se abría la posibilidad de un marco de

ingobernabilidad mayor con el que el desprestigio ya no recayera únicamente sobre la

persona de Samper, sino además sobre todo el Partido Liberal, dejando así el camino

abierto para los intereses del conservatismo y al lado, para los intereses de la Iglesia. El

llamado estaba listo y la tensión política iba en aumento con el correr de los días para

determinar el futuro del presidente. Ante ello continuaban las voces de rechazo en contra

del juez que le correspondía al primer mandatario, el cual configuró una Comisión de

Acusaciones sobre la cual puso “su ojo de lince para adivinar la debilidad ajena, en lo que

es experto, divisó segura la absolución unánime”.103

Tanto Cámara y Senado estudiaron los sucesos que llevaron a Samper a tan difícil

situación, pero las características propias del juicio aparentemente sin garantías para la

parte acusatoria se verían notoriamente afectados con la intervención de Horacio Serpa,

ministro del interior y persona bastante cercana al presidente y quien aprovechando su

cargo e influencia puso la balanza a favor de los liberales. A través de la acción e influencia

que logró sobre los senadores, este hombre puso a los jueces del presidente a indagar acerca

de que era lo mejor para el país y de qué manera se podía llevar a cabo semejante tarea muy

pocas veces vista en el ámbito político nacional. Recordemos que la bancada legislativa

estaba compuesta por una mayoría Liberal, razón de peso en cuestiones propias de la

disciplina de partido pero bastante cuestionable desde el punto de vista ético si lo que

hicieron fue ocultar, pasar por alto o sencillamente no atender las graves acusaciones que

sobre el primer mandatario se cernían. El 6 de julio de 1996 y tras una serie de indagatorias

que impidieron la acción de la Corte Suprema de Justicia el presidente sería absuelto de los

cargos por la preclusión del proceso en su contra tras una votación en la que ganó

ampliamente por sobre quienes pedían ampliar la investigación e indagar con mayor

profundidad sobre el caso. Al no ser declarado culpable pero al no demostrar su inocencia,

el presidente Samper continúa siendo aún hoy objeto de críticas, pero en el enmarañado

102 Estrategia, febrero 15 de 1996, p. 15 103 Fernando Londoño Hoyos, La parábola del elefante, Op cit. p.460

Page 79: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

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contexto político los clamores por la verdad han sido abandonados por el inmediatismo con

que se viven hoy en día sucesos tan despreciables como los que le correspondió al país en

el marco electoral de 1994 y tras el mismo.

El ostensible rol de la Iglesia como actor fundamental en la vida política y social del país

deja claro que ya no es objeto de censura como lo fuera en momentos en el que el

liberalismo dominó a sus anchas, aunque sólo en lo político porque en el terreno social y

moral, la Iglesia difícilmente habrá perdido campo. La Iglesia y el Estado, instituciones

enfrentadas desde el nacimiento mismo de la República, mostraron en el contexto del

escándalo del presidente Liberal Ernesto Samper una pugna que no ha sido totalmente

superada. Los odios bipartidistas se mantienen y la Iglesia Católica sigue firme muy a pesar

de los cambios que han ocurrido a partir de la constitución de 1991, año en el que la

religión de “todos los colombianos” ya no era el catolicismo. Frente al papel de la Iglesia

cabe recordar que como ente acusador logró bastante resonancia, pero el clero mismo ha de

reflexionar sobre sus propias actuaciones si no desea perder el lugar privilegiado que le

corresponde en el ámbito nacional.

Para diferentes actores sociales no es desconocido el papel despótico que ha asumido la

Iglesia en diferentes momentos. No lo es para ella misma pues es claro que sus

responsabilidades morales deben ajustarse a las implicaciones que tan alta dignidad reviste

como la de ser icono reconocible y respetado por buena parte de la población colombiana.

Esto lleva a plantear que la Iglesia está sujeta a críticas tal como sucediera con el presidente

Samper, pero las mismas y más cuando se trata del actuar de sus representantes no llega de

igual manera para rechazar aquellas cosas que atentan contra la moral de todos, y que no

revelan angustia alguna como sucediera desde el seno del clero en tiempos del gobierno

Samper. Sobre este aspecto puede decirse que “la Iglesia debe reconocer también que tiene

un elefante en su sala. Parece que la misma figura que monseñor Rubiano creó hace

algunos años puede aplicarse a la posición asumida actualmente por la Iglesia en relación

con los casos de abuso sexual que involucran a sus sacerdotes.”104

Es muy necesario un ejercicio reflexivo frente a las prácticas morales y éticas de nuestros

dirigentes tanto políticos como religiosos. En ese manto de aparente inmunidad que reviste

a los mismos se esconden innumerables acciones que atentan contra el país en aspectos

ligados con la criminalidad como aquellos propios del terreno axiológico. El actuar político

debe tener un desligable aspecto moral, pero aun aquellos mismo que se atreven a

denunciar las faltas de unos y otros también deberían ajustar su dedo para señalar las malas

acciones que le corresponden, esto indudablemente está relacionado con el actuar de la

Iglesia.

104 Daniel Bonilla, El elefante y la Iglesia, en http://www.semana.com/opinion/articulo/el-elefante-iglesia/87402-3

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80

Conclusiones

A lo largo de este capítulo se presentaron varios elementos que sirven como evidencia y

como referente de los sucesos que atravesaron tanto la Iglesia como el Estado. Estos

mismos constituyen una muestra importante que valida las reflexiones relacionadas al

quehacer de la Iglesia como institución protectora de la moral y como crítico implacable de

un Estado que no encontraba maneras adecuadas para protegerse de las acusaciones que se

posaban sobre si, esto implicaría que tanto a nivel político como social las diversas

instituciones se vieran permeadas por el narcotráfico y la corrupción. A pesar de lo anterior,

el rol de la Iglesia estaba sujeto a juicios que le hacían una fuerte institución que se

mostraba intolerante con cualquier forma de corrupción, pero cuando se presentaron hechos

que asociaban a sus ministros y como agravante, a los más prestantes e influyentes dentro

de la institución como el padre García Herreros, esta misma actitud radical que usaron para

referirse a Ernesto Samper no se hizo presente.

Las relaciones de este prelado con Pablo Escobar estuvieron abaladas por la

institucionalidad de la Iglesia. No hubo reproches por parte de ningún sacerdote ni tampoco

del Estado, actitud que sorprende ya que tanto Samper como García Herreros estaban

asociados con la influencia del narcotráfico. La doble moral que se presentaba por parte de

la Iglesia deja claro que lo único que le hacía diferente del Estado era su legitimidad social,

la cual omitía condena alguna a las acciones de la Iglesia. De otra parte, al Estado le fue

muy difícil consolidar su poder cuando era dirigido por el gobierno Samper, pues las

discrepancias dentro de las mismas instituciones de este, así como el desprestigio constante

al que estaba condenado por acción de la Iglesia y de varios medios de comunicación le

impedían ejercer un control efectivo y consolidar los planes de gobierno que casualmente y

en buena medida, estuvieron dirigidos a combatir el narcotráfico.

Si la cercanía de sacerdotes como el padre García Herreros a los grandes capos del

narcotráfico no constituía en sí mismo un delito, debería serlo y de la misma manera que

ocurriera con Samper, recibir apoyos expresados en dineros que se obtenían de actividades

ilegales que reposaban en la sangre de muchas personas que habían sufrido las

consecuencias de esta actividad. Si esta era la causa de la condena moral a Ernesto Samper,

esta misma debería haberse realizado en contra de todos aquellos que desde el púlpito de la

Iglesia se hubiesen enriquecido y favorecido en cualquier forma de los favores de los capos

de la mafia.

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IMÁGENES CAPITULO III

IMAGEN N°:14 IMAGEN N°:15

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 23-Jun-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 8-Ago-1994

IMAGEN N°:16 IMAGEN N°:17

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 21-Jun-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 22- Feb- 1994

Page 82: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

82

IMÁGENES CAPITULO III

IMAGEN N°:18 IMAGEN N°:19

TOMADA DE: El Catolicismo 17 Jul-1994 TOMADA DE: El Catolicismo 4-Ago-1996

IMAGEN N°:20 IMAGEN N°:21

TOMADA DE: El Catolicismo 13-Oct-1996 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 9-Julio-1994

Page 83: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

83

IMAGEN N°:22 IMAGEN N°:23

TOMADA DE: http://equinoxio.org/estancias/carta-abierta-a-monsenor-dario-castrillon-733/

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 23-Julio-1994

Page 84: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

84

IMAGEN N°:24

TOMADA DE: http://www.xtimeline.com/evt/view.aspx?id=17360

Page 85: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

85

CONCLUSIONES FINALES

Desde los inicios de la república el conflicto y las disputas por el poder han estado

presentes, y con estas dinámicas negativas se configuró un país que no ha conocido la paz

ni la cohesión social. Si bien esto ha sido esquivo desde hace tanto tiempo, las

responsabilidades de los diferentes grupos que han tomado parte en las contiendas se hacen

vigentes aun hoy, llevando los odios gestados en el seno del bipartidismo a las generaciones

posteriores junto con la impronta ideológica que han reproducido social e históricamente y

que posibilitó desde el siglo XIX que la identidad nacional fuera solo una ambición. Lo

importante para los grupos en disputa sería lograr controlar los recursos necesarios para

poner en marcha todo su proyecto y con él, sentar las bases que guiarían posteriormente los

destinos del territorio que se deseaba manejar.

El ascenso al poder por parte del ejército libertador representaría también el deseo de lograr

consolidar un Estado fuerte que se guiaría sobre las bases ideológicas del liberalismo dentro

del cual se instaurara una política que le permitiera al naciente país ubicarse en el plano

mundial como una potencia en desarrollo, pero las contradicciones se harían presentes y

con ellas, el estancamiento de dicho sueño. El antiguo legado colonial estaba arraigado

profundamente en la sociedad y las formas institucionales imperantes distaban mucho de

ser modernas. El sometimiento a los designios del Estado era una cuestión que los

habitantes de la Nueva Granada independiente no comprendían totalmente y en muchos

casos, desconocían que un nuevo administrador estaba a cargo del Estado. Por su parte la

Iglesia era la institución más importante pero al ser parte del legado imperial y cómo

representante de las viejas instituciones, el Estado liberal no estaba dispuesto a compartir su

poder y legitimidad con un símbolo del atraso y la dominación.

Todo lo anterior llevaría a que el Estado se levantara como un ente que determinaba cómo

debían ser los habitantes de su territorio, cuáles sus propósitos al procurar terminar con las

arcaicas formas de explotación de los recursos y generar así una protoburguesía, y qué

designios eran los que verdaderamente se debían atender sin distinción alguna. Esto llevó al

Estado a enfrascarse en una lucha con la Iglesia que terminaría perdiendo, pues como un

punto muy importante dentro de este conflicto se debe reconocer que la constitución del

Estado estuvo completamente marcada en sus inicios por la indiferencia de los próceres de

la patria, quienes a partir de sus concepciones ligadas a la ideología del liberalismo se

pusieron en contra del mayor referente social que era la Iglesia. Al ir en su contra iba en

contravía de uno de los pilares de la sociedad haciendo que su posición ante la misma fuera

de entrada, objeto de críticas. Esto hizo que la Iglesia perdurara y gozara de la gran

legitimidad social que mantiene en nuestros días.

Page 86: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

86

A raíz de todo lo anterior y a pesar de los ataques que la Iglesia tuvo que soportar, esta

institución ha sido históricamente tan poderosa como el mismo Estado, pues mantenerse en

pie cuando fue víctima de la persecución de diferentes gobiernos y de un detrimento

patrimonial que se gestó desde el mismo momento de la independencia, no era tarea fácil.

Logró mantenerse y en momentos de crisis política, aumentó su influencia en las diferentes

capas de la sociedad, lo que evidenciaba una mayor capacidad de maniobra a través de la

tarea moralizadora, mientras que su rival el Estado, no lograba abarcar tanto terreno y se

erigía como institución por medio de las imposiciones y no del acercamiento directo al

pueblo como lo hiciera la Iglesia.

