un diciembre para recordar
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UN DICIEMBRE PARA RECORDAR TĂtulo original: UN DICIEMBRE PARA RECORDARCopyright © 2020 Anabel BotellaIlustraciĂłn de portada: Irina CazorlaDiseño de portada: Juanjo GrauEdiciĂłn digital: Juanjo Grau 1ÂȘ EdiciĂłn digital en Amazon: diciembre 2020 Este libro no podrĂĄ ser reproducido, distribuido o realizar cualquier transformaciĂłn de la obra ni
total ni parcialmente, sin el previo permiso del autor. Todos los derechos reservados.
Para Irina Cazorla,que me ha regalado su talento
para esta novela.Para Carmen Piñero y Carmen MartĂnez,
dos de mis mejores lectoras.Gracias por todo.
ĂNDICEPrĂłlogo
CapĂtulo 1
CapĂtulo 2
CapĂtulo 3
CapĂtulo 4
CapĂtulo 5
CapĂtulo 6
CapĂtulo 7
CapĂtulo 8
CapĂtulo 9
CapĂtulo 10
CapĂtulo 11
CapĂtulo 12
CapĂtulo 13
CapĂtulo 14
CapĂtulo 15
CapĂtulo 16
CapĂtulo 17
CapĂtulo 18
CapĂtulo 19
EpĂlogo
Conoce a la autora
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PrĂłlogo
Kim entrĂł con paso apresurado en su habitaciĂłn y se limpiĂł con la mano las lĂĄgrimas que corrĂan
por sus mejillas. Lo hizo con rabia, como si pudiera quitarse de un plumazo la decepciĂłn que
sentĂa en esos momentos. Se prometiĂł que esa serĂa la Ășltima vez que lo hiciera, y menos por un
hombre que no la merecĂa. Maldito fuera Enzo y maldito el dĂa en que lo conociĂł.
AĂșn seguĂa temblando por lo que habĂa presenciado cuando un cliente la hizo salir al
comedor para felicitarla por la comida.
Esa misma tarde se habĂa despedido del restaurante y buscĂł en su cartera las tarjetas que
le habĂan dado algunos de sus clientes. TenĂa varias alternativas, asĂ que llamĂł al primer nĂșmero
que le pareciĂł una buena opciĂłn. Se trataba de un hotel de cinco estrellas situado en Manhattan y
que podĂa suponer una gran oportunidad en su carrera como cocinera. DespuĂ©s de hablar con el
director, se sintiĂł algo mĂĄs aliviada porque volvĂa a tener trabajo, aunque fuera como segunda
cocinera.
AĂșn podĂa recordar las Ășltimas palabras que le habĂa dicho Enzo aquella misma mañana
antes de salir de viaje:
âTe deseo. Siempre.
Minutos antes habĂan hecho el amor.
En ese momento se sintiĂł la mujer mĂĄs feliz del mundo. Ella lo querĂa y era correspondida.
Pero todo era una mentira. Su vida se reducĂa a frases bonitas para obtener de ella sexo. Enzo
habĂa sido su primer y Ășnico novio. Lo amĂł desde el mismo momento que lo vio. Ahora debĂa
aprender a odiarlo, si es que eso era posible después de haberlo querido tanto.
JamĂĄs habrĂa imaginado que Enzo la traicionarĂa de esa manera. ÂżEn quĂ© estarĂa pensando
para llevar a esa mujer al restaurante donde trabajaba ella? ÂżNo habĂa mĂĄs restaurantes en todo
Chicago? ¿Por qué la odiaba de esa manera como para restregarle en la cara que estaba con otra
mujer? Se hizo otra pregunta: Âżtodas las veces que decĂa que salĂa de viaje estaba con esa rubia o
habĂa alguna mĂĄs?
MirĂł la foto en la que Ă©l la besaba con pasiĂłn el dĂa de su boda y que estaba encima de la
cĂłmoda.
âTe odio. âEra la primera vez que lo decĂa y esa iba a ser su frase cuando se acordara
de Ă©l.
RecogiĂł su ropa y la colocĂł con prisas en las dos maletas que tenĂa. Pero antes de
marcharse, abriĂł las ventanas de la habitaciĂłn, hizo trizas la ropa de su marido con unas tijeras y
despuĂ©s la tirĂł al jardĂn. DejĂł su anillo de casada en la mesilla de noche de Enzo y saliĂł de la
habitaciĂłn con el corazĂłn encogido.
En ese momento, Marc, su hermano pequeño, llegaba.
âÂżQuĂ© ha pasado?
âNos tenemos que marchar âreplicĂł con un nudo en la garganta.
âÂżOtra vez? ÂżPor quĂ©?
âEnzo me la ha estado pegando con una rubia. âTragĂł saliva con dificultad porque en
unos dĂas iba a ser su segundo aniversario de bodaâ. El muy cerdo me ha engañado.
âNo puede ser verdad, Âżo sĂ? âpreguntĂł al ver la cara de su hermana.
âÂżQuieres ver la foto que le he hecho? No hay lugar a dudas.
Kim desbloqueĂł la pantalla de su mĂłvil y le mostrĂł la foto que le habĂa tomado. Enzo
estaba de espaldas, pero se le distinguĂa bien. Le habĂa pedido a una compañera que hiciera otras
fotos de frente.
âÂżHa ido al restaurante mientras tĂș trabajabas allĂ?
âSĂ, el muy cobarde no se ha atrevido a decirme a la cara que ya no me quiere.
âPuede que se trate de un malentendido.
âTe aseguro que no lo es. He visto cĂłmo la cogĂa de la mano y cĂłmo despuĂ©s la besaba
en los labios. Joder, en ese beso habĂa mucha pasiĂłn. Puedes ver tĂș mismo cĂłmo la mira.
âPuede tratarse de una prima.
âNo, Constanzo es la Ășnica familia que le queda.
âTiene que haber una explicaciĂłn.
âSĂ, que ha dejado de quererme, como le pasĂł a papĂĄ con mamĂĄ, que nos dejĂł tirados
cuando yo tenĂa seis años y tĂș dos. Sabe que nunca le perdonarĂa una infidelidad. Joder, no sĂ© por
quĂ© me ha hecho esto. âApretĂł los labios para no llorar delante de su hermanoâ. ÂżVas a pasarte
toda la tarde preguntĂĄndome o nos vamos ya?
âÂżNo quieres hablarlo con Ă©l? Es lo que hacen las personas adultas.
âNo tengo nada que hablar con Ă©l. No voy a dejar pasar una infidelidad. Es algo que
siempre hemos hablado.
RecordĂł un dĂa en que ella le dijo que si lo pillaba con otra no le volverĂa a ver nunca mĂĄs
el pelo. Y estaba cumpliendo la palabra que le dio.
âÂżAdĂłnde vamos?
âHe encontrado trabajo en un hotel de Nueva York. SerĂ© la segunda cocinera del
Princess. TĂș tambiĂ©n podrĂas trabajar allĂ. âMirĂł la hora en su mĂłvilâ. ÂżQuĂ© quieres hacer? No
tenemos mucho tiempo. No sé si Enzo vendrå mañana como me dijo o habrå cambiado de planes y
se presentarå esta noche después de pegårmela con otra mujer. Pero cuando regrese no quiero que
me encuentre aquĂ.
Marc se lo pensĂł durante unos segundos. Se rascĂł la cabeza y se encogiĂł de hombros.
âMe voy contigo. TĂș y yo somos un equipo.
Kim bajĂł hasta el salĂłn donde estaba el ĂĄrbol de navidad a punto de ser decorado. TenĂa
pensado hacerlo cuando Enzo regresara de viaje.
Al igual que habĂa hecho Kim, Marc guardĂł su ropa en una maleta y se montĂł en el coche,
donde la esperaba su hermana.
âHoy conduzco yo âdijo Kim poniendo en marcha su Chevrolet Corvette, la Ășnica
herencia que conservaba de su padreâ. Me apetece mucho pisar el acelerador.
Salieron de esa casa con sentimientos encontrados: por una parte era el lugar donde mĂĄs
felices habĂan sido y por la otra, donde le habĂan roto el corazĂłn a Kim.
Esas serĂan las navidades mĂĄs tristes de su vida desde que su padre muriĂł. SerĂa un
diciembre para olvidar.
CapĂtulo 1Dos años despuĂ©s
Kim se sobresaltĂł al oĂr la puerta de su habitaciĂłn abrirse de golpe, pero se dio media vuelta en la
cama y se tapĂł hasta las orejas, porque no le apetecĂa levantarse aĂșn.
Marc la zarandeó con delicadeza. Después la destapó.
âKim, ÂżestĂĄs despierta?
Ella abriĂł primero un ojo y despuĂ©s abriĂł el otro. AĂșn no habĂa amanecido, pero a travĂ©s
de la ventana se colaba la luz de unas farolas. Se estirĂł en la cama y se restregĂł los pĂĄrpados.
âSĂ, Marc, ahora sĂ estoy despierta. ÂżQuĂ© demonios quieres?
âNecesito tu ayuda.
Kim observĂł que su hermano pequeño tenĂa un gesto grave y el ceño fruncido. DistinguiĂł
tambiĂ©n que habĂa estado llorando.
âÂżTiene que ser ahora? Me acostĂ© muy tarde. âMirĂł la hora en su mĂłvil y vio que solo
habĂa dormido cinco horasâ. Si no es importante, ya lo hablamos luego. Y ahora dĂ©jame dormir.
âSĂ. Quiero que sepas que lo voy a solucionar.
ÂżAcababa de oĂr solucionar? Kim terminĂł de despertarse del todo. Se incorporĂł como un
resorte, suspirĂł y se sentĂł junto a Ă©l. Mucho se temĂa que tenĂan otra vez problemas.
âÂżLa has cagado?
âCreo que sĂ.
âO lo crees o no lo crees, pero no hay medias tintas. ÂżQuĂ© ha pasado?
âLo voy a solucionar.
âEso ya me lo has dicho, pero Âżpor quĂ© serĂĄ que me huele mal? Dime de una vez quĂ© ha
pasado.
Se levantĂł de la cama y fue al lavabo para darse una ducha. Marc la siguiĂł. Desde el
espejo, Kim vio la palabra problemas en la cara de Marc. Su hermano tenĂa cuatro años menos
que ella y Kim siempre habĂa cuidado de Ă©l. Marc tenĂa veintitrĂ©s años y una capacidad
sorprendente para que los problemas lo encontraran. Se puso nerviosa porque no llevaba el
vestuario del hotel donde trabajaban los dos. En aquel tiempo, ella habĂa ascendido a la categorĂa
de cocinera jefe del Princess y Marc era uno de los aparcacoches del hotel de cinco estrellas en el
que trabajaban y que estaba en Manhattan. Su sueldo era suficiente como para vivir sin las
estrecheces con las que vivĂan, pero casi nunca llegaban a fin de mes.
âÂżNo trabajaste anoche? âpreguntĂł Kim.
Se desvistiĂł y se metiĂł en la ducha. AbriĂł el grifo del agua frĂa porque no tenĂan dinero
para pagar el gas. AĂșn podĂa aguantarlo, porque estaban en septiembre. TodavĂa estaba pagando la
Ășltima estupidez de su hermano. TemĂa que cuando llegara el invierno su situaciĂłn no hubiera
cambiado y tener que seguir con las duchas frĂas.
âSĂ. Te prometĂ que lo harĂa y que ya no serĂa una carga para ti.
Kim pensĂł en las palabras de su hermano mientras salĂa de la ducha. HabĂa sido muy
rĂĄpida, solo para despejarse. Cuando esa noche saliera del hotel, aprovecharĂa para darse otra
caliente en el vestuario del personal. Con el albornoz enrollado, se lavĂł los dientes. Se habĂa
hecho cargo de Ă©l cuando ella tenĂa dieciocho reciĂ©n cumplidos y Ă©l catorce. Su padre muriĂł en la
cĂĄrcel unos dĂas antes de una peritonitis.
âQuerĂa pagarte todo lo que has hecho por mĂ.
âYo solo quiero que seas feliz. âSe girĂł sobre sus talones intuyendo quĂ© era lo que le
pasabaâ. ÂżHas apostado? Me juraste que nunca mĂĄs lo ibas a hacer.
âNo, no es eso. Deja que te explique. Sabes que siempre se me dieron bien los coches.
âÂżHas robado un coche? âLe tirĂł la toalla a la cara.
RegresĂł a la habitaciĂłn.
âDĂ©jame terminar. CreĂa que habĂa llegado mi momento. âKim lo escuchaba al tiempo
que buscaba una sudadera y unos pantalones vaqueros dentro del armario. Se calzĂł con unas
deportivasâ. El caso es que ayer por la noche oĂ a uno de los clientes que se iba a celebrar una
carrera de coches. Ben me asegurĂł que podĂa ganar. Sabe que soy bueno.
âEres bueno, pero no el mejor.
âBen no opina eso de mĂ.
Kim sacudiĂł la cabeza.
âÂżEstĂĄs hablando de Ben, el recepcionista, el hijo del director? Ese tipo es un idiota. No
tiene dos dedos de frente. ¿Por qué te has dejado liar por él?
Su hermano asintiĂł con la cabeza. Kim apretĂł los dientes. Porque ese tipo era un canalla.
Ben iba detrĂĄs de ella desde que entrĂł en el hotel. Gracias a su padre, que alabĂł su talento cuando
probĂł un plato en el restaurante en el que trabajaba cuando vivĂan en Chicago, ella era la cocinera
del hotel. Pero que fuera hijo del jefe no le daba derecho a coquetear con ella cuando lo habĂa
rechazado infinidad de veces.
âLa suma podĂa sacarnos de todos nuestros problemas y pagar todas las deudas. HabĂa un
premio de cien mil dĂłlares. Ăl me prestĂł el dinero.
âDime que no has perdido ese dinero.
âNo pude negarme. Soy bueno.
CerrĂł los ojos porque se temĂa lo peor. Ben se habĂa acostado con muchas de las clientas
que iban al hotel. Si lo intentaba con ella es porque decĂa que estaba enamorado desde que la
conociĂł. PodĂa imaginĂĄrselo con el pelo repeinado hacia atrĂĄs, con su traje de chaqueta y su
sonrisa de lobo. Odiaba cuando Ă©l se colocaba por detrĂĄs y le susurraba obscenidades al oĂdo.
âJoder, pero Âża ti quĂ© demonios te pasa? ÂżCĂłmo se te ocurre apostar un dinero que no
tenemos? No tienes dos dedos de frente. De Ă©l me lo podĂa imaginar, pero de ti no. ÂżQuĂ© pasĂł?
âTe juro que iba ganando, pero antes de llegar a la meta Ă©l me adelantĂł por la derecha en
una curva muy cerrada y no pude alcanzarlo.
âÂżCuĂĄntas veces te tengo que decir que no puedes apostar lo que no tienes? Jugar si sabes
que no vas a ganar solo trae problemas.
âEstaba ganando.
âEso no es suficiente. Llevo tiempo intentando que tengamos una vida mejor, pero tĂș
siempre la cagas.
âHace tiempo la tenĂamos. PodĂas llamar aâŠ
Kim se girĂł hacia Ă©l con los ojos entrecerrados.
âNo me hables de Ă©l. Sabes lo que pasĂł y no puedo llamarlo despuĂ©s de dos años sin
querer saber nada de ese malnacido. Tienes que entender todo por lo que pasĂ© y lo que sufrĂ. No
quiero que me hagan daño otra vez. No voy a perdonarle una infidelidad.
Fue a la cocina e hizo café. Necesitaba tomarse dos litros para pensar qué iba a hacer.
Sacó unas rebanadas de pan de un armario y las puso en la tostadora. Después abrió la nevera y
cogió la mantequilla y la mermelada. Sacó también unas salchichas y dos lonchas de beicon. Era
lo Ășltimo que les quedaba en el frigorĂfico y aĂșn estaban a mitad de mes. TendrĂan que aprovechar
la comida del hotel para comer.
âPero tengo un plan. PodrĂamos vender el Chevrolet Corvette.
âNi de coña. Eso no es negociable. Es lo Ășnico que nos queda de papĂĄ.
âNos pagarĂan una fortuna.
Kim negĂł con la cabeza.
âEntonces solo queda una opciĂłn.
âNo quiero saber nada de tu plan âdijo poniendo las salchichas y el beicon en una
sartén con mantequilla.
âLo he llamado. He llamado a Enzo.
âÂżQue has hecho quĂ©? Dime que no es cierto.
âHe oĂdo que estaba preparando una carrera en Nueva Jersey. El fin de semana que viene
estarĂĄ en Nueva York. Le he dicho que querĂa correr.
Kim apretĂł los dientes.
âEstĂĄs loco. Nunca vas a aprender. âSe le ocurriĂł una ideaâ. JĂșrame que si esto sale
bien no volverĂĄs a meterte en problemas. Es la Ășltima vez que te salvo el culo. No puedo seguir
viviendo con esta angustia de no saber quĂ© sucederĂĄ al dĂa siguiente.
âTe juro que esta serĂĄ la Ășltima vez.
âNo, tĂș ya has hecho todo lo que tenĂas que hacer. Ahora me toca a mĂ.
âÂżVas a correr tĂș?
âSĂ.
âPero eso significa que volverĂĄs a verlo.
Solo de pensarlo se echĂł a temblar. Pero harĂa de tripas corazĂłn y correrĂa esa carrera
ilegal.
âLo sĂ©. Pero soy mucho mejor que tĂș corriendo. Ya sabes que papĂĄ me enseñó a ganar. Y
él era el mejor. ¿Qué puede salir mal?
CapĂtulo 2
Enzo tirĂł el mĂłvil con rabia sobre la cama. La llamada que habĂa recibido lo habĂa puesto de muy
mala hostia. Durante dos años, habĂa estado buscando a Kim, y ahora su hermano daba señales de
vida. Durante los primeros dĂas desde que ella desapareciĂł, creyĂł volverse loco. Kim y su
hermano habĂan dado de baja sus telĂ©fonos. Pero lo que mĂĄs le molestĂł es que ni siquiera habĂan
dejado ni una nota de despedida cuando se marcharon.
Y ahora lo llamaba su hermano porque querĂa participar en una de las carreras que
organizaba. PodĂa apostar una mano a que Marc tenĂa problemas y por eso se habĂa puesto en
contacto con Ă©l.
PensĂł de nuevo en ella. PodrĂa haber soportado que ella se precipitara cuando le dio el sĂ
quiero, a fin de cuentas ambos eran muy jĂłvenes, incluso habrĂa podido sobrellevar que Kim ya no
estuviera enamorada de Ă©l, pero no que le desagarrara el corazĂłn como lo hizo.
Aquel dĂa, despuĂ©s de regresar de un viaje de tres dĂas, vio que su ropa estaba hecha
jirones en la habitaciĂłn. Nadie del servicio sabĂa muy bien quĂ© habĂa pasado y dĂłnde se habĂan
marchado Kim y Marc. HabĂan desaparecido como un trozo de queso frente a una ratonera.
Por Kim habĂa acabado con su solterĂa, cuando siempre pensĂł que no era un hombre de
una sola mujer. Le dio todo lo que ella deseĂł, la tratĂł mejor que a ninguna de las que habĂan
pasado por su cama, pero ella se marchĂł de su lado y lo dejĂł como un perro en mitad de una
autopista. La odiaba y ella iba a pagar por haberlo traicionado.
DespuĂ©s de Kim, las mujeres que pasaban por su cama no tenĂan importancia, eran solo un
pasatiempo. No tenĂa ojos para nadie. Ninguna le hacĂa olvidar que Kim habĂa sido la mujer de su
vida.
En esos casi dos años que habĂan pasado, se habĂa dedicado al negocio familiar, a hacer
mĂĄs grande los hoteles de los Fontana.
Calista, la mujer a la que habĂa invitado a cenar y que ahora estaba en la suite real de uno
de sus hoteles, se acercĂł por detrĂĄs casi desnuda y le acariciĂł su pecho desnudo. Ăl se girĂł.
âÂżMalas noticias?
âNo, un asunto del pasado.
Aquella piel desnuda no era la que él deseaba, la que ansiaba y la que tanto añoraba. ¿Por
quĂ© la recordaba cuando hacĂa semanas que no pensaba en ella? No era cierto, la recordaba todos
los dĂas. Maldito Marc, que lo habĂa vuelto a llevar a los infiernos.
âDeja que yo te haga olvidar.
Enzo rio sin ganas. Nadie lo harĂa olvidar que no habĂa ninguna mujer que valiera la pena.
Todas buscaban lo mismo, su dinero. Al final terminaban por traicionarlo.
«Cómo si fuera tan fåcil», pensó.
âSerĂĄ mejor que te marches âle pidiĂł.
Calista pareciĂł no oĂr el ruego de Enzo. DeslizĂł los pantalones que aĂșn llevaba puestos
Enzo, se arrodillĂł frente a Ă©l y le agarrĂł la verga con una mano porque aĂșn estaba flĂĄcida. Se la
metiĂł en la boca y poco a poco hizo que cobrara vida.
âYo sĂ© lo que te gusta.
âDĂ©jalo. Hoy no soy buena compañĂa.
âTe la voy a chupar tan a lo bestia que te vas a correr y te vas a olvidar de tus problemas.
Eres tan especial.
Puede que fuera cierto, y quiso decirle que no hablara mientras se la chupaba, pero se dejĂł
llevar por esos labios carnosos que se tragaban su miembro con ansia.
âNo estoy contigo para que pienses en quĂ© es lo que necesito. No sabes nada de mĂ. â
Enzo la apartĂł.
âYo sĂ© lo que vosotros necesitĂĄis. Solo te pido que me dejes hacer. No puedo
concentrarme. Solo tienes que cerrar los ojos.
âNo insistas.
âMe estĂĄs poniendo muy cachonda. Puedo darte placer, puedo hacer lo que quieras para
que seas feliz.
Ăl bajĂł la vista. Esos labios rojos sabĂan lo que se hacĂan, pero no lograba que se
empalmase del todo. Ella lo miraba con deseo, pero Ă©l tenĂa el corazĂłn tan duro que no podĂa
follar mirando a ninguna mujer a los ojos.
âTendrĂ© que esforzarme para ponĂ©rtela mĂĄs dura.
Ella se aferrĂł a las caderas de Enzo y se la metiĂł hasta el fondo, hasta notarla en su
garganta. QuerĂa dejarlo seco por dentro para que no pensara en esa mujer.
âMe la voy a tragar entera.
No era que Calista no fuera hĂĄbil, porque puede que fuera una reina chupando, pero no
lograba eyacular. Se la sacĂł.
âÂżPasa algo? âCalista se pasĂł la lengua por los labios en un gesto que pretendĂa ser
sensual.
âSĂ, no quiero me mires a la cara.
âSi no quieres que te la chupe, siempre podemos probar otras posturas. Te puedo
cabalgar.
âLevĂĄntate.
BuscĂł AC/DC en su mĂłvil para no tener que escuchar cĂłmo parloteaba. La tumbĂł en la
cama y la colocĂł a cuatro patas. Como llevaba puestas las bragas, se las arrancĂł con brusquedad.
Se colocĂł un condĂłn y se la metiĂł de una sola estocada.
âJoder, Enzo, cĂłmo me gusta.
Ăl subiĂł el volumen de la mĂșsica, porque sentĂa que ella le decĂa lo que pensaba que
querĂa escuchar, cuando no era cierto. No querĂa oĂr su nombre en la boca de otra mujer. Solo
querĂa correrse y olvidarse de Calista, pero sobre todo de Kim.
Enzo aumentĂł el ritmo de las embestidas. Calista se movĂa con la misma cadencia y Ă©l
cada vez estaba mĂĄs excitado. Su cuerpo se tensĂł. Se mordiĂł los labios para no dejar escapar ese
maldito nombre que le quemaba en la boca. Y finalmente se corriĂł dentro de ella.
Calista se dio media vuelta. Ella aĂșn no habĂa terminado, pero Enzo no estaba por la labor
de seguir compartiendo sexo con ella.
âNo puedes dejarme asĂ.
âNo te puedo dar lo que quieres.
âSĂ© que piensas en otra mujer. Deja que te haga olvidar que ella te hizo daño.
Ăl agarrĂł sus pantalones del suelo, recolocĂł su miembro y se subiĂł la bragueta. Calista lo
observaba con lujuria. En la semana que habĂa pasado con Enzo habĂa llegado a amar ese cuerpo
musculoso y bien proporcionado. Hasta ese momento el sexo habĂa sido muy bueno y Ă©l se habĂa
entregado como un buen amante.
Enzo sacĂł un consolador de un cajĂłn y se lo tirĂł.
âAcaba tĂș âdijo sin mirarla a los ojosâ. EstĂĄ sin estrenar.
âEres un cabrĂłn.
âEso ya lo sabĂas. Te dije que no te enamoraras de mĂ.
âNo necesito un chisme de estos para correrme.
âCrĂ©eme, en estos momento es mejor compañĂa que yo.
âÂżPor quĂ© no me dejas que lo intente?
âPorque no ha funcionado y sĂ© que no funcionarĂa. Hoy serĂĄ la Ășltima vez.
âÂżQuĂ© mierda te hizo esa mujer para que no te puedas enamorar de otra? No te
reconozco. Hasta hace media hora eras cariñoso.
âNo es cosa tuya. Puede que si te hubiera conocido antes hubiĂ©semos tenido alguna
oportunidad. La habitaciĂłn estĂĄ pagada. Tienes el desayuno incluido.
Enzo se alejĂł hacia la ventana.
âSiempre habĂas sido un caballero conmigo.
Calista estaba tensando la cuerda mĂĄs de lo que le habrĂa gustado. Lo estaba sacando de
sus casillas con su lloriqueo absurdo de mujer despechada.
âÂĄJoder! ÂżCĂłmo te lo tengo que decir? No quiero nada de ti.
âEs que yo sĂ© que no eres asĂ. SĂ© que debajo de esa fachada hay un buen hombre.
Enzo agitĂł la cabeza y soltĂł un bufido exasperado.
âSiento haberte creado unas expectativas que no se han cumplido. Esto que ves es lo que
soy. No creas ver en mĂ a un prĂncipe azul porque no lo soy. Te recuerdo que fuiste tĂș quien me
buscĂł a mĂ.
Enzo se sintiĂł un miserable porque no querĂa hacerle daño, pero Calista insistĂa en que
podĂa darle algo que Ă©l no querĂa de ninguna mujer que no fuera Kim.
âÂżY con un desayuno acaba lo nuestro?
AbriĂł la puerta de la habitaciĂłn.
âÂżNo sĂ© quĂ© demonios esperabas de mĂ? âcomentĂł girĂĄndose una Ășltima vez hacia ella.
Era una lĂĄstima que se acabara de aquella manera, porque Calista era una mujer hermosa
con la que disfrutaba del sexo y lo complacĂa, pero no la amaba. No querĂa perder el tiempo con
alguien que no aportaba nada a su vida, ya de por sĂ vacĂa.
âSolo he sido una mĂĄs en tu lista. âNo fue una pregunta, fue la constataciĂłn de un hecho.
âSĂ, por desgracia sĂ.
Dio un portazo y en cuanto llegĂł al ascensor se centrĂł en Kim y en cĂłmo le harĂa pagar que
lo abandonara dos años atrĂĄs sin darle una mĂsera explicaciĂłn.
CapĂtulo 3
Después de terminar de trabajar, Kim se dio una ducha larga y muy caliente para destensar los
mĂșsculos despuĂ©s de pasar mĂĄs de diez horas en la cocina. La necesitaba para enfrentarse a Enzo.
En dos horas correrĂa para pagar las deudas de su hermano. SerĂa la Ășltima vez que lo hiciera.
DespuĂ©s de eso, Marc tendrĂa que asumir de una vez por todas los lĂos en los que se metiera a
partir de entonces. No pensaba salvarle el culo nunca mĂĄs.
