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25 La eficiencia productiva Una observación previa: este capítulo puede ser obviado por aque- llos que se interesan esencialmente en el proceso que conduce a com- prender y mejorar la eficiencia productiva. A éstos les recomendamos pasar directamente al capítulo II. El principal problema que encontramos al leer este libro radica en el hecho de que se encuentra en la frontera entre el discurso sociológico y el económico. Muchas palabras cambian de sentido cuando pasamos de un tipo de discurso al otro. También cambian las connotaciones, las referencias tan conocidas que ya no es preciso mencionar, las maneras de razonar o la lectura de la realidad. En nuestro caso no quisimos, vo- luntariamente, elegir ubicarnos en uno de los dos discursos más que en el otro. Esta es la razón principal, ya que de hecho muy pocos trabajos buscan establecer una relación entre la técnica de lo social y la de lo económico a nivel micro, esto es, al nivel de la realidad observable. Nos vemos pues obligados a plantear nuestros propios criterios: esto significa que debemos optar por cierto vocabulario, debemos elegir en- tre las corrientes de pensamiento y esbozar nuevos conceptos. En cierto sentido, este primer capítulo constituye un rodeo que nos aleja de nues- tro tema. Sin embargo, resulta necesario para permitir situar nuestro discurso respecto al de nuestros colegas. Su función es pues la de permi- tir una ubicación teórica y facilitar la confrontación de las ideas que pre- sentamos con las que se les oponen. I Un poco de epistemología Un poco de epistemología Un poco de epistemología Un poco de epistemología Un poco de epistemología «No se debiera hablar de leyes simples que se verían perturbadas, sino de leyes complejas y orgánicas que a veces adolecen de cierta viscosidad, de ciertas zonas borrosas. La antigua ley simple se convierte en un simple ejemplo, una verdad mutilada, una imagen esbozada, un croquis copiado de un cuadro. Por cierto, volvemos a ejemplos simplificados, pero es siempre con fines pedagógicos...» (Gastón Bachelard, 1934)

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Page 1: Un poco de epistemología - MSc. Jaime Soto (Ing.) · plicar lo social por lo social» recorre todo el punto II del capítulo V de su libro central: “Las reglas del método sociológico”

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La eficiencia productiva

Una observación previa: este capítulo puede ser obviado por aque-llos que se interesan esencialmente en el proceso que conduce a com-prender y mejorar la eficiencia productiva. A éstos les recomendamospasar directamente al capítulo II.

El principal problema que encontramos al leer este libro radica enel hecho de que se encuentra en la frontera entre el discurso sociológicoy el económico. Muchas palabras cambian de sentido cuando pasamosde un tipo de discurso al otro. También cambian las connotaciones, lasreferencias tan conocidas que ya no es preciso mencionar, las manerasde razonar o la lectura de la realidad. En nuestro caso no quisimos, vo-luntariamente, elegir ubicarnos en uno de los dos discursos más que enel otro. Esta es la razón principal, ya que de hecho muy pocos trabajosbuscan establecer una relación entre la técnica de lo social y la de loeconómico a nivel micro, esto es, al nivel de la realidad observable.

Nos vemos pues obligados a plantear nuestros propios criterios: estosignifica que debemos optar por cierto vocabulario, debemos elegir en-tre las corrientes de pensamiento y esbozar nuevos conceptos. En ciertosentido, este primer capítulo constituye un rodeo que nos aleja de nues-tro tema. Sin embargo, resulta necesario para permitir situar nuestrodiscurso respecto al de nuestros colegas. Su función es pues la de permi-tir una ubicación teórica y facilitar la confrontación de las ideas que pre-sentamos con las que se les oponen.

IIIIIUn poco de epistemologíaUn poco de epistemologíaUn poco de epistemologíaUn poco de epistemologíaUn poco de epistemología

«No se debiera hablar de leyes simples que se verían perturbadas, sino deleyes complejas y orgánicas que a veces adolecen de cierta viscosidad, deciertas zonas borrosas. La antigua ley simple se convierte en un simple

ejemplo, una verdad mutilada, una imagen esbozada, un croquis copiado deun cuadro. Por cierto, volvemos a ejemplos simplificados, pero es siempre con

fines pedagógicos...» (Gastón Bachelard, 1934)

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Jean Ruffier

¿A QUÉ SE REFIERE NUESTRO DISCURSO? ¿A LA CIENCIA,¿A QUÉ SE REFIERE NUESTRO DISCURSO? ¿A LA CIENCIA,¿A QUÉ SE REFIERE NUESTRO DISCURSO? ¿A LA CIENCIA,¿A QUÉ SE REFIERE NUESTRO DISCURSO? ¿A LA CIENCIA,¿A QUÉ SE REFIERE NUESTRO DISCURSO? ¿A LA CIENCIA,A LA TÉCNICA, AL MÉTODO O A LA DISCIPLINA?A LA TÉCNICA, AL MÉTODO O A LA DISCIPLINA?A LA TÉCNICA, AL MÉTODO O A LA DISCIPLINA?A LA TÉCNICA, AL MÉTODO O A LA DISCIPLINA?A LA TÉCNICA, AL MÉTODO O A LA DISCIPLINA?

Comencemos por esbozar los fundamentos teóricos de nuestro pro-ceder. Algunos colegas nos han hecho notar, aunque muy amablemente,que al trabajar sobre la eficiencia productiva, no nos inscribíamos en losdebates actuales de la comunidad científica a la cual se supone que per-tenecemos, a saber, la de los sociólogos franceses. Si bien es cierto quenos sentimos más investigadores que sociólogos, más humanos que fran-ceses, esbozaremos algunos elementos de posicionamiento. Si no lo hici-mos antes, fue porque nuestro enfoque construía un razonamiento apo-yado en sucesivas investigaciones. Cada una de las investigaciones par-tía del punto alcanzado por la anterior. En efecto, nuestro razonamientosólo se sostenía si se abandonaba un cierto número de supuestos en losque se fundan las escuelas francesas de sociología de las organizacionesy las de las relaciones industriales. Hemos optado entonces por zarparcomo si este bagaje, que es el nuestro, no existiera.

Nos hemos esforzado por aclarar el lazo que existe entre ciertas con-ductas humanas y la producción. Y no lo hemos visto como una formade relación unívoca de causa a efecto, sino desde la forma de unainterpenetración entre proyectos humanos, relaciones humanas, artefac-tos técnicos y resultados productivos. Por ello, nos parece artificial estu-diar comportamientos de productores sin ocuparnos de lo que produ-cen. La producción es el proyecto más importante de los productores ensu conjunto, el proyecto respecto al cual hay, a la vez, más consenso ymás enfrentamiento entre ellos. Ahora, una producción no se puede redu-cir a las representaciones que de ella tienen los productores; es unproyecto de exterioridad. Se produce para los demás. Provoca, a suvez, efectos que se imponen a los productores. Además, hace actuarfuerzas naturales que no producen siempre lo que esperamos de ellas.Nuestro punto de vista debe pues abarcar aspectos sociales y no so-ciales. Debemos entonces ver claro qué tipo de saber estamos cons-truyendo.

Hemos sido formados en una confrontación permanente entre losavances de la sociología de las organizaciones (Crozier, etc.) y los de unasociología que se esforzaba por dar todo su sentido a la noción de actor(Touraine, etc.). No hemos renegado de los conocimientos aportados eimpulsados por estos autores. Simplemente nos pareció que no podría-mos progresar en el conocimiento de lo que hace al éxito de los proyec-tos productivos si manteníamos un enfoque sociologista. Hemos avan-zado en lo que constituye para nosotros una terra incognita de la realidadsocial, a tal punto que algunos de nuestros colegas nos han reprochado

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haber abandonado la sociología. Pero no deben inquietarse: nos referire-mos, sobre este punto, a un autor fundador.

Contra el sociologismo y a prContra el sociologismo y a prContra el sociologismo y a prContra el sociologismo y a prContra el sociologismo y a propósito del funcionalismoopósito del funcionalismoopósito del funcionalismoopósito del funcionalismoopósito del funcionalismo

No podíamos evitar sentir cierta molestia ante varios autores a loscuales debemos, sin embargo, nuestra formación: funcionan como si larepresentación primara sobre la realidad. Del mito de la caverna, sóloretuvieron el que nunca tendremos un acceso directo a la realidad. ¿De-bemos entonces aceptar que toda representación, siempre que sea com-partida por un grupo legitimado, vale como una realidad? En la sociolo-gía de la producción, esto se expresa por el rechazo a los datos económi-cos. El éxito económico es asimilado a la impresión compartida del éxito(la convención sobre el éxito). No podemos aceptar tales premisas en lamedida en que abogamos por una realidad que a veces es preciso develar.

Birou (1969) define al sociologismo como la interpretación y la ex-plicación total de las sociedades, su organización, su contenido de valory su devenir única y exclusivamente por los métodos de la sociología.Quien niega la influencia de los factores climáticos sobre la sociedad,hace sociologismo: la Revolución Francesa no habría estallado sin unasecuencia particular de malas cosechas que en 1789 llevaron a una esca-sez de pan en París. La reunión de los Estados Generales está pues par-cialmente vinculada con los caprichos de un anticiclón. Adoptar elsociologismo consistiría en explicar lo social por lo social y negarse aconsiderar cualquier otro efecto. Una lectura un poco rápida de Durkheimpodría quizás inducirnos a adoptar esta actitud, pero más adelante ve-remos que no es así.

De hecho, la crítica al sociologismo remite menos al método que a lateoría: se refiere a sistemas de pensamiento que explican la parte por eltodo, es decir a los individuos por las sociedades. Birou concluye suartículo diciendo que «el marxismo es un sociologismo en la medida en que sepresenta como la ciencia total de la sociedad, a la vez teoría científica y praxis únicadel devenir histórico que trasciende y condiciona las voluntades personales».

Bourricaud (1975) produce una crítica interesante del sociologismoque apunta en especial a Bourdieu. Para él, la tentación del sociologismovenció a los que profesan un hiperfuncionalismo.

Merton (1951) define al funcionalismo simple como el postuladosegún el cual toda sociedad constituye un conjunto unificado, compren-sible a partir de un principio único. Descansa sobre los siguientes postu-lados: «a) todo tiene un sentido, y b) el sentido de un elemento sólo puede sercaptado a nivel del todo, por último c) (el) de necesidad, (que) presenta a cadaelemento como una parte indispensable de una totalidad orgánica».

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El hiperfuncionalismo que denuncia Bourricaud radicaliza al funcio-nalismo en la medida en que las convergencias entre pensamiento indi-vidual y pensamiento colectivo se refieren a un proceso de alienación.«El individuo es sojuzgado y manipulado a la vez. En cuanto a la sociedad, nohace sino consagrar la explotación y enceguecer a los explotados sobre la reali-dad de su esclavitud». Bourricaud no se interroga sobre el estatuto delsaber sociológico en el hiperfuncionalismo; se trata, sin embargo, de unacuestión central para nuestra reflexión. O, si no, la alienación es total y eldiscurso sociológico no puede escapar a ella. Esto supone una astuciadiabólica del sistema que permitiría establecer un pseudoconocimientocuya función no podría ser otra que la de reforzar la alienación. O, comoaparentemente lo suponen los autores marxistas, la alienación tiene fa-llas, y el progreso del saber sociológico sirve de arma para vencerla. Alexponer los mecanismos de una alienación, la debilitamos. La acciónhistórica del marxismo responde a este esquema. Difundida y enseñadade modo militante por doquier, la teoría contribuyó a varias revolucio-nes, progresos y errores4.

Nuestro análisis de los sistemas productivos obliga a considerarlosante todo como funcionamientos. ¿Quiere esto decir que nuestro análi-sis es funcionalista? No lo creemos. En efecto, estos sistemas no funcio-nan por sí, sino porque los artefactos buscan establecer ese funciona-miento y que los actores consienten lo suficiente respecto a ello. No es elsociólogo quien supone que las partes se explican por el todo, sino losautores presentes (actores) y pasados (diseñadores de artefactos) quehan querido articular a hombres y máquinas en un funcionamiento. Es aellos que corresponde la elección del modo de articularlos en un proyec-to común global, a saber, un sistema productivo complejo. En este caso,decir que las partes dependen del todo, es reconocer que el proyectomarcha.

Todo esto exige un consenso mínimo entre los diferentes actoresrespecto a la producción. Este manufacturing consent (Burawoy, 1979) noconstituye una realidad dada. Justamente, una de las tareas de los soció-logos es comprender por qué se establece5. Si este consenso mínimo des-apareciese, todo el funcionamiento arriesgaría derrumbarse.

Volvamos a Emile Durkheim. Cuando este autor declara que hayque explicar los hechos sociales por hechos sociales, está adoptando unaposición en un debate contra el psicologismo: no es la naturaleza huma-na que explica las formas que adoptan las sociedades. Este debate «ex-plicar lo social por lo social» recorre todo el punto II del capítulo V de sulibro central: “Las reglas del método sociológico” (1895). Pero no hayque ir más lejos que el autor, quien dice que los hechos sociales nacen deuna necesidad diferente de la que surge del funcionamiento mental de

4 Una crítica del crí-tico diría que parasostener su puntode vista, Bourri-caud hace que el es-tructural-marxismoaparezca más racio-nal y coherente delo que cualquierade sus defensores lohace. Una vez esta-blecidos los postu-lados, la coherencianos conduciría aafirmar que es im-posible vencer a laalienación.

5 Se trata, a nuestroparecer, de una delas tareas más difí-ciles. Saber por quélos hombres sevuelcan al éxito enmateria productivasigue siendo paramí un enigma, unmisterio que este li-bro no pretendeelucidar, al menostotalmente.

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los individuos. Hasta se podría decir que lo psicológico colorearía loshechos sociales: «se equivocarían extrañamente sobre nuestro modo de pensarquienes sacaran, de lo que antecede, la conclusión de que, a nuestro parecer, lasociología debe e incluso puede hacer abstracción del hombre y de sus faculta-des.» Pero, sobre todo, lo que sería un error es ver en Durkheim un adep-to de la filosofía que consiste en reducir la realidad a la percepción socialde esta realidad. No podemos por tanto apoyarnos en él para negar quela realidad exterior se impone a lo social.

Según nuestro punto de vista, los productores están obligados aconfrontar sus actos a resultados de esos actos que son más concretos delo que serían las representaciones sociales de esos mismos resultados. Setrata de un postulado cuya pertinencia no buscaremos demostrar: la rea-lidad está constituida de modo tal que nos vemos obligados a postularsu naturaleza si queremos estudiarla. Este postulado es el que adopta-mos como punto de partida necesario. En esto, nos apartamos clara-mente del sociologismo. Debemos también enfrentar el riesgo de ser to-mados por sociólogos, riesgo que es inherente a nuestra labor. En efecto,no hemos extraído nuestro tema de un debate de sociólogos, ni busca-mos hacer sociología. Simplemente buscamos hacer ciencia a propósitode una temática que nos parece pertinente.

Elegir el tema más que la disciplinaElegir el tema más que la disciplinaElegir el tema más que la disciplinaElegir el tema más que la disciplinaElegir el tema más que la disciplina

No podemos, sin embargo, eludir el tema de cuál es el campo disci-plinario en el que nuestra reflexión se encuadra. En este sentido, consi-deramos que la primera exigencia de un enfoque científico es la discu-sión. Nadie es científico solo y aislado. Pensemos en el logos griego, raízempleada para constituir la mayoría de los nombres de las ciencias; estaraíz remite al discurso, lo que supone, al menos, un interlocutor. Pero,¿dónde encontrar un interlocutor que pueda discutir sobre la validezcientífica de nuestro accionar? Evidentemente dentro de la colectividadque reúne a los investigadores que trabajan sobre la misma temática ycon los mismos métodos que nosotros; es en este sentido que cabe quenos preguntemos si hacemos o no sociología.