Cuando el Partido Conservador se asocia a los intereses de la Iglesia, esta institución logra

hacerse más poderosa puesto que contaba con el apoyo político de un partido que se

identificaba con la salvaguarda de las tradiciones, y con un estricto moralismo que le

imprimía más ese sello de defensor de la causa religiosa. Es precisamente esta alianza la

que haría con el paso del tiempo que las disputas bipartidistas se tornaran más crueles ya

que la capacidad de movilización de la religión llevaba al fanatismo y bajo un manto de

seudocruzadas se atentaba y perseguía al enemigo de la Iglesia representado en el

liberalismo y sus ideas “pecaminosas”. La legitimidad socialmente construida sería la que

le daría la potestad para cuestionar las acciones de los diferentes gobiernos y la que le

proporcionaría la fuerza suficiente para levantarse a la par del Estado en conjunto con el

Partido Conservador.

Este legado de fortalezas haría que la Iglesia pudiera desestabilizar de manera muy

contundente al gobierno de Ernesto Samper. Gracias al hecho nada despreciable de contar

con una muy significativa cantidad de fieles y de tener credibilidad por encima de otras

instituciones, principalmente sobre las del Estado, la Iglesia logró socavar los pilares de la

moralidad política de Ernesto Samper y con ello, evidenciar la situación real en que se

encontraban tanto los políticos como el Estado y la sociedad misma. Esta situación permite

interpretar que la incorporación del narcotráfico en la disputa entre la Iglesia y el Estado

haría que la lucha se acrecentara pero no que girara en torno de forma exclusiva con estos

sucesos, pues Ernesto Samper iba en dirección contraria a los intereses del clero al asumir

una posición tolerante con otras facciones religiosas y promulgar la laicización del país. El

narcotráfico sería el vehículo a través del cual los ataques fuertemente marcados por la

cuestión ideológica se movilizaban.

Por otra parte, la falta de coherencia en las instituciones del Estado ayudaría a deteriorar

aún más su imagen permitiendo así que sus detractores ganaran terreno y le impidieran

ejercer un verdadero ejercicio de poder que garantizara su preeminencia y ratificara a través

de las leyes el acuerdo común de los ciudadanos que se rigen por las mismas. Es a la postre

un hecho evidente que la violación de las normas sería una constante ya que hasta los

mismos representantes del Estado las quebrantaban reproduciendo así las costumbres

clientelistas y corruptas por las que se ha caracterizado la clase política nacional. Los

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87

desencuentros entre los diferentes poderes del Estado y el manejo personalista y

parcializado de las ramas del poder han desencadenado una despreciable ola de indiferencia

y desconfianza en las instituciones, lo que menoscaba la credibilidad en las diferentes

instancias de poder que se dan desde arriba hasta los más pequeños pero muy importantes

grupos de base. La cuestión de la representación quedó en manos de los intereses

particulares de los individuos que detentan el poder y con ello se fragmentó la convergencia

y el diálogo entre las diferentes instituciones.

Por último, es la Iglesia Católica un ente que no se ajusta a sus propios modelos de

moralidad ya que solo se sirve de ellos para hacerle frente a sus enemigos, tal como

sucediera en diferentes momentos de la historia y como en efecto se evidencia en este

trabajo. Esta institución utilizó el púlpito como una contundente arma en contra del

liberalismo y potenció un nuevo episodio de disputa entre esta y el Estado. La supuesta

superación de las discrepancias entre lo político y lo religioso solo aguardan un momento

en el que las condiciones enfrentes una vez más los asuntos de la moral con las decisiones

políticas, ambos terrenos que no son ni de dominio exclusivo de los sacerdotes o los

representantes del ámbito público del Estado. Sigue abierto el terreno de lucha a la espera

de que las llamas del odio, de la intolerancia y de los radicalismos vuelva a levantarse como

un elemento de obligatorio tránsito en la vida nacional, siendo un tema que ocupe las

primeras páginas de los diarios y que suscite una coyuntura de gran envergadura como

ocurriese con el gobierno Samper. La doble moral de la Iglesia impide que la exaltación de

los valores que profesa puedan ser en verdad parte de las practicas colectivas del país, pues

es una institución poco tolerante y muy aferrada a la tradición, anclada en postulados que

cada vez más pierden vigencia y que se aprovecha de su poder hasta el punto de ser juez de

otros sin reconocerse a sí misma como institución que ha cometido graves y muy notorios

errores.

Page 88: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

88

Bibliografía:

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EL CATOLICISMO 1995 – 1996

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El Catolicismo, Abril 30 de 1995, Sección editorial

El Catolicismo, 26 de marzo de 1995, Sección editorial

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El Catolicismo, 13 de agosto de 1995, Sección editorial

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El Catolicismo, 19 de noviembre de 1995, Andrés Bernardo Arango

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El Catolicismo, 10 de Marzo de 1996, Sección editorial

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EL NUEVO SIGLO 1994 – 1995

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El Nuevo Siglo, jueves 23 de junio de 1994

Gazeta de Colombia, en: http://www.banrepcultural.org/sites/default/files

Gazeta de Colombia, 13 de Septiembre de 1822, en:

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EL ESPECTADOR 1994

El espectador, 6 de junio de 1994

ESTRATEGIA 1996

Estrategia, febrero 15 de 1996

CAMBIO 16

Cambio 16, del 19 al 26 de febrero, 1996 No 140

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http://www.eltiempo. com/archivo/ documento/MAM-148544, Sección Otros, Fecha de

publicación, 11 de junio de 1994, Autor NULLVALUE.

http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-150968, Sección Otros Fecha de

publicación 15 de junio de 1994 Autor NULLVALUE

http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-147694, Sección Otros Fecha de

publicación 10 de junio de 1994 Autor NULLVALUE

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Page 95: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

95

ANEXOS

Anexo 1:

Archivo Fotográfico

IMAGEN N°:1 IMAGEN N°:2

TOMADA DE: El Catolicismo 1-Ago-1993 TOMADA DE: El Catolicismo 13-Feb-1994

IMAGEN N°:3 IMAGEN N°:4

TOMADA DE: El Catolicismo 9-Jul-1995 TOMADA DE: El Catolicismo 9-Julio-1995

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96

IMAGEN N°:5 IMAGEN N°:6

TOMADA DE: El Catolicismo 26- Feb-1995 TOMADA DE: El Catolicismo 3-Sep-1995

IMAGEN N°:7 IMAGEN N°:8

TOMADA DE: El Catolicismo 19-Nov-1995 TOMADA DE: El Catolicismo 11-Feb-1996

Page 97: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

97

IMAGEN N°:9 IMAGEN N°:10

TOMADA DE: El Catolicismo 30 Jun-1996 TOMADA DE: El Catolicismo 29-Sep-1996

IMAGEN N°:11 IMAGEN N°:12

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 2-Ene-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 6-Ene-1994

Page 98: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

98

IMAGEN N°:13 IMAGEN N°:14

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 30- May-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 16-Jun-1994

IMAGEN N°:15 IMAGEN N°:16

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 22-Jun-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 22-Jun-1994

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99

IMAGEN N°:17 IMAGEN N°:18

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 23 Jun-1994 TOMADA DE: El Catolicismo 23-Jun-1994

IMAGEN N°:19 IMAGEN N°:20

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 25-Jun-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 26-Jun-1994

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100

IMAGEN N°:21 IMAGEN N°:22

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 5 Jul-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 10-Jul-1994

IMAGEN N°:23 IMAGEN N°:24

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 14-Jul-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 15-Jul-1994

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101

IMAGEN N°:25 IMAGEN N°:26

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 15 Jul-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 23-Jul-1994

IMAGEN N°:27 IMAGEN N°:28

TOMADA DE: El Nuevo Siglo 24-Jul-1994 TOMADA DE: El Nuevo Siglo 17-Ago-1994

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102

Anexo II:

A raíz del tema central del presente escrito que se basa en los conflictos dados entre el

Estado y la Iglesia; desde el proceso de la independencia, los inicios de la República, el

origen del partido liberal y conservador, las diferentes órdenes constitucionales

establecidas, las guerras civiles que abrumaron todo el siglo y demás hechos acontecidos en

el siglo XIX; a raíz de la importancia que tiene este siglo para comprender los orígenes de

tales confrontaciones, nos vemos en la necesidad de hacer un análisis de los principales

acontecimientos que enmarcaron este periodo histórico de la República de Colombia.

Algunas de las disputas entre la Iglesia y el Estado en el siglo XIX

En los años posteriores a 1825 se amplía el estudio sobre las relaciones de cordialidad y

discordia que había entre la Iglesia y el Estado. Se puede encontrar por ejemplo que un

decreto del 24 de Agosto de 1828 exigía la protección oficial del Catolicismo ya que ésta

era la religión de los colombianos. Lo anterior podría verse como una medida esperada

debido en gran parte a la tradición católica arraigada en el imaginario de las poblaciones

que habían sido dominadas por el Imperio Español, debido al proceso colonizador que

expandió por los territorios conquistados, llevando consigo la religión católica y el idioma

español.

La configuración de un Estado independiente que rompiera con los viejos esquemas de

dominación ejercida por el imperio español no fue tarea fácil para los padres de la patria, es

más, es preciso asegurar que esa ruptura fue en muchos casos solo parte de un discurso que

sufrió grandes trabas y resistencias. Las disposiciones del Congreso de Cúcuta de 1821

muestran las proyecciones del gobierno posesionado y que, teniendo a la cabeza al

libertador Simón Bolívar, no pudieron completar los ambiciosos planes de los dirigentes.

Las circunstancias del momento, enmarcadas en una serie de problemas administrativos, y

la necesidad de hacer viable al nuevo Estado de corte liberal hicieron que la consolidación

de un proyecto nacional se hiciera una tarea verdaderamente difícil y en muchos casos,

tortuosa.

Uno de los mayores inconvenientes para el naciente Estado fue sin duda la cuestión fiscal.

Las luchas emprendidas en los países que serían independientes significaron una fuerte

inversión para la Nueva Granada, pues dos años antes del Congreso de Cúcuta el Estado

aún se encontraba en campaña armada para evitar la reconquista por parte de los españoles,

lo que significó un considerable gasto de los recursos limitados que se tenían. Esa

necesidad de dinero, sumada al ambiente político y al deseo de cambio, hizo posible el

contexto para que se dieran las disputas en el territorio, disputas que tendrían como un actor

fundamental a la Iglesia Católica. La institución religiosa tuvo que luchar en contra de las

leyes dictadas por el gobierno, en este caso por el vicepresidente Francisco de Paula

Page 103: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

103

Santander, quien se caracterizó por la elaboración de las mismas buscando reformar al

Estado y a la sociedad en general.

En principio, las nuevas leyes demandaban el reconocimiento del Estado por parte de la

Iglesia como ente superior, aunque estaba de acuerdo con la autonomía del clero frente a las

cuestiones netamente espirituales, pero en aspectos más mundanos, las discrepancias entre

estas dos instituciones se hacían bastante notorias. Frente a esos asuntos, el Estado percibía

que la influencia del clero en la sociedad iba más allá de las simpatías que generara en el

común de la gente, razón por la cual veía con recelo las posesiones eclesiásticas y su

procedencia.105

El poder de la Iglesia era bastante y en muchos casos, superior al del Estado

pues el clero tenía una considerable representación en el ámbito político. A pesar de lo

anterior, aquel clero no poseía la suficiente preparación para luchar contra la gran cantidad

de libros de filósofos Volterianos, Jansenistas y protestantes, de donde sacaban los políticos

su erudición; los sacerdotes no estaban acostumbrados a tales embates con enemigos de

armas tan afiladas, con talante sagaz y traidor como lo afirmara el escritor y político

conservador José María Groot.106

Mientras la Iglesia se levantaba como el principal referente cultural y social en la Nueva

Granada, el Estado por su parte aparecía como un ente desconocido que generaba más

dudas e incluso indiferencia entre la población, cuestión que limitaba la cohesión y unidad

social, ambos planes primordiales dentro de las previsiones del Estado en su ideal de

nación. Los bienes eclesiásticos eran inalienables y por tanto, ni el Estado ni los

particulares podrían tomar estos por motivo alguno, pero con el Congreso de Cúcuta estos

bienes entregados en muchos casos por los fieles dejarían de estar exentos de alienación.107

El descontento del clero tras la amenaza a sus propiedades no se hizo esperar y las

manifestaciones en contra del Estado fueron el resultado común al verse en esa situación

tan poco venturosa.