Antes de salir del hotel, se mirĂł en el espejo. Se habĂa maquillado y habĂa tratado de
disimular las ojeras que tenĂa, aunque no lo habĂa conseguido del todo. Llevaba dĂas sin poder
dormir bien y eso le habĂa pasado factura.
Se abrochĂł la cazadora de cuero antes de subirse al coche. Marc lo esperaba en el asiento
del copiloto.
âÂżNerviosa?
âÂżDeberĂa estarlo?
No pensaba comentarle a su hermano que por dentro estaba hecha un flan, porque entonces
no la dejarĂa correr. Y esa no era una opciĂłn.
âHace dos años que no lo ves.
âLo sĂ©. ÂżPodemos cambiar de tema? No quiero pensar en Ă©l. Me quiero concentrar en la
carrera.
Tras poner los datos en el GPS de su mĂłvil, llegaron al lugar. Se trataba de un lugar lejos
del centro de Nueva Jersey. Antes de salir del coche, apretĂł la mandĂbula y respirĂł hondo. Se dijo
a sĂ misma que debĂa ser frĂa y que no debĂa mostrar ninguna emociĂłn cuando lo viera. Ya no era
la misma mujer que se habĂa enamorado de Enzo cuatro años atrĂĄs.
En esos momentos era una mujer herida y con ganas de venganza.
Eran cinco corredores los que iban a correr, y entre ellos, Kim era la Ășnica mujer.
Entonces lo vio. Estaba apoyado en su Porche y la miraba con una mueca de odio. Supuso
que serĂa la misma que Kim le dedicĂł a Ă©l. Se acercĂł con paso tranquilo hasta Ă©l para entregarle
los papeles que la acreditaban como la quinta corredora.
âÂżTe gusta lo que ves? âEnzo esbozĂł una sonrisa socarrona y abriĂł los brazos.
NotĂł un tirĂłn en su entrepierna. Su miembro reaccionaba sin que Ă©l pudiera remediarlo.
Esa mujer lo volvĂa loco. SeguĂa amĂĄndola lo mismo que cuando se casĂł con ella.
ÂĄMaldita fuera, porque no querĂa notar nada de eso!
âA quiĂ©n no le gusta un porche, aunque prefiero mi Chevrolet ârespondiĂł ella alzando el
mentĂłn.
âNo estaba hablando del coche.
âYo sĂ. Es lo Ășnico valioso que veo que realmente me importe. Lo demĂĄs no es nada que
no haya visto ya.
Enzo se mojĂł los labios.
âPensaba que serĂa tu hermano quien correrĂa. Puedo ofrecerle un trato a Ă©l. âSe llamĂł
estĂșpido mentalmente porque no era eso lo que querĂa decirle.
âNo, lo harĂ© yo y pagarĂ© la deuda para no tener que verte la cara nunca mĂĄs.
Y se sintiĂł como la primera vez que la vio, torpe. Ella tenĂa ese poder sobre Ă©l, el de
hacerlo pequeño a pesar de sacarle mås de una cabeza.
âNo has escuchado mi oferta.
âNo me interesa.
âPero a mĂ sĂ me interesa tu Chevrolet. Te pagarĂa muy bien.
âNo quiero deberte nada. CreĂ que habĂa quedado claro cuando me fui de tu lado.
Aquel golpe bajo le doliĂł a Enzo tanto como si le hubieran atizado una patada en los
huevos.
âAquĂ va a correr gente que no ha perdido ninguna carrera.
âYo tampoco he perdido ninguna.
âComo quieras âdijo girando sobre sus talonesâ. Esta es tu Ășltima oportunidad para
que te retires.
âNo lo voy a hacer. He venido a ganar y ni tĂș ni nadie me lo va a impedir.
âHarĂ© lo imposible para que no ganes hoy âle dijo de espaldas a ellaâ. Y no lo hago
por dinero, lo hago porque quiero ver cĂłmo pierdes lo Ășltimo que te queda en esta vida. Ese coche
serĂĄ mĂo.
âNi lo sueñes.
Cuando Ă©l se dio la vuelta, Kim dejĂł escapar un suspiro de rabia. Aunque habĂa controlado
el temblor de su voz, esas palabras de Ă©l le dolieron mucho. AĂșn tenĂa la desfachatez de sentirse
ofendido. Y por muchas veces que se dijo que lo odiaba, no era cierto, no habĂa dejado de amarlo
ni un solo dĂa.
Los otros corredores posaron la mirada en ella cuando se bajĂł la cremallera de su
cazadora. Llevaba un escote que dejaba muy poco a la imaginaciĂłn. Sus pantalones vaqueros se
ajustaban a su trasero y a sus piernas largas y esbeltas. Le dio la cazadora a su hermano, aunque
eso supusiera quedarse en tirantes a mediados de septiembre. Las noches empezaban a refrescar,
pero por dentro le hervĂa la sangre de rabia.
Como sabĂa que todos los participantes la estaban mirando, se inclinĂł un poco sobre el
cristal de su coche y se aplicĂł un pintalabios rojo. Se lo tomĂł con calma y moviĂł las caderas de
un lado al otro. SuponĂa que todos observaban su trasero, porque todo habĂa que decirlo, tenĂa un
culo impresionante, prieto y redondo, justo como a los hombres les gustaba.
Después se giró y se lamió los labios. Se acercó a cada uno de ellos, se presentó y les dio
la mano. Como habĂa supuesto, todos babeaban.
La primera toma de contacto no habĂa sido mala. Era una manera de saber cĂłmo eran sus
contrincantes. Dos de ellos le miraron el escote, mientras que el tercero le dio dos besos en las
mejillas.
Desde donde se encontraba, Enzo tenĂa los puños apretados, porque tuvo el impulso de
partirle la cara a esos tres babosos que no apartaban la vista de las tetas de su mujer. SĂ, se dijo,
ella seguĂa siendo su mujer hasta que no se divorciaran, y Kim, de momento, no le habĂa pedido el
divorcio.
No habĂa perdido de vista la jugada de ella. SabĂa jugar muy bien ese papel de rubia tonta
para que la subestimaran. La notĂł dura, por mucho que quisiera evitarlo. Necesita un trago, y
puede que un polvo, pero ninguna mujer lo satisfacĂa como Kim.
Kim se montĂł en su coche. Primero correrĂa ella junto a un tipo de Nueva York. Por cĂłmo
le habĂa dado la mano, iba a ser pan comido, porque sabĂa que la estaba subestimando. Cuando la
carrera terminĂł, el hombre la mirĂł con cara de no terminar de creerse que ella lo hubiera ganado.
Era la primera, y la mĂĄs fĂĄcil. Solo le quedaba correr tres mĂĄs para largarse de allĂ.
La segunda carrera la ganĂł Enzo. La tercera la ganĂł ella. La cuarta la ganĂł Enzo. Solo
quedaba la Ășltima, la que correrĂan juntos.
Ambos se miraron antes de que una chica morena sacara un pañuelo rojo de su escote.
Enzo apretĂł el acelerador sin soltar el freno. Kim supo que tenĂa ganas de correr, pero ella no
querĂa mostrarse impaciente.
La chica dejó caer el pañuelo y dio un grito.
Kim apretĂł pisĂł el acelerador y dejĂł atrĂĄs a Enzo.
âÂĄChĂșpate esa!
Enzo se colocĂł a su lado y la adelantĂł. Kim sabĂa que el coche de Ă©l tenĂa mucha mĂĄs
potencia, pero en cambio, ella tomaba mejor las curvas y eso le darĂa ventaja cuando llegaran a la
zona donde las habĂa durante mĂĄs una milla.
Como ella sabĂa, en la zona de curvas ella lo pasĂł por la izquierda con brusquedad y lo
adelantĂł. No dejĂł que volviera a ponerse delante de ella. Solo quedaba el Ășltimo tramo. Kim
podĂa ver la meta delante de ella y pegado a su culo, el coche de Enzo. SonriĂł satisfecha porque Ă©l
estaba por detrĂĄs de ella. PisĂł a fondo el acelerador y entonces un perro se le cruzĂł por delante.
Kim quiso esquivarlo, dio un volantazo, se puso nerviosa y perdiĂł el control del coche cuando
pisĂł el freno hasta el fondo. El coche dio varias vueltas sobre sĂ mismo. Se saliĂł de la carretera y
se estampĂł contra una valla.
Por suerte, el peor golpe se lo habĂa llevado la puerta del copiloto.
Estaba bastante aturdida porque el impacto habĂa sido mĂĄs fuerte de lo que un principio
creyĂł.
âÂĄJoderâŠ! âAbriĂł con dificultad su puerta para intentar salir del coche.
Un hilo de sangre le bajaba por las mejillas y le costaba mover el brazo derecho. La
pierna derecha se le quedĂł enganchada en el cinturĂłn de seguridad.
Muy a lo lejos se oyeron las sirenas de la policĂa.
âMierda. âGimiĂł de dolor.
No sabĂa si estaba mĂĄs cabreada porque apenas podĂa moverse o porque el coche de su
padre habĂa terminado estampado contra una valla.
Estaba mareada. Todo le daba vueltas y durante unos segundos perdiĂł la consciencia,
porque el dolor en la pierna se le hizo insoportable. Alguien la cogiĂł en brazos y la metiĂł en otro
coche.
âNo te he olvidado âmusitĂł Kim.
Después todo se volvió negro.
«Yo tampoco», pensó él.
CapĂtulo 4
Enzo podĂa tocar con la mano la victoria. Cruzar la lĂnea de meta era tan fĂĄcil como correr la poca
distancia que lo separaba de la lĂnea roja. QuerĂa ganar a toda costa, vengarse de ella por todo el
daño que le habĂa hecho, ver cĂłmo suplicaba para que le dejara el dinero que Marc habĂa
palmado en sus apuestas, pero cuando vio cĂłmo ella perdĂa el control del coche, dio media vuelta,
se detuvo en el arcĂ©n junto al otro vehĂculo y fue a socorrerla.
A lo lejos escuchĂł las sirenas de la policĂa. Supuso que estarĂan en la otra parte de la
carrera, donde se daban las salidas. Era un contratiempo con el que no contaba, porque siempre
que habĂa organizado carreras habĂa untado a la policĂa para que no apareciera. Si alguien se la
habĂa jugado o se habĂa ido de la lengua, lo pagarĂa caro. Era mucho dinero el que se jugaba.
Kim soltĂł un gemido y a Ă©l le pareciĂł que lo llamaba. Enzo se acercĂł y advirtiĂł que tenĂa
una brecha fea en la frente.
âDame un motivo para que te salve al culo antes de que llegue la pasma.
Ella no respondiĂł.
âÂżPor quĂ© eres tan orgullosa y no me pides ayuda? En unos minutos la pasma se va a
presentar aquĂ y te va a caer una buena. Puede que pases unos meses en la cĂĄrcel. Eso te gustarĂa.
RecordarĂas viejos tiempos, como cuando ibas a visitar a tu viejo.
SiguiĂł callada, aunque lo mĂĄs preocupante era que no se movĂa.
Enzo le tocĂł un hombro, aunque Kim seguĂa sin responder.
âÂĄJoder!
Kim se sobresaltĂł al oĂr la voz de Enzo casi en su oĂdo. TenĂa que ser un mal sueño,
porque hacĂa dos años que se habĂa marchado de su lado. Le pareciĂł tambiĂ©n oler su perfume. No
podĂa ser. Se esforzĂł por despertar de esa pesadilla. No recordaba cĂłmo habĂa llegado hasta ahĂ.
NotĂł que alguien la tomaba en brazos y la sacaba del coche.
âNo te he olvidado âpensĂł en voz alta ella y cuando se dio cuenta de que era Enzo quien
la llevaba tragĂł saliva.
Ăl la metiĂł en su coche. No tenĂa fuerzas para negarse ni para decirle cuĂĄnto lo odiaba.
Enzo presionĂł la herida de su frente con un pañuelo que habĂa sacado de su bolsillo.
âÂżCrees que podrĂĄs sujetar el pañuelo?
âÂżPor quĂ© me ayudas? Yo no lo harĂa. Te odio tanto que no entiendo cĂłmo pude quererte
en otro tiempo.
âEn eso estamos de acuerdo.
âSi tĂș estuvieras en mi lugar, me quedarĂa para ver cĂłmo te desangras.
âYo tambiĂ©n lo harĂa, aunque la pasma estĂĄ a punto de llegar. Si lo hago no cobrarĂa lo
que me debes. Me voy a asegurar de que pagues hasta el Ășltimo centavo. He ganado la carrera y
por lo tanto me debes mucha pasta.
âPuedes quedarte con el coche de mi padre. Eso cubrirĂĄ todos los gastos.
âTu coche estĂĄ para el desguace. Ahora no lo venderĂas ni por veinte mil dĂłlares y me
debes mucho mĂĄs.
Rasgó su propia camisa para atarle el pañuelo en la frente de Kim.
Cuando Enzo se inclinĂł sobre ella, Kim lo oliĂł. Durante unos segundos, ella notĂł que el
aliento de Enzo rozaba sus mejillas e incluso oliĂł su pelo. No se molestĂł en ocultarlo. En un acto
reflejo, ella se pasĂł la lengua por los labios. HabĂa echado de menos la boca de ese hombre que
estaba a menos de un palmo de ella.
âEsto pararĂĄ un poco la hemorragia.
Antes de marcharse, se acercĂł al coche de Kim y probĂł a ponerlo en marcha. Por suerte,
arrancĂł a la primera y aĂșn pudo llevarlo hasta unos ĂĄrboles para ocultarlo. Esos coches ademĂĄs
de ser mĂticos, eran robustos. Con algo de suerte, la policĂa no lo encontrarĂa. Una vez en su
coche, y antes de abrir la puerta del conductor, llamó por teléfono a Constanzo, a su hermano.
âSal cagando hostias, hermano. La pasma se ha presentado y se ha llevado al hermano de
Kim. Ese tipo es un gilipollas. Lo de la inteligencia pareciĂł tocarle toda a Kim el dĂa que naciĂł,
porque Marc no hace mĂĄs que meterse en problemas.
âSĂ, es gilipollas âlo cortĂł.
âEl muy imbĂ©cil se ha colocado en lĂnea de salida y les ha hecho gestos con las manos
para que no siguieran. Eso os da un poco de tiempo para salir de ahĂ.
Puede que su estupidez los salvara el culo durante unos minutos.
âNecesito tu ayuda.
âÂżQuĂ© pasa?
âKim ha tenido un accidente y no la puedo dejar aquĂ.
âÂżNo estarĂĄs hablando en serio? Joder, Enzo, ÂżquĂ© mierdas tienes en la cabeza? ÂżDespuĂ©s
de todo lo que te hizo la vas a ayudar? Por mĂ se puede ir al infierno.
âNecesito que recojas su coche. Puede que tenga arreglo. Ahora es mĂo. Lo he dejado
detrĂĄs de unos ĂĄrboles. Te he enviado la ubicaciĂłn por GPS.
âSabes que no lo voy a hacer.
âLo harĂĄs porque me debes un respeto y porque te lo estoy ordenando.
âNo me gusta que me hables en ese tono. Me da igual que tĂș seas el mayor de los dos.
âNo era una sugerencia. Hazlo y punto.
No dejĂł que Ă©l siguiera hablando, porque el tiempo corrĂa en su contra. ColgĂł la llamada y
se guardĂł el mĂłvil en el bolsillo de su cazadora de cuero.
MirĂł a Kim cuando se sentĂł en el asiento del conductor. Ella habĂa cerrado los ojos.
Respiraba con dificultad y tenĂa el ceño fruncido. ParecĂa dolerle algo, ademĂĄs de la herida que
llevaba en la cabeza.
âDime quĂ© te duele.
âLlĂ©vame a un hospital. Mi seguro cubrirĂĄ estas heridas. Cuando me recupere, te pagarĂ©
todo lo que te debo.
Enzo chascĂł los labios y apretĂł los dientes.
âDe eso nada. No te voy a perder de vista esta vez. No me fĂo de ti, de tus trucos. Me he
preguntado en estos años a cuåntos incautos habrås engañado. Te largaste hace dos años sin darme
una explicaciĂłn.
Estaba tan cansada y le dolĂa tanto la pierna que no se encontraba con fuerzas de rebatir
todas las mentiras que Ă©l le decĂa. HabĂa sido Enzo, y no ella, quien habĂa roto la promesa de
matrimonio.
âÂżDĂłnde me vas a llevar? Yo tampoco me fĂo de ti.
âA mi casa. Ahora ya no podrĂĄs decir que es nuestra casa aunque sigas siendo mi mujer.
Aun no estamos divorciados âespetĂł.
âEres un mentiroso y un tramposo. HabrĂa ganado de no haberse cruzado ese perro, y lo
sabes.
âFuiste tĂș quien quiso correr la carrera. Yo no te obliguĂ© a nada. De hecho, nunca te
obligué a hacer nada que no quisieras.
âNo creas que me voy a acostar contigo.
Ella soltĂł una carcajada amarga. Su risa fue lo primero que lo enamorĂł. Era muy diferente
a como sonaba en esos momentos.
âSerĂa lo Ășltimo que hiciera. Por si no lo sabĂas, en mi vida hay otra mujer. Se llama
Claudia y me calienta la cama todas las noches. Es mucho mejor que tĂș en todos los aspectos y el
sexo es mejor de lo que nunca fue contigo. ÂżNo creerĂĄs que seguĂa esperando a que regresaras?
Mujeres como tĂș las hay a miles. Siempre fuiste como una servilleta de papel, de usar y tirar.
Aquellas palabras le dolieron, porque confirmaron que ella llevaba razĂłn cuando se
marchĂł de Chicago. Ella habĂa sido un pasatiempo para Ă©l. Otra mujer ya ocupaba su cama. ÂżPor
qué la odiaba tanto? Giró la cabeza y, aunque trató de reprimir un sollozo, las lågrimas corrieron
por sus mejillas.
âÂżDuele la verdad? âpreguntĂł Enzo.
âNo, en realidad me duele la pierna. ÂżPor quĂ© me duele tanto? Creo que me he roto algĂșn
hueso.
âTe llevarĂ© a mi clĂnica privada.
âNo podrĂ© pagĂĄrtelo. Mi seguro no lo cubrirĂĄ.
âEntonces te pedirĂ© que trabajes para mĂ hasta cubrir la deuda. No estĂĄs en condiciones
de elegir. No puedes ir a un hospital. Cuando encuentren tu coche, sabrĂĄn que has cometido un
delito. ÂżCĂłmo vas a justificar esas heridas? Si entras en la cĂĄrcel, te costarĂĄ encontrar trabajo y yo
no cobraré.
La estaba engañando, pero querĂa llevarla hasta su casa y vengarse de ella una vez que
estuviera recuperada.
âNo tienes elecciĂłn.
Enzo llevaba razĂłn. No solo le debĂa dinero a Ă©l, tambiĂ©n se lo debĂa a Ben. Se preguntĂł
cĂłmo diablos habĂa llegado a esa situaciĂłn. Maldito Marc y sus deudas.
âTe pagarĂ© todo. No podrĂĄs decir de mĂ que no pago mis deudas. Pero si solo trabajo
para ti, Marc estarĂĄ en un lĂo.
âDeja ya de salvarle el culo a tu hermano.
âYo me ocupo de mis asuntos.
âÂżCuĂĄnto dinero debĂ©is?
âMĂĄs de ciento treinta mil dĂłlares.
âMarc es igual que tu padre. No pararĂĄ hasta dar con sus huesos en la cĂĄrcel o hasta que
alguien le meta un navajazo.
âSiempre he encontrado la manera de pagar sus deudas.
âPues esta vez tendrĂĄs que trabajar el doble. Yo me harĂ© cargo de su deuda. Calculo que
en cincuenta años habrås pagado todo el dinero.
Kim rechinĂł los dientes.
âTe odio.
âEso ya lo has dicho. Y mĂĄs que me vas a odiar. Voy a hacer que tu vida sea un infierno.
No sabes lo que me estoy divirtiendo, porque el sentimiento es mutuo.
Ella se quedĂł callada. ApretĂł los dientes para no llorar. Le dolĂa la pierna, pero mĂĄs le
dolĂa el corazĂłn.
Aunque Enzo no viviera en Nueva York, conocĂa a un tipo que le harĂa unas pruebas en la
clĂnica que tenĂa sin hacer preguntas. Lo llamĂł por telĂ©fono y llegaron en menos de una hora hasta
el lugar.
CapĂtulo 5
Mientras Kim estaba ingresada y le hacĂan algunas pruebas, Enzo aprovechĂł para hacer otra
llamada a Constanzo.
âSĂ, recogĂ el coche. Va a ser difĂcil arreglar esa chatarra. âComo era costumbre en Ă©l, no
esperaba a que la otra persona le preguntara. Ăl solĂa adelantarse.
âNo te llamaba por el coche. Te llamaba porque necesito tu ayuda, y antes de que me lo
digas tĂș, te lo dirĂ© yo. SĂ, se me ha ido la cabeza.
âTiene que ver con Kim, Âżverdad?
âSĂ. Esa mujer saca lo peor de mĂ.
âEsa vĂbora que un dĂa fue tu mujer no pararĂĄ hasta llevarte de nuevo a los infiernos.
Pero aquà estaré, hermano, para recoger de nuevo los pedazos.
âEsta vez no pasarĂĄ. CĂĄllate y escucha. Necesito que contrates a una mujer que se haga
pasar por mi amante. Quiero que sea todo lo puesto a Kim, o sea, que tenga el pelo negro y rizado,
de ojos oscuros y piel morena, pero sobre todo quiero que sea muy atractiva âpensĂł en la
palabra correctaâ. MĂĄs bien explosiva. A partir de mañana se llamarĂĄ Claudia y estarĂĄ loca por
mĂ. Quiero dejar claro que no voy a acostarme con ella, solo quiero que finja un papel y que sea
cariñosa cuando Kim esté delante. Que ella ponga un precio y no le pondré pegas. Entiendo que va
a ser un trabajo a tiempo completo y deseo que sea lo mĂĄs agradable para ella. PĂdele que te
ayude a decorar un poco la casa. Quiero su toque femenino y que se perciba cuando Kim regrese a
casa. Si mañana le dan el alta, cuando llegue a casa, quiero que Kim vea que no queda nada de
ella.
âEs lo mĂĄs estĂșpido que te he oĂdo decir. ÂżQuĂ© estĂĄs pensando?
âLe he dicho a Kim que una mujer calienta mi cama todas las noches.
âNo estĂĄs bien de la cabeza. No va a salir bien y lo sabes.
âNo te estoy pidiendo tu opiniĂłn y eso ya te lo he dicho yo. Solo quiero vengarme de
Kim, que me odie tanto como yo a ella. Voy a hacer que se arrepienta de haberme abandonado
como lo hizo. Le quiero demostrar que merezco algo mejor que ella.
âÂżY si te enamoras de esa chica?
âYa te digo que no pasarĂĄ. Voy a estar muy ocupado en hacerle la vida imposible a Kim.
Va a trabajar para mĂ hasta que pague lo que me debe.
âÂżY cuĂĄnto tiempo piensas fingir esa farsa?
âLo que haga falta.
âLo dicho, hermano, estĂĄs loco. ÂżDĂłnde consigo yo candidatas para que hagan lo que me
pides?
âSiempre has sido un hombre de recursos. Busca en agencias de modelos o contrata a una
actriz, me da igual, pero la quiero mañana. No creo que tengas problemas.
âEres un grano en el culo.
âEnvĂame fotos de las candidatas cuando tengas algo. Otra cosa, ÂżdĂłnde estĂĄ el coche de
Kim?
âEstĂĄ en un taller de Nueva Jersey. Fue una suerte que la policĂa no lo encontrara.
âLo ocultĂ© bien. Quiero que lo reparen cueste lo que cueste.
âÂżSe lo vas a dar a Kim?
âNo, siempre quise que fuera mĂo. SerĂĄ una compensaciĂłn por estos dos años. Kim no
debe saber que ahora es mĂo.
Colgó la llamada y fue a hablar con el médico. A Kim le escayolaron la pierna y le
hicieron todas las pruebas que necesitaba a lo largo de esa mañana.
âÂżCĂłmo estĂĄ, Jim?
âEl escĂĄner de la cabeza ha salido bien. Tiene una contusiĂłn en el hombro derecho y una
fractura de tibia y peronĂ©. Ha sido una fractura limpia, por lo que no habrĂĄ que operarla. PodrĂa
haber sido peor.
âÂżCuĂĄndo podrĂĄ caminar?
âTiene para un mes y medio.
âÂżEn ese tiempo no podrĂĄ trabajar?
âNo, si eso implica estar de pie. Cuida de ella. Se ha pasado toda la noche llorando.
âNo te creas todas sus lĂĄgrimas, Jim. Esa mujer es una embaucadora y una mentirosa. A
la que te descuides, te clavarĂĄ un cuchillo por la espalda.
El médico arqueó las cejas.
âÂĄVaya! Eso mismo me ha dicho ella de ti. ÂżA quiĂ©n deberĂa creer? Esto me suena a pelea
de enamorados, Âżo hay algo mĂĄs, Enzo?
âNo hay nada mĂĄs. Pero piensa lo que quieras. Esa mujer me arrancĂł el corazĂłn hace dos
años y lo hizo de la manera mås cruel. ¿Cuåndo crees que podrå salir de aqu�
âMe ha pedido que le dĂ© ya el alta. Quiere marcharse. Me ha comentado que tiene que
cuidar de un hermano.
âÂżSu hermano? Si tiene veintitrĂ©s años. Creo que ya es mayorcito para cuidarse solo.
âCuando hablaba de Ă©l creĂ entender que era mucho mĂĄs pequeño.
âNo, lo que pasa es que Marc es un inĂștil y se aprovecha de Kim. Ella ha acabado asĂ
por uno de los lĂos de su querido hermanito. Tiene una deuda de ciento treinta mil dĂłlares.
Menudo pieza es Marc.
âNo sĂ© quiĂ©n de los dos miente, pero es increĂble la versiĂłn que me ha contado ella.
âNo me la cuentes. Me la puedo imaginar. HabrĂĄ jugado a la huĂ©rfana que se quedĂł sin
padre con dieciocho años a cargo de su hermano, que solo tenĂa catorce. ÂżMe equivoco? âJim
asintiĂłâ. ÂżTĂș le darĂas el alta?
âNo, la queremos tener unas horas mĂĄs en observaciĂłn.
âPues haz lo que tengas que hacer. La quiero repuesta cuanto antes.
A media tarde, mientras Enzo hacĂa guardia en la puerta de la habitaciĂłn de Kim para que
no se largara, Constanzo le enviĂł cuatro fotografĂas para que eligiera.
âMe quedo con la tercera foto. Me gustarĂa hablar con ella para aclararle algunos puntos.
PĂĄsame su mĂłvil y termino yo de cerrar el trato.
âSe llama Linda y es colombiana.
âMe da igual de donde sea. Mañana pasarĂĄ a llamarse Claudia.
Como habĂa recomendado el mĂ©dico, Kim pasĂł un dĂa en observaciĂłn y al dĂa siguiente
Enzo se la llevĂł a Chicago, a su casa, a la casa de ambos.
Llegaron sobre las diez de la noche.
âBienvenida a casa, querida. A partir de hoy empieza tu nueva vida.
Enzo no ayudó a Kim a salir del coche. Dejó que se las apañara como pudiera y subió los
escalones de casa con urgencia. Nada mĂĄs de abrir la puerta de casa, una morena exuberante y de
labios gruesos saliĂł a recibirlo. Llevaba un salto de cama muy corto que dejaba ver sus piernas
largas y torneadas. Se echĂł sobre Enzo y esperĂł a que llegara Kim para hablar.
âMi caramelito dulce. ÂĄNo sabes cĂłmo te he echado de menos estos tres dĂas!
Le pintĂł la mejilla de pintalabios rojo.
âÂĄHola, mi bomboncito! âLa abrazĂł Enzo.