El tema que estudiamos implica lo social y lo no social, lo material,lo humano, lo relacional y lo económico. Nuestro objetivo es compren-der cómo un sistema que está constituido por factores humanos y facto-res materiales puede lograr mantenerse como para hacer frente a la de-manda. No se trata de administración o gestión, en la medida en que lagestión y la administración son una técnica6, o un arte, y no un análisisde la realidad. Nuestro objetivo es, en primer lugar, comprender el cómode lo posible, aunque tenemos la esperanza de que si entendemos cómo

6 Existen autores quehablan de la cienciade la gestión. Noquisiera que mis co-legas del «Centre deGestion Scientifique»piensen que niegosu carácter científi-co. Hacen cienciacuando tratan decomprender la reali-dad y extraer las le-yes que la rigen. Po-ner sus resultadoscientíficos bajo for-ma de recetas con-duce a constituiruna técnica de ges-tión.

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se obtiene lo posible, haremos que lo posible sea más posible. Nos regocija-mos de antemano, si nuestro trabajo enriquece las técnicas de gestión.

¿Cuál es la diferencia entre una ciencia y otro tipo de discurso (filo-sofía, ética, religión)? Nuevamente nos apoyaremos en Emile Durkheimy esto por una razón muy simple: él fue uno de los primeros en pregun-tarse a qué se refería la sociología y, al plantearnos tal pregunta, de he-cho fundó si no la ciencia, al menos en Francia, la disciplina sociológica.Si retomamos la obra fundadora ya citada, vemos que lo que define a lasociología es su objeto y su método. Tendremos ocasión de volver so-bre el método, aunque dejando un poco de lado al pionero, ya que sehan hecho múltiples avances desde entonces. Pero en cuanto al objeto,nos parece que lo que afirma Durkheim aún es válido hoy: se trata de lascosas sociales que «consisten en maneras de actuar, pensar y sentir, exteriores alindividuo, dotadas de un poder de coerción en virtud del cual se imponen a él».

El primer elemento es el de las cosas. Para Durkheim «cosas» remi-te al latín «data»: «en efecto, es cosa todo lo que se da, se ofrece o más bien seimpone a la observación.»7 A diferencia de la idea, la ciencia trata de loshechos. Sólo constituye teorías para organizar la comprensión que tene-mos de las cosas que observamos. Al hablar del valor, el autor va aúnmás lejos en nuestra dirección, al enunciar lo que nos parece una claveque permite distinguir entre una ciencia que llamaremos sociología yuna técnica8 que llamaremos economía: «Lo dado, no es la idea que loshombres se hacen del valor, ya que es inaccesible: lo dado son los valores que seintercambian realmente en el curso de las relaciones económicas (...). No se tra-ta de la idea de lo útil o de la riqueza; se trata de todo el detalle de la organizacióneconómica». Dicho de otro modo, el explorar los modos y maneras en quese articulan los hombres y las máquinas en la producción de valores deintercambio, entra dentro del campo de la sociología tal como la defineDurkheim.

Pero entonces, se nos objetará, ¿qué ocurre con la economía? ¿No esuna ciencia diferente de la sociología? El debate puede parecer vano: larealidad no tiene por qué plegarse a las divisiones que los hombres creanpara hablar de ella. Pero la pregunta no se refiere a la realidad, sino anuestra capacidad para hablar de ella científicamente. Hablar científica-mente es, como mínimo, encontrar gente con quien hablar. Si lo que em-prendemos en este trabajo no entrara ni en el terreno de la sociología nien el de los economistas, tendríamos que organizar una ciencia nueva.Felizmente, no somos los únicos que investigamos en la frontera de losocial, lo técnico y lo económico, aunque a veces debamos defender nues-tra capacidad de hacer ciencia fuera de este terreno. No vamos aquí aresolver el debate sobre saber dónde nos situamos, es la comunidad cien-tífica quien debe aceptarnos y al hacerlo clasificarnos en tal o cual cien-

7 Observemos asíque se opera lógica-mente la distinciónentre ciencia y filo-sofía. La ciencia re-mite a las cosas, adatos, es decir a unexterior que se im-pone al observadorque percibe. La filo-sofía constituye untrabajo intelectualsobre el modo depensar: ayuda apercibir y a conce-bir, pero no remitea cosas sino a con-ceptos. Desde estepunto de vista, lalógica, las matemá-ticas y la epistemo-logía son partes dela filosofía.

8 La distinción cien-cia/técnica debeentenderse de la si-guiente manera: laciencia es una orga-nización de los co-nocimientos que te-nemos sobre la rea-lidad, la técnica unconjunto de conoci-mientos que permi-ten transformar loreal según nuestravoluntad. Un cono-cimiento sólo escientífico en la me-dida en que se arti-cula a un conjuntode representacioneslógicamente cohe-rentes de lo real; eslo que Kant expre-sa cuando le otorgaun carácter apodíc-tico a la ciencia. Unconocimiento técni-co no debe necesa-riamente ser cohe-rente con un con-junto de proposi-ciones más o menosbien demostradas,alcanza con que seaoperativo.

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cia. Sólo podemos tratar de aclarar lo que está en juego en el debate,retomando las definiciones de economía y sociología. Cada una de estaspalabras remite a tres categorías distintas entre sí: discurso sobre la rea-lidad (ciencia), métodos de manipulación de la realidad o de las cosasobservadas (técnica), entidad o conjunto de entidades profesionales (dis-ciplina).

Es fácil mostrar que, de estas tres categorías, una sola separa com-pletamente la sociología de la economía: el corpus profesional. Los so-ciólogos no aceptan la competencia de los economistas para desempe-ñar los mismos cargos, la recíproca también es válida. Esta cláusula deno competencia se enuncia tanto más marcadamente cuanto que la ma-yoría de los no profesionales no ven claramente lo que distingue a lossociólogos de los economistas. Esta situación se parece a la de las profe-siones afines como por ejemplo la de carpintero y mueblero, en dónde esdifícil establecer diferencias entre los productos. Pero, si bien es absolu-tamente aceptable que una profesión proteja a quienes organiza, estadefensa no debería desembocar en olvidar el porqué de esa ciencia. Elcuadro siguiente procura aclarar la cuestión que nos planteamos.

En este cuadro (que no quisimos que fuera exhaustivo) se puedever que la economía y la sociología se superponen parcialmente en tantociencia y métodos. También podemos observar, aunque venimos de in-sistir sobre ese punto, que las carreras están perfectamente separadas,protegidas la una de la otra9. Los economistas sabrán disculparme, peropienso que como ciencia no hay un campo que les esté reservado, entanto que los hechos sociales parecen escapar al análisis económico. Esevidente que la manera de producir de los hombres y el modo en quereparten entre ellos sus riquezas entran en el campo de la economía y dela sociología. En cambio, es más difícil hacer entrar en el campo de laeconomía el mundo de las representaciones y los modos a través de loscuales la sociedad se reproduce, aunque ciertos análisis del marxismo10

9 Esta observación esválida para los me-dios académicos detodos los países a quepertenecen los miem-bros del INIDET. ElINIDET está integra-do, incluso, por eco-nomistas y sociólogoscomo lo hacen, porotra parte, los mejoreslaboratorios que abor-dan temas afines a losnuestros. En el mun-do de la industria, laseparación entre dis-ciplinas determinamenos las carrerasdentro de las empre-sas; hay incluso mo-das, que hacen quelos cargos de conseje-ros de los altos diri-gentes de las empre-sas estén ocupadossucesivamente porpsicólogos o sociólo-gos, incluso juristas oeconomistas. En losministerios o en loscentros de planea-miento de las políti-cas públicas, se perci-be generalmente me-jor al economista queal sociólogo, si bienestos últimos se insta-lan, a veces sin men-cionar la disciplina ala cual pertenecen, encargos que antes eranreservados a sus que-ridos colegas.

10 Si bien Marx es consi-derado generalmentecomo un economista,si seguimos nuestrorazonamiento parecemás lógico conside-rarlo un sociólogo. Atítulo de anécdota,debo decir que estu-dié primero a Marxcomo filósofo, luegocomo sociólogo, enmayo de 1968, comoalumno de AndréGlucksmann.

CienciaCienciaCienciaCienciaCiencia MétodosMétodosMétodosMétodosMétodos DisciplinaDisciplinaDisciplinaDisciplinaDisciplina

EconomíaEconomíaEconomíaEconomíaEconomía cálculo carreraseconómico económicas

producción estadísticasdistribución

SociologíaSociologíaSociologíaSociologíaSociología reproducción métodos carrerasrepresentativa sociológicos sociológicas

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trataron de hacerlo. Nos quedan sólo dos opciones en la nosología de lasciencias: considerar a la economía como formando parte de la sociología o,si no, considerar que se trata de los dos nombres de una misma ciencia.

En cuanto a los métodos, es evidente que sociólogos y economistasdisponen de herramientas diferentes. Usted no usará las mismas herra-mientas si desea estudiar curvas de precios o evoluciones de la opinión.Aparentemente, la herramienta parece ser, más que el campo de investi-gación o los temas que se plantean, el elemento que permite introduciruna distinción más clara entre sociólogos y economistas. Como parecedifícil formar especialistas que dominen todos los métodos de la socio-logía y de la economía, es probable que las diferencias entre economis-tas y sociólogos se mantengan. Ya hemos observado la inutilidad de losesfuerzos por formar supertécnicos que dominen varios campos de lafísica, por ejemplo: mecánica y electricidad (ver: principio del cap.III);no lo lograremos tampoco en el campo más complejo aun de las cienciassociales. El constatar que habrá siempre economistas y sociólogos noquiere decir que no haya coincidencia en múltiples aspectos de sus com-petencias. Habiendo trabajado durante toda mi carrera sobre temas abor-dados también por economistas, constaté que la frontera entre las dosdisciplinas sirve sobre todo para evitar los intercambios intelectualesentre escuelas de pensamiento que compiten entre sí. Si consideramosque la primera ley de la ciencia es la discusión, entonces mantener estadiferencia constituye, por cierto, un obstáculo al desarrollo del métodocientífico.

La reflexión a propósito de la eficiencia productiva nos ha conduci-do a discutir sobre las fronteras de la economía y de la sociología. Dichadiscusión no es, sin embargo, completamente nueva. Lo que sí es nuevoes la articulación que tratamos de establecer entre lógicas de acción so-cial, lógicas económicas y lógicas técnicas, tratando de comprender cómose definen y se alcanzan los objetivos productivos. Lo que es probable-mente nuevo es abordar la lógica de los productores como no siendo,automáticamente, una lógica de la maximalización de la rentabilidad.Nos parece conveniente ver cómo esto requiere una nueva organizaciónen función de un concepto nuevo:

• En primer lugar, retuvimos la noción de eficiencia productiva porsu función heurística. Nos habíamos dado cuenta que nadie nos dabamedios para medir la verdadera actuación de los sistemas que estudiá-bamos. En cuanto comenzamos a tirar de ese hilo, vimos que nuestrodesamparo era ampliamente compartido por los actores económicos quepercibíamos como más cercanos. A partir de allí, se abría una discusión,se descubrían nuevos campos, un dinamismo se instalaba en nuestropropio grupo.

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• Son demasiado pocos los trabajos sociológicos capaces de apre-hender directamente el análisis de la globalización de la realidad pro-ductiva. Mientras el saber, los capitales, los productos y los hombres sedesplazan sin cesar por el mundo entero, muchos son los sociólogos quese limitan a lo particular, a lo localizado, a la defensa de tal o cual zona.Necesitábamos un concepto que nos reubicara constantemente en el planoglobal y que permitiera comprender las interrelaciones entre el aquí y elallá, medir las producciones de un sistema productivo localizado envarios países, comparar los resultados del aquí y del allá.

• Construir nuestro equipo transnacional de investigadores. Estesólo tiene sentido en la medida en que construye en torno a conceptosque no son marcados ni por un neocolonialismo intelectual o económi-co, ni por debates que sólo interesan a los países en que se concentran lamayoría de los investigadores.

Por ahora recordaremos que el análisis que llevamos a cabo perte-nece tanto a la economía como a la sociología. Proseguiremos la discu-sión sobre la naturaleza científica de nuestro análisis a través del objetode nuestra observación/experimentación.

EL CONTORNO DE UN SISTEMA PRODUCTIVOEL CONTORNO DE UN SISTEMA PRODUCTIVOEL CONTORNO DE UN SISTEMA PRODUCTIVOEL CONTORNO DE UN SISTEMA PRODUCTIVOEL CONTORNO DE UN SISTEMA PRODUCTIVO

¿Qué son estos sistemas productivos con tecnología compleja? ¿Porqué partir de una palabra tan rara y no decir, sencillamente, «empresa»como todo el mundo? Y si la palabra empresa no nos parece adecuada,¿porqué no aceptar la palabra taller o la palabra máquina? Cada palabrapropone un recorte de la realidad que remite a un modo de interpreta-ción específica. Si las interpretaciones de las dificultades del éxito in-dustrial no nos satisfacen, es porque descansan sobre análisismonodisciplinarios. Cuando se trata de saber si producimos el máximoa partir de los medios empleados, el economista mira si el capital estácorrectamente remunerado, el sociólogo se pregunta sobre la calidad delas relaciones sociales en las que la producción se organiza: todas estasson preguntas sumamente respetables y por cierto insoslayables, peronos alejan de nuestro objeto. Si la empresa no marcha es, en primer lu-gar, porque lo material, lo económico y lo humano se articulaninadecuadamente. Esta articulación entre diferentes campos de diferen-te naturaleza no puede ser tratada en el seno de disciplinas que se limi-tan a una sola de estas naturalezas. No alcanza con ganar dinero, o contener buenas relaciones sociales para que, de pronto, las dificultades téc-nicas desaparezcan. Es evidente que cuando todo el mundo está moti-vado y que se dispone de medios para inversiones, las posibilidades detener éxito aumentan, pero esta constatación evidente no dice nada so-

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bre los instrumentos destinados a enfrentar la complejidad. Esto transi-ta por una definición por parte del sociólogo de su objeto de estudio,definición que permite decir qué le es propio y qué le es exterior. Unavez que definamos este contorno, y sólo entonces, podremos dar un sen-tido a todo esfuerzo de medición.

Bachelard (1934) tenía razón cuando decía que una ciencia tiene laedad de sus instrumentos de medida. Esforzarse por medir obliga a ha-cer más preciso el contorno de lo que estudiamos y en este sentido, muypocos trabajos de sociología definen los contornos de los objetos de pro-ducción que estudian. Más exactamente, aceptan reducirse a los límitesde su observación: si tienen acceso a un taller, estudian las relaciones detrabajo en el seno del taller, si tienen acceso a los patrones o a las estadís-ticas de las empresas, toman como unidad la empresa, construcción jurí-dica a menudo bastante poco pertinente respecto a su objeto.

Comencemos entonces por una de las partes de la producción másfrecuentemente analizadas en sociología: las organizaciones. Veremostambién que este recorte no corresponde al que buscamos.

La orLa orLa orLa orLa organizaciónganizaciónganizaciónganizaciónganización

El problema que plantea esta noción es que su sentido difiere si nosreferimos a la economía o si recurrimos a la sociología. Evitamos, poresto, utilizar en el resto del trabajo este término, para no crear ambigüe-dades. Pero el aporte de la sociología de las organizaciones es demasia-do importante para nuestro trabajo como para que obviemos reflexionarsobre las relaciones entre lo organizativo y el campo de la eficiencia.

Cuando Crozier (1964) escribió el trabajo fundador de la sociologíade las organizaciones, no se tomó el trabajo de definir los contornos deuna organización. En cierta forma, le basta con decir que los actores es-tán englobados en ella. Los ejemplos que propone ponen a menudo enrelación a algunas personas, no se sabe si reales o arquetípicas, queinteractúan entre sí según una lógica de acción bastante simplista; a sa-ber, la maximización del poder personal. Los ejemplos son bastante creí-bles y hasta podemos pensar que son reales, aunque parece que la obrafue escrita cuando el autor se encontraba en Estados Unidos, muy lejosdel campo que había sido objeto de su estudio. Dicho de otro modo,nada es preciso si todo se parece a lo real. Muchos sociólogos conservanen su memoria observaciones del mismo tipo; la fuerza del modelo estal que a veces olvidan preocuparse por el lugar de lo real donde dichomodelo puede desarrollarse.