La situación del clero se hacía más difícil con las reformas y su posterior aplicación, lo cual

implicaba la necesaria protección por diversos medios de sus propiedades y de su posición

frente a la sociedad, aunque esta última no se resintió en gran medida a pesar de las

reformas. La Iglesia gozó de gran aceptación e incluso de protección de diversos sectores

sociales y en buena parte, de mayor popularidad que el Estado. Un medio por el cual la

Iglesia Católica pudo realizar un ejercicio de divulgación fue a través de la prensa escrita.

Mediante esta defendió su postura frente a las disposiciones del Estado y logró llevar un

mensaje a la sociedad para que se procurara su defensa como institución. En Enero de 1824

el periódico El Atalaya, de postura netamente religiosa, referenciaba los sucesos que

agitaban al país con respecto al tema de la expropiación de monasterios. A través de este

105 Jorge Villegas, Colombia: enfrentamiento Iglesia-Estado.1819-1887, Centro de investigaciones económicas C.I.E., Universidad de Antioquia, Medellín, 1997, p. 2-A. 106José María Groot, “Historia eclesiástica y civil de La Nueva Granada”, Biblioteca de autores Colombianos, Ed A B C, Bogotá 1953, p 350 107 Jorge Villegas, Op. Cit., p. 2-A

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104

medio se expuso la situación de los sacerdotes y como estos eran tratados de forma

“injusta”.108

Desde su lógica así era el trato que recibían por parte del gobierno, pues

consideraban que este no tenía potestad para limitar sus riquezas ni mucho menos

expropiarlas. Sus ingresos eran producto de su relación con los fieles y le herencia del

gobierno imperial y no obra del Estado.

El Estado por su parte, ávido de recursos y de unidad, se dispuso de lleno a sacar adelante

los proyectos que le eran propios. Para tales efectos no fue tan sutil y pasó por encima de

las autoridades religiosas y de la normatividad que le regía más allá de los límites del país

que se intentaba construir. Los conflictos generados con la transición de poderes dejarían

como resultado una contradicción entre un Estado con poder administrativo débil, pero

suficiente para erigirse como la mayor autoridad entre las personas, y una Iglesia rica y con

gran influencia en la sociedad, pero limitada por la situación política en ese mismo periodo

de transición y cambio. De la suma de acontecimientos es preciso analizar el que originó las

disputas entre la Iglesia Católica y el Estado, este es por supuesto la adopción de las

disposiciones del Congreso de Cúcuta que iban dirigidas directamente a afectar las

propiedades eclesiásticas.

En 1821 en la iglesia parroquial de Villa del Rosario de Cúcuta se proclamó la unificación

de Venezuela y Cundinamarca bajo una sola república, la cual recibiría el nombre de La

Gran Colombia. Esta tendría como presidente a Simón Bolívar y como vicepresidente a

Francisco de Paula Santander. Tal unificación se ratificó con la firma de la constitución de

Cúcuta la cual le daba una organización y estructura a la naciente república. Este congreso

igualmente sirvió para que se le pusiera fin al problema entre el orden federalista y

centralista que impedía la unificación; por tal motivo se estableció y acordó que la

naciente república tendría un orden centralista y que estaría bajo el mando del libertador

Simón Bolívar.

En el artículo 19 de la ley del 6 de agosto de 1821, el Estado decretaba que a partir de la

fecha: “Se suprimen todos los conventos de regulares que el día de la sanción de esta ley no

tengan por lo menos ocho religiosos de misa, exceptuando solamente los hospitalarios”.109

Tras este primer momento, los edificios que no cumplieran con este requisito deberían ser

adoptados bajo la administración del Estado, posteriormente lo mismo ocurriría con tierras

y otros bienes. El hecho absoluto no radica en la alienación de los bienes, más bien se

complementa con el desconocimiento de la autoridad eclesiástica y la forma en que sus

bienes fueron paulatinamente atacados entre 1821 y 1825, periodo en el que se centra esta

investigación. Si se quiere, el Estado operó según sus nuevas directrices y actuando de

108El Atalaya No 12, 1 de enero de 1824, p. 230, en:http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/blabr286754_n_012.pdf. Biblioteca Luis ángel Arango. En adelante otras fuentes similares referenciadas del mismo modo. 109http://www.bdigital.unal.edu.co/21/4/340_-_3_Capi_3.pdf. Fuente secundaria.

Page 105: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

105

forma consecuente bajo la ideología liberal, pero también desconoció la libertad de

propiedad a la que se apega esta misma ideología, algo en lo que los representantes del

clero se fijaron y usaron a su favor, pero a pesar de eso la ley entró en vigor y con ella las

expropiaciones y la pérdida de autonomía en cuestiones económicas.

El contexto hostil en el que se movían ambas partes degeneró el ideal de unidad al que le

apuntaba el Estado, es más, logró apartar a los ciudadanos que se pretendían educar en una

nueva concepción de gobierno y de sociedad. El legado monárquico y la permanencia de

sus instituciones (en este caso la Iglesia), así como las costumbres tan arraigadas y la

preeminencia cultural del antiguo régimen fueron los inconvenientes inmediatos a superar

por parte de los gobernantes. El costo de las acciones emprendidas para secularizar a la

población y en la medida de las posibilidades al clero mismo hizo más daño que los

beneficios que se pudieran obtener, pues enfrentarse con la tradición, con las costumbres y

con la autoridad moral de la población representaba un riesgo muy alto para el Estado ya

que eso suponía ir en contra de la institución de más prestigio a nivel social. Siendo la

Iglesia en su momento un ente unificador, las diferencias con el Estado menguaron la

posibilidad de consolidar un proyecto medianamente concertado en el que se visibilizara

una nación con bases que se pudieran sostener con el paso del tiempo.

Las circunstancias económicas que hicieron necesarias las reformas están asociadas a otra

contradicción por parte del Estado. Este pretendió embarcarse en una empresa bastante

difícil dadas sus posibilidades reales, esta es, la de convertirse en un Estado capitalista de

facto, con una ideología liberal como norte político y económico en un territorio con una

infraestructura mal dotada y una economía poco próspera. La amenaza a los bienes de la

Iglesia era bastante apoyada entre los sectores liberales que eran mayoría política, estos se

valían de su influencia parar proponer toda clase de proyectos encaminados a limitar el

poder del clero y de ese modo buscar recursos para impulsar tales ambiciones. Encontramos

que las disputas se acrecentaban en la división del poder político y el religioso y que se

manifestaba en el control económico de la tierra y otras propiedades que hacían parte del

clero.

La cuestión de la no enajenación de los bienes del clero representaba un impedimento por

parte del Estado para darle dinamismo a la economía, pues al no poder incorporar al

mercado las riquezas de un sector con capitales tan significativos como los que había

adquirido el clero por la celebración de misas y otros rituales que eran pagados con

terrenos, joyas u otros bienes, sus objetivos dispuestos al servicio de las reformas liberales

y a la libre circulación de riqueza se veían muy afectados. Por otra parte, el Estado como

rector de la economía en la nueva república no concebía como algo digno de sus principios

el hecho de no poner en juego bienes necesarios para financiar las guerras en las que se

había embarcado tanto en Perú como en Ecuador. Durante el proceso de independencia,

Bolívar en su campaña por la liberación del sur, organizó tropas que marcharan hacia Pasto

Page 106: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

106

y a Quito, dándose la batalla de Bombona donde es derrotado el coronel español Basilio

García, aspecto que permitiría que el General Sucre, comandante de las tropas libertadoras,

llegara a Pichincha el 24 de mayo de 1822 y lograra liberar el Reino de Quito del yugo

español. Ya despejada la república de enemigos, el General Francisco de Paula Santander

pudo enviar tropas, provisiones y dinero para que Bolívar liberara al Virreinato del Perú.110

Estas guerras dejaban cada vez más a la naciente república en crisis, por ende no se

permitiría, que una institución que era legado de la opresión española se negara a los

preceptos de la nueva forma económica que imperaba en el mundo libre e independiente.

Un ejemplo de estos inconvenientes se dio con el derecho de patronato que el Estado

asumió desconociendo a la autoridad eclesiástica ya que se le dio jurisprudencia a los

tribunales del distrito sobre los prelados y visitadores eclesiásticos para otorgar recursos de

fuerza a los mismos tribunales en contra de las provisiones de jueces eclesiásticos. Algunas

autoridades de tinte liberal comentaban que se debía volver al cristianismo primitivo, el

cual concebía al culto religioso como un aspecto puramente espiritual, estableciendo así

que Cristo no había dado ningún poder material a la Iglesia, por ende tales poderes

tangibles podrían ser revocados por el poder civil.111

Si se pretendía acabar con el antiguo régimen, el Estado asumió un derecho que solo poseía

la monarquía el cual contaba con el beneplácito del papado, esto representaba una

contradicción a la hora de acabar con las viejas instituciones, pues queda claro que no

importó mucho mantener parte de la vieja administración ligada a los intereses de España.

El derecho venía dictado con bula papal y el Estado lo asumió como propio para favorecer

sus intereses, y con ello se acrecentó el conflicto.112

Todas esas disposiciones del Estado

podrían ir en contra de las masas, algo que de seguro le traería problemas a la

administración, para evitarlos, se hizo necesario ajustar las medidas a proyectos que fueran

casusa común de la población y sus gobernantes, o al menos, que gozaran de alguna

aceptación. “Las propiedades embargadas a los monasterios fueron destinadas a dotar las

escuelas secundarias de todo el país. Después de todo, la educación era también una causa

popular”.113

El 6 de Octubre de 1820 se dicta un decreto por el cual se ordenaba la erección

de escuelas públicas en ciudades y villarios, el pago de maestros por autoridades locales, la

fundación de escuelas en los conventos del país y en los pueblos de blancos; pagados por

vecinos114

A raíz de lo anterior, el gobierno encabezado por el vicepresidente Santander se

dispuso a la tarea de convertir a las masas en ciudadanos libres y útiles que mostraran

respeto por el Estado y apoyo a través de la iniciativa y el emprendimiento.

110

Rafael, Gómez Hoyos, La Independencia de Colombia, Ed Mafre, Madrid, 1992, p. 246-247 111

Gonzales G, Fernan, , Partidos Políticos y Poder Eclesiástico, CINEP, Bogotá, 1977. pp. 141-146 112 Jorge Villegas, Op cit. P. 4-A 113Ibíd. p. 87 114

Arizmendi P Ignacio, Gobernantes Colombianos 1819-1980, Diciembre 1980, Ed Albón S.A , p 24

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107

El rumbo de los acontecimientos permitió que el Estado manejara los hilos del poder a

costa de las demandas de la Iglesia, claro está que esta última logró a través de diferentes

instrumentos jurídicos soportar los embates del gobierno. En esta disputa sobresale la

figura del vicepresidente Francisco de Paula Santander, quien por medio de su lucha legal

intentó con éxito durante un buen tiempo poner a raya a los clérigos. A través de un juego

bastante conveniente para el gobierno presidido por Santander, el Estado logró mantener en

buena parte la estructura del antiguo régimen y fue adoptando una figura más sofisticada de

acuerdo al contexto y a la realidad específica en la que se hiciera preciso asumir el papel de

país moderno que se buscaba. Es así que, “Como heredero del Estado colonial español, el

Estado republicano conservó durante los primeros decenios varios de sus rasgos e

instituciones”.115

Un Estado de tinte conservador por conveniencia en el manejo de las instituciones, y liberal

como fin último de los nuevos administradores, era el rostro de un país que se sumergía en

profundas contradicciones que se multiplicaban en todo plano, pasando del político al

económico y desembocando en última instancia en la vida de los ciudadanos del común.

Mantener por ejemplo el derecho de patronato era una clara muestra de lo conveniente que

le resultaba continuar sosteniendo partes de la política fiscal del antiguo régimen. Si bien el

Estado no hacia presencia en el vasto territorio que tenía que controlar, lo cierto es que su

influjo ya hacia parte de una realidad histórica que se instauraría en todos los rincones del

país, en unos casos de forma más directa como en los grandes centros urbanos y en otros

más tardíamente y con menor impacto, como en la zona rural y selvática.

La figura de vicepresidente con poderes especiales ostentada por Santander era

indudablemente poderosa e influyente, tanto así que a través de sus reformas liberales no

solamente llegaba a afectar y modificar las instituciones del antiguo régimen, (siendo la

Iglesia Católica la más notoria), sino que además modificaba al mismo Estado según sus

propósitos.116

La maquinaria operaba bajo sus preceptos y llegó elaborar un aparato

burocrático con relativa fortaleza, algo que era un logro en el ámbito político en una nación

tan joven, como débil. Santander era un estratega en el ejercicio de la administración

pública y llevó a cabo varios proyectos que se convirtieron en ley, lo que le mereció el

reconocimiento como “el hombre de las leyes”. Hombre de leyes o no, a Santander le

fueron aprobadas varias de sus iniciativas debido a la aceptación de las mismas en el

congreso de mayorías ideológicamente identificadas con los principios del liberalismo, de

ese modo, la imperiosa necesidad de sentar las bases para el desarrollo económico del país

era un propósito que arrancaba sobre el papel con facilidad.