âÂżCĂłmo te ha ido el viaje?
âNo ha sido como esperaba. Tengo tantas ganas de ti que he contado las horas.
Kim apretĂł los dientes y bajĂł el mentĂłn para no ver esa escena que tanto le dolĂa.
âSi me dices dĂłnde estĂĄ mi habitaciĂłn me retiro a dormir. Estoy cansada.
Enzo se girĂł hacia ella.
âPerdona, con la emociĂłn de ver a mi bomboncito me habĂa olvidado de ti.
âAsĂ que tĂș eres Kim. âLa mujer morena extendiĂł su manoâ. Encantada, soy Claudia.
En cuanto estés recuperada, serås nuestra nueva criada.
âSe me da mejor cocinar.
âSerĂĄs lo que mi bomboncito te diga. ÂżTe ha quedado claro? DormirĂĄs al lado de la que
fue nuestra habitaciĂłn. âSe girĂł y sonriĂłâ. Espero que puedas dormir. Mi bomboncito es de las
que se emocionan cuando estĂĄ en la cama.
âQuĂ© ganas de que me recompenses los tres dĂas que me debes. âClaudia le pegĂł una
palmada en el culoâ. QuĂ© ganas te tengo. No vas a salir de la cama en un par de dĂas. Ya sabes
que las latinas somos muy ardientes.
Kim los vio subir las escaleras.
Claudia habĂa hecho muy bien su papel, pensĂł Enzo. El gesto de decepciĂłn en el rostro de
Kim cuando entraron en la casa valĂa toda aquella farsa, pensĂł Enzo. Y querĂa que siguiera
pensando que la habĂa olvidado, que ella ya no significaba nada en su vida, y ni mucho menos en
su cama.
Al cabo de unos segundos, el ama de llaves llegĂł.
âBienvenida a casa, señora.
Kim alargĂł los labios.
âGracias, Karen. Mañana me tendrĂĄs a tu disposiciĂłn. Soy la nueva criada.
âEsto es un sinsentido. Enzo se ha vuelto loco de remate y quiere que todos nos volvamos
tambiĂ©n locos. âSe llevĂł el pulgar a los labios e hizo un juramentoâ. Pues como que me llamo
Karen que no se va a salir con la suya.
CapĂtulo 6
Kim se encaminĂł hacia su habitaciĂłn. Al tratar de subir el primer escalĂłn, calculĂł mal los apoyos
con la muleta y se resbalĂł. CayĂł de espaldas y terminĂł por sentarse sobre sus nalgas. ApretĂł los
labios para no terminar llorando. No solo le dolĂa la caĂda, tambiĂ©n el orgullo. Subir escaleras era
mĂĄs difĂcil de lo que pensaba.
Enzo se girĂł sobre sus talones, bajĂł los escalones que lo separaban de ella y le ofreciĂł su
mano para que se levantara. Sus miradas se quedaron enredadas. Cuando su mano tocĂł la de Kim,
lo sacudiĂł un escalofrĂo que ambos notaron.
âÂżMe quieres matar de un susto? ÂżPor quĂ© no tienes mĂĄs cuidado? âmascullĂł Enzo entre
dientes, pasando la mano por su pantalĂłn vaquero porque notaba cĂłmo le quemabaâ. A este paso
nunca voy a cobrar mi deuda. Una vez que me pagues lo que me debes, puedes caerte las veces
que te dé la gana.
Kim soltó un gruñido.
âSe me ocurre que podrĂas pegarme un tiro y asĂ cobrar mi seguro de vida âfarfullĂł Kim
tratando de levantarseâ. Apuesto lo que quieras a que aĂșn lo conservas.
âNi se te ocurra pensarlo.
âAsĂ terminarĂas con tu sufrimiento y no tendrĂas que verme nunca mĂĄs.
Karen la ayudĂł a incorporarse y le dio las muletas.
âPero no con el tuyo ârespondiĂł Enzo. VolviĂł a subir las escaleras hasta llegar a la
altura de Claudia. La agarrĂł de la mano y tirĂł de ellaâ. Y yo lo que quiero es que sufras. TendrĂĄs
que verme la cara todos los dĂas hasta que cobre el Ășltimo centavo. Y deja de apostar, no es lo
tuyo. TerminarĂas perdiendo otra vez.
âYo siempre pago mis deudas. Soy una mujer de palabra.
Enzo se girĂł hacia ella apretando la mandĂbula.
âNo hables de palabra. No sabes lo que es eso.
Kim tenĂa ganas de gritar y esbozĂł una mueca de disgusto.
âEs el primer chiste que oigo en todo el dĂa. Perdona que no me rĂa, pero es muy malo.
ÂżTĂș, un hombre de palabra?
âNo pretendĂa ser gracioso, y menos contigo âdijo Enzo cuando llegĂł al primer
descansillo de las escalerasâ. Me estĂĄs haciendo perder el tiempo. Ya deberĂa estar en la cama
con mi bomboncito.
âNo creo que se pierda mucho. No creas que eres tan buen amante.
Enzo apretó los puños.
âNo es lo que opinan todas las mujeres que han pasado por mi cama. Y lo que tĂș pienses
me trae sin cuidado.
âPrepĂĄrate, caramelito, esta noche vas a ser mĂo âreplicĂł Claudia soltando una
carcajada y dĂĄndole un beso en la mejillaâ. No sabes lo mal que lo paso por las noches cuando
tĂș no estĂĄs.
A medida que subĂa, Enzo no dejaba de pensar en Kim. Estaba empalmado, muy a su pesar.
Esa declaraciĂłn que habĂa hecho le habĂa sentado como una patada en la entrepierna. Sin embargo,
su cuerpo lo traicionaba y reaccionaba cuando esa mujer estaba cerca. Aunque su mente no dejaba
de repetir que querĂa hacerla sufrir, por unos segundos no le importĂł que la mano que aferraba la
suya fuera la de Kim.
âHas estado estupenda âdijo cuando llegaron al piso de arribaâ. Muy convincente en tu
papel. Pero aĂșn no hemos acabado.
âSe me da mejor gritar y gemir âdijo Claudia riendo por lo bajo y mostrando su mĂłvil
â. Espera a oĂr esto.
âQuiero que esta noche no duerma, quiero que escuche esos gemidos.
âÂżPuedo hacerte una pregunta?
âSĂ, claro.
âÂżEstĂĄs seguro de que esa mujer no te ama?
âY tanto que lo estoy âafirmĂł antes de abrir la puerta de la habitaciĂłn que habĂa
compartido con Kim.
âSu cara decĂa todo lo contrario. CrĂ©eme, sĂ© cuĂĄndo una mujer sigue amando a un hombre
y Kim sigue enamorada de ti.
âÂżA ti tambiĂ©n te ha engañado? Kim es una experta en eso, te lo garantizo. âUna vez que
dejĂł la maleta al lado del armario, fue hasta el cuarto de bañoâ. Necesito darme una ducha.
Mientras, tĂș puedes poner el audio a todo volumen para que se oiga en toda la casa.
âEl servicio ya estĂĄ advertido de lo que va a pasar esta noche en la habitaciĂłn. La Ășnica
que parece que no estĂĄ muy conforme con este plan es Karen.
âKaren harĂĄ lo que yo le pida.
Claudia se mordiĂł el labio al tiempo que negaba con la cabeza. Mucho se temĂa que Enzo
no conocĂa aĂșn a las mujeres.
Aun asĂ, Claudia puso un audio porno y lo subiĂł de volumen. Lo habĂan grabado esa misma
mañana Constanzo y ella. Constanzo tenĂa un tono de voz muy similar al de Enzo y eso confundirĂa
a Kim. Se habĂan divertido con ese hombre mientras lo hacĂan. No era el Ășnico que habĂan
grabado, tenĂan siete mĂĄs para poner durante la noche.
****
Kim observĂł cĂłmo Enzo subĂa con Claudia y un pedazo de su corazĂłn se resquebrajĂł un
poco mĂĄs de lo que estaba. No querĂa llorar delante de Karen, pero eso era justo lo que deseaba
hacer.
âBuenas noches, Karen. Que descanses.
âÂżQuiere que la ayude a subir las escaleras?
Kim negĂł con la cabeza. No se sentĂa aĂșn preparada para escuchar a Enzo en brazos de
otra mujer.
âNo, aĂșn no tengo sueño. Y tutĂ©ame, por favor. Me siento incĂłmoda si me hablas como si
fuera la señora de la casa.
âPara mĂ lo sigue siendo.
âEspero que no te escuche el señor. PodrĂa despedirte.
âÂĄQue se atreva a hacerlo, ese mocoso! âAlzĂł el brazoâ. Yo los crie cuando murieron
sus padres, a Ă©l y a su hermano. Me deben un respeto. Yo soy parte de la familia y puedo decir lo
que quiera.
âTe lo agradezco, Karen, pero mi intenciĂłn no es crear mĂĄs conflictos.
âTe hemos echado mucho de menos.
Kim girĂł la cara hacia la mujer mayor.
âÂżClaudia no os trata con respeto?
âClaudia no eres tĂș.
Kim no sabĂa cĂłmo tomarse esa afirmaciĂłn.
âVoy a ver algo en la televisiĂłn. Presiento que esta noche va a ser larga âdijo cuando
escuchĂł los primeros gemidos.
PasĂł al salĂłn y se sentĂł en el sofĂĄ. Desde que se marchĂł de esa casa, todo estaba muy
cambiado. Ya no habĂa fotografĂas de ella y Enzo colgadas en la pared. Aunque tampoco las habĂa
de Enzo y Claudia, pero sĂ que advirtiĂł que el sofĂĄ era nuevo y que los cojines que ella hizo ya no
estaban. No quedaba nada de ella. Enzo la habĂa olvidado por completo.
MirĂł hacia el rincĂłn donde ponĂan el ĂĄrbol de navidad. En ese lugar habĂa una planta muy
grande.
âBomboncito, sigue asĂ⊠âse escuchĂł un gemido de Enzo en toda la casa.
âSĂ, caramelito dulce, dĂĄmelo todoâŠ
Se tapĂł la cara con un cojĂn para ahogar un grito.
«¿Caramelito dulce? ÂżBomboncito?», pensĂł Kim. ÂżCĂłmo podĂan ser tan cursis, tan
absurdos, tan ridĂculos? ÂżQuiĂ©n usaba esos apelativos, aunque fueran cariñosos? Tuvo ganas de
vomitar.
BuscĂł en los canales de la televisiĂłn algo que la distrajera, pero por mĂĄs que pasaba con
el mando, no encontrĂł nada que le apeteciera ver.
Al cabo de un rato, Karen llegĂł con una bandeja donde habĂa un sĂĄndwich de pavo,
mostaza y queso y un vaso de leche caliente.
âLe he dicho a Maggie que te preparara algo rĂĄpido. Siento haber sido una
desconsiderada al no ofrecerte nada. He supuesto que tendrĂas hambre. Si me necesitas, puedes
llamarme, sea la hora que sea.
âGracias, Karen. Estoy bien. No te preocupes por mĂ.
El ama de llaves se marchĂł y la dejĂł a solas.
No se habĂa dado cuenta del hambre que tenĂa hasta que Karen no le trajo el sĂĄndwich. Se
lo comiĂł en tres bocados y luego se bebiĂł el vaso de leche.
Entonces Kim recordĂł un detalle. DesbloqueĂł su mĂłvil y buscĂł las malditas fotos que le
hizo a Enzo dos años atrås en el restaurante en el que trabajaba. Claudia no era aquella mujer con
la que la engañó. Y le molestó, no solo ya por ella, sino también por Claudia. A esa mujer también
la engañarĂa cuando tuviera la menor oportunidad, como habĂa hecho con ella y con la otra mujer
del restaurante. Y despuĂ©s le darĂa una patada en el culo y le destrozarĂa el corazĂłn.
Enzo presumĂa de ser un hombre de palabra, cuando en realidad era un mentiroso
compulsivo, un hombre que se aprovechaba de los sentimientos de las mujeres. Y si creĂa que no
lo podĂa odiar mĂĄs, se equivocaba, aĂșn podĂa odiarlo un poco mĂĄs. Desde que habĂa salido de esa
casa, su vida habĂa ido a peor.
Y con ese pensamiento se quedĂł dormida en el sofĂĄ, escuchando los gemidos de Ă©l y
Claudia, y con muchas ganas de pegarle un puñetazo a Enzo en la boca para que también sufriera
lo que ella estaba padeciendo.
CapĂtulo 7
Kim se despertó con un gemido que resonó en toda la casa. Le extrañó estar tapada con una manta
que habĂa tejido ella años atrĂĄs. Supuso que habĂa sido Karen quien la tapĂł. Ella sabĂa que era
muy friolera.
âÂĄJoder, Enzo, quĂ© bien lo haces! âescuchĂłâ. Dame mĂĄs.
Claudia era de las que gritaba mucho cuando hacĂan el amor. Kim se tapĂł con uno de los
cojines que habĂa usado como almohada. AdemĂĄs, dio varios puñetazos al sofĂĄ, porque los gritos
de esa mujer parecĂan los de una gata en celo.
âBien por ti, chica. Enzo tambiĂ©n se cansarĂĄ de ti âfarfullĂł entre dientes.
Recordaba que Enzo era muy fogoso, pero Âżtanto? Ya llevaban siete polvos en una noche.
Ni que fuera una competiciĂłn.
Miró la hora en el móvil. Eran las siete de la mañana. Esperó a que terminaran para subir
hasta su habitaciĂłn. Si desde el salĂłn se escuchaba perfectamente todo lo que hacĂan, no querĂa ni
imaginarse cuando estuviera al lado.
Se habĂa pasado toda la noche soñando con Ă©l, y aunque le fastidiara reconocerlo, se lo
habĂa imaginado en la cama, porque el sexo con Ă©l era fantĂĄstico. Incluso habĂa llegado a correrse
en sueños. ¥Qué necesitada estaba de un buen polvo!
Después de media hora, los gemidos y los jadeos terminaron por fin. Subió a su habitación
y se sentĂł en la cama. Ese cuarto tampoco conservaba nada de ella y era todo lo contrario a lo que
le gustaba. Quien hubiera decorado aquella habitaciĂłn, no tenĂa medida con el dorado, las cortinas
de flores y los lazos en los pomos de los muebles. Nunca hubiera pensado que una chica como
Claudia pudiera vivir dentro de un catĂĄlogo tan kitsch.
âPero ÂżquĂ© es este horror?
No habĂa espacio para relajar la vista. En cualquiera de las paredes que observara habĂa
varios cuadros colgados, muchos de ellos reproducciones baratas de pintores famosos. Mirara
hacia donde mirara le dolĂan los ojos.
âÂżA quiĂ©n se le ocurre poner una colcha de lunares?
Odiaba aquella habitaciĂłn, odiaba aquella casa y odiaba a Enzo.
Encima de la cama encontró un uniforme negro de criada. Por suerte, también encontró
ropa interior nueva. Se quitó lo que llevaba y entró en el baño. Necesitaba una ducha de agua
caliente para empezar bien el dĂa.
No pudo ducharse porque no tenĂa ninguna bolsa que cubriera la escayola y tampoco
querĂa bajar hasta la cocina porque eso significaba que tendrĂa que subir de nuevo las escaleras.
Al final terminĂł por lavarse como pudo. Se vistiĂł con ese vestido que la hacĂa parecer una
porno chacha. No solo era porque fuera mås corto de lo que en un principio pensó, sino también
porque realzaba su pecho. Se mirĂł en el espejo del armario. Era tan diferente a Claudia. Ella era
rubia, el pelo le llegaba a mitad de espalda, delgada, mĂĄs alta que Claudia, y sus ojos eran azules.
Ambas mujeres no podĂan ser mĂĄs diferentes entre sĂ.
Estaba claro que Enzo buscaba mujeres que fueran lo mĂĄs distintas posible.
Antes de bajar a la cocina, se recogiĂł el pelo. Cuando llegĂł, ya estaba trabajando la
cocinera y Karen estaba tomando un café y unas tortitas con beicon.
âÂĄQuĂ© bien huelen esas tortitas! âSe acercĂł hasta Maggie, la cocinera.
âLas hago como usted me enseñó. âLe mostrĂł una sonrisa sinceraâ. QuĂ© buena mano
tiene para la cocina.
âTe pido lo mismo que a Karen. TutĂ©ame. Ahora soy la nueva criada de Claudia.
Maggie gruñó y elevó los ojos al techo.
âEl señor se ha vuelto loco. Tratarla como a una criada, ÂżdĂłnde se ha visto eso?
Kim se tragĂł un insulto que tenĂa en la punta de la lengua, pero prefiriĂł guardarse lo que
pensaba sobre Enzo para una ocasiĂłn mejor. Se girĂł hacia Karen.
âGracias por taparme anoche.
âLas aceptarĂa con gusto, pero no fui yo. Anoche caĂ rendida en la cama. Ayer tuvimos
mucho trabajo en casa.
âÂżY eso?
La cocinera y Karen cruzaron sus miradas.
âÂżQuĂ© pasa? âquiso saber Kim.
âNada. Ya te hemos dicho que el señor se ha vuelto loco ârespondiĂł Karen.
âÂżOs trata mal?
âNo, no se trata de eso ârepuso Maggie juntando las palmas como si estuviera rezando.
âY me temo que esto no va a salir nada bien.
Kim no entendĂa nada de lo que hablaban las dos mujeres. Por mĂĄs explicaciones que
pidiĂł, ambas se negaron a seguir hablando.
Maggie estaba preparĂĄndole unas tortitas a Kim, cuando entrĂł Constanzo en la cocina.
âBuenos dĂas, ÂżcĂłmo habĂ©is pasado la noche? ÂżHabĂ©is dormido bien?
âSĂ, Âżpor quĂ© lo dices? âpreguntĂł Kim poniendo una sonrisa de lo mĂĄs inocenteâ. Me
quedĂ© dormida en el sofĂĄ y no me enterĂ© de nada. ÂżHubo algĂșn terremoto?
Constanzo le hizo un repaso de arriba abajo y dejĂł escapar una sonrisa. ArqueĂł una ceja
porque ese vestido que llevaba Kim dejaba poco a la imaginaciĂłn. Cuando su hermano la viera
aparecer en el salĂłn, estaba seguro de que se le pondrĂa dura. Y Ă©l estaba deseando ver cĂłmo salĂa
Enzo de todo aquel embrollo.
âEnzo te espera en el salĂłn.
âDile al señor que primero voy a desayunar.
âSe lo tendrĂĄs que decir tĂș.
Kim tragĂł aire, apretĂł los dientes y se encaminĂł al salĂłn.
Antes de hablar, se quedó mirando a Enzo. Esa mañana estaba mås guapo que nunca. Un
mechĂłn de pelo le caĂa hacia un lado y la barba de tres dĂas le sentaba francamente bien.
âÂżQuĂ© desean los señores? âpreguntĂł con una fingida calma que no sentĂa y esbozando
una sonrisa falsa.
Enzo levantĂł la vista del periĂłdico que estaba leyendo y sus ojos oscuros se clavaron en el
escote de Kim. Se quedĂł con la boca abierta. TragĂł saliva. Tuvo ganas de tumbarla encima de la
mesa y hacer lo que se suponĂa que habĂa estado haciendo toda la noche con Claudia. La
desnudarĂa y le harĂa el amor como a ella le gustaba.
âÂżQuĂ© se supone que llevas puesto? âDeseĂł que su voz fuera firme, pero le temblĂł de la
emociĂłn.
âEl vestido de criada que habĂa sobre mi cama.
âQuiero que te lo quitesâŠ
A Kim no se le pasĂł por alto la mirada de deseo de Enzo. Incluso con Claudia delante, se
ponĂa a coquetear con ella. EmpezĂł a desabrochar el primer botĂłn del vestido y luego el segundo.
âAquĂ no, en tu habitaciĂłn. âEnzo tuvo que tragar saliva de nuevo.
Si no apartaba la vista de su sujetador, terminarĂa mĂĄs empalmado de lo que ya estaba.
âSolo tengo la ropa interior que llevo puesta y unos pantalones rotos y una camiseta.
Usted decide quĂ© me pongo. âHabĂa decidido tratarlo de usted, como si fuera un extraño.
âQuiero que desayunes con nosotros, con la señora y conmigo âdijo apartando la mirada
de su escote.
âLas criadas desayunan en la cocina, señor. âSe girĂł de nuevoâ. SerĂa una descortesĂa
hacia su mujer.
âSiĂ©ntate.
âNo lo voy a hacer.
âHe dicho que desayunarĂĄs con nosotros.
âY yo le he dicho que no lo voy a hacer.
âNo me retes. SaldrĂĄs perdiendo. âLa señalĂł con la manoâ. Te he dicho que te sientes.
Yo soy el que decide qué tienes que hacer.
âÂżY si no lo hago, quĂ© va a hacer? ÂżMe va a despedir? HĂĄgalo, estarĂ© encantada de
perderlo de vista.
Constanzo observaba la escena desde una esquina del salĂłn con una sonrisa sarcĂĄstica en
los labios.
Enzo decidiĂł cambiar de estrategia.
âComo quieras. Entonces ponme un cafĂ© bien cargado. âCogiĂł la taza y esperĂł a que
ella le sirviera con la jarraâ. Necesito cargar pilas para volver a recuperar el tiempo perdido
con mi mujercita. Esta noche ha sido intensa. ÂżCrees que deberĂamos pedir disculpas al servicio?
âle preguntĂł a Claudia.
âÂżTan escandalosos hemos sido, pichoncito?
âAdoro tus gemidos, bomboncito.
âÂżGemidos? âreplicĂł Kimâ. No me he enterado de nada. CaĂ rendida en el sofĂĄ y me
he despertado esta mañana, fresca como una rosa.
âNo sabes el peso que me quitas de encima, Kim ârepuso Claudiaâ. Es que no me doy
cuenta de lo mucho que me emociono.
âNo se preocupe por mĂ, señora. Duermo como un lirĂłn. Lo que hagan los señores en su
habitaciĂłn no es de mi incumbencia.
Kim se acercĂł a Enzo, dejĂł una de las muletas apoyada en la mesa y cogiĂł la jarra donde
estaba el café. Perdió el equilibrio, quiso agarrarse a la mesa, pero con la mala suerte de que
arrastrĂł el mantel y terminĂł sentada en el regazo de Enzo. Una jarra de agua los mojĂł a los dos y
el plato con las tortitas salió volando. El café se derramó por toda la mesa. Kim se quedó mirando
esos labios carnosos que tantas veces habĂa besado y que seguĂan volviĂ©ndola loca, aunque no
quisiera reconocerlo.
âLo siento, señor. Es difĂcil mantener el equilibrio y ponerle una taza de cafĂ©. Deje que le
seque los pantalones.
Enzo se levantĂł. TenĂa que alejarse de Kim y de esa boca tan apetecible. Necesitaba una
ducha de agua frĂa. Esa mujer lo estaba volviendo loco.
âÂżHe hecho algo que no debĂa, señor? âpreguntĂł Kim aguantando la carcajada que
estaba a punto de soltarâ. DiscĂșlpeme, soy muy torpe. Pero le prometo que pondrĂ© todo mi
empeño en ser una buena criada.
Cuando Ă©l saliĂł por la puerta, Kim se anotĂł un tanto, porque sintiĂł que Ă©l estaba cabreado.
Enzo uno, Kim uno. Y si estaba en su mano, ella le harĂa la vida tan imposible como Enzo querĂa
hacérsela a ella.
CapĂtulo 8
âÂĄCaramelito, deja que te acompañe! âexclamĂł Claudia saliendo detrĂĄs de Enzoâ. ÂżQuĂ© te
parece si pedimos que nos lleven el desayuno a la cama? Ya verĂĄs lo bien que nos lo vamos a
pasar.
Ella se colgó del brazo de Enzo y él se dejó acompañar.
âSĂ, si me prometes que serĂĄs el postre.
âÂżNo tuviste suficiente con lo de anoche? âLa voz de Claudia sonĂł melosa, le pellizcĂł la
mejilla y le acariciĂł el brazo.
âNunca tengo suficiente de ti. Pero eso ya lo sabes, Âżno?
âÂżPodĂ©is subir el desayuno a la habitaciĂłn? âClaudia se girĂł unos instantesâ. Esperad
unos minutos. âSe rio por lo bajoâ. No sĂ© si me entendĂ©is.
âÂżFue idea tuya lo del vestido? âquiso saber cuando estuvieron lo suficientemente lejos
como para que alguien los escuchara.
Se soltĂł del brazo de Claudia. Ella se encogiĂł de hombros.
âLe pedĂ ayuda a Constanzo. No sabĂa quĂ© talla comprar. Tu hermano me dijo que Kim
era mĂĄs delgada y mĂĄs o menos de mi estatura.
âDebĂ imaginarme que era idea suya. Voy a matar a mi hermano.
âDime lo que tengo que comprarle y me encargarĂ© de ello.
Llegaron a la habitaciĂłn y Enzo cerrĂł de un portazo, aunque lo que en realidad deseaba era
darle una patada a la puerta.
âNada de ropa ajustada.
Claudia asintiĂł con la cabeza, aunque harĂa falta algo mĂĄs que un saco de patatas para que
Enzo dejara de pensar en Kim.
âYa sĂ© lo que comprar. âPensĂł si un hĂĄbito serĂa buena idea, pero puede que eso
tampoco le gustara a Enzo.
âQuiero que hoy limpie toda la cuberterĂa de plata âmascullĂł entre dientesâ. EncĂĄrgate
tĂș de decĂrselo.
SacĂł un pantalĂłn y una camisa limpia del armario.
âPero si es nueva.
âY cuando acabe con la que compraste, limpiarĂĄ la de los hoteles. Quiero que no deje ni
una huella.
âEstĂĄ bien. ÂżQuieres que ponga algĂșn audio mientras te duchas?
âSĂ, si anoche no nos escuchĂł, quiero que lo haga ahora. âSe le ocurriĂł una idea que
sabĂa que a Kim le harĂa dañoâ. No quiero tortitas para desayunar, pide que nos hagan tostadas
francesas con mermelada de fresa âdijo encerrĂĄndose en el baño.
Esa era la Ășnica comida que sabĂa hacer. Fue lo que le preparĂł a Kim la primera vez que
durmieron juntos.
Mientras estaba en la ducha, Enzo sacĂł su mĂłvil para llamar a su hermano.
âSe suponĂa que tĂș estabas de mi parte, no contra mĂ âgruñó cuando Constanzo
respondiĂłâ. Joder, Âżen quĂ© estabas pensando?
âNo sĂ© a quĂ© vienen esos rebuznos. âSe separĂł el mĂłvil de la oreja.
âLo sabes muy bien. Hablo del vestido que le compraste a Kim.
âPensĂ© que eso era lo que querĂas, un vestido de criada.
âNo, no ese vestido. Es toda una provocaciĂłn.
âYo encuentro que le queda bastante bien.
âPara hacer una pelĂcula porno sĂ, no para ser mi criada.
âNo me dirĂĄs que no has fantaseado con la idea. âNo pudo aguantar una carcajada.
âÂżQuĂ© demonios estĂĄs insinuando?
âQue te ha gustado verla con ese vestido.
âÂĄNo! Lo Ășnico que me interesa de Kim es que sufra, que vea que sin ella soy feliz.
âVale, Enzo, vete a otro con ese cuento. Yo no me lo creo.
âVete al infierno.
âEnzo, si sigues por ese camino, terminarĂĄs quemĂĄndote.
âNo digas estupideces.
âNo digas que no te avisĂ©.
***
En el momento en el que Kim entraba a la cocina, sonó el teléfono interno de la casa. La
cocinera asentĂa con la cabeza. AbriĂł los ojos como platos cuando escuchĂł la peticiĂłn de Claudia.
âÂĄHa pedido tostadas francesas con mermelada de fresa! âexclamĂł Maggie despuĂ©s de
colgar el auricular. Se llevĂł las manos a la cabezaâ. Pero si nos prohibiĂł hacerlas cuando...