Esta abstracción es tan fuerte que Boudon (1979) pudo retomar elejemplo del monopolio industrial a partir de la teoría de los juegos. Uti-

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lizando esta teoría, Boudon llega a los mismos resultados que Crozier, atal punto que nos preguntamos si la observación es verdaderamentenecesaria si se quiere producir resultados. Si analizamos las organiza-ciones haciendo abstracción –o casi– de la observación, el conocimientoque producimos se aparenta más a una matemática que a una ciencia, esdecir nos permite razonar pero no nos dice cómo funciona realmente.Tendríamos que remitirnos a Vilfredo Pareto cuando en su “Manual deeconomía política” (citado por Bourdieu, 1968) considera que las teoríasalejan de la realidad al reducir la complejidad de lo real a un modelo derepresentaciones y comportamientos que sólo tiene en cuenta ciertasdimensiones. Para Pareto, esta reducción es necesaria si deseamos com-prender el análisis, pero condena al mismo tiempo al sociólogo a intere-sarse sólo por lo más previsible. En este trabajo que estamos llevando acabo, no recurrimos al procedimiento de inventar con el razonamientoel funcionamiento concreto. Es por esto que, si queremos medir, debe-mos buscar el contorno de lo que medimos.

Philippe Bernoux (1980) escribe un manual de sociología de las or-ganizaciones tomando como base una práctica real de la observación.Sin embargo, no define a la organización, ya que prefiere «partir de unaproblemática más que de una definición». Puede incluso evitar dar precisio-nes sobre su forma y sus límites en su esquema de análisis de las organi-zaciones. Cuando se plantea la cuestión del contorno de lo que estudia,habla de puntos de referencia: «Para estos puntos de referencia, lo más sim-ple es partir del organigrama. Hacerlo para la parte de la empresa que se obser-va». No se podría decir de modo más explícito que, para él, la organiza-ción sólo existe a través de las relaciones que están en juego en ella. ParaBernoux, la organización no es una cosa, no se impone al sociólogo; éstela decreta, decidiendo lo que toma o no toma en cuenta. Dicho de otromodo, la organización sólo podría aprehenderse a través de sus supues-tos efectos. Esto no impide que las observaciones de Bernoux sean gene-ralmente pertinentes, aunque su enfoque limita efectivamente el campode su explicación.

Al plantear la organización como un contexto cuyo contorno es in-definible, es imposible medir los efectos de las relaciones organiza-cionales. La organización, para los sociólogos de las organizaciones, noproduce nada, es sólo el contexto con el cual se cuenta si queremos com-prender el porqué de las actitudes de unos y otros, o si queremos mani-pular. No es posible medir la producción de un objeto no definido, espor esto que los escasos intentos que se han realizado en este sentido serefieren a sus efectos sobre los organizados. Si se limitan a tal defini-ción, los sociólogos de las organizaciones pueden producir medidas pre-cisas de los cambios de actitud, de la mayor o menor motivación o de la

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presencia de comportamientos productivos. No pueden construir el lazoque va de las acciones humanas a la eficiencia. No alcanza con motivara los asalariados para que la producción salga según las condiciones quela demanda requiere. Ni siquiera es evidente que exista una relaciónentre la productividad directa y la satisfacción con el trabajo. En el pun-to siguiente volveremos a plantear dicha relación. Pero, por ahora, de-bemos avanzar más aún en nuestro trabajo sobre los contornos de laorganización.

Al llegar a este punto, debemos reconocer que la organización talcomo la definimos, no podría corresponder a un sistema productivo com-plejo. En efecto, una organización es una en sus reglas y sus modos desanción-recompensa. En cambio, nuestro trabajo mostrará justamenteque los sistemas productivos complejos incluyen a actores que provie-nen de organizaciones diferentes; es preciso pues transitar por otros con-ceptos si queremos aprehenderlas. Por supuesto, el primero que se nospresenta cuando se ha abordado el análisis estratégico, es el de sistemaconcreto de acción.

Los sistemas concrLos sistemas concrLos sistemas concrLos sistemas concrLos sistemas concretos de acciónetos de acciónetos de acciónetos de acciónetos de acción

El sistema concreto de acción podría constituir una categoría inte-resante para pensar un sistema productivo. Sin embargo, veremos quetambién en este caso, dicha categoría no permite la medición ya que nose puede definir su superficie. Comencemos nuestra reflexión con la obrade Crozier y Friedberg (1977) que lanzó este concepto: “L’acteur et lesystème”. Según los autores de este libro, el sistema concreto de acciónno es una categoría de la naturaleza, se trata de una construcción huma-na, es decir que no se puede a priori delimitar su contorno. En este senti-do, se diferencia de un sistema social que se impone a sus miembros. Elsistema concreto de acción es una forma de acción: «Lo llamamos sistemade acción en la medida en que se le puede considerar como una solución a losproblemas de la acción colectiva, la interdependencia, la cooperación y el con-flicto».

La organización es una forma de sistema concreto de acción, al lí-mite de esa noción. Cuando ese sistema se hace consciente y adopta ob-jetivos claros, tiende a formalizarse y convertirse en organización; es asíque se ubica entre la acción colectiva y la organización. Se trata de unaforma heurística cuya existencia se debe demostrar. Para poder definirsu contorno, habría que incluir los objetivos del sistema en su defini-ción, pero los autores se prohíben a sí mismos recurrir a objetivos exter-nos al juego de los actores: «La dificultad del problema reside tal vez en laambigüedad entre objetivos y resultados. Todo sistema concreto de acción, sea

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cual sea su grado de organización alcanza ciertos resultados, al menos el demantener el propio sistema, es decir, más concretamente, mantener la posibili-dad para sus miembros de interactuar en su seno. Pero, en la medida en queestos resultados son públicos, apreciables aunque no medibles, los participantesvan a esforzarse al mismo tiempo por incidir sobre ellos, tomándolos como desa-fíos, por un lado, e interiorizándolos como objetivos, por otro. El pasaje del sis-tema de acción a la organización formalizada puede interpretarse, en esta pers-pectiva, como el pasaje de la conciencia del resultado a la medición de éste, a sudiscusión y su transformación en objetivo, y a la estructuración de los juegos entorno a esos objetivos.»

Luego de más de quince años, uno de los autores, Friedberg (1993),considera que es necesario volver sobre este tema. Incidentalmente, reto-ma la definición de un sistema concreto de acción: «la acción colectiva noes un ejercicio gratuito. Es siempre una coalición de hombres contra la natura-leza, enfrentados a problemas materiales; para resolverlos se ven obligados (ohan decidido) cooperar.» Esta definición le permite diferenciar una máqui-na de una organización: «Todo problema verdadero, cualquiera sea éste, cons-ta siempre de una parte de incertidumbre, por más lejos que logremos avanzaren el análisis racional de su estructura y concatenación. En el caso contrario, osea cuando las modalidades concretas de su solución son perfectamente conoci-das y controladas, y por lo tanto, determinables de antemano, deja de ser unsistema abierto (un sistema de actores interactuando) y adopta la forma de unamáquina». Pero agrega enseguida que una máquina no podría represen-tar una solución total, ya que puede descomponerse; en cierto modo,confiere el estatuto de organización a las máquinas complejas que sonobjeto de nuestro estudio. El autor prosigue su análisis centrándolo so-bre lo que hace la diferencia entre un análisis de la producción comoorganización y un análisis de las organizaciones (productivas o no). Enel segundo caso, el poder es el aspecto central, el principal motor de laacción. Y esto hace que se plantee el porqué de la acción maquiavélica(buscar el poder a toda costa) que, en última instancia, es relativamentepoco frecuente. Si las organizaciones no son siempre «una jungla en lacual sólo cuenta la ley del más fuerte», es porque «otros principios de realidadvienen a limitar lo arbitrario de los actores: la tarea a realizar, las máquinas, losdispositivos de medida y de calificación...». Concluye Friedberg el capítulodiciendo que el poder no es la motivación esencial, sino un modo deinteracción indispensable para que las acciones colectivas funcionen.Nosotros, apoyándonos sobre un análisis de la producción como organi-zación, no nos planteamos el estatuto del poder como motivación cen-tral, en la medida en que la motivación central nos es dada por la perte-nencia al sistema productivo. Veremos más adelante que hemos defini-do el sistema productivo como el conjunto de las funciones que condu-

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cen a una cierta producción. Al hacer esto, postulamos que los actoresque cuentan en esta acción se mueven, en primer lugar, por una volun-tad de producir o lo que quizás sea lo mismo, están habitados por unaidentidad de productores.

Crozier y Friedberg (op. cit.) utilizan el concepto de sistema concretode acción a efectos de delimitar los lugares de los juegos estratégicos quedesembocan en el funcionamiento. Esta noción de sistema concreto de ac-ción es sumamente interesante. Nos parece que surge directamente de losdescubrimientos esenciales realizados por Michel Crozier. En las organiza-ciones, los individuos y los grupos persiguen intereses específicos diver-gentes, desobedecen al reglamento, pero de ese caos aparente surge unfuncionamiento mucho más adecuado que el que daría la obediencia a lasórdenes impartidas y el respeto de la consigna11. Crozier descompone, conel sistema concreto de acción, el andamiaje de las relaciones concretas apartir de las cuales las organizaciones funcionan concretamente. Su pre-ocupación por lo concreto hace que no se plantee el problema de la consti-tución y el mantenimiento de las normas sino en términos muy generales.A partir de allí, debe encontrar un principio fundador de la acción de losindividuos y de los grupos. Este principio lo encuentra en la búsqueda delpoder. El análisis estratégico reposa sobre la idea de que cada uno, en losgrupos designados por su situación en el organigrama, busca acrecentarsu capacidad de influir sobre los demás miembros de la organización.Muestra que el poder se distribuye a menudo de modo imprevisto y quenadie carece totalmente de él. El análisis organizacional no podría excluiral análisis estratégico que, al descifrar los juegos de poder, permite com-prender mejor los funcionamientos reales. Pero hacer del poder el centroconstante reduce la capacidad de explicar el cambio.

Giraud, por su parte, considera que el razonamiento de Crozier so-bre los círculos viciosos burocráticos no es coherente ya que ubica a losactores ante conductas automáticas y niega, por lo tanto, el principio delibertad. Para él, la explicación del círculo vicioso se encuentra en loscomportamientos culturales adquiridos. Esta crítica es fundada, aun-que diríamos más bien que el círculo vicioso se produce en una situa-ción de no comunicación o de conflicto: esto se verifica empíricamentecuando vemos la facilidad con la cual un círculo vicioso cede cuando sereúnen las condiciones de un nuevo entendimiento. Es, en cierta forma,como si cayésemos siempre en la misma oposición: si no damos un esta-tuto de exterioridad a los objetivos de la acción respecto a la acción mis-ma, nos vemos condenados a producir reflexiones abstractas sobre loscomportamientos teóricos de los individuos en las organizaciones, sinpoder establecer un lazo entre los comportamientos de los actores y laproducción del sistema en el cual actúan.

11 El trabajo a regla-mento consiste jus-tamente en respetartodos los reglamen-tos y órdenes: pro-duce una parálisistal que, paradójica-mente, se la consi-dera como una re-belión, una herra-mienta extrema delucha, empleadacasi exclusivamentepor los que se venexcluidos del dere-cho de huelga.

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Acland (1990) aclara con un nuevo enfoque el atolladero de la bús-queda del poder. Comienza su capítulo sobre el tema recordando la defini-ción de Weber según la cual el poder consiste en imponer su voluntadsobre la conducta de otras personas. Constata que la relación de poder esuno de los primeros problemas que el mediador debe enfrentar y agregaque su experiencia como tal lo conduce a decir que aquellos que buscan elpoder poder poder poder poder por el poder mismopor el poder mismopor el poder mismopor el poder mismopor el poder mismo son siempre potencialmente peligrosos. Estoes algo que la sociología de las organizaciones no comprende bien, yaque reduce a los actores a seres destructores en la medida en que, antetodo, querrían ejercer el poder sobre los demás. Este reduccionismo sedebe a la negativa de ver al poder como un medio o sea, considerar otrosfines que no sean el poder. Los psiquiatras dirían que se está confun-diendo lo normal con lo patológico. No todos los seres humanos buscanel poder por el poder mismo. Si el mundo funcionara así, sencillamenteno funcionaría.

Nuestro objetivo es trabajar sobre la articulación sociotécnica quese traduce en una actividad económica. Esto no quiere decir que los hom-bres sólo son productores ni que buscan sólo la producción cuando par-ticipan. Conocemos los juegos de poder, la gran variedad de las lógicasidentitarias y acciones que recorren los sistemas productivos. Pero loque estudiamos es cómo una combinación compleja de equipamientos,informaciones y humanos logran producir en las condiciones requeri-das por la demanda. Por supuesto, es evidente que se pueden perseguirotros objetivos científicos a partir de los mismos objetos. Pero,permítasenos reflexionar sobre lo que parece ser el elemento identitariocomún a los actores que participan de un sistema productivo; a saber, sunaturaleza de productores.

Esta discusión en torno a la noción de organización nos permitereplantear el tema del consenso mínimo de los sistemas productivos,consenso que, en el lenguaje de esta sociología, se convierte en proyecto.La organización se define por un proyecto explícito, el sistema concretode acción implanta un proyecto implícito. En ambos casos la definicióndel proyecto pasa por un análisis de las lógicas de actores (v. esta nociónen Bernoux, 1990), es decir que no nos es dada directamente. De hecho,utilizando el concepto de proyecto, los sociólogos de las organizacionesmás que describir, interpretan. Nuestra visión del proyecto es más obje-tiva: en el sistema productivo, el proyecto marcha y los actores adhierena él cuando colaboran para que se realice. Sin embargo, existe ya unacategoría sociológica que, como el sistema productivo, parece suponerun proyecto objetivado: se trata del sistema industrial localizado. Vea-mos más en detalle en qué medida este nuevo recorte de la realidad dela producción puede sernos útil.

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Los sistemas industriales localizadosLos sistemas industriales localizadosLos sistemas industriales localizadosLos sistemas industriales localizadosLos sistemas industriales localizados

Una idea interesante ha emanado del interior del GLYSI: se trata delconcepto de sistema industrial localizado, que procura ser un esfuerzopor definir sociológicamente un recorte de la realidad económica. Es asíque, para Ganne (1990), lo que distingue a los sistemas industrializadoslocalizados, son los diferentes modos de integración entre lo político ylo económico. No debemos ver en ello una dependencia de lo económi-co respecto a lo político, sino una interrelación entre ambos, ya que cadasistema tiene su propia relación con lo político y sus propias dependen-cias, lo que le permite editar sus propias reglas. En esta perspectiva, elconcepto no va más allá de la comprensión de ciertos tejidos industria-les temporal o espacialmente particulares, como los que se observan enAnnonay u Oyonnax en Francia, o en lo que se ha dado en llamar “latercera Italia” (Bagnasco, 1985). Permite también desentrañar una ideacentral: la de una construcción social del mercado referida al desarrollode las PYME. Se opone a la teoría económica del «laissez-faire»; reconoceuna cierta forma de regulación a través de la interacción de cuatro meca-nismos: el mercado, la reciprocidad, la organización y el juego político.

Saglio (1991) retoma este concepto tratando de generalizarlo a lasrelaciones de producción: para ello utiliza los conceptos de identidad eintercambio social. Hay un sistema industrial cuando los intercambiosentre empresas adoptan la forma de intercambios sociales, y los actoresde dichos intercambios sociales se reconocen como teniendo una identi-dad común. Comprender esta afirmación implica definir el intercambiosocial y la identidad:

• El intercambio social no procede de contrapartidas claramente de-finidas y en esto difiere del intercambio económico. Las obligacionesrecíprocas entre las dos partes de una venta pueden anularse cuando elproducto ha sido entregado y pagado: es el caso del intercambio econó-mico clásico. Estas mismas obligaciones pueden acrecentarse desde elmomento en que refuerzan la solidaridad entre los actores: es el caso delintercambio social.