La relación entre la sociedad, la Iglesia y el Estado permitía darse cuenta que los primeros

se encontraban en medio de la disputa por el poder, en este caso específico, el poder

115 Álvaro Tirado Mejía, El estado y la Política en el siglo XIX, El Áncora Editores, Bogotá, 2001. p. 12 116David Bushnell, Colombia, una nación a pesar de sí misma: De los tiempos precolombinos a nuestros días, Bogotá, 1996. P. 86

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económico y político al que la Iglesia no le era ajeno. Los bienes y propiedades del clero así

como su influencia en la política no eran algo menor. La Iglesia había acumulado riqueza y

el legado colonial le hacía una institución que se mostraba en muchos aspectos superior a

cualquier forma administrativa. La sociedad por su parte, el grueso de la sociedad, se

encontraba en las dinámicas que había heredado y la transición de poder no afectó la vida

de las personas hasta entrada la segunda mitad del siglo XIX. El legado imperial se

mantuvo más allá de la época de independencia.117

Las personas desarrollaban sus vidas sumidas en el influjo religioso y el republicano. A

pesar de estos dos discursos opuestos para aquel momento, la vida cotidiana de las personas

no se vio realmente afectada, excepto en los grandes centros urbanos ya que era en esos

lugares en donde las disputas se hacían más notorias. La Iglesia en las zonas apartadas tenía

más impacto que el Estado, lo que le daba mayor autoridad y en consecuencia, mayor peso

e influencia social.118

La realidad del mundo en medio de los dos frentes ideológicamente

encontrados parecía estática si se toman en cuenta los anteriores datos. La lucha se dio en

las esferas más altas de la sociedad representadas por los dirigentes del gobierno así como

por el alto clero. La sociedad era más un botín para unos o para otros según el número de

simpatizantes al que se pudieran hacer cada uno de los frentes, pero es preciso decir que en

ese aspecto la Iglesia fue más efectiva que el Estado. La gente le pagaba impuestos al

segundo como norma, pero a la primera, el diezmo y otros tributos se le hacían en muchos

casos de forma voluntaria. Es de esa forma que el clero también obtuvo buena parte de sus

riquezas.

Con respecto al diezmo, el legado imperial hacía que sobre las actividades económicas se

grabara un impuesto dirigido a la Iglesia. Ese impuesto tenía que ser directamente atacado

por parte de los republicanos, pues solamente ellos y su modelo administrativo liberal

deberían encargarse de las cuestiones fiscales de la nación. Abolir el diezmo sobre las

actividades económicas del país y pasarlo como un impuesto dirigido a las arcas del Estado

era causa común entre los dirigentes. Atacar los bienes del clero era una cosa, pero entrar a

participar de las riquezas a las que tenían “derecho” gracias al beneplácito de la corona era

otra. Sobre este aspecto y teniendo en cuenta la configuración social de la joven república,

los comerciantes se asociaban a la clase “burguesa”, y por lo tanto al liberalismo, por esa

razón, el impuesto era bastante impopular entre las personas que se dedicaban a las

actividades comerciales o agrícolas.

Es claro que la mayor parte de las personas era ajena a actividades tan lucrativas, razón por

la cual la eliminación del diezmo sobre el comercio era asunto de unos pocos que tenían el

conocimiento y la influencia como para adentrarse en los asuntos económicos del país. En

tanto se era de una clase social o de otra, así mismo sería la proporción de personas a las

117 Álvaro Tirado Mejía, Op cit. P. 13 118 Juan Pablo Restrepo, La iglesia y el Estado en Colombia, Tomo I, Biblioteca Banco popular, Volumen 132, Bogotá, Colombia, 1987, p. 17

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que las reformas libelarles les tocarían directamente y el nivel de afectación al que se verían

expuestas. El alcance del choque entre la Iglesia y el Estado fue en principio asunto de las

clases privilegiadas que posteriormente necesitarían de las masas para legitimar su posición

y hacerle frente a su contraparte. La mayoría de las personas solo sirvieron como títeres a

los intereses de estos y se vieron tocados por el resultado del choque ideológico cuando las

decisiones de fondo se tomaron en otro momento, por otras personas y en circunstancias

que en apariencia no les afectarían.

La conversión de los ciudadanos en buenos cristianos era asunto de la religión, pero la

formación cristiana no era lo único en que se pensaba para aquel entonces. Para formar

buenos y verdaderos ciudadanos era indispensable constituir los valores republicanos

ligados a los intereses del nuevo Estado. Es sobre este punto en donde la Iglesia y el Estado

se encuentran para darle rumbo al ideal del nuevo hombre influenciado por el aparataje

ideológico de la ilustración, tal como sucedió en Europa. Con la expropiación de los

monasterios, los edificios se dedicaron a la labor educativa bajo supervisión del Estado pero

con el control y la potestad directa de la Iglesia. Los clérigos fueron los encargados de

impartir las lecciones necesarias para enseñar y educar a la población, pero quedaba el

inconveniente de qué tipo de educación debería darse, aquella dirigida a la consolidación de

los valores tradicionales ligados a la religión y sus instituciones, o una que exaltara la

dignidad de la nación y del Estado como entes supremos, rectores de las leyes y las normas

civiles que procuraran la emancipación social mediada por la libertad y el respeto a los

individuos y sus bienes. Otra vez y en medio de esos asuntos quedaba la población, que en

última instancia sería la “beneficiaría” de la noble causa educativa en la que se embarcaba

la república. Todo esto abriría aún más el debate y las disputas entre el Estado y la Iglesia.

La tensión generada por los bienes de la Iglesia no disminuyó, pero valga decir que no todo

el clero estaba en contra de la causa patriota ni que todos los reformistas estaban en contra

de la religión. Hubo sacerdotes que se declararon abiertamente simpatizantes de la nueva

administración, el Estado por su parte y varios de sus funcionarios veían en la Iglesia un

fuerte aliado. La educación fue muy importante, en la década de 1820, especialmente tras

el Congreso de Cúcuta, el tema educativo tal y como estaba planteado mostraba grandes

fallas. A pesar de la unión que se dio entre el Estado y la Iglesia en el tema educativo y a

pesar de que en algunos puntos unos cuantos representantes de cada institución estaban de

acuerdo, la realidad fue otra. La adopción de modelos educativos copiados de Europa y que

iban en contra de los preceptos religiosos llevaron a la educación a ser otro factor de lucha.

La sociedad no logró consolidar un sistema educativo formal ni sustentable y en muchos

casos tuvo que abandonarse esa iniciativa. La cuestión de la financiación tan precaria

también influyó amplia y negativamente.119

119Meri L. Clark, Conflictos entre el Estado y las elites locales sobre la educación colombiana durante las décadas de 1820 y 1830, en revista Historia crítica, Número 34, Julio-Diciembre 2007, Uniandes, Bogotá, Colombia, p. 39

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El tema ideológico, sumado al problema de la poca financiación desde el Estado central y

las administraciones locales, hizo que el objetivo socialmente válido e impulsado

principalmente por el gobierno se estancara. Los fracasos se sumaban al proyecto nacional

que se volvía más y más difuso, ahora sumado el tema educativo. La sociedad en general

sufrió y sufriría las consecuencias de las discrepancias entre los dos principales poderes que

se levantaban en el territorio neogranadino. Problemas de diversa índole ponían en medio

del choque entre el Estado y la Iglesia a la población, razón por la cual el establecimiento

de un verdadero Estado nacional se escapaba ante la mirada impotente de quienes fueron

manipulados por los intereses de quienes tenían el poder y la influencia suficiente para

gobernar los destinos de todo un pueblo.

El tema educativo entonces ponía de manifiesto la importancia que tenía tanto para el

Estado como para la Iglesia, ya que combatir el analfabetismo era algo que beneficiaría a

las dos partes. A la Iglesia para que los cristianos se pudieran acercar a las escrituras de la

Biblia y así llevar de manera más acorde la doctrina religiosa y la fe católica, y al Estado

para que los verdaderos ciudadanos entendieran los principios republicanos con los que

llegarían a ser hombres formados en derechos y deberes.120

Lamentablemente no se pudo

encontrar ese punto central en el que ambas partes convergieran en ideas, en un proyecto

unificado que estuviera verdaderamente al servicio de la sociedad y no de los intereses de

cada una de las instituciones que se debatieron en disputas ideológicas y posteriormente en

guerras.

El impacto social de estas disputas no sería visto de forma inmediata, pero queda claro que

la incidencia de los acontecimientos transformaría gradualmente a los colombianos. El

debate entre una sociedad laica y una religiosa daría como resultado el poco entendimiento

y la intolerancia política que han caracterizado al país. La falta de acuerdos llevó a un

empelo cada vez más explosivo y violento del lenguaje de un lado y otro. Muestra de ello

es la siguiente publicación tomada del periódico El Correo de Bogotá:

Que prediquen estos despreciables (1) egoístas que la relijion está en

peligro por que no se pagan responsos, ni se hacen al sacerdote las

ofrendas que antes se acostumbraban; que el culto camina a su

destrucción, por que las procesiones no son tan concurridas, como lo era

en los años anteriores: que el dogma se corrompe por que hay

extranjeros en Colombia: y que el gobierno deja de protejer a los

ministros, por que ya los curas empiezan a no ser alcaldes, pagan alguna

contribución, y los conventos menores han sido suprimidos: nada

importa todo esto: por una u otra beata, un viejo septuajenario, o un

joven que todavía no ha visto la luz, que escuchan conmovidos sus

120Gazeta de Colombia, 13 de Septiembre de 1822, p. 10, en: http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/ blabr1142013_n_003.pdf

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111

lamentaciones y plegarias todos los demás quedan escandalizados de

su atrevimiento y compadecen su obsecación.121

El llamado a combatir a la institución más retardataria que todavía se mantenía en la nueva

república hacía eco en las personas. Más allá del problema del analfabetismo que era

endémico en Latinoamérica para aquellos tiempos, los ciudadanos se enteraban de las

noticias que se imprimían en los periódicos y se voceaban en las calles. Esta obstinación

por parte del Estado para llevar a cabo sus propósitos desconoció que al manifestarse en esa

forma del principal referente cultural de la sociedad generaría mayores problemas y

aumentaría el nivel del conflicto. El Estado cuestionaba fuertemente las posesiones de la

Iglesia e incluso lanzaba juicios morales sobre la pertinencia o no de que el clero ostentara

tantas riquezas. Estos juicios hacían referencia a que tan noble y propio de la fe cristiana

era tener posesiones terrenales cuando la humildad material y espiritual eran valores que

exaltaba la misma Iglesia.122

Una de las causas de por qué el Estado le quitó privilegios al

clero es que se basaba en una economía parasitaría, que no le permitía a la agricultura

progresar, ya que muchas de las tierras que poseía la Iglesia eran destinadas a darle en vida

a los sacerdotes y clérigos las comodidades y satisfacciones que promulgaban propias de la

otra vida. La Iglesia era dueña de varios créditos que se les pagaba por tierras

improductivas y sus jerarcas gozaban con exceso de lo que les daba la gente por obras pías

y donaciones.

La intolerancia al estilo de vida de los clérigos por parte del Estado se hacía cada vez

mayor, pues la labor de estos últimos ya no era solamente la consagración de los valores de

Jesucristo sino labores ajenas a su función primaria. Con las cosas así, las acusaciones y

señalamientos a la Iglesia no daban tregua y se les veía como una institución que había

dejado a un lado su razón de ser por la corrupción que el dinero y las riquezas ejercen sobre

los hombres. La causa religiosa era entonces una cuestión impugnable para el Estado, más

aun cuando se pretendía la laicización de los nuevos ciudadanos y hombres de la república.

La Iglesia por su parte no pretendía negociar la fe del pueblo, la cual se hacía del lado del

catolicismo a ultranza.