Karen carraspeĂł y esbozĂł una sonrisa incĂłmoda. Maggie se callĂł cuando advirtiĂł que Kim
habĂa entrado en la cocina. Kim quiso mostrar una sonrisa al escuchar lo que habĂa pedido Enzo,
pero no podĂa forzar algo que no sentĂa. Aquel era su desayuno, solo de ellos. AĂșn recordaba
cĂłmo se las preparaba Enzo. Desde que saliĂł de esa casa, no las habĂa vuelto a comer.
âÂżQuĂ© mĂĄs ha pedido? âquiso saber Karen.
âUn cafĂ© para Ă©l y un cappuccino para ella.
âSe lo servirĂ© yo. âKaren mostrĂł una sonrisa misteriosa.
âSe lo puede servir Melanie ârepuso la cocineraâ. No es bueno para sus rodillas que
esté subiendo y bajando las escaleras.
âNecesito hacer algo de ejercicio. Esta vez se lo servirĂ© yo.
âEsa sonrisa no me gusta nada. ÂżQuĂ© estĂĄ pensando? âsiguiĂł preguntando la cocinera.
âEn nada. Solo quiero que Enzo y su mujercita estĂ©n bien atendidos.
Maggie dejĂł escapar un suspiro.
âMe ha pedido tambiĂ©n que suba usted a la habitaciĂłn. âSeñalĂł con la cabeza a Kim.
âÂżHa dicho el motivo? âpreguntĂł Kim.
âSolo que suba cuando termine de desayunar. âMaggie le retirĂł la silla a Kim para que
se sentara en la mesaâ. ÂżQuiere que le prepare esas tostadas francesas, como al señor?
âNo, con un cafĂ© y esas tortitas me apaño. No quiero hacer esperar al señor. Y por favor,
tutĂ©ame. No hagĂĄis que el señor se enfade con vosotras si descubre que me seguĂs hablando como
si fuera la señora de la casa.
âEs la costumbre.
Maggie le sirvió unas tortitas y un café como a Kim le gustaba, con una nube de espuma.
Desde la cocina se empezaron a escuchar de nuevo los gemidos.
âÂżSiempre son asĂ de escandalosos? âpreguntĂł Kimâ. Si la estuvieran degollando no
gritarĂa tanto.
Ninguna de las dos mujeres supo responder.
âSĂ, desde que llegĂł Claudia, esto es una fiesta total âdijo Constanzo entrando en la
cocinaâ. Mi preciosa cuñada es muy apasionada.
âEn mala hora entrĂł esa mujer en esta casa⊠âmascullĂł Maggie por lo bajo, pero no lo
suficientemente bajo como para que Kim no la escuchara.
Kim solo pudo tomar un bocado y un sorbo de cafĂ©. Se le habĂa cerrado el estĂłmago al
escuchar las palabras de Constanzo.
Una vez que se acabaron los gemidos, Kim acompañó a Karen hasta la habitación de Enzo.
Le resultaba menos duro si lo hacĂa con Karen que si lo hacĂa sola. Antes de entrar en la
habitación, Karen le puso unas gotas al café de Enzo.
âÂżQuĂ© estĂĄs haciendo? âpreguntĂł Kim.
âDarle su merecido a Enzo. ÂżQuĂ© te hizo para que te marcharas asĂ como lo hizo? No
puedo olvidar cĂłmo lloraba ese dĂa. Estabas tan enamorada del señor.
âEso ya es agua pasada. No quiero remover el fango. Ahora Ă©l ha rehecho su vida y ya no
le importo nada. ¿Qué son esas gotas?
âNada, un laxante. Esta mañana se ha levantado con cara de estreñido. âAl ver la cara
de pasmo de Kim le quiso quitar importancia con un gesto de su cabezaâ. No te preocupes, solo
se tirarĂĄ un dĂa en el baño.
âTe has vuelto loca.
Karen le puso cuatro gotas mĂĄs.
âMejor que sean dos dĂas, Âżno crees? Y tĂș no has visto nada.
âÂżNo le sentarĂĄ mal?
Karen le restó importancia sonriéndole.
âDurante dos dĂas no tendremos que oĂr los maullidos de esa mujer âmurmurĂł antes de
llamar a la puertaâ. Ya me lo agradecerĂĄs.
PensĂĄndolo con calma, no le desagradĂł la idea. Dos dĂas sin oĂr los gemidos de esos dos
bien valĂa que Enzo se los pasara en el baño.
Tanto Enzo como Claudia estaban en la cama y tapados por una sĂĄbana. Enzo tenĂa el torso
desnudo, mientras que Claudia llevaba un salto de cama. Kim observĂł que debajo del salto de
cama seguĂa llevando el sujetador, un detalle que no se le pasĂł por alto.
Claudia advirtiĂł la mirada de Enzo cuando entrĂł Kim en la habitaciĂłn. Por unos segundos
pensĂł que el vestido se le habĂa encogido y estaba un poco mĂĄs corto, si es que eso era posible.
âNo tenĂas que haberte molestado, Karen âdijo Enzoâ. Contratamos a Melanie para
que no tuvieras que subir las escaleras.
âMelanie estĂĄ haciendo las habitaciones.
âGracias, Karen âreplicĂł Enzo.
âKim, cuando estĂ©s repuesta, Enzo y yo queremos que nos sirvas todos los dĂas el
desayuno en la cama ârepuso Claudia.
âComo diga la señora de la casa. ÂżMe habĂa hecho llamar para alguna otra cosa? ÂżQuĂ©
desea? âdijo Kim haciendo una reverencia ridĂcula.
âHace unos dĂas nos trajeron una cuberterĂa de plata. EstĂĄ nueva, pero quiero que la
limpies. Queremos usarla por primera vez porque tenemos un gran anuncio que hacer a nuestros
amigos.
âÂżDe quĂ© se trata? âpreguntĂł Karen.
âEnzo y yo nos hemos prometido. âMostrĂł un anillo con un gran brillante en su dedoâ.
Era una joya de su abuela y ha querido que la lleve yo. No puedo creer que hayamos dado este
paso.
Kim bajĂł la mirada, pero de buena gana habrĂa fulminado con la mirada a Enzo. El
contemplĂł el cĂșmulo de emociones que se dibujaron en el rostro de Kim. AdvirtiĂł rabia, dolor,
desilusiĂłn, pero sobre todo impotencia. Ese era un tanto que habĂa ganado Ă©l. CĂłmo estaba
disfrutando de ese momento. Claudia estaba haciendo muy bien su papel de mujer enamorada.
Karen dejĂł la bandeja en una mesa con dos sillas que habĂa junto a un gran ventanal.
Kim se acercĂł hasta la mujer mayor y le murmurĂł al oĂdo:
âDos dĂas no son suficientes. ÂżPodrĂa ser una semana?
Karen sacó del bolsillo las gotas y añadió lo poco que quedaba en el frasco.
âSi no desean nada mĂĄs, me retiro âdijo Karen.
âMe encargarĂ© de que la plata quede mucho mĂĄs reluciente de lo que estĂĄ âcomentĂł Kim
siguiendo a Karenâ. Que pasen un buen dĂ a.
CapĂtulo 9
Durante una semana, Enzo no abandonó la habitación. Incluso tuvieron que llamar al médico de la
familia porque habĂa tenido unos picos de fiebre. El mĂ©dico le recetĂł que bebiera mucho lĂquido,
sales minerales y tomara una dieta astringente. También le recomendó a Claudia que durmieran
separados, porque todo apuntaba a que padecĂa una gripe estomacal.
En ese tiempo, Kim tuvo remordimientos, porque pensĂł que igual se habĂan pasado con el
laxante. Se quedó mucho mås tranquila cuando el médico comentó que no era nada grave.
Lo bueno es que en esos dĂas no habĂan tenido que oĂr los gemidos de Enzo y Claudia.
En esa semana, Kim habĂa limpiado la plata de la casa y la de los hoteles que tenĂan en
Chicago. No podĂa dejarla mĂĄs brillante de lo que estaba, pero se esmerĂł en hacer bien su trabajo.
DespuĂ©s de lo ocurrido en su primer dĂa en la casa, tuvo tiempo para pensar en su
situación. Esa misma tarde, mientras Enzo daba señales de que ya se encontraba mal, hizo unas
llamadas. ConcertĂł cita con una abogada matrimonialista para que le llevara el divorcio. Antes de
que Enzo se lo pidiera, lo harĂa ella. No querĂa que la humillara de nuevo.
AprovechĂł que Enzo no estaba encima de ella para concertar una cita esa misma semana.
Como no podĂa conducir todavĂa, le pidiĂł a Henry, el hijo de Karen, que la llevara hasta el
despacho de la abogada.
En el viaje de ida a la ciudad, Henry recibiĂł una llamada de un tal Jax y quedĂł en verse
con Ă©l el fin de semana. Kim no dijo nada, pero, por lo poco que hablaron, ella tuvo la impresiĂłn
de que a Henry le gustaba ese tal Jax por cĂłmo le brillaban los ojos.
Henry la dejĂł en la misma puerta del edificio donde su abogada tenĂa el despacho. Le
gustĂł que aquel bufete ocupara la Ășltima planta. Una chica muy joven la hizo esperar en una sala
de espera hasta que, minutos despuĂ©s, la llevĂł a un despacho moderno con muebles de lĂneas
rectas y colores claros.
Tras una mesa, se encontraba sentada una mujer rubia con el pelo corto. Se levantĂł y
extendiĂł su mano.
âEncantada de conocerla, Kim, soy Alice Munro. ÂżQuiere tomar alguna cosa, un cafĂ©, un
té, agua?
Kim estaba asombraba de que aquella mujer, que no aparentaba mås de treinta años, fuera
la mejor abogada matrimonialista de Chicago.
âQuizĂĄ una tila me vendrĂa bien. Estoy un poco nerviosa. âDeseĂł que cesara el temblor
de sus manosâ. Nunca pensĂ© que un dĂa fuera a divorciarme.
âTranquila, es algo mĂĄs habitual de lo que cree. Los amores para toda la vida solo
existen en los cuentos de Disney. Ahora mismo le pido a mi secretario que le prepare una tila.
âNo deberĂa sentirme asĂ, tendrĂa que haberme hecho a la idea durante estos casi dos
años de que este dĂa iba a llegar.
âÂżLa puedo tutear? âpreguntĂł la abogada.
âSĂ, por favor. Me siento mĂĄs a gusto.
âSi has acudido a mĂ es porque has oĂdo decir que soy la mejor en mi campo. AsĂ que
tranquila. Conseguiremos el mejor acuerdo para ti.
âQuiero que sea un divorcio rĂĄpido.
âY lo tendrĂĄs, ademĂĄs de ser beneficioso. Mis honorarios no son baratos, pero siempre
consigo lo mejor para mi cliente.
Durante unos minutos, Kim le contĂł cuĂĄl era su situaciĂłn. Alice le hizo una serie de
preguntas. AsĂ supo que Ă©l la engañó con otra mujer hacĂa ya dos años. Le mostrĂł las fotos que
tomĂł ese dĂa. DespuĂ©s de contarle por quĂ© se habĂa decidido a divorciarse de Ă©l, respirĂł con
calma.
âEspera un momento, a ver si lo he entendido bien. âLa cortĂł Alice para entender lo que
le habĂa dicho Kim. Todos los dĂas encontraba casos extravagantes, pero aquel se llevaba la
palmaâ. ÂżMe estĂĄs diciendo tambiĂ©n que estĂĄs viviendo con Ă©l y con su nueva novia en la misma
casa y que trabajas como criada porque le debes mucho dinero?
âEso es. Ăl se ofreciĂł a pagar la deuda que tenĂa mi hermano, ademĂĄs de la deuda que
contraje cuando perdĂ la apuesta.
Alice fue tomando notas.
âDĂ©jame que estudie tu caso. Puede que en unos dĂas tu situaciĂłn cambie y sea para bien.
âÂżEso crees?
âSĂ, Enzo es un hombre rico. Cuando os casasteis no firmaste ningĂșn acuerdo prenupcial
y eso quiere decir que la mitad de todos los beneficios que haya obtenido desde entonces te
corresponden.
âYo no quiero su dinero.
âPero sĂ que quieres tu libertad, Âżno es cierto?
âSĂ âafirmĂł con un nudo en el estĂłmago.
âPuede que no estuvieras en esta situaciĂłn si Ă©l no te hubiera engañado. ÂżNo crees?
âNo lo sĂ©.
âSupongo que Ă©l tendrĂĄ prisa por casarse con su nueva novia. FirmarĂĄ lo que le pongas
delante.
SaliĂł con sentimientos encontrados del bufete de abogados. Por una parte querĂa
divorciarse de Enzo lo antes posible, pero por otra se iba a aprovechar de un dinero que no era
suyo. Y ella era una mujer de palabra. QuerĂa pagarle la deuda que habĂa contraĂdo con Ă©l.
Una vez en el coche, le pidiĂł a Henry que la llevara a comprar algo de ropa a un centro
comercial. Solo tenĂa unos pantalones vaqueros que estaban rotos y una camiseta. El vestido que
llevaba se lo habĂa prestado Karen. Aunque tenĂa bastantes años, nadie lo habrĂa dicho, porque se
volvĂan a llevar esos vestidos con flores.
TenĂa veintisiete años y lo Ășnico que tenĂa en esos momentos eran cincuenta dĂłlares en su
cuenta. Ni siquiera tenĂa el coche de su padre. Su vida era un autĂ©ntico fracaso.
Se comprĂł otros pantalones vaqueros y una sudadera. Al salir de la tienda, observĂł a
Claudia sentada en la terraza de una cafeterĂa junto con un hombre. No pudo verle la cara, porque
estaba de espaldas y lo tapaba una columna. Pero sĂ que vio cĂłmo Ă©l posĂł una mano en el
antebrazo de Claudia y a ella no parecĂa importarle. PodrĂa tratarse de un hermano, pero cuando Ă©l
le acariciĂł la mejilla, tuvo claro que esa persona era especial para ella.
No se alegrĂł, pero parecĂa que Enzo iba a recibir la misma medicina que recibiĂł ella
cuando Ă©l la engañó con una rubia. Y por unos segundos sonriĂł, no porque aĂșn sintiera algo por
Enzo, sino porque asĂ Ă©l sabrĂa lo que era sentirse traicionado por la persona que mĂĄs amaba.
Se marchĂł antes de que Claudia la descubriera.
De camino a casa, no le comentĂł nada a Henry sobre que habĂa visto a Claudia con otro
hombre. PreferĂa que aquello fuera un secreto, de momento.
âDesde que lleguĂ© a la casa, apenas hemos tenido tiempo de hablar. Recuerdo que te
gustaba el ballet y que tu sueño era bailar en el New York City Ballet. Dime que lo conseguiste.
Al menos uno de los dos ha tenido suerte.
Henry chasqueĂł los labios.
âNo, no lo conseguĂ. Tuve una lesiĂłn en la rodilla y llevo un año y pico sin bailar
profesionalmente. âGirĂł la cabeza hacia ellaâ. Pero he encontrado que la jardinerĂa me llena
tanto como el ballet. Mi padre me enseñó todos los secretos.
Atravesaron la verja de la entrada.
âMe alegro de que te llene tanto. Es cierto que no recordaba el jardĂn tan bonito como
ahora. Y eso que tu padre cultivaba unas rosas preciosas.
âEn realidad, la jardinerĂa se parece al ballet mĂĄs de lo que la gente piensa. En el ballet,
dejo que mi cuerpo fluyera con la mĂșsica. Una vez que has aprendido la tĂ©cnica, tienes que dejarte
llevar y ser preciso en todos los movimientos. En la jardinerĂa pasa lo mismo, hay una tĂ©cnica, hay
precisiĂłn. Solo tengo que escuchar una melodĂa para hacer que florezcan las flores.
âÂżUna melodĂa? Llama a las cosas por su nombre. Tienes buena mano para las plantas y
ya estĂĄ. En cambio, a mĂ se me mueren todas las que he tenido, hasta los cactus.
âNo puede ser verdad. âHenry soltĂł una carcajadaâ. Si un cactus se cuida
prĂĄcticamente solo.
âTe juro que es cierto âella tambiĂ©n rio. Se encontraba relajada hablando con Ă©lâ.
Tuve uno al que le puse Casper de nombre. CreĂ que si le ponĂa nombre sobrevivirĂa mĂĄs de
cuatro meses. ÂżTe lo puedes creer?
Enzo se encontraba en la terraza tomando una infusiĂłn cuando la vio llegar en coche. Esa
mañana se encontraba mucho mejor del estómago. Bajó a la carrera.
âNo lo dices en serio âdijo Henry abriĂ©ndole la puerta y ayudĂĄndola a bajarâ.
ÂżCasper? Si es un nombre ridĂculo.
âSĂ, lo sĂ©. Es la relaciĂłn mĂĄs largaâŠ
âÂżSe puede saber dĂłnde estabas? âpreguntĂł Enzo con los brazos cruzados en el pecho y
apoyado en la puertaâ. Maggie te necesitaba en la cocina.
âHe ido a comprar un poco de ropa. PensĂ© que era la criada, no su prisionera. ÂżLe tengo
que dar explicaciones cada vez que salga de casa?
âSĂ, por supuesto. Ahora todo tu tiempo me pertenece. âSe girĂł hacia Henryâ. Y tĂș, Âżno
tienes trabajo que hacer en el jardĂn? De ahora en adelante, si ella te pide que la lleves a algĂșn
sitio, te negarĂĄs.
Kim apretĂł los dientes y esperĂł a que Henry se marchara.
âNo reconozco al Enzo que conocĂ hace años. Nunca trataste asĂ al servicio.
Fue a subir las escaleras, pero Ă©l la detuvo.
âÂżA cuĂĄntos mĂĄs vas a romper el corazĂłn, Kim? Te conozco y si sigues por ese camino le
romperĂĄs el corazĂłn a Henry.
âÂżQuĂ© es realmente lo que le ha molestado? ÂżQuĂ© haya salido de esta casa o que me haya
acompañado?
âContĂ©stame a la pregunta.
Kim advirtiĂł celos en su mirada. Pero Âżde quiĂ©n? ÂżDe Henry? No se lo podĂa creer. TenĂa
que estar muy ciego para no darse cuenta de que Henry era gay. ÂżEra el Ășnico de esa casa que no
lo sabĂa?
âLo que yo haga con mi vida no le importa.
âDeja de tratarme como si no me conocieras.
âLo trato como la criada que soy.
âMe tratarĂĄs como yo te diga que lo hagas.
Kim arqueĂł una ceja.
âSi me disculpa, Maggie me espera en la cocina.
âÂżAcaso no has escuchado lo que he dicho?
âSĂ. Alto y claro. Y yo le respondo: oblĂgueme.
Ella lo retĂł con la mirada y siguiĂł su camino.
CapĂtulo 10
DespuĂ©s de pasarse una semana en la cama, Enzo se marchĂł veinte dĂas a atender los hoteles que
tenĂan en otras ciudades, ademĂĄs de en Chicago. Esa era la excusa, pero tenĂa que tomarse un
respiro de Kim si no deseaba volverse loco.
Cuando regresĂł del viaje, a ella parecĂa divertirle desafiar sus Ăłrdenes como habĂa hecho
hasta entonces. Para todo el servicio, siempre tenĂa una sonrisa, una palabra amable, un gesto
cariñoso, sobre todo con Henry, pero no para Ă©l. Por el momento no habĂa conseguido que lo
tratara como Ă©l deseaba y eso lo sacaba de sus casillas.
TenĂa que encontrar la manera de humillarla, ya que parecĂa encantada de trabajar como
criada, limpiando una y otra vez la plata, que cada vez tenĂa mĂĄs brillo. Ella resplandecĂa como la
plata, mientras que Ă©l se apagaba por momentos.
âNo puedes seguir asĂ, Enzo âdijo Claudiaâ. Desde que has llegado de viaje, no
descansas por las noches. Duermes en el sofĂĄ de la habitaciĂłn y te levantas a media noche.
Aunque Kim llevaba un mes en esa casa, se resistĂa a ocupar la habitaciĂłn que estaba al
lado de la que fue suya hacĂa dos años. Se habĂa empeñado en dormir todas las noches en el sofĂĄ
del salĂłn. Ella siempre se excusaba con que no se daba cuenta y cuando se despertaba lo hacĂa en
el sofĂĄ. Muchos de esos dĂas, Enzo se despertaba y la observaba cĂłmo dormĂa. Todas las noches
bajaba con el pretexto de beber un vaso de leche caliente, pero solo Ă©l sabĂa que necesitaba ver
que ella no se habĂa vuelto a ir de su vida. Aunque quisiera hacerla sufrir, la querĂa a su lado.
âEstoy bien ârespondiĂł Ă©l.
âNo lo estĂĄs.
âDeja de preocuparte por mĂ. Nadie nos estĂĄ escuchando. No tienes por quĂ© representar
tu papel ahora. Eso quedĂł claro en el contrato.
âPuede que lo nuestro sea una farsa, pero eso no significa que no quiera verte bien. Me
preocupo por ti, porque si tĂș estĂĄs bien, esto saldrĂĄ bien.
Enzo se sentĂł en el borde de la cama.
âPerdona, olvida lo que he dicho. No querĂa ser desagradable contigo.
Claudia le sugirió a Enzo hacer una fiesta para Halloween que también sirviera como
fiesta de compromiso.
âYa sabe que vamos a hacer una fiesta de compromiso âdijo Enzo.
âCierto, pero no sabe cuĂĄndo. Eso la pillarĂa con la guardia baja.
âMe gusta cĂłmo piensas. âSonriĂł Enzo.
âPara eso me pagas. PodrĂa encargar una tarta a una pastelerĂa en la que se vean nuestras
caras o cualquier cosa que desees. TambiĂ©n conozco a un amigo fotĂłgrafo que podrĂa hacernos una
sesiĂłn de fotos como si hubiĂ©semos viajado a muchos lugares. ÂżAlgĂșn sitio al que ella soñara con
ir?
âSĂ, ParĂs. Le prometĂ que un dĂa la llevarĂa.
âPues le mostraremos unas fotos de ParĂs y lo bien que nos lo pasamos allĂ. Eso le
dolerĂĄ.
RecordĂł cuando la conociĂł.
âÂżSabes? La conocĂ en una fiesta de Halloween. Ella iba vestida de Catwoman y yo de
Batman.
âDesde que ha regresado, Âżno te has sentado a hablar con ella?
âNo hay nada de lo que hablar. Ella me abandonĂł.
âPero no sabes el motivo.
âDejĂł de quererme.
âÂżElla te lo dijo?
âNo, pero se fue sin dejar ni una nota. âEl tono de su voz cambiĂłâ. No te metas en
esto, Claudia. Kim nunca me quiso.
âEso no es lo que ven mis ojos. Cualquiera que os observe ve que entre vosotros saltan
chispas. EstĂĄs perdiendo el tiempo aquĂ conmigo en vez de tratar de arreglar lo que tuviste con
ella. Puede que aĂșn no sea tarde.
âNo te pago para que hagas de alcahueta entre Kim y yo, ni tampoco eres mi psicĂłloga.
Lo nuestro no tiene arreglo.
Claudia pensĂł unos segundos. Enzo llevaba razĂłn. Si querĂa conservar su trabajo, seguirĂa
haciendo lo que Ă©l le habĂa pedido. En un mes habĂa ganado mĂĄs dinero que en el Ășltimo año como
modelo. Y en ese mes, apenas sĂ se habĂan visto. Era el trabajo mĂĄs fĂĄcil de su vida.
Se limitĂł a asentir con la cabeza.
âÂżTiene alguna pelĂcula favorita?
âSĂ, siempre le gustĂł La Bella y la Bestia.
âÂżSabes bailar?
âMe defiendo.
âEnsayaremos el baile para anunciar nuestro compromiso.
âPrepara esa fiesta e invita a quien quieras. Lo dejo en tus manos. Quiero que en la tarta
estĂ© la fotografĂa de cuando nos prometimos.
âHabrĂĄ que darse prisa. Queda una semana para Halloween y hay mucho que hacer.
âNo escatimes en gastos. âLe pasĂł una tarjetaâ. En esta cuenta hay veinte mil dĂłlares.
Supongo que tendrĂĄs suficiente. Quiero una fiesta grande.
âHarĂ© maravillas. DĂ©jalo en mis manos.
La conversaciĂłn con Claudia le dejĂł buen sabor de boca. No veĂa la hora de que llegara
esa fiesta. BajĂł hasta el salĂłn, donde sabĂa que estarĂa Kim limpiando una lĂĄmpara de araña que
perteneciĂł al primer hotel que construyeron sus abuelos. No era muy grande, pero sĂ valiosa,
porque la habĂan traĂdo de Murano. Enzo habĂa mandado que la descolgaran porque necesitaba una
limpieza a fondo. Constanzo prefiriĂł no meterse, pero ya intuĂa que aquella no era una buena idea.
Ăl era partidario de que la limpiara la empresa que se encargaba siempre de esas cuestiones.
Antes de entrar, observĂł que Henry estaba hablando con Kim y llevaba en la mano un ramo
de flores.
âAyĂșdame a levantarme. Llevo toda la mañana en el suelo y necesito desentumecer un
poco los mĂșsculos.
Ăl la ayudĂł a ponerse de pie y se quedĂł apoyada en una de las sillas.
âÂżCuĂĄndo te quitan la escayola?
âLa semana que viene. No veo la hora. Caminar con muletas te limita para todo.
Enzo se quedĂł detrĂĄs de la puerta porque deseaba saber quĂ© habĂa entre ellos.
âÂĄSon preciosas! âexclamĂł Kimâ. Tienes magia en las manos.
Kim al fin habĂa descubierto quiĂ©n la tapaba por las noches, cuando ella se quedaba
dormida en el sofĂĄ. Dos noches atrĂĄs descubriĂł a Enzo colocĂĄndole una manta, y aquel gesto la
enterneciĂł. QuerĂa regalarle unas flores y pensĂł en unas que tuvieran un significado especial.
Henry le habĂa comentado que todas las flores tenĂan un lenguaje oculto.
âMe alegro de que te gusten. ÂżSabes lo que significan?
âNo, ni siquiera sĂ© quĂ© flores son, pero tĂș me lo dirĂĄs.
âLas camelias rosas significan que deseas estar mucho con una persona.
Kim parpadeĂł y se quedĂł con la boca abierta.
âÂżCrees que son acertadas, dadas las circunstancias?
QuerĂa agradecerle el gesto a Enzo, aunque no querĂa que Ă©l pensara que ella aĂșn estaba
loca por sus huesos. ParecĂa que Henry daba por hecho que ella no habĂa podido olvidarlo, y era
cierto, pero tenĂa que aprender a pasar pĂĄgina. Enzo ya habĂa rehecho su vida con otra mujer.
Puede que no fuera buena idea lo de las camelias. No querĂa que Ă©l malinterpretara su gesto.
âNo me cabe duda.
âYo no sĂ© quĂ© decir.
Enzo hizo rechinar los dientes y al mismo tiempo apretó los puños. Estaba claro que entre
Kim y Henry habĂa algo mĂĄs que una amistad. TragĂł saliva, porque ella no se merecĂa ser feliz,
porque no podĂa soportar que ella rehiciera su vida mientras que Ă©l no se la podĂa sacar de su
cabeza.
âÂżNo deberĂas estar trabajando, Henry? âEnzo entrĂł en el salĂłn.
âSĂ, solo le estaba dando unas flores que Kim me pidiĂł esta mañana. Constanzo me
encargĂł la decoraciĂłn para Halloween de los hoteles.
âY a ti no te pago por hablar. âSeñalĂł a Kimâ. Te pago por limpiar.
Kim se girĂł con brusquedad hacia Ă©l con el ramo en las manos y perdiĂł el equilibrio.