• La identidad colectiva es un sistema conceptual común que per-mite pensar los compromisos recíprocos o las reglas de comportamientoentre los miembros de un mismo grupo de pertenencia.

Saglio considera que, pensando en términos de sistema industrial,se llega mejor a captar la realidad social del mundo industrial y los com-portamientos de sus miembros que realizando análisis en términos delógica económica. Desea articular una sociología de las relaciones profe-sionales que no se refiera a los países, las ramas laborales, las institucio-nes (patronales, sindicales, estatales) o los lugares geográficos, sino a la

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realidad de las relaciones sociales de los actores entre sí, relaciones quese inscriben, para él, en sistemas y no en organizaciones o instituciones.

El estudio de los sistemas industriales permitiría explicar mejor eléxito económico que el análisis de las ramas, los mercados o las técnicas,ya que lo propio de un sistema es poder definir respuestas de diferentenaturaleza de la de los cambios técnicos, económicos o sociales. Si lossistemas cambian o desaparecen es porque, generalmente, están recorri-dos por conflictos a propósito de lo que las contrapartidas no definidasdeberían ser. Estos conflictos son esenciales para redefinir reglas y con-tornos del sistema que se adapten a un entorno fluctuante.

El análisis en términos de sistemas industriales localizados ya hasido empleado con éxito; permitió analizar casos particulares de éxitosindustriales en ciertas regiones. Aporta un enfoque interesante de lasrelaciones de cooperación que pueden crearse entre sociedades que com-piten entre sí. Es también muy útil para caracterizar ciertos modos par-ticulares adoptados por las relaciones profesionales. En cambio, resultabastante dificultoso reducir todas las empresas a sistemas definidos. Muya menudo, la empresa traba relaciones con sus asalariados, sus clientes,sus competidores y las administraciones según un modo que le es pro-pio. En cierta manera, la noción de sistemas industriales localizadosparece corresponder a casos de industrias particulares. No podemosconservar esta noción para analizar, como lo pretendemos, toda produc-ción industrial.

Desde nuestro punto de vista, la otra dificultad reside en que estetipo de análisis generalmente no describe con precisión los contornos delos sistemas que identifica: el sistema, ¿está compuesto por individuos opor empresas? ¿Incluye a todos los miembros del grupo de pertenenciao sólo a una parte de ellos? Y, en este último caso, ¿cómo definir esaparte?. Partiendo de la relación social como constitutiva de estos siste-mas, Saglio desemboca en sistemas abiertos, interpenetrados entre sí yde contornos generalmente poco definidos.

Para definir un sistema productivo, preferimos partir de la produc-ción más que de los actores. Al partir de la producción, se apunta a unproyecto en acción capaz de permitir que una identidad se cristalice. Sele da así sentido al hecho de que los individuos acepten depender decontrapartidas mal definidas. Partiendo de los actores, como lo pro-pone Saglio, no podemos realizar la objetivación que nos parece elúnico camino que permitiría aplicar esta noción en un sentido mu-cho más amplio del correspondiente a los casos típicos que permi-tieron inventarla.

La noción de sistema industrial localizado nos ha ayudado a definirel tipo de intercambios que pueden existir entre actores procedentes de

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diversas organizaciones pero que participan, todos, de un mismo siste-ma. Lamentablemente, no nos evita el trabajo consistente en construirnuestra propia noción. Con todo, da a la palabra sistema un sentido máscercano al nuestro cuando decimos «sistemas productivos».

Sigamos entonces analizando la idea de sistema y veamos lo quenos puede aportar el análisis sistémico.

El análisis sistémicoEl análisis sistémicoEl análisis sistémicoEl análisis sistémicoEl análisis sistémico

La noción de sistema remite, según Bertalanffy (1968, para una apli-cación en las ciencias sociales, v. Le Moigne, 1977), a un conjunto deelementos materiales o no, que interactúan y dependen los unos de losotros constituyendo un todo organizado. Para que el sistema exista, sedebe poder observar una cierta capacidad del conjunto en mantener suforma a pesar de las perturbaciones externas. Esta noción ha sido utili-zada en ciencias naturales antes de ser aplicada a las ciencias sociales.También interesó mucho a los matemáticos ya que ofrecía nuevas pers-pectivas para el cálculo.

Si nos permitimos citar aquí a Bertalanffy, es justamente porque esteúltimo pretendía utilizar la noción de sistema para establecer un puenteentre diferentes disciplinas científicas. En efecto, utiliza el concepto desistema abierto para hablar de organismos animales que debeninteractuar de modo osmótico con su medio ambiente. Muestra que exis-ten entidades que sobrepasan la aglomeración de individuos biológicos,que engloban lo viviente y lo inerte, entidades dotadas de una forma y alas cuales se les puede atribuir un comportamiento. El autor va más le-jos aun, demasiado lejos incluso, utilizando la analogía biológica paradescribir estos sistemas abiertos. Su aporte es más interesante en su es-fuerzo por poner en ecuaciones la realidad, pero esto nos aleja de nues-tro tema. Bertalanffy no duda en llevar la analogía biológica a sistemasque incluyen humanos. En este punto, la noción de sistema abierto seconvierte en una nueva forma de resurgimiento del funcionalismo.

Dado que el funcionalismo no es bien aceptado por la comunidadde sociólogos franceses, conviene reivindicarlo para la descripción denuestros sistemas productivos, al mismo tiempo que lo recusamos en loque se refiere a la naturaleza en general. Digamos desde ya que noes preciso ser discípulo de Platón para aceptar la idea de que lossistemas productivos son funcionamientos. Lo son, no intrínsecamen-te, sino en el proyecto que preside su constitución, proyecto que porcierto cambia con el tiempo, proyecto que quizás no es el de todoslos productores, pero proyecto multiforme al fin y principal de todosistema productivo.

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Un sistema productivo complejo se parece parcialmente a la repú-blica de Platón. Constituye una identidad, con una vida y una historiapropias, una entidad cuyo principal proyecto es el de mantenerse envida. Constituye pues un todo. A diferencia del sistema concreto de ac-ción, tiene límites objetivos que se imponen al observador. La organiza-ción podía existir sin límites precisos. El sistema productivo existe inde-pendientemente de la mirada que dirigimos hacia él: el sociólogo no loinventa, sólo puede describirlo.

Se asemeja también a la república de Platón en el hecho de que to-dos los elementos cumplen, o tienden a cumplir, una función útil para elsistema. Pero, no se puede llevar esta analogía demasiado lejos, ya quesi bien todos los elementos de un sistema productivo cumplen, por cier-to, funciones, algunos de estos elementos: los humanos, actúan tambiénen direcciones que nada tienen que ver con el proyecto productivo ycorresponden a objetivos que les son propios.

Por último, y esto es lo que distancia al sistema productivo de larepública de Platón, el lugar de los humanos en el sistema productivono se da naturalmente; es el objeto de elecciones humanas. En este senti-do, podemos decir que si bien los sistemas productivos son funciona-mientos, no son el resultado de un automatismo ligado al aglomerado oa alcanzar una masa crítica, sino que dicho resultado está unido a lavoluntad de producir, lo que se traduce en procedimientos, reglamentosy actos.

Una de las ventajas de la noción de sistema consiste en definir elproyecto central con mayor precisión que en una organización. El pro-yecto, en este caso, es de producción, es decir, tiene un alcance exterior:sólo sobrevivirá por su capacidad de hacer para otros. La organizaciónpuede tener todo su sentido en sí misma; esto es imposible para un siste-ma productivo.

Otra ventaja es la capacidad de integrar en la misma categoría ahumanos y artefactos. Por otra parte, no somos los primeros en introdu-cir lo no humano en un objeto sociológico. Latour (1984), trabajandosobre el descubrimiento de los microbios, no dudó en darles el mismoestatuto de actor que el que se les da a los científicos o los políticos.

El punto de vista de Latour consiste en no hacer a priori una distin-ción entre lo real y lo representado, lo humano y lo no humano. Es asíque para él, los microbios son una invención estratégica de Pasteur mu-cho antes de que se convirtieran en un descubrimiento indiscutible des-de el punto de vista científico. Al servir para la acción de los que sellamaban «higienistas», la invención hará de su autor un héroe de laciencia mucho antes de recibir una confirmación sólida desde el puntode vista científico.

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En nuestro enfoque, no transformamos los artefactos en humanos.Lo que admitimos es que los mecanismos, y sobre todo los automatismosinteractúan con los humanos. Si la libertad está del lado de los humanos,lo aleatorio, se encuentra tanto en lo humano como en lo material. Alincluir lo material, lo inmaterial, lo humano y lo no humano en un mis-mo sistema, no hacemos sino destacar la complejidad de las interaccionesque se tejen para lograr una producción eficiente.

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En «L’acteur et le système», Crozier y Friedberg (1977) consideranque el poder es, en nuestra sociedad, un tabú más grande que el delsexo. De hecho, al decir esto, dirigen su mensaje a los no sociólogos ydefienden su postura. Si el poder es la noción central de la sociedad yque de ello sólo hablan ciertos sociólogos, es preciso escucharlos. Cuan-do decimos que la técnica es un tabú más importante aun nos dirigimos,esta vez, a los sociólogos. Estudiar los productores sin plantearse el pro-blema de la producción, equivaldría a encerrar la sociología sobre sí mis-ma. Quienes optan por esta posición crean todo tipo de razonamientopara evitar enfrentarse con lo real. Afirman que lo que importa es losocial puro. Dicen que los sociólogos son incompetentes para resolverproblemas técnicos, cuando todo el trabajo sobre la calificación y la ma-nera de articular las competencias de los años setenta y ochenta permitejustamente pensar la articulación de conocimientos técnicos disciplina-rios distintos. En resumen, la tecnología sólo es pensable comointerdisciplina. Cuando queremos aprehender un objeto técnico com-plejo nos vemos obligados a articular conocimientos y los sociólogosestán muy bien ubicados para enfrentar las dificultades de esta articula-ción.

Steele (1990) no dice otra cosa cuando afirma: «Los que no poseen unaformación técnica pueden y deben participar de las decisiones tecnológicas, enla medida en que éstas repercuten sobre el resto de la actividad y la posición antela competencia; pueden hacerlo eficazmente si se toman el trabajo de aprender aparticipar de esas decisiones. « Steele piensa que la tecnología no es un cotode caza de los especialistas, aunque no sabe explicar por qué no hayespecialistas de la tecnología en general.

La razón de la ausencia de especialistas que abarquen toda la tecno-logía reposa simplemente, a nuestro parecer, en los límites de la apre-hensión intelectual de un humano. Si no se encuentran especialistasgeneralistas no es porque falten intentos en tal sentido, sino simplemen-te porque es probable que sea imposible encontrarlos. Por otra parte,ésta es la razón por la cual insistimos tanto sobre la palabra complejo: un

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sistema que no tenga cabida en un solo cerebro es un sistema complejo.El dominar y controlar este tipo de sistema implica, entonces, intercam-bio y comunicación entre cerebros cuya constitución difiere y que perte-necen a individuos que poseen lógicas de acción diferentes entre sí. Lacomplejidad es tanto más grande en cuanto exige que se reúna un ma-yor número de especialistas diferentes.

En efecto, a las dificultades inherentes a cada saber, se le agreganlos problemas de comunicación: una modelización de esta situaciónmostrará claramente que la complejidad reside esencialmente en pro-blemas de interrelación entre humanos en cuanto el número de especia-listas reunidos supera los cuatro o cinco. Los mejores tecnólogos seránnecesariamente los que son capaces de captar la complejidad de lasinterrelaciones humanas.

DIRIGIR LA MIRADA HACIA EL CONTORNODIRIGIR LA MIRADA HACIA EL CONTORNODIRIGIR LA MIRADA HACIA EL CONTORNODIRIGIR LA MIRADA HACIA EL CONTORNODIRIGIR LA MIRADA HACIA EL CONTORNODEL SISTEMA PRODUCTIVODEL SISTEMA PRODUCTIVODEL SISTEMA PRODUCTIVODEL SISTEMA PRODUCTIVODEL SISTEMA PRODUCTIVO

Debemos distinguir entre proceso de producción y proceso de tra-bajo. Ya habíamos subrayado esto; ahora lo analizaremos más a fondo.Si nos ocupamos de la creación de riquezas, debemos dirigir nuestramirada hacia las capacidades de producción, y no los grupos humanos,los talleres o las entidades jurídicas o económicas. Una de las primerastareas del análisis debe consistir pues en seguir la cadena productivapartiendo de los «input» hasta llegar a los «output». Al hacer esto, el so-ciólogo debe registrar todas las operaciones (transformación del pro-ducto o aporte de información) efectuadas por hombres y/o por apara-tos ya sea que estos últimos estén o no situados en el mismo lugar, ypertenezcan o no a la misma entidad jurídica.

Este enfoque marca un contraste con los métodos clásicamente utili-zados en economía o en sociología; se beneficia, en cambio, con ciertosaportes de la teoría sociotécnica y de la escuela del Tavistock Institute. Ge-neralmente, el análisis económico se centra en grupos humanos constitui-dos geográficamente (taller, fábrica), jurídicamente (empresa, institución)o socialmente (oficio, clase), dejando así escapar parte de un proceso pro-ductivo que se realiza fuera del marco en que se lleva a cabo dicho análisis.

Cuando no se refiere directamente a los aspectos técnicos, el análi-sis se limita, demasiado a menudo –y sobre todo cuando es llevado acabo por sociólogos– al proceso de trabajo. En ese caso, en vez de medirde alguna manera la eficiencia técnica, arriesgamos evaluar únicamentela calidad de un sistema de relaciones industriales12. No vemos, empe-ro, que haya ningún lazo directo entre la eficiencia productiva y la cali-dad del sistema de relaciones industriales...

12 Numerosos traba-jos, efectuados enEuropa y en los Es-tados Unidos en losaños sesenta se es-forzaron por mos-trar un lazo entre lasatisfacción con eltrabajo y la produc-tividad. Se suponíaque estos trabajosiban a reforzar elmovimiento de lasNuevas Formas deOrganización delTrabajo. De hecho,estos trabajos fraca-saron científica-mente hablandopero fueron exito-sos desde el puntode vista político; esdecir, no se ha podi-do probar jamás laexistencia de unarelación entre la sa-tisfacción con el tra-bajo y la productivi-dad; en cambio, lasideas propuestaspor los sociólogosen cuanto a la nece-sidad de consultarmás a los asalaria-dos y reforzar el in-terés se han abiertopaso en la opinión anivel gerencial.

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Los elementos que la eficiencia rLos elementos que la eficiencia rLos elementos que la eficiencia rLos elementos que la eficiencia rLos elementos que la eficiencia requierequierequierequierequiereeeee

Pero la ventaja de poner juntos lo humano y lo no humano, lo mate-rial y lo inmaterial, consiste en que nos permite entrar en el debate rela-tivo a los elementos que la eficiencia requiere, no con un enfoque deta-llista («¿tal elemento es en sí necesario?») sino con una visión que hacede todo sistema productivo una globalidad en la cual el carácter de ne-cesidad de un elemento depende del conjunto y no de la parte.

Las investigaciones que exponemos más adelante en este trabajopermitirán mostrar varios ejemplos en los cuales vemos que lo que pare-ce absolutamente necesario aquí, para un cierto tipo de producción, pa-rece totalmente superfluo allá, en aquel otro caso (ver especialmente elejemplo del yogur: cap. III y el del robot argentino: cap. V). Tambiénveremos que, cuando buscamos qué falta para que una producción seaeficiente, los humanos pueden equivaler a máquinas, o incluso a infor-maciones o relaciones. Si un sistema se bloquea al realizar una opera-ción de producción particular, puede equiparse con una nueva máquinaque permita superar ese obstáculo (aporte de elemento material). Lamisma operación puede efectuarse con contratistas subsidiarios, peroesto exige que sepamos a quién debemos dirigirnos y que encontremosal contratista dispuesto a realizar la operación en las condiciones de pre-cio y calidad que el sistema puede soportar (utilización de relaciones).Otra solución consiste en reclutar una persona que sea capaz de utilizarlos equipamientos existentes para efectuar la operación (inyección depersonal). Por último, podemos optar por formar a alguien para que seacapaz de realizar la operación con los medios de que se dispone (aportede inmaterial humano para modificar las competencias de los asalaria-dos que ya están en la empresa). Podemos decir que, de cumplirse cier-tas condiciones, todas estas soluciones son equivalentes.