Aquella intolerancia a las prerrogativas del clero se debía en gran medida también a que el

poder que el mismo había ido construyendo a través de los años, ya que como se ha escrito

en los libros de historia colonial con la llegada de los primeros colonos europeos

desembarcaron varios religiosos, los cuales al toparse con las comunidades nativas y al ver

que profesaban rituales “paganos”, tales comunidades religiosas decidieron inculcar por los

medios que fuera la fe cristiana. Este aspecto significaba que los administradores de los

121 Correo de Bogotá, 26 de Diciembre de 1823, p. 3, en: : http://www.banrepcultural.org/sites/default/files/ blabr179832_n_001.pdf 122David Bushnell. El Régimen de Santander en la Gran Colombia. Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, p. 239

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112

nacientes estados poscoloniales debían enfrentarse a un contrincante con bastante

experiencia. A pesar de ello los líderes de aquellas naciones no dieron su brazo a torcer en

la lucha por establecer un nuevo orden político, económico y social que mostrara un

camino alterno y viable, como contraparte al construido por las diferentes órdenes

religiosas.

Para llevar a cabo este gran proyecto se debían tomar medidas sobre las bases del poder

clerical, que se basaban en el control que éstos tenían con respecto al monopolio de la

educación por un lado y por el otro a la gran cantidad de tierras que habían ido acumulando.

En lo que respecta a la educación durante la vicepresidencia de Francisco de Paula

Santander se dieron a conocer y se impartieron conocimientos sobre el pensamiento político

de Jeremias Bentham y Destutt de Tracy, el cual proponía un sistema de enseñanza dirigido

hacia la investigación de la naturaleza y la observación de los hechos, el racionalismo

jurídico y una ética típicamente burguesa, también se planteaba la posibilidad de crear un

sistema de normas jurídicas claras que reemplazara la caucásica y el particularismo de la

legislación indiana.123

La respuesta que ofreció la Iglesia a estos nuevos saberes inculcados en las escuelas y

universidades, fue catalogarla como una enseñanza que inculcaba el materialismo lo cual

destruía los fundamentos de la religión cristiana, apostólica y romana. Según los voceros

religiosos tales doctrinas enseñadas por orden constitucional en los establecimientos

educativos, socavaban los cimientos del orden social, ya que se obligaba hasta a los que

emprendían la carrera eclesiástica a presentar un certificado de clases sobre la filosofía

materialista de Destutt de Tracy. Inclusive algunos padres decidieron sacar a sus hijos de

los claustros educativos, prefiriendo de algún modo dejarlos en la ignorancia de las letras,

en lugar de pervertirlos con ese tipo de pensamientos.124

Los problemas sociales en los que se encontraba enfrascada la república abarcaban también

a los extranjeros que vivían en el país o que llegaban al mismo por cuestiones de negocios.

La iglesia veía con malos ojos a esos extranjeros y los acusaba de incidir negativamente en

los temas religiosos, pues estos traían consigo los preceptos del protestantismo. Así lo

señalaba el diplomático extranjero Carey Shaw: “El clero pretendió al punto intensa alarma

por la causa de la Iglesia, y publicó una inflamada arenga en la que se denunciaba

acremente la tolerancia hacia cualquier otra religión, y se señalaba a todos los extranjeros

como perturbadores de la paz de la nación”.125

Estas medidas ilustran de una manera los

inconvenientes que tenía la Iglesia frente al mundo moderno y a las perspectivas de la

ilustración, cuyos valores positivos no acababan de entender y aceptar.126

Si bien el Estado

123

Álvaro Tirado Mejía, Op cit. P 24 124

José María Groot, Op cit pp. 173-176 125 Carey Shaw, La Iglesia y el Estado en Colombia en el siglo XIX vistos por diplomáticos norteamericanos, Editorial Incunables, Bogotá, 1984, p. 8 126

González G, Fernán, Op.cit, p 124. , P 141

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113

no fue muy cordial con la iglesia al poner en práctica las reformas liberales, la Iglesia

tampoco lo fue frente a la cuestión de la libertad de culto y frente a las expresiones

ideológicas diferentes a sus preceptos.

Este fue un tema bastante difícil de abordar para el Estado pues tenía en medio la cuestión

esencial de la libertad. Sea esta un ideal más que un hecho concreto, lo cierto es que se

debía garantizar algo que era la expresión máxima de las revoluciones burguesas que se

habían dado en el continente hacía unos años, en conformidad con los sucesos que ya se

habían presentado en Europa. La actuación de los próceres de la patria se dio bajo la

influencia ideológica del viejo continente, o para gusto nuestro, como un modelo imitativo

que trajo paradigmas que se implementaron en estas tierras desconociendo el contexto y la

realidad de los habitantes de esta parte del mundo. La puesta en marcha de los proyectos

foráneos en la Nueva Granada, harían posible el encuentro entre dos corrientes que ya se

habían chocado en los países que iniciaron con los ideales de libertad e igualdad como

bandera de lucha que legitimaba el cambio, y que continuarían de forma tardía

expresándose en los Estados de América mostrando resultados desastrosos para los países

que se hicieron a la ideología liberal sin estar preparados para semejante tarea. Sin las

condiciones necesarias para emprender el camino que tomó Europa, los resultados se vieron

en una serie de desaciertos y errores que se han multiplicado a través de nuestra historia.

Como se mencionó anteriormente, los resultados de tan particular experimento social se

evidencian constantemente y sobresalen como una característica de las profundas

contradicciones que se dan al interior de este país. A pesar de ello y como un elemento que

consideramos pudo ayudar a una consolidación de un Estado más coherente, la posibilidad

de concertar las ideas de un lado y otro se dio en el momento que el Estado y la Iglesia

abandonaron su radicalismo. La Iglesia asimilaba a los Liberales con el agnosticismo, el

ateísmo, la masonería, la herejía y el socialismo. Los Liberales, en cambio, algunas veces

solicitaban capellanes y recomendaban a sus seguidores respetar las iglesias y practicar los

deberes religiosos.127

No todo fue siempre persecución y señalamientos pero si fue de

mayor peso la inagotable fuente de diferencias que emanaban del seno de cada una de las

instituciones.

Las discrepancias de los dos frentes marcaron los sucesos posteriores que conformaron una

nación desfigurada por los conflictos internos y envueltos siempre en problemáticas

constantes, relacionadas con la herencia que dejó el Congreso de Cúcuta y los elementos

que reposaron a raíz de este. Las leyes y reformas para darle cuerpo a un Estado secular se

encontraron con un contexto poco favorable, que sumado a la inoperancia de los dirigentes

desatarían la lucha ideológica siempre ligada a los intereses políticos y económicos. El

legado de todo esto lo tomarían posteriormente los partidos Liberal y Conservador, siendo

127Carlos Jaramillo, El poder de la Iglesia, En: Boletín Cultural y Bibliográfico, Vol. 37 N° 54, 2000, p. 61

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114

la cuestión religiosa el límite entre ambas corrientes.128

Sobre este respecto es preciso

analizar la incidencia del choque en años posteriores al congreso de Cúcuta.

La lucha existente por la cuestión de los conventos menores y el ataque del Estado a los

demás bienes y posesiones del clero nace con el Congreso de Cúcuta y tiene como

trasfondo asuntos económicos e ideológicos. El poder que las riquezas le asigna a cualquier

individuo o institución era motivo suficiente como para emprender la lucha necesaria con

tal de mantener los beneficios que hasta ese momento había tenido la Iglesia, o para ser

percibidos luego por parte del Estado y asignados, manejados y repartidos por los dirigentes

del gobierno. Sobre el patronato y el derecho que la Iglesia tenía para captar los recursos de

ese impuesto es preciso hablar, más si se quiere explicar cómo ese asunto sería el que

ocasionara las más fuertes disputas tanto en el periodo que estudiamos, como

posteriormente. A manera de esbozo analizaremos a continuación la cuestión del patronato

y como la injerencia del Estado en sus inicios tendría tanta incidencia años después.

Las formas de entender la cuestión del patronato varían si se expresan para ser explicadas

desde una postura religiosa o una apegada a los principios republicanos. Desde ese punto de

vista es preciso indicar que el patronato como derecho arrebatado por el Estado fue

cuestionado fuertemente. No solo en el periodo mismo en el que se dictaron las reformas

sino muchos años después; esa medida fue bastante impopular, y no únicamente entre los

sectores religiosos sino también entre otros que cuestionan el accionar del Estado más allá

de que tuviese razón o no frente al tema. Los religiosos y sus seguidores a posteriori

coinciden en afirmar que el clero no era una institución del todo rica y poderosa, es más,

que sufría como cualquiera las vicisitudes de la pobreza y la carencia de recursos. También

se indica que los ataques a sus propiedades empezaron al mismo tiempo en que se dio el

triunfo de los patriotas sobre los españoles. 129

El patronato era un impuesto que se le entregaba a la corona española y que era pagado por

la Iglesia gracias a los recursos que esta generaba. Con las reformas liberales, este impuesto

pasa de ser percibido por la corona y se vuelve un gravamen que llegaría a las arcas del

Estado. Como obvia respuesta, el clero se levanta contra esta medida y no duda en

desconocer la potestad del Estado frente al derecho que se dio a si mismo sobre el

patronato. “si el gobierno de Colombia hubiese tenido realmente derecho de ejercer el

patronato concedido a los reyes de España, habría podido fundar y dotar conventos, pero no

suprimirlos y arrebatarles sus bienes”. 130

La postura de la Iglesia era pues la de defender

sus recursos por encima de una autoridad ilegitima que se abalanzaba sobre los mismos y

que pretendía poner a la institución religiosa en una posición de subordinación frente al

Estado.

128Juan Pablo Restrepo, Op Cit. p. 21 129Ibíd. P 497 130Ibíd. P. 498

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115

Las riquezas del clero se fundamentaban en su relación directa con la sociedad y esta no

veía en ninguna forma a la religión como un ente que fuera en contra de los ideales de la

gente. Socialmente y como algo importante de rescatar, la imagen que el Estado pretendía

proyectar acerca de la Iglesia católica no fue adoptada por las masas y en cambio, la Iglesia

pudo tener el apoyo de las personas en la cuestión específica del patronato. Los problemas

para el Estado frente a esa cuestión llegaron incluso a afectar sus relaciones diplomáticas.

En 1824 el Vaticano llegó a plantear la posibilidad de no reconocer al nuevo Estado por los

ataques al patrimonio clerical, que a pesar de ser territorialmente ubicado en la Nueva

granada, afectaban de todas formas la institucionalidad misma de la Iglesia en su conjunto. 131

Todo lo anterior es clara referencia de las tensiones vividas por cuestiones que a pesar de

tener una connotación ideológica fuerte, muestran y evidencian que los temas de fondo se

ubican en el plano político e indudablemente en el económico. Estas tensiones que

surgieron con la expropiación de los monasterios y conventos menores, que pasaron por la

injerencia del Estado sobre los créditos de la Iglesia y sobre bienes diferentes a la tierra y

que cayeron incluso a la usurpación de sus propiedades más personales, denotan las

características de un conflicto que trascendería y que evidentemente trascendió por más

tiempo y que se hizo demasiado notorio durante todo el siglo XIX. De estos eventos se

desprenderían las paulatinas disputas que tendrían a la Iglesia como un actor social

primordial en los destinos de la república.

Subsiguiente a estos inconvenientes durante los gobiernos de los presidentes Márquez

(1837-1841) y Herrán (1841-1845) se estableció una ley en la cual se le daba el poder al

gobierno para divulgar bulas o rescriptos papales y en el año de 1841 se le da la orden a los

jefes de la policía que vigilen a los prelados y curas impidiendo así que estos últimos

introduzcan novedades en la disciplina exterior de la Iglesia; también se le encargaba a la

fuerza policial cuidar que no se usurpara el patronato, la soberanía y las prerrogativas de la

república ni de la autoridad del poder civil.132

Las tensiones se multiplicaron en una

seguidilla de desacuerdos entre los antiguos líderes de la patria. Simón Bolívar y Francisco

de Paula Santander, antes compañeros de lucha y visionarios de la nueva nación terminaron

en una disputa personal tras el regreso de Bolívar de los campos de batalla. Varias de las

disposiciones de Santander fueron revocadas por Bolívar y lo que antaño fuera una amistad

patriota, terminó siendo una antipatía mutua. La cuestión religiosa también se hizo presente

en esta separación, pues Bolívar derogó algunas de las leyes que había implantado

Santander referentes a las cuestiones religiosas.