Como Henry estaba mĂĄs cerca de ella, la agarrĂł por la cintura con la mala suerte de que ambos
cayeron sobre Enzo. Kim quedĂł entre los dos, como si de un sĂĄndwich se tratara. Las flores que
llevaba Kim en la mano terminaron en la boca de Enzo.
âÂżTe has hecho daño? âHenry fue el primero en levantarse y le ofreciĂł su mano a Kim.
Enzo se sacĂł varias hojas de la boca mientras que Kim se quedĂł mirando cĂłmo lo hacĂa.
TenĂa unos labios sexis, tan apetitosos que, por un segundo, estuvo tentada de besarlos.
âCreo que no âmurmurĂł ella cuando Henry insistiĂł en ofrecerle su ayuda.
Se mordiĂł el carrillo y parpadeĂł para no cometer ninguna locura. Kim se apartĂł de Enzo,
porque si seguĂa sobre Ă©l terminarĂa besĂĄndolo.
âÂżPor quĂ© te empeñas en caer encima de mĂ? ÂżMe estĂĄs queriendo decir algo? âmascullĂł
Enzo tirando el ramo de flores lejosâ. ÂżNo sabes que ya no me interesas?
Aquel gesto la enfureciĂł.
âEn algo estamos de acuerdo. TĂș tampoco me interesas.
âEsta lĂĄmpara deberĂa estar limpia ya.
âLlevo un mes y una semana aquĂ y aĂșn no me has dicho cuĂĄnto voy a cobrar.
âÂżPara quĂ© lo quieres saber?
âNo has respondido a mi pregunta. CuĂĄnto pensabas pagarme.
âMil quinientos al mes.
A Kim le temblĂł el labio.
âÂżQuĂ©?
Era menos de lo que cobraba como cocinera jefe en el hotel, menos que cualquier criada
que trabajara para Ă©l.
âEso significa que tendrĂĄs que aguantarme unos once años hasta que pagues la deuda.
âÂżEso crees? Yo de ti no lo apostarĂa.
âÂżY quĂ© vas a hacer?
âLo que tenĂa que haber hecho hace un tiempo âespetĂł ella.
CapĂtulo 11
Un dĂa antes de Halloween, Kim estaba de los nervios, y no solo porque ese dĂa le quitaban la
escayola y podrĂa caminar sin las dos muletas, sino porque esa fiesta le recordaba a Enzo.
HacĂa ya cuatro años que se conocieron. Enzo celebraba Halloween en uno de sus hoteles.
Ella era una de las encargadas de llevar el catering y enseguida surgiĂł la chispa entre ellos. Un
mes y medio después, decidieron casarse, porque ambos estaban seguros de que se amaban con
locura.
Kim no querĂa volver a recordar lo maravillosos que habĂan sido los dos años que pasĂł
con Ă©l hasta que decidiĂł engañarla. Le dolĂa pensar en lo idiota que habĂa sido al tragarse que iba
a ser la Ășnica mujer de su vida.
HabĂa otro motivo mĂĄs. Esa misma mañana habĂa recibido un mensaje de su abogada
comentĂĄndole que los papeles del divorcio ya estaban listos. Solo tenĂa que reenviarle ese correo
a Enzo para que los firmara. No veĂa el momento de que Ă©l los firmara.
Mientras iban de camino a la clĂnica para que le quitaran la escayola a Kim, no dejaba de
pensar en que su abogada le habĂa asegurado que Enzo firmarĂa el acuerdo.
Durante la Ășltima semana, apenas se habĂa cruzado con Enzo. Tanto Ă©l como Claudia
parecĂan muy ocupados. QuizĂĄ por ese mismo motivo le extrañó que la llevara en coche hasta la
clĂnica.
âÂżDe quĂ© te disfrazarĂĄs mañana? âpreguntĂł Enzo para romper el hielo.
âNo tenĂa pensado disfrazarme.
âAntes te gustaba hacerlo.
âAntes me gustaban cosas que ahora detesto. Ya no soy la misma mujer que conociste. La
vida da muchas vueltas.
âEs una lĂĄstima que ya no te guste Halloween.
âHay cosas peores, crĂ©eme.
âÂżCosas como que tu esposa te abandone sin dejar una mĂsera nota?
TenĂa gracia que Ă©l hablara de abandono. Ella jamĂĄs lo habrĂa hecho si no lo hubiera
pillado con aquella mujer. ÂżAcaso habĂa olvidado que no soportaba la infidelidad? BuscĂł las
fotos en su mĂłvil para verlas de nuevo. Enzo iba vestido con unos pantalones vaqueros y una
camisa blanca que realzaba su piel morena y su pelo negro.
Se tragĂł un gemido doloroso.
âPor ejemplo ârespondiĂł ella girando la cabeza hacia Ă©l.
âCreo que me merecĂa algo mĂĄs que tu silencio âreplicĂł Enzo con acritud.
âY yo tambiĂ©n me merecĂa algo mejor que tĂș.
Enzo tratĂł de encajar el golpe esbozando una sonrisa.
âDeberĂas pasar pĂĄgina. Yo lo he hecho. Madura.
Kim se mojĂł los labios antes de responderle.
âÂżTe crees que me importa si te has vuelto a enamorar? Nunca fuiste un hombre de una
sola mujer. Yo no fui diferente a las otras mujeres.
âDurante un tiempo pensĂ© que lo eras, pero luego me di cuenta de mi error.
Kim girĂł la cabeza hacia la ventanilla. No se molestĂł en ocultar que ella habĂa pasado por
su vida sin pena ni gloria.
âEn algo estamos de acuerdo, lo nuestro fue un error.
âClaudia ha preparado una fiesta estupenda. Lleva dĂas hablando de ella.
ÂżCĂłmo decirle a Enzo que le importaba tres pepinos esa estĂșpida fiesta? DejĂł que Ă©l
hablara mientras abrĂa su wasap y buscaba el nombre de Henry. Que le dijera que madurara le
habĂa dado una idea.
«¿Sigue en pie lo de ser tu pareja para Halloween?», le preguntó Kim.
Ăl no tardĂł en responderle.
«SĂ, sigue en pie», respondiĂł Henry. «¿Has pensado en alguna cosa?».
«SĂ, y siento si te utilizo, pero necesito que me ayudes».
«Me da que lo que estås pensando no le va a gustar a Enzo. Pero cuenta con mi
espada», dijo Henry.
Le hizo gracia esa referencia a El señor de los anillos.
«Y tĂș podrĂĄs contar con mi arco cuando lo necesites. No lo olvidaré». Se mordiĂł los
labios.
BuscĂł una foto de su idea y se la pasĂł a Henry.
âÂżMe estĂĄs escuchando? âpreguntĂł Enzo.
«Creo que me deberås algo mås que tu arco si pretendes que me disfrace de ese
personaje», dijo Henry.
«Estå bien, te ofrezco mi arco y mi hacha».
âNo, hace bastante rato que dejĂł de interesarme lo que tenĂas que decirme sobre vuestra
fiesta⊠ârespondiĂł al mismo tiempo que enviaba el mensaje.
En ese instante, su mĂłvil empezĂł a sonar. El nombre de su hermano apareciĂł en pantalla.
Hablaba con Ă©l dos veces por semana. De momento seguĂa manteniendo su puesto como
aparcacoches. Por suerte, cuando lo detuvo la policĂa no pasĂł mĂĄs de un dĂa entre rejas. Ăl no
tenĂa antecedentes y no estaba participando en la carrera.
âÂżTe han quitado ya la escayola?
âNo, aĂșn no. Enzo me estĂĄ llevando a la clĂnica.
âÂżPor quĂ© te lleva Ă©l? ÂżTiene miedo de que desaparezcas?
âSupongo que soy una esclava demasiado valiosa para Ă©l.
Enzo girĂł la cabeza hacia ella y entrecerrĂł los pĂĄrpados.
âLos esclavos no cobraban âreplicĂł Enzo.
âÂżCĂłmo estĂĄs? âignorĂł el comentario de Enzo y siguiĂł hablando con su hermano.
âTenemos problemasâŠ
A Kim se le encogiĂł el estĂłmago y durante unos segundos se quedĂł callada. No podĂa ser
cierto lo que acababa de oĂr.
âÂżTenemos? ÂżHas dicho que tenemos?
âSĂ, tienes que escucharme.
Kim cerrĂł los ojos. No querĂa darle la razĂłn a Enzo, pero ya se lo habĂa advertido. Marc
volvĂa a estar en apuros y aĂșn no habĂa escuchado de quĂ© se trataba. Quiso tragar saliva, pero se
le habĂa quedado la lengua seca.
âNo me lo puedo creer. No puedo creer que vuelvas otra vez a las andadas.
âCreĂ que era mi oportunidad de devolverte el favor.
âNo te he pedido que hicieras nada. No pararĂĄs nunca, Âżverdad?
âEstĂĄs asĂ por mi culpa.
âSĂ, estoy en esta situaciĂłn porque no eres capaz de parar de apostar. Te dije que serĂa la
Ășltima vez que te ayudarĂa.
âTienes que hablar con Enzo. Ăl me ayudarĂĄ.
âÂżCrees que a mĂ me harĂĄ caso? Te equivocas. A Ă©l no le importa lo que nos pase.
âTrabajarĂ© como lo haces tĂș. Ăl aceptarĂĄ mi oferta.
âÂĄPara ya, Marc! âgritĂłâ. ÂżPor quĂ© me haces esto? Yo tenĂa un buen trabajo y lo Ășltimo
que deseaba era volver otra vez a Chicago. Esta vez no te puedo ayudar.
âNo me puedes dejar colgado. Yo me arriesguĂ© a que la policĂa me pillara para que
pudieras escapar. Me lo debes.
âÂżQue te lo debo? Ya no te debo nada, Marc.
Enzo parĂł en una gasolinera antes de entrar en Chicago.
âDeja que hable con tu hermano âle pidiĂł Ă©l.
âNo tienes por quĂ© hacerlo. No quiero deberte mĂĄs de lo que te debo. Quiero que Marc
se responsabilice de sus cagadas.
âDame el mĂłvil.
Ella negĂł con la cabeza.
âNo es tu problema.
âSi es tu problema, tambiĂ©n es el mĂo.
âÂżCuĂĄndo soltarĂĄs lo de: «te lo dije»?
âÂżMe quieres pasar a tu hermano?
Kim le pasĂł el mĂłvil.
âSi lo ayudas esta vez nunca acabarĂĄ âmurmurĂł Kim.
âÂżCuĂĄnta pasta necesitas? âpreguntĂł Enzo.
âSolo cincuenta mil dĂłlares ârespondiĂł Marc.
âÂżQuĂ© me ofreces a cambio?
âTrabajarĂ© para ti como lo hace mi hermana.
âSi acepto pagar la deuda, te tienes que comprometer a buscar ayuda.
âEs una racha de mala suerte. âTratĂł de justificarse Marcâ. Te juro que te lo devolverĂ©
todo.
âNo hay trato si no vas a terapia. Solo te lo voy a dar una oportunidad. Tienes un
problema.
âNo, te lo aseguro. Yo solo querĂa ayudar a Kim.
âTienes hasta esta medianoche para decidirte. A partir de las doce, no vuelvas a llamarla
ni tampoco te pongas en contacto conmigo. Estoy siendo razonable.
ColgĂł. Le pasĂł el mĂłvil a Kim.
âÂżPor quĂ©, Enzo?
Ambos se miraron a los ojos.
âÂżY por quĂ© no?
âSi lo haces porque una vez nos quisimosâŠ
En un arrebato de locura, Enzo le agarrĂł el cuello de la sudadera y la atrajo hacia sus
labios hasta posar su boca en la de ella. La lengua de Enzo se abriĂł paso y Kim no hizo nada para
apartarse. Enzo notĂł un tirĂłn en su entrepierna al mismo tiempo que ella se perdĂa en un beso
largo y caliente. Sus lenguas se acariciaron con deseo. Por unos momentos, Kim sintiĂł que estaba
a punto de marearse.
Kim posĂł las manos en el pecho de Enzo y lo apartĂł.
âEsto no estĂĄ bien. âNegĂł con la cabeza Kimâ. No puedo hacerlo.
âDime que no lo deseas y paro ahora mismo.
âÂżY quĂ© pasa con Claudia? No me hagas esto.
âPasarĂĄ lo que tĂș quieres que pase.
âNo voy a ser la otra.
CapĂtulo 12
Al dĂa siguiente, Kim seguĂa pensando en ese beso que se habĂan dado. Se habĂa pasado horas
flotando como en una nube. Incluso, por la noche, habĂa soñado una y otra vez con Ă©l, con ese
momento y en lo bien que la hizo sentir. Alguna que otra vez se despertĂł en mitad de la noche, y
rememoraba una y otra vez el beso, como si temiera olvidar ese instante mĂĄgico.
Sus bocas se habĂan anhelado y se reconocieron. Durante unos segundos se olvidĂł de que
habĂan pasado dos años, de que todo habĂa cambiado entre ellos, pero despuĂ©s de abrir los ojos,
se separĂł de Ă©l porque se dio cuenta de lo que estaba haciendo y de dĂłnde estaba. No fue mĂĄs allĂĄ
porque no querĂa ser la otra.
Sin embargo, hacĂa mucho tiempo que una mirada no la hacĂa sentir de esa manera,
deseada.
Y estaba confundida.
Enzo habrĂa querido seguir; lo advirtiĂł en sus ojos y en el gemido que dejĂł escapar cuando
sus bocas se separaron. IntuyĂł que le habĂa sabido a poco, que estaba temblando y que sus ojos
brillaban como cuando estaban juntos. Pero a ella lo Ășnico que se le ocurriĂł decir cuando Ă©l quiso
volver a besarla fue:
âLlegamos tarde.
QuizĂĄ fuera asĂ. Ese beso llegaba dos años tarde, llegaba a destiempo. Ăl habĂa rehecho su
vida y ella no querĂa interponerse entre lo que fuera que tuviera con Claudia. Lo suyo habĂa
terminado.
Enzo no hizo ningĂșn comentario, se limitĂł a asentir con la cabeza y a llevarla a que le
quitaran la escayola.
Como otras noches, se habĂa vuelto a dormir en el sofĂĄ y se despertĂł tapada, como otras
muchas mañanas. Estaba desconcertada porque, por una parte, veĂa el deseo en la mirada de Enzo,
pero, por otra, a quien amaba todas las noches era a Claudia. Los gemidos se oĂan en toda la casa.
Ese era el motivo por el que ella preferĂa el sofĂĄ al colchĂłn de su cama.
No quiso darle mĂĄs vueltas al asunto. Enzo era infiel por naturaleza y jugaba a dos bandas.
Ăl no volverĂa a jugar con sus sentimientos.
Se levantĂł y lo primero que hizo fue subir hasta su habitaciĂłn. Cojeaba un poco por todo el
tiempo que habĂa estado sin caminar y tenĂa que tomĂĄrselo con calma, pero eso era mucho mejor
que ir con muletas. Lo primero que hizo fue darse una ducha de agua caliente y depilarse las
piernas. Si querĂa disfrazarse de Leia cautiva, tenĂa que estar impecable.
DespuĂ©s se puso el traje de criada que Claudia le habĂa comprado, y que no se parecĂa en
nada al que encontrĂł cuando llegĂł a esa casa. Se vistiĂł y bajĂł a la cocina para ayudar a Maggie
con los preparativos de la fiesta de esa noche. Fue la cocinera la que insistiĂł en que querĂa que
estuviera porque nunca habĂa preparado una fiesta para tanta gente. A Claudia y a Enzo les pareciĂł
buena idea.
Kim habĂa hecho una estimaciĂłn de lo que necesitarĂa para la fiesta y le habĂa dado una
lista a Maggie. Claudia habĂa invitado a unas cien personas y no era una compra pequeña.
En el jardĂn ya estaba trabajando la empresa que habĂa contratado Claudia para adornar
toda la casa. Claudia querĂa que fuera una fiesta memorable y asĂ se lo hizo saber a todo el
servicio.
âÂżPor dĂłnde quieres que empecemos? âpreguntĂł Kim poniĂ©ndose a las Ăłrdenes de
Maggie.
Maggie le sirvió un café.
âÂżTe parece bien que primero desayunemos? ârespondiĂł Maggieâ. Ya habrĂĄ tiempo de
preparar toda la comida.
Karen entrĂł en ese mismo instante en la cocina.
âÂżNos prepararĂas unos huevos revueltos con salchichas y unos panqueques? âdijo el
ama de llavesâ. Claudia dice que tiene antojo.
Kim apretĂł los labios.
âÂżCrees que estĂĄ embarazada? âpreguntĂł con curiosidad, pero enseguida se riñó
mentalmente porque no era un tema que le incumbiera.
âNo. Ya te digo que no lo estĂĄ.
âÂżCĂłmo puedes saberlo? âsiguiĂł preguntando Kim.
âPorque soy un poco bruja y sĂ© que no es lo que estĂĄn buscando.
Durante gran parte del dĂa, Kim no saliĂł de la cocina. TomĂł el mando y fue ordenando quĂ©
tenĂan que hacer en cada momento. Fueron colocando bandejas en las mesas que habĂan habilitado
en una sala que habĂa al lado de la cocina.
Mientras trabajaba, no dejĂł de darle vueltas a lo que habĂa dicho Karen sobre que Enzo no
estuviera buscando un bebé. Cuando ellos estaban juntos, soñaban con ser padres de varios niños.
Tal vez a Claudia no le gustaran los niños.
Después de tenerlo todo listo, subió a su habitación para darse una ducha y cambiarse. No
querĂa revelar cuĂĄl iba a ser su disfraz, solo lo sabĂa Henry, asĂ que se puso una gabardina. Por
Ășltimo se hizo una trenza. Su pelo era lo suficientemente largo como para le llegara hasta media
espalda. En lo Ășnico en lo que no se parecĂa a la actriz era en el color del pelo. Kim era rubia y
Carrie Fisher era castaña.
BajĂł hasta el salĂłn para atender a los primeros invitados. Ella era la encargada de
recogerles el abrigo y los bolsos. No conocĂa a nadie. Una vez que todos los invitados llegaron,
un DJ anunciĂł por megafonĂa que se iba a celebrar el baile de bienvenida. En cuanto sonaron los
primeros acordes de La Bella y la Bestia, a Kim se le encogiĂł el estĂłmago.
AdemĂĄs, en una pantalla grande se sucedieron una serie de fotografĂas de Claudia y Enzo
donde se les podĂa ver en diferentes viajes. Se notĂł los ojos hĂșmedos cuando observĂł que habĂan
estado en ParĂs, la ciudad que siempre soñó visitar con Ă©l.
Tras el primer estribillo, aparecieron Claudia y Enzo en el jardĂn. Ella llevaba el vestido
amarillo de Bella y Ă©l iba de prĂncipe. Ambos estaban espectaculares, tuvo que admitir Kim.
ApretĂł los dientes, porque Enzo sabĂa que esa era su pelĂcula favorita. La rabia que sintiĂł
en esos momentos dejó pasó a una sonrisa. Ella también pensaba devolvérsela. Se quitó la
gabardina y se dejĂł ver como la princesa Leia de esclava, porque de alguna manera asĂ era como
se sentĂa en esa casa, cautiva por una deuda. Aunque hacĂa frĂo, por dentro hervĂa. Enseguida
apareciĂł Henry vestido de Han Solo, a quien, a decir verdad, se daba un cierto aire.
âÂżEstĂĄs preparada para celebrar Halloween? âdijo Kimâ. Es la fiesta que mĂĄs me
gusta. Por unas horas puedes ser quien te dé la gana.
En el momento en el que Enzo se dio cuenta de que Kim iba vestida como Leia, dejĂł de
bailar unos segundos. TragĂł saliva. Ni siquiera hizo falta estar al lado de Kim para que su corazĂłn
se acelerara. Esa mujer no dejaba de sorprenderlo, porque si Ă©l sabĂa cuĂĄl era la pelĂcula favorita
de ella, Kim sabĂa que su saga favorita era Star Wars y que la princesa Leia era su fantasĂa sexual
desde que era adolescente.
Los invitados murmuraron porque el DJ animaba a la pareja anfitriona a bailar, pero Enzo
no podĂa mover los pies. Le cabreaba que Henry y ella estuvieran hablando, le molestaba que a
ella pareciera no importarle que estuviera sonando la mĂșsica de su pelĂcula favorita.
âÂżPasa algo? âmurmurĂł Claudia.
Tuvo la intención de darse media vuelta para ver qué pasaba, pero Enzo la detuvo.
âNo te gires. âLe pidiĂł Enzo porque no querĂa que Kim se diera cuenta de que estaban
hablando de ellaâ. Haz como que me dices algo al oĂdo.
Claudia se acercĂł a su oĂdo.
âÂżCĂłmo va vestida?
Enzo soltĂł una carcajada sin dejar de observar a Kim, pero ella no quiso mirar hacia Enzo.
âÂżQuiĂ©n?
âKim. Supongo que estĂĄs asĂ por ella.
âVa de Leia.
âÂżQuiĂ©n es esa?
âÂżNo sabes quiĂ©n es la princesa Leia? âEnzo volviĂł a reĂr, pero esta vez con ganasâ.
Es mi saga favorita desde que la vi por primera vez con mi abuelo en el cine.
âEsa mujer sĂ que te conoce de verdad. âEnzo dio muestras de estar incĂłmodo bailando
con ellaâ. Tal vez deberĂamos anunciar nuestro compromiso, Âżno crees? âClaudia lo instĂł a que
volviera a bailar.
âSĂ, despuĂ©s del baile, lo anunciaremos.
Siguieron bailando hasta que la mĂșsica terminĂł.
La gente empezĂł a aplaudir con ganas. Claudia tomĂł de la mano a Enzo y lo llevĂł hasta el
escenario. Con un gesto de su mano pidiĂł un poco de silencio a todos los invitados. Claudia
acariciĂł el brazo de Enzo, pero Ă©l estaba mucho mĂĄs pendiente de lo que hacĂa Kim.
âNos gustarĂa compartir con vosotros, con todos nuestros amigos, una buena noticia. â
Se escuchĂł un redoble de tambor por los altavocesâ. Enzo y yo hemos decidido dar un paso en
nuestra relaciĂłn. âSe volviĂł a escuchar un redoble de tamborâ. Nos casamos.
âÂĄQuĂ©! âexclamĂł Kim mĂĄs fuerte de lo que hubiera querido.
Por suerte, los invitados comenzaron a aplaudir y nadie mĂĄs que Henry pudo oĂr el insulto
que le dedicĂł a Enzo.
Durante todo el dĂa, Kim habĂa estado pensando en cuĂĄndo serĂa un buen momento para
enviarle los papeles del divorcio a Enzo y si era buena idea. BuscĂł su mĂłvil en la gabardina,
abriĂł su correo electrĂłnico y reenviĂł el mensaje de su abogada a Enzo, donde estaban las
condiciones de su divorcio.
Enseguida le llegĂł el mensaje a Enzo. Cuando levantĂł la vista del mĂłvil, sus ojos eran
puro fuego.
âÂĄEsta mujer ha perdido el maldito juicio! âexclamĂł bajando del escenario con paso
apresurado.
CapĂtulo 13
Claudia corriĂł detrĂĄs de Enzo y se colocĂł delante. Se abrazĂł a Ă©l y lo mirĂł desde abajo. Le
acariciĂł la cara sin dejar de sonreĂr.
âÂżQuĂ© vas a hacer? âmurmurĂłâ. Todo el mundo nos estĂĄ mirando. SĂ© lo que pretendes,
pero déjalo para otro momento.
âÂżQuĂ© crees que voy a hacer?
âVas a ir a hablar con Kim. Y desde ya te digo que es una mala idea.
âÂżDe parte de quiĂ©n estĂĄs?
âSi haces eso, esta fiesta no habrĂĄ servido de nada. Y puede que entonces se dĂ© cuenta de
que todo esto es una farsa. ÂżEs eso lo que quieres? Ahora has de mantener la cabeza frĂa.
âAcaba de enviarme los papeles del divorcio.
âEs lo que querĂas, Âżno?
Enzo se pasĂł la mano por el pelo. ÂżQuĂ© responder a esa pregunta? Ăl habĂa jugado con
fuego y se habĂa quemado. Kim se adelantaba a sus movimientos y ella querĂa pasar pĂĄgina. No
solo eso, le exigĂa un dinero para divorciarse que no estaba dispuesto a darle. Porque si accedĂa a
darle ese dinero, ella volverĂa a marcharse de su vida.
El DJ puso mĂșsica y animĂł a los invitados a bailar.
âNo, no era lo que querĂa. âDejĂł escapar un resoplidoâ. En realidad no sĂ© muy bien
qué es lo que quiero.
Claudia lo agarrĂł de la mano y lo sacĂł de nuevo a la pista de baile.
âSonrĂe y baila conmigo. Kim estĂĄ mirĂĄndote. Ahora es mĂĄs importante que ella crea que
lo estĂĄs pasando bien y que no te importa lo que ella haga.
âSi nos estĂĄ mirando, rĂete. âEnzo hizo lo propio y se mostrĂł alegreâ. Haz como que
nos lo estamos pasando bien
Enzo no estaba siendo nada razonable, lo sabĂa, y puede que fuera infantil su actitud, pero
cuando se trataba de Kim no pensaba con claridad. Esa mujer lo estaba volviendo loco.
Claudia soltĂł una carcajada al tiempo que Kim no apartaba la mirada.
âSĂ, y no parece muy contenta.
Alguien gritĂł: ÂĄQue se besen!
âSupongo que tendremos que hacerlo. âClaudia esbozĂł una sonrisa incĂłmoda.
âÂżNo te supone ningĂșn problema? âEnzo estaba igual de incĂłmodo que Claudia.
âNo, serĂĄ solo un pico.
Ăl mirĂł por unos segundos a Kim antes de besar a Claudia. Lo que advirtiĂł en la mirada de
Kim no supo quĂ© era exactamente. No sabĂa si se trataba de decepciĂłn o puede que fuera
desilusiĂłn. Fue un beso rĂĄpido, apenas fue un roce, lo suficiente como para saber que esos no eran
los labios que deseaba besar. No habĂa quĂmica entre ellos.
âEspero que este sea el Ășltimo beso âgruñó por lo bajo Enzoâ. Siento que tengas que
pasar por esto.
âLo entiendo. No sĂ© a quiĂ©n se le ha ocurrido la idea.
El baile siguiĂł, y durante unas horas, Enzo estuvo deseando que la fiesta se acabara. Si por
un instante pensĂł que iba a ser una gran noche, estaba muy equivocado, estaban siendo unas horas
horribles.
***
Kim dejĂł de mirar a Enzo y a Claudia cuando se dieron un beso. ParecĂa que a Enzo no le
habĂa afectado que ella le enviase los papeles del divorcio. Con un poco de suerte, pronto estarĂa
fuera de esa casa y Ă©l podrĂa hacer lo que le saliera de las narices.
De repente empezĂł a sentirse mal y se llevĂł una mano a la frente.
âÂżTe encuentras bien? âpreguntĂł Henry.
âCreo que tengo fiebre.
Henry le tocĂł la frente con el dorso de su mano.
âNo estĂĄs muy caliente. Es mĂĄs, dirĂa que estĂĄs un poco frĂa.
No podĂa ser cierto que estuviera frĂa. Por dentro era un volcĂĄn a punto de estallar. Aun
asĂ, bailĂł con Henry cuando la sacĂł a la pista, como tambiĂ©n lo hizo con algunos de los invitados.
Alguna que otra vez pasaba muy cerca de Enzo y entonces sus miradas se quedaban atrapadas la
una en la otra.
Kim no dejĂł de preguntarse por quĂ© su mirada estaba triste cuando tenĂa lo que deseaba.
Ella no le iba a poner ningĂșn impedimento para divorciarse y podrĂa casarse con Claudia.
Tras unos cuantos bailes, Kim se disculpĂł porque le dolĂa un poco el pie. El mĂ©dico le
habĂa dicho que se lo tomara con calma y llevaba sin parar desde las siete de la mañana.