Vemos entonces el interés en definir el contorno de un sistema pro-ductivo. Tal definición es el primer medio de que disponemos para co-nocer los recursos que son necesarios para que funcione realmente. Si novemos claro los recursos humanos y no humanos, materiales einmateriales con que contamos, no podríamos ver qué es lo que falta.

Sin embargo, el inventario de los recursos distará mucho de ser su-ficiente ya que dichos recursos sólo adquieren sentido cuando están ar-ticulados en un funcionamiento. Todo sistema productivo tiene un obje-tivo. Comprender y mejorar un sistema productivo pasa por establecersus finalidades. Hammer y Champy (1993) comprendieron esto clara-mente, cuando afirmaron que toda mejora pasa por preguntarse yreplantearse la función de cada uno de los recursos respecto al objetivofinal de la empresa. Luego van demasiado rápido al proponer conservar

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La eficiencia productiva

en la empresa sólo lo que corresponde a la principal actividad que enella se realiza: llaman a esto la reingeniería, tema sobre el que volvere-mos en nuestra conclusión. Pero su primera intuición es acertada: anali-zar un sistema productivo, es ante todo reconstruir su lógica productivasiguiendo la adecuación de los recursos que constituyen el sistema. Estadescripción pasa antes que el análisis organizacional. El hilo conductorque debe seguir el que analiza es el de la producción. Debe buscar larespuesta a sus interrogantes en la lógica productiva, antes de buscarcomprender la lógica de sus elementos. El análisis de un funcionamien-to pasa por ser uno de los principios del funcionalismo, a saber que lasrazones del todo pasan antes que las de las partes. No es preciso enton-ces psicoanalizar a los productores para comprender lo que hacen, si lapregunta que nos hacemos es la de la eficiencia de los sistemas produc-tivos.

En nuestra manera de analizar, tomamos a los hombres y las má-quinas como elementos de un funcionamiento global. No son ni buenosni malos en sí: son partes relativas a un conjunto. Buscar darles buenas omalas notas sólo sirve para impedirnos comprender cómo estas partesse articulan para producir. Es sólo en su relación con la producción, yluego de un análisis meticuloso de las funciones que ocupan realmente,que podemos declarar que funcionan o que disfuncionan.

De nada sirve tener a los mejores ingenieros y los mejores obrerosen nuestra fábrica, si no se articulan correctamente. Tampoco sirve inte-rrogarse sobre lo que motiva a los asalariados, si la relación hombres-máquinas-material-inmaterial no permite un funcionamiento eficiente.Esto no quiere decir que dichos temas carezcan de interés –todo estetrabajo está recorrido por interrogantes sobre lo que anima a los produc-tores–; sólo quiere decir que estas preguntas deben plantearse en el mo-mento en que se tornen pertinentes para nuestro análisis.

Dirigir la mirada al ciclo completo de la prDirigir la mirada al ciclo completo de la prDirigir la mirada al ciclo completo de la prDirigir la mirada al ciclo completo de la prDirigir la mirada al ciclo completo de la producciónoducciónoducciónoducciónoducción

Dirigir la mirada al contorno de un sistema productivo, es mirardónde comienza y dónde termina una producción. Sólo podemos com-prender las relaciones sociales de la producción si tenemos los dos ex-tremos de la cadena productiva. Pero, los sociólogos tienden a especiali-zarse en ciertos tramos como la fabricación, o los patrones, o los emplea-dos de oficina. Pero cuando hacemos cálculos nos damos cuenta que loscostos de fabricación no sobrepasan 25 % del precio de venta en la in-dustria automotriz (15 % para el yogur). Una parte del precio de ventaestá constituido por la retribución de personas que no son los fabrican-tes. ¿Quiénes son? ¿Son necesarios, son útiles? Si tal no fuera el caso,

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veríamos fábricas que venderían mucho más barato evitando pagar im-puestos, o produciendo siempre el mismo modelo o vendiendo directa-mente al consumidor. Pero si son útiles, ¿para qué sirven? y ¿qué rela-ciones tienen con los demás productores?

De aquí en adelante llamaremos productores a todas las personasque conducen al buen funcionamiento de un sistema productivo. Se tra-ta más de una decisión funcional que de una opción ideológica. Es asíque el banquero que permite la financiación de equipamientos produc-tivos se convierte, por esta actitud, en productor. Tal tipo de opción esdiscutible, pero tratemos de captar su dimensión práctica. Si ese ban-quero no participara en la producción, si no se implicase en ella, ¿cómosabría qué conviene financiar prioritariamente, y qué es dable esperar?(los banqueros no tienen suficiente dinero como para financiar todo loque es potencialmente rentable). Los comerciantes también son produc-tores en el sentido en que contribuyen a la definición de los productosque se pondrán en el mercado. Siendo los miembros de la producciónque están más en contacto con la demanda, son elementos claves en laeficiencia si son capaces de incorporar el punto de vista de los clientesen la modificación del producto. En cierta medida, el Estado puede des-empeñar también un papel en la eficiencia si es capaz de orientar susacciones de retención fiscal y de ayuda en un sentido que convenga a laeficiencia.

El inversor está pues en un extremo de todo sistema productivo. Esa este nivel que se realizan las principales opciones que dan forma alsistema productivo. En el otro extremo del sistema productivo se en-cuentra el cliente. El consumo es el fin de la producción (fin entendido ala vez como objetivo y terminación). El consumidor, al participar en ladefinición de la demanda, también contribuye a modelar el sistema pro-ductivo.

Trazar el contorno de un sistema productivo es entonces buscar to-dos los productores, es decir todos los que contribuyen a hacer de laproducción lo que ella es.

Hemos dicho que nos proponíamos medir la creación de riquezaspor parte de los sistemas productivos. Mostramos que esta medida re-mitía tanto a la economía como a la sociología o a la tecnología. Luegovimos que esto obligaba a realizar un recorte específico de la realidad.Abordaremos ahora el tratamiento científico propiamente dicho.

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Antes de abordar la cuestión metodológica central del modo deaserción, es conveniente reconocer una dificultad que surge del he-

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La eficiencia productiva

cho de que nuestro recorte de la realidad no se reduce a la purezadel modelo de Crozier respecto a la sociología de las organizaciones:en efecto, abordamos cosas complejas. Si definimos la complejidadde una cosa por la imposibilidad de que pueda tener cabida en unsolo cerebro humano, vemos de inmediato las dificultades del traba-jo que nos hemos propuesto.

La complejidad no es propia de los sistemas productivos. Bachelard(1934. op.cit.) la encuentra ya en los elementos físicos más elementales:«En realidad, no hay fenómenos simples; el fenómeno es un tejido de relacio-nes». Y para él no existe una manera simple de representarlos: «No hayidea simple, porque una idea simple (...) debe estar inserta, para ser comprendi-da, en un sistema complejo de pensamientos y de experiencias.» Bachelardcontinúa estas declaraciones con un ensayo sobre la paradoja de la sim-plicidad de lo complejo. Muestra que se pensaba conocer el espectro delhidrógeno porque se le había calculado antes de observarlo. Al analizarel espectro de los alcalinos, aparece que el del hidrógeno podríaparecérsele, cuando antes se pensaba que el de los alcalinos derivabadel hidrógeno. Esto permitió demostrar que el espectro del hidrógenoera menos simple de lo que parecía.

Si el hidrógeno es en cierto sentido más complejo de captar que losalcalinos, nuestros sistemas productivos son, por las mismas razonesheurísticas, a veces más simples de comprender que los individuos quelos forman. Pero su conducta es la que es complicada, y no su análisis. Ala inversa de lo que ocurre con los individuos, los sistemas productivoscomplejos son ciertamente más complicados de dominar y controlar quede comprender. El trabajo de quien los analiza consiste en descomponery nuestros sistemas se prestan fácilmente a esto. El trabajo del empresa-rio consiste en unificar en un proyecto común, elementos que no puedeaprehender en su totalidad. Pero esto es otro asunto.

De todos modos, la complejidad es difícil de abordar de modo sim-ple. Edgar Morin (1990) ha dedicado muchos años de su vida a trabajarsobre este tema: para él, la realidad es compleja y se rige por tres princi-pios:

• la dialógica, en la medida en que todo en la naturaleza es orden ydesorden. Al principio de entropía (principio de Carnot) se opone elaumento del orden a través de la construcción de lo viviente. Lo social ylo económico no escapan a esta dialógica ya que todo movimiento con-secuente es a la vez destructivo y constructivo.

• La recursión organizacional: «los productos y los efectos son al mismotiempo causas y productores de lo que los produce»

• La hologramacía, principio que «supera tanto el reduccionismo quesólo ve las partes, como el holismo que sólo ve el todo»; Morin retoma aquí la

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inspiración de Blaise Pascal según el cual no se puede concebir las par-tes sin concebir el todo, ni el todo sin concebir las partes.

El papel del teórico ante los fenómenos complejos es evidentemen-te, el de presentarlos de una manera simplificada, pero no demasiadofalseada, comprensible pero también abarcadora. Si se simplifica dema-siado, la teoría se torna demasiado falsa como para guiar el juicio, y si setorna demasiado complicada cesa de ser una teoría para convertirse enuna descripción parcial.

Esto no quita que el trabajo sobre la complejidad es un desafío almétodo científico. La descripción cuando es buena no traiciona a la com-plejidad. Es simplemente incompleta y generalmente se da como tal. Noexplica, describe. La explicación reconstruye la realidad a partir de le-yes y razonamientos. Cuando se enfrenta a un fenómeno complejo, seencuentra ante una dificultad estructural. Como la ininteligibilidad estáen la definición de lo complejo, la explicación se torna ininteligible antesde ser adecuada. Demasiado clara, demasiado simple, se torna dema-siado falsa. Demasiado precisa, es tan confusa que se torna incompren-sible. Conviene aquí encontrar una medida, elegir lo que buscamos, por-qué queremos explicar. Habremos entonces explicado lo suficiente cuan-do la explicación permita alcanzar los objetivos (no científicos) que noshemos propuesto alcanzar.

Por esto conviene que el teórico defina claramente su proyecto. Unateoría sólo tiene sentido en la medida en que el teórico tenga un objeti-vo. Vemos dos extremos a su alcance: el de combatir las ideas falsas y elde aclarar la práctica de los actores. En nuestro campo, a menudo laideología domina al juicio. Importa, entonces, cada vez que esto es posi-ble, mostrar la falsedad de suposiciones que permiten justificar prácti-cas dudosas. Importa también, en la medida en que es posible hacerlo,dar nuestros puntos de vista sobre los modos de alcanzar los objetivosde multiplicación de la riqueza de los seres humanos. Lo vemos, nuestroproyecto tiene seguramente pretensiones teóricas; sabemos que al haceresto, arriesgamos equivocarnos.

Tratemos de ver cómo podemos intentar limitar los errores.

La verificación de las hipótesisLa verificación de las hipótesisLa verificación de las hipótesisLa verificación de las hipótesisLa verificación de las hipótesis

Nuestra visión de la realidad es bastante cercana a la de Prigogine(1988). Por una parte, nuestra representación de la realidad admite loreversible, lo irreversible, lo determinado y lo aleatorio. Esta visión quePrigogine dice ser nueva, tiende a dar más peso a las leyes aleatorias eirreversibles que a las deterministas y reversibles. Las nociones de equi-librio y de desequilibrio se encuentran en fenómenos cada vez más nu-

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merosos y en esto se oponen a las ideas evolucionistas que habían carac-terizado al siglo XIX desde el punto de vista científico.

De hecho, Prigogine critica a Einstein, que siguiendo a Descartescree en un mundo racional que el espíritu humano puede aprehenderintegralmente, gracias a la comprensión de sus leyes. Ahora, las leyessólo son relativas a un estado o a un momento de la materia. Al menos,es así como interpreto el rechazo de Prigogine de aceptar que el tiemposea asimilable a una dimensión del espacio (siendo el tiempo la distan-cia entre dos puntos: a. y b.) De las constantes como la de la velocidad dela luz, o la de Planck, Prigogine dice que son límites de nuestro poder demanipulación de la naturaleza. Es un poco escueto como explicación,quizás sean sólo simples límites de nuestro entendimiento.

Es evidente que esta visión plantea el problema de la verificaciónde las hipótesis en sociología. Lo que sí se torna imposible es la expe-riencia indefiniblemente reiterable. En una ciencia hecha de leyes inmu-tables, una experiencia de laboratorio puede reproducirse, y sus resulta-dos verificarse indefinidamente. En una ciencia de lo irreversible, lo quees verdad ayer puede ser falso mañana. Si bien los sociólogos no leen losuficiente a los físicos, han admitido para su disciplina el hecho de queno pueden apoyarse en experiencias reproducibles al infinito. Pero de-ben establecer claramente los modos de verificación de sus hipótesis.

El procedimiento más empleado en la sociología francesa podríaengancharse al «positivismo lógico» según el cual, sobre la base de uncorpus de hipótesis o axiomática, se desarrollan conocimientos analíti-cos construidos a partir de un modo hipotético-deductivo. Desde Popper(1973) sabemos que este procedimiento no puede llegar jamás a darnospruebas pero que, al menos, puede utilizar la no refutación como mediopara mantener una axiomática. Sólo permite una verificación «a contra-rio» a través de la «falsificación». Esta operación consiste en tratar de en-contrar hechos o experiencias contradictorias con las hipótesis construi-das. Se trata de dudar, de buscar los puntos flojos cuya invalidación permi-tiría destruir el edificio teórico que tanto trabajo nos llevó construir.

Nuestro proceder en el capítulo III es totalmente popperiano.Tendríamos dificultades en probar que no hay relación entre el nivelde educación de los asalariados y la actuación de las empresas enque trabajan. Nos limitamos entonces a mostrar que los que preten-dían que una formación menor acarreaba una peor actuación po-dían ser contradichos.

En ciencias humanas, sería la posibilidad de falsificación lo que otor-garía, según Popper, cientificidad a las teorías: es decir que no debemosesclavizarnos a teorías de las que no se pueden extraer enunciados sus-ceptibles de no ser confirmados por experiencias nuevas. Más allá de

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esta «falsiabilidad» estamos en el campo del totalitarismo científico. Deesto surge, lógicamente, que existen varias teorías simultáneamente po-sibles y operacionales, independientemente del hecho de que estas teo-rías sean contradictorias.

¿Porqué apartarse de Popper? No solamente porque parece más cer-cano a la teoría de la relatividad que a la de la irreversibilidad del tiem-po, sino porque existe una falla en su procedimiento (que Popper perci-bió, por otra parte, en sus últimos trabajos): la creación de escolásticas.Es posible construir un corpus de hipótesis de modo tal que ningunapueda ser refutada y mantenerse así en un debate estéril (sin llegar aalcanzar la parte de la sociedad que es exterior a los que debaten). Esexactamente lo que ocurrió con los debates sobre el sexo de los ángeles.Es un poco lo que sucede en ciertas áreas de la sociología francesa de lasorganizaciones o de las relaciones profesionales. Discursos sumamentesutiles son escritos y debatidos en doctas asambleas a propósito de acto-res sociales que los ignoran completamente13. Para resumir este debatesobre la utilidad del criterio de falsiabilidad, digamos que este criteriosigue siendo uno de los mejores que existen en epistemología para de-terminar la validez de un enunciado en el campo de las ciencias huma-nas. Lamentablemente, este criterio no es ni suficiente ni necesario: limi-tarse hoy en día a este criterio para hacer avanzar el conocimiento cien-tífico haría perder a éste mucho, por no decir lo esencial, de su utilidad.

¿Cómo superar este obstáculo? Nos parece que la única manera quenos queda consiste en una aproximación praxeológica.