La aparición de los dos partidos políticos tradicionales tiene que ver con la enemistad

surgida años atrás entre el Estado y la Iglesia. A mediados de siglo el partido Conservador

con el programa elaborado por Ezequiel Rojas y que fue la base de la candidatura de José

131Jorge Villegas, Op cit. P 3-A 132Gerardo Molina, las ideas Liberales en Colombia, Universidad Nacional de Colombia, Ed Tercer Mundo, Bogotá, 1970-1977, pp. 17-18.

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116

Hilario López en 1848, se plasmaba en aquellos documentos que el partido Liberal no

deseaba adoptar la religión como el medio por el cual se debía gobernar, sino que el Estado

y la Iglesia deberán ser independientes el uno del otro. Por este y otros motivos los

Liberales se oponen a que la educación esté en manos de los Jesuitas ya que aquellas

acciones equivaldrían a la conservatización de la Juventud: “permitir a los Jesuitas en la

república, es abdicar la soberanía nacional en la compañía de Jesús”.133

La contraparte a las ideas Liberales las propondrían los programas Conservadores liderado

en su momento por Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro; los cuales en las

proclamas de su programa establecían: “El partido Conservador es el que reconoce y

sostiene la moral del cristianismo y sus doctrinas civilizadoras, contra la inmoralidad y las

doctrinas corruptoras del materialismo y el ateísmo, la tolerancia real y efectiva contra el

exclusivismo y la repercusión, sea de católico contra el protestante y el deísta, o del ateísta

contra el Jesuita o Fraile”.134

La evolución histórica de los acontecimientos retratados da

cuenta de las dificultades asociadas a las discrepancias surgidas luego del Congreso de

Cúcuta y en donde las dos partes involucradas arremetieron una contra la otra, cada una

atacando desde donde se hacía más fuerte pero colocando siempre a la población en medio

de las disputas. El resultado de todo ello desembocó en la división ideológica de marcada

profundidad y que se mantendría por mucho tiempo, modificándose en la medida en que se

cambiaban las leyes y los gobiernos. A pesar de esos cambios la cuestión siempre se

mantuvo de fondo y no se transformó más que en apariencia.

Las disposiciones del gobierno de Santander apuntaban a viabilizar al Estado a través del

reordenamiento fiscal del país, por ello era preciso obtener ingresos y en la medida de las

posibilidades, en mayor cuantía y de forma rápida. Los inconvenientes para realizar dicha

tarea eran bastantes y los representantes del clero no se quedarían serenos mientras veían

como el capital logrado gracias a la empatía de los fieles se les escapaba de las manos y era

amenazado por el Estado. La defensa de las riquezas de la Iglesia, así como el

mantenimiento de su prestigio y posición ante la sociedad, eran causa común entre la mayor

parte del clero tradicionalista, el cual era por omisión o por convicción, la gran mayoría. Lo

anterior hacía parte del contexto que se imponía sobre la vida de los clérigos, los cuales

tuvieron en tiempos coloniales grandes prebendas y mucha protección por parte de la

España imperial. El resultado natural de las reformas liberales terminaría afectando los

intereses de la Iglesia y es por ello que se hacía inminente el enfrentamiento entre ambas

instituciones.

Con el cambio en las relaciones entre el Estado y la Iglesia tendrían que negociarse, en el

mejor de los casos, las formas en que esta última operaba en cuestiones económicas,

además y para efectos de viabilidad o compatibilidad ideológica, también se discutieron

133Ibid, P.p 20-23 134 Directorio Nacional Conservador, Los programas conservadores: 1849-1878-1879-1881-1931-1937-1939-1948-1949, Ed Voto Nacional, Bogotá 1952, pp. 120-121

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117

temas relacionados con el quehacer espiritual de la institución eclesiástica. No solamente

entraba a supervisarse y controlarse la actuación de la Iglesia en asuntos financieros sino

que además se dio vía libre a la circulación de material bibliográfico que hasta ese

momento era prohibido por los altos jerarcas religiosos, tanto en las tierras ocupadas por los

españoles como en la misma Europa. La libertad de imprenta entraba a maniobrar como un

ataque directo a los preceptos de la institucionalidad nada secular e impuesta por el legado

cultural de la ortodoxia religiosa. Se abrió el camino para intentar construir una nueva

sociedad que fuera capaz de “regir sus destinos” dejando de lado el atraso y la superstición,

ambas características heredadas del antiguo régimen.

Con la libertad de imprenta circularon los textos prohibidos y se permitió que estos fueran

la base para la educación que debería recibir la población. En una sociedad en la que los

altos dirigentes se especializaban en jurisprudencia era indispensable tener a la mano las

tesis que llegaban de Europa sobre la materia. El entendimiento de un nuevo Estado era

tarea fundamental por parte de los nuevos administradores, por lo tanto, educar a la

población bajo la lógica de la eficiencia, la obediencia y el emprendimiento era una labor a

ejecutarse de inmediato. Los textos de Jeremías Bentham ocuparon un lugar predominante

en la formación de los pocos que tendrían instrucción alguna. A través de ellos se le rendía

culto al Estado y se atacaba la ineficiencia e inoperancia de los regímenes monárquicos que

gobernaron a sus anchas bajo la lógica del despotismo y siempre procurando el monopolio

de las riquezas impidiendo cualquier iniciativa privada. Para desgracia de la Iglesia, estos

textos apuntaban el dedo a su institucionalidad y le juzgaban por su estrechez con el legado

monárquico y por ello, se identificaba con el enemigo opresor que fuese el imperio español.

La justificación del accionar del Estado se apoyaba en los eventos que cambiaron a Europa

décadas antes y con los que se levantó el modelo capitalista a través del liberalismo. La

tradición señorial de la Iglesia con la que tanto se benefició, estaba limitada por el nuevo

agente rector de los destinos de un país atomizado y segregado por cuestiones geográficas,

distanciado en muchos casos de las disposiciones del poder central y apegado a la única

forma de gobierno que había conocido, este es por cierto el gobierno colonial que había

establecido las reglas por las cuales se regía la vida de los habitantes.

Encontramos a dos poderes enfrentados que se levantaron por encima de las personas y que

intentaban legitimar su poder, su influencia, su control y por ende, llevar tan lejos como las

circunstancias lo permitieran, su propio proyecto de sociedad. Este enfrentamiento tuvo en

principio a la Iglesia Católica como el rival más golpeado en esa lucha, un rival que tuvo

que rendirle tributo al Estado sin recibir a cambio los favores acostumbrados bajo el

antiguo régimen. Después de 1821, la Iglesia debería entrar junto con sus bienes al libre

juego del mercado y por lo tanto, su institucionalidad y autonomía en asuntos económicos

también entraban a hacer parte del dominio público ejercido por el Estado. Debido a lo

anterior se dejaba enmarcado el contexto en el que ambos poderes empezarían una lucha

que se extendió durante la mayor parte del siglo XIX y que engendraría la discordia y la

Page 118: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

118

intolerancia entre ambas facciones, siendo la Iglesia Católica la que mayor poder iría

adquiriendo con el paso del tiempo a través del Partido Conservador, el cual aparecería a

mediados de siglo.

Mariano Ospina Rodríguez sienta las bases del ideario político del partido Conservador en

el año de 1849, un año después de que el partido Liberal hiciera lo propio. Este partido se

identificaba con el mantenimiento de ciertas prácticas a nivel económico dentro de las

cuales se destacan la esclavitud como medio por el que se lograra la extracción de riqueza,

especialmente al sur occidente del país, y el desconocimiento del libre cambio pues

afectaba a la clase terrateniente que se había beneficiado históricamente del sistema

colonial. En virtud de lo anterior es en ese ámbito que se encontraban las mayores

diferencias, pues en los aspectos políticos de administración del Estado tales como el

reconocimiento de las instituciones y el establecimiento de una democracia había cierto

grado de acuerdo en ambas facciones.135

La cuestión religiosa seguía siendo uno de los

temas más complejos dadas las reformas liberales y que se potenciaron con el sustento

ideológico del partido Liberal.

Con las disposiciones del Congreso de Cúcuta vendrían posteriormente las expropiaciones

que se deberían hacer a los monasterios que contaran con menos de ocho ocupantes. Los

edificios que se sumaban al control estatal se dedicarían a la educación y de esa manera se

ejecutaron las intervenciones sobre los bienes eclesiásticos. En el año de 1823 y tras una

nueva disposición por parte del Estado se ordenó la ocupación del que era el edificio de los

capuchinos136

. Con esa toma, que se caracterizó por ser una extralimitación del poder del

Estado, empezaría a llevarse a la práctica y de manera agresiva lo dispuesto por el

gobierno. La causa educativa y el deseo de formar a los ciudadanos en valores

republicanos, llevó al Estado a actuar de forma tal que los odios y las discrepancias entre la

institución eclesiástica y los entes gubernamentales trascenderían más allá de cualquier

gobierno, llevando consigo la carga inútil que se posaría sobre la población, la que en

última instancia sería el objeto de disputa entre ambas partes.

La cuestión educativa era el pretexto para realizar la intervención a los bienes de dicha

comunidad religiosa, pero además, también se intervino sobre las pertenecías particulares

de los religiosos como sus joyas y objetos personales que representaran algún valor. Los

libros de la comunidad también fueron objeto del ataque del Estado.137

El legado del

congreso de Cúcuta se hacía presente y servía como el sustento legal para emprender las

acciones necesarias en favor del nuevo régimen. Hacía 1821 ya se habían ejecutado

acciones similares y con ellas, las diferencias entre la Iglesia y el Estado se iban

alimentando. En ese año se dictaba lo siguiente:

135 Álvaro Tirado Mejía, El Estado y la política en el siglo XIX en Manual de historia de Colombia Tomo II, Instituto colombiano de cultura, Bogotá, 1979, p. 335-340 136 Juan Pablo Restrepo, La iglesia y el Estado en Colombia, Tomo I, Biblioteca Banco popular, Volumen 132, Bogotá, Colombia, 1987, p.500 137 Ibíd. p. 500

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119

Francisco de Paula Santander jeneral de la división de los

ejércitos de Colombia, vicepresidente de la republica,

encargado del poder ejecutivo. Hallándose destinados para la

educación publica los fondos y bienes, y edificios de los

conventos suprimidos por la ley del 28 de julio de 1821, he

venido a decretar los siguiente.

ART 1 se establece en la ciudad de Mariquita una escuela de

primeras letras por el método lancasteriano y una catedra de

gramática española, latina, y principios de retorica.138

La instrucción pública se convertía en objetivo primordial del Estado y para poder

acercarse a sus propósitos, vio como algo necesario someter a sus mandatos a la institución

más fuerte que quedaba luego del derrocamiento de España. La Iglesia tenía por delante el

reto de permanecer y prevalecer ante las circunstancias adversas que el contexto le

presentaba y eso supuso el inminente enfrentamiento con el Estado, con sus representantes

e instituciones. El clero se apoyó en la simpatía de las personas y en su capacidad de

maniobra política, la cual no era nada despreciable ya que los religiosos gozaban de una

aceptable representación frente al nuevo administrador, es por ello que el campo de lucha

entre ambos poderes abarcaba más de lo que el mismo gobierno pudo haber pensado, pues

era claro que los medios de defensa de las riquezas y del prestigio de la Iglesia alcanzaban

más terreno que el que ocupaban físicamente en sus capellanías y demás terrenos, sino que

se lograba extender fuertemente en el plano ideológico.

El Estado ejecutaba sus acciones tendientes a modernizase y ponerse al tanto de la

vanguardia europea, la cual incluía poner en cintura a las comunidades religiosas que se

habían vuelto muy poderosas bajo la autoridad de los regímenes monárquicos. Al enfrentar

el remanente institucional del despotismo imperial se lograría (o al menos era lo que se

pretendía) acabar por completo con las viejas y tradicionales formas de vida que reflejaban

varios siglos de subyugación e inconformismo frente a las imposiciones reales, frente al

control ideológico que evidentemente ejercía la Iglesia y frente al modelo político que

limitaba el accionar de los ciudadanos.

Estos nobles ideales que adoptaron los representantes del nuevo Estado alimentaron el

imaginario colectivo de las clases sociales privilegiadas que tenían relación alguna con esa

vanguardia. El control del Estado y la proyección de este hacia una visión de futuro que

138Archivo General de la nación, Gaceta de Colombia N° LXIV TRIM V, Bogotá, Domingo 5 de Enero de 1823.