Los invitados se fueron marchando y Kim fue entregando los abrigos y los bolsos a medida
que se marchaban. Cuando ya no quedĂł nadie, fue hasta el salĂłn y se dejĂł caer en el sofĂĄ. Estaba
agotada. HabĂa sido un dĂa demasiado largo. Las veinticuatro horas se habĂan convertido en
cuarenta y ocho.
En ese momento le entró un mensaje de voz de Marc. Después de que Enzo hablara con él,
habĂa aceptado la oferta y estaba a punto de llegar en aviĂłn.
âAcabo de aterrizar. Me queda poca baterĂa y se me va a cortar ya. No te vas a creer lo
que acabo de ver. De verdad, hermanita. AĂșn estoy en shock. Te tengo que enseñar una foto. Puede
que te caigas de culo. Creo que te equivocasteâŠ
El mensaje terminĂł ahĂ. Ella no entendiĂł lo que querĂa decirle su hermano, asĂ que lo
llamó enseguida. Sin embargo, su teléfono estaba apagado.
Ya se lo aclararĂa cuando llegara. No podĂa tardar mucho.
ApoyĂł la cabeza en el respaldo y cerrĂł los pĂĄrpados. Se llevĂł la mano a la frente. Ahora
sĂ que estaba caliente y comenzĂł a toser. Puede que ir toda la noche vestida con un bikini no
hubiera sido tan buena idea.
âÂżQuĂ© significa esto? âEnzo habĂa entrado en el salĂłn hecho una furia.
Kim abriĂł los ojos sobresaltada, porque quizĂĄ se hubiera dormido.
Enzo llevaba el mĂłvil en la mano, donde se veĂa la demanda de divorcio.
Kim se incorporĂł un poco, pero le pesaba tanto la cabeza que la tuvo que apoyar de nuevo.
âÂżNo sabes leer? Lo que tĂș quieres desde que lleguĂ© a esta casa. AsĂ podrĂĄs casarte con
Claudia. Y por favor, baja la voz, no me encuentro bien.
âNo me da la gana de bajar la voz. Estoy en mi casa.
âTĂ©cnicamente, tambiĂ©n es la mĂa, asĂ que te lo vuelvo a pedir. Me encuentro mal.
âÂżTĂș casa? Perdiste ese derecho cuando me abandonaste hace dos años.
âSegĂșn ese documento que te ha enviado mi abogada, me pertenece la mitad. No la
quiero. Te la puedes quedar toda entera para ti y para tu nueva mujer. âCerrĂł los ojos y se tapĂł la
cara con un cojĂn.
âNo me extraña que te encuentres mal. Te has estado paseando desnuda durante toda la
tarde. Hay que estar loca para hacerlo en Halloween.
Kim le tirĂł el cojĂn a la cara de la misma rabia que sentĂa.
âLlevaba un bikini. No es lo mismo que ir desnuda. Lo dices como si no me hubieras
visto asĂ nunca.
âNo te pases de lista conmigo. Yo sĂ te he visto desnuda, pero no todos los tĂos que
babeaban por ti.
âÂżTienes algĂșn problema con que haya alguien que me vea en bikini?
âPensaba que no ibas a disfrazarte.
âÂżQuĂ© quieres, Enzo? Estoy cansada y quiero cerrar los ojos un momento antes de que
venga mi hermano.
âQuiero que me expliques quĂ© mierda significa esto.
âNo hay nada que explicar. TĂș quieres casarte y yo no quiero ser un incordio para tu
nuevo matrimonio. AsĂ que firma esos papeles y no me tendrĂĄs que ver la cara nunca mĂĄs.
âEstĂĄs loca si piensas que lo voy a hacer.
Kim se levantĂł del sofĂĄ y se encarĂł a Ă©l. En ese mismo momento, entraba Marc al salĂłn.
Viendo la tensiĂłn que habĂa entre ellos, decidiĂł hablar:
âKim, hay algo que debes saber. Es mejor que me escuches.
âCĂĄllate, Marc âdijeron Kim y Enzo al mismo tiempo.
Marc se acercĂł hasta su hermana y la tomĂł del brazo.
âKim, por favor. Necesito hablar contigo. Es importante. Te tengo que mostrar una foto.
âEsto no te concierne, Marc. Deja que yo resuelva mis problemas.
âEso trato de hacer. Por una vez, voy a ayudarte.
âEntonces, cĂĄllate. âLo apartĂł y volviĂł a encararse a Enzoâ. Y da gracias de que solo
te pida una parte. Soy razonable.
âÂżQuieres ir a juicio? Iremos, pero tĂș no te librarĂĄs de trabajar para mĂ hasta que no me
pagues el Ășltimo centavo.
Kim rechinĂł los dientes.
âDebe ser estupendo ser tĂș.
âEstoy encantado de ser yo. âLe mostrĂł una sonrisa mordazâ. No lo cambiarĂa por
nada.
âÂĄQuĂ© ganas tengo de perderte de vista! Eres el mayor error de mi vida.
La mirĂł de arriba abajo con desprecio.
âNo sĂ© quĂ© pude ver en alguien como tĂș âsoltĂł Enzo.
Se dio media vuelta y saliĂł del salĂłn pegando un portazo.
âImbĂ©cil âKim farfullĂł por lo bajoâ. Yo tampoco sĂ© quĂ© pude ver en alguien como tĂș.
Se girĂł hacia su hermano, aunque por el gesto que mantenĂa Marc, sabĂa que pasaba algo.
âNo sĂ© si quiero saber lo que tienes que decirme âdijo Kimâ. ÂżLa has vuelto a cagar?
No me lo digas, por favor. Bastante jodida estoy ya.
âTendrĂas que haberte callado cuando te lo he dicho.
âÂżPor quĂ©?
Marc le mostrĂł una foto. Kim se cubriĂł la boca con una mano y ahogĂł un gemido.
âÂżQuĂ© es esto?
âÂżSe parece a Enzo, verdad? Pues resulta que no lo es. Se llama Charles Linetti y es el
comandante que pilotaba el aviĂłn en el que venĂa.
âÂĄDios mĂo! âPor mĂĄs que miraba la foto no podĂa distinguir a Enzo de ese tal Charles.
NegĂł varias veces con la cabeza. Se le habĂa secado la bocaâ. Eso quiere decir que Enzo nunca
me puso los cuernos con esa rubia.
âExacto. Este tipo se parece mĂĄs al de la foto que me mostraste.
Kim buscĂł esas malditas fotos en el mĂłvil y observĂł que seguĂa manteniendo el mismo
peinado. ÂżCĂłmo se habĂa podido equivocar tanto?
Marc le mostrĂł otra imagen que habĂa tomado en el aviĂłn.
âY esa mujer de la foto es esta azafata. Iban en el mismo vuelo. A ella no la he
reconocido hasta que no lo he visto a Ă©l.
âÂżCĂłmo he podido meter tanto la pata? Joder, ÂżquĂ© hago ahora? Estoy en la mierda. â
Dio varias vueltas por el salĂłnâ. ÂĄJoder, joder! ÂżPor quĂ© todo me sale mal?
âÂżCrees que es tarde para recuperar a tu marido?
âNo lo sĂ©. Le acabo de decir que es el mayor error de mi vida. TĂș lo has oĂdo. Me tenĂas
que haber tapado la boca.
âÂĄY yo quĂ© sabĂa lo que ibas a decir! Esta vez harĂ© todo lo que estĂ© en mi mano para que
recuperes a tu marido. Te prometo que por una vez estarĂĄs orgullosa de mĂ.
âNo le digas nada. Acaba de prometerse con su nueva novia. Se va a casar de nuevo y yo
le he enviado los papeles del divorcio.
Necesitaba sentarse. AdemĂĄs de encontrarse mal, todo le daba vueltas.
âEntonces sĂ que estĂĄs jodida.âAhora no puedo pensar. Me duele todo el cuerpo. Mañana serĂĄ otro dĂa. Ya se me ocurrirĂĄ algo.
CapĂtulo 14
Enzo pensaba que no le iba a afectar, pero seguĂa doliĂ©ndole muy adentro que ella ya no lo
quisiera. Kim le seguĂa importando mĂĄs de lo que creĂa. En algĂșn momento, durante la discusiĂłn,
habĂa estado tentado de estrecharla entre sus brazos y besarla, como si nada hubiera ocurrido entre
ellos. Porque por un momento notĂł que sus ojos brillaban de deseo.
Y sin embargo, habĂa vuelto a meter la pata, porque por mĂĄs que quisiera hacerle daño, era
Kim quien conseguĂa estrujarle el corazĂłn y machacĂĄrselo. Nada de lo que se habĂa propuesto
hacer para fastidiarla estaba resultando como Ă©l hubiera querido.
«Maldita sea», masculló mientras se encaminaba a las escaleras.
Entonces tomĂł una decisiĂłn. Necesitaba salir de esa casa con urgencia si no querĂa
cometer una locura. Y estaba al borde de hacer o decir algo de lo que se arrepintiera. Kim
siempre lograba sacarlo de sus casillas.
SubiĂł hasta su habitaciĂłn, sacĂł una maleta del vestidor y guardĂł algo de ropa para
marcharse durante unos dĂas. CabĂa la posibilidad de que si ponĂa distancia entre ellos,
encontrarĂa una soluciĂłn a esa demanda que le habĂa enviado la abogada de Kim. Aun sin
conocerla, sabĂa que esa abogada era la mejor de todo Chicago, por lo que suponĂa que iba a ser
una batalla legal dura. No era tanto por el dinero, sino porque si le daba lo que Kim le exigĂa, se
largarĂa.
Siempre supo que Kim no estaba con Ă©l por su dinero y que no le interesaba su fortuna,
porque ella se lo dejĂł muy claro desde el inicio de la relaciĂłn. Tampoco querĂa ser una mujer
florero. Deseaba tener su independencia econĂłmica y querĂa trabajar en la cocina de un
restaurante prestigioso por méritos propios. Y ese fue su error, no hacer que firmara un contrato
prematrimonial.
Y muy a su pesar, sabĂa que lo tenĂa pillado por las pelotas, porque tendrĂa que pagar.
âÂżTe vas? âpreguntĂł Claudia cuando Enzo entrĂł en la habitaciĂłn hecho una furia.
âMe voy de viaje.
âÂżTan mal ha ido la conversaciĂłn con Kim?
Enzo farfullĂł por lo bajo. La idea de la fiesta habĂa sido de Claudia y, si bien en un
principio pensĂł que serĂa buena idea, al final tuvo que reconocer que Kim tambiĂ©n lo conocĂa
demasiado bien. Y la rabia lo cegaba, porque nada parecĂa afectarle a ella.
âEsa mujer no habla, esa mujer suelta veneno por su boca.
âSupongo que estarĂĄs asĂ porque te ha pedido algo que no estĂĄs dispuesto a darle.
âHa pedido justo la cantidad que me debe para largarse de aquĂ, mĂĄs las costas del
divorcio. No quiere ni un centavo mĂĄs.
âÂżTĂș quieres que se vaya?
âNo, no quiero que se vaya, maldita sea.
âEntonces no sĂ© por quĂ© no tratas de arreglarlo con ella.
âPorque para Kim yo he sido el mayor error de su vida. âSe girĂł hacia ellaâ. ÂżAcaso
eres psicĂłloga?
âNo. âClaudia se sentĂł en uno de los sillones que habĂa al lado de la ventanaâ. Y no
me entiendas mal, a mà me viene muy bien el dinero que me estås pagando, pero sé que eståis
perdiendo el tiempo. He visto cĂłmo no apartaba la vista de ti en toda la noche.
âÂżA ti tambiĂ©n te ha engañado? Esa mujer nunca me ha querido.
âNo gano nada diciĂ©ndote lo que es obvio. Solo deseo que abras los ojos. Te lo he dicho
muchas veces, pero tĂș no quieres verlo.
Enzo agitĂł la cabeza porque no podĂa creer lo que comentaba Claudia.
âDa igual lo que yo sienta, ya no me quiere.
Claudia pensĂł unos segundos.
âDeberĂas encontrar algo que quiera ella y que no estĂ© dentro de esa demanda de
divorcio. AsĂ saldrĂas ganando. Si la quieres recuperar, aĂșn no es tarde para hacerlo. Te lo vuelvo
a preguntar, Âżla sigues queriendo?
Enzo reflexionĂł sobre ello. SĂ, claro que la seguĂa queriendo. Nunca habĂa dejado de
hacerlo.
âLo que yo sienta no cambia nada sus sentimientos por mĂ.
âO puede que lo cambie todo. Seguro que encuentras algo para que se quiera quedar a tu
lado.
Enzo se la quedĂł mirando. Puede que llevara razĂłn. TenĂa que encontrar algo para que Kim
no se marchara. Esa mujer valĂa todo lo que le pagaba. SonriĂł, porque puede que despuĂ©s de todo,
puede que no fuera tan mala idea lo de firmar los papeles. Aun asĂ, antes de hacer una estupidez,
hablarĂa con el abogado de la familia. Esta vez se asegurarĂa de hacer las cosas bien.
Enzo terminĂł de meter la ropa en la maleta y se metiĂł en la ducha para relajar un poco sus
mĂșsculos. Cuando saliĂł, se habĂa quitado el traje de prĂncipe y se habĂa puesto unos pantalones
vaqueros y llevaba una cazadora de cuero. Era la Ășnica prenda que conservaba de toda la ropa
que le habĂa regalado Kim. Toda la demĂĄs, ella la destrozĂł el dĂa en que se marchĂł de aquella
casa.
âEstarĂ© unas tres semanas fuera. VolverĂ© para AcciĂłn de Gracias âdijo abriendo la
puerta de la habitaciĂłnâ. Tengo que resolver unos asuntos en los hoteles de Florida y en los de
Nueva York. Necesito aclarar mis ideas.
Claudia lo siguiĂł.
âÂżQuieres que te acompañe hasta la puerta? HarĂ© de prometida afligida. Si ella se ha
quedado en el salĂłn como todas las noches, nos oirĂĄ.
âNo hace falta, solo si te apetece. âEn realidad no le apetecĂa seguir fingiendo que
estaba enamorado de esa mujer, pero no habĂa vuelta atrĂĄs a la estupidez en la que se habĂa
convertido su vida.
Claudia asintiĂł, y aun asĂ lo siguiĂł.
Al pasar por delante del salĂłn, la escuchĂł llorar. No quiso oĂr la conversaciĂłn que tenĂa
con su hermano, pero no lo pudo evitar.
âMe duele mucho, Marc. Y soy una idiota. Joder, Âżla vida es asĂ de cabrona o es que yo
tengo mala suerte?
âSupongo que va en nuestros genes.
âPero es que la he jodido. Y esto no tiene arreglo. Yo lo quiero. Ahora sĂ© que es el
hombre de mi vida. ÂżCrees que el amor se elige?
âNo.
âNo puedo hacer nada con esto que siento en mi corazĂłn. OjalĂĄ no sintiera nada de lo
siento ahora. Cada vez que lo veo, me late a mil revoluciones por minuto.
Enzo apretĂł los puños al mismo tiempo que hacĂa rechinar los dientes. Sus sospechas con
respecto a Henry eran ciertas, ella se habĂa enamorado de otro hombre y Ă©l ya no tenĂa cabida en
su vida.
âÂżY tĂș crees que sigue enamorada de mĂ? âpreguntĂł Enzo a Claudiaâ. Ya la has
escuchado.
âSĂ, no me cabe duda.
âÂżNo has escuchado lo que ha dicho?
âSĂ, perfectamente.
âJoder, estĂĄ diciendo que lo quiere.
Claudia no entendĂa quĂ© querĂa decir Enzo.
âÂżA quiĂ©n se supone que quiere?
âPensaba que estaba mĂĄs que claro. EstĂĄ enamorada de Henry.
Ella abriĂł los ojos y negĂł con la cabeza.
âÂżCĂłmo dices?
âLo que oyes. Que Kim y Henry estĂĄn juntos.
Claudia se cubriĂł la boca con una mano para no terminar riendo.
âO Henry ha cambiado de acera, que no lo creo, o estĂĄs muy ciego para no darte cuenta
de que Henry es gay. El dĂa en que lleguĂ© habĂa roto con su novio, y Maggie y su madre trataban de
consolarlo.
Enzo parpadeĂł, abriĂł la boca y luego la volviĂł a cerrar, porque se habĂa quedado mudo.
âNo puede ser. Yo conocĂ a su primera novia.
âPensaba que sabĂas que habĂa salido del armario âcomentĂł Claudia.
âNo lo parece.
âÂżPensabas que iba a llevar un cartel luminoso que lo anunciara? Vamos, Enzo, ese
comentario no te pega.
Se sintiĂł un estĂșpido por no haberse dado cuenta. Si Kim no estaba hablando de Henry,
¿de quién estaba hablando, si no?
âSi no habla de HenryâŠ
âEstĂĄ hablando de ti. âTerminĂł por decir ella.
Y volviĂł a sentirse un estĂșpido. Aun asĂ, eso no explicaba el porquĂ© se habĂa marchado
hacĂa dos años ni tampoco las palabras que le habĂa dicho en el salĂłn.
En ese instante se abriĂł la puerta del salĂłn. Kim tenĂa los ojos hĂșmedos y el maquillaje
corrido. Ambos se quedaron mirando, pero enseguida ella girĂł la cabeza y se dirigiĂł hacia la
cocina.
Claudia le hizo un gesto a Enzo para que la siguiera.
âCuando regrese, tendrĂĄs los papeles firmados âdijo Enzo al entrar en la cocina. Kim
estaba bebiendo un vaso de agua de espaldas a la puertaâ. SerĂĄs libre y podrĂĄs estar con ese tipo
del que estĂĄs enamorada.
âÂżHas escuchado mi conversaciĂłn? âreplicĂł Kim tragando saliva y girĂĄndose sobre sus
talones.
Sus mejillas palidecieron. Se puso otro vaso de agua porque estaba sedienta.
âSĂ, he escuchado lo suficiente como para saber que quieres a Henry.
âEso no deberĂa importarte. Ahora eres un hombre comprometido.
âDime, ÂżestĂĄs enamorada de Ă©l? ÂżEse es el hombre de tu vida?
PodrĂa haberle dicho que sĂ, podrĂa haberle hecho creer que entre ella y Henry habĂa algo,
pero no podĂa mentirle. ÂżAĂșn no se habĂa dado cuenta de que solo podĂa haber un hombre en su
vida y que era justamente Ă©l?
âTĂș eres imbĂ©cil âcomentĂł saliendo de la cocina dando un portazoâ. Solo ha habido
un hombre en mi vida. No hay cabida para otro mĂĄs.
Enzo la alcanzĂł antes de que volviera al salĂłn. La agarrĂł del brazo e hizo que se girara.
Claudia y Marc se habĂan marchado.
âÂżEso es un sĂ o un no? âquiso saber Ă©lâ. Yo tambiĂ©n la he encontrado.
De la misma rabia, Kim contestĂł sin pensar.
âY yo te he dicho que solo ha habido un hombre en mi vida.
Esas palabras de Kim lo hicieron volver a la realidad. Enzo esbozĂł una sonrisa mordaz,
pero no respondiĂł a esa provocaciĂłn.
âMe alegro de que hayas encontrado al hombre de tu vida. Ahora que lo has encontrado
no lo dejes escapar.
âY tĂș tampoco la dejes escapar âespetĂłâ. Puede que tengas mĂĄs suerte con ella que
conmigo.
âHarĂ© todo lo que estĂ© en mi mano para cumplir tus deseos ârepuso saliendo por la
puerta.
Mientras iba hacia el coche, Enzo no dejaba de pensar que, después de resolver sus
asuntos, irĂa a esa casa de madera donde Kim y Ă©l pasaron sus primeras navidades juntos. Puede
que allĂ encontrara la soluciĂłn.
CapĂtulo 15
Las tres semanas antes de que llegara AcciĂłn de Gracias pasaron mĂĄs lentas de lo que le habrĂa
gustado a Kim. Durante las noches, apenas podĂa dormir, y por el dĂa no daba pie con bola y se
distraĂa con facilidad.
A pesar de que sabĂa que Enzo firmarĂa esos papeles, una parte de ella no lo deseaba. Si
Enzo no hubiera estado con Claudia, habrĂa tratado de explicarle quĂ© habĂa pasado aquella noche
para que ella se marchara. Pero ya no habĂa vuelta atrĂĄs, y era un hecho que Enzo habĂa
encontrado a la mujer de su vida. Y por desgracia no era ella.
Durante esas tres semanas se martirizĂł con la idea de que podrĂa haberlo podido
solucionar con una simple charla dos años atrås; sin embargo, cometió la estupidez de dejarse
llevar por la rabia. Pensó en su madre, que los abandonó cuando eran pequeños y en las veces que
la vio con el hombre con el que se largĂł.
Ver a Enzo con una rubia la cegĂł y no la dejĂł pensar que tal vez se trataba de un error,
como sugiriĂł su hermano cuando vio las fotografĂas.
La tarde anterior a AcciĂłn de Gracias, Claudia habĂa comprado un ĂĄrbol de navidad, el
mĂĄs grande que encontrĂł, porque querĂa adornarlo para cuando volviera Enzo. Como en otras
ocasiones en las que ella habĂa salido a comprar, la habĂa acompañado Constanzo.
A Kim no se le escapĂł la complicidad que habĂa entre ellos, la manera que tenĂan de
mirarse, el brillo en los ojos de Claudia cuando observaba a Constanzo, o cĂłmo reĂa ella cuando
Ă©l le gastaba una broma. En ellos, todo resultaba natural, y hasta podĂa sentir que no habĂa esa
tensiĂłn que existĂa cuando Enzo estaba en casa.
SegĂșn Claudia, Enzo llegarĂa sobre las cinco y media de la tarde, justo para la cena.
QuerĂa celebrarla con todo el servicio, y eso incluĂa tambiĂ©n a Kim. Desde que ella se casĂł con
Enzo, siempre lo habĂan hecho de esta manera. AsĂ que esa noche no podrĂa librarse de compartir
mesa.
Como esos iban a ser sus Ășltimos dĂas en aquella casa, Kim le comunicĂł que deseaba
hacer la cena. Iba a preparar el pavo asado tal y como le gustaba a Enzo y le iba a hacer su tarta
favorita, ademĂĄs de su famoso pan de samhain.
Pero, por primera vez en su vida, se olvidĂł de poner el horno para asar el pavo, la tarta se
le habĂa quemado esa mañana y toda la masa del pan de samhain se le habĂa derramado por el
suelo antes de meterla en el horno.
âEsto es un desastre. âKim llorĂł de impotencia porque ese dĂa nada estaba saliendo
como ella querĂaâ. Nunca me habĂa pasado algo asĂ. ÂżQuĂ© me pasa? Es un error de novata.
âÂżTiene algo que ver con que viene Enzo? âpreguntĂł Karen.
âNi me lo nombres âgruñó Kim.
âPresiento que va a ser una cena divertida âdijo Constanzo, que habĂa entrado en la
cocina y metĂa un dedo en la salsa de arĂĄndanos.
Karen le pegĂł una palmada en el dorso de la mano.
âÂżNo tienes nada que hacer mĂĄs que venir a la cocina a poner mĂĄs nerviosa a Kim? âLo
regañó Karenâ. A la pobre se le ha quemado la tarta de manzana.
Constanzo le hizo un gesto a Karen y ambos salieron de cocina.
âÂżNo me digas que tĂș no tienes ganas de ver cĂłmo termina la cosa entre ellos?
âCon lo mal que lo estĂĄ pasando la pobre ârepuso Karen pegĂĄndole otra una palmadita
en el hombroâ. Eres un demonio.
âSĂ, un demonio, pero estĂĄs deseando que ellos vuelvan juntos.
âPor supuesto que sĂ, pero lo que le estĂĄ haciendo sufrir tu hermano a Kim no tiene
perdĂłn de Dios.
âFue ella la que se marchĂł. âConstanzo defendiĂł a Enzo.
âSĂ, pero porque ella creyĂł que Ă©l la habĂa engañado ârespondiĂł Karen.
Constanzo abriĂł los ojos de par en par.
âÂżCĂłmo dices? Enzo jamĂĄs la ha engañado. Joder, si nunca ha querido a nadie como a
Kim.
âLas cosas se hablan y Enzo no lo ha hecho nada bien. No entiendo por quĂ© ha montado
esta farsa con Claudia.
âSe llama Linda.
âLo sĂ©. Y te cuento esto porque al poco tiempo de llegar aquĂ, ella nos mostrĂł unas fotos
con la prueba de que Enzo la habĂa engañado, pero cuando llegĂł Marc le mostrĂł otra de alguien
parecido a Enzo. Parecen gemelos. Son idénticos. Se llama Charles Linetti. ¿Te suena?
âNo, no me suena de nada. âConstanzo se cruzĂł de brazosâ. Hay que hacer que estos
dos vuelvan a estar otra vez juntos.
âÂżTiene algo que ver ClaudiaâŠ? âA Karen tampoco se le habĂa escapado la
complicidad entre los dosâ. Quiero decir⊠Linda.
Constanzo sonriĂł de medio lado.
âTal vez.
Karen volviĂł a darle una palmadita en el hombro.
âMira que fijarte en la novia de tu hermano.
âTĂș y yo sabemos que no son novios. Ni siquiera se acuestan en la misma cama.
Karen elevĂł los ojos al techo.
âEsta es una casa de locos.
âPero no me negarĂĄs que no te has divertido viendo cĂłmo se tiraban los trastos a la
cabeza.
Karen hizo un mohĂn.
âUn poco âadmitiĂł al finâ. Pero esto ya ha durado demasiado.
âSi ellos no dan el paso, tendrĂ© que darlo yo.
âA ver si es cierto âreplicĂł Karen.
Eran las cinco de la tarde, y Kim solo tenĂa preparado el purĂ© de patatas, la salsa de
arĂĄndanos, una crema de coliflor y unos boniatos de guarniciĂłn. Aunque pusiera el pavo en el
horno, no estarĂa para la hora de la cena. Necesitaba por lo menos dos horas y media de horno, un
tiempo que no tenĂa.
âPodrĂamos retrasar la hora de la cena âdijo Maggie.
âNo, no quiero que se retrase por mi culpa.
âSiempre podrĂamos comprar uno hecho.
âÂżA estas horas? No habrĂĄ nada decente en ninguna tienda. QuedarĂĄn pavos pequeños, y
eso si quedan. Pero no estĂĄ todo perdido.
Se le ocurriĂł entonces hacer unos filetes de pavo con una salsa de champĂĄn y ciruelas. A
ella le gustaban mĂĄs, porque no quedaban tan secos como el pavo asado. Se centrĂł en hacer la
salsa, mientras Maggie marcaba los filetes de pavo en una sartén, para después añadirlos a una
gran cazuela. AdemĂĄs, volviĂł a intentar a hacer de nuevo la tarta de manzana que tanto le gustaba a
Enzo. Para cuando sacaran el postre, la tarta ya estarĂa frĂa.
La mesa estuvo lista a las seis y media, tal y como habĂa pedido Claudia.
Cuando Enzo entrĂł por la puerta, Claudia fue a recibirlo. Kim no quiso salir de la cocina,
como hizo todo el servicio. No podĂa soportar ver cĂłmo Ă©l besaba a otra mujer.
Para la cena, todo el servicio se habĂa puesto sus mejores galas, incluida ella, aunque lo
hizo a regañadientes. Kim no quiso quitarse el uniforme que llevaba, porque ella no celebraba
nada, pero Karen insistiĂł en que tenĂa que cambiarse, que tenĂa que estar deslumbrante. Le mostrĂł
un vestido dorado que habĂa llevado hacĂa muchos años, en una fiesta de fin de año.
âFue un regalo de la madre de los chicos antes de que muriera hace mĂĄs de veinticinco
años. Te favorecerå.
Kim se quedĂł admirando el vestido.