Para Johnson (1986), la manera estadounidense de tratar las hipóte-sis estaría constituida sobre todo por un pragmatismo, en el cual la ver-dad de una proposición se verifica por sus consecuencias o su“workability”. El se ubica dentro de esta corriente. Considera que cuan-do el economista deja de prescribir o de analizar la relación prescrip-ción-consecuencias, sale del campo de la economía, economía que él re-duce a un corpus de conocimientos del tipo “problems solving”.

Nosotros, por nuestro lado, no pretendemos dar solución a los pro-blemas que se plantean sino comprender cómo ellos son, es decir pue-den, ser tratados. Cuando nuestro discurso es coherente con un métodode intervención, con la construcción de procedimientos, no dudamos enprescribir éstos últimos. Es lo que denominamos un enfoquepraxeológico, esto es, un enfoque científicamente problemático, ya quesi nuestras hipótesis sobre el estado de la realidad son acertadas, enton-ces deben tener una acción de transformación de lo real que va a modi-ficar el estado de lo que describen. Esto nos acerca a la situación de losfísicos nucleares que sólo pueden dar información interesante sobre par-tículas que ya han destruido.

13 Este impasse es qui-zá más grave en lasociología francesade las organizacio-nes. Resulta increí-ble ver que numero-sos sociólogos quepertenecen a estacorriente siguen ac-tuando como si ellafuera aplicable stric-to sensu como unmétodo de inter-vención y consejo.No es el caso. E.Friedberg (1993) esuno de los investi-gadores que más hatrabajado en la ope-racionalidad de lasociología de las or-ganizaciones. Sudecepción es muymarcada cuandoconcluye con estaspalabras los traba-jos de un seminariointernacional sobrela transferencia ala empresa de losconocimientos so-bre la organiza-ción: «I perceive alack of usefulness ofmuch of managerialknowledge which re-mains purely acad-emic and is not dif-fused in the world ofpractice. The sessionconfirmed, at least,that diagnosis. Orga-nisational knowledgeis not applicable!».

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La eficiencia productiva

Un debate interesante sobre los modos de validación por la praxisha sido retomado por los ”Cahiers Entreprises” (Alezra et al., 1986). Eneste debate, Alain Touraine retoma el concepto de racionalidad límite deH. Simon, según el cual los actores no pueden conducirse racionalmen-te. A los comportamientos utilitaristas de los actores se mezclan otroscomportamientos ligados a las pertenencias o al deseo de llegar a unacuerdo. “La investigación-acción hace aparecer siempre lo que hay en comúnentre las partes o entre los adversarios.” Para Touraine, es imposible hacerinvestigación-acción sin perder, al mismo tiempo, la cualidad de neutra-lidad del investigador. En cambio podemos producir una investigaciónsobre la acción, que aclare a los actores el sentido de su acción.

El punto de vista que desarrolla Michel Matheu (Alezra et. al, cit.)es diferente Para él, los debates teóricos no tendrían más el alcance deantes, los investigadores deberían limitarse a intercambiar anécdotas,produciendo así un saber recursivo; la anécdota despertaría experien-cias semejantes o diferentes y permitiría así, a cada uno, cuestionar oafinar su visión del mundo (o de la empresa).

Jean Pierre Poitou (Alezra et al., cit.) considera, por su parte, que no sepodría producir conocimiento sin introducir una transformación del obje-to social estudiado. Reconociendo que las instancias universitarias tiendena desvalorizar conocimientos que sean sólo reales, define al científico porciertos criterios de aceptabilidad de su planteo. Según él, estos criteriosserían: la consideración de todas las fuentes disponibles, la crítica sistemá-tica de las fuentes utilizadas y de las conclusiones que se produzcan. Laúnica investigación válida sería entonces la investigación-acción. Es obvioque Poitou es el autor con el que nos sentimos más afines.

Cuando decimos que el sociólogo no podría transmitir una visión de larealidad sin producir efectos que transformen esta realidad, debemos incluirlos discursos que no buscan transformarla así como los discursos susceptiblesde transformar la realidad en un sentido no deseado por el sociólogo. La expe-riencia muestra que los discursos de los sociólogos son bastante difíciles decomprender por aquellos de quienes se habla en el discurso. Este último esentonces objeto de una apropiación que puede tener efectos imprevisibles. Unode los ejemplos más simples es cuando el sociólogo explica que no se podríalograr que se acepte un proyecto sin que éste sea, al menos parcialmente, el decada uno de los actores que son necesarios para que dicho proyecto tenga éxito.La apropiación de este discurso por directivos preocupados por estrategias so-ciales han producido numerosos casos en los que todos los esfuerzos tendierona esconder los objetivos reales de un proyecto, aceptando, simultáneamente,modificar las apariencias para los actores que se quería movilizar con ese dis-curso. Es así que a menudo, el discurso participativo enmascara, con mayor omenor habilidad, la estrategia de discípulos de Maquiavelo14.

14 Numerosos planesde comunicación re-feridos a cambios enla organizaciónprevén una fase denegociación delcambio con las per-sonas implicadas.Dicho de este modo,quiere decir que lospromotores delcambio se han reser-vado un margen enel que aceptan la ne-gociación para quese apruebe lo esen-cial.

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De hecho, el sociólogo aporta algo cuyos efectos puede controlarcuando dispone de procederes. Dispone entonces de un modo de vali-dación constituido por dos partes:

• por una parte, puede observar el resultado de la aplicación delos procederes (verificación praxeológica);

• por otra, puede aplicar el procedimiento de falsificación a lasteorías sociológicas a partir de las cuales esos procederes se han cons-truido. Su discurso sociológico se dirige entonces a sus pares para fun-dar y plantear las condiciones de la experimentación y permitir extraerde éstas, enseñanzas praxeológicas; es decir, que la calidad de las opcio-nes teóricas se verificará a través de la eficacia de los procedimientos.Este es, esencialmente, el accionar que hemos adoptado en este trabajo.

La hipótesis de la rLa hipótesis de la rLa hipótesis de la rLa hipótesis de la rLa hipótesis de la relación motivación prelación motivación prelación motivación prelación motivación prelación motivación productividadoductividadoductividadoductividadoductividad

Los trabajos sobre la eficiencia productiva pueden ser consideradoscomo la prolongación lógica del derrumbe de una hipótesis central en elcampo de la relación entre lo económico y los social. La sociología deltrabajo jamás habría tenido el desarrollo que tuvo si no hubiera conlle-vado una seductora hipótesis, a saber, la de una relación positiva entrelos social y lo económico. El siglo XIX había mostrado que se podía enri-quecer a los industriales destruyendo la salud y la vida de una parte desus asalariados. Marx incluso había hecho de esto una regla al afirmarque el capitalista que no actuara de esta forma se condenaba a si mismoa la ruina. Taylor (1911) había prometido un salario a cambio del aban-dono de la inteligencia. (Pensamos, por supuesto, en Dubreuil, 1936; yen Friedmann, 1946.) Si los obreros aceptaban someterse, cuerpo y alma,a las órdenes de los organizadores, Taylor, tal un nuevo genio fáustico,los enriquecería. Se levantaron voces para decir que no había fatalmentedestrucción del proletario cuando éste creaba riquezas y estas voces ha-bían abierto el camino a la sociología del trabajo. Dichas voces daban aentender también que la productividad sería mayor si los que produ-cían encontraban satisfacción con su trabajo15. Pero, en esto, se equivo-caban.

Esta relación entre productividad y satisfacción con el trabajo ha sidoconsiderada sin embargo, durante largo tiempo, como una evidencia parala mayoría de los sociólogos del trabajo y de las organizaciones, así comopara la corriente sociotécnica (Tavistock Institute, in Taylor, 1911; Emery,1996, para el norte de Europa; Davis, 1972, para los Estados Unidos; Butera,1977a, para Italia; y, para Francia, Orstman, 1978, y Liu, 1983, para quien“el enfoque sociotécnico tiene por objeto la búsqueda de una optimización conjuntade la productividad y de la calidad de vida en el trabajo”.

15 Empleamos aquí lostérminos “dar a en-tender” y no “afir-mar” ya que enaquel entonces, lossociólogos france-ses no pedían hacersuyos los objetivosde la dirección delas empresas sin pa-sar a ser considera-dos, automática-mente, como parti-darios y defensoresdel gran capital.Tanto en el caso deFriedmann, comoen el de Bernoux,Sainsaulieu o Liuno podríamos decirque los resultadosde sus análisis ha-cen aparecer me-dios capaces de ob-tener mejores resul-tados económicos:sólo se hablará dellazo entre motiva-ción e implicación,aunque de hecho delo que se trata es decomprender porqúe se produce me-jor o peor. El equi-po de Mayo habíabuscado directa-mente los mediospara aumentar laproductividad.

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La eficiencia productiva

Para afirmar esta relación, la mayoría de estas corrientes se apoyanen experiencias dirigidas por Mayo en la fábrica de Hawthorne entre1927 y 1939. (Estas experiencias son descriptas, en francés, porFriedmann, 1946; y Bernoux, 1985.) Los directivos de esa fábrica permi-tieron a Elton Mayo y todo su equipo investigar los factores que influíansobre la productividad de los trabajadores. En un primer tiempo, traba-jaron sobre factores físicos con un pequeño grupo que dio resultadosasombrosos. Grosso modo, el grupo tenía tendencia a aumentar su pro-ductividad pasara lo que pasara (por ejemplo, que la luz aumentara odisminuyera). Entonces lanzó una investigación más profunda y siste-mática, que se extenderá por varios años, sobre un grupo de cinco muje-res; se tomará nota de todas las reacciones, el grupo será interrogado amedida que los experimentadores, o la vida, introduzcan algunos acon-tecimientos. Mayo se dio cuenta que las primas y las pausas no explica-ban las actuaciones de su grupo experimental, deduciendo de esto sufamoso “efecto Hawthorne”. Tal vez los sociólogos se maravillaron alver surgir la verdad del error experimental, un poco como Pasteur quedescubrió los microbios luego de una mala manipulación. Pero Pasteurconstruyó luego un proceso experimental que iba en la dirección de sunueva hipótesis. Mayo no hace nada de esto. Su grupo se compone decinco obreras descritas como siendo particularmente buenas; el grupode control está simplemente constituido por el resto del taller. A lo sumo,Mayo repetirá sus experiencias con un segundo grupo. Luego, conven-cido de haber establecido la influencia de la motivación sobre la produc-tividad, el equipo de Mayo lanzará campañas de entrevistas respecto alconjunto del personal para conocer lo que pensaban y sentían los asala-riados a propósito de la empresa, los responsables, los dirigentes. Ulte-riormente, aparecerá y se desarrollará la función de consejero que seráel encargado de detectar las insatisfacciones. La corriente de las relacio-nes humanas nació sobre una base empírica por cierto frágil, aunqueestaba guiada por las esperanzas de investigadores y directivos de em-presa esclarecidos.

Sería falso decir que todos los investigadores se dejaron engañarpor estos resultados. Friedmann, por ejemplo, incluye en su “Tratado deSociología del Trabajo” (Friedmann y Naville, 1970) un artículo de J.Frisch quien, retomando las investigaciones estadounidenses sobre lasatisfacción con el trabajo llevadas cabo luego de las de Mayo, constataque no es posible establecer estadísticamente relaciones entre la produc-tividad y alguno de los índices originariamente ligados a la satisfaccióncon el trabajo o el ánimo de los asalariados. Sin embargo, los investiga-dores no renuncian a la hipótesis de una relación entre la motivación yla productividad. Para Bernoux (1990), si el equipo de Mayo fracasa al

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establecer la relación entre las actitudes en el trabajo y los elementos queconstituyen la satisfacción con el mismo o el ánimo de los asalariados, esque este equipo, aunque reconoce el efecto del grupo sobre los compor-tamientos individuales, no hace del grupo un actor como tal. Esto per-mite suponer que, al considerar a los asalariados como perteneciendo aun grupo actor se justifica retomar, cuarenta años después de Mayo, lainvestigación sobre los factores que influyen en los comportamientos enel trabajo.

En todo caso, durante los años setenta, se multiplicaron las expe-riencias que buscaban dar más responsabilidades, autonomía, reconoci-miento e incluso confort a los obreros de fabricación. Estas experienciashan sido seguidas en la mayor parte de los países industriales por nu-merosos investigadores dando lugar a amplios programas de investiga-ción-acción, como por ejemplo el que se llevó a cabo en Suecia, que qui-zá sea el más famoso16. Por otra parte, fue en este movimiento que hici-mos nuestras primeras armas como investigadores17. El movimiento sedetuvo a principio de los años ochenta. Un coloquio sobre “Las nuevasformas de organización del trabajo y su entorno socioeconómico” orga-nizado por la European Coordination Center for Research and Documen-tation in Social Sciences logró reunir a representantes de todos los paíseseuropeos, en Siófok, mayo de 1984. Por último, este coloquio constatóque no existía vinculación alguna entre la satisfacción de los trabajado-res y la performance económica (Grooting et al., 1986). Es quiméricopensar que si buscamos la felicidad de los asalariados, la empresa mejo-rará su rendimiento.

Si consideramos que el efecto Hawthorne consiste en responder fa-vorablemente a una demanda poco específica pero acompañada de unaatención particular, podemos decir que la experiencia de Mayo no ser-vía para nada: la mayoría de los psicosociólogos admitían, y siguen ad-mitiendo, esta afirmación. Pero se les hace decir otra cosa a los experi-mentos llevados a cabo por el equipo de Mayo durante varios años en lamisma fábrica: se les hace decir que la satisfacción con el trabajo, inclusola realización personal a través de él, aumenta la productividad. Esto,sin embargo, no podía ser demostrado a partir de los procedimientosexperimentales realizados. La suposición de que existe un lazo entre laproductividad y la satisfacción con el trabajo, o entre la productividad yla realización personal, constituye el origen de la sociología del trabajo.

La relación realización personal/productividad no se puede pro-bar: todo observador riguroso del mundo industrial habrá visto gentecontenta de no trabajar, así como gente muy insatisfecha y muy produc-tiva. Pensamos, en particular, que afirmar esta relación proviene de unerror grave de razonamiento. Lo que caracteriza a la situación de los

16 Este programa demejora de la calidadde vida en el traba-jo se apoyaba en unacuerdo-marco en-tre la patronal, elgobierno y los sindi-catos e incluía direc-tamente a investiga-dores en las expe-riencias que se lleva-ran a cabo. Otrospaíses siguieroneste movimiento,como Francia, con lafundación de laAgencia Nacionalpara la Mejora de lasCondiciones de Tra-bajo, pero probable-mente en Suecia elmovimiento fuemás profundo. Estese detendrá comple-tamente en los añosochenta con la norenovación delacuerdo marco. Sóloel centro de investi-gación sobre la cali-dad de vida en eltrabajo sobrevivióen Estocolmo.

17 Cf. en especial, P.Bernoux y J. Ruffier:Les groupes semi-autonomes de produc-tion, 18p., Sociologiedu travail, 4/74; oaun J. Ruffier: Lesnouvelles formesd´organisation dutravail dans l'indust-rie française” inL'organisation dutravail et ses formesnouvelles, bibliote-ca del CEREC, 36 p.vol. X, 1976b; o tam-bién in (colectivo):La division du travail,ed. Galilée, 1978; J.Ruffier, “L´enrichis-sement des tâches: uneréponse à la pression

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productores, es que trabajan para otros a cambio de una remuneración.Ésta constituye la contraparte de un trabajo que no haríamos o que ha-ríamos de modo incompleto de no existir ella. Dar a un sistema produc-tivo el objetivo de satisfacer a los productores pone a éstos en una situa-ción esquizofrénica. Al buscar satisfacer a la vez al productor y al consu-midor, se torna imposible resolver la negociación necesaria sobre el pre-cio de venta del producto, precio que debe ser lo más elevado posiblepara el productor y lo más bajo posible para el consumidor. Si el produc-tor da paso a la satisfacción del consumidor, es porque sabe que, al ha-cerlo, recibirá de éste un pago. Su acción no es, entonces, desinteresada:corresponde a una forma de transacción en la que el productor se pone adisposición del consumidor a cambio de una remuneración. Poner alproductor en la situación de buscar su propia satisfacción sería de algu-na manera hacerlo cliente de sí mismo. Saldríamos de la exterioridad dela producción para caer en las actividades de autosubsistencia o de tiem-po libre.