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120

garantizara el triunfo de los hombres libres dejaba de lado la realidad histórica de exclusión

a la que las mayorías se han visto arrojadas. No es nuevo y por ello es de resaltar la manera

en que el gobierno precedido por el Vicepresidente Francisco de Paula Santander era un

gobierno oligárquico, dominado por la minorías ilustradas que encontraron su contraparte

en los clérigos, los cuales eran poderosos debido a la gran cantidad de recursos con los que

contaba, sin desestimar la influencia que tenía en el común de la gente.

El plano económico era un terreno de discrepancias que en última instancia evidenciaba lo

divergente de los proyectos políticos de ambas instituciones. El Estado utilizó el pretexto

fiscal para abalanzarse sobre los terrenos de la Iglesia, pretexto en tanto los recursos

percibidos por el derecho de patronato que se adjudicó el primero, pasando por encima de

la autoridad religiosa, así como la intervención sobre los diezmos y las mismas

expropiaciones no representaron una suma demasiado importante para solucionar sus

graves problemas financieros. Cabe peguntarse cuál era entonces la intención de fondo del

Estado al entrar en choque con la Iglesia. Tomando en cuenta las anteriores consideraciones

es prudente asegurar que el plano ideológico marca y representa un aspecto demasiado

significativo en la lucha que se daba entre los dos poderes más importantes por aquel

entonces. Si la educación era algo tan trascendente es precisamente porque ésta es en última

instancia la que va a reflejar los destinos que asuma la sociedad, y claramente el modelo

educativo de corte laico frente a un modelo tradicional con tendencias escolásticas no

comulgaban mutuamente.

La circulación de ciertos libros y la prohibición de otros es una clara muestra de la

importancia del factor ideológico como un campo de disputa. Las constantes acusaciones

de parte del Estado en contra de la Iglesia al asociarla con el antiguo régimen y de ser

promotora de una retoma del poder por parte de los enemigos del nuevo Estado eran algo

real. Por su parte, la Iglesia acusaba a los gobernantes liberales de ir en contra de los

preceptos divinos, de ser ateos y hasta herejes y de ser enemigos directos de la causa

religiosa tal y como sucediera con los más enardecidos ilustrados en Europa. Ciudadanos

libres o fieles abnegados, secularización de la sociedad o preeminencia de los valores

tradicionales, campos que se cruzaban y sobre los que se enmarcaban las disputas que a

pesar de todo, tenían como elemento fuerte la cuestión económica, pues es evidente que de

la cantidad de recursos con los que se dispone es más fácil emprender una tarea misional

para “salvar almas” o para poner en marcha la construcción de un nuevo Estado, con

centros educativos y con empresas pujantes para procurar así el desarrollo en un sistema

económico con características liberales.

Las leyes eran un hecho y con ellas se daba vía libre a las reformas liberales que instauró el

vicepresidente Santander. Así procedió en la ciudad de Cali:

Decreto del gobierno

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121

Francisco de Paula Santander jeneral de la división de los

ejércitos de Colombia, vicepresidente de la republica,

encargado del poder ejecutivo.

En cumplimiento de la ley del 28 de Julio del año 11 sobre

establecimientos de Colejios en cada una de las provincias,

y de la que proviene el ART 3° de la supresión de

conventos menores, he venido a decretar lo siguiente.

ART 1° Habrá en la ciudad de Cali provincia de Popayán,

un colejio que se denominara la Santa -Librada en

conmemoración del día en que hizo su revolución la antigua

Nueva Granada, destinándose para su establecimiento el

convento suprimido de San Agustin con todas sus

anexidades.

[…] 1- De todos los bienes, edificios, alhojas, censos,

derechos y acciones que correspondan a los conventos de

San Agustín, Santo Domingo y la Merced suprimidos en

Cali.139

A pesar de lo ocurrido en Bogotá con el edificio de los capuchinos, se dieron acciones

similares como la que sucedió en Cali. La enajenación de los bienes de los clérigos retratan

la situación de estos últimos ya que no solamente fueron expropiados los edificios y las

tierras, también tomó el Estado para sí sus pertenecías privadas. Cabe la duda sobre qué tan

útiles serían los recursos individuales de los curas y capellanes, que tan bien se vería ante

los ojos de la sociedad una actitud saqueadora y hasta delincuente del Estado al tomar las

pertenecías de los sujetos tal y como lo hicieran los recaudadores de impuestos de los

monarcas. Si bien la situación del Estado tras su enajenación de España no era la mejor,

difícilmente sus problemas se solucionarían asaltando a los representantes de la

institucionalidad religiosa.

El Estado alimentaba el germen de la discordia con decisiones contradictorias, le daba en

buena parte a la Iglesia razones suficientes para mostrase en una posición de debilidad y

por ende, ganarse la piedad de los fieles ante su situación. El apoyo a la religión en vez de

disminuir aumentaba al mostrarse perseguida, pero en realidad no estaba débil y se estaba

asegurando hábilmente y para el futuro todo un potencial de simpatizantes que le darían la

suficiente fuerza política para competir de igual a igual con los gobernantes identificados

con la ideología liberal. La Iglesia se vio afectada por las reformas liberales de Santander,

es cierto, pero su fuerza se mantuvo al ocupar un lugar privilegiado en todas las esferas

sociales, al ser el mayor referente de las personas y al gozar de mayor legitimidad y hasta

139 Archivo General de la Nación, Gaceta de Colombia N° LXXVI TRIM VI, Bogotá, Domingo 30 de Marzo de 1823.

Page 122: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

122

autoridad que el Estado. Sobre la expropiación del edificio de los Capuchinos y en relación

al ataque a los bienes de la Iglesia se expresaba lo siguiente:

Congreso

El senado y la cámara de representantes de la republica de

Colombia, reunidas en el congreso.

Decretan:

ART 1° Habra en esta capital un colejio de ordenandos

ART 2° Se aplican al espresado establecimiento el edificio que

ocupaban los padres capuchinos, sus halojas y parámetros y los

libros de su biblioteca, que juzgare útiles el poder ejecutivo,

oído el informe del discreto provisor, agregándose los restantes

a la biblioteca nacional.

ART 4° También se aplican para la susistencia de este Colejio

los réditos de algunas capellanías eclesiásticas de jere devolute

fincadas en esta provincia de Bogotá y el uno por ciento de las

cofradías de esta diócesis.140

La estructura fiscal en torno a las ganancias que el Estado habría de percibir por concepto

de impuestos sobre la renta de los monasterios expropiados, apuntaba a que estos últimos

ingresaran como cualquier otra institución o empresa a tributarle, a reconocerle como

autoridad suprema del territorio y a apoyarle en su causa. Era muy prematuro hablar de un

sistema político consolidado, pero hablar de oposición al gobierno ya era una realidad,

realidad que se apoyaba en la Iglesia Católica y que habría de mantenerse por el tiempo

suficiente mientras el partido Conservador, consolidado como tal, se hiciera con el poder

central. Los ingresos y propiedades del clero deberían ser grabados con impuestos, sus

tierras dispuestas para potenciar actividades agrícolas y sus riquezas puestas al mercado y

no acumuladas sin un movimiento aparente, lo que aportaría al patrimonio del Estado pero

más que eso, daría un ejemplo importante a toda institución, grupo o individuo sobre sus

responsabilidades como agente social dentro de la nueva concepción de nación que se

pretendía construir.

Más allá de los resultados fiscales que hubiese obtenido el Estado lo que se dio

concretamente fue la injerencia de este en los asuntos de la Iglesia. En lo económico fue

indudable ya que entró a administrar los bienes del clero, pero además prescribió los

estatutos mediante los que se debía impartir educación en los centros que habían sido

tomados. La educación de los particulares y de los mismos curas ya era un asunto sobre el

que la voluntad del Estado era soberana, dejando de lado la autonomía a la que tuviere

lugar la Iglesia. Esto mismo aconteció con la expropiación del edificio de los capuchinos en

140 Archivo General de la Nación, Gaceta de Colombia N° LXXXX TRIM VII, Bogotá, Domingo 6 de Julio de 1823.

Page 123: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

123

1823.141

El afán de disponer del edificio de ordenandos y la necesidad de poner en

funcionamiento los bienes de la Iglesia, llevó a pensar a los representantes del gobierno en

ocupar este mismo edificio como sitio de reclusión para los curas que cometieran delitos o

para cumplir una doble función, la de cárcel y la de centro de enseñanza para los mismos

ordenandos.142

Entró en funcionamiento la ley que se había discutido en el Congreso y que fue avalada por

el vicepresidente en perjuicio de los clérigos. Con la misma se daba clara muestra del poder

alcanzado por el Estado y de su capacidad de maniobra en diferentes asuntos y con diversos

rivales internos. La participación política de los curas obtenida gracias a la colaboración de

una parte de sus representantes en la lucha de independencia, no fue herramienta suficiente

para evitar que la ley con la que se expropiaba el edificio de los capuchinos fuera una

realidad. El ataque se daba por razones claras, la mayor de ellas por los excesos del clero en

cuestiones relacionadas a sus posesiones y riquezas nada despreciables, las cuales se

obtenían por labores que distaban mucho del ejercicio productivo asociado a labores

comerciales o empresariales.143

La solemnidad del ejercicio espiritual de buena parte del clero contrastaba con las

acusaciones, muchas de ellas realmente fundamentadas de parte del sector político que

controlaba el Estado. Grandes propiedades e ingresos eran percibidos por sacerdotes que se

identificaban más con el poder colonial y de ellos provenían los más grandes coletazos en

contra del Estado. Este era el caso del obispo de Popayán el cual devengaba un oneroso

sueldo.144

Para alguien que vivía de exaltar la humildad como uno de los mayores valores y

más aún, para alguien que se dedicaba a ejercer labores relacionadas con la fe y las

creencias más profundas de las personas, estaba mal visto que ostentara recursos tan

grandes. De cualquier modo, tanto el Estado como la Iglesia controlaban los escenarios más

importantes en todo ámbito. A nivel económico queda claro que a pesar de los ataques del

Estado a la Iglesia, esta última pudo mantenerse como una gran propietaria de bienes, a

nivel político el Estado era superior en número y tenía garantizado su lugar gracias a la

exaltación que hacía de la gesta de independencia, pero a nivel social era bastante superior

la Iglesia lo que la colocaba en un lugar privilegiado frente a su contendiente principal.

Los capuchinos en Colombia

141 Acta capitular de 2 de mayo de 1823, véase el nº 26. José M Groot, Historia de la Gran Colombia 1819-1830, historia eclesiástica y

civil de la Nueva Granada, Vol. III, Ed Cooperativa de Artes Gráficas, Caracas 1941, p. 217

142 Ibíd. P. 217 143 Fernando Díaz Díaz, Estado, Iglesia y desamortización, en Manual de Historia de Colombia, Tomo II, Instituto Colombiano de

Cultura, 1979, p. 429-430.

144 Ibíd. P. 430

Page 124: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

124

Las primeras misiones Capuchinas que se conocieron llegaron en el año de 1649 a los

territorios de la Nueva Granada, iniciando su misión apostólica en la Provincia de Santa

Marta y el Urabá, pero fue hacia 1649 cuando se emprenden las campañas de

evangelización de algunas tribus y se empiezan a fundar poblados. Llegado el año de 1774

se le concede una licencia a los Capuchinos Valencianos, para que dirigieran misiones

evangelizadoras en Riohacha y Santa Marta, campaña que estuvo dirigida por el padre

Miguel de Pamplona, reconocido misionero Capuchino, fundador entre algunas de sus

obras, del convento de los Capuchinos en Santa Fe de Bogotá145

.

Realizados los procesos misionales en Santa Marta y Riohacha, los Capuchinos se dieron

cuenta que tales procesos no eran nada fáciles y para poder llevar a cabalidad los procesos

deseados se necesitaba de un cumplimiento de las reales disposiciones, motivo por el cual

llegado el año de 1776 el Padre Miguel de Pamplona decide hacer una visita a Santa Fe de

Bogotá. La llegada de los Capuchinos causó gran conmoción entre los pobladores, pues no

recordaban la última vez que habían visto a personajes vestidos de forma tan particular, con

un toque similar al de San Francisco de Asís. En Bogotá los recibió el Virrey don Miguel

Antonio de Flórez. Durante la conversación sostenida con el Virrey se llegó a la conclusión

que los proyectos misionales que acontecieron desde la crisis que pasaron los Jesuitas, se

necesitaba reactivar los anteriores iniciados por dicha comunidad.