âParece nuevo. Y es maravilloso âdijo observando su reflejo en el espejo.
TenĂa una caĂda que se ajustaba a su cuerpo y dejaba sus hombros al aire.
âLo he conservado muy bien. Solo me lo he puesto en tres ocasiones, cuando tenĂa cuerpo
para lucirlo. EstĂĄs preciosa.
âNadie se va a fijar en lo que lleve puesto.
âEstoy segura de que alguien habrĂĄ.
Antes de empezar la cena, Enzo llamĂł a Kim a su despacho. En cuanto entrĂł, ella tragĂł
saliva. Siempre habĂa sido un hombre guapo, pero esas tres semanas que hacĂa que no lo veĂa le
habĂan sentado demasiado bien. SintiĂł un vuelco en el estĂłmago y se mordiĂł el labio, porque era
eso o tirarse a sus brazos y besarlo.
Enzo pensĂł que esa mujer volvĂa a arrebatarle el corazĂłn. Ese vestido dorado le sentaba
francamente bien.
âYa tengo listo lo que me pediste.
Kim observĂł los papeles que Enzo le mostraba.
âNo los has firmado âadvirtiĂł Kim.
Ăl le tendiĂł una pluma que ella le regalĂł en la que habĂa grabada una palabra: Always.
Kim ahogĂł un gemido, porque sabĂa quĂ© significaba esa pluma y la promesa que le hizo.
DudĂł unos instantes. No se atrevĂa a firmar.
âÂżRecuerdas quĂ© pasĂł ese dĂa, cuando me la regalaste? âpreguntĂł Ă©l.
Kim asintiĂł con la cabeza. Aquel dĂa le hizo la promesa de que, pasara lo que pasara entre
ellos, jamĂĄs lo dejarĂa.
âÂżVamos a fingir que no nos besamos? âpreguntĂł Enzo.
âSĂ, vamos a hacerlo. Nada ha cambiado lo que hay entre nosotros.
âTe estĂĄs mintiendo.
âÂżY quĂ© quieres que haga? âKim cerrĂł los ojos.
âQuiero la verdad, Kim, quiero que seas sincera, porque desde que has llegado aquĂ no
lo has sido. Porque llevamos mĂĄs de dos meses jugando al gato y al ratĂłn.
âÂżCambiarĂa algo lo nuestro? âDejĂł caer los hombrosâ. ÂżPor quĂ© me haces esto? ÂżQuĂ©
mĂĄs quieres de mĂ? Te doy lo que quieres.
âÂżMe preguntas por quĂ©? Porque te quiero. Porque no puedo dejar de pensar en ti. Porque
no hay dĂa en que no deje de recordar lo que tuvimos. Y porque quiero que cumplas la promesa
que me hiciste.
âÂżY quĂ© pasa con Claudia? ÂżMe quieres a mĂ y la quieres tambiĂ©n a ella?
âSolo hay una mujer en mi vida, Kim, Âżes que aĂșn no lo has entendido? Y no voy a
renunciar asĂ como asĂ.
Aquellas palabras le dolieron como si una flecha hubiese atravesado su corazĂłn. Le estaba
diciendo que la querĂa a ella, pero, sin embargo, se iba a casar con Claudia.
ApretĂł los dientes. Entonces ella firmĂł esos malditos papeles y se marchĂł dando un
portazo.
CapĂtulo 16
Al salir del despacho, Kim oyĂł el golpe de algo que se estrellaba contra la puerta. Si Ă©l estaba
cabreado porque no habĂa aceptado que fuera el segundo plato, ella lo estaba mĂĄs porque se lo
habĂa sugerido.
ÂĄCĂłmo habĂa podido siquiera decirlo!
Tuvo el impulso de darle una patada a la puerta por la que habĂa salido, pero eso no
arreglarĂa el disgusto que llevaba.
Necesitaba calmarse y pensĂł que una tila le sentarĂa bien, o tal vez una copa de vino.
Antes de llegar a la cocina, oyĂł unas voces que venĂan de una pequeña salita que habĂa al lado. Le
llamĂł la atenciĂłn ver a Constanzo y a Claudia muy acaramelados y abrazados, hasta que Ă©l le
metiĂł la lengua a ella hasta la campanilla.
«¥QuĂ© manera de besarse!», pensĂł ella. En ese beso habĂa mĂĄs pasiĂłn que todas las veces
que habĂa visto a Enzo y a Claudia juntos.
Iba a entrar en la habitaciĂłn y descubrirlos, pero se contuvo.
Esa mujer estaba jugando a dos bandas. Y aunque ella hubiera terminado con Enzo, le dio
rabia, porque, por un lado, le hacĂa creer a Ă©l que estaba enamorada, pero por otro, con quien
realmente se sentĂa bien era con Constanzo. Con Enzo solo la habĂa visto decir apelativos cursis y
hacer como que se derretĂa por Ă©l.
No querĂa ser una chismosa, pero habĂa algo que le olĂa mal en todo aquel asunto. Se
quedĂł escuchando un poco mĂĄs antes de que se sirviera la cena.
âTengo ganas de estar contigo y no tener que esconderme como si estuviĂ©semos haciendo
algo malo âdijo Claudia cuando se separĂł de Ă©lâ. He intentado que Ă©l abriera los ojos con Kim,
pero no quiere darse cuenta de que ella sigue enamorada de Ă©l.
âNo estamos haciendo nada malo. Solo nos queremos.
âSĂ, pero no puedo besarte como quisiera delante de todo el mundo. ÂżHasta cuĂĄndo
tenemos que seguir con esta farsa que ha montado tu hermano?
âEspero que mi hermano deje de hacer el idiota como hasta ahora y se siente a hablar con
Kim de una vez por todas.
Kim abriĂł los ojos como platos y el corazĂłn empezĂł a latirle a mil revoluciones por
minuto. ÂżEstaba escuchando lo que estaba escuchando? ÂżTodo aquello que contaba Claudia en
realidad se trataba de una farsa? ÂżEra cierto lo que decĂa Claudia de que aĂșn seguĂa enamorado de
ella? ÂżAĂșn habĂa esperanza para resolver aquel malentendido?
âAl principio le encontraba la gracia, pero es que no puedo ver cĂłmo sufren los dos. Se
me estĂĄ haciendo muy largo.
âY a mĂ, amor, y a mĂ. Pero Enzo es un cabezota.
Claudia fue a salir de la salita, pero Constanzo la agarrĂł del brazo.
âLinda, te dije que lo solucionarĂa y lo harĂ©. Te juro que estas navidades las pasaremos
juntos.
Kim abriĂł la boca porque Claudia ni siquiera se llamaba asĂ.
Entonces empezĂł a recordar algunos momentos que confirmaban las palabras que estaba
escuchando. El dĂa en que ella acompañó a Karen a la habitaciĂłn de Enzo, Claudia vestĂa un salto
de cama, pero debajo llevaba un sujetador. Y desde que habĂa llegado, solo los habĂa visto darse
un beso casto en los labios en la noche de Halloween, y fue porque alguien gritĂł que se besaran.
Hasta aquella noche, ella no habĂa visto fotografĂas de ambos en la casa.
ApretĂł los labios para no gritar. Enzo la habĂa hecho creer que estaba enamorado de esa
mujer. Si Enzo querĂa seguir con esa farsa, ella le seguirĂa la corriente.
BuscĂł a Henry, que ya estaba en salĂłn hablando con Marc.
âMarc, perdona, pero tengo que hablar con Henry. Es urgente.
âLa cena va a empezar.
âNo tardaremos mĂĄs de cinco minutos.
Lo agarrĂł de una mano y lo sacĂł de la habitaciĂłn. Marc quiso seguir a su hermana, pero
ella le hizo un gesto con la mano para que se detuviera.
âÂżQuĂ© ha pasado? âquiso saber Henry.
âÂżTĂș sabĂas que todo esto es una farsa y no me habĂas dicho nada? âSe puso una copa
de vino y se la bebiĂł de dos tragos.
Henry se mojĂł los labios y desviĂł la mirada. Como no decĂa nada, ella siguiĂł hablando:
âÂżLo sabĂas sĂ o no?
âNo sĂ© a quĂ© te refieres.
âSĂ lo sabes. Enzo y Claudia no estĂĄn juntos. Bueno, en realidad, no se llama Claudia, se
llama Linda.
Henry dejĂł escapar un resoplido.
âEra tan evidente que no estaban juntos. La Ășnica que no querĂa darse cuenta de lo que
pasaba eras tĂș.
âO sea, que sĂ que lo sabĂas. PensĂ© que Ă©ramos amigos.
âY lo somos, nada ha cambiado entre nosotros. ÂżCĂłmo te has enterado?
âPorque he visto a Linda y a Constanzo besĂĄndose en la salita que hay al lado de la
cocina. âParpadeĂł varias vecesâ. Entonces, Âżtodos estabais al tanto de que esto era una farsa?
âSĂ, pero Enzo nos obligĂł a guardar el secreto.
Kim dio varias vueltas por la habitaciĂłn en la que se encontraban. Durante mucho tiempo
habĂa creĂdo que odiaba a Enzo, pero en realidad ese odio era todo el amor que sentĂa por Ă©l y que
no sabĂa cĂłmo gestionar.
âÂżCĂłmo no me di cuenta antes? âSe girĂł hacia Ă©lâ. Me has dicho que somos amigos,
Âżverdad?
âSĂ.
Kim mostrĂł una sonrisa triunfal.
âMe tienes que ayudar. En la cena me vas a seguir la corriente. Hoy vamos a anunciar
nuestro compromiso.
âÂżQuĂ©? No se lo va a creer.
âSolo quiero ver hasta dĂłnde es capaz de llevar esta farsa. âHenry puso los ojos en
blancoâ. Eres el Ășnico que me puede ayudar de esta casa.
âÂżPor quĂ© no os sentĂĄis y lo hablĂĄis con calma? TĂș lo quieres, Ă©l te quiere, ÂżquĂ©
problema hay en reconocerlo?
âPorque durante mĂĄs de dos meses me ha hecho creer que no me querĂa y quiero que
pruebe un poco de su medicina.
Henry terminĂł por asentir con la cabeza.
Cuando Kim y Henry llegaron la mesa, Enzo estaba sentado en un extremo de la mesa.
TenĂa el ceño fruncido y su gesto revelaba que no estaba para bromas. A su lado se encontraba
Claudia, que se reĂa de algo que comentaba Constanzo. Maggie estaba sirviendo la cena en los
platos. Antes de sentarse, Kim cogiĂł una copa y se puso un poco de vino. La alzĂł.
âQuiero hacer un brindis. âEsperĂł a que todos cogieran su copaâ. Estoy tan feliz. â
MirĂł a todos los que estaban sentados en la mesa, salvo a Enzoâ. Desde hoy soy una mujer libre.
Y me he dado cuenta de que en esta casa he encontrado al amor de mi vida. Henry acaba de
pedirme que me case con Ă©l. Y le he dicho que sĂ.
Constanzo abriĂł los ojos, mientras que Enzo disimulaba una mueca de disgusto.
âPodrĂais celebrar la boda juntos, Âżno te parece, Enzo? âpreguntĂł Constanzo.
âEso, podrĂamos celebrar la boda los cuatro juntos âcomentĂł Claudia con entusiasmo
â. ÂżQuĂ© te parece, pichoncito?
Enzo gruñó por lo bajo, pero aun asĂ, esbozĂł esa sonrisa que tanto le gustaba a Kim y se
levantĂł de la silla con la copa alzada.
âMe parece una idea fantĂĄstica. De los dos, tĂș siempre fuiste el de las ideas geniales. â
MirĂł a Constanzoâ. Kim se casarĂĄ con el hombre de su vida y yo lo harĂ© con esta mujer tan
maravillosa que tengo a mi lado. âLa agarrĂł de la mano para darle un beso en el dorso.
âPensĂ© que este dĂa no iba a llegar âdijo Kim dando un trago a su copa y se abrazĂł a
Henry.
Cuando se acabĂł el vino, volviĂł a llenarse la copa.
âPodrĂamos poner una fecha ya âsoltĂł Enzo.
Kim pensĂł durante unos segundos. TendrĂa que decir un dĂa que para ellos fuera
importante.
âÂżQuĂ© te parece el quince de diciembre?
Kim observĂł cĂłmo a Enzo le temblaba el labio porque aquella fecha era el dĂa en que se
casaron. Aunque enseguida recompuso el gesto.
âEse dĂa es perfecto para casarme con la mujer de mi vida.
âEntonces nos casaremos el quince de diciembre. âKim volviĂł a beber de su copa hasta
no dejar ni una gota. Se girĂł hacia Henryâ. ÂżVes? Te dije que Enzo era un hombre de lo mĂĄs
razonable y que no se opondrĂa a nuestra boda. âSe llenĂł de nuevo la copa y siguiĂł hablando con
Henryâ. La primera cosa que me enamorĂł de ti fue que vinieras todas las noches a taparme con
una manta al sofĂĄ. Es tan romĂĄntico. Eso solo lo harĂa alguien que se preocupa por mĂ.
Enzo pegĂł una palmada en la mesa y se levantĂł de la silla con tanto Ămpetu que la tirĂł al
suelo.
âÂżHasta cuĂĄndo vas a seguir con esta farsa, Kim?
âÂżDe quĂ© me hablas? âKim se hizo la sorprendida.
âÂżDe quĂ© te hablo? ÂżAĂșn no lo sabes? No es cierto de que te vayas a casar con Henry.
âNi tampoco es cierto de que tĂș te vayas a casar con Claudia⊠¿o debo decir Linda?
Constanzo soltĂł un suspiro de alivio y mirĂł a Karen.
âÂżTe dije o no te dije que iba a ser una cena divertida? âLa mujer se cubriĂł la boca para
disimular una risitaâ. Y ya que habĂ©is puesto todas las cartas sobre la mesa, no estarĂa nada mal
que reconocierais que estĂĄis hechos el uno para el otro.
Ambos se miraron, pero ninguno se moviĂł del sitio. Marc, que estaba al lado de Kim, la
empujĂł.
âÂżHasta dĂłnde habrĂas sido capaz de llevar esta farsa? ÂżTe habrĂas casado con Linda? â
murmurĂł Kim.
âNo ârespondiĂł Constanzo por Enzo.
Todos se lo quedaron mirando.
âÂżY eso por quĂ©? âquiso saber Karen.
âPorque le he pedido a Linda que se case conmigo âcontestĂł Constanzo.
CapĂtulo 17
âÂżQue te vas a casar con Linda? âpreguntĂł Enzoâ. Si apenas la conoces.
âLa conozco mejor que tĂș âreplicĂł Constanzoâ. AdemĂĄs, ÂżquiĂ©n eres tĂș para darme
lecciones de amor? TĂș te casaste con Kim al mes y medio de conocerla. Creo que deberĂais
hablar.
âÂżY tĂș le has dicho que sĂ? âquiso saber Karen.
âSĂ. Quiero casarme con Ă©l. Fue amor a primera vista.
âÂĄPor fin una buena noticia en esta casa de locos! âexclamĂł Karen juntando sus manos a
la altura del pecho.
Ella fue la primera en aplaudir y los demĂĄs la siguieron. Kim llenĂł su copa de vino y la
alzĂł.
âUn brindis por Constanzo y por Linda. ÂĄQue viva el amor!
Constanzo se girĂł hacia Linda y la besĂł.
Todos enmudecieron con esa muestra de cariño. Cuando se separaron, se sonrieron.
âÂĄYa no tendremos que fingir que nos queremos! âexclamĂł Linda abrazada a Constanzo.
âTe amo, Linda.
Constanzo levantó la mirada para mirar a Enzo y después a Kim.
âÂżNo tenĂ©is nada de lo que hablar?
Kim asintiĂł con la cabeza. SiguiĂł avanzando con pasos vacilantes hasta donde se
encontraba Enzo. Entonces se dio cuenta de que quizĂĄ se habĂa pasado con el vino. Llevaba sin
comer nada desde las siete de la mañana.
âTu hermano lleva razĂłn âreconociĂł Kimâ. Te debo una explicaciĂłn.
Ăl se cruzĂł de brazos. Su gesto serio indicaba que estaba enfadado.
âTĂș dirĂĄs.
âTe debo una disculpa. Es que no sĂ© ni por dĂłnde empezar. âDejĂł escapar un bufido.
EmpezĂł a retorcerse las manos porque estaba nerviosa. Le estaba resultando mucho mĂĄs
difĂcil de lo que habĂa pensado en un principio.
âPodrĂas empezar por ese dĂa en el que viste a Enzo, pero que en realidad no era Enzo,
sino un tipo que se llama Charles y que estaba con una rubia en el restaurante en el que trabajabas
âdijo Marcâ. Mi hermana pensĂł que la estabas engañando.
âSĂ, vi a alguien que era igual que tĂș. TenĂa hasta tus mismos gestos. Durante unos
segundos me quedé sin habla. Vi cómo la besabas, cómo le retirabas el pelo de la cara.
Enzo agitĂł la cabeza con incredulidad. Su gesto revelaba asombro.
âÂżCĂłmo pudiste pensar eso de mĂ? ÂżCĂłmo se te ocurriĂł pensar, siquiera, que te estaba
engañando?
âYoâŠ
Enzo bebiĂł la copa de vino y saliĂł del salĂłn cerrando la puerta de un portazo. Kim lo
siguiĂł y lo agarrĂł del brazo para que se detuviera.
âEspera, Enzo, deja que te explique, por favor.
Ăl se quedĂł callado. Fue hasta el despacho e hizo que se sentara en uno de los sillones.
âÂżMe crees tan estĂșpido como para ir al restaurante donde trabajabas con otra mujer?
ÂżEn quĂ© demonios estabas pensando para creer que yo te harĂa algo asĂ?
âLo sĂ©, y sĂ© que suena muy estĂșpido dicho asĂ, pero crĂ©eme, ese Charles y tĂș sois
clavados.
Ella le mostró la foto en su móvil y se la enseñó a Enzo.
âCuando te marchaste lleguĂ© a pensar que yo no era suficiente para ti. Todo mi mundo se
me vino abajo porque pensĂ© que te habĂa fallado en algo. ÂżNo te diste cuenta de que mi mundo
eras tĂș?
A Kim le temblĂł el labio.
âAquel dĂa me quise morir, porque no podĂa creer que me estuvieras engañando. Y no sĂ©
qué se me pasó por la cabeza. Me dejé llevar por la rabia, recogà todas mis cosas y me marché de
casa. Y no sabes cĂłmo lo siento.
âÂżQue cĂłmo te sientes tĂș? Siempre pensĂ© que habĂa sido culpa mĂa. No tienes ni idea de
cĂłmo me sentĂ yo. Joder, si alguien me hubiera sacado el corazĂłn de cuajo no me habrĂa dolido
tanto. Ni una nota me dejaste. Me merecĂa una explicaciĂłn.
Kim se acercĂł a Ă©l, pero Enzo dio dos pasos hacia atrĂĄs para guardar las distancias.
âÂżQuieres que reconozca que soy una estĂșpida? SĂ, sĂ. Lo soy, ahora y antes. Fui una
estĂșpida por no hablar contigo en ese momento. Quise desaparecer y que no me encontraras. No sĂ©
por quĂ© pensĂ© cuando mi madre nos abandonĂł y le fue infiel a mi padre. Me sentĂ mal, me sentĂ
traicionada. Y si te lo preguntas, nunca he dejado de quererte. No sabes lo que me dolĂa verte con
Claudia y pensar que me habĂas olvidado. Mientras tĂș estabas arriba con ella, yo me sentĂa
desgraciada. Pensaba que yo habĂa sido una mĂĄs en tu lista de conquistas, que te habĂas aburrido
de mĂ. TĂș me hiciste creer que habĂas pasado pĂĄgina mientras yo no te pude olvidar en estos dos
años. âSofocĂł un gemido para no echarse a llorar, pero siguiĂł hablandoâ. Porque cuando te
ibas de viaje en estos meses, echaba de menos que me taparas en el sofĂĄ. Me sentĂa bien, porque
de alguna manera te preocupabas por mĂ. Un dĂa quise agradecerte el gesto con unas flores, pero
pensaste que eran para Henry. No sĂ© quĂ© te hizo pensar eso. âLo vomitĂł todo de un tirĂłn. En vista
de que Ă©l seguĂa callado, se acercĂł a Ă©lâ. ÂżNo vas a decir nada?
âÂżQuĂ© quieres que diga? Yo no soy como tu madre.
âLo sĂ©. No sĂ© por quĂ© pensĂ© eso. âSe mantuvo un rato calladaâ. Hace un rato me
preguntabas si aquel beso habĂa significado algo para mĂ. Y sĂ, fue como volver a hace dos años, a
cuando nos querĂamos. No dejĂ© de pensar en Ă©l durante todo el dĂa siguiente. Incluso me vestĂ de
Leia por ti, pero entonces anunciasteis vuestro compromiso.
Enzo seguĂa sin hablar. Se acercĂł a la ventana. Kim se colocĂł a su lado.
âEstĂĄ empezando a nevar âdijo Kimâ. ÂżRecuerdas cuando Ăbamos a nuestra casita en
mitad del invierno y nos pasĂĄbamos dĂas sin salir de la cama? Echo de menos aquellos dĂas. â
BuscĂł sus dedos, pero Ă©l los apartĂłâ. No quiero pasar ni un segundo mĂĄs sin ti. Ya siento que
hayamos perdido estos dos años por ser una estĂșpida. No hagas que me siga sintiendo asĂ.
Enzo bajĂł la cabeza.
âLo siento, ahora mismo necesito pensar.
Se dio media vuelta. Antes de salir de la habitaciĂłn, Kim lo llamĂł.
âEnzo, Âżno crees que nos merecemos una segunda oportunidad? Yo quiero intentarlo.
Dejemos de lado el orgullo. Ya hemos perdido mucho tiempo. Te quiero como nunca he querido a
nadie. âĂl permaneciĂł calladoâ. ÂżEsto significa que todo ha terminado entre nosotros?
âNo sĂ© lo que significa, pero ahora mismo no puedo pensar. Estoy muy jodido.
âY yo tambiĂ©n lo estoy, pero sĂ© que nos quedan muchas cosas por vivir. No lo dejemos
aquĂ, por favor. Quiero cumplir la promesa que te hice aquel dĂa. Dime quĂ© quieres que haga.
âNada.
Enzo saliĂł del despacho.
ÂżQuĂ© mĂĄs tenĂa que hacer para que Ă©l la perdonara?
Durante un buen rato, Kim contemplĂł cĂłmo la nieve caĂa cada vez con mĂĄs fuerza. PensĂł
que igual aquel era el Ășltimo dĂa que pasaba en aquella casa. Pero no querĂa darse por vencida tan
rĂĄpido. HabrĂa algo que pudiera hacer. Lo suyo con Enzo era especial.
Aunque tuviera que suplicarle, volverĂa a buscarlo.
Se decidiĂł a salir del despacho para buscarlo, pero en el mismo instante en que abriĂł la
puerta se encontrĂł que Enzo estaba frente a ella.
Kim pensĂł que el corazĂłn se le saldrĂa por la boca.
âNo tengo nada que pensar âdijo Enzo agarrĂĄndola por la cinturaâ. Vengo a que
cumplas tu promesa. Nunca mĂĄs te irĂĄs de mi lado.
Y se abalanzĂł sobre sus labios. La besĂł con todas las ganas que habĂa acumulado durante
aquellos dos años en los que no se habĂan visto, la besĂł con el mismo deseo que sintiĂł la primera
vez.
âTe hice una promesa y esta vez la voy a cumplir âcomentĂł Kim.
BuscĂł el calor en sus brazos, no porque hiciera frĂo, sino porque aquel era su refugio, la
casa que tanto habĂa anhelado.
âNo vuelvas a dejarme âdijo Enzo.
âNunca.
âEs hora de celebrar AcciĂłn de Gracias.
CapĂtulo 18
Durante una semana, Kim y Enzo recuperaron el tiempo perdido durante los dos años que habĂan
pasado separados. En esos dĂas, hablaron, dejaron atrĂĄs sus malos entendidos, rieron como hacĂa
tiempo que no lo hacĂan, se besaron, se acariciaron e hicieron muchas veces el amor, tantas, que
perdieron la cuenta.
A mediados de diciembre, Enzo tenĂa una sorpresa para Kim.
âCreo que es algo que te gustarĂĄ âle dijo despuĂ©s de que ella le suplicara de quĂ© se
trataba la sorpresa.
âEres malvado. No sĂ© por quĂ© no quieres decirme de quĂ© se trata.
âÂżPor quĂ© no te dejas sorprender?
Enzo la llevĂł hasta el restaurante donde ella habĂa trabajado dos años atrĂĄs.
âÂżPor quĂ© hemos quedado aquĂ? âquiso saber Kim.
âPorque es hora de que conozcas a alguien, al otro Enzo.
En una mesa se encontraba el doble de su marido sentado junto a la misma rubia que cenĂł
con Charles aquella noche.
En cuanto Charles los vio llegar, se levantĂł de la silla y le ofreciĂł su mano a Enzo y
despuĂ©s a Kim. Por mĂĄs que ella mirara a Enzo y a Charles, apenas veĂa diferencia entre ellos,
incluso se peinaban casi igual y tenĂan el mismo estilo a la hora de vestir. MirĂł a uno y a otro
varias veces. El parecido era asombroso.
âÂĄParecĂ©is gemelos! âexclamĂł Kimâ. Es increĂble el parecido.
âTenĂa ganas de conocerte, Kim âdijo Charlesâ. Enzo me ha hablado de ti estos dĂas.
En cuanto lo oyĂł hablar, notĂł la diferencia que habĂa entre ellos. Enzo tenĂa una voz
profunda, grave, sin embargo, Charles la tenĂa algo mĂĄs aguda y tenĂa un acento de otro paĂs, tal
vez fuera francĂ©s, aunque no estaba segura. AdemĂĄs, tenĂa unas hebras plateadas en las patillas.
âElla es Mae, mi prometida.
Kim y Mae apretaron sus manos y se sentaron a mesa.
âLa verdad es que sĂ que se parecen âcomentĂł Mae con el mismo asombro que Kimâ.
Si yo hubiera visto a tu marido contigo, tambiĂ©n habrĂa pensado que me estaba engañando.
Charles les hizo una señal con la mano para se sentaran a la mesa.
âParece que aquĂ empezĂł un pequeño malentendido âsoltĂł Enzo.
Kim sonriĂł, porque de pequeño no tenĂa nada. HabĂan tenido que pasar dos años para
aclarar ese gran malentendido que habĂa estado a punto de acabar con su matrimonio.
âNi tu hermano se parece tanto a ti âaclarĂł Kimâ. ÂżEstĂĄis seguros de que no sois
familia?
Tanto Enzo como Charles cruzaron sus miradas.
âEn realidad sĂ lo somos, aunque ni Ă©l ni yo lo supiĂ©semos. Gracias a tu confusiĂłn, hemos
descubierto que mi tĂo, el hermano de mi padre, estuvo enamorado de su madre cuando eran
jĂłvenes y mantuvieron su relaciĂłn en secreto âexplicĂł Enzoâ. Mi padre y mi tĂo eran gemelos.
Charles es un año mayor que yo.
El maĂźtre interrumpiĂł la conversaciĂłn y les entregĂł una carta para que eligieran unos
vinos. Antes de que se marchara, Kim preguntó por el dueño para saludarlo, pero el maßtre le
comentĂł que se habĂa jubilado y que ya no quedaba ningĂșn empleado de los que habĂa cuando ella
trabajaba allĂ. Sin embargo, la carta seguĂa siendo la misma que cuando ella era la cocinera.
Una vez que se marchĂł, Kim siguiĂł haciendo preguntas.
âÂżNunca te reconociĂł como hijo?
âPor desgracia, mi tĂo muriĂł unos dĂas antes de que naciera Charles ârepuso Enzo.