Se nos objetará que existen actividades de producción no remu-neradas, es decir actividades en las que el productor no pide nada acambio a su cliente. Estas actividades son marginales pero vale lapena estudiarlas. No pensamos que los estudios de que fueron o se-rán objeto cuestionen nuestro punto de vista: mostrarán al menosque la ausencia de remuneración no facilita por cierto la respuesta auna demanda externa. Pudimos ver, concretamente, en asociacionesque empleaban simultáneamente personal asalariado y personal noremunerado para realizar las mismas funciones, hasta qué punto losno remunerados que buscan una remuneración simbólica, o en tér-minos de poder, conducen a estas asociaciones a juegos internos endetrimento de las tareas productivas de la asociación. Otras perso-nas no remuneradas logran que se olvide su condición de tales, sonlos que están completamente dedicados a su tareas productivas, esdecir que están totalmente al servicio de la demanda olvidándose aveces de sí mismos. No es evidente que esta actitud, que mereceríala beatificación, tenga un costo menos elevado que aquella que con-sistiría en contentarse con una remuneración.

La palabra “trabajo” procede del latín tripalia, término que designaa un instrumento de tortura. Proponer a la gente que se realice en latortura nos parece un discurso perverso. La realización de esta relacióncon el otro que es la relación de productor puede por cierto generar unsentimiento de realización personal. Si hay realización, es en la satisfac-ción del otro y no en la del productor.

Cierta propensión de los sociólogos del trabajo a no captar la rela-ción de externalidad que es la relación de producción, permitiría expli-

ouvrière” pp. 47-59.Resulta difícil citartodos los trabajosgenerados por estosexperimentos en laorganización del tra-bajo, pero ademásde los citados puedeconsultarse: Bur-bidge, 1975; Butera,1977b; Carpentier,1974; Cotgrove et al.,1971; Davis y Taylor,1972; Dumont, 1973;Fondation Natio-nale pour l´Enseig-nement de la gestion(FNEGE), 1974;Herbst, 1962; Heron,1975; Herzberg,1971. También pode-mos referirnos a al-gunos trabajos fun-dadores de la huma-nización del trabajo:Dubreuil, 1963 y G.Friedmann, 1946.

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car esta ceguera. Demasiado preocupados por las relaciones internasdentro de la esfera de los productores, pudieron considerar la satisfac-ción con el trabajo como un objetivo sindical, incluso como una opcióngerencial. Esto hacía olvidar que la producción tiene como principalobjetivo la satisfacción del consumidor, y que no se podría postular unacoincidencia constante entre los intereses del consumidor y los del pro-ductor.

En cambio, la relación motivación-productividad existe probable-mente a la inversa y como en negativo: cuando un sistema productivo setraba por razones ajenas al compromiso de los trabajadores y la dificul-tad que se debe resolver es de índole técnica u organizacional. Cada vezque me fue dado observar este caso, siempre noté una insatisfacciónbastante generalizada. Como nunca encontré una invalidación de estaobservación, puedo creer que la relación productividad/motivación exis-te entonces en este caso muy específico. Por el contrario, todos hemosvisto a supuestos trabajadores que se adaptaban a una situación que lespermitía cobrar un salario sin esfuerzo. Existen también empresas queobtienen excelentes resultados aunque sus asalariados están en perma-nente tensión y en conflicto. A los empleadores les conviene mantener elmejor clima posible, pero no se puede acotar lo que sería un objetivoestratégico con la idea de una relación lineal entre satisfacción con eltrabajo y resultados económicos.

Esto significa que, de existir esta relación, debería acarrear, desde elpunto de vista lógico, cuatro proposiciones:

• un alza de la satisfacción en el trabajo implicaría una mejora delos resultados económicos;

• una baja en la satisfacción con el trabajo debería hacer bajar losresultados económicos;

• una mejora de los resultados económicos debería implicar unalza en la satisfacción con el trabajo; y

• un deterioro de los resultados económicos debería implicar undeterioro de la satisfacción con el trabajo.

Hemos encontrado en nuestra investigación situaciones que con-tradicen las tres primeras hipótesis. También pudimos ver que la últimase verificaba sistemáticamente en un caso particular, el de un mal mane-jo aparente del sistema productivo. Este resultado es en sí interesante ynos dio la pista para la eficiencia productiva: volveremos a él más ade-lante. Por ahora, digamos que hay un economista que continúa, contraviento y marea, postulando la rentabilidad económica de las buenas con-diciones de trabajo. Su razonamiento es lo suficientemente hábil comopara justificar que se le nombre aquí: se trata de Henri Savall. Savall(1975) parte de la noción de costos ocultos, que formarían parte de los

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costos directos pero serían de hecho sobrecostos ligados a malas condi-ciones de trabajo. Este razonamiento elaborado por un profesor que di-rige él mismo una empresa es, de hecho, muy pedagógico. Según él, elenriquecimiento de las tareas18 se ubica en la línea de una racionalizacióntayloriana, una ergonomía organizacional que prolonga la ergonomíafisiológica. Por otra parte, varios de sus ejemplos ilustran una simpleracionalización de las tareas. Tal es el caso con la redundancia, que con-siste en realizar dos veces la misma tarea. Por ejemplo, hay redundanciacuando se ejecuta dos veces el mismo control, o cuando se ingresa o setrasmite dos veces la misma información. Toda redundancia da la im-presión que hay dos veces más para hacer que lo realmente necesario.Savall muestra entonces que una mejor organización reduciría los cos-tos directos, lo que él traduce diciendo que los costos ocultos de la malaorganización son considerados como costos directos hasta que el buenanalista revele su naturaleza. Las situaciones de conflicto, las malas con-diciones de trabajo, inducirían también costos. La ventaja de este méto-do es que convence a muchos industriales. Tiene entonces la ventaja in-discutible de favorecer inversiones con vistas a mejorar las condicionesde trabajo y organización con el pretexto de que son rentables de inme-diato. Tiene, por supuesto, el defecto de apoyarse en una axiomática quees falsa. Sin embargo, estamos de acuerdo con Savall en que en cual-quier esfuerzo de racionalización deben tomarse en cuenta las condicio-nes de trabajo.

Volviendo al coloquio de Siófok, podemos observar que la invalida-ción de la hipótesis de que existe un lazo entre motivación y productivi-dad llegaba en un momento en que, en la mayoría de los países euro-peos, se detenían los experimentos que tenían por objeto instaurar unaorganización del trabajo que fuera más motivante. Esto significaba queel mundo industrial cambiaba al mismo ritmo que la teoría. Esta conjun-ción entre nuestros resultados y las estrategias de management nos con-ducía a una especie de desencanto: ésta es la razón por la cual muy amenudo se las había ignorado. En esto radica la importancia de retomarel debate y mostrar que la satisfacción de producir para otro no puedeser otorgada por el dirigente, lo cual no quiere decir que no exista.

Si, a partir del hecho de que no se logra responder en forma adecua-da a una demanda externa, surge una insatisfacción, es porque producirconstituye el lazo más importante que los productores tienen entre sí.No se trata, en este sentido, de suponer algún tipo de determinismo:sólo decimos que los que comparten la misma aventura, la tienen comopunto en común.

Esta es una de las claves que nos permitió retomar el camino denuestra reflexión. Si trabajar para los demás no puede aportar,

18 Practicado en losaños setenta, el en-riquecimiento delas tareas consisteen agregar una par-te interesante a untrabajo puramentemecánico; este mé-todo consistía gene-ralmente en agregartareas de organiza-ción y control a untrabajo que se ejecu-ta con sencillez. Elenriquecimiento delas tareas se oponea la ampliación delas tareas que con-siste en prolongarel ciclo operativomultiplicando lastareas carentes deinterés (ver J.Ruffier, 1976).

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sistemáticamente, satisfacción, trabajar duramente sin que el otro mani-fieste satisfacción debe, por cierto, encolerizarnos. Es decir, producir esun esfuerzo. Es normal que de ello obtengamos una remuneración. Escomprensible que un gran número de productores desee que su trabajono sea en vano, que tenga un sentido. Esta es una clave que quizás expli-que por qué se traban lazos de cooperación, lo que siempre sorprendió aquienes atribuyen a la acción humana un sentido demasiado limitado,como por ejemplo la masificación de los beneficios personales o la bús-queda del poder.

Debemos ahora situar la problemática en otro campo, el del estudiode las transferencias del tecnología. En efecto, el concepto de eficienciaproductiva surge de confrontar trabajos que cuestionaban tanto el temade la satisfacción en el trabajo como el de los lazos entre lo técnico, loeconómico y lo social. Al trabajar sobre las transferencias de tecnologíaapuntábamos a un lugar donde esta articulación se torna visible para lospropios actores, en la medida en que ella constituye el objeto de contratos.

ELELELELEL DEBA DEBA DEBA DEBA DEBATE SOBRE LAS TRANSFERENCIAS DETE SOBRE LAS TRANSFERENCIAS DETE SOBRE LAS TRANSFERENCIAS DETE SOBRE LAS TRANSFERENCIAS DETE SOBRE LAS TRANSFERENCIAS DETECNOLOGÍATECNOLOGÍATECNOLOGÍATECNOLOGÍATECNOLOGÍA DESEMBOCA DESEMBOCA DESEMBOCA DESEMBOCA DESEMBOCA EN UN IMP EN UN IMP EN UN IMP EN UN IMP EN UN IMPASSEASSEASSEASSEASSE

¿Cómo pueden los países menos desarrollados recuperar el atrasoen materia de producción y de nuevas tecnologías? Esta pregunta hadado lugar a numerosos debates sobre cómo transferir exitosamente cier-tas tecnologías. Se han propuesto soluciones para cada etapa del debatepero su aplicación, invariablemente, cuestionaba la conclusión del mo-mento dejando siempre pendiente las posibles soluciones al subdesa-rrollo. Al principio, nos limitábamos a vender máquinas, que se rom-pían, o que sencillamente no eran utilizables porque no estaban insertasen conjuntos técnicos coherentes. Fue entonces que se concibieron pro-yectos industriales: vendimos fábricas enteras. La coherencia técnicaestaba asegurada, pero el conjunto presentaba una coherencia demasia-do exterior al lugar de inserción del equipamiento industrial. Se les agregóentonces a estas empresas, prontas para ser utilizadas, el reclutamientoy la formación requeridas. El proyecto se tornaba más costoso, pero sehacía también más susceptible de desencadenar discusiones y querellassin fin entre los contratantes, en el caso de fracasos debidamente proba-dos. Tales fracasos, ¿eran atribuibles a las opciones técnicas iniciales, alreclutamiento y la formación de la mano de obra (ver en particular, Jor-ge Katz, 1976), o a razones inherentes al país receptor, todo lo cual esca-pa al control del vendedor? Los juicios ante los tribunales se sucedenindefinidamente, desembocando bastante rápidamente en denuncias deengaño por parte del vendedor y de mala voluntad o mala fe por parte

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del comprador. El paso siguiente consiste entonces en buscar asegurarel éxito de la transferencia. Es así que el contrato se redacta en términosde “producto en mano”, es decir que el vendedor se compromete a pro-ducir una cantidad fijada de antemano. Si no lo logra, el vendedor po-drá intentar invocar el no respeto por la otra parte de cláusulas del con-trato, habiendo tomado de antemano la precaución de inscribir dichascláusulas en el mismo. Nuevamente caemos en el conflicto y la acusa-ción recíproca de engaño. El éxito no garantiza la ausencia de conflicto.Rápidamente, el equipamiento que se ha construido envejece y su pro-ducción disminuye. Por supuesto, es posible paliar esta realidad con uncontrato de mantenimiento. Pero, cuanto más riguroso y definido es elcontrato, tanto más implica una lógica de retraso. En efecto, es el pro-ducto y la herramienta productiva lo que se hace constar por escrito,inmovilizándolos, cuando en el resto del mundo seguirán cambiando yevolucionando. Es por esto que algunos proponen y preconizan contra-tos de evolución: el vendedor se compromete a mantener constantementeel sistema al día desde el punto de vista de la evolución técnica. En esecaso, las relaciones entre países más o menos desarrollados cambiarían:unos venderían ideas que aún no han tenido, otros pagarían con un di-nero que quizás jamás tendrán.

De hecho, luego de haber suscitado grandes esperanzas, la reflexiónsobre las transferencias de tecnologías se ha detenido un tanto y el tér-mino, que animaba encuentros internacionales de políticos y economis-tas, parece interesar, hoy en día, sólo a los sociólogos. La reflexión teóri-ca ha desembocado en un callejón sin salida: se pasó de la idea optimistasegún la cual los países menos favorecidos se desarrollarían gracias a lastecnologías importadas de los países cuyo desarrollo industrial era an-terior (ver Dufourt, et al., 1978), a la idea de que existiría una nuevaforma de imperialismo que impediría intercambios reales de tecnolo-gía19. Esta teoría ha tenido durante largo tiempo muchos adeptos. Enefecto, es muy simple explicar el subdesarrollo por la presencia de unpoderoso enemigo. Si las potencias industriales se pusieran de acuerdopara impedir el despegue industrial del resto del mundo, ¿lo lograrían?Permítasenos dudar de esto, ya que en los últimos veinte años las poten-cias industriales occidentales han visto emerger nuevas naciones indus-triales, a pesar de sus intentos explícitos por luchar contra ellas y lo querepresentan como competidoras. En cambio, a menudo han fracasadoen sus intentos por hacer salir del subdesarrollo total a otras naciones. Siel imperialismo explica los éxitos y los fracasos de las transferencias detecnología, la estrategia de dicho imperialismo dista mucho de ser evi-dente. Este actor evoca más bien al idiota de Hamlet que a la mano invi-sible de Adam Smith.

19 Esta era un poco laconclusión del exce-lente trabajo de J.Perrin (1983) “Lastransferencias detecnología”. El au-tor desemboca enuna visión pesimis-ta respecto de la po-sibilidad de transfe-rir tecnología, yaque: “La experien-cia ha mostrado quela tecnología no esun recurso natural,un patrimonio co-mún al servicio deldesarrollo, sino queestá en el centro delas relaciones de po-der y de domina-ción”.

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El retroceso de la doctrina marxista en todos los frentes ha dadolugar a teorías más culturalistas, según las cuales los países menos desa-rrollados lo serían ante todo porque tienen un nivel cultural que no fa-vorecería el éxito tecnológico (ver Ug Damachi, 1978).

Esta idea tiene hoy en día muchos adeptos. En efecto, permite adop-tar un remedio que todos consideran como deseable. Desarrollar la for-mación de la población del planeta parece una tarea sumamente defendi-ble desde el punto de vista ético. Si podemos probar que también es nece-saria desde el punto de vista económico, habremos conciliado la moral y lautilidad. No queremos emitir un juicio definitivo en este debate tan impor-tante y trascendente, sólo indicar que a veces vemos lo que queremos ver yque nuestra moral nos obnubila. Es probable que altos niveles de forma-ción favorecerían la difusión generalizada de las técnicas productivasmás eficaces, pero ¿se trataría de algo necesario, esto es, que no puedeno ser? Existen ejemplos20 que muestran que no. Es posible hacermarchar empresas modernas con obreros muy poco formados; es almenos lo que creemos que vamos a demostrar en el capítulo III.

¿Existen tecnologías adaptadas a la cultura¿Existen tecnologías adaptadas a la cultura¿Existen tecnologías adaptadas a la cultura¿Existen tecnologías adaptadas a la cultura¿Existen tecnologías adaptadas a la culturade los países menos industrializados?de los países menos industrializados?de los países menos industrializados?de los países menos industrializados?de los países menos industrializados?