Luego de las conversaciones realizadas entre el Capuchino y el Virrey, éste les ofreció el

hospicio de San Felipe, el cual no se encontraba en las mejores condiciones, pero aquello

les permitiría a los Capuchinos avanzar en su proyecto de expansión territorial y misional.

Luego de los respectivos tramites que se requerían para hacer oficial la instalación de la

orden Capuchina, esta se hizo oficial con la llegada de 18 religiosos al hospicio, el 24 de

octubre de 1778. Hacia finales de 1780 la comunidad recibe una donación, la cual incluía

unos solares, casas de tapia y tejas bajas en la parroquia de San Victorino. El 18 de mayo de

1783 se coloca la primera piedra de lo que seria el templo del Señor San José de

Capuchinos Con estas donaciones empieza en Santa Fe de Bogotá, el proceso de expansión

Capuchina.146

Esta comunidad religiosa va a encontrarse en una situación de desventaja con respecto al

Estado debido a lo ordenado en las leyes que debían entrar en vigencia de forma inmediata.

Lo impuesto por el gobierno presidido por el Vicepresidente Santander recaía sobre los

religiosos y eran ellos por pretensión del Estado una extensión administrativa más que se

acoplaba al nuevo sistema. Obviamente esto no se dio como lo quisiera el Estado pero lo

cierto es que no tuvieron más remedio que acceder a los designios que se erigían desde el

poder central si no querían correr la misma suerte que corrieran en Europa, esta es la

expulsión y el destierro del país. A todas luces se mostraba la inevitable confrontación que

tendría lugar durante todo el siglo XIX y en la que ambas facciones ideológicamente

145 Fray Antonio de Alcacer, La Capuchina, Iglesia y Convento de Capuchinos en Santa Fe de Bogotá, Ed. Sucre, Bogotá, 1959, p. 9-10 146 Ibíd.p. 20-31

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125

contrarías le imprimirían su sello de división y desencuentros constantes en los que se

agudizaba más la precariedad social, en momentos en que se dividía el poder entre rivales

que no mostrarían supremacía total hasta finales de siglo.

En la actualidad la congregación de los hermanos capuchinos le ha hecho entrega al

Vaticano de los terrenos que le habían pertenecido en sus zonas de influencia, siendo

importante el vicariato de Valledupar que se ha elevado a la categoría de Diócesis.147

Las

posesiones de la Iglesia y de este grupo en especial evidencian lo que fuera en otro

momento la causa del conflicto frente al Estado y que hoy han dejado de ser objeto de

controversia entre ambas instituciones dados los procesos que ha sufrido el país dentro de

los cuales queda claro el triunfo de la Iglesia. La influencia de esta comunidad y su

importancia se ligan directamente al ejercicio misional que desarrollaron desde sus llegada

en las zonas más alejadas del país, llevando consigo los elementos culturales que le

brindaron a las poblaciones en las que su ejercicio no se hizo tan tortuoso. Con ello la

religión católica se expandió más eficazmente que los principios de obediencia al Estado,

razón por la cual la religión estuvo por delante desde los primeros momentos en que se

establecía la república.

Alcances y limitaciones de las reformas liberales

Es de entender que todo cambio genera resistencias y el desarrollado en el proceso de

transición de la época colonial a la republicana en Colombia significó un momento en el

que los procesos se acoplaron con diferentes grados de aceptación o imposición, según el

lado del que se encontrase determinado grupo; ostentando el poder con el que se podía

ejercer el control sobre la sociedad, o ejecutando a regaña dientes lo que se dictaminaba

desde las clases privilegiadas que gobernaban. Sea cual sea el caso, las reformas liberales

adelantadas por el Vicepresidente Francisco de Paula Santander atravesaron diferentes

ámbitos y dieron cuenta de los aciertos y fracasos de su gobierno, en el cual es actor

fundamental la Iglesia Católica. Por un lado, los proyectos adelantados por este iban

dirigidos a afianzar un modelo ideológico con el que se identificaban los reformadores y

con el que se pretendía modernizar al Estado, cambiar las viejas formas administrativas y

darle paso a una economía en donde las iniciativas individuales fueran respetadas bajo la

igualdad jurídica, garantizando que el libre juego del mercado permitiera potenciar los

diferentes focos de desarrollo.

De otra parte, el viejo modelo económico heredado de la época colonial permitía a los

hacendados mantener el statu quo y de esa forma abastecer su aparato productivo de mano

de obra esclava, limitar el accionar de los indígenas en cuanto a derechos de propiedad se

refiere, (esto para no tener que ver como iguales en derechos a personas que históricamente

147 Véase en http://www.capuchinoscolombia.com/

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126

consideraron inferiores) y sostener un estilo de vida en el que se aseguraban la tenencia de

tierras para especular y enriquecerse sin hacerlas productivas. Esta característica es

fundamental para asociar a la Iglesia con los hacendados puesto que las propiedades de la

Iglesia eran cuantiosas, los ingresos de los sacerdotes muy considerables partiendo de la

labor que ejercían y además, no es nada despreciable el hecho de que fueron bastantes los

representantes del clero que se opusieron al gobierno y sus reformas, las cuales

transformaron las relaciones productivas en las que la institucionalidad religiosa se vio

bastante afectada.

Las consecuencias inmediatas de las reformas y de los procesos de expropiación de los

monasterios tal y como ocurrió con el edificio de los capuchinos son difíciles de estimar,

pues es más evidente la posición del Estado con su aparato propagandístico a través de los

diarios oficiales en el periodo que va desde 1821 a 1825, pues a pesar de las voces de

indignación y protesta de los clérigos, estos debieron aceptar la realidad y obedecer al

Estado aun cuando este operó en contra de ellos, de sus principios y de su misma

institucionalidad. La forma en que se adelantaron las reformas no precisamente se

caracterizó por ser consensuada y en el caso del colegio de ordenandos, mesurada. Tomar

posesión de los bienes ajenos incluyendo aquellos que son de dominio particular de

cualquier individuo en nada llegó a trascender en los asuntos fiscales que quiso solucionar

el gobierno. Esta clase de hechos trastornó las relaciones entre Iglesia y Estado, limitó la

capacidad de concertación frente a las políticas sociales de dominio público, pues esta no

fue una característica del gobierno de Santander, pero además, agudizó un la mala imagen

que la curia tradicional tenía del gobierno desde el mismo proceso de independencia. El

Estado actuó intentado cambiar una relación en la que la Iglesia era bastante privilegiada,

poderosa e influyente, pero su gran falla fue pretender la secularización inmediata de una

institución tan arraigada en la vida de las personas, intentado cambiar siglos de tradición

por un ente bastante desconocido y novedoso.

La forma en que se entendían estos dos poderes influyó en los sucesos posteriores, sucesos

que le dieron a la Iglesia el poder político necesario para hacerle frente al Estado y mandar

atrás varias de las reformas adelantadas tras el Congreso de Cúcuta. Lo que es cierto es que

estas reformas tuvieron un impacto suficiente como para generar un sobresalto tan grande

que marcaría el periodo de disputas de todo el siglo XIX. Se transformaron las instituciones

políticas, se dictaron nuevas pautas económicas con las que se liberó a productos tan

importantes como el tabaco de las cargas impositivas del antiguo régimen y se adelantaron

proyectos de infraestructura bajo la supervisión del Imperio Británico. Se dictaron leyes de

manumisión y libertad de esclavos, se le otorgó a la población, aunque nominalmente,

libertad e igualdad jurídica y se sentaron las bases de un pobre sistema productivo que

siguió sumido en las relaciones señoriales tradicionales muy a pesar de las reformas.

El Estado no pudo controlar su territorio, no logró sustentar su proyecto social ni tampoco

mantener los principios fundamentales con los que se le dio marcha al nuevo proyecto de

Page 127: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

127

nación tras la caída del Imperio Español. La sociedad en su mayor parte no conoció ni

necesitó de forma inmediata del Estado para continuar su marcha, ¿a dónde?, tal vez una en

la que se mantuviera el reconocimiento y la estructura social heredada de los siglos de

dominación imperial, pero dadas las circunstancias y la aceptación de un Estado bajo las

lógicas liberales en asuntos económicos, era solo cuestión de tiempo para que se

presentaran transformaciones en aquellas zonas que se mantenían al margen de la influencia

del Estado. Con los partidos políticos tradicionales y pasada la primera mitad de siglo, esta

influencia del Estado se hizo presente en zonas de tradicional influencia de las diferentes

comunidades religiosas, tal y como sucediera en el Darién, territorio de influencia de los

capuchinos. La Guerra de los Supremos representó esa lucha que se desencadenaría por

asuntos religiosos en la parte sur occidental del país y con la cual se dividía más y más la

sociedad.

Estas reformas se repetirían a lo largo de la historia del siglo XIX y sin mucha diferencia de

tiempo. Las disputas seguirían manteniendo el tinte religioso, siendo lo político, la

supremacía en ese aspecto, la ostentación del poder y el control de las formas productivas

lo que sería característica común en los diferentes momentos de lucha. En el gobierno de

Tomás Cipriano de Mosquera ocurría algo similar:

(1861)

DECRETO

“SOBRE EXTINCIÓN DE COMUNIDADES RELIGIOSAS”

T. C. de Mosquera, Presidente provisorio de los Estados Unidos de

Colombia, etc., etc.,

CONSIDERANDO:

1o. Que las comunidades religiosas resisten la ejecución del decreto de 9 de

septiembre del corriente año, sobre “desmortización de bienes de manos

muertas,” bajo el pretexto de que no pueden obedecerlo hasta que no reciban

órdenes e instrucciones de sus superiores, residentes en el extranjero, los

cuales no tienen porqué intervenir en asuntos que son peculiares del Gobierno

y régimen interior de los Estados Unidos de Colombia;

2o. Que esta resistencia injustificable coloca a los miembros de dichas

comunidades en rebelión contra el Gobierno de la Unión, puesto que así le

niegan la obediencia debida, a la que están sujetos los colombianos;

3o. Que según los datos que ha recogido el Poder Ejecutivo, se pretende

trastornar el orden público, bajo el pretexto de que el mencionado decreto

conculca los derechos de la iglesia, cuando por lo dispuesto en él en nada

quedan vulnerados;

4o. Que el Gobierno no puede ni debe mirar con indiferencia el

desobedecimiento de sus providencias, que indudablemente tienden al

mejoramiento y progreso de la Unión;

5o. Que se ha ofrecido a dichas comunidades lo necesario para el

Page 128: UN PROYECTO DE NACIÓN O REVANCHISMO POLÍTICO. ESTUDIO

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sostenimiento del culto en sus respectivas iglesias y capillas, y para la

subsistencia de sus miembros, y no obstante esto, se esfuerzan en hacer creer

que se les ha privado de los medios de sostener el culto y de los de

subsistencia individual, con el objeto de excitar las pasiones y subvertir el

orden público, y

[...]

DECRETO:

Artículo 1°. Se extinguen en el distrito federal y en el estado de Boyacá

todos los conventos, monasterios o casas de religiosos de uno y otro sexo.

Artículo 2°. En los demás estados en que los individuos de las comunidades

religiosas resistan o entorpezcan de cualquiera manera el decreto sobre

“desamortización de bienes de manos muertas,” se extinguirán igualmente

dichas comunidades, a juicio del Poder148

De esta manera, las consecuencias y alcances de las reformas liberales que se dieron con el

Congreso de Cúcuta y que se pusieron en ejecución con el gobierno precedido por el

Vicepresidente Francisco de Paula Santander tuvieron una incidencia más allá de lo

inmediato, convirtiéndose así en un problemas que debe analizarse de forma estructural y

que sería evidente en los diferentes momentos en que los Liberales ya como movimiento

político estuvieran a cargo del poder. Por su parte los Conservadores con el gran apoyo de

la Iglesia Católica dejaron en toda la sociedad un legado cultural que se mantiene en

nuestros días y con el que se confunden causas espirituales para legitimar acción es

políticas que sólo benefician al reducido grupo de privilegiados que han sabido aprovechar

la influencia social de una institución que, a pesar de sus desaciertos tal y como los tuvo el

gobierno de Santander y otros, se ha mantenido más fuerte que cualquier partido y con más

fuerza en diversos momentos que cualquier movimiento político.

148 www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/docpais/cierre.doc