Charles hizo una mueca con los labios de incomodidad.
âEs una historia larga y no he sabido la verdad hasta hace poco. Mis padres estuvieron
saliendo unos pocos meses, pero mi padre estaba comprometido con otra mujer. Mi madre tenĂa
veinte años y él veintidós. Antes de que a mi padre lo enviaran a la primera guerra del golfo,
rompiĂł con su prometida. A la vuelta querĂa hacer oficial su noviazgo con mi madre, pero su
destacamento sufriĂł una emboscada y todos murieron. En ese momento, mi madre estaba
embarazada de mĂ de siete meses. Mi abuela siempre me dijo que entrĂł en una depresiĂłn
profunda. Se pasaba el dĂa abstraĂda hasta que un dĂa cogiĂł el coche, se despistĂł y tuvo un
accidente. Ella muriĂł, pero yo estoy vivo de milagro. Mis abuelos fueron los que me criaron. Nos
marchamos a vivir a Quebec, porque mi abuelo tuvo una oportunidad de negocio allĂ. Hasta que no
conocĂ a Enzo, no supe de unas cartas que se escribieron mis padres.
âVaya, es una pena que no conocieras a tus padres âdijo Kim.
âMe habrĂa gustado conocerlos, pero con mis abuelos nunca me faltĂł de nada. Ellos me
dieron cariño y soy lo que soy gracias a ellos.
âÂżY no tuviste curiosidad por saber quiĂ©n era tu padre ni tu familia? âsiguiĂł
preguntando Kim.
Charles se encogiĂł de hombros.
âMi abuela siempre me dijo que muriĂł en una misiĂłn. Siempre pensĂ© que la familia de mi
padre no querĂa saber nada de mĂ porque nunca recibĂ ni una llamada.
âDe haber sabido de ti, os aseguro que para mi abuela habrĂa sido un nieto mĂĄs âexplicĂł
Enzo.
âHay cosas del pasado que ya no tienen remedio âcomentĂł Mae posando su mano sobre
la de Charles.
âPor suerte, otras sĂ. âKim girĂł la cabeza hacia Enzo.
En sus miradas habĂa la misma ilusiĂłn que cuando se casaron, porque el proyecto en
comĂșn que habĂan empezado años atrĂĄs, seguĂa hacia adelante. En esa ocasiĂłn, no habrĂa nada que
los detuviera.
Durante unos segundos se quedaron callados.
âÂżCarne o pescado? âpreguntĂł Enzo.
âYo soy de carne, me gusta el solomillo de ternera con salsa de merlot y pimienta que
preparan aquĂ âdijo Charles.
âVaya, tenemos el mismo gusto ârepuso Enzoâ. ÂżLo acompañarĂas con un cabernet
sauvignon?
âSĂ, es el vino perfecto para acompañar una carne roja ârespondiĂł Charles.
âYo tomarĂ© una ensalada Caesar âdijo Mae.
âYo prefiero un salmĂłn con salsa de naranja âreplicĂł Kimâ. Y de beber quiero tomar
un Sparkling water[1].
âLo mismo para mĂ âcontestĂł Mae.
Durante la comida, Kim se dio cuenta de que Charles cogĂa el cuchillo de la misma manera
que Enzo, que se dejaba para el final lo que mĂĄs le gustaba, e incluso que ambos se limpiaban los
labios con la servilleta de la misma manera.
âÂżPiensas lo mismo que yo? âMae se girĂł hacia Kimâ. Parecen clones.
âLa verdad es que sĂ.
A la hora del postre, ambos pidieron tarta de manzana con una bola de helado de vainilla.
Tanto Kim como Mae sonrieron.
âSi hasta os gusta la misma tarta âdijo Kim.
Tras tomar el postre, Enzo les hizo una proposiciĂłn.
âNos gustarĂa que vinieseis a cenar a mi casa el dĂa de Nochebuena, tus abuelos y
vosotros dos. Ahora que sé que tengo un primo, no quiero perder el contacto.
âIremos con gusto. Mis abuelos, Mae y yo al fin conoceremos a la otra parte de la
familia.
âSolo quedamos mi hermano y yo, pero Constanzo tiene muchas ganas de conocerte.
Charles se levantĂł.
âNos gustarĂa poder quedarnos un poco mĂĄs, pero en tres horas tenemos un vuelo a
Colorado.
âOs esperamos para Navidad âdijo Kim cuando se despidieron.
Kim suspirĂł y recordĂł la casita que comprĂł Enzo cuando vieron un reportaje sobre un
pueblo del que ella se enamorĂł. Enzo la agarrĂł de la mano.
âÂżVamos a casa? âpreguntĂł Enzo.
Kim asintió con la cabeza, apretó los labios y después dejó escapar un suspiro.
âÂżQuĂ© pasa? âquiso saber Enzo.
âMe siento un poco estĂșpida por todo lo que ha pasado. AĂșn me cuesta creer que haya
alguien que se parezca tanto a ti.
âTĂș misma lo has dicho antes, hay cosas que se pueden cambiar. Lo nuestro fue una
pausa. Y me reafirmo en lo que te dije el dĂa de nuestra boda: eres la mujer de mi vida. Te sigo
eligiendo a ti.
âTe amo porque me quieres a pesar de mis defectos.
âMe amas porque soy el hombre de tu vida.
âEso tambiĂ©n.
Mientras conducĂa, Enzo no tomĂł el camino para ir a su casa, sino que se desviĂł hacia uno
de los dos aeropuertos de la ciudad.
âÂżPor quĂ© vamos al aeropuerto? Me has dicho que Ăbamos a casa.
âSĂ, y vamos a nuestra casa, aquella en la que hicimos una promesa.
Kim pareciĂł entender.
âÂżA Telluride? âKim abriĂł la boca con sorpresa.
âSĂ, y prepĂĄrate, no vamos a salir de la cama en unos cuantos dĂas. Vamos a hacer el
amor de todas las maneras que te puedas imaginar.
âÂĄUmmm! Me gusta cĂłmo suena eso.
âVamos a celebrar nuestro aniversario de bodas en nuestra casita.
CapĂtulo 19
Kim y Enzo llegaron al aeropuerto Internacional O'Hare de Chicago, donde los esperaban
Constanzo y Linda en una cafeterĂa. Se los veĂa muy acaramelados.
âPensĂ© que Ăbamos a viajar solos, que nos tomĂĄbamos unos dĂas de relax en nuestra
casita âdijo Kim.
âY vamos a viajar solos.
âÂżY quĂ© hacen ellos aquĂ? ÂżTambiĂ©n se van de viaje?
âNo, solo han traĂdo nuestras maletas. QuerĂa que fuera una sorpresa este viaje, pero a
veces es difĂcil sorprenderte.
A medida que se acercaban a Constanzo y Linda, Kim advirtiĂł una vez mĂĄs la complicidad
que habĂa entre ellos, el brillo que habĂa en sus miradas y lo felices que se les veĂa. Linda se
levantĂł y acudiĂł al encuentro de Kim. En esos Ășltimos dĂas habĂan congeniado bien y se habĂan
hecho buenas amigas.
âSe te ve radiante. âFue lo primero que dijo Linda cuando Kim llegĂł hasta ellosâ. Te
sienta bien el amor.
Kim le devolviĂł el gesto con una sonrisa.
âA vosotros tambiĂ©n os sienta bien estar juntos âcomentĂł Kim
Constanzo le entregĂł a Enzo las dos maletas que le habĂa pedido.
âOs deseamos un feliz viaje.
âHay que darse prisa. âEnzo agarrĂł a Kim de la mano para llevarla hasta la zona de
facturaciĂłnâ. El aviĂłn sale en una hora y media.
Después de facturar y de pasar el control de seguridad, fueron hacia la puerta de
embarque. Una vez estuvieron acomodados en sus asientos del aviĂłn, Mae se acercĂł a saludarlos
y para entregarles una caja de bombones cortesĂa de la compañĂa.
âNo esperaba encontrarte aquĂ âcomentĂł Kim asombrada.
âEsta es una de las rutas que solemos hacer âexplicĂł Mae.
Antes de despegar, el piloto del aviĂłn dijo unas palabras.
âLes habla el comandante Charles Linetti⊠âAntes de acabar de hablar, comentĂłâ:
Este es un vuelo especial, porque tenemos una pareja que celebra su segunda luna de miel.
Felicidades, Enzo y Kim. Toda la tripulaciĂłn esperamos que el vuelo sea de lo mĂĄs agradable.
En pleno vuelo, el comandante hizo algo inusual. AbandonĂł los mandos del aviĂłn y pasĂł a
la cabina.
âPero⊠¿quiĂ©n estĂĄ pilotando en estos momentos el aviĂłn? âpreguntĂł Kim alarmada.
Enzo la calmĂł y Charles se explicĂł:
âEl comandante que pilota el aviĂłn. En realidad este no era mi vuelo. Le he pedido el
favor a un compañero para que me permitiera volar. Enzo me ha pedido un favor y no pude
negarme.
Enzo se girĂł de nuevo hacia Kim y se arrodillĂł frente a ella.
âÂżMe harĂas el favor de renovar los votos de nuestro matrimonio?
Kim no se lo pensĂł dos veces y asintiĂł con la cabeza.
âEstĂĄs loco, pero me encantan tus locuras. âSe abalanzĂł sobre sus labios y lo besĂł con
deseo.
Los pasajeros rompieron a aplaudir.
âEspero que esta vez no me confundas con el piloto âdijo Enzo antes de que Charles
empezara a oficiar la ceremonia civil.
âSabes que no, que solo tengo ojos para ti âreplicĂł Kimâ. No hay ningĂșn Enzo que se
pueda comparar a ti.
Mae le entregĂł un ramo de rosas rojas.
âSi me permites, yo serĂ© una de tus testigos. âSeñalĂł a un azafato de vueloâ. Y mi
compañero serå el otro.
Fue una ceremonia corta, pero muy emotiva, porque Kim no dejĂł de llorar desde que
Charles empezĂł a hablar. Y cuando Enzo le colocĂł un nuevo anillo en el dedo anular, Mae se
acercó hasta ella para darle un pañuelo.
âNo dejas de sorprenderme âexclamĂł Kim mirando a Enzo.
âY espero hacerlo todos los dĂas de nuestra vida.
Para celebrar que habĂan renovado los votos, Enzo invitĂł a todos los pasajeros a un trozo
de tarta y a una copa de champĂĄn.
El aviĂłn aterrizĂł en el aeropuerto de Montrose. Enzo y Kim se despidieron de Charles y
Mae. Después, Enzo llevó a Kim hasta la zona del parking y le mostró unas llaves. Ella arqueó una
ceja porque Enzo le mostraba un llavero que ella habĂa utilizado durante años.
âPensĂ© que te gustarĂa conducir.
âNo conduzco desde el dĂa de la carrera.
âPuede que cambies de opiniĂłn. âEnzo la llevĂł hasta su Chevrolet Corvette, que estaba
totalmente reparado.
Kim abriĂł la boca, pero se habĂa quedado sin palabras.
âLo arreglĂ©. SĂ© lo importante que es para ti este coche.
A ella se le escaparon unas lĂĄgrimas.
âHoy no dejas de sorprenderme. Y cada vez me siento mĂĄs idiota por lo que pasĂł entre
nosotros. Yo no tengo ningĂșn regalo para ti.
âÂżCrees que necesito algo teniĂ©ndote a ti? Todo estĂĄ bien. Eres lo Ășnico que necesito.
âPensĂ© que no podrĂa quererte mĂĄs de lo que te quiero.
âMe basta con ver tu sonrisa, con que quieras estar conmigo. Durante estos dos años que
estuvimos separados, cuanto mĂĄs lejos estabas, mĂĄs presente te tenĂa. No podĂa sacarte de mi
cabeza.
âEn estos dos años nunca hubo nadie. El solo hecho de pensar en estar con otro hombre
que no fueras tĂș hacĂa que se me revolviera el estĂłmago. No habĂa noche que no soñara contigo.
Enzo le mostrĂł una sonrisa provocativa.
âÂżCĂłmo eran esos sueños?
âSiempre estĂĄbamos juntos.
âÂżEn la cama?
âSĂ, todas las noches hacĂa el amor contigo.
âEs una suerte que ahora no tengas que soñar con estar conmigo. ÂżMe gustarĂa que me
hicieras una demostración de todos esos sueños?
âMe van a faltar dĂas. Fueron dos años.
âNo pasa nada, tenemos toda una vida por delante.
Kim abriĂł la puerta del copiloto y luego la del conductor.
âSerĂĄ mejor que nos demos prisa. Tenemos dos horas de camino hasta Telluride y no
quiero salir de la cama en varios dĂas.
Durante parte del viaje, estuvieron bromeando. Enzo no dejaba de meterle mano.
âEs una pena que lleves pantalones vaqueros.
âEn estos momentos no sabrĂa decirte, porque si no los llevara ya habrĂa dejado de
conducir y me habrĂa tirado a tus brazos.
Pasaban las doce de la noche cuando llegaron a una casita de madera que estaba a las
afueras del pueblo. En Telluride se olĂa la navidad porque habĂa nevado durante los dĂas
anteriores y porque en todas las casas habĂa decoraciĂłn navideña. El fuego de la chimenea estaba
encendido y en una mesa estaba servida la cena.
âLe pedĂ a Marcel que preparara la casita, porque lleva tiempo cerrada. Han bajado
mucho las temperaturas y la casa estaba muy frĂa. Puede que nieve otra vez durante la noche.
AdemĂĄs, habĂa un ĂĄrbol de navidad decorado.
âÂżEl ĂĄrbol tambiĂ©n lo ha decorado Marcel?
âNo, lo hice yo antes de AcciĂłn de Gracias. TenĂa la esperanza de que este año
volverĂamos a pasar nuestro aniversario aquĂ. Pero falta un Ășltimo detalle. âSe acercĂł hasta el
ĂĄrbol y le entregĂł un frasquito de cristal donde habĂa una copia exacta de la casita.
Kim mirĂł aquel frasquito que le entregĂł Enzo.
âEs nuestra casita. âLa colocĂł en el ĂĄrbolâ. La compramos hace tres años en el
mercadillo de Telluride.
âAhora estĂĄ perfecto.
Kim se girĂł hacia Ă©l y enredĂł sus manos en el pelo de Enzo al tiempo que Ă©l la aferraba
por la cintura.
âÂżTienes hambre?
âSĂ, de ti.
Enzo le quitĂł el jersey que llevaba. Caminaron hasta la alfombra que habĂa junto a la
chimenea sin dejar de besarse y se tumbaron sobre ella. Los labios de Enzo empezaron recorrer el
cuello de Kim al tiempo que deslizaba sus manos por debajo de su camiseta para alcanzar su
espalda de arriba abajo. Kim le desabrochĂł la camisa hasta dejarlo desnudo de cintura para
arriba. Enzo siguiĂł desnudĂĄndola sin dejar de observarla. BesĂł su cuello y fue descendiendo
lentamente hasta sus pechos, para terminar en su estĂłmago. Su lengua lamiĂł con dulzura el
ombligo de Kim, anticipando lo que iba a suceder.
âEnzo, te quiero.
âY yo, mi amor, no sabes cuĂĄnto.
Enzo le quitĂł los pantalones, las braguitas y abriĂł sus piernas para saborear su sexo. Enzo
lamiĂł su clĂtoris hasta que ella alcanzĂł el primero de los orgasmos de la noche.
Después, Enzo se despojó de sus pantalones y se colocó sobre Kim hasta que sus cuerpos
se unieron en uno. Mientras se besaban, Enzo la penetrĂł lenta y suavemente, al compĂĄs de sus
besos.
âÂżTe gusta asĂ?
âContigo me gusta de todas las maneras.
Kim clavĂł sus dedos en la espalda de Enzo cuando volviĂł a sentir que su cuerpo se volvĂa
lĂquido y juntos compartieron un delicioso orgasmo.
Desde donde se encontraban, se veĂa el cielo estrellado. La luna estaba casi llena. En ese
momento, empezaron a caer los primeros copos de nieve.
Kim apoyĂł su cabeza en el pecho de Enzo.
âHoy ha sido un dĂa perfecto.
âY te prometo que este no serĂĄ el Ășltimo. HabrĂĄ muchos mĂĄs.
EpĂlogo
Enzo y Kim llegaron a Chicago el veinticuatro por la mañana para los preparativos de la cena de
Nochebuena. HabĂan estado viajando en coche durante un dĂa y medio. Se tomaron varios
descansos, pero se iban alternando a la hora de conducir.
Antes de entrar en la casa y subir los escalones, Enzo se acercĂł a Kim y le dio una
palmada cariñosa en las nalgas.
âÂżMe has tocado el culo? âle dijo Kim girĂĄndose hacia Ă©l.
âSĂ, te lo he tocado âle respondiĂł guiñåndole un ojoâ. ÂżQuĂ© pasa, no puedo? âKim se
mordiĂł el labio inferior e hizo una mueca de lo mucho que le gustabaâ. Pues tienes un problema,
porque no quiero dejar de tocĂĄrtelo.
âNi yo quiero que dejes de tocĂĄrmelo.
âVeo que estamos de acuerdo en esto.
âÂżSolo en esto? Estamos de acuerdo en muchas mĂĄs cosas.
Ăl la alcanzĂł y le dio un beso largo y pausado.
Linda saliĂł a recibirlos. Se la veĂa un poco inquieta.
âBienvenidos a casa. âSe acercĂł hasta Kim y la agarrĂł de la manoâ. ÂżTe importa que
te la robe unos minutos?
âÂżEs muy importante? âquiso saber Enzo.
âSĂ, lo es. Y necesito su consejo.
Mientras subĂan por la escalera, Kim quiso saber a quĂ© venĂa tanta urgencia.
âMejor que vayamos a mi cuarto. Las paredes tienen oĂdos.
Linda la llevĂł hasta la habitaciĂłn que compartĂa con Constanzo.
Linda cerrĂł la puerta de la habitaciĂłn e hizo que Kim se sentara en un sillĂłn que habĂa al
lado de la ventana.
âÂżA quĂ© viene tanta prisa?
âCreo que la he cagado con Constanzo.
Kim la mirĂł con asombro.
âÂżPor quĂ© dices eso? No lo entiendo. Si estabais muy enamorados.
Linda parpadeĂł varias veces intentando aguantar unas lĂĄgrimas que asomaban por sus ojos.
âA ver, ÂżquĂ© pasa?
Linda abriĂł un cajĂłn de la cĂłmoda y sacĂł tres pruebas de embarazo.
âPor esto.
Kim vio que en las tres pruebas que le mostraba habĂa dos rayitas rosas.
âÂżEstĂĄs embarazada?
âSĂ, y solo llevamos tres meses. No sĂ© cĂłmo ha podido pasar. UsĂĄbamos condĂłn.
âÂżLo sabe Constanzo?
âNo sĂ© cĂłmo decĂrselo. Llevamos viviendo juntos desde hace unos dĂas.
âPero os vais a casar, que es lo mismo, Âżno crees?
âEstamos muy bien juntos, siento que he encontrado al hombre perfecto y lo quiero con
locura. ¿Y si no quiere saber nada del niño? No puedo obligarlo a ser padre si no lo desea.
âÂżDe verdad piensas eso de Constanzo? He visto cĂłmo te mira. Y para Ă©l la familia es
importante. CrĂ©eme, lo conozco desde hace mĂĄs tiempo que tĂș.
Linda se sentĂł en el otro sillĂłn.
De repente, Kim recordĂł algo, pegĂł un respingo y mirĂł una aplicaciĂłn de su mĂłvil donde
apuntaba cuĂĄndo le bajaba el periodo.
âÂĄAy, Dios! ÂĄNo puede ser!
âÂżQuĂ© pasa? âpreguntĂł Linda.
âQue la regla me tenĂa que haber venido a principio de mes y estamos a veinticuatro. Soy
como un reloj. Estaba tan absorta tratando de recuperar el tiempo perdido con Enzo, que ni me
acordĂ© de que me tenĂa que bajar.
Linda soltĂł una carcajada.
âTengo una prueba, por si quieres salir de dudas.
âTiene que tratarse de una falsa alarma. No he tenido angustia ni todas esas cosas que
dicen tener las mujeres embarazadas, y ni siquiera me siento diferente.
âEso me pasa a mĂ ârespondiĂł Linda acercĂĄndose hasta la cĂłmoda para sacar otra
prueba de embarazoâ. Si quieres te la puedes hacer en nuestro baño.
Kim cogió la prueba con manos temblorosas y pasó al baño. Después de mojar la prueba,
la dejĂł encima del lavabo.
âÂżCuĂĄnto tiempo hay que esperar?
âCinco minutos.
âYo no me atrevo a mirarla âdijo Kimâ. Hazlo tĂș, por favor.
Linda cogió la prueba y después miró a Kim.
âÂżQuĂ© desearĂas que pasara?
âNo lo sĂ©. Siempre quisimos tener niños, pero no sĂ© si ahora es el momento.
âSolo hay una rayita.
âÂżSolo una? âpreguntĂł algo desilusionadaâ. Vaya. âLe temblaron los labios.
âÂżEntonces sĂ te gustarĂa que hubieran dos rayas?
âNo me habrĂa disgustado.
Linda le entregĂł la prueba. Kim dejĂł escapar un gritito de felicidad al tiempo que rompĂa a
llorar.
âÂĄSon dos, hay dos rayas! âLevantĂł la mirada para buscar la de Lindaâ. Eso significa
que nuestros hijos van a nacer casi a la vez.
âSĂ, pero no sĂ© cĂłmo decĂrselo a Constanzo.
âSerĂĄ nuestro regalo de navidad. Estoy segura de que les gustarĂĄ.
âConfĂo en ti.
Como Maggie se iba a encargar de la cena, Kim y Linda prepararon los regalos para
dejarlos debajo del årbol. Los envolvieron con un lazo rojo y papel dorado. También estuvieron
organizando el salĂłn y disponiendo de una mesa en la que cupieran quince personas. En esas
horas, tanto Kim como Linda evitaron a Enzo y a Constanzo.
Fue agradable recibir a la familia de Charles y cenar con ellos. A los abuelos de Charles
les sorprendiĂł el parecido de ambos tanto como a todos los comensales de la mesa. Bromearon
mucho sobre ello.
A la hora de entregar los regalos, Enzo se adelantĂł a Kim y a Linda. El primer regalo fue
para Charles, sus abuelos y Mae.
âMuchas gracias por pasar la Navidad con nosotros.
LlegĂł el turno de Kim. MirĂł a Linda y ambas asintieron con la cabeza. Estaban nerviosas,
pero entregaron sus regalos a la vez y se agarraron de las manos. Cuando Enzo y Constanzo
abrieron sus cajitas, cruzaron sus miradas y después buscaron las de Kim y Linda.
âÂżQuĂ© significa esto? âA Enzo se le secĂł la bocaâ. ÂżUna prueba de embarazo?
Constanzo, en cambio, se quedĂł sin habla.
âSĂ, en realidad no es una prueba, sino son dos ârepuso Kim.
âÂżY? âquiso saber Karenâ. Nos tenĂ©is en ascuas.
âQue estamos embarazadas.
Constanzo se girĂł hacia Linda con los ojos abiertos como platos. La atrajo hacia sĂ y le
dijo al oĂdo:
âÂżEs cierto que estĂĄs embarazada?
âSĂ. No sabĂa cĂłmo decĂrteloâŠ
âÂżPensabas que te iba a dejar tirada? Nunca, me oyes. Ahora que has llegado a mi vida
no quiero que te vayas.
Linda se encogiĂł de hombros.
âYo tampoco quiero que te vayas.
âCuando te pedĂ que te casaras conmigo es porque querĂa formar una familia.
Enzo fue al encuentro de Kim y la besĂł.
âMe has hecho el hombre mĂĄs feliz del mundo. Vamos a tener un pequeño Enzo.
âO puede que sea una pequeña Kim.
âMe gusta la idea, siempre que se parezca a ti âcomentĂł Enzoâ. No podrĂas haberme
hecho un regalo mejor.
âNo sĂ© si serĂĄ la mejor navidad de nuestras vidas, pero sĂ sĂ© que es un diciembre para
recordar âdijo Kim besando a Enzo.
CONOCE A LA AUTORA
ANABEL BOTELLA
Soy escritora, actriz, soñadora y administradora de La ventana de los libros
(http://laventanadeloslibros.blogspot.com). Alguna vez me he imaginado vivir las aventuras de
Alicia en el paĂs de las maravillas o recorrer el camino de baldosas amarillas, como Dorothy en
El mago de Oz. Me apasiona el rojo porque me da vida. Me gusta disfrutar sobre todo de mi
familia, y con ellos me gusta compartir una buena comida, un buen postre o una taza de té con
leche. No me gusta nada de nada el café.
FormaciĂłn Estudio y tradiciĂłn del Yoga (ETY)-Viniyoga, MarĂa Puig en los años: 2002-
03-04-05-06-07-08-09.
Estos son mis libros publicados: Ăngeles desterrados es mi primera novela publicada.
Después vinieron Ojos azules en Kabul (premio mejor novela nacional por la revista Off the
record y nominada a los premios Troa 2014) y Como desees, ganadora del PEJR 2013. Premio
literatura 2013 por la Fundación Carolina Torres Palero. En 2014 publiqué Dead7 (Premio
PĂșrpura romĂĄntica a la mejor novela juvenil y Premio pĂșrpura romĂĄntica a la mejor autora juvenil
2014). En 2015 me publicaron mi primera novela infantil: El enigma del cuadro robado; también
sale al mercado la primera parte de una bilogĂa fantĂĄstica juvenil: Las crĂłnicas de los tres
colores, Elecciones (Premio Avenida a la mejor saga 2015, Premio pĂșrpura romĂĄntica 2015 a la
mejor novela). En abril del 2016 se publicĂł Fidelity con Cross Book, de editorial Planeta. En
octubre del mismo año se publicĂł No puedo evitar enamorarme de ti, con el sello digital HQĂ.
En marzo de 2017 se publicĂł Cuervo Negro, mi primera novela negra con Ediciones Babylon.
Febrero de 2017, Premio literario de ciudad de Ăguilas a mi trayectoria como autora. En abril del
2017 se publicĂł Dos instantes con la editorial Algar. En septiembre del 2017 se publicĂł Dime
que no es un sueño (Finalista al V Premio HarlequĂn). Marzo de 2018 se publicĂł La magia oculta
con Ediciones DiquesĂ. En abril del 2019 se reeditĂł Como desees, con la editorial Tinturas. Y en
junio de ese mismo año salió al mercado la segunda parte de La magia oculta, El secreto de
AlallÀra. En octubre del 2019 vio la luz Invisibles, con Tinturas. En enero del 2020 he ganado el I
Premio novela Festilij con Hay un niño fuera de mi armario, que publica DiquesĂ. En febrero del
2020 he publicado en papel Dime que no es un sueño con la Editorial Tinturas.
A lo largo de 2020 he autopublicado varios tĂtulos en Amazon: Dead7 (en su ediciĂłn
digital Ășnicamente), Yoga para niños en casa, un prĂĄctico manual ilustrado para iniciarse en esta
disciplina con los mĂĄs pequeños, Adelgaza,, no hagas dieta, una guĂa sobre nutriciĂłn basada en
mis propias experiencias personales con un amplio recetario, TĂș, yo, la vida, participante en el
concurso PLAS20 (Premio Literario Amazon Storyteller 2020), y Sin LĂmites, un trhiller
romĂĄntico ambientado en Las Vegas. Todos estos tĂtulos los dejo enlazados a continuaciĂłn
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OTROS LIBROS DE LA AUTORA EN KINDLE
SIN LĂMITES
Disponible en Amazon
TĂ, YO, LA VIDA
Participante en el concurso PLAS20
(Premio Literario Amazon Storyteller 2020)
Disponible en Amazon
ADELGAZA, NO HAGAS DIETADisponible en Amazon
[1] En España serĂa el equivalente al agua con gas.