Si se debe descartar el nivel escolar como condición necesaria parala transferencia exitosa de tecnología hacia los países poco o mediana-mente industrializados, se pueden utilizar condiciones culturales me-nos cuantitativas. Así, ciertos autores lanzaron la idea de una tecnologíaadaptada a situaciones socioculturales locales. Según ellos, el problemasería que los países menos desarrollados no lograrían captar tecnologíasconcebidas para culturas y niveles educativos que difieren totalmentede las vigentes en los países menos desarrollados. Investigan, así, bus-cando tecnologías adaptadas a la población en la que se supone se ha-brán de aplicar.

Pero este movimiento duró poco, ya que las técnicas adaptadas re-sultaron ser, rápidamente, poco eficaces. En efecto, la desigualdad esdemasiado grande entre los medios movilizados por los paísesindustrializados para desarrollar tecnologías de punta y las sumas dedinero dedicadas a la puesta a punto de estas técnicas llamadas “adap-tadas”, las que, por falta de análisis, se presentan sobre todo como tec-nologías de segunda categoría. Debido a ello, la esperanza de encontraruna tecnología que permitiera el desarrollo en vez de reforzar las des-igualdades del orden internacional se diluye, incluso aunque institucio-nes internacionales sigan sosteniendo esta posición. Es así que Gonod,(1986) define la política de la Organización Internacional del Trabajo:

20 Ya se ha llevado acabo cierto númerode trabajos cuyoobjetivo es buscarlas causas de los nu-merosos éxitos lo-grados en la moder-nización por em-presas situadas enpaíses desfavo-recidos. Ver en es-pecial, H. Sahiken(1988). En este tra-bajo, el autor hablade la deslocaliza-ción, muy exitosa,de fábricas ultramo-dernizadas que tra-bajan con personalmuy poco califica-do, siguiendo elejemplo de GMC enMéxico.

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apoyándose en el debate contradictorio entre los partidarios de las tec-nologías adaptadas y los que apoyan la reproducción de las tecnologíasdominantes, abre un sendero pragmático que se esfuerza por aprove-char los recursos locales y se apoya sobre lo ya existente sin dudar enutilizar, en la medida de lo posible, tecnologías que permitan obtenermejores resultados. Su postulado es que, si bien es más difícil emplearlas tecnologías nuevas en los países pobres, es preciso intentarlo, consi-derando siempre las carencias desde el punto de vista de la infraestruc-tura para evitar, de este modo, fracasar; también es importante apoyarseen una participación al máximo de la población de que se trate paraintentar que el aporte tecnológico se difunda. La amplitud de las dificul-tades le parece considerable en particular en lo que se refiere al knowhow de los industriales, concluyendo su artículo con esta frase: “De ahoraen adelante, el imperativo es comprender la tecnología”.

El resultado de la incapacidad para hacer avanzar el debate fue quelos teóricos del desarrollo abandonaron la reflexión sobre las transferen-cias de tecnología y se centraron en los problemas de gestión, que apor-tan políticas que mejoran la situación de un modo más sencillo. Judet(1988) observa justamente esto en un artículo en el que hace el balancede estos últimos años. Al no poder decir nada que resulte operativo apropósito de la implantación de tecnologías eficaces en los países delTercer Mundo, los economistas regresan al campo de la gestión y de lapolítica económica y financiera, campo éste en el cual por cierto haymucho para decir y hacer si se desea mejorar la rentabilidad de las in-versiones económicas, sea cual sea su grado de tecnicidad.

Este desplazamiento muestra que estamos ante un callejón sin sali-da, un impasse de la reflexión sociológica. Es como que no sabemos plan-tear el problema si no es para explicar constantemente los fracasos yrelegando los éxitos a milagros aislados e irrepetibles. Por cierto, la so-ciología recurre a la estadística y la probabilidad, pero esto no sería sufi-ciente para justificar una teoría que sólo explicaría los casos más fre-cuentes, y que callaría las excepciones. Debemos entonces admitir queel problema de las transferencias de tecnología ha sido planteado deuna manera que nos conduce a un callejón sin salida.

Este callejón sin salida es el resultado de la noción según la cual latecnología es una mercancía.

Estas situaciones teóricas sin salida se originan, las más de las ve-ces, no en la falta de lógica de las proposiciones sobre las que se apoyanlos debates, sino en el trabajo de zapa que produce una idea que pareceevidente a los ojos de quienes la manipulan, pero que en realidad esfalsa. Es lo que ocurre con los razonamientos que descansan en la ideade que la transferencia de tecnología se realiza a través de contratos se-

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gún los cuales una de las partes aporta la tecnología que le falta al com-prador. Hacen de la tecnología una mercancía que el vendedor venderíaintegralmente al comprador. Esta concepción es la fuente de los conflic-tos, ya que los clientes ven que los vendedores no logran entregarlessistemas equivalentes a los que les han mostrado para ganar el mercado.Creen haber comprado sistemas sociotécnicos cuando en realidad sólose les da materiales, programas y cursos de formación. En los hechos,compradores y vendedores se engañan a sí mismos pensando que, yaque hay contrato, este contrato se refiere a una mercancía y que estamercancía corresponde a lo que quiere el comprador, es decir, un siste-ma sociotécnico que funcione.

La idea de considerar la tecnología como mercancía es relativamen-te nueva: aparece a principios de los años sesenta con la deslocalizaciónparcial de la industria automotriz. (En ese momento, en el Tercer Mun-do, aparecen leyes e instituciones que buscan controlar el ingreso detecnologías extranjeras y se desarrollan, desde el punto de vista teórico,las teorías de la dependencia.) La fábrica se instala con tecnología im-portada. Es entonces que el pago de licencias se convierte en un ele-mento importante, tanto desde el punto de vista económico como delpunto de vista político. La importancia de dicho elemento se acrecientaa medida que la parte intelectual de la producción crece. Cuando calcu-lamos y mostramos que los costos de fabricación no sobrepasan, o muypoco, el 25 % del precio de venta en la industria automotriz (15% en elyogur), el asunto de cómo llega el resto de los productores a sacar suparte de la plusvalía productiva se torna crucial. Este es el origen de laidea de que se debe considerar todos los aportes de los no fabricantescomo mercancías que pueden ser objeto de un contrato de venta, queincluso puede ser aproximado en la definición de lo que se vende. Cuandose negocia un contrato de transferencia de tecnología, se solicita la inter-vención de abogados y financistas. La ausencia de los técnicos en estafase es el elemento que permite explicar la frecuente incoherencia de estetipo de contrato. De hecho, en los intercambios de tecnología, el compra-dor se esfuerza por comprar la eficiencia que el vendedor tiene. En cuantoal vendedor, se encuentra en una posición delicada, ya que debe necesa-riamente diversificar sus recursos para mantener su organización, debevender ideas. Su cliente le pide sueños, ilusiones. Un contrato puedeexistir pero la amenaza de futuras desilusiones se cierne sobre él.

De hecho, este tipo de contrato confunde dos órdenes: el de las rela-ciones sociales y el de las mercancías. En efecto, un equipamiento hechode metal y plástico por un lado, y un sistema productivo, mezcla demáquinas y seres humanos por otro, son de diferente naturaleza. Losequipamientos son casi completamente descriptibles y reproducibles21.

21 Decimos “casi”porque todo equi-pamiento producti-vo tiene una histo-ria durante la cualintervienen puestasa punto o modifica-ciones menores quepermiten explicarlos resultados obte-nidos,pero que na-die observó y queescaparán por lotanto al control dequien busca repro-ducirlos.

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En cambio, los seres humanos no lo son; cada individuo es único, tantomás los grupos de individuos. Los esfuerzos por describir la actividadhumana en un sistema productivo, si bien pueden resultar apasionantes,serán siempre irrisorios si consideramos su complejidad. No alcanza conleer el reglamento interior de una empresa, tomar nota de la formaciónde los asalariados, reunir toda la información sobre la empresa para poderreproducir, de modo idéntico, un sistema productivo eficaz. Un sistemaproductivo no es una mercancía, no es reproducible de modo idéntico. Yen esto reside la ilusión de los contratos de transferencia de tecnología.El eventual cliente visita fábricas que marchan bien en el contexto delvendedor; sin embargo, se le propone venderle equipamientos y proce-dimientos, cuando lo que el cliente desea es disponer de un sistema pro-ductivo equivalente al que se le propuso para atraerlo.

La transferencia de equipamientos no plantea mayores problemas,salvo el caso de ciertos equipamientos militares o estratégicos declara-dos como “sensibles” y cuya venta está prohibida por ciertos Estados.Esto alimenta la frustración que experimentan los eventuales compra-dores, pero es una situación demasiado marginal que no permite expli-car porqué los equipamientos comprados son menos eficaces en el con-texto del comprador que en el del vendedor. El problema reside en elintercambio de información. Ya en 1977, Hiance observaba que: “la ma-yoría de las invenciones sólo pueden ser explotadas mediante un know howmuy minucioso. Este último no figura en la patente. Para que una marca regis-trada logre desembocar en una transferencia de tecnología es preciso, por unlado que el know how exista, y por otro, que su titular consienta la transferen-cia”.22 Pero aquí el autor supone que la retención proviene del vendedor,es decir, de quien da empleo a aquéllos que poseen estos conocimientosminuciosos. En realidad, el problema se presenta mucho más complejoya que la retención puede provenir incluso de los asalariados, como ve-remos en los casos de transferencia analizados en el capítulo V.

Estos ejemplos permitirán ver con claridad la dificultad inhe-rente a la transferencia de tecnología, mostrando la importancia querevisten las relaciones entre ciertos actores de la puesta en marchade una máquina compleja23. Estas relaciones son parte integrante dela máquina. Le son tan necesarias como sus componentes mecánicosy electrónicos. Su ruptura o su desaparición tiene el mismo efectoque la ruptura o la desaparición de uno de sus componentes mate-riales. Esto es lo que nos condujo a no separar en nuestro análisis elsistema técnico de los trabajadores, al hablar de sistema productivocomplejo. Ir más allá del debate sobre las transferencias de tecnolo-gía nos conduce al lazo inextricable que existe entre lo relacional, lohumano y los artefactos técnicos.

22 Perrin (1983) retomaesta cita, y procuradescribir los elemen-tos que deberíanconstituir lo que su-ministra el vendedorpara que una transfe-rencia efectiva exista.Imagina que estossuministros debencomprender inter-cambios de docu-mentos y operacio-nes de formación,pero como buen eco-nomista, no imaginaque la dificultad pue-da provenir del he-cho de que el patrónvendedor no esquien detenta el sa-ber que pretendevender sino que di-cho saber está en lacabeza de sus asala-riados.

23 La demostración dela importancia de es-tas relaciones es ob-jeto de un informe yacitado (Ruffier J., Tes-ta, J. y Walter J.,1987). En el curso deun trabajo en unosveinte establecimien-tos distribuidos en elterritorio argentino yuruguayo, pudimosnotar una relacióndirecta entre la efi-ciencia de las máqui-nas más complejas yla calidad de las rela-ciones entre los prin-cipales actores.

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Quizás la dificultad que experimentamos para comprender la dife-rencia entre una máquina eficaz y una máquina mal utilizada provienede una mala percepción de la parte inmaterial de una sistema sociotécnicode producción. El capítulo II tratará de aportar elementos sobre este as-pecto. Las empresas tienden a confundir estos sistemas con losequipamientos y las informaciones que compraron. De hecho, si vamosal detalle, la parte de un sistema productivo complejo que puede serobjeto de un contrato de venta es muy reducida. En tales sistemas, existesiempre una parte esencial que no puede ser descrita ni formalizada.Por supuesto, esta parte es la que constituye la originalidad de ese siste-ma respecto a los demás que están constituidos por los mismos elemen-tos materiales y los mismos programas o procedimientos formalizados.Es en esta originalidad que descansa el éxito o el fracaso. Pero, esta parteno puede ser ni vendida, ni poseída por un individuo, una empresa, enEstado.

Quizás los especialistas no se han preocupado por definir lo quediferencia la venta de máquinas de una transferencia de tecnología. Enel primer caso, el contrato se refiere a mercancías, objetos inertes que, sesupone, se bastan a sí mismos. El comprador, se supone, está satisfechocon el objeto vendido, ya sea que lo use bien o mal. En el segundo caso,lo que el comprador busca es un sistema que produzca de modo perti-nente. En última instancia, en la transferencia de tecnología, el compra-dor no sabe al principio qué objetos debe comprar para que el sistemafuncione. Es en cierta medida el vendedor que le debe hacer al compra-dor una propuesta de venta destinada a permitirle a este último alcan-zar su objetivo. Si las cosas fueran formuladas de esta manera, las acusa-ciones de engaño serían menos frecuentes, pero ¿qué vendedor está dis-puesto a decir que no puede garantizar que el cliente podrá hacer fun-cionar correctamente los aparatos objetos, parte objetivable de la venta?.Con más razón, ¿qué comprador está dispuesto a aceptar este tipo dediscurso en el cual el vendedor se niega a venderle lo que él pide, con elpretexto de que es invendible porque no es reificable?

El tema de la transferencia de tecnología debe ser retomado en otrostérminos. La transferencia no puede considerar al conjunto de un siste-ma productivo de punta. Debe acompañar a una acción de constituciónde un sistema sociotécnico original. De hecho, toda operación de pro-ducción de tales sistemas se aparenta a una innovación, en el sentido enque Callon24 emplea este concepto. Por cierto, todo sistema productivoalgo complejo es objeto de numerosas transferencias en su constitucióny su evolución. La transferencia no caracterizaría la venta de equi-pamiento de un país altamente industrializado a un país en desarrollo,también está en el centro de los sistemas productivos de los países más

24 Callon y Latour(1986) revierten enun artículo la pers-pectiva del análisisde las innovacio-nes. Se oponen a lateoría que denomi-nan difusionista se-gún la cual la inno-vación resulta deun buen inventotécnico que se im-pone naturalmenteal cuerpo social yno ven más quemalas ideas queineluctablementeestán condenadas afracasar y buenosinventos técnicosque triunfaránsiempre, incluso siuna mala prepara-ción del cuerpo so-cial puede poster-gar su advenimien-to. Según ellos, lasinvenciones no es-tán jamás prontasde entrada. Sólotriunfan si sonadoptadas por elengranaje socialcompleto, que va dela investigación teó-rica a la compra delobjeto, pasando porla investigaciónaplicada, la produc-ción y la comercia-lización. Esta acep-tación se realiza pormedio de negocia-ciones durante lascuales el objeto dela invención y susprincipios puedenhaberse visto com-pletamente modifi-cados. No hay nadaineluctable en el de-sarrollo de un nue-vo producto. Estesólo se impone en lamedida en que la

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La eficiencia productiva

modernos. Nuestra propuesta consistiría en no disociar más el tema delas transferencias de tecnología del de la construcción permanente desistemas productivos técnicamente complejos25.

Esto nos conduce nuevamente a la eficiencia productiva: ésta seobtiene a través de la construcción de un sistema productivo eficaz ensus partes mecánicas pero también en su organización. Esto quiere decirtambién que se debe construir un sistema que cambie social y técnica-mente para mantenerse al nivel de la demanda. De nada sirve interro-garse para saber si el sistema hizo bien en integrar tal o cual parte muycostosa, una vez que se realizó dicha integración. En cambio, el sistemapresente debe interrogar la tecnología mundial para definir los cambiosfuturos. La noción de transferencia se limita con demasiada facilidad ala de contratos puntuales entre interlocutores definidos; la de construc-ción permanente obliga a ver la tecnología en la escala mundial. Estonos incentiva a interrogar una y otra vez a la naturaleza de los sistemasproductivos y de las evoluciones tecnológicas presentes. Este es el temaque abordaremos en el próximo capítulo.

desestabilizaciónde la sociedad queél supone, apareciócomo deseable parael conjunto de losactores que a élapostaron.

25 Observemos tam-bién que, aprove-chando el agota-miento del debatesobre las transfe-rencias de tecnolo-gía, la palabra hasido retomada y uti-lizada a menudopara hablar de latransferencia de co-nocimientos de laesfera académica ala de la producción.Apoyamos esta ten-dencia, ya que sacael tema de la esferade la teoría de la de-pendencia en don-de se había empan-tanado.